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CONCLUSIONES _____________________________________________________________________________ 76
BIBLIOGRAFÍA ______________________________________________________________________________ 80
ANEXOS ______________________________________________________________________________________ 85
Anexo 1. Gráfico de la utilización del espacio en los Complejos. ________________________ 85
Anexo 2. Mapa del Complejo hacendatario jesuita. ______________________________________ 86
0
Anexo 3. Transcripciones de archivos de haciendas _____________________________________ 87
Hacienda de Santa Ana. Año de 1865 ________________________________________________ 87
Diario de molienda por el señor administrador Feliciano Lara al cargo del pailas
Ramon Narváez y del purguero Roberto Flores _____________________________________________ 88
Libro de rayas y socorros de la Hacienda Santa Ana. _______________________________ 89
Cuaderno de control de los caldos, cachazas y mieles ______________________________ 91
Inventario de entrega. Hacienda Santa Ana _________________________________________ 92
Libro de socorros de los peones conciertos de la Hacienda Santa Ana ____________ 93
Cuenta practicada al Señor Feliciano Gaona del tiempo que como administrador
ha manejado la Hacienda Santa Ana _________________________________________________________ 95
Inventario de las haciendas Santa Ana y La Loma __________________________________ 98
Cuenta general de los productos, gastos y ocurrencias generadas en las haciendas
Loma y Santa Ana desde mayo 1° de 1885 – hasta mayo 1° de 1886 ___________________ 105
Libro de cuentas de la hacienda Caldera ___________________________________________ 107
Cuaderno para el arreglo del Mayordomo de Paila de esta Hacienda de Caldera de
la testamentaria de Don Nicolás Calixto ___________________________________________________ 108
Libro de cargo y descargo de los productos íntegros de las moliendas del trapiche
de la hacienda Caldera. ______________________________________________________________________ 109
Cuaderno de cargo y descargo de ganado vacuno, ovejuno y caballar, llevado por
el mayordomo del hato de la Comunidad perteneciente a la hacienda Caldera ________ 110
Anexo 4. Transcripciones de entrevistas _______________________________________________ 112
Entrevista 1. Lugar: Caldera. Fecha: 4 de diciembre del 2013 ___________________ 112
Entrevista 2. Lugar: Caldera. Fecha: 29 de noviembre del 2013 _________________ 115
Entrevista 3. Lugar: Carpuela. Fecha: 5 de diciembre del 2013 __________________ 118
Entrevista 4. Lugar: Chalguayaco. Fecha: 26 de noviembre del 2013 ___________ 120
Entrevista 5. Lugar: Chalguayacu. Fecha: 3 de diciembre del 2013 ______________ 120
Entrevista 6. Lugar: Huaquer. Fecha: 28 de noviembre del 2013 ________________ 124
Entrevista 7. Lugar: La Concepción. Fecha: 25 de noviembre del 2013 _________ 125
Entrevista 8. Lugar: La Concepción. Fecha: 25 de noviembre del 2013 _________ 127
Entrevista 9. Lugar: La Loma. Fecha: 27 de noviembre del 2013 ________________ 127
Entrevista 10. Lugar: La Loma. Fecha: 2 de diciembre de 2013 __________________ 128
Entrevista 11. Lugar: Santa Ana. Fecha: 26 de noviembre del 2013 _____________ 136
Entrevista 12. Lugar: Santa Ana. Fecha: 2 de diciembre del 2013. _______________ 137
1
DIAGNÓSTICO Y ALCANCES DE LA INVESTIGACIÓN __________________________________ 144
En el archivo _________________________________________________________________________ 144
En la bibliografía _____________________________________________________________________ 148
Oralidad, música, fiestas ____________________________________________________________ 150
Cuestiones arqueológicas ___________________________________________________________ 153
INTRODUCCIÓN
Las comunidades afrodescendientes del valle del Chota-Mira han visto negada
durante años su inclusión en la sociedad nacional, tanto de parte del Estado como también
de la historia mestiza dominante. De allí que resulta de vital importancia que el trabajo y la
vida de estas comunidades sea reconocido. Si bien nos enfrentamos a un tema de gran
sensibilidad, ya que al igual que esta, hay historias que son duras de recordar, pensamos
que no por ello se las deba olvidar. Nos referimos pues, a la historia de esclavitud que se
mantuvo durante siglos en esta zona, legal o ilegalmente, y de la cual formaron parte los
trapiches como lugar de trabajo de estas comunidades.
Así comenzaría una larga historia de explotación, que duraría hasta el siglo XX. Ya
no a manos de los jesuitas sino de la clase terrateniente que se hizo cargo de los complejos
cañeros. Cuando por fin esta situación de usufructo del trabajo en la hacienda y en el
3
trapiche termina con la Reforma Agraria, todavía habría desigualdad debido a que nunca se
dio un acceso equitativo a las tierras.
El objetivo será conformar una línea de base del contexto etnohistórico de antiguos
trapiches e ingenios de caña de azúcar en los valles del Chota-Mira, que será de utilidad en
una investigación mayor que logre incluir además, una mirada interdisciplinaria,
completamente necesaria para el análisis de este tema. De esta forma, en las próximas
páginas se ha estructurado un texto sobre los antecedentes del tema de los trapiches del
valle del Chota-Mira.
1
Si bien Chamanal, Huaquer y Pisquer también fueron parte de este complejo, actualmente sólo Huaquer
cuenta con restos de un trapiche. Es un caso interesante ya que no existe población afrodescendiente en esta
zona, aunque al parecer sí la hubo en una época. Ver Anexo 6. De allí que no nos enfocamos en estas
haciendas.
2
Cabe mencionar que la historia de cada trapiche es una bastante similar, de ahí que a través del texto se
hable en términos generales de todos los trapiches. Cada excepción o situación especial de una de las
antiguas haciendas es especificada.
4
términos de productividad pero también qué repercusiones sociales tuvieron. Con tal
propósito, se realizó en una primera etapa, una exploración bibliográfica y de archivo (en
las bibliotecas Aurelio Espinoza Pólit, UASB, PUCE, USFQ, FLACSO, UPS, Banco
Central del Ecuador; y en el Archivo Nacional de Historia, Archivo Afroecuatoriano de la
UASB, Archivo del Banco Central – Quito) sobre bibliografía especializada en la historia,
tradición oral, ubicación geográfica y organización social de la zona, lo que nos permitió
establecer una base teórica para el tratamiento del tema.
5
de los trapiches elegidos. En el último capítulo, se hablará de la importancia económica
que tuvo la producción cañera.
3
Además, se dio una prohibición de sembrar viñedos en la Real Audiencia de Quito. Según un documento
escrito por Teodoro Gómez de la Torre sobre el Corregimiento del siglo XVII, citado por Morales:
‘solamente hay constancia de que N. Grijalva, primer Escribano de Cabildo de Ibarra, fue propietario de una
parte, y quien puso, cultivó y enabló el primer plantío de uva en el llano de San José con el mejor éxito en la
fácriva y producción de vinos, que se consumían en Ibarra, Popayán, Quito y Riobamba; pero industria que
duró poco tiempo, por haberse arrasado estos viñedos, en virtud de la Real Orden que prohibía el
6
implantaron lo que la mano de obra afrodescendiente esclava le dedicó su vida por siglos,
que fue el cultivo de la caña de azúcar y el trabajo en los trapiches. El paisaje se vio
nuevamente modificado por las plantaciones de caña y la división espacial hacendataria,
correspondiente a la organización jesuita que se no sólo se implantó en el valle del Chota-
Mira sino también en otros lugares de América Latina. Coronel plantea que esta zona no
ha mantenido un medio ecológico estático, sino que este ha sido cambiante y dinámico,
sujeto a alteraciones agrícolas que han dependido de la organización social de cada tiempo
(Coronel 1991:21). Así se ven diferentes pisos ecológicos aprovechados en la agricultura,
modificados por esta y los sistemas de riego implementados para su desarrollo.
Según Espín, el piso ecológico con mayor densidad poblacional fue el piso
temperado de maíz (Espín 1993:59-69). En la zona intermedia, hoy conocido como San
Juan de Lacha o río Blanco es la entrada a la zona tropical. Esta zona fue ocupada por
“indios de tierra adentro” de las siguientes naciones: tambillos, lachas, malbuchus,
cayapas, tumbes (Ibíd.). En el valle del Chota, para la etapa posterior a la conquista Inca,
establecimiento de la viña en el Reyno de Quito y la fácrica de paños en el Perú. –La uva se sustituyó con
caña miel en aquella parte de San Nicolás, pero en pequeña escala, y se estableció el primer trapiche, hasta el
año de 1.702, que se lo trasladó a las ardientes platas de Itasán, cuyo entable se verificó con el aparato de
trece pares (varón y hembra) de negros jóvenes y bosales de Africa, que marcados en el cachete y sin
bautizarse se compraron a los comerciantes de Cartagena que vinieron a Ibarra con tal mercancía, negociada
en la Real Compañía de Guinea, establecida en aquella plaza fuerte…’ (Morales 1997:214-215).
7
se ha identificado una población Cara que se asentó desde la formación del río Chota
incluyendo pueblos actuales como Pimampiro, Ambuquí y Salinas, hasta la unión del
Chota que toma el nombre de Mira (Landázuri 1988:50). En la zona del Carchi,
específicamente en Caldera, en la prospección realizada por Echeverría y Uribe (1981) se
identificaron cuatro sitios arqueológicos que fueron ocupados por los Pastos. También se
ha identificado tolas con una filiación cultural Cara; estos asentamientos habrían sido
habitados antes de la colonización española (Landázuri 1988:53).
Con esta información podemos ver que el valle del Chota-Mira fue habitado por
poblaciones indígenas antes y durante la época colonial. De esta manera es importante
conocer cómo esta población migra o desaparece y este territorio es nuevamente poblado.
Cuando los cultivos tradicionales de coca y algodón fueron destruidos y se provocó una
migración de la población indígena a la Amazonía los criollos se apropiaron de estas
8
tierras. Antes de la llegada de los jesuitas en 1586, las pequeñas estancias ya habían
introducido sembríos de caña y llevaron a indígenas de los Andes para trabajar en ellos.
9
HISTORIA DE LOS TRAPICHES EN CONTEXTO
10
institucionales, en las narrativas y en los simbolismos de las identidades nacionales (Antón
2011:71).
Asimismo, Trouillot dice que la caña de azúcar fue para los esclavos el más sádico
tormento (1995:18) y no un trabajo que podía ser sobrellevado con facilidad. Se debe tener
en cuenta lo que la mayoría de bibliografía asume como una verdad, al decir que los
indígenas en el valle del Chota-Mira no soportaron el trabajo con la caña de azúcar siendo
esta una de las razones justificativas por las cuales se “importó” esclavos africanos. Con
esta categorización social y física sobre los cuerpos afrodescendientes se establece un
“trabajo de negros” (Balanzátegui 2013b). Este testimonio recogido por Mintz muestra la
exigencia física que demandaba el trabajo en el trapiche y además reitera lo que los
testimonios contaron sobre su trabajo:
11
En ese tiempo la mayoría de trabajo seguía haciéndose sobre la base del esfuerzo humano,
sin máquinas; sacar la semilla, echarla, plantar, cultivar, fertilizar, cavar las zanjas, regar,
cortar y cargar la caña- había que cargarla y descargarla dos veces antes de molerla, todas
estas labores eran manuales. A veces me quedaba de pie junto a la fila de cortadores que
trabajaban bajo un calor intenso y una gran presión con el capataz parado a sus espaldas (y
el mayordomo también sólo que a caballo) (Mintz 1996:16).
Por otro lado, Cabrera cita a Labat (cronista que visitó un trapiche en el Caribe en
el siglo XIX). En sus crónicas describe el proceso laboral y tecnológico elaborado por
hombres y mujeres con “dramáticos rasgos de su vida cotidiana”. La autora, basada en esta
crónica, afirma que cualquier método de producción azucarera, no sería posible sin la
fuerza de los trabajadores que cultivaban la caña, que alimentaban los distintos tipos de
molinos o trapiches y movían las meladuras ardientes en las calderas (Cabrera 2006:252).
Los primeros destinos de los “barcos negreros” fueron Jamaica, Bahamas, Haití,
Cuba, Granada y Curazao. Desde estos países partían a otros lugares como Virginia,
Veracruz, Bahía, Recife, Río de Janeiro, Cartagena, Panamá. El Callao, Valparaíso y
Buenos Aires (Antón 2007:26). Algunos de los y las esclavas que llegaron a la Real
Audiencia de Quito fueron desde Panamá. Desde Cartagena llegaron grupos de africanos a
Ibarra y al valle del Chota-Mira . Ellos y ellas eran adquiridos en los puertos por valores
que iban desde los 100 hasta los 300 pesos. El precio dependía del sexo, la condición
4
Ver capítulo III.
12
física, procedencia o nivel de conocimiento. Después de haber sido comprados, los amos
podían marcarlos con un sello de propiedad con la carimba caliente (Ibíd.)
13
vida en los valles y al trabajo en los trapiches (tomando también en cuenta la resistencia
que existió a este sistema). Además de la importancia de la producción azucarera nacional
e internacionalmente. Es decir, ver cómo funcionaba la producción de la caña de azúcar
procedente por mano de obra esclava a nivel macro en las redes de comercio nacionales y
globales.
El relato que intentaremos tejer es uno que gira en torno a la gente que le dio vida a
los trapiches, más que de estos en sí mismos. En la zona de los ríos Chota y Mira, esta
historia se remonta seguramente al establecimiento de las haciendas cañeras. Según Espín,
“…la población negra se nucleó alrededor de las haciendas cañeras y esta población fue
traída de la zona media de la cuenca del río Mira donde se habían asentado desde finales
del siglo XVI como mano de obra esclava que había sido comprada en Cartagena de Indias
o en el Caribe por los hacendados de Concepción, Santa Ana y Cuajara” (Espín 1995:169).
Recordemos que la población negra “importada” mantuvo un estatus legal de esclavizada,
desde que llegaron, junto a los españoles, al territorio ecuatoriano (Tardieu 2006:15).
14
“mercedes de tierras”, especialmente a hacendados y a órdenes religiosas. Aunque según
los registros de La Visita de Ron, los jesuitas (Compañía de Jesús), no forman parte de esta
asignación.5 No sería hasta más tarde que las haciendas de estancieros españoles serían
rematadas a la Orden Jesuita (Coronel 1991:56).
La obtención de esta cantidad de tierras de parte de los jesuitas, fue al parecer fruto
del mecanismo de traspaso de tierras indígenas de la época y en específico el de las “tierras
de indios del común”, quienes por distintas causas como “pago de tasas fijas tributarias, el
servicio de mitas (…), o la violencia generada por los españoles en tierras como las de
Ambuquí que sufren el destrozo de sus cocales, deben desprenderse paulatinamente de las
pocas chacras de su propiedad” (Coronel 1991:59).8 De allí que estas tierras fueron poco a
5
Rosario Coronel plantea que este proceso de adquisición de tierra de parte de los estancieros, no es muy
claro en los archivos consultados. Al citar la “Visita de Santillana Hoyos”, comenta que muchas de las tierras
se consiguieron gracias a las “mercedes” y “compras de remate”. Sin embargo, en el caso de otras compras se
pregunta si “se trataría en este caso de traspasos que posiblemente encubrieron ventas de indígenas o
usurpaciones?” (Coronel 1991:57).
6
Como especifica Coba: “En 1767, cuando los Jesuitas fueron expulsados de América, tenían 10 haciendas y
1.760 esclavos en el Chota. Para 1781 sin embargo la población esclava se había mantenido en forma
creciente 2.553” (Coba 1980:34)
7
Todas las referencias hechas a esta obra, han sido traducidas y son la responsabilidad de la autora de este
informe.
8
La autora hace referencia en esta cita al archivo: AHBC-I, Paquete No. 6, 1661.
15
poco perdidas y compradas por la Compañía Jesuita.9
Además de adquirir los ganados de los anteriores propietarios de estas tierras, los
jesuitas también heredaron todo el sistema de riego que había sido construido en tiempos
prehispánicos para los cultivos de coca y algodón. Al respecto, Coronel anota: “El agua
que sirvió para el riego de los cultivos comienza a regar otros productos de los estancieros
españoles: frutales, uva, caña y la introducción de tecnología europea como molinos y
trapiches que se instalaban junto a las acequias” (Coronel 1987:60).10 En cuanto a la mano
de obra, se conoce que para 1736, “las haciendas azucareras de estos ‘valles’, pertenecían
ya sea a la Compañía, o sea a los particulares, que solo utilizaron negros” (J. Juan y A. de
Ulloa citados por Tardieu 1997:30).
9
Coronel anota que: “el 56,5% de tierras transferidas a los Jesuitas por los particulares corresponde, en su
mayoría a traspasos efectuados por los indígenas a particulares españoles en los primeros años del s. XVII y
rematadas a través del Cabildo y Real Audiencia a la Orden, entre 1614 y 1680 aproximadamente” (1991:59).
10
Coronel, quien realiza un estudio sobre el sistema de riego colonial, plantea que: “semejante concepción de
unir tierras y agua, concentrando las acequias en pocos dueños, mermó cada vez más la capacidad de control
indígena y sacó al Corregidor de su papel de árbitro, dejando en manos de los hacendados su control y
disputa. Este cambio, dio un nuevo cariz a los conflictos; ellos ya no enfrentaban a indios con españoles, sino
a grandes propietarios contra los pequeños estancieros españoles, quienes se quejaban continuamente que el
agua de las alturas ‘muchas veces absolutamente no baxa’” (1987:59-60). Como ejemplo, Coronel cita a la
estancia de La Concepción, “que poseía ‘tierras, trapiche, cañaverales, guertas, cocales… ganados’, en 1640
mantenía 12 caballerías de tierra sembradera, y en 1682 en propiedad de Bárbara Ruis conservaba la misma
cantidad de tierras” (Coronel 1987:60).
11
Ver Anexo 1 sobre utilización jesuita del espacio.
12
En su estudio, Fernando Guerrero plantea que “en este proceso jugó un papel importante la expansión del
mercado y, más adelante, la construcción de la vía del ferrocarril entre Ibarra y San Lorenzo” (Guerrero
1996:25).
16
de darle una nueva lógica a la producción agraria (1993:63).
Pero no fue solo este aspecto el único que caracterizó a la organización social de la
hacienda cañera jesuita. Al parecer, también se intentaba mantener a los miembros de una
familia unidos, evitando ventas que desintegrarían al hogar.13
13
Como muestra lo expuesto por Tardieu: “Tómese como ejemplo La Concepción que, según el inventario
de 1782, contaba con 346 esclavos, con un 52,31% de hombres y un 47,68% de mujeres. Es significativa la
17
Los jesuitas, (…) dieron una particular atención a las familias dentro de sus haciendas,
favoreciendo la creación (o recreación según el modelo cristiano) de lazos de parentesco y
compadrazgo. De esta manera en las haciendas jesuíticas de los valles del Chota-Mira se
encuentran familias enteras, a veces compuestas por tres generaciones, con tres, cuatro y
hasta seis niños y ancianos de 80 años y más (Bouisson 1997:48-49).
Además, según R. Coronel, “los negros eran bien alimentados y recibían el vestido
de parte de la hacienda; estuvieron exentos de pagar diezmos hasta 1767” (en Medina
1996:38). Lo que junto a la chacra que recibían, les permitía ahorrar, en la medida de lo
posible, algo de capital.
La infraestructura establecida por los jesuitas, al parecer duró hasta el siglo XIX.
Ésta estaba “nucleada alrededor del trapiche y del alambique [y] fue un sistema productivo
altamente integrado” (Medina 1996:39). Un habitante de la comunidad de Caldera nos
cuenta que la ubicación espacial de la hacienda estaba organizada alrededor de la casa de
hacienda. A su lado, se encontraba el trapiche, “por ahí venía un canal y daba la vuelta
todo. La elaboración hacían todo aquí dentro. Todito esto era el trapiche, ahí era también el
horno” (Entrevista 2. Caldera. 29 de noviembre del 2013). Las casas en donde vivían los
trabajadores estaban rodeadas por un muro de adobe, y este espacio se encontraba al sur de
la casa de hacienda y del trapiche. La iglesia en cambio, estaba al norte de la misma.
El trapiche disponía de un fogón del horno que calentaba una caldera adonde
llegaba el jugo de la caña, molido por el trapiche. Para esto, había que pelar la caña, e irla
existencia, en dicho lugar, de 77 familias, entre las cuales tan solo seis tenían hijos. Por cierto, se nota
también la presencia de 17 viudas y 15 viudos, pero es obvia la preocupación por mantener la coherencia del
grupo familiar: los viudos jóvenes, por ejemplo, se quedaban con sus padres. No faltaban las familias
numerosas, seis de las cuales se componían de tres generaciones”(Tardieu 2005:77).
18
introduciendo poco a poco en los cilindros del trapiche. “Esta serie de calderas debía
funcionar con un solo fuego. De ahí que se refiera a ‘el fogón’. La siguiente explicación
abona a esa noción al poderse interpretar que de un solo canal salía el calor para todas las
pailas, aunque la explicación no deja de provocar dudas al hablar de hornos en plural”
(Cabrera 2006:246). Cada caldera, de “caldo” (el jugo de la caña), cachaza (la primera
espuma que surge al cocer el jugo) y miel, estaba comunicada por canales.
El residuo de las cocciones (lo que quedaba en la superficie) era llamado “japa” o
melaza y se daba a los animales. Finalmente existía una chimenea baja, por lo que el vapor
y el calor se concentraban en la molienda. Este sistema fue conocido como “tren
jamaiquino” u “hornos de un ingenio a la inglesa” (Ibíd.). Manejar este sistema al parecer
requería de un conocimiento previo y bastante destreza. Como comenta Labat (clérigo y
explorador francés del siglo XVII): “La lejía que se arroja en el guarapo para hacerlo
limpiar, es una de las más importantes partes de la ciencia de un refinador” (en Cabrera
2006:250). Añade además, otros procedimientos de la “ciencia de los refinadores”:
…se moja el cuchillo en la batería [última caldera del conjunto de seis, (tacho)] y después
de haberlo sacado todo cubierto de jarabe se le toca con el pulgar de la mano derecha y al
momento se apoya un poco el dedo del medio de la misma mano sobre la parte del pulgar
donde está el azúcar que se ha tornado del cuchillo. Se extiende enseguida el dedo
suavemente para hacer hilar el azúcar que allí está pegada y se remueve suavemente el
pulgar para hacer romper el hilo; conforme se rompa, es decir, cerca del dedo, menos
cocción tiene; y conforme más largo quede, más cocción tiene; es en este punto que consiste
toda la ciencia de los refinadores (Labat en Cabrera 2006:250-251).
Además, una persona estaba a cargo de recoger el bagazo y organizarlo en mazos que
luego se reutilizan como combustible. También era necesario limpiar el molino y
mantenerlo bien engrasado.
19
animales. Luego pasaba al alambique, allí se calienta el guarapo en una olla de presión
durante tres horas aproximadamente, luego de las cuales pasa a otra olla en donde se
condensa y finalmente expide el aguardiente.
Claro está, que las cuestiones de cierta forma positivas mencionadas previamente se
contrastan con el sistema de esclavitud y explotación de seres humanos que implantaron
los jesuitas en la zona. Como plantea Tardieu: “Obviamente, la adquisición de mano de
obra negra por los jesuitas se inscribía en una política meditada, planificada y controlada
de desarrollo económico, considerada como un soporte de las actividades apostólicas. Los
resultados materiales muchas veces hicieron olvidar los motivos espirituales menos
tangibles” (2005:69). La esclavitud entonces, era justificada como una servidumbre, un
trabajo, que le daba la “oportunidad” al esclavo de convertirse y alcanzar una libertad
espiritual. Mientras tanto, los jesuitas se aprovechaban para aminorar precios y ganar
rentabilidad para la red que habían establecido. De hecho, Coronel explica que “los jesuitas
calculaban la necesidad de mano de obra de acuerdo a la cantidad de caña sembrada y
controlaban el número de esclavos en sus haciendas manejando un mercado de venta de
esclavos, fundamentalmente a la ciudad de Quito” (en Chaves 2010:131).14
Sin embargo, en 1767, los jesuitas son expulsados de España y de todas las
colonias americanas. “En el valle del Chota-Mira dejan 6 ingenios de azúcar: Caldera,
Carpuela, Coangue, Cuajara, Chamanal y La Concepción. En las 8 haciendas -
Tumbabiro, Carpuela, Santiago, Chalguayacu, Chamanal, La Concepción, Caldera y
Cuajara- quedan 2.625 esclavos, 1324 de ellos destinado al trabajo pesado. Los demás son
niños y viejos” (Peters 2005:143). Al respecto, Flores comenta que a criterio de algunos
autores, “la salida de los jesuitas en 1767, por orden de Carlos III, revolucionó el sistema
esclavista, pero sin embargo (…) en la práctica, las relaciones de dependencia esclavista no
experimentaron cambios trascendentales” (Flores 1996:11). La Corona entonces, pasa a ser
la nueva dueña de todas estas tierras, administradas por la Real Audiencia, directamente
14
Espín también señala que el proceso de la industria cañera “alentó una oligarquía cuya base de poder fue
local, pero cuya influencia rebasó los ámbitos de las cuencas. Las pautas comunes practicadas en el control
del medio y de la utilización del trabajo por esta oligarquía local, todavía se dejen sentir en ellas” (1993:63).
20
por la Junta de Temporalidades.15 Si bien las haciendas son abandonadas durante ocho
años (época en la cual muchos esclavos escapan), luego son rematadas por la Junta de
Temporalidades a particulares. Para Peters, es en esta etapa que “nace un espíritu de
rebelión en la zona” (Ibíd. 2005:143).
Según los archivos, parece que efectivamente, ésta fue la época en la que iniciaron
las protestas y rebeliones de la población negra de estas haciendas, especialmente
cuando la situación no se adaptaba a los parámetros de vida que habían tenido con los
jesuitas. Según Bouisson, “acostumbrados a la vida que les daban los regulares expulsados,
los esclavos siempre quisieron tener el mismo trato” (1997:50). Esta es una hipótesis
probable, ya que la misma autora comenta sobre la visita de las haciendas de
Temporalidades de 1780, según la cual, “los testimonios de los esclavos muestran que la
referencia en lo que corresponde a las condiciones de vida y trabajo es la de los jesuitas:
‘después de la expatriación han seguido [los administradores] el mismo orden que los
padres’, comentaba durante la visita de 1780 Bernabé Lucumí, el negro capitán de la
hacienda de Carpuela” (Bouisson 1997:50). Para Savoia (1999:22), estos testimonios
deberían leerse como una aceptación de la situación nueva, frente a la que se vivió con los
jesuitas, es decir, todavía recibían alimentación, vestido y un castigo similar. Puede que
para el capitán y administrador de la hacienda la cuestión era la misma que en otros
tiempos, sin embargo, la situación de los peones empeoró de manera evidente, como nos
muestran los archivos que hablan de varios conflictos y levantamientos.
…siete esclavos y esclavas viajan a Quito e inician en los tribunales de la Real Audiencia
un juicio contra el administrador de la hacienda Francisco Aurreacochea acusándolo de
abusar en la definición de los tiempos de trabajo y en la asignación de tareas además de
sevicia y malos tratos. Los testigos que presentan los esclavos y esclavas contribuyen a
probar que el administrador castigó a los líderes del grupo con más de 300 azotes, en
particular a Martina Carrillo, cuando retornaron a la hacienda después de iniciar la
15
Según Rodríguez (1994a:48), el caso de Caldera fue uno bastante especial ya que luego de ser expulsados
los jesuitas, pasa a manos de propietarios privados. “Pedro Calisto Muñoz fue el primero. Luego de algunos
años se la vende a Juan Agustín Rosales, importante terrateniente de la región, propietario en el Carchi de las
haciendas de Cunquer, Monjas y Piguicho”.
21
demanda (Chaves 2010:133).
16
Además, Bouisson añade que: “Algunos de esos nuevos amos compraron haciendas en los valles del
Chota-Mira con el propósito de vender unos esclavos. De ahí vienen las sublevaciones de esclavos que no
querían salir de sus haciendas y menos ser vendidos como simples animales. Las Temporalidades habían
empezado a vender esclavos de las haciendas considerando que había en exceso. Por otra parte, el objetivo
era rebajar el valor de las haciendas antes de ponerlas en venta. En 1781 vendieron 36 esclavos extraídos de
Chamanal; en 1785, sacaron a la venta 60 esclavos de la hacienda la Concepción y en 1786 vendieron otros 7
de Chamanal. En la documentación de Temporalidades no hemos encontrado grandes sublevaciones de
esclavos como lo que sucedió con los nuevos propietarios, sin embargo se nota que los esclavos no estaban
de acuerdo con esas ventas masivas” (Bouisson 1997: 52).
17
Se debe mencionar en este punto, que las rebeliones de las comunidades negras, según Savoia, se han
caracterizado porque han “tenido un matiz familiar, o sea, la familia está involucrada como tal (aquí
descubrimos la influencia del sistema esclavista jesuítico, que ha favorecido a la institución familiar y que
22
El ejemplo del cabecilla Ambrosio Mondongo pronto sacudió al valle. Desde oculto lugar,
logra crear conciencia entre los suyos, del fundamento de la dignidad, en el goce de la
libertad (…). En número de sesenta, los esclavos se retiraron al monte cometiendo
tropelías, dando muerte al ganado para su alimentación, y amenazando a todos cuantos
pretendían calmarlos, inclusive al sacerdote que trató de convencerlos de un supuesto error
(1990:63).
Las tareas y faena diaria se han de arreglar a cuarenta guachos en invierno y cincuenta o
sesenta en verano como ha sido costumbre.
Los domingos no se les ha de tocar la campana hasta las seis para que tengan la faena que es
la de barrer la casa.
En los mismos días domingos se les ha de permitir que trabajen las chagras con palas de la
Hacienda como ha sido costumbre.
Ytem. Se les ha de contribuir a las paridas con la miel que ha sido costumbre.
Se les dará cada semana el almud de maíz que se acostumbraba y cuando haga falta de él
alguna cosa equivalente.
Las preñadas de seis meses para adelante no deberán salir al trabajo de faena.
Las que tuvieren mellizos no deberán salir al trabajo hasta que los desteten.
A los que tienen palas no se les deberá quitar todos los días para que puedan trabajar su
chagra como ha sido costumbre después de acabada la faena de Hacienda (Chaves
2010:134).
por principio no la separaba, ni siquiera cuando surgían motivos para vender o trasladar esclavos a otros
lugares)” (1999:16).
23
esclavos y una buena y constante producción). De allí que existían algunos roles, en primer
puesto de jerarquía se encontraba el procurador, una especie de abogado de la hacienda
que se encargaba de “todos los juicios, oficios, trámites legales o transacciones a nombre
del hacendado, sus obligaciones laborales se circunscribían en la Villa (Ibarra) o en la
ciudad (Quito), frente a las autoridades y justicias” (Flores 1996:21-22). Luego estaba el
administrador, “su obligación era llevar cuenta al día de gastos y ganancias de la
producción de la hacienda” (Ibíd.). El ayudante del administrador era el “escribiente”, que
como su nombre indica, tomaba nota de todas las cuestiones de la hacienda.
24
contesta: “que me dejen que me dejen vivir libremente en la referida hacienda con mi
mujer, aunque sea alzando dicha contribución, sin embargo no es lícito que a un viejo
como yo, se le quite la ración y muera de necesidad” (en Savoia 1999:21-22). Más
adelante, el administrador de la hacienda ordena reducir el trabajo a los mayores de 60
años, pero también quitarles la ración de comida.18
Otro factor a tomar en cuenta, es que para 1809, había estallado la revolución de los
marqueses quiteños contra las autoridades españolas, entonces,
…se desata un periodo de guerras intermitentes en las que los marqueses no solamente
enfrentan a las milicias realistas enviadas desde el Perú y Nueva Granada, sino que también
se enfrentan entre ellos. Este caos político y social favorece la consolidación de ciertas
condiciones de autonomía y autogobierno que habían adquirido los esclavizados en las
haciendas cañeras del valle del Chota-Mira (Chaves 2010:139).
Según Rueda (2009:92), entre 1807 y 1825, tanto esclavos como negros, mulatos y zambos
libres juntaron fuerzas junto a campesinos, indígenas y mestizos en los ejércitos patriotas y
realistas a cambio de su libertad.
Al parecer, los capitanes de esclavos jugaron un rol importante durante este tiempo
especialmente en La Concepción, en donde las haciendas habían quedado en sus manos,
actuando a la vez como mayordomos y “como catalizadores entre el descontento de la
población esclavizada y la necesidad de los amos de mantener la mano de obra en
operación” (Chaves 2010:139). En otro documento, escrito por el capitán de negros Juan
18
Todo el caso de Cristóbal de Trinidad se encuentra expuesto en Savoia 1999:21-24.
25
José Marques, citado por Costales y Peñaherrera, se menciona el despótico trato que
reciben los esclavos:
…diariamente no se sabe más que los látigos, golpes y rigores, al uno que le da
diariamente no sabe más que los látigos, al otro doscientos, y así a los demás, como pasaba
con José María Tabalán que en menos de un mes le han hecho sufrir trecientos azotes
dejándole casi sin nalgas, como lo podría manifestar a VS. o al personas que le ordene su
reconocimiento. El mayordomo por lo consiguiente es un Nerón que coadyuvando con el
genio del amo nos aniquila con maltratos; el ayudante pero que ambos, pues cuando este se
embriaga hace atrocidades con todos nosotros, pues porque tocan una caña, cincuenta, cien
látigos, sin escape, y así me lo tiene ordenado a mi el capitán que le ejecute con todos, si
pasa una mujer embarazada y tiene antojo de una caña no se lo consiente porqué sufrir a la
pena impuesta, si éstas se quejan o lo representan al amo, éste le responde aunque esté en
cinta con palo y porrazos de modo que sueltan la criatura antes de que lo pida la naturaleza
como pasó con mi propia mujer María Petrona, que a los dos días que sufrió una pesada
mano de palos soltó a la criatura (1990:60).
De todos modos, no es hasta 1821 que pasa la Ley sobre libertad de partos o de
vientres, manumisión y abolición del tráfico de esclavos del Congreso General de
Colombia, la misma que “tenía por objeto empezar el progresivo proceso de liberación de
19
Rueda continúa: “Lo expuesto evidencia que los esclavos de las minas del río Santiago, si bien se
mostraron desde un inicio a favor de la insurgencia, actuaron motivados por una propia dinámica y objetivo
propios: continuar con su proyecto de construcción de sociedades e identidades mediante la defensa del
territorio, como garantía real de subsistencia colectiva y simbólica, así como el reconocimiento, inclusión y
legitimidad de la temprana república a través del cambio de su condición de esclavos a libres. En este
sentido, su presencia en el escenario político independentista es estratégica: las acciones emprendidas
conllevan una propuesta de afianzamiento social y étnico, distanciándose de los intereses de los dos
proyectos políticos enfrentados: el realista y el independentista (2009:96).
