2020.07. Legítima Defensa y Géneros

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Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia


Ministerio Público de la Defensa

LEGÍTIMA DEFENSA Y GÉNEROS


UNA CARTOGRAFÍA DE LA JURISPRUDENCIA ARGENTINA

Julieta Di Corleto, Mauro Lauría-Masaro & Lucia Pizzi

VOCES: LEGÍTIMA DEFENSA. GÉNERO. DISCRIMINACIÓN. ESTEREOTIPOS DE GÉNERO. JURISPRUDNECIA.


JUECES.

Cítese como: Di Corleto, J., Lauría-Masaro, M. & Pizzi, L. (2020). Legítima defensa y
géneros. Una cartografía de la jurisprudencia argentina. Estudios sobre Jurisprudencia,
88-296.

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

LEGÍTIMA DEFENSA Y GÉNEROS


UNA CARTOGRAFÍA DE LA JURISPRUDENCIA ARGENTINA

Julieta Di Corleto
Mauro Lauría-Masaro
Lucia Pizzi

1. INTRODUCCIÓN

En Argentina, como en otras partes del mundo, la violencia de género se encuentra muy
extendida e involucra, para quienes la sufren, un sometimiento grave que, con
frecuencia, se desarrolla durante mucho tiempo. Frente a esto, las respuestas que
proporciona el Estado suelen ser deficitarias. Entonces, ha ocurrido que las víctimas de
violencia se defienden y, como consecuencia de esto, hieren o matan a sus agresores.
Estas conductas motivaron el dictado de sentencias condenatorias que rechazaron que
esas personas hubiesen actuado amparadas por la legítima defensa (art. 34 CP, inc. 6), lo
que condujo a un intenso debate acerca de la necesidad de aplicar este instituto con
perspectiva de género. Este trabajo se propone, justamente, indagar acerca del modo en
que se abordó esta problemática en la jurisprudencia argentina entre los años 2005 y
2020.

Para comprender el contexto en el que se desarrolla esta disputa veamos, primero, de


qué hablamos cuando referimos a la violencia de género en Argentina. Al respecto,
podemos señalar que el Registro Único de Violencia contra las Mujeres1 del INDEC
informó de la existencia de 576.360 casos de violencia contra mujeres de más de 14 años
entre 2013 y 2018. En el 56,7% de esas denuncias se registró el DNI de la víctima, lo que
permitió identificar 242.872 mujeres cis víctimas. Igualmente, en lo que respecta al
vínculo entre las víctimas y los agresores, se dio cuenta de que el 82,1% de las personas
involucradas en estos hechos eran parejas o exparejas.

En el contexto de la ciudad de Buenos Aires, el Patrocinio Jurídico de la Comisión sobre


Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación –que brinda asistencia legal
gratuita a mujeres víctimas de violencia– recibió, durante 2019, 2.591 consultas y se
asumió el patrocinio en el 45% de los casos. De acuerdo con las estadísticas elaboradas
por la Comisión, el 79% de las personas asistidas fueron mujeres jóvenes (con edades
entre los 18 y 44 años), de estado civil solteras (70%), que no convivían con el individuo
que denunciaban (91%) y que residían en la CABA (89%). Ahora bien, en el 98% de los
casos las personas denunciadas por violencia de género fueron varones y, en el 86%, la
denuncia se dirigió contra la pareja o expareja de las asistidas, lo que constituye un

1Este registro no incluye datos sobre femicidios (art. 80, inc. 11, CP), que son recopilados por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación.

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indicador de mayor riesgo e implica una dificultad para denunciar y cortar vínculos
violentos2.

Por otro lado, la Comisión de la Defensoría General de la Nación verificó que el 84% de
las mujeres que asistió se separó luego de un período de convivencia y que, a su vez, el
62% expresó que la violencia se intensificó después de la separación. Se observa, así, que
las separaciones o las denuncias incrementan el riesgo de sufrir violencia, por lo que
deben ser tenidas en cuenta al adoptar medidas judiciales de protección. Asimismo, las
situaciones de maltrato suelen prolongarse durante largo tiempo: el 84% de las
denunciantes refirió haber sufrido maltratos por un período superior al año antes de
realizar la denuncia, lo que da cuenta de los obstáculos que deben superar antes de
buscar una respuesta por parte del Estado. Además, la frecuencia de las agresiones
también es intensa: el 41% de las denunciantes refirieron padecer violencia en forma
diaria y el 38% en forma semanal. Otro dato importante es que más de un tercio de las
asistidas ya había interpuesto una denuncia por hechos violentos y en el 35% de los casos
se habían presentado dos o más denuncias previas, lo que muestra las deficiencias en la
actuación estatal.

En la órbita de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el Registro Nacional de


Femicidios de la Justicia Argentina informa que durante el año 2019 hubo 252 víctimas
directas de femicidio, de las cuales 247 eran mujeres cis y 5 mujeres trans o travestis.
Además, 26 eran niñas o adolescentes. En lo que hace al vínculo entre las víctimas y los
agresores, se constató que el 90% de las víctimas conocía a sus agresores, el 66% de los
casos involucraba a parejas o exparejas y el 46% implicaba convivientes. A su vez, 42
víctimas habían denunciado previamente a su agresor. Finalmente, se informó que la tasa
de femicidios directos es de 1,1 cada 100 mil mujeres. La Unidad Fiscal Especializada en
Violencia contra las Mujeres (UFEM) registró entre los años 2015 y 2018 la cantidad de
homicidios dolosos de mujeres, mujeres trans y travestis en la Ciudad de Buenos Aires, lo
que da cuenta de la siguiente situación:
Mujeres víctimas de homicidios agravados en Ciudad de Buenos Aires

Delitos 2015 2016 2017 2018

Femicidios
19 13 15 9
(art. 80, inc. 11 CP)

Otros homicidios
dolosos de mujeres 13 5 13 10
(art. 80 CP)

Fuente: UFEM (s/f)

De la misma forma, el registro de Datos de Justicia con Perspectiva de Género del


Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación publica información de los
llamados recibidos a través de la Línea 137, habilitada para la recepción de denuncias de

2Datos relevados del Informe anual 2019 de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría
General de la Nación.

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hechos de violencia familiar y sexual. Dicha publicación cuenta con datos


correspondientes al periodo comprendido entre enero de 2017 y junio de 2020 y permite
conocer el modo en que evolucionaron a lo largo de esos años la cantidad de denuncias:
Llamados a la Línea 137– Cantidad de casos por trimestre (2017–2020)

2017 2018 2019 2020

1º 2º 3º 4º 1º 2º 3º 4º 1º 2º 3º 4º 1º 2º

3224 2449 2196 2019 1930 1968 2330 2401 2195 1980 1303 1783 1543 2259

Fuente: Ministerio de justicia y DDHH (s/f)

A nivel internacional, diferentes organismos se pronunciaron respecto a la situación que


registra el país en relación con este problema. Entre los documentos más relevantes,
podemos destacar las Observaciones finales sobre el quinto informe periódico de
Argentina del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas (2016) en el que pone
de manifiesto su preocupación e insta al Estado a redoblar sus esfuerzos en materia de
igualdad de género y violencia doméstica “…para eliminar los estereotipos de género
sobre el papel y las responsabilidades de los hombres y de las mujeres en la familia y en
la sociedad, y llevar adelante campañas de sensibilización al efecto” (párr. 8). De la misma
forma, sostiene que “…el Estado debe incrementar sus esfuerzos para prevenir y
combatir todas las formas de violencia de género, asegurando la aplicación efectiva del
marco legislativo en vigor en todos los niveles del Estado y dotándolo de los recursos
necesarios para su cumplimento” (párr. 10).

Por otro lado, para analizar el fenómeno de la violencia dirigida hacia las personas del
colectivo LGBTTIQ+ debe tenerse en cuenta que ha sido conceptualizada de distintas
formas. Desde la perspectiva LGBT se adoptaron los conceptos de “crimen homofóbico”
y “crimen de odio” cuando las víctimas fueron los homosexuales; también se utilizó el
concepto “transfemicidio” si las damnificadas fueron mujeres trans; el colectivo travesti
optó por el término “travesticidio” y; finalmente, con un enfoque transversal se acuñó el
concepto de “crimen por prejuicio”. Estas formas de denominar la violencia no son
equivalentes, aunque por momentos se las utilice como sinónimos. Sin embargo, el
término utilizado determinará la forma en que se identifiquen, registren y cuantifiquen
los crímenes cometidos contra estas personas (Radi y Sardá–Chandiramani, 2016).

El Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT entiende a los crímenes de odio


como aquellos actos realizados con saña basados en el rechazo, desprecio, odio y/o
discriminación hacia personas que de manera histórica fueron vulneradas y excluidas de
la sociedad heterocisnormativa. En 2020, el Observatorio elaboró un informe semestral
en el que registró, en el período comprendido entre el 1° de enero y el 30 de junio, 69
crímenes de odio dirigidos a socavar la orientación sexual, la identidad y/o la expresión
de género de las víctimas. Sin embargo, destaca que existen dificultades a la hora de
registrar los casos de víctimas de estos crímenes, pues no siempre se respeta la identidad
de las personas trans agredidas, que figuran con el nombre que se les asignó al nacer;

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tampoco los crímenes de odio de lesbianas, gays y bisexuales se visibilizan de manera


adecuada como tales, ya que muchas veces se oculta su orientación sexual.

Del total de casos relevados por el Observatorio, el 78% de las víctimas fueron mujeres
trans (travestis, transexuales y transgéneros); el 16% varones gays cis; el 4% lesbianas; y
el 2% varones trans. Ahora bien, entre los crímenes de odio registrados, el 46% de los
casos correspondieron a lesiones al derecho a la vida: homicidios (19%), suicidios (6%) y
muertes por ausencia y/o abandono estatal (75%) 3; en tanto que el 54% restante fueron
lesiones al derecho a la integridad física, de las cuales el 91% estuvieron dirigidas contra
mujeres trans y el 9 % a varones gays cis.

En relación con la autoría de estos crímenes de odio, el 51% fue cometido por particulares
y el 49% restante por agentes estatales, de los cuales el 13% fue perpetrado por personal
de las fuerzas de seguridad en ejercicio de su función. Según el Observatorio, la violencia
institucional ejercida por los agentes policiales y los servicios penitenciarios consiste,
entre otras cuestiones,

…en el desconocimiento de sus identidades auto percibidas […], en detenciones


arbitrarias con armado de causas judiciales, en la criminalización del trabajo sexual,
en la exigencia de coimas o de servicios sexuales gratuitos, en persecuciones,
hostigamientos, tratos vejatorios e inhumanos, violaciones y tortura; tanto en la vía
pública, como en comisarías y penales (Observatorio Nacional de Crímenes de Odio
LGBT 2020, 6).

Ahora bien, en cuanto al vínculo que las víctimas tenían con los agresores particulares: el
29% eran vecinos/as o personas conocidas por ellas; el 26% personas desconocidas por
las víctimas; el 8% parejas; y el 8% clientes del trabajo sexual. Por último, un 6% de los
casos fueron cometidos por familiares (que no fueron sus progenitores); y otro 6%
involucró autolesiones. Por otro lado, en el 17% de los casos totales no se registraron
datos del vínculo. Asimismo, cabe destacar que el 49% de los crímenes de odio fueron
cometidos en la vía pública.

Estos resultados muestran que la violencia que sufre el colectivo va principalmente


dirigida a las personas trans, en particular a las mujeres trans y travestis, quienes son
agredidas de forma permanente por un entramado de violencias sistémicas. La exclusión
del hogar, la falta de acceso a la educación, la vivienda, la salud y el empleo conlleva al
hostigamiento y criminalización y, finalmente, provoca un estado de vulnerabilidad cuyo
desenlace es la muerte prematura y violenta (Pizzi & Saralegui, 2018; Pizzi, 2019).

El informe de 2020 con el que contamos al momento de la elaboración de este trabajo


corresponde solo al primer semestre. Por tal motivo, puede ser importante tomar en

3 Respecto a las muertes por abandono y/o ausencia estatal todas las víctimas fueron mujeres trans. El
informe destaca que la cantidad de casos registrados resulta imprecisa y menor al número real debido a
que no todos los casos figuran en los medios de comunicación y solo es posible acceder a ellos a través de
las denuncias directas de familiares u otras mujeres trans.

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consideración los datos relevados por el mismo Observatorio en su informe de 2019, que
da cuenta de que en Argentina ocurrieron 177 crímenes de odio4.

Ese mismo año, la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación elaboró
un informe sobre travesticidios/transfemicidios5 que mostraba que, de un total de 249
causas judiciales que investigaban femicidios, 5 fueron los casos investigados como
travesticidios/transfemicidios6. En ninguno de ellos pudieron obtenerse datos sobre la
existencia de hechos previos de violencia de género o medidas judiciales de protección
de las víctimas. Ahora bien, respecto a las imputaciones de estos delitos, 2 contemplaban
la violencia de género y 1 agregaba el odio de género. Otra de las imputaciones calificaba
el delito por el vínculo. Por último, se registró una imputación por odio al género y otra
que no contemplaba ni el vínculo ni el género. A su vez, de esas causas, 4 se encontraban
en la instancia de investigación y una en etapa de juicio oral. En relación con los vínculos
entre las víctimas y los agresores, uno de los travesticidios/transfemicidios ocurrió en un
contexto de violencia doméstica, otra en un contexto de violencia sexual y dos hechos
ocurrieron por discriminación con base en la orientación sexual7. En cuanto al lugar en el
que sucedieron, uno de los casos fue en la vivienda de la víctima, otro en una vivienda
que no era la residencia habitual de la damnificada y tres casos sucedieron en la vía
pública.

En 2018, con motivo de su visita a Argentina, el Experto Independiente de Naciones


Unidas sobre la Protección contra la Violencia y la Discriminación por Motivos de
Orientación Sexual o Identidad de Género elaboró un Informe8. Allí, identificó diversas
formas de violencia y discriminación relacionadas con la orientación sexual y la identidad
de género; en particular, la violencia institucional. Destacó que, entre 2008 y 2016, las
organizaciones de la sociedad civil denunciaron 50 muertes de mujeres trans. Además,
hizo hincapié en el carácter multidimensional y multifacético de la violencia y
discriminación contra este colectivo. En ese sentido, señaló que la violencia puede
“comenzar en el entorno familiar, intensificarse en el sistema educativo y el entorno
comunitario, y extenderse a continuación a un plano provincial y nacional, exacerbadas
por Internet y el ciberespacio, que pueden ser un crisol de elementos hostiles que incitan
al odio y la violencia” (párr. 45).

4Los datos relevados en ese informe no son exactos ya que provienen de diversas fuentes como medios
masivos de comunicación o denuncias ingresadas en la Defensoría LGBT de la Defensoría del Pueblo de la
CABA, en articulación con la Federación Argentina LGBT y el Centro de Documentación y Situación Trans
de América Latina y el Caribe (CeDoSTALC) perteneciente a la REDLACTRANS.
5Corte Suprema de Justicia de la Nación y Oficina de la Mujer. 2019. Registro Nacional de Femicidios de la
Justicia Argentina: Femicidios. Datos estadísticos del Poder Judicial de la Nación.
6Dos casos fueron registrados en la provincia de Buenos Aires y los otros tres sucedieron en Entre Ríos,
Tucumán y Salta.
7Debe tenerse en cuenta que esas categorías no se excluyen, por lo que en un mismo hecho pueden
presentarse varias a la vez.
8 Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de
orientación sexual o identidad de género (ONU). Informe acerca de su misión a la Argentina. 9/4/2018.

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En 2015, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos explicó en el Informe sobre


la Violencia contra las Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América 9
que los actos de violencia física contra las personas con orientaciones sexuales,
identidades y expresiones de género no normativas (“violencia por prejuicio”) suelen
demostrar altos niveles de ensañamiento y crueldad. En ese sentido, muchas
manifestaciones de esa violencia se basan en el deseo de castigar los cuerpos de las
personas que difieren de los roles de género asignados por una sociedad
héterocisnormativa. Ahora bien, no debe perderse de vista que los actos de violencia
contra las personas del colectivo LGBTTIQ+ forman parte de un fenómeno social que se
dirige contra grupos sociales específicos para enviar un mensaje de terror, aleccionador,
que genera un impacto simbólico en el colectivo10. En particular, el informe enfatiza la
violencia que sufren las mujeres trans, quienes en su mayoría se encuentran inmersas en
un ciclo de violencia, discriminación y criminalización que comienza desde muy temprana
edad. La mayoría de las mujeres trans asesinadas son menores de 35 años,
particularmente vulnerables a la persecución por parte de las fuerzas de seguridad.

Otro tipo de violencia a la que quedan expuestas las personas del colectivo LGBTTIQ+ es
la sexual. Según el informe de la Comisión, una de las razones de esta vulnerabilidad
radica en que las orientaciones sexuales y las identidades y expresiones de género no
normativas desafían las nociones tradicionales de sexualidad y género. En consecuencia,
la violencia sexual puede utilizarse para sancionar, degradar y aleccionar a las víctimas.
En el caso particular de varones gays y personas trans, estos actos forman parte de
ataques que combinan violencia física, psicológica y sexual que, además, pueden
culminar en su homicidio.

El informe determinó que, entre enero de 2013 y marzo de 2014, como mínimo, 594
personas LGBTTIQ+ (o percibidas como tales) fueron asesinadas en ataques que
aparentaban estar relacionados con la percepción de su orientación sexual o su identidad
y expresión de género. De esas personas, 283 eran varones gays o percibidos como tales,
y 282 mujeres trans o personas trans con expresión de género femenina. Los hombres
gays fueron más propensos a ser asesinados con armas blancas y en espacios privados,
como el hogar de la víctima; en tanto que las mujeres trans y las personas trans con
expresión femenina fueron, en general, asesinadas con armas de fuego, y sus cuerpos
solían encontrarse en las calles u otros espacios públicos, y en ocasiones, en situaciones
vinculadas con el trabajo sexual. Por otra parte, muchos de los actos de violencia
ejercidos contra personas del colectivo LGBTTIQ+ son perpetrados por fuerzas de
seguridad del Estado y pueden darse como actos de tortura, tratos degradantes o
inhumanos, excesivo uso de la fuerza y detenciones arbitrarias11. En 2012, el INDEC junto

9Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales,
Trans e Intersex en Américas, 12 de noviembre de 2015.
10Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales,
Trans e Intersex en Américas, 12 de noviembre de 2015.
11La CIDH encontró que agentes policiales privan de su libertad a personas del colectivo LGBTTIQ+ de
manera arbitraria sobre la base de supuesto “escándalo público” o amenaza para la “moral pública”. En
ese sentido, sostuvo que numerosos informes señalaban que mujeres trans y trabajadoras sexuales trans

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al INADI desarrollaron una prueba piloto en La Matanza para efectuar la primera encuesta
sobre población trans12, de donde surgió que el 76 % de las personas encuestadas (el 83%
de las mujeres trans y el 40% de los varones trans) habían sido víctimas de graves actos
de violencia o discriminación policial. Estas formas de abuso policial conducen a los
individuos a creer que pueden quedar impunes frente al daño que ocasionan a personas
con orientaciones sexuales e identidades o expresiones de género no normativas. Tres
años después, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos evaluó los “Avances y
Desafíos hacia el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTI en las
Américas”13 y concluyó que seguían presentes los diversos tipos de violencia física,
psicológica y sexual identificados en la región. Sin embargo, reconoció importantes
cambios en favor de la protección, el reconocimiento y la garantía de los derechos de las
personas LGBTTIQ+ en diferentes países, que se dieron a través de procesos legislativos,
decisiones judiciales y políticas públicas.

En 2017, el Programa de Género y Diversidad Sexual, la Fundación Divino Tesoro y el


Bachillerato Popular Trans Mocha Celis elaboraron en forma conjunta una investigación
sobre la situación de la población trans en la Ciudad de Buenos Aires denominada “La
revolución de las mariposas. A diez años de la gesta del nombre propio”14. El objetivo de
ese trabajo consistió en conocer los cambios producidos en la situación de vida del
colectivo trans luego de la sanción de la Ley de Identidad de Género. Para su desarrollo
se tomó como base “La gesta del nombre propio”, un estudio realizado en 2005 por la
Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT). En 2019, se realizó el
“Primer relevamiento sobre condiciones de vida de la población trans/travesti de la
provincia de Buenos Aires”15. Ese mismo año, el gobierno provincial de Santa Fe, a través

resultaban vulnerables a abusos policiales y eran sometidas con regularidad a tratos inhumanos al ser
detenidas por las fuerzas de seguridad del Estado.
12 En 2011, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y el Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) firmaron un convenio en el que se dispuso que ambos
organismos se comprometían a realizar de forma conjunta la Primera Encuesta sobre Población Trans.
Primero desarrollaron una prueba piloto en la Matanza que tenía como meta alcanzar 200 encuestas.
Finalmente, relevaron a 216 personas trans residentes en este municipio del Conurbano Bonaerense. La
encuesta sobre población Trans fue un estudio exploratorio descriptivo. En ese sentido, no existen bases o
listados desde donde elaborar una muestra probabilística ya que, según estos organismos, las personas
trans son reticentes a ser encuestadas. Por esa razón, para la realización de la encuesta se utilizó un
muestreo de avalancha o “bola de nieve”, que consistió en pedir a informantes (personas trans,
organizaciones sociales y organismos estatales) que permitieran el vínculo con posibles participantes,
posibilitando una relación de confianza.
13Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Avances y Desafíos hacia el reconocimiento de los
derechos de las personas LGBTI en las Américas. 7/12/2018.
14Ruiz et. al. 2017. La revolución de las mariposas. A diez años de La Gesta del Nombre Propio. Buenos
Aires: Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
15Primer relevamiento sobre condiciones de vida de la población trans/travesti de la provincia de Buenos
Aires. 2019. Buenos Aires: Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires. La muestra
de este estudio fue de carácter intencional, no probabilística, y se efectuó de acuerdo con la técnica de
“bola de nieve” en donde cada persona encuestada sugirió a su vez a otra. Estuvo conformada por personas
trans y travestis de 16 años o más y se realizaron 280 encuestas a personas que residían en la provincia de
Buenos Aires y 42 a personas que vivían en contexto de encierro (agrupadas en las unidades penitenciarias

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del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC) y la Subsecretaría de Políticas de


Diversidad Sexual, elaboró la “Primera Encuesta sobre Vulnerabilidad de la Población
Trans”16 con base en una muestra representativa geográfica y demográficamente, que
contó con la participación del colectivo trans en el diseño del instrumento y el trabajo de
campo. La encuesta se erigió sobre un muestreo de personas trans elaborado a partir de
datos brindados por el registro civil, donde se identificó la variable “cambio de identidad
registral”. No todas las personas trans registran su cambio de identidad, por lo que la
hipótesis planteada fue que el grupo que sí lo hizo representa el 80% de la población
trans, mientras que un 20% no lo efectiviza. De ese modo, a partir de una base de datos
inicial, se construyó un diseño muestral probabilístico, que se complementó con un
“esquema supervisado de referencias” conformado por un listado donde cada persona
encuestada sugería una persona sin cambio registral.

Como vemos, a nivel nacional resulta alarmante la dispersión y la falta de fuentes y


estadísticas sobre la magnitud de la violencia que sufren las personas travestis y trans, a
pesar de las obligaciones internacionales contraídas. El relevamiento de datos se ve
obstaculizado por los estereotipos de género, o más bien por la negación que existe sobre
el tema17 (Pizzi & Saralegui, 2018; Pizzi, 2019). Además, los bajos índices de denuncias y
la ausencia de mecanismos oficiales de registro de datos conllevan la invisibilización de
la violencia ejercida contra estas personas.

En 2015, Diana Sacayán, una activista travesti y referente del colectivo de las disidencias
sexuales, fue asesinada por su pareja. En 2018, se dictó la primera sentencia argentina18
que reconoció el concepto de travesticidio como designación de los homicidios
calificados por odio a la identidad de género. Esta decisión judicial cristalizó un concepto
útil para visibilizar las violencias sufridas por el colectivo travesti y dejó en claro que
dichas violencias abarcan mucho más que su muerte, ya que atravesaban toda su vida19.
Además, el fallo hizo hincapié en que vivir una vida libre de violencias no se agota en el
reconocimiento de la identidad autopercibida, sino que además implica garantizar, como
mínimo, los derechos a la salud, a la vivienda, al trabajo y a la no discriminación (Pizzi &
Saralegui, 2018; Pizzi, 2019).

de Batán, Florencio Varela y Sierra Chica), lo que hizo un total de 322 personas encuestadas. Asimismo, la
muestra incluyó femineidades trans, masculinidades trans y personas trans no binaries.
16Primera Encuesta sobre Vulnerabilidad de la Población Trans. 2019. Santa Fe: Instituto Provincial de
Estadísticas y Censos.
17Por ejemplo, suele identificarse a las víctimas con el nombre y el género asignados al momento de nacer
(en lugar del género autopercibido y el nombre elegido), sumado a las dificultades que experimentan las
personas de este colectivo para acceder a la justicia.
18 Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 de la Capital Federal. “MGD”. 18/6/2018.
19 El 2 de octubre de 2020, la Sala I de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional, por
mayoría, confirmó la sentencia condenatoria. Sin embargo, rectificó la calificación legal encuadrándola en
la de homicidio calificado por haber mediado violencia de género. De ese modo, eliminó la agravante del
inciso 4° del artículo 80 del Código Penal, es decir, el homicidio cometido por odio a la identidad de género.
Desde nuestra perspectiva, esta decisión constituye un retroceso y evidencia la falta de perspectiva de
género que todavía atraviesa al sistema judicial argentino.

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En relación con esta problemática, un hecho que merece especial atención es que el
Estado cuenta con una gran cantidad de deficiencias a la hora de proteger a las víctimas
de violencia de género. La Relatoría sobre Derechos Humanos de la Mujer de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos observó que entre los problemas que encuentran
las mujeres para el acceso a la justicia pueden señalarse: la falta de adopción de medidas
cautelares adecuadas y proporcionales al riesgo denunciado, las deficiencias en el
diligenciamiento, ejecución y monitoreo de las medidas ordenadas, la fragmentación del
conflicto en distintas instancias judiciales, el uso de audiencias conjuntas de conciliación
o mediación y el desarrollo de investigaciones penales deficientes20.

Un claro ejemplo de esto se da en el caso “Díaz”, que involucraba a una mujer que
denunció al Estado argentino por haberla privado de una efectiva protección contra la
violencia sufrida debido a su género por parte de su pareja. En 2019, el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas celebró un
acuerdo de solución amistosa entre las partes. Allí, se reconoció que en el caso hubo una

…actuación ineficaz del sistema preventivo civil por haber promocionado medios
composicionales entre la víctima y el agresor, por la falta de adopción de medidas
de protección oportunas, efectivas e idóneas, por la afectación del derecho de la
víctima a ser oída en el proceso y a que su opinión sea tenida en cuenta, por el
traslado a la víctima del deber de garantizar su propia protección, por la falta de
seguimiento de las medidas de protección y por la presencia de estereotipos en las
actuaciones judiciales. Asimismo se invocó una actuación ineficaz del aparato penal
por la falta de investigación e impunidad de los hechos denunciados en el año 2002,
en la parte de la investigación. Por último también se alegó el abordaje judicial
fragmentado en la causa civil y en las tres causas penales abiertas, cuando el
conflicto denunciado exigía una atención integral y coordinada (Comité CEDAW,
acuerdo de solución amistosa en “Díaz”).

De igual modo, podemos mencionar otros dos casos del fuero civil en los que se declaró
la responsabilidad del Estado por haber incurrido en una actuación deficiente frente a
denuncias de hechos de violencia de género21. En “García”22, una mujer demandó a la
provincia de Buenos Aires porque su marido –que había sido denunciado en diversas
ocasiones por ejercer violencia familiar– asesinó a sus dos hijos. El caso, finalmente, fue
resuelto por la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires, que reconoció que el
Estado había tenido la posibilidad de evitar la muerte de los dos niños, privó al grupo
familiar de una asistencia integral y omitió otorgarle una protección urgente y adoptar
las medidas preventivas requeridas por la mujer.

20Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Relatoría sobre los Derechos de la Mujer. 2007.
Acceso a la Justicia para Mujeres Víctimas de Violencia en las Américas.
21Para más información puede consultarse el Boletín de jurisprudencia sobre responsabilidad civil por
hechos de violencia de género elaborado por la Secretaría de Capacitación y Jurisprudencia de la Defensoría
General de la Nación en septiembre de 2020.
22 Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires. “García”. 28/11/2018.

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Ministerio Público de la Defensa

Por otro lado, el caso “ARH”23 implicaba a un varón que ejercía violencia psicológica y
física contra su pareja y sus dos hijas. La mujer había decidido abandonar el hogar junto
a las niñas y promover una acción civil contra su marido. Sin embargo, cuando fue a retirar
sus pertenencias acompañada de dos agentes policiales, el hombre la mató y, luego, se
suicidó. Entonces, las hijas iniciaron una demanda contra el Estado Nacional. La Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal resolvió que, en el
caso, el riesgo que sufría la mujer era evitable y el Estado estaba en condiciones de
adoptar medidas para controlar la situación y evitar la materialización del riesgo. Por esa
razón, consideró que el grado de contribución estatal a la existencia o persistencia del
riesgo era un factor decisivo a la hora de evaluar los requisitos de evitabilidad y
previsibilidad del daño.

Como mencionamos anteriormente, en este contexto se producen situaciones en las que


las víctimas de violencia de género se defienden de las agresiones que sufren y provocan
lesiones o, incluso, matan a sus atacantes. También ocurre que las víctimas de violencia
de género son condenadas penalmente en virtud de estos hechos, descartándose la
aplicación de la legítima defensa (art. 34 CP, inc. 6 CP). En los últimos años, se han
producido una gran cantidad de trabajos que ilustran esta problemática y proponen
diferentes soluciones frente a las limitaciones que tiene el derecho penal para procesar
este tipo de conflictos, ya sea por las dificultades probatorias que presentan en estos
casos, por las limitaciones de la dogmática tradicional para abordarlos o por el uso de
criterios discriminatorios por parte de los operadores judiciales.

Esta temática no es novedosa en la doctrina. Los problemas vinculados con la aplicación


de la legítima defensa en este tipo de casos han sido examinados en diferentes trabajos.
A nivel local, existen estudios que analizan una serie de pronunciamientos judiciales (Di
Corleto, 2006; Hopp, 2012, 2017a y 2017b; Lauría Masaro & Sardañons, 2017; Leonardi
& Scafati, 2019; Sánchez, 2019). Entre estos, el más reciente trabajo publicado por el
Ministerio Público de la Defensa se dedica a analizar tanto la respuesta de los tribunales
como las estrategias de las defensorías públicas oficiales en la atención de casos
concretos (Laurenzo Copello et. al, 2020).

Aunque esta investigación se apoya en el desarrollo teórico contenido en los trabajos


mencionados, se diferencia de ellos en la medida en que propone una indagación
jurisprudencial más amplia –aunque no exhaustiva– acerca de los criterios que utilizan
los jueces y las juezas al resolver los litigios en los que las víctimas de violencia de género
son imputadas por lesionar o matar a sus agresores. En este sentido, este documento no
solo comprende casos paradigmáticos, sino que busca incluir todas las sentencias
emitidas por tribunales argentinos que han tratado la aplicación de la legítima defensa
en casos de género; sean favorables o adversas. Además, no sólo incluye procesos que
involucren mujeres –como se observa en la literatura existente– sino también a personas
que integran el colectivo LGBTTIQ+.

De esta forma, nos planteamos como objetivo evaluar el modo en que la jurisprudencia
argentina resuelve los casos de legítima defensa invocados por mujeres o integrantes del

23 Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala II. “ARH”. 11/7/2017.

98
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

colectivo LGBTTIQ+ víctimas de violencia. Dicha finalidad, además, se concretará en los


siguientes objetivos específicos:

1. Determinar de qué modo influye en la decisión de los jueces y las juezas la


circunstancia de que las defensas se realicen en contextos en los que no hay
confrontación;

2. Establecer si la jurisprudencia presenta limitaciones a nivel dogmático y a nivel


probatorio y, en su caso, describir esos problemas;

3. Analizar si las decisiones adoptadas a nivel judicial se encuentran determinadas


por el uso de estereotipos de género.

A ese efecto, tomamos en consideración el vínculo que existe entre el derecho penal y
los géneros. En esa dirección, se apelará a la teoría legal feminista en función del
cuestionamiento que hace de la aparente neutralidad de la normativa penal, la
subestimación en los sistemas de justicia de ciertos hechos de violencia que afectan a las
mujeres e integrantes del colectivo LGBTTIQ+ basados en sus géneros y los obstáculos
que encuentran para acceder a la justicia. En relación con esta perspectiva, además,
apelamos al desarrollo que existe en el derecho internacional de los derechos humanos.
Fundamentalmente, nos apoyamos en el trabajo de la CEDAW y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en la interpretación, respectivamente, de la Convención sobre la
Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer y la Convención Americana
sobre Derechos Humanos. De la misma forma, se toman en cuenta los planteos del
Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará y el Grupo de Trabajo
sobre la discriminación contra la mujer en la legislación y en la práctica.

Desde un punto de vista metodológico, se producirá información a partir del


relevamiento de jurisprudencia local sobre legítima defensa de mujeres e integrantes del
colectivo LGBTTIQ+ víctimas de violencia entre los años 2005 y 2020. Para identificar
estos casos se apeló, en primer término, a la base de conocimiento de la Secretaría
General de Capacitación y Jurisprudencia de la Defensoría General de la Nación24 y a la
base de jurisprudencia del Centro de Información Judicial25. Además, se identificaron
sentencias a partir del diálogo con diferentes abogadas vinculadas, en lo académico o en
la militancia, con la lucha contra la violencia de género.

En lo que atañe al orden que seguimos en el desarrollo de este trabajo, presentamos en


el punto 2 el marco analítico y metodológico que construimos a efectos de llevar a cabo
la indagación que proponemos. Luego, en el punto 3 resumimos las sentencias que
identificamos. Dicha información se encuentra clasificada en función del modo en que
los tribunales resolvieron el caso. Por un lado, se toma en cuenta si la legítima defensa
que se juzgó fue realizada en el marco de una confrontación y, por otro, se diferencia
entre las sentencias que resolvieron a favor de las víctimas de violencia de género y

24 https://jurisprudencia.mpd.gov.ar/default.aspx
25 www.cij.gov.ar

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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

aquellos que lo hicieron en contra. A continuación, en el punto 4 analizamos las


decisiones judiciales. Finalmente, en el punto 5 se presentan las conclusiones.

2. MARCO ANALÍTICO Y METODOLÓGICO

2.1. DERECHO PENAL, DERECHOS HUMANOS Y GÉNEROS

Las normas penales, tal como se encuentran consagradas, se expresan en términos


neutrales respecto del género. Esto puede llevar a pensar que no generan situaciones
discriminatorias. Sin embargo, se ha constatado que los operadores judiciales las aplican
desde una perspectiva masculina. Así, es habitual que se dicten sentencias que colocan a
las mujeres en una situación de desventaja con respecto a los varones (Di Corleto, 2010;
2013; Larrauri, 1994).

En esa línea, por ejemplo, desde la Defensoría General de la Nación se ha evidenciado


que la violencia de género es inseparable de la situación de discriminación que sufren las
mujeres y que esa desigualdad incide en la forma en que se efectúan las investigaciones
y en cómo se valoran las pruebas recolectadas (en particular los testimonios de las
mujeres víctimas de violencia), reflejándose en respuestas ineficientes y actitudes
indiferentes de operadores judiciales en virtud de los prejuicios y estereotipos de género
que no logran desterrar (Asensio et. al, 2010). Asimismo, en “Femicidio y debida
diligencia: estándares internacionales y prácticas locales”26, la Comisión sobre Temáticas
de Género relevó un conjunto de casos de femicidios y contrasta el comportamiento de
los operadores judiciales con los estándares del derecho internacional de los derechos
humanos, en especial aquellos que marcan la necesidad de adoptar medidas de
investigación especiales (Defensoría General de la Nación, 2015).

Sobre el tratamiento de las violencias que damnifican a las mujeres, Piqué & Allende
(2016) opinan que la administración de justicia penal opera con una selectividad negativa.
De esta forma, es posible identificar argumentos del discurso penal con contenido sexista
dirigidos a justificar y minimizar la violencia intrafamiliar y la violencia sexual. En este
sentido, refieren, por ejemplo, al derecho de corrección del marido, la emoción violenta
utilizada para justificar a los varones que descubren la infidelidad de sus parejas, la
dicotomía entre lo público y lo privado o la falta de resistencia de la víctima de violación.
Estas consideraciones ponen de manifiesto el modo en que ciertas expresiones de
violencia basadas en el género son minimizadas en los sistemas judiciales, lo que dificulta
que las víctimas accedan a la justicia.

En efecto, respecto de las mujeres cis se afirma que la aplicación que hacen los jueces y
las juezas de la normativa penal encubre las desigualdades de género y reproduce las
prácticas sexistas que sustentan la violencia (Di Corleto, 2010). Así, se plantea que el
modo en que el sistema penal aborda la violencia de género se encuentra atravesado por
su negación, circunstancia que lleva a que se naturalice y minimice, se asigne
responsabilidad a las víctimas por los delitos que las damnifican y se deslegitimen sus

26Defensoría General de la Nación. 2015. Femicidio y debida diligencia: estándares internacionales y


prácticas locales. Buenos Aires.

100
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

declaraciones (Di Corleto, 2017). Este fenómeno tiene una dimensión individual y una
dimensión social y política. La primera refiere al modo en que la mujer se ve afectada por
ser víctima de un hecho de agresión; la segunda, en cambio, alude al vínculo de
subordinación que le da sustento a estos episodios y su carácter público –no privado. En
la administración de justicia, específicamente, prevalecen decisiones judiciales que
trivializan esta problemática y refuerzan la discriminación (Di Corleto, 2007).

De modo similar, se ha sostenido que las personas que integran el colectivo LGBTTIQ+
sufren un trato discriminatorio en el sistema penal, en especial porque se pone de
manifiesto la cisnormatividad de Poder Judicial (Sardá, 2018) que discrimina a aquellas
personas que transgreden las normas de género impuestas por la sociedad (Serano,
2007). En particular, en relación con las personas travestis y trans, ello se vislumbra en la
relación directa que existe entre su criminalización, los abusos por parte de agentes
policiales y la estigmatización sufrida. Las detenciones de personas travestis y trans se
basan cada vez con mayor frecuencia en las figuras penales previstas por la ley N° 23.737
de tenencia simple de estupefacientes o tenencia con fines de comercialización. Por eso
se ha dicho que la utilización de estas figuras legales activa “un mecanismo de
hostigamiento, disciplinamiento y estigmatización de personas trans, proveyendo nuevos
sentidos a los discursos sociales que criminalizan” (Malacalza 2018). Así, el procedimiento
policial suele consistir en requisas sin orden judicial practicadas en la vía pública, ya sea
por personal masculino o femenino. Las requisas incluyen el cacheo externo de las
prendas de vestir y objetos personales (como por ejemplo sus carteras), la desnudez total
y el tacto anal. Además, estos procedimientos generan agravios fundados en la identidad
de género autopercibida de las detenidas (Malacalza et al., 2019).

La mención a la ley de estupefacientes sirve para ejemplificar que determinadas prácticas


basadas en normas neutrales, afectan a las personas del colectivo LGBTTIQ+ de manera
diferencial. Para probar este impacto desproporcionado, “no hace falta demostrar un
elemento ‘intencional’ de la discriminación, puesto que independientemente de la
motivación de los agentes, las prácticas evidencian estructuras de desigualdad que
derivan en actos efectivamente discriminatorios” (Malacalza et al. 2019). Como nos
explican Lascano & Vélez (2020), no se puede pensar el rol de las agencias policiales y
judiciales por fuera del conjunto social al que pertenecen, en el cual se difunden discursos
estigmatizantes, posibilitan la existencia de las prácticas de criminalización de las
trabajadoras sexuales trans y travestis.

A pesar de las deficiencias que identificamos anteriormente en lo que respecta a la


respuesta estatal frente a estos hechos de violencia, es importante destacar la sanción
de la ley N° 26.485 (2009) de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia Contra las Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones
Interpersonales. Dicha norma define la violencia contra las mujeres y garantiza todos los
derechos reconocidos por la Convención para la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer, la Convención sobre los Derechos de los Niños y la
ley N° 26.061 (2005) de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y
Adolescentes, en especial, los referidos a una vida sin violencia y sin discriminaciones. En
relación con los derechos del colectivo LGBTTIQ+, la normativa nacional ha reconocido,

101
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

por un lado, la identidad de género de las personas al sancionar y promulgar en 2012 la


ley N° 26.743 como así también el matrimonio entre personas de igual sexo/género con
la ley N° 26.618. Además, a través del decreto N° 721/2020 se estableció el Cupo Laboral
Travesti Trans en el sector público, que garantiza un mínimo del 1% de la totalidad de
cargos y contratos para personas travestis, transexuales y transgénero.

En el plano del derecho internacional de los derechos humanos pueden identificarse


diferentes instrumentos en los que se aborda la problemática de la violencia de género.
Por su especificidad, pueden destacarse las referidas Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979), la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (1994) y los Principios
sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con
la orientación sexual y la identidad de género (Principios de Yogyakarta, 2006). Estos
instrumentos introducen importantes estándares referentes al problema estudiado y
serán considerados a la hora de analizar la jurisprudencia local. En relación con la
obligación de garantizar el acceso a la justicia de las personas en situación de
vulnerabilidad, se tomarán en consideración, además, las Reglas de Brasilia (2008).

Entre los órganos de aplicación de los tratados del sistema interamericano de derechos
humanos, la Comisión Interamericana ha emitido decisiones e informes que han sido
señeras. En 2007, elaboró un informe sobre el “Acceso a la Justicia de las Mujeres
Víctimas de Violencia de Género”27 en donde analizó la situación de las mujeres víctimas
de violencia de género y presentó un diagnóstico sobre los principales obstáculos que
enfrentaban cuando intentaban acceder a la justicia para remediar actos de violencia.
Así, la CIDH formuló conclusiones y recomendaciones para que los Estados parte actuaran
con la debida diligencia y ofrecieran una respuesta judicial efectiva y oportuna ante estas
situaciones. De igual modo, reconoció que la violencia por razones de género era una
manifestación de las desiguales relaciones de poder entre varones y mujeres y constituye
una forma de discriminación que impedía que las mujeres puedan disfrutar de derechos
y libertades en un pie de igualdad con los hombres.

Ya en 2001, la Comisión había responsabilizado a Brasil por la violación de los derechos


humanos de Maria da Penha28, en particular el derecho a un juicio justo y a la protección
judicial, todo ello en un contexto de desigualdad estructural. Asimismo, se aplicó por
primera vez la Convención Belém do Pará, ratificada por Brasil en 1995. La mujer había
sido víctima de un doble intento de femicidio por parte del marido, pero la justicia
brasileña demoró diecinueve años en detener y encarcelar al hombre a pesar de la vasta
evidencia en su contra. Entre los antecedentes de la Comisión Interamericana también
se destaca la petición de Raquel Martín de Mejía, quien denunció haber sido violada por
efectivos pertenecientes al ejército peruano. En 1996, la Comisión declaró responsable
al Estado peruano por la violación del derecho a la integridad personal y del derecho a la

27 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “Acceso a la Justicia de las Mujeres Víctimas de


Violencia de Género”, 2007.
28
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe N° 54/01, Caso N° 12.051, “Maria da Penha
Maia Fernandes”, Brasil, 16/4/2001.

102
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

protección de la honra y la dignidad de la mujer. Además, concluyó que Perú no había


respetado ni garantizado el ejercicio de estos derechos consagrados en la Convención 29.

Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos interpretó en distintos


pronunciamientos la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) –en
muchos casos, en conjunto con la Convención de Belém do Pará (1994)– y ha
desarrollado a lo largo de los años una línea de jurisprudencia profusa orientada a
protección de los derechos de las mujeres30. En esta dirección, pueden destacarse, entre
los casos más paradigmáticos, González y otras (“Campo Algodonero”) v. México31,
Fernández Ortega y otros v. México32, Veliz Franco y otros v. Guatemala33, Espinoza
Gonzáles v. Perú34, V.R.P., V.P.C. y otros vs. Nicaragua35, López Soto y otros vs.
Venezuela36, Caso mujeres víctimas de tortura sexual en Atenco vs. México 37 y Guzmán
Albarracín y otras vs. Ecuador38.

A partir de estos casos, la CorteIDH precisó el alcance de las obligaciones de los Estados
parte de investigar con debida diligencia los casos de violencia de género. De acuerdo
con los criterios del tribunal interamericano, las investigaciones deben realizarse de
manera imparcial y sin dilación, con funcionarios/as capacitados/as que actúen con
perspectiva de género. Sobre esta cuestión observó que en muchos de los procesos los
estereotipos influyen de manera negativa en la forma en que se ordenan las diligencias,
al tiempo que traslada la responsabilidad por el hecho y por la investigación a las víctimas
(Fernández Valle, 2017; Asensio et. al, 2010; MPD, 2015).

En marzo de 2020, la Corte Interamericana se expidió, por primera vez, sobre un caso
que damnificaba a una persona trans y declaró la responsabilidad internacional del
Estado por la vulneración de los derechos a la libertad personal, a la integridad personal
y a la vida privada, a las garantías judiciales y protección judicial, y a no ser sometida a

29
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe N° 5/96, Caso N° 10.970, “Raquel Martín de
Mejía vs. Perú”, Perú, 1/3/1996.
30 Para consultar las diferentes líneas de jurisprudencia elaboradas por el tribunal interamericano en
materia de género, puede acceder al cuadernillo de “Derechos humanos y mujeres” elaborado en la órbita
de la propia Corte. Además, en lo que respecta a los principio de igualdad y no discriminación en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, dichos estándares fueron compendiados en un documento
publicado en agosto de 2020 por la Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia de la Defensoría
General de la Nación.
31 Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 16 de noviembre de 2009.
32 Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de agosto de 2010.
33 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de mayo de 2014.
34 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2014.
35 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de marzo de 2018.
36 Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2018.
37 Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2018.
38 Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de junio de 2020.

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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

tortura. Así, en Azul Rojas Marín y Otras v. Perú39 el tribunal resolvió, entre otras cosas,
que el deber de respetar los derechos humanos reconocidos en la Convención Americana
concernía a todos los agentes que actuaran en nombre del Estado. De ese modo, la
detención arbitraria o la tortura de una persona, cualquiera fuera su condición, resultaba
siempre contraria al Derecho Internacional y, en particular, al Derecho Internacional de
los Derechos Humanos. Asimismo, reconoció que las personas del colectivo LGBTTIQ+
fueron “históricamente víctimas de discriminación estructural, estigmatización, diversas
formas de violencia y violaciones a sus derechos fundamentales”. En esa dirección,
agregó que la orientación sexual, la identidad o la expresión de género de las personas
eran categorías protegidas por la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Además, señaló que la violencia ejercida por razones de discriminación buscaba impedir
o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y las libertades de
las víctimas; y que muchas veces esa violencia podía dar lugar a crímenes de odio.

Otros casos analizados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en relación


con la discriminación sufrida por las personas en cuanto a su orientación sexual son “Flor
Freire v. Ecuador”40, “Duque v. Colombia”41 y “Atala Riffo y niñas v. Chile”42. Entre otras
cuestiones, la Corte destacó que existía un vínculo indisoluble entre la obligación de
respetar y garantizar los derechos humanos y el principio de igualdad y no discriminación.
Además, estableció que la orientación sexual y la identidad de género de las personas
eran categorías protegidas por la Convención Americana y que estaba prohibida
cualquier norma, acto o práctica discriminatoria basada en dichas categorías. Por tal
razón, los Estados no podían bajo ninguna forma disminuir o restringir los derechos de
una persona a partir de su orientación sexual. Asimismo, señaló que la presunta falta de
un consenso interno de algunos países sobre el respeto pleno por los derechos de las
minorías sexuales no podía ser considerado como un argumento válido para negarles o
restringirles sus derechos o para perpetuar y reproducir la discriminación estructural que
sufrían las personas del colectivo LGBTTIQ+.

Por otra parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el Informe sobre la


Violencia contra las Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América 43,
afirmó que las personas del colectivo LGBTTIQ+ encontraban varios obstáculos para el
acceso a la justicia, tales como el miedo a denunciar, un abordaje inadecuado del
problema por parte de los agentes estatales y las falencias en las investigaciones. De ese
modo, los Estados no actuaban con debida diligencia a la hora de prevenir, investigar,
sancionar y reparar los asesinatos y otros crímenes violentos contra las personas de este
colectivo debido a los prejuicios y estereotipos que tienen los empleados estatales sobre
las víctimas. Asimismo, en la mayoría de los delitos cometidos contra las personas
LGBTTIQ+, el Estado no realiza las investigaciones de manera exhaustiva e imparcial, lo

39 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 12 de marzo de 2020.


40 Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2016.
41 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de febrero de 2016.
42 Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de febrero de 2012.
43 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe sobre la Violencia contra las Personas
Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América. 7/12/2018.

104
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

que genera una impunidad frente a estos crímenes. Por esa razón, la violencia se
incrementa y lleva a las víctimas a desconfiar en el sistema de justicia. La CIDH destaca
que, si bien la orientación sexual, la identidad y expresión de género no están incluidas
de manera expresa en la Convención Belém do Pará, es un “instrumento vivo” que obliga
a los Estados a tener esas categorías como factores de vulnerabilidad.

En el Sistema Universal de Derechos Humanos, el Comité para la Eliminación de la


Discriminación contra la Mujer sostiene en su Recomendación General Nº 33 sobre el
acceso de las mujeres a la justicia44 que el derecho de acceso a la justicia para las mujeres
es esencial para la realización de todos los derechos protegidos por la CEDAW. En ese
sentido, explica que ese derecho es multidimensional, lo que incluye tanto la
justiciabilidad, la disponibilidad, la accesibilidad, la buena calidad y la responsabilidad de
los sistemas de justicia, como así también la provisión de recursos para las víctimas.
Además, estima que las obligaciones de los Estados parte incluyen empoderar a las
mujeres como individuos y como titulares de derechos a partir de su protección contra
toda forma de discriminación.

Por lo demás, en 2017, el Comité emitió la Observación General N° 3545 que actualizó la
Recomendación General Nº 19 dictada en 199246. El Comité señala que la violencia de
género constituye uno de los medios sociales, políticos y económicos a través de los
cuales se perpetúa la posición subordinada de las mujeres con respecto a los varones y
sus roles estereotipados. Esta violencia no solo representa un obstáculo para lograr la
igualdad sustantiva sino también para el disfrute de los derechos humanos y las libertades
fundamentales de la mujer. Por esa razón, los Estados parte deben adoptar e
implementar diversas medidas para abordar la violencia de género cometida por actores
particulares. En ese sentido, no tomar las medidas apropiadas para prevenir actos de
violencia de género, no investigar, perseguir, sancionar o reparar a las víctimas o
sobrevinientes de tales actos implica otorgar un permiso tácito, o bien fomentar, los
actos de violencia de género contra las mujeres. En relación con la administración de
justicia, el Comité consideró que los órganos judiciales debían abstenerse de participar
en cualquier acto o práctica de discriminación o violencia de género. Asimismo, debían
garantizar que todos los procedimientos legales en los que se alegara violencia de género
fueran imparciales y no se vieran afectados por estereotipos de género o
interpretaciones discriminatorias de las leyes. Además, consideró que los mecanismos
apropiados y accesibles de protección para prevenir una mayor o posible violencia debían
implicar, cuando procediera, la emisión y el seguimiento de órdenes de desalojo,
protección, restricción o prohibición de emergencia contra presuntos autores.

De la misma forma, en el año 2019, el Grupo de Trabajo sobre la cuestión de la


discriminación contra la mujer en la legislación y en la práctica de la ONU emitió un

44Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Recomendación N° 33 sobre el acceso


de las mujeres a la justicia. 3/8/2015.
45 Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Observación General N° 35. 14/7/2017
46 Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Recomendación General N° 19. 1992.

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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

informe47 en el que analizó las causas por las que las mujeres eran privadas de la libertad
y el modo en que esa situación las afectaba. En ese sentido, explicó que muchas formas
de privación de la libertad de las mujeres provenían de estereotipos de género que las
castigaban, entre otras cuestiones, por conductas consideradas moral o sexualmente
incorrectas. Esta situación se agrava para aquellas mujeres que sufren formas
interseccionales de discriminación (mujeres con discapacidad, ancianas, mujeres
indígenas o migrantes, de minorías raciales, étnicas, sexuales o de género) ya que
terminan siendo marginadas por formas adicionales de estereotipos debilitantes. Entre
otras cuestiones, el Grupo recomendó promulgar leyes que permitieran la ampliación
probatoria en los casos de mujeres acusadas de la comisión de un delito que hubieran
sufrido violencia de género, como así también que ese contexto fuera considerado para
la atenuación de la pena. Asimismo, propuso realizar actividades obligatorias para
capacitar, formar y educar sobre la eliminación de los prejuicios de género a todo agente
que participe en la adopción de medidas relacionadas a la privación de libertad de las
mujeres.

En 2018, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en su Observación


General Nº 3648, realizó una serie de observaciones respecto al derecho a la vida y
determinó que los Estados parte debían tomar medidas especiales de protección de las
personas en situación de vulnerabilidad cuyas vidas peligraran debido a amenazas
específicas o patrones de violencia, tales como las víctimas de violencia de género y las
personas LGBTTIQ+. En 2016, el Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes elaboró un Informe sobre tortura y otros tratos o
penas crueles, inhumanos o degradantes en relación a las mujeres, niñas y LGTBI 49.
Respecto de las personas del colectivo LGBTTIQ+ señaló que, al ser privadas de su
libertad, se encontraban expuestas de manera particular a sufrir torturas y maltratos
debido a que los agentes del Estado solían emplear la violencia física y sexual como medio
de coacción.

Los estándares jurisprudenciales mencionados hasta aquí nos serán de utilidad a efectos
de establecer el tipo de discriminación al que suelen estar sometidas las mujeres e
integrantes del colectivo LGBTTIQ+, en particular, cuando se relacionan con el sistema de
administración de justicia. De esta forma, estas sentencias nos permitirán establecer la
existencia de criterios discriminatorios en la resolución de planteos de legítima defensa.
Por otro lado, la jurisprudencia que alude a la debida diligencia con la que deben proceder
los Estados frente a los hechos de violencia de género serán empleados a fin de examinar
el modo en que proceden los jueces y las juezas, fiscales e integrantes de las fuerzas de
seguridad cuando toman conocimiento de este tipo de situaciones.

47Grupo de Trabajo sobre la cuestión de la discriminación contra la mujer en la legislación y en la práctica.


Informe sobre mujeres privadas de libertad. 15/5/2019.
48 Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Observación General N° 36. 30/10/2018.
49Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Informe sobre
tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes en relación a las mujeres, niñas y LGTBI.
5/1/2016.

106
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

A continuación, nos vamos a referir, de forma específica, a la regulación legal de la


legítima defensa y a la dogmática jurídica construida a partir de esa normativa. Es que,
como mencionamos con anterioridad, más allá de las distintas aristas que pueden
identificarse en lo que respecta a la aplicación de un enfoque de género en el sistema
penal, en este documento vamos a examinar, en particular, el modo en que son resueltos
los planteos de legítima defensa esgrimidos en favor de mujeres e integrantes del
colectivo LGBTIQ+ víctimas de violencia de género.

2.2. DOGMÁTICA TRADICIONAL DE LA LEGÍTIMA DEFENSA

La legítima defensa –concebida como causa de justificación– ha evolucionado a lo largo


del tiempo de diversas formas, tanto en lo que respecta a su fundamento como a su
contenido (Molina Fernández, 2012). Sin embargo, cuando su aplicación involucra
víctimas de violencia de género resulta problemática por diversos motivos. Al respecto,
la literatura especializada identifica, por un lado, que la concepción tradicional de la
legítima defensa presenta limitaciones por las que resulta difícil encuadrar en los
términos legales los actos de defensa ensayados en un contexto de violencia de género.
Adicionalmente, advierte dificultades de orden probatorio por las que resulta poco
frecuente que los tribunales tengan por acreditadas las versiones de los hechos que
brindan las personas que sufren violencia de género. Estas dos dimensiones del problema
se encuentran atravesadas por la utilización de estereotipos para sustentar sentencias
adversas a las personas imputadas por defenderse frente a hechos de violencia de género
(véanse, entre otros, Di Corleto, 2010; 2013; 2017; Di Corleto & Carrera, 2017; Hopp,
2012, 2017a, 2017b; Larrauri, 1994; Lauría Masaro & Sardañons, 2017; Leonardi &
Scafati, 2019; Piqué & Allende, 2016; Sánchez, 2019; Correa Florez, 2016; AAVV, 2020;
Lanzilotta, 2019, 2020).

El análisis de estos problemas en la jurisprudencia argentina conforma el eje central de


este trabajo. Sin embargo, antes de abordar esta tarea conviene repasar la regulación
legal de la legítima defensa e introducir algunas de las posturas interpretativas que, a
nivel local, tienden a dominar el debate acerca de los requisitos que deben cumplirse
para que se configure esta causa de justificación. En este marco, referimos a estas
posiciones como tradicionales.50

Para comenzar mencionaremos que este instituto se encuentra regulado en el art. 34,
inc. 6º, del Código Penal. Esta norma establece que no es punible quien obra en defensa
propia o de sus derechos, siempre que concurran las siguientes circunstancias: a)
agresión ilegítima; b) necesidad racional del medio empleado para impedirla o para
repelerla; c) falta de provocación suficiente por parte de quién se defiende.

50 Si bien se reconoce que la categoría “doctrina penal tradicional” agrupa a diferentes autores, con
distintos enfoques, con producciones de épocas y lugares diversos, la clasificación tiene como objetivo
marcar que no han trabajado con una perspectiva de género. En este sentido, la enumeración de autores
no tiene la pretensión de ser exhaustiva, sino de marcar las diferencias entre trabajar con una perspectiva
de género o sin ella.

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Ministerio Público de la Defensa

b. Necesidad
a. Agresión ilegítima racional del medio
empleado

LEGÍTIMA
DEFENSA

c. Falta de provocación
suficiente

A su vez, de acuerdo con el art. 35 del Código Penal, la persona que excede los límites
impuestos legalmente para el ejercicio de la legítima defensa es castigada con la pena
prevista para el delito culposo. Esta norma contempla, así, la sanción que cabe a quien
actúa frente a una agresión ilegítima que no provocó con un medio que no cumple con
el criterio de “necesidad racional”.

Si nos detenemos en cada uno de los requisitos que contempla el art. 34 del Código,
observamos que la agresión es concebida como una amenaza a un bien jurídico por una
conducta humana (Roxin, 2008); consiste, habitualmente, en un comportamiento activo
que abarca a las acciones directas y a las que apoyan una acción directa o interrumpen
un curso causal salvador. Igualmente, y aunque no son muy frecuentes, se admite que
una agresión tenga carácter omisivo. En lo que respecta a la ilegitimidad de la agresión,
se distinguen tres posiciones (Molina Fernández, 2012):

1. La más extensiva interpreta este término de forma objetiva, relacionándolo con


el disvalor del resultado. Abarcaría, así, cualquier agresión que la persona no
tenga el deber jurídico de soportar.

2. La posición intermedia considera que sólo son ilegítimas las agresiones


antijurídicas.

3. Y la posición más restrictiva requiere que la agresión se realice, además, de


manera culpable.

Por otro lado, este instituto requiere determinar cuánto se puede adelantar el momento
en que se ejerce la defensa respecto del momento en el que podría producirse la lesión.
En ese sentido, se ha explicado que, tradicionalmente, sólo se consideró admisible como
necesaria aquella defensa que tiene lugar cuando una agresión es inminente (Molina
Fernández, 2012). En este punto, Bacigalupo (2009) afirma que es actual aquella agresión
que se está desarrollando; es decir, asimila la inminencia a la actualidad. Zaffaroni, Alagia
& Slokar (2011), por su parte, cuestionan que se identifiquen la inminencia y la
108
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

inmediatez entre la agresión y defensa. Desde esta perspectiva, se entiende que la


agresión es inminente cuando se la percibe como una amenaza manifiesta; es decir,
cuando su realización depende solo de la voluntad del agresor. En torno a esta cuestión,
es importante destacar que el Código Penal argentino no contempla la inminencia como
un requisito para el ejercicio de la legítima defensa.

A su vez, Zaffaroni et al (2011) entienden que la acción defensiva puede realizarse


mientras haya una situación de defensa. Este momento existe desde que el agresor hace
manifiesta su voluntad de agredir y tiene a su disposición los medios idóneos para
hacerlo. Es decir, puede proceder en cualquier momento, motivo por el cual genera un
peligro inmediato para los bienes jurídicos. Según estos autores, estas condiciones
conllevan, por sí mismas, una lesión a la tranquilidad de la persona y, como consecuencia
de eso, la agresión puede concebirse como actual.

Respecto a esto, Frister (2009) explica que la necesidad de que la agresión sea inminente
se relaciona con que el derecho a actuar en legítima defensa sólo puede ser reconocido
en una situación que sea característicamente inequívoca. Si la agresión es inminente, las
intenciones del agresor, como regla general, están claras, de modo que el riesgo de una
defensa por error es menor en términos comparativos. A su entender, si se habilitan
constelaciones de casos en los que la agresión sólo puede ser repelida con perspectivas
de éxito en un momento previo, el riesgo de error es demasiado alto, por lo que no sería
admisible atribuir un derecho de injerencia limitado por la necesidad. Por esa razón
plantea que, si la agresión no es inminente, la persona agredida sólo puede actuar
amparada por el estado de necesidad.

Roxin (2008), por su parte, sostiene que es habitual que se empleen fórmulas según las
cuales una agresión es inminente si, de actuar con posterioridad, no se podría repeler la
agresión o sólo se lo podría hacer en condiciones más graves. Sin embargo, este autor
cuestiona esta postura por entender que una agresión planeada o preparada no sólo no
es una agresión actual, sino que ni siquiera es una agresión. Según explica, este tipo de
solución sería contradictoria con un orden social pacífico y con el monopolio estatal de la
violencia. Por eso, desde su punto de vista, sólo se le concede al particular la facultad de
defenderse en una situación actual de lucha; y en esa agresión actual sólo sería posible
incluir, junto a la tentativa, la fase final de los actos preparatorios que es inmediatamente
previa a la tentativa.

Además, se ha explicado que, según una definición corriente del término, es actual la
agresión que tiene lugar en forma inminente, que ha comenzado o que aún continúa
(Frister, 2009). A esto se agrega que la legítima defensa es admisible mientras la agresión
subsista –aunque esté formalmente consumada– si no está agotada materialmente. Por
ese motivo, se estima que es admisible la legítima defensa en los delitos permanentes
mientras subsista la situación antijurídica. Lo mismo ocurre en los delitos de estado, pues
más allá de la consumación formal del delito, la agresión se considera actual hasta la
consumación material (Roxin, 2008).

Verificada la existencia de una agresión actual e ilegítima se debe indagar acerca del acto
defensivo. La defensa requiere, ante todo, ser necesaria. No lo es cuando se dispone de

109
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otra conducta menos lesiva o inocua y es exigible actuar de ese modo en lugar de realizar
la conducta típica (Zaffaroni et al, 2011). Roxin (2008) explica que es necesaria toda
defensa que resulte idónea, que sea la más benigna entre aquellas que son elegibles y
que no esté unida al riesgo inmediato de sufrir un daño. Molina Fernández (2012) explica
que la necesidad de la defensa se relaciona con la elección de medios y el modo en que
son empleados: entre los medios disponibles se debe utilizar el menos lesivo y en la forma
que menos perjuicios ocasione. En este punto, Roxin (2008) plantea que el principio del
medio menos lesivo es relativizado por el hecho de que no es posible exigir a la persona
agredida que corra riesgos. Por lo tanto, no es preciso, por ejemplo, que se arriesgue a
luchar con los puños si proceder de esa forma no le garantiza salir sin heridas.

También se ha sostenido que la necesidad de la defensa no está vinculada con la


proporcionalidad entre el daño que se ocasiona y aquel que se impide. Así, por ejemplo,
actúa amparado por la legítima defensa aquel que apuñala a su agresor para escapar de
una golpiza, si esa era su única opción; es decir, su actuación se encuentra justificada,
aunque la lesión al bien jurídico sea más grave que la que se hubiera producido con los
golpes (Roxin, 2008). Más allá de esto, Zaffaroni et al (2011) observan que la doctrina
argentina incluye en su análisis la proporcionalidad de la defensa. Según estos autores,
esto sólo es aceptable si se entiende este concepto como el requerimiento de que no
falte la proporcionalidad de manera aberrante. Asimismo,

…se interpretó que medio no connota un instrumento sino todo un género de


acciones y omisiones que se emplean para la defensa. Esta interpretación resulta
correcta, puesto que la ley no exige una equiparación ni proporcionalidad de
instrumentos, sino la ausencia de desproporción aberrante entre las conductas
lesivas y defensiva, precisamente en sus respectivas lesividades. Así, no será
irracional la defensa del que siendo atacado a puñaladas se defiende con un arma
de fuego, porque no existe una aberrante desproporción lesiva entre ambas
conductas, aunque objetivamente sea más dañoso un revólver que un cuchillo.
Tampoco lo será la de quien emplea un arma blanca o de fuego frente a quien le
agrede a golpes de puño, si la superioridad física del agresor le impide detenerle con
igual medio (Zaffaroni et al, 2011, 615).

De la misma forma, se entiende que, aunque sea la solución menos lesiva, no es posible
exigir la huida de la persona que sufre una agresión (Molina Fernández, 2012). La legítima
defensa habilita a repeler la agresión y escapar no es repeler la agresión. Por
consiguiente, quien pudiendo huir, hace frente a la agresión y, por ejemplo, lesiona a su
atacante, se encuentra amparado por esta causa de justificación. Lo mismo sucede con
la posibilidad de buscar ayuda de terceros si equivale a huir y le deja, de momento, el
dominio de la situación al agresor. Sin embargo, si hay personas próximas dispuestas a
ayudar, la persona agredida debe servirse de ellas (Roxin, 2008).

Otro aspecto que se ha problematizado de la legítima defensa tiene que ver con el
momento en el que se debe juzgar la razonabilidad del acto. Se entiende que este
examen debe hacerse a partir de la consideración del momento en que se lleva a cabo el
acto defensivo y que se trata de una evaluación ex ante. Además, se plantean dos
opciones referentes al conocimiento con el que se debe juzgar el acto defensivo: partir
de la información que tiene esa persona o apelar a los conocimientos de un hombre
110
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

medio razonable puesto en la situación del autor; la doctrina mayoritaria se inclina por la
segunda opción (Molina Fernández, 2012).

Finalmente, se afirma que la legítima defensa únicamente opera en la medida en que la


agresión no es provocada por la persona que, luego, la repele. Así, se sostiene que aquel
que ha provocado la agresión de la que se defiende no puede reclamar la justificación de
su acto, pues es corresponsable de la agresión ilícita que desemboca en la acción
defensiva (Molina Fernández, 2012).

Dogmática tradicional de la legítima defensa

Requisito legal Descripción doctrinal

Agresión ilegítima Acción u omisión


Ilegitimidad (Molina Fernández, 2012):
[1] Agresión que no se tenga el deber jurídico de soportar;
[2] Agresiones antijurídicas.;
[3] Agresión culpable.
No se debe confundir la inminencia con la inmediatez entre la agresión y
defensa. La agresión es inminente cuando su realización depende solo de la
voluntad del agresor (Zaffaroni et al, 2011)
Es actual la agresión que se está desarrollando (Bacigalupo, 2009)
Es actual la agresión que tiene lugar en forma inminente, que ha comenzado
o que aún continúa (Frister, 2009)
Sólo se le concede al particular la facultad de defenderse en una situación
actual de lucha (Roxin, 2008).
La legítima defensa es admisible mientras la agresión continúe, aunque esté
formalmente consumada, si no está agotada materialmente (Roxin, 2008)

Necesidad racional del No se dispone de otra conducta menos lesiva o inocua (Zaffaroni et al, 2011)
medio empleado
Es el medio más benigno entre aquellos que resultan elegibles y no está unido
al riesgo inmediato de sufrir un daño (Roxin, 2008)
Entre los medios disponibles para proteger a quien se defiende se debe
utilizar el menos lesivo y en la forma que menos perjuicios ocasione (Molina
Fernández, 2012)
No se le puede exigir a la persona agredida que corra riesgos, por lo que no
es preciso que se arriesgue (Roxin, 2008)
La razonabilidad de la defensa se debe evaluar ex ante (Molina Fernández,
2012):
[1] A partir de la información que tiene la persona que se defiende
[2] o apelar a los conocimientos de un hombre medio razonable puesto
en la situación del autor (la doctrina mayoritaria se inclina por la segunda
opción).

