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EL VÍNCULO PEDAGÓGICO COMO ELEMENTO FUNDACIONAL PARA EL “ENSEÑAJE” DE LA HISTORIA

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El vínculo pedagógico como


elemento fundacional
para el “enseñaje” de la historia
Hugo Torres Salazar1
Universidad de Guadalajara
ORCID: 0000-0003-4534-7860
Artículo de Reflexión derivado de investigación
Recibido: 24-04-2020 - Aprobado: 29-05-2020

Resumen:
El papel del profesor en la formación de estudiantes, debe partir del análisis de los recursos
que el maestro aporta como sujeto, las historias de los sujetos que interactúan; de la historia
que construyen en el aula y de las condiciones socio-históricas en que se desarrolla el proceso
educativo.
No se concibe la educación sin el binomio, educador-educando, porque es, en todos los casos,
una relación, una actividad fundamentalmente social y creadora de vínculos.
El vínculo que se produce en esta relación se ve influido por las características del entorno social
e institucional, por los intereses, actitudes y características de los estudiantes y de los profesores,
y además por las propias características y complejidades del conocimiento que se enseña.

Palabras clave: Vínculo, educador, educando, docencia, conocimiento, historia.

1 Universidad de Guadalajara. Correo electrónico: [email protected]

Revista Grafía Vol. 17 N° 1 - enero-junio 2020- pp. 89-107 - ISSN 1692-6250


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HUGO TORRES SALAZAR

The pedagogical link as a foundational element for the teaching of


history

Abstract:
The role of the teacher in the formation of students, must start from the analysis of the resources
that the teacher brings as a subject, the stories of the subjects that interact; of the history that
they build in the classroom and of the socio-historical conditions in which the educational
process develops.
Education cannot be conceived without the educator-educatee binomial, because it is, in all
cases, a relationship, a fundamentally social and bond-creating activity.
The link produced in this relationship is influenced by the characteristics of the social and
institutional environment, by the interests, attitudes and characteristics of students and teachers,
and also by the characteristics and complexities of the knowledge being taught.

Key words: Link, educator, learner, teaching, knowledge, history.

A ligação pedagógica como elemento fundação para o ensino da história

Resumo:
O papel do professor na educação dos alunos, deve partir da análise dos recursos que o professor
traz como disciplina, das histórias das disciplinas que interagem; da história que constroem na
sala de aula e das condições sócio-históricas em que o processo educativo se desenvolve.
A educação não pode ser concebida sem o binómio educador-aprendizagem, porque é, em
todos os casos, uma relação, uma actividade fundamentalmente social que cria ligações.
A ligação produzida nesta relação é influenciada pelas características do ambiente social e
institucional, pelos interesses, atitudes e características dos estudantes e professores, e também
pelas características e complexidades dos conhecimentos que estão a ser ensinados.

Palavras-chave: ligação, educador, aprendiz, ensino, conhecimento, história.

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Volver a pensar la forma en la que nos presentamos cada día en el aula, las
palabras que decimos, los gestos que nos acompañan, las miradas que miran
y las que nos miran. Prestar atención a su lectura abre un abismo incierto
por el que es fácil dejarse arrastrar, un camino inhóspito que no sabemos
dónde va a conducirnos…y eso es algo capaz de acontecer en todos y cada
uno de nosotros como una experiencia a la vez trágica y maravillosa. 2

El punto de partida de cualquier discusión sobre el papel del profesor en la formación de estudiantes,
debe partir del análisis de los propios recursos que el maestro aporta como sujeto –su historia
personal-, de las historias de los sujetos que interactúan con él –los alumnos-; de la historia que
construyen en el aula y de las condiciones socio-históricas en que se desarrolla la aventura del
proceso educativo.

Hoy se reconoce el derecho del profesor a ocupar un puesto activo, no centralizador en el


hecho educativo, de manera que no se concibe la educación sin el binomio, educador-educando,
porque ella es, en todos los casos, una relación, una actividad fundamentalmente social y creadora
de vínculos.

El vínculo que se produce en esta relación se ve influido por las características del entorno social
e institucional donde se produce, por los intereses, actitudes y características de los estudiantes y
de los profesores, y además de las propias características y complejidades del conocimiento que
se está construyendo; en suma podríamos decir que la docencia se ve afectada por el momento
histórico en que se desarrolla.

El origen de la profesión docente como su ejercicio en la sociedad, ha sido concebido


tradicionalmente por muchas generaciones y en muchos países como la práctica de un apostolado.
Concebir así la docencia no permite ver con claridad el papel del docente e ir a una reflexión
profunda y amplia sobre la misma. Para nosotros trascendiendo el tiempo en que recibimos
educación, ambas actividades son indisolubles donde el maestro ejerce un trabajo profesional y

2 Larroza, Jorge. Ensayando el Maestro Ignorante. Un Seminario de Lectura. Jacques Ranciére. La Educación Pública y la
Domesticación de la Democracia. Buenos Aires, Argentina, Miño y Dávila, Editores, 2017. pág. 82.

