Definición de Eficiencia

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EFICIENCIA

1. Definición De Eficiencia Desde La Doctrina


La economía puede estudiarse desde dos puntos de agentes, el más importante, el
consumidor quien escoge preferencialmente el producto a consumir y el productor quien se
encarga de provisionar la producción. Gracias a ello puede definirse a la economía como “un
conjunto en donde participa consumidores y productores beneficiándose entre sí” (Monsalve ,
2022). A partir de esto, podremos analizar la eficiencia teniendo en cuenta diferentes artículos
para la sustentación interpretativa de su concepto.
Uno de los objetivos económicos es poder asignar recursos de la manera más eficiente y
esto es por ser escasos y limitados. Es por ello que la palabra eficiencia dentro de la economía ha
tenido tanto auge que se ha producido muchas investigaciones. Uno de ellos fue Michaell J.
Farrell, quien en 1957, hace una distinción dividiéndola entre eficiencia técnica y eficiencia
asignativa, entendiéndola la primera como la productiva y le da totalmente importancia en su
estudio “Medición de la eficiencia productiva”, esto fue citado por la investigación de la
medición de productividad, la cual dijo:
En la práctica, es difícil conocer con certeza cuál es el comportamiento más
eficiente en términos de producción, costos y beneficios. Por lo tanto, es necesario
tomar como referencia eficiente la mejor práctica observada entre las empresas que se
están estudiando. Luego, se comparan todas las empresas con esta referencia para
calcular su índice de eficiencia económica.
El autor también menciona que las empresas que muestran un comportamiento
eficiente se encuentran en lo que se llama la "frontera eficiente". Esto significa que no
es posible ser más eficiente que estas empresas. Para estimar cualquier forma de
eficiencia, es necesario especificar y estimar la frontera de referencia óptima, ya sea
antes o al mismo tiempo (López-González y otros, 2015)

Se puede inferir que esa eficiencia productiva es alcanzada cuando las economías hacen
un máximo de su producción con los insumos que disponen. Este cálculo ayuda a que se
disponga de información actualizada de los movimientos de la economía durante un periodo
determinado y así poderlo comparar con otras economías. Es por ello, que “si las economías no
están haciendo buen uso de los recursos, se podrá reajustar para que vaya en pro de la eficiencia
y se mejore la producción” (Becerril-Torres y otros, 2012).
Por otra parte, se encuentra que la eficiencia asignativa, es interpretado como la manera
en que una empresa puede utilizar productos determinado de bienes y servicios de manera
óptima y esto se debe a que sus precios son determinados en términos monetario. Para Farrell, es
“elegir entre los Inputs (producto de bienes y servicios) y los Output (Alcanzar nivel máximo de
producción), el que sea más bajo para los precios de los inputs” (Farrell, 1957).
Teniendo en cuenta la opinión de Charnes, Copper y Rhodes, la teoría de la eficiencia no
solo considera las medidas relacionadas con los insumos y productos, sino también los
rendimientos de escala de la producción de las empresas. Estos rendimientos se refieren a cómo
aumenta la producción cuando se incrementan proporcionalmente los factores o insumos. Hay
tres tipos de rendimientos:
Rendimientos constantes a escala: la productividad de la empresa no se ve
afectada por sus operaciones.
Rendimientos crecientes o economías de escala: el incremento en la producción es
mayor que el aumento en los insumos, debido al crecimiento en la escala de operaciones
o al uso de tecnologías más avanzadas.
Rendimientos decrecientes o deseconomías de escala: el aumento en la producción
es menor que el incremento en los insumos. Esto ocurre cuando las empresas operan a
gran escala o enfrentan problemas de coordinación. (Charnes y otros, 1978).

Introduciéndonos ahora, dentro del análisis económico del derecho, se encuentra un