26
los esclavizados. Según esta ley, los hijos/as de esclavizados que nacieran a partir de 1821
eran libres, pero debían quedarse en poder de los ‘amos’ de sus madres hasta los 18 años.
Una vez cumplidos los 18 años tenían que pedir con su partida de bautismo, el derecho de
gozar de su libertad” (Chalá 2006:96).
Aún pasada esta ley, el proceso de llevarla a cumplimiento fue uno largo y lento,
dado que los esclavos eran vistos como una propiedad y tenerlos era, por ende, una
inversión, “no se podía dar la libertad a centenares de esclavos sin indemnizar a sus
dueños” (Bouisson 1998:197). Claramente, los esclavos elaboraron estrategias para buscar
su libertad, por ejemplo intentando ahorrar para comprarla. Lastimosamente, se
enfrentaban con los impedimentos que ponían sus “dueños”, como por ejemplo aumentar
el precio de los miembros familiares o incluso obtener la nulidad de las manumisiones (aún
si según la ley, la declaratoria de libertad de un esclavo era irrevocable).
20
En este sentido, Chalá plantea que la libertad decretada no fue tan real ni completa, “porque a la par del
Decreto de Manumisión de los afro esclavizados tenían que entregarles sus tierras y territorios ancestrales
donde trabajaron con fuerza y amor entregando, sangre, sudor, lágrimas y hasta sus propias vidas” (2006:97).
27
planada para la siembra de caña (…). Como se molía todo el año, se rotaban los cultivos de
tal manera que se podía disponer de caña madura de dos años para el corte (…) Se
organizaba el trabajo en base a la población ‘morena’…” (1993:109-110). Sobre las
cuestiones laborales, Espín comenta que las comunidades negras antes esclavizadas ahora
eran de ‘yanaperos’, refiriéndose al sistema de huasipungo de la época.
21
Según un archivo del Municipio de Mira, “…mientras un peón ganaba un real diario, en la construcción de
la línea férrea el diario era un sucre; por lo que mucha gente se quedó en esos lugares en calidad de colonos”
(1999:13).
28
Según Rodríguez (1994a), las haciendas guardaron el esquema jesuita en el sentido
general. Las comunidades estaban formadas por familias huasipungueras que se asentaban
alrededor de la casa de hacienda. “Estas familias eran nucleares o ampliadas y mientras el
jefe de familia o el hijo mayor cumplía con sus obligaciones laborales en la hacienda, la
mujer y sus hijos mayores se encargaban de los cultivos para la subsistencia e igualmente
del cuidado de los animales” (1994a:47). Los jóvenes empezaban su trabajo como
jornaleros, luego, al casarse o haber ganado la confianza del patrón, tenían derecho a un
huasipungo (cada familia manejaba uno de 1 o 2 hectáreas). “La reproducción familiar se
basaba en los cultivos de subsistencia, en los ingresos obtenidos por los arrimados o el
titular de la familia en el trabajo en la hacienda y en los ingresos provenientes de la venta
de los excedentes agrícolas y de los animales” (Rodríguez 1994a:47). Así nos cuentan tres
adultos mayores de Chalguayacu:
…yo era guambra, entonces como tenía el otro hermano mayor mío, y cada jefe de familia,
el que tenía ya su hijito más grandecito le ponía por él a cumplir ese deber con el señor, y el
padre ya tenía esa libertad para trabajar libremente. Esa era obligación. El resto no. Uno por
familia. Los hijos mayores le reemplazaban a los papás. Así mismo el mayor, si ya cogía
mujer, él por su derecho, el patrón ya le daba el huasipungo y se comprometía directamente
con el patrón. Entonces el padre de familia, le mandaba al otro hijo, porque el otro ya era
compromiso aparte para hacer su hogar. O la hijita mayor también salía a trabajar. Todo
mundo trabajaba, al trabajo de la caña también se iban, a limpiar la caña. Descogollar... Si
no tenía hijos, tenía que trabajar él mismo, toda la vida tenía que estar ahí trabajando. Bien
esclavizada era la cosa (Entrevista 5. Chalguayacu. 3/12/13).
29
tal de no quedarse sin casa y huerta:
A las 4 AM, el mayoral de la hacienda está recorriendo, a caballo, los huasipungos, y de las
lomas, con estentóreos gritos, va advirtiendo a los peones su concurrencia en ese día a las
faenas de hacienda. Estas se inician a las 5 AM, en sesión continuada, se suspende la labor a
las 2 PM. Durante todo el trabajo, son observados por los mayordomos, primero y segundo,
y por los correspondientes mayorales. El trabajo se realiza en equipos de diez o más peones,
los que se hallan vigilados estrecha y constantemente. El trabajo de menores no es aceptado;
rinden menos y trabajan mal: es ésta la razón por la que se abstienen de su trabajo (Instituto
Ecuatoriano de Antropología y Geografía 1953:38-39) .
Entonces en el tiempo de antes, de la hacienda, con decir que ni las fiestas dejaban los
patrones no trabajar. Si estaba enfermo el peón y no salía la esposa o cualquiera a la
hacienda, ya perdía el derecho al terreno. Entonces hasta que mi papá que pasaba en la
huerta (…), porque solamente habían casas de paja, de la misma hacienda ellos daban la
carreta para cargar la madera y todo para la casa (…). Pero si se moría él le quitaban la casa,
le quitaban a la viuda. Si no salía a trabajar le quitaban la casa. La viuda sino pongamos,
todo lo que era en la hacienda de pala eran los hombres, a las mujeres les tocaba limpiar
caña. Las mujeres andaban limpiando caña, ahí se saca el cogollo, todo, todo, y la caña ya
limpia hacía a un lado y eso cargaban para el trapiche, para la molienda (Entrevista 1.
Caldera. 4/12/13).
También nos han comentado que durante esta época había muchos casos de
maltrato de parte del patrón o el administrador de la hacienda hacia los trabajadores
huasipungueros. Como comenta un entrevistado: “Aquí era como en el África, eche fuete,
eche fuete” (Entrevista 10. La Loma. 2/12/13). Especialmente en la hacienda de La Loma,
30
en donde nos cuentan que incluso el patrón solía abusar de las mujeres que allí trabajaban:
“Malísimo era, todo enamorado era, oiga, era pícaro. Era jodida la vida, oiga” (Ibíd.), nos
dice una señora mayor mientras lo recuerda, “él disque les llamaba, así a este jardín que
había de todo, café, de todo. Disque les llamaba a que vengan a coger café y disque seguía
tumbándoles. Ahí había papaya, naranja, mandarina, lima, aguacate, no faltaba nada. Ahí
había todo madurito” (Ibíd.).
En la zona del valle del río Chota, en Caldera, en cambio, los abusos eran de otro
tipo, nos dice una habitante de la antigua hacienda:
Entonces una vez estábamos ya justo el 16 de julio en una misa, cuando ya teníamos un
champús para la fiesta, la chamiza para las vísperas, todo. ¡Éle!, ¿a qué hora llega el cura?
Más antes a caballo no más andaban, entonces el cura nada, cuando la sorpresa, que el
patrón había puesta candado de la hacienda en la iglesia y le había puesto impedimento al
cura a que no baje. Todas esas cosas había. En cambio ahora la gente es libre, el que quiere
trabaja y el que no, no (Entrevista 1. Caldera. 4/12/13).
En la misma hacienda, también nos contaron que en caso de enfermedad, dado que el peón
no podía trabajar en la hacienda, se pasaba a descontarle los días de ausencia.
31
Por otro lado, en Chalguayacu, comunidad de la misma zona, no nos comentaron
mucho al respecto de sus casos, pero sí recuerdan de las generaciones pasadas: “Ahí, ha
sabido conversar un tío mío, que más de antes, en el tiempo más atrás, había un señor que
se llamaba Celestino Durán, de Ibarra, de él conversaba que mal se procedía y disque les
trataba mal, que les sobaba” (Entrevista 5. Chalguayacu. 3/12/13).
Así mismo como malo, así mismo disque era bueno. Les pegaba, y así mismo para que se
refuercen les llevaba para allá y les daba de todo, grano, papa, maíz, regalado. Como ser un
padre, era bien ordenado. No desque le gustaba que fallen o que se proceda mal. Así al fin
de mes, les metía misiones, católicos eran, bien estrictos. Ahí disque molía y en la misma
parada desque les repartía a toditos. Bien manejados desque les tenía, pero eso sí, al estilo y
al compás de él (Ibíd.).
32
atención de ley, entonces había que cuidarse de todo eso” (Entrevista 2. Caldera.
29/11/13).
También existía el cargo de escribiente que era la persona que iba marcando y
escribiendo las tareas que los empleados realizaban. Además estaba la persona encargada
de supervisar el trabajo en el trapiche, a quien se le llamaba el pailas, él en cambio,
“buscaba gente de la cuadrilla, él sabía a los que les tocaba” (Entrevista 4. Chalguayacu.
26/11/13), era una persona de la comunidad, de confianza del patrón. Luego estaban los
trabajadores o “sirvientes” como se les llamaba en ese entonces, que contaban entre ellos a
niños desde los trece años de edad, con un salario diario (al parecer los niños no trabajaban
en los trapiches). No es sino hasta los dieciséis o diecisiete años, cuando ya tenían cierta
experiencia, que eran considerados como peones y podían cumplir toda clase de labor.
Los trabajadores se dividían en cuadrillas de acuerdo a las tareas. “Pero las labores
más delicadas como la siembra o resiembra de la caña, una misma cuadrilla que abría el
surco con el arado, tendía la caña y tapaba. Para el corte se limpiaba la paja previamente y
se quemaba” (Espín 1993:111). La labor más dura de este sistema era la zafra (cosecha).
Para ésta se necesitaba un mayor número de gente: los cortadores, los limpiadores y los
cargadores, ya que luego de la cosecha, era necesario trasladar la caña hasta el trapiche,
usualmente en carretas jaladas por bueyes (no sería hasta la modernización de la hacienda
que se utilizaría el tractor).
Dentro del trapiche, también había otros cargos asignados, para los cuales era
necesario tener ciertos conocimientos. Por un lado, estaba el destilador y su ayudante
(usualmente mestizos) que trabajaba en el alambique, como su nombre indica, destilando
aguardiente. Además, estaban “siete trabajadores y dos mujeres que empacaban la
raspadura: cuatro peones se entendían en la molienda, dos que alimentaban la masa y dos
que sacaban el bagazo, dos ‘mieleros’ y un hornero” (Espín 1993:111). Más
específicamente, entre los trabajadores estaba el mielero o melero,22 que según nos
22
En Costales y Peñaherrera (en Medina 1996:50) hacen una buena descripción de los cargos ejercidos en el
trapiche: Aquí, los “moledores” eran los encargados de colocar las cañas maduras en la trituradora hidráulica,
mientras otros, con grandes “purus”, semejantes a cucharones, limpiaban constantemente la espuma del caldo
con la finalidad de que el canal que lo conduce a las pailas no se obstruya. Una vez que el caldo entraba a
cocimiento, varios hombres provistos de largos palos, a cuyo extremo se ha colocado un “puru” (calabazo
33
cuentan, debía tener conocimientos previos y experiencia para ocupar ese puesto, ya que
necesitaban saber sobre el punto de cocción exacto en el cual la miel estaba lista. También
estaba el moledor, encargado de moler o insertar la caña en la trituradora y el o la
encargada de poner la miel en moldes (una cuadrícula, hecha en madera), llamado
moldero. Luego, estaba el hornero, que estaba encargado de alimentar con bagazo el
horno que calentaba las pailas del trapiche. La labor de empapelar o empaquetar las
raspaduras era usualmente hecha por mujeres, como ya se mencionó. Una señora mayor de
Caldera, nos dice que las mujeres que trabajaban en el trapiche eran “las mayorcitas, las
viudas. Algunas, entonces yo me daba modos, así mismo limpiando caña” (Entrevista 1.
Caldera. 4/12/13).
El trabajo del trapiche era uno bastante intenso23 y que no paraba, es decir, había
también una cuadrilla que trabajaba toda la noche hasta la madrugada. Así, era otro turno
de la cuadrilla, que se debía cumplir cada mes. “Entraba el lunes y salía el viernes, solo por
un atado de raspadura de ración por cada noche de desvelo” (Espín 1993: 111). Realmente
era una tarea ingrata, por la que ganaban su ración que luego les servía para intercambiarla
en Pimampiro por otros productos: “Las raciones se acumulaban en las casas y había el
trueque, entonces acá el que tenía panela, tenía también burros y se hacía el cambeo en las
partes altas (…) con los indígenas y también del Carchi, se viajaba bastante”, nos comenta
un habitante de Chalguayacu (Entrevista 5. 3/12/13). Pero “además tenían que cumplir las
tareas asignadas y contabilizadas en una cantidad de producción de panela: una tarea
comprendía ocho atados de los ‘grandes’, y en la semana de trabajo, 200 bancos de
raspadura” (Espín 1993:111-112). Así nos comenta un habitante de Chalguayacu:
silvestre) cortado transversalmente (el “calambombo”), retiran las impurezas del caldo en cocción; a medida
que la cocción avanza, se realiza el reparto en los diferentes recipientes del trapiche, hasta llegar a un último,
cuando la miel está en “punto”. A quienes desarrollaban esta tarea específica se denominaba “mieleros”. Dos
o tres huasipungueros fuertes baten la miel con palos hasta que éste tome consistencia: son los “batidores”.
Concluida la faena, la miel se encuentra lista para entrar en los moldes. Mediante grandes calabazos, los
“molderos” retiran la miel del último recipiente en donde ha sido batida y la colocan en hileras de molde
perforadas para dar forma a las “tapas de dulce”. Luego del conveniente enfriamiento y solidificación de la
miel en los moldes, se entregan las panelas a las “empapeladoras” y los moldes son limpiados de residuos
depositándolos en grandes recipientes de agua.
23
Según nos contaron en Carpuela, la gente que trabajaba botando el gabazo o bagazo de la caña sufrió
afecciones pulmonares que les costó la vida.
34
diarios y todito el día. Hacíamos de en la noche, cuando éramos ya jóvenes, habían ponido
una cuadrilla de molienda, para moler, para hacer la panela. Entonces se iniciaba desde
jueves y se terminaba sábado. El día y de noche y era la tarea de hacer la panela. En ese
tiempo, 1000 atados. Y ahí así vivíamos nosotros aquí en esta hacienda. Cuando nosotros ya
a la semana siguiente que dejábamos ya ese trabajo, a la otra semana ya era otro trabajo, que
cargábamos la caña en burros, en carretas para llevar al trapiche. Y ahí como decíamos en
antes, se llenaba ese galpón de caña y a la tarde, casi que a las 5 de la tarde, ya principiaba la
molienda. A veces a la madrugada (Entrevista 5. Chalguayacu. 3/12/13).
Otra actividad relacionada con el trabajo del trapiche, era el transporte del producto
a Ibarra, Cayambe, Otavalo, Quito, Tulcán. Al parecer esta era una tarea que se realizaba a
lomo de mulas, por arrieros de comunidades cercanas (y no de las mismas comunidades
productoras de raspadura y aguardiente).
24
Según Espín, el producto era de muy buena calidad y “la planta embotelladora lo recibe por un precio
estandarizado, y lo vuelve a procesar ‘en frío’, para elaborar otros subproductos como alcohol industrial,
aguardiente y vodka embotellados” (1993:154).
35
Acción política en el valle del Chota-Mira
Un buen ejemplo de las movilizaciones de esa época fue Caldera, en donde en 1958
explota un proceso de cambio cuando surge un fuerte conflicto entre los trabajadores de
esta hacienda y sus propietarios, la familia Rosales. Los huasipungueros de ese entonces,
La huelga dura varios meses, los trabajadores se toman la hacienda hasta que los Rosales
accedan a sus peticiones. Para Rodríguez, esta movilización fortalece un “sentimiento de
identidad común frente a los “blancos” patrones que utilizaban a otros blancos: los
trabajadores de San Rafael (…) para presionar a los negros” (Ibíd. 1994b:232). Sin
embargo, para una señora de la comunidad, que recuerda los eventos, la situación tenía
25
Al respecto, Naranjo et al. (2013) plantean que “a fines de los años de 1950, en la provincia del Carchi se
desarrolla una lucha organizativa auspiciada por el Partido Comunista Ecuatoriano y su dirigente, Bolívar
Bolaños. Conformando la colonia “Fomento Agrícola Carchense” se intentaba adjudicar tierras a lo que se
denominó la Federación Campesina de El Carchi. Con estas movilizaciones los pobladores de las
comunidades del valle del Chota se convierten en campesinos libres, pero además manifiestan su indignación
ante el fuerte trabajo explotador al que estaban sujetos y las pobres remuneraciones que recibían por éste
(2013:60).
36
también otros tintes:
De ahí hubo un lío grande con los dueños de la hacienda. Ellos quisieron escoger asimismo
a los peones y mandarles sacando y quedarse con los que querían ellos (…). Entonces de
ahí, entre los mismos hermanos Rosales se dividen la hacienda, se disgustaron entre
hermanos mismo (…). Después vuelta, ya de un callejón de abajo que habían sembrado así
iba a salir una tapia, entonces se iban a dividir desde bien abajo la hacienda, dividiendo los
peones a un lado y los otros al otro, siendo la misma gente. De ahí la gente se alborotaron,
dañaron esos tapiales, todo que ya estaban cavados y todo y de ahí ya se buscó gente. Ya se
fueron a Quito, todo eso, ya buscaban defensa, "¿quién nos defiende?". Eso pasó. Así que
esa huelguita con ellos aguantó 8 meses, el disgusto de los señores con los peones. Así nos
botaban gas, todo una desdicha (…) ¿Cómo íbamos a dividirnos la gente?. Yendo a separar
el caserío, que no nos veamos, esas situaciones... Demasiado (Entrevista 1. Caldera.
4/12/13).
Notamos en este testimonio, que además de ser una lucha por las cuestiones laborales,
también estaba involucrada la situación familiar. Los huasipungueros no podían aceptar la
separación familiar. Resulta interesante notar que más de cien años después, se haya
repetido el intento de separar a las familias, ya no por venta y esclavitud, sino por
cuestiones de división de la hacienda. Así, las luchas sociales de estas comunidades negras
siguieron estando influenciadas por el aspecto familiar y la intolerable separación de sus
miembros.
37
acceder a las tierras que fueron huasipungo. Además, se entregan terrenos del Estado y de
la Iglesia a los campesinos precaristas.26
Un señor Ruales era el patrón, él tenía como 5 haciendas. Era Irumina, Carpuela, Piquiucho,
Yahuarcocha, Cunquer, Mira y Garbanzal. Él se murió en el 1966 y desde ahí vino la
Reforma Agraria y se lotizó la hacienda. Todas la haciendas lotizaron, hicieron
cooperativas, todos los peones se hicieron dueños de las tierras. Con la muerte de este señor
entra la Reforma, de lo contrario no. Antes servíamos para ellos (Entrevista 3. Carpuela.
5/12/13).
En Carpuela, el trapiche trabajó hasta 1970 (según Juan Santacruz, actual presidente del
Cabildo, comunicación personal, 2013). Al parecer, según sospecha el mismo entrevistado,
el trapiche (la máquina en sí) fue trasladada a Irumina, otra hacienda del mismo dueño.
26
Hay que mencionar en este punto la observación de Espín sobre las diferencias del proceso en La
Concepción y en Santa Ana, ya que “la presión de la población sobre la tierra es mayor aquí (en Santa Ana)
que en la Concepción, por la parte inafectable de la exhacienda. Los jóvenes cuyo trabajo no puede ser
absorbido por sus unidades familiares y por las ‘fincas’, trabajan temporalmente en la zafra de la zona de
influencia del ingenio de Tababuela, cuando no emigran definitivamente a la ciudad” (Espín 1993:90).
38
económica y de ahí había un abogado defensor del proceso legal de todos y todos era una
sola consigna de estar alerta para obtener información de cómo estaba el proceso”
(Entrevista 5. Chalguayacu. 3/12/13). El trapiche entonces dejó de funcionar cuando se
parceló finalmente la hacienda. Según dicen, no se sabe qué pasó con la rueda ni la
maquinaria. Existe todavía una paila.
En La Loma, se dieron lotes de terreno a quienes habían sido peones. Sin embargo,
la mayor parte de la hacienda fue vendida a otra familia, la misma que eliminó todos los
cultivos de caña y por ende, dejó de poner en funcionamiento el trapiche. Los dueños en la
actualidad se dedican a otros cultivos y los antiguos huasipungueros se asientan en un
caserío, justo detrás de la Iglesia y del antiguo trapiche. Nos cuentan sobre la llegada de la
Ley Agraria:
Cuando hubo la Reforma Agraria ahí si la gente demás contenta. El patrón decía: ‘verán, ya
le voy a vender la hacienda, verán no han de poder tener ni gallina, ni puerco ni ganado. Lo
que yo para que chupen los niños yo siquiera siembro cañita’. En el tiempo de él teníamos
puerco, pollo, ganado. Ya de que vinieron estos no nos dejaron tener ni un pollo” (Entrevista
10. La Loma. 2/12/13).
El caso de Santa Ana es uno especial, ya que la hacienda fue lotizada en partes, pero
la mayoría del terreno fue vendida en una primera instancia y luego de unos años se volvió
39
a vender al Dr. Vergara, que es quien vuelve a poner en funcionamiento y arregla el
antiguo trapiche para la producción de panela que es usada en la fabricación de dulces (del
mismo dueño) y otra parte se vende al Ingenio de Tababela. En los últimos meses se ha
puesto a trabajar el otro trapiche con el que cuentan, y que será destinado a la fabricación
de aguardiente. Según nos cuenta un habitante de esta comunidad sobre lo que sucedió
después de la Reforma Agraria con los huasipungueros: “ya llegaron a tener sus parcelitas,
ya fueron dueños. Entonces el que quiso siguió trabajando, el que no, no. La mayoría se
dedicaron a trabajar sus terrenos y legalmente esa gente ya no hay, ya fueron muriendo.
Hay los hijos, pero los hijos ya no se quieren quedar acá” (Entrevista 12. Santa Ana.
2/12/13).
Estas políticas tuvieron como consecuencias la compra de tierras de parte del Estado
y repartición a los trabajadores, quienes recibieron los mismos huasipungos que antes
manejaban. Sin embargo, un aspecto interesante fue la motivación de movilizaciones de los
campesinos que querían acceder a las tierras. De allí que es en esta etapa en la que se
conforman organizaciones campesinas en Carpuela, Chalguayacu y otras comunidades que
luego constituirían la FETRAVACH (Federación de Trabajadores del Valle del Chota),
con el objetivo de luchar contra el Banco Nacional de Fomento y el INERHI, debido al mal
cumplimiento de sus funciones en las cuestiones de riego del Valle (Naranjo et al.
2013:61).
40
necesaria al proceso de finalización de la esclavitud (legal o no) para convertirse en
campesinos libres. Además, como resalta Antón, es a partir de “finales de los años sesenta
y durante los años setenta (…) [que] comienza a madurar la capacidad política y
organizativa de los afrodescendientes. La sociedad civil afrodescendiente se fortalece
tomando como discurso el fortalecimiento de la identidad cultural, la concienciación
ideológica y erradicación del racismo” (Antón 2011:74-75).
Además, de todos los trapiches mencionados en este trabajo, el único que sigue
funcionando es el de la hacienda de Santa Ana, aunque ya no en las mismas condiciones de
organización social. Actualmente la hacienda es manejada por un administrador que se
encarga no sólo del trapiche sino también del cultivo de la caña. Además tienen un
mayordomo (que es hijo del mayordomo de la hacienda en tiempo de huasipungo), y
cuentan con peones para el trabajo del trapiche especialmente, los mismos que viven en la
hacienda de lunes a viernes, ya que provienen de la comunidad de Imantag.27 La cuadrilla
de peones recibe su salario, alimentación y transporte para ir a trabajar cada semana y
regresar a su comunidad los fines de semana. Según el administrador, no contratan gente
de Santa Ana ya que según su opinión: “estamos escasos de personal en la zona. Lo que
pasa es que ya no quieren tener hijos, como antes (…). Así con el tiempo se va a perder la
mano de obra. Los jóvenes de Santa Ana se van a otro lado o consiguen otro trabajo y se
van; sólo quedan los viejitos aquí cultivando los terrenos” (Entrevista 11. Santa Ana.
26/11/13).
27
Al parecer los indígenas de Imantag también trabajaban en la molienda de Salinas como trabajadores
temporales en la década de 1950. Ver Espín, 1993: 155-156.
41
LA IMPORTANCIA ECONÓMICA DE LOS TRAPICHES
Mintz plantea que la esclavitud pasó a ser la forma preferida de exacción del
trabajo, aunque requería una inversión importante en “inventario” humano (Mintz
1996:87). El caso de la esclavitud pionera en Martinica y Barbados marca la africanización
del Caribe británico y francés. Esta zona, desde 1701 a 1810 en 268 kilómetros cuadrados,
recibió 250.000 esclavos africanos. Jamaica siguió el mismo “patrón de desarrollo
económico” y en los mismos 109 años recibió 662.400 esclavos (Mintz 1996:87). En este
caso, a medida que los plantadores compraban las tierras de sus vecinos y construían
nuevos trapiches y talleres de hervido y secado, el paso del tabaco al azúcar creó
propiedades más grandes (Ibíd.). Así, las granjas se transformaron en plantaciones y la
demanda de esclavos africanos fue aumentando de igual manera.
Sobre el invento europeo de las plantaciones de azúcar en el Caribe, se dice que fue
un experimento europeo en ultramar, y en la mayor parte de los casos éste tuvo éxito. Así,
la historia de las sociedades europeas había corrido de cierta manera a la par con la de la
plantación funcionando con mano de obra esclava (Mintz 1996:22). El mismo autor afirma
que otros productos como el café, el tabaco competían con la caña, pero ésta los superó a
todos “en importancia y duración”. En cinco siglos, la producción mundial de azúcar no ha
descendido significativamente durante una década; planteando que quizá la peor caída se
da con la revolución de Haití, de 1791 a 1802 (Ibíd. 1996:18). La conexión e importancia
de Gran Bretaña en el comercio del azúcar se afianzó en el siglo XVII cuando este país
adquirió Barbados, Jamaica y otras “islas azucareras”. De esta manera, “expandió su
comercio de esclavos africanos, se abrió un espacio en el dominio portugués del comercio
continental de azúcar, y empezó a construir un vasto mercado interno” (Ibíd. 1996: 96).
42
siendo esta inversión un estímulo a la trata esclavista (Mintz 1996: 92). Esta economía
colonial basada en el trabajo forzado perduró formalmente por cuatro siglos.
Con estos componentes Mintz establece una relación triangular entre las potencias
coloniales, el nuevo mundo y África. En esta relación el azúcar y los esclavizados
africanos fueron vistos como “comodidades” (López 2011:44). Banaji, de la misma
manera, piensa que:
las plantaciones sin duda eran empresas capitalistas, vinculadas con los centros europeos,
alimentadas por la riqueza europea, que devolverían parte de esa riqueza a los
inversionistas metropolitanos de diversas maneras, y que funcionaban como centros de
“especulación comercial”… De esta manera eran al mismo tiempo empresas
conservadoras, se apostaba a obtener dinero a partir de la producción de azúcar, pero la
firma en que se lo producía, incluyendo la coerción del trabajo, permaneció virtualmente
intacta durante siglos (en Mintz 1996:94).
43
siglo XVII, habían desaparecido sustancialmente los cultivos nativos de la zona como la
coca, el algodón, etc.; dando paso a extensos cultivos de caña de azúcar y de cereales,
como el trigo y la cebada, en los pisos templados. Todo lo cual estuvo ligado al
surgimiento de la hacienda y del trapiche, y a la paulatina desaparición de la población
indígena y su remplazo por población negra esclava, este último fenómeno más evidente en
la región del Mira (Landázuri 1988:51).
En el valle del Chota-Mira, como se planteó antes, los esclavos africanos estaban
destinados a las plantaciones de caña de azúcar. En 1751 las haciendas de los jesuitas
tenían un total de 280 esclavos negros trabajando en 447 cuadras de caña en siete trapiches.
Las provincias de haciendas de Santa Lucía y Concepción, con 313 cuadras de caña y
cinco trapiches, fueron dueñas de 317 esclavos negros (Cushner 1987:135-136). Los
productos obtenidos como el azúcar, la raspadura, el aguardiente salían del valle al
mercado (Coba 1980:42). En la época colonial estos productos eran parte de un sistema
económico manejado por los jesuitas. Se verá más adelante, como este sistema es
reproducido después de su expulsión y en la época republicana.
Al haber sido los esclavos muy caros y prácticamente considerados un bien que no
todos podían alcanzar, además de haber producido y abastecido a los jesuitas y otras
economías con mano de obra involuntaria es necesario describir cómo se daba la compra
venta. Los esclavos que eran vendidos directamente desde el puerto de Cartagena costaban
entre 400 a 450 pesos en el siglo XVII y el siglo XVIII. En 1692 las haciendas de
Concepción compraron 28 bozales en Cartagena por 11 700 pesos. Pero sólo 1500 fueron
pagados; 10200 pesos quedaron como una deuda en los censos por lo cual la hacienda
pagaba intereses anuales (Cushner 1987:136). Cushner escribe que la mayoría de los
esclavos jesuitas trabajaban en las haciendas azucareras del valle del Chota-Mira. En 1680,
40 o 50 habrían trabajado en una mina de plata de los jesuitas en Popayán (Ibíd.).
44
establecidas como estados de provincia y producían azúcar. Cuzubamba se especializó en
trigo y cebada (Cushner 1987:80). Cushner plantea que estos estados operaban para los
gastos generales de la organización administrativa de la provincia. De esta manera, los
fondos generados pagaban la transportación de los jesuitas de Europa a América, los gastos
de las oficinas de las provincias, las visitas de inspección, las misiones, residencias y la
contribución anual para mantener las oficinas jesuitas en Sevilla, Madrid y Roma que
lidiaban con asuntos de las Indias.
Coronel escribe algo parecido cuando explica que fueron fuertes inversiones
monetarias las que “permitieron a los Jesuitas monopolizar las mejores tierras, acaparar el
agua y mejorar el riego, obtener ventajas sobre los estancieros particulares para sujetar a
indígenas forasteros, vagabundos y la adquisición de esclavos negros, todo esto
acompañado de una eficiente administración interhacendataria” (1991:53).
45
se mantuvieran estos monocultivos y la agroindustria debió existir un clima favorable,
buenas condiciones del suelo, un buen conocimiento del medio, una buena y continua
dotación de agua al igual que un buen sistema de riego. Por esta razón las infraestructuras
fueron cuidadosamente levantadas para poder tener control sobre las acequias y canales
que regaban los cultivos de caña. De igual manera los canales de agua eran necesarios para
que el trapiche funcione y ayude a la gasificación del alcohol en los alambiques (Ibíd.).
Este sistema se ejemplifica con lo que explica Flores sobre el manejo de las
haciendas jesuitas:
Básicamente los ingresos económicos de las haciendas estaban constituidos por la venta de
mieles (para destilar aguardiente), azúcar y ganado. Una parte del ganado era destinada
para la alimentación (raciones) de los esclavos y peones; igualmente las mieles y azúcar
que consumía el Colegio de Ibarra se contaba además como ingresos. Todas estas
operaciones se registraban mensualmente y a su vez revisados periódicamente por los
padres visitadores de la Provincia (Flores 1996:4-5).
Espín plantea que como parte de la red comercial manejada por los jesuitas, los
productos se comercializaban en Ibarra, Quito y de Pasto a Barbacoas (1993:63).
Entre 1693 y 1698 el promedio anual de gastos para el trabajo de gañán y alquilón
en la hacienda Jesuita de Caldera fue el 31% del total de los gastos de la hacienda. Estos
porcentajes son altos tomando en cuenta que la hacienda tenía 106 esclavos disponibles
para el trabajo. Aparentemente la fuerza esclava disponible fue insuficiente para trabajar
adecuadamente en la hacienda. En 1698, la hacienda tenía 50 o 60 cuadras sembradas de
caña, 30 bueyes, y 245 cabezas de ganado, también tenían mulas y caballos. El trapiche
tenía tres sets de molinos de azúcar, pero en el momento en que se levantó esta información
sólo uno estaba funcionando (Cushner 1987:132).
Sesenta años después, la hacienda de Caldera tenía más o menos el mismo tamaño:
60 cuadras de caña sembrada, 572 cabezas de ganado, 46 caballos para montar, 53 mulas y
40 bueyes. A pesar del tamaño y la gran inversión en esclavos (58, que valía cada uno
24.000 pesos), la hacienda mostró escasas ganancias. Durante un periodo de treinta y
46
cuatro años 1751- 1784, las ganancias fueron de 6430 pesos y los gastos de 2245 pesos.
Los gastos incluían los salarios de los mayordomos y los trabajadores, el mantenimiento de
los esclavos, la reparación del trapiche, el mantenimiento y gastos en equipo y ganado.
Tomando en cuenta que la mayoría del presupuesto venía de la venta de azúcar (Cushner
1987:132-133). Finalmente, Cushner plantea que la producción de Caldera fue pobre,
planteando que las causas de esto pudieron haber sido los suelos sobre trabajados o las
técnicas defectuosas en los trapiches (1987:133).
El caso de Perú en las haciendas jesuitas, nos sirve como referencia. Los datos
dados por Cushner donde estima que una tonelada de azúcar es producida de diez toneladas
de caña y que un acre de tierra puede producir cincuenta toneladas de caña (Cushner
1980:64). En estas haciendas, el azúcar producida en un año representa la caña cortada en
ese año, tomando en cuenta que un tallo de caña era cortado cada tres años, se debe asumir
que al menos otros dos terrenos debieron haber sido cultivados para asegurar una
continuidad en la cosecha. La mayoría de inventarios para los grandes estados tienen un
record de un número de terrenos con el primer, segundo y tercer crecimiento. Por esta
razón el tamaño de producción logrado al año debe ser multiplicado por tres, asumiendo
que los terrenos de segundo y tercer crecimiento son de igual tamaño que los terrenos que
fueron cortados durante la cosecha (Ibíd).
Tardieu explica que la producción cañera toma valor cuando se da la recesión que
afecta a la actividad textil en los territorios de la Real Audiencia de Quito. Él plantea que si
el apogeo textil en los andes ecuatoriano se da en 1690, la decadencia se hace sentir a partir
del siglo XVIII (1997:32-33). En 1755 se da una “violenta alza” en los precios del azúcar
“producida de base” para el comercio internacional. Para 1776 el precio del quintal inglés
de azúcar costaba de 30 a 40 chelines. En el 1782 caerá el precio de 26 a 63 y en 1783
caerá otra vez de 22 a 48. Esta “sensibilidad” en los precios se justifica en la guerra de
Independencia de Estados Unidos en 1783. Este factor influye directamente en la
47
alimentación de los afrodescendientes esclavos en las colonias inglesas y francesas creando
así una gran crisis de producción (Tardieu 1997:33).