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donde en ese ejercicio se construye, se construye cotidianamente a través de las interacciones que
se suceden en el aula, en la escuela y en la sociedad. Bajo esta premisa podemos afirmar que el
maestro no nace, ni se hace, sino se construye, se construye en la cotidianidad de su trabajo social,
en la cotidianidad del trabajo áulico; el profesor y el estudiante construyen el proyecto educativo
a través de la relación vincular…”la educación no crea al hombre, lo ayuda a crearse a sí mismo”.
(Debesse)

Es en el aula donde el maestro recibe un gran intercambio de acciones físicas y afectivas de sus
alumnos que le resultan continuas, ineludibles e irrepetibles pero que se incorporan a su experiencia
y lo convierten en un ente activo de la conducción –enseñanza- para dejar ser al estudiante, el ente
activo de la realización –aprendizaje-. Para explicar la relación dialéctica que existe entre ambos
procesos, incluimos el neologismo de “enseñaje”.
Enseñanza y aprendizaje constituyen pasos dialécticos inseparables, integrantes de un
proceso único en permanente movimiento, pero no sólo por el hecho de que cuando
hay alguien que aprende tiene que haber otro que enseña, sino también en virtud del
principio según el cual no se puede enseñar correctamente mientras no se aprenda
durante la misma tarea de la enseñanza.

No hay ser humano que no pueda enseñar algo, aunque más no sea por el simple
hecho de tener cierta experiencia de vida. Aclaremos, además, que no se trata sólo de
aprender en el sentido limitado de recoger información explicitada, sino de convertir
en enseñanza y aprendizaje toda conducta y experiencia, relación o quehacer.
Aprendizaje y enseñanza están tan solidariamente relacionados que, con frecuencia…
se acuñó un neologismo, que primero apareció como lapsus, y que integra ambos
términos: “Enseñaje”. 3

A un acto de enseñar le debe corresponder un acto de aprender, de modo, que para que surja
el maestro, exige la presencia de un aprendiz.

3 Bleger, José. Temas de psicología. (Entrevistas y grupos). México, Folios Ediciones, 1983, págs. 58-61.

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El aula es el ámbito natural donde el maestro se realiza o se enajena, aunque con frecuencia las
representaciones que tiene la sociedad del trabajo del maestro no corresponden a lo que constituye
el trabajo real en el aula, y de esto viene toda una serie de falsas expectativas y valoraciones irreales
hacia el trabajo del profesor, que llegan a materializarse en un mediano reconocimiento social, pero
muy lejano reconocimiento económico.

Para cualquier docente que ejerza su quehacer profesionalmente, el trabajo en el aula no


se circunscribe a una actividad ya dada y determinada por un territorio de cuatro paredes, su
acción trasciende en la formación de profesionales que transformados en el aula, transformen a
la sociedad en que se desarrollan y que la capacitación a través de las competencias que reciben
como seres humanos, no le sea sólo para ver la vida, sino para el ejercicio profesional en la vida,
para la difusión y práctica del conocimiento y como testimonio integral de la sociedad a la cual
pertenecen. Para esto, el maestro no puede estar ajeno a las situaciones históricas específicas de su
país y de su entorno donde impacta su práctica docente; me refiero al contexto social e histórico
de su momento; procesos políticos, inflación, desempleo, inseguridad, marginación, etcétera, en
suma debe estar informado y ser un hombre de su tiempo y de sus circunstancias.

La adaptación mecánica en el proceso educativo del alumno y del maestro significa el


reduccionismo del complejo y rico proceso de enseñar y aprender y la ausencia y amnesia de la
realidad social en el quehacer docente.

Es aquí donde el maestro debe practicar la reflexión personal y la responsabilidad en el respeto


y la verdad; “los hábitos de libre examen al mismo tiempo el espíritu de tolerancia” (Gregorio
Torres Quintero). No olvidemos que la pedagogía idealista y de la escuela tradicional, privilegió
demasiado la instrucción sobre la educación y el elemento fundamental de su argumento fue el
considerar al alumno como un mero mecanismo receptor.

Reconocer que el proceso educativo es construido por sujetos concretos, poseedores de una
historia e influenciados por su época, así como por el momento en el cual viven, lleva a romper
el esquema ordinario que considera al ejercicio magisterial como una actividad homogénea y nos

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conduce a un nuevo planteamiento donde se reconoce que es en la docencia donde el maestro


se construye y recibe las particularidades del contexto social y educativo donde se desempeña.

