Literatura de Un Viajero Nocturno

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 12

Literatura de un viajero nocturno

Por
Martin Alberto Lucero Hernández
Estudiante de la
Escuela normal fronteriza Tijuana
Influencias literarias:

Realmente no me considero como un erudito de la literatura, pocas veces toco un libro, y de


esas veces nunca los termino, aun así, he podido disfrutar textos de autores de novelas de
distintos géneros, cuando leo sus obras siento que soy transportado a otros mundos, mundos
que solos sus obras pueden representar a la perfección. tengo una enorme lista de autores,
pero simplemente quisiera mencionar a solo 5.

El primero que quisiera mencionar es a J. R. R. Tolkien, el autor de los libros de” el señor
de los anillos” y “el hobbit”, soy un gran fan de las historias de fantasía, y Tolkien es el
mejor representando a la perfección esos mundos medievales, donde distintos seré como
humanos, elfos y enanos conviven juntos y luchan contra las fuerzas de señores oscuros y
sus ejércitos de aterradores orcos.

El segundo que quisiera mencionar es a Julio Verne, autor de “la isla misteriosa” “la vuelta
al mundo en 80 días” y mi favorito “120 lenguas de viaje submarino”. como Tolkien, me
encanta los distintos mundos que crea en sus textos, solo que, en esta vez, es ciencia
ficción, la primera vez que leí a Verne fue en secundaria, con el último libro mencionado
anteriormente, Verne fue el pionero del genero literario de ciencia ficción, genero junto al
de fantasía, son mis favoritos.

El tercero, cuarto y quinto autor, los menciono juntos, ya que ellos se especializan en un
solo género, claro que cada uno de ellos tienen su propio estilo, y me refiero a nadie más
que a Stephen King, Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft, escritores de novelas que abarcan el
género de terror. Si bien había dicho que los genero de fantasía y ciencia ficción son de mis
favoritos, el género de horror siempre estará por arriba de estos últimos, los escritores
anteriormente mencionados son mi mayor ejemplo al mencionar a mejores autores de
novelas de terror, si bien los tres escriben del mismo género, cada quien tiene su magia por
así decirlo, Stephen King escribe novelas de suspenso sobrenatural y ciencia ficción muy
enganchadoras, “el resplandor” es uno de mis libros favoritos de King, por otra parte Poe,
sus historias abarcan también escribe suspenso, aunque también sus historias tornan un
ambiente lúgubres, deprimente y de ultra tumba “el gato negro” y “el pozo y el péndulo”
son historias que cuando las leí por primera vez, sentí un verdadero escalofrió, pero sin
duda, de todos ellos el que más he leído y con toda seguridad puedo decir que es mi autor
favorito, es Howard Phillips Lovecraft, Lovecraft ha sido uno de los mejores escritores de
horror que jamás he leído, a diferencia de los autores mencionados, Lovecraft es un caso
muy especial, ya que el ha sido una gran influencia para muchos escritores, y además, el
fue el creador de uno de los mejores sub géneros de horror literarios que jamás hayan
existido, el horror cósmico, aunque Lovecraft no fue el primero en usar la ciencia ficción
para el genero del horror, sus ideas fueron realmente renovadoras, la idea de que más allá
de las estrellas, se encuentra un ser, de gran poder, ser que con solo su presencia puede
llevar a la locura a pobres almas, sin duda la idea de que allá afuera, hay algo mas grande
que nosotros y que nuestra existencia en el universo no es nada a comparación de estos seré
considerados dioses si es algo que me aterra mucho, “la llamada de Cthulhu” es sin duda,
mi novela de horror favorita.
Poemas:

Unos de mis poemas favoritos son “el cuervo” de Edgar Allan Poe. el poema va así:

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,

mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,

inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,

cabeceando, casi dormido,

oyóse de súbito un leve golpe,

como si suavemente tocaran,

tocaran a la puerta de mi cuarto.

“Es -dije musitando- un visitante

tocando quedo a la puerta de mi cuarto.

Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo

de un gélido diciembre;

espectros de brasas moribundas

reflejadas en el suelo;

angustia del deseo del nuevo día;

en vano encareciendo a mis libros

dieran tregua a mi dolor.

Dolor por la pérdida de Leonora, la única,

virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.

Aquí ya sin nombre, para siempre.


Y el crujir triste, vago, escalofriante

de la seda de las cortinas rojas

llenábame de fantásticos terrores

jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,

acallando el latido de mi corazón,

vuelvo a repetir:

“Es un visitante a la puerta de mi cuarto

queriendo entrar. Algún visitante

que a deshora a mi cuarto quiere entrar.

Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,

y ya sin titubeos:

“Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro,

mas el caso es que, adormilado

cuando vinisteis a tocar quedamente,

tan quedo vinisteis a llamar,

a llamar a la puerta de mi cuarto,

que apenas pude creer que os oía.”

Y entonces abrí de par en par la puerta:

Oscuridad, y nada más.


Escrutando hondo en aquella negrura

permanecí largo rato, atónito, temeroso,

dudando, soñando sueños que ningún mortal

se haya atrevido jamás a soñar.

Mas en el silencio insondable la quietud callaba,

y la única palabra ahí proferida

era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”

Lo pronuncié en un susurro, y el eco

lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”

Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,

toda mi alma abrasándose dentro de mí,

no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.

“Ciertamente -me dije-, ciertamente

algo sucede en la reja de mi ventana.

Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,

y así penetrar pueda en el misterio.

Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,

y así penetrar pueda en el misterio.”

¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,


y con suave batir de alas, entró

un majestuoso cuervo

de los santos días idos.

Sin asomos de reverencia,

ni un instante quedo;

y con aires de gran señor o de gran dama

fue a posarse en el busto de Palas,

sobre el dintel de mi puerta.

Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano

cambió mis tristes fantasías en una sonrisa

con el grave y severo decoro

del aspecto de que se revestía.

“Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.

no serás un cobarde.

hórrido cuervo vetusto y amenazador.

Evadido de la ribera nocturna.

¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”

Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado

pudiera hablar tan claramente;


aunque poco significaba su respuesta.

Poco pertinente era. Pues no podemos

sino concordar en que ningún ser humano

ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro

posado sobre el dintel de su puerta,

pájaro o bestia, posado en el busto esculpido

de Palas en el dintel de su puerta

con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.

las palabras pronunció, como virtiendo

su alma sólo en esas palabras.

Nada más dijo entonces;

no movió ni una pluma.

Y entonces yo me dije, apenas murmurando:

“Otros amigos se han ido antes;

mañana él también me dejará,

como me abandonaron mis esperanzas.”

Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio

tan idóneas palabras,

“sin duda -pensé-, sin duda lo que dice


es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido

de un amo infortunado a quien desastre impío

persiguió, acosó sin dar tregua

hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,

hasta que las endechas de su esperanza

llevaron sólo esa carga melancólica

de “Nunca, nunca más.”

Mas el Cuervo arrancó todavía

de mis tristes fantasías una sonrisa;

acerqué un mullido asiento

frente al pájaro, el busto y la puerta;

y entonces, hundiéndome en el terciopelo,

empecé a enlazar una fantasía con otra,

pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,

lo que este torvo, desgarbado, hórrido,

flaco y ominoso pájaro de antaño

quería decir graznando: “Nunca más,”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,

frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,

quemaban hasta el fondo de mi pecho.

Esto y más, sentado, adivinaba,


con la cabeza reclinada

en el aterciopelado forro del cojín

acariciado por la luz de la lámpara;

en el forro de terciopelo violeta

acariciado por la luz de la lámpara

¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire

se tornaba más denso, perfumado

por invisible incensario mecido por serafines

cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.

“¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,

por estos ángeles te ha otorgado una tregua,

tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!

¡Apura, oh, apura este dulce nepente

y olvida a tu ausente Leonora!”

Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!

¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio

enviado por el Tentador, o arrojado

por la tempestad a este refugio desolado e impávido,

a esta desértica tierra encantada,


a este hogar hechizado por el horror!

Profeta, dime, en verdad te lo imploro,

¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?

¡Dime, dime, te imploro!”

Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!

¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!

¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,

ese Dios que adoramos tú y yo,

dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén

tendrá en sus brazos a una santa doncella

llamada por los ángeles Leonora,

tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen

llamada por los ángeles Leonora!”

Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida

pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.

¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.

No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira

que profirió tu espíritu!

Deja mi soledad intacta.


Abandona el busto del dintel de mi puerta.

Aparta tu pico de mi corazón

y tu figura del dintel de mi puerta.

Y el Cuervo dijo: Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.

Aún sigue posado, aún sigue posado

en el pálido busto de Palas.

en el dintel de la puerta de mi cuarto.

Y sus ojos tienen la apariencia

de los de un demonio que está soñando.

Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama

tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,

del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,

no podrá liberarse. ¡Nunca más!

El poema parte del topico de la muerte de una mujer amada, de como debe lidiar con el
sufrimiento y a la vez lidiar con la presencia de un curioso cuervo que lo atormenta con las
palabras "Nunca más"

También podría gustarte