Resumen de El Principe. Maquiavelo
Resumen de El Principe. Maquiavelo
Resumen de El Principe. Maquiavelo
La obra está dirigida a Lorenzo de Médici, conocido como ‘el Magnífico’, a quien
Maquiavelo explica cómo actuar y qué hacer para unificar a Italia y sacarla de la crisis
en que se encuentra.
Así, pues, la importancia de este tratado radica en que deja al descubierto las
verdades prácticas del poder y muestra la forma en que frecuentemente el ejercicio
del poder contradice u obvia los preceptos morales. De allí que, en lugar de
dedicarse a hacer juicios sobre la moral o la religión, se enfoque más en cuestiones
de estrategia política.
Para demostrar sus teorías, Maquiavelo echa mano de situaciones históricas reales,
que abarcan desde el mundo antiguo hasta su presente.
Los primeros capítulos de la obra están dedicados a explicar las distintas clases de
principados que hay y las maneras en que estos pueden adquirirse. Comenta que los
Estados pueden ser repúblicas o principados, y que pueden ser hereditarios, cuando
se trasmiten a través del linaje, o nuevos, cuando se obtienen por herencia o
conquista, mediante las armas propias o las ajenas, por fortuna o por virtud.
Expone que los principados hereditarios, así como los nuevos, precisan políticas de
continuidad en lugar de cambios radicales que puedan trastornar la vida y
costumbres de la población.
En cambio, aquellos que denomina mixtos (que son nuevos, pero que se anexan a un
principado antiguo), implican tratos diferentes, acordes con las circunstancias
políticas que intervinieron en su adquisición.
Aconseja optar, de ser posible, por la primera de las opciones: detentar el poder
absoluto, pues con la segunda, el príncipe ostentará una menor autoridad y deberá
sofocar frecuentemente rebeliones internas.
Sobre los Estados que se regían por leyes propias
Advierte que, sin embargo, este tipo de Estados o ciudades tienen un gran orgullo
por su libertad, razón por la cual siempre estarán dispuestos a levantarse para
reconquistarla. Así, pues, la única opción segura que tiene el príncipe para mantener
el poder es arrasarlo y dispersar a la población.
Según Maquiavelo existen dos formas de adquirir los principados: con las armas
propias y con virtud, o con las armas y la fortuna de otros.
En el primer caso, señala que, si bien estos principados son más difíciles de adquirir,
son, a la larga, más fáciles de mantener, siempre y cuando se disponga de las
suficientes fuerzas.
En el segundo, explica que los principados adquiridos con las armas y la fortuna de
otros aunque resultan muy fáciles de obtener, son, al contrario, difíciles de
mantener, pues se depende de un conjunto de factores que lo condicionan.
Maquiavelo también advierte sobre el uso de la crueldad y la forma en que esta debe
ser aplicada. Sostiene que es bien usada si se cometen todos los crímenes al
principio, lo que permite que luego, poco a poco, se pueda empezar a otorgar
beneficios a los súbditos, para hacerlos olvidar las ofensas recibidas previamente.
La crueldad es mal usada cuando no son cometidas todas en un inicio, lo que fuerza
a que deban seguir cometiéndose en lo sucesivo, lo que le atrae la enemistad del
pueblo y conduce al príncipe al fracaso.
Maquiavelo explica la forma en que han de ser medidas las fuerzas en los diferentes
principados. En este sentido, lo principal, comenta, es si el príncipe es capaz de
valerse por sí mismo o no.
Sobre el ejército
Con relación al ejército y los soldados que el príncipe debe tener a su disposición,
Maquiavelo afirma que estos pueden ser de tres tipos: propio, auxiliar y mixto.
Advierte sobre los soldados mercenarios, que luchan por dinero y no por lealtad.
Desaconseja los soldados auxiliares, que pertenecen a otro príncipe, al cual deben su
fidelidad. E indica que lo idóneo será tener un ejército propio, que solo al príncipe
deba lealtad.
Refiere las cosas que hacen que sea alabado o censurado y aconseja, en este sentido,
guiarse siempre por la realidad en lugar de perseguir utopías irreales. Ya que para
mantener el poder lo importante no es seguir la moral sino hacer lo que sea
necesario para la conservación del Estado.
La generosidad y la avaricia
La crueldad y la compasión
Sobre la importancia de las virtudes en el ejercicio del poder, advierte que poseerlas
es bueno, pero que es más importante aparentarlas. De hecho, afirma que no toda
virtud es buena para el poder y que, en todo caso, la mayoría de la gente solo juzga
por las apariencias y los resultados, de allí que se atribuya a Maquiavelo la frase “el
fin justifica los medios”, aunque no la exprese con estas mismas palabras.
Habitualmente, muchos han atribuido esta frase a Nicolás Maquiavelo en su obra El
Príncipe, publicada en 1532 en la que el autor defiende la imposición de cualquier teor ía o
plan político por parte del gobernante para permanecer en el poder ante cualquier
incidencia.
Así, el postulado “el fin justifica a los medios” no aparece textualmente en las palabras
de Maquiavelo pero se atribuye como conclusión a la idea dada por el escritor en sus
narraciones.
Advierte que los únicos defectos que deben evitarse son el ser menospreciado y
odiado, pues son estos los defectos que pueden llevar a que el pueblo, los nobles o
los soldados puedan ir contra su propio príncipe.
Maquiavelo explica que el príncipe debe conducirse de cierta manera para ser
estimado y admirado por su pueblo, los nobles y el ejército. Para ello, aconseja el
acometimiento de grandes empresas, el manejo adecuado de la política interna y
realizar premiaciones o castigos que sirvan de ejemplo para sus súbditos.
La elección de secretarios (capítulos 22-23)
Advierte Maquiavelo sobre los criterios que debe seguir el príncipe a la hora de elegir
a sus secretarios o ministros, que serán el cuerpo de ayudantes y consejeros más
cercanos y que, por lo mismo, han de ser los más fieles, los que pongan por encima
de su interés personal al príncipe y el Estado. En esa misma línea, recomienda, más
adelante, huir de los aduladores, porque no dicen la verdad.
En los capítulos finales, Maquiavelo hace un balance sobre las causas por la cuales
los príncipes de Italia han perdido sus Estados, y enumera, entre ellas, carencia de
ejércitos, mala relación con el pueblo, así como falta de previsión y de decisión al
actuar.
Por todo lo anterior, cierra la obra exhortando al príncipe, en este caso, Lorenzo de
Médici, a quien va dirigida la obra, a liderar Italia y liberarla de los bárbaros, es decir,
de los extranjeros.