En cada escuela el trabajo de los maestros adquiere un contenido específico, “éste se construye
en la cotidianidad escolar {y} se define mediante un proceso de construcción continuo donde
intervienen de manera central las condiciones materiales específicas de cada escuela y las relaciones
al interior de ella”. 4 De esta manera cada escuela produce a sus maestros y a sus alumnos, o más
bien diríamos; cada escuela tiene los maestros y alumnos que se merece.

Es en la escuela donde se forja la identidad escolar y donde se produce la construcción-realización


de la pareja educativa, con sus particularidades a través del vínculo pedagógico, maestro-alumno.

La teoría del vínculo que tomo de la psicología;

considera al individuo como una resultante dinámico-mecanicista no de la acción de


los instintos y de los objetos internalizados sino del interjuego establecido entre el
sujeto y los objetos internos y externos, en una predominante relación de interacción
dialéctica, -[el sujeto modifica al objeto pero a su vez el sujeto es modificado por el
objeto al que se vincula]- la cual se expresa a través de determinadas conductas. 5

En todo momento el vínculo lo establece la totalidad de la persona en constante proceso de


evolución, por lo cual, el alumno en su formación educativa, nunca expresará un tipo único de
vínculo, sino el empleo en forma simultánea de diferentes estructuras vinculares; resumiendo se
puede afirmar, que existen muchas maneras de relacionarse, es decir; existen muchos tipos de
vínculo…“nunca existe un tipo único de vínculo sino que las relaciones que el sujeto establece
con el mundo son mixtas, en la medida en que siempre emplea en forma simultánea diferentes
estructuras vinculares”. 6

4 la tarea. El Vínculo Pedagógico, maestro-alumno. Educación transversal para la vida. Volumen 15, (2001): págs. 97-101.
5 Pichon-Rivière, Enrique. Teoría del Vínculo, Argentina, Ediciones Nueva Visión, 1985, pág. 10.
6 Ibid., pág. 11.

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El tipo de relación o vínculo establecido entre el alumno y el profesor, será el que defina el tipo
de estructura de la conducta que se manifestará en la clase, sólo que no siempre es fácil determinar
ese objeto de la conducta, ya que puede ser concreto y visible, o interno, virtual y por lo tanto
invisible para el observador externo, para el maestro. Más aún, la relación con el objeto puede
ser doble: externamente el alumno puede estarse relacionando con el maestro, mientras que
internamente la relación establecida sea con otro objeto, que entonces sería virtual. En este caso
es un sujeto disociado, una parte está en la clase, la otra, no lo está.

Pongamos algunos ejemplos:

El profesor expone su clase. Uno de sus alumnos, en especial parece seguir atentamente su
exposición, sin embargo cuando es requerido para que responda la pregunta que el profesor
ha hecho, la respuesta es totalmente equivocada. ¿Qué ha pasado?. El alumno en cuanto la parte
externa de su conducta, o sea, su postura física, la atención al profesor, tomar apuntes,…demuestra
que está relacionado con el objeto externo, el profesor, pero internamente; su conducta tiene
como objeto la chica que conoció el fin de semana, que en este caso constituye un objeto virtual,
ya que ella no está presente físicamente en el salón de clase, sino sólo en el pensamiento del
alumno. Decimos que el alumno está disociado, ya que físicamente y con su actitud corporal está
presente en el aula y en la exposición de la clase, pero realmente está en otro lado. “A través del
vínculo se comunica toda la personalidad del sujeto, pero si una personalidad está disociada tiene
dos vínculos, dos pautas de conducta”. 7

Otra situación pudiera ser la siguiente;

El profesor hace preguntas a sus alumnos, e inicia con ellos una discusión sobre el tema de la clase.
De pronto, ante una intervención del profesor, uno de sus estudiantes reacciona agresivamente,
con un marcado enojo que se manifiesta en el tono y en lo elevado de la voz. El profesor se
molesta, cae en la provocación, responde igual de agresivo, y saca de clase al alumno. No se explica
qué fue lo que tanto molestó al alumno. Lo que el profesor no sabe es que uno de sus gestos,