estudio detallado de la eficiencia respecto a la asignación de recursos, tema fundamental dentro
de la teoría económica y que es importante dentro del campo de la microeconomía. Haciendo
énfasis al criterio de uno de los primeros en referirse a este concepto, este es, el economista
italiano Vilfredo Pareto, quien utilizo instrumentos del equilibrio general para hacer una
exploración en las diferentes áreas que se pueden analizar de la economía.
Este decía que cuando quiere medirse el bienestar en algunas situación con el objetivo de
escoger la que sea mejor, en otras palabras, aquella que proporcione más utilidades o beneficios,
puede que en el camino se presenten problemas; sin embargo no es posible determinarlo, no hay
una manera científica que ayude a comparar el bienestar de los demás, es por ello que para poder
elegir se hace necesario emitir un juicio de valor, que para Pareto, podría elaborarse una teoría la
cual permitiera que pudiera elegir entre las situaciones sin necesidad de dar un juicio de valor por
lo que se centró en la definición de eficiencia económica, y lo enuncia de la siguiente manera,
“una determinada asignación de recursos es eficiente si no es posible reasignarlos de manera que
al menos una persona esté mejor (de acuerdo con su propia apreciación) sin que ninguna esté
peor (de acuerdo también con su propia apreciación)” (Pareto, 1945).
Sin embargo, se debe tener en cuenta que este criterio no está exento de obtener juicios de
valor, pero es aquello más aceptado, o en otras palabras, menos controvertidos.
Por otro lado, está el economista Kaldor-Hicks, ciertamente realiza la constitución de la
base en donde se define la eficiencia, utilizado habitualmente cuando se analiza la parte
económica del derecho. El beneficio de este criterio es la resolución de problemas que son
planteados e en el criterio de Pareto pero que se emplean como cambios dentro del bienestar
social en vez del individual. Lo que se ve es una mejora dentro del potencial que en primera
instancia se veía en el criterio de Pareto, enunciado de la siguiente manera:
Un cambio en economía debe llevarse a cabo si quienes resulten beneficiarios pueden
compensar a quienes resulten perjudicados, de manera que los segundos queden (de
acuerdo con su propia opinión tan bien como antes del cambio y los primeros (de acuerdo
con su propia opinión) mejoren. (Zuluaga & Estrada, 2018).
El criterio en cuestión no requiere necesariamente que se realice la compensación de
manera efectiva. En cambio, es una compensación teórica: si se tuviera que pagar una
compensación, nadie empeoraría su situación anterior y alguien saldría beneficiado, de modo que
el cambio cumpliría con el criterio de Pareto. Por lo tanto, se considera que el criterio de Kaldor-
Hicks representa una posible mejora del criterio de Pareto.
Este criterio es más fácil de cumplir que el de Pareto, ya que solo exige que los beneficios
derivados de un cambio superen a los costos, sin requerir que no haya efectos negativos como lo
pide Pareto.
El criterio de Kaldor-Hicks es la base de muchas aplicaciones en el campo de la economía
del bienestar, como el análisis de coste-beneficio de políticas. También se utiliza ampliamente en
el análisis económico del derecho. En ocasiones, el Teorema de Coase no se puede aplicar debido
a que los costos de transacción son demasiado altos y obstaculizan la negociación. En tales
casos, la asignación de derechos de propiedad no solo afecta a la distribución de los beneficios,
sino también a la asignación de recursos.
Así mismo, encontramos la propuesta de Posner, que constituye lo que es llamado “la
regla de la subasta” para tomar decisiones. En cuanto a este dice que debe ser subastado el
derecho entre las partes del conflicto, de esta manera acabaría en manos de quien esté dispuesto a
pagar un poco más. Es evidente entonces que su pensamiento va más encaminado al derecho de
propiedad donde son los mismos interesados quienes evalúen pros y contras de las situaciones y
predestinan y determinan el valor y pago de estas.
Entonces, ¿cuál es el proceso eficiente para asignar los derechos de propiedad? La
respuesta a esta pregunta se conoce como la Proposición de Posner. Según Posner, cuando los
costos de transacción son prohibitivos, los derechos de propiedad deben asignarse a la parte que
los valore más.
Posner relaciona esta proposición con el criterio de Kaldor-Hicks. Según este criterio, “si
las partes pudieran negociar, los ganadores compensarían a los perdedores” (Muro, 2005). En
este escenario, independientemente de la asignación inicial, los derechos de propiedad
terminarían en manos de aquellos que los valoren más y obtengan un mayor beneficio, lo que
llevaría a una asignación eficiente.
La Proposición de Posner sostiene que en los casos en que los costos de transacción son
tan elevados que impiden la negociación, la asignación eficiente de los derechos de propiedad
solo puede lograrse mediante una sentencia o una norma que los atribuya a quien los habría
tenido si la negociación hubiera sido posible, es decir, a quien más los valore.
En este tema se ha centrado principalmente en el concepto de eficiencia. También se ha
explorado cómo diferentes asignaciones de los derechos de propiedad conducen a distintas
asignaciones de recursos, ya que influyen en la riqueza de las personas. Asi mismo, se ha
discutido cómo las políticas redistributivas pueden, en ciertos casos, contrarrestar las
consecuencias de las decisiones sobre la asignación de los derechos de propiedad en la
distribución de ingresos y riqueza, aunque esto no siempre sea factible.
En conclusión, debemos incorporar cuidadosamente aspectos relacionados con la
distribución en nuestro análisis. Algunos economistas incluso argumentan que no deberíamos
hacerlo, ya que esto implica realizar juicios de valor. Sin embargo, la otra cara de la moneda es
que, si no los tenemos en cuenta, también estamos realizando un juicio de valor al tratar a todos
los involucrados como si tuvieran el mismo peso en la función del bienestar social.

2. Relación Conceptual Entre La Eficiencia Y El Derecho


Al hablar de la Eficiencia como un término de origen económico, lo primero que es
preciso señalar, es el hecho de que pese a ser desarrollado como un principio propio de la
economía, con el pasar de los años su actuar cada vez se ha visto más implícito en las
relaciones características del derecho, debido a que, como se ha evidenciado históricamente,
al sufrir cambios económicos las sociedades, es inevitable, que suceda un cambio de
paradigma jurídico. Autores como Alarcón Peña (2018) afirman, que dicha relación entre la
economía y el derecho es naturalmente intrínseca, donde regulaciones tales como El Código
Hammurabi (1692 a.c) dejan ver la conexidad a lo largo de los años que ha estado presente
entre disposiciones jurídicas reguladoras de relaciones sociales y, estamentos en materia de
salarios e intereses.

Precisamente, dicha relación ha sido la principal motivación para que la Eficiencia, se


abriera paso en diferentes ordenamientos jurídicos, prevaleciendo en la fundamentación de
leyes organizadoras del sistema jurídico destinadas al reconocimiento de un plexo de
derechos humanos y de sistemas de organización de poder, siendo sin duda, esta integración
económica y de las ciencias políticas de gran avance para el derecho. Por su parte, esta
influencia, ha permeado el pensamiento de diferentes estudiosos de la economía que han
analizado este término desde una amplía perspectiva, construyendo toda una metodología de
estudio. Al margen de lo expuesto Becker (2002) uno de los mayores exponentes del análisis
económico del derecho, en su texto dispone lo siguiente:

El uso del lenguaje económico para describir una parte del derecho es de gran
utilidad. Tanto que pareciera posible utilizar el lenguaje económico en todas las áreas
del derecho, pero solo mientras no se olvide que los intercambios reales en ciertas
áreas significativas no se realizan bajo una base de uno a uno (Becker, 2002, p. 585).

Teniendo en cuenta esto, es totalmente clara la importancia que toma la Eficiencia, siendo
un figura que da cuenta del cambio de paradigma, ofreciendo una nueva mirada a los Estados,
donde su papel, se aleja de la tradicional concepción asistencialista y se erigen en una visión de
administración que propone por la satisfacción de los intereses generales haciendo la mejor
ejecución de los recursos públicos y proporcional escogencia y adaptación de políticas públicas.

Con el pasar de los años y la trasformación de las dinámicas sociales, este concepto no se
quedó allí y tuvo un cambio de paradigma alejándose cada vez más de la idea de interacción de
los mercados y volviéndose más cercana a las realidades que enfrentaba el Derecho. El término
eficiencia pasó a ser parte fundamental de la conceptualización de gobernanza, sirviendo como
parámetro para la optimización de los recursos públicos y fungiendo el papel de una medida de
rendimiento administrativa en los Estados. De suerte que comenzó a hablarse de Eficiencia bajo
una concepción sujeta a la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos al menor coste.
(García, 2007, p.44)

Por su parte, con relación al ordenamiento jurídico colombiano, esta figura tiene cabida
tradicionalmente en la Constitución Política, que en su artículo 2 aunque no cita textualmente la
Eficiencia, se entiende como un parámetro interpretativo sin el cual, no sería posible cumplir con
la idea de Estado que es plasmada en la Carta Magna de 1991, instrumento en el que se prevé la
existencia de una administración pública que da aplicabilidad a la eficiencia con el fin optimizar
los recursos para ejecutar los diferentes mandatos constitucionales en pro de la garantía de los
derechos fundamentales de toda la población y no exclusivamente de una parte de ella.

