HSG 1ºcuatrimestre
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de lo que se descubre. La idea de inferioridad del otro comanda el acto del descubrimiento y
existen múltiples estrategias de interiorización como esclavitud, el racismo y la imposición
económica y cultural. El Occidente fue el más importante descubridor y el Oriente, el salvaje y la
naturaleza fueron las formas principales que se descubrieron. El descubrimiento imperial no
reconoce igualdad, derechos o dignidad en lo que se descubre.
Oriente es visto como la civilización alternativa a Occidente, la concepción predominante de
Oriente en Occidente es de una civilización temida y temible, y como un recurso a ser explotado
por la guerra y el comercio. Esta concepción se consagró científicamente en el siglo XIX con el
orientalismo, que domina en las ciencias y humanidades europeas y que establece a Occidente
como racional, desarrollado y superior, mientras que Oriente es visto como subdesarrollado,
estático y temible. El "Salvaje" es considerado inferior y sólo tiene valor por su utilidad como
recurso. Su antecedente conceptual se encuentra en la teoría de la "esclavitud natural" de
Aristóteles. América y África son considerados los lugares del "Salvaje". Por otro lado, la
"Naturaleza" es vista como un recurso a transformar y explotar hasta la extenuación, y es
considerada una amenaza y un recurso al mismo tiempo. Esto ha llevado a la crisis ecológica y la
cuestión de la biodiversidad, que hoy en día se encuentra en los territorios de los pueblos
indígenas. Las empresas transnacionales buscan transformar a los indígenas en recursos
genéticos para acceder a la biodiversidad. Para los pueblos indígenas, la naturaleza nunca fue un
recurso, sino parte de su propia naturaleza y por eso la preservaron.
Historia de los Estados Unidos
El “mundo isla" es el mundo humano que los pueblos de Afro Eurasia conocían antes de los viajes
de Colón, en el cual se concebían como los habitantes del mundo entero y se encontraban
rodeados por un océano. La palabra "isla" se refiere a que ellos se sentían aislados del resto del
mundo y desconocían la existencia del hemisferio occidental. Esta concepción del mundo
influenció la forma en que las potencias atlánticas y mediterráneas se relacionaban entre sí y
cómo veían su posición en el mundo.
La revolución oceánica se refiere al período de la historia que siglo XV hasta el siglo XVII durante
el cual se produjo un cambio radical en relaciones entre, Asia, África y América gracias a la
expansión europea a través de los océanos. Los centros de riquezas y actividad artística
europeos debían su vitalidad a las relaciones comerciales y culturales con el imperio otomano. La
expansión europea a través de los océanos fue impulsada por el sentimiento de debilidad,
marginalidad e inferioridad que hizo que los europeos inventaran y se aventuraran en alta mar.
Este proceso permitió a los europeos establecer nuevas rutas comerciales y colonizar regiones
antes eran desconocidas para ellos. En términos geopolíticos, la revolución oceánica desplazó el
poder hacia el Atlántico norte y marginó al mundo mediterráneo y debilitó los imperios islámicos.
Además, la expansión europea a través de los océanos trajo consigo el comercio de esclavos, la
producción de azúcar y la creación de nuevas formas de trabajo forzado. En términos
económicos, la revolución oceánica sentó las bases del capitalismo moderno. Los europeos
establecieron nuevas formas de comercio y comenzaron a desarrollar una economía global. La
expansión europea también permitió el intercambio de alimentos, tecnologías y conocimientos
entre diferentes culturas. En términos culturales, la revolución oceánica trajo consigo la mezcla de
diferentes culturas y religiones. Los europeos se encontraron con diferentes pueblos indígenas y
comenzaron a establecer nuevas formas de contacto y comercio. Bender también destaca la
importancia de la religión en la revolución oceánica, argumentando que el compromiso inicial y
sostenido de los primeros colonizadores fue en gran medida religioso. Además, la revolución
oceánica sentó las bases del capitalismo moderno. Con respecto a los primeros contactos entre
los pueblos indígenas de América y los europeos que llegaron a través del océano se destaca la
importancia de entender cómo estos encuentros transformaron a ambas culturas. Existieron
diferentes formas en que los indígenas recibieron a los europeos, lo que incluye la curiosidad, la
hostilidad y la indiferencia. También se destaca que la llegada de los europeos fue un evento
traumático y violento para los indígenas, que cambió su mundo de manera irreversible. Los
europeos trajeron consigo nuevas tecnologías, como las armas de fuego y los caballos, que
tuvieron un gran impacto en la forma en que los indígenas vivían y se organizaban. También hubo
una mezcla de culturas y religiones, lo que llevó a la creación de nuevas identidades y creencias.
Se destaca la importancia de entender cómo los encuentros entre diferentes culturas pueden
transformar a ambas partes y cambiar el curso de la historia.