Los testimonios mostraron algo muy interesante que tiene que ver con la
producción económica. Hemos visto que una estrategia o parte del sistema jesuita consistía
en no sólo trabajar en los trapiches sino también que existían grupos que en algún
momento debían trabajar en los huertos, frutales y con el ganado. Esta misma distribución
de trabajo perdura en las haciendas republicanas con las y los huasipungueros. Es un claro
ejemplo de un legado jesuita que se sigue reproduciendo por siglos hasta que el sistema de
hacienda y el huasipungo desaparece.
Por otro lado, Espín explica que la producción de aguardiente y de panela, a pesar
de haber sido dependiente de los “vaivenes” del mercado y al control del Estado, nunca
desapareció de la zona. A finales de la década de 1950 se privatizó las embotelladoras y la
producción de aguardiente de caña se incentivó (1993:152). El autor cita el ejemplo de
Salinas donde a pesar de estar bajo la influencia del Ingenio de Tababuela, las fincas que se
dedicaron a esta actividad estaban ligadas a pequeños empresarios que empezaron con
trapiches “trashumantes” en la elaboración de la panela (Ibíd.).
48
Espín, también expone cómo el sector no ha dejado de abastecer caña a los ingenios
azucareros de San José y Tababuela. Como se pudo ver en Santa Ana todavía sigue
funcionando ese trapiche, pero es necesario nuevamente resaltar que la población que
trabaja ahí es indígena o mestiza. Por esta razón nos arriesgamos a decir que puede existir
una negación al trabajo en el trapiche por parte de la población afrodescendiente al haber
sido considerado este un trabajo de esclavos, y ellos y ellas en la actualidad ya no lo son.
Como conclusión se debe resaltar dos ejes principales. Uno es ver cómo funcionaba
una red internacional comercial de esclavitud y al mismo tiempo de producción,
comercialización y consumo de azúcar. El otro es poner énfasis en un reconocimiento al
trabajo esclavo en los trapiches, que como vimos con anterioridad, ayudó a mantener a la
orden jesuita y posteriormente enriquece a las personas que se hicieron cargo de las
haciendas, a la Real Audiencia de Quito y posteriormente a la República ecuatoriana. Al
ver la influencia que tenían las guerras internacionales y las fluctuaciones económicas en la
producción de azúcar hasta en la manutención de los esclavos, se ejemplifica la red de todo
un sistema liderado por europeos.
Los y las trabajadores aprovecharon de productos como la panela que fue un bien
de intercambio con otras regiones. Por ejemplo en Chalguayacu recuerdan:
La ración se daba cada que póngase, hoy era el turno y el sábado ya salía con la ración y
para la semana podía irse la señora a hacer el cambio, trueque y de allá ya venía con otros
productos, papa, maíz, fréjol, de todo. Ahora cada año sigue el trueque, en cuaresma. Con
todo hay una feria ahí y todavía se puede intercambiar. Ahora se vienen los del Carchi
también, Colombia también (Entrevista 5. Chalguayacu. 3/12/13).
49
En la actualidad, como se mostrará en los siguientes párrafos, a excepción de Santa
Ana los trapiches ya no funcionan ni tienen la misma importancia en la región, es más,
algunos de los pobladores narran cómo algunos de estos incluso fueron destruidos. Como
es el caso del trapiche de La Concepción en donde es evidente que la economía de la
población ya no depende del trabajo en la caña de azúcar. Actualmente, se dedican a la
agricultura, por ejemplo, existe una gran producción de fréjol. La migración ha sido otro
factor que ha afectado a esta cabecera parroquial ya que la mayoría de jóvenes ya no
prefieren quedarse trabajando en la comunidad sino que salen a Quito e Ibarra
principalmente.
50
comunidad trabajan como asalariados en este negocio. Además, un trabajador explicó que
el actual dueño, compró todo el cañaveral y que “molieron dos tres veces la caña que dejó
el antiguo dueño. Después no les gustó, y botaron la caña” (Entrevista 9. La Loma.
27/11/13). Así, él cuenta que botaron la caña a la ladera y sembraron otras cosas como
fréjol, morocho y flores.
En Caldera y en Chalguayacu, las ruinas del trapiche todavía son visibles, sin
embargo, ahora pertenecen a dueños privados, según nos cuentan, provenientes de
Pimampiro en el caso de Caldera (no tienen buenas relaciones con la comunidad) y de la
misma comunidad en el caso de Chalguayacu. En ambas comunidades, son propiedades
privadas que han sido cultivadas.
51
CUATRO TRAPICHES EN EL VALLE DEL CHOTA-MIRA:
ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS Y SITUACIÓN ACTUAL
Santa Ana
52
Figura 5: hidráulica en Trapiche de Santa Ana (Fotografía: Ana Guerrón. 2013)
53
Figura 6: nuevo apisonamiento sobre uno antiguo de piedra. Figura 7: muros con
piedras trabajadas (Fotografías: Ana Morales. 2013).
Casas de Trapiche:
Estas se componen de un lienzo cubierto de teja a dos aguas sobre paredes de adobes y
cimientos de piedra, teniendo de largo sesenta y cinco varas y de ancho siete varas, con su
puerta de reja (desquiciada los lados de la pared) de barandas de madera, y a la salida del
pasillo su puerta de reja de madera labrada, con (…) chapa y llave corriente: dentro de este
se encuentra la máquina del trapiche, los hornos de cocina, los caldos, con sus parrillas y
bocanas de piedra sellon, en estado de refacción y sus raspaduras necesarias, con los que se
hallan sentados los (…) fondos de bronce con sus roscas en ladrillos, (…) madera con sus
carrones y caballetes: El guardafuego de cangaguas bajo la cubierta de tejas y en la pared de
la salida en este al despegarse una balsa: Junto a las pailas se hallan dos reposaderas de
54
piedra, el uno roto y el otro chico con su agregado de ladrillos, (….) y dos pilones grandes
de piedra, el uno de enfriar los melados, y el otro de depósitos de las cachazas: un horno de
labranza de raspaduras, con su bocana de ladrillos y su fondo sentado sobre (…) de ladrillos
y (…) de madera, y un pilón de piedra desportillado para batir las mieles. En la pared frente
a este horno, se encuentra una pequeña raja y en la culata de las pailas en ambas humores de
las paredes también rajadas (ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 135, Exp. 11, 1858, Fl. 2).
Más tarde, se encuentra que la hacienda fue propiedad de Emilia Yépez en 1865 y
que para ese entonces, el trapiche mantenía una producción activa. Según el archivo
examinado, se utilizaba la producción de miel de panela para la venta, pero también para la
producción de azúcar, y de aguardiente (ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 16, Exp. 11, 29 de
octubre de 1866, Fl. 2).
55
podemos inferir que era de gran importancia el trabajo en los campos, ya que se describe
altos gastos en herramientas de labranza.
…ellos eran fuertes, los patrones, y lo que no podía mismo el peón de aquí es decir bravo las
cosas, (tenía que) hacer todo lo que le manden. Pero si por ejemplo a un patrón le trataba
mal, sí les daban. El patrón se había topado con alguien descansando iba y le daba su
fuetazo. Si le contestaba, dejaba de ser peón y le tocaba irse a otra parte. Se iba sin que le
den nada. Ahora hay leyes, esas leyes no regían aquí (Entrevista 5. Santa Ana. 2/12/13).
De hecho, esta misma persona nos comenta que él tuvo un altercado con la familia
Herrera y que, dado que él había ido a la escuela y estaba más educado que su padre,
decidió ir a trabajar en otro lugar. Nos cuenta que sólo regresó a la hacienda cuando vino el
nuevo dueño.
56
cuadrilla de Imantag, comunidad indígena de Imbabura. En las labores de la zafra, en
cambio, trabajan algunos habitantes de Santa Ana.
La Loma
Por otro lado, el molino de agua y la trituradora de la molienda siguen ahí, aunque
no han sido utilizados en más de treinta años. Según los adultos mayores con los que
conversamos, esta es una historia que poco a poco se ha ido perdiendo, seguramente por el
desinterés de los jóvenes, que además continúan migrando a la ciudad en busca de trabajo.
57
Figura 8: estructura de trapiche La Loma (Fotografía: Ana Guerrón. 2013)
Figura 10: piedra antigua que habría sido utilizada para dar de comer al ganado
(Fotografía: Ana Morales. 2013).
58
Esta hacienda también fue parte del complejo de La Concepción en épocas jesuitas,
en las que al parecer fue una hacienda ganadera, que complementaba el sistema cañero, no
es sino más tarde que pasaría a tener su propio trapiche. Como plantea Tardieu,
En cuanto a la historia de esta hacienda, fue seguramente manejada por los mismos
dueños de Santa Ana luego de la expulsión de los jesuitas (familia Chiriboga), en 1858, la
hacienda fue arrendada al señor León Mancheno (ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 135, Exp.
11, 8 de agosto de 1858, Fl. 1). Localizamos un registro de años después (ANH/Q, Serie
Haciendas, Caja 148, Exp. 3, 28 de junio de 1886, Fl. 1) del siglo XIX, en el que se habla
de que las haciendas de Santa Ana y “La Loma Gorda” (su anterior nombre) se separan de
lo que fuera una sola hacienda antes de Carlos y Ricardo Serrano, para convertirse en una
sola propiedad de Olimpia Sánchez (viuda del antiguo dueño, Alejandro Chiriboga). El
documento permite conocer todos los bienes con los que contaba esta hacienda, incluso la
vajilla, pero también se la entrega con todos los libros de “socorros y suplementos” y de
“cargo y descargo de trapiche”, desde los tiempos de los Chiriboga.
Este leal se encuentra en la cubierta en regular estado con una puerta de reja con armellas
sin chapa ni llave.
La rueda hidráulica cuatro masas de bronce dos séptimos de id. Con tarima y linterna buenas
de igual modo los canales de piedra y madera.
Tablas mandadas a hacer por los señores Serrano ciento treinta y una (ANH/Q, Serie
Haciendas, Caja 148, Exp. 3, 28 de junio de 1886, Fl. 1).
59
En el mismo documento, se habla de un “trapiche viejo” y de otras unidades de la
hacienda, necesarias para el procesamiento de la caña como la purga (al parecer donde se
ponía a reposar o purgar la miel), el alambique y la “hormería” (donde se ponían las
hormas de azúcar y panela), las mismas que ya no existe en la actualidad). Según el
documento:
Este se encuentra en la cubierta la mayor parte de tejas con cinco puertas incluso una de reja
todas en regular estado las dos con candado y cuatro mas que ha habido no se sabe que se
han hecho el ayudante Pedro Santacruz.
Un (…) de bronce, una sortija de id, una broca de id, gorrón y dado de fierro, seis cepos, una
linterna vieja.
Una (…) de piedra
Dos fondos de bronce de cocinar mieles, dos reposaderas de piedra
Un bunque de madera de batir mieles de labranza
Un fondito de labranzas de raspaduras
Tres posas de depositar mieles, todas de piedra
Ocho moldes de labrar las raspaduras, seis (…) id, viejos
Un cedazo de cernir mieles
Un calan bombo grande bueno (ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 148, Exp. 3, 28 de Junio de
1886, Fl. 1)
La hacienda fue comprada en el siglo XIX por Abraham Herrera, luego la heredaría
su hermano, Pedro Herrera, quien la vendería al señor Alfonso Vásquez. Sin embargo, hay
que resaltar las historias de abusos y maltratos que nos fueron relatadas aquí antes de la
Reforma Agraria.28 Según los entrevistados, tanto el administrador como el patrón de la
hacienda propiciaban severos castigos físicos y psicológicos a los empleados. Si es que no
28
Ver en Anexos: Entrevista 10. La Loma. 2/12/13 y en capítulo Historia.
60
cumplían con las obligaciones, recibían latigazos y eran amenazados con quedarse sin su
casa. También nos cuentan que era conocido por todos los peones, que el patrón abusaba
sexualmente de las jóvenes que vivían en la hacienda.29
Cuando llega la Reforma Agraria, los lotes de terreno son repartidos entre los
empleados. Como sucedió en todas las haciendas huasipungueras de la zona, sólo se lotizó
y se entregó a los peones, los peores terrenos. Las partes más productivas y la mayor parte
de la hacienda fue vendida por el señor Vásquez a otro dueño (Gustavo Cordobés) que
optó por eliminar la caña y por ende, dejar abandonado el trapiche. Según un trabajador de
la hacienda actual, el trapiche no se utiliza desde hace trece años (Entrevista 9. La Loma.
27/11/13).
29
Resulta muy interesante la dinámica del huasipungo entre el patrón y los empleados, y todavía se conserva
una memoria oral entre los adultos mayores. Pensamos que este es un tema que podría explorarse
ampliamente en esta hacienda.
61
Antiguo Complejo Chota
Caldera
Figura 13: muros del antiguo trapiche en Caldera (Fotografía: Ana Morales. 2013)
62
En cuanto a la historia de este trapiche, está envuelta en un contexto agitado. Esta
hacienda formó parte del complejo azucarero jesuita del valle del Chota. Es decir, su
historia se remonta al siglo XVII. De allí que su infraestructura y organización espacial
haya seguido el modelo jesuita, algo que todavía es notorio aún a partir de una visión
rápida de los restos de la construcción, cuyo núcleo era el trapiche y el alambique. En otros
tiempos, alrededor de los cuales se ubicaban la iglesia, la casa de hacienda y separadas por
un muro, las casas de los esclavos. Más abajo se encontraban los huasipungos o huertas
entregados a los esclavos, que ellos mismos cuidaban y aprovechaban.
En la época (siglo XVII), la hacienda tenía más de cien esclavos, que trabajaban
tanto en la siembra, la zafra, el trapiche, y el cuidado de ganado. Según Cushner esta
hacienda tenía tres sets de molinos de azúcar en 1698 y años después se mantenía con al
menos 60 cuadras de caña sembrada (1987:132). Sin embargo, según el análisis económico
del mismo autor, la producción de esta hacienda fue baja, tal vez porque las tierras eran
demasiado explotadas o porque había alguna falla técnica en el trapiche.
Como ya hemos mencionado, en el año de 1767 los jesuitas son expulsados y dejan
en la zona todos sus ingenios azucareros, entre ellos, Caldera, que es rematada por las
Temporalidades a Pedro Nicolás Calisto Muñoz (el mismo dueño de Piquiucho) en el año
de 1784 junto a las haciendas de Chalguayacu y Carpuela (Chaves 2010:131-132). Sin
embargo, el remate causó disputas con José Javier Ascázubi y Matheu (Ibíd.). Años
después muere y la hacienda es vendida a Juan Agustín Rosales. El sistema esclavista
continuó, ya no a manos de los jesuitas sino de particulares encargados de estas haciendas.
En la época del huasipungo se mantiene también la organización laboral.30 Rodríguez
relata que:
el territorio de la hacienda Caldera se extendía hasta los actuales poblados de Monte Olivo,
Alor, Angelina e Impuerán. Sin embargo, el centro productivo estaba asentado en la zona
baja al inicio del Río Chota y se basaba en el cultivo de caña de azúcar y la producción de
panela y aguardiente con fuerza de trabajo descendiente de los esclavos que laboraban en la
hacienda jesuita (Rodríguez 1994:48).
30
Ver subcapítulo “Trabajo relacionado con el trapiche”.
63
Para 1813 se describen las cuentas de la hacienda cuando todavía era propietario el
señor Calisto (ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 9, Exp. 9, 1813, Fl. ). Según este libro, se
mantiene el conteo de producción de cachazas, miel, melado, espumas, cuajes y panes.
Para las cuales eran necesarias las labores de los trabajadores, que eran moler, juntar cañas,
juntar leñas, etc. Según este archivo la producción era vendida a distintos compradores:
64
huasipungo y no buscaban rebelarse, “esa gente parece más obediente”, nos comenta al
respecto (Entrevista 2. Caldera. 29/11/13). Sobre la situación de los peones de ese entonces
dice:
Según el mismo entrevistado, fue en esta época y con este sistema de trabajo que “la
gente fue resabiándose. Y tuvieron que irse esos, unos volvieron, otros se quedaron”. Un
dato interesante de esta hacienda, es que avecindaba con otra de nombre San Rafael, de los
mismos dueños, que también tenía un trapiche, pero en donde además, se cultivaba maíz,
trigo, cebada y papas, “con fuerza de trabajo mestiza, que había llegado desde algunas
zonas del Carchi” (Rodríguez 1994:48). Aparentemente, las relaciones entre ambos
trabajadores no era muy buena, y según cuentan un método de castigo en Caldera era
enviar al trabajador que no había cumplido sus obligaciones, durante unos días a San
Rafael. Así nos comenta otro entrevistado:
Como era obligación de ir al trabajo, si alguien de los trabajadores se portaba mal con el
sirviente ese le decía al dueño. Entonces el dueño le llamaba la atención de ley, entonces
había que cuidarse de todo eso. Cuando le llamaba la atención era discriminación, el castigo
era que le mandaban a trabajar a San Rafael. Si se portaba mal le mandaban a trabajar allá.
A los de San Rafael no les mandaban a Caldera cuando se portaban mal. No era más duro,
castigo era, para que se vaya a pie a San Rafael (Entrevista 1. Caldera. 4/12/13).
65
Mientras tanto, “venden lotes de las mejores tierras a población blanco-mestiza
proveniente de Pimampiro y de otros sectores del Carchi” (Ibíd. 2005:106). Luego
encargan el proceso de parcelación (de tierras junto al río) y venta a un particular, que por
último, nunca termina de cobrar las deudas. Un señor caldereño nos cuenta:
Cuando ya ubicando a la gente para acá, ahí sí hicieron la parcela. Unos entramos en el
mismo tiempo de la parcela cada cual en su pedacito, y otros en cambio, se quedaron.
Esperaron hacer las invasiones para poder tener, se aprovechó eso, los que se quedaron ya
vieron que estaba difícil. Unos se quedaron sin nada. Los dueños se fueron. Le dieron a un
Correa, él era el encargado, era el que estaba parcelando. Tenía hacienda en Pimampiro, a él
se le iba dando de poco en poco, pasó el tiempo y el señor no vino más, no terminó de
cobrar. Nos dejó en un enredo, por las escrituras (Entrevista 2. Caldera. 29/11/13).
66
Chalguayacu
67
Figura 14: piedras del antiguo trapiche removidas y piedra grande que habría servido
para dar de comer al ganado (Fotografía: Ana Morales. 2013).
Según los datos recopilados, en un principio esta fue una hacienda ganadera, que
como La Loma, complementaba el sistema de complejo azucarero de los jesuitas. Fue
adquirida por los jesuitas entre los años de 1696 y 1740, cuando “se preocuparon por
agrandar su complejo del Coangue (Chota), comprando en remate otras haciendas como la
importante Tumbaviro y la Chalguayacu” (Coronel 1991:61). No se conoce con precisión
el año en el que se establece el trapiche, pero a nuestro parecer fue seguramente luego de la
expulsión de los jesuitas y la entrega de la hacienda a propietarios privados. Se sabe que
fue en 1784 cuando esta hacienda fue rematada a Pedro Calisto, conjuntamente con
Caldera y Carpuela (Chaves 2010:132).
Al parecer, igual que en otras haciendas, el trato a los peones fue deshumanizado.
Aunque es imposible encontrar testimonios de gente que vivió en el siglo XIX, en un
testimonio de Costales y Peñaherrera recogido en la década de 1960 se comenta:
68
Todavía puede usted ver en la antigua casa de la hacienda de Chalguayacu, o por lo menos
existía hace algunos años el palo de la picota, con una gran argolla en la punta…Allí
dizque los mayordomos castigaban a los esclavos dándoles azotes, con pañuelos de seda
mojados o cuero de res… Otras veces allí en el mismo palo, le ponían en cepo amarrado los
dos pulgares mediante sogas de pita, para levantarlos luego un poquito del suelo, de suerte
que quedaban colgados… Pobres morenitos dizque pasaban gritando todo el santo día,
porque los calambres y dolores eran atroces… (Costales y Peñaherrera 1964:303-304).
En otro testimonio se dice que la hacienda tuvo en algún momento minas de sal,
aunque no existen otros datos para corroborar esta información:
…Cuando volvía a huir por tercera vez lo azotaban hasta dejarlo por muerto, luego sobre
las heridas le echaban sebo hirviendo o brea derretida y antes de que pudiera reponerse le
cortaban los compañeritos. Estos morenos bámbaros,31 me contaba mi agüelito, se los
mandaba a los lavaderos de oro del río Mira o las minas de sal de la Hacienda Cachiyacu o
Chalguayacu, de cuidadores de las doncellas negras, allí guardadas para casarlas con los
morenos más vivos e inteligentes y sacar buenas crías… Ay su personita, si supiera todo lo
que me ha contado mi agüelo y que hoy ni me acuerdo por estar viejo. Pero su personita
averigüe no más a los más viejos y le dirán lo mismo. Felizmente para él (el abuelo) y para
nosotros el General Urbina nos dio la libertad gracias a Dios (Ibíd. 1964:303-304).
De acuerdo a lo que nos han contado los adultos mayores sobre la época
huasipunguera, el trabajo en el trapiche continuó siendo muy fuerte y mal pagado. La
organización laboral no variaba de las otras haciendas, es decir, funcionaban a base de
cuadrillas formadas por el mayordomo, que les designaba un trabajo semanal. En el
trapiche, el encargado era el denominado “pailas”. Quienes no querían trabajar allí, salían a
trabajar a otros lugares, usualmente en el construcción de la vía del ferrocarril. Sin
embargo, esto sólo podían hacerlos aquellos que no sean jefes de familia o hijos mayores,
ya que para vivir en la hacienda, siempre un miembro de la familia debía estar trabajando
allí.
31
En la actualidad, en el Carchi la palabra “bámbaro” significa homosexual, afeminado o débil.
69
productos en la zona de Pimampiro. Este trueque era llamado “cambeo” y para realizarlo
tenían que viajar a las zonas altas, e incluso hasta el Carchi.
70
Otras haciendas visitadas
La Concepción
71
Figura 2: restos de cerámica y tejas (Fotografía: Ana Morales)
72
Huaquer
73
Figura 12: diferentes facetas de construcción visibles en los muros
74
Carpuela
75
CONCLUSIONES
Luego de haber realizado este breve recorrido de la historia de los trapiches, nos
damos cuenta de lo imposible que resulta analizarlos dejando de lado su contexto cultural e
histórico. Como objeto, sin embargo, su capital simbólico es uno grande ya que
representan por un lado, el intercambio cultural que se dio entre los jesuitas españoles y los
africanos y afrodescendientes que en ellos trabajaron. Por otro lado, también simbolizan el
trabajo de los esclavos de la época, que tuvo fuertes implicaciones no sólo económicas sino
también sociales.
En una primera instancia, notamos que la historia del valle Chota-Mira nos cuenta
mucho de la historia nacional, en pequeña escala. Comenzando por el proceso de
apropiación de tierras antes usadas por caciques y poblaciones indígenas, eliminándolos de
la escena de la misma manera que hicieron con las plantaciones aborígenes y luego
repartiendo estas tierras en nombre del rey, tanto a particulares como a las órdenes
religiosas, que no estaban familiarizados ni con las poblaciones que allí habitaban ni con el
ecosistema al cual se enfrentaban.
También advertimos que el análisis del sistema implementado por los jesuitas una
vez que consiguen acceder a estas tierras resulta clave, ya que este se instaura no sólo
como uno de producción económica, sino también de esquemas sociales. Lejos estamos de
afirmar que haya sido una organización social ideal, ya que obviamente estamos hablando
de que utiliza a la esclavitud como herramienta principal. Sin embargo, es interesante notar
los valores familiares que, ya sea intencionalmente o no, inculcaron y crecieron en la
comunidad. También cabe resaltar que al “importar” seres humanos de África, también se
comenzó a implantar un imaginario racista que le da al cuerpo afro la especificación de la
fuerza física, quitándole al mismo tiempo cualquier otra característica humana y
justificando la esclavitud. Este imaginario resulta completamente dañino y excluyente, lo
que se expresa en la historia de las comunidades afrodescendientes del valle del Chota-
Mira.
Sin embargo, con la expulsión de los jesuitas en 1767, la situación empeoró. Aún
cuando pasaron unos años de “libertad”, cuando las tierras fueron asumidas por la Junta de
76
Temporalidades, la esclavitud continuó, aunque se siembra un espíritu de rebelión en la
zona, que acompañaría la lucha de estas comunidades hasta la actualidad. Al parecer, los
principales conflictos y demandas legales se daban por maltrato y por separación familiar
causada por la venta de esclavos. Si bien lograron un cambio en el código que regularizaba
el trabajo, en la práctica la situación continuaba siendo una de explotación y despotismo
por parte de los nuevos dueños.
En cuanto a la organización social de una hacienda del siglo XVIII, nos resulta
impresionante cuán parecida es a la de la actual, en la que todavía existen el administrador
y el mayordomo. Por otro lado, según nuestras fuentes, roles como el del administrador,
mayordomo, escribiente y capitán de negros existieron hasta el siglo XX. Pensamos que el
análisis de estos roles sería de gran utilidad para el estudio en cuestión, ya que nos cuentan
cómo se llevaron en la realidad las relaciones sociales y de poder de la hacienda, e incluso
nos atrevemos a decir que es muy posible que nos muestren cómo lo fueron en el siglo
XIX.
77
La primera mitad del siglo XX nos cuenta la misma historia del huasipungo, aunque
con una variación, los levantamientos y demandas de parte de los trabajadores comienzan a
extenderse y aumentar a través del valle. En Caldera por ejemplo, se organiza una huelga
de los trabajadores. Los jóvenes de cada familia encuentran otras formas de trabajo,
muchos salen a la ciudad. De ahí que para la llegada de la Reforma Agraria las
comunidades estén más fortalecidas para buscar ayuda legal y comenzar la repartición y
parcelación de las haciendas. Finalmente, luego de ser vendidas las propiedades grandes,
para también el trabajo en el trapiche. Sería interesante en este punto conocer si es que el
cultivo de caña se detiene por no existir grandes propiedades para realizarlo y por ende
pasa a ser poco rentable, o si es que los comuneros y antiguos peones son los que no lo ven
como un trabajo rentable por sus fuertes exigencias.
78
económico basado en la producción de caña, la elaboración de azúcar y de aguardiente
vinculándolo a otros sistemas productivos como son los obrajes y la crianza de ganado. Así
mismo permitirían identificar las características de la tenencia de la tierra, la red de
comercio y a los propietarios. El objetivo es tener un trabajo integral de archivos históricos
en relación al determinado tema de estudio.
Finalmente, queremos resaltar que el país tiene un saldo pendiente con el pueblo
afrodescendiente, como bien nos muestra su historia del trabajo en los trapiches y en las
hacienda del valle del Chota-Mira. Pero también lo tiene la academia y los y las
investigadores/as que podrían proveer a este pueblo de una parte de su memoria colectiva,
ya no desde una posición de dominados, sino desde sujetos sociales y políticos que
conformaron uno de los principales ejes productivos de la zona.
79
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84
ANEXOS
Gráfico de la utilización del espacio de acuerdo a los jesuitas en el valle del Chota-Mira
(Fuente: Tardieu 1997:57).
Leyendas:
1. Hacienda
2. Corrales y terrenos para las bestias
3. Campos de caña
4. Terrenos de huertas de los esclavos
5. Huertas de la hacienda
6. Haciendas de ganado.
85
Anexo 2. Mapa del Complejo hacendatario jesuita.
86
Anexo 3. Transcripciones de archivos de haciendas
Libro principal de esta Hacienda de la Propiedad de la Señorita Emilia Yépez, en el que consta
todos los ramos, el diario de molienda, cuajes de azúcar, labranza de raspaduras, y demás cargos y
descargos y principia el 1° de Septiembre de 1865.
Índice.
Diario de molienda de azúcar
Dgo32. De azúcar en remesas a Quito 10
Dgo. De pesos en gastos, ventas, socorros y extraordinarios 14
Dgo. De panes grandes en hacer atapiados de a tres libras
Cargo de estos 16
Dgo. De pancitos de a tres libras 19
PURGA Y PRIETAS
Dgo. De purgas y prietas a la labranza de raspadura 18
Dgo. De purgas y prietas que se pasa al alambique 19
Dgo. De purga en socorros, gastos y Extraordinarios 23
Dgo. De prietas en socorros, gastos y extraordinarios 33
BLANCAS Y SOLES
Dgo, de blancas en gastos, socorros y extraordinarios 39
Dgo, de soles en gastos de la Niña 43
LABRANZA DE RASPADURAS
Labranza de Villanas y marchanteras 46
Descargo de raspaduras en ventas 49
Dgo, de escribanos, gastos y extraordinarios 52
MIEL BUENA
Descargo de miel buena que se pasa al alambique 60
Dgo. De ida en socorros, ventas y extraordinarios 64
CALDOS Y CACHAZAS:
Dgo, de caldos y cachazas que se pasan al alambique 74
Descargo de caldos en gastos de hacienda y socorros 78
AGUARDIENTE
Dgo, de aguardiente en remisiones a Quito y ventas 79
Dgo, de aguardiente en socorros, gastos y extraordinarios 80
CEBO
Cgo33, de fundido 83
Dgo, de id. 84
Cargo de pieles 87
Dgo. De pieles 88
BRONCE Y ESTAÑO
32
Descargo
33
Cargo
87
Cgo, de bronce 90
Dgo, de id. 95
Cago, y Dgo. De estaño 92
FIERRO Y ACERO
Cargo de acero, o de fierro 93
Dgo. De fierro 94
Cargo de acero 97
Dgo. De acero 98
HERRAMIENTA
Cargo de herramienta de labranza 100
Dgo, de herramientas de id 101
BUEYES Y MULAS
Cargo de bueyes 102
Dgo, de bueyes id.
Cargo de mulas 103
Dgo, de mulas id.
SUERTES DE CAÑAS
Cañas que se siembran 104
Canas que se muelen 105
ROPAS
Cargo de ropas 106
Dgo, de ropas 107
DINERO
Cargo de dinero 108
Dgo, de dinero 112
88
Libro de rayas y socorros de la Hacienda Santa Ana.
Libro de Socorros de algunos peones conciertos de la Hacienda de Santa Ana y de sus rayas.
Fe de peones sueltos y aradores desde el 28 de agosto de 1865
Sirvientes:
Mayordomo Pailas
Ramón Narváez P156
Albañil Manuel Lara P 159
José Vila. Regador P 160
Juan Domingo Bustamante. Cuidador de mulas P 162
Herrero José Pabón P 168
Pedro Chingana. Cuidador de mulas y potros P 163
Juan Jarrín. Albañil. P 102
Peonas y Peones Conciertos.
Juan Pedro Espinoza P 66
Juan Espinoza P 67
Ignacio Chalá P 67 y 68
Paz Lara al pie P 100
Rafaela Santa Cruz al pie 101
89
Por flete y de burros a distintos y socorros
Josefa Lara p 106
Josefa Santacruz p. 106
Custodia Mendes p. 140
Lucas Bernardo p. 110
Juan Mendes p. 111
Herrero José Pabón 168
Sigue los peones duetos
Vicente Guilea p. 102
Salvador Tadeo p. 103
Cruz Tadeo p. 104
Juan Mendes p. 104
Felis Pabon al pie p. 104
Rafael Santacruz p. 101 al pie
Socorros y rayas por bueyes
Manuel Delgado p. 105
Jerónimo Lara p. 107
Francisco Mendes p. 109
(…) 111
Aradores
Mundo Buitrón p. 115
Mariano Buitrón p. 114
Darío Ruales p. 115
Melchor López p 119
(Las siguientes páginas del expediente contienen los nombres de cada trabajador y sus rayas, cada
raya parece representar un día trabajado y al final se coloca una cifra)
Juan Pedro Espinoza sus rayas de a medio real IIIIIIII……20 p 2 reales
Suplimentos
Septiembre 18 Plata pesos seis y medio reales que se tomó en la primer quincena 6½
90
14
´´5 ½
Pasa a la vuelta
Septiembre 1 Ropas cuatro y medio reales liencillo a tres y medio 8 5/8
reales, cuatro y media sempiterno a seis reales , un
reboso de Castilla en dos pesos seis reales, todo
importa ocho pesos cinco octavos
3 Plata tres reales en la quincena 26 vencida ,,3
Socorros 23,, 1
Rayas 20,, 2
Debe 2,, 9 (…)
Peonas sueltas
1 Celestina Congo IIIIIIIiII.-
Setiembre 17 por diez reales que se le pagó por su mujer. Pago 1.2
2 Juana Espinoza rayas IIIIIIIiIII-IIIIIIIIIIII-
Setiembre 17 por once reales que se le pagó por sus rayas. Pago 1.3
3 Nicolasa Araus sus rayas IIIIIIIiIII
Setiembre 17 por once reales que se le pagó por sus rayas. Pago 1.3
Setiembre 17 por once rayas de su rebaja IIIIIIIiIII que viene
4 Águeda Congo se le pagó el día de la quincena Pago 1.3
Setiembre 17 se le pagó a Águeda seis reales por su trabajo Pago ,6
Socorros 2.1
5 Emperatriz Anangonó
Sus rayas de la Ha. Real IIIIII- IIIII – IIIII-
ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 16, Exp. 6, Septiembre de 1866, No de folios: 1-12
Cuaderno que contiene los recibos de caldos, cachas y mieles entregados al alambiquero
Canelos después de la cuenta y corre desde 23 de Setiembre de 1866. Podría ser la
hacienda Santa Ana.
91
de cachaza y para que conste lo firmo.
Canelos
Obre. 2 Recibí ocho y medio botijas de caldo y 8 ½ 6,,
seis botijas de cachaza y para que conste
lo firmo. Canelos
8 Recibí seis botijas y medio de caldo y 6 ½
para que conste lo firmo. Canelos
Nbre. 6 Recibí 39 botijas de caldo y 36 botijas de 39,, 36,,
cachaza en cuatro semanas y para que
conste lo firmo. Canelos
78,, 54
ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 135, Exp. 11, 8 de agosto de 1858, No de folios: 14
Inventario de entrega que hace el Señor Manuel Chiriboga, de su Hacienda de Santa Ana al Señor
León Mancheno, quién se recibe como arrendatario: a cuyo efecto han nombrado de tasador y
agrimensor al Señor Francisco Maya, para que proceda a medir y tasar según el documento
celebrado en Ibarra un dos de agosto de mil ochocientos cincuenta y ocho y se practica en la
manera siguiente:
Casas de habitación
(Descripción de la misma)
Muebles (descripción de éstos)
Casas de Trapiche:
Estas se componen de un lienzo cubierto de teja a dos aguas sobre paredes de adobes y cimientos
de piedra, teniendo de largo sesenta y cinco varas y de ancho siete varas, con su puerta de reja
(desquiciada los lados de la pared) de barandas de madera, y a la salida del pasillo su puerta de reja
de madera labrada, con (…) chapa y llave corriente: dentro de este se encuentra la máquina del
trapiche, los hornos de cocina, los caldos, con sus parrillas y bocanas de piedra sellon, en estado de
refacción y sus raspaduras necesarias, con los que se hallan sentados los (…) fondos de bronce con
sus roscas en ladrillos, (…) madera con sus carrones y caballetes: El guardafuego de cangaguas
92
bajo la cubierta de tejas y en la pared de la salida en este al despegarse una balsa: Junto a las pailas
se hallan dos reposaderas de piedra, el uno roto y el otro chico con su agregado de ladrillos, (….) y
dos pilones grandes de piedra, el uno de enfriar los melados, y el otro de depósitos de las cachazas:
un horno de labranza de raspaduras, con su bocana de ladrillos y su fondo sentado sobre (…) de
ladrillos y (…) de madera, y un pilón de piedra desportillado para batir las mieles. En la pared
frente a este horno, se encuentra una pequeña raja y en la culata de las pailas en ambas humores de
las paredes también rajadas.
