Lógica y Metodología de Las Ciencias

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Lógica y metodología de las ciencias

Dubois, Esteban
UNIDAD I
Nociones de semiótica y el lenguaje de las ciencias

 Lógica y semiótica:
Lógica es una ciencia formal que tiene como objetivo final diferenciar los razonamientos válidos
de los que no lo son. Decimos que es una ciencia formal porque estudia la forma y no el contenido
de los razonamientos.
Semiología es el estudio de los signos.
Semiótica es la ciencia que estudia los signos.

 El proceso semiótico. Componentes del proceso semiótico: signo, designado e intérprete.


Un signo es un objeto físico. Una bandera roja, un mapa, una nota musical sobre el pentagrama,
una palabra escrita sobre un papel son ejemplos de signos. La primera característica que tienen los
signos es que hacen referencia a otra cosa. Aquello a lo que el signo hace referencia se denomina
designado.
La segunda característica de los signos es que hacen referencia a algo para cierto sujeto. El signo
hace referencia a su designado siempre con relación a algún sujeto. A ese sujeto se lo denomina
intérprete.
Abreviamos con “S”, al objeto físico que funciona como signo; con “D”, el designado; y con “I”, el
intérprete.
Podemos definir signo de la siguiente manera: S es signo de D para I, si I piensa en D, o es remitido
a D cada vez que está en presencia de S. Al proceso mediante el cual un objeto funciona como
signo se lo denomina “proceso semiótico” o semiosis. Sus tres componentes son S, D, I.

 Dimensiones del proceso semiótico: sintáctica, semántica y pragmática.


La relación que se da entre un signo y otros signos, se la denomina dimensión sintáctica del
proceso semiótico. Los signos se presentan frecuentemente relacionados unos con otros,
formando sistemas, como los signos que forman la notación musical, la aritmética, o las palabras
de un lenguaje. Aun los signos que aparecen solos tienen una dimensión sintáctica: la relación de
ese signo consigo mismo.
Otra relación es la que se da entre un signo y aquello a que hace referencia, o sea, su designado. A
esta relación se la denomina dimensión semántica.
Por último, está la relación que se da entre un signo (o sistema de signos) y los intérpretes de
éstos, llamada dimensión pragmática.
Hay reglas que rigen las relaciones que se dan en estas tres dimensiones. Las reglas sintácticas
rigen las relaciones que se dan entre los signos. En el lenguaje, por ejemplo, las reglas ortográficas
son de este tipo. Las reglas semánticas rigen las relaciones entre los signos y los designados.
Ejemplo: “cuando suenen dos timbres consecutivos se podrá salir al recreo.” La pragmática, por
último, analiza las reglas de uso de los signos, es decir, cómo los usan los intérpretes. Cómo
utilizamos los argentinos los gerundios es un ejemplo de regla pragmática.

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 Tipos de signos.
Hay signos de diversos tipos. Por un lado, hay signos naturales, como el humo de una chimenea,
que es un signo de que dentro de ella se está quemando algo. O una huella sobre la nieve, que es
signo del paso de un animal. Estos signos se caracterizan porque la relación S-D no es el resultado
de ninguna creación humana, sino que aparece dada y obedece a una relación causa-efecto,
donde el signo es el efecto y el designado la causa.
Otro tipo de signos son los íconos, o signos icónicos. A diferencia de los naturales, en ellos la
relación S-D no aparece dada, sino que es creada por los hombres. Se caracterizan porque entre el
signo y el designado existe cierta analogía: en el signo están presentes ciertas características del
designado. Un mapa, por ejemplo, es un signo icónico porque reproduce la forma del designado.
También los son un retrato, una maqueta, etc.
Por último, están los signos convencionales o símbolos. En éstos, como en los icónicos, la relación
S-D es creada por los hombres, pero se diferencian de aquellos en que esa relación es arbitraria:
no hay analogía entre el signo y su designado. Por ejemplo, que la luz roja de un semáforo indique
detención es convencional, ya que podría haberse elegido otro color en su lugar.
Algunos signos combinan elementos icónicos con elementos convencionales. En una señal
caminera, por ejemplo, que tiene en el centro la silueta de una locomotora, el elemento icónico es
dicha silueta, que designa un paso a nivel, pero también posee elementos convencionales, como el
color de fondo, su forma, su tamaño y su ubicación.
La mayoría de los signos que usamos son convencionales: las palabras del lenguaje, la notación
musical, los códigos, las banderas, los semáforos, los signos de aritmética y la lógica.

 Niveles del lenguaje. Uso y mención.


Algunas palabras hacen referencia a cosas o clases de cosas. En el enunciado “En la sala hay
cuatro sillas” la palabra “silla” tiene por designado un tipo de mueble con determinadas
características. En este caso decimos que la palabra “silla” es usada para hacer referencia a dicha
clase de objetos. Otras veces las palabras hacen referencia a otras palabras, son signos que se
refieren a signos. Por ejemplo, en el enunciado “`Silla´ tiene cuatro letras”, la palabra “silla”
entrecomillada no hace referencia a las sillas, sino a la palabra con que se hace referencia a las
sillas, y afirma que la palabra con que se hace referencia a las sillas tiene cuatro letras. En este
caso, la palabra no es usada sino mencionada. El recurso de poner comillas simples a las palabras
cumple la función de indicar que nos estamos refiriendo a la palabra misma, y no a aquello a lo
que la palabra hace referencia. Cuando en un enunciado hablamos acerca de palabras (y en
general de los signos) esa proposición pertenece al metalenguaje, y aquello a que hacemos
referencia desde el metalenguaje, es el lenguaje objeto. Son niveles distintos: el nivel uno es un
determinado lenguaje objeto, como lo es el lenguaje mediante el cual nos referimos a las cosas, el
nivel dos es el metalenguaje, con el que nos referimos al lenguaje objeto

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 El lenguaje de la ciencia: términos y enunciados. Tipos y clasificación. Comprensión y
extensión de un término.
La ciencia se formula y comunica por medio del lenguaje, a través de teorías, clases,
publicaciones, etc. Razón por la cual resulta fundamental analizar y comprender como opera el
lenguaje al cristalizar y transmitir la ciencia.

Los términos de la ciencia.


Comprensión y extensión de un término:
En un término podemos distinguir dos aspectos:
1- La comprensión, es el conjunto de notas, características o propiedades que hacen al
significado del término. Ej. La comprensión del término hombre, es animal racional.
2- La extensión, hace referencia a todos los objetos o individuos que alcanza -designa- el
término. Ej. La extensión del término célula alcanza a todos los tipos de células
existentes.

Relación entre comprensión y extensión:


La relación entre comprensión y extensión de un término es inversamente proporcional. A mayor
comprensión, menor extensión y viceversa.
Sean los términos “figura”, “triángulo” e “isósceles”. La comprensión de “isósceles” es mayor que
la comprensión de “triángulo”, y la comprensión de “triángulo” es mayor a la comprensión de
“figura”. Desde la extensión la relación es inversa: “figura” tiene más extensión que “triángulo” y
“triángulo” tiene más extensión que “isósceles”. A mayor comprensión, menor extensión del
término. A mayor extensión, menor comprensión del término.

Los términos de la ciencia.

Términos empíricos:

Los términos empíricos designan objetos o entidades de la base empírica de la ciencia. La


base empírica de la ciencia, en general, está constituida por objetos, cosas o entidades a las que
podemos acceder de modo directo, es decir, no exigen de ninguna mediatización de instrumentos
o teorías para que podamos tener conocimiento de ellos. En síntesis, los términos empíricos
designan a aquellos objetos o entidades que se ofrecen directamente a la experiencia y se los
suele denominar también como una “observación” o un “dato”.

Términos teóricos:

Los términos teóricos se refieren a aquellos objetos o entidades de la zona teórica de la


ciencia que no podemos captar de modo directo. Para acceder al conocimiento de éstas entidades
es necesario proceder indirectamente y justificar nuestra creencia en ellas y en nuestro modo de
conocerlas. Los términos teóricos son, entonces, aquellos que no son empíricos ni lógicos.

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Términos lógicos:

Los términos lógicos son aquellas palabras o grupo de palabras cuya misión principal es
ayudar sintácticamente a formar y comprender el alcance informativo de una frase. Los principales
términos lógicos son las conectivas lógicas, a saber: la conjunción (y, pero, aunque, sin embargo,
etc); la disyunción (o, o bien, a menos que, salvo que, etc); el condicional (si...entonces, implica, es
suficiente, etc), la negación (no, no es verdad, etc) y los cuantificadores (todos, algunos, ninguno) y
la partícula “es”.

Los enunciados de la ciencia

Enunciados empíricos básicos o de primer nivel:

Un enunciado empírico básico se caracteriza por dos condiciones: la primera es que,


además del vocabulario lógico, todos los términos que emplea son empíricos. La segunda
condición es que son singulares o muestrales, con lo cual se quiere decir que se habla de una sola
entidad o de un conjunto finito y accesible de modo directo.

Generalizaciones empíricas o enunciados de segundo nivel:

Al igual que los enunciados empíricos básicos, las generalizaciones empíricas utilizan un
vocabulario empírico y lógico; pero no se trata ahora de afirmaciones singulares, sino de
afirmaciones generales que establecen regularidades en conjuntos tan amplios que no son
directamente accesibles como sí lo eran las muestras. Las generalizaciones pueden ser universales,
existenciales o estadísticas-probabilísticas.
“Todos los hombres son mortales” es un ejemplo del primer tipo, pues lo que se quiere
decir es, que para cada caso de ser humano, sin excepción, se hallará su condición de mortalidad,
sin que haya ningún caso a manera de contraejemplo.
Las generalizaciones existenciales tienen menos alcance que los enunciados universales, ya
que en lugar de afirmar que una propiedad o característica se cumple para todos los miembros de
un conjunto o población, lo hacen acerca de algunos de ellos (sin excluir la posibilidad de que se
cumpla para todos). Como es fácil apreciar existe una diferencia entre afirmar “todos los casos de
cáncer se curan con la droga x” y “algunos casos de cáncer se curan con la droga x”.
Las generalizaciones estadísticas-probabilísticas se refieren a una población que puede ser
infinita o finita pero no accesible, es decir, se refieren a una proporción estadística. La proporción
estadística se puede expresar por medio de porcentajes o números probabilísticos. Por ejemplo,
“la probabilidad de que un nacimiento de un ser humano sea nacimiento de varón es de 0.51”, o la
“probabilidad del nacimiento de un varón es del 51%”.

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Enunciados teóricos o de tercer nivel

Los enunciados teóricos cumplen con la condición de contener al menos un término


teórico singular o general. Se pueden discriminar enunciados teóricos puros y mixtos. En los
primeros solo aparecen, además de los términos lógicos, términos teóricos. En los segundos,
además de los términos lógicos, aparecen términos teóricos y términos empíricos.

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UNIDAD II
Introducción a la lógica simbólica.

Introducción a la lógica
Irving M. Copi

Capítulo I
Introducción

¿Qué es la lógica?
La lógica es el estudio de los métodos y principios usados para distinguir el buen (correcto)
razonamiento del malo (incorrecto).
La persona que ha estudiado lógica tiene mayor posibilidad de razonar correctamente que
aquella que nunca ha pensado en los principios generales implicados en esa actividad. Ello se debe
a varias razones. Ante todo un estudio adecuado de la lógica la enfocará tanto como un arte como
una ciencia, y el estudiante deberá hacer ejercicios concernientes a todos los aspectos de la teoría
que aprende. En segundo lugar, una parte tradicional del estudio de la lógica consiste en el
examen y el análisis de los métodos incorrectos de razonamiento, o sea de las falacias. Esta parte
de la materia no sólo da una visión más profunda de los principios del razonamiento en general,
sino que el conocimiento de esas trampas nos ayuda positivamente a evitarlas. Por último el
estudio de la lógica suministrará al estudiante ciertas técnicas y ciertos métodos de fácil aplicación
para determinar la corrección o incorrección de muchos tipos diferentes de razonamientos,
incluso los propios. Y cuando es posible localizar fácilmente los errores, es menor la posibilidad de
que se cometan.
Para definir el campo de la lógica podemos decir que la distinción entre el razonamiento
correcto y el incorrecto es el problema central que debe tratar la lógica. Los métodos y las técnicas
del lógico han sido desarrollados esencialmente con el propósito de aclarar esta distinción. El
lógico se interesa por todos los razonamientos, sin tomar en cuenta su contenido, pero solamente
desde este especial punto de vista.

Premisas y conclusiones.
La presentación y examen de algunos términos especiales que el lógico usa en su labor
contribuirá a dar mayor claridad a la explicación de la lógica propuesta en la sección precedente.
La inferencia es un proceso por el cual se llega a una proposición y se la afirma sobre la
base de otra u otras proposiciones aceptadas como punto de partida del proceso. Al lógico no le
interesa el proceso de la inferencia, sino las proposiciones que constituyen los puntos inicial y
terminal de este proceso, así como las relaciones existentes entre ellas.
Las proposiciones son verdaderas o falsas, y en esto difieren de las preguntas, las órdenes
y las exclamaciones. Sólo es posible afirmar o negar proposiciones. Una pregunta puede ser hecha,
una orden darse y una exclamación proferirse, pero ninguna de ellas puede ser afirmada o negada,
ni se las puede juzgar como verdaderas o falsas.

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Es necesario distinguir entre las oraciones y entre las proposiciones que aquellas afirman.
Dos oraciones que constituyen claramente dos oraciones distintas porque están compuestas de
diferentes palabras y puestas de maneras también diferentes, pueden, en el mismo contexto,
tener el mismo significado y expresar la misma proposición.
La diferencia entre oraciones y proposiciones se pone de manifiesto al observar que una
oración siempre forma parte de un lenguaje determinado, el lenguaje en el cual es enunciada,
mientras que las proposiciones no son propias de ninguno de los lenguajes en que pueden ser
formuladas.
Los términos proposición y enunciado no son sinónimos exactos, pero en el contexto de la
investigación lógica se los usa aproximadamente con el mismo sentido.
Aunque el proceso de inferencia no concierne a los lógicos, para cada inferencia posible
hay un razonamiento correspondiente, y son estos razonamientos los que caen dentro del ámbito
de la lógica. En este sentido, un razonamiento es cualquier grupo de proposiciones, tal que de una
de ellas se afirma que deriva de las otras, las cuales son consideradas como elementos de juicio a
favor de la verdad de la primera. La palabra razonamiento se usa a menudo para indicar el proceso
mismo, pero en lógica tiene el sentido técnico ya explicitado. Un razonamiento no es una mera
colección de proposiciones, sino que tiene una estructura. Al describir esta estructura, se emplean
comúnmente los términos premisa y conclusión. La conclusión de un razonamiento es la
proposición que se afirma sobre la base de las otras proposiciones del mismo, y a su vez estas
proposiciones de las que se afirma que brindan los elementos de juicio o las razones para aceptar
la conclusión, son las premisas del razonamiento.
Es menester observar que premisa y conclusión son términos relativos: la misma
proposición puede ser premisa en un razonamiento y conclusión en otro.
Para llevar a cabo la tarea del lógico de distinguir los razonamientos correctos de los
incorrectos, es necesario primero poder reconocer los razonamientos cuando aparecen e
identificar sus premisas y sus conclusiones. Consideraremos primero el segundo de estos
problemas. Dado un razonamiento, ¿Cómo podemos saber cuál es su conclusión y cuáles son sus
premisas? No es posible identificar la conclusión de un razonamiento por su posición en la
formulación del mismo. ¿Cómo, entonces, se la puede reconocer? Hay ciertas palabras o frases
que sirven típicamente para introducir la conclusión de un razonamiento. Entre los más comunes
de estos indicadores de conclusión se cuentan por lo tanto, por ende, así, luego, por consiguiente,
se sigue que, podemos inferir y podemos concluir. Otras palabras o frases sirven típicamente para
destacar las premisas de un razonamiento. Entre los más comunes de estos indicadores de
premisas figuran puesto que, porque, pues, en tanto que y por la razón de que. Una vez que se ha
reconocido un razonamiento, estas palabras y frases nos ayudan a identificar sus premisas y su
conclusión.
Pero no todo pasaje que contiene un razonamiento contiene también necesariamente
esos términos lógicos especiales. El contexto, también, suele ser de gran ayuda.
Debe señalarse que no todo lo que se dice en el curso de un razonamiento es premisa o
conclusión del mismo. Un pasaje que contenga un razonamiento, puede también contener otras
referencias, que a veces son ajenas al caso, pero a menudo brindan una importante información
de fondo que permite al lector o al oyente comprender de qué se trata el razonamiento.

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Es posible afirmar proposiciones en forma de preguntas retóricas, si se usan para expresar
enunciados más que para formular preguntas, aunque tengan forma interrogativa.
Algunos pasajes pueden contener dos o más razonamientos, sean en sucesión, o sean
entremezclados.
En algunos pasajes que contienen más de un razonamiento, su conexión es aún más
íntima, por ejemplo, cuando la conclusión de un razonamiento es la premisa del otro.

Elementos de lógica moderna y filosofía


Lógica de proposiciones
Ma. Angélica y Julio C.
Colacilli de Muro.
Las proposiciones.
1. Caracterización del vocablo “proposición”.

En el texto hemos usado y usaremos el término proposición para referirnos a una


estructura lógica de variado grado de complejidad, integrada por términos y cuya propiedad
fundamental es la de ser o bien verdadera, o bien falsa.
A diferencia de los términos, que son construcciones representativas de cosas u objetos
individualizables, la proposición es una construcción mediante la cual se dice algo de esas
entidades signadas por los términos; mediante la cual informamos que tal cosa es de tal modo o
de tal otro. Cuando nuestra información se adecua a la realidad que describe o enuncia, decimos
que la proposición es verdadera cuando esto no sucede, decimos que es falsa. Y esto, es
precisamente, lo que nos interesa averiguar cuando nos encontramos con un enunciado, con una
afirmación acerca de los hechos o de las cosas.

2. Las funciones proposicionales.

De una proposición podemos decir, pues, o bien que es verdadera, o bien que es falsa;
pero hay ciertos enunciados cuyo grado de verdad no puede determinarse hasta tanto no se
especifiquen ciertos términos que entran en su estructura. Estas expresiones reciben el nombre de
funciones proposicionales.
“Una función proposicional es toda expresión que contiene uno o más constituyentes
indeterminados (x, y,…) tal que, si fijamos lo que estos constituyentes hayan de ser, el resultado
será una proposición”.
La expresión “x es un filósofo” es una función proposicional, puesto que asigna a cada
elemento que constituye su ámbito de variabilidad (los nombres propios de personas) un único
elemento que integra su ámbito de valores (una proposición). En el ámbito de variabilidad de una
función hay elementos que dan por resultado una proposición verdadera, y otros, una proposición
falsa.
Cuando un elemento del ámbito de variabilidad hace de la función una proposición
verdadera, decimos que ese elemento pertenece al dominio de la función. En suma: llamamos

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dominio de la función al conjunto de elementos de su ámbito de variabilidad que hacen del
resultado una proposición verdadera, es decir, que satisfacen la función.
Se llama lugar de argumento al lugar que queda señalado por el componente
indeterminado de la función. Este lugar de argumento será ocupado por los argumentos, es decir,
por los nombres de individuos que constituyen el alcance (ámbito de variabilidad) de la función.
Las funciones proposicionales con un solo lugar de argumento reciben el nombre de
funciones monádicas.
En general, a toda función proposicional con más de un lugar de argumento, se la
denomina poliádica o, también, n-ádica (donde n indica el número de lugares de argumento de la
función).

3. Las funciones de verdad

Si el resultado para una función es un número, decimos que se trata de una función
numérica; si es una proposición, decimos que se trata de una función proposicional; si es un valor
de verdad, diremos que se trata de una función de verdad.
Función de verdad es el nombre específico que reciben las conectivas cuando se las analiza
desde el punto de vista de las funciones.

Conectivas extensionales:
Conectiva (función) Nombre Signo Algunos usos lingüísticos aproximados
Conjunción Et “.” “y”, “pero”, “aunque”, “sin embargo” y
otros.
Disyunción inclusiva Vet “v” “o”, “o bien”, “o lo uno o lo otro” (o ambos),
etc.
Disyunción exclusiva Aut “w” “o lo uno o lo otro” (pero no ambos), “a
menos que”, “salvo que”, etc.
Negación Non “-“ “no”, “no es verdad que”, “no es el caso de
que”, “no es cierto que”, etc.
Condicional Sequitur “Ↄ” “si… entonces”, “es condición suficiente
para” “es suficiente que”, “solo si”, etc.
Bi-condicional Aequivalentia “≡” “si y solo si”, “es condición necesaria y
suficiente para”, “es equivalente a”, etc.
Negación alternativa Incompatibilidad “/” “es incompatible con”, “no se da el caso de…
y de… a la vez”, etc.
Negación conjunta Falsedad conexa “↓” “ni… ni…”, “ni lo uno ni lo otro”, “y no… y
no…” etc.

a) Las conectivas extensionales son las que hemos llamado funciones de verdad porque
el valor de verdad de las proposiciones moleculares depende exclusivamente de los
valores de verdad de las proposiciones atómicas que tales conectivas afectan o
relacionan. Así, por ejemplo, si una proposición “p” es verdadera, su negación “non p”
será inequívocamente falsa, y si “p” es falsa, su negación será verdadera; el valor de
“non p” dependerá exclusivamente del valor de “p”.

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b) Las conectivas intencionales, en cambio, son aquellas que estructuran proposiciones
moleculares cuyo valor de verdad no puede determinarse exclusivamente sobre la
base de los valores de verdad de las proposiciones elementales que la integran. Y esto
es así, porque encierran más de un significado preciso. Si una proposición “p” es
verdadera, y le anteponemos el operador intencional “creo que”, el resultado: “creo
que p” no puede determinarse aunque sepamos que “p” es verdadera; porque, sea
“p” verdadera o falsa, el valor del compuesto depende de que realmente sea creído
“p” y no solo del valor de “p”. Por este motivo no pueden ser consideradas funciones
de verdad.

Consideradas, pues, como funciones, las conectivas extensionales son funciones de


verdad, porque permiten asignar a cada elemento que constituye su ámbito de variabilidad (los
valores de verdad de las proposiciones atómicas que afectan o vinculan), un único elemento de su
ámbito de valores (o la verdad, o la falsedad). El ámbito de variabilidad de una función aumenta el
número de sus elementos si aumenta el número de proposiciones atómicas que la conectiva
afecta.
Si en vez de “non” que es monádica, tomáramos una de las otras conectivas que son
diádicas, el ámbito de variabilidad de esta función de verdad estaría formado por cuatro
elementos, cada uno de los cuales es un par de valores correspondientes al par de proposiciones
consideradas.

4. Las estructuras proposicionales.

Obtener la estructura lógica de una proposición equivale a distinguir cuáles de entre


sus términos son los términos lógicos; cuáles los no-lógicos; de qué modo los términos
lógicos vinculan a los demás; cuál es la función lógica de cada uno de los términos
dentro de la estructura.
Pero sabemos, también, que el grado de complejidad de un término depende del tipo
de análisis a que se lo someta, de modo que, expresiones que forman parte de un
término en cierto contexto, pueden pasar a ser, ellas mismas, términos en otro.
En suma: la estructura de una proposición dependerá, entre otras cosas, del tipo de
análisis a que se la someta.

Distintos tipos de análisis.


Las distintas perspectivas con las que abordamos el análisis de las proposiciones, van a
dar lugar a los distintos capítulos de la lógica. Entre ellos:
a) La lógica proposicional. Aquí las proposiciones serán consideradas como los
elementos indivisibles e inanalizables con los cuales se obtienen estructuras más
complejas formadas por esos elementos (proposiciones moleculares) y otras
estructuras más complejas aún (los razonamientos proposicionales).
b) La lógica de los términos. En ella los elementos ya no son las proposiciones sino
los términos que las integran. A su vez, de acuerdo con el tipo de término que se

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considere base del análisis tendremos los distintos subcapítulos o teorías lógicas
más específicas.
Se podrá hablar entonces de:
I) La lógica de las funciones, donde los términos fundamentales por considerar
van a ser las funciones proposicionales.
II) La lógica cuantificacional, donde los términos que guían el análisis serán los
llamados cuantificadores (todo, alguno, hay, y sus derivados). Si se vinculan
con las funciones monádicas tendremos la lógica de la cuantificación simple, y
de la cuantificación múltiple, si se tratase de cuantificar funciones poliádicas.
III) La lógica de las clases, en la cual se analizan las relaciones lógicas que hay
entre los términos de propiedades considerados según su extensión, es decir,
entre los términos de clase o genéricos.
IV) La lógica de las relaciones, donde la atención se centra en los términos de
propiedades relacionales consideradas ahora en su carácter de relaciones.

Proposiciones y formas proposicionales.

Nos limitamos a considerar solo las relaciones que los términos tienen entre sí (dimensión
sintáctica), dejando de lado tanto los contenidos significativos de sus términos (dimensión
pragmática), como las referencias a los objetos que tales términos nombran, designan, o denotan
(dimensión semántica).
Para lograr esto, tenemos que pasar del lenguaje descriptivo de las sentencias o
enunciados, al lenguaje abstracto de la lógica; Mediante este procedimiento (que conocemos ya
con el nombre de abstracción) lo que era una proposición en un lenguaje descriptivo pasa ahora a
ser una forma proposicional, y lo que era una función proposicional, ahora se transforma en una
forma de función proposicional. Así vamos logrando lo que podríamos considerar el esqueleto, el
esquema, el armazón desnudo de una proposición, donde los pilares básicos se presentan con
toda claridad.
Una vez obtenidas las formas procedemos a determinar sus propiedades, las relaciones
lógicas que pueden establecerse entre ellas, la manera de pasar correctamente de unas a otras.

5. Clasificación de las proposiciones

Muchas y muy variadas son las clasificaciones que de las proposiciones han sido dadas y
todas ellas dependen, como es natural, del criterio de clasificación adoptado.

1) Desde el punto de vista de la lógica proposicional.


a- Proposiciones atómicas. Son las mínimas unidades categoremáticas del análisis
proposicional. Aquí, un elemento es categoremático si al considerarlo
aisladamente puede predicarse de él, o bien su verdad, o bien su falsedad. Se las
caracteriza, también, diciendo que son aquellas que no tienen conectivas
interproposicionales.

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Ejemplo: “Aristóteles nació en Estagira”.
b- Proposiciones moleculares. Son todas aquellas cuyo valor de verdad depende de
los valores de verdad de una o más proposiciones atómicas que las estructuran.
Esto es así porque en la estructura de una proposición molecular aparece siempre
una conectiva extensional (función de verdad) que, en estos casos, son constantes
lógicas interproposicionales.
Negativas: “algunas plantas no tienen flores”
Conjuntivas: “llueve y hace frio”
Disyuntivas excluyentes: “Pedro es casado o soltero”
Disyuntivas incluyentes: “Pedro es estudiante o profesor”
Condicionales (o hipotéticas): “si obtengo buen promedio entonces apruebo el
año”
Bi-condicionales: “Pedro es soltero, si y sólo si, no es casado”
Negación alternativa: “No es verdad que hoy es lunes y hoy es martes”
Negación conjunta: “Ni hoy es lunes, ni hoy es martes”.

2) Desde el punto de vista de la lógica de los términos.


La lógica de los términos es también una lógica de las proposiciones, pero aquí la unidad
del análisis no es la proposición indivisa, sino cada uno de los términos que la estructuran.
1- Proposiciones predicativas. Son todas aquellas en las cuales por lo menos un término
de propiedad es atribuido a por lo menos un término de individuo. Las proposiciones
predicativas complican su estructura a medida que aumenta en ellas el número de
propiedades consideradas; esto nos permite distinguir entre las que tienen una única
propiedad y que llamamos “predicativas simples”, y las que tienen más de una aunque
sea la misma que se repita: las “predicativas complejas”.
a- Proposiciones predicativas simples.
- singulares: las que tienen por sujeto un único individuo y del que se predica una
única propiedad. Ejemplo: “Sócrates es griego”.
- particulares o existenciales. Las que tienen por sujeto lógico uno o varios
individuos; por lo menos uno. Ejemplo: “Algo es bello”.
- Universales. Las que tienen por sujeto lógico a todos los individuos del universo,
o bien, de un universo de discurso determinado. Ejemplo: “Todo cambia”.
Las respectivas negaciones de estos enunciados nos dan proposiciones moleculares que
pueden caracterizarse bajo las mismas denominaciones: “singulares negadas”, “existenciales
negadas”, “universales negadas”, respectivamente.
b- Proposiciones predicativas complejas. Son aquellas que incluyen en su estructura
más de un término de propiedad. Estos términos de propiedad rara vez están
explícitos en los lenguajes interpretados, lo que exige una reformulación lógica
adecuada tal que muestre la diferencia fundamental entre el sujeto lógico y el
sujeto gramatical. En todos los casos los sujetos lógicos son los individuos que
poseen (o de los cuales se predica) la propiedad o propiedades. Con estas
aclaraciones y considerando sólo las proposiciones con dos propiedades tenemos:

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- singulares. Las que tienen por sujeto lógico un único individuo. Ejemplo del
lenguaje común: “este hombre es mortal”, en lenguaje más explícito: “este
individuo es hombre y es mortal”.
- particulares o existenciales. Las que tienen por sujeto lógico a por lo menos un
individuo o más, pero no todos. Ejemplo en lenguaje común: “algunos hombres
son ingenieros”. En lenguaje explícito: “Existe por lo menos un individuo X tal que,
X es hombre y X es ingeniero”
- Universales. Las que tienen como sujetos todos los individuos del universo, o
bien de un universo de discurso determinado. Ejemplo en el lenguaje común:
“todos los hombres son mortales”. En el lenguaje explícito: “Cualquier individuo X,
si X es hombre, entonces X es mortal”.
2- Las proposiciones relacionales. También aquí se van a considerar propiedades, pero se
trata de propiedades relacionales que se predican, como sabemos, de dos o más individuos
tomados simultáneamente en consideración. Clasificamos las proposiciones tomando como
criterio el grado de generalidad de los sujetos que estas propiedades relacionan; generalidad
indicada por los términos cuantificacionales que ofician de sujetos gramaticales.
a) Proposiciones relacionales homogéneas. Son todas aquellas en los cuales los sujetos
relacionados son de la misma generalidad; es decir, o todos son singulares, o todos
particulares, o todos universales.
- Singular homogénea. Eloísa ama a Abelardo.
- Existencial homogénea. Algo atrae a algo.
- Universal homogénea. Todo atrae a todo.

b) Proposiciones relacionales heterogéneas o mixtas. Son todas aquellas en las cuales


los sujetos relacionados son de distinta generalidad.
- Singular-heterogénea: “Sócrates admira a alguien”
- Existencial-heterogénea: “Alguien ama a todos”
- Universal-heterogénea: “todos aman a alguien”.

