Cuidado Con Las Curvas #1.5 - Maleja Arenas

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Contenido

Pelos de Gato
La niñera está Loca
Jamás contradigas a una mujer ebria
Corbatas Rosas
Consecuencias de la Gatiorgía
Primera mañana como señor y señora Mendoza
Pelos de Gato
David

—Manuela, mira este desastre —gruño. Boris a ha dormido


sobre mi traje para la reunión que tengo dentro de una hora. Está
cubierto de pelos y no alcanzaré a quitarlos todos y llegar a
tiempo.
—¡Boris! Tú, pequeño bribón. ¡Ven aquí! —grita Manuela. La
veo perseguir al gato por todo el apartamento. Lo alcanza por fin,
cuando intenta escabullirse por la ventana—. Te he dicho mil
veces que la ropa de papá se respeta. Voy a quitarte los bocadillos
por dos semanas, ¿me entiendes?
Miau dice Boris, me mira y juro que cuando lo hace me da esas
miradas de “eres un bocón”. Es espeluznante.
—Lo siento chico, mamá exageró. Te daré los bocadillos si no
vuelves a meterte entre mi ropa.
Miau.
—No me desautorices frente al niño —gruñe Manu. Se para
frente a mí y tapa los odios de Boris—. Se supone que si yo doy
un castigo, tú me apoyas. Hay que ponernos de acuerdo en su
educación.
—¿Eres consciente de que es un gato del que hablamos?
—Es Boris. —Se encoje de hombros. La observo en blanco—.
Este chico es más inteligente que cualquier otro animal en el
mundo. Él cree que es un niño.
—Porque tú le has hecho creer eso. —Camino hasta la cocina y
tomo uno de los bocadillos que Manuela guarda para él. Boris los
ve y empieza a retorcerse en los brazos de Manu.
—¿Qué estás haciendo? Te dije que no me desobedecieras.
—Voy a entrenarlo —digo con confianza. Manuela resopla y
me fulmina con la mirada.
—Buena suerte con eso. —Deja a Boris en el suelo y camina
hacia la habitación.
—A ver amigo. ¿Ves esto? —Señalo el bocadillo—. Si no
vuelves a dormir encima de esto —Señalo mi traje—, te seguiré
dando de comer.
Miau.
—Eres un chico listo —apremio. Le doy la comida y voy hacia
el baño para limpiarme y terminar de organizarme. Dejo el traje
lleno de pelos encima de la cama y saco otro.
Me ducho rápidamente y me aplico desodorante. Cepillos mis
dientes y uso mis bóxer. Salgo de la habitación y me detengo a
medio camino.
—¡Boris! —bramo. El peludo sólo levanta la cabeza, su mirada
perezosa en mí—. Te dije que no te acostaras encima de mi ropa.
Miau.
—Mierda, ahora este traje está lleno de pelos también.
—Eso te pasa por calabaza. Te lo dije. —Se burla Manuela.
Entra en la habitación con una taza de café.
—Le dije que no se acostara en mis trajes y le di el bocadillo
cuando contestó.
—Tú le dijiste que no se acostara en ese traje —Señala el
primero. Miau, el traidor la apoya—, pero nunca le dijiste que en
ese tampoco. —Señala el nuevo traje.
—Le señale ese porque era el que estaba a mano —farfullo.
—Bueno, la próxima vez sé más específico. ¿Verdad bebé? Ese
papá no sabe nada sobre educar hijos. —Sonríe y niega con la
cabeza.
Miau.
—¡Traidor! —Ahora debo alistar otro traje y lo más probable
es que llegue tarde a mi reunión.
La niñera está loca
Manuela

—Te digo que va a estar bien. —Es la tercera vez que David
me dice lo mismo. Pero simplemente no puedo quedarme
tranquila.
—Es todo el fin de semana. Nunca me he alejado de él tanto
tiempo. ¿Y si se enferma de depresión?
—Manuela, es un gato.
—¡Es mi niño! —refunfuño.
—Nena, no te preocupes. Daniela es la mejor niñera gatuna de
la ciudad. Ella va a cuidarlo bien, se divertirán y verás que cuando
regresemos, todo será igual que siempre.
—Voy a extrañarlo.
—Yo también. Ahora vamos, que mis padres nos están
esperando en el aeropuerto.
Suspiro y me dejo arrastrar por David. Este fin de semana
iremos a Cartagena para descansar un rato. David tiene unos días
de vacaciones, así que los aprovecharemos en la playa, sol y
arena.

