Dossier J Korczak
Dossier J Korczak
Dossier J Korczak
JANUSZ KORCZAK
y los derechos de la infancia
ISSN 2250-7973
JANUSZ KORCZAK
y los derechos de la infancia
JANUSZ KORCZAK
Y LOS DERECHOS DE LA INFANCIA
Coordinación general: Jorge Cajaraville - Daniel Schulman
Coordinación editorial: Sergio Frugoni
Diseño gráfico: Florencia Croccia
Ilustración de tapa: de Tomek Bogacki (1950) del libro The champion of children.
ISSN 2250-7973
Buenos Aires, mayo de 2013.
Tecnicatura Superior en
TieMpo LiBre y Recreación
pedagogÍa y educación SocIAL
comunIcacIón SocIaL
orIentada AL DesarroLLo LocaL
III. Testimonios
68 El maestro Korczak
Iosef Arnon
70 Janusz Korczak un maestro ejemplar
Jacobo Dodiuk
6
• La muestra fotográfica “Janusz Korczak, reformador del mundo”.
• La exhibición del cortometraje “Último tren a Treblinka” realizado por Jor-
gelina Hiba, Diego Fidalgo y Germán de los Santos.
• El espectáculo de música y palabras “Un tal Korczak” presentado por el
Prof. Marcelo Singer (violín) y su grupo de músicos: Sergio Di Martino
(teclado), Roberto Fonseca (guitarra) y Cristian Fuster (canto y relatos).
• La conferencia del Dr. Sebastián Rejak, enviado del Ministerio de Rela-
ciones Exteriores de Polonia, sobre el tema: “El Viejo Doctor y el niño: las
identidades polaca y judía de Korczak”.
• La exhibición y debate posterior del film “Korczak” de Andrzej Wajda.
• Los talleres artísticos: Artes Plásticas “Un juguete para Korczak” coordi-
nado por la artista Perla Bajder y por la Prof. Natalia Revale y Literario,
coordinado por el Prof. Sergio Frugoni, con una nutrida participación de
estudiantes y docentes.
La presente publicación procura brindar un pantallazo de las distintas ac-
tividades que hemos realizado en el marco de este Ciclo y de las produc-
ciones que han tomando como inspiración los mensajes de este educador.
Además, quisimos compartir con la comunidad educativa algunos textos
originales para revelar aspectos no tan conocidos de su obra y de su vida.
Conste entonces nuestro agradecimiento al Sr. Embajador de la República
de Polonia en Argentina, Sr. Jacek Bazanski, que a través de sus Agregados
Culturales, la Sra. Edyta Kwiatowska- Farys primero y posteriormente el
Sr. Pawel Majkut nos han facilitado los recursos para que este Ciclo y esta
publicación hayan sido posibles.
Especial reconocimiento merece el equipo directivo del ISTLyR, que ha
acompañado y apoyado este esfuerzo, los profesores María Pía Caracotche,
Alicia Bardaj, Mabel Puente y Cristina Diéguez, el auxiliar Jorge Gómez y
los estudiantes Virna Negrete, Natalia Martínez, Carmen Aguirre, Camila
Golzman, Violeta Rimieri, Julieta Molina, Anahí Canals, Karina Senra y
Lucas Ponce, quienes han colaborado con la organización de las actividades.
Estamos seguros que valió la pena haberle hecho un lugar en nuestra casa
a Korczak y más aun, seguir difundiendo su obra entre quienes no tenían
el gusto de conocerlo.
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el tiempo? ¿Cuáles de ellos esperan pacientemente durante los intervalos y
cuáles se impacientan, diciendo: “¡Date prisa! ¡Empecemos!” ¿Cuántos se
la pasan bostezando pero no dejan el juego, y cuántos se van, ya sea porque
pierden el interés o porque sus sentimientos han sido heridos? ¿Cuáles seguirá
insistiendo hasta que consigan una de los partes principales?
El éxito de un niño no siempre depende de cómo los adultos lo juzgan sino,
igual y tal vez incluso en mayor medida, de la opinión de otros niños: ¡Vamos
a ver quién puede hacer pasos más grandes y cuántos pasos con los ojos cerra-
dos! ¿Quién puede pararse en una pierna, no parpadear ni reírse mientras
mira a los ojos de otro? ¿Quién puede aguantar la respiración durante más
tiempo? ¿Quién puede gritar más fuerte, escupir más lejos?
Los niños pueden recibir como borrachos el oxígeno del aire como los adultos
el alcohol. Los síntomas son la excitación y la imprudencia, acompañados por
vergüenza y a veces de una sensación de asco y culpa. Incluso el individuo más
venerable puede no ser capaz de sostener su bebida. Uno no tiene derecho a
censurar a esto; debemos venerar esta borrachera feliz que les ocurre a los niños.
Algunos juegos que juegan los niños, las investigaciones y pesquisas que llevan
cabo son vistas con malos ojos por los adultos. Un niño camina en cuatro
patas y ladra con el fin de averiguar cómo es que los animales logran hacerlo;
puede pretender cojear o imitar a un viejo encorvado, o entrecerrar los ojos,
balbucear, tambalearse como un borracho, imitar a un loco en la calle;
caminar con los ojos cerrados (ciego), taparse las orejas (sordo), yacer inmóvil,
conteniendo la respiración (muerto), mirar a través de un par de lentes; darle
una pitada a un cigarrillo; arrancarle las alas a una mosca para ver cómo
vuela sin ellas; mirar adentro de las orejas (¿a qué se parecen estos tambores?),
hasta la garganta (¿cómo son las amígdalas?); sugerir jugar al doctor con una
chica con la esperanza de echar un vistazo a lo que ésta tiene en su interior.
Quiere verlo y experimentarlo todo. En cualquier caso, insiste tanto que
entrará en confianza.
¿En qué medida el concepto de posesión se liga con el concepto de poder? El
hombre primitivo descubrió que su arco y sus flechas no eran meramente una
posesión, sino una mano que podría atacar a distancia.
1. Fragmento extraído de Joseph, Sandra (1999): Loving every child – Wisdom for Parents.
The words of Janusz Korczak. New York: Edición de la autora. (trad. Daniel Schulman)
11
Las peleas.
Charla radiofónica
a
JANUSZ KORCZAK
2
17
Lo que piden los niños.
` amar a un niño.
Como
JANUSZ KORCZAK
No me consientas. Sé muy bien que no puedo
` es una prueba
tener todo lo que quiero. SOlo
de fuerza de mi parte.
No temas ser FIrme. Eso es lo que
necesito: la sensacion` de seguridad.
`
No subestimes mis malos hAbitos. Solo
tu` me puedes ayudar a combatir el mal,
mientras todavia` es posible.
No me hagas mAs` bebé de lo que soy.
Esto me hace adoptar una actitud
tontamente adulta.
No me corrijas delante de otras personas
a menos que sea absolutamente necesario.
Presto mas` atencion` a lo que me dices
cuando hablamos en privado.
No me protejas de las consecuencias.
A veces es bueno aprender cosas dolorosas
y desagradables. 19
No me hagas creer que los errores
que cometo son pecados. Esto amenaza
mi sentido de la autoestima.
No te preocupes demasiado cuando te digo
que te odio.¡No eres tu` mi enemigo, sino
tu inmensa superioridad!
No prestes mucha atencion ` a mis quejas
menores. De vez en cuando las uso para
`
llamar tu atencion.
No rezongues. De lo contrario tengo
que defenderme de ti y me vuelvo sordo.
` Me siento
No me hagas promesas vacias.
terriblemente aplastado cuando de todo
esto no sale nada.
No olvides que todavia` me resulta dif icil
expresar con precision` mis pensamientos.
Por eso es que no siempre nos entendemos
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el uno al otro.
No compruebes obsesivamente mi honestidad.
`
El temor muy facilmente me obliga a mentir.
No seas inconsistente. Eso me deja
estupefacto y pierdo todo la fe en ti.
