Baby Marker

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 145

BABY MARKER

La doctora está adentro. Cada centímetro de ella ...

Soy la directora médico más joven, brillante y con más experiencia que jamás se haya visto en la
clínica de fertilidad. Nada se interpone entre mi trabajo y yo,hasta que Camila Cabello entra.

Se supone que no debo tocarla, al menos, no de la manera que quiero. Ella está fuera de los
límites de muchas maneras. Demasiado rica. Demasiado inocente. Demasiado intocable.

... Demasiado mi paciente.

La joven heredera protegida está en mi oficina para que su rica y miserable

familia pueda ver si es capaz de tener hijos. Y se supone que debo examinarla,

cada centímetro de su dulce y tentador cuerpo, para comprobar.

Pero la he querido desde el instante en que la vi, y ahora estoy obsesionada,

poseída y colocada como nunca.

Primero, la haré rogar. Segundo, la haré mía.

¿Y tercero? Bueno, la tercera es la mejor parte.

Tercero es yo poniendo un bebé en ese vientre joven y suave. Y después de eso,

la robaré de todo esto. A la mierda el código de conducta médica olvida el

profesionalismo y maldita las consecuencias.

Oh, Camila puede tener hijos bien.

... siempre y cuando sean míos.

PARTE 1

Camila
EL TIMBRE DEL ASCENSOR SUENA, y mi corazón se
acelera mientras me estremezco. había llegado.Las
puertas se abrieron, y pude sentir mi respiración
entrecortada cuando salía al área de recepción de la
clínica, mis dientes muerden mi labio inferior mientras
me acercaba al mostrador de facturación. 
Todo estaba mal. No se suponía que tuvieras
pensamientos así sobre mujeres como ella. No debías
entrar en una oficina como ésta y mojarte.... Se suponía
que no debías tener fantasías sucias, incontenibles
sobre tu doctora. Pero entonces, si estaba tan mal, ¿por
qué no había podido dejar de pensar en ella? ¿Por qué
había pensado cada segundo desde la primera vez que
la vi? una semana antes de quemar el pensamiento de
élla en mi mente. Me había pasado horas recordando la
sensación de sus poderosas y dominantes manos sobre
mí, y la forma en que su profunda y baja voz había
golpeado algo esencial dentro de mí.... Y había pasado
todas las noches temblando en mi cama mientras mis
dedos y mis fantasías se preguntaban qué habría
pasado, si hubiera habido más.

—¿Sra. Cabello?

Parpadeo, mis pensamientos sucios se dispersaron


mientras miro a la recepcionista arqueada frente mi con
una expresión de desconcierto.
—¿Todo está bien, querida?

No, tengo un enamoramiento incontrolable y los


pensamientos más sucios que he tenido sobre una de
sus médicos.

—Oh, sí. —, dije rápidamente, tragándome el calor de la


cara.

—Dije que puedes entrar. El Dr. Petite estará contigo en


breve.

—Gracias.

Lo digo rápido, mis manos se apretaron con puños


nerviosos a los lados mientras pasaba frente a su
escritorio, a través de las grandes puertas de madera
doble, y por el pasillo hacia las salas de examen. El
Doctor Petite no era mi fantasía prohibida, y gracias a
Dios por eso. No,esos estaban reservados para la
doctora Jáuregui, magnífica, intensamente sexy,
endurecida y perfeccionadora de pantys. Doctora Lauren
Jáuregui.

Verla en mi última visita una semana antes había sido


un error. Y no me refiero a eso como "porque me
arrepentí", me refiero a eso literalmente. Alguien había
estropeado algunos de los horarios de los médicos, y en
lugar de Doctor Petite, era con ella con quien había
tenido la cita. Había comenzado inocentemente, y sabía
que todo probablemente estaba en mi cabeza. Pero no
hizo ninguna diferencia.
Lauren  Jáuregui Dios, ella era preciosa. Alta y
construida como una maldita estatua griega. Ese cabello
oscuro, y esos penetrantes ojos verdes, diferentes de
mis ojos cafes. Esas manos poderosas y cálidas, y la
forma en que me tocó.

Me estremecí cuando me detuve en la puerta de la


habitación de examen del Doctor Petite. Esto fue
ridículo. La doctora Jáuregui era solo eso, una doctora, y
esta era yo siendo, bueno, rara. No debería haber
fantaseado con mi doctora. Quiero decir, ya era bastante
malo lo que sucedió antes, durante el último examen.
Sin embargo, ella no había dicho nada.... Espero que no
se haya dado cuenta, bueno ... eso Dios, espero que no.

Pero afortunadamente, incluso si una parte de mí


deseaba verla, no la vería hoy. Y probablemente nunca
lo haría. El problema de la programación había sido
resuelto, y sería el doctor Petite, de sesenta años,
gordinflón y canoso, quien me examinaría hoy para
asegurarse de que era fértil.
Sí, de hecho, acabo de decir eso.Tenía diecinueve años,
apenas me habían besado, y estaba en la clínica de
fertilidad más costosa de la ciudad de Nueva York para
asegurarme de que podía tener bebés. Si quieres saber
por qué, la respuesta corta fue: "porque mi familia está
loca".
Cuando provienes de una familia como la mía, con el
pedigrí que la acompañaba, había ciertas "expectativas".
No, no es como si tuviera un matrimonio arreglado o
algo así de bárbaro, pero esto era mucho peor.
Definitivamente más espeluznante. Verán, mis padres
me habían enviado aquí para esta serie de pruebas y
exámenes para asegurarme de poder tener hijos. Todo
era parte de la máquina de cómo los ricos se casaban
con ricos y se mantenían ricos. Mi ser "capaz" era parte
del paquete, así que cuando llegara el momento, y lo
sería pronto, de encontrar a alguien con el mismo rango
social y económico, ya sabrían que no habría problemas
para tener niños. Sí, es tan jodido como suena. No es
que estuviera en contra de los niños, y no lo estaba, en
absoluto. Amaba a los niños, y probablemente me
hubiera adentrado en la psiquiatría de la primera
infancia si me hubiera salido con la mía. Excepto que no
me había salido con la mía, y estudiar psicología o
premédica era un error para una "chica como yo", o eso
pensaban mis padres. 
No, para mí, si fuera a la universidad, sería para algo
fácil como English Lit. Algo inútil, y algo de lo que hablar
en cócteles. Por eso estaba allí; diecinueve, con cero
experiencias, viendo si era capaz de dar a luz. Quiero
decir, por Dios, primero tendría que tener sexo. Al
instante me sonrojó, pensando en el Dra. jáuregui. De
Lauren.
Me sonrojo y tiemblo de nuevo cuando entro en la sala
de examen y cierro la puerta. Una parte de mí hizo un
puchero de que tendría que volver a aburrir al Doctor
Petite. Pero entonces, al menos lo que sucedió la última
vez no volvería a suceder.... Sabes, cuando me puse
húmeda, notablemente, con solo mis bragas, justo en
frente de la Doctora Jáuregui.

Me encogí, sonrojándome ante la idea mientras me


sentaba en el borde de la mesa, de espaldas a la puerta.
El examen fue realmente agradable,no estéril y todas las
luces fluorescentes como la mayoría de los lugares. La
iluminación aquí se redujo, el piso de madera dura, los
muebles de la parte superior de la línea eran hermoso.
Espero que no se haya dado cuenta, Lauren, es decir, la
semana pasada con mis bragas. Si lo hubiera hecho,
ciertamente no había dicho nada. Pero, de todos modos,
una parte de mí se sintió aliviada de ver al Doctor Petite,
y que no se mojaba mis bragas.
Jugueteo con mis manos, mirándolas y sonrojándome
nuevamentemientras vuelvo a jugar como colegiala
enamorada de la magnífica doctora.
La busqué en Google, como un bicho raro. Sabía que
ella era la jefa de esta clínica y tenía un gran respeto en
el mundo de la medicina prenatal y neonatal. Sabía que
era una de las médicos más jóvenes que alguna vez se
había convertido en la jefe de una clínica de este
prestigio, o cualquiera, en eso. Tenía treinta y dos años
y no estaba casada. Sin novia ni nada tampoco, por lo
que pude ver al acechar su página de Facebook. 
Sentí que el calor se colaba hacia arriba, recordando
cómo había observado las fotos en su página, ella
sudando y sonriendo después de correr un triatlón.
Lauren parecía deliciosa con tan solo un par de
bañadores cortos y perfectamente ajustados, sin camisa
solo un sujetador deportivo y luciendo como una jodida
diosa en la playa.

Oye, era virgen, pero una chica tiene pensamientos.


Recordé las últimas noches de la última semana,
jadeando bajo las sábanas de mi dormitorio mientras
mis dedos se deslizaban entre mis piernas. Recordé
gimoteando en mi almohada y fingiendo que eran sus
manos las que me separaban las piernas y me decía lo
que iba a hacer para...
—Camila.

Casi chillé cuando la voz de mi travieso sueño atravesó


la habitación, desde la puerta detrás de mí que no había
escuchado abrir. Me congelé,la sangre se convirtió en
fuego en mis venas y mi corazón saltó en mi garganta.
Esa voz. Esa profunda, resonante y poderosa voz que
desencadenó algo dentro de mí. Lauren.

La voz detrás de mí era la doctora Jáuregui, y cuando la


escuché entrar y cerrar la puerta con un fuerte clic
detrás de ella, sentí que todo mi cuerpo temblaba.

—Te he estado esperando, Camila.

Oh Dios.

PARTE 2

Lauren

FUE EL AROMA DE SU CHAMPÚ QUE ME GOLPEÓ


PRIMERO, tal como lo había hecho la última vez: algo
sutil y floral, con un toque cítrico que me volvía
jodidamente salvaje.

Gruño para mis adentros mientras inhalaba


bruscamente, llenando mis sentidos con ella mientras
mis ojos la beben. Joder ella era hermosa incluso
sentada de espaldas hacia mí, todo sobre ella hizo que
mi verga se hinchara en mis pantalones, palpitando con
toda su longitud entre mis muslos mientras mis bolas
hormigueaban. 
Ese cabello largo y castaño  sin restricciones y cayendo
por su espalda flexible. Esos hombros traviesos y sus
brazos desnudos bajo la blusa de manga corta. Ese
pequeño y dulce culo en forma de corazón suyo, posado
en el borde de la mesa de examen. Llevaba pantalones
de yoga -Dios bendiga los pantalones de yoga- que
abrazaba cada dulce y tentadora curva de ese pequeño
melocotón de un trasero tan jodidamente perfecto que
todo lo que hizo fue hacer que mi pene palpitara aún
más fuerte.

—He estado esperando por ti, Camila. —ronroneo.

Y lo había sido. Dolorosamente. Me estaba volviendo


loca haciéndolo. La última vez fue peligroso. La última
vez, estuve cerca de tirar toda mi carrera por este ángel,
y lo hubiera hecho, si me hubiese preguntado.Pero
donde la última vez había sido un error, esta vez fue
todo mío. Esta vez, me había asegurado de que Roger
Petite estuviera preocupado con otros pacientes. Porque
esta vez, no habrá confusión, no habrá errores. Esta
vez, ella sería mía.
Camila  Cabello, mi puta obsesión. Mi lujuria devorada
por su cuerpo. Primero, iba a hacerla rogar. Segundo,
iba a hacerla mía.¿Y tercero? Bueno, el tercero era la
mejor parte. En tercer lugar, estaba yo poniendo un
bebé en ese fértil y joven útero. Y después de eso, ella
sería mía. Después de eso, la robaría de todo esto si
tuviera que hacerlo.
Me había perdido en el mismo instante en que entré a
esta misma habitación la última vez, una semana antes.
Estaba acabada en el momento en que puse los ojos en
ella, y olí ese champú, y vi esa inocencia increíblemente
dulce en sus ojos. Ella había abierto esos labios
tentadores y rosados, y yo había estado perdida. A la
mierda el código de conducta médica. Olvida el
profesionalismo. La quería y, desde entonces, solo
había empeorado un millón de veces. Desde entonces,
ella había consumido todos mis pensamientos y
mantuvo mi verga dura casi una semana entera. Desde
la última vez.

UNA SEMANA ANTES:

—ENCANTADA DE CONOCERLE, Doctora Jáuregui.

Joder. La forma en que mi nombre rodó por esa suave


lengua y por esos dulces labios hizo que mi cuerpo
zumbara por la necesidad. La forma en que se ruborizó
sus mejillas ardiendo mientras miraba hacia otro
lado,como si estuviera avergonzada. Me acababan de
presentar a esta criatura perfecta, después de explicar el
error de programación con el doctor Petite.

—Son. — Trago saliva espesa, sus brillantes ojos se


lanzaron a los míos. Cristo, esa piel suave, con ese
cabello castaño oscuro ,increíblemente linda me hizo
ahogarme en ella ya.

—¿Estamos haciendo un examen hoy?

Ella estaba nerviosa. Lo tengo. Después de todo, no es


como si un examen de fertilidad fuera una brisa, pero no
ayudó que no fuera el médico que había estado viendo
en las primeras visitas a la clínica.

—No, señorita Cabello, no lo estamos.

Deseo. Dios me ayudé, la deseaba. Olvide el


profesionalismo y los límites, y mis propios juramentos.
Olvida a la doctora en mí. El maldito medio hombre de
las cavernas en mí quiere tocar cada centímetro de su
cuerpo. Ella estaba sentada allí con sus pantalones de
yoga negros y un top sin mangas, gris y suelto, con el
pelo desabrochado y cayendo por un  hombro, y un labio
suave, suculento y brillante atrapado entre sus dientes.
Quería arrancarle esa prenda pieza por pieza, como un
regalo para que desenvolver hasta que estuviera
desnuda frente a mí. Y luego, quería sentir lo suave que
era esa piel. Quería ver si sus pezones eran tan rosados
como sus mejillas, y quería extender esas lindas piernas
y pasar mi lengua por ese coño que solo podía imaginar
probarlo como si fuese un caramelo. De alguna manera,
me tranquilice. Cómo, no estoy del todo segura.

—No, hoy es todo exterior. Estamos utilizando la nueva


tecnología de imágenes externas para echar un vistazo
a todo lo que hay dentro. Es un poco como un
sonograma.

Ella asintió, todavía mordiéndose el labio nerviosamente


de la manera más tentadora, hasta el punto en que
apenas podía concentrarme en hacer las palabras.

—¿Por qué no pasa y te recuestas?

Entonces quiero que extiendas tus piernas, hagas que


tus rodillas vuelvan a tus hombros, y me muestres lo
húmedo que está ese coñito apretado.

Gruñí para mis adentros, mi mandíbula se tensó


mientras trataba de calmarme.
—¿Me gusta esto?

Joder, su voz era tan dulce, como la miel, y la forma en


que me miró mientras estaba recostada en la silla
reclinada del paciente había algo que chispeaba dentro
de mi pecho.

—Así.
Agarré el dispositivo de imágenes, realmente era como
un sonograma, y me volví hacia ella.

—Levanta tu camisa.

Lo gruñí, como una demanda. Como si le estuviera


diciendo a alguien que acababa de traer a casa para
hacerlo, y no a un paciente. Mantén un maldito control
de ti misma.

—Sobre tu estómago—, agregué rápidamente, viendo el


rubor en sus mejillas.
Pero Camila asintió y lentamente, se había agachado y
había levantado la parte superior. Gemí para mí misma.
Esa piel intachable. Ese pequeño y suave vientre, la
curva fácil de sus caderas. La pequeña visión de la parte
inferior de un sujetador de encaje azul claro.... Estuve
dura como una roca en un maldito segundo. Todo mi
puto cuerpo estaba zumbando mientras me acercaba a
ella, mirándola estremecerse cuando me acercaba.

—Y necesito que te bajes un poco los pantalones de


yoga.
Camila jadeó silenciosamente, su pecho subía y bajaba
mientras sus ojos se dirigían a los míos.

—¿Qué?

—No todo el camino, solo para no obstaculizar las


imágenes.

—Oh, correcto.

Ella forzó una sonrisa, pero todo lo que había hecho era
resaltar lo nerviosa que estaba. Todo lo que hizo fue
hacerla parecer aún más inocente, y más completa y
totalmente follable.

—Un poco más, Sra. Cabello.

Lo hizo, tirando de la cintura elástica aún más, y


mostrándome más de ese vientre liso, y el suave surco
de sus caderas. Todo el camino hasta que alcancé el
borde de sus bragas de encaje azul, haciendo coincidir
el sujetador.Gruñí. No pude evitarlo, y para entonces
honestamente no me importaba. No sé si ella incluso me
escuchó, pero sus mejillas todavía estaban sonrojadas
de un rojo brillante.

—Soy médico, señora Cabello. —, dije en voz baja.

Pero en mi cabeza, te puse de rodillas con ese cabello


envuelto alrededor de mi puño y tus labios carnosos
envueltos alrededor de mi verga.Ella ríe nerviosamente,
sacudiendo la cabeza.

— Lo sé, lo siento. Estoy siendo extraña.

—No lo eres.

—Solo estoy nerviosa es todo.

Sonreí, poniendo una mano en su brazo. Estaba


destinado a dar comodidad. Estaba destinado a calmar.
Hizo exactamente lo opuesto, para mí al fin. Para mí,
hizo rugir mi sangre. Para mí, tocar esa piel suave y
cálida hizo que el animal dentro de mí gritara como una
bestia, y mi verga palpitara con fuerza contra mi muslo.
Podía sentir mis bolas hormigueando, llenas de esperma
para ella.Tosí.

—Vamos a empezar.
La varita estaba caliente, pero, de todos modos, pude
ver su piel temblar con piel de gallina cuando la moví
sobre su estómago.

—Entonces, estos son tus ovarios—, murmuré, mis ojos


en la pantalla junto a nosotras.—Trompas de Falopio, el
útero ...

"Que quiero llenar con cada jodida gota de mi esperma


pegajoso. Iba fuera de los putos rieles aquí con ella,
pero no podía parar. Estaba consumida por ella, por
toda ella. La forma en que su cabello olía, la forma en
que sonreía. La forma en que quería protegerla. Sí,
sabía por qué estaba allí, y sabía que no era que de
repente se interesara a sus diecinueve años en lo fértil
que era. No, sabía el nombre de Cabello y lo que su
padre era capaz, y yo sabía de qué mundo era. Esta no
era la primera vez que veía a los descendientes de los
súper ricos en esta clínica para asegurarse de que
pudieran "continuar la línea". Joder, ¿qué? Gruñí para
mis adentros, volteándome y mirando la pequeña
sonrisa en sus labios perfectos mientras miraba la
pantalla. Tan jodidamente hermoso, y dulce, e inocente.
Tan jodidamente mía. Y al instante, supe que era
verdad. O lo sería en un instante, el rugido dentro de mí
se convirtió en una resolución feroz. Ningún otro vería
cuán fértil era. Nadie más que yo. Nadie más tocaría a
este ángel perfecto.

—Vamos un poco más abajo y revisemos su cuello


uterino.

Lentamente moví la varita más abajo, hasta que choqué


con sus manos que sostenían la cintura de sus
pantalones.

—Durante todo el camino, Sra. Cabello —, casi


jodidamente gimoteé, la sangre rugió en mis oídos
cuando dejé que mi mirada se clavara en ella.

Joder profesionalismo. A la mierda ser su doctora. Todo


lo que estaba en ese momento era una mujer. Una
mujer que había visto lo que quería.... Y ahora está
mujer quería ver más de lo que era suyo. Camila se
mordió el labio, jadeando en silencio antes de asentir.

—Oh, correcto. Por supuesto, doctora.

Fóllame más duro, doctor. Mi verga hincho, palpitando


fuerte como una roca contra mi pierna. Camila se lamió
los labios, esa suave lengua rosada salía para mojarlos
cuando lentamente enganchó sus pulgares en la cintura
de sus pantalones de yoga y los empujó hacia abajo.
—Más.

Gruñí, como alguien que apenas aguanta. No me


importó. Camila jadeó en silencio, su rostro rojo brillante.
Pero ella los bajó aún más cuando comencé a mover la
varita sobre su vientre inferior. Y ahí estaba. Santa.
Mierda. Se había quitado el apretado material negro casi
por encima de las bragas, y allí, justo en el medio de
ellas, justo entre sus piernas, había una pequeña
mancha oscura y húmeda.

