Historia de La Transfusion Sanguinea

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HEMATOLOGÍA

Docente: FIGUEROA BARRIENTOS JULIO CESAR

Grupo: T2

Carrera: Medicina

Estudiante: Diva Maria Garcia Guidas // Registro: 26579

Fecha:20/08/2023

Cochabamba-BO
Las transfusiones son actos médicos gracias a los cuales se han salvado miles de vidas,
para ello se sigue un método protocolizado en el que la sangre pasa por procesos de
extracción, conservación, fraccionamiento, preservación y transfusión. Los
componentes sanguíneos deben presentar unas características de hemocompatibilidad de
los grupos ABO y el factor Rh, así como la visualización de anticuerpos irregulares
además del control de enfermedades transmitidas por la sangre para poder ser
aceptados. La sangre siempre ha sido fuente de vida, y en este trabajo plasmamos la
historia de cómo se pudo llegar a dominar las técnicas de transfusión. Desde la
antigüedad, dicho fluido se veía como un elemento de poder que podía dar o quitar la
vida, usando medios como la sangría o la ingesta de sangre. No será hasta el siglo XVII
cuando irán tomando forma los primeros experimentos que servirán para asentar los
fundamentos básicos de la transfusión, primero realizándose experimentos en animales
(Richard Lower) y, posteriormente, en personas (Jean Baptiste Denys). El siglo XVIII
supuso un letargo para su desarrollo debido a la prohibición de dicha técnica y no fue
retomada hasta el siglo XIX, en el que gracias a los descubrimientos y avances en la
ciencia, se pudo realizar de manera exitosa la primera transfusión vena a vena (James
Blundell). Se trabajó en un método de transfusión directo y se empezaron a solucionar
los problemas de incompatibilidad, gracias al descubrimientos de los grupos sanguíneos
ABO por Karl Landsteiner, y posteriormente el factor Rh, además de solventar los
problemas de coagulación. Como consecuencia de la Primera Guerra Mundial se
empezaron a establecer los primeros depósitos de sangre, surgiendo así los bancos de
hemocomponentes. Los descubrimientos fueron sucediéndose durante el siglo XX y
XXI, convirtiendo la medicina transfusional en una técnica exitosa capaz de preservar
vidas.

La historia de la transfusión de sangre se remonta muy lejos en el pasado y muestra el