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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

Falta de provocación Quien provoca la agresión de la que se defiende no puede reclamar la


suficiente justificación de su acto, pues es corresponsable de la agresión ilícita (Molina
Fernández, 2012)

2.3. LEGÍTIMA DEFENSA EN CASOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO

Hasta aquí hemos repasado la dogmática tradicional de la legítima defensa. Ahora bien,
como se introdujo en otros pasajes de este documento, diversos trabajos identifican que
la utilización de este enfoque para la resolución de casos de personas que sufrían
violencia de género ha derivado, de modo recurrente, en el rechazo de esa causa de
justificación (Di Corleto, 2010; 2013; 2017; Di Corleto & Carrera, 2017; Hopp, 2012,
2017a, 2017b; Larrauri, 1994; Lauría Masaro & Sardañons, 2017; Leonardi & Scafati,
2019; Piqué & Allende, 2016; Sánchez, 2019; Laurenzo Copello 2019; Correa Florez, 2016;
AAVV, 2020). Por lo demás, a nivel jurisprudencial, la Recomendación General Nº 1 sobre
legítima defensa y violencia contra las mujeres51 emitida por el Comité de Expertas del
Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará en 2018 cuenta con un
lugar central en la crítica referida.

En efecto, se ha observado que la circunstancia de que no se aplique la legítima defensa


se relaciona con la aplicación de la normativa penal sin perspectiva de género (Larrauri,
1994). Laurenzo Copello (2019), además, cuestiona su aplicación formalista y
descontextualizada, pues

…si bien es cierto que la forma defenderse de las mujeres no siempre responde al
modelo sobre el que históricamente se configuran los requisitos de aquella causa de
justificación, no lo es menos que todas las normas (también las penales) admiten
diversas vías de interpretación y es exigible al aplicador del derecho que opte por la
que resulte más adecuada a las valoraciones sociales del momento y, sobre todo, a
los estándares constitucionales de respeto de los derechos fundamentales (p. 18).

Más allá de esto, la autora citada aclara que su propuesta no implica prescindir de los
requisitos previstos legalmente para la aplicación de esta causa de justificación. A su
entender, solo se trata de corregir el sesgo androcéntrico con el que fue construida
(Laurenzo Copello, 2019). Esto es importante, pues asumir una aplicación diferenciada
de la legítima defensa para las mujeres puede generar resistencia por parte de los
operadores judiciales y, en definitiva, resultar contraproducente para quienes la invocan
(Lauría Masaro & Sardañons, 2017). Por lo demás, produce un efecto simbólico
comunicativo negativo que refuerza la falsa imagen victimista y vulnerable del género
femenino (Laurenzo Copello, 2019).

En esta línea, se ha sostenido que una de las limitaciones más importantes a la hora de
aplicar la legítima defensa se vincula con la exigencia de que la agresión sea actual. En
función de esto, Laurenzo Copello (2019) considera que deben distinguirse dos
situaciones. Por un lado, la de las personas que están frente a su agresor y optan por una

51
Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará. Recomendación
General Nº 1 sobre legítima defensa y violencia contra las mujeres. 5/12/2018.

112
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

acción defensiva antes de que inicie la violencia física o cuando apenas ha comenzado
(legítima defensa en confrontación). Por otro lado, la de aquellas que atacan al hombre
violento en un momento en el que no las agrede (legítima defensa sin confrontación).

En relación con los casos en los que existe una confrontación, se plantea que la conducta
del agresor en el instante previo a la acción defensiva no debe juzgarse de modo
descontextualizado. En estas situaciones se sostiene que es necesario tener en cuenta
todas las circunstancias concurrentes en el hecho (Laurenzo Copello, 2019). Desde esta
perspectiva se afirma que el contexto de cada caso tiene un papel muy importante a la
hora de determinar si una persona actuó en legítima defensa. Se señala que algunos
episodios de violencia de género desafían las concepciones tradicionales del derecho
penal que focalizan en las circunstancias de un hecho concreto y descontextualizado
(Anitua & Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Laurenzo Copello, 2019; Lauría Masaro &
Sardañons, 2017; Piqué & Allende, 2016). La dimensión contextual de cada caso
constituye un elemento determinante para examinar los requisitos previstos legalmente
para la configuración de esta causa de justificación. En esta dirección, el MESECVI
recomendó:

…incorporar un análisis contextual que permita comprender que la reacción de las


víctimas de violencia de género no pueden ser medidas con los mismos estándares
tradicionalmente utilizados para la legítima defensa en otro tipo de casos, ya que la
violencia a la que se ven sometidas por el agresor en razón de su género, tiene
características específicas que deben permear todo el razonamiento judicial de
juzgamiento. Para ello la jurisprudencia de la Corte Interamericana debe ser una
herramienta útil” (Recomendación General Nº 1, 2018, 4).

En lo que respecta al análisis de las situaciones en las que no hay confrontación, se


añaden algunos elementos que serán de utilidad para comprender el modo en que se
procesan este tipo de casos. Larrauri (1994) explica que si el requisito de la inminencia
demanda que la defensa se concrete mientras se produce la agresión, es difícil que las
mujeres lo cumplan, pues lo habitual es que no puedan matar a su contrincante y deban
esperar que el ataque cese. Más allá de esto, Laurenzo Copello (2019), con cita de Mir
Puig (2016) y Maqueda & Laurenzo Copello (2017), sostiene que la inminencia se exige
porque, cuanto más cercana esté la realización del riesgo, menos alternativas tiene la
persona agredida de acudir a otros medios menos perjudiciales para evitar el daño. Por
esta razón, la autora explica que la inminencia no cumple una función legitimadora, sino
que funciona como un indicador de la necesidad de la defensa, que es el requisito
esencial de esta causa de justificación junto a la agresión ilegítima.

Por su parte, Correa Flórez (2016) propone considerar que la mujer que ha sido víctima
de maltratos constantes se encuentra sometida a una agresión permanente, entendida
como un comportamiento que subyuga a la víctima mediante violencia y viola de manera
grave su dignidad humana. La mujer víctima de violencia de su compañero sexoafectivo
recibe una cantidad enorme de agresiones, que pueden materializarse en amenazas,
lesiones contra su integridad física, ataques contra su libertad sexual o su libertad
individual. De ese modo, el hombre ejerce violencia física y psíquica para generar miedo
y asegurarse el control total sobre la mujer. Por lo tanto, estas agresiones deben
entenderse dentro de una lógica de dominación y sumisión que es el resultado de la

113
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

asignación de roles que la sociedad le ha impuesto a la mujer. En este marco, la autora


estima que la aplicación de la legítima defensa de mujeres víctimas de violencia que
matan a su agresor en una situación en la que no hubo una confrontación previa debe
estar supeditada al cumplimiento de las siguientes condiciones:

1. El agresor y la víctima deben ser pareja, aunque en algunos casos puede


tratarse de una hija;
2. Debe existir una situación de convivencia;
3. El vínculo debe, además, tener las siguientes características:
o Evita que la víctima forme coaliciones;
o Impide que pueda irse por el uso de amenazas, intimidación o violencia;
o Anula su voluntad y su autonomía;
4. Los maltratos físicos, psíquicos y/o agresiones sexuales son sistemáticos y
reiterados (situación de peligro latente);
5. Debe configurarse una detención ilegal por medio de amenazas y violencia
(restricción de la libertad de la víctima);
6. La mujer debe matar a su agresor en una situación donde no haya
confrontación (por ejemplo, cuando se encuentre dormido, borracho o
distraído).

Correa Florez (2016) explica que estos requisitos se dividen en circunstanciales (1, 2 y 6)
y esenciales (3, 4 y 5) y que estos últimos son la base de la existencia de la “gran agresión”
y que generan la necesidad de la acción defensiva. En estos casos, la falta de inmediatez
de la agresión no supone que deba descartarse la posible aplicación de la legítima
defensa. Podría repensarse la interpretación que se efectúa sobre el requisito de la
inminencia toda vez que no se trata de una exigencia explícita del tipo penal en esta
causal de justificación. Debemos comprender que la violencia habitual que sufre la mujer
durante el vínculo implica en sí misma una agresión ilegítima, por lo que el riesgo para su
vida e integridad física es permanente. Por esa razón, negar la actualidad de la agresión
por el solo hecho de que en el momento de la acción defensiva no se había producido un
ataque directo previo, implica ignorar la existencia de la violencia latente tan
característica en la violencia de género (Laurenzo Copello, 2020).

Otro de los motivos por los que se rechazó que las mujeres víctimas de violencia actuaran
de manera justificada radica en la suposición de que dispondrían de otros medios para
repeler las agresiones que sufrían. En términos del artículo 34 del Código Penal, se
cuestionó la necesidad de la defensa. La literatura especializada critica que se adopte esta
conclusión en abstracto, sin evaluar la situación en la que se encuentra, en concreto, la
mujer. En particular, cuestiona la presunción de que la víctima podía recurrir a otras vías
(Larrauri, 1994). En relación con esto, Piqué & Allende (2016) sostienen que este tipo de
examen demanda considerar las capacidades de quien se defiende en relación con quien
inicia el ataque y la diferencia física entre ambos. Según estas autoras, es necesario tener
en cuenta, en cada caso concreto, la posibilidad de defenderse de esa mujer en esa
situación cuando su integridad está en juego y el agresor es su compañero íntimo.

De manera similar, se ha cuestionado que los jueces interpreten que las víctimas de
violencia de género se someten libremente al maltrato y que, en caso de no querer
114
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

tolerar agresiones, deberían optar por abandonar el hogar conyugal (Hopp, 2017a,
2017b). Este modo de rebatir los planteos de legítima defensa puede vincularse tanto
con la necesidad racional de la respuesta como con el requerimiento de no haber
provocado la agresión de la que, luego, surge la necesidad de repeler.

Por último, en lo que respecta al requisito de falta de provocación, se afirma que no


puede considerarse que cualquier comportamiento que preceda a una agresión
constituya una provocación. Proceder de este modo implica la utilización de un
estereotipo de género por lo que debe ser rechazado (Comité de Expertas del MESECVI,
Recomendación General Nº 1 sobre Legítima Defensa y Violencia contra las Mujeres).

Aplicación de la legítima defensa en casos de violencia de género

Requisitos legales
Observaciones
(art. 34 CP, inc. 6)

Agresión ilegítima Necesidad de valorar el contexto en el que ocurren los hechos para
determinar el riesgo al que se encuentra sometida la víctima (Anitua
& Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Hopp, 2012; Larrauri, 1994;
Laurenzo Copello, 2019; Lauría Masaro & Sardañons, 2017; Piqué &
Allende, 2016).
Si la inminencia demanda que la defensa se concrete mientras se
produce la agresión, es difícil que las mujeres lo cumplan (Larrauri,
1994; 2015).
La inminencia no cumple una función legitimadora de la legítima
defensa, funciona como un indicador de la necesidad de la defensa
(Laurenzo Copello, 2019).
En los casos en los que la mujer ha sido víctima de maltratos
constantes debe entenderse que existe una agresión permanente
(Correa Flórez, 2016).

Necesidad racional del Se presume que la víctima puede utilizar otros medios que son
medio empleado accesibles y adecuados para mantenerse a salvo (Larrauri, 1994).
Necesidad de tomar en consideración, en concreto, la situación de la
mujer (Anitua & Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Hopp, 2012;
Larrauri, 1994; Laurenzo Copello, 2019; Lauría Masaro & Sardañons,
2017; Piqué & Allende, 2016).

Falta de provocación No puede considerarse que cualquier comportamiento que precede


suficiente a una agresión constituye una provocación (Comité de Expertas del
MESECVI, Recomendación General Nº 1 sobre Legítima Defensa y
Violencia contra las Mujeres).

Más allá de las controversias que suscita la legítima defensa en el terreno de la


dogmática, como se introdujo con anterioridad, muchos de los problemas vinculados con
la aplicación de este instituto involucran cuestiones probatorias. Esto, al menos, por tres
motivos. Primero, por la carga probatoria que se le impone a la persona que invoca la
legítima defensa. Una de las primeras cuestiones a establecer es si quien alega que actuó
en legítima defensa debe acreditar que se cumplen los requisitos que contempla el

115
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

Código Penal a ese efecto, o si esta es una obligación que recae sobre la representación
fiscal (Lauría Masaro & Sardañons, 2017).

Segundo, por la circunstancia de que la mayor parte de los casos de legítima defensa de
víctimas de violencia de género tiene lugar en un ámbito íntimo o en espacios donde el
autor ha predispuesto un escenario que no puede ser observado con facilidad (Di Corleto,
2017). En este sentido, se ha explicado que

[l]as causas que hacen del contexto familiar uno especialmente apto para generar
violencia inciden también en la violencia de género: la familia, la pareja, constituyen
un espacio privado en el que existen relaciones de dependencia, en el que las
personas se manifiestan de forma más desinhibida. Pero además hay otras razón
que explica que el contexto familiar y de pareja sea aquel en el que se produce más
violencia sobre las mujeres: el marco de las relaciones de pareja es el espacio
privilegiado para el desarrollo de los roles de género más tradicionales y
discriminatorios, esto es, aquellos que pretenden reducir el papel de la mujer y la
identidad femenina a funciones de cuidado de la pareja y los hijos y de subordinación
a la autoridad masculina; la familia, y más en concreto la pareja, es el último reducto
donde ejercer el rol masculino dominador sin el cual, el hombre anclado en el
modelo patriarcal, se considera a sí mismo carente de identidad (Pérez Manzano,
2016, 22).

En este marco, usualmente, la única prueba de los hechos está dada por el testimonio de
la persona imputada que, además, suele ser evaluado con mucha desconfianza por los
tribunales. Asimismo, en ocasiones se suman los testimonios de niños y niñas que suelen
ser descartados con diferentes pretextos (Lauría Masaro & Sardañons, 2017).

Tercero, como mencionamos con anterioridad, en los casos en los que se investigan
hechos como los que analizamos es importante la producción de prueba relativa al
contexto de violencia. En efecto, el trabajo sobre la prueba exige prestar atención sobre
las denuncias previas, si es que existen; sobre los registros hospitalarios; sobre informes
médicos o periciales que puedan dar cuenta de las secuelas físicas o psicológicas de las
víctimas (Anitua & Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Laurenzo Copello, 2019; Lauría
Masaro & Sardañons, 2017; Piqué & Allende, 2016). Sobre esta cuestión, se ha observado
que las mujeres que se encuentran inmersas en contextos de violencia de género
aprenden a convivir con la agresividad latente, por lo que pueden detectar la inmediatez
de una agresión que, quizá, para otra persona pasa desapercibida. Por esa razón, cuando
se alega la legítima defensa deben incorporarse todos los elementos de prueba que den
cuenta del historial de violencia que sufre la mujer por parte de su pareja o expareja
(Laurenzo Copello, 2019). Sin embargo, se ha notado que los tribunales omiten valorar el
conocimiento específico de la mujer para apreciar si, en efecto, de acuerdo con sus
experiencias previas, podía pensar que sería atacada en un momento próximo; esta
información es de vital importancia, dado que permite indagar acerca del peligro que
para una mujer en particular representa una agresión (Di Corleto, 2006; Hopp, 2012;
Laurenzo Copello, 2019).

En torno a esta problemática, Hopp (2012) explica que el análisis fragmentado de los
testimonios de las víctimas conlleva a la descontextualización de las características

116
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

propias de los vínculos entre agresores y mujeres golpeadas. Los hechos de violencia de
género deben investigarse a partir de estándares y conocimientos especiales que
permitan comprender la dinámica de violencia dentro de la pareja. Entonces, Di Corleto
(2006) expone que estos casos obligan a efectuar un “razonamiento contextual” y a
incorporar todos los detalles que revelen las verdaderas circunstancias que atraviesan las
mujeres golpeadas. En consecuencia, se vuelve especialmente relevante contemplar las
condiciones sociales y psicológicas como así también las dificultades económicas que
enfrentan al querer alejarse de sus parejas. Este modo de razonar permite reconocer
cuestiones fácticas periféricas que pueden ser relevantes en materia probatoria para que
se configure la legítima defensa. Por tal razón, se vuelve especialmente problemático
recurrir a fórmulas para resolver este tipo de caso.

Por estos argumentos se ha considerado que el desarrollo de una estrategia de defensa


con perspectiva de género no se puede limitar a la elaboración de un marco teórico
adecuado. Además, es necesario producir prueba acorde con la defensa material y
técnica. En este punto, se afirma que el diseño de una estrategia de defensa con
perspectiva de género exige asumir que nuestras valoraciones pueden estar informadas
por prejuicios de género y debemos desafiarlas con medidas apropiadas (Di Corleto &
Carrera, 2017). En esta misma línea se ha sugerido que, en un modelo de amplitud
probatoria, frente a las agresiones en el ámbito intrafamiliar, las fuentes de información
pueden ser, entre otras, denuncias presentadas en agencias policiales o judiciales,
registros de atenciones médicas por eventuales lesiones sufridas, constancias de visitas
a organizaciones vinculadas con la atención de situaciones de violencia, o testimonios de
familiares o vecinos que podrían haber llegado a conocer estos hechos de manera directa
o indirecta (Di Corleto, 2017).

Este marco, a nuestro modo de ver, proporciona las herramientas necesarias para evaluar
el modo en que la jurisprudencia argentina abordó los casos de legítima defensa en los
que se encuentran involucradas mujeres o integrantes del colectivo LGBTTIQ+ víctimas
de violencia. A ese efecto, contemplamos el análisis de los fallos a partir de la resolución
de situaciones de defensa en las que hay confrontación y sucesos en los que no la hay,
tanto desde una perspectiva dogmática como probatoria.

2.4. ASPECTOS METODOLÓGICOS

A efectos de cumplir con el objetivo propuesto, se relevó jurisprudencia local en la que


se resolvió sobre la aplicación de la legítima defensa invocada por mujeres e integrantes
del colectivo LGBTTIQ+. Entonces, se procedió a identificar esas sentencias en bases de
datos jurisprudenciales en el periodo comprendido entre los años 2005 y 2020; es decir,
se examinó un periodo de 16 años. En primer lugar, se utilizó la base de conocimiento de
la Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia 52 mediante la utilización de la voz
“legítima defensa”. A partir de los resultados que arrojó el motor de búsqueda, se
seleccionaron los fallos en los que se encontraban involucradas, en calidad de imputadas,

52 https://jurisprudencia.mpd.gov.ar/default.aspx

117
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

mujeres o integrantes del colectivo LGBTTIQ+. Así, se obtuvieron cuatro resoluciones que
presentaban como imputadas a mujeres cis víctimas de violencia.

Además, se relevaron las investigaciones que se realizaron en la Secretaría General de


Capacitación y Jurisprudencia sobre la temática a pedido de distintas defensorías públicas
oficiales. Así, se encontraron dos documentos de interés: uno del año 2016 referido a la
“legítima defensa y proporcionalidad del medio empleado” y un dossier del año 2017
sobre “legítima defensa y género”. En total, estos dos documentos permitieron acceder
a otras siete sentencias que no se encontraban incluidas en la base de conocimiento.

Luego, se amplió la búsqueda a la base de jurisprudencia del Centro de Información


Judicial53. Allí, se realizó una búsqueda por palabra clave y se emplearon los términos
“legítima defensa” y “violencia de género”. Sin embargo, no se obtuvieron resultados
favorables, pues las sentencias recogidas trataban sobre otras figuras legales que
excedían el marco de esta investigación.

Finalmente, con el fin de rastrear casos que no estuvieran incluidos en bases de


jurisprudencia públicas, nos contactamos con diferentes personas que trabajaron sobre
esta problemática, ya sea a nivel académico o en el activismo. De esta forma,
identificamos otros quince fallos. Luego, nos contactamos con los tribunales para
conseguir las sentencias completas de los diferentes tribunales de provincias, entre las
que se encuentran Chubut, La Pampa, Río Negro, Córdoba, Formosa, Jujuy y Salta, que
nos enviaron sentencias con las voces solicitadas, de las que rescatamos un total de cinco
fallos.

En definitiva, se identificaron 32 sentencias. Entre ellas, se distinguieron, por un lado, los


casos en los que la defensa se articuló en el marco de una situación de confrontación y,
por otro, aquellos en los que tuvo lugar sin confrontación. Para realizar esta distinción,
se consideró que existían situaciones no confrontativas cuando el tribunal juzga que la
persona imputada actuó sin que existiera una agresión “actual o inminente” de
conformidad con la definición provista por la dogmática tradicional de la legítima
defensa. En ese sentido, nos parece relevante esta clasificación porque nos permite
identificar aquellos casos en donde la legítima defensa no se establece en el primer nivel
de análisis, sino luego de un examen profundo de las circunstancias concretas que rodean
los hechos. Si contextualizamos los hechos dentro de un marco de violencia de género
reiterada y continua, aunque el agresor se encuentre durmiendo o distraído, podemos
comprender que el accionar de la mujer es claramente defensivo.

Es un error pensar que no puede haber agresiones sin confrontación y no debe


pretenderse que la acción defensiva de la mujer no era necesaria porque ésta podía
recurrir a otros medios para defenderse, como por ejemplo, efectuar denuncias
policiales, solicitar medidas de protección judicial o irse de la casa (Correa Florez, 2016).
No resulta aceptable sostener que una mujer sometida a violencia por su pareja o
expareja se encuentra en una situación de libertad para cortar el vínculo ni se le puede
exigir que abandone el hogar cuando el Estado no le provee alternativas ni respuestas

53 www.cij.gov.ar

118
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

adecuadas (Hopp, 2012). Así, impedirles a las mujeres reaccionar, por medio del castigo
penal, implica condenarlas a ser víctimas de una nueva agresión que puede concluir en
un femicidio. Tampoco parece lógico condenar a la víctima de violencia de género por
defenderse de su agresor. Entonces, si efectuamos una correcta interpretación de los
requisitos de configuración de la legítima defensa es posible, y además adecuado,
aplicarla a aquellos casos de mujeres que matan a sus agresores en momentos en donde
no hay confrontación porque es la única ocasión en la que pueden hacerlo de manera
efectiva (Correa Florez, 2016).

Como veremos más adelante, de las siete sentencias relevadas sobre legítima defensa en
situaciones de no confrontación solo en dos se resolvió de manera favorable a la mujer.
En cambio, en las cinco restantes los jueces esgrimieron que no podía justificarse la
muerte de una persona por una “supuesta violencia de género” que había sucedido días
anteriores al hecho o que se había producido un cese en el comportamiento agresivo del
varón al acostarse en la cama. Es decir, se basaron en la discontinuidad de los maltratos
inferidos, en lugar de realizar un “razonamiento contextual” y analizar todos los detalles
que releven las reales circunstancias que atraviesan las mujeres golpeadas (Di Corleto,
2006).

De estas 32 sentencias, 30 se corresponden a supuestos en los que estaban imputadas


mujeres cis, mientras que en los 2 restantes las personas imputadas fueron trans.

Casos de legítima defensa resueltos por tribunales argentinos

Sentencias
Situación en la que
actúa la víctima
Total Hay legítima defensa No hay legítima defensa

En confrontación 25 17 8

Sin confrontación 7 2 5

Todas las sentencias que se identificaron fueron resumidas de conformidad con los
criterios utilizados en la Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia de la
Defensoría General de la Nación para hacer ese trabajo. Es decir, se incluyen todos los
datos del proceso judicial (autos, fecha, número de causa y, si lo tuviera, de registro), se
lo describe con voces, se relatan los hechos, la decisión adoptada por el tribunal y sus
fundamentos. Además, se ponen a disposición del lector y la lectora los enlaces para que
consulte, si lo desea, las sentencias completas.

Finalmente, cabe aclarar que el relevamiento de jurisprudencia no tiene pretensiones de


exhaustividad. Dadas las limitaciones que tienen las bases de jurisprudencia del Poder
Judicial para identificar las decisiones de todos los tribunales que lo integran, tanto a nivel
federal como a nivel provincial, no se propone reflejar estadísticamente el modo en que
el sistema procesa este tipo de casos. En este sentido, lo que nos interesa –y nos permite
la cantidad de sentencias que identificamos– es analizar los argumentos contenidos en

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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

las decisiones judiciales en las que se resuelve acerca de este tópico. ¿Qué criterios
tienden a prevalecer? ¿De qué modo influye en los jueces y las juezas que las defensas
se realicen sin confrontación? ¿qué tipo de dogmática tiene preponderancia? ¿los fallos
se apoyan en estereotipos de género?

120
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

3. JURISPRUDENCIA

3.1. LEGÍTIMA DEFENSA EN CONFRONTACIÓN: JURISPRUDENCIA FAVORABLE

El relevamiento que realizamos permitió identificar 17 sentencias en las que se debatía


si la persona imputada había actuado amparada por la legítima defensa y los jueces
resolvieron el planteo de modo favorable. La jurisprudencia en cuestión fue emitida entre
los años 2005 y 2020 y, desde el punto de vista geográfico, comprende casos de las
provincias de Chubut, Santa Fe, Jujuy, Mendoza, Buenos Aires, Tucumán, Santiago del
Estero, San Luis, Catamarca y Río Negro.

Legítima defensa en confrontación: jurisprudencia favorable

Nº Tribunal Autos Provincia Fecha

Tribunal de Alzada en lo Penal Santiago del


1 “Lescano” 17/6/2020
Estero

2 Corte Suprema de Justicia de la Nación “RCE” Buenos Aires 29/10/2019

Cámara en lo Penal de la Circunscripción


3 “HC” Chubut 19/9/2018
Judicial Trelew

4 Superior Tribunal de Justicia “NBA” Río Negro 24/4/2018

5 Cámara de Apelaciones en lo Penal “NBA Y ARF” Santa Fe 21/12/2016

6 Juzgado de Control N° 5 “CNM” Jujuy 29/7/2016

7 Suprema Corte de Justicia de Mendoza, Sala II “FC/RECY” Mendoza 23/6/2015

8 Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Azul “MDR” Buenos Aires 24/4/2015

Supremo Tribunal de Justicia de Chubut, Sala


9 “MJM”. Chubut 14/8/2014
en lo Penal

“Rodríguez
10 Cámara Federal de Casación Penal, Sala III Buenos Aires 13/6/2014
Guido”

11 Corte Suprema de Justicia de Tucumán “XXX” Tucumán 28/4/2014

Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Santiago del


12 “NRR” 18/11/2013
Correccional de 2º Nominación Estero

13 Superior Tribunal de Justicia de San Luis “GML” San Luis 28/2/2012

14 Corte Suprema de Justicia de la Nación “Leiva” Catamarca 1/11/2011

15 Superior Tribunal de Justicia de Viedma “RMD” Río Negro 19/4/2011

16 Juzgado de Garantías N° 3 de Mercedes “IPP” Buenos Aires 17/3/2009

17 Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 de Mar del “Bulacio” Buenos Aires 21/5/2005


Plata

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Caso Nº 1

TRIBUNAL DE ALZADA EN LO PENAL DE SANTIAGO DEL ESTERO.


“LESCANO”. CAUSA N° 387/2018. 17/6/2020.
Una mujer sufría violencia de género por parte de su expareja, con quien había tenido
cinco hijos. Debido a los hechos de violencia, tuvo que mudarse a la casa de su familia de
origen. En una oportunidad, la familia había organizado una fiesta. El hombre se dirigió
en bicicleta hacia allí y esperó en la esquina hasta que la mujer se quedó sola. Entonces,
ingresó al domicilio, la tomó del brazo y la llevó a una pieza que estaba en construcción
en la parte delantera de la vivienda. En ese momento, le pidió que tuvieran relaciones
sexuales mientras intentaba bajarle la calza. La mujer se negó y el hombre sacó un
cuchillo de entre sus ropas e intentó agredirla. Forcejearon y la mujer le clavó el arma en
el pecho. El hombre salió a la calle herido y comenzó a arrojarle piedras a la mujer, que
respondió del mismo modo. Posteriormente, cayó al piso y fue trasladado a un hospital,
donde falleció. Por ese hecho, la mujer fue imputada por el delito de homicidio.

En la etapa de juicio oral, la imputada relató lo sucedido y manifestó que no había tenido
intenciones de matarlo. Agregó que tenía miedo por los abusos sexuales y agresiones
físicas que había sufrido con anterioridad. Además, relató que había denunciado algunos
de esos hechos, pero no todos porque no tenía dinero para dirigirse hasta las comisarías.
Por otra parte, la madre y la hermana del varón declararon que la pareja a menudo tenía
peleas, que la mujer lo golpeaba y que una vez lo había herido con un cuchillo en los
testículos. En particular, la hermana relató que el día anterior al hecho la imputada le
había mandado mensajes para pedirle que le llevara una bicicleta. Otro testigo contó que,
momentos antes del hecho, se encontraba con el hombre y que éste había manifestado
“esta noche es ella o yo”, mientras le mostraba un cuchillo. El informe de la autopsia
concluyó que el fallecimiento se había producido por un shock hipovolémico causado por
una herida de arma blanca. Por otro lado, no se constataron lesiones recientes en los
testículos.

El Tribunal Oral condenó a la mujer a la pena de trece años de prisión por el delito de
homicidio calificado por haber mantenido una relación de pareja con la víctima con
circunstancias extraordinarias de atenuación. Contra esa decisión, la defensa interpuso
un recurso de casación. Entre otras cuestiones, planteó que la mujer había actuado en
legítima defensa y que el tribunal había invisibilizado la situación de violencia de género
sufrida por la imputada. A su vez, la fiscalía y la querella se agraviaron por la aplicación
del atenuante.

El Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero hizo lugar a la impugnación de la


defensa y absolvió a la mujer por haber actuado en legítima defensa. Además, rechazó
los recursos interpuestos por el representante del Ministerio Público Fiscal y la querella
(juezas Generoso y Gay de Castellanos y juez Vittar).

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

1. Legítima defensa. Tipicidad.

“La legítima defensa, como causal de justificación prevista en la ley penal, bajo ciertas y
determinadas circunstancias, excluye la responsabilidad penal, con fundamentos –para
la doctrina mayoritaria y moderna– en la máxima de que el derecho no necesita ceder
ante lo ilícito. Es decir, que no sólo otorga un derecho de defensa, sino también una
facultad de ratificar el orden jurídico, procediendo el agredido, de manera equivalente a
como lo habría hecho el Estado en defensa de los bienes jurídicos amenazados, tal es la
ratio legis. Estos preceptos normativos se llaman causas de justificación o ilicitud, dentro
de la teoría del delito integran el juicio de antijuricidad para establecer la ilicitud del
comportamiento, es decir para determinar cuándo la realización del tipo no está
especialmente autorizada por la ley.

La cuestión de la antijuricidad, no es otra cosa que saber si la realización del tipo está o
no amparada por una causa de justificación. Juzgar su existencia requiere de un análisis
de todas y cada una de las exigencias legales a la luz de las circunstancias que rodearon
al hecho, anteriores y concomitantes, de conformidad a las pruebas. [L]a selección de
pruebas, autorizada por el ordenamiento jurídico, sólo torna arbitraria la sentencia si las
mismas no han sido valoradas a la luz de las reglas de la sana crítica racional. En síntesis,
el juez es soberano en la selección de la prueba, sin perjuicio de la facultad de las partes
de acudir a su revisión, en procura de subsanar el error en su valoración, tal como parece
haber ocurrido en el caso que nos convoca…”.

A partir de lo expuesto y de conformidad de la exigencia legal prevista en el Art. 34 inc. 6


del Código Penal, la Legítima Defensa propia, quiere como elementos objetivos la
existencia de: 1). AGRESIÓN ILEGÍTIMA; 2). LA NECESIDAD RACIONAL DEL MEDIO
EMPLEADO PARA IMPEDIR O REPRIMIR dicha agresión; 3) LA FALTA DE PROVOCACIÓN
SUFICIENTE POR PARTE DEL QUE SE DEFIENDE. Asimismo, requiere como elementos
subjetivos que el autor ACTÚE CON VOLUNTAD DE DEFENSA. […] Dichos elementos han
de presentarse en un solo acto íntimamente unidos, ello en razón de que, como ya se ha
dicho, la legítima defensa es el auto auxilio que el Estado autoriza a realizar para resolver
situaciones concretas de peligro viéndose impedido de acudir al auxilio de la fuerza
pública. Es por ello que esta conducta penalmente permisiva y por tanto lícita debe
producirse dentro de los estrictos límites que fija la ley”.

2. Legítima defensa. Violencia de género. Estereotipos de género. Convención sobre la


Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer. Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra La Mujer
(Convención De Belém Do Pará).

“[L]a estrategia fiscal querellante de sostener que entre la víctima y la imputada


existieron violencias mutuas o cruzadas [es] una suerte de contraofensiva que no puede
pasarse por alto. Existe el riesgo de emitir resoluciones injustas si se entiende que la
violencia machista es una violencia neutra obviando su base: la existencia de una relación
de poder. En efecto, la violencia de género es una problemática que presenta un carácter
multidimensional estructural y que, tal como el ejercicio del poder, nunca es
unidireccional, sino relacional, se entrelaza, funciona en red, y necesita de otro/a que la

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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

tensione. Este tipo de violencia presupone, por lo general, posiciones diferenciadas,


asimétricas y desiguales de poder, y trasciende el ámbito privado para convertirse en una
cuestión de interés público. […] Dicho contexto no puede estar soslayado por el sistema
de justicia, cuando el Estado Argentino ha suscrito tratados internacionales que tienen
como objetivo prevenir y erradicar la violencia de género en todos, entre ellos, la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
–CEDAW– [...] y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia Contra la Mujer –Belem do Pará– [...]; y cuando ha dictado la Ley Nacional
26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las
Mujeres en los Ámbitos en que se Desarrollen sus Relaciones Interpersonales, que se
encuentra en plena armonía con los convenios internacionales [...].

Es a partir de ese basamento que corresponde observar en el caso concreto, si las


lesiones se encuentran acreditadas, si fueron desproporcionales, si alguna de las partes
ha empleado armas, si existen antecedentes de denuncia, y cualquier otro dato que
permita el tribunal afirmar que existieron o no actos de violencia ilegítima, o bien si se
trató de una respuesta defensiva extrema ante una pauta de agresión continuada. […]
Para ello también hay que despojarse del estereotipo de la mujer-víctima –la buena
víctima–, sumisa que, impotente, recepta la violencia y no responde activamente al
maltrato, y entender que es imposible también mantener una 'resistencia violenta' ante
el uso sistémico de la violencia, sin por ello dejar de ser víctima y convertirse en
victimaria”.

3. Violencia de género. Estereotipos de género. Prueba. Apreciación de la prueba.


Informes. Testimonios.

“En el caso que nos ocupa, los antecedentes antes descriptos resultan más que
suficientes para tener por cierto el contexto de violencia de género en que se encontraba
inserta la imputada y su entorno familiar. Atendiendo a las constancias obrantes en autos,
se observa [...] un pedido de detención de la víctima, [...] por el s.d. de Abuso sexual con
acceso carnal e.p. de la Sra. Lescano [...]. Respecto de dicha denuncia de abuso [...] corre
agregado el informe médico forense que acredita las lesiones sufridas. Del relato del
hecho surge que dicho abuso se habría perpetrado mientras la Sra. Lescano dormía y en
presencia de su hijo menor. Asimismo, [...] obra plantilla de antecedentes de Ibáñez,
quién registra denuncias por los supuestos delitos de Homicidio en grado de tentativa,
lesiones y resistencia a la autoridad también en perjuicio de Lescano [...] y por el supuesto
delito de lesiones en perjuicio de la hoy imputada [...]. A dichas constancias se suman los
diversos testimonios rendidos en este proceso que dan cuenta de la situación de violencia
que sufría la encartada, y que fuera corroborada por los antecedentes descriptos,
situación que incluso la obligó a trasladarse a vivir al domicilio en donde finalmente
acaeció el hecho motivo de esta causa. […] El fallo puesto en crisis, haciendo propia la
teoría sostenida por la fiscalía y la querella, afirma la existencia de un estado de violencia
mutua, con apoyo en prueba testimonial de la madre y la hermana de Ibáñez. Sin
embargo, ello en modo alguno se corrobora con prueba científica, pues del informe de la
autopsia realizada no surgen las mentadas lesiones en los testículos, observándose sólo
una lesión de antigua data que no puede ser atribuida a Lescano, pues no coincide con la
descripción efectuada por los familiares directos de Ibáñez.

124
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Por lo expuesto, y entendiendo que efectivamente existió un contexto de violencia de


género, debiendo así considerarse por este Tribunal por encontrarse acreditados sus
extremos, estamos ante un proceso que debe reconocer la desigualdad existente –
diferente de otros procesos– entre víctima y victimario”.

4. Legítima defensa. Violencia de género.

“[C]abe recordar que el otro de los fundamentos de la causal de justificación se encuentra


en el principio de ocasionamiento por parte de la víctima de la intervención, pues el
motivo para la justificación reside en que la víctima tiene que responder por las
consecuencias de su accionar y debe asumir el costo de que el defensor se comporte tal
como lo ha hecho, y por tal motivo los roles se invierten, pues la víctima fue en principio
el victimario –en tanto responde por el acontecer del hecho en respuesta a su agresión.
[…] Ante la inversión de roles, resultan aplicables los mismos principios y reglas cuando
la imputada es una mujer. Lo que el juzgador hace en definitiva es juzgar la conducta de
la víctima y su responsabilidad en el acometimiento, formando así un derecho que se
acerque de forma más eficiente a la realidad, que visibilice las relaciones de poder y que
finalmente se aparte de la ficción de igualdad entre las partes”.

5. Legítima defensa. Violencia de género. Prueba. Testigo único. Carga de la prueba.


In dubio pro reo.

“[E]n cuanto a los medios probatorios y su valoración, en este tipo de procesos es


fundamental evaluar la entidad del testigo único, mucho más aún cuando, como en el
caso, se trata de la misma imputada, cuya declaración indagatoria es su principal medio
de defensa. Por lo tanto, corre por cuenta del órgano acusador la carga de la prueba.
Dicha evaluación de medios probatorios debe realizarse mediante la evacuación de citas
del imputado, entre otras. Más aún en casos reveladores de violencia de género donde
[no se puede] perder de vista los deberes asumidos por el Estado Argentino, de los que
el Poder Judicial no puede mantenerse ajeno debiendo allanar el camino a una justicia
con perspectiva de género, so pena de incurrir en violencia institucional. […] La relación
de poder y desigualdad entre víctima y victimario, la violencia institucional ejercida hacia
las mujeres víctimas de violencia de género y la necesidad de garantizar el derecho de
acceso a la justicia conllevan a que exista una nueva valoración en la prueba en estos
procesos, pues la víctima de violencia se encuentra en un estado de natural
vulnerabilidad contextual, no debiendo separar las conductas típicas de las circunstancias
contextuales que les preceden, rodean y las definen…”.

6. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Prueba. Apreciación de la prueba.

“No ha sido punto de controversia entre las partes que fue la víctima quien concurrió al
domicilio de la imputada llevando consigo un arma blanca con la intención de mantener
relaciones sexuales con ella, lo que se condice con los dichos de la imputada, quien refiere
que con el cuchillo la llevó a la fuerza una pieza en construcción ubicada en la parte de
adelante de la vivienda [...]. El propio Ministerio Fiscal relata que se produjo una discusión
entre ellos, disputa que habría estado motivada por la negativa y posterior resistencia de
la imputada a mantener relaciones sexuales con [el hombre]. [...] Tampoco ha sido motivo

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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa

de debate que dicha visita se realizó luego de que culminara una reunión familiar, donde
la víctima quedó sola mientras quienes vivían en la casa con ella en que se encontraban
entregados al descanso [...]. Por lo expuesto puede afirmarse que la víctima estuvo
controlando los movimientos de la familia desde la esquina y que concurrió al domicilio
luego de que se retiraran todos, premeditando así su ingreso en momentos en que [la
acusada] se encontraba sola. Ello corrobora la declaración de la [imputada] y, en
consecuencia, la concurrencia del primer requisito –Agresión Ilegítima– con su presencia
en el domicilio de la imputada aportando un arma blanca aprovechándose que se
encontraba sola, exigiéndole tener sexo. De este modo no solo puso en peligro inminente
su integridad sexual sino también su integridad física y hasta su propia vida, máxime aún
con los antecedentes de violencia acreditados en autos. A ello se suma, como una
contundente prueba, el testimonio [del amigo de la víctima] producido durante la
investigación penal preparatoria y reiterado en el debate, que era la persona con quién
se encontraba la víctima momentos antes del hecho, y a quien le habría manifestado 'esta
noche es ella o yo', mostrándole un cuchillo y dando cuenta de que su actuar fue
premeditado.

Más allá de que la violencia de género supone una agresión ilegítima constante conforme
lo prevé la convención de Belem do Pará, [...] la conducta [del hombre] configura per se
y sin lugar a dudas una agresión ilegítima, poniendo en peligro bienes jurídicos que
colocan a la víctima en estado de necesidad de defenderse, lo que habilita la misma ley
ante la imposibilidad de acudir a la fuerza pública, necesidad de defensa que persiste
mientras se encuentra latente el peligro”.

7. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.

“Frente al estado de necesidad la ley autoriza a la persona en riesgo a defenderse


mediante el medio que tenga su alcance y cuya racionalidad debe ser juzgada de acuerdo
a las circunstancias de cada caso. Dicho medio deberá ser el único camino a eficaz para
neutralizar la agresión ilegítima, siempre escogiendo el menos lesivo y eficaz, en caso de
que existan otras posibilidades o alternativas. El medio debe ser idóneo y el acto eficaz.
En este aspecto, el concepto de eficacia del medio importa no sólo que resulte eficiente
para neutralizar el ataque, sino también que no exponga riesgos de lesiones de bienes
jurídicos a quien se defiende de la agresión ilegítima, ya que si aparece otra alternativa
pero dicho medio expone al agredido sufrir riesgos, no puede exigírsele que use dicha vía
por resultar irracional e injusta.

En primer lugar, el medio empleado ha sido el mismo con el cual el agresor (víctima) ha
concurrido premeditadamente con intención de arremeter contra la […] (imputada) [...].
El modo en que la imputada empleó el cuchillo en defensa de la agresión injusta no luce
desproporcionado ni racional especialmente si se tiene en cuenta el marco en que ha
proferido la herida que luego resultare mortal. [E]l medio elegido y el modo en que fuera
empleado por la encartada resultan racionales y proporcionales conforme las
circunstancias que rodearon el hecho, pues se trataba del único medio con que contaba
–el arma que portaba la víctima agresor– y ya que la herida fue producida en el mismo
acto del ataque, conforme sostuvo la imputada lo que no fue controvertido por la
acusación, quien precisamente afirmó como teoría del caso que ante la negativa de

126
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Lescano a ser sometida sexualmente, en defensa de la agresión, intentó quitarle el arma


y en el forcejeo se produjo la lesión que luego provocó la muerte que ocasiona este
proceso".

8. Legítima defensa. Falta de provocación.

"[L]a voz acusadora, pretende justificar la presencia de la víctima en la casa de la


encartada por un mensaje que, supuestamente, esta le habría enviado para que le traiga
la bicicleta. Independientemente de que no existe constancia alguna que haga prueba
directa de los mentados mensajes de texto, ciertamente ello, no puede constituir una
conducta provocadora y mucho menos suficiente. En el supuesto e hipotético caso de
que dichos mensajes hubieran existido, ello no constituye provocación suficiente para
ocasionar la concurrencia [del hombre] con un arma blanca en mano, menos aún,
resultaría provocación suficiente para que éste intentara tomarla por la fuerza lesionando
su integridad sexual y en caso de negativa, su integridad física”.

“Ahora bien, con relación al elemento subjetivo, esto es que el autor actúe con voluntad
de defensa, no cabe duda alguna que la intención de la imputada no ha trascendido de
la voluntad de defensa, pues ello se extrae los elementos objetivos que analizamos in
extenso y que han de presentarse en un solo acto íntimamente unidos tal como se ha
dado, de hecho, en autos...".

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Caso Nº 2

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. “RCE”. CAUSA N° 733/2018.


29/10/2019.
Una mujer vivía con su expareja y sus tres hijos y sufría violencia de género del hombre
de forma regular. En una oportunidad, la empujó y golpeó y la llevó hasta la cocina, donde
ella tomó un cuchillo y lo hirió en el abdomen. Luego, huyó del domicilio. Por ese hecho,
fue imputada por el delito de lesiones graves. En el informe médico se dejó constancia
de que la mujer poseía hematomas y dolores en el abdomen y en las piernas y que tenía
dolor en el rostro. En su declaración indagatoria, explicó que había pensado que el
hombre la iba a matar porque “le pegaba y le pegaba” y que solo había dado “un
manotazo” para defenderse. Por su parte, el hombre prestó declaración testimonial y
negó haber agredido a la mujer.

El Tribunal Oral condenó a la imputada a la pena de dos años de prisión en suspenso. Para
decidir de ese modo, consideró que su declaración no resultaba verosímil ya que, si bien
había indicado haber sufrido golpes en la cabeza, no se habían constatado hematomas
en su cara. En tal sentido, concluyó que el hecho se había tratado de una "agresión
recíproca" y negó que hubiese constituido un caso de violencia de género. Contra esa
sentencia, la defensa interpuso un recurso de casación. En particular, señaló que su
asistida había actuado en legítima defensa y que las lesiones previas acreditaban la
ventaja física del hombre sobre su asistida y fundamentaban el temor por su integridad.
En esa línea, refirió que la mujer había utilizado el único medio que tenía a su alcance
para defenderse. La fiscalía dictaminó en favor del planteo.

El Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires rechazó la impugnación.


Entonces, la defensa interpuso recursos de inaplicabilidad de la ley y de nulidad por
entender que la resolución resultaba arbitraria y carecía de fundamentación. La Suprema
Corte de Justicia de la provincia desestimó las presentaciones. En relación con el recurso
de inaplicabilidad, consideró que no cumplía con los requisitos establecidos por el Código
Procesal Penal provincial y que la arbitrariedad alegada no había sido planteada de forma
adecuada. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso extraordinario federal.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, declaró procedente la


impugnación y dejó sin efecto la sentencia apelada (ministra Highton de Nolasco y
ministros Rosatti, Lorenzetti y Maqueda). Para decidir de ese modo, se remitió al
dictamen de la Procuración General de la Nación. El ministro Rosenkrantz, por su voto,
resolvió del mismo modo y se remitió al precedente ‘Di Mascio’ de la CSJN.

1. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Versiones contrapuestas.


Apreciación de la prueba. In dubio pro reo. Protección integral de la mujer. Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(Convención Belem do Pará).
“El tribunal sostuvo que la falta de concordancia entre la entidad de la golpiza y las
lesiones corroboradas, restaban credibilidad a los [dichos] de R ya que dijo que sufrió
‘piñas en la cabeza’ pero no refirió dolor ni se constataron hematomas en el rostro. [L]a

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

valoración es arbitraria. No ha sido objeto de controversia que en 2010 R denunció a S


por haberla golpeado y que se fue de su casa. La testigo G M declaró que la vio golpeada
dos veces, la primera –precisamente– cuando abandonó el hogar y se fue a la casa de su
hermano; incluso S reconoció que se fue y luego regresó. Dado que R entonces no instó
la acción penal por el delito de lesiones leves (art. 72, inc. 2°, del Código Penal), no se
inició el proceso correspondiente.
Sin perjuicio de ello, cabe poner de resalto que la Ley de Protección Integral de las
Mujeres n° 26.485 –que se aplica en todo el país, excepto las disposiciones 9 procesales
que se indican– en su artículo 4° define a la violencia contra las mujeres como la acción
u omisión, que de manera directa o indirecta, en el ámbito público o privado, basada en
una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, o su seguridad personal. En lo que aquí
interesa, abarca a la violencia doméstica que es la ejercida por un integrante del grupo
familiar, originado en el parentesco por consanguinidad o afinidad, el matrimonio, las
uniones de hecho y las parejas o noviazgos, esté o no vigente la relación y haya o no
convivencia (art. 4°). La ley garantiza todos los derechos reconocidos, entre otras normas,
por la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra
la Mujer (Convención Belem do Pará), a la integridad física y psicológica; a recibir
información y asesoramiento adecuado; a gozar de medidas integrales de asistencia,
protección y seguridad, entre otros (art. 3°) y establece que los tres poderes del Estado,
nacional o provincial, adoptarán las medidas necesarias, entre otras, la asistencia en
forma integral y oportuna de las mujeres que padecen cualquier tipo de violencia,
asegurándoles el acceso gratuito, rápido, transparente y eficaz en servicios creados a tal
fin (art. 7°). La falta de instancia de la acción penal no exceptúa el cumplimiento de
obligaciones como las referidas, las cuales fueron soslayadas respecto de R; en ese orden
cabe recordar que el artículo 7°, inciso b), de la citada Convención establece que es deber
de los Estados Partes actuar con la debida diligencia no sólo para investigar y sancionar
la violencia contra la mujer, sino también para prevenirla.
Por otra parte, en su artículo 16, inciso i), la ley 26.485 dispone que, en cualquier
procedimiento judicial o administrativo, además de los ya reconocidos, se le garantizará
a la mujer el derecho a la amplitud probatoria para acreditar los hechos denunciados,
teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las que se desarrollan los actos de
violencia y quiénes son sus naturales testigos. En sentido concordante, el Comité de
Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belem do Pará (MESECVI o
CEVI), responsable del análisis y evaluación del proceso de implementación de la
Convención en los Estados Parte ha recomendado, en el marco de la alegación de legítima
defensa en un contexto de violencia contra la mujer, la adopción de los estándares que
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha desarrollado para otro grupo de casos,
en lo que aquí interesa, entender que la declaración de la víctima es crucial, y que la
ausencia de evidencia médica no disminuye la veracidad de los hechos denunciados y
tampoco la falta de señales físicas implica que no se ha producido la violencia
[Recomendación General del Comité de Expertas del MESECVI Nº1 sobre Legítima
Defensa y Violencia contra las Mujeres]…”.
“[D]eviene arbitraria la valoración del tribunal, como así también la que en igual sentido
implica el criterio de las instancias revisoras, toda vez que restó credibilidad a los dichos

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Ministerio Público de la Defensa

de [la imputada] porque dijo que sufrió ‘piñas en la cabeza’ pero no manifestó dolor ni se
constataron hematomas en el rostro. Sin perjuicio de ello, lo cierto es que […] en el
informe médico se dejó constancia de hematomas en el abdomen y en las piernas, con
dolor espontáneo y a la palpación, y que refirió dolor en el rostro, es decir que los golpes
fueron corroborados”.
“[M]ás aún en virtud de las normas específicas que rigen para los casos de violencia
contra las mujeres, frente a las versiones opuestas de [la mujer y el hombre] sobre lo
sucedido, el tribunal no podía descartar con certeza la causa de justificación alegada. Es
oportuno recordar al respecto que en el precedente de Fallos: 339:1493, V.E. sostuvo
que frente a hipótesis de hechos contrapuestas, en el derecho procesal penal el in dubio
pro reo y la prohibición de non liquet le imponen al juez inclinarse por la alternativa fáctica
que resulta más favorable al imputado. Ello es así, sin perjuicio de los aludidos elementos
de convicción que favorecen la alegación de la defensa, como la valoración de los que a
continuación se referirán en igual sentido”.
“Más allá de que no es unánime en la doctrina la exigencia de elementos subjetivos
conforme a la cual quien no sepa que se defiende no podría actuar en forma justificada,
lo cierto es que –en las condiciones del sub judice– es razonable considerar que ese
aspecto se presentaba ante los dichos de [la imputada] en cuanto a que ‘esta vez me
defendí porque pensé que me iba a matar […]’. [L]a valoración de los hechos o
circunstancias fácticas alcanzadas por el in dubio pro reo incluye también los elementos
subjetivos del tipo penal y que la falta de certeza también debe computarse a favor del
imputado…”.
“[E]n el documento del Comité de Seguimiento de la Convención Belem do Pará (CEVI)
[…], se recomendó incorporar un análisis contextual que permita comprender que la
reacción de las víctimas de violencia de género no puede ser medida con los estándares
utilizados para la legítima defensa en otro tipo de casos, en tanto la violencia contra la
mujer tiene características específicas que deben permear en el razonamiento judicial.
Se expuso allí que la persistencia de los estereotipos y la falta de aplicación de la
perspectiva de género, podría llevar a valorar de manera inadecuada el
comportamiento”.
2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima.
“Para la procedencia de la legítima defensa, el artículo 34, inciso 6°, del Código Penal
exige la concurrencia de: a) agresión ilegítima, entendida como la amenaza de lesión o
puesta en peligro de bienes protegidos, que está en curso o es inminente y es
emprendida sin derecho. En el documento referido, se señala que la violencia basada en
el género es una agresión ilegítima definida por la Convención y que la inminencia debe
ser considerada desde una perspectiva de género. Se sostiene que en las uniones de
hecho o derecho, la violencia de género no debe concebirse como hechos aislados sino
en su intrínseco carácter continuo, porque en forma permanente se merman derechos
como la integridad física o psíquica. La inminencia permanente de la agresión, en
contextos de violencia contra la mujer, se caracteriza por la continuidad de la violencia –
puede suceder en cualquier momento y ser detonada por cualquier circunstancia– y su
carácter cíclico –si fue maltratada, posiblemente vuelva a serlo–. En el sub lite, [el
hombre], quien ya había sido denunciado por [la imputada] por lesiones leves, a raíz de

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

una discusión originada por la falta de saludo, comenzó a golpearla, agresión que cesó
cuando ella lo hirió con la cuchilla en el abdomen”.
3. Violencia de género. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.
“El requisito b) del citado artículo 34, esto es, la necesidad racional del medio empleado,
exige que se verifique una situación de necesidad de defensa y que el medio empleado
sea racionalmente adecuado (necesario) para impedir o repeler la agresión y conlleva
una cierta proporción entre la agresión y el medio empleado y entre el daño que se evita
y causa. El principio de menor lesividad no obliga a usar medios de dudosa eficacia. El
aludido documento del CEVI señala que este requisito también se debe evaluar desde la
perspectiva de género, que implica considerar el contexto en que se da la agresión y la
respuesta. No requiere la proporcionalidad entre la agresión y la respuesta defensiva
porque existe una relación entre la proporcionalidad y la continuidad de la violencia. Se
sostiene allí que la aparente desproporción entre la agresión y respuesta puede obedecer
al miedo de la mujer a las consecuencias por una defensa ineficaz y se subraya que existe
una relación entre la defensa empleada y los medios con que las mujeres disponen para
defenderse. No se requiere la proporcionalidad del medio, sino la falta de desproporción
inusual entre la agresión y la defensa en cuanto a la lesión. Cabe recordar que en el sub
examine R declaró que tomó el cuchillo que estaba sobre la mesada porque […] ‘me
defendí porque pensé que me iba a matar, porque me pegaba y me pegaba y ‘sólo le
pegué un manotazo’, y que fueron constatadas diversas lesiones en su cuerpo por la
médica que la examinó. Tales circunstancias debieron ser consideradas por los jueces de
la causa en tanto se ajustan razonablemente a las exigencias contenidas en el requisito
b) antes expuestas”.
4. Violencia de género. Legítima defensa. Falta de provocación.
“[E]l punto c) de aquella norma penal, exige la falta de provocación suficiente por parte
del que se defiende. Se entiende que es suficiente la que resulta idónea para provocar la
agresión, aunque se trata de un concepto relativo, que debe referenciarse al caso
concreto; y, en ese sentido la falta de saludo y posterior discusión, no lucen idóneas para
provocar una golpiza. Para el CEVI interpretar que cualquier comportamiento anterior a
la agresión es una ‘provocación’ constituye un estereotipo de género”.

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Caso Nº 3

CÁMARA EN LO PENAL DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL TRELEW. “HC”.


CAUSA N° 56280. 19/9/2018.
Una mujer vivía con sus dos hijos y su pareja y sufría violencia de género. Ambos habían
decidido separarse. La mujer preparó las pertenencias del varón para que se las llevara y,
cuando él arribó a la casa discutieron. En un momento, la empujó sobre la cama y la
amenazó con golpearla. Entonces, la mujer lo hirió con un cuchillo. El hombre falleció en
el momento. En la etapa de juicio oral, los hijos de la imputada hicieron mención a una
atmósfera de convivencia violenta y contaron que el varón le había pegado e insultado a
la mujer en varias oportunidades. Otras dos testigos refirieron que la imputada les había
contado recibía golpes e insultos por parte de su pareja. Por otro lado, una psiquiatra,
una psicóloga y una trabajadora social elaboraron informes que concluyeron que el
vínculo de la pareja era asimétrico, de control patriarcal, con roles estereotipados y que
se advertía una situación de sumisión de la mujer respecto del hombre. Por ese hecho, la
mujer fue condenada a la pena de ocho años de prisión por el delito de homicidio. Para
resolver de esa manera, el Tribunal Oral sostuvo que la mujer había reaccionado frente a
una “simple sospecha” de que iba a ser agredida. Contra esa decisión, la defensa
interpuso un recurso de casación. Entre otras cuestiones, planteó que su asistida había
actuado en legítima defensa.

La Cámara en lo Penal de la Circunscripción Judicial Trelew, por mayoría, modificó la


calificación legal impuesta por la de homicidio bajo un estado de emoción violenta y envió
las actuaciones al tribunal de origen para que dictara una nueva pena. Contra esa
decisión, la representante del Ministerio Público Fiscal interpuso un recurso
extraordinario local solo en cuanto a la modificación de la calificación legal. La Sala Penal
del Superior Tribunal de Justicia de Chubut hizo lugar a la impugnación, revocó la
sentencia recurrida y ordenó el reenvío de las actuaciones a la Cámara. En la audiencia
de impugnación la defensa observó que el pronunciamiento denotaba una sesgada
apreciación de la prueba sin perspectiva de género y una inversión de la carga probatoria,
en particular porque no había evaluado las declaraciones de los hijos de la imputada.

La Cámara en lo Penal de la Circunscripción Judicial Trelew hizo lugar a la impugnación y


absolvió a la imputada (jueces Pitcovsky y Lucchelli y jueza Trincheri).

1. Legítima defensa. Violencia de género. Prueba. Prueba testimonial. Informes.


Apreciación de la prueba.

“Cabe destacar que al no evaluar los Jueces en su sentencia las declaraciones de los hijos
de la imputada, el análisis y contenido de la misma se encuentra inevitablemente
sesgado, cuestión que sin dudas se ha reflejado en sus conclusiones.

Esta evidente fragmentación en la ponderación de la prueba, junto a un examen diferente


que he de efectuar sobre la situación de violencia que ha vivido la mujer inculpada,
provocará un desenlace distinto al que arribaron los Magistrados. Es decir, para
determinar si nos encontramos ante un caso de legítima defensa en los términos del

132
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

artículo 34 inc. 6to. del Código Penal –según el planteo de la Defensa–, debe
necesariamente recorrerse el espacio de acaecimiento del hecho fatal, y también todas
las expresiones que reflejen acabadamente en qué contexto ocurrió el suceso, ya sea en
tiempo presente, como la incidencia del pasado sobre este”.

“El hijo mayor […] apoya la posición de la Defensa mostrando un escenario violento,
previo a que la imputada le pegara las puñaladas a H. [L]a hija menor, hizo mención
también de una atmósfera de convivencia violenta, observando que varias veces éste le
pegaba a su madre, además de insultarla.

Participaron en la investigación del caso profesionales de la psiquiatría (Dr. L.), de la


psicología (Lic. C.) y trabajadora social (Lic. B.). Todos han sido contestes en determinar
una vida de pareja macerada con malos tratos, insultos y amenazas.

Respecto a este asunto, de malos tratos de H. contra A., prestaron declaración la cuñada
de la imputada, Sra. C. L. y M. C., compañera de culto, quienes refirieron haber escuchado
de la inculpada, antes del hecho fatal, que recibía golpes e insultos por parte de su
pareja”.

2. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Violencia de género. Estereotipos de género.


Protección integral de la mujer.

“[L]o acaecido el día del suceso no debe tomarse en forma aislada, pues sin duda han
concurrido circunstancias previas que colocaron a A. en una situación si bien no
infrecuente, sí con características no ordinarias ante lo inusitado de la situación. Por un
lado el alejamiento de la casa, y por el otro lado la embestida con amenazas e insultos
hacia ella, en ese belicoso contexto de vida en pareja, trama que germinó, se desarrolló
y culminó del modo conocido.

Es sabido que la violencia de género es violencia contra la mujer, presuponiendo además


un espacio temporo –ambiental específico de comisión y una determinada relación entre
la víctima y victimario. En este caso, los Jueces, sin perjuicio de haber efectuado un
recuento de la vida de la pareja, apreciando los testimonios antes referidos y los informes
de las licenciadas C. y B., no lo evaluaron como relevante, por el contrario, determinaron
que los mismos no se dieron en un contexto de violencia de género como lo pretende el
Defensor. [R]efirieron […] que lo importante en estos casos es el vínculo que une a la
víctima con el agresor en el ámbito intrafamiliar, que se debe inscribir como asimétrico,
de control patriarcal y con roles estereotipados, subrayándose que en el caso en
particular la víctima trabajaba en el campo y que regresaba cada quince días al hogar, por
lo que no se advierte, en consecuencia, una situación de sumisión de A. respecto de H.

Sin embargo, y entiendo un contrasentido, también destacan que no se puede descartar


que durante la relación entre estos hayan existido, discusiones, peleas e insultos
agraviantes en contra de la encartada, tal como surge de diversos testimonios.

[L]a evaluación que hacen sobre este tópico los Jueces, estuvo direccionada en desechar
que hubo en el hecho en sí, violencia contra A. en un contexto de violencia de género,
como si se tratara de una conducta delictual agravada por parte de H.; cuando en realidad

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Ministerio Público de la Defensa

en el caso en juzgamiento, por el contrario, debe analizarse esta perspectiva de género a


favor de la imputada A., y no en su contra.

Es decir, si A., mujer, invoca –en palabras del Defensor–, que el suceso fue de alguna
manera el colofón de un año de vida en pareja sumergida en más de una oportunidad en
hechos violentos física y psíquicamente, casi sin solución de continuidad, situaciones que
fueron corroboradas por los dichos de su padre y de sus hijos –que se agrava el día del
hecho–, tal violencia ocurrida durante la vida en pareja debe ser incorporada dentro de
un contexto de violencia de género, la que debe beneficiar al tiempo de la resolución del
conflicto, sin dudas a la mujer – A.–.

Debe subrayarse que la nueva formulación penal tiene, entre sus aspectos relevantes,
una hiperprotección de la mujer, con exclusión del varón. Ese es el concepto normativo
del cual los magistrados no se pueden apartar, pues así está previsto en la Ley 26.485 de
Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres
en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales. En su artículo 4° se
define a la violencia contra la mujer como toda conducta, acción u omisión, que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado basada en una
relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.

Es conocido también, que el beneficio de la duda a favor del imputado no sólo se debe
aplicar cuando de materialidad delictiva se trata, o de su participación en un hecho o de
encuadrar el suceso en un tipo penal, sino también cuando se discute en un caso la
posible aplicación de una causal de justificación, como ocurre en el presente”.

3. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación. Violencia de género. Prueba. Apreciación de la prueba. Arbitrariedad.
In dubio pro reo.

“[R]esulta ciertamente contradictorio señalar –pues así se expresó en la sentencia– que


la imputada actuó en la ocasión fundada en una ‘simple sospecha’, al decir de los tres
Jueces, cuando también se indicó que en el interior de la habitación N° 3, donde se
encontraban la imputada y H., es el sitio donde comienza la agresión y discusión entre
ambos.

Es decir, si hubo una embestida –arrojándola a un colchón–, una discusión entre ambos,
con amenazas e insultos, escenario claramente probado –y no desechado por los
Magistrados–, a renglón seguido no se puede expresar que A. obró en la ocasión por una
simple sospecha de que podía ser agredida. [E]n la ocasión A. se defendió repeliendo una
agresión ilegítima, por parte de H., conducta que ya fuera evaluada como sucedida
dentro de un contexto claro de violencia de género”.

“[L]a utilización del cuchillo ante el embate de una persona de sexo masculino, en una
pequeña habitación, único elemento que tenía a su alcance, fue el racionalmente
adecuado, tal como lo prevé la norma para completar la legitimidad del accionar de A.”.

134
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

“En definitiva, tal como manda el sistema procesal en el control de la sentencia de


condena apreciando la totalidad de la prueba ventilada en el debate y analizada en la
sentencia, atendiendo la dinámica de los hechos y las propias expresiones vertidas por la
imputada y sus hijos, las licenciadas C. y B. y los testimonios de C. L. y M. C., se advierte,
si no con certeza negativa, sí con una duda más que razonable, que el caso proponía un
análisis distinto a la solución adoptada, pues se debió aceptar que M. A. A. obró en el
hecho repeliendo una agresión ilegítima no provocada en el interior de su domicilio,
conforme los parámetros establecidos en el artículo 34 inc. 6to. del CP., por lo que se
debe revocar la sentencia venida en impugnación y absolverse a la misma del delito de
homicidio simple (Art. 79 del CP) que se le reprocha, debiendo cesar en forma inmediata
toda medida de coerción que exista contra la imputada a la fecha”.

4. Violencia de género. Prueba. Apreciación de la prueba.

“La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer […] define a la


violencia contra la mujer como todo acto basado en la pertenencia al sexo femenino que
tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual psicológico para
la mujer, su privación ilegal de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como
en la privada. […] Por su parte, sobre este asunto la doctrina deslinda tres clases de
violencia: violencia sobre la mujer, doméstica y de género, siendo éste último el más
amplio posible…”.

“Yendo al caso particular, está acreditado que el occiso durante la relación con la
imputada pretendió someterla en numerosas oportunidades, aislándola, impidiéndole
concurrir a lugares, o manejar tecnología que la permitiera estar comunicada, todo lo
que constituye […] violencia psicológica”.

“Al mismo tiempo, también está demostrado que tales circunstancias resultaban ser algo
habitual, existiendo además fuertes indicios que la imputada habría recibido incluso
golpes por parte de la víctima, con el fin de someterla…”.

5. Legítima defensa. Violencia de género. Prueba. Carga de la prueba. Apreciación de


la prueba. Arbitrariedad. Principio de inocencia. In dubio pro reo.

“[P]artiendo del Estado de inocencia del que gozamos todos los habitantes de esta
Nación, debemos interpretar que corresponde al Ministerio Público Fiscal y no al
imputado –en este caso la Sra. M. A. A.– destruir el mismo. Esto implica que es el titular
de la acción pública quien debe probar por qué no existió la legítima defensa alegada –
conforme el art. 34 inc 6 del CP–, dado que de otro modo, si el Fiscal no logra acreditarlo,
la duda siempre beneficia a la imputada.

No puede descartarse, conforme la prueba ventilada en debate, que la imputada haya


sido, en el momento previo al hecho, centro de una agresión por parte de H. Si bien esta
circunstancia no pudo ser acreditada, tampoco pudo ser descartada, existiendo indicios
al respecto –como una discusión y amenaza de pegarle una ‘piña’, que relató el hijo de
A.

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Ministerio Público de la Defensa

La inminencia del ataque debe ser ponderado con un criterio más favorecedor hacia la
imputada, puesto que si partimos del contexto de violencia contra la mujer, la agresión
habitual y cíclica siempre se encuentra presente de manera latente e inminente,
conociendo la Sra. A. qué podía suceder en caso de no defenderse. Ahora bien, la
utilización del cuchillo –en el contexto planteado– resulta ser racional debido a la desigual
condición física entre la víctima y victimario, no surgiendo como posibilidad de qué forma
podría haberse resguardado que no sea con el mismo.

Ahora bien, esto se ve reforzado por el principio ‘in dubio pro reo’ antes explicado, el cual
rellena cualquier vacío interpretativo en cuanto a qué ocurrió verdaderamente en ese
cuarto, cuando la víctima fue a buscar su ropa”.

