2020.07. Legítima Defensa y Géneros
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Cítese como: Di Corleto, J., Lauría-Masaro, M. & Pizzi, L. (2020). Legítima defensa y
géneros. Una cartografía de la jurisprudencia argentina. Estudios sobre Jurisprudencia,
88-296.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Julieta Di Corleto
Mauro Lauría-Masaro
Lucia Pizzi
1. INTRODUCCIÓN
En Argentina, como en otras partes del mundo, la violencia de género se encuentra muy
extendida e involucra, para quienes la sufren, un sometimiento grave que, con
frecuencia, se desarrolla durante mucho tiempo. Frente a esto, las respuestas que
proporciona el Estado suelen ser deficitarias. Entonces, ha ocurrido que las víctimas de
violencia se defienden y, como consecuencia de esto, hieren o matan a sus agresores.
Estas conductas motivaron el dictado de sentencias condenatorias que rechazaron que
esas personas hubiesen actuado amparadas por la legítima defensa (art. 34 CP, inc. 6), lo
que condujo a un intenso debate acerca de la necesidad de aplicar este instituto con
perspectiva de género. Este trabajo se propone, justamente, indagar acerca del modo en
que se abordó esta problemática en la jurisprudencia argentina entre los años 2005 y
2020.
1Este registro no incluye datos sobre femicidios (art. 80, inc. 11, CP), que son recopilados por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación.
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indicador de mayor riesgo e implica una dificultad para denunciar y cortar vínculos
violentos2.
Por otro lado, la Comisión de la Defensoría General de la Nación verificó que el 84% de
las mujeres que asistió se separó luego de un período de convivencia y que, a su vez, el
62% expresó que la violencia se intensificó después de la separación. Se observa, así, que
las separaciones o las denuncias incrementan el riesgo de sufrir violencia, por lo que
deben ser tenidas en cuenta al adoptar medidas judiciales de protección. Asimismo, las
situaciones de maltrato suelen prolongarse durante largo tiempo: el 84% de las
denunciantes refirió haber sufrido maltratos por un período superior al año antes de
realizar la denuncia, lo que da cuenta de los obstáculos que deben superar antes de
buscar una respuesta por parte del Estado. Además, la frecuencia de las agresiones
también es intensa: el 41% de las denunciantes refirieron padecer violencia en forma
diaria y el 38% en forma semanal. Otro dato importante es que más de un tercio de las
asistidas ya había interpuesto una denuncia por hechos violentos y en el 35% de los casos
se habían presentado dos o más denuncias previas, lo que muestra las deficiencias en la
actuación estatal.
Femicidios
19 13 15 9
(art. 80, inc. 11 CP)
Otros homicidios
dolosos de mujeres 13 5 13 10
(art. 80 CP)
2Datos relevados del Informe anual 2019 de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría
General de la Nación.
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1º 2º 3º 4º 1º 2º 3º 4º 1º 2º 3º 4º 1º 2º
3224 2449 2196 2019 1930 1968 2330 2401 2195 1980 1303 1783 1543 2259
Por otro lado, para analizar el fenómeno de la violencia dirigida hacia las personas del
colectivo LGBTTIQ+ debe tenerse en cuenta que ha sido conceptualizada de distintas
formas. Desde la perspectiva LGBT se adoptaron los conceptos de “crimen homofóbico”
y “crimen de odio” cuando las víctimas fueron los homosexuales; también se utilizó el
concepto “transfemicidio” si las damnificadas fueron mujeres trans; el colectivo travesti
optó por el término “travesticidio” y; finalmente, con un enfoque transversal se acuñó el
concepto de “crimen por prejuicio”. Estas formas de denominar la violencia no son
equivalentes, aunque por momentos se las utilice como sinónimos. Sin embargo, el
término utilizado determinará la forma en que se identifiquen, registren y cuantifiquen
los crímenes cometidos contra estas personas (Radi y Sardá–Chandiramani, 2016).
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Del total de casos relevados por el Observatorio, el 78% de las víctimas fueron mujeres
trans (travestis, transexuales y transgéneros); el 16% varones gays cis; el 4% lesbianas; y
el 2% varones trans. Ahora bien, entre los crímenes de odio registrados, el 46% de los
casos correspondieron a lesiones al derecho a la vida: homicidios (19%), suicidios (6%) y
muertes por ausencia y/o abandono estatal (75%) 3; en tanto que el 54% restante fueron
lesiones al derecho a la integridad física, de las cuales el 91% estuvieron dirigidas contra
mujeres trans y el 9 % a varones gays cis.
En relación con la autoría de estos crímenes de odio, el 51% fue cometido por particulares
y el 49% restante por agentes estatales, de los cuales el 13% fue perpetrado por personal
de las fuerzas de seguridad en ejercicio de su función. Según el Observatorio, la violencia
institucional ejercida por los agentes policiales y los servicios penitenciarios consiste,
entre otras cuestiones,
Ahora bien, en cuanto al vínculo que las víctimas tenían con los agresores particulares: el
29% eran vecinos/as o personas conocidas por ellas; el 26% personas desconocidas por
las víctimas; el 8% parejas; y el 8% clientes del trabajo sexual. Por último, un 6% de los
casos fueron cometidos por familiares (que no fueron sus progenitores); y otro 6%
involucró autolesiones. Por otro lado, en el 17% de los casos totales no se registraron
datos del vínculo. Asimismo, cabe destacar que el 49% de los crímenes de odio fueron
cometidos en la vía pública.
3 Respecto a las muertes por abandono y/o ausencia estatal todas las víctimas fueron mujeres trans. El
informe destaca que la cantidad de casos registrados resulta imprecisa y menor al número real debido a
que no todos los casos figuran en los medios de comunicación y solo es posible acceder a ellos a través de
las denuncias directas de familiares u otras mujeres trans.
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consideración los datos relevados por el mismo Observatorio en su informe de 2019, que
da cuenta de que en Argentina ocurrieron 177 crímenes de odio4.
Ese mismo año, la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación elaboró
un informe sobre travesticidios/transfemicidios5 que mostraba que, de un total de 249
causas judiciales que investigaban femicidios, 5 fueron los casos investigados como
travesticidios/transfemicidios6. En ninguno de ellos pudieron obtenerse datos sobre la
existencia de hechos previos de violencia de género o medidas judiciales de protección
de las víctimas. Ahora bien, respecto a las imputaciones de estos delitos, 2 contemplaban
la violencia de género y 1 agregaba el odio de género. Otra de las imputaciones calificaba
el delito por el vínculo. Por último, se registró una imputación por odio al género y otra
que no contemplaba ni el vínculo ni el género. A su vez, de esas causas, 4 se encontraban
en la instancia de investigación y una en etapa de juicio oral. En relación con los vínculos
entre las víctimas y los agresores, uno de los travesticidios/transfemicidios ocurrió en un
contexto de violencia doméstica, otra en un contexto de violencia sexual y dos hechos
ocurrieron por discriminación con base en la orientación sexual7. En cuanto al lugar en el
que sucedieron, uno de los casos fue en la vivienda de la víctima, otro en una vivienda
que no era la residencia habitual de la damnificada y tres casos sucedieron en la vía
pública.
4Los datos relevados en ese informe no son exactos ya que provienen de diversas fuentes como medios
masivos de comunicación o denuncias ingresadas en la Defensoría LGBT de la Defensoría del Pueblo de la
CABA, en articulación con la Federación Argentina LGBT y el Centro de Documentación y Situación Trans
de América Latina y el Caribe (CeDoSTALC) perteneciente a la REDLACTRANS.
5Corte Suprema de Justicia de la Nación y Oficina de la Mujer. 2019. Registro Nacional de Femicidios de la
Justicia Argentina: Femicidios. Datos estadísticos del Poder Judicial de la Nación.
6Dos casos fueron registrados en la provincia de Buenos Aires y los otros tres sucedieron en Entre Ríos,
Tucumán y Salta.
7Debe tenerse en cuenta que esas categorías no se excluyen, por lo que en un mismo hecho pueden
presentarse varias a la vez.
8 Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de
orientación sexual o identidad de género (ONU). Informe acerca de su misión a la Argentina. 9/4/2018.
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Otro tipo de violencia a la que quedan expuestas las personas del colectivo LGBTTIQ+ es
la sexual. Según el informe de la Comisión, una de las razones de esta vulnerabilidad
radica en que las orientaciones sexuales y las identidades y expresiones de género no
normativas desafían las nociones tradicionales de sexualidad y género. En consecuencia,
la violencia sexual puede utilizarse para sancionar, degradar y aleccionar a las víctimas.
En el caso particular de varones gays y personas trans, estos actos forman parte de
ataques que combinan violencia física, psicológica y sexual que, además, pueden
culminar en su homicidio.
El informe determinó que, entre enero de 2013 y marzo de 2014, como mínimo, 594
personas LGBTTIQ+ (o percibidas como tales) fueron asesinadas en ataques que
aparentaban estar relacionados con la percepción de su orientación sexual o su identidad
y expresión de género. De esas personas, 283 eran varones gays o percibidos como tales,
y 282 mujeres trans o personas trans con expresión de género femenina. Los hombres
gays fueron más propensos a ser asesinados con armas blancas y en espacios privados,
como el hogar de la víctima; en tanto que las mujeres trans y las personas trans con
expresión femenina fueron, en general, asesinadas con armas de fuego, y sus cuerpos
solían encontrarse en las calles u otros espacios públicos, y en ocasiones, en situaciones
vinculadas con el trabajo sexual. Por otra parte, muchos de los actos de violencia
ejercidos contra personas del colectivo LGBTTIQ+ son perpetrados por fuerzas de
seguridad del Estado y pueden darse como actos de tortura, tratos degradantes o
inhumanos, excesivo uso de la fuerza y detenciones arbitrarias11. En 2012, el INDEC junto
9Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales,
Trans e Intersex en Américas, 12 de noviembre de 2015.
10Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales,
Trans e Intersex en Américas, 12 de noviembre de 2015.
11La CIDH encontró que agentes policiales privan de su libertad a personas del colectivo LGBTTIQ+ de
manera arbitraria sobre la base de supuesto “escándalo público” o amenaza para la “moral pública”. En
ese sentido, sostuvo que numerosos informes señalaban que mujeres trans y trabajadoras sexuales trans
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al INADI desarrollaron una prueba piloto en La Matanza para efectuar la primera encuesta
sobre población trans12, de donde surgió que el 76 % de las personas encuestadas (el 83%
de las mujeres trans y el 40% de los varones trans) habían sido víctimas de graves actos
de violencia o discriminación policial. Estas formas de abuso policial conducen a los
individuos a creer que pueden quedar impunes frente al daño que ocasionan a personas
con orientaciones sexuales e identidades o expresiones de género no normativas. Tres
años después, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos evaluó los “Avances y
Desafíos hacia el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTI en las
Américas”13 y concluyó que seguían presentes los diversos tipos de violencia física,
psicológica y sexual identificados en la región. Sin embargo, reconoció importantes
cambios en favor de la protección, el reconocimiento y la garantía de los derechos de las
personas LGBTTIQ+ en diferentes países, que se dieron a través de procesos legislativos,
decisiones judiciales y políticas públicas.
resultaban vulnerables a abusos policiales y eran sometidas con regularidad a tratos inhumanos al ser
detenidas por las fuerzas de seguridad del Estado.
12 En 2011, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y el Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) firmaron un convenio en el que se dispuso que ambos
organismos se comprometían a realizar de forma conjunta la Primera Encuesta sobre Población Trans.
Primero desarrollaron una prueba piloto en la Matanza que tenía como meta alcanzar 200 encuestas.
Finalmente, relevaron a 216 personas trans residentes en este municipio del Conurbano Bonaerense. La
encuesta sobre población Trans fue un estudio exploratorio descriptivo. En ese sentido, no existen bases o
listados desde donde elaborar una muestra probabilística ya que, según estos organismos, las personas
trans son reticentes a ser encuestadas. Por esa razón, para la realización de la encuesta se utilizó un
muestreo de avalancha o “bola de nieve”, que consistió en pedir a informantes (personas trans,
organizaciones sociales y organismos estatales) que permitieran el vínculo con posibles participantes,
posibilitando una relación de confianza.
13Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Avances y Desafíos hacia el reconocimiento de los
derechos de las personas LGBTI en las Américas. 7/12/2018.
14Ruiz et. al. 2017. La revolución de las mariposas. A diez años de La Gesta del Nombre Propio. Buenos
Aires: Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
15Primer relevamiento sobre condiciones de vida de la población trans/travesti de la provincia de Buenos
Aires. 2019. Buenos Aires: Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires. La muestra
de este estudio fue de carácter intencional, no probabilística, y se efectuó de acuerdo con la técnica de
“bola de nieve” en donde cada persona encuestada sugirió a su vez a otra. Estuvo conformada por personas
trans y travestis de 16 años o más y se realizaron 280 encuestas a personas que residían en la provincia de
Buenos Aires y 42 a personas que vivían en contexto de encierro (agrupadas en las unidades penitenciarias
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En 2015, Diana Sacayán, una activista travesti y referente del colectivo de las disidencias
sexuales, fue asesinada por su pareja. En 2018, se dictó la primera sentencia argentina18
que reconoció el concepto de travesticidio como designación de los homicidios
calificados por odio a la identidad de género. Esta decisión judicial cristalizó un concepto
útil para visibilizar las violencias sufridas por el colectivo travesti y dejó en claro que
dichas violencias abarcan mucho más que su muerte, ya que atravesaban toda su vida19.
Además, el fallo hizo hincapié en que vivir una vida libre de violencias no se agota en el
reconocimiento de la identidad autopercibida, sino que además implica garantizar, como
mínimo, los derechos a la salud, a la vivienda, al trabajo y a la no discriminación (Pizzi &
Saralegui, 2018; Pizzi, 2019).
de Batán, Florencio Varela y Sierra Chica), lo que hizo un total de 322 personas encuestadas. Asimismo, la
muestra incluyó femineidades trans, masculinidades trans y personas trans no binaries.
16Primera Encuesta sobre Vulnerabilidad de la Población Trans. 2019. Santa Fe: Instituto Provincial de
Estadísticas y Censos.
17Por ejemplo, suele identificarse a las víctimas con el nombre y el género asignados al momento de nacer
(en lugar del género autopercibido y el nombre elegido), sumado a las dificultades que experimentan las
personas de este colectivo para acceder a la justicia.
18 Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 de la Capital Federal. “MGD”. 18/6/2018.
19 El 2 de octubre de 2020, la Sala I de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional, por
mayoría, confirmó la sentencia condenatoria. Sin embargo, rectificó la calificación legal encuadrándola en
la de homicidio calificado por haber mediado violencia de género. De ese modo, eliminó la agravante del
inciso 4° del artículo 80 del Código Penal, es decir, el homicidio cometido por odio a la identidad de género.
Desde nuestra perspectiva, esta decisión constituye un retroceso y evidencia la falta de perspectiva de
género que todavía atraviesa al sistema judicial argentino.
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En relación con esta problemática, un hecho que merece especial atención es que el
Estado cuenta con una gran cantidad de deficiencias a la hora de proteger a las víctimas
de violencia de género. La Relatoría sobre Derechos Humanos de la Mujer de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos observó que entre los problemas que encuentran
las mujeres para el acceso a la justicia pueden señalarse: la falta de adopción de medidas
cautelares adecuadas y proporcionales al riesgo denunciado, las deficiencias en el
diligenciamiento, ejecución y monitoreo de las medidas ordenadas, la fragmentación del
conflicto en distintas instancias judiciales, el uso de audiencias conjuntas de conciliación
o mediación y el desarrollo de investigaciones penales deficientes20.
Un claro ejemplo de esto se da en el caso “Díaz”, que involucraba a una mujer que
denunció al Estado argentino por haberla privado de una efectiva protección contra la
violencia sufrida debido a su género por parte de su pareja. En 2019, el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas celebró un
acuerdo de solución amistosa entre las partes. Allí, se reconoció que en el caso hubo una
…actuación ineficaz del sistema preventivo civil por haber promocionado medios
composicionales entre la víctima y el agresor, por la falta de adopción de medidas
de protección oportunas, efectivas e idóneas, por la afectación del derecho de la
víctima a ser oída en el proceso y a que su opinión sea tenida en cuenta, por el
traslado a la víctima del deber de garantizar su propia protección, por la falta de
seguimiento de las medidas de protección y por la presencia de estereotipos en las
actuaciones judiciales. Asimismo se invocó una actuación ineficaz del aparato penal
por la falta de investigación e impunidad de los hechos denunciados en el año 2002,
en la parte de la investigación. Por último también se alegó el abordaje judicial
fragmentado en la causa civil y en las tres causas penales abiertas, cuando el
conflicto denunciado exigía una atención integral y coordinada (Comité CEDAW,
acuerdo de solución amistosa en “Díaz”).
De igual modo, podemos mencionar otros dos casos del fuero civil en los que se declaró
la responsabilidad del Estado por haber incurrido en una actuación deficiente frente a
denuncias de hechos de violencia de género21. En “García”22, una mujer demandó a la
provincia de Buenos Aires porque su marido –que había sido denunciado en diversas
ocasiones por ejercer violencia familiar– asesinó a sus dos hijos. El caso, finalmente, fue
resuelto por la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires, que reconoció que el
Estado había tenido la posibilidad de evitar la muerte de los dos niños, privó al grupo
familiar de una asistencia integral y omitió otorgarle una protección urgente y adoptar
las medidas preventivas requeridas por la mujer.
20Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Relatoría sobre los Derechos de la Mujer. 2007.
Acceso a la Justicia para Mujeres Víctimas de Violencia en las Américas.
21Para más información puede consultarse el Boletín de jurisprudencia sobre responsabilidad civil por
hechos de violencia de género elaborado por la Secretaría de Capacitación y Jurisprudencia de la Defensoría
General de la Nación en septiembre de 2020.
22 Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires. “García”. 28/11/2018.
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Por otro lado, el caso “ARH”23 implicaba a un varón que ejercía violencia psicológica y
física contra su pareja y sus dos hijas. La mujer había decidido abandonar el hogar junto
a las niñas y promover una acción civil contra su marido. Sin embargo, cuando fue a retirar
sus pertenencias acompañada de dos agentes policiales, el hombre la mató y, luego, se
suicidó. Entonces, las hijas iniciaron una demanda contra el Estado Nacional. La Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal resolvió que, en el
caso, el riesgo que sufría la mujer era evitable y el Estado estaba en condiciones de
adoptar medidas para controlar la situación y evitar la materialización del riesgo. Por esa
razón, consideró que el grado de contribución estatal a la existencia o persistencia del
riesgo era un factor decisivo a la hora de evaluar los requisitos de evitabilidad y
previsibilidad del daño.
De esta forma, nos planteamos como objetivo evaluar el modo en que la jurisprudencia
argentina resuelve los casos de legítima defensa invocados por mujeres o integrantes del
23 Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala II. “ARH”. 11/7/2017.
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A ese efecto, tomamos en consideración el vínculo que existe entre el derecho penal y
los géneros. En esa dirección, se apelará a la teoría legal feminista en función del
cuestionamiento que hace de la aparente neutralidad de la normativa penal, la
subestimación en los sistemas de justicia de ciertos hechos de violencia que afectan a las
mujeres e integrantes del colectivo LGBTTIQ+ basados en sus géneros y los obstáculos
que encuentran para acceder a la justicia. En relación con esta perspectiva, además,
apelamos al desarrollo que existe en el derecho internacional de los derechos humanos.
Fundamentalmente, nos apoyamos en el trabajo de la CEDAW y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en la interpretación, respectivamente, de la Convención sobre la
Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer y la Convención Americana
sobre Derechos Humanos. De la misma forma, se toman en cuenta los planteos del
Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará y el Grupo de Trabajo
sobre la discriminación contra la mujer en la legislación y en la práctica.
24 https://jurisprudencia.mpd.gov.ar/default.aspx
25 www.cij.gov.ar
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Sobre el tratamiento de las violencias que damnifican a las mujeres, Piqué & Allende
(2016) opinan que la administración de justicia penal opera con una selectividad negativa.
De esta forma, es posible identificar argumentos del discurso penal con contenido sexista
dirigidos a justificar y minimizar la violencia intrafamiliar y la violencia sexual. En este
sentido, refieren, por ejemplo, al derecho de corrección del marido, la emoción violenta
utilizada para justificar a los varones que descubren la infidelidad de sus parejas, la
dicotomía entre lo público y lo privado o la falta de resistencia de la víctima de violación.
Estas consideraciones ponen de manifiesto el modo en que ciertas expresiones de
violencia basadas en el género son minimizadas en los sistemas judiciales, lo que dificulta
que las víctimas accedan a la justicia.
En efecto, respecto de las mujeres cis se afirma que la aplicación que hacen los jueces y
las juezas de la normativa penal encubre las desigualdades de género y reproduce las
prácticas sexistas que sustentan la violencia (Di Corleto, 2010). Así, se plantea que el
modo en que el sistema penal aborda la violencia de género se encuentra atravesado por
su negación, circunstancia que lleva a que se naturalice y minimice, se asigne
responsabilidad a las víctimas por los delitos que las damnifican y se deslegitimen sus
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declaraciones (Di Corleto, 2017). Este fenómeno tiene una dimensión individual y una
dimensión social y política. La primera refiere al modo en que la mujer se ve afectada por
ser víctima de un hecho de agresión; la segunda, en cambio, alude al vínculo de
subordinación que le da sustento a estos episodios y su carácter público –no privado. En
la administración de justicia, específicamente, prevalecen decisiones judiciales que
trivializan esta problemática y refuerzan la discriminación (Di Corleto, 2007).
De modo similar, se ha sostenido que las personas que integran el colectivo LGBTTIQ+
sufren un trato discriminatorio en el sistema penal, en especial porque se pone de
manifiesto la cisnormatividad de Poder Judicial (Sardá, 2018) que discrimina a aquellas
personas que transgreden las normas de género impuestas por la sociedad (Serano,
2007). En particular, en relación con las personas travestis y trans, ello se vislumbra en la
relación directa que existe entre su criminalización, los abusos por parte de agentes
policiales y la estigmatización sufrida. Las detenciones de personas travestis y trans se
basan cada vez con mayor frecuencia en las figuras penales previstas por la ley N° 23.737
de tenencia simple de estupefacientes o tenencia con fines de comercialización. Por eso
se ha dicho que la utilización de estas figuras legales activa “un mecanismo de
hostigamiento, disciplinamiento y estigmatización de personas trans, proveyendo nuevos
sentidos a los discursos sociales que criminalizan” (Malacalza 2018). Así, el procedimiento
policial suele consistir en requisas sin orden judicial practicadas en la vía pública, ya sea
por personal masculino o femenino. Las requisas incluyen el cacheo externo de las
prendas de vestir y objetos personales (como por ejemplo sus carteras), la desnudez total
y el tacto anal. Además, estos procedimientos generan agravios fundados en la identidad
de género autopercibida de las detenidas (Malacalza et al., 2019).
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Entre los órganos de aplicación de los tratados del sistema interamericano de derechos
humanos, la Comisión Interamericana ha emitido decisiones e informes que han sido
señeras. En 2007, elaboró un informe sobre el “Acceso a la Justicia de las Mujeres
Víctimas de Violencia de Género”27 en donde analizó la situación de las mujeres víctimas
de violencia de género y presentó un diagnóstico sobre los principales obstáculos que
enfrentaban cuando intentaban acceder a la justicia para remediar actos de violencia.
Así, la CIDH formuló conclusiones y recomendaciones para que los Estados parte actuaran
con la debida diligencia y ofrecieran una respuesta judicial efectiva y oportuna ante estas
situaciones. De igual modo, reconoció que la violencia por razones de género era una
manifestación de las desiguales relaciones de poder entre varones y mujeres y constituye
una forma de discriminación que impedía que las mujeres puedan disfrutar de derechos
y libertades en un pie de igualdad con los hombres.
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A partir de estos casos, la CorteIDH precisó el alcance de las obligaciones de los Estados
parte de investigar con debida diligencia los casos de violencia de género. De acuerdo
con los criterios del tribunal interamericano, las investigaciones deben realizarse de
manera imparcial y sin dilación, con funcionarios/as capacitados/as que actúen con
perspectiva de género. Sobre esta cuestión observó que en muchos de los procesos los
estereotipos influyen de manera negativa en la forma en que se ordenan las diligencias,
al tiempo que traslada la responsabilidad por el hecho y por la investigación a las víctimas
(Fernández Valle, 2017; Asensio et. al, 2010; MPD, 2015).
En marzo de 2020, la Corte Interamericana se expidió, por primera vez, sobre un caso
que damnificaba a una persona trans y declaró la responsabilidad internacional del
Estado por la vulneración de los derechos a la libertad personal, a la integridad personal
y a la vida privada, a las garantías judiciales y protección judicial, y a no ser sometida a
29
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe N° 5/96, Caso N° 10.970, “Raquel Martín de
Mejía vs. Perú”, Perú, 1/3/1996.
30 Para consultar las diferentes líneas de jurisprudencia elaboradas por el tribunal interamericano en
materia de género, puede acceder al cuadernillo de “Derechos humanos y mujeres” elaborado en la órbita
de la propia Corte. Además, en lo que respecta a los principio de igualdad y no discriminación en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, dichos estándares fueron compendiados en un documento
publicado en agosto de 2020 por la Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia de la Defensoría
General de la Nación.
31 Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 16 de noviembre de 2009.
32 Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de agosto de 2010.
33 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de mayo de 2014.
34 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2014.
35 Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de marzo de 2018.
36 Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2018.
37 Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2018.
38 Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de junio de 2020.
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tortura. Así, en Azul Rojas Marín y Otras v. Perú39 el tribunal resolvió, entre otras cosas,
que el deber de respetar los derechos humanos reconocidos en la Convención Americana
concernía a todos los agentes que actuaran en nombre del Estado. De ese modo, la
detención arbitraria o la tortura de una persona, cualquiera fuera su condición, resultaba
siempre contraria al Derecho Internacional y, en particular, al Derecho Internacional de
los Derechos Humanos. Asimismo, reconoció que las personas del colectivo LGBTTIQ+
fueron “históricamente víctimas de discriminación estructural, estigmatización, diversas
formas de violencia y violaciones a sus derechos fundamentales”. En esa dirección,
agregó que la orientación sexual, la identidad o la expresión de género de las personas
eran categorías protegidas por la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Además, señaló que la violencia ejercida por razones de discriminación buscaba impedir
o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y las libertades de
las víctimas; y que muchas veces esa violencia podía dar lugar a crímenes de odio.
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que genera una impunidad frente a estos crímenes. Por esa razón, la violencia se
incrementa y lleva a las víctimas a desconfiar en el sistema de justicia. La CIDH destaca
que, si bien la orientación sexual, la identidad y expresión de género no están incluidas
de manera expresa en la Convención Belém do Pará, es un “instrumento vivo” que obliga
a los Estados a tener esas categorías como factores de vulnerabilidad.
Por lo demás, en 2017, el Comité emitió la Observación General N° 3545 que actualizó la
Recomendación General Nº 19 dictada en 199246. El Comité señala que la violencia de
género constituye uno de los medios sociales, políticos y económicos a través de los
cuales se perpetúa la posición subordinada de las mujeres con respecto a los varones y
sus roles estereotipados. Esta violencia no solo representa un obstáculo para lograr la
igualdad sustantiva sino también para el disfrute de los derechos humanos y las libertades
fundamentales de la mujer. Por esa razón, los Estados parte deben adoptar e
implementar diversas medidas para abordar la violencia de género cometida por actores
particulares. En ese sentido, no tomar las medidas apropiadas para prevenir actos de
violencia de género, no investigar, perseguir, sancionar o reparar a las víctimas o
sobrevinientes de tales actos implica otorgar un permiso tácito, o bien fomentar, los
actos de violencia de género contra las mujeres. En relación con la administración de
justicia, el Comité consideró que los órganos judiciales debían abstenerse de participar
en cualquier acto o práctica de discriminación o violencia de género. Asimismo, debían
garantizar que todos los procedimientos legales en los que se alegara violencia de género
fueran imparciales y no se vieran afectados por estereotipos de género o
interpretaciones discriminatorias de las leyes. Además, consideró que los mecanismos
apropiados y accesibles de protección para prevenir una mayor o posible violencia debían
implicar, cuando procediera, la emisión y el seguimiento de órdenes de desalojo,
protección, restricción o prohibición de emergencia contra presuntos autores.
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informe47 en el que analizó las causas por las que las mujeres eran privadas de la libertad
y el modo en que esa situación las afectaba. En ese sentido, explicó que muchas formas
de privación de la libertad de las mujeres provenían de estereotipos de género que las
castigaban, entre otras cuestiones, por conductas consideradas moral o sexualmente
incorrectas. Esta situación se agrava para aquellas mujeres que sufren formas
interseccionales de discriminación (mujeres con discapacidad, ancianas, mujeres
indígenas o migrantes, de minorías raciales, étnicas, sexuales o de género) ya que
terminan siendo marginadas por formas adicionales de estereotipos debilitantes. Entre
otras cuestiones, el Grupo recomendó promulgar leyes que permitieran la ampliación
probatoria en los casos de mujeres acusadas de la comisión de un delito que hubieran
sufrido violencia de género, como así también que ese contexto fuera considerado para
la atenuación de la pena. Asimismo, propuso realizar actividades obligatorias para
capacitar, formar y educar sobre la eliminación de los prejuicios de género a todo agente
que participe en la adopción de medidas relacionadas a la privación de libertad de las
mujeres.
Los estándares jurisprudenciales mencionados hasta aquí nos serán de utilidad a efectos
de establecer el tipo de discriminación al que suelen estar sometidas las mujeres e
integrantes del colectivo LGBTTIQ+, en particular, cuando se relacionan con el sistema de
administración de justicia. De esta forma, estas sentencias nos permitirán establecer la
existencia de criterios discriminatorios en la resolución de planteos de legítima defensa.
Por otro lado, la jurisprudencia que alude a la debida diligencia con la que deben proceder
los Estados frente a los hechos de violencia de género serán empleados a fin de examinar
el modo en que proceden los jueces y las juezas, fiscales e integrantes de las fuerzas de
seguridad cuando toman conocimiento de este tipo de situaciones.
106
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Para comenzar mencionaremos que este instituto se encuentra regulado en el art. 34,
inc. 6º, del Código Penal. Esta norma establece que no es punible quien obra en defensa
propia o de sus derechos, siempre que concurran las siguientes circunstancias: a)
agresión ilegítima; b) necesidad racional del medio empleado para impedirla o para
repelerla; c) falta de provocación suficiente por parte de quién se defiende.
50 Si bien se reconoce que la categoría “doctrina penal tradicional” agrupa a diferentes autores, con
distintos enfoques, con producciones de épocas y lugares diversos, la clasificación tiene como objetivo
marcar que no han trabajado con una perspectiva de género. En este sentido, la enumeración de autores
no tiene la pretensión de ser exhaustiva, sino de marcar las diferencias entre trabajar con una perspectiva
de género o sin ella.
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b. Necesidad
a. Agresión ilegítima racional del medio
empleado
LEGÍTIMA
DEFENSA
c. Falta de provocación
suficiente
A su vez, de acuerdo con el art. 35 del Código Penal, la persona que excede los límites
impuestos legalmente para el ejercicio de la legítima defensa es castigada con la pena
prevista para el delito culposo. Esta norma contempla, así, la sanción que cabe a quien
actúa frente a una agresión ilegítima que no provocó con un medio que no cumple con
el criterio de “necesidad racional”.
Si nos detenemos en cada uno de los requisitos que contempla el art. 34 del Código,
observamos que la agresión es concebida como una amenaza a un bien jurídico por una
conducta humana (Roxin, 2008); consiste, habitualmente, en un comportamiento activo
que abarca a las acciones directas y a las que apoyan una acción directa o interrumpen
un curso causal salvador. Igualmente, y aunque no son muy frecuentes, se admite que
una agresión tenga carácter omisivo. En lo que respecta a la ilegitimidad de la agresión,
se distinguen tres posiciones (Molina Fernández, 2012):
Por otro lado, este instituto requiere determinar cuánto se puede adelantar el momento
en que se ejerce la defensa respecto del momento en el que podría producirse la lesión.
En ese sentido, se ha explicado que, tradicionalmente, sólo se consideró admisible como
necesaria aquella defensa que tiene lugar cuando una agresión es inminente (Molina
Fernández, 2012). En este punto, Bacigalupo (2009) afirma que es actual aquella agresión
que se está desarrollando; es decir, asimila la inminencia a la actualidad. Zaffaroni, Alagia
& Slokar (2011), por su parte, cuestionan que se identifiquen la inminencia y la
108
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Respecto a esto, Frister (2009) explica que la necesidad de que la agresión sea inminente
se relaciona con que el derecho a actuar en legítima defensa sólo puede ser reconocido
en una situación que sea característicamente inequívoca. Si la agresión es inminente, las
intenciones del agresor, como regla general, están claras, de modo que el riesgo de una
defensa por error es menor en términos comparativos. A su entender, si se habilitan
constelaciones de casos en los que la agresión sólo puede ser repelida con perspectivas
de éxito en un momento previo, el riesgo de error es demasiado alto, por lo que no sería
admisible atribuir un derecho de injerencia limitado por la necesidad. Por esa razón
plantea que, si la agresión no es inminente, la persona agredida sólo puede actuar
amparada por el estado de necesidad.
Roxin (2008), por su parte, sostiene que es habitual que se empleen fórmulas según las
cuales una agresión es inminente si, de actuar con posterioridad, no se podría repeler la
agresión o sólo se lo podría hacer en condiciones más graves. Sin embargo, este autor
cuestiona esta postura por entender que una agresión planeada o preparada no sólo no
es una agresión actual, sino que ni siquiera es una agresión. Según explica, este tipo de
solución sería contradictoria con un orden social pacífico y con el monopolio estatal de la
violencia. Por eso, desde su punto de vista, sólo se le concede al particular la facultad de
defenderse en una situación actual de lucha; y en esa agresión actual sólo sería posible
incluir, junto a la tentativa, la fase final de los actos preparatorios que es inmediatamente
previa a la tentativa.
Además, se ha explicado que, según una definición corriente del término, es actual la
agresión que tiene lugar en forma inminente, que ha comenzado o que aún continúa
(Frister, 2009). A esto se agrega que la legítima defensa es admisible mientras la agresión
subsista –aunque esté formalmente consumada– si no está agotada materialmente. Por
ese motivo, se estima que es admisible la legítima defensa en los delitos permanentes
mientras subsista la situación antijurídica. Lo mismo ocurre en los delitos de estado, pues
más allá de la consumación formal del delito, la agresión se considera actual hasta la
consumación material (Roxin, 2008).
Verificada la existencia de una agresión actual e ilegítima se debe indagar acerca del acto
defensivo. La defensa requiere, ante todo, ser necesaria. No lo es cuando se dispone de
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otra conducta menos lesiva o inocua y es exigible actuar de ese modo en lugar de realizar
la conducta típica (Zaffaroni et al, 2011). Roxin (2008) explica que es necesaria toda
defensa que resulte idónea, que sea la más benigna entre aquellas que son elegibles y
que no esté unida al riesgo inmediato de sufrir un daño. Molina Fernández (2012) explica
que la necesidad de la defensa se relaciona con la elección de medios y el modo en que
son empleados: entre los medios disponibles se debe utilizar el menos lesivo y en la forma
que menos perjuicios ocasione. En este punto, Roxin (2008) plantea que el principio del
medio menos lesivo es relativizado por el hecho de que no es posible exigir a la persona
agredida que corra riesgos. Por lo tanto, no es preciso, por ejemplo, que se arriesgue a
luchar con los puños si proceder de esa forma no le garantiza salir sin heridas.
De la misma forma, se entiende que, aunque sea la solución menos lesiva, no es posible
exigir la huida de la persona que sufre una agresión (Molina Fernández, 2012). La legítima
defensa habilita a repeler la agresión y escapar no es repeler la agresión. Por
consiguiente, quien pudiendo huir, hace frente a la agresión y, por ejemplo, lesiona a su
atacante, se encuentra amparado por esta causa de justificación. Lo mismo sucede con
la posibilidad de buscar ayuda de terceros si equivale a huir y le deja, de momento, el
dominio de la situación al agresor. Sin embargo, si hay personas próximas dispuestas a
ayudar, la persona agredida debe servirse de ellas (Roxin, 2008).
Otro aspecto que se ha problematizado de la legítima defensa tiene que ver con el
momento en el que se debe juzgar la razonabilidad del acto. Se entiende que este
examen debe hacerse a partir de la consideración del momento en que se lleva a cabo el
acto defensivo y que se trata de una evaluación ex ante. Además, se plantean dos
opciones referentes al conocimiento con el que se debe juzgar el acto defensivo: partir
de la información que tiene esa persona o apelar a los conocimientos de un hombre
110
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
medio razonable puesto en la situación del autor; la doctrina mayoritaria se inclina por la
segunda opción (Molina Fernández, 2012).
Necesidad racional del No se dispone de otra conducta menos lesiva o inocua (Zaffaroni et al, 2011)
medio empleado
Es el medio más benigno entre aquellos que resultan elegibles y no está unido
al riesgo inmediato de sufrir un daño (Roxin, 2008)
Entre los medios disponibles para proteger a quien se defiende se debe
utilizar el menos lesivo y en la forma que menos perjuicios ocasione (Molina
Fernández, 2012)
No se le puede exigir a la persona agredida que corra riesgos, por lo que no
es preciso que se arriesgue (Roxin, 2008)
La razonabilidad de la defensa se debe evaluar ex ante (Molina Fernández,
2012):
[1] A partir de la información que tiene la persona que se defiende
[2] o apelar a los conocimientos de un hombre medio razonable puesto
en la situación del autor (la doctrina mayoritaria se inclina por la segunda
opción).
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Hasta aquí hemos repasado la dogmática tradicional de la legítima defensa. Ahora bien,
como se introdujo en otros pasajes de este documento, diversos trabajos identifican que
la utilización de este enfoque para la resolución de casos de personas que sufrían
violencia de género ha derivado, de modo recurrente, en el rechazo de esa causa de
justificación (Di Corleto, 2010; 2013; 2017; Di Corleto & Carrera, 2017; Hopp, 2012,
2017a, 2017b; Larrauri, 1994; Lauría Masaro & Sardañons, 2017; Leonardi & Scafati,
2019; Piqué & Allende, 2016; Sánchez, 2019; Laurenzo Copello 2019; Correa Florez, 2016;
AAVV, 2020). Por lo demás, a nivel jurisprudencial, la Recomendación General Nº 1 sobre
legítima defensa y violencia contra las mujeres51 emitida por el Comité de Expertas del
Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará en 2018 cuenta con un
lugar central en la crítica referida.
…si bien es cierto que la forma defenderse de las mujeres no siempre responde al
modelo sobre el que históricamente se configuran los requisitos de aquella causa de
justificación, no lo es menos que todas las normas (también las penales) admiten
diversas vías de interpretación y es exigible al aplicador del derecho que opte por la
que resulte más adecuada a las valoraciones sociales del momento y, sobre todo, a
los estándares constitucionales de respeto de los derechos fundamentales (p. 18).
Más allá de esto, la autora citada aclara que su propuesta no implica prescindir de los
requisitos previstos legalmente para la aplicación de esta causa de justificación. A su
entender, solo se trata de corregir el sesgo androcéntrico con el que fue construida
(Laurenzo Copello, 2019). Esto es importante, pues asumir una aplicación diferenciada
de la legítima defensa para las mujeres puede generar resistencia por parte de los
operadores judiciales y, en definitiva, resultar contraproducente para quienes la invocan
(Lauría Masaro & Sardañons, 2017). Por lo demás, produce un efecto simbólico
comunicativo negativo que refuerza la falsa imagen victimista y vulnerable del género
femenino (Laurenzo Copello, 2019).
