Brujas

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BRUJAS

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN DE ANTROPOLOGÍA


SOCIAL Y CULTURAL E HISTORIA

Autora: Mª Carmen Sobrinos Novo


Postgrado en Antropología, evolución y desarrollo.
Universidad “Jaime I”
Curso 2013-2014
Castellón

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ÍNDICE

1. Introducción

2. Mitología e historia

3. Profundos conocimientos de botánica

4. Contexto social

5. La pequeña edad de hielo

6. La peste negra

7. Cambio social

8. ¿Qué queda de todo aquello?

9. Bibliografía

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BRUJAS

Desde mi punto de vista, que nos llamen brujas debería parecernos un


piropo, un halago. A las brujas hay que asociarlas a belleza, sabiduría,
experiencia, empatía, bondad, entrega y muchas mas cualidades que vosotros
mismos podréis ir añadiendo a medida que avancéis en la lectura de este
trabajo.

¿Sorpresa?, si, para la mayoría. Después de siglos de desprecio,


persecución, difamación, injurias, injusticias, culpabilizándolas de todo lo malo
terrenal y celestial, de todo lo que en la tierra y en el cielo representa el mal
absoluto y de relacionarlas con el diablo, esta idea caló hondo en el imaginario
colectivo, por todo ello, venir ahora diciendo que si te comparan con algo así lo
consideras un halago sorprende, naturalmente.

Cuando era niña me daban miedo, como a todos. Si veíamos a una


mujer andrajosa, sucia, fea, canosa y el cabello enmarañado con largas
greñas; si además la pobre tenía cifosis y se apoyaba en un bastón, corríamos
a casa despavoridos a contar a los mayores que habíamos visto a una bruja.
Por el contrario si el encuentro sucedía con un varón, también anciano, sucio,
con uñas largas, con largos y grasientos cabellos, desdentado, maloliente,
barba gris amarillenta, encorvado y apoyado en un báculo, ¡oh prodigio, esta
vez nos habíamos cruzado con un sabio! ¿cuál era la diferencia? el sexo, solo
eso. Pero el tiempo pasa, una crece, es curiosa, lee y leer es perder la
inocencia. Cuando conoces algo dejas de ser inocente, creas tu propio criterio,
incorporas lo aprendido, te enriqueces, pasas a ser responsable y libre, todo
eso y mucho mas te aporta la lectura.

Empecé a leer antropología evolutiva siendo muy joven porque me


fascinaba la evolución que había llevado a nuestra especie desde una célula
hasta el homo sapiens-sapiens. Me tiré de cabeza como a una piscina, sin
tener conocimientos previos ¿había que tenerlos?, y sin entender la mitad de lo
que leía. Entonces, siguiendo mi instinto, tomé una decisión acertada e
importante que he seguido durante toda mi vida: leer a los mejores. Es
preferible entender el 10% a un buen escritor, en este caso científicos, que casi
todo a un poco informado o ignorante con mucho atrevimiento. Me cuesta lo
mismo leer a uno bueno que a uno malo, así que mejor invertir en el primero.
Poco a poco los tecnicismos me fueron siendo familiares, algunos autores
cuando introducen alguno explican su significado y eso ayuda mucho, si no es
un aliciente para investigar.

En los textos suele haber referencias a otros autores y unos a otros van
recomendándose así que fue fácil irme introduciendo en el conocimiento de la
evolución. Empecé por un “cualquiera” como Darwin, sus teorías y estudios,

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sus viajes, casi nada. Le siguieron los tres miembros de la familia Lackey,
Desmon Morris, Marvin Harris, Juan Luis Arsuaga, Ambrosio García Leal, Lynn
Margulis, Ignacio Martinez, Herbert Thomas, Carletoon S. Coon, Jean Pierre
Mohen, Robert Ardrey, M. Hoagland, Arturo Valls, Hubert Reeves, Joel de
Rosnay, Yves Coppens, Dominique Simonnet y un largo etcétera difícil de
mencionar después de tantos años. Unos son mejor que otros, algunos super
especialistas en algo concreto, otros más generalistas; unos muy divulgativos y
otros más técnicos pero todos ellos me aportaron pequeños fragmentos de
entendimiento, que como con ladrillos sueltos, construí la idea general que
ahora tengo, no aspiro a más.

Unos autores son biólogos y explican la evolución biológica, otros hablan


de la evolución cultural, otros analizan la evolución filosófica o la histórica, así
poco a poco vas haciéndote una idea de quienes somos, de dónde venimos y,
lo más importante, a dónde podemos ir.

En la antropología cultural fue leer “Vacas, cerdos, guerras y brujas” de


Marvin Harris, que a pesar de su sencillez (se trata de un pequeño libro en
edición de bolsillo como casi todos los míos) y no representar mas que un
capítulo el dedicado a las brujas, y empezar a pensar cómo había sido posible
vivir hasta entonces tan despreocupada e incrédula, sin haber caído en la
cuenta de la realidad, sin creer ni entender nada de brujas, despreciando
incluso el tema. A partir de ahí me interesé por el asunto y encontré mas
información sobre ellas leyendo sobre la inquisición que en lecturas
especializadas, por cierto escasísimas. Fue difícil encontrar algo serio escrito
sobre ellas, todo lo concerniente a sus vidas, creencias, experiencias,
dedicación, etc. era pura fantasía y falsedades influidas por los siglos de
difamación, falsedades promocionadas por la iglesia y su arma de destrucción
que fue la inquisición, instalada en toda Europa (y exportada a la recién
conquistada América), desde 1481 año en el que tuvo lugar el primer acto de fe
en Sevilla, organizado por Torquemada hasta 1834 en que fue definitivamente
abolida, ya que con anterioridad había sido restaurada en 1814 por Fernando
VII, estando ya suprimida, durante un corto período de tiempo por José
Bonaparte.

Cuatro siglos de calumnias y crímenes dejan un poso tan denso como


para impedir cualquier estudio serio, así casi todo lo que se encuentra escrito
del tema o es escasa antropología o puro folclore, ahora bastante explotado en
muchos lugares como atracción turística y en los cuentos infantiles para
personalizar el mal.

Afortunadamente hay algunas


investigaciones serias y bien
conocidas en España y en
algunas ciudades de Europa
como las de Julio Caro Baroja
y Gustav Henningseng, de
gran rigor crítico y amena
exposición, así como las

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efectuadas por el antropólogo vasco Mikel Azurmendi en “Las brujas de
Zugarramurdi”, que no es mas que la historia del aquelarre y la Inquisición.

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1. INTRODUCCIÓN

El objetivo de este trabajo es demostrar quienes fueron esos seres a


quien llamaron brujas, a qué se dedicaron, la influencia social de sus
quehaceres, sus conocimientos, por qué fueron perseguidas hasta la muerte y
olvido, por quién, y quienes salieron ganando tras su aniquilamiento. Demostrar
que nada de mágico tuvieron sus actos, nada de esotérico, de demoníaco o
sobrenatural, nada de maligno. Que su conocimiento estrechamente ligado a
las plantas y farmacopea no ocasionaba mayores estragos que las propias
plantas que administraban. Que nunca existieron tal como nos han hecho
creer. Que si confesaron tener relación con el demonio y afirmar todo de lo que
se las acusaba, fue bajo torturas indescriptibles o por la influencia de
alucinógenos contenidos en los hongos y plantas que consumían y
recolectaban, acto frecuente a lo largo de toda la humanidad, en todas partes y
culturas. Que si se culparon de los hechos de los que fueron acusadas fue, en
la mayoría de los casos, durante o al volver de los “viajes” a que los
alucinógenos las transportaron y bajo la tortura infligida por los inquisidores.
Demostrar en suma que nunca existieron esos seres demoníacos y perversos,
que el invento fue de los de siempre: nobleza y clero y por lo de siempre,
riqueza y poder. También como siempre aprovechando la ignorancia, el miedo,
el fanatismo, un período de crisis social y hasta de cambio climático.

Es necesario remontarnos al principio. Hace alrededor de 100.000 años


dejábamos de ser homínidos por la consciencia, ya que biológicamente nos
habíamos separado de los chimpancés 6 millones de años antes, pero la
materia se hizo consciente alrededor de esa época, Jean Pierre Mohen nos lo
explica bien en su “Todos tenemos 400.000 años”. Bandas de cazadores–
recolectoras se movían errantes por casi toda Europa, eran nómadas,
ocupaban cuevas esporádicamente, pero ya por entonces los acontecimientos
se precipitaron y empezaron a hacerse sedentarios temporalmente, cuando las
condiciones lo permitían, es decir, cuando la caza abundaba y el bosque
proporcionaba sustento y cobijo.

Lo de cazadores-recolectoras no es un error. Trato de definir lo que cada


sexo aportaba mayoritariamente al grupo. Ellos cazaban cuando podían y ellas
recolectaban cuanto podían y todos carroñeaban siempre. La actividad de
ellas desarrolló una experiencia en cuanto al conocimiento de árboles frutos,
bayas, raíces, hojas y plantas a las que tradicionalmente se han atribuido
virtudes curativas ya que forman parte del mejor arsenal terapéutico del que
dispone la medicina natural y por lo que debieron pagar un alto precio, ya que
es fácil imaginar las vidas que costaría llegar al conocimiento de las
cantidades y propiedades, tanto curativas como letales de cada planta, pero
eso es la experiencia y hoy seguimos aprendiendo igual por el procedimiento
de ensayo-error, es decir el método científico.

Las mujeres se especializaron así en la farmacopea, las propiedades de


las plantas, de las bayas, de las setas y las raíces a lo largo de las estaciones.
Manejaban con soltura las mezclas, los jarabes, las pócimas. Andando el
tiempo, el punto de temperatura, las dosis y la clepsidra no tenían secretos

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para ellas y transmitieron esos conocimientos a hijas, nietas, vecinas,
mayoritariamente a mujeres, pero no exclusivamente, ellos también
participaron aunque en menor medida.

Su conocimiento del medio que las rodeaba fue


total. Aún hoy, tantos miles de años después, y con una
cultura igual que aquella adaptada a su medio, mujeres
habitantes del desierto de Kalahari conocen los
tubérculos que contienen agua potable. La misma planta
los da con agua tóxica, pero la experiencia, una vez mas,
hace que no se equivoquen en su elección. Después de
desenterrarlo, rayan la pulpa, cogen un manojo de ésta y la exprimen en su
mano. Como de una esponja chorrea el agua que beben directamente.

Uno de los temas abordados en este trabajo que más me costó de


investigar fue el de la cuestión de si las mujeres tenemos una base genética o
anatómica que justifique el que seamos capaces de ver más gama cromática
que los hombres debido a nuestros miles de años de recolectar bayas y frutos.
En mis lecturas de antropología evolutiva algunos autores confirmaban que en
efecto, así era, otros lo negaban. Pregunté a mi amigo el Dr. José Juan
Martínez Toldos, Director del Departamento de Oftalmología del Hospital
Universitario de Elche, quien en España o fuera de ella podría asegurarme el
dato y me puso en contacto con el Dr. D. Nicolás Cuenca del Departamento de
Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Alicante.

El Dr. Cuenca lleva a efecto, en su laboratorio, investigaciones al


respecto y así obtuve la confirmación a este hecho. Gracias a su amabilidad
me envío un correo en el que me explicaba que la cantidad y tipo de opsinas en
los conos varía de hombre a mujer, por ello la percepción de la gama de

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colores en algunas mujeres es mayor. Se pueden ver las diferencias de
opsinas en el esquema adjunto.

Eso justificaría el hecho de que a la predisposición genética se unió


desde siempre el hecho cultural y social de que fueran las mujeres las
recolectoras de bayas de diferente gama cromática dentro del mismo color
base, y así fueran adquiriendo y potenciando la posibilidad de distinguir la débil
cromatografía que separa el punto justo de maduración de un fruto o baya
madura y comestible, de otra verde y posiblemente tóxica o mortal. Lo que la
ciencia está descubriendo ahora nos instala en la duda de cual sería la causa-
efecto en este caso ¿No sería la recolección lo que aumentaría el número de
opsinas en las mujeres?.

Como veremos en el capítulo de la botánica, las brujas destacaban


posiblemente debido a esta cualidad femenina que las distinguió y facultó para
el conocimiento del medio y la explotación de su nicho ecológico, lo que una
vez más evidencia que una ventaja genética potenciada por la cultura nos lleva
a ser el mejor de nuestros proyectos.

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2. MITOLOGÍA E HISTORIA

Al principio era la Madre, la Tierra Madre, y la fascinación humana ante


su fuerza dispensadora, nutricia, subterránea y enigmática. No entenderemos
nada de la Historia si no sentimos es peso del tiempo, del cavernoso y
repetitivo larguísimo período de los cultos femeninos maternos. El ídolo de
base es fenicia, sumeria, mesopotámica, auriñacense, que más da. Surge sola,
reina, se mantiene soberanamente ante nosotros, nos ha parido, nos juzga.
Procedemos de ella, debemos volver a ella, y así por los siglos de los siglos.
Dios había sido mujer más de 30.000 años como lo demuestran las Venus
paleolíticas de Willendorf, Brassempouy, y Laussel, pero eso estaba a punto de
cambiar, ya que estas religiones naturalistas se mantuvieron hasta la
imposición de la cultura griega.

