Un Privilegio Eterno
Un Privilegio Eterno
Un Privilegio Eterno
Efesios 2:11-22
Introducción.-
Ya hemos visto el interés de Pablo en que los creyentes tengan una comprensión clara de los
privilegios que ahora disfrutamos por el hecho de ser cristianos. Hemos sido elegidos por Dios
para ser adoptados como sus hijos, fuimos reconciliados, nos ha dado Dios a conocer el
misterio de su voluntad, hemos sido co herederos junto con Cristo y sellados por el Espíritu
Santo.
Nadie tiene estos privilegios mas que los cristianos. Privilegios que se nos han otorgado sin
merecerlos en absoluto, fueron dado por gracia.
Ahora, en el resto del capitulo 2, Pablo va a continuar expandiendo el mismo tema pero desde
otro punto.
Hasta ahora, Pablo había contemplado a los cristianos como individuos salvados por gracia
por medio de la fe.
Pero ahora vamos a ver como Pablo contempla a estos mismos individuos como miembros de
una comunidad de creyentes que es la iglesia. Vimos los privilegios individuales, ahora
veremos los colectivos.
En esta sección Pablo explica la misión de paz de Cristo, y la resume en tres palabras muy
importantes: separación, reconciliación y unificación.
Separación (Vv. 11-12)
v.11. “Por tanto,” (clausula conectiva de lo que se hablaba antes) = la gracia de Dios en
nuestras vidas aun estando muertos en delitos y pecados. (v.1-3).
“Acordaos” de que en otro tiempo etc, es saludable que recuerden eso. La condición muerta
que teníamos, pero por el hecho de pertenecer al mundo gentil y no ser israelitas, su
condición era aun peor.
En los primeros 10 versículos del capítulo 2, Pablo ha tratado la salvación de los pecadores en
general, pero ahora se trata la obra de Cristo por los gentiles en particular. La mayoría de los
convertidos en la iglesia de Efeso eran gentiles, y sabían que gran parte del programa de Dios
en el Antiguo Testamento involucraba a los judíos. Por siglos la "circuncisión" (judíos) había
mirado con desprecio a la "incircuncisión" (gentiles) con una actitud que Dios nunca había
tenido la intención que mostraran. El hecho de que un judío hubiese recibido la marca fisica
del pacto no era prueba de que el tal fuese un hombre de fe. Aquellos que han confiado en
Cristo han recibido una circuncisión espiritual "no hecha a mano".
Pero desde el momento en que Dios llamó a Abraham, Dios hizo diferencia entre judíos y
gentiles. No hizo diferencia para que los judíos se jactaran, sino para que fueran una
bendición y una ayuda a los gentiles. Dios los separó a fin de utilizarlos para que por medio de
ellos llegara su revelación y bondad a las naciones paganas. Es triste decirlo, pero Israel no
mantuvo esta diferencia en lo moral, sino en lo nacional y en lo ritual. Israel llegó a ser como
las naciones perdidas que la rodeaban. Por esta razón, Dios tuvo que disciplinar a menudo a
los judíos porque no mantenían su separación espiritual.
- Discriminación social: (v.11b.- los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión
por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.) la sociedad de aquel tiempo estaba
dividida, el hombre había construido barreras y la iglesia tuvo que lidiar con esta dificultad
(esclavitud= los libres miraban a los esclavos como inferiores y los esclavos miraban a los
amos con resentimiento y amargura por la manera inhumana en la que eran tratados; los
sexos = las mujeres eran vistas como ciudadanos de 2da categoría y eran tratadas por sus
esposos un poco mejor que a los esclavos).
- División étnica: Por un lado los griegos, enorgullecidos por su cultura y desarrollo intelectual.
Consideraban a todos los demás como barbaros.
Por el otro lado los romanos, y su orgullo de ser ciudadanos del gran imperio que gobernó el
mundo.
También los judíos, que por una mala comprensión de sus privilegios como pueblo de Dios
habían desarrollado un orgullo religioso que llevó a muchos de ellos a menospreciar a los
gentiles.
Por eso, Pablo habla a esta iglesia donde la mayoría provenía del mundo gentil. Los judíos
llevaban en su cuerpo la marca de pertenecer al pueblo del pacto (la circuncisión) y odiaban a
todos aquellos que gentiles que no gozaban de sus privilegios religiosos; para muchos judíos,
los gentiles no eran más que perros con los que debían tener muy poco contacto.
Vale la pena destacar que la condición espiritual de los gentiles no fue causada por Dios sino
por su propio pecado voluntario. Pablo dijo que los gentiles conocían al Dios verdadero, pero
que en forma deliberada rehusaron darle honor. La historia de la religión no relata que el
hombre comenzó con muchos dioses, y en forma gradual descubrió al único Dios verdadero.
Más bien, es la triste historia del hombre, quien conociendo la verdad acerca de Dios, se
alejo deliberadamente de él.
Los primeros 11 capítulos de Génesis relatan la decadencia de los gentiles, y a partir del
capitulo 12 (desde el llamamiento de Abraham) se relata la historia de los judíos.