3) Desde un punto de vista epistemológico.


Las proposiciones pueden clasificarse según el tipo de la ciencia encargada de verificar
su verdad o su falsedad. De acuerdo con este criterio las proposiciones pueden
dividirse en dos grandes grupos:
a) Proposiciones analíticas. Son aquellas cuyo grado de verdad es lógicamente
determinable.
Una proposición es analítica cuando su verdad o falsedad puede determinarse
exclusivamente por procedimientos formales de verificación; cuando no se
necesita recurrir a la experiencia para confirmarlo o refutarlo; cuando es, en fin,
lógicamente determinable. A este grupo pertenecen:
- Todas las verdades lógicas. (Leyes, principios, tautologías).
- Todas las proposiciones lógicamente verdaderas, de cualquier ciencia que fueren.
- Todas las falsedades lógicas (contradicciones)

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- Todas las proposiciones lógicamente falsas, de cualquier ciencia que fueren.

En este punto es importante destacar que la analiticidad, contrariamente a lo que


la lógica tradicional admitía, no es absoluta. No basta decir que una proposición es
analítica, hay que agregar en qué sistema lógico o matemático tal proposición es
lógicamente verdadera. Una proposición lógicamente verdadera en un sistema,
puede dejar de serlo en otro sistema.

b) Las proposiciones sintéticas. Son aquellas cuya verdad o falsedad no puede


determinarse exclusivamente con el auxilio de los métodos formales de
verificación; necesitamos recurrir, además, a una verificación objetiva;
confrontarlas con la realidad a la cual aluden.
Así como las analíticas pueden quedar definitivamente verificadas, las sintéticas,
en cambio, presentan serios inconvenientes en este sentido, en especial las
proposiciones universales. Por esta razón se las llama, también, proposiciones
lógicamente indeterminables.

4) Las proposiciones apofánticas clásicas.


Para la lógica aristotélica/clásica todas las proposiciones eran reducibles a la forma
atributiva “S es P”.
El verbo “ser” era el nexo fundamental que permitía mostrar, elucidar, la naturaleza
de las cosas. Las formas apofánticas fundamentales eran cuatro y ellas bastaban para
construir los distintos tipos de inferencia; la variedad que se hacía sobre la base de la
única forma “S es P” consistía en combinar la cantidad (universalidad, particularidad),
con la cualidad (negación, afirmación). Sus nombres y formas lógicas son los
siguientes:

1- Universal afirmativa. “Todo hombre es mortal” Todo S es P.


2- Universal negativa. “Ningún hombre es mortal” Ningún S es P.
3- Particular afirmativa. “Algún hombre es mortal” Algún S es P.
4- Particular negativa. “Algún hombre no es mortal” Algún S no es P

ELEMENTOS DE LÓGICA PROPOSICIONAL


pp. 19 a 29.
1- El lenguaje de la lógica proposicional.
Los objetos de estudio de la lógica proposicional son las proposiciones y los razonamientos
proposicionales; ella provee métodos adecuados para establecer la verdad o falsedad de una
proposición dada, y la validez o invalidez de los razonamientos proposicionales.
El lenguaje abstracto de la lógica puede construirse con independencia de los lenguajes
interpretados, pero también con miras a su aplicación por la doble vía de la abstracción y la
interpretación. En ambos casos el resultado será un lenguaje abstracto en el que habrá que

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distinguir entre las expresiones propias de ese lenguaje (lógicas), y las expresiones que usaremos
para referirnos a ellas (meta-lógicas).

2. Abstracción e interpretación.
Entendemos por abstracción el pasaje de un lenguaje descriptivo al lenguaje abstracto
de la lógica; y por interpretación el proceso inverso.

3. Asignación de valores de verdad para las formas atómicas.


La lógica que estamos estudiando es una lógica bivalente, porque considera para
cualquier proposición sólo dos valores: la verdad o la falsedad (principio de la
bivalencia). Además, ninguna proposición puede ser verdadera y falsa a la vez
(principio de no-contradicción).
Si ahora pasamos del lenguaje interpretado a un lenguaje abstracto, y en vez de
considerar proposiciones consideramos formas proposicionales, ya no estamos en
condiciones de decir cuándo una forma proposicional “p”, por ejemplo, es verdadera,
o cuando es falsa. Todo lo que podemos afirmar de ella es que será una de las dos
cosas: que sea la una o la otra, dependerá de la interpretación que hagamos de “p”.
Prescindiendo, pues, de las interpretaciones de “p”, todo lo que podemos considerar
con respecto a sus valores de verdad es que ella determina un ámbito de variabilidad
integrado por los valores “verdad” (V) y “falsedad” (f), en un todo de acuerdo con el
principio de la bivalencia.

4. Tablas de verdad para formas proposicionales moleculares.


Lo que más interesa para la realización de los cálculos son las leyes que rigen las tablas
de verdad de las conectivas. Estas leyes no varían aunque varíen el orden y
distribución de los elementos que constituyen el ámbito de variabilidad de la función.
Conjunción (et). Una proposición molecular conjuntiva es verdadera solamente
cuando ambos conjuntivos son verdaderos; en todos los demás casos es falsa.
Disyunción inclusiva (vel). Una proposición molecular disyuntiva incluyente es falsa
solamente cuando ambos disyuntivos son falsos; en todos los demás casos es
verdadera.
Disyunción exclusiva (aut). Una proposición molecular disyuntiva excluyente es
verdadera sólo en el caso de que uno de sus disyuntivos sea verdadero y el otro falso;
cuando sus valores son iguales, la disyunción exclusiva es falsa.
Condicional material (sequitur). Una proposición molecular condicional es falsa
solamente cuando el antecedente es verdadero y el consecuente es falso; en todos los
demás casos es verdadera.
Bicondicional material (aequivalentia). Una proposición molecular bi-condicional es
verdadera únicamente en el caso de que ambos componentes tengan el mismo valor
de verdad; si sus valores son distintos entre sí, entonces es falsa.

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Negación simple (non). La función de la negación es cambiar el valor de verdad de una
proposición (atómica o molecular), en el valor contrario: los valores verdaderos se
hacen falsos, y los falsos, verdaderos.
Negación alternativa (incompatibilidad). La incompatibilidad entre dos proposiciones
es falsa sólo cuando ambos componentes son verdaderos, y es verdadera en todos los
demás casos.
Negación conjunta (falsedad conexa). La falsedad conexa entre dos proposiciones es
verdadera únicamente en el caso de que ambos componentes sean falsos; en todos
los otros casos es falsa.

5. La decisión por el método de las tablas de verdad.


El procedimiento para determinar cuándo una proposición es lógicamente verdadera o
lógicamente falsa, o cuando no es ni lo uno ni lo otro, es muy sencillo y consta de los
siguientes pasos:
1° Se abstrae la forma lógica de la proposición.
2° Se asignan valores a los componentes atómicos.
3° Se resuelve la tabla de verdad de acuerdo con la ley que rige a cada conectiva.

Si la proposición es molecular y tiene más de una conectiva, habrá que resolverlas de


acuerdo con el orden de prioridades establecido. Primero los paréntesis, después los
corchetes y finalmente las llaves.
El método que acabamos de exponer y aplicar pertenece al grupo de los métodos
algorítmicos. Un algoritmo es un método mecánico de decisión que permite, en un
número finito y previamente prescripto de pasos, obtener inequívocamente un
resultado.

6. Clasificación de las proposiciones según su tabla de verdad.

Tautologías: Una tautología es una proposición molecular lógicamente verdadera;


verdadera por su forma e independientemente del contenido informativo de las
proposiciones atómicas que la componen. Toda tautología es, por esta razón, una
proposición analítica y lógicamente determinable: su verdad puede decidirse por
métodos puramente lógicos.
Las tautologías no están necesariamente asociadas a una determinada conectiva, sino
que resultan de ciertas combinaciones de conectivas. Dicho con otras palabras:
cualquier combinación de éstas puede dar lugar a una proposición molecular
tautológica; El carácter tautológico de una proposición molecular está dado por su
condición de verdad lógica.
De las tautologías se dice que son trivialmente verdaderas porque nada informan
acerca del mundo o de los hechos a los cuales aluden.

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Contradicciones: Una contradicción es también una proposición molecular, pero en
vez de ser siempre verdadera, como las tautologías, es siempre falsa.
Se trata aquí de una falsedad lógica y determinable por métodos puramente formales.
Las contradicciones, como las tautologías, son analíticas, pero analíticamente falsas.
Tampoco las contradicciones están asociadas a una determinada conectiva. Así como
las tautologías son trivialmente verdaderas, las contradicciones son trivialmente falsas.

Contingencias: dada una proposición, si su tabla de verdad tiene todos los casos
verdaderos, la lógica puede afirmar inequívocamente que se trata de una verdad
formal; si tiene todos los casos falsos, que se trata de una falsedad formal. Pero si en la
tabla de verdad de una proposición alternan la verdad y la falsedad, ya no hay
métodos lógicos para asignarle a la proposición un valor con preferencia a otro. Este
último caso es el que caracteriza a las proposiciones llamadas contingencias, y esto es
así porque la comprobación de su verdad (o falsedad) depende de circunstancias
fácticas. La verificación de una proposición contingente es asunto extra-lógico; a
diferencia de las tautologías y las contradicciones, que son lógicamente
determinables, de las contingencias se dice que son lógicamente indeterminables.
Contrariamente a lo que sucede con las proposiciones lógicamente determinables
(tautologías y contradicciones), todas las cuales son verdaderas o falsas cualesquiera
fueren los valores de verdad de los elementos atómicos que las estructuran, la verdad
(o falsedad) de una contingencia va a depender primordialmente de la verdad (o
falsedad) de sus componentes atómicos.

Consistencias: se dice que una proposición es consistente cuando tiene: un caso, o


varios, o todos los casos verdaderos. La condición es que tenga por lo menos un caso
verdadero. En este grupo se encuentran todas las tautologías y todas las
contingencias.

7. Las equivalencias lógicas.

Dos proposiciones son equivalentes entre sí cuando todos los casos que hacen verdadera a
una de ellas, hacen también verdadera a la otra; y cuando todos los casos que hacen falsa a una
hacen falsa también a la otra.
Tratándose de formas proposicionales, los ámbitos están integrados por todos los valores
“V” de su tabla de verdad; y los contenidos, por todos los valores “F”. De este modo, dos formas
proposicionales son equivalentes entre sí cuando a cada valor “v” de una, le corresponde el valor
“v” de la otra en la misma hilera considerada; y cuando a cada valor “f” de cualquiera de ellas, le
corresponde en la misma hilera el valor “f” de la otra. Con otras palabras: cuando ambas tienen la
misma tabla de verdad.

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8. Las leyes lógicas.

Definición: ley lógica es toda forma proposicional, tal que, si sustituimos sus variables, por
constantes descriptivas de la categoría semántica que ellas determinan, el resultado será siempre
una proposición lógicamente verdadera.
Del análisis de la definición precedente se desprende que, una ley lógica está constituida
por términos lógicos y términos no-lógicos. Entre los primeros están las conectivas y todas las
constantes lógicas que aparecen en la fórmula; entre los términos no-lógicos están las variables, y
el dominio de estas variables está constituido por constantes descriptivas categoremáticas. En las
leyes de la lógica proposicional sólo aparecen variables proposicionales cuyo dominio está
integrado por proposiciones.
La presencia de las variables confiere a las leyes lógicas un alto grado de universalidad,
pues permiten abstraer la propiedad común de todas las proposiciones lógicamente verdaderas:
“ser verdaderas en virtud de su forma”. Igualmente, ese grado de universalidad de una ley hace
que su carácter de verdad lógica sea mantenido en todos los ejemplos de sustitución que tienen su
misma forma.

9. Las reglas lógicas.

Así como una ley lógica nos garantiza la verdad formal de todas las proposiciones obtenidas por
sustitución correcta de sus variables proposicionales, también una regla lógica nos garantiza la
validez de todos sus ejemplos de sustitución. A diferencia de las leyes, que son expresiones del
cálculo lógico, las reglas son expresiones meta-lógicas; son prescripciones que nos permiten pasar
correctamente de una o más premisas a una conclusión.

LÓGICA SIMBOLICA Y ELEMENTOS DE METODOLOGÍA DE LA CIENCIA


(Lógica de funciones)

Alicia Gianella de Salama.

Lógica cuantificacional.
Las proposiciones con predicados monádicos.

1- Las proposiciones singulares. Para analizar la estructura interna de las proposiciones,


la lógica cuantificacional comienza distinguiendo por un lado individuos y por otro,
propiedades.
Las proposiciones singulares, son proposiciones en las que se atribuye una propiedad a
un individuo determinado.
Los nombres propios hacen referencia a cualquier tipo de individuos determinados:
personas, animales, países, planetas, ríos, etc.

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Además de los nombres propios, son también simbolizadas por constantes
individuales las palabras “yo”, “tú”, “él”, “éste”,… llamados particulares egocéntricos
cuando en los contextos donde figuran hacen las veces de nombres propios.
Gramaticalmente los predicados podrán ser verbos, verbos copulativos con
sustantivos, con adjetivos, con adverbios, y podrán tener todo tipo de complementos.
La simbología lógica no registra estas distinciones.
Para simbolizar enunciados singulares se coloca en primer término la letra de
predicado, seguida de la constante individual.
Las proposiciones singulares pueden estar negadas. También pueden presentarse
formando proposiciones compuestas, en cuyo caso se recurre a las conectivas
proposicionales para simbolizarlas.

2. Funciones proposicionales. Los siguientes son enunciados singulares: “Carlos es


mecánico”; “Jorge es mecánico”; “Raúl es mecánico”.
Los tres tienen algo en común: afirman que un cierto individuo tiene la propiedad de
ser mecánico. Para formular eso que tienen en común podemos recurrir a la expresión
“X es mecánico”, donde x es una variable individual, que indica que el individuo que
tiene la propiedad de ser mecánico está indeterminado. Dicha expresión no es una
proposición, ya que no es verdadera ni falsa, por estar indeterminado el individuo del
que se predica que es mecánico; es una función proposicional. Se la denomina
también cuasi-proposición, y se la simboliza “Mx”.
Un modo de convertir una función proposicional en una proposición es sustituyendo la
variable por nombres propios, o dicho de otro modo, la forma que representa una
función proposicional se convierte en la forma de una proposición sustituyendo las
variables por constantes. Las variables pueden entenderse como espacios vacíos que,
al ser ocupados por nombres propios o constantes, se convierten en proposiciones o
formas proposicionales.
Las funciones proposicionales pueden aparecer negadas. También pueden aparecer
unidas mediante las conectivas proposicionales binarias con otras funciones
proposicionales, o con enunciados singulares.
Llamaremos “formas cuantificacionales” a las formas que contengan letras de
predicado y letras de individuo, variables o constantes.

3. Las proposiciones generales simples. Los cuantificadores.


Algunas proposiciones están precedidas por las palabras “todo”, “todos”, “cualquier”,
“cualquier cosa”, “cualquiera”. La lógica simboliza estas palabras mediante los signos
“(x)”, “(y)”, “(z)”, que son variables encerradas entre paréntesis, llamados
cuantificadores universales.
A este tipo de proposiciones se las denomina proposiciones universales.
Un segundo modo de convertir una función proposicional en proposición es
anteponiéndole un cuantificador. Así, si “Mx” simboliza “x es mecánico” no es

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verdadero ni falso, por estar indeterminado el individuo del cual se predica que es
mecánico, “todos son mecánicos” es o bien verdadera o bien falsa.
Las proposiciones universales pueden aparecer negadas.
Otras proposiciones van precedidas por las palabras “algún”, “algunas cosas”,
“algunos”, “algo”, “hay”, “hay cosas”, “ciertas cosas”, y otras similares.
Estas expresiones son simbolizadas mediante los signos “(Ex)”, “(Ey)”, “(Ez)”, llamados
cuantificadores existenciales, y a este tipo de enunciados se los denomina
proposiciones existenciales.
Como ocurre con el cuantificador universal, un cuantificador existencial antepuesto a
la forma de una función proposicional la convierte en la forma de una proposición.
Las proposiciones existenciales pueden estar negadas.
Se denominan proposiciones generales simples a las proposiciones que tienen un
único predicado, y son universales o existenciales.
Las proposiciones generales simples pueden unirse mediante las conectivas
proposicionales diádicas con enunciados singulares, con funciones proposicionales, y
con otras proposiciones generales.

4. Las proposiciones generales complejas categóricas.

Las proposiciones generales complejas son aquellas proposiciones universales o


existenciales que poseen más de una letra de predicado bajo el alcance de un
cuantificador universal o existencial. En este parágrafo nos ocuparemos de un tipo de
proposiciones generales complejas, que son las que la lógica tradicional denominaba
proposiciones categóricas. Hay cuatro tipos de proposiciones categóricas:
a) Universales afirmativas. Por ejemplo la expresión “para todo x, si x es hormiga,
entonces x es insecto”, simbolizado mediante la forma (x)(Fx Ↄ Gx), que es la
cuantificación universal de la función proposicional condicional “si x es hormiga,
entonces x es insecto”, o sea, Fx Ↄ Gx. Las proposiciones de este tipo son
verdaderas cuando todos los casos de sustitución de la función proposicional Fx Ↄ
Gx son verdaderos, y es falsa cuando hay por lo menos un caso de sustitución que
es falsa. Son los llamados condicionales generalizados donde el condicional surge
de analizarse la estructura interna de las proposiciones, y no como una conectiva
que liga dos proposiciones, tal como se da en la lógica proposicional.
La lógica tradicional simboliza este tipo de enunciados mediante el esquema “todo
S es P”, coincidiendo con el análisis gramatical.
Al igual que las proposiciones generales simples, los enunciados de este tipo
pueden darse negados, como, por ejemplo, “no todos los elefantes son africanos”.

b) Universales negativas. Por ejemplo la expresión “para todo x, si x es hormiga,


entonces x no es insecto”, y son simbolizados por la forma (x)(Fx Ↄ -Gx). Tanto el
condicional como la negación surgen del análisis interno de las proposiciones.
Estos enunciados son verdaderos cuando todos los casos de sustitución de la

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función proposicional (Fx Ↄ -Gx) son verdaderos, y son falsos cuando hay por lo
menos un caso de sustitución falso. La lógica tradicional los simbolizaba mediante
el esquema “ningún S es P”.
También pueden darse negados, como el enunciado “no es cierto que ningún
elefante es asiático”.

c) Particulares afirmativos. Por ejemplo la expresión “existe por lo menos un x talque


x es perro y x es negro” simbolizado por la forma (Ex)(Fx . Gx). Si la cuantificación
existencial de la función proposicional compuesta “Fx . Gx”. La conjunción es la
conectiva que registra más adecuadamente el significado de este tipo de
proposiciones, y no el condicional, pues el sentido de estos enunciados no es, por
ejemplo, afirmar que “existe por lo menos un x, tal que si es perro entonces es
negro”, sino más bien que “hay por lo menos un x que es a la vez perro y negro”.
En cuanto a las condiciones que los hacen verdaderos, son verdaderos cuando hay
por lo menos un caso de sustitución de la función proposicional “Fx.Gx” que es
verdadera, y son falsos cuando no hay ningún caso de sustitución que los hace
verdaderos.
La lógica tradicional los representaba mediante la forma “algún S es P”.
Si aparecen negados, como en el enunciado “no es cierto que hay vacas rojas” se
los simboliza mediante “-(Ex)(Fx.Gx)

d) Particulares negativos. Por ejemplo la expresión “existe por lo menos un x tal que
x es perro y x no es negro”, y se simboliza “(Ex)(Fx.-Gx)”, donde tanto la
conjunción como la negación surgen del análisis interno de los enunciados. Son
verdaderos cuando hay por lo menos un caso de sustitución de la función
proposicional “Fx.-Gx”, que es verdadera, y son falsos cuando no hay ninguno de
ellos que sea verdadero.
La lógica tradicional los simboliza mediante “algún S es P”. Pueden darse negados,
como el enunciado “no hay pájaros que no vuelen”, que se simboliza “-(Ex)(Fx.-
Gx)”.

ELEMENTOS DE LÓGICA SIMBÓLICA


(LÓGICA DE CLASES)
Telma Barreiro de Nudler
Oscar Nudler
La lógica de clases pone de relieve la vinculación entre los individuos y los
conjuntos a los cuales éstos pueden o no pertenecer.

Clase y pertenencia.

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La noción de clase, a partir de la cual se construye este capítulo de la lógica, es
muy intuitiva: las clases son conjuntos, colecciones de cosas (que pueden ser
objetos materiales, seres vivos, entes ideales, etc.) que tienen alguna propiedad
en común.
La vinculación que existe entre un individuo y la clase de la cual él es un miembro
se denomina relación de pertenencia; cuando un individuo es miembro de una
clase se dice que es un elemento de ella, que pertenece a ella.
En la lógica de clases se expresa esta relación mediante el signo “ε ”. Para negar
pertenencia se usa ese mismo signo testado (tachado).

Clase universal y clase nula


Dentro del infinito número de clases que puede concebirse, hemos de distinguir
dos, que, como veremos, cumplen un papel especial dentro del cálculo: la clase
que contiene a todos los individuos y la que no contiene a ninguno. La primera se
denomina “clase universal” y la representamos con “V”; la segunda se denomina
clase nula o vacía y su símbolo es “Λ”.
En rigor, la clase universal debe interpretarse no como el conjunto de todas las
entidades concebidas (reales o posibles), sino como el dominio de individuos a los
que se refiere nuestro discurso, es decir, la clase que obra como universo dentro
de un determinado contexto (universo del discurso).

Operaciones con clases.


Complemento. El complemento de una clase a (a ), es la clase formada por todos
los individuos que no pertenecen a “a”.
Intersección. La intersección (llamada también “producto lógico”) de dos clases a y
b (a ∩b ), es la clase formada por todos los individuos que pertenecen a “a” y a
“b”.
Unión. La unión (llamada también “suma lógica”) de dos clases a y b (a ∪b ) es la
clase formada por todos los individuos que pertenecen a “a” o (en sentido
inclusivo) a “b”.
Diferencia. Se llama diferencia entre dos clases a y b (a – b) a la clase formada por
todos los individuos que pertenecen a “a” y no pertenecen a “b”.

Relaciones entre clases.


Inclusión. Decir que una clase “a” está incluida en una clase “b” (a ᴄ b) equivale a
afirmar que todo elemento de “a” es también un elemento de “b”.
Igualdad. Decir que una clase “a” es igual a una clase “b” (a=b) equivale a afirmar
que todo elemento de “a” es también un elemento de “b”, y todo elemento de “b”
es también un elemento de “a”.

Inclusión y pertenencia.

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La pertenencia se predica de un individuo con respecto a una clase o conjunto
(“Juan es hombre”, “el Aconcagua es una montaña”, etc.). La inclusión, en cambio,
sólo puede darse entre clases (“los cuadrados son cuadriláteros”, “los
monotremas son mamíferos”, etc.)

ELEMENTOS DE LÓGICA SIMBÓLICA


(Lógica de relaciones)
Telma Barreiro de Nudler
Oscar Nudler
El cálculo de relaciones que estudiaremos en el siguiente capítulo, se vincula con
el estudio de los predicados poliádicos.
Como sabemos, un predicado de primer grado expresa un atributo, una propiedad
de algo o alguien. No ocurre lo mismo con los predicados poliádicos. Así, por
ejemplo, en el enunciado: “Buenos aires tiene más habitantes que Montevideo”, el
predicado “tener más habitantes que” no expresa una característica que sea
intrínseca a buenos aires, sino una cierta característica relacional que puede
predicarse de buenos aires solo en la medida en que la comparemos con
determinadas ciudades o regiones. Los predicados de grado mayor que uno
establecen, pues, relaciones entre dos, tres, o más elementos.

Referente y relato. Dominio, codominio y campo.


Cada uno de los distintos cálculos lógicos que estudiamos introduce, como vimos,
un nuevo lenguaje en función del tipo de análisis que debe practicar.
La lógica de relaciones presenta también una simbología propia. Así, una relación
binaria (que en lógica funcional corresponde a un predicado diádico y se
representa Fxy) se expresa: xRy.
Que debe interpretarse como: “x tiene la relación R con y”, donde “x” (el primer
miembro de la relación) es el referente, e “y” (el segundo miembro), el relato.
Definimos el dominio de una relación R como el conjunto de todos los x para los
cuales existe algún “y” tal que se cumple entre ellos la relación xRy.
Y el codominio de una relación R, como el conjunto de todos los “y” para los
cuales existe algún “x” tal que se cumple entre ellos la relación xRy.
Se llama Campo de R, a la unión (o suma lógica) del dominio y el codominio de R.

Propiedades formales de las relaciones.


Las relaciones poseen ciertas propiedades que inciden decisivamente en la forma
o estructura de un razonamiento; el estudio de estas propiedades constituye,
pues, un paso importante para la construcción de una teoría de las inferencias
válidas en que intervienen las relaciones.
1- Reflexividad.

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1.1 Omnireflexibidad o reflexividad total. Una relación es omnireflexiva o
totalmente reflexiva si, y sólo si, todo individuo tiene esa relación consigo
mismo. Ej. “ser semejante a”, “ser igual a”.
1.2 Reflexividad. Una relación es reflexiva si, y sólo si, todo individuo que
pertenece al campo de la relación (es decir, todo individuo que cumple esa
relación con alguien) tiene esa relación consigo mismo. Ej. “ser
contemporáneo de”, “ser tan alto como”.
De las definiciones anteriores se desprende que toda relación
omnireflexiva es reflexiva, pero la recíproca no se cumple.
1.3 No reflexividad. Una relación es no reflexiva si, y sólo si, no es reflexiva.
Esto debe entenderse en el siguiente sentido: es falso que todos los
individuos que pertenecen al campo de la relación tienen esa relación
consigo mismo.
Las relaciones no reflexivas se dividen en dos grupos. a) Aquellas que, si
bien no son predicables en todos los casos de un individuo con respecto a
sí mismo, lo son en algunos, como, por ejemplo, “herir a” (que alguien se
hiera a sí mismo no es lógicamente necesario, pero es lógicamente
posible); b) Aquellas que no pueden predicarse de ningún individuo con
respecto a sí mismo como, por ejemplo, “ser padre de” (es imposible que
un individuo sea padre de sí mismo). En este último caso la relación,
aparte de ser no reflexiva es irreflexiva.
1.4 Irreflexividad. Una relación es irreflexiva si, y sólo si, ningún individuo
tiene esa relación consigo mismo. Ej. “ser padre de”, “estar a la izquierda
de”, “casarse con”.
2. Simetría. Una relación R es simétrica si, y sólo si, para todo par de valores “x e y”, si “x”
tiene la relación R con “y”, “y” tiene la relación R con “x”. Ej. “ser colega de”, “ser igual a”.
2.1 No simetría. Una relación R es no simétrica si y sólo si no es simétrica.
Podemos dividir las relaciones no simétricas en dos grupos: a) aquellas
para las cuales es lógicamente posible que se verifique la relación en
ambos sentidos (como, por ejemplo, “admirar a”), y b) aquellas en que tal
circunstancia no puede verificarse nunca, es lógicamente imposible, como
en el caso de la relación “ser mayor que”. Las relaciones de este último
tipo son, además de no simétricas, asimétricas.
2.2 Asimetría. Una relación R es asimétrica si y sólo si para todo par de
valores “x e y” se cumple que si “x” tiene relación R con “y”, entonces “y”
no tiene relación R con “x”. Ej. “ser mayor que”, “ser abuelo de”, “ser más
joven que”.
2.3 Anti-simetría. Una relación R es anti-simétrica si, y sólo si, para todo par
de valores “x e y” se cumple que “x” tiene relación R con “y”, y además “y”
tiene relación R con “x”, entonces “x e y” son iguales. Ej. “ser mayor o igual
que”, “estar incluido en” (entre clases).