Máquina de Trapiche:
Retenes de Trapiche
Melera
Alambique
Raspaduras
Purga
ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 137, Exp. 16, 15 de agosto de 1865, No de folios: 44
93
María Angola 99
María Delgado 101
Manuela Delgado 103
Mariana Mendes 105
María Espinoza 107
María Borja 109
Magdalena Bernardo 111
Nerea Mendes 113
Petronila Borja 115
Purificación Espinoza 117
Rafaela (…) 119
Cecilia Quintero 121
Transito Chalá 123
Agripina Chalá 125
Catalina Espinoza 127
Bárbara Chalá 129
Andrea Borja 131
Carmen Bernardo 133
Eduvijes Delgado 135
Emperatriz Chalá 137
Ana Espinoza 139
Este documento registra cada préstamo (socorro) que se hace a cada peón y peona, se apunta el
día, la fecha y qué se ha prestado, sea material o dinero.
Transcribiremos el socorro de una de las peonas como ejemplo.
94
Abril 3. Carne. Se le suplió cinco y medio en la Pascua, incluso cuatro reales que importó los
cuatro jarrones del Novillo ,,6 ½
18. Ropas. Tomó tres reales de liencillo a tres, un pañuelo (…) en tres, todo importa doce
pesos 12,,
Julio 3. Plata. Tomó tres reales en la quincena 21 vencida ,,3
30. azúcar. Tomó una libra suplida para remedio en su enfermedad de flujo de sangre. Vale dos ,2
Pasa……………………………………………………………………………………54,, (..)
Agosto 3. Plata tomó cuatro reales en la quincena 22 vencida ,,4
4. id. Tomó cinco y medio en la quincena 23 ,, 5 ½
6. raspaduras. Tomó siete atados y tapa en la quincena 24 vencida, importa seis. ,,6
Sbre. 3. Plata. Seis en la quincena 25, vencida ,,6
Socorros 56,, 5 ½
Rayas 21,,
Debe 35,, 5 ½
ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 138, Exp. 11, 29 de Octubre de 1866, No de folios: 3
29 de Octubre de 1866
Cuenta practicada al Señor Feliciano Gaona del tiempo que como administrador ha manejado la
Hacienda Santa Ana, por menor es el siguiente:
Cargo de Molienda en melado:
Se han molido sesenta y siete coladas y media de melado….. 67 ½
Se han cuajado todas sesenta y siete y media coladas………….67 ½
Igual al Cargo*………………………………...000
95
Se dejan en remisiones a Quito, ventas socorros y gastos según el libro novecientos ochenta y siete
pesos, seis reales …. 987, 6
Aumentan por haberse vendido, socorrido parte a ocho al peso y partes a nueve 38 pesos 1 ½
Cargo de Cachazas:
Son de cargo doscientas veinte y un botijas seis octavos…..225 6/8
Se dejan en datos al alambiquero, rebajas por haberse hecho miel y falta que dio una paila según el
libro doscientas veinte y cinco botijas dos octavos… 225 2/8
Esta falta proviene de no haber descacharrado una cuadrilla de miel… 000 4/8
Aguardientes
Son cargo quince botijas dos octavos que han producido las revueltas… 15 2/8
Se dejan en remisiones a Quito, ventas, socorros y gastos quince botijas dos octavos… 15 2/8
Igual al cargo… 000,00
Cargo de Dro.34
Son cargo cuatrocientos sesenta y un pesos cuatro y medio reales producto de venta de azúcar,
raspaduras, aguardientes y miel. Unos mil trescientas noventa y ocho pesos, tres octavos que han
dado al alambiquero y suman mil ochocientos cincuenta y nueve pesos siete y medio reales…1859
p7½
Se dejan en socorros mil trescientos ochenta y seis pesos tres y tres cuartos reales en gastos
extraordinarios trescientos cuarenta y seis pesos un real que (…) partidas dan la suma de mil
setecientos treinta y dos pesos cuatro tres cuartos reales….. 1732 p 4 ¾
Faltan: 127 p 2 ¾
Pieles:
Son cargo 12 pieles de res……..……………………………………………12
Se dejan 12 pieles invertidas en servicio de la hacienda……..12
Igual al cargo………………………………………………………………………..0
Mieles Purgas:
Son cargo treinta y seis botijas medio octavo que han producido los azúcares cuajados….36 1/8
Se deja en labranza de raspaduras, en revueltas, socorros asignados de (…) y al mes treinta y seis
botijas medio octavo………………………………………………………………………….36 1/8
Igual al cargo……………………………………………………………………………………00 0
Caras Prietas:
Son cargo cuatro botijas un cuarto………………………………………………………4 ¼
Se dejan en socorros y gastos extraordinarios cuatro botijas un cuarto………………...4 ¼
Igual al cargo……………………………………………………………………………………00 0
Caras blancas:
Son de cargo seis botijas tres cuartos que se recogido de los azúcares…………………..……6 ¾
Se descarga en labranza de raspaduras, en gastos y socorros seis botijas tres cuartos ……….6 ¾
Igual………………………………………………………………………………………………00 0
Miel de soles:
34
Dinero
96
Son cargo una botija un octavo ……………………………………………………………..…1 1/8
Se deja en gasto de la señora una botija un octavo….………………………………………..…1 1/8
Igual…………………….………………………………………………………………………00 0
Sebo:
Son cargo siete arrobas seis y medio libras en fundido……………………………………..….7 6 ½
Se dejan siete arrobas una libra en gastos de trapiche, fundiciones y otros necesarios..…7 1
Hay la baja……………………………………………………………………………………….5 ½
Herramientas:
Esto se halla a cargo del mayordomo Jerónimo Lara, valiendo por haberse hecho componer
Bronces:
Son veinte y dos arrobas dos libras en un fondo roto, un fondito roto chico de labranza una broca de
arroba tres libras cambiada con cobre y tres arrobas que se sacaron prestadas para hacer la
fundición del fondo grande…………………………………………………………………..22 – 2
Se descargaron veinte arrobas veinte y cuatro libras que se cargaron para la fundición y una arroba
tres libras de existencias, hacen veinte y dos arrobas dos libras……………………………22 - 2
Igual y se agrega a las existencias de quince libras de filo que sobró de la fundición……….00 – 0
Yerro:
Son cargo una arroba dos y media libras …………………………………………………….1@ 2 ½
97
Son cargo siete pesos cuatro (….) que ha tomado en ropa………………………7 pesos (…)
Son cargo veintiséis pesos tres reales que no se le abonan pagados a las cocineras y solo se le han
abonado diez pesos seis reales el pago de estas a razón de un peso por mes, los que se han rebajado
y quedan a cargo los veinte y seis pesos tres reales expresados……26.3
Son cargo cuatro reales que ha tomado en carne por su gasto………………….. 0.4
Son cargo diez pesos cinco reales que ha tomado en azúcar……………………10.5
Suma el cargo…………………..198.6
Abonos:
Se le abonan ciento cincuenta y dos pesos uno medio reales que le corresponden por su salario en
un año seis días que ha servido a razón de 160 pesos por año….162.12
Se le abonan doce pesos por un octavo de miel que se dejó de pagar (….) del asignado de dos
botijas…………………………….1.4
Suma el descargo………………..163.6
Comparación:
Por el cargo………………..198 p 6 ½
Por el descargo………….163 p 5 ½
Diferencia…………………..45 p 1
Según se ve por la demostración que antecede, resulta que el señor administrador después de
abonado su salario, los asignados de dos botijas de miel y una arroba de azúcar, queda restando a la
hacienda la cantidad de cuarenta y cinco pesos un real. Queda pendiente el cargo que se le hace de
unas costas procesales y el acta de una mula, según resulte se agregará al cargo contra el
administrador, es decir, si el fallo del juez fuese adverso a dicho señor. La presente cuenta se ha
practicado en presencia de dicho Administrador y con verdad de todos los libros y documentos
concernientes a ella, la que se firma en Ibarra a 29 de Octubre de 1866, recomendado por parte de
los representantes del fundo para esta liquidación al Señor Valentín Espinoza que también la firma.
Emilia Yépez
Feliciano Lara
Valentín Espinoza
Valentín Morán
Alejo Garzón
ANH/Q, Serie Haciendas, Caja 148, Exp. 3, 28 de Junio de 1886, No de folios: 149
Inventario de todas las cosas que existen en la presente en las haciendas Santa Ana, La Loma y de
su anexa el empedradillo de la propiedad exclusiva de la Niña Olimpia Sánchez en la separación
de la compañía en que estaban los Señores Carlos y Ricardo Serrano y queda al cargo del
mayordomo Isidro Vinueza quien sigue desde hoy 28 de Junio de 1886
CASA DE HABITACIÓN DE LA LOMA
En esta se encuentra en la cubierta en la parte del corredor con paja y lo demás con cubierta de teja
con dos cuartos jalchigueras con dos puertas de talla buenas con dos candados con llaves
Trastos dentro de un cuarto que queda al cargo del escribiente Miguel Vega que sigue desde la
Hda.
Una tarima tejida de cabestro buena, una
Una mesa de dos varas de largo y tres cuartos de ancho con pues de talla buena
Una sobre mesa de bayeta azul painada de vara y media de largo nueva
Un baúl forrado de cuero negro con aldaba bueno sin chapa ni llave
98
Dos silletas forradas de cuero buenas
LOSA
Dos tacitas de fierro chicas buenas
Tres platitos de id. Usados
Dos platitos de China un sopero y un trinche
Un jarrito de porcelana con oreja y un rallo
Cuatro cucharas dos de metal buenas y dos de estaño sin rabo
LIBROS
Tres libros que intitulan socorros y suplimentos de la hacienda de La Loma y Santa Ana en pasta
verde principiados por los señores Serrano en los mismos que se sigue desde la fecha 16 de Junio
de 1886.
Un libro en blanco en pasta negra que seguirá para Cargo y descargo de trapiche
Cinco libros unos en pasta negra, otros con pasta colorada viejos que intitulan, socorros, cargo de
ganado y cuentas de trapiche, otro libro grande sin pasta y muchos diarios mas viejos todos del
tiempo de finado Sr. Alejandro Chiriboga.
COSAS DE IGLESIA EN ORNAMENTOS
CAPILLA
TRAPICHE
Este leal se encuentra en la cubierta en regular estado con una puerta de reja con armellas sin chapa
ni llave
La rueda hidráulica cuatro masas de bronce dos séptimos de id. Con tarima y linterna buenas de
igual modo los canales de piedra y madera.
Un martillo de fierro de regular tamaño bueno
Tablas mandadas a hacer por los señores Serrano ciento treinta y una.
TRAPICHE VIEJO
Este se encuentra en la cubierta la mayor parte de tejas con cinco puertas incluso una de reja todas
en regular estado las dos con candado y cuatro mas que ha habido no se sabe que se han hecho el
ayudante Pedro Santacruz.
Un (…) de bronce, una sortija de id, una broca de id, gorrón y dado de fierro, seis cepos, una
linterna vieja.
Una (…) de piedra
Dos fondos de bronce de cocinar mieles, dos reposaderas de piedra
Un bunque de madera de batir mieles de labranza
Un fondito de labranzas de raspaduras
Tres posas de depositar mieles, todas de piedra
Ocho moldes de labrar las raspaduras, seis (…) id, viejos
Un cedazo de cernir mieles
Un calan bombo grande bueno
PURGA
Esta oficina se encuentra la cubierta en la parte del corredor con paja lo demás con teja con tres
puertas las dos de tabla en regular estado la una con llave la otra de chagualquero con chapa de
sapo y llaves.
Ochenta y tres bancas de sentar hormas de azúcar que contienen tres asientos cada una.
Cuarenta y dos tarrillos buenos de sentar las hormas de azúcar
Treinta y dos panes de azúcares los doce un poco regulares y los veinte sumamente prietos que
servirán para alfeñiques
Tres almocafres , dos barrenas, dos lancetas, una hormita pequeña de bronce, un mazo, una paila de
cobre pequeña, con una oreja y dos remiendos.
99
Cuatro posas de piedra las dos y dos de ladrillo con ocho canales
Tres moldecitos de labrar raspaduras
Un banco de trabajar azúcar
Un pilón (…) de piedra
Cuatro octavos de miel purga, dos fiados a la hacienda de La Concepción y los dos al alambiquero
Antonio Padilla a este los Sres. Serranos
ALAMBIQUE
Este se encuentra en la cubierta con paja destruida con tres puertas corrientes la una con candado y
llave
Un fondo bueno de bronce con copa de cobre.
Una ollita de cobre que sirve de calentadora
Dos serpentinas, una chica y una grande
Dos toneles de dos varas de largo nuevas.
Cuatro botijas de barro
Cuatro varillas en tres sueltos, uno colorado en la serpentina
Dos talos, uno bueno y otro rajado.
Un calan bombo nuevo pequeño
ORMERIA
Esta se encuentra en la cubierta de paja nueva, el un lado de la pared de bahareque sin puerta.
Una (…) de ladrillo
Un horno de asar las hormas
Un molde de palo de trabajar las hormas
Un cuero de pisar barro
HERRAMIENTAS DE CARPINTERIA
HERRAMIENTAS DE LABRANZA
JARDIN
CORRAL
CAÑAVERALES
Una suerte en la esperanza se encuentra muy poca comilla y toda amontada su extensión poco mas
o menos dos cuadras y media.
Otra en San Francisco su extensión de dos cuadras y media poco más o menos de edad de cuatro
meses rascadillado sin un solo riego.
Otra en San Pedro su extensión dos cuadras y media de edad de tres meses sin riego.
Otra en San Jerónimo alto plantas extensión de dos cuadras de edad de dos años en regular estado
Otra en San Jerónimo Bajo, planta de edad de un año, extensión de dos cuadras poco más o menos
sin riego y amontada.
Otra en San Vicente planta de edad de año ocho meses poco más o extensión cerca de dos cuadras
poco más o menos sin desyerba ni riego en regular estado.
En San José resecas dos cuadras y media poco más o menos edad de cinco meses sin desyerba ni
riego.
Una suerte de Santa Teresa seca edad de diez meses poco más o menos de extensión de tres cuadras
y media aumentada sin ningún tipo de beneficio.
San Javier soca está suerte de extensión de cuatro cuadras y media poco más o menos de edad de
un mes y medio sin desyerba ni riego en regular estado.
Otra suerte de san Ignacio soca su extensión de tres cuadras de edad de año nueve meses bastante
regular solo dado rascadilla y sin riego.
Otra en la Purificación planta extensión de dos cuadras y media poco más o menos caña regular la
que se da principio al corte para a continuar molienda.
Otra enseguida en el mismo punto calculada en la edad en la extensión de cuatro cuadras poco más
o menos en estado de continuar la molienda caña nueva.
100
San Buenaventura planta de edad de año dos meses extensión de seis cuadras poco más o menos
sin beneficio y en regular estado.
Otra suerte en Santo Tomás planta de edad de diez meses extensión de tres cuadras poco más o
menos la parte del plan buena y en el (…) vencido de la yerba sin beneficio ni riego
Otra de San Ramón soca edad de nueve meses extensión de dos cuadras poco más o menos en
regular estado solo con una desyerba y sin riego.
Otra en la cuadra soca de edad de ocho meses rala sin desyerba ni riego, extensión de dos cuadras
poco más o menos.
ASEQUIAS
REMEDIOS
TRASTOS DE LOZA
PESEBRERA EN EL EMPEDRADILLO
CUADRA DE ALFALFA
HUERTA
ALGODONAL EN EL LLANO DE SAN ANTONIO
ASEQUIA DEL MEDIO
CORRAL DE SANTA ROSA
JULIO 7 DE 1886
El total del ganado es de trescientos treinta y siete cargas incluso diez bueyes que están en Santa
Ana y es como sigue con sus clases
Toros padres seis
Vacas madres ciento doce
Vacunas de vientre treinta y dos
Vaquilla de tiro diecinueve
Vaquitas de media veintiséis
Id, orejonas embarazadas siete
Bueyes incluso los diez de Santa Ana
Novillos tres
Orejones nueve
Torillos de fierro treinta y nueve
Machos de media señal veintiocho
Id, orejones seis.
Total 339
YEGUARIO Y BESTIAS DE SERVICIO
101
Un cabezote de alambique nuevo con todos los útiles necesarios sin uso todavía
Dos hormas de estilar lejía
Una bomba y una espumadera
Una banca vieja
Una puerta de tabla suelta
ALAMBIQUE
Este se encuentra la cubierta con paja, en parte en paredes deteriorada con una puerta de tabla sin
chapa ni llave.
HERRAMIENTAS
CAÑAVERALES
Una suerte de San Pedro resoca edad de un año extensión de dos cuadras poco más o menos sin
beneficio ni riego.
Otra en el portal soca pasada amontada
Otra en Santa Rosa Baja planta en estado de molienda extensión de dos cuadras poco más o menos.
Otra en San Simón planta de edad de un año siete meses extensión de cuadras poco más o menos
sin beneficio ni riego
Otra en la Trinidad planta de edad de siete meses de extensión de tres cuadras, más o menos en
regular estado en parte recién desyerbado y lo demás amontada y sin riego.
Otra en San Juan planta de edad de cuatro meses y días calculada en tres cuadras de extensión en
regular estado sin beneficio.
Otra suerte al pie de Jesús resoca de edad de diez meses de extensión de cuadra y media en buen
estado sin ningún beneficio.
Otra suerte en San Felipe planta de edad de dos meses y medio poco más o menos calculada en la
extensión de cuadra y media en regular estado aunque sin beneficio ni riego.
En la entrada a este cañaveral se encuentra una puerta de golpe con argollas y candado y llave.
Quedan siete cuadernillos de papel ministro rayado.
Se ha descubierto también que existen en poder del maestro herrero Daniel Rubio en el pueblo de
Mira ocho palas, dos rejas y un rodillo y dice que no calza ni entrega por debérsele ocho pesos por
las calzas anteriores.
Todo lo que consta en el inventario presente y lo más que queda como la elaborada anterior queda
al cargo y responsabilidad del ciudadano Isidro Vinueza quien por ser presto y legal lo firma hoy
15 de Julio de 1886.
Isidro Vinueza
Miguel Vega
Nicolás Cevallos.
102
seis por ciento anual, admitiéndose que, si dicho cotejo no estuviere concluido después de quince
días de entregada esta hacienda, la Señora abonará a los vendedores el interés del uno por ciento
mensual sobre los ocho mil pesos. Segunda, los señores Serranos no tendrán derecho a sacar de los
fundos sino las bestias y trastos de su propiedad, quedando las haciendas en el estado que
actualmente se encuentran en poder de la Señora compradora por el solo hecho de formalizarse este
contrato, sin necesidad de entrega, pues la Señora compradora se da por recibida de ellos. La
Señora Sánchez se obliga a pagar al Señor Nicanor Guzmán el valor de un alambique comprado
por los Señores Serranos para la sociedad y que aún no ha sido pagado, según los términos del
contrato celebrado con el Señor Guzmán. Tercera, los Señores Serranos no podrán exigir de la
Señora Sánchez nada a título de administración de los fundos en el tiempo que ha durado la
sociedad, por lo que la Señora Sánchez les daba tres mil pesos en todo el tiempo de la sociedad, y
la Señora Sánchez renuncia también por su parte a todos los derechos que tenía a virtud del
expresado contrato, excepto el de exigir las cuotas al Señor del contrato de la sociedad. Cuarta: los
Señores Serranos no están obligados a pagar los tres mil pesos correspondientes a los plazos y
contados designados en el acta de remate de los fundos “Loma gorda y Santa Ana” y a que se
refieren las cláusulas quinta y décima tercera del contrato de sociedad, cantidad que debe pagar la
Señora Sánchez, pues en consideración a ésta circunstancia se ha fijado el precio de la presente
venta solo en la suma de ocho mil pesos. Quinta: la Señora Sánchez examinará las cuentas que
están obligados a presentar los Señores Serranos por todo el tiempo de la sociedad; si de las cuentas
surgiere alguna controversia será resuelta por árbitros arbitradores, debiendo cobrar a pagar el saldo
que de ella resultare. Sexta. La compradora pagará, ella sola los réditos (…) de los capitales que
graban los fundos por todo el tiempo que ha durado la sociedad. Séptima: los Señores Serranos
ceden en favor de la compradora todos los derechos y acciones que pueden tener como condueños
que han sido de los fundos y por negocios que hubiesen hecho como, administradores de la
sociedad y no podrán hacer reclamo alguno posterior a éste contrato. Octava: los Señores Serranos
y la Señora Sánchez convienen también en dar, como en efecto dan por terminado el contrato de
arrendamiento de la hacienda ”Alegría” páramo y cuadra anexos, debiendo los arrendatarios
entregar dichas propiedades el veinte y tres de Julio próximo, en que se ajustan los seis meses
pagando las moradas y semestre vencido en esa fecha, y proceder en cuanto a las mejoras y peoras
al temor del contrato de arrendamiento, y conviniendo la Señora propietaria en abonarles como
única mejora de las estipuladas en el contrato referido, la mejora de (…) que existan hasta esa
fecha. Novena: si del cotejo de inventarios de la hacienda Alegría y anexas resultare que los
Señores Serranos deben pagar alguna cantidad por peoras, se compensará ésta, hasta concurrencia
de su valor, con lo que la Señora Sánchez les debe como precio de las acciones vendidas, en los
fundos “Loma y Santa Ana”, y la restante cantidad les entregará inmediatamente. Décima: los
gastos de alcabala, escritura, inscripción y los más que ocasionare este contrato de venta y de
disolución de la sociedad, serán de cuenta de la Señora Sánchez, sin que los señores Serranos estén
obligados a erogar absolutamente nada. Undécima; la cantidad que la Señora Sánchez debe dar por
esta compra a los Señores Serranos, será en moneda corriente o billetes de Banco, de libre
circulación, más no en papel moneda, y si se paga en este será con el descuento que tuviere en el
Comercio. Quito, Junio quince de mil ochocientos ochenta y seis – Carlos Serrano – Ricardo
Serrano – Olimpia Sánchez (hasta aquí la minuta). Los linderos del fundo “Loma gorda” son: por el
Este, con terrenos de la Hacienda Chiltarzón” del Señor Teodoro Gómez de la Torre, por el oeste
con el río Mira, por el sur con la Hacienda “Concepción” del Señor Agustín Chiriboga, separada
por la quebrada “León” y terrenos de la “Convalecencia” y por el Norte con la hacienda
“Chamanal” separadas por la quebrada “Chuchurrumi” una zanja y quebrada del “Garrochal”
metiéndose en los terrenos de dicho “Chamanal” dos cañaverales de la “Loma”, el uno denominado
“San Francisco, y el otro San Javier”, los cuales se hallan (…) por el un costado con la expresada
quebrada “Chuchurrumi”, por arriba con el camino real, por abajo con el río “Chota” y por la parte
del “Chamanal” con la quebrada “Loreto”. Los linderos de “Santa Ana” son: por el este, con una
acequia denominada “San Antonio”, por el oeste con camino público; por el sur con la rabija que
103
toca en la quebrada de Santiaguila y por el Norte con el callejón que va de la acequia a la hacienda
“Concepción”. Continuando los Señores otorgantes, los vendedores expresaron que esta venta de
derechos y acciones es los fundos mencionados, la hacían sin ningún gravamen, como consta a la
Señora compradora, razón por la que exigido el certificado de hipotecas, así como tampoco los
títulos de propiedad, porque está plenamente convencida de ello, porque entre la Señora Sánchez y
los Señores Serranos tomaron los expresados fundos que fueron del esposo de la primera, Señor
Alejandro Chiriboga, en remate público celebrado ante el infrascrito escribano el once de abril del
año anterior según consta del acta respectiva en el registro correspondiente al año mil ochocientos
ochenta y cinco. Queda agregada la boleta del pago de alcabala, y en cuánto a la del pago de la
contribución general, se me presenta al tiempo del remate de dichos fundos la correspondiente al
año pasado, y la del presente año ofrecen entregármela dejando en mi poder la cantidad de su valor,
para en caso no efectuar la entrega de dichas boletas, pagarla yo. Cada uno de los señores
otorgantes se obliga por su parte a cumplir las obligaciones que por la presente se imponen, dando
a esta escritura la fuerza de una verdadera ejecutoria, sujetándose a sus respectivos jueces para que
le obliguen a lo estipulado por todo rigor legal y vía ejecutiva. Para la celebración de esta escritura
se ha cumplido previamente las disposiciones contenidas en los artículos trescientos cuarenta y tres
inclusive del Código de Enjuiciamientos civiles y prevenidos de la obligación de hacer registrar e
inscribir la primera copia de esta escritura en las oficinas respectivas en cumplimiento de la ley, se
comisionó la Señora compradora. Leída que les fue por mí a presencia de los testigos que
concurrieron en unidad de acto, se ratificaron. Así lo dicen, otorgan y firman con dichos testigos,
que son los Señores. En este estado se aclara que respecto de la cuenta que deben presentar los
Señores Serranos como consocios de las haciendas ¡Loma gorda” y “Santa Ana” según lo
estipulado en el contrato de sociedad, se justificará sus egresos e ingresos con los comprobantes
respectivos, existencias o juramentos de dichos Señores, caso de imposibilidad de los primeros, y
firmaron con los testigos Señores Ricardo Valenzuela, Rafael Cabrera y José María Rodríguez ,
vecinos de esta Ciudad, mayores de edad, a quienes igualmente conozco.
De todo lo que doy fe – Carlos Serrano – Ricardo Serrano – Olimpia Sánchez – Ricardo
Valenzuela – Rafael Cabrera – José María Rodríguez – ante mí Carlos T. Gómez – certifica que a
fojas tres del (a un costado del folio dice: alcabala) cuaderno de alcabala de la segunda quincena de
junio se encuentra la partida siguiente. Junio veintidós. Ingreso. Ciento sesenta pesos consignados
por el Señor Carlos Londoño, como sigue: ciento quince pesos sesenta y dos centavos en el bono
número trescientos cuarenta y tres vencidos el diecinueve de mayo de mil ochocientos ochenta y
seis el cual queda cancelado, treinta y nueve pesos seis centavos en el Bono número ciento ochenta
y tres vencido el diez y ocho del pasado, el que también queda cancelado, y cinco pesos treinta y
dos centavos en el bono número ochenta y siete, vencido el dieciséis del pasado, que quedó en
noventa y seis pesos ocho centavos y hoy queda en noventa pesos setenta y seis centavos, por
descontarse en la cantidad consignada en pago de alcabala deducido al dos por ciento de la suma de
ocho mil pesos en que los dueños Carlos y Ricardo Serrano venden a la Señora Olimpia Sánchez,
los derechos y acciones que tienen en las haciendas “Loma Gorda” y “Santa Ana” situadas en la
Provincia del Carchi. Tesorería principal de la Hacienda: Quito, junio veintidós de mil ochocientos
ochenta y seis - Joaquín Poso – Contado – la no corre
Fui presente a su otorgamiento, y en fe de ello signo y firmo esta primera copia. Quito, junio
veinticinco de mil ochocientos ochenta y seis.
Segunda parte de los folios: interrogantes que surgen en la compradora y que son problemas en las
propiedades adquiridas.
104
Cuenta general de los productos, gastos y ocurrencias generadas en las
haciendas Loma y Santa Ana desde mayo 1° de 1885 – hasta mayo 1° de 1886
Producto general de la Negra que se trajo para suplir a la gente de estas haciendas, según se nota en
la cuenta particular de cada peón ha producido la suma de novecientos setenta y ocho pesos, seis
reales tres cuartos.
En siembras
En la hacienda de la Loma se sembró en el mes de junio el llano llamado San Jerónimo Bajo.
En la hacienda de Santa Ana se sembró en el mismo mes el llano denominado Santa Rosa alto.
En la hacienda de la Loma se sembró caña en el mes de noviembre el llano denominado Santo
Tomás.
En el mismo mes se sembró caña en Santa Ana en el llano denominado la Trinidad
En la Loma se sembró caña en el mes de enero en el llano denominado San Francisco, solo la parte
plan.
En el mismo mes se sembró caña en Santa Ana en el llano denominado San Felipe.
En la Loma se sembró caña en el mes de abril en el llano denominado San Pedro.
El documento continúa con las tablas de la existencia de ganado.
Cargo y descargo de moliendas, raspaduras y alfeñiques hasta mayo de 1886, se va describiendo
cada mes la producción en número para lo que se cuenta como:
Las coladas se cuentan por botijas y octavos
Las raspaduras, panes, alfeñiques por unidades.
Otros conteos son:
CARGO GENERAL DE LABRANZAS DE RASPADURAS EN LA HACIENDA DE SANTA
ANA
DESCARGO DE LAS BOTELLAS DE AGUARDIENTE
CARGO GENERAL DE PRODUCTOS EN CARNES DE LAS RESES
DESCARGO GENERAL DE LAS CARNES INVERTIDAS EN SUPLIMENTOS DE LOS
PEONES DE ESTAS HACIENDAS
CARGO GENERAL DE DINERO DESDE MAYO 1 DE 1885 HASTA MAYO 1 DE 1886
DESCARGO GENERAL DE DINERO DESDE MAYO 1 DE 1885 HASTA MAYO 1 DE 1886
SIGUIENTE DOCUMENTO
L.A.M.V
Conviéneme para la guarda de mis derechos, que Ud., disponga que Don Miguel Vega absuelva.
Como es verdad
1. Que es escribiente de los fundos “Loma gorda” y “Santa Ana”, de mi propiedad debiendo
expresar la fecha en que entré a las haciendas en esa calidad.
2. Que no fueron compradas con dinero, sino con raspaduras, los cuatro pesos de sal para el
ganado, y que ella no se empleó en este sino en la la gente, dándole en cuenta de quincenas.
3. Que no se han comprado pieles para el servicio, porque han sido más que suficientes las de
las reses que se han matado en los fundos.
4. Que tampoco se han comprado barriles porque se ha hecho uso de las cuatro que yo dejé en
el alambique.
5. Que de los trescientos pesos dados por mí, no se han pagado al Juez Francisco Ulloa los
treinta y cinco, derechos por las cuentas de la gente.
6. Que este pago se le hizo en efecto de la hacienda, cuando nada debía pagarse a Ulloa por
esas cuentas, puesto que por razones que hubo, se convino en no cobrar derechos por ellas.
7. Que el absolviente no sumó las partidas de lo producido por un buey, una vaca y un toro
que se mataron para el reparto, porque los señores Serranos no le entregaron las listas y si, sin
105
vista de (…) sentaron estos señores arbitrariamente la cantidad de treinta y cinco pesos como
producto de las tres cabezas.
8. Que no se ha comprado aceite porque para el alumbrado del trapiche y para el de la casa de
habitación, ha sido suficiente el sebo de las reses que se mataba para quincenas.
9. Que tampoco se han comprado para el gasto de la hacienda, las dos cargas de aguardiente
que se dice, porque las consumidas fueron embargadas al alambiquero Canelos, por deudas del
fundo en (…) de la comunidad con los Serranos.
10. Que por la misma deuda se le embargó además una cuadra de tierra en Mira, una cama con
la ropa de ella y otros objetos, y que el terreno se cambió con once burros.
11. Que se cargaron contra las haciendas las rayas que la gente de ellas había ganado, tirando
el eje para el fundo de los Señores Salas, por así haberlo dispuesto los señores Serranos.
12. Que no se ha pagado a Daniel Rubio ocho pesos por calza de herramientas, que para
cubrirse de esa deuda dice que va a hacer rematar las herramientas que actualmente tiene.
13. Que no se ha comprado cedazo ninguno porque el servido existe desde antes del remate de
los fundos.
14. Que en el mes de mayo no ha habido acarreto de barro, porque hubo existencia anterior.
15. Que se ha gastado solo un real de jabón por mes en el trapiche, por haberse molido nada
más que dos días por semana.
16. Que no se ha pagado diecisiete pesos cuatro reales por el impuesto de destilación, porque
esta estuvo suspendida en abril y mayo de ochenta y cinco, y desde junio pagó el impuesto el
alambiquero Canelos.
17. Que los dos barriles de aguardiente con que se obsequió a la gente en la recepción de los
fundos, fueron destilados en uno de ellos, que no comprados y el barril de anisado, regalado por
los señores Salas.
18. Que a Sacramento Espinoza le entregaron los señores Serranos nada más que dos formones
y una escopeta.
19. Que no se ha pagado ni un centavo por el impuesto de rastro
20. Que los señores Serranos recibieron el cajón de acero y todo el hierro que en la hacienda.
21. Que no se ha comprado armellas para puertas, y si solo dos candados chicos y un grande de
metal.
22. Que no son seis sino cuatro los libros en blanco comprados.
23. Que el absolvente no ha recibido sino dos plumas y diez pliegos de papel de los útiles de
escritorio que se dice comprados en siete pesos cuatro reales, y que de las demás que ha
necesitado para su escritorio, se ha provisto en “Mira”, comprando con raspaduras de ”Santa
Ana”
24. Que casi la resma íntegra de papel fue llevada a “Santiaguillo” en junta de cebadilla y
semilla de alfalfa.
25. Que también se mandó a “Santiaguillo” las tijeras compradas para la “…”
26. Que no se ha comprado ni una sola mula para las haciendas, menos las tres que se asegura,
que por contrario, faltan en ellas, el caballo, (..) el macho negro raspaduras y el caballo castaño
diablo.
27. Que en el mes de octubre se pagó la quincena de setiembre con billetes del Banco de Quito,
dándoles a peso, cuando representaban ya seis reales solamente.
28. Que a José Mafla se le pagaron veinte reales en raspaduras, que no en dinero.
29. Que al carpintero Antonio Chavez no se le ha dado en dinero todos los treinta pesos, sino
una gran parte en efectivo.
30. Que a los peones de la limpieza de la acequia de “Tefrunja”, se les pagó parte en dinero
parte en efectos.
31. Que las marcas compradas para las haciendas, se han arrendado a “Santiaguillo”
106
32. Por amansaje de bestias nada se ha pagado a Gudiño, pues que este amansó las bestias de
haciendas y una mula parda de los señores Serranos, con descuento de lo que adeudaba a dicha
hacienda en mi tiempo.
33. Que en cambio del potro negro de haciendas, recibieron los señores Serranos una vacona y
quince pesos en dinero de poder de Calisto Salas.
34. Que el burro que se ha llevado a la hacienda en cambio del comprado en “Guaquer” a
Rafael Arboleda, es más pequeño que el reemplazado, e inservible y que todavía se adeuda a
Arboleda los veinticinco pesos.