“Las probanzas tal como fueron ponderadas por la sentencia que nos ocupa, han sido
consideradas en forma fragmentaria y aislada, prescindiendo de una visión en conjunto
y de la necesaria correlación de los testimonios entre sí; cabe se aplique, en razón de
existir una duda más que razonable de lo que efectivamente ocurrió en el suceso, que en
la ocasión M. A. A. actuó legitimada al defenderse de una agresión ilegítima, no
provocada, por parte de H., por lo que deberá ser absuelta de los hechos por lo que fuera
condenada”.

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Estudios sobre Jurisprudencia

Caso Nº 4

SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE RÍO NEGRO. “NBA”. CAUSA N°


29554/2017. 24/4/2018.

Una mujer trans vivía con su pareja y sufría violencia de género por parte del hombre. En
una oportunidad la encerró en su casa y se fue, luego volvió, consumieron cocaína y una
botella de vodka. Comenzaron a discutir, él la insultó y tomó un cuchillo. Entonces, ella
lo agarró del brazo, forcejearon, le sacó el arma y se la clavó en el pecho. La mujer salió
a pedir ayuda, pero el hombre falleció en el momento. Por ese hecho fue imputada por
el delito de homicidio agravado por el vínculo. En la etapa de juicio oral, la mujer declaró
que no había tenido una buena convivencia con su pareja. Explicó que el hombre la
obligaba a trabajar para pagar el alquiler y comprarle estupefacientes, toda vez que tenía
un consumo problemático de drogas. En ese sentido, señaló que si no consumía se volvía
muy violento con ella y la agredía. Además, dos testigos contaron que, desde su niñez, la
imputada había padecido severos castigos por parte de su padre que no aceptaba su
identidad. Agregaron también que había recibido agresiones físicas y psíquicas por parte
de sus parejas. Además, una psiquiatra forense explicó que la mujer tenía una mirada
idealizada de su pareja, lo que la había llevado a aceptar el maltrato.

La Cámara Primera en lo Criminal de General Roca la condenó a la pena de nueve años


de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación. Para resolver de esa manera sostuvo que, si bien de las
constancias médicas surgía que ambos presentaban cortes producidos con un arma
blanca, ante la ausencia de testigos, no podía determinarse que el hombre hubiera
comenzado la agresión con el cuchillo. En ese sentido sostuvo que no resultaba creíble la
versión de los hechos aportada por la imputada y que no podía probarse la existencia de
una agresión ilegítima que la habilitara a defenderse de esa manera. Además, explicó que
como la mujer era el sostén económico podría haberse mudado a otro lugar en vez de
continuar con el vínculo. Por otra parte, consideró la vulnerabilidad de la mujer trans
como atenuante de la pena. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de
casación. Entre otras cuestiones, planteó la necesidad de abordar el caso desde una
perspectiva de género y criticó que el tribunal hubiese considerado la historia de vida de
la mujer solo al aplicar las circunstancias excepcionales de atenuación de la pena y no así
en relación con la causal exculpatoria de legítima defensa.

El Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, por mayoría, hizo lugar a la impugnación,
casó la sentencia recurrida y absolvió a la imputada por haber actuado en legítima
defensa (juezas Zaratiegui y Piccinini y juez Apcarian).

1. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación. Violencia de género. Testimonios. Testigo único. Prueba. Apreciación
de la prueba. Arbitrariedad.

“De la lectura de lo argumentado en la sentencia se advierte claramente la arbitrariedad


de lo decidido. Ello, en primer lugar, en virtud de que la Cámara en lo Criminal tuvo por
acreditado que tanto la imputada como la víctima tenían ‘cortes producidos con arma

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blanca en los antebrazos que pueden ser considerados como 'lesión de tipo defensiva'’
(mencionó además que aquella presentaba un golpe en la cabeza) e hizo referencia a que
se utilizó un único cuchillo en el hecho, asumiendo que ambos lo emplearon, en virtud
de las lesiones constatadas ya referidas. Sin embargo, habiendo reconocido entonces que
‘[n]o puede determinarse, ante la carencia de testigos, quien tuvo el cuchillo en primer
término en su poder y comenzó la agresión’, es decir, frente a esa orfandad probatoria,
el a quo optó por desestimar los dichos de la imputada (que en resumidas cuentas
describían una conducta de defensa frente a un primer ataque de L. con el cuchillo, previo
intercambio de insultos y forcejeo) a través de un razonamiento incorrecto, desde el
punto de vista lógico y jurídico, por las razones que se explicarán a continuación”.

“En lo que atañe a la valoración de esa declaración, en la sentencia se consigna: ‘No


resulta creíble la versión de la encartada en cuanto que 'L. se le vino encima y terminó
clavado'’. Pero si se pretende profundizar en tal razonamiento, para conocer los motivos
que habría considerado el Tribunal para restarles credibilidad a los dichos de la imputada,
solo es posible encontrar un argumento: que las características de la herida mortal eran
demostrativas del dolo directo de homicidio (‘debió tratarse de una puñalada efectuada
con suma fuerza y dirección, quedando acreditada la aptitud e intención de causar la
muerte producida’).

Se advierte así, en primer lugar, una aplicación errónea de las reglas de la lógica –principio
de derivación–, en tanto tal premisa –actuación con dolo directo de homicidio– no
permite arribar a la conclusión señalada por el a quo de que el relato sobre esa secuencia
no es creíble. Es que tal razonamiento no demuestra en modo alguno la falta de veracidad
de la narración de la imputada, dado que esta no afirmó en ningún momento que tal
puñalada, con la dirección y la intensidad que tuvo (aspectos que no están
controvertidos), no haya sido realizada de modo voluntario. A ello hay que agregar, como
dato jurídico relevante, que tales características objetivas no resultan en sí mismas
excluyentes de la causal de justificación en estudio.

Por otra parte, tampoco se aprecia que lo expuesto por A.N. resulte inverosímil ya que,
si en la secuencia del hecho –según explicó en el juicio– en determinado momento L. ‘se
le vino encima’, y estando acreditado –como estimó el a quo– que en algún momento
este empleó esa misma arma blanca contra aquella, lo que lógicamente debió ocurrir
antes de recibir la herida mortal (recordemos que el a quo sostuvo que ‘[n]o puede
determinarse, ante la carencia de testigos, quien tuvo el cuchillo en primer término en
su poder y comenzó la agresión, pero no quedan dudas que al momento del desenlace
fatal, B. apuñaló a la víctima cuando estaba desarmada’ ), no parece ilógico que intente
sacársela para luego defenderse y que, para ello, haya debido ‘clavársela’ a su
atacante…”.

2. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Testigo único. Prueba. Apreciación de la


prueba. Arbitrariedad. In dubio pro reo.

“Retomando el análisis del desarrollo argumental de la sentencia, de su lectura surge que,


una vez que le restó todo valor al relato de N., por considerar que la secuencia relatada
no resultaba creíble, el juzgador extrajo del razonamiento aludido otra conclusión,

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Estudios sobre Jurisprudencia

también errónea, enunciada en estos términos: ‘… las lesiones que presentaban ambas
partes no resultan prueba suficiente para dar por comprobado el requisito de 'agresión
ilegítima' requerido por el tipo penal’, a partir de lo cual puso fin al examen de la cuestión,
por considerar innecesario el abordaje de las restantes exigencias de la causal de
justificación.

Lo expuesto hasta aquí permite concluir que, aunque no lo hizo explícitamente, el a quo
arribó a un inequívoco estado de incertidumbre en relación con el modo en que se
desarrollaron los hechos que concluyeron con la muerte de la víctima. En efecto, quedó
evidenciado en su razonamiento que tuvo por probados determinados datos fácticos
(presencia de lesiones defensivas en ambas personas –víctima e imputada–, realizadas
mediante una única arma blanca, hallada con sangre en la escena), pero también dijo
advertir ciertas limitaciones probatorias (falta de testigos presenciales y relato
desincriminante de la imputada sobre cómo sucedieron los hechos, que estimó no
creíble)”.

3. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Testimonios. Prueba.


Apreciación de la prueba. Arbitrariedad. In dubio pro reo.

“Ante este panorama, de inocultable duda, la Cámara en lo Criminal debió haber tenido
por comprobada la existencia de una agresión ilegítima por parte de la víctima, por ser la
alternativa más favorable y, como tal, la única solución ajustada a derecho, en atención
al estado de inocencia que la ampara […]. En otras palabras, en lugar de afirmar la
culpabilidad de N., a partir de concluir que las lesiones que presentaban ambas partes no
resultan prueba suficiente para dar por comprobado el requisito de ‘agresión ilegítima’
requerido por el tipo penal, la Cámara en lo Criminal debió razonar, en todo caso, que la
acusación no había demostrado que no hubiera existido una agresión ilegítima, como
relató la imputada, por presentar ambas partes lesiones defensivas; por ello, ante la
duda, debió tener por comprobada tal circunstancia.

Sin embargo, el a quo no solo nada dijo, es decir, omitió hacer manifiesto tal estado de
incertidumbre que le impedía adoptar una resolución que perjudicara la situación
procesal de la imputada, sino que además descartó la causal de justificación analizada
mediante argumentos erróneos y arbitrarios, como quedó demostrado, afirmando así la
responsabilidad penal de N. por los hechos endilgados. […] De ese modo, en definitiva, el
Tribunal ha aplicado erróneamente el derecho sustantivo al descartar la existencia de una
agresión ilegítima por parte del occiso, único requisito de la causal de justificación
alegada que analizó”.

“En virtud de lo expuesto, al no haber podido ser desvirtuada la versión de los hechos
brindada por N. en el debate, el a quo –en lugar de resolver la cuestión en contra de la
imputada– debió tener por probada la existencia de una agresión ilegítima por parte de
L., conforme aquella había relatado, y proseguir, en consecuencia, con el análisis de los
demás requisitos”.

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4. Violencia de género. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.


Falta de provocación. Prueba. Apreciación de la prueba. Arbitrariedad. In dubio pro
reo.

“Ingresando entonces en esta instancia en la referida labor omitida por el juzgador, fácil
es advertir que el requisito de ‘falta de provocación suficiente de quien se defiende’
tropieza asimismo con la ausencia de acreditación, por parte de la acusación, a través de
otras pruebas diversas del relato de la imputada, por lo que cabe aquí extender el
beneficio de la duda a su favor y tenerlo por acreditado del mismo modo”.

“Se advierte así el desacierto de lo argumentado por el a quo, que intentó reducir el
análisis respecto de la necesidad del medio empleado a una mera comparación entre la
contextura física y la fuerza del occiso y de la imputada, con lo que incurrió en otro
defecto de razonamiento, por soslayar la real dimensión de la desproporción que
resultaba relevante en este caso, es decir, la que existía como consecuencia de la
violencia de género que caracterizaba el vínculo entre ambos. […] En este punto la
arbitrariedad de la sentencia radica, además, en que resultó contradictoria, dado que en
otros tramos reconoció, con sustento en las constancias del expediente, aspectos
objetivos demostrativos de la desventaja en la que se encontraba N. respecto de su
agresor, evidenciada en el modo en que se relacionaban”.

“[R]esulta contradictorio que haya negado la aplicabilidad de la jurisprudencia que


establecía tal perspectiva de género por el solo hecho de que existía proporcionalidad
física entre ambos cuando en la misma decisión ha reconocido expresamente la
vulnerabilidad y desventaja en la que se encontraba N. en la relación de pareja que
mantenía con L., donde era víctima de diferentes modos de violencia de género. […] Tal
perspectiva no hace más que reafirmar el requisito de racionalidad del medio empleado
para la defensa, teniendo en consideración ese contexto de agresiones continuas y
reiteradas, cuya escalada culminó con la utilización de un arma blanca, como quedó
demostrado”.

“A tales datos contextuales, con el consecuente peso probatorio que corresponde


asignarles en virtud de la amplitud probatoria que se impone como ponderación
adecuada, por tratarse de un caso de violencia de género […] cabe agregar que, debiendo
tenerse por probada –por aplicación del principio in dubio pro reo– la existencia de una
agresión ilegítima de L. hacia N., mediante golpes en la cabeza y utilizando además un
cuchillo (producto del cual quedaron secuelas en el cuerpo de la imputada), no se
advierte irrazonable ni desproporcionada, en un claro intento de detener el ataque, la
utilización por parte de esta de esa misma arma blanca, luego de que lograra quitársela
a su agresor. Precisamente en relación con esto último podría ser útil el argumento de la
proporcionalidad física y en fuerza entre ambos, es decir, para facilitarle forcejear con su
atacante y así quitarle el arma. A ello se suma que, obviamente, al haberse utilizado el
mismo elemento vulnerante, la defensa fue con un objeto con idéntica capacidad de
producir daños en el cuerpo y la salud y, por lo tanto, resulta proporcional a la agresión.
[…] Se advierte entonces que, al no haberse acreditado la existencia de otra alternativa
menos lesiva según la secuencia establecida, en el marco de una relación de violencia de
género, la utilización del arma blanca era apropiada para satisfacer la necesidad de

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

protegerse, pues este requisito no atiende a comparaciones de instrumentos en


abstracto, sino a las reales posibilidades que se presentan en la situación vivida en ese
momento por quien debía defenderse (perspectiva ex ante)…”.

5. LGBTIQ. Género. Violencia de género. Estereotipos de género.

“[R]especto de la adecuada perspectiva de género que debió merecer el abordaje del


caso que nos ocupa, estimo pertinente hacer referencia a que el a quo, además de la
condición de mujer de la imputada (que responde a su identidad de género asumida,
según su convicción y sentir, y sin perjuicio de que el sexo asignado al momento del
nacimiento haya sido el masculino, conf. art. 2 Ley 26743), aludió a su condición de
persona trans, argumento que empleó –con acierto– para reforzar la caracterización en
cuanto a la vulnerabilidad en la que se encontraba, mencionando su historia vital…”.

“Sin embargo, a pesar de tales afirmaciones, surgen de la sentencia algunas


consideraciones que resultan desacertadas, por resultar inapropiadas e incluso
irrespetuosas de esa particular condición: a) Ningún sentido tiene la referencia
meramente dogmática a la inexistencia de hijos menores, cuando sería al menos
improbable, por su forma de vida e historia personal, constatada en el expediente. b) La
sentencia incluye un argumento referido a la inexistencia de denuncias o exposiciones
policiales que acreditaran legalmente el maltrato del que era víctima. Más allá de que se
trata de un dato fáctico que es conteste con la personalidad y la actitud adoptada por N.
(sobre esto la sentencia hace referencia a ‘la mirada idealizada de L. sin lograr ver los
aspectos negativos de él, y eso la llevó a que aceptara el maltrato’), esa circunstancia
desatiende la estigmatización y discriminación que enfrentan las personas trans, entre
otras, frente a la sociedad en general y frente a ciertas instituciones, como la policía, en
particular. c) La afirmación según la cual era quien proveía los recursos materiales en la
relación, lo que demostraría (al igual que los factores anteriores) que tuvo la posibilidad
de elegir otra alternativa para terminar con los sufrimientos que padecía por parte de la
víctima, también es contraria a lo ya expuesto en virtud de la idealización de su agresor
que la llevó a tolerar malos tratos y no oponerse a sus exigencias, que constituían una
clara forma de explotación. Incluso la imputada narró en la audiencia de debate las
diversas dificultades que tenía, no solo económicas […].

Se aprecia que el a quo reconoció, al menos en parte, tales conductas estigmatizantes,


aunque parece minimizarlas al sostener que ‘[s]i bien es real, que puede existir cierta
resistencia en la sociedad para alquilar un inmueble a una persona trans que ejerce la
prostitución, cabe advertir que B. era quien proveía los recursos materiales en la relación,
y bien pudo procurar mudarse a otro lugar, y si no lo hizo fue por el vínculo afectivo que
la unía con L., a quién conforme sus propios dichos 'amaba con locura'’ […]. Es justamente
la naturaleza de este vínculo el que da cuenta de la sumisión e imposibilidad de asumir la
conducta pretendida por el sentenciante, esto es, tomar una determinación –mudarse–,
pues simplemente no podía por hallarse entrampada, más allá de que no hay que olvidar
que –al momento de analizar la procedencia de la causal de justificación– debemos
ceñirnos al momento preciso en que la agresión tuvo lugar”.

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“De ese modo, las particularidades de N., por su condición de persona trans, debieron
ser motivo de especial consideración por parte del a quo en todos sus aspectos, lo que
demuestra el desacierto de los argumentos antes enumerados, que no aplicaron
debidamente la perspectiva de género que tal condición personal imponía. […] No puede
dejar de reconocerse que el juzgador sí efectuó consideraciones respecto de la historia
vital y la condición de género de la imputada al momento de establecer que el encuadre
de su conducta debía incluir tales elementos como circunstancias extraordinarias de
atenuación. Sin embargo, el hecho de que nada de ello haya sido ponderado al abordar
la temática de la legítima defensa no hace más que demostrar la arbitrariedad de la
sentencia, por constituir una manifiesta autocontradicción con sus propios términos,
evidenciadora de una forzada fragmentación del análisis de las cuestiones sometidas a
decisión, que solo aplica en ciertos tramos, y en otros no, el particular enfoque que
requería una decisión ajustada a las particulares características del caso”.

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Caso Nº 5

CÁMARA DE APELACIONES EN LO PENAL DE LA PROVINCIA DE SANTA FE.


“NBA Y ARF”. ACUERDO N° 891, TOMO N° XIII, FOLIO N° 443/455.
21/12/2016.
Dos hermanos escuchaban música en su casa con amigos. El padre se enojó con ellos por
el género musical y comenzó a golpear a su hijo de quince años, que se recuperaba de
una reciente operación. Mientras lo golpeaba blandía una cuchilla. En ese contexto,
intervino su esposa para detener la agresión, le tiró de los pelos al hombre, pero como
continuaba golpeando al joven, ella tomó una chaira y lo golpeó en la cabeza. Entonces,
su esposo se dio vuelta y comenzó a golpear a la mujer. Ante esta situación, el otro hijo
de la pareja, mayor de edad, le asestó varias puñaladas a su padre con la cuchilla que éste
tenía en la mano, mientras la mujer le pegaba. El hombre murió en el momento.

En la etapa de juicio oral, uno de los testigos declaró que la víctima siempre golpeaba a
su familia. Por su parte, la madre y su hijo mayor explicaron que temían por la vida del
joven. El Tribunal Oral condenó a ambos a la pena de doce años de prisión como
coautores del delito de homicidio calificado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación. Contra esta decisión, la defensa interpuso un recurso de
apelación. Entre otras cuestiones, planteó que el tribunal no había tenido en cuenta el
contexto de violencia de género en el que estaban inmersos los imputados.

La Cámara de Apelaciones en lo Penal de la provincia de Santa Fe hizo lugar a la


impugnación y absolvió a los imputados por haber actuado en legítima defensa propia y
de un tercero (art. 34 inc. 6 y 7 CP).

1. Violencia Familiar. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Falta


de provocación. Testimonios. Prueba. Apreciación de la prueba.

“[E]l Tribunal a-quo ha resuelto la situación de los imputados atendiendo cuestiones


netamente objetivas, esto es, al número de heridas, al lugar, a la mecánica, pero
desoyendo al marco situacional, aunque ese marco fue luego tenido en cuenta para
evaluar circunstancias que disminuyeron la respuesta punitiva, precisamente al atender
la causa inicial de esas heridas, lo cual, considero es al menos una contradicción”.

“[Se otorgará] eficacia probatoria como marco contextual al testimonio de una persona
de cuya sinceridad no puede dudarse, [un amigo de los hermanos]. Él afirma haber estado
en esa casa cuando la pelea empezó, y haber escuchado cuando se iba cómo continuaba.
Ello da cuenta que la pelea no tuvo un corte. Un impasse. Sino que siguió”.

“Dos hermanos peleando con su padre mano a mano. Cuerpo a cuerpo. Eso es lo que vio
[el testigo] cuando se fue. Una pelea iniciada por el padre contra el menor, luego
continuada contra el mayor. Lo que relata [el testigo] es que el padre arremetía contra el
hijo menor, y que también lo hacía contra el mayor. Que la actitud de los hijos era
defenderse. No atacar. [El amigo] describe a dos hijos que se dejan golpear, para no
golpear al padre. Un padre que tira a su hijo contra el sillón […]. [El testigo] describe una

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situación de resignación. Es la situación propia del que se deja golpear aunque tenga más
fuerza, por fuerza de la costumbre, para que rápido termine el problema. Incluso del que
siendo joven y fuerte es capaz de llorar y decir ‘basta papi’. Situaciones propias de lo que
hoy se trata en Convenciones Internacionales sobre ‘violencia de género’ o ‘violencia
familiar’, a las que países como el nuestro llegan, y han llegado demasiado tarde”.

“[E]stá probado que los hermanos […] no agredieron a su padre. Fueron agredidos
ilegítimamente por aquel. [Los hermanos] no agredieron a su padre. Sólo pusieron
música. Y al ser recriminados por ello, presurosos fueron a cambiarla. Pero no lograron
hacerlo a tiempo. Sólo por esa razón el padre arremetió con violencia física contra el
menor de los hijos. El que estaba recién operado de la cabeza. Precisamente quien no
podía ser golpeado en la cabeza. [Su amigo] escuchó que [L] le dijo ‘no de nuevo’
llorando”.

“[NBA] se coloca con la chaira en la mano golpeando a su marido para que suelte a su
hijo menor, y ubica a sus dos hijos en el lugar. Sin establecer con claridad quién tenía la
cuchilla. Ella no lo dice, y nadie tiene derecho a preguntárselo. En definitiva, su hijo menor
estaba siendo agredido a riesgo de perder la vida por su padre, ella a duras penas
tratando de salvar su vida, y el mayor de sus hijos llegando a salvar a ambos”.

“[AF] fue quien causó las heridas con la cuchilla a su padre. Pero considero que lo hizo
para salvar la vida de su madre y su hermano ante la agresión brutal de su padre. Que tal
como señala la propia sentencia de los Sres. Magistrados todo se desarrolló en forma
vertiginosa […]. Pero en mi estima la acción de este hijo, esta acción vertiginosa, urgente,
fue para repeler la agresión ilegítima de su padre a su madre y a su hermano. Con el
medio que tuvo a su alcance, la propia cuchilla que tenía su padre para amenazar a su
hermano. Y ese medio fue proporcional. Esa reacción fue racional”.

“La agresión ilegítima del padre de los hermanos que determina una reacción con la
finalidad de hacer cesar la inicial agresión, es la que tiene como destinatario a [L]. Porque
es aquella en la que el padre se obsesiona, y porque es la que realmente pone en peligro
la vida de [L]. Y hasta que la madre de los hermanos no toma intervención golpeando a
su marido, lo que determina que aquel golpee en el rostro a su esposa, pudo haber
quedado en una más de las peleas de la familia.

[…] Como se advertirá, [se le da] al tema en cuestión una solución propia de la dogmática
penal, pero sin que pierda de vista que es un caso en el que la violencia de género ha
marcado profundamente a los actores. Ha sido la desesperación por la convalecencia de
[L] lo que marcó una diferencia en la reacción de quienes no habían reaccionado nunca.
La reacción de [N], los golpes a [N], los golpes con la chaira. La cuchilla para defender a
[N]. Esa fue la secuencia. Esta vez [L] corría un riesgo distinto, porque estaba operado. Al
menos en la subjetividad de los hermanos y la madre, debían defender su vida”.

2. Legítima defensa. Participación criminal.

“[N]o hay coautoría. Cada uno actuó en la emergencia. Sin conocer lo que el otro hacía,
sin ponerse de acuerdo. [N] golpeó a [A] para salvar a [L]. [A] asestó puñaladas a su padre

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para salvar a su madre y a su hermano mientras, y luego de que su madre golpeara a su


padre. Fue todo casi en simultáneo. Fue todo con una finalidad, pero cada uno
separadamente con su finalidad e independientemente del otro: [A] defender a su
hermano y madre y [N] defender a [L]”.

3. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado. Violencia Familiar.

“[L]a situación de agresión y reacción, necesidad y proporción se ha analizado en el marco


de la historia familiar recortándose el momento del hecho como parte de toda esa vida,
una vida signada por la resignación al castigo.

Así, en esta interpretación de los incisos 6 y 7 del artículo 34 acotada desde los principios
republicanos, entendida como fundamento en el derecho del ciudadano a ejercer la
coerción directa cuando el Estado no puede proporcionarla en el caso concreto con
parecida eficacia, reconociéndose los [límites] impuestos por la necesidad y racionalidad
propias del ejercicio de un derecho, sin que se los prive de su naturaleza sino que lo
acoten […]. Esta será la medida que en situaciones concretas permitirá resolver si la
antijuridicidad de la agresión justifica la desproporción con la lesión inferida: la
racionalidad como principio correctivo que debe proporcionar la respuesta, la
racionalidad como ausencia de desproporción insólita y grosera entre el mal que se evita
el que se causa”.

A diferencia del estado de necesidad, en la legítima defensa se trata de evitar el resultado


de la conducta antijurídica: la defensa dejará de ser legítima cuando el empleo del medio
necesario para evitar el resultado tenga por efecto la producción de un resultado lesivo
concreto que, por su inusitada desproporción respecto de la agresión, provoque más
inseguridad jurídica que la agresión misma.

Vista entonces la causal que tratamos como un derecho, éste, como todos, tiene límites,
que no son sólo los impuestos por la necesidad sino también los que devienen de la
racionalidad. Los límites racionales al ejercicio de un derecho no le privan de su
naturaleza sino que lo acotan de modo republicano. La necesidad es un requisito, pero
que en definitiva encuentra su límite jurídico (valorativo) en la racionalidad…”.

“La necesidad racional no predica sobre medios defensivos en concreto sino que se
atiene sólo a que la magnitud de la respuesta en relación con la lesión que trata de
evitarse no lleve a la inseguridad jurídica: la simple razón jurídica es que no constituye
ejercicio de un derecho la acción que lesiona los derechos de otro”.

“No hubo irracionalidad. Por el contrario. La irracionalidad era del padre hacia el hijo
menor y hacia la madre que defendía al hijo. Que fuera costumbre no lo hacía racional.
[…] Que en este caso la madre hubiera actuado con mayor vehemencia por la
vulnerabilidad en función de la operación sufrida por su hijo [L], implicó para el padre,
quizás por primera vez una reacción ante sus ataques y agresiones, que derivaron en
mayor violencia y entonces en la reacción necesaria para salvar a su hermano y su madre
de parte [del hijo mayor]”.

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Caso Nº 6

JUZGADO DE CONTROL N° 5 DE JUJUY. “CNM”. CAUSA N° 15011/2015.


29/7/2016.
Una mujer vivía con su pareja y su hija de un año y sufría violencia de género del hombre
de forma regular. El varón la golpeaba, insultaba de manera constante, amenazaba de
muerte y encerraba en el domicilio. Además, le había provocado la pérdida de su primer
embarazo por los golpes que le daba. Al día siguiente de navidad, la mujer junto a su hija
fue a visitar a su cuñada. Le contó que el día anterior no había podido ir porque su pareja
se había alcoholizado y estaba muy agresivo. En ese momento, el hombre se presentó en
la vivienda de su hermana y le exigió a los gritos que se fueran de allí. La mujer, con su
hija en brazos, salió de la habitación y recibió un golpe de puño en la zona del pecho.
Luego le entregó a la niña, pero él le dio otro golpe, la tomó de los cabellos y la arrastró
por el suelo de la cocina. Entonces, la mujer tomó un cuchillo e hirió a su pareja a la altura
del tórax. Le tapó la herida con un repasador para que no se desangrara, pero el hombre
falleció. Por ese hecho fue imputada por el delito de homicidio agravado por el vínculo.

Durante la instrucción, la cuñada de la mujer declaró que su hermano era muy agresivo
y violento y que había presenciado hechos de violencia hacia la acusada. En varias
oportunidades le había recomendado que se fuera de la casa, pero ella le tenía miedo
porque la amenazaba con matarla o quitarle a la hija. Recordó que la expareja de su
hermano se había ido del hogar dejándole a su hija porque también era muy violento con
ella. En particular, al relatar el hecho explicó que la imputada en ningún momento
discutió o golpeó a su hermano, sino que intentó irse del domicilio para contentarlo.
Asimismo, la madre del hombre declaró que cuando ingresó al domicilio observó que la
mujer apretaba la herida que tenía su hijo con un repasador y vio que en la mesada había
un cuchillo manchado con sangre. Por otra parte, se incorporó el informe médico que
corroboraba lesiones en el cuerpo de la imputada. Además, el informe psicológico
concluyó que la mujer había tenido “una actitud pacifista y conciliadora durante la
convivencia con su pareja, a pesar de los constantes maltratos físicos y psicológicos
recibidos”.

El Juzgado de Control N° 5 de Jujuy sobreseyó a la imputada por haber actuado en


legítima defensa (juez Ibáñez).

1. Legítima defensa. Tipicidad. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio


empleado. Falta de provocación.

“La legítima defensa tiene su fundamento en la máxima ‘el derecho no necesita ceder
ante lo ilícito’. Se basa en dos principios: 1) La protección individual presupone siempre
que la acción típica sea necesaria para impedir o repeler una agresión antijurídica a un
bien jurídico individual. 2) El prevalecimiento del derecho persigue un fin de prevención
general, pues considera deseable que el orden legal se afirme frente a agresiones a
bienes jurídicos individuales, aunque no estén presentes los órganos estatales. Gracias a
este principio, la protección individual se concede no sólo dentro del marco de la
proporcionalidad, sino que el daño causado puede ser considerablemente mayor que el

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Estudios sobre Jurisprudencia

que se impide. El Código Penal Argentino regula la defensa propia en el art. 34 inc. 6º
condicionando la autorización de la defensa de los derechos a la concurrencia de los
siguientes requisitos: agresión ilegítima actual o inminente; necesidad de la defensa y
racionalidad del medio empleado y falta de provocación suficiente por parte del que se
defiende”.

2. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Violencia de género. Prueba. Testimonios.


Informes. Apreciación de la prueba.

“Teniendo en cuenta los elementos de convicción recogidos a lo largo de la I.P.P.,


adquiere especial trascendencia lo declarado por la hermana de la víctima, quien estuvo
en el mismo lugar del hecho y presenció los momentos previos al desenlace fatal, de lo
que surge acreditado que la imputada C. estaba siendo agredida por su pareja”.

“Las lesiones proferidas por E. L. C. a la Sra. C., producto del accionar violento desplegado
por aquél al tiempo de producirse el acontecimiento aquí investigado, se encuentran
igualmente acreditadas a través del informe médico forense incorporado […] cuando
sostiene: ‘…observo edema y lesión contusa equimótica en región malar izquierda y
lesión contusa superficial en región pectoral, provocadas por elementos romos de acción
contusa animados por la fuerza…’.

De tal forma que en el plano ontológico es dable advertir la presencia del primer requisito
exigido por la ley de fondo en cuanto a la existencia de una agresión antijurídica
desplegada por C. en contra de la imputada, lo que ciertamente motivó su reacción
defensista en forma concomitante con aquélla”.

3. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado.


Violencia de género. Prueba. Testimonios. Informes. Informe psicológico. Apreciación
de la prueba.

“N. M. C. había iniciado una relación de pareja con E. L. C. habiendo quedado embarazada
del mismo en dos oportunidades. El contacto entre ambos siempre fue conflictivo
producto de la personalidad agresiva, hostil e impiadosa que caracterizaba al hombre de
la relación convirtiendo a N. en una víctima recurrente de violencia de género tanto física
como psicológica: golpes, pérdida del primer bebé en gestación […], insultos
permanentes, amenazas de muerte, encierro, sumisión. En contraposición a las
situaciones de sometimiento extremo que le tocó vivir, la victimaria –en todo momento–
observó una actitud tranquilizadora, paciente, contenedora […].

“La experiencia y la lógica indican que una persona vulnerada en su autovaloración,


amenazada no sólo en su vida e integridad física sino también en la de sus hijos ([se
recuerda] aquí que la anterior pareja de C. –M. S. F.– a fin de proteger su vida, debió
retirarse del hogar dejando a la hija de ambos con la familia de E. […]) y destruida
psicológicamente por tanto desprecio y malos tratos tome la decisión de defenderse ante
al mínimo indicio de agresión por parte de quien –mientras estuvo a su lado– la hostigó
y la humilló permanentemente, como madre y como mujer, debiendo tenerse presente

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que ‘…si bien el hecho culminó con el fallecimiento del causante, perfectamente pudo
haber ocurrido lo contrario’ […]”.

“Otro dato de relevancia para definir la cuestión analizada está dado por la ausencia de
solidaridad de quienes convivían con C. Al respecto, el informe psicológico […] llegó a
establecer que ‘el entorno… tampoco colaboró en protegerla o ayudarla a salir de la
situación’. A. G. C. tenía una mala relación con su hermano y se encontraba amenazada
para que no interfiriera en su vida de pareja. Seguramente, el voluminoso conjunto de
antecedentes de violencia [determinó] que C. –el día del hecho– frente a una nueva
agresión ilegítima de E. C. reaccionara necesariamente para proteger su propia vida,
tomando lo que encontró en el lugar (un cuchillo) que luego impactó en la humanidad de
C. ocasionándole su muerte. En este punto es menester recordar que la entidad de la
agresión estuvo patentizada en: a) insultos injustificados […]; b) un primer golpe de puño
en el pecho mientras estaba en la habitación con A. y tenía en brazos a su pequeña hija
de tan sólo un año de edad; c) un segundo golpe de puño después de entregar a la niña
al agresor y d) en el tironeo de los cabellos arrastrándola hacia la cocina cuando se
disponía a regresar a su domicilio. En ese marco de situación ¿qué otro medio podría
haber utilizado C. para defenderse?

[D]ebe descartarse la presencia del dolo homicida requerido por el tipo penal endilgado,
toda vez que C. luego de herir a su pareja se dispuso a auxiliarlo tal cual lo revela la madre
de la víctima –P. V.– en su declaración […]: ‘…cuando arribé al inmueble observé a N. a
un costado de mi hijo y le estaba apretando la herida con un trapo tipo repasador,
observando que –en la mesada– había un cuchillo manchado con sangre’.

Teniendo en cuenta la perspectiva de género que ineludiblemente debe orientar la


solución del caso, así como los innumerables episodios de violencia padecidos por C.,
considero acreditado el requisito de la racionalidad del medio empleado por la imputada
para defenderse”.

4. Legítima defensa. Falta de provocación. Violencia de género. Prueba. Testimonios.


Informes. Apreciación de la prueba.

“La falta de provocación suficiente en relación al accionar observado por C., también se
halla acreditada en autos desde que esta última había concurrido [a] saludar a la familia
C. con motivo de la Navidad que se celebraba en aquella jornada. Resulta menester
puntualizar que la encartada tuvo que buscar el momento para hacerlo en virtud de que
la noche anterior E. estaba alcoholizado y temía –con argumentos ciertamente
fundados– que reaccionara de manera violenta si salía del domicilio. Apenas advirtió su
ausencia, aquél se dirigió a buscarla y la encontró dialogando con A., la que pudo observar
cómo –una vez más– C. era víctima de los malos tratos constantes a los que E. la venía
sometiendo desde tiempo atrás. En este sentido, la testigo presencial explicó: ‘…pasados
unos diez minutos…. se hizo presente mi hermano refiriéndose en forma agresiva: ‘DALE
PELOTUDA DE MIERDA, VAMOS A LA CASA’, a lo que la Sra. C. sin emitir palabra alguna
sólo agarró a la menor disponiéndose a retirar del inmueble…’.

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Estudios sobre Jurisprudencia

La pasividad conductual evidenciada en el accionar sumiso de la imputada estuvo


estrechamente vinculada con la situación de violencia que padecía prácticamente desde
el inicio de la relación sentimental con C. Así lo corroboran los testimonios [de dos vecinas
y un oficial de policía]”.

“Confirmando el cuadro de padecimientos de todo tipo y naturaleza que venía


soportando la encausada C., lucen ilustrativos, sólidos, contundentes y esclarecedores
los informes técnicos incorporados…”.

5. Violencia de género. No discriminación. Corte Interamericana de Derechos


Humanos. Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer.

“La Corte Interamericana de Derechos Humanos estima que la violencia basada en el


género, es decir, la violencia dirigida contra una mujer por ser mujer o la violencia que
afecta a la mujer de manera desproporcionada, es una forma de discriminación en contra
de la mujer, tal como han señalado otros organismos internacionales de protección de
derechos humanos, como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la CEDAW. Tanto
la Convención de Belém do Pará (Preámbulo y art. 6) como la CEDAW (Preámbulo) han
reconocido el vínculo existente entre la violencia contra las mujeres y la discriminación.
En el mismo sentido, el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra
la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica (Estambul, 2011) afirma que ‘la
violencia contra las mujeres es una manifestación de desequilibrio histórico entre la
mujer y el hombre que ha llevado a la dominación y a la discriminación de la mujer por el
hombre, privando así a la mujer de su plena emancipación’, así como que ‘la naturaleza
estructural de la violencia contra las mujeres está basada en el género’ (Caso Véliz Franco
y otros vs. Guatemala, Sentencia del 19 de mayo de 2014).

Nuestro país, al recoger los lineamientos básicos de la Convención de Belém do Pará, dejó
en claro que ‘la violencia de género o en contra de la mujer’ implica también cualquier
acto de violencia –activo u omisivo– físico, sexual, psicológico, moral, patrimonial, etc.
que incide sobre la mujer por razón de su género, basado en la discriminación, en las
relaciones de desigualdad y de poder asimétricas entre los sexos que subordinan a la
mujer, sea en la vida pública o en la privada, incluida la que es perpetrada o tolerada por
el estado o por sus agentes (Ley Nacional Nº 26.485 – Ley Provincial Nº 5.107)”.

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Caso Nº 7

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE MENDOZA, SALA II. “FC/RECY”. CAUSA


Nº 110.919. 23/6/2015.
Una mujer embarazada sufría violencia de género por parte de su concubino de manera
constante. El hombre la golpeaba e insultaba en presencia de los hermanos y la madre
de ella. Un mediodía, mientras la mujer cocinaba, él le arrojó un golpe de puño. Para
defenderse, ella le provocó una herida con un cuchillo. De forma inmediata lo auxilió y
con la ayuda de sus vecinos lo trasladó a un hospital, donde falleció.

En la etapa de juicio oral, la imputada expresó que no había tenido la intención de matarlo
y que se había defendido con un cuchillo porque estaba cocinando. Los hermanos y la
madre de la mujer declararon que momentos antes del hecho, el hombre había golpeado
a la imputada y que era una situación que se había reiterado con anterioridad. La Cámara
Segunda del Criminal de Mendoza la condenó a la pena de ocho años de prisión por el
delito de homicidio. Para decidir de esa manera sostuvo que no había existido una
agresión de tal envergadura que justificara la pretendida reacción defensiva. Además,
agregó que el medio elegido por la imputada no era el único al que podía acceder para
repeler la agresión. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación.

La Sala II de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza hizo lugar a la impugnación, anuló


la sentencia recurrida y absolvió a la imputada por haber actuado en legítima defensa
(jueces Salvini, Böhm y Adaro).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Convención sobre Eliminación de todas las


formas de Discriminación contra la Mujer. Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará).
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Jurisprudencia.

“[A] partir de los aportes del enfoque de género al derecho penal, autorizada doctrina
sostiene que en la interpretación de las reglas de la legítima defensa, hay que tener
presente que ellas han sido elaboradas ‘partiendo de una imagen basada en la
confrontación hombre/hombre (del mismo tamaño y fuerza) que se realiza en un solo
acto […]’. Y que cuando ‘el enfrentamiento es hombre/mujer (de distinto tamaño y
fuerza)’, requiere para su interpretación y aplicación la incorporación de la perspectiva
de género. Esta interpretación no se encamina a establecer la ampliación de la legítima
defensa, sino a la ‘aplicación igualitaria de la doctrina general de la legítima defensa en
casos en que es la mujer maltratada quien mata al hombre’, (cfr LARRAURI, Elena,
‘Mujeres y Sistema Penal. Violencia Doméstica.’, IBdeF, año 2008, p. 63).

Expresa Larrauri, que si bien las normas tienen una formulación neutra, porque están
dirigidas a las ‘personas’, bajo la aparente neutralidad de la norma late una visión
masculina, la que se observa con mayor claridad en el caso de las mujeres maltratadas,
que a raíz de la violencia doméstica hieren mortalmente a su pareja. Esto la lleva a la
observación de que, si bien ‘la norma es neutral, su interpretación no lo es’, y señala que
por ello en Alemania, diversas autoras (Oberlies, 1986; 1989; Bahr- Jendges, 1984;

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Junger, 1984), se han dedicado a investigar cómo se atribuye del dolo de matar (animus
necandi), para ver cómo todos los razonamientos utilizados conducen a afirmar ‘que en
el caso de la mujer existe dolo de matar’, y que por el contrario, ‘las asunciones que
rodean el comportamiento del hombre tienden a negar que en él exista dolo de matar’,
(autora y ob. cit, ps. 21/24 y 43)”.

“Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha sostenido que la


Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura –caso ‘Penal
Miguel Castro Castro c. Perú’, sentencia de fecha 25/11/2006, párr. 379– la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(‘Convención de Belém do Pará’) y la Convención sobre Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), son instrumentos que complementan ‘el
corpus juris internacional en materia de protección de la integridad personal de las
mujeres, del cual forma parte la Convención Americana’ – caso ‘González y otras c. México
(‘Campo Algodonero’), sentencia del 16/11/2009, párr.225.

En el caso ‘Loayza Tamayo c. Perú’, la Corte IDH le critica al Tribunal haber


desaprovechado la oportunidad que se le presentaba de juzgar con perspectiva de
género. La reprobación reside por un lado, en cuanto al doble estándar de valoración
tomado para considerar los hechos alegados en la promoción de la acción, leve con
relación a los malos tratos y golpes y más riguroso con la denunciada violación sexual y,
por otro, lo escueto y poco claro de su argumentación. Y en el caso ‘Penal Miguel Castro
Castro c. Perú’, la Corte IDH utilizó, en una situación violatoria de derechos humanos que
afectaba a mujeres y hombres, el ‘impacto diferencial de género como criterio
interpretativo, tanto para establecer los hechos, como la calificación y consecuencias
jurídicas de los mismos’…”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Tipicidad.

“En cuanto al recaudo de la ‘agresión ilegítima’ –artículo 34, inciso 6.a–, […] una agresión
es ‘actual’ en términos generales, cuando se está produciendo o cuando es inminente.
[…] Ahora bien, en el caso de una confrontación hombre/mujer, Larrauri afirma que al no
tener ambos contendientes la misma fuerza, basta que la agresión sea inminente, y por
tanto, ‘una amenaza constituye por sí sola una agresión, al tiempo que es anuncio de una
agresión futura’, y que aunque haya cesado, subsiste la necesidad de defensa. Y que entre
el conflicto entre inminencia y necesidad debiera prevalecer la necesidad…”.

“[E]l requisito de la actualización de la agresión ilegítima se encuentra probado, porque


la encausada fue agredida por GB a través de numerosos insultos que la humillaban y
descalificaban como mujer y madre delante de sus hermanos, agresiones que
continuaron en la parada del colectivo y durante el viaje donde también le dio un
cachetón en la cabeza y le tiró el cabello, y que se prolongaron cuando se encontraban
en el domicilio mientras ella hacía la comida, en razón que GB continúo insultándola en
presencia de sus hermanos, y finalmente se colocó frente a ella y le arrojó un golpe de
puño en el rostro o cabeza, momento en que la encausada lo hirió en el pecho con el
cuchillo que utilizaba en la cocina”.

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3. Violencia de género. Legítima defensa. Falta de provocación.

“[N]o existió provocación por parte de la imputada, y por tanto, se da cumplimiento con
el requerimiento negativo –falta de provocación por parte del que se defiende– porque
para proteger su integridad física y la del hijo por nacer –fruto de la unión con GB–, frente
al golpe de puño que le arrojó en la cabeza, puso su brazo para protegerse y lo hirió en
legítima defensa”.

3. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Testimonios. Apreciación de la


prueba.

“[E]l Tribunal a–quo ha omitido valorar aspectos relevantes de las declaraciones


prestadas por los hermanos y por la madre de la encausada, quienes fueron testigos
presenciales de las agresiones proferidas por [GB] a aquélla el día del hecho…”.

“En hechos de violencia de pareja –como el caso concreto– hay que valorar la secuencias
de los mismos y los tipos y modalidades de agresiones, y no solo examinar el último
momento donde se produce el desenlace fatal. Además, en estos hechos de violencia,
generalmente son testigos presenciales los familiares de la pareja, por lo que para
garantizar el derecho de defensa de las mujeres debe valorarse la prueba vinculada a la
historia de violencia de género de la imputada, y no debe ser minimizada y excluida
mediante una visión reduccionista de quienes tienen que juzgarlos, sobre todo cuando
los hechos de violencia no han sido denunciados formalmente o no se han obtenido
condenas. La producción de esta prueba y su valoración es insoslayable para probar que
la imputada actuó en legítima defensa (cfr. ARDUINO, Ileana y SÁNCHEZ, Luciana,
‘Proceso penal acusatorio y derechos humanos de las mujeres’, publicado en ‘Una agenda
para la equidad de género en el sistema de justicia’, compilación Marcela V. Rodríguez y
Raquel Asensio, CIEPP, año 2009, p. 71)”.

Estos aspectos esenciales que surgen de las declaraciones de los testigos presenciales no
fueron valorados por la Cámara, sino que el análisis se centró en un hecho de violencia
aislado y del último tramo de las agresiones protagonizadas por [GB] hacia la encausada,
al no tenerse presente que la violencia de pareja que originó el desenlace fatal es la
consecuencia de otras agresiones anteriormente llevadas a cabo, por quien resultó sujeto
pasivo del hecho que originó esta causa penal en la que es imputada su pareja que estaba
embarazada”.

4. Violencia de género. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.

“En ese estado de gravidez y después de las agresiones que […] RE recibió de parte de GB
¿podía elegir otro medio y otro lugar del cuerpo menos lesivo de su pareja para
defenderse de los golpes y hacer cesar los insultos que le profería? Cabe destacar
también, que en el momento del hecho investigado GB, la imputada y los hermanos […]
se encontraban en la cocina aproximadamente a las 13.00 hs, en el horario del almuerzo,
y que aquélla utilizaba un cuchillo para picar verdura […]. Ello demuestra, como alega la
defensa, la ausencia de intencionalidad de dañar, porque no fue en busca del cuchillo
para atacarlo, sino que después del golpe de puño que le arrojó GB, lo hirió con el cuchillo
que tenía en la mano para hacer la comida”.
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“En el caso concreto, se comprueba la racionalidad de la necesidad del medio empleado


por la imputada, atento las circunstancias de tiempo, lugar, secuencia de las agresiones
y estado de embarazo en que se encontraba”.

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Caso Nº 8

TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL Nº 1 DE AZUL. “MDR”. CAUSA Nº 2254.


24/4/2015.
Una pareja tenía tres hijos menores de edad. El hombre se emborrachaba, insultaba y
golpeaba a la mujer de manera constante. En dos ocasiones, la mujer realizó la denuncia
policial y fue trasladada a un hospital. Una noche, el hombre la insultó y la quiso echar de
la casa. En ese momento, intentó pegarle y, para defenderse, la mujer tomó un cuchillo
que estaba arriba de la mesa y le dio un puntazo. El hombre se puso una curita en la
herida y se acostó en la cama. Tres días más tarde, la mujer le pidió a un vecino que
buscara a la policía porque su marido había muerto. Por ese hecho fue imputada por el
delito de homicidio agravado por la relación de pareja que mantenía con la víctima.

En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que esa noche se había querido defender
y por eso había tomado el cuchillo, sin saber que lo iba a lastimar de esa manera. Aclaró
que en otras oportunidades había sufrido violencia por parte de su marido, que había
hecho las denuncias correspondientes pero que la policía nunca había intervenido más
que para calmarlo e irse. Además, pidió disculpas por haber mentido cuando arribaron
los policías. Por otro lado, un agente policial explicó que la mujer había mentido en un
primer momento sobre lo sucedido, aunque luego había narrado la pelea y cómo había
tenido que defenderse. Agregó que la relación era conflictiva debido al consumo de
alcohol por parte de ambos, que había agresiones mutuas y que en alguna oportunidad
creía que ella lo había denunciado y que habían enviado un patrullero. Además, sabía que
había un registro de denuncias realizadas por la imputada en la comisaría de la mujer,
pero se habían archivado. Otra funcionaria policial recordó haberle tomado la denuncia
por un episodio de violencia de género, que fue derivada al Juzgado de Familia. También
se enteró por sus compañeros que en otras oportunidades la mujer había sido trasladada
para que hiciera una denuncia contra su pareja y la habían llevado a dormir a un hospital
con sus hijos.

Al momento de los alegatos, la defensa sostuvo que la imputada había sido víctima de
violencia de género y había actuado en legítima defensa.

El Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Azul absolvió a la imputada por el homicidio de su


pareja (jueces Borghi, Duba y Céspedes).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Testigos. Apreciación de la prueba.

“Sin perjuicio de la mentira inicial que transmitió al personal policial actuante respecto
del modo en que se produjo la herida […], circunstancia que fuera inmediatamente
rectificada por ella misma, su relato durante la audiencia de debate aparece como veraz,
con marcada angustia en los tramos que revivió los episodios de violencia intrafamiliar y
sin advertirse exageraciones al describirlos, reiterando su sincero arrepentimiento por
aquella primera versión incorrecta, por lo que le otorgo plena credibilidad”.

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2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del


medio empleado. Falta de provocación.

“De la prueba que se trajo al debate surgió en cuanto a la concurrencia de este primer
requisito, consistente en la existencia de una agresión ilegítima, que la imputada
reaccionó frente a la inminencia del ataque emprendido por el fallecido, habiendo
utilizado para repeler dicha agresión, un cuchillo de cocina del tipo serrucho que tomó
sin mirar para el costado –lo que denota la necesidad que la urgía–, de arriba de la mesa
que estaba a su lado [ …] lo que como se verá, conforma el segundo de los requisitos
exigidos por la norma pretendida, siendo claro que tampoco se demostró que aquel
acometimiento inicial hubiera sido consecuencia de la conducta de quien procedió a
defenderse, dado que [M] no provocó de modo alguno al agresor”.

“Frente a la realidad de los hechos, que se repetían desde el año 2010 en que [M] había
denunciado a [C] por violencia familiar […] y frente a la inminencia de esa agresión por
parte de su pareja, quien acometió contra la acusada levantando uno de sus brazos, a
muy escasa distancia de la misma –encima suyo manifestó–, con la clara intención de
pegarle y ante la necesidad de impedir ello, a lo que sumaba la contextura física superior
del agresor y la imposibilidad de oponérsele solamente mediante la resistencia de sus
brazos, no cabe otra conclusión que la utilización del cuchillo de cocina tipo serrucho
antes señalado, cumplimenta acabadamente la racionalidad de su empleo”.

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Caso Nº 9

SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE CHUBUT, SALA EN LO PENAL. “MJM”.


CAUSA N° 22921/2013. 14/8/2014.
Una pareja estaba en su casa, habían bebido alcohol y, luego de una discusión, la mujer
tomó un cuchillo y se lo clavó al hombre en la zona abdominal, provocándole lesiones de
gravedad que ocasionaron su muerte ese mismo día en un hospital. Por ese hecho, la
mujer fue imputada por el delito de homicidio.

En la etapa del juicio oral, la mujer declaró que no había tenido la intención de matar a
su pareja, sino que solo se había defendido de una agresión. Por otra parte, los agentes
policiales que arribaron al lugar explicaron que había un gran desorden, botellas, un
celular y un portarretratos rotos. Además, personas allegadas a la pareja contaron que
tenían una relación violenta. El Tribunal Oral absolvió a la imputada por haber actuado
en legítima defensa. Para decidir de esa manera valoró las lesiones que registraba y los
testimonios que demostraban la existencia de un vínculo violento entre las partes.

La querella interpuso un recurso extraordinario contra la sentencia absolutoria. Entre


otras cuestiones, planteó que el tribunal no había evaluado los indicios acerca de la
personalidad y forma de vida de la imputada, que daban cuenta de su carácter violento.
Por último, señaló que no se había logrado demostrar el contexto de violencia de género
y que varios testigos habían contado sobre episodios de maltrato físico y humillante de
la mujer hacia el varón.

La Sala en lo Penal del Superior Tribunal de Justicia de Chubut rechazó la impugnación


extraordinaria interpuesta por la parte querellante y confirmó la absolución de MJM
(jueces Pfleger, Panizzi y Rebagliati Russell).

1. Legítima defensa. Violencia de género. Prueba. Testimonios. Informes. Apreciación


de la prueba.

“[E]n el decisorio objeto de embate los magistrados consignaron las razones que
justifican su conclusión, con base en la prueba reunida y de acuerdo al método de la sana
crítica racional. […] Así, partieron de la declaración de la imputada, quien reconoció haber
provocado la herida que le causó la muerte a su pareja S. O., aunque aclaró que el
acometimiento se produjo en el marco de una discusión familiar y tuvo por finalidad
defenderse.

Su versión fue contrastada con el material probatorio aportado. Así, los magistrados
ponderaron especialmente los testimonios de aquellos allegados a la pareja que dieron
cuenta de la relación violenta entre sus miembros […]. También valoraron las
manifestaciones de los preventivos que acudieron al lugar teatro de los hechos. Los
policías brindaron detalles acerca del estado en el que se hallaba la escena del crimen –
desorden significativo; botellas, un celular y un portarretratos rotos.

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Asimismo, tuvieron en cuenta los estigmas físicos que evidenciaba la atribuida (golpes,
escoriaciones, hinchazón y traumatismo en el rostro, fractura a nivel del pómulo). Han
considerado las presunciones que contribuyeron a la demostración de los hechos de
violencia de género, ya que se trató de indicios graves, precisos y concordantes. Esto es
lo que rige el artículo 31 de la Ley Nº 26.485 de protección integral para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen
sus relaciones interpersonales”.

2. Violencia de género. Estereotipos de género. Prueba. Apreciación de la prueba.

“Los jueces anotaron que ni los acusadores ni la defensa desconocieron o negaron la


existencia del altercado y la lucha, que derivó en la muerte de [O]. Apuntaron que si bien
no había podido determinarse cuál de los dos contrincantes ejecutó la primera ofensiva,
afirmaron que ésa se había generado en el marco de elevada violencia en el que estaban
inmersos M. y O. aquella madrugada.

Los sentenciadores, por último, valoraron que ambos concubinos se dispensaban un trato
agresivo y humillante. Consignaron que los testigos señalaron a M. como la que se dirigía
a O. de manera irrespetuosa pero, al mismo tiempo, ninguno de los declarantes negó
episodios en los que el interfecto agredió físicamente a la incusa. Plausiblemente, ello
implicó un repudio a la tan extendida idea de la mujer como objeto privada de derechos.
Estos estereotipos discriminatorios deben ser erradicados de acuerdo con el compromiso
asumido por el estado argentino”.

3. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado.


Violencia de género. Prueba. Apreciación de la prueba.

“La ley no demanda actos heroicos; una resistencia suprema que, al llegar al paroxismo,
habilita a defenderse. […] Reclama comportamientos racionales, ese vocablo que se
traduce, por su ambigüedad o polisemia, en la necesidad de un contenido que
básicamente refiera a una relación de causa y grado entre medios y fines”.

“La proporcionalidad del medio empleado no implica simetría; golpe con golpe, disparo
con disparo, arma blanca con arma blanca, y así hasta la infinidad de situaciones posibles.
[…] Ha de tenerse en cuenta las diferencias, única manera de captar adecuadamente las
proporciones, siempre bajo la sombra de la racionalidad.

Y en este plano, la decisión del Tribunal es sensata. Acoger la explicación de la M. no es


una reflexión etérea, se palpa en la detallada valoración de la prueba que autoriza a
reflejar en la conciencia del que decide las vicisitudes de la tragedia. […] Y la racionalidad
alcanza el análisis de la actualidad. Ha ocurrido violencia contemporánea a la utilización
del arma homicida. Ese momento fatal que en el calor provocado desata los infortunios,
especialmente cuando, para uno, lo que recibe se hace intolerable e imparable”.

“Desde la perspectiva de un observador imparcial, de un hombre común, la defensa de


su integridad ejercida por JM, bajo los modos y consecuencias vistos, en un ámbito de
violencia doméstica en la que ella era el contendiente más débil, está justificada”.

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Caso Nº 10

CÁMARA FEDERAL DE CASACIÓN PENAL, SALA III. “RODRÍGUEZ GUIDO”.


REGISTRO Nº 1046/2014. CAUSA Nº 777/2013. 13/6/2014.
Una mujer fue imputada por el delito de homicidio en grado de tentativa. En la etapa de
instrucción declaró que se había presentado en la oficina de un varón porque le iba a
conseguir un empleo. Explicó que el hombre había ido al baño y cuando volvió le había
dicho “una mano lava la otra, es favor por favor”. La mujer relató que había visto que
tenía la bragueta abierta y su pene afuera con un preservativo colocado. Luego contó que
el hombre se había abalanzado sobre ella y la había amenazado con matarla para que no
dijera nada y en ese momento se había producido un forcejeo en donde el varón había
esgrimido un elemento cortopunzante. La mujer refirió que había puesto sus brazos
delante del rostro para defenderse mientras él le hacía cortes en el cuerpo, hasta que
perdió el instrumento y lo tomó ella. Describió que había cerrado los ojos y había hecho
movimientos con la mano para alejarlo y al abrirlos otra vez había advertido que lo había
cortado en el cuello. Por último, sostuvo que durante el forcejeo el hombre había tratado
de quitarle la ropa, le había tocado los pechos y que Luego había de la oficina, la había
encerrado y había llamado a la policía.

En la etapa de juicio oral, la mujer se negó a declarar. Sin embargo, se incorporó por
lectura la declaración prestada frente al juez de instrucción. Por otra parte, el hombre,
constituido como parte querellante, expuso que había tenido relaciones sexuales con la
imputada y que, luego, ella le había querido robar y matarlo cortándole el cuello con un
bisturí que sacó de su mochila. Asimismo, fue incorporado al debate un informe químico
que concluía que todo el material biológico presente en el preservativo correspondía al
mismo individuo de sexo masculino. Además, se incorporó un informe forense que
explicaba que las lesiones registradas por la imputada resultaban compatibles con
“lesiones de defensa”. Al momento de los alegatos, la querella solicitó que se condenara
a la mujer a la pena de diez años de prisión por el delito de homicidio en grado de
tentativa. Por su parte, la representante del Ministerio Público Fiscal peticionó su
absolución por duda razonable. El Tribunal Oral absolvió a la mujer por considerar que
había actuado en legítima defensa. Contra esa decisión, la querella interpuso un recurso
de casación.

La Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal rechazó la impugnación (jueces


Borinsky y Riggi y jueza Catucci).

1. Abuso sexual. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Prueba. Informes. Testimonios.


Apreciación de la prueba.

“[T]anto del informe [forense] como del testimonio prestado por la [….] médica forense
[…] surge que ‘las lesiones en los miembros superiores resultan compatibles con lesiones
de defensa’ y agrega, asimismo, que en las mamas no es común hallar este tipo de lesión
autoinfligida; extremos que permiten confirmar el acierto en las conclusiones esgrimidas
por el a quo y, asimismo, descartar un análisis parcializado de los elementos valorados,
tal como afirma el recurrente, y cuya queja en este sentido debe ser descartada”.

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“[L]a parte querellante alega que no se acreditó la agresión ilegítima de la cual se tuviera
que defender [la imputada]. [L]a versión brindada por [la mujer] cobra credibilidad si se
tiene en cuenta el resultado de la peritación genética llevada a cabo por el médico
forense, sobre las muestras tomadas del preservativo incautado en autos, que
determinaron […] que todo el material biológico presente corresponde al mismo
individuo de sexo masculino…”.

“En esa línea de razonamiento, cabe recordar [que] Rodríguez Guido registraba quince
lesiones cortantes en su cuerpo, diez de ellas compatibles con lesiones de defensa y
cuatro de los cinco restantes insusceptibles de considerarse auto infligidas”.

2. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado. Prueba. Prueba


testimonial. Versiones contrapuestas. Apreciación de la prueba.

“De otro lado, en cuanto a la aparición del elemento cortante, instrumento que según el
a quo puede calificarse tanto de bisturí como de cortapapeles –en ambos casos de
confección casera– el tribunal consideró que la versión brindada por la acusada resulta
más verosímil de conformidad con el plexo probatorio existente, en la medida en que un
cortapapeles de esas características podía hallarse en una oficina y más concretamente
en el interior del portalápices que señala la nombrada como el que se cayó durante su
forcejeo con [N] y que luce en la fotografía […] agregada por lectura al juicio.

Por otra parte, el tribunal sentenciante puso de manifiesto las contradicciones que
evidencia el querellante [N] al referirse al instrumento lesivo en cada una de las instancias
en las que prestó declaración y, asimismo, la imposibilidad de acreditar la existencia de
la mochila que, de acuerdo a los dichos de [N], llevaba consigo la acusada el día de los
hechos y, de cuyo interior, habría sacado el elemento cortante”.

3. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación.

“[E]valuada la prueba recibida durante el juicio y la incorporada por lectura, el tribunal


de juicio concluyó que ‘no medió agresión inicial con el elemento cortante de [la
imputada] sino de [N], en el curso de la violación por el querellante con violencia física
en la persona de la acusada, a raíz de la resistencia opuesta por la última, y con el
resultado de las quince lesiones cortantes antedichas, sin provocación alguna de parte
de [la mujer]. Por tanto, porque [N] prosiguió la agresión con violencia física después de
perder el elemento cortante y porque media enorme diferencia entre la contextura
robusta del querellante y la contextura delgada de la acusada, resulta evidente la
racionalidad del medio empleado por la última para defenderse, de modo que el caso se
ajusta al art. 34 inc.6 del C. Penal’”.

“Así, […] las conclusiones a las que han arribado los sentenciantes encuentran adecuado
sustento en un análisis global y concordante de las probanzas e indicios colectados en la
causa que, evaluados en su conjunto, permiten arribar a un pronunciamiento
absolutorio”.

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Caso Nº 11

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE TUCUMÁN. “XXX”. CAUSA Nº 329/2014.


28/4/2014.
Una mujer vivía con su pareja y sus hijos y sufría violencia de género de forma regular. En
una oportunidad, habían tenido una discusión, la mujer cerró su casa con llave y no lo
dejó pasar. Entonces, su pareja rompió la puerta de entrada, ingresó al domicilio y
comenzó a golpear a su concubina y a uno de sus hijos. Para defenderse, la mujer tomó
un cuchillo y le propinó un puntazo a la altura de la tetilla izquierda. Luego, lo trasladó a
un hospital, donde falleció. Por ese hecho la mujer fue imputada por el delito de
homicidio agravado por el vínculo.

En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que había intentado proteger su vida y la
de su hijo. La Sala Primera de la Cámara en lo Penal de Concepción la condenó a la pena
de doce años de prisión por el delito de homicidio agravado atenuado por circunstancias
extraordinarias. Contra esa decisión la defensa interpuso un recurso de casación. Entre
otras cuestiones, planteó que había existido una agresión antijurídica iniciada por el
hombre que puso en peligro la vida e integridad física de su esposa y su hijo menor de
edad. Además, calificó de necesaria a la defensa ejercida por la imputada ya que había
sido el único modo de evitar que la matara a ella o a su hijo. Por último, sostuvo que la
mujer se había encerrado en su casa para evitar ser golpeada, por lo que había una falta
de provocación suficiente por parte de ella.

La Corte Suprema de Justicia de Tucumán hizo lugar a la impugnación, anuló la sentencia


recurrida y absolvió a la imputada por haber actuado en legítima defensa (jueces Gandur,
Estofán y Posse).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Apreciación de la prueba. Perspectiva


de género. Convención Sobre La Eliminación De Todas Las Formas De Discriminación
Contra La Mujer. Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar Y Erradicar La
Violencia Contra La Mujer (Convención De Belém Do Pará). Reglas de Brasilia. Protección
integral de la mujer. Vulnerabilidad.

“[T]eniendo en cuenta que la cuestión debatida posee incidencia sobre una mujer que
aduce ser víctima de violencia (de género y doméstica) dado que puede provocarse un
innecesario padecimiento, debe incorporarse la ‘perspectiva de género’ como pauta
hermenéutica constitucional, ‘sensibilidad especial’ y principio rector para la solución de
los derechos en pugna. Es que ‘…como lo señala la Convención de Belém do Pará… la
violencia contra la mujer no solo constituye una violación de los derechos humanos, sino
que es 'una ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder
históricamente desiguales entre mujeres y hombres', que 'trasciende todos los sectores
de la sociedad independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos,
cultura, nivel educacional, edad o religión y afecta negativamente sus propias bases’ (Cfr.
Corte I.D.H., Caso ‘Rosendo Cantú y otra Vs. México’ (Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas), sentencia del 31 de agosto de 2.010, párr. 108).

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Estudios sobre Jurisprudencia

Lo dicho conduce a analizar los instrumentos que han incorporado esa ‘perspectiva de
género’, por cuanto es preciso y necesario explicitarlos a los fines de promover su
conocimiento, aplicación y comprensión […]. Encontramos entonces, en primer lugar, la
Convención de la O.N.U. sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), [que] resalta que a pesar de los esfuerzos de los instrumentos
internacionales por garantizar al hombre y a la mujer igualdad en el goce de todos los
derechos económicos, sociales, culturales y políticos, se ha comprobado que las mujeres
siguen siendo objeto de importantes discriminaciones. Asimismo, pone en evidencia que
la discriminación contra la mujer viola los principios de igualdad de derechos y del respeto
de la dignidad humana, que dificulta la participación de la mujer, en las mismas
condiciones que el hombre, en la vida política, social, económica y cultural de su país,
que constituye un obstáculo para el aumento del bienestar de la sociedad y de la familia
y que entorpece el pleno desarrollo de las posibilidades de la mujer para prestar servicio
a su país y a la humanidad. La Convención define la expresión ‘discriminación contra la
mujer’ como ‘toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por
objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la
mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y
la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera’ (art. 1). En ese sentido,
establece que los Estados partes se comprometen a ‘Consagrar, si aún no lo han hecho,
en sus constituciones nacionales y en cualquier otra legislación apropiada el principio de
igualdad del hombre y de la mujer y asegurar por ley u otros medios apropiados la
realización práctica de este principio…’ (art. 2, inc. a), a reconocer ‘…a la mujer la igualdad
con el hombre ante la ley…’ (art. 15) y a adoptar ‘…todas las medidas adecuadas para
eliminar la discriminación contra la mujer’ (art. 16).

Por su lado, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la


Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará) […] establece las obligaciones
del Estado respecto de la erradicación de la violencia de género. La misma afirma que la
violencia contra la mujer constituye una violación de los derechos humanos y las
libertades fundamentales y limita total o parcialmente a la mujer el reconocimiento, goce
y ejercicio de tales derechos y libertades. Reconoce […] que la violencia contra la mujer
es una ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder
históricamente desiguales entre mujeres y hombres. En esa inteligencia establece que la
eliminación de la violencia contra la mujer es condición indispensable para su desarrollo
individual y social, y su plena e igualitaria participación en todas las esferas de la vida. En
su art. 1 se define a la violencia contra la mujer, como cualquier acción o conducta,
basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a
la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. Por otro lado, dispone que la
violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica: a) que tenga lugar
dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea
que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que
comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual; b) que tenga lugar en la
comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros,
violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y
acoso sexual en el lugar de trabajo; así como, en instituciones educativas,

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establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y c) que sea perpetrada o tolerada por
el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra (art. 2).

En este mismo contexto, debe tenerse presente que la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha suscripto […] la ‘Declaración de Cancún’ (2.002) y las ‘Reglas de Brasilia sobre
acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad’ (2.008). La primera
(Declaración de Cancún) subrayó la necesidad de implantar una perspectiva de género
en el marco general del acceso de la mujer a la justicia, mediante la adopción de una
política de igualdad de género por parte de las Cortes y Superiores Tribunales, que tenga
impacto en todas las áreas y en todos los niveles institucionales, tanto en su organización
interna, como en el servicio brindado. Por su parte, las ‘Reglas de Brasilia’ sobresaltan la
importancia de la participación de funcionarios y operadores de la justicia en la labor del
diseño, la divulgación y la capacitación en orden a la aplicación de las condiciones
necesarias que garanticen a las personas en situación de vulnerabilidad el efectivo acceso
a la justicia. Incluso, el art. 19 de las mencionadas Reglas define lo que se considera
violencia contra la mujer, prescribiendo que ella consiste en ‘...cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado, mediante el empleo
de la violencia física o psíquica’.