deseo humano de vencer a la vejez y la enfermedad por medio de la infusión en los
vasos sanguíneos de ese líquido rojo y caliente tan particular, que en todos los tiempos
ha representado a los ojos de los hombres un principio esencial para la vida (‘).
Hebreos, egipcios, romanos y aztecas han dado muestras inequívocas en sus culturas de
la fascinación que la sangre ejerció sobre ellas; así es que ritos de sangre se efectuaban
sobre animales y humanos, que eran sacrificados con ese propósito. El poder que la
sangre ejerció en nuestra cultura greco-romano-occidental se evidencia, entre otras, en
la costumbre de dar a tomar a los enfermos sangre de los gladiadores en época del
Imperio Romano, bañarse en sangre para adquirir fuerzas y administrarla en punciones
0 enemas. Capítulo aparte merecerían los aspectos mágicos de la sangre menstrual, en
especial la de la menarca y la sangre de parturientas en el área mediterránea. En tiempos
tan recientes como el siglo XVIII existía una superstición en la zona de Baviera,
extendida a Europa central. Si una mujer pretendía seducir a un posible enamorado que
se mostraba reticente, debía invitarlo a su casa a tomar café, en el que vertía dos o tres
gotas de su sangre menstrual. Era infalible. De todas maneras y dejando de lado el
folclore, transfusiones inequívocamente documentadas no existieron hasta el año 1492,
en ocasión de la última enfermedad del papa Inocencio VIII. Este papa, que no fue
precisamente un ejemplo de castidad -fue padre de ocho hijos- padecía a principios de
1492 una insuficiencia renal crónica que lo mantenía crí ticamente enfermo, alternando
períodos de estupor con momentos de lucidez. Los médicos de Inocencio VIII habían
agotado todas las terapéuticas de la época, basadas, sobre todo, en sangrías,
encontrándose el paciente a las puertas de la muerte. En ese momento apareció en Roma
un “medico judío” según unos, un “místico” según otros (l,‘), que ofreció cambiar la
sangre del viejo papa “por sangre de jóvenes plenos de vigor y salud”. Visto lo
desesperado de la situación se hicieron los arreglos correspondientes y se obtuvieron
dadores “voluntarios”, tres niños varones de 10 anos, autorizados por sus respectivas
familias, mediante el pago de un ducado de oro a cada una. Los hechos subsiguientes
han sido motivo de versiones contradictorias: la clásica dice que la sangre fue extraída a
los niños resultando en la muerte de los tres y que el precioso líquido le fue inyectado
en las venas al papa. Una variante de esa versión dice que el pontífice solamente bebió
la sangre de los niños, pero cuando se dio cuenta de lo que le estaban haciendo tomar,
ordenó perseguir al “médico judío” para someterlo a juicio (3). Finalmente, un estudio
muy minucioso efectuado por G.A. Lindeboom (3) asevera que el hecho denunciado fue
real. Los niños fueron sangrados, falleciendo los tres, pero como la sangre se coagulaba
constantemente, la transfusión de sangre no fue intentada. Cuando se trató de detener al
“médico judío”, éste había huido, desapareciendo para siempre. El papa murió el 25 de
abril de 1492. El descubrimiento occidental (4) de la circulación de la sangre por
William Harvey y su publicación en 1628, abrieron nuevas posibilidades al antiguo
sueño humano de transfundirla y pocos anos después, entre 1656 y 1668, se produjo una
verdadera revolución terapéutica. El médico que siempre había extraído sangre ahora
pudo pensar en reponerla. Precisamente de 1656 datan los experimentos de sir
Christopher Wren, astrónomo, arquitecto y fundador de la Royal Society of Medicine,
que proponía por primera vez en la historia de la medicina la administración de
medicamentos por vía intravenosa en perros. Poco tiempo después se efectuó la primera
demostración pública de una transfusión de sangre. Ésta fue realizada por el médico de
Londres y Oxford, doctor Richard Lower, siguiendo los principios enunciados por
Wren. Después de intentos infructuosos, por la indeseada coagulación de la sangre,
finalmente Lower tuvo éxito, uniendo con cánulas de plata la arteria carótida de un
perro con la vena yugular de otro, que, a su vez, había sido sangrado exhaustivamente.
Este procedimiento devolvió la vida al animal. La transfusión de animal a animal, de
fecha diciembre de 1666, es la primera en la historia de la medicina. La posibilidad de
transfundir sangre de animal a hombre quedó abierta a partir de 1667 ala consideración
de los médicos. Mientras tanto, en la Francia del Rey Sol, se había fundado la Academie
des Sciences. En ella dominaba un núcleo de médicos prestigiosos y conservadores.
Tratando de acceder a los estratos de poder existía un grupo renovador y polémico. Un
miembro relevante de este sector liberal era el doctor Jéan Baptiste Dénis, doctorado en
Montpellier y médico de la corte del rey Luis XIV. Dénis, leyendo una publicación de
Lower, comenzó en febrero de 1667, en colaboración con el cirujano Paul Emmeretz,
sus propios experimentos en perros. Eventualmente, el 15 de junio de 1667, Dénis
transfundió aun chico de 15 años que tenía un cuadro febril de dos meses de evolución
asociado a una extrema debilidad, quizás ocasionada por las 20 sangrías que le habían
efectuado por motivos terapéuticos. El “dador” fue un cordero sangrado de su arteria
carótida, por un total de nueve onzas (270 ml). Visto el resultado feliz de esta primera
transfusión humana, Dénis realizó el procedimiento tres veces más en los siguientes
meses de 1667. La primera de estas transfusiones fue realizada a un receptor pago, “un
poco loco”, que se sintió muy fuerte después del procedimiento. La segunda fue al hijo
del embajador sueco en París. Éste fue transfundido dos veces, curando de su afección.
La tercera fue a un paciente hemipléjico, desfalleciente, que murió poco tiempo
después. Como era de esperar, las transfusiones despertaron gran expectativa popular y
mucho recelo médico. Aparecieron en París panfletos anónimos condenando la práctica,
probablemente escritos por los grupos médicos más conservadores. Dénis explicaba que
su procedimiento era solamente algo más rápido que esperar que los alimentos luego de
un largo proceso se transformaran en sangre y que el método de transfundir era idéntico
a como la madre alimentaba al feto a través de la vena umbilical. Señalaba que utilizaba
sangre de animales y no humana porque ésta estaba cargada a menudo de pasiones,
pecados e impurezas. La sangre animal, por otra parte, tenía las características de los
seres dadores, docilidad y paciencia en el cordero, fortaleza y serenidad en la ternera.
En los países europeos la noticia de las transfusiones de sangre produjo una emulación
prácticamente instantánea. En Alemania, Baltasar Kauffmann y Mathaus Purnam
efectuaron transfusiones de sangre de cordero al hombre, como tratamiento para dos
pacientes de escorbuto y a un leproso, sin obtener mayores beneficios.
Una curiosa información procede contemporáneamente de Italia, donde M. Griffoni
refiere que: “A un viejo perro sordo y paralítico se le inyectó sangre de un animal sano
de su misma especie. Luego que le efectuamos la transfusión lo desatamos y se demoró
una hora sobre la arena donde estaba, pero luego fue a ver a sus dueños a los cuartos
donde estaban. Dos días después salió de la casa y se puso a correr con otros perros, sin
arrastrar las patas como lo hacía antes, le volvió el apetito y comenzó a comer con más
avidez que antes. Pero, lo que es más sorprendente, es que da señales de volver a oír y
responder a la voz de sus dueños. El día 13 de junio ya estaba prácticamente curado de
su sordera y parecía, en comparación, más alegre que antes de la operación. Para el día
20 del mismo mes, había recobrado completamente el oído, con el defecto, sin embargo,
de que cuando se lo llamaba se daba vuelta, como si quien lo llamase estuviese lejos.. .
pero eso no pasaba siempre, y siempre, y siempre escuchaba cuando se lo llamaba.. .“.
Griffoni recomienda tomar en consideración esta experiencia con el fin de ser utilizada
en humanos sordos y seniles. Pero estas sugerencias, escritas en los primeros meses de
1668, nunca se llevarían a cabo por importantes acontecimientos médico-legales que
tuvieron lugar en ocasión de los eventos que rodearon la quinta transfusión animal-
humano practicada por Jéan Baptiste Dénis. Los señores de Montmort, ricos
terratenientes de París, tenían a su servicio a Antoine Mauroy y señora. Mauroy tenía,
en 1667,34 años y desde los 26 padecía de frecuentes desequilibrios mentales; castigaba
a su mujer, salía a recorrer París “como un loco”, yendo a cafés y burdeles y en