35. Que Ramos no está pagado todavía de los seis pesos, valor de la colgada del fondo.
36. Que fueron rotas y no se cargaron en la cuenta los señores Serranos, los boletos de azúcar
gastada por ellos y enviados a Cayambe y a Quito.
37. Que no consta de la cuenta el descargo de la vaca grande gateada que se pesó para la
quincena porque la lista quedó en el baúl de los señores Serranos.
38. Que las quincenas se pagaban con efectos de hacienda en la mayor parte y con una
pequeñísima cantidad de dinero.
39. Que no se ha pagado el impuesto de destilación por el último mes, y que lo destilado en él
se cambió con cinco quintales de café, los tres se fueron para Quito para el gasto de los Señores
Serranos y los dos a consignación del Señor Páez siendo dieciséis pesos el valor de cada quintal.
40. Que se han cargado contra la hacienda las rayas de los peones ocupados por los señores
Serranos en llevar víveres a Quito y Cayambe para la familia de ellos y las de los peones que en
tres ocasiones han ido a “Guallupe” en servicio personal de dichos señores.
41. Que del propio modo se ha sentado en rayas tres pesos mensuales por salarios de la
cocinera de los señores Serranos.
42. Que se ha pagado un peso mensual al paje ocupado en servicios personales de aquellos
señores.
43. Que no puede dar razón de la producción real de la quincena porque los asientos de los
libros los ha hecho el absolvente solo con vista de las listas llevadas por los señores Serranos.
44. Que no ha recibido los seis pesos que aparecen suplidos por los señores Serranos, sino que
habiendo resultado de la cuenta ese alcance a mi favor, lo apresentaron los señores Serranos como
dinero suplido al absolvente.
Practicada esta absolución en el día de hoy como suplico a Ud., en razón de que se ausenta ya
el absolvente, se dignará ordenar que se me entregue original. Enmendado- en – Serranos –
Vale
Quito, Julio 26 de 1886
Olimpia Sánchez
Contenido: Libro de cuentas de la hacienda Caldera; constan infinidad de partidas tanto de ingresos
como de egresos. Se observa la relación de esta hacienda con la de Chamanal y la de Cayambe,
seguramente porque siempre funcionaron así, primero con los jesuitas, luego con las
Temporalidades y por último con don Nicolás Calisto quien compró las tres haciendas.
107
El libro contiene información sobre:
• Descargo de azúcar
• Descargo de miel de purga y caras prietas
• Descargo de miel de purga
• Descargo de caras blancas
• Descargo de miel buena por meses
• Descargo de raspaduras
• Cargo de alfeñiques
• Cargo de ganado de ración
• Descargo de carne
• Descargo de cebo
• Cargo de pieles
• Descargo de caldos y cachazas
• Descargo de aguardiente (este ocupa considerable número de folios del expediente)
• Cargo de sal
• Descargo de sal
• Cargo de sal
• Cargo de jabón
• Descargo de jabón
• Cargo de bronces
• Cargo de hierro
• Cargo de acero
• Cargo de dinero
• Cargo de bueyes
• Cargo de burros
• Cargo de mulas
• Cargo de caballos
• Cargo de ganado vacuno de hato de la comunidad
• Descargo de caballos
• Descargo de ganado vacuno de la comunidad
• Cargo de yeguas de hato de la comunidad
• Cargo de bueyes de la comuna
• Cargo de ovejas
• Descargo de ovejas
Cuaderno para el arreglo del Mayordomo de Paila de esta Hacienda de Caldera de la testamentaria
de Don Nicolás Calixto, hecho por su apoderado Dr. Manuel Gabinio, y quien ha rubricado, y
numerado en 20 hojas, y corre desde 26 de Enero de 1813.
Índice:
Diario de Molienda af-------2
Diario de Labrazna Af-------10
108
Descargo de miel af---------16
Descargo de Raspaduras af---17
Contenido: Libro de cargo y descargo de los productos íntegros de las moliendas del trapiche de
la hacienda Caldera, perteneciente al finado don Nicolás Calisto.
Libro 1814
Guarderas:
Libro que sirve de cargo y descargo de los productos íntegros de las moliendas en el trapiche de
esta Hacienda de Caldera en la pertenencia de la testamentaria del finado Don Nicolás Calisto,
formado por mí el administrador y Apoderado General, Don Justo Xavier Alvear, el mismo que
contiene noventa fojas útiles, (…) en esta dicha hacienda de Caldera para el Gobierno de su
Mayordomo Nicolás Terán, con quién firmo este dicho libro a 1 días del mes de agosto de 1814.
Alvear.
*El documento contiene:
• Productos a cargo de azúcares
Este se lo registra y cuenta como:
Coladas, Miel de Melado, Cachazas, Espumas, Panes
109
La miel de melado se mide por botijas y cuartillas
Las cachazas por botijas y cuartillas
Las espumas se las separa en espumas y purgas
Los panes se los separa en panes y en caras blancas.
• Cargo de lo producido en el ramo de raspaduras según la molienda que comienza desde hoy 14 de
agosto de 814.
• Plana donde se sienta las 21 partidas de labranza de rayas que labran en este tiempo, y quedó en
la cuenta anterior de existencia 347
• Inversiones de los azúcares, en gastos, suplimentos, ventas y remisiones a la ciudad de Quito y
comienza desde hoy 14 de agosto de 814.
• Descargo de azúcar
• Descargo del ramo de raspaduras en gastos, suplimentos, ventas y remisiones a la ciudad de
Quito, que comienza desde hoy 14 de agosto de 814.
• Descargo de rayas
• Descargo de raspaduras
• Cargo de sal
• Descargo de la miel buena que no se labra en raspaduras.
• Descargo de la miel de purga
• Descargo de Caras blancas
• Cargo de Alfeñiques
• Descargo de pieles.
• Descargo de Aguardiente
• Descargo de miel en gastos, socorros y ventas
• Descargo de aguardiente
• Cargo del aguardiente resacado
• Descargo de resacado
• Plana donde se sentarán las raciones con que se hacen las moliendas desde hoy 14 de agosto de
814
• Cargo de las cabezas de ganado que se registraron de la hacienda (…)
• Cargo de Ganado de carne
• Cargo de ganado que se degüella
• Cargo de ganado que se degüella del Hato de Alar para los esclavos
• Cargo del ganado que se degüella del hato de la comuna para ración de estos esclavos.
• Descargas de la carne que resulte totalmente de las cabezas que se degüellan en esta hacienda
desde hoy 14 de agosto de 814
• Descargo de carne
Cuaderno de cargo y descargo de ganado vacuno, ovejuno y caballar, llevado por el mayordomo
del hato de la Comunidad perteneciente a la hacienda Caldera.
Libro que sirve para el gobierno del Mayordomo del Ato de la Comunidad Toribio Cartagena, de
cargos y descargos de los ganados vacunos, yegunos, y ovejunos y demás productos, pertenecientes
110
a esta Hacienda de Caldera de la testamentaria de Don Nicolás Calisto, que se forma, y por el
Administrador y Amparado, General Don Justo Xavier Alvear, desde hoy 30 de octubre de 1815
Alvear. En 10 de Septiembre de 1816 se hizo el rodeo del Hato de Comunidad, así de ganados
vacunos, como de yeguarios y en el vacuno se herraron pertenecientes al año pasado de 815
diecisiete fuera de una de diezmo y son 16 hatos y (…) y se herraron ocho de la hacienda de este
año. (…) a boca de corral trescientos caballos, inclusas en este número, nueve pertenecientes a los
diezmos de 813, son (…) caballos del de 14 otras, que aunque solo se herraron treinta y ocho, pero
habiendo resultados en el Hato de (….) veinte (…) Cabezas pertenecientes al mismo año (…)
Resultan (…) de pico a favor del diezmero, y las ocho que así mismo resultan en este hato.
111
Anexo 4. Transcripciones de entrevistas
La hacienda era abajo, casi todo quedó. Hay un callejoncito, ahí era la hacienda, el trapiche... y
la iglesia. Solamente el cementerio quedó allá. Las casas, donde ahora está sembrado, en la
subida para la iglesia, toditico eso era el caserío.
Yo soy del año 1941 entonces yo ya me voy dando cuenta. En la hacienda los patrones daban
mismo un aula para la clase y unito para el profesor y el caserío quedaba abajo, cosa que los
recreos era a ver caldito, a tomar caldito de la caña.
Mi papá a la vez peones de la hacienda, igual en los terrenitos que tenían, eso quedaba en la
mitad de Caldera con el Juncal.
Ahorita en esta época, los partidos hay liberal y conservador, liberal significa cada quien
trabaja libre. Entonces en el tiempo de antes, de la hacienda, con decir que ni las fiestas
dejaban los patrones no trabajar. Si estaba enfermo el peón y no salía la esposa o cualquiera a
la hacienda, ya perdía el derecho al terreno. Entonces hasta que mi papá que pasaba en la
huerta, no ve que mas antes había la costumbre, porque solamente habían casas de paja, de la
misma hacienda ellos daban la carreta para cargar la madera y todo para la casa. Más antes
eran unas embarradas, enrramilladas decíamos. Se cargaba todo. Pero si se moría el le quitaban
la casa, le quitaban a la viuda. Todo eso era... Si no salía a trabajar le quitaban la casa. La viuda
sino pongamos, todo lo que era en la hacienda de pala eran los hombres, a las mujeres les
tocaba limpiar caña. Las mujeres andaban limpiando caña, ahí se saca el cogollo, todo, todo, y
la caña ya limpia hacía a un lado y eso cargaban para el trapiche, para la molienda.
En el trapiche trabajaban las mayorcitas, las viudas. Algunas, entonces yo me daba modos, así
mismo limpiando caña, así.
Entonces solamente hacían con los peones y las mujeres recogiendo la basura, sacudiendo para
que puedan guachar, preparando la tierra. Me tocaba a mi también en vez de mi papá para que
tenga tiempo para la huerta.
Los Rosales eran dueños de la hacienda. No ve que esa hacienda tenían ellos, y todavía existe
la hacienda de allá que era de los mismos dueños, doña Zoila Burbano era la señora, la mamá
de los Rosales.
- Había maltratos? Así no, lo único es que estando enfermos, no podía salir a trabajar a la
hacienda, entonces de todos estos días que no podía salir eso ya le descontaban como que no
ha servido en la hacienda. Porque cada mes hacían los pagos, según el trabajo en molienda,
sabía ser de 1,50 sucres, hasta 2, era el sueldo de los pobres peones. A unos les mandaban a
limpiar zanjones, de todo... También había rejo de ganado, hasta yo, cuántas veces me tocaba
por mi papá, mientras él está en la huerta, entonces una cuidando los bueyes de lunes a sábado.
Se salía del sitio de la hacienda y según donde haya hierba. Uno se quedaba ahí con esos
animales que se metían a los montes, todo. Entonces hasta que él esté en la huerta, esté
trabajando en lo que se tenía, uno vuelta ahí trabajando. Desde ver el rejo, y cinco de la tarde
andábamos no más. Ya cuando ya me casé ya no me tocó así.
De ahí hubo un lío grande con los dueños de la hacienda. Ellos quisieron escoger asimismo a
los peones y mandarles sacando y quedarse con los que querían ellos. Y le dividieron mismo.
Entonces de ahí, entre los mismos hermanos Rosales se dividen la hacienda, se disgustaron
entre hermanos mismos. Después que dividieron a la gente, entonces que unos quedaron de
parte de don Germán Rosales y otro vuelta de don Nelson. Pongamos mi papá era de parte de
don Germán, mi cuñado de parte de don Nelson. Cuando ya, dividieron la hacienda. Después
112
vuelta, ya de un callejón de abajo que habían sembrado así iba a salir una tapia, entonces se
iban a dividir desde bien abajo la hacienda, dividiendo los peones a un lado y los otros al otro,
siendo la misma gente. De ahí la gente se alborotaron, dañaron esos tapiales, todo que ya
estaban cavados y todo y de ahí ya se buscó gente. Ya se fueron a Quito, todo eso, ya buscaban
defensa, "quién nos defiende?". Eso pasó. Así que esa huelguita con ellos aguantó 8 meses, el
disgusto de los señores con los peones. Así nos botaban gas, todo una desdicha. Es que la gente
querían, suponiendo, mi hermana está al lado, ahí vivían los papás de mi cuñado, mamita,
todos. Entonces, ¿cómo íbamos a dividirnos la gente?. Yendo a separar el caserío, que no nos
veamos, esas situaciones... Demasiado.
Yo en plena huelga me casé, me faltaba para ajustar los 18 años. Ahorita tengo ya 72. *sucedió
en el 58*
Antes ahí pongamos un peón quería salir a trabajar a la hacienda y la gente se ponía encima.
No ve que tuvieron que llamar autoridades, se buscó a quién apelar, que nos ayuden. Eso se
tenía para que los dueños de hacienda aflojan y se compadezcan de la misma gente, siendo de
tanto tiempo servido. Entonces alguno quería salir a trabajar a la hacienda, no se le dejaba, le
caía todo el mundo encima. Entonces esa era la cosa.
Habían algunitos dirigentes de esto, Carlos de Jesús, pero el esposo mío también, Gonzalo
Espinoza, él también fue cabeza que se puso en esto. Sino que como en las votaciones, unos a
favor de los patrones, entonces como había eso del ganado que tenían, a Pimampiro a entregar
la leche iban los peones. Entonces ya no se dejaba ni uno que vaya a la hacienda. Cosa que una
vez, en la huerta que tenían, habían guardado la leche, que desque hasta al patrón Nelson, al
propio dueño, le habían quitado la leche.
Luego el patrón ha mandado a llamar nuevamente a los peones para resolver y que sigan vuelta
trabajando. Porque la gente se encapricharon, de tanta huelga, de todo. Todos los que no
quisieron o no aceptaron, los mayores ya no fueron obligados a peones, ya les jubiló. Entonces
se quedaba viviendo los que siguieron sirviéndoles, y los que no, ya no tenía cómo vivir ahí.
Entonces yo mismo con la primera guagua vivía en la casa de mamita en un cuarto. Y después,
como él ya no había querido salir a trabajar, ya no teníamos derecho a vivir ahí, de ahí nos
fuimos a vivir a la playa, cargando todo y le hicimos una media casita a la playa, que de ahí es
cerca del Juncal. Cosa que cuando ya nos fuimos a vivir allá, ya me fui quitándole el seno a la
primera hija, y ya estaba recién en cinta de la segunda. Entonces cosa que allá, salíamos al
Juncal. Yo era madre soltera. Ese terreno era el que había sido de la hacienda, quedamos allá
en medio del Juncal, ya quién iba a quitar eso!. Después fue lo que compraron como un solo
dueño, que le compró el resto de la hacienda. Entonces en eso quedó. Después ya fue
arrendando, los del comienzo son comprados de este mismo, en sucres fue.
Verá, huelga con los señores de hacienda fue dos invasiones. Una fue me acuerdo en el 1950,
ahí también cogieron la gente y sacaron para que el Juncal se llene de gente, allá fue la gente
caldereña. Entonces ahí les pagaron lo que los patrones quisieron, cogieron a los peones y
pusieron unos en Juncal, otros por Piquiucho. Entonces mi papá que le decía que le mande
también, y él que no, que él no le está mandando a él. Le había dicho: "no patrón, yo me voy
porque mis hermanos se van, a mis hermanos les manda y yo no puedo quedarme aquí, mis
hermanos se van, yo también". "Yo no te estoy mandando a vos, si tus hermanos no te van a
dar el comer". Entonces de ese tiempo quedamos, el Juncal está formado con la gente
caldereña. Eso fue en el 50. O sea mi papá quedó mismo, porque no le pagó del tiempo. Como
no les pagó mismo, entonces se fueron. El nombre solo de mi papá, de ahí todos los hermanos
Delgados y Tobares que llevan el apellido ya no hay nadie, ni en Juncal ya no hay.
Les sacaban porque eso ha sido la esclavitud como se dice. Buscan pretexto y eso, que me está
robando, porque ya no quiere tenerme y va buscando pretextos. A veces desque les escondían
las cosas y les decían que se han robado o lo que sea para despacharles.
113
- Sus abuelitos le contaron cómo era antes? Más peor, al menos dese cuenta, los de antes
caminando a pie, largo. Uno como sea... la vida de antes uno ya se ha pasado más bien, como
se dice. Más antes se iba y se decía: "adelánteme unas dos panelas", más antes eran así con
hoja, empapelado. Entonces yo iba donde el mayordomo y decía: "tengo esta necesidad", a la
hacienda y decía: "súplame unas 4 panelas", entonces ya me daban las panelas, esas ya les
vendía y ya me servía para algo la plata. Eso se vendía a la misma gente. Es que hay de todo,
unas venden, otras cambian. Entonces una vez, por eso digo, ahorita el tiempo ya es libre
mismo, que cada cual ve si va a trabajar o no. Entonces una vez estábamos ya justo el 16 de
julio en una misa, cuando ya teníamos un champús para la fiesta, la chamiza para las vísperas,
todo. Éle, a qué hora llega el cura? Más antes a caballo no más andaban, entonces el cura nada,
cuando la sorpresa, que el patrón había puesta candado de la hacienda en la iglesia y le había
puesto impedimento al cura a que no baje. Todas esas cosas había. En cambio ahora la gente es
libre, el que quiere trabaja y el que no, no.
- ¿Las fiestas? antes eran más bonitas, o sea había una persona que se apersonaba como priosta
de la imagen. Pongamos había un tiempo que de la Virgen del Carmen había, lo del niñito.
Entonces había también el Carnaval, sacamos reina y todo. Entonces como se dice, en cada
tiempo, cada cosa, salíamos de aquí abajo. Se hacían serenatas y se ayudaba. Entonces en los
escrutinios la que metía más platica era la coronada.
- ¿Aquí hacían dramas? Hacíamos bastante, yo mismo hija de mi mamita. En la escuela, todo
eso, los profesores... buenas cosas se presentaban. Cosa que una vez mismo, ese tiempo se
tenía la costumbre, nos eligieron al pregón de la fiesta, que presentamos una buena comedia
cosa que el curita ya nos invitó allá a Monteolivo. La comedia era según, porque mamita tenía
libros a propósito, entonces había una que hacía de riqueza, es como una novela. Es que de
acuerdo a lo que mamita decía, una presentamos cuando vivíamos allá, nos llevaron, hicimos
en Piquiucho cuando había el trapiche, la hacienda. Esa presentamos. No eran cosas religiosas,
de temas bonitamente, pongamos una se hizo que era la mamá de esta rica, y la hija era una
señorita distinguida que no se juntaba con cualesquier persona, en la juventud le atraían en el
día, entonces todo el público ahí. Entonces ella decía: "no, yo no quiero juntarme con esta
gente plebea", plebea era la gente más... baja... eso ya es miles de años.
Mamita como que como dice el dicho, de un papá ya hereda. Remigio Folleco desque se
llamaba el papá de mamita y Pastora Sandoval la mamá. Entonces, él ahí, ahorita usamos la
Biblia, no? al menos yo mismo leyendo del Apocalipsis, esas cosas es como que anuncia lo
que va a pasar, parece que en esta época ya está pasando. Entonces en ese tiempo mamita ya
decía: "mi papá ya sabía, que en tal tiempo, tal año iba a suceder tal cosa".
El papá de mi papacito que había sido enduendado. La chacra de la huerta desque era bien
lejos, casi de ahí ya se sale cerca al camino de Monteolivo. Y un amigo desque iba perdido
como tres días, cuando no sé cómo, andando montes sobre montes, cuando un señor así de las
colonias de por allá de Monteolivo ya ha conocido, cuando ha estado ganado del duende pues,
enduendado limpio. Es que le ha visto el amigo, estaba loma arriba, loma abajo, sin saber por
dónde ha ido. Cosa que entonces, él sabía, porque se sanó un poco. Y yo me acuerdo que hubo
una hermana mía, éramos bien apegadas con él. Tonces sabíamos estar así juntas, cuando
decía: "vean, vean, si ven? Ahí está el diablo". Así nos decía, cosa que ya no sabíamos querer
estar con él. Estaba... estaba y a veces nos miraba bien enajenada todo. Comenzaba y otra vez,
"vean, vean, si ven? Ahí está el diablo", nos decía. Como ha estado enduendado, algo le
tentaba pues a él, no cierto? Claro pues, uno vuelta no veía nada, sino que él decía.
¿En el trapiche había duende? En el tiempo de más antes de tentaciones más. Ahorita casi no se
oye y d ahí más antes sí. Decían esto de la viuda que dicen, éle cómo será, antes Dios bendito a
mi no me ha pasado. Aquí hay la devoción de finados que salen los animeros con las almas
pues, entonces de eso al otro día, "que anoche le ha salido el bulto al fulano". Una vez cuando
114
vivía abajo, yo y mi esposo, entonces como de acá ya venía la campanilla sonando, entonces
yo ya me senté para contestar los cantos, mi esposo no se sentaba. Me sentaba y contestaba,
porque el animero de afuera no más. Entonces yo ya me senté, cuando en una de esas... el
animero ya iba a llegar y sentí, oía un sacudón, uy digo, algo ya le salió al compadre, al
animero, porque sonaba como que iba sobando. Cuando llega a la puerta: "préstame el acial,
aquí está la viuda". Entonces con el acial... con tres acialazos hacía para atrás, porque no puede
verle a la tentación. Ahí desque se desaparece. A veces oían de noche, al menos cuando se
vivía abajo, por donde el trapiche y todo. Era puro chilcales, a media noche desque sentían que
lavaban, y desque blanqueaba, se veía blanco, blanco, blanco. Cuando desque dice mi tío, que
había cogido reliquias, rosarios, escapularios, todo eso. Desque había llegado y con tres
acialazos así en cruz... todo eso desque había más antes. Eso era abajo, todo eso ya había casas
y el agua que bajaba acá del trapiche que molían y todo, cruzaba esa agua y ya iba al río.
Entonces ahí desque sentían lo que disque golpeaban y blanqueando... entonces como digo,
con reliquias ha sido, con el santo rosario, escapulario y todo. Tres acialazos en cruz: "adiós
tentación" Eso solamente yo he oído que conversaban.
La viuda. Desque antes había una bebida, porque le tentaba con la bebida. Y la viuda que
pongamos, si usted está ahí y su esposo está por ahí, tonce ya desque asomaba ella en traje
suyo. Como que era usted. Entonces su esposo viéndole ya desque se acercaba. Entonces una
vez que disque ahí han estado en una casa de la gente de antes, de ahí cuando han salido, un
tío, cuando él ha salido que han estado tomando, bailando, cuando en una esquina le ha visto
sentada a una, le ha visto que sale y ella adelante, adelante. Cuando él que llega a una parte, a
una alcantarilla, cuando en una de esas otro, ha dentrado corriendo donde que han estado
tomando. Cuando... la mujer ya le tumbó. Ha sido la viuda, si desque había bastantes. Más que
todo, se ponía el traje de la novia o la esposa. No más a los hombres se les aparecía.
El duende chiquitico. Aquí hay una guambrita que vivía más antes y ella quedó mismo tontica,
ella desque ha sido mismo enduendada. Chiquito no más desque es el duende, dicen los que le
conocen. Pero una gente enduendada ya no vuelve a la mente buena. Así desque es. Todas esas
cosas que yo he oído, yo no puedo decir que conozco. A veces sin estar moliendo en la
hacienda desque oían, como la hidráulica que molían la caña. Como que funcionaba aunque no
había nadie. Cuando había procesión así, en el tiempo de antes. Más que todo en el tiempo de
finados, todo eso. Salen ahí las ánimas que están ahí.
Después de la Reforma Agraria hubo las parcelas. Los mismo dueños dieron a un tal Correa
para que sea él el que vendía, vendió un poco de los terrenos a gente de afuera, de San Gabriel
de Pimampiro. Al transcurrir el tiempo han vendido con condición, que la gente abra los ojos
legalmente, después tocó hacer invasión la misma gente, luego se fueron. Nosotros a capricho
que vale tanto, después se fueron, de ahí no vinieron, terrenos cogieron gente de aquí mismo,
unos arreglaron, otros no.
El trapiche dejó de funcionar con los patrones mismo. Los dueños eran los Rosales, German
Rosales. Dejó de funcionar, hasta el 75 funcionó porque ya se hizo parcelas.
En el trapiche había cuadrillas, osea un personal era de la molienda, otro personal era de la
mielería?,
otro personal era del horno, otro de los moldes y había las empapeladoras que eran mujeres.
Yo trabajaba en todas, se iba variando de cuadrilla en cuadrilla. Dependía, en esos tiempos el
patrón era, como se dice, envidioso, aprovechaba que se salga de la escuela, nos metían así
mismo grandes, ya acaban, era hasta tercer grado que se pudo estudiar. Si mi papá no me
115
sacaba de la escuela y no me metía a trabajar a la hacienda, le mandaba a mi papá y a mí
también, que nos vamos de aquí. No había para estudiar más, hasta tercer grado. Obligado a
trabajar. Si no trabajaba nos mandaba sacando, por eso todos se quedaron así, saliendo de la
escuela a trabajar en la hacienda. Los más mayores sabían los oficios, los guambras que iban
entrando iban remplazándoles, remplazándoles. De niño trabajaba en la agricultura no más,
empezamos por la agricultura. Tipo 4, 4 y media de la madrugada llevaba a hacer la faena
hasta que sean las siete de la mañana. Ahí íbamos a la escuela y mi papá a trabajar en la
hacienda. En la faena trabajábamos en los terrenos, hacer cualquier cosa. Se salía se iba otra
vez a trabajar, no había mucho tiempo para disfrutar. Sembraban yuca, camote, fréjol. Después
viene el tomate, pimiento, cebolla. La caña desapareció, porque más antes todo el mundo tenía
en sus huertas caña y se molía en los trapiches. Sembraron caña hasta hace dos años, pero ya
poco. Mas antes era toda la hacienda solo caña cuando era de los Rosales. Vendieron ellos las
propiedades con caña, tenían variedad en los precios. Los que tenían caña de molienda tenían
un precio, los que estaban vacíos valía otro precio. Cuando estaban los Rosales tenían su
huerta, a parte habían cañaverales. Pero era obligado como peón a trabajar en el cañaveral, de
ahí se iba a sembrar para uno. Ahí era distintos modos, una semana de domingo a domingo me
daban que cuide los bueyes. Otra semana era según los trabajos que habían que hacer, tantos
personas fulano fulano, fulano, a la carreta. Fulano, fulano, fulano habían un tractor a cargar la
caña. Los cortadores estaban notificados a víspera mismo, los limpiadores igual. Todos vivían
aquí mismo. La misma gente sembraba, una época había un rastrojo. Entonces no fallaba para
la elaboración. El mayordomo designaba las tareas. Cuando era el día de las cuadrillas, se
molían cinco días en semana y ahí era de día y de noche. A las cuatro cinco de la tarde le
convocaba y se amanecía en la noche hasta mañana porque eran en cuadrillas, tenían que hacer
cuarenta medias, así decían ellos. Si podían se hacían antes de las 24 horas sino se pasaba.
Todos los días del año era, semanas integras. Si, muele, muele. El personal cambiaba, ahora
unos, mañana otros.
La hacienda al principio no me doy razón, pero de lo que doy razón de cuando hicieron la
partida. Los que vinieron en el año 62 ya fueron herederos. Se partieron a 32, 32 personas
trabajaban aquí. De la carretera para abajo era de un patrón, de la loma para allá era de otro
patrón. Hicieron aquí como re asentamiento, las casas que tenían abajo les dieron acá. Les
movieron acá. Como estaba en el corazón de la hacienda el rancho, entonces no tenían
oportunidad de poder vender. Cuando ya ubicando a la gente para acá ahí sí hicieron la parcela.
Unos entramos en el mismo tiempo de la parcela cada cual en su pedacito, y otros en cambio se
quedaron, esperaron hacer las invasiones para poder tener, se aprovechó eso, los que se
quedaron ya vieron que estaba difícil. Unos se quedaron sin nada. Los dueños se fueron. Le
dieron a un Correa, el era el encargado era el que estaba parcelando. Tenía hacienda en
Pimampiro, a él se le iba dando de poco en poco, pasó el tiempo y el señor no vino más, no
terminó de cobrar. Nos dejó en un enredo, por las escrituras… En estas épocas fue que se dejó
de trabajar, cuando hubo la parcela trabajaba el trapiche, pero luego desarmaron el trapiche los
patrones. Luego trajeron otros trapiches porque el de aquí era de agua. Tenían aquí y en San
Rafael también, por eso ya no queda nada.
En el trapiche trabajaban, eran 6 en la cuadrilla y eran 4 meleros, eran 2 molderos, 4
empapeladoras, si creo que era 16 personas. Para cortar la caña ahí eran bastantes, los
cortadores, los limpiadores y los cargadores otros. Había cuatro carretas, burros y un tractor.
Era todo el día hasta las cuatro de la tarde, se salía al almuerzo. Era grande el trapiche. La
hacienda era todo caña, todo lo que ahora es Caldera, 80 hectáreas incluido los terrenos,
algunos al fino de la orilla. Con el primer dueño los Rosales, era así mismo. Cuando vinieron a
la repartición ya se dividieron, unos trabajaban para un patrón y otros para el otro patrón.
116
De las épocas de antes: nosotros también, a mi edad ya alcancé la esclavitud, antes eran más
estrictos. Esa gente parece más obediente, las generaciones nuevas vienen más resabiados, ya
protestan. En el año 50, recuerdo, la gente de Juncal es mayormente de aquí. Ese patrón les
mando sacando, hubo huelga. Ellos consideraron, capricho también, los más mayores súbitos
pero la juventud ya no entonces se opusieron. Entonces voluntariamente, si yo me voy. Las
personas que tenían terrenos, con sus arbolitos, les sacaban con más platita. Los que no tenían
árboles, ni terreno les daba 300, 350. Les daba a los que se iba 40 sucres. Los que se fueron
volvieron a regresar de nuevo. Al tiempo hubo la parcela. Pero en los 50s se fue la gente de
aquí al Juncal, el Juncal no era así, si era puro monte. Piquiucho también, de aquí se fueron
unos pocos. Pero esta hacienda siempre ha habido.
Como sería más antes el tratamiento y todo. Aquí vino una rebeldía de la gente porque esto era
sitio, y los peones tenían su ganado. Tenían sus vacas, manda de chivos, era un cerco de espina
el que dividía. Una vaca lo que quiera se pasaba a un sembrado, le cobraba una multa. Si
ganaba trabajando un sucre, y 2 50 por día le cobraba 5 sucres de la multa, quedaba endeudado.
Trabajaba con un fierro, convocaban, que era la raya para pagarle. A las siete de la mañana
daban con ese fierro. Así, ya. Entonces uno tenía costumbre que tocaban ese fierro y tocaba ir.
Para salir al almuerzo también tocaban ese fierro y ya sabía. Todo era indicado por eso. El
mayordomo llevaba las indicaciones. El mayordomo eran unos sirvientes de aquí mismo.
Como se escogía el mayordomo? El patrón ya venía trayendo uno que era el escribiente
pongámosle y el mayordomo era para que ubique los trabajos a la gente de aquí mismo, ya en
los tiempos han tenido esa misión. El registro, el pailas que decían que era de la molienda, el
buscaba a la gente de la cuadrilla, él sabía a los que les tocaba. De ahí fue la gente
resabiándose, resabiándose. Y tuvieron que irse esos, unos volvieron, otros se quedaron. El
mayordomo era querido? Chuta, si es que se portaba bien, era querido. Respeto por lo menos,
también había que pararle el carro, no era ni tan bien ni tan mal. Como era obligación de ir al
trabajo, si alguien de los trabajadores se portaba mal con el sirviente ese le decía al dueño.
Entonces el dueño le llamaba la atención de ley, entonces había que cuidarse de todo eso.
Cuando le llamaba la atención era discriminación, el castigo era que le mandaban a trabajar a
San Rafael. Si se portaba mal le mandaban a trabajar allá. A los de San Rafael no les
mandaban a Caldera cuando se portaban mal. No era mas duro, castigo era, para que se vaya a
pie a San Rafael. Cuando había las crecientes se llevaba los cajamares que se ponía para las
acequias, entonces mejor venían. En San Rafael también había trapiche. Ahí tenían cebada,
trigo, ganado también tenían. Para decirle, lo que tenía eran divididos, en ambas partes había
ganado. En tiempo de fiestas donaban una res a la gente. El resto de tiempo, para eso ese
tiempo había mas probabilidad y facilidad, la gente tenía en las casas puesto un alambrecito,
las cocinas de leña, y ponían en el alambre puesto una ruedita de un mate para que los
pericotes no se metan y ahí había carne fresca y seca. Ahí le ponían en ese humo y ahí le
tenían. Antes se comía mas carne, daban de la hacienda pero era para descontar igual que
sacaba en libras una arroba de carne, ahí estaba. Cuando era el diario le cobraba de la carne,
pero tenía que pagar. Lo de la huerta era libre, eso era para uno. Las personas que trabajaban
en el trapiche se bajaban a la casa a comer, solo le pagaban el diario, el doble. Era por turno, no
se escapaba, no era el que le guste sino el que le tocaba hacer. Lo que tocaba se hacía. El de la
limpia porque se trabajaba solo la cañera hasta medio día. Para el ingenio le quema la paja,
antes no, se cortaba y se sacaba. Y se traía con todo el cogollo aca al trapiche, aca se
descogollaba. Otras personas estaban incluidos en el dia de la molienda. De todas las edades.
Tocaba, tocaba, el chance para descansar un poquito era hasta que se caliente el caldo, había
dos hornos. En el uno se hacía la cachaza, de ahí pasaban al otro lado para hacer la miel, el
propio dulce. La cachaza es el caldo hasta cocinarle, después del caldo se hace cachaza y de
ahí pasaba para hacerse la miel y de ahí hasta hacerle la raspadura. Aguardiente también
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hacían, eso se hacía llamando la atención a la cuadrilla para que muelan, llenaban los toneles
de guarapo y dejaban ocho días que se fermenten. Y de ahí hacían la destilación. Después de la
destilación les daban una botella a los guardias del estanco. Ellos venían a hacer la destilación.
Eran de Tulcán, estaban aquí, los días de la destilación vivían aquí. Cuando ya hubo la parcela
ya se fueron. Ellos a los de la destilación les daban, después y también cuando trabajaban. Se
cogía no más de ahí, para probar. Cuando ya destilaba menos de 60 ya no. Con un aparato, un
cronómetro, se mide el grado del aguardiente.
Este muro de que es? Es del cementerio.
Iglesia
Se quemaba las chamizas en las fiestas – con este canal de agua se molía. Las casas eran
debajo de la casa de hacienda. Aquí era la hidráulica, por ahí venia un canal y daba la vuelta
todo. La elaboración hacían todo aquí entro. Todito esto era el trapiche. Ahí era también el
horno (todo el mismo espacio).
Alambique donde se hacía destilación, no era tan grandotote, se ponían cuatro toneles de
guarapo, toneles de madera era. Solamente le deja ahí y se fermenta eso y después viene a la
destilación.
Todas las casas eran aquí (al frente del trapiche y casa de hacienda). El río para bañarse, para
lavar la ropa. Aquí ponditos de barro no más, y cuando llovía se iba a ver de esas vertientes
que eran claras.