Como cuidadoras que somos el poder paliar el hambre, eliminar


parásitos que los devoraban, aliviar un intenso dolor, curar una infección,
ayudar a nacer, mejorar un cólico, una indigestión, o acelerar una muerte que
se esperaba lenta y cruel fueron avances sociales que les dio poder, cualquiera
les estaba agradecido después de la ayuda, se ganaban el respeto y eran
reclamadas continuamente, se les otorgó “autoritas” social. Adquirieron gran
prestigio social como los chamanes, brujos y druidas hombres, que poseían el
conocimiento arcano y eran consultados acerca de los deseos de todos los
dioses hacedores del mundo, hasta que esos mismos dioses les arrebataron el
poder. Hay una larga procesión de las primeras diosas: Ishtar terrible, Isis
hechicera, Hathor fecunda y Sekmet enfurecida, de quien Artemisa y Venus
son las primas lejanas. Toda religión crea mitología pero ésta puede subsistir
independiente de aquella, es decir, puede haber mitología sin haber religión
aunque suelen ir muy relacionadas

Se dice que hubo un tiempo en que los dioses habían muerto y Jesús no
había nacido, un tiempo largo ¿Qué pasó entonces?. Después de miles de
años de sociedad matriarcal, se instaura el patriarcado hacia el año 1.200
antes de Cristo con la invasión de los pastores nómadas arios que ocupaban
India, Oriente Medio, Grecia e Italia dónde fundan Atenas y Roma encima del
substrato matriarcal prehistórico. “Eran tan nómadas que no iban con mujeres

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y tuvieron que quitárselas a los rabinos en ese acto de rapiña colectiva, una
especie de piratería y violación en masa a partir de la cual se fundó Roma. Con
los arios se cambia la religión del eterno femenino y la Gran Diosa Madre por
un panteón patriarcal de dioses masculinos y guerreros” (Luis Racionero).

En nuestra cultura greco-latina el Olimpo estaba ocupado por


innumerables diosas representantes de virtudes femeninas. Sofía representaba
la sabiduría, Hestia que hace de una casa un hogar, Metis, Atenea, Céres,
Cibeles, etc. La mujer estaba representada en sus tres estadios vitales por
Persépone que representa a las doncellas, Démeter a la madre y Hécate, a la
mujer anciana. Hermafroditas y amazonas, Victorias o Erinyes y las Gorgonas,
encuentran sus equivalencias a partir de la Edad Media en las santas y
mártires, brujas y hadas, Judiths, Salomés, dueñas, matronas, Magdalenas y
Madonnas… “Eva, María, Venus”, trinidad angélica y diabólica, espejo de la
fascinación de los hombres donde se mezclan el horror del pecado, secretas
concupiscencias y sublimación sagrada del culto mariano.

Todas ellas fueron siendo desplazadas en nuestra civilización occidental


(que es la historia del patriarcado) por las religiones monoteístas, por lo que la
condición de las mujeres y el destino de las diosas declinaron a la par. Ya no
había modelos femeninos y eso conllevó al trato que históricamente se les ha
dado a las mujeres. Antes del patriarcado la madre era la progenitora que
revestía mayor importancia, por encima del padre, el derecho romano
consideró que “mater certum, pater incertum”, ya que era lo único fiable,
evidente y constatable acerca de tu procedencia.

Casi tres siglos después, los cristianos se fascinaron por la sexualidad


femenina e hicieron de ella uno de los ejes de gravedad de su doctrina. En el
siglo IV nos encontramos con que los cuerpos sexuales de las mujeres, sobre
todo los de la auténtica virgen y de su contrapartida, la ramera herética, están
llenos de sentido simbólico. Es significativo que el tratamiento mas antiguo de
la virginidad femenina y de la prostitución herética se encuentra en los escritos
de Alejandro de Alejandría y coincide con el comienzo de la polémica arriana y
de la ascensión de Constantino.

Después del patriarcado, los derechos del padre pasaron a ser


preponderantes. Pero la sabiduría de las recolectoras no se perdió, nada
sucede de pronto y las sociedades suelen tener una larga inercia ante el hecho
de modificar sus hábitos. Del matriarcado todavía hoy quedan reminiscencias
considerables en los pueblos del Mediterráneo: la devoción a la Virgen, las
procesiones, las alfombras de flores, las imágenes de la Virgen con el niño, los
símbolos lunares. En este substrato de la sociedad mediterránea actual tiene
gran importancia el binomio madre-hijo muy representado en el arte religioso.
Las mujeres griegas y romanas siguieron basándose en la sabiduría de otras
mujeres al margen de los remedios impuestos por los médicos. La
contracepción es un capítulo muy estudiado por Eva Cantarella, de la
Universidad de Milán, en “La sexualidad de la mujer romana”. Fue tema
influyente en la sociedad ya que la mujer romana se casaba a los 12 años y su
vida fértil se alargaba quedando embarazada muchas veces. Serían

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innumerables las ocasiones en las que recurrirían tanto al médico como a las
parteras y cada cual ofrecería sus remedios, muchas veces coincidentes.

Volviendo a las brujas, es fácil imaginar, sin influencias estéticas, que no


todas serían feas, irían necesariamente sucias y mucho menos serían muy
viejas, ya que la esperanza de vida no era mayor de 50 años y para llegar a
dónde algunas plantas crecen hay que escalar riscos, cruzar ríos, entrar a
cuevas y trotar todo el día por el campo, además de agacharse cada vez para
su recolección y escarbar la tierra con fuerza para sacar las raíces. Una
persona de mucha edad, (vieja para las brujas por ser más peyorativo) no es
capaz de triscar todo el día por los riscos para recolectar.

Su entorno natural era el bosque. Todos son poderosos, algunos


temibles por profundos, por misteriosos, no
muchos se atrevían a internarse en ellos por
miedo a perderse o a los monstruos que
creían habitaban en ellos, pero ellas no, ellas
conocían sus senderos, fuentes, cuevas,
vericuetos, arroyos, roquedales, todos los
accidentes de la piel del bosque y lo que podía
ofrecerles cada uno de ellos, ningún bosque
tenía secretos para ellas.

Es fácil sugestionarse en un bosque, sentir presencias tan palpables que


resulta natural aceptar una cultura druida, un poder del árbol por encima del
hombre, y evocar el tiempo en que la comunión entre seres mágicos y
humanos fue religión. Durante una excursión al bosque de Irati (Navarra),
acompañada por mi marido, sentí una presencia tan palpable, que no me
avergüenzo en decir que dos montañeros experimentados como nosotros, ante
mi insistencia, dimos la vuelta y salimos urgentemente del bosque. Señales
como dejar de oír las ranas o huir los pájaros, ligeros sonidos de rozamiento y
crujir de ramas paralelos a sendero que seguíamos nos pusieron en alerta
desde el comienzo. No creemos en brujas, pero sí fue definitivo para nuestra
retirada el que por entonces esos parajes fueran escondite de terroristas.

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En España, la zona norte celta y vasca con Galicia, Navarra y el País
Vasco a la cabeza son las áreas dónde mas arraigada estuvo la brujería.
Ninfas, tragos, gnomos, hadas y demás personajes de los bosques desde los
celtas han llegado hasta nosotros incrustados en el folclore gallego, hasta tal
punto que en el mundo celta que incineraba a sus muertos, una vez encendida
la pira funeraria, todos los presentes empezaban a entonar un sonido gutural
como el vuelo de un abejorro (no he podido confirmar el dato pero creo que se
llama el albellón), que hasta hace poco se ha mantenido en Galicia como
costumbre. En Ribadravia, al sur, entre las ciudades de Orense y Vigo hoy en
día aún se celebra la fiesta de las brujas, así como en Lalín (Pontevedra).

Foto de la autora

En el paraje de Itxusi, en el valle de Baztan las creencias arraigaron tan


profundamente que aún hoy hay quien cree que el basajaun, señor del bosque,
es la criatura dueña de estos dominios que mantiene el equilibrio entre el
hombre y la madre tierra, entre la vida y la muerte y que sostiene entre los
humanos una relación protectora y distante avisándolos de los peligros con
fuertes silbidos que cruzan el valle como un idioma, reservado y misterioso,
dejándose ver solo por los elegidos los que ven lo invisible. Es zona de
pastoreo y aún hoy conservan sus ovejas lachas autóctonas como hace siglos.
Posiblemente los machos de esta especie fueran los protagonistas en los
aquelarres (“el prado del cabrón”), donde las brujas acudían a la fiesta con el
diablo, identificado con el macho cabrío.

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Foto de la autora

Los vascones, que ocupaban lo que hoy es parte del País Vasco y parte
de Navarra, vivían aterrorizados por los genios de la noche, unos seres
llamados gaueko, y pidieron a Amaiur, la madre tierra, un poco de luz con la
que espantarlos. Ella le dio a su hija Illargi, la luna, que no pudo contener a los
furiosos espíritus. De nuevo una nueva rogativa y les concedió a su hijo Eguzki,
el sol, que por fin logró sujetar a los demonios, que se escondían durante el día
para regresar por la noche mas furiosos y vengativos. En este ambiente y con
esos convencimientos las únicas que se atrevían a penetrar en los bosques
eran ellas, las brujas, para seguir con su cometido de recolección, conscientes
de que las gentes las necesitaban, había que tener valor.

La situación se resolvió cuando la madre tierra, siempre generosa, y


compadecida les dio la eguzkilore, una flor mágica semejante al sol que debían
colocar en las puertas de sus casas y que los genios malignos confundirían con
el mismo sol, huyendo sin causarles daño.

Foto de la autora

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En mis visitas al Pirineo Navarro comprobé que en los dinteles de
muchas puertas de acceso a las viviendas había, clavadas, unas flores secas
de forma redondeada, muy parecidas a una especie de cardo que también se
coloca en las puertas de las casas de montaña, y que había visto en algunos
valles de Suiza. Se trata del Corona de Espinas, La Carlina acanthifolia, crece
en ambiente de media y alta montaña. Una llamativa flor corona esta planta
espinosa a ras del suelo. Es endémico de las zonas montañosas como los
Pirineos, los Alpes o los Apeninos. Al preguntar por su origen me contaron que
forma parte de una tradición tan arraigada que no se cuestiona porque
simplemente pertenece a lo intangible, a lo invisible, al mundo nouménico en el
que somos felices, libres, nos transportamos, lo que pertenece a las ideas y a
los sentimientos. Para ellos es importantísimo y la magia no ha perdido
vigencia 400 años después. En el País Vasco también mantienen esa tradición,
no en vano Unamuno, también vasco, decía que la fantasía crea la razón. Por
supuesto el objetivo del cardo no es otro que alejar la influencia de las brujas y
los malos espíritus, aún hoy.

Esa religión se mantuvo hasta que el cristianismo vino con sus nuevas
reglas y obligó con la Inquisición a borrar cualquier rastro de magia antigua.
Esa magia que llevaba a las mujeres hasta la cueva de Mari, la diosa genio de
la fecundidad y las tormentas, que viajaba de cumbre en cumbre cabalgando
un rayo, a ofrendar frutas, sidra o una piedra arrancada del umbral de su casa y
que depositaban en un risco o arrojaban a una grieta donde la diosa vivía y
toda suerte de rituales paganos. Mas tarde la iglesia católica se ocupó de
convertir en ermitas dedicadas a la Virgen esos lugares, ante la imposibilidad
de acabar con costumbres tan arraigadas en el pueblo.