Con el ánimo de profundizar en la comprensión del enfoque mencionado del concepto de


Eficiencia es adecuado recalcar la definición dada por el autor Vaquer (2012) quien explica la
relación de esta manera:

La gestión eficaz de una matriz tan abierta de mandatos jurídicos de optimización


demanda asimismo criterios jurídicos de optimización. Como veremos de seguido, el
concepto de la eficiencia nos ofrece precisamente eso: criterios de optimización para la
consecución de fines diversos con medios determinados o limitados. (p.26)

Partiendo de esta definición, se hace más claro entonces que la eficiencia también puede
ser visto como un criterio de optimización, que permite dar mayor claridad conceptual frente al
significado de los terminos y labores que implica la administración de un Estado. Y que sin duda,
es de obligatoria observancia y aplicación por parte de todos los funcionarios de un
ordenamiento jurídico, con el único objetivo , de alcanzar los fines estatales, con el mayor
aprovechamiento de los recursos, mejor utilización de los medios y rapidez en las actuaciones,
pues, no resulta ser lo mismo alcanzar los fines de manera ineficaz, que lograrlo maximizando
las herramientas que estan a disposición en un gobierno.

VICTIMOLOGÍA
1. Definición De Victimología Desde La Doctrina
A lo largo de los años, el campo de la victimología ha tomado un gran auge y esto se debe
a que se ha tomado como una figura totalmente independiente de la criminología. Basado en
esto, se puede inferir, que es una disciplina perteneciente al campo penal y su objeto de estudio
es “la víctima de un delito, de su personalidad, de sus características biológicas, psicológicas,
morales, sociales y culturales, de sus relaciones con el delincuente y de su papel en el origen del
delito” (Márquez Cárdenas, 2011). De acuerdo a este concepto, se observa que es una ciencia que
se encarga de estudiar todo lo concerniente a la víctima desde cualquier ángulo, y en la
legislación será de acuerdo a la conducta antijurídica.
Así mismo, es “una ciencia joven, sobre la cual se asientan los pilares de un nuevo
sistema de justicia, capaz de reordenar y equilibrar el orden social” (Cuarezma Terám), lo que
hace que se afiance dentro del campo investigativo en cuando al estudio de la víctima en el área
criminal. También existe una definición oficial por parte del Primer Simposio Internacional en
Jerusalén, lo cual nos dice "la Ciencia de la Victimología debería tratar no sólo con víctimas de
los delitos, sino con todo tipo de víctima, no debiendo confundirse Victimología con una
determinada categoría de víctimas" (Rodriguez Manzanera, 2004).
La Declaración de las Naciones Unidas de 1985 desempeña un papel fundamental en el
reconocimiento de los derechos y necesidades de las víctimas, estableciendo estándares y normas
internacionales. Su objetivo es proporcionar respuestas legales, apoyo, servicios y protección a
las víctimas, así como el acceso a la reparación. Esta declaración también ofrece una definición
del término "víctima" que se utiliza en los términos clave.
Es relevante destacar que la inclusión de una definición en la Declaración de las Naciones
Unidas de 1985 es significativa, ya que unifica las diversas prácticas en todos los Estados
miembros. Además, dicha definición marca un hito debido a su amplio alcance al identificar
quién puede considerarse una "víctima" de un delito. Esta definición combina la violación del
derecho penal con los diversos daños que una persona puede sufrir como consecuencia de dicho
delito. Además, la Declaración establece que los derechos de las víctimas deben ser reconocidos,
independientemente de si se ha identificado, detenido, procesado o condenado al delincuente.
También incluye a aquellos que han sufrido daños indirectos, como los miembros de la familia o
aquellos que dependen de la víctima directa, así como cualquier persona que haya intervenido
para ayudar a las víctimas directas.
Desde la aprobación de la Declaración de las Naciones Unidas en 1985, se han llevado a
cabo diversas iniciativas internacionales y regionales para garantizar el respeto y reconocimiento
de los derechos de las víctimas. En el ámbito europeo, se han adoptado normas regionales
vinculantes tanto en el Consejo de Europa como en la Unión Europea.
La victimología, como campo de estudio, ha sido explorada por varios autores a lo largo
de los años, quienes han aportado perspectivas significativas sobre la materia. Uno de los
primeros teóricos en abordar este tema fue Hans von Hentig, cuyo libro "The Criminal and His
Victim: Studies in the Sociobiology of Crime" (1948) sentó las bases para el análisis de la
relación entre el delincuente y su víctima. Von Hentig argumentaba que “comprender plenamente
el crimen requería estudiar no solo al delincuente, sino también a la víctima, resaltando así la
importancia de la victimología en el ámbito de la criminología” (Giner Alegría, 2009).
Otro autor destacado, es Mendelsohn, cuyas contribuciones han sido relevantes para el
desarrollo de este campo de estudio. En su artículo "criminal’s, non-criminals and identifying the
reasons for crimes”, Mendelsohn plantea “la necesidad de centrar la atención en las víctimas,
resaltando que estas merecen una consideración especial dentro del sistema de justicia penal”
(Petersen). Además, en su obra Mendelsohn destaca la importancia de involucrar a la comunidad
en la atención y apoyo a las víctimas, reconociendo así la necesidad de una respuesta colectiva
ante la victimización.
Además de Von Hentig y Mendelsohn, otros autores han contribuido al desarrollo de la
victimología. Por ejemplo, Schafer (1968) examina la victimización de las personas de edad
avanzada, arrojando luz sobre las particularidades y desafíos que enfrentan este grupo
vulnerable. Karmen (1990) ofrece una introducción amplia y accesible a la victimología,
abordando temas como la victimización secundaria y la justicia restaurativa. Walklate (2007), en
su "Handbook of Victims and Victimology", proporciona una visión general exhaustiva de los
enfoques teóricos y prácticos en el campo de la victimología (SAGE publications, 2018).
Estos autores, entre otros, han contribuido de manera significativa a la victimología,
profundizando en la comprensión de las experiencias, derechos y necesidades de las víctimas.
Sus trabajos han ayudado a visibilizar la importancia de considerar a las víctimas como actores
centrales en el sistema de justicia penal, promoviendo así una respuesta más integral y empática
hacia quienes han sufrido algún tipo de daño o victimización.
En Colombia, la victimología ha adquirido una relevancia significativa debido al contexto
de violencia y conflicto armado que ha enfrentado el país durante décadas. A nivel nacional, se
han implementado políticas y leyes para abordar las necesidades y derechos de las víctimas.
Una ley importante en el ámbito de la victimología en Colombia es la Ley 1448 de 2011,
conocida como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Esta ley reconoce y garantiza los
derechos de las víctimas del conflicto armado interno, estableciendo medidas de reparación
integral, justicia y no repetición. La ley busca no solo reparar a las víctimas, sino también
“promover la verdad, la reconciliación y la construcción de una paz sostenible” (Ley 1448,
2011).
Además, se ha creado la Unidad para las Víctimas, entidad encargada de “coordinar y
ejecutar las políticas públicas relacionadas con las víctimas del conflicto armado en Colombia”
(Unidad de victima , 2023). Esta institución tiene como objetivo brindar atención, reparación y
asistencia a las víctimas, así como promover su participación en los procesos de justicia y
construcción de paz.
En materia penal, la victimología en Colombia ha influido en la promoción de políticas y
reformas legales orientadas a brindar una mayor protección y reconocimiento a las víctimas en el
sistema de justicia penal. Algunos aspectos relevantes en este sentido son los siguientes:
1. Participación de las víctimas: En Colombia, se ha promovido la participación activa de
las víctimas en los procesos penales. La Ley 906 de 2004, conocida como el Código de
Procedimiento Penal, establece mecanismos para garantizar la intervención y el ejercicio
de los derechos de las víctimas durante las etapas del proceso penal. Esto incluye “la
posibilidad de presentar pruebas, ser escuchadas en audiencias y recibir información
relevante sobre el caso” (Ley 906, 2004).
2. Medidas de protección a las víctimas: Se han implementado medidas de protección para
las víctimas en el ámbito penal. Esto puede incluir la adopción de medidas cautelares,
como la restricción de acercamiento o la protección de la identidad de las víctimas en
casos sensibles. Además, se ha fortalecido la atención y el apoyo a las víctimas de delitos
a través de programas y servicios especializados.
3. Reparación integral: En Colombia, se ha promovido la reparación integral a las víctimas
de delitos, incluyendo medidas de reparación material, simbólica y psicosocial. Esto
implica garantizar la restitución de derechos, la compensación económica, la
rehabilitación y atención médica, así como la satisfacción de las necesidades de las
víctimas en términos emocionales y sociales.
4. Justicia transicional: Dado el contexto de conflicto armado en Colombia, se han
implementado mecanismos de justicia transicional que buscan garantizar la verdad, la
justicia, la reparación y las garantías de no repetición para las víctimas. Esto incluye la
creación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que tiene como objetivo
“investigar y sancionar los crímenes cometidos durante el conflicto armado, así como
brindar reparación a las víctimas” (Juridicción Especial para la Paz, s.f.).
Es importante destacar que, si bien se han realizado avances significativos en el
reconocimiento de los derechos de las víctimas en Colombia, persisten desafíos en términos de
acceso a la justicia, la reparación integral y la garantía de no repetición. El país continúa
trabajando en la implementación de medidas que promuevan la justicia y la protección de las
víctimas, así como en la construcción de una cultura de respeto hacia sus derechos y dignidad.