*estructura jesuita, donde era la iglesia antigua ahora es el cementerio.
¿Cuando castigaban que hacía? ¿Había como quejarse? Cuando mandaban a San Rafael, no.
No había como quejarse, era decisión del patrón, no había como decir no no me voy. Hasta
estas tapias eran alrededor de las casas. * había un muro alrededor de las casas “esa tapia es
antigua”.
Eran todos familias, este sector era la cuadra, aquí había sembrado, el empleado sembraba,
dese esta tapia todito hasta el río era pura caña, así mismo para arriba era caña. El ganado en
ese sitio donde esta el caserío, esas huertas. Por la cuadra le decían que era la jabonera, por la
iglesia, entonces venían a lavar. Solo el río dividía la peña de al frente. Aladito de la iglesia era
la fiesta. Todos participaban en la fiesta. Con los dueños ya se fue dañando. En ese entonces se
pasaba trabajando- si salía y quería se iba a trabajar después de las 4 de la tarde. Por ejemplo
un día, era de ese trabajo, los otros días vuelta cambiar de personal, los que estaban hoy de
mañana se iban a otros. Las mujeres limpiaban la caña y empapelaban y aparte de eso en la
casa.
No había luz, era con lámparas de querosén.
Solo lo sembrable era 80 hectáreas.
Un señor Ruales era el patrón, él tenía como 5 haciendas. Era Irumina, Carpuela, Piquiucho,
Yahuarcocha, Cunquer, Mira y Garbanzal. Él se murió en el 1966 y desde ahí vino la Reforma
Agraria y se lotizó la hacienda. Todas la haciendas lotizaron, hicieron cooperativas, todos los
peones se hicieron dueños de las tierras. Con la muerte de este señor entra la Reforma, de lo
contrario no. Antes servíamos para ellos.
Verá, todo esto era caña, había una huerta que cogían plátanos, aguacates, liaban los lunes y
ellos sacaban a Ibarra, ellos vendían, los patronos, allá. Pero sacaban los peones, ellos dejaban
en el puestico para que ellos vendan. Los demás se quedaban aquí moliendo y trabajando las
cañas. Entonces, los señores, como ya se acabó el patronato, le acabaron la molienda y esto
pasó a manos de los negros de aquí. Entonces los negros de aquí mandaron ese tiempo la caña
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a los ingenios y como ya hicieron cooperativa se repartieron los terrenos y ahora maneja cada
cual su lote de 2 hectáreas y cuarto. Ese trapiche aguantó hasta el 1970, por ahí... porque en
1966 se murió el patrón y de ahí habrá aguantado unos dos años más, no más.
- ¿Qué le pasó? Yo creo que ese trapiche lo llevaron los mismos patronos a las otras haciendas.
Yo creo que debe estar en Irumina, atrás de Ambuquí. No ve que era la misma hacienda. Ya le
digo, era patrón pero bien parado ese señor, como de los más ricos de Imbabura.
- ¿El venía? No, tenía al comandante, que era el asesor de la hacienda. Este se llamaba
Ezequiel Rivadeneira, de Ibarra. De ahí él tenía una criada que le decían niña Olga, pasó a
manos de ella estas cosas, ella se hizo dueña de Irumina y ella era mujer del dueño de la
ILENSA, recién se murió. La historia de aquí del campo es muy triste, muy triste. Vea, aquí
cada familia el que más tiene es 10 hectáreas, con 8, 9, hasta 10 hijos. Y todavía de esa migaja
se paga impuesto.
- ¿Aquí hubo un señor que se rebeló, en la época de la esclavitud?
No sé, eso no sé. Sabemos que en ese tiempo caminaban de aquí a Ibarra en burro, con la carga
del patrón. Plátano, aguacate llevaban. Como él tenía su casa en Ibarra, llevaban, él estaba
esperando allá. Caminaban toda la noche. Dulce también llevaban, es que eso molían.
En ese tiempo verá ganaban 4 sucres al día. Sabían coger en el mes que 30 sucres, así, pero no
se mantenían con eso.
- ¿Había maltrato? No, maltrato se puede decir que como les daban la huerta, se quedaban un
tiempito a trabajar y ya les engañaban, ya les ponían miedo que ya les van a quitar los terrenos.
Ese era el maltrato. Pero no le quitaban. Antes era puro chocitas aquí. Tenían que salir todos
los días a trabajar. Iban, les daban tarea, el que acababa bien, de no iban a acabar la tarea. Ahí
tenían en toda parte los trabajadores. La iglesia estaba al lado de la casa del patrón. Nos dio el
piso el patrón.
- Trapiche. Era de agua, todo esto era el trapiche. Habían sabido trabajar más o menos 10
personas. Ahí se botaba el gabazo. Habían como 4 pailas ahí. Porque había de caldo, cachaza,
miel. Así era. Como 4 mismo había. Cada paila es diferente. Depende más que todo de que uno
está listo para dulce, eso se llama calentadora le decían... la que ya estaba lista para dulce, la
otra tibia de caldo, ahí recibía el caldo y pasaba a la tibiadora. La otra le decían melera ya con
el dulce, así era. Por aquí (un canal) bajaba el dulce. Aquí también hacían aguardiente, por eso
la gente se enseñó a beber.
- ¿Los trabajadores también bebían?
Claro pues, por fin de semana. Llegaban viernes tarde ya se alzaba desde el medio día y
seguían bebiendo. Aquí habían 80 hectáreas. Todo esto era la huerta de hacienda y aquí al lado
tenían el ganado. Verá, habían unas carretas y esos dos animal cargaban de repente la caña y
cogollo para los animales.
El malo decían que era el asesor, porque ya sabe que cuando son empleados son lambiones,
entonces él era el malo. De ahí ese patrón era buena gente. Les ponía miedo de que si no salen
a trabajar les va a quitar los terrenos. Pero nunca pegaba, él no.
Bendito Dios, todo se independizó, la gente vive de lo poco que les ha quedado, de lo que el
IERAC les adjudicó, pero esta comunidad es muy pobre porque no hay nada de terreno y hay
mucha familia. La juventud vive de en balde, no tiene trabajo.
Verá, los señores que están aquí en la cooperativa no venían a coger esto, no tenían algunos ni
terreno. Cómo vivía?
El trapiche llevaron a Irumina, no sé quién llevaría eso. Éle ahorita todos los que estaban en
eso ya son muertos. Imagínese ahorita un señor que está ya de 96 años y por botar esa
guangota desque está acabado desde los pulmones. Por el gabazo que salía de la caña, hacían
guanga y botaban ahí con un hermano. El otro hermano ya se murió, por ese trabajo mismo,
mucha fuerza oiga. Todo el día sabían estar de 7 a 5 de la tarde, cuando era molienda se
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amanecían. Duro era.
Más antes eran más buenas las huertas, había aguacateras y todo el mundo tenía aguacate, tenía
platanera, papaya, yuquita, como no se fumigaba daba más. Ahora vuelta es todo fumigado ya
no da. Si no fumiga, no da.
El aguardiente vendía el dueño. Había guardián de estancos que era de otro lado. Eso podían
comprar bajo costo, pero no para contrabandear. Se compraban un litro para chumarse entre
ellos. Pero no para la venta. Eso vendía el patrón. Eso era candela, el propio licor. De eso ya no
hay.
Las casas antes eran en la playa, hasta que se llevó el río.
En el 50- 51 fue la parcelación. Solo de Chalguayacu, era limitado con cierto lote de terreno
que está abajo en el Juncal, hay una parte que era de la hacienda de acá. Esa hacienda era de un
dueño que tenía tres haciendas Chalguayacu, Irumina y Carpuela. Chalguayacu se llamaba.
Esto se hizo parcelación, donde está el trapiche se hizo de una persona. Ahora el dueño está
con cultivos de ciclo corto y plantas frutales. Cuando se hizo la parcelación e acabó el tipo de
ser peones, pasó a ser parte individual que cada quien tiene su lote de terreno. El primer dueño
había sido Andrade era arrendatario, Julio Angulo, después era Ex Comandante Ezequiel
Ribadeneira, Luis Leones Ruales. Del trapiche a la Iglesia tenía unos cien metros, los
cañaverales era toda el área, la parte de arriba. Cuando esto era hacienda el agua era bien
escasa y los arrendatarios, que éramos como peones, daban limitada la cantidad de agua. Los
procesos de riego de la caña era escasa, había unos estancos o reservorios que se dice para
almacenar el agua y el canal de donde baja el agua hasta ahora hay. Le decíamos el cárcavo
que cae a la hidráulica. El trapiche debió haber tenido… la labaza es la que se pone en la piedra
para dar al ganado, ya era inservible, como la melaza que se saca para que los animales se
alimenten. Aquí estaban los toneles donde entraba el trago en descomposición, entrando a la
planta para la purificación. Estas piedras, de la fábrica, les movieron. El terreno ahora es de
Telmo de Congo, ya es heredero, el padre ya falleció. Cuando se parceló aumentó el agüita,
desde octubre, noviembre y diciembre ya crece un poco el agua y se puede regar con mucha
facilidad.
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como la movida de la hidráulica era de agua... ahí comenzaban a moler y ahí habían unas
mujeres, ellas eran las empapeladoras. Salía el dulce, entonces iban empapelando en cestos de
hoja. Entonces ahí el patrón bajaba al otro día, entonces iba a ver cómo funcionaba su fábrica.
- ¿Él vivía aquí? Era arrendatario el que más yo le conocí y él vivía en Pimampiro.
Yo tenía un hermano mayor, entonces él le sustituía a mi papá. Yo como era el más menor no
trabajé, sólo oía conversando. Entonces cada primero, cada mes, les pagaban la quincena. Ahí
creo que se ganaban en principio 2 reales, de ahí 3 reales diarios. Entonces ahí el patrón, el que
tenía así su necesidad, suplía, le daba comida. Cuando mataba o se le moría algún buey, les
repartía. Ponía ahí que descuenten trabajando. Les cobraba, aquí no regalaba. Así era entonces
cada familia, de acuerdo a su economía retiraba y en el trabajo iba descontando.
- Su papá le contó de algún caso de maltrato o castigos? Ahí, ha sabido conversar un tío mío,
que más de antes, en el tiempo más atrás, había un señor que se llamaba Celestino Durán, de
Ibarra, de él conversaba que mal se procedía y disque les trataba mal, que les sobaba y de esa
manera, acá en Piquiucho lo mismo, y ahí bien bravísimo. Les pegaba bastante mal hasta que
una vez el suegro mío, él era de Piquiucho y de allá, se viene a vivir acá, y él conversaba cómo
es que les trataba, les trataba a la huasca, al acial.
En una ocasión conversaba que a una mujer de la hacienda a punta de cuero le ha matado. De
ahí yo le decía a mi suegro: "pero ustedes demás se han dejado coger de la nuca, cómo no le
han de coger, le han de asustar a ese señor?", "no" dice, "este era militar retirado, colombiano,
no se qué, y era sordo" dice. Este se llamaba Dario Egas, dice: "no va a creer, nos cogía, nos
encerraba en un cuarto y para sobarnos, y ponía la pistola en la mesa, al lado". "No" le digo,
"en este tiempo él no hacía eso...". Sí les pegaban, no ve que ahí había esto.
Así mismo como malo, así mismo disque era bueno. Les pegaba, y así mismo para que se
refuercen les llevaba para allá y les daba de todo, grano, papa, maíz, regalado. Como ser un
padre, era bien ordenado. No desque le gustaba que fallen o que se proceda mal. Así al fin de
mes, les metía misiones, católicos eran, bien estrictos. Ahí disque molía y en la misma parada
desque les repartía a toditos. Bien manejados desque les tenía, pero eso sí, al estilo y al compás
de él. En Piquiucho era, aquí no era así.
El de aquí no... este de aquí desque era familiar de este señor dueño de Caldera. Así desque
era, este señor de Caldera sí he oído decir que desque era muy bueno ese hombre.
Marcelo: Cuando yo era niño todavía, era de un señor Celestino Durán y después pasó a manos
del señor el patrón Manuel León Ruales. Entonces en ese tiempo nosotros como los señores
dueños, los primeros, el Celestino Durán y el hermano, y como han sido parientes pues con los
señores de Caldera, Agustín Rosales. Entonces como más antes no había carro y los señores
tenían un carro, entonces cómo sería la amistad de ellos, entre el dueño de Caldera y el dueño
de aquí. Entonces el de aquí, hicieron un garaje para guardar un carro cuando el señor Rosales
venía de Quito o de Ibarra, no sé. Entonces ahí le guardaban el carro en un garaje grande que
tenían aquí, entonces los de Caldera venían a llevarle en caballo, unos caballotes grandotes
venían, buenos caballos. Entonces de ahí para acá.
Nosotros trabajábamos en la hacienda, yo me acuerdo que en ese tiempo ganaba 3 reales
diarios y todito el día. Hacíamos de en la noche, cuando éramos ya jóvenes, habían ponido una
cuadrilla de molienda, para moler, para hacer la panela. Entonces se iniciaba desde jueves y se
terminaba sábado. El día y de noche y era la tarea de hacer la panela. En ese tiempo, 1000
atados. Y ahí así vivíamos nosotros aquí en esta hacienda. Cuando nosotros ya a la semana
siguiente que dejábamos ya ese trabajo, a la otra semana ya era otro trabajo, que cargábamos la
caña en burros, en carretas para llevar al trapiche. Y ahí como decíamos en antes, se llenaba
ese galpón de caña y a la tarde, casi que a las 5 de la tarde, ya principiaba la molienda. A veces
a la madrugada.
Había este señor que era "paila", el que cuida ahí la fábrica del dulce. El lugar que él ocupaba
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se llamaba paila. Él estaba contento, él era de confianza del patrón. Era de aquí mismo.
1: Aguardiente también se hacía aquí. Ahí eran otras personas que hacían el aguardiente, ahí no
ocupaban mucha gente. Ocupaban solo el que estaba... el hornero, o el mismo, no me recuerdo.
2: Cuando hicieron la expropiación de esas tierras, el señor León fue un líder de Cuambo, yo
tengo unos datos en papel. Ahí murió, tengo la foto del joven León. Fue un líder de ese
entonces de cuando hicieron la expropiación de esas tierras, él murió con bala. El dueño tenía
sus seguidores para que le defiendan a él y había habido enfrentamientos entre el dueño con los
peticionarios que querían esas tierras. Creo que hubo un proceso de seguimiento, de qué
quedaban, cómo quedaban y qué tenían que tener los que perseguían las tierras. Aquí no pasó
nada de eso.
- Cómo fue el proceso aquí?
1: Aquí parcelamos la hacienda, el dueño tampoco no quiso voluntariamente, fue expropiación,
en peleas, en juicios. Una colecta económica y de ahí había un abogado defensor del proceso
legal de todos y todos era una sola consigna de estar alerta para obtener información de cómo
estaba el proceso.
2: En todos los lugares donde había este proceso de elaboración de la panela ya está totalmente
perdido. Ahora los jóvenes no saben ni qué fue el trapiche ni cómo fue el trabajo de uno en la
hacienda, cómo era la vivencia del patrono con el peón, qué trato daban. Eso sería importante
para que de aquí personas de la comunidad, 2 o 3 por lo menos capten cómo ha sido nuestra
vida.
1: Por ejemplo aquí, éramos de trabajar 5 días la semana para el dueño de hacienda, sólo
teníamos sábado y domingo y ganando los 3 reales como le digo. Bueno, un pan ya costaba 2
reales, algo así era.
3: Él como era arrendatario él si nos aumentó un poco el salario. En ese tiempo lo que ayudaba
es que teníamos los huasipungos, entonces en el huasipungo cada peón se empeñaba y tenía las
plantas, camote, plátano, yuca... Y esa persona tenía el compromiso con el patrón de servirle 5
días por socio. Así era, ganaba eso.
1: Trabajábamos en la fábrica, trabajos con la pala en la caña, regando, reservando y había
otros cultivos, por ejemplo en ese entonces sembraban anís, también era la cosecha de anís.
3: Pero el anís no sembraba el patrón, ahí daba al partir, pero era con cobertura para cogerse el
patrón.
2: Era a medias, ahí venían compradores para hacer esa elaboración, venían de Pimampiro a
trabajar al partido con el patrón, pero nosotros peones solo éramos serviciales de él, del patrón.
Lo que nos rentaba era el huasipungo que teníamos. Porque ahí claramente, como la
producción era buena, producía plátano, aguacate, éramos bien protegidos ahí.
- ¿Usted que no quiso trabajar ahí, cómo hizo? 1: No era que no quería trabajar, yo era
guambra, entonces como tenía el otro hermano mayor mío, y cada jefe de familia, el que tenía
ya su hijito más grandecito le ponía por él a cumplir ese deber con el señor, y el padre ya tenía
esa libertad para trabajar libremente.
- ¿Digamos que tenía que haber uno por familia que trabaje? 1: Sí, esa era obligación. El resto
no. Uno por familia. Los hijos mayores le reemplazaban a los papás.
2: Así mismo el mayor, si ya cogía mujer, el por su derecho el patrón ya le daba el huasipungo
y se comprometía directamente con el patrón. Entonces el padre de familia, le mandaba al otro
hijo, porque el otro ya era compromiso aparte para hacer su hogar.
- O sea que, ¿el padre de familia trabajaba hasta que el hijo le pueda reemplazar? 1: O la hijita
mayor también salía a trabajar. Todo mundo trabajaba, al trabajo de la caña también se iban, a
limpiar la caña. Descogollar...
- ¿El que no tenía hijos? 1: Tenía que trabajar él mismo, toda la vida tenía que estar ahí
trabajando. Bien esclavizada era la cosa.
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2: Yo me acuerdo de ese trabajo y digo, pensando... "nosotros hemos sido bien esclavos,
trabajando en vano, pero así mismo todo era barato". Por ejemplo la casa nuestra no significaba
harto, ahora parece que se tiene la plata y parece que se la botara, ni se sabe por onde se va.
3: Este dueño de esta hacienda que le contamos, que le parcelamos, era un soltero todavía. Don
Luis Ruales, el otro Manuel, y otro, manejaban Carpuela, Garbanzal, después Chalguayaco,
después compraron Piquiucho.
- ¿Sus abuelitos contaban del trabajo de ellos? Cómo era? 2: Sabían contar, "no... estos
mayordomos están más adentro de los infiernos". Porque dice: "vera lo que sucedía, nosotros
muchachos jugábamos la pelota y en la hacienda de Garbanzal, destilaban trago. Y ahí vea
cómo era, ellos se agarraban a tomar y no estaban viendo que era hijo, familiar de él, al que le
pegaban el ojo: 've hijo, fulano de tal, vení, vaya calladito sin decir nada, manda a traer trago
anda a comprar'. Tenía que dejar lo que estaba haciendo y sin decir nada, porque si
resgongoneaban el primero le jodía, e iba a avisar a papá y ahí otra pisa. Entonces por eso
decía, que en la emoción del juego, cogía lo que le daban la plata y de aquí pegaban la
carrera... trotando, trotando llegaba allá, compraba el trago y enseguida venía". Dice: "cómo no
van a estar en los infiernos! Ya que hacen eso, han de mandar a ver unos dos, tres litros, un
litro!", nosotros a medio estar de jugar la pelota se acababa el trago. "Ve, ya acabó el trago,
anda a ver más".
Aquí la más establecida era la familia mía, los Santos. 2: Yo tengo un libro de los más
antiguos, de cómo han sabido sufrir más antes, la gente negra mismo. Ha sido la esclavitud.
- ¿Ustedes les cuentan de estas cosas a sus nietos también? 2: Yo a mis nietos sí, iban todas las
noches a mi casa y yo les cuento cómo hemos sido, ellos me preguntan cosas... curiosos son.
En la casa cultural del Juncal están haciendo un trabajo, hay los líderes y estatuas pequeñitas
en barro de cómo ha sido la tradición, para tratar de ir reformando la historia.
Hay hartos negros que han sido sacrificados.
Recomendaciones
3: Se puede hacer folletos para difundir a nivel de las comunidades, unos folletitos curiosos de
cómo fue.
Manifestaciones
1: Sí había habido una rebelión aquí. A raíz de lo que habían estado recibiendo los ??? de esta
hacienda. Y que disque sembraba una caña aquí, y para sembrar esa caña, él decía que no le
torcieran, y aquí había un compañero que era un poquito... él tan venido de allá y el
mayordomo le decía que no tuerza la caña y él pues... entonces ya han tomado disgusto, ya se
han encarado con él. Entonces a tiempo llama el patrón, el patrón pues en ese entonces a
cogerle, y ya en una carrera se salta el cerco y como que corrían a coger ganado, en los
caballos, corriendo atrás de él. Le cogen y ahí si... como ahí claro, se humillaba la gente, como
eran ellos los dueños, decir: "ándate de mi hacienda", entonces, al no dar eso tenía que ser
humillado y recibir una paliza también. Entonces ahí unida la gente, entonces habían salido al
mando todos los que se reunían ahí en la hacienda, y entonces ahí se unen todos, porque ya
queriéndole castigar no dándole trabajo. Entonces que dicen que "si no le da trabajo a él,
ninguno trabajamos" y afuera... y que esperándoles al otro día, tampoco. No ve? la gente
unidos. Ya como tres, cuatro días. Regresa con el mayordomo, entonces habían pensando,
para que se amañe la gente, le habían mandado al mayordomo de Carpuela a mandar aquí y al
de aquí allá (porque eran los mismos dueños). Él les ha ido sacando, sacando, y uniéndoles.
Eso hay que recordar, que la gente era bien unida.
3: Aquí se hacían dramas también. Hicieron uno, el Salomón Chalá, que también hizo unas
comedias.
2: Las raciones se acumulaban en las casas y había el trueque, entonces acá el que tenía panela,
tenía también burros y se hacía el cambeo en las partes altas, por Pimampiro, por allá. Con los
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indígenas y también del Carchi, se viajaba bastante. La ración se daba cada que póngase, hoy
era el turno y el sábado ya salía con la ración y para la semana podía irse la señora a hacer el
cambio, trueque y de allá ya venía con otros productos, papa, maíz, fréjol, de todo. Ahora cada
año sigue el trueque, en cuaresma. Con todo hay una feria ahí y todavía se puede intercambiar.
Ahora se vienen los del Carchi también, Colombia también.
Esta hacienda era de los Amadores de Ibarra hace unos nueve años, nosotros compramos
hace dos años y el dueño al que le compramos estuvo siete años. Los Amadores eran los
dueños. Son de Huaquer. Si usaban el trapiche, moliendo la caña. Sembraban aquí mismo
la caña. Todo eso era caña. Nunca trabajaron negros. La familia Amador construyó, no
tienen idea de que año será. De pequeñito venía a hacer moler, cuatro sucre ganaba, ahorita
tengo 59 años. Aquí hacíamos pastar el ganado, después nos pusieron a la pala, en los
wachos, a los doce años ya entré a trabajar, cargando caña, botando gabazo. Trabajaban de
las 7 a las 4 de la tarde. Pero cuando tocaba el turno de la molienda nos amanecíamos.
Ahí era el trapiche, en esa parte. Ahí, entonces el gabazo se amontonaba y botábamos
afuera. Ahí, era la rueda hidráulica. Ya no está el canal de agua, ahí queda un muro. Nos
tocaba jornada de molienda semanas, todo el año estaba funcionando el trapiche. Tenia
varios trabajos, cargando caña, botando el gabazo afuera, nada más. La miel, Don Alonzo
Erazo era el melero, ya está mayorcito. Todavía vive en Huaquer. Toda gente de aquí no
mas hacían todo. Con la miel hacían la panela, no se a donde sabrían sacar, el dueño
sacaba. Aguardiente no hacían. En Cabuyal hacían trago. Cabuyal no se conecta con
Huaquer. Los Amadores se quedaron hasta el 2003, 2004, ahí le vende a Nicanor La
Fuente, estuvo siete años el señor Nicanor. De ahí le compramos, la asociación, somos 20
socios, estamos el 15 de diciembre ajustamos dos años de lo que compramos. La hidráulica
en el 2000 funcionó, el trapiche no me acuerdo hasta cuando funcionó. La caña se
aguarapa cuando se pasa, entonces sacaba a la molienda y se molía. El Sr Ortiz
administrada y de ahí vinieron los Amador son de Ibarra, con ellos se acabó el trapiche.
Ahora estamos sembrando frejol, aguacate. La hacienda no guarda la misma extensión,
antes habrá tenido más de 200 hectáreas cuando era de los Amadores. No iba hasta el río
Chota, hasta abajo no más, Tulquizán le pusieron abajo. Pisquer está más arriba, no era
una sola, no daba con Huaquer, daba con Garbanzal. Pisquer era con Pueblo Nuevo, era
una sola
Habrán aprendido a los antiguos el trabajo en los trapiches, desde los más mayores estaba
funcionando. Antes de los Amadores no se de quien sería. En Juan Motalvo tenían trapiche
de teja, no con hidráulica, molían con trapiche, así como muelen ahora. O con hidráulica y
después pusieron a motor, pero ese ya se acabó, le destruyeron. Cuando compraron la
cooperativa le destruyeron rapidito, le feriaron poco a poco. Si crece caña. Don Marcelo
sembraba caña. De la paja mismo le hacían el chozón y ahí mismo molían, llevaban el
trapiche. Puro cañaveral era, solo caña, por eso funcionaba todo el año el trapiche y al
ingenio, vendían al ingenio. Unos 20 trabajaban en el trapiche, las mujeres papelando con
látigo de plátano, con eso hacían los atados, aquí en la huerta había plátano, ahí cogían el
látigo. Esas mujeres se sabían cambiar, las que amanecían hoy día, a las seis se sabían
cambiar. Unas la noche, otras el día. Así era. La vida de antes era jodida. El resto también
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cambiaban de turno, los de la molienda también, entraban otros de noche. La molienda
trabajaba igual todo el año, día y noche. Si no se pasaba la caña, entonces se dañaba, se
aguarapa. La gente que trabajaba era de aquí mismo, vivían más arribita. Los que
amanecían la noche, el relevo tenían 6 de la mañana entraban otros. Igual en la molienda,
les cambiaban. Descansaban este día, a la noche entraban vuelta. A los niños pagaban 10
sucres por la jornada. A la noche les pagaban doble. El día era los 10 sucres, 4 sucres. Nos
pagaban 8 sucres nos tocaba amanecer botando el gabazo, doble ya. Era mejor hacer de
noche, para ganar una rayita más. 20 peones estaban. Una hectárea cada uno, de la
carretera para encima tocó en la Reforma Agraria. Yo tengo 44. Yo me llamo Manuel
Mesías Velazquez, tengo 59 años. Ahora le pusimos a la hacienda Un Paso Hacia el
Progreso, antes era Hacienda Huaquer, toda la vida. Le han puesto Huaquer porque ha
habido bastante huaca. No hay restos de casa de hacienda antigua, la de ahora construyeron
recién. Aparte vendió la casa.
*Hay muros que se ven antiguos y pudieron haberse reconstruido.
Cortaban la caña, cortaban, se iba con unas palas, por arriba… y unas mujeres iban
raumeando? la paja y cortando el cogollo. Después que estaba cortada la caña andaban en unas
carretas con unos bueyes, los bueyes iban jalando caballos de esa carreta y ahí iban la caña. De
ahí llegaban al trapiche, botaban ahí, y otros vuelta lanzaban adentro del trapiche. De ahí había
en la cuadrilla los moledores. Les lumbraban desde los… les lumbraban para que levanten a las
doce de la noche para amanecer lunes. Desde lunes madrugado sabían acabar la molienda
sábado de mañana. Toda la semana se quedaban en el trapiche. No regresaban a dormir a la
casa, todo el día y toda la noche se permanecía ahí toda la semana. Cuando era día, 2 sucres
pagaban, poco, seguido les pagaban a los tres a los cuatro meses. Habían algunos dueños,
arrendatarios así. En la molienda soltaban un agua por un canal y esa agua bajaba a una
máquina que era de palo y esa daba la vuelta y ahí los moledores ponían la caña para que se
muela la caña y después bajaba por un canalcito a la paila y le “chizaban/ tizaban?” de ahí ya
se hacía la miel. Aguardiente no hacían, antes sí. La Loma, siempre se llamó La Loma. La
panela se llevaban al Ángel. Cuando había ya llevaban en carro.
Tenían semanas, como eran bastantes peones, una semana les tocaba a unos, otra semana les
tocaba a otros. Por cuadrillas. Entonces al menos, regresaban los de la primera semana. Cada
mes iban rotando, siempre la misma cuadrilla. Cada cuadrilla: 4 eran sacando el jugo de la caña
(moledores), 2 cocinaban así, otro era que batía la panela (labrador), otro era el hornero, dos
molderos, dos empapelaban la panela. La comida, podían ir a dejar la comida hasta que
almuercen, merienden entonces se quedaban ayudando, los que íbamos a dejar la comida nos
quedamos ayudando. Mi papá era de moledor. Cuando no tenía turno en el trapiche?
Trabajaban caña, se trabaja como los fréjoles.
Necesita bastante cuidado?
El riego, con acequias.
Siembra de caña?
En el huerto de va tendiendo, se prepara el terreno, de ahí le wachan, de ahí se le puerta la
caña, de ahí le van tendiendo en el wacho, ahora se le tapa a brazo antes se le tapaba con
bueyes. En la caña está la semilla. Para cosechar se demora dos años. Antes todo era sembrado
de caña. De los 60s? se terminó desde que hubo la reforma agraria, los pequeños trapiches
hasta hace unos tres años no más había. Era de dueños de aquí. Cuando se desmanteló el
125
trapiche? Si quiera ha de ser unos 30 años. No sé qué pasaría con la rueda. El último dueño fue
Telmo Correa. Hay diferentes sembríos de caña? Sí habían, servían para lo mismo, unas eran
bien duras, otras eran bien suaves, unas eran blancas, otras eran negras, otras eran medias
cafeces. Por qué la gente no siembre caña? Es que para los pobres no es rentable, hay que tener
bastante terreno y bastante agua. Como se regaba? Se regaba que se amanezca la caña, que se
chupe. La acequia ya no sigue, le desviaron. El trapiche era del destacamento de la policía para
arriba, el trapiche era por al lado de la CONAMUNE. La casa de hacienda por ahí mismo,
donde está la Junta Parroquial.
No se quedaba nada para endulzar?
Para la comida sí, ahí sí. Se compraba. Dos ataditos de dulce les daban de ración. Ganado sí
había, había otra gente que se hacía cargo del ganado, ellos no trabajaban en el trapiche. Una
cuadrilla tenia que hacer todo lo que tenían que hacer en el trapiche, de ahí iban a otros
trabajos, a trabajar la caña… sacar... hacer paredes.
¿Todas las mujeres trabajaban?
Algunas trabajaban, sembrando frejol, trabajando con la pala. El mayordomo elegía el trabajo
que le tocaba a hacer, decía usted va a tal parte, usted va a tal parte. Tenían que obedecer, si no
querían afuera de la hacienda, les despedían a otra parte, les quitaban los huasipungos, les
quitaban las casas. Si les despedían a algunos porque se sublevaban, no cumplían con lo que
decían, tenían que ser sumiso con lo que les mandaban. Si cortaban un pedacito de caña y le
topaban y le descontaba, recogían un wachito de agua le descontaban, si no llegaba a la hora no
se podía coger agua, el agua de los regadíos. Desde las cuatro de la tarde cogían los
huasipungueros, si cogían antes de la hora ahí le multaban con 50 sucres y ganaba 2 sucres
diarios. Cuando era de más grosero el mayordomo les daban también. Eran gente de aquí
mismo. Los dueños elegían. Tres mayordomos habían, bueno dos mayordomos y un
escribiente que estaba que anotaba los diarios. Hasta cuarto quinto grado había, no había más
grados. El que quería se hacía peón de la hacienda, el que no se iba a otro lado a buscar donde
trabajar. A los 14, 15 años se casaban entonces de ley tenían que quedarse en la hacienda
porque les daban el terrenito. Para hacer la casa se hacía unas chocitas, se talaba unos talos,
unos jucos y se hacían mingas y de ahí pasaban a ser parte de una cuadrilla. En el desahucio les
dieron los terrenos y ahí sembraban en los pedacitos. A unos les tocaba unas 2 hectáreas, a
otros les tocaba menos. Luego vendieron a gente de aquí mismo. Al partir sabían sembrar con
la hacienda. Después ya compraron y siguieron vendiendo los hacendados. En la reforma
agraria les dieron los huasipungos. Todo esto era caña, esto también era cañaveral (casa).
Bueno aquí era una cuadra que una parte sabían encerrar el ganado, otro sabía ser el
huasipungo de la hacienda de sembrar cosas de ciclo corto.
¿Las mujeres?
Como sembraban bastante, unas trabajaban en el campo, unas trabajaban en la hacienda otras
no, todas mismo no trabajaban en la hacienda.
¿Algún suceso?
De un señor que le cortó el brazo, estaba metiendo caña en la máquina y se quedó sin el brazo.
Siguió vivo y trabajando en la hacienda.
En junio Corpus Cristi, en octubre San Francisco de Asís. Hacían comida, bailaban. El patrón
regalaba el ganado, el aguardiente, unos toneles de guarapo. Cuando no era fiesta no regalaban
aguardiente. Cuando no era fiesta iban a comprar a los estancos, amarraban con el guardia que
le robaba a los dueños y le robaba al estado. El trago que se vendía era calladito. El
mayordomo tampoco sabía.
Los mayores conversaban de la vida que había llevado, nos contaban a nosotros cuando éramos
pequeños. Abuelos también trabajaron en trapiches. Mi abuela empapelaba, papá trabajaba en
la carretera del ferrocarril. Mientras ellos se iban a trabajar allá, las mujeres quedaban
126
trabajando en la hacienda por ellos para que no les quiten la chocita y el huasipungo. El patrón
no se sabía enterar, el mayordomo no le avisaba.
La construcción de este trapiche ha sido modificada para el trabajo que se está realizando con
las flores.
Trece años que no se utiliza el trapiche. El propio dueño de la Hacienda se llamaba Alonso
Vásquez. Él le hacía funcionar, él trabajaba, era abierto acá. Estos nuevos dueños compraron
127
con todo el cañaveral, molieron dos tres veces la caña que dejó el antiguo dueño. Después no
les gustó, y botaron la caña. Botamos a la ladera para sembrar otras cosas. Desde ahí dejó de
sembrar. Ahora siembra fréjol, morocho. (esas plantitas) se llaman bruscus, son flores. El
nuevo dueño se llama Gustavo Cordobés. Roberto es el encargado de las flores, hay otro
mayordomo y hay un tractorista.
Antiguo dueño Alfonso Vásquez, sus padres trabajaban para él en el trapiche. Mi papá en la
molienda, él vive. Los más viejos le dan informe.
Había el jefe del trapiche, el melero, el moldero, la empapeladora, el hornero (metía gabazo en
el horno/fuego). Ahora esto es una fábrica post cosecha (de las flores). Lo que habría que
cambiar son los cajones, todavía hay agua.