Desde el inicio de la expansión de la iglesia católica por todo el continente


europeo, los papas no siempre pudieron imponer su fe por la fuerza y a
menudo tuvieron que obrar con astucia fingiendo tolerar determinados ritos
paganos (pagano significa campesino de pagus aldea, paganus aldeano o
rústico) aunque en realidad los minaban y trasformaban progresivamente al
entremezclarlos con elementos cristianos añadidos. Una muestra de esto nos
la dejó el papa Gregorio I El Grande (590-604) que, aunque siempre ordenó
que los paganos fuesen sometidos a castigos y prisión si no se convertían, tuvo
que ser mas cauteloso durante su conquista evangélica de las almas de los
anglosajones, aconsejándole al abad Mellitus, jefe de los propagadores del
cristianismo en Gran Bretaña, lo que sigue: “No hay que destruir los templos
paganos de ese pueblo, sino únicamente los ídolos que hay en los mismos;
después de asperjar esos templos con agua bendita, erigir altares y depositar
reliquias; porque si tales templos están bien construidos pueden transformarse
de una morada de los demonios en casa del Dios verdadero, de manera que si
el mismo pueblo no ve destruidos sus templos, deponga de su corazón el error,
reconozca el verdadero Dios y ore y acuda a los lugares habituales según su
vieja costumbre…”

Esta estrategia fue seguida también en la evangelización de las Galias y


la Germania, aunque su éxito no fue clamoroso. Así, por ejemplo, en el primer
Concilium Germanicum, celebrado en los años 742 y 743, se tuvo que disponer

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que “el pueblo de Dios no fomente ninguna cosa pagana, sino que rechace y
aborrezca toda inmundicia de los gentiles, ya se trate de ofrendas a los
muertos o adivinación, de amuletos o signos de protección, de conjuros o
sacrificios conjuradores, que gentes necias ofrecen junto a las iglesias y a la
manera pagana, invocando a los santos mártires y confesores, con lo que
provocan la cólera de Dios y de los santos, para acabar alrededor de los fuegos
sacrílegos que ellos llaman neid fyr”

Resulta evidente, pues, que la iglesia católica en el siglo VIII, a pesar del
gran esfuerzo de Bonifacio “el Apóstol de Germania”, aún no había podido
lograr que los germanos renunciasen a sus prácticas paganas tradicionales, ni
mucho menos, a sus ceremonias solsticiales navideñas alrededor de los fuegos
sagrados.

En los pueblos germánicos y galos, pero especialmente entre los


primeros, ya que fueron menos romanizados y su cristianización fue más
tardía, lenta, dificultosa e incompleta, estas ceremonias solsticiales de
adoración al Sol y a las fuerzas ocultas de la Naturaleza prosiguieron hasta
bien entrada la Edad Media; en sus formas originales y puras estuvieron
vigentes hasta la primera mitad del siglo X, y tomando expresiones externas
matizadas o mediatizadas por el cristianismo han podido sobrevivir hasta
nuestros días, contagiando de paganismo, por ejemplo, la celebración de la
Navidad actual hasta el punto de que los mitos solares ancestrales,
(conservados en su estructura interna aunque desvirtuados en su forma
externa y en su significado), siguen siendo los verdaderos protagonistas de los
festejos navideños que se celebran en el mundo de hoy.

Desde hace miles de años, y para casi todas las culturas y sociedades el
solsticio de invierno (hoy Navidad) ha representado el advenimiento del
acontecimiento cósmico por excelencia, del hecho más fundamental de cuantos
podían garantizar la supervivencia del hombre pagano, o mejor dicho,
renacimiento anual de la principal divinidad salvadora, el sol.

No es ninguna casualidad, por tanto, que el natalicio de los principales


dioses solares jóvenes de las culturas agrarias precristianas como Osiris,
Horus, Apolo, Mitra, Dionisios/Baco, fuese situado durante el solsticio de
invierno. Y es menos casual aún que el natalicio de Jesucristo, El Salvador
cristiano, se haya concretado el 25 de diciembre, fecha en la que hasta finales
del siglo IV de nuestra era se conmemoró el nacimiento del Sol Invictus en el
Imperio romano.

Que los lugares pueden emanar energía fue algo consabido para los
hombres de la antigüedad grecolatina, los llamados genius loci o espíritus del
lugar, porque las ondas electromagnéticas existían antes de que Isaac Newton,
Galileo Galilei o Harmann las hubiesen descrito, e igual que las energías de la
tierra, las fuerzas telúricas hoy estudiadas en geobiología.

Aquellas culturas ancestrales y naturalistas eran conocedoras de las


energías telúricas, prueba de ello son los menhires que clavaban en el suelo en
una especie de acupuntura para liberar a energía que emanaba de la tierra.

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Tenemos un indicio de ello en las romerías. Hoy las ermitas en vez de estar en
los pueblos, aparecen alejadas obligando a la población a desplazarse hasta
ellas, como si lo importante fuera el lugar dónde están situadas.

Tanto es así que cuando aparecen las vírgenes descubiertas por pastores
o campesinos, estos tratan de llevarlas al pueblo, la imagen da indicios de que
no quiere ser desplazada del lugar. Está marcando un sitio y a él ha de
desplazarse la gente: en eso está basada la ancestral costumbre de la romería
tal y como la conocemos.

Una vez en el sitio la gente toca las piedras, como en Santiago o en El


Pilar, y se danza. Con la danza el pie golpea el suelo, toma su energía y pone
el cuerpo en un ritmo que, antiguamente era el armónico con la energía telúrica
que se deseaba captar.

Vagamente, en el inconsciente, algo impulsa a la gente a visitar


ciertos lugares sagrados que, si sólo fuera por el templo que hay en ellos, no
tendrían que estar tan lejos. Los templos se construyen con tenacidad, a lo
largo de toda la historia, sobre templos anteriores y estos sobre megalitos
prehistóricos. Los entendidos (o aficionados como es mi caso), con unas
varillas pueden captar la fuerza telúrica en catedrales como las de Chartres o
Santiago. Sea como fuere, lo que para nosotros son ahora vagas hipótesis
para algunas culturas, como la china, sigue siendo una evidencia con una
ciencia y una tecnología milenaria que la respaldan y utilizan hoy en día (el
Feng shui).

En España, la fiesta por excelencia de las brujas era el aquelarre. Según


la tradición las brujas se reunían, llegada la noche del sábado, para celebrar
sus aquelarres (del euskera akelarre “prado del macho cabrío”; de aker,
“cabrón” y larre, prado) en lugares apartados de las ciudades, convocadas por
el demonio que presidía tales conventículos en forma de macho cabrío. Según
Llano, en “Del folclore asturiano”, las brujas de Asturias tenían su lugar de
reunión para sus maleficios y sortilegios en Peñamellera.

Para un estudioso como Donovan, en “Historia de la brujería”, los


aquelarres “eran una mezcla de fiesta religiosa, asamblea de sociedad secreta,
romería multitudinaria, carnaval y orgía de borrachos”. En los aquelarres los
brujos y brujas, rendían pleitesía al diablo. Pero según demuestra Mikel
Azurmendi en “Las brujas de Zugarramurdi”, incluso el término aquelarre es
falso y fantasmal, un vocablo mal entendido, creado por la imaginación y la
ignorancia de los inquisidores.

Las reuniones de brujas solían celebrarse cerca de puentes, ríos, cuevas


o encrucijadas de caminos, lo que explica los cruceros existentes hoy día en
esos puntos, conteniendo la figura de algún santo. Del hecho de que estos
lugares de reunión fueran transformados luego en ermitas tenemos un ejemplo
en la ermita de Eunate, en una encrucijada del Camino de Santiago, Eunate ha
sido lugar de acogida y hospital para peregrinos, e incluso muchos, exhaustos
fueron enterrados allí. Es un capricho del románico del siglo XIII, es

16
hermosísima y luce con sencillez y encanto su planta octogonal y una preciosa
galería arcada, pero la confusión reina sobre sus orígenes. Suma leyendas.

Eunate significa cien puertas en


euskera (eun-ate). Parece que fue
construida por nobles tras una peregrinación
a Jerusalén, se dice que perteneció a los
Templarios, que fue iglesia faro, con un
fuego siempre vivo que orientaba a los
peregrinos a los que les había caído la
noche encima. Hoy a Eunate se acude en
romería para pedir bonanza, agua y
erradicación de las plagas, pero aparte otros
la visitan por motivos esotéricos, ya que a
Eunate le atribuyen ese poder. ¿Continúan los rituales paganos?

En el siglo XIII hubo un momento de inflexión cuando el gran teólogo


Tomás de Aquino, formuló una idea que tendría consecuencias inimaginables:
“La fe católica afirma que los demonios existen, que son capaces de hacer
daño y que impiden el acto carnal”. Anteriormente la brujería se consideraba
una práctica de paganismo popular que había que reprimir, pero sin
relacionarla con los demonios, ahora se reúnen con el diablo y renuncian al
cristianismo. A partir de Santo Tomás, la existencia del diablo se convirtió en un
dogma del cristianismo y ponerlo en duda se consideró signo de falta de fe e
incluso de herejía. De ahí los numerosos tratados teológicos que se dedicaron
en los siglos XVI y XVII a las brujas y sus tratos con los demonios, escritos con
frecuencia por estudiosos de gran prestigio, como Jean Bodin, autor de “La
República”, obra central del pensamiento político moderno, lo que no le impidió
escribir también “La gemología de los brujos”.

Hay otras ocasiones en las que


la iglesia ha mantenido y hasta
fomentado tradiciones mágicas y
exorcismos. Sin ir más lejos, tan cerca
como en Zorita del Maestrazgo, en el
Santuario de la Virgen de la Balma. El
cronista Ángel Sánchez Gozalbo
escribió “Bolanchera de dimonis” sobre
las apariciones y endemoniados en la
ermita, dónde se siguen dando las
escenas de histeria colectiva cuando el
gentío se convoca. Sin salir de nuestra
región en Catí “Els Endemoniats” gozan
de popular actualidad. En el levante
español hay mas tradición de demonios,
poseídos y apariciones que de brujas,
posiblemente porque nuestro bosque
mediterráneo carece del tenebrismo de un bosque atlántico.

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Alejándonos del folclore en lo que queda de este asunto hay datos reales,
una investigación rigurosa y apasionante de los procesos y condenas por
brujería. La Inquisición de Logroño en 1610, efectuó un acto de fe en dónde
treinta y un hombres y mujeres de los valles de Baztan y Zugarramurdi fueron
condenados por brujería y satanismo, once de ellos murieron en la hoguera,
acusados de tratar con el demonio para daño de sus vecinos y escarnio de la
doctrina católica. Se calcula que treinta mil personas viajaron desde todos los
puntos de España para presenciarlo. (No creo que acudieran desde el lugar
más apartado, posiblemente sí lo hicieran de todos los pueblos de alrededor).

Entre 1609 y 1614 la Inquisición de Logroño realizó en zona vasca


procesos y condena por brujería y satanismo que llevaron a la muerte en la
cárcel, y a la hoguera a decenas de campesinos. Las denuncias aumentaron,
así como las presiones, la espiral de en contra todos demuestra y justifica las
1.802 confesiones espontáneas de brujería, 1.300 de las cuales correspondían
a niños y otras 5.000 acusaciones contra terceros, impulsados por la amnistía
prometida para los delatores y confesores, que después no se cumplió. Ante
estas cifras empieza a no extrañarnos que algunos lugares quedaran
despoblados.

En Aragón, la parte norte pirenaica fue también testigo de grandes


sucesos. Recientemente, en 1980, el párroco de una pequeña localidad
oscense de los pirineos encontró unos documentos entre los que se
encontraba un macabro listado de varias mujeres ahorcadas por brujas en
1592.

El estudio de esta documentación y de libros de historia llevó a la inquieta


y curiosa alcaldesa de Benasque, Luz Gabás, a escribir una novela “Regreso a
tu piel” basada en la represión más cruel de la persecución por brujería que se
llevó a cabo por la justicia seglar, mucho tiempo después incluso de que la
propia Inquisición rechazara, en 1526, la pena de muerte para castigar a las
brujas de tal forma que en lugares aislados de las montañas las autoridades
locales siguieron tomándose la justicia por su mano.

Las mujeres más temidas o


respetadas fueron las más
perseguidas. A las ancianas a quienes
se suponía capaz de echar maleficios
y encantamientos, embrujar a la gente
o practicar magia negra les atribuían
poderes ocultos. ¿Podríamos
aventurar aquí la hipótesis de que el
temor a las ancianas era tan irracional
porque la humanidad había eliminado,
mucho tiempo atrás, a la diosa
tripartita cuya etapa de vejez era la mas misteriosa y temida?. De hecho, era
una herejía decir que las mujeres mayores eran inofensivas. A las brujas se les
daban nombres muy gráficos, como “la que recoge hierbas”, “la del mal de ojo”,
“la de la caja de ungüentos”, “la envenenadora”, etc.

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La Inquisición se basó en una cita bíblica: “No dejarás que viva
ninguna hechicera” (Éxodo 22:18). Aunque en principio fue organizada para
perseguir a herejes, la escalada de violencia se amplió y acabó llevando a la
hoguera a judíos, mujeres, niños, ancianas, nobles, gente del clero (como los
cataros) y hasta animales. El Santo Oficio se convirtió en un medio de vida
más: innumerables familias y clérigos vivían del sistema que
establecieron. Se empezó por aniquilar a los ricos, para recaudar y
apropiarse de su fortuna, ya que ese y no otro era el motivo de su
exterminio. Los judíos eran comerciantes en su mayoría, gente ahorradora y
con posesiones que pasaron a engrosar las arcas de la nobleza y del clero una
vez eliminados. Las mujeres solas, viudas, indefensas, pero ricas, acusadas de
brujas, les siguieron a la zaga.