No me apartes cuando te doy la lata con
preguntas. Pronto te vas a dar cuenta de
`
que en lugar de pedirte una explicacion,
estoy buscando otra cosa.
No me digas que mis temores son tontos.
` existen.
Solo
No te muestres como un ser perfecto.
La verdad acerca de ti en el futuro serí
a insoportable. No imagines que por pedirme
disculpas pierdes tu autoridad. Si juegas
`
limpio te puedo agradecer dandote una clase
de amor que nunca soñaste.
No olvides que me encanta hacer todo tipo
de experimentos. Es mi forma de vida, asi`
que haz la vista gorda a esto.
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De Korczak a la
convención sobre
los derechos del
niño.
DANIEL SCHULMAN
Hoy en día la defensa de los derechos de la infancia está garantizada en
nuestro país por la vigencia de la Convención sobre los Derechos del Niño,
incorporada a nuestra Constitución Nacional en el año 1994 (art. 75 inc.2)
y por la Ley 26.061 de Protección Integral de Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, sancionada por el Congreso Nacional en el año 2005, a la
que siguieron varias leyes provinciales.
Sin embargo poco se sabe que uno de sus principales inspiradores fue
Janusz Korczak, quien habló de la necesidad de una Declaración de los
Derechos del Niño, mucho antes de que dicho documento fuera elaborado
por la Convención de Ginebra o por las Naciones Unidas. La declaración
que él previó en sus escritos no era un alegato de buena voluntad, sino una
demanda de acción que quedó incompleta en el momento de su muerte.
“Creo firmemente que debemos poner fin a la ficción de nuestro afecto, dulzura,
cordialidad en nuestra actitud hacia los niños y en cambio tenemos que hablar
acerca de sus derechos. Se requiere una Carta Magna de sus derechos” (“El
derecho del niño al respeto”)
A continuación vamos a reproducir una selección que realizó Betty Jean Lif-
ton en su libro: The king of children. The life and death of Janusz Korczak (1988).
25
El niño tiene derecho a cometer errores.
“No hay más tontos entre los niños que entre los adultos”.
26
El niño tiene derecho a ser juzgado por sus pares.
“Nosotros somos los únicos jueces de las acciones, movimientos, pensamientos y proyectos del niño...
Yo sé que un Tribunal de Niños es indispensable, que en cincuenta años no habrá una sola escuela,
ni una sola institución que no lo tenga”.
27
La Declaración apuntaba cláramente a las obligaciones de los adultos hacia
los niños. Se protegió al niño como a una persona con sus propios de-
rechos, pero que seguía dependiendo de los adultos para hacer valer los
derechos incluidos en la Declaración.
El contenido adopta una forma defensiva frente a las condiciones en que
estaban sumidos los niños: el maltrato físico, la desnutrición, la educación
interrumpida, la explotación económica. Pero la Declaración pretende ir
más allá. Pone énfasis en las necesidades sociales y económicas por enci-
ma de los derechos civiles y políticos tradicionales.
Sin embargo, si bien este texto contiene ciertos derechos fundamentales
del niño, no tiene fuerza vinculante para los Estados.
Esta nueva Declaración contiene diez principios que más tarde fueron la
base para la elaboración de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Ya no se limita a una preocupación por la protección, sino que establece
los derechos y las libertades a las que los niños tienen derecho, sin dis-
criminación de ninguna índole y considerando su interés superior. Se
sostiene que los derechos humanos y las libertades individuales no sólo
recaen en los adultos, sino que se trata de derechos que son inherentes
a los seres humanos desde el momento de nacer y, según algunos, des-
de la concepción. Se derivan de la dignidad de la persona humana.
El niño, en virtud de su dependencia de los adultos y debido a su inmadurez
física, moral e intelectual se convierte en objeto de atención y protección
especiales. Sus derechos humanos le permiten obtener el beneficio de la
protección especial que necesita para su crecimiento y desarrollo.
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El Año Internacional del Niño
o Año de Janusz Korczak (1979)
Mientras nuestro país era gobernado por una de las dictaduras militares
más sangrientas de la historia, la representación de Polonia ante la ONU
presenta la iniciativa de redactar una nueva Convención sobre los Dere-
chos del Niño como homenaje a la obra de Korczak, en el centenario de su
nacimiento. La Comisión de los Derechos Humanos aprobó el proyecto de
una norma que fuera vinculante para los Estados y tuviera validez jurídica
internacional. Esta debería asegurar que todos los niños reciban educa-
ción, seguridad social y atención de la salud y que sean protegidos contra la
explotación, el abuso, la tortura y los efectos de la guerra, y al llegar a una
edad razonable sean consultados sobre las decisiones que los involucran.
29
Hablemos
de Korczak,
de legados
y pasadores
DANIEL SCHULMAN3
El año pasado llevamos a cabo en nuestro Instituto un homenaje a Janusz
Korczak, pedagogo judeo-polaco que dio testimonio durante su vida e inclu-
so hasta instantes previos a ser asesinado en el campo de exterminio de Tre-
blinka, de unas convicciones y unos principios indoblegables, que tenían
por bandera principal la defensa del derecho a la dignidad de los niños.
Para algunos de quienes participamos de los encuentros, Korczak resul-
taba alguien bastante familiar: habíamos leído su libro Si yo volviera a ser
niño hacía ya algunos años y conocíamos su heroica decisión de no aban-
donar a sus huérfanos aun a riesgo de encontrar la muerte junto con ellos.
Para otros implicó un descubrimiento: empezaron a reconocer huellas de
la vida y la obra de Korczak en la propia forma de pensar; de cuestionar
aquellas cosas que por naturalizadas ya dejan de doler; de empecinarse en
hacer cosas para que nuestro mundo sea cada vez menos cruel e injusto.
Para unos pocos, el educador polaco siguió siendo una incógnita que no
quiso ser develada: no pudieron encontrarle el sentido a participar de la
conmemoración de alguien que murió hace tantos años, preguntándose
“¿y esto qué tiene que ver conmigo?”.
Quisiera invitarlos a que aprovechemos esta oportunidad para reflexionar
juntos acerca del legado de Korczak y de nuestro papel en la transmisión
de su obra. Para pensar desde esta perspectiva voy a recurrir a un texto de
Jacques Hassoun, “Los contrabandistas de la memoria”, en el que propone
que todos nosotros somos portadores de un nombre, de una historia sin-
gular (biográfica), ubicada en la historia de un país, de una región, de una
civilización, y que el rol que nos cabe es el de ser sus depositarios y sus
transmisores. En palabras de él, actuar como “pasadores”.
33
• En un alegato continuo a favor de los derechos de los niños, que puso
en marcha en sus instituciones durante treinta años y que no se referían
solamente a los derechos fundamentales de protección del niño, sino que
incluían a sus derechos activos, como por ejemplo: los derechos de expre-
sión y de participación descriptos hoy en día en los artículos 12 a 17 de la
Convención Internacional de los Derechos del Niño (CDN) adoptada por la
ONU en 1989, ratificada luego por la mayoría de los Estados e incorporada
en nuestra Constitución Nacional en 1994.
“Respeto por su ignorancia. Respeto por su laboriosa búsqueda de saber.
Respeto a sus fracasos y lágrimas. Respeto a la propiedad y presupuesto
del niño. Respeto por los misterios y las interrupciones repentinas del
duro trabajo que es el crecimiento. Respeto por los minutos del tiempo
presente. Respeto para cada momento que pasa. Respeto para sus ojos
limpios, sus esfuerzos nuevos, su candor”
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• En su oposición terminante los castigos físicos, a aprovecharse de la supe-
rioridad física para imponerle al otro determinadas maneras de comportarse.
“Si él no me escucha, tengo una reserva de energía. Le digo: “No te
vayas... no te muevas... Salí del camino... dar de nuevo. “Sabe que debe.