7 Pichon-Rivière, Enrique. Teoría del Vínculo, Argentina, Ediciones Nueva Visión, 1985, pág. 71.

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unido a una determinada palabra, hizo que el alumno lo identificara con alguna figura parental, o
superyoica; el padre, la madre, tío, abuelo, etcétera; con quien ha mantenido relaciones de reto y
competencia; y que se reavivaron ese día por un encuentro familiar. Así que la reacción de enojo
del alumno, más que contra el profesor a quien tenía enfrente y que era el objeto concreto de su
conducta, iba dirigida contra ese objeto primario, quien, aunque no estaba presente físicamente en
ese momento, era el objeto virtual al que estaba ligada la conducta agresiva del alumno. Con esto
no quiero decir que siempre el profesor deberá pagar los platos que no rompió, sino explico las
causas motivacionales de la conducta de los alumnos. Esta misma reacción puede proyectarse a
diferentes personas. A través del proceso de la transferencia, el estudiante transfiere en la figura del
maestro las características de una figura anterior, de su vida infantil, y revive el vínculo primitivo que
él tuvo con sus objetos primarios, de su primera época de la vida, la madre o el padre; constituidos
como los primeros objetos; “objetos de amor” u “objetos de odio”. “La situación transferencial no
es específica de la relación terapéutica –ya lo habíamos señalado- el mayor o menor grado se da
en cada ocasión que un individuo encuentra a otro. Nosotros hemos caracterizado este proceso
como reencuentro”. 8

Ya Freud señalaba en la dinámica de la transferencia que “si la necesidad de amor de alguien no


está satisfecha de manera exhaustiva por la realidad, -[y como de hecho nadie la tiene]-, se verá
precisado a volcarse con unas representaciones-expectativa libidinales hacia cada nueva persona
que aparezca, y es muy probable que las dos porciones de su libido, la susceptible de conciencia
y la inconsciente, participen de tal acomodamiento”…”esa investidura se atendrá a modelos, se
anudará a uno de los clisés preexistentes en la persona en cuestión”, 9 y por lo tanto responderá
con vínculos reales ante el profesor.

No es necesario que exista un total conocimiento de la persona o que se haya establecido una
relación permanente, son suficientes analogías tan distantes o detalles insignificantes para que se
establezca la transferencia, “tales como: el color del cabello, rasgos faciales, el modo como sostiene

8 Pichon-Rivière, Enrique. El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social, Argentina, Ediciones Nueva Visión, 1983, pág. 194.
9 Freud, Sigmund. Sobre la dinámica de la transferencia, Argentina, Amorrortu editores, 1996, pág. 98.

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el cigarrillo o la lapicera, la similaridad o la igualdad de sonido del nombre con el de la persona que
ha sido importante para el [alumno] aún analogías tan distantes como éstas, son suficientes para
establecer la transferencia”. 10

A través de estos ejemplos hemos confirmado que toda conducta está siempre ligada a un
objeto y que la relación con ese objeto puede ser real o virtual, también vimos que la conducta
que el sujeto emite corresponderá a una situación concreta determinada por su historia familiar,
así como a la disposición psicológica en la que se encuentre el alumno. Esto determina que las
características del mundo interno de una persona sean completamente diferentes de las del mundo
interno de otras personas frente a la misma experiencia de la realidad externa.

En general podemos afirmar que los dos tipos básicos de vínculo con el objeto externo son
dos, el de atracción y el de rechazo y ambos son fundantes para la enseñanza y para el aprendizaje.

De acuerdo con lo anterior, podemos describir las diferentes maneras como el ser humano
capta y vive los objetos de sus conductas. Los puede captar como amenazantes, en tanto que
pueden poner en peligro su equilibrio interno (recuérdese que todo organismo intenta mantener
constancia, o recuperar si las ha perdido, para que no sobrevenga la angustia, las condiciones
internas de equilibrio), y en esa medida los rechazará y procurará alejarse de ellos. También los
puede captar como atractivos, si le pueden ayudar a conservar ese equilibrio interno, a través de la
satisfacción de una necesidad, y en esa medida procurará acercarse y apropiarse de dichos objetos,
o bien, por último, los verá con indiferencia si no le ayudan ni ponen en peligro ese equilibrio
interno, y en esa medida dejará de involucrarse con ellos.

No debemos perder de vista que “el odio y no el amor, sería el vínculo primario de sentimiento
entre los seres humanos”; 11 o sea que lo más primitivo en el desarrollo del ser humano es el odio
como precursor del amor y que su necesidad de comunicación lo lleva a establecer vínculos con
otros de manera que vivirá, tanto en el acercamiento como en el aislamiento.

10 Ferenczi, Sandor. Sexo y Psicoanálisis, Argentina, Ediciones Hormé, 1959, págs. 39 y 40.
11 Freud, Sigmund. La predisposición a la neurosis obsesiva, Argentina, Amorrortu editores, 1996, pág. 345.