El resto del mundo desapareció para mí por un segundo,


todo mi ser estaba fijo en la mancha de sus bragas
apretadas sobre sus labios, y el letrero de los pequeños
cuentos se filtró. Camila Cabello no estaba nerviosa.
Camila Cabello estaba jodidamente excitada.
Yo quería arrancarlos. Quería poner mi cara entre sus
muslos, inhalar el dulce olor de ella y luego lamer ese
pequeño coño a través de sus bragas hasta que llegara
a toda mi lengua.El resto del breve examen fue borroso.
Recuerdo que gruñí acerca de que todo estaba en
orden, y que mi opinión profesional era que ella era
perfectamente capaz de tener hijos.

Pero dentro de mí tenía una opinión ligeramente


diferente: ella no era sólo capaz de tener hijos, ella era
capaz y jodidamente estaba destinada a llevar a mis
hijos. Se puso su ropa en su lugar después, y saco ese
pequeño culo perfecto de la silla de examen. Ella se giró
y me sonrió, su cara aún sonrojada y brillante,y sus ojos
claros chispeando. Me estrechó la mano y, una vez más,
tocarla así, por muy inocente que fuera, casi hizo que la
empujara hacia mí, aplastando mis labios con los de
ella, y luego mientras la besaba le arrancaría la ropa de
su pequeño y apretado cuerpo.

Presente:

Y LUEGO, ella se había ido, dejando solo la sensación


de su suave piel, el aroma de su cabello, y la imagen de
sus pequeñas y húmedas bragas grabadas
permanentemente en mi cerebro. Apenas había salido
de la habitación cuando me rompí los pantalones, saqué
mi verga dura y comenzó a acariciarme. Gruñí,
imaginando lo dulce que su coño probaría en mis labios,
cuán suaves serían sus llantos cuando la reclamé como
mía. Qué jodidamente sexy se vería toda hinchada con
nuestro hijo. Gemí, mi puño agarrando el borde de la
mesa con fuerza, y tan cerca de rociar mi semen a
través de la superficie del escritorio, cuando me detuve.
No.No así. No después de haber tenido un vistazo de lo
que podría ser mío. 
Y no solo podría, lo haría, porque había decidido allí
mismo, cual quiera que fueran las consecuencias,
Camila  Cabello sería mía.
Suelto mi verga jadeando, y siento mis bolas adoloridas
en señal de protesta. Pero no, no desperdiciaría ni una
gota de semen. Nunca, porque de ahora en adelante,
cada gota pegajosa era para ella. Inmediatamente llamo
a la recepcionista y le pido que llame a la Sra. Cabello
para reservar un último chequeo.

—¿Con el Doctor Petite? Fruncí el ceño.

—Sí. Por supuesto.

Me encargaría de esa parte más tarde. Me aseguraría


de que él nunca la viera, y eso hice.

Y ahora aquí estábamos, en la misma habitación, mi


sangre rugiendo en mis oídos, mi verga estaba dura
como una roca abultada en mis pantalones y mis bolas
pesadas e hinchadas de semen para ella.

—Te he estado esperando, Camila —ronroneé.

Ella jadeó en silencio, tensándose antes de girar


lentamente para mirarme por encima del hombro. Y
joder, mi corazón se derritió. Esos bonitos ojos, esos
labios carnosos, su linda y pequeña nariz. Se deslizó
fuera de la mesa de examen y se giró, sus manos
jugando entre sí y su pecho subiendo y bajando. Sus
mejillas se volvieron rosadas de nuevo, y sus hermosos
ojos brillaron cuando levantaron la vista para
encontrarse con mis ojos.

—Hola, doctora Jáuregui —respiró. —Yo- yo no sabía


que...

—Quítate la ropa.

Gruñí las palabras, mirando y sintiendo mi pene palpitar


cuando vi el rubor ardiente más caliente sobre sus
mejillas.

—¿Qué-qué? — Ella jadeó en silencio.

—Quítatelos. —Me moví a través de la habitación hasta


que estuve justo en frente de ella, casi tocándola.

Ella gimió: Jesucristo, ella maldijo gimiendo, abriendo


levemente su boca mientras me miraba con esos
grandes ojos. Y allí mismo, lo sabía. Justo allí, sabía que
esto no estaba en mi cabeza. Porque todo lo que vi en
esos bonitos ojos de ella, era querer.... Y yo iba a darle
todo lo que ella quería.
—Quítate la ropa, Camila. — ronroneé, mis ojos nunca
dejaron los de ella. —Ahora mismo.

PARTE TRES

Camila

MI CUERPO ENTERO TEMBLÓ, y pude sentir un


escalofrío de algo caliente y perverso burlarse de mí.
Por un segundo, pensé que era miedo que se sentía
propiciándose dentro de mí. Pero luego me di cuenta de
que era otra cosa: emoción.

No sería el viejo Doctor Petite haciendo el examen ese


día, iba a ser ella. Lauren. Sería ella poniendo sus
manos sobre mi piel, y diciéndome que me desvista, y al
verme. Que sería ella quien me toque, y me mande, y
dejaría que el calor de su cuerpo perfecto irradie a
través de mí en la pequeña sala de examen.

Mi pulso rugió en mis oídos, y pude sentir un hormigueo


que se extendía por cada centímetro de mi piel. Sabía
que esto estaba mal, sabía que era una tontería estar
tan emocionada y excitada y, bueno, encendida por mi
médica. Y sabía que desnudarme era algo que podría
haber esperado para un examen como este. Pero
entonces, la forma en que acababa de decir era tan ...
exigente, que había encendido algo dentro de mí. No
era la forma en que un médico podría decirle a un
paciente que se desnude, era la forma en que un
amante podría decírselo....

No es que tuviera ninguna experiencia con eso.Pero,


mal o no, no había forma de negar cómo me sentía, y
cómo la perspectiva de quitarme la ropa frente a la
doctora Jáuregui me asustaba y me excitaba tanto que
apenas podía soportarlo. Y quería ... en
realidad,realmente quería hacerlo, de esta manera loca
y electrizante. Pero entonces...

Me mordí el labio, mi respiración se aceleró rápidamente


cuando tragué saliva.

—Déjame llamar a una enfermera.

Mierda. Ella había tomado mi vacilación por sentirme


incómoda. Y, bueno, sí, estaba bastante segura de que
se suponía que debía de haber una enfermera en la
habitación cuando me desvestí delante de un médico.
Pero entonces, no quería a nadie más aquí, porque tan
equivocado como era y tan malo era el pensamiento,
quería desnudarme solo para élla y para ella. Lauren
comenzó a mirar el teléfono en la pared.

—Espera, yo.Está bien.


Las palabras salieron de mis labios rápidamente, y pude
sentir mi pulso acelerarse mientras se congelaba, sus
hombros se apretaron antes de volverse hacia
mí.Tragué.

—Yo ... no me importa.

Dios, ahí estaba, esa mirada feroz, y esa hambre


grabada en su mandíbula cincelada.

—Eres una doctora después de todo. —Dije en voz baja,


sin aliento.

Vi la chispa que ardía en sus ojos cuando se volvió


completamente hacia mí. Lentamente, sonrió
hambrienta.

—Muy cierto. Y hoy, Camila, soy tu médico.


Me estremecí cuando me incliné para comenzar a
desabrocharme la blusa.
Lauren no se movió. No hizo un solo movimiento para
mirar hacia otro lado, o incluso parpadear. Sus
magníficos ojos se limitaron a enfocarse en mí, su
mandíbula apretada, una tormenta gestando detrás de
su rostro. Temblé cuando terminé con los botones,
quitándome la blusa y colocándome sobre la silla cerca
de la pared. Tragué saliva, todo mi cuerpo temblaba de
emoción y expectación mientras lentamente alcanzaba
la cintura de los pantalones negros de yoga que había
llevado.

—Quítatelas, Srta. Camila. —Ronroneó en voz baja, su


profunda, resonante voz de palpitante a través de mi
cuerpo.
Jadeé más rápido, con el corazón acelerado mientras
los sacaba lentamente, sobre mis bragas y mi trasero, y
luego por mis piernas, inclinándome para despojarlos de
un pie. Deseé muchísimo haberme puesto algo más
sexy que solo un sujetador negro y bragas, unos que ni
siquiera coinciden en eso. Pero, Dios, ¿por qué
debería? ¿A la oficina del doctor? Quiero decir, si
hubiera sabido que era ella quien me vería ese día, tal
vez ...

Sentí que mi cuerpo se estremecía, mis pezones se


fruncían en pequeños puntos debajo de mi sujetador, el
calor inundaba mis muslos. Joder, ¿porqué demonios
estaba tan enojada estando en una habitación pequeña
y cerrada con esta mujer?

Me incliné para quitarme los pantalones de yoga del otro


pie, cuando comencé a perder el equilibrio. Al instante,
su mano estaba allí, agarrándome firmemente del brazo
y manteniéndome en pie. Oh.Oh, es por eso por lo que
estaba tan enojada en estar en una habitación pequeña
y cerrada con esta mujer. Porque su toque me convirtió
en una maldita gelatina. Porque su mano en mi brazo
envió un fuego ardiendo a través de mí y un sucio y
travieso pulso dentro entre mis muslos.

—¿Demasiado frío? —Ronroneó, arqueando las cejas


divertida mientras me estremecía bajo su control.

—N-no. — Apenas susurré, parada justo en frente de la


hermosa e increíblemente sexy mujer mayor de mis
fantasías, en solo un sujetador y bragas. Demasiado
calor, tal vez, pensé para mí misma. Tan malditamente
caliente que me haces estremecer cuando me tocas.

—Vas a subirte aquí. —Finalmente murmuró, rompiendo


el hechizo mientras suelta mi brazo y se daba la vuelta
para acariciar la silla del examen.

Me estremecí cuando hice lo que me dijo, trepándome al


suave y lujoso asiento y recostándome. Me lamí los
labios, sintiéndome tan traviesa, incluso si ella era un
médico, simplemente sentándome frente a ella en solo
ropa interior. Pero entonces, no había mucho "doctora"
sobre la forma en que sus ojos se deslizaron sobre mí,
dejando un pulso caliente a su paso. Mis pezones se
endurecieron bajo esa mirada, golpeando obviamente
contra mi delgado sujetador, incluso con lo cálida que
estaba la habitación.

—Comenzaremos con otra ronda de lo que hicimos la


semana pasada,solo para asegurarnos.

La doctora Jáuregui mantuvo sus ojos fijos en los míos


mientras recogía el instrumento de la semana anterior y
lo llevaba a la mitad de mi sección. Y al igual que la
semana anterior, lo colocó contra mi piel cuando el
monitor junto a nosotros parpadeó. Pero luego, bajó su
otra mano, y de repente, su palma estaba plana contra
mi vientre.

Oh Dios...Temblé, su mano cálida y poderosa me tocó


entre el ombligo y el borde de mis bragas. Uno de sus
dedos estaba tocando el borde de ellos, y era todo lo
que podía hacer para no gemir allí mismo. Apreté mis
piernas juntas, masticando locamente mi labio inferior
mientras sentía el crudo calor de ese toque hormigueo
directo a mi centro.
Lauren comenzó a mover el instrumento nuevamente
alrededor de mi piel, pero esta vez, no estaba mirando la
pantalla. Esta vez, estaba jadeando, con la boca abierta
y los ojos encapuchados mientras observaba su mano
apoyada en mi piel. 
Bajó el instrumento con la otra mano, y el que
descansaba sobre mí lentamente se desplazó hacia
abajo y hacia abajo. Estaba empapada, tan mojada que
sabía que estaba haciendo un desastre con mis bragas.
Mis pezones se tensaron contra mi sujetador, y estaba
segura de que mi jadeo era lo más ruidoso en la
habitación. 
Pero la doctora Jáuregui no pareció darse cuenta. Ella
movió su mano más abajo, hasta que la mitad de su
mano descansaba sobre mis bragas y mi montículo
debajo de ellas.Y luego, de repente, se alejó.La
respiración que ni siquiera sabía que estaba
conteniendo salió de mí apresuradamente. Lauren se
volvió y me sonrió, pero no era una sonrisa "doctora",
era algo absolutamente hambriento.
Rodó las mangas de su camisa blanca hasta el codo, y
gemí por dentro.Tinta de tatuaje y músculos durante
días. Quiero decir mierda, esos antebrazos se ondularon
cuando se fue a la otra manga, ¿y los tatuajes? Mis ojos
trazaron la tinta y los diseños, sintiéndome más y más
como una pervertida total por codiciar a mi maldita
profesional médico.¿Pero en serio? Los doctores no
deberían estar tan calientes.

—Bueno, esa parte está hecha. —Murmuró, sus ojos


arrastrando mi cuerpo casi desnudo hasta que se
encontraron con mi mirada con un destello caliente. Ella
sonrió, y me derretí debajo, mirándola deslizarse sobre
su mandíbula cincelada, y sus pómulos magníficamente
construidos, e incluso esos pequeños hoyuelos en la
esquina.

—¿Esa parte?

Ella sonrió de nuevo, pero esta vez regresó a esa


mirada que tenía un matiz de hambre y una promesa
peligrosa.

—Bueno, todavía tenemos el examen para hacer hoy.


Mi estómago se sacudió.

—¿El qué?

—El examen, Camila. —gruñó, esa feroz hambre


ardiendo en su rostro. Ella se acercó a mí.

—Tenemos que hacerlo hoy.

—¿Lo hacemos? —Chillé.Oh Dios, oh Dios, oh Dios ...

—Sí, lo hacemos, Camila. —Ronroneó.

Su brazo se extendió, y de repente, sus dedos rozaron


mi cadera, apenas, pero lo suficiente como para enviar
un relámpago a través de mí.
—Llamaré a la enfermera.

Ella comenzó a girar, cuando de alguna manera, las


palabras salieron de mi boca.

—No—tragué saliva. —No, está bien. —Dije en voz


baja.
¡No, eso no está bien! Grité por dentro. ¿Qué demonios
estás haciendo? Esta mujer no podría examinarme, no
así, y no ahora. Quiero decir,obviamente, cada sucia
fantasía que tuve sobre ella durante la última semana
dijo que sentía lo contrario, pero sabía que, si lo hacía
ahora, vería cuán malditamente mojada estaba. Olería lo
excitada que estaba por ella.... Para mi doctora. Quiero
decir, ¿qué tan mortificante es eso?

—¿No? —Ella sonrió, volteándose hacia mí y


levantando sus mangas, haciendo que sus antebrazos
tatuados se ondularan. —Solo tú y yo,entonces. —
Gruñó.

—Sí. —Susurré.

—Perfecto. Si somos solo nosotros dos, podemos


comenzar. —Ronroneó.
Juré que oí un gruñido bajo en su garganta cuando se
acercó más y más, hasta que estuvo sobre mí. Se
inclinó, sus manos se movieron a cada lado de mi
cabeza en la suave silla detrás de mí mientras se
inclinaba más cerca. Jadeé cuando sentí que sus labios
apenas rozaban mis oídos.

—Entonces, ¿por qué no me extiendes esos bonitos


muslos, Camila?

PARTE CUATRO

Camila

¿ QUÉ? Estaba escuchando cosas, lo sabía. Mis


pensamientos inmundos y malvados sobre esta mujer 
finalmente me habían alcanzado, y oficialmente estaba
escuchando cosas. Tenía que ser mi cuerpo y mi
cabeza jugando a los trucos, después de una semana
completa de fantasear con ella. Sabía lo que creía haber
escuchado, pero no había manera de que realmente lo
tuviera. ¿Correcto?Parpadeé, mi aliento se aceleró
cuando me estremecí y miré sus profundos y oscuros
ojos.

—¿Doctora?
Había algo tan caliente en estar tan expuesta frente a
élla así, casi desnuda .Sabía que era médico, y que esto
era un consultorio médico, pero no cambió nada. Había
ido mucho más allá de buscar a Lauren como
profesional médico, y en su lugar la veía como una
fantasía real, viviente, que respiraba y me derretía las
bragas. Y con ella parada sobre mí de esa manera,
como si me estuviera inmovilizando en la maldita silla
del examen, las fantasías de la última semana se
estaban volviendo muy, muy reales.

—Dije. —Ronroneó, bajando más cerca otra vez, hasta


que por un segundo pude haber jurado que iba a
besarme.—Extiende. Esos. Bonitos. Muslos amplios
para mí.

Y gemí. Dios me ayudé,cuando gruñó esas palabras


casi contra mis labios, todo mi cuerpo se estremeció
como si alguien hubiera enviado corriente eléctrica a
través de mí, y gemí.

—Para el examen, por supuesto. —Agregó Lauren con


una intensidad tranquila. Sus ojos fieros y cautivadores
se clavaron en los míos, y pude sentir el calor de su
cuerpo contra mi piel desnuda.
—Por supuesto. —le susurré, mi corazón martillando un
millón de millas por hora en mi pecho mientras asentía
lentamente.

—Me gusta ese color en ti. —Murmuró, mirando hacia


abajo y dejando perfectamente en claro que sus ojos
estaban atraídos por mi sostén, y luego bajó a mis
bragas. Me sonrojé ferozmente.

—Gracias.

—El negro es increíblemente sexy contra tu tono de piel.


—Murmuró la doctora Jáuregui con la mandíbula
apretada. Sexy. Acababa de decir que mi ropa interior
era sexy. Yo diría que las cosas estaban empezando a
cambiar a la izquierda del profesional, pero entonces,
estaba bastante segura de que estar sentada en mi
sostén y mis bragas a solas con ella después de que me
dijera que extendiera mis muslos significaba que ya
habíamos pasado eso. La idea me hizo temblar con una
especie de emoción traviesa.

—Comencemos entonces. —Ronroneó con esa


profunda voz, antes de que sus ojos se deslizaran de
vuelta a mis bragas otra vez.

—Conseguiré estos para ti.


Jadeé cuando sus dedos se deslizaron por la parte
exterior de mis piernas, dejando calor y deseo a su
paso. Deslizó sus dedos bajo la cintura de encaje de mis
bragas, y pude sentir cada nervio en mi cuerpo ardiendo
con anticipación. Esto realmente estaba sucediendo.
Una mujer estaba a punto de quitarme las bragas y
verme por primera vez. Bueno, una mujer además de
mi... Me sonrojé, dándome cuenta de lo cerca que había
estado en mi cabeza de decir " además de mi médico".
Sabía lo que se suponía que significaba: que nadie me
había visto íntimamente. Pero cada cosa sobre ese
momento se sintió bastante intimidante.
Y me encantó eso .Algo se sintió, tan loco como incluso
lo fue pensarlo, este momento el más íntimo de mi vida.
Algo sobre Lauren lo hizo así. Fuera cual fuera el
magnetismo que tenía, me atraía y me hacía desear
este momento con ella. Y ahora que estuvimos aquí, se
sintió bien. Sentí que había esperado esto por mucho
tiempo para que pudiera ser ella. Y sabía lo insano y
loco que sonaba incluso en ese momento, pero no me
importó.

Lentamente, sus dedos se apretaron en el borde de


encaje de mis bragas,y comenzó a tirar de ellos hacia
abajo. Temblé, el calor ardiendo a través de mi cuerpo
cuando esta mujer magnífica y dominante tiró
lentamente de mis bragas. Mi vientre inferior estaba
expuesto, y luego más de mis caderas, y mi montículo,
hasta que, con un jadeo apenas contenido de mis labios,
mi coño se le reveló.

Empezó a tirar de las bragas hacia abajo, cuando de


repente, se atascaron. Toda mi cara, y probablemente
todo mi cuerpo, se sonrojó, mientras la delgada tira de
tela entre mis piernas se pegaba a mi pegajoso coño
mojado y resbaladizo.
Lauren gruñó. Jadeé, mirando hacia abajo para ver su
mandíbula apretada y sus ojos ardiendo.

—Hermoso. —Murmuró, con los ojos fijos en el lugar


resbaladizo y húmedo entre mis piernas que nadie había
visto.

—¿Qué-qué? —Apenas me atragantó.


Lauren levantó la vista.

—Me escuchaste, Camila. —Dijo con esa intensidad


melancólica y silenciosa que me había provocado tanto
y goteaba en primer lugar.—Eres jodidamente hermosa.

Oh Dios.Me estaba convirtiendo en gelatina frente a ella


cuando se movió, sus manos se deslizaron por mis
muslos cuando comenzó a separarlos. Sin guantes. La
doctora no estaba usando guantes mientras sus fuertes
manos se deslizaban sobre mi piel. Gimoteé, todo mi
cuerpo dolía por más de su toque mientras se movía
más alto. Sus manos eran tan suaves,pero firmes y
fuertes.Se movió más y más alto, haciéndome jadear en
voz alta. Los dedos se deslizaron por los pliegues donde
mis muslos solo tocaban mi coño, y esta vez, no pude
evitar el gemido que brotó de mis labios.