En esta línea, se ha sostenido que una de las limitaciones más importantes a la hora de
aplicar la legítima defensa se vincula con la exigencia de que la agresión sea actual. En
función de esto, Laurenzo Copello (2019) considera que deben distinguirse dos
situaciones. Por un lado, la de las personas que están frente a su agresor y optan por una
51
Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará. Recomendación
General Nº 1 sobre legítima defensa y violencia contra las mujeres. 5/12/2018.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
acción defensiva antes de que inicie la violencia física o cuando apenas ha comenzado
(legítima defensa en confrontación). Por otro lado, la de aquellas que atacan al hombre
violento en un momento en el que no las agrede (legítima defensa sin confrontación).
En relación con los casos en los que existe una confrontación, se plantea que la conducta
del agresor en el instante previo a la acción defensiva no debe juzgarse de modo
descontextualizado. En estas situaciones se sostiene que es necesario tener en cuenta
todas las circunstancias concurrentes en el hecho (Laurenzo Copello, 2019). Desde esta
perspectiva se afirma que el contexto de cada caso tiene un papel muy importante a la
hora de determinar si una persona actuó en legítima defensa. Se señala que algunos
episodios de violencia de género desafían las concepciones tradicionales del derecho
penal que focalizan en las circunstancias de un hecho concreto y descontextualizado
(Anitua & Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Laurenzo Copello, 2019; Lauría Masaro &
Sardañons, 2017; Piqué & Allende, 2016). La dimensión contextual de cada caso
constituye un elemento determinante para examinar los requisitos previstos legalmente
para la configuración de esta causa de justificación. En esta dirección, el MESECVI
recomendó:
Por su parte, Correa Flórez (2016) propone considerar que la mujer que ha sido víctima
de maltratos constantes se encuentra sometida a una agresión permanente, entendida
como un comportamiento que subyuga a la víctima mediante violencia y viola de manera
grave su dignidad humana. La mujer víctima de violencia de su compañero sexoafectivo
recibe una cantidad enorme de agresiones, que pueden materializarse en amenazas,
lesiones contra su integridad física, ataques contra su libertad sexual o su libertad
individual. De ese modo, el hombre ejerce violencia física y psíquica para generar miedo
y asegurarse el control total sobre la mujer. Por lo tanto, estas agresiones deben
entenderse dentro de una lógica de dominación y sumisión que es el resultado de la
113
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Ministerio Público de la Defensa
Correa Florez (2016) explica que estos requisitos se dividen en circunstanciales (1, 2 y 6)
y esenciales (3, 4 y 5) y que estos últimos son la base de la existencia de la “gran agresión”
y que generan la necesidad de la acción defensiva. En estos casos, la falta de inmediatez
de la agresión no supone que deba descartarse la posible aplicación de la legítima
defensa. Podría repensarse la interpretación que se efectúa sobre el requisito de la
inminencia toda vez que no se trata de una exigencia explícita del tipo penal en esta
causal de justificación. Debemos comprender que la violencia habitual que sufre la mujer
durante el vínculo implica en sí misma una agresión ilegítima, por lo que el riesgo para su
vida e integridad física es permanente. Por esa razón, negar la actualidad de la agresión
por el solo hecho de que en el momento de la acción defensiva no se había producido un
ataque directo previo, implica ignorar la existencia de la violencia latente tan
característica en la violencia de género (Laurenzo Copello, 2020).
Otro de los motivos por los que se rechazó que las mujeres víctimas de violencia actuaran
de manera justificada radica en la suposición de que dispondrían de otros medios para
repeler las agresiones que sufrían. En términos del artículo 34 del Código Penal, se
cuestionó la necesidad de la defensa. La literatura especializada critica que se adopte esta
conclusión en abstracto, sin evaluar la situación en la que se encuentra, en concreto, la
mujer. En particular, cuestiona la presunción de que la víctima podía recurrir a otras vías
(Larrauri, 1994). En relación con esto, Piqué & Allende (2016) sostienen que este tipo de
examen demanda considerar las capacidades de quien se defiende en relación con quien
inicia el ataque y la diferencia física entre ambos. Según estas autoras, es necesario tener
en cuenta, en cada caso concreto, la posibilidad de defenderse de esa mujer en esa
situación cuando su integridad está en juego y el agresor es su compañero íntimo.
De manera similar, se ha cuestionado que los jueces interpreten que las víctimas de
violencia de género se someten libremente al maltrato y que, en caso de no querer
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
tolerar agresiones, deberían optar por abandonar el hogar conyugal (Hopp, 2017a,
2017b). Este modo de rebatir los planteos de legítima defensa puede vincularse tanto
con la necesidad racional de la respuesta como con el requerimiento de no haber
provocado la agresión de la que, luego, surge la necesidad de repeler.
Requisitos legales
Observaciones
(art. 34 CP, inc. 6)
Agresión ilegítima Necesidad de valorar el contexto en el que ocurren los hechos para
determinar el riesgo al que se encuentra sometida la víctima (Anitua
& Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Hopp, 2012; Larrauri, 1994;
Laurenzo Copello, 2019; Lauría Masaro & Sardañons, 2017; Piqué &
Allende, 2016).
Si la inminencia demanda que la defensa se concrete mientras se
produce la agresión, es difícil que las mujeres lo cumplan (Larrauri,
1994; 2015).
La inminencia no cumple una función legitimadora de la legítima
defensa, funciona como un indicador de la necesidad de la defensa
(Laurenzo Copello, 2019).
En los casos en los que la mujer ha sido víctima de maltratos
constantes debe entenderse que existe una agresión permanente
(Correa Flórez, 2016).
Necesidad racional del Se presume que la víctima puede utilizar otros medios que son
medio empleado accesibles y adecuados para mantenerse a salvo (Larrauri, 1994).
Necesidad de tomar en consideración, en concreto, la situación de la
mujer (Anitua & Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Hopp, 2012;
Larrauri, 1994; Laurenzo Copello, 2019; Lauría Masaro & Sardañons,
2017; Piqué & Allende, 2016).
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Código Penal a ese efecto, o si esta es una obligación que recae sobre la representación
fiscal (Lauría Masaro & Sardañons, 2017).
Segundo, por la circunstancia de que la mayor parte de los casos de legítima defensa de
víctimas de violencia de género tiene lugar en un ámbito íntimo o en espacios donde el
autor ha predispuesto un escenario que no puede ser observado con facilidad (Di Corleto,
2017). En este sentido, se ha explicado que
[l]as causas que hacen del contexto familiar uno especialmente apto para generar
violencia inciden también en la violencia de género: la familia, la pareja, constituyen
un espacio privado en el que existen relaciones de dependencia, en el que las
personas se manifiestan de forma más desinhibida. Pero además hay otras razón
que explica que el contexto familiar y de pareja sea aquel en el que se produce más
violencia sobre las mujeres: el marco de las relaciones de pareja es el espacio
privilegiado para el desarrollo de los roles de género más tradicionales y
discriminatorios, esto es, aquellos que pretenden reducir el papel de la mujer y la
identidad femenina a funciones de cuidado de la pareja y los hijos y de subordinación
a la autoridad masculina; la familia, y más en concreto la pareja, es el último reducto
donde ejercer el rol masculino dominador sin el cual, el hombre anclado en el
modelo patriarcal, se considera a sí mismo carente de identidad (Pérez Manzano,
2016, 22).
En este marco, usualmente, la única prueba de los hechos está dada por el testimonio de
la persona imputada que, además, suele ser evaluado con mucha desconfianza por los
tribunales. Asimismo, en ocasiones se suman los testimonios de niños y niñas que suelen
ser descartados con diferentes pretextos (Lauría Masaro & Sardañons, 2017).
Tercero, como mencionamos con anterioridad, en los casos en los que se investigan
hechos como los que analizamos es importante la producción de prueba relativa al
contexto de violencia. En efecto, el trabajo sobre la prueba exige prestar atención sobre
las denuncias previas, si es que existen; sobre los registros hospitalarios; sobre informes
médicos o periciales que puedan dar cuenta de las secuelas físicas o psicológicas de las
víctimas (Anitua & Pico, 2017; Di Corleto, 2006, 2017; Laurenzo Copello, 2019; Lauría
Masaro & Sardañons, 2017; Piqué & Allende, 2016). Sobre esta cuestión, se ha observado
que las mujeres que se encuentran inmersas en contextos de violencia de género
aprenden a convivir con la agresividad latente, por lo que pueden detectar la inmediatez
de una agresión que, quizá, para otra persona pasa desapercibida. Por esa razón, cuando
se alega la legítima defensa deben incorporarse todos los elementos de prueba que den
cuenta del historial de violencia que sufre la mujer por parte de su pareja o expareja
(Laurenzo Copello, 2019). Sin embargo, se ha notado que los tribunales omiten valorar el
conocimiento específico de la mujer para apreciar si, en efecto, de acuerdo con sus
experiencias previas, podía pensar que sería atacada en un momento próximo; esta
información es de vital importancia, dado que permite indagar acerca del peligro que
para una mujer en particular representa una agresión (Di Corleto, 2006; Hopp, 2012;
Laurenzo Copello, 2019).
En torno a esta problemática, Hopp (2012) explica que el análisis fragmentado de los
testimonios de las víctimas conlleva a la descontextualización de las características
116
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
propias de los vínculos entre agresores y mujeres golpeadas. Los hechos de violencia de
género deben investigarse a partir de estándares y conocimientos especiales que
permitan comprender la dinámica de violencia dentro de la pareja. Entonces, Di Corleto
(2006) expone que estos casos obligan a efectuar un “razonamiento contextual” y a
incorporar todos los detalles que revelen las verdaderas circunstancias que atraviesan las
mujeres golpeadas. En consecuencia, se vuelve especialmente relevante contemplar las
condiciones sociales y psicológicas como así también las dificultades económicas que
enfrentan al querer alejarse de sus parejas. Este modo de razonar permite reconocer
cuestiones fácticas periféricas que pueden ser relevantes en materia probatoria para que
se configure la legítima defensa. Por tal razón, se vuelve especialmente problemático
recurrir a fórmulas para resolver este tipo de caso.
Este marco, a nuestro modo de ver, proporciona las herramientas necesarias para evaluar
el modo en que la jurisprudencia argentina abordó los casos de legítima defensa en los
que se encuentran involucradas mujeres o integrantes del colectivo LGBTTIQ+ víctimas
de violencia. A ese efecto, contemplamos el análisis de los fallos a partir de la resolución
de situaciones de defensa en las que hay confrontación y sucesos en los que no la hay,
tanto desde una perspectiva dogmática como probatoria.
52 https://jurisprudencia.mpd.gov.ar/default.aspx
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mujeres o integrantes del colectivo LGBTTIQ+. Así, se obtuvieron cuatro resoluciones que
presentaban como imputadas a mujeres cis víctimas de violencia.
53 www.cij.gov.ar
118
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Estudios sobre Jurisprudencia
adecuadas (Hopp, 2012). Así, impedirles a las mujeres reaccionar, por medio del castigo
penal, implica condenarlas a ser víctimas de una nueva agresión que puede concluir en
un femicidio. Tampoco parece lógico condenar a la víctima de violencia de género por
defenderse de su agresor. Entonces, si efectuamos una correcta interpretación de los
requisitos de configuración de la legítima defensa es posible, y además adecuado,
aplicarla a aquellos casos de mujeres que matan a sus agresores en momentos en donde
no hay confrontación porque es la única ocasión en la que pueden hacerlo de manera
efectiva (Correa Florez, 2016).
Como veremos más adelante, de las siete sentencias relevadas sobre legítima defensa en
situaciones de no confrontación solo en dos se resolvió de manera favorable a la mujer.
En cambio, en las cinco restantes los jueces esgrimieron que no podía justificarse la
muerte de una persona por una “supuesta violencia de género” que había sucedido días
anteriores al hecho o que se había producido un cese en el comportamiento agresivo del
varón al acostarse en la cama. Es decir, se basaron en la discontinuidad de los maltratos
inferidos, en lugar de realizar un “razonamiento contextual” y analizar todos los detalles
que releven las reales circunstancias que atraviesan las mujeres golpeadas (Di Corleto,
2006).
Sentencias
Situación en la que
actúa la víctima
Total Hay legítima defensa No hay legítima defensa
En confrontación 25 17 8
Sin confrontación 7 2 5
Todas las sentencias que se identificaron fueron resumidas de conformidad con los
criterios utilizados en la Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia de la
Defensoría General de la Nación para hacer ese trabajo. Es decir, se incluyen todos los
datos del proceso judicial (autos, fecha, número de causa y, si lo tuviera, de registro), se
lo describe con voces, se relatan los hechos, la decisión adoptada por el tribunal y sus
fundamentos. Además, se ponen a disposición del lector y la lectora los enlaces para que
consulte, si lo desea, las sentencias completas.
119
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las decisiones judiciales en las que se resuelve acerca de este tópico. ¿Qué criterios
tienden a prevalecer? ¿De qué modo influye en los jueces y las juezas que las defensas
se realicen sin confrontación? ¿qué tipo de dogmática tiene preponderancia? ¿los fallos
se apoyan en estereotipos de género?
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Estudios sobre Jurisprudencia
3. JURISPRUDENCIA
“Rodríguez
10 Cámara Federal de Casación Penal, Sala III Buenos Aires 13/6/2014
Guido”
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Caso Nº 1
En la etapa de juicio oral, la imputada relató lo sucedido y manifestó que no había tenido
intenciones de matarlo. Agregó que tenía miedo por los abusos sexuales y agresiones
físicas que había sufrido con anterioridad. Además, relató que había denunciado algunos
de esos hechos, pero no todos porque no tenía dinero para dirigirse hasta las comisarías.
Por otra parte, la madre y la hermana del varón declararon que la pareja a menudo tenía
peleas, que la mujer lo golpeaba y que una vez lo había herido con un cuchillo en los
testículos. En particular, la hermana relató que el día anterior al hecho la imputada le
había mandado mensajes para pedirle que le llevara una bicicleta. Otro testigo contó que,
momentos antes del hecho, se encontraba con el hombre y que éste había manifestado
“esta noche es ella o yo”, mientras le mostraba un cuchillo. El informe de la autopsia
concluyó que el fallecimiento se había producido por un shock hipovolémico causado por
una herida de arma blanca. Por otro lado, no se constataron lesiones recientes en los
testículos.
El Tribunal Oral condenó a la mujer a la pena de trece años de prisión por el delito de
homicidio calificado por haber mantenido una relación de pareja con la víctima con
circunstancias extraordinarias de atenuación. Contra esa decisión, la defensa interpuso
un recurso de casación. Entre otras cuestiones, planteó que la mujer había actuado en
legítima defensa y que el tribunal había invisibilizado la situación de violencia de género
sufrida por la imputada. A su vez, la fiscalía y la querella se agraviaron por la aplicación
del atenuante.
122
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
“La legítima defensa, como causal de justificación prevista en la ley penal, bajo ciertas y
determinadas circunstancias, excluye la responsabilidad penal, con fundamentos –para
la doctrina mayoritaria y moderna– en la máxima de que el derecho no necesita ceder
ante lo ilícito. Es decir, que no sólo otorga un derecho de defensa, sino también una
facultad de ratificar el orden jurídico, procediendo el agredido, de manera equivalente a
como lo habría hecho el Estado en defensa de los bienes jurídicos amenazados, tal es la
ratio legis. Estos preceptos normativos se llaman causas de justificación o ilicitud, dentro
de la teoría del delito integran el juicio de antijuricidad para establecer la ilicitud del
comportamiento, es decir para determinar cuándo la realización del tipo no está
especialmente autorizada por la ley.
La cuestión de la antijuricidad, no es otra cosa que saber si la realización del tipo está o
no amparada por una causa de justificación. Juzgar su existencia requiere de un análisis
de todas y cada una de las exigencias legales a la luz de las circunstancias que rodearon
al hecho, anteriores y concomitantes, de conformidad a las pruebas. [L]a selección de
pruebas, autorizada por el ordenamiento jurídico, sólo torna arbitraria la sentencia si las
mismas no han sido valoradas a la luz de las reglas de la sana crítica racional. En síntesis,
el juez es soberano en la selección de la prueba, sin perjuicio de la facultad de las partes
de acudir a su revisión, en procura de subsanar el error en su valoración, tal como parece
haber ocurrido en el caso que nos convoca…”.
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Ministerio Público de la Defensa
“En el caso que nos ocupa, los antecedentes antes descriptos resultan más que
suficientes para tener por cierto el contexto de violencia de género en que se encontraba
inserta la imputada y su entorno familiar. Atendiendo a las constancias obrantes en autos,
se observa [...] un pedido de detención de la víctima, [...] por el s.d. de Abuso sexual con
acceso carnal e.p. de la Sra. Lescano [...]. Respecto de dicha denuncia de abuso [...] corre
agregado el informe médico forense que acredita las lesiones sufridas. Del relato del
hecho surge que dicho abuso se habría perpetrado mientras la Sra. Lescano dormía y en
presencia de su hijo menor. Asimismo, [...] obra plantilla de antecedentes de Ibáñez,
quién registra denuncias por los supuestos delitos de Homicidio en grado de tentativa,
lesiones y resistencia a la autoridad también en perjuicio de Lescano [...] y por el supuesto
delito de lesiones en perjuicio de la hoy imputada [...]. A dichas constancias se suman los
diversos testimonios rendidos en este proceso que dan cuenta de la situación de violencia
que sufría la encartada, y que fuera corroborada por los antecedentes descriptos,
situación que incluso la obligó a trasladarse a vivir al domicilio en donde finalmente
acaeció el hecho motivo de esta causa. […] El fallo puesto en crisis, haciendo propia la
teoría sostenida por la fiscalía y la querella, afirma la existencia de un estado de violencia
mutua, con apoyo en prueba testimonial de la madre y la hermana de Ibáñez. Sin
embargo, ello en modo alguno se corrobora con prueba científica, pues del informe de la
autopsia realizada no surgen las mentadas lesiones en los testículos, observándose sólo
una lesión de antigua data que no puede ser atribuida a Lescano, pues no coincide con la
descripción efectuada por los familiares directos de Ibáñez.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“No ha sido punto de controversia entre las partes que fue la víctima quien concurrió al
domicilio de la imputada llevando consigo un arma blanca con la intención de mantener
relaciones sexuales con ella, lo que se condice con los dichos de la imputada, quien refiere
que con el cuchillo la llevó a la fuerza una pieza en construcción ubicada en la parte de
adelante de la vivienda [...]. El propio Ministerio Fiscal relata que se produjo una discusión
entre ellos, disputa que habría estado motivada por la negativa y posterior resistencia de
la imputada a mantener relaciones sexuales con [el hombre]. [...] Tampoco ha sido motivo
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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
de debate que dicha visita se realizó luego de que culminara una reunión familiar, donde
la víctima quedó sola mientras quienes vivían en la casa con ella en que se encontraban
entregados al descanso [...]. Por lo expuesto puede afirmarse que la víctima estuvo
controlando los movimientos de la familia desde la esquina y que concurrió al domicilio
luego de que se retiraran todos, premeditando así su ingreso en momentos en que [la
acusada] se encontraba sola. Ello corrobora la declaración de la [imputada] y, en
consecuencia, la concurrencia del primer requisito –Agresión Ilegítima– con su presencia
en el domicilio de la imputada aportando un arma blanca aprovechándose que se
encontraba sola, exigiéndole tener sexo. De este modo no solo puso en peligro inminente
su integridad sexual sino también su integridad física y hasta su propia vida, máxime aún
con los antecedentes de violencia acreditados en autos. A ello se suma, como una
contundente prueba, el testimonio [del amigo de la víctima] producido durante la
investigación penal preparatoria y reiterado en el debate, que era la persona con quién
se encontraba la víctima momentos antes del hecho, y a quien le habría manifestado 'esta
noche es ella o yo', mostrándole un cuchillo y dando cuenta de que su actuar fue
premeditado.
Más allá de que la violencia de género supone una agresión ilegítima constante conforme
lo prevé la convención de Belem do Pará, [...] la conducta [del hombre] configura per se
y sin lugar a dudas una agresión ilegítima, poniendo en peligro bienes jurídicos que
colocan a la víctima en estado de necesidad de defenderse, lo que habilita la misma ley
ante la imposibilidad de acudir a la fuerza pública, necesidad de defensa que persiste
mientras se encuentra latente el peligro”.
En primer lugar, el medio empleado ha sido el mismo con el cual el agresor (víctima) ha
concurrido premeditadamente con intención de arremeter contra la […] (imputada) [...].
El modo en que la imputada empleó el cuchillo en defensa de la agresión injusta no luce
desproporcionado ni racional especialmente si se tiene en cuenta el marco en que ha
proferido la herida que luego resultare mortal. [E]l medio elegido y el modo en que fuera
empleado por la encartada resultan racionales y proporcionales conforme las
circunstancias que rodearon el hecho, pues se trataba del único medio con que contaba
–el arma que portaba la víctima agresor– y ya que la herida fue producida en el mismo
acto del ataque, conforme sostuvo la imputada lo que no fue controvertido por la
acusación, quien precisamente afirmó como teoría del caso que ante la negativa de
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Estudios sobre Jurisprudencia
“Ahora bien, con relación al elemento subjetivo, esto es que el autor actúe con voluntad
de defensa, no cabe duda alguna que la intención de la imputada no ha trascendido de
la voluntad de defensa, pues ello se extrae los elementos objetivos que analizamos in
extenso y que han de presentarse en un solo acto íntimamente unidos tal como se ha
dado, de hecho, en autos...".
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 2
El Tribunal Oral condenó a la imputada a la pena de dos años de prisión en suspenso. Para
decidir de ese modo, consideró que su declaración no resultaba verosímil ya que, si bien
había indicado haber sufrido golpes en la cabeza, no se habían constatado hematomas
en su cara. En tal sentido, concluyó que el hecho se había tratado de una "agresión
recíproca" y negó que hubiese constituido un caso de violencia de género. Contra esa
sentencia, la defensa interpuso un recurso de casación. En particular, señaló que su
asistida había actuado en legítima defensa y que las lesiones previas acreditaban la
ventaja física del hombre sobre su asistida y fundamentaban el temor por su integridad.
En esa línea, refirió que la mujer había utilizado el único medio que tenía a su alcance
para defenderse. La fiscalía dictaminó en favor del planteo.
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Estudios sobre Jurisprudencia
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Ministerio Público de la Defensa
de [la imputada] porque dijo que sufrió ‘piñas en la cabeza’ pero no manifestó dolor ni se
constataron hematomas en el rostro. Sin perjuicio de ello, lo cierto es que […] en el
informe médico se dejó constancia de hematomas en el abdomen y en las piernas, con
dolor espontáneo y a la palpación, y que refirió dolor en el rostro, es decir que los golpes
fueron corroborados”.
“[M]ás aún en virtud de las normas específicas que rigen para los casos de violencia
contra las mujeres, frente a las versiones opuestas de [la mujer y el hombre] sobre lo
sucedido, el tribunal no podía descartar con certeza la causa de justificación alegada. Es
oportuno recordar al respecto que en el precedente de Fallos: 339:1493, V.E. sostuvo
que frente a hipótesis de hechos contrapuestas, en el derecho procesal penal el in dubio
pro reo y la prohibición de non liquet le imponen al juez inclinarse por la alternativa fáctica
que resulta más favorable al imputado. Ello es así, sin perjuicio de los aludidos elementos
de convicción que favorecen la alegación de la defensa, como la valoración de los que a
continuación se referirán en igual sentido”.
“Más allá de que no es unánime en la doctrina la exigencia de elementos subjetivos
conforme a la cual quien no sepa que se defiende no podría actuar en forma justificada,
lo cierto es que –en las condiciones del sub judice– es razonable considerar que ese
aspecto se presentaba ante los dichos de [la imputada] en cuanto a que ‘esta vez me
defendí porque pensé que me iba a matar […]’. [L]a valoración de los hechos o
circunstancias fácticas alcanzadas por el in dubio pro reo incluye también los elementos
subjetivos del tipo penal y que la falta de certeza también debe computarse a favor del
imputado…”.
“[E]n el documento del Comité de Seguimiento de la Convención Belem do Pará (CEVI)
[…], se recomendó incorporar un análisis contextual que permita comprender que la
reacción de las víctimas de violencia de género no puede ser medida con los estándares
utilizados para la legítima defensa en otro tipo de casos, en tanto la violencia contra la
mujer tiene características específicas que deben permear en el razonamiento judicial.
Se expuso allí que la persistencia de los estereotipos y la falta de aplicación de la
perspectiva de género, podría llevar a valorar de manera inadecuada el
comportamiento”.
2. Violencia de género. Legítima defensa. Agresión ilegítima.
“Para la procedencia de la legítima defensa, el artículo 34, inciso 6°, del Código Penal
exige la concurrencia de: a) agresión ilegítima, entendida como la amenaza de lesión o
puesta en peligro de bienes protegidos, que está en curso o es inminente y es
emprendida sin derecho. En el documento referido, se señala que la violencia basada en
el género es una agresión ilegítima definida por la Convención y que la inminencia debe
ser considerada desde una perspectiva de género. Se sostiene que en las uniones de
hecho o derecho, la violencia de género no debe concebirse como hechos aislados sino
en su intrínseco carácter continuo, porque en forma permanente se merman derechos
como la integridad física o psíquica. La inminencia permanente de la agresión, en
contextos de violencia contra la mujer, se caracteriza por la continuidad de la violencia –
puede suceder en cualquier momento y ser detonada por cualquier circunstancia– y su
carácter cíclico –si fue maltratada, posiblemente vuelva a serlo–. En el sub lite, [el
hombre], quien ya había sido denunciado por [la imputada] por lesiones leves, a raíz de
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Estudios sobre Jurisprudencia
una discusión originada por la falta de saludo, comenzó a golpearla, agresión que cesó
cuando ella lo hirió con la cuchilla en el abdomen”.
3. Violencia de género. Legítima defensa. Necesidad racional del medio empleado.
“El requisito b) del citado artículo 34, esto es, la necesidad racional del medio empleado,
exige que se verifique una situación de necesidad de defensa y que el medio empleado
sea racionalmente adecuado (necesario) para impedir o repeler la agresión y conlleva
una cierta proporción entre la agresión y el medio empleado y entre el daño que se evita
y causa. El principio de menor lesividad no obliga a usar medios de dudosa eficacia. El
aludido documento del CEVI señala que este requisito también se debe evaluar desde la
perspectiva de género, que implica considerar el contexto en que se da la agresión y la
respuesta. No requiere la proporcionalidad entre la agresión y la respuesta defensiva
porque existe una relación entre la proporcionalidad y la continuidad de la violencia. Se
sostiene allí que la aparente desproporción entre la agresión y respuesta puede obedecer
al miedo de la mujer a las consecuencias por una defensa ineficaz y se subraya que existe
una relación entre la defensa empleada y los medios con que las mujeres disponen para
defenderse. No se requiere la proporcionalidad del medio, sino la falta de desproporción
inusual entre la agresión y la defensa en cuanto a la lesión. Cabe recordar que en el sub
examine R declaró que tomó el cuchillo que estaba sobre la mesada porque […] ‘me
defendí porque pensé que me iba a matar, porque me pegaba y me pegaba y ‘sólo le
pegué un manotazo’, y que fueron constatadas diversas lesiones en su cuerpo por la
médica que la examinó. Tales circunstancias debieron ser consideradas por los jueces de
la causa en tanto se ajustan razonablemente a las exigencias contenidas en el requisito
b) antes expuestas”.
4. Violencia de género. Legítima defensa. Falta de provocación.
“[E]l punto c) de aquella norma penal, exige la falta de provocación suficiente por parte
del que se defiende. Se entiende que es suficiente la que resulta idónea para provocar la
agresión, aunque se trata de un concepto relativo, que debe referenciarse al caso
concreto; y, en ese sentido la falta de saludo y posterior discusión, no lucen idóneas para
provocar una golpiza. Para el CEVI interpretar que cualquier comportamiento anterior a
la agresión es una ‘provocación’ constituye un estereotipo de género”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 3
“Cabe destacar que al no evaluar los Jueces en su sentencia las declaraciones de los hijos
de la imputada, el análisis y contenido de la misma se encuentra inevitablemente
sesgado, cuestión que sin dudas se ha reflejado en sus conclusiones.
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Estudios sobre Jurisprudencia
artículo 34 inc. 6to. del Código Penal –según el planteo de la Defensa–, debe
necesariamente recorrerse el espacio de acaecimiento del hecho fatal, y también todas
las expresiones que reflejen acabadamente en qué contexto ocurrió el suceso, ya sea en
tiempo presente, como la incidencia del pasado sobre este”.
“El hijo mayor […] apoya la posición de la Defensa mostrando un escenario violento,
previo a que la imputada le pegara las puñaladas a H. [L]a hija menor, hizo mención
también de una atmósfera de convivencia violenta, observando que varias veces éste le
pegaba a su madre, además de insultarla.
Respecto a este asunto, de malos tratos de H. contra A., prestaron declaración la cuñada
de la imputada, Sra. C. L. y M. C., compañera de culto, quienes refirieron haber escuchado
de la inculpada, antes del hecho fatal, que recibía golpes e insultos por parte de su
pareja”.
“[L]o acaecido el día del suceso no debe tomarse en forma aislada, pues sin duda han
concurrido circunstancias previas que colocaron a A. en una situación si bien no
infrecuente, sí con características no ordinarias ante lo inusitado de la situación. Por un
lado el alejamiento de la casa, y por el otro lado la embestida con amenazas e insultos
hacia ella, en ese belicoso contexto de vida en pareja, trama que germinó, se desarrolló
y culminó del modo conocido.
[L]a evaluación que hacen sobre este tópico los Jueces, estuvo direccionada en desechar
que hubo en el hecho en sí, violencia contra A. en un contexto de violencia de género,
como si se tratara de una conducta delictual agravada por parte de H.; cuando en realidad
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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
Es decir, si A., mujer, invoca –en palabras del Defensor–, que el suceso fue de alguna
manera el colofón de un año de vida en pareja sumergida en más de una oportunidad en
hechos violentos física y psíquicamente, casi sin solución de continuidad, situaciones que
fueron corroboradas por los dichos de su padre y de sus hijos –que se agrava el día del
hecho–, tal violencia ocurrida durante la vida en pareja debe ser incorporada dentro de
un contexto de violencia de género, la que debe beneficiar al tiempo de la resolución del
conflicto, sin dudas a la mujer – A.–.
Debe subrayarse que la nueva formulación penal tiene, entre sus aspectos relevantes,
una hiperprotección de la mujer, con exclusión del varón. Ese es el concepto normativo
del cual los magistrados no se pueden apartar, pues así está previsto en la Ley 26.485 de
Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres
en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales. En su artículo 4° se
define a la violencia contra la mujer como toda conducta, acción u omisión, que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado basada en una
relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.
Es conocido también, que el beneficio de la duda a favor del imputado no sólo se debe
aplicar cuando de materialidad delictiva se trata, o de su participación en un hecho o de
encuadrar el suceso en un tipo penal, sino también cuando se discute en un caso la
posible aplicación de una causal de justificación, como ocurre en el presente”.
3. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación. Violencia de género. Prueba. Apreciación de la prueba. Arbitrariedad.
In dubio pro reo.
Es decir, si hubo una embestida –arrojándola a un colchón–, una discusión entre ambos,
con amenazas e insultos, escenario claramente probado –y no desechado por los
Magistrados–, a renglón seguido no se puede expresar que A. obró en la ocasión por una
simple sospecha de que podía ser agredida. [E]n la ocasión A. se defendió repeliendo una
agresión ilegítima, por parte de H., conducta que ya fuera evaluada como sucedida
dentro de un contexto claro de violencia de género”.
“[L]a utilización del cuchillo ante el embate de una persona de sexo masculino, en una
pequeña habitación, único elemento que tenía a su alcance, fue el racionalmente
adecuado, tal como lo prevé la norma para completar la legitimidad del accionar de A.”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“Yendo al caso particular, está acreditado que el occiso durante la relación con la
imputada pretendió someterla en numerosas oportunidades, aislándola, impidiéndole
concurrir a lugares, o manejar tecnología que la permitiera estar comunicada, todo lo
que constituye […] violencia psicológica”.
“Al mismo tiempo, también está demostrado que tales circunstancias resultaban ser algo
habitual, existiendo además fuertes indicios que la imputada habría recibido incluso
golpes por parte de la víctima, con el fin de someterla…”.
“[P]artiendo del Estado de inocencia del que gozamos todos los habitantes de esta
Nación, debemos interpretar que corresponde al Ministerio Público Fiscal y no al
imputado –en este caso la Sra. M. A. A.– destruir el mismo. Esto implica que es el titular
de la acción pública quien debe probar por qué no existió la legítima defensa alegada –
conforme el art. 34 inc 6 del CP–, dado que de otro modo, si el Fiscal no logra acreditarlo,
la duda siempre beneficia a la imputada.
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Ministerio Público de la Defensa
La inminencia del ataque debe ser ponderado con un criterio más favorecedor hacia la
imputada, puesto que si partimos del contexto de violencia contra la mujer, la agresión
habitual y cíclica siempre se encuentra presente de manera latente e inminente,
conociendo la Sra. A. qué podía suceder en caso de no defenderse. Ahora bien, la
utilización del cuchillo –en el contexto planteado– resulta ser racional debido a la desigual
condición física entre la víctima y victimario, no surgiendo como posibilidad de qué forma
podría haberse resguardado que no sea con el mismo.
Ahora bien, esto se ve reforzado por el principio ‘in dubio pro reo’ antes explicado, el cual
rellena cualquier vacío interpretativo en cuanto a qué ocurrió verdaderamente en ese
cuarto, cuando la víctima fue a buscar su ropa”.
“Las probanzas tal como fueron ponderadas por la sentencia que nos ocupa, han sido
consideradas en forma fragmentaria y aislada, prescindiendo de una visión en conjunto
y de la necesaria correlación de los testimonios entre sí; cabe se aplique, en razón de
existir una duda más que razonable de lo que efectivamente ocurrió en el suceso, que en
la ocasión M. A. A. actuó legitimada al defenderse de una agresión ilegítima, no
provocada, por parte de H., por lo que deberá ser absuelta de los hechos por lo que fuera
condenada”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 4
Una mujer trans vivía con su pareja y sufría violencia de género por parte del hombre. En
una oportunidad la encerró en su casa y se fue, luego volvió, consumieron cocaína y una
botella de vodka. Comenzaron a discutir, él la insultó y tomó un cuchillo. Entonces, ella
lo agarró del brazo, forcejearon, le sacó el arma y se la clavó en el pecho. La mujer salió
a pedir ayuda, pero el hombre falleció en el momento. Por ese hecho fue imputada por
el delito de homicidio agravado por el vínculo. En la etapa de juicio oral, la mujer declaró
que no había tenido una buena convivencia con su pareja. Explicó que el hombre la
obligaba a trabajar para pagar el alquiler y comprarle estupefacientes, toda vez que tenía
un consumo problemático de drogas. En ese sentido, señaló que si no consumía se volvía
muy violento con ella y la agredía. Además, dos testigos contaron que, desde su niñez, la
imputada había padecido severos castigos por parte de su padre que no aceptaba su
identidad. Agregaron también que había recibido agresiones físicas y psíquicas por parte
de sus parejas. Además, una psiquiatra forense explicó que la mujer tenía una mirada
idealizada de su pareja, lo que la había llevado a aceptar el maltrato.
El Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, por mayoría, hizo lugar a la impugnación,
casó la sentencia recurrida y absolvió a la imputada por haber actuado en legítima
defensa (juezas Zaratiegui y Piccinini y juez Apcarian).
1. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación. Violencia de género. Testimonios. Testigo único. Prueba. Apreciación
de la prueba. Arbitrariedad.
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blanca en los antebrazos que pueden ser considerados como 'lesión de tipo defensiva'’
(mencionó además que aquella presentaba un golpe en la cabeza) e hizo referencia a que
se utilizó un único cuchillo en el hecho, asumiendo que ambos lo emplearon, en virtud
de las lesiones constatadas ya referidas. Sin embargo, habiendo reconocido entonces que
‘[n]o puede determinarse, ante la carencia de testigos, quien tuvo el cuchillo en primer
término en su poder y comenzó la agresión’, es decir, frente a esa orfandad probatoria,
el a quo optó por desestimar los dichos de la imputada (que en resumidas cuentas
describían una conducta de defensa frente a un primer ataque de L. con el cuchillo, previo
intercambio de insultos y forcejeo) a través de un razonamiento incorrecto, desde el
punto de vista lógico y jurídico, por las razones que se explicarán a continuación”.
Se advierte así, en primer lugar, una aplicación errónea de las reglas de la lógica –principio
de derivación–, en tanto tal premisa –actuación con dolo directo de homicidio– no
permite arribar a la conclusión señalada por el a quo de que el relato sobre esa secuencia
no es creíble. Es que tal razonamiento no demuestra en modo alguno la falta de veracidad
de la narración de la imputada, dado que esta no afirmó en ningún momento que tal
puñalada, con la dirección y la intensidad que tuvo (aspectos que no están
controvertidos), no haya sido realizada de modo voluntario. A ello hay que agregar, como
dato jurídico relevante, que tales características objetivas no resultan en sí mismas
excluyentes de la causal de justificación en estudio.
Por otra parte, tampoco se aprecia que lo expuesto por A.N. resulte inverosímil ya que,
si en la secuencia del hecho –según explicó en el juicio– en determinado momento L. ‘se
le vino encima’, y estando acreditado –como estimó el a quo– que en algún momento
este empleó esa misma arma blanca contra aquella, lo que lógicamente debió ocurrir
antes de recibir la herida mortal (recordemos que el a quo sostuvo que ‘[n]o puede
determinarse, ante la carencia de testigos, quien tuvo el cuchillo en primer término en
su poder y comenzó la agresión, pero no quedan dudas que al momento del desenlace
fatal, B. apuñaló a la víctima cuando estaba desarmada’ ), no parece ilógico que intente
sacársela para luego defenderse y que, para ello, haya debido ‘clavársela’ a su
atacante…”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
también errónea, enunciada en estos términos: ‘… las lesiones que presentaban ambas
partes no resultan prueba suficiente para dar por comprobado el requisito de 'agresión
ilegítima' requerido por el tipo penal’, a partir de lo cual puso fin al examen de la cuestión,
por considerar innecesario el abordaje de las restantes exigencias de la causal de
justificación.
Lo expuesto hasta aquí permite concluir que, aunque no lo hizo explícitamente, el a quo
arribó a un inequívoco estado de incertidumbre en relación con el modo en que se
desarrollaron los hechos que concluyeron con la muerte de la víctima. En efecto, quedó
evidenciado en su razonamiento que tuvo por probados determinados datos fácticos
(presencia de lesiones defensivas en ambas personas –víctima e imputada–, realizadas
mediante una única arma blanca, hallada con sangre en la escena), pero también dijo
advertir ciertas limitaciones probatorias (falta de testigos presenciales y relato
desincriminante de la imputada sobre cómo sucedieron los hechos, que estimó no
creíble)”.
“Ante este panorama, de inocultable duda, la Cámara en lo Criminal debió haber tenido
por comprobada la existencia de una agresión ilegítima por parte de la víctima, por ser la
alternativa más favorable y, como tal, la única solución ajustada a derecho, en atención
al estado de inocencia que la ampara […]. En otras palabras, en lugar de afirmar la
culpabilidad de N., a partir de concluir que las lesiones que presentaban ambas partes no
resultan prueba suficiente para dar por comprobado el requisito de ‘agresión ilegítima’
requerido por el tipo penal, la Cámara en lo Criminal debió razonar, en todo caso, que la
acusación no había demostrado que no hubiera existido una agresión ilegítima, como
relató la imputada, por presentar ambas partes lesiones defensivas; por ello, ante la
duda, debió tener por comprobada tal circunstancia.