Para salvar a los gentiles, Dios tuvo que separar a los judíos.
Dios llamó a los judíos, comenzando con Abraham, para revelarse a través de ellos como el
único Dios verdadero.
Dios les entregó a los judíos su Palabra, y a través de ellos dio al mundo el Salvador. Israel
tenia que ser luz a los gentiles para que ellos también pudieran ser salvos. Es triste decirlo,
pero Israel llegó a ser como los gentiles; la luz ardió pero tenuemente. Esto es una
advertencia para la iglesia de hoy en día. Cuanto menos se parezca la iglesia al mundo, más
efectividad tendrá en el mundo.
Reconciliación (Vv. 13-18)
El “pero ahora” del versículo 13 es paralelo al “pero Dios” del versículo 4.
Ambos se refieren a la misericordiosa intervención de Dios en favor de los pecadores
perdidos. Enemistad es la palabra clave en esta sección (15, 16); y vamos a ver que es una
enemistad mutua: entre judíos y gentiles (13-15) y entre los pecadores y Dios (16-18).
Pablo describe aquí la misión de paz más grande de la historia: Jesucristo no solo reconcilio a
judíos y gentiles, sino que los reconcilio con Él mismo en un solo cuerpo, la iglesia.
La palabra “reconciliar” significa juntar de nuevo.
Un esposo desesperado quiere reconciliare con su esposa quien lo ha abandonado, una madre
preocupada anhela reconciliarse con su hija descarriada, de la misma manera el pecador
perdido necesita reconciliarse con Dios.
El pecado es el gran separador en este mundo. Ha estado dividiendo a la gente desde el
principio de la historia humana: Cuando Adán y Eva pecaron, fueron separados de Dios. No
mucho después, sus hijos se separaron el uno del otro y Caín mató a Abel. La tierra se llenó de
violencia y parecía que el único remedio era el juicio. Pero aun después del diluvio, los
hombres pecaron contra Dios y el uno contra el otro, e inclusive trataron de desarrollar su
propio plan para mantener la unidad de su pueblo sin la ayuda de Dios. El resultado fue otro
juicio que esparció las naciones y confundió las lenguas. Fue entonces que Dios llamó a
Abraham, y a través de la nación de Israel vino Jesucristo al mundo. Fue su obra en la cruz la
que abolió la enemistad entre judíos y gentiles y entre los pecadores y Dios.
cercanos por la sangre de Cristo.14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno,
derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley
de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y
nuevo hombre, haciendo la paz,
Dios había puesto una diferencia entre judíos y gentiles para llevar a cabo su propósito de
salvación. Pero una vez alcanzado aquel propósito, no hubo mas diferencia. De hecho, su
propósito era que esas diferencias fueran borradas para siempre, y están borradas a través de
la obra de Cristo en la reconciliación.
A la iglesia primitiva se le hizo difícil entender esta elección. Por siglos, los judíos habían sido
diferentes a los gentiles en religión, en forma de vestir, en alimentación y en leyes. La iglesia
no había tenido problemas hasta que Pedro fue enviado a los gentiles, y estos empezaron a
ser salvos en las mismas condiciones de los judíos. Los judíos creyentes reprendieron a Pedro
por ir a los gentiles y comer con ellos, y los representantes de las iglesias se reunieron para
una conferencia importante, en la cual tratarían el lugar de los gentiles en la iglesia: llegaron a
la conclusión de que tanto judíos y gentiles se salvan de la misma manera, por la fe en
Jesucristo.
La causa de aquella enemistad era la Ley, porque hacia una distinción entre judíos y gentiles.
Las leyes alimentarias les recordaban a los judíos que Dios había establecido una diferencia
entre lo limpio y lo inmundo. Pero lo gentiles no obedecían estas leyes, por lo tanto eran
inmundos. De hecho, había una pared en el templo judío, que separaba el atrio de los gentiles
del resto del templo.
En el templo del rey Herodes, decía: Se prohíbe a cualquier extranjero pasar la barrera que
rodea el santuario y demás recintos. Cualquiera que sea sorprendido en el acto, causará con
ello su propia muerte.
Era esta barrera la que los judíos pensaron que Pablo y sus amigos gentiles habían cruzado,
por lo cual lo arrestaron en el templo y lo amenazaron con la muerte.
Entonces, esa pared debía ser derribada para que exista reconciliación y Jesús lo hizo en la
cruz.
En Jesucristo, judíos y gentiles llegan a ser uno. “Él es nuestra paz” a través de Cristo el gentil
alejado es hecho cercano.
enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a
los que estaban cerca; 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un
mismo Espíritu al Padre.
La reconciliación entre los gentiles y los judíos no era la única necesaria. Sino que ambos
necesitaban reconciliarse con Dios.
Esta es la conclusión a la que llegaron los apóstoles en el Concilio en Jerusalen que relata
Hechos 15. Pedro dijo que “ninguna diferencia hizo Dios entre nosotros y ellos, purificando
por la fe sus corazones... antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de
igual modo que ellos” Hechos 15:9, 11.