ocasiones se desnudaba, corriendo por las calles profiriendo injurias. Los señores de
Montmort, pensando que su criado podía ser curado de su “calentura de la sangre” con
una transfusión, propusieron a Dénis el procedimiento. Éste se efectuó a fines de 1667.
Se le extrajeron a Mauroy diez onzas (300 ml) de sangre de su brazo derecho y se le
inyectaron cinco o seis onzas (150-180 ml) de sangre de ternera extraída de la arteria
crural del animal. Dos días después se hizo a Mauroy una segunda transfusión, algo más
abundante que la primera, esta vez utilizando el brazo izquierdo. Se registra aquí la
primera mención escrita de una reacción hemolítica por incompatibilidad entre la sangre
del dador y la del receptor?:“En cuanto la sangre comenzó a entrar en sus venas, sintió
un fuerte calor en todo el brazo, su pulso se aceleró y pronto empezó una sudoración
difusa por toda la cara y gran inquietud y pronto se sintió mal del estómago y tuvo un
gran dolor en los riñones. Obligado a acostarse se durmió hasta la mañana, y entonces
tuvo una epistaxis y emitió un gran vaso de orina negra como si ésta hubiese sido
manchada con humo negro de chimenea”. La transfusión pareció hacer maravillas con
Mauroy. Éste recobró su buen sentido, dejó de injuriar y de pegar a su esposa e hizo
cuatro veces el amor con ella. Era la Nochebuena de 1667, había luna llena y Mauroy no
intentó golpear a su mujer -siempre lo hacía en estos días- y se confesó “con
extraordinaria lucidez” según testimonio escrito de su sacerdote. Pero cuando pasó la
Navidad de 1667, Mauroy volvió a sus desequilibrios, otra vez a los cafés, a los
burdeles, injurias y faltas al trabajo. La señora de Mauroy rogó a Dénis que le fuese
efectuada a su marido una tercera transfusión. Dénis estaba reticente, debido al rápido
fracaso de las dos anteriores, pero finalmente accedió. Apenas se había hecho al
paciente la apertura venosa, éste tuvo un estremecimiento general, gritó primero que no
quería sangre de ternera, luego incoherencias, entró en coma y finalmente murió al día
siguiente. Los sucesos que se produjeron a continuación de esta supuesta primera
muerte transfusional merecen un capítulo aparte en la historia de la medicina legal.
En síntesis: 1) la viuda Mauroy demandó, inducida por tres colegas médicos, a Dénis
por malpraxis; 2) Dénis contrademandó a la viuda de Mauroy acusándola de haber
envenenado a su marido con arsénico y haberlo querido hacer aparecer como muerte
transfusional. (La viuda se había opuesto a la autopsia y otros sirvientes atestiguaron
que ella administraba a su marido extrañas pociones diarias con una cuchara y que no se
las había dejado probar a ellos.) El tribunal de Chatêlet, el 17 de abril de 1668, exoneró
al doctor Dénis de conducta criminal, pero hizo un severo llamado de atención sobre la
peligrosidad de las transfusiones, y ordenó una investigación de los tres médicos que
indujeron a la viuda a demandar y de la propia viuda, que debía responder a la
acusación de haber envenenado a su marido. No hay registro escrito posterior a esta
sentencia del 17 de abril que exprese condenación alguna a la viuda o a los colegas. La
medicina legal de la época no permitía hacer diagnósticos de envenenamiento tan
posteriores a una muerte como en este caso, así que probablemente el proceso fue
archivado. Pero la transfusión de sangre había sido herida de muerte.. .
Sentencia del Parlamento de Park, del 10 de enero de 1670 “Las terapéuticas
extraordinarias son generalmente peligrosas y por una que tiene éxito, todas las otras
terminan en la muerte. Por tanto Prohíbese a todos los médicos y cirujanos efectuar la
transfusión de la sangre, bajo pena de castigo corporal”. Poco tiempo después, en
Londres, la Roya1 Society emitió también un decreto condenando la transfusión de la
sangre y en 1679 el papa se sumó a la prohibición (4). En los siguientes 140 años la
transfusión sanguínea fue borrada del arsenal terapéutico y la sugerencia de Griffoni de
transfundir sangre joven y fuerte a viejos afectados de sordera nunca llegó a efectuarse.
En el siglo XIX, con algunas excepciones, la transfusión de sangre como recurso
terapéutico había sido condenada y olvidada por el mundo médico hasta los comienzos
del siglo XIX. Una nueva era comenzó con James Blundell (1790- 1878). Nacido en
1790, graduado en Edimburgo y obstetra, Blundell comenzó hacia 18 14 a hacer
experiencias en perros y otros animales, que exanguinaba y transfundía con variadas
técnicas. Impresionado por las graves hemorragias de la práctica obstétrica, Blundell,
poseedor de una gran inteligencia, de una enorme clientela y de la paciencia que debe
acompañar al genio, realizó el 22 de diciembre de 1818 la primera transfusión homóloga
humana en la historia de la medicina. El caso era desesperado y no sobrevivió. Se
trataba de un cáncer gástrico, que recibió unos 400 ml y murió 56 horas después. En los
quince años subsiguientes Blundell, eligiendo sus casos cuidadosamente, transfundió
por lo menos a diez pacientes más, de los cuales sobrevivieron cinco. A los efectos de
facilitar la técnica transfusional inventó tres aparatos: el impellor, que era una vasija de
doble camisa (la exterior tenía p ermanentemente agua tibia para evitar la coagulación),
el gravitator, donde se sustituía a la jeringa impulsora por la gravedad (el donante estaba
situado un metro más alto que el receptor). Por fin, una jeringa metálica a pistón. En
1838, Blundell, que enseñaba en el Guy’s Hospital se ausentó temporariamente. Al
retornar, la comisión directiva del hospital había tomado la decisión de excluirlo del
cuerpo docente y había nombrado para el cargo de profesor de obstetricia, ocupado
hasta ese entonces por Blundell, a uno de sus más acérrimos rivales. Luego de algunas
protestas y discusiones, recogidas por los diarios de la época, Blundell se alejó del
Guy’s y continuó su práctica privada hasta 1847, año en que decidió retirarse. Vivió
treinta años más disfrutando de una de las fortunas más grandes que jamás médico
alguno haya acumulado con los honorarios recibidos por su práctica. En dinero de hoy,
Blundell dejó, al morir, luna herencia de 50 millones de dólares!
Con la transfusión homóloga firmemente asentada luego de Blundell, otros
investigadores intentaron resolver el problema de la coagulación que rápida e
inevitablemente se producía al efectuar el procedimiento. Jean Louis Prévost (1790-
1850) y Jean Baptiste André Dumas (1800-1884) demostraron que la sangre defibrinada
era incoagulable y servía a los efectos de resucitar animales sangrados hasta segundos
antes del paro cardíaco. También demostraron las posibilidades terapéuticas de las
inyecciones endovenosas de agua caliente y de soluciones salinas. Neudorfer, en 1860,
recomendó el uso de bicarbonato de sodio como anticoagulante. Otros aconsejaron el
uso del fosfato de sodio, y hacia 1890, Nicole Maurice Arthur (1862-1945), utilizó con
el mismo fin en un experimento animal, oxalato y citratode sodio. Pasarían veinticinco
años más antes que el citrato fuera aplicado con seguridad en seres humanos. Vista la
dificultad que planteaba la transfusión de sangre en humanos, en Estados Unidos se
practicó de 1873 a 1880 bastante extensamente la transfusión de leche. Ésta podía ser de
cabra, de oveja, de vaca o de mujer. La intolerancia y reacciones desfavorables
discontinuaron el procedimiento hacia 1882. Un autor mencionó: “La importancia
médico legal que tenía la transfusión de leche, dado que podía permitir prolongar la vida
de un herido por mano criminal, hasta que éste fuese capaz de reconocer a su
victimario”. En 1881, el cirujano Albert Landerer, de Berlín, utilizó por primera vez una
solución salina al 0,6%, inyectándola directamente en las venas, como tratamiento de
grandes hemorragias. Franz Gesellius, médico y cirujano de la Real Sociedad de Wilna,
Polonia, inventó, hacia 1873, un aparato para extraer sangre del donante con fuertes
connotaciones medievales. Consistía en una superficie hecha de lancetas, que en el
momento apropiado se clavaban en la espalda del donante y que por un mecanismo de
vacío, hacía que la sangre fluyera a una cámara doble. La exterior era mantenida
caliente para evitar la coagulación y la sangre era luego inyectada por un pistón en la
vena del receptor. Todo el procedimiento se hacía sin anestesia. La anestesia local por
infiltración no fue conocida hasta 1892, año en que Carl Ludwig Schleich (1849-1922)
presentó ante el Congreso Alemán de Cirugía su técnica de infiltración de tejidos capa
por capa con soluciones hipotónicas de cocaína.