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3. Transitividad. Una relación R es transitiva si, y sólo si, para todo conjunto de valores “x,
y, z” se cumple que, si “x” tiene relación R con “y”, e “y” tiene relación R con “z”, entonces, “x”
tiene relación R con “z”.
3.1 No transitividad. Una relación R es no transitiva si, y sólo si, no es
transitiva. Las relaciones no transitivas pueden clasificarse en dos grupos:
a) aquellas para las cuales es lógicamente posible que si “x” tiene esa
relación con “y” e “y” la tiene con “z”, “x” tenga la relación con “z”, y b)
aquellas para las cuales es lógicamente imposible que se presente esta
circunstancia. En este último caso decimos que la relación es, además de
no transitiva, intransitiva.
3.2 Intransitividad. Una relación R es intransitiva si y sólo si para todo
conjunto de valores “x, y, z” se cumple que, si “x” tiene la relación R con
“y”, e “y” la tiene con “z”, entonces “x” no tiene la relación R con “z”. Ej.
“ser el duplo de”, “ser perpendicular a”, “ser nieto de”.
4. Conexidad. Una relación R es conexa si, y sólo si, entre cualesquiera dos individuos
(diferentes) que pertenezcan a su campo, se da la relación en alguno de los dos sentidos posibles.
4.1 No conexidad. Una relación es no conexa si, y sólo si, no es conexa.
Cuando una relación es no conexa puede no darse entre cualesquiera dos
individuos diferentes del campo. Ej. “ser hermano de” (entre seres
humanos); “estar próximo a” (entre lugares geográficos).

ELEMENTOS DE LÓGICA MODERNA Y FILOSOFÍA.


(Los razonamientos)
Colacilli de Muro.
1- Caracterización del término “razonamiento”.
Definición: El razonamiento es una estructura lógica de distintos grados de complejidad,
integrada por proposiciones (atómicas o moleculares) tal que, de una o más de ellas llamadas
premisas se obtiene otra llamada conclusión.
De los términos se predica la propiedad de estar correcta o incorrectamente aplicados; de
las proposiciones, la propiedad de ser verdaderas o falsas; de los razonamientos la de ser válidos o
inválidos.
Con respecto a los signos lingüísticos con los cuales expresamos un razonamiento valen,
mutatis mutandis, las mismas reglas de correlación que para las proposiciones y los términos.
Obtener conclusiones a partir de proposiciones ya dadas o aceptadas es la función
primordial de un razonamiento. Esta característica, la de pasar de una o más proposiciones
(premisas) o otra (conclusión) igual o distinta de las consideradas como puntos de partida, es
posible, precisamente, porque en un razonamiento intervienen siempre las inferencias como
nexos estructurales. El razonamiento se constituye, así, en la estructura lógica fundamental; en
ella entran en juego todas las estructuras lógicas y sus propiedades, y ha sido considerado por
muchos autores como el núcleo de la investigación lógica.

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2- Clasificación de los razonamientos.
Razonamientos deductivos. Los razonamientos deductivos constituyen el núcleo de la
investigación de la llamada “lógica deductiva” o, simplemente, “lógica”. Cuando un razonamiento
deductivo está correctamente efectuado, su conclusión queda unívocamente determinada y
depende exclusivamente de las premisas de las cuales se parte.
Los razonamientos deductivos reciben también el nombre genérico de “silogismos”.

Razonamientos no deductivos. Son todos aquellos en los cuales la verdad de sus puntos
de partida (premisas) no es garantía suficiente para la verdad de la conclusión. En estos
razonamientos la verdad de la conclusión no puede determinarse por métodos puramente lógicos
necesitándose, en consecuencia, recursos extra-lógicos para convalidarlos. Esto sucede porque, a
diferencia de los deductivos (en cuyas conclusiones nada hay que no haya sido dicho de algún
modo en las premisas), los razonamientos no deductivos llevan siempre a conclusiones que
exceden la información dada en las premisas y éstas, por consiguiente, si bien sirven de puntos de
partida para la conclusión no alcanzan para justificarla lógicamente.

3- Los razonamientos deductivos.


Definición: se dice que un razonamiento es deductivo: a) cuando la verdad de la conclusión
está garantizada por la verdad de las premisas, y las premisas son prueba suficiente para la verdad
de la conclusión; b) Cuando la conclusión está lógicamente implicada por las premisas,
constituyéndose éstas en la “causa lógica” de la conclusión.
La característica a) alude a los razonamientos interpretados de cuyas proposiciones puede
predicarse la verdad o la falsedad. Señala, además, uno de los rasgos fundamentales de la
deducción: indica que la deducción no produce la verdad de las proposiciones que relaciona, sino
que se limita a transmitir esas propiedades de las premisas a la conclusión; con otras palabras, si la
deducción es correcta, no podrá suceder que de premisas verdaderas se obtenga conclusión falsa.
La característica b), en cambio, hace alusión a la forma lógica de los razonamientos
deductivos y es más general que la anterior, puesto que la incluye. Por su parte, indica que la
relación de deducibilidad es una relación sintáctica que no depende del contenido informativo de
las proposiciones que entran en esa relación, sino de su forma lógica. Esto es importante, puesto
que si logramos mostrar la validez de una forma de razonamiento, habremos mostrado
simultáneamente la validez de todos los ejemplos de sustitución que pueden obtenerse mediante
sucesivas interpretaciones de la forma de razonamiento en cuestión.

4- Estructura de los razonamientos deductivos.


Para obtener la estructura de un razonamiento deductivo necesitamos abstraer su forma
lógica haciendo caso omiso del contenido informativo de sus proposiciones y de sus términos. En
este proceso de abstracción hay que distinguir, además: a) cuál o cuáles de las proposiciones son
las premisas y cuál la conclusión; b) cómo están dispuestos cada uno de los términos en las
proposiciones del razonamiento; c) cuál es la categoría lógica, sintáctica y semántica de esos
términos; d) cuál es el lugar que debe ocupar cada uno de los elementos componentes.

27
La estructura de un razonamiento deductivo dependerá no sólo de su forma lógica, sino
también del tipo de análisis a que se lo someta, tal como sucede con los términos y las
proposiciones.

5- Validez e invalidez de los razonamientos deductivos.

5.1- Razonamientos válidos. El hecho de que la conclusión ya esté dada de algún modo en
las premisas no siempre es garantía de la validez de un razonamiento deductivo. Necesitamos,
pues, un criterio que nos permita distinguir entre un razonamiento válido y otro que no lo es.
Hasta tanto no contemos con métodos lógicos de decisión, nos puede servir, provisionalmente, la
siguiente definición: “Un razonamiento es válido cuando constituye un ejemplo de sustitución de
una forma válida de razonamiento; y una forma de razonamiento es válida cuando ninguno de sus
ejemplos de sustitución tiene premisas verdaderas y conclusión falsa.”
Se puede decir de un razonamiento que es válido cuando no hay ningún caso de
sustitución correcto que pueda obtenerse por interpretación de sus variables, tal que las premisas
sean verdaderas y la conclusión falsa. Por el contrario, se puede decir de un razonamiento que es
no válido, cuando es posible encontrar en él, casos de sustitución correcta que tengan premisas
verdaderas y conclusión falsa.
Puesto que la validez de un razonamiento deductivo no depende del contenido
informativo de las proposiciones que lo integran, sino de su forma lógica, sucederá que: a) si una
forma de razonamiento es válida, todos sus ejemplos de sustitución serán razonamientos válidos,
aunque todas sus proposiciones (premisas y conclusión) sean falsas; y b) si una forma de
razonamiento es inválida, todos sus ejemplos de sustitución serán razonamientos no válidos,
aunque todas sus proposiciones (premisas y conclusión) sean verdaderas.

5.2- Razonamientos que parecen válidos. La validez de un razonamiento deductivo no


garantiza la verdad de las proposiciones que lo estructuran; del mismo modo que la verdad de las
proposiciones que integran un razonamiento no es garantía de su validez. Confundir validez con
verdad y viceversa, lleva a la comisión de errores denominados genéricamente “falacias”.
Las falacias son razonamientos cuyas fallas hay que rastrearlas, a veces en su forma lógica:
falacias formales; y otras veces, en el contenido informativo o significativo de sus componentes:
falacias materiales.
a) Las falacias formales. Son razonamientos que parecen válidos porque sus premisas y
conclusión son verdaderas. Aquí el error consiste en tomar la verdad de las
proposiciones como garantía de validez para el razonamiento. Sus fallas son
sintácticas, razón por la cual pueden detectarse con el auxilio de métodos lógicos de
decisión. Si abstraemos su forma lógica, siempre será posible encontrar una nueva
interpretación de esa forma que tenga premisas verdaderas y conclusión falsa.
Pertenecen al grupo de las falacias formales todos los razonamientos deductivos que
parecen válidos pero que violan alguna regla lógica, o sea, cuya forma es una forma no
válida de razonamiento.

28
b) Las falacias materiales. Son aquellos razonamientos cuya conclusión parece verdadera
porque su forma lógica es válida. A pesar de recibir también el nombre de “falacias”,
no presentan problemas de validez lógica, sino de significación o de designación. Aquí
el error surge de considerar que la validez del razonamiento es garantía de la verdad
de la conclusión. Precisamente por tratarse de los contenidos (materia) de sus
componentes, las falacias materiales no pueden resolverse por métodos formales de
decisión; no presentan un problema sintáctico, sino semántico o pragmático; para su
solución debe procederse a un análisis semántico y pragmático tanto de los términos
como de las proposiciones que componen el razonamiento.
A manera de resumen recordemos que la validez de un razonamiento deductivo no
depende de su contenido informativo sino de su forma, y que así como la validez no es
garantía de verdad de las proposiciones de un razonamiento, tampoco la verdad de las
proposiciones es garantía de su validez.

6- Comparación: razonamientos deductivos y no deductivos.


Razonamientos deductivos Razonamientos no deductivos
Todo lo que se dice en la conclusión está dicho Todo o parte de lo que se dice en la conclusión
de algún modo en las premisas. es algo que no se ha dicho en las premisas.
La verdad de las premisas es garantía suficiente La verdad de las premisas nunca es garantía
para la verdad de la conclusión. para la verdad de la conclusión.
Si las premisas son verdaderas, la conclusión no Aunque las premisas sean verdaderas, la
puede ser falsa. conclusión puede ser falsa.
Su validez puede decidirse por métodos Su validez no puede decidirse por métodos
puramente lógicos, y de manera definitiva. lógicos; se necesitan métodos extra-lógicos
para establecerla, y sólo provisionalmente.
La validez depende de la forma lógica del La validez depende del contenido informativo
razonamiento y no de su contenido. de sus proposiciones y de su adecuación a los
hechos u objetos a los cuales dichas
proposiciones hacen referencia.

7- Los razonamientos no deductivos.


Los razonamientos no deductivos suelen clasificarse en dos grandes grupos:
a) Los razonamientos analógicos. Se caracterizan porque parten de una o más premisas
de cierto grado de generalidad y concluyen una proposición de la misma generalidad
que la de las premisas.
b) Los razonamientos inductivos. Se caracterizan porque parten de una o más
proposiciones de cierto grado de generalidad y concluyen una proposición de una
generalidad mayor que la de las premisas.

Los razonamientos no deductivos, considerados como razonamientos simplemente,


presentan escaso interés, puesto que no podemos tener un criterio formal para decidir cuál de
ellos es válido y cuál no lo es.

29
INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA
Irving Copi.

Falacias no formales.
1. Clasificación de las falacias.
Una falacia es un tipo de razonamiento incorrecto, podemos decir de dos razonamientos
diferentes que contienen o cometen la misma falacia.
En el estudio de la lógica se acostumbra reservar el nombre de “falacia” a aquellos
razonamientos que, aunque incorrectos, son psicológicamente persuasivos. Por tanto definimos
falacia como una forma de razonamiento que parece correcta, pero resulta no serlo cuando se la
analiza cuidadosamente.
Las falacias se dividen en dos grandes grupos, las formales y las no formales. En éste
capítulo trataremos las falacias no formales, errores de razonamientos en los cuales podemos caer
por inadvertencia o falta de atención al tema, o bien porque nos engaña alguna ambigüedad en el
lenguaje usado para formularlo.
Podemos dividir las falacias no formales en falacias de atinencia y falacias de ambigüedad.

2. Falacias de atinencia.
La característica común a todos los razonamientos que cometen falacias de atinencia, es
que sus premisas carecen de atinencia lógica con respecto a sus conclusiones y, por ende, son
incapaces de establecer su verdad.
La inatinencia es aquí lógica y no psicológica, naturalmente, pues si no hubiera algún tipo
de conexión psicológica, carecería de efecto persuasivo o de corrección aparente. El que la
atinencia psicológica pueda confundirse con la atinencia lógica se explica en algunos casos por el
hecho de que el lenguaje es usado tanto expresiva como informativamente, para estimular
emociones tales como el temor, la hostilidad, la piedad, el entusiasmo o el terror.
La explicación de por qué son persuasivos, a despecho de su incorrección lógica, debe
buscarse en algunos casos en su función expresiva destinada a provocar actitudes que
probablemente inclinen a la aceptación, en lugar de brindar razones para la verdad de las
conclusiones que pretenden imponer.

a) Argumentum ad baculum. (apelación a la fuerza). Es la falacia que se comete cuando


se apela a la fuerza, o a la amenaza de fuerza, para provocar la aceptación de una
conclusión.
Ej. El cabildero de un partido político usa el argumento ad baculum cuando recuerda a
un representante que él cuenta con tantos miles de votantes. Lógicamente, estas
consideraciones no tienen nada que ver con los méritos de la legislación cuya
aprobación trata de lograr, pero, desdichadamente, pueden ser muy persuasivas.

b) Argumentum ad hominem. (ofensivo). Significa literalmente “argumento dirigido


contra el hombre”.

30
Se la comete cuando, en vez de tratar de refutar la verdad de lo que se afirma, se
ataca al hombre que hace la afirmación. Así, por ejemplo, podría argüirse que la
filosofía de Bacon es indigna de confianza porque éste fue desposeído de su cargo de
canciller por deshonestidad. Este argumento es falaz, porque el carácter personal de
un hombre carece de importancia lógica para determinar la verdad o falsedad de lo
que dice o la corrección o incorrección de su razonamiento.

c) Argumentum ad hominem (circunstancial). Corresponde a la relación entre las


creencias de una persona y las circunstancias que la rodean. En una discusión entre
dos personas, una de ellas puede ignorar la cuestión relativa a la verdad o falsedad de
sus propias afirmaciones y tratar de probar, en cambio, que su antagonista debe
aceptarlas debido a especiales circunstancias en las que éste puede hallarse. Así, por
ejemplo, si uno de los contendientes es un sacerdote, el otro puede argüir que debe
aceptar una determinada aserción porque su negación es incompatible con las
escrituras.
También se lo usa como base para rechazar la conclusión defendida por un adversario,
por ejemplo cuando arguye que las conclusiones a las que llega el oponente están
dictadas por las circunstancias especiales que lo rodean, en lugar de basarse en la
razón o en pruebas. Así, si se rechazan los argumentos de un industrial a favor de la
protección aduanera por la razón de que cabe esperar, naturalmente, que un
industrial favorezca un arancel protector, su crítico cometería la falacia del
“argumentum ad hominem” (circunstancial).

d) Argumentum ad ignoratiam (argumento por la ignorancia). Podemos ejemplificar la


falacia del “argumentum ad ignoratiam” con el razonamiento de que debe de haber
fantasmas porque nadie ha podido demostrar nunca que no los hay.
Se comete esta falacia cuando se sostiene que una proposición es verdadera
simplemente sobre la base de que no se ha demostrado su falsedad, o que es falsa
porque no se ha demostrado su verdad. Ahora bien, es evidente que nuestra
ignorancia para demostrar o refutar una proposición no basta para establecer su
verdad o su falsedad.

e) Argumentum ad misericordiam (llamado a la piedad). Es la falacia que se comete


cuando se apela a la piedad para conseguir que se acepte una determinada
conclusión. Se encuentra con frecuencia este tipo de argumentación en los tribunales
de justicia, cuando un abogado defensor deja de lado los hechos que atañen al caso y
trata de lograr la absolución de su cliente despertando piedad en los miembros del
jurado.

f) Argumentum ad populum. Es el intento de ganar el asentimiento popular para una


conclusión despertando las pasiones y el entusiasmo de la multitud.

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g) Argumentum ad verecundiam. (apelación a la autoridad). La apelación al sentimiento
de respeto que siente la gente por las personas famosas, para ganar asentimiento a
una conclusión. Podría sostenerse que una persona lo suficientemente brillante como
para alcanzar la categoría de una autoridad en campos complejos y difíciles como la
biología o la física, debe también tener opiniones correctas en otros campos que están
fuera de su especialidad. Pero la debilidad de este argumento se hace obvia cuando
pensamos que, en estos tiempos de extrema especialización, obtener un conocimiento
completo en un campo requiere tanta concentración que restringe las posibilidades de
adquirir en otros un conocimiento autorizado. Cuando se afirma que una proposición
es literalmente verdadera sobre la base de su aserción por una autoridad cuya
competencia se relaciona con un campo diferente, tenemos una falacia de
argumentum ad verecundiam.

h) Accidente. Consiste en aplicar una regla general a un caso particular cuyas


circunstancias “accidentales” hacen inaplicable la regla. Lo que es verdad “en general”,
puede no serlo universalmente y sin reservas, porque las circunstancias modifican los
casos. Cuando se apela a tal generalización al argüir acerca de un caso particular cuyas
circunstancias accidentales impiden la aplicación de la proposición general, se dice que
el razonamiento comete la falacia de accidente.

i) Accidente inverso. (generalización apresurada). Al tratar de comprender y


caracterizar todos los casos de cierta especie, podemos prestar atención sólo a
algunos de ellos. Pero los casos examinados deben ser típicos, no atípicos. Si sólo
consideramos casos excepcionales y generalizamos apresuradamente una regla que se
adecua a ellos solamente, se comete la falacia del accidente inverso.

j) La causa falsa. Consideraremos todo razonamiento que trata de establecer una


conexión causal erróneamente como un ejemplo de falacia de la causa falsa. No es
difícil ver que el mero hecho de la coincidencia o la sucesión temporal no basta para
establecer ninguna conexión causal.

k) Petitio principii (petición de principio). Si alguien toma como premisa de su


razonamiento la misma conclusión que pretende probar, la falacia cometida es la
petitio principii o petición de principio. Si la proposición que se quiere establecer está
formulada exactamente en las mismas palabras como premisa y como conclusión, el
error será tan manifiesto que no engañará a nadie. Pero a menudo dos formulaciones
pueden ser suficientemente distantes como para oscurecer el hecho de que una y la
misma proposición aparece como premisa y como conclusión.

l) La pregunta compleja. Las preguntas de este tipo suponen que se ha dado ya una
respuesta definida a una pregunta anterior, que ni siquiera ha sido formulada. Es una
pregunta compleja en la que hay varias preguntas entrelazadas.

32
m) Ignoratio elenchi (conclusión inatinente). Se comete cuando un razonamiento que se
supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una
conclusión diferente. Por ejemplo, cuando se halla bajo consideración una propuesta
particular de dictar una legislación sobre la vivienda, puede levantarse un legislador
para hablar en favor de la ley y argumentar que todo el mundo debe tener viviendas
decentes. Estas observaciones carecen de atinencia lógica con respecto al punto en
discusión, pues éste se refiere a las medidas particulares que se proponen. En este
ejemplo el orador busca despertar una actitud de aprobación para sí mismo y para lo
que dice, y esta actitud tenderá a ser transferida a su conclusión final más por
asociación psicológica que por implicación lógica.

3. Falacias de ambigüedad.

Aparecen en razonamientos cuya formulación contiene palabras o frases ambiguas, cuyos


significados oscilan y cambian de manera más o menos sutil en el curso del razonamiento y, por
consiguiente, lo hacen falaz.

a) El equívoco. La mayoría de las palabras tienen más de un significado literal. Si


confundimos los diferentes significados que puede tener una palabra o frase y la
usamos dentro del mismo contexto con distintos sentidos sin darnos cuenta de ello,
entonces la estamos usando de manera equívoca. Si el contexto es un razonamiento,
cometeremos la falacia del equívoco.
Hay un tipo particular de equívoco que merece mención especial. Se relaciona con los
términos “relativos”, que tienen diferentes significados en contextos diferentes. Por
ejemplo, la palabra “alto” es una palabra relativa; un hombre alto y un edificio alto
están en categorías completamente distintas. Ciertas formas de razonamiento que son
válidas para términos no relativos, pierden su validez cuando se sustituyen estos por
términos relativos.

b) La anfibología. Aparece cuando se argumenta a partir de premisas cuya formulación


es ambigua debido a su estructura gramatical. Un enunciado es anfibológico cuando su
significado es confuso debido a la manera descuidada o torpe en que sus palabras
están combinadas. Un enunciado anfibológico puede ser verdadero en una
interpretación y falso en otra. Cuando se lo afirma como premisa en la interpretación
que lo hace verdadero y se extrae de él una conclusión basada en la interpretación
que lo hace falso, entonces se comete la falacia de anfibología.
El ejemplo clásico de anfibología se relaciona con Creso y el oráculo de Delfos. “si
Creso emprende la guerra contra Persia, destruirá un reino poderoso”. Al
desencadenar la guerra, Creso destruyó un poderoso reino: ¡el suyo propio!

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c) El énfasis. Como en el caso de todas las falacias de ambigüedad, se comete la del
énfasis en un razonamiento cuya naturaleza engañosa y carente de validez depende
de un cambio o una alteración en el significado. La manera en que los significados
cambian en la falacia del énfasis depende de las partes de él que se recalquen o
destaquen.

d) La composición. La expresión “falacia de composición” se aplica a dos tipos de


razonamientos inválidos íntimamente relacionados entre sí. El primero puede
describirse como llevar el razonar falazmente a partir de las propiedades de las partes
de un todo, a las propiedades del todo mismo. Un ejemplo muy evidente de esta
falacia consistiría en argüir que, dado que todas las partes de una cierta máquina son
livianas de peso, la máquina “como un todo” es liviana. El segundo tipo de falacia de
composición es estrictamente paralelo al que acabamos de describir. En este segundo
caso el razonamiento falaz procede a partir de las propiedades de los miembros o
elementos individuales de una colección para pasar a las propiedades poseídas por la
colección o la totalidad de esos elementos. Por ejemplo, sería falaz argüir, que puesto
que un ómnibus gasta más nafta que un automóvil, todos los ómnibus gastan más
nafta que todos los automóviles. Esta versión de la falacia de composición depende de
una confusión entre el sentido “distributivo” y el sentido “colectivo” de términos
generales.

e) La división. La falacia de división es simplemente la inversa de la falacia de


composición. En ella se presenta la misma confusión, pero la inferencia procede en la
dirección opuesta. Como en el caso de la composición, puede distinguirse dos
variedades de la falacia de división. El primer género de división consiste en
argumentar falazmente que lo que es cierto de un todo, debe serlo también de cada
una de sus partes. El segundo tipo de falacia de división consiste en deducir de las
propiedades de una colección de elementos las propiedades de los elementos mismos.

34
UNIDAD 3.
EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

LA CIENCIA. SU METODO Y SU FILOSOFÍA

Mario Bunge.

Introducción.
El hombre intenta entender y dominar al mundo que lo rodea. En este proceso, construye un
mundo artificial: ese creciente cuerpo de idas llamado ciencia, que puede caracterizarse como
conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable, y por consiguiente falible. Por medio de la
investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es
cada vez más amplia, profunda y exacta.
La ciencia como actividad (como investigación) pertenece a la vida social: en cuanto se la aplica al
mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes
materiales y culturales, la ciencia se convierte en tecnología. Sin embargo, la ciencia se nos
aparece como la más deslumbrante asombrosa de las estrellas de la cultura cuando la
consideramos como un bien por sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas
provisionalmente (conocimiento científico), y como una actividad productora de nuevas ideas
(investigación científica).

Ciencia formal y ciencia fáctica.


No toda investigación científica procura el conocimiento objetivo. Así, la lógica y la matemática,
son racionales, sistemáticos y verificables, pero no son objetivos, no nos dan informaciones acerca
de la realidad: simplemente no se ocupan de los hechos. La lógica y la matemática tratan de entes
ideales; estos entes, tanto los abstractos como los interpretados, sólo existen en la mente
humana. A los lógicos y matemáticos no se les da objetos de estudio: ellos construyen sus propios
objetos. La materia prima que emplean los lógicos y los matemáticos no es fáctica sino ideal.
La lógica y la matemática, por ocuparse de inventar entes formales y de establecer relaciones
entre ellos, se llaman a menudo ciencias formales.
Las ciencias formales jamás entran en conflicto con la realidad. Esto explica la paradoja de que,
siendo formales, se emplean en la vida cotidiana y en las ciencias fácticas a condición de que se les
superpongan reglas de correspondencia adecuadas. Establecen contacto con la realidad a través
del puente del lenguaje, tanto el ordinario como el científico.
Esta ramificación preliminar (entre ciencias formales y fácticas) tiene en cuenta el objeto o tema
de las respectivas disciplinas; también da cuenta de la diferencia entre los enunciados que se
proponen establecer las ciencias formales y las fácticas: mientras los enunciados formales
consisten en relaciones entre signos, los enunciados de las ciencias fácticas se refieren, en su
mayoría, a entes extra-científicos: a sucesos y procesos. Nuestra división también tiene en cuenta
el método por el cual se ponen a prueba los enunciados verificables: mientras las ciencias formales

35
se contentan con la lógica para demostrar rigurosamente sus teoremas, las ciencias fácticas
necesitan más que la lógica formal: para confirmar sus conjeturas necesitan de la observación y/o
experimento.
La matemática y la lógica son, en suma, ciencias deductivas. El proceso constructivo, en que la
experiencia desempeña un gran papel de sugerencias, se limita a la formación de los puntos de
partida (axiomas). En matemática la verdad consiste, por esto, en la coherencia del enunciado
dado, con un sistema de ideas admitido previamente: por esto, la verdad matemática no es
absoluta, sino relativa a ese sistema, en el sentido de que una proposición que es válida en una
teoría puede dejar de ser lógicamente verdadera en otra teoría.
En las ciencias fácticas, la situación es enteramente diferente. En primer lugar, ellas no emplean
símbolos vacíos (variables lógicas), sino tan sólo símbolos interpretados. En segundo lugar, la
racionalidad (esto es, la coherencia con un sistema de ideas aceptado previamente) es necesaria
pero no suficiente para los enunciados fácticos. Además de la racionalidad, exigimos de los
enunciados de las ciencias fácticas que sean verificables en la experiencia, sea indirectamente (en
el caso de las hipótesis generales), sea directamente (en el caso de las consecuencias singulares de
las hipótesis). Únicamente después que haya pasado las pruebas de la verificación empírica podrá
considerarse que un enunciado es adecuado a su objeto, o sea, que es verdadero, y aun así hasta
nueva orden. Por esto es que el conocimiento fáctico verificable se llama a menudo ciencia
empírica.

Los rasgos esenciales del tipo de conocimiento que alcanzan las ciencias de la naturaleza y de la
sociedad son la racionalidad y la objetividad.
Por conocimiento racional se entiende:
a) Que está constituido por conceptos, juicios y raciocinios, y no por sensaciones, imágenes,
pautas de conducta, etc.
b) Que esas ideas puede combinarse de acuerdo con algún conjunto de reglas lógicas, con el
fin de producir nuevas ideas (inferencia deductiva).
c) Que esas ideas no se amontonan caóticamente o, simplemente, en forma cronológica,
sino que se organizan en sistemas de ideas, esto es, en conjuntos ordenados de
proposiciones (teorías).

Que el conocimiento científico de la realidad es objetivo, significa:


a) Que concuerda aproximadamente con su objeto.
b) Que verifica la adaptación de las ideas a los hechos, recurriendo a un comercio
peculiar con los hechos (observación y experimento), intercambio que es controlable y
hasta cierto punto reproducible.

Inventario de las principales características de la ciencia fáctica.


1) El conocimiento científico es fáctico: parte de los hechos, los respeta hasta cierto
punto, y siempre vuelve a ellos. La ciencia intenta describir los hechos tales como son,
independientemente de su valor emocional o comercial.