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Hasta aquí hemos explicado estos dos tipos básicos de vínculos, pero en la realidad pueden
darse otros vínculos, por ejemplo el de dependencia, de cooperación, de competencia; y otros que
explica Rancière en su Maestro ignorante;

En las lecciones de Jocotot para enseñar lo que sabe y lo que no sabe, es necesario
establecer entre el profesor y los estudiantes, “el vínculo mínimo de una cosa común”. 12

Allí mismo, Rancière, señala dos facultades en juego en el acto de aprender: la inteligencia y la
voluntad; y que establecen otra clase de vínculo;

Entre el maestro y el alumno se había establecido una pura relación de voluntad a


voluntad: relación de dominación del maestro que había tenido como consecuencia
una relación enteramente libre de la inteligencia del alumno con la del libro, esa
inteligencia que además era la cosa común, el vínculo intelectual igualitario entre el
maestro y el alumno. 13

Este es el resultado, “cuando varias personas se reúnen en un grupo, cada miembro proyecta
sus objetos de fantasía inconsciente sobre varios miembros del grupo, relacionándose con ellos
según esas proyecciones, que se patentizan en el proceso de adjudicación y asunción de roles”. 14

Puede darse el caso de que un alumno se relacione con el maestro en una mezcla de atracción
y de rechazo al mismo tiempo, ya que determinado maestro reúne características que le gusten y le
atraigan y otras que le disgusten y le irriten. Lo mismo puede decirse de nuestro trabajo, de nuestra
escuela; nos gusta por algo, pero nos disgusta por otras cosas. Esto puede presentarse también
respecto de alguna materia, en la realización de alguna actividad, etcétera.

Cuando un alumno experimenta al mismo tiempo atracción y rechazo por algún objeto, persona
o situación, decimos que está en conflicto, en un conflicto de ambivalencia, el componente positivo
y el componente negativo de la actitud afectiva se hallen simultáneamente presentes; ama y odia

12 Rancière, Jean. El maestro ignorante: cinco lecciones sobre la emancipación intelectual, Argentina, Libros del Zorzal, 2007, pág. 16.
13 Ibid., pág. 28.
14 Pichon-Rivière. El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social. Argentina, Ediciones Nueva Visión, 1983. pág. 194.

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en un mismo movimiento a la misma persona. Si rechaza al objeto podría perderlo, y con ello
perder todas las ventajas y gratificaciones que le reportaría; pero si se acerca a él, podría poner
en peligro su equilibrio interno. De este estado de conflicto surgen los mecanismos de defensa
–negación, disociación, proyección…- que le permitirán en primera instancia separar los aspectos
malos y establecer la relación sólo con la parte buena o mala del objeto; y de esta manera conserva
el objeto; (mi madre me regaña - odio- pero me prepara el desayuno –amor-; en la escuela me
exigen que estudie –odio- pero veo a los cuates y a la novia –gratificación-amor-); aquí es necesario
decir que si el alumno puede relacionarse parcialmente con el objeto y esto le permite resolver el
conflicto, llega a esa relación bastante debilitado y con poca capacidad para su realización. (Ya Anna
Freud, había señalado el debilitamiento del yo al utilizar los mecanismos de defensa).

Un grado determinado de “ambivalencia” –término acuñado por Bleuler- es normal, sin embargo
un grado más alto y constante de ella, es una marca particular de las personas neuróticas, es aquí
donde la capacidad de transferir se ha vuelto negativa, y por consecuencia cesa la posibilidad de
establecer vínculos de calidad y afectividad.

A través de estos planteamientos podemos afirmar que el estudiante no sólo recibe aprendizaje
cognoscitivo en la escuela, sino avanza en un proceso de formación a través del aprendizaje de
formas específicas de establecer vínculos, de relacionarse con los profesores, personal directivo,
administradores, y con los propios compañeros. La mayor parte de la información estudiada y
aprendida en las aulas de la escuela será olvidada, en la medida que no es utilizada en la vida
diaria, pero estos aprendizajes de socialización permanecerán allí, sedimentados en el alumno,
para resignificarlos en su vida social. Se constituirán como patrones de conducta que formarán y
estructurarán su personalidad.

El profesor a través de cómo realice su función docente, va a propiciar en sus estudiantes el


aprendizaje de determinados vínculos. Por esto, la manera de ser del profesor, la manera de impartir
la clase, cobra una importancia especial, no sólo en función de los aprendizajes académicos que
registre en los programas de estudio, sino también el aprendizaje de socialización que registrará
el alumno a través de las relaciones vinculares que practique en el aula y en la escuela. La acción

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docente debe trascender el ámbito de las relaciones de clase y proyectarse en las relaciones hacia
la sociedad.

