Lógica y Metodología de Las Ciencias
Lógica y Metodología de Las Ciencias
Lógica y Metodología de Las Ciencias
Dubois, Esteban
UNIDAD I
Nociones de semiótica y el lenguaje de las ciencias
Lógica y semiótica:
Lógica es una ciencia formal que tiene como objetivo final diferenciar los razonamientos válidos
de los que no lo son. Decimos que es una ciencia formal porque estudia la forma y no el contenido
de los razonamientos.
Semiología es el estudio de los signos.
Semiótica es la ciencia que estudia los signos.
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Tipos de signos.
Hay signos de diversos tipos. Por un lado, hay signos naturales, como el humo de una chimenea,
que es un signo de que dentro de ella se está quemando algo. O una huella sobre la nieve, que es
signo del paso de un animal. Estos signos se caracterizan porque la relación S-D no es el resultado
de ninguna creación humana, sino que aparece dada y obedece a una relación causa-efecto,
donde el signo es el efecto y el designado la causa.
Otro tipo de signos son los íconos, o signos icónicos. A diferencia de los naturales, en ellos la
relación S-D no aparece dada, sino que es creada por los hombres. Se caracterizan porque entre el
signo y el designado existe cierta analogía: en el signo están presentes ciertas características del
designado. Un mapa, por ejemplo, es un signo icónico porque reproduce la forma del designado.
También los son un retrato, una maqueta, etc.
Por último, están los signos convencionales o símbolos. En éstos, como en los icónicos, la relación
S-D es creada por los hombres, pero se diferencian de aquellos en que esa relación es arbitraria:
no hay analogía entre el signo y su designado. Por ejemplo, que la luz roja de un semáforo indique
detención es convencional, ya que podría haberse elegido otro color en su lugar.
Algunos signos combinan elementos icónicos con elementos convencionales. En una señal
caminera, por ejemplo, que tiene en el centro la silueta de una locomotora, el elemento icónico es
dicha silueta, que designa un paso a nivel, pero también posee elementos convencionales, como el
color de fondo, su forma, su tamaño y su ubicación.
La mayoría de los signos que usamos son convencionales: las palabras del lenguaje, la notación
musical, los códigos, las banderas, los semáforos, los signos de aritmética y la lógica.
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El lenguaje de la ciencia: términos y enunciados. Tipos y clasificación. Comprensión y
extensión de un término.
La ciencia se formula y comunica por medio del lenguaje, a través de teorías, clases,
publicaciones, etc. Razón por la cual resulta fundamental analizar y comprender como opera el
lenguaje al cristalizar y transmitir la ciencia.
Términos empíricos:
Términos teóricos:
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Términos lógicos:
Los términos lógicos son aquellas palabras o grupo de palabras cuya misión principal es
ayudar sintácticamente a formar y comprender el alcance informativo de una frase. Los principales
términos lógicos son las conectivas lógicas, a saber: la conjunción (y, pero, aunque, sin embargo,
etc); la disyunción (o, o bien, a menos que, salvo que, etc); el condicional (si...entonces, implica, es
suficiente, etc), la negación (no, no es verdad, etc) y los cuantificadores (todos, algunos, ninguno) y
la partícula “es”.
Al igual que los enunciados empíricos básicos, las generalizaciones empíricas utilizan un
vocabulario empírico y lógico; pero no se trata ahora de afirmaciones singulares, sino de
afirmaciones generales que establecen regularidades en conjuntos tan amplios que no son
directamente accesibles como sí lo eran las muestras. Las generalizaciones pueden ser universales,
existenciales o estadísticas-probabilísticas.
“Todos los hombres son mortales” es un ejemplo del primer tipo, pues lo que se quiere
decir es, que para cada caso de ser humano, sin excepción, se hallará su condición de mortalidad,
sin que haya ningún caso a manera de contraejemplo.
Las generalizaciones existenciales tienen menos alcance que los enunciados universales, ya
que en lugar de afirmar que una propiedad o característica se cumple para todos los miembros de
un conjunto o población, lo hacen acerca de algunos de ellos (sin excluir la posibilidad de que se
cumpla para todos). Como es fácil apreciar existe una diferencia entre afirmar “todos los casos de
cáncer se curan con la droga x” y “algunos casos de cáncer se curan con la droga x”.
Las generalizaciones estadísticas-probabilísticas se refieren a una población que puede ser
infinita o finita pero no accesible, es decir, se refieren a una proporción estadística. La proporción
estadística se puede expresar por medio de porcentajes o números probabilísticos. Por ejemplo,
“la probabilidad de que un nacimiento de un ser humano sea nacimiento de varón es de 0.51”, o la
“probabilidad del nacimiento de un varón es del 51%”.
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Enunciados teóricos o de tercer nivel
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UNIDAD II
Introducción a la lógica simbólica.
Introducción a la lógica
Irving M. Copi
Capítulo I
Introducción
¿Qué es la lógica?
La lógica es el estudio de los métodos y principios usados para distinguir el buen (correcto)
razonamiento del malo (incorrecto).
La persona que ha estudiado lógica tiene mayor posibilidad de razonar correctamente que
aquella que nunca ha pensado en los principios generales implicados en esa actividad. Ello se debe
a varias razones. Ante todo un estudio adecuado de la lógica la enfocará tanto como un arte como
una ciencia, y el estudiante deberá hacer ejercicios concernientes a todos los aspectos de la teoría
que aprende. En segundo lugar, una parte tradicional del estudio de la lógica consiste en el
examen y el análisis de los métodos incorrectos de razonamiento, o sea de las falacias. Esta parte
de la materia no sólo da una visión más profunda de los principios del razonamiento en general,
sino que el conocimiento de esas trampas nos ayuda positivamente a evitarlas. Por último el
estudio de la lógica suministrará al estudiante ciertas técnicas y ciertos métodos de fácil aplicación
para determinar la corrección o incorrección de muchos tipos diferentes de razonamientos,
incluso los propios. Y cuando es posible localizar fácilmente los errores, es menor la posibilidad de
que se cometan.
Para definir el campo de la lógica podemos decir que la distinción entre el razonamiento
correcto y el incorrecto es el problema central que debe tratar la lógica. Los métodos y las técnicas
del lógico han sido desarrollados esencialmente con el propósito de aclarar esta distinción. El
lógico se interesa por todos los razonamientos, sin tomar en cuenta su contenido, pero solamente
desde este especial punto de vista.
Premisas y conclusiones.
La presentación y examen de algunos términos especiales que el lógico usa en su labor
contribuirá a dar mayor claridad a la explicación de la lógica propuesta en la sección precedente.
La inferencia es un proceso por el cual se llega a una proposición y se la afirma sobre la
base de otra u otras proposiciones aceptadas como punto de partida del proceso. Al lógico no le
interesa el proceso de la inferencia, sino las proposiciones que constituyen los puntos inicial y
terminal de este proceso, así como las relaciones existentes entre ellas.
Las proposiciones son verdaderas o falsas, y en esto difieren de las preguntas, las órdenes
y las exclamaciones. Sólo es posible afirmar o negar proposiciones. Una pregunta puede ser hecha,
una orden darse y una exclamación proferirse, pero ninguna de ellas puede ser afirmada o negada,
ni se las puede juzgar como verdaderas o falsas.
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Es necesario distinguir entre las oraciones y entre las proposiciones que aquellas afirman.
Dos oraciones que constituyen claramente dos oraciones distintas porque están compuestas de
diferentes palabras y puestas de maneras también diferentes, pueden, en el mismo contexto,
tener el mismo significado y expresar la misma proposición.
La diferencia entre oraciones y proposiciones se pone de manifiesto al observar que una
oración siempre forma parte de un lenguaje determinado, el lenguaje en el cual es enunciada,
mientras que las proposiciones no son propias de ninguno de los lenguajes en que pueden ser
formuladas.
Los términos proposición y enunciado no son sinónimos exactos, pero en el contexto de la
investigación lógica se los usa aproximadamente con el mismo sentido.
Aunque el proceso de inferencia no concierne a los lógicos, para cada inferencia posible
hay un razonamiento correspondiente, y son estos razonamientos los que caen dentro del ámbito
de la lógica. En este sentido, un razonamiento es cualquier grupo de proposiciones, tal que de una
de ellas se afirma que deriva de las otras, las cuales son consideradas como elementos de juicio a
favor de la verdad de la primera. La palabra razonamiento se usa a menudo para indicar el proceso
mismo, pero en lógica tiene el sentido técnico ya explicitado. Un razonamiento no es una mera
colección de proposiciones, sino que tiene una estructura. Al describir esta estructura, se emplean
comúnmente los términos premisa y conclusión. La conclusión de un razonamiento es la
proposición que se afirma sobre la base de las otras proposiciones del mismo, y a su vez estas
proposiciones de las que se afirma que brindan los elementos de juicio o las razones para aceptar
la conclusión, son las premisas del razonamiento.
Es menester observar que premisa y conclusión son términos relativos: la misma
proposición puede ser premisa en un razonamiento y conclusión en otro.
Para llevar a cabo la tarea del lógico de distinguir los razonamientos correctos de los
incorrectos, es necesario primero poder reconocer los razonamientos cuando aparecen e
identificar sus premisas y sus conclusiones. Consideraremos primero el segundo de estos
problemas. Dado un razonamiento, ¿Cómo podemos saber cuál es su conclusión y cuáles son sus
premisas? No es posible identificar la conclusión de un razonamiento por su posición en la
formulación del mismo. ¿Cómo, entonces, se la puede reconocer? Hay ciertas palabras o frases
que sirven típicamente para introducir la conclusión de un razonamiento. Entre los más comunes
de estos indicadores de conclusión se cuentan por lo tanto, por ende, así, luego, por consiguiente,
se sigue que, podemos inferir y podemos concluir. Otras palabras o frases sirven típicamente para
destacar las premisas de un razonamiento. Entre los más comunes de estos indicadores de
premisas figuran puesto que, porque, pues, en tanto que y por la razón de que. Una vez que se ha
reconocido un razonamiento, estas palabras y frases nos ayudan a identificar sus premisas y su
conclusión.
Pero no todo pasaje que contiene un razonamiento contiene también necesariamente
esos términos lógicos especiales. El contexto, también, suele ser de gran ayuda.
Debe señalarse que no todo lo que se dice en el curso de un razonamiento es premisa o
conclusión del mismo. Un pasaje que contenga un razonamiento, puede también contener otras
referencias, que a veces son ajenas al caso, pero a menudo brindan una importante información
de fondo que permite al lector o al oyente comprender de qué se trata el razonamiento.
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Es posible afirmar proposiciones en forma de preguntas retóricas, si se usan para expresar
enunciados más que para formular preguntas, aunque tengan forma interrogativa.
Algunos pasajes pueden contener dos o más razonamientos, sean en sucesión, o sean
entremezclados.
En algunos pasajes que contienen más de un razonamiento, su conexión es aún más
íntima, por ejemplo, cuando la conclusión de un razonamiento es la premisa del otro.
De una proposición podemos decir, pues, o bien que es verdadera, o bien que es falsa;
pero hay ciertos enunciados cuyo grado de verdad no puede determinarse hasta tanto no se
especifiquen ciertos términos que entran en su estructura. Estas expresiones reciben el nombre de
funciones proposicionales.
“Una función proposicional es toda expresión que contiene uno o más constituyentes
indeterminados (x, y,…) tal que, si fijamos lo que estos constituyentes hayan de ser, el resultado
será una proposición”.
La expresión “x es un filósofo” es una función proposicional, puesto que asigna a cada
elemento que constituye su ámbito de variabilidad (los nombres propios de personas) un único
elemento que integra su ámbito de valores (una proposición). En el ámbito de variabilidad de una
función hay elementos que dan por resultado una proposición verdadera, y otros, una proposición
falsa.
Cuando un elemento del ámbito de variabilidad hace de la función una proposición
verdadera, decimos que ese elemento pertenece al dominio de la función. En suma: llamamos
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dominio de la función al conjunto de elementos de su ámbito de variabilidad que hacen del
resultado una proposición verdadera, es decir, que satisfacen la función.
Se llama lugar de argumento al lugar que queda señalado por el componente
indeterminado de la función. Este lugar de argumento será ocupado por los argumentos, es decir,
por los nombres de individuos que constituyen el alcance (ámbito de variabilidad) de la función.
Las funciones proposicionales con un solo lugar de argumento reciben el nombre de
funciones monádicas.
En general, a toda función proposicional con más de un lugar de argumento, se la
denomina poliádica o, también, n-ádica (donde n indica el número de lugares de argumento de la
función).
Si el resultado para una función es un número, decimos que se trata de una función
numérica; si es una proposición, decimos que se trata de una función proposicional; si es un valor
de verdad, diremos que se trata de una función de verdad.
Función de verdad es el nombre específico que reciben las conectivas cuando se las analiza
desde el punto de vista de las funciones.
Conectivas extensionales:
Conectiva (función) Nombre Signo Algunos usos lingüísticos aproximados
Conjunción Et “.” “y”, “pero”, “aunque”, “sin embargo” y
otros.
Disyunción inclusiva Vet “v” “o”, “o bien”, “o lo uno o lo otro” (o ambos),
etc.
Disyunción exclusiva Aut “w” “o lo uno o lo otro” (pero no ambos), “a
menos que”, “salvo que”, etc.
Negación Non “-“ “no”, “no es verdad que”, “no es el caso de
que”, “no es cierto que”, etc.
Condicional Sequitur “Ↄ” “si… entonces”, “es condición suficiente
para” “es suficiente que”, “solo si”, etc.
Bi-condicional Aequivalentia “≡” “si y solo si”, “es condición necesaria y
suficiente para”, “es equivalente a”, etc.
Negación alternativa Incompatibilidad “/” “es incompatible con”, “no se da el caso de…
y de… a la vez”, etc.
Negación conjunta Falsedad conexa “↓” “ni… ni…”, “ni lo uno ni lo otro”, “y no… y
no…” etc.
a) Las conectivas extensionales son las que hemos llamado funciones de verdad porque
el valor de verdad de las proposiciones moleculares depende exclusivamente de los
valores de verdad de las proposiciones atómicas que tales conectivas afectan o
relacionan. Así, por ejemplo, si una proposición “p” es verdadera, su negación “non p”
será inequívocamente falsa, y si “p” es falsa, su negación será verdadera; el valor de
“non p” dependerá exclusivamente del valor de “p”.
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b) Las conectivas intencionales, en cambio, son aquellas que estructuran proposiciones
moleculares cuyo valor de verdad no puede determinarse exclusivamente sobre la
base de los valores de verdad de las proposiciones elementales que la integran. Y esto
es así, porque encierran más de un significado preciso. Si una proposición “p” es
verdadera, y le anteponemos el operador intencional “creo que”, el resultado: “creo
que p” no puede determinarse aunque sepamos que “p” es verdadera; porque, sea
“p” verdadera o falsa, el valor del compuesto depende de que realmente sea creído
“p” y no solo del valor de “p”. Por este motivo no pueden ser consideradas funciones
de verdad.
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considere base del análisis tendremos los distintos subcapítulos o teorías lógicas
más específicas.
Se podrá hablar entonces de:
I) La lógica de las funciones, donde los términos fundamentales por considerar
van a ser las funciones proposicionales.
II) La lógica cuantificacional, donde los términos que guían el análisis serán los
llamados cuantificadores (todo, alguno, hay, y sus derivados). Si se vinculan
con las funciones monádicas tendremos la lógica de la cuantificación simple, y
de la cuantificación múltiple, si se tratase de cuantificar funciones poliádicas.
III) La lógica de las clases, en la cual se analizan las relaciones lógicas que hay
entre los términos de propiedades considerados según su extensión, es decir,
entre los términos de clase o genéricos.
IV) La lógica de las relaciones, donde la atención se centra en los términos de
propiedades relacionales consideradas ahora en su carácter de relaciones.
Nos limitamos a considerar solo las relaciones que los términos tienen entre sí (dimensión
sintáctica), dejando de lado tanto los contenidos significativos de sus términos (dimensión
pragmática), como las referencias a los objetos que tales términos nombran, designan, o denotan
(dimensión semántica).
Para lograr esto, tenemos que pasar del lenguaje descriptivo de las sentencias o
enunciados, al lenguaje abstracto de la lógica; Mediante este procedimiento (que conocemos ya
con el nombre de abstracción) lo que era una proposición en un lenguaje descriptivo pasa ahora a
ser una forma proposicional, y lo que era una función proposicional, ahora se transforma en una
forma de función proposicional. Así vamos logrando lo que podríamos considerar el esqueleto, el
esquema, el armazón desnudo de una proposición, donde los pilares básicos se presentan con
toda claridad.
Una vez obtenidas las formas procedemos a determinar sus propiedades, las relaciones
lógicas que pueden establecerse entre ellas, la manera de pasar correctamente de unas a otras.
Muchas y muy variadas son las clasificaciones que de las proposiciones han sido dadas y
todas ellas dependen, como es natural, del criterio de clasificación adoptado.
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Ejemplo: “Aristóteles nació en Estagira”.
b- Proposiciones moleculares. Son todas aquellas cuyo valor de verdad depende de
los valores de verdad de una o más proposiciones atómicas que las estructuran.
Esto es así porque en la estructura de una proposición molecular aparece siempre
una conectiva extensional (función de verdad) que, en estos casos, son constantes
lógicas interproposicionales.
Negativas: “algunas plantas no tienen flores”
Conjuntivas: “llueve y hace frio”
Disyuntivas excluyentes: “Pedro es casado o soltero”
Disyuntivas incluyentes: “Pedro es estudiante o profesor”
Condicionales (o hipotéticas): “si obtengo buen promedio entonces apruebo el
año”
Bi-condicionales: “Pedro es soltero, si y sólo si, no es casado”
Negación alternativa: “No es verdad que hoy es lunes y hoy es martes”
Negación conjunta: “Ni hoy es lunes, ni hoy es martes”.