:.. La sangre humana es la única fuente de eritrocitos, plaquetas y plasma, e incluye los
factores de la coagulación. La transfusión es una forma simple de trasplante de órgano
ya que se transfiere de un donante a un paciente, para corregir temporalmente una
deficiencia o alteración de una función.

Tanto el órgano como el paciente deben ser rigurosamente examinados para asegurar la
compatibilidad entre los elementos a infundir y el trasplante sólo está indicado cuando
hay anormalidades específicas en espera de que el paciente-receptor sea beneficiado con
dicho procedimiento. Más aún el proceso transfusional puede transmitir enfermedades
infecciosas y diversas complicaciones, por lo que toma relevancia el manejo de los
hemoderivados a través de los Bancos de Sangre (BS). De tal modo, los aspectos
específicos de la selección de los donadores y las pruebas de compatibilidad que se
realizan a cada uno de los componentes derivados de la sangre, son campo de acción en
los bancos de sangre y en México se encuentra normado por la Norma Oficial
Mexicana1, por lo que en el presente capítulo se realiza una descripción de la relevancia
del banco de sangre.
 La primer trasfusión reportada fue entre 1666 y 1667 con sangre animal trasfundida
a humanos. En los inicios de 1800 se desarrollo la trasfusión humano a humano,
pero fue hasta 1900, cuando Landsteiner describe el grupo ABO, con lo que inicia a
la era moderna en la trasfusión. Ya para 1914 se introduce el uso del citrato como
medio de conservación.

De 1933 hasta 1947, John Lundy, establece los elementos y la generación del primer
Banco de Sangre, con la finalidad de dotar rápidamente las demandas de hemoderivados
en los servicios de cirugía en la Clínica Mayo.

Fue desde entonces, basado en su experiencia y en los casos que se presentaban, que el
punto de corte para indicar la trasfusión es la determinación menor de 10 g/dL de
hemoglobina (Hb) o una pérdida mayor del 15% del volumen circulante.

Durante la guerra de Vietnam, se describe el síndrome de distress respiratorio, y se dan


los reportes relacionados a la lesión pulmonar aguda asociada a trasfusión (TRALI),
considerada como uno de los riesgos más relevantes tras el uso de hemoderivados.

La hemoglobina a través de sus 2 cadenas, alfa y beta, sirve como sitio de anclaje para 4
átomos de oxígeno (O2), que al unir hasta 4 moléculas de O 2, representa alrededor de
1.39 ml por gramo de Hb a una temperatura de 37° C. La unión del O2 depende de los
cambios de afinidad explicados en la curva de disociación de la Hb.

El aporte de oxígeno a los tejidos es producto del contenido de éste en la sangre, y


también interviene el gasto cardiaco. De modo que una caída en la concentración de Hb
podría condicionar una disminución en el aporte de oxígeno a los tejidos, y
considerando que la Hb se encuentra completamente saturada con oxígeno, entonces, la
manera más fácil de incrementar el aporte a los tejidos es incrementando la
concentración de esta proteína.

Este concepto resulta sencillo, sin embargo se sabe que cuando mantenemos una
adecuada isovolemia en una pérdida de Hb de forma aguda de 4-5 g/dL, ésta es bien
tolerada y no se muestran signos de hipoxia, gracias a los mecanismos de compensación
basados en la disminución de las resistencias vasculares sistémicas y el incremento de la
frecuencia cardiaca.

Es así como se establecen los principios de transfusión del concentrado eritrocitario, sin
embargo, este no es el único elemento que se maneja dentro de los bancos de sangre,
pero sí resulta de mayor relevancia ante los procedimientos que deben llevarse a cabo
antes de su utilización, así como la determinación de antígenos.

Los antígenos relacionados con el sistema ABO se encuentran unidos a las células por
proteínas de unión de membrana o por residuos de ceramida. Se piensa que los
anticuerpos contra los antígenos A y B son formados como resultado de la exposición a
diversas fuentes de antígenos (como una bacteria) después de los primeros meses de
vida. La sangre de individuos del grupo A y B producen anticuerpos de tipo IgM y los
individuos del grupo O producen tanto anticuerpos de tipo IgM e IgG. Los anticuerpos
del grupo Lewis resultan clínicamente insignificantes.
Los antígenos del Rh son polipéptidos grasos con un grupo acil no glicosilados que
cruzan la membrana celular eritrocitaria 12 veces. A pesar que se conocen 49 antígenos
identificados para el Rh, los 5 principales, D, C, E, c y e, corresponden a la formación
de anticuerpos hasta en el 99% de las reacciones clínicas. Asimismo, es importante
considerar que el antígeno D es altamente inmunogénico y que 80% de los individuos
que carecen de éste podrían formar anti-D una vez expuestos a trasfusión o bien hasta
en un 15% a través del embarazo. Es por ello que estas determinaciones de antígenos
son las que se realizan de forma rigurosa dentro de los BS.