3. La Figura De La Víctima A Través De La Historia

Históricamente el papel de la Victima en la sociedad, ha sido relegado y dejado en el


olvido por los dirigentes de los diferentes Estados. Precisamente, el fenómeno del derecho penal
hasta antes de finales del siglo XX solo concebía un panorama donde el poder punitivo se
centraba en el castigo del delito y del delincuente. Las diferentes etapas en que ha evolucionado
el derecho penal moderno nos han enseñado que desde épocas antiguas las dinámicas sociales
entorno al fenómeno criminal han afrontado la victimización con una mansedumbre fatalista, un
conformismo social, en el cual, el empeño abrumador por ocuparse de quien delinque pone en el
olvido la necesidad de ajustar las cuentas sociales e históricas con las víctimas.

El trascender de los años y el devenir histórico de las civilizaciones, han resumido la


evolución histórica de la víctima como un periodo de transición de la pretérita venganza
individual a la contemporánea reparación social. En primer lugar, la venganza privada que data
de los orígenes del proceso penal que se destacaba por el surgimiento de un conflicto entre el
victimario y la víctima, no preveía la intervención de ningun sujeto tercero e imparcial que
mediara el suceso, por lo que, el papel que fungía la victima asumía niveles de crueldad y
desproporcionalidad con relación al daño sufrido, de tal forma, que esa venganza involucraba no
solo al infractor sino a sus parientes más cercanos.

Precisamente, dicha desproporcionalidad que era extendida hasta los miembros del clan o
familiares del delincuente trató de ser limitada por el Código Hammurabi (1692 a.c) imponiendo
penas de tipo pecuniario para delitos como el hurto y la facultad de que la víctima aplicara
disposiciones de naturaleza talional, esto es, la retribución de un mal por un mal igual con la
única condición de que ambos sujetos fueran de la misma categoria. De ahí que, desde un
asentado diseño reduccionista se puede afirmar que desde la sentada Edad de Oro, la víctima era
dueña de su conflicto y en dicha plenitud que le otorgaba el marco legislativo de la época hacía
uso de un amplio margen de alternativas, pongamos por caso, las vindicativas, condonativas o
compositivas. (Shaffer, 1977)

Sin embargo, una vez el sistema público de justicia aduce la personalidad de la víctima,
se neutraliza el riesgo de su vindicación y surge la figura de venganza pública, la cual, fue
deposita a manos del Estado, quien a través de medios coactivos trató de hacer efectivo este
papel en algunos casos. Empero, en este intento de asumir el Estado la venganza para sí, la
vindicación fue apagada totalmente en terminos de reclamo social, olvidándose la víctima en el
procedimiento, haciéndose insipiente los mecanismos estatales para la realización de una
efectiva reparación y las principales demandas de quienes sufrieron los perjuicios del delito
quedaron en un segundo plano, incluso apartándose dentro de las directrices del proceso penal.