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- singulares. Las que tienen por sujeto lógico un único individuo. Ejemplo del
lenguaje común: “este hombre es mortal”, en lenguaje más explícito: “este
individuo es hombre y es mortal”.
- particulares o existenciales. Las que tienen por sujeto lógico a por lo menos un
individuo o más, pero no todos. Ejemplo en lenguaje común: “algunos hombres
son ingenieros”. En lenguaje explícito: “Existe por lo menos un individuo X tal que,
X es hombre y X es ingeniero”
- Universales. Las que tienen como sujetos todos los individuos del universo, o
bien de un universo de discurso determinado. Ejemplo en el lenguaje común:
“todos los hombres son mortales”. En el lenguaje explícito: “Cualquier individuo X,
si X es hombre, entonces X es mortal”.
2- Las proposiciones relacionales. También aquí se van a considerar propiedades, pero se
trata de propiedades relacionales que se predican, como sabemos, de dos o más individuos
tomados simultáneamente en consideración. Clasificamos las proposiciones tomando como
criterio el grado de generalidad de los sujetos que estas propiedades relacionan; generalidad
indicada por los términos cuantificacionales que ofician de sujetos gramaticales.
a) Proposiciones relacionales homogéneas. Son todas aquellas en los cuales los sujetos
relacionados son de la misma generalidad; es decir, o todos son singulares, o todos
particulares, o todos universales.
- Singular homogénea. Eloísa ama a Abelardo.
- Existencial homogénea. Algo atrae a algo.
- Universal homogénea. Todo atrae a todo.
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- Todas las proposiciones lógicamente falsas, de cualquier ciencia que fueren.
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distinguir entre las expresiones propias de ese lenguaje (lógicas), y las expresiones que usaremos
para referirnos a ellas (meta-lógicas).
2. Abstracción e interpretación.
Entendemos por abstracción el pasaje de un lenguaje descriptivo al lenguaje abstracto
de la lógica; y por interpretación el proceso inverso.
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Negación simple (non). La función de la negación es cambiar el valor de verdad de una
proposición (atómica o molecular), en el valor contrario: los valores verdaderos se
hacen falsos, y los falsos, verdaderos.
Negación alternativa (incompatibilidad). La incompatibilidad entre dos proposiciones
es falsa sólo cuando ambos componentes son verdaderos, y es verdadera en todos los
demás casos.
Negación conjunta (falsedad conexa). La falsedad conexa entre dos proposiciones es
verdadera únicamente en el caso de que ambos componentes sean falsos; en todos
los otros casos es falsa.
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Contradicciones: Una contradicción es también una proposición molecular, pero en
vez de ser siempre verdadera, como las tautologías, es siempre falsa.
Se trata aquí de una falsedad lógica y determinable por métodos puramente formales.
Las contradicciones, como las tautologías, son analíticas, pero analíticamente falsas.
Tampoco las contradicciones están asociadas a una determinada conectiva. Así como
las tautologías son trivialmente verdaderas, las contradicciones son trivialmente falsas.
Contingencias: dada una proposición, si su tabla de verdad tiene todos los casos
verdaderos, la lógica puede afirmar inequívocamente que se trata de una verdad
formal; si tiene todos los casos falsos, que se trata de una falsedad formal. Pero si en la
tabla de verdad de una proposición alternan la verdad y la falsedad, ya no hay
métodos lógicos para asignarle a la proposición un valor con preferencia a otro. Este
último caso es el que caracteriza a las proposiciones llamadas contingencias, y esto es
así porque la comprobación de su verdad (o falsedad) depende de circunstancias
fácticas. La verificación de una proposición contingente es asunto extra-lógico; a
diferencia de las tautologías y las contradicciones, que son lógicamente
determinables, de las contingencias se dice que son lógicamente indeterminables.
Contrariamente a lo que sucede con las proposiciones lógicamente determinables
(tautologías y contradicciones), todas las cuales son verdaderas o falsas cualesquiera
fueren los valores de verdad de los elementos atómicos que las estructuran, la verdad
(o falsedad) de una contingencia va a depender primordialmente de la verdad (o
falsedad) de sus componentes atómicos.
Dos proposiciones son equivalentes entre sí cuando todos los casos que hacen verdadera a
una de ellas, hacen también verdadera a la otra; y cuando todos los casos que hacen falsa a una
hacen falsa también a la otra.
Tratándose de formas proposicionales, los ámbitos están integrados por todos los valores
“V” de su tabla de verdad; y los contenidos, por todos los valores “F”. De este modo, dos formas
proposicionales son equivalentes entre sí cuando a cada valor “v” de una, le corresponde el valor
“v” de la otra en la misma hilera considerada; y cuando a cada valor “f” de cualquiera de ellas, le
corresponde en la misma hilera el valor “f” de la otra. Con otras palabras: cuando ambas tienen la
misma tabla de verdad.
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8. Las leyes lógicas.
Definición: ley lógica es toda forma proposicional, tal que, si sustituimos sus variables, por
constantes descriptivas de la categoría semántica que ellas determinan, el resultado será siempre
una proposición lógicamente verdadera.
Del análisis de la definición precedente se desprende que, una ley lógica está constituida
por términos lógicos y términos no-lógicos. Entre los primeros están las conectivas y todas las
constantes lógicas que aparecen en la fórmula; entre los términos no-lógicos están las variables, y
el dominio de estas variables está constituido por constantes descriptivas categoremáticas. En las
leyes de la lógica proposicional sólo aparecen variables proposicionales cuyo dominio está
integrado por proposiciones.
La presencia de las variables confiere a las leyes lógicas un alto grado de universalidad,
pues permiten abstraer la propiedad común de todas las proposiciones lógicamente verdaderas:
“ser verdaderas en virtud de su forma”. Igualmente, ese grado de universalidad de una ley hace
que su carácter de verdad lógica sea mantenido en todos los ejemplos de sustitución que tienen su
misma forma.
Así como una ley lógica nos garantiza la verdad formal de todas las proposiciones obtenidas por
sustitución correcta de sus variables proposicionales, también una regla lógica nos garantiza la
validez de todos sus ejemplos de sustitución. A diferencia de las leyes, que son expresiones del
cálculo lógico, las reglas son expresiones meta-lógicas; son prescripciones que nos permiten pasar
correctamente de una o más premisas a una conclusión.
Lógica cuantificacional.
Las proposiciones con predicados monádicos.
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Además de los nombres propios, son también simbolizadas por constantes
individuales las palabras “yo”, “tú”, “él”, “éste”,… llamados particulares egocéntricos
cuando en los contextos donde figuran hacen las veces de nombres propios.
Gramaticalmente los predicados podrán ser verbos, verbos copulativos con
sustantivos, con adjetivos, con adverbios, y podrán tener todo tipo de complementos.
La simbología lógica no registra estas distinciones.
Para simbolizar enunciados singulares se coloca en primer término la letra de
predicado, seguida de la constante individual.
Las proposiciones singulares pueden estar negadas. También pueden presentarse
formando proposiciones compuestas, en cuyo caso se recurre a las conectivas
proposicionales para simbolizarlas.
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verdadero ni falso, por estar indeterminado el individuo del cual se predica que es
mecánico, “todos son mecánicos” es o bien verdadera o bien falsa.
Las proposiciones universales pueden aparecer negadas.
Otras proposiciones van precedidas por las palabras “algún”, “algunas cosas”,
“algunos”, “algo”, “hay”, “hay cosas”, “ciertas cosas”, y otras similares.
Estas expresiones son simbolizadas mediante los signos “(Ex)”, “(Ey)”, “(Ez)”, llamados
cuantificadores existenciales, y a este tipo de enunciados se los denomina
proposiciones existenciales.
Como ocurre con el cuantificador universal, un cuantificador existencial antepuesto a
la forma de una función proposicional la convierte en la forma de una proposición.
Las proposiciones existenciales pueden estar negadas.
Se denominan proposiciones generales simples a las proposiciones que tienen un
único predicado, y son universales o existenciales.
Las proposiciones generales simples pueden unirse mediante las conectivas
proposicionales diádicas con enunciados singulares, con funciones proposicionales, y
con otras proposiciones generales.
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función proposicional (Fx Ↄ -Gx) son verdaderos, y son falsos cuando hay por lo
menos un caso de sustitución falso. La lógica tradicional los simbolizaba mediante
el esquema “ningún S es P”.
También pueden darse negados, como el enunciado “no es cierto que ningún
elefante es asiático”.
d) Particulares negativos. Por ejemplo la expresión “existe por lo menos un x tal que
x es perro y x no es negro”, y se simboliza “(Ex)(Fx.-Gx)”, donde tanto la
conjunción como la negación surgen del análisis interno de los enunciados. Son
verdaderos cuando hay por lo menos un caso de sustitución de la función
proposicional “Fx.-Gx”, que es verdadera, y son falsos cuando no hay ninguno de
ellos que sea verdadero.
La lógica tradicional los simboliza mediante “algún S es P”. Pueden darse negados,
como el enunciado “no hay pájaros que no vuelen”, que se simboliza “-(Ex)(Fx.-
Gx)”.
Clase y pertenencia.
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La noción de clase, a partir de la cual se construye este capítulo de la lógica, es
muy intuitiva: las clases son conjuntos, colecciones de cosas (que pueden ser
objetos materiales, seres vivos, entes ideales, etc.) que tienen alguna propiedad
en común.
La vinculación que existe entre un individuo y la clase de la cual él es un miembro
se denomina relación de pertenencia; cuando un individuo es miembro de una
clase se dice que es un elemento de ella, que pertenece a ella.
En la lógica de clases se expresa esta relación mediante el signo “ε ”. Para negar
pertenencia se usa ese mismo signo testado (tachado).
Inclusión y pertenencia.
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La pertenencia se predica de un individuo con respecto a una clase o conjunto
(“Juan es hombre”, “el Aconcagua es una montaña”, etc.). La inclusión, en cambio,
sólo puede darse entre clases (“los cuadrados son cuadriláteros”, “los
monotremas son mamíferos”, etc.)
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1.1 Omnireflexibidad o reflexividad total. Una relación es omnireflexiva o
totalmente reflexiva si, y sólo si, todo individuo tiene esa relación consigo
mismo. Ej. “ser semejante a”, “ser igual a”.
1.2 Reflexividad. Una relación es reflexiva si, y sólo si, todo individuo que
pertenece al campo de la relación (es decir, todo individuo que cumple esa
relación con alguien) tiene esa relación consigo mismo. Ej. “ser
contemporáneo de”, “ser tan alto como”.
De las definiciones anteriores se desprende que toda relación
omnireflexiva es reflexiva, pero la recíproca no se cumple.
1.3 No reflexividad. Una relación es no reflexiva si, y sólo si, no es reflexiva.
Esto debe entenderse en el siguiente sentido: es falso que todos los
individuos que pertenecen al campo de la relación tienen esa relación
consigo mismo.
Las relaciones no reflexivas se dividen en dos grupos. a) Aquellas que, si
bien no son predicables en todos los casos de un individuo con respecto a
sí mismo, lo son en algunos, como, por ejemplo, “herir a” (que alguien se
hiera a sí mismo no es lógicamente necesario, pero es lógicamente
posible); b) Aquellas que no pueden predicarse de ningún individuo con
respecto a sí mismo como, por ejemplo, “ser padre de” (es imposible que
un individuo sea padre de sí mismo). En este último caso la relación,
aparte de ser no reflexiva es irreflexiva.
1.4 Irreflexividad. Una relación es irreflexiva si, y sólo si, ningún individuo
tiene esa relación consigo mismo. Ej. “ser padre de”, “estar a la izquierda
de”, “casarse con”.
2. Simetría. Una relación R es simétrica si, y sólo si, para todo par de valores “x e y”, si “x”
tiene la relación R con “y”, “y” tiene la relación R con “x”. Ej. “ser colega de”, “ser igual a”.
2.1 No simetría. Una relación R es no simétrica si y sólo si no es simétrica.
Podemos dividir las relaciones no simétricas en dos grupos: a) aquellas
para las cuales es lógicamente posible que se verifique la relación en
ambos sentidos (como, por ejemplo, “admirar a”), y b) aquellas en que tal
circunstancia no puede verificarse nunca, es lógicamente imposible, como
en el caso de la relación “ser mayor que”. Las relaciones de este último
tipo son, además de no simétricas, asimétricas.
2.2 Asimetría. Una relación R es asimétrica si y sólo si para todo par de
valores “x e y” se cumple que si “x” tiene relación R con “y”, entonces “y”
no tiene relación R con “x”. Ej. “ser mayor que”, “ser abuelo de”, “ser más
joven que”.
2.3 Anti-simetría. Una relación R es anti-simétrica si, y sólo si, para todo par
de valores “x e y” se cumple que “x” tiene relación R con “y”, y además “y”
tiene relación R con “x”, entonces “x e y” son iguales. Ej. “ser mayor o igual
que”, “estar incluido en” (entre clases).
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3. Transitividad. Una relación R es transitiva si, y sólo si, para todo conjunto de valores “x,
y, z” se cumple que, si “x” tiene relación R con “y”, e “y” tiene relación R con “z”, entonces, “x”
tiene relación R con “z”.
3.1 No transitividad. Una relación R es no transitiva si, y sólo si, no es
transitiva. Las relaciones no transitivas pueden clasificarse en dos grupos:
a) aquellas para las cuales es lógicamente posible que si “x” tiene esa
relación con “y” e “y” la tiene con “z”, “x” tenga la relación con “z”, y b)
aquellas para las cuales es lógicamente imposible que se presente esta
circunstancia. En este último caso decimos que la relación es, además de
no transitiva, intransitiva.
3.2 Intransitividad. Una relación R es intransitiva si y sólo si para todo
conjunto de valores “x, y, z” se cumple que, si “x” tiene la relación R con
“y”, e “y” la tiene con “z”, entonces “x” no tiene la relación R con “z”. Ej.
“ser el duplo de”, “ser perpendicular a”, “ser nieto de”.
4. Conexidad. Una relación R es conexa si, y sólo si, entre cualesquiera dos individuos
(diferentes) que pertenezcan a su campo, se da la relación en alguno de los dos sentidos posibles.
4.1 No conexidad. Una relación es no conexa si, y sólo si, no es conexa.
Cuando una relación es no conexa puede no darse entre cualesquiera dos
individuos diferentes del campo. Ej. “ser hermano de” (entre seres
humanos); “estar próximo a” (entre lugares geográficos).
26
2- Clasificación de los razonamientos.
Razonamientos deductivos. Los razonamientos deductivos constituyen el núcleo de la
investigación de la llamada “lógica deductiva” o, simplemente, “lógica”. Cuando un razonamiento
deductivo está correctamente efectuado, su conclusión queda unívocamente determinada y
depende exclusivamente de las premisas de las cuales se parte.
Los razonamientos deductivos reciben también el nombre genérico de “silogismos”.
Razonamientos no deductivos. Son todos aquellos en los cuales la verdad de sus puntos
de partida (premisas) no es garantía suficiente para la verdad de la conclusión. En estos
razonamientos la verdad de la conclusión no puede determinarse por métodos puramente lógicos
necesitándose, en consecuencia, recursos extra-lógicos para convalidarlos. Esto sucede porque, a
diferencia de los deductivos (en cuyas conclusiones nada hay que no haya sido dicho de algún
modo en las premisas), los razonamientos no deductivos llevan siempre a conclusiones que
exceden la información dada en las premisas y éstas, por consiguiente, si bien sirven de puntos de
partida para la conclusión no alcanzan para justificarla lógicamente.
27
La estructura de un razonamiento deductivo dependerá no sólo de su forma lógica, sino
también del tipo de análisis a que se lo someta, tal como sucede con los términos y las
proposiciones.
5.1- Razonamientos válidos. El hecho de que la conclusión ya esté dada de algún modo en
las premisas no siempre es garantía de la validez de un razonamiento deductivo. Necesitamos,
pues, un criterio que nos permita distinguir entre un razonamiento válido y otro que no lo es.
Hasta tanto no contemos con métodos lógicos de decisión, nos puede servir, provisionalmente, la
siguiente definición: “Un razonamiento es válido cuando constituye un ejemplo de sustitución de
una forma válida de razonamiento; y una forma de razonamiento es válida cuando ninguno de sus
ejemplos de sustitución tiene premisas verdaderas y conclusión falsa.”
Se puede decir de un razonamiento que es válido cuando no hay ningún caso de
sustitución correcto que pueda obtenerse por interpretación de sus variables, tal que las premisas
sean verdaderas y la conclusión falsa. Por el contrario, se puede decir de un razonamiento que es
no válido, cuando es posible encontrar en él, casos de sustitución correcta que tengan premisas
verdaderas y conclusión falsa.
Puesto que la validez de un razonamiento deductivo no depende del contenido
informativo de las proposiciones que lo integran, sino de su forma lógica, sucederá que: a) si una
forma de razonamiento es válida, todos sus ejemplos de sustitución serán razonamientos válidos,
aunque todas sus proposiciones (premisas y conclusión) sean falsas; y b) si una forma de
razonamiento es inválida, todos sus ejemplos de sustitución serán razonamientos no válidos,
aunque todas sus proposiciones (premisas y conclusión) sean verdaderas.
28
b) Las falacias materiales. Son aquellos razonamientos cuya conclusión parece verdadera
porque su forma lógica es válida. A pesar de recibir también el nombre de “falacias”,
no presentan problemas de validez lógica, sino de significación o de designación. Aquí
el error surge de considerar que la validez del razonamiento es garantía de la verdad
de la conclusión. Precisamente por tratarse de los contenidos (materia) de sus
componentes, las falacias materiales no pueden resolverse por métodos formales de
decisión; no presentan un problema sintáctico, sino semántico o pragmático; para su
solución debe procederse a un análisis semántico y pragmático tanto de los términos
como de las proposiciones que componen el razonamiento.