128
no ve que aquí era la fábrica que molían dulce, eso se amanecía de clarito en claro, unos
acababámos de noche y los otros el día, pero era demás.
Te acuerdas Olga? Ahí teníamos un encargo nosotros. Sería las dos de la mañana, cuando
entramos a coger, en una de estas yo ya me salía pues, con el encargo que teníamos, y Olga
siguiéndolo vea, a Olga ya llevándola.
O: Yo creyendo que es Mesías. Aquí en el jardín mismo, que era chagra, cuando sembrábamos
ahí en esa ladera. Ahí era. Yo creyendo que estaba siguiendo a Mesías y no, el por otro lado y
el otro llevándome. De ahí como no me ve, él me llama: "Olga, Olga, Olga!" decía.
M: De ahí se me prende atrás, le cojo del brazo, pero vea, ya me cogía del brazo.
O: Ya me cogía del brazo y parecía que ese otro estaba del otro brazo, chutándome. Dios mío.
Él era como chumado.
M: Y ese fantasma llevándole, ella diciendo que soy yo, ella siguiéndolo a él. Era un blanco
grandote.
O: Es que no se ve nada cuasi.
M: Antes había más pobreza. Verá, era así, cosechábamos frejolito, porotico. Entonces ahí
había esa chagra que era de don Alfonso y ellos se habían olvidado allá, en eso que nos
quitaron que se va al balso, de ahí nos cogimos un canto así y por que no vea la gente (tocaba
esconder y sacar de noche) vea aquisito, aquí era chagra de todo, papaya, de todo, naranja, de
todo había. ENtonces de noche: "vamos a sacar", le digo, éle carambas, yo adelante, ella atrás.
Y en lunaretas ya cojo el bultico, éle y ya saliendo, en lugar de seguirme a mi, Olga
siguiéndolo a él. Y ahí no sé cómo regreso y: "Olga, Olga, Olga!" le digo, "Olga, a onde vas,
Olga vení para acá!" le digo, ya tuve el bulto y me pongo atrás y le cojo de la mano, y le traía
atrás de yo de la mano.
- Esto era cerca del trapiche?
No, por aquí en la huerta de la hacienda. Que era acá por la Iglesia, al frente. La gente
vivíamos aquí, casitas de paja, separadas, así como están ahorita aquí. COmo había caña, se
hacían casas de caña.
M: Si se da cuenta su merced de cuco? Caña brava? Era las casas que se hacían de bahareque,
de caña brava. Eso cogíamos y poníamos así con palo y con tierra, con cabuya. Se paraban los
palos y se hacían los sunshis, de ahí embarrábamos con lodo, de ahí poníamos la paja. Y así
dormíamos. Éle cuando llovía de repente caía agua, caía agua, y dentraba, llenas de piojos,
cocina con leña. Esa cabuya...
V: Yo todavía cocino con leña, es más rico es. Por lo menos el poroto, ese caldo de carne, el
sancocho se hace sabroso.
- Siguen trabajando en la hacienda?
M: Ya no, se acabó la esclavitud.
- ¿Cuándo dejó de funcionar el trapiche?
O: Ya es bastante lo que dejó de funcionar, o sea, desde lo que compraron estos patrones de
ahora. Esos le destruyeron la caña, se desperdició esa caña. En el tiempo de patrón Alfonso,
ahí sí hacían el dulce, de ahí les daban esa cachaza de ración. Nosotros vuelta cogíamos en la
paila con leña, y hacíamos vuelta ese dulce. Le hacíamos hervir y a veces espesaba y había
unos moldecitos, ahí hacíamos el dulce, hacíamos "atao" y salíamos de arriba a la cooperativa
a vender ese dulce. O de no, íbamos a cambiar con puro, o con cualquier cosa.
Se cambiaba por haba, por papa, trigo, cebada, todo eso. Porque era rico el aguado del dulce.
Allá camino a Palo Blanco cambiábamos. Caminando se hacía unas cinco horas yendo en
animal, y salíamos con papa, haba, melloco, todo eso para las cuaresmas.
Cada semana santa íbamos a buscar las papas y el melloco. En burro se iba. Yo iba a las 3 de la
mañana, cuando era noche de luna, caminando toda la noche.
129
M: Yo me acuerdo, una vez lo que me pasó, como yo bien querido, yo negrito, le caigo bien a
las familias de su... raza, de su clase, "Mesiitas, no se vaya, espere, no se vaya", "no, ahora
mismo me voy", salgo a las cuatro de la mañana y una mano de lluvia... vea, el burrito se caía,
yo le cogía y le alzaba, ya como no podía pararse, dejo la carga, dejarle escondiendo y yo
bajarme hasta el casería, y yo álzalo y cogiéndolo que no se caiga, porque cómo llovía! Aquí
llegué entre las 9 de la noche y no había luz, no se veía nada. De repente con fósforos, ni
linternas, antes sí que se ha sufrido.
Yo parece que trabajé como unos 5 años, más, con el finado, yo de peón y se trabajaba la caña.
Todo eso pero demasiadamente la caña. Todo era cañaveral.
- El riego
M: Los empleados.
- Jornada de trabajo
O: Dentraban 3 o 4 de la tarde y hasta el otro día y así mismo entregaban a los otros a las 3 o 4
de la tarde entregaba vuelta a los otros. 3 sucres ganaban.
M: 3 sucres diarios. Así que en la semana parece que cogíamos 12, o a los 15 días. Hombres y
mujeres trabajábamos.
O: Las mujeres limpiaban caña, los hombres cortaban, iban cortando y las mujeres vuelta
cogían y hacían un montón y de ahí si nosotros ya con el carro, cargaban en camioneta, en
tractor remolque... ahí el dueño era Alfonso Vásquez.
M: Lo peor era que si no veníamos a trabajar ya venía con el fuete.
V: No ve que era hacienda del señor y si no trabajaban: "que se vayan de la hacienda"
O: Más antes había esclavitud.
M: Vea, acá en esa casa que estamos construyendo era mi casita de paja, y no sé, pero coge el
caballo y llega con el fuete: "Mesías, Mesías!", "qué dice patrón, buenos días patrón", que:
"vení, quiero conversar con vos", yo: "qué, qué?", "ya le voy a tumbar tu casa, ya le voy a
tumbar!", cosa de yo bajar corriendo: "¿pero por qué patrón, qué hice?", ni se qué parece que
habían hecho daño, queriéndole tumbar con ese aparato, ese tractor que está allá dañado. Le
digo: "Pero patrón Alfonso, qué lo he hecho, qué lo he hecho?", "no, te estás portando mal, que
esto y este otro!". Le digo: "patroncito, no", le digo, "si ahora me vine porque vine a trabajar
una yuquita y poroto" le digo, "patrón, el lunes salgo a la hacienda". "Ya disque sales a la
hacienda? ya le tumbo a esa casa!". Oiga, uno que sufría!.
O: Salió a trabajar y ahí le dejó la casa.
M: De ahí sí, sabe qué, le compré el piso vea, quinientos sucrecitos. Eso le desconté eche pala,
eche pala. Ahí no salía todavía la Reforma agraria, ya de que salió, ahí si ya nos dieron estos
pisos. Eso parece que fue.
O: La hacienda quedó con el dueño y trabajabamos nosotros mismos pero cuando se quería.
Ahí ya no era obligatorio.
M: Porque ya salió la Ley agraria, entonces ya fue otra cosa, porque de no, él a la casa mismo
entraba con el fuete, como los de mi tierra, los africanos, así disque hacían, como los africanos.
Vea, con el fuete a la casa entraba.
V: Yo que llegaba de mi casa, cuando le veo, "patrón, buenos días", me cae con el fuete, así
sabía hacer. Mala fe. Pero como era malo era bueno.
- Cómo?
O: O sea verá, en finados nos traía arroba de arroz y harina, nos traía la levadura, la manteca y
nos regalaba. En cambio estico de ahora no.
M: Eso sí, era malo, pero era bueno. En la hacienda tenía así como una tienda de abarrotes,
pero tenía de todo, todo, todo.
O: Aunque sea nos cobraba, pero nos cubría la necesidad. Nos fiaba, trabajábamos y nos
descontaba.
130
M: Le quedábamos debiendo y decía: "lleve no más". Era la arrobita de arroz, la tarrinita de
manteca, la librita de fideo, así cualquier cosa. Pero llegaba Finados y pero de todo, desde la
levadura para que hagan el pan, la manteca, pero de todo daba. Eso era bueno, bueno. Pero así
mismo era malo. Malo era.
Cuando salió la Ley agraria, ahí se acabó.
- El patrón
M: Malísimo era. Cuéntelos lo que era el finado Alfonso!
V: Todo enamorado era, oiga. (risas), era pícaro. Era jodida la vida, oiga.
- Era abusivo con las mujeres?
M: Ya se dio cuenta, abusivísimo era.
V: Aquí dejó wawas tam. Había una niña, que ella mandaba a los trabajadores, una niña que
iba a controlar todo ese trabajo, ahora vea, acá dice: "oiga me está apuntando el culo al sol",
está clavadita trabajando... así se hace el tiempo ella. Haciéndonos cagadas. Vea, cuando él
cosechaba estos porotos era cosecha, entra y ese cuarto de ella era tacadito de ese poroto, y no
nos daba... Y hasta ahora es puta, pero ya está chupada ahora.
O: Él disque les llamaba, así a este jardín que había de todo, café, de todo. Disque les llamaba
a que vengan a coger café y disque seguía tumbándoles. Ahí había papaya, naranja, mandarina,
lima, aguacate, no faltaba nada. Ahí había todo madurito.
M: Sabe lo que hacía, yo ya me doy cuenta. Verá, yo tenía una negrita, tenía 18 años yo ahí,
tenía una negrita que se llamaba Panchita, entonces yo ya tenía algo con ella pues, ya éramos
novios y esto era así mismo tapia alta, cerrado. Y yo le veo que dice: "mandale a la Pancha,
que vaya a traer, que vaya a la hacienda donde la Juana, doña Juanita era la cocinera, que vaya
a traer un periódico para leer". Y yo siguiéndole a la Panchita pues, de ahí ya vino con el
periódico y le da, "tome patrón", le dice. Le da el periódico y "ve Panchita, ve Pancha, da un
pite de "churumba" (?) (29:14), "no patrón, no", "camina, camina", le coge y al suelo, al suelo.
V: Era a la que se dejaba.
M: Y yo esperando no más, ya se va y ella que salió yo cogí y le metí una piza a la Panchita, le
pegué, cosa que le hinché toditita la cara.
V: Es que se fue con el otro pues.
M: Se fue con este patrón. El patrón le coge y que "Panchita, da un pite churumba", "no patrón,
si aquí está el Mesías", decía ella. Y él: "camina, caminá", le coge y le sigue tumbando y se
sigue subiendo. Y yo esperando a que salga, ella que sale y yo mátale, le pegué una piza!
Vivían ahí en esa casa, entonces ya sale Pancha y él viene con el revolver, "¿por qué le has
pegado a la Panchita?", "sí, sí le pegué", pero yo era el diablo pues, carajo, preparado pues.
"Bote el revolver patrón sucio" le decía, y el: "salí carajo!" con el revolver, afuera. No salí vea,
y sabe lo que hizo? Todo le voy a contar. Éle, ya salió en cinta la Panchita. Y yo ya trabajaba
aquí en el trapiche, como le estoy conversando, con yo era como así: "Ya Mesías, vos si bien
trabajador, con vos si el toro por el toro no ve". Vea, los sábados o los viernes: "Vos sos como
mi guardaespaldas" y a llevar a San Gabriel el dulce, la panela, era como unos atados así. Me
llevaba a vender dulce. "Vos sos mi respaldo Mesías, con vos sí". Vea, yo ya llegaba, por ahí
entre las 12 de la noche, yo me amanecía en el carro cuidándole y él en el hotel. Pero él de
todo, de todo, el café, todo me daba. Así es que yo después que se portó mal, sabe lo que hizo?
Me hizo del apellido. Verá, se acordán, "Mesías, ya dio a luz la Panchita, andate a asentar la
partida de nacimiento", era a traer a La Concepción la partida de nacimiento, yo yendo y a
traerle plátano, porque la comida de las antiguas era sancocho con carne o pollo, ya dadas a
luz, porque si no dábamos la carne, el sancocho, no era dieta. Lo primero que había, en un
salón así había que poner la carne a que seque, entonces estaban dadas a luz y había que darle,
si no le da nada no hay ninguna carne, lo primero que teníamos (que hacer) era ir a ver la carne
a Ibarra, aquí vendía un señor Amaguaña, que le decían un longo, yo fié una vez unas diez
131
libras de carne de chivo, de borrego, todo eso. Éle, sabe qué es, perdone, wawa blanco y yo
disque le doy el apellido, y era del patrón.
Después un amigo me dice: "ve Mesías, cómo te vas a hacer cargo, si es blanco! es hijo del
patrón, si no es tuyo Mesías".
O: No pero ya estaba firmado su apellido.
M: Eso me hizo el patrón
O: Así que la buena, que se murió, se murió el hijo, pero ya hombre completo, le mataron en
Quito. Pero era un lindo joven. Le mataron, así es que aunque no le maten él también tenía
parte porque también tenía el apellido de él, pues.
V: Así como es el hijo de una de aquí, le viera...
M: Uy el patrón, el patrón pero si quiera... algunas no más no se dejaban. A las que no se
dejaban ya no trabajaban en la hacienda. Ya no les daba trabajo. Se quedaban sin trabajo, la
que se dejaba sí seguía trabajando.
V: La Gracela también tuvo del patrón, ese reconoció. Al resto no, solo a dos que tuvo en una
familia de aquí, a ellos no más, pero no reconoció, pero les decía como hijos. Pero apellido si
no daba. Él era casado y la mujer le tenía en Quito. Pero al último sí se había dado de cuenta,
cosa que cuando llegó él, cuando él ya se murió parece que algo les había dado pues.
V: Por ejemplo Carmela, ella trabajaba ahí, y ya con guagua se casó con un negro del Hato, así
mismo... pero esa niña tiene todito de la niña Lola, linda es, oiga.
M: Pero me hizo la firma. Yoka soy Carcelén, yoka soy hijo del Mesías Carcelén decía cuando
hacían las fiestas aquí. "Que usted es mi papi" decía, "yo seré papá de vos?", "yo no soy tu papi
de vos", cosa que una vez chumado: "Ques pues Mesías, le estás molestando al Lucho", "ay no
me joderá la paciencia", le decía yo al patrón, porque uy Dios mío, pero sí demasiadamente,
demás. El patrón era bueno, bueno, bueno, pero así mismo malo.
V: Le tenía bien compuesta a la hacienda. Vinieron estos gringos y se destruyó.
O: Sabían sembrar todo el filo, y ahora vea como está todo monte, hecho monte está todo
ahora, porque ellos no trabajan. El patrón en una chagra... mandarinas, de todo, de todo. Cosa
que nos sabíamos dentrar a cogernos esos aguacates, ya maduritos. Éle vinieron ellos y le
hicieron...
Son gringos, sí vienen un día a la semana y luego se va. Le decimos gringo, el uno es Gustavo
Cordovez.
V: Vea, son gringos venidos de onde serán eso sí, gringos mismo son, de España, sino que
ellos ya se vinieron de allá y permanecen en Quito.
M: El uno se llama Gustavo Cordovez, el otro Santiago Aguirre.Pero vea, las mujeres, las
gringas, pero vea... demasiadamente... al principio bien, después se dañaron. Vea, para hacer
esta casa me dio la madera, la señora corría, unas fundas para que atienda al maestro, al
albañil, pero con yo pero demasiadamente, demasiadamente. Éle y el gringo ya venía: "Mesías,
vamos a tal parte", tienen una hacienda en Cayambe. Me cogía, me llevaba a Cayambe, me
llevaba a San Gabriel... Eran pero demasiadamente buenos, claro... el primer dueño, en los
principios, ya le digo cuando me quitó a la negrita, ahí era enemigo, que "de matar, me mata",
sabía decir, porque yo disque le pegaba a la negrita. Después se hizo bien, bien, bien, tenía un
almacen pero de todo, de todo.
V: Tenía un almacén frente a la Iglesia del Gran Poder en Quito, todo eso tenía
M: Ya llegaba fiesta, cualquier cosa y: "a ver, vayan a que traigan de todo". En Ibarra traían y
ahí al que quiera su quintal de papas, de todo, ropa también.
V: La mamá llamaba Victoria de patrón.
M: Demás buenos eran
O: En las fiestas mataban ganado y daban carnes en las fiestas.
132
M: A cada uno, su carne y si faltaba mataba otro. Y daba unas lavacaras llenitas de carne. La
poma de trago también para las fiestas.
- ¿Qué hacía con el dulce?
O: Se hacía colada, se hacía dulce de poroto. Se cocinaba esa guayaba y se le entreveraba con
el poroto. Y se le pelaba el poroto, lo mismo la guayaba, se le cocinaba, se cernía y se hacía
dulce. Se hacía también colada, un aguado, o para el cafecito.
V: Nos daban el dulce, nos daban la cachacita, la ración, un atado. Eso era cada ocho días que
molían, a lo que acababa la semana.
M: Hasta viernes era.
Verá, me acuerdo que nosotros trabajábamos hasta viernes, nos pagaba semana integral de
sábado a domingo. Verá, nos pagaba, pero bien bueno era. A lo menos a mi, era: "vos siempre
te tomas los sábados", entonces me daba mis 10 sucrecitos, mis 5 sucrecitos para cualquier
cosa. Ya le digo, después de portarse mal con yo, pero era así.
- Cuando hacían el aguardiente, también les daba una ración?
V: El aguardiente eran los antiguos. La gente antigua.
M: Cuando yo trabajaba ya no hacían aguardiente.
O: Ya no alcanzamos. Ahí era otro dueño.
V: Había la niña Luisa, era dueña, toda esta hacienda era de niña Luisa Herrera, Hoja Blanca
también era dueña. Era marimacha. Vea se ponía pantalón de hombre, de esos bombachudos,
su sombrero... Aquí era el corral de ganadería de esa niña Luisa.
- ¿Qué tal era ella?
V: Ella también era buena, la mama también era buena. De los mismos de Santa Ana, de la
misma familia. El patrón Abraham Herrera. Vea este patrón eran conocidos tan', por
enamorados.
M: Yo me acuerdo de esa primera dueña, ya veníamos nosotros y corre a cogernos caña, yo
voy a cogerme caña, con unos 9 años y esa tal niña Luisa Herrera que le dicen, esa era una
maldita, yo con mi cañita y ella me ha visto, coge esa caña y me mete con la caña, me acabó de
pegar, cosa de yo salir corriendo.
V: Si era como hombre oiga.
M: Disque era bámbara
V: Tenía lo de hombre y lo de mujer. Mes de hombre y mes de mujer. El mes de mujer le hacía
de redonda la "corota", y así mismo el mes de hombre se hacía largo. Así era pues! Verá, esto
de las bámbaras tienen su mes, cambia. De ahí en el mes de hombre también.
O: Cuando era mes de mujer tenían lo que tenimos nosotros, cuando era mes de hombre, lo que
tienen los hombres.
V: Ella no era casada, no se conocía hombres. Verá, el mes de mujer, claro que se veía con
hombres, pero no era casada. Por eso el patrón Abraham Herrera que era de Santa Ana tambien
se iba y venía, el gringo coles era enamorado, eran dueños. Cuando tenía el mes de hombre ahí
no hacía nada pues.
O: Ahí disque buscaba a las mujeres.
M: Pero a ella no disque le gustaba hombre. No tuvo hijos
V: Pero es que no tiene cómo.
O: Pero es que si nacía el mes de hombre, cómo salía? Le tenían que sacar de la barriga
De ahí vino patrón Alfonso Vásquez, él ya les vendió a estos gringos, que están aahorita.
V: Solamente una hija vive (de la familia Herrera), sobrina de la niña Luisa. Una Lucrecia
también que vive en Hoja Blanca, se casó con una que había comprado la hacienda y ahí vive.
O: En esa paila hacía la cachaza, y le hacía espesa. Ahí hacíamos dulce de la ración que nos
daban. La cachaza era de lo que molían la caña, el dulce. Y eso ponían en esas pailas grande
pues, esas pailaka. Aquí hacían el dulce. Eso se espesaba, se espesaba y batíamos. Nosotras
133
hacíamos atados y de ahí envolvíamos con esa hoja de plátano. Ahí ya sabíamos vender lo que
nos tocaba a nosotras, la ración que nos daban.
Cambiabamos también, así con cualquier cosa, de la cachaza que nos daban.
Aquí le batíamos, le batíamos y cogíamos y poníamos en el molde íbamos poniendo, era de
palo el molde, se lo labava para que no se pegue y en lo que ya estaba seco, se le golpeaba así y
caía no más el dulce. Ya le envolvíamos en esa hoja de plata y salíamos a vender o cambiar por
cualquier cosa. COn eso vivíamos, porque más antes era fregado. Iba uno a vender y con lo
mismo traía la comidita, porque no alcanzaba con lo que pagaban de la hacienda.
- ¿Sólo las mujeres iban a cambiar o a vender?
O: Los hombres también. Los hombres más bien, ellos cogían sus burritos y se iba, de no iba
marido y mujer a cambiar. Yo iba a pie con mi marido o con mis wawitos. Él se iba a buscar
por otra parte, yo cogía mis wawas y cogía plátano, naranja, papaya, pollo, todo eso y me iba a
Palo Blanco a cambiar. Ahí no había carro, a pie era. En burro iban llevando el dulcesito.
M: Aquí era como en el África, eche fuete, eche fuete, ya llegó el patrón, porque verá el
empleado (ahí decíamos los sirvientes), ya venían domingo: "Mesías, a vos te toca labra,
mañana te toca a Chiricorral, a Santa Rosa", nos anticipaban el domingo mismo: "A vos te toca
a tal parte, a cualquier corral, a labra". Si no iba, ya venía el patrón de allá: "Oí, vos disque no
has ido a trabajar", con el fuete, a querer meter huasca. El patrón mismo.
- A usted alguna vez le golpeó?
M: No mija, no me dejé. Yo era bien parado, yoka no me dejaba, a yoka me respetaba vea, me
respetaba. Él que venía disque a quererme dar y "a ver dame patrón, ven dame pues". Y él se
paraba. Yo lo que quería es que me venga y me amenace porque yo era... Es que vino un señor
y nos entrenaba aquí, entonces yo aprendí. Pero bien sufrido era, pobreza Dios mío! Ahora en
cambio tranquilito, pero tranquilito. Ya llegó la Ley agraria y yo como no fui peón, yo no tuve.
Porque quería que disque yo sea peón y yo no me dejaba los mandados de ellos. No me dejaba,
así es que los demás de mi edad sí tienen. Toditos los de mi edad que trabajaban.
- Qué edad tiene usted?
75.
M: Así que ellos tuvieron los terrenos, yo vuelta no porque no me hice peón. Eran demás. Ya
le digo vea, y antes nosotros que en el chupe, entonces ya ve: "no has ido vos" y ahí que me
toque! Ya le digo antes, bien sufridísimo era.
- Había algunos que se revelaban contra el patrón?
M: No.
- A usted cómo le dejó quedarse sin ser peón?
M: Yo no me dejé porque era demasiadamente... el trabajo era demasiadamente. Yo trabajaba
con mi finado papá cuando era soltero, cosa que mi papá decía que cuando salga la Ley
agraria, que la mitad de terreno que le den a él me va a tocar a mi.
V: Ese trapiche también le cogió a una... se daba la vuelta eso, esa máquina donde dentra la
caña. Se soltaba todita el agua de la asequia para que de la máquina. Entonces ella le mete la
caña y parece que se atravesó la caña y ha metido la mano, entonces ahí le ha querido jalar la
mano.
- Qué pensaron cuando dejó de funcionar el trapiche?
O: Ya no importó porque ya no hubo la caña. Si había la caña seguía moliendo.
V: Este gringo caña seca hizo cortar y se desperdició la caña. Hasta ahora estuviera moliendo
esa caña.
O: Porque se daba buena caña.
- La gente de ahora, trabajaría en el trapiche?
O: No... ahora se van a otra parte.
V: Aquí no trabajan porque el patrón no les paga a todos, les paga pite, pero no paga.
134
M: En la fiesta antes esto era!! (en la época del finado Vásquez), a todos trago, se acababa una
poma y "siga no más cogiendo".
V: No ve que ahora es una suciedad, antes era limpia!
M: Vea yo, hasta domingo trabajaba, echando pala hasta domingo. "Cógete este lote Mesías",
por lote me daba a mi... eche pala de mañana hasta domingo. Si con yo eran así, ya le digo. Ya
iba a llegar Navidad, ya hubiera venido la señora: "a ver, toma", de todo me sabía traer,
camisetas, pantalones, zapatos aunque usados me sabía traer. Era bien buena, bien buena con
yo.
- Había mayordomo?
M: Sí, los mayordomos, unos eran buenos, otros eran malos... uhhh uy Dios mío!
V: Vea más antes, había sirvientes, los de afuera iban solamente a pasarle la raya al otro
sirviente. El sirviente propio, don Medardo de Mira era, el sirviente propio que pasaba la raya,
así mismo los otros Aurelio, ellos pasaban y pagaban. Ahora es jodido oiga, no hay sirviente ni
empleados, el mismo que hace trabajar va poniendo...
M: Con el mayordomo nos llevamos bien, no era grosero. Los mayordomos respetaban, ellos
todo bien. Pero el finado Alfonso Vásquez, él sí era... "negrito toma esto, haz esto, negrito
ándate al parque".
V: De ahí verá, salía trabajando y lluchitos se bañaban.
- Y cuando vendieron la hacienda ellos, cómo reaccionó la gente?
V: Que venda pos.
O: Ya vendió la hacienda, ya se iba, así mismo mató ganado y nos dejó dando carne y a 10
sucres parece que era.
M: Cuando hubo la Reforma agraria ahí si la gente demás contenta.
V: Decía: "verán, ya le voy a vender la hacienda, verán no han de poder tener ni gallina, ni
puerco ni ganado. Lo que yo para que chupen los niños yo siquiera siembro cañita"
O: En el tiempo de él teníamos puerco, pollo, ganado. Ya de que vinieron estos no nos dejaron
tener ni un pollo. Ahora les envenenan.
M: En cambio don Alfonso Vásquez: "verán, tienen que tener sus puerquitos, sus gallinitas,
porque llegan sus familiares y más que sea un huevito para sus amistades". Él sí era demás
buena gente, buena gente. Ya le digo, tenía sus puerquitos, sus pollitos, pero no había ninguna
dificultad. Sino que él era así pues, le gustaban las negritas, así era el patrón. Me hizo dar la
dieta el finado Alfonso... cómo me vacilaba!
Era una negrita bien simpática y buena gente. Y yo era soltero.
Antes se decían amorfinos y versos?
M: Sí había
- Canción sobre el trapiche?
V: La caña molé, molé
M: Hay otra de San José, le ponían el sombrero en la mitad y daban la vuelta...
V: En el trapiche no, no había luz, ahí conversando.
O: Era bien caliente porque metían bagazo al horno. Uno se cayó al caldo hirviendo! Quemado
todito. Antes que le cogen pronto, se podía morir.
V: En ese trapiche hacían festival también oiga, festival, bailes, presentaciones, los dramas,
porque no había guardería ni nada. Ahí bailando unas bombas. Esas eran en Navidades,
también era con guitarra la bomba, venían y hacían las fiesticas. Vea más antes entraban lo que
quiera, negociantes, venían a buscar la vida y a comprar frutas, dulce, ya sabe. Otros robaban a
las negras, llevando a sus tierras.
O: Hacían como comedias, drama hacían. Se disfrazaban, ponían una ropa más o menos y de
ahí repasaban. Cobraban entrada. La gente de aquí mismo era. Hacían cantos con guitarra, con
bombas, así era. Bonito era.
135
V: Vea en esa piedra destilaba ese caldo del trapiche que molían. Luego ponían ese dulce, esa
miel. Y otra piedra pequeña también había, para que coman los burros, porque esa ya no servía,
era la japa. Eso sacado toda la suciedad también cogían los hombres otavalo, tabardillo le
dicen. Todos cogíamos y bebíamos, íbamos con unos tarritos, cogíamos y bebíamos.
136
vehículo. Aunque ellos no se acostumbran a dormir en las esteras, duermen más fresco por el
bagazo.
En la otra hacienda el trapiche también es hidráulico.
Trapiche de molino, piedras de moler de cebada en el Milagro.
Antes, yo soy mayordomo desde que vino el dueño de ahorita. Antes eran otros, mi papá era
empleado de trapiche, era como mayordomo de este trapiche. Del de arriba, ese es más nuevo.
Este es el antiguo. Si (se ha modificado), las barandillas que tiene ahorita eran de palo, de
madera, las de la hidráulica. Toda era de madera. Esto se le cambió hace más o menos unos 30
años. Quisieron modernizar. Hablemos que cuando era de madera tenía más peso y el trapiche
no daba más. Peligroso? Hasta ahora mismo hay riesgo, hay que tener cuidado e indicar que no
se apeguen mucho a la parte peligrosa. El melero no corre peligro, para las personas adultas no.
Que que vayan guambras es prohibido. Aquí era el anterior alambique donde estaba el
aguardiente. Ya no funciona. La fábrica le llevaron para arriba. El nuevo dueño ya no hizo aquí
entonces se hizo arriba. Esta construcción tiene más o menos cien años (tal vez más). Mi papá
era nacido en 1910 y desde que él era mucho ya ha sabido haber también, él ya vio esto. Mi
papá es nacido aquí, yo también y aquí me voy a morir.
Trabajo en trapiche. En el campo se corta la caña, luego se le trae en carro, en tractor entonces
se le desembarca aquí entonces sigue el proceso de la molienda. A cargo de toda la hacienda,
yo tengo que darme las vueltas por toda la hacienda. Tenemos ahorita 50 trabajadores.
Entonces toca siempre ver que estén trabajando. En el trapiche están 12, 4 moledores, que se
les dice cuadrillas, está el melero, están los molderos, está el hornero y está el cabecilla de la
miel. Él es el que maneja este grupo, él entiende, a parte del melero él es el eje ahí para reparar
cualquier cosa, por ejemplo si falta un peón, él repone. Hay tres que están en el bagazo, total
son dos. La gente que está trabajando aquí tiene experiencia. Se puede decir que desde que
empezaron con esta trabajo. No se puede organiza, no se puede encontrar aquí. La gente aquí
ya es libre, si quiere trabaja, trabajan en sus parcelas, poco vienen a ganar acá. Traemos gente
de Imbabura, de Imantag.
Hasta el año 1965 obligatoriamente en estas haciendas había gente propia que le manejaban
como esclava pero en el 65 vino la reforma agraria y colonización y a todos los trabajadores les
dieron su parte de tierra. Les indemnizaron con su pedazo de tierra, ya viven de sus terrenos.
Lo mismo el caserío ya no es de la hacienda, es un centro cívico que le dio la ley. El caserío es
arriba. Ahora cada vividor tiene su estructura de sus casas, lo mismo de su terreno. Ahora
viven como mejor les parezca, bastante han emigrado también. De cuando era niño todo está
igualito. Las pailas se han remodelado otras estas son de acero inoxidable, antes eran de cobre,
por ejemplo lo que se batía para hacer la panela era de piedra, ahora es de madera.
Aquí cae la miel, aquí ponen los baldes. Se enfría un poco aquí. En la piedra no caía miel, caia
para procesar, para hacer el dulce, se batía para que seque un poco y se sacaba en unos
camellones y se ponía en moldes. La misma temperatura (tienen las pailas), va endulzando y va
pasando. El primer jugo llega acá, de ahí se va por el tubo y de ahí mandan. Va poniendo así
así y de ahí llega.
La melaza que le dan al ganado eso sacan en el ingenio, parece que eso es un desperdicio. Es
como la nata.
Se empieza a trabajar a la 2 de la mañana todos los días. Entonces a las 7 de la noche se para,
ellos duermen cinco horitas y se levantan otra vez a seguir. De lunes a viernes. Luego el
137
sábado y domingo se van a sus casas y se les va a traer el lunes. No es por turnos, es la misma
cuadrilla que sigue. Antes con los negritos era así, una semana una cuadrilla, claro ahí si se
rotaba. Había tres cuadrillas pero era el mismo proceso. Solo el domingo era libre.
Anteriormente era de enero a enero. Cuando una cuadrilla salía del trapiche tenía que hacer
otros trabajos, ir al campo, trabajos de caña, cortes de caña, se siembra frejol, se siembra maíz,
entonces eso hacía la gente. Aquí había por lo menos 200 trabajadores. La hacienda era grande,
antes de la reforma agraria tenía todas las mismas hectáreas que hay ahorita, hay 120 hectáreas
de caña. Lo que ha venido a resmembrar es lo que se repartió en la reforma que sería unas 60
hectáreas. Pero entonces siempre tenían ellos un huasipungo que sembraban algo de comer.
Los huasipungos trabajaban como peón, les daban un lote y ahí sembraban. Sería unas 50
hectáreas. Las casas eran arriba, antes era más poblado, ahora hay menos gente. Antes haba
120 peones, se traía también gente indígena, también gente de un pueblo cercano de Juan
Montalvo. Antes no había tractor entonces se preparaba con yuntas de buey, entonces los de
JM venían con sus bueyes a labrar aquí. Faltaba para la mano de obra. No había maquinaria,
todo era a la mano.
En el trapiche de arriba de Santa Ana
Es más pequeño, muele lo mismo. Es hidráulico.
Por qué está parado?
Se ha de moler más tarde cuando venga más caña, hay poquito. Ahí se podía hacer también
panela pero no se hace.
Esta maquinaria ha de ser bien antigua?
No es muy antigua esta, como digo le puso el dueño esto, el anterior dueño. Ha de ser unos 30
años, se llaman a Abraham Herrera. Es hijo del primer dueño de esto. El que tiene ahorita la
hacienda son 34 años que compró. Era de los Herreras.
La máquina anterior era igual?
La de antes, hay unos trapiches que ya les llevaron, más viejos. Pero eran así mismo. Por aquí
va el jugo de la caña para fermentarse adentro para hacer el jugo de la caña.
Viene el jugo por aquí, sale, va repartiendo por esta tubería y de ahí va al otro y al otro. Aquí
se fermenta. Estos tanques estamos llenando recién, a los ocho días están. Entonces cada uno
de estos tiene una llave y esta tubería va por este tubo a la fábrica.
¿Cómo eran los tubos?
Eran unos canales de madera. Esto por si acaso algún desperdicio cae por aquí. Aquí está ya
fermentado, cero dulce. O sea todo lo dulce queda en cero. Entonces se mete por aquí y se
prende el horno con gabazo mismo, entonces hierbe. Pero como no tiene por donde salir sube
por la tubería. Lleva 600 litros. Sube todo el vapor por ahí, por allá, osea que eso es para que
caiga aquí, para que caiga el guarapo acá. Va por la tubería, sale por el cabezote este, por ahí
baja el vapor y por este doble fondo de ahí para arriba es el guarapo y este es un doble fondo.
Por ahí viene el vapor y aquí se enfría entonces ahí cae el aguardiente.