36
Los enunciados fácticos confirmados se llaman usualmente “datos empíricos”, se
obtienen con ayuda de teorías y son a su vez la materia prima de la elaboración
teórica.
No siempre es posible, ni siquiera deseable, respetar enteramente los hechos cuando
se los analiza, y no hay ciencia sin análisis, aun cuando el análisis no sea sino un medio
para la reconstrucción final de los hechos.
2) El conocimiento científico trasciende los hechos: descarta hechos, produce nuevos
hechos y los explica.
3) La ciencia es analítica: la investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno
a uno, y trata de descomponerlo todo en elementos. (a diferencia de la filosofía).
4) La investigación científica es especializada: una consecuencia del enfoque analítico de
los problemas, es la especialización. No obstante la unidad del método científico, su
aplicación depende, en gran medida, del asunto; esto explica la multiplicidad de
técnicas y la relativa independencia de los diversos sectores de la ciencia.
5) El conocimiento científico es claro y preciso: sus problemas son distintos, sus
resultados son claros.
La claridad y la precisión se obtienen en la ciencia de las siguientes maneras:
a- Los problemas se formulan de manera clara. Lo primero, y a menudo lo más difícil,
es distinguir cuáles son los problemas.
b- La ciencia parte de nociones que parecen claras al no iniciado, y las complica,
purifica, y eventualmente las rechaza. La transformación progresiva de las
nociones corrientes se efectúa incluyéndolas en esquemas teóricos.
c- La ciencia define la mayoría de sus conceptos. Las definiciones son
convencionales, pero no se las elige caprichosamente, deben ser convenientes y
fértiles.
d- La ciencia crea lenguajes artificiales inventando símbolos (palabras, signos
matemáticos, símbolos químicos, etc.) a estos signos se les atribuyen significados
determinados por medio de reglas de designación.
6) El conocimiento científico es comunicable: no es inefable sino expresable, no es
privado sino público. El lenguaje científico comunica información a quienquiera haya
sido adiestrado para entenderlo. La comunicabilidad es posible gracias a la precisión; y
es a su vez una condición necesaria para la verificación de los datos empíricos y de las
hipótesis científicas.
7) El conocimiento científico es verificable: debe aprobar el examen de la experiencia. El
test de las hipótesis fácticas es empírico, esto es, observacional o experimental. Las
técnicas de verificación evolucionan en el curso del tiempo; sin embargo, siempre
consisten en poner a prueba consecuencias particulares de hipótesis generales. La
verificabilidad hace a la esencia del conocimiento científico: si así no fuera, no podría
decirse que los científicos procuran alcanzar conocimiento objetivo.
8) La investigación científica es metódica: no es errática sino planeada. El método
científico no provee recetas infalibles para encontrar la verdad, sólo contiene un
conjunto de prescripciones falibles (perfectibles) para el planeamiento de

37
observaciones y experimentos, para la interpretación de sus resultados, y para el
planteo mismo de los problemas. Subordinadas a las reglas generales del método
científico, y al mismo tiempo en apoyo de ellas, encontramos las diversas técnicas que
se emplean en las ciencias especiales.
La ciencia es, pues, esclava de sus propios métodos y técnicas mientras éstos tienen
éxito, pero es libre de multiplicar y de modificar en todo momento sus reglas, en aras
de mayor racionalidad y objetividad.
9) El conocimiento científico es sistemático: una ciencia no es un agregado de
informaciones inconexas, sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí.
10) El conocimiento científico es general: ubica los hechos singulares en pautas generales,
los enunciados particulares en esquemas amplios. No es que la ciencia ignore la cosa
individual o el hecho irrepetible, lo que ignora es el hecho aislado. Por esto la ciencia
no se sirve de los datos empíricos (que siempre son singulares) como tales. Éstos son
mudos mientras no se los manipula y convierte en piezas de estructuras teóricas.
11) El conocimiento científico es legal: busca leyes (de la naturaleza y de la cultura) y las
aplica. El conocimiento científico inserta los hechos singulares en pautas generales
llamadas “leyes naturales” o “leyes sociales”.
12) La ciencia es explicativa: intenta explicar los hechos en términos de leyes, y las leyes
en términos de principios. Los científicos no se conforman con descripciones
detalladas. Además de inquirir cómo son las cosas, procuran responder a por qué.
13) El conocimiento científico es predictivo; trasciende la masa de los hechos de
experiencia, imaginando cómo puede haber sido el pasado y cómo podrá ser el futuro.
14) La ciencia es abierta: no reconoce barreras a priori, que limiten el conocimiento.
15) La ciencia es útil: porque busca la verdad, la ciencia es eficaz en la provisión de
herramientas para el bien y para el mal. La utilidad de la ciencia es una consecuencia
de su objetividad. Sin proponerse necesariamente alcanzar resultados aplicables, la
investigación los provee a la corta o a la larga. La sociedad moderna paga la
investigación porque ha aprendido que la investigación rinde.

LAS DESVENTURAS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Una introducción a la epistemología


Gregorio Klimovsky

Ciencia, conocimiento y método científico.


Desde un punto de vista estrecho, que deja de lado la actividad de los hombres de ciencia
y los medios de producción del conocimiento científico, podemos decir que la ciencia es
fundamentalmente un acopio de conocimiento, que utilizamos para comprender el mundo y
modificarlo.

38
Supondremos por el momento que si un científico pretende ofrecer conocimiento, se
refiere a algo creído, acertado y probado. Además, puesto que no todo conocimiento es
conocimiento científico, un problema que tendremos que encarar más adelante es en qué consiste
la característica esencial que permite distinguir al conocimiento científico de otros tipos de
conocimiento.
Según algunos epistemólogos, lo que resulta característico del conocimiento que brinda la
ciencia es el llamado método científico, un procedimiento que permite obtenerlo y también, a su
vez, justificarlo.

Disciplinas y teorías científicas.


Cuando se habla de ciencia, conviene hacer ciertas distinciones. Para iniciar y llevar
adelante una discusión es necesario adoptar determinada unidad de análisis, y por ello debemos
preguntarnos qué alternativas se nos ofrecen en este sentido. Conviene pensar en la ciencia en
estrecha vinculación con el método y con los resultados que se obtienen a partir de él. Ello
permite distinguir a la ciencia de la filosofía, el arte y otros campos de la cultura humana. Sin
embargo, hay una unidad de análisis más tradicional, la disciplina científica, que pone el énfasis en
los objetos en estudio y a partir de la cual podríamos hablar de ciencias particulares (la física, la
química, etc.).
Pero hay buenas razones para creer que este enfoque disciplinar no es realista ni
conveniente. Los objetos de estudio de una disciplina cambian a medida que lo hacen las teorías
científicas. Por ello en lugar de pensar en disciplinas preferimos pensar en problemas básicos que
orientan distintas líneas de investigación. Lo cual nos lleva a considerar una nueva unidad de
análisis, la teoría científica.
Una teoría científica, en principio, es un conjunto de conjeturas, simples o complejas,
acerca del modo en que se comporta algún sector de la realidad. Las teorías no se construyen por
capricho, sino para explicar aquello que nos intriga, para resolver algún problema o para
responder preguntas acerca de la naturaleza o la sociedad. En ciencia, problemas y teorías van de
la mano. Por todo ello la teoría es la unidad de análisis fundamental del pensamiento científico
contemporáneo.

Lenguaje y verdad.
En el lenguaje ordinario la palabra “verdad” se emplea con sentidos diversos. Por un lado
parece indicar un tipo de correspondencia o isomorfismo entre nuestras creencias y lo que acurre
en la realidad. Dicho con mayor precisión: entre la estructura que atribuimos a la realidad en
nuestro pensamiento y la que realmente existe en el universo. En otras ocasiones “verdad” se
utiliza no en relación a la prueba sino a la creencia. Decimos: “esta es tu verdad, pero no la mía”,
con lo cual estamos cotejando nuestras opiniones con las del interlocutor.
La primera acepción es en principio la que resulta de mayor utilidad. Proviene de
Aristóteles, quien la presenta en su libro metafísica, y por ello se llama “concepto aristotélico de
verdad”. Se funda en el vínculo que existe entre nuestro pensamiento, expresado a través del
lenguaje, y lo que ocurre fuera del lenguaje, en la realidad. Aristóteles se refiere a esta relación
como “adecuación” o “correspondencia” entre pensamiento y realidad.

39
En el ámbito de las ciencias formales, como la matemática, hay un cuarto y muy
importante sentido de la palabra “verdad”: decir, por ejemplo, que una proposición matemática es
verdadera significa decir que es deductible a partir de ciertos enunciados de partida.
En lo que sigue centraremos nuestra discusión en el papel de la ciencia entendida como
conocimiento de hechos, y en tal sentido la matemática, aunque también será analizada, será
considerada como una herramienta colateral que sirve a los propósitos de las ciencias fácticas,
cuyo objetivo es, precisamente, el conocimiento de los hechos. Sin embargo, ésta es una palabra
que se emplea con muchos significados, y será necesario aclarar cuál de ellos adoptaremos
nosotros. Diremos que un hecho es la manera en que las cosas o entidades se configuran en la
realidad, en instantes y lugares determinados o en general.
En el ámbito de las ciencias fácticas, el concepto aristotélico de verdad parece
indispensable. De manera no rigurosa podemos presentarlo de este modo: se supone que, por las
reglas gramaticales, semánticas y lógicas del lenguaje, quien realiza el acto pragmático de afirmar
un enunciado pretende describir un posible estado de cosas y al mismo tiempo persuadirnos de
que ello es lo que acontece en la realidad. Si dicho estado de cosas realmente acaece, si la
descripción coincide con lo que sucede en la realidad, diremos que el enunciado es verdadero.
La noción aristotélica de verdad no tiene ingrediente alguno vinculado con el
conocimiento. Una afirmación puede ser verdadera sin que nosotros lo sepamos, es decir, sin que
tengamos evidencia de que hay correspondencia entre lo que describe la afirmación y lo que
realmente ocurre. Esta aclaración importa, pues en el lenguaje ordinario hay cierta inclinación a
suponer que si hay verdad también hay conocimiento y prueba, lo cual podría generar graves
malentendidos. Por ejemplo, no nos permitiría comprender correctamente la fundamental noción
de afirmación hipotética o hipótesis. La hipótesis es una conjetura, una afirmación cuyo carácter
hipotético radica en que se la propone sin conocimiento previo de su verdad o falsedad. Uno de
los problemas que plantea la investigación científica es el de decidir con qué procedimientos, si es
que los hay, podemos establecer la verdad o la falsedad de una hipótesis.
En síntesis: es necesario discriminar entre la verdad y el conocimiento de la verdad, entre
la falsedad y el conocimiento de la falsedad. La operación de establecer si una afirmación es
verdadera o falsa pertenece al ámbito del conocimiento y es posterior a la comprensión del
significado atribuido a los términos “verdad” y “falsedad”.

Verificación y refutación.
Para evitar el riesgo de malentendidos tendremos que recurrir a palabras más adecuadas
para señalar que se ha probado la verdad o la falsedad de un enunciado. Son: verificado y
refutado.
Lo importante es advertir que los términos “verificado” y “refutado” se refieren a nuestro
conocimiento de la verdad o falsedad de una afirmación. Si una afirmación está verificada,
entonces necesariamente es verdadera, aunque otra afirmación puede ser verdadera sin estar
verificada. Asimismo, una afirmación refutada necesariamente es falsa, pero otra puede ser falsa
sin que haya sido refutada.

Filosofía de la ciencia, epistemología, metodología.

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La epistemología es, en un sentido restringido del término, el estudio de las condiciones
de producción y de validación del conocimiento científico.

Contextos.
Hans Reichenbach, en su libro experiencia y predicción, discrimina entre lo que llama
contexto de descubrimiento y contexto de justificación. El contexto de descubrimiento importa la
producción de una hipótesis o de una teoría, el hallazgo y la formulación de una idea, la invención
de un concepto, todo ello relacionado con circunstancias personales, psicológicas, sociológicas,
políticas y hasta económicas o tecnológicas que pudiesen haber gravitado en la gestación del
descubrimiento o influido en su aparición. A ello se opondría por contraste el contexto de
justificación, que aborda cuestiones de validación: cómo saber si el descubrimiento realizado es
auténtico o no, si la creencia es verdadera o falsa, si una teoría es justificable, si las evidencias
apoyan nuestras afirmaciones o si realmente se ha incrementado el conocimiento disponible.
En primera instancia ambos contextos parecen referirse a problemas independientes. El
contexto de descubrimiento estaría relacionado con el campo de la psicología y de la sociología, en
tanto que el de justificación se vincularía con la teoría del conocimiento y en particular con la
lógica.
A los dos contextos que menciona Reinchenbach se agrega un tercero, el contexto de
aplicación, en el que se discuten las aplicaciones del conocimiento científico, su utilidad, su
beneficio o perjuicio para la comunidad o la especie humana.
Aunque los problemas del contexto de descubrimiento y de aplicación son de enorme
importancia, tanto teórica como práctica, en este texto daremos preferencia casi exclusiva a las
cuestiones que atañen al contexto de justificación. Nuestra preocupación principal será la de
indagar acerca de los elementos de juicio por los cuales una determinada teoría científica merece
ser considerada como conocimiento legítimo, de los criterios que permiten decidir por una teoría
en favor de otras y, en general, de justificar la racionalidad del cambio científico.

Hipótesis

La concepción hipotética de la ciencia.


¿Por qué tendríamos que creer en lo que afirman los científicos, si las metodologías
clásicas fracasan en cuanto a la pretensión de justificar el conocimiento que aquéllos afirman
detentar?
El primer paso consiste en presentar la llamada concepción hipotética de la ciencia, que
supone admitir, lisa y llanamente, que la mayoría de los enunciados científicos, en un momento
determinado de la historia, son aceptados por los hombres de ciencia a título de hipótesis y no de
enunciados justificados. Trabajar con hipótesis o conjeturas es admitir que estamos concibiendo
visiones provisorias de la realidad, susceptibles de ser mejoradas, corregidas o aun drásticamente
cambiadas, según las circunstancias.
El corazón de esta metodología radica en la noción de enunciado hipotético o
simplemente hipótesis, y es por ello que ofrecemos la siguiente caracterización detallada de este
concepto:

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1) Una hipótesis científica es un enunciado afirmado o formulado por alguien, un hombre
de ciencia o una comunidad científica, en cierto lugar, en ciertas circunstancias y en
cierto momento de la historia. De acuerdo con esta exigencia, el status de hipótesis de
un enunciado tiene historia, porque dependerá de que alguien la haya formulado
como tal en determinada oportunidad.
2) En el momento en que se propone una hipótesis, para quien la formula se halla en
“estado de problema”: se ignora su valor de verdad, es decir, no está verificada ni
refutada. Si, por fortuna, se la pudiera verificar, dejará de ser una hipótesis y se
convertirá en un enunciado verdadero, es decir, conocimiento científico probado.
Podría ocurrir, por otra parte, que se pudiese probar la falsedad del enunciado
hipotético, es decir, que fuese refutado. En tal caso el enunciado también deja de ser
una hipótesis.
El status de hipótesis tiene sentido histórico, y lo que hoy es hipótesis puede no serlo
mañana.
3) Quien formula la hipótesis, pese a que ésta se encuentra en estado de problema,
supone que ella es verdadera. La palabra suposición no debe ser entendida aquí como
sinónimo de creencia, lo cual no impide que realmente aquel que propone la hipótesis
crea en la verdad del enunciado que afirma.
Podemos ahora presentar la concepción contemporánea acerca de la ciencia, pese a sus
amplias y significativas variantes, afirmando que, en su mayor parte, los enunciados que
constituyen las teorías científicas son hipótesis y, en tal sentido, tienen carácter provisional, por
cuanto pueden resultar, a la postre, verificadas o refutadas.
El primer paso en la historia de la ciencia que lleva a proponer una hipótesis es la
existencia de problemas, aunque esto no niega que, en algunos casos, una hipótesis pueda surgir
por razones psicológicas totalmente independientes de la existencia de algo intrigante. A veces se
afirma que la resolución del problema requiere de una teoría y no de una mera hipótesis, pero una
teoría no es otra cosa que un conjunto de hipótesis mantenidas a la vez, lo cual no impide,
aclaremos desde ya, que este conjunto sea unitario: en ciertos casos una teoría puede estar
constituida por una sola hipótesis.
Conviene hacer notar que la libertad para formular hipótesis no es, en modo alguno,
piedra libre para que cada investigador disponga de su teoría propia o exprese sus prejuicios a
través de sus hipótesis. Como veremos más adelante, hay criterios que permiten decidir, en un
momento dado de la historia de la ciencia, si una hipótesis o teoría es mejor que otra y, por tanto,
cuál de ellas ha de ser escogida por la comunidad científica. Pero en principio, las hipótesis que se
formulan a propósito de un problema pueden ser múltiples, alternativas y hasta antagónicas.
Señalemos finalmente que las hipótesis tienen carácter provisorio y es necesario aceptar que la
mayoría de ellas serán refutadas y abandonadas en el futuro.

¿Qué hacer con las hipótesis?


Supongamos que, dado un determinado problema, alguien ha formulado una hipótesis H1
que trata de resolverlo. Por ser una hipótesis, H1 no puede, en general, ser sometida a un proceso
directo de verificación o refutación; si se trata de una generalización, porque excede en su

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descripción de la realidad el número finito de casos del cual disponemos, y, si contiene términos
teóricos, porque hace afirmaciones acerca de lo no observable. Proponer una hipótesis no es
sinónimo de haber obtenido conocimiento. ¿Qué hacer a renglón seguido? En primer lugar, parece
razonable tratar de analizar qué se deduce lógicamente de ella. La ventaja de hacerlo es que la
hipótesis puede, a la manera aristotélica, producir nuevas hipótesis y, por otra parte, llevarnos a
obtener cierto tipo de enunciado observacional que nos permita controlar la hipótesis por medio
de la experiencia.
En general, no se sabrá si es verdadero o falso lo que se obtenga deductivamente de una
hipótesis y, puesto que debemos suponer que la hipótesis de partida es verdadera y razonamos
correctamente, garantizando así la conservación de la verdad, estamos obligados a suponer,
consecuentemente, que H2, H3 y H4 también son verdaderas. A estas hipótesis deducidas de una
hipótesis de partida las llamaremos “hipótesis derivadas”. Se entiende que el razonamiento que
permite obtenerlas es estrictamente deductivo, y que no se trata de inferencias aproximadas o
estadísticas que no tienen garantía de conservación de la verdad.
Conviene señalar que cuando hablamos de deducciones nos referimos a todas las formas
correctas de razonamiento que reconoce la lógica, y cuyo número de premisas puede ser muy
variado.
Obtener hipótesis derivadas tiene múltiple interés. Si se advierte que son, en realidad,
enunciados previamente verificados, o al menos ya adoptados por los científicos, podría decirse
que la hipótesis H1 explica las hipótesis derivadas cuya verdad ya era conocida. La deducción de
hipótesis derivadas tiene, entonces, un interés explicativo.
Un segundo interés podría ser llamado sistemático y se vincula con aquella afirmación de
Nagel según la cual la ciencia es conocimiento sistemático y controlado. El esquema lógico
jerárquico que hace depender ciertas verdades de otras es el que transforma a la ciencia o, por lo
menos, a una teoría científica, en un sistema. Si no fuese por el empleo de la herramienta
deductiva, tal sistematicidad no podría obtenerse.
Un tercer interés de las hipótesis derivadas radica en que, utilizando el mecanismo lógico,
no sólo obtenemos hipótesis ya aceptadas, que quedan así explicadas y también sistematizadas,
sino además nuevas hipótesis y, por lo tanto, en el contexto de descubrimiento, posibles nuevas
leyes científicas y nuevo conocimiento.
De cualquier modo, tanto la hipótesis inicial como las que se deducen de ella son algo así
como una estructura especulativa y el método que estamos empleando, por el momento, no pasa
de ser una especie de máquina para especular. Pero ya se advierte por qué se lo llama “hipotético
deductivo”: se trata de la propuesta de hipótesis y de la obtención de otras hipótesis por medio de
la deducción.

Consecuencias observacionales y contrastación.


Así concebida, esta máquina de producir hipótesis no podría en modo alguno ser fuente
de conocimiento, pues nada hay en ella que informe acerca de los presuntos méritos de nuestra
red deductiva para describir la realidad. Se requiere algún componente metodológico adicional
que permita estimar la excelencia o las falencias de las hipótesis obtenidas con este método, y
cuya misión radicará en comparar lo que tales hipótesis afirman con lo que en la realidad ocurre.

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La realidad se nos ofrece a través de la base empírica, y por tanto parece inevitable, a modo de
control de nuestras hipótesis, comparar lo que se ha conjeturado con lo que se advierte en la base
empírica. ¿Cómo puede hacerse? Si de la hipótesis original se logra obtener, luego de deducir y
deducir, algún enunciado empírico básico, de primer nivel, parecería que la hipótesis inicial está
implicando afirmaciones acerca de lo observable. Llamaremos a estos enunciados “consecuencias
observacionales” de la hipótesis. En este punto el científico debe apartarse momentáneamente de
la estructura deductiva descrita y realizar observaciones, espontáneas, sistemáticas o provocadas
por medio de experimentos. Por esta razón el método hipotético deductivo debería denominarse
con mayor propiedad “método hipotético deductivo empírico”.
No es forzoso que una hipótesis tenga consecuencias observacionales, pero de existir éstas
será posible llevar a cabo observaciones pertinentes y proceder al control de la hipótesis.
Habiendo realizado la observación pertinente comprobamos una de dos posibilidades: que
las cosas no son como lo describe la consecuencia observacional o bien que sí lo son.
En el primer caso, resulta que la consecuencia observacional es falsa, con lo cual
refutamos dicha consecuencia observacional. Pero si hemos partido de una sola hipótesis, H1, nos
vemos forzados a reconocer que H1 también debe ser falsa, puesto que la hemos obtenido
razonando correctamente, con garantías de conservación de la verdad. En este momento H1 deja
de ser una hipótesis y muestra ser un enunciado falso: hemos refutado la hipótesis.
Si la observación pertinente coincidiera con lo afirmado por la consecuencia observacional,
diríamos que la consecuencia observacional es verdadera. Sin embargo, no podemos afirmar que
la hipótesis de partida también lo sea, porque de premisas falsas se puede obtener una conclusión
verdadera.
La verdad de la consecuencia observacional no nos permite decidir acerca del valor de
verdad de H1: no hemos ganado conocimiento y H1 prosigue en estado de problema.
La operación que hemos descrito, que implica poner a prueba una hipótesis examinando
una consecuencia observacional de la misma, se llama “contrastación de la hipótesis”. Como
resultado de la operación de contrastar una hipótesis se obtiene o bien refutación y abandono de
la misma, o bien, su conservación y supervivencia. Lo que la contrastación no puede garantizar es
la verificación de la hipótesis, sino algo más débil que, siguiendo a Popper, llamamos
“corroboración”. La corroboración significa, simplemente, que si bien seguimos sin saber nada
acerca de la verdad de la hipótesis, ésta ha resistido un intento de refutarla y ha probado, hasta el
momento, no ser falsa.
En esto consiste, en principio, el método hipotético deductivo en lo que vamos a llamar su
“versión simple”, donde “simple” significa a la vez “ingenua”, pues aquí subyace la idea de que una
sola consecuencia observacional adversa basta para aniquilar a una hipótesis y desterrarla del
ámbito de la ciencia. En la actividad científica real no se procede de esta manera, ya que ningún
científico estaría dispuesto a desechar una hipótesis porque haya sufrido el traspié de una sola
refutación.

Vida y muerte de una hipótesis.


La hipótesis que permanece en estado de problema, se la puede sostener y emplear como
supuesta verdad para la investigación científica.

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El método científico consistiría, entonces, en enfrentar problemas, proponer hipótesis,
aplicar la lógica para averiguar qué implican, confrontar sus consecuencias con la realidad
observable y, de acuerdo con el resultado, abandonar la hipótesis por refutación o conservarla por
corroboración. Esta concepción, por supuesto, conserva ecos de antiguas metodologías. La
componente racionalista, que se advierte tanto en el platonismo como en el aristotelismo, se
manifiesta aquí por el hecho de que inventar hipótesis implica un ejercicio de nuestra mente, de
nuestra razón y de nuestra imaginación. Pero, por otra parte, el método reserva un importante
papel a la experiencia. Los datos empíricos ya no desempeñan el papel verificador que tenían en el
método inductivo del antiguo empirismo, pero son indispensables en dos etapas del método
hipotético deductivo. En el contexto de descubrimiento, cumplen la función de llevarnos hacia los
problemas, pues, ¿Qué otra cosa sino las observaciones son las que muestran que hay algo
intrigante o incomprensible que merece la formulación de una hipótesis? Por otra parte, y en un
sentido aun más importante, son el elemento de control a través de las contrastaciones, y
permiten poner en evidencia, de esta manera, las excelencias o defectos de nuestras hipótesis.
Debemos agregar que, además de imaginación para producir hipótesis, el método incluye el
mecanismo lógico, que debe computarse del lado de nuestras actitudes racionales y no del de la
observación empírica.

El método hipotético deductivo en versión simple.

Ciencia y metafísica.
La tendencia epistemológica conocida como “positivismo lógico” o “empirismo lógico”,
que tuvo su máxima expresión en el famoso círculo de Viena en la década de los treinta, distinguía
entre hipótesis científicas y metafísicas mediante un criterio que sería aproximadamente el
siguiente: una hipótesis tiene sentido si existe un procedimiento de verificación que pueda,
mediante operaciones prácticas, decidir sobre su verdad o falsedad. Si tal método de verificación
no existe, la hipótesis será metafísica y, por lo tanto, un sin sentido.
Popper introdujo una nueva propuesta como criterio de demarcación. Admite que
realmente existe una diferencia entre enunciados metafísicos y científicos, pero niega que los
metafísicos carezcan de sentido. Piensa, creemos que con razón, que éstos poseen un sentido
bastante claro y no duda de que han tenido, por ello, una influencia peculiar en la historia de las
ideas, en la conducta de las personas, en nuestras concepciones del mundo y aun en nuestras
preferencias acerca de ciertas teorías y no de otras. La diferencia, más bien, habría que buscarla
en el concepto de contrastabilidad. Ésta es la que otorga, para Popper, carácter científico a una
hipótesis y, por ende, a una teoría. Si la hipótesis tiene consecuencias observacionales, que
permiten ponerla a prueba mediante la operación de contrastación, entonces es científica. Si la
contrastabilidad está vedada, la hipótesis toma un carácter más especulativo porque se carece de
procedimientos para controlarla, lo cual la vuelve metafísica.
Aunque Popper menciona la contrastabilidad como criterio de demarcación de las
hipótesis, en ciertas ocasiones pone un énfasis especial en su refutabilidad: afirma que una
hipótesis es científica si es refutable.

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Decir que una hipótesis es contrastable o decir que es refutable son maneras, con énfasis
diferentes, de afirmar que tiene consecuencias observacionales que permiten su control. Popper
prefiere el criterio de refutabilidad, por cuanto pretende subrayar que en materia de hipótesis es
más importante tratar de refutarlas que de corroborarlas.
La manera de pensar de Popper, aunque muy interesante y digna de ser tenida en cuenta
como estrategia para decidir si se está o no ante una hipótesis científica, plantea cierto tipo de
dificultades difíciles de resolver. Es perfectamente posible que, tomada aisladamente, una
hipótesis no sea refutable en el sentido popperiano, es decir, no sea contrastable, pero que,
presentada en combinación con otras hipótesis, dé lugar a un conjunto de enunciados que, en su
totalidad, sí sea contrastable. Por consiguiente, no sería posible declarar la no cientificidad de una
hipótesis en virtud de su no contrastabilidad aislada, porque podría tener carácter científico como
integrante de una teoría.
La tentación es, entonces, la de adoptar una actitud más tolerante y modificar el criterio
popperiano formulándolo de este modo: “Una hipótesis es científica cuando es contrastable o bien
aumenta la contrastabilidad de alguna teoría”. Desgraciadamente, se podría emplear el criterio
modificado para probar que toda hipótesis es científica. Resulta, por este motivo, que el criterio de
demarcación modificado de Popper, realmente, presenta serios inconvenientes.
Es importante tener en cuenta que el carácter metafísico de una teoría puede ser
eliminado y ella adquirir cientificidad si se complementa lo que se afirma en el nivel teórico con
convenientes reglas de correspondencia o hipótesis puente, que vinculan términos teóricos con
términos empíricos.

Las etapas de una investigación científica.


Señalemos una serie de etapas que describen en sucesión histórica distintos pasos de una
investigación que puede considerarse típica.
En una etapa 1, hallaremos observaciones intrigantes, donde se capta que algo funciona
de una manera diferente a la esperada o en forma desconcertante, como para dirigir nuestra
atención al caso. A una etapa 2 corresponde la obtención, si es posible, de más casos o datos
observacionales, con el fin de asegurarnos de que lo que nos llamó la atención se repite y
constituye una real familia de fenómenos intrigantes. La formulación del problema corresponde a
una etapa 3. El problema es por qué existen esos casos intrigantes recogidos en la etapa 2 y cuál es
la causa de que se nos presente tal fenómeno. En la etapa 4, un investigador o equipo de
investigadores formula una hipótesis que trata de resolver el problema planteado en la etapa
anterior. Una vez formulada la hipótesis corresponde, en la etapa 5, deducir, en el sentido lógico
más riguroso, nuevos enunciados a partir de aquélla. Ésta es la etapa deductiva de la que
resultarían, en la etapa 6, las hipótesis derivadas. Y, finalmente, obtendríamos, en una etapa 7,
consecuencias observacionales, si es que la hipótesis las posee. En la etapa 8, que podríamos
llamar empírica, se trata de obtener observaciones pertinentes, de las cuales resultaría la etapa 9,
que nos conduce a decidir si hubo corroboración o bien refutación de la hipótesis formulada. Si se
obtiene refutación, de acuerdo con la versión simple del método hipotético deductivo, la hipótesis
debe ser abandonada definitivamente como presunto conocimiento y queda, por consiguiente,

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descartada para futuras investigaciones. Si, en cambio, lo que se obtiene es corroboración, el
proceso histórico que estamos describiendo debería, en principio, proseguir.
Un análisis realista muestra que luego de la etapa 9, en la verdadera etapa 10, hay un
momento determinado en que la comunidad científica decide no seguir contrastando en forma
explícita la hipótesis. Los científicos consideran que la hipótesis o la teoría han dejado de constituir
un problema epistemológico y se convierten en un instrumento a ser utilizado al servicio de
distintas finalidades.
Nos referimos especialmente a las aplicaciones de la ciencia que constituyen la tecnología,
la clínica y, en general, a todo aquello que puede ser considerado como una actividad práctica
relacionada con la ciencia. Son precisamente el núcleo de lo que llamamos el contexto de
aplicación de una teoría. Al ingresar en él, los científicos abandonan el contexto de justificación,
admiten pragmáticamente la validez de la teoría y la sostienen con el exclusivo fin de utilizar sus
aplicaciones.
Curiosamente, la utilización de ideas y procedimientos de la ciencia aplicada con fines
tecnológicos, clínicos o prácticos constituyen, de por sí, una forma más de contrastación de las
teorías. Por consiguiente, en nuestra descripción, después de la etapa 10, en que la comunidad
científica acepta una hipótesis o una teoría, acontece lo que, en forma resumida, podríamos
llamar su contrastación tecnológica, clínica o práctica. Esta es la manera típica en que se puede
hablar, como gustan de hacerlo muchos materialistas dialécticos, del modo en que la práctica
influye sobre la teoría y eventualmente la modifica.