A manera de resumen recordemos que la validez de un razonamiento deductivo no
depende de su contenido informativo sino de su forma, y que así como la validez no es
garantía de verdad de las proposiciones de un razonamiento, tampoco la verdad de las
proposiciones es garantía de su validez.
29
INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA
Irving Copi.
Falacias no formales.
1. Clasificación de las falacias.
Una falacia es un tipo de razonamiento incorrecto, podemos decir de dos razonamientos
diferentes que contienen o cometen la misma falacia.
En el estudio de la lógica se acostumbra reservar el nombre de “falacia” a aquellos
razonamientos que, aunque incorrectos, son psicológicamente persuasivos. Por tanto definimos
falacia como una forma de razonamiento que parece correcta, pero resulta no serlo cuando se la
analiza cuidadosamente.
Las falacias se dividen en dos grandes grupos, las formales y las no formales. En éste
capítulo trataremos las falacias no formales, errores de razonamientos en los cuales podemos caer
por inadvertencia o falta de atención al tema, o bien porque nos engaña alguna ambigüedad en el
lenguaje usado para formularlo.
Podemos dividir las falacias no formales en falacias de atinencia y falacias de ambigüedad.
2. Falacias de atinencia.
La característica común a todos los razonamientos que cometen falacias de atinencia, es
que sus premisas carecen de atinencia lógica con respecto a sus conclusiones y, por ende, son
incapaces de establecer su verdad.
La inatinencia es aquí lógica y no psicológica, naturalmente, pues si no hubiera algún tipo
de conexión psicológica, carecería de efecto persuasivo o de corrección aparente. El que la
atinencia psicológica pueda confundirse con la atinencia lógica se explica en algunos casos por el
hecho de que el lenguaje es usado tanto expresiva como informativamente, para estimular
emociones tales como el temor, la hostilidad, la piedad, el entusiasmo o el terror.
La explicación de por qué son persuasivos, a despecho de su incorrección lógica, debe
buscarse en algunos casos en su función expresiva destinada a provocar actitudes que
probablemente inclinen a la aceptación, en lugar de brindar razones para la verdad de las
conclusiones que pretenden imponer.
30
Se la comete cuando, en vez de tratar de refutar la verdad de lo que se afirma, se
ataca al hombre que hace la afirmación. Así, por ejemplo, podría argüirse que la
filosofía de Bacon es indigna de confianza porque éste fue desposeído de su cargo de
canciller por deshonestidad. Este argumento es falaz, porque el carácter personal de
un hombre carece de importancia lógica para determinar la verdad o falsedad de lo
que dice o la corrección o incorrección de su razonamiento.
31
g) Argumentum ad verecundiam. (apelación a la autoridad). La apelación al sentimiento
de respeto que siente la gente por las personas famosas, para ganar asentimiento a
una conclusión. Podría sostenerse que una persona lo suficientemente brillante como
para alcanzar la categoría de una autoridad en campos complejos y difíciles como la
biología o la física, debe también tener opiniones correctas en otros campos que están
fuera de su especialidad. Pero la debilidad de este argumento se hace obvia cuando
pensamos que, en estos tiempos de extrema especialización, obtener un conocimiento
completo en un campo requiere tanta concentración que restringe las posibilidades de
adquirir en otros un conocimiento autorizado. Cuando se afirma que una proposición
es literalmente verdadera sobre la base de su aserción por una autoridad cuya
competencia se relaciona con un campo diferente, tenemos una falacia de
argumentum ad verecundiam.
l) La pregunta compleja. Las preguntas de este tipo suponen que se ha dado ya una
respuesta definida a una pregunta anterior, que ni siquiera ha sido formulada. Es una
pregunta compleja en la que hay varias preguntas entrelazadas.
32
m) Ignoratio elenchi (conclusión inatinente). Se comete cuando un razonamiento que se
supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una
conclusión diferente. Por ejemplo, cuando se halla bajo consideración una propuesta
particular de dictar una legislación sobre la vivienda, puede levantarse un legislador
para hablar en favor de la ley y argumentar que todo el mundo debe tener viviendas
decentes. Estas observaciones carecen de atinencia lógica con respecto al punto en
discusión, pues éste se refiere a las medidas particulares que se proponen. En este
ejemplo el orador busca despertar una actitud de aprobación para sí mismo y para lo
que dice, y esta actitud tenderá a ser transferida a su conclusión final más por
asociación psicológica que por implicación lógica.
3. Falacias de ambigüedad.
33
c) El énfasis. Como en el caso de todas las falacias de ambigüedad, se comete la del
énfasis en un razonamiento cuya naturaleza engañosa y carente de validez depende
de un cambio o una alteración en el significado. La manera en que los significados
cambian en la falacia del énfasis depende de las partes de él que se recalquen o
destaquen.
34
UNIDAD 3.
EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Mario Bunge.
Introducción.
El hombre intenta entender y dominar al mundo que lo rodea. En este proceso, construye un
mundo artificial: ese creciente cuerpo de idas llamado ciencia, que puede caracterizarse como
conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable, y por consiguiente falible. Por medio de la
investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es
cada vez más amplia, profunda y exacta.
La ciencia como actividad (como investigación) pertenece a la vida social: en cuanto se la aplica al
mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la invención y manufactura de bienes
materiales y culturales, la ciencia se convierte en tecnología. Sin embargo, la ciencia se nos
aparece como la más deslumbrante asombrosa de las estrellas de la cultura cuando la
consideramos como un bien por sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas
provisionalmente (conocimiento científico), y como una actividad productora de nuevas ideas
(investigación científica).
35
se contentan con la lógica para demostrar rigurosamente sus teoremas, las ciencias fácticas
necesitan más que la lógica formal: para confirmar sus conjeturas necesitan de la observación y/o
experimento.
La matemática y la lógica son, en suma, ciencias deductivas. El proceso constructivo, en que la
experiencia desempeña un gran papel de sugerencias, se limita a la formación de los puntos de
partida (axiomas). En matemática la verdad consiste, por esto, en la coherencia del enunciado
dado, con un sistema de ideas admitido previamente: por esto, la verdad matemática no es
absoluta, sino relativa a ese sistema, en el sentido de que una proposición que es válida en una
teoría puede dejar de ser lógicamente verdadera en otra teoría.
En las ciencias fácticas, la situación es enteramente diferente. En primer lugar, ellas no emplean
símbolos vacíos (variables lógicas), sino tan sólo símbolos interpretados. En segundo lugar, la
racionalidad (esto es, la coherencia con un sistema de ideas aceptado previamente) es necesaria
pero no suficiente para los enunciados fácticos. Además de la racionalidad, exigimos de los
enunciados de las ciencias fácticas que sean verificables en la experiencia, sea indirectamente (en
el caso de las hipótesis generales), sea directamente (en el caso de las consecuencias singulares de
las hipótesis). Únicamente después que haya pasado las pruebas de la verificación empírica podrá
considerarse que un enunciado es adecuado a su objeto, o sea, que es verdadero, y aun así hasta
nueva orden. Por esto es que el conocimiento fáctico verificable se llama a menudo ciencia
empírica.
Los rasgos esenciales del tipo de conocimiento que alcanzan las ciencias de la naturaleza y de la
sociedad son la racionalidad y la objetividad.
Por conocimiento racional se entiende:
a) Que está constituido por conceptos, juicios y raciocinios, y no por sensaciones, imágenes,
pautas de conducta, etc.
b) Que esas ideas puede combinarse de acuerdo con algún conjunto de reglas lógicas, con el
fin de producir nuevas ideas (inferencia deductiva).
c) Que esas ideas no se amontonan caóticamente o, simplemente, en forma cronológica,
sino que se organizan en sistemas de ideas, esto es, en conjuntos ordenados de
proposiciones (teorías).
36
Los enunciados fácticos confirmados se llaman usualmente “datos empíricos”, se
obtienen con ayuda de teorías y son a su vez la materia prima de la elaboración
teórica.
No siempre es posible, ni siquiera deseable, respetar enteramente los hechos cuando
se los analiza, y no hay ciencia sin análisis, aun cuando el análisis no sea sino un medio
para la reconstrucción final de los hechos.
2) El conocimiento científico trasciende los hechos: descarta hechos, produce nuevos
hechos y los explica.
3) La ciencia es analítica: la investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno
a uno, y trata de descomponerlo todo en elementos. (a diferencia de la filosofía).
4) La investigación científica es especializada: una consecuencia del enfoque analítico de
los problemas, es la especialización. No obstante la unidad del método científico, su
aplicación depende, en gran medida, del asunto; esto explica la multiplicidad de
técnicas y la relativa independencia de los diversos sectores de la ciencia.
5) El conocimiento científico es claro y preciso: sus problemas son distintos, sus
resultados son claros.
La claridad y la precisión se obtienen en la ciencia de las siguientes maneras:
a- Los problemas se formulan de manera clara. Lo primero, y a menudo lo más difícil,
es distinguir cuáles son los problemas.
b- La ciencia parte de nociones que parecen claras al no iniciado, y las complica,
purifica, y eventualmente las rechaza. La transformación progresiva de las
nociones corrientes se efectúa incluyéndolas en esquemas teóricos.
c- La ciencia define la mayoría de sus conceptos. Las definiciones son
convencionales, pero no se las elige caprichosamente, deben ser convenientes y
fértiles.
d- La ciencia crea lenguajes artificiales inventando símbolos (palabras, signos
matemáticos, símbolos químicos, etc.) a estos signos se les atribuyen significados
determinados por medio de reglas de designación.
6) El conocimiento científico es comunicable: no es inefable sino expresable, no es
privado sino público. El lenguaje científico comunica información a quienquiera haya
sido adiestrado para entenderlo. La comunicabilidad es posible gracias a la precisión; y
es a su vez una condición necesaria para la verificación de los datos empíricos y de las
hipótesis científicas.
7) El conocimiento científico es verificable: debe aprobar el examen de la experiencia. El
test de las hipótesis fácticas es empírico, esto es, observacional o experimental. Las
técnicas de verificación evolucionan en el curso del tiempo; sin embargo, siempre
consisten en poner a prueba consecuencias particulares de hipótesis generales. La
verificabilidad hace a la esencia del conocimiento científico: si así no fuera, no podría
decirse que los científicos procuran alcanzar conocimiento objetivo.
8) La investigación científica es metódica: no es errática sino planeada. El método
científico no provee recetas infalibles para encontrar la verdad, sólo contiene un
conjunto de prescripciones falibles (perfectibles) para el planeamiento de
37
observaciones y experimentos, para la interpretación de sus resultados, y para el
planteo mismo de los problemas. Subordinadas a las reglas generales del método
científico, y al mismo tiempo en apoyo de ellas, encontramos las diversas técnicas que
se emplean en las ciencias especiales.
La ciencia es, pues, esclava de sus propios métodos y técnicas mientras éstos tienen
éxito, pero es libre de multiplicar y de modificar en todo momento sus reglas, en aras
de mayor racionalidad y objetividad.
9) El conocimiento científico es sistemático: una ciencia no es un agregado de
informaciones inconexas, sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí.
10) El conocimiento científico es general: ubica los hechos singulares en pautas generales,
los enunciados particulares en esquemas amplios. No es que la ciencia ignore la cosa
individual o el hecho irrepetible, lo que ignora es el hecho aislado. Por esto la ciencia
no se sirve de los datos empíricos (que siempre son singulares) como tales. Éstos son
mudos mientras no se los manipula y convierte en piezas de estructuras teóricas.
11) El conocimiento científico es legal: busca leyes (de la naturaleza y de la cultura) y las
aplica. El conocimiento científico inserta los hechos singulares en pautas generales
llamadas “leyes naturales” o “leyes sociales”.
12) La ciencia es explicativa: intenta explicar los hechos en términos de leyes, y las leyes
en términos de principios. Los científicos no se conforman con descripciones
detalladas. Además de inquirir cómo son las cosas, procuran responder a por qué.
13) El conocimiento científico es predictivo; trasciende la masa de los hechos de
experiencia, imaginando cómo puede haber sido el pasado y cómo podrá ser el futuro.
14) La ciencia es abierta: no reconoce barreras a priori, que limiten el conocimiento.
15) La ciencia es útil: porque busca la verdad, la ciencia es eficaz en la provisión de
herramientas para el bien y para el mal. La utilidad de la ciencia es una consecuencia
de su objetividad. Sin proponerse necesariamente alcanzar resultados aplicables, la
investigación los provee a la corta o a la larga. La sociedad moderna paga la
investigación porque ha aprendido que la investigación rinde.
38
Supondremos por el momento que si un científico pretende ofrecer conocimiento, se
refiere a algo creído, acertado y probado. Además, puesto que no todo conocimiento es
conocimiento científico, un problema que tendremos que encarar más adelante es en qué consiste
la característica esencial que permite distinguir al conocimiento científico de otros tipos de
conocimiento.
Según algunos epistemólogos, lo que resulta característico del conocimiento que brinda la
ciencia es el llamado método científico, un procedimiento que permite obtenerlo y también, a su
vez, justificarlo.
Lenguaje y verdad.
En el lenguaje ordinario la palabra “verdad” se emplea con sentidos diversos. Por un lado
parece indicar un tipo de correspondencia o isomorfismo entre nuestras creencias y lo que acurre
en la realidad. Dicho con mayor precisión: entre la estructura que atribuimos a la realidad en
nuestro pensamiento y la que realmente existe en el universo. En otras ocasiones “verdad” se
utiliza no en relación a la prueba sino a la creencia. Decimos: “esta es tu verdad, pero no la mía”,
con lo cual estamos cotejando nuestras opiniones con las del interlocutor.
La primera acepción es en principio la que resulta de mayor utilidad. Proviene de
Aristóteles, quien la presenta en su libro metafísica, y por ello se llama “concepto aristotélico de
verdad”. Se funda en el vínculo que existe entre nuestro pensamiento, expresado a través del
lenguaje, y lo que ocurre fuera del lenguaje, en la realidad. Aristóteles se refiere a esta relación
como “adecuación” o “correspondencia” entre pensamiento y realidad.
39
En el ámbito de las ciencias formales, como la matemática, hay un cuarto y muy
importante sentido de la palabra “verdad”: decir, por ejemplo, que una proposición matemática es
verdadera significa decir que es deductible a partir de ciertos enunciados de partida.
En lo que sigue centraremos nuestra discusión en el papel de la ciencia entendida como
conocimiento de hechos, y en tal sentido la matemática, aunque también será analizada, será
considerada como una herramienta colateral que sirve a los propósitos de las ciencias fácticas,
cuyo objetivo es, precisamente, el conocimiento de los hechos. Sin embargo, ésta es una palabra
que se emplea con muchos significados, y será necesario aclarar cuál de ellos adoptaremos
nosotros. Diremos que un hecho es la manera en que las cosas o entidades se configuran en la
realidad, en instantes y lugares determinados o en general.
En el ámbito de las ciencias fácticas, el concepto aristotélico de verdad parece
indispensable. De manera no rigurosa podemos presentarlo de este modo: se supone que, por las
reglas gramaticales, semánticas y lógicas del lenguaje, quien realiza el acto pragmático de afirmar
un enunciado pretende describir un posible estado de cosas y al mismo tiempo persuadirnos de
que ello es lo que acontece en la realidad. Si dicho estado de cosas realmente acaece, si la
descripción coincide con lo que sucede en la realidad, diremos que el enunciado es verdadero.
La noción aristotélica de verdad no tiene ingrediente alguno vinculado con el
conocimiento. Una afirmación puede ser verdadera sin que nosotros lo sepamos, es decir, sin que
tengamos evidencia de que hay correspondencia entre lo que describe la afirmación y lo que
realmente ocurre. Esta aclaración importa, pues en el lenguaje ordinario hay cierta inclinación a
suponer que si hay verdad también hay conocimiento y prueba, lo cual podría generar graves
malentendidos. Por ejemplo, no nos permitiría comprender correctamente la fundamental noción
de afirmación hipotética o hipótesis. La hipótesis es una conjetura, una afirmación cuyo carácter
hipotético radica en que se la propone sin conocimiento previo de su verdad o falsedad. Uno de
los problemas que plantea la investigación científica es el de decidir con qué procedimientos, si es
que los hay, podemos establecer la verdad o la falsedad de una hipótesis.
En síntesis: es necesario discriminar entre la verdad y el conocimiento de la verdad, entre
la falsedad y el conocimiento de la falsedad. La operación de establecer si una afirmación es
verdadera o falsa pertenece al ámbito del conocimiento y es posterior a la comprensión del
significado atribuido a los términos “verdad” y “falsedad”.
Verificación y refutación.
Para evitar el riesgo de malentendidos tendremos que recurrir a palabras más adecuadas
para señalar que se ha probado la verdad o la falsedad de un enunciado. Son: verificado y
refutado.
Lo importante es advertir que los términos “verificado” y “refutado” se refieren a nuestro
conocimiento de la verdad o falsedad de una afirmación. Si una afirmación está verificada,
entonces necesariamente es verdadera, aunque otra afirmación puede ser verdadera sin estar
verificada. Asimismo, una afirmación refutada necesariamente es falsa, pero otra puede ser falsa
sin que haya sido refutada.
40
La epistemología es, en un sentido restringido del término, el estudio de las condiciones
de producción y de validación del conocimiento científico.
Contextos.
Hans Reichenbach, en su libro experiencia y predicción, discrimina entre lo que llama
contexto de descubrimiento y contexto de justificación. El contexto de descubrimiento importa la
producción de una hipótesis o de una teoría, el hallazgo y la formulación de una idea, la invención
de un concepto, todo ello relacionado con circunstancias personales, psicológicas, sociológicas,
políticas y hasta económicas o tecnológicas que pudiesen haber gravitado en la gestación del
descubrimiento o influido en su aparición. A ello se opondría por contraste el contexto de
justificación, que aborda cuestiones de validación: cómo saber si el descubrimiento realizado es
auténtico o no, si la creencia es verdadera o falsa, si una teoría es justificable, si las evidencias
apoyan nuestras afirmaciones o si realmente se ha incrementado el conocimiento disponible.