Si en la enseñanza se practica cada vez más un “natural” vínculo de dependencia, y el profesor


transmite que “saber es poder”, se nulifica la capacidad del alumno y se acerca de una manera
peligrosa más al adiestramiento que a la educación. He ahí el reto para el profesor que debe romper
ese círculo, donde no se angustie ni pierda su seguridad al permitir que se generen relaciones con
vínculos significativos y horizontales más que verticales de autoridad, donde el maestro abandone
las gratificaciones narcisistas que recibe de alumnos dóciles y domesticados.

El miedo del maestro se mezcla con una comprensible necesidad de ser admirado
y de sentirse superior (…) Idealmente un maestro deberá minimizar la distancia
entre él y sus alumnos. Debería asentarlos {sic} a no necesitar de él con el tiempo, o
aún inmediatamente. Pero esto es muy raro. Los maestros se transforman en sumos
sacerdotes de misteriosos arcanos, en jefes de mumbojumbo, y hasta un maestro más o
menos consciente puede verse tiroteado {sic} entre la necesidad de dar y la necesidad
de retener, el deseo de liberar a sus estudiantes y el deseo de esclavizarles a sí. 15

Si parafraseamos a Winnicott, la función docente sería vivir con nuestros alumnos el proceso de
la ilusión y desilusión, para de allí llevar al alumno a la capacidad de “estar sólo”.

Esto resulta difícil porque también es la sociedad y la escuela como institución, que se convierten
en protectoras del “statu quo”, que instala en el quehacer del maestro normas y verdades que la
sociedad legitima. Estas acciones siempre serán certificadas por los padres y la sociedad, creando
una escuela que más que educar, domestique y lleve a los alumnos a practicar formas opuestas de
conducta, una aceptación y docilidad que se manifestará en el entorno escolar y otra de rechazo
y hostilidad por debajo de la primera la cual surgirá cuando el alumno se libre de la opresión del
maestro, o al egreso de la escuela; para producir después el juicio severo y fulminante del alumno
hacia la institución y a toda la estructura escolar. Mediante esta práctica docente podríamos decir,

15 Psicopatología del vínculo profesor-alumno: el profesor como agente socializante. Revista de Ciencias de la Educación. Rosario,
Argentina. 1957. Octubre 27 de 2020. www-cucs.udg.udgmx>Antología_PA101>Bohoslavsky-PDF, págs. 4 y 5.

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que se dio instrucción más que educación, y que el objetivo fue para conservar la cultura y todas
las reglas de la sociedad, más que para crear o transformarlas.

Otro elemento que establece una continuidad entre una generación y otra y constituye uno
de los canales mediante el cual se realiza la transmisión cultural, son los ritos de la educación que
se convierten en clichés, formas estereotipadas, mecánicas, desvitalizadas y empobrecedoras. Me
refiero; el ritual de la clase, el ritual de la evaluación, el ritual formalizado de un programa, el ritual
de los exámenes, la entrega de trabajos; etcétera; y no es que se esté en contra de la planeación
y administración escolar, lo que aquí se señala son las acciones que por su repetición resultan
formas vacías de relación entre alumnos y maestros. Importa aquí destacar nuevamente que lo
valioso del proceso docente, es todo lo que enseña y la forma en cómo se enseña; el ritual puede
resultar enriquecedor en la medida en que cada acto sea una sorpresa para el alumno e introduzca
características novedosas.

En ocasiones el alumno se ocupa más de qué manera sortear todas estas vicisitudes, como
lo que no sabe y los interrogatorios inquisitoriales del maestro que en ocuparse de plantearse
nuevas interrogantes o problemas o formas inteligentes de resolver problemas. Para el maestro
esta relación lo lleva a trabajar sobre lo conocido y seguro y desatender lo nuevo, innovador y
creativo.

¿Cuántos profesores se preocupan realmente porque sus alumnos aprendan a formular


preguntas? La mayor parte está más empeñada en que ellos den respuestas; y no cualquiera, sino
aquellas que coincidan con la que el profesor ha formulado para un problema que ha seleccionado,
por lo que no resulta imposible entender por qué la estructura académica constituye muchas veces
un lastre para la investigación, para la creación y para el pensamiento crítico, o por lo menos un
obstáculo para el desarrollo de actitudes de desconfianza ante lo obvio, anti-dogmatismo, radical,
honestidad intelectual y compromiso social.

Otro punto que merece la última reflexión es reconocer que el profesor enseña tanto con lo
que enseña como con aquello que no enseña, me refiero al currículum oculto. Muchas veces lo que

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no se enseña y no representa un objetivo explícito, lo que no registran los programas escolares, es


lo vital, lo que perdura en la formación de los alumnos.

No es necesario subrayar más si reconocemos que educar es una relación social donde se
generan diferentes vínculos entre la pareja educativa.