—Buena chica. —ronroneó, moviendo las yemas de los


dedos hacia arriba y hacia abajo por el mismo pequeño
pliegue, una y otra vez hasta que jure que mis caderas
se movían contra sus manos.

Ella no dejaba de molestarme cuando llegó tan cerca de


tocarme donde nadie lo había hecho antes.... Y luego lo
hizo. Gemí. No había posibilidad de esconderlo, pero
para entonces, estaba bastante segura de que no podría
tenerla de todos modos.

Sus dedos fuertes se deslizaron directamente entre mis


labios lisos y suaves, trazando sobre mi abertura y sobre
mi clítoris, haciéndome gritar. Sus dedos se empujaron
entre mis pliegues, abriéndome para su penetrante
mirada. Su pulgar rozó mi clítoris, haciéndome jadear
mientras todo mi cuerpo cobraba vida para ella.
—Mmm. —Gruñó Lauren, sus ojos deslizándose por
cada centímetro de mi cuerpo hasta que su mirada feroz
y hambrienta estaba fija en la mía.

—Buena reacción, Camila.

—¿Oh? —Grité, tragando espesamente y tratando de


evitar que otro gemido se colara de mi boca cuando
comenzó a frotar mi clítoris con lentos y burlones
pinceles de su pulgar.

—Sí. —gruñó, su mirada feroz. —¿Por qué no


probamos eso otra vez?
Jadeé, asintiendo lentamente con la cabeza.

—Sí, por-Ooh ...

Gemí en voz alta, cayendo por completo cuando su


fuerte pulgar rodó sobre mi dolorido clítoris, una y otra
vez. Se movió lento y deliberadamente,enviando un rayo
a través de mi cuerpo mientras jugueteaba con mi
pequeña protuberancia. Grité, gimiendo por élla
mientras enviaba chispas de electricidad a través de mi
cuerpo.

—Muy bien, Camila. —gruñó Lauren, sus ojos se


arrastraron hacia los míos.
Deslizó un dedo contra mi abertura. Nunca había tenido
sexo, pero montar a caballo cuando era más joven
significaba que hacía tiempo que había perdido mi
himen. Y, sin embargo, nadie aparte de un médico, y un
médico en una circunstancia muy diferente, había
sentido alguna vez dentro de mí. Lauren estaba a punto
de ser la primera.... Y no era lo único por lo que quería
que fuera la primera.
Metió su dedo dentro y lo acurrucó contra ese dulce y
perfecto lugar interior, y supe que estaba perdida.
Tumbada allí, totalmente a su merced con esos
hermosos ojos fijos en los míos y sus dedos y pulgar
haciendo cosas a mi cuerpo que nadie alguna vez tuvo,
supe que estaba perdida.

Sabía que era suya.


Deslizó un segundo dedo dentro, y gemí cuando mis
caderas se balancearon para encontrarla ansiosamente.
Lauren se rio entre dientes, llevándose la otra mano al
estómago y descansando la palma allí.

—Tan jodidamente ansiosa—Gruñó, su mandíbula


temblando. —¿Estás tan emocionada por el Doctor
Petite? Estas jodidamente mojada.

—¡No! —Jadeé en silencio, negando con la cabeza.


—¿Y qué hay de cualquier otro hombre? —Replicó
humildemente, con los ojos destellando fuego. —¿Hay
otros hombres que...

—No hay otros. —dije en voz baja, mordiéndome el


labio. —Ahí.

Aparté la vista, pero de repente, su mano estaba


ahuecando mi mandíbula, y suavemente volviéndome a
esa mirada feroz.

—Nunca ha habido otro, ¿verdad, hermosa?

Tragué saliva, mi cara se sonrojó y negué con la


cabeza.

—No.

—Bien.

La palabra gruñó de sus labios, y ese fuego en sus ojos


ardió aún más cuando permitió que me penetraran. Se
movió más cerca de mí, casi como si estuviera a punto
de acercarse a la silla conmigo. Sus dedos sedeslizaron
dentro de mí, acariciándome tan perfectamente como su
pulgar rodó sobre mi clítoris una y otra vez, haciendo
que mi cuerpo se derritiera por ella.
—Dulce y mojado. —Susurro. —Me encanta la forma en
que tu pequeño coño responde por mí.

Jadeé bruscamente, jadeando ante sus palabras sucias


y autoritarias.

—No uso términos médicos, Camila. —Murmuró Lauren,


inclinándose hacia mí.—Pueden ser tan fríos y estériles.

Asentí, jadeando mientras su pulgar rodó sobre mi


clítoris.

—Así que quiero utilizar términos familiares con mis


pacientes.

Seguía deslizando sus dedos dentro y fuera de mí,


acariciando contra mi pared interior mientras su pulgar
jugueteaba con mi clítoris una y otra vez,hasta que yo
era un charco para ella. O al menos, dejando uno en la
silla debajo de mí.

—Términos familiares como coño. —Gruñó, curvándose


los dedos dentro de mí y trayendo un fuerte grito de
placer de mis labios. —O clítoris.

Su pulgar se frotó sobre mi pequeña protuberancia dura,


enviando mi cuerpo tambaleándose en éxtasis.
—Después de todo, la razón por la que estás aquí es
para que podamos asegurarnos de que puedas tomar el
semen dentro de este pequeño y dulce coño hasta que
te hinches con un niño.

Mi pulso tronó a través de mí, el jadeo de mis labios


ante sus palabras. Sus dedos se hundieron dentro y
fuera de mí, su pulgar acariciando mi clítoris, y su otra
mano acariciando mi vientre y mis muslos. Lauren se
inclinó más cerca, y cuando sus labios rozaron mi oreja,
el fuego comenzó a brillar fuera de control dentro de mí.

—Y créeme cuando te digo, Camila. —Gruñó  en mi


oído, haciendo que mi coño se apretara alrededor de
sus dedos y los inundara con más de mi excitación
pegajosa.

—Créeme cuando te digo que personalmente me


aseguraré de que puedas.

El fuego se apoderó de mí, y de repente, una sensación


que solo había tenido conmigo comenzó a entrar en
erupción.Oh Dios mío...Me iba a venir.Justo ahí. Para
ella. Para mi doctora. Sus dedos se deslizaron
profundamente dentro y comenzó a doblarlos adentro
como si me estuviera haciendo señas. Su pulgar
comenzó a frotar mi clítoris más y más rápido, y cuando
sus dedos burlones recorrieron mis caderas y mis
muslos y mi montículo, comencé a caer. Lauren se
inclinó nuevamente, sus labios calientes contra mi oreja.

—Sé que estás cerca, hermosa. — Murmuró. —Sé que


este coñito pequeño y apretado quiere correrse tan
jodidamente malo para mí. Sé que quieres darme toda
esa dulce miel y cubrir mis jodidos dedos para que
pueda lamerlos.—Así que sé una buena chica. —Gruñó,
sus dientes raspando sobre mi lóbulo de la oreja
mientras sus dedos entraban y salían y su pulgar rodó
mi clítoris una y otra vez.

—Sé una buena chica y correrte para mí.

Grité y luego sucedió.Me caí por el borde, todo mi


cuerpo se arqueaba en la silla del examen.Comencé a
gritar de placer, cuando de repente, sus labios se
apretaron contra los míos, besándome ferozmente y
tragándome los gritos de placer mientras sus dedos me
hacían venir más fuerte de lo que nunca me había
corrido en toda mi vida.

—Buena chica. —susurró en mis labios. —Y ahora eres


mía.

PARTE 5
Lauren

LA BESÉ HAMBRIENTA, saboreando esos labios


dulces y melosos con los que había estado soñando
durante una semana. Reclamé su boca,junte mis labios
con los de ella y dejé que mi lengua explorara la suya.
Por un segundo, se congeló, como si esto fuera algo
sorprendentemente nuevo para ella a pesar de que
acabara de hacer que se viniera con mis dedos.Y
supongo que lo era. Una virgen. No iba a convertirlo en
un fetiche, pero el hecho de que nadie otro había estado
dentro de ella, que ningún otro la había tocado, ni la
había hecho gemir, ni le había hecho suplicar por más,
ni la había hecho venirse. Convirtió mi verga en un
jodido acero sólido. Ella sería mía y solo mía, siempre.
Sería yo quien le enseñe a suplicar por más... a mí,
quien la hizo venirse hasta que no pudo soportarlo más.
Sería yo quien deslice mi verga entre sus muslos por
primera vez quien sintiera como ese coño apretado,
resbaladizo y joven se extendía alrededor de mi eje y
como se deslizaba cada centímetro de mí hasta que
vaciara mis bolas dentro de ella.
Ella gemía mientras se derretía dentro de mí, el
momento congelado se hizo añicos mientras me
devolvía el beso, hambriento y gimiendo suavemente.
—Sabes quién soy, hermosa. —Gruñí en sus labios, mis
dedos todavía bromeando en ese coño mojado y
caliente que goteaba.

—S-sí, lo hago. —Susurró, jadeando mientras volvía a


juguetear con el dedo sobre su clítoris.

—Conoces mi reputación y posición aquí en la clínica y


en el campo de la medicina en general.

Ella titubeó, sus ojos miraron hacia otro lado mientras


fruncía el ceño.

—Sí, estoy. —Miró hacia abajo, su labio entre sus


dientes. —Lo siento, doctora Jáuregui. Sé que no
deberíamos estar haciendo esto, y sé que te estoy
poniendo en una...

—Camila.

Mi voz era firme, deteniéndola mientras ella, ¿qué?,


¿intentaba disculparse conmigo? ¿Como si esto fuera
algo malo, y de alguna manera era su culpa? Fruncí el
ceño, no enojada con ella, sino enojada con el mundo
en el que había crecido que le había enseñado a
disculparse por lo que acababa de pasar.Me incliné y,
lentamente, dejé que mis labios sellaran los de ella.
La había besado ávida y ferozmente la primera vez.
Esta vez, me tomé mi tiempo. Esta vez, la besé
lentamente, dejando que sus labios se derritieran contra
los míos y dejando que su lengua jugara con la mía.

—Mi reputación, mi posición. todo. —La besé más


fuerte, dejándolasentir cada parte de mí como antes. —
Lo dejaría todo por ti.

El grito ahogado permaneció en silencio mientras


provocaba con sus labios, y la forma en que sus mejillas
se sonrojaron de color rosado y la forma en que sus ojos
se iluminaron hicieron que mi jodido corazón
prácticamente saltara de mi pecho.

—¿Qué?

—Todo eso, Camila. — gruñí. Mis manos se deslizaron


hasta su cintura atrayéndola hacia mí mientras medio
trepaba a la silla y sobre ella.

—Desde el segundo que te vi aquí la semana pasada,


sabía una cosa, y no he dejado de pensarlo, y nunca lo
haré. ¿Sabes qué es eso?

Tragó grueso, con los ojos muy abiertos y mirando a los


míos mientras negaba lentamente con la cabeza.
—Que fuiste hecha para ser mía, Camila. Y que fui
hecha para ser tuya. Que tu corazón, y ese dulce cuerpo
tuyo fueron hechos para que yo los tome, los guarde, los
abrace y los proteja. Lo supe en el momento en que te
vi, y en la semana entre entonces y ahora, solo se hizo
más grande y más real.

Y lo hacía. Las décadas de duro trabajo, los años de


estudio y sudor. La dedicación. Todo, lo dejaría en un
abrir y cerrar de ojos por ella.

—Y sé que sentiste lo mismo, Camila. Lo sabía


entonces, y lo sé ahora por la forma en que tu cuerpo
reacciona ante mí, por la forma en que me devolviste el
beso en este momento. —
Mis ojos ardieron ferozmente mientras me inclinaba más
cerca, tirando de ella en mis brazos.Y lentamente, ella
asintió.

—Yo, Esta semana entera ...

—Lo sé. — gruñí. —Eres mía, hermosa. Eres mi


princesa ahora, mi reina. Conozco el mundo del que
eres, y sé lo que hay en tu futuro, y porqué estás en una
maldita clínica de fertilidad. Pero quiero más para ti.
Quiero que tengas todo el jodido mundo, conmigo. Y si
tienes miedo.
—No lo tengo.

Creo que sus palabras nos tomaron a las dos por


sorpresa, porque ambas nos congelamos y nos miramos
a los ojos. Y ella no lo tenía. Pude verlo en sus ojos y
escrito en su rostro. Lo que sea que iba a venir de esto,
me había equivocado. Esta chica no tenía miedo, estaba
excitada. Ella estaba lista. Ella gimió cuando chocamos,
nuestros labios se encontraron lo suficiente como para
herirlos. Gruñí en esa dulce y joven boca, mis manos se
movieron para medio rasgar los botones de mi camisa
mientras la abría de golpe.

La besé ferozmente mientras le quitaba la camisa,


tirándola lejos antes de que mis manos encontraran con
avidez su piel otra vez. Camila tembló, gimiendo en mi
boca mientras desabrochaba su sujetador y lo sacaba
de su cuerpo. Rompí nuestro beso solo lo suficiente
como para alejarme y mirar sus dulces y suaves
pezones, sus pezones rosas se endurecieron bajo mi
mirada y me hicieron agua la boca.

Gruñí mientras bajaba mis labios hacia ellos, chupando


un suave pezón rosado dentro y gruñendo mientras mi
verga se sacudía en mis pantalones. Su piel sabía a
flores y miel, y cuando arqueó la espalda de la silla de
examen, presionando sus pechos suaves contra mi
boca, solo chupé más fuerte. Ella gritó cuando mi lengua
se movió sobre el brote de color rosa, mis fuertes manos
sosteniendo su pequeño cuerpo contra mi torso
desnudo.

Sus manos se encontraron con mi piel, sus dedos


tentativamente tocaron mis brazos como si todavía no
estuviera segura de que estuviera bien. La acerqué más,
tomando sus manos con las mías y guiándolas hacia mi
erección palpitante a través de mis pantalones.

—Esto es todo para ti, hermosa. —Gemí en sus labios,


amando la forma en que ella jadeaba tan dulcemente
mientras su pequeña mano sentía mi enorme y pulsante
verga.

—Yo nunca...

—Lo sé. —Ronroneé en silencio en sus labios.

Retrocedí, nuestros ojos se encontraron mientras sentía


que mi corazón saltaba de mi pecho por este perfecto
ángel; esta chica inocente, hermosa e increíble que
había salido de mis sueños y había entrado en mi
mundo.
—Y voy a enseñarte todo. Voy a mostrarte cosas con las
que nunca soñaste, y para el momento en que termine
contigo, nunca querrás otra verga más que esta.

—Yo no quiero ninguna otra. —Susurró ella, su cara se


sonrojó cuando esos grandes ojos de cristal me tomaron
a su merced.

Cogí mi cinturón, abrí los pantalones y luego los empujé


y mis calzoncillos bajaron por mis muslos. Camila jadeó
ruidosamente,sus ojos se abrieron de par en par y su
mandíbula cayó cuando vio mi pene, cualquier verga,
por primera vez. Me quité la ropa mientras daba un paso
al frente de la silla de examen. Deslicé mis manos sobre
sus pies, sobre sus tobillos y sus pantorrillas, apretando
sus esbeltas piernas. Las abrí de par en par, gruñendo
en cruda lujuria cuando su coñito rosado y reluciente se
abrió para mí como una flor. La silla de examen se
construyó de manera tal que la parte que sostenía las
piernas se extendiera para un examen.Hoy, lo
extendería por una razón diferente.

Empujé sus tobillos dentro de los suaves y acolchados


soportes de las piernas  sin apretarlos, sino que los
apoyé allí. Extendí la mano y pulsé el interruptor que
separó la parte inferior de la silla, permitiendo que los
dos lados se separasen. Camila jadeó en silencio
mientras hacía eso, sus tobillos descansando en los
soportes mientras extendía sus piernas y la misma silla
debajo de ellos se extendía.

—Me encanta que seas mía para tomar. — Ronroneé,


moviéndome entre esos cremosos muslos mientras mis
manos rozaban su piel. —Me encanta que ningún otro 
haya sentido lo apretado que está tu pequeño coño, o
sentido lo suave y resbaladiza que eres por dentro.

Envolví mi puño alrededor de mi pene hinchado,


acariciándome lentamente mientras me acercaba.
Camila gimió, su pecho se agitaba y sus pezones se
movían hacia arriba mientras el rubor se deslizaba sobre
su pálida y suave piel. Se veía tan jodidamente sexy de
esa forma, tan malditamente inocente y, sin embargo,
radiante de cruda sexualidad. Esa mezcla de excitación
nerviosa e inocente y una ardiente lujuria como nunca
había sentido hizo que todo mi cuerpo rugiera por
reclamarla. Yo lo quería, allí mismo y entonces. Quería
empujar hacia adelante, aliviar mi gruesa verga contra
su coño cremoso y apretado, y conducir hacia adelante
hasta que le diera cada centímetro de mí, hasta que mis
bolas descansaran sobre su culo y hasta que todo ese
pequeño coño dulce se extendiera por completo ante mí.
Pero, me contuve, de alguna manera.
Camila Cabello era mía y la reclamaría, pero no aquí.
No, primero, la provocaría. Le enseñaría. Le mostraría lo
bien que podría hacerle sentir. Y cuando tome esa
inocencia y la haga mía, lo haría con ella sintiéndose
como una reina, extendida sobre sábanas suaves y
elegantes. No en la maldita consulta médica como una
especie de estrella porno. Pero todavía iba a provocarla.
Todavía iba a hacer que ese bonito coñito se viniese
duro por mí. Acaricié mi verga dolorida mientras me
movía hacia ella, mis caderas extendiendo sus muslos
de par en par mientras mi verga palpitaba pulgada a
pulgada sobre su cuerpo. Me incliné con la otra mano y
acaricié la punta de mi dedo sobre su clítoris, haciéndola
jadear mientras su pequeño y apretado cuerpo se
arqueaba y temblaba.

Una gota gruesa y blanca de líquido pre seminal se


acumuló en la punta de mi corona y luego goteó sobre
su piel, haciéndola jadear. Gruñí, acariciando de nuevo y
viendo como más líquido pre seminal se filtraba de mi
cabeza hinchada y goteaba por mi eje y sobre su piel de
porcelana.

—Ningún otro sabrá la sensación de estos pétalos


dulces,suaves y rosados que se extienden alrededor de
su pene. — Gruñí, mirando ávidamente su brillante y
rosado coño.—Ningún otro sentirá cada centímetro de tu
pequeño coño deslizarse por su pene para que estés
llena hasta la empuñadura.

Gruñí mientras bajé mi verga, y las dos gritamos de


placer mientras empujaba la gruesa cabeza sobre su
clítoris. El líquido pre seminal pegajoso y cremoso se
escapó de mi verga, cubriendo sus suaves y
aterciopelados labios goteando por sus muslos internos.
Camila gritó y lanzando su cabeza hacia atrás mientras
su largo cabello oscuro se dispersaba salvajemente a su
alrededor. Se estiró por mí, y tomé su mano, llevándola
al lugar donde nos encontramos.

—Siente lo pegajosa, resbaladiza y húmeda que eres,


hermosa. —Gruñí, dejando que sus dedos frotaran
sobre su duro clítoris y luego sobre mi palpitante verga.
—Y siente lo malditamente dura que estoy por ti.

Ella gimió profundamente, una ferocidad hambrienta


quemando su rostro mientras deslizaba su mano
audazmente alrededor de mi verga y comenzaba a
acariciarme lentamente.

—Nunca has visto uno.

—No. —Susurró ella, su voz ronca y profunda con


lujuria. —Es... es tan grande.
Una emoción que parecía una preocupación cruzó su
rostro, pero extendí la mano y ahuequé su mandíbula,
levantando su mirada hacia mis ojos.

—No lo haremos hoy, dulzura. —Ronroneé. —No aquí,


ni así. Y cuando lo hagamos, iremos despacio. Nunca te
lastimaré, Camila. Te haré sentir agradable y lista, para
que cuando te tome, y lo haré, me lo supliques. Cuando
deslice mi pene dentro de este coñito bonito, no querrás
nada más que eso.

Ella gimió profundamente, mordiéndose el labio mientras


sus dedos acariciaban arriba y abajo mi eje mientras
frotaba la cabeza hacia adelante y hacia atrás sobre su
clítoris.

—Es muy cálido. —susurró. —Muy duro.—Todo para ti,


dulzura. — ronroneé. —Todo lo que soy es para ti.