En primera instancia ambos contextos parecen referirse a problemas independientes. El
contexto de descubrimiento estaría relacionado con el campo de la psicología y de la sociología, en
tanto que el de justificación se vincularía con la teoría del conocimiento y en particular con la
lógica.
A los dos contextos que menciona Reinchenbach se agrega un tercero, el contexto de
aplicación, en el que se discuten las aplicaciones del conocimiento científico, su utilidad, su
beneficio o perjuicio para la comunidad o la especie humana.
Aunque los problemas del contexto de descubrimiento y de aplicación son de enorme
importancia, tanto teórica como práctica, en este texto daremos preferencia casi exclusiva a las
cuestiones que atañen al contexto de justificación. Nuestra preocupación principal será la de
indagar acerca de los elementos de juicio por los cuales una determinada teoría científica merece
ser considerada como conocimiento legítimo, de los criterios que permiten decidir por una teoría
en favor de otras y, en general, de justificar la racionalidad del cambio científico.
Hipótesis
41
1) Una hipótesis científica es un enunciado afirmado o formulado por alguien, un hombre
de ciencia o una comunidad científica, en cierto lugar, en ciertas circunstancias y en
cierto momento de la historia. De acuerdo con esta exigencia, el status de hipótesis de
un enunciado tiene historia, porque dependerá de que alguien la haya formulado
como tal en determinada oportunidad.
2) En el momento en que se propone una hipótesis, para quien la formula se halla en
“estado de problema”: se ignora su valor de verdad, es decir, no está verificada ni
refutada. Si, por fortuna, se la pudiera verificar, dejará de ser una hipótesis y se
convertirá en un enunciado verdadero, es decir, conocimiento científico probado.
Podría ocurrir, por otra parte, que se pudiese probar la falsedad del enunciado
hipotético, es decir, que fuese refutado. En tal caso el enunciado también deja de ser
una hipótesis.
El status de hipótesis tiene sentido histórico, y lo que hoy es hipótesis puede no serlo
mañana.
3) Quien formula la hipótesis, pese a que ésta se encuentra en estado de problema,
supone que ella es verdadera. La palabra suposición no debe ser entendida aquí como
sinónimo de creencia, lo cual no impide que realmente aquel que propone la hipótesis
crea en la verdad del enunciado que afirma.
Podemos ahora presentar la concepción contemporánea acerca de la ciencia, pese a sus
amplias y significativas variantes, afirmando que, en su mayor parte, los enunciados que
constituyen las teorías científicas son hipótesis y, en tal sentido, tienen carácter provisional, por
cuanto pueden resultar, a la postre, verificadas o refutadas.
El primer paso en la historia de la ciencia que lleva a proponer una hipótesis es la
existencia de problemas, aunque esto no niega que, en algunos casos, una hipótesis pueda surgir
por razones psicológicas totalmente independientes de la existencia de algo intrigante. A veces se
afirma que la resolución del problema requiere de una teoría y no de una mera hipótesis, pero una
teoría no es otra cosa que un conjunto de hipótesis mantenidas a la vez, lo cual no impide,
aclaremos desde ya, que este conjunto sea unitario: en ciertos casos una teoría puede estar
constituida por una sola hipótesis.
Conviene hacer notar que la libertad para formular hipótesis no es, en modo alguno,
piedra libre para que cada investigador disponga de su teoría propia o exprese sus prejuicios a
través de sus hipótesis. Como veremos más adelante, hay criterios que permiten decidir, en un
momento dado de la historia de la ciencia, si una hipótesis o teoría es mejor que otra y, por tanto,
cuál de ellas ha de ser escogida por la comunidad científica. Pero en principio, las hipótesis que se
formulan a propósito de un problema pueden ser múltiples, alternativas y hasta antagónicas.
Señalemos finalmente que las hipótesis tienen carácter provisorio y es necesario aceptar que la
mayoría de ellas serán refutadas y abandonadas en el futuro.
42
descripción de la realidad el número finito de casos del cual disponemos, y, si contiene términos
teóricos, porque hace afirmaciones acerca de lo no observable. Proponer una hipótesis no es
sinónimo de haber obtenido conocimiento. ¿Qué hacer a renglón seguido? En primer lugar, parece
razonable tratar de analizar qué se deduce lógicamente de ella. La ventaja de hacerlo es que la
hipótesis puede, a la manera aristotélica, producir nuevas hipótesis y, por otra parte, llevarnos a
obtener cierto tipo de enunciado observacional que nos permita controlar la hipótesis por medio
de la experiencia.
En general, no se sabrá si es verdadero o falso lo que se obtenga deductivamente de una
hipótesis y, puesto que debemos suponer que la hipótesis de partida es verdadera y razonamos
correctamente, garantizando así la conservación de la verdad, estamos obligados a suponer,
consecuentemente, que H2, H3 y H4 también son verdaderas. A estas hipótesis deducidas de una
hipótesis de partida las llamaremos “hipótesis derivadas”. Se entiende que el razonamiento que
permite obtenerlas es estrictamente deductivo, y que no se trata de inferencias aproximadas o
estadísticas que no tienen garantía de conservación de la verdad.
Conviene señalar que cuando hablamos de deducciones nos referimos a todas las formas
correctas de razonamiento que reconoce la lógica, y cuyo número de premisas puede ser muy
variado.
Obtener hipótesis derivadas tiene múltiple interés. Si se advierte que son, en realidad,
enunciados previamente verificados, o al menos ya adoptados por los científicos, podría decirse
que la hipótesis H1 explica las hipótesis derivadas cuya verdad ya era conocida. La deducción de
hipótesis derivadas tiene, entonces, un interés explicativo.
Un segundo interés podría ser llamado sistemático y se vincula con aquella afirmación de
Nagel según la cual la ciencia es conocimiento sistemático y controlado. El esquema lógico
jerárquico que hace depender ciertas verdades de otras es el que transforma a la ciencia o, por lo
menos, a una teoría científica, en un sistema. Si no fuese por el empleo de la herramienta
deductiva, tal sistematicidad no podría obtenerse.
Un tercer interés de las hipótesis derivadas radica en que, utilizando el mecanismo lógico,
no sólo obtenemos hipótesis ya aceptadas, que quedan así explicadas y también sistematizadas,
sino además nuevas hipótesis y, por lo tanto, en el contexto de descubrimiento, posibles nuevas
leyes científicas y nuevo conocimiento.
De cualquier modo, tanto la hipótesis inicial como las que se deducen de ella son algo así
como una estructura especulativa y el método que estamos empleando, por el momento, no pasa
de ser una especie de máquina para especular. Pero ya se advierte por qué se lo llama “hipotético
deductivo”: se trata de la propuesta de hipótesis y de la obtención de otras hipótesis por medio de
la deducción.
43
La realidad se nos ofrece a través de la base empírica, y por tanto parece inevitable, a modo de
control de nuestras hipótesis, comparar lo que se ha conjeturado con lo que se advierte en la base
empírica. ¿Cómo puede hacerse? Si de la hipótesis original se logra obtener, luego de deducir y
deducir, algún enunciado empírico básico, de primer nivel, parecería que la hipótesis inicial está
implicando afirmaciones acerca de lo observable. Llamaremos a estos enunciados “consecuencias
observacionales” de la hipótesis. En este punto el científico debe apartarse momentáneamente de
la estructura deductiva descrita y realizar observaciones, espontáneas, sistemáticas o provocadas
por medio de experimentos. Por esta razón el método hipotético deductivo debería denominarse
con mayor propiedad “método hipotético deductivo empírico”.
No es forzoso que una hipótesis tenga consecuencias observacionales, pero de existir éstas
será posible llevar a cabo observaciones pertinentes y proceder al control de la hipótesis.
Habiendo realizado la observación pertinente comprobamos una de dos posibilidades: que
las cosas no son como lo describe la consecuencia observacional o bien que sí lo son.
En el primer caso, resulta que la consecuencia observacional es falsa, con lo cual
refutamos dicha consecuencia observacional. Pero si hemos partido de una sola hipótesis, H1, nos
vemos forzados a reconocer que H1 también debe ser falsa, puesto que la hemos obtenido
razonando correctamente, con garantías de conservación de la verdad. En este momento H1 deja
de ser una hipótesis y muestra ser un enunciado falso: hemos refutado la hipótesis.
Si la observación pertinente coincidiera con lo afirmado por la consecuencia observacional,
diríamos que la consecuencia observacional es verdadera. Sin embargo, no podemos afirmar que
la hipótesis de partida también lo sea, porque de premisas falsas se puede obtener una conclusión
verdadera.
La verdad de la consecuencia observacional no nos permite decidir acerca del valor de
verdad de H1: no hemos ganado conocimiento y H1 prosigue en estado de problema.
La operación que hemos descrito, que implica poner a prueba una hipótesis examinando
una consecuencia observacional de la misma, se llama “contrastación de la hipótesis”. Como
resultado de la operación de contrastar una hipótesis se obtiene o bien refutación y abandono de
la misma, o bien, su conservación y supervivencia. Lo que la contrastación no puede garantizar es
la verificación de la hipótesis, sino algo más débil que, siguiendo a Popper, llamamos
“corroboración”. La corroboración significa, simplemente, que si bien seguimos sin saber nada
acerca de la verdad de la hipótesis, ésta ha resistido un intento de refutarla y ha probado, hasta el
momento, no ser falsa.
En esto consiste, en principio, el método hipotético deductivo en lo que vamos a llamar su
“versión simple”, donde “simple” significa a la vez “ingenua”, pues aquí subyace la idea de que una
sola consecuencia observacional adversa basta para aniquilar a una hipótesis y desterrarla del
ámbito de la ciencia. En la actividad científica real no se procede de esta manera, ya que ningún
científico estaría dispuesto a desechar una hipótesis porque haya sufrido el traspié de una sola
refutación.
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El método científico consistiría, entonces, en enfrentar problemas, proponer hipótesis,
aplicar la lógica para averiguar qué implican, confrontar sus consecuencias con la realidad
observable y, de acuerdo con el resultado, abandonar la hipótesis por refutación o conservarla por
corroboración. Esta concepción, por supuesto, conserva ecos de antiguas metodologías. La
componente racionalista, que se advierte tanto en el platonismo como en el aristotelismo, se
manifiesta aquí por el hecho de que inventar hipótesis implica un ejercicio de nuestra mente, de
nuestra razón y de nuestra imaginación. Pero, por otra parte, el método reserva un importante
papel a la experiencia. Los datos empíricos ya no desempeñan el papel verificador que tenían en el
método inductivo del antiguo empirismo, pero son indispensables en dos etapas del método
hipotético deductivo. En el contexto de descubrimiento, cumplen la función de llevarnos hacia los
problemas, pues, ¿Qué otra cosa sino las observaciones son las que muestran que hay algo
intrigante o incomprensible que merece la formulación de una hipótesis? Por otra parte, y en un
sentido aun más importante, son el elemento de control a través de las contrastaciones, y
permiten poner en evidencia, de esta manera, las excelencias o defectos de nuestras hipótesis.
Debemos agregar que, además de imaginación para producir hipótesis, el método incluye el
mecanismo lógico, que debe computarse del lado de nuestras actitudes racionales y no del de la
observación empírica.
Ciencia y metafísica.
La tendencia epistemológica conocida como “positivismo lógico” o “empirismo lógico”,
que tuvo su máxima expresión en el famoso círculo de Viena en la década de los treinta, distinguía
entre hipótesis científicas y metafísicas mediante un criterio que sería aproximadamente el
siguiente: una hipótesis tiene sentido si existe un procedimiento de verificación que pueda,
mediante operaciones prácticas, decidir sobre su verdad o falsedad. Si tal método de verificación
no existe, la hipótesis será metafísica y, por lo tanto, un sin sentido.
Popper introdujo una nueva propuesta como criterio de demarcación. Admite que
realmente existe una diferencia entre enunciados metafísicos y científicos, pero niega que los
metafísicos carezcan de sentido. Piensa, creemos que con razón, que éstos poseen un sentido
bastante claro y no duda de que han tenido, por ello, una influencia peculiar en la historia de las
ideas, en la conducta de las personas, en nuestras concepciones del mundo y aun en nuestras
preferencias acerca de ciertas teorías y no de otras. La diferencia, más bien, habría que buscarla
en el concepto de contrastabilidad. Ésta es la que otorga, para Popper, carácter científico a una
hipótesis y, por ende, a una teoría. Si la hipótesis tiene consecuencias observacionales, que
permiten ponerla a prueba mediante la operación de contrastación, entonces es científica. Si la
contrastabilidad está vedada, la hipótesis toma un carácter más especulativo porque se carece de
procedimientos para controlarla, lo cual la vuelve metafísica.
Aunque Popper menciona la contrastabilidad como criterio de demarcación de las
hipótesis, en ciertas ocasiones pone un énfasis especial en su refutabilidad: afirma que una
hipótesis es científica si es refutable.
45
Decir que una hipótesis es contrastable o decir que es refutable son maneras, con énfasis
diferentes, de afirmar que tiene consecuencias observacionales que permiten su control. Popper
prefiere el criterio de refutabilidad, por cuanto pretende subrayar que en materia de hipótesis es
más importante tratar de refutarlas que de corroborarlas.
La manera de pensar de Popper, aunque muy interesante y digna de ser tenida en cuenta
como estrategia para decidir si se está o no ante una hipótesis científica, plantea cierto tipo de
dificultades difíciles de resolver. Es perfectamente posible que, tomada aisladamente, una
hipótesis no sea refutable en el sentido popperiano, es decir, no sea contrastable, pero que,
presentada en combinación con otras hipótesis, dé lugar a un conjunto de enunciados que, en su
totalidad, sí sea contrastable. Por consiguiente, no sería posible declarar la no cientificidad de una
hipótesis en virtud de su no contrastabilidad aislada, porque podría tener carácter científico como
integrante de una teoría.
La tentación es, entonces, la de adoptar una actitud más tolerante y modificar el criterio
popperiano formulándolo de este modo: “Una hipótesis es científica cuando es contrastable o bien
aumenta la contrastabilidad de alguna teoría”. Desgraciadamente, se podría emplear el criterio
modificado para probar que toda hipótesis es científica. Resulta, por este motivo, que el criterio de
demarcación modificado de Popper, realmente, presenta serios inconvenientes.
Es importante tener en cuenta que el carácter metafísico de una teoría puede ser
eliminado y ella adquirir cientificidad si se complementa lo que se afirma en el nivel teórico con
convenientes reglas de correspondencia o hipótesis puente, que vinculan términos teóricos con
términos empíricos.
46
descartada para futuras investigaciones. Si, en cambio, lo que se obtiene es corroboración, el
proceso histórico que estamos describiendo debería, en principio, proseguir.
Un análisis realista muestra que luego de la etapa 9, en la verdadera etapa 10, hay un
momento determinado en que la comunidad científica decide no seguir contrastando en forma
explícita la hipótesis. Los científicos consideran que la hipótesis o la teoría han dejado de constituir
un problema epistemológico y se convierten en un instrumento a ser utilizado al servicio de
distintas finalidades.
Nos referimos especialmente a las aplicaciones de la ciencia que constituyen la tecnología,
la clínica y, en general, a todo aquello que puede ser considerado como una actividad práctica
relacionada con la ciencia. Son precisamente el núcleo de lo que llamamos el contexto de
aplicación de una teoría. Al ingresar en él, los científicos abandonan el contexto de justificación,
admiten pragmáticamente la validez de la teoría y la sostienen con el exclusivo fin de utilizar sus
aplicaciones.
Curiosamente, la utilización de ideas y procedimientos de la ciencia aplicada con fines
tecnológicos, clínicos o prácticos constituyen, de por sí, una forma más de contrastación de las
teorías. Por consiguiente, en nuestra descripción, después de la etapa 10, en que la comunidad
científica acepta una hipótesis o una teoría, acontece lo que, en forma resumida, podríamos
llamar su contrastación tecnológica, clínica o práctica. Esta es la manera típica en que se puede
hablar, como gustan de hacerlo muchos materialistas dialécticos, del modo en que la práctica
influye sobre la teoría y eventualmente la modifica.
Ciencia y tecnología.
Podríamos preguntarnos, en este punto, por qué no identificar ciencia aplicada con
tecnología. La razón es que la ciencia aplicada es conocimiento, mientras que la tecnología implica
procedimientos o acciones para lograr determinados objetivos, ya sea construir objetos,
solucionar problemas prácticos o modificar la realidad.
Desde este punto de vista, la tecnología tiene vinculaciones con la ciencia, pero también
facetas de carácter sociológico un tanto independientes de aquéllas, de modo que el tipo de
estructura de acción humana que representa la tecnología supera la estructura gnoseológica que
denominamos ciencia aplicada.
47
historia [las teorías han resultado ser falsas], las que sobrevengan en el futuro se hallarán más
cerca de la verdad que las que se han formulado y desechado en el pasado.
Ocurre que, a medida que refutamos teorías, en el mejor espíritu popperiano de
eliminación de errores, el conocimiento progresa por la negativa: aprendemos gradualmente, cada
vez con mayor precisión, cómo el mundo no es.
También es verdad que, al estrecharse el espectro de posibilidades, ganamos en precisión
acerca del conocimiento de cómo es la realidad, pues continuamente la acotamos más y más.
48
palabras, vocablos y términos que aparecen aludirían a entidades no observables o, al menos,
serían expresiones cuyo significado no sería directo o empírico. Habría por tanto que aclarar dicho
significado posteriormente, en las ocasiones en que la teoría deba ser empleada. Precisamente, el
uso de una teoría así entendida obliga a agregar reglas de correspondencia a sus enunciados
teóricos puros. Al hacerlo, la teoría adquiere significación, puesto que las reglas de
correspondencia que se han incorporado actuarían a manera de puente entre la estructura formal
ofrecida en un principio y la base empírica a la cual la teoría quiere aplicar.