A continuación presento tres viñetas para que se identifiquen, se reconozcan y se evalúen los
vínculos que se establecieron entre el profesor que enseña historia y el alumno. Les puedo asegurar
que serán válidas todas sus conclusiones.

Viñeta Uno:
Mi maestro de historia más notable

El maestro de historia que más recuerdo, no porque aprendí mucho en su clase sino por
todo lo contrario, fue un maestro que me dio clase de Historia de México en 5º semestre
de preparatoria.

Este profesor tenía que dar esa clase a los alumnos de 5º semestre, turno vespertino de la
preparatoria…pero este individuo también era diputado en …por el partido…siendo esta
la causa de que sólo lo vimos en clase aproximadamente cinco veces en todo el semestre,
ya que todo el tiempo se encontraba en su otro trabajo

Digo lo vimos ya que nunca nos dio clase sólo nos dejó hacer resúmenes y contestar
cuestionarios y un supuesto examen que nunca se efectuó.

En algunas, también contadas ocasiones enviaba a su hijo y éste seguía el mismo método y
sólo nombraba lista, se sentaba en el escritorio y recogía los resúmenes al terminar la clase.

Como era de esperarse, todo el grupo que tuvo asistencia aprobó el curso con altas
calificaciones, pero nadie aprendió casi nada por la mala forma de llevar el curso.

También debo mencionar la actitud de los alumnos que no reportaron esta situación, pues
había un gran desinterés por el curso, ya que comentaban que la mayoría de los cursos que
habían tomado previamente de esta materia habían sido similares.

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Viñeta dos:

A estudiar historia en buena condición física

En el año de 1992, un fuerte rumor corría entre los alumnos que cursaríamos el segundo
grado de secundaria; la maestra LP, quien hasta un año antes había sido la encargada de
impartir el curso de Ciencias Sociales de segundo grado, se había retirado al finalizar el
curso anterior.

Mucho se había escuchado ya, que ella era una buena docente de la historia en ese nivel
escolar, pero ahora la incertidumbre era lo más preocupante, las preguntas giraban en
alrededor del nuevo profesor. ¿Quién sería el nuevo profesor?, ¿dejará mucha tarea?, ¿Será
regañón, castigador, enojón?

De ese tiempo al día de hoy, me es difícil recordar fechas, lugares, incluso personas, pero
creo que no podré olvidar la mañana de ese martes cuando, ante nuestra incertidumbre
y asombro cruzó, en punto de las 8:35 de la mañana un rostro conocido por todos, un
hombre bajito y robusto vestido de pants, con mirada burlona, cabello largo y ojos rojizos;
se trataba nada más y nada menos que nuestro profesor de ¡educación física de primer
grado!.

Su presentación fue corta, sólo le recuerdo haber dicho:

–– Muchachos buenos días. Yo seré su nuevo maestro de Ciencias Sociales.

–– Voy a necesitar, que para la próxima clase ya todos traigan su libro, porque es con el que
vamos a trabajar todo el año y pues el que no lo tenga se va ir atrasando y seguramente
aquí lo veré en extraordinarios.

Ninguno de nosotros podía dar crédito a semejante burla, el maestro “M” como se le
conocía, había resultado ser un mediocre y autoritario maestro de educación física, así que
¿qué podíamos esperar de él como profesor de historia?. La duda se disipó rápidamente
cuando explicó su forma de evaluación.

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–– Cada clase me van a estar trayendo un resumen de los temas y subtemas del libro.

–– Cada uno de ustedes hará una exposición de un tema que les asignaré del libro.

–– Habrá tres exámenes de preguntas abiertas conforme a las evaluaciones que ya


propone el libro.

Así, el segundo año de secundaria estaría guiado por un incipiente libro de Ciencias Sociales
–que elogiaba héroes y abordaba temas como la ilustración y la independencia de México
con un lenguaje rimbombante e incomprensible para nosotros- y un maestro de educación
física que leía cada clase los apuntes que dicho libro le ofrecía para no quedar en ridículo
ante sus alumnos, quienes poco a poco optamos por dejar de preguntar, para no obligarle a
recurrir durante largos y penosos minutos al libro sólo para recibir como respuesta lo que
ya habíamos entendido de la lectura.