—Dios, estoy tan cansada. Quiero ir a dormir ya. —A pesar del


vuelo, vengo hecha nada. Quiero llegar a mi cama y dormir por
horas. Me divertí demasiado en Cartagena, hicimos de todo y sí,
hubo sexo en la playa ¡Yeah!
—¿Estoy invitado a tu siesta? —pregunta. Sus brazos me
atrapan desde atrás y me lleva hacia su pecho. Puedo sentir su
excitación en mi trasero. —Tú no necesitas invitación —susurro
seductoramente. Pasa su nariz por mi cuello e inhala. Gruñe
cuando presiono con fuerza mis caderas hacia atrás.
—Será mejor que te detengas o te tomaré en el pasillo de tu
edificio, y la verdad no quiero que nadie escuche cuan bien se
siente estar juntos.
—Qué bueno que ya estamos en casa —acoto. Abro la puerta
de mi casa y un horrible olor a humo nos recibe.
—¿Qué pasó aquí? —exclama David preocupado. Entramos
agitados al lugar. Lo primero que veo es muchas velas de incienso
y esas mierdas, la silueta de una mujer arrodillada en el piso
reverenciando algo que se encuentra en un pequeño e improvisado
altar con cojines.
—¿Boris? —pregunto. Mi pequeño contesta con la voz
ahogada.
Miau.
—¿Qué demonios te pasa loca? —Me abalanzo hacia mi gato y
lo saco de su prisión.
—¡No! —grita Daniela. La golpeo cuando intenta arrebatarme
a Boris—. Ese gato está poseído. Debemos ayudarlo a expulsar los
demonios que consumen su alma gatuna.
—¡Estás loca tipa! —gruño. David viene y me ayuda a
controlar a la lucifer del piso.
—Ese gato está poseído. Hay que sacrificarlo —grita.
—Aléjate de mi bebé, tú loca y estúpida demente.
—Señorita contrólese o llamaré a la policía —amenaza David.
—Sólo quiero ayudarles —musita.
Fulmino con la mirada a la loca. El corazoncito de Boris se
encuentra realmente acelerado, lo abrazo a mi pecho y le pido
perdón por dejarlo con esta loca tanto tiempo. Pobre de mí bebé.
La tipeja sigue gritando en la sala, yo me voy hasta el cuarto de mi
bebé y lo encuentro vuelto nada. Jadeo. La estúpida ha dañado sus
juguetes.
—Es un gato endemoniado, él me habla. ¡Me habla! —grita la
loca.
Llama a la jodida policía, David. O seré yo quien sacrifique a
esa perra del infierno.
Quince minutos después, dos oficiales de policía se llevan a
una desquiciada Daniela Rengifo. Cuando llamamos a sus padres
informaron que con ella todo estaba bien, no entendían qué había
sucedido con ella para actuar de esa manera. Una hora más tarde,
nos enteramos que ella presentaba trastorno de psicótico
transitorio. La mujer de verdad estaba loca y creía que mi gato le
hablaba.
—Tenemos que llevarlo al psicólogo, David. Mi bebé está
trastornado.
—¿Te das cuenta que ahora la que suena loca eres tú?
Gruño y lo fulmino con la mirada.
—Yo no estoy loca. La niñera está tostada.
Jamás contradigas a una mujer ebria.
David