Sin embargo, el a quo no solo nada dijo, es decir, omitió hacer manifiesto tal estado de
incertidumbre que le impedía adoptar una resolución que perjudicara la situación
procesal de la imputada, sino que además descartó la causal de justificación analizada
mediante argumentos erróneos y arbitrarios, como quedó demostrado, afirmando así la
responsabilidad penal de N. por los hechos endilgados. […] De ese modo, en definitiva, el
Tribunal ha aplicado erróneamente el derecho sustantivo al descartar la existencia de una
agresión ilegítima por parte del occiso, único requisito de la causal de justificación
alegada que analizó”.
“En virtud de lo expuesto, al no haber podido ser desvirtuada la versión de los hechos
brindada por N. en el debate, el a quo –en lugar de resolver la cuestión en contra de la
imputada– debió tener por probada la existencia de una agresión ilegítima por parte de
L., conforme aquella había relatado, y proseguir, en consecuencia, con el análisis de los
demás requisitos”.
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“Ingresando entonces en esta instancia en la referida labor omitida por el juzgador, fácil
es advertir que el requisito de ‘falta de provocación suficiente de quien se defiende’
tropieza asimismo con la ausencia de acreditación, por parte de la acusación, a través de
otras pruebas diversas del relato de la imputada, por lo que cabe aquí extender el
beneficio de la duda a su favor y tenerlo por acreditado del mismo modo”.
“Se advierte así el desacierto de lo argumentado por el a quo, que intentó reducir el
análisis respecto de la necesidad del medio empleado a una mera comparación entre la
contextura física y la fuerza del occiso y de la imputada, con lo que incurrió en otro
defecto de razonamiento, por soslayar la real dimensión de la desproporción que
resultaba relevante en este caso, es decir, la que existía como consecuencia de la
violencia de género que caracterizaba el vínculo entre ambos. […] En este punto la
arbitrariedad de la sentencia radica, además, en que resultó contradictoria, dado que en
otros tramos reconoció, con sustento en las constancias del expediente, aspectos
objetivos demostrativos de la desventaja en la que se encontraba N. respecto de su
agresor, evidenciada en el modo en que se relacionaban”.
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“De ese modo, las particularidades de N., por su condición de persona trans, debieron
ser motivo de especial consideración por parte del a quo en todos sus aspectos, lo que
demuestra el desacierto de los argumentos antes enumerados, que no aplicaron
debidamente la perspectiva de género que tal condición personal imponía. […] No puede
dejar de reconocerse que el juzgador sí efectuó consideraciones respecto de la historia
vital y la condición de género de la imputada al momento de establecer que el encuadre
de su conducta debía incluir tales elementos como circunstancias extraordinarias de
atenuación. Sin embargo, el hecho de que nada de ello haya sido ponderado al abordar
la temática de la legítima defensa no hace más que demostrar la arbitrariedad de la
sentencia, por constituir una manifiesta autocontradicción con sus propios términos,
evidenciadora de una forzada fragmentación del análisis de las cuestiones sometidas a
decisión, que solo aplica en ciertos tramos, y en otros no, el particular enfoque que
requería una decisión ajustada a las particulares características del caso”.
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Caso Nº 5
En la etapa de juicio oral, uno de los testigos declaró que la víctima siempre golpeaba a
su familia. Por su parte, la madre y su hijo mayor explicaron que temían por la vida del
joven. El Tribunal Oral condenó a ambos a la pena de doce años de prisión como
coautores del delito de homicidio calificado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación. Contra esta decisión, la defensa interpuso un recurso de
apelación. Entre otras cuestiones, planteó que el tribunal no había tenido en cuenta el
contexto de violencia de género en el que estaban inmersos los imputados.
“[Se otorgará] eficacia probatoria como marco contextual al testimonio de una persona
de cuya sinceridad no puede dudarse, [un amigo de los hermanos]. Él afirma haber estado
en esa casa cuando la pelea empezó, y haber escuchado cuando se iba cómo continuaba.
Ello da cuenta que la pelea no tuvo un corte. Un impasse. Sino que siguió”.
“Dos hermanos peleando con su padre mano a mano. Cuerpo a cuerpo. Eso es lo que vio
[el testigo] cuando se fue. Una pelea iniciada por el padre contra el menor, luego
continuada contra el mayor. Lo que relata [el testigo] es que el padre arremetía contra el
hijo menor, y que también lo hacía contra el mayor. Que la actitud de los hijos era
defenderse. No atacar. [El amigo] describe a dos hijos que se dejan golpear, para no
golpear al padre. Un padre que tira a su hijo contra el sillón […]. [El testigo] describe una
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situación de resignación. Es la situación propia del que se deja golpear aunque tenga más
fuerza, por fuerza de la costumbre, para que rápido termine el problema. Incluso del que
siendo joven y fuerte es capaz de llorar y decir ‘basta papi’. Situaciones propias de lo que
hoy se trata en Convenciones Internacionales sobre ‘violencia de género’ o ‘violencia
familiar’, a las que países como el nuestro llegan, y han llegado demasiado tarde”.
“[E]stá probado que los hermanos […] no agredieron a su padre. Fueron agredidos
ilegítimamente por aquel. [Los hermanos] no agredieron a su padre. Sólo pusieron
música. Y al ser recriminados por ello, presurosos fueron a cambiarla. Pero no lograron
hacerlo a tiempo. Sólo por esa razón el padre arremetió con violencia física contra el
menor de los hijos. El que estaba recién operado de la cabeza. Precisamente quien no
podía ser golpeado en la cabeza. [Su amigo] escuchó que [L] le dijo ‘no de nuevo’
llorando”.
“[NBA] se coloca con la chaira en la mano golpeando a su marido para que suelte a su
hijo menor, y ubica a sus dos hijos en el lugar. Sin establecer con claridad quién tenía la
cuchilla. Ella no lo dice, y nadie tiene derecho a preguntárselo. En definitiva, su hijo menor
estaba siendo agredido a riesgo de perder la vida por su padre, ella a duras penas
tratando de salvar su vida, y el mayor de sus hijos llegando a salvar a ambos”.
“[AF] fue quien causó las heridas con la cuchilla a su padre. Pero considero que lo hizo
para salvar la vida de su madre y su hermano ante la agresión brutal de su padre. Que tal
como señala la propia sentencia de los Sres. Magistrados todo se desarrolló en forma
vertiginosa […]. Pero en mi estima la acción de este hijo, esta acción vertiginosa, urgente,
fue para repeler la agresión ilegítima de su padre a su madre y a su hermano. Con el
medio que tuvo a su alcance, la propia cuchilla que tenía su padre para amenazar a su
hermano. Y ese medio fue proporcional. Esa reacción fue racional”.
“La agresión ilegítima del padre de los hermanos que determina una reacción con la
finalidad de hacer cesar la inicial agresión, es la que tiene como destinatario a [L]. Porque
es aquella en la que el padre se obsesiona, y porque es la que realmente pone en peligro
la vida de [L]. Y hasta que la madre de los hermanos no toma intervención golpeando a
su marido, lo que determina que aquel golpee en el rostro a su esposa, pudo haber
quedado en una más de las peleas de la familia.
[…] Como se advertirá, [se le da] al tema en cuestión una solución propia de la dogmática
penal, pero sin que pierda de vista que es un caso en el que la violencia de género ha
marcado profundamente a los actores. Ha sido la desesperación por la convalecencia de
[L] lo que marcó una diferencia en la reacción de quienes no habían reaccionado nunca.
La reacción de [N], los golpes a [N], los golpes con la chaira. La cuchilla para defender a
[N]. Esa fue la secuencia. Esta vez [L] corría un riesgo distinto, porque estaba operado. Al
menos en la subjetividad de los hermanos y la madre, debían defender su vida”.
“[N]o hay coautoría. Cada uno actuó en la emergencia. Sin conocer lo que el otro hacía,
sin ponerse de acuerdo. [N] golpeó a [A] para salvar a [L]. [A] asestó puñaladas a su padre
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Estudios sobre Jurisprudencia
Así, en esta interpretación de los incisos 6 y 7 del artículo 34 acotada desde los principios
republicanos, entendida como fundamento en el derecho del ciudadano a ejercer la
coerción directa cuando el Estado no puede proporcionarla en el caso concreto con
parecida eficacia, reconociéndose los [límites] impuestos por la necesidad y racionalidad
propias del ejercicio de un derecho, sin que se los prive de su naturaleza sino que lo
acoten […]. Esta será la medida que en situaciones concretas permitirá resolver si la
antijuridicidad de la agresión justifica la desproporción con la lesión inferida: la
racionalidad como principio correctivo que debe proporcionar la respuesta, la
racionalidad como ausencia de desproporción insólita y grosera entre el mal que se evita
el que se causa”.
Vista entonces la causal que tratamos como un derecho, éste, como todos, tiene límites,
que no son sólo los impuestos por la necesidad sino también los que devienen de la
racionalidad. Los límites racionales al ejercicio de un derecho no le privan de su
naturaleza sino que lo acotan de modo republicano. La necesidad es un requisito, pero
que en definitiva encuentra su límite jurídico (valorativo) en la racionalidad…”.
“La necesidad racional no predica sobre medios defensivos en concreto sino que se
atiene sólo a que la magnitud de la respuesta en relación con la lesión que trata de
evitarse no lleve a la inseguridad jurídica: la simple razón jurídica es que no constituye
ejercicio de un derecho la acción que lesiona los derechos de otro”.
“No hubo irracionalidad. Por el contrario. La irracionalidad era del padre hacia el hijo
menor y hacia la madre que defendía al hijo. Que fuera costumbre no lo hacía racional.
[…] Que en este caso la madre hubiera actuado con mayor vehemencia por la
vulnerabilidad en función de la operación sufrida por su hijo [L], implicó para el padre,
quizás por primera vez una reacción ante sus ataques y agresiones, que derivaron en
mayor violencia y entonces en la reacción necesaria para salvar a su hermano y su madre
de parte [del hijo mayor]”.
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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 6
Durante la instrucción, la cuñada de la mujer declaró que su hermano era muy agresivo
y violento y que había presenciado hechos de violencia hacia la acusada. En varias
oportunidades le había recomendado que se fuera de la casa, pero ella le tenía miedo
porque la amenazaba con matarla o quitarle a la hija. Recordó que la expareja de su
hermano se había ido del hogar dejándole a su hija porque también era muy violento con
ella. En particular, al relatar el hecho explicó que la imputada en ningún momento
discutió o golpeó a su hermano, sino que intentó irse del domicilio para contentarlo.
Asimismo, la madre del hombre declaró que cuando ingresó al domicilio observó que la
mujer apretaba la herida que tenía su hijo con un repasador y vio que en la mesada había
un cuchillo manchado con sangre. Por otra parte, se incorporó el informe médico que
corroboraba lesiones en el cuerpo de la imputada. Además, el informe psicológico
concluyó que la mujer había tenido “una actitud pacifista y conciliadora durante la
convivencia con su pareja, a pesar de los constantes maltratos físicos y psicológicos
recibidos”.
“La legítima defensa tiene su fundamento en la máxima ‘el derecho no necesita ceder
ante lo ilícito’. Se basa en dos principios: 1) La protección individual presupone siempre
que la acción típica sea necesaria para impedir o repeler una agresión antijurídica a un
bien jurídico individual. 2) El prevalecimiento del derecho persigue un fin de prevención
general, pues considera deseable que el orden legal se afirme frente a agresiones a
bienes jurídicos individuales, aunque no estén presentes los órganos estatales. Gracias a
este principio, la protección individual se concede no sólo dentro del marco de la
proporcionalidad, sino que el daño causado puede ser considerablemente mayor que el
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Estudios sobre Jurisprudencia
que se impide. El Código Penal Argentino regula la defensa propia en el art. 34 inc. 6º
condicionando la autorización de la defensa de los derechos a la concurrencia de los
siguientes requisitos: agresión ilegítima actual o inminente; necesidad de la defensa y
racionalidad del medio empleado y falta de provocación suficiente por parte del que se
defiende”.
“Las lesiones proferidas por E. L. C. a la Sra. C., producto del accionar violento desplegado
por aquél al tiempo de producirse el acontecimiento aquí investigado, se encuentran
igualmente acreditadas a través del informe médico forense incorporado […] cuando
sostiene: ‘…observo edema y lesión contusa equimótica en región malar izquierda y
lesión contusa superficial en región pectoral, provocadas por elementos romos de acción
contusa animados por la fuerza…’.
De tal forma que en el plano ontológico es dable advertir la presencia del primer requisito
exigido por la ley de fondo en cuanto a la existencia de una agresión antijurídica
desplegada por C. en contra de la imputada, lo que ciertamente motivó su reacción
defensista en forma concomitante con aquélla”.
“N. M. C. había iniciado una relación de pareja con E. L. C. habiendo quedado embarazada
del mismo en dos oportunidades. El contacto entre ambos siempre fue conflictivo
producto de la personalidad agresiva, hostil e impiadosa que caracterizaba al hombre de
la relación convirtiendo a N. en una víctima recurrente de violencia de género tanto física
como psicológica: golpes, pérdida del primer bebé en gestación […], insultos
permanentes, amenazas de muerte, encierro, sumisión. En contraposición a las
situaciones de sometimiento extremo que le tocó vivir, la victimaria –en todo momento–
observó una actitud tranquilizadora, paciente, contenedora […].
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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
que ‘…si bien el hecho culminó con el fallecimiento del causante, perfectamente pudo
haber ocurrido lo contrario’ […]”.
“Otro dato de relevancia para definir la cuestión analizada está dado por la ausencia de
solidaridad de quienes convivían con C. Al respecto, el informe psicológico […] llegó a
establecer que ‘el entorno… tampoco colaboró en protegerla o ayudarla a salir de la
situación’. A. G. C. tenía una mala relación con su hermano y se encontraba amenazada
para que no interfiriera en su vida de pareja. Seguramente, el voluminoso conjunto de
antecedentes de violencia [determinó] que C. –el día del hecho– frente a una nueva
agresión ilegítima de E. C. reaccionara necesariamente para proteger su propia vida,
tomando lo que encontró en el lugar (un cuchillo) que luego impactó en la humanidad de
C. ocasionándole su muerte. En este punto es menester recordar que la entidad de la
agresión estuvo patentizada en: a) insultos injustificados […]; b) un primer golpe de puño
en el pecho mientras estaba en la habitación con A. y tenía en brazos a su pequeña hija
de tan sólo un año de edad; c) un segundo golpe de puño después de entregar a la niña
al agresor y d) en el tironeo de los cabellos arrastrándola hacia la cocina cuando se
disponía a regresar a su domicilio. En ese marco de situación ¿qué otro medio podría
haber utilizado C. para defenderse?
[D]ebe descartarse la presencia del dolo homicida requerido por el tipo penal endilgado,
toda vez que C. luego de herir a su pareja se dispuso a auxiliarlo tal cual lo revela la madre
de la víctima –P. V.– en su declaración […]: ‘…cuando arribé al inmueble observé a N. a
un costado de mi hijo y le estaba apretando la herida con un trapo tipo repasador,
observando que –en la mesada– había un cuchillo manchado con sangre’.
“La falta de provocación suficiente en relación al accionar observado por C., también se
halla acreditada en autos desde que esta última había concurrido [a] saludar a la familia
C. con motivo de la Navidad que se celebraba en aquella jornada. Resulta menester
puntualizar que la encartada tuvo que buscar el momento para hacerlo en virtud de que
la noche anterior E. estaba alcoholizado y temía –con argumentos ciertamente
fundados– que reaccionara de manera violenta si salía del domicilio. Apenas advirtió su
ausencia, aquél se dirigió a buscarla y la encontró dialogando con A., la que pudo observar
cómo –una vez más– C. era víctima de los malos tratos constantes a los que E. la venía
sometiendo desde tiempo atrás. En este sentido, la testigo presencial explicó: ‘…pasados
unos diez minutos…. se hizo presente mi hermano refiriéndose en forma agresiva: ‘DALE
PELOTUDA DE MIERDA, VAMOS A LA CASA’, a lo que la Sra. C. sin emitir palabra alguna
sólo agarró a la menor disponiéndose a retirar del inmueble…’.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Nuestro país, al recoger los lineamientos básicos de la Convención de Belém do Pará, dejó
en claro que ‘la violencia de género o en contra de la mujer’ implica también cualquier
acto de violencia –activo u omisivo– físico, sexual, psicológico, moral, patrimonial, etc.
que incide sobre la mujer por razón de su género, basado en la discriminación, en las
relaciones de desigualdad y de poder asimétricas entre los sexos que subordinan a la
mujer, sea en la vida pública o en la privada, incluida la que es perpetrada o tolerada por
el estado o por sus agentes (Ley Nacional Nº 26.485 – Ley Provincial Nº 5.107)”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 7
En la etapa de juicio oral, la imputada expresó que no había tenido la intención de matarlo
y que se había defendido con un cuchillo porque estaba cocinando. Los hermanos y la
madre de la mujer declararon que momentos antes del hecho, el hombre había golpeado
a la imputada y que era una situación que se había reiterado con anterioridad. La Cámara
Segunda del Criminal de Mendoza la condenó a la pena de ocho años de prisión por el
delito de homicidio. Para decidir de esa manera sostuvo que no había existido una
agresión de tal envergadura que justificara la pretendida reacción defensiva. Además,
agregó que el medio elegido por la imputada no era el único al que podía acceder para
repeler la agresión. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación.
“[A] partir de los aportes del enfoque de género al derecho penal, autorizada doctrina
sostiene que en la interpretación de las reglas de la legítima defensa, hay que tener
presente que ellas han sido elaboradas ‘partiendo de una imagen basada en la
confrontación hombre/hombre (del mismo tamaño y fuerza) que se realiza en un solo
acto […]’. Y que cuando ‘el enfrentamiento es hombre/mujer (de distinto tamaño y
fuerza)’, requiere para su interpretación y aplicación la incorporación de la perspectiva
de género. Esta interpretación no se encamina a establecer la ampliación de la legítima
defensa, sino a la ‘aplicación igualitaria de la doctrina general de la legítima defensa en
casos en que es la mujer maltratada quien mata al hombre’, (cfr LARRAURI, Elena,
‘Mujeres y Sistema Penal. Violencia Doméstica.’, IBdeF, año 2008, p. 63).
Expresa Larrauri, que si bien las normas tienen una formulación neutra, porque están
dirigidas a las ‘personas’, bajo la aparente neutralidad de la norma late una visión
masculina, la que se observa con mayor claridad en el caso de las mujeres maltratadas,
que a raíz de la violencia doméstica hieren mortalmente a su pareja. Esto la lleva a la
observación de que, si bien ‘la norma es neutral, su interpretación no lo es’, y señala que
por ello en Alemania, diversas autoras (Oberlies, 1986; 1989; Bahr- Jendges, 1984;
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Estudios sobre Jurisprudencia
Junger, 1984), se han dedicado a investigar cómo se atribuye del dolo de matar (animus
necandi), para ver cómo todos los razonamientos utilizados conducen a afirmar ‘que en
el caso de la mujer existe dolo de matar’, y que por el contrario, ‘las asunciones que
rodean el comportamiento del hombre tienden a negar que en él exista dolo de matar’,
(autora y ob. cit, ps. 21/24 y 43)”.
“En cuanto al recaudo de la ‘agresión ilegítima’ –artículo 34, inciso 6.a–, […] una agresión
es ‘actual’ en términos generales, cuando se está produciendo o cuando es inminente.
[…] Ahora bien, en el caso de una confrontación hombre/mujer, Larrauri afirma que al no
tener ambos contendientes la misma fuerza, basta que la agresión sea inminente, y por
tanto, ‘una amenaza constituye por sí sola una agresión, al tiempo que es anuncio de una
agresión futura’, y que aunque haya cesado, subsiste la necesidad de defensa. Y que entre
el conflicto entre inminencia y necesidad debiera prevalecer la necesidad…”.
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Ministerio Público de la Defensa
“[N]o existió provocación por parte de la imputada, y por tanto, se da cumplimiento con
el requerimiento negativo –falta de provocación por parte del que se defiende– porque
para proteger su integridad física y la del hijo por nacer –fruto de la unión con GB–, frente
al golpe de puño que le arrojó en la cabeza, puso su brazo para protegerse y lo hirió en
legítima defensa”.
“En hechos de violencia de pareja –como el caso concreto– hay que valorar la secuencias
de los mismos y los tipos y modalidades de agresiones, y no solo examinar el último
momento donde se produce el desenlace fatal. Además, en estos hechos de violencia,
generalmente son testigos presenciales los familiares de la pareja, por lo que para
garantizar el derecho de defensa de las mujeres debe valorarse la prueba vinculada a la
historia de violencia de género de la imputada, y no debe ser minimizada y excluida
mediante una visión reduccionista de quienes tienen que juzgarlos, sobre todo cuando
los hechos de violencia no han sido denunciados formalmente o no se han obtenido
condenas. La producción de esta prueba y su valoración es insoslayable para probar que
la imputada actuó en legítima defensa (cfr. ARDUINO, Ileana y SÁNCHEZ, Luciana,
‘Proceso penal acusatorio y derechos humanos de las mujeres’, publicado en ‘Una agenda
para la equidad de género en el sistema de justicia’, compilación Marcela V. Rodríguez y
Raquel Asensio, CIEPP, año 2009, p. 71)”.
Estos aspectos esenciales que surgen de las declaraciones de los testigos presenciales no
fueron valorados por la Cámara, sino que el análisis se centró en un hecho de violencia
aislado y del último tramo de las agresiones protagonizadas por [GB] hacia la encausada,
al no tenerse presente que la violencia de pareja que originó el desenlace fatal es la
consecuencia de otras agresiones anteriormente llevadas a cabo, por quien resultó sujeto
pasivo del hecho que originó esta causa penal en la que es imputada su pareja que estaba
embarazada”.
“En ese estado de gravidez y después de las agresiones que […] RE recibió de parte de GB
¿podía elegir otro medio y otro lugar del cuerpo menos lesivo de su pareja para
defenderse de los golpes y hacer cesar los insultos que le profería? Cabe destacar
también, que en el momento del hecho investigado GB, la imputada y los hermanos […]
se encontraban en la cocina aproximadamente a las 13.00 hs, en el horario del almuerzo,
y que aquélla utilizaba un cuchillo para picar verdura […]. Ello demuestra, como alega la
defensa, la ausencia de intencionalidad de dañar, porque no fue en busca del cuchillo
para atacarlo, sino que después del golpe de puño que le arrojó GB, lo hirió con el cuchillo
que tenía en la mano para hacer la comida”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 8
En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que esa noche se había querido defender
y por eso había tomado el cuchillo, sin saber que lo iba a lastimar de esa manera. Aclaró
que en otras oportunidades había sufrido violencia por parte de su marido, que había
hecho las denuncias correspondientes pero que la policía nunca había intervenido más
que para calmarlo e irse. Además, pidió disculpas por haber mentido cuando arribaron
los policías. Por otro lado, un agente policial explicó que la mujer había mentido en un
primer momento sobre lo sucedido, aunque luego había narrado la pelea y cómo había
tenido que defenderse. Agregó que la relación era conflictiva debido al consumo de
alcohol por parte de ambos, que había agresiones mutuas y que en alguna oportunidad
creía que ella lo había denunciado y que habían enviado un patrullero. Además, sabía que
había un registro de denuncias realizadas por la imputada en la comisaría de la mujer,
pero se habían archivado. Otra funcionaria policial recordó haberle tomado la denuncia
por un episodio de violencia de género, que fue derivada al Juzgado de Familia. También
se enteró por sus compañeros que en otras oportunidades la mujer había sido trasladada
para que hiciera una denuncia contra su pareja y la habían llevado a dormir a un hospital
con sus hijos.
Al momento de los alegatos, la defensa sostuvo que la imputada había sido víctima de
violencia de género y había actuado en legítima defensa.
“Sin perjuicio de la mentira inicial que transmitió al personal policial actuante respecto
del modo en que se produjo la herida […], circunstancia que fuera inmediatamente
rectificada por ella misma, su relato durante la audiencia de debate aparece como veraz,
con marcada angustia en los tramos que revivió los episodios de violencia intrafamiliar y
sin advertirse exageraciones al describirlos, reiterando su sincero arrepentimiento por
aquella primera versión incorrecta, por lo que le otorgo plena credibilidad”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“De la prueba que se trajo al debate surgió en cuanto a la concurrencia de este primer
requisito, consistente en la existencia de una agresión ilegítima, que la imputada
reaccionó frente a la inminencia del ataque emprendido por el fallecido, habiendo
utilizado para repeler dicha agresión, un cuchillo de cocina del tipo serrucho que tomó
sin mirar para el costado –lo que denota la necesidad que la urgía–, de arriba de la mesa
que estaba a su lado [ …] lo que como se verá, conforma el segundo de los requisitos
exigidos por la norma pretendida, siendo claro que tampoco se demostró que aquel
acometimiento inicial hubiera sido consecuencia de la conducta de quien procedió a
defenderse, dado que [M] no provocó de modo alguno al agresor”.
“Frente a la realidad de los hechos, que se repetían desde el año 2010 en que [M] había
denunciado a [C] por violencia familiar […] y frente a la inminencia de esa agresión por
parte de su pareja, quien acometió contra la acusada levantando uno de sus brazos, a
muy escasa distancia de la misma –encima suyo manifestó–, con la clara intención de
pegarle y ante la necesidad de impedir ello, a lo que sumaba la contextura física superior
del agresor y la imposibilidad de oponérsele solamente mediante la resistencia de sus
brazos, no cabe otra conclusión que la utilización del cuchillo de cocina tipo serrucho
antes señalado, cumplimenta acabadamente la racionalidad de su empleo”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 9
En la etapa del juicio oral, la mujer declaró que no había tenido la intención de matar a
su pareja, sino que solo se había defendido de una agresión. Por otra parte, los agentes
policiales que arribaron al lugar explicaron que había un gran desorden, botellas, un
celular y un portarretratos rotos. Además, personas allegadas a la pareja contaron que
tenían una relación violenta. El Tribunal Oral absolvió a la imputada por haber actuado
en legítima defensa. Para decidir de esa manera valoró las lesiones que registraba y los
testimonios que demostraban la existencia de un vínculo violento entre las partes.
“[E]n el decisorio objeto de embate los magistrados consignaron las razones que
justifican su conclusión, con base en la prueba reunida y de acuerdo al método de la sana
crítica racional. […] Así, partieron de la declaración de la imputada, quien reconoció haber
provocado la herida que le causó la muerte a su pareja S. O., aunque aclaró que el
acometimiento se produjo en el marco de una discusión familiar y tuvo por finalidad
defenderse.
Su versión fue contrastada con el material probatorio aportado. Así, los magistrados
ponderaron especialmente los testimonios de aquellos allegados a la pareja que dieron
cuenta de la relación violenta entre sus miembros […]. También valoraron las
manifestaciones de los preventivos que acudieron al lugar teatro de los hechos. Los
policías brindaron detalles acerca del estado en el que se hallaba la escena del crimen –
desorden significativo; botellas, un celular y un portarretratos rotos.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Asimismo, tuvieron en cuenta los estigmas físicos que evidenciaba la atribuida (golpes,
escoriaciones, hinchazón y traumatismo en el rostro, fractura a nivel del pómulo). Han
considerado las presunciones que contribuyeron a la demostración de los hechos de
violencia de género, ya que se trató de indicios graves, precisos y concordantes. Esto es
lo que rige el artículo 31 de la Ley Nº 26.485 de protección integral para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen
sus relaciones interpersonales”.
Los sentenciadores, por último, valoraron que ambos concubinos se dispensaban un trato
agresivo y humillante. Consignaron que los testigos señalaron a M. como la que se dirigía
a O. de manera irrespetuosa pero, al mismo tiempo, ninguno de los declarantes negó
episodios en los que el interfecto agredió físicamente a la incusa. Plausiblemente, ello
implicó un repudio a la tan extendida idea de la mujer como objeto privada de derechos.
Estos estereotipos discriminatorios deben ser erradicados de acuerdo con el compromiso
asumido por el estado argentino”.
“La ley no demanda actos heroicos; una resistencia suprema que, al llegar al paroxismo,
habilita a defenderse. […] Reclama comportamientos racionales, ese vocablo que se
traduce, por su ambigüedad o polisemia, en la necesidad de un contenido que
básicamente refiera a una relación de causa y grado entre medios y fines”.
“La proporcionalidad del medio empleado no implica simetría; golpe con golpe, disparo
con disparo, arma blanca con arma blanca, y así hasta la infinidad de situaciones posibles.
[…] Ha de tenerse en cuenta las diferencias, única manera de captar adecuadamente las
proporciones, siempre bajo la sombra de la racionalidad.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 10
En la etapa de juicio oral, la mujer se negó a declarar. Sin embargo, se incorporó por
lectura la declaración prestada frente al juez de instrucción. Por otra parte, el hombre,
constituido como parte querellante, expuso que había tenido relaciones sexuales con la
imputada y que, luego, ella le había querido robar y matarlo cortándole el cuello con un
bisturí que sacó de su mochila. Asimismo, fue incorporado al debate un informe químico
que concluía que todo el material biológico presente en el preservativo correspondía al
mismo individuo de sexo masculino. Además, se incorporó un informe forense que
explicaba que las lesiones registradas por la imputada resultaban compatibles con
“lesiones de defensa”. Al momento de los alegatos, la querella solicitó que se condenara
a la mujer a la pena de diez años de prisión por el delito de homicidio en grado de
tentativa. Por su parte, la representante del Ministerio Público Fiscal peticionó su
absolución por duda razonable. El Tribunal Oral absolvió a la mujer por considerar que
había actuado en legítima defensa. Contra esa decisión, la querella interpuso un recurso
de casación.
“[T]anto del informe [forense] como del testimonio prestado por la [….] médica forense
[…] surge que ‘las lesiones en los miembros superiores resultan compatibles con lesiones
de defensa’ y agrega, asimismo, que en las mamas no es común hallar este tipo de lesión
autoinfligida; extremos que permiten confirmar el acierto en las conclusiones esgrimidas
por el a quo y, asimismo, descartar un análisis parcializado de los elementos valorados,
tal como afirma el recurrente, y cuya queja en este sentido debe ser descartada”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“[L]a parte querellante alega que no se acreditó la agresión ilegítima de la cual se tuviera
que defender [la imputada]. [L]a versión brindada por [la mujer] cobra credibilidad si se
tiene en cuenta el resultado de la peritación genética llevada a cabo por el médico
forense, sobre las muestras tomadas del preservativo incautado en autos, que
determinaron […] que todo el material biológico presente corresponde al mismo
individuo de sexo masculino…”.
“En esa línea de razonamiento, cabe recordar [que] Rodríguez Guido registraba quince
lesiones cortantes en su cuerpo, diez de ellas compatibles con lesiones de defensa y
cuatro de los cinco restantes insusceptibles de considerarse auto infligidas”.
“De otro lado, en cuanto a la aparición del elemento cortante, instrumento que según el
a quo puede calificarse tanto de bisturí como de cortapapeles –en ambos casos de
confección casera– el tribunal consideró que la versión brindada por la acusada resulta
más verosímil de conformidad con el plexo probatorio existente, en la medida en que un
cortapapeles de esas características podía hallarse en una oficina y más concretamente
en el interior del portalápices que señala la nombrada como el que se cayó durante su
forcejeo con [N] y que luce en la fotografía […] agregada por lectura al juicio.
Por otra parte, el tribunal sentenciante puso de manifiesto las contradicciones que
evidencia el querellante [N] al referirse al instrumento lesivo en cada una de las instancias
en las que prestó declaración y, asimismo, la imposibilidad de acreditar la existencia de
la mochila que, de acuerdo a los dichos de [N], llevaba consigo la acusada el día de los
hechos y, de cuyo interior, habría sacado el elemento cortante”.
3. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación.
“Así, […] las conclusiones a las que han arribado los sentenciantes encuentran adecuado
sustento en un análisis global y concordante de las probanzas e indicios colectados en la
causa que, evaluados en su conjunto, permiten arribar a un pronunciamiento
absolutorio”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 11
En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que había intentado proteger su vida y la
de su hijo. La Sala Primera de la Cámara en lo Penal de Concepción la condenó a la pena
de doce años de prisión por el delito de homicidio agravado atenuado por circunstancias
extraordinarias. Contra esa decisión la defensa interpuso un recurso de casación. Entre
otras cuestiones, planteó que había existido una agresión antijurídica iniciada por el
hombre que puso en peligro la vida e integridad física de su esposa y su hijo menor de
edad. Además, calificó de necesaria a la defensa ejercida por la imputada ya que había
sido el único modo de evitar que la matara a ella o a su hijo. Por último, sostuvo que la
mujer se había encerrado en su casa para evitar ser golpeada, por lo que había una falta
de provocación suficiente por parte de ella.
“[T]eniendo en cuenta que la cuestión debatida posee incidencia sobre una mujer que
aduce ser víctima de violencia (de género y doméstica) dado que puede provocarse un
innecesario padecimiento, debe incorporarse la ‘perspectiva de género’ como pauta
hermenéutica constitucional, ‘sensibilidad especial’ y principio rector para la solución de
los derechos en pugna. Es que ‘…como lo señala la Convención de Belém do Pará… la
violencia contra la mujer no solo constituye una violación de los derechos humanos, sino
que es 'una ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder
históricamente desiguales entre mujeres y hombres', que 'trasciende todos los sectores
de la sociedad independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos,
cultura, nivel educacional, edad o religión y afecta negativamente sus propias bases’ (Cfr.
Corte I.D.H., Caso ‘Rosendo Cantú y otra Vs. México’ (Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas), sentencia del 31 de agosto de 2.010, párr. 108).
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Estudios sobre Jurisprudencia
Lo dicho conduce a analizar los instrumentos que han incorporado esa ‘perspectiva de
género’, por cuanto es preciso y necesario explicitarlos a los fines de promover su
conocimiento, aplicación y comprensión […]. Encontramos entonces, en primer lugar, la
Convención de la O.N.U. sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), [que] resalta que a pesar de los esfuerzos de los instrumentos
internacionales por garantizar al hombre y a la mujer igualdad en el goce de todos los
derechos económicos, sociales, culturales y políticos, se ha comprobado que las mujeres
siguen siendo objeto de importantes discriminaciones. Asimismo, pone en evidencia que
la discriminación contra la mujer viola los principios de igualdad de derechos y del respeto
de la dignidad humana, que dificulta la participación de la mujer, en las mismas
condiciones que el hombre, en la vida política, social, económica y cultural de su país,
que constituye un obstáculo para el aumento del bienestar de la sociedad y de la familia
y que entorpece el pleno desarrollo de las posibilidades de la mujer para prestar servicio
a su país y a la humanidad. La Convención define la expresión ‘discriminación contra la
mujer’ como ‘toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por
objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la
mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y
la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera’ (art. 1). En ese sentido,
establece que los Estados partes se comprometen a ‘Consagrar, si aún no lo han hecho,
en sus constituciones nacionales y en cualquier otra legislación apropiada el principio de
igualdad del hombre y de la mujer y asegurar por ley u otros medios apropiados la
realización práctica de este principio…’ (art. 2, inc. a), a reconocer ‘…a la mujer la igualdad
con el hombre ante la ley…’ (art. 15) y a adoptar ‘…todas las medidas adecuadas para
eliminar la discriminación contra la mujer’ (art. 16).
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establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y c) que sea perpetrada o tolerada por
el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra (art. 2).
En este mismo contexto, debe tenerse presente que la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha suscripto […] la ‘Declaración de Cancún’ (2.002) y las ‘Reglas de Brasilia sobre
acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad’ (2.008). La primera
(Declaración de Cancún) subrayó la necesidad de implantar una perspectiva de género
en el marco general del acceso de la mujer a la justicia, mediante la adopción de una
política de igualdad de género por parte de las Cortes y Superiores Tribunales, que tenga
impacto en todas las áreas y en todos los niveles institucionales, tanto en su organización
interna, como en el servicio brindado. Por su parte, las ‘Reglas de Brasilia’ sobresaltan la
importancia de la participación de funcionarios y operadores de la justicia en la labor del
diseño, la divulgación y la capacitación en orden a la aplicación de las condiciones
necesarias que garanticen a las personas en situación de vulnerabilidad el efectivo acceso
a la justicia. Incluso, el art. 19 de las mencionadas Reglas define lo que se considera
violencia contra la mujer, prescribiendo que ella consiste en ‘...cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado, mediante el empleo
de la violencia física o psíquica’.
Por último, es preciso mencionar la ley N° 26.485 de Protección Integral para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que se Desarrollen
sus Relaciones Interpersonales (a la que adhirió la Provincia de Tucumán mediante ley n°
8.336); norma que es de orden público, y por tanto, de aplicación en todo el territorio
argentino (art. 1º). En su art. 3 la misma establece expresamente que se garantizan todos
los derechos reconocidos por la Convención para la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer, entre otros y en especial, los referidos a una vida
sin violencia y sin discriminaciones; a la seguridad personal; a la integridad física,
psicológica, sexual, garantizando también, un trato respetuoso de las mujeres que
padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisión que produzca revictimización.
Asimismo, la normativa define qué se entiende por violencia contra las mujeres,
puntualizando que es ‘…toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o
indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual
de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual,
económica o patrimonial, como así también, su seguridad personal. Quedan
comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes’ (art. 4). En el art. 5
establece y define los distintos tipos de violencia contra la mujer, dividiéndola en física,
psicológica, sexual, simbólica, económica y patrimonial. En cuanto a las formas en que se
manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes ámbitos,
el art. 6° especifica a la violencia doméstica conceptualizándola como ‘...aquella ejercida
contra las mujeres por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio
físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad
reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo
familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el
matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones
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Estudios sobre Jurisprudencia
“[S]e advierte que en el presente caso la imputada ha sido víctima de violencia de género
y doméstica por parte del Sr. XXX, lo cual justifica […] su reacción frente a la agresión
ilegítima proferida por quien luego resultara víctima del hecho, materializándose en la
especie la causal de justificación de legítima defensa. Es que esa agresión, debió ser
analizada en el contexto de violencia de género dado en el ámbito doméstico, en el cual
se observan las características históricas de desigualdad de poder entre varones y
mujeres y las características propias del ciclo de violencia en la que se encontraba
inmersa XXX hacía tiempo […], lo que tampoco se encuentra controvertido ya que
numerosas declaraciones de testigos y peritos así lo corroboraron”.
“[L]a Sra. XXX sufrió una agresión actual e ilegítima pues no se hallaba autorizada por el
derecho (art. 34, inc. 6°, letra a, C.P.); y, en razón de ella, la misma se defendió con un
cuchillo, ante los golpes de XXX, lo que constituye, en las circunstancias del caso, un claro
ejemplo de lo requerido en el art. 34, inc. 6°, letra b, del C.P. Así las cosas, constituye
legítima defensa dado que, frente a los golpes de un hombre, ella –víctima constante de
violencia de género y doméstica–, para defenderse tomó el cuchillo que había sacado su
hijo para separarlos –primer y único elemento que tenía a su alcance– y se lo asestó a la
altura de la tetilla izquierda, lo que produjo las lesiones en el corazón y el pulmón que –
al no evolucionar favorablemente– llevaron a la muerte del Sr. XXX”.
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Ministerio Público de la Defensa
“[L]a acción emprendida por la imputada fue utilizada para poner fin al ataque que XXX
había iniciado al irrumpir violentamente en el domicilio conyugal y que continuó con
golpes –dentro y fuera de la casa– contra XXX y su hijo (XXX) que intentaba separarlos.
En ese sentido, no es posible concebir a la conducta de la Sra. XXX ‘como un ataque y no
un inofensivo empujón defensivo’ en tanto no era posible para su persona –en ese
momento– determinar si el accionar violento del Sr. XXX había concluido”.