Viñeta tres;

La historia a través de un calcetín viejo

“Y cómo olvidar a mi maestro de historia universal, era un apasionado de la historia, sus


técnicas para la enseñanza eran muy divertidas, tenía la sección de preguntas interesantes la
cual divertía y a la vez nos envolvía en el mundo del aprendizaje. Era muy divertido usaba
un títere fabricado con un calcetín viejo que con ojos graciosos y boca desfigurada, todos
los viernes, aparecía de su maletín para llevar a cabo su labor de enseñar historia, éramos
un grupo de tercer grado de secundaria pleno proceso de infancia-adolescencia, muchos lo
tomaban mal al principio pero al tiempo de realizarlo, hasta los más callados participaban
por obtener esos puntos extras en la calificación, que nos hacían tan felices en obtener para
mejorar la calificación”. 16

16 TARG alumna de Quinto Semestre. Licenciatura en Historia. Materia: Desarrollo de Ambientes para el Aprendizaje de la
Historia. Departamento de Historia. CUCSH. Universidad de Guadalajara.

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Conclusiones:
Me parece que hoy los maestros antes de preocuparnos por el aprendizaje y la información de
los alumnos, nos deberíamos preguntar primero si se han establecido los vínculos necesarios y
suficientes que permitan construir el conocimiento y generar los aprendizajes; o sea, si ya están
dados los vínculos de crecimiento y aceptación; ya “lo demás vendrá por añadidura”.

Porque;

El ser experto en el área o materia que se imparte es, evidentemente, una condición
necesaria para ser buen profesor, pero de ninguna manera es una condición suficiente.
Es decir, el dominio de la materia, aunque necesarios, no certifica por sí mismo que
uno la pueda enseñar eficaz y adecuadamente. Esta verdad la expresan acertadamente
los estudiantes cuando afirman de un profesor que “sabe mucho, pero no sabe cómo
enseñar”. 17
La relación docente que se sustenta en la relación de vínculos entre el maestro y los alumnos,
escribe una historia nueva y construye la historia social del aprendizaje.

El profesor en el vínculo pedagógico no sólo debe considerarse como portador de conocimientos


sino como generador de actitudes y promotor de intereses sociales.

En una búsqueda de establecer vínculos saludables de crecimiento entre el maestro y el alumno,


el proceso del aprendizaje debe verse como un fenómeno social y de intercambio, donde la tarea
común sea la construcción del conocimiento así como la realización de los dos agentes educativos;
no olvidemos la sentencia de Freire; en un acto educativo “todos aprendemos de todos”.

Se debe romper el rol docente de agente de autoritarismo que el sistema social le ha otorgado
al maestro y que muchas veces pasa inadvertido en la práctica docente.

17 Zarzar, Carlos. Habilidades básicas para la docencia. México, Editorial PATRIA, 2002, pág. 11.

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El docente debe convertir la situación de aprendizaje en una situación autoconsciente a través


de una sistemática crítica de los contenidos de su materia y autocrítica de los métodos con que
esos conocimientos son transmitidos.

Debe eliminar de la práctica educativa, el desconocimiento, sometimiento e incapacidad, para


practicar la libertad, la creatividad y el ejercicio de un liderazgo auténtico, donde el maestro renuncie
al impulso de dominar a los otros, como un baluarte y proyección de su propio sometimiento,
para “cumplir con la promesa de todo Maestro: la generosidad demostrada constantemente en el
esfuerzo por enseñar a su discípulos el difícil arte de aprender a pensar por sí mismos, y capacitarlos
en el redescubrimiento del orden y la armonía existentes en el universo”. 18

Debe enfrentarse al adoctrinamiento para la servidumbre con el adoctrinamiento para la


libertad. Debe generar en sí mismo y tratar de generar en los otros, la necesidad de una vida sin
miedos, sin brutalidad y sin estupidez, donde ya no se reconozca al hombre como el lobo del
mismo hombre; “porque son quienes crean no quienes copian y libres son quienes piensan no
quienes obedecen” (Galeano).

Debe estar dispuesto a ser auténtico educador; abarcando la mente y el cuerpo de sus alumnos,
su pensamiento y su imaginación, sus necesidades intelectuales como afectivas, desterrando
dogmatismos y adoctrinamientos. Convertir a sus alumnos en auténticos sujetos y posicionarlos
como personas de su labor pedagógica.

El verdadero propósito sería considerar como fin último de la educación la construcción de un


hombre nuevo, con la visión de un mundo transformado por sus acciones. Como un hombre único
e irrepetible en la sociedad que le tocó vivir.

A mis oídos y a los de ustedes, esto puede parecernos utópico y difícil de realizar, pero me
pregunto; si no lo intentamos, ¿cómo podremos darnos cuenta que no es posible?

18 Fernando Taragano en Pichon-Rivière, Enrique. Teoría del Vínculo. Argentina, Ediciones Nueva Visión, 1985, pág. 8.

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EL VÍNCULO PEDAGÓGICO COMO ELEMENTO FUNDACIONAL PARA EL “ENSEÑAJE” DE LA HISTORIA
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Bibliografía
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Pichon-Rivière, Enrique. El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social (I). México: Ediciones
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