Una vez indicada una trasfusión, debemos saber que los BS realizan una entrevista con
el donador potencial, este elemento aunque sencillo e incluso para algunos considerado
como trivial, representa un elemento de escrutinio importante de diversas enfermedades
que pudieran estar presentes en él, ya que esta ha ayudado a disminuir la trasmisión de
enfermedades, principalmente aquellas en que no contamos con elementos precisos de
detección como acontece en la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob, cuyo
cuestionario es de relevancia al interrogar sobre la permanencia del donador potencial
en sitios donde se ha reportado este tipo de patología.

Motivos de exclusión de donadores

Durante la solicitud de donadores debemos de excluir a las siguientes personas:

• Menores de 18 y mayores de 65 años.

• Sujetos carentes del uso pleno de sus facultades mentales o aquellos coartados del
ejercicio libre de su propia voluntad.

• Personas que por razón de sus prácticas sexuales o por exposición a condiciones de
alto riesgo, tienen mayor probabilidad de adquirir infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana o por los virus de la hepatitis.

Tampoco son candidatos los que tengan cualquiera de los siguientes antecedentes:

• Hepatitis.

• Positividad en marcadores serológicos para los virus B o C de la hepatitis, o ambos.

• Positividad en la prueba serológica para el virus de la inmunodeficiencia humana.

• Manifestaciones clínicas o patológicas que puedan estar asociadas o no a enfermedad


por virus de inmunodeficiencia humana.

Otras causas para no ser candidato a donar son:

• Brucelosis, con persistencia de positividad en la prueba serológica.

• Toxoplasmosis.

• Tripanosomiasis americana (enfermedad de Chagas) o positividad en las pruebas


serológicas.
• Paludismo, por Plasmodium malarie o por especie no identificada.

• Lepra.

• Cardiopatías.

• Epilepsia o convulsiones.

• Diátesis hemorrágica.

• Neoplasias hematológicas u otras.

• Los que hubieran recibido hormona hipofisiaria de crecimiento de origen humano.

Los candidatos a donación que en los últimos 5 años tengan antecedentes de paludismo
por Plasmodium vivax o falciparum.

Personas que en los últimos 3 años tengan alguno de los antecedentes siguientes:

• Tuberculosis pulmonar.

• Haber tomado etretinato.

Sujetos que en los últimos 2 años, tengan antecedentes de 2 o más infecciones


bacterianas, entre las siguientes:

• Septicemia.

• Neumonía.

• Meningitis.

• Absceso cerebral.

Aquellos que en el último año tengan cualquiera de los antecedentes siguientes:

• Sífilis, gonorrea, infección por Chlamydia u otras enfermedades transmitidas


sexualmente.

• Violación o contacto sexual ocasional con desconocidos.

• Haber estado al cuidado o en estrecho contacto con pacientes con hepatitis viral.

• Haber recibido inmunoglobulina, por riesgo de transmisión del virus B de la hepatitis.

• Procedimientos o lesiones efectuados o provocados con instrumentos u objetos


potencialmente contaminados con líquidos, tales como: tatuajes, acupuntura,
perforación del lóbulo de la oreja, piloelectrólisis, cirugías o heridas accidentales.

• Transfusión de sangre, componente sanguíneo o crioprecipitado.


• Recepción de cualquier trasplante alogénico.

• Vacunación antirrábica.

Los que en los últimos 6 meses hayan tenido una cirugía mayor, parto o cesárea o bien
un embarazo terminado por muerte del producto en cualquier edad gestacional.

Tampoco son candidatos las personas que en los últimos 45 días hayan donado sangre.

Aquellos que en los últimos 28 días, hayan recibido cualquiera de las siguientes
vacunaciones:

• Antivariolosa.

• Antipoliomielítica por vía oral.

• Antisarampionosa.

• Antirubéola.

• Antiparotiditis.

• Anti fiebre amarilla.

• Antiinfluenza.

• Inmunoglobulina antitetánica.

O bien hayan tenido un tratamiento a base de tetraciclinas o isotretinoína.

Los que en las últimas 72 h hayan sido sometidos a cualquiera de los siguientes
procedimientos:

• Extracción dentaria no complicada.

• Cirugía menor.

• Haber proporcionado algún componente sanguíneo por aféresis.

Candidatos que al momento de la valoración médica, cursen con cualquiera de lo que se


indica a continuación:

• Síntomas de hipotensión secundarios o no a medicamentos antihipertensivos.

• Infecciones agudas o crónicas.

• Neumopatías agudas o crónicas.

• Enfermedades hepáticas activas o crónicas.


• Síntomas secundarios a cualquier inmunización.

• Efectos evidentes de intoxicación por alcohol, narcóticos, marihuana, inhalantes, o


cualquier estupefaciente.

• Periodos menstrual, gestacional o de lactancia.

También al realizar la exploración física y documentar un peso menor de 50 kg,


frecuencia cardíaca menor de 50 latidos por minuto (excepto en atletas) o mayor de 100.
Cifras de tensión arterial de 100 mmHg o mayor para la diastólica y de 180 mmHg o
mayor para la sistólica. Temperatura axilar de 37.0° C o mayor u oral de 37.5° C o
mayor. O bien, la presencia de arritmia cardíaca.

Alteraciones en piel y mucosas como: ictericia, petequias, múltiples equimosis no


asociadas a traumatismos, lesiones de sarcoma de Kaposi, candidiasis orofaríngea o
leucoplasia pilosa. Al interrogar y observar una dermatitis persistente, lesiones activas o
antiguas de herpes zoster, que abarquen más de un dermatoma, la presencia de múltiples
venopunciones o mala calidad de las venas del paciente, presencia de adenomegalia en 2
o más regiones extrainguinales o bien la presencia de hepatomegalia o esplenomegalia.