Por su parte, el mundo teórico y los afamados pensadores del siglo XIX en respuesta a
una sociedad e instituciones que solo atendían al infractor, no renunciaron a la idea de objeto de
la victimología y fueron otorgándole un desarrollo a este concepto con base a las ideas más
influentes para la época, ganando de esta manera, amplio terreno la figura de la víctima desde
una visión meramente académica. Gracias a las perdurables ideas del humanismo y al
surgimiento de los derechos humanos, las sociedades fueron tomando conciencia y empezaron a
darle mayor importancia al papel de las victimas en especial, en materia de derecho penal. No
obstante en pleno siglo XX, la crueldad innombrable y la nefasta erradicación sistemática del
pueblo judío por parte del nacionalsocialismo, puso en vilo todos los avances aunque si quiera
conceptuales que habia alcanzado nuestra sociedad en el terreno de la víctima. (Rodríguez, 2010,
p. 35)

Es allí donde surge la Nueva Edad De Oro de las víctimas, en la cual, con la creación de
instituciones como la Organización de las Naciones Unidas, la Declaración De Los Derechos
Humanos y los multiples tratados e instrumentos internacionales intenta generar una protección
de los derechos alrededor del mundo y evitar un nuevo olvido de las víctimas, siendo pilar
fundamental la vigilancia y cooperación de instituciones internacionales en el desarrollo y
adopción de las legislaciones procesales con enfoque penal en los Estados modernos.

No obstante lo anterior, dicho sucedo fatídico para la comunidad judía solo deja entrever
una sociedad donde la Víctima históricamente se ha dejado en el olvido, impidiéndose una
reparación efectiva de sus intereses, en el cual, los Estados han usado su poder para perseguir el
crimen, generando crisis en las Naciones. Pues solo gracias a este acontecimiento de gran
impacto que deja un panorama histórico de dolor, es que hoy en día el campo de la Victimología
tiene espacio en el fenómeno social del derecho penal, replanteando la relación entre el individuo
y el poder omnímodo del soberano, evitando que atrocidades como la vivida en el siglo pasado
se repitan, protegiendo a los inocentes del injusto penal, esto es, las Víctimas.

La aparición de esta ciencia que se preocupa por el estatus juridico de las víctimas,
aunque es tardío para el mundo y casi que flemático en la legislación de nuestro país, encuentra
su origen en las teorias de juristas como Hans Von Hentig y Benjamín Mendelsonh autores que
son considerados como padres de la Victimología, ciencia multidisciplinar que tiene por interes
descubrir por qué y en que grado las personas se convierten en victimas de un injusto penal,
siendo además una ciencia auxiliar del trabajo que se encarga el derecho penal, aunque, no su
única función, puesto que como se vio reseñado, la victimología tiene autonomía disciplinaria.
4. Definición De Victimización

Todos los conceptos sufren una evolución a lo largo de la historia. El estudio de la palabra
Victimización aunque liga su significado a la Victimología, con el paso de los años ha recibido
diversas interpretaciones, las cuales, no solo han resultado utiles para darle precisión al concepto
de víctima sino, para crear todo un margen de acción que permite dar garantias. La victimización
en palabras del autor Baca (2006) expresadas en su Manual de Victimología, describen esta
figura asi:

La victimización es el proceso por el que una persona sufre consecuencias de un hecho


traumático. Este fenómeno se puede distinguir desde dos dimensiones que precipitan el
hecho delictivo, por una parte están las víctimas de riesgo y por el otro, las víctimas
vulnerables. (p. 29)

A partir de ello, se puede entender que el hecho traumático que recibe una persona fruto
de un delito es denominado victimización, proceso en el que se distingue dos clases de victima la
primera de riesgo, que tiene una mayor probabilidad según la victimología de sufrir un injusto
penal y la segunda, vulnerable, aquella que, ya ha sufrido una agresión y en resultado de ello,
queda afectada psicológicamente. La literatura Victimológica, es enfática en rescatar la
importancia de este concepto en el desarrollo del derecho penal, siendo ambas clases de víctimas,
un fenómeno complejo, que obliga al Estado a considerar los factores de carácter individual,
social y cultural.

La segunda dimensión, esto es, la víctima vulnerable al ser el resultado de un impacto del
hecho traumático es la clase de víctima que el interesa al derecho penal y sobre la cual, se
construyen en la actualidad modelos de reparación integral. Precisamente, por esta razón, la
victima vulnerable es la que le importa al presente trabajo, pues es en ella, que confluyen desde
una perspectiva teórica, los esfuerzos del ordenamiento penal por subsanar las consecuencias del
injusto jurídico. Es por esto, que el desarrollo científico en el conocimiento del impacto
psicológico señalado por el psicólogo Fattaht (1993) determina que esta clase de víctimas son las
que deben recibir una reparación integral por parte del sistema penal, restaurándole sus derechos
y permitiendo el reconocimiento de otros, a través de herramientas como la cuantificación de los
daños indemnizables o en su caso, en la fijación de medidas de reparación simbólica.
A la par de esta clasificación, el carácter complejo de la victimización permite distinguir
otras categorias que se subsumen a este concepto, en las que se expresan, que la víctima no solo
sufre los daños en virtud de la ocurrencia de un hecho delictivo, sino que, la victimización se
extiende aun cuando el injusto penal hubiera cesado, y esto, gracias a las dinámicas propias de
los sistemas penales actuales, que someten a la victima a una serie de procesos, que solo resultan
ser escenarios de revictimización para quien acude al sistema. Al respecto, el autor Baca (2006)
describe estos grados de victimización de la siguiente manera:

1. Victimización primaria: es el proceso en que una persona sufre, de forma directa o


indirecta, daños físicos o psicológicos derivados de un hecho delictivo. Daños que no
se limitan al bien jurídico, sino, que se extienden a lo físico, psicológico o
patrimonial.
2. Victimización Secundaria: Se conforma por el conjunto de costes personales que tiene
para la victima su intervención en el proceso penal en el que es objeto de
enjuiciamiento el hecho delictivo que sufrió. Es decir, este concepto incluye los
efectos postraumáticos derivados de los interrogatorios policiales o la exploración de
un médico forense.
3. Victimización terciaria: Este ultimo grado, se relaciona con el coste de penalización.
Este concepto acarrea una problemática para la victima y es que en virtud de la
ponderación entre los valores sociales, la eficacia y eficiencia del sistema y el valor
de la víctima, el infractor puede resultar favorecido, al acogerse a un preacuerdo o
allanamiento que deje relegas las intenciones de verdadera justicia de las víctimas.