¡Cuántas veces infructuosamente intenta para resistir ante él entiende,
cede, se da por vencido.
¿Quién y cuándo, en qué condiciones extraordinarias, se atreverá a em-
pujar, tirar, golpear a un adulto? ¿Y cómo algo común e inofensivo es un
golpe, un tirón en un brazo, una dolorosa exprimir de un niño!”
35
Los herederos y los pasadores del legado
Seguramente podemos reconocer en los textos anteriores muchas de las
concepciones y modos de pensar que conforman nuestro ADN como re-
creólogos, educadores y comunicadores. ¿Cómo han llegado allí? ¿Cómo
hubieran formado parte de nuestro presente si alguien no se hubiera ocu-
pado de transmitirnos estas ideas?
Llegados a este punto podríamos preguntarnos: ¿quiénes son los herederos
del legado de Korczak? ¿los judíos? ¿los polacos? ¿los huérfanos? ¿los edu-
cadores? ¿nosotros?
Por supuesto que lo que heredamos va siendo modificado constantemente
por las vicisitudes de nuestra vida, por nuestros fracasos, por nuestros de-
seos. El hecho de que una generación como la de Korczak haya sido testigo
de grandes conmociones históricas, que haya padecido la barbarie nazi, que
haya caído bajo las balas y las bombas…no puede resultarnos indiferente.
Somos diferentes de quienes nos precedieron y es probable que quienes
nos sucedan sigan un camino sensiblemente diferente del nuestro. Y vol-
viendo a Hassoun, él considera que es allí, en esta serie de diferencias,
donde inscribimos aquello que transmitiremos. Allí actuamos como con-
trabandistas, como “pasadores”, que le agregamos nuestras propias expe-
riencias, nuestra particular mirada al legado recibido.
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Porque no podemos entrar en contacto con lo nuevo que se nos presenta
si no podemos reconocer allí una parte de familiaridad. Es a partir de la
herencia que nos ha sido transmitida que podemos, al superarla, participar
de situaciones nuevas que a priori nos resultarían desconocidas.
En definitiva, me atrevo a afirmar que somos herederos de este legado to-
dos aquellos que buscamos conocer el pasado, rebuscar en las biografías
y en las historias de otras personas, que reconocemos como propias las
palabras y los gestos de otros que nos precedieron.
Me gustaría finalizar este artículo con las palabras que utilizó Korczak
para despedir a una de sus camadas que egresaban del Hogar:
“Nos despedimos de todos los que han partido o de aquellos que partirán pronto,
para ya no volver. Nos despedimos antes de su viaje largo y lejano. Y el nombre
de ese Viaje es Vida.
A menudo nos preguntamos cómo decir adiós, ¿Qué consejos darles? Por des-
gracia, las palabras son insuficientes y débiles.
No les podemos dar nada. No les podemos dar Dios: para encontrarlo tiene que
buscar en ustedes mismos: en su propia alma, en sus esfuerzos solitarios.
No vamos a darles la Patria, porque tienen que encontrarla por ustedes mismos:
a través del trabajo de sus corazones y sus mentes.
No vamos a darles amor humano, porque no hay amor sin perdón, y perdonar es
un trabajo duro, un trabajo que cada uno debe hacer por sí mismo.
Les daré una cosa: El anhelo de una vida mejor, que todavía no existe, pero que
un día existirá. Cuando la Verdad y la Justicia estén vivos. Tal vez este anhelo
los conduzca a Dios, a la Patria y al amor. Adiós, no lo olviden”.
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Como polaco, Korczak no solo hablaba en polaco y sentía en polaco, tam-
bién estaba identificado con el estado polaco renacido, motivo por el cual se
ofreció como voluntario en la guerra de 1920 contra la Rusia bolchevique.
Al mismo tiempo era un patriota judío, en tanto partidario del sionismo te-
nía esperanzas en el establecimiento de un hogar nacional judío en Pales-
tina. No había contradicción entre los dos amores, entre las dos lealtades.
Korczak era un observador agudo y atento de la vida social y política. Aun-
que nunca llegó a ser un periodista típico para quien las noticias eran un
producto para ser vendido, tenía especial interés en el mundo que lo rodea-
ba: en las personas con las que vivía, en su dolor, angustia, anhelos y ale-
grías. Era crítico de lo que veía en su Polonia natal: el creciente antisemitis-
mo era uno de los fenómenos que lo atribulaba y afligía. El antisemitismo
del cual también fue víctima cuando lo despidieron de la Radio Polaca en
1936. Él probablemente hubiera coincidido con los judíos que decían que
mientras vivió el Mariscal Pilsudski las minorías estaban mejor en Polo-
nia y que a partir de su muerte, en 1935, el elemento nacionalista (el así
llamado endecja) fue ganando cada vez mayor influencia. El sentimiento
anti-judío, tanto en medios gubernamentales como en la sociedad en gene-
ral se estaba haciendo más aceptable. Un boicot más o menos activo de las
empresas y artesanos judíos se convirtió en parte del paisaje social polaco.
Sin embargo al parecer, aunque Korczak estuvo tocado por eso, su interés
en el bienestar del niño siguió siendo intenso. Como era de esperar, su
corazón permanecía abierto para los niños judíos y no judíos por igual.
El conflicto socio-económico tan vívido en la sociedad polaca previa a la
guerra no impregnó su pensamiento, sus enseñanzas y sus contactos con
los niños. Y no sólo con los niños. Él veía a los adultos simplemente como
personas, independientemente de su origen étnico o religioso. Al mismo
tiempo, su carrera profesional como médico comenzó y se desarrolló des-
pués de haber estado trabajando en el Hospital Bersons y Baumans, un
centro de salud judío en el centro de Varsovia. Era un hospital judío por
su financiamiento y no por la identidad étnica de sus pequeños pacientes.
Entre las muchas cosas que podemos aprender de su biografía es el hecho
de que en la segunda mitad de la década del ‘30 Korczak se hizo bastante
famoso entre el establishment de Varsovia y entre los ricos, tanto judíos
como polacos. Para un buen número de ellos resultaba dignificante y una
demostración de su condición social decir: “Oh, anoche me sentí tan mal
que tuve que llamar al Dr. Korczak. Gracias a Dios que vino y me dio esas
pastillas maravillosas”. Él les cobraría el honorario correspondiente. Y por
supuesto, no tomaría ni un centavo de los pobres e incluso les daría la me-
dicación que necesitaran, fueran o no judíos.
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Incluso podría decirse que el judaísmo de Korczak era esquivo: ciertamen-
te no era folkista6, ni bundista7, ni tampoco suscribía a la idea de crear
una autonomía cultural judía en la Polonia de entreguerras. En no pocas
ocasiones admitió con franqueza en sus escritos que no hablaba el Yidish.
Respecto a su conocimiento del hebreo, el vocabulario de Korczak se limi-
taba a unas 200 palabras con probablemente algunos de los fundamentos
de la gramática. Él escribiría columnas para periódicos judíos que se publi-
caban en hebreo. Escribía en polaco y luego era traducido al hebreo por el
personal de los periódicos.
Lo que se puede decir acerca de Janusz Korczak como judío y como polaco,
un judío polaco y un polaco de origen judío, lo sorprendente es que a él no
parecían importarle demasiado las diferencias étnicas y los particularis-
mos. ¿Por qué estaba tan poco interesado en las relaciones polaco-judías?
No estoy diciendo que no estaba interesado, lo que pretendo decir es que en
sus escritos encontramos sorprendentemente una cobertura limitada de la
coexistencia o el conflicto polaco-judío. De una persona de su posición, in-
telecto e influencia podría esperarse una posición un tanto más implicada.
