Tema 9 D.C.
Tema 9 D.C.
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Por implicar el derecho de propiedad un poder jurídico sobre una cosa, su objeto
es necesariamente una cosa: es decir, un objeto corporal, al cual se asimilan los
títulos al portador, por considerarse que el crédito se incorpora al título donde consta.
Fuera de esta, excepción, el derecho de propiedad no recae más que sobre Objetos
materiales. Por recaer sobre una cosa el derecho de propiedad, tal cosa debe existir:
no cabe ser propietario de una cosa futura, sino solamente acreedor de la transmisión
del derecho de propiedad sobre la cosa cuando exista (véase art. 594-1).
Los límites de la cosa son fáciles de determinar cuando la cosa sobre la que recae
el derecho de propiedad es un mueble (éste se halla separado materialmente de los
demás objetos). Los límites materiales del inmueble, objeto del derecho de propiedad,
son difíciles de lograr una cabal determinación; dificultad que depende de los motivos
siguientes:
Sobre la superficie del suelo discurren las aguas corrientes. El propietario del
terreno atravesado por esas aguas, ¿tendrá algún derecho sobre ellas, si lo tiene, de
qué naturaleza?
La ley señala cuales son los límites en razón de la antigüedad de los fundos; límites
que disminuyen los derechos de cada uno de los propietarios: son las llamadas
servidumbres forzosas.
exclusividad del derecho de propiedad tenemos en el artículo 114: “El propietario puede
cerrar su fundo, en cualquier tiempo”. Puede, en consecuencia, prohibir el acceso de
otros; esta prohibición, se entiende, por supuesto, es sin perjuicio de los derechos de
servidumbre que correspondan a terceros y salvan la necesidad de otros que requieran
acceso al fundo, por ejemplo, para hacer reparar un muro o realizar una obra propia o
común, etc. (art. 112). . .
conexiones tanto con el derecho privado como con el derecho público, y que, por esa
causa, provoca controversias que difícilmente se dan solución en base a criterios
generales. En realidad, el agua es difícil de valoración si se la considera como un bien
jurídicamente apreciable tratándose de una parte precisa y determinada de la superficie
terrestre, pero si se la considera en su fluir (acqua profluens), sí comporta un bien de
utilización continuamente renovable.
b) Aguas pluviales.- El agua pluvial es una cosa sin dueños; pero para apoderarse
eficazmente de ella es necesario ser propietario de un inmueble, haciendo construir sus
techos de manera que las aguas pluviales caigan sobre su fundo; el agua pertenece
entonces al propietario por vía de ocupación y no de accesión, como dicen
erróneamente algunos tratadistas, ya que no siempre está incorporada al suelo. Es
posible, por tanto, apropiarse de las aguas que, por ejemplo, cayendo en la vía pública
corrieran luego sobre una propiedad privada. En ciertas regiones, donde las aguas su-
perficiales o de manantial son escasas, el agua de lluvia es recogida en cisternas o
aljibes, constituyendo, en consecuencia, objeto de apropiación privada.
c) Aguas de manantial.- En cuanto a las aguas superficiales, el propietario del
suelo tiene un derecho de propiedad sobre las aguas que brotan en él natural o
artificialmente, quién puede recogerlas para hacer uso de ellas, puede venderlas, o
puede dejarlas correr siguiendo la pendiente del suelo, es decir, que tiene derecho a
utilizar las aguas, salvo los derechos adquiridos por terceros (art. 153-1).