“El daño causado por la Inquisición, los reyes que con ella se lucraron y
la Iglesia que la dirigía, utilizaba e impulsaba, fue más hondo que el horror de
las persecuciones, tortura y hogueras. Su omnipresencia y poder envenenaron
España con una sucia costumbre de sospechas, delaciones y calumnias que ya
no nos abandonaría jamás. Todo el que tenía cuentas que ajustar con un
vecino procuraba que éste terminara ante el Santo Oficio. Eso acabó viciando
al pueblo, arruinándolo moralmente, instalándolo en el miedo y la denuncia, del
mismo modo que luego ocurrió en la Alemania nazi o en la Rusia comunista,
por citar dos ejemplos, y ahora vemos en las sociedades sometidas al Islam
radical.” (Arturo Pérez-Reverte)

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La caza de los herejes, inicial motivación para instaurar la Inquisición y
concretamente en el caso del caterismo, monjes que se escindieron de la
iglesia católica por no compartir y denunciar los desmanes que esta provocaba
en cuanto a desobediencia de votos y riquezas acumuladas, empezó así:

1165. El obispo de Albi juzga como herejes a los cátaros de


Lombers, a pesar de que los protegen los caballeros del lugar y
gozan de gran prestigio social.

1181. Los cistercienses lanzan una pequeña cruzada contra la


ciudad de Lavaur, próxima a Tolosa.

1209-1229. Cruzada, predicada por el pontífice Inocencio III,


contra los herejes del sur de Francia. El rey francés la lidera
desde 1226.

1233. Gregorio IX encomienda la Inquisición a los dominicos, que


persiguen con saña la herejía cátara,

1321. El último “buen hombre” (como se llamaban los cátaros)


occitano, Guillermo Belibaste, refugiado en el reino de Valencia,
según todos los indicios en San Mateo, provincia de Castellón, es
descubierto y muere en la hoguera.

Simón de Monfort estuvo a la cabeza de la brutal cruzada contra los


cátaros llegando a atacar el castillo de los condes de Foix, donde Raimundo de
Roger los tenía protegidos, entre ellos muchas mujeres de su propia familia. El
castillo sufrió los asaltos de Simón de Monfort en 1211 y 1212.

El caso de Juana de Arco es un ejemplo del peligro que supuso la


espiral de violencia desencadenada contra todo aquél acusado de brujería. A
pesar de su relevante papel en la guerra de los 100 años cuando acudió en
ayuda del que después sería el rey de Francia, Carlos VII cuando estaba
asediado en Orleans, antes de confiar en ella y aceptar su ayuda hizo que la
examinaran varios teólogos, cosa que no hubiera hecho de haber sido varón.
Solo después del beneplácito de estos accedió a confiarle el mando de un
ejército de 5.000 hombres con el que Juana derrotó a los ingleses y levantó el
cerco a Orleans.

Ella siempre quiso llevar una vida devota y piadosa, era tal su fe, que
decía oír voces de santas llamándola a retirarse, pero una vez utilizada por el
rey para su beneficio, en un acto de traición Juana fue entregada a los
ingleses, fue trasladada a Ruán y juzgada por un tribunal eclesiástico acusada
de brujería, con el argumento de que las voces que le hablaban procedían del
diablo, con lo cual se pretendía presentar a Carlos VII como seguidor de una
bruja para desprestigiarlo. Juana no fue solamente acusada de herejía, sino
también de blasfemia (por negar ser una bruja), y lesbianismo, puesto que,
estando presa en una torre de Ruán, los ingleses la despojaron de sus ropas,
la violaron y la obligaron a vestirse con una armadura de hombre. Luego

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llamaron a uno de los que cuidaba su celda y le dijeron que Juana había hecho
aparecer la ropa de hombre con ayuda demoníaca.

Tras un proceso inquisitorial de tres meses, fue declarada culpable de


herejía y hechicería; por lo que, condenada a la hoguera, fue ejecutada el 30
de mayo de 1431 en la plaza del mercado viejo de Ruán.

Juana de Arco fue víctima también de la necesidad del momento de


vincular palabras como diabólico, castigo divino, plaga, enfermedad a
correctivo o condena a aquellos que estuvieran vinculados a estos términos, y
si no lo estaban, se provocaba la vinculación ampliando con más términos el
contexto de lo temido: enfermedades y plagas, brujos y brujas, herejes y
paganos, libros, imágenes, oficios…. En suma, todo lo que daba miedo.

Pero, ¿cuál es la definición del delito de brujería?. El delito


de brujería tomó su forma definitiva en Francia gracias fundamentalmente a la
obra de Jean Bodin “De Demonomanie des Sorciers” editada en París en 1580
y en la que se determina que los brujos y brujas son culpables de quince
crímenes: renegar de Dios; maldecir de Él y blasfemar; hacer homenaje al
Demonio, adorándole y sacrificando en su honor; dedicarle los hijos; matarlos
antes de que reciban el bautismo; consagrarlos a Santanás en el vientre de sus
madres; hacer propaganda de la secta; jurar en nombre del Diablo en signo de
honor; cometer incesto; matar a sus semejantes y a los niños pequeños para
hacer cocimiento; comer carne humana y beber sangre, desenterrando a los
muertos; matar, por medio de venenos y sortilegios; matar ganado; causar la
esterilidad en los campos y el hambre en los países y tener cópula carnal con
el Demonio. ¿Se puede demostrar culpabilidad en la mayoría de los casos?

21
3. PROFUNDOS CONOCIMIENTOS DE BOTÁNICA

Conocían el poder de las plantas mas potentes para alterar la salud y


usaron los venenos, al igual que en Roma, para “hacer justicia y ayudar a
morir”, pero también sin duda para curar. Sabían antes que Paracelso que el
veneno está en la dosis. Voy a describir las plantas más utilizadas y sus
propiedades terapéuticas, me referiré también a las propiedades de las
mismas que interesaban a “la brujería” y por qué, la llamada “botánica oculta”,
sin olvidar que toda planta es útil para algún propósito.

BELEÑO BLANCO (HYOSCIAMUS ALBUS)

Crece en las escombreras, en las tierras secas sin labor, los márgenes
de los caminos, al pie de los muros, en las rendijas de las pareces, etc. Habita
en toda la región mediterránea y Portugal. Florece entre mayo y octubre. Su
alta toxicidad radica en la hiosciamina, por lo que debe ser aplicado
exteriormente. En cataplasma calma el dolor; a este fin se calientan las hojas
remojadas en aceite. Según Palau Ferrer
en Les plantes medicinals baleàriques
escribe: “el producto así obtenido,
colado, se utiliza en fricciones, no solo
como calmante del dolor sino contra el
histerismo mediante unturas en las
entrepiernas y en los lomos”. Ahí hay un
dato, en la entrepierna. Lo veremos con
frecuencia porque en la zona interior de
los muslos la piel es muy fina, lo que
facilita la absorción rápida de cualquier
sustancia.

El beleño blanco formó parte de la


botánica oculta como su pariente el
beleño negro, no obstante para combatir
su efecto maléfico y, quizá, porque los
antiguos ya observaron que causaba
menos problemas que el beleño negro,
le dieron el nombre de hierba de Santa
María (ni las plantas se libraron de la suplantación del nombre).

Como se ha visto al tratar de otras plantas, con la llegada del


cristianismo se asimilaron muchas tradiciones paganas y, de esta manera,
plantas emparentadas con la brujería, como los beleños blancos y negro,
pasaron a integrar el grupo de plantas denominadas “santas”.

Los principios activos del beleño blanco, semejantes a los de la


belladona, tuvieron diversas aplicaciones en pócimas y demás ungüentos para

22
volar que confeccionaban las brujas. ¿Volaron las brujas? Por supuesto que
no. Sin embargo la creencia en el vuelo de las brujas estuvo tan arraigada que
incluso se conservan documentos que testifican de una manera fidedigna este
episodio.

BELEÑO NEGRO (HYOSCIAMUS NIGER)

Está más extendido que el beleño blanco y parece que sus propiedades
son más activas. Este crece en toda el área mediterránea, en toda la región
eurosiberiana; también en el norte de África e India oriental. Al igual que el
blanco crece entre los escombros, al pie de los muros, en ruinas abandonadas,
corrales, cuadras, en los bordes de caminos, etc. Ambos beleños son muy
asequibles. Las propiedades terapéuticas del beleño negro se comparan a la
belladona, aunque de efectos más atenuados. En el papiro de Ebers (1.500
a.C.) se cita al humo del beleño negro para mejorar el dolor de muelas.

Sobre las aplicaciones médicas del beleño negro Pío Font Quer, en
Plantas Medicinales, dice que sus altos contenidos en hiosciamina y
escopolamina sirvieron para luchas contra la parálisis agitante o enfermedad de
Parkinson, un trastorno (descrito por el cirujano James Parkinson en 1817) de
la función motora que se caracteriza por movimientos involuntarios, rigidez,
temblor de reposo, y para el cual todavía no existe cura. Esta enfermedad se
debe a la lesión de las masas grises, particularmente de la sustancia negra y
del pallidum. El mismo autor describe los efectos del beleño para combatir el
hipo de larga duración (llamado epidémico), es decir la contracción continuada
y espasmódica del diafragma, y sus efectos para disminuir la hiperclorhidria, los
vómitos del embarazo, el asma, el mareo y otras enfermedades menores.
Según Font Quer desde hace siglos el beleño se ha utilizado para inducir el
sueño y, el humo de sus semillas, para paliar el dolor de muelas, como cita el
papiro de Ebers. El dolor de muelas figura entre los dolores mas violentos que
se conocen y en la antigüedad llevó a algunos seres a la locura.

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La acción narcótica del beleño negro, bien conocida desde la
antigüedad, se empleó en las intervenciones quirúrgicas. A partir del siglo XIV
se utilizó para paliar el dolor de los pacientes. Solo mucho después, en el siglo
XIX, el cloroformo sustituyó al beleño negro.

La botánica oculta del beleño le atribuye facultades mágicas a lo largo


de la historia ¿acaso no es mágico que te elimine un dolor de muelas que te
mantiene al borde de la locura?. Ya hemos mencionado que las semillas
quemadas, y su humo, aspirado calmaban el dolor de muelas, parece debido a
su poder narcótico, y bien pudo utilizarse para este fin en virtud de la magia
homeopática o ley de semejanza, porque los frutos maduros semejan una
muela invertida y careada.

Cuando alguien se sometía a esta cura para el dolor de muelas se creía


que, observando la boca abierta del paciente, se veían huir hacia fuera los
gusanillos de la podredumbre. Evidentemente se trata de una fantasía porque
la caries (caries en latín significa podredumbre) aunque la etimología del
proceso no ha sido totalmente esclarecida, está producida por diversas
bacterias (en especial Bacillus acidophilus) imposibles de percibir para el ojo
humano.

El humo de las semillas, recolectadas y quemadas a la hora de Saturno,


lo utilizaban también las brujas para provocar riñas y discusiones violentas.
Paracelso, en Las Plantas Mágicas, relata que “los brujos malvados (no
siempre brujas) aprovechan las propiedades maléficas del beleño negro para
producir la locura y, a veces la muerte, obrando a distancia y con toda
impunidad”.

Sobre todo, el beleño negro ha gozado de fama por formar parte del
ungüento que utilizaban las brujas para acudir a los aquelarres. Paracelso a
este respecto dice: “Esta receta infernal mas vale que permanezca ignorada”.
Hoy se sabe que el vuelo de las brujas solo existió en la mente de las mismas.
Los alucinógenos impregnados en los palos de las escobas hacían que su
absorción rápida por la fina piel de la cara interna de los muslos, las
transportara a sus viajes siderales. Aunque se registraron muchas formulas
para confeccionar este ungüento mágico la mas difundida constaba de beleño
negro, belladona y jugo de adormidera, es decir tres de sus componentes
básicos eran narcotizantes y producían estados de conciencia alterados.

Pío Font Quer, en Las plantas medicinales, señala a este respecto que
la ingestión del beleño negro produce una sensación de ligereza, de flotación
tan acentuada, que la mente de las personas embadurnadas con esta
sustancia asimilan este estado al vuelo por los aires, razón por la cual las
brujas juraban una y mil veces que volaban sobre sus escobas. “Las unturas de
tal ungüento, escribe Font Quer, sobre todo en las axilas y el bajo vientre, y su
absorción por la vagina y el recto, provocaban aquellas fantásticas
alucinaciones de un realismo extraordinario, que las pobres brujas, después de
sometidas a tormento, acababan confesando y daban por cierto lo que en
realidad no había pasado de sueño, esto es, sus grandes vuelos y su
ayuntamiento con el demonio o los que podían pasar por sus representantes

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(…). Antaño, cuando las brujas abundaban, y cuando confesas, mas que
convictas, de sus delitos eran condenadas a morir en la hoguera, antes de
levantar su último vuelo y aún con objeto de facilitárselo, en algunas ciudades
centroeuropeas se les otorgaba la gracia de tomar también su postrer brebaje a
base de semillas de beleño”.

