Liceo Bicentenario
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El Cepillo de dientes
Jorge Díaz
ACTO PRIMERO
(Entra Ella. Joven y bonita. Viste un pijama de seda sobre el cual lleva una bata.
Zapatillas de levantarse. Trae una bandeja. Debajo del brazo un periódico y una revista.
Deja todo sobre la mesa. Al hacerlo se le cae descuidadamente un tenedor. Busca otra
emisora en el transistor. Deja de escucharse en ese momento la música de arpa. Consigue
por fin dar con una música de "Jazz". Satisfecha, sigue el compás con el cuerpo y sale
nuevamente hacia la cocina.
Un momento la escena vacía. El "Jazz" se escucha muy fuerte. Ella vuelve a entrar.
Esta vez con la cafetera y la leche. Las deja sobre la mesa. Da los últimos toques a la mesa
del desayuno. Sólo ahora observa que uno de los dos tenedores está en el suelo. Lo
recoge y se lo queda mirando fijamente.
ÉLLA —Anoche... sí, anoche soñé con un tenedor. Bueno, eso no tiene nada de raro. Debe
ser un símbolo sexual inconsciente... (Arrugando el ceño). Pero lo raro era que el tenedor
decía que quería ser cuchara. El pobre tenía complejo de cuchara... de cuchara de postre.
iWa!
iAh! Yo no sé por qué soy tan complicada! El psiquiatra tampoco. Me dijo que
hablara en voz alta por las mañanas, que eso era bueno para la salud mental. Sirve para
desintoxicarse después de la noche. "Imagínese —me dijo— que está sola en un escenario
iluminado, frente a grandes personalidades que la están mirando y a usted no le importa
nada, nada, nada. Bien, nada. Ahem..." (Se dirige con soltura y desinhibición al público
desde la desembocadura del escenario). "Excelentísimo señor presidente, excelentísimo
ministro consuetudinario, miembros del Cuerpo Diplomático y de otros cuerpos, señorita
Agregada Escultural... ¡Oh, monseñor! (Hace una genuflexión. (Repentinamente se pone a
cantar con energía y sin la menor inhibición un fragmento de ''Madame Butterfly". Desde
el baño llega el inconfundible ruido de una persona haciendo gárgaras. Ella trata de
acallar el ruido cantando más fuerte y echando miradas furiosas hacia el baño, pero,
finalmente, se interrumpe y en forma rencorosa señala hacia el dormitorio). Vivo, vivo con
un hombre. Por lo menos todos llaman así a ese ser de pies grandes que hace gárgaras en
los momentos más inesperados, la noche de bodas, por ejemplo.
Oh, yo soy su mujer. Eso quiere decir que debo ser femenina. Lo que no es fácil.
Hay que sentirse débil, poner los ojos brillantes para que el ser de los pies grandes la
proteja a una; ah, y también debo ser atractiva. No puedo permitir que me crezca bigote
ni que se me caigan los dientes. Además, debo recordar que los ravioles ensanchan las
caderas y los espárragos achican el busto (Dando un gran suspiro). Ah, pero la verdad, la
verdad es que estoy cansada, terriblemente cansada de ser la esposa femenina de ese
animal masculino que se rasca, pierde el pelo sistemáticamente y, oh, canta tangos
pasados de moda (Soñadora). Oh, quisiera... quisiera engordar, fumar un puro, o enviudar
de una manera indolora y elegante.
Liceo Bicentenario Padre Alberto Hurtado Cruchaga
Departamento de Lenguaje y Comunicación
El monólogo, como psicoterapia, también sirve para que a una se le ocurran ideas,
bueno, ideas inocentes como... enviudar sin anestesia. Hoy, como todos los días, tengo
preparadas algunas sorpresas. Para empezar, el café no es café. No. Tampoco es Nescafé.
Es veneno. Veneno con gusto a café descafeinado. Las tostadas... parecen tostadas,
¿verdad?, nadie diría que no lo son. Bueno, en cierto modo lo son, ¡pero las tosté con gas
de hidrógeno que producen efectos fatales al ser digeridas … iAh... y el azúcar! El azúcar
tiene un poco de raticida granulado. Esto último es un virtuosismo de especialista que
muchos considerarán exagerado, pero que es propio de mi sentido de la responsabilidad.
ELLA —(Con una risita siniestra). ¡es hora de actuar! Sh, Sh (gritando hacia el dormitorio).
¡Hijito, está servido el desayuno! (Ella se sienta y empieza a poner mantequilla a una
tostada. Pausa. Más fuerte). ¡Está servidooo el desayuno!
ÉL—El veneno, por favor (Ella no lo oye). Un poco de café, querida. Sst, ¿qué dice?, (Ella lo
hace callar con un gesto. Evidentemente está concentrada en lo que escucha a través del
audífono).
ÉL—¿De qué?
ELLA —¿Ah?
ÉL —¿Qué dice?
Liceo Bicentenario Padre Alberto Hurtado Cruchaga
Departamento de Lenguaje y Comunicación