Eso es probablemente lo que nadie más habría hecho: convertirse en actor
en el drama polaco-judío. Al parecer, Korczak dio por sentadas sus identi-
dades judía y polaca. Tanto es así, que probablemente pensó que no valía
la pena dedicar mucho tiempo a cuestiones de naturaleza étnica. Para él,
el problema a resolver y el desafío a tomar era el niño. Por cierto, escribió
algunas piezas en las que específicamente centró su atención en los niños
judíos, y algunas otras que abordan los problemas de los niños polacos
cristianos. Sin embargo, la cuestión número uno era para él era la manera
de mejorar la situación de los niños en Polonia. Lo que vio y le molestaba
era la falta de educación y práctica higiénica en las familias pobres, la falta
general de interés en el destino de los niños, el nivel de criminalidad de los
niños como resultado de deficiencias en el cuidado parental adecuado, y,
por último pero no menos importante, la falta de amor de los padres.
Aquí Korczak tenía sus propias experiencias. Los recuerdos de la infancia
que aparecen en sus escritos, incluso en sus obras de ficción, no siempre
pintan un cuadro optimista de sus primeros años. Su padre, un abogado
ocupado y un mujeriego, probablemente se preocupaba por sus hijos menos
de lo que lo hacía por sí mismo. Le compraba un regalo caro y lo llevaba a dar
un paseo por el parque donde accidentalmente se encontraba con una mu-
jer que conocía y por lo tanto tenía que dejar a su hijo jugando solo. Eso no
resultaba suficiente para que el niño pensara que era amado por su padre.
La enfermedad mental del padre y su posterior suicidio tampoco ayudaron.
Korczak temía también él llegar a sufrir trastornos mentales. Esa fue una
de las razones por las cuales decidió no ser padre biológico, sino más bien
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en ser un padre para los niños necesitados, abandonados, descuidados, po-
bres y sucios, carentes de amor de los padres y socialmente descarriados.
También contribuyeron con sus ideas pedagógicas sus dos visitas a Pales-
tina. Viajó allí no solo como judío a un futuro hogar judío, sino también
como médico y pedagogo. Durante ambas visitas permaneció en un kibutz
y observó de cerca los nuevos métodos de crianza de los niños. Los dos
últimos años previos al estallido de la Guerra se vieron ensombrecidos por
el deseo de establecerse en Palestina, que él veía como un paraíso en el
que podrían hacerse realidad sus visiones pedagógicas. Sus sueños gira-
ban en torno a Palestina, donde tenía la intención de vivir los últimos días
de su vida, para encontrar la felicidad, y extrañar... a Polonia. A menudo
escribía cartas a sus amigos en Jerusalén y Tel Aviv en las que solicitaba
que hicieran arreglos para su prolongada estancia en Palestina y le encon-
traran buenos maestros de Hebreo. En casi todas las cartas estaba muy
seguro de que se iría a mudar a Haifa en pocos meses, sólo cuando hubiera
terminado algunos asuntos urgentes en Polonia. Esta tensión entre salir
y permanecer, tomar nuevos desafíos en Palestina y continuar con lo que
había empezado en Polonia ocupa una buena parte de su correspondencia
en los años anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Lo que se
trasunta en sus cartas es que sentía una especie de misión doble: una era
acompañar a sus niños y a sus colegas en Polonia, y continuar la lucha para
hacer conocer y aceptar su pedagogía por los profesionales en el campo y
por la sociedad en general. La otra era mudarse a Palestina para introducir
sus conceptos pedagógicos en la sociedad que estaba siendo creada, o más
bien la sociedad que se estaba creando por sí misma. Veía una particular
necesidad de influir en los kibutzim donde vio que el papel de los padres
estaba minimizado. Observaba así un problema similar, a pesar de que
resultaba de diferentes circunstancias sociales, en ambos lugares. El pro-
blema consistía en ayudar al niño, en enseñarle a los padres, e incluso en
transformar las sociedades para que modifiquen su percepción del niño,
para que el niño se convierta en un ser humano igual a los adultos. Esos
eran los sueños del médico judío polaco que en primer lugar se veía a sí
mismo como amigo de los niños.
41
Korczak inventó
la democracia8.
PHILIPPE MEIRIEU
Para mí, la democracia es el aplazamiento del pasaje al acto. Me voy
a permitir evocar lo que ha sido para mí un acontecimiento mayor
en mi propia trayectoria.
Descubrí un dispositivo creado por un pedagogo polaco que yo
honro más que a todos: Janusz Korczak, que fue gaseado y murió en
Treblinka porque se rehusó a abandonar a los niños del Gueto de
Varsovia, con quienes vivía.
Fue el primero en elaborar un borrador de la Convención de los
Derechos del Niño.
Un día, les dijo que todo el mundo tenía derecho a golpear a quien
quisiera, con la condición de prevenirlo por escrito con veinticua-
tro horas de antelación, y eso funcionó.
Esto me parece una muy buena idea.
Cuando Korczak hizo esto, inventó la democracia, es decir: tratar
de hablar antes de pasar al acto. Para Korczak, el pasaje a través de
la escritura era fundamental.
43
También les dijo a los niños que no sabían leer y escribir, que podían
dictarle a alguien.
Para mí, esto es fundador, es diferir; es aprender a no estar mas en
la pulsión.
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En una segunda etapa, los niños pro- El Tribunal de los Niños
dujeron una considerable evolución del
Consejo, decidiendo acudir directamen- Hoy en día, muchas instituciones po-
te a las diversas instancias, sin esperar a seen su propio sistema de justicia para
que hubiera un fallo, afirmando así su gestionar los conflictos internos. La idea
derecho a la expresión: “Las necesidades es que son los “pares” del acusado, sus
individuales tiene la posibilidad de ex- amigos y sus colegas, los primeros intere-
presarse, por medio del derecho, pueden sados y los más capaces de evaluar con
ser tomadas en consideración y ser o no precisión la realidad y la gravedad o no
reconocidas”. (Falska) de la falta cometida, sabiendo que los
límites del sistema son los delitos y a
Para aquellos chicos que tenían pro- sabiendas de que los límites del sistema
blemas para seguir las reglas o que las eran los crímenes y violaciones de los
incumplían en forma sistemática, el delitos tipificados en las leyes vigentes.
Consejo Jurídico podía decidir darles un
estatus particular que los eximía de la La originalidad de Korczak es haber te-
ley común. Éste tenía el derecho de de- nido éxito en adaptar a la pedagogía este
clarar ‘caso especial’ a alguien hasta que dispositivo autogestionario elaborado,
la persona decidiera por sí misma dejar democrático y particularmente respe-
de serlo. Tenía la opción de publicar o no tuoso de la dignidad de cada uno. Su ini-
el nombre de los ‘casos especiales’ en la ciativa tuvo un gran suceso y funcionó
cartelera del Tribunal. perfectamente durante treinta años.
49
Comprende mil artículos para faltas
muy graves (en realidad, solo algunas
docenas), todos perfectamente adapta-
dos tanto en su formulación como por
su valor expresado en cifras a la sensi-
bilidad de los niños y jóvenes (véase,
por ejemplo, los artículos 94, 95, 96) El
Código del Tribunal de los Niños de Kor-
czak quedará en la historia de la educa-
ción como un monumento de tolerancia
y humanidad.
Salvo en muy raras excepciones, el Tri-
bunal se reunía a puerta cerrada. Los
niños conocían muy bien a sus compa-
ñeros, tanto sus debilidades como sus
El medio empleado por Korczak para lo- experiencias, les era fácil escuchar los
grar sus objetivos fue el desarrollo inspi- hechos descritos por el educador, dar su
rado y minucioso de su célebre Código, opinión y estar de acuerdo sobre un jui-
escrito mientras actuaba como oficial cio al que se hacía referencia en el Códi-
médico en las trincheras de la guerra de go. Era suficiente con elegir un artículo
1914-1918. La cuestión era de importan- a aplicar, sabiendo que la importancia de
cia: el código debía ser a la vez simple su número era también una indicación
y comprensible para permitir que los ni- precisa de la gravedad de la infracción.