“En esa inteligencia, estando la Sra. XXX ante un sujeto de considerable tamaño […], que
ya la había golpeado en otras oportunidades […] y con su hijo presente […], mal podría
haber interpretado que XXX había terminado su ataque y que no corría más riesgo su
integridad y la de su hijo. […] En consecuencia, la violencia doméstica como fenómeno
que se arraiga con carácter cíclico en la vida cotidiana familiar debe ser considerado como
un ‘mal inminente’ que –a priori– habilita la materialización de una conducta defensiva”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 12
En la etapa de juicio oral, la mujer explicó que había recurrido en muchas ocasiones a la
Oficina del Menor, Mujer y Familia y que había denunciado a su expareja ante la mayoría
de los juzgados de la provincia de Santiago del Estero. Sostuvo que ninguna de las
medidas adoptadas había dado resultados y que el hombre seguía hostigándola a ella y a
sus hijos. Agregó que los agentes policiales le habían dicho que “debía ir quebrada” para
que la policía actuara. En cuanto al arma que tenía, sostuvo que la había encontrado
tiempo atrás en la casa en la que convivía con su expareja. Asimismo, declararon dos de
sus hijos menores de edad. Señalaron que habían presenciado muchas peleas y que le
tenían miedo a su papá. En particular, uno de los niños contó que una vez su padre lo
había amenazado poniéndole un cuchillo en el cuello. Otros testigos confirmaron que la
pareja discutía de manera constante, que el hombre hostigaba a su familia y los niños le
temían. Por otra parte, el informe socio ambiental daba cuenta de que los vecinos sabían
que existían “problemas de convivencia” y el informe de la Oficina del Menor, Mujer y
Familia indicaba que se habían tramitado numerosas causas por violencia.
La defensa sostuvo que la mujer había actuado en legítima defensa como consecuencia
de una agresión ilegítima por parte de su expareja que la había amenazado con un arma
de fuego en un contexto de violencia de género que había durado años. Por esa razón
solicitó la absolución de su asistida. Por otro lado, el representante del Ministerio Público
Fiscal puso en tela de juicio el testimonio brindado por los niños porque coincidía con la
declaración de su madre. En esa dirección destacó que existía una sobreadaptación de
los menores de edad. Además, sostuvo que la mujer tenía una cuota de responsabilidad
por lo sucedido toda vez que se había sometido de manera voluntaria al riesgo de la
agresión al momento de decidir ir a la casa donde podía encontrarse con su expareja. Por
esa razón, concluyó que no se daba el requisito de falta de provocación que exigía el
instituto de la legítima defensa.
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Ministerio Público de la Defensa
“El Sr. Fiscal puso en tela de juicio el testimonio de […] hijos de la imputada y la víctima.
Entre los fundamentos destaca sobreadaptación de los niños señalando que son
coincidentes con los de su madre –declaración de la imputada–. [N]o es este el caso. Las
personas sobreadaptadas son híper exigentes. Se preocupan en exceso por la valoración
y los juicios de valor que los demás tienen sobre ellos. En síntesis, parecen agradar a
todos, ya que tratan de satisfacer las exigencias y expectativas que se tienen sobre ellos.
La declaraciones de los niños, en relación al lugar de los hechos, el modo como fue
cometido, disparos realizados, la forma en que salió su padre de la casa luego de recibir
el impacto de bala, lugar por donde salió corriendo, peleas protagonizadas entre sus
padres, entre otras circunstancias, se encuentran plenamente corroboradas por los
testigos que depusieron durante el Debate…”.
“El Sr. Fiscal también procuró instalar un estado de duda en sus alegatos, sin ningún
sustento fáctico por cierto, sobre la existencia de los problemas de pareja –violencia de
género o doméstica– entre N R y R A M. En la discusión final afirmó que aquellos andaban
como novios en la ciudad de Loreto. No obstante, corresponde remarcar, las pruebas
testimoniales, documentales e instrumentales acompañadas al presente Debate son por
demás elocuentes para tener por acreditado con el grado de certeza que esta instancia
requiere la existencia de conflictos de convivencia de aquella pareja”.
“De los testimonios de los niños CAM y AEM surge con meridiana claridad que existían
problemas entre sus padres. Los niños son contestes en señalar las peleas que pudieron
presenciar de sus padres y que le tenían miedo. CAM señala un hecho puntual, que hace
creíble su relato, diciendo que su padre en una ocasión lo había amenazado poniéndole
el cuchillo en el cuello circunstancia ésta corroborada por su hermano AEM y la tía SMR,
a la sazón, hermana de la imputada NR.
El testigo RGJ, funcionario policial, sabía que la pareja tenía problemas porque existían
antecedentes de exposiciones y denuncias de ambas partes, sobre todo por violencia de
género. El testigo MAO –vecino– tenía conocimiento que NR y RAM se habían separado
y que éste último había hecho un ranchito y dejaron la casa donde vivían juntos. Por su
parte, sabía que ella vino a vivir al lado de la casa de la madre. Que RAM cuando se separó
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Estudios sobre Jurisprudencia
“El Informe Socio Ambiental […] da cuenta que fueron entrevistados GDO, DNI, AMH y
GVO, todos ellos domiciliados en Paraje Quimilí Bajada, Dpto. Loreto, provincia de
Santiago del Estero. Estas personas, vecinas de la imputada y víctima fueron contestes en
señalar que ambos gozaban de muy buen concepto pero a la vez manifestaron que
conocen que existían problemas de convivencia de pareja. Por su parte el Informe de la
Oficina del Menor, Mujer y Familia […] pone de manifiesto numerosas causas iniciadas y
tramitadas ante esa oficina y Juzgados del Crimen de Segunda, Tercera, Cuarta y Quinta
Nominación donde dispusieron algunas medidas cautelares ineficaces sin que hayan
dado una solución de fondo”.
“[Q]ueda acreditada una violencia institucional de las cuales han sido víctimas tanto la
imputada como su ex concubino poniendo de manifiesto la total desatención de los
problemas planteados por los ciudadanos ante las autoridades policiales y judiciales.
Según la imputada, los funcionarios policiales le habrían manifestado que ‘debía ir
quebrada’ para que la policía actúe. A la luz de los resultados fatídicos esta aseveración
se presenta como cierta. La imputada recurrió en muchas ocasiones a la Oficina del
Menor, Mujer y Familia transitando por casi todos los Juzgados del Crimen de nuestra
provincia. De la nómina transcripta precedentemente surge que efectuó denuncias ante
los Juzgados en lo Criminal y Correccional de Segunda, Tercera, Cuarta y Quinta
Nominación y ninguna de las medidas adoptadas produjo los resultados esperados”.
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Ministerio Público de la Defensa
“En el plano de la realidad la pregunta que se impone es ¿qué seguridad jurídica podía
tener la imputada en su condición de mujer maltratada por su ex concubino en una zona
montuosa donde no llega a tiempo la autoridad policial o judicial? A la luz del resultado
fatal se podría aseverar que ninguna de las medidas adoptadas por las autoridades
tendientes a proteger a esta mujer producía los efectos deseados. La mayoría de las
medidas, por no decir, todas fueron ineficaces. Esta mujer maltratada por su ex
concubino denunció ante la autoridad policial y judicial y al no obtener respuesta tuvo
que recurrir a los medios televisivos que se hicieron eco de los problemas planteados.
“[A]siste razón a la defensa técnica de la imputada toda vez que actuó en defensa propia
como consecuencia de una agresión ilegítima de su ex concubino que la amenazó con un
arma de fuego precedido este hecho por un marco de violencia de género o doméstica
durante años. Por otra parte, existió necesidad racional del medio empleado –arma de
fuego– para defenderse. Por último, no hubo provocación de parte de la autora como lo
sostiene el Ministerio Fiscal”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
ilegítima con arma de fuego. Por lo tanto debe considerárselo como un medio racional.
Esta aseveración no se modifica con los resultados de la pericia criminalística que tiene
establecido que el revólver utilizado por el agresor no era apto para el disparo. El
agredido que se defiende no podría haber sabido en el momento del hecho si el revólver
funcionaba o no. De exigirse esta circunstancia se estaría poniendo límites a la causal de
justificación no contemplados en la ley”.
“En el caso sometido a examen, a la luz de los nuevos paradigmas convencionales NRR
tenía derecho a una vida libre de violencia y, por lo tanto, no tenía ninguna limitación de
concurrir a la casa a limpiarla donde otrora convivía con su ex concubino. Éste tampoco
tenía derecho de ejercer violencia sobre aquella. La Convención sobre la Eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) […] destaca ‘que para lograr
la plena igualdad entre el hombre y la mujer es necesario modificar el papel tradicional
tanto del hombre como de la mujer en la sociedad y en la familia’. Con ello la norma se
propone modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres con
miras a eliminar los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole
que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos
o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres”.
“En el marco conceptual expuesto se desprende que […] al momento del hecho la autora
se encontraba limpiando su casa y fue víctima de agresiones verbales y físicas de parte
de quién ingresó raudamente a la vivienda con un arma de fuego en la mano. Ello […]
permite aseverar que no existió de parte de ésta incitación o excitación alguna que
justifique la conducta agresiva asumida por su ex concubino RAM. Según lo expuesto en
este caso sometido a análisis se advierten claramente configurados todos los elementos
exigidos por la doctrina y el código de fondo para la existencia de la legítima defensa. La
misma constituye una causal de justificación que elimina la contrariedad de la conducta
típica con el orden jurídico –antijuridicidad–“.
“En este caso, el Sr. Fiscal atribuye a la autora una cuota de responsabilidad importante
por los sucesos acaecidos el día del hecho toda vez que, a su criterio, NR se habría
sometido voluntariamente al riesgo de la agresión al momento en que decide ir a la casa
donde podría encontrarse con su ex concubino. Ese argumento se contrapone con lo que
ha dicho la CSJN, voto Dra. Elena Higton de Nolasco en el punto 2º que lo transcribo en
la parte pertinente: ‘Para descartar la eventual existencia de legítima defensa, en el fallo
en crisis se expresa que aun de aceptarse que hubiera mediado agresión ilegítima de
parte del occiso respecto de la imputada, ha sido ésta quien … ‘se sometió a ella
libremente’... de manera que la situación de necesidad se generó con motivo ….del
concurso de su voluntad’... y ‘...por esa razón no puede invocarla para defenderse. En el
Punto 3) la Sra. Ministro de la Corte alude a la Convención Internacional para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la violencia contra la Mujer ‘Convención de Belem do Pará’
aprobada a través de la ley 24.632. En el Punto 4) hace referencia a la ley 26.485 de
Protección Integral de la Mujer y en el punto Punto 5) concluye diciendo que ‘la
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Ministerio Público de la Defensa
afirmación del a quo para descartar un supuesto de legítima defensa, que a partir del
mero hecho de la permanencia de la imputada en el domicilio en que convivía con el
occiso –a la cual asigna, sin más, un carácter voluntario–, deriva que Leiva se sometió
libremente a una hipótesis de agresión ilegítima, no solo soslaya las disposiciones
convencionales internacionales y normas internas que avanzan sobre la materia sino que
lisa y llanamente aparece en colisión con su contenido’. La Dra. Cármen M Argibay se
remite a los fundamentos y conclusiones del voto del precedente ‘Salto’ (Fallos: 329:530)
y se adhiere a lo sostenido por la Dra. Elena Higton de Nolasco cuando ésta señala ‘la
palmaria contradicción de una afirmación del a quo referida al libre sometimiento de la
imputada a la alegada agresión ilegítima de parte del occiso, con las disposiciones de la
Convención Internacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(Convención de Belem do Pará) y de la ley 26485 de Protección Integral de la Mujer’ (Cf.
puntos 3 a 5 de su voto)”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 13
El hombre fue trasladado al hospital y, luego, falleció. En la etapa de juicio oral, la mujer
declaró que no había querido matarlo, sino que sólo se había defendido. Además,
diferentes testigos expusieron que la mujer se había alejado y aislado de sus amigos y
entorno habitual ante los celos de su pareja. La Cámara en lo Penal, Correccional y
Contravencional la condenó a la pena de nueve años de prisión por el delito de homicidio.
Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación. Entre otras cuestiones,
planteó que la mujer había sido víctima de violencia de género y que había actuado en
legítima defensa.
El Superior Tribunal de Justicia de San Luis hizo lugar a la impugnación, casó la sentencia
y absolvió a la imputada por haber actuado en legítima defensa (jueza Novillo y jueces
Zavala Rodriguez, Uria, Rubio y Gatica).
“[S]e advierte que en el presente caso la imputada ha sido víctima de violencia de género
por parte del Sr. [A], que justifica su reacción frente a la agresión ilegítima proferida por
quien luego resultara víctima del hecho, dándose la causal de justificación de legítima
defensa. Es que esa agresión, debe ser analizada en el contexto de violencia de género
dado en el ámbito doméstico, en el cual se observan las características históricas de
desigualdad de poder entre varones y mujeres y las características propias del ciclo de
violencia en la que se encontraba inmersa [la imputada] hacía tiempo, lo que tampoco se
encuentra controvertido, ya que hubo muchos testigos en el juicio que lo corroboraron,
si bien no estuvieron presentes, fueron testigos de cómo [la imputada] se fue alejando y
aislando de sus amigos y entorno habitual, ante los celos excesivos de su pareja…”.
Los celos excesivos de [A] para con la imputada –que generaban un estado de violencia
permanente– no fue tenido en cuenta de manera alguna por los Sres. Camaristas,
quienes omitieron también valorar otro de los fenómenos de la situación de violencia que
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Ministerio Público de la Defensa
es la negativa a formular denuncias y el irrebatible hecho de que sucesos como éstos solo
se producen dentro del hogar y sin testigos”.
“[C]onstituye legítima defensa dado que frente a los golpes de un hombre, ella –mujer–,
para defenderse, le ‘amagaba’ con el cuchillo –primer y único elemento que encontró a
su alcance– y en ese forcejeo y ‘amague’ le haya ‘tirado’ según sus términos, es decir
apuñalado, ocasionando la herida y producto de esa puñalada, el Sr. [A] debió ser
internado y sometido a varias intervenciones quirúrgicas, falleciendo posteriormente.
La agresión sufrida por [G], era actual e ilegítima pues no se hallaba autorizada por el
derecho (art. 34, inc. 6° letra a, Cód. Penal) y la condenada, se defendió con el cuchillo,
ante los golpes de [A], lo que constituye, en las circunstancias del caso, un claro ejemplo
de lo requerido en el art. 34 inc. 6° letra b) del Cód. Penal. […] Tampoco surge de la causa,
elemento alguno que haga inferir que la procesada haya provocado la agresión por parte
de [A]”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Así las cosas y no advirtiendo prueba alguna que desplace la confesión calificada de la
procesada, interpretada en conformidad a lo regulado por Ley Nacional N° 26.485 y
Convención Internacional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar
y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém do Pará), debe ser absuelta por haber
actuado en legítima defensa de su integridad física (arts. 161 Cód. de Proced. Penal y 34
inc. 6°, Cód. Penal), no existiendo en autos las presunciones requeridas por la ley –art.
161 del Cód. de Proced. Penal– para dividir los dichos de la confesante en su perjuicio”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 14
Al ser indagada, Leiva afirmó que había actuado en legítima defensa. En ese sentido,
sostuvo que había temido por su propia vida y la del feto ya que, en otra oportunidad,
había sufrido un aborto provocado por los golpes de su pareja. Por otro lado, la historia
clínica no fue agregada al expediente. De los informes médicos surgía que la mujer
presentaba varias lesiones en el cuerpo. El informe psicológico practicado en el hospital
a pocas horas del hecho concluyó que la mujer cursaba una crisis de angustia por efecto
del suceso traumático acontecido. La primera pericia psiquiátrica ordenada por la
instrucción indicó que la imputada estaba deprimida y tenía una “actividad psíquica
pasiva”, por lo que debía postergarse la entrevista. La médica psiquiatra que practicó la
pericia agregó que no se observaban parámetros que denotaran falta de control de los
impulsos y que su conducta poseía rasgos obsesivos. Seis meses después, se efectuó un
segundo estudio efectuado por otro experto del servicio judicial, debido a que en el
primero no había intervenido el perito de parte. Allí se diagnosticó que la mujer se
encontraba depresiva, angustiada y que había sido víctima de una pareja agresora, lo que
provocaba en ella un sentimiento de vulnerabilidad y sumisión. Asimismo, el dictamen
del perito de parte informó que la imputada presentaba un cuadro depresivo tipo
reactivo y concluyó que no había sido dueña de sus acciones y que la respuesta a la
violencia recibida debía entenderse como una reacción emocional violenta.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“Se obvió, por consiguiente, una circunstancia clave para dilucidar el estado físico, en los
momentos inmediatamente posteriores al homicidio, de una imputada que decía,
palabras más, palabras menos, que había matado sin querer cuando se defendía de [una]
golpiza, circunstancia que no fue analizada y valorada en su digna dimensión”.
“El tribunal de casación tampoco consideró la circunstancia de que a los pies del cuerpo
de S. había un palo de escoba partido a la mitad –y la quebradura era reciente […]– con
manchas de sangre […]. Y como la autopsia no da cuenta de ninguna otra lesión que no
fuera, por cierto, el puntazo mortal […], debió plantearse la cuestión de si el golpe del
brazo izquierdo de L. […], no habría sido hecho por un golpe con este palo, ya que, entre
otros signos que debió verificar el intérprete, el hematoma está limitado por dos líneas
paralelas compatibles, según la experiencia, a una agresión con este objeto. Lo que debió
leerse en conjunto con el golpe que se constató en el dorso de la mano del mismo brazo
izquierdo y que configura una clara lesión defensiva. […] Evidencia que debió meritarse
con lo que la misma imputada declaró en el sentido de que S. ‘me pegó con un palo de
escoba, yo me defendí, no sé qué es lo que agarré para defenderme… me empezó a
golpear de vuelta con el palo de escoba’”.
“Todo esto debió dar la pauta del menoscabo de salud de la imputada. Y como en la causa
no se cuenta con inspecciones y estudios de las facultades mentales de L., ni hay
constancias de que se le practicó el tratamiento psicológico que aconsejaron los
profesionales que la vieron después del homicidio (operaciones que podrían haber
echado luz sobre situaciones esenciales a la hora de resolver sobre su responsabilidad,
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como podría ser, si padecía el síndrome de la mujer golpeada o abusada por su pareja) el
sopesar las constancias enumeradas arriba aparece como imprescindible, en pos de la
comprensión de los motivos que llevaron a una mujer joven, embarazada de cinco meses,
sin antecedentes, a herir mortalmente al padre de sus hijos, alegando en su defensa que
éste le había pegado siempre, incluso le había hecho perder un embarazo anterior,
agresión que se había repetido en esta ocasión con el riesgo de padecer un nuevo aborto,
y de la que ella había atinado a defenderse, sin saber muy bien lo que hacía”.
“La corte catamarqueña, sin hacer un análisis propio de todas estas características
psíquicas de la imputada, íntimamente vinculadas a su postura defensiva, aceptó que la
sentencia condenatoria hubiera tomado la afirmación de la primer perito de que ‘su
conducta posee rasgos obsesivos’, como un elemento indicativo de su responsabilidad
penal, sin citar o basarse en estudios científicos, ni dar una explicación clara del porqué
de esta interpretación parcial, infundada y prejuiciosa en contra de la imputada.
Tampoco desdeñó por arbitraria la única apreciación que hizo el tribunal de juicio de los
informes –producidos en el estricto contexto del estudio ordenado por el juez instructor–
, y que consistió en relativizarlos con el argumento de que ‘se han basado exclusivamente
en las entrevistas con la acusada’, por lo que no son pericias en sentido estricto y que
quedaron desvirtuados con el resto de las pruebas; argumento que no parece
consistente, ya que aun cuando la inspección mental se hubiera ceñido a lo que la
paciente relató, no se explica por qué en este caso no ocurrió lo que suele ocurrir en la
práctica psiquiátrica, donde se da una confrontación entre el criterio de verdad intrínseca
de lo que dice el paciente, y el análisis formal de su discurso, dialéctica en la que el médico
encuentra su diagnóstico. ¿Por qué pensar que la imputada, una mujer joven y rústica,
indujo, nada menos que a unos especialistas en salud mental, uno de ellos perito forense
oficial, a un dictamen erróneo, siendo que, además, ella no hizo otra cosa que repetir la
versión que dio en todo momento, incluso cuando, como vimos más arriba e
inmediatamente después de su homicidio, fue poseída por la desesperación?
Y menos aún descartarlos diciendo que colisionan con la restante prueba en la causa,
porque no se advierte que haya declarado alguien que conociera la intimidad familiar, el
funcionamiento de los lazos maritales, como para asegurar que la imputada no fuera una
mujer abusada, sino tan sólo depusieron vecinos que no tenían una relación estrecha con
la pareja o conocían las cosas de oídas o por versiones unilaterales.
Es cierto que los informes no son lo suficientemente completos, ya que no se explicó qué
pruebas psicológicas se hicieron, ni qué método se aplicó, ni, aunque ello no formaba
parte de manera explícita de los puntos de la pericia, si la personalidad de la victimaria
se compadecía con la de una mujer abusada o golpeada; pero lo cierto es que esa
falencia, no remediada en el juicio, exigía que se prestara una especial atención a las
conclusiones de los médicos y se las sometiera a un análisis global”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“Lo cierto es que L. no pudo salir por sus propios medios y estuvo a merced de que alguien
la rescatara junto a su pequeño hijo, cosa que hicieron dos vecinos, y como habría sido
S. quien provocó el encierro, correspondía preguntarse qué rol cumplía ella en la pareja,
respuesta que debió dar el órgano revisor a la luz de esta circunstancia, los dictámenes
psiquiátricos, la conducta de la mujer después del hecho, y lo que ella misma explica en
su indagatoria […]: ‘quiero salir hasta el umbral de la puerta, él… me encierra adentro de
la habitación poniéndole llave a la puerta… Cuando lo vi en el piso ensangrentado me
asusté, pedí auxilio y la ventana estaba con rejas, grité por la ventana, los vecinos
escucharon, vinieron a ver qué pasaba, yo les pedí que me ayudaran porque estaba
encerrada, ellos empujaron la puerta y la abrieron…’.
Por último, se obvió considerar otra circunstancia que hubiera sido útil para esclarecer el
aspecto volitivo de la conducta de L. y que condice con su tesitura defensiva: ella hirió a
su pareja con un destornillador, arma impropia y por cierto de menor poder vulnerante
que los cuchillos ‘Tramontina’ que estaban desperdigados por el suelo junto al cuerpo de
S.”.
[E]n consecuencia, aquella afirmación del a quo para descartar un supuesto de legítima
defensa, que a partir del mero hecho de la permanencia de la imputada en el domicilio
en que convivía con el occiso –a la cual asigna, sin más, un carácter voluntario–, deriva
que Leiva se sometió libremente a una hipotética agresión ilegítima, no solo soslaya las
disposiciones de convenciones internacionales y normas internas que avanzan sobre la
materia, sino que lisa y llanamente aparece en colisión con su contenido”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 15
En la etapa de juicio oral, la hija menor de la mujer declaró en Cámara Gesell que el varón
le estaba pegando a su madre, quien cayó al suelo y no se podía levantar, y que por esa
razón agarró un cuchillo para defenderse y lo cortó sin querer. La Cámara en lo Criminal
de Viedma absolvió a la imputada por haber actuado en legítima defensa. Para decidir de
esa manera, consideró que había existido una agresión ilegítima por parte del varón, no
provocada por la mujer, y que el medio elegido para repeler el ataque aparecía como
necesario y racional.
Contra esa decisión, el representante del Ministerio Publico fiscal interpuso un recurso
de casación, que fue denegado. Entonces interpuso un recurso de queja. Entre otras
cuestiones planteó que la mujer tendría que haberse ido del lugar, como lo había hecho
en otras oportunidades, en vez de matar a su marido. Agregó que la imputada no
dependía de manera económica ni emocional de su pareja y que era una mujer de
carácter fuerte que en algunas ocasiones iniciaba las discusiones. Por otra parte,
desestimó el testimonio de la niña por no ser hija de la víctima y por no haber brindado
detalles sobre el hecho. En consecuencia, sostuvo que su versión estaba sesgada a favor
de su madre.
“[E]s clara la argumentación de la Cámara acerca de que en la ocasión retirarse del lugar
no era una alternativa posible para R. –además de que su intento quedó frustrado por la
propia acción de su agresor–, y no evidencia vicios lógicos ni han sido demostrados por
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Estudios sobre Jurisprudencia
el recurrente, quien solo reedita tal planteo sin rebatir los fundamentos esgrimidos por
el fallo que impugna, lo que sella la suerte del agravio. […] Surge con claridad de la
sentencia que en esa oportunidad L. le impidió a R. irse de la casa, por lo que
necesariamente esta debió utilizar el cuchillo –único elemento útil que se encontraba a
su alcance– para repeler el ataque de aquel”.
“[N]o resulta útil para desvirtuar el razonamiento del juzgador la crítica del recurrente en
el sentido de que la Cámara habría omitido valorar que las lesiones de la imputada […] no
se corresponderían con la agresión que esta dice haber padecido. En efecto, la entidad
de las lesiones que padeció R. no fue desconocida por el a quo, como pretende el
quejoso, sino que este en definitiva las consideró irrelevantes para tener por configurada
la legítima defensa de R., al dejar en claro que tal justificante solo exige la existencia de
una agresión ilegítima que no sea suficientemente provocada, no así cierta entidad del
peligro corrido o del daño efectivamente padecido, además de aclarar […] que ‘basta el
peligro potencial para que se autorice legalmente a la racional defensa’ y que en el caso
‘no hay certeza hasta dónde podía llegar este último ataque de L.’.
“[E]l Fiscal de Cámara hace algunas consideraciones que no pueden ser calificadas de
agravios serios, porque resultan meras afirmaciones genéricas que no desvirtúan
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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 16
En la indagatoria, la mujer declaró que su esposo era agresivo con ella y con sus hijos, en
especial cuando se alcoholizaba. Explicó que siempre aguantaba las golpizas para que no
les hiciera daño a sus hijos. Agregó que los vecinos tenían conocimiento del contexto de
violencia en el que vivía porque la habían visto golpeada en varias oportunidades. En
particular, contó que el día del hecho el hombre estaba alcoholizado, le había tirado del
pelo y la había zamarreado. Cuando pudo soltarse, se dirigió al patio de la casa, donde
continuó golpeándola. En ese momento se acercó su nuera, a quien el hombre le pegó
dos piñas en el pecho. Luego la agredió a ella y la persiguió con un palo hasta una
habitación, donde la estranguló y mordió. La mujer logró esconderse debajo de la cama,
por lo que el marido salió al patio con la intención de lesionar a su nuera. En ese
momento, tomó el palo y lo golpeó dos veces en la cabeza. Por último, agregó que solo
quería defender a su nuera y nunca pensó que con un palo podía provocarle la muerte.
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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
2. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 17
En una ocasión, la mujer se dirigía a su domicilio con su hija cuando fue interceptada por
su expareja, quien las insultó, amenazó, golpeó y obligó a ingresar al domicilio. Luego,
golpeó a su ex esposa y le causó múltiples lesiones. Además, rompió vidrios y disparó en
dos ocasiones un arma de fuego, obligándola a subir a la habitación con la finalidad de
mantener relaciones sexuales. La mujer comenzó a quitarse sus prendas íntimas, en tanto
el hombre la esperaba acostado en la cama. En un momento de distracción, ella tomó el
arma y le disparó en la cabeza, ocasionándole la muerte. Por ese hecho, la mujer fue
detenida e imputada por el delito de homicidio calificado.
“El Fiscal relativizó en alegato el testimonio de [la niña], diciendo que habiendo muerto
su padre intentó favorecer a su madre. Se trató de una apreciación cargada de subjetiva
parcialidad, alejada de las constancias objetivas de la causa que respaldan la versión de
[la niña]. Así: 1º) se constataron clínicamente las lesiones sufridas por su madre […]; 2º)
se probó en el juicio el maltrato crónico al que era sometida la [mujer] de parte de [J];
3º) el fiscal admitió que [J] llevaba un arma consigo […]; 4º) el informe de laboratorio
pericial de fisicoquímica de la policía concluye en el hallazgo de antimonio en los restos
de material de revoque de la pared de la despensa, propio de los residuos de deflagración
de arma de fuego […]. Ello al analizar el material sobre el cual quedaron dos marcas
halladas por los peritos en rastros y que sospecharon podía tratarse de impactos de bala
[…].
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Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
Lo relatado por la niña es coherente con la declaración en el juicio del vecino [B], quien
manifestó que esa tarde se escucharon ruidos de tiros; así también el relato de Jesica es
conteste con el prestado en la audiencia por su madre. […] Todas estas evidencias
objetivas dan la pauta que se trató de una declaración testimonial objetiva, resultando
infundada la descalificación apriorística del Ministerio Público”.
“Las golpizas a las que era sometida [la imputada] quedaron patentizadas no sólo con su
relato, con el de su hija y con las lesiones constatadas […], sino también con la declaración
que dio en el juicio su vecino [B]. [Las] declaraciones que el Tribunal escuchó ratifican la
versión dada por [la acusada] en el juicio. Dijo la imputada que [J] siempre le había
pegado, que era una persona golpeadora y que el maltrato físico comenzó cuando
cursaba el embarazo de su [primera] hija. Luego del nacimiento de [la niña], el maltrato
aumentó, lo que la llevó a separarse, pero luego, esperanzada de que [J] mejoraría, volvió
con él”.
“[L]as concordantes declaraciones de madre e hija dando cuenta que ese día [la mujer]
recibió un continuo castigo de parte de [J], los politrautamismos con pérdida de
conciencia sufridos, el indicio que surge de los informes de rastros y pericias
fisicoquímicas de la existencia de dos disparos en la planta baja del local, los vidrios rotos
en el cesto de basura, el corpiño sobre la mesa de luz, los testimonios dando cuenta que
[la imputada] era víctima de golpes de parte de su esposo, los informes de psicólogos y
del psiquiatra oficiales que han coincidido en el fuerte compromiso emocional de la
imputada en relación al hecho, […] llevan de plano a descartar una situación de
preparación de la escena del crimen para ocultar un hecho alevoso”.
“La existencia de reclamos de Justicia ante la Comisaría de Jorge Newbery tienen respaldo
[…] documental […], exposiciones civiles que la experiencia indica son, muchas veces,
subestimaciones a situaciones de violencia en la familia, en especial contra la mujer y los
niños que deben ser especialmente atendidos por mandato constitucional y legal. Arts.
10 Constitución Provincial; art. 7 Ley Nacional 24.632 [y la] Convención de Belem do Pará.
[…] Cabe recordar que [la acusada] dijo en el juicio que quiso hacer denuncias y que buscó
protección policial, pero en la Comisaría le recibían exposiciones y no tuvo mayores
respuestas. También manifestó que temía a su marido, y que por ello no había insistido
con hacer denuncias. Dijo que tenía la esperanza de que las cosas cambiaran, todo lo cual
se encuentra acabadamente descripto en el informe elaborado por el Centro de Apoyo a
la Mujer Maltratada...”.
“El cuadro descripto […] permite dar por acreditada la existencia de una agresión ilegítima
de parte de [J] hacia [la mujer] (art. 34 inc. 6–a C.P.). Las mismas pruebas llevan a
descartar la existencia de provocación de parte de la acusada. Ha quedado acreditado
que, sin motivos, [J] se presentó en forma intempestiva en lo que hasta unos meses atrás
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Estudios sobre Jurisprudencia
había sido su casa, amenazó de muerte a [la imputada] y a su hija, golpeó a ambas,
disparó un arma de fuego en dos oportunidades contra las mujeres, sometió a grave
castigo a la imputada y por último intentó forzarla para mantener relaciones sexuales.
Ninguna duda cabe de que existió agresión ilegítima y que [la acusada] no provocó la
situación”.
[Se estima] que [J] había dejado de pegarle a [la imputada] pues, como ésta lo dijo en el
juicio, comenzó a desvestirse para mantener las relaciones sexuales que aquel quería. Es
indicativo de ello que [J] se acostó semidesnudo en la cama y que se halló el corpiño de
[la mujer] sobre la mesa de luz. Pero lo que debemos preguntarnos es qué hubiera
sucedido si la mujer se negaba a los deseos de [J]; con toda seguridad la golpiza hubiera
seguido. […] El Fiscal ponderó en contra de [la acusada] no haber escapado del lugar. La
huida, más allá de la limitación de las opciones propia de la situación de fuerte conmoción
afectiva por la que atravesaba la imputada, no era algo que asegurara su liberación, pues
[J] estaba armado y ya le había efectuado dos disparos con anterioridad. A más de ello
mediaba un largo trayecto hasta la puerta de salida: la casa se encuentra en los altos y la
puerta en la planta baja. Nada aseguraba que frente a la negativa a satisfacer sus deseos,
huyendo del lugar, [J] no la persiguiera y volviera a agredir con el arma de fuego.
El peligro subsistía para [la imputada] resultando inminente la continuación de los golpes
y la agresión con el arma de fuego. La acusada corría peligro cierto. Existía una amenaza
manifiesta de parte de Juárez que tornaba inminente el peligro y la situación de riesgo
para la vida de [la mujer]: de no acceder a la relación sexual la agresión continuaría […].
Pero a esta situación objetiva de inminente peligro para la vida de la acusada debemos
sumar una subjetiva, también abonada en el juicio. La golpiza y las amenazas sufridas
antes del hecho generaron en la imputada, conforme informara el perito psiquiatra […],
gran miedo en su persona. Esa situación de terror afectó sus valoraciones y limitó sus
posibilidades de actuar; conforme el Perito, vivió la situación con gran temor.
[E]ntonces, que en el caso concurren los requisitos que exige la ley para la invocación de
la legítima defensa, pues no sólo procede contra una agresión actual, sino también contra
la que se presenta como inminente. En el caso todo indicaba que de no ceder a las
pretensiones sexuales de su esposo la agresión anterior (dos disparos y los
politraumatismos antes descriptos) se reiniciaría (CP, 34 inc. 6). Quiso poner fin a esa
agresión y no tuvo, desde lo objetivo y desde lo subjetivo, otra forma distinta a la de
utilizar el revólver que había dejado de utilizar Juárez en la creencia de que dominaba la
situación y que, como tantas veces sucediera, podía volver a usar y abusar sexualmente
de su mujer. [La imputada] tomó el arma y disparó contra [J] de modo tal que éste no
pudiera volver a agredirla”.
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Ministerio Público de la Defensa
“La repulsa fue racional: [J] estaba armado […], ebrio y habiendo usado el revólver y sus
puños minutos antes para amenazar y golpear a [la mujer], con una diferencia física que
doblaba en peso a la víctima (más de 100 kilos contra 50), el peligro aún subsistía, pues
[J] la esperaba en la cama para mantener las relaciones exigidas. En ese contexto la
decisión de la imputada de tomar el arma que antes blandía amenazante [J] y de disparar
contra éste para poner fin a la agresión debe reputarse racional. Percibió y sintió que su
vida corría serio peligro, ello conforme informaran unánimemente peritos psicólogos y
psiquiatras, y en esa situación de fuerte conmoción tomó el arma y disparó para evitar
una nueva agresión que se presentaba inminente (CP 34 inc. 6to. b)”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 1
Una mujer perteneciente a un pueblo originario sufría violencia de género por parte de
su expareja. En una oportunidad, el hombre en estado de ebriedad se presentó en su
domicilio, comenzó a insultarla y, cuando intentó golpearla, ella se defendió con un
cuchillo. El hombre murió en el momento. Por ese hecho, fue imputada por el delito de
homicidio calificado por el vínculo.
En la etapa de juicio oral, una vecina declaró que era sabido en el pueblo la violencia que
ejercía el hombre sobre su pareja, a la que menospreciaba por pertenecer a un pueblo
originario. Además, el referente de la comunidad que integraba la mujer explicó que el
hombre se jactaba de su condición de varón criollo y tenía sometida a la imputada, que
había sufrido episodios de violencia muy intensos que la obligaban a volver con su familia
de origen. Por su parte, la psicóloga que entrevistó a la mujer señaló que el vínculo de
pareja estaba atravesado por situaciones repetitivas de violencia ejercidas por parte del
varón. Agregó que la imputada tenía una actitud de sometimiento al comportamiento
violento y no podía establecer un distanciamiento. En cuanto a su relato concluyó que
era verosímil. El representante del Ministerio Público Fiscal solicitó que se condenara a
la mujer por el delito de homicidio calificado cometido con exceso en la legítima defensa
a la pena de dos años y cinco meses de prisión.
“[L]a agresión ilegítima por parte de la víctima a la enjuiciada Torres aparece comprobada
en autos como existente desde el momento de inicio de la relación de pareja entre
ambos, en que esta venía padeciendo situaciones de violencia permanente, lo que
permite dotar de rasgos de veracidad a la versión que […] diera en sede policial en cuanto
al inicio de la discusión y de la agresión por parte de su ex pareja, sin que ello pueda ser
controvertido por prueba alguna, ante la falta de testigo presenciales que la desdigan,
dado que en el escenario solo se hallaban sus protagonistas. El informe psicológico a ella
practicada, también influye para la acreditación de tal extremo, en tanto y en cuanto
expresa la improbabilidad de que la misma reaccione a la violencia que padecía, sin que
existan elementos para colegir que en la ocasión del hecho la misma [tuviera] una actitud
provocadora. Empero, sin duda, su accionar fue más allá de lo autorizado para repeler
ese ataque actual, inminente y grave que –según sus dichos puso en peligro su vida, ya
que la utilización del cuchillo (arma blanca), sabiendo de su poder letal, excedió los límites
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Estudios sobre Jurisprudencia
de racionalidad, pudiendo haber optado por otra resolución del conflicto (ej. alejarse del
lugar, encerrarse en su domicilio e impedir el ingreso de su ex pareja)”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 2
Una joven menor de edad convivía con su pareja. En una oportunidad se produjo una
discusión y un forcejeo entre ambos por unas llaves. La mujer tomó un cuchillo que se
encontraba sobre una mesa y persiguió al hombre, quien salió corriendo hacia la vereda.
Allí, continuó la discusión hasta que la mujer hirió al hombre en el pecho con el arma
blanca, quien falleció en el momento. Por ese hecho fue imputada por el delito de
homicidio agravado por el vínculo.
El juzgado rechazó el planteo, procesó a la mujer por el delito de homicidio calificado por
el vínculo y elevó la causa a juicio. Para decidir de esa manera sostuvo que la joven no
había declarado haber sido víctima de una agresión física por parte de su pareja, por lo
que su conducta no podía encuadrarse en legítima defensa. Contra esa decisión, la
representante del MPF interpuso un recurso de apelación.
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Estudios sobre Jurisprudencia
conducta antijurídica actual o inminente que ocasione un peligro cierto y real de daño a
un derecho, que la haga necesaria, el amparo de la legítima defensa no procede.
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Ministerio Público de la Defensa
“El medio defensivo empleado es otro de los requisitos necesarios para que la conducta
quede amparada por la causa de justificación de la legítima defensa, que no es el
instrumento empleado, sino la conducta defensiva utilizada […]; es racionalmente
necesario para impedir o repeler la agresión si su empleo es oportuno y guarda
proporción con la agresión […].
La ley requiere expresamente que el medio con que se repele la agresión sea
racionalmente necesario y en este caso, no podemos hablar de esa proporcionalidad o
racionalidad del medio empleado y compartimos las conclusiones del Tribunal de Juicio
al entender que la conducta de la acusada no se encuentra amparada por esta causa de
justificación. No debemos olvidar que el agredido, debe acudir al medio más benigno que
tenga a su alcance para impedir el mal que lo amenaza, apareciendo como lógico y
razonable, en nuestro caso, que la acusada optara por permanecer dentro del inmueble
cuando la víctima corrió hacia la vereda, quedando al resguardo de cualquier agresión y
en su caso, requerir el auxilio de otras personas; no la de correr a la víctima hasta
alcanzarlo en la vereda donde le produce la muerte con un cuchillo.