En la concepción campbelliana de una teoría, ésta es totalmente invariante frente a las
distintas aplicaciones que se pudieran hacer de ella en el curso de una investigación. Tal invarianza
implica que la teoría no tiene valor gnoseológico por sí misma, no puede decirse de ella que sea
verdadera o falsa, o que proporciona conocimiento.
A diferencia de Campbell, entendemos las teorías como presuntos conocimientos, o al
menos candidatas a expresarlos, y la investigación científica consiste en establecer, de la mejor
manera posible, cuál es el grado de excelencia que tienen en su pretensión cognoscitiva.
49
de ellas; y la tercera, establecer, mediante observaciones pertinentes, la verdad o falsedad de
tales consecuencias.
50
Como modelo: se considera el método como un modelo ideal obtenido a partir de los
rasgos constantes y comunes de la práctica científica. No es que el método proponga un tipo ideal
de la práctica científica existente sino que más bien crea la ficción de una práctica científica que no
coincide plenamente en la realidad.
Como marco normativo: el método es considerado como una norma que regla la práctica
científica y que posibilita producir un conocimiento racional y confiable.
Inducciones y deducciones.
Nuestro saber puede ser extendido por medio del razonamiento, en tanto las cosas que
conocemos nos dan razones para afirmar nuevos conocimientos. Hay dos formas fundamentales
de razonamiento: el deductivo y el inductivo.
La inducción es un razonamiento que generaliza, a partir de proposiciones singulares o
particulares, un enunciado universal. En este tipo de razonamiento las razones para justificar la
conclusión no son concluyentes, aunque aportan elementos en favor de la misma, por lo cual la
conclusión es considerada probable mas no necesaria. Si bien las premisas del razonamiento
pueden ser verdaderas, no se deduce necesariamente que la conclusión universal lo sea. Lo que
equivale a decir que los razonamientos inductivos son inválidos.
El razonamiento de tipo deductivo se caracteriza porque sus conclusiones no agregan más
información que la contenida en las premisas. Estos razonamientos pueden ser válidos o inválidos
(falacias). Los razonamientos deductivos válidos justifican de manera concluyente la proposición
deducida de sus premisas.
Que sea concluyente quiere decir que es imposible, a menos que caigamos en
contradicción, que las premisas que constituyen nuestras razones sean verdaderas y la conclusión
que extraemos de ellas sea falsa. Cuando no sucede tal cosa, el razonamiento deductivo es
inválido.
Los razonamientos deductivos válidos garantizan que si las premisas son verdaderas, la
conclusión será también necesariamente verdadera, eliminando la posibilidad de concluir una
falsedad a partir de premisas verdaderas. Pero, en cambio, la falsedad de las premisas no informa
nada acerca del valor de verdad de la conclusión.
Ejemplos de razonamientos deductivos válidos son el “modus ponens” y el “modus
tollens”.
Partiendo de estos esquemas formales, se pueden emplear estas estructuras en los
métodos de investigación científica. Algunos de estos razonamientos configuran la armazón lógica
de esos procedimientos. Lógicamente, igual, para aceptar las hipótesis científicas se requiere,
además de la coherencia lógica, el apoyo de la base empírica.
El método inductivo.
En el siglo XVII con Francis Bacon, la inducción pasa a considerarse el método por el cual la
ciencia elabora sus conocimientos. El método inductivo que propone este pensador se basa en una
generalización por la cual se establecen afirmaciones sobre todos los objetos de una clase a partir
de un número determinado de ejemplos previamente seleccionados. Construir enunciados a partir
de los sentidos y casos particulares, ascendiendo gradualmente hasta las leyes más generales.
51
En los comienzos del siglo XX las corrientes epistemológicas representadas por la
concepción heredada le dan nuevo impulso al inductivismo. El programa que proponen para la
ciencia consiste en mostrar cómo las teorías científicas pueden justificarse sobre la base de
enunciados observacionales que describan hechos captados mediante la experiencia. Para ello,
distinguen entre aquellos enunciados que describen hechos observados (enunciados básico o
protocolares) y las generalizaciones e hipótesis científicas inferidas a partir de ellos. Los
enunciados observacionales son considerados la base segura de las teorías. Con lo cual el
inductivismo suscribe al punto de vista del empirismo de que todo nuestro conocimiento deriva de
la experiencia.
La evidencia que aporta una inducción para justificar la conclusión es lógicamente
insuficiente, dado que desde el punto de vista formal no se puede asegurar con carácter necesario
la verdad de un enunciado universal partiendo de un número limitado de casos particulares.
Es justamente este obstáculo lógico lo que llevó a los inductivistas a proponer condiciones
especiales para generalizar, que legitimaran las inferencias basadas en observaciones.
1- El número de enunciados observacionales obtenidos que sirve de base a las
inducciones debe ser grande.
2- Las observaciones realizadas deben repetirse variando las condiciones de observación.
3- Ninguno de los enunciados observacionales obtenidos debe contradecir la ley general
que se va a inferir.
1) Observación de todos los hechos, sin seleccionarlos ni hacer conjeturas a priori acerca
de su relevancia. En el proceso de observación, el científico parte de los datos que
recoge de la realidad, sin ninguna hipótesis previa ni ideas preconcebidas.
2) Registro de todo lo observado.
3) Análisis, comparación y clasificación de los hechos observados y registrados, en vistas
a descubrir analogías entre los hechos que investiga.
4) Generalizaciones empíricas referentes a las relaciones entre los hechos, sean éstas
clasificatorias o causales.
5) Realización de inferencias partiendo de las generalizaciones establecidas. Éstas
permiten una contrastación de las generalizaciones. La ley obtenida por inducción le
posibilita al científico obtener mediante inferencias explicaciones y predicciones de
hechos, los que a su vez suponen una puesta a prueba de la validez de la ley.
52
una gran cantidad de A, y si todos los A observados poseen la propiedad B, entonces
todos los A tienen la propiedad B”.
5- Las condiciones de generalización garantizan la obtención de leyes científicas seguras.
6- El conocimiento de la ciencia progresa de manera continua, acumulativa y ascendente,
puesto que a medida que aumenta la base de datos observados se obtienen leyes y
teorías de mayor generalidad y alcance.
53
través de la educación. Thomas Khun señala que lo mismo ocurre con las comunidades científicas.
Los científicos que comparten los mismos supuestos teóricos y metodológicos tienden a compartir
también una misma experiencia acerca del mundo que investigan, mientras que confrontados con
otras comunidades científicas diferentes, no pueden acordar ni siquiera respecto de los
enunciados observacionales.
Los enunciados observacionales contienen carga teórica: Los enunciados que describen los
casos observados requieren el empleo del lenguaje de alguna teoría, aunque sea vaga o poco
elaborada. Dado que los enunciados observacionales se construyen siempre desde el lenguaje de
alguna teoría, su precisión y justeza dependerán del marco teórico desde donde se los construye.
Este argumento derriba el planteo inductivista de que los enunciados observacionales son
objetivos y verdaderos, pues se pueden construir enunciados observacionales falsos a partir de
supuestos teóricos falsos.
Imposibilidad de inferir conceptos y modelos teóricos a partir de las observaciones: las
hipótesis y teorías científicas están usualmente formuladas en términos teóricos que no aparecen
en la descripción de los datos empíricos en que ellas se apoyan y a cuya explicación sirven
(ejemplos de la física son: átomo, electrón, masa, gravedad). Las reglas de inducción no
proporcionan procedimientos para construir, sobre la base de los datos con los que se cuenta, una
hipótesis expresada en términos de conceptos teóricos que hasta ese momento no se habían
utilizado en la descripción de los datos mismos. El paso de los datos a las teorías requieren
invención creativa. Y los procesos mediante los que se llega a esas teorías no se parecen a los
procesos de inferencia sistemática.
54
El método hipotético deductivo intenta apoyar sus procedimientos en una lógica deductiva
válida. Hemos visto anteriormente dos tipos de razonamientos deductivos válidos: El modus
ponens y el modus tollens.
Respecto del modus ponens, si se lo analiza, se ve que no sirve para poner a prueba
hipótesis.
Se advierte que el ponens ubica como segunda premisa aquello que justamente se
requiere averiguar: la verdad de la hipótesis. Esto lo vuelve inútil como estructura lógica aplicada a
la contrastación de la misma.
Lo que el científico hace es plantear que, si la hipótesis propuesta es verdadera, se deben
producir ciertas consecuencias observacionales, y luego trata de comprobarlas de modo de
afirmar la verdad de la hipótesis. Pero con ese procedimiento ya no nos encontramos ante un
razonamiento deductivo válido sino ante una falacia de afirmación del consecuente. La
confirmación de hipótesis se basa entonces en un razonamiento inválido.
La falacia de afirmación del consecuente es un razonamiento deductivo inválido, por lo
tanto, la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la conclusión. Esto significa que es
posible tener premisas verdaderas y conclusión falsa, o sea, que la verificación de las
consecuencias observacionales no asegura la verdad de la hipótesis.
El inconveniente de los razonamientos deductivos válidos es que si bien formalmente de
premisas verdaderas se obtienen necesariamente conclusiones verdaderas, la verdad de la
conclusión no garantiza que las premisas sean verdaderas, porque existen formas de
razonamiento válidas que, a pesar de que contienen alguna premisa falsa, permiten inferir
conclusiones verdaderas. Por lo tanto, a partir de conclusiones verdaderas no se puede asegurar
entonces de manera necesaria que las premisas también lo sean.
El hecho de que las confirmaciones de hipótesis no son concluyentes llevó a los defensores
del método a argumentar que si una hipótesis cuenta con un gran número de enunciados
observacionales que la avalan, y además resulta coherente con otras explicaciones anteriores bien
establecidas, podríamos legítimamente elevarla a ley científica. Se ve de todas maneras la
debilidad del argumento, que hace retomar a las críticas hechas al inductivismo: ¿cuál sería el
número suficiente de confirmaciones empíricas que garantizaría la verdad de una hipótesis?
Las tesis básicas del método hipotético deductivo son las siguientes:
1- La investigación científica parte de problemas (y no de observaciones).
2- El científico inventa libremente hipótesis con el objetivo de solucionar el problema.
3- Las hipótesis guían el desarrollo de las investigaciones y dirigen las observaciones y la
selección de datos relevantes.
4- La justificación y aceptación de las hipótesis se basa en la contrastación empírica de
sus consecuencias observacionales.
5- Si una hipótesis reúne un gran número de confirmaciones, se convierte en ley
científica.
55
2- Formulación de una hipótesis como solución tentativa.
3- Deducción de consecuencias observacionales de la hipótesis propuesta.
4- … Revisar.
Falsacionismo.
Popper propone un método que llama “falsacionista” o de “conjeturas y refutaciones”, el
cual introduce modificaciones importantes al método hipotético deductivo, pero apoyándose en
su lógica. El método se afirma en el hecho de que, desde el punto de vista lógico, no es lo mismo
refutar que confirmar hipótesis. Si bien es cierto que no se puede afirmar la verdad de una
hipótesis a partir de ciertos casos singulares que presuntamente la confirman, dado que, como
vimos anteriormente, la confirmación se apoya en un razonamiento falaz o en un razonamiento
válido que no permite asegurar la verdad de las premisas a partir de la verdad de la conclusión. En
cambio, es posible afirmar concluyentemente la falsedad de una hipótesis a partir de un caso u
observación que la contradiga. La refutación, al basarse en el razonamiento válido modus tollens,
garantiza que la conclusión sea necesariamente verdadera si las premisas son verdaderas.
El modus tollens es un razonamiento deductivo válido, lo que significa que su conclusión
se deduce necesariamente de las premisas y que de premisas verdaderas se obtienen conclusiones
verdaderas.
Hay, por lo tanto, una asimetría en la contrastación de hipótesis: la confirmación se apoya
en una falacia, por lo que las hipótesis no pueden asegurarse concluyentemente, dando carácter
de provisoriedad al conocimiento científico, mientras que la refutación se apoya en un
razonamiento deductivo válido que permite asegurar la falsedad de las hipótesis a partir de ciertas
consecuencias observacionales que las refuten. De esta asimetría se vale Popper para hacer de la
lógica de la refutación y del razonamiento modus tollens el punto de apoyo seguro de la
investigación científica: basándonos en enunciados observacionales verdaderos es posible
justificar la pretensión de que una teoría explicativa universal es falsa.
Los pasos metodológicos que propone el falsacionismo son similares a los del hipotético
deductivo.
1- Frente a problemas de investigación.
2- El científico es libre de proponer hipótesis como soluciones tentativas a los mismos.
3- Pero, y en esto radica una significativa diferencia, una vez propuesta la hipótesis, el
investigador debe poder deducir de ella consecuencias observacionales que, de llegar
a producirse, mostrarían que la hipótesis es falsa.
4- Luego de lo cual el científico realizará las observaciones o experimentos que se
requieran para intentar encontrar las consecuencias observacionales refutatorias.
5- De llegar a encontrar los falsadores potenciales, mediante enunciados observacionales
falsados, la hipótesis se refuta y se descarta.
6- Buscándose una nueva hipótesis
7- De lo contrario, se la conserva provisoriamente hasta que aparezcan hechos que la
refuten.
56
El criterio de demarcación de la ciencia.
El criterio que determina si una explicación es científica o no es el de falsabilidad. Las
explicaciones propuestas deben ser falsables, deben poder ser puestas a prueba críticamente,
deben ofrecer casos posibles que si ocurriesen la derribarían.
No son enunciados falsables:
1- Enunciados y teorías tautológicos.
2- Enunciados y teorías metafísicos.
3- Enunciados y teorías vagos e imprecisos.
4- Teorías que explican cualquier estado posible del universo.
57
5- La ciencia procede por conjeturas y refutaciones, proponiendo teorías audaces y
sometiéndolas a contrastaciones, prefiriendo aquellas teorías que hayan sobrevivido
hasta ahora a los intentos de refutación.
6- La ciencia progresa a partir del error, eliminando las explicaciones refutadas y
produciendo explicaciones mejores que no fracasen donde las anteriores lo hicieron.
Las hipótesis principales de una teoría no se refutan por decisión de los científicos: dado
que todo fenómeno puede encerrar varias explicaciones, muchas de las cuales desconocemos, lo
razonable, antes de refutar una hipótesis considerada segura, es pensar qué hipótesis podría
explicar la aparente excepción a la regla general, y luego ponerla a prueba en la experiencia.
Estas explicaciones que los investigadores proponen son hipótesis auxiliares que cumplen
una doble función: salvar de la refutación la hipótesis considerada segura e intentar dar cuenta de
la aparente excepción.
Supongamos ahora que los investigadores han ido proponiendo hipótesis auxiliares que
luego han sido refutadas por la experiencia y ya no se les ocurre proponer nuevas explicaciones.
En ese caso, los científicos cuentan con el recurso de seguir salvando la hipótesis principal
mediante una hipótesis “ad hoc”. Tal hipótesis cumple únicamente con la función de salvar de la
refutación una hipótesis considerada segura, sin explicar la aparente excepción ni aportar alguna
58
dirección a las investigaciones. De esta manera la hipótesis cuestionada se sigue manteniendo por
decisión de los científicos, hasta que futuras investigaciones arrojen nueva luz sobre este
inexplicable fenómeno. Se advierte la inconsistencia lógica de tal afirmación (“todo A es B, menos
un A que no es B”). (A veces no es prudente desechar una hipótesis por un caso que la contradiga)
Las hipótesis auxiliares y las ad hoc se emplean usualmente en la investigación científica,
pero su uso afecta directamente las tesis de la propuesta falsacionista, pues siempre es posible
salvar una hipótesis considerada segura por los científicos mediante este tipo de procedimientos.
Lo anterior muestra que el falsacionismo es menos una sistematización del modo en el que
proceden los científicos dando cuenta de su práctica que un marco normativo que les indica cómo
deben proceder en sus investigaciones.
Filosofía de la ciencia
Javier Echeverría.
59
intereses políticos o económicos. Para los defensores del empirismo lógico, todos estos aspectos
de la actividad científica no debían ser estudiados por los epistemólogos.
Lo esencial para los empiristas lógicos eran los resultados finales de la investigación científica: los
hechos descubiertos, las teorías elaboradas, los métodos lógicos utilizados y la justificación
empírica de las consecuencias y predicciones que se derivan de las teorías.
Los filósofos de la ciencia admitieron durante muchos años esta distinción y excluyeron el
contexto de descubrimiento de la reflexión epistemológica.
60
Uno de los objetivos básicos de la enseñanza de la ciencia es la adquisición por parte de
los estudiantes de representaciones mentales adecuadas de conocimientos científicos
previos.
Es importante subrayar que dicha construcción de representaciones mentales nunca es
una actividad exclusivamente individual, sino que está profundamente mediatizada por la
sociedad.
Las diversas comunidades científicas siempre pugnan por tener agentes activos en defensa
de sus paradigmas en el ámbito docente. Los procesos de cambio en el contexto de
enseñanza suelen resultar mucho más lentos y difíciles de llevar a cabo que los cambios
científicos en el contexto de innovación. Los procesos de cambio en el contexto de
educación siempre son ilustrativos de los grandes cambios científicos, pero entendidos
éstos como cambios sociales, y no solamente como transformaciones en el seno de la
propia comunidad científica.
Conviene tener presente, además, que la difusión y la divulgación científica ha de ser
incluida en este primer ámbito de la actividad científica. Ésta es la que genera una imagen
social de la investigación, de las teorías y del progreso científico, y por consiguiente una
imagen social del mundo.