3) Según Karl Marx, la acumulación originaria es el proceso histórico a través del cual se creó la
base económica del capitalismo. Este proceso involucró la expropiación de tierras y recursos
comunitarios, la privatización de los medios de producción y la explotación de la mano de obra de
los trabajadores libres, vendedores de la fuerza de trabajo propia, es decir, asalariados. Implicó la
expulsión de los campesinos de sus tierras, la colonización de nuevos territorios y la esclavización
de millones de personas. Estos eventos históricos permitieron a una pequeña élite de propietarios
capitalistas adquirir los recursos y la riqueza necesarios para establecer un sistema económico
basado en la propiedad privada y la explotación del trabajo asalariado. La acumulación originaria
fue la base histórica del capitalismo y el origen de las desigualdades económicas y sociales que
caracterizan al sistema capitalista hasta el día de hoy. Se produjo principalmente entre los siglos
XV y XVIII en Europa. En ese período, se llevaron a cabo una serie de transformaciones
económicas, políticas y sociales que permitieron el surgimiento del capitalismo. Aunque la
acumulación originaria tuvo lugar principalmente en Europa durante los siglos XV al XVIII,
también se llevaron a cabo procesos similares en otras partes del mundo, como en América
Latina, Asia y África, como resultado de la expansión colonial europea.
4) La doble revolución se refiere a la combinación de dos procesos revolucionarios importantes
que se llevaron a cabo en Europa durante el siglo XVIII y XIX. Por un lado, se produjo una
revolución política, que tuvo lugar en Francia y que se caracterizó por la caída de la monarquía y
la instauración de un sistema republicano. Por otro lado, se produjo una revolución económica,
que se desarrolló en Inglaterra y que se caracterizó por la aparición de la industria y la
consolidación del capitalismo. Estas dos revoluciones estuvieron interrelacionadas y se
retroalimentaron mutuamente, ya que la revolución política permitió la creación de un clima social
que favoreció el desarrollo de la revolución económica, mientras que la revolución económica
generó un aumento de la riqueza y del poder económico que favoreció el surgimiento de una
nueva clase social, la burguesía, que fue la principal protagonista de la revolución política.
La Revolución Industrial fue un proceso de transformación económica y social que se desarrolló
en Gran Bretaña entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Esta revolución tuvo su
origen en el desarrollo de una agricultura comercial que había llevado a un pequeño grupo de
terratenientes y comerciantes a monopolizar la tierra cultivada por arrendatarios que empleaban
mano de obra asalariada. Los cercamientos desde el siglo XVI habían llevado a la
mercantilización de la tierra y a la creación de una clase de terratenientes capitalistas. A
mediados del siglo XVIII, la agricultura capitalista en Inglaterra se había extendido y estaba en
vías de ampliación, y existía una revolución agrícola que permitía el crecimiento de la
productividad y la alimentación de una población no agraria. Los cambios en la agricultura fueron
el motor para el nacimiento de la sociedad industrial, al igual que la modernización de la misma,
donde se buscaba reclutas para el trabajo industrial. La destrucción de las antiguas formas de
trabajo liberaba mano de obra y creaba consumidores. Se construyó un mercado interno estable y
extenso que proporcionó una importante salida para los productos básicos.
El mercado exterior fue la chispa que encendió la Revolución Industrial, ya que mientras la
demanda interior se extendía, la exterior se multiplicaba. El mercado interno fue la base de una
economía industrializada y amortiguador para la exportación frente a las fluctuaciones del
mercado. Las demandas de los textiles ingleses (interior y exterior) fueron el impulso que llevó a
los empresarios a mecanizar la producción, introduciendo una tecnología que permitiera ampliar
dicha producción. La etapa del algodón fue crucial en la Revolución Industrial. La industria textil
se convirtió en la principal industria del país, y el algodón se convirtió en su materia prima más
importante. La producción de algodón se había triplicado en las primeras décadas del siglo XIX, y
esto llevó a la necesidad de desarrollar nuevas tecnologías para procesar el algodón de manera
más eficiente. La introducción de la máquina de hilar y la máquina de tejer permitió la producción
a gran escala y la reducción de costos. Sin embargo, esto hizo la creación de fábricas que
empleaban mano de obra barata y que estaban en condiciones deplorables. En 1830, la industria
textil atravesó su primera crisis, la producción se había multiplicado pero los mercados no crecían
con la rapidez necesaria, los precios cayeron al mismo tiempo que los costos de producción
provocando un descontento social. Este hecho llevó a la necesidad de desarrollar la industria
pesada de base, y el crecimiento de las ciudades generaba una constante demanda de carbón
como combustible doméstico. La construcción de los ferrocarriles, resultado de las necesidades
de la minería, especialmente en el norte de Inglaterra, movilizó acumulaciones de capital con
fines industriales, generando fuentes de empleo. Fue la solución para la crisis de la primera fase
de la industria capitalista.
La Revolución Industrial trajo cambios sociales complejos y multifacéticos. La aristocracia y la
burguesía se beneficiaron enormemente de las transformaciones económicas, mientras que la
clase trabajadora sufrió condiciones laborales precarias y luchó por sus derechos a través de
sindicatos y protestas. La clase obrera fabril surgió como resultado del proceso de mecanización
y se vio sometida a un sistema de coacciones que garantizaba la disciplina y organizaba el
trabajo. Las condiciones de vida para los trabajadores pobres se deterioraron significativamente
durante este período, con bajos salarios y condiciones de vida insalubres en las concentraciones
obreras. La lucha por los derechos de los trabajadores comenzó con los primeros movimientos de
resistencia del siglo XV y continuó con la formación de sindicatos y la intensa movilización para
avanzar en el derecho de asociación. La demanda de los trabajadores coincidió con las
aspiraciones de las nuevas clases medias a una mayor participación en el poder político que
respondía a la ampliación del sistema electoral. La formación de sindicatos culminó en 1830 con
la creación de la Asociación de Sindicatos, que defendía la reducción de la jornada laboral y el
derecho a la huelga.