Pese que el vuelo de las brujas se tomó por cierto durante los siglos XVI,
XVII y XVIII, hombres de razón y ciencia como Johannes Nider lo desmintieron
desde un principio. Nider, en Formicarius, una obra escrita en 1435, relata que
una muchacha se embadurnó de ungüento sentada en una artesa, se quedó
dormida inmediatamente y soñó que volaba artesa se movía tanto que se calló
y se hizo una herida en la cabeza. Pese a esta evidencia, teólogos,
demonólogos, e inquisidores prefirieron creer en el poder absoluto de las brujas
y, en especial, en su capacidad de volar.

El beleño negro y sus propiedades narcóticas fueron conocidas y


utilizadas por los brujos y brujas de la península Ibérica y Baleares. En las islas
Baleares todavía se le denomina caramel de bruixa. Los payeses solían
consumir el beleño negro a la manera de tabaco, liando las hojas en papel de
fumar, y así conseguían efectos alucinógenos extraordinarios.

El beleño negro, fumado, produce cierto bienestar, vivacidad de


expresión y excita la imaginación. No debe extrañar la costumbre de los
campesinos de fumar beleño negro porque el uso de plantas narcóticas estuvo
muy difundido en la antigüedad al formar parte las drogas de las costumbres
sociales mas arraigadas. El hombre de la sociedad preindustrial utilizó las
drogas para liberar la mente y buscar respuestas a muchas preguntas que ni la
religión ni la ciencia podían en aquellas épocas responder.

CANTUESO (LAVANDULA STOECHAS)

Su nombre deriva (según Corominas) del griego chamaí thyos “incienso


de tierra”. Crece en lugares pizarrosos, secos, pedregosos, soleados,
principalmente en suelos ácidos, desde el nivel
del mar hasta los 1.000 metros de altitud. Se
encuentra en el centro y sur de la península
Ibérica y en las Islas Baleares. De esta planta
deriva el nombre de Stoechades, antigua
denominación de las islas Hyeres, por crecer en
ellas abundantemente. Se ha podido comprobar
la perfecta aclimatación de esta planta en Nueva
Zelanda. Florece a principios de la primavera.

Se utilizó en medicina por sus propiedades


como desinfectante. Por destilación se
preparaba una esencia semejante a la del
espliego y las inflorescencias servían para
elaborar un vino aromático.

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En épocas antiguas el cantueso formó parte de la composición de la
tríaca, es decir, un preparado farmacéutico en cuya composición entraban
infinidad de plantas, principalmente el opio. El cantueso también formó parte
del bálsamo de Malatz.

Tuvo algunas aplicaciones en botánica oculta. El nombre de hierba de


San Juan que se le otorga en algunas partes junto a otras plantas vinculadas
de alguna manera al día de San Juan se consideraron mágicas y recibieron el
nombre de “sanjuaneras”. El cantueso en la península Ibérica se utilizó para
conjurar las tormentas y prevenir la caída del rayo en las casas.

Principalmente en la cuenca mediterránea, dónde el cantueso abunda y


las tormentas de verano con fenómenos eléctricos también, esta planta tuvo
protagonismo como amuleto contra las mismas. Este poder de alejar las
tormentas y el rayo pasó con el tiempo a los sacerdotes cristianos y después al
santoral.

La nueva religión asimiló muchas prácticas paganas con el simple


propósito de captar adeptos y, así, el cantueso quedó en un segundo lugar
para invocar contra el rayo y las tormentas a Santa Bárbara, virgen y mártir de
Heliópolis (siglo IV), ajusticiada por creer en la fe de Cristo. Es tradición que un
rayo fulminó a su padre, cuando regresaba a casa después de haber entregado
a su hija al verdugo.

El cantueso y Santa Bárbara, en la tradición mágica de la península


Ibérica, se hermanan con un mismo fin. El hombre a necesitado siempre de
símbolos externos, de prácticas en las que creer para no sentirse solo en la
inmensidad del universo. No debemos olvidar, como muy bien señala Gastón
Maspero, egiptólo francés especializado en temas religiosos del Egipto antiguo,
“que la antigua magia es el verdadero fundamento de la religión”.

CICUTA MAYOR (CONIUM MACULATUM)

Es planta de origen euroasiático,


se halla extendida por toda Europa,
Asia, norte de África, Siberia y
América. En la península Ibérica crece
en abundancia, principalmente en las
regiones más húmedas y lluviosas y
en los valles de alta montaña.

Crece en los alrededores de los


pueblos, al pie de los muros, en los
jardines incultos, al borde los caminos,
etc. Florece a partir de mayo.

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El uso terapéutico de la cicuta queda reservado a los especialistas debido
al peligro que entrañan sus alcaloides. Estos responsables de la toxicidad de
la cicuta son los y-coniceína y la d-coniína, los cuales no solo actúan cuando se
administra la planta por vía digestiva, sino que son permeables a la dermis, y
tiene los mismos efectos cuando se utilizan en emplastos.

El envenenamiento por cicuta produce la muerte a las tres o cuatro horas


de haber ingerido el tóxico. Está descrito paso a paso el tránsito hacia la
muerte de los envenenados con todo lujo de detalle, pero yo me abstengo de
entrar en asunto tan morboso, baste saber que el poder letal de la cicuta lo
utilizaron los atenienses para ejecutar a los condenados a muerte. Así lo relata
Andrés de la Laguna: “Los atenienses daban a beber la cicuta mezclada con
vino a los condenados a muerte y después les llevaban de paseo para que el
veneno se distribuyese por los miembros vitales más rápido”. Así murió
ejecutado Sócrates (470 - 399 a.C.) uno de los más célebres filósofos de la
historia, acusado de “corromper a los jóvenes, no reconocer a los dioses de
Atenas e introducir divinidades nuevas”. Hallado culpable por una pequeña
fracción de la asamblea que le juzgó, Sócrates, insumiso, declaró su decisión
de perseverar en una actividad que tenía por merecedora de premio y no de
castigo. La asamblea le condenó a muerte. Su integridad moral y su fidelidad a
los deberes de ciudadano de Atenas, le impidió, por respeto a las leyes,
evadirse de la cárcel en que esperaba la muerte. La cicuta truncó su vida, su
pensamiento y su obra, como truncó la vida de miles de asesinos y
malhechores, pero Sócrates pasó a la historia por su nobleza y valor.

En botánica oculta el jugo de esta planta sirvió en incontables pócimas y


ungüentos preparados por los brujos. Sin embargo, en la magia, sirvió para
usos más mundanos. Dioscórides, en De materia médica, escribe: “Toda la
hierba, majada y aplicada a los compañones reprime las poluciones nocturnas
y relaja el miembro genital erecto. Además de esto reprime el furor y hervor de
la leche y hace que no crezcan las tetas de las doncellas, y consume los
testículos de los niños, aplicada a cada uno de esas partes”. Estas virtudes que
cita Dioscórides fueron del dominio de brujas y hechiceros quienes las
utilizaron con los más extraños fines. Algunos reyes de la antigüedad deben su
esterilidad a las aplicaciones secretas de la cicuta por parte de alguna doncella
o criado al servicio del rival. El protagonismo que la cicuta adquirió entre los
brujos hizo que en Galicia recibiera el nombre de “perejil de brujas” o “perejil de
sapos” y en Andalucía se la citara como “hierba de los muertos”.

HELECHO MACHO (DRYOPTERIS FILIX-MAS)

Crece en los lugares sombríos,


barrancos y bosques húmedos.
Prefiere los suelos arenosos, silíceos,
sin rebasar los 2.000 metros de altitud.
Vive en todas las montañas de la
península Ibérica.

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Desde los tiempos de Galeno el helecho se utilizó en medicina como
antihelmíntico. Sin embargo, ya a principios del siglo XX dejó de utilizarse en
medicina.

En botánica oculta el helecho tuvo muchas aplicaciones en hechicería,


desde muy antiguo, para preparar toda suerte de bebedizos mortales. Se
basaban principalmente en las flores ¿alguien las ha visto?, así el Doctor
Andrés de Laguna, en Acerca de la materia medicinal y de los venenos
mortíferos, dice que los granos de helecho hembra, tomados con vino provocan
el aborto y la esterilidad de las mujeres.

Como señala el mismo autor la supuesta flor del helecho debe


recolectarse siguiendo un ritual. La imaginación popular otorgaba el poder de
florecer al helecho solo en la noche de San Juan y, más concretamente, entre
la sexta y séptima campanada.

J.B. Thiers, en su Traité des superstitions, (siglo XVII), también relata


minuciosamente la manera de recolectarlo. Collin de Plancy, en su Dictionnaire
infernal, empieza relatándolo así: “Nadie ignora los medios diabólicos de que
se valen los brujos para obtener los granos del helecho…”.

La superstición ha atribuido, desde tiempos remotos, grandes poderes a


las flores de helecho, es decir, a unas flores inexistentes porque es sabido,
gracias a la botánica, que el helecho no florece. ¿De dónde salen tales
supersticiones y creencias mágicas?. Nadie puede dar una respuesta
concluyente. El helecho macho es una planta criptógama y, por consiguiente,
nunca florece.

En Asturias, y en general, en todas las regiones norteñas donde la


brujería tuvo arraigo, se utilizó el helecho en gran medida, Juan Cueto, en su
Guía secreta de Asturias, escribe: “El helecho, o felecho, aconsejable para
eliminar los parásitos, también es muy frecuente con fines eróticos, para
retozarse sobre ellos y ocultarse de vistas en el acto. Dícese de “moza
felechera a la que es muy aficionada a la sistemática práctica de tales ocios”.

Se creía que las brujas atraían o dispersaban el granizo con sólo frotar
una rama de helecho entre sus manos. Los druidas o sacerdotes celtas
disponían de una receta para conseguir la invisibilidad que consistía en
combinar las ramas de helecho con las de avellano. En la antigua Alemania el
helecho recibió el nombre de walpurgiskraut (polvo del aquelarre) y la noche de
santa Walburga p Walpurgis (31 de octubre) las brujas utilizaban esta planta
para hacerse invisibles. Sahakespeare, en Enrique IV, hace exclamar a uno de
los protagonistas: “Tenemos la semilla del helecho, desde entonces somos
invisibles”.

Entre los judíos existió la creencia que la semilla del helecho servía para
la creación de homúnculos, encontrar tesoros escondidos, desencantar
lugares, tener suerte en el juego, en el amor o en el campo de batalla,
satisfacer los deseos más imposibles y ser inmune a la fatiga. En definitiva para
algunos pueblos se convirtió en una especie de panacea.

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RANÚNCULUS (FLOR DE SAN DIEGO)

Se aplicó sin ningún fundamento para procurar la fertilidad de las


mujeres. También hubo curanderos y hechiceras que la utilizaron para procurar
el menstruo.

Pío Font Quer en Plantas Medicinales, hace un interesante comentario


sobre el por qué de esta creencia englobada en la magia homeopática o “ley de
semejanza”, y sostiene que la capacidad de fertilizar de la flor de San Diego la
sugirió a los antiguos las numerosas raicillas tuberosas parecidas a dientes de
ratón. Además al no ser planta propia de la primavera, como el resto de
ranúnculos, sino del otoño, que en la península Ibérica es abundante en lluvias,
se consideró que su capacidad de regeneración estaba muy por encima del
resto de plantas.

En los pueblos primitivos existen diferentes ritos y prácticas mágicas


para estimular y proteger la fertilidad vegetal, animal o humana dirigidos, en
especial, a favorecer los productos básicos de la economía. En el caso de un
clan familiar no tener hijos significaba no tener mano de obra para procurarse el
sustento. El envejecimiento temprano de los padres obligaba a tener hijos
dispuestos a tomar su relevo en las tareas de caza y recolección, cuidado de
ganado o plantaciones.

Entre los numerosos ritos de fertilidad destacan los derivados de la


admiración que provocan en el hombre los ciclos de agostamiento y reverdecer
de los vegetales. Estos ciclos de la naturaleza se relacionaron con las ideas de
vida y muerte, por un lado, y con la procreación humana por otro. Las religiones
histéricas son las formas más evolucionadas y perfectas de la aplicación de
esta creencia. La promesa de inmortalidad contenida en los misterios se
justifica en la perenne renovación del mundo vegetal. La religión cristiana
también se hizo eco de estos ciclos vegetales y habló a sus adeptos de la
resurrección de la carne.

29
La relación fertilidad-mujer queda patente en la importancia que
adquieren las divinidades femeninas en estos ritos, y también en la intervención
directa de la mujer en los mismos.

BISTORTA POLYGONUM BISTORTA

Crece en las praderas húmedas y en los


pantanos herbosos de las montañas. Precisa de
humedad elevada, no tolera la sequía. Todas
las especies están muy extendidas por Europa.
La floración dura todo el verano. Es astringente.
Se emplea en gargarismos contra las
enfermedades de la boca, ejerce una acción
tónica en casos de gingivitis, amigdalitis,
estomatitis ulcerosa, etc.