Por último, es preciso mencionar la ley N° 26.485 de Protección Integral para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que se Desarrollen
sus Relaciones Interpersonales (a la que adhirió la Provincia de Tucumán mediante ley n°
8.336); norma que es de orden público, y por tanto, de aplicación en todo el territorio
argentino (art. 1º). En su art. 3 la misma establece expresamente que se garantizan todos
los derechos reconocidos por la Convención para la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer, entre otros y en especial, los referidos a una vida
sin violencia y sin discriminaciones; a la seguridad personal; a la integridad física,
psicológica, sexual, garantizando también, un trato respetuoso de las mujeres que
padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisión que produzca revictimización.
Asimismo, la normativa define qué se entiende por violencia contra las mujeres,
puntualizando que es ‘…toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o
indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual
de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual,
económica o patrimonial, como así también, su seguridad personal. Quedan
comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes’ (art. 4). En el art. 5
establece y define los distintos tipos de violencia contra la mujer, dividiéndola en física,
psicológica, sexual, simbólica, económica y patrimonial. En cuanto a las formas en que se
manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes ámbitos,
el art. 6° especifica a la violencia doméstica conceptualizándola como ‘...aquella ejercida
contra las mujeres por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio
físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad
reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo
familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el
matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones
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Estudios sobre Jurisprudencia

vigentes o finalizadas, no siendo requisito la convivencia...’. En idéntica dirección, deja


claro que ‘Los organismos del Estado deberán garantizar a las mujeres, en cualquier
procedimiento judicial o administrativo, además de todos los derechos reconocidos en la
Constitución Nacional, en los Tratados Internacionales de Derechos Humanos ratificados
por la Nación Argentina, la presente ley y en las leyes que en consecuencia se dicten, los
siguientes derechos y garantías: ...inc. d) A que su opinión sea tenida en cuenta al
momento de arribar a una decisión que la afecte; …inc. i) A la amplitud probatoria para
acreditar los hechos denunciados, teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las
que se desarrollan los actos de violencia y quienes son sus naturales testigos...’ (art. 16).

Concluido el relevamiento, es posible apreciar que normativamente se ha introducido


una perspectiva que pretende prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres; lo cual
depende –básicamente– de la elaboración de programas y políticas públicas destinados
a tales fines, como así también del rol que responsablemente asuman los organismos del
Estado –entre ellos el Poder Judicial–. En todo caso, de los sistemas normativos expuestos
puede colegirse que las mujeres víctimas de violencia gozan en el proceso judicial de un
‘especial’ estándar de protección. Ello es consecuencia de una ‘sensibilidad’ que –tras
advertir las peculiares condiciones que definen su estado de vulnerabilidad– determina
la necesidad de una protección ‘enriquecida’”.

“En consecuencia, resulta imprescindible analizar la realidad sobre la base de la existencia


de condiciones históricas de desigualdad entre hombres y mujeres, dado que dicha
realidad se caracteriza por responder al patriarcado como sistema simbólico que
determina un conjunto de prácticas cotidianas concretas, que niegan los derechos de las
mujeres y reproducen el desequilibrio y la inequidad existentes entre los sexos…”.

“[S]e advierte que en el presente caso la imputada ha sido víctima de violencia de género
y doméstica por parte del Sr. XXX, lo cual justifica […] su reacción frente a la agresión
ilegítima proferida por quien luego resultara víctima del hecho, materializándose en la
especie la causal de justificación de legítima defensa. Es que esa agresión, debió ser
analizada en el contexto de violencia de género dado en el ámbito doméstico, en el cual
se observan las características históricas de desigualdad de poder entre varones y
mujeres y las características propias del ciclo de violencia en la que se encontraba
inmersa XXX hacía tiempo […], lo que tampoco se encuentra controvertido ya que
numerosas declaraciones de testigos y peritos así lo corroboraron”.

2. Violencia de género. Violencia familiar. Legítima defensa. Agresión ilegítima.

“[L]a Sra. XXX sufrió una agresión actual e ilegítima pues no se hallaba autorizada por el
derecho (art. 34, inc. 6°, letra a, C.P.); y, en razón de ella, la misma se defendió con un
cuchillo, ante los golpes de XXX, lo que constituye, en las circunstancias del caso, un claro
ejemplo de lo requerido en el art. 34, inc. 6°, letra b, del C.P. Así las cosas, constituye
legítima defensa dado que, frente a los golpes de un hombre, ella –víctima constante de
violencia de género y doméstica–, para defenderse tomó el cuchillo que había sacado su
hijo para separarlos –primer y único elemento que tenía a su alcance– y se lo asestó a la
altura de la tetilla izquierda, lo que produjo las lesiones en el corazón y el pulmón que –
al no evolucionar favorablemente– llevaron a la muerte del Sr. XXX”.

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3. Violencia de género. Violencia familiar. Legítima defensa. Necesidad racional del


medio empleado.

“[L]a acción emprendida por la imputada fue utilizada para poner fin al ataque que XXX
había iniciado al irrumpir violentamente en el domicilio conyugal y que continuó con
golpes –dentro y fuera de la casa– contra XXX y su hijo (XXX) que intentaba separarlos.
En ese sentido, no es posible concebir a la conducta de la Sra. XXX ‘como un ataque y no
un inofensivo empujón defensivo’ en tanto no era posible para su persona –en ese
momento– determinar si el accionar violento del Sr. XXX había concluido”.

“En esa inteligencia, estando la Sra. XXX ante un sujeto de considerable tamaño […], que
ya la había golpeado en otras oportunidades […] y con su hijo presente […], mal podría
haber interpretado que XXX había terminado su ataque y que no corría más riesgo su
integridad y la de su hijo. […] En consecuencia, la violencia doméstica como fenómeno
que se arraiga con carácter cíclico en la vida cotidiana familiar debe ser considerado como
un ‘mal inminente’ que –a priori– habilita la materialización de una conducta defensiva”.

“[R]especto del medio empleado, el mismo es racionalmente necesario si en su momento


aparece idóneo, según la razón, con vistas a eliminar el peligro que para un derecho –en
este caso la integridad física de la imputada y de su hijo menor de edad– representaba la
agresión y no se acredita la oportuna concurrencia de otra posibilidad defensiva que,
también para la razón, tuviese equivalente suficiencia y menor aptitud dañosa”.

4. Violencia de género. Violencia familiar. Legítima defensa. Falta de provocación.

“[D]ebe resaltarse que por parte de la encartada no existió provocación alguna,


quedando en claro la secuencia de ocurrencia del hecho en cuestión: 1°) Existió una
primera discusión en el domicilio conyugal que terminó con la salida del Sr. XXX de su
casa; 2°) luego, a pesar de ser prevenido para que no lo hiciese, el mismo regresó a la
casa, irrumpiendo violentamente (ya que se encontraba cerrada) y entablando una nueva
discusión que devino en una pelea de la que participó el hijo mayor de la imputada; 3°)
finalmente, la imputada en el intento de defenderse y de proteger a su hijo hirió con un
cuchillo a su esposo. […] Es decir que la Sra. XXX no sólo no generó la discusión que derivó
en los golpes que le propinó el Sr. XXX, sino que además se encerró en su casa a los
efectos de evitar cualquier contacto con el mismo. De ese modo queda satisfecho el
recaudo previsto en el art. 34, inc. 6, apartado ‘c’, del C.P. (‘Falta de provocación
suficiente por parte del que se defiende’)”.

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Caso Nº 12

CÁMARA DE JUICIO ORAL EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL DE SEGUNDA


NOMINACIÓN DE SANTIAGO DEL ESTERO. “NRR”. 18/11/2013.
Una mujer vivía con su pareja y sus cinco hijos en una casa y el hombre ejercía violencia
contra la mujer. La pareja se separó y dejaron de habitar aquel domicilio. Sin embargo, la
mujer iba a limpiarlo. En una oportunidad, ella estaba en la casa con sus hijos cuando su
expareja ingresó con un arma de fuego que resultó no ser apta para el disparo y un
cuchillo en la cintura. Entonces, discutieron, forcejearon y el hombre la amenazó e
insultó. Luego, accionó el arma que no se disparó debido a su mal funcionamiento. En
consecuencia, salieron de la vivienda, la mujer tomó un revólver de entre sus prendas y
lo mató. Por ese hecho fue detenida e imputada por el delito de homicidio simple.

En la etapa de juicio oral, la mujer explicó que había recurrido en muchas ocasiones a la
Oficina del Menor, Mujer y Familia y que había denunciado a su expareja ante la mayoría
de los juzgados de la provincia de Santiago del Estero. Sostuvo que ninguna de las
medidas adoptadas había dado resultados y que el hombre seguía hostigándola a ella y a
sus hijos. Agregó que los agentes policiales le habían dicho que “debía ir quebrada” para
que la policía actuara. En cuanto al arma que tenía, sostuvo que la había encontrado
tiempo atrás en la casa en la que convivía con su expareja. Asimismo, declararon dos de
sus hijos menores de edad. Señalaron que habían presenciado muchas peleas y que le
tenían miedo a su papá. En particular, uno de los niños contó que una vez su padre lo
había amenazado poniéndole un cuchillo en el cuello. Otros testigos confirmaron que la
pareja discutía de manera constante, que el hombre hostigaba a su familia y los niños le
temían. Por otra parte, el informe socio ambiental daba cuenta de que los vecinos sabían
que existían “problemas de convivencia” y el informe de la Oficina del Menor, Mujer y
Familia indicaba que se habían tramitado numerosas causas por violencia.

La defensa sostuvo que la mujer había actuado en legítima defensa como consecuencia
de una agresión ilegítima por parte de su expareja que la había amenazado con un arma
de fuego en un contexto de violencia de género que había durado años. Por esa razón
solicitó la absolución de su asistida. Por otro lado, el representante del Ministerio Público
Fiscal puso en tela de juicio el testimonio brindado por los niños porque coincidía con la
declaración de su madre. En esa dirección destacó que existía una sobreadaptación de
los menores de edad. Además, sostuvo que la mujer tenía una cuota de responsabilidad
por lo sucedido toda vez que se había sometido de manera voluntaria al riesgo de la
agresión al momento de decidir ir a la casa donde podía encontrarse con su expareja. Por
esa razón, concluyó que no se daba el requisito de falta de provocación que exigía el
instituto de la legítima defensa.

La Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Correccional de Segunda Nominación de


Santiago del Estero, por mayoría, absolvió a la imputada por haber actuado en legítima
defesa (jueces Pérez Roberti y Storniolo).

1. Prueba. Testimonios. Niños, niñas y adolescentes. Apreciación de la prueba.

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“El Sr. Fiscal puso en tela de juicio el testimonio de […] hijos de la imputada y la víctima.
Entre los fundamentos destaca sobreadaptación de los niños señalando que son
coincidentes con los de su madre –declaración de la imputada–. [N]o es este el caso. Las
personas sobreadaptadas son híper exigentes. Se preocupan en exceso por la valoración
y los juicios de valor que los demás tienen sobre ellos. En síntesis, parecen agradar a
todos, ya que tratan de satisfacer las exigencias y expectativas que se tienen sobre ellos.

De la inmediatez de la prueba no se pudo constatar estas características en los niños. Lo


afirmado por el citado funcionario […] se aproxima más a lo que se ha dado en llamar
síndrome de Alienación Parental, esto es, cuando existe desorden psicopatológico en el
cual un niño, de forma permanente, denigra e insulta sin justificación alguna a uno de sus
progenitores, generalmente, pero no exclusivamente, el padre. También podría
conceptualizarse como la manipulación de los hijos por uno de los progenitores para el
rechazo del otro. No obstante […] tampoco esta circunstancia pudo ser corroborada, por
lo que corresponde descartarla toda vez que no se trata solamente de una coincidencia
entre los testimonios de los niños y la declaración de la imputada, su madre, sino también
que son coincidentes con otros elementos probatorios soslayados en los alegatos por el
Fiscal a la hora de valorar el plexo probatorio producido durante el Debate.

La declaraciones de los niños, en relación al lugar de los hechos, el modo como fue
cometido, disparos realizados, la forma en que salió su padre de la casa luego de recibir
el impacto de bala, lugar por donde salió corriendo, peleas protagonizadas entre sus
padres, entre otras circunstancias, se encuentran plenamente corroboradas por los
testigos que depusieron durante el Debate…”.

2. Violencia de género. Prueba. Testimonios. Informes. Apreciación de la prueba.

“El Sr. Fiscal también procuró instalar un estado de duda en sus alegatos, sin ningún
sustento fáctico por cierto, sobre la existencia de los problemas de pareja –violencia de
género o doméstica– entre N R y R A M. En la discusión final afirmó que aquellos andaban
como novios en la ciudad de Loreto. No obstante, corresponde remarcar, las pruebas
testimoniales, documentales e instrumentales acompañadas al presente Debate son por
demás elocuentes para tener por acreditado con el grado de certeza que esta instancia
requiere la existencia de conflictos de convivencia de aquella pareja”.

“De los testimonios de los niños CAM y AEM surge con meridiana claridad que existían
problemas entre sus padres. Los niños son contestes en señalar las peleas que pudieron
presenciar de sus padres y que le tenían miedo. CAM señala un hecho puntual, que hace
creíble su relato, diciendo que su padre en una ocasión lo había amenazado poniéndole
el cuchillo en el cuello circunstancia ésta corroborada por su hermano AEM y la tía SMR,
a la sazón, hermana de la imputada NR.

El testigo RGJ, funcionario policial, sabía que la pareja tenía problemas porque existían
antecedentes de exposiciones y denuncias de ambas partes, sobre todo por violencia de
género. El testigo MAO –vecino– tenía conocimiento que NR y RAM se habían separado
y que éste último había hecho un ranchito y dejaron la casa donde vivían juntos. Por su
parte, sabía que ella vino a vivir al lado de la casa de la madre. Que RAM cuando se separó

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Estudios sobre Jurisprudencia

hizo un ranchito y se le quemó. El testigo MV –vecino y concubino de la hermana de la


imputada sabía que nadie vivía en la casa de material porque RAM no dejaba que nadie
viva ahí, ni ella ni sus hijos. Conocía que la vida de la Sra. NR y sus hijos eran caóticos
porque RAM no los dejaba vivir, iba constantemente a la casa de la madre de ella a
molestarlos. Añade que NR fue a dormir seis meses a su casa porque RAM no la dejaba
dormir ni vivir en la casa de la madre. También sabía que RAM tenía prohibición de
acercarse pero no la respetaba. No obstante el vínculo de este testigo con la imputada
su relato está corroborado […] con la prueba informativa de la Oficina del Menor, Mujer
y la Familia. La testigo SMR tenía conocimiento que su hermana NR iba a su casa a dormir
porque RAM no la dejaba tranquila, venía y le pegaba. Aclara que su hermana solía ir a su
casa y a veces tenía miedo de quedarse porque los chicos no [se] querían quedar [con el
padre]. Le tenían mucho miedo a él, venía le pateaba la puerta, le tiraba ladrillazos en la
ventana, había mucha violencia. Esta testigo tuvo conocimiento del incidente entre el hijo
mayor de la pareja con el padre cuando éste le puso el cuchillo en el cuello al niño. Este
testimonio, por interesado que pudiera parecer por ser hermana de la imputada, es
coincidente con el testimonio de los niños, vecinos, informe de la Oficina del Menor,
Mujer y la Familia y con el contenido de la nota periodística que más abajo destaco. El
testigo GDO que no es de la familia también conocía por rumores que la pareja no se
llevaba bien aunque aclara que él nunca los vio. La testigo GVO sabía por rumores que la
pareja vivía juntos a sus hijos hasta que empezaron a tener problemas. Después ella, por
[R], tenía su casita y se fue. La deponente sabe esto por la escuela que iban sus hijos,
porque los hijos de la pareja les contaban que sus padres peleaban”.

“El Informe Socio Ambiental […] da cuenta que fueron entrevistados GDO, DNI, AMH y
GVO, todos ellos domiciliados en Paraje Quimilí Bajada, Dpto. Loreto, provincia de
Santiago del Estero. Estas personas, vecinas de la imputada y víctima fueron contestes en
señalar que ambos gozaban de muy buen concepto pero a la vez manifestaron que
conocen que existían problemas de convivencia de pareja. Por su parte el Informe de la
Oficina del Menor, Mujer y Familia […] pone de manifiesto numerosas causas iniciadas y
tramitadas ante esa oficina y Juzgados del Crimen de Segunda, Tercera, Cuarta y Quinta
Nominación donde dispusieron algunas medidas cautelares ineficaces sin que hayan
dado una solución de fondo”.

3. Violencia de género. Denuncia. Protección integral de la mujer. Responsabilidad del


Estado.

“[Q]ueda acreditada una violencia institucional de las cuales han sido víctimas tanto la
imputada como su ex concubino poniendo de manifiesto la total desatención de los
problemas planteados por los ciudadanos ante las autoridades policiales y judiciales.
Según la imputada, los funcionarios policiales le habrían manifestado que ‘debía ir
quebrada’ para que la policía actúe. A la luz de los resultados fatídicos esta aseveración
se presenta como cierta. La imputada recurrió en muchas ocasiones a la Oficina del
Menor, Mujer y Familia transitando por casi todos los Juzgados del Crimen de nuestra
provincia. De la nómina transcripta precedentemente surge que efectuó denuncias ante
los Juzgados en lo Criminal y Correccional de Segunda, Tercera, Cuarta y Quinta
Nominación y ninguna de las medidas adoptadas produjo los resultados esperados”.

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Ministerio Público de la Defensa

“En el plano de la realidad la pregunta que se impone es ¿qué seguridad jurídica podía
tener la imputada en su condición de mujer maltratada por su ex concubino en una zona
montuosa donde no llega a tiempo la autoridad policial o judicial? A la luz del resultado
fatal se podría aseverar que ninguna de las medidas adoptadas por las autoridades
tendientes a proteger a esta mujer producía los efectos deseados. La mayoría de las
medidas, por no decir, todas fueron ineficaces. Esta mujer maltratada por su ex
concubino denunció ante la autoridad policial y judicial y al no obtener respuesta tuvo
que recurrir a los medios televisivos que se hicieron eco de los problemas planteados.

La situación de violencia de género ha existido en el caso sometido a análisis. De esto no


existe ninguna duda. Para obtener una medida de prohibición de acercamiento la parte
que lo peticiona debe acreditar prima facie circunstancias de violencia, malos tratos, etc.
Los jueces de instrucción hicieron lugar a la medida lo que […] lleva a concluir que
consideraron acreditados aquellos extremos. Por otra parte, el grado de credibilidad de
la violencia de género debió ser tal para llegar a interesar a un medio de comunicación
social, en este caso, Canal 7, para hacer una nota en la localidad de Quimilí Bajada,
Departamento Loreto, distante a 70 kilómetros de la ciudad capital. La consecuencia fatal
que ahora es motivo de juzgamiento pone de manifiesto que los hechos denunciados por
N R no fueron tramitados con la seriedad institucional que estos casos ameritan en un
Estado de Derecho”.

“[L]as pruebas testimoniales como así también las documentales, instrumentales e


informativas, en especial las pruebas objetivas y científicas producidas y reproducidas
durante el Debate […] permiten aseverar, con el grado de certeza que esta instancia
requiere, que la relación sentimental –concubinato– entre NR y RAM se dio en un marco
de violencia de género y/o doméstica. Esta violencia se acrecentó luego de la separación
de hecho acaecida en el año 2008. Las constancias de denuncias obrantes en la Oficina
del Menor, Mujer y la Familia dan cuenta de esto. Cabe destacar que uno de los motivos
de violencia se daba como consecuencia de las disputas por la posesión de la casa donde
vivían toda vez que ninguno resignaba sus pretensiones sobre ella. La víctima,
esgrimiendo que le habían incendiado su rancho regresó a ella en tanto que la imputada
semanalmente iba a limpiar la casa”.

4. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del


medio empleado. Falta de provocación. Convención sobre la Eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer.

“[A]siste razón a la defensa técnica de la imputada toda vez que actuó en defensa propia
como consecuencia de una agresión ilegítima de su ex concubino que la amenazó con un
arma de fuego precedido este hecho por un marco de violencia de género o doméstica
durante años. Por otra parte, existió necesidad racional del medio empleado –arma de
fuego– para defenderse. Por último, no hubo provocación de parte de la autora como lo
sostiene el Ministerio Fiscal”.

“[Q]ueda en claro que al momento de irrumpir abruptamente con un arma en la mano y


apuntarle a su ex concubina conforma este primer requisito de agresión ilegítima. […] En
el caso sometido a examen la autora utilizó un arma de fuego para repeler una agresión

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Estudios sobre Jurisprudencia

ilegítima con arma de fuego. Por lo tanto debe considerárselo como un medio racional.
Esta aseveración no se modifica con los resultados de la pericia criminalística que tiene
establecido que el revólver utilizado por el agresor no era apto para el disparo. El
agredido que se defiende no podría haber sabido en el momento del hecho si el revólver
funcionaba o no. De exigirse esta circunstancia se estaría poniendo límites a la causal de
justificación no contemplados en la ley”.

“En el caso sometido a examen, a la luz de los nuevos paradigmas convencionales NRR
tenía derecho a una vida libre de violencia y, por lo tanto, no tenía ninguna limitación de
concurrir a la casa a limpiarla donde otrora convivía con su ex concubino. Éste tampoco
tenía derecho de ejercer violencia sobre aquella. La Convención sobre la Eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) […] destaca ‘que para lograr
la plena igualdad entre el hombre y la mujer es necesario modificar el papel tradicional
tanto del hombre como de la mujer en la sociedad y en la familia’. Con ello la norma se
propone modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres con
miras a eliminar los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole
que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos
o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres”.

“En el marco conceptual expuesto se desprende que […] al momento del hecho la autora
se encontraba limpiando su casa y fue víctima de agresiones verbales y físicas de parte
de quién ingresó raudamente a la vivienda con un arma de fuego en la mano. Ello […]
permite aseverar que no existió de parte de ésta incitación o excitación alguna que
justifique la conducta agresiva asumida por su ex concubino RAM. Según lo expuesto en
este caso sometido a análisis se advierten claramente configurados todos los elementos
exigidos por la doctrina y el código de fondo para la existencia de la legítima defensa. La
misma constituye una causal de justificación que elimina la contrariedad de la conducta
típica con el orden jurídico –antijuridicidad–“.

5. Violencia de género. Legítima defensa. Estereotipos de género. Ministerio Público


Fiscal. Protección integral de la mujer. Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia Contra La Mujer (Convención de Belém do Pará).

“En este caso, el Sr. Fiscal atribuye a la autora una cuota de responsabilidad importante
por los sucesos acaecidos el día del hecho toda vez que, a su criterio, NR se habría
sometido voluntariamente al riesgo de la agresión al momento en que decide ir a la casa
donde podría encontrarse con su ex concubino. Ese argumento se contrapone con lo que
ha dicho la CSJN, voto Dra. Elena Higton de Nolasco en el punto 2º que lo transcribo en
la parte pertinente: ‘Para descartar la eventual existencia de legítima defensa, en el fallo
en crisis se expresa que aun de aceptarse que hubiera mediado agresión ilegítima de
parte del occiso respecto de la imputada, ha sido ésta quien … ‘se sometió a ella
libremente’... de manera que la situación de necesidad se generó con motivo ….del
concurso de su voluntad’... y ‘...por esa razón no puede invocarla para defenderse. En el
Punto 3) la Sra. Ministro de la Corte alude a la Convención Internacional para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la violencia contra la Mujer ‘Convención de Belem do Pará’
aprobada a través de la ley 24.632. En el Punto 4) hace referencia a la ley 26.485 de
Protección Integral de la Mujer y en el punto Punto 5) concluye diciendo que ‘la

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Ministerio Público de la Defensa

afirmación del a quo para descartar un supuesto de legítima defensa, que a partir del
mero hecho de la permanencia de la imputada en el domicilio en que convivía con el
occiso –a la cual asigna, sin más, un carácter voluntario–, deriva que Leiva se sometió
libremente a una hipótesis de agresión ilegítima, no solo soslaya las disposiciones
convencionales internacionales y normas internas que avanzan sobre la materia sino que
lisa y llanamente aparece en colisión con su contenido’. La Dra. Cármen M Argibay se
remite a los fundamentos y conclusiones del voto del precedente ‘Salto’ (Fallos: 329:530)
y se adhiere a lo sostenido por la Dra. Elena Higton de Nolasco cuando ésta señala ‘la
palmaria contradicción de una afirmación del a quo referida al libre sometimiento de la
imputada a la alegada agresión ilegítima de parte del occiso, con las disposiciones de la
Convención Internacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(Convención de Belem do Pará) y de la ley 26485 de Protección Integral de la Mujer’ (Cf.
puntos 3 a 5 de su voto)”.

170
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Caso Nº 13

SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE SAN LUIS. “GML”. CAUSA Nº


10/2012. 28/2/2012.
Una mujer vivía con su pareja y sufría violencia de género de forma regular. En una
oportunidad, mientras ella cocinaba, él comenzó a golpearla. Entonces, la mujer agarró
un cuchillo para que no se le acercara y la dejara ir. Sin embargo, en uno de los
movimientos que realizó lo apuñaló.

El hombre fue trasladado al hospital y, luego, falleció. En la etapa de juicio oral, la mujer
declaró que no había querido matarlo, sino que sólo se había defendido. Además,
diferentes testigos expusieron que la mujer se había alejado y aislado de sus amigos y
entorno habitual ante los celos de su pareja. La Cámara en lo Penal, Correccional y
Contravencional la condenó a la pena de nueve años de prisión por el delito de homicidio.
Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación. Entre otras cuestiones,
planteó que la mujer había sido víctima de violencia de género y que había actuado en
legítima defensa.

El Superior Tribunal de Justicia de San Luis hizo lugar a la impugnación, casó la sentencia
y absolvió a la imputada por haber actuado en legítima defensa (jueza Novillo y jueces
Zavala Rodriguez, Uria, Rubio y Gatica).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Testigos. Apreciación de la prueba.

“[S]e advierte que en el presente caso la imputada ha sido víctima de violencia de género
por parte del Sr. [A], que justifica su reacción frente a la agresión ilegítima proferida por
quien luego resultara víctima del hecho, dándose la causal de justificación de legítima
defensa. Es que esa agresión, debe ser analizada en el contexto de violencia de género
dado en el ámbito doméstico, en el cual se observan las características históricas de
desigualdad de poder entre varones y mujeres y las características propias del ciclo de
violencia en la que se encontraba inmersa [la imputada] hacía tiempo, lo que tampoco se
encuentra controvertido, ya que hubo muchos testigos en el juicio que lo corroboraron,
si bien no estuvieron presentes, fueron testigos de cómo [la imputada] se fue alejando y
aislando de sus amigos y entorno habitual, ante los celos excesivos de su pareja…”.

“Cabe destacar que en un contexto de violencia doméstica, la mujer se encuentra


entrampada en un círculo, donde la agresión es siempre inminente, precisamente porque
es un círculo vicioso del que no puede salir, porque tiene miedo a represalias, sabe que
en cualquier momento la agresión va a suceder, los celos siempre existen, con lo cual la
inminencia está siempre latente, generalmente no se formulan denuncias por miedo, la
víctima de violencia se va aislando y muy pocas veces cuenta todo lo sucedido, ya sea por
miedo o vergüenza.

Los celos excesivos de [A] para con la imputada –que generaban un estado de violencia
permanente– no fue tenido en cuenta de manera alguna por los Sres. Camaristas,
quienes omitieron también valorar otro de los fenómenos de la situación de violencia que

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es la negativa a formular denuncias y el irrebatible hecho de que sucesos como éstos solo
se producen dentro del hogar y sin testigos”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del


medio empleado. Falta de provocación.

“Para habilitar la conducta defensiva se requiere un elemento presente –el peligro de


que una agresión ilegítima dañe un derecho– que, a su vez, se refiere a una circunstancia
futura –la producción del daño–. [E]l texto legal (art. 34, inc. 6° letras a y b), Cód. Penal)
[…] habilita la puesta en acción del medio defensivo racionalmente necesario para
impedir o repeler la agresión contra un derecho. La consecuencia es obvia: mientras la
agresión –presente o potencial– ocasione peligro para un bien jurídico será
racionalmente necesario lanzar el medio defensivo; tal será el modo racional de
‘impedirla o repelerla’. Y si procede el medio racionalmente necesario para impedir o
repeler la agresión es evidente que se repele la agresión actual y se impide la futura…”.

“[D]ebe tenerse presente que una pelea en el ámbito doméstico y en particular, en la


relación de [A] y [G], quien trata de pegar y ya arrojó un golpe está agrediendo y existe el
concreto peligro de que continúe haciéndolo. Para habilitar la conducta defensiva se
requiere un elemento presente –el peligro de que una agresión ilegítima dañe un
derecho– que, a su vez, se refiere a una circunstancia futura –la producción del daño–”.

“[C]onstituye legítima defensa dado que frente a los golpes de un hombre, ella –mujer–,
para defenderse, le ‘amagaba’ con el cuchillo –primer y único elemento que encontró a
su alcance– y en ese forcejeo y ‘amague’ le haya ‘tirado’ según sus términos, es decir
apuñalado, ocasionando la herida y producto de esa puñalada, el Sr. [A] debió ser
internado y sometido a varias intervenciones quirúrgicas, falleciendo posteriormente.

La agresión sufrida por [G], era actual e ilegítima pues no se hallaba autorizada por el
derecho (art. 34, inc. 6° letra a, Cód. Penal) y la condenada, se defendió con el cuchillo,
ante los golpes de [A], lo que constituye, en las circunstancias del caso, un claro ejemplo
de lo requerido en el art. 34 inc. 6° letra b) del Cód. Penal. […] Tampoco surge de la causa,
elemento alguno que haga inferir que la procesada haya provocado la agresión por parte
de [A]”.

3. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Testimonios. Apreciación de la


prueba. Derecho de defensa. Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Contra La Mujer. Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar
Y Erradicar La Violencia Contra La Mujer (Convención de Belém do Pará).

“[E]n la sentencia atacada se ha omitido la aplicación de legislación vigente y específica,


de orden público (Ley 26.485) y convenciones de rango constitucional, tampoco se ha
interpretado los hechos y la prueba aportada a la causa –como la confesión de la
imputada, testimonios, cartas del imputado–, dentro de un contexto de violencia de
género, habiendo los sentenciantes dividido la confesión calificada en perjuicio de la
procesada, ya que la confesión de ésta es tratada en la primera cuestión referida a la
autoría de [G] en el hecho investigado y al tratar la segunda cuestión, se rechaza

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directamente la causa de justificación esgrimida por la defensa, lo que constituye una


lesión directa e inmediata a la defensa en juicio y debido proceso, que resulta necesario
restaurar por este medio recursivo propuesto por la defensa.

Así las cosas y no advirtiendo prueba alguna que desplace la confesión calificada de la
procesada, interpretada en conformidad a lo regulado por Ley Nacional N° 26.485 y
Convención Internacional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar
y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém do Pará), debe ser absuelta por haber
actuado en legítima defensa de su integridad física (arts. 161 Cód. de Proced. Penal y 34
inc. 6°, Cód. Penal), no existiendo en autos las presunciones requeridas por la ley –art.
161 del Cód. de Proced. Penal– para dividir los dichos de la confesante en su perjuicio”.

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Caso Nº 14

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. “LEIVA”. L. 421. XLIV.


1/11/2011.
Leiva estaba embarazada, vivía con su pareja y sufría violencia de género. En una
oportunidad, el hombre la encerró en la casa y la golpeó con un palo de escoba. Para
repeler los golpes y, por temor a perder el embarazo, lo hirió con un destornillador en la
zona del tórax. En ese momento, comenzó a gritar por la ventana para pedir una
ambulancia, por lo que los vecinos forzaron la puerta para poder entrar. El hombre murió
y la mujer fue trasladada a un hospital, donde quedó alojada durante una semana debido
a las lesiones que presentaba. Por ese hecho fue imputada por el delito de homicidio.

Al ser indagada, Leiva afirmó que había actuado en legítima defensa. En ese sentido,
sostuvo que había temido por su propia vida y la del feto ya que, en otra oportunidad,
había sufrido un aborto provocado por los golpes de su pareja. Por otro lado, la historia
clínica no fue agregada al expediente. De los informes médicos surgía que la mujer
presentaba varias lesiones en el cuerpo. El informe psicológico practicado en el hospital
a pocas horas del hecho concluyó que la mujer cursaba una crisis de angustia por efecto
del suceso traumático acontecido. La primera pericia psiquiátrica ordenada por la
instrucción indicó que la imputada estaba deprimida y tenía una “actividad psíquica
pasiva”, por lo que debía postergarse la entrevista. La médica psiquiatra que practicó la
pericia agregó que no se observaban parámetros que denotaran falta de control de los
impulsos y que su conducta poseía rasgos obsesivos. Seis meses después, se efectuó un
segundo estudio efectuado por otro experto del servicio judicial, debido a que en el
primero no había intervenido el perito de parte. Allí se diagnosticó que la mujer se
encontraba depresiva, angustiada y que había sido víctima de una pareja agresora, lo que
provocaba en ella un sentimiento de vulnerabilidad y sumisión. Asimismo, el dictamen
del perito de parte informó que la imputada presentaba un cuadro depresivo tipo
reactivo y concluyó que no había sido dueña de sus acciones y que la respuesta a la
violencia recibida debía entenderse como una reacción emocional violenta.

La Cámara en lo Criminal de Primera Nominación de Catamarca consideró que no había


existido una agresión ilegítima por parte del hombre y la condenó a la pena de doce años
de prisión por el delito de homicidio simple. Para decidir de esa manera valoró solo la
primera pericia psiquiátrica efectuada debido a que las posteriores se habían basado
exclusivamente en las entrevistas con la acusada. Contra esa decisión, la defensa
interpuso un recurso de casación, que fue rechazado por la Corte de Justicia de
Catamarca. En ese sentido, sostuvo que, aunque se aceptara la existencia de una agresión
ilegítima por parte del varón, la imputada se había sometido a ella de manera voluntaria.
Por esa razón no podía invocar esa agresión para defenderse. Entonces, la defensa
interpuso un recurso extraordinario federal.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró procedente la impugnación, dejó sin


efecto la sentencia apelada y remitió las actuaciones al tribunal de origen para que
dictara una nueva resolución (ministros Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Zaffaroni).

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Para decidir de ese modo, se remitió al dictamen de la Procuración General de la Nación.


Las ministras Highton de Nolasco y Argibay, por su voto, resolvieron del mismo modo.

DICTAMEN DE LA PROCURACIÓN GENERAL DE LA NACIÓN AL QUE REMITIERON LOS MINISTROS LORENZETTI,


FAYT, PETRACCHI, MAQUEDA Y ZAFFARONI

1. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Apreciación de la prueba.

“[El tribunal] no valoró en su justo término la circunstancia de que el médico legista


examinó a la mujer en el servicio de obstetricia del Hospital San Juan Bautista, a las cuatro
horas del homicidio, e informó sobre ‘el cuadro lesional’ que presentaba […]. Lesiones
que fácilmente pueden verse en las fotos que sacó la policía […].

Tampoco dio la debida importancia al hecho de que L. fue llevada de inmediato al


Hospital San Juan Bautista de Catamarca, donde quedó alojada por una semana en la
habitación 10 del Servicio de Obstetricia (después fue trasladada a su casa para cumplir
con el arresto domiciliario), lo que habla de la necesidad asistencial de la joven. Y como
no se agregó al expediente su historia clínica, ni la instrucción dispuso las verificaciones
facultativas del caso, con mayor razón debió dilucidar, teniendo en cuenta las demás
evidencias, si el motivo de la internación de L., con un embarazo de cinco meses,
obedeció a la crisis nerviosa y a las lesiones que presentaba, ya que otro problema de
salud no tenía, según lo refleja el informe médico de ese entonces […], que constató su
buen estado general”.

“Se obvió, por consiguiente, una circunstancia clave para dilucidar el estado físico, en los
momentos inmediatamente posteriores al homicidio, de una imputada que decía,
palabras más, palabras menos, que había matado sin querer cuando se defendía de [una]
golpiza, circunstancia que no fue analizada y valorada en su digna dimensión”.

“El tribunal de casación tampoco consideró la circunstancia de que a los pies del cuerpo
de S. había un palo de escoba partido a la mitad –y la quebradura era reciente […]– con
manchas de sangre […]. Y como la autopsia no da cuenta de ninguna otra lesión que no
fuera, por cierto, el puntazo mortal […], debió plantearse la cuestión de si el golpe del
brazo izquierdo de L. […], no habría sido hecho por un golpe con este palo, ya que, entre
otros signos que debió verificar el intérprete, el hematoma está limitado por dos líneas
paralelas compatibles, según la experiencia, a una agresión con este objeto. Lo que debió
leerse en conjunto con el golpe que se constató en el dorso de la mano del mismo brazo
izquierdo y que configura una clara lesión defensiva. […] Evidencia que debió meritarse
con lo que la misma imputada declaró en el sentido de que S. ‘me pegó con un palo de
escoba, yo me defendí, no sé qué es lo que agarré para defenderme… me empezó a
golpear de vuelta con el palo de escoba’”.

“Todo esto debió dar la pauta del menoscabo de salud de la imputada. Y como en la causa
no se cuenta con inspecciones y estudios de las facultades mentales de L., ni hay
constancias de que se le practicó el tratamiento psicológico que aconsejaron los
profesionales que la vieron después del homicidio (operaciones que podrían haber
echado luz sobre situaciones esenciales a la hora de resolver sobre su responsabilidad,

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como podría ser, si padecía el síndrome de la mujer golpeada o abusada por su pareja) el
sopesar las constancias enumeradas arriba aparece como imprescindible, en pos de la
comprensión de los motivos que llevaron a una mujer joven, embarazada de cinco meses,
sin antecedentes, a herir mortalmente al padre de sus hijos, alegando en su defensa que
éste le había pegado siempre, incluso le había hecho perder un embarazo anterior,
agresión que se había repetido en esta ocasión con el riesgo de padecer un nuevo aborto,
y de la que ella había atinado a defenderse, sin saber muy bien lo que hacía”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Informe psicológico. Apreciación de


la prueba. Estereotipos de género.

“La corte catamarqueña, sin hacer un análisis propio de todas estas características
psíquicas de la imputada, íntimamente vinculadas a su postura defensiva, aceptó que la
sentencia condenatoria hubiera tomado la afirmación de la primer perito de que ‘su
conducta posee rasgos obsesivos’, como un elemento indicativo de su responsabilidad
penal, sin citar o basarse en estudios científicos, ni dar una explicación clara del porqué
de esta interpretación parcial, infundada y prejuiciosa en contra de la imputada.

Tampoco desdeñó por arbitraria la única apreciación que hizo el tribunal de juicio de los
informes –producidos en el estricto contexto del estudio ordenado por el juez instructor–
, y que consistió en relativizarlos con el argumento de que ‘se han basado exclusivamente
en las entrevistas con la acusada’, por lo que no son pericias en sentido estricto y que
quedaron desvirtuados con el resto de las pruebas; argumento que no parece
consistente, ya que aun cuando la inspección mental se hubiera ceñido a lo que la
paciente relató, no se explica por qué en este caso no ocurrió lo que suele ocurrir en la
práctica psiquiátrica, donde se da una confrontación entre el criterio de verdad intrínseca
de lo que dice el paciente, y el análisis formal de su discurso, dialéctica en la que el médico
encuentra su diagnóstico. ¿Por qué pensar que la imputada, una mujer joven y rústica,
indujo, nada menos que a unos especialistas en salud mental, uno de ellos perito forense
oficial, a un dictamen erróneo, siendo que, además, ella no hizo otra cosa que repetir la
versión que dio en todo momento, incluso cuando, como vimos más arriba e
inmediatamente después de su homicidio, fue poseída por la desesperación?

Y menos aún descartarlos diciendo que colisionan con la restante prueba en la causa,
porque no se advierte que haya declarado alguien que conociera la intimidad familiar, el
funcionamiento de los lazos maritales, como para asegurar que la imputada no fuera una
mujer abusada, sino tan sólo depusieron vecinos que no tenían una relación estrecha con
la pareja o conocían las cosas de oídas o por versiones unilaterales.

Es cierto que los informes no son lo suficientemente completos, ya que no se explicó qué
pruebas psicológicas se hicieron, ni qué método se aplicó, ni, aunque ello no formaba
parte de manera explícita de los puntos de la pericia, si la personalidad de la victimaria
se compadecía con la de una mujer abusada o golpeada; pero lo cierto es que esa
falencia, no remediada en el juicio, exigía que se prestara una especial atención a las
conclusiones de los médicos y se las sometiera a un análisis global”.

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3. Violencia de género. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.


Prueba. Apreciación de la prueba.

“Lo cierto es que L. no pudo salir por sus propios medios y estuvo a merced de que alguien
la rescatara junto a su pequeño hijo, cosa que hicieron dos vecinos, y como habría sido
S. quien provocó el encierro, correspondía preguntarse qué rol cumplía ella en la pareja,
respuesta que debió dar el órgano revisor a la luz de esta circunstancia, los dictámenes
psiquiátricos, la conducta de la mujer después del hecho, y lo que ella misma explica en
su indagatoria […]: ‘quiero salir hasta el umbral de la puerta, él… me encierra adentro de
la habitación poniéndole llave a la puerta… Cuando lo vi en el piso ensangrentado me
asusté, pedí auxilio y la ventana estaba con rejas, grité por la ventana, los vecinos
escucharon, vinieron a ver qué pasaba, yo les pedí que me ayudaran porque estaba
encerrada, ellos empujaron la puerta y la abrieron…’.

Por último, se obvió considerar otra circunstancia que hubiera sido útil para esclarecer el
aspecto volitivo de la conducta de L. y que condice con su tesitura defensiva: ella hirió a
su pareja con un destornillador, arma impropia y por cierto de menor poder vulnerante
que los cuchillos ‘Tramontina’ que estaban desperdigados por el suelo junto al cuerpo de
S.”.

VOTO DE LA MINISTRA HIGHTON DE NOLASCO

1. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Estereotipos de género.


Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar Y Erradicar La Violencia Contra
La Mujer (Convención Belém do Pará).

“Para descartar la eventual existencia de legítima defensa, en el fallo en crisis se expresa


que aun de aceptarse que hubiera mediado una agresión ilegítima por parte del occiso
respecto de la imputada, ha sido ésta quien ‘…se sometió a ella libremente…’, de manera
tal que la situación de necesidad se generó con motivo ‘…del concurso de su voluntad…’
y ‘…por esa razón, no puede invocarla para defenderse…’.

[E]n consecuencia, aquella afirmación del a quo para descartar un supuesto de legítima
defensa, que a partir del mero hecho de la permanencia de la imputada en el domicilio
en que convivía con el occiso –a la cual asigna, sin más, un carácter voluntario–, deriva
que Leiva se sometió libremente a una hipotética agresión ilegítima, no solo soslaya las
disposiciones de convenciones internacionales y normas internas que avanzan sobre la
materia, sino que lisa y llanamente aparece en colisión con su contenido”.

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Caso Nº 15

SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE VIEDMA. “RMD”. CAUSA Nº


24747/2010. 19/4/2011.
Una mujer sufría violencia de género por parte de su pareja. Por esa razón lo denunció y
se expidió una orden judicial de prohibición de acercamiento y el hombre tuvo que
abandonar el hogar. Además, se había ordenado una ronda policial en el domicilio de la
denunciante para proteger su integridad física y psíquica. En ese contexto, el hombre se
presentó en la casa, insultó y golpeó a la mujer, quien tomó un cuchillo y le asestó tres
puñaladas en el cuerpo. El hombre murió en el momento. Por ese hecho, la mujer fue
imputada por el delito de homicidio agravado por el vínculo.

En la etapa de juicio oral, la hija menor de la mujer declaró en Cámara Gesell que el varón
le estaba pegando a su madre, quien cayó al suelo y no se podía levantar, y que por esa
razón agarró un cuchillo para defenderse y lo cortó sin querer. La Cámara en lo Criminal
de Viedma absolvió a la imputada por haber actuado en legítima defensa. Para decidir de
esa manera, consideró que había existido una agresión ilegítima por parte del varón, no
provocada por la mujer, y que el medio elegido para repeler el ataque aparecía como
necesario y racional.

Contra esa decisión, el representante del Ministerio Publico fiscal interpuso un recurso
de casación, que fue denegado. Entonces interpuso un recurso de queja. Entre otras
cuestiones planteó que la mujer tendría que haberse ido del lugar, como lo había hecho
en otras oportunidades, en vez de matar a su marido. Agregó que la imputada no
dependía de manera económica ni emocional de su pareja y que era una mujer de
carácter fuerte que en algunas ocasiones iniciaba las discusiones. Por otra parte,
desestimó el testimonio de la niña por no ser hija de la víctima y por no haber brindado
detalles sobre el hecho. En consecuencia, sostuvo que su versión estaba sesgada a favor
de su madre.

El Superior Tribunal de Justicia de Viedma, por mayoría, rechazó la impugnación y


confirmó la sentencia absolutoria (jueces Lutz y Belladini).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del


medio empleado. Falta de provocación.

“[L]uego de acreditar la materialidad ilícita y la autoría de las lesiones en cabeza de la


imputada, y aludir al contexto de violencia familiar en el que ocurrieron los hechos, el a
quo afirmó que el proceder de R. encuadraba en el supuesto de legítima defensa, por
considerar que ‘existió una agresión ilegítima por parte de L. hacia la encausada, no
provocada por ésta y el medio elegido por la imputada para repeler el ataque aparece
como necesario y racional’…”.

“[E]s clara la argumentación de la Cámara acerca de que en la ocasión retirarse del lugar
no era una alternativa posible para R. –además de que su intento quedó frustrado por la
propia acción de su agresor–, y no evidencia vicios lógicos ni han sido demostrados por

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el recurrente, quien solo reedita tal planteo sin rebatir los fundamentos esgrimidos por
el fallo que impugna, lo que sella la suerte del agravio. […] Surge con claridad de la
sentencia que en esa oportunidad L. le impidió a R. irse de la casa, por lo que
necesariamente esta debió utilizar el cuchillo –único elemento útil que se encontraba a
su alcance– para repeler el ataque de aquel”.

“[N]o resulta útil para desvirtuar el razonamiento del juzgador la crítica del recurrente en
el sentido de que la Cámara habría omitido valorar que las lesiones de la imputada […] no
se corresponderían con la agresión que esta dice haber padecido. En efecto, la entidad
de las lesiones que padeció R. no fue desconocida por el a quo, como pretende el
quejoso, sino que este en definitiva las consideró irrelevantes para tener por configurada
la legítima defensa de R., al dejar en claro que tal justificante solo exige la existencia de
una agresión ilegítima que no sea suficientemente provocada, no así cierta entidad del
peligro corrido o del daño efectivamente padecido, además de aclarar […] que ‘basta el
peligro potencial para que se autorice legalmente a la racional defensa’ y que en el caso
‘no hay certeza hasta dónde podía llegar este último ataque de L.’.

En ese orden de ideas, este Superior Tribunal ha reconocido que la justificante en


cuestión admite que la defensa pueda realizarse con la finalidad de repeler una agresión
ya iniciada o de impedir el inicio de una agresión inminente […], lo cual demuestra la
intrascendencia del intento de desvirtuar la procedencia de la justificante sobre la base
de la mayor o menor gravedad de las lesiones que efectivamente padeció R. como
producto del ataque de L. […] Se observa entonces que la Cámara fundó la inexistencia
del dolo a partir del modo en que los actos de defensa de R. con el cuchillo habrían
ocurrido y de su comportamiento posterior frente al herido”.

“Frente a ese razonamiento, el recurrente pretende que ciertas constancias probatorias


le den la razón […], mientras que omite otras constancias que sí son relevantes para
dilucidar la cuestión, expresamente ponderadas por el a quo en forma conjunta con la
autopsia señalada. Entre estas se encuentra, además de los testimonios de R. y su hija
antes referidos, un informe del Cuerpo Médico Forense a partir del cual la Cámara
sostuvo que ‘[e]l resultado de la autopsia y lo declarado en la instrucción por parte de la
imputada, son compatibles: 'la posición de cuchillo a la altura del hombro de la víctima,
es compatible con la localización de la lesión y su trayectoria que le ocasionó la muerte'”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Testimonios. Apreciación de la


prueba. Estereotipos de género. Responsabilidad del Estado.

“[L]a Cámara ha efectuado una motivada ponderación del testimonio de la hija de R. –


cuyo alcance surge de varios tramos de la sentencia y se encuentra respaldado por los
dichos del vecino que acudió inmediatamente luego de producidos los hechos– y ha
arribado a la acertada conclusión de que es veraz y conteste con el relato de su madre
respecto del modo en que habría sucedido el fatal acontecimiento familiar, por lo que las
críticas del recurrente sobre el particular deben desestimarse”.

“[E]l Fiscal de Cámara hace algunas consideraciones que no pueden ser calificadas de
agravios serios, porque resultan meras afirmaciones genéricas que no desvirtúan

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argumento alguno de la sentencia recurrida, tales como la alegada independencia


económica y emocional de R. respecto de su marido, su fuerte carácter y su protagonismo
cono iniciadora de algunos de los incidentes entre ambos.

También trae a colación la existencia de denuncias anteriores por violencia familiar, lo


cual, sin perjuicio de la falta de motivación del planteo, resulta un argumento contrario a
los intereses del impugnante, dado que, como adujo el a quo, ‘L. tenía prohibición de
estar en ese domicilio […] y no solamente desconoció la orden judicial sino que ante los
conflictos matrimoniales, era R. la que tenía que abandonar la casa’, lo que consideró
como una ‘clara muestra de la violencia de género que eclosionó en el hecho investigado.
Esa conducta menoscababa la integridad física y psicológica de la imputada, también su
derecho a vivir sola con sus hijos en el domicilio ya que la víctima debía abandonarlo por
orden judicial y no agredir a la Sra. R. Cabe recordar que oportunamente se había
ordenado ronda policial en el domicilio de la denunciante para proteger su integridad
psíquica y física’”.

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Caso Nº 16

JUZGADO DE GARANTÍAS N° 3 DE MERCEDES. “IPP”. CAUSA Nº 264424.


17/3/2009.
Una mujer vivía con su marido y sufría violencia de género. En una oportunidad, el
hombre había tomado alcohol, discutieron, la golpeó y la amenazó. Luego, se dirigió a
una vivienda aledaña y le pegó a su nuera. Entonces, su esposa tomó un palo y se lo
asestó en la cabeza, ocasionándole la muerte. Por ese hecho la mujer fue imputada por
el delito de homicidio calificado por el vínculo.

En la indagatoria, la mujer declaró que su esposo era agresivo con ella y con sus hijos, en
especial cuando se alcoholizaba. Explicó que siempre aguantaba las golpizas para que no
les hiciera daño a sus hijos. Agregó que los vecinos tenían conocimiento del contexto de
violencia en el que vivía porque la habían visto golpeada en varias oportunidades. En
particular, contó que el día del hecho el hombre estaba alcoholizado, le había tirado del
pelo y la había zamarreado. Cuando pudo soltarse, se dirigió al patio de la casa, donde
continuó golpeándola. En ese momento se acercó su nuera, a quien el hombre le pegó
dos piñas en el pecho. Luego la agredió a ella y la persiguió con un palo hasta una
habitación, donde la estranguló y mordió. La mujer logró esconderse debajo de la cama,
por lo que el marido salió al patio con la intención de lesionar a su nuera. En ese
momento, tomó el palo y lo golpeó dos veces en la cabeza. Por último, agregó que solo
quería defender a su nuera y nunca pensó que con un palo podía provocarle la muerte.

La nuera de la imputada declaró en el mismo sentido. Asimismo, uno de los hijos de la


pareja dijo que su padre golpeaba a su madre no solo con las manos sino con cualquier
objeto que encontrara. Explicó que en una oportunidad en que había intervenido para
defender a su mamá, el hombre le había dado una puntada en el hombro con una
cuchilla. Igualmente, dos vecinos explicaron que sabían que el hombre era violento y
agredía a su esposa e hijos. Del acta de procedimiento, además, se desprendía que los
agentes policiales encontraron a la acusada en estado de nerviosismo y que presentaba
diversas lesiones en su cara, cuello y brazo derecho. Por otra parte, el informe médico
determinó que la acusada tenía lesiones de carácter leve y reciente, además de cicatrices
antiguas.

El Juzgado de Garantías N° 3 de Mercedes sobreseyó a la imputada por haber actuado en


legítima defensa de terceros.

1. Violencia de género. Prueba. Informes. Testimonios. Apreciación de la prueba.

“[Q]uedó acreditado en el ‘Sub–judice’, que luego de la golpiza recibida por la aquí


imputada por parte de P. (una de las tantas, recibidas durante su vasta relación), al
observar que las agresiones continuarían con su nuera, que habitaba a escasos metros,
mediante un palo decidió evitar el logro de tal cometido, asestándole dos golpes en la
cabeza, que, dicho sea de paso, conforme las conclusiones de la autopsia, carecieron de
entidad suficiente para determinar el resultado letal. […] Esta conducta, materia de

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juzgamiento, se presentó como la única posible realizar de acuerdo a las características


del hecho.

Téngase en cuenta, en sustento de tal aserto, que la víctima acostumbraba a agredir a su


esposa e hijo, fundamentalmente cuando se embriagaba, sin límites; que resultó
acreditado, utilizó para ello, en algunas oportunidades, hasta armas blancas; la
imposibilidad de recurrir en auxilio de terceros, vista la actitud de indiferencia exhibida
por vecinos en hechos anteriores similares […] y que, haber optado por ‘tramitar’
mediante el ‘911’ la asistencia policial, hubiera sido demasiado tarde…”.

2. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación.

“Orientada, como se ha comprobado, la conducta de V. en evitar la agresión de su nuera,


a continuación de haber pasado por una grave situación de violencia física, satisface la
exigencia de la inminente agresión ilegítima; la utilización de un palo de ligustro de las
características descriptas […], asestado sólo en dos oportunidades, informan sobre la
proporcionalidad del medio empleado, para impedirla; y, la ausencia de provocación
suficiente, no sólo de quien detentó el rol de Defensor sino también de quien iba a ser
agredida, forman […] la concurrencia de la justificante legal que ampara a V. en el hecho
incriminado (Arts. 34–7 en función del 34–6 del C. Penal)”.

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Estudios sobre Jurisprudencia

Caso Nº 17

TRIBUNAL EN LO CRIMINAL Nº 3 DE MAR DEL PLATA. “BULACIO”. CAUSA


Nº 3102. 21/5/2005.
Una mujer vivía con sus dos hijos y sufría violencia de género por parte de su expareja.
Ambos eran propietarios de un minimercado que se encontraba en la planta baja de la
vivienda. Tras la separación, el hombre regresaba a la casa con el fin de percibir las
ganancias del comercio y mantener relaciones sexuales contra la voluntad de la mujer.

En una ocasión, la mujer se dirigía a su domicilio con su hija cuando fue interceptada por
su expareja, quien las insultó, amenazó, golpeó y obligó a ingresar al domicilio. Luego,
golpeó a su ex esposa y le causó múltiples lesiones. Además, rompió vidrios y disparó en
dos ocasiones un arma de fuego, obligándola a subir a la habitación con la finalidad de
mantener relaciones sexuales. La mujer comenzó a quitarse sus prendas íntimas, en tanto
el hombre la esperaba acostado en la cama. En un momento de distracción, ella tomó el
arma y le disparó en la cabeza, ocasionándole la muerte. Por ese hecho, la mujer fue
detenida e imputada por el delito de homicidio calificado.

En la etapa de juicio oral, la acusada declaró que su expareja la golpeaba y violaba de


manera constante y que le tenía mucho miedo. Agregó que había concurrido en varias
oportunidades a la comisaría, pero no le habían querido tomar las denuncias. A su vez, la
hija menor dio una versión de los hechos concordante con la de su madre. Además, un
vecino expuso que el día del hecho había escuchado disparos y en otra ocasión había
visto a la mujer golpeada. Por otra parte, los informes periciales concluyeron que había
antimonio en una de las paredes, propio de los residuos de deflagración de un arma de
fuego. Los informes psicológicos demostraban que la mujer temía por su vida.

El Tribunal en lo Criminal Nº 3 de Mar del Plata absolvió a la imputada por legítima


defensa (jueces Adler, Alemano y Trogu).

1. Violencia de género. Prueba. Testimonios. Informes. Apreciación de la prueba.


Fiscal. Estereotipos de género.

“El Fiscal relativizó en alegato el testimonio de [la niña], diciendo que habiendo muerto
su padre intentó favorecer a su madre. Se trató de una apreciación cargada de subjetiva
parcialidad, alejada de las constancias objetivas de la causa que respaldan la versión de
[la niña]. Así: 1º) se constataron clínicamente las lesiones sufridas por su madre […]; 2º)
se probó en el juicio el maltrato crónico al que era sometida la [mujer] de parte de [J];
3º) el fiscal admitió que [J] llevaba un arma consigo […]; 4º) el informe de laboratorio
pericial de fisicoquímica de la policía concluye en el hallazgo de antimonio en los restos
de material de revoque de la pared de la despensa, propio de los residuos de deflagración
de arma de fuego […]. Ello al analizar el material sobre el cual quedaron dos marcas
halladas por los peritos en rastros y que sospecharon podía tratarse de impactos de bala
[…].

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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

Lo relatado por la niña es coherente con la declaración en el juicio del vecino [B], quien
manifestó que esa tarde se escucharon ruidos de tiros; así también el relato de Jesica es
conteste con el prestado en la audiencia por su madre. […] Todas estas evidencias
objetivas dan la pauta que se trató de una declaración testimonial objetiva, resultando
infundada la descalificación apriorística del Ministerio Público”.

“Las golpizas a las que era sometida [la imputada] quedaron patentizadas no sólo con su
relato, con el de su hija y con las lesiones constatadas […], sino también con la declaración
que dio en el juicio su vecino [B]. [Las] declaraciones que el Tribunal escuchó ratifican la
versión dada por [la acusada] en el juicio. Dijo la imputada que [J] siempre le había
pegado, que era una persona golpeadora y que el maltrato físico comenzó cuando
cursaba el embarazo de su [primera] hija. Luego del nacimiento de [la niña], el maltrato
aumentó, lo que la llevó a separarse, pero luego, esperanzada de que [J] mejoraría, volvió
con él”.

“[L]as concordantes declaraciones de madre e hija dando cuenta que ese día [la mujer]
recibió un continuo castigo de parte de [J], los politrautamismos con pérdida de
conciencia sufridos, el indicio que surge de los informes de rastros y pericias
fisicoquímicas de la existencia de dos disparos en la planta baja del local, los vidrios rotos
en el cesto de basura, el corpiño sobre la mesa de luz, los testimonios dando cuenta que
[la imputada] era víctima de golpes de parte de su esposo, los informes de psicólogos y
del psiquiatra oficiales que han coincidido en el fuerte compromiso emocional de la
imputada en relación al hecho, […] llevan de plano a descartar una situación de
preparación de la escena del crimen para ocultar un hecho alevoso”.

2. Violencia de género. Denuncia. Acceso a la justicia. Responsabilidad del Estado.


Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra La
Mujer (Convención de Belém do Pará).

“La existencia de reclamos de Justicia ante la Comisaría de Jorge Newbery tienen respaldo
[…] documental […], exposiciones civiles que la experiencia indica son, muchas veces,
subestimaciones a situaciones de violencia en la familia, en especial contra la mujer y los
niños que deben ser especialmente atendidos por mandato constitucional y legal. Arts.
10 Constitución Provincial; art. 7 Ley Nacional 24.632 [y la] Convención de Belem do Pará.
[…] Cabe recordar que [la acusada] dijo en el juicio que quiso hacer denuncias y que buscó
protección policial, pero en la Comisaría le recibían exposiciones y no tuvo mayores
respuestas. También manifestó que temía a su marido, y que por ello no había insistido
con hacer denuncias. Dijo que tenía la esperanza de que las cosas cambiaran, todo lo cual
se encuentra acabadamente descripto en el informe elaborado por el Centro de Apoyo a
la Mujer Maltratada...”.

3. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima.

“El cuadro descripto […] permite dar por acreditada la existencia de una agresión ilegítima
de parte de [J] hacia [la mujer] (art. 34 inc. 6–a C.P.). Las mismas pruebas llevan a
descartar la existencia de provocación de parte de la acusada. Ha quedado acreditado
que, sin motivos, [J] se presentó en forma intempestiva en lo que hasta unos meses atrás

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

había sido su casa, amenazó de muerte a [la imputada] y a su hija, golpeó a ambas,
disparó un arma de fuego en dos oportunidades contra las mujeres, sometió a grave
castigo a la imputada y por último intentó forzarla para mantener relaciones sexuales.
Ninguna duda cabe de que existió agresión ilegítima y que [la acusada] no provocó la
situación”.

“Juzgar la inminencia o actualidad de la agresión, y la consecuente necesidad racional de


la defensa nos debe llevar a situarnos fuera del escritorio y a ubicarnos en la
conmocionada humanidad de la encartada al momento del hecho, luego de ser sometida
a una feroz golpiza, amenazada de muerte y obligada a mantener relaciones sexuales. Es
nuestro deber valorar estas acciones de defensa ‘ex ante’ y no ‘ex post’; es decir, hay que
colocarse en la situación de quien se defiende al momento del hecho […].

[Se estima] que [J] había dejado de pegarle a [la imputada] pues, como ésta lo dijo en el
juicio, comenzó a desvestirse para mantener las relaciones sexuales que aquel quería. Es
indicativo de ello que [J] se acostó semidesnudo en la cama y que se halló el corpiño de
[la mujer] sobre la mesa de luz. Pero lo que debemos preguntarnos es qué hubiera
sucedido si la mujer se negaba a los deseos de [J]; con toda seguridad la golpiza hubiera
seguido. […] El Fiscal ponderó en contra de [la acusada] no haber escapado del lugar. La
huida, más allá de la limitación de las opciones propia de la situación de fuerte conmoción
afectiva por la que atravesaba la imputada, no era algo que asegurara su liberación, pues
[J] estaba armado y ya le había efectuado dos disparos con anterioridad. A más de ello
mediaba un largo trayecto hasta la puerta de salida: la casa se encuentra en los altos y la
puerta en la planta baja. Nada aseguraba que frente a la negativa a satisfacer sus deseos,
huyendo del lugar, [J] no la persiguiera y volviera a agredir con el arma de fuego.

El peligro subsistía para [la imputada] resultando inminente la continuación de los golpes
y la agresión con el arma de fuego. La acusada corría peligro cierto. Existía una amenaza
manifiesta de parte de Juárez que tornaba inminente el peligro y la situación de riesgo
para la vida de [la mujer]: de no acceder a la relación sexual la agresión continuaría […].
Pero a esta situación objetiva de inminente peligro para la vida de la acusada debemos
sumar una subjetiva, también abonada en el juicio. La golpiza y las amenazas sufridas
antes del hecho generaron en la imputada, conforme informara el perito psiquiatra […],
gran miedo en su persona. Esa situación de terror afectó sus valoraciones y limitó sus
posibilidades de actuar; conforme el Perito, vivió la situación con gran temor.

[E]ntonces, que en el caso concurren los requisitos que exige la ley para la invocación de
la legítima defensa, pues no sólo procede contra una agresión actual, sino también contra
la que se presenta como inminente. En el caso todo indicaba que de no ceder a las
pretensiones sexuales de su esposo la agresión anterior (dos disparos y los
politraumatismos antes descriptos) se reiniciaría (CP, 34 inc. 6). Quiso poner fin a esa
agresión y no tuvo, desde lo objetivo y desde lo subjetivo, otra forma distinta a la de
utilizar el revólver que había dejado de utilizar Juárez en la creencia de que dominaba la
situación y que, como tantas veces sucediera, podía volver a usar y abusar sexualmente
de su mujer. [La imputada] tomó el arma y disparó contra [J] de modo tal que éste no
pudiera volver a agredirla”.

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4. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.

“La repulsa fue racional: [J] estaba armado […], ebrio y habiendo usado el revólver y sus
puños minutos antes para amenazar y golpear a [la mujer], con una diferencia física que
doblaba en peso a la víctima (más de 100 kilos contra 50), el peligro aún subsistía, pues
[J] la esperaba en la cama para mantener las relaciones exigidas. En ese contexto la
decisión de la imputada de tomar el arma que antes blandía amenazante [J] y de disparar
contra éste para poner fin a la agresión debe reputarse racional. Percibió y sintió que su
vida corría serio peligro, ello conforme informaran unánimemente peritos psicólogos y
psiquiatras, y en esa situación de fuerte conmoción tomó el arma y disparó para evitar
una nueva agresión que se presentaba inminente (CP 34 inc. 6to. b)”.

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3.2. LEGÍTIMA DEFENSA EN CONFRONTACIÓN: JURISPRUDENCIA ADVERSA

El relevamiento que efectuamos permitió identificar 8 sentencias en las que se debatía si


la persona imputada había actuado amparada por la legítima defensa y los jueces
resolvieron el planteo de modo negativo. En este punto, la jurisprudencia recopilada fue
emitida entre los años 2013 y 2019 y, desde el punto de vista geográfico, comprende
casos de las provincias de Chubut, Buenos Aires, Entre Ríos, Salta y Formosa.

Legítima defensa en confrontación: jurisprudencia adversa

Nº Tribunal Autos Provincia Fecha

1 Cámara 2º en lo Criminal de Formosa “Torres” Formosa 4/4/2019

2 Tribunal de Impugnación de Salta, Sala II “JMDA” Salta 28/2/2019

3 Tribunal de Impugnación de Salta, Sala III “DGL” Salta 31/7/2018

4 Tribunal de Juicio y Apelaciones de Paraná “Lemonge” Entre Ríos 25/4/2018

5 Tribunal de Impugnación de Salta, Sala I “OPA” Salta 4/12/2017

6 Tribunal de Juicio de Salta, Sala III “OMA” Salta 11/10/2017

7 Cámara en lo Penal de Trelew “HC” Chubut 7/2/2017

8 Tribunal Oral en lo Criminal N° 6 de San Isidro “RCE” Buenos Aires 31/10/2013

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Caso Nº 1

CÁMARA SEGUNDA EN LO CRIMINAL DE FORMOSA. “TORRES”. CAUSA Nº


11241. 4/4/2019.

Una mujer perteneciente a un pueblo originario sufría violencia de género por parte de
su expareja. En una oportunidad, el hombre en estado de ebriedad se presentó en su
domicilio, comenzó a insultarla y, cuando intentó golpearla, ella se defendió con un
cuchillo. El hombre murió en el momento. Por ese hecho, fue imputada por el delito de
homicidio calificado por el vínculo.

En la etapa de juicio oral, una vecina declaró que era sabido en el pueblo la violencia que
ejercía el hombre sobre su pareja, a la que menospreciaba por pertenecer a un pueblo
originario. Además, el referente de la comunidad que integraba la mujer explicó que el
hombre se jactaba de su condición de varón criollo y tenía sometida a la imputada, que
había sufrido episodios de violencia muy intensos que la obligaban a volver con su familia
de origen. Por su parte, la psicóloga que entrevistó a la mujer señaló que el vínculo de
pareja estaba atravesado por situaciones repetitivas de violencia ejercidas por parte del
varón. Agregó que la imputada tenía una actitud de sometimiento al comportamiento
violento y no podía establecer un distanciamiento. En cuanto a su relato concluyó que
era verosímil. El representante del Ministerio Público Fiscal solicitó que se condenara a
la mujer por el delito de homicidio calificado cometido con exceso en la legítima defensa
a la pena de dos años y cinco meses de prisión.