El asunto no era que el gentil se hiciera judío para llegar a ser creyente, sino que el judío
reconociera ser un pecador tal como el gentil lo era “porque no hay diferencia, por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. La misma ley que separaba al gentil
del judío separaba también a los hombres de Dios, y Cristo llevó la maldición de la ley.
El precio de la destrucción de esta enemistad fue la sangre de Cristo. Cuando Jesús murió, el
velo del templo fue literalmente rasgado en dos, y la pared de separación (en forma figurada)
se rompió.
Jesús quitó la barrera que separaba a los judíos de los gentiles, cumplimento con las exigencia
de la ley, pero también la pared que separaba al hombre de Dios (el pecado) y llevando sobre
si mismo la maldición de la ley, al morir en una cruz.
Ya no hay diferencia pues él mismo es Señor de todos, es rico para con todos los que le
invocan.
Jesucristo es nuestra paz (Efesios 2:14). El hizo la paz (v.15), y anunció la paz (v.17). Como
Juez, podría haber venido a declarar la guerra. Pero en su gracia, vino con el mensaje de paz.
En Cristo, judíos y gentiles están en paz el uno con el otro, y ambos tienen abierto el acceso a
Dios.
RECONCILIACIÓN HORIZONTAL Y VERTICAL.
Tanto judíos como gentiles debemos encontrarnos con la Cruz. Porque la raíz de las
enemistades es el pecado, y el pecado solo encuentra remedio en la Cruz.
Unificación (2:19-22)
19 Asíque ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,21 en quien todo el edificio, bien
coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22 en quien vosotros también
sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Una nación (2:19a). Israel era la nación escogida de Dios, pero ellos rechazaron a su Redentor
y sufrieron las consecuencias. Se les quitó el reino y fue entregado a "gente que produzca los
frutos de él". Esta nueva nación es la Iglesia.
El pecado divide a la humanidad, pero Cristo une por su Espíritu. Todos los creyentes, sin
importar su trasfondo nacional, pertenecen a aquella nación santa con ciudadanía en el cielo
(Filipenses 3:20,21).
Una familia (2:19b). A través de la fe en Cristo, entramos a la familia de Dios, y Dios llega a ser
nuestro Padre. Esta maravillosa familia se encuentra en dos sitios, "en los cielos y en la tierra"
(Efesios 3:15). Los creyentes que han muerto están en el cielo, los demás están en la tierra.
Ninguno de los hijos de Dios está "debajo de la tierra" (Filipenses 2:10) ni en ningún otro lugar
del universo. Todos nosotros somos hermanos de una familia, sin importar qué distinción
racial, nacional o física podamos tener.
Un templo (2:20-22). En el libro de Génesis, Dios "caminó" con su pueblo (Génesis 5:22,24;
6:9), pero en Exodo, decidió habitar con su pueblo (Exodo 25:8). Dios habitó en el tabernáculo
(Exodo 40:34-38) hasta que el pecado de Israel ocasionó que la gloria se apartara (1 Samuel
4:21,22).
Luego Dios habitó en el templo (l Reyes 8:1-11); pero, lamentablemente, Israel pecó de nuevo
y la gloria se fue (Ezequiel 10:18,19).
La siguiente habitación de Dios fue el cuerpo de Cristo (Juan 1:14), el cual los hombres
tomaron y clavaron en una cruz.
Hoy, a través de su Espíritu, Dios habita en la Iglesia, el templo de Dios. Dios no habita en
templos hechos por hombres (Hechos 7:48-50). El habita en el corazón de aquel que ha
confiado en Cristo (1 Corintios 6:19,20), y en la Iglesia en forma colectiva (Efesios 2:20-22).
El fundamento para esta Iglesia fue puesto por los apóstoles y profetas del Nuevo
Testamento. Jesucristo es el fundamento (1 Corintios 3:11) y la principal piedra del ángulo
(Salmo 118:22; Isaías 8:14). La piedra angular une la estructura; de esta manera Jesucristo ha
unido a gentiles y a judíos en la Iglesia.
Esta referencia al templo seria significativa tanto para judíos como para gentiles en la iglesia
de Efeso: los judíos pensarían en el templo en Jerusalén, y los gentiles en el gran templo de
Diana. Ambos templos serian destruidos, pero el templo que Cristo está construyendo durará
para siempre.
Conclusión
Hemos sido salvados como individuos, pero no para ser individualistas, sino para formar parte
de una comunidad. Y así debemos considerar como un gran privilegio el hecho de haber sido
salvados individualmente para conocer a Dios y tener comunión con Él, así también debemos
considerar como un privilegio eterno el hecho de formar parte de ese organismo vivo que es
la iglesia.
La iglesia no es algo de poca importancia, sino que es el cuerpo de Cristo. El organismo por
medio del cual Dios opera en el mundo.
Estar en Cristo, es equivalente en la Biblia a estar en la iglesia. Amar a Cristo es amar la iglesia,
preocuparse e involucrarse por ella.
No existe la iglesia perfecta, pero aun así es un privilegio ser parte de ella.