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Estudios sobre Jurisprudencia
por la ley o por la necesidad (art. 35 del Cód. Penal). Para hablar de exceso, el autor debe
haber actuado amparado por una causa de justificación, lo que significa que su obrar fue
legítimo al inicio, excediendo en el curso de la acción esa misma legitimidad con la que
comenzó a obrar; de allí que para hablar de exceso en la legítima defensa debe
necesariamente preceder una legítima defensa; y lógicamente, si no hay legítima
defensa, no puede haber exceso en ella […].
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 3
Una mujer sufría violencia de género por parte de su pareja. En una oportunidad, se
encontraban con unos amigos tomando alcohol, cuando el hombre comenzó a golpear a
la mujer en la cara. Luego, agarró un palo que utilizó para lesionar a su pareja. En ese
momento, la mujer sacó un cuchillo de entre sus prendas y lo hirió en el lado izquierdo
del tórax, causándole la muerte. Por ese hecho la mujer fue imputada por el delito de
homicidio calificado.
En la etapa del juicio oral, la acusada declaró que habían consumido estupefacientes y
alcohol durante varios días. Al momento del hecho el hombre la celaba y la golpeó para
que no mirara a otros varones. Explicó que, en un primer momento, el cuchillo lo tenía él
y cuando le pegó se le cayó de la cintura por lo que ella lo tomó y lo guardó para
protegerse. Entonces, comenzó a golpearla con un palo y para defenderse le clavó el
cuchillo. Agregó que no quería hacerle daño, que convivía con él desde que tenía quince
años y que peleaban mucho. Por otra parte, del informe psicológico surgía que la mujer
tenía un tono de voz disminuido y una marcada inestabilidad emocional junto a una gran
cantidad de ira acumulada originada por las situaciones de estrés y consumo de
sustancias tóxicas. Asimismo, señaló que la mujer había sufrido un sometimiento físico y
psicológico de su pareja.
El Tribunal Oral condenó a la imputada a la pena de ocho años de prisión por el delito de
homicidio calificado por el vínculo mediando circunstancias de atenuación. Para decidir
de esa manera, el Tribunal sostuvo que la mujer había actuado “movida por la bronca”
que le tenía a su pareja debido a tantos años de maltrato. Contra esa decisión la defensa
interpuso un recurso de casación. Entre otras cuestiones planteó que su asistida se
encontraba en un estado de vulnerabilidad porque era adolescente cuando inició su
relación de pareja y resultó ser víctima de violencia de género. En varias oportunidades
la había amenazado con matar al hijo que tenían en común y la obligaba a prostituirse
para solventar sus adicciones. Por esa razón explicó que el encuadre jurídico impuesto
por el Tribunal se alejaba de toda perspectiva de género y que no alcanzaba con hablar
de circunstancias extraordinarias de atenuación para reducir la pena.
La Sala III del Tribunal de Impugnación de Salta casó la sentencia y condenó a la imputada
a la pena de cuatro años de prisión por el delito de homicidio calificado por el vínculo
producido con exceso en la legítima defensa. Además, dispuso que el cumplimiento de la
pena se efectuara bajo la modalidad de arresto domiciliario (jueces Barrionuevo y
Marino).
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Estudios sobre Jurisprudencia
“[L]a sentencia estableció que LD ‘repelió el ataque’ con un cuchillo que se le cayó a la
víctima, descripción fáctica que encuentra, al menos ‘prima facie’ claro encuadre en la
legítima defensa. […] Corresponde entonces examinar el plexo probatorio a la luz de la
confesión calificada de la imputada y desde una interpretación armónica del CP, de
acuerdo al bloque constitucional y leyes específicas, lo que […] fue dejado de lado por el
sentenciante”.
“El art. 34 inc. 6º del Código Penal regula la legítima defensa como causal de justificación,
que tiene por fundamento el principio de la responsabilidad o el principio de
ocasionamiento por parte de la víctima de la intervención, pues el motivo para la
justificación del comportamiento reside en que la víctima de la intervención tiene que
responder por las consecuencias de su accionar y debe asumir el costo de que el defensor
se comporte tal como le ha sido impuesto por el contrato social.
La agresión ilegítima es el ataque efectuado sin derecho y con peligro inminente para la
integridad del que se defiende, se trata de una conducta antijurídica actual o potencial
que ocasiona peligro de daño para un derecho. Tal peligro es el suficiente riesgo de daño
–para un bien jurídico– como para hacer racionalmente necesaria la defensa. Debe
entonces tratarse de una agresión peligrosa para la integridad del otro”.
“En punto a ello debe tenerse presente lo establecido por la Ley Nº 26.485 de Protección
Integral de las Mujeres, que es de orden público (art. 1), que tiene como derechos
protegidos (art. 3) todos los reconocidos por la Convención para Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer, entre otros, y en especial los referidos
a una vida sin violencia y sin discriminaciones, a la seguridad personal; a la integridad
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física, psicológica, sexual, garantizando también un trato respetuoso de las mujeres que
padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisión que produzca revictimización.
Y en cuanto a las formas en que se manifiestan los distintos tipos de violencia contra las
mujeres en los diferentes ámbitos, el art. 6 conceptualiza la violencia doméstica como
aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar,
independientemente del espacio físico donde éste ocurre, que dañe la dignidad, el
bienestar, la integridad física, psicológica sexual, económica, patrimonial, la libertad,
comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres.
Se entiende por grupo familiar el originado en el parentesco, sea por consanguinidad o
afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos, incluye las
relaciones vigentes, finalizadas, no siendo requisito la convivencia”.
“A la luz de tal normativa, fácil resulta advertir que en el caso la imputada ha sido víctima
de violencia de género por parte de B, lo que justifica la reacción de ella frente a la
agresión ilegítima proferida por quien finalmente resultara víctima fatal, por lo que la
causal alegada en ejercicio de la defensa material aparece perfilada.
La agresión puntual del día del hecho debe ser analizada en el contexto de violencia de
género dado en el ámbito doméstico, en el que se observan las características históricas
de desigualdad de poder entre varones y mujeres y las características propias del ciclo de
violencia en el que se encontraba inmersa LD desde los quince años, lo que se ha probado
no sólo a partir de las consideraciones vertidas en las testimoniales de las profesionales
psicóloga y asistente social ya reseñadas…”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
hay un círculo vicioso del que no puede salir, hay miedo las represalias, se sabe que la
agresión en cualquier momento va a suceder y está siempre latente. Y así se verifica en
el caso a partir de la lectura del informe psicológico […] y la declaración testimonial de la
profesional interviniente en el debate”.
Es lo que se encuentra autorizado por el texto legal que habilita la puesta en acción del
medio defensivo racionalmente necesario para impedir o repeler la agresión. La
consecuencia es obvia: mientras la agresión presente o futura ocasione peligro para un
bien jurídico es racionalmente necesario lanzar el medio defensivo. Tal será el modo
racional de impedirla o repelerla: así se repele la agresión actual o se impide la futura”.
“La confesión de la incoada en debate es calificada ya que, si bien reconoce la autoría del
hecho, invocó elementos que desplazan la antijuridicidad de su acción. En efecto la
conducta por ella descripta encuadra sin esfuerzo en el art. 34 inc. 6º del CP desde que
sostiene que sufrió una agresión ilegítima que no provocó y que apeló al medio para
defenderse que tenía a su alcance, invocación defensiva que recibe corroboración del
plexo probatorio ya analizado a la luz de la perspectiva de género presente en el caso y
que no ha negado ni la Fiscalía ni el Tribunal de Juicio”.
“Ahora bien, no puede dejarse de lado en este análisis la gravedad del resultado de la
acción defensiva, esto es, la muerte de B, como consecuencia de la herida (una sola)
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ocasionada con el cuchillo utilizado por LD para defenderse y que produjo taponamiento
cardíaco y el consecuente el paro cardiorrespiratorio.
Es así como aparece entonces en el horizonte del caso la previsión del art. 35 del CP que
establece que ‘…el que hubiere excedido los límites impuestos por la ley, por la autoridad,
por la necesidad será castigado con la pena fijada para el delito por culpa o imprudencia’.
Sin dudas el exceso en la legítima defensa se apoya sobre los presupuestos objetivos de
la legítima defensa y requiere que el autor obre movido por un fin defensivo, de allí que
deba excluirse en ausencia de aquellos. Y ya ha quedado claro que LD actuó movida para
defenderse del ataque ilegítimo y actual del que estaba siendo objeto por parte de B.
Desde esta perspectiva no resulta posible obviar que las condiciones en que se hallaba
LD no eran las esperables del término medio, sino que –como ya se señalara– tenía todas
las consecuencias propias de quien ha sido sometida a violencia de género durante largo
tiempo, pero además, tal como surge de las testimoniales ya analizadas, ambos habían
estado consumiendo estupefacientes y cuando se acabó comenzaron a ingerir bebidas
alcohólicas”.
“Sentado ello, y teniendo en cuenta todas las circunstancias tenidas como relevantes en
el caso, el descargo de la imputada, que reciben sustento a partir de la consideración
integral del plexo probatorio ya analizado, con respecto a que el occiso la estaba
sometiendo a agresiones físicas al momento de utilizar el arma blanca, permite calificar
la acción como defensiva, si bien el ataque no era tan grave como para suponer que
peligrara su vida. Por ello, teniendo en cuenta el lugar en el cual resultara lesionado –en
la zona del pecho– ha de considerarse a la acción que aquí se juzga como un exceso
intensivo respecto de la agresión que repelió”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 4
Un joven trans vivía en la ciudad de Santa Elena, provincia de Entre Ríos. Desde su
adolescencia sufrió discriminación debido a su identidad. En particular, un vecino, junto
a sus amigos, lo insultaba y amenazaba de manera constante. Una noche, el vecino fue a
la casa del joven y comenzó a silbar, aplaudir e insultarlo. En un momento forcejeó el
portón de la entrada, por lo que el joven salió de su casa con un arma y le disparó al
cuello. El vecino fue trasladado al hospital y el joven fue imputado por el delito de
homicidio en grado de tentativa.
En la etapa de juicio oral, el acusado declaró que el hombre cis lo insultaba cada vez que
lo veía y que le hacía comentarios discriminatorios en relación a su elección sexual. En
ese sentido, relató que en varias oportunidades lo había amenazado de muerte y le decía
que le “iba a caer con muchos a ver si se la aguantaba”. En relación al día del hecho,
sostuvo que había existido un forcejeo con el vecino, quien escondía en la manga de su
buzo un elemento cortopunzante con el que le lastimó la mano. Por ese motivo, relató
que había ingresado a su domicilio, había tanteado en la oscuridad y había agarrado un
elemento parecido a un fierro. Luego explicó que cuando salió al patio, el elemento se le
resbaló de la mano, escuchó un disparo y se dio cuenta que había tomado un arma. La
madre del imputado declaró en igual sentido. Por otra parte, el damnificado y un amigo
suyo negaron haber entrado al predio del acusado. Aclararon que habían ido a comprarle
estupefacientes al joven, pero éste se había negado a venderles. Entonces, se enojaron,
le gritaron y en ese momento el imputado se asomó por una ventana y le disparó al cuello
con un rifle. El agente policial que se presentó en el lugar de los hechos explicó que el
portón no se encontraba dañado y que había manchas de sangre en la vereda. Por último,
se efectuó una reconstrucción del hecho a partir de las declaraciones del imputado, del
damnificado y los testigos.
El representante del Ministerio Público Fiscal solicitó que se condenara al joven por el
delito de homicidio en grado de tentativa. Por su parte, la defensa pidió la absolución de
su asistido por haber actuado en legítima defensa. En ese sentido, sostuvo que el
imputado había sufrido todo tipo de agresiones y amenazas por parte del damnificado
debido a su identidad transgénero, por lo que el día del hecho temía por su vida y actuó
en consecuencia.
“[L]a agresión que en los momentos previos dice haber sufrido [el inculpado] por parte
de [G], no se encuentra corroborada por prueba alguna. No ha aportado la defensa la
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vestimenta rasgada o rota en su cuello producto del forcejeo a tenor de lo dicho por [el
acusado] al prestar declaración […], tampoco el corte que adujo tenía en su mano, más
aún al respecto, al prestar declaración el [doctor], quién dijo haber examinado [al
imputado] (no se adjuntó la certificación médica), manifestó que sólo le observó
'escoriaciones superficiales sobre la mano izquierda, es decir raspones, no tenía
sangrado' (del que se ignoran tiempo y modo de producción), ello es claramente
incompatible con el corte y sangrado relatado por [el acusado]".
"A esta altura cabe aclarar que sin duda la identificación sexual de la encausada le ha
traído aparejadas sufrimientos y padecimientos injustos, discriminación, insultos y
agresiones altamente reprochables, dificultades para conseguir empleo e insertarse
socialmente, como explícito en su declaración y narró su madre [...], y también es
altamente probable que sufriera todo tipo de improperios de distintos grupos, pero lo
cierto es que, salvo su madre, no hay otro testigo, actuación, o medio probatorio de que
los mismos hayan partido de [G] y menos aún que el hecho acaecido, lo haya sido en el
marco de este contexto (ni siquiera [L] lo confirma) sino más bien el de reclamo de
provisión de estupefacientes".
“[N]o resultan claras las hipótesis de la defensa y el sustrato fáctico y probatorio en que
las apoya. Ello, por cuando aduce en primer término la existencia de una contienda por
su identificación transgénero, mantenida entre [el imputado] y [G], a resultas de la cual
la imputada dispararía contra el mencionado [G], en forma accidental, pero para
defenderse, impactando el disparo en el cuello de [G]. En tal sentido, esa hipótesis, fue
negada por [G] y [su amigo] (en parte también por [L]) y no acreditada por ningún medio
probatorio.
Así las cosas, surge probada la presencia de la víctima en el domicilio [del imputado],
reclamando la venta de estupefacientes [...]. Pero, como ya se ha dicho y aún pese a su
insistencia, no existe ningún elemento probatorio que avale la existencia de una agresión
por parte de éste y por ende legítima defensa [del acusado].
En ese orden de ideas, debe señalarse que se requiere, para la causal de justificación
invocada, la existencia de una agresión ilegítima, actual o inminente que tornara
necesaria la defensa, lo cual se descarta, por cuanto (a excepción de los dichos [del joven]
y en parte su madre), no se ha acreditado en modo alguno la existencia de los improperios
relatados por [el imputado] como provenientes de [G] en base a su identificación sexual,
que este ingresara al predio forzando el portón y forcejeara con [el acusado], menos aún
que la lastimara con algún elemento cortante produciéndole una herida sangrante tal
como se expusiera más arriba”.
"En el mismo sentido las versiones dadas por [el inculpado] respecto del desconocimiento
que poseía un arma en sus manos y que recién lo advirtió al producirse el disparo no sólo
han sido contradictoria sino inverosímiles [...]. [E]l arma debe estar montada para
producir el disparo, pero en caso de haber estado preparada de antemano, debe
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
necesariamente accionarse el gatillo para que se dispare pues el guardamonte hace las
veces de protección, [...] afirmó consecuencia que no puede dispararse
accidentalmente".
“En suma, [no ha sido] acreditado que la acción desplegada por [el imputado] haya sido
la repulsa una agresión ilegítima, actual o inminente, por parte de [G], menos aún
enmarcada en la necesidad de defensa ni dentro de la racional proporción de los medios
empleados para impedirla, porque, como quedó demostrado, en el momento del disparo
quién se encontraba en situación de vulnerabilidad era justamente la propia víctima.
Resulta una obviedad colegir que la acción de la imputada no puede entenderse como la
autodefensa a la que tiene derecho toda persona frente a un ataque antijurídico, ni que
haya estado en esas circunstancias legitimada para defenderse de ese modo, cuando –
claro está–, con solo ingresar a su habitación podía lograr el mismo objetivo".
Desde el punto de vista subjetivo, [...] se advierte claramente que [el imputado] obró con
dolo, puesto que efectuó un disparo con un arma de fuego, que se hallaba en su poder,
la que tenía proyectiles en su habitación y que no pudo ser accionada en forma accidental
[...], arma con indiscutible poder ofensivo –un arma letal– al hallarse modificada para
poder efectuar disparos con Calibre Punto 22 [...] e hirió gravemente a [G]. Y aún cuando
se aceptara que no tenía 'intención' para matar a la víctima, teniéndola a la vista, a escasa
distancia, disparó directamente hacia ella, por ello es evidente que conocía el peligro que
creaba con su obrar para el bien jurídico 'vida', que [...] resulta suficiente para afirmar
que actuó a aquel título".
4. Legítima defensa. Agresión ilegítima. Necesidad racional del medio empleado. Falta
de provocación. Prueba.
"[D]e lo reseñado surge que no se acreditó que la acción desplegada por [el imputado]
haya sido la repulsa de una agresión ilegítima, actual o inminente, menos aún podría
considerarse una acción enmarcada en la necesidad de defensa ni dentro de la racional
proporción de los medios empleados para impedirlo porque, como ha quedado
demostrado, en el momento del disparo quién se encontraba en situación de
vulnerabilidad era justamente la propia víctima, no corriendo ningún riesgo [el autor].
Obviamente, que bajo estas circunstancias, no puede entenderse la acción [del
imputado] como la autodefensa a la que tiene derecho toda persona frente al ataque
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antijurídico, ni que haya estado en esas circunstancias legitimada para defender de ese
modo, absolutamente irracional cuando –claro está– que con solo ingresar a su
habitación podía lograr el mismo objetivo.
En síntesis, resulta fuera de toda discusión que la conducta [del encausado] pueda quedar
amparada por la legítima defensa, aún cuando pudiera considerarse verificada la
existencia de una discusión anterior, no se demostró la existencia de una agresión
ilegítima, actual o inminente que impusiera la necesidad de defensa, y la encartada tenía
la posibilidad de entrar a su vivienda y en todo caso requerir la presencia policial".
"[E]n función a los parámetros a tener en cuenta para la individualización [de la pena]: la
gravedad del injusto y la medida de la culpabilidad, pondero como agravantes el grave
disvalor de acción, el nivel cultural [del imputado] que le permite la internalización de
normas de conducta y manejar alternativas a las conductas disvaliosas y que fue
cometido mediante la utilización de un arma de fuego con poder letal, modificada a tal
fin. Y valoro como atenuantes la edad [del imputado] esto es que se trata de una persona
joven, el padecimiento por su identificación transgénero en una comunidad pequeña, y
su carencia de antecedentes penales”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 5
Una mujer convivía con su novio. En una oportunidad, se encontraban ingiriendo bebidas
alcohólicas junto a la hermana de la mujer, cuando se produjo una discusión entre la
pareja. Entonces, comenzaron a agredirse de manera verbal y física. En ese marco, la
mujer tomó un cuchillo e hirió por la espalda al hombre, quien falleció unos días después
en el hospital. Por ese hecho fue imputada por el delito de homicidio.
En la etapa de juicio oral, la acusada explicó que la pelea se había originado porque el
hombre había intentado agredirla sexualmente. Su hermana declaró en igual sentido.
Además, se incorporaron informes médicos que concluían que la mujer presentaba
hinchazón en uno de sus pómulos. También se agregó un informe psicológico que
señalaba que la imputada había vivido situaciones traumáticas infantiles que aún no se
encontraban resueltas.
La defensa sostuvo que la mujer sufría violencia de género por parte del hombre, que se
había querido defender de un ataque sexual, pero se había excedido en la legítima
defensa. El Tribunal Oral la condenó a la pena de ocho años de prisión por el delito de
homicidio. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación. En esa
ocasión, la defensa sostuvo que la conducta de la mujer debía encuadrarse dentro de la
legítima defensa.
La Sala I del Tribunal de Impugnación de Salta, por mayoría, rechazó la impugnación (juez
Medina y jueza Solórzano).
“Al respecto del exceso en la legítima defensa, la Corte de Justicia tiene dicho que la
aplicación de esa causal de atenuación exige, como presupuesto indispensable, que el
accionar que a la postre se torna delictivo se haya iniciado con arreglo a los parámetros
previstos por el artículo 34 inciso 6º del código sustantivo. Vale decir, no cualquier
conducta desmedida que se ejecuta so color de salvaguardar un bien de una agresión
externa cae en la órbita de la figura, sino que se requiere una actividad inicialmente lícita
que luego se desvíe del cauce de la razón justificante prevista en la citada norma. La
fórmula empleada para construir la atenuante del artículo 35, en la cual se hace
referencia al que ‘hubiere excedido los límites impuestos por la ley, por la autoridad o
por la necesidad’, está señalando que la condición esencial para que exista exceso es la
preexistencia de una situación objetiva de justificación; de modo que el exceso se refiere
a los límites de la acción, no a su inicial licitud. Por eso pues, llamase exceso a la
intensificación innecesaria de la acción inicialmente justificada. Tal aumento de la
intensidad se refiere a la acción y determina que el accionar excesivo sea del mismo
género o naturaleza del accionar necesario o inicial…”.
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Ministerio Público de la Defensa
“En el caso bajo examen y en relación al núcleo del sustrato fáctico señalado y que no ha
sido puesto en tela de juicio, se cuentan con las declaraciones de la acusada O. […] y su
hermana Z. […] quienes expusieron la discordia previa al fatal desenlace, que incluyó
violencia física recíproca entre aquella y A. Esa pelea fue originada, según esa versión,
porque la víctima agredió sexualmente a O. […].
“Que en relación a la tesis de que la supuesta agresión sexual previa hizo aflorar en la
acusada ciertos recuerdos traumáticos infantiles, de ello no se sigue que se hubiese
anulado su capacidad valorativa capaz de impedir su actuar libre y voluntario. A lo sumo,
la circunstancia apuntada –junto con el resto de las manifestaciones de la recurrente–
podrían impactar al momento de la individualización judicial de la pena, puntualmente,
en el análisis de ‘la calidad de los motivos que lo determinaron a delinquir’ (artículo 41
inciso 2º del Código Penal), y que de alguna manera fue atendido por el a quo pues aplicó
el mínimo previsto para el delito de homicidio”.
“[E]n esos términos y aún sin desconocer ciertas variables relevantes como el sexo de los
involucrados o la contextura física del occiso –un hombre de 1,70 metros de 90
kilogramos de peso según su autopsia– no puede soslayarse que la herida más dañina fue
ocasionada con la víctima de espalda. Por lo tanto, ese ataque no se condice con una
situación de defensa ante una agresión actual, sino que posee todas las características de
un emprendimiento doloso contra la vida de aquel.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Por otra parte, ante el número de lesiones inferidas, tampoco puede hablarse de
racionalidad en el medio elegido por resultar el menos dañoso y eficaz para conjurar el
supuesto ataque, en tanto que esa exigencia no deriva de su simple aptitud para
contrarrestar la agresión, sino que involucra, además, la proporcionalidad entre la fuerza
o reacción usada por el agredido y la usada por el agresor, con referencia al bien atacado,
y la inevitabilidad del peligro que se corre […]. Nótese que si bien hay pruebas de la
reyerta previa entre los protagonistas, según las injurias físicas constatadas en la acusada,
no hay elementos para sostener que la intensidad del ataque –que asevera haber
soportado– sea de tal magnitud para justificar la respuesta letal, sino que aparece como
desmedida aún en el marco propuesto por la recurrente”.
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Caso Nº 6
Una mujer de 33 años padecía un retraso madurativo leve. Convivía con su pareja y
mantenían una relación de pareja conflictiva. En una oportunidad, el hombre se
emborrachó y la golpeó. Entonces, ella tomó un cuchillo y lo apuñaló. Cuando la policía
arribó al lugar encontró a la mujer con un ataque de nervios y manchas de sangre en sus
manos. Además, manifestaba que había tenido una discusión con su pareja. Los agentes
policiales ingresaron al domicilio y encontraron al hombre tendido en el suelo con una
herida de arma blanca en el pecho, sin signos vitales. Por ese hecho la mujer fue imputada
por el delito de homicidio agravado por el vínculo.
En la etapa de juicio oral la mujer se negó a declarar. Sin embargo, algunos vecinos
manifestaron que escuchaban peleas, ruidos y discusiones de pareja. Por otra parte, la
psiquiatra del poder judicial informó que la imputada tenía un retraso madurativo leve
que le provocaba “un juicio de realidad insuficiente”. Además, el informe social concluía
que la pareja tenía picos de violencia cruzada no permanente a partir del alcoholismo del
hombre y la enfermedad de la mujer.
La Sala III del Tribunal de Juicio de Salta condenó a la imputada a la pena de veinte años
de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias
extraordinarias de atenuación. Además, recomendó la realización de un tratamiento
psicológico en la unidad penitenciaria (juezas Sanguedolce y González y juez Farah).
“Este resultado lesivo al bien jurídico vida, resulta del accionar de la acusada, quien
admite que provocó la lesión, aunque en su defensa argumenta que él la golpeaba, se le
vino encima, agarró el cuchillo y no sabe como pasó, estaba muy borracho, ella quería
terminar la relación”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“[N]o resulta menos importante como factor a considerar en esta relación conflictiva de
pareja, el alcoholismo crónico que padecía el occiso conforme surge del informe
referenciado, lo que lo tornaba agresivo, pendenciero, pesado, desafiante, que
enfrentaba a cualquiera si estaba machadito. Concluyendo la profesional su informe que
se trataba de una pareja con picos de violencia cruzada, no permanente a partir de la
existencia de varios indicadores, entre los que destaca el alcoholismo de él y la
enfermedad de ella, que cuando no se suministraba los medicamentos se volvía más
agresiva”.
“El delito de homicidio contiene el verbo núcleo ‘el que matare a otro’, conducta que en
el sub judice incurre la Sra. O., se trata de un delito doloso, no cabe duda que actuó con
esa intención de provocar el desenlace fatal al utilizar un cuchillo de grandes dimensiones
[…], arma con la que le provocó la estocada directa al corazón y que le provoca la muerte
en pocos minutos…”.
“[D]ebe atenderse a la gravedad del hecho, el medio seleccionado para ejecutarlo, ([un]
arma blanca de grandes dimensiones, 30 cm.), la naturaleza del mismo nos demuestra
que estamos ante un hecho especialmente grave. La gravedad del hecho surge palmaria,
desde el momento en que resulta la muerte de un joven hombre”.
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Ministerio Público de la Defensa
Así también, desde un aspecto retributivo de la pena, cabe señalar que se trata de una
persona que padece un retraso mental moderado conforme los estudios psiquiátricos
practicados sobre su persona, y que debe continuar con tratamiento psiquiátrico y
psicofarmacológico y contención terapéutica […]. Por último, cabe destacar que de
acuerdo a los informes de R.N.R […] no registra antecedentes condenatorios, por lo que
surge como justa y equitativa la imposición de una PENA de VEINTE AÑOS DE PRISION,
ACCESORIOS LEGALES Y COSTAS como autora del hecho típico con la circunstancias
extraordinaria de atenuación…”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 7
Una mujer vivía con sus dos hijos y su pareja y sufría violencia de género. Ambos habían
decidido separarse. La mujer preparó las pertenencias del varón para que se las llevara y
cuando él llegó a la casa comenzaron a discutir. En un momento, la empujó sobre la cama
y la amenazó con golpearla. Entonces, la mujer lo hirió con un cuchillo. El hombre falleció
en el momento. Por ese hecho, la mujer fue condenada a la pena de ocho años por el
delito de homicidio. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación.
Entre otras cuestiones, planteó que su asistida había actuado en legítima defensa.
“[S]i bien la encartada afirmó que existió una situación de violencia en escalada, que
llegaron a la habitación y H. la tiró al colchón, con intenciones de pegarle, cierto es que
también dijo que H. le advirtió que no le pegaría, porque estaba su hijo cerca. Es decir
que si la imputada pudo tener alguna sospecha que se iniciaría una situación de violencia
física, la misma se desdice al mencionar este tramo del evento, y con ello quita
verosimilitud a su coartada”.
“Por todo lo dicho, en esta tarea de reevaluación, y con los límites y alcances advertidos
[…], entiendo que se evidencia en el caso que ha existido al momento del evento en la
encartada, una exaltación emocional que la determinó a actuar como lo hizo, y que incide
en el marco legal del caso, en una modalidad atenuada de homicidio. […] Los
antecedentes de violencia en poco tiempo culminó con agotar la pareja, al punto que el
varón decidió irse y la mujer juntarle las cosas y no querer siquiera estar cuando aquel
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Ministerio Público de la Defensa
llegue al lugar en donde convivían. La fatalidad quiso que se juntaran ese mediodía, y que
esas escenas de discusiones y amenazas se sucedieran también en ese tramo final de la
relación, con consecuencias irreversibles”.
“La imputada reaccionó ante su pareja que la dejaba y de quien se separaba, siendo el
abandono y el contexto de discusión los que obraron como el estímulo que la colmó, y
fue el disparador de su ira. Fue ello lo que desencadenó el arrebato que la hizo perderse,
que como vimos, en su descargo tres veces reconoció. […] El abandono y la violencia
fueron el coctel que, traducidas en la separación, obraron como causa eficiente en el
contexto de personalidad de la imputada, y provocaron la emoción que se tradujo en la
pérdida de sus frenos inhibitorios en una acción violenta homicida, pese al juego de
palabras que parece conformar este párrafo”.
“[H]ace mención la Trabajadora Social a una serie de provocaciones que, si bien van
delineando una situación de violencia intrafamiliar, no pueden ser tomadas como una
agresión inminente y actual, salvo, claro está la solitaria alusión a que la imputada habría
arrebatado el cuchillo de la víctima”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Nº 8
Una mujer vivía con su expareja y sus tres hijos, sufría violencia de género de forma
regular. La mujer efectuó una denuncia policial por las agresiones recibidas. En una
oportunidad, el hombre la empujó, golpeó y la llevó hasta la cocina, donde ella tomó un
cuchillo y lo hirió en el abdomen. Por ese hecho, fue imputada por el delito de lesiones
graves. En el informe médico se dejó constancia de que la mujer poseía hematomas y
dolores en el abdomen y en las piernas y que tenía dolor en el rostro. En su declaración
indagatoria, explicó que había pensado que el hombre la iba a matar porque “le pegaba
y le pegaba” y que solo había dado “un manotazo” para defenderse. Por su parte, el
hombre prestó declaración testimonial y negó haber agredido a la mujer. Asimismo, la
hija de la expareja narró que el día del hecho, la madre les había ordenado a ella y a sus
hermanos que fueran a su habitación y permanecieran allí.
“El precario [informe médico], evidencia que RCE presentaba hematomas en el abdomen
y piernas ante cuya palpación refería dolor, y que refería dolor en su rostro pese a la falta
de constatación de lesiones agudas externas. Ahora bien, frente a ello debo exponer que
entiendo improbable que de haber existido ‘piñas en la cabeza’, y una agresión que
recuerda como ‘...me pegaba, me pegaba, me estaba pegando...’, no hayan producido
hematomas en el rostro pese a sus referencias de dolor cuando además, ya habían
aparecido en el abdomen. En la misma línea me resulta llamativo que la acusada, pese a
que nos dijo en el debate que recibía ‘piñas en su cabeza’, no aludió dolores en su cabeza
pese así haberlo hecho espontáneamente, respecto de otras partes de su cuerpo”.
“No paso por alto que la legítima defensa, racional y no provocada, es un mecanismo
legítimo tanto para repeler cuanto para impedir la agresión ilegal, mas la descripción de
[RCE] del padecimiento sufrido descarta que hubiera pretendido repeler una agresión
que, según sus dichos, no estaba por comenzar sino que estaba ocurriendo. Frente a ello
entonces, ateniéndome a la agresión referida y descripta por la acusada, no puedo menos
que advertir que la falta de concordancia entre la entidad de la golpiza y las lesiones
constatadas en el precario médico analizado, quitan credibilidad a sus dichos y, de esa
forma, a la recreación del hecho que ella efectúa”.
“No se ha logrado acreditar, pese al comprometido alegato de la Defensa, que [RCE] haya
sido víctima de un padecimiento propio de la violencia de género. Si bien no descreo que
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Ministerio Público de la Defensa
haya recibido golpes de su marido (lo que asimismo surge de la denuncia […], incorporada
al juicio por su lectura), tampoco descarto que haya hecho propia la Ley del Talión. […]
Todo el cuadro probatorio me convence, tal lo adelantado, que el vínculo entre víctima y
victimario respondía a una relación basada en agresión recíproca, en la cual los insultos
y los golpes no se encontraban ausentes ni resultaban privativo de uno por sobre el otro”.
“[D]estaco que ha sido la propia [hija] quien nos ha dicho que la acusada fue quien ordenó
que las menores fueran a su habitación o permanecieran allí, cerrando la puerta. […] Tal
detalle resulta en mi opinión determinante, pues acredita sin más que [RCE] quiso
mantener a las niñas fuera de lo que iba a ocurrir. Y es justamente tal previsión, la que
erradica la inminencia de la agresión y mientras descarta la posibilidad de tener por cierta
la falta de provocación suficiente, evidencia que la pelea que se avecinaba era cuando
menos, esperada o prevista por [RCE]”.
“[L]a flexibilidad intestinal aludida por el galeno, y la referencia del mayor daño que
puede producir por tal motivo incluso un elemento de pequeñas dimensiones, sumado a
que según los dichos de la propia víctima, RCE llevó a cabo tal incisión con su mano
izquierda pese a ser diestra, evidencia que no estaba en sus planes terminar con la vida
de S, pues más allá de que ‘todo cuerpo extraño que penetre en el abdomen, tiene toda
la capacidad, de acuerdo a la estructura que toque, de producir la muerte’, en el caso
que nos convoca los aportes del Dr. Fuente y de la propia víctima, evidencian que la
cuchilla del tipo carnicero empleada no fue totalmente introducida (lo que además
resultaba poco posible si se tienen en cuenta las deficiencias que cualquier diestro tiene
a la hora de manipular un elemento con su mano izquierda –y viceversa claro está–, la
falta de precisión que ello implica y la escasa habilidad), y tampoco que se utilizó con la
fuerza idónea para provocar una herida más profunda que permitiera provocar una lesión
de mayor envergadura”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
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Caso Nº 1
Una mujer convivía con su pareja y la hija de ambos de 45 días de edad. Desde el
comienzo de la relación, el hombre la maltrataba y amenazaba a punta de pistola. En una
oportunidad, la abusó sexualmente de forma reiterada y, luego, le puso el arma en
distintas partes de la cabeza. También, le apuntó con la pistola a la beba desde la cama.
Más tarde, se durmió y colocó el arma en el medio del lecho. Entonces, la mujer efectuó
un disparo que impactó en la zona frontal de su pareja, ocasionándole la muerte. Por ese
hecho fue procesada por el delito de homicidio agravado por el vínculo y por ser
cometido con un arma de fuego.
En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que su concubino siempre había sido muy
violento y la amenazaba de manera constante con matarla a ella y a su familia. Agregó
que había sido hostigada sexualmente con una tonfa. Por otra parte, un agente policial
refirió que en el lugar de los hechos había preservativos usados en el piso y una tonfa. El
Tribunal Oral absolvió a la mujer por considerar que había actuado en legítima defensa
debido a la violencia física, sexual y psicológica a la que había sido sometida por su esposo
durante el matrimonio. Contra esa decisión, la querella y la fiscalía interpusieron sendos
recursos de casación.
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Estudios sobre Jurisprudencia
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Ministerio Público de la Defensa
“Teniendo por acreditada la autoría, el A Quo decidió por mayoría absolver a la imputada
mediante la eximente de la legítima defensa estipulada en el art. 34 inc. 6 del C.P.,
fundada en la violencia de género a la que S. B. L. había sido sometida por su esposo
durante el matrimonio y en la noche del evento que culminó con la muerte de éste
último. Evaluó a tal fin la situación de la violencia de género, también aceptada por la
Fiscalía, comprobando unánimemente su existencia en extrema intensidad mediante el
análisis de lo expresado por la imputada y la totalidad de los testigos y profesionales.
Cabe destacar que algunos de estos últimos afirmaron que ‘se encontraban presentes los
rasgos típicos de la existencia de una relación caracterizada por la violencia de género
que padecía L. en su interrelación sentimental con [M]’ […].
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Estudios sobre Jurisprudencia
“[L]a ‘necesidad racional del medio empleado,’ […] implica la idoneidad de la defensa
mediante el empleo del medio más benigno posible. Y frente a este requisito, tanto en el
caso concreto como en similares, se aprecian diferentes sugerencias de los impugnantes,
acerca de lo que debería o podría haber hecho la mujer en lugar de matar a su marido
con un arma de fuego. Sin embargo, todas esas propuestas –denunciar, huir con su hija,
separarse– parecen únicamente realizarse en ‘el reino de lo ideal,’ pues la realidad –
plasmada en las estadísticas– demuestra lo opuesto, reflejando la imposibilidad tanto
objetiva como subjetiva de escapar fácilmente del círculo de violencia doméstica”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 2
Una mujer vivía con su pareja y sus hijos y sufría violencia de género de forma regular. En
el marco de una discusión, el hombre la amenazó de muerte y la echó del hogar. Luego,
se fue a dormir y la mujer se fue a llorar al garaje. Cuando regresó a la casa, el hombre
se encontraba acostado. Entonces, la vio y la amenazó con dispararle en la cabeza. La
mujer sabía que su pareja guardaba un arma en la mesa de luz. Por esa razón, cuando él
se estiró hacia el mueble, ella corrió, tomó el arma y le disparó dos veces. El hombre
falleció en el momento. Por ese hecho, la mujer fue procesada por el delito de homicidio.
En la etapa de juicio oral, la imputada declaró que había actuado en legítima defensa
porque pensó que su pareja iba a dispararle. Por su parte, los hijos declararon que habían
escuchado una discusión entre sus progenitores y sabían que el padre guardaba un arma
en la habitación. Además, se efectuó un informe psicológico que concluía que la mujer
había actuado ante el temor de una “agresión anunciada” por su pareja, que había
generado una “reacción defensiva”. El Tribunal Oral condenó a la imputada a la pena de
cuatro años y seis meses de prisión por el delito de homicidio en legítima defensa
putativa. Para decidir de esa manera sostuvo que no se había acreditado la realidad de la
agresión por parte del varón sino solo su existencia en la subjetividad de la mujer. Por esa
razón concluyó que no había podido probarse que la mujer hubiese actuado en legítima
defensa. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación.
La Sala I del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires hizo lugar a la
impugnación, casó la sentencia recurrida y absolvió a la imputada por haber actuado en
legítima defensa (jueces Carral y Sal Llargués).
“La situación de agresión constante a la que fuera sometida […] fue comprobada en el
debate por los testimonios […], así como por los informes socioambiental, psicológico y
psiquiátrico, y las copias de la causa […] que se originara por haberle disparado [B] a Díaz
con una escopeta. Toda una situación convivencial donde, probadamente, el occiso
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Estudios sobre Jurisprudencia
Dando por cierto la versión de la encausada, como lo ha hecho el a quo aunque luego se
contradiga, es menester resolver si, como se dice en el decisorio impugnado, el
movimiento corporal de [B] fue ‘equívoco o inespecífico’. En este marco, [se debe]
señalar que cuando la versión solitaria del imputado o la víctima se erigen con abono de
otros medios probatorios, nada autoriza a desplazarlos del plexo probatorio o, como en
autos, a quitarles alguna parte sin elementos que sustenten otra hipótesis. Tal es, por
otra parte, la recta aplicación de las reglas de la sana crítica…”.
“[L]a agresión ilegítima a la que alude el art. 34 inc. 6º, lit. a) del Código Penal argentino,
no ha de estimarse tan solo a aquella conducta humana antijurídica dirigida a afectar
algún bien jurídico de su destinatario, puesto que la amenaza o peligro de que ello pueda
concretarse con premura o inmediatez, autoriza el ejercicio de la acción defensiva. Tal
afirmación tiene su soporte legal en el literal b) de la norma citada, que contempla tanto
el comportamiento defensivo tendiente a ‘repeler’ la agresión, lo cual implica que ya se
inició, como aquella que se dirige a ‘impedir’ su realización, por lo que la acción defensiva
puede desplegarse desde que surge una amenaza inmediata al bien jurídico […] aun
cuando no se hubiere comenzado el conato de la conducta.