¿Esto que será?
Esto es para medir el grado, el pesa licores está aquí. Cuando ya cae el trago entonces ya
levanta, ahí le mido. 8 grados ya es alcohol.
¿Como se le baja?
Si cae de 90 se le tiene hasta que esté en 40. Pero todo el alcohol está cayendo en este. Cuando
está en cuarenta se le apaga.
¿Como se sabe si es buen guarapo?
Un buen guarapo, mientras más dulce esté la caña entonces hasta que se reduzca a cero para
sacar entonces produce más.
¿Hay guardias de estanco?
138
Ahora mismo el productor vende, antes pertenecía a un monopolio del estado entonces para
sacar este trago venía un guardia un empleado de gobierno venía para cuidar para que el
productor no coja un solo litro. Entonces guardaban y cuando había bastante sacaban al
estanco, este de aquí llevaron a Ilensa, a Tulcán. Entonces ellos mandaban de aquí el producto
y de ahí les pagaban en cambio ahora el productor vende. Esta maquinaria debe tener unos 30,
35 años. Antes era de cobre. Los toneles eran de madera de eucalipto. Se traía de Ibarra, se
traía hechos o hacían aquí porque había carpinteros en la hacienda. Siempre han hecho de
eucalipto por más durable.
¿Para este proceso cuánta gente trabajaba?
Aquí solo uno, él carga y mete fuego. Pero allá están los moledores, abajo, los moledores, los
cargadores de caña, son los mismos peones.
¿Hay días especiales para sembrar la caña?
Se puede sembrar cualquier día. ¿Cómo se siembra la caña? La caña se corta, se abre un zurco
en la tierra y se le va tendiendo pero más o menos un caña tiene unos dos metros por decir se
hace unos cuatro pedacitos, se va cortando. Para hacer miel o azúcar es de 19 20 meses, para
sembrar puede ser unos 14 meses porque está un poco tierna todavía. No se escoge para
sembrar, todo se siembra. Sólo varía de la edad, por ejemplo si está de 18, 19, 20 meses ya está
madura. De 14 meses está un poco tierna entonces eso se siembra.
¿Hay variedades de caña?
Por ejemplo en la hacienda tenemos Puerto Rico, semi caña es otra variedad y campo de Brasil
es otra. Pero la mejor mismo como para hacer panela es la puerto rico. Las otras son
apropiadas como la semi caña son para hacer azúcar. Esa es la que más siembra el ingenio.
Todas estas variedades usa el ingenio pero si por ejemplo el dueño de la hacienda sólo quiere
hacer panela puede sembrar puerto rico. La hacienda tenía un contrato con el ingenio para darle
caña de azúcar.
¿Y la campo de Brasil?
Esa también se puede hacer panela pero esa se aflora la caña y pierde azúcar, entonces hay que
cortarlo, hay que procesarlo antes de que aflore. Entonces esa caña no ponen mucho a sembrar
porque si no se corta breve pierde azúcar.
¿Antes que variedad se sembraba?
Ahí no habían estas cañas, ahí era una caña que le decían siria y otra que le decían pejota. De
dónde serían. Pero cuando hube yo aquí que fue nueva en esa época fue la pejota. Entre la
pejota con la siria sí hay diferencia, la mejor para mí fue la siria. Entonces para hacer la panela
esa no tenía problema en cambio las cañas de ahora hay que poner tantas cosas. Para fabricar
ponen manteca, una cosa que se llama clorol. La manteca para que no chamusque, le ponen ya
cuando está en la última paila que está acá arriba para que no se queme. Con la siria no había
ese problema. Después ya fue avanzando la cosa, después fueron poniendo ese polvito para
blanquear.
¿Por qué no le dejan del color que es?
Es que en el mercado prefieren el que es más blanquito. Ahora le ponen primeramente una
hierba, le muelen, le remojan y eso le ponen en el jugo. Es una hierba que se llama “yausabala”
de aquí. Eso es para que ayude a recoger la caña? para que quede bien limpio, ponen eso y sale
todo. Entonces eso si es bien interesante. Le ponen cuando le bajan de la primera paila que baja
el melero se le baja de ahí. Cuando va a empezar a recibir fuego ahí le ponen, entonces ahí con
el fuego sale la japa que con eso hacen la melaza entonces ahí le ponen y sale todo lo que es
sucio. Entonces de esa paila va pasando a las demás y va limpiando alguito que queda no más.
El cultivo de caña como se cuida?
Verá se siembra, cuando nace, se siembra y se está riega riega y riega para que nazca. El riego
viene de una acequia diaria, se puede decir. Hay que trabajar y hacer el labor del capo con pala,
139
hay que chirtarle. Eso se hace con maquinaria. La desyerbada se hace a mano con palas. Puede
ser también con herbicida. Entonces se le chirta con maquinaria con la wachadora y se va
abriendo para que quede clarito para poder regar. De ahí se le fertiliza, de ahí hay que estar
riega, riega y riega.
¿Antes había personas que iban a estar regando? Sí, hasta ahora mismo. ¿Era como una
cuadrilla?
Claro, para el riego por ejemplo ahorita tenemos unas 80 hectáreas entonces hay cuatro
regadores, cada regador, en el mes, rotativamente en los días, tiene que regar 20 hectáreas.
Eran 125 hectáreas, tumbaron el resto. Entonces eso vive permanente ahí regando. Entonces en
el mes tienen que regar todas las 20, entonces terminan, sigue el otro mes. Entonces llueva o
no llueva tiene que seguir regando.
¿Necesita bastante agua? Si, bastante agua.
¿Su abuelo también fue mayordomo? De qué se acuerda? Es el que más me ha contado, verá
él nació en 1858. Se llamaba Abraham Espinoza. Hablemos que mi papá es nacido en el año
1910 cuando el ya tuvo 50 años. Él se murió en el año 1960, se murió de 102 años. Él decía
que el trapiche, el de abajo, ese era traído desde Quito a lomo de negro. Cargando los negros
semejante peso. Si decían que les vertía sangre. Se ponían alcohol para que les curta, es que ahí
era la esclavitud. Si decían no a algo, les decían ándate de mí hacienda. Si les mandaban
sacando tenían que ir a buscar trabajo a otra hacienda. No había otra opción, tenía que estar
sujeto a todo lo que le mandaban. Él conversaba que por ejemplo trajeron el trapiche a lomo de
negro, desde ahí siguió. Pero ya había habido antes otros trapiches, o sea que iban renovando.
Yo alcance a conocer un trapiche que había dejado viejo y parece que los dueños esos fierros
ahora han de valer y desaparecieron. Parecidos era. Él contaba que antes era esclavos se puede
decir, los patrones les pegaban. Sí, hacían de ellos los que les daban la gana, había abusos.
Abusos sexuales, todo eso con las negritas hasta, como le digo, cuando yo haya tenido unos
pocos años sabían no más salir las negritas con los hijos de los patrones. Pero en fin ya fue la
gente despertando fueron impidiendo eso, haciéndose respetar por lo menos. Le cuento que yo
unos quince años mi papá me mandó que yo le dé cubriendo el día en el trapiche. El hacía de
moler con la cuadrilla. Entonces yo estaba poniendo el aceite, engrasando. Cuando llegó el
patrón y diciendo que yo estoy moneando ya con el fuete para darme. Pero yo ya no era de esa
gente, yo ya había entrado a la escuela, yo ya sabía lo que era la esclavitud y tanta cosa. Le
digo patrón yo he venido aquí a hacer lo que mi papá me mandó que le cubra así que si usted
se atreve a pegarme yo también le voy a contestar entonces ya no me hizo nada. Él ya se
quedó. Este era cuñado del Herrera, era de apellido Carrera.
¿Todos trabajaban aquí entonces?
Si, él era casado con la hermana del patrón y el patrón mismo, el dueño, ya había muerto
entonces él ya era y se repartieron la hacienda. Entonces le digo pégueme y verá como contesto
y esto le avisé a mi papá y a mi abuelo. Entonces mi abuelo fue y le habló. Entonces ya me
respetó. Yo cada que iba a hacer moler ya no me decía nada.
¿Antes la gente nadie decía nada?
Nadie decía nada, les pegaban, pero como le digo yo ya fui a la escuela. Si aquí de mi edad no
saben leer y escribir.
¿Y usted como así fue a la escuela?
Verá, la escuela era en La Concepción. Aquí no había escuela. Entonces habíamos bastantes
que íbamos a la escuela pero se quedaban en el camino jugando, no aprovechaban. Unos pocos
sí. Mi papá me iba a dejar o me aguaitaba que no me quede entonces a mí también me interesó
porque empecé a hacer letras y aprendí a leer. Entonces ya me interesó bastante, entonces un
papelito que me encontraba por ahí yo ya sabía lo que estaba diciendo. Entonces fue una
autoeducación que yo me dediqué porque hablemos cuando yo tenía 9 años ahí se murió el
140
dueño de la hacienda. Entonces esta hacienda se ha mantenido solamente del cultivo de caña.
Entonces ese señor cuando se murió en el 50 (Sr. Herrera) había tenido 8 millones y medio en
caja. Como la hacienda había sido a medias con la hermana ella también debió tener lo mismo.
En mayo de 1950 se canonizó Santa Marianita entonces este señor se fue a roma entonces el
regresó de allá en agosto. Partes disque iban en barco, partes disque iban en avión, partes
disque iban por tierra. Cuando él vino dio una explicación. Pero él había ido manteniendo
mucha gente. Así será, los ricos hacen sus testamentos. Había dejado haciendo su testamento y
eran 8 hermanos. Había tenido un hijo pero natural. Entonces cuando el ya vino en agosto en
seguida salió enfermo. En octubre se murió. Entonces heredaron los hermanos la hacienda y se
partieron, ahí heredaron cada uno a un millón de sucres. Entonces yo veo que, ahí fueron
comprando sus hacienditas con la fortuna del hermano. La Loma también había sido de los
Herreras. Pedro Herrera era el dueño, la hacienda había sido todo eso La Loma también. Así
fueron comprando, en el Ángel tenían acá por el Arrayán, todas esas partes. En Salinas hay
unos herreras que fueron comprando. Se fueron dividiendo, fueron vendiendo. Antes de que
compren La Loma había sido parte de Santa Ana. Entonces la Hacienda Santa Ana mismo
quedó para que se repartan después de 5 años. Entonces en el lapso de estos 5 años se quedaba
de educar el hijo natural que quedó. Entonces se llamaba Enrique Proaño, llegó a ser abogado.
Esto era de don Abraham Herrera, hermano de Don Alfonso. Él les compró un poco. Compró
tres acciones y con lo de él formó la haciendita. Con lo de allá era de los demás hermanos que
después compró Jaime Vergara para hacer una sola hacienda. Entonces de eso ya cuando esta
señora María Herrera que tenía la mitad de la hacienda más su derecho no tuvo hijos. Entonces
ella hereda al sobrino Enrique Proaño. Él vivió aquí, la mamá, a ella no el conocí, había
muerto. Entonces María Herrera como no tuvo familia le dejó a Enrique Proaño. Y Enrique
Proaño Bravo y Abraham Herrera le vendieron esta hacienda al doctor Jaime Vergara. Un día
que han estado tomando le dice al Dr Proaño le dice véndeme tu parte, solamente fue una
palabra y se hizo la unión.
¿El trapiche nunca ha dejado de funcionar?
Nunca ha dejado de funcionar, desde que yo conozco nunca dejó de funcionar.
¿Después de la Reforma Agraria les dieron otras parcelas que no estaban cerca del trapiche?
Claro, pero la parte que había más caña no nos dieron, nos dieron la otra parte.
¿Cómo cambió las relaciones entre el dueño y la gente que trabajaba aquí antes y después de
la Reforma Agraria?
Como le digo después ya llegaron a tener sus parcelitas, ya fueron dueños. Entonces el que
quiso siguió trabajando, el que no, no. La mayoría se dedicaron a trabajar sus terrenos y
legalmente esa gente ya no hay, ya fueron muriendo. Hay los hijos, se puede decir. Gente de
mi edad ya tenemos nuestros hijos, pero nuestros hijos ya no se quieren quedar acá. Por
ejemplo como ya hubo mejor educación, ya salen de bachilleres entonces no van a trabajar
aquí, van migrando la gente. La remuneración es pobre. Un bachiller por ejemplo que pueda
estudiar, sale a Ibarra a Quito a estudiar, no se queda aquí trabajando la tierra.
¿Su papa de mayordomo como era? Ellos siempre tenían buena relación, tenían buena relación
entre ellos. Tenía más autoridad, andaba a unos cuantos, pero mantenía la cordialidad, la
amistad, el compañerismo, con el dueño era lo mismo.
¿Cómo eran los castigos?
Había que ellos eran fuertes, los patrones, y lo que no podía mismo el peón de aquí es decir
bravo las cosas, hacer todo lo que le manden. Pero si por ejemplo un patrón le trataba mal sí les
daban. El patrón se había topado con alguien descansando iba y le daba su fuetazo. Si e
contestaba dejaba de ser peón y le tocaba irse a otra parte. Se iba sin que le den nada. Ahora
hay leyes, esas leyes no regían aquí.
¿En la época de su abuelo era peor?
141
Peor, claro. Porque mi abuelo conversaba por ejemplo de aquí, a Ibarra se iba a pie. Iban a traer
la manutención para la hacienda. El aquí había vivido más o menos un medio siglo. Él había
sido uno de los primeros pobladores del Chota y de ahí viene para acá. Le ha traído el dueño.
¿Cómo le nombraron mayordomo?
Mayordomo era el que mandaba a la gente, le pagaban un poco más. Ese cargo se ganaba no
sé, no. Seria por que más trabajaba, algo así ha de haber sido. La partida de nacimiento dice
que es nacido 1858, no era papel, eran unos pergaminos.
Por los libros se va encontrando los que han hecho historia. Por ejemplo Cristóbal de la
Trinidad de Carpuela. Entonces hay en los libros ahí hay los que han sido líderes en las
comunidades. Se conoce de Martina Carrillo. Se conoce que fueron rebeldes, por ejemplo a
Martina Carrillo le dieron 300 golpes cuando ella fue a denuncia a Quito de los malos tratos.
Francisco Carrillo lo mismo. A los hijos que los vendieron los volvió a comprar para él
poderlos criar a su contento.
¿Cuando era pequeño sabía que podía quejarse?
Yo de ese altercado que tuve, yo no trabajé en la hacienda. Yo no trabajaba en la hacienda. Yo
trabajaba en la hacienda solo con el Dr Vergara, trabajaba en cualquier parte. Hasta que yo
tuve 22 años trabajó mi papá como mayordomo. De ahí salió de aquí y se fue a Mira. Enviudó
y se casó con una mireña.
¿Qué cree que se debe contar de la historia de los trapiches?
De la historia de los trapiches pues, yo cuento la mía de la que vivía aquí. En Cabuyal también
había, en Concepción, en La Loma. Pero ya no hay. Este sector siempre ha vivido por la caña,
se habla también de los jesuitas que eran las haciendas. El trapiche de Santa Ana el mejor, el
que más producía y el de Caldera han sido de la misma casa. Ya sabe una buena cosa rinde, por
ejemplo el de la Concepción no rendía como el de aquí, eso era cuestión del trapiche. Yo
trabajé ocho años en el trapiche de Cabuyal pero ahora tienen galpones de pollos. Esa hacienda
era de unos señores de apellido Monjes.
Los señores Correa compraron concepción pero digamos que eran vagos y nos les gustaba
trabajar entonces hicieron al partir, sembraron al partir. El año de 1982-1983 vino una ley
aparcería que la ley le daba al que trabajaba la tierra y eso sucedió en Concepción. Toda esa
hacienda tenía a los patrones al partido entonces cada cual, por medio de la parecía, se fueron
haciendo dueños. Unos pagaron. Todo vino sucediendo desde Naranjal para acá. Entontes todo
vino sucediendo desde las pacerías. Llegó la le de pacería y les daban, entonces perdieron los
de las haciendas.
¿Es igual o mejor ahora?
Todo es según lo que siembre puede tener mejor renta. Si no se dedica a gastar. Ahora lo del
agro es bastante complicado sino tiene con que invertir no puede cosechar tampoco. En parte si
sería mejor eso, pero en parte es perjudicial para algunos. Rentable fuera sembrar caña, si yo
tengo una hectárea tendré que esperar 20 meses para que sala algo. Pero si le tengo para
sembrar un poco de frejol, yuca, me estoy manteniendo de ahí. La caña hay que vender al
ingenio sino a los paneleros (son unos que andan con trapiches). Entonces el ingenio viene y
me lleva y me pagará después de unos cuatro meses. De una hectárea de caña me pagaran la
mitad y el resto se llevan ellos mismo.
El trapiche está funcionando unos seis meses, el de abajo vivía abandonado. Solo esté se le
hacía funcionar para el trago. Parece que al dueño no le conviene los acuerdos que tiene con el
ingenio para él mismo procesar sus cañas. El dueño prefirió retirarse del contrato y hacer él
mismo. Tenía un contrato de co producción, eso es peor que a medias. Ahí dice que el ingenio
hacía todo el trabajo pero en el tiempo de la cosecha el 19, 20% eso no más tenía el Dr. como
dueño, el resto tenía el ingenio.
¿Qué hacen cuando se daña?
142
Cuando se daña el trapiche se trae herreros, mecánicos. Vienen de Ibarra, de Mira. Si no
nosotros mismo sabemos.
Al Dr. todos le queremos porque es bueno, por ejemplo él nos dio las bancas para la capilla.
Los otros dueños no daban ni un caramelo por decir, todo tenía uno mismo. En cambio no son
unos cuatro meses el Dr. investigó cuanta gente había para hacer bautismo y él gastó. La gente,
no había disciplina, era sumisa. No se quejaban. Yo fui despertando, a mí me ha tocado luchar.
143
APÉNDICE
En el archivo
35
Identificación y fotografía de los expedientes, algunos íntegros otros no, según el número de folios.
36
Clasificación del ANH
144
patrimonial, y quizás psicológica desde el impacto del costo del trabajo físico en relación a
una situación de enfermedad.
Ø CAJA No. 16
Expediente: 5 Lugar: Hacienda Santa Ana Fecha: 28 de agosto de 1865 No. de folios: 81.
Contenido: Libro de rayas y socorros de la hacienda Santa Ana.
Ø CAJA 135
Expediente: 11 Lugar: Hacienda Santa Ana Fecha: 8 de agosto de 1858 No. de folios: 14.
Contenido: Inventario de los bienes y tierras de la hacienda Santa Ana de propiedad del
señor Mariano Chiriboga, los entrega al señor León Mancheno quien la toma en
arrendamiento. La hacienda es de cañaverales y tiene trapiche, se encuentra en la
jurisdicción de Ibarra.
Ø CAJA 137
Expediente: 16 Lugar: Hacienda Santa Ana Fecha: 15 de agosto de 1865 No. de folios: 44.
Contenido: Libro de socorros de los peones conciertos de la hacienda Santa Ana.
Expediente: 17 Lugar: Hacienda Santa Ana Fecha: 28 de agosto de 1865 No. de folios:
110. Contenido: Libro de trabajo diario de la hacienda Santa Ana.
145
Ø CAJA 138
Expediente: 4 Lugar: La Loma Fecha: 1 de febrero de 1886 No. de folios: 14. Contenido:
Diario de trabajo de los peones de la hacienda La Loma.
Ø CAJA 154
Expediente: 3 Lugar: No indica Fecha: 1 de enero de 1900 No. de folios: 12. Contenido:
Parte del avalúo de una hacienda que no se conoce el nombre, también la fecha es
solamente posible. Se observa que tiene quesera, pesebrera, molino y numeroso ganado.
Habla de Santa Ana que podría ser el nombre de la hacienda.
En cambio, en el caso del Complejo Jesuita Valle del Chota, se encuentra información
sobre las haciendas Chalguayacu y Caldera. Los documentos identificados y revisados
en el ANH referentes a las haciendas Chalguayacu y Caldera, pertenecientes al Complejo
Jesuita del Valle del Chota son parte de la Serie HACIENDAS y reportan un total de 4
cajas, 6 expedientes y 369 folios.
Ø CAJA 8
146
Expediente: 8 Lugar: Hacienda Caldera. Fecha: 1 de enero de 1813 No. de folios: 98.
Contenido: Libro de cuentas de la hacienda Caldera; constan infinidad de partidas tanto de
ingresos como de egresos. Se observa la relación de esta hacienda con la de Chamanal y la
de Cayambe, seguramente porque siempre funcionaron así, primero con los jesuitas, luego
con las Temporalidades y por último con don Nicolás Calisto quien compró las tres
haciendas.
Expediente: 9 Lugar: Hacienda Caldera Fecha: 26 de enero de 1813 No. de folios: 32.
Contenido: Cuaderno diario de las actividades de la hacienda Caldera. Consta lo ocurrido
en el trapiche y también informa de la labranza y los socorros. La hacienda está entre los
bienes de la testamentaría de don Nicolás Calisto.
Ø CAJA 9
Expediente: 10 Lugar: Hacienda Caldera Fecha: 14 de agosto de 1814. No. de folios: 40.
Contenido: Libro de cargo y descargo de los productos íntegros de las moliendas del
trapiche de la hacienda Caldera, perteneciente al finado don Nicolás Calisto.
Expediente: 16 Lugar: Hacienda Caldera Fecha: 30 de octubre de 1815 No. de folios: 19.
Contenido: Cuaderno de cargo y descargo de ganado vacuno, ovejuno y caballar, llevado
por el mayordomo del hato de la Comunidad perteneciente a la hacienda Caldera.
Ø CAJA 118
Expediente: 9 Lugar: Hacienda Caldera Fecha: 14 de febrero de 1816. No. de folios: 58.
Contenido: Dos cuadernos de cargos y descargos de productos de la hacienda Caldera; se
trata de mieles, azúcar, alfeñiques, raspaduras, aguardiente, etc.
Ø CAJA 119
Expediente: 7 Lugar: Hacienda Caldera Fecha: 10 de agosto de 1817. No. de folios: 76.
Contenido: Libro general de cargo y descargo de los productos de las moliendas de la
147
hacienda Caldera que perteneció al fallecido don Nicolás Calisto. Lo realiza el
administrador don Justo Alvear para entregar el control al nuevo mayordomo.
En la bibliografía
148
Con fines metodológicos, dividiremos en este apartado la información disponible
(siempre relacionada con el tema de los trapiches y el trabajo de las comunidades
afrodescendientes) de acuerdo al siglo sobre el que tratan. Así pues, encontramos que sobre
el siglo XVI, los estudios que más se destacan son, además del ya mencionado de Rosario
Coronel (1991), el de Jean-Pierre Tardieu (2006) que realiza un amplio estudio de archivos
históricos y nos propone un buen análisis de la situación de los afrodescendientes luego de
la llegada de los españoles y la instauración de la Real Audiencia de Quito.
En cuanto al siglo XVII, una de las mejores obras es la del mismo Tardieu (1997),
que trata específicamente de la zona del Valle Chota-Mira y los complejos cañeros a los
que nos hemos referido. Lastimosamente, esta obra sólo está disponible en francés y no
hemos podido hallar ninguna traducción hasta el momento. De todos modos, la obra cuenta
con un extenso trabajo de archivo a partir del año de 1778 hasta 1820 y cubre los temas del
manejo jesuita en el Valle, las Temporalidades, los compradores posteriores de las
haciendas y un buen análisis de la organización social y uso del espacio. Queremos resaltar
que es una lástima que este libro no se encuentre traducido todavía, ya que es de suma
importancia para el análisis del tema de los trapiches en las comunidades
afrodescendientes. Sobre la misma época, y en un tema más específico, es también de uso
el artículo de Rosario Coronel, “Riego Colonial: de la coca a la caña en el Valle del Chota”
(1987). A partir de su lectura se puede entender mejor el sistema productivo de la zona en
la época.
Otros autores (Angulo 2013; Bouisson 1997; Bouisson 1998; Chalá 2006; Chaves
2010; Echeverría y Uribe 1981; Flores 1996; Maloney 1995; Medina 1996; Naranjo,
Hernández, y Guerrón 2013; Rueda 2009; Savoia 1999) nos ofrecen excelentes
recopilaciones de datos y análisis general de la historia del Valle, gracias a las cuales es
posible tener una visión general del contexto y mejores datos sobre el siglo XVIII.
149
etnográficos de la época, de hecho, su obra es citada numerosas veces en varias de las
publicaciones antes mencionadas. En el aspecto económico, Cushner (1980, 1987) ofrece
un excelente análisis. Por otro lado, no hay mucha información sobre los trapiches durante
el siglo XIX.
En cuanto al siglo XX, existen publicaciones más variadas. Por un lado, Espín
(1995) hace un buen tratamiento del tema de la Reforma Agraria en la zona. Otros autores
(Antón 2007; Antón 2011; Chalá 2010; Tamayo 1996; Naranjo, Hernández, y Guerrón
2013) nos presentan un interesante análisis y recuento de las movilizaciones sociales de
afrodescendientes de la época hasta la actualidad. Esto es de mucho uso ya que permite
conocer el desenvolvimiento y la historia contemporánea de estos pueblos. Por otro lado,
esta temática nos sirve como un buen referente, más no específicamente para tratar el tema
de los trapiches.
Encontrar esta temática relacionada de cierta forma a los trapiches fue una grata
sorpresa. Por un lado, está la tradición oral que al trasmitirse mostró una gran riqueza, en
cuanto todavía se recuerdan anécdotas e historias de lo que fue el trabajo en la hacienda
huasipunguera. Aunque muchas veces son recuerdos tristes, es necesario destacar que entre
ellos se pueden notar fuertes valores de esta comunidad, como por ejemplo, la unidad
familiar, algo que es de gran importancia en todas las comunidades afrodescendientes hasta
la actualidad. Si le damos un vistazo a la historia de levantamientos y rebeliones, notamos
que uno de los objetivos principales de éstos es mantener a la familia unida. Sin embargo,
150
seguramente con el objetivo de darle más valor a la constitución de sujetos políticos
afrodescendientes (que es sumamente importante) este aspecto puede ser subvalorado.
Además, muchos entrevistados nos comentaron con nostalgia sobre las fiestas
populares de los tiempos de hacienda. Una señora comenta que antes había un prioste de la
fiesta, se hacían serenatas e incluso elecciones de reinas. Pero sobre todo, resultó
interesante que se realizaban sociodramas, también llamados “comedias”. Al parecer esta
costumbre se remonta a tiempos de los jesuitas. Así nos comenta una señora de Caldera:
La comedia era según, porque mamita tenía libros a propósito, es como una novela. Es que
de acuerdo a lo que mamita decía presentábamos (…) No eran cosas religiosas, de temas
bonitamente, pongamos una se hizo que era la mamá de esta rica, y la hija era una señorita
distinguida que no se juntaba con cualesquier persona, en la juventud le atraían en el día,
entonces todo el público ahí.
En cuanto a la tradición oral, también nos contaron varias leyendas, aunque no todas
estaban relacionadas con el trapiche, sí pueden tener relación con el tema de la etnicidad y
el sistema de concertaje. Por ejemplo, en Caldera y en La Loma nos contaron del duende y
de la viuda, además de otras apariciones sobrenaturales:
A veces oían de noche, al menos cuando se vivía abajo, por donde el trapiche y todo. Era
puro chilcales, a media noche desque sentían que lavaban, y desque blanqueaba, se veía
blanco, blanco, blanco. Cuando desque dice mi tío, que había cogido reliquias, rosarios,
escapularios, todo eso. Desque había llegado y con tres acialazos así en cruz. Todo eso
desque había más antes. Eso era abajo, todo eso ya había casas y el agua que bajaba acá del
trapiche que molían y todo, cruzaba esa agua y ya iba al río. Entonces ahí desque sentían lo
que disque golpeaban y blanqueando... entonces como digo, con reliquias ha sido, con el
santo rosario, escapulario y todo. Tres acialazos en cruz: "adiós tentación" Eso solamente yo
he oído que conversaban.
151
Según otro testimonio: “A veces sin estar moliendo en la hacienda desque oían, como la
hidráulica que molían la caña. Como que funcionaba aunque no había nadie. Cuando había
procesión así, en el tiempo de antes. Más que todo en el tiempo de finados, todo eso. Salen
ahí las ánimas que están ahí”. En La Loma (valle del Mira), encontramos otras historias de
trasfondo similar:
Anteska, no había luz, en ninguna parte (…). Por aquí era una acequia que dentraba para
allá y el trapiche era aquí pues, el dulce, todo. Entonces verá, serían las 12 de la noche yo
fui adonde mi hermana, cuando sale uno más grande que ese árbol que está ahí. Y mi
hermano Lucho, que es muerto: "Mesías! Mesías! ve aquí me está espantando uno, aquí me
está cogiendo una!" y ya yo regreso, era unísimo de blanco. Porque no ve que aquí era la
fábrica que molían dulce, eso se amanecía de clarito en claro, unos acabábamos de noche y
los otros el día, pero era demás.
Te acuerdas Olga? Ahí teníamos un encargo nosotros. Sería las dos de la mañana, cuando
entramos a coger, en una de estas yo ya me salía pues, con el encargo que teníamos, y Olga
siguiéndolo vea, a Olga ya llevándola.
O: Yo creyendo que es Mesías. Aquí en el jardín mismo, que era chacra, cuando
sembrábamos ahí en esa ladera. Ahí era. Yo creyendo que estaba siguiendo a Mesías y no, el
por otro lado y el otro llevándome. De ahí como no me ve, él me llama: "Olga, Olga, Olga!"
decía.
M: De ahí se me prende atrás, le cojo del brazo, pero vea, ya me cogía del brazo.
O: Ya me cogía del brazo y parecía que ese otro estaba del otro brazo, chutándome. Dios
mío. Él era como chumado.
M: Y ese fantasma llevándole, ella diciendo que soy yo, ella siguiéndolo a él. Era un blanco
grandote.
O: Es que no se ve nada cuasi.
Todas estas historias usualmente nos cuentan otras detrás del texto base, tras un análisis
serían un gran complemento para la investigación. De allí que son de gran importancia si
es que queremos conocer realmente el contexto cultural del trabajo de los trapiches.
Parte de esta historia oral, que no es la oficial pero que tiene tanto peso como
aquella, también es la música, amorfinos y coplas. Sobre este tema no se ha encontrado
tanta información, aunque según comentan, todavía hay gente que conoce. Un ejemplo de
152
ello es la bomba que habla sobre el trabajo en el trapiche y que una señora mayor de La
Loma todavía supo cantar:
“Molé, molé
molé, trapiche molé,
molé, la caña pesada
molé a la medianoche
molé a la madrugada” (en Costales y Peñaherrera 1959).
Según Coba (1980:42), hay otra bomba relacionada con el trabajo en los trapiches,
llamada “Mete caña al trapiche”, la misma que transcribimos a continuación:
A la culebra verde,
Cholita no hagas caso;
Mete caña al trapiche,
Saca caña bagazo.
Meniate, meniate,
Yo te daré un medio;
Ele ya me menió
Quiere pes el medio,
Anoche yo fui por verte
Por el hueco del tejado,
Salió tu mama y me dijo:
¡por la puerta condenado!
Meniate, meniate,
Yo te daré un medio,
Ele ya me menio,
Quiere pes el medio.
Estas manifestaciones son de una gran riqueza y aún así se van perdiendo
desmesuradamente mientras pasan los años. No sólo aportan al tema de investigación sino
sobre todo a la revitalización de la cultura afrodescendiente de los Valles del Chota-Mira,
de allí que serían una cuestión a tomar en cuenta para cualquier planificación y
socialización del tema en las comunidades.
Cuestiones arqueológicas
153
puedan ser reconstruidas a través del material cultural del pasado y por qué no, del presente
también.
154
ÍNDICE TEMÁTICO
abolición, 26, 27, 28, 78 La Loma, 4, 23, 31, 40, 58, 63, 68, 152, 153, 154
administrador, 22, 23, 25, 26, 31, 42, 78 mayordomo, 13, 19, 25, 27, 32, 33, 42, 78
bombas, 152 mielero o melero,
Caldera, 4, 7, 9, 18, 19, 21, 22, 31, 32, 33, 35, 37, 40, trapiche, 34
47, 63, 64, 65, 66, 67, 69, 79, 108, 109, 110, 111, moldero
112, 113, 116, 117, 118, 122, 128, 143, 147, 148, trapiche, 35
149, 152 moledor
Carpuela, 4, 7, 18, 21, 22, 25, 35, 36, 39, 41, 76 trapiche, 35
casos de maltrato, 31 movilizaciones, 37, 41, 151
Chalguayacu, 4, 7, 18, 21, 30, 33, 34, 35, 36, 39, 41, organización social
64, 68, 69, 70, 71, 121, 147, 149 jesuita, 5, 8, 18, 42, 77, 150
Compañía de Jesús. Véase jesuitas pailas, 20, 34, 35, 53
Concepción, 7, 15, 18, 21, 23, 28, 39, 40, 45, 53, 55, procurador, 25
57, 60, 72, 101, 104, 126, 128, 132, 141, 143, 145 producción cañera
cuadrilla, 25, 33, 34, 35, 36, 42 hacienda cañera, 18, 48
cultivo de la caña producción del azúcar, 43
hacienda cañera, 8, 17, 42 protestas, 22
destilador raza, 12
trapiche, 34 Reforma Agraria, 4, 30, 37, 38, 39, 40, 41, 79, 151
esclavitud, 3, 11, 12, 13, 14, 19, 21, 26, 28, 30, 32, 38, revueltas. Véase protestas, Véase protestas
39, 42, 43, 50, 55, 72, 77, 78, 150 Santa Ana, 4, 7, 15, 19, 32, 39, 40, 42, 50, 53, 54
escribiente, 25, 34, 78 siglo XIX, 13, 19, 78, 151
estancos, 36, 79 siglo XVI, 9, 15, 149, 150, 151
familia siglo XVII, 7, 16, 20, 43, 45, 150
vida familiar, 17, 18, 23, 25, 30, 37, 40, 79, 151 siglo XVIII, 33, 48, 150
fiestas, 31, 36, 151, 152 siglo XX, 3, 29, 78, 79, 149, 151
hacienda cañera, 3, 9, 15, 18, 26, 28, 41, 46, 149 sociodramas, 152
hacienda huasipunguera, 29, 151 trabajo en el trapiche, 12, 15, 24, 33, 34, 36, 50, 68,
haciendas azucareras. Véase hacienda cañera 72, 79, 154
historia de los trapiches, 3, 11, 77 tradición oral, 5, 151, 152
hornero trapiche, esclavitud, 14
trapiche, 35 trapiche, funcionamiento, 13
huelga, 37, 79 trapiche, importancia económica, 43, 45
jesuitas, 3, 4, 7, 9, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 21, 22, 23, trapiche, infraestructura, 19, 155
24, 45, 46, 47, 48, 72, 77, 86, 152 trapiche, organización social, 24, 34
La Concepción, 4, 7, 17, 18, 21, 22, 23, 25, 26, 28, trapiches ambulantes, 42
32, 37, 39, 40, 46, 53, 72 vida familiar. Véase familia
155