2) Un segundo ámbito lo constituye el antiguo contexto de descubrimiento, al cual hay que
añadir, si queremos estudiar la tecno-ciencia actual, y no solamente la ciencia clásica, la
función de innovación y de invención que ha caracterizado históricamente a los ingenieros
y a los técnicos por oposición a los científicos: por eso es preferible llamarlo contexto de
innovación.
Los laboratorios y los locales de estudio de los tecno-científicos son el escenario
fundamental para este segundo ámbito, en el que prima la producción de conocimiento,
pero en el que también puede haber una importante componente de construcción de
nuevos artefactos. No hay que pensar que la actividad científica en este segundo ámbito
está centrada en la investigación sobre la naturaleza. La realidad que se investiga siempre
está pre-construida socialmente, y con mucha frecuencia el campo de investigación es
artificial por su propia construcción.
3) Un tercer ámbito lo constituye el consabido contexto de justificación.
Independientemente de que dicha justificación fuera lógico-deductivista, inductivista,
probabilista, verificacionista, falsacionista o de cualquier otro tipo, lo cierto es que, si
admitimos que el segundo ámbito de la actividad científica es el de innovación, y no sólo el
de descubrimiento, entonces necesariamente hemos de ampliar el contexto de
justificación. Por ello proponemos hablar del contexto de valoración o evaluación de la
actividad tecno-científica, y no sólo de la justificación del conocimiento científico.
Lo importante es subrayar que, al igual que en los ámbitos precedentes, siempre hay una
sanción o juicio social sobre la actividad científica. No es la contrastación con la
experiencia lo que determina la validez o invalidez de una novedad científica, sino su
contrastación con otros agentes sociales, cuyas tablas de valores pueden ser cambiantes.
4) La ciencia, por último, se muestra particularmente activa a la hora de ser aplicada para
modificar, transformar y mejorar el medio, el entorno, el mundo o la realidad.
61
No es lo mismo elaborar una teoría en el laboratorio o en el gabinete que presentarla ante
la comunidad científica, enseñarla en las aulas o divulgarla al gran público. La comunidad
científica suele contar con diferentes especialistas para cada uno de esos tres contextos: el
lenguaje y los métodos son muy distintos, aun en el caso de que se esté aludiendo a un
mismo hecho, teoría, descubrimiento o invención. A pesar de todas esas diferencias, los
tres ámbitos se inter corresponden entre sí.
En el caso del ámbito de aplicación y transformación, las producciones y artefactos
científicos sufren cambios todavía más profundos.
La política y la gestión científicas pasan aquí a ser fundamentales, la propia sociedad
introduce sus criterios de aceptación de la actividad tecno-científica, que se ve ahora
sometida a un juicio global externo a la comunidad científica.
UNIDAD 4
LAS CIENCIAS SOCIALES
La estructura de la ciencia
Ernest Nagel.
Problemas metodológicos de las ciencias sociales.
A pesar de la larga historia del interés activo por los fenómenos sociales, los
ordenamientos experimentales y la recolección metódica de elementos de juicio para
evaluar las creencias acerca de ellos son de origen relativamente reciente.
De todos modos, en ningún dominio de la investigación social se ha establecido un cuerpo
de leyes generales comparable con las teorías sobresalientes de las ciencias naturales en
cuanto a poder explicativo o a capacidad de brindar predicciones precisas y confiables.
La mayoría de los estudiosos competentes no creen, en la actualidad, que en un futuro
previsible pueda elaborarse una teoría fundada empíricamente, capaz de explicar en
términos de un único conjunto de suposiciones integradas, toda la variedad de los
fenómenos sociales. Además, muchos expertos en ciencias sociales son de la opinión de
que aún no ha madurado el momento de elaborar teorías destinadas a explicar
sistemáticamente ni siquiera ámbitos limitados de fenómenos sociales.
Se reconoce también por lo general que en las ciencias sociales no hay nada semejante a
la casi completa unanimidad que se encuentra comúnmente entre los investigadores
competentes de las ciencias naturales en cuanto a cuáles son los hechos establecidos,
cuáles son las explicaciones razonablemente satisfactorias de los hechos afirmados y
cuáles son los procedimientos válidos de una investigación bien fundada. Las ciencias
sociales a menudo producen la impresión de que son el campo de batalla de escuelas de
pensamiento en guerra interminable.
En todo caso, es de conocimiento público que los científicos sociales continúan divididos
en lo concerniente a problemas fundamentales de la lógica de la investigación social
implícitos en las cuestiones mencionadas. En particular, existe una perdurable divergencia
de objetivos científicos declarados entre quienes consideran los sistemas explicativos y los
62
métodos lógicos de las ciencias naturales como modelos que deben ser emulados en la
investigación social y quienes consideran fundamentalmente inadecuado para las ciencias
sociales buscar teorías explicativas que utilicen distinciones abstractas alejadas de la
experiencia familiar y que exigen elementos de juicio favorables públicamente accesibles
(o “intersubjetivamente válidos”).
63
supone que están relacionados de manera significativa. Desde el punto de vista del
papel lógico que tienen los datos empíricos en la investigación, evidentemente carece
de importancia si las variaciones observadas en el fenómeno son introducidas por el
científico mismo o si tales variaciones se han producido “naturalmente” y éste solo las
encuentra, siempre que las observaciones hayan sido realizadas con igual cuidado en
todos los casos y que los sucesos en los que se manifiestan las variaciones en los
factores y en el fenómeno sean semejantes en todos los otros aspectos importantes.
En resumen, aunque es posible realizar progresos científicos sin experimentos, parece
ser indispensable la experimentación controlada o la investigación controlada.
Diremos que una investigación que utilice uno u otro de estos procedimientos es una
investigación empírica controlada.
2- En consecuencia, cabe preguntarse si en las ciencias sociales el ámbito para aplicar
procedimientos que sean estrictamente experimentales o que tengan el mismo papel
lógico de los experimentos es casi nulo, como se afirma frecuentemente. La afirmación
de que este ámbito es muy pequeño comúnmente reposa sobre algunas concepciones
equivocadas que ahora examinaremos brevemente.
Examinemos brevemente las principales formas que adopta realmente el estudio
empírico controlado en las ciencias sociales.
a- Uno de ellos es el experimento de laboratorio, en esencia similar a los
experimentos de laboratorio de las ciencias naturales. Consiste en construir una
situación artificial que se asemeje a las situaciones reales de la vida social en
ciertos aspectos, pero que se ajuste a los requisitos que normalmente no
satisfacen estas últimas, en el sentido de que algunas de las variables que se
suponen importantes para la aparición de un fenómeno social pueden ser
manejadas en la situación del laboratorio, mientras que otras variables
importantes pueden ser mantenidas, al menos, aproximadamente constantes. Es
correcta la observación de que no es posible aceptar con confianza
generalizaciones concernientes a fenómenos sociales basadas exclusivamente en
experimentos de laboratorio, sin una ulterior investigación de medios sociales
naturales.
b- Un segundo tipo de experimentos es el llamado “experimento de campo”. En tales
experimentos, en lugar de un sistema social en miniatura creado artificialmente, el
sujeto experimental es alguna comunidad “natural”, pero limitada, en la cual se
pueden manejar ciertas variables, de modo que sea posible establecer mediante
ensayos repetidos si determinados cambios en esas variables generan o no
determinadas diferencias en un fenómeno social.
c- Pero la gran parte de la investigación empírica controlada en las ciencias sociales
no es experimental en el sentido que hemos dado a este término, aunque
frecuentemente se designan a tales investigaciones con nombres como los de
“experimentos naturales”, “experimentos ex post facto” u otros análogos. El
objetivo de estas investigaciones es, por lo general, determinar si algún suceso,
conjunto de sucesos o complejo de características está o no relacionado
64
causalmente con la aparición de ciertos cambios o características sociales en una
sociedad determinada y, en caso afirmativo, cuál es esa relación. A pesar del
hecho de que no es posible manejar a voluntad las variables que se suponen de
importancia en estas investigaciones o de que las variaciones en esas variables ni
siquiera pueden haber sido planeadas por nadie, las investigaciones satisfacen en
mayor o menor grado los requisitos de la investigación empírica controlada.
Puesto que, por hipótesis, en estas investigaciones los factores importantes no
pueden ser manipulados directamente, debe efectuarse el control de alguna otra
manera.
Se logra este control si es posible obtener suficiente información acerca de estos
factores, de modo que el análisis de la información permita realizar
construcciones simbólicas en las cuales algunos de los factores estén
representados como constantes, en contraste con las correlaciones, o falta de
correlaciones, entre los datos reunidos sobre las variaciones de los otros factores y
los datos reunidos acerca del fenómeno. Por consiguiente, los objetos
manipulados en estas investigaciones son los datos de observación registrados
acerca de los factores importantes en lugar de los factores mismos.
65
Así, la incapacidad para prever el futuro indefinido no es algo exclusivo del estudio de
las cuestiones humanas y no constituye una señal segura de que no se han establecido
o no se puedan establecer leyes de vasto alcance acerca de los fenómenos.
2- Otra concepción equivocada, relacionada con la anterior, es la suposición de que
grandes diferencias en las características y regularidades específicas de conducta que
se manifiestan en una clase de sistemas excluyen la posibilidad de que haya un
esquema común de relaciones subyacentes en esas diferencias, y de que las
características manifiestamente disímiles de los diversos sistemas no pueden ser
entendidas en términos de una única teoría acerca de esos sistemas. Esta suposición
habitualmente surge de no distinguir entre la cuestión de si hay una estructura de
relaciones invariante en una clase de sistemas que pueda ser formulada como una
teoría general y la cuestión de si las condiciones iniciales adecuadas para aplicar la
teoría a alguno de los sistemas son uniformemente las mismas en todos los sistemas.
El hecho de que los procesos sociales varíen según sus marcos institucionales y de que
las uniformidades específicas que se encuentran en una cultura no puedan extenderse
a todas las sociedades no excluye la posibilidad de que dichas uniformidades sean
especializaciones de estructuras relacionales invariantes para todas las culturas. Pues
las diferencias manifiestas en la organización de las diferentes sociedades y en los
modos de conducta que se dan en ellas pueden ser consecuencia, no de tipos
incomparablemente disímiles de relaciones sociales, sino simplemente de las
diferencias en los valores específicos de algún conjunto de variables que constituyen
los componentes elementales de una estructura de conexiones común a todas las
sociedades.
3- Es oportuno efectuar otra advertencia relativa a la consideración del alcance limitado
de las leyes sociales debido al carácter históricamente condicionado de los fenómenos
sociales. Obviamente, para que una ley de un dominio determinado de la investigación
abarque una gama amplia de fenómenos que manifiestan diferencias
reconocidamente importantes, la formulación de la ley debe ignorar esas diferencias,
de modo que los términos empleados en la formulación no deben hacer ninguna
mención explícita de características específicas de los fenómenos que se producen en
circunstancias especiales.
Sin embargo, esta técnica para dar mayor generalidad a las formulaciones no siempre
es posible o conveniente. Otro recurso utilizado comúnmente en las ciencias naturales
es formular una ley para un llamado “caso ideal”, de modo que la ley enuncia alguna
relación de dependencia que sólo es válida presuntamente en ciertas condiciones
límites, aunque estas condiciones se realicen raramente o no se realicen nunca.
Si bien en su enunciación formal una ley puede tener, en apariencia, una vasta
generalidad y una gran simplicidad, dicha enunciación puede no revelar la restricción
de su alcance y la complejidad de su contenido, que surgen a menudo cuando se
introducen las condiciones reales para aplicar la ley a situaciones concretas.
Por lo tanto, es evidente que el carácter históricamente condicionado de los
fenómenos sociales no constituye ningún obstáculo inherente a la formulación de
66
leyes transculturales de gran generalidad. La escasez de los logros indiscutiblemente
afortunados de este tipo debe atribuirse, en parte, a las nociones teóricas específicas
empleadas en esos intentos, pero quizás en mayor medida a las dificultades para
discernir de qué manera es necesario modificar las enunciaciones que utilizan
nociones “ideales” a la luz de las circunstancias especiales que se presentan en las
situaciones sociales concretas a las cuales pueden aplicarse dichas formulaciones.
67
conocimiento público y si, a la luz de este conocimiento, los hombres modifican sus
pautas de conducta sobre cuyo estudio se basan las conclusiones.
Uno de esos tipos es la llamada “predicción suicida” que consiste en predicciones bien
fundadas en el momento en que se las hace y que, por ende, probablemente sean
confirmadas en los sucesos futuros, pero que no obstante esto, son refutadas debido a
acciones emprendidas como consecuencia de la difusión de las predicciones.
El segundo tipo es la llamada “profecía auto-realizadora”, a este tipo pertenecen las
profecías que son falsas en el momento en el cual se las hace, pero que resultan
verdaderas debido a las acciones emprendidas como consecuencia de creer en las
predicciones.
Aunque este hecho indudablemente complica la búsqueda de generalizaciones bien
fundadas relativas a fenómenos sociales, no elimina, como se alega comúnmente, la
posibilidad misma de establecer leyes sociales generales. Hagamos explícito el porqué
de esto.
a- En primer lugar, quienes hacen tal afirmación pasan por alto el hecho elemental
de que un enunciado que pretende ser una ley tiene la forma lógica de un
condicional, aunque la formulación particular empleada no lo revele
explícitamente. Tales enunciados simplemente afirman que si se satisfacen ciertas
condiciones, entonces se producen también otras cosas. Por consiguiente, la
validez fáctica de una ley social propuesta no depende de que un caso
determinado de la cláusula antecedente del condicional sea categóricamente
verdadero, aunque la aplicabilidad de la ley a una situación dada depende de que
se cumplan en esta situación las condiciones mencionadas en el antecedente.
b- En segundo lugar, no hay ninguna razón válida para descartar definitivamente la
posibilidad de elaborar leyes cuyas cláusulas antecedentes tomen en cuenta la
presencia de acciones deliberadamente emprendidas sobre la base de un
conocimiento concerniente a procesos sociales. Por el contrario, de hecho a veces
es posible prever, aunque sólo sea de una manera general, cuáles son las
consecuencias probables que puede tener para hábitos sociales establecidos la
adquisición de nuevos conocimientos o nuevas habilidades. Aunque los efectos de
un conocimiento recientemente adquirido acerca de las pautas sociales de
conducta pueden no ser predecibles con minucioso detalle, a veces puede darse al
menos una descripción aproximada de las consecuencias probables de tales
innovaciones. Para resumir, si el conocimiento que los hombres poseen de los
procesos sociales es una variable que interviene en la determinación de los
fenómenos sociales, no hay ningún fundamento a priori para sostener que los
cambios de esta variable y los efectos que ellos puedan producir no pueden ser
objeto de leyes sociales.
c- Finalmente, aunque a menudo se ha subestimado la influencia de las creencias y
las aspiraciones de los hombres sobre la historia humana, es igualmente fácil
exagerar el papel regulador de la elección deliberada en la determinación de los
68
sucesos humanos aun cuando la elección se base en un considerable conocimiento
de los procesos sociales.
Aunque existe siempre la genuina posibilidad de que la acción basada en el
conocimiento de los procesos sociales modifique el carácter de esos procesos, tal
posibilidad a menudo puede ser ignorada, pues por lo general dicha acción no
transforma radicalmente el esquema total de la conducta social corriente. Por esta
razón, así como por las razones ya examinadas, esta posibilidad no constituye un
obstáculo fatal para el establecimiento de leyes sociales.
69
suposiciones concernientes a cuestiones que los actores desconocen totalmente pueden
también contribuir a explicar sus acciones.
Parece haber excelentes razones para rechazar la conclusión, presuntamente derivada de
esta distinción, según la cual al explicar la conducta intencional el científico social no debe
usar ninguna información disponible para él pero no para los actores. Si no se las excluye,
dado que evidentemente implican nociones que no se refieren a los estados “subjetivos”
de agentes intencionales, es indudable que las categorías descriptivas y explicativas de esa
ciencia no son exclusivamente subjetivas.
2- El propósito declarado del conductismo era investigar la conducta humana de la misma
manera que las investigaciones de procesos químicos o de la conducta de los animales, sin
apelar o sin referirse para nada a los contenidos de conciencia. Sin embargo, los
exponentes de esta forma radical del conductismo no negaban la existencia de estados
mentales conscientes, y su rechazo de la introspección en favor del estudio de la conducta
manifiesta, estaba dominado primordialmente por la preocupación metodológica de basar
la psicología en datos públicamente observables.
3- Supongamos que la finalidad distintiva de las ciencias sociales es comprender los
fenómenos sociales en términos de categorías “significativas”, de modo que el científico
social trata de explicar tales fenómenos atribuyendo diversos estados “subjetivos” a los
agentes humanos que participan en los procesos sociales. Así, la cuestión fundamental
que queda por examinar es si tales atribuciones implican el uso de cánones lógicos
diferentes de los utilizados en conexión con la atribución de características “objetivas” a
las cosas en otros dominios de investigación.
A menudo, es difícil obtener elementos de juicio adecuados en favor de suposiciones
acerca de las actitudes y las acciones de otros hombres; pero, ciertamente, no se los
obtiene simplemente mediante la introspección de los propios sentimientos o examinando
las propias creencias acerca de cómo es probable que se manifiesten tales sentimientos en
la acción, como lo han destacado a menudo los mismos defensores serios de las
explicaciones “interpretativas”.