Por otro lado dentro de las indicaciones de la trasfusión se encuentra el descenso en los
niveles de hemoglobina, sin embargo en muchos estudios se ha reportado que los
mecanismos compensadores que se activan en el organismo tras la presencia de anemia,
generan una tolerancia adecuada en el paciente, pero esta opinión en muchas veces es
poco compartida por el médico, ante la teoría de isquemia que produce la anemia.

También se han considerado las pérdidas sanguíneas en exceso como indicación para
trasfundir, sin embargo este concepto resulta muy ambiguo, ya que se pueden definir
cómo la pérdida de más de 2 l de sangre en 24 h durante el postoperatorio o bien una
pérdida de 300 ml/h o de 100-200 ml/h durante 4 h.

Todos estos conceptos pueden ser indicativos del uso de este recurso terapéutico, sin
embargo, para establecer el uso de concentrados eritrocitarios, debemos tener los
siguientes datos:

• Depresión del segmento ST mayor de 0.1 mV o elevación mayor de 0.2 mV.

• Determinación de O2 menor de 32 mmHg con saturación menor del 60% de una


determinación de mezcla venosa.

• Datos en relación al consumo de O2, como lo es una extracción mayor al 40%.

Por otro lado, el aumento en las "indicaciones" del evento trasfusional se han
generalizado debido al conocimiento de la unión que establece la Hb con el óxido
nítrico, que conlleva a un apropiado tono vascular. Con todo ello logramos garantizar el
adecuado flujo capilar y la dotación de O2 a los tejidos.

Una vez descritos los elementos esenciales de las transfusiones, debemos ver el
procesamiento y características de los 3 componentes que con mayor frecuencia se
solicitan en la práctica diaria, cuando el banco de sangre tiene como objetivo llevar un
adecuado control de calidad, y se hace referencia a cada uno de los métodos que se
llevan a cabo para garantizar la efectividad y funcionalidad de equipos, reactivos y
técnicas, así como, la viabilidad y seguridad de la sangre y de los componentes
sanguíneos.

TRANSFUSIÓN DE CONCENTRADO ERITROCITARIO: Al indicar una transfusión


eritrocitaria debemos conocer que el BS trabaja con pruebas de compatibilidad: que son
cada uno de los estudios practicados in vitro empleando muestras de sangre del
disponente y del receptor, para comprobar la existencia de afinidad recíproca entre las
células de uno y el suero del otro, para efectos transfusionales.

Existen pruebas pretransfusionales necesarias que determinaran la compatibilidad


serológica de la sangre del donante y del receptor, dentro de ellas se encuentran:

Pruebas de compatibilidad. Son pruebas analíticas de laboratorio que funcionan para


detectar anticuerpos en el receptor contra antígenos de las células que se transfundirán.
Para ello son necesarias diversas pruebas en el receptor, inicialmente con la
determinación del grupo, Rh y anticuerpos irregulares (anticuerpos aloinmunes contra
antígenos eritrocitarios diferentes a los del sistema ABO), así como de pruebas
cruzadas, estas últimas se llevan a cabo entre el suero del receptor y células del donante
(eritrocitos o plaquetas), ello ayuda a determinar la presencia de anticuerpos en el suero.

Debido a la importancia de reacciones hemolíticas en aquellos casos de


incompatibilidad eritrocitaria estas pruebas se realizan de manera rutinaria en la
transfusión de sangre total, en la transfusión de plaquetas las pruebas de compatibilidad
se realizan en casos de sospecha de anticuerpos (refractariedad plaquetaria).

La negatividad de estas pruebas aseguran la compatibilidad entre donante y receptor,


pero ello no evitara la reacción hemolítica retardada ni la aloinmunización.

Antes de realizar las pruebas de compatibilidad, deben determinarse los grupos ABO y
Rh del donador y del receptor, y el siguiente paso será seleccionar el producto
sanguíneo a utilizar.

Pruebas cruzadas. Determinan los anticuerpos presentes en el suero del receptor frente a


antígenos tanto ABO como el resto de antígenos eritrocitarios.

Estas pruebas se dividen en 2 grandes grupos:

• Mayor. De importancia para la transfusión, consiste en unir suero del receptor con
glóbulos rojos del donador, ello determinará si existe compatibilidad ABO entre
receptor y donador, además de identificar la presencia de anticuerpos en el suero del
receptor que puedan producir hemolisis o aglutinación de eritrocitos transfundidos.

• Menor. En esta prueba el suero del donador se une con eritrocitos del receptor. Es
menos significativa ya que en caso que se determine la existencia de anticuerpos en el
plasma del donador que reaccionen con los glóbulos rojos del receptor se diluyen en el
volumen sanguíneo circulante sin que tengan oportunidad de actuar.
Las pruebas son compatibles cuando no se observa hemolisis ni aglutinación, de lo
contario, la aglutinación indica que algún anticuerpo del suero del donador se unió con
los glóbulos rojos del receptor y por ello la prueba es incompatible.

En aquellos pacientes en los que el grupo ABO, Rh y anticuerpos irregulares son


negativos, se puede descartar una reacción antígeno-anticuerpo por anticuerpos
diferentes de ABO. Este paciente podrá recibir cualquier unidad de concentrado
eritrocitario compatible ABO, comprobada con una prueba de compatibilidad rápida sin
necesidad de hacer una prueba completa, en casos excepcionales ésta última se ha
sustituido por una comprobación rápida de grupo ABO y Rh del paciente, la prueba
cruzada completa se deberá realizar indudablemente en casos de anticuerpos irregulares
positivos.