Mi mano todavía estaba ahuecando su mandíbula, y


cuando pasé mi dedo pulgar por sus labios carnosos,
ella repentinamente los envolvió alrededor y comenzó a
chupar suavemente. Mierda. Mi pequeño angelito tenía
una veta sucia, como yo sabía que lo hacía. Esta
criatura inocente y dulce había estado esperando que el
fuego encendiera la chispa dentro de ella. Sus dedos se
burlaron de mi pene mientras mis musculosas caderas
empujaban la cabeza sobre su pequeño nudo de un lado
a otro. El líquido prese minal blanco pegajoso se filtró
sobre ella, haciéndola un jodido desastre, goteando por
sus medias y en pequeñas gotas por los labios de su
coño.

Ella gimió cuando moví la cabeza más rápido, frotando


su duro clítoris con mi corona hinchada.

—Nadie te ha hecho venir antes, ¿verdad?

—No. — jadeó ella.—Pero tú sí.

Ella se puso de un rojo brillante, sus ojos empañados


por la lujuria mientras sostenían mi mirada.

—Has hecho venirse a este pequeño coño, ¿verdad,


hermosa?

Estaba callada, jadeando de placer con sus suaves


pezones,subiendo y bajando y su aliento atrapado en su
garganta.

—Dime, ángel. —Gruñí ferozmente, meciendo las


caderas más rápido y frotando su clítoris más rápido.

—Sí. —finalmente se quedó sin aliento. —¡Lo he hecho!


—Hiciste venirse a este pequeño coño esta semana,
¿verdad? Eres una niña sucia y te frotaste los dedos
sobre este coñito cachondo hasta que llegaste tan duro,
¿verdad?

Camila gimió en voz alta, gritando cuando su cuerpo se


tensó y se arqueó para mí.

—Dime. —Gruñí de nuevo.

—¡Sí! —Gimió, jadeando cuando sus ojos se clavaron


en los míos.

—¿Y estabas pensando en esto? ¿Eres una mala chica,


pensando en tu médico, tocándote así y frotando su
enorme verga sobre tu estrecho coño virgen hasta que
no pudieses resistirte a esperar sentir cómo se deslizaba
dentro?

Camila envolviendo sus apretados labios alrededor de


mi pulgar de nuevo y gritando de placer fue la única
respuesta que necesitaba. Aparté mi mano, deslizándola
en su largo cabello oscuro, enredándolo alrededor de mi
puño, y tirando de ella con fuerza. Nuestros labios se
aplastaron juntos, las lenguas se entrelazaron mientras
tragaba sus gemidos reclamando su boca como mía.
Deslicé mi gruesa cabeza sobre su clítoris una y otra
vez, dejándola sentir cada jodida pulgada de mi verga
palpitante deslizándose por su coño. Podía sentir a su
pegajosa venida goteando por mi eje y cubriendo mis
bolas, tan hinchadas por la necesidad. No me había
venido en una jodida semana, y ahora, era todo para
ella.

La besé más fuerte, gruñendo en su boca mientras una


mano se aferraba a su cabello en un puño y con la otra
agarraba su cadera con fuerza. Empujé mis caderas
contra ella más fuerte, y más rápido, rozando cada
pulgada gruesa de mi verga dura como una roca sobre
su coño resbaladizo y caliente. Camila tembló contra mí,
gimiendo en mi boca mientras sus dedos jugueteaban
sobre mi eje.

—Doctora Jáuregui, estoy, Me voy a...

—Vente por mí, ángel. —Siseé en sus labios, mis


pelotas hormigueaban y cada músculo de mi cuerpo se
tensaba cuando sentí que su pequeño y dulce coño
comenzaba a gotear sobre mí.

—Sé una buena chica y vente tan bueno para mí, y


luego entonces te marcaré como mía. Entonces, voy a
darte cada maldita gota de mi semen.
Todo el cuerpo de Camila se puso rígido antes de que
de repente gritara en mi boca. Su espalda se arqueó
fuera de la mesa de examen, sus caderas se sacudieron
con fuerza contra mí y sus duros y pequeños pezones
rozaron mi pecho. Sus brazos me rodearon, y ella me
abrazó fuertemente mientras tragaba sus dulces gritos
de placer. Pude sentir que también me iba hacia ese
borde. Una semana de lujuria reprimida por esta chica, y
una semana de semen acumulado e hirviendo en mis
bolas por ella. La besé con avidez mientras empujaba la
hinchada cabeza de mi verga más abajo y la
acomodaba entre los sedosos labios de su coño, sin
penetrarla, solo sentía su pequeña hendidura tan
caliente y húmeda alrededor de mi palpitante verga.

Con un rugido, me vine. Duro.Me golpeó como una


maldita bomba, el resto del mundo se hizo añicos a mí
alrededor hasta que solo fuimos Camila y yo, y la
sensación de que se venía por mí. Cada músculo de mi
cuerpo se apretó con fuerza cuando el semen salió
disparado de mi pene, bombeando gruesas corrientes
contra su apretado, húmedo e intacto coño. Rugí, mi
semen goteando sobre sus labios, y su vientre, y sus
muslos gota tras gota tras espesa gota de mi pegajosa
semilla cubriéndola y marcándola como mía.
Camila se estremeció y se presionó contra mí, y cuando
gimió profundamente en mis labios, me di cuenta de que
acababa de venirse una vez más. La abracé fuerte, mi
verga dura como una roca palpitaba tan fuerte contra su
coño. todo su cuerpo temblaba contra el mío. Mi
esperma la cubría y goteaba por su coño y sus muslos y
se acumulaba debajo de su culo. Rayas gruesas cubrían
su vientre y sus caderas, y verla así encendió algo tan
feroz que mi verga se levantó, gruesa y dura como una
roca y lista para reclamar más de ella.
El golpe en la puerta hizo que Camila jadeara en estado
de shock y yo girando con un gruñido en mi cara.

—¡Estoy con un paciente! —Ladré, mi mandíbula


apretada mientras giraba, como para proteger a Camila
de quien fuera lo suficientemente estúpido como para
intentar abrir la puerta.

—¡Doctora Jáuregui!
Era Helen, mi recepcionista.

—Helen, estoy con...

—Doctora, lo siento mucho, pero es el Hospital neonatal


Mercy, ¡y tienen una emergencia y la necesitan
urgentemente!
Mierda.Cerré mis ojos, mis dientes se juntaron mientras
lentamente asentía.

—Terminaré en un minuto. Diles...

Me volví para dejar que mis ojos se fijaran en los de


Camila, odiando lo que estaba a punto de decir.

—Diles que voy a estar allá pronto.

La cara de Camila cayó, el resplandor se desvaneció


ante mis ojos.

— Camila

—Tienes que irte, lo sé. — dijo en voz baja, mirando


hacia otro lado.

Apagada.De ninguna manera.Esta chica me había


consumido. Ella invadió cada uno de mis sentidos, y se
arrastró dentro de mi corazón y mi cabeza. Ella había
salido de la nada, y desde el momento en que la vi, supe
que la quería a ella,todo de ella. No solo su cuerpo,
quería ese corazón que latía ferozmente en ella.La
había amado el segundo que la vi, y esto. lo que
acabábamos de hacer, no iba a terminar así, con ella
pensando lo equivocado.
—No es así. —le dije en voz baja, tomando su barbilla.

—¿Crees que te programé una cita para un examen que


no necesitas, con un doctor y que me cambié
deliberadamente a una rotación diferente, porque solo
quería esto? ¿Solo una cosa de una vez contigo?
¿Crees que eres todo lo que he pensado desde el
momento en que te vi, poseerte, hacerte mía,darte el
maldito mundo a tus pies ha sido mi obsesión desde
entonces porque quería, Una aventura contigo?

Ella me miró, con los ojos muy abiertos mientras se


mordía los labios. Extendí la mano y la tomé de las
manos, acercándola a mí. Una mano se deslizó por su
cuello, enredándose en su cabello mientras la acercaba
a mi boca y la besaba lenta y profundamente.

—Eres todo para mí, Camila Cabello. —Gruñí.

—Eres todo de lo que he estado pensando. —Dijo en


voz baja, sonriéndome casi tímidamente mientras sus
dedos se enredaban con los míos.

—Un paciente me necesita en este momento, pero


regresaré por ti, Camz. — gemí en sus labios.

—¿Lo prometes? — Susurró ella.


—Siempre.

Ella se apartó para alcanzar su ropa, cuando la vi


inclinada sobre el lavado de la sala de examen en busca
de una toalla de papel.

—No. —Gruñí, retirando suavemente su mano. Me


arrodillé, agarrando sus pequeñas bragas negras y
deslizándolas sobre sus pies. Tiré de ellos por sus
piernas, sobre sus muslos hasta que los apreté contra
su pequeño y sucio coño.

—Mantenlo ahí. —Ronroneé en sus labios. —Mantenlo


bien dentro de tu coño. Todavía no he tomado tu flor,
pero quiero que te acostumbres a la sensación de mi
semen entre tus piernas, dulzura. Y luego, si eres una
buena chica, te daré más.

Camila gimió, agarrando mis caderas con fuerza y


presionándose hacia mí mientras me besaba
ferozmente.

—Sí, por favor. —Susurró en voz baja y acalorada al


oído. —¿Cuándo?

Sonreí mientras lamentablemente me alejaba de ella y


comenzaba a ponerme la ropa de nuevo.
—Esta noche.

Sus ojos brillaron, y una pequeña sonrisa comenzó a


extenderse por sus labios antes de que frunciera el ceño
de repente.

—No quiero estar lejos de ti. —dijo en voz baja,


mirándome a los ojos.—No quiero irme de aquí.

—Entonces no te vayas.

Sus cejas se arquearon.

—No tardaré, ángel. Quédate, aquí en la clínica. Mi


oficina privada es tuya. Quédate, —gruñí, acercándola.
—Quédate, y cuando regrese,sabré dónde encontrarte.
Hay una cocina completa, un salón y un baño privado
completo si quieres meterte en una bañera, lo que
quieras,dulzura.

Ella sonrió tímidamente, pasando sus dedos por mis


bíceps.

—Pensé que querías que lo mantuviera allí. —


ronroneó, esta seducción de su parte que aún no había
visto.
Y a mí me gustó. Se sonrojó mientras miraba hacia
abajo a sus bragas, manchadas y mojadas,aferrándose
y moldeándose con tanta fuerza a su coñito apretado.
Pude ver mi semen todavía surcado en su piel, como
una marca declarándola mía. Sonreí cuando la acerqué
y la besé.

—Lo hice, ¿no? Bueno, si quieres limpiarte, supongo


que tendré que darte más de mi semen, ¿no es así?

Ella gimió, besándome ferozmente.

—Esta noche, ángel. —la besé una vez más cuando


terminé de abrocharme la camisa. —Esta noche, voy a
por ti. Esta noche, te haré mía.

PARTE 6

Lauren

—¡Lauren!

Salí de la perfecta y dichosa bruma en la que había


estado a la deriva, dándome cuenta de que todavía me
estaba lavando las manos. Miré a Aiden y arqueé una
ceja.
—¿Qué?
Mi amigo, colega neo y médico prenatal se rio
profundamente, sacudiendo la cabeza.

—Nada, estabas en blanco viendo a la jodida pared.


¿Qué demonios está pasando contigo?

—Nada. —Espeté, terminando de enjuagarme y luego


secarme las manos.

Estábamos parados afuera del quirófano, en la


habitación de descanso para después de un trabajo
particularmente intenso. De eso se trataba la llamada a
la clínica, una madre que estaba de parto y el bebé
adentro mostrando signos de angustia. Ahí es donde
llegue.Estuvo difícil, pero entonces, es cuando di lo
mejor que pude en mi trabajo. Me había desconectado
del resto, las alarmas, los médicos que gritaban, los
padres que gritaban. Todo ello. Y había hecho lo que
mejor hago. El pequeño no era feliz, pero yo lo había
hecho respirar, lo había estabilizado y lo había devuelto
a los brazos de sus padres, y él iba a estar bien.No voy
a mentir, son días como este cuando jodidamente adoro
mi trabajo.

Pero Aiden tiene razón, estaba distraída. Mierda, ni


siquiera estaba aquí. Mi mente estaba firmemente de
regreso con Camila, de vuelta con la chica que había
salido de mis sueños a mi realidad. La chica cuyos
labios todavía podía saborear, y cuyos dulces gemidos
aún podía oír, y cuyo suave toque aún podía sentir.La
chica que sostuvo mi corazón.
Cuando estaba en el quirófano, no había nada más que
yo y el trabajo, porque así era como tenía que ser. Pero
ahora que había salido,ella volvía a mis pensamientos y
nunca he querido que se fuera.

—Hiciste un increíble trabajo ahí dentro, amiga. —Aiden


levantó una ceja hacia mí, asintiendo con su fuerte
mandíbula con esa expresión oscura de él en sus ojos.
—Ese niño va a estar bien.

—Gracias. —Gruñí, todavía distraída.

—Pero no estás pensando en eso, ¿verdad?

Lo miré, sin decir nada.Él se rio entre dientes. 


—Bueno, cualquiera que sea su nombre, espero que
haya sido divertido.

—Fácil.—gruñí, mientras mis manos se cerraban a


puños.Aiden me miró con curiosidad.

—Mierda, parece que toqué un nervio.


—No tocaste nada, simplemente no es así. 
El asintió.

—Está bien, está bien, te escucho. — Frunció el ceño,


como si estuviera tratando de mirar dentro de mí.—¿Oh
qué?
Aiden se rio. 
—Nada, Lauren, solo estas... — Se encogió dehombros.
—Si no te conociera mejor, diría que realmente te ves
feliz. Cuidado, podría pegarse.

Puse los ojos en blanco y lo empujé mientras me


quitaba la ropa quirúrgica y comenzaba a ponerme
nuevamente la camisa. El caso es que estaba feliz y es
algo que no había sentido en mucho tiempo. Pero
cuando la vi en esa habitación la primera vez, es como
si alguien hubiera abierto las persianas que habían
estado cerradas por tanto tiempo que olvidé que incluso
se abrieron.

—Bueno, mierda. —Gruñó Aiden. —Sé que te lo


guardas para ti, pero sea quien sea, me gusta esto. No
te he visto así desde antes...

—Lo sé. —Gruñí en voz baja.


—¿Cuál es la duda que parezco escuchar allí?
Negué con la cabeza.

—No tengo dudas. No con ella. —, agregué ferozmente.


—Pero habrá complicaciones.

Aiden levantó una ceja y suspiré, gruñendo.

—Es una paciente.

Él hizo una mueca, pero luego se encogió de hombros.

—No es lamejor Relación Pública, pero la gente vivirá.

—Es joven.

Aiden frunció el ceño nuevamente.

—¿Qué tan joven estamos hablando aquí, Jáuregui?


Lo miré.

—Vamos, no me mires así. Ella tiene casi veinte años,


no es así. Pero aún...

—Pero, aun así, tienes treinta y dos.

—Sí.
—¿Por qué tengo la sensación de que no te importa ni
una mierda lo que yo o cualquier otra persona tiene que
decir sobre el asunto?

—Porque no lo hago. —Gruñí ferozmente, mi corazón


latía más rápido y acelerado al pensar en Camila. —
Porque ella lo es, hombre. Ella es todo.

Aiden silbó.

—¿Esta chica misteriosa que parece haber atravesado


el muro de Lauren Jáuregui tiene un nombre?

— Camila. —dije en voz baja, el sonido de su nombre


hizo que mi corazón latiera acelerado y mi verga latiera.
Mi amigo asintió.

—Bueno, joder amiga, supongo que solo tengo una


pregunta.

Levanté una ceja.

—Sí, ¿cuál es?


Él sonrió.

—Joder, ¿Qué haces aun hablándome?


*****

ESTABA SONRIENDO. Yo, sonriendo. No es como si


no hubiera sentido ninguna felicidad desde, bueno,
antes. Pero nunca había sentido esta clase de felicidad.
La vida nunca se había sentido tan resuelta, como si
todo encajara en su lugar. Camila era la pieza que
faltaba que siempre había sabido que no estaba allí.
Ella, y lo que vi en nuestro futuro era lo que quería, y
sabía que iba a hacer que funcionara con ella. Y joder,
no podía esperar para volver.Estaba buscando la manija
de la puerta de mi Mustang, cuando la voz me golpeó
como un cuchillo en la espalda. La voz que había
tratado de olvidar, con la que había estado bien sin
nunca la volviese a escuchar por el resto de mi vida.
Jen.
Jen había sido hace toda una vida, un error que seguía
pensando entonces que valía el precio en algún
momento del camino. Nunca lo fue.Nos conocimos
cuando todavía estaba en la escuela de medicina y ella
estaba, bueno, buscando un médico con quien casarse
y aferrarse. Y eso es exactamente lo que hizo... bueno,
lo que casi hizo. Habíamos planeado casarnos. no
porque estuviera locamente enamorada de ella,sino
porque era joven y pensé que eso era lo que tú hacías.
Nunca se había sentido exactamente bien, pero
tampoco era malo. Hasta que lo fue. Hasta que descubrí
su traición y sus verdaderos motivos. Mira, yo quería
niños. Siempre quise tener hijos, y hasta donde yo
sabía, Jen estaba a bordo. Intentamos concebir mientras
ella estaba planeando nuestra gran y elaborada boda,
pero nunca sucedió. Fue Aiden quien me salvó del
mayor error de mi vida. Sabía que había tenido
problemas para decirme y romper su propio juramento
hipocrático como médico, y le estaría eternamente
agradecida por ello. Aiden fue quien descubrió la verdad
sobre Jen. Había estado en un bar frecuentado por los
doctores y estudiantes de medicina de la universidad, y
fue allí donde vio a Jen, mi prometida, llevar a otros dos
médicos al baño y poner sus manos sobre ellos. Había
ido directamente al hospital y sacó sus registros, porque
es un hombre inteligente y calculador, y fue entonces
cuando encontró el resto antes de que ella me mostrara.
Jen había estado secretamente en control de la
natalidad todo el tiempo que estuvimos juntas. A pesar
de toda su mierda acerca de querer tener hijos y una
familia, había estado fingiendo. fingiendo y luego
abriéndose camino a través de tantos médicos como
pudo. Parece que era un fetiche, no un compañero.A
través del Investigador Privado que contraté, descubrí el
resto. Su verdadero plan era seguir "intentando" tener
hijos conmigo, y cuando no pudiéramos, iba a solicitar el
divorcio bajo el argumento de que no podíamos
concebir. Y en este estado, eso le daría la mitad. Estaba
furiosa,por supuesto, y viese golpeado a los otros
hombres en la cara y amenazado con sacarlo a la luz en
la corte, pero no podía. No tenía nada concreto además
del testimonio de Aiden, pero el testimonio de Aiden
también lo expondría a ser quien me filtró su historial
médico, lo que le costaría su licencia y su futuro.
No podría hacer eso. Además, el investigador privado
había usado la vigilancia ilegal para obtener lo que
había descubierto, así que eso también estaba fuera. Lo
peor era que Jen había venido preparada para la guerra.
Todo el asunto me había golpeado de la nada, pero ella
había hecho su tarea. Durante el transcurso de mí
pateando su trasero fuera, ella había presentado una
demanda por "agravio", alegando que había abusado de
ella y la había engañado.... Sería divertido si no fuera
exasperante. La bruja incluso tenía cuatro mujeres de
Dios sabe dónde jurando que había intentado forzarlas,
o que había tratado de usar mi condición de médico
para hacer lo que quisiera con ellas. Jen afirmó que
fueron mis indiscreciones las que la obligaron a
"protegerse" con un método anticonceptivo secreto y la
"forzaron" a buscar intimidad con otros hombres. Mi
abogado se había asegurado de que su mierda
completamente inventada sobre las otras mujeres nunca
saliera de la sala para dañar mi reputación, pero no
había podido mantenerlo fuera de "la cláusula".
Y era eso lo que había colgado sobre mi cabeza durante
los últimos años.La cláusula declaraba que, si alguna
vez me casase de nuevo, o que engendrara hijos, sería
una prueba de que había querido atar a Jen y dejarla
todo el tiempo. Absolutamente absurdo, lo sé, y tan
jodidamente poco convincente que era una broma. Pero
el juez había estado incrédulo y de acuerdo con todo, a
pesar de las protestas de mi equipo legal.Entonces, fue
eso. No fue la única razón por la que estuve sola y
alejada de las mujeres y la mayoría de la gente durante
los últimos años tampoco me había interesado en nadie
después de haberlo vivido. Pero,ciertamente fue una
razón. Pero luego conocí a Camila, y todo mi mundo se
había inclinado sobre su eje. La había encontrado, y el
resto de la mierda que estaba en mi pasado se había
desvanecido en un segundo, hasta que todo lo que pude
ver fue a ella, a mí y a nuestro futuro juntas.