5) El origen de la Revolución Francesa se encuentra en las tensiones políticas, sociales y
económicas que existían en Francia en el siglo XVIII. La monarquía francesa estaba en crisis
debido a la mala gestión financiera, la corrupción y el aumento de la deuda nacional. Además, la
sociedad francesa estaba dividida en clases sociales muy marcadas, con la nobleza y el clero
disfrutando de privilegios y exenciones fiscales, mientras que el pueblo llano sufría la carga de los
impuestos y la pobreza. Estas tensiones se vieron exacerbadas por la influencia de las ideas
ilustradas, que defendían la igualdad y la libertad. La Revolución Francesa se convirtió en una
respuesta a estas tensiones y una búsqueda por parte de la población de una mayor justicia y
equidad en la sociedad. La Revolución Francesa comenzó en 1789, cuando los Estados
Generales (una asamblea de representantes del pueblo, la nobleza y el clero) se reunieron para
discutir la crisis financiera de Francia. Los representantes del pueblo, es decir, el tercer estado,
que constituían la mayoría del pueblo frances, se rebelaron contra el sistema existente y formaron
la Asamblea Nacional. La Asamblea Nacional redactó la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano, que proclamaba la igualdad y la libertad para todos los ciudadanos y que todos
se puedan juzgar ante la ley de igual manera. La Toma de la Bastilla fue un evento clave que tuvo
lugar el 14 de julio de 1789 durante la Revolución Francesa. La Bastilla era una prisión en el
centro de París, y se había convertido en un símbolo del poder real y la opresión del pueblo. Una
multitud de personas se congregó frente a la Bastilla para protestar por la falta de pan y la
opresión del gobierno. La multitud exigió armas y municiones para defenderse, y cuando las
autoridades se negaron, comenzaron a asaltar la Bastilla. La toma de la Bastilla se convirtió en un
momento emblemático de la Revolución Francesa, ya que representaba la victoria del pueblo
sobre el poder real y la tiranía. La monarquía francesa fue derrocada en 1792 tras el asalto al
palacio real y se estableció la Primera República Francesa. En 1793, se ejecutó al rey Luis XVI
por traición en la guillotina, y comenzó un período de gobierno radical conocido como el Terror.
Durante este tiempo, se llevó a cabo una purga masiva de oponentes políticos y se ejecutó a
miles de personas en la guillotina. La Era del Terror terminó en 1794 con la caída de Maximilien
Robespierre, se puso fin a los tribunales revolucionarios y se inició un proceso de reconciliación
en Francia. En 1795 un directorio asume el poder ejecutivo. El fin de la Revolución Francesa
llegó con la llegada de Napoleón Bonaparte al poder en 1799. Bonaparte era un general exitoso
que había ganado varias batallas importantes para Francia y había adquirido una gran
popularidad entre el pueblo francés. En noviembre de 1799, Bonaparte dio un golpe de Estado y
estableció el Consulado, lo que le permitió tomar el control del gobierno francés. El Consulado fue
un nuevo régimen político que reemplazó la Primera República Francesa y estableció un sistema
de gobierno más estable y equilibrado. Él estableció importantes reformas políticas, incluyendo la
creación de un sistema de educación pública, la reforma del sistema legal y la creación de un
sistema bancario centralizado. Napoleón también lideró una serie de guerras para expandir el
territorio francés y consolidar su poder en Europa. Durante su reinado, Francia se expandió a
través de Europa y se convirtió en la principal potencia continental. Sin embargo, estas guerras
también llevaron a la caída de Napoleón y el fin del Imperio Francés. Después de la caída de
Napoleón Bonaparte, Francia experimentó un período de inestabilidad política. En 1830, se
produjo una nueva revolución en Francia que llevó a la caída del rey Carlos X y el establecimiento
de la Monarquía de Julio, liderada por Luis Felipe. Bajo la Monarquía de Julio, Francia
experimentó un período de estabilidad política y económica, y se llevaron a cabo importantes
reformas sociales y políticas. Sin embargo, la Monarquía de Julio también tuvo problemas y fue
derrocada en 1848 por una nueva ola de revoluciones en Europa, conocida como la Primavera de
los Pueblos. Estas revoluciones fueron el resultado del descontento popular con los regímenes
autoritarios y las desigualdades sociales y políticas. La Revolución de 1848 llevó a la caída del
rey Luis Felipe y el establecimiento de la Segunda República Francesa.