—No puedo creer esto —susurro. Gonzalo y Samuel ríen a mi


lado.
—Jesucristo, ¿se bebieron todo el licor del planeta o qué? —
pregunta Samuel.
—¿Qué pasa con esas pelucas? —inquiere Gonzalo.
—No tengo idea —responde Fernando.
Se supone que hoy es la noche de chicas y Manuela con su
combo, decidieron venir nuevamente al karaoke, sólo que al
parecer bebieron más de lo que cantaron. El propietario nos llamó
para informarnos que aunque las chicas estaban divirtiéndose,
probablemente caerían dormidas en cualquier momento.
Y no estaba exagerando. En realidad nos ocultó información.
Divirtiéndose no es la palabra, las chicas están haciendo todo un
acto de sí mismas.
—Quién es ese hombreeeee… que me mira y me desnuda, una
fiera inquieta que me da mil vueltas y me hace temblar, pero me
hace sentir mujeeeeeerrrrr… —Me encojo ante el chirrido de
Manuela en el micrófono.
—Nadie me lo quitaaaaaa, siempre seré yo su dueña, por la
que no duermee, por la que se mueeereee, por la que respiraaaaa,
aaaa, aaaa, yo soy su mujerrrrrrr. —Y ni qué decir de Amelia.
Dios, son terribles. ¿Cómo las soportan aquí?
—Creo que me sangran los tímpanos —susurra Samuel.
Ni me digas, creo que tengo desgarro interno —bromeo.
Nos acercamos a las chicas, Teresa, quien ve primero a
Gonzalo, se lanza directamente a sus brazos. Fabiola nos sonríe,
Fernando toma inmediatamente su lugar al lado de ella y empieza
a hablarle al oído. La pelirroja frunce el ceño, niega con la cabeza
y se levanta hacia el escenario.
Le dice algo al oído a Manuela, sus ojos se vuelven hacia
nosotros. Cuando me ve, la más hermosa sonrisa se dibuja en sus
labios. La amo. Me hace un saludo ebrio con la mano, se tambalea
y ríe en el micrófono, incluso su risa de ebria es adorable.
—¡Amorrrr! Te ves sexy esta noche —grita a todo el mundo—.
Señoras, les presento a mi hombreeee… el sexy de camisa azul.
¿A qué está bueno, no? —Cada mujer en el lugar se vuelve hacia
nosotros y silban—. No se hagan las fáciles, perras, es mío. —
Palmea su trasero y ahora son los hombres quienes silban—. Él es
mío y yo soy suya, así que manitos fuera. ¡He dicho! ¡Casi
cerrado!
—Está realmente ebria —murmura Gonzalo—. Pero joder si no
es divertido.
Niego con la cabeza y sonrío. Manuela es otra cosa.
—Bien, aquí mi mejor amiga quiere cantar algo. Esto está
dedicado para todos los idiotas, tú no David, tú tampoco Sami,
Gonzalo yo creo que tú aplicas y definitivamente tú hermanito…
eres un idiota. ¡Pínchalo DJ!
Inmediatamente la melodía suena, todas las mujeres en el club
aplauden y vitorean. Manuela es la primera en no caer en la nota.
Señala a Fernando y comienza.
Ese hombre que tú ves ahí,
Que parece tan amable, tan atento y agradable
Lo conozco como a mí
—Pues es tu hermano tonta —grita Amelia
—Cállate tonta, estoy inspirándome aquí —gruñe, perdiendo
totalmente la melodía. El público se parte de risa—. ¿Dónde
quedé? —El público responde cantando también—- Oh sí.
¡Pínchalo otra vez DJ!

Es un gran necio, un estúpido, engreído,


Egoísta y caprichoso,
Un payaso vanidoso, inconsciente y
presumido, Falso, malo,
rencoroso, Que no tiene
corazón.
Lleno de celos sin razones ni motivos,
Como el viento impetuoso,
Pocas veces cariñoso,
Inseguro de sí mismo,
Insoportable como amigo,
Insufrible como amor.

—¡Eso! —exclama Fabiola. Procede ella entonces cantar el


resto y Manuela sólo la acompaña en el coro. A pesar de que
suenan como dos gallinas viejas cacareando, todos cantan con
ellas y se divierten. Bueno, todos excepto Fernando, que fulmina
con la mirada a Fabiola.
—Creo que ya es suficiente —dice mi cuñado con algo más
que irritación. Se dirige al escenario y trata de alcanzar a Fabiola.
Manuela está tan concentrada en una nota alta, que nos está
desgarrando los oídos, que no se percata de la lucha de su amiga.
Manuela