Impedir la afectación antijurídica del bien que aún no se ha concretado, pero que es de
inminente realización, con lo cual vale decir que se impide lo que todavía no es peligro ni
lesión. […] Si la ley penal no permitiera defenderse más que de actos de lesión o puesta
en peligro, la función del instituto de la legítima defensa perdería todo su sentido ante
una manifiesta desprotección de los bienes jurídicos.
Así, no es exigible que la agresión se esté llevando a cabo para afirmar la posibilidad de
una legítima defensa; la propia ley así lo determina, que sólo se puede ‘impedir’ lo que
no se ha producido, con lo que se admite la justificante ante una agresión futura cuando
implica en sí misma un peligro para el bien jurídico…”.
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A contrario de lo concluido por el Tribunal de Juicio, la agresión ilegítima, como acto por
el cual el Benítez demostró inequívocamente su voluntad de lesionar a Díaz, lo que podía
concretar inmediatamente por poseer los elementos necesarios para ello –el arma al
alcance de sus manos– tuvo existencia real y concreta como amenaza a concretarse en
un futuro inmediato. Tal fue el peligro que se cernía sobre su persona que impidió al
apresurarse en tomar el arma de fuego y dispararla contra su pareja ‘para evitar que él
[la] agarrara’, agresión ‘anunciada’ como se la califica en el dictamen psicológico”.
“[…] Benítez discutió con su concubina […] Díaz, amenazándola de muerte y echándola
del hogar que compartían junto a sus hijos. El a quo no pone en duda ello. Así, la acción
de [B], ofuscado y violento, quien le acababa de decir a Díaz no me rompás las pelotas te
voy a meter un balazo en la cabeza’, estirándose sobre la cama hacia la mesa de luz donde
guardaba un arma de fuego, no es otra cosa que la continuación de una agresión verbal
que comenzaba a transformarse en una agresión fáctica. La situación agresiva no puede
ser soslayada –aquí el yerro del a quo al no dimensionarla en su justa entidad–; el acto
de dirigir su mano hacia el lugar donde se ocultaba el revólver es, en este contexto, un
acto tendiente a poner en hechos tal agresión. Es, a todas luces, el acto preparatorio del
accionar directamente lesivo, una amenaza o peligro sobre el bien jurídico que generó el
acto defensivo impeditivo de parte de la imputada, lo que queda cabalmente
aprehendido por la norma del art. 34 inc. 6º del C.P.
Es más, de la experticia psicológica resulta que ‘se infieren efectos psíquicos asociados a
una exposición severa a situaciones de violencia, que han provocado un estado emocional
equiparable a situaciones de stress postraumático, donde el episodio que consta en las
presentes actuaciones es la reacción ante el temor frente a una agresión anunciada’ […].
Este señalamiento […] da pábulo, indiciariamente, a la existencia real y concreta del acto
agresivo de Benítez, que la psicóloga reconoce como un dato de la realidad –‘anunciada’
por el fallecido– que generó la ‘reacción’ defensiva.
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Estudios sobre Jurisprudencia
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 1
El tribunal la condenó a la pena de ocho años de prisión por el delito de homicidio. Para
decidir de esa manera sostuvo que no había existido inmediatez entre el hecho
desencadenante de la emoción y la reacción de la imputada, lo que demostraba que
había actuado de manera consciente y deliberada. Contra esa decisión, la defensa
interpuso un recurso de impugnación. Entre otras cuestiones, planteó que la mujer había
sufrido una sucesión de hechos constitutivos de violencia de género ejercida por su
expareja y solicitó su absolución por haber actuado en legítima defensa. De manera
subsidiaria, peticionó que se la condenara por el delito de homicidio cometido en un
estado de emoción violenta. El Tribunal de Impugnación Penal de La Pampa consideró
que en el caso no habían concurrido los presupuestos de la legítima defensa ni los de la
figura de la emoción violenta y afirmó que la presencia del arma demostraba una
intención manifiesta que descartaba el estado de emoción violenta. En consecuencia,
rechazó la impugnación y confirmó la condena. Contra esa decisión, la defensa interpuso
un recurso de casación y alegó que el tribunal había realizado un análisis
descontextualizado del hecho sin perspectiva de género. El recurso fue rechazado, por lo
que la defensa interpuso un recurso extraordinario federal, cuya denegatoria motivó la
presentación de un recurso de queja.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, hizo lugar a la queja, declaró
procedente la impugnación y dejó sin efecto la sentencia apelada (ministra Highton de
Nolasco y ministros Rosatti y Maqueda). Para decidir de ese modo, se remitió al dictamen
de la Procuración General de la Nación.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“En primer lugar, no [se advierte] arbitrariedad, sino más bien conformidad con los
estándares vigentes en la materia, en la conclusión sobre el punto a la que arribaron los
jueces de la causa al descartar que en el momento del hecho hubiese existido una
agresión antijurídica, actual o inminente, de parte de [C], que hubiera hecho necesario
reaccionar apuñalándolo. En particular, esa conclusión se halla en consonancia con la
opinión dominante según la cual, en atención a la intensidad de la autorización, no
limitada por la proporcionalidad, la noción de ‘actualidad de la agresión’ es más restrictiva
que la de ‘actualidad del peligro’ del estado de necesidad, y sólo abarca por ello a la
agresión que se dará en forma inminente, que ha comenzado o que aún continúa, a la
vez que excluye los casos de ‘defensa preventiva’ y de ‘peligro permanente’, sin perjuicio
de su eventual consideración como estado de necesidad.
Sin embargo, esta argumentación no fue planteada por la defensa, de modo que su no
tratamiento por los jueces de la causa y, en particular, por el a quo no puede ser
considerado un defecto del pronunciamiento impugnado. En este punto, no [se pasa] por
alto que la defensa postuló la existencia de un peligro derivado de la situación de
violencia de género que describió, pero […] esa alegación [no ha] sido acompañada
siquiera de una mínima argumentación tendiente a demostrar o explicar, ni la urgencia
de actuar la mañana en cuestión, ni la inexistencia de otros medios (especialmente, de
procedimientos institucionales) para resolver la situación; ambos requisitos, según se ha
visto, para la operatividad de la excusa en examen. Este defectuoso planteamiento
descarta por ello también cualquier reproche a los jueces que se pudiera pensar hacer
por no haber considerado el tema, aunque fuese bajo otro nomen iuris”.
“El tribunal de audiencia justificó el rechazo de [la atenuante del homicidio cometido en
estado de emoción violenta] fundamentalmente en la falta de inmediatez entre el hecho
supuestamente desencadenante de la emoción: la sustracción del televisor, y la reacción.
[…] Esta solución de continuidad, sumada al comportamiento exhibido por la imputada,
que fue en búsqueda de la víctima, descartaría, para el tribunal, que P ‘h[ubiera] actuado
bajo una conmoción violenta del ánimo, motivada en una incitación externa justificada
inmediatamente anterior al hecho’ y, por el contrario, sería demostrativa de que ‘actuó
de manera consciente y deliberada’…”.
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Ministerio Público de la Defensa
“Sin embargo, […] dicho tribunal soslayó por completo la consideración de la hipótesis
que, desde una perspectiva totalmente distinta, había puesto a su consideración la
defensa, pues sin hacer ninguna alusión a esa nueva propuesta, ni siquiera para refutarla,
se limitó a reproducir la tesis de la falta de inmediatez entre la agresión y la ofensa […].
[L]os jueces volvieron a incurrir en el mismo vicio cuando, sin consideración alguna a la
prueba pericial y testimonial cuyo reexamen pedía la defensa, expresaron
dogmáticamente que ‘ninguno de los tres elementos tipificados de la emoción violenta,
a saber: intensa conmoción de ánimo, motivo moralmente relevante y reacción
inmediata ante la permanencia de circunstancias lesivas, se han materializado en el caso’
[…]. [E]ra precisamente en esa prueba, referida a la situación de violencia que habría
padecido la imputada y el efecto que habría tenido sobre ella, que la defensa sustentaba
la existencia del estado pasional y de las circunstancias que estimaba excusantes. Esta
omisión luce más grave por cuanto ambos tribunales, de juicio y de impugnación, habían
dado por acreditada la existencia de esa situación de violencia doméstica y de género a
partir de la cual la defensa desplegaba su argumentación.
Por último, […] la defensa había argumentado con base en diversos testimonios que la
imputada llevaba el cuchillo permanentemente consigo, como forma de protección, de
modo que su portación, la mañana del hecho, no podía ser valorada como prueba de una
premeditación incompatible con el estado pasional alegado. Sin embargo, […] a pesar del
planteamiento de esta cuestión, también aquí el tribunal de impugnación omitió
pronunciarse sobre el mérito de esos testimonios en los que el recurrente basaba su
objeción y, en cambio, afirmó dogmáticamente que la presencia del arma se debía a que
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Estudios sobre Jurisprudencia
[P] pensaba utilizarlo contra la víctima, lo cual demostraba una preparación y una
intención manifiesta que descartaba el estado de emoción”.
“De allí que […] no quepa más que dar la razón en este aspecto al impugnante y deba
concluir que el trámite recursivo, en lo que atañe a este agravio, no satisfizo los
estándares de revisión amplia establecidos por V.E. in re ‘Casal’ (Fallos: 328:3399), como
así también que la negativa del a quo a conocer del recurso interpuesto por ese motivo
importó una restricción sustancial de la vía utilizada por el apelante, sin fundamentación
idónea suficiente, que se traduce en una violación a la garantía del debido proceso
consagrada en el artículo 18 de la Constitución Nacional (Fallos: 315:761 y 1629, entre
muchos otros)…”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 2
En el juicio oral, la mujer declaró que cuando tenía dieciséis años había denunciado al
hombre por violencia y la habían llevado a un instituto de menores de edad hasta que la
fue a buscar su padre y le dijo que debía irse a vivir con su pareja. La imputada refirió que
al principio de la relación no lo veía como un hombre sino como una figura paterna. Luego
contó que trabajaba como empleada doméstica y de la municipalidad, que el dinero que
ganaba lo administraba el hombre. Explicó que estaba cansada de sufrir los golpes y
agresiones pero no podía terminar la relación porque él la amenazaba con quitarle a sus
hijas si se iba. En particular, contó que el día del hecho le preguntó al hombre por qué se
drogaba y que él, antes de salir de la fiesta, la miró “de esa forma que me miraba” y le
dijo “esto lo arreglamos en casa”. Expuso que en ese momento temió por su vida y que
por ese motivo se defendió. Luego explicó que cuando se dio cuenta de lo que había
hecho tomó el teléfono y llamó a la ambulancia. Manifestó que como no había podido
comunicarse, llamó a la policía y les dijo que solo se había defendido. Asimismo, declaró
la hermana de la imputada, quien relató que en dos ocasiones había escuchado amenazas
de muerte por parte del hombre y que le había pegado en varias ocasiones adelante suyo.
También contó que en una oportunidad le había querido disparar y que la hirió con un
hacha en la frente. Por último, relató que cuando ella tenía doce años el hombre la había
violado y la había amenazado con matar a su sobrina si contaba lo sucedido. En igual
sentido, el resto de los testigos contaron que habían presenciado hechos de violencia de
género, y una de ellos expresó que “todo el pueblo casi siempre la vio golpeada”. Por
otro lado, la licenciada en psicología que intervino en la causa declaró que la imputada
reconocía haber sufrido hechos de violencia y situaciones de abuso sexual, pero los
minimizaba. En esa dirección, aclaró que la mujer padecía una precariedad total y que se
advertía una dominación absoluta por parte del hombre. Asimismo, explicó que la
imputada tenía “alergia sensitiva” ya que había desarrollado una capacidad de
adaptación que bajaba el umbral de tolerancia y generaba una sobrecarga emocional que
podía llevar a una reacción impulsiva y de descarga desmedida frente al mínimo estímulo.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Por esa razón, sostuvo que el impulso la había arrebatado y no habían actuado sus frenos
inhibitorios.
Al momento de los alegatos, el representante del Ministerio Público Fiscal sostuvo que la
mujer había actuado en legítima defensa en un contexto de violencia de género y solicitó
su absolución. En el mismo sentido se expresó la defensa. Sin embargo, la querella
argumentó que la imputada tenía otras alternativas como irse del hogar, calificó el hecho
como homicidio calificado por el vínculo con circunstancias extraordinarias de atenuación
y solicitó la pena mínima de ocho años de prisión.
“El tratamiento de los casos en los que, como víctima o victimarias, se encuentren
involucradas mujeres, exige a los magistrados, sean estos técnicos o legos, un análisis con
perspectiva de género. […] Analizar con perspectiva de género significa enfrentar que en
nuestra sociedad existe una desjerarquización cultural de la mujer, considerar de qué
manera esa desjerarquización influye en la situación traída a juicio y resolver, teniendo
en cuenta los efectos de esa desigualdad en el caso concreto”.
“Esta desigualdad cultural se incrementa en los ámbitos privados (violencia doméstica)
donde el dominio violento del hombre sobre la mujer no responde a casos aislados,
patológicos o inexplicables de violencia, sino que son prácticas aprendidas, conscientes y
orientadas, producto de una organización social estructurada sobre la base de la
desigualdad”.
“Enfrentando esta realidad, el Estado Argentino asumió obligaciones ante la comunidad
internacional: suscribió y se comprometió con la Convención Sobre la Eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) y con de la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer –
usualmente aludida como ‘Convención de Belém do Pará’ (Ley 24.632). También, asumió
compromisos internos, al promover normativa propia y específica (Ley Nacional N
26.485) que eleva los estándares de protección de la mujer frente a situaciones de
violencia.
Estas normas reconocen el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, tanto en
el ámbito público cuanto en el privado y contienen obligaciones que comienzan con la
prevención, con la obligación de establecer mecanismos que prevengan y eviten que las
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Estudios sobre Jurisprudencia
mínimo estímulo, ya que trae acumulada toda la carga de los episodios vividos
anteriormente…”.
“Entonces uniendo el análisis científico que, sobre la vida y la conducta de [la mujer],
realizó la Licenciada […] ( El impulso la arrebató, no pudo detenerse a pensar ni a
responder de otra manera. No actuaron sus frenos inhibitorios), con las palabras que [la
imputada] dijo, inmediatamente después, de matar al Sr. [P] resulta que el encuadre que
se ajusta a lo que ocurrió ‘en el momento del hecho’, es el descripto por el inciso 1 del
artículo 34 del Código Penal: La [acusada], no pudo dirigir sus acciones y es, por tanto,
inimputable y –como tal– no punible”.
“La defensa ‘era mi vida o la de él’, en contextos de violencia de género son (cuando
concurren las circunstancias) válidos y atendidos por el derecho. Sin embargo, no hace
justicia a lo vivido por la [imputada]. Apareció, en este juicio, como una racionalización
que pudo ser real. Sin embargo […] que se basa en nociones de autovalía y respeto a la
vida de la mujer, que [la acusada] no tenía –al momento del hecho– respecto de sí misma.
Era mi vida o la de él, exige un razonamiento que estuvo ausente en [la mujer] al
momento de asestar el cuchillo porque ella no pudo dirigir sus acciones. No pudo
instrumentar sus impulsos. Sus impulsos la actuaron.
En la causa, a cuyo debate asistimos, la fatalidad hizo por [la imputada], lo que ella no
pudo hacer por sí misma. De alguna manera, su propia indefensión aprendida […], aquella
que la incapacitaba para controlar su voluntad, fue la que liberó esos impulsos que –en
definitiva– la pusieron a salvo de la violencia que sufría”.
4. Violencia de género. Vulnerabilidad. Autodeterminación.
“Si [se afirma que la acusada] fue víctima de violencia de género desde su infancia y
durante todo el tránsito de su relación de pareja con [P] –que inició cuando ella contaba
con tan sólo 12 años–, se impone concluir que existe una asociación indisoluble entre
este tipo de injuria y la pérdida de la libertad […]. Es en este contexto pues, en el cual la
supremacía masculina va minando la posibilidad de construir aquel ser persona antes
aludido cuyo más intenso motivo es la autodeterminación. Siendo que la vida de [la
imputada] estuvo signada por el avasallamiento, no podemos afirmar que en el momento
de matar a su opresor haya sido libre de elegir entre dos vidas. Aquel impulso ciego
referido por la Perito Psicóloga, sumado a las circunstancias que rodearon el momento
del homicidio, nos impide considerar que se trató de un acto libre, antes bien, fue la
derivación necesaria de la opresión sistemática a la que fue sometida. Es que la libertad
es la esencia de lo humano, su profundo sentido, y no habrá de manifestarse como tal si
se cercena su ejercicio desde la etapa más crítica y vulnerable que no es otra que la
infancia. Tal es el caso de la mujer que fue juzgada”.
“En este punto es preciso destacar que […] la Querella manifestó que [la mujer] pudo irse
de su casa como lo hacía los fines de semana, llevando consigo a sus hijas. A ello cabe
responder que pretender que la mujer se fuera y no regresara al hogar, implica atribuirle
la posibilidad de elegir y, de ese modo, considerarla un ser libre…”.
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Caso Nº 3
En la etapa del juicio oral, la mujer explicó que se había presentado en el domicilio de su
expareja para retirar un televisor que ésta le había sustraído. Agregó que había llevado el
cuchillo para defenderse porque él la iba a golpear. El tribunal la condenó a la pena de
ocho años de prisión por el delito de homicidio. Contra esa decisión, la defensa interpuso
un recurso de impugnación. Entre otras cuestiones planteó que la mujer había sufrido
una sucesión de hechos constitutivos de violencia de género ejercida por su expareja y
solicitó su absolución por haber actuado en legítima defensa. De manera subsidiaria,
peticionó que se la condenara por el delito de homicidio simple cometido en un estado
de emoción violenta.
“[L]a legítima defensa es la reacción necesaria para impedir o rechazar una injusta
agresión, inevitable e inesperada, actual o inminente mediante una conducta que lesiona
bienes jurídicos del agredido. Por su parte, las circunstancias que legitiman la defensa
deben concurrir en un solo acto, estar íntimamente vinculadas y entrelazadas entre sí,
ser una la consecuencia de la otra, y además todos y cada uno de los requisitos que la
constituyen se los debe probar y no presumir, circunstancias no acreditadas en autos.
Sin perjuicio de ello, merece una reflexión la postura de la defensa ya que si bien es
comprensible desde el punto de vista del cumplimento de su función de defensora
técnica, no puede ser que se utilice como justificativo de la muerte de una persona, una
supuesta violencia de género ejercida contra la nombrada por parte de la víctima,
máxime no producida en el momento en que se produce el hecho fatal, sino en días
anteriores y por no haber podido recuperar un objeto material (el televisor)”.
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Estudios sobre Jurisprudencia
Ninguna duda cabe, que la conducta de la acusada fue abrupta y sorpresiva para la
víctima. Ante tal circunstancia, es dable preguntarse, ¿qué situación de peligro existió
para [la imputada] en esa oportunidad, para justificar la agresión hacia [C]? la
contestación es muy simple ‘ninguna’. Todas las situaciones que relata la defensa en
relación a lo que supuestamente tuvo que sufrir [la mujer] por parte de [C], si
verdaderamente existieron, tenía los medios legales para denunciar al nombrado, pero
no se puede justificar que haya tomado la justicia por su propia mano, produciendo la
muerte de [C], ya que de seguir dicho criterio, se crearía un caos social, poniendo en
peligro la convivencia que toda sociedad organizada debe priorizar…”.
En esta situación, es dable preguntarse, ¿cuál fue la causa provocadora por parte de la
víctima (en ese momento) que llevó a [la imputada] a tomar la decisión de efectuar la
agresión?, ‘ninguna’, sino que aquella (la agresión), habría tenido eclosión por situaciones
anteriores, que bajo ninguna circunstancia, puede ser encuadrada en la figura que
pretende la defensa. La agresión hacia [C], fue tomada por la imputada, libremente y con
anterioridad a que concurriera a la vivienda en la que aquel se encontraba, llevando a tal
fin un objeto cortante que indudablemente pensaba utilizar contra la víctima, por lo que
la conducta que el a–quo le aplica al accionar de [la imputada], se ajusta plenamente a
derecho. Y ello es así, puesto que la ley no protege a quienes cometen el delito con
reflexión, preparando el acto con una decisión pensada y una prevista ejecución por lo
que [las] circunstancias del hecho no pueden, en el caso excusar el estado de emoción
violenta…”.
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Nº 4
Una mujer lesionó a su pareja en el abdomen con un cuchillo mientras dormía. El hombre
falleció en el hospital luego de dos intervenciones quirúrgicas. Por ese hecho, fue
imputada por el delito de homicidio. En la etapa de juicio oral, declaró que era víctima de
violencia de género, que el día del hecho se encontraban en la cocina y su pareja la había
agredido de manera verbal y física, por lo que ella se había defendido con un cuchillo. Por
otra parte, testigos dijeron que la víctima había manifestado en el hospital que había sido
atacada mientras descansaba en la cama. Además, la policía constató manchas de sangre
en el dormitorio junto a la cama.
“[E]l juzgador expone la prueba que avala la hipótesis de cargo; se trata de las
manifestaciones de la propia víctima acerca del modo en que ocurrieron los hechos,
cierto que traída de modo indirecto por quienes le escucharon referir las circunstancias
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Estudios sobre Jurisprudencia
“En consecuencia, no puede ser tachada de arbitraria la conclusión del juzgador que
afirma que '… desde el sentido común, esto es la utilización de un cuchillo de esas
características en el abdomen de la víctima, que estaba acostada y abandonando de
inmediato el lugar del hecho, sólo puede interpretarse como la exteriorización de una
clara intención homicida' […], pues para la determinación del tipo subjetivo del homicidio
investiga la entidad vulnerante del arma blanca utilizada y el sector del cuerpo al que fue
dirigida la agresión, hechos externos que resultan indicadores del hecho interno que se
quiere acreditar”.
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Caso Nº 5
Durante el juicio oral la mujer no contó con un traductor de lengua quechua, sino que
una amiga ofició de intérprete para explicarle lo que sucedía en el debate. La mujer
declaró que no quería matar a su compañero y no pensó que eso pudiera suceder por
arrojarle agua caliente sobre el cuerpo. Por su parte, la defensa particular explicó que su
asistida había sufrido malos tratos, golpes, humillaciones y sometimiento a la
servidumbre por parte de su pareja. Además, indicó que su hijo sufría una incontinencia
de esfínter debido a la violencia que había desplegado su padre sobre él.
El Tribunal Oral condenó a la mujer a la pena de ocho años de prisión por el delito de
homicidio. Contra esa decisión la defensa particular interpuso un recurso de casación.
Entre otras cuestiones propuso el cambio de calificación de la conducta imputada por la
de homicidio preterintencional. En la audiencia ante la Cámara de Casación, asumió la
defensa un defensor público. El abogado introdujo como cuestión previa que se declarase
la nulidad absoluta de todo el procedimiento por no habérsele asignado a la imputada un
traductor que le permitiese comprender lo que sucedía en el juicio. De manera
subsidiaria, planteó que su asistida había actuado en legítima defensa y solicitó su
absolución.
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Estudios sobre Jurisprudencia
“[S]e ha reconocido ampliamente tanto por las partes como por lo consignado por los
Jueces del Tribunal de Juicio en los considerandos del fallo impugnado, la acreditación de
la intensidad y reiteración de tal maltrato. Sin embargo, como también se ha reconocido,
si bien el inicio del incidente estuvo enmarcado en la ya acostumbrada situación de
violencia doméstica citada que venía padeciendo la imputada de antaño y que la tenía
como víctima (de la que resultan claras muestras, la llegada del Sr. R. R. a su casa, a altas
horas de la madrugada, golpeando la puerta y ventanas de la casa, insultando con gruesos
epítetos a su compañera, golpearla, tirarle de los pelos, exigirle que a esa hora le prepare
una sopa de cebolla, humillarla y sojuzgarla verbalmente y con gestos de todo tipo,
incluyendo manoseos corporales e intentos de accederla sexualmente, entre otros), sin
embargo en un determinado momento se produjo como un cese en el comportamiento
descripto de la víctima, procediendo a recostarse en la cama –o sillón– existente en la
cocina comedor de la casa e intentar en un momento dado comunicarse con su teléfono
celular con otra mujer con la que aparentemente pretendía encontrarse, lo que, según la
Defensa, exacerbó aún más los padecimientos de la imputada.
Frente a ello, la Defensa ha pretendido sortear [...], este escollo legal que exige
indubitablemente para que se configure el primero de los requisitos citados, que la
agresión ilegítima de la víctima, se haya producido inmediatamente antes de
desencadenarse la acción defensiva, aludiendo a que dicha agresión ilegítima se había
conformado por toda la situación de maltrato anterior referida y ratificada la noche del
hecho, resaltando en tal sentido que la imputada se encontraba en situación de
permanente agresión por parte de su esposo –aludió la defensa a una especie de delito
continuado o estado de agresión continuado–, lo que hizo que su comportamiento en el
hecho, configuraba el obrar permisivo típico previsto en la justificante citada, fustigando
el criterio adoptado por la sentencia, conforme el cual, según consignamos más arriba,
los miembros del Tribunal ‘a quo’ descartaron en forma coincidente la configuración de
la misma por no haberse comprobado signos lesionales en el cuerpo de la imputada
reveladores de la inexistencia de pelea o golpiza previas, que generara la necesidad de
defensa por parte de la víctima”.
“[D]e acuerdo a la mecánica del hecho que se tuvo por debidamente acreditada […], no
existió en esa circunstancia agresión ilegítima alguna de la víctima que generara la actitud
adoptada por la imputada. Por ello, más allá de la significación jurídica que corresponde
darle al accionar de la imputada, lo cierto es que el mismo no configura una reacción
necesaria contra un acto agresivo de la víctima que haya generado la necesidad de
defenderse, sencillamente porque tal acto agresivo e inmediato al accionar de la
imputada, no existió; al menos ello no surge de la reconstrucción del episodio de marras,
tenida por cierto por el fallo impugnado.
Por otro lado, no debe perderse de vista que para que opere el permiso legal para realizar
la conducta típica, que prevé la justificante, no sólo tiene que haberse generado la
necesidad inmediata de defenderse frente a una agresión en marcha […], sino que
además la reacción debe guardar proporcionalidad con aquella, que por obvias razones
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no puede medirse en el caso. Tampoco debe olvidarse que por más que sea
humanamente comprensible el agotamiento de su nivel de tolerancia a tantos años de
maltrato y sometimiento a todo tipo de agresiones físicas, vejámenes y humillaciones, es
por demás evidente que tal problemática debería haberse canalizado y resuelto por otras
vías jurídicas idóneas, obviamente distintas a las de hecho adoptada por la imputada y
con resultados obviamente menos lesivos para la víctima que el producido (denuncias
penales y/o civiles; obtención de medidas de exclusión del hogar, prohibición de
acercamiento al domicilio conyugal, entre muchas otras), por lo que también desde esta
perspectiva, tampoco puede receptarse la invocación de la justificante. Asimismo, […]
tampoco resultó feliz el razonamiento del impugnante, forzando la identificación de toda
esa situación de maltrato padecida por la imputada, con la configuración del primer
requisito de la legítima defensa, no sólo porque no existió en el caso un concreto accionar
ofensivo inmediatamente anterior de la víctima […], sino porque existían otros medios
legales idóneos para neutralizar y resolver aquellos padecimientos de tantos años. Por lo
demás, […] en relación a la citada identificación propuesta por la Defensa, […] no hace
falta decir que sería jurídicamente inaceptable que cualquier accionar homicida o de
lesión a la integridad física, realizado por quien haya sufrido una larga situación de
maltrato o de violencia doméstica o de género –como en el caso–, pueda considerarse
permitido al amparo de aquella justificante”.
“En primer lugar, […] existió una discontinuidad entre el maltrato inferido esa noche a la
imputada por la víctima […], y el momento en que se produjo el hecho, con la víctima
acostada sobre la cama y accionando su celular, y seguramente requiriéndole instantes
previos que concluyera con la comida solicitada atento la significación de los términos
que utilizara la imputada al momento de arrojarle el agua caliente […]. En segundo lugar,
y como bien lo sostienen los impugnantes y lo reconociera también el fallo, ha tenido en
el caso incidencia el hartazgo de la imputada a la reiteración de las situaciones de
humillación y abuso, decidiendo un curso de acción que al menos alertase a la víctima de
su decisión de poner freno a las mismas.
Ahora bien, ¿hasta dónde llegaba esta decisión de hacerle conocer a la víctima aquél
hartazgo?; ¿hasta quitarle la vida?; ¿percibió acaso ella con claridad que el accionar
emprendido y el elemento utilizado podrían eventualmente producir tal resultado?; si tal
posibilidad hubiese aparecido como probable dentro de su ámbito de conocimiento,
¿hubiese igualmente procedido como lo hizo, atento que como reiteradamente ella
misma lo reconociera, de ninguna manera quiso provocarle la muerte, lo que estaba
absolutamente fuera de sus cálculos, ya sea porque lo reconocía como el padre de sus
hijos, o porque dependía casi exclusivamente de su ayuda económica para poder subsistir
y atender a su hijo [con discapacidad]?; ¿y si con su accionar sólo pretendió alertarlo
seriamente a que cesara o menguara en sus agresiones y humillaciones?.
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Estudios sobre Jurisprudencia
acreditados en la causa. En tal sentido, rescato como fuente principal de información, las
propias manifestaciones de la imputada. Al respecto, tanto al ejercer su defensa material
en el juicio, como al responder a la Lic. ES en la oportunidad que varias veces referimos,
la Sra. VPA fue contundente: ella no quiso darle muerte a su compañero, ni se le pasó por
la cabeza que ello pudiese ser consecuencia de su reacción de arrojarle agua caliente
sobre su cuerpo. [T]ales aseveraciones fueron transmitidas con un discurso
marcadamente emocional, denotando su altísimo nivel de angustia, a la vez que
reiteradamente pedía perdón y expresaba su arrepentimiento por lo sucedido, volvía una
y otra vez a repetir que ella no quiso quitarle la vida; es más, […] creyó realmente que
ninguna consecuencia tan grave había tenido su reacción ante tanto maltrato, que
remarcó tres circunstancias sobre tal convicción, cuya veracidad no ha sido cuestionada,
ni hay razones para ponerlas en tela de juicio: primero, que la víctima, luego del episodio,
procedió a cambiarse de ropa y segundo, que luego de ello, subió a su camioneta y
conduciéndola se marchó del lugar, presuntamente en dirección del hospital; agregando
en tercer lugar, todavía otro dato: que como su regreso se demoraba, salió
infructuosamente a buscarlo; estas circunstancias permiten inferir que la imputada,
dentro de la precariedad de su nivel intelectual, no consideró que el medio que empleara
–agua caliente, casi en estado de ebullición, como lo mencionara el Forense, Dr. N en
debate– podría producir el resultado que produjo, más allá de los daños a la integridad
física de la víctima, que las quemaduras resultantes de dicho elemento podrían producir.
Asimismo, aún teniendo presente las reservas con que vimos deben ponderarse las
manifestaciones de quien enfrenta una imputación penal grave, debe observarse en el
caso que las mismas aseveraciones que hiciera la imputada en debate y con el mismo alto
grado de conmoción y angustia –intercalado con crisis de llanto–, fueron reiteradas a la
Lic. S, según ésta lo relatara profusamente en el juicio, lo que permite inferir tanto la
credibilidad de su relato, como su creencia respecto de la inidoneidad del medio
empleado para producir la muerte, como su reiterada afirmación que con su accionar
jamás deseó ni directa ni indirectamente, la muerte de su esposo, no obstante ser víctima
del permanente maltrato a que éste la sometió durante más de veinte años.
Estas consideraciones, permiten determinar a esta altura, que el propósito que guió a la
imputada al iniciar el curso de acción emprendido contra su esposo, fue el comenzar a
poner frenos a las reiteradas e interminables situaciones de maltrato de todo tipo; y para
ello, decidió hacerlo utilizando un medio –agua hirviendo– que dentro del ámbito de su
conocimiento y de su nivel sociocultural, consideraba no letal, sin perjuicio de prever los
posibles efectos de las quemaduras sobre la integridad física de la víctima –lesiones leves,
o graves–, para lo cual no se necesita mayor información que los datos de la experiencia
de toda ama de casa.
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apropiado para causar la muerte; sobre esto último, no resulta razonable establecer
reglas generales y considerarla idónea o inidónea para lograr tal efecto letal, sin
complementarlo con el ámbito de previsión y conocimiento del eventual autor, en cada
caso concreto. Y ello, sin perjuicio de que su utilización pueda afectar, en diversos grados,
la integridad física de la víctima; puede afirmarse ahora que en el caso sólo hasta allí y
por las consideraciones expuestas, fue direccionado el conocimiento y la voluntad de la
imputada, escapando el luctuoso resultado producido a dicho ámbito; no en vano
reiteradamente y en distintos ámbitos, la imputada insistió casi con dramatismo y en el
marco emocional y de angustia referidos, que jamás fue su intención darle muerte a la
víctima”.
“Por todo lo dicho, […] en las condiciones referidas, no estamos frente a un caso de
Homicidio Simple, cometido con dolo eventual, desde que, más allá de que no fuera su
intención quitarle la vida a su pareja, la utilización del medio que empleara, conforme su
ámbito de conocimiento, tampoco tenía desde su perspectiva, entidad para producir tal
resultado; es decir, no es que si bien no quería la muerte –o esta le fuera indiferente–,
utilizó un elemento que sabía idóneo para producirla, sino que por el contrario, desde su
ámbito de conocimiento, no consideraba al mismo idóneo para producir tal resultado, o
al menos no debía razonablemente producirlo, sí en cambio para inferirle un agravio a su
integridad física (lesiones). No es ocioso recordar aquí, que como lo sugirieran los
impugnantes, la imputada podría sí haber utilizado en el evento elementos claramente
idóneos para causar la muerte de su compañero sea cual fuere el resultado, si ese hubiese
sido su propósito; al respecto, remarco que la Sra. P. A. le habría revelado a la Lic. S. –
conforme ésta lo mencionara–, sus temores acerca de que ante los reiterados agravios
padecidos por ella, su hijo tomara represalias contra el padre, utilizando los elementos
contundentes que poseían (hacha, cuchillo), por cierto sí razonablemente idóneos para
causar la muerte”.
“Aquí la Sra. PA acometió con agua hirviendo contra su pareja cuando estaba recostado
en una cama. El cuadro no se acomoda a la causa de justificación solicitada pues no existe
en él una agresión ilegítima por parte de la víctima que reúna los caracteres de actualidad
o inminencia.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
tendría gran relevancia su historia de vida. Allí, en el campo del error de prohibición
indirecto, se impondría atribuir a tal error el carácter de vencible, pues retornando a la
escena del hecho, dicho carácter se impone al computar la posición de la víctima,
acostado en una cama. […] Y más allá de las diferentes posturas doctrinarias en cuanto a
la escala de punición que debe aplicarse al error indirecto de prohibición vencible, la del
delito culposo si lo hubiere o la del mínimo del delito consumado, tal variante de creencia
errónea de concurrencia de una causa de justificación no fue invocada”.
“[E]n el caso hubo una violación al derecho fundamental de los detenidos extranjeros a
la asistencia consular, la que a esta altura de la causa es insubsanable, por lo que
necesariamente deberá sancionarse el defecto con la pena máxima de nulidad y,
consecuentemente, disponer la absolución de la acusada…”.
“Va de suyo que si es un derecho, tenemos el correlativo deber del Estado de respetarlo
y garantizarlo y esto se logra, en primer lugar, haciendo conocer al imputado que él goza
de tal derecho, por lo que resulta fundamental establecer la oportunidad en que el Estado
debe hacerle saber al detenido sobre el contenido del derecho. En este punto, cae de
maduro que la oportunidad está directamente relacionada con el fundamento de la
asistencia consular, la que en última instancia se refiere a una efectiva organización de
su defensa, es decir a su eficacia, de forma tal que la exigencia no se cumple notificando
en cualquier momento procesal antes de la sentencia. Es por ello que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos – CorteIDH – interpretó que estableció que la
expresión ‘sin dilación’ establecida en el artículo 36.1.b) significa que el Estado debe
cumplir con su deber de informar al detenido sobre los derechos que le reconoce ese
precepto al momento de privarlo de libertad y, en todo caso, antes de que rinda su
primera declaración ante la autoridad”.
“[S]on simples conjeturas en este caso las siguientes: decir que entiende el castellano la
acusada, cuando ello no solamente es negado desde antes del juicio por ella sino que tal
afirmación […] no es definitiva para una defensa eficaz, pues no sabemos si entiende
mucho o poco, por lo que en todo caso habrá que estar a lo que afirma la defensa en
cuanto a tal extremo; también es simple conjetura decir que no hay otra postura
defensista que la ensayada, pues también se puede conjeturar que con una defensa
accesible a su conocimiento, a su origen cultural y a su situación vital pasada hubiese
podido plantear otro descargo eximente, tal como un error culturalmente condicionado
o una atenuante que hubiese evitado la prisión, tal como la emoción violenta.
[L]o que se quiere expresar, es la dificultad que existe para detectar la afectación
concreta del derecho de defensa, especialmente en éste caso, por lo que aún si se
siguiera la doctrina de que es necesario, para declarar la invalidez de un proceso, que se
demuestre que la violación de un derecho procesal haya afectado en definitiva la defensa
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en juicio, ésta podría declararse aquí, ya que, al menos, hay duda en cuanto a su
existencia.
Como se observa, cualquier posición que tengamos respecto del funcionamiento del
derecho en juego, estamos obligados a acatar la decisión de la CorteIDH, pues el Estado
Argentino será responsable internacionalmente en caso de no observarse la misma…”.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Las sentencias presentadas pueden ser analizadas desde diferentes enfoques. A los fines
de este trabajo, el examen se realizará destacando, en primer lugar, el aspecto
relacionado con la prueba que las partes presentaron y que los tribunales consideraron
relevante para dar por probada o rechazar la invocación de la legítima defensa
(dimensión probatoria). En segundo término, el estudio se detiene sobre cuestiones
específicas de la teoría del delito (dimensión dogmática), para lo cual se analizan los
criterios de los tribunales en la interpretación de las categorías “agresión ilegítima”,
“necesidad racional del medio empleado” y “falta de provocación”.
La mayor parte de los casos relevados afrontan problemas de carácter probatorio. Entre
las cuestiones que se abordan se encuentran: la acreditación del contexto de violencia
(“RCE” , 2019; “Lescano”, 2020; “HC”, 2018; “NBA y ARF”, 2016; “FC/RECY”, 2015; “MJM”,
2014; “MDR”, 2015; “NRR”, 2013; “Leiva”, 2011; “RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “Díaz”,
2013; “Pérez”, 2020; “Olmedo”, 2020; “RRJ”, 2010); la credibilidad que se le asigna a la
versión proporcionada por las víctimas –en los casos que analizamos, imputadas en
procesos penales– y/o por otros testigos (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020; “Rodríguez
Guido”, 2014; “HC”, 2018; “FC/RECY”, 2015; “MJM”, 2014; “NRR”, 2013; “Leiva”, 2011;
“RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “NBA”, 2018; “Díaz”, 2013; “Pérez”, 2020; “Olmedo”,
2020; “RRJ”, 2010); y la aplicación del principio in dubio pro reo en el ámbito de las causas
de justificación (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020; “HC”, 2018; “Leiva”, 2011; “NBA”, 2018).
En muchos de estos casos, los argumentos se encuentran atravesados por la utilización
de criterios discriminatorios que impactan de manera directa en el modo en que el
tribunal tuvo por acreditados los hechos (“MDR”, 2015; “NRR”, 2013; “Leiva”, 2011;
“RMD”, 2011; “Bulacio”, 2005; “HC”, 2017; “Lemonge”, 2018; “Olmedo”, 2020).