6) LA REVOLUCIÓN HAITIANA
El texto "Silencing the Past: Power and the Production of History" de Michel-Rolph Trouillot, se
centra en la Revolución Haitiana y cómo fue vista como un no-acontecimiento por los
historiadores blancos de la época. La Revolución Haitiana fue un conflicto armado que tuvo lugar
en la colonia francesa de Saint-Domingue (hoy Haití) entre 1791 y 1804. Fue liderada por
esclavos africanos y afrocaribeños que se rebelaron contra sus amos franceses y lucharon por su
libertad e independencia. La revolución fue un evento significativo en la historia del Caribe y del
mundo, ya que fue la única revuelta exitosa de esclavos en la historia moderna. También llevó a
la creación del primer estado negro independiente en el mundo, Haití. A pesar de que los
esclavos haitianos lucharon por su libertad y desafiaron la esclavitud y la opresión, muchos
contemporáneos no pudieron comprender la revolución en sus propios términos. El autor
argumenta que las narrativas históricas a menudo endulzan el horror o banalizan la singularidad
de una situación concentrándose en los detalles, lo que resulta en un poderoso silenciamiento. En
el caso de la Revolución Haitiana, los historiadores blancos tendieron a minimizar o ignorar el
papel de los esclavos haitianos en su propia liberación. En cambio, se centraron en las figuras
blancas y mulatas libres que participaron en la revolución. Además, el autor señala cómo muchos
historiadores están más dispuestos a aceptar la idea de que los esclavos podrían haber sido
influenciados por los blancos o los mulatos libres que la idea de que podrían haber convencido a
otros esclavos de su derecho a rebelarse. Esta perspectiva refleja una falta de comprensión del
poder y las relaciones sociales dentro del sistema esclavista y que las estructuras sociales
pueden influir en la producción de historia ya que la producción de historia está influenciada por el
poder y las perspectivas de aquellos que la producen. Esta Revolución influyó en la lucha por la
abolición de la esclavitud en otros países. Sin embargo, Trouillot argumenta que esta influencia
ha sido exagerada y simplificada para adaptarse a las narrativas históricas dominantes. En lugar
de ver la Revolución Haitiana como un momento decisivo en la lucha por la libertad y la igualdad,
muchos historiadores han minimizado su importancia y han ignorado las complejidades de su
legado. los historiadores deben tener en cuenta el contexto en el que se produjo un evento o
fenómeno para comprenderlo adecuadamente. las narrativas históricas dominantes pueden ser
utilizadas para justificar ciertas políticas o prácticas actuales con sus intereses particulares. la
minimización de la Revolución Haitiana puede ser utilizada para justificar la opresión continua de
los haitianos y otros grupos marginados, por eso en la revolución se exageraba el papel de los
líderes blancos. Se debe escuchar y dar voz a las perspectivas marginadas y sub-representadas
en la producción de historia. Al hacerlo, podemos obtener una comprensión más completa y
precisa del pasado y su impacto en el presente. la historia no es un conjunto de hechos objetivos,
sino más bien una construcción social y cultural.
Se plantea la pregunta sobre cómo escribir una historia del "imposible", es decir, cómo escribir
una historia sobre eventos o perspectivas que no fueron aceptados o considerados en su
momento, la incapacidad de los historiadores blancos para expresar lo impensable, es decir, para
aceptar que los esclavos africanos y afrocaribeños pudieran liderar una revolución exitosa contra
sus amos blancos. Además, el autor destaca cómo la Revolución Haitiana fue vista como una
prueba de fuego para la raza negra y las capacidades de los afroamericanos por parte de muchos
europeos y norteamericanos en ese momento. En general, el texto plantea cuestiones
importantes sobre cómo se produce y se presenta la historia, así como sobre las perspectivas
marginadas y subrepresentadas en la producción de historia.
7) La insubordinación estadounidense.
La crisis del alumbramiento. Entre 1775 y 1783 (Tratado de paz de Paris, declaración de
independencia), las trece colonias de América del Norte protagonizaron la primera
insubordinación exitosa, no fue la única, pero si la más exitosa de todas porque logro crear el
primer Estado-nación industrial, fuera del continente europeo y la primera república de los
tiempos modernos. La republica estadunidense constituyo una verdadera revolución democrática
que atrajo muchos inmigrantes de la vieja Europa en busca de trabajo, justicia y libertad. Estados
Unidos conquisto si autonomía nacional mediante un largo proceso que comenzó con la guerra de
la independencia y termino con la guerra civil. Inmediatamente después de obtener la
independencia formal, comenzó el enfrentamiento entre el sector que quería complementar la
independencia política con la economía y el que se oponía porque esos intereses estaban ligados
a Gran Bretaña y a la estructura hegemónica del poder político y económico mundial. El
enfrentamiento se decidió en los campos de batalla. Desde la ideología dominante se sostenía
que el destino de las independizadas trece colonias era convertirse en un país exclusivamente
agrícola. El veto británico a la industrialización. Inglaterra llevo a cabo una política para
impedir el desarrollo de dichas colonias porque comprendió que la industrialización de estas
podía llevarlas a la independencia económica y por ende la independencia política. La política
inglesa trato de supervisar y boicotear las escasas empresas manufactureras de las trece
colonias, esta era la esencia del imperialismo económico. Si bien Inglaterra elaboro una
legislación específica para frenar todo posible desarrollo industrial en dichas colonias, había dos
industrias que Gran Bretaña vigilaba con particularidad por considerarlas estratégicas y vitales
para la economía británica: la textil y la siderúrgica. Existían dos leyes emblemáticas: la ley de
1699, que prohibía los embarques de lana, hilados, o telas producidos en Norteamérica a
cualquier otra colonia o país, y la de 1750, que prohibía el establecimiento en cualquiera de las
trece colonias, de talleres laminadores o para el corte de metal en tiras y fundiciones de acero.