En la península Ibérica la bistorta se consideró un excelente antiabortivo y


capaz de evitar los envenenamientos tan comunes en la antigüedad para
remediar sucesiones dinásticas, herencias y otros pleitos familiares o políticos.

Las brujas de gran parte de Europa utilizaron esta virtud de la bistorta


para salir airosas de las ordalías a que fueron sometidas, es decir, para librarse
con bien de las pruebas mágico-religiosas en que, supuestamente, la divinidad
pronuncia su veredicto acerca de aquellos casos, generalmente legales, sobre
los que es consultada.

Las ordalías (prueba de Dios), consistían básicamente en pasar una


prueba para demostrar la inocencia. Las ordalías de ingestión de veneno, junto
a las del fuego y del agua, fueron las más extendidas y, todavía en la
actualidad, se utiliza la ingestión de veneno en algunas tribus del África
oriental, occidental central, Guinea del norte, Ghana y Sierra Leona. En la
Europa cristiana este tipo de pruebas subsistieron oficialmente hasta 1215 (IV
concilio de Letrán), reglamentadas según las costumbres de cada país. El
juramento jurídico es una reminiscencia de estas costumbres.

Si la bistorta libró a las brujas de morir envenenadas o no sólo ellas


lo saben, pero en cualquier caso ingerir bistorta en ayunas se consideraba, en
círculos científicos, un excelente antídoto universal.

30
ESTRAMONIO DATURA STRAMONIUM

Sus hojas, raíces y semillas contienen hiosciamina, un alcaloide de


propiedades hipnóticas. El estramonio se recomendó como narcótico, al igual
que la belladona, para calmar multitud de afecciones dolorosas y
espasmódicas, tales como cólicos, asmas, tos ferina, etc. Esta planta tuvo
aplicaciones en brujería, se llamaba también “hierba del diablo” ya que traía
mala suerte, tanta que su uso puede acarrear la muerte por los tóxicos que
contiene, todo depende de la dosis.

El estramonio también entró a formar parte en el ungüento de brujas


para volar, pero como se ha comprobado en otras hierbas parecidas, solo
actuaba en la mente de las brujas, ya se ha comentado que jamás volaron y
menos con la ayuda de ningún ungüento mágico. Sin embargo esta creencia
persistió en la mente de muchos hombres y la Inquisición tomó por ciertas y
verdaderas estas aseveraciones.

Pese a estas creencias hubo hombres de ciencia que desmintieron


desde el principio tales prácticas brujeriles. Jean de Nynauld, en su obra La
lycantropie, transformation et extase des sorciers (París 1615), cita varios
ejemplos de mujeres embadurnadas con este ungüento que, pese a estar
vigiladas toda la noche, al despertar lo hacían convencidas de haber acudido a
un aquelarre celebrado a muchos kilómetros de allí, dando detalles precisos de
los asistentes, del lugar, de los ritos, etc. una vez mas la causa era los efectos
soporíferos naturales de ciertas plantas medicinales que solían producir
“grandes perturbaciones mentales”.

31
MANDRÁGORA MANDRAGORA AUTUMNALES

Todas las supersticiones sobre la mandrágora llegaron a Europa a


través de Oriente, unas con la magia árabe, otras con la judía y muchas más
con las China porque en este país la mandrágora adquirió y todavía tiene,
incontables virtudes sobrenaturales.

Es una planta herbácea de la familia de las solanáceas que muestra una


raíz gruesa y napiforme de formas caprichosas. Hojas grandes, ovales
agrupadas en una roseta. Vistas desde arriba recuerdan a las hojas de la
acelga, aunque de un verde mas oscuro. Flores largamente pedunculadas y
aspecto acampanulado.

Los poseedores de una raíz de mandrágora poco menos se convertían


en dioses y como tales se consideraban excelentes amantes, invencibles
guerreros, capaces de descubrir tesoros, inmortales, con el poder de fecundar
a las mujeres solo con mirarlas, de doblegar la voluntad de las más hermosas
damas para lo cual había que colocar la mandrágora debajo de los Evangelios,
después de decir misa, se conseguían los favores de la dama.

En todo Oriente y Occidente y naturalmente, en la Península Ibérica


gozó de de grandes beneficios mágicos. Según la leyenda, los tentirujos,
diablillos tentadores de Cantabria, espíritus incorpóreos que habitaban los
bosques, utilizaban la raíz de la mandrágora para (cómo no) conseguir los
favores de las jóvenes del lugar. ¡Que obsesión!.

La referencia más antigua que figura sobre la botánica oculta de la


mandrágora se encuentra en el Génesis (XXX, 14-16) dónde se da cuenta de
la concepción por Lía del quinto hijo de Jacob en una noche que obtuvo
mandrágoras.

Los hebreos la llamaban jabora y le atribuían también virtudes mágicas,


principalmente para concebir hijos. La mandrágora se consideró en todos los
tiempos un excelente condensador de energías cósmicas. Para Kroeber la

32
mandrágora es el verdadero alraum o alruna, es decir la verdadera raíz
antropomorfa a la cual la tradición popular atribuía numerosos poderes
mágicos. No puede obviarse que en Alemania, desde los tiempos de los godos,
la voz “alruna” designa a la bruja y a la raíz de la mandrágora.

Nicolás Maquiavelo (1469-1527), escritor y estadista italiano, dio el


nombre de esta planta a una de sus comedias “La Mandrágola”, dónde
recomendaba el uso de la planta para hacer fecunda a la mujer estéril, como
cita el Génesis. Esta misma idea aparece una comedia griega de Alexis (372
a.C.) uno de los principales representantes de la comedia ateniense titulada
Mandragorixoméne, que alude al poder fecundante del jugo de la planta.

William Shakespeare, en Romeo y Julieta, hace referencia al grito


espeluznante de la mandrágora al ser arrancada.

Johnston, en su obra Traumatografía naturalis (Amsterdam, 1670),


habla de una mandrágora fabulosa que, con el nombre de baaras la
imaginación popular le atribuía poderes sobrenaturales. Nada raro porque en
Alemania y otros países del centro de Europa la mandrágora se consideró una
hechicera convertida en planta. En Francia, se cree en la existencia de un hada
llamada Mandaglorie o Maglore capaz de procurar grandes riquezas a quienes
cuidan de la planta.

Los brujos chinos empleaban la mandrágora o ginseng para producir la


locura y causar terribles sufrimientos. En el medievo europeo la mandrágora
formó parte de un ungüento de brujas que les permitía volar a los aquelarres.

Ríos de tinta e innumerables


autores como Elena Petrovna
Blavatsky (1831-1891) teósofa
rusa, Collin de Plancy (1793-1881),
fecundo literato francés, y nuestro
Camilo José Cela, premio nacional
de literatura en 1984 y premio
Nóbel de literatura en 1989, en su
“Diccionario del erotismo”, se
ocuparon de esta planta, desde su
descripción, propiedades
afrodisíacas, puramente
pretendidas, que se le atribuyen y
hasta maneras de recolectarla.

Sobre su recolección y
virtudes alude también Plinio El Viejo (siglo I) , en su “Naturalis Historia” que
dedicó a Tito en el año 37. Y sobre las precauciones para arrancarla José
Quer, en “Historia de las plantas que se crían en España”, reproduce los
consejos del judío Flavus (siglo I) para recolectarla dada su peligrosidad.

Tantos atributos mágicos dieron a las raíces de mandrágora, y a la


planta en general, un valor extraordinario que llevó a algunas personas a pagar

33
grandes cantidades de dinero por una de estas solanáceas. Sabido es que
dónde hay dinero hay picaresca y el comercio de la mandrágora no iba a ser
una excepción, como citan algunos autores de prestigio lejos de caer en la
superchería.

El doctor Andrés de Laguna, en “Acerca de la materia medicinal y de los


venenos mortíferos”, relata: “Pitágoras llamó anthropomorphon a la
mandrágora, que significa “figura humana”, por cuanto su raíz, por la mayor
parte, consta de dos piernas semejantes a las del hombre. No contentos
muchos burladores con esto quieren persuadir que se nos parece en todos los
miembros, y así, para engañar al pueblo ignorante y crédulo, suelen en la raíz
de la caña, esculpir y entretallar todas las partes del hombre, encastrando
granillos de trigo en los lugares del cuerpo de los cuales quieren que nazcan
hierbas en vez de cabellos o pelos. Formadas, pues, las dichas raíces con este
fraudulento artificio, las meten debajo de la tierra, y entonces las sacan como
cosa monstruosa y las venden por cuanto quieren, para hacer hijos, a unas
mujercillas estériles que mueren por empreñarse…”

Pietro Andrea Mattioli (1501-1577), médico italiano, importante figura del


humanismo renacentista en su versión comentada del tratado farmacológico de
Dioscórides, también habla de las falsificaciones de la mandragóra y advierte
de la engañifa de la que está rodeada.

En el siglo XVIII la mística y magia de la mandrágora cayeron en desuso


y científicos de la categoría de Lamarck, en su “Encyclopèdie méthodique”,
pusieron las cosas en su sitio: “No diremos nada escribe el autor, de las
facultades supersticiosas y ridículas que los antiguos han atribuido a la
mandrágora, ni las fábulas que han surgido con motivo de la remota y grosera
semejanza que se ha visto entre su raíz y los muslos de un hombre, cuando,
por casualidad, se encuentra aquella dividida en dos partes…”. La ciencia
empírica tomó las riendas del pensamiento y por primera vez en la historia las
supersticiones y creencias se vieron cuestionadas con una base
suficientemente fuerte para no ser derribada con argumentaciones ridículas y
sin fundamento.

La mandrágora ha quedado en el olvido y solo en la magia china


tiene todavía aplicaciones. En la cultura occidental la mandrágora tuvo un
protagonismo cuando el desconocimiento científico no podía dar respuestas a
muchas preguntas sobre la naturaleza. Gracias, al racionalismo cartesiano y a
la Ilustración muchas de las viejas creencias y supersticiones de la sociedad
europea fueron erradicadas y el pensamiento evolucionó en escasos años
como no lo había hecho jamás en toda la historia.

34
MUÉRDAGO VISCUM ALBUM

En medicina popular se utilizan la corteza y los frutos. Abunda en toda la


península Ibérica. Se usa para hacer liga. Figura entre las grandes plantas
mágicas de la antigüedad. Se consideró sagrado entre los celtas. Según Plinio
El Viejo los druidas o sacerdotes celtas lo recolectaban con ayuda de una hoz
de oro y no hay nada mas sagrado que el muérdago y el árbol en que crece,
con tal de que este sea un roble, de tal manera que el verdadero significado de
druida puede considerarse como una denominación griega derivada del culto al
roble (drus o dry, “roble”).

Frazer, en la “Rama dorada” analiza la tradición mágica del muérdago.


Plinio trata las virtudes medicinales y habla de una “porción mágica”
considerada una panacea, esta idea se conservó durante mucho tiempo en las
tradiciones populares de la Bretaña. Jean Markkale aclara a este respecto:
“Simbólicamente, el muérdago, que coge su fuerza sobre el roble, imagen de la
fuerza, representa la posibilidad concedida a los hombre de recoger la energía
divina”.

Es curioso que estas creencias sobre el muérdago, sin que exista una
explicación convincente, son prácticamente universales y Frazer relata que
algunas tribus de África, como los walos de Senegambia sienten también
especial veneración por la planta. Es tal la pasión por ese muérdago que
cuando los hombres van a la guerra cubren sus cuerpos con las hojas de esa
planta convencidos de que detienen las lanzas y nunca podrán ser heridos.

En la península Ibérica, principalmente en el norte, el muérdago también


tuvo importantes connotaciones mágicas vivas hasta hace pocos años. Según
refiere Casal el muérdago se usaba en Asturias para favorecer los partos
humanos, de la misma manera que los campesinos de Proaza daban su
cocimiento a las vacas “que habiendo parido no podían arrojar las placentas, y
que de contado las expelían”.

Este mismo autor, según refiere Juan Cueto en “Asturias secreta”,


intentó experimentar la planta contra las alferecías. “En una doncella tejedora
de lienzos – escribe Juan Cueto – no tuvo efecto. En un italiano llamado don
Casimiro el resultado fue bastante más desolador: murió de accidentes
epilépticos (debieron pasarse en la porción mágica). La tercera prueba fue con
el ilustrísimo señor don José del Castillo, obispo de Sebaste, y gobernador de

35
la diócesis de Oviedo: también murió de epilepsia, (otro con el que se pasaron).
Pero mágico, si que es el remedio”. ¡Dios nos coja confesados!

Zaratustra nació gracias a que su madre consumió el jugo del muérdago.


Uno de los adeptos a consumir esta planta fue el marqués de Sade que la
consideraba el afrodisíaco perfecto (lástima que éste no se pasara en la dosis).
Las connotaciones eróticas de esta planta se dejan sentir también en el
folclore. Según una tradición inglesa si un joven sorprendía a una muchacha
tumbada bajo las ramas del muérdago durante el día de navidad, tenía derecho
a besarla en los labios. (y a cerrarla los ojos después de muerta por
congelación).