En resultado es más que claro, que la victimización es el proceso por el que una persona
sufre las consecuencias de un injusto penal, figura que según el pensamiento expuesto por la
doctrina, no se limita al día y lugar en que dieron acontecimiento los hechos, por el contrario, los
sistema penales, son quienes a través de sus procesos perpetúan la victimización, pero esta vez
desde el uso de los aparatos judiciales, siendo una problemática alarmante para nuestra sociedad,
quien al acudir al Estado en busca de reparación, solo obtiene escenarios de revictimización.
(López, 1997, p.85)
5. Definición De Desvictimización

Teniendo claro, que la victimización es el proceso por medio del cual una persona puede
obtener la calidad de víctima, es de vital importancia reconocer el significado de la
desvictimización, figura que es el objeto central y foco de interes de la Victimología. Psicólogos
especialistas en la materia, han definido este proceso bajo una alta completitud, pues implica de
la intervención de multiples factores y actores estatales. Con el ánimo de profundizar en la
compresión de este concepto es adecuado recalcar la definición dada por autor López 1997,
describiéndolo como:

La desvictimización es un proceso de reparación o de reconstrucción. La


reconstrucción, así entendida, no en el sentido de indeminzación de perjuicios a la
víctimas, pasa por el reconocimiento social y la asistencia, amén de la prevención de
revictimización. (p. 172)

Con base a esta definición, la desvictimización como aspecto nuclear de la victimología,


busca situar en lugar preferente la reintegración social de la víctima y trata de conjurar los
riesgos tales como la estigmatización de quien resulto perjudicado. En específico, este fenómeno
se sitúa sobre las victimas reales, en que prevé, la necesidad de que sean reparadas de forma
integral, tanto en el aspecto económico, como el psicológico y social. Los actores implicados en
esta tarea, particularmente es el Estado, en cabeza del sistema de justicia penal, que desde una
perspectiva teórica tiene el deber de coadyuvar de modo eficaz a la superación de la situación de
victimización.

Por ello resulta como máximo interes para el desarrollo de la desvictimización el estudio
de mecanismos que permitan hacer efectivo el reconocimiento de la condición de victimas y la
atención integral de los efectos derivados que resultan del delito. Siendo sin dudar, uno de los
conceptos centrales para el ordenamiento penal, pues de este se derivan los instrumentos para
intervenir en la reparación de las víctimas, por parte del Estado y por supuesto, uno de los
elementos base para el análisis de la eficacia del trabajo de sistema penal con relación al papel de
las victimas en el proceso.
6. Definición De Reparación

En el contexto colombiano, el concepto de reparación adquiere una relevancia


significativa debido a los graves conflictos armados y violaciones a los derechos humanos que ha
enfrentado el país en su historia reciente. La reparación se ha convertido en un elemento
fundamental para la construcción de una sociedad más justa y la promoción de la reconciliación.

Es un concepto fundamental en el ámbito del derecho y la justicia en Colombia. En el


contexto jurídico, la reparación se refiere a la compensación o restitución que se busca brindar a
las víctimas de violaciones de derechos humanos o delitos para restaurar, en la medida de lo
posible, su situación anterior y ofrecerles una compensación por los daños sufridos.

En Colombia, este concepto se encuentra respaldado por la Constitución Política de 1991


y los instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados por el país. Particularmente,
el marco normativo de acción para la reparación en Colombia está conformado por la Ley de
Víctimas y Restitución de Tierras (Ley 1448 de 2011) y el Sistema Integral de Verdad, Justicia,
Reparación y No Repetición (SIVJRNR). Normativas que establecen los principios rectores, los
procedimientos y las medidas de reparación que deben ser implementadas.

Por otro lado, este concepto también ha sido objeto de debate y definición por parte de
diversos estudios del tema en nuestro pais, así, Eduardo Cifuentes Muñoz, reconocido jurista
colombiano, ha abordado la reparación en el contexto del conflicto armado interno en Colombia.
Para Cifuentes, la reparación es un mecanismo de justicia transicional que busca reparar el daño
causado a las víctimas y reconstruir el tejido social. Según su enfoque, la reparación debe ser
integral y comprender aspectos simbólicos, económicos y sociales. Además, destaca la
importancia de la participación de las víctimas en el diseño y la implementación de los
programas de reparación.

Desde otra perspectiva, esta vez, del autor Montoya (2014) quien amplifica la visión del
concepto, expresando en su obra de manera enfática lo siguiente:

La reparación no solo debe compensar económicamente a las víctimas, sino también


abordar las dimensiones simbólicas y transformadoras de la justicia. La reparación debe
estar enfocada en el reconocimiento de la dignidad de las víctimas y en la garantía de no
repetición de las violaciones. Siendo el Estado quien debe asumir la responsabilidad de
brindar reparación, tanto individual como colectiva. (p.9)

Estableciéndose como reparación, un proceso de reconstrucción del tejido social,


entendido más allá de la compensación económica y abordando otros aspectos como la verdad y
la justicia. Además de destacar la importancia de la participación de las víctimas y de la
comunidad en el diseño y la implementación de los programas de reparación, pues si bien aún
existen retos y desafíos en la implementación de la reparación, es innegable que su existencia y
aplicación representan un avance significativo en la búsqueda de la paz y la reconciliación en
Colombia.

Por eso, la doctrina ha hecho un sin número de esfuerzo, entre estos, el reconocimiento de
diferentes tipos de reparación, entre los que destacan la reparación simbólica, integral y la
colectiva. Respecto a la primera, busca que reconozca el sufrimiento de las victimas y mediante
actos promover la memoria histórica. Por otro lado, cuando se habla de reparación integral su
objetivo, es restituir los derechos de la víctima con ayuda de medidas de rehabilitación,
restitución, indemnización, satisfacción y garantías de no repetición. (Guerra, 2020, p. 61).
Finalmente, la reparación colectiva, tiene su enfoque en resarcir el daño a un nivel colectivo, es
decir, atender a las comunidades afectadas, fenómeno que se presentó a mayor escala en virtud
del conflicto armado.
TEORIAS

Eficiencia- Teoria del óptimo de Pareto – Teoria de la Eficiencia de Kaldor Hicks

Victimología- Hans Von Henting Y Beniamin Mendelsonhn

Criminología Crítica

VICTIMOLOGÍA CRÍTICA

Por último, esta corriente tiende a examinar el papel del contexto social de la victimología,
involucrando el análisis de las respuestas policivas y el servicio dado o proporcionado a las
víctimas del crimen. La escuela Crítica ve al individuo como un actor, como un agente activo y
no como un mero sujeto que se adapta a las influencias de la estructura social. Enfatiza en el rol
de los valores y en los procesos sociales de la identificación de las víctimas como tales. Estos
desarrollos teóricos varían dependiendo de aspectos culturales y contextos jurídicos específicos.
La victimología crítica constituye un intento por apreciar como los mecanismos generales del
capitalismo, las condiciones materiales y las legales en las que los movimientos a favor de las
víctimas han florecido.