Algo significativo es que las colonias eran tratadas como ajenas se las consideraba comunidades
inferiores cuya economía debía estar al servicio de los intereses de Gran Bretaña. Mientras las
colonias fueron jóvenes y poco pobladas se pudieron burlar a las leyes británicas, pero a partir de
1763 la población creció e Inglaterra fue más estricta en la aplicación de las leyes para
mantenerlas en una posición económica subordinada. El veto británico a la industrialización fue el
más poderoso de los factores que provocaron el estallido de la revolución estadounidense. La
lucha por la industrialización. Cuando las trece colonias lograron la independencia política,
Inglaterra ensayó la aplicación del “imperialismo cultural” para subordinar la economía de estas,
se basaba en que los dirigentes de las ex trece colonias admitan la teoría de la división
internacional del trabajo y apliquen una política de libre comercio para tener una dependencia
económica. Inglaterra se dedicó a lograr este objetivo luego del Tratado de Paris de 1783.
Estados Unidos pudo convertirse en un país industrial mediante un arduo trabajo de
insubordinación ideológico-cultural y que la republica estadounidense gano su independencia
económica en los campos de batalla de Gettysburg. El proceso se manifestó en el enfrentamiento
entre el liberalismo ortodoxo (aferrados a la división internacional del trabajo) y el liberalismo
nacional (adopción del proteccionismo económico). El primer impulso estatal. La industria
norteamericana en su primera fase de expansión es “hija” de la guerra de la independencia. La
propia situación de la guerra interrumpió el flujo de mercancías desde la metrópoli conduciendo a
un proceso de sustitución de importaciones, además la situación de la insubordinación ponía fin a
las restricciones que el Parlamento británico había impuesto para impedir el desarrollo industrial.
Todas las colonias, convertidas en Estados independientes, llevaron adelante una política de
impulso estatal, en el intento de lograr el desarrollo industrial. Se fabricó mucho material para la
guerra y productor de primera necesidad. Este impulso estatal, dirigido a fomentar el desarrollo
industrial fue acompañado por una gran parte de la población que se había negado a comprar
mercaderías inglesas. Con este cambio cultural donde incluso los más ricos aristócratas vestían
telas de fabricación casera, el estado de sublevación e independencia política preparaba las
bases estructurales para la independencia económica que Inglaterra había intentado impedir.
La crisis del alumbramiento se refiere a la evolución del capitalismo y su relación con el
colonialismo. A lo largo de la historia, el capitalismo siempre ha sido colonialista, pero los
mecanismos utilizados han variado según las épocas y etapas evolutivas del sistema. En la era
del mercantilismo, el capitalismo era comercial y luego comercial y financiero, lo que dio lugar a
un tipo específico de imperio colonial que dominó el mundo durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
En Inglaterra, la revolución industrial inauguró una nueva forma de dominio colonial: el
imperialismo liberal. En el último cuarto del siglo XIX, el capitalismo entra en su fase monopolista
y surge un nuevo modo colonialista: el imperialismo monopolista. Cada gran potencia ha
atravesado estas tres fases de manera diferente y con leyes propias. La independencia de los
Estados Unidos en 1776 fue un episodio destacado de la acumulación primitiva del capitalismo
norteamericano. Las crisis del estallido revolucionario se debieron a la ruptura económica del
sistema mercantil, la impotencia del capitalismo mercantil metropolitano y colonial para operar en
una esfera que se contrae y en la cual se agudizaron las contraposiciones de intereses. El
periodo de 1763-1775 fue un tiempo de creciente tensión entre las colonias norteamericanas y
Gran Bretaña. La crisis se deberá a una serie de factores, incluyendo la acumulación de
oposiciones, la ruptura económica del sistema mercantil y la impotencia del capitalismo mercantil
metropolitano y colonial para operar en una esfera que se contrae y en la que se agudizaron las
contraposiciones de intereses. Las leyes británicas obligaban a que todas las mercancías
enviadas a las colonias pasan por puertos británicos y luego casualmente embarcadas, lo que
encarecía los precios en favor de intermediarios ingleses. Además, Gran Bretaña impuso
aranceles sobre el azúcar, el papel sellado y otros productos importados a las colonias. Estos
impuestos fueron vistos como una violación de los derechos coloniales y llevaron a protestas y
boicots. En 1773, los colonos llevaron a cabo el famoso "Motín del té" en Boston para protestar
contra el monopolio comercial británico sobre el té. En respuesta a estas protestas, Gran Bretaña
envió tropas para mantener el orden en las colonias. Esto llevó a un aumento de la tensión entre
los colonos y los soldados británicos. En 1775, estalló la Guerra de Independencia de Estados
Unidos. La Guerra de Independencia apareció desde 1775 hasta 1783 y fue una lucha entre las
trece colonias norteamericanas y Gran Bretaña. Los colonos recibieron ayuda de Francia y
España, lo que les permitió ganar la guerra. La Declaración de Independencia de Estados Unidos
fue aprobada en 1776. La Declaración estableció los principios fundamentales sobre los que se
basaría la nueva nación, incluyendo la igualdad, la libertad y el derecho a buscar la felicidad. Se
destaca el papel que interpretan George Washington y Thomas Jefferson en la lucha por la
independencia. Washington fue nombrado comandante en jefe del ejército continental en 1775 y
lideró a las tropas coloniales durante toda la guerra. Jefferson redactó gran parte de la
Declaración de Independencia y se convirtió en el tercer presidente de Estados Unidos. La
conquista del Oeste, la Guerra Civil y los movimientos por los derechos civiles son eventos que
han moldeado el carácter nacional estadounidense y han influido en su política exterior.