En realidad, el conocimiento discursivo (es decir, el conocimiento expresable en forma
proposicional, acerca de cuestiones de “sentido común”, así como acerca de los materiales
explorados mediante los procedimientos especializados de las ciencias naturales y
sociales) no consiste en tener sensaciones, imágenes o sentimientos, sean vívidos o
apagados, ni consiste en identificarse de alguna manera inefable con los objetos del
conocimiento, ni en reproducir en alguna forma de experiencia directa el tema del
conocimiento. En cambio, el conocimiento discursivo es una representación simbólica de
sólo ciertos aspectos de un tema determinado; es el producto de un proceso que trata
deliberadamente de formular relaciones entre diversos aspectos de un tema, de modo
que un conjunto de características mencionadas en las formulaciones puedan ser
consideradas como un indicio seguro de la presencia de otras características mencionadas;
y supone como condición necesaria de su adecuado fundamento la posibilidad de verificar
esas formulaciones a través de observaciones sensoriales controladas por cualquiera que
quiera tomarse el trabajo de verificarlas. Si podemos pretender con razón que sabemos
70
que los individuos poseen los estados que se les atribuyen y que tales estados tienden a
producir formas específicas de conducta, podemos hacerlo solamente sobre la base de
elementos de juicio obtenidos por la observación de eventos objetivos, por la observación
de la conducta humana manifiesta.
En resumen, el hecho de que el científico social, a diferencia del estudioso de la naturaleza
inanimada, pueda proyectarse a sí mismo por un esfuerzo de imaginación en los
fenómenos que trata de comprender, concierne a los orígenes de sus hipótesis
explicativas, pero no a su validez. Su capacidad para entrar en relaciones de empatía con
los actores humanos de un proceso social puede ser heurísticamente importante para sus
esfuerzos por inventar hipótesis adecuadas que expliquen el proceso. Pero su
identificación empática con esos individuos no es, en sí misma, conocimiento. El hecho de
que logre tal identificación no anula la necesidad de elementos de juicio objetivos,
evaluados de acuerdo con principios lógicos que son comunes a todas las investigaciones
controladas, para dar apoyo a su atribución de estados subjetivos a esos agentes
humanos.
71
consideraciones acerca de lo correcto y lo incorrecto, sus nociones de lo que constituye un
orden social satisfactorio y sus propias normas de justicia personal y social intervienen, de
hecho, en sus análisis de los fenómenos sociales.
Sin duda, está fuera de discusión que los científicos sociales, de hecho, a menudo
trasladan sus propios valores a sus análisis de los fenómenos sociales. Ni es menos
evidente que los estudiosos de cuestiones humanas con frecuencia adhieren a valores
antagónicos, que sus desacuerdos sobre cuestiones de valor a menudo son las fuentes de
desacuerdos concernientes a problemas ostensiblemente fácticos y que, aunque se
suponga que los juicios de valor son intrínsecamente susceptibles de ser sometidos a
prueba o a refutación por elementos de juicio objetivos, al menos algunas de las
diferencias entre los científicos sociales concernientes a juicios de valor no se resuelven
mediante los procedimientos de la investigación controlada.
Tales dificultades no son necesariamente insuperables, ya que por hipótesis no es
imposible distinguir entre hechos y valores, por lo cual pueden tomarse medidas para
identificar una propensión valorativa cuando aparece y reducir al mínimo, si no eliminar
completamente, sus efectos perturbadores.
Una de las contramedidas frecuentemente recomendadas es la de que el científico social
abandone la pretensión de estar libre de toda parcialidad y formule, en cambio, sus
suposiciones valorativas lo más explícita y completamente que pueda.
Sin embargo, por lo general, somos inconscientes de muchas suposiciones que están
implícitas en nuestros análisis y acciones, de modo que a pesar de resueltos esfuerzos por
poner de manifiesto nuestros preconceptos, algunos de ellos pueden no ocurrírsenos
siquiera. Por lo común, se las supera, a menudo sólo gradualmente, a través de los
mecanismos auto-correctivos de la ciencia como empresa social.
3- Hay una argumentación más elaborada en favor de la tesis según la cual las ciencias
sociales no pueden estar exentas de valoraciones. Según tal argumentación, la distinción
entre hechos y valores, supuesta en el examen precedente es insostenible cuando se
analiza la conducta humana intencional, ya que en este contexto los juicios de valor se
mezclan inextricablemente con los que parecen ser enunciados puramente descriptivos.
La afirmación de que una ciencia social exenta de valores es algo intrínsecamente absurdo
confunde dos sentidos muy diferentes del término “juicio de valor”: el sentido en el cual
un juicio de valor expresa aprobación o desaprobación de algún ideal moral o social o de
alguna acción o institución debido a una actitud tomada frente a tal ideal; y el sentido en
el cual un juicio de valor expresa una estimación del grado en el cual algún tipo de acción,
objeto o institución comúnmente admitido y más o menos claramente definido, está
implicado en un caso determinado.
Sin embargo, y este es el punto central de la discusión, no hay ninguna buena razón para
pensar que sea intrínsecamente imposible distinguir los juicios caracterizadores de los
apreciativos implícitos en muchos enunciados, sean éstos afirmados por estudiosos de
cuestiones humanas o por científicos naturales.
4- Nos queda por considerar la tesis de que es imposible crear una ciencia social sin
valoraciones porque éstas intervienen en la misma estimación de los elementos de juicio
72
de los científicos sociales, y no simplemente en el contenido de las conclusiones que
proponen.
Esta tesis sostiene que existe una conexión lógica necesaria, y no meramente contingente
o causal, entre la “perspectiva social” de un estudioso de cuestiones humanas y sus
normas acerca de la investigación social adecuada; en consecuencia, la influencia de los
valores especiales a los cuales adhiere debido a su propia situación social no es eliminable.
Se basa en la suposición según la cual, puesto que las instituciones sociales y sus
productos culturales se hallan en cambio constante, el equipo intelectual necesario para
comprenderlos también debe cambiar, y toda idea utilizada con este propósito sólo es
adecuada, por lo tanto, para una etapa particular del desarrollo humano. Por
consiguiente, ni los conceptos substantivos adoptados para clasificar e interpretar
fenómenos sociales, ni los cánones lógicos utilizados para estimar el valor de tales
conceptos, tienen una “validez intemporal”; no hay ningún análisis de fenómenos sociales
que no sea la expresión de un punto de vista social especial o que no refleje los intereses y
los valores dominantes en algún sector de la escena humana en determinada etapa de su
historia. En consecuencia, aunque puede hacerse una distinción correcta en las ciencias
naturales entre el origen de las concepciones de una persona y su validez fáctica, tal
distinción no puede realizarse en la investigación social, se alega. Los defensores del
“relativismo histórico”, han puesto en tela de juicio la validez universal de la tesis de que
“la génesis de una proposición es, en toda circunstancia, ajena a su verdad”.
En primer término, no hay elementos de juicio adecuados que demuestren que los
principios utilizados en la investigación social para evaluar los productos intelectuales
estén necesariamente determinados por la perspectiva social del investigador.
En segundo lugar, la tesis debe enfrentar una dificultad dialéctica seria que ha sido
señalada con frecuencia, dificultad que los defensores de la tesis sólo han logrado superar
abandonando la substancia misma de la tesis. Pues, preguntémonos cuál es el status
cognoscitivo de la tesis según la cual tanto en el contexto como en la validación de toda
afirmación acerca de cuestiones humanas interviene esencialmente una perspectiva
social. ¿Es esta tesis significativa y válida solamente para aquellos que la sostienen y que
adhieren, así, a ciertos valores a causa de sus condicionamientos sociales distintivos? ¿O
bien la tesis está singularmente excluida de la clase de afirmaciones a las cuales se aplica,
de modo que su significado y su verdad no están relacionados intrínsecamente con las
perspectivas sociales de quienes la afirman? Ahora bien, si existe una conclusión
semejante, no se ve por qué no puede haber también otras.
En resumen, las diversas razones que hemos examinado relativas a la imposibilidad intrínseca de
llegar a conclusiones objetivas (es decir, exentas de valores y parcialidades) en las ciencias sociales
no demuestran lo que pretenden demostrar, aunque en algunos casos dirijan la atención a
dificultades prácticas indudablemente importantes que se encuentran con frecuencia en estas
disciplinas.
73
Susana de Luque
74
un intento por erradicar las explicaciones metafísicas de las ciencias sociales,
oponiéndoles un conocimiento racional de lo estrictamente fáctico. Lo positivo se opuso a
lo metafísico como lo real a lo especulativo.
El objetivo de la ciencia es la enunciación de leyes invariantes, universalmente válidas, que
garanticen la explicación y la predicción de los fenómenos. El valor de la explicación
científica reside básicamente en su comprobación empírica y objetiva.
Las proposiciones científicas deben estar exentas de valores, pues ésta es la única forma
de garantizar su objetividad.
Esta postura que plantea la unicidad del método científico se llama “reduccionista”. El
reduccionismo sostiene que el conocimiento científico tiene un solo método válido: se
trata del método experimental de las ciencias naturales.
El positivismo de Comte pretendió que las ciencias sociales formaran parte de las físico-
naturales. Propone una organización jerárquica y enciclopédica de las ciencias. La física
social es la ciencia que estudia los fenómenos más complejos y la última en desarrollarse
históricamente. A partir de ella será posible organizar la sociedad de una manera racional
y científica.
Esta clasificación de las ciencias se vincula con la enunciación comteana de la ley de los
tres estados, la cual explica el devenir humano desde una perspectiva evolucionista
consustanciada con el ideal de progreso dominante en aquel momento histórico. De
acuerdo con ella, el individuo, tal como la especie humana, pasa sucesivamente por tres
estados diferentes caracterizados por tres momentos teóricos que se excluyen
mutuamente. El primero es el estado teológico, en el que las explicaciones remiten a las
voluntades arbitrarias de seres sobrenaturales. En el segundo, el metafísico, todo se
explica por entidades abstractas (conceptos sin referencia empírica). El tercero y último
estado es el positivo (o científico) y se caracteriza por la enunciación de leyes. Toda
explicación se reduce a los hechos y a las relaciones necesarias que se establecen entre
ellos.
75
en sí mismo, como una variable que puede modificar los resultados de la investigación.
Por otro lado, una vez alteradas las condiciones iniciales por la introducción de cambios, se
hace imposible repetir el experimento.
Nagel alega que la experimentación controlada tampoco es posible en ciencias como la
astronomía y la embriología. No obstante, éstas se han desarrollado de manera
satisfactoria.
Nagel sostiene que en las ciencias sociales existen otras investigaciones empíricas que
pueden ser muy útiles. Porque, si bien no tienen las ventajas de la experimentación
controlada, cumplen las funciones lógicas de la experimentación en la investigación. Las
más frecuentemente utilizadas son la experimentación de laboratorio y la
experimentación de campo. Pero estos tipos de investigaciones, si bien son útiles, tienen
campos de aplicación restringidos.
Las investigaciones empíricas más utilizadas por las ciencias sociales serían las que Nagel
denomina “experimentos naturales”. En ellos se trata de establecer relaciones de
causalidad entre determinados fenómenos sociales.
Historicidad y leyes sociales: Nagel piensa que la posibilidad de la ciencia social de
establecer leyes generales existe, aunque es muy restringida. Nagel les reprocha a los
investigadores sociales no haber profundizado en la formulación de leyes generales a
partir de “casos ideales”. Estas leyes son frecuentes en las ciencias naturales. Los casos
reales constituyen aproximaciones, casos específicos, con variaciones mensurables
respecto del ideal.
Capacidad predictiva: la característica del objeto de estudio de estas disciplinas
(impredecibilidad de la conducta humana) determina que no sea posible elaborar datos en
sistemas cerrados que permitan la predicción a largo plazo. Sin embargo, en las ciencias
naturales también se da este problema.
Uno de los elementos específicos que, en ciencias sociales, atenta contra la enunciación
de leyes generales y de predicciones es el conocimiento de los fenómenos sociales por
parte de los sujetos sociales.
Predicción suicida. El conocimiento público de una predicción actúa determinando
variaciones en las conductas sociales de los agentes. A causa de ello, la predicción no se
cumpliría.
Profecía auto-realizadora. Las predicciones no son ciertas en el momento en el que se
realizan. Pero el conocimiento público de una realidad futura orienta las conductas,
provocando la autorrealización de lo que se predijo.
La objetividad en ciencias sociales: El ideal deseable de acuerdo con el paradigma de las
ciencias naturales es la construcción de una ciencia social valorativamente neutra. Esto
significa desproveer al proceso de investigación científica de valores que atenten contra la
objetividad. Estos valores se encuentran tanto en el objeto de estudio de estas disciplinas
como en el investigador.
En:
La selección de los problemas y los hechos. Esta problemática no es exclusiva de las
ciencias sociales.
76
El contenido de las conclusiones. Nagel supone que es posible lograr una asepsia valorativa
y superar este obstáculo distinguiendo entre valores y hechos.
Valoraciones que intervienen en la estimación de los elementos de juicio. Esta cuestión es
planteada por filosofías que destacan el carácter histórico relativo del pensamiento social.
Sostienen que la producción del conocimiento está ligada a la posición social del
investigador. La posición de Nagel respecto de este punto es que no se ha probado
suficientemente la vinculación entre intereses dominantes en este contexto histórico y
producción teórica.
El historicismo.
Se opuso al positivismo en tanto éste proponía la unicidad metódica, la aplicabilidad
universal de las leyes científicas y la neutralidad valorativa. Para el historicismo esto
significaba desconocer las características particulares e irreductibles del objeto de estudio
de las disciplinas del hombre. Implicaba, asimismo, aislarlo de aquello que le era propio: su
historicidad y su cultura.
Las ciencias de la naturaleza buscarán explicar relaciones de causalidad, las del espíritu,
por el contrario, deberán basar su método en la comprensión. Distinguen las ciencias
nomotéticas (naturales) de las ideográficas (sociales). Las primeras procuran el
establecimiento de leyes universales, mientras que las segundas se orientan a captar
fenómenos en su especificidad.
El método de las ciencias del espíritu, entonces, se centrará en la comprensión del
significado de los elementos de la cultura. A estos autores se asocia el primer intento por
reivindicar para las ciencias del hombre una metodología específica y propia,
independiente de las ciencias naturales.
Weber enfatizó la necesidad de construir una ciencia social objetiva pero teniendo en
cuenta que la particularidad de la actividad humana es estar provista de significado y
teñida, al igual que el investigador, de valores. Estos valores no son universales y
ahistóricos sino que responden a circunstancias históricas y culturales particulares.
Una vez seleccionado el objeto de estudio, el investigador debe establecer las
herramientas conceptuales con las que abordará la investigación empírica. El investigador
construye conceptos racionales que operan lógicamente transformando el material
empírico que llega a través de la sensibilidad. Para que este conocimiento sea objetivo, los
medios lógicos y conceptuales deben estar estrictamente establecidos y ser demostrables
para cualquiera. La objetividad, sin embargo, no implica una verdad ahistórica. Ella se
encuentra limitada por el carácter fragmentario e histórico del recorte que realiza el
investigador sobre una realidad empírica que es inabarcable.
En las ciencias sociales la causalidad no es mecánica ni puede ser explicada desde afuera
como en las naturales. La causalidad requiere, en estas disciplinas, de la comprensión
desde el interior del objeto puesto que las acciones de los hombres son intencionales, por
lo tanto, se rigen por valores.
Weber propone una metodología basada en la construcción de tipos ideales para captar lo
específico de un fenómeno histórico social. Se trata de construcciones racionales y
77
abstractas que realiza el investigador, en las que acentúa o resalta determinados rasgos
previamente seleccionados. Su valor heurístico radica en que, a partir de la comparación
del tipo ideal con la situación real, ésta puede ser comprendida en su especificidad.
78
culturales simultáneamente. El conocimiento social debe ser abordado desde un enfoque
que privilegie la interdisciplinariedad.
Predicción en economía.
Definición de predicción: se suele entender por predicción o predicción científica un
argumento que satisfaga las siguientes condiciones:
a) Posee la forma de un argumento condicional del tipo de “si A, entonces B”;
b) El antecedente de dicho condicional contiene al menos una ley y condiciones
antecedentes adecuadas, y todos estos enunciados deben hallarse bien fundados (es
decir, deben haber salido exitosos de contrastaciones severas efectuadas en
condiciones de control óptimas).
c) El consecuente del condicional debe referir a un acontecimiento singular de bajo nivel.
Microeconomía.
Rosenberg considera que es un hecho que la microeconomía ha fracasado en su propósito
de predecir el comportamiento individual y agregado, y que no hay indicios de que su desempeño
esté mejorando. Lo que se propone es explicar este hecho, es decir, mostrar donde reside la
dificultad y que ésta es irremontable en principio ¿en qué se basa para sostener esta fortísima
tesis?
Según el autor una ley permite obtener predicciones de manera precisa si:
a) Los valores de las variables pueden ser medidos independientemente uno de los otros;
es decir, se dispone de procedimientos independientes para ello;
b) La ley misma no es utilizada en dichas mediciones.
Una cuestión central que conviene recalcar, porque otorga a la ley su potencia predictiva,
es que podemos medir el valor final real independientemente de la estimación obtenida mediante
el empleo de la ley y de los valores de las variables. Si esto no pudiera hacerse, la ley cesaría de ser
una genuina hipótesis empírica: se trataría más bien de una definición y en tal sentido resultaría
intesteable.
Ahora bien, estas propiedades de las leyes (naturales) no se presentan en las
generalizaciones que componen nuestro conocimiento ordinario del comportamiento humano y a
ello se debe que dicho conocimiento permanezca a un nivel discreto y estable sin experimentar
mejoras visibles.
El problema de tratar a las creencias y deseos como las causas de elección, es que no son
empíricamente observables, y su existencia sólo puede ser inferida a partir de la observación del
propio fenómeno que se espera que ellas expliquen (las elecciones realizadas). Esto pone en
cuestión el status de las creencias y los deseos en cuanto variables causales y el status de la ley en
cuanto generalización empírica: si la ocurrencia de esas causas sólo puede ser inferida a partir de
79
la ocurrencia de su efecto, una explicación que las cite para explicar un efecto no puede ser
empíricamente testeada y confirmada independientemente del efecto que ella explica.
Por otra parte, hemos podido “inferir” sus estados mentales a partir de su
comportamiento porque hemos supuesto que es un individuo racional.