ños de diez años se lo apropiaran muy En estas condiciones, el Tribunal podía
fácilmente; y suficientemente delicado juzgar rápidamente los asuntos en cues-
y sofisticado en sus juicios para tomar tión. El tratamiento de unos cincuenta
decisiones sin condenar, para sancionar casos requería de una o dos horas.
sin rechazar, para proteger a los más dé- En el texto del Código, la “X” designaba
biles y permitir que todos evolucionen. al niño objeto de la investigación: la per-
Gracias al Código, el Tribunal de los sona contra la cual se había depositado
Niños podía hacerle justicia a los niños, una denuncia, e “Y” al denunciante, la
teniendo en cuenta la menor lesión o el víctima. Los números de los Artículos
menor conflicto a que diera lugar una distribuidos eran otros tantos puntos ne-
queja. También podía permitirles ha- gativos en los que el número acumulado
cer la experiencia de ser a su vez, juez alimentaba cada semana, junto con sus
y víctima, denunciante o culpable. Por otros resultados (servicios realizados,
su parte, los profesionales, educadores y notas en la escuela, etc.) la curva de la
profesores, heredaron al mismo tiempo evolución de cada niño. Esta curva cons-
un dispositivo pedagógico ejemplar en tituía un criterio objetivo, conocido por
términos de auto-educación y educación todos, que servía de referencia para el se-
para la ciudadanía. guimiento de los niños en la institución.
50
El principio del Tribunal
La columna vertebral del funcionamien-
to era la organización de la justicia. Se-
gún Arnon, Korczak pensaba que todos
los niños podrían beneficiarse de este
dispositivo diseñado para los niños más
difíciles. Su tribunal funcionaba según
el modelo de los tribunales de pares. Es-
tos tribunales eran comunes en Polonia
en esa época y eran bien aceptados por
la sociedad. En los diversos cuerpos ins-
titucionales, como todavía en nuestros
días, permiten a las personas aprender
la mejor manera de manejar sus propios
conflictos. El genio de Korczak ha sido el
de adaptar este dispositivo a sus Hogares
y de crear una herramienta pedagógica,
instituyendo una práctica muy evolucio-
nada de los derechos del niño.
El Tribunal de los Niños estaba com-
puesto por cinco jueces de 12 a 14 años
cuyos nombres eran seleccionados al
azar entre los niños que no habían te-
nido ningún asunto durante la semana
previa, es decir, que no eran ni deman-
dantes ni acusados. Un educador partici-
paba en el tribunal como secretario, pero
no tenía derecho a voto. Anunciaba los
casos a ser juzgados, leía ante el Tribu-
nal las declaraciones de los denuncian-
tes y los testimonios recogidos por ellos
en su registro y tomaban nota de las
sentencias dictadas por los jueces. Los
sábados por la mañana en la asamblea
general en presencia de todo el mun-
do, el Dr. Korczak o Stefa leían en voz
alta el periódico, que contenía las actas
de todos los eventos de la semana y los
veredictos de la corte. Los niños podían
haber tenido varios casos en la semana
y el anuncio de las sanciones no estaba Israel Bernbaum.
exento de lágrimas. Se trataba de un mo- Nuestros niños jugando
mento culminante de su vida colectiva. en las calles (1989)
51
La experiencia mostraba que en una
semana promedio se presentaban unos
cincuenta casos para los cientos de ni-
ños que vivían en cada orfelinato. La
gran fuerza del tribunal era que todos
los casos podían ser juzgados en una o
dos horas. Cuando había más – los testi-
monios informan que su número podía
alcanzar los 200 a 300 por semana en
períodos en los que el establecimiento
estaba mal, se elegían todos los Tribuna-
les de justicia que fueran necesarios. Y
para tratar 300 conflictos, era suficiente
con seis Cortes para que se hiciera justi-
cia a todos. En períodos de crisis, tal dis-
positivo era irreemplazable, al punto que
Korczak escribió en 1919 que según él,
en ninguna escuela o establecimiento
dedicado a los niños no se podía prescin-
dir de él por cincuenta años...
La presentación de quejas también esta-
ba ampliamente estudiada: la mesa del
tribunal, colocada en lugar público, es- seguir con su queja. Este período, y este
taba a disposición de todos, niños y adul- tiempo de reflexión permitía las conci-
tos. Cuando alguien había sido agredido liaciones, las disculpas o el compromiso,
o sentía que había sido víctima de una pero sólo les correspondía a los querellan-
injusticia, sólo tenía que introducir su tes decidir si les parecía que su caso debía
nombre y el de la persona en cuestión en continuar y obtener una decisión de la
un buzón en la mesa sin indicar razón Justicia, públicamente, por el Tribunal.
alguna. La inscripción “Marek/Henryk”
significaba que Marek tenía un proble-
ma con Henryk, que podría ser de cual- El código del Tribunal
quier índole, desde la más banal a la más Este código era un conjunto de mil artí-
seria. Todo el mundo tenía el derecho de culos que mostraban la importancia y
“inscribirse” según la expresión consa- el valor a los ojos de los niños. Si bien
grada. El más pequeño de los niños se el funcionamiento del Tribunal era cole-
podía quejar de la actitud de un miem- giado, el Código era obra única y perso-
bro del personal o incluso del director en nal de Korczak. Siguiendo el modelo del
relación a él. Korczak mismo era citado Código Civil Napoleónico, de referencia
repetidamente en el Tribunal. Por el en la época, puso todo su talento como
contrario, cuando un educador estimaba educador en rechazar tan sutilmente
que un niño merecía una sanción, debía como fuera posible las palabras elegidas
citar al Tribunal, a quien correspondía la en sus artículos y atendió las múltiples
evaluación de la culpa y del castigo. facetas de la comprensión, del perdón o
Por la tarde, el profesor-secretario del tri- de la condena. Lo esencial a sus ojos era
bunal pasaba a ver a todos aquellos que que la sanción debía ser más bien sim-
habían inscrito sus nombres en la mesa. bólica y dejar siempre abierta la vía de la
Escuchaba las quejas, recopilaba los testi- reparación para ayudar a los jóvenes a to-
monios y les preguntaba si querían pro- mar conciencia de las consecuencias de
52
Un diagrama que muestra la curva de las
sentencias permite ver tanto la evolución
de cada niño, como la “salud moral” de
la institución. Si el tribunal había hecho
cuatro resoluciones en virtud del artícu-
lo 100, seis según el artículo 200 y una
según el artículo 400, la curva semanal
cuidadosamente exhibida sobre la carte-
lera se situaba en el 2000, como un buen
indicador del clima del establecimiento.
53
Las categorías ciudadanas
A su llegada, cada nuevo pupilo tenía un
tutor que se ocupaba de cuidarlo durante
un año para ponerlo al corriente del fun-
cionamiento y de las reglas de la vida en
el interior del Hogar. Después de un mes
se sometía a votación para que los otros
niños expresen su opinión al respecto.
Al final del primer año, después de una Esta clasificación puede sorprender. Mal
nueva votación, se le atribuía una catego- gestionada, probablemente podría ser
ría cívica. En enero de cada año, aquellos desastrosa. ¿Qué dicen los antiguos pu-
que querían cambiar podían apelar ante pilos? ¡Y bien que algunos se quejaban!
el Tribunal de rehabilitación, conforma- Uno de ellos, Jacques Dodiuk, quien fa-
do por diez niños y un educador. lleció este año, estaba en contra de este
Había cuatro cualificaciones ciudadanas sistema que le sorprendía. Pasó dos años
además de la de los “Principiantes”: en la cuarta categoría, se las arregló para
“Ciudadano” o “camarada” ser admitido en la tercera, en la cual que-
dó hasta el final de su estadía después
“Habitante”
de un período de descenso de categoría.