Cuando deseamos disminuir el riesgo de trasmisión de virus (específicamente


citomegalovirus, por ejemplo en pacientes que serán sometidos a transplante) debemos
indicar al BS se nos otorgue un concentrado con leucorreducción, ya que también
disminuyen el número de reacciones febriles no hemolíticas así como la
isoimnunización asociada a HLA. Asimismo, ha demostrado disminuir el proceso de
inmunomodulación condicionado por el evento transfusional, y con ello disminuir el
riesgo de procesos infecciosos e incluso de diseminación de cáncer. Sin embargo, no es
una técnica que debe generalizarse, principalmente por los costos que implica.

TRANSFUSIÓN DE CONCENTRADOS PLAQUETARIOS: Una unidad obtenida de


un solo donante debe contener por lo menos 5,5x1010 plaquetas. La unidad de
plaquetoféresis contiene por lo menos 30x1010 plaquetas, lo que la hace equivalente a 6
unidades de plaquetas de un solo donante. La decisión de transfundir plaquetas depende
de la condición clínica del paciente, la causa de la trombocitopenia, el recuento de
plaquetas y la capacidad funcional de las plaquetas del paciente. No debemos olvidar
que se requieren dosis mayores en pacientes con fiebre, sepsis o esplenomegalia.

En general la dosis es de 6 a 10 unidades para el adulto. Se espera que cada unidad


aumente el recuento plaquetario en 7.000/ml en un adulto de 70 kg de peso que no sea
refractario.

Para controlar la efectividad de las transfusiones de plaquetas se debe hacer recuento


dentro de las 24 h previas a la solicitud de dicha transfusión y el recuento postransfusión
debe indicarse a la mañana siguiente de la transfusión del concentrado. Si 2
transfusiones consecutivas no producen el incremento esperado, hay que evaluar la
efectividad de las siguientes transfusiones de plaquetas, haciendo un recuento 30-60 min
después de terminada la transfusión. Si 3 transfusiones de plaquetas en el transcurso de
2 semanas no producen el incremento esperado, debemos considerar que el paciente es
"refractario".
En la transfusión de concentrados plaquetarios se debe conservar la identidad ABO, en
caso de no poderse lograr, se podrá transfundir concentrado plaquetario con
incompatibilidad mayor como se muestra abajo:

Otro de los puntos relevantes durante el evento transfusional es la necesidad de


mantener en movimiento el concentrado ya que evita la adherencia del componente.

TRANSFUSIÓN DE PLASMA FRESCO: Aquí se obtiene de donaciones individuales


de sangre y se procesa en las primeras 6 h de la recolección. Contiene aproximadamente
400 mg de fibrinógeno y 200 unidades de otros factores de coagulación. El reemplazo
total de un volumen sanguíneo deja al paciente con aproximadamente una tercera parte
de sus factores de coagulación.

El volumen a transfundir es 10-15 ml/kg, excepto cuando hay urgencia de revertir la


anticoagulación con warfarina y es suficiente una dosis de 5-8 ml/kg.

Por otro lado no debemos indicar plasma fresco para disminuir el riesgo de sangrado
transoperatorio, ya que está plenamente comprobado que no tiene utilidad alguna.

En la transfusión de plasma fresco congelado (PFC) no se llevan a cabo pruebas de


compatibilidad de manera rutinaria, pero es muy importante tener en cuenta la
compatibilidad ABO. En relación a los anticuerpos irregulares, éstos son realizados en
las donaciones y son habitualmente negativos.

El PFC O deberá ser la última opción ya que los anticuerpos anti A y anti B de estos
donantes tiene un título más elevado de anticuerpos IgM que los A y B y con frecuencia
tienen además anticuerpos IgG, lo cual en transfusiones repetidas podría condicionar
anemia hemolítica de causa inmune.

Otra de las complicaciones que ocupan mayor frecuencia, se trata de la contaminación


bacteriana en 1 por cada 28,000-14,3000 unidades de concentrados eritrocitarios. Este
riesgo es mayor al utilizar concentrados plaquetarios (1 por cada 2000 a 8000 unidades).
El crecimiento bacteriano ocurre comúnmente en componentes sanguíneos que se
conservan a temperatura ambiente o en aquéllos que el almacenamiento sobrepasa los 5
días. A este respecto también es digno de comentar que tras el almacenamiento
sanguíneo, inicia la disminución de 2-3 difosfoglicerato (2,3 DPG) que condiciona
decremento en la liberación de oxígeno.
También acontecen cambios bioquímicos, hormonales, los eritrocitos se tornan de forma
bicóncava y toman formas en elipse y espiculados, y posterior a 5-10 días de almacenaje
van perdiendo su flexibilidad. Al cabo de 15-28 días pierden aproximadamente el 15-
20% de fosfolípidos de membrana. Debido al medio anóxico en el que se encuentran los
eritrocitos, pierden función de la bomba Na-K ATPasa y de este modo se convierten en
células edematosas. Todos estos cambios condicionan labilidad para ser destruidos,
disminuye su vida media y no logran alcanzar adecuadamente los capilares y con ello no
mejorar la oxigenación tisular.

Respecto a la conservación de concentrados plaquetarios, ya que este es el componente


sanguíneo que conlleva más fácilmente la trasmisión de enfermedades infecciosas, es
por esta razón que requieren refrigeración, ya que a temperatura ambiente y aquellas
con períodos mayores a 5-7 días, tienen un riesgo importante para crecimiento
bacteriano. Concepto a tener en cuenta principalmente cuando indiquemos este
componente en pacientes con algún tipo de inmunosupresión.

Una vez completado el procedimiento de recolección de sangre, el banco de sangre


deberá proporcionar a los disponentes un alimento líquido y sólido con un valor calórico
mínimo de 400 Kcal y con un volumen mínimo de 500 ml y de considerarse para el
disponente, la prescripción de suplementos de hierro.

La historia de la transfusión sanguínea en la actualidad ha avanzado significativamente


en términos de seguridad, eficacia y accesibilidad. La transfusión sanguínea en la
actualidad cuenta con:

Seguridad mejorada: Los protocolos de seguridad en las transfusiones sanguíneas son


extremadamente rigurosos. Se realizan pruebas exhaustivas para determinar el tipo de
sangre del donante y del receptor, así como para detectar enfermedades transmitidas por
la sangre, como el VIH, la hepatitis y otras infecciones. Esto ha reducido drásticamente
los riesgos de transfusiones incompatibles y enfermedades transmitidas por la sangre.