La voz en el estacionamiento hizo añicos eso. Me giré


lentamente, mi cara se endureció mientras la miraba.

—¿Qué quieres, Jen?

Sonrió con esa falsa y estúpida sonrisa, hacia mí,


agitando su mano como si fuéramos "viejas amigas". Mi
mirada se posó en la roca en su mano, y rodé los ojos.
Así es, había escuchado a través de fuentes oficiosas
que había encontrado a un pobre tonto a quien adular.
Ella no podía casarse sin anular la cláusula, así que
estoy segura de que solo llevaría al tipo con una correa
todo el tiempo que fuera necesario.

—Te ves bien, Lauren.

—Vete a la mierda, Jen.


Ella rio, el sonido agudo y penetrante.

—Ahora Lauren, seamos amables.

—No lo seremos.
Ella me miró.
—¿Qué quieres, Jen?

—Nada, Lauren, solo estaba visitando a Petey aquí en


Mercy, y cuando vi tu coche pensé en esperar y saludar.
¿Petey? Puse los ojos en blanco. Por supuesto, su
nuevo chico era un doctor. Pobre bastardo. El caso es
que, al mirar a Jen entonces, no tenía idea de cómo
había sentido algo por ella. No había nada allí, solo una
falsedad fría y calculadora. Y honestamente, al verla así,
casi quise sonreír ante la vida de prisión y frialdad que
había esquivado. Y quería sonreír más ampliamente
ante la promesa de la vida real, y un verdadero amor
que había encontrado con Camila.
—¿Estás bien, Lauren?
La ignoré, girándome para desbloquear mi auto.

—Me tengo que ir,Jen.

—¿Viendo a alguien, Lauren?

Gruñí, mi mandíbula se tensó peligrosamente mientras


giraba hacia ella.

—Vete a la mierda, bruja. —Escupí.Jen se rio.

—Ahora, ahora, seamos amables, Lauren. Quiero


decir,Petey tiene todo tipo de dinero, ¡pero tú eres mi
boleto de lotería esperando para ser pagado! Una chica
tiene que verificar su plan de retiro de vez en cuando,
¿verdad?

—Mantente alejada de mí. —Susurré, entrecerrando los


ojos. —Y no me pruebes, Jen.

Ella se erizó, pero luego trató de ocultarlo rodando los


ojos sarcásticamente.

— Lauren...

—Buenas noches Jen.


Subí a mi auto, cerré la puerta de golpe, aceleré el
motor y salí del estacionamiento. Odiaba que ella tuviera
este poder sobre mí, y odiaba que todo lo que pudiera
tener con Camila fuera bajo esta jodida sombra. En un
semáforo en rojo, me detuve y respiré, contando hasta
cinco y dejando que mi cabeza se calmara. Joder Jen.
Joder si dejo que su mierda me tire hacia abajo, cuando
tenía más felicidad de la que alguna vez había estado
esperándome. La idea de Camila hizo desaparecer las
nubes de tormenta, hasta que todo lo que pude pensar
fue en su dulce sonrisa, sus ojos, los gritos suaves y
melosos que haría cuando la hiciera mía. Ni siquiera me
di cuenta de que estaba allí sentada sonriendo como un
idiota e imaginándome a Camila toda embarazada hasta
que el auto detrás de mí tiró un bocinazo,recordándome
que estaba sentada aun ante la luz verde. Pisé a fondo,
el motor rugiendo mientras me abría paso por las calles
de Nueva York, de vuelta a la chica que amaba.

PARTE 7

Camila

SUSPIRO, mi boca se abre y mis ojos se cierran en


éxtasis mientras lentamente me hundo en el agua
burbujeante.Dios, sí. La bañera de hidromasaje en el
baño privado de Lauren de su oficina en la clínica había
sido demasiado tentadora para dejarla pasar. Me derretí
en el agua, hundiéndome hasta mi barbilla mientras
dejaba que el vapor girara a mí alrededor. Mis
pensamientos hicieron lo mismo. Todo este día había
sido un torbellino, y mi tímido enamoramiento de
colegiala con mi sexy doctora mayor se había convertido
en algo muy real.

Jadeé en el agua caliente, pensando sobre sus manos


sobre mí, y su promesa de lo que estaba por venir. Esa
noche, iba a ir a donde nunca había ido con nadie.Esa
noche, iba a dárselo todo a ella. Y no puedo esperar. No
tenía miedo, estaba emocionada. Quería que fuese
quien lo tomase. Porque esto no era solo una lujuria
física que sentía por Lauren. No, era mucho más, y
sabía que élla sentía lo mismo.

Lauren  Jáuregui me había robado el corazón, y quería


que se lo quedase.
Me senté en su bañera por un rato, dejando que el agua
caliente empapara mi piel y relajase cualquier tensión
que surgiera, cualquier nerviosismo que surgiera
pensando en lo que vendría esa noche. Pero todo era
un nerviosismo de excitación. No había miedo ni
aprensión allí. No podía esperar a que ella me tomara.
Finalmente, salí de la lujosa bañera y me envolví con
una toalla, solo entonces me di cuenta de que en
realidad no tenía ni una cosa que ponerme aparte de la
ropa que me había quitado. Me envolví en una toalla
blanca esponjosa, asomándome de nuevo a su oficina
antes de salir del baño. Toda la oficina estaba ricamente
decorada, paneles de madera oscuros, estanterías de
libros en las paredes, sillas de cuero y un moderno
escritorio de madera regenerada y hierro, ubicado cerca
de la enorme ventana que daba al centro de Manhattan.
La oficina estaba a oscuras y camine por el suelo
descalza con mi toalla para contemplar la deslumbrante
vista de la ciudad por la noche, brillando como joyas.

-Ahora este es un espectáculo que me moría de ganas


por ver.

Jadeé, girando mientras abrazaba la toalla, para ver a


Lauren sonriéndome desde la puerta de su oficina.
Entró, cerrando la puerta detrás de ella antes de ir hacia
mí. Apenas tuve tiempo de abrir la boca para saludarla
antes de que me envolviera en sus brazos,
acercándome a ella, y me besase ferozmente.

-Joder, te extrañé. -Gruñó en mis labios, sus duros


músculos ondulaban mientras me abrazaba
fuertemente.
-Regresaste. -Sonreí, sintiendo mi pulso rugir por el olor
de ella, y el sabor de esos labios, y el sonido
perturbador y sexy de su profunda voz en mis oídos.

-¿Por ti? Siempre, ángel.

-¿Está todo bien?

Ella arqueó una ceja.

-La emergencia, en el hospital...

Ella asintió, sonriendo.

-El bebé estará bien. Las complicaciones suceden, y


yo... -Se encogió de hombros. -Creo que estoy allí para
arreglarlo.

Algo ardió dentro de mí, la idea de que cuidara a todos


esos pequeños bebés tiraba algo primario dentro de mí.
Era increíble, por supuesto, pero también muy atractivo.
Era tan sexy y caliente pensar en esta mujer no solo
como esta magnífica diosa del sexo, sino también
desinteresada y afectuosa que salva a niños.... Me hizo
pensar en cuan maravillosa madre que sería.
La idea me hizo gemir, mi corazón se paró ante la idea
de mí convirtiéndola en madre. Imaginé como su verga
se deslizaba tan profundamente dentro de mí, y me
reclamaba, y luego me bombeaba con su semilla hasta
que lo tomase. Me imaginaba hinchándome con un niño
mientras ella se preocupaba por mí, y luego las dos
cogiendo a nuestro recién nacido juntas, como familia.

Cuando ella me tomó en sus brazos otra vez, me hundí


en ella besándoloa con una pasión aún mayor, con una
llama aún más brillante que ardía a través de mí. Ella
gruñe ante la forma acalorada en que más fuerte la
besé, y me atrajo hacia su camisa.

-Te duchaste. - Ronroneó

-Tomé un baño, Ooh.

La mano de Lauren se deslizó hacia abajo sobre mi


trasero, tirando de la toalla hacia arriba mientras su
cálida palma se deslizaba sobre mi suave piel. Ella
ahuecó mi culo y luego empujó su mano más profundo
entre mis piernas, hasta que, con un grito, pude sentir,
por detrás, sus dedos jugando con mi coño ya húmedo.

Gruñe, quitándome la toalla y haciéndome jadear


mientras tiraba de mi cuerpo desnudo contra su
musculoso y hermoso cuerpo.
-Supongo que eso significa que tendré que darte más de
mi semen,¿no es así, pequeña chica mala?

Gemí en sus labios mientras me besaba, mis manos


deslizándose por su torso acanalado y cincelado. Élla
me empujó hacia atrás hasta que mi culo se presionó
contra el costado de su escritorio. Me levantó sin
esfuerzo, deslizándome sobre la madera pulida y
separando mis piernas mientras se movía entre ellas.

-¿Es por eso, que te bañaste? ¿Así que podrías hacer


que te démás de mi caliente semen? ¿No podías
esperar a sentirme llenando ese pequeño coño con cada
gota?

Gemí, sus palabras sucias, besos dulces y manos firmes


me volvieron loca. Tiró de los botones de su camisa de
vestir, sacándola y tirándola lejos antes de que se
moviera contra mí. Mis pequeños y duros pezones
rozaron su grueso y varonil pecho, y cuando sus manos
agarraron mis caderas y me empujaron contra el grueso
bulto en sus pantalones, grité.

-Tan jodidamente mojado. - Gruñó. -Y no me digas que


es del baño, porque puedo sentir tu coño resbaladizo y
pegajoso contra mi verga incluso a través de mis
pantalones. Puedo sentir que empapas mis pantalones
con tu dulce miel.

Me besó de nuevo antes de bajar a mi cuello,


haciéndome jadear. Lauren me ayudó a apoyarme en mi
espalda sobre su escritorio, mi cabello extendido
alrededor y mis piernas abiertas para ella. Sus labios se
arrastraron más abajo, a través de mis pezones, y por la
suave pendiente de mi pecho. Besó mis costillas,
moviéndose más hacia abajo mientras mi cuerpo entero
temblaba de anticipación. Poderosas manos me
abrieron los muslos, y cuando sus labios encontraron mi
estómago y mordisquearon su camino hacia abajo, juro
que solo por eso prácticamente me podría haber
venido. 
Su lengua se arrastró a través de mis labios,
haciéndome gritar de placer mientras arqueaba mi
espalda en el escritorio. Nada en este mundo se había
sentido tan bien como esa sola lamida, y cuando lo hizo
de nuevo, me perdí en el cielo puro por eso. Lauren
gruñó, su húmeda y malvada lengua penetrando
profundamente dentro y luego bombeando dentro y
fuera. Jugueteó sobre mis labios, su lengua
arrastrándose lentamente sobre mi dolorido clítoris
mientras mis caderas se sacudían del escritorio contra
ella.
-Pequeña, ansiosa, ¿no? -

Gruñó, sus manos se tensaron en mis muslos cuando


los abrió y me inmovilizó contra el escritorio. Su lengua
se deslizó hacia abajo, provocando mi apertura y luego
empujando hacia adentro. Empezó a deslizar su
increíble lengua dentro y fuera de mí, como si me
estuviera jodiendo con eso. Todo mi cuerpo se
encendió, cada nervio ardía de calor mientras gritaba y
gemía su nombre. Mis dedos encontraron su cabello, y
me agarré fuerte mientras comenzaba a sacudir mi
mundo. Se movió hacia mi clítoris, sus labios
envolviéndolo y chupando suavemente mientras su
lengua se arremolinaba en círculos lentos y
enloquecedores. Me convertí en pedazos, gimiendo y
lloriqueando, mis jugos resbaladizos cubriendo su
barbilla y goteando por mi trasero hasta su escritorio.

Su lengua se arremolinó sobre mi clítoris, sus gemidos


vibraron a través de mí y me hicieron tambalear cuando
el placer explotó en mí. Lauren gruñó, haciéndome
jadear cuando sus manos fuertes agarraron mis muslos
y empujaron mis piernas arriba y abajo. Su lengua
descendió más abajo, sobre mis labios, y luego bajó aún
más. Mis ojos se abrieron de par en par, mi respiración
era un grito ahogado en mis labios mientras su malvada
lengua se arremolinaba sobre mi pequeño culo
apretado.

-Oh Dios, Lauren.

-Recuéstate, ángel. -Gruñó, sus manos se tensaron en


mi piel posesivamente.

-Recuéstate y déjame mostrarte lo bien que te puedes


sentir.

Su lengua se arrastró a través de mi arrugado y sensible


anillo,haciendo temblar todo mi cuerpo con un placer
prohibido y perverso. Mi cara se tornó roja al pensar en
esta mujer besándome en un lugar tan privado, pero se
sentía tan malditamente bien que nunca quise que se
detuviera. Todo mi cuerpo se estremeció en crudo
éxtasis cuando me lamió lentamente, burlándose de mi
pequeño trasero. 
Su pulgar se movió hacia mi clítoris, rodeándolo
lentamente, haciendo círculos como si mi mundo entero
se hubiera borrado en los bordes. Su lengua empujó
contra mi trasero, colocando la punta contra mi anillo
mientras su pulgar trabajaba cada vez más rápido. Me
quedé sin aliento en la garganta, mis pezones rosados
se tornaron a puntos pequeños y todo mi cuerpo
temblaba de placer.
Ella gruñó en mi piel, su lengua, sus dedos y sus
gruñidos me empujaban más y más alto, hasta que de
repente, todo se hizo añicos. Grité, mis caderas se
arquearon contra el escritorio mientras el poderoso
orgasmo explotaba a través de mí. Lauren gimió,
inmovilizándome contra su escritorio y manteniendo su
lengua y sus dedos moviéndose, empujándome a través
de mi clímax hasta que jadeé por aire y me fundí en un
charco en su escritorio.

Temblé mientras ella se alejaba, jalándome de su


escritorio y tomándome en sus brazos mientras se
sentabaen la silla de su oficina. Podía sentir su verga
tan fuerte, gruesa y palpitante contra mí a través de sus
pantalones. Jadeé por aire y temblé al sentir las réplicas
de mi orgasmo cuando me estiro entre nosotras y curvo
mis dedos alrededor de ella.

-Lo quiero. -gemí en voz baja. -Lo quiero todo. Quiero


que metengas, Lauren.

Ella gimió, atrayéndome hacia élla y besándome


ferozmente.

-Por favor. - Jadeé.


Retrocedió, su cara dura y llena de lujuria y necesidad,
sus ojos ardiendo ferozmente.

-No aquí, dulzura. - Ronroneó.

-Pero yo quiero...

-Oh, te voy a tomar, Camila. Voy a empujar mi pene


dentro de ese coñito pequeño y apretado y te mostraré
cómo se siente. Te extenderé mucho y me conduciré tan
profundo que me extrañarás cuando no esté dentro de ti.

Jadeé, besándola con avidez.

-Pero cuando haga eso. -Ronroneó. -Será con sábanas


a tu espalda, como una reina.

-Dónde...-Mi pent-house. -Gruñó. - Vístete. Te llevaré allí


ahora.

PARTE 8

Camila

EL MUSTANG oscuro y de color negro mate de Lauren


rugió por las calles de Nueva York, haciendo que mi
corazón retumbara en mi pecho mientras la ciudad
pasaba borrosa a través de nosotras. Sin embargo, el
coche fue solo una de las razones de la emoción y la
adrenalina que me atravesaban. La otra parte era ella, y
las cosas que acabábamos de hacer,y la promesa de lo
que estaba por suceder.
Además, la emoción de que debajo de la parte superior
suelta y los pantalones de yoga que me había vuelto a
poner, estaba vacía. Me quitó las bragas de las manos
cuando traté de ponérmelas nuevamente y se las
guardó en el bolsillo.

—Estas son mías ahora. —Había gruñido.

Los pantalones de yoga eran delgados, y el coche rugía


ferozmente mientras nos conducía, enviando pequeños
y traviesos temblores a través de mi núcleo mientras el
asiento debajo de mí palpitaba contra mi pequeña
rendija y mi dolorido clítoris.
Lauren se volvió hacia mí, su rostro duro y lleno de
lujuria cruda.

—Quítatelos. —, Gruñó.

—¿Qué?

—Quítate los pantalones de yoga, ángel. No puedo


esperar hasta llegar a casa, tengo que verte.
Jadeé, mi lengua salió para mojar mis labios.

—¿Aquí? ¿En el auto?

—Muéstrame lo húmedo que está el coño. — Ronroneó,


con los ojos destellando fuego.

—Muéstrame qué tan listo está ese pequeño


coñorosado para mí.

Gimoteé, la emoción de sus feroces palabras tronando a


través de mí.Y lentamente, asentí. Me volví hacia élla en
mi asiento, mis manos se deslizaron hacia la cintura
elástica de los pantalones ceñidos. Mis pulgares se
engancharon en el interior, y lentamente, comencé a
bajarlos mientras mi pulso se aceleraba y la chica sucia
dentro de mí volvía a la vida.

—¿Te gusta esto, doctora? —Arrullé.


Sonreí, viendo la lujuria en su rostro y la forma en que
sus manos se apretaban tornándose los nudillos blancos
sobre el volante.

—Joder, Camila. —gruñó.

—¿Pasa algo, doctora Jáuregui? —Ronroneé con mi


voz más dulce e inocente. —¿Quiero decir, eres médico
y todo, y esperaba que pudieras echarle un vistazo a mi
pequeño coño y decirme qué está mal?

Ella gruñó ferozmente, su mandíbula apretada


fuertemente.

—¿Y qué tiene de malo, dulzura?

—Está tan mojado.

Jadeé. Bajé los pantalones, mostrándole casi todo mi


coño resbaladizo y goteante.

—Más. —Gruñó Lauren, sus ojos se movían


rápidamente entre la carretera y yo. —Muéstrame más.

Gimoteé mientras empujaba los pantalones hacia abajo


sobre mis caderas, deslizándolos por mis piernas hasta
mis rodillas. Levanté mis piernas, extendiéndolas lo más
que pude con el material elástico de los pantalones de
yoga que ataban mis rodillas y permitiéndole ver mi coño
rosado y resbaladizo.

—¿Te gusta esto, doctora? —Jadeé.

Lauren gimió.
—Tócate, ángel. Juega con ese pequeño coño para mí.

Gimoteé, mi mano empujando entre mis piernas hasta


que mis dedos se deslizaron a través de mis labios
pegajosos y calientes. Me sentítan traviesa, y ardiendo
tanto por esta mujer. Esto no era nada que hubiese
hecho nunca, pero aquí con élla, era todo lo que quería
hacer. Quería ser mala por ella, y mostrarle lo mala que
podía ser, porque ella  lo sacó de mí.

—¿Te gusta esto? —Di un grito ahogado cuando


comencé a rodar mi clítoris bajo mis dedos. El placer se
disparó a través de mí, haciéndome gemir fuertemente
mientras jugaba con mi clítoris. Lauren gruñó, y una de
sus manos dejó el volante para alcanzarme.

—Mmm. —Gruñó, haciéndome estremecer. 


—Tan jodidamente húmedo para mí, pequeña chica
mala. ¿Tu coño siempre se pone tan pegajoso y
necesitado? ¿Por tu doctora?

Grité cuando dos de sus dedos se hundieron y


penetraron hacia dentro.

—¡Solo por ti! —Di un grito ahogado, lanzando mi


cabeza hacia atrás y frotando mi clítoris más rápido.
—Frota el clítoris de chica mala por mí, ángel. —gruñó.
—Frota ese pequeño clítoris y haz que este coño se
venga en mis dedos.

—¿Quieres que me venga por ti, doctor?

Se giró, sus ojos parpadeando mientras me sentía


comenzar a tambalear.

—Quiero que este coñito apretado cubra mis dedos con


tu crema para que pueda lamerlos. Quiero que te
vengas por mí, porque te quiero agradable, mojada y
lista. Porque cuando lleguemos a casa, extenderé esos
bonitos muslos y deslizaré cada pulgada de mi pene
dentro.

Grité, tambaleándome en el borde mientras mis dedos


se desdibujaban sobre mi clítoris y ella bombeaba
dentro y fuera de mi apretado coño.

—Vente por mí, ángel. —Gruñó Lauren. —Vente por mí,


amor.Oh, mierda.