“Habitante indiferente” Sin embargo, nunca se sintió penalizado
“Arribante incómodo” ni culpabilizado, y reconoce que no tuvo
La primera categoría de niños era la que absolutamente ningún efecto en el curso
permitía tener la mayor responsabilidad. de su estadía, sus relaciones con los de-
La última daba un título un poco pesa- más y finalmente en su felicidad de vivir
do de llevar, probablemente a propósito, con Korczak. Muy peleador y turbulento,
para invitar a los niños a integrarse. El de Dodiuk simplemente no estaba interesa-
“principiante”, correspondía a un estatu- do, ni presionado a unirse a la élite de los
to especial otorgado a los nuevos partici- niños, en sus palabras, esto no le impi-
pantes en el primer año de su estancia. dió convertirse en un artesano emérito y
de tener éxito en la vida.
Nada estaba fijo. Los niños podían au-
mentar de grado o al contrario volver a Falska explicó: “Las cualificaciones ciu-
descender a la base de la escala muy rá- dadanas llevaban a conocer las duras
pidamente, en función de su conducta. leyes de la vida que obligaban a todos y
Para cada categoría, en efecto, el total cada uno a tener que soportar las con-
de artículos publicados por el Tribunal secuencias de conducirse según sus
no debía exceder de cierto número, de acciones. Ellos aprendieron a ascender
lo contrario el retroceso a la categoría penosamente, peldaño a peldaño. Ellos
inferior hubiera sido inmediata. Las trajeron la alegría de la victoria y la expe-
dos categorías inferiores no podían te- riencia del reconocimiento social justifi-
ner representantes en el Parlamento, cada por los esfuerzos y las cualidades
ni asumir las tutorías y no se les pedía personales. Ellas advertían recordando
que asumieran tareas de responsabili- que uno puede caer en cualquier mo-
dad (organización de excursiones, etc.). mento, y restauraron la fe en la posibili-
En cambio, las dos mejores tenían dere- dad de una nueva victoria”.
cho a ciertas prerrogativas y privilegios
como poder ser elegidos Diputados.
54
Esta nueva institución se llamó Parla-
mento en el primer Hogar (Dom Sierot)
y Consejo de Autogestión en el segundo
(Nasz Dom) y se estableció, respectiva-
mente, en las dos instituciones en 1919 y
1921, en cada caso después de que otros
dispositivos colegiados hubieron hecho
sus pruebas y no sin haber sufrido un
El Parlamento de los Niños primer revés.
Los representantes de los niños aproba-
Acoger y encuadrar a los niños de modo
ban o rechazaban las nuevas leyes y fija-
republicano, hacer justicia con ellos y
ban los días de fiesta. El Parlamento tenía
enseñarles a manejar sus conflictos era
una mirada sobre toda la vida de la institu-
mucho, sobre todo en esa época. El éxito
ción, sobre el plan de actividades lúdicas,
estaba allí, las dos instituciones marcha-
deportivas o culturales. Estaba conforma-
ban muy bien, el ambiente era alegre.
do por 10 diputados niños electos (20 en
Esto hizo posible ir más allá y que los
Nasz Dom), y se reunía una vez por sema-
mayores también participaran en la ges-
na. Estaba previsto un solo adulto que era
tión colectiva de la institución.
necesario: el presidente-secretario-educa-
Así es como Korczak presentó la idea del dor, que representaba al equipo educativo
nuevo Parlamento: “Como todo el mundo, y al Consejo Pedagógico. Sentarse en el
hemos buscado por mucho tiempo e hici- Parlamento era una gran responsabili-
mos varios intentos [...] y hasta hoy algunas dad para los niños. Las decisiones eran
de nuestras experiencias ha tenido más votadas con tarjetas plebiscitarias (‘más’,
éxito que otras. Nosotros los adultos sabe- ‘menos’ o ‘cero’) y por voto secreto en los
mos muchas cosas acerca del niño, pero nos casos importantes. Para obtener ayuda en
podemos engañar. El niño sabe muy bien si su tarea o para los problemas demasiado
se siente bien o mal. Por lo tanto, dije que complicados, el Parlamento designaba
los niños podían gobernarse a sí mismos. Si comisiones: Comisión de verificación de
se gobiernan bien, se van a recuperar bien, la limpieza de los armarios, comisión en-
si gobiernan mal, se encontrarán en proble- cargada de los libros de texto, comisión de
mas y aprenderán a gobernarse mejor. De presupuesto, etc.
modo que aprenderán a gobernarse bien, a
Al principio sólo los mejores elementos
ser prudentes, porque van a querer que todo
eran elegibles, pero en una segunda eta-
funcione de la mejor manera para ellos.
pa, el equipo educativo se dio cuenta de
[...] Vamos a elegir un parlamento. Son los
que este enfoque era elitista y privaba a
mismos niños quienes eligen a sus diputa-
los otros niños de la posibilidad de impli-
dos. Son los mismos niños los que votan.”
carse. Las cuotas de representación para
cada una de las categorías de “habitantes”
y “principiantes” fueron establecidas lue-
go. Los “habitantes indiferentes” y los “en-
trantes incómodos”, quedaban excluidos.
55
Finalmente unas palabras de introduc- Los pares
ción de dos dispositivos que la ONU Este es un medio personal concreto y
no ha juzgado oportuno incorporar a la estimulante para tratar de sobresalir,
Convención: de ganar una victoria sobre uno mis-
El derecho a la pelea mo. Los pares son pares un solo día
por semana, cara a cara con el director
Los niños tenían autorizado resolver
(¡Janusz Korczak!). Ya no se controla: la
ciertas disputas y conflictos menores
autenticidad de sus victorias es el pro-
con los puños, según ciertos procedi-
blema del propio niño. Si ellos estiman
mientos. La lealtad siempre era la regla:
haber ganado o perdido, ellos no ganan
los combatientes debían tener el mismo
ni pierden más que caramelos. Los pares
peso y sexo, las armas y los golpes pe-
eran protegidos por el silencio (nadie ha-
ligrosos estaban prohibidos. Había un
blaba, ¡jamás!).
registro de los combatientes, en el que
se inscribía el nombre de la persona con
la que se quería pelear y por qué. Esto Las postales-recuerdos
debía hacerse antes de la pelea, pero
cuando estallaban peleas imprevistas se Eran emitidas por el Parlamento como
las hacía terminar. manera de estímulo o puesta en resguar-
do y portaban el sello de la República de
Este derecho a la pelea eliminó prácti- los niños. La elección de las imágenes es
camente toda venganza incontrolada. El un símbolo de la actitud del destinatario
resultado fue la casi total desaparición o del mensaje que se le enviaba. Existían
de la violencia mediante la aceptación unos treinta tipos de tarjetas disponi-
de un “contrato social” que hizo la vida bles, incluyendo la tarjeta de despedida
mucho más fácil tanto para los adultos al partir del establecimiento.
como para los niños, lo que mejoró su
relación. Fue una solución que reforzó
en el niño las defensas contra la violen-
Perla Bajder. Teatritos polacos.
cia, dejando al mismo tiempo “librado”
a sus impulsos y a los resentimientos El carro delante del caballo 35x50 cm
acumulados. Mixta sobre madera, 2006
56
oL
Conclusión
Vemos que Janusz Korczak creía que
si los niños tienen derechos inaliena-
bles (protección, alimentación, crianza,
educación, enseñanza etc.) no era sufi-
ciente, a su juicio ni para su desarrollo
individual ni para la sociedad si quisié-
ramos hacer otra cosa que producir seres
inmaduros o esclavos.
oK
Para construir un mundo más libre, más
justo y más humano, algo que todo el
mundo estaba pidiendo, decía que era
fundamental empezar por reconocer los
derechos positivos de expresión y parti-
cipación de los niños y permitirles que a
una edad temprana puedan ejercitarlo de
modo práctico en sus entornos de vida.
Pero más que eso, gran testigo de su
tiempo, frente a las dificultades de su
país de independencia reciente para
escapar de la corrupción, la dictadura
y la repetición previsible de la historia,
Korczak presionaba para aprender con
el ejemplo e institucionalmente a los
niños a experimentar la ciudadanía, de
ejercer un juicio y de resolver sus contro-
versias en vez de recurrir a la violencia.