La Cámara Segunda en lo Criminal de Formosa condenó a la mujer a la pena de dos años


y cinco meses de prisión por el delito de homicidio calificado cometido con exceso en la
legítima defensa. Se tuvo por compurgada la pena impuesta debido al tiempo de
detención sufrido en prisión preventiva y se ordenó su inmediata libertad (jueza Nicora
Buryaile y jueces Cabral y Rojas).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del


medio empleado. Prueba testimonial.

“[L]a agresión ilegítima por parte de la víctima a la enjuiciada Torres aparece comprobada
en autos como existente desde el momento de inicio de la relación de pareja entre
ambos, en que esta venía padeciendo situaciones de violencia permanente, lo que
permite dotar de rasgos de veracidad a la versión que […] diera en sede policial en cuanto
al inicio de la discusión y de la agresión por parte de su ex pareja, sin que ello pueda ser
controvertido por prueba alguna, ante la falta de testigo presenciales que la desdigan,
dado que en el escenario solo se hallaban sus protagonistas. El informe psicológico a ella
practicada, también influye para la acreditación de tal extremo, en tanto y en cuanto
expresa la improbabilidad de que la misma reaccione a la violencia que padecía, sin que
existan elementos para colegir que en la ocasión del hecho la misma [tuviera] una actitud
provocadora. Empero, sin duda, su accionar fue más allá de lo autorizado para repeler
ese ataque actual, inminente y grave que –según sus dichos puso en peligro su vida, ya
que la utilización del cuchillo (arma blanca), sabiendo de su poder letal, excedió los límites

188
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

de racionalidad, pudiendo haber optado por otra resolución del conflicto (ej. alejarse del
lugar, encerrarse en su domicilio e impedir el ingreso de su ex pareja)”.

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Caso Nº 2

TRIBUNAL DE IMPUGNACIÓN DE SALTA, SALA II. “JMDA”. CAUSA Nº


57375/2017. 28/2/2019.

Una joven menor de edad convivía con su pareja. En una oportunidad se produjo una
discusión y un forcejeo entre ambos por unas llaves. La mujer tomó un cuchillo que se
encontraba sobre una mesa y persiguió al hombre, quien salió corriendo hacia la vereda.
Allí, continuó la discusión hasta que la mujer hirió al hombre en el pecho con el arma
blanca, quien falleció en el momento. Por ese hecho fue imputada por el delito de
homicidio agravado por el vínculo.

En su declaración indagatoria, la acusada explicó que había sido víctima de violencia de


género. Durante la instrucción, la representante del Ministerio Público Fiscal considerara
que la mujer había actuado con exceso en la legítima defensa. En ese sentido, sostuvo
que había sufrido constantes golpes y privaciones de libertad por parte de su pareja y
que, en una oportunidad, su madre había hecho una denuncia en representación de su
hija por el delito de lesiones y amenazas. Además, valoró los informes ambientales,
psicológicos y psicofísicos que daban cuenta del contexto de violencia de género en el
que estaba inmersa. En cuanto a los requisitos de la legítima defensa consideró que
debían analizarse desde una perspectiva de género.

El juzgado rechazó el planteo, procesó a la mujer por el delito de homicidio calificado por
el vínculo y elevó la causa a juicio. Para decidir de esa manera sostuvo que la joven no
había declarado haber sido víctima de una agresión física por parte de su pareja, por lo
que su conducta no podía encuadrarse en legítima defensa. Contra esa decisión, la
representante del MPF interpuso un recurso de apelación.

La Sala II del Tribunal de Impugnación de Salta, de manera unipersonal, rechazó la


impugnación y confirmó la decisión recurrida (juez Pollioto).

1. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Tipicidad. Violencia de género. Prueba.


Testimonios. Informes. Apreciación de la prueba. Estado de necesidad.

“La legítima defensa es un caso especial de estado de necesidad, pues a diferencia de lo


que sucede en aquella, aquí, la justificación no encuentra su fundamento en el mayor
valor del bien resguardado en relación al sacrificado, sino en la injusticia de la agresión,
siempre que haya racionalidad en el medio defensivo empleado por el agredido y que
éste no haya provocado suficientemente la agresión, en cuyo caso resulta justificado el
sacrificio de un bien de mayor valor que el defendido […]. Es por ello que, para que la
conducta se encuentre justificada, necesariamente deben encontrarse reunidos los
requisitos establecidos para su procedencia (art. 34 inc. 6º del Cód. Penal).

La ‘agresión ilegítima’ previa configura el primero de los requisitos establecidos en la ley


para que proceda la causa de justificación. Es la principal y más importante de las
circunstancias a considerar en la acción de quien alega defenderse, puesto que sin esa

190
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

conducta antijurídica actual o inminente que ocasione un peligro cierto y real de daño a
un derecho, que la haga necesaria, el amparo de la legítima defensa no procede.

De las constancias de la causa y de la reconstrucción histórica del hecho efectuada por el


Juez de grado, tanto en el auto de procesamiento […] como en la resolución ahora
impugnada […], surge sin embargo, que no existe elemento de convicción alguno que
permita inferir que L. T. haya agredido previamente a la acusada J.M.D.A. para suscitar la
reacción defensiva que alega su defensa. Muy por el contrario, los elementos
incorporados a la causa permiten reafirmar las conclusiones del Juez, cuyos fundamentos
para desestimar esa postura fueron correctamente expuestos en aquellos autos
resolutivos donde se analizan con toda claridad […].

Respecto a la ilegítima agresión previa que se requiere para justificar la conducta de la


acusada y que ahora se esgrime como motivo de defensa, no existe prueba alguna que
acredite que en el momento de los hechos existió un forcejeo entre la víctima y la acusada
como sostiene ahora la Sra. Fiscal de la causa; y tampoco que esta última haya sufrido
maltratos, agresiones físicas o psicológicas de progresiva gravedad que la hayan colocado
en una situación de riesgo o vulnerabilidad como también alega.

En efecto, respecto a lo primero, ha quedado acreditado, con el grado de probabilidad


que se requiere en esta instancia, que cuando la acusada le exhibe el cuchillo a su pareja
T., éste sale corriendo hacia la calle […], evidenciando de esta manera, su intención de
finalizar la discusión o bien que esa conducta de la acusada le infundió temor; no obstante
ello, fue perseguido por ésta hasta la vía pública donde le asesta una puntada que luego
le produce la muerte […]. Y respecto a lo segundo, si bien la hermana de la acusada
manifestó que L. T. era violento con ella […], lo que también adujo ésta en su descargo
[…], no existen otros antecedentes que permitan acreditar la existencia de algún vínculo
patológico entre ambos, incluso, porque la entonces denunciante dijo que la pareja
mantenía una relación tranquila…”.

“Respecto a la situación de violencia de género que el Ministerio Público Fiscal aduce


como existente en el vínculo de ambos protagonistas para satisfacer, a su criterio, el
concepto de una agresión ilegítima actual que justifique la defensa como legítima, desde
una perspectiva de género como reclama la recurrente, cabe advertir, sin desconocer la
existencia de emergencia en la que se encuentra nuestra provincia en este aspecto, lo
que motivó que el Estado adoptara distintas políticas públicas tendientes a paliar las
consecuencias de este flagelo, lo cierto y concreto es que, como se dijo, estas
circunstancias no surgen de los elementos de prueba hasta ahora incorporados, motivo
por el cual, la situación que alega la Fiscalía y con mas más razón los efectos que pretende
otorgarle, torna necesaria la realización del juicio oral, donde los beneficios de la
inmediación y la contradicción en la recepción y valoración de la prueba producida en el
debate, podría aportar mejores perspectivas para considerarlo o descartarlo; máxime, si
de los elementos hasta ahora recolectados se puede concluir sin esfuerzos, que la
conducta de la acusada no fue precedida de una agresión ilegítima que justifique su
obrar, sino todo lo contrario, ante la exhibición del cuchillo por la acusada, la víctima
abandono el lugar siendo perseguido por aquella hasta la vereda donde le produjo la
herida mortal”.

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2. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado. Tipicidad.

“El medio defensivo empleado es otro de los requisitos necesarios para que la conducta
quede amparada por la causa de justificación de la legítima defensa, que no es el
instrumento empleado, sino la conducta defensiva utilizada […]; es racionalmente
necesario para impedir o repeler la agresión si su empleo es oportuno y guarda
proporción con la agresión […].

En nuestro caso, el empleo de un cuchillo aparece completamente desprovisto de


proporcionalidad y necesidad a la luz de los hechos; en efecto, en el contexto en el que
la recurrente dice haberse producido la muerte, resulta contradictorio que la acusada no
presente lesión alguna […].

La racionalidad del medio empleado en la legítima defensa no deriva de su simple aptitud


para contrarrestar la agresión, sino que involucra, además, la proporcionalidad entre la
fuerza o reacción usada por el agredido y la usada por el agresor, con referencia al bien
atacado y la inevitabilidad del peligro que se corre […]. En ese sentido, el medio empleado
guarda proporción con la agresión, si con arreglo a las circunstancias y al valor de los
bienes en juego, su uso implica un empleo adecuado de los elementos de la defensa de
los que se dispone con relación al ataque […].

La ley requiere expresamente que el medio con que se repele la agresión sea
racionalmente necesario y en este caso, no podemos hablar de esa proporcionalidad o
racionalidad del medio empleado y compartimos las conclusiones del Tribunal de Juicio
al entender que la conducta de la acusada no se encuentra amparada por esta causa de
justificación. No debemos olvidar que el agredido, debe acudir al medio más benigno que
tenga a su alcance para impedir el mal que lo amenaza, apareciendo como lógico y
razonable, en nuestro caso, que la acusada optara por permanecer dentro del inmueble
cuando la víctima corrió hacia la vereda, quedando al resguardo de cualquier agresión y
en su caso, requerir el auxilio de otras personas; no la de correr a la víctima hasta
alcanzarlo en la vereda donde le produce la muerte con un cuchillo.

La legítima defensa entonces, no ampara a quien desborda el límite de la razonabilidad


para neutralizar una agresión […]. En efecto, exige proporción entre la ofensa y la
reacción, no puede ir más allá de lo razonablemente impuesto por la agresión y en cuanto
es absolutamente necesario; la ‘necesidad racional del medio empleado’ a la que se
refiere el art. 34, inc. 6º del Cód. Penal, significa que la agresión tiene que haber creado
un verdadero estado de necesidad y la reacción debe ser el medio por el cual el peligro
puede evitarse efectivamente; y para justificar el acto típico, el ejercicio del derecho debe
realizarse en forma legítima, lo que excluye, tanto el exceso como el abuso de ese
ejercicio”.

3. Legítima defensa. Exceso en la legítima defensa. Tipicidad.

“[T]ampoco puede hablarse de un exceso en la legítima defensa como alega la Fiscalía


recurrente, puesto que en nuestra legislación penal, no quedan dudas sobre el marco en
el que se puede considerar el exceso de una conducta por superar los límites impuestos

192
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

por la ley o por la necesidad (art. 35 del Cód. Penal). Para hablar de exceso, el autor debe
haber actuado amparado por una causa de justificación, lo que significa que su obrar fue
legítimo al inicio, excediendo en el curso de la acción esa misma legitimidad con la que
comenzó a obrar; de allí que para hablar de exceso en la legítima defensa debe
necesariamente preceder una legítima defensa; y lógicamente, si no hay legítima
defensa, no puede haber exceso en ella […].

Si el agente traspasa intencionalmente los límites que le impone la necesidad, la ley o la


autoridad, no se encuentra dentro del exceso, sino que obra de manera totalmente
injustificada, porque su finalidad legítima ha sido sustituida por un fin ilegítimo. El exceso
intencional de los límites impuestos por la ley, la autoridad o la necesidad, implica el
abandono voluntario de la situación defensiva o necesaria…”.

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Ministerio Público de la Defensa

Caso Nº 3

TRIBUNAL DE IMPUGNACIÓN DE SALTA, SALA III. “DGL”. CAUSA Nº


75736/2016. 31/7/2018.

Una mujer sufría violencia de género por parte de su pareja. En una oportunidad, se
encontraban con unos amigos tomando alcohol, cuando el hombre comenzó a golpear a
la mujer en la cara. Luego, agarró un palo que utilizó para lesionar a su pareja. En ese
momento, la mujer sacó un cuchillo de entre sus prendas y lo hirió en el lado izquierdo
del tórax, causándole la muerte. Por ese hecho la mujer fue imputada por el delito de
homicidio calificado.

En la etapa del juicio oral, la acusada declaró que habían consumido estupefacientes y
alcohol durante varios días. Al momento del hecho el hombre la celaba y la golpeó para
que no mirara a otros varones. Explicó que, en un primer momento, el cuchillo lo tenía él
y cuando le pegó se le cayó de la cintura por lo que ella lo tomó y lo guardó para
protegerse. Entonces, comenzó a golpearla con un palo y para defenderse le clavó el
cuchillo. Agregó que no quería hacerle daño, que convivía con él desde que tenía quince
años y que peleaban mucho. Por otra parte, del informe psicológico surgía que la mujer
tenía un tono de voz disminuido y una marcada inestabilidad emocional junto a una gran
cantidad de ira acumulada originada por las situaciones de estrés y consumo de
sustancias tóxicas. Asimismo, señaló que la mujer había sufrido un sometimiento físico y
psicológico de su pareja.

El Tribunal Oral condenó a la imputada a la pena de ocho años de prisión por el delito de
homicidio calificado por el vínculo mediando circunstancias de atenuación. Para decidir
de esa manera, el Tribunal sostuvo que la mujer había actuado “movida por la bronca”
que le tenía a su pareja debido a tantos años de maltrato. Contra esa decisión la defensa
interpuso un recurso de casación. Entre otras cuestiones planteó que su asistida se
encontraba en un estado de vulnerabilidad porque era adolescente cuando inició su
relación de pareja y resultó ser víctima de violencia de género. En varias oportunidades
la había amenazado con matar al hijo que tenían en común y la obligaba a prostituirse
para solventar sus adicciones. Por esa razón explicó que el encuadre jurídico impuesto
por el Tribunal se alejaba de toda perspectiva de género y que no alcanzaba con hablar
de circunstancias extraordinarias de atenuación para reducir la pena.

La Sala III del Tribunal de Impugnación de Salta casó la sentencia y condenó a la imputada
a la pena de cuatro años de prisión por el delito de homicidio calificado por el vínculo
producido con exceso en la legítima defensa. Además, dispuso que el cumplimiento de la
pena se efectuara bajo la modalidad de arresto domiciliario (jueces Barrionuevo y
Marino).

1. Violencia de género. Prueba. Testimonios. Apreciación de la prueba. Víctima.


Derecho a ser oído.

“[L]as manifestaciones de la acusada en el debate no sólo no fueron debidamente


escuchadas ni tenidas en cuenta a la luz del contexto de violencia de género […]. En

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

ningún momento se detuvo el tribunal de mérito a analizar las manifestaciones de la


imputada que claramente señaló a lo largo de todo el proceso que B la estaba agrediendo
físicamente y que ella se defendió de ese ilegítimo ataque, y es por eso que no se dieron
las razones que permitirían descartar la legítima defensa alegada por LD, aunque claro
está, ella no lo hizo con el ‘nomen iuris’ de la ley, toda vez que carece de los
conocimientos necesarios para ello”.

“Menos admisible aún resulta la supresión de la voz de la mujer en un contexto de


violencia de género que la propia sentencia reconoce existente en el caso, pues es lo que
sirvió para fundar la presencia de ‘circunstancias extraordinarias de atenuación’…”.

“[L]a sentencia estableció que LD ‘repelió el ataque’ con un cuchillo que se le cayó a la
víctima, descripción fáctica que encuentra, al menos ‘prima facie’ claro encuadre en la
legítima defensa. […] Corresponde entonces examinar el plexo probatorio a la luz de la
confesión calificada de la imputada y desde una interpretación armónica del CP, de
acuerdo al bloque constitucional y leyes específicas, lo que […] fue dejado de lado por el
sentenciante”.

2. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Tipicidad.

“El art. 34 inc. 6º del Código Penal regula la legítima defensa como causal de justificación,
que tiene por fundamento el principio de la responsabilidad o el principio de
ocasionamiento por parte de la víctima de la intervención, pues el motivo para la
justificación del comportamiento reside en que la víctima de la intervención tiene que
responder por las consecuencias de su accionar y debe asumir el costo de que el defensor
se comporte tal como le ha sido impuesto por el contrato social.

La norma establece para su configuración la concurrencia de tres condiciones: agresión


ilegítima, racionalidad del medio empleado para impedirla o repelerla y falta de
provocación suficiente por parte del que se defiende.

La agresión ilegítima es el ataque efectuado sin derecho y con peligro inminente para la
integridad del que se defiende, se trata de una conducta antijurídica actual o potencial
que ocasiona peligro de daño para un derecho. Tal peligro es el suficiente riesgo de daño
–para un bien jurídico– como para hacer racionalmente necesaria la defensa. Debe
entonces tratarse de una agresión peligrosa para la integridad del otro”.

3. Violencia de género. Violencia doméstica. Agresión ilegítima. Prueba. Apreciación


de la prueba. Protección integral de la mujer.

“En punto a ello debe tenerse presente lo establecido por la Ley Nº 26.485 de Protección
Integral de las Mujeres, que es de orden público (art. 1), que tiene como derechos
protegidos (art. 3) todos los reconocidos por la Convención para Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer, entre otros, y en especial los referidos
a una vida sin violencia y sin discriminaciones, a la seguridad personal; a la integridad

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física, psicológica, sexual, garantizando también un trato respetuoso de las mujeres que
padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisión que produzca revictimización.

La legislación citada en su art. 4º define a la violencia contra la mujer como toda


conducta, acción u omisión que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público
como privado, basada en una relación desigual de poder afecte su vida, libertad,
dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como también
su seguridad personal, quedando comprendidas las perpetradas desde el Estado por sus
agentes.

La violencia física es aquella que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo


dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato o agresión que
afecte su integridad física y psicológica a la que causa daño emocional y disminución de
la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal, o que busca degradar
o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones mediante amenaza,
acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación
aislamiento: incluye también culpabilización, vigilancia constante, exigencia de
obediencia, sumisión, agresión verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos
excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del ejercicio del derecho de
circulación o a cualquier medio que cause perjuicio a la salud psicológica y a la
autodeterminación.

Y en cuanto a las formas en que se manifiestan los distintos tipos de violencia contra las
mujeres en los diferentes ámbitos, el art. 6 conceptualiza la violencia doméstica como
aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar,
independientemente del espacio físico donde éste ocurre, que dañe la dignidad, el
bienestar, la integridad física, psicológica sexual, económica, patrimonial, la libertad,
comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres.
Se entiende por grupo familiar el originado en el parentesco, sea por consanguinidad o
afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos, incluye las
relaciones vigentes, finalizadas, no siendo requisito la convivencia”.

“A la luz de tal normativa, fácil resulta advertir que en el caso la imputada ha sido víctima
de violencia de género por parte de B, lo que justifica la reacción de ella frente a la
agresión ilegítima proferida por quien finalmente resultara víctima fatal, por lo que la
causal alegada en ejercicio de la defensa material aparece perfilada.

La agresión puntual del día del hecho debe ser analizada en el contexto de violencia de
género dado en el ámbito doméstico, en el que se observan las características históricas
de desigualdad de poder entre varones y mujeres y las características propias del ciclo de
violencia en el que se encontraba inmersa LD desde los quince años, lo que se ha probado
no sólo a partir de las consideraciones vertidas en las testimoniales de las profesionales
psicóloga y asistente social ya reseñadas…”.

“[Los testimonios brindados otorgan] verosimilitud a la violencia de género invocada, no


resultando posible perder de vista que en un contexto como este, la mujer se encuentra
entrampada en un círculo donde la agresión es siempre inminente precisamente porque

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Estudios sobre Jurisprudencia

hay un círculo vicioso del que no puede salir, hay miedo las represalias, se sabe que la
agresión en cualquier momento va a suceder y está siempre latente. Y así se verifica en
el caso a partir de la lectura del informe psicológico […] y la declaración testimonial de la
profesional interviniente en el debate”.

4. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado.


Violencia de género. Interpretación de la ley.

“Encontrándose acreditado entonces que el día y hora del hecho B se encontraba


agrediendo físicamente a su concubina LD a golpes de puño y con un palo que había
arrancado de una cerca, conducta que se enmarca en un contexto de violencia de género
de larga data, existiendo el concreto peligro de que continuara haciéndolo, habremos de
considerar que la conducta defensiva requiere un elemento presente una agresión
ilegítima que a su vez se refiere a una circunstancia futura – la producción del daño.
Naturalmente la producción del daño depende de modo directo de la agresión ilegítima.
Ella puede ser actual ya iniciada o puede ser futura, no comenzada. Esta última autoriza
la conducta defensiva racionalmente necesaria a condición de que a pesar de que exista
en el presente el peligro de ella y de su efecto dañoso.

Es que jurídicamente la existencia de la legítima defensa obedece a la necesidad de


preservación del sistema. De modo que si la agresión ilegítima –actual o futura– ocasiona
peligro presente de daño a un bien jurídico, entonces la nota actual de peligrosidad
caracteriza la agresión que habilita la defensa. A partir de ello es posible delimitar el lapso
dentro del cual la conducta defensiva correspondiente será oportuna, a saber, mientras
se halle presente el peligro de daño que para un derecho represente una agresión actual
o futura. Durante ese lapso la conducta defensiva será oportuna. Porque mientras
concurra el riesgo habrá necesidad racional de defensa.

Es lo que se encuentra autorizado por el texto legal que habilita la puesta en acción del
medio defensivo racionalmente necesario para impedir o repeler la agresión. La
consecuencia es obvia: mientras la agresión presente o futura ocasione peligro para un
bien jurídico es racionalmente necesario lanzar el medio defensivo. Tal será el modo
racional de impedirla o repelerla: así se repele la agresión actual o se impide la futura”.

“La confesión de la incoada en debate es calificada ya que, si bien reconoce la autoría del
hecho, invocó elementos que desplazan la antijuridicidad de su acción. En efecto la
conducta por ella descripta encuadra sin esfuerzo en el art. 34 inc. 6º del CP desde que
sostiene que sufrió una agresión ilegítima que no provocó y que apeló al medio para
defenderse que tenía a su alcance, invocación defensiva que recibe corroboración del
plexo probatorio ya analizado a la luz de la perspectiva de género presente en el caso y
que no ha negado ni la Fiscalía ni el Tribunal de Juicio”.

5. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado. Exceso en la legítima


defensa.

“Ahora bien, no puede dejarse de lado en este análisis la gravedad del resultado de la
acción defensiva, esto es, la muerte de B, como consecuencia de la herida (una sola)

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ocasionada con el cuchillo utilizado por LD para defenderse y que produjo taponamiento
cardíaco y el consecuente el paro cardiorrespiratorio.

Es así como aparece entonces en el horizonte del caso la previsión del art. 35 del CP que
establece que ‘…el que hubiere excedido los límites impuestos por la ley, por la autoridad,
por la necesidad será castigado con la pena fijada para el delito por culpa o imprudencia’.

Sin dudas el exceso en la legítima defensa se apoya sobre los presupuestos objetivos de
la legítima defensa y requiere que el autor obre movido por un fin defensivo, de allí que
deba excluirse en ausencia de aquellos. Y ya ha quedado claro que LD actuó movida para
defenderse del ataque ilegítimo y actual del que estaba siendo objeto por parte de B.

El medio defensivo no es el instrumento utilizado, sino la conducta defensiva usada que


debe guardar proporción con la agresión que se trata de repeler. La medida del medio a
emplear para la defensa contra una injusta agresión depende de los recursos que tenga
a mano el agredido para hacerla cesar y de su capacidad y serenidad en el momento del
ataque para elegir los menos dañosos y más eficaces a tal fin.

Desde esta perspectiva no resulta posible obviar que las condiciones en que se hallaba
LD no eran las esperables del término medio, sino que –como ya se señalara– tenía todas
las consecuencias propias de quien ha sido sometida a violencia de género durante largo
tiempo, pero además, tal como surge de las testimoniales ya analizadas, ambos habían
estado consumiendo estupefacientes y cuando se acabó comenzaron a ingerir bebidas
alcohólicas”.

“Sentado ello, y teniendo en cuenta todas las circunstancias tenidas como relevantes en
el caso, el descargo de la imputada, que reciben sustento a partir de la consideración
integral del plexo probatorio ya analizado, con respecto a que el occiso la estaba
sometiendo a agresiones físicas al momento de utilizar el arma blanca, permite calificar
la acción como defensiva, si bien el ataque no era tan grave como para suponer que
peligrara su vida. Por ello, teniendo en cuenta el lugar en el cual resultara lesionado –en
la zona del pecho– ha de considerarse a la acción que aquí se juzga como un exceso
intensivo respecto de la agresión que repelió”.

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Caso Nº 4

TRIBUNAL DE JUICIO Y APELACIONES DE PARANÁ. “LEMONGE”. CAUSA Nº


137/2017. 25/4/2018.

Un joven trans vivía en la ciudad de Santa Elena, provincia de Entre Ríos. Desde su
adolescencia sufrió discriminación debido a su identidad. En particular, un vecino, junto
a sus amigos, lo insultaba y amenazaba de manera constante. Una noche, el vecino fue a
la casa del joven y comenzó a silbar, aplaudir e insultarlo. En un momento forcejeó el
portón de la entrada, por lo que el joven salió de su casa con un arma y le disparó al
cuello. El vecino fue trasladado al hospital y el joven fue imputado por el delito de
homicidio en grado de tentativa.

En la etapa de juicio oral, el acusado declaró que el hombre cis lo insultaba cada vez que
lo veía y que le hacía comentarios discriminatorios en relación a su elección sexual. En
ese sentido, relató que en varias oportunidades lo había amenazado de muerte y le decía
que le “iba a caer con muchos a ver si se la aguantaba”. En relación al día del hecho,
sostuvo que había existido un forcejeo con el vecino, quien escondía en la manga de su
buzo un elemento cortopunzante con el que le lastimó la mano. Por ese motivo, relató
que había ingresado a su domicilio, había tanteado en la oscuridad y había agarrado un
elemento parecido a un fierro. Luego explicó que cuando salió al patio, el elemento se le
resbaló de la mano, escuchó un disparo y se dio cuenta que había tomado un arma. La
madre del imputado declaró en igual sentido. Por otra parte, el damnificado y un amigo
suyo negaron haber entrado al predio del acusado. Aclararon que habían ido a comprarle
estupefacientes al joven, pero éste se había negado a venderles. Entonces, se enojaron,
le gritaron y en ese momento el imputado se asomó por una ventana y le disparó al cuello
con un rifle. El agente policial que se presentó en el lugar de los hechos explicó que el
portón no se encontraba dañado y que había manchas de sangre en la vereda. Por último,
se efectuó una reconstrucción del hecho a partir de las declaraciones del imputado, del
damnificado y los testigos.

El representante del Ministerio Público Fiscal solicitó que se condenara al joven por el
delito de homicidio en grado de tentativa. Por su parte, la defensa pidió la absolución de
su asistido por haber actuado en legítima defensa. En ese sentido, sostuvo que el
imputado había sufrido todo tipo de agresiones y amenazas por parte del damnificado
debido a su identidad transgénero, por lo que el día del hecho temía por su vida y actuó
en consecuencia.

El Tribunal de Juicio y Apelaciones de Paraná condenó al imputado a la pena de cinco


años y seis meses de prisión por el delito de homicidio en grado de tentativa (jueza Van
Dembroucke).

1. Legítima defesa. Agresión ilegítima. Prueba. Testimonios. Versiones contrapuestas.


Apreciación de la prueba. LGBTIQ. Vulnerabilidad.

“[L]a agresión que en los momentos previos dice haber sufrido [el inculpado] por parte
de [G], no se encuentra corroborada por prueba alguna. No ha aportado la defensa la

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vestimenta rasgada o rota en su cuello producto del forcejeo a tenor de lo dicho por [el
acusado] al prestar declaración […], tampoco el corte que adujo tenía en su mano, más
aún al respecto, al prestar declaración el [doctor], quién dijo haber examinado [al
imputado] (no se adjuntó la certificación médica), manifestó que sólo le observó
'escoriaciones superficiales sobre la mano izquierda, es decir raspones, no tenía
sangrado' (del que se ignoran tiempo y modo de producción), ello es claramente
incompatible con el corte y sangrado relatado por [el acusado]".

"A esta altura cabe aclarar que sin duda la identificación sexual de la encausada le ha
traído aparejadas sufrimientos y padecimientos injustos, discriminación, insultos y
agresiones altamente reprochables, dificultades para conseguir empleo e insertarse
socialmente, como explícito en su declaración y narró su madre [...], y también es
altamente probable que sufriera todo tipo de improperios de distintos grupos, pero lo
cierto es que, salvo su madre, no hay otro testigo, actuación, o medio probatorio de que
los mismos hayan partido de [G] y menos aún que el hecho acaecido, lo haya sido en el
marco de este contexto (ni siquiera [L] lo confirma) sino más bien el de reclamo de
provisión de estupefacientes".

“[N]o resultan claras las hipótesis de la defensa y el sustrato fáctico y probatorio en que
las apoya. Ello, por cuando aduce en primer término la existencia de una contienda por
su identificación transgénero, mantenida entre [el imputado] y [G], a resultas de la cual
la imputada dispararía contra el mencionado [G], en forma accidental, pero para
defenderse, impactando el disparo en el cuello de [G]. En tal sentido, esa hipótesis, fue
negada por [G] y [su amigo] (en parte también por [L]) y no acreditada por ningún medio
probatorio.

Así las cosas, surge probada la presencia de la víctima en el domicilio [del imputado],
reclamando la venta de estupefacientes [...]. Pero, como ya se ha dicho y aún pese a su
insistencia, no existe ningún elemento probatorio que avale la existencia de una agresión
por parte de éste y por ende legítima defensa [del acusado].

En ese orden de ideas, debe señalarse que se requiere, para la causal de justificación
invocada, la existencia de una agresión ilegítima, actual o inminente que tornara
necesaria la defensa, lo cual se descarta, por cuanto (a excepción de los dichos [del joven]
y en parte su madre), no se ha acreditado en modo alguno la existencia de los improperios
relatados por [el imputado] como provenientes de [G] en base a su identificación sexual,
que este ingresara al predio forzando el portón y forcejeara con [el acusado], menos aún
que la lastimara con algún elemento cortante produciéndole una herida sangrante tal
como se expusiera más arriba”.

2. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado. Prueba. Testimonios.


Informe pericial. Armas de fuego. Apreciación de la prueba.

"En el mismo sentido las versiones dadas por [el inculpado] respecto del desconocimiento
que poseía un arma en sus manos y que recién lo advirtió al producirse el disparo no sólo
han sido contradictoria sino inverosímiles [...]. [E]l arma debe estar montada para
producir el disparo, pero en caso de haber estado preparada de antemano, debe

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Estudios sobre Jurisprudencia

necesariamente accionarse el gatillo para que se dispare pues el guardamonte hace las
veces de protección, [...] afirmó consecuencia que no puede dispararse
accidentalmente".

“En suma, [no ha sido] acreditado que la acción desplegada por [el imputado] haya sido
la repulsa una agresión ilegítima, actual o inminente, por parte de [G], menos aún
enmarcada en la necesidad de defensa ni dentro de la racional proporción de los medios
empleados para impedirla, porque, como quedó demostrado, en el momento del disparo
quién se encontraba en situación de vulnerabilidad era justamente la propia víctima.

Resulta una obviedad colegir que la acción de la imputada no puede entenderse como la
autodefensa a la que tiene derecho toda persona frente a un ataque antijurídico, ni que
haya estado en esas circunstancias legitimada para defenderse de ese modo, cuando –
claro está–, con solo ingresar a su habitación podía lograr el mismo objetivo".

"Insensato resultaría además, afirmar que el medio y la forma empleada fueran


necesarias o racionales, por cuanto salir de su habitación, empuñando un arma,
disparando hacia el cuello de una persona a escasa distancia, lejos está de reunir tales
caracteres”.

3. Homicidio. Tentativa. Tipicidad. Dolo. Armas de fuego.

"Así, en cuanto a la subsunción o encuadre típico que debe efectuarse de la conducta


desplegada por [el inculpado] en el hecho por el que ha sido [juzgado], [...] la misma debe
efectivamente quedar atrapada en la figura de homicidio en grado de tentativa [...].

Desde el punto de vista subjetivo, [...] se advierte claramente que [el imputado] obró con
dolo, puesto que efectuó un disparo con un arma de fuego, que se hallaba en su poder,
la que tenía proyectiles en su habitación y que no pudo ser accionada en forma accidental
[...], arma con indiscutible poder ofensivo –un arma letal– al hallarse modificada para
poder efectuar disparos con Calibre Punto 22 [...] e hirió gravemente a [G]. Y aún cuando
se aceptara que no tenía 'intención' para matar a la víctima, teniéndola a la vista, a escasa
distancia, disparó directamente hacia ella, por ello es evidente que conocía el peligro que
creaba con su obrar para el bien jurídico 'vida', que [...] resulta suficiente para afirmar
que actuó a aquel título".

4. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación. Prueba.

"[D]e lo reseñado surge que no se acreditó que la acción desplegada por [el imputado]
haya sido la repulsa de una agresión ilegítima, actual o inminente, menos aún podría
considerarse una acción enmarcada en la necesidad de defensa ni dentro de la racional
proporción de los medios empleados para impedirlo porque, como ha quedado
demostrado, en el momento del disparo quién se encontraba en situación de
vulnerabilidad era justamente la propia víctima, no corriendo ningún riesgo [el autor].
Obviamente, que bajo estas circunstancias, no puede entenderse la acción [del
imputado] como la autodefensa a la que tiene derecho toda persona frente al ataque

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Ministerio Público de la Defensa

antijurídico, ni que haya estado en esas circunstancias legitimada para defender de ese
modo, absolutamente irracional cuando –claro está– que con solo ingresar a su
habitación podía lograr el mismo objetivo.

En síntesis, resulta fuera de toda discusión que la conducta [del encausado] pueda quedar
amparada por la legítima defensa, aún cuando pudiera considerarse verificada la
existencia de una discusión anterior, no se demostró la existencia de una agresión
ilegítima, actual o inminente que impusiera la necesidad de defensa, y la encartada tenía
la posibilidad de entrar a su vivienda y en todo caso requerir la presencia policial".

5. Pena. Determinación de la pena. Culpabilidad. Atenuantes. LGBTIQ. Vulnerabilidad.

"[E]n función a los parámetros a tener en cuenta para la individualización [de la pena]: la
gravedad del injusto y la medida de la culpabilidad, pondero como agravantes el grave
disvalor de acción, el nivel cultural [del imputado] que le permite la internalización de
normas de conducta y manejar alternativas a las conductas disvaliosas y que fue
cometido mediante la utilización de un arma de fuego con poder letal, modificada a tal
fin. Y valoro como atenuantes la edad [del imputado] esto es que se trata de una persona
joven, el padecimiento por su identificación transgénero en una comunidad pequeña, y
su carencia de antecedentes penales”.

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Estudios sobre Jurisprudencia

Caso Nº 5

TRIBUNAL DE IMPUGNACIÓN DE SALTA, SALA I. “OPA”. 76298/2017


4/12/2017.

Una mujer convivía con su novio. En una oportunidad, se encontraban ingiriendo bebidas
alcohólicas junto a la hermana de la mujer, cuando se produjo una discusión entre la
pareja. Entonces, comenzaron a agredirse de manera verbal y física. En ese marco, la
mujer tomó un cuchillo e hirió por la espalda al hombre, quien falleció unos días después
en el hospital. Por ese hecho fue imputada por el delito de homicidio.

En la etapa de juicio oral, la acusada explicó que la pelea se había originado porque el
hombre había intentado agredirla sexualmente. Su hermana declaró en igual sentido.
Además, se incorporaron informes médicos que concluían que la mujer presentaba
hinchazón en uno de sus pómulos. También se agregó un informe psicológico que
señalaba que la imputada había vivido situaciones traumáticas infantiles que aún no se
encontraban resueltas.

La defensa sostuvo que la mujer sufría violencia de género por parte del hombre, que se
había querido defender de un ataque sexual, pero se había excedido en la legítima
defensa. El Tribunal Oral la condenó a la pena de ocho años de prisión por el delito de
homicidio. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación. En esa
ocasión, la defensa sostuvo que la conducta de la mujer debía encuadrarse dentro de la
legítima defensa.

La Sala I del Tribunal de Impugnación de Salta, por mayoría, rechazó la impugnación (juez
Medina y jueza Solórzano).

1. Legítima defensa. Exceso en la legítima defensa. Tipicidad.

“Al respecto del exceso en la legítima defensa, la Corte de Justicia tiene dicho que la
aplicación de esa causal de atenuación exige, como presupuesto indispensable, que el
accionar que a la postre se torna delictivo se haya iniciado con arreglo a los parámetros
previstos por el artículo 34 inciso 6º del código sustantivo. Vale decir, no cualquier
conducta desmedida que se ejecuta so color de salvaguardar un bien de una agresión
externa cae en la órbita de la figura, sino que se requiere una actividad inicialmente lícita
que luego se desvíe del cauce de la razón justificante prevista en la citada norma. La
fórmula empleada para construir la atenuante del artículo 35, en la cual se hace
referencia al que ‘hubiere excedido los límites impuestos por la ley, por la autoridad o
por la necesidad’, está señalando que la condición esencial para que exista exceso es la
preexistencia de una situación objetiva de justificación; de modo que el exceso se refiere
a los límites de la acción, no a su inicial licitud. Por eso pues, llamase exceso a la
intensificación innecesaria de la acción inicialmente justificada. Tal aumento de la
intensidad se refiere a la acción y determina que el accionar excesivo sea del mismo
género o naturaleza del accionar necesario o inicial…”.

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Ministerio Público de la Defensa

“[L]a doctrina mayoritaria ha coincidido en que la naturaleza jurídica del exceso es


culposa y no dolosa, pues la norma hace referencia a la pena fijada para el delito por
culpa o imprudencia, lo cual indica que un hecho doloso no puede ser reprimido a título
de culpa […]. Entonces, cuando la falta de moderación en el modo es intencional, se trata
de un abuso punible según las reglas ordinarias correspondiente al hecho […]. Por ello
resulta significativo el comentario de O. luego de acuchillar a A. […], ‘andá contales ahora
a todo le que te hice’ (rectius: ‘andá a contarles ahora a todos lo que te hice’),
manifestación que revela un ánimo hostil y de la que se infiere que la respuesta mortal
fue intencionada y con dolo homicida, otro argumento para desechar que se tratase de
un mero abuso en el medio defensivo”.

2. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Reciprocidad. Violencia sexual. Prueba.


Testimonios. Informes. Pericia médica. Apreciación de la prueba.

“En el caso bajo examen y en relación al núcleo del sustrato fáctico señalado y que no ha
sido puesto en tela de juicio, se cuentan con las declaraciones de la acusada O. […] y su
hermana Z. […] quienes expusieron la discordia previa al fatal desenlace, que incluyó
violencia física recíproca entre aquella y A. Esa pelea fue originada, según esa versión,
porque la víctima agredió sexualmente a O. […].

Empero, en autos se encuentra debidamente agregadas únicamente las pruebas médicas


relacionadas con el fallecido. Sin embargo y a fin de atender debidamente los agravios
vertidos por la defensa, no puede dejar de advertirse que O. fue revisada por un médico
a escasas horas del suceso, y se determinó que presentaba ‘tumefacción’ – es decir
tumescencia o hinchazón– en el pómulo […] de tamaño mediano […], que se
correspondería con el examen realizado al momento de practicarse el control de
legalidad de su detención […] a más de diez días del hecho…”.

“Que en relación a la tesis de que la supuesta agresión sexual previa hizo aflorar en la
acusada ciertos recuerdos traumáticos infantiles, de ello no se sigue que se hubiese
anulado su capacidad valorativa capaz de impedir su actuar libre y voluntario. A lo sumo,
la circunstancia apuntada –junto con el resto de las manifestaciones de la recurrente–
podrían impactar al momento de la individualización judicial de la pena, puntualmente,
en el análisis de ‘la calidad de los motivos que lo determinaron a delinquir’ (artículo 41
inciso 2º del Código Penal), y que de alguna manera fue atendido por el a quo pues aplicó
el mínimo previsto para el delito de homicidio”.

3. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado. Homicidio. Dolo.


Prueba. Apreciación de la prueba.

“[E]n esos términos y aún sin desconocer ciertas variables relevantes como el sexo de los
involucrados o la contextura física del occiso –un hombre de 1,70 metros de 90
kilogramos de peso según su autopsia– no puede soslayarse que la herida más dañina fue
ocasionada con la víctima de espalda. Por lo tanto, ese ataque no se condice con una
situación de defensa ante una agresión actual, sino que posee todas las características de
un emprendimiento doloso contra la vida de aquel.

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Por otra parte, ante el número de lesiones inferidas, tampoco puede hablarse de
racionalidad en el medio elegido por resultar el menos dañoso y eficaz para conjurar el
supuesto ataque, en tanto que esa exigencia no deriva de su simple aptitud para
contrarrestar la agresión, sino que involucra, además, la proporcionalidad entre la fuerza
o reacción usada por el agredido y la usada por el agresor, con referencia al bien atacado,
y la inevitabilidad del peligro que se corre […]. Nótese que si bien hay pruebas de la
reyerta previa entre los protagonistas, según las injurias físicas constatadas en la acusada,
no hay elementos para sostener que la intensidad del ataque –que asevera haber
soportado– sea de tal magnitud para justificar la respuesta letal, sino que aparece como
desmedida aún en el marco propuesto por la recurrente”.

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Caso Nº 6

TRIBUNAL DE JUICIO DE SALTA, SALA III. “OMA”. CAUSA Nº 139706/2017.


11/10/2017.

Una mujer de 33 años padecía un retraso madurativo leve. Convivía con su pareja y
mantenían una relación de pareja conflictiva. En una oportunidad, el hombre se
emborrachó y la golpeó. Entonces, ella tomó un cuchillo y lo apuñaló. Cuando la policía
arribó al lugar encontró a la mujer con un ataque de nervios y manchas de sangre en sus
manos. Además, manifestaba que había tenido una discusión con su pareja. Los agentes
policiales ingresaron al domicilio y encontraron al hombre tendido en el suelo con una
herida de arma blanca en el pecho, sin signos vitales. Por ese hecho la mujer fue imputada
por el delito de homicidio agravado por el vínculo.

En la etapa de juicio oral la mujer se negó a declarar. Sin embargo, algunos vecinos
manifestaron que escuchaban peleas, ruidos y discusiones de pareja. Por otra parte, la
psiquiatra del poder judicial informó que la imputada tenía un retraso madurativo leve
que le provocaba “un juicio de realidad insuficiente”. Además, el informe social concluía
que la pareja tenía picos de violencia cruzada no permanente a partir del alcoholismo del
hombre y la enfermedad de la mujer.

El representante del Ministerio Público Fiscal solicitó la aplicación de la pena de prisión


perpetua y la realización de un tratamiento psicológico. Por su parte, la defensa
argumentó que la imputada quería terminar la relación, que el hombre se encontraba
muy borracho y la golpeaba, por ese motivo agarró el cuchillo. En ese sentido solicitó que
se tomaran en consideración circunstancias extraordinarias de atenuación de la pena y
que se le impusiera la pena de 14 años de prisión.

La Sala III del Tribunal de Juicio de Salta condenó a la imputada a la pena de veinte años
de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias
extraordinarias de atenuación. Además, recomendó la realización de un tratamiento
psicológico en la unidad penitenciaria (juezas Sanguedolce y González y juez Farah).

1. Legítima defensa. Violencia de género. Prueba. Informes. Testimonios. Apreciación


de la prueba.

“Este resultado lesivo al bien jurídico vida, resulta del accionar de la acusada, quien
admite que provocó la lesión, aunque en su defensa argumenta que él la golpeaba, se le
vino encima, agarró el cuchillo y no sabe como pasó, estaba muy borracho, ella quería
terminar la relación”.

“Otra particularidad del caso, es que la acusada presentaba [al] momento de su


detención un golpe en la cabeza región occipital y hematomas en ambos brazos […] que
si bien no son recientes, avalan sus dichos –tanto en su declaración indagatoria como lo
expresado al psicológico y psiquiatrita que la evaluaron al día siguiente del hecho en el
Hospital Miguel Ragone donde permaneció internada por tres días debido a la crisis de
shock emocional– en el sentido que su pareja la golpeaba, también los vecinos que

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

brindaron declaración en el [debate], manifestaron que siempre se escuchaban peleas,


ruidos y discusiones de pareja, la Sra. C. refiere peleas ruidos de madera que rompían
algo, la Sra. G. expresó que la escuchó decir él me quiso pegar y el Sr. M escuchaba
discusiones de pareja, era casi normal”.

“[N]o resulta menos importante como factor a considerar en esta relación conflictiva de
pareja, el alcoholismo crónico que padecía el occiso conforme surge del informe
referenciado, lo que lo tornaba agresivo, pendenciero, pesado, desafiante, que
enfrentaba a cualquiera si estaba machadito. Concluyendo la profesional su informe que
se trataba de una pareja con picos de violencia cruzada, no permanente a partir de la
existencia de varios indicadores, entre los que destaca el alcoholismo de él y la
enfermedad de ella, que cuando no se suministraba los medicamentos se volvía más
agresiva”.

2. Violencia de género. Homicidio. Tipicidad. Dolo. Circunstancias extraordinarias de


atenuación.

“El estado psicológico y emocional referenciado en la acusada, sumado a los hechos


violentos vividos días antes que incluso le dejaron un golpe en la cabeza y los brazos,
tuvieron incidencia y entidad suficiente para determinar la conducta antijurídica, por lo
que habiendo sido contemplado por el legislador una pena alternativa de la prisión
perpetua para morigerar la sanción, deviene atendibles en el caso concreto, y se torna
aplicable la sanción que prevé el último párrafo del art. 80 del C.P.”.

“El delito de homicidio contiene el verbo núcleo ‘el que matare a otro’, conducta que en
el sub judice incurre la Sra. O., se trata de un delito doloso, no cabe duda que actuó con
esa intención de provocar el desenlace fatal al utilizar un cuchillo de grandes dimensiones
[…], arma con la que le provocó la estocada directa al corazón y que le provoca la muerte
en pocos minutos…”.

“Surge claro que la prevenida tuvo la intención de causar la muerte a la víctima,


conociendo y queriendo el hecho, por lo que se puede afirmar sin temor a equívocos la
verificación del dolo directo, en la conducta de la Sra. O., pues de otro modo no puede
justificarse que con un arma de semejantes características, con filo y punzante, que tenía
‘idoneidad para matar’, y habiendo asestado una estocada a la víctima en la región
toráxica comprometiendo órganos vitales, debió al menos representarse que la
utilización de este elemento unido al estado de embriaguez que presentaba la víctima,
quien había permanecido todo la noche fuera del hogar celebrando el año nuevo, podía
ocasionar el resultado que finalmente sucedió”.

“[D]ebe atenderse a la gravedad del hecho, el medio seleccionado para ejecutarlo, ([un]
arma blanca de grandes dimensiones, 30 cm.), la naturaleza del mismo nos demuestra
que estamos ante un hecho especialmente grave. La gravedad del hecho surge palmaria,
desde el momento en que resulta la muerte de un joven hombre”.

3. Pena. Determinación de la pena. Finalidad de la pena. Personas con discapacidad.

207
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Ministerio Público de la Defensa

“Considerando la finalidad de prevención especial de la pena, donde un encierro


prolongado resultaría contrario al objetivo resocializador que se persigue con el
cumplimiento efectivo de la pena, más aún teniendo en cuenta la edad de la acusada (33
años), por lo que un encierro prolongado podría resultar perjudicial y contrario a los fines
perseguidos con la aplicación efectiva de la pena.

Así también, desde un aspecto retributivo de la pena, cabe señalar que se trata de una
persona que padece un retraso mental moderado conforme los estudios psiquiátricos
practicados sobre su persona, y que debe continuar con tratamiento psiquiátrico y
psicofarmacológico y contención terapéutica […]. Por último, cabe destacar que de
acuerdo a los informes de R.N.R […] no registra antecedentes condenatorios, por lo que
surge como justa y equitativa la imposición de una PENA de VEINTE AÑOS DE PRISION,
ACCESORIOS LEGALES Y COSTAS como autora del hecho típico con la circunstancias
extraordinaria de atenuación…”.

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Caso Nº 7

CÁMARA EN LO PENAL DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL TRELEW. “HC”.


CAUSA Nº 56.280. 7/2/2017.

Una mujer vivía con sus dos hijos y su pareja y sufría violencia de género. Ambos habían
decidido separarse. La mujer preparó las pertenencias del varón para que se las llevara y
cuando él llegó a la casa comenzaron a discutir. En un momento, la empujó sobre la cama
y la amenazó con golpearla. Entonces, la mujer lo hirió con un cuchillo. El hombre falleció
en el momento. Por ese hecho, la mujer fue condenada a la pena de ocho años por el
delito de homicidio. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación.
Entre otras cuestiones, planteó que su asistida había actuado en legítima defensa.

La Cámara en lo Penal de la Circunscripción Judicial Trelew, por mayoría, modificó la


calificación legal impuesta en la sentencia recurrida por la de homicidio cometido bajo
un estado de emoción violenta y envió las actuaciones al tribunal de origen para que
dictara una nueva pena (jueces Barrios y Defranco).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima.

“[S]i bien la encartada afirmó que existió una situación de violencia en escalada, que
llegaron a la habitación y H. la tiró al colchón, con intenciones de pegarle, cierto es que
también dijo que H. le advirtió que no le pegaría, porque estaba su hijo cerca. Es decir
que si la imputada pudo tener alguna sospecha que se iniciaría una situación de violencia
física, la misma se desdice al mencionar este tramo del evento, y con ello quita
verosimilitud a su coartada”.

“El contexto de violencia que caracterizó la relación entre A y H, no habilita a condonar


del análisis de una legítima defensa, la existencia de los requisitos legales que la
configuran. Aunque podamos con razón y lógica, dar licencia a ciertos extremos que
pueden tener que ver con la inminencia de la agresión, o la creencia de su existencia, y
hasta la temporalidad de la misma o su pertinencia ante la variable del género de agresor
y agredido, la presencia de este requisito, como bien valoraron los magistrados, debe
estar acreditada, para superar el proceso de análisis y pasar al siguiente. […] Con esto,
hemos de concluir que no parecen ser estas circunstancias, compatibles con la de la
reacción de una persona que necesitó defenderse, sino al de una persona que llegó a un
límite. [N]o se explica cómo, al momento en que por fin la pareja de la condenada decide
irse de la vivienda poniendo fin a la relación muy conflictiva que hasta ese momento
tenían, acometería contra ella con violencia física, a las 13.30 horas de un día de semana,
y en un escenario cercano a terceros que podrían intervenir ante un pedido de auxilio”.

“Por todo lo dicho, en esta tarea de reevaluación, y con los límites y alcances advertidos
[…], entiendo que se evidencia en el caso que ha existido al momento del evento en la
encartada, una exaltación emocional que la determinó a actuar como lo hizo, y que incide
en el marco legal del caso, en una modalidad atenuada de homicidio. […] Los
antecedentes de violencia en poco tiempo culminó con agotar la pareja, al punto que el
varón decidió irse y la mujer juntarle las cosas y no querer siquiera estar cuando aquel

209
Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa

llegue al lugar en donde convivían. La fatalidad quiso que se juntaran ese mediodía, y que
esas escenas de discusiones y amenazas se sucedieran también en ese tramo final de la
relación, con consecuencias irreversibles”.

“La imputada reaccionó ante su pareja que la dejaba y de quien se separaba, siendo el
abandono y el contexto de discusión los que obraron como el estímulo que la colmó, y
fue el disparador de su ira. Fue ello lo que desencadenó el arrebato que la hizo perderse,
que como vimos, en su descargo tres veces reconoció. […] El abandono y la violencia
fueron el coctel que, traducidas en la separación, obraron como causa eficiente en el
contexto de personalidad de la imputada, y provocaron la emoción que se tradujo en la
pérdida de sus frenos inhibitorios en una acción violenta homicida, pese al juego de
palabras que parece conformar este párrafo”.

“[R]especto a la actividad de la acusación en pos de refutar las tesis de la defensa, no


menos cierto es que de los dichos de la imputada no surge, siquiera por asomo, la
alegación de que su accionar obedezca a la necesidad de defenderse sino, por el
contrario, a que se ‘perdió’ por estar ‘cansada de él’, entre otras manifestaciones. […]
Solo atinó a decir que H la tiró sobre el colchón, tal vez para alejarla de sus reclamos para
que se quedase –de lo que dan cuenta los erráticos mensajes de texto de la noche– y que
la trató –como siempre– de ‘puta’; por otro lado, según sus dichos, él mismo habría dicho
que no le haría daño, precisamente, porque estaba su hijo cerca del lugar. […] Hasta aquí,
es válido afirmar que la alegación de una agresión ilegítima –que mereciera la repulsa
que tuvo en definitiva– parece una versión con la que el defensor, unida a la alegación a
la violencia de género, solo intenta mejorar la situación de la prevenida pero alejada hasta
de sus propios dichos”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Apreciación de la prueba.

“[H]ace mención la Trabajadora Social a una serie de provocaciones que, si bien van
delineando una situación de violencia intrafamiliar, no pueden ser tomadas como una
agresión inminente y actual, salvo, claro está la solitaria alusión a que la imputada habría
arrebatado el cuchillo de la víctima”.

“Si bien no es que se invierta la carga de la prueba en contra de la imputada, no


encontrándose una lesión en su cuerpo más que las auto inflingidas la noche anterior, no
habiendo alegado tampoco lesión –o intento de– por parte de su ex pareja, y
comparando con las numerosas lesiones que presentaba H, todas defensivas, que resistió
estoicamente sin haber reaccionado ante ninguna, se esfuma, tal como los jueces
ponderaron, tanto la agresión ilegítima como la necesidad de la repulsa. […] La pregunta
se impone. ¿Un hombre violento que se encuentra agrediendo a su concubina, resiste
pasivamente todas y cada una de las estocadas? ¿No es lógico pensar que ante la primera
reaccionaría del modo que la imputada dice que lo hacía habitualmente?”.

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Caso Nº 8

TRIBUNAL EN LO CRIMINAL N° 6 DE SAN ISIDRO. “RCE”. CAUSA Nº 3113.


31/10/2013.

Una mujer vivía con su expareja y sus tres hijos, sufría violencia de género de forma
regular. La mujer efectuó una denuncia policial por las agresiones recibidas. En una
oportunidad, el hombre la empujó, golpeó y la llevó hasta la cocina, donde ella tomó un
cuchillo y lo hirió en el abdomen. Por ese hecho, fue imputada por el delito de lesiones
graves. En el informe médico se dejó constancia de que la mujer poseía hematomas y
dolores en el abdomen y en las piernas y que tenía dolor en el rostro. En su declaración
indagatoria, explicó que había pensado que el hombre la iba a matar porque “le pegaba
y le pegaba” y que solo había dado “un manotazo” para defenderse. Por su parte, el
hombre prestó declaración testimonial y negó haber agredido a la mujer. Asimismo, la
hija de la expareja narró que el día del hecho, la madre les había ordenado a ella y a sus
hermanos que fueran a su habitación y permanecieran allí.

El Tribunal en lo Criminal N° 6 de San Isidro condenó a la imputada a la pena de dos años


de prisión en suspenso por el delito de lesiones graves (juezas Ramírez y Etcheverry y juez
Tuya).

1. Violencia de género. Prueba. Pericia médica. Apreciación de la prueba.

“El precario [informe médico], evidencia que RCE presentaba hematomas en el abdomen
y piernas ante cuya palpación refería dolor, y que refería dolor en su rostro pese a la falta
de constatación de lesiones agudas externas. Ahora bien, frente a ello debo exponer que
entiendo improbable que de haber existido ‘piñas en la cabeza’, y una agresión que
recuerda como ‘...me pegaba, me pegaba, me estaba pegando...’, no hayan producido
hematomas en el rostro pese a sus referencias de dolor cuando además, ya habían
aparecido en el abdomen. En la misma línea me resulta llamativo que la acusada, pese a
que nos dijo en el debate que recibía ‘piñas en su cabeza’, no aludió dolores en su cabeza
pese así haberlo hecho espontáneamente, respecto de otras partes de su cuerpo”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Reciprocidad. Falta de


provocación.

“No paso por alto que la legítima defensa, racional y no provocada, es un mecanismo
legítimo tanto para repeler cuanto para impedir la agresión ilegal, mas la descripción de
[RCE] del padecimiento sufrido descarta que hubiera pretendido repeler una agresión
que, según sus dichos, no estaba por comenzar sino que estaba ocurriendo. Frente a ello
entonces, ateniéndome a la agresión referida y descripta por la acusada, no puedo menos
que advertir que la falta de concordancia entre la entidad de la golpiza y las lesiones
constatadas en el precario médico analizado, quitan credibilidad a sus dichos y, de esa
forma, a la recreación del hecho que ella efectúa”.

“No se ha logrado acreditar, pese al comprometido alegato de la Defensa, que [RCE] haya
sido víctima de un padecimiento propio de la violencia de género. Si bien no descreo que

211
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Ministerio Público de la Defensa

haya recibido golpes de su marido (lo que asimismo surge de la denuncia […], incorporada
al juicio por su lectura), tampoco descarto que haya hecho propia la Ley del Talión. […]
Todo el cuadro probatorio me convence, tal lo adelantado, que el vínculo entre víctima y
victimario respondía a una relación basada en agresión recíproca, en la cual los insultos
y los golpes no se encontraban ausentes ni resultaban privativo de uno por sobre el otro”.

“[D]estaco que ha sido la propia [hija] quien nos ha dicho que la acusada fue quien ordenó
que las menores fueran a su habitación o permanecieran allí, cerrando la puerta. […] Tal
detalle resulta en mi opinión determinante, pues acredita sin más que [RCE] quiso
mantener a las niñas fuera de lo que iba a ocurrir. Y es justamente tal previsión, la que
erradica la inminencia de la agresión y mientras descarta la posibilidad de tener por cierta
la falta de provocación suficiente, evidencia que la pelea que se avecinaba era cuando
menos, esperada o prevista por [RCE]”.

3. Prueba. Apreciación de la prueba. Homicidio. Lesiones. Dolo.

“[L]a flexibilidad intestinal aludida por el galeno, y la referencia del mayor daño que
puede producir por tal motivo incluso un elemento de pequeñas dimensiones, sumado a
que según los dichos de la propia víctima, RCE llevó a cabo tal incisión con su mano
izquierda pese a ser diestra, evidencia que no estaba en sus planes terminar con la vida
de S, pues más allá de que ‘todo cuerpo extraño que penetre en el abdomen, tiene toda
la capacidad, de acuerdo a la estructura que toque, de producir la muerte’, en el caso
que nos convoca los aportes del Dr. Fuente y de la propia víctima, evidencian que la
cuchilla del tipo carnicero empleada no fue totalmente introducida (lo que además
resultaba poco posible si se tienen en cuenta las deficiencias que cualquier diestro tiene
a la hora de manipular un elemento con su mano izquierda –y viceversa claro está–, la
falta de precisión que ello implica y la escasa habilidad), y tampoco que se utilizó con la
fuerza idónea para provocar una herida más profunda que permitiera provocar una lesión
de mayor envergadura”.

212
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

3.3. LEGÍTIMA DEFENSA SIN CONFRONTACIÓN: JURISPRUDENCIA FAVORABLE

En este acápite se agruparon 2 sentencias en las que se debatía si la persona imputada


había actuado amparada por la legítima defensa en situaciones en las que no existía
confrontación y los jueces resolvieron los planteos favorablemente. Las sentencias en
cuestión fueron emitidas en 2013 y 2016 en la provincia de Buenos Aires.

Legítima defensa sin confrontación: jurisprudencia favorable

Nº Tribunal Autos Provincia Fecha

Tribunal de Casación Penal de Buenos


1 “LSB” Buenos Aires 5/7/2016
Aires, Sala I

Tribunal de Casación Penal de Buenos


2 “Díaz” Buenos Aires 17/10/2013
Aires, Sala I

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Caso Nº 1

TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, SALA


I. “LSB”. CAUSA Nº 6996. 5/7/2016.

Una mujer convivía con su pareja y la hija de ambos de 45 días de edad. Desde el
comienzo de la relación, el hombre la maltrataba y amenazaba a punta de pistola. En una
oportunidad, la abusó sexualmente de forma reiterada y, luego, le puso el arma en
distintas partes de la cabeza. También, le apuntó con la pistola a la beba desde la cama.
Más tarde, se durmió y colocó el arma en el medio del lecho. Entonces, la mujer efectuó
un disparo que impactó en la zona frontal de su pareja, ocasionándole la muerte. Por ese
hecho fue procesada por el delito de homicidio agravado por el vínculo y por ser
cometido con un arma de fuego.

En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que su concubino siempre había sido muy
violento y la amenazaba de manera constante con matarla a ella y a su familia. Agregó
que había sido hostigada sexualmente con una tonfa. Por otra parte, un agente policial
refirió que en el lugar de los hechos había preservativos usados en el piso y una tonfa. El
Tribunal Oral absolvió a la mujer por considerar que había actuado en legítima defensa
debido a la violencia física, sexual y psicológica a la que había sido sometida por su esposo
durante el matrimonio. Contra esa decisión, la querella y la fiscalía interpusieron sendos
recursos de casación.

El Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires rechazó la impugnación


(jueces Maidana y Natiello).

1. Género. Convención Sobre La Eliminación De Todas Las Formas De Discriminación


Contra La Mujer. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer (Convención de Belém Do Pará). Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Jurisprudencia.

“Las obligaciones internacionales asumidas por la República Argentina a través de la


ratificación y jerarquización constitucional de ciertas normas del derecho internacional
de los derechos humanos (art. 75 inc. 22), establecen la necesidad de cambios
coyunturales en [las] leyes y la administración de justicia. Dentro de dicha normativa se
encuentra la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer (CEDAW, 1979). Esta Convención tiene el objetivo, ni
más ni menos, de incorporar la mitad femenina de la humanidad a la esfera de los
derechos humanos, en palabras propias de su texto. Esta incorporación implica no solo
la reafirmación de la igualdad de género frente a los derechos y, en consecuencia, el
respeto de la dignidad humana, sino también la incorporación de medidas o planes de
acción que los Estados deben llevar a cabo con el fin de cumplir con los requisitos
establecidos en dicho instrumento jurídico. De estos fines normativos, de garantizar las
obligaciones estatalmente asumidas, es de donde surge el concepto de ‘perspectiva de
género’.

214
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Lo propio surge de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la


Violencia contra la Mujer o Convención de Belém Do Pará (1994), documento que goza
de jerarquía constitucional y de cuyo texto se infiere la necesidad de aplicar una
perspectiva de género, a raíz del reconocimiento de que los patrones socioculturales y
las relaciones históricamente desiguales han generado la violencia contra la mujer todas
sus formas […]. Así queda también expresamente establecida esta perspectiva en la
legislación nacional a través de su incorporación expresa en la Ley 26.485 de Protección
Integral de las Mujeres.

La perspectiva de género implica, entonces, ‘el proceso de evaluación de las


consecuencias para las mujeres y los hombres de cualquier actividad planificada, inclusive
las leyes, políticas o programas, en todos los sectores y a todos los niveles. Es una
estrategia destinada a hacer que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, así
como de los hombres, sean un elemento integrante de la elaboración, la supervisión y la
aplicación de las políticas y los programas en todas las esferas políticas, económicas y
sociales, a fin de que las mujeres y los hombres se beneficien por igual y se impida que
se perpetúe la desigualdad. El objetivo final es lograr la igualdad [sustantiva] entre los
géneros’ (ONU Mujeres, 2016)…”.

“El análisis exhaustivo de la situación de desigualdad global de los géneros, ha concluido


que la concepción androcéntrica de la humanidad dejó fuera a la mitad del género
humano, es decir, a las mujeres. Y a pesar de existir en un mundo genéricamente
desigual, las mujeres han sido realmente relevantes en cada uno de los aspectos propios
de las distintas sociedades que se fueran desarrollando a lo largo de la historia. La
perspectiva de género tiene como uno de sus fines contribuir a la construcción subjetiva
y social de una nueva configuración a partir de la resignificación de la historia, la sociedad,
la cultura y la política desde una perspectiva inclusiva de las mujeres”.

“[C]orresponde a la ley incluir a todos quienes pertenecen a la sociedad en diversidad de


género, pero también a quienes formamos parte del sistema de justicia corresponde
realizar una interpretación legal abarcativa de esta perspectiva. […] Ahora bien, cuando
abordamos el análisis de la perspectiva de género particularmente en el derecho penal,
las distintas posturas tendientes a la igualdad de género han sostenido que tanto las
normas penales como la aplicación que de ellas hacen los jueces están dotadas de
contenido desigual, porque normalmente los requisitos que rodean su interpretación han
sido elaborados por hombres pensando en una determinada situación o contexto. Por
consiguiente, cuando el juez aplica la norma tal como ésta ha sido comúnmente
interpretada en la doctrina y precedentes, la norma reproduce los requisitos y contextos
para los cuales ha sido ideada y desde este punto de vista tenderá a discriminar a la mujer
puesto que ni su género ni el contexto en el cual la mujer necesita de la norma, han sido
tenidos en consideración al elaborar los requisitos […].

Pues entonces, la aplicación de una perspectiva de género en el análisis de la normativa,


persigue el fin de crear un derecho verdaderamente igualitario e inclusivo –de la otra
mitad de la población–, en donde los paradigmas propios de las sociedades
androcéntricas sean finalmente destruidos. En conclusión y teniendo en cuenta, como
mencioné anteriormente, que la cuestión debatida posee incidencia sobre una mujer que

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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa

fuera víctima de violencia de género en el ámbito de su hogar conyugal, debe


incorporarse la ‘perspectiva de género’ como pauta interpretativa constitucional. Así lo
indica también la jurisprudencia interamericana en el ‘Caso del Penal Miguel Castro
Castro c. Perú’, donde la Corte IDH utilizó, en una situación violatoria de derechos
humanos que afectaba a mujeres y hombres, el ‘impacto diferencial de género como
criterio interpretativo, tanto para establecer los hechos, como la calificación y
consecuencias jurídicas de los mismos’ […]. Asimismo, en el ‘Caso Loayza Tamayo c. Perú’,
la Corte IDH criticó al Tribunal haber desaprovechado la oportunidad de juzgar con
perspectiva de género, resaltando la importancia y obligatoriedad de dicho principio”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Testigo único. Informes. Prueba. Apreciación


de la prueba.

“Teniendo por acreditada la autoría, el A Quo decidió por mayoría absolver a la imputada
mediante la eximente de la legítima defensa estipulada en el art. 34 inc. 6 del C.P.,
fundada en la violencia de género a la que S. B. L. había sido sometida por su esposo
durante el matrimonio y en la noche del evento que culminó con la muerte de éste
último. Evaluó a tal fin la situación de la violencia de género, también aceptada por la
Fiscalía, comprobando unánimemente su existencia en extrema intensidad mediante el
análisis de lo expresado por la imputada y la totalidad de los testigos y profesionales.
Cabe destacar que algunos de estos últimos afirmaron que ‘se encontraban presentes los
rasgos típicos de la existencia de una relación caracterizada por la violencia de género
que padecía L. en su interrelación sentimental con [M]’ […].

Asimismo, valoró el A Quo el conjunto probatorio de la violencia de género


desencadenante del hecho que da inicio a esta causa, es decir la muerte de [M]. […] A
mayor abundamiento, valoró el tribunal lo manifestado por la imputada, en su
declaración y en reiteradas entrevistas, acerca de la situación de violencia física, sexual y
psicológica que sufría, y sobre la que profesionales intervinientes pudieron sostener ‘[…]
que el relato de los hechos realizado por la evaluada, resulta coherente y creíble,
pudiendo desprenderse del relato de la misma, ante la escalada de violencia que padecía
y las características de personalidad del fallecido, que las agresiones y las amenazas
recibidas pondrían en riesgo cierto e inminente a ella y a su hija de ser dañadas
gravemente en su salud’. Dicho informe revierte particular importancia toda vez que la
violencia de género que ocurre de manera doméstica, es decir, puertas adentro y en la
intimidad del hogar sin la presencia de otros testigos que los propios actores en dicha
violencia, se inviste de una clandestinidad que indefectiblemente se traduce en la
existencia de problemas probatorios, que llegan al grado extremo de complejidad cuando
existe únicamente la declaración de la víctima de violencia, quien, en el caso en cuestión,
es a su vez imputada por el homicidio de su esposo. Y es justamente frente a esta
coyuntura en donde el juez debe aplicar sus conocimientos interdisciplinarios, con la
ayuda de expertos, para valorar la credibilidad de la declaración de quien fuera víctima
de violencia de género”.

3. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima.

216
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

“[F]rente al requisito de la agresión ilegítima, ha quedado comprobado que LSB durante


el matrimonio y en la noche del evento que culminara en la muerte de su marido, sufrió
maltratos, vejaciones, y agresiones físicas, psicológicas y sexuales de manera permanente
y continua, así como también sufriera su hija –de apenas unos 45 días de edad– amenazas
contra su vida. […] Todo esto claramente constituye, además de violencia de género, una
agresión ilegítima, lo que torna innecesario analizar este requisito esencial a la legítima
defensa”.

“[E]s necesario considerar entonces el requisito de la actualidad de la agresión ilegítima


y su significado desde una perspectiva de género, puesto que pretender que la actualidad
sea concebida de una manera puramente temporal y entendida como tiempo presente
implicaría negarle a la mujer toda posibilidad de salir airosa frente a este tipo de
enfrentamiento. En este sentido, no debe entenderse a la violencia de género doméstica
como compuesta por hechos aislados sino como una agresión continua, incesante,
porque existen ataques en forma permanente a ciertos bienes jurídicos como la libertad,
la seguridad y la integridad física y psíquica”.

4. Violencia de género. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.


Armas.

“[L]a ‘necesidad racional del medio empleado,’ […] implica la idoneidad de la defensa
mediante el empleo del medio más benigno posible. Y frente a este requisito, tanto en el
caso concreto como en similares, se aprecian diferentes sugerencias de los impugnantes,
acerca de lo que debería o podría haber hecho la mujer en lugar de matar a su marido
con un arma de fuego. Sin embargo, todas esas propuestas –denunciar, huir con su hija,
separarse– parecen únicamente realizarse en ‘el reino de lo ideal,’ pues la realidad –
plasmada en las estadísticas– demuestra lo opuesto, reflejando la imposibilidad tanto
objetiva como subjetiva de escapar fácilmente del círculo de violencia doméstica”.

“[N]o resulta idóneo impedir o repeler una agresión en circunstancias de violencia


doméstica utilizando medidas disuasivas y advertencias, pues éstas podrían provocar
reacciones aun más violentas; por lo tanto, el medio más idóneo será el medio más
seguro, que es muchas veces el más grave o duro.

En las situaciones en donde el enfrentamiento es entre una mujer y un hombre –con el


que ésta convive– no siempre existe la posibilidad de elección entre un medio más grave
o menos grave, sino en la utilización de la única forma posible de defensa. Y por las
características particulares de socialización, educación, experiencias personales –
inclusivas o no de violencia doméstica– y, muchas veces, contextura física de la mujer, es
claro que ésta debe defenderse cuando el hombre se encuentra desprevenido y con sus
defensas bajas, a diferencia del hombre que comúnmente no necesita de esta
circunstancia para consumar su defensa. Así, el arma, que surge generalmente como
demostrativa del dolo de matar y como indicador de mayor peligrosidad, se presenta en
estos casos como el medio necesario para llevar la defensa, ya sea de lesiones o de
muerte…”.

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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa

Caso Nº 2

TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, SALA


I. “DÍAZ”. CAUSA Nº 59157. 17/10/2013.

Una mujer vivía con su pareja y sus hijos y sufría violencia de género de forma regular. En
el marco de una discusión, el hombre la amenazó de muerte y la echó del hogar. Luego,
se fue a dormir y la mujer se fue a llorar al garaje. Cuando regresó a la casa, el hombre
se encontraba acostado. Entonces, la vio y la amenazó con dispararle en la cabeza. La
mujer sabía que su pareja guardaba un arma en la mesa de luz. Por esa razón, cuando él
se estiró hacia el mueble, ella corrió, tomó el arma y le disparó dos veces. El hombre
falleció en el momento. Por ese hecho, la mujer fue procesada por el delito de homicidio.

En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que había actuado en legítima defensa
porque pensó que su pareja iba a dispararle. Por su parte, los hijos declararon que habían
escuchado una discusión entre sus progenitores y sabían que el padre guardaba un arma
en la habitación. Además, se efectuó un informe psicológico que concluía que la mujer
había actuado ante el temor de una “agresión anunciada” por su pareja, que había
generado una “reacción defensiva”. El Tribunal Oral condenó a la imputada a la pena de
cuatro años y seis meses de prisión por el delito de homicidio en legítima defensa
putativa. Para decidir de esa manera sostuvo que no se había acreditado la realidad de la
agresión por parte del varón sino solo su existencia en la subjetividad de la mujer. Por esa
razón concluyó que no había podido probarse que la mujer hubiese actuado en legítima
defensa. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación.

La Sala I del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires hizo lugar a la
impugnación, casó la sentencia recurrida y absolvió a la imputada por haber actuado en
legítima defensa (jueces Carral y Sal Llargués).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Prueba. Apreciación de


la prueba. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar Y Erradicar La
Violencia Contra La Mujer (Convención de Belém Do Pará).

“En lo central, el Tribunal de Juicio no ha encontrado verificada la agresión ilegítima de


parte [del hombre] que motivara el accionar defensivo de [la imputada] a los efectos de
la aplicación de la eximente del art. 34 inc. 6º del C.P. Con mayor exactitud, el a quo ha
estimado que de las probanzas emergentes en el pleno no pudo tenerse por acreditada
la realidad de la agresión sino solo su existencia en la subjetividad de la encausada. De
modo que el conocimiento de este Tribunal ha de recorrer este camino, donde tanto el
impugnante como la Fiscal Adjunta de Casación sostienen que, como acontecimiento
histórico, el acto agresivo de Benítez si tuvo concreción real y no fue producto de la
imaginación de [la mujer]”.

“La situación de agresión constante a la que fuera sometida […] fue comprobada en el
debate por los testimonios […], así como por los informes socioambiental, psicológico y
psiquiátrico, y las copias de la causa […] que se originara por haberle disparado [B] a Díaz
con una escopeta. Toda una situación convivencial donde, probadamente, el occiso

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Estudios sobre Jurisprudencia

sometía a la imputada a reiterados maltratos y violencia de tipo psicológica y física,


confluyendo así en la configuración de la hipótesis que pretenden hacer desaparecer la
Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la
mujer – Convención de Belem Do Pará–, incorporada al ordenamiento nacional por la ley
24.632 (arts. 1 y 2 inc. a), y la ley provincial nº 12.569 de Violencia Familiar (arts. 1 y 2).

Centrados en el análisis de las circunstancias que rodearon y precedieron al desenlace


luctuoso, ambos hijos de la pareja presentes en la vivienda coincidieron en la discusión
previa entre [B] y Díaz. Aun cuando ninguno la presenció, la escucharon. [AB] dijo haber
escuchado ‘discusiones y gritos’ […], poniendo de relieve la entidad y gravedad del
conflicto suscitado entre víctima y victimario en virtud de las sospechas de infidelidad del
occiso. [LMB], por su parte, dio cuenta frente al colegiado que la discusión [comenzó]
desde el instante en que su padre arribó al hogar, mientras descendía de su automóvil
[…]. Incluso también concordaron en que Benítez guardaba un arma de fuego de puño
en la mesa de luz de su habitación.

Dando por cierto la versión de la encausada, como lo ha hecho el a quo aunque luego se
contradiga, es menester resolver si, como se dice en el decisorio impugnado, el
movimiento corporal de [B] fue ‘equívoco o inespecífico’. En este marco, [se debe]
señalar que cuando la versión solitaria del imputado o la víctima se erigen con abono de
otros medios probatorios, nada autoriza a desplazarlos del plexo probatorio o, como en
autos, a quitarles alguna parte sin elementos que sustenten otra hipótesis. Tal es, por
otra parte, la recta aplicación de las reglas de la sana crítica…”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Interpretación de la ley.

“[L]a agresión ilegítima a la que alude el art. 34 inc. 6º, lit. a) del Código Penal argentino,
no ha de estimarse tan solo a aquella conducta humana antijurídica dirigida a afectar
algún bien jurídico de su destinatario, puesto que la amenaza o peligro de que ello pueda
concretarse con premura o inmediatez, autoriza el ejercicio de la acción defensiva. Tal
afirmación tiene su soporte legal en el literal b) de la norma citada, que contempla tanto
el comportamiento defensivo tendiente a ‘repeler’ la agresión, lo cual implica que ya se
inició, como aquella que se dirige a ‘impedir’ su realización, por lo que la acción defensiva
puede desplegarse desde que surge una amenaza inmediata al bien jurídico […] aun
cuando no se hubiere comenzado el conato de la conducta.

Impedir la afectación antijurídica del bien que aún no se ha concretado, pero que es de
inminente realización, con lo cual vale decir que se impide lo que todavía no es peligro ni
lesión. […] Si la ley penal no permitiera defenderse más que de actos de lesión o puesta
en peligro, la función del instituto de la legítima defensa perdería todo su sentido ante
una manifiesta desprotección de los bienes jurídicos.

Así, no es exigible que la agresión se esté llevando a cabo para afirmar la posibilidad de
una legítima defensa; la propia ley así lo determina, que sólo se puede ‘impedir’ lo que
no se ha producido, con lo que se admite la justificante ante una agresión futura cuando
implica en sí misma un peligro para el bien jurídico…”.

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A contrario de lo concluido por el Tribunal de Juicio, la agresión ilegítima, como acto por
el cual el Benítez demostró inequívocamente su voluntad de lesionar a Díaz, lo que podía
concretar inmediatamente por poseer los elementos necesarios para ello –el arma al
alcance de sus manos– tuvo existencia real y concreta como amenaza a concretarse en
un futuro inmediato. Tal fue el peligro que se cernía sobre su persona que impidió al
apresurarse en tomar el arma de fuego y dispararla contra su pareja ‘para evitar que él
[la] agarrara’, agresión ‘anunciada’ como se la califica en el dictamen psicológico”.

3. Violencia de género. Prueba. Informe psicológico. Testimonios. Testigo único.


Apreciación de la prueba.

“[…] Benítez discutió con su concubina […] Díaz, amenazándola de muerte y echándola
del hogar que compartían junto a sus hijos. El a quo no pone en duda ello. Así, la acción
de [B], ofuscado y violento, quien le acababa de decir a Díaz no me rompás las pelotas te
voy a meter un balazo en la cabeza’, estirándose sobre la cama hacia la mesa de luz donde
guardaba un arma de fuego, no es otra cosa que la continuación de una agresión verbal
que comenzaba a transformarse en una agresión fáctica. La situación agresiva no puede
ser soslayada –aquí el yerro del a quo al no dimensionarla en su justa entidad–; el acto
de dirigir su mano hacia el lugar donde se ocultaba el revólver es, en este contexto, un
acto tendiente a poner en hechos tal agresión. Es, a todas luces, el acto preparatorio del
accionar directamente lesivo, una amenaza o peligro sobre el bien jurídico que generó el
acto defensivo impeditivo de parte de la imputada, lo que queda cabalmente
aprehendido por la norma del art. 34 inc. 6º del C.P.

Es más, de la experticia psicológica resulta que ‘se infieren efectos psíquicos asociados a
una exposición severa a situaciones de violencia, que han provocado un estado emocional
equiparable a situaciones de stress postraumático, donde el episodio que consta en las
presentes actuaciones es la reacción ante el temor frente a una agresión anunciada’ […].
Este señalamiento […] da pábulo, indiciariamente, a la existencia real y concreta del acto
agresivo de Benítez, que la psicóloga reconoce como un dato de la realidad –‘anunciada’
por el fallecido– que generó la ‘reacción’ defensiva.

Ubicado como observador ex ante de la referida situación que se suscitó en la privacidad


del dormitorio conyugal, y que pese a los gritos no contó con la presencia de terceros
presentes en el hogar, no es posible predicar equivocidad o inespecificidad alguna del
acto de Benítez de dirigir su mano hacia la mesa de noche donde resguardaba un arma
de fuego. Sólo es posible ello si se descontextualiza la conducta y se sustrae de las
circunstancias en que se desarrolló. El occiso […] no era la primera vez que atentaba
contra la vida de su concubina, lo que se dio por probado en autos y demuestra que no
lo amilanaban las consecuencias de tales procederes, todo lo que no ha de dejarse de
lado en el análisis de los hechos enjuiciados”.

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3.4. LEGÍTIMA DEFENSA SIN CONFRONTACIÓN: JURISPRUDENCIA ADVERSA

En este segmento se compendian 5 sentencias en las que se debatía si la persona


imputada había actuado en legítima defensa en una situación en la que no había
confrontación y los jueces resolvieron el planteo de modo desfavorable. Las resoluciones
aludidas fueron emitidas en 2010 y 2020 en las provincias de Córdoba, Chubut, La Pampa
y Río Negro.

Legítima defensa sin confrontación: jurisprudencia adversa

Nº Tribunal Autos Provincia Fecha

1 Corte Suprema de Justicia de la Nación “Pérez” La Pampa 10/12/2020


Cámara en lo Criminal y Correccional de
2 Primera Nominación de la Segunda “Olmedo” Córdoba 27/10/2020
Circunscripción Judicial de Río Cuarto
Tribunal de Impugnación Penal de La Pampa,
3 Sala B “Pérez” La Pampa 9/10/2014

4 Superior Tribunal de Justicia de Viedma “Nahuelfil” Río Negro 28/12/2010

5 Cámara en lo Penal de Puerto Madryn “RRJ” Chubut 24/11/2010

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Caso Nº 1

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. “PÉREZ”. CAUSA N°


3073/2015. 10/12/2020.
Una mujer fue en bicicleta en busca de su expareja. En primer lugar, se dirigió al domicilio
de su madre y, al no encontrarlo, fue a la casa de su hermana. Al llegar, lo llamó de
manera insistente y cuando el hombre salió de la vivienda comenzaron a discutir. La
mujer sacó un cuchillo y se lo clavó en el pecho. El hombre cayó al suelo y ella lo lesionó,
ocasionándole la muerte. Por ese hecho fue imputada por el delito de homicidio. En la
etapa del juicio, la mujer declaró que había sufrido agresiones físicas y verbales, abusos
sexuales y constante hostigamiento por parte del hombre. Además, expresó que se había
presentado en el domicilio de su expareja para retirar un televisor que le había sustraído
y agregó que había llevado un cuchillo para defenderse porque él la iba a golpear. Por
otra parte, la psicóloga que intervino en el caso informó que el televisor había sido el
primer bien que la mujer había podido comprarle a sus hijos luego de la separación. En
ese sentido, explicó que esa sustracción no valía lo mismo para ella que para un “hombre
promedio”, sino que "representaba la anulación misma de la posibilidad de una salida a
través de un proyecto que la ubicara en relación con la dignidad y la vida de una manera
diferente a lo conocido hasta entonces".

El tribunal la condenó a la pena de ocho años de prisión por el delito de homicidio. Para
decidir de esa manera sostuvo que no había existido inmediatez entre el hecho
desencadenante de la emoción y la reacción de la imputada, lo que demostraba que
había actuado de manera consciente y deliberada. Contra esa decisión, la defensa
interpuso un recurso de impugnación. Entre otras cuestiones, planteó que la mujer había
sufrido una sucesión de hechos constitutivos de violencia de género ejercida por su
expareja y solicitó su absolución por haber actuado en legítima defensa. De manera
subsidiaria, peticionó que se la condenara por el delito de homicidio cometido en un
estado de emoción violenta. El Tribunal de Impugnación Penal de La Pampa consideró
que en el caso no habían concurrido los presupuestos de la legítima defensa ni los de la
figura de la emoción violenta y afirmó que la presencia del arma demostraba una
intención manifiesta que descartaba el estado de emoción violenta. En consecuencia,
rechazó la impugnación y confirmó la condena. Contra esa decisión, la defensa interpuso
un recurso de casación y alegó que el tribunal había realizado un análisis
descontextualizado del hecho sin perspectiva de género. El recurso fue rechazado, por lo
que la defensa interpuso un recurso extraordinario federal, cuya denegatoria motivó la
presentación de un recurso de queja.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, hizo lugar a la queja, declaró
procedente la impugnación y dejó sin efecto la sentencia apelada (ministra Highton de
Nolasco y ministros Rosatti y Maqueda). Para decidir de ese modo, se remitió al dictamen
de la Procuración General de la Nación.

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1. Género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Estado de necesidad. Violencia de


género. Violencia familiar.

“En primer lugar, no [se advierte] arbitrariedad, sino más bien conformidad con los
estándares vigentes en la materia, en la conclusión sobre el punto a la que arribaron los
jueces de la causa al descartar que en el momento del hecho hubiese existido una
agresión antijurídica, actual o inminente, de parte de [C], que hubiera hecho necesario
reaccionar apuñalándolo. En particular, esa conclusión se halla en consonancia con la
opinión dominante según la cual, en atención a la intensidad de la autorización, no
limitada por la proporcionalidad, la noción de ‘actualidad de la agresión’ es más restrictiva
que la de ‘actualidad del peligro’ del estado de necesidad, y sólo abarca por ello a la
agresión que se dará en forma inminente, que ha comenzado o que aún continúa, a la
vez que excluye los casos de ‘defensa preventiva’ y de ‘peligro permanente’, sin perjuicio
de su eventual consideración como estado de necesidad.

[L]a doctrina y la jurisprudencia han admitido, excepcionalmente, en ciertos casos


extremos de violencia familiar, no la justificación por legítima defensa, como postula la
defensa, pero sí la exculpación del homicidio del llamado ‘tirano de la familia’ cuando las
particulares circunstancias del caso permiten afirmar la concurrencia de los presupuestos
de un estado de necesidad exculpante, en particular, la existencia de un peligro
permanente que sólo podía ser conjurado eficazmente actuando sin demora, y que
tampoco podía ser evitado de otro modo.

Sin embargo, esta argumentación no fue planteada por la defensa, de modo que su no
tratamiento por los jueces de la causa y, en particular, por el a quo no puede ser
considerado un defecto del pronunciamiento impugnado. En este punto, no [se pasa] por
alto que la defensa postuló la existencia de un peligro derivado de la situación de
violencia de género que describió, pero […] esa alegación [no ha] sido acompañada
siquiera de una mínima argumentación tendiente a demostrar o explicar, ni la urgencia
de actuar la mañana en cuestión, ni la inexistencia de otros medios (especialmente, de
procedimientos institucionales) para resolver la situación; ambos requisitos, según se ha
visto, para la operatividad de la excusa en examen. Este defectuoso planteamiento
descarta por ello también cualquier reproche a los jueces que se pudiera pensar hacer
por no haber considerado el tema, aunque fuese bajo otro nomen iuris”.

2. Emoción violenta. Tipicidad. Violencia de género.

“El tribunal de audiencia justificó el rechazo de [la atenuante del homicidio cometido en
estado de emoción violenta] fundamentalmente en la falta de inmediatez entre el hecho
supuestamente desencadenante de la emoción: la sustracción del televisor, y la reacción.
[…] Esta solución de continuidad, sumada al comportamiento exhibido por la imputada,
que fue en búsqueda de la víctima, descartaría, para el tribunal, que P ‘h[ubiera] actuado
bajo una conmoción violenta del ánimo, motivada en una incitación externa justificada
inmediatamente anterior al hecho’ y, por el contrario, sería demostrativa de que ‘actuó
de manera consciente y deliberada’…”.

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“Concretamente, con invocación de peritajes y testimonios, la defensa describió la


hipótesis de una personalidad desbordada emocionalmente por el acoso y las agresiones
que venía sufriendo de parte de su ex pareja, todo ello agravado por el trasfondo de un
historia de vida signada por el abandono y el abuso desde la niñez, que, en palabras de la
propia imputada, en el marco de la confrontación que mantuvo con [C] ante la sospecha
de que hubiera sustraído el televisor, habría experimentado las expresiones que le
profirió como la provocación que desencadenó la reacción emotiva que la llevó a cometer
el hecho […]. La pérdida de memoria, la angustia y la actitud general revelada por la
imputada con posterioridad al hecho se hallarían en consonancia con esa hipótesis, que
tampoco se vería desvirtuada por la circunstancia de que [P] hubiera ido con un cuchillo,
porque surge de los testimonios que lo llevaba permanentemente, desde la separación,
como medio de protección y defensa ante eventuales agresiones de [C]”.

“Esta hipótesis de un suceso aparentemente nimio, que opera sobre un trasfondo


pasional ya existente como desencadenante, era entonces […] un argumento
conducente, planteado oportunamente, que, más allá de la conclusión a la que
finalmente se arribara, debía ser tratado por el Tribunal de Impugnación en el marco de
la revisión que le incumbía realizar como consecuencia del recurso interpuesto por la
defensa”.

3. Emoción violenta. Violencia de género. Prueba. Apreciación de la prueba.

“Sin embargo, […] dicho tribunal soslayó por completo la consideración de la hipótesis
que, desde una perspectiva totalmente distinta, había puesto a su consideración la
defensa, pues sin hacer ninguna alusión a esa nueva propuesta, ni siquiera para refutarla,
se limitó a reproducir la tesis de la falta de inmediatez entre la agresión y la ofensa […].

[L]os jueces volvieron a incurrir en el mismo vicio cuando, sin consideración alguna a la
prueba pericial y testimonial cuyo reexamen pedía la defensa, expresaron
dogmáticamente que ‘ninguno de los tres elementos tipificados de la emoción violenta,
a saber: intensa conmoción de ánimo, motivo moralmente relevante y reacción
inmediata ante la permanencia de circunstancias lesivas, se han materializado en el caso’
[…]. [E]ra precisamente en esa prueba, referida a la situación de violencia que habría
padecido la imputada y el efecto que habría tenido sobre ella, que la defensa sustentaba
la existencia del estado pasional y de las circunstancias que estimaba excusantes. Esta
omisión luce más grave por cuanto ambos tribunales, de juicio y de impugnación, habían
dado por acreditada la existencia de esa situación de violencia doméstica y de género a
partir de la cual la defensa desplegaba su argumentación.

Por último, […] la defensa había argumentado con base en diversos testimonios que la
imputada llevaba el cuchillo permanentemente consigo, como forma de protección, de
modo que su portación, la mañana del hecho, no podía ser valorada como prueba de una
premeditación incompatible con el estado pasional alegado. Sin embargo, […] a pesar del
planteamiento de esta cuestión, también aquí el tribunal de impugnación omitió
pronunciarse sobre el mérito de esos testimonios en los que el recurrente basaba su
objeción y, en cambio, afirmó dogmáticamente que la presencia del arma se debía a que

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Estudios sobre Jurisprudencia

[P] pensaba utilizarlo contra la víctima, lo cual demostraba una preparación y una
intención manifiesta que descartaba el estado de emoción”.

4. Recursos. Revisión judicial. Debido proceso.

“De allí que […] no quepa más que dar la razón en este aspecto al impugnante y deba
concluir que el trámite recursivo, en lo que atañe a este agravio, no satisfizo los
estándares de revisión amplia establecidos por V.E. in re ‘Casal’ (Fallos: 328:3399), como
así también que la negativa del a quo a conocer del recurso interpuesto por ese motivo
importó una restricción sustancial de la vía utilizada por el apelante, sin fundamentación
idónea suficiente, que se traduce en una violación a la garantía del debido proceso
consagrada en el artículo 18 de la Constitución Nacional (Fallos: 315:761 y 1629, entre
muchos otros)…”.

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Caso Nº 2

CÁMARA EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL DE PRIMERA NOMINACIÓN


DE LA SEGUNDA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DE RÍO CUARTO.
“OLMEDO”. CAUSA Nº 7.488.544. 27/10/2020.
Una niña de doce años inició una relación de convivencia con un hombre de veintisiete y
tuvieron tres hijas. Durante catorce años, sufrió violencia de género de manera
sistemática por parte de él. En una oportunidad, el varón había ido a una fiesta, la mujer
fue a buscarlo y lo encontró en una habitación consumiendo estupefacientes. Entonces,
ella tiró la sustancia al suelo y le recriminó que mientras él se drogaba sus hijas no tenían
para comer. El hombre salió de la vivienda, la mujer tomó un cuchillo y el dueño de la
casa, al advertir lo sucedido, intentó impedir que saliera con el arma. Ella le arrojó un
puntazo a la altura del abdomen sin lastimarlo y salió de la casa, interceptó a su concubino
y lo apuñaló en el pecho. La mujer llamó a una ambulancia, pero el hombre falleció en el
momento. Por ese hecho fue detenida y procesada por el delito de homicidio agravado
por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación.

En el juicio oral, la mujer declaró que cuando tenía dieciséis años había denunciado al
hombre por violencia y la habían llevado a un instituto de menores de edad hasta que la
fue a buscar su padre y le dijo que debía irse a vivir con su pareja. La imputada refirió que
al principio de la relación no lo veía como un hombre sino como una figura paterna. Luego
contó que trabajaba como empleada doméstica y de la municipalidad, que el dinero que
ganaba lo administraba el hombre. Explicó que estaba cansada de sufrir los golpes y
agresiones pero no podía terminar la relación porque él la amenazaba con quitarle a sus
hijas si se iba. En particular, contó que el día del hecho le preguntó al hombre por qué se
drogaba y que él, antes de salir de la fiesta, la miró “de esa forma que me miraba” y le
dijo “esto lo arreglamos en casa”. Expuso que en ese momento temió por su vida y que
por ese motivo se defendió. Luego explicó que cuando se dio cuenta de lo que había
hecho tomó el teléfono y llamó a la ambulancia. Manifestó que como no había podido
comunicarse, llamó a la policía y les dijo que solo se había defendido. Asimismo, declaró
la hermana de la imputada, quien relató que en dos ocasiones había escuchado amenazas
de muerte por parte del hombre y que le había pegado en varias ocasiones adelante suyo.
También contó que en una oportunidad le había querido disparar y que la hirió con un
hacha en la frente. Por último, relató que cuando ella tenía doce años el hombre la había
violado y la había amenazado con matar a su sobrina si contaba lo sucedido. En igual
sentido, el resto de los testigos contaron que habían presenciado hechos de violencia de
género, y una de ellos expresó que “todo el pueblo casi siempre la vio golpeada”. Por
otro lado, la licenciada en psicología que intervino en la causa declaró que la imputada
reconocía haber sufrido hechos de violencia y situaciones de abuso sexual, pero los
minimizaba. En esa dirección, aclaró que la mujer padecía una precariedad total y que se
advertía una dominación absoluta por parte del hombre. Asimismo, explicó que la
imputada tenía “alergia sensitiva” ya que había desarrollado una capacidad de
adaptación que bajaba el umbral de tolerancia y generaba una sobrecarga emocional que
podía llevar a una reacción impulsiva y de descarga desmedida frente al mínimo estímulo.

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Por esa razón, sostuvo que el impulso la había arrebatado y no habían actuado sus frenos
inhibitorios.

Al momento de los alegatos, el representante del Ministerio Público Fiscal sostuvo que la
mujer había actuado en legítima defensa en un contexto de violencia de género y solicitó
su absolución. En el mismo sentido se expresó la defensa. Sin embargo, la querella
argumentó que la imputada tenía otras alternativas como irse del hogar, calificó el hecho
como homicidio calificado por el vínculo con circunstancias extraordinarias de atenuación
y solicitó la pena mínima de ocho años de prisión.

La Cámara en lo Criminal y Correccional de Primera Nominación de la Segunda


Circunscripción Judicial de Río Cuarto, junto al jurado popular, por mayoría, reconoció a
la imputada como víctima de violencia de género y la absolvió por el delito de homicidio
calificado por el vínculo mediando circunstancias de atenuación por considerarla
inimputable en virtud del artículo 34, inciso 1, del Código Penal. Por último, dispuso su
inmediata libertad (juezas Emma y García y juez Varela).

1. Género. Violencia de género. Protección integral de la mujer. Igualdad. No


discriminación. Convención Sobre La Eliminación De Todas Las Formas De
Discriminación Contra La Mujer. Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar
Y Erradicar La Violencia Contra La Mujer (Convencion De Belém Do Pará).

“El tratamiento de los casos en los que, como víctima o victimarias, se encuentren
involucradas mujeres, exige a los magistrados, sean estos técnicos o legos, un análisis con
perspectiva de género. […] Analizar con perspectiva de género significa enfrentar que en
nuestra sociedad existe una desjerarquización cultural de la mujer, considerar de qué
manera esa desjerarquización influye en la situación traída a juicio y resolver, teniendo
en cuenta los efectos de esa desigualdad en el caso concreto”.
“Esta desigualdad cultural se incrementa en los ámbitos privados (violencia doméstica)
donde el dominio violento del hombre sobre la mujer no responde a casos aislados,
patológicos o inexplicables de violencia, sino que son prácticas aprendidas, conscientes y
orientadas, producto de una organización social estructurada sobre la base de la
desigualdad”.
“Enfrentando esta realidad, el Estado Argentino asumió obligaciones ante la comunidad
internacional: suscribió y se comprometió con la Convención Sobre la Eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) y con de la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer –
usualmente aludida como ‘Convención de Belém do Pará’ (Ley 24.632). También, asumió
compromisos internos, al promover normativa propia y específica (Ley Nacional N
26.485) que eleva los estándares de protección de la mujer frente a situaciones de
violencia.
Estas normas reconocen el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, tanto en
el ámbito público cuanto en el privado y contienen obligaciones que comienzan con la
prevención, con la obligación de establecer mecanismos que prevengan y eviten que las

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mujeres (y las niñas) padezcan situaciones de violencias en cualesquiera de los ámbitos


en los que desempeñen su vida.
Cuando los mecanismos de prevención fallaron, o fueron insuficientes, el Estado
Argentino también se compromete a sancionar y erradicar la violencia que sufrieron las
mujeres. Las autoridades deben arbitrar cuanta norma, mecanismo o decisión sea precisa
para que se protejan los derechos de la mujer. Ya frente al fracaso de la ayuda, la
prevención y la erradicación, en aquellos supuestos (como el que hoy nos ocupa) en el
que algunas mujeres, sumergidas en contextos de violencia lesionan a sus agresores, los
compromisos internacionales (y tal vez, antes los compromisos con la verdad y la justicia)
compelen a los órganos judiciales a construir el análisis de los casos desde una adecuada
perspectiva de género para así reconocer fielmente los derechos de las víctimas mujeres
y –al resolver– evitarles una nueva victimización en la esfera institucional […].
La sensibilidad que aconseja la perspectiva de género, atraviesa todas las etapas y
manifestaciones del proceso penal: desde la forma de adquisición y valoración de la
prueba (análisis contextual, amplitud probatoria), hasta una reinterpretación de algunos
conceptos dogmáticos. Resolver con perspectiva de género significa restaurar –en la
medida posible– el desequilibrio y los daños que la violencia ocasionó”.
2. Violencia de género. Violencia sexual. Violencia económica. Violencia familiar.
Violencia institucional. Estereotipos de género. Prueba. Testimonios. Informe
psicológico. Apreciación de la prueba.
“[La imputada] fue víctima de violencia. […] Una niñez con derechos negados, cercenada
por la asunción prematura de una pareja (tendría entre 12 y 13 años cuando comenzó su
convivencia con quien –entonces– le doblaba la edad), sumida respecto de [P] en la
dicotomía hija ([P] ejercía sobre ella violencias asociadas a la paternidad –le pegó a los 13
años porque no quería comer y potestades (tal vez fingidas), ella creía que él tenía un
papel que lo constituía en su tenedor)– esposa (experiencias sexuales prematuras,
violencia sexual y una maternidad a los 16 años). Resuenan las desigualdades
estructurales que marcó la PAHO en el año 2010 edad y género. Ambas se dan en la vida
de [la mujer]”.
“[V]ivió en soledad situaciones de maltrato físico (algunas dejaron secuelas) que al ser
vistas por los vecinos y familiares, fueron toleradas en silencio. […] El maltrato físico
incluyó situaciones de violencia sexual relatadas por la imputada, no sólo durante la
audiencia –yo no quería tener relaciones con él y yo la tenía por miedo las tenía que tener
igual a las relaciones–, sino también en el ambiente terapéutico […] relató múltiples
episodios de violencia –física, psicológica e incluso sexual. Ni ella, ni su entorno, ni las
situaciones pudieron hacer algo para frenar esta situación. […] La apropiación del cuerpo
femenino como botín de satisfacción sexual del varón aparece como una manifestación
elocuente de la desigualdad real y estructural de las mujeres en la protección y ejercicio
de sus derechos”.
“[V]ivió situaciones de maltrato verbal y psicológico. De naturaleza más íntima, fueron
percibidas y relatadas por [su hermana], quien cohabitó con [la imputada] y [P]. Al
presentarse a la audiencia de debate afirmó: en dos ocasiones escuché amenazas ‘que la
iba a matar a la mierda’ … varias veces le pego delante mío … en la casa de mi padre le

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Estudios sobre Jurisprudencia

quiso pegar un tiro… y él también le pegaba, la amenazaba, la trataba de puta … le decía


puta no vales nada, le pegó en varias ocasiones cuando ella vivía en la casa de mi papá.
En éste orden conductas de maltrato, incluyo aquellas visiones o dichos que le niegan su
calidad de persona. Como las que manifestó el [hermano del fallecido] con su referencia
permanente durante el debate (que no pasó desapercibida para ninguno de los jurados
populares o técnicos) a que [la imputada] se le iba todos los fines de semana, …ella se le
iba los viernes y le volvía los domingos a la tardecita y su esposa […] ([P], referido a la
infidelidad de la [acusada]) a lo mejor lo sospechaba, decía ‘se me va todo los fines de
semana’ … siempre los domingo lo encontrábamos solo con las nenas”.
“[La imputada] sufrió situaciones de violencia económica. Relató durante la audiencia
que pese a que ella trabajaba, le daba a él todo su dinero para que él lo administrara,
situación que deviene, a la luz de las relaciones de dominación y subordinación que
venimos relatando, creíble y compatible con el resto de los indicadores detectados por
las peritos psicólogas ya en el año 2011 en el informe de 2011 había indicadores de todos
estos propios de conductas de violencia familiar, los valoramos como de riesgo:
machismo, dominantes, trastornos de celos”.
“[La acusada] sufrió situaciones de maltrato institucional, que derivaron de la
invisibilización de las situaciones de violencia que sufría: Las autoridades policiales se
negaron a recibir su denuncia, la respuesta del Juzgado de Paz fue una hogarización
precaria y no deseada, la respuesta final fue restituir a [la imputada] al dominio de quien
la sometía a Violencia, aún desoyendo las advertencias realizadas por las peritos que se
involucraron al tratar el asunto (reconociendo la existencia de violencia física de palabras
de la propia [imputada] es verdad que su pareja le pegó en reiteradas oportunidades pero
que siempre fue con la mano abierta y que ella le devolvía los golpes, las discusiones
comenzaban porque él traía amigos a la casa pero a la vez la celaba con ellos … de no
considerarse las sugerencias es altamente probable que los episodios de violencia
aumenten, situación que se agravará con el nacimiento del niño, sumado a la negativa de
la joven a solicitar ayuda, ya que estas situaciones están naturalizadas en su grupo
familiar […]). Todos estos hechos quedaron impunes, la indefensión de la [acusada] le
impidió que sus demandas fueran reconocidas, y –finalmente– se resignó a aceptarlas”.
“Se sostiene que otro código cultural que ha mostrado un efecto prevalente en el
incremento de la violencia contra las mujeres es la separación del espacio público y el
espacio privado. De acuerdo con este código propio de las sociedades más patriarcales,
‘lo que pase en casa se queda en casa’, lo que quiere decir que los vecinos y la comunidad
en general no tienen el permiso social de intervenir en lo que ocurre en el interior de una
familia […].
Por todo lo expuesto (que ni lejanamente agota las pruebas recibidas en el juicio y que
obran en la causa y sus posibles y graves interpretaciones) el primer acto de restauración
que corresponde a este tribunal es reconocer a [la imputada] como víctima de violencia
de género (en los términos del art. 4, de la CEDAW, artículo 1 y ss de la Convención
Interamericana para Prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género contra la Mujer
(Convención de Belém do Pará), de la Ley Nacional Nº 26485 y de la Ley Provincial 9283)”.

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3. Violencia de género. Legítima defensa. Prueba. Informe psicológico. Apreciación de


la prueba. Inimputabilidad.
“Las acciones o reacciones que las mujeres tienen, en defensa de sus derechos debe
contextualizarse: requiere que se valore una mujer situada en ese escenario y con las
consecuencias que de ello se derivan. La mujer víctima de maltrato no es una mujer media,
es precisamente una mujer ubicada en un contexto específico, con características
especiales derivadas de ese maltrato y que harían desigualitario y discriminatorio que se
le exija actuar negando esa realidad que la rodea […].
Las soluciones jurisprudenciales de defensa de las mujeres, transitaron –mayormente–
nuevas, interesantes y justas reflexiones sobre la legítima defensa y el estado de emoción
violenta. Pese a que esa es la solución en la que coincidieron el Sr. Fiscal de Cámara y la
defensa técnica, no fue la acogida por el jurado popular y por el jurado técnico. Cada
mujer reacciona a la violencia como puede, no existe una respuesta estandarizada y como
tal, no hay una respuesta jurídica única.
Frente a la pregunta del Sr. Fiscal, como jurado, decidimos comprender a [la imputada,
quien] llegó a nosotros (como jurado) con toda su historia y ese fue el motivo por el cual
la reconocimos como víctima de violencia. […] Luego, comprendimos su historia y, frente
al hecho concreto por el que vino a juicio, valoramos que no es merecedora de una pena
(de un reproche jurídico penal).
Consideramos probado que, en el momento del hecho, no pudo dirigir sus acciones. […]
Basamos nuestra convicción en distintos tipos de análisis: 1- El análisis contextual […]. 2-
La personalidad de [la imputada] en cuanto a su dificultad para controlar sus impulsos
(altamente influenciada por la violencia como forma de resolución de conflictos,
naturalizada). 3- La alergia sensitiva (diagnosticada a [la acusada]) que impide que un
tercer observador (neutro) pondere como operaban en [ella] los estímulos. 4- La
conducta que la [mujer] tuvo, al momento e inmediatamente después, de valerse del
cuchillo para lesionar al Sr. [P]. […] La inimputabilidad de una persona se define (según la
fórmula del artículo 34 inc. 1 del Código Penal) en el momento del hecho”.
“El informe de la licenciada […], del año 2016 […] nos presentó a [la imputada]: inmadura
con baja tolerancia a la frustración y dificultades para controlar impulsos […]. Anunció:
de no considerarse las sugerencias es altamente probable que los episodios de violencia
aumenten, situación que se agravará con el nacimiento del niño, sumado a la negativa de
la joven a solicitar ayuda, ya que estas situaciones están naturalizadas en su grupo
familiar.
Ya en el marco de esta causa, al momento de ser requerido su conocimiento técnico, la
Licenciada detectó en la [la acusada] alergia sensitiva: concepto tomado para explicar la
capacidad de adaptación de una persona, tanto consigo mismo como con el mundo que
lo circunda que tiene sus límites... la reiteración de estímulos desagradables, nocivos,
dañosos para el equilibrio psíquico, dejan un residuo subconsciente que baja
paulatinamente el umbral de tolerancia o sensibiliza el organismo, explica que la
reiteración de estímulos nocivos hacen que se genere gradualmente una sobrecarga
emocional que puede llevar a una reacción impulsiva y de descarga desmedida frente al

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

mínimo estímulo, ya que trae acumulada toda la carga de los episodios vividos
anteriormente…”.
“Entonces uniendo el análisis científico que, sobre la vida y la conducta de [la mujer],
realizó la Licenciada […] ( El impulso la arrebató, no pudo detenerse a pensar ni a
responder de otra manera. No actuaron sus frenos inhibitorios), con las palabras que [la
imputada] dijo, inmediatamente después, de matar al Sr. [P] resulta que el encuadre que
se ajusta a lo que ocurrió ‘en el momento del hecho’, es el descripto por el inciso 1 del
artículo 34 del Código Penal: La [acusada], no pudo dirigir sus acciones y es, por tanto,
inimputable y –como tal– no punible”.
“La defensa ‘era mi vida o la de él’, en contextos de violencia de género son (cuando
concurren las circunstancias) válidos y atendidos por el derecho. Sin embargo, no hace
justicia a lo vivido por la [imputada]. Apareció, en este juicio, como una racionalización
que pudo ser real. Sin embargo […] que se basa en nociones de autovalía y respeto a la
vida de la mujer, que [la acusada] no tenía –al momento del hecho– respecto de sí misma.
Era mi vida o la de él, exige un razonamiento que estuvo ausente en [la mujer] al
momento de asestar el cuchillo porque ella no pudo dirigir sus acciones. No pudo
instrumentar sus impulsos. Sus impulsos la actuaron.
En la causa, a cuyo debate asistimos, la fatalidad hizo por [la imputada], lo que ella no
pudo hacer por sí misma. De alguna manera, su propia indefensión aprendida […], aquella
que la incapacitaba para controlar su voluntad, fue la que liberó esos impulsos que –en
definitiva– la pusieron a salvo de la violencia que sufría”.
4. Violencia de género. Vulnerabilidad. Autodeterminación.
“Si [se afirma que la acusada] fue víctima de violencia de género desde su infancia y
durante todo el tránsito de su relación de pareja con [P] –que inició cuando ella contaba
con tan sólo 12 años–, se impone concluir que existe una asociación indisoluble entre
este tipo de injuria y la pérdida de la libertad […]. Es en este contexto pues, en el cual la
supremacía masculina va minando la posibilidad de construir aquel ser persona antes
aludido cuyo más intenso motivo es la autodeterminación. Siendo que la vida de [la
imputada] estuvo signada por el avasallamiento, no podemos afirmar que en el momento
de matar a su opresor haya sido libre de elegir entre dos vidas. Aquel impulso ciego
referido por la Perito Psicóloga, sumado a las circunstancias que rodearon el momento
del homicidio, nos impide considerar que se trató de un acto libre, antes bien, fue la
derivación necesaria de la opresión sistemática a la que fue sometida. Es que la libertad
es la esencia de lo humano, su profundo sentido, y no habrá de manifestarse como tal si
se cercena su ejercicio desde la etapa más crítica y vulnerable que no es otra que la
infancia. Tal es el caso de la mujer que fue juzgada”.
“En este punto es preciso destacar que […] la Querella manifestó que [la mujer] pudo irse
de su casa como lo hacía los fines de semana, llevando consigo a sus hijas. A ello cabe
responder que pretender que la mujer se fuera y no regresara al hogar, implica atribuirle
la posibilidad de elegir y, de ese modo, considerarla un ser libre…”.

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Caso Nº 3

TRIBUNAL DE IMPUGNACIÓN PENAL DE LA PAMPA, SALA B. “PÉREZ”.


CAUSA Nº 7013/1. 9/10/2014.

Una mujer portaba un cuchillo y fue en bicicleta en busca de su expareja. Primero, se


dirigió al domicilio de la madre del hombre y, al no encontrarlo, fue a la casa de su
hermana. Al llegar, lo llamó de manera insistente y cuando el hombre salió de la vivienda
comenzaron a discutir. La mujer sacó el cuchillo y se lo clavó en el pecho. El hombre cayó
al suelo y la mujer lo lesionó, ocasionándole la muerte. Por ese hecho fue imputada por
el delito de homicidio.

En la etapa del juicio oral, la mujer explicó que se había presentado en el domicilio de su
expareja para retirar un televisor que ésta le había sustraído. Agregó que había llevado el
cuchillo para defenderse porque él la iba a golpear. El tribunal la condenó a la pena de
ocho años de prisión por el delito de homicidio. Contra esa decisión, la defensa interpuso
un recurso de impugnación. Entre otras cuestiones planteó que la mujer había sufrido
una sucesión de hechos constitutivos de violencia de género ejercida por su expareja y
solicitó su absolución por haber actuado en legítima defensa. De manera subsidiaria,
peticionó que se la condenara por el delito de homicidio simple cometido en un estado
de emoción violenta.

La Sala B del Tribunal de Impugnación Penal de La Pampa rechazó la impugnación y


confirmó la condena (jueces Flores y Rebechi).

1. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Interpretación de la ley.

“[L]a legítima defensa es la reacción necesaria para impedir o rechazar una injusta
agresión, inevitable e inesperada, actual o inminente mediante una conducta que lesiona
bienes jurídicos del agredido. Por su parte, las circunstancias que legitiman la defensa
deben concurrir en un solo acto, estar íntimamente vinculadas y entrelazadas entre sí,
ser una la consecuencia de la otra, y además todos y cada uno de los requisitos que la
constituyen se los debe probar y no presumir, circunstancias no acreditadas en autos.

Sin perjuicio de ello, merece una reflexión la postura de la defensa ya que si bien es
comprensible desde el punto de vista del cumplimento de su función de defensora
técnica, no puede ser que se utilice como justificativo de la muerte de una persona, una
supuesta violencia de género ejercida contra la nombrada por parte de la víctima,
máxime no producida en el momento en que se produce el hecho fatal, sino en días
anteriores y por no haber podido recuperar un objeto material (el televisor)”.

“Sentado lo precedente, los suscriptos no pueden discutir las manifestaciones de la


defensa, respecto a las situaciones que habría vivido [la mujer] de violencia de género
por parte de [C], pero aún admitiendo tal hipótesis y en el supuesto que las mismas
hubiesen existido, nada justifica el accionar de la imputada, de concurrir al domicilio
donde se encontraba éste y prácticamente cuando el nombrado se enfrenta con ella,
aplicarle una puñalada en el pecho, causándole la muerte.

232
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Ninguna duda cabe, que la conducta de la acusada fue abrupta y sorpresiva para la
víctima. Ante tal circunstancia, es dable preguntarse, ¿qué situación de peligro existió
para [la imputada] en esa oportunidad, para justificar la agresión hacia [C]? la
contestación es muy simple ‘ninguna’. Todas las situaciones que relata la defensa en
relación a lo que supuestamente tuvo que sufrir [la mujer] por parte de [C], si
verdaderamente existieron, tenía los medios legales para denunciar al nombrado, pero
no se puede justificar que haya tomado la justicia por su propia mano, produciendo la
muerte de [C], ya que de seguir dicho criterio, se crearía un caos social, poniendo en
peligro la convivencia que toda sociedad organizada debe priorizar…”.

2. Violencia de género. Homicidio. Emoción violenta. Tipicidad.

“Uno de los requisitos esenciales de la figura de la ‘emoción violenta’ prevista en nuestra


ley de fondo, es que la ‘ofensa’ por parte del agredido, sea el producto directo de la
agresión, es decir que el accionar del sujeto activo al producir la agresión, sea como
consecuencia de una ofensa ‘actual’. No puede encuadrar en [esta] figura (la agresión) si
esa supuesta ‘ofensa’ se habría producido con anterioridad. Consideramos que ninguno
de los tres elementos tipificados de la emoción violenta, a saber: intensa conmoción de
ánimo, motivo moralmente relevante y reacción inmediata ante la permanencia de
circunstancias lesivas, se han materializado en el caso traído a resolver.

En el sub–examen, surge claramente que en el momento en que se produce la agresión


hacia la víctima, no se produce por parte de este último, una agresión hacia [la imputada],
sino que la determinación tomada por ésta, lo es a consecuencia de un conjunto de
situaciones anteriores que habría tenido con el nombrado y que seguramente se
desencadenaron, por no querer [C] entregar a [la mujer] el televisor. Si bien es probable
que [la imputada] cuando concurre a ver a éste se encontrara en un estado emocional,
es indudable que ya fue con una intención manifiesta y dispuesta al desenlace, prueba
de ello es que llevaba consigo el cuchillo y prácticamente en forma instantánea a que la
víctima le abre la puerta, se lo clava en el pecho.

En esta situación, es dable preguntarse, ¿cuál fue la causa provocadora por parte de la
víctima (en ese momento) que llevó a [la imputada] a tomar la decisión de efectuar la
agresión?, ‘ninguna’, sino que aquella (la agresión), habría tenido eclosión por situaciones
anteriores, que bajo ninguna circunstancia, puede ser encuadrada en la figura que
pretende la defensa. La agresión hacia [C], fue tomada por la imputada, libremente y con
anterioridad a que concurriera a la vivienda en la que aquel se encontraba, llevando a tal
fin un objeto cortante que indudablemente pensaba utilizar contra la víctima, por lo que
la conducta que el a–quo le aplica al accionar de [la imputada], se ajusta plenamente a
derecho. Y ello es así, puesto que la ley no protege a quienes cometen el delito con
reflexión, preparando el acto con una decisión pensada y una prevista ejecución por lo
que [las] circunstancias del hecho no pueden, en el caso excusar el estado de emoción
violenta…”.

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Caso Nº 4

SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE VIEDMA. “NAHUELFIL”. CAUSA Nº


23915/2009. 28/12/2010.

Una mujer lesionó a su pareja en el abdomen con un cuchillo mientras dormía. El hombre
falleció en el hospital luego de dos intervenciones quirúrgicas. Por ese hecho, fue
imputada por el delito de homicidio. En la etapa de juicio oral, declaró que era víctima de
violencia de género, que el día del hecho se encontraban en la cocina y su pareja la había
agredido de manera verbal y física, por lo que ella se había defendido con un cuchillo. Por
otra parte, testigos dijeron que la víctima había manifestado en el hospital que había sido
atacada mientras descansaba en la cama. Además, la policía constató manchas de sangre
en el dormitorio junto a la cama.

La Cámara en lo Criminal de Viedma condenó a la mujer a la pena de diez años de prisión


por el delito homicidio. Para decidir de esa manera sostuvo que la utilización de un
cuchillo para herir a la víctima que se encontraba acostada implicaba que había tenido
una intención homicida. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación
que fue rechazado. Por esa razón, interpuso un recurso extraordinario federal. Entre
otras cuestiones, planteó que la mujer había actuado en legítima defensa por haber
sufrido violencia de género por parte de su pareja. Además, agregó que el hombre había
muerto por mala praxis médica, lo que descartaba la atribución del resultado mortal a la
imputada.

El Superior Tribunal de Justicia de Viedma, por mayoría, rechazó la impugnación (jueces


Belladini y Lutz).

1. Homicidio. Relación de causalidad. Riesgo permitido.

“[E]n una primera aproximación al tema en este punto inicial de imputación, el


apuñalamiento, que causa determinadas heridas a la víctima, la que es internada en el
hospital y que muere por una sepsis generalizada, no puede ser descartado como causa
de la muerte por la eventual interferencia de otras conductas de quienes lo trataron en
el hospital”.

“[E]stablecida la relación de causalidad natural entre la puñalada y el resultado muerte,


es necesario verificar si la conducta del autor ha creado un peligro no cubierto por el
riesgo permitido, que se hace realidad en un resultado concreto. […] Entonces, […] la
imputada creó ese peligro no cubierto por el riesgo permitido –produjo de modo doloso
en la víctima una lesión…, y obligó a su internación en un establecimiento hospitalario”.

2. Homicidio. Legítima defensa. Prueba. Testimonios. Informes. Apreciación de la


prueba.

“[E]l juzgador expone la prueba que avala la hipótesis de cargo; se trata de las
manifestaciones de la propia víctima acerca del modo en que ocurrieron los hechos,
cierto que traída de modo indirecto por quienes le escucharon referir las circunstancias

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

del hecho luego de su ingreso al hospital –fue atacado en la cama matrimonial de su


habitación cuando se encontraba descansando–. […] Tales manifestaciones son
corroboradas con las 'únicas manchas compatibles con sangre constatadas por la
Prevención en el sector del dormitorio, junto a la cama y no en la cocina. […] Como puede
observarse, en el lugar en que habrían ocurrido los hechos, según la versión de la acusada
no se detectó mancha de sangre'”.

3. Homicidio. Dolo. Armas.

“En cuanto al cuestionamiento de la existencia del dolo, que el impugnante esboza en el


recurso al decir que no se habría desvirtuado el argumento de que la existencia de una
única lesión descartaría la intención de matar a la víctima […], se advierte que la sentencia
impugnada también había tratado motivadamente el punto, al decir que ‘… surge de los
hechos acreditados que la imputada le infringió a la víctima una herida de arma blanca,
con un cuchillo de hoja ancha, de aproximadamente 15 cm de longitud […], y que la
agresión […] fue a una zona donde se localizan el hígado y las vías biliares, por lo tanto
propia de órganos con funciones únicas y vitales, y fue idónea para cortar el epiplón
mayor o gastrocólico –que recubre la curvatura mayor del estómago y lo une con el bazo
y el colon transverso– y el propio colon transverso, todo lo que resulta suficientemente
demostrativo del animus necandi del sujeto activo, en la modalidad de dolo directo’”.

“En consecuencia, no puede ser tachada de arbitraria la conclusión del juzgador que
afirma que '… desde el sentido común, esto es la utilización de un cuchillo de esas
características en el abdomen de la víctima, que estaba acostada y abandonando de
inmediato el lugar del hecho, sólo puede interpretarse como la exteriorización de una
clara intención homicida' […], pues para la determinación del tipo subjetivo del homicidio
investiga la entidad vulnerante del arma blanca utilizada y el sector del cuerpo al que fue
dirigida la agresión, hechos externos que resultan indicadores del hecho interno que se
quiere acreditar”.

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Caso Nº 5

CÁMARA EN LO PENAL DE PUERTO MADRYN. “RRJ”. CAUSA N° 1001/2008.


24/11/2010.
Una mujer de nacionalidad boliviana vivía en Argentina, hablaba lengua quechua y
entendía muy poco español; convivía con un hombre con el que estaba en pareja y con
su hijo mayor de edad, que tenía una discapacidad. La mujer sufría violencia de género
por parte de su pareja. Una madrugada, el varón tiró piedras a la puerta y ventanas del
hogar e ingresó al domicilio alcoholizado. Entonces, despertó a la mujer y le exigió que le
cocinara una sopa. Además, la insultó, la manoseó en frente de su hijo e intentó forzarla
a tener relaciones sexuales. Luego, se acostó en la cama y trató de comunicarse
telefónicamente con otra mujer con la que quería encontrarse. En ese momento, su
concubina le arrojó una olla con agua hirviendo, ocasionándole quemaduras en gran
parte del cuerpo. El hombre se cambió de ropa y se dirigió al hospital, donde falleció por
una insuficiencia respiratoria. Como su regreso se demoraba, la mujer salió a buscarlo.
Por ese hecho fue imputada por el delito de homicidio.

Durante el juicio oral la mujer no contó con un traductor de lengua quechua, sino que
una amiga ofició de intérprete para explicarle lo que sucedía en el debate. La mujer
declaró que no quería matar a su compañero y no pensó que eso pudiera suceder por
arrojarle agua caliente sobre el cuerpo. Por su parte, la defensa particular explicó que su
asistida había sufrido malos tratos, golpes, humillaciones y sometimiento a la
servidumbre por parte de su pareja. Además, indicó que su hijo sufría una incontinencia
de esfínter debido a la violencia que había desplegado su padre sobre él.

El Tribunal Oral condenó a la mujer a la pena de ocho años de prisión por el delito de
homicidio. Contra esa decisión la defensa particular interpuso un recurso de casación.
Entre otras cuestiones propuso el cambio de calificación de la conducta imputada por la
de homicidio preterintencional. En la audiencia ante la Cámara de Casación, asumió la
defensa un defensor público. El abogado introdujo como cuestión previa que se declarase
la nulidad absoluta de todo el procedimiento por no habérsele asignado a la imputada un
traductor que le permitiese comprender lo que sucedía en el juicio. De manera
subsidiaria, planteó que su asistida había actuado en legítima defensa y solicitó su
absolución.

La Cámara en lo Penal de Puerto Madryn, por mayoría, rechazó la nulidad relativa a la


ausencia de intérprete para la imputada, calificó el hecho como homicidio
preterintencional y la condenó a la pena de un año de prisión, que se tuvo por cumplida
en función del tiempo sufrido en detención preventiva (jueces Sarquís y Montenovo). En
disidencia, el juez Minatta declaró la nulidad del procedimiento por no habérsele
asignado a la imputada un traductor de lengua quechua y la absolvió.

VOTO DE LOS JUECES SARQUÍS Y MONTENOVO

1. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Lesiones. Prueba.


Informes. Apreciación de la prueba.

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Estudios sobre Jurisprudencia

“[S]e ha reconocido ampliamente tanto por las partes como por lo consignado por los
Jueces del Tribunal de Juicio en los considerandos del fallo impugnado, la acreditación de
la intensidad y reiteración de tal maltrato. Sin embargo, como también se ha reconocido,
si bien el inicio del incidente estuvo enmarcado en la ya acostumbrada situación de
violencia doméstica citada que venía padeciendo la imputada de antaño y que la tenía
como víctima (de la que resultan claras muestras, la llegada del Sr. R. R. a su casa, a altas
horas de la madrugada, golpeando la puerta y ventanas de la casa, insultando con gruesos
epítetos a su compañera, golpearla, tirarle de los pelos, exigirle que a esa hora le prepare
una sopa de cebolla, humillarla y sojuzgarla verbalmente y con gestos de todo tipo,
incluyendo manoseos corporales e intentos de accederla sexualmente, entre otros), sin
embargo en un determinado momento se produjo como un cese en el comportamiento
descripto de la víctima, procediendo a recostarse en la cama –o sillón– existente en la
cocina comedor de la casa e intentar en un momento dado comunicarse con su teléfono
celular con otra mujer con la que aparentemente pretendía encontrarse, lo que, según la
Defensa, exacerbó aún más los padecimientos de la imputada.

Frente a ello, la Defensa ha pretendido sortear [...], este escollo legal que exige
indubitablemente para que se configure el primero de los requisitos citados, que la
agresión ilegítima de la víctima, se haya producido inmediatamente antes de
desencadenarse la acción defensiva, aludiendo a que dicha agresión ilegítima se había
conformado por toda la situación de maltrato anterior referida y ratificada la noche del
hecho, resaltando en tal sentido que la imputada se encontraba en situación de
permanente agresión por parte de su esposo –aludió la defensa a una especie de delito
continuado o estado de agresión continuado–, lo que hizo que su comportamiento en el
hecho, configuraba el obrar permisivo típico previsto en la justificante citada, fustigando
el criterio adoptado por la sentencia, conforme el cual, según consignamos más arriba,
los miembros del Tribunal ‘a quo’ descartaron en forma coincidente la configuración de
la misma por no haberse comprobado signos lesionales en el cuerpo de la imputada
reveladores de la inexistencia de pelea o golpiza previas, que generara la necesidad de
defensa por parte de la víctima”.

2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del


medio empleado.

“[D]e acuerdo a la mecánica del hecho que se tuvo por debidamente acreditada […], no
existió en esa circunstancia agresión ilegítima alguna de la víctima que generara la actitud
adoptada por la imputada. Por ello, más allá de la significación jurídica que corresponde
darle al accionar de la imputada, lo cierto es que el mismo no configura una reacción
necesaria contra un acto agresivo de la víctima que haya generado la necesidad de
defenderse, sencillamente porque tal acto agresivo e inmediato al accionar de la
imputada, no existió; al menos ello no surge de la reconstrucción del episodio de marras,
tenida por cierto por el fallo impugnado.

Por otro lado, no debe perderse de vista que para que opere el permiso legal para realizar
la conducta típica, que prevé la justificante, no sólo tiene que haberse generado la
necesidad inmediata de defenderse frente a una agresión en marcha […], sino que
además la reacción debe guardar proporcionalidad con aquella, que por obvias razones

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Ministerio Público de la Defensa

no puede medirse en el caso. Tampoco debe olvidarse que por más que sea
humanamente comprensible el agotamiento de su nivel de tolerancia a tantos años de
maltrato y sometimiento a todo tipo de agresiones físicas, vejámenes y humillaciones, es
por demás evidente que tal problemática debería haberse canalizado y resuelto por otras
vías jurídicas idóneas, obviamente distintas a las de hecho adoptada por la imputada y
con resultados obviamente menos lesivos para la víctima que el producido (denuncias
penales y/o civiles; obtención de medidas de exclusión del hogar, prohibición de
acercamiento al domicilio conyugal, entre muchas otras), por lo que también desde esta
perspectiva, tampoco puede receptarse la invocación de la justificante. Asimismo, […]
tampoco resultó feliz el razonamiento del impugnante, forzando la identificación de toda
esa situación de maltrato padecida por la imputada, con la configuración del primer
requisito de la legítima defensa, no sólo porque no existió en el caso un concreto accionar
ofensivo inmediatamente anterior de la víctima […], sino porque existían otros medios
legales idóneos para neutralizar y resolver aquellos padecimientos de tantos años. Por lo
demás, […] en relación a la citada identificación propuesta por la Defensa, […] no hace
falta decir que sería jurídicamente inaceptable que cualquier accionar homicida o de
lesión a la integridad física, realizado por quien haya sufrido una larga situación de
maltrato o de violencia doméstica o de género –como en el caso–, pueda considerarse
permitido al amparo de aquella justificante”.

3. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado.


Violencia de género. Delito continuado. Prueba. Testimonios. Informe psicológico.
Apreciación de la prueba.

“En primer lugar, […] existió una discontinuidad entre el maltrato inferido esa noche a la
imputada por la víctima […], y el momento en que se produjo el hecho, con la víctima
acostada sobre la cama y accionando su celular, y seguramente requiriéndole instantes
previos que concluyera con la comida solicitada atento la significación de los términos
que utilizara la imputada al momento de arrojarle el agua caliente […]. En segundo lugar,
y como bien lo sostienen los impugnantes y lo reconociera también el fallo, ha tenido en
el caso incidencia el hartazgo de la imputada a la reiteración de las situaciones de
humillación y abuso, decidiendo un curso de acción que al menos alertase a la víctima de
su decisión de poner freno a las mismas.

Ahora bien, ¿hasta dónde llegaba esta decisión de hacerle conocer a la víctima aquél
hartazgo?; ¿hasta quitarle la vida?; ¿percibió acaso ella con claridad que el accionar
emprendido y el elemento utilizado podrían eventualmente producir tal resultado?; si tal
posibilidad hubiese aparecido como probable dentro de su ámbito de conocimiento,
¿hubiese igualmente procedido como lo hizo, atento que como reiteradamente ella
misma lo reconociera, de ninguna manera quiso provocarle la muerte, lo que estaba
absolutamente fuera de sus cálculos, ya sea porque lo reconocía como el padre de sus
hijos, o porque dependía casi exclusivamente de su ayuda económica para poder subsistir
y atender a su hijo [con discapacidad]?; ¿y si con su accionar sólo pretendió alertarlo
seriamente a que cesara o menguara en sus agresiones y humillaciones?.

Como para responder a estos interrogantes, carecemos de posibilidades de indagar en


su fuero íntimo, debemos apelar a los datos objetivos que han sido debidamente

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

acreditados en la causa. En tal sentido, rescato como fuente principal de información, las
propias manifestaciones de la imputada. Al respecto, tanto al ejercer su defensa material
en el juicio, como al responder a la Lic. ES en la oportunidad que varias veces referimos,
la Sra. VPA fue contundente: ella no quiso darle muerte a su compañero, ni se le pasó por
la cabeza que ello pudiese ser consecuencia de su reacción de arrojarle agua caliente
sobre su cuerpo. [T]ales aseveraciones fueron transmitidas con un discurso
marcadamente emocional, denotando su altísimo nivel de angustia, a la vez que
reiteradamente pedía perdón y expresaba su arrepentimiento por lo sucedido, volvía una
y otra vez a repetir que ella no quiso quitarle la vida; es más, […] creyó realmente que
ninguna consecuencia tan grave había tenido su reacción ante tanto maltrato, que
remarcó tres circunstancias sobre tal convicción, cuya veracidad no ha sido cuestionada,
ni hay razones para ponerlas en tela de juicio: primero, que la víctima, luego del episodio,
procedió a cambiarse de ropa y segundo, que luego de ello, subió a su camioneta y
conduciéndola se marchó del lugar, presuntamente en dirección del hospital; agregando
en tercer lugar, todavía otro dato: que como su regreso se demoraba, salió
infructuosamente a buscarlo; estas circunstancias permiten inferir que la imputada,
dentro de la precariedad de su nivel intelectual, no consideró que el medio que empleara
–agua caliente, casi en estado de ebullición, como lo mencionara el Forense, Dr. N en
debate– podría producir el resultado que produjo, más allá de los daños a la integridad
física de la víctima, que las quemaduras resultantes de dicho elemento podrían producir.

Asimismo, aún teniendo presente las reservas con que vimos deben ponderarse las
manifestaciones de quien enfrenta una imputación penal grave, debe observarse en el
caso que las mismas aseveraciones que hiciera la imputada en debate y con el mismo alto
grado de conmoción y angustia –intercalado con crisis de llanto–, fueron reiteradas a la
Lic. S, según ésta lo relatara profusamente en el juicio, lo que permite inferir tanto la
credibilidad de su relato, como su creencia respecto de la inidoneidad del medio
empleado para producir la muerte, como su reiterada afirmación que con su accionar
jamás deseó ni directa ni indirectamente, la muerte de su esposo, no obstante ser víctima
del permanente maltrato a que éste la sometió durante más de veinte años.

Estas consideraciones, permiten determinar a esta altura, que el propósito que guió a la
imputada al iniciar el curso de acción emprendido contra su esposo, fue el comenzar a
poner frenos a las reiteradas e interminables situaciones de maltrato de todo tipo; y para
ello, decidió hacerlo utilizando un medio –agua hirviendo– que dentro del ámbito de su
conocimiento y de su nivel sociocultural, consideraba no letal, sin perjuicio de prever los
posibles efectos de las quemaduras sobre la integridad física de la víctima –lesiones leves,
o graves–, para lo cual no se necesita mayor información que los datos de la experiencia
de toda ama de casa.

Y ahora sí, podremos responder razonablemente aquellos interrogantes, que podríamos


condensar en una sola respuesta: la Sra. VPA quiso poner coto al maltrato padecido, y lo
hizo utilizando para ello un elemento que a su buen saber y entender, tenía idoneidad
sólo podría producirle algún agravio físico, pero jamás la muerte. Ello, obviamente
analizándolo desde la propia perspectiva y ámbito de conocimiento de la imputada, con
sus falencias socioculturales y personalísticas, destacadas por la Lic. S., y más allá de si el
agua hirviendo debe objetivamente ser o no considerada un arma impropia o un medio

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apropiado para causar la muerte; sobre esto último, no resulta razonable establecer
reglas generales y considerarla idónea o inidónea para lograr tal efecto letal, sin
complementarlo con el ámbito de previsión y conocimiento del eventual autor, en cada
caso concreto. Y ello, sin perjuicio de que su utilización pueda afectar, en diversos grados,
la integridad física de la víctima; puede afirmarse ahora que en el caso sólo hasta allí y
por las consideraciones expuestas, fue direccionado el conocimiento y la voluntad de la
imputada, escapando el luctuoso resultado producido a dicho ámbito; no en vano
reiteradamente y en distintos ámbitos, la imputada insistió casi con dramatismo y en el
marco emocional y de angustia referidos, que jamás fue su intención darle muerte a la
víctima”.

3. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del


medio empleado. Homicidio. Delito preterintencional. Lesiones. Emoción violenta.

“Por todo lo dicho, […] en las condiciones referidas, no estamos frente a un caso de
Homicidio Simple, cometido con dolo eventual, desde que, más allá de que no fuera su
intención quitarle la vida a su pareja, la utilización del medio que empleara, conforme su
ámbito de conocimiento, tampoco tenía desde su perspectiva, entidad para producir tal
resultado; es decir, no es que si bien no quería la muerte –o esta le fuera indiferente–,
utilizó un elemento que sabía idóneo para producirla, sino que por el contrario, desde su
ámbito de conocimiento, no consideraba al mismo idóneo para producir tal resultado, o
al menos no debía razonablemente producirlo, sí en cambio para inferirle un agravio a su
integridad física (lesiones). No es ocioso recordar aquí, que como lo sugirieran los
impugnantes, la imputada podría sí haber utilizado en el evento elementos claramente
idóneos para causar la muerte de su compañero sea cual fuere el resultado, si ese hubiese
sido su propósito; al respecto, remarco que la Sra. P. A. le habría revelado a la Lic. S. –
conforme ésta lo mencionara–, sus temores acerca de que ante los reiterados agravios
padecidos por ella, su hijo tomara represalias contra el padre, utilizando los elementos
contundentes que poseían (hacha, cuchillo), por cierto sí razonablemente idóneos para
causar la muerte”.