Por otro lado, podemos decir que esta corriente deriva de la teoría criminológica del
etiquetamiento o labelin approach, que considera el poder de las etiquetas por su poder
estigmatizados. Tannenbaum (1938) consideraba que el elemento que más contribuía a la
creación del criminal era el proceso de identificación de éste con la etiqueta de ofensor que se le
atribuía. Para los teóricos de esta escuela, el crimen no son tanto realidades que son descubiertas
sino creadas y definidas: de ahí que consideren que no hay crimen independiente de normas y
valores culturales.
Aparece una nueva tendencia que intenta dotar a la nueva corriente constructivista de un espíritu
de autocrítica y reflexión científica y así evitar limitarse al espíritu humanitario y casi utópico de
dicha corriente. Algunos aspectos criticados por esta nueva tendencia fueron (Herrera, 2006):

Concepto de Victimación social. Se denuncia la naturaleza opresivo-estructural e institucional de


gran parte de las victimizaciones; el papel distorsionador de los medios de comunicación; la
Justicia volcada en la retribución y el castigo ejemplar, etc.

Instumentalización de la víctima. Se explota ideológicamente a las víctimas; se les obliga a


aceptar todo “beneficio” (emocional, económico, penal) que le sea arrojado desde el edificio
político, más allá de su capacidad para seleccionar sólo aquello que directa y lógicamente vaya a
mejorar su calidad de vida (Elías, 1993).

Justicia restauradora. Desde esta perspectiva (Cairo, 2005), se tiene en cuenta la plena
humanidad de la víctima y del ofensor, como potenciales agentes de reconstrucción comunitaria,
y se enfatiza la cohesión social a través de un abordaje pacificador o restaurador que incida sobre
la misma raíz del conflicto (Weitekamp, Kerner, 2002, García-Pablos de Molina, 2005).

Obsesión por la seguridad. Se denuncia el contemporáneo diseño de una colectividad recelosa e


inmersa en enfermizas cruzadas defensivas, que inhiben la espontaneidad y la calidad de las
interacciones sociales.

Emotivación victimológica. Se denuncia una regresiva emotivización de la vida cotidiana


(Tamarit Sumalla, 2000) a través de una prevalerte “cultura de la quejumbre” y de la victimidad
(Furedi, 2004).

Clarificación de la asistencia. Se postula una mayor explicitud de las técnicas de abordaje, para
una urgente clasificación victimológica de la eficacia asistencial dispensada a la víctima.
El desarrollo de las ciencias ha aportado lo que en su visión resulta ser fundamental para
los individuos y la sociedad y ha construido un conjunto de herramientas teóricas y empíricas
que pueden contribuir al logro de este objetivo. Desde la economía, son variadas las escuelas,
que durante el pasar de los años han construido diferentes teorias que estudian la aproximación
de la idea de bienestar social, no solo desde una perspectiva de elecciones individuales sino,
desde un carácter colectivo.

Precisamente, unas de los planteamientos más influyentes en torno a esta idea , se


encuentra plasmado en la Teoria del Bienestar y del Optimo de Pareto, la que se basa en criterios
de utilidad (bienestar). Vilfredo Pareto, en su teoria refiere la situación en la cual un desarrollo es
optimo solo si cumple la relación de beneficio entre las personas. Es decir, que en el marco
microeconómico esta teoría plantea que cuando una persona o colectivo mejora su situación no
puede hacerlo si perjudica a otra. Desde este punto, el óptimo de Pareto dispone de criterios de
utilidad para verificar si estos eventos generan o producen provecho, comodidad o interes sin
perjudicar a otro, estableciendo puntos de equilibrio en donde ningun actor puede verse
perjudicado.

En los óptimos de Pareto, el bienestar economico depende de las funciones de utilidad de


los individuos que integran la sociedad, y prevé la existencia de una asignación de recursos de
manera eficiente, siendo dicho termino uno de los principios básicos del teorema de bienestar. En
este sentido, Vilfredo Pareto buscó determinar científicamente en su teoria la eficiencia como
como un punto de equilibrio en el cual, crece la utilidad de un individuo, sin que disminuya la
utilidad de otro, aumenta el bienestar social de los individuos. Sentando en su postulado, un
marco en donde la maximización del bienestar tiene estrecha relación con la utilización optima
de los recursos y su consumo.

Partiendo de esa base, la Teoria del Bienestar y del Optimo de Pareto es pertinente para
ayudar a entender los conceptos de investigación, en tanto que, es la primera teoría que se
adentra en la conceptualización de la eficiencia, a partir de la perspectiva de los mercados,
dándole un enfoque de criterio de utilidad para la maximización del bienestar. De modo, que las
bases de esta teoria se ajustan a los criterios se buscan desarrollar en el presente escrito y además
sirven de fuente principal para fijar una noción de eficiencia y establecer la dinámicas en que
este concepto se desenvuelve, con el único objetivo de poder generar un acercamiento de este
significado a la materia que le compete al artículo, esto es, la eficiencia respecto a la reparación
integral de las víctimas.
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Por su parte, es de vital importancia para el presente escrito, tener en consideración la
Teoría de la Victimología Critica, corriente que constituye una contractura victimológica de
ciertos postulados de la escuela de la Criminología crítica (Colorado, 2006) . Dicha tendencia
entra al ordenamiento a completar los déficits que presentaba la Victimología positivista, y
expone un panorama donde el tema central es el análisis de las respuestas policivas y el
servicio dado a las víctimas del crimen (Colorado, 2006).

Esta corriente ve al individuo como un actor, un agente activo y no como un mero


sujeto que tiene que adaptarse a las condiciones de la estructura social, preocupándose por el
reconocimiento de las víctimas y otorgándole un papel fundamental dentro del sistema penal.
(Colorado, 2006). La victimología crítica enfatiza en el rol de los valores que giran en torno a
la reparación y atención de las víctimas, desarrollando su base conceptual a partir de aspectos
culturales y contextos jurídicos específicos (Colorado, 2006).

Precisamente, este postulado constituye un intento por evaluar los mecanismos


generales que ofrecen los sistemas capitalistas, las condiciones materiales y las legales en las
que los movimientos a favor de las víctimas han florecido, haciendo una crítica enfática en el
papel distorsionador de los medios de comunicación y del aparato de la justicia en la
consolidación de ampulosas estrategias de resolución del delito (Zaffaroni, 2000).

