El Príncipe

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El Príncipe

Nicolás Maquiavelo

Realizado por: Ana Sofía Rivera Osorio

En su obra, Maquiavelo pretende demostrar, de manera pragmática y realista como


las concepciones filosóficas y políticas que predominaron en la antigüedad iban
encaminadas hacia una narrativa de gobiernos y ciudades ideales. Es por esto, que, el autor
establece que la práctica de la política conlleva a situaciones en donde las decisiones y el
actuar de los hombres en general, responden no a la moral sino a las leyes del poder.

Este último es un factor crucial en su texto, ya que, el florentino concibe a la política


como el ejercicio del poder del príncipe sobre los súbditos -directamente- y sobre otros
príncipes -indirectamente-. Por tanto, y de acuerdo con lo que mencionábamos con
anterioridad; el fortalecimiento del Estado es paralelo al fortalecimiento del poder del
príncipe, de este modo, cualquier tipo de acción concerniente a éste debe ser juzgada,
políticamente, como un medio cuya legitimación se vincula a él y no a consideraciones
correspondientes a otros planos de valoración.

Ahora bien, para poder dar una respuesta al cuestionamiento de ¿Cómo se tiene
éxito en el gobierno y por qué?, es importante revisar lo que el autor manifiesta en los
capítulos de su obra “El Príncipe”, en donde comienza por establecer las clases de
principados, las formas de adquirirlos y posteriormente; gobernarlos.

En primer lugar, Maquiavelo comenta que los Estados pueden ser repúblicas o
principados, y éstos pueden ser hereditarios o nuevos, cuando se obtienen por herencia,
conquista, mediante las armas propias o ajenas, y, por fortuna o virtud. Los principados,
además de ser hereditarios o nuevos, también pueden ser mixtos. La diferencia entre estas
tipologías, recae las dificultades que pueden suscitar; los principados nuevos precisan
políticas de continuidad en lugar de cambios radicales que puedan afectar sustancialmente
la vida de los pobladores, mientras que, los principados mixtos implican tratos diferentes,
acordes con las circunstancias y contexto político que intervino en su adquisición.
También, discute sobre el poder absoluto y el compartido, pues considera que estas
dos formas son las esenciales para gobernar un principado de acuerdo con las
circunstancias políticas: detentando el poder absoluto o administrándolo de manera
conjunta con un grupo de nobles. A esto, Maquiavelo responde que lo ideal es detentar el
poder de manera absoluta, ya que, de hacerlo con los nobles pueden surgir diversos
escenarios: que éstos no lo consideren como tal, al sentirse en una posición de igualdad, o,
que su autoridad se vea aminorada y las rebeliones internas sean frecuentes.

Por otro lado, se analiza la manera en que se debe proceder en un Estado, y hace
alusión a aquellos que se rigen por sus propias leyes. El príncipe cuenta con tres opciones:
1) Destruirlo, 2) Radicarse en él, y, 3) Mantener las leyes anteriores, junto con la
consolidación de un gobierno exclusivo y el pago de un tributo. Aquí señala Maquiavelo
que nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla
gobernar por sus mismos ciudadanos. (p.24)

Finalmente, Maquiavelo discute acerca de una vía alternativa a la de la virtud y la


fortuna para alcanzar el principado, la de los crímenes. El florentino sostiene que si bien
cosas como la traición, la crueldad y el asesinato pueden ser medios conducentes al poder,
no conducen a la gloria: “no se puede llamar virtud, el asesinar a sus ciudadanos, traicionar
a los amigos, no tener palabra; estos medios harán ganar poder pero no gloria”. El principal
ejemplo de la vía criminal al principado, es el caso del tirano Agátocles, que es puesta en
conjunto con el capítulo sobre el “principado civil”, donde Maquiavelo sostiene que el
fundamento del poder del príncipe es el pueblo y no los nobles.

Si bien Maquiavelo distingue en otros contextos entre la violencia que crea y la que
destruye, a lo que se refiere este segmento de El príncipe es un saber acerca de la
administración de las cantidades precisas de violencia para cada situación específica. La
referencia a la “necesidad de afianzarse en el poder”, por otro lado, establece un
movimiento discursivo desde lo que se plantea al inicio como el tema del capítulo, el
ascenso al principado por medios criminales, hacia el problema, más complejo, de la
conservación del poder. Lo que sostiene el autor a este respecto, de una manera que
anticipa una de las principales lecciones del capítulo siguiente, es que el príncipe debe
apoyarse sobre el pueblo. Para asegurarse, el príncipe debe asegurar a sus súbditos. Quien
sea incapaz de hacer esto, “se verá obligado a tener siempre el cuchillo en la mano, y mal
puede contar con súbditos a quienes sus ofensas continuas y todavía recientes llenan de
desconfianza. Porque las ofensas deben inferirse de una sola vez para que, durando menos,
hieran menos”. (p.47)

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