A nivel individual, veía como una gran
herramienta apoyar el desarrollo perso-
nal y el empoderamiento de los niños.
En conjunto, como una iniciación que
les permitió conocer los intereses de la
democracia y sus valores, y por lo tanto
para defender su turno.
Ambas instituciones trabajaron en base
a este modelo exitoso durante treinta
años para el deleite de sus beneficiarios.
Korczak fue asesinado en 1942. Tomó
cincuenta años hasta que la Convención
afirmó la importancia de los derechos
activos de los niños. Hoy en día, cuando
casi todos los estados del mundo se han
comprometido a ponerlos en práctica, ve-
mos que estos derechos están aún lejos
de estar inscritos en todas las prácticas.
El Faro de Quequén
Enero de 1990. Se asomaba otra década trágica que nos iba a marcar a
fuego como sociedad. Y en mi trayectoria personal, esa década tiene que
ver con el despliegue de mi actividad profesional… Uno no elige el tiempo
en el que circula, en todo caso trata de vivirlo del modo más intenso, de la
mejor manera. Y justamente en esos años empecé a trabajar como maestro
de los campamentos con adolescentes, a propósito de mi maestra y luego
compañera que tengo aquí a mi lado (Debora Kantor). Si tuviese que ele-
gir alguna situación que me haya marcado recuerdo especialmente una,
fue mi primer año como maestro en los campamentos. Y justamente allí
ubico la otra escena que elegí para compartir. Llegamos con los micros al
lugar de acampe, ahí nomas del faro de Quequén, quien era el director,
Oscar Magarola, a quien había conocido un tiempo antes en el Zhitlovsky
como director del Kinder, y con quien después hicimos una relación muy
estrecha de amistad fue protagonista de esta escena, para mi casi cinema-
tográfica, de esas que dejan secuelas. Sin dudas fue un docente que marcó
mucho adentro del ICUF, a varias generaciones. Su marca es de esas que yo
llamo de adentro hacia afuera. Cuando llegamos a ese lugar, con un grupo
muy numeroso, cerca de cien pibes, el grupo más numeroso que tuve, em-
pezamos a bajar carpas, bolsos, todos los bártulos, era un bosquecito, una
especie de “bosque Scholem” pero en otra parte donde aun no es el bosque
Scholem, todavía son muchos yuyos… El director hizo bajar a todos los
pibes, y los maestros fuimos acompañando. No sabíamos que tenía entre
manos nuestro director. Se generó un clima especial, con lo difícil que es
a veces generar silencio en los pibes… nos pidió a todos, adultos y adoles-
60
61
centes, que mirásemos el lugar y que intentáramos hacer silencio, éramos
montones de almas haciendo silencio, a pesar de la ansiedad del primer día
de llegada, del primer instante. Pero un silencio especial, no ese medio va-
cío que nos remonta a la disciplina escolar, sino otro, más vivo, prometedor.
Luego, en ese silencio humano, pero nunca del bosque, nos pidió que nos
miráramos, y que mirásemos la naturaleza, los árboles, alrededor nuestro
y que lo volviéramos a hacer, que siguiéramos en silencio y volviéramos a
mirar, que escucháramos… Lo hacíamos, los maestros no sabíamos qué
pretendía, pero quedamos atrapados, formábamos parte de ese algo que in-
auguraba el campamento. También nos pedía que intentáramos oler y que
nos miráramos de vuelta entre nosotros… Me acuerdo que los maestros
nos miramos seducidos por la invitación, sintiéndonos parte de ella y con
un sabor a pregunta desconocida. Se generó un momento muy especial,
único. No me lo olvido nunca más.
63
Korczak.
La película
CRISTINA DIEGUEZ10
64
“El médico ha salvado de la muerte al niño. Nuestro deber de educadores
es enseñarle a vivir y a conquistar el derecho de ser niño”
Janusz Korczak
10. Cristina Dieguez es ex-rectora del ISTLyR y actualmente Coordinadora del Area
Gestión del Centro de Recursos de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas
Nro. 1 “Pte. Roque Sáenz Peña”.
65
El maestro Korczak11.
- - - - -- - - - - - - - - - - -
Israel Bernbaum.
Deportación de los niños del orfanato desde el Guetto de Varsovia a Treblinka.
Korczak atendiendo a un niño enfermo.
68
Cuando tenía 17 años decidí ser educador, luego de haber
sido líder de grupos en el movimiento juvenil Hashomer
Hatzair en Polonia.
Tuve la oportunidad de conocer los libros de Korczak y
decidí acercarme a él para formar parte del orfanato como
educador joven. Quería estar cerca de Korczak, y aprender
su enfoque pedagógico.
Le escribí una carta y con alegría recibí una respuesta
positiva. Viajé a Varsovia, llegué al orfanato de la calle
Krochmalna 92, y grande fue mi sorpresa al ver un bello
edifico en una calle en la que el resto de los edificios
eran muy viejos. La entrada daba a un patio; allí vi a un
grupo de niños que jugaba sin prestarme atención. Sólo
una niña me preguntó quién era yo y se ofreció a llevarme
junto al “doctor”, como lo llamaban los niños a Korczak.
Subí unas escaleras y al abrir la puerta me encontré en
un salón muy grande que hacia las veces de comedor y de
sala de juegos. En la oficina me informaron que el doctor
me recibiría de inmediato, y así fue. Frente a mí apareció
un hombre con delantal marrón, algo calvo, de barba larga
y puntiaguda. Detrás de unos lentes me observaban sus
ojos de color azul grisáceo. Me tendió su mano y me invitó
a pasar a un salón pequeño, al que llamaban “el local”.
Korczak me preguntó por qué había elegido dedicarme a
la educación, entre todas las cosas. Luego me revisó los
pulmones, el pecho y los ojos. Al terminar la revisación
médica me dijo que la decisión no estaba en sus manos, ya
que por su parte me aceptaba de forma inmediata. Ese fue
mi primer encuentro con Korczak.
70
nazis durante la guerra. Allí fabricábamos juguetes, pa-
letas de ping pong, guirnaldas para el árbol de Navidad,
que regalábamos a los niños internados en el hospital.
Hacíamos también esculturas en madera y las niñas podían
trabajar en la sala de costura. También practicábamos mú-
sica: violín, mandolina, acordeón, y habíamos formado tres
coros, que dirigía “Basia” (Bárbara), la esposa de Newerly.”
“Pasábamos los dos meses de vacaciones de verano en el
bosque, en una casa que pertenecía al orfanato: podíamos
nadar en el Vístula, y salir de excursión. El Dr. Korczak
y la Sra. Stefa se quedaban con nosotros durante todas
las vacaciones... También hacíamos teatro, montábamos
dos o tres espectáculos por año...”
“...Cuando dos niños querían pelearse, se les autorizaba a
hacerlo en una pista especial de la sala de recreación, en
presencia de testigos. Había que respetar ciertas condicio-
nes: ser de la misma edad, tener la misma fuerza. Se detenía
el combate antes de que alguno saliera lastimado. En cuanto
a mí, a partir del momento en que comencé a usar anteojos no
tuve más el derecho de pelearme: era demasiado peligroso”.
Los sábados por la tarde, los niños salían del hogar para
visitar a sus familias.
“Antes de ello –continúa Dodiuk- era necesario pasar el
examen de calzados, que lustrábamos cuidadosamente y pre-
sentábamos a la Sra. Stefa... Los niños que se habían por-
tado bien durante la semana recibían calzado casi nuevo.