8) Manifiesto Comunista.
El "Manifiesto Comunista" escrito por Karl Marx y Friedrich Engels es una obra revolucionaria
publicada por primera vez en 1848. Critica el sistema capitalista y presenta el comunismo como la
solución a los problemas sociales y económicos generados por dicho sistema.
Marx y Engels describen la sociedad capitalista como una sociedad dividida en dos clases
principales: la burguesía y el proletariado. La burguesía, como la clase dominante, posee los
medios de producción y ejerce su poder explotando al proletariado, que carece de propiedad y
debe vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Esta explotación de clase es un elemento
fundamental del sistema capitalista y genera desigualdades sociales y económicas profundas.
Describen cómo la búsqueda de beneficios y la acumulación de capital por parte de la burguesía
conducen a la alienación de los trabajadores, a la mercantilización de todas las facetas de la vida
y a la formación de una sociedad en la que "todo lo sólido se desvanece en el aire".
Los autores también examinan la historia de las sociedades, identificando una constante lucha de
clases entre los oprimidos y los opresores. Destacan el surgimiento de la burguesía como una
clase dominante en el feudalismo como un momento crucial en la historia, ya que marcó un
cambio significativo en las relaciones de producción y la estructura social. Sin embargo, El
Manifiesto sostiene que el sistema burgués, aunque revolucionario en su tiempo, se ha vuelto
obsoleto y debe ser reemplazado por el comunismo. Marx y Engels argumentan que la burguesía,
a través de su propia búsqueda de beneficios, ha socavado sus propias bases y ha generado las
condiciones para la revolución proletaria.
El "Manifiesto Comunista" postula que el comunismo no es una amenaza, sino un espectro que
aterroriza a las clases dominantes. Marx y Engels defienden la abolición de la propiedad privada
de los medios de producción y la creación de una sociedad sin clases. En esta sociedad
comunista, la propiedad sería socializada y el poder estaría centralizado en manos del
proletariado organizado. Argumentan que, al abolir la propiedad privada y establecer la propiedad
colectiva de los medios de producción, se eliminará la explotación de clase y se fomentará una
sociedad más igualitaria. Además, afirman que el comunismo permitirá la liberación de las fuerzas
productivas y la realización plena del potencial humano.
Los autores critican a otros movimientos socialistas y comunistas de la época que no abordan
adecuadamente las cuestiones fundamentales de la lucha de clases y la abolición de la propiedad
privada. Consideran que muchos de estos movimientos caen en la utopía y no tienen en cuenta la
necesidad de un análisis científico de la historia y las condiciones sociales.
El Manifiesto concluye enfatizando la importancia de la solidaridad internacional del proletariado
y su lucha unificada contra la burguesía. Marx y Engels incitan a los trabajadores de todo el
mundo a unirse y luchar por sus derechos y la abolición del sistema capitalista. También resaltan
que el comunismo no es solo una cuestión local, sino un movimiento global que busca la
emancipación de todos los trabajadores.
Aunque el Manifiesto Comunista fue publicado inicialmente como un panfleto político en 1848, su
influencia se ha extendido mucho más allá de ese momento. Ha sido uno de los textos más
influyentes en la historia del movimiento obrero y ha inspirado a numerosos movimientos y líderes
comunistas en todo el mundo.
En resumen, el "Manifiesto Comunista" es una crítica profunda al sistema capitalista que aborda
la explotación de clase, la lucha de clases a lo largo de la historia y la necesidad de una sociedad
sin clases. Propone la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la
centralización del poder en manos del proletariado organizado. Además, critica otros movimientos
socialistas y destaca la importancia de la solidaridad internacional en la lucha por la emancipación
proletaria.
10) Imperialismo
El reparto del mundo entre las grandes potencias fue un proceso histórico que tuvo lugar a finales
del siglo XIX y principios del siglo XX. Este proceso se caracterizó por la conquista y colonización
de todas las tierras no ocupadas de nuestro planeta por parte de las potencias coloniales
europeas y Estados Unidos. El geógrafo A. Supan, en su libro "La expansión territorial de las
colonias europeas", ofrece un resumen detallado de este proceso. Según Supan, el rasgo
característico de este período fue el reparto de África y Polinesia. En 1876, solo el 10,8% del
territorio africano estaba bajo el control de las potencias coloniales europeas y Estados Unidos.