TORVISCO DAPHNE GNIDIUM

Crece en las garrigas, ribazos, torrenteras, en


las tierras bajas, en las montañas poco elevadas y
en los bosques claros. Abunda en los países
Mediterráneos. En la península Ibérica se halla
ampliamente distribuido. Las gentes del campo
utilizaron esta planta como purgante, pero sus
efectos resultaban tan contundentes que en
ocasiones causaba la muerte.

El doctor Andrés de Laguna, en Acerca de la


materia medicinal y de los venenos mortíferos,
escribe, con cierto grado de humor, sobre los
peligros de purgarse con torvisco: “La thymelea,
aquella que llamamos en Castilla torvisco, cuyo fruto
se dice coccos gnidios en griego y en latín, granum gnidium tiene mucho de
venenoso y no debe administrarse jamás a ningún hombre flaco, salvo si no
queremos enviarle al otro mundo, porque purga con tanta violencia que causa
infinitos desmayos , mueve sudores fríos y concita muy horribles temblores en
todo el cuerpo. Así que debemos usar cautamente de ella, guardándonos que
por evacuar la flema no evacuémos el ánima. Deben también de guardarse y
andar sobre aviso los rústicos labradores que se purgan algunas veces con
ella, y por no dar al boticario un real, se meten en gran peligro de dar al clérigo
la hacienda y el cuerpo, y a los diablos el ánima...”

Fournier, en Plantas medicinales, escribe sobre las propiedades de la


corteza de torvisco: “Esta corteza sustituye ventajosamente a las preparaciones
de cantáridas, pues no repercute de manera nociva sobre el aparato urinario,
su acción es bastante lenta y las ampollas no se levantan hasta pasadas
cuarenta y ocho horas…”

El torvisco, como otras muchas plantas se recolectaba preferentemente la


noche de San Juan al tener mayores poderes mágicos. En la península Ibérica,
principalmente en el sur, se le consideraba un amuleto eficaz contra los
conjuros. En Galicia se creía que protegía de las brujas.

36
En Andalucía se utilizó para luchar contra las fiebres tercianas, y en
general, para bajar la fiebre producida por cualquier dolencia. Para que surtiera
efecto resultaba imprescindible recolectarlo según una vieja tradición
recopilada por Francisco Rodriguez Marín. Atención: El aquejado de fiebres
buscaba una mata de torvisco y al encontrarla la saludaba como si se tratase
de una persona: “Tiene que saber, señor torvisco, que sufro de tercianas y
vengo a dejarlas. De modo que ya lo sabe usted”. Tras saludar tan
correctamente a la planta, el paciente la pisoteaba, la golpeaba, la estrujaba y,
después de apartarse unos metros, se acercaba de nuevo al torvisco y le
decía: “Señor torvisco, esta ha sido la primera. Como no se me quiten las
tercianas, vuelvo y usted se va a enterar…”. Dicho esto y cumplido el ritual,
gracias a las creencias en el magnetismo y las curas por transmisión, el
paciente, supuestamente, sanaba.

Sería interminable y tampoco está a mi alcance enumerar aquí todas las


plantas que fueron usadas en brujería o sirvieron a los humanos desde
siempre, precisamente porque son…todas. Pero la creencia popular acerca de
su poder curativo y sobre todo, los medios para que ese poder tuviera efecto
son, como poco, asombrosos. Anteriormente hemos mencionado algunos muy
cómicos y en esa línea no puedo pasar por alto el tratamiento que se le daba al
Cardo Santo (Cnicus benedictus), planta que se encuentra en todo el área
mediterráneo-asiática donde crece en los campos y lugares incultos. Gracias a
su cultivo se ha extendido hasta el sur de Noruega y América del Norte y a la
que se le reconocen infinidad de remedios.

El Cardo Santo es una de las plantas que en botánica oculta ha recibido


el nombre de “bendita”. Este calificativo se debe a que estas plantas tenían
gran protagonismo en la brujería y hechicería y por esa razón se las bautizaba
con nombres sagrados para contrarrestar su efecto maléfico.

Este cardo se recolectaba (como casi todas las plantas) la tarde anterior
al día de San Juan y se utilizaba en numerosos hechizos. Las jóvenes para
saber si eran correspondidas en sus amores, algunos para potenciar la
sexualidad, otros para conocer si eran víctima de infidelidades, etc.

En algunos pueblos de Extremadura, como Madrigalejo, los campesinos


que sufrían de excoriaciones en los sobacos, se libraban de ellas colocando
una hoja de cardo santo en…¡la cinta del sombrero!.

Otro caso extraordinario es el de la Celidonia (Chelidonium majus),


crece en la parte septentrional de la península Ibérica, en el sur apenas es
conocida. Otra planta curalotodo, desde la ictericia y el cáncer, para quemar las
verrugas, para relajar la musculatura del intestino delgado, contra el asma,

37
como cardiotónico, anestésico local y un largo etcétera. Tanto que el Galicia
donde las brujas lo utilizaron para componer pócimas, existe el siguiente
aforismo: “La ceruda (nombre de la Celidonia en Galicia) todos los males cura,
menos la muerte que la engaña”.

Sin embargo la mayor virtud mágica de la Celidonia consistió en restituir


la vista perdida a….¡las golondrinas!. Y por consiguiente a las personas.

Hay que tener muy en cuenta que la magia popular combina el


catolicismo con magia blanca, ya que los dedicados a ella solían ser muy
religiosos.

Algunos hongos con sus poderosísimas sustancias letales, conocidos


desde siempre y abundantes en todos los bosques fueron aliados de los
hombres, en general y de las brujas, en particular desde tiempos inmemoriales.

La palabra “micología” procede de los verbos griegos “Mykes”


(sombrero, hongo) y “logos” (tratado, estudio), es por tanto, la ciencia que trata
del estudio de todo lo relacionado con los hongos.

No deja de ser curioso el hecho de que cuando se habla de los


individuos se los denomine con la palabra de origen latino “hongo”, mientras
que cuando nos referimos a la ciencia que los estudia se utilice el término de
raíz griega “Micología”.

La representación más antigua de un hongo llegada hasta nuestros días


fue descubierta en una pintura mural de la tumba del faraón Amenemhet, que
data del año 1450 a.C.

Las civilizaciones de Oriente, de Egipto a la India, no han dejado dato


alguno respecto a su interés por las setas. Sin embargo es ostensible la
influencia y el culto prestado por los Mayas a los hongos alucinógenos, desde
el siglo X antes de la Era Cristiana.

Numerosos vestigios descubiertos en Guatemala y Méjico en forma de


representaciones de setas en piedra, cerámica, frescos, etc. datados en el siglo
X a.C. dan idea de la importancia que tuvieron para estos pueblos desde
siempre.

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Importantes descubrimientos relativos al uso alimenticio de la “lengua de
buey” (fistulina hepática), se han llevado a efecto recientemente, dentro del
período perteneciente a la civilización lacustre en Suiza.

Además de los usos rituales y mágicos dados a los hongos por las
civilizaciones centro-americanas, también se han encontrado vestigios que nos
indican un empleo similar en Borneo y Nueva Guinea, así como en el norte de
Siberia, países en los cuales los hongos han desempeñado un importante
papel en la aparición de religiones primitivas.

No debemos olvidar la influencia de los hongos en las civilizaciones


griega y romana. En esta última se consumieron grandes cantidades de setas,
con fines alimenticios; como se puede observar en los frescos de Herculano,
donde aparecen representados varios ejemplares de níscalo (lactarius
deliciosus) junto a faisanes.

También las setas venenosas han dejado su triste recuerdo a lo largo de


la historia de la humanidad, citándose como célebre ejemplo la muerte
provocada del emperador Claudio al serle suministradas, en dosis masivas,
setas de la temible oronja verde (Amanita phalloides). El encargo fue hecho
por su mujer Agripina, pero Claudio después de ingerir una cantidad de
amanita phalloide suficiente para matarle, se provocó el vómito (costumbre
arraigada en Roma) para volver a probar otra vez el manjar y saciar su
glotonería. A ojos de Agripina el resultado esperado tardaba en llegar y se
impacientaba viendo que pasaba el tiempo y que los síntomas fatales no
aparecían. Ella ignoraba que el veneno de la oronja verde manifiesta sus
efectos a partir de las veinte horas de la ingestión. Al final pidió ayuda al
médico personal del emperador que tuvo que “rematarlo” administrándole una
fuerte dosis de coloquíntida, sustancia purgante en proporción pequeña, pero
muy tóxica a alta concentración. Esta vez la vida de Claudio se extinguió en
pocos minutos. Es curioso que Agripina actuara como una bruja y nunca fue
considerada como tal.

Amanita Phalloide (venenosa mortal)

Gran interés han despertado siempre los hongos alucinógenos siendo


objeto de veneraciones, temores y prácticas de brujería de la más variada

39
gama. Uno de los más utilizados por las brujas fueron la “falsa oronja” (Amanita
muscaria) por sus propiedades alucinógenas, delirantes y afrodisíacas. Se
asociaban a un poder divino o endemoniado. Desde la más remota antigüedad
los usan en regiones del norte de Siberia. Sus efectos han sido descritos
minuciosamente.

Amanita muscaria (venenosa)

Los hongos alucinógenos empleados en Centro América pertenecen a


otros géneros (Psilocybe, Stropharia) y su uso se remonta al siglo X a.C.
aproximadamente, llegando hasta nuestros días. Allí se han encontrado
infinidad de restos grabados en piedra, que demuestran la influencia que estos
hongos ejercieron sobre los habitantes de lo que hoy es Méjico y Guatemala.
Los hongos alucinógenos eran empleados en ceremonias religiosas (uno de
ellos era llamado “Carne de Dios”, en sacrificios, fiestas e incluso como
ofrendas y pago de deudas, así como tributos a los grandes señores.

Después de la colonización de América, los indígenas adaptaron sus


antiguos ritos a la religión cristiana, y actualmente se sigue conservando la
práctica de la ingestión de hongos alucinógenos en Méjico y Guatemala, dónde
los curanderos durante la ceremonia religiosa imploran favores a la Trinidad,
San Isidro y otros Santos al tiempo que a la Divina Muerte, mezclando los ritos
paganos con los cristianos sin problema alguno. Hoy en día es común el
consumo de Ayahuasca y El Peyote en ceremonias y ritos para comunicar con
los dioses.

Ayahuasca

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4. CONTEXTO SOCIAL

En la Europa de los siglos XIII al XVII eran corrientes los levantamientos


de índole mesiánica, igual que en Palestina durante las épocas griega y
romana. El contexto social es imprescindible para entender el por qué de las
corrientes sociales, culturales, económicas, etc. Eran épocas convulsas:
finalizaba el feudalismo y surgían monarquías. Se desarrollaba el comercio; los
mercados y la banca obligaban a poner fin a las relaciones paternalistas que se
daban en los burgos y señoríos feudales.

La gente del campo perdió sus tierras, sus granjas, sus medios de
subsistencia y se vieron obligados a emigrar a las ciudades como asalariados.
Es un capítulo mas en la historia de nuestra evolución ya que desde que nos
pusimos de pié en África y caminamos hacia el Norte, hace dos millones de
años, la emigración forma parte de la condición humana, ya sea de forma
voluntaria o forzada por las circunstancias, el hecho es que el homo no ha
dejado de moverse por la tierra.

Al igual que sucedió en Palestina, los brotes de fervor mesiánico en


Europa se enfrentaban al monopolio de la riqueza y el poder en manos de las
clases gobernantes, nobles, reyes y papas absolutistas. Según Marvin Harris
explica, la locura de la brujería consiste en que fue en gran parte creada y
sostenida por esas clases gobernantes como medio de suprimir esa ola de
mesianismo cristiano, las ganas y necesidad de cambio.

No es casualidad que la brujería empezara a tomar un auge creciente en


toda Europa junto con violentas protestas contra las injusticias sociales y
económicas. El Papa autorizó el empleo de la tortura contra las brujas, siendo
en los siglos XVI y XVII cuando estas salvajes persecuciones alcanzaron su
apogeo. Que personajes tan ilustres como Isaac Newton permanecieran en la
frontera de estos pensamientos no debería sorprendernos. Fue alquimista,
entonces la búsqueda de una combinación de las ciencias exactas con el
pensamiento mágico era un propósito central en el siglo XVII, y Newton no fue
ajeno a esa mentalidad. Se unió al farmacéutico de Grantchester, compraron
hornos y crucetas y pasaron largas horas de la noche vigilando experimentos.
Recientemente visité el Trinity College y a una hora tardía estaba paseando por
su césped, en un ejercicio de regresión mental fácilmente pude imaginármelo,
atisbando, desde una ventana gótica y enmohecida de su aposento, la salida
del sol para descomponer en un prisma los primeros rayos del alba.