Ciencia y tecnología.
Podríamos preguntarnos, en este punto, por qué no identificar ciencia aplicada con
tecnología. La razón es que la ciencia aplicada es conocimiento, mientras que la tecnología implica
procedimientos o acciones para lograr determinados objetivos, ya sea construir objetos,
solucionar problemas prácticos o modificar la realidad.
Desde este punto de vista, la tecnología tiene vinculaciones con la ciencia, pero también
facetas de carácter sociológico un tanto independientes de aquéllas, de modo que el tipo de
estructura de acción humana que representa la tecnología supera la estructura gnoseológica que
denominamos ciencia aplicada.

Mundos posibles, conocimiento y progreso.


La principal dificultad que se presenta aquí es que, salvo excepciones, sólo disponemos,
sobre todo en relación con las leyes científicas, de hipótesis, y una hipótesis, en general, es
meramente una conjetura. El epistemólogo Newton-Smith ha utilizado la expresión “inducción
pesimista”. Ésta nos permitiría inferir que, como hasta ahora hemos trabajado con hipótesis y la
mayoría de ellas se han mostrado falsas, las hipótesis a ser formuladas en el futuro también serán
falsas.
Afirmamos que el método hipotético deductivo, no sólo proporciona conocimiento sino
que nos permite hablar de progreso científico, en el sentido de que gradualmente nos acercamos
más y más a lo que podríamos llamar “conocimiento exacto”. Si bien es cierto que a lo largo de la

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historia [las teorías han resultado ser falsas], las que sobrevengan en el futuro se hallarán más
cerca de la verdad que las que se han formulado y desechado en el pasado.
Ocurre que, a medida que refutamos teorías, en el mejor espíritu popperiano de
eliminación de errores, el conocimiento progresa por la negativa: aprendemos gradualmente, cada
vez con mayor precisión, cómo el mundo no es.
También es verdad que, al estrecharse el espectro de posibilidades, ganamos en precisión
acerca del conocimiento de cómo es la realidad, pues continuamente la acotamos más y más.

Verdad, probabilidad e hipótesis según Popper.


En la lógica de la investigación científica, Popper señala que no se debe interpretar la
adopción de ciertas hipótesis y teorías, y el rechazo de otras, como una aproximación hacia la
verdad. Piensa que suponer tal cosa es un prejuicio metafísico y que el valor de las hipótesis y
teorías radica en su capacidad explicativa y predictiva.
Su valor explicativo aumenta a medida que se hacen menos probables en un sentido
clásico.

Teorías: estructura y justificación de las teorías.

Dos acepciones de la palabra teoría.


Existen dos acepciones principales y distintas de teoría. La primera la concibe como un
conjunto de hipótesis tomadas como punto de partida de una investigación, incluyendo en ésta la
deducción de hipótesis derivadas y de consecuencias observacionales. Pero en una segunda
acepción de la palabra teoría, diríamos que es el conjunto de todas las hipótesis formadas por las
hipótesis de partida y las que se puedan deducir de ellas. En este sentido, una teoría estaría
integrada por un cuerpo potencialmente infinito de hipótesis. Las consecuencias lógicas de las
hipótesis fundamentales de una teoría científica pertenecen a ella. Esta segunda manera de
entender el término teoría será la que nosotros emplearemos. Según dicha acepción, hablaremos
de principios, hipótesis fundamentales o simplemente hipótesis de partida de la teoría, pero la
teoría misma incluirá también a todas sus consecuencias lógicas.
Admitido que las consecuencias observacionales pertenecen a la teoría, el carácter
hipotético de ésta se transmite a aquéllas: se hallan en estado de problema. Cuando se realizan
observaciones pertinentes aparecen, lo que semióticos, lógicos y lingüistas llaman “enunciados
metalingüísticos”, como el que resultaría de informar, a partir de la observación pertinente, que la
consecuencia observacional que se está testeando queda verificada o refutada.

La noción campbelliana de teoría.


La noción de teoría que hemos presentado corresponde aproximadamente a la manera en
que epistemólogos como Popper y Mario Bunge, con algunas diferencias, emplean esta polisémica
palabra. Pero no es la única que domina la escena epistemológica en la actualidad. Hay una
tradición que proviene de Norman Campbell según la cual el término teoría debería reservarse
para un conjunto de hipótesis teóricas puras, es decir, enunciados no mixtos de tercer nivel. De
este modo, una teoría sería una estructura lingüística de naturaleza muy abstracta en que las

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palabras, vocablos y términos que aparecen aludirían a entidades no observables o, al menos,
serían expresiones cuyo significado no sería directo o empírico. Habría por tanto que aclarar dicho
significado posteriormente, en las ocasiones en que la teoría deba ser empleada. Precisamente, el
uso de una teoría así entendida obliga a agregar reglas de correspondencia a sus enunciados
teóricos puros. Al hacerlo, la teoría adquiere significación, puesto que las reglas de
correspondencia que se han incorporado actuarían a manera de puente entre la estructura formal
ofrecida en un principio y la base empírica a la cual la teoría quiere aplicar.
En la concepción campbelliana de una teoría, ésta es totalmente invariante frente a las
distintas aplicaciones que se pudieran hacer de ella en el curso de una investigación. Tal invarianza
implica que la teoría no tiene valor gnoseológico por sí misma, no puede decirse de ella que sea
verdadera o falsa, o que proporciona conocimiento.
A diferencia de Campbell, entendemos las teorías como presuntos conocimientos, o al
menos candidatas a expresarlos, y la investigación científica consiste en establecer, de la mejor
manera posible, cuál es el grado de excelencia que tienen en su pretensión cognoscitiva.

Explicación y predicción de teorías.


Emplearemos el término predicción en su sentido amplio, epistemológico, el de deducir de
los principios de una teoría, un enunciado observacional, ya se refiera éste al pasado, al presente o
al futuro, y que hasta el momento no estaba verificado.

Requisitos metodológicos de las teorías.


Cuando se formula una teoría es necesario cuidar que ésta satisfaga ciertos requisitos
metodológicos básicos. El primero consiste en la exigencia de que entre las hipótesis que forman
parte de la teoría no existan tautologías, o sea, proposiciones verdaderas en razón de su
estructura lógica. En realidad, una tautología no puede ser una hipótesis pues no se halla en
estado de problema: su verdad se conoce de antemano. Las tautologías, además, no ofrecen
ninguna información. Debemos recordar al lector, sin embargo, que cuando empleamos las
palabras “hipótesis” o “teoría” nos estamos refiriendo a enunciados y conocimientos de carácter
fáctico, es decir, que se relacionan con la realidad y con hechos concretos que puedan acaecer en
ella. Por consiguiente, por el momento, no nos estamos ocupando de matemática, de lógica o de
ciencias formales en general.
El segundo requisito, mucho más importante que el anterior, es que no haya entre
nuestras hipótesis, contradicciones. Una contradicción supone la existencia de enunciados tales
que unos afirman lo que otros niegan, o bien un único enunciado que afirme lo que a la vez niega.
El tercer requisito para la constitución de una teoría científica se relaciona con su
contrastabilidad, exigencia que debe ser satisfecha para asegurar su carácter científico. Una teoría
es aceptable desde el punto de vista metodológico si tiene consecuencias observacionales. La
palabra aceptable se refiere a que la teoría puede ser adoptada como tema de investigación y no a
sus presuntos méritos en cuanto a conocimiento. La cuestión de la contrastabilidad supone, a su
vez, la posibilidad de avanzar en tres etapas: la primera, ligada al requisito que hemos expuesto,
comprobar la existencia de consecuencias observacionales; la segunda, deducir al menos algunas

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de ellas; y la tercera, establecer, mediante observaciones pertinentes, la verdad o falsedad de
tales consecuencias.

LOS MÉTODOS DE VALIDACIÓN EN LAS CIENCIAS NATURALES


Eduardo Laso.
Cuando hablamos de “conocimiento científico”, aludimos a un determinado tipo de
conocimiento que consideramos racional, fundamentado y confiable. Pero, ¿qué es lo que define
este conocimiento como científico?, ¿qué lo diferencia de otros modos de conocimiento, como el
intuitivo, el filosófico o el mítico-religioso? Desde la perspectiva epistemológica tradicional, la
respuesta a esta pregunta es: el método científico, vale decir, el conjunto de pasos y
procedimientos empleados por los investigadores para producir y fundamentar este saber.
Esta respuesta supone pasar a los problemas de determinar la cientificidad del método y
de establecer los pasos en virtud de los que se obtendría un conocimiento confiable.
Respecto del primer problema, se cae en una aparente circularidad: el conocimiento será
científico en tanto sea elaborado de una cierta manera, que es aquella que propone el método de
la ciencia.
Se puede caracterizar la manera de pensar la ciencia desde la epistemología tradicional
como “cientificista”, vale decir, como una concepción de la ciencia que la restringe a un solo tipo
de práctica científica, aquella que se sujeta rigurosamente a los pasos del método científico,
idealizando su capacidad de producir de este modo un conocimiento objetivo e ignorando los
límites y determinaciones de la práctica científica misma.
Se supone que lo propio del método científico es proporcionar mediante sus pasos un
conocimiento que puede ser transmitido de cualquier persona a otra. Se trata, en efecto, de una
ilusión persuasiva, en tanto no es cierto que cualquiera pueda poner a prueba y evaluar el
conocimiento científico y sus evidencias. Quien recibe la transmisión de los conocimientos
científicos debe estar capacitado previamente para aprehender símbolos y efectuar operaciones
dentro de la ciencia, lo que ya implica que no tenga una posición de tercero imparcial sino que sea
otro científico, es decir, alguien ya persuadido de las virtudes de la ciencia misma.
Por eso el conocimiento producido por el método científico no es un mero resultado del
mismo, sino de la relación del método con el marco teórico desde donde se intelige y emplea el
método.
La tradición cientificista desconoce estas consideraciones, entronizando de esta manera en
el seno de la práctica científica un determinado marco teórico empirista y naturalista desde donde
se interpretan los hechos y se convalidan o rechazan teorías en función de una supuesta
neutralidad de enunciados observacionales “objetivos”. Al desconocer que los hechos no son
dados sino construidos a partir de ciertos datos reales, privilegia cierto modo de interpretar la
realidad a la que hace pasar como natural y objetiva. Sobre la base de uniformizar la experiencia,
se pretende unificar los diferentes procedimientos de los científicos en torno de un solo método,
apoyándose en una interpretación única de la realidad reducida a enunciados protocolares
supuestamente verdaderos, con los cuales se realiza el procedimiento de contrastación de las
teorías.
Hay dos modos usuales de entender el método científico desde la concepción tradicional:

50
Como modelo: se considera el método como un modelo ideal obtenido a partir de los
rasgos constantes y comunes de la práctica científica. No es que el método proponga un tipo ideal
de la práctica científica existente sino que más bien crea la ficción de una práctica científica que no
coincide plenamente en la realidad.
Como marco normativo: el método es considerado como una norma que regla la práctica
científica y que posibilita producir un conocimiento racional y confiable.

Inducciones y deducciones.
Nuestro saber puede ser extendido por medio del razonamiento, en tanto las cosas que
conocemos nos dan razones para afirmar nuevos conocimientos. Hay dos formas fundamentales
de razonamiento: el deductivo y el inductivo.
La inducción es un razonamiento que generaliza, a partir de proposiciones singulares o
particulares, un enunciado universal. En este tipo de razonamiento las razones para justificar la
conclusión no son concluyentes, aunque aportan elementos en favor de la misma, por lo cual la
conclusión es considerada probable mas no necesaria. Si bien las premisas del razonamiento
pueden ser verdaderas, no se deduce necesariamente que la conclusión universal lo sea. Lo que
equivale a decir que los razonamientos inductivos son inválidos.
El razonamiento de tipo deductivo se caracteriza porque sus conclusiones no agregan más
información que la contenida en las premisas. Estos razonamientos pueden ser válidos o inválidos
(falacias). Los razonamientos deductivos válidos justifican de manera concluyente la proposición
deducida de sus premisas.
Que sea concluyente quiere decir que es imposible, a menos que caigamos en
contradicción, que las premisas que constituyen nuestras razones sean verdaderas y la conclusión
que extraemos de ellas sea falsa. Cuando no sucede tal cosa, el razonamiento deductivo es
inválido.
Los razonamientos deductivos válidos garantizan que si las premisas son verdaderas, la
conclusión será también necesariamente verdadera, eliminando la posibilidad de concluir una
falsedad a partir de premisas verdaderas. Pero, en cambio, la falsedad de las premisas no informa
nada acerca del valor de verdad de la conclusión.
Ejemplos de razonamientos deductivos válidos son el “modus ponens” y el “modus
tollens”.
Partiendo de estos esquemas formales, se pueden emplear estas estructuras en los
métodos de investigación científica. Algunos de estos razonamientos configuran la armazón lógica
de esos procedimientos. Lógicamente, igual, para aceptar las hipótesis científicas se requiere,
además de la coherencia lógica, el apoyo de la base empírica.

El método inductivo.
En el siglo XVII con Francis Bacon, la inducción pasa a considerarse el método por el cual la
ciencia elabora sus conocimientos. El método inductivo que propone este pensador se basa en una
generalización por la cual se establecen afirmaciones sobre todos los objetos de una clase a partir
de un número determinado de ejemplos previamente seleccionados. Construir enunciados a partir
de los sentidos y casos particulares, ascendiendo gradualmente hasta las leyes más generales.

51
En los comienzos del siglo XX las corrientes epistemológicas representadas por la
concepción heredada le dan nuevo impulso al inductivismo. El programa que proponen para la
ciencia consiste en mostrar cómo las teorías científicas pueden justificarse sobre la base de
enunciados observacionales que describan hechos captados mediante la experiencia. Para ello,
distinguen entre aquellos enunciados que describen hechos observados (enunciados básico o
protocolares) y las generalizaciones e hipótesis científicas inferidas a partir de ellos. Los
enunciados observacionales son considerados la base segura de las teorías. Con lo cual el
inductivismo suscribe al punto de vista del empirismo de que todo nuestro conocimiento deriva de
la experiencia.
La evidencia que aporta una inducción para justificar la conclusión es lógicamente
insuficiente, dado que desde el punto de vista formal no se puede asegurar con carácter necesario
la verdad de un enunciado universal partiendo de un número limitado de casos particulares.
Es justamente este obstáculo lógico lo que llevó a los inductivistas a proponer condiciones
especiales para generalizar, que legitimaran las inferencias basadas en observaciones.
1- El número de enunciados observacionales obtenidos que sirve de base a las
inducciones debe ser grande.
2- Las observaciones realizadas deben repetirse variando las condiciones de observación.
3- Ninguno de los enunciados observacionales obtenidos debe contradecir la ley general
que se va a inferir.

Los pasos que propone el método son los siguientes:

1) Observación de todos los hechos, sin seleccionarlos ni hacer conjeturas a priori acerca
de su relevancia. En el proceso de observación, el científico parte de los datos que
recoge de la realidad, sin ninguna hipótesis previa ni ideas preconcebidas.
2) Registro de todo lo observado.
3) Análisis, comparación y clasificación de los hechos observados y registrados, en vistas
a descubrir analogías entre los hechos que investiga.
4) Generalizaciones empíricas referentes a las relaciones entre los hechos, sean éstas
clasificatorias o causales.
5) Realización de inferencias partiendo de las generalizaciones establecidas. Éstas
permiten una contrastación de las generalizaciones. La ley obtenida por inducción le
posibilita al científico obtener mediante inferencias explicaciones y predicciones de
hechos, los que a su vez suponen una puesta a prueba de la validez de la ley.

Las tesis básicas del inductivismo son las siguientes:


1- La investigación científica comienza por la observación, sin hipótesis previas.
2- La observación es la base segura de la ciencia.
3- Las hipótesis se obtienen por inducción a partir de los enunciados observacionales.
4- El método inductivo se apoya en el llamado “principio de inducción”, que se puede
enunciar de la siguiente manera: “si en una amplia variedad de condiciones se observa

52
una gran cantidad de A, y si todos los A observados poseen la propiedad B, entonces
todos los A tienen la propiedad B”.
5- Las condiciones de generalización garantizan la obtención de leyes científicas seguras.
6- El conocimiento de la ciencia progresa de manera continua, acumulativa y ascendente,
puesto que a medida que aumenta la base de datos observados se obtienen leyes y
teorías de mayor generalidad y alcance.

Críticas y problemas del método.


Insalvable invalidez del razonamiento inductivo: desde el punto de vista lógico es un error
suponer que aquello que caracteriza a los casos observados de una clase es necesariamente
verdadero para todos los miembros posibles de la misma. El razonamiento inductivo es
lógicamente inválido. De ahí que la imposibilidad de establecer categóricamente la verdad de las
leyes científicas a partir de un determinado número de casos haya llevado a los inductivistas al
problema de cómo poder aumentar, en todo caso, la probabilidad de verdad de las proposiciones
universales establecidas mediante inducción.
El problema de la probabilidad de las conclusiones: ocurre que el aumento del apoyo
observacional de una ley científica no implica el aumento de la probabilidad de su verdad, dado
que la ley, al ser un enunciado universal, abarca un infinito número de casos. (Su probabilidad
siempre es cero).
El círculo vicioso inductivista: Las inducciones requieren implícitamente hipótesis acerca de
la homogeneidad de clases de objetos (por ejemplo: “todos los hombres poseen características
comunes”) o acerca del principio de uniformidad de la naturaleza (“la naturaleza se compone de
casos semejantes y lo que ha ocurrido en el pasado volverá a ocurrir en el futuro, si las
circunstancias se asemejan lo suficiente”). ¿Cuál es el fundamento de estas hipótesis implícitas?
Ellas se basan a su vez en observaciones pasadas, o sea, en argumentos inductivos. Con lo cual la
justificación del uso de la inducción involucra en última instancia un círculo vicioso, dado que
recurre a la experiencia para justificar las apelaciones a la misma.
La ciencia no comienza por la observación sin ninguna hipótesis previa: dado que es
prácticamente imposible reunir la totalidad de los hechos por ser infinitos en número y variedad,
sólo resta reunir los hechos relevantes para la solución de un problema de investigación. Las
hipótesis como intentos de respuesta al problema de investigación sirven de guía al científico,
puesto que determinan cuál es el tipo de datos que se han de reunir en un momento dado de la
investigación. Para que un modo de analizar y clasificar los hechos pueda conducir a una
explicación de los fenómenos en cuestión debe estar basado en hipótesis acerca de cómo están
conectados esos fenómenos.
Las observaciones no están libres de preconceptos: Si dos personas se encuentran en el
mismo lugar y miran en la misma dirección, reciben estímulos muy similares. Pero la gente no ve
estímulos sino que experimenta sensaciones, y nada obliga a suponer que las sensaciones de dos
personas sean las mismas. No debe confundirse los estímulos recibidos con las experiencias de un
sujeto. Diferentes estímulos pueden producir las mismas experiencias y un mismo estímulo puede
conducir a experimentos diferentes. Y esto es así porque la experiencia supone un procesamiento
mental de los estímulos recibidos por parte de los sujetos, mediante los conceptos adquiridos a

53
través de la educación. Thomas Khun señala que lo mismo ocurre con las comunidades científicas.
Los científicos que comparten los mismos supuestos teóricos y metodológicos tienden a compartir
también una misma experiencia acerca del mundo que investigan, mientras que confrontados con
otras comunidades científicas diferentes, no pueden acordar ni siquiera respecto de los
enunciados observacionales.
Los enunciados observacionales contienen carga teórica: Los enunciados que describen los
casos observados requieren el empleo del lenguaje de alguna teoría, aunque sea vaga o poco
elaborada. Dado que los enunciados observacionales se construyen siempre desde el lenguaje de
alguna teoría, su precisión y justeza dependerán del marco teórico desde donde se los construye.
Este argumento derriba el planteo inductivista de que los enunciados observacionales son
objetivos y verdaderos, pues se pueden construir enunciados observacionales falsos a partir de
supuestos teóricos falsos.
Imposibilidad de inferir conceptos y modelos teóricos a partir de las observaciones: las
hipótesis y teorías científicas están usualmente formuladas en términos teóricos que no aparecen
en la descripción de los datos empíricos en que ellas se apoyan y a cuya explicación sirven
(ejemplos de la física son: átomo, electrón, masa, gravedad). Las reglas de inducción no
proporcionan procedimientos para construir, sobre la base de los datos con los que se cuenta, una
hipótesis expresada en términos de conceptos teóricos que hasta ese momento no se habían
utilizado en la descripción de los datos mismos. El paso de los datos a las teorías requieren
invención creativa. Y los procesos mediante los que se llega a esas teorías no se parecen a los
procesos de inferencia sistemática.

Los métodos deductivistas.


Método hipotético deductivo.
Para los deductivistas, la ciencia no parte de la observación de los hechos sino del intento
de solución de problemas. Los problemas no se definen en función de observaciones sino en
relación con el estado de conocimientos de la ciencia en determinado momento, puesto que
representan preguntas que aún no tienen respuesta.
No importa el proceso de obtención de las hipótesis, el cual dependerá de la capacidad
inventiva del investigador. El método hipotético deductivo, a diferencia del inductivismo, se
despreocupa del problema de la producción de explicaciones científicas. Separa el contexto de
descubrimiento de hipótesis del contexto de su justificación y se centra en este segundo aspecto,
al que considera lo propio y específico de una disciplina científica. Lo importante no es cómo se
obtuvieron las hipótesis tentativas sino si se justifican o no en los hechos.
Contrastar una hipótesis para el hipotético deductivismo supone deducir consecuencias
observacionales de hipótesis que deberían producirse de ser correcta la hipótesis. El científico
debe elaborar situaciones de observación controlada, es decir, debe construir un diseño
experimental.
En el caso de que no se produzcan los resultados esperados la hipótesis es refutada y el
investigador deberá elaborar una nueva explicación tentativa. Y en caso de que los resultados
esperados se produzcan, la hipótesis es confirmada.

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El método hipotético deductivo intenta apoyar sus procedimientos en una lógica deductiva
válida. Hemos visto anteriormente dos tipos de razonamientos deductivos válidos: El modus
ponens y el modus tollens.
Respecto del modus ponens, si se lo analiza, se ve que no sirve para poner a prueba
hipótesis.
Se advierte que el ponens ubica como segunda premisa aquello que justamente se
requiere averiguar: la verdad de la hipótesis. Esto lo vuelve inútil como estructura lógica aplicada a
la contrastación de la misma.
Lo que el científico hace es plantear que, si la hipótesis propuesta es verdadera, se deben
producir ciertas consecuencias observacionales, y luego trata de comprobarlas de modo de
afirmar la verdad de la hipótesis. Pero con ese procedimiento ya no nos encontramos ante un
razonamiento deductivo válido sino ante una falacia de afirmación del consecuente. La
confirmación de hipótesis se basa entonces en un razonamiento inválido.
La falacia de afirmación del consecuente es un razonamiento deductivo inválido, por lo
tanto, la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la conclusión. Esto significa que es
posible tener premisas verdaderas y conclusión falsa, o sea, que la verificación de las
consecuencias observacionales no asegura la verdad de la hipótesis.
El inconveniente de los razonamientos deductivos válidos es que si bien formalmente de
premisas verdaderas se obtienen necesariamente conclusiones verdaderas, la verdad de la
conclusión no garantiza que las premisas sean verdaderas, porque existen formas de
razonamiento válidas que, a pesar de que contienen alguna premisa falsa, permiten inferir
conclusiones verdaderas. Por lo tanto, a partir de conclusiones verdaderas no se puede asegurar
entonces de manera necesaria que las premisas también lo sean.
El hecho de que las confirmaciones de hipótesis no son concluyentes llevó a los defensores
del método a argumentar que si una hipótesis cuenta con un gran número de enunciados
observacionales que la avalan, y además resulta coherente con otras explicaciones anteriores bien
establecidas, podríamos legítimamente elevarla a ley científica. Se ve de todas maneras la
debilidad del argumento, que hace retomar a las críticas hechas al inductivismo: ¿cuál sería el
número suficiente de confirmaciones empíricas que garantizaría la verdad de una hipótesis?

Las tesis básicas del método hipotético deductivo son las siguientes:
1- La investigación científica parte de problemas (y no de observaciones).
2- El científico inventa libremente hipótesis con el objetivo de solucionar el problema.
3- Las hipótesis guían el desarrollo de las investigaciones y dirigen las observaciones y la
selección de datos relevantes.
4- La justificación y aceptación de las hipótesis se basa en la contrastación empírica de
sus consecuencias observacionales.
5- Si una hipótesis reúne un gran número de confirmaciones, se convierte en ley
científica.

Pasos del método hipotético deductivo:


1- Planteo de un problema.

55
2- Formulación de una hipótesis como solución tentativa.
3- Deducción de consecuencias observacionales de la hipótesis propuesta.
4- … Revisar.

Buscar páginas 136 y 137.

Falsacionismo.
Popper propone un método que llama “falsacionista” o de “conjeturas y refutaciones”, el
cual introduce modificaciones importantes al método hipotético deductivo, pero apoyándose en
su lógica. El método se afirma en el hecho de que, desde el punto de vista lógico, no es lo mismo
refutar que confirmar hipótesis. Si bien es cierto que no se puede afirmar la verdad de una
hipótesis a partir de ciertos casos singulares que presuntamente la confirman, dado que, como
vimos anteriormente, la confirmación se apoya en un razonamiento falaz o en un razonamiento
válido que no permite asegurar la verdad de las premisas a partir de la verdad de la conclusión. En
cambio, es posible afirmar concluyentemente la falsedad de una hipótesis a partir de un caso u
observación que la contradiga. La refutación, al basarse en el razonamiento válido modus tollens,
garantiza que la conclusión sea necesariamente verdadera si las premisas son verdaderas.
El modus tollens es un razonamiento deductivo válido, lo que significa que su conclusión
se deduce necesariamente de las premisas y que de premisas verdaderas se obtienen conclusiones
verdaderas.
Hay, por lo tanto, una asimetría en la contrastación de hipótesis: la confirmación se apoya
en una falacia, por lo que las hipótesis no pueden asegurarse concluyentemente, dando carácter
de provisoriedad al conocimiento científico, mientras que la refutación se apoya en un
razonamiento deductivo válido que permite asegurar la falsedad de las hipótesis a partir de ciertas
consecuencias observacionales que las refuten. De esta asimetría se vale Popper para hacer de la
lógica de la refutación y del razonamiento modus tollens el punto de apoyo seguro de la
investigación científica: basándonos en enunciados observacionales verdaderos es posible
justificar la pretensión de que una teoría explicativa universal es falsa.
Los pasos metodológicos que propone el falsacionismo son similares a los del hipotético
deductivo.
1- Frente a problemas de investigación.
2- El científico es libre de proponer hipótesis como soluciones tentativas a los mismos.
3- Pero, y en esto radica una significativa diferencia, una vez propuesta la hipótesis, el
investigador debe poder deducir de ella consecuencias observacionales que, de llegar
a producirse, mostrarían que la hipótesis es falsa.
4- Luego de lo cual el científico realizará las observaciones o experimentos que se
requieran para intentar encontrar las consecuencias observacionales refutatorias.
5- De llegar a encontrar los falsadores potenciales, mediante enunciados observacionales
falsados, la hipótesis se refuta y se descarta.
6- Buscándose una nueva hipótesis
7- De lo contrario, se la conserva provisoriamente hasta que aparezcan hechos que la
refuten.

56
El criterio de demarcación de la ciencia.
El criterio que determina si una explicación es científica o no es el de falsabilidad. Las
explicaciones propuestas deben ser falsables, deben poder ser puestas a prueba críticamente,
deben ofrecer casos posibles que si ocurriesen la derribarían.
No son enunciados falsables:
1- Enunciados y teorías tautológicos.
2- Enunciados y teorías metafísicos.
3- Enunciados y teorías vagos e imprecisos.
4- Teorías que explican cualquier estado posible del universo.

La evaluación crítica de teorías científicas.


Popper propone cuatro pasos para evaluar una teoría.
1- Determinar su coherencia interna, investigando la relación lógica que existe entre las
conclusiones de la teoría y sus enunciados principales, no pudiendo existir entre
ambos contradicciones.
2- Determinar si formalmente es tautológica.
3- Comparar la teoría con otras anteriores para determinar si constituye un progreso
científico. Que no sea refutada donde otras lo fueron.
4- Contrastar la teoría tomando cada una de sus hipótesis y deduciendo de ellas
consecuencias observacionales refutatorias, para luego compararlas con los resultados
obtenidos en las aplicaciones prácticas y los experimentos.