Sin embargo, para el año 1900, este porcentaje había aumentado hasta el 90,4%. En el caso de
Polinesia, el porcentaje de territorio bajo el control de las potencias coloniales europeas y Estados
Unidos aumentó del 56,8% en 1876 al 98,9% en 1900. En Asia, el porcentaje de territorio bajo el
control de las potencias coloniales europeas y Estados Unidos aumentó sólo un 5,1% entre 1876
y 1900. Esto se debió en gran parte a la resistencia de los pueblos asiáticos a la colonización. En
América, el porcentaje de territorio bajo el control de las potencias coloniales europeas y Estados
Unidos se mantuvo prácticamente sin cambios entre 1876 y 1900. Este proceso de conquista y
colonización fue impulsado por el desarrollo del capitalismo en Europa y Estados Unidos. Las
potencias coloniales europeas y Estados Unidos necesitaban nuevos mercados para sus
productos y nuevas fuentes de materias primas para su industria. Además, la conquista y
colonización de nuevas tierras les permitió expandir su influencia política y militar en todo el
mundo. Sin embargo, este proceso de conquista y colonización no fue pacífico. Las potencias
coloniales europeas y Estados Unidos se enfrentaron a la resistencia de los pueblos colonizados,
lo que llevó a la violencia y la represión. Además, las potencias coloniales europeas y Estados
Unidos se enfrentaron entre sí por el control de los territorios coloniales, lo que llevó a conflictos y
desplazamientos de áreas de influencia. Estos conflictos fueron precursores de trastornos más
terribles en un futuro próximo. En este contexto, las naciones que no se habían provisto de
colonias corrieron el riesgo de no estarlo nunca y de no tomar parte en la explotación gigantesca
del globo, que sería uno de los rasgos más esenciales del próximo siglo. Es decir, del siglo XX.
Además, la política colonial mundial se relaciona con la fase contemporánea del desarrollo del
capitalismo. Según Kautsky, desde el punto de vista puramente económico, no está descartado
que el capitalismo pase todavía por una nueva fase: la aplicación de la política de los cárteles a la
política exterior, la fase del ultraimperialismo, es decir, el superimperialismo, la unión de los
imperialismos de todo el mundo, y no la lucha entre ellos. Esta fase sería del fin de las guerras
bajo el capitalismo, la fase de la "explotación general del mundo por el capital financiero unido
internacionalmente". En resumen, el reparto del mundo entre las grandes potencias fue un
proceso histórico que tuvo lugar a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Este proceso se
caracterizó por la conquista y colonización de todas las tierras no ocupadas de nuestro planeta
por parte de las potencias coloniales europeas y Estados Unidos. Este proceso fue impulsado por
el desarrollo del capitalismo en Europa y Estados Unidos y llevó a conflictos y desplazamientos
de áreas de influencia. Además, la política colonial mundial se relaciona con la fase
contemporánea del desarrollo del capitalismo y la posibilidad de una fase de ultra-imperialismo.
Teoría del imperialismo de Lenin: sostiene que el imperialismo es una fase particular del
capitalismo que se caracteriza por la concentración del capital y la formación de monopolios.
Según Lenin, el imperialismo es el resultado del desarrollo del capitalismo en su fase
monopolista. En esta fase, los monopolios se convierten en la forma dominante de la producción y
la competencia se transforma en una lucha por el control de los mercados y las fuentes de
materias primas. Las potencias imperialistas buscan expandir su influencia política y económica
en todo el mundo, lo que lleva a la conquista y colonización de nuevos territorios. Además, el
imperialismo lleva a la intensificación de la competencia entre las grandes potencias, lo que
aumenta el riesgo de conflictos y guerras. Lenin argumenta que el imperialismo es una fase
particular del capitalismo que se caracteriza por la concentración del capital y la formación de
monopolios. En esta fase, el capitalismo se ha desarrollado hasta tal punto que ha alcanzado sus
límites históricos y se ha convertido en un sistema decadente. El imperialismo es, por lo tanto,
una fase de transición hacia un nuevo sistema económico y social. Lenin también destaca la
importancia de la exportación de capital en el imperialismo. Según él, la exportación de capital es
una forma de superar la saturación de los mercados internos y de buscar nuevas oportunidades
de inversión en el extranjero. La exportación de capital también permite a las potencias
imperialistas controlar los mercados y las fuentes de materias primas en otros países. Además,
Lenin sostiene que el imperialismo lleva a la división del mundo entre las grandes potencias. Las
potencias imperialistas se dividen el mundo en esferas de influencia y buscan expandir su control
sobre los territorios colonizados. Esta división del mundo lleva a la intensificación de la
competencia entre las grandes potencias y aumenta el riesgo de conflictos y guerras. Según él, el
imperialismo es una fase en la que las contradicciones del capitalismo se vuelven más agudas y
la lucha de clases se intensifica. En este contexto, Lenin destaca la importancia de la lucha contra
el imperialismo y la necesidad de la unidad de los trabajadores de todo el mundo. Según él, la
lucha contra el imperialismo es una lucha por la liberación de los pueblos colonizados y por la
construcción de un nuevo sistema económico y social. La unidad de los trabajadores de todo el
mundo es esencial para lograr esta lucha y para construir un mundo más justo y equitativo.