Estoy concentrada poniendo todo mi esfuerzo en esta última


nota de la canción —Yo entrego todo en mis shows de karaoke—,
y de pronto siento que el escenario se tambalea. Abro mis ojos y
veo a Fer tratando de agarrar a Fabi.
—Oye tú, hermano tarúpido, déjala. —Tomo el micrófono y le
doy en la cabeza a mi hermano—. Acabas de hacerme perder el
feeling, ¡era mi mejor interpretación de la noche!
—Si esa era la mejor, no quiero ni imaginar cual fue la peor —
gruñe David. Todos en el lugar se ríen.
—Oh, pero mira quien habla, Alejandro Sanz —espeto. David
sonríe y viene hacia mí.
Vamos, ya fue suficiente por esta noche.
—Pero apenas y hemos bebido —digo. Sin embargo mis
traidores zapatos se ponen en mi contra y me hacen tambalearme
—. Esa no fui yo, fue la rotación de la tierra.
—¡Rata de dos patasssss! Te estoy hablando a tiiii. ¡Joder
acompáñenme! —grita en el micrófono Fabi. Fer la sostiene pero
ella sigue removiéndose de su agarre. Mi boca cae abierta, al
escucharla maldecir.
—¿Acaba de maldecir o estoy realmente ebria? —pregunto
confundida.
—Las dos —dice David—. Vamos, cariño.
—Pero esa es la canción de Paquita. Por ley las mujeres no
podemos negarnos a ella. —argumento—. Es un himno femenino.
Es nuestra obligación apoyar a una hermana jodida, bueno a Fabi
no se la ha jodido mi hermano, pero igual.
—¡Manuela! —exclama avergonzada Fabi.
—¿Qué? —pregunto.
—El micrófon, idiota. —Señala mi mano y veo que tengo el
micrófono cerca de mi boca y todos nos han escuchado. Hay
varios partiéndose de la risa en sus mesas.
—Ups. ¡Lo siento, babys! Sólo por esa metida de patas voy a
cantar con todo mi odio la canción de paquita.
—¡NOOO! —gritan David, Fer y Gonzalo a la vez.
—¿Por qué? Ya les he dicho, no le lleven la contraria a una
ebria. Eso sólo hace que hagamos más rápido las cosas. ¡Pínchalo
DJ! ¡Tomen esto, putos! —Señalo a la multitud y hago una señal
de rock and roll.
Rata inmunda
Animal rastrero
Escoria de la vida
Adefesio mal hechoooo…
Corbatas Rosas
David