“Aquí la Sra. PA acometió con agua hirviendo contra su pareja cuando estaba recostado
en una cama. El cuadro no se acomoda a la causa de justificación solicitada pues no existe
en él una agresión ilegítima por parte de la víctima que reúna los caracteres de actualidad
o inminencia.

Sí es posible hablar de una conmoción en el ánimo de la acusada, desde su señalada


historia de segmento de una cadena de violencia doméstica, e incluso por los
acontecimientos de esa noche, en la cual R había regresado bebido, probablemente
luego de estar con otras mujeres, exigiendo que se le cocine, y pretendiendo contactar
compañía femenina con su celular en el instante previo a recibir el líquido hirviendo. […]
Pero insisto, computando todo ello, igualmente no es posible hablar de agresión
ilegítima, y por ende, tampoco de legítima defensa.

No ha sido invocado un actuar emocional a manera de atenuación (art. 81 1 a) CP), y


cabría considerar en la órbita de la causa de justificación planteada un supuesto de obrar
‘putativo’, en la creencia por la acusada de una agresión inminente, suposición en la que

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

tendría gran relevancia su historia de vida. Allí, en el campo del error de prohibición
indirecto, se impondría atribuir a tal error el carácter de vencible, pues retornando a la
escena del hecho, dicho carácter se impone al computar la posición de la víctima,
acostado en una cama. […] Y más allá de las diferentes posturas doctrinarias en cuanto a
la escala de punición que debe aplicarse al error indirecto de prohibición vencible, la del
delito culposo si lo hubiere o la del mínimo del delito consumado, tal variante de creencia
errónea de concurrencia de una causa de justificación no fue invocada”.

VOTO EN DISIDENCIA DEL JUEZ MINATTA

1. Extranjeros. Detención de personas. Asistencia consular. Derecho de defensa.


Idioma. Traducción. Responsabilidad del Estado.

“[E]n el caso hubo una violación al derecho fundamental de los detenidos extranjeros a
la asistencia consular, la que a esta altura de la causa es insubsanable, por lo que
necesariamente deberá sancionarse el defecto con la pena máxima de nulidad y,
consecuentemente, disponer la absolución de la acusada…”.

“Va de suyo que si es un derecho, tenemos el correlativo deber del Estado de respetarlo
y garantizarlo y esto se logra, en primer lugar, haciendo conocer al imputado que él goza
de tal derecho, por lo que resulta fundamental establecer la oportunidad en que el Estado
debe hacerle saber al detenido sobre el contenido del derecho. En este punto, cae de
maduro que la oportunidad está directamente relacionada con el fundamento de la
asistencia consular, la que en última instancia se refiere a una efectiva organización de
su defensa, es decir a su eficacia, de forma tal que la exigencia no se cumple notificando
en cualquier momento procesal antes de la sentencia. Es por ello que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos – CorteIDH – interpretó que estableció que la
expresión ‘sin dilación’ establecida en el artículo 36.1.b) significa que el Estado debe
cumplir con su deber de informar al detenido sobre los derechos que le reconoce ese
precepto al momento de privarlo de libertad y, en todo caso, antes de que rinda su
primera declaración ante la autoridad”.

“[S]on simples conjeturas en este caso las siguientes: decir que entiende el castellano la
acusada, cuando ello no solamente es negado desde antes del juicio por ella sino que tal
afirmación […] no es definitiva para una defensa eficaz, pues no sabemos si entiende
mucho o poco, por lo que en todo caso habrá que estar a lo que afirma la defensa en
cuanto a tal extremo; también es simple conjetura decir que no hay otra postura
defensista que la ensayada, pues también se puede conjeturar que con una defensa
accesible a su conocimiento, a su origen cultural y a su situación vital pasada hubiese
podido plantear otro descargo eximente, tal como un error culturalmente condicionado
o una atenuante que hubiese evitado la prisión, tal como la emoción violenta.

[L]o que se quiere expresar, es la dificultad que existe para detectar la afectación
concreta del derecho de defensa, especialmente en éste caso, por lo que aún si se
siguiera la doctrina de que es necesario, para declarar la invalidez de un proceso, que se
demuestre que la violación de un derecho procesal haya afectado en definitiva la defensa

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en juicio, ésta podría declararse aquí, ya que, al menos, hay duda en cuanto a su
existencia.

Como se observa, cualquier posición que tengamos respecto del funcionamiento del
derecho en juego, estamos obligados a acatar la decisión de la CorteIDH, pues el Estado
Argentino será responsable internacionalmente en caso de no observarse la misma…”.

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

4. ANÁLISIS DE LAS SENTENCIAS

Las sentencias presentadas pueden ser analizadas desde diferentes enfoques. A los fines
de este trabajo, el examen se realizará destacando, en primer lugar, el aspecto
relacionado con la prueba que las partes presentaron y que los tribunales consideraron
relevante para dar por probada o rechazar la invocación de la legítima defensa
(dimensión probatoria). En segundo término, el estudio se detiene sobre cuestiones
específicas de la teoría del delito (dimensión dogmática), para lo cual se analizan los
criterios de los tribunales en la interpretación de las categorías “agresión ilegítima”,
“necesidad racional del medio empleado” y “falta de provocación”.

La interrelación entre la dimensión probatoria y la dogmática es clave para el trabajo de


la defensa, por lo que su presentación de manera segmentada tiene como único objetivo
facilitar la identificación de diferentes nudos críticos que, en el marco de una estrategia
de defensa, difícilmente podrían ser considerados de manera aislada. En ambos casos, se
transversalizará la mirada de género para rescatar los resquicios discriminatorios de las
decisiones judiciales.

4.1. DIMENSIÓN PROBATORIA

La mayor parte de los casos relevados afrontan problemas de carácter probatorio. Entre
las cuestiones que se abordan se encuentran: la acreditación del contexto de violencia
(“RCE” , 2019; “Lescano”, 2020; “HC”, 2018; “NBA y ARF”, 2016; “FC/RECY”, 2015; “MJM”,
2014; “MDR”, 2015; “NRR”, 2013; “Leiva”, 2011; “RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “Díaz”,
2013; “Pérez”, 2020; “Olmedo”, 2020; “RRJ”, 2010); la credibilidad que se le asigna a la
versión proporcionada por las víctimas –en los casos que analizamos, imputadas en
procesos penales– y/o por otros testigos (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020; “Rodríguez
Guido”, 2014; “HC”, 2018; “FC/RECY”, 2015; “MJM”, 2014; “NRR”, 2013; “Leiva”, 2011;
“RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “NBA”, 2018; “Díaz”, 2013; “Pérez”, 2020; “Olmedo”,
2020; “RRJ”, 2010); y la aplicación del principio in dubio pro reo en el ámbito de las causas
de justificación (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020; “HC”, 2018; “Leiva”, 2011; “NBA”, 2018).
En muchos de estos casos, los argumentos se encuentran atravesados por la utilización
de criterios discriminatorios que impactan de manera directa en el modo en que el
tribunal tuvo por acreditados los hechos (“MDR”, 2015; “NRR”, 2013; “Leiva”, 2011;
“RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “HC”, 2017; “Lemonge”, 2018; “Olmedo”, 2020).

Una de las cuestiones que aparecen con más frecuencia en las sentencias que
identificamos se vincula con el valor que se le atribuye a la declaración de la persona
imputada. Así, en el caso “RCE” (2019), resuelto por la CSJN, los tribunales inferiores
habían dictado una sentencia de condena por considerar que la versión de los hechos
que proporcionó la imputada no resultaba verosímil. Esto, debido a que, si bien había
indicado que sufrió golpes en la cabeza, no se habían constatado hematomas en su cara.
Tal consideración los llevó a concluir que se trataba de un caso de agresiones recíprocas
y, en consecuencia, concluyó que no había violencia de género. La Corte Suprema no
compartió este criterio. Para fundar su posición tomó como punto de partida el artículo
16, inciso i) de la ley N° 26.485, en el sentido de que garantiza la amplitud probatoria para
acreditar este tipo de hechos. Asimismo, tuvo en cuenta las recomendaciones del Comité

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de Seguimiento de la Convención Belem do Pará en lo que respecta a la necesidad de


considerar el contexto de violencia con el fin de comprender la reacción de la mujer.

Al analizar la prueba que obraba en la causa, la Corte observó que había un informe
médico en el que se dejaba constancia de que la imputada tenía hematomas en el
abdomen y en las piernas, “con dolor espontáneo y a la palpación, y que refirió dolor en
el rostro”. A la luz de esto, estimó que los golpes habían sido corroborados. Además,
destacó que la mujer y el varón habían proporcionado versiones opuestas del hecho y
que eso no permitía descartar la configuración de la causa de justificación invocada. En
efecto, afirmó que en los casos en los que se introducían hipótesis de hecho
contrapuestas, el principio in dubio pro reo y la prohibición de non liquet imponían a
jueces y juezas a inclinarse por la alternativa fáctica más favorable a la persona imputada.

El caso “Lescano” (2020) del Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero es uno
de los más interesantes en virtud del desarrollo que contiene en relación con los
problemas probatorios que se presentan en este tipo de procesos. En este sentido,
abordó la relevancia del contexto de violencia de género en el que sucede el hecho, el
valor que se le debe brindar al testimonio (único) de la imputada y la aplicación del
principio in dubio pro reo. En relación con lo primero, explicó que:

[e]xiste el riesgo de emitir resoluciones injustas si se entiende que la violencia


machista es una violencia neutra obviando su base: la existencia de una relación de
poder. En efecto, la violencia de género es una problemática que presenta un
carácter multidimensional estructural y que, tal como el ejercicio del poder, nunca
es unidireccional, sino relacional, se entrelaza, funciona en red, y necesita de otro/a
que la tensione. Este tipo de violencia presupone, por lo general, posiciones
diferenciadas, asimétricas y desiguales de poder, y trasciende el ámbito privado para
convertirse en una cuestión de interés público. […] Dicho contexto no puede estar
soslayado por el sistema de justicia, cuando el Estado Argentino ha suscrito tratados
internacionales que tienen como objetivo prevenir y erradicar la violencia de
género…

A partir de esto, consideró que era necesario evaluar el caso tomando en consideración
si las lesiones se encontraban acreditadas; si fueron desproporcionadas; si alguna de las
partes había empleado armas; si existían antecedentes de denuncia; y cualquier otro dato
que permitiera determinar si habían existido actos de violencia, o si se había tratado de
una respuesta defensiva extrema ante una pauta de agresión continuada. Para llevar a
cabo esa evaluación, además, consideró que era necesario “…despojarse del estereotipo
de la mujer-víctima –la buena víctima–, sumisa que, impotente, recepta la violencia y no
responde activamente al maltrato”.

En concreto, el tribunal encontró que la imputada del caso “Lescano” (2020) y su entorno
familiar se encontraban insertos en un contexto de violencia de género. Entonces,
observó que existía

…un pedido de detención de la víctima, [...] por […] Abuso sexual con acceso carnal
[en perjuicio] de la Sra. Lescano [...]. Respecto de dicha denuncia de abuso [...] corre
agregado el informe médico forense que acredita las lesiones sufridas. Del relato del
hecho surge que dicho abuso se habría perpetrado mientras la Sra. Lescano dormía

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

y en presencia de su hijo menor. Asimismo, [...] obra plantilla de antecedentes de


Ibáñez, quién registra denuncias por los supuestos delitos de Homicidio en grado de
tentativa, lesiones y resistencia a la autoridad también en perjuicio de Lescano [...]
y por el supuesto delito de lesiones en perjuicio de la hoy imputada [...]. A dichas
constancias se suman los diversos testimonios rendidos en este proceso que dan
cuenta de la situación de violencia que sufría la encartada, y que fuera corroborada
por los antecedentes descriptos, situación que incluso la obligó a trasladarse a vivir
al domicilio en donde finalmente acaeció el hecho motivo de esta causa.

En este caso, el tribunal de juicio –apoyado en los testimonios de la madre y la hermana


del hombre– consideró que existía un estado de violencia mutua. Sin embargo, a criterio
del tribunal de alzada, este dato no se había corroborado con otras pruebas, pues del
informe de la autopsia no surgía que el hombre tuviera lesiones, habiéndose constatado
sólo una lesión de antigua data que no se le podía atribuir a la imputada.

Por otro lado, el tribunal sostuvo que en este tipo de procesos el testimonio de la
imputada –su principal medio de defensa– tenía un valor fundamental. De acuerdo con
su postura, para este tipo de casos la carga de la prueba recaía sobre la acusación por lo
que, especificó, era obligatorio evacuar las citas de la imputada, so riesgo de incurrir en
responsabilidad internacional. A la luz de esto, explicó que:

La relación de poder y desigualdad entre víctima y victimario, la violencia


institucional ejercida hacia las mujeres víctimas de violencia de género y la necesidad
de garantizar el derecho de acceso a la justicia conllevan a que exista una nueva
valoración en la prueba en estos procesos, pues la víctima de violencia se encuentra
en un estado de natural vulnerabilidad contextual, no debiendo separar las
conductas típicas de las circunstancias contextuales que les preceden, rodean y las
definen…

“Rodríguez Guido” (2014) es otro caso en el que se encontraba en cuestión la versión de


los hechos que había brindado la imputada. La mujer sostenía que se había defendido de
un hombre que había intentado abusar sexualmente de ella. Este sujeto, constituido
como parte querellante, requirió que se la condenara por tentativa de homicidio.
Finalmente, la Sala III de la CFCP –al igual que el tribunal oral– validó los dichos de la
imputada al contrastarlos con otros elementos de prueba. En este sentido, tuvo en
cuenta:

1. Que la peritación genética realizada por el Cuerpo Médico Forense sobre las
muestras tomadas de un preservativo había determinado que todo el material
biológico correspondía al mismo individuo de sexo masculino;
2. Que Rodríguez Guido registraba quince lesiones cortantes en su cuerpo, diez de
ellas compatibles con lesiones de defensa y cuatro de las cinco restantes no se
podían considerar autoinfligidas.
3. Que el elemento que utilizó la imputada para lesionar al querellante podía
consistir en un cortapapeles que estaba en un portalápiz que cayó al piso en el
forcejeo.

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De la misma forma, en “HC” (2018), de la Cámara en lo Penal de la Circunscripción Judicial


Trelew, se debatía acerca del modo en que el tribunal de juicio había valorado la prueba
producida durante el debate. No obstante, a diferencia de lo que sucedía en los casos
anteriores, aquí estaban en juego las declaraciones de los hijos de la imputada, las cuales
no habían sido valoradas a la hora de dictar sentencia. Este fallo, además, tiene
consideraciones relevantes en lo que respecta a la necesidad de analizar el contexto de
violencia que sufría la imputada y, como en “RCE” (2019) y “Lescano” (2020), sobre la
carga de la prueba. La Cámara también apeló a la ley N° 26.485 que, según sostuvo,
contenía una hiperprotección de la mujer.

En lo que atañe a lo primero, el tribunal defendió la necesidad de realizar un examen


diferente del caso en virtud de la situación de violencia que había vivido la mujer. Al
respecto, planteó que no sólo se debía tener en cuenta el hecho fatal, sino también el
contexto en el que había ocurrido ese suceso. Así, cuestionó que se hubiera evaluado el
hecho de forma aislada y criticó que el tribunal de juicio descartara que la mujer se
encontraba en una relación de sumisión con respecto a su pareja a partir de la
circunstancia de que el hombre trabajaba en el campo y regresaba cada quince días al
hogar. Estos argumentos, explicó la Cámara, contradecían otros pasajes de la sentencia
en los que se afirmaba que no se podía descartar que durante la relación de pareja
hubieran existido discusiones, peleas e insultos agraviantes en contra de la imputada.

En relación con lo segundo, la Cámara entendió –como mencionamos, en una tónica


similar a la de “RCE” (2019) y “Lescano” (2020)– que había elementos de prueba
suficientes para concluir que la imputada había actuado en legítima defensa. En tal caso,
planteó que era el titular de la acción pública quien debía probar por qué no se había
configurado la causa de justificación y, mientras eso no sucediera, “la duda siempre
beneficia a la imputada”.

“NBA y ARF” (2016) es otra sentencia interesante en lo relativo al análisis del contexto en
el que tuvo lugar la legítima defensa. En esta ocasión, la Cámara de Apelaciones en lo
Penal de la provincia de Santa Fe consideró que el contexto de violencia que sufría una
mujer y sus hijos de parte del hombre con el que estaba en pareja era un elemento
central para determinar si había existido legítima defensa. Dicha circunstancia fue
utilizada por el tribunal a fin de interpretar el modo en que había procedido la imputada.
Sobre este tema explicó que la familia soportaba las agresiones del hombre y que, en
determinado momento, la mujer había reaccionado “con mayor vehemencia” debido a
la situación de vulnerabilidad en la que se encontraba su hijo, que había sido intervenido
quirúrgicamente hacía poco tiempo. Esta situación, según la Cámara, había implicado
para el padre, por primera vez, una reacción ante sus ataques y agresiones, que derivaron
en mayor violencia y en la reacción del hijo mayor de la pareja para salvar a su hermano
y a su madre.

De manera similar, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza observó en “FC/RECY”


(2015) que el tribunal de juicio descartó la legítima defensa al omitir aspectos relevantes
de las declaraciones prestadas por los hermanos y la madre de la imputada. Estas
personas habían relatado el modo en que se desarrolló la agresión que culminó en el
hecho fatal y dieron cuenta de diferentes episodios de violencia previos. Este último

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

elemento fue especialmente valorado por la Corte, pues, según explicó, en estos
episodios se deben valorar sus secuencias, los tipos y la modalidad de las agresiones, y
no solo examinar el momento en el que se produce el desenlace fatal. Asimismo, destacó
que, en general, en este tipo de proceso son testigos los familiares de la pareja, por lo
que sus declaraciones deben ser tenidas en cuenta para comprender la historia de
violencia de género y garantizar, así, el derecho de defensa de las mujeres.

A su vez, en “MJM” (2014), al confirmar la absolución de una mujer, el Superior Tribunal


de Justicia de Chubut validó que se valoraran, por un lado, los testimonios de diferentes
personas que explicaron que la pareja tenía una relación violenta y, por otro, los
“estigmas físicos” que tenía la imputada (golpes, escoriaciones, hinchazón y traumatismo
en el rostro, fractura a nivel del pómulo). De la misma forma, refirió que el tribunal que
había intervenido previamente había aludido a que existían indicios graves, precisos y
concordantes que permitían demostrar hechos de violencia de género. El contexto de
violencia también fue considerado por el TOC N° 1 de Azul en “MDR” (2015). Allí se valoró
que la imputada había sufrido violencia de su marido en diferentes ocasiones y había
hecho las denuncias correspondientes. Sin embargo, cuestionó que la policía no
interviniera más que para calmar al hombre e irse, lo cual denotaba un tratamiento
discriminatorio.

Como en “MDR” (2015), se identificaron otras sentencias que ponen de manifiesto el


trato discriminatorio que los tribunales, fiscalías o agencias policiales les proporcionaron
a las víctimas de violencia de género. Así, en “NRR” (2013), la Cámara de Juicio Oral en lo
Criminal y Correccional de 2º nominación de Santiago del Estero resolvió el planteo de
un fiscal que refería que los hijos de la pareja, de 12 y 14 años, habían confirmado la
versión de su madre debido a que estaban “sobreadaptados” y que ella los manipulaba.
En sentido contrario, el tribunal observó que no sólo coincidían los testimonios de los
niños y la imputada, sino que también existían otros elementos probatorios de los que el
fiscal había prescindido y que confirmaban la hipótesis de la defensa.

La Cámara de Santiago del Estero, además, criticó que la acusación, mediante el uso de
estereotipos de género, buscara instalar un estado de duda sobre la existencia de
violencia de género sin ningún sustento fáctico y afirmara que el hombre y la mujer
“andaban como novios”. Entonces, explicó que las pruebas eran elocuentes respecto a
los “conflictos de convivencia de aquella pareja”. La Cámara, igualmente, puso un énfasis
particular para destacar que los problemas de violencia que culminaron en el homicidio
habían sido desatendidos por diferentes autoridades estatales:

[Q]ueda acreditada una violencia institucional de las cuales han sido víctimas tanto
la imputada como su ex concubino poniendo de manifiesto la total desatención de
los problemas planteados por los ciudadanos ante las autoridades policiales y
judiciales. Según la imputada, los funcionarios policiales le habrían manifestado que
“debía ir quebrada” para que la policía actúe. A la luz de los resultados fatídicos esta
aseveración se presenta como cierta. La imputada recurrió en muchas ocasiones a
la Oficina del Menor, Mujer y Familia transitando por casi todos los Juzgados del
Crimen de nuestra provincia.

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En el plano de la realidad la pregunta que se impone es ¿qué seguridad jurídica podía


tener la imputada en su condición de mujer maltratada por su ex concubino en una
zona montuosa donde no llega a tiempo la autoridad policial o judicial? A la luz del
resultado fatal se podría aseverar que ninguna de las medidas adoptadas por las
autoridades tendientes a proteger a esta mujer producía los efectos deseados. La
mayoría de las medidas, por no decir, todas fueron ineficaces. Esta mujer maltratada
por su ex concubino denunció ante la autoridad policial y judicial y al no obtener
respuesta tuvo que recurrir a los medios televisivos que se hicieron eco de los
problemas planteados.

Ya en 2011, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió el caso “Leiva”, en donde


el máximo tribunal remitió al dictamen de la Procuración General de la Nación y cuestionó
que no se valoraran los elementos que obraban en la causa relativos al menoscabo de la
salud de la imputada y que no se produjera prueba para comprender los motivos por los
que una mujer joven, embarazada de cinco meses, sin antecedentes, hirió mortalmente
al padre de sus hijos. Asimismo, observó que los tribunales inferiores no le habían
asignado la debida relevancia al hecho de que la mujer alegara que el hombre le había
pegado siempre y que, incluso, le había hecho perder un embarazo anterior. Según el
relato de la imputada, debió defenderse “sin saber muy bien lo que hacía” en virtud de
que las agresiones se repitieron con el riesgo de provocarle un nuevo aborto.

La Corte Suprema, entonces, criticó que no se estudiaran las características psíquicas de


la imputada –íntimamente vinculadas con su postura defensiva– y se aceptara la
afirmación de la primera perita, que había planteado que su conducta tenía rasgos
obsesivos “…como un elemento indicativo de su responsabilidad penal, sin citar o basarse
en estudios científicos, ni dar una explicación clara del por qué de esta interpretación
parcial, infundada y prejuiciosa en contra de la imputada”. Si bien la Corte no hizo
referencia a la discriminación ínsita en esta afirmación, pudo destacar la incorrección de
la afirmación por su arbitrariedad. Adicionalmente, la ministra Highton de Nolasco, por
su propio voto, manifestó su desacuerdo con que se descartara la legítima defensa a
partir de la permanencia de la mujer en el domicilio en el que convivía con su pareja, de
lo que se hizo derivar que se había sometido libremente a una hipotética agresión
ilegítima. Además, recordó que la ley N° 26.485 de Protección Integral de la Mujer
apuntaba a erradicar cualquier tipo de discriminación entre varones y mujeres y a
garantizarles a estas últimas el derecho a vivir una vida libre de violencia. Desde nuestra
perspectiva, la interpretación del caso efectuada por el tribunal de la instancia anterior
estaba repleta de estereotipos de género y constituyó un trato discriminatorio hacia la
imputada.

En “RMD” (2011) el Superior Tribunal de Justicia de Viedma rechazó, por mayoría, la


impugnación efectuada por el representante del Ministerio Público Fiscal y confirmó la
sentencia absolutoria. Así, afirmó que los planteos del fiscal no podían ser calificados
como serios. En este sentido, indicó no podía descartarse que la mujer fuera víctima de
violencia a partir de su independencia económica y emocional, su carácter fuerte y su
protagonismo como iniciadora de otros incidentes con su pareja. Además, mencionó que
el acusador había aludido a que existían denuncias anteriores por violencia familiar, lo
que, en realidad, iba en detrimento de la postura que defendía. Como explicó el tribunal
anterior, el hombre tenía una prohibición de estar en el domicilio en el que se produjo la
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Estudios sobre Jurisprudencia

agresión; y no sólo desconoció la orden judicial, sino que pretendía, ante el conflicto, que
la mujer abandonara la casa. Esa conducta, explicó, había menoscabado la integridad
física y psicológica de la imputada y su derecho a vivir sola con sus hijos en el domicilio.
Por lo demás, recordó que se había ordenado una ronda policial en el domicilio para
proteger la integridad psíquica y física de la imputada. En virtud de lo expuesto, el
representante del MPF efectuó un planteo discriminatorio hacia la imputada, en
particular cuando cuestionó el modo en que se había defendido, alegando que debería
haberse ido del lugar, como lo había hecho en otras oportunidades; y cuando desestimó
el testimonio de la niña porque consideró que, como no era hija de la víctima, su versión
estaba sesgada a favor de su madre.

Asimismo, en “Bulacio” (2005), el TOC N° 3 de Mar del Plata sostuvo que el fiscal había
relativizado el testimonio de la hija de la pareja debido a que “…habiendo muerto su
padre intentó favorecer a su madre”. Entonces, el tribunal explicó que “se trató de una
apreciación cargada de subjetiva parcialidad, alejada de las constancias objetivas de la
causa que respaldan la versión de [la niña]”. En este punto, el caso de Mar del Plata puede
emparentarse con “NRR” (2013), de la Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Correccional
de 2º nominación de Santiago del Estero, fallado 8 años después. En “Bulacio” el tribunal
afirmó, asimismo, que las golpizas que sufría la mujer no sólo surgían de su relato, del de
su hija y de las lesiones constatadas, sino también de la declaración que dio en el juicio
un vecino. En este punto, reconstruyó el contexto de violencia que sufría Bulacio, de cuyo
relato se desprendía que su pareja “siempre le había pegado”, “era una persona
golpeadora” y que “el maltrato físico comenzó cuando cursaba el embarazo de su
[primera] hija”. Con posterioridad, “el maltrato aumentó, lo que la llevó a separarse, pero
luego, esperanzada de que [J] mejoraría, volvió con él”. El tribunal destacó, además, que
en el caso existían reclamos previos de justicia ante una comisaría que estaban
documentados. Igualmente, como vimos en otros procesos, Bulacio declaró en el juicio
que había querido hacer denuncias y había buscado protección policial. Sin embargo, en
la comisaría le recibían exposiciones, pero no le brindaron ninguna respuesta. También
manifestó que le temía a su marido y que, por ese motivo, no había insistido con las
denuncias. Asimismo, sostuvo que tenía la esperanza de que las cosas cambiaran. Ahora
bien, la inacción del Estado frente a este tipo de situaciones perpetúa las relaciones de
desigualdad y subordinación entre mujeres y varones, favoreciendo de ese modo vínculos
de poder. Por esta razón, la acción estatal debería enfocarse en la asistencia y protección
integral de la mujer, garantizándole una vida libre de violencias y discriminación (Hopp,
2012).

El caso “NBA” (2018) involucraba a una mujer trans que vivía con su pareja y sufría
violencia de género. Un día, luego de una discusión, él la insultó y tomó un cuchillo.
Entonces, ella lo agarró del brazo, forcejearon, le sacó el arma y se la clavó en el pecho.
La Cámara Primera en lo Criminal de General Roca la condenó a la pena de nueve años
de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación. Esta decisión, sin embargo, fue revocada por el Superior
Tribunal de Justicia de Río Negro, que cuestionó el modo en que se valoró la prueba.

En esta línea, explicó que la imputada y su pareja tenían heridas defensivas provocadas
por un único cuchillo. Sin embargo, según el Superior Tribunal, no se había producido

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prueba que permitiera conocer quién había tenido el cuchillo en primer término y había
comenzado la agresión. La Cámara, por su parte, había fundado su sentencia de condena
en el hecho de que la versión de la imputada no le resultaba creíble. El motivo para
descreer de su palabra fue que, debido a la fuerza y la dirección con que se había
efectuado la puñalada mortal, infería que había sido blandida con la intención de matar.
El Superior Tribunal, en cambio, planteó que era lógico pensar que la mujer había
intentado sacarle el cuchillo a su agresor para, luego, defenderse. De ese modo, se debió
tener por comprobada la existencia de una agresión ilegítima por ser la alternativa más
favorable a la imputada. Aquí, como en “HC” (2018) y “RCE” (2019), se explicitó la
necesidad de aplicar el principio in dubio pro reo. Asimismo, el Superior Tribunal de
Justicia advirtió que el caso no había sido abordado con una adecuada perspectiva de
género. Si bien los jueces de la instancia previa habían tenido en cuenta la condición de
mujer trans para considerar que se encontraba en estado de vulnerabilidad, lo cierto es
que

…a pesar de tales afirmaciones, surgen de la sentencia algunas consideraciones que


resultan desacertadas, por resultar inapropiadas e incluso irrespetuosas de esa
particular condición: a) Ningún sentido tiene la referencia meramente dogmática a
la inexistencia de hijos menores, cuando sería al menos improbable, por su forma
de vida e historia personal, constatada en el expediente. b) La sentencia incluye un
argumento referido a la inexistencia de denuncias o exposiciones policiales que
acreditaran legalmente el maltrato del que era víctima. Más allá de que se trata de
un dato fáctico que es conteste con la personalidad y la actitud adoptada por N.
(sobre esto la sentencia hace referencia a ‘la mirada idealizada de L. sin lograr ver
los aspectos negativos de él, y eso la llevó a que aceptara el maltrato’), esa
circunstancia desatiende la estigmatización y discriminación que enfrentan las
personas trans, entre otras, frente a la sociedad en general y frente a ciertas
instituciones, como la policía, en particular. c) La afirmación según la cual era quien
proveía los recursos materiales en la relación, lo que demostraría (al igual que los
factores anteriores) que tuvo la posibilidad de elegir otra alternativa para terminar
con los sufrimientos que padecía por parte de la víctima, también es contraria a lo
ya expuesto en virtud de la idealización de su agresor que la llevó a tolerar malos
tratos y no oponerse a sus exigencias, que constituían una clara forma de
explotación.

Según la explicación brindada por el Superior Tribunal, la Cámara solo tuvo en


consideración la condición de mujer trans de la imputada para aplicar las circunstancias
extraordinarias de atenuación y determinar la pena aplicable; pero no fue tenida en
cuenta para la aplicación de la legítima defensa.

Todos los casos mencionados hasta aquí dan cuenta de decisiones en las que diferentes
tribunales tuvieron por acreditados los requisitos previstos legalmente para la
configuración de la legítima defensa. Sin embargo, también pudimos identificar
sentencias que evidencian la adopción del criterio opuesto. Así, en “JMDA” (2019), la Sala
II del Tribunal de Impugnación de Salta consideró que no existían elementos probatorios
suficientes para tener por acreditado que, al momento de los hechos, hubiera existido un
forcejeo. De igual manera, agregó que no se había probado que la mujer hubiera sufrido
maltratos, agresiones físicas o psicológicas que la hubieran puesto en una situación de

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

riesgo o vulnerabilidad. Rechazó que se hubiera acreditado que actuó en un contexto de


violencia de género. A criterio del tribunal salteño, no existían antecedentes que
demostraran que la pareja tuviera un “vínculo patológico”, aun cuando la hermana de la
imputada había testificado que el hombre era violento y que la imputada lo hubiera
denunciado ante la policía. Por su parte, la representante del Ministerio Público Fiscal
consideró que la mujer había sufrido constantes golpes y privaciones de la libertad por
parte de su pareja y los informes ambiental y psicológico daban cuenta de ese contexto
de violencia. El tribunal, sin embargo, descartó que la mujer hubiera actuado frente a una
agresión ilegítima que justificara su accionar.

“HC” (2017) es otro caso en el que se rechazó la aplicación de la legítima defensa a partir
de la utilización de estereotipos de género. La Cámara en lo Penal de la Circunscripción
Judicial Trelew descartó que la acción de la imputada se enmarcara en un contexto de
violencia. Además, cuestionó la credibilidad del relato de la mujer por considerarlo
contradictorio. Según el relato del tribunal, la imputada en primer lugar había contado
que el hombre la había tirado al colchón con intenciones de golpearla, pero luego dijo
que le había advertido que no le pegaría porque estaba su hijo cerca. Entonces, la Cámara
estimó que la reacción de la mujer no era compatible con la de alguien que necesitaba
defenderse, sino con la de una persona que había llegado a un límite, como si esta
distinción tuviera algún sentido en la mirada de quien quiere repeler una agresión.
Desconociendo que los momentos de la separación son aquellos en los que la violencia
se potencia, para la Cámara carecía de sentido que el hombre –que había decidido irse
de la casa– acometiera con violencia física un día de semana al mediodía y en un lugar
cercano a terceros que podrían intervenir ante un pedido de auxilio. Por otro lado, la
sentencia expresó que “[l]a fatalidad quiso que se juntaran ese mediodía” y que “[e]l
abandono y la violencia fueron el cóctel que, traducidas en la separación, obraron como
causa eficiente en el contexto de personalidad de la imputada, y provocaron la emoción
que se tradujo en la pérdida de sus frenos inhibitorios en una acción violenta homicida”.
Sobre esa base, descartó la legítima defensa y aplicó la calificación legal de homicidio
cometido en estado de emoción violenta.

En el caso “Lemonge” (2018) se discutió si el contexto era relevante a fin de resolver


sobre la legítima defensa; en este caso, el resultado fue desfavorable al imputado. El
proceso penal involucraba a un joven trans que había sido condenado por el Tribunal de
Juicio y Apelaciones de Paraná a la pena de cinco años y seis meses de prisión por el delito
de homicidio en grado de tentativa. La jueza descartó que hubiese actuado amparado
por la legítima defensa debido a que no se había podido corroborar la agresión que el
imputado dijo haber sufrido. En ese sentido, si bien reconoció los sufrimientos, la
discriminación y las agresiones que había padecido a lo largo de su vida por su identidad
de género, afirmó que, salvo por la declaración de la madre del acusado, no se había
incorporado otra prueba que diera cuenta de que sufrió una agresión en el marco de un
contexto de discriminación.

Este caso, además, es otra muestra de la discriminación a la que están expuestas las
personas del colectivo LGBTTIQ+ cuando se vinculan con el sistema de administración de
justicia. Durante el juicio y en la sentencia, el tribunal se dirigió al imputado según el sexo
que se le había asignado al nacer. Para la jueza esta particularidad se debió a que el joven

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no había realizado los trámites pertinentes para modificar su género en su Documento


Nacional de Identidad. Ahora bien, según el artículo 12 de la ley N° 26.743 de Identidad
de Género, debe respetarse la identidad adoptada por las personas que utilicen un
nombre de pila distinto al consignado en el DNI. A su solo requerimiento, el nombre
autopercibido tiene que utilizarse “para la situación, registro, legajo, llamado y cualquier
otra gestión o servicio, tanto en los ámbitos públicos como privados”. Además, en
comunicaciones orales y menciones en público debe emplearse siempre y en forma
exclusiva el nombre elegido por la persona de acuerdo a su identidad de género. Es decir
que tanto en declaraciones testimoniales, indagatorias y otras audiencias, como así en
citaciones y comunicaciones realizadas por teléfono o personalmente, tiene que usarse
el nombre que coincida con la identidad autopercibida de la persona.

Finalmente, es relevante mencionar cinco casos de legítima defensa en situaciones en las


que no hubo confrontación. El primero de ellos es el caso “Díaz” (2013). Allí el Tribunal
de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires consideró que la situación de agresión
constante a la que había sido sometida la imputada podía acreditarse a partir de los
testimonios brindados durante el juicio oral, así como por los informes social, psicológico
y psiquiátrico. Además, destacó que los hijos de la pareja habían declarado que habían
escuchado una discusión previa y gritos, y coincidían en que su padre guardaba un arma
de fuego en la mesa de luz de su habitación. Así, al interpretar la conducta del hombre
previa a la defensa, el tribunal afirmó que no era posible “predicar equivocidad o
inespecificidad alguna del acto [del hombre] de dirigir su mano hacia la mesa de noche
donde resguardaba un arma de fuego”, ya que no era la primera vez que atentaba contra
la vida de su concubina.

El resto de los casos fueron resueltos de manera desfavorable a las imputadas toda vez
que no se reconoció que hubieran actuado en legítima defensa. En “Pérez” (2020), la
Corte Suprema de Justicia de la Nación explicó que la defensa había elaborado una
hipótesis razonable, con la invocación de peritajes y testimonios, en cuanto a que la mujer
se encontraba emocionalmente desbordada por el acoso y las agresiones que había
sufrido por parte de su expareja, situación que además se había visto agravada por el
trasfondo de una historia de vida signada por el abandono y el abuso. Agregó que la
pérdida de memoria, la angustia y la actitud que, en general, tuvo la imputada luego del
hecho se hallaban en consonancia con dicha hipótesis. En ese sentido, la Corte Suprema
tuvo por acreditada el contexto de violencia de género y le otorgó credibilidad al
testimonio aportado por la mujer.

En “Olmedo” (2020), el jurado popular tuvo por probado el contexto de violencia de


género sufrido por la imputada. Así, consideró que había tenido “[u]na niñez con
derechos negados, cercenada por la asunción prematura de una pareja (tendría entre 12
y 13 años cuando comenzó su convivencia con quien –entonces– le doblaba la edad)”.
Explicó que la vida de Olmedo se encontraba signada por desigualdades estructurales en
virtud de su edad y género. De ese modo, consideró que había vivido situaciones de
violencia física que habían sido toleradas en silencio por sus familiares y vecinos. Además,
valoró el testimonio de la mujer cuando narró situaciones de violencia sexual ya que, si
bien no quería tener relaciones sexuales, no podía negarse por el temor que le infundía
su concubino. Por esa razón, el jurado popular concluyó que la “apropiación del cuerpo

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

femenino como botín de satisfacción sexual del varón aparece como una manifestación
elocuente de la desigualdad real y estructural de las mujeres en la protección y ejercicio
de sus derechos”. Incluyó dentro del contexto de violencia de género las situaciones de
maltrato verbal y psicológico que había sufrido. Para ello valoró el testimonio aportado
por la hermana de la imputada, quien relató que había escuchado amenazas de muerte
e insultos y había presenciado golpes (incluso, en una oportunidad, el hombre le había
disparado con una escopeta). Asimismo, consideró conductas de maltrato aquellas
visiones o dichos que le negaban a Olmedo su calidad de persona, como las declaraciones
del hermano del fallecido, quien refirió que la imputada “se le iba todos los fines de
semana, …ella se le iba los viernes y le volvía los domingos a la tardecita”. Además, estimó
creíble el relato de la mujer cuando narró que ella era la que trabajaba y le daba todo su
dinero al hombre para que lo administrara. De ese modo, estimó que Olmedo había
sufrido situaciones de violencia económica en virtud de la relación de dominación y
subordinación que tenía con su concubino. Por último, concluyó que la mujer también
había atravesado situaciones de violencia institucional toda vez que los agentes policiales
se habían negado a recibir su denuncia por haber sido menor de edad y “la respuesta del
Juzgado de Paz fue una hogarización precaria y no deseada” que, a su vez, terminó con
la restitución de la imputada “al dominio de quien la sometía a [v]iolencia, aún desoyendo
las advertencias realizadas por las [peritas] que se involucraron al tratar el asunto”. Tanto
el representante del Ministerio Público Fiscal como la defensa alegaron que Olmedo
había actuado en legítima defensa y solicitaron su absolución. Sin embargo, el jurado
consideró que la mujer no había podido dirigir sus acciones. Así, sostuvieron que la
imputada tenía una dificultad para controlar sus impulsos, “influenciada por la violencia
como forma de resolución de conflictos, naturalizada”. Para decidir de esa manera, se
basaron en el informe psicológico que determinó que el “impulso la arrebató, no pudo
detenerse a pensar ni a responder de otra manera. No actuaron sus frenos inhibitorios”.
Por ese motivo, concluyeron que Olmedo era inimputable y la absolvieron en los términos
del artículo 34, inciso 1, del Código Penal.

El análisis efectuado por el tribunal, al optar por la inimputabilidad en lugar de encuadrar


el hecho como legítima defensa, derivó en una infantilización de la mujer. Así, el jurado
estimó que, cuando la mujer declaró durante el juicio que se había defendido porque
estaba en riesgo su vida, había efectuado una racionalización basada en nociones de
autovalía y respeto a la vida que Olmedo no poseía al momento del hecho respecto de sí
misma. En estos términos, concluir que un argumento del tipo “era mi vida o la de él”
había estado ausente en la imputada, lleva a su subestimación e infantilización. Si bien
puede verse las “buenas intenciones” que tuvo el tribunal cuando expresó que entendía
a la imputada y decidía absolverla declarándola inimputable, no debe ignorarse que, al
no justificar su accionar defensivo porque “la fatalidad hizo por […] Olmedo, lo que ella
no pudo hacer por sí misma”, no hizo más que revictimizarla.

En “Nahuelfil” (2010) el Superior Tribunal de Justicia de Viedma confirmó la condena que


se le impuso a una mujer a la pena de diez años de prisión por el delito de homicidio
simple. Para decidir de esa manera, valoró el testimonio de su pareja acerca del modo en
que habían ocurrido los hechos, aportado de forma indirecta por aquellas personas que
lo escucharon luego de su ingreso al hospital. Según su relato, el hombre había sido
atacado en la cama matrimonial mientras se encontraba descansando. Para el tribunal,

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Ministerio Público de la Defensa

esta versión de los hechos fue corroborada por las manchas de sangre que los agentes
policiales detectaron en el dormitorio.

Por último, en “RRJ” (2010), la Cámara en lo Penal de Puerto Madryn tuvo por acreditada
la intensidad y la reiteración de la violencia sufrida por la mujer y otorgó credibilidad a su
relato. Sin embargo, consideró que había existido una discontinuidad entre el maltrato
inferido aquella noche y el momento en que se produjo el hecho, con el hombre acostado
sobre la cama y distraído. Es decir, el tribunal enmarcó el inicio del incidente en un
contexto de violencia de género, pero entendió que en un determinado momento se
produjo un cese en el comportamiento agresivo de la pareja al acostarse en el lecho para
contactar con su teléfono a otra mujer. Además, sostuvo que no se habían comprobado
lesiones en el cuerpo de la imputada que revelaran una pelea o golpizas previas y que
generaran la necesidad de una defensa. Por ese motivo, la Cámara calificó el hecho como
homicidio preterintencional y la condenó a la pena de un año de prisión, que se tuvo por
cumplida en función del tiempo sufrido en detención preventiva. Este es otro caso en
donde la situación de no confrontación previa a la respuesta de la mujer no permitió ver
a los jueces que, en verdad, se trató de un accionar defensivo.

4.2. DIMENSIÓN DOGMÁTICA

En lo que respecta al enfoque dogmático con el que los tribunales abordan la legítima
defensa, se observa la utilización de diversos criterios, ya sea que se trate de situaciones
en las que existió confrontación como en aquellas en las que no la hubo. También se
pudieron detectar argumentos discriminatorios.

En algunos casos se realizó una interpretación restrictiva de la legítima defensa


emparentada con posturas sesgadas (“OPA”, 2017; “Pérez”, 2014; “MJM”, 2014; “JMDA”,
2019). En otros casos, se observaron interpretaciones legales que apelaron a
concepciones estereotipadas sobre el comportamiento de las diferentes identidades
sexo genéricas, lo que impactó en el alcance de la causa de justificación (“RCE”, 2013;
“HC”, 2017; “Torres”, 2019; “JMDA”, 2019; “DGL”, 2018; “OPA”, 2017; “Pérez”, 2014;
“Nahuelfil”, 2010; “OMA”, 2017). Otros, en cambio, plantearon la necesidad de realizar
ajustes a la dogmática tradicional del artículo 34 CP a fin de aplicar esta causa de
justificación en casos de violencia de género (“XXX”, 2014; “RCE”, 2019; “GML”, 2012;
“HC”, 2018; “FC/RECY”, 2015; “Lescano”, 2020; “MDR”, 2015; “IPP”, 2009; “RMD”, 2011;
“NRR”, 2013; “Bulacio”, 2005; “LSB”, 2016; “CNM”, 2016; “Díaz”, 2013; “MDR”, 2015;
“NBA”, 2018). Sin embargo, como veremos, esta última postura no ha garantizado se
exima de condenas a quienes se defienden en situaciones como las mencionadas en
“RRJ” (2010) y “Olmedo” (2020).

A efectos de indagar acerca de estas cuestiones, organizamos la información contenida


en este acápite siguiendo los requisitos que contempla el art. 34 CP para la procedencia
de la legítima defensa. Relevamos, en primer término, las sentencias en las que aparece
problematizado el requisito de la agresión actual (“XXX”, 2014; “RCE”, 2019; “GML”,
2012; “HC”, 2017; “HC”, 2018; “FC/RECY”, 2015; “Lescano”, 2020; “MDR”, 2015; “IPP”,
2009; “RMD”, 2011; “NRR”, 2013; “Bulacio”, 2005; “OPA”, 2017; “RRJ”, 2010; “LSB”,
2016; “CNM”, 2016; “Díaz”, 2013; “Pérez”, 2020; “Olmedo”, 2020; “Pérez”, 2014; “RRJ”,

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

2010). En segundo lugar, hacemos lo propio con la necesidad racional del medio
empleado (“RCE”, 2019; “HC”, 2018; “XXX”, 2014; “Rodríguez Guido”, 2014; “FC/RECY”,
2015; “GML”, 2012; “Lescano”, 2020; “MDR”, 2015; “NBA”, 2018; “RMD”, 2011; “IPP”,
2009; “CNM”, 2016; “Bulacio”, 2005; “MJM”, 2014; “NRR”, 2013; “JMDA”, 2019; “DGL”,
2018; “OPA”, 2017; “RRJ”, 2010; “LSB”, 2016; “Díaz”, 2013; “Pérez”, 2020; “Olmedo”,
2020; “Pérez”, 2014; “Nahuelfil”, 2010; “RRJ”, 2010) y, tercero, con la falta de
provocación (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020; “NRR”, 2013; “RMD”, 2011; “CNM”, 2016;
“FC/RECY”, 2015; “XXX”, 2014; “Olmedo”, 2020).

4.2.1. Agresión actual

En relación con el primero de los requisitos que contempla el Código Penal para la
configuración de la legítima defensa, cabe referir al caso “XXX” (2014), de la Corte
Suprema de Tucumán. En dicho precedente el tribunal sostuvo que la perspectiva de
género debía servir como pauta hermenéutica constitucional, “sensibilidad especial”,
para resolver sobre los derechos que se encontraban en pugna en el caso. Entonces,
resaltó que la conducta de la imputada debía analizarse en el contexto de violencia en el
que se encontraba y consideró que la violencia doméstica, como fenómeno que se
arraiga con carácter cíclico en la vida cotidiana familiar, debía ser considerada como un
mal inminente y, a priori, habilitar la conducta defensiva. Por lo demás, estimó que, dada
esa circunstancia, desde la perspectiva de la mujer no era posible determinar si el
accionar violento del hombre había concluido y había cesado el riesgo, por lo que se
encontraba habilitada para actuar en defensa propia. La Corte tucumana destacó la
importancia de repensar los extremos del instituto de la legítima defensa cuando quien
invocaba la causa de justificación era una mujer víctima de violencia de género. En ese
sentido, concluyó que un análisis que ignorara la complejidad del fenómeno de la
violencia contra la mujer arraigaría aún más las características históricas de desigualdad
de poder entre varones y mujeres, como así también las particularidades propias del ciclo
de la violencia en las que se ven inmersas las personas imputadas por defenderse de su
agresor.

Igualmente, en “RCE” (2019), la CSJN sostuvo que en este tipo de casos la inminencia de
la agresión debía ser juzgada con perspectiva de género. En esta línea, explicó que en las
uniones de hecho o derecho la violencia de género no debía concebirse como hechos
aislados sino en su intrínseco carácter continuo. Así, la inminencia permanente de la
agresión, en contextos de violencia contra la mujer, se caracteriza por la continuidad de
esa violencia y su carácter cíclico; es decir que las agresiones pueden suceder en
cualquier momento y ser detonadas por cualquier circunstancia y, a la vez, si la mujer fue
maltratada muy posiblemente vuelva a serlo. Al analizar el caso, valoró que la mujer había
denunciado a su pareja por haberle ocasionado lesiones en el pasado y que la agresión
de la que se defendió sucedió en el marco de una discusión en la que era víctima de
golpes que sólo cesaron cuando hirió al varón en el abdomen con una cuchilla.

En este mismo caso, antes de que resolviera la CSJN, el TOC N° 6 de San Isidro había
considerado que la imputada preveía que se avecinaba una pelea y que eso impedía
entender que había actuado frente a una agresión inminente. En ese sentido, manifestó
que la violencia de género no se había logrado acreditar ya que resultaba improbable que

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los golpes que la mujer había descripto en el juicio no hubieran dejado hematomas en el
rostro (aunque admitió que el informe médico había constatado lesiones en su
abdomen). Por ese motivo sostuvo que no había concordancia entre la entidad de la
golpiza descripta por la imputada y las lesiones constatas en el informe y eso, en su
opinión, quitaba credibilidad a sus dichos y a la recreación del hecho que había efectuado.
El tribunal concluyó que, si bien no descreía que la mujer hubiera recibido golpes por
parte de su marido, tampoco descartaba que hubiera “hecho propia la Ley del Talión”.
Además, expuso que el cuadro probatorio lo convencía de que el vínculo de la pareja
respondía a una relación “basada en la agresión recíproca, en la cual los insultos y los
golpes no se encontraban ausentes ni resultaban privativo de uno por sobre el otro”.

Por su parte, seis años después, la CSJN dejó sin efecto la sentencia del TOC N° 6 de San
Isidro, citó al MESECVI y explicó que en este tipo de casos se recomienda incorporar un
análisis contextual que permita comprender que la reacción de las víctimas de violencia
de género no puede ser medida con los mismos estándares utilizados para la legítima
defensa en otras situaciones ya que la violencia contra la mujer tiene características
específicas. Así concluyó que la persistencia de estereotipos de género en los agentes
judiciales y la falta de aplicación de perspectiva de género en el juzgamiento de estos
casos podía llevar a valorar de manera inadecuada el comportamiento de las mujeres que
se defienden de sus agresores.

En una tónica similar a la de “RCE” (2019) y a “XXX” (2014), “GML” (2012) es otra
sentencia interesante por el modo en que interpretan el requisito de la agresión actual,
pues habilita la posibilidad de aplicar este instituto en situaciones en las que no hay
confrontación. Si bien se trataba de un caso de confrontación, como si se tratara de un
obiter dictum, el Superior Tribunal de Justicia de San Luis sostuvo que, en contextos de
violencia de género, la agresión siempre era inminente pues la imputada vivía en un
estado de violencia permanente; es decir, sabía que en cualquier momento podía sufrir
una agresión, por lo que la posibilidad de ser agredida estaba siempre latente debía ser
analizada en el contexto de violencia de género que sufría la imputada. Además, explicó
que, en general, las mujeres que padecían este tipo de violencia no formulaban denuncias
debido al miedo, se aislaban y, por miedo o por vergüenza, pocas veces contaban lo que
les sucedía. A la luz de esto, concluyó que la imputada había actuado en legítima defensa.

Igualmente, en “HC” (2018), la Cámara en lo Penal de la Circunscripción Judicial de Trelew


consideró que la inminencia del ataque debía ser ponderada con el criterio más
favorecedor a la imputada, pues en el contexto de violencia contra la mujer, la agresión
habitual y cíclica siempre se encuentra presente de manera latente e inminente. Más allá
de esto, cabe señalar que un año antes la misma cámara, pero integrada por otros jueces,
en el mismo caso “HC” (2017) había planteado que, si bien en los hechos en los que había
existido violencia de género podía darse licencia a ciertos extremos, la agresión ilegítima
debía tenerse por acreditada en todos los casos. Aquí, la Cámara sostuvo que las
circunstancias del hecho no parecían ser compatibles con la reacción de una persona que
necesitaba defenderse sino, más bien, de alguien que había llegado a un límite. El
Tribunal puso en duda que el hombre quisiera atacar a su expareja cuando momentos
antes había decidido “irse de la vivienda poniendo fin a una relación muy conflictiva” y
les restó credibilidad a los dichos de la imputada cuando declaró que la había agredido.

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2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Los jueces alegaron que la mujer no había reaccionado de manera defensiva, sino que su
ira se había disparado frente al abandono de su pareja. De ese modo, concluyeron que
“[el] abandono y la violencia fueron el coctel que, traducidas en la separación, obraron
como causa eficiente en el contexto de personalidad de la imputada, y provocaron la
emoción que se tradujo en la pérdida de sus frenos inhibitorios en una acción violenta
homicida”. De esta manera, la Cámara se contradijo cuando, por un lado, expresó que el
hombre, lejos de agredirla, había mostrado su intención de irse del hogar, pero por el
otro, reconoció la existencia de insultos y un empujón. En este sentido, los jueces
minimizaron el historial de violencia vivida por la mujer y, cuando interpretaron que su
defensa había sido un acto irreflexivo fruto de una exaltación emocional, analizaron el
hecho sin perspectiva de género reforzando la discriminación contra las mujeres.

Por otro lado, la Sala II de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, en “FC/RECY” (2015),
estimó que se encontraba probada la existencia de una agresión actual debido a que la
imputada había sido agredida por su pareja con numerosos insultos que la humillaban y
descalificaban como mujer y madre delante de sus hermanos. Esas agresiones tuvieron
lugar a lo largo de todo un día; en cierto momento, además, la golpeó en la cabeza y le
tiró el cabello. En su domicilio, mientras ella preparaba la comida, el hombre continuó
insultándola frente a sus hermanos y, finalmente, se colocó frente a ella y le arrojó un
golpe de puño en el rostro o en la cabeza. En ese momento la mujer lo hirió en el pecho
con un cuchillo.

El Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero sostuvo en “Lescano” (2020) que
la declaración de la imputada permitía tener por acreditada la existencia de una agresión
ilegítima. En efecto, la mujer explicó que el hombre había ido a su domicilio con un arma
blanca aprovechándose de que estaba sola y le exigió tener sexo. De este modo, “no solo
puso en peligro inminente su integridad sexual sino también su integridad física y hasta
su propia vida, máxime aún con los antecedentes de violencia acreditados en autos”. Por
lo demás, el tribunal valoró la declaración de un testigo que introdujo que el hombre,
antes del hecho, le había mencionado “esta noche es ella o yo” y le mostró un cuchillo.
Lo mencionado le permitió concluir que había existido una agresión ilegítima constante.

En “MDR” (2015), el TOC N° 1 de Azul justificó la reacción de una mujer víctima de


violencia y juzgó que la imputada había actuado frente a un ataque inminente, pues los
hechos de violencia se repetían desde 2010, la mujer había denunciado al hombre en el
pasado por violencia familiar y, en esa ocasión puntual, él había acometido contra ella
levantando uno de sus brazos a escasa distancia con la intención de pegarle. Asimismo,
el Juzgado de Garantías Nº 3 de Mercedes resolvió en “IPP” (2009) que el accionar de la
imputada orientado a evitar que un hombre agrediera a su nuera después de haber sido
ella misma víctima de una situación grave de violencia física, satisfacía el requisito de
inminencia de la agresión. En esta dirección, además, los jueces valoraron que el hombre
agredía a su pareja e hijo de manera recurrente y que, incluso, llegó a utilizar armas
blancas en su contra.

Asimismo, en “RMD” (2011), el Superior Tribunal de Justicia de Viedma sostuvo que, a


efectos de considerar que su actuación se encontraba amparada en la legítima defensa,
no importaba que el peligro que corría la imputada fuera igual al que padecía desde hacía

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años y que le había ocasionado, según el relato de diferentes testigos, consecuencias en


su físico. En esta línea, afirmó que la violencia física que sufría la mujer no podía
considerarse eximida de defensa, aun cuando existiesen

…inconductas matrimoniales e inclusive de agresiones de la imputada como las que


ha querido probar la parte querellante, las mismas no autorizaban a L., el más fuerte
de los dos, a castigarla físicamente. La agresión que provocó el hecho juzgado ha
sido una más de tantas que padecía, conforme se ha comprobado. […] Para justificar
la defensa […] basta el peligro potencial para que se autorice legalmente a la racional
defensa.

Por lo demás, la Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Correccional de 2º nominación de


Santiago del Estero resolvió en “NRR” (2013) que la agresión ilegítima quedaba
configurada por el hecho de que un hombre irrumpiera abruptamente con un arma en la
mano y apuntara a su exconcubina insultándola. De ese modo, consideró que el caso
debía resolverse a la luz de los nuevos paradigmas convencionales y reconocer que la
mujer tenía derecho a una vida libre de violencia. Por ese motivo cuestionó los planteos
del representante del Ministerio Público Fiscal cuando le atribuyó a la mujer una cuota
de responsabilidad por lo sucedido toda vez que se había sometido de manera voluntaria
al riesgo de la agresión cuando había decidido ir a la casa donde podía encontrarse con
su expareja. Así, la Cámara sostuvo que el hombre no tenía ningún derecho a ejercer
violencia contra la imputada y, citando a la CEDAW, destacó que para lograr la plena
igualdad entre el varón y la mujer se requería modificar el papel tradicional asignado a
uno y otra en la sociedad y en la familia. Es decir, se debían modificar los patrones
socioculturales de conducta sexogenéricos para eliminar los prejuicios y prácticas
consuetudinarias basados en la idea de inferioridad o superioridad de cualquiera de los
sexos/géneros.

En “Bulacio” (2005), el TOC N° 3 de Mar del Plata consideró, preliminarmente, que la


evaluación de los requisitos de la legítima defensa exigía ubicarse en la situación de la
imputada al momento del hecho, “luego de ser sometida a una feroz golpiza, amenazada
de muerte y obligada a mantener relaciones sexuales”. De esta forma, concluyó que la
mujer se encontraba en peligro, existía una amenaza y era inminente que el hombre
continuara con los golpes y la agresión con el arma de fuego. A esta situación objetiva de
peligro inminente para la vida de la imputada se sumaba una subjetiva: la golpiza y las
amenazas sufridas antes del hecho generaron en ella, conforme lo informó el perito
psiquiatra, un gran miedo. El tribunal afirmó, así, que esa situación de terror afectó sus
valoraciones y limitó sus posibilidades de actuar.

Por el contrario, en “OPA” (2017) el Tribunal de Impugnación de Salta rechazó un planteo


de legítima defensa y confirmó una condena de ocho años de prisión por el delito de
homicidio. Para decidir de esa manera explicó que la herida más dañina había sido
ocasionada con el hombre de espaldas. Por esa razón, entendió que el ataque no se
condecía con una situación de defensa ante una agresión actual, sino que tenía todas las
características de un ataque doloso contra su pareja. Durante el juicio se aportaron dos
informes médicos en donde constaban las lesiones que la mujer presentaba en el rostro
y su testimonio coincidía con el de su hermana, testigo del hecho, en que el hombre había
intentado agredirla sexualmente. Asimismo, la defensa expuso que la agresión sexual
258
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

provocó en la imputada que resurgieran ciertos recuerdos traumáticos infantiles. Sin


embargo, el tribunal consideró que esa situación traumática no “anulaba su capacidad
valorativa capaz de impedir su actuar libre y voluntario”. Aunque reconoció que existían
pruebas de la reyerta previa, concluyó que no podía afirmarse que el ataque tuviera la
intensidad suficiente para justificar la respuesta de la imputada. En todo caso, entendió
que las circunstancias que llevaron a la mujer a reaccionar de ese modo debían impactar
en la individualización de la pena.

“OMA” (2017) es el caso de una mujer de 33 años que padecía un retraso madurativo
leve, convivía con su pareja y mantenían vínculo conflictivo. En una oportunidad, el
hombre se emborrachó y la golpeó, por lo que ella tomó un cuchillo y lo apuñaló. Cuando
la policía arribó al lugar encontró a la mujer con un ataque de nervios y manchas de
sangre en sus manos, quien manifestó que había tenido una discusión con su pareja. Los
agentes policiales ingresaron al domicilio y encontraron al hombre tendido en el suelo
con una herida de arma blanca en tórax, sin signos vitales. Por ese hecho la mujer fue
imputada por el delito de homicidio agravado por el vínculo. El representante del
Ministerio Público Fiscal solicitó la aplicación de la pena de prisión perpetua y la
realización de un tratamiento psicológico. Por su parte, la defensa solicitó que se tomaran
en consideración circunstancias extraordinarias de atenuación de la pena y que se le
impusiera la pena de 14 años de prisión. El tribunal reconoció la existencia de situaciones
violentas vividas por la imputada días antes del hecho que le habían dejado lesiones en
la cabeza y en los brazos, pero en ningún momento efectuó un análisis con perspectiva
de género. Con base en un informe psicológico, sostuvo que la agresión era recíproca ya
que se trataba de una pareja con picos de violencia cruzada que se intensificaba con el
alcoholismo del hombre y la “enfermedad” de la mujer. El tribunal consideró que la
imputada había tenido “la intención de causar la muerte a la víctima, conociendo y
queriendo el hecho”, pero que “el estado psicológico y emocional de la acusada, sumado
a los hechos violentos vividos, tuvieron incidencia y entidad suficiente para determinar la
conducta antijurídica”. Por esa razón, la condenó a la pena de veinte años de prisión por
el delito de homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias
de atenuación. Además, recomendó la realización de un tratamiento psicológico en la
unidad penitenciaria. En este caso, tanto el fiscal como los jueces recomendaron la
realización de un tratamiento psicológico sin que eso incidiera por ejemplo en el análisis
de la culpabilidad. Por lo demás, ninguno de los operadores judiciales analizó la
posibilidad de que la mujer hubiese actuado en legítima defensa.

Otro caso en donde los jueces reconocieron la existencia de una agresión ilegítima
dirigida a la imputada por parte de su pareja, pero consideraron que el ataque no había
sido tan grave como para suponer que peligrara su vida es “DGL” (2018). La Sala III del
Tribunal de Impugnación de Salta analizó los requisitos de la legítima defensa y sostuvo
que la conducta descripta por la mujer encuadraba en el artículo 34, inciso 6°, del Código
Penal ya que había sufrido una agresión ilegítima que no había provocado y había apelado
al medio para defenderse que tenía a su alcance. En ese sentido, al momento del hecho
el hombre había agredido físicamente a la imputada a golpes de puño y con un palo que
había arrancado de una cerca y el tribunal consideró que esta conducta encuadraba en
un contexto de violencia de género de larga data. Así, consideró que la acción calificaba
como defensiva, aunque el ataque no había sido de una gravedad tal que ameritara

259
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defenderse con un cuchillo. Por esa razón condenó a la imputada a la pena de cuatro
años de prisión por el delito de homicidio calificado por el vínculo producido con exceso
en la legítima defensa. Ahora bien, los jueces plantearon la necesidad de interpretar la
dogmática tradicional del artículo 34 CP con perspectiva de género, aunque eso no
garantizó a la imputada la eximición de una condena. Ello obedeció a que los juzgadores
no midieron la defensa en función de los parámetros de la agredida, sino que utilizaron
estándares neutrales cuyos efectos resultan discriminatorios. Como se ha enseñado, las
mujeres que viven inmersas en contextos de violencia de género aprenden a convivir con
la agresividad latente y saben reconocer la inminencia y la ferocidad de un ataque,
circunstancia que fue desconocida por el Tribunal (Laurenzo Copello, 2019).

Por su parte, en “LSB” (2016), un caso de legítima defensa en situación de no


confrontación, el Tribunal de Casación de la provincia de Buenos Aires valoró el contexto
de violencia de género en el que había vivido la imputada para probar el requisito de la
agresión ilegítima. Así, tuvo en consideración los maltratos, vejaciones, agresiones físicas,
psicológicas y sexuales que sufrió de forma permanente y continua, como también las
amenazas dirigidas contra la vida de su hija. Por lo demás, explicó que era necesario
pensar la actualidad de la agresión desde una perspectiva de género y no concebirla de
manera temporal y en tiempo presente. En una dirección similar, aunque en un caso en
el que existió confrontación, el Juzgado de Control N° 5 de Jujuy tuvo por acreditada la
agresión ilegítima, entre otras cosas, en función de los “innumerables episodios de
violencia padecidos por la mujer” (“CNM”, 2016).

El mismo tribunal entendió en “Díaz” (2013) que no era exigible que la agresión se
estuviera llevando a cabo para afirmar que una persona había actuado en legítima
defensa. De esta forma, explicó esta causa de justificación admite repeler una agresión
futura. Al referir al caso concreto, planteó que el hombre poseía los elementos necesarios
para concretar esa agresión en cualquier momento (el arma estaba al alcance de su
mano) y que la mujer lo impidió al apresurarse, tomar la pistola y dispararla. Además,
agregó que el acto de amenazarla de muerte y echarla del hogar que compartían con sus
hijos constituía, en sí mismo, una agresión; y estirarse sobre la cama hacia la mesa de luz
donde guardaba un arma de fuego implicaba convertir esa agresión verbal en una
agresión física. Así, consideró esa actitud y el acto preparatorio de un accionar lesivo
generó la respuesta defensiva de la mujer.

En “Pérez” (2020), la Corte Suprema de Justicia de la Nación consideró que en el caso no


había existido legítima defensa. En ese sentido explicó que, debido a la intensidad de la
autorización legal, la noción de “actualidad de la agresión” era más restrictiva que la de
“actualidad del peligro” prevista en el estado de necesidad. Por esa razón, solo abarcaba
a la agresión que se diera en forma inminente, que hubiera comenzado o que continuara,
en tanto excluía los casos de “defensa preventiva” y de “peligro permanente”, sin
perjuicio de su eventual consideración como un estado de necesidad. Por otro lado, la
Corte recordó que la doctrina y la jurisprudencia había admitido, de manera excepcional,
en ciertos casos extremos de violencia familiar la exculpación del homicidio del “tirano
de la familia” cuando en las particulares circunstancias del hecho se daban los
presupuestos de un estado de necesidad exculpante, en especial la existencia de un

260
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

peligro permanente que no pudiera ser evitado de otro modo y que demandara la
actuación inmediata, sin demora.

En el caso particular, la Corte sostuvo que, si bien la defensa había planteado la existencia
de un peligro derivado de la situación de violencia de género que había atravesado la
imputada, no había logrado demostrar la urgencia de la reacción de la mujer ni la
inexistencia de otros medios (procedimientos institucionales) para resolver la situación.
De ese modo, la Corte consideró que esos dos requisitos eran necesarios para la
operatividad del instituto de la legítima defensa. Sin embargo, cuestionó que el Tribunal
de Impugnación Penal de La Pampa se hubiera limitado a reproducir la tesis de la falta de
inmediatez entre la agresión y la ofensa para descartar la legítima defensa, omitiendo
considerar el contexto de violencia de género que había sufrido la imputada. Recordó el
informe elaborado por la psicóloga que había intervenido en el caso, que concluía que la
sustracción del televisor por parte de su expareja no valía lo mismo para ella que para un
“hombre promedio”, sino que "representaba la anulación misma de la posibilidad de una
salida a través de un proyecto que la ubicara en relación con la dignidad y la vida de una
manera diferente a lo conocido hasta entonces". Ello en virtud de que el televisor había
sido el primer bien que la mujer había podido comprarle a sus hijos luego de la
separación.

Ahora bien, en “Olmedo” (2020) la Cámara en lo Criminal de Primera Nominación de la


Segunda Circunscripción Judicial de Río Cuarto, junto al jurado popular, reconoció a la
mujer como víctima de violencia de género. Sostuvo que había vivido situaciones de
violencia física toleradas en silencio por sus familiares y vecinos y situaciones de violencia
sexual que había soportado por temor a su pareja. Incluyó dentro del contexto de
violencia las situaciones de maltrato verbal y psicológico, como también las situaciones
de violencia económica debido a que ella era la que trabajaba en tanto que el concubino
administraba su sueldo. Por último, examinó la violencia institucional de la que fue
víctima cuando la policía no le tomaba las denuncias efectuadas porque era menor de
edad y, cuando acudió a un juzgado civil, fue institucionalizada contra su voluntad y luego
“restituida al dominio de quien la sometía a [v]iolencia”. Entonces, el tribunal dio por
comprobado el contexto de violencia de género en el que se encontraba Olmedo y
reconoció todas las agresiones ilegítimas que su concubino había dirigido de manera
sistemática hacia ella. Sin embargo, en lugar de encuadrar el hecho como legítima
defensa, optó por declarar la inimputabilidad de la mujer. Así, sostuvo que debido a la
violencia sufrida desde su niñez no pudo dirigir sus acciones y terminó actuando por
impulsos. Este análisis implicó la infantilización de la mujer, subestimándola y
perjudicándola aún más.