La Doctrina Monroe
Es una política exterior adoptada por Estados Unidos en el siglo XIX que establece los principios
y objetivos de la nación en relación con América Latina. Fue enunciada por primera vez por el
presidente James Monroe en su discurso ante el Congreso en 1823, aunque su autor en realidad
fue su secretario de Estado. Esta ha tenido una influencia duradera en la política exterior
estadounidense.
Uno de los principales conceptos de esta doctrina era la de no intervención. Estados Unidos no
intervendrá en los asuntos internos de los países latinoamericanos. Esto significaba que las
naciones europeas debían abstenerse de colonizar o interferir en los asuntos de los países del
continente americano. A cambio, Estados Unidos se comprometió a no interferir en los asuntos
europeos. A su vez la Doctrina Monroe buscaba proteger la soberanía y la independencia de los
países de América Latina. Establecía que cualquier intento de colonización o interferencia en los
asuntos de estos países sería considerado como un acto hostil hacia Estados Unidos. Esto
reflejaba el deseo de Estados Unidos de convertirse en el poder dominante en la región y de
evitar cualquier competencia europea en su área de influencia. También se reflejaba la política de
aislacionismo de Estados Unidos en ese momento. Después de la independencia de las colonias
americanas, Estados Unidos se centró en consolidar su propio territorio y no deseaba verse
involucrado en los conflictos europeos. La Doctrina Monroe se basaba en la premisa de que los
asuntos de América Latina debían ser gestionados por los propios países de la región, sin la
intervención de otras potencias.
Said examina Occidente ha construido una representación y una idea del "Oriente" que ha sido usada para
justificar cómo la dominación y el control de las potencias occidentales sobre las regiones orientales.
Oriente como una invención europea: Se refiere a cómo la imagen de Oriente fue construida y moldeada
por la visión europea, basada en sus propios intereses y experiencias. Relación entre Oriente y Occidente:
Señala cómo Oriente ha sido tanto un vecino cercano como una entidad distante y exótica para Europa, lo
que ha influido en su percepción y representación. Orientalismo como un estilo de pensamiento: es una
forma de pensamiento y discurso que ha sido adoptada por escritores, políticos, filósofos y académicos
europeos para describir, representar y dominar a Oriente. Relación entre conocimiento y poder: el
orientalismo se ha utilizado como una herramienta para ejercer poder y control sobre Oriente, tanto
políticamente como culturalmente. Expansión del orientalismo: aunque el orientalismo tiene una larga
tradición en Europa, también ha influido en la forma en que Estados Unidos ha abordado y comprendido
Oriente. Oriente como una entidad real y material: Oriente no es puramente una construcción imaginaria;
es una parte integral de la civilización y cultura europea, pero a menudo ha sido presentada de manera
distorsionada y estereotipada. Dominio de Francia y Gran Bretaña sobre Oriente: históricamente, Francia y
Gran Bretaña han sido las dominantes potencias en Oriente, ejerciendo influencia a través del
orientalismo. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en una fuerza con una
relación dominante similar hacia Oriente.
Said critica el orientalismo por su tendencia a representar a Oriente como un "Otro" exótico y homogéneo,
ignorando la diversidad y complejidad de las sociedades orientales. Se plantea la importancia de no ver
Oriente como una realidad estática o inerte, sino como una entidad que ha sido construida y orientalizada
por Occidente a través de un sistema de ideas, imágenes y discursos. Oriente no solo existe como un
objeto de estudio, sino que ha sido creado y definido por Occidente en función de sus intereses y
necesidades. Said destaca la relación de poder entre Oriente y Occidente, donde Occidente ha ejercido
hegemonía sobre Oriente y ha impuesto su visión y representación de esta región. Esta relación de poder
y hegemonía se expresa a través del orientalismo, que no es solo un conjunto de ideas y conceptos sobre
Oriente, sino un sistema de conocimiento que ha sido institucionalizado y utilizado para dominar y controlar
a Oriente. El orientalismo, según Said, es una forma de hegemonía cultural que ha permitido a Occidente
mantener una posición de superioridad y autoridad sobre Oriente. Ha sido una herramienta para ejercer el
control y la dominación, tanto en el plano intelectual como en el político, económico y militar. El autor
también reconoce que Oriente tiene una realidad propia y compleja, con culturas y sociedades reales y
diversas. Sin embargo, enfatiza que el orientalismo no se basa no obstante en una correspondencia
precisa con la realidad de Oriente, sino que es una construcción que ha sido utilizada para afirmar la
identidad y la superioridad de Occidente. Said critica la durabilidad y la fuerza del orientalismo, que ha
perdurado a lo largo del tiempo y ha sido enseñado en instituciones académicas como una forma de
conocimiento legitimado. Reconoce que el orientalismo no es solo un conjunto de mentiras o mitos, sino
que tiene una coherencia interna y ha sido una herramienta eficaz para mantener la hegemonía cultural de
Occidente. El autor también advierte sobre el peligro de la distorsión y la inexactitud al abordar el tema del
orientalismo. Propone abordar el tema desde diferentes perspectivas, combinando tanto el análisis general
como el análisis particular de autores concretos que han tratado de Oriente.