La preferencia entre teorías y el valor del error.


Para el falsacionismo, cuanto más audaz sea una hipótesis respecto del estado de
conocimiento aceptado, mejor explicación científica es. Una teoría muy buena para los científicos
es aquella que proponga explicaciones de amplio alcance acerca del mundo, lo que la convierte en
muy falsable, y que al mismo tiempo resista los intentos de falsación.
Popper define el falsacionismo como un método crítico de ensayo y supresión de errores,
de proponer teorías y someterlas a contrastaciones rigurosas. Y en este proceder crítico radicaría
la posibilidad de progreso para la ciencia, dado que falsar una hipótesis, descubrir el error,
constituye también un conocimiento científico positivo. El falsacionismo afirma que la ciencia
progresa porque produce cada vez mejores explicaciones que las anteriores.

Las tesis básicas del falsacionismo son:


1- No es posible justificar una teoría científica mediante enunciados observacionales.
2- Todas las hipótesis son proposiciones cuya verdad es una conjetura.
3- Es posible justificar que una teoría es falsa basándonos en enunciados observacionales
verdaderos que la contradigan.
4- Para que una proposición sea científica tiene que ser falsable.

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5- La ciencia procede por conjeturas y refutaciones, proponiendo teorías audaces y
sometiéndolas a contrastaciones, prefiriendo aquellas teorías que hayan sobrevivido
hasta ahora a los intentos de refutación.
6- La ciencia progresa a partir del error, eliminando las explicaciones refutadas y
produciendo explicaciones mejores que no fracasen donde las anteriores lo hicieron.

Críticas y problemas del falsacionismo.


La refutación depende de los enunciados observacionales: si bien formalmente el modus
tollens garantiza que, si sus premisas son verdaderas, la conclusión también lo será, esto introduce
nuevamente el problema de la verdad de los enunciados observacionales. Si éstos contienen carga
teórica y las teorías con las que se construyen son erróneas, nada impide que se refuten hipótesis
correctas sobre la base de enunciados observacionales falsos por haber sido elaborados desde un
marco teórico incorrecto. Tal posibilidad hace que no sean necesariamente las hipótesis sino los
enunciados observacionales los equivocados y que la falsación no sea tan concluyente como
pretendía Popper. Popper mismo ya había advertido el problema del carácter hipotético de toda
observación y de todo enunciado observacional, por lo que termina cayendo en una posición
convencionalista: los enunciados observacionales se aseguran mediante acuerdos entre los
científicos acerca de lo que ven. Se advierte, sin embargo, que estos acuerdos tienen como límite
el que los científicos compartan el marco teórico desde donde interpretan los hechos.

Complejidad de las situaciones de contrastación: no se confrontan nunca hipótesis


científicas aisladas con experiencias, sino series de hipótesis sistemáticamente articuladas cuyas
relaciones con las experiencias no son nunca tales que resulte claro y evidente cuál, entre estas
teorías, es la refutada por los hechos.

La ciencia no ha sido falsacionista a lo largo de la historia: de haberse aplicado el


procedimiento falsacionista en algunas de las principales teorías de la historia de la ciencia,
habrían sido descartadas en el momento en el que surgieron. No es de extrañar que las teorías
audaces para el estado de conocimiento de la época en que surgen comiencen por ser refutadas.

Las hipótesis principales de una teoría no se refutan por decisión de los científicos: dado
que todo fenómeno puede encerrar varias explicaciones, muchas de las cuales desconocemos, lo
razonable, antes de refutar una hipótesis considerada segura, es pensar qué hipótesis podría
explicar la aparente excepción a la regla general, y luego ponerla a prueba en la experiencia.
Estas explicaciones que los investigadores proponen son hipótesis auxiliares que cumplen
una doble función: salvar de la refutación la hipótesis considerada segura e intentar dar cuenta de
la aparente excepción.
Supongamos ahora que los investigadores han ido proponiendo hipótesis auxiliares que
luego han sido refutadas por la experiencia y ya no se les ocurre proponer nuevas explicaciones.
En ese caso, los científicos cuentan con el recurso de seguir salvando la hipótesis principal
mediante una hipótesis “ad hoc”. Tal hipótesis cumple únicamente con la función de salvar de la
refutación una hipótesis considerada segura, sin explicar la aparente excepción ni aportar alguna

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dirección a las investigaciones. De esta manera la hipótesis cuestionada se sigue manteniendo por
decisión de los científicos, hasta que futuras investigaciones arrojen nueva luz sobre este
inexplicable fenómeno. Se advierte la inconsistencia lógica de tal afirmación (“todo A es B, menos
un A que no es B”). (A veces no es prudente desechar una hipótesis por un caso que la contradiga)
Las hipótesis auxiliares y las ad hoc se emplean usualmente en la investigación científica,
pero su uso afecta directamente las tesis de la propuesta falsacionista, pues siempre es posible
salvar una hipótesis considerada segura por los científicos mediante este tipo de procedimientos.
Lo anterior muestra que el falsacionismo es menos una sistematización del modo en el que
proceden los científicos dando cuenta de su práctica que un marco normativo que les indica cómo
deben proceder en sus investigaciones.

Filosofía de la ciencia
Javier Echeverría.

Los cuatro contextos de la actividad científica.


Introducción
La distinción entre el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación ha tenido un papel
muy importante en el desarrollo de la filosofía de la ciencia en el siglo XX. Propuesta por
Reichenbach, ha sido aceptada sin apenas objeciones durante varias décadas.
La distinción de Reichenbach parte de un malentendido fundamental, que afecta a toda la
tradición de la concepción heredada en filosofía de la ciencia, a saber: la reducción de la ciencia al
conocimiento científico. Contrariamente a esta concepción, hay que considerar que la ciencia es
una actividad, y que los estudios sobre la ciencia, no pueden restringirse únicamente a los
aspectos cognoscitivos de la actividad científica. Como consecuencia, afirmamos que es preferible
distinguir cuatro ámbitos en la actividad científica: los contextos de educación, innovación,
evaluación y aplicación.

La distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación


La idea central de Reinchenbach consistía en prescindir de los procesos científicos reales, tomando
como objeto de la filosofía de la ciencia una reconstrucción lógica de las teorías. “podríamos decir
que una reconstrucción lógica se corresponde con la forma en que los procesos de pensamiento
son comunicados a otras personas, en lugar de la forma en que son subjetivamente
conformados”…”introduciré los términos contexto de descubrimiento y contexto de justificación
para hacer esta distinción. Por tanto, tenemos que decir que la epistemología sólo se ocupa de
construir el contexto de justificación”
Reichenbach dejaba así de lado algunos aspectos de la ciencia. Un científico puede estar guiado en
sus investigaciones por hipótesis metafísicas, creencias religiosas, convicciones personales o

59
intereses políticos o económicos. Para los defensores del empirismo lógico, todos estos aspectos
de la actividad científica no debían ser estudiados por los epistemólogos.
Lo esencial para los empiristas lógicos eran los resultados finales de la investigación científica: los
hechos descubiertos, las teorías elaboradas, los métodos lógicos utilizados y la justificación
empírica de las consecuencias y predicciones que se derivan de las teorías.
Los filósofos de la ciencia admitieron durante muchos años esta distinción y excluyeron el
contexto de descubrimiento de la reflexión epistemológica.

Críticas a la distinción de Reichenbach.


La polémica entre los autores de inspiración historicista (1960-70) y los defensores del positivismo
no versaba tanto sobre la distinción misma, sino sobre la restricción de la filosofía de la ciencia al
contexto de justificación, propugnada por los empiristas lógicos.

Los cuatro contextos de la ciencia.


Distinguiremos cuatro contextos en la actividad tecno-científica: el contexto de educación
(enseñanza y difusión de la ciencia), el contexto de innovación, el contexto de evaluación (o de
valoración) y el contexto de aplicación.
Como bien muestra la historia de la ciencia mediante múltiples ejemplos, las teorías científicas,
entendidas como sistemas puramente cognoscitivos, se ven profundamente transformadas por
sus aplicaciones a ámbitos empíricos concretos o por la resolución de problemas previamente
planteados.
Una aplicación propuesta para una teoría ha de ser, en primer lugar, descubierta, posteriormente
es aplicada a título de ensayo, ulteriormente ha de ser justificada. Conviene, por tanto, distinguir
el contexto de aplicación de los dos contextos clásicos. No es lo mismo elaborar ni presentar una
teoría científica bien construida que aplicarla a la resolución de cuestiones concretas.
Por otro lado, para entender un enunciado científico hay que haber aprendido todo un sistema de
complejos conocimientos, teóricos y prácticos, sin los cuales no hay posibilidad de descubrir, de
justificar, ni tampoco de aplicar el conocimiento científico.
1) La enseñanza de la ciencia incluye dos acciones recíprocas básicas: la enseñanza y el
aprendizaje de sistemas conceptuales y lingüísticos, por una parte, pero también de
representaciones e imágenes científicas, notaciones, técnicas operatorias, problemas y
manejo de instrumentos. Cada individuo habrá de mostrar que tiene una competencia en
el manejo de todos esos sistemas sígnicos y operatorios. A partir de ello podrá ser
reconocido (o rechazado) como posible candidato a devenir miembro de una comunidad
técnica o científica concreta.
La enseñanza de la ciencia está socialmente regulada y posee sus propias técnicas de
presentación, justificación, valoración y aplicación de las teorías científicas, que no tienen
por qué ser las mismas que las usadas en los restantes ámbitos de la actividad científica.
Hay por tanto una mediación social que delimita los conocimientos y las habilidades
básicas de un futuro científico.

60
Uno de los objetivos básicos de la enseñanza de la ciencia es la adquisición por parte de
los estudiantes de representaciones mentales adecuadas de conocimientos científicos
previos.
Es importante subrayar que dicha construcción de representaciones mentales nunca es
una actividad exclusivamente individual, sino que está profundamente mediatizada por la
sociedad.
Las diversas comunidades científicas siempre pugnan por tener agentes activos en defensa
de sus paradigmas en el ámbito docente. Los procesos de cambio en el contexto de
enseñanza suelen resultar mucho más lentos y difíciles de llevar a cabo que los cambios
científicos en el contexto de innovación. Los procesos de cambio en el contexto de
educación siempre son ilustrativos de los grandes cambios científicos, pero entendidos
éstos como cambios sociales, y no solamente como transformaciones en el seno de la
propia comunidad científica.
Conviene tener presente, además, que la difusión y la divulgación científica ha de ser
incluida en este primer ámbito de la actividad científica. Ésta es la que genera una imagen
social de la investigación, de las teorías y del progreso científico, y por consiguiente una
imagen social del mundo.
2) Un segundo ámbito lo constituye el antiguo contexto de descubrimiento, al cual hay que
añadir, si queremos estudiar la tecno-ciencia actual, y no solamente la ciencia clásica, la
función de innovación y de invención que ha caracterizado históricamente a los ingenieros
y a los técnicos por oposición a los científicos: por eso es preferible llamarlo contexto de
innovación.
Los laboratorios y los locales de estudio de los tecno-científicos son el escenario
fundamental para este segundo ámbito, en el que prima la producción de conocimiento,
pero en el que también puede haber una importante componente de construcción de
nuevos artefactos. No hay que pensar que la actividad científica en este segundo ámbito
está centrada en la investigación sobre la naturaleza. La realidad que se investiga siempre
está pre-construida socialmente, y con mucha frecuencia el campo de investigación es
artificial por su propia construcción.
3) Un tercer ámbito lo constituye el consabido contexto de justificación.
Independientemente de que dicha justificación fuera lógico-deductivista, inductivista,
probabilista, verificacionista, falsacionista o de cualquier otro tipo, lo cierto es que, si
admitimos que el segundo ámbito de la actividad científica es el de innovación, y no sólo el
de descubrimiento, entonces necesariamente hemos de ampliar el contexto de
justificación. Por ello proponemos hablar del contexto de valoración o evaluación de la
actividad tecno-científica, y no sólo de la justificación del conocimiento científico.
Lo importante es subrayar que, al igual que en los ámbitos precedentes, siempre hay una
sanción o juicio social sobre la actividad científica. No es la contrastación con la
experiencia lo que determina la validez o invalidez de una novedad científica, sino su
contrastación con otros agentes sociales, cuyas tablas de valores pueden ser cambiantes.
4) La ciencia, por último, se muestra particularmente activa a la hora de ser aplicada para
modificar, transformar y mejorar el medio, el entorno, el mundo o la realidad.

61
No es lo mismo elaborar una teoría en el laboratorio o en el gabinete que presentarla ante
la comunidad científica, enseñarla en las aulas o divulgarla al gran público. La comunidad
científica suele contar con diferentes especialistas para cada uno de esos tres contextos: el
lenguaje y los métodos son muy distintos, aun en el caso de que se esté aludiendo a un
mismo hecho, teoría, descubrimiento o invención. A pesar de todas esas diferencias, los
tres ámbitos se inter corresponden entre sí.
En el caso del ámbito de aplicación y transformación, las producciones y artefactos
científicos sufren cambios todavía más profundos.
La política y la gestión científicas pasan aquí a ser fundamentales, la propia sociedad
introduce sus criterios de aceptación de la actividad tecno-científica, que se ve ahora
sometida a un juicio global externo a la comunidad científica.

UNIDAD 4
LAS CIENCIAS SOCIALES

La estructura de la ciencia
Ernest Nagel.
Problemas metodológicos de las ciencias sociales.
A pesar de la larga historia del interés activo por los fenómenos sociales, los
ordenamientos experimentales y la recolección metódica de elementos de juicio para
evaluar las creencias acerca de ellos son de origen relativamente reciente.
De todos modos, en ningún dominio de la investigación social se ha establecido un cuerpo
de leyes generales comparable con las teorías sobresalientes de las ciencias naturales en
cuanto a poder explicativo o a capacidad de brindar predicciones precisas y confiables.
La mayoría de los estudiosos competentes no creen, en la actualidad, que en un futuro
previsible pueda elaborarse una teoría fundada empíricamente, capaz de explicar en
términos de un único conjunto de suposiciones integradas, toda la variedad de los
fenómenos sociales. Además, muchos expertos en ciencias sociales son de la opinión de
que aún no ha madurado el momento de elaborar teorías destinadas a explicar
sistemáticamente ni siquiera ámbitos limitados de fenómenos sociales.
Se reconoce también por lo general que en las ciencias sociales no hay nada semejante a
la casi completa unanimidad que se encuentra comúnmente entre los investigadores
competentes de las ciencias naturales en cuanto a cuáles son los hechos establecidos,
cuáles son las explicaciones razonablemente satisfactorias de los hechos afirmados y
cuáles son los procedimientos válidos de una investigación bien fundada. Las ciencias
sociales a menudo producen la impresión de que son el campo de batalla de escuelas de
pensamiento en guerra interminable.
En todo caso, es de conocimiento público que los científicos sociales continúan divididos
en lo concerniente a problemas fundamentales de la lógica de la investigación social
implícitos en las cuestiones mencionadas. En particular, existe una perdurable divergencia
de objetivos científicos declarados entre quienes consideran los sistemas explicativos y los

62
métodos lógicos de las ciencias naturales como modelos que deben ser emulados en la
investigación social y quienes consideran fundamentalmente inadecuado para las ciencias
sociales buscar teorías explicativas que utilicen distinciones abstractas alejadas de la
experiencia familiar y que exigen elementos de juicio favorables públicamente accesibles
(o “intersubjetivamente válidos”).

Formas de investigación controlada.


En la suposición de que el objetivo principal de la ciencia social teórica es establecer leyes
generales que puedan servir como instrumentos para la explicación sistemática y la
predicción confiable, muchos estudiosos de los fenómenos sociales han tratado de dar
cuenta de la relativa escasez de leyes dignas de confianza que hay en sus disciplinas.
Quizá la fuente de dificultades mencionada con mayor frecuencia es el margen de
posibilidades presuntamente estrecho de realizar experimentos controlados de
fenómenos sociales.
El alcance de la experimentación en las ciencias sociales está muy limitado por la
circunstancia de que sólo se puede realizar un experimento controlado si es posible
provocar repetidamente modificaciones observables en el fenómeno estudiado,
posibilidad que parece claramente excluida para aquellos fenómenos sociales que
evidentemente no se repiten y son históricamente únicos.
Estas afirmaciones acerca del alcance restringido de los experimentos controlados en las
ciencias sociales plantean muchos problemas importantes. (1) ¿Es la experimentación
controlada una condición sine qua non para obtener un conocimiento fáctico bien fundado
y, en particular, para establece leyes generales?; (2) ¿hay solamente, de hecho, una
posibilidad despreciable de que las ciencias sociales puedan disponer de procedimientos
empíricos controlados?
1- Esta conjetura es obviamente incorrecta si se la extiende a todos los dominios de la
investigación en los que se han establecido vastos sistemas explicativos. (Astronomía y
astrofísica).
Sin embargo, toda rama de la investigación que aspire a obtener leyes generales
dignas de confianza en lo concerniente a temas empíricos debe emplear un
procedimiento que, si no constituye estrictamente un experimentación controlada, al
menos tiene las funciones lógicas esenciales del experimento en la investigación. Este
procedimiento, al que llamaremos “investigación controlada”, no requiere, como la
experimentación, la reproducción a voluntad de los fenómenos en estudio o la
manipulación concreta de variables, pero se asemeja mucho a la experimentación en
otros aspectos.
La investigación controlada consiste en la búsqueda deliberada de situaciones
diferentes en las cuales el fenómeno se manifieste uniformemente o se manifieste en
algunos casos pero no en otros, y en el ulterior examen de ciertos factores destacados
en esas ocasiones con el fin de discernir si las variaciones de esos factores se
relacionan con diferencias en los fenómenos; se seleccionan para su cuidadosa
observación esos factores y las manifestaciones diferentes del fenómeno porque se

63
supone que están relacionados de manera significativa. Desde el punto de vista del
papel lógico que tienen los datos empíricos en la investigación, evidentemente carece
de importancia si las variaciones observadas en el fenómeno son introducidas por el
científico mismo o si tales variaciones se han producido “naturalmente” y éste solo las
encuentra, siempre que las observaciones hayan sido realizadas con igual cuidado en
todos los casos y que los sucesos en los que se manifiestan las variaciones en los
factores y en el fenómeno sean semejantes en todos los otros aspectos importantes.
En resumen, aunque es posible realizar progresos científicos sin experimentos, parece
ser indispensable la experimentación controlada o la investigación controlada.
Diremos que una investigación que utilice uno u otro de estos procedimientos es una
investigación empírica controlada.
2- En consecuencia, cabe preguntarse si en las ciencias sociales el ámbito para aplicar
procedimientos que sean estrictamente experimentales o que tengan el mismo papel
lógico de los experimentos es casi nulo, como se afirma frecuentemente. La afirmación
de que este ámbito es muy pequeño comúnmente reposa sobre algunas concepciones
equivocadas que ahora examinaremos brevemente.
Examinemos brevemente las principales formas que adopta realmente el estudio
empírico controlado en las ciencias sociales.
a- Uno de ellos es el experimento de laboratorio, en esencia similar a los
experimentos de laboratorio de las ciencias naturales. Consiste en construir una
situación artificial que se asemeje a las situaciones reales de la vida social en
ciertos aspectos, pero que se ajuste a los requisitos que normalmente no
satisfacen estas últimas, en el sentido de que algunas de las variables que se
suponen importantes para la aparición de un fenómeno social pueden ser
manejadas en la situación del laboratorio, mientras que otras variables
importantes pueden ser mantenidas, al menos, aproximadamente constantes. Es
correcta la observación de que no es posible aceptar con confianza
generalizaciones concernientes a fenómenos sociales basadas exclusivamente en
experimentos de laboratorio, sin una ulterior investigación de medios sociales
naturales.
b- Un segundo tipo de experimentos es el llamado “experimento de campo”. En tales
experimentos, en lugar de un sistema social en miniatura creado artificialmente, el
sujeto experimental es alguna comunidad “natural”, pero limitada, en la cual se
pueden manejar ciertas variables, de modo que sea posible establecer mediante
ensayos repetidos si determinados cambios en esas variables generan o no
determinadas diferencias en un fenómeno social.
c- Pero la gran parte de la investigación empírica controlada en las ciencias sociales
no es experimental en el sentido que hemos dado a este término, aunque
frecuentemente se designan a tales investigaciones con nombres como los de
“experimentos naturales”, “experimentos ex post facto” u otros análogos. El
objetivo de estas investigaciones es, por lo general, determinar si algún suceso,
conjunto de sucesos o complejo de características está o no relacionado

64
causalmente con la aparición de ciertos cambios o características sociales en una
sociedad determinada y, en caso afirmativo, cuál es esa relación. A pesar del
hecho de que no es posible manejar a voluntad las variables que se suponen de
importancia en estas investigaciones o de que las variaciones en esas variables ni
siquiera pueden haber sido planeadas por nadie, las investigaciones satisfacen en
mayor o menor grado los requisitos de la investigación empírica controlada.
Puesto que, por hipótesis, en estas investigaciones los factores importantes no
pueden ser manipulados directamente, debe efectuarse el control de alguna otra
manera.
Se logra este control si es posible obtener suficiente información acerca de estos
factores, de modo que el análisis de la información permita realizar
construcciones simbólicas en las cuales algunos de los factores estén
representados como constantes, en contraste con las correlaciones, o falta de
correlaciones, entre los datos reunidos sobre las variaciones de los otros factores y
los datos reunidos acerca del fenómeno. Por consiguiente, los objetos
manipulados en estas investigaciones son los datos de observación registrados
acerca de los factores importantes en lugar de los factores mismos.

Relatividad cultural y leyes sociales.


Otra dificultad citada a menudo como un obstáculo para el establecimiento de leyes
generales en las ciencias sociales y estrechamente relacionada con la dificultad ya examinada es el
carácter “históricamente condicionado” o “culturalmente determinado” de los fenómenos
sociales. Aunque la mayoría, si no todas las sociedades del pasado y del presente presentan una
serie de instituciones análogas, en general, estas instituciones se han desarrollado como
respuestas a ambientes distintos y obedecen a tradiciones culturales diferentes, de modo que las
estructuras internas y las interrelaciones de las instituciones semejantes en sociedades diferentes
son también diferentes, por lo común. En consecuencia, las conclusiones obtenidas mediante el
estudio controlado de datos de muestreo de una sociedad probablemente no sean válidas para
una muestra sacada de otra sociedad. La esencia de esta argumentación, que señala un serio
obstáculo para el establecimiento de leyes sociales muy generales, es inobjetable.
1- Una fuente común de escepticismo con respecto a las perspectivas de lograr leyes
sociales transculturales es la suposición tácita de que las leyes científicas deben
permitirnos hacer predicciones precisas del futuro indefinido.
No se requiere un examen muy prolongado para demostrar que las circunstancias que
permiten realizar predicciones a largo plazo en la astronomía no existen en otras
ramas de la ciencia natural, y que, a este respecto, la mecánica celeste no es una
ciencia física típica. Tales predicciones son posibles porque, para todos los propósitos
prácticos, el sistema solar es un sistema aislado, que seguirá aislado, según hay
razones para creer, en un futuro indefinidamente largo. En la mayoría de los otros
dominios de la investigación física, en cambio, los sistemas en estudio no satisfacen los
requisitos de las predicciones a largo plazo.

65
Así, la incapacidad para prever el futuro indefinido no es algo exclusivo del estudio de
las cuestiones humanas y no constituye una señal segura de que no se han establecido
o no se puedan establecer leyes de vasto alcance acerca de los fenómenos.
2- Otra concepción equivocada, relacionada con la anterior, es la suposición de que
grandes diferencias en las características y regularidades específicas de conducta que
se manifiestan en una clase de sistemas excluyen la posibilidad de que haya un
esquema común de relaciones subyacentes en esas diferencias, y de que las
características manifiestamente disímiles de los diversos sistemas no pueden ser
entendidas en términos de una única teoría acerca de esos sistemas. Esta suposición
habitualmente surge de no distinguir entre la cuestión de si hay una estructura de
relaciones invariante en una clase de sistemas que pueda ser formulada como una
teoría general y la cuestión de si las condiciones iniciales adecuadas para aplicar la
teoría a alguno de los sistemas son uniformemente las mismas en todos los sistemas.
El hecho de que los procesos sociales varíen según sus marcos institucionales y de que
las uniformidades específicas que se encuentran en una cultura no puedan extenderse
a todas las sociedades no excluye la posibilidad de que dichas uniformidades sean
especializaciones de estructuras relacionales invariantes para todas las culturas. Pues
las diferencias manifiestas en la organización de las diferentes sociedades y en los
modos de conducta que se dan en ellas pueden ser consecuencia, no de tipos
incomparablemente disímiles de relaciones sociales, sino simplemente de las
diferencias en los valores específicos de algún conjunto de variables que constituyen
los componentes elementales de una estructura de conexiones común a todas las
sociedades.
3- Es oportuno efectuar otra advertencia relativa a la consideración del alcance limitado
de las leyes sociales debido al carácter históricamente condicionado de los fenómenos
sociales. Obviamente, para que una ley de un dominio determinado de la investigación
abarque una gama amplia de fenómenos que manifiestan diferencias
reconocidamente importantes, la formulación de la ley debe ignorar esas diferencias,
de modo que los términos empleados en la formulación no deben hacer ninguna
mención explícita de características específicas de los fenómenos que se producen en
circunstancias especiales.
Sin embargo, esta técnica para dar mayor generalidad a las formulaciones no siempre
es posible o conveniente. Otro recurso utilizado comúnmente en las ciencias naturales
es formular una ley para un llamado “caso ideal”, de modo que la ley enuncia alguna
relación de dependencia que sólo es válida presuntamente en ciertas condiciones
límites, aunque estas condiciones se realicen raramente o no se realicen nunca.
Si bien en su enunciación formal una ley puede tener, en apariencia, una vasta
generalidad y una gran simplicidad, dicha enunciación puede no revelar la restricción
de su alcance y la complejidad de su contenido, que surgen a menudo cuando se
introducen las condiciones reales para aplicar la ley a situaciones concretas.
Por lo tanto, es evidente que el carácter históricamente condicionado de los
fenómenos sociales no constituye ningún obstáculo inherente a la formulación de

66
leyes transculturales de gran generalidad. La escasez de los logros indiscutiblemente
afortunados de este tipo debe atribuirse, en parte, a las nociones teóricas específicas
empleadas en esos intentos, pero quizás en mayor medida a las dificultades para
discernir de qué manera es necesario modificar las enunciaciones que utilizan
nociones “ideales” a la luz de las circunstancias especiales que se presentan en las
situaciones sociales concretas a las cuales pueden aplicarse dichas formulaciones.

El conocimiento de los fenómenos sociales como variable social.