Se destaca que, en este caso, el representante del Ministerio Público Fiscal analizó los
requisitos propios del instituto de la legítima defensa y concluyó que la mujer se había
defendido de un ataque ilegítimo. En ese sentido, consideró que en contextos de
violencia de género existía una inminencia permanente de la agresión ya que se daba de
manera continua (la agresión en situación de convivencia puede suceder en cualquier
momento y detonar frente a cualquier circunstancia) y cíclica. Por esa razón es que el
requisito de agresión ilegítima, en estos casos, debe interpretarse de manera amplia. Sin

261
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Ministerio Público de la Defensa

embargo, cuando el fiscal le preguntó al jurado si comprendían a Olmedo o la justificaban,


éste optó –desde nuestra perspectiva, de una manera equivocada– por la comprensión.

Por último, en otros dos casos que sucedieron sin confrontación previa, los respectivos
tribunales consideraron que el requisito de agresión ilegítima no se había cumplido
debido al cese momentáneo de la violencia en el instante previo en el que las imputadas
accionaron su defensa. Así, en “Pérez” (2014), la Sala B del Tribunal de Impugnación Penal
de La Pampa sostuvo que no podía justificarse la muerte de una persona por una
“supuesta violencia de género” ejercida contra la acusada, en especial si no se había
producido en el momento en que ocurrió el “hecho fatal”, sino en días anteriores. Aquí
el tribunal no solo dudó de la existencia de una violencia ejercida contra la mujer al
denominarla como “supuesta”, sino que ignoró que esta violencia se enmarca en un
contexto que no puede analizarse de manera fragmentada.

En similar sentido resolvió la Cámara en lo Penal de Puerto Madryn en “RRJ” (2010)


cuando, por mayoría, calificó el hecho como homicidio preterintencional y condenó a la
imputada a la pena de un año de prisión (que se tuvo por cumplida en función del tiempo
sufrido en detención preventiva). El motivo por el cual consideró que no existía el
requisito de agresión ilegítima fue que, si bien el inicio del incidente estuvo enmarcado
en un contexto de violencia doméstica, en un determinado momento se produjo un cese
en el comportamiento agresivo de su pareja al acostarse en la cama. La Cámara utilizó
esa discontinuidad en la agresión física inferida a la mujer para sostener que el requisito
de agresión ilegítima no se había cumplido y la mujer no había actuado en legítima
defensa. Si bien tuvo por probado el contexto de violencia de género en el que se
encontraba inmersa la imputada, estimó que eso per se no era suficiente para tener por
acreditado el requisito de la agresión ilegítima. De hecho, rechazó que la mujer hubiese
respondido a una agresión de su pareja ya que le había arrojado una olla con agua
hirviendo al hombre mientras estaba en la cama. Por lo demás, sostuvo que no se habían
constatado lesiones en el cuerpo de la imputada, lo que revelaría, a su entender, la
inexistencia de una pelea o golpiza previa. De ese modo, concluyó que no había existido
un acto agresivo e inmediato anterior por parte del hombre. Así, afirmó que la mujer
había actuado motivada por el hartazgo que sentía frente a la reiteración de las
situaciones violentas y la intención de ponerles un freno, lo que, a su modo de ver, no se
encontraba justificado. Lo expuesto pone de resalto que los hechos de legítima defensa
ejercidos sin confrontación requieren un análisis más profundo de la situación para
verificar si efectivamente los requisitos se cumplen o la situación está siendo evaluada de
manera sesgada (Correa Florez, 2016).

4.2.2. Necesidad racional del medio empleado

Al referirse a la necesidad de medio utilizado para repeler la agresión, la Corte Suprema


explicó en “RCE” (2019) que el principio de menor lesividad no obligaba a utilizar recursos
de dudosa eficacia. En este punto, se remitió al documento del CEVI para señalar la
necesidad de evaluar ese requisito con perspectiva de género, lo que implicaba
considerar el contexto en que se había dado la agresión. Además, rechazó que se requiera
proporcionalidad entre la agresión y la respuesta defensiva. Según sostuvo, aunque la
respuesta defensiva parezca desproporcionada, esto puede deberse al miedo de la mujer

262
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

a las consecuencias de que su defensa no sea eficaz. A la luz de esas premisas, la CSJN
afirmó que sólo se requiere que la relación entre la agresión y la defensa, en lo que
respecta a la lesión que se produce, no contenga una desproporción inusual.

En este punto, la Cámara en lo Penal de la Circunscripción Judicial Trelew, en “HC” (2018),


estimó que la utilización de un cuchillo constituía una respuesta racional a la agresión
debido a la diferencia entre la condición física de la víctima y el victimario. Por tal motivo,
concluyó que no existía la posibilidad de que la víctima repeliera el ataque de otro modo.
Por otro lado, en “XXX” (2014), la Corte Suprema de Tucumán sostuvo que, al utilizar un
cuchillo para repeler la agresión, la imputada se defendió con el elemento que sacó su
hijo para separar al atacante y que era el primer y único objeto que tenía a su alcance.

Asimismo, la Sala III de la CFCP valoró en “Rodríguez Guido” (2014) que el agresor tenía
una enorme diferencia física con la imputada, pues se trataba de una persona de
contextura robusta. En cambio, la mujer era delgada, por lo que, a criterio del tribunal,
resultaba evidente la racionalidad del elemento cortopunzante que empleó para
defenderse. Por otro lado, la Sala II de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, en
“FC/RECY” (2015), validó el proceder de la imputada en virtud del estado de gravidez y
las agresiones que le ocasionó el hombre. Por ese motivo, estimó que el cuchillo que
había utilizado había constituido un medio razonable para repeler los golpes e insultos
sufridos. En esa dirección, destacó que utilizó el elemento que tenía en la mano para picar
verdura y lo empleó después de recibir un golpe de puño.

En sentido similar, en “GML” (2012), el Superior Tribunal de San Luis sostuvo que fue
racional la respuesta de una mujer que, después de recibir golpes, tomó un cuchillo de la
mesada de la cocina y apuñaló a su agresor. El tribunal explicó que había llegado a esa
conclusión debido a que la imputada “se defendió con el único y primer elemento de
defensa que encontró a su alcance”.

A su vez, en “Lescano” (2020), el Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero


afirmó que el medio empleado por quien se defiende debe ser idóneo y eficaz. Este
último concepto, explicó, debía neutralizar el ataque sin poner en riesgo a la persona que
sufre la agresión ilegítima. Si aparece otra alternativa, pero el medio expone al agredido
a sufrir riesgos, no se le puede exigir que use esa vía por resultar irracional e injusta. En
el caso concreto, el tribunal observó que el medio empleado por la mujer fue el mismo
que empleó el agresor. Además, argumentó que tanto el medio elegido y como el modo
en que se lo empleó eran racionales y proporcionales conforme las circunstancias que
rodearon el hecho, pues se trataba del único medio con el que contaba –el arma que
portaba el agresor– y la herida fue producida en el mismo acto del ataque.

En “MDR” (2015), el TOC N° 1 de Azul consideró que era racional que una mujer víctima
de violencia utilizara un cuchillo de cocina para repeler la agresión del hombre. Tal
conclusión se derivó de la circunstancia de que tomara ese elemento, ante la urgencia,
de arriba de la mesa que estaba a su lado. Asimismo, tuvo en cuenta que el agresor tenía
una contextura física superior y que, en virtud de eso, la imputada no podía oponerle
resistencia mediante el empleo de sus brazos.

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Ministerio Público de la Defensa

En “NBA” (2018) se analizó el modo en que el tribunal anterior abordó la necesidad


racional del medio empleado por una mujer trans víctima de violencia. Entonces,
cuestionó la comparación que efectuó entre la contextura física y la fuerza de la imputada
y la de su agresor –que entendió proporcionada– y que no tuviera en cuenta el estado de
sometimiento en el que se encontraba la mujer respecto de su pareja. En este marco,
planteó que, frente a la existencia de una agresión ilegítima por parte del varón cis, no
consideraba irrazonable ni desproporcionada la reacción defensiva de la mujer trans de
quitarle el arma y usarla contra el agresor. Dada la violencia de género que sufría la
imputada, concluyó que no se acreditó otro medio menos lesivo que la utilización del
arma blanca que, en un primer momento, fue usada para agredirla.

Por otro lado, el Superior Tribunal de Justicia de Viedma explicó en “RMD” (2011) que la
necesidad de que la mujer utilizara un cuchillo como medio de defensa se desprendía del
hecho de que su agresor le impidiera irse de la casa. De esta forma, valoró que el
elemento en cuestión se presentaba como el único que se encontraba a su alcance con
utilidad para repeler el ataque. Asimismo, agregó que la legítima defensa no demandaba
que se acreditara que el peligro revestía cierta entidad.

El Juzgado de Garantías Nº 3 de Mercedes, a su vez, para concluir que una mujer víctima
de violencia actuó en legítima defensa, valoró que sus vecinos podrían haberla ayudado
y que, sin embargo, se mostraron indiferentes. Aun así, ponderó que, de haber llamado
al 911, la asistencia policial hubiera llegado demasiado tarde (“IPP”, 2009). En una línea
similar, el Juzgado de Control N° 5 de Jujuy, al resolver “CNM” (2016), consideró que
constituía una legítima defensa la acción de una mujer que repelió la agresión de su
pareja clavándole un cuchillo en el abdomen. Al analizar la necesidad de la respuesta de
la imputada, el tribunal tuvo en cuenta, entre otras cosas, la “ausencia de solidaridad de
quienes convivían con ella”.

En “Bulacio” (2005), el TOC N° 3 de Mar del Plata estimó, al analizar la racionalidad del
medio empleado, que la mujer pretendió poner fin a la agresión que sufría. Entonces, no
encontró otra forma de proceder más que utilizar el revólver que el hombre había soltado
en la creencia de que dominaba la situación y que, como sucedió otras veces, podía volver
a usarlo y abusar sexualmente de ella. No obstante, Bulacio tomó el arma y disparó contra
el hombre para que no pudiera volver a agredirla. En esa línea, agregó que el agresor
estaba armado, ebrio y había usado el revólver y sus puños minutos antes para amenazar
y golpear a Bulacio, y además la doblaba en peso. Asimismo, afirmó que, cuando la mujer
se defendió el peligro subsistía, puesto que su pareja la esperaba en la cama para
mantener relaciones sexuales.

En este caso no puede perderse de vista que el representante del Ministerio Público Fiscal
consideró que no se daban los requisitos para que se configurara la legítima defensa toda
vez que Bulacio no se había retirado del hogar en el momento en que cesó la violencia.
Es decir que, para el fiscal, la mujer debía irse del lugar en vez de defenderse de la
agresión. Ahora bien, este tipo de razonamiento refleja el mito de que, si quisiera, la
mujer podría abandonar el hogar y que si no lo hace es porque no quiere o porque le
gusta ser maltratada. El fiscal, al efectuar este tipo de análisis, ignoró las características
propias del ciclo de la violencia de género, en particular de la situación de aquellas

264
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

mujeres que intentan huir de los ataques de sus parejas54, y puso en funcionamiento los
prejuicios sexistas que justifican la violencia contra las mujeres (Di Corleto, 2006). Sin
embargo, frente al planteo del representante del MPF, el TOC N° 3 de Mar del Plata
resolvió que en el caso habían concurrido los requisitos que exigía la ley para la invocación
de la legítima defensa toda vez que no solo procede contra una agresión actual sino
también contra aquella que se presenta como inminente y, si la mujer no accedía a las
pretensiones sexuales de su pareja, la agresión se reiniciaría.

El Superior Tribunal de Justicia de Chubut explicó en “MJM” (2014) que el medio


empleado debía ser proporcional, pero que eso no implicaba simetría (“golpe con golpe,
disparo con disparo, arma blanca con arma blanca, y así hasta la infinidad de situaciones
posibles”) puesto que, a su entender, debían tomarse en consideración las diferencias
entre la persona que agrede y la agredida. De esa forma, sostuvo que, desde la
perspectiva de un observador imparcial, la defensa ejercida por la mujer estaba
justificada, pues se había desarrollado en un marco de violencia doméstica en la que ella
era la contendiente más débil.

A su vez, la Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Correccional de 2º nominación de


Santiago del Estero resolvió en “NRR” (2013) que la utilización de un arma de fuego por
parte de una mujer para repeler la agresión de su exconcubino armado era un medio
racional. Tal conclusión, explicó, no se modificaba por el hecho de que los resultados de
la pericia criminalística establecieran que el revólver utilizado por el agresor no era apto
para el disparo. Es que la mujer agredida no podía saber, en el momento del hecho, si el
revólver con el que era amenazada funcionaba. Si se exigiera esta previsión, se
introduciría un límite para la aplicación de la causa de justificación que no se encuentra
previsto en la ley.

Por su parte, “Torres” (2019) es el caso de una mujer perteneciente a un pueblo originario
que sufría violencia de género por parte de su expareja, donde –según el referente de su
comunidad– el hombre se aprovechaba de su condición de varón criollo y sometía a la
mujer a episodios de violencia tan intensos que la obligaron a regresar con su familia de
origen. En una ocasión, el hombre ingresó al domicilio de su expareja en estado de
ebriedad y comenzó a insultarla. En el momento en que intentó golpearla, ella se
defendió con un cuchillo y le ocasionó la muerte. En la etapa de juicio oral, tanto el
representante del Ministerio Público Fiscal como la defensa entendieron que la mujer se
había excedido en la legítima defensa y solicitaron la imposición de la pena de dos años
y cinco meses de prisión. La Cámara Segunda en lo Criminal de Formosa sostuvo que la
utilización de un cuchillo para defenderse de la agresión actual, inminente y grave había
excedido los límites de racionalidad. En ese sentido, explicó que la mujer debió haber
optado por otro modo de resolver el conflicto; por ejemplo, “alejarse del lugar [o]
encerrarse en su domicilio e impedir el ingreso de su expareja”. Por ese motivo, la Cámara
condenó a la imputada a la pena solicitada por la fiscalía y la defensa, que se tuvo por
compurgada debido al tiempo sufrido de detención.

54 Las agresiones se vuelven más intensas cuando las mujeres pretenden separarse o irse del hogar.

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En sentido similar, la Sala II del Tribunal de Impugnación de Salta consideró en “JMDA”


(2019) que la utilización de un cuchillo aparecía desprovista de proporcionalidad, en
particular, porque la imputada no presentaba lesión alguna en su cuerpo. Según el
tribunal, la persona agredida debió recurrir al medio más benigno que tuviera a su
disposición; en el caso concreto, debió optar por permanecer dentro del inmueble
cuando el hombre corrió hacia la vereda y requerir el auxilio de otras personas. Sin
embargo, no se consideró que la imputada hubiese actuado en exceso de legítima
defensa porque “su finalidad legítima ha sido sustituida por un fin ilegítimo”. Entonces,
afirmó que el exceso intencional de los límites impuestos por la ley implicaba el abandono
voluntario de la situación defensiva. En este punto cabe recordar que la racionalidad del
medio empleado no se mide por una comparación abstracta de los medios disponibles
sino en función de la adecuación de la conducta a las circunstancias específicas del caso
(Laurenzo Copello, 2019). A esta altura ya no resulta aceptable sostener que una mujer
sometida a violencia de género se encuentra en una situación de libertad para cortar el
vínculo o exigirle que abandone el hogar (Hopp, 2012).

En “DGL” (2018), la Sala III del Tribunal de Impugnación de Salta consideró que, si bien el
varón sometía a la imputada a agresiones físicas, el uso de un arma blanca para
defenderse resultó excesivo. En ese sentido, sostuvo que el ataque no había sido tan
grave como para suponer que su vida corría peligro. El tribunal valoró que la mujer había
sido sometida a violencia de género durante mucho tiempo y, además, que la pareja
había consumido estupefacientes y bebidas alcohólicas el día del hecho. Finalmente, la
condenó a la pena de cuatro años de prisión por el delito de homicidio calificado por el
vínculo producido en exceso en la legítima defensa, cuyo cumplimiento debía efectuarse
bajo la modalidad de arresto domiciliario. Ahora bien, para analizar este caso se debe
recordar que, en situaciones de violencia aprendida, como sucede en los ciclos de la
violencia de género, una mujer es capaz de detectar cuándo un primer golpe es el inicio
de una agresión mucho más intensa que requiere una respuesta inmediata y
contundente para evitar que el ataque se torne incontrolable e imposible de repeler
luego. Tampoco se debe pasar por alto la diferencia de fuerzas entre el agresor y la
agredida, que puede conducir a la mujer a buscar medios aparentemente excesivos,
como sucedió en este caso (Laurenzo Copello, 2019). Por el contrario, en “OPA” (2017),
el Tribunal de Impugnación de Salta consideró que la falta de moderación en el medio
empleado por parte de la imputada había sido intencional. Si bien tuvo por probada la
pelea previa, explicó que no había elementos para sostener que la intensidad del ataque
fuera de tal magnitud para justificar la respuesta letal, sino que aparecía como
desmedida.

Por último, abordaremos los casos de legítima defensa en situaciones de no


confrontación. En “LSB” (2016), el Tribunal de Casación de la provincia de Buenos Aires
propuso repensar las alternativas “menos lesivas” que se suelen presentarse para las
víctimas de violencia de género que se defienden de sus agresores. Según explicó, esas
opciones (denunciar, huir, separarse) solo son realizables en un plano “ideal”. Eso se debe
a “la imposibilidad tanto objetiva como subjetiva de escapar fácilmente del círculo de
violencia doméstica”. Por ese motivo, concluyó que no era posible impedir o repeler una
agresión en circunstancias de violencia doméstica mediante la utilización de medidas
disuasivas y advertencias, pues estas medidas podrían provocar reacciones aun más
266
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

violentas. Por ese motivo, indicó que el medio más idóneo era aquel que resultara más
seguro para la víctima de violencia, que muchas veces era el más grave. Es decir, en estos
contextos no siempre puede elegirse el medio que se utiliza en virtud de su lesividad; sino
que se actúa de la única forma posible y, muchas veces, esto sucede cuando el agresor
se encuentra desprevenido, ya sea durmiendo o de espaldas. En similar sentido resolvió
la Sala I del Tribunal de Casación Penal de Buenos Aires en “Díaz” (2013) cuando sostuvo
que la única forma de defenderse que tuvo la mujer fue apresurarse y tomar el arma
antes de que lo hiciera su marido, constituyendo un uso racional del medio empleado.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en “Pérez” (2020), explicó, sobre la base de


diversos testimonios, que la imputada llevaba un cuchillo de manera permanente consigo
como forma de protección, toda vez que su expareja la había agredido en reiteradas
oportunidades. Por esa razón, la portación del cuchillo no podía ser valorada como
prueba de una premeditación incompatible con el estado pasional alegado por la
defensa.

Por otro lado, en “Olmedo” (2020), si bien el jurado popular absolvió a la mujer, los
motivos por los que procedió de esta forma son cuestionables, pues la consideró
inimputable, aun cuando el representante del Ministerio Público Fiscal y el defensor
oficial habían planteado que la mujer había actuado en legítima defensa. Así, el fiscal
analizó la necesidad racional del medio empleado para impedir una agresión desde una
perspectiva de género. En particular, consideró que, en el caso, el medio utilizado era el
único que tenía a su alcance, ya que en este tipo de situaciones no siempre existía la
posibilidad de elegir entre un medio más o menos grave. Explicó, además, que frente al
requisito de la necesidad racional del medio empleado suelen aparecer distintas
sugerencias de lo que la mujer debía o podía haber hecho en lugar de matar a su agresor.
Sin embargo, todas esas propuestas (denunciarlo, separarse, irse del hogar) solo pueden
realizarse en el reino de lo ideal ya que, en términos concretos, no es sencillo escaparse
del círculo de la violencia. Entonces, la respuesta de Olmedo pudo obedecer al temor de
que, si no era eficaz en el medio utilizado para defenderse, el agresor podía descargar
toda su ira contra ella y acabar así con su vida.

En la línea de casos desfavorables en situaciones de no confrontación en las que el


tribunal les exigió a las mujeres el empleo de vías menos lesivas para defenderse de la
violencia que sufrían, encontramos las sentencias dictadas en “Pérez” (2014) y
“Nahuelfil” (2010). En el primero, el Tribunal de Impugnación Penal de La Pampa sostuvo
que la imputada tenía los medios legales para denunciar al hombre, por lo que no podía
justificarse que hubiera “tomado la justicia por mano propia, produciendo la muerte” ya
que “de seguir dicho criterio se crearía un caos social, poniendo en peligro la convivencia
que toda sociedad organizada debe priorizar”. A su vez, en el segundo de los casos, el
Superior Tribunal de Justicia de Viedma consideró que la utilización de un cuchillo en el
abdomen del hombre que se encontraba acostado sólo podía interpretarse como “la
exteriorización de una clara intención homicida”. Este tipo de argumentos nos recuerda
a la doctrina tradicional que exigía a la mujer amenazada la obligación de eludir la
agresión y seleccionar la defensa más leve posible, aun cuando resultara menos segura
para resguardar su propia vida, y renunciar a una defensa que pusiera en riesgo la vida
del tirano de la casa. De ese modo, esta interpretación sin perspectiva de género

267
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

colocaba la protección del vínculo matrimonial por encima de la integridad de la mujer


(Lanzilotta, 2019).

Por último, la Cámara en lo Penal de Puerto Madryn explicó, en “RRJ” (2010), que la
aplicación de la legítima defensa requería que exista una necesidad inmediata de
defenderse frente a una agresión en marcha; además, afirmó que la reacción debía
guardar proporcionalidad con aquella, cosa que no sucedía en ese caso. Cuestionó
también el modo en que la mujer había lidiado con la violencia de género que sufría. Así,
sostuvo que debía haberla resuelto por otras vías jurídicas idóneas con resultados menos
lesivos, tales como “denuncias penales y/o civiles; obtención de medidas de exclusión del
hogar, prohibición de acercamiento al domicilio conyugal, entre muchas otras”. La mujer
involucrada en este caso era de nacionalidad boliviana, hablaba lengua quechua y
entendía muy poco español. Ninguno de estos elementos fue valorado por el tribunal al
exigirle que recurriera a vías alternativas para lidiar con una violencia ejercida por quien
fuera su pareja durante 35 años.

Como vimos en reiteradas oportunidades a lo largo de este documento, exigirle otras vías
alternativas menos lesivas para defenderse entraña un problema de discriminación de
género. Así, la minimización de la violencia como antecedente, el desconocimiento de las
particularidades del fenómeno de la violencia y los prejuicios que refuerzan la
discriminación de las víctimas de violencia de género exigen cuestionar la forma en la que
los agentes judiciales analizan y resuelven este tipo de conflictos (Di Corleto, 2006). Por
lo demás, cuando hay un fuerte ambiente de opresión creado por el agresor que
imposibilita la búsqueda de ayuda externa, sumado a las escasas posibilidades físicas de
defenderse frente a frente con el maltratador, no hay razones para negar que la mujer
actuó en legítima defensa si esperó a que el hombre se durmiera o se distrajera para
quitarle la vida (Laurenzo Copello, 2019).

4.2.3. Falta de provocación

Finalmente, entre los casos en los que aparece problematizada la falta de provocación,
puede mencionarse, en primer lugar, el caso “RCE” (2019), de la CSJN. Aquí, se sostuvo
que no podía entenderse que la falta de saludo y posterior discusión fueran idóneas para
provocar la golpiza que, luego, repelió la mujer. Al respecto, afirmó –a partir de una
recomendación del CEVI55– que interpretar que cualquier comportamiento anterior a la
agresión como una provocación constituye un estereotipo de género. Dicha referencia
tiene especial sentido en relación con la referencia contenida en la sentencia dictada por
el tribunal de primera instancia que, al condenar a la imputada, introdujo la posibilidad –
sin sustento probatorio– de que la mujer hubiese provocado el accionar que, luego, la
llevó a defenderse.

55 Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI). 2018.

Recomendación General Nº 1 sobre legítima defensa y violencia contra las mujeres.

268
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

El Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero explicó en “Lescano” (2020) que
la acusación pretendió justificar la presencia del agresor en la casa de la imputada por un
mensaje que, supuestamente, le había enviado la mujer para que le llevara una bicicleta.
Más allá de que esa circunstancia no fue acreditada, los jueces explicaron que eso no
constituía una provocación que habilitara al hombre a ir con un arma blanca en la mano
para lesionar su integridad física y sexual.

En “NRR” (2013), la Cámara de Juicio Oral de Santiago del Estero sostuvo que la mujer
imputada tenía derecho a una vida libre de violencia y que, por lo tanto, no tenía ninguna
limitación de concurrir a limpiar la casa en la que convivía con su exconcubino. De la
misma manera, el hombre tampoco tenía derecho a ejercer violencia sobre ella. Sin
embargo, el tribunal cuestionó el proceder del fiscal que le había atribuido a la imputada
una cuota de responsabilidad importante por lo sucedido el día del hecho, dado que, a
su criterio, la mujer se había sometido voluntariamente al riesgo de la agresión cuando
decidió concurrir a la casa en la que podía encontrarse con su ex concubino. Asimismo,
en “RMD” (2011), el Superior Tribunal de Justicia de Viedma afirmó que el agresor no
tenía derecho a violentar físicamente a la mujer, aún cuando ella tuviera responsabilidad
en la discusión que precedió al hecho o cuando, en otras ocasiones, le hubiese aplicado
una cachetada o un golpe.

En “CNM” (2016), la imputada sufría violencia de género por parte de su pareja de forma
regular. Al día siguiente a la navidad, la mujer y su hija fueron a visitar a su cuñada. No
habían podido hacerlo antes pues su pareja se había alcoholizado y temía que reaccionara
de manera violenta si se ausentaba del domicilio. En ese momento, el hombre se
presentó en la vivienda de su hermana y les exigió a los gritos que se fueran de allí, al
tiempo que golpeaba y arrastraba a la mujer de los pelos por el piso de la cocina.
Entonces, la mujer tomó un cuchillo e hirió a su pareja a la altura del tórax. El Juzgado de
Control N° 5 de Jujuy estimó que no había provocado la agresión a partir del testimonio
de su cuñada, quien relató el modo en que había procedido su hermano. En sentido
similar, en “FC/RECY” (2015) se sostuvo que no había existido provocación alguna por
parte de la imputada, que sólo se defendió de los golpes de puño que le arrojó su pareja
para proteger su integridad física y la de su hijo por nacer.

Asimismo, podemos mencionar que la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, al rechazar


que una mujer hubiese provocado la agresión de su pareja, valoró que:

1°) Existió una primera discusión en el domicilio conyugal que terminó con la salida
del Sr. XXX de su casa; 2°) luego, a pesar de ser prevenido para que no lo hiciese, el
mismo regresó a la casa, irrumpiendo violentamente (ya que se encontraba cerrada)
y entablando una nueva discusión que devino en una pelea de la que participó el
hijo mayor de la imputada; 3°) finalmente, la imputada en el intento de defenderse
y de proteger a su hijo hirió con un cuchillo a su esposo (“XXX”, 2014).

Dichas circunstancias le permitieron sostener al tribunal que la acusada no solo no


provocó la discusión, sino que, además, se encerró en su casa para evitar cualquier tipo
de contacto con su agresor.

269
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

Por último, en “Olmedo” (2020) el representante del Ministerio Público Fiscal se remitió
a la Recomendación General N° 1 sobre legítima defensa y violencia de género del
MESECVI y explicó que cuando la mujer sufre violencia de género difícilmente puede
provocar al varón agresor debido a que se encuentra en un estado de vulnerabilidad y
miedo constante. Agregó que debían abandonarse los estereotipos de género que
insinuaban que la mujer provocaba las agresiones, ya fuera por su comportamiento, su
forma de vestir o por sostener un vínculo violento. Estos estereotipos conformaban una
concepción de las mujeres como objeto o propiedad de los hombres que intentaban
justificar de algún modo las violencias ejercidas contra ellas. Además, sostuvo que estos
mismos estereotipos contribuían a presentar a las mujeres que se defendían de las
agresiones ilegítimas como “malas mujeres” que actuaron en forma premeditada con el
objeto de dañar a sus parejas o exparejas. Tal como lo ha alertado el Comité de Expertas,
los operadores judiciales deben trabajar reconociendo la existencia de una situación
estructural de discriminación hacia las mujeres que les impide gozar de sus derechos en
un pie de igualdad con los varones. En ese sentido, el juzgamiento de los casos en donde
las mujeres víctimas de violencia de género son acusadas de matar o lesionar a sus
agresores exige un cambio de paradigma al momento de valorar el material probatorio
recolectado, como así también, al interpretar las leyes penales y procesales.

270
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

LEGÍTIMA DEFENSA EN SITUACIÓN DE CONFRONTACIÓN


CASOS FAVORABLES

Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación

Tribunal de • “[Se] corrobora […] la concurrencia del • “[E]l medio empleado ha sido el mismo con • “En el supuesto e hipotético caso de que
Alzada en lo primer requisito –Agresión Ilegítima– con el cual el agresor (víctima) ha concurrido dichos mensajes hubieran existido, ello no
Penal de [la presencia de la víctima] en el domicilio premeditadamente con intención de constituye provocación suficiente para
Santiago del de la imputada aportando un arma blanca arremeter contra la Sra. Lescano ocasionar la concurrencia de Ibáñez con
Estero. aprovechándose que se encontraba sola, (imputada)” un arma blanca en mano, menos aún,
“Lescano”. exigiéndole tener sexo”. resultaría provocación suficiente para que
• “El modo en que la imputada empleó el
éste intentara tomarla por la fuerza
17/6/2020 • El hombre puso en peligro inminente la cuchillo en defensa de la agresión injusta no
lesionando su integridad sexual y en caso
integridad sexual de la mujer, como así luce desproporcionado ni racional
de negativa, su integridad física”.
también su integridad física y hasta su especialmente si se tiene en cuenta el
propia vida. marco en que ha proferido la herida que
luego resultare mortal”.
• Se acreditaron antecedentes de violencia
de género.

271
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

CSJN. • La violencia basada en el género es una • El principio de menor lesividad no obliga a • Constituye un estereotipo de género
agresión ilegítima y debe ser considerada usar medios de dudosa eficacia. considerar que cualquier comportamiento
“RCE”
desde una perspectiva de género. anterior a la agresión es una
29/10/2019 • No se requiere proporcionalidad entre la
“provocación”.
• En las uniones de hecho o derecho la agresión y la respuesta defensiva porque
violencia de género debe concebirse en su existe una relación entre la proporcionalidad
intrínseco carácter continuo. y la continuidad de la violencia.
• La inminencia permanente de la agresión,
en contextos de violencia contra la mujer,
se caracteriza por la continuidad de la
violencia y su carácter cíclico.
• El hombre había sido denunciado por la
imputada por lesiones leves.

Cámara en lo • El hombre la empujó sobre el colchón, la • “[L]a utilización del cuchillo ante el embate • “M. A. A. obró en el hecho repeliendo una
Penal de la insultó y la amenazó con golpearla. de una persona de sexo masculino, en una agresión ilegítima no provocada en el
Circunscripción pequeña habitación, único elemento que interior de su domicilio”.
Judicial Trelew. tenía a su alcance, fue el racionalmente
adecuado...”.
“HC”.
19/9/2018 • “[L]a utilización del cuchillo […] resulta ser
racional debido a la desigual condición física
entre la víctima y victimario, no surgiendo
como posibilidad de qué forma podría
haberse resguardado que no sea con el
mismo”.

Superior • “[P]resencia de lesiones defensivas en • “[Existían] aspectos objetivos demostrativos • “[E]l requisito de ‘falta de provocación
Tribunal de ambas personas –víctima e imputada–, de la desventaja en la que se encontraba N. suficiente de quien se defiende’ tropieza
Justicia de Río realizadas mediante una única arma respecto de su agresor, evidenciada en el asimismo con la ausencia de acreditación,
Negro blanca, hallada con sangre en la escena”. modo en que se relacionaban”. por parte de la acusación, a través de otras
pruebas diversas del relato de la imputada,
“NBA”

272
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

24/4/2018 • “[La imputada] era víctima de diferentes • “[Se comprueba] el requisito de por lo que cabe aquí extender el beneficio
modos de violencia de género”. racionalidad del medio empleado para la de la duda a su favor y tenerlo por
defensa, teniendo en consideración ese acreditado…”.
• “[Se tiene por probada] la existencia de
contexto de agresiones continuas y
una agresión ilegítima de L. hacia N.,
reiteradas, cuya escalada culminó con la
mediante golpes en la cabeza y utilizando
utilización de un arma blanca”.
además un cuchillo (producto del cual
quedaron secuelas en el cuerpo de la • “[N]o se advierte irrazonable ni
imputada)”. desproporcionada, en un claro intento de
detener el ataque, la utilización por parte de
[la imputada] de esa misma arma blanca,
luego de que lograra quitársela a su
agresor”.
• “[A]l haberse utilizado el mismo elemento
vulnerante, la defensa fue con un objeto con
idéntica capacidad de producir daños en el
cuerpo y la salud y, por lo tanto, resulta
proporcional a la agresión.
• “[No se acreditó] la existencia de otra
alternativa menos lesiva según la secuencia
establecida, en el marco de una relación de
violencia de género, la utilización del arma
blanca era apropiada para satisfacer la
necesidad de protegerse, pues este
requisito no atiende a comparaciones de
instrumentos en abstracto, sino a las reales
posibilidades que se presentan en la
situación vivida en ese momento por quien
debía defenderse (perspectiva ex ante)”.

273
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

Cámara de • La situación de agresión y reacción, la • La necesidad racional no predica sobre • La pelea fue iniciada por el padre contra
Apelaciones en necesidad y proporción del medio medios defensivos en concreto, sino que se sus hijos.
lo Penal de la empleado deben analizarse teniendo en atiene solo a que la magnitud de la
• La actitud de los hijos consistió en
provincia de cuenta el contexto de violencia de género. respuesta en relación con la lesión que trata
defenderse. Está probado que los
Santa Fe. de evitarse no lleve a la inseguridad jurídica.
hermanos no agredieron a su padre.
“NBA y ARF”
• La madre intervino para salvar la vida de
21/12/2016 su hijo menor que estaba siendo agredido
por su padre.

Juzgado de • La hermana del hombre declaró que se • “[Los] antecedentes de violencia • “La pasividad conductual evidenciada en
Control N° 5 encontraba en el lugar del hecho y había determinaron que C. –el día del hecho– el accionar sumiso de la imputada estuvo
de Jujuy. presenciado cómo la mujer había sido frente a una nueva agresión ilegítima de E. estrechamente vinculada con la situación
agredida por su pareja. C. reaccionara necesariamente para de violencia que padecía prácticamente
“CNM”
proteger su propia vida, tomando lo que desde el inicio de la relación sentimental
29/7/2016 • Las lesiones que presentaba la imputada,
encontró en el lugar (un cuchillo)”. con C”.
producto del accionar violento desplegado
por su pareja, se encuentran acreditadas a • El requisito de la racionalidad del medio •
través del informe médico forense . empleado por la imputada para defenderse
encuentra acreditado en función de los
• Se encuentra acreditada la existencia de
innumerables episodios de violencia
una agresión antijurídica desplegada por
padecidos por C.
C. en contra de la imputada.
• La entidad de la agresión estuvo
patentizada en: insultos injustificados; un
primer golpe de puño en el pecho mientras
estaba en la habitación con A. y tenía en
brazos a su hija de un año de edad; un
segundo golpe de puño después de
entregar a la niña al agresor y en el tironeo
de los cabellos arrastrándola hacia la
cocina cuando se disponía a regresar a su
domicilio.

274
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Suprema Corte • El requisito de la actualización de la • La mujer estaba embarazada y recibía golpes • No existió provocación por parte de la
de Justicia de agresión ilegítima se encuentra probado. por parte de su pareja. imputada.
Mendoza, Sala
• La mujer fue agredida por GB a través de • Al momento del hecho se encontraban en la
II.
numerosos insultos que la humillaban y la cocina y el medio utilizado fue un cuchillo
“FC/RECY” descalificaban. que tenía en la mano para hacer la comida.
23/6/2015 • Recibió golpes e insultos durante todo el
viaje en colectivo y también luego
mientras la mujer cocinaba.

Tribunal Oral • La mujer había denunciado en reiteradas • Frente a la contextura física superior del • No se demostró que la mujer provocara en
en lo Criminal ocasiones la violencia de género ejercida agresor y la imposibilidad de oponérsele modo alguno al agresor.
Nº 1 de Azul por parte de su pareja. solo mediante la resistencia de sus brazos, la
utilización del cuchillo de cocina cumple con
“MDR” • El varón levantó uno de sus brazos con la
la racionalidad del medio empleado.
24/4/2015 intención de golpear a la mujer.
• Existió una agresión ilegítima ejercida por
el hombre.

Superior • La mujer presentaba golpes, • “La proporcionalidad del medio empleado • No se pudo determinar cuál de los dos
Tribunal de escoriaciones, hinchazón y traumatismo no implica simetría; golpe con golpe, disparo inició la primera agresión pero se había
Justicia de en el rostro, fractura a nivel del pómulo. con disparo, arma blanca con arma blanca, y generado en un marco de elevada
Chubut. así hasta la infinidad de situaciones posibles. violencia.
[…] Ha de tenerse en cuenta las diferencias,
“MJM”.
única manera de captar adecuadamente las
14/8/2014 proporciones, siempre bajo la sombra de la
racionalidad”.
• “[L]a racionalidad alcanza el análisis de la
actualidad. Ha ocurrido violencia
contemporánea a la utilización del arma
homicida”.

275
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

CFCP, Sala III • N. agredió a Rodríguez Guido a raíz de la • El medio empleado para la defensa era • No existió agresión inicial con el elemento
resistencia opuesta por ella en el curso de racional debido a que N. prosiguió la cortante por parte de Rodríguez Guido.
“Rodríguez
la violación con violencia física en la agresión con violencia física después de
Guido”
persona de la acusada. perder el elemento que tenía y porque
13/6/2014 mediaba una enorme diferencia entre la
contextura robusta del querellante y la
contextura delgada de la acusada.

Corte Suprema • El hombre golpeó a la mujer. • Frente a los golpes del hombre, la mujer se • La acción emprendida por la imputada fue
de Justicia de defendió con un cuchillo, que era el primer y utilizada para poner fin a un ataque
• La agresión que sufrió la mujer por parte
Tucumán único elemento que tenía a su alcance. iniciado por el hombre.
del hombre debió ser analizada en el
“XXX” contexto de violencia de género. • El hombre irrumpió de manera violenta en
el domicilio y golpeó a la mujer y a su hijo
28/4/2014 • Deben observarse las características
que intentaba separarlos.
históricas de desigualdad de poder entre
varones y mujeres y las características
propias del ciclo de violencia en la que se
encontraba inmersa XXX hacía tiempo.

Cámara de • La agresión ilegítima se configura en el • Existió necesidad racional del medio • No existió de parte de la imputada
Juicio Oral en momento en que el hombre irrumpe de empleado (arma de fuego) para defenderse. incitación o excitación alguna que
lo Criminal y manera abrupta con un arma en la mano y justifique la conducta agresiva asumida
• La mujer utilizó un arma de fuego para
Correccional le apunta a su ex concubina. por su ex concubino.
repeler una agresión ilegítima con un arma
de Segunda
de fuego. Por lo tanto debe considerárselo
Nominación de
como un medio racional.
Santiago del
Estero.
“NRR”
18/11/2013

276
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Superior • La agresión debe ser analizada en el • La mujer tomó un cuchillo con el que le • No hay elementos probatorios que
Tribunal de contexto de violencia de género. Deben amagaba al hombre para que no se le indicaran que la mujer hubiera provocado
Justicia de San observarse las características de acercara y la dejara ir. la agresión de su pareja.
Luis desigualdad de poder entre varones y
• El cuchillo era el único y primer elemento de
mujeres y las características del ciclo de
“GML” defensa que encontró a su alcance.
violencia en el que se encontraba inmersa
28/2/2012 la imputada.
• El hombre golpeó a la mujer y existía el
peligro concreto de que continuara
haciéndolo.

CSJN • El padre de sus hijos la agredió durante su • Leiva hirió a su pareja con un destornillador, • No se consideró que hubiera provocación
“Leiva” relación. Incluso, le hizo perder un arma impropia de menor poder vulnerante
embarazo. que los cuchillos que estaban desperdigados
1/11/2011 por el suelo junto al cuerpo de S.
• En esa ocasión, la agresión se repitió y
tenía el riesgo de padecer un nuevo
aborto.

Superior • El hombre ejerció una agresión física • Al momento de la agresión, el hombre • No hubo provocación por parte de la
Tribunal de contra la mujer. encerró a la mujer e impidió que se fuera de mujer.
Justicia de la casa.
• El hecho se enmarca en un contexto de
Viedma
violencia de género. • El cuchillo fue el único elemento útil para
“RMD” repeler la agresión que se encontraba a su
19/4/2011 alcance.

277
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

Juzgado de • La mujer recibió una golpiza por parte de • La utilización de un palo de ligustro asestado • Hubo una ausencia de provocación
Garantías N° 3 P. Una de las tantas recibidas durante su sólo en dos oportunidades demuestra la suficiente, no sólo de la mujer imputada
de Mercedes. relación de pareja. proporcionalidad del medio empleado para sino también de su nuera.
impedir las agresiones.
“IPP” • La imputada observó que las agresiones
17/3/2009 continuarían contra su nuera, que • Imposibilidad de recurrir en auxilio de
habitaba a escasos metros. terceros, en virtud de la indiferencia
exhibida por sus vecinos en hechos
anteriores similares. De haber optado por
hacer la denuncia mediante el 911, la
asistencia policial hubiera llegado
demasiado tarde.

Tribunal en lo • Quedó demostrado que [J] se presentó en • El medio utilizado fue racional porque [J] • Las pruebas llevan a descartar la existencia
Criminal Nº 3 forma intempestiva y sin motivos en la casa estaba armado, ebrio y había usado el de provocación por parte de Bulacio.
de Mar del de Bulacio, la amenazó de muerte a ella y a revólver y sus puños minutos antes para
Plata su hija, disparó un arma de fuego en dos amenazar y golpear a Bulacio.
oportunidades e intentó forzarla para
“Bulacio” • Había una diferencia física que doblaba en
tener relaciones sexuales.
21/5/2005 peso a la mujer.
• Fue una agresión actual e inminente ya La decisión de la imputada de tomar el arma
que, de no ceder a las pretensiones que antes blandía amenazante el hombre y
sexuales del hombre la agresión anterior se de disparar contra este para poner fin a la
reiniciaría. agresión debe reputarse racional.

278
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

LEGÍTIMA DEFENSA EN SITUACIÓN DE CONFRONTACIÓN


CASOS ADVERSOS

Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación

Cámara • La agresión ilegítima por parte del hombre • Su accionar fue más allá de lo autorizado • El informe psicológico practicado a la
Segunda en lo aparece comprobada como existente para repeler un ataque actual inminente y imputada expresó la improbabilidad de
Criminal de desde el momento de inicio de la relación grave que puso en peligro su vida. que reaccionara a la violencia que padecía.
Formosa de pareja.
• La utilización del cuchillo excedió los límites • No existen elementos probatorios que
“Torres” • “[Hay] rasgos de veracidad [en] la versión de racionalidad, pudiendo haber optado por acrediten que la mujer no tuviera una
4/4/2019 que la [imputada] diera en sede policial en otra resolución del conflicto (ej. Alejarse del actitud provocadora.
cuanto al inicio de la discusión y de la lugar, encerrarse en su domicilio e impedir el
agresión por parte de su ex pareja, sin que ingreso de su expareja).
ello pueda ser controvertido por prueba
alguna, ante la falta de [testigos]
presenciales que la desdigan, dado que en
el escenario solo se hallaban sus
protagonistas”.

Tribunal de • No existe prueba que acredite que hubiera • El empleo de un cuchillo aparece • “[A]nte la exhibición del cuchillo por la
Impugnación un forcejeo entre el varón y la imputada. desprovisto de proporcionalidad y acusada, la víctima abandonó el lugar
de salta, Sala necesidad. siendo perseguido por aquella hasta la
• Tampoco hay pruebas de que la mujer
II. vereda donde le produjo la herida
haya sufrido maltratos, agresiones físicas o • Resulta contradictorio que la mujer no
mortal”.
“JMDA” psicológicas de progresiva gravedad que la presente lesiones.
hayan puesto en una situación de riesgo o
28/2/2019 • La mujer debería haber optado por
vulnerabilidad.
permanecer dentro del inmueble cuando el
hombre corrió hacia la vereda. En cambió lo
corrió hasta alcanzarlo, donde le produjo la
muerte con un cuchillo.

279
Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa

Tribunal de • B. agredió físicamente a DGL a golpes de • El hombre estaba sometiendo a la imputada • No hubo provocación por parte de la
Impugnación puño y con un palo que había arrancado de a agresiones físicas al momento de utilizar el mujer.
de Salta, Sala una cerca. arma blanca.
III. “DGL”
• Esa conducta se encuadra en un contexto • La acción se califica como defensiva, aunque
31/7/2018
de violencia de género de larga data. el ataque no era tan grave como para
Existía un peligro concreto de que suponer que su vida peligraba.
continuara haciéndolo.

Tribunal de • “[L]a agresión que en los momentos • “Insensato resultaría […] afirmar que el
Juicio y previos dice haber sufrido [el inculpado] medio y la forma empleada fueran
Apelaciones de por parte de [G], no se encuentra necesarias o racionales, por cuanto salir de
Paraná corroborada por prueba alguna”. su habitación, empuñando un arma,
disparando hacia el cuello de una persona a
“Lemonge” • “[A] excepción de los dichos [del joven] y
escasa distancia, lejos está de reunir tales
25/4/2018 en parte su madre[…], no se ha acreditado
caracteres”.
en modo alguno la existencia de los
improperios relatados por [el imputado]
como provenientes de [G] en base a su
identificación sexual, que este ingresara al
predio forzando el portón y forcejeara con
[el acusado], menos aún que [lo] lastimara
con algún elemento cortante
produciéndole una herida sangrante…”.

Tribunal de • Hay pruebas de que hubo una pelea previa • “[S]in desconocer ciertas variables
Impugnación entre el hombre y la mujer. relevantes como el sexo de los involucrados
de Salta, Sala I. o la contextura física del occiso –un hombre
• Las lesiones físicas provocadas en la mujer
de 1,70 metros de 90 kilogramos de peso
“OPA” se encuentran constatadas.
según su autopsia– no puede soslayarse que
4/12/2017 la herida más dañina fue ocasionada con la
víctima de espalda”.

280
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

• No puede hablarse de racionalidad en el


medio elegido debido al número de lesiones
inferidas.
• No hay elementos para sostener que la
intensidad del ataque haya sido de tal
magnitud para justificar la respuesta letal,
sino que aparece como desmedida.

Tribunal de • La mujer admitió que provocó la lesión • La mujer tuvo la intención de causar la • Era una pareja con picos de violencia
Juicio de Salta, para defenderse de los golpes propinados muerte a la víctima por lo que se verifica el cruzada.
Sala III por su pareja, que se encontraba muy dolo directo en su conducta.
• Agresión recíproca.
ebrio.
“OMA” • “[N]o puede justificarse que con un arma de
• El hombre era alcohólico y la mujer se
11/10/2017 • La imputada presentaba un golpe en la semejantes características, con filo y
volvía más agresiva cuando no tomaba sus
cabeza y hematomas en ambos brazos al punzante, que tenía ‘idoneidad para matar’,
medicamentos.
momento de la detención. y habiendo asestado una estocada a la
víctima en la en la región toráxica
• Los vecinos que brindaron declaración
comprometiendo órganos vitales, debió al
testimonial manifestaron que siempre se
menos representarse que la utilización de
escuchaban peleas, ruidos y discusiones de
este elemento unido al estado de
pareja.
embriaguez que presentaba la víctima,
• “El estado psicológico y emocional quien había permanecido todo la noche
referenciado en la acusada, sumado a los fuera del hogar celebrando el año nuevo,
hechos violentos vividos días antes que podía ocasionar el resultado que finalmente
incluso le dejaron un golpe en la cabeza y sucedió”.
los brazos, tuvieron incidencia y entidad
suficiente para determinar la conducta
antijurídica”.

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Ministerio Público de la Defensa

Cámara en lo • La imputada afirmó que existió una • No se encontraron lesiones en el cuerpo de


Penal de la situación de violencia en escalada, que la imputada más allá de las auto infringidas
Circunscripción llegaron a la habitación y el hombre la tiró la noche anterior.
Judicial Trelew al colchón con intenciones de pegarle. Sin
• “[N]o habiendo alegado tampoco lesión –o
embargo, también dijo que él le había
“HC” intento de– por parte de su ex pareja, y
advertido que no le pegaría porque estaba
7/2/2017 comparando con las numerosas lesiones que
su hijo cerca. Esto le quita verosimilitud a
presentaba H., todas defensivas, que resistió
su coartada.
estoicamente sin haber reaccionado ante
ninguna, se esfuma […] la necesidad de la
repulsa”.

Tribunal en lo • RCE presentaba hematomas en el • RCE utilizó el cuchillo con la mano izquierda • RCE ordenó a sus hijas menores que
Criminal N° 6 abdomen y piernas, ante cuya palpación pese a ser diestra. No estaba en sus planes permanecieran en su habitación con la
de San Isidro refería dolor. También refirió dolor en su terminar con la vida de [S]. puerta cerrada. Tal previsión descarta la
rostro pese a la falta de constatación de posibilidad de tener por cierta la falta de
“RCE” • La cuchilla de tipo carnicero empleada no
lesiones agudas externas. provocación suficiente y evidencia que la
31/10/2013 fue introducida del todo en el abdomen.
pelea que se aproximaba había sido
• “[Resulta] improbable que de haber Tampoco se utilizó con la fuerza idónea para
prevista por la mujer.
existido ‘piñas en la cabeza’, y una agresión provocar una herida más profunda que
que recuerda como ‘...me pegaba, me permitiera lesionarlo con mayor gravedad.
pegaba, me estaba pegando...’, no hayan
producido hematomas en el rostro pese a
sus referencias de dolor cuando, además,
ya habían aparecido en el abdomen”.
• La descripción realizada por RCE del
padecimiento sufrido descarta que
hubiera pretendido repeler una agresión
que no estaba por comenzar, sino que
estaba ocurriendo.
• La falta de concordancia entre la entidad
de la golpiza y las lesiones constatadas en

282
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

el [informe] médico quitan credibilidad a


sus dichos.
• No se acreditó que RCE haya sido víctima
de violencia de género.
• “Si bien no descreo que haya recibido
golpes de su marido […] tampoco descarto
que haya hecho propia la Ley del Talión”.
• Era una relación basada en la agresión
recíproca. Los insultos y los golpes no
resultaban privativos de uno por sobre el
otro.

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LEGÍTIMA DEFENSA SIN CONFRONTACIÓN


CASOS FAVORABLES

Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación

Tribunal de • LSB, durante el matrimonio y en la noche • “En las situaciones en donde el • No hubo provocación suficiente.
Casación, Sala I del hecho, sufrió maltratos, vejaciones, y enfrentamiento es entre una mujer y un
agresiones físicas, psicológicas y sexuales hombre –con el que ésta convive– no
“LSB”
de manera permanente y continua. Su hija siempre existe la posibilidad de elección
5/7/2016 de 45 días de edad también sufrió entre un medio más grave o menos grave,
amenazas contra su vida. sino en la utilización de la única forma
posible de defensa”.
• Esas agresiones constituyen violencia de
género y una agresión ilegítima. • “[P]or las características particulares de
socialización, educación, experiencias
personales –inclusivas o no de violencia
doméstica– y, muchas veces, contextura
física de la mujer, es claro que ésta debe
defenderse cuando el hombre se encuentra
desprevenido y con sus defensas bajas”.
• “[E]l arma, que surge generalmente como
demostrativa del dolo de matar y como
indicador de mayor peligrosidad, se
presenta en estos casos como el medio
necesario para llevar la defensa, ya sea de
lesiones o de muerte”.
Tribunal de • El hombre sometía a la imputada a • Díaz se apresuró en tomar el arma de fuego • No hubo provocación suficiente.
Casación reiterados maltratos y violencia de tipo y dispararla contra su pareja para evitar que
Penal, Sala I psicológica y física. él la agarrara, lo cual constituye una

284
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

“Díaz” • “[N]o es exigible que la agresión se esté “agresión anunciada”, como la califica el
llevando a cabo para afirmar la posibilidad dictamen psicológico.
17/10/2013
de una legítima defensa; la propia ley así lo
determina, que sólo se puede ‘impedir’ lo
que no se ha producido, con lo que se
admite la justificante ante una agresión
futura cuando implica en sí misma un
peligro para el bien jurídico”.
• “[L]a agresión ilegítima, como acto por el
cual el [hombre] demostró
inequívocamente su voluntad de lesionar a
Díaz, lo que podía concretar
inmediatamente por poseer los elementos
necesarios para ello –el arma al alcance de
sus manos– tuvo existencia real y concreta
como amenaza a concretarse en un futuro
inmediato”.

285
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LEGÍTIMA DEFENSA SIN CONFRONTACIÓN


CASOS ADVERSOS

Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación

Corte Suprema • “La noción de ‘actualidad de la agresión’ es • “La imputada llevaba el cuchillo
de Justicia de más restrictiva que la de ‘actualidad del permanentemente consigo, como forma de
la Nación peligro’ del estado de necesidad, y sólo protección, de modo que su portación, la
abarca por ello a la agresión que se dará mañana del hecho, no podía ser valorada
“Pérez”
en forma inminente, que ha comenzado o como prueba de una premeditación
10/12/2020 que aún continúa, a la vez que excluye los incompatible con el estado pasional
casos de ‘defensa preventiva’ y de ‘peligro alegado”.
permanente’, sin perjuicio de su eventual
consideración como estado de
necesidad”.
• La mujer estaba desbordada
emocionalmente por el acoso y las
agresiones que venía sufriendo de parte
de su expareja, todo ello agravado por el
trasfondo de una historia de vida signada
por el abandono y el abuso desde la niñez.

Cámara en lo • “[E]l primer acto de restauración que • “Era mi vida o la de él, exige un razonamiento
Criminal y corresponde a este tribunal es reconocer que estuvo ausente en […] Olmedo al
Correccional a […] Olmedo como víctima de violencia de momento de asestar el cuchillo porque ella
de Primera género”. no pudo dirigir sus acciones”.
Nominación de
la Segunda
Circunscripción

286
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

Judicial de Río
Cuarto
“Olmedo”
27/10/2020

Tribunal de • “[N]o puede ser que se utilice como • “[A]ún admitiendo [la hipótesis del contexto
Impugnación justificativo de la muerte de una persona, de violencia de género] nada justifica el
Penal, Sala B una supuesta violencia de género ejercida accionar de la imputada, de concurrir al
contra la nombrada por parte de la domicilio donde se encontraba éste y
“Pérez”
víctima, máxime no producida en el prácticamente cuando el nombrado se
9/10/2014 momento en que se produce el hecho enfrenta con ella, aplicarle una puñalada en
fatal, sino en días anteriores y por no el pecho, causándole la muerte”.
haber podido recuperar un objeto
• “[T]enía los medios legales para denunciar al
material”.
[hombre, pero no se puede justificar que
haya tomado la justicia por su propia mano,
produciendo la muerte de [C], ya que de
seguir dicho criterio, se crearía un caos
social, poniendo en peligro la convivencia
que toda sociedad organizada debe
priorizar”.

Superior • “[L]a hipótesis de descargo no tiene • “[L]a utilización de un cuchillo de esas


Tribunal de prueba alguna que la avale, mientras que características en el abdomen de la víctima,
Justicia de la contraria suma los elementos reseñados que estaba acostada y abandonando de
Viedma […] –declaraciones testimoniales que inmediato el lugar del hecho, sólo puede
traen los dichos de la víctima y pruebas interpretarse como la exteriorización de una
“Nahuelfil”
resultantes del allanamiento opuestas a la clara intención homicida”.
28/12/2010 legítima defensa alegada”.

287
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Cámara en lo • El inicio del incidente estuvo enmarcado • La mujer arrojó agua caliente sobre el • Era una pareja con picos de violencia
Penal de en un contexto de violencia “doméstica” hombre que se encontraba recostado sobre cruzada.
Puerto que venía padeciendo la imputada. la cama.
Madryn.
• En un determinado momento se produjo • Su conducta no configura una reacción
“RRJ” un cese en el comportamiento agresivo necesaria contra un acto agresivo del varón
24/11/2010 del varón, quien se recostó en la cama. que haya generado la necesidad de
defenderse.
• Existió una discontinuidad entre el
maltrato inferido esa noche a la imputada • El problema debió haberse canalizado y
por el hombre y el momento en que se resuelto por otras vías jurídicas idóneas con
produjo el hecho. resultados menos lesivos para la víctima
(denuncias penales y/o civiles, obtención de
• No se comprobaron signos de lesiones en
medidas de exclusión del hogar, prohibición
el cuerpo de la imputada, lo cual revela la
de acercamiento al domicilio conyugal).
inexistencia de una pelea o golpiza
previas.

288
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

5. CONCLUSIONES

El estudio de las sentencias judiciales recopiladas permite extraer algunas conclusiones


preliminares; en primer lugar, sobre la actuación de los tribunales frente a los planteos
de legítima defensa esbozados por las partes. En esta primera sección, se marcarán
algunas particularidades sobre las variaciones de la jurisprudencia a lo largo del tiempo,
así como también su inclinación a receptar los estándares de derechos humanos.

En segundo término, las conclusiones también hacen foco en los aspectos analizados
tradicionalmente desde la teoría del delito. Las interpretaciones judiciales muchas veces
se han visto permeadas por sesgos de género que afectan la aplicación de la “legítima
defensa”.

Finalmente, en tercer lugar, las conclusiones retoman la dimensión probatoria de la


problemática, lo cual incluye una mención especial al uso de los estereotipos en las
decisiones judiciales. En efecto, lejos de realizar un análisis meramente dogmático, este
documento puso especial énfasis en destacar los desafíos que tiene la defensa al invocar
una causal de justificación.

SOBRE LOS CRITERIOS UTILIZADOS POR LOS JUECES Y LAS JUEZAS PARA RESOLVER LOS
PLANTEOS DE LEGÍTIMA DEFENSA:

• En el período estudiado, que se extiende entre 2005 y 2020, es posible identificar


cierta evolución en la jurisprudencia. En los fallos más recientes se introduce de
forma clara el enfoque de género y se invocan los estándares de derechos
humanos desarrollados internacionalmente (“Lescano”, 2020; “RCE”, 2019;
“CNM”, 2016; “FC/RECY”, 2015; “XXX”, 2014; “NRR”, 2013; “GML”, 2012; “Leiva”,
2011; “LSB”, 2016). Entre las fuentes más utilizadas se encuentran la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW), la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia Contra la Mujer (Convención de Belém do Pará), las Reglas de Brasilia
sobre Acceso a la Justicia de las Personas en condición de Vulnerabilidad,
el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI) y el
Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la
Convención de Belém do Pará (CEVI). En algunos casos particulares solo se
mencionan estas fuentes sin desarrollar los aspectos sobre los que trata (“HC”,
2018; “NBA y ARF”, 2016; “Bulacio”, 2005; “Díaz”, 2013). En cambio, en los casos
menos recientes, con la salvedad de “NBA” (2018), la reflexión sobre las fuentes
del derecho internacional de los derechos humanos está ausente. De todos
modos, esto no impacta en el resultado favorable del proceso, al que igualmente
se llega con las herramientas de la dogmática tradicional (“NBA”, 2018; “MDR”,
2015; “MJM”, 2014; “Rodríguez Guido”, 2014; “RMD”, 2011; “IPP”, 2009).

• Independientemente de las características de los hechos, salvo en casos aislados


(“Pérez”, 2020; “Pérez”, 2014; “Nahuelfil”, 2010; “RJJ”, 2010), los tribunales que
resuelven sobre la legítima defensa no distinguen si se trata de un caso de
confrontación o no confrontación. Esta falta de diferenciación puede deberse

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Ministerio Público de la Defensa

tanto a que entienden que en todo caso de violencia de género la agresión es


inminente, como se interpretó por ejemplo en los casos “LSB” (2016), “Díaz”
(2013), “Pérez” (2014), como a una falta de aplicación de los criterios con los que
la doctrina especializada aborda la cuestión (Di Corleto, 2006; Correa Florez,
2016; Laurenzo Copello, 2019; AAVV, 2020). En particular, en los casos “Pérez”
(2020), “Pérez” (2014), “Nahuelfil” (2010) y “RJJ” (2010), los jueces se basaron en
la falta de confrontación para rechazar el instituto de la legítima defensa.

• Salvo en el caso “NBA” (2018), las identidades del colectivo LGBTTIQ+ no fueron
consideradas por la jurisprudencia. Esto puede obedecer al desconocimiento
sobre la temática tanto de los tribunales y de operadores judiciales, como a la
invisibilización de su discriminación. Otro caso que se encuentra a la espera de la
realización del juicio oral es de Eva Analía de Jesús, más conocida como “Higui”,
quien intentó defenderse de un grupo de varones que quiso practicar una
violación “correctiva” por ser lesbiana. Higui hirió de muerte a uno de ellos y fue
procesada por el delito de homicidio.

SOBRE LA DIMENSIÓN DOGMÁTICA DE LA JURISPRUDENCIA

• En diferentes casos se plantea la necesidad de realizar ajustes en la interpretación


del artículo 34, inc. 6, del Código Penal, como si la norma no diera cabida a la
legítima defensa en casos de mujeres que fueron violentadas por sus parejas
(“XXX”, 2014; “RCE”, 2019; “GML”, 2012; “HC”, 2018; “FC/RECY”, 2015;
“Lescano”, 2020; “MDR”, 2015; “IPP”, 2009; “RMD”, 2011; “NRR”, 2013;
“Bulacio”, 2005; “LSB”, 2016; “CNM”, 2016; “Díaz”, 2013; “MDR”, 2015; “NBA”,
2018).

• En algunos casos, los operadores judiciales han exigido el cumplimiento de


requisitos adicionales, no previstos por la legislación. En concreto, limitando el
derecho a la legítima defensa, en algunos supuestos se adujo que, en el marco de
una relación de pareja, la mujer debe retirarse ante la agresión de su compañero
(“CNM”, 2016; “RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “Leiva”, 2011; “LSB”, 2016;
“Olmedo”, 2020; “Torres”, 2019).

• A pesar de que la inminencia no está especialmente prevista en el artículo 34, inc.


6, del Código Penal, este tema es el que más atención recibió en las sentencias.
Por ejemplo, en algunos casos (“RCE”, 2019; “HC”, 2018; “FC/RECY”, 2015;
“MDR”, 2015; “GML”, 2012) se entendió que el término debía analizarse con una
perspectiva de género; y en otros supuestos; (“HC”, 2017; “RCE”, 2013; “Pérez”,
2014; “RRJ”, 2010) se consideró que era un requisito necesario para acreditar la
agresión ilegítima y que su ausencia determinaba la exclusión de la justificación.

• El elemento cuya interpretación ha presentado más problemas para los tribunales


es el de la necesidad racional del medio empleado. Respecto a esta cuestión se
presentaron decisiones que permiten apreciar la perspectiva de género del
tribunal (“Lescano”, 2020; “RCE”, 2019; “HC”, 2018; “NBA”, 2018; “NBA y ARF”,
2016; “CNM”, 2016; “FC/RECY”, 2015; “MDR”, 2015; “XXX”, 2014; “MJM”, 2014;

290
2020
Estudios sobre Jurisprudencia

“Rodríguez Guido”, 2014; “NRR”, 2013; “GML”, 2012; “Leiva”, 2011; “RMD”,
2011; “IPP”, 2009; “Bulacio”, 2005; “LSB”, 2016). Sin embargo, este concepto
también fue analizado sin esa perspectiva, lo que dio lugar a respuestas
discriminatorias (“Torres”, 2019; “JMDA”, 2019; “DGL”, 2018; “OPA”, 2017;
“OMA”, 2017; “HC”, 2017; “Pérez”, 2014; “Nahuelfil”, 2010; “RRJ”, 2010;
“Olmedo”, 2020).

• El requisito de la falta de provocación es el que menos problemas ha traído a los


tribunales. Sin embargo, de manera marginal se han interpretado diferentes
interacciones de la pareja como el antecedente que motivó la agresión, lo que ha
sido cuestionado por resultar de la aplicación de estereotipos de género (“JMDA”,
2019; “OMA”, 2017; “RCE”, 2013; “RRJ”, 2010).

SOBRE LA DIMENSIÓN PROBATORIA DE LA JURISPRUDENCIA

• En la mayor parte de los casos de legítima defensa relevados la decisión del caso
estuvo determinada por cuestiones de índole probatoria. Así, se abordaron:

o La acreditación del contexto de violencia (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020;


“HC”, 2018; “NBA y ARF”, 2016; “FC/RECY”, 2015; “MJM”, 2014; “MDR”,
2015; “NRR”, 2013; “Leiva”, 2011; “RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “JMDA”,
2019; “HC”, 2017; “Lemoge”, 2018; “Díaz”, 2013; “Pérez”, 2020;
“Olmedo”, 2020; “RRJ”, 2010).

o La credibilidad asignada a la versión proporcionada por las


imputadas/víctimas (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020; “Rodríguez Guido”,
2014; “HC”, 2018; “FC/RECY”, 2015; “MJM”, 2014; “NRR”, 2013; “Leiva”,
2011; “RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “NBA”, 2018) y/o de sus hijos (“HC”,
2018; “NBA y ARF”, 2016; “NRR”, 2013; “RMD”, 2011; “IPP”, 2009;
“Bulacio”, 2005; “Díaz”, 2013; “Pérez”, 2020).

o La aplicación del principio in dubio pro reo (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020;
“HC”, 2018; “Leiva”, 2011; “NBA”, 2018).

• Si bien no todos los tribunales invocaron la ley Nº 26.485, en varios casos se


reconoció que, al haberse planteado una situación de violencia de género, debían
aplicarse los principios de amplitud probatoria previstos en los artículos 16 y 31
de la mencionada ley (“Lescano”, 2020; “RCE”, 2019; “NBA”, 2018; “XXX”, 2014;
“LSB”, 2016; “MJM”, 2014; “Olmedo”, 2020).

• En diferentes casos, las acusaciones públicas o privadas apelaron a estereotipos


de género para limitar la aplicación de la causal de justificación. Más allá de su
éxito o fracaso, los argumentos discriminatorios que permearon en la valoración
de la prueba fueron los siguientes: a) las mujeres tienen padecimientos mentales
que las llevan a desbordarse emocionalmente y a responder de manera
desproporcionada (“OMA”, 2017; “HC”, 2017; “Olmedo”, 2020); b) la violencia de
género en el ámbito intrafamiliar no es grave y sus efectos no son severos (“NBA”,
2018; “NRR”, 2013; “RMD”, 2011); c) las mujeres tienen a su alcance una

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multiplicidad de medios para defenderse, lo que desconoce las limitaciones en


sus márgenes de acción (“HC”, 2017; “RRJ”, 2010; “Pérez”, 2020; “Olmedo”,
2020); d) las mujeres tienen intereses espurios en la realización de las denuncias,
por lo que no pueden ser tomadas en serio (“MDR”, 2015; “NRR”, 2013; “Bulacio”,
2005).

• Se identificaron sentencias en donde en instancias anteriores, jueces/zas o


fiscales/as descartaron las versiones de los hechos proporcionadas por niños y
niñas por considerar que querían favorecer a su madre (en algunos casos, incluso,
se aludió al síndrome de alienación parental) (“HC”, 2017 y 2018; “NRR”, 2013;
“RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “Díaz”, 2013).

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