—No puedo creer que Manuela vaya a obligarnos a usar


corbatas de color rosa —gime Gonzalo.
—¿Tienes miedo de que tus bolas se encojan? —bromea
Samuel.
—Aunque se encogieran, seguirían siendo más grandes que las
tuyas — replica, fulminando con la mirada a mi hermano.
—No me afecta, al fin y al cabo lo que va encima de ellas, ese
es el tamaño que importa. Y créeme primo, no puedes compararte
conmigo.
Todos reímos cuando Gonzalo le enseña el dedo medio a
Samuel. Incluso el asesor de imagen, que amablemente nos está
ayudando a medir los trajes de la boda.
—David —llama Juan—. Creo que tu móvil está sonando.
Voy hacia mi pantalón abandonado en el suelo y efectivamente,
Manuela está llamándome.
—Hola nena.
—Amor, tenemos un problema —dice asustada.
Inmediatamente me preocupo.
—¿Qué sucede cariño?
—Estoy perdidamente enamorada de ti y creo que quiero
comerte en estos momentos.
Dios, esta mujer va a matarme algún día.
—¿Dónde estás?
—Te ves tan sexy y comestible con esa ropa —susurra—. El
rosa te queda lindo. —Miro a todos lados buscándola. No puedo
creer que esté aquí. Se
supone que debía medirse su vestido hoy—. Al frente, detrás de
los probadores de mujeres.
Miro en la dirección que apunta y ahí la veo, con lentes y
sombrero, camuflada entre los trajes de chica.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy antojada de ti. Necesito que te encierres conmigo
ahora en un probador. Es una fantasía que quiero cumplir. —Su
voz es baja, ronca y sexy. Es la voz que pone cada vez que se
encuentra excitada y lujuriosa. Mi pene reacciona inmediatamente
a ella.
—Nena, no estamos en un lugar privado.
—¿Y qué? Además, vengo de acceso fácil, estaré esperándote
—dice. La veo entonces, caminar hacia un probador envuelta en
una gabardina.
¿Fácil acceso?
Oh mierda. Muerdo mi puño ahogando un gruñido. Manuela
vino sólo en ropa interior. Termino la llamada y me vuelvo hacia
los chicos.
—Ya regreso —anuncio. Gonzalo que escuchó todo, me da una
sonrisa significativa. El asesor de imagen me mira desconcertado.
Le aseguro que no tardaré y con la cara confundida de Fernando,
Samuel y Nathaniel, voy hacia mi chica.
—Te estabas tardando —dice apenas entro en el probador. Hala
mi corbata y me acerca a su boca. Dejo a mis manos tomar sus
caderas y empujarla hacia mi muy pronunciada erección.
—Dios, Manu. —gruño. Sube una pierna a mi cadera dándome
la posibilidad de adentrar mis manos bajo la falda de la gabardina.
Sólo bragas, eso es lo que encuentro. Acaricio la curva de su
trasero y con mi otra mano, me aferro a su cabello. La arrincono
hacia la pared y restriego mi erección en su centro. Gime y el
sonido viaja hasta mis bolas.
—Esa corbata es tan sexy —jadea.
—No más sexy que tu así. —Muerdo su cuello y con desespero
desabrocho la gabardina. Manu se separa y la deja caer,
enseñándome su conjunto de corsé, sostén y bragas de encaje azul
—. Mierda. Vas a matarme algún día. —gruño. Paso mis manos
por la tela que realza sus senos, hacia su trasero desnudo—. No sé
si amarte por atreverte a venir aquí así, o darte una lección por
arriesgarte a que otro vea lo que es mío.
—Podría soportar un caliente y duro castigo —gime.
—¿Tan duro como esto? —Empujo mis caderas nuevamente,
presionando mi dureza con su suavidad. Jadea y cierra sus ojos.
—Dios David, te necesito.
Esas dos palabras de su boca, siempre cierran el trato. La
vuelvo a besar fuertemente. Sus manos apresuradas halan la correa
y bajan el cierre del pantalón. Bajo las copas de su sostén y
succiono entre mis labios su pezón, se retuerce y muerde su labio
para evitar hacer demasiado ruido.
Su mano encuentra mi polla y la libera del bóxer, siseo cuando
toca la punta y restriega la gota que se derramó. Sus movimientos
son lentos pero firmes, mis caderas empiezan a seguir su ritmo.
Bajo mis propias manos a su sexo, retiro las bragas para encontrar
sus pliegues tan húmedos que por poco y me corro ahí mismo.
Introduzco un dedo y la siento estremecerse, ella está tan mojada y
excitada en estos momentos. Le brindo atención a su otro pezón
olvidado, llevándola hasta ese punto desesperado cuando araña mi
espalda y empuja sus caderas frenéticamente. Retiro mis manos y
posiciono mi erección en su entrada, empujo con fuerza y me
adentro en su calor. Jadea y gruño. Empujo tan fuerte y tan duro
que debo poner mi mano tras su cabeza para evitar que golpee la
pared.
—David —clama mi nombre. Muerdo su cuello y roto mis
caderas para tocar ese punto sensible, jadea y se estremece.
Sonrío, el familiar cosquilleo se hace presente. Embisto con más
fuerza, haciendo ese movimiento que la vuelve loca. La siento
estrecharse y a su respiración trastabillar. Dos segundos después y
explota en mis brazos. La beso para ahogar su grito y el mío
cuando la sigo hacia el éxtasis.
—Joder Manu, eres realmente increíble —susurro sobre sus
labios. Sonríe y me besa tiernamente.
—Te amo.
—También te amo, nena.
Escuchamos como alguien fuera se aclara la garganta, los dos
nos tensamos a la vez. Me arreglo rápidamente y ayudo a Manuela
a acomodarse y limpiarse a sí misma. Cuando nos vemos
decentes, tomo la puerta y espero encontrarme con el encargado o
el gerente, sin embargo, al parecer todos nos escucharon dentro,
porque toda la maldita tienda, incluidos mis amigos están
esperándonos.
—Mierda —gruño. Manuela se sonroja y mira avergonzada
hacia el gerente que nos ve con desaprobación—. Probablemente
nos nieguen la entrada aquí.
—Lo siento —murmura apenada—. Son las corbatas rosadas,
no pude resistirme. Cómprenlas chicos, son como un afrodisíaco.
Se encoje de hombros y caminamos hasta el lugar donde dejé
mis cosas. El gerente nos sigue y sé que está apunto de decirnos su
poco, pero cuando le digo que vamos a llevarnos todo lo que nos
hemos medido y recomendaremos su tienda a nuestros más de
doscientos invitados —cosa que es falso— sus ojos se abren de
manera desproporcional y sonríe, olvidando el pecado detrás del
mostrador.
Cuando finalizamos la compra y salimos hacia el auto, vemos a
varios hombres y mujeres comprar malditas corbatas rosadas.
Manuela se vuelve hacia mí con una sonrisa divertida.
—Te lo dije, son las corbatas rosas.
—Las malditas corbatas rosas —acuerdo con ella.
Consecuencias de la Gatiorgía
Manuela