Mis gemidos explotaron a través del rugiente Mustang


cuando el orgasmo me hizo añicos. Grité, agarrándome
de su muñeca y sosteniendo sus dedos profundamente
dentro de mí mientras el clímax llenaba mi cuerpo y me
hacía tambalear. Apenas me di cuenta de que
estábamos entrando al estacionamiento subterráneo y
estaba apagando el automóvil. Todavía estaba jadeando
y sintiendo un cosquilleo cuando Lauren abrió la
puerta,me envolvió en una manta y me llevó al ascensor
—uno privado—que nos llevaría hasta el pent-house.

Las puertas apenas se habían cerrado cuando estaba


juntando sus labios contra los míos y presionándome
contra la pared del ascensor. Podía sentir su gran verga
latiendo contra mi temblorosa hendidura cuando sus
poderosas manos agarraron mi culo con fuerza.

—¿Estás lista, dulzura? —Ronroneó en mi oído,


haciéndome estremecer.

—Sí, — Jadeé.

—Entonces déjame mostrarte todo.

PARTE 9

Lauren

EL AGUA CALIENTE SE DERRAMÓ SOBRE


NOSOTRAS, su piel tan rosada y cálida mientras mis
brazos la atraían hacia mí. Sabía que ella acababa de
bañarse en mi oficina, pero yo acababa de llegar del
hospital, y necesitaba limpiarme. Y además de eso, me
gustaba su cuerpo dulce y flexible, todo suave y caliente
y enrojecido después de un baño o una ducha. La
amaba fresca y limpia, tan lista para mi lengua, mis
dedos y mi verga. Ella gimió tan dulcemente en mis
labios mientras mis manos acariciaban su cuerpo. La
enjaboné, nuestros cuerpos se deslizaron hábilmente
juntos. Mi pene ansiaba liberarse, latiendo fuerte como
una roca contra mis abdomen, intercalado contra su
pequeño y suave cuerpo.

Tembló por mí mientras mi mano se deslizaba para


enjabonar ese pequeño culo apretado, y la sensación de
su estremecimiento contra mí hizo que mi pene palpitara
con necesidad. Pre-semen se filtró libremente desde la
cabeza hinchada, goteando por mis abdominales y su
vientre,entre sus piernas mientras el agua caliente se
derramaba sobre nosotras. La besé lenta y
profundamente, escuchando el sonido de mi corazón
atronando en mis oídos, y sintiendo que ella hacía lo
mismo mientras se aplastaba contra mí. Joder, me
estaba enamorando de esta chica tan fuerte que me
hacía girar la cabeza. La había querido, seguro, desde
el momento en que la vi. Pasé una semana queriendo
su dulce cuerpo y deseándolo deseando nada más que
extender sus bonitos muslos y saborear ese coño joven
y apretado. Pero era más que eso ahora era más que
cualquier cosa que hubiera conocido o incluso
concebido.

Cuando era más joven, pensé que solo encontrabas a


alguien, tal vez la primera persona, y simplemente te
casabas con ellos. Esa era la vida,¿verdad? Eso era lo
que se suponía que debías hacer, y alguien como yo,
joven, ambiciosa, una doctora talentosa, se suponía que
debía estar con alguien como Jen.

Que. Se. Joda. Eso.Eso no había sido para mí, y había


pensado que tenía que hacer lo que "ellos" pensaban
que debería hacer. E incluso en los años transcurridos
desde entonces, cuando me metí en mi trabajo y cerré
mi corazón del resto del mundo, y ciertamente de las
mujeres, mantuve esa mentalidad venenosa.
Pero luego conocí a Camila, y todo había cambiado.

Gruñí en sus dulces y suaves labios, abrazándola tan


cerca de mí como si temiera que ella pudiera
escabullirse. No, todo era diferente con ella. Me hacía
sentir viva por dentro, de una manera que generalmente
solo practicaba la medicina. Encendió algo dentro de mí
que se había extinguido hace mucho tiempo. Ella me
completaba, y ahora que la había encontrado, nunca la
dejaría ir. Sabía que hablarían. Sabía que los círculos de
los que venía, y los que también hice, arrugarían sus
narices altivas ante esto. Sabía que dirían que ella era
demasiado joven o que yo no provenía de una familia lo
suficientemente exclusiva. No lo conocía personalmente,
pero sabía de su padre, que estaba en las juntas de
varios hospitales de la ciudad con su riqueza y su poder.
Conocía el tipo de hombre que era y lo que diría sobre
alguien como yo con su hija.

Pero no me importó. No me podría importar eso, no con


este ángel en mis brazos, sus labios sobre los míos, y el
agua corriendo sobre nosotras. Permitámosles a todos
que hagan clic en sus lenguas y arruguen sus narices.
Dejémosles preocuparse de que soy mucho más vieja
que ella, o no tengo suficiente pedigrí. A la mierda.
Este ángel, mi dulzura, mi corazón... ella era mía. Mía
para siempre, y nada iba a cambiar eso. La quería de
todas las maneras imaginables. Quería reclamar su
cuerpo, por supuesto, pero era su corazón que sabía
también que era mío.

Con Camila, vi el futuro que podríamos tener juntas. Vi


su vientre redondo y sus mejillas sonrojadas mientras la
vida que creamos crecía dentro de ella. Vi niños
corriendo, parte de la vida que construiríamos juntas. Yo
quería embarazarla. Quería abrirle bien las piernas,
atraerla hacia mí y deslizar cada centímetro de mi
gruesa verga dentro de ella. Quería echarla en la cama
y follarla, hacerla mía por completo, y hacerla venir una
y otra vez hasta que apenas pudiera soportarlo. Y sería
entonces que la llenaría con mi semilla. Sería entonces
cuando llenaría ese hermoso coño hasta el borde con mi
esperma caliente, hasta que se deslizara por sus
muslos.... Y luego lo haría de nuevo. Y lo seguiría
haciendo hasta que fuera necesario. Olvida el resto del
mundo. Nos encerraríamos aquí en mi ático, y la
mantendría firmemente instalada en mi pene hasta que
estuviera segura de que estaba cargando a mi hijo.

— Lauren.

Parpadeé, dándome cuenta de que me estaba mirando,


esta sonrisa brillante y burlona en su curioso rostro
mientras me miraba, el agua corría por su suave y
tentador cuerpo.

— ¿Qué es? — Preguntó con curiosidad. Pero de


repente chilló y soltó una risita mientras la atraía hacia
mí, gruñendo mientras aplastaba mis labios con los de
ella.

—Nunca te dejaré ir, sabes. — Ronroneé en su oído. Mi


mano sedeslizó entre nosotras, y cuando mis dedos se
deslizaron entre sus piernas y se burlaron de su coño
resbaladizo, ella gimió.
—Lo sé, — jadeó. —Y nunca quiero que lo hagas.

—Tendrán mucho que decir al respecto, lo sabes.

— ¿Ellos?

—La gente. — gruñí.

Camila se mordió el labio, sus ojos brillantes mientras


me miraba. Joder, ella era tan jodidamente hermosa.
Tan perfecta. Tan mía.

—Déjales hablar. —Ronroneó.

Su mano también se deslizó entre nosotras, y cuando


sus pequeños dedos se enroscaron alrededor de mi
dura y palpitante verga, gruñí. Su pequeña mano
tentativamente me acarició contra su piel suave, mi
cabeza hinchada deslizándose sobre su piel jabonosa y
dejando pegajoso pre-semen en su estela. Joder ella era
increíble. Nunca había visto a Camila venir, pero ella era
el aliento de aire fresco que había estado buscando. Era
mi presente y mi futuro. Y cuando imaginaba ese futuro,
su cuerpo redondo, hermoso y preñado
estremeciéndose mientras montaba mi gruesa verga,
tomando todo mi semen en su interior, mi verga se
tambaleó en su mano. Tenía que tenerla.
—Voy a follarte ahora, ángel. — Gruñí en su oído,
haciéndola jadear.—No voy a lastimarte, pero te
reclamaré como mía ahora. Voy a deslizar esta verga
profundamente dentro de ese pequeño y dulce coño
hasta que te llene por completo. Voy a hacer que te
vengas hasta que tus dulces jugos cubran mis bolas. Y
luego voy a llenarte con cada gota de mi semen. Voy a
embarazarte y llenar ese útero joven con mi semilla.

Camila gimió, su cuerpo temblaba mientras se aplastaba


contra mí yme besaba con ganas.

—Por favor. — Gimió, besándome ferozmente. —Eso es


todo lo que quiero, contigo.

Ella jadeó cuando la levanté, mis brazos ondearon


mientras la levantaba contra mí con sus piernas a
horcajadas sobre mi cintura. Mi gruesa verga latía contra
su piel, tan jodidamente ansiosa por ser enterrada
dentro de ella mientras sentía los suaves labios de su
coño arrastrarse por la parte superior de mi eje.

Mis manos agarraron firmemente su apretado culo


cuando salí de la gran ducha acristalada de vidrio y
entré a mi habitación, dejando un rastro mojado en
nuestra estela. La recosté sobre mi cama grande y
suave, sin importarme una mierda lo húmedas que
todavía estábamos de la ducha. Me arrastré hasta la
cama detrás de ella, empujándola hacia atrás para que
mi ángel se extendiera por el medio de mi enorme cama.

Deslicé mis manos por sus muslos, jugueteando sobre


su piel y apretando sus piernas mientras las extendía.

—Muéstrame ese bonito coñito, ángel. — gruñí mientras


me movía entre sus muslos.

Camila gimió cuando mis labios encontraron su cadera,


besándola y bromeando entre sus piernas. Ronroneé, mi
verga dura como el acero palpitando entre mis piernas
mientras me acercaba a mi premio. Agarré sus muslos
con fuerza y le abrí las piernas, dejándome verla, mis
testículos se tensaron con la necesidad de tenerla
mientras me inclinaba para probar lo que era mío.
Camila a gritó mientras mi lengua se deslizaba sobre su
apretado y fruncido ano, chillando de placer mientras
lentamente lo arrastraba hacia arriba. Bromeé sobre su
apertura, a través de sus suaves y aterciopelados labios,
hasta que chocó húmedamente sobre su duro clítoris.

Me moví hacia abajo e hice lo mismo otra vez, y luego


una tercera vez, lenta, lamí desde su culo hasta su
clítoris, hasta que sus gemidos de placer llenaron la
habitación.Gruñí mientras inhalaba el aroma de ella y
bebía el dulce sabor de su coño perfecto. Empujé mi
lengua profundamente, sumergiéndola profundamente
dentro de su coño y saboreando cada gota de su dulce
miel. Mis gemidos retumbaron a través de ella, mis
manos agarraron su pequeño y apretado trasero
posesivamente mientras me movía hacia su clítoris.
Envolví mis labios alrededor de su pequeño botón
palpitante, mi lengua girando suavemente alrededor y
sobre ella.

La bromeaba sin piedad. Le hice el amor a su coño con


mi boca,hasta que mi pequeña Camila gritó de placer,
su cuerpo entero se arqueaba fuera de la cama. Deslicé
una mano para ahuecar una de sus tetas suaves y
perfectas, tomando el pequeño pezón duro con mi
pulgar y apretando su culo con mi otra mano mientras mi
lengua bailaba sobre su clítoris. Pude sentir mi verga
dolorida por la liberación entre mis muslos.

Devorar su coño solo me puso más dura, y el esperma


hirvió tan caliente en mis bolas que goteaba de mi
hinchada cabeza. Gruñí mientras me inclinaba para
envolver mi puño alrededor de él, gimiendo en ella
mientras acariciaba mi verga lentamente y lamía su
pequeño y dulce coño hasta que ella gritaba por su
liberación. Mi lengua se movió más rápido, ahondando
en su hermoso y pequeño culo y arremolinándose
alrededor de su anillo antes de subir para poner su
clítoris salvaje. Lo chupé entre mis labios, gruñendo
dentro de ella y tirando de mi gruesa verga mientras mi
lengua giraba sobre su pequeño brote una y otra vez,
hasta que supe que iba a romperse para mí.

—Córrete para mí, dulzura.— gruñí. —Haz que este


pequeño coño se corra por toda mi jodida lengua, y
cuando termine de lamerla, voy a deslizar cada
centímetro de esta gran verga dentro de él. Voy a
llenarte hasta el borde, hasta quesientas mis bolas
pesadas descansando sobre tu trasero. Y luego voy a
reclamarte, y embarazarte, y vaciar cada gota de la
esperma de estas bolas en lo profundo de tu útero.

Camila gritó de placer, cada músculo de su apretado


cuerpo joven se apretaba y ondulaba cuando comenzó a
llegar al borde.

—Córrete para mí, ángel. — gruñí. —Haz que este


jodido y sexy coñito se corra por mí ahora mismo. Vente
por mí, así puedo poner mi semen dentro de ti. Vente
por mí ahora.

Mi lengua se arremolinó sobre su clítoris, mi pulgar e


índice pellizcaron y se burlaron de su pezón, y mi
gemido retumbó a través de su coño, hasta que, con un
grito, perdió todo control. Camila gimió, el sonido tan
dulce y jodidamente sexy como el infierno cuando su
grito quedó atrapado en su garganta. El orgasmo tronó a
través de ella, haciéndola estrechar sus caderas con
fuerza contra mi boca mientras se corría. Podía probar
su dulce y pegajoso jugo cubriéndome la lengua y
corriendo por mi barbilla, lo que solo me hizo lamerla
más rápido y acariciar mi verga aún más fuerte.

Seguí burlándome de ella, solo disminuyendo la


velocidad cuando me rogaba una y otra vez por alivio.
Me aparté, mi cuerpo entero enroscado y listo y
deseándola mientras me movía entre sus piernas.
Camila gimió, sus brazos me rodeaban y me acercaban
mientras la besaba con fiereza. Sabía que podía
saborear su coño en mis labios, y ella solo parecía
besarme más fuerte por eso.

Ella gimió dentro de mí, extendiendo sus piernas y


envolviéndolas alrededor de mi cintura mientras me
besaba como si nunca quisiera parar. Moví mis caderas
hacia adelante, dejando que la cabeza palpitantee
hinchada de mi pene se arrastrara sobre sus labios
resbaladizos. Camila jadeó en mi boca mientras dejaba
que la gruesa cabeza chocara con su clítoris. Mi líquido
pre seminal fluyó libremente, cubriendo su hendidura
virgen con una pegajosa y desordenada promesa de lo
que estaba porvenir. Bajé la cabeza, dejando que se
alojara justo entre sus labios contra la entrada de su
coño resbaladizo y aterciopelado.

—No estoy...— tragó saliva, jadeando mientras me


miraba a los ojos.—No estoy en control de natalidad o
cualquier...

—Bien. — gruñí, haciéndola gemir mientras me


acercaba a ella y me besaba ferozmente. —Bien,
porque cuando vacíe mi semen dentro de ti,quiero que
lo tome. Quiero que esa raja ansiosa chupe cada gota y
lo mantenga dentro de ti.

Gruñí, besándola hambrientamente mientras tragaba


sus gritos de placer. Deslicé una mano hacia abajo entre
nosotras, arrastrando mis dedos sobre su vientre suave
y desnudo.

—Quiero sentirte hinchada, ángel. — ronroneé. —


Quiero ver crecer esta barriga, y quiero ver cómo se
extiende el resplandor sobre tu piel a medida que la vida
que hacemos crece dentro de ti. ¿Quieres eso, ángel?
¿Quieres que tome tu dulce virginidad y ponga un bebé
dentro de ese útero intacto?
Pude haber recibido el feroz y voraz beso en el que ella
me tiró como respuesta suficiente, pero cuando me
abrazó con tanta fuerza y me susurró al oído: —sí, sí,
¡SÍ! —Supe cuán real era esto.

—Entonces voy a tomarte ahora, dulzura, — Ronroneé


en sus labios.
Sus ojos bebieron los míos, toda su cara sonrojada y
lista para mí.

—Abre las piernas de par en par, ángel. — Gruñí,


empujando mis caderas hacia adelante.

Camila gritó cuando la gruesa cabeza comenzó a entrar.


Extendió sus piernas, abrazándolas alrededor de mis
caderas mientras yo comencé a empujar más dentro,
dejándola sentir cada centímetro en donde nadie más se
había metido.

—Siénteme extenderte tan amplia. — gemí. —Siente mi


pene llenando este pequeño y perfecto coño intacto por
primera vez.

—Por favor, fóllame. — jadeó Camila, besándome


ferozmente mientras me abrazaba. —Lo quiero todo.
—Toma mi verga, dulzura, — Gruñí, preparándome. —
Toma todo.

Empujé, y con un grito de sus labios y un rugido del mío,


enterré cada centímetro de mi gran verga
profundamente dentro de su coño apretado,resbaladizo
y virgen.

—Mía. — gemí en sus labios, sintiendo su coño


agarrarme con tanta fuerza, ondulándose como si
estuviera ordeñando el semen de mis bolas.

—Mía. — susurró ella, jadeando mientras presionaba


sus labios contra los míos y me besaba lentamente.

Apreté mis caderas contra las de ella, dejándola


sentirme tan profundamente dentro. Camila gimió con
tanta dulzura, su cuerpo temblaba mientras lentamente
salía. Dejé solo la cabeza adentro, palpitando contra sus
paredes internas y estirando su coñito apretado tan
dulcemente alrededor de mi grosor, antes de volver a
entrar. Ella gimió, raspando sus uñas por mi espalda
mientras enterraba mi verga hasta la empuñadura. Mis
pesadas bolas llenas de esperma descansaron contra
su pequeño culo apretado antes de que retrocediera,
solo para hacerlo todo de nuevo. 
Camila se movió contra mí, meciendo sus caderas para
enfrentar mis embestidas profundas mientras
comenzábamos a movernos más rápido. Sus gritos de
placer llenaron mis oídos, el sonido tan jodidamente
caliente y tan jodidamente tentador que pude haber
escuchado solo su placer. Sus manos agarraron mis
bíceps y mis hombros, sus uñas se arrastraron sobre mi
piel mientras su pequeño y apretado cuerpo ondulaba y
temblaba debajo de mí.

Mi pene estaba más duro de lo que nunca había


estado,hundiéndose en su pequeño y caliente coño una
y otra vez, resbaladizo,pegajoso y reluciente con su
miel. Mis pelotas golpearon su culo en cada empuje, el
semen hirviendo dentro de ellas, tan ansioso por
llenarla. Mi pulso rugió en mis oídos, mi corazón más
grande y más conectado de lo que nunca había estado
cuando me perdí en ella.

En Camila, la chica de mis sueños que nunca había


visto venir. Mi verga volvió a entrar, haciéndola chillar en
éxtasis mientras abrazaba mis caderas con fuerte con
sus muslos y gritaba por más. Podía sentir su agarre
más y más fuerte, sus pezones duros como pequeños
guijarros mientras se arrastraban por mi amplio y
musculoso pecho. Podía sentir sus jugos gotear por mis
bolas y cubrir sus muslos. A medida que mi verga se
hinchaba más y más dentro de ese coño increíblemente
apretado con sus paredes resbaladizas agarrándome
con tanta fuerza,sabía que ninguna iba a durar mucho
más.

—Voy a darte mi semen ahora, ángel. — ronroneé en su


oído, mi verga entrando y saliendo de ella, clavándola
en la cama.—Voy a llenar tu pequeño coño con cada
gota de mi pegajosa semilla. Te voy a ensuciar y llenar
ese útero hasta que sea necesario. —

La besé ferozmente, bombeando mi pene dentro de ella


mientras sentía que su coño comenzaba a agarrarme
más y más fuerte a medida que todo su cuerpo
comenzaba a temblar

—Voy a poner un bebé dentro de ti.

Solté un grito de placer cuando lo dije, su cuerpo


temblaba contra el mío y ella gimió profundamente por
mí.

—Voy a embarazarte, y voy a bombear mi semen


profundamente en tu útero hasta que lo tome. Puede
que no sea esta vez, pero voy a seguir follándote, y
seguiré reclamándote hasta que lo haga.
—Hazlo. — jadeó en mi oído, abrazándome con tanta
fuerza y balanceando sus caderas para encontrarse con
las mías.

— ¡Lléname!Quiero que me embaraces, Lauren. ¡Quiero


sentir a nuestro bebé dentrode mí!

Rugí, retrocedí y luego entré en ella una y otra vez, toda


la cama temblaba mientras mi gruesa y palpitante verga
se hundía una y otra vez entre sus apretados labios
rosados, hasta que nos estrellamos más allá del punto
de no retorno.

— ¡Pon un bebé dentro de mí! — 


Camila gimió en mi oído, sus uñas arañaron mi espalda
y sus piernas se cerraron alrededor de mí.