Una vez yo fui distinguido con ese premio, pero la semana
siguiente la Sra. Stefa me dio un calzado gastado. Yo llo-
ré. La vestimenta y el calzado son cosas muy importantes
para los niños... Había que estar de vuelta a las 7 de la
noche, acompañados por los padres o tutores. Me acuerdo
que un día fui a pasear con mis compañeros por las ori-
llas del Vístula. Volvimos tarde, y nuestros padres, muy
preocupados, nos esperaban en el orfanato. Fuimos juzga-
dos por el Tribunal. Durante una semana no tuvimos de-
recho a visitas, pero nuestra vida era tan completa, tan
interesante, que no extrañábamos...”
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ---------
Extraído de: Silber, Daniel, Un maestro ejemplar,
12.
71
73
“El médico sanador ha salvado
de la muerte al niño para que aprenda
a vivir y a conquistar sus derechos”
(Janusz Korczak)
S
eñoras y señores: ¡Bienvenidos! Estadio de Mosconi y Nazca, terra-
za de la casa de Villa Pueyrredón.
Allí se encontraban para un “cabeza”, dos colosos: los hermanos
Garzón, Gustavo de 12 años y Gabriel de 7 años. Estaban solos, no había
nadie en casa, ni siquiera el vecino amigo Claudio que le gustaba venir
porque había salame. Solos, “frente a frente”, bien dicho frente a frente
ya van a ver por qué, los bichitos de la Paternal y el pincha de La Plata,
¡partidazo!. (Lucha de varones, juego de hermanos, cuando dos herma-
nos varones juegan el fin del juego está cerca).
Les cuento que ese partido duró poco, muy poco, en una de las prime-
ras jugadas y a punto de que la pelota cruce la raya de gol, impotente ante
la situación de que un hermano menor lo humille en su propia casa,
mi hermano puso su mano contra mi espalda y mi cabeza se estrelló
contra la maceta que oficiaba de poste derecho. Es verdad, un límite, una
transgresión. Fue un cabezazo increíble, un macetón disuelto en mil
pedazos, aun recuerdo el sonido del golpe.
Desesperado por continuar el partido me repuse como buen pincharrata,
pero al ver mi cara, mi hermano se paraliza. Le digo “dale seguí, ¿te cagaste?”
Gusti, pelota pulpo bajo el brazo y sus palabras que denotaban preocu-
pación: “me parece que te lastimaste un poquito”. Me abraza, me pone
un repasador sobre el arco superciliar derecho y me lleva hasta el con-
sultorio de nuestro viejo. A dos cuadras de casa el Dr. Garzón laburaba
sanando, era su oficio, su pasión, día y noche atendía a sus pacientitos y
a sus familias, a la tarde hacía una siesta como buen médico del interior.
Se adelanta al encuentro: “che, pa, Gaby se lastimó un poquito pero
no te asustes”. Sin embargo, al verme, Jak (así se llamaba el viejo) casi se
desmaya. Salimos de raje para el Hospital Sirio Libanés, allí me aplica-
ron 12 puntitos sobre mi cabeza. Recuerdo punto por punto, los médicos
me decían “hay que hacerse macho”, pero yo en ese momento creía que
el costo era muy alto. Igual lloré.
Con mi hermano guardamos el secreto del origen del golpe, no tenía mu-
cho sentido, en el juego puede ser que se presente una mano desafortunada.
Recuerdo el momento como si fuera hoy, recuerdo las miradas, el
abrazo, la risa, el llanto, tengo la marca eternamente en mi cara, pero
sobre todo tengo el sabor de haber sido respetado en mi derecho al juego
y haber tenido con quien.
Cada vez que juego sé que mi cabeza se puede partir y también que
se puede recomponer, sé que hay un efecto sanador en el juego, igual al
efecto que sabía tenía mi viejo.
75
D
e pequeña observaba a los adultos con la imperiosa necesidad de
comprenderme, de descifrarme, de decodificarme… en su mun-
do intelectual, exageradamente racional, no encajaba que una
niña decidiera permanecer solitariamente “en silencio” por horas y horas.
En silencio entre comillas porque en mi imaginación cabían muchos
mundos. Realidades no ordinarias, realidades tan reales como las fanta-
sías de los sueños soñados; donde el sueño vuelto real y la realidad tan
extrañada se confunden y mimetizan en una armoniosa síntesis que
algunos llaman fantasías y otros llamamos vida.
De pequeña escuchaba de re-oído cómo los adultos intentaban encasi-
llarme en algún calificativo para lograr explicar-se y calmar su ansiedad
y desconocimiento de una condición que, por incomprensible para sus
intelectos, era definida como un problema. ¿Será sorda?, ¿será autista?
¿Tendrá algún trastorno? ¿Será antisocial?
Mi silencio los incomodaba, aun lo hace… los desconcertaba por in-
controlable, por incomprensible. Lo cierto es que yo elegía qué respon-
der y a quién. Y en eso a veces mi mamá me preguntaba: “Mechi, ¿vos
sos sorda?” Y yo sin dejar de hacer lo que estaba haciendo le contestaba
que no, y les devolvía cierta tranquilidad.
Jamás jugué a las muñecas, o invite a mis amigas a tomar el té, o me
disfrace de princesa… yo me divertía inventando compañeros de aventu-
ra… Podía pasar horas frente al juego de ollas de acero plateada, con sus
mangos negros y tapas de vidrio, que mi mamá guardaba en la alace-
na, con las compoteras pequeñas donde se servía el postre…y armar con
todo un mundo extraterrestre jamás explorado por la raza humana… o
una isla con trampas peligrosísimas… o un mundo de dinosaurios. Y me
pasaba horas, y horas…aparentemente sola, o para el ojo adulto yo estaba
sola… pero conmigo estaba Memo, un peluche que no se sabia bien si era
un castor, una zariguella o un mapache, daba lo mismo…, su cuerpo era
un arcoíris de colores donde prevalecía el verde, tenía los ojos oscuros y
una cola que arrancaba finita, se ensanchaba y encogía de nuevo.
Junto a mi compañero de aventuras explorábamos cada rincón de la
casa, nos encantaba entrar en la máquina del tiempo, un placar inmenso
que mi papá había heredado de su abuelo, que por dentro olía a cuero y a
madera húmeda y de vez en cuando a naftalina, esas pelotitas blancas que
mamá insistía poner en los placares, pero que transformaban la aventura
placentera de viajar por un campo con olor a cuero en algún lugar conta-
minado donde se había introducido una sustancia toxica: ¡La naftalina!
Hoy me reconozco en esa niña que fui, aun conservo la posibilidad de
quedar en “silencio” por horas y horas, despliego en mi ser la esencia de
esa niña que vive en mi. En el camino se cruzaron nuevos compañeros
de aventuras pero siempre recuerdo a Memo, que siempre estaba listo
para ir a jugar. Hoy reconozco esa niña que está brillando en mí y la
abrazo con ternura.
E
stábamos saliendo de la colonia, entre el barullo de otros
niños, padres, gritos, carcajadas, nos unía la alegría, la
risa fácil, una amistad que atravesaba el cuerpo cansado
de fútbol, pileta, de correr, de hablar.
Estábamos en esa edad en que las chicas eran tema de conver-
sación, y balbuceábamos cosas de política, así como pareciendo
grandes, como buscando entender, jugando, siempre jugando.
Fue ahí, en medio de ese bullicio que Walter, no sé como venía la
charla, dijo: “¡¿te imaginás alguien que sea ateo, judío y comunista?!”
¡Uuh! Dijeron algunos, otros se rieron.
Yo petrificado, dejé de escuchar el mar de sonidos de fondo,
y para adentro mío pensaba, “¡no se puede ser ateo y judío a la
vez!”, pero a pesar de esa contradicción yo era exactamente ese
engendro que Walter acababa de inventar. Era mi secreto. Mi
secreto doloroso era ser diferente a todos.
Fotografías de niños del orfanato de Korczak
80
Carta de despedida.
Janusz Korczak.
81
Tecnicatura Superior en
TieMpo LiBre y Recreación
pedagogÍa y educación SocIAL
comunIcacIón SocIaL
orIentada AL DesarroLLo LocaL