Una de las cuestiones que aparecen con más frecuencia en las sentencias que
identificamos se vincula con el valor que se le atribuye a la declaración de la persona
imputada. Así, en el caso “RCE” (2019), resuelto por la CSJN, los tribunales inferiores
habían dictado una sentencia de condena por considerar que la versión de los hechos
que proporcionó la imputada no resultaba verosímil. Esto, debido a que, si bien había
indicado que sufrió golpes en la cabeza, no se habían constatado hematomas en su cara.
Tal consideración los llevó a concluir que se trataba de un caso de agresiones recíprocas
y, en consecuencia, concluyó que no había violencia de género. La Corte Suprema no
compartió este criterio. Para fundar su posición tomó como punto de partida el artículo
16, inciso i) de la ley N° 26.485, en el sentido de que garantiza la amplitud probatoria para
acreditar este tipo de hechos. Asimismo, tuvo en cuenta las recomendaciones del Comité
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Al analizar la prueba que obraba en la causa, la Corte observó que había un informe
médico en el que se dejaba constancia de que la imputada tenía hematomas en el
abdomen y en las piernas, “con dolor espontáneo y a la palpación, y que refirió dolor en
el rostro”. A la luz de esto, estimó que los golpes habían sido corroborados. Además,
destacó que la mujer y el varón habían proporcionado versiones opuestas del hecho y
que eso no permitía descartar la configuración de la causa de justificación invocada. En
efecto, afirmó que en los casos en los que se introducían hipótesis de hecho
contrapuestas, el principio in dubio pro reo y la prohibición de non liquet imponían a
jueces y juezas a inclinarse por la alternativa fáctica más favorable a la persona imputada.
El caso “Lescano” (2020) del Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero es uno
de los más interesantes en virtud del desarrollo que contiene en relación con los
problemas probatorios que se presentan en este tipo de procesos. En este sentido,
abordó la relevancia del contexto de violencia de género en el que sucede el hecho, el
valor que se le debe brindar al testimonio (único) de la imputada y la aplicación del
principio in dubio pro reo. En relación con lo primero, explicó que:
A partir de esto, consideró que era necesario evaluar el caso tomando en consideración
si las lesiones se encontraban acreditadas; si fueron desproporcionadas; si alguna de las
partes había empleado armas; si existían antecedentes de denuncia; y cualquier otro dato
que permitiera determinar si habían existido actos de violencia, o si se había tratado de
una respuesta defensiva extrema ante una pauta de agresión continuada. Para llevar a
cabo esa evaluación, además, consideró que era necesario “…despojarse del estereotipo
de la mujer-víctima –la buena víctima–, sumisa que, impotente, recepta la violencia y no
responde activamente al maltrato”.
En concreto, el tribunal encontró que la imputada del caso “Lescano” (2020) y su entorno
familiar se encontraban insertos en un contexto de violencia de género. Entonces,
observó que existía
…un pedido de detención de la víctima, [...] por […] Abuso sexual con acceso carnal
[en perjuicio] de la Sra. Lescano [...]. Respecto de dicha denuncia de abuso [...] corre
agregado el informe médico forense que acredita las lesiones sufridas. Del relato del
hecho surge que dicho abuso se habría perpetrado mientras la Sra. Lescano dormía
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Por otro lado, el tribunal sostuvo que en este tipo de procesos el testimonio de la
imputada –su principal medio de defensa– tenía un valor fundamental. De acuerdo con
su postura, para este tipo de casos la carga de la prueba recaía sobre la acusación por lo
que, especificó, era obligatorio evacuar las citas de la imputada, so riesgo de incurrir en
responsabilidad internacional. A la luz de esto, explicó que:
1. Que la peritación genética realizada por el Cuerpo Médico Forense sobre las
muestras tomadas de un preservativo había determinado que todo el material
biológico correspondía al mismo individuo de sexo masculino;
2. Que Rodríguez Guido registraba quince lesiones cortantes en su cuerpo, diez de
ellas compatibles con lesiones de defensa y cuatro de las cinco restantes no se
podían considerar autoinfligidas.
3. Que el elemento que utilizó la imputada para lesionar al querellante podía
consistir en un cortapapeles que estaba en un portalápiz que cayó al piso en el
forcejeo.
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“NBA y ARF” (2016) es otra sentencia interesante en lo relativo al análisis del contexto en
el que tuvo lugar la legítima defensa. En esta ocasión, la Cámara de Apelaciones en lo
Penal de la provincia de Santa Fe consideró que el contexto de violencia que sufría una
mujer y sus hijos de parte del hombre con el que estaba en pareja era un elemento
central para determinar si había existido legítima defensa. Dicha circunstancia fue
utilizada por el tribunal a fin de interpretar el modo en que había procedido la imputada.
Sobre este tema explicó que la familia soportaba las agresiones del hombre y que, en
determinado momento, la mujer había reaccionado “con mayor vehemencia” debido a
la situación de vulnerabilidad en la que se encontraba su hijo, que había sido intervenido
quirúrgicamente hacía poco tiempo. Esta situación, según la Cámara, había implicado
para el padre, por primera vez, una reacción ante sus ataques y agresiones, que derivaron
en mayor violencia y en la reacción del hijo mayor de la pareja para salvar a su hermano
y a su madre.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
elemento fue especialmente valorado por la Corte, pues, según explicó, en estos
episodios se deben valorar sus secuencias, los tipos y la modalidad de las agresiones, y
no solo examinar el momento en el que se produce el desenlace fatal. Asimismo, destacó
que, en general, en este tipo de proceso son testigos los familiares de la pareja, por lo
que sus declaraciones deben ser tenidas en cuenta para comprender la historia de
violencia de género y garantizar, así, el derecho de defensa de las mujeres.
La Cámara de Santiago del Estero, además, criticó que la acusación, mediante el uso de
estereotipos de género, buscara instalar un estado de duda sobre la existencia de
violencia de género sin ningún sustento fáctico y afirmara que el hombre y la mujer
“andaban como novios”. Entonces, explicó que las pruebas eran elocuentes respecto a
los “conflictos de convivencia de aquella pareja”. La Cámara, igualmente, puso un énfasis
particular para destacar que los problemas de violencia que culminaron en el homicidio
habían sido desatendidos por diferentes autoridades estatales:
[Q]ueda acreditada una violencia institucional de las cuales han sido víctimas tanto
la imputada como su ex concubino poniendo de manifiesto la total desatención de
los problemas planteados por los ciudadanos ante las autoridades policiales y
judiciales. Según la imputada, los funcionarios policiales le habrían manifestado que
“debía ir quebrada” para que la policía actúe. A la luz de los resultados fatídicos esta
aseveración se presenta como cierta. La imputada recurrió en muchas ocasiones a
la Oficina del Menor, Mujer y Familia transitando por casi todos los Juzgados del
Crimen de nuestra provincia.
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agresión; y no sólo desconoció la orden judicial, sino que pretendía, ante el conflicto, que
la mujer abandonara la casa. Esa conducta, explicó, había menoscabado la integridad
física y psicológica de la imputada y su derecho a vivir sola con sus hijos en el domicilio.
Por lo demás, recordó que se había ordenado una ronda policial en el domicilio para
proteger la integridad psíquica y física de la imputada. En virtud de lo expuesto, el
representante del MPF efectuó un planteo discriminatorio hacia la imputada, en
particular cuando cuestionó el modo en que se había defendido, alegando que debería
haberse ido del lugar, como lo había hecho en otras oportunidades; y cuando desestimó
el testimonio de la niña porque consideró que, como no era hija de la víctima, su versión
estaba sesgada a favor de su madre.
Asimismo, en “Bulacio” (2005), el TOC N° 3 de Mar del Plata sostuvo que el fiscal había
relativizado el testimonio de la hija de la pareja debido a que “…habiendo muerto su
padre intentó favorecer a su madre”. Entonces, el tribunal explicó que “se trató de una
apreciación cargada de subjetiva parcialidad, alejada de las constancias objetivas de la
causa que respaldan la versión de [la niña]”. En este punto, el caso de Mar del Plata puede
emparentarse con “NRR” (2013), de la Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Correccional
de 2º nominación de Santiago del Estero, fallado 8 años después. En “Bulacio” el tribunal
afirmó, asimismo, que las golpizas que sufría la mujer no sólo surgían de su relato, del de
su hija y de las lesiones constatadas, sino también de la declaración que dio en el juicio
un vecino. En este punto, reconstruyó el contexto de violencia que sufría Bulacio, de cuyo
relato se desprendía que su pareja “siempre le había pegado”, “era una persona
golpeadora” y que “el maltrato físico comenzó cuando cursaba el embarazo de su
[primera] hija”. Con posterioridad, “el maltrato aumentó, lo que la llevó a separarse, pero
luego, esperanzada de que [J] mejoraría, volvió con él”. El tribunal destacó, además, que
en el caso existían reclamos previos de justicia ante una comisaría que estaban
documentados. Igualmente, como vimos en otros procesos, Bulacio declaró en el juicio
que había querido hacer denuncias y había buscado protección policial. Sin embargo, en
la comisaría le recibían exposiciones, pero no le brindaron ninguna respuesta. También
manifestó que le temía a su marido y que, por ese motivo, no había insistido con las
denuncias. Asimismo, sostuvo que tenía la esperanza de que las cosas cambiaran. Ahora
bien, la inacción del Estado frente a este tipo de situaciones perpetúa las relaciones de
desigualdad y subordinación entre mujeres y varones, favoreciendo de ese modo vínculos
de poder. Por esta razón, la acción estatal debería enfocarse en la asistencia y protección
integral de la mujer, garantizándole una vida libre de violencias y discriminación (Hopp,
2012).
El caso “NBA” (2018) involucraba a una mujer trans que vivía con su pareja y sufría
violencia de género. Un día, luego de una discusión, él la insultó y tomó un cuchillo.
Entonces, ella lo agarró del brazo, forcejearon, le sacó el arma y se la clavó en el pecho.
La Cámara Primera en lo Criminal de General Roca la condenó a la pena de nueve años
de prisión por el delito de homicidio agravado por el vínculo con circunstancias
extraordinarias de atenuación. Esta decisión, sin embargo, fue revocada por el Superior
Tribunal de Justicia de Río Negro, que cuestionó el modo en que se valoró la prueba.
En esta línea, explicó que la imputada y su pareja tenían heridas defensivas provocadas
por un único cuchillo. Sin embargo, según el Superior Tribunal, no se había producido
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prueba que permitiera conocer quién había tenido el cuchillo en primer término y había
comenzado la agresión. La Cámara, por su parte, había fundado su sentencia de condena
en el hecho de que la versión de la imputada no le resultaba creíble. El motivo para
descreer de su palabra fue que, debido a la fuerza y la dirección con que se había
efectuado la puñalada mortal, infería que había sido blandida con la intención de matar.
El Superior Tribunal, en cambio, planteó que era lógico pensar que la mujer había
intentado sacarle el cuchillo a su agresor para, luego, defenderse. De ese modo, se debió
tener por comprobada la existencia de una agresión ilegítima por ser la alternativa más
favorable a la imputada. Aquí, como en “HC” (2018) y “RCE” (2019), se explicitó la
necesidad de aplicar el principio in dubio pro reo. Asimismo, el Superior Tribunal de
Justicia advirtió que el caso no había sido abordado con una adecuada perspectiva de
género. Si bien los jueces de la instancia previa habían tenido en cuenta la condición de
mujer trans para considerar que se encontraba en estado de vulnerabilidad, lo cierto es
que
Todos los casos mencionados hasta aquí dan cuenta de decisiones en las que diferentes
tribunales tuvieron por acreditados los requisitos previstos legalmente para la
configuración de la legítima defensa. Sin embargo, también pudimos identificar
sentencias que evidencian la adopción del criterio opuesto. Así, en “JMDA” (2019), la Sala
II del Tribunal de Impugnación de Salta consideró que no existían elementos probatorios
suficientes para tener por acreditado que, al momento de los hechos, hubiera existido un
forcejeo. De igual manera, agregó que no se había probado que la mujer hubiera sufrido
maltratos, agresiones físicas o psicológicas que la hubieran puesto en una situación de
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
“HC” (2017) es otro caso en el que se rechazó la aplicación de la legítima defensa a partir
de la utilización de estereotipos de género. La Cámara en lo Penal de la Circunscripción
Judicial Trelew descartó que la acción de la imputada se enmarcara en un contexto de
violencia. Además, cuestionó la credibilidad del relato de la mujer por considerarlo
contradictorio. Según el relato del tribunal, la imputada en primer lugar había contado
que el hombre la había tirado al colchón con intenciones de golpearla, pero luego dijo
que le había advertido que no le pegaría porque estaba su hijo cerca. Entonces, la Cámara
estimó que la reacción de la mujer no era compatible con la de alguien que necesitaba
defenderse, sino con la de una persona que había llegado a un límite, como si esta
distinción tuviera algún sentido en la mirada de quien quiere repeler una agresión.
Desconociendo que los momentos de la separación son aquellos en los que la violencia
se potencia, para la Cámara carecía de sentido que el hombre –que había decidido irse
de la casa– acometiera con violencia física un día de semana al mediodía y en un lugar
cercano a terceros que podrían intervenir ante un pedido de auxilio. Por otro lado, la
sentencia expresó que “[l]a fatalidad quiso que se juntaran ese mediodía” y que “[e]l
abandono y la violencia fueron el cóctel que, traducidas en la separación, obraron como
causa eficiente en el contexto de personalidad de la imputada, y provocaron la emoción
que se tradujo en la pérdida de sus frenos inhibitorios en una acción violenta homicida”.
Sobre esa base, descartó la legítima defensa y aplicó la calificación legal de homicidio
cometido en estado de emoción violenta.
Este caso, además, es otra muestra de la discriminación a la que están expuestas las
personas del colectivo LGBTTIQ+ cuando se vinculan con el sistema de administración de
justicia. Durante el juicio y en la sentencia, el tribunal se dirigió al imputado según el sexo
que se le había asignado al nacer. Para la jueza esta particularidad se debió a que el joven
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El resto de los casos fueron resueltos de manera desfavorable a las imputadas toda vez
que no se reconoció que hubieran actuado en legítima defensa. En “Pérez” (2020), la
Corte Suprema de Justicia de la Nación explicó que la defensa había elaborado una
hipótesis razonable, con la invocación de peritajes y testimonios, en cuanto a que la mujer
se encontraba emocionalmente desbordada por el acoso y las agresiones que había
sufrido por parte de su expareja, situación que además se había visto agravada por el
trasfondo de una historia de vida signada por el abandono y el abuso. Agregó que la
pérdida de memoria, la angustia y la actitud que, en general, tuvo la imputada luego del
hecho se hallaban en consonancia con dicha hipótesis. En ese sentido, la Corte Suprema
tuvo por acreditada el contexto de violencia de género y le otorgó credibilidad al
testimonio aportado por la mujer.
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Estudios sobre Jurisprudencia
femenino como botín de satisfacción sexual del varón aparece como una manifestación
elocuente de la desigualdad real y estructural de las mujeres en la protección y ejercicio
de sus derechos”. Incluyó dentro del contexto de violencia de género las situaciones de
maltrato verbal y psicológico que había sufrido. Para ello valoró el testimonio aportado
por la hermana de la imputada, quien relató que había escuchado amenazas de muerte
e insultos y había presenciado golpes (incluso, en una oportunidad, el hombre le había
disparado con una escopeta). Asimismo, consideró conductas de maltrato aquellas
visiones o dichos que le negaban a Olmedo su calidad de persona, como las declaraciones
del hermano del fallecido, quien refirió que la imputada “se le iba todos los fines de
semana, …ella se le iba los viernes y le volvía los domingos a la tardecita”. Además, estimó
creíble el relato de la mujer cuando narró que ella era la que trabajaba y le daba todo su
dinero al hombre para que lo administrara. De ese modo, estimó que Olmedo había
sufrido situaciones de violencia económica en virtud de la relación de dominación y
subordinación que tenía con su concubino. Por último, concluyó que la mujer también
había atravesado situaciones de violencia institucional toda vez que los agentes policiales
se habían negado a recibir su denuncia por haber sido menor de edad y “la respuesta del
Juzgado de Paz fue una hogarización precaria y no deseada” que, a su vez, terminó con
la restitución de la imputada “al dominio de quien la sometía a [v]iolencia, aún desoyendo
las advertencias realizadas por las [peritas] que se involucraron al tratar el asunto”. Tanto
el representante del Ministerio Público Fiscal como la defensa alegaron que Olmedo
había actuado en legítima defensa y solicitaron su absolución. Sin embargo, el jurado
consideró que la mujer no había podido dirigir sus acciones. Así, sostuvieron que la
imputada tenía una dificultad para controlar sus impulsos, “influenciada por la violencia
como forma de resolución de conflictos, naturalizada”. Para decidir de esa manera, se
basaron en el informe psicológico que determinó que el “impulso la arrebató, no pudo
detenerse a pensar ni a responder de otra manera. No actuaron sus frenos inhibitorios”.
Por ese motivo, concluyeron que Olmedo era inimputable y la absolvieron en los términos
del artículo 34, inciso 1, del Código Penal.
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esta versión de los hechos fue corroborada por las manchas de sangre que los agentes
policiales detectaron en el dormitorio.
Por último, en “RRJ” (2010), la Cámara en lo Penal de Puerto Madryn tuvo por acreditada
la intensidad y la reiteración de la violencia sufrida por la mujer y otorgó credibilidad a su
relato. Sin embargo, consideró que había existido una discontinuidad entre el maltrato
inferido aquella noche y el momento en que se produjo el hecho, con el hombre acostado
sobre la cama y distraído. Es decir, el tribunal enmarcó el inicio del incidente en un
contexto de violencia de género, pero entendió que en un determinado momento se
produjo un cese en el comportamiento agresivo de la pareja al acostarse en el lecho para
contactar con su teléfono a otra mujer. Además, sostuvo que no se habían comprobado
lesiones en el cuerpo de la imputada que revelaran una pelea o golpizas previas y que
generaran la necesidad de una defensa. Por ese motivo, la Cámara calificó el hecho como
homicidio preterintencional y la condenó a la pena de un año de prisión, que se tuvo por
cumplida en función del tiempo sufrido en detención preventiva. Este es otro caso en
donde la situación de no confrontación previa a la respuesta de la mujer no permitió ver
a los jueces que, en verdad, se trató de un accionar defensivo.
En lo que respecta al enfoque dogmático con el que los tribunales abordan la legítima
defensa, se observa la utilización de diversos criterios, ya sea que se trate de situaciones
en las que existió confrontación como en aquellas en las que no la hubo. También se
pudieron detectar argumentos discriminatorios.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
2010). En segundo lugar, hacemos lo propio con la necesidad racional del medio
empleado (“RCE”, 2019; “HC”, 2018; “XXX”, 2014; “Rodríguez Guido”, 2014; “FC/RECY”,
2015; “GML”, 2012; “Lescano”, 2020; “MDR”, 2015; “NBA”, 2018; “RMD”, 2011; “IPP”,
2009; “CNM”, 2016; “Bulacio”, 2005; “MJM”, 2014; “NRR”, 2013; “JMDA”, 2019; “DGL”,
2018; “OPA”, 2017; “RRJ”, 2010; “LSB”, 2016; “Díaz”, 2013; “Pérez”, 2020; “Olmedo”,
2020; “Pérez”, 2014; “Nahuelfil”, 2010; “RRJ”, 2010) y, tercero, con la falta de
provocación (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020; “NRR”, 2013; “RMD”, 2011; “CNM”, 2016;
“FC/RECY”, 2015; “XXX”, 2014; “Olmedo”, 2020).
En relación con el primero de los requisitos que contempla el Código Penal para la
configuración de la legítima defensa, cabe referir al caso “XXX” (2014), de la Corte
Suprema de Tucumán. En dicho precedente el tribunal sostuvo que la perspectiva de
género debía servir como pauta hermenéutica constitucional, “sensibilidad especial”,
para resolver sobre los derechos que se encontraban en pugna en el caso. Entonces,
resaltó que la conducta de la imputada debía analizarse en el contexto de violencia en el
que se encontraba y consideró que la violencia doméstica, como fenómeno que se
arraiga con carácter cíclico en la vida cotidiana familiar, debía ser considerada como un
mal inminente y, a priori, habilitar la conducta defensiva. Por lo demás, estimó que, dada
esa circunstancia, desde la perspectiva de la mujer no era posible determinar si el
accionar violento del hombre había concluido y había cesado el riesgo, por lo que se
encontraba habilitada para actuar en defensa propia. La Corte tucumana destacó la
importancia de repensar los extremos del instituto de la legítima defensa cuando quien
invocaba la causa de justificación era una mujer víctima de violencia de género. En ese
sentido, concluyó que un análisis que ignorara la complejidad del fenómeno de la
violencia contra la mujer arraigaría aún más las características históricas de desigualdad
de poder entre varones y mujeres, como así también las particularidades propias del ciclo
de la violencia en las que se ven inmersas las personas imputadas por defenderse de su
agresor.
Igualmente, en “RCE” (2019), la CSJN sostuvo que en este tipo de casos la inminencia de
la agresión debía ser juzgada con perspectiva de género. En esta línea, explicó que en las
uniones de hecho o derecho la violencia de género no debía concebirse como hechos
aislados sino en su intrínseco carácter continuo. Así, la inminencia permanente de la
agresión, en contextos de violencia contra la mujer, se caracteriza por la continuidad de
esa violencia y su carácter cíclico; es decir que las agresiones pueden suceder en
cualquier momento y ser detonadas por cualquier circunstancia y, a la vez, si la mujer fue
maltratada muy posiblemente vuelva a serlo. Al analizar el caso, valoró que la mujer había
denunciado a su pareja por haberle ocasionado lesiones en el pasado y que la agresión
de la que se defendió sucedió en el marco de una discusión en la que era víctima de
golpes que sólo cesaron cuando hirió al varón en el abdomen con una cuchilla.
En este mismo caso, antes de que resolviera la CSJN, el TOC N° 6 de San Isidro había
considerado que la imputada preveía que se avecinaba una pelea y que eso impedía
entender que había actuado frente a una agresión inminente. En ese sentido, manifestó
que la violencia de género no se había logrado acreditar ya que resultaba improbable que
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los golpes que la mujer había descripto en el juicio no hubieran dejado hematomas en el
rostro (aunque admitió que el informe médico había constatado lesiones en su
abdomen). Por ese motivo sostuvo que no había concordancia entre la entidad de la
golpiza descripta por la imputada y las lesiones constatas en el informe y eso, en su
opinión, quitaba credibilidad a sus dichos y a la recreación del hecho que había efectuado.
El tribunal concluyó que, si bien no descreía que la mujer hubiera recibido golpes por
parte de su marido, tampoco descartaba que hubiera “hecho propia la Ley del Talión”.
Además, expuso que el cuadro probatorio lo convencía de que el vínculo de la pareja
respondía a una relación “basada en la agresión recíproca, en la cual los insultos y los
golpes no se encontraban ausentes ni resultaban privativo de uno por sobre el otro”.
Por su parte, seis años después, la CSJN dejó sin efecto la sentencia del TOC N° 6 de San
Isidro, citó al MESECVI y explicó que en este tipo de casos se recomienda incorporar un
análisis contextual que permita comprender que la reacción de las víctimas de violencia
de género no puede ser medida con los mismos estándares utilizados para la legítima
defensa en otras situaciones ya que la violencia contra la mujer tiene características
específicas. Así concluyó que la persistencia de estereotipos de género en los agentes
judiciales y la falta de aplicación de perspectiva de género en el juzgamiento de estos
casos podía llevar a valorar de manera inadecuada el comportamiento de las mujeres que
se defienden de sus agresores.
En una tónica similar a la de “RCE” (2019) y a “XXX” (2014), “GML” (2012) es otra
sentencia interesante por el modo en que interpretan el requisito de la agresión actual,
pues habilita la posibilidad de aplicar este instituto en situaciones en las que no hay
confrontación. Si bien se trataba de un caso de confrontación, como si se tratara de un
obiter dictum, el Superior Tribunal de Justicia de San Luis sostuvo que, en contextos de
violencia de género, la agresión siempre era inminente pues la imputada vivía en un
estado de violencia permanente; es decir, sabía que en cualquier momento podía sufrir
una agresión, por lo que la posibilidad de ser agredida estaba siempre latente debía ser
analizada en el contexto de violencia de género que sufría la imputada. Además, explicó
que, en general, las mujeres que padecían este tipo de violencia no formulaban denuncias
debido al miedo, se aislaban y, por miedo o por vergüenza, pocas veces contaban lo que
les sucedía. A la luz de esto, concluyó que la imputada había actuado en legítima defensa.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Los jueces alegaron que la mujer no había reaccionado de manera defensiva, sino que su
ira se había disparado frente al abandono de su pareja. De ese modo, concluyeron que
“[el] abandono y la violencia fueron el coctel que, traducidas en la separación, obraron
como causa eficiente en el contexto de personalidad de la imputada, y provocaron la
emoción que se tradujo en la pérdida de sus frenos inhibitorios en una acción violenta
homicida”. De esta manera, la Cámara se contradijo cuando, por un lado, expresó que el
hombre, lejos de agredirla, había mostrado su intención de irse del hogar, pero por el
otro, reconoció la existencia de insultos y un empujón. En este sentido, los jueces
minimizaron el historial de violencia vivida por la mujer y, cuando interpretaron que su
defensa había sido un acto irreflexivo fruto de una exaltación emocional, analizaron el
hecho sin perspectiva de género reforzando la discriminación contra las mujeres.
Por otro lado, la Sala II de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, en “FC/RECY” (2015),
estimó que se encontraba probada la existencia de una agresión actual debido a que la
imputada había sido agredida por su pareja con numerosos insultos que la humillaban y
descalificaban como mujer y madre delante de sus hermanos. Esas agresiones tuvieron
lugar a lo largo de todo un día; en cierto momento, además, la golpeó en la cabeza y le
tiró el cabello. En su domicilio, mientras ella preparaba la comida, el hombre continuó
insultándola frente a sus hermanos y, finalmente, se colocó frente a ella y le arrojó un
golpe de puño en el rostro o en la cabeza. En ese momento la mujer lo hirió en el pecho
con un cuchillo.
El Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero sostuvo en “Lescano” (2020) que
la declaración de la imputada permitía tener por acreditada la existencia de una agresión
ilegítima. En efecto, la mujer explicó que el hombre había ido a su domicilio con un arma
blanca aprovechándose de que estaba sola y le exigió tener sexo. De este modo, “no solo
puso en peligro inminente su integridad sexual sino también su integridad física y hasta
su propia vida, máxime aún con los antecedentes de violencia acreditados en autos”. Por
lo demás, el tribunal valoró la declaración de un testigo que introdujo que el hombre,
antes del hecho, le había mencionado “esta noche es ella o yo” y le mostró un cuchillo.
Lo mencionado le permitió concluir que había existido una agresión ilegítima constante.
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“OMA” (2017) es el caso de una mujer de 33 años que padecía un retraso madurativo
leve, convivía con su pareja y mantenían vínculo conflictivo. En una oportunidad, el
hombre se emborrachó y la golpeó, por lo que ella tomó un cuchillo y lo apuñaló. Cuando
la policía arribó al lugar encontró a la mujer con un ataque de nervios y manchas de
sangre en sus manos, quien manifestó que había tenido una discusión con su pareja. Los
agentes policiales ingresaron al domicilio y encontraron al hombre tendido en el suelo
con una herida de arma blanca en tórax, sin signos vitales. Por ese hecho la mujer fue
imputada por el delito de homicidio agravado por el vínculo. El representante del
Ministerio Público Fiscal solicitó la aplicación de la pena de prisión perpetua y la
realización de un tratamiento psicológico. Por su parte, la defensa solicitó que se tomaran
en consideración circunstancias extraordinarias de atenuación de la pena y que se le
impusiera la pena de 14 años de prisión. El tribunal reconoció la existencia de situaciones
violentas vividas por la imputada días antes del hecho que le habían dejado lesiones en
la cabeza y en los brazos, pero en ningún momento efectuó un análisis con perspectiva
de género. Con base en un informe psicológico, sostuvo que la agresión era recíproca ya
que se trataba de una pareja con picos de violencia cruzada que se intensificaba con el
alcoholismo del hombre y la “enfermedad” de la mujer. El tribunal consideró que la
imputada había tenido “la intención de causar la muerte a la víctima, conociendo y
queriendo el hecho”, pero que “el estado psicológico y emocional de la acusada, sumado
a los hechos violentos vividos, tuvieron incidencia y entidad suficiente para determinar la
conducta antijurídica”. Por esa razón, la condenó a la pena de veinte años de prisión por
el delito de homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias
de atenuación. Además, recomendó la realización de un tratamiento psicológico en la
unidad penitenciaria. En este caso, tanto el fiscal como los jueces recomendaron la
realización de un tratamiento psicológico sin que eso incidiera por ejemplo en el análisis
de la culpabilidad. Por lo demás, ninguno de los operadores judiciales analizó la
posibilidad de que la mujer hubiese actuado en legítima defensa.
Otro caso en donde los jueces reconocieron la existencia de una agresión ilegítima
dirigida a la imputada por parte de su pareja, pero consideraron que el ataque no había
sido tan grave como para suponer que peligrara su vida es “DGL” (2018). La Sala III del
Tribunal de Impugnación de Salta analizó los requisitos de la legítima defensa y sostuvo
que la conducta descripta por la mujer encuadraba en el artículo 34, inciso 6°, del Código
Penal ya que había sufrido una agresión ilegítima que no había provocado y había apelado
al medio para defenderse que tenía a su alcance. En ese sentido, al momento del hecho
el hombre había agredido físicamente a la imputada a golpes de puño y con un palo que
había arrancado de una cerca y el tribunal consideró que esta conducta encuadraba en
un contexto de violencia de género de larga data. Así, consideró que la acción calificaba
como defensiva, aunque el ataque no había sido de una gravedad tal que ameritara
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defenderse con un cuchillo. Por esa razón condenó a la imputada a la pena de cuatro
años de prisión por el delito de homicidio calificado por el vínculo producido con exceso
en la legítima defensa. Ahora bien, los jueces plantearon la necesidad de interpretar la
dogmática tradicional del artículo 34 CP con perspectiva de género, aunque eso no
garantizó a la imputada la eximición de una condena. Ello obedeció a que los juzgadores
no midieron la defensa en función de los parámetros de la agredida, sino que utilizaron
estándares neutrales cuyos efectos resultan discriminatorios. Como se ha enseñado, las
mujeres que viven inmersas en contextos de violencia de género aprenden a convivir con
la agresividad latente y saben reconocer la inminencia y la ferocidad de un ataque,
circunstancia que fue desconocida por el Tribunal (Laurenzo Copello, 2019).
El mismo tribunal entendió en “Díaz” (2013) que no era exigible que la agresión se
estuviera llevando a cabo para afirmar que una persona había actuado en legítima
defensa. De esta forma, explicó esta causa de justificación admite repeler una agresión
futura. Al referir al caso concreto, planteó que el hombre poseía los elementos necesarios
para concretar esa agresión en cualquier momento (el arma estaba al alcance de su
mano) y que la mujer lo impidió al apresurarse, tomar la pistola y dispararla. Además,
agregó que el acto de amenazarla de muerte y echarla del hogar que compartían con sus
hijos constituía, en sí mismo, una agresión; y estirarse sobre la cama hacia la mesa de luz
donde guardaba un arma de fuego implicaba convertir esa agresión verbal en una
agresión física. Así, consideró esa actitud y el acto preparatorio de un accionar lesivo
generó la respuesta defensiva de la mujer.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
peligro permanente que no pudiera ser evitado de otro modo y que demandara la
actuación inmediata, sin demora.
En el caso particular, la Corte sostuvo que, si bien la defensa había planteado la existencia
de un peligro derivado de la situación de violencia de género que había atravesado la
imputada, no había logrado demostrar la urgencia de la reacción de la mujer ni la
inexistencia de otros medios (procedimientos institucionales) para resolver la situación.
De ese modo, la Corte consideró que esos dos requisitos eran necesarios para la
operatividad del instituto de la legítima defensa. Sin embargo, cuestionó que el Tribunal
de Impugnación Penal de La Pampa se hubiera limitado a reproducir la tesis de la falta de
inmediatez entre la agresión y la ofensa para descartar la legítima defensa, omitiendo
considerar el contexto de violencia de género que había sufrido la imputada. Recordó el
informe elaborado por la psicóloga que había intervenido en el caso, que concluía que la
sustracción del televisor por parte de su expareja no valía lo mismo para ella que para un
“hombre promedio”, sino que "representaba la anulación misma de la posibilidad de una
salida a través de un proyecto que la ubicara en relación con la dignidad y la vida de una
manera diferente a lo conocido hasta entonces". Ello en virtud de que el televisor había
sido el primer bien que la mujer había podido comprarle a sus hijos luego de la
separación.
Se destaca que, en este caso, el representante del Ministerio Público Fiscal analizó los
requisitos propios del instituto de la legítima defensa y concluyó que la mujer se había
defendido de un ataque ilegítimo. En ese sentido, consideró que en contextos de
violencia de género existía una inminencia permanente de la agresión ya que se daba de
manera continua (la agresión en situación de convivencia puede suceder en cualquier
momento y detonar frente a cualquier circunstancia) y cíclica. Por esa razón es que el
requisito de agresión ilegítima, en estos casos, debe interpretarse de manera amplia. Sin
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Por último, en otros dos casos que sucedieron sin confrontación previa, los respectivos
tribunales consideraron que el requisito de agresión ilegítima no se había cumplido
debido al cese momentáneo de la violencia en el instante previo en el que las imputadas
accionaron su defensa. Así, en “Pérez” (2014), la Sala B del Tribunal de Impugnación Penal
de La Pampa sostuvo que no podía justificarse la muerte de una persona por una
“supuesta violencia de género” ejercida contra la acusada, en especial si no se había
producido en el momento en que ocurrió el “hecho fatal”, sino en días anteriores. Aquí
el tribunal no solo dudó de la existencia de una violencia ejercida contra la mujer al
denominarla como “supuesta”, sino que ignoró que esta violencia se enmarca en un
contexto que no puede analizarse de manera fragmentada.
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
a las consecuencias de que su defensa no sea eficaz. A la luz de esas premisas, la CSJN
afirmó que sólo se requiere que la relación entre la agresión y la defensa, en lo que
respecta a la lesión que se produce, no contenga una desproporción inusual.
Asimismo, la Sala III de la CFCP valoró en “Rodríguez Guido” (2014) que el agresor tenía
una enorme diferencia física con la imputada, pues se trataba de una persona de
contextura robusta. En cambio, la mujer era delgada, por lo que, a criterio del tribunal,
resultaba evidente la racionalidad del elemento cortopunzante que empleó para
defenderse. Por otro lado, la Sala II de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, en
“FC/RECY” (2015), validó el proceder de la imputada en virtud del estado de gravidez y
las agresiones que le ocasionó el hombre. Por ese motivo, estimó que el cuchillo que
había utilizado había constituido un medio razonable para repeler los golpes e insultos
sufridos. En esa dirección, destacó que utilizó el elemento que tenía en la mano para picar
verdura y lo empleó después de recibir un golpe de puño.
En sentido similar, en “GML” (2012), el Superior Tribunal de San Luis sostuvo que fue
racional la respuesta de una mujer que, después de recibir golpes, tomó un cuchillo de la
mesada de la cocina y apuñaló a su agresor. El tribunal explicó que había llegado a esa
conclusión debido a que la imputada “se defendió con el único y primer elemento de
defensa que encontró a su alcance”.
En “MDR” (2015), el TOC N° 1 de Azul consideró que era racional que una mujer víctima
de violencia utilizara un cuchillo de cocina para repeler la agresión del hombre. Tal
conclusión se derivó de la circunstancia de que tomara ese elemento, ante la urgencia,
de arriba de la mesa que estaba a su lado. Asimismo, tuvo en cuenta que el agresor tenía
una contextura física superior y que, en virtud de eso, la imputada no podía oponerle
resistencia mediante el empleo de sus brazos.
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Ministerio Público de la Defensa
Por otro lado, el Superior Tribunal de Justicia de Viedma explicó en “RMD” (2011) que la
necesidad de que la mujer utilizara un cuchillo como medio de defensa se desprendía del
hecho de que su agresor le impidiera irse de la casa. De esta forma, valoró que el
elemento en cuestión se presentaba como el único que se encontraba a su alcance con
utilidad para repeler el ataque. Asimismo, agregó que la legítima defensa no demandaba
que se acreditara que el peligro revestía cierta entidad.
El Juzgado de Garantías Nº 3 de Mercedes, a su vez, para concluir que una mujer víctima
de violencia actuó en legítima defensa, valoró que sus vecinos podrían haberla ayudado
y que, sin embargo, se mostraron indiferentes. Aun así, ponderó que, de haber llamado
al 911, la asistencia policial hubiera llegado demasiado tarde (“IPP”, 2009). En una línea
similar, el Juzgado de Control N° 5 de Jujuy, al resolver “CNM” (2016), consideró que
constituía una legítima defensa la acción de una mujer que repelió la agresión de su
pareja clavándole un cuchillo en el abdomen. Al analizar la necesidad de la respuesta de
la imputada, el tribunal tuvo en cuenta, entre otras cosas, la “ausencia de solidaridad de
quienes convivían con ella”.
En “Bulacio” (2005), el TOC N° 3 de Mar del Plata estimó, al analizar la racionalidad del
medio empleado, que la mujer pretendió poner fin a la agresión que sufría. Entonces, no
encontró otra forma de proceder más que utilizar el revólver que el hombre había soltado
en la creencia de que dominaba la situación y que, como sucedió otras veces, podía volver
a usarlo y abusar sexualmente de ella. No obstante, Bulacio tomó el arma y disparó contra
el hombre para que no pudiera volver a agredirla. En esa línea, agregó que el agresor
estaba armado, ebrio y había usado el revólver y sus puños minutos antes para amenazar
y golpear a Bulacio, y además la doblaba en peso. Asimismo, afirmó que, cuando la mujer
se defendió el peligro subsistía, puesto que su pareja la esperaba en la cama para
mantener relaciones sexuales.
En este caso no puede perderse de vista que el representante del Ministerio Público Fiscal
consideró que no se daban los requisitos para que se configurara la legítima defensa toda
vez que Bulacio no se había retirado del hogar en el momento en que cesó la violencia.
Es decir que, para el fiscal, la mujer debía irse del lugar en vez de defenderse de la
agresión. Ahora bien, este tipo de razonamiento refleja el mito de que, si quisiera, la
mujer podría abandonar el hogar y que si no lo hace es porque no quiere o porque le
gusta ser maltratada. El fiscal, al efectuar este tipo de análisis, ignoró las características
propias del ciclo de la violencia de género, en particular de la situación de aquellas
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
mujeres que intentan huir de los ataques de sus parejas54, y puso en funcionamiento los
prejuicios sexistas que justifican la violencia contra las mujeres (Di Corleto, 2006). Sin
embargo, frente al planteo del representante del MPF, el TOC N° 3 de Mar del Plata
resolvió que en el caso habían concurrido los requisitos que exigía la ley para la invocación
de la legítima defensa toda vez que no solo procede contra una agresión actual sino
también contra aquella que se presenta como inminente y, si la mujer no accedía a las
pretensiones sexuales de su pareja, la agresión se reiniciaría.
Por su parte, “Torres” (2019) es el caso de una mujer perteneciente a un pueblo originario
que sufría violencia de género por parte de su expareja, donde –según el referente de su
comunidad– el hombre se aprovechaba de su condición de varón criollo y sometía a la
mujer a episodios de violencia tan intensos que la obligaron a regresar con su familia de
origen. En una ocasión, el hombre ingresó al domicilio de su expareja en estado de
ebriedad y comenzó a insultarla. En el momento en que intentó golpearla, ella se
defendió con un cuchillo y le ocasionó la muerte. En la etapa de juicio oral, tanto el
representante del Ministerio Público Fiscal como la defensa entendieron que la mujer se
había excedido en la legítima defensa y solicitaron la imposición de la pena de dos años
y cinco meses de prisión. La Cámara Segunda en lo Criminal de Formosa sostuvo que la
utilización de un cuchillo para defenderse de la agresión actual, inminente y grave había
excedido los límites de racionalidad. En ese sentido, explicó que la mujer debió haber
optado por otro modo de resolver el conflicto; por ejemplo, “alejarse del lugar [o]
encerrarse en su domicilio e impedir el ingreso de su expareja”. Por ese motivo, la Cámara
condenó a la imputada a la pena solicitada por la fiscalía y la defensa, que se tuvo por
compurgada debido al tiempo sufrido de detención.