Grupos sanguíneos: El conocimiento de los grupos sanguíneos, en particular el sistema


ABO y el sistema Rh, es esencial para garantizar la compatibilidad entre donantes y
receptores. Esto se verifica cuidadosamente antes de cada transfusión para evitar
reacciones adversas.

Tecnología de almacenamiento y conservación: Se han desarrollado técnicas avanzadas


de almacenamiento y conservación de la sangre para garantizar que la sangre donada se
mantenga en condiciones óptimas antes de su uso. Esto incluye el uso de refrigeración y
congelación para mantener la sangre fresca durante períodos más largos.

Bancos de sangre: Los bancos de sangre modernos son organizaciones especializadas


que recolectan, procesan y distribuyen sangre y componentes sanguíneos de manera
eficiente. Están altamente regulados y supervisados para garantizar la calidad y la
seguridad de la sangre.

Donación voluntaria: En muchos países, se fomenta la donación de sangre voluntaria y


no remunerada. Esto ayuda a garantizar un suministro constante de sangre segura y evita
riesgos asociados con la donación motivada por compensación económica.
Uso en la medicina moderna: Las transfusiones sanguíneas siguen siendo fundamentales
en la cirugía, el tratamiento del cáncer, el cuidado de pacientes con enfermedades
crónicas y el manejo de emergencias médicas, como accidentes automovilísticos y
partos complicados.

Investigación y desarrollo: La investigación continúa en el campo de la transfusión


sanguínea, con el objetivo de desarrollar sangre artificial y alternativas a la sangre
donada. También se investiga para reducir la dependencia de las transfusiones en ciertas
situaciones clínicas mediante el uso de terapias y tratamientos más específicos.

O sea la transfusión sanguínea en la actualidad se basa en una sólida historia de avances


médicos y científicos que han mejorado enormemente su seguridad y eficacia. Sigue
siendo una parte esencial de la medicina moderna y se utiliza en una amplia gama de
situaciones médicas para salvar vidas y mejorar la salud de los pacientes.

Concluimos que la historia de la transfusión sanguínea es un relato fascinante que ha


evolucionado a lo largo de los siglos, desde sus inicios llenos de mitos y supersticiones
hasta convertirse en un procedimiento médico esencial y rutinario en la actualidad. A lo
largo de esta historia, se ha pasado de la práctica peligrosa y poco efectiva de transferir
sangre entre humanos, a la comprensión profunda de los grupos sanguíneos y los
mecanismos inmunológicos que han permitido que las transfusiones sean seguras y
efectivas.. A continuación, la historia de la transfusión sanguínea es un testimonio de la
curiosidad y el esfuerzo humano por comprender y mejorar la medicina. A lo largo de
los siglos, hemos pasado de prácticas primitivas y a menudo mortales a técnicas
sofisticadas y seguras que salvan vidas. A través de errores y éxitos, se ha desarrollado
una comprensión profunda de la compatibilidad sanguínea y se han establecido
rigurosos estándares de seguridad. En el siglo XIX, la obra de James Blundell y Karl
Landsteiner sentó las bases para la comprensión moderna de los grupos sanguíneos y la
compatibilidad, mientras que el siglo XX vio el desarrollo de bancos de sangre y
técnicas de almacenamiento que revolucionaron la disponibilidad de sangre para
transfusiones. Hoy en día, la transfusión sanguínea es una parte esencial de la medicina
moderna, utilizada en cirugías, tratamientos contra el cáncer, y para salvar vidas en
situaciones de emergencia. Sin embargo, a pesar de todo este progreso, todavía existen
desafíos, como la necesidad de garantizar un suministro adecuado de sangre segura y la
búsqueda de alternativas a la sangre transfundida. En última instancia, la historia de la
transfusión sanguínea nos recuerda que la ciencia y la medicina son empresas en
constante evolución, impulsadas por la curiosidad y la determinación humanas. A
medida que avanzamos en el siglo XXI, podemos esperar que la investigación continúe,
llevándonos a nuevas y emocionantes fronteras en la medicina y la terapia sanguínea.

Desde los primeros intentos registrados en la antigua Grecia y Roma, la transfusión


sanguínea ha recorrido un camino lleno de desafíos y descubrimientos. A medida que se
descubrían los grupos sanguíneos y se comprendían los riesgos asociados con las
transfusiones incompatibles, se logró establecer un protocolo más seguro para llevar a
cabo estos procedimientos. Además, el desarrollo de técnicas de almacenamiento y
conservación de la sangre ha sido un factor crucial para hacer posible su uso en
emergencias médicas y cirugías. La historia de la transfusión también ha sido marcada
por avances significativos en la medicina, como la identificación de enfermedades
transmitidas por la sangre y la implementación de rigurosos estándares de control de
calidad en la donación y el procesamiento de la sangre. La creación de bancos de sangre
y la promoción de la donación voluntaria han sido pasos esenciales para garantizar un
suministro constante y seguro de sangre para quienes la necesitan. En conclusión, la
historia de la transfusión sanguínea es un testimonio de la perseverancia y el avance del
conocimiento humano en el campo de la medicina. Desde los primeros intentos inciertos
hasta la comprensión actual de la biología y la inmunología que subyace en las
transfusiones, este viaje ha salvado innumerables vidas y ha sentado las bases para los
procedimientos médicos modernos. Aunque los desafíos y las investigaciones
continúan, la historia de la transfusión nos recuerda la importancia de la colaboración
científica, la ética médica y la búsqueda constante de la mejora de la atención médica
para todos.
Bibliografías :

https://www.medigraphic.com/pdfs/rma/cma-2017/cma173m.pdf

https://www.rmu.org.uy/revista/1999v3/art2.pdf

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-
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https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/132499/BUZON%20DIAZ
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https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-
17422012000100008#:~:text=La%20primer%20trasfusi%C3%B3n%20reportada
%20fue,era%20moderna%20en%20la%20trasfusi%C3%B3n.

http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1029-30192010000700013

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