Una tercera dificultad que deben enfrentar las ciencias sociales, considerada a veces como
la mayor de todas, surge del hecho de que los seres humanos a menudo modifican sus modos
habituales de conducta social como consecuencia de la adquisición de nuevo conocimiento acerca
de los sucesos en los cuales participan o de la sociedad a la que pertenecen. Esta dificultad tiene
dos facetas: una relativa a la investigación de los fenómenos sociales; la otra a las conclusiones
alcanzadas en tales investigaciones.
1- Si el proceso de reunir elementos de juicio relativos a una hipótesis acerca de un tema
determinado sólo permite obtener datos cuyas características, identificadas como
constituyendo los elementos de juicio importantes, son creadas por el proceso mismo,
resulta evidentemente incorrecto evaluar la hipótesis simplemente sobre la base de
tales datos.
Es innegable que la dificultad es seria, y no hay ninguna fórmula general para eludirla;
pero no es una dificultad que sea exclusiva de las ciencias sociales ni es insuperable en
principio. Así, los estudiosos de las ciencias naturales están familiarizados desde hace
tiempo con el hecho de que los instrumentos utilizados para efectuar mediciones
pueden provocar alteraciones en la misma magnitud que se quiere medir.
En ambos grupos de disciplina, la dificultad surge porque se producen cambios en los
fenómenos por los medios utilizados para investigarlos. Sin embargo, aunque en las
ciencias sociales tales cambios pueden ser atribuidos en parte al conocimiento que los
hombres poseen del hecho de que son los sujetos de una investigación, esta diferencia
es relativa al mecanismo particular mediante el cual se provocan cambios en un
dominio, y esta diferencia en el mecanismo por el cual se producen los cambios no
afecta a la naturaleza del problema lógico creado por los cambios. No obstante esto,
en general es menos fácil descontar tales cambios en las ciencias sociales porque en
estas disciplinas hay menos leyes bien establecidas con cuya ayuda pueda estimarse el
alcance de tales cambios. Por otra parte, las ciencias sociales frecuentemente emplean
técnicas de investigación con respecto a las cuales la dificultad no aparece o aparece
en forma menos aguda, por ejemplo, diversos recursos para observar la conducta
social tales que los participantes simplemente no saben que se los observa.
2- El segundo aspecto de la dificultad en discusión concierne a la validez de las
conclusiones que se alcanzan en la indagación social. Pues aun cuando las
generalizaciones acerca de fenómenos sociales y las predicciones de sucesos sociales
futuros sean conclusiones logradas en investigaciones indiscutiblemente correctas,
tales conclusiones pueden ser literalmente invalidadas si se convierten en

67
conocimiento público y si, a la luz de este conocimiento, los hombres modifican sus
pautas de conducta sobre cuyo estudio se basan las conclusiones.
Uno de esos tipos es la llamada “predicción suicida” que consiste en predicciones bien
fundadas en el momento en que se las hace y que, por ende, probablemente sean
confirmadas en los sucesos futuros, pero que no obstante esto, son refutadas debido a
acciones emprendidas como consecuencia de la difusión de las predicciones.
El segundo tipo es la llamada “profecía auto-realizadora”, a este tipo pertenecen las
profecías que son falsas en el momento en el cual se las hace, pero que resultan
verdaderas debido a las acciones emprendidas como consecuencia de creer en las
predicciones.
Aunque este hecho indudablemente complica la búsqueda de generalizaciones bien
fundadas relativas a fenómenos sociales, no elimina, como se alega comúnmente, la
posibilidad misma de establecer leyes sociales generales. Hagamos explícito el porqué
de esto.
a- En primer lugar, quienes hacen tal afirmación pasan por alto el hecho elemental
de que un enunciado que pretende ser una ley tiene la forma lógica de un
condicional, aunque la formulación particular empleada no lo revele
explícitamente. Tales enunciados simplemente afirman que si se satisfacen ciertas
condiciones, entonces se producen también otras cosas. Por consiguiente, la
validez fáctica de una ley social propuesta no depende de que un caso
determinado de la cláusula antecedente del condicional sea categóricamente
verdadero, aunque la aplicabilidad de la ley a una situación dada depende de que
se cumplan en esta situación las condiciones mencionadas en el antecedente.
b- En segundo lugar, no hay ninguna razón válida para descartar definitivamente la
posibilidad de elaborar leyes cuyas cláusulas antecedentes tomen en cuenta la
presencia de acciones deliberadamente emprendidas sobre la base de un
conocimiento concerniente a procesos sociales. Por el contrario, de hecho a veces
es posible prever, aunque sólo sea de una manera general, cuáles son las
consecuencias probables que puede tener para hábitos sociales establecidos la
adquisición de nuevos conocimientos o nuevas habilidades. Aunque los efectos de
un conocimiento recientemente adquirido acerca de las pautas sociales de
conducta pueden no ser predecibles con minucioso detalle, a veces puede darse al
menos una descripción aproximada de las consecuencias probables de tales
innovaciones. Para resumir, si el conocimiento que los hombres poseen de los
procesos sociales es una variable que interviene en la determinación de los
fenómenos sociales, no hay ningún fundamento a priori para sostener que los
cambios de esta variable y los efectos que ellos puedan producir no pueden ser
objeto de leyes sociales.
c- Finalmente, aunque a menudo se ha subestimado la influencia de las creencias y
las aspiraciones de los hombres sobre la historia humana, es igualmente fácil
exagerar el papel regulador de la elección deliberada en la determinación de los

68
sucesos humanos aun cuando la elección se base en un considerable conocimiento
de los procesos sociales.
Aunque existe siempre la genuina posibilidad de que la acción basada en el
conocimiento de los procesos sociales modifique el carácter de esos procesos, tal
posibilidad a menudo puede ser ignorada, pues por lo general dicha acción no
transforma radicalmente el esquema total de la conducta social corriente. Por esta
razón, así como por las razones ya examinadas, esta posibilidad no constituye un
obstáculo fatal para el establecimiento de leyes sociales.

La naturaleza subjetiva de los temas de estudio sociales.


La conocida afirmación según la cual las explicaciones objetivamente bien fundadas de
fenómenos sociales son difíciles si no imposibles de alcanzar debido a que esos fenómenos
presentan un aspecto esencialmente “subjetivo” o “impregnado de valoraciones”, da origen a un
cuarto conjunto de cuestiones metodológicas relacionadas entre sí.
Según muchos autores, las motivaciones, las disposiciones, los fines buscados y los valores
(supuestos objetos de estudio de las ciencias sociales), no son cuestiones susceptibles de una
inspección sensorial y no pueden ser conocidos o identificados por medio del uso exclusivo de
procedimientos que son adecuados para explorar los fenómenos públicamente observables de las
ciencias “puramente conductistas” (o naturales). Por el contrario, son cuestiones de las que sólo
podemos adquirir conocimiento a través de nuestra “experiencia subjetiva”.
Se sostiene que las categorías descriptivas y explicativas de las ciencias sociales son
radicalmente “subjetivas”, de modo que estas disciplinas se ven obligadas a confiar en técnicas de
investigación “no objetivas”. El científico social, por lo tanto, debe interpretar los materiales de su
estudio identificándose en su imaginación con los actores de los procesos sociales, considerando
las situaciones con las que se enfrentan como los actores mismos y construyendo “modelos de
motivaciones” en los cuales se atribuyan a esos agentes humanos resortes de su acción y
compromisos con diversos esquemas de valores. El científico social sólo puede lograr esto porque
él mismo es un agente activo en procesos sociales y puede comprender, por ende, a la luz de sus
propias experiencias “subjetivas”, los “significados internos” de las acciones sociales.
Esta descripción del tema de las ciencias sociales plantea muchos problemas, pero en este
contexto sólo recibirán atención los tres siguientes (1) ¿son las distinciones necesarias para
explorar este ámbito exclusivamente subjetivas? (2) ¿es inadecuada una descripción “conductista”
de los fenómenos sociales? (3) ¿la atribución de estados “subjetivos” a agentes humanos cae fuera
del alcance de los cánones lógicos utilizados en la investigación de propiedades “objetivas”?
1- Frecuentemente es posible investigar muchos aspectos de las actividades dirigidas hacia
un fin sin que sea necesaria la postulación de tales estados. Pero, lo que es aun más
importante, aun cuando las conductas estudiadas por las ciencias sociales estén dirigidas
sin discusión hacia fines perseguidos conscientemente, las ciencias sociales no se limitan a
utilizar exclusivamente distinciones referentes a estados psicológicos.
Aunque a veces pueda explicarse parcialmente la acción intencional con ayuda de
suposiciones concernientes a disposiciones, intenciones o creencias de los actores, otras

69
suposiciones concernientes a cuestiones que los actores desconocen totalmente pueden
también contribuir a explicar sus acciones.
Parece haber excelentes razones para rechazar la conclusión, presuntamente derivada de
esta distinción, según la cual al explicar la conducta intencional el científico social no debe
usar ninguna información disponible para él pero no para los actores. Si no se las excluye,
dado que evidentemente implican nociones que no se refieren a los estados “subjetivos”
de agentes intencionales, es indudable que las categorías descriptivas y explicativas de esa
ciencia no son exclusivamente subjetivas.
2- El propósito declarado del conductismo era investigar la conducta humana de la misma
manera que las investigaciones de procesos químicos o de la conducta de los animales, sin
apelar o sin referirse para nada a los contenidos de conciencia. Sin embargo, los
exponentes de esta forma radical del conductismo no negaban la existencia de estados
mentales conscientes, y su rechazo de la introspección en favor del estudio de la conducta
manifiesta, estaba dominado primordialmente por la preocupación metodológica de basar
la psicología en datos públicamente observables.
3- Supongamos que la finalidad distintiva de las ciencias sociales es comprender los
fenómenos sociales en términos de categorías “significativas”, de modo que el científico
social trata de explicar tales fenómenos atribuyendo diversos estados “subjetivos” a los
agentes humanos que participan en los procesos sociales. Así, la cuestión fundamental
que queda por examinar es si tales atribuciones implican el uso de cánones lógicos
diferentes de los utilizados en conexión con la atribución de características “objetivas” a
las cosas en otros dominios de investigación.
A menudo, es difícil obtener elementos de juicio adecuados en favor de suposiciones
acerca de las actitudes y las acciones de otros hombres; pero, ciertamente, no se los
obtiene simplemente mediante la introspección de los propios sentimientos o examinando
las propias creencias acerca de cómo es probable que se manifiesten tales sentimientos en
la acción, como lo han destacado a menudo los mismos defensores serios de las
explicaciones “interpretativas”.
En realidad, el conocimiento discursivo (es decir, el conocimiento expresable en forma
proposicional, acerca de cuestiones de “sentido común”, así como acerca de los materiales
explorados mediante los procedimientos especializados de las ciencias naturales y
sociales) no consiste en tener sensaciones, imágenes o sentimientos, sean vívidos o
apagados, ni consiste en identificarse de alguna manera inefable con los objetos del
conocimiento, ni en reproducir en alguna forma de experiencia directa el tema del
conocimiento. En cambio, el conocimiento discursivo es una representación simbólica de
sólo ciertos aspectos de un tema determinado; es el producto de un proceso que trata
deliberadamente de formular relaciones entre diversos aspectos de un tema, de modo
que un conjunto de características mencionadas en las formulaciones puedan ser
consideradas como un indicio seguro de la presencia de otras características mencionadas;
y supone como condición necesaria de su adecuado fundamento la posibilidad de verificar
esas formulaciones a través de observaciones sensoriales controladas por cualquiera que
quiera tomarse el trabajo de verificarlas. Si podemos pretender con razón que sabemos

70
que los individuos poseen los estados que se les atribuyen y que tales estados tienden a
producir formas específicas de conducta, podemos hacerlo solamente sobre la base de
elementos de juicio obtenidos por la observación de eventos objetivos, por la observación
de la conducta humana manifiesta.
En resumen, el hecho de que el científico social, a diferencia del estudioso de la naturaleza
inanimada, pueda proyectarse a sí mismo por un esfuerzo de imaginación en los
fenómenos que trata de comprender, concierne a los orígenes de sus hipótesis
explicativas, pero no a su validez. Su capacidad para entrar en relaciones de empatía con
los actores humanos de un proceso social puede ser heurísticamente importante para sus
esfuerzos por inventar hipótesis adecuadas que expliquen el proceso. Pero su
identificación empática con esos individuos no es, en sí misma, conocimiento. El hecho de
que logre tal identificación no anula la necesidad de elementos de juicio objetivos,
evaluados de acuerdo con principios lógicos que son comunes a todas las investigaciones
controladas, para dar apoyo a su atribución de estados subjetivos a esos agentes
humanos.

El sesgo valorativo de la investigación social.


Abordaremos, finalmente, las dificultades que, según se sostiene, encuentran las ciencias sociales
debidas al hecho de que los valores sociales a los cuales adhieren los estudiosos de los fenómenos
sociales, no sólo tiñen el contenido de sus hallazgos, sino también controlan la evaluación de los
elementos de juicio sobre los cuales basan sus conclusiones. Puesto que los científicos sociales
discrepan, en general, en los valores a los que adhieren, la “neutralidad valorativa” que parece ser
tan universal en las ciencias naturales es imposible, se afirma a menudo, en la investigación social.
Nuestro examen considerará por turno el presunto papel de los juicios de valor en: (1) la selección
de problemas, (2) la determinación del contenido de las conclusiones, (3) la identificación de los
hechos y (4) la evaluación de los elementos de juicio.
1- Es casi perogrullesco decir que los estudiosos de cuestiones humanas, como los estudiosos
de cualquier otro dominio de investigación, no investigan todo, sino que dirigen su
atención hacia ciertas partes seleccionadas del inagotable contenido de la realidad
concreta. Además, aunque sólo sea para los fines de nuestra argumentación, admitamos
que el científico social se dirige exclusivamente a las cuestiones que considera importantes
debido a su presunta atinencia a los valores culturales que sustenta. No obstante esto, no
es en modo alguno claro, por qué el hecho de que un investigador seleccione los
materiales que estudia a la luz de problemas que le interesan y que considera relacionados
con cuestiones que juzga importantes tiene mayor trascendencia para la lógica de la
investigación social que para la lógica de cualquier otra rama de la investigación.
No hay diferencia alguna entre las ciencias con respecto al hecho de que los intereses del
científico determinen los objetivos que elije para investigar. Pero este hecho no constituye
en sí mismo ningún obstáculo para la prosecución exitosa de investigaciones
objetivamente controladas en cualquier disciplina.
2- Una razón más substancial que se da comúnmente del carácter valorativo de la
investigación social es que, como el científico social se halla él mismo afectado por

71
consideraciones acerca de lo correcto y lo incorrecto, sus nociones de lo que constituye un
orden social satisfactorio y sus propias normas de justicia personal y social intervienen, de
hecho, en sus análisis de los fenómenos sociales.
Sin duda, está fuera de discusión que los científicos sociales, de hecho, a menudo
trasladan sus propios valores a sus análisis de los fenómenos sociales. Ni es menos
evidente que los estudiosos de cuestiones humanas con frecuencia adhieren a valores
antagónicos, que sus desacuerdos sobre cuestiones de valor a menudo son las fuentes de
desacuerdos concernientes a problemas ostensiblemente fácticos y que, aunque se
suponga que los juicios de valor son intrínsecamente susceptibles de ser sometidos a
prueba o a refutación por elementos de juicio objetivos, al menos algunas de las
diferencias entre los científicos sociales concernientes a juicios de valor no se resuelven
mediante los procedimientos de la investigación controlada.
Tales dificultades no son necesariamente insuperables, ya que por hipótesis no es
imposible distinguir entre hechos y valores, por lo cual pueden tomarse medidas para
identificar una propensión valorativa cuando aparece y reducir al mínimo, si no eliminar
completamente, sus efectos perturbadores.
Una de las contramedidas frecuentemente recomendadas es la de que el científico social
abandone la pretensión de estar libre de toda parcialidad y formule, en cambio, sus
suposiciones valorativas lo más explícita y completamente que pueda.
Sin embargo, por lo general, somos inconscientes de muchas suposiciones que están
implícitas en nuestros análisis y acciones, de modo que a pesar de resueltos esfuerzos por
poner de manifiesto nuestros preconceptos, algunos de ellos pueden no ocurrírsenos
siquiera. Por lo común, se las supera, a menudo sólo gradualmente, a través de los
mecanismos auto-correctivos de la ciencia como empresa social.
3- Hay una argumentación más elaborada en favor de la tesis según la cual las ciencias
sociales no pueden estar exentas de valoraciones. Según tal argumentación, la distinción
entre hechos y valores, supuesta en el examen precedente es insostenible cuando se
analiza la conducta humana intencional, ya que en este contexto los juicios de valor se
mezclan inextricablemente con los que parecen ser enunciados puramente descriptivos.
La afirmación de que una ciencia social exenta de valores es algo intrínsecamente absurdo
confunde dos sentidos muy diferentes del término “juicio de valor”: el sentido en el cual
un juicio de valor expresa aprobación o desaprobación de algún ideal moral o social o de
alguna acción o institución debido a una actitud tomada frente a tal ideal; y el sentido en
el cual un juicio de valor expresa una estimación del grado en el cual algún tipo de acción,
objeto o institución comúnmente admitido y más o menos claramente definido, está
implicado en un caso determinado.
Sin embargo, y este es el punto central de la discusión, no hay ninguna buena razón para
pensar que sea intrínsecamente imposible distinguir los juicios caracterizadores de los
apreciativos implícitos en muchos enunciados, sean éstos afirmados por estudiosos de
cuestiones humanas o por científicos naturales.
4- Nos queda por considerar la tesis de que es imposible crear una ciencia social sin
valoraciones porque éstas intervienen en la misma estimación de los elementos de juicio

72
de los científicos sociales, y no simplemente en el contenido de las conclusiones que
proponen.
Esta tesis sostiene que existe una conexión lógica necesaria, y no meramente contingente
o causal, entre la “perspectiva social” de un estudioso de cuestiones humanas y sus
normas acerca de la investigación social adecuada; en consecuencia, la influencia de los
valores especiales a los cuales adhiere debido a su propia situación social no es eliminable.
Se basa en la suposición según la cual, puesto que las instituciones sociales y sus
productos culturales se hallan en cambio constante, el equipo intelectual necesario para
comprenderlos también debe cambiar, y toda idea utilizada con este propósito sólo es
adecuada, por lo tanto, para una etapa particular del desarrollo humano. Por
consiguiente, ni los conceptos substantivos adoptados para clasificar e interpretar
fenómenos sociales, ni los cánones lógicos utilizados para estimar el valor de tales
conceptos, tienen una “validez intemporal”; no hay ningún análisis de fenómenos sociales
que no sea la expresión de un punto de vista social especial o que no refleje los intereses y
los valores dominantes en algún sector de la escena humana en determinada etapa de su
historia. En consecuencia, aunque puede hacerse una distinción correcta en las ciencias
naturales entre el origen de las concepciones de una persona y su validez fáctica, tal
distinción no puede realizarse en la investigación social, se alega. Los defensores del
“relativismo histórico”, han puesto en tela de juicio la validez universal de la tesis de que
“la génesis de una proposición es, en toda circunstancia, ajena a su verdad”.
En primer término, no hay elementos de juicio adecuados que demuestren que los
principios utilizados en la investigación social para evaluar los productos intelectuales
estén necesariamente determinados por la perspectiva social del investigador.
En segundo lugar, la tesis debe enfrentar una dificultad dialéctica seria que ha sido
señalada con frecuencia, dificultad que los defensores de la tesis sólo han logrado superar
abandonando la substancia misma de la tesis. Pues, preguntémonos cuál es el status
cognoscitivo de la tesis según la cual tanto en el contexto como en la validación de toda
afirmación acerca de cuestiones humanas interviene esencialmente una perspectiva
social. ¿Es esta tesis significativa y válida solamente para aquellos que la sostienen y que
adhieren, así, a ciertos valores a causa de sus condicionamientos sociales distintivos? ¿O
bien la tesis está singularmente excluida de la clase de afirmaciones a las cuales se aplica,
de modo que su significado y su verdad no están relacionados intrínsecamente con las
perspectivas sociales de quienes la afirman? Ahora bien, si existe una conclusión
semejante, no se ve por qué no puede haber también otras.
En resumen, las diversas razones que hemos examinado relativas a la imposibilidad intrínseca de
llegar a conclusiones objetivas (es decir, exentas de valores y parcialidades) en las ciencias sociales
no demuestran lo que pretenden demostrar, aunque en algunos casos dirijan la atención a
dificultades prácticas indudablemente importantes que se encuentran con frecuencia en estas
disciplinas.

Metodología de las ciencias sociales


La problemática valorativo-metodológica en las ciencias sociales

73
Susana de Luque

La particularidad del objeto de estudio de las ciencias sociales ha generado importantes


polémicas acerca de cuáles son los métodos más apropiados para producir conocimiento
científico. Estas polémicas permanecen vigentes. Cada postura propone una metodología
distinta para resolver de un modo diferenciado las relaciones entre teoría y comprobación
empírica. Sin embargo, el conflicto no es de orden estrictamente metodológico, porque la
adopción de una determinada metodología implica una toma de posición, es decir, una
epistemología en la que explícita o implícitamente se fundamenta la validez del
conocimiento que se propone alcanzar.

El nacimiento de las ciencias sociales.


A mediados del siglo XIX surgió el interés práctico por resolver problemas económicos,
sociales y políticos propios del orden capitalista. La pregunta científica se orientó hacia el
hombre, pues la necesidad de dominar y controlar los fenómenos sociales transformó al
hombre en el objeto de estudio de este nuevo dominio de saber. Estas disciplinas
recortan, desde distintas perspectivas, sus objetos de estudio en relación con la actividad
del hombre.
La primera etapa en la constitución de las ciencias sociales como dominios independientes
del saber se caracterizó por la influencia de la filosofía positiva. Esto significó la
traspolación acrítica del paradigma de las ciencias naturales a las sociales. El estudio del
hombre, entonces, se abordó con una metodología similar a la utilizada para el estudio de
la naturaleza.
La segunda etapa es la que corresponde al surgimiento del historicismo alemán. Esta
corriente filosófica constituyó una reacción al pensamiento positivista y reivindicó una
epistemología propia para las ciencias sociales. Señaló la necesidad de construir una
alternativa metodológica específica para el abordaje de los fenómenos sociales: la
comprensión. Paralelamente, en esta etapa se constituyó el pensamiento marxista
caracterizado por la utilización de una metodología materialista y dialéctica.
La tercera etapa corresponde a la reflexión sobre las ciencias sociales que se ha realizado
en los últimos cincuenta años, en la que se destacan el estructuralismo (tanto en su
versión marxista como funcionalista, por una parte, y en su versión psicoanalítica, por
otra) así como los aportes de la lingüística, de la hermenéutica y del posestructuralismo en
general.

El positivismo en las ciencias sociales.


Desde una perspectiva positivista, lo prioritario del conocimiento científico es su base
empírica. Todo enunciado que pretenda ser científico debe referirse a entidades
observables, es decir, a hechos o fenómenos que sean susceptibles de ser cuantificados y
medidos. Su metodología se basa en la utilización de técnicas como la observación, la
medición, la experimentación y la comparación. Todo aquello que no permita la utilización
de estas técnicas queda relegado al campo de lo extra-científico. El positivismo constituyó

74
un intento por erradicar las explicaciones metafísicas de las ciencias sociales,
oponiéndoles un conocimiento racional de lo estrictamente fáctico. Lo positivo se opuso a
lo metafísico como lo real a lo especulativo.
El objetivo de la ciencia es la enunciación de leyes invariantes, universalmente válidas, que
garanticen la explicación y la predicción de los fenómenos. El valor de la explicación
científica reside básicamente en su comprobación empírica y objetiva.
Las proposiciones científicas deben estar exentas de valores, pues ésta es la única forma
de garantizar su objetividad.
Esta postura que plantea la unicidad del método científico se llama “reduccionista”. El
reduccionismo sostiene que el conocimiento científico tiene un solo método válido: se
trata del método experimental de las ciencias naturales.
El positivismo de Comte pretendió que las ciencias sociales formaran parte de las físico-
naturales. Propone una organización jerárquica y enciclopédica de las ciencias. La física
social es la ciencia que estudia los fenómenos más complejos y la última en desarrollarse
históricamente. A partir de ella será posible organizar la sociedad de una manera racional
y científica.
Esta clasificación de las ciencias se vincula con la enunciación comteana de la ley de los
tres estados, la cual explica el devenir humano desde una perspectiva evolucionista
consustanciada con el ideal de progreso dominante en aquel momento histórico. De
acuerdo con ella, el individuo, tal como la especie humana, pasa sucesivamente por tres
estados diferentes caracterizados por tres momentos teóricos que se excluyen
mutuamente. El primero es el estado teológico, en el que las explicaciones remiten a las
voluntades arbitrarias de seres sobrenaturales. En el segundo, el metafísico, todo se
explica por entidades abstractas (conceptos sin referencia empírica). El tercero y último
estado es el positivo (o científico) y se caracteriza por la enunciación de leyes. Toda
explicación se reduce a los hechos y a las relaciones necesarias que se establecen entre
ellos.

Problemas metodológicos específicos de las ciencias sociales.


Quienes piensan que los sistemas explicativos y los métodos lógicos de las ciencias
naturales deben ser traspuestos a las sociales se basan en que, en éstas, no se han podido
acordar criterios válidos respecto de cuáles son los hechos establecidos, cuáles las
explicaciones satisfactorias y cuáles los procedimientos válidos.
Nagel propone focalizar la atención en los problemas metodológicos que dificultan la
elaboración de leyes universales y explicaciones satisfactorias en ciencias sociales. Realiza
un análisis detallado de estos problemas y plantea argumentos que intentan sostener,
aunque débilmente, la posibilidad de que, finalmente, estas disciplinas se desarrollen y
alcancen los objetivos propuestos, por los neopositivistas, para todas las ciencias.
Experimentación: Una de las modalidades de investigación más ampliamente utilizada en
las ciencias naturales es la experimentación controlada. Trasladar esta modalidad a la
investigación social supone la manipulación de variables y sujetos sociales. Esto tiene dos
consecuencias: por un lado, el ejercicio del poder para modificar variables sociales actúa,

75
en sí mismo, como una variable que puede modificar los resultados de la investigación.
Por otro lado, una vez alteradas las condiciones iniciales por la introducción de cambios, se
hace imposible repetir el experimento.
Nagel alega que la experimentación controlada tampoco es posible en ciencias como la
astronomía y la embriología. No obstante, éstas se han desarrollado de manera
satisfactoria.
Nagel sostiene que en las ciencias sociales existen otras investigaciones empíricas que
pueden ser muy útiles. Porque, si bien no tienen las ventajas de la experimentación
controlada, cumplen las funciones lógicas de la experimentación en la investigación. Las
más frecuentemente utilizadas son la experimentación de laboratorio y la
experimentación de campo. Pero estos tipos de investigaciones, si bien son útiles, tienen
campos de aplicación restringidos.
Las investigaciones empíricas más utilizadas por las ciencias sociales serían las que Nagel
denomina “experimentos naturales”. En ellos se trata de establecer relaciones de
causalidad entre determinados fenómenos sociales.
Historicidad y leyes sociales: Nagel piensa que la posibilidad de la ciencia social de
establecer leyes generales existe, aunque es muy restringida. Nagel les reprocha a los
investigadores sociales no haber profundizado en la formulación de leyes generales a
partir de “casos ideales”. Estas leyes son frecuentes en las ciencias naturales. Los casos
reales constituyen aproximaciones, casos específicos, con variaciones mensurables
respecto del ideal.
Capacidad predictiva: la característica del objeto de estudio de estas disciplinas
(impredecibilidad de la conducta humana) determina que no sea posible elaborar datos en
sistemas cerrados que permitan la predicción a largo plazo. Sin embargo, en las ciencias
naturales también se da este problema.
Uno de los elementos específicos que, en ciencias sociales, atenta contra la enunciación
de leyes generales y de predicciones es el conocimiento de los fenómenos sociales por
parte de los sujetos sociales.
Predicción suicida. El conocimiento público de una predicción actúa determinando
variaciones en las conductas sociales de los agentes. A causa de ello, la predicción no se
cumpliría.
Profecía auto-realizadora. Las predicciones no son ciertas en el momento en el que se
realizan. Pero el conocimiento público de una realidad futura orienta las conductas,
provocando la autorrealización de lo que se predijo.
La objetividad en ciencias sociales: El ideal deseable de acuerdo con el paradigma de las
ciencias naturales es la construcción de una ciencia social valorativamente neutra. Esto
significa desproveer al proceso de investigación científica de valores que atenten contra la
objetividad. Estos valores se encuentran tanto en el objeto de estudio de estas disciplinas
como en el investigador.
En:
La selección de los problemas y los hechos. Esta problemática no es exclusiva de las
ciencias sociales.

76
El contenido de las conclusiones. Nagel supone que es posible lograr una asepsia valorativa
y superar este obstáculo distinguiendo entre valores y hechos.
Valoraciones que intervienen en la estimación de los elementos de juicio. Esta cuestión es
planteada por filosofías que destacan el carácter histórico relativo del pensamiento social.
Sostienen que la producción del conocimiento está ligada a la posición social del
investigador. La posición de Nagel respecto de este punto es que no se ha probado
suficientemente la vinculación entre intereses dominantes en este contexto histórico y
producción teórica.

El historicismo.
Se opuso al positivismo en tanto éste proponía la unicidad metódica, la aplicabilidad
universal de las leyes científicas y la neutralidad valorativa. Para el historicismo esto
significaba desconocer las características particulares e irreductibles del objeto de estudio
de las disciplinas del hombre. Implicaba, asimismo, aislarlo de aquello que le era propio: su
historicidad y su cultura.
Las ciencias de la naturaleza buscarán explicar relaciones de causalidad, las del espíritu,
por el contrario, deberán basar su método en la comprensión. Distinguen las ciencias
nomotéticas (naturales) de las ideográficas (sociales). Las primeras procuran el
establecimiento de leyes universales, mientras que las segundas se orientan a captar
fenómenos en su especificidad.
El método de las ciencias del espíritu, entonces, se centrará en la comprensión del
significado de los elementos de la cultura. A estos autores se asocia el primer intento por
reivindicar para las ciencias del hombre una metodología específica y propia,
independiente de las ciencias naturales.
Weber enfatizó la necesidad de construir una ciencia social objetiva pero teniendo en
cuenta que la particularidad de la actividad humana es estar provista de significado y
teñida, al igual que el investigador, de valores. Estos valores no son universales y
ahistóricos sino que responden a circunstancias históricas y culturales particulares.
Una vez seleccionado el objeto de estudio, el investigador debe establecer las
herramientas conceptuales con las que abordará la investigación empírica. El investigador
construye conceptos racionales que operan lógicamente transformando el material
empírico que llega a través de la sensibilidad. Para que este conocimiento sea objetivo, los
medios lógicos y conceptuales deben estar estrictamente establecidos y ser demostrables
para cualquiera. La objetividad, sin embargo, no implica una verdad ahistórica. Ella se
encuentra limitada por el carácter fragmentario e histórico del recorte que realiza el
investigador sobre una realidad empírica que es inabarcable.
En las ciencias sociales la causalidad no es mecánica ni puede ser explicada desde afuera
como en las naturales. La causalidad requiere, en estas disciplinas, de la comprensión
desde el interior del objeto puesto que las acciones de los hombres son intencionales, por
lo tanto, se rigen por valores.
Weber propone una metodología basada en la construcción de tipos ideales para captar lo
específico de un fenómeno histórico social. Se trata de construcciones racionales y

77
abstractas que realiza el investigador, en las que acentúa o resalta determinados rasgos
previamente seleccionados. Su valor heurístico radica en que, a partir de la comparación
del tipo ideal con la situación real, ésta puede ser comprendida en su especificidad.

El marxismo y el método del materialismo histórico.