—David, debemos hablar. —La cuchara que estaba en camino


a su boca se detiene. Frunce el ceño y mueve su cabeza pidiendo
que continúe—. Tenemos un problema.
—¿Por qué será que no me sorprende? —dice con sarcasmo, le
arrojo el trapo de la cocina—. ¿Qué sucede ahora?
—No te vayas a sulfurar, ¿vale? Prométeme que vas a guardar
la calma. —Sus ojos se estrechan en sospecha. Deja de lado su
plato y habla:
—Estás preocupándome, habla mujer.
—Creo que vamos a ser abuelos —anuncio. Sus ojos se abren
sólo un segundo, antes de regresar a su mirada entrecerrada.
—¿De qué estás hablando? —pregunta.
—Bueno, la señora del 708 vino esta tarde y me dijo que al
parecer su gata, esa que estaba el día de la gatiorgía aquí, no había
sido esterilizada y ahora tiene una enorme panza y sus teticas
están cargadas. La ha llevado al veterinario y éste le ha dicho que
está embarazada. Son de Boris, incluso el pendejo los reconoció.
—¿Cómo que los reconoció? —Me da una de sus miradas que
dicen:
“¿estás loca o te haces?”.
—Bueno, la señora me hizo responsable de la preñez de su gata
y me la dejó aquí, dice que no la quiere. —Lo cual hizo que casi la
golpeara por abandonar a su mascota cuando más la necesitaba—.
Así que la traje aquí y Boris de una fue a acariciar su panza. Como
si supiera que son sus bebés. —Ya veo —dice. Su rostro está
completamente serio—. ¡Boris! —grita. El aludido se esconde
entre los muebles, por lo que David se ve en la obligación de irlo a
buscar—. ¿Dónde está la chica?
—En su cuarto, voy por ella.
Voy por Azucena, como la llamó la vieja loca del 708, y la
llevo suavemente hasta donde David tiene a Boris sentado.
—Te dije mil veces que no anduvieras de pipisuelto, Boris. —
acoto cuando llego a ellos.
—Ahora explícate. —Le dice David a mi gato. Boris sólo
mueve su cola y mira fijamente a David—. Mamá te dijo que no le
trajeras sorpresitas y mira, nos sales con esta. Vas a quedar
castigado, nada de golosinas, pasabocas, bocadillos, juguetes y
pelotas de lana.
Miau, miau, miauuuu.
—No jovencito, esto es tu culpa. Te íbamos a castrar el mes
pasado y no dejaste ni siquiera que el veterinario se acercara antes
de atacarlos a todos. —regaña. Yo sólo me quedo callada
apoyándolo. Boris se deja caer y pone su panza hacia arriba
buscando que lo apapachen y comprarnos—. No, no será así de
fácil. Ahora no dormirás más en la cama, ese será también tu
castigo. Y en cuanto a ti —Señala a Azucena—, apenas y nazcan
mis nietos vamos a operarte.
Miauuuu —contesta Azucena.
—He dicho. Si vas a vivir bajo este techo, debes aceptar
nuestras reglas.
—Así es. Bien hecho, papá. —Felicito, David me da una
sonrisa de megavatios y me escucho suspirar—. Ahora a su cuarto
jovencitos y nada de hacer cositas, miren lo que pasó y todo por la
gatiorgía.
—Irresponsables.
Primera mañana como señor y señora Mendoza
David