El componente central de la teoría microeconómica es la Teoría de la Elección Racional
(TER). Según ella, las elecciones que un agente realiza son resultado de sus expectativas y
preferencias. “… Una presunta ley, que conecta preferencias y expectativas de una parte con sus
efectos sobre la elección por la otra, no puede ser testeada. Debido a que no podemos establecer
que su antecedente se cumple, excepto cuando ya conocemos que su consecuente ha ocurrido, la
presunta ley es infalsable…”
Por otro lado, aún si pudiéramos medir los estados mentales igual no seríamos capaces de
predecir el comportamiento.
Primero, porque no es posible aislar los estados mentales, y porque no existe una
correspondencia unívoca entre cierto conjunto de estados mentales y un comportamiento único y
bien determinado.
Hay razones de principio (lógicas) por las que es imposible reducir los enunciados que
refieren a estados mentales a enunciados acerca de fenómenos físicos. Los enunciados acerca de
creencias y deseos pueden expresarse en lógicas no extensionales, en tanto que los enunciados
acerca de eventos y acontecimientos físicos son tratables al modo extensional.
Friedman sostiene que la teoría económica no adjudica a la unidad económica cuyo
comportamiento desea anticipar (los consumidores o las firmas) ciertos estados mentales, sino
que construye un modelo ideal (de ficción) que sostiene que los agentes se comportan como si
poseyeran tales expectativas y preferencias. Esta estrategia presenta dos méritos importantes:
1- No se presenta el problema de la averiguación y atribución de estados mentales (y,
por ende, tampoco es pertinente la objeción del holismo de lo mental).
2- También elude la objeción acerca de la imposibilidad de principio de reducir el
lenguaje intencional al físico. Por otra parte, los economistas creen que el objetivo de
la teoría no sería predecir el comportamiento individual, sino el agregado. En
definitiva, el típico abordaje microeconómico puede ser considerado simplemente
como una ficción útil que permita predecir el comportamiento económico a nivel de la
industria.
Macroeconomía.
Como señalamos al comienzo, la predicción requiere de la satisfacción de requisitos
formales y epistémicos precisos. Procuraremos exponer que la economía se muestra incapaz de
satisfacerlos en su integridad debido a un problema mucho más general que el señalado en la
sección anterior, ya que afecta a la totalidad de la disciplina.
Una ley incorpora en calidad de variables independientes la totalidad de los factores
relevantes para la ocurrencia del fenómeno que determinan. Todo otro factor no mencionado es
considerado implícitamente como irrelevante.
La presencia de cláusulas ceteris paribus en las leyes económicas, es típico de la disciplina
en su totalidad.
80
Dada esta característica formal de las leyes económicas, no pueden tampoco satisfacerse
las condiciones epistémicas mencionadas en nuestra definición de predicción: la experiencia
adversa no brinda razones concluyentes para descartarlas, pues toda aparente refutación puede
ser desestimada como proveniente de factores no tomados en consideración en la formulación de
la ley.
Para finalizar, en economía tampoco se hallan disponibles las condiciones iniciales
requeridas para predecir y explicar. En economía, numerosas hipótesis complementarias,
necesarias para arribar a las consecuencias deseadas, no están especificadas o disponibles.
Pero si no se dispone prácticamente de leyes ni de condiciones iniciales adecuadas, ¿cómo
es posible predecir en economía? La respuesta es que las “predicciones” obtenibles en economía
presuponen el empleo de tendencias y son, según muestra la terminología, más bien pronósticos
que predicciones.
Definición de pronósticos: La ocurrencia del acontecimiento anticipado es condicionada al
cumplimiento de ciertas condiciones antecedentes. Su forma es del tipo “si ocurre un fenómeno
de tipo A, ocurrirá (o puede ocurrir) B”, es decir, se trata de un enunciado condicional.
Llamaremos a “A” su antecedente y a “B”, su consecuente. Lo característico de este tipo de
anticipación es que la expectativa de la ocurrencia de B está fundada en generalizaciones
empíricas o tendencias.
Leyes y tendencias.
Las leyes son afirmaciones universales condicionales del tipo de “si A, entonces B”. Pero
aunque la ocurrencia de B se condiciona a la de A, la ley misma vale incondicionalmente: rige con
independencia de cualquier otra circunstancia ajena a ella misma. Suele decirse que incluye en su
cláusula antecedente las condiciones suficientes de su cumplimiento.
Las correlaciones o tendencias son muy diferentes de las leyes. Distingamos dos tipos
principales de aquéllas.
a) Una tendencia puede adoptar una forma muy simple y definirse como el aumento o
disminución global del valor de alguna propiedad en el curso del tiempo.
b) Las tendencias no tienen por qué limitarse al comportamiento de una única variable
en el tiempo. Pueden representar una correlación entre dos o más variables durante
cierto lapso de tiempo.
81
No puede predecirse a partir de una tendencia únicamente. Si se ha de usar una tendencia
para predecir, es imprescindible precisar las condiciones y constatar tanto su efecto como su
vigencia en el momento que se desea efectuar la predicción. Más que una predicción científica,
este tipo de anticipación es lo que hemos definido inicialmente como un pronóstico.
Esta especificación parcial de las circunstancias condicionantes de las tendencias
económicas se refleja en el empleo usual de cláusulas ceteris paribus aun en sus leyes más
fundamentales y es, en parte lo que impide su contrastación rigurosa y autoriza a hablar de
pronósticos económicos y no de predicciones en el sentido usual en las ciencias duras.
Además, para predecir con éxito a partir de tendencias no es suficiente con haber
determinado con precisión las circunstancias condicionantes, es también necesario saber que
éstas persistirán. Pero esto no afecta a la capacidad de la economía para pronosticar, sino a su
capacidad para generar pronósticos verdaderos. Ninguna disciplina puede garantizar la verdad de
sus anticipaciones.
Introducción.
Hausman señala que la adhesión al falsacionismo, ya sea en su versión original popperiana
o en su corrección lakatosiana, lleva a los economistas que incursionan en cuestiones
metodológicas a representar su actividad como siguiendo estrictamente dicho enfoque.
Esto es, los economistas formularían teorías, obtendrían predicciones a partir de ellas y las
someterían a contrastación empírica. Si el resultado es negativo, la teoría sería desechada
o sustituida por otra de mayor verosimilitud.
Hausman señala que la práctica de los economistas no tiene mucho que ver con este
planteo. En realidad, lo que los economistas hacen (acertadamente según Hausman) es
utilizar lo que denomina el método “deductivo”. Consiste en la articulación de varios
elementos:
1- Formular generalizaciones acerca de la operación de factores causales relevantes.
2- Deducir de tales generalizaciones y de las condiciones iniciales, simplificaciones, etc.,
predicciones concernientes a fenómenos relevantes.
3- Contrastar tales predicciones.
4- Si las predicciones son correctas, considerar todo conjunto como confirmado. Si las
predicciones no son correctas, comparar explicaciones alternativas que permitan dar
cuenta de lo que ha fallado.
Dado que los economistas trabajan con fenómenos complejos en los cuales muchas
simplificaciones son necesarias y muchas interferencias pueden aparecer, parece poco racional
descartar una hipótesis debido a una predicción incumplida. Los economistas, enfrentados con
serias dificultades para contrastar sus teorías, confían en las implicancias que surgen de los
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axiomas de la teoría más allá de los resultados negativos que la contrastación empírica pueda
arrojar. Difícilmente una teoría sea dejada de lado debido a un resultado aparentemente dis-
confirmatorio.
En economía no existen, en general, experimentos cruciales. Dado un resultado
econométrico, por ejemplo, basta en muchos casos la inclusión de alguna otra variable, una ligera
modificación de los supuestos del modelo o del procedimiento de estimación para obtener
resultados distintos y, aún, contrarios.
Comenzaremos con el tema de la predicción en economía, su relación con la explicación y
con la posibilidad de contrastar y refutar teorías. Se analiza luego la postura de McCloskey, que
pone en duda la capacidad predictiva de la economía y reivindica la persuasión en lugar de la
comprobación. Las dudas sobre la posibilidad de predecir y contrastar teorías, lleva a interrogarse
sobre si, efectivamente, la economía ha hecho progresos a lo largo del tiempo.
La predicción en economía.
Friedman, en su famoso texto de 1953, instaló la predicción como criterio de demarcación
en economía. La teoría debe ser evaluada por su capacidad predictiva para la clase de fenómenos
que intenta explicar, señaló. “La única prueba relevante de la validez de una hipótesis es la
comparación de sus pronósticos con la experiencia”.
Sin embargo, la predicción en nuestra disciplina presenta particulares dificultades. Es
mucho más defendible la predicción cualitativa (el signo del cambio) que la cuantitativa (su
magnitud).
Explicación y predicción.
Parece claro que explicación y predicción no son exactamente lo mismo. Si una teoría
predice, aporta conocimiento nuevo. Nos permite enunciar qué va a ocurrir o qué debió suceder.
Si, además, explica por qué, aporta un conocimiento aún mayor. De igual modo, si una teoría
fundamentalmente explica, ayuda a la comprensión del fenómeno. Si, además, predice, mucho
mejor.
Por ello, parece unilateral reducir la prueba de la validez de una teoría a su capacidad
predictiva, aún en el sentido amplio en que Friedman utiliza el término. Es reducir el alcance de
una disciplina científica, circunscribirlo o centrarlo en la formulación de pronósticos.
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predicción y los datos debe atribuirse a que alguna de las circunstancias bajo las cuales la hipótesis
es válida no se verificaron. No existe, entonces, ningún experimento crucial.
¿Quiere eso decir que en economía las teorías nunca se refutan?
Son los “grandes eventos” los que desacreditan determinadas ideas y promueven su
sustitución por otras nuevas.
Este es el tipo de refutación que históricamente ha operado en economía. Parecería que
los grandes experimentos sociales sirven para arbitrar entre ideas contrapuestas en forma más
convincente que muchos estudios econométricos.
Resulta paradójico que sean hechos únicos, irrepetibles, los que más peso tengan en la
refutación en economía. Pero, salvo este tipo de casos extremos, es válida la reflexión de Hahn
acerca de que “no es fácil encontrar una proposición en economía que todo economista razonable
concuerde en que ha sido falsada decisivamente por la evidencia”.
Para Hausman, la falta de aplicación en la práctica del falsacionismo, pese a su
declamación por parte de muchos economistas, sólo corrobora que el mismo es inaplicable en
nuestra ciencia. Según Hausman, la confianza en las implicaciones de una teoría económica deriva
de la confianza en sus axiomas más que en la verificación de dichas implicaciones. Por tanto, los
economistas hacen bien en depositar su confianza en las premisas.
La sujeción de los economistas a los postulados básicos de la teoría, aún en presencia de
resultados empíricos que la pongan en cuestión, no diferiría de la defensa del paradigma que Kuhn
caracteriza como la actitud propia de los científicos en los distintos campos del saber. Una teoría
se declara inválida, remarca, sólo cuando se dispone de un candidato alternativo para que ocupe
su lugar.
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La persistencia de los economistas en su enfoque teórico, aun en presencia de datos
empíricos que lo ponen en tela de juicio, probaría que no estamos en presencia de una ciencia
empírica.
Debreu reconoce que el uso de la matemática en la economía (matematización) impone
determinadas condiciones. La propia elección de las preguntas a responder puede estar
influenciada por el bagaje matemático del economista. La economía puede llegar a jugar, advierte,
un papel secundario en dicha elección. La matemática es extremadamente demandante: exige
incesantemente supuestos más y más débiles para obtener resultados más generales.
Obviamente, la ventaja que aporta la matematización de la economía es evitar errores
lógicos. Dadas las dificultades que enfrentan los experimentos en esta disciplina, la teoría
económica depende críticamente del discurso lógico. Dado que la consistencia lógica es la única
garantía de rigurosidad (por no ser una ciencia empírica).
Modelos y analogías.
En economía, al igual que en el conjunto de las ciencias, es usual el empleo de modelos.
Nuevamente, la diferencia entre nuestra disciplina y las que no pertenecen al campo de las
ciencias sociales, es la dificultad que en aquélla enfrenta la posibilidad de realizar experimentos
controlados.
Hausman sostiene que hacer ciencia consiste no sólo en elaborar modelos, sino que
también se deben ofrecer hipótesis teóricas que muestren que el modelo se aplica al mundo. De la
hipótesis teórica se puede inferir lo que Hausman llama el cierre de los supuestos del modelo. En
el cierre del supuesto se especifica el dominio al cual se aplica. A partir de la hipótesis teórica se
“recuperan” los supuestos del modelo como afirmaciones acerca del mundo. Los cierres de los
supuestos son proposiciones que son verdaderas o falsas. Un modelo más una hipótesis teórica
general que afirme que los supuestos del modelo son ciertos para una determinada porción del
mundo constituye una teoría.
En economía, los modelos nunca reproducen fielmente una porción de la realidad. Los
modelos en economía son siempre, en alguna medida, “irreales”. Ello lleva a Hausman a calificar a
la economía como una ciencia inexacta.
Un modelo científico puede ser definido como un sistema real o imaginario cuya
estructura se parece, en aspectos importantes, al sistema que se está investigando. La utilidad del
modelo reside en ese parecido con el sistema en estudio, a la vez que en su condición de ser una
versión simplificada del mismo. La analogía es, por ende, lo que legitima, en primer lugar, el uso de
un modelo. La analogía vuelve a estar presente cuando se transfieren modelos de un campo de la
ciencia a otro. Por tanto, el razonamiento por analogía constituye una herramienta centra en la
construcción teórica.
Ahora bien, la pertinencia de una teoría científica implica la existencia de un conjunto de
principios interpretativos que la relacionen con el mundo empírico. Es la función que cumplen los
“cierres” de Hausman. El método de la economía consiste en tomar en consideración sólo algunos
de los múltiples factores causales que operan en un determinado fenómeno: por ello, la economía
es una ciencia inexacta. Las premisas de todo modelo económico son siempre “inexactas” dado
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que hacen abstracción de numerosos factores causales que operan a la par de los que son tenidos
en cuenta.
El método de la economía consiste en obtener deducciones lógicas a partir de tales
premisas inexactas. La concordancia entre las implicaciones de la teoría y los datos será sólo
aproximada.
Esto genera un serio problema cuando se extraen conclusiones de política y se olvida que
sólo se han considerado algunos, y no todos, los factores causales. Y esto es más grave, aun
cuando la selección de qué incluir y qué omitir se basa primordialmente en qué variables son
susceptibles de ser modelizadas y cuáles no.
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deductiva, nadie puede discutir las inferencias obtenidas. Pero variando los supuestos se llega por
la misma vía a conclusiones diferentes y aún opuestas.
La economía positiva lo que nos dice es cómo sería el mundo si, y sólo si, los consumidores
fueran todos maximizadores de utilidad o las empresas maximizadoras de beneficios. O si no lo
fueran pero se comportaran como tales. Es por ello que hay muchos que interpretan la teoría
económica como normativa: nos dice lo que debería ser para que la conducta de los agentes sea
racional, lo que las firmas deberían hacer para maximizar sus beneficios, etc.
Ello hace que aún la propia economía positiva sea objeto de discusión y disenso,
particularmente en cuanto a la relevancia, pertinencia y utilidad de los supuestos. Obviamente, si
existiera un experimento crucial que nos posibilitara discriminar tajantemente entre teorías, la
dificultad sería mínima.
Hausman critica a la teoría económica el dejar fuera del análisis los factores causales no
económicos, constituyendo por ello lo que denomina una ciencia separada. Sin embargo, no
parece ni tan sencilla ni tan necesaria la incorporación de factores no económicos en el campo de
la teoría económica. Pero, en cambio, parece impensable formular política económica ignorando
la relevancia de las variables no económicas. Una cosa es tener en cuenta, como estrategia
metodológica, sólo el campo de los factores económicos en el marco de la teoría y otra muy
diferente, ignorar la influencia de los otros factores causales como si no existieran cuando se
pretende operar sobre la realidad.
Conclusión.
La principal limitación que enfrentan las ciencias sociales, que las diferencias de las
ciencias naturales, es la dificultad para llevar a cabo experimentos controlados. Ello hace
extremadamente dificultosa la verificación de las predicciones y, más aún, la refutación de
cualquier hipótesis. Ello hace que muchos de los resultados empíricos en economía sólo sirvan
para ilustrar teorías más que para contrastar su validez.
En todo caso, la refutación se impone en economía por la vía de lo que hemos
denominado los “grandes experimentos sociales”, que son los que históricamente han
desacreditado y sepultado determinadas ideas económicas.
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Si se acepta el criterio de demarcación de Popper, la economía es ciencia puesto que
formula proposiciones falseables. Sin embargo, la particularidad que la distingue de, por ejemplo,
las ciencias de la naturaleza, es que dichas proposiciones en la gran mayoría de los casos no son
susceptibles, en la práctica, de ser falsadas. Esta restricción sustancial es la que lleva a que pase a
ser determinante la capacidad de cada autor de persuadir a sus colegas acerca de la validez de sus
hallazgos.
La tendencia de la economía ha sido alejarse de las características y pautas de una ciencia
empírica, incluida la física, y mimetizarse crecientemente con la matemática. Esta mimetización
plantea un creciente peligro de que la economía olvide su carácter de ciencia eminentemente
social.
Si bien la matematización de la economía permite evitar errores lógicos, lo cual es crucial
dadas las dificultades que enfrentan los experimentos en esta disciplina, no creo que rigor lógico
sea necesariamente e inevitablemente equivalente al uso de la matemática. Dadas las
particularidades que presenta la economía, parece poco aconsejable suponer que su carácter
científico se define en función de su capacidad para utilizar los métodos y procedimientos de las
ciencias experimentales. Parece más razonable profundizar en cómo satisfacer los requerimientos
del método científico a partir de, y no pese a, las especificidades que presenta como ciencia social.
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