El método materialista se propone entender la naturaleza humana en su carácter concreto
histórico.
Para Karl Marx, el pensamiento, en su recorrido dialéctico, parte de la historia concreta y
evoluciona hacia lo abstracto, es decir, la idea, que retorna a lo concreto. La evolución
hacia la abstracción constituye el momento de la teorización y la conceptualización. Luego,
en un tercer momento, lo abstracto retorna a lo concreto traducido en praxis.
Marx no cree en una ciencia social libre de valores, pues resultaría imposible desvincular
las condiciones histórico-sociales en las que se produce el conocimiento mismo.

La epistemología social de Pierre Bourdieu.


Uno de sus aportes más interesantes lo constituye la idea de construir un conjunto de
principios que regulen el conocimiento de lo social y garanticen el desarrollo de una
ciencia social objetiva. Constituyen un sistema de normas que regulan la producción de los
actos y discursos sociológicos.
En la ciencia social, más que en cualquier otra disciplina, los límites entre el saber vulgar y
el conocimiento científico pueden ser difusos. La familiaridad con el universo social es el
obstáculo epistemológico por excelencia para el científico social. Este mecanismo de
asimilación, si bien nos permite reconocer objetos o situaciones también actúa como un
velo que dificulta la construcción de un conocimiento objetivo. Pues éste requiere de la
eliminación de los prejuicios y preconceptos que forman parte de nuestro campo de
significado.
En función de esta problemática específica de la ciencia social es necesario crear
instrumentos que sometan la producción científico-social a una reflexión sistemática. Para
Bourdieu es necesario inculcar en los científicos sociales una actitud de vigilancia
epistemológica. La vigilancia implica el ejercicio de la reflexión sistemática acerca de las
condiciones históricas y sociales en las que los investigadores sociales producen
conocimiento. Esta producción no se realiza en el vacío. El investigador debe desentrañar
todo aquello que proviene de su punto de vista, debe reflexionar sobre las condiciones
sociales e históricas en las que produce conocimiento y luego discriminarlas
convenientemente.
El sociólogo sólo produce verdad científica en la medida en que posee conocimiento
científico de las determinaciones y los límites que dichas determinaciones imponen al
conocimiento.
Su singularidad radica en haber colocado en el centro de su trabajo las cuestiones
culturales y simbólicas. Desde su perspectiva, lo social está multi-determinado, es decir
que sólo puede ser explicado a partir de un análisis que vincule elementos económicos y

78
culturales simultáneamente. El conocimiento social debe ser abordado desde un enfoque
que privilegie la interdisciplinariedad.

Metodología de las ciencias sociales


Problemas específicos en ciencias sociales y en economía
Gustavo Marquéz

Predicción en economía.
Definición de predicción: se suele entender por predicción o predicción científica un
argumento que satisfaga las siguientes condiciones:
a) Posee la forma de un argumento condicional del tipo de “si A, entonces B”;
b) El antecedente de dicho condicional contiene al menos una ley y condiciones
antecedentes adecuadas, y todos estos enunciados deben hallarse bien fundados (es
decir, deben haber salido exitosos de contrastaciones severas efectuadas en
condiciones de control óptimas).
c) El consecuente del condicional debe referir a un acontecimiento singular de bajo nivel.

Microeconomía.
Rosenberg considera que es un hecho que la microeconomía ha fracasado en su propósito
de predecir el comportamiento individual y agregado, y que no hay indicios de que su desempeño
esté mejorando. Lo que se propone es explicar este hecho, es decir, mostrar donde reside la
dificultad y que ésta es irremontable en principio ¿en qué se basa para sostener esta fortísima
tesis?
Según el autor una ley permite obtener predicciones de manera precisa si:
a) Los valores de las variables pueden ser medidos independientemente uno de los otros;
es decir, se dispone de procedimientos independientes para ello;
b) La ley misma no es utilizada en dichas mediciones.
Una cuestión central que conviene recalcar, porque otorga a la ley su potencia predictiva,
es que podemos medir el valor final real independientemente de la estimación obtenida mediante
el empleo de la ley y de los valores de las variables. Si esto no pudiera hacerse, la ley cesaría de ser
una genuina hipótesis empírica: se trataría más bien de una definición y en tal sentido resultaría
intesteable.
Ahora bien, estas propiedades de las leyes (naturales) no se presentan en las
generalizaciones que componen nuestro conocimiento ordinario del comportamiento humano y a
ello se debe que dicho conocimiento permanezca a un nivel discreto y estable sin experimentar
mejoras visibles.
El problema de tratar a las creencias y deseos como las causas de elección, es que no son
empíricamente observables, y su existencia sólo puede ser inferida a partir de la observación del
propio fenómeno que se espera que ellas expliquen (las elecciones realizadas). Esto pone en
cuestión el status de las creencias y los deseos en cuanto variables causales y el status de la ley en
cuanto generalización empírica: si la ocurrencia de esas causas sólo puede ser inferida a partir de

79
la ocurrencia de su efecto, una explicación que las cite para explicar un efecto no puede ser
empíricamente testeada y confirmada independientemente del efecto que ella explica.
Por otra parte, hemos podido “inferir” sus estados mentales a partir de su
comportamiento porque hemos supuesto que es un individuo racional.
El componente central de la teoría microeconómica es la Teoría de la Elección Racional
(TER). Según ella, las elecciones que un agente realiza son resultado de sus expectativas y
preferencias. “… Una presunta ley, que conecta preferencias y expectativas de una parte con sus
efectos sobre la elección por la otra, no puede ser testeada. Debido a que no podemos establecer
que su antecedente se cumple, excepto cuando ya conocemos que su consecuente ha ocurrido, la
presunta ley es infalsable…”
Por otro lado, aún si pudiéramos medir los estados mentales igual no seríamos capaces de
predecir el comportamiento.
Primero, porque no es posible aislar los estados mentales, y porque no existe una
correspondencia unívoca entre cierto conjunto de estados mentales y un comportamiento único y
bien determinado.
Hay razones de principio (lógicas) por las que es imposible reducir los enunciados que
refieren a estados mentales a enunciados acerca de fenómenos físicos. Los enunciados acerca de
creencias y deseos pueden expresarse en lógicas no extensionales, en tanto que los enunciados
acerca de eventos y acontecimientos físicos son tratables al modo extensional.
Friedman sostiene que la teoría económica no adjudica a la unidad económica cuyo
comportamiento desea anticipar (los consumidores o las firmas) ciertos estados mentales, sino
que construye un modelo ideal (de ficción) que sostiene que los agentes se comportan como si
poseyeran tales expectativas y preferencias. Esta estrategia presenta dos méritos importantes:
1- No se presenta el problema de la averiguación y atribución de estados mentales (y,
por ende, tampoco es pertinente la objeción del holismo de lo mental).
2- También elude la objeción acerca de la imposibilidad de principio de reducir el
lenguaje intencional al físico. Por otra parte, los economistas creen que el objetivo de
la teoría no sería predecir el comportamiento individual, sino el agregado. En
definitiva, el típico abordaje microeconómico puede ser considerado simplemente
como una ficción útil que permita predecir el comportamiento económico a nivel de la
industria.

Macroeconomía.
Como señalamos al comienzo, la predicción requiere de la satisfacción de requisitos
formales y epistémicos precisos. Procuraremos exponer que la economía se muestra incapaz de
satisfacerlos en su integridad debido a un problema mucho más general que el señalado en la
sección anterior, ya que afecta a la totalidad de la disciplina.
Una ley incorpora en calidad de variables independientes la totalidad de los factores
relevantes para la ocurrencia del fenómeno que determinan. Todo otro factor no mencionado es
considerado implícitamente como irrelevante.
La presencia de cláusulas ceteris paribus en las leyes económicas, es típico de la disciplina
en su totalidad.

80
Dada esta característica formal de las leyes económicas, no pueden tampoco satisfacerse
las condiciones epistémicas mencionadas en nuestra definición de predicción: la experiencia
adversa no brinda razones concluyentes para descartarlas, pues toda aparente refutación puede
ser desestimada como proveniente de factores no tomados en consideración en la formulación de
la ley.
Para finalizar, en economía tampoco se hallan disponibles las condiciones iniciales
requeridas para predecir y explicar. En economía, numerosas hipótesis complementarias,
necesarias para arribar a las consecuencias deseadas, no están especificadas o disponibles.
Pero si no se dispone prácticamente de leyes ni de condiciones iniciales adecuadas, ¿cómo
es posible predecir en economía? La respuesta es que las “predicciones” obtenibles en economía
presuponen el empleo de tendencias y son, según muestra la terminología, más bien pronósticos
que predicciones.
Definición de pronósticos: La ocurrencia del acontecimiento anticipado es condicionada al
cumplimiento de ciertas condiciones antecedentes. Su forma es del tipo “si ocurre un fenómeno
de tipo A, ocurrirá (o puede ocurrir) B”, es decir, se trata de un enunciado condicional.
Llamaremos a “A” su antecedente y a “B”, su consecuente. Lo característico de este tipo de
anticipación es que la expectativa de la ocurrencia de B está fundada en generalizaciones
empíricas o tendencias.

Leyes y tendencias.
Las leyes son afirmaciones universales condicionales del tipo de “si A, entonces B”. Pero
aunque la ocurrencia de B se condiciona a la de A, la ley misma vale incondicionalmente: rige con
independencia de cualquier otra circunstancia ajena a ella misma. Suele decirse que incluye en su
cláusula antecedente las condiciones suficientes de su cumplimiento.
Las correlaciones o tendencias son muy diferentes de las leyes. Distingamos dos tipos
principales de aquéllas.
a) Una tendencia puede adoptar una forma muy simple y definirse como el aumento o
disminución global del valor de alguna propiedad en el curso del tiempo.
b) Las tendencias no tienen por qué limitarse al comportamiento de una única variable
en el tiempo. Pueden representar una correlación entre dos o más variables durante
cierto lapso de tiempo.

Características de las tendencias.


Las proposiciones que afirman la existencia de tendencias son proposiciones históricas
singulares, no leyes universales.
Las tendencias afirman algo así como el comportamiento promedio de la variable en
cuestión. Esto dificulta (o imposibilita) su contrastación.
Las tendencias son volátiles. Una tendencia que ha persistido durante mucho tiempo
puede cambiar rápidamente.

Predicción a partir de tendencias.

81
No puede predecirse a partir de una tendencia únicamente. Si se ha de usar una tendencia
para predecir, es imprescindible precisar las condiciones y constatar tanto su efecto como su
vigencia en el momento que se desea efectuar la predicción. Más que una predicción científica,
este tipo de anticipación es lo que hemos definido inicialmente como un pronóstico.
Esta especificación parcial de las circunstancias condicionantes de las tendencias
económicas se refleja en el empleo usual de cláusulas ceteris paribus aun en sus leyes más
fundamentales y es, en parte lo que impide su contrastación rigurosa y autoriza a hablar de
pronósticos económicos y no de predicciones en el sentido usual en las ciencias duras.
Además, para predecir con éxito a partir de tendencias no es suficiente con haber
determinado con precisión las circunstancias condicionantes, es también necesario saber que
éstas persistirán. Pero esto no afecta a la capacidad de la economía para pronosticar, sino a su
capacidad para generar pronósticos verdaderos. Ninguna disciplina puede garantizar la verdad de
sus anticipaciones.

Enfoques filosófico-metodológicos en economía


¿Es la economía una ciencia?
Una discusión de cuestiones metodológicas
Víctor A. Beker.

Introducción.
Hausman señala que la adhesión al falsacionismo, ya sea en su versión original popperiana
o en su corrección lakatosiana, lleva a los economistas que incursionan en cuestiones
metodológicas a representar su actividad como siguiendo estrictamente dicho enfoque.
Esto es, los economistas formularían teorías, obtendrían predicciones a partir de ellas y las
someterían a contrastación empírica. Si el resultado es negativo, la teoría sería desechada
o sustituida por otra de mayor verosimilitud.
Hausman señala que la práctica de los economistas no tiene mucho que ver con este
planteo. En realidad, lo que los economistas hacen (acertadamente según Hausman) es
utilizar lo que denomina el método “deductivo”. Consiste en la articulación de varios
elementos:
1- Formular generalizaciones acerca de la operación de factores causales relevantes.
2- Deducir de tales generalizaciones y de las condiciones iniciales, simplificaciones, etc.,
predicciones concernientes a fenómenos relevantes.
3- Contrastar tales predicciones.
4- Si las predicciones son correctas, considerar todo conjunto como confirmado. Si las
predicciones no son correctas, comparar explicaciones alternativas que permitan dar
cuenta de lo que ha fallado.

Dado que los economistas trabajan con fenómenos complejos en los cuales muchas
simplificaciones son necesarias y muchas interferencias pueden aparecer, parece poco racional
descartar una hipótesis debido a una predicción incumplida. Los economistas, enfrentados con
serias dificultades para contrastar sus teorías, confían en las implicancias que surgen de los

82
axiomas de la teoría más allá de los resultados negativos que la contrastación empírica pueda
arrojar. Difícilmente una teoría sea dejada de lado debido a un resultado aparentemente dis-
confirmatorio.
En economía no existen, en general, experimentos cruciales. Dado un resultado
econométrico, por ejemplo, basta en muchos casos la inclusión de alguna otra variable, una ligera
modificación de los supuestos del modelo o del procedimiento de estimación para obtener
resultados distintos y, aún, contrarios.
Comenzaremos con el tema de la predicción en economía, su relación con la explicación y
con la posibilidad de contrastar y refutar teorías. Se analiza luego la postura de McCloskey, que
pone en duda la capacidad predictiva de la economía y reivindica la persuasión en lugar de la
comprobación. Las dudas sobre la posibilidad de predecir y contrastar teorías, lleva a interrogarse
sobre si, efectivamente, la economía ha hecho progresos a lo largo del tiempo.

La predicción en economía.
Friedman, en su famoso texto de 1953, instaló la predicción como criterio de demarcación
en economía. La teoría debe ser evaluada por su capacidad predictiva para la clase de fenómenos
que intenta explicar, señaló. “La única prueba relevante de la validez de una hipótesis es la
comparación de sus pronósticos con la experiencia”.
Sin embargo, la predicción en nuestra disciplina presenta particulares dificultades. Es
mucho más defendible la predicción cualitativa (el signo del cambio) que la cuantitativa (su
magnitud).

Explicación y predicción.
Parece claro que explicación y predicción no son exactamente lo mismo. Si una teoría
predice, aporta conocimiento nuevo. Nos permite enunciar qué va a ocurrir o qué debió suceder.
Si, además, explica por qué, aporta un conocimiento aún mayor. De igual modo, si una teoría
fundamentalmente explica, ayuda a la comprensión del fenómeno. Si, además, predice, mucho
mejor.
Por ello, parece unilateral reducir la prueba de la validez de una teoría a su capacidad
predictiva, aún en el sentido amplio en que Friedman utiliza el término. Es reducir el alcance de
una disciplina científica, circunscribirlo o centrarlo en la formulación de pronósticos.

Verificación y refutación en economía.


La dificultad esencial que enfrenta la economía, como el resto de las ciencias sociales, es la
imposibilidad, en la gran mayoría de los casos, de efectuar “experimentos controlados”. Pero aún
en los experimentos controlados es posible argumentar que nunca existen refutaciones decisivas,
ya que siempre la verificación de una hipótesis implica someter a prueba a aquélla conjuntamente
con proposiciones auxiliares. Por tanto, si la predicción no concuerda con los datos siempre es
posible atribuirlo a la falsedad de alguna de estas proposiciones y dejar a salvo la hipótesis central.
Con mucha mayor razón este argumento es válido en el caso de experimentos no controlados,
donde precisamente ningún dominio existe sobre las condiciones bajo las cuales el mismo tiene
lugar. Por tanto, siempre existe un amplio margen para aducir que la discrepancia entre la

83
predicción y los datos debe atribuirse a que alguna de las circunstancias bajo las cuales la hipótesis
es válida no se verificaron. No existe, entonces, ningún experimento crucial.
¿Quiere eso decir que en economía las teorías nunca se refutan?
Son los “grandes eventos” los que desacreditan determinadas ideas y promueven su
sustitución por otras nuevas.
Este es el tipo de refutación que históricamente ha operado en economía. Parecería que
los grandes experimentos sociales sirven para arbitrar entre ideas contrapuestas en forma más
convincente que muchos estudios econométricos.
Resulta paradójico que sean hechos únicos, irrepetibles, los que más peso tengan en la
refutación en economía. Pero, salvo este tipo de casos extremos, es válida la reflexión de Hahn
acerca de que “no es fácil encontrar una proposición en economía que todo economista razonable
concuerde en que ha sido falsada decisivamente por la evidencia”.
Para Hausman, la falta de aplicación en la práctica del falsacionismo, pese a su
declamación por parte de muchos economistas, sólo corrobora que el mismo es inaplicable en
nuestra ciencia. Según Hausman, la confianza en las implicaciones de una teoría económica deriva
de la confianza en sus axiomas más que en la verificación de dichas implicaciones. Por tanto, los
economistas hacen bien en depositar su confianza en las premisas.
La sujeción de los economistas a los postulados básicos de la teoría, aún en presencia de
resultados empíricos que la pongan en cuestión, no diferiría de la defensa del paradigma que Kuhn
caracteriza como la actitud propia de los científicos en los distintos campos del saber. Una teoría
se declara inválida, remarca, sólo cuando se dispone de un candidato alternativo para que ocupe
su lugar.

¿Persuasión en lugar de comprobación?


Lo escasamente concluyente de los resultados en economía lleva a que pase a ser
determinante la capacidad de persuadir a los colegas acerca de la validez de los mismos. Para un
físico, la elocuencia en la presentación de sus resultados no es demasiado importante. Pero en
economía, convencer a los colegas es quizá tanto o más dificultoso que obtener un resultado
novedoso en la investigación. Pero todo ello no autoriza a confundir el medio con los fines.

¿Ha avanzado la teoría económica?


Aparentemente, existe consenso en señalar como avances la disponibilidad de nuevos
instrumentos para analizar los mismos problemas más que nuevos resultados alcanzados.
Por otra parte, ya hemos dicho que, salvo en el caso de lo que hemos denominado
“grandes experimentos sociales”, no existen refutaciones decisivas en economía. Las teorías y
modelos tienden a acumularse y permanecen disponibles en una gran “caja de herramientas” para
ser utilizadas según el caso bajo análisis y el buen sentido del analista.

El uso de la matemática en economía.


Parecería que la principal línea de avance de la teoría económica reside en una mayor
formalización, rigurosidad y elegancia más que en resultados novedosos. Esto nos lleva a la
cuestión del uso de la matemática en economía.

84
La persistencia de los economistas en su enfoque teórico, aun en presencia de datos
empíricos que lo ponen en tela de juicio, probaría que no estamos en presencia de una ciencia
empírica.
Debreu reconoce que el uso de la matemática en la economía (matematización) impone
determinadas condiciones. La propia elección de las preguntas a responder puede estar
influenciada por el bagaje matemático del economista. La economía puede llegar a jugar, advierte,
un papel secundario en dicha elección. La matemática es extremadamente demandante: exige
incesantemente supuestos más y más débiles para obtener resultados más generales.
Obviamente, la ventaja que aporta la matematización de la economía es evitar errores
lógicos. Dadas las dificultades que enfrentan los experimentos en esta disciplina, la teoría
económica depende críticamente del discurso lógico. Dado que la consistencia lógica es la única
garantía de rigurosidad (por no ser una ciencia empírica).

Modelos y analogías.
En economía, al igual que en el conjunto de las ciencias, es usual el empleo de modelos.
Nuevamente, la diferencia entre nuestra disciplina y las que no pertenecen al campo de las
ciencias sociales, es la dificultad que en aquélla enfrenta la posibilidad de realizar experimentos
controlados.
Hausman sostiene que hacer ciencia consiste no sólo en elaborar modelos, sino que
también se deben ofrecer hipótesis teóricas que muestren que el modelo se aplica al mundo. De la
hipótesis teórica se puede inferir lo que Hausman llama el cierre de los supuestos del modelo. En
el cierre del supuesto se especifica el dominio al cual se aplica. A partir de la hipótesis teórica se
“recuperan” los supuestos del modelo como afirmaciones acerca del mundo. Los cierres de los
supuestos son proposiciones que son verdaderas o falsas. Un modelo más una hipótesis teórica
general que afirme que los supuestos del modelo son ciertos para una determinada porción del
mundo constituye una teoría.
En economía, los modelos nunca reproducen fielmente una porción de la realidad. Los
modelos en economía son siempre, en alguna medida, “irreales”. Ello lleva a Hausman a calificar a
la economía como una ciencia inexacta.
Un modelo científico puede ser definido como un sistema real o imaginario cuya
estructura se parece, en aspectos importantes, al sistema que se está investigando. La utilidad del
modelo reside en ese parecido con el sistema en estudio, a la vez que en su condición de ser una
versión simplificada del mismo. La analogía es, por ende, lo que legitima, en primer lugar, el uso de
un modelo. La analogía vuelve a estar presente cuando se transfieren modelos de un campo de la
ciencia a otro. Por tanto, el razonamiento por analogía constituye una herramienta centra en la
construcción teórica.
Ahora bien, la pertinencia de una teoría científica implica la existencia de un conjunto de
principios interpretativos que la relacionen con el mundo empírico. Es la función que cumplen los
“cierres” de Hausman. El método de la economía consiste en tomar en consideración sólo algunos
de los múltiples factores causales que operan en un determinado fenómeno: por ello, la economía
es una ciencia inexacta. Las premisas de todo modelo económico son siempre “inexactas” dado

85
que hacen abstracción de numerosos factores causales que operan a la par de los que son tenidos
en cuenta.
El método de la economía consiste en obtener deducciones lógicas a partir de tales
premisas inexactas. La concordancia entre las implicaciones de la teoría y los datos será sólo
aproximada.
Esto genera un serio problema cuando se extraen conclusiones de política y se olvida que
sólo se han considerado algunos, y no todos, los factores causales. Y esto es más grave, aun
cuando la selección de qué incluir y qué omitir se basa primordialmente en qué variables son
susceptibles de ser modelizadas y cuáles no.

La economía como una ciencia separada.


Hausman considera inevitable que la economía sea una ciencia inexacta. Los axiomas
básicos de la disciplina lo son y de ellos se deducen sus implicaciones; la confianza en éstas deriva
de la que merecen los axiomas más que en la contrastación empírica de las consecuencias
deducidas de aquéllos. Este es, según Hausman, el método de la economía y este autor no ve nada
criticable en ello, dadas las condiciones en que se desenvuelve la disciplina.
El concepto de “ciencia separada”, hace referencia a una disciplina que tiene que ver con
un dominio en el cual un pequeño número de factores causales predominan. Con ello se refiere al
hecho de que el análisis económico considera exclusivamente los factores económicos y,
expresamente, deja de lado los de índole sociológica o psicológica, por ejemplo.

De la teoría a la política económica.


Desde su génesis, la teoría económica fue siempre vista como un medio para generar
recomendaciones de política económica. Sin embargo, el interés en los problemas de política
económica ha declinado significativamente.
Lo que era el fin primario de la disciplina se ha visto desplazado, sostiene, por la práctica
de juegos o por la virtuosidad técnica, en la forma de un rigor matemático vacío de contenido
empírico. Si los economistas están llamados a tomar posición respecto a cuestiones de política
económica, la economía debe ser ante todo una ciencia empírica; el rigor analítico debe ser
balanceado con la relevancia práctica.

Economía positiva y economía normativa.


Se sostiene habitualmente que la economía positiva es una ciencia tan objetiva como
cualquiera de las ciencias físicas y que sobre sus aseveraciones no debería haber discrepancias
entre los economistas. Las mismas sólo tendrían sentido en el caso de la economía normativa,
afectada por juicios de valor.
Sin embargo, se pasa por alto, a mi juicio, una cuestión metodológica. La economía
positiva utiliza lo que Hausman llama el método deductivo. Se parte de determinados supuestos
básicos y generalizaciones y, a partir de ellos, se obtienen predicciones por vía deductiva. La
economía positiva trata, no de lo que es, sino de lo que sería si el mundo se ajustara a los
supuestos de la teoría económica. En la medida en que se respeten las reglas de la lógica

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deductiva, nadie puede discutir las inferencias obtenidas. Pero variando los supuestos se llega por
la misma vía a conclusiones diferentes y aún opuestas.
La economía positiva lo que nos dice es cómo sería el mundo si, y sólo si, los consumidores
fueran todos maximizadores de utilidad o las empresas maximizadoras de beneficios. O si no lo
fueran pero se comportaran como tales. Es por ello que hay muchos que interpretan la teoría
económica como normativa: nos dice lo que debería ser para que la conducta de los agentes sea
racional, lo que las firmas deberían hacer para maximizar sus beneficios, etc.
Ello hace que aún la propia economía positiva sea objeto de discusión y disenso,
particularmente en cuanto a la relevancia, pertinencia y utilidad de los supuestos. Obviamente, si
existiera un experimento crucial que nos posibilitara discriminar tajantemente entre teorías, la
dificultad sería mínima.
Hausman critica a la teoría económica el dejar fuera del análisis los factores causales no
económicos, constituyendo por ello lo que denomina una ciencia separada. Sin embargo, no
parece ni tan sencilla ni tan necesaria la incorporación de factores no económicos en el campo de
la teoría económica. Pero, en cambio, parece impensable formular política económica ignorando
la relevancia de las variables no económicas. Una cosa es tener en cuenta, como estrategia
metodológica, sólo el campo de los factores económicos en el marco de la teoría y otra muy
diferente, ignorar la influencia de los otros factores causales como si no existieran cuando se
pretende operar sobre la realidad.

Contexto-dependencia y el realismo de los supuestos.


Las ideas económicas son también fuertemente contexto-dependientes. Al modificarse el
entorno económico, muchas teorías quedan desactualizadas así como las políticas en ellas
inspiradas. Lo que ayer resultaba exitoso, hoy lleva al fracaso. No es que en un período las
hipótesis se vieron confirmadas y, más tarde, fueron refutadas, sino que los supuestos del modelo
lo tornaron inaplicable al modificarse la realidad.
Si bien, por definición, todo modelo supone un cierto grado de irrealismo en sus
supuestos, en el sentido de precisamente tratar de simplificar la realidad apartándose de ella, su
ámbito de aplicabilidad está condicionado por dichos supuestos.
Por ello es de extrema importancia marcar los límites de validez de todo modelo o teoría
económica. El contexto también ejerce su influencia en las preguntas que los economistas se
plantean y aun en el tipo de respuestas que formulan.

Conclusión.
La principal limitación que enfrentan las ciencias sociales, que las diferencias de las
ciencias naturales, es la dificultad para llevar a cabo experimentos controlados. Ello hace
extremadamente dificultosa la verificación de las predicciones y, más aún, la refutación de
cualquier hipótesis. Ello hace que muchos de los resultados empíricos en economía sólo sirvan
para ilustrar teorías más que para contrastar su validez.
En todo caso, la refutación se impone en economía por la vía de lo que hemos
denominado los “grandes experimentos sociales”, que son los que históricamente han
desacreditado y sepultado determinadas ideas económicas.

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Si se acepta el criterio de demarcación de Popper, la economía es ciencia puesto que
formula proposiciones falseables. Sin embargo, la particularidad que la distingue de, por ejemplo,
las ciencias de la naturaleza, es que dichas proposiciones en la gran mayoría de los casos no son
susceptibles, en la práctica, de ser falsadas. Esta restricción sustancial es la que lleva a que pase a
ser determinante la capacidad de cada autor de persuadir a sus colegas acerca de la validez de sus
hallazgos.
La tendencia de la economía ha sido alejarse de las características y pautas de una ciencia
empírica, incluida la física, y mimetizarse crecientemente con la matemática. Esta mimetización
plantea un creciente peligro de que la economía olvide su carácter de ciencia eminentemente
social.
Si bien la matematización de la economía permite evitar errores lógicos, lo cual es crucial
dadas las dificultades que enfrentan los experimentos en esta disciplina, no creo que rigor lógico
sea necesariamente e inevitablemente equivalente al uso de la matemática. Dadas las
particularidades que presenta la economía, parece poco aconsejable suponer que su carácter
científico se define en función de su capacidad para utilizar los métodos y procedimientos de las
ciencias experimentales. Parece más razonable profundizar en cómo satisfacer los requerimientos
del método científico a partir de, y no pese a, las especificidades que presenta como ciencia social.

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INDICE

2-------------------UNIDAD 1: Nociones de semiótica y el lenguaje de las ciencias.


7-------------------UNIDAD 2: Introducción a la lógica simbólica.
9-----------------------------------Elementos de lógica moderna y filosofía. Lógica de proposiciones.
15---------------------------------Elementos de lógica proposicional.
19---------------------------------Lógica simbólica y elementos de metodología de las ciencias. Lógica
de funciones.
22---------------------------------Elementos de lógica simbólica. Lógica de clases.
24---------------------------------Elementos de lógica simbólica. Lógica de relaciones.
26---------------------------------Elementos de lógica moderna y filosofía. Los razonamientos.
30---------------------------------Introducción a la lógica. Falacias.
35-----------------UNIDAD 3: El conocimiento científico.
35---------------------------------La ciencia. Su método y su filosofía.
38---------------------------------Las desventuras del conocimiento científico.
50---------------------------------Los métodos de validación en las ciencias naturales.
59---------------------------------Filosofía de la ciencia.
62-----------------UNIDAD 4: Las ciencias sociales.
62---------------------------------La estructura de la ciencia.
74---------------------------------Metodología de las ciencias sociales.
79---------------------------------Problemas específicos en ciencias sociales y en economía.
82---------------------------------Enfoques filosófico-metodológicos en economía.

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