Contemplo a mi esposa —Mi esposa. Suena increíble— dormida a


mi lado.
A pesar de los últimos acontecimientos de la noche pasada,
cuando Fabi dejó escapar la bomba y todas corrieron tras ella,
Manuela y yo regresamos al hotel y luego viajamos hacia Isla
Grande Corales del Rosario. Manuela fue muy clara al pedir que
su luna de miel fuera en las maravillosas islas de Colombia. Esas
que casi aún están vírgenes. Nuestra suite es una cabaña sobre el
muelle, el mar está sólo a unos metros, es tal azul y la arena es tan
blanca. Es hermoso, pero no tanto como lo es mi esposa.
Después de hacerle el amor y de besar cada rincón de su
cuerpo, cayó dormida. Y hasta el momento no ha despertado. Si
no fuera por su pecho subiendo y bajando, pensaría que pasó a
mejor vida. Sonrío, Manuela es una chica dormilona, un tsunami
no la despertaría. Beso su hombro desnudo, su mejilla y acaricio
su cabello.
No puedo creer que hace unos meses vivía tan alejado de este
sentimiento que me embarga de sólo pensar en ella. Haberme
tropezado con ella ese día, ha sido la mayor bendición que me ha
dado Dios. Manuela es lo que necesitaba, soñaba y deseaba. Y
pasaré el resto de mi vida agradeciendo y valorando éste hermoso
regalo de Dios. La luz del sol, que se filtra por las ventanas, hace
que el diamante en su mano brille. Lo contemplo con orgullo, esa
pequeña piedra le declara al mundo que ella es mía, miro hacia mi
propia mano donde está el lazo que me declara a mí como suyo.
Definitivamente ese café, el que fue arrojado hacia mí y el cual
tardé en quitar de mi cuerpo ese día, ha valido la pena. Volvería a
repetir cada momento una y otra vez, porque cada una de esas
decisiones, buenas o malas, me ha traído a este momento. A
tenerla a mi lado, siendo completamente mía para siempre.
—Te amo, Manuela de Mendoza —susurro sobre su piel. Se
remueve y sonríe.
—Te amo, David, esposo mío —murmura con su voz ronca por
el sueño.
—Siempre tuyo —susurro sobre sus labios. Le doy un beso
tierno, al que corresponde
—Siempre tuya.
Definitivamente, lo mejor que hay en mi vida se llama Manuela
Quintero de Mendoza.
Mía.
Próximo Libro

Se dice que el amor a veces requiere de tiempo y otras veces


solo de una mirada. Yo me enamoré con la segunda y él se
enamoró con la primera.
Enamorarse puede ser la peor cosa que podría pasarte. Amar
puede hacerte crecer o hacerte caer tan profundo que logras
perderte a ti misma o todo lo contrario, podría hacer que te
encuentra a ti misma y a la verdadera razón por la que vives tu
vida. Pero la mayor parte del tiempo, olvidamos que el amor
puede llegar de y en cualquier manera.

Amar puede ser doloroso, al tal punto de perderte en ti mismo.


Y aunque amar duela, vale la pena el riesgo, porque el amor es
la fuerza más poderosa y única de todo el universo. Y por ellos yo
lucharé hasta que muera.

Cuidado con las Curvas #2


Sobre la Autora

Psicóloga de la Universidad Antonio Nariño en Cali,


Colombia. Tiene 25 años, es madre de un pequeño de 3 años al
cual ama y adora con todo su corazón. Desde pequeña amó la
lectura, su primer libro fue “Relato de un Náufrago” de Gabriel
García Márquez. Vive con su esposo, su pequeño y su mascota
Kira (rescatada de las calles) en la ciudad de Cali.
Ama el chocolate, el café y cualquier chuchería que pueda
comer, amante profunda de los libros y las historias de amor.
Es una soñadora y romántica.
Sus novelas terminadas son:
 ¿En tu casa o en la Mía?
 Tu Plato de Segunda Mesa (Menú de
Corazones # 1).
 Mi Postre Prohibido (Menú de Corazones #
1,5).
 Entre Letras y un Café
 Almas (Entre el Cielo y el Infierno # 1)
 Cuidado Con las Curvas
 Amor, Sexo y Música (Entre Letras y un Café
#2).  Confesiones de un Alma Rota.
Próximos Proyectos:
 Vino Tinto (Menú de Corazones # 2).
 Enséñame tu Juego (Amor en Juego #
1).  Sombras (Entre el Cielo y el
Infierno # 2)  Desde Mi Ventana.
 Reino Oscuro (Doce
Reinos # 1)  Recuérdame
Quien Soy.  Se Armó
Cupido.

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