Entre las nociones expuestas por esta teoría, son de especial relevancia, la idea en que
la víctima es parte central dentro del sistema penal, fungiendo un rol en el cual su protección
y no revictimización, debe ser garantizado por el Estado mediante mecanismos tenientes a la
reparación integral de sus intereses, alejándose de la estéril concepción de rehabilitación
criminal e inspirando la creación de un nuevo paradigma socialmente equilibrador,
terapéutico para la victima e integralmente restaurador para el clima de paz (Cairo, 2005).
Por consiguiente, este postulado es base para hablar de la reparación de la víctimas en
Colombia, pues es una de las principales teorias, que enuncia la necesidad de alcanzar una
justicia restauradora.

VICTIMOLOGÍA CRÍTICA
Por último, esta corriente tiende a examinar el papel del contexto social de la victimología,
involucrando el análisis de las respuestas policivas y el servicio dado o proporcionado a las
víctimas del crimen. La escuela Crítica ve al individuo como un actor, como un agente activo y
no como un mero sujeto que se adapta a las influencias de la estructura social. Enfatiza en el rol
de los valores y en los procesos sociales de la identificación de las víctimas como tales. Estos
desarrollos teóricos varían dependiendo de aspectos culturales y contextos jurídicos específicos.
La victimología crítica constituye un intento por apreciar como los mecanismos generales del
capitalismo, las condiciones materiales y las legales en las que los movimientos a favor de las
víctimas han florecido.

Por otro lado, podemos decir que esta corriente deriva de la teoría criminológica del
etiquetamiento o labelin approach, que considera el poder de las etiquetas por su poder
estigmatizados. Tannenbaum (1938) consideraba que el elemento que más contribuía a la
creación del criminal era el proceso de identificación de éste con la etiqueta de ofensor que se le
atribuía. Para los teóricos de esta escuela, el crimen no son tanto realidades que son descubiertas
sino creadas y definidas: de ahí que consideren que no hay crimen independiente de normas y
valores culturales.

Aparece una nueva tendencia que intenta dotar a la nueva corriente constructivista de un espíritu
de autocrítica y reflexión científica y así evitar limitarse al espíritu humanitario y casi utópico de
dicha corriente. Algunos aspectos criticados por esta nueva tendencia fueron (Herrera, 2006):

Concepto de Victimación social. Se denuncia la naturaleza opresivo-estructural e institucional de


gran parte de las victimizaciones; el papel distorsionador de los medios de comunicación; la
Justicia volcada en la retribución y el castigo ejemplar, etc.
Instumentalización de la víctima. Se explota ideológicamente a las víctimas; se les obliga a
aceptar todo “beneficio” (emocional, económico, penal) que le sea arrojado desde el edificio
político, más allá de su capacidad para seleccionar sólo aquello que directa y lógicamente vaya a
mejorar su calidad de vida (Elías, 1993).

Justicia restauradora. Desde esta perspectiva (Cairo, 2005), se tiene en cuenta la plena
humanidad de la víctima y del ofensor, como potenciales agentes de reconstrucción comunitaria,
y se enfatiza la cohesión social a través de un abordaje pacificador o restaurador que incida sobre
la misma raíz del conflicto (Weitekamp, Kerner, 2002, García-Pablos de Molina, 2005).

Obsesión por la seguridad. Se denuncia el contemporáneo diseño de una colectividad recelosa e


inmersa en enfermizas cruzadas defensivas, que inhiben la espontaneidad y la calidad de las
interacciones sociales.

Emotivación victimológica. Se denuncia una regresiva emotivización de la vida cotidiana


(Tamarit Sumalla, 2000) a través de una prevalerte “cultura de la quejumbre” y de la victimidad
(Furedi, 2004).

Clarificación de la asistencia. Se postula una mayor explicitud de las técnicas de abordaje, para
una urgente clasificación victimológica de la eficacia asistencial dispensada a la víctima.

El desarrollo de las ciencias ha aportado lo que en su visión resulta ser fundamental para
los individuos y la sociedad y ha construido un conjunto de herramientas teóricas y empíricas
que pueden contribuir al logro de este objetivo. Desde la economía, son variadas las escuelas,
que durante el pasar de los años han construido diferentes teorias que estudian la aproximación
de la idea de bienestar social, no solo desde una perspectiva de elecciones individuales sino,
desde un carácter colectivo.

Precisamente, unas de los planteamientos más influyentes en torno a esta idea , se


encuentra plasmado en la Teoria del Bienestar y del Optimo de Pareto, la que se basa en criterios
de utilidad (bienestar). Vilfredo Pareto, en su teoria refiere la situación en la cual un desarrollo es
optimo solo si cumple la relación de beneficio entre las personas. Es decir, que en el marco
microeconómico esta teoría plantea que cuando una persona o colectivo mejora su situación no
puede hacerlo si perjudica a otra. Desde este punto, el óptimo de Pareto dispone de criterios de
utilidad para verificar si estos eventos generan o producen provecho, comodidad o interes sin
perjudicar a otro, estableciendo puntos de equilibrio en donde ningun actor puede verse
perjudicado.

En los óptimos de Pareto, el bienestar economico depende de las funciones de utilidad de


los individuos que integran la sociedad, y prevé la existencia de una asignación de recursos de
manera eficiente, siendo dicho termino uno de los principios básicos del teorema de bienestar. En
este sentido, Vilfredo Pareto buscó determinar científicamente en su teoria la eficiencia como
como un punto de equilibrio en el cual, crece la utilidad de un individuo, sin que disminuya la
utilidad de otro, aumenta el bienestar social de los individuos. Sentando en su postulado, un
marco en donde la maximización del bienestar tiene estrecha relación con la utilización optima
de los recursos y su consumo.

Partiendo de esa base, la Teoria del Bienestar y del Optimo de Pareto es pertinente para
ayudar a entender los conceptos de investigación, en tanto que, es la primera teoría que se
adentra en la conceptualización de la eficiencia, a partir de la perspectiva de los mercados,
dándole un enfoque de criterio de utilidad para la maximización del bienestar. De modo, que las
bases de esta teoria se ajustan a los criterios se buscan desarrollar en el presente escrito y además
sirven de fuente principal para fijar una noción de eficiencia y establecer la dinámicas en que
este concepto se desenvuelve, con el único objetivo de poder generar un acercamiento de este
significado a la materia que le compete al artículo, esto es, la eficiencia respecto a la reparación
integral de las víctimas.

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