—Toma mi semen, ángel. — Rugí, mi visión se borraba


en los bordes cuando comencé a explotar. —Quiero
sentir que este pequeño coño se viene por mí, y quiero
que tomes toda mi semilla en el fondo. Vente por mí,
dulzura. Vente por mi gran verga, así puedo darte cada
gota.

Me conduje profundamente, mis labios apretados contra


los de ella,y todo el mundo estalló a nuestro alrededor.
Camila gritó en mi beso, todo su cuerpo se tensó y luego
se rompió debajo de mí. Pude sentir su pequeño coño
apretando y ordeñando mi pene tan jodidamente
apretado mientras el orgasmo la golpeaba, y perdí todo
control. Rugí, enterrando mi verga tan profunda como
pude, mientras el semen salía de mi hinchada cabeza.
Mis bolas palpitaban contra ella, bombeando mi
pegajosa semilla profundamente dentro de su cuerpo.
Carga tras carga de mi semen la llenó una y otra vez
mientras me besabaa través de su propio clímax, hasta
que las dos jadeamos por aire.

La abracé fuertemente, besándola ferozmente cuando


nos detuvimos. Su cuerpo temblaba por mí, y ella me
besó como si nunca hubiera querido que dejara de
besarla.... Y no lo planeaba. Nos quedamos así ni
siquiera sé por cuánto tiempo, porque el tiempo no
importaba. Nada importaba excepto ella y yo en ese
momento. Eventualmente, empecé a salir de ella. Pero
cuando miré entre nosotras y vi que el gran goteo de
semen blanco nacarado comenzaba a filtrarse de sus
labios rosados, sacudí mi cabeza.

—Uh-uh, — gruñí, apretando mi mandíbula. —No


podemos tener eso .Quiero que mi semen permanezca
dentro de ti.
Ella jadeó cuando la coloqué en mi regazo, y antes de
que se diera cuenta, había alineado mi verga aún dura
como el acero en su entrada y lentamente la bajé sobre
ella. Camila gritó, jadeando mientras lentamente
acomodaba cada centímetro grueso de mi verga hasta
que podía sentir su clítoris rozándose contra la base de
mi pene.

—Manteniéndolo dentro, ¿eh? — Jadeó, sonriéndome


cuando su coño se apretó tan fuerte a mí alrededor.

—Creo que se filtró algo, así que creo que será mejor
que te dé unpoco más.
Camila gimió, besándome lentamente.

— ¿Quieres darme más semen?

—Quiero darte todo mi semen, ángel, — gruñí.

Mi mano se apoderó de su culo apretado posesivamente


mientras dejaba que mi pene palpitara profundamente
en su interior.

—Móntame, dulzura. Monta esa gran verga hasta que le


dé más a tu hambriento coño.
Lentamente, se levantó, solo para hundirse, su coño
tragándose cada centímetro de mí.

—Quiero más. — ella gimió, sus caderas rodando


mientras comenzaba a montarme.— ¿Puedo tener más
semen, doctora?

PARTE 10

Camila

-Oh dios mío...

Grité, jadeando de placer mientras su gruesa y hermosa


verga se deslizaba dentro de mí. Podía sentir lo
pegajoso y húmedo que estábamos, resbaladizas de mi
deseo y de todo su semen que aún estaba en lo
profundo de mi útero. Sus poderosas manos agarraron
mi culo con firmeza, sus dedos se clavaron en mi piel
mientras me deslizaba por su grueso eje. Élla me
atormentó allí, con solo su hinchada cabeza dentro de
mí y parte de su espeso semen goteando por su
palpitante eje antes de sumergirse dentro, deslizándose
fácilmente a través del desastre que habíamos hecho
mientras se enterraba hasta la empuñadura dentro de
mí.
Lauren gruñó en mi cuello, su enorme y musculoso
cuerpo envolvió por completo mi cuerpo mucho más
pequeño. Me sentí como si estuviera envuelta en ella,
completamente rodeada y protegida por esta mujer
perfecta, hermosa y dominante que se había robado
tanto mi corazón como mi virginidad. Lo último acababa
de pasar, ¿pero el primero? Bueno, élla me había
robado el corazón el día que la conocí.

La besé con avidez, sintiéndome más sexy y más viva


de lo que nunca me había sentido. Agarré sus hombros
y me levanté, sintiendo que su grueso eje me estiraba
tan fuerte antes de mover mis caderas hacia abajo y
tomar cada centímetro de ella. Mis dedos rasparon su
piel, aferrándose a sus músculos y amando la forma en
que ondulaban bajo su piel entintada.

-Monta mi verga, ángel. - gruñó en mi oído, sus manos


me agarraron fuertemente cuando su gran verga se
hinchó aún más dentro de mí.

Gimoteé, moviendo mis caderas más rápido mientras


rebotaba sobre ella. Su mano se deslizó hacia mi
vientre, sosteniendo su palma hacia mí mientras
empujaba su enorme pene profundamente dentro.
-Monta mi verga y ordeña todo ese semen de mis bolas.
Quiero sentir que llegas al límite. Quiero que tu útero
engulla todo hasta que este vientre se hinche con un
bebé.

Grité de placer, rebotando más y más rápido arriba y


abajo de su grueso eje y sintiendo su hinchada cabeza
profundamente dentro. Mi clítoris se rozó a través de su
eje en cada embestida, enviando mi cuerpo a la órbita
mientras el éxtasis me atravesaba. Pero fueron sus
palabras las que lo harían, y yo lo sabía. Era la forma en
que gruñía esas cosas sucias en mi oído, y cómo me
decía exactamente qué hacer.... Era ella diciéndome
cuánto quería tener un bebé conmigo, embarazarme y
sentirme crecer con la vida que creamos dentro de mí
que finalmente me llevó al límite.

Había pensado en niños antes, por supuesto, pero


siempre parecía una de esas cosas inalcanzables donde
todos a mi alrededor me decían "espera hasta que seas
mayor". Excepto, cuando pensaba en niños, pensaba en
ellos en el presente, no en el futuro. Pero con mi futuro
tan planeado, cada vez que se me ocurría, rápidamente
lo descartaba.... Hasta Lauren. Hasta que esta
poderosa, increíble, protectora y amorosa mujer me hizo
suya, y me dijo cuánto deseaba hacer de mí una madre.
Y fue entonces cuando supe cuán real era esto. Esto no
era solo una aventura caliente, o incluso una "aventura
caliente" extendida. Esto era para siempre. Esto era por
siempre.Esto era amor.

Apreté mis labios contra los suyos, arañé su piel y me


conduje en su gruesa verga una y otra vez cuando
comencé a hundirme.

-Lléname. - jadeé en sus labios. -Vacía tu semen en mi


interior y pon un bebé en mí. Lo quiero, contigo. Lo
quiero tanto.

-Entonces sé una buena chica para mí, Camz. - gimió


Lauren en mi boca. -Sé una buena chica y córrete, y si
dices por favor, te daré cada gota de mi semen caliente.

Y como una bomba explotando, me estrellé contra el


borde. Grité en su boca, rebotando arriba y abajo cada
centímetro de su enorme e hinchada verga cuando el
orgasmo se hizo añicos a través de mí.

- ¡Córrete en mí! - Gemí, empujando mis caderas contra


las suyas y sintiendo la ola golpearme una y otra vez. -
¡Córrete en mí!
-Di, por favor, ángel. - siseó con los dientes apretados,
sus músculos ondulaban y sus manos se apretaban
sobre mi cuerpo.

- ¡Por favor, dame tu semen!

Con un rugido, me jaló tan fuerte a su cuerpo grande y


se dejó ir. Enterró su cara en mi cuello, gritando en mi
piel mientras conducía su verga tan dentro de mí. Grité,
sintiéndolo hincharse tanto como podía antes de
sentirlo. Sentí los chorros calientes, gruesos y pegajosos
de su potente esperma chapoteando dentro de mí
bombeo tras bombeo tras bombeo llenándome hasta el
borde.

Me abrazó con fuerza, empujándose en mi interior


mientras sus bolas se contraían contra mi culo y su
verga hinchada salía una y otra vez dentro de mí. Hasta
que lentamente, nos detuvimos. Lauren me besó
ferozmente, levantándome y luego empujándome sobre
mi espalda en la cama grande y cómoda. Su verga se
mantuvo firmemente dentro de mí. Se acomodó entre
mis piernas, besándome tiernamente y acariciando mi
piel hasta que estuve segura de haber ido al cielo.

-Perfecta. - susurró. -Eres jodidamente perfecta, Camila.


Me besó lentamente, saboreando mis labios
suavemente antes de comenzar a alejarse de entre mis
piernas. Su verga dura y resbaladiza se liberó, pero
cuando rodó junto a mí, me puso de costado, me apretó
contra su duro y acanalado cuerpo y deslizó su mano
entre mis muslos. Ahuecó mi tierno y todavía tembloroso
coño, su mano cálida y poderosa me cubrió y me hizo
estremecer mientras me empujaba contra ella.

-Mantenlo adentro, ángel. - ronroneó en mi oído,


acariciando mi costado con la otra mano mientras
plantaba besos en mis hombros y en la parte posterior
de mi cuello.

Y lentamente, exhausta, me dormí así contra ella, y


cuando soñé, eran los mejores sueños que había tenido.

La cama estaba caliente, pero vacía cuando me


desperté a la mañana siguiente. Fruncí el ceño, antes de
que repentinamente todo lo de la noche anterior
regresara rápidamente en este increíble y acalorado
apuro. Jadeé silenciosamente, recordando la sensación
de su boca y sus manos sobre mí, o la forma en que se
había sentido deslizándose dentro de mí por primera
vez. Gemí, apretando mis muslos y sintiendo el delicioso
dolor allí mientras recordaba cómo me había reclamado,
y cómo había puesto su semen tan profundo dentro de
mí. Recordaba todo lo que habíamos dicho, y
lentamente, mis manos se arrastraron sobre mi piel
desnuda para ahuecar mi vientre suave y plano.... Y me
pregunté si ya habría sucedido.

Cerré los ojos e intenté centrarme, como si pudiera


sentir el calor creciendo dentro. No podía decirlo,
obviamente, pero al pensarlo, y sintiendo que el amor y
el brillo se apoderaban de mí, mi corazón saltó y todo mi
cuerpo zumbó. Quería que arraigara, y quería sentir la
vida que ella y yo habíamos creado, crecer dentro de mí.
Y, si no fuera esta vez...Sonreí, sonrojándome. Bueno,
dicen que la práctica hace la perfección, ¿verdad?
Llamé al nombre de Lauren, pero no hubo respuesta.
Fruncí elceño, pero cuando volteé en la gran cama, mis
cejas se elevaron. Allí, en la mesita de noche, había una
docena de rosas blancas y una simple nota manuscrita.

Buenos días, ángel. Nos estoy trayendo café. Con


amor,L

Leí la nota dos veces, y una tercera vez, y luego una


cuarta, antes de que finalmente me concentrara en esa
última parte. Amor. Cerré los ojos, abrazando la nota en
mi pecho y sintiendo que la sensación que nunca había
sentido me atravesaba. Porque amaba a esta mujer total
y completamente. Había pasado de la lujuria por ella y
gemir en mi almohada por la noche cuando se convirtió
en objeto de sucias fantasías, en compartir su cama y
nuestros corazones. Le había dado mi cuerpo, sí, pero
ella me había dado su corazón a cambio. Y nunca lo iba
a dejar ir.

Todavía sonriendo como una completa idiota, me


deslicé de su cama y caminé por el piso del dormitorio.
Saqué una gran camisa de élla del vestidor, medio
abotonándola mientras me abrí paso a través de su
enorme y magnífico ático. En la cocina, me preparé el
té. Sonreí, dándome cuenta de que aún había
demasiadas cosas sobre nosotras que aún no sabíamos
como, por ejemplo, que yo prefería el té al café. Solté
una risita, pensando en lo dulce que había sido que
hubiera ido a por café sin siquiera saberlo.

Cuando hirvió el agua, tomé un sorbo humeante,


dejando que el calor se filtrara lentamente en mí
mientras caminaba por la sala de estar hacia el gran
balcón a través de las puertas corredizas de vidrio. Salí,
respirando profundamente el aire de la ciudad de la
mañana mientras mimirada se arrastraba por los tejados
de Nueva York. La corneta de un coche me llamó la
atención, y cuando lo vi allí abajo en la acera, tantos
pisos más abajo, mi corazón comenzó a latir más rápido,
y la sonrisa comenzó a arrastrarse por mi rostro.... Antes
de repente, como si hubiera recibido un golpe de un
cuchillo, comenzó a hundirse, y doler.

La mujer tenía el pelo oscuro, casi negro, recogido con


fuerza.Llevaba una blusa blanca y elegante, una falda
de lápiz de corte, y sinceramente no me importaba qué
más, porque no era su jodido pelo, o su armario lo que
estaba viendo.... Era el hecho de que ella estaba
tomada de la mano con Lauren. La rabia verde y
envidiosa ardió dentro de mí los celos como nunca
hubiera sabido que podía experimentar explotando en
mi cuerpo. Me obligué a tomar respiraciones profundas,
y traté de hacerme pensar en todo lo que podía ser que
estaba viendo. Tal vez ella era una amiga, u otro doctor,
o incluso una...

La mujer envolvió sus brazos alrededor de Lauren,


abrazándola, y justo delante de mis ojos, besó su
mejilla.... Y ella la abrazó de vuelta.La rabia verde se
convirtió en algo peor, y lentamente, pude sentirque algo
dentro de mi pecho se rompía. Y de repente, supe que
había sido una idiota por pensar que había sido real.
Cuando lo pensé, fue tan obvio: la chica joven e ingenua
que se enamoraba, y la magnífica y perfecta médico,
lista para abalanzarse. Por supuesto que había otra u
otras muchas chicas.
Todo había sido una pequeña mentira, y me la había
tragado toda. Luchando por contener las lágrimas, me
volví y hui a su ático para agarrar la ropa y desaparecer.

PARTE 11

Lauren

La sonrisa en mi cara era nueva, pero me gustaba.


Mierda, me había acostumbrado bastante a no sonreír,
pero entonces Camila había entrado en mi mundo, y
todo había cambiado. Sabía que iba a sonreír mucho
más ahora, demonios, todo el tiempo, y todo se debía a
ella.... Todo por encontrar el amor de mi vida.

Podía sentir mi corazón martilleando en mi pecho


cuando el ascensor subió a mi ático, y a mi ángel
dormido. Esto era. No más vacilaciones en la vida, no
más errores, no más viviendo la vida que quería vivir.
Encontré a la única chica que realmente me importó, y
ahora, nuncaiba a dejarla.

— ¡Estúpido!

La sonrisa cayó de mi rostro cuando algo pequeño y


feroz se abalanzó sobre mí en el momento en que se
abrieron las puertas del ascensor. Pequeños puños
golpearon mi pecho, y uno incluso se acercó a mi cara
antes de agarrar una muñeca delgada y empujar al
pequeño demonio hacia atrás.

— ¡Idiota!

Parpadeé, agarrando a Camila con fuerza mientras


miraba hacia abajo a su rostro furioso y cubierto de
lágrimas.

—Jesús, ángel, qué es...

— ¡Oh, no me digas ángel! —

Espetó ella, alejándose de mí. Pude sentir que un


pedazo de mí se hacía añicos: un cuchillo retorciéndose
por dentro.

— Camila. — gruñí, moviéndome hacia ella. —¿Qué


está pasando exactamente?

— ¡Dímelo! — Ladró, cruzando los brazos sobre el


pecho.

Llevaba su ropa del día anterior, no desnuda y todavía


calentando mi cama como me había imaginado en mí
camino hacia arriba. Eso, y ella me estaba mirando con
furia y rabia en su rostro como nunca hubiera imaginado
que fuera capaz.

—Camz, háblame. — gruñí, dando un paso más hacia


ella. Negó con la cabeza, retrocediendo hacia mi ático
cuando entré detrás de ella.

—Solo llévame a casa, Lauren. Llévame a casa y nunca


másvuelvas a hablarme.

—Ángel...

— ¡Te vi, está bien! — Espetó, toda su cara tensa y


dolorida. Fruncí el ceño.

— ¿Qué? Ada, ¿qué viste?

— ¡A ti! ¡Con... con esa chica!

Fruncí el ceño, buscando de qué demonios podría estar


hablando, cuando de repente, me di cuenta.... Me di
cuenta, y comencé a reír.

— ¡Oh, vete a la mierda! — Siseó acaloradamente.

Fue a pasar junto a mí por la puerta, pero fui más


rápida. La agarré, sonriendo cuando me dio una patada
y me dio una palmada en el brazo con sus pequeñas
manos mientras la acercaba.

— ¡Déjame ir, Lauren! Sé lo que eres y lo que esto es, y


solo quiero ir...

—Mi hermana, Camz. — dije en voz baja, tirando de ella


contra mí con mis manos agarrando fuertemente sus
muñecas. Mis ojos buscaron los de ella.

— ¿La chica, la que estoy suponiendo que viste afuera


cuando me estaba despidiendo de ella en la puerta de
entrada al edificio? —

Me reí entre dientes, el miedo y la sensación de tensión


de no saber lo que estaba lastimando a la mujer que
tanto amaba disipándose mientras la verdad encajaba
en su lugar.

—Su nombre es Taylor, y es mi hermana.

Las manos que golpeaban se detuvieron y, lentamente,


Camila se quedó quieta.

— ¿Qué?
Me reí entre dientes, sacudiendo mi cabeza y soltando
sus manos.

—Taylor es mi hermana. Ella vive aquí en la ciudad, y...

—Oh Dios...

Las mejillas de Camila se pusieron rojas, su cara entera


cayendo mientras la cubría con sus manos.

—Dios mío, soy una completa idiota.

—No, no lo eres, — gruñí, atrayéndola hacia mí.

Extendí la mano para ahuecar su barbilla, alzándola


mientras apartaba sus manos de su perfecta y angelical
cara.

—Supongo que hay muchas cosas que todavía no


conocemos la una de la otra. — dijo en voz baja,
mirando hacia abajo.

— ¿Así que eres del tipo celoso?

Se mordió el labio, escondiendo una sonrisa tímida


mientras me miraba y asintió.
—Eso es nuevo. Tal vez es solo...— Tragó saliva. —Tal
vez eres solo tú la que saca los celos. La idea de
cualquier otra mujer...— 
Ella frunció el ceño, sacudiendo la cabeza mientras la
estrechaba y la besaba suavemente.

—La sensación es familiar. La idea de que cualquier otro


ponga un dedo sobre ti...

—Nunca habrá otro. — susurró, sacudiendo la cabeza.

—Bien. — gruñí. —Ángel, no hay nadie más para mí, y


no habrá nadie más, nunca. Tú eres la única para mí,
todo lo que siempre quise y todo lo que siempre desearé
o querré. Y te amo, total y completamente.

Ella jadeó, sus mejillas sonrojadas y sus labios suaves y


carnosos se abrieron.

— Lauren, yo también te amo. — Gimió en voz baja,


presionándose contra mí.

—Y lo que dije anoche...— Mantuve su mirada, el fuego


en la mía brillaba. —Lo dije en serio. Quise decir cada
maldita palabra de eso.Quiero que tengas a mis hijos,
Camila. Quiero crear una familia contigo.
Gimió, besándome suavemente mientras sus brazos se
deslizaban alrededor de mi cintura.

—Quiero eso tanto. — susurró en mis labios.

La besé de nuevo, tomándome mi maldito tiempo y


saboreando realmente esos labios mientras la abrazaba
como si nunca la fuera a dejar ir.Cuando se retiró, su
cara estaba roja, y puso los ojos en blanco mientras
gemía y miraba al suelo.

—No puedo creer que sea tu hermana. Dios, soy tan


psicópata,¿verdad?

Sonreí, tomando su barbilla y acariciando su mandíbula


con mi pulgar.

—Ven acá.

La levanté, amando la forma en que ella jadeó y me


abrazó fuerte mientras caminábamos hacia la gran
habitación y la colocaba en el borde de la cama. Di un
paso atrás, respiré hondo e intenté desacelerar mi
acelerado corazón.Esto era.

— Camila, me encontraba con mi hermana, porque ella


me traía esto.
Saqué la pequeña caja negra de terciopelo del bolsillo
de mi chaqueta.

— ¿Qué es esto? — Susurró, apenas respirando con los


ojos muy abiertos.

—Era de mi abuela, y luego de mi madre. — dije en voz


baja. —Ábrelo.