54 Las agresiones se vuelven más intensas cuando las mujeres pretenden separarse o irse del hogar.
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En “DGL” (2018), la Sala III del Tribunal de Impugnación de Salta consideró que, si bien el
varón sometía a la imputada a agresiones físicas, el uso de un arma blanca para
defenderse resultó excesivo. En ese sentido, sostuvo que el ataque no había sido tan
grave como para suponer que su vida corría peligro. El tribunal valoró que la mujer había
sido sometida a violencia de género durante mucho tiempo y, además, que la pareja
había consumido estupefacientes y bebidas alcohólicas el día del hecho. Finalmente, la
condenó a la pena de cuatro años de prisión por el delito de homicidio calificado por el
vínculo producido en exceso en la legítima defensa, cuyo cumplimiento debía efectuarse
bajo la modalidad de arresto domiciliario. Ahora bien, para analizar este caso se debe
recordar que, en situaciones de violencia aprendida, como sucede en los ciclos de la
violencia de género, una mujer es capaz de detectar cuándo un primer golpe es el inicio
de una agresión mucho más intensa que requiere una respuesta inmediata y
contundente para evitar que el ataque se torne incontrolable e imposible de repeler
luego. Tampoco se debe pasar por alto la diferencia de fuerzas entre el agresor y la
agredida, que puede conducir a la mujer a buscar medios aparentemente excesivos,
como sucedió en este caso (Laurenzo Copello, 2019). Por el contrario, en “OPA” (2017),
el Tribunal de Impugnación de Salta consideró que la falta de moderación en el medio
empleado por parte de la imputada había sido intencional. Si bien tuvo por probada la
pelea previa, explicó que no había elementos para sostener que la intensidad del ataque
fuera de tal magnitud para justificar la respuesta letal, sino que aparecía como
desmedida.
violentas. Por ese motivo, indicó que el medio más idóneo era aquel que resultara más
seguro para la víctima de violencia, que muchas veces era el más grave. Es decir, en estos
contextos no siempre puede elegirse el medio que se utiliza en virtud de su lesividad; sino
que se actúa de la única forma posible y, muchas veces, esto sucede cuando el agresor
se encuentra desprevenido, ya sea durmiendo o de espaldas. En similar sentido resolvió
la Sala I del Tribunal de Casación Penal de Buenos Aires en “Díaz” (2013) cuando sostuvo
que la única forma de defenderse que tuvo la mujer fue apresurarse y tomar el arma
antes de que lo hiciera su marido, constituyendo un uso racional del medio empleado.
Por otro lado, en “Olmedo” (2020), si bien el jurado popular absolvió a la mujer, los
motivos por los que procedió de esta forma son cuestionables, pues la consideró
inimputable, aun cuando el representante del Ministerio Público Fiscal y el defensor
oficial habían planteado que la mujer había actuado en legítima defensa. Así, el fiscal
analizó la necesidad racional del medio empleado para impedir una agresión desde una
perspectiva de género. En particular, consideró que, en el caso, el medio utilizado era el
único que tenía a su alcance, ya que en este tipo de situaciones no siempre existía la
posibilidad de elegir entre un medio más o menos grave. Explicó, además, que frente al
requisito de la necesidad racional del medio empleado suelen aparecer distintas
sugerencias de lo que la mujer debía o podía haber hecho en lugar de matar a su agresor.
Sin embargo, todas esas propuestas (denunciarlo, separarse, irse del hogar) solo pueden
realizarse en el reino de lo ideal ya que, en términos concretos, no es sencillo escaparse
del círculo de la violencia. Entonces, la respuesta de Olmedo pudo obedecer al temor de
que, si no era eficaz en el medio utilizado para defenderse, el agresor podía descargar
toda su ira contra ella y acabar así con su vida.
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Ministerio Público de la Defensa
Por último, la Cámara en lo Penal de Puerto Madryn explicó, en “RRJ” (2010), que la
aplicación de la legítima defensa requería que exista una necesidad inmediata de
defenderse frente a una agresión en marcha; además, afirmó que la reacción debía
guardar proporcionalidad con aquella, cosa que no sucedía en ese caso. Cuestionó
también el modo en que la mujer había lidiado con la violencia de género que sufría. Así,
sostuvo que debía haberla resuelto por otras vías jurídicas idóneas con resultados menos
lesivos, tales como “denuncias penales y/o civiles; obtención de medidas de exclusión del
hogar, prohibición de acercamiento al domicilio conyugal, entre muchas otras”. La mujer
involucrada en este caso era de nacionalidad boliviana, hablaba lengua quechua y
entendía muy poco español. Ninguno de estos elementos fue valorado por el tribunal al
exigirle que recurriera a vías alternativas para lidiar con una violencia ejercida por quien
fuera su pareja durante 35 años.
Como vimos en reiteradas oportunidades a lo largo de este documento, exigirle otras vías
alternativas menos lesivas para defenderse entraña un problema de discriminación de
género. Así, la minimización de la violencia como antecedente, el desconocimiento de las
particularidades del fenómeno de la violencia y los prejuicios que refuerzan la
discriminación de las víctimas de violencia de género exigen cuestionar la forma en la que
los agentes judiciales analizan y resuelven este tipo de conflictos (Di Corleto, 2006). Por
lo demás, cuando hay un fuerte ambiente de opresión creado por el agresor que
imposibilita la búsqueda de ayuda externa, sumado a las escasas posibilidades físicas de
defenderse frente a frente con el maltratador, no hay razones para negar que la mujer
actuó en legítima defensa si esperó a que el hombre se durmiera o se distrajera para
quitarle la vida (Laurenzo Copello, 2019).
Finalmente, entre los casos en los que aparece problematizada la falta de provocación,
puede mencionarse, en primer lugar, el caso “RCE” (2019), de la CSJN. Aquí, se sostuvo
que no podía entenderse que la falta de saludo y posterior discusión fueran idóneas para
provocar la golpiza que, luego, repelió la mujer. Al respecto, afirmó –a partir de una
recomendación del CEVI55– que interpretar que cualquier comportamiento anterior a la
agresión como una provocación constituye un estereotipo de género. Dicha referencia
tiene especial sentido en relación con la referencia contenida en la sentencia dictada por
el tribunal de primera instancia que, al condenar a la imputada, introdujo la posibilidad –
sin sustento probatorio– de que la mujer hubiese provocado el accionar que, luego, la
llevó a defenderse.
55 Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI). 2018.
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Estudios sobre Jurisprudencia
El Tribunal de Alzada en lo Penal de Santiago del Estero explicó en “Lescano” (2020) que
la acusación pretendió justificar la presencia del agresor en la casa de la imputada por un
mensaje que, supuestamente, le había enviado la mujer para que le llevara una bicicleta.
Más allá de que esa circunstancia no fue acreditada, los jueces explicaron que eso no
constituía una provocación que habilitara al hombre a ir con un arma blanca en la mano
para lesionar su integridad física y sexual.
En “NRR” (2013), la Cámara de Juicio Oral de Santiago del Estero sostuvo que la mujer
imputada tenía derecho a una vida libre de violencia y que, por lo tanto, no tenía ninguna
limitación de concurrir a limpiar la casa en la que convivía con su exconcubino. De la
misma manera, el hombre tampoco tenía derecho a ejercer violencia sobre ella. Sin
embargo, el tribunal cuestionó el proceder del fiscal que le había atribuido a la imputada
una cuota de responsabilidad importante por lo sucedido el día del hecho, dado que, a
su criterio, la mujer se había sometido voluntariamente al riesgo de la agresión cuando
decidió concurrir a la casa en la que podía encontrarse con su ex concubino. Asimismo,
en “RMD” (2011), el Superior Tribunal de Justicia de Viedma afirmó que el agresor no
tenía derecho a violentar físicamente a la mujer, aún cuando ella tuviera responsabilidad
en la discusión que precedió al hecho o cuando, en otras ocasiones, le hubiese aplicado
una cachetada o un golpe.
En “CNM” (2016), la imputada sufría violencia de género por parte de su pareja de forma
regular. Al día siguiente a la navidad, la mujer y su hija fueron a visitar a su cuñada. No
habían podido hacerlo antes pues su pareja se había alcoholizado y temía que reaccionara
de manera violenta si se ausentaba del domicilio. En ese momento, el hombre se
presentó en la vivienda de su hermana y les exigió a los gritos que se fueran de allí, al
tiempo que golpeaba y arrastraba a la mujer de los pelos por el piso de la cocina.
Entonces, la mujer tomó un cuchillo e hirió a su pareja a la altura del tórax. El Juzgado de
Control N° 5 de Jujuy estimó que no había provocado la agresión a partir del testimonio
de su cuñada, quien relató el modo en que había procedido su hermano. En sentido
similar, en “FC/RECY” (2015) se sostuvo que no había existido provocación alguna por
parte de la imputada, que sólo se defendió de los golpes de puño que le arrojó su pareja
para proteger su integridad física y la de su hijo por nacer.
1°) Existió una primera discusión en el domicilio conyugal que terminó con la salida
del Sr. XXX de su casa; 2°) luego, a pesar de ser prevenido para que no lo hiciese, el
mismo regresó a la casa, irrumpiendo violentamente (ya que se encontraba cerrada)
y entablando una nueva discusión que devino en una pelea de la que participó el
hijo mayor de la imputada; 3°) finalmente, la imputada en el intento de defenderse
y de proteger a su hijo hirió con un cuchillo a su esposo (“XXX”, 2014).
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Referencia Jurídica e Investigación
Secretaría General de Capacitación y Jurisprudencia
Ministerio Público de la Defensa
Por último, en “Olmedo” (2020) el representante del Ministerio Público Fiscal se remitió
a la Recomendación General N° 1 sobre legítima defensa y violencia de género del
MESECVI y explicó que cuando la mujer sufre violencia de género difícilmente puede
provocar al varón agresor debido a que se encuentra en un estado de vulnerabilidad y
miedo constante. Agregó que debían abandonarse los estereotipos de género que
insinuaban que la mujer provocaba las agresiones, ya fuera por su comportamiento, su
forma de vestir o por sostener un vínculo violento. Estos estereotipos conformaban una
concepción de las mujeres como objeto o propiedad de los hombres que intentaban
justificar de algún modo las violencias ejercidas contra ellas. Además, sostuvo que estos
mismos estereotipos contribuían a presentar a las mujeres que se defendían de las
agresiones ilegítimas como “malas mujeres” que actuaron en forma premeditada con el
objeto de dañar a sus parejas o exparejas. Tal como lo ha alertado el Comité de Expertas,
los operadores judiciales deben trabajar reconociendo la existencia de una situación
estructural de discriminación hacia las mujeres que les impide gozar de sus derechos en
un pie de igualdad con los varones. En ese sentido, el juzgamiento de los casos en donde
las mujeres víctimas de violencia de género son acusadas de matar o lesionar a sus
agresores exige un cambio de paradigma al momento de valorar el material probatorio
recolectado, como así también, al interpretar las leyes penales y procesales.
270
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación
Tribunal de • “[Se] corrobora […] la concurrencia del • “[E]l medio empleado ha sido el mismo con • “En el supuesto e hipotético caso de que
Alzada en lo primer requisito –Agresión Ilegítima– con el cual el agresor (víctima) ha concurrido dichos mensajes hubieran existido, ello no
Penal de [la presencia de la víctima] en el domicilio premeditadamente con intención de constituye provocación suficiente para
Santiago del de la imputada aportando un arma blanca arremeter contra la Sra. Lescano ocasionar la concurrencia de Ibáñez con
Estero. aprovechándose que se encontraba sola, (imputada)” un arma blanca en mano, menos aún,
“Lescano”. exigiéndole tener sexo”. resultaría provocación suficiente para que
• “El modo en que la imputada empleó el
éste intentara tomarla por la fuerza
17/6/2020 • El hombre puso en peligro inminente la cuchillo en defensa de la agresión injusta no
lesionando su integridad sexual y en caso
integridad sexual de la mujer, como así luce desproporcionado ni racional
de negativa, su integridad física”.
también su integridad física y hasta su especialmente si se tiene en cuenta el
propia vida. marco en que ha proferido la herida que
luego resultare mortal”.
• Se acreditaron antecedentes de violencia
de género.
271
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CSJN. • La violencia basada en el género es una • El principio de menor lesividad no obliga a • Constituye un estereotipo de género
agresión ilegítima y debe ser considerada usar medios de dudosa eficacia. considerar que cualquier comportamiento
“RCE”
desde una perspectiva de género. anterior a la agresión es una
29/10/2019 • No se requiere proporcionalidad entre la
“provocación”.
• En las uniones de hecho o derecho la agresión y la respuesta defensiva porque
violencia de género debe concebirse en su existe una relación entre la proporcionalidad
intrínseco carácter continuo. y la continuidad de la violencia.
• La inminencia permanente de la agresión,
en contextos de violencia contra la mujer,
se caracteriza por la continuidad de la
violencia y su carácter cíclico.
• El hombre había sido denunciado por la
imputada por lesiones leves.
Cámara en lo • El hombre la empujó sobre el colchón, la • “[L]a utilización del cuchillo ante el embate • “M. A. A. obró en el hecho repeliendo una
Penal de la insultó y la amenazó con golpearla. de una persona de sexo masculino, en una agresión ilegítima no provocada en el
Circunscripción pequeña habitación, único elemento que interior de su domicilio”.
Judicial Trelew. tenía a su alcance, fue el racionalmente
adecuado...”.
“HC”.
19/9/2018 • “[L]a utilización del cuchillo […] resulta ser
racional debido a la desigual condición física
entre la víctima y victimario, no surgiendo
como posibilidad de qué forma podría
haberse resguardado que no sea con el
mismo”.
Superior • “[P]resencia de lesiones defensivas en • “[Existían] aspectos objetivos demostrativos • “[E]l requisito de ‘falta de provocación
Tribunal de ambas personas –víctima e imputada–, de la desventaja en la que se encontraba N. suficiente de quien se defiende’ tropieza
Justicia de Río realizadas mediante una única arma respecto de su agresor, evidenciada en el asimismo con la ausencia de acreditación,
Negro blanca, hallada con sangre en la escena”. modo en que se relacionaban”. por parte de la acusación, a través de otras
pruebas diversas del relato de la imputada,
“NBA”
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2020
Estudios sobre Jurisprudencia
24/4/2018 • “[La imputada] era víctima de diferentes • “[Se comprueba] el requisito de por lo que cabe aquí extender el beneficio
modos de violencia de género”. racionalidad del medio empleado para la de la duda a su favor y tenerlo por
defensa, teniendo en consideración ese acreditado…”.
• “[Se tiene por probada] la existencia de
contexto de agresiones continuas y
una agresión ilegítima de L. hacia N.,
reiteradas, cuya escalada culminó con la
mediante golpes en la cabeza y utilizando
utilización de un arma blanca”.
además un cuchillo (producto del cual
quedaron secuelas en el cuerpo de la • “[N]o se advierte irrazonable ni
imputada)”. desproporcionada, en un claro intento de
detener el ataque, la utilización por parte de
[la imputada] de esa misma arma blanca,
luego de que lograra quitársela a su
agresor”.
• “[A]l haberse utilizado el mismo elemento
vulnerante, la defensa fue con un objeto con
idéntica capacidad de producir daños en el
cuerpo y la salud y, por lo tanto, resulta
proporcional a la agresión.
• “[No se acreditó] la existencia de otra
alternativa menos lesiva según la secuencia
establecida, en el marco de una relación de
violencia de género, la utilización del arma
blanca era apropiada para satisfacer la
necesidad de protegerse, pues este
requisito no atiende a comparaciones de
instrumentos en abstracto, sino a las reales
posibilidades que se presentan en la
situación vivida en ese momento por quien
debía defenderse (perspectiva ex ante)”.
273
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Cámara de • La situación de agresión y reacción, la • La necesidad racional no predica sobre • La pelea fue iniciada por el padre contra
Apelaciones en necesidad y proporción del medio medios defensivos en concreto, sino que se sus hijos.
lo Penal de la empleado deben analizarse teniendo en atiene solo a que la magnitud de la
• La actitud de los hijos consistió en
provincia de cuenta el contexto de violencia de género. respuesta en relación con la lesión que trata
defenderse. Está probado que los
Santa Fe. de evitarse no lleve a la inseguridad jurídica.
hermanos no agredieron a su padre.
“NBA y ARF”
• La madre intervino para salvar la vida de
21/12/2016 su hijo menor que estaba siendo agredido
por su padre.
Juzgado de • La hermana del hombre declaró que se • “[Los] antecedentes de violencia • “La pasividad conductual evidenciada en
Control N° 5 encontraba en el lugar del hecho y había determinaron que C. –el día del hecho– el accionar sumiso de la imputada estuvo
de Jujuy. presenciado cómo la mujer había sido frente a una nueva agresión ilegítima de E. estrechamente vinculada con la situación
agredida por su pareja. C. reaccionara necesariamente para de violencia que padecía prácticamente
“CNM”
proteger su propia vida, tomando lo que desde el inicio de la relación sentimental
29/7/2016 • Las lesiones que presentaba la imputada,
encontró en el lugar (un cuchillo)”. con C”.
producto del accionar violento desplegado
por su pareja, se encuentran acreditadas a • El requisito de la racionalidad del medio •
través del informe médico forense . empleado por la imputada para defenderse
encuentra acreditado en función de los
• Se encuentra acreditada la existencia de
innumerables episodios de violencia
una agresión antijurídica desplegada por
padecidos por C.
C. en contra de la imputada.
• La entidad de la agresión estuvo
patentizada en: insultos injustificados; un
primer golpe de puño en el pecho mientras
estaba en la habitación con A. y tenía en
brazos a su hija de un año de edad; un
segundo golpe de puño después de
entregar a la niña al agresor y en el tironeo
de los cabellos arrastrándola hacia la
cocina cuando se disponía a regresar a su
domicilio.
274
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Suprema Corte • El requisito de la actualización de la • La mujer estaba embarazada y recibía golpes • No existió provocación por parte de la
de Justicia de agresión ilegítima se encuentra probado. por parte de su pareja. imputada.
Mendoza, Sala
• La mujer fue agredida por GB a través de • Al momento del hecho se encontraban en la
II.
numerosos insultos que la humillaban y la cocina y el medio utilizado fue un cuchillo
“FC/RECY” descalificaban. que tenía en la mano para hacer la comida.
23/6/2015 • Recibió golpes e insultos durante todo el
viaje en colectivo y también luego
mientras la mujer cocinaba.
Tribunal Oral • La mujer había denunciado en reiteradas • Frente a la contextura física superior del • No se demostró que la mujer provocara en
en lo Criminal ocasiones la violencia de género ejercida agresor y la imposibilidad de oponérsele modo alguno al agresor.
Nº 1 de Azul por parte de su pareja. solo mediante la resistencia de sus brazos, la
utilización del cuchillo de cocina cumple con
“MDR” • El varón levantó uno de sus brazos con la
la racionalidad del medio empleado.
24/4/2015 intención de golpear a la mujer.
• Existió una agresión ilegítima ejercida por
el hombre.
Superior • La mujer presentaba golpes, • “La proporcionalidad del medio empleado • No se pudo determinar cuál de los dos
Tribunal de escoriaciones, hinchazón y traumatismo no implica simetría; golpe con golpe, disparo inició la primera agresión pero se había
Justicia de en el rostro, fractura a nivel del pómulo. con disparo, arma blanca con arma blanca, y generado en un marco de elevada
Chubut. así hasta la infinidad de situaciones posibles. violencia.
[…] Ha de tenerse en cuenta las diferencias,
“MJM”.
única manera de captar adecuadamente las
14/8/2014 proporciones, siempre bajo la sombra de la
racionalidad”.
• “[L]a racionalidad alcanza el análisis de la
actualidad. Ha ocurrido violencia
contemporánea a la utilización del arma
homicida”.
275
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CFCP, Sala III • N. agredió a Rodríguez Guido a raíz de la • El medio empleado para la defensa era • No existió agresión inicial con el elemento
resistencia opuesta por ella en el curso de racional debido a que N. prosiguió la cortante por parte de Rodríguez Guido.
“Rodríguez
la violación con violencia física en la agresión con violencia física después de
Guido”
persona de la acusada. perder el elemento que tenía y porque
13/6/2014 mediaba una enorme diferencia entre la
contextura robusta del querellante y la
contextura delgada de la acusada.
Corte Suprema • El hombre golpeó a la mujer. • Frente a los golpes del hombre, la mujer se • La acción emprendida por la imputada fue
de Justicia de defendió con un cuchillo, que era el primer y utilizada para poner fin a un ataque
• La agresión que sufrió la mujer por parte
Tucumán único elemento que tenía a su alcance. iniciado por el hombre.
del hombre debió ser analizada en el
“XXX” contexto de violencia de género. • El hombre irrumpió de manera violenta en
el domicilio y golpeó a la mujer y a su hijo
28/4/2014 • Deben observarse las características
que intentaba separarlos.
históricas de desigualdad de poder entre
varones y mujeres y las características
propias del ciclo de violencia en la que se
encontraba inmersa XXX hacía tiempo.
Cámara de • La agresión ilegítima se configura en el • Existió necesidad racional del medio • No existió de parte de la imputada
Juicio Oral en momento en que el hombre irrumpe de empleado (arma de fuego) para defenderse. incitación o excitación alguna que
lo Criminal y manera abrupta con un arma en la mano y justifique la conducta agresiva asumida
• La mujer utilizó un arma de fuego para
Correccional le apunta a su ex concubina. por su ex concubino.
repeler una agresión ilegítima con un arma
de Segunda
de fuego. Por lo tanto debe considerárselo
Nominación de
como un medio racional.
Santiago del
Estero.
“NRR”
18/11/2013
276
2020
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Superior • La agresión debe ser analizada en el • La mujer tomó un cuchillo con el que le • No hay elementos probatorios que
Tribunal de contexto de violencia de género. Deben amagaba al hombre para que no se le indicaran que la mujer hubiera provocado
Justicia de San observarse las características de acercara y la dejara ir. la agresión de su pareja.
Luis desigualdad de poder entre varones y
• El cuchillo era el único y primer elemento de
mujeres y las características del ciclo de
“GML” defensa que encontró a su alcance.
violencia en el que se encontraba inmersa
28/2/2012 la imputada.
• El hombre golpeó a la mujer y existía el
peligro concreto de que continuara
haciéndolo.
CSJN • El padre de sus hijos la agredió durante su • Leiva hirió a su pareja con un destornillador, • No se consideró que hubiera provocación
“Leiva” relación. Incluso, le hizo perder un arma impropia de menor poder vulnerante
embarazo. que los cuchillos que estaban desperdigados
1/11/2011 por el suelo junto al cuerpo de S.
• En esa ocasión, la agresión se repitió y
tenía el riesgo de padecer un nuevo
aborto.
Superior • El hombre ejerció una agresión física • Al momento de la agresión, el hombre • No hubo provocación por parte de la
Tribunal de contra la mujer. encerró a la mujer e impidió que se fuera de mujer.
Justicia de la casa.
• El hecho se enmarca en un contexto de
Viedma
violencia de género. • El cuchillo fue el único elemento útil para
“RMD” repeler la agresión que se encontraba a su
19/4/2011 alcance.
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Juzgado de • La mujer recibió una golpiza por parte de • La utilización de un palo de ligustro asestado • Hubo una ausencia de provocación
Garantías N° 3 P. Una de las tantas recibidas durante su sólo en dos oportunidades demuestra la suficiente, no sólo de la mujer imputada
de Mercedes. relación de pareja. proporcionalidad del medio empleado para sino también de su nuera.
impedir las agresiones.
“IPP” • La imputada observó que las agresiones
17/3/2009 continuarían contra su nuera, que • Imposibilidad de recurrir en auxilio de
habitaba a escasos metros. terceros, en virtud de la indiferencia
exhibida por sus vecinos en hechos
anteriores similares. De haber optado por
hacer la denuncia mediante el 911, la
asistencia policial hubiera llegado
demasiado tarde.
Tribunal en lo • Quedó demostrado que [J] se presentó en • El medio utilizado fue racional porque [J] • Las pruebas llevan a descartar la existencia
Criminal Nº 3 forma intempestiva y sin motivos en la casa estaba armado, ebrio y había usado el de provocación por parte de Bulacio.
de Mar del de Bulacio, la amenazó de muerte a ella y a revólver y sus puños minutos antes para
Plata su hija, disparó un arma de fuego en dos amenazar y golpear a Bulacio.
oportunidades e intentó forzarla para
“Bulacio” • Había una diferencia física que doblaba en
tener relaciones sexuales.
21/5/2005 peso a la mujer.
• Fue una agresión actual e inminente ya La decisión de la imputada de tomar el arma
que, de no ceder a las pretensiones que antes blandía amenazante el hombre y
sexuales del hombre la agresión anterior se de disparar contra este para poner fin a la
reiniciaría. agresión debe reputarse racional.
278
2020
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Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación
Cámara • La agresión ilegítima por parte del hombre • Su accionar fue más allá de lo autorizado • El informe psicológico practicado a la
Segunda en lo aparece comprobada como existente para repeler un ataque actual inminente y imputada expresó la improbabilidad de
Criminal de desde el momento de inicio de la relación grave que puso en peligro su vida. que reaccionara a la violencia que padecía.
Formosa de pareja.
• La utilización del cuchillo excedió los límites • No existen elementos probatorios que
“Torres” • “[Hay] rasgos de veracidad [en] la versión de racionalidad, pudiendo haber optado por acrediten que la mujer no tuviera una
4/4/2019 que la [imputada] diera en sede policial en otra resolución del conflicto (ej. Alejarse del actitud provocadora.
cuanto al inicio de la discusión y de la lugar, encerrarse en su domicilio e impedir el
agresión por parte de su ex pareja, sin que ingreso de su expareja).
ello pueda ser controvertido por prueba
alguna, ante la falta de [testigos]
presenciales que la desdigan, dado que en
el escenario solo se hallaban sus
protagonistas”.
Tribunal de • No existe prueba que acredite que hubiera • El empleo de un cuchillo aparece • “[A]nte la exhibición del cuchillo por la
Impugnación un forcejeo entre el varón y la imputada. desprovisto de proporcionalidad y acusada, la víctima abandonó el lugar
de salta, Sala necesidad. siendo perseguido por aquella hasta la
• Tampoco hay pruebas de que la mujer
II. vereda donde le produjo la herida
haya sufrido maltratos, agresiones físicas o • Resulta contradictorio que la mujer no
mortal”.
“JMDA” psicológicas de progresiva gravedad que la presente lesiones.
hayan puesto en una situación de riesgo o
28/2/2019 • La mujer debería haber optado por
vulnerabilidad.
permanecer dentro del inmueble cuando el
hombre corrió hacia la vereda. En cambió lo
corrió hasta alcanzarlo, donde le produjo la
muerte con un cuchillo.
279
Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
Tribunal de • B. agredió físicamente a DGL a golpes de • El hombre estaba sometiendo a la imputada • No hubo provocación por parte de la
Impugnación puño y con un palo que había arrancado de a agresiones físicas al momento de utilizar el mujer.
de Salta, Sala una cerca. arma blanca.
III. “DGL”
• Esa conducta se encuadra en un contexto • La acción se califica como defensiva, aunque
31/7/2018
de violencia de género de larga data. el ataque no era tan grave como para
Existía un peligro concreto de que suponer que su vida peligraba.
continuara haciéndolo.
Tribunal de • “[L]a agresión que en los momentos • “Insensato resultaría […] afirmar que el
Juicio y previos dice haber sufrido [el inculpado] medio y la forma empleada fueran
Apelaciones de por parte de [G], no se encuentra necesarias o racionales, por cuanto salir de
Paraná corroborada por prueba alguna”. su habitación, empuñando un arma,
disparando hacia el cuello de una persona a
“Lemonge” • “[A] excepción de los dichos [del joven] y
escasa distancia, lejos está de reunir tales
25/4/2018 en parte su madre[…], no se ha acreditado
caracteres”.
en modo alguno la existencia de los
improperios relatados por [el imputado]
como provenientes de [G] en base a su
identificación sexual, que este ingresara al
predio forzando el portón y forcejeara con
[el acusado], menos aún que [lo] lastimara
con algún elemento cortante
produciéndole una herida sangrante…”.
Tribunal de • Hay pruebas de que hubo una pelea previa • “[S]in desconocer ciertas variables
Impugnación entre el hombre y la mujer. relevantes como el sexo de los involucrados
de Salta, Sala I. o la contextura física del occiso –un hombre
• Las lesiones físicas provocadas en la mujer
de 1,70 metros de 90 kilogramos de peso
“OPA” se encuentran constatadas.
según su autopsia– no puede soslayarse que
4/12/2017 la herida más dañina fue ocasionada con la
víctima de espalda”.
280
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Tribunal de • La mujer admitió que provocó la lesión • La mujer tuvo la intención de causar la • Era una pareja con picos de violencia
Juicio de Salta, para defenderse de los golpes propinados muerte a la víctima por lo que se verifica el cruzada.
Sala III por su pareja, que se encontraba muy dolo directo en su conducta.
• Agresión recíproca.
ebrio.
“OMA” • “[N]o puede justificarse que con un arma de
• El hombre era alcohólico y la mujer se
11/10/2017 • La imputada presentaba un golpe en la semejantes características, con filo y
volvía más agresiva cuando no tomaba sus
cabeza y hematomas en ambos brazos al punzante, que tenía ‘idoneidad para matar’,
medicamentos.
momento de la detención. y habiendo asestado una estocada a la
víctima en la en la región toráxica
• Los vecinos que brindaron declaración
comprometiendo órganos vitales, debió al
testimonial manifestaron que siempre se
menos representarse que la utilización de
escuchaban peleas, ruidos y discusiones de
este elemento unido al estado de
pareja.
embriaguez que presentaba la víctima,
• “El estado psicológico y emocional quien había permanecido todo la noche
referenciado en la acusada, sumado a los fuera del hogar celebrando el año nuevo,
hechos violentos vividos días antes que podía ocasionar el resultado que finalmente
incluso le dejaron un golpe en la cabeza y sucedió”.
los brazos, tuvieron incidencia y entidad
suficiente para determinar la conducta
antijurídica”.
281
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Tribunal en lo • RCE presentaba hematomas en el • RCE utilizó el cuchillo con la mano izquierda • RCE ordenó a sus hijas menores que
Criminal N° 6 abdomen y piernas, ante cuya palpación pese a ser diestra. No estaba en sus planes permanecieran en su habitación con la
de San Isidro refería dolor. También refirió dolor en su terminar con la vida de [S]. puerta cerrada. Tal previsión descarta la
rostro pese a la falta de constatación de posibilidad de tener por cierta la falta de
“RCE” • La cuchilla de tipo carnicero empleada no
lesiones agudas externas. provocación suficiente y evidencia que la
31/10/2013 fue introducida del todo en el abdomen.
pelea que se aproximaba había sido
• “[Resulta] improbable que de haber Tampoco se utilizó con la fuerza idónea para
prevista por la mujer.
existido ‘piñas en la cabeza’, y una agresión provocar una herida más profunda que
que recuerda como ‘...me pegaba, me permitiera lesionarlo con mayor gravedad.
pegaba, me estaba pegando...’, no hayan
producido hematomas en el rostro pese a
sus referencias de dolor cuando, además,
ya habían aparecido en el abdomen”.
• La descripción realizada por RCE del
padecimiento sufrido descarta que
hubiera pretendido repeler una agresión
que no estaba por comenzar, sino que
estaba ocurriendo.
• La falta de concordancia entre la entidad
de la golpiza y las lesiones constatadas en
282
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
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Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación
Tribunal de • LSB, durante el matrimonio y en la noche • “En las situaciones en donde el • No hubo provocación suficiente.
Casación, Sala I del hecho, sufrió maltratos, vejaciones, y enfrentamiento es entre una mujer y un
agresiones físicas, psicológicas y sexuales hombre –con el que ésta convive– no
“LSB”
de manera permanente y continua. Su hija siempre existe la posibilidad de elección
5/7/2016 de 45 días de edad también sufrió entre un medio más grave o menos grave,
amenazas contra su vida. sino en la utilización de la única forma
posible de defensa”.
• Esas agresiones constituyen violencia de
género y una agresión ilegítima. • “[P]or las características particulares de
socialización, educación, experiencias
personales –inclusivas o no de violencia
doméstica– y, muchas veces, contextura
física de la mujer, es claro que ésta debe
defenderse cuando el hombre se encuentra
desprevenido y con sus defensas bajas”.
• “[E]l arma, que surge generalmente como
demostrativa del dolo de matar y como
indicador de mayor peligrosidad, se
presenta en estos casos como el medio
necesario para llevar la defensa, ya sea de
lesiones o de muerte”.
Tribunal de • El hombre sometía a la imputada a • Díaz se apresuró en tomar el arma de fuego • No hubo provocación suficiente.
Casación reiterados maltratos y violencia de tipo y dispararla contra su pareja para evitar que
Penal, Sala I psicológica y física. él la agarrara, lo cual constituye una
284
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
“Díaz” • “[N]o es exigible que la agresión se esté “agresión anunciada”, como la califica el
llevando a cabo para afirmar la posibilidad dictamen psicológico.
17/10/2013
de una legítima defensa; la propia ley así lo
determina, que sólo se puede ‘impedir’ lo
que no se ha producido, con lo que se
admite la justificante ante una agresión
futura cuando implica en sí misma un
peligro para el bien jurídico”.
• “[L]a agresión ilegítima, como acto por el
cual el [hombre] demostró
inequívocamente su voluntad de lesionar a
Díaz, lo que podía concretar
inmediatamente por poseer los elementos
necesarios para ello –el arma al alcance de
sus manos– tuvo existencia real y concreta
como amenaza a concretarse en un futuro
inmediato”.
285
Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
Caso Agresión ilegítima Necesidad racional del medio empleado Falta de provocación
Corte Suprema • “La noción de ‘actualidad de la agresión’ es • “La imputada llevaba el cuchillo
de Justicia de más restrictiva que la de ‘actualidad del permanentemente consigo, como forma de
la Nación peligro’ del estado de necesidad, y sólo protección, de modo que su portación, la
abarca por ello a la agresión que se dará mañana del hecho, no podía ser valorada
“Pérez”
en forma inminente, que ha comenzado o como prueba de una premeditación
10/12/2020 que aún continúa, a la vez que excluye los incompatible con el estado pasional
casos de ‘defensa preventiva’ y de ‘peligro alegado”.
permanente’, sin perjuicio de su eventual
consideración como estado de
necesidad”.
• La mujer estaba desbordada
emocionalmente por el acoso y las
agresiones que venía sufriendo de parte
de su expareja, todo ello agravado por el
trasfondo de una historia de vida signada
por el abandono y el abuso desde la niñez.
Cámara en lo • “[E]l primer acto de restauración que • “Era mi vida o la de él, exige un razonamiento
Criminal y corresponde a este tribunal es reconocer que estuvo ausente en […] Olmedo al
Correccional a […] Olmedo como víctima de violencia de momento de asestar el cuchillo porque ella
de Primera género”. no pudo dirigir sus acciones”.
Nominación de
la Segunda
Circunscripción
286
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
Judicial de Río
Cuarto
“Olmedo”
27/10/2020
Tribunal de • “[N]o puede ser que se utilice como • “[A]ún admitiendo [la hipótesis del contexto
Impugnación justificativo de la muerte de una persona, de violencia de género] nada justifica el
Penal, Sala B una supuesta violencia de género ejercida accionar de la imputada, de concurrir al
contra la nombrada por parte de la domicilio donde se encontraba éste y
“Pérez”
víctima, máxime no producida en el prácticamente cuando el nombrado se
9/10/2014 momento en que se produce el hecho enfrenta con ella, aplicarle una puñalada en
fatal, sino en días anteriores y por no el pecho, causándole la muerte”.
haber podido recuperar un objeto
• “[T]enía los medios legales para denunciar al
material”.
[hombre, pero no se puede justificar que
haya tomado la justicia por su propia mano,
produciendo la muerte de [C], ya que de
seguir dicho criterio, se crearía un caos
social, poniendo en peligro la convivencia
que toda sociedad organizada debe
priorizar”.
287
Referencia Jurídica e Investigación
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Cámara en lo • El inicio del incidente estuvo enmarcado • La mujer arrojó agua caliente sobre el • Era una pareja con picos de violencia
Penal de en un contexto de violencia “doméstica” hombre que se encontraba recostado sobre cruzada.
Puerto que venía padeciendo la imputada. la cama.
Madryn.
• En un determinado momento se produjo • Su conducta no configura una reacción
“RRJ” un cese en el comportamiento agresivo necesaria contra un acto agresivo del varón
24/11/2010 del varón, quien se recostó en la cama. que haya generado la necesidad de
defenderse.
• Existió una discontinuidad entre el
maltrato inferido esa noche a la imputada • El problema debió haberse canalizado y
por el hombre y el momento en que se resuelto por otras vías jurídicas idóneas con
produjo el hecho. resultados menos lesivos para la víctima
(denuncias penales y/o civiles, obtención de
• No se comprobaron signos de lesiones en
medidas de exclusión del hogar, prohibición
el cuerpo de la imputada, lo cual revela la
de acercamiento al domicilio conyugal).
inexistencia de una pelea o golpiza
previas.
288
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
5. CONCLUSIONES
En segundo término, las conclusiones también hacen foco en los aspectos analizados
tradicionalmente desde la teoría del delito. Las interpretaciones judiciales muchas veces
se han visto permeadas por sesgos de género que afectan la aplicación de la “legítima
defensa”.
SOBRE LOS CRITERIOS UTILIZADOS POR LOS JUECES Y LAS JUEZAS PARA RESOLVER LOS
PLANTEOS DE LEGÍTIMA DEFENSA:
289
Referencia Jurídica e Investigación
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Ministerio Público de la Defensa
• Salvo en el caso “NBA” (2018), las identidades del colectivo LGBTTIQ+ no fueron
consideradas por la jurisprudencia. Esto puede obedecer al desconocimiento
sobre la temática tanto de los tribunales y de operadores judiciales, como a la
invisibilización de su discriminación. Otro caso que se encuentra a la espera de la
realización del juicio oral es de Eva Analía de Jesús, más conocida como “Higui”,
quien intentó defenderse de un grupo de varones que quiso practicar una
violación “correctiva” por ser lesbiana. Higui hirió de muerte a uno de ellos y fue
procesada por el delito de homicidio.
290
2020
Estudios sobre Jurisprudencia
“Rodríguez Guido”, 2014; “NRR”, 2013; “GML”, 2012; “Leiva”, 2011; “RMD”,
2011; “IPP”, 2009; “Bulacio”, 2005; “LSB”, 2016). Sin embargo, este concepto
también fue analizado sin esa perspectiva, lo que dio lugar a respuestas
discriminatorias (“Torres”, 2019; “JMDA”, 2019; “DGL”, 2018; “OPA”, 2017;
“OMA”, 2017; “HC”, 2017; “Pérez”, 2014; “Nahuelfil”, 2010; “RRJ”, 2010;
“Olmedo”, 2020).
• En la mayor parte de los casos de legítima defensa relevados la decisión del caso
estuvo determinada por cuestiones de índole probatoria. Así, se abordaron:
o La aplicación del principio in dubio pro reo (“RCE”, 2019; “Lescano”, 2020;
“HC”, 2018; “Leiva”, 2011; “NBA”, 2018).
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