La habitación estaba en silencio a excepción del


estruendo de mi corazón mientras lo hacía, y
lentamente, vi el brillo y la sorpresa y la emoción cálida
en su rostro.

—Oh Dios mío...

—Solía ser un collar. — dije en voz baja. —Había un


anillo, pasó de mi abuela a mi madre, pero eso por
supuesto ha ido a mi hermana. Esto era parte de un
collar que también se transmitió a través de las
generaciones y lo convertí en un anillo.

Camila me miró, con los ojos muy abiertos y la boca


abierta, aunque no se escucharon las palabras durante
unos segundos.
— ¿Cuándo? — Preguntó sin aliento. — ¿Cuándo lo
convertiste en unanillo?
Sonreí.

—El día después de conocerte.

Su mano voló a su boca, y lentamente, caí de rodillas


frente a ella.

— Camila Cabello. — gruñí, mi corazón latía a mil por


hora, pero sabiendo que nunca había estado más
segura de nada en toda mi vida.

Lo había sabido en el momento en que la vi, y ahora,


ella sería verdaderamente mía, para siempre. Miré a
esta chica perfecta, que me había robado el corazón, y
me había enseñado lo que era volver a sentir y amar.

—Cásate conmigo. — le susurré, sosteniendo la caja


mientras la miraba profundamente a los ojos.

Quedó paralizada por un breve segundo, parpadeando


como si ni siquiera estuviera segura de que esto fuera
real mientras me miraba en estado de shock.
—Cásate conmigo, Camz. — dije en voz baja, tomando
su pequeña mano en la mía. —Cásate conmigo, y sé
mía...

—Sí, — jadeó. — ¡Sí!

Ella se lanzó a mis brazos, tirando de los suyos con


fuerza alrededor de mi cuello mientras me sostenía con
tanta fuerza.

— ¡ Lauren, sí!

—Tus padres, lo que dirá la gente...— Negué con la


cabeza,abrazándola tan fuerte como pude.

—Olvida el resto. Me encargaré de todo. Solo se mía, y


haremos nuestra propia vida juntos.

—Y una familia. — Susurró acaloradamente, con sus


labios a milímetros del mío. —Hagamos una familia
juntas.

—Joder, ángel. — gemí, sintiendo su cuerpo


presionarse contra mí y el calor entre sus muslos. Mi
pene palpitaba contra ella mientras sacaba el anillo de la
caja y lentamente lo deslizaba sobre su dedo.Mía.
— ¿Crees que lo hicimos anoche? — Dijo con timidez,
sus mejillas sonrojadas mientras pasaban con hambre
su lengua por los labios.

—Difícil de decir. — le devolví la sonrisa, quitándome la


camisa lentamente mientras me levantaba. La arrojé
sobre la cama, quitándome la ropa mientras se quitaba
los pantalones, antes de caminar lentamente sobre ella.
Me dolió la verga mientras me acomodaba entre sus
piernas,extendiéndolas de par en par y guiando la
hinchada cabeza hacia su resbaladizo coño.

—Será mejor que sigamos tratando para asegurarnos.

—Fóllame, Lauren. — Susurró acaloradamente en mi


oído mientras envolvía sus piernas alrededor de mi
cintura y comenzó a llevarme dentro.

—Pon un bebé en mí.

Con placer. Empujé hacia delante, enterrándome


lentamente en su calorfundido hasta que toda yo estaba
dentro, desnuda, y lista para darle todo lo que tenía.

—Ahora ordeña ese semen de mis bolas, ángel, —


ronroneé en su oído. —Sé una buena chica y toma mi
semen.
EPILOGO

Camila

Cuatro años después...

Al final del día, todo lo que necesitas es amor. No, no


pasamos de mi diciendo que sí ese día a un feliz para
siempre con el roce de una varita mágica. Hubo partes
difíciles entre el Punto A y el Punto B.

Mis padres, en primer lugar, lo perdieron cuando les


dijimos. Mi padre juró que demandaría a Lauren y le
quitaría su licencia, y mi madre me gritó que me estaba
"estableciendo". Sí, puedes seguir adelante y poner los
ojos en blanco. Ciertamente lo hice. Pero, lentamente,
creo que lo entendieron. Mi padre lo hizo, al menos.
Incluso si se demoró un poco en no pensar que Lauren
tenía casi el doble de mi edad, y que esta podría no
haber sido su elección para mí,eventualmente lo
obtuvieron.

Llegaron a conocer a la mujer por la que estaba


locamente enamorada, y vieron que incluso si ella no
era del mundo de la más alta riqueza y privilegio, el
trabajo que realizaba en el mundo era noble en un grado
que la mayoría de la gente nunca se acercaba. Y eso es
lo que creo que los ganó al final... incluso si Lauren me
jurara que me robaría y se fugaría conmigo, con o sin su
bendición.

Pero la dieron, porque vieron lo que vimos entre


nosotras: amor. 
Y al final, el amor gana, cada vez.Eso nos lleva a Jen, la
horrible y espantosa ex de Lauren. Dios,cuando
descubrí por primera vez sobre ella y todo lo que había
hecho, no estaba segura de si quería abrazar a Lauren y
protegerla con todo lo que tenía, o correr y encontrarla
para poder ponerle un estilete a través de su ojo....

Está bien, está bien, tal vez tengo una veta de celos. Lo
que le había hecho a la mujer  que amaba era realmente
terrible,y cuando supo de mí y de nuestro compromiso,
intentó todo lo que estaba en su poder para ser aún peor
de lo que había sido. Fue entonces cuando intervino mi
padre. Específicamente, el equipo de veinticinco
abogados corporativos verdaderamente terroríficos y
sangrientos de mi padre. Sabía que Lauren estaba
amargada, y supe al principio que veía esto como
"alguien más peleando sus batallas", pero al final, me
aseguré de que entendiera que no era solo "alguien
más", era yo. Iba a sacar a esa perra de su espalda de
una vez por todas, porque no había forma de que fuera
a formar una familia, con ella pendiente de nosotras.
También podría haber insistido en entregar
personalmente la declaración de los abogados: no para
hacerle algo, y no porque incluso quisiera conocerla.
Pero quería ver la expresión de su cara cuando se diera
cuenta de que había perdido, no solo a una mujer  tan
increíble, sino a todos sus intentos de lastimarla....

Fue una mirada muy buena, tengo que decir. Han


pasado cuatro años desde que la mujer  de mis sueños
me atrapó, me hizo suya, y me pidió que me casara con
ella, y desde entonces ha sido un sueño. Lauren amplió
su clínica a ser la atención neonatal y prenatal más
grande y mejor en Nueva York, y como sería demasiado
modesta para decirlo, el mundo. Ahora les gana a todos
con el espacio adicional y todos los donantes que tienen
ahora, no solo los ricos clientes, sino también los pobres
que normalmente no pueden pagar una atención como
esta. Pero con ella, obtienen lo mejor, y lo obtienen pro-
bono.

¿Yo?

Estoy terminando mi licenciatura en pre-medicina, y ya


he sido aceptada en la Facultad de Medicina de NYU,
donde me centraré en Psicología Pediátrica. Le hice
jurar a Lauren que no tiraría de ningún hilo ni que usara
su influencia, pero que, de todas maneras, podría tener,
incluso si supiera que podría hacerlo por mi propio
mérito, porque así es quién es.
Ella quiere el mundo para mí, y me lo da todos los días.
No sé si fue ese día, específicamente, pero si no lo fue,
entonces no fue mucho tiempo después cuando
"arraigó".

Di a luz a nuestro hijo Jonah diez meses después de


que Lauren se propuso y nueve meses después la boda.
Un año y medio después, Carrie llegó. E incluso con los
niños y mi escuela, y con la clínica y las
responsabilidades ampliadas de Lauren, aún nos
hacemos tiempo para nosotras y para las cosas que
hacemos tan bien juntas....

Que es exactamente la razón por la que no me


ajustaban mis jeans habituales en estos días. Sí, el
número tres está en camino, otra pequeña niña en poco
menos de cuatro meses. Y, sin embargo, parece que mi
esposa me encuentra irresistible, aparentemente.

—Ven aquí, ángel.

El gruñido tiembla a través de mí, despertándome de la


mitad del sueño en que estaba. Me despierto
completamente, medio volteando para encontrar que
Lauren se había metido en la cama detrás de mí, en
casa tarde de la clínica, pero de todos modos en casa.
La habitación de la esquina de nuestro nuevo ático está
a oscuras, pero las cortinas de la ventana, que se
extienden hasta el suelo, están abiertas, dejando que las
chispeantes luces de la ciudad brillen a nuestro
alrededor.

—Te extrañé, — susurré, sonriendo mientras me


abrazaba y deslizaba una mano sobre mi vientre.

—Las extrañé también, — gruñe. — ¿Cómo está


nuestra pequeña princesa?

—Grande. — hice puchero.

Puedo sentir a Lauren sonreír mientras se mueve


directamente hacia mí, pero luego, también puedo sentir
algo grande palpitando contra mi culo cubierto con
panty.

—Vamos, no hay manera de que sea por mí. —


refunfuño. —Estoy enorme.

—Estás jodidamente hermosa, es lo que eres. — gruñe,


sus manos se deslizan sobre mi piel.
Empieza a tirar de la blusa de maternidad que llevo
puesta, tirando de ella por mi barriga y hasta mis
pechos.

— ¿Los niños están dormidos?

Asiento, tragando espesamente mientras sus manos


empujan el top endeble sobre mis pechos hinchados.
Sus dedos se burlan de mis pezones extra sensibles,
haciéndome jadear.

—Bien, — ronronea. —Porque creo que ha pasado


demasiado tiempo desde que te hice venir sobre mi
verga.

— ¿Demasiado tiempo? — Sonrío, poniendo los ojos en


blanco. —Me parece recordar a alguien viniendo a la
ducha detrás de mí esta mañana y haciendo
exactamente eso.

Lauren gruñe suavemente, y puedo sentir su verga latir


contra mi trasero.

—Eso fue hace al menos diez horas. Como dije,


demasiado tiempo.
Sus manos se deslizan hacia abajo a mis bragas, los
pulgares se enganchan en la cintura cuando comienza a
quitarlas. Me quejo, sintiendo que mi pulso se acelera
mientras me desnuda. Levanto la mano, gimiendo
cuando siento la gruesa verga de mi esposa palpitando
con tanta fuerzaen los pantalones de su traje.

—Alguien está usando demasiada ropa para esta cama,


creo.

Prácticamente se rompe la camisa, y cuando escucho el


tintineo de su cinturón y el tirón de su cremallera, y la
siento patear sus pantalones, mi aliento se detiene. Ella
se mueve detrás de mí, y esta vez, es la cabeza
totalmente desnuda, caliente e hinchada de su verga lo
que siento atormentándome entre mis muslos. Su mano
sigue, deslizándose entre mis piernas desde atrás y
acariciando mi coño.

—Alguien está muy mojada. — gruñe, haciéndome


gemir en mi brazo mientras extiende mis labios y
acaricia mi clítoris con su pulgar.

—Creo que mi sucia chica ha tenido algunos


pensamientos muy agradables mientras yo no estaba.
Jadeo, empujando su mano y arqueando mi espalda. Su
otra mano cubre mis pechos llenos, jugueteando con
mis pezones y acariciando mi piel mientras su pulgar
rueda mi tierno brote. Puedo sentir mi calor resbaladizo
cubriendo mis muslos, y cuando desliza su hermosa
verga entre ellos, gimo.

—Estaba imaginando que volvías a casa, y hacías


exactamente esto, en realidad — ronroneo en voz baja,
mordiéndome el labio mientras sus manos me vuelven
loca.

Sus labios rozan la parte posterior de mi cuello,enviando


un escalofrío por mi espina dorsal.

— ¿Haciendo qué, exactamente, ángel?

—Esto.

—Dime. — gruñe, torciendo mi pezón lo suficiente como


para hacer que jadee.

Pone la hinchada cabeza de su verga contra mi coño,


permitiéndome sentir lo dura que está sin realmente
penetrar. Puedo sentir su pegajoso y dulce líquido pre
seminal goteando desde la punta y cubriendo mis
ansiosos labios.
—Deslizándote en la cama detrás de mí. — lloriqueo. —
Y fijándome en la cama.

—Y, — gruñe, frotando su grueso eje a través de mi


abertura.

—Y haciéndome gritar en las almohadas mientras me


follas, — grito, estremeciéndome mientras su pulgar
amenazaba con hacerme venir.

—Abre las piernas. — Lauren gruñe suavemente en mi


oído,haciendo que todo mi cuerpo se incendie.

Me doy media vuelta en la cama, extendiendo una


pierna frente a mí mientras arqueo mi espalda y empujo
mi trasero hacia atrás, abriéndome para ella. La cabeza
de su verga se burla de mi clítoris, pero cuando lo alisa
contra mi apretada y resbaladiza abertura; Puedo sentir
todo mi cuerpo queriendo que  me tome.

—Dime lo que quieres, chica sucia. — ronronea,


burlándose de mí sin piedad con el sabor de su pene.

—Fóllame. — me quejo. —Quiero que me folles con esa


gran y dura verga tuya.
Gimoteo y giro la cabeza, mordiéndome el labio y
jadeando mientras miraba fijamente a la mujer que amo.

—Folla mi pequeño coño, doctora.

Apenas tengo tiempo de agarrar una almohada para


gemir mientras Lauren empuja hacia adelante y entierra
cada centímetro de su verga hasta la empuñadura
dentro de mí. Mi cuerpo se estremece, mi coño se aferra
y ordeña su hermosa verga mientras se adentra en mi
interior.Sus poderosas manos agarran mis caderas,
sosteniéndome fuertemente mientras se retira solo para
sumergirse de nuevo.

Sus caderas comienzan a moverse contra mí más


fuerte, llenándome con cada empuje profundo y
poderoso y haciéndome gritar en la almohada. Mis
manos se deslizan hasta mis pechos, ahuecándolos y
pellizcando mis propios pezones mientras la verga de
Lauren envía escalofríos de puro éxtasis
estremeciéndose a través de mi cuerpo.

Ella se mueve sobre mí, poniéndome de rodillas con su


verga aun estirándome. Sus manos se deslizan por mi
espalda desnuda mientras dejo caer los hombros hacia
la cama, jugueteando con mi piel antes de que enrede
una en mi pelo. Grito de nuevo en la almohada mientras
se retira y luego se hunde profundamente, llenando mi
pequeño coño hasta el borde. Sus bolas, pesadas e
hinchadas con semen, golpean mi clítoris con cada
golpe, haciéndome gemir y estremecerme mientras mi
hermosa esposa toma el control y comienza a follarme
de la manera que sabe que me encanta.

Su cuerpo cincelado se ondula, sus músculos se tensan


y se enroscan mientras tira de mi cabello, me agarra del
culo y hunde su gorda verga dentro de mí una y otra
vez. Giro la cabeza y la mejilla hacia la cama mientras
jadeo de placer, sintiendo que me empuja cada vez más
cerca del borde.

—Dame tus manos, dulzura. — gruñe, deslizando sus


propias manos sobre mi espalda y mis brazos. Nuestros
dedos se cierran, y lentamente, me tira hacia arriba
hasta que estoy arrodillada, de espaldas arqueada con
su verga todavía enterrada dentro. Agarra mis muñecas
con una mano, fijando mis brazos detrás de mi espalda
y dejando que el control me estremezca como un
reguero de pólvora que me prende fuego.

—Joder, Camila, sabes cuánto amo tu coño cuando


estás embarazada, — gime en mi oído, la otra mano
envolviendo mi cuerpo para extender sus dedos sobre
mi vientre protuberante.
—Cuan jodidamente húmeda te pones, y cuan apretado
tu pequeño coño ordeña mi verga. Cómo se siente tu
cuerpo más caliente, cómo te hormiguea la piel cuando
te toco. Me encanta cómo se te hinchan los senos y
cómo deslizar un dedo por tus pezones...

Ella desliza su mano hacia arriba para ahuecar mis


tetas, deslizando un dedo sobre mi sensible pezón. Me
quejo profundamente, arqueando mi espalda y
empujando mi trasero hacia atrás para tomar tanto de su
gran verga como pueda.

—Justo así. — gime, su pene palpita dentro de mi coño.

Sus dos manos se mueven hacia mis pechos,


ahuecándolos y jugueteando con mis pezones mientras
comienza a follarme así, ambas arrodilladas en la cama.

—Puedo sentir tu coño pegajoso y dulce goteando por


mi pene,ángel. Puedo sentirlo goteando por mis bolas.
— Gruñe, deslizando una mano hacia abajo donde nos
encontramos y provocando mi clítoris mientras comienza
a follarme un poco más fuerte.

Grito, empujando hacia atrás para enfrentar sus


embestidas mientras sus dedos juguetean con mi
clítoris. Desliza su mano hacia arriba, pero esta vez, se
la lleva a los labios. Lauren gime mientras chupa mis
jugos de sus dedos.

—Joder, sabes a caramelo, ángel. — gruñe, deslizando


sus dedos hacia abajo.

Lo hace de nuevo, provocando mi pequeño clítoris sin


piedad mientras me folla, antes de levantarlos y lamerlos
mientras me hago añicos a su alrededor.

—Sé que estás cerca, amor. — Ronronea en mi oído,


sus brazos envolviéndose alrededor de mi cuerpo y
abrazándome tan fuerte contra su musculoso pecho
mientras comienza a penetrar más fuerte y rápido.

—Sé que puedes sentir lo grande que vuelves a mi


verga, y sé que puedes sentir lo pesadas e hinchadas
que están mis bolas. Joder, ángel, me he estado
muriendo por darte más de mi semen desde esta
mañana. Me moría de ganas de llenar este pequeño
coño apretado con cada carga mientras te vienes tan
bien por mí.

Nuestros cuerpos chocan una y otra vez, mi clítoris


arrastrándose en su grueso eje con cada embestida.
Sus manos ahuecan mis pechos otra vez, jugueteando
con mis pezones mientras sus labios y sus dientes dejan
marcas en mi cuello. Y estoy perdida. Todo mi cuerpo
comienza a temblar, cada vez más fuera de control
hasta que siento que toda la ola comienza a estrellarse
contra mí.

—Folla esa gran verga gorda, ángel. — sisea en mi


oído. —Bombea ese coño hacia atrás y tómalo todo.

Grito de placer, empujando mi trasero hacia atrás para


tomar sus empujones mientras los da, sintiendo cada
pulgada de ella entrar.

—Ahora haz que se venga ese coño, dulzura. Haz que


ese coñito apretado se venga para mí, así puedo sentir
tus dulces jugos gotear por mis bolas. Y luego voy a
darte cada gota de mi semen, y quiero que este
pequeño coño se trague cada gota.

Se conduce más profundo, su cuerpo musculoso se


enrosca y ondula a mi espalda. Sus manos cubren mis
pechos llenos, y cuando sus dedos ruedan sobre mis
pezones y sus dientes se deslizan por mi lóbulo de la
oreja,grito.
El orgasmo explota a través de mí, golpeándome como
una tormenta. Lloro, todo mi cuerpo se tensa y aprieta
contra ella mientras voy gritando por el borde. Lauren
gruñe en mi oído, conduciendo su verga tan profunda
como puede antes de que sienta su semen explotar
dentro de mí. Bombeo tras bombeo de su esperma
caliente sale a borbotones dentro de mí, salpicando
contra mi útero hasta que puedo sentir que se escapa y
gotea por mis muslos.

Lentamente, me toma en sus brazos y nos empuja,


tirando de mi espalda contra su pecho mientras nos
recostamos de nuevo. Sonrío, jadeando y
acurrucándome de nuevo mientras arrastra besos sobre
mis
hombros.

—Te amo, Camila. — Ronronea en mi oído, sus


gruñidos retumban a través de mí.

—Yo también te amo. — le susurro, girando la cabeza


para besarla suavemente.

—Tú, uh, — sonrío. —Sabes que ya estoy embarazada,


¿verdad? —Mi sonrisa se ensancha cuando veo su
propia sonrisa deslizarse por su cincelada y hermosa
mandíbula. —Quiero decir, si estuvieras tratando de
embarazarme, creo que es seguro decir misión
cumplida, como hace cinco meses.
—Culo inteligente. — se ríe, acercándome y besando la
parte trasera de mi cuello. —Además, solo estoy
practicando.
Arqueé una ceja, volteándome a sonreírle.

— ¿Para?

Mi esposa me sonríe con avidez, y cuando siento su


verga aún dura palpitar contra mi trasero, mi pulso se
acelera.

—Para la próxima vez, ángel.

Fin.

También podría gustarte