Durante el Concilio de Toledo de 1324 se califica a la mujer de liviana,


deshonesta o corrompida y en 1326, el papa Juan XXII concedió la categoría
de herejía formal a la brujería con la bula Super Illius Specula, asimilando
maleficio a brujería diabólica y a herejía. Con ello, las mayores perdedoras
fueron durante la Edad Media las mujeres matronas que por sus conocimientos
en medicina o botánica fueron condenadas.

Situémonos: había hambre, incultura, pobreza, fanatismo, ignorancia,


mucho miedo, y misoginia, en suma, un caldo de cultivo para que la gente

41
buscando, como siempre ha sucedido, una explicación divina a lo que no
entiende en la tierra empezó a hacer predicciones sobre la segunda venida de
Cristo. Muchos vieron el final del mundo ante sus ojos manifestándose en el
pecado, la acumulación de poder y bienes y la lujuria de la Iglesia, la escasez,
la peste, la expansión del Islam y las guerras entre la rivalidad de la nobleza
Europea.

El impacto de la peste negra que asoló Europa en nueve epidemias


sucesivas durante dos siglos y del que también fueron culpadas las brujas es
de sumo interés porque marcó el fin de un ciclo. Nada después volvió a ser
igual. Afortunadamente hoy, a través de serias investigaciones estamos en
condiciones de asegurar que uno de los factores mas importantes para esta
transformación de las sociedades en Europa fue un cambio climático. No,
evidentemente, las brujas no lo provocaron.

42
5. LA PEQUEÑA EDAD DE HIELO

Como toda gran catástrofe, comenzó con sucesos aparentemente poco


importantes. Europa estaba superpoblada por unos anteriores años de
bonanza y excedentes agrícolas, esa población había abandonado el campo y
poblaba ciudades insalubres, hacinadas en ellas miles de personas, campos
desolados y talas abusivas habían conseguido desertizar grandes zonas
boscosas. La elevada población tuvo que cultivar nuevas tierras, desbrozando
bosques, desecando pantanos y roturando baldíos, sin tener en cuenta el
riesgo que implicaba avanzar por tierras cada vez menos fértiles como las
laderas de las montañas o las zonas predesérticas, unas tierras que generaban
mas trabajo y menos beneficios.

Las lluvias, las granizadas y las heladas se hicieron más frecuentes a


comienzos del siglo XIV. Hoy sabemos que su causa fue debido a un cambio
de ciclo climático que los expertos han denominado el paso del “período cálido
medieval” a la “pequeña Edad de Hielo”. En efecto, un clima
sorprendentemente cálido y estable había acompañado el desarrollo agrícola
en Europa entre los siglos XI y XIII contribuyendo a la expansión demográfica
del continente, eso hizo que algunas regiones del norte se dedicaran al cultivo
del cereal para la exportación, convencidos del beneficio que les otorgaría el
“clima mediterráneo” del siglo XIII.

Los centros urbanos habían crecido con trabajadores rurales


desocupados, aumentando la demanda de alimentos. El paso al siglo XIV la
cosa cambió, llegó la inversión del ciclo: los veranos se volvieron más cortos y
templados, al tiempo que los inviernos se recrudecían. Como no podía ser de
otra forma las cosechas no tardaron en resentirse. La historia del siglo XIV es
la crónica de una continua lucha contra la escasez: la carestía de alimentos se
repitió cíclicamente.

Está documentada la gran hambruna entre los años 1315 a 1317, que
afectó a casi todo el centro y norte de Europa. Y todo ello debido a que en la
primavera de 1315 llegaron las lluvias a Europa con una virulencia
desacostumbrada. Durante meses los campos permanecieron anegados y las
cosechas se perdieron ante el estupor de una Europa densamente poblada. La
sal escaseaba, el heno se pudría y no se podía alimentar al ganado. Si en
situaciones normales la producción apenas alcanzaba a cubrir las necesidades

43
de una sociedad en expansión, siempre ávida de recursos, el largo invierno que
se extendió entre los años 1315-1317 fue una puñalada mortal para la
población europea. La única zona que, en parte, pudo esquivar el desastre
climático fue la mediterránea, mientras que el centro y norte del continente
entraban en una espiral de destrucción imposible de atajar.

Las cosechas perdidas tras un verano lluvioso trajeron una falta de


alimentos necesarios en una Europa superpoblada. El número de muertes,
imposible de calcular con exactitud, fue sobrecogedor si nos atenemos a los
registros documentales y las anotaciones de las crónicas de la época: en la
mayoría de ellos se habla de miles de muertos en alguna de las ciudades más
populares del continente. Poco podía hacerse para detener un desastre que
caló hondo en el imaginario colectivo.

A medida que avanzaba el


siglo, los malos años y las carestías
se sucedían una frecuencia
alarmante, pronto el área
mediterránea también se vio
afectada. En las áreas agrícolas
europeas, las familias se habían
reducido en 1370 a la mitad de las
existentes en 1300. La escasez de
alimentos hizo subir los precios, esta
mala política no hizo sino acelerar el
desastre.

Foto de la autora

Bajo una intensa lluvia, una veleta representando una bruja resiste.
(Ochagavía, Navarra)

44
6. LA PESTE NEGRA

Por entonces hizo su aparición un mal inexplicable que encontró a


Europa superpoblada y desnutrida, una situación nada recomendable para
hacer frente a un brote epidémico de la virulencia como fue la peste negra, que
llegó precedida de la fama de haber hecho terribles estragos en Asia. Poco se
podían imaginar los genoveses que huían del asedio mongol la devastación
que traían consigo en sus barcos en la forma de las siempre habituales ratas
de bodega.

Fue tal la devastación producida que desaparecieron los habitantes de


pueblos enteros. Afectados los clérigos que confesaban a moribundos, estos se
dirigían a los conventos buscando confesión, a veces descubrían que todos los
monjes habían fallecido, al horror de la muerte física se unía el de no poder
confesar por lo que se estableció que cualquier vecino pudiera hacerlo en el
último extremo.

Los indicios sugieren que la plaga fue, ante todo de peste bubónica
primaria. La transmisión se produjo a través de barcos y personas que
transportaban los fatídicos agentes, las ratas y las pulgas infectadas, entre las

45
mercancías o en sus propios cuerpos, convirtiéndose en agentes propagadores
involuntarios, allí donde llegaban. Las grandes ciudades comerciales eran los
principales focos de recepción. Desde ellas, la plaga se transmitía a los Burgos
y las villas cercanas, que, a su vez, irradiaban el mal hacia otros núcleos de
población próximos y hacia el campo circundante. Al mismo tiempo desde las
grandes ciudades la epidemia se proyectaba a otros centros mercantiles y
manufactureros situados a gran distancia en lo que se conoce como “saltos
metastáticos”, por los que la peste se propagaba a través de las rutas
marítimas, fluviales y terrestres del comercio internacional, así como por los
caminos de peregrinación. Estas ciudades se convertían en nuevos epicentros
de propagación a escala regional e internacional. La propagación por vía
marítima podía alcanzar unos 40 km. diarios, mientras que por vía terrestre lo
hacía entre 0`5 y 2 kilómetros, con tendencia a aminorar la marcha en
estaciones mas frías con humedad más
baja.
Ello explica que muy pocas regiones
se libraran de la plaga; tal vez solo Islandia y
Finlandia.

A pesar de la huída a los campos


cuando se detectaba la peste en las
ciudades (lo mejor decían era “huir pronto y
lejos y volver cuanto mas tarde mejor”), en
cierto modo las ciudades eran mas seguras
porque el contagio era mas lento al tener las
pulgas mas víctimas a las que atacar. En
efecto, se ha constatado que la progresión
de las enfermedades infecciosas es mas
lenta cuanto mayor es la densidad de
población, y que la fuga contribuía a
propagar el mal sin apenas dejar zonas a
salvo; y el campo no escapó de las garras
de la epidemia. En cuanto al número de
muertes causadas por la peste negra, los
estudios recientes arrojan cifras
espeluznantes. El índice de mortalidad pudo
alcanzar el 60% en el conjunto de Europa,
ya como con secuencia directa de la
infección, ya por los efectos indirectos de la
desorganización social provocada por la
enfermedad, desde las muertes por hambre
hasta el fallecimiento de niños y ancianos
por abandono o falta de cuidados.

Estas son las cifras del horror. La


península Ibérica pudo haber pasado de 6
millones de habitantes a dos o dos y medio
máximo, con lo que podría haber perecido el
60 o el 65% de la población. Se ha

46
calculado que esta fue la mortalidad en Navarra, mientras que en Cataluña se
situó entre el 50 y el 70%. Más allá de los Pirineos los datos dan fe de una
catástrofe demográfica. En Perpiñan fallecieron del 58 al 68% de sus
pobladores. Tasas parecidas se cuentan en Inglaterra. La Toscana, región
caracterizada por su dinamismo económico, perdió entre el 50 y el 60% de la
población: Siena, alrededor del 60%, Bolonia algo menos, sobre el 45% y
Florencia vio como de sus 92.000 habitantes censados antes de la epidemia
quedaban 37.000. En términos absolutos, los 80 millones de europeos
quedaron reducidos a 30 en tan solo 6
años, entre 1347 y 1353.

“Fugere cito, longe, et tarde


revert” fue el único y mejor remedio
contra la peste, y el “memento mori”, el
colgante mas usado en el siglo XVI.

La paradoja es que los brotes


posteriores de la epidemia cortaron de
raíz la recuperación demográfica de
Europa, que tardó un siglo en
consolidarse. A mediados del siglo XV
eran perceptibles los efectos indirectos
de aquella catástrofe. Durante los
decenios que siguieron a la gran
epidemia de 1347 – 1353, se produjo un
notorio incremento de los salarios a
causa de la escasez de trabajadores.
Hubo, también, una fuerte emigración del
campo a las ciudades, que recuperaron
así su dinamismo. En el campo, buena
parte de los campesinos pobres pudieron
acceder a tierras abandonadas, por lo
que creció el número de campesinos con
propiedades, lo que dio un nuevo impulso
a la economía rural. Así, algunos autores
sostienen que la mortandad provocada
por la peste pudo haber acelerado el
arranque del Renacimiento y el inicio de
la modernización de Europa.

47
7. CAMBIO SOCIAL

Para que un movimiento constituya una seria amenaza contra un orden


establecido debe tener doctrinas claras de crítica social o emprender una línea
de acción peligrosa contra ese orden. Nada de eso tenían las brujas. Ellas
provenían de las clases frustradas y descontentas, como la mayoría, se las
culpabilizaba de tener relaciones con el diablo, alucinaciones, pero ninguna de
sus actividades representaba una amenaza para la supervivencia de las clases
acaudaladas y gobernantes.

Marvin Harris se pregunta: “…si la brujería era una herejía peligrosa,


como insistía la Inquisición , no hay ningún misterio en la obsesión represora
del Santo Oficio. Si, por el contrario, era una actividad relativamente inofensiva,
si no en gran parte curativa y alucinatoria, ¿por qué se empleó tanto esfuerzo
en suprimirla, especialmente en un momento en que la Iglesia estaba siendo
empujada hasta los límites de sus recursos por la gran ola militar-mesiánica del
siglo XV?”.

Esto nos lleva a una cuestión crucial que concierne a la distinción entre
lo que sucedió de verdad y lo que la gente pensaba que sucedió. ¿Es cierto
que la Inquisición estaba consagrada a la represión de la herejía brujeril?. El
supuesto de que la principal ocupación de los cazadores de brujas era la
aniquilación de estas se basa en la conciencia de estilo de vida que profesaban
los propios inquisidores. ¿Por qué deben aceptar los estudiosos modernos las
premisas de la conciencia de estilo de vida de los inquisidores?. La situación
exige que nos preguntemos no por qué estaban los inquisidores obsesionados
con destruir la brujería, sino mas bien por qué estaban tan obsesionados en
crearla.”

Había que hacer más verosímil la brujería, había que incrementar el


número de acusaciones porque eran muchas las ventajas como la confiscación
de propiedades y el cobro de los gastos por tortura y ejecución, (si, eso
también se cobraba). Esas recompensas ayudan a comprender por qué los
cazadores de brujas ponían tanto entusiasmo en su tarea, pero aún así, esos
beneficios no explican en si la causa de dicha persecución.

“El sistema de caza de brujas estaba demasiado bien diseñado,


fue demasiado duradero, severo y tenaz. Y solo se pudo sostener gracias a
intereses duraderos, severos y tenaces/…/la mejor manera de comprender la
causa de la persecución de las brujas es examinar sus resultados terrenales en
lugar de sus intenciones celestiales. El resultado principal del sistema de caza
de brujas (aparte de los cuerpos carbonizados) consistió en que los pobres
llegaron a creer que eran víctimas de brujas y diablos en vez de príncipes y
papas”.

Así fueron acusadas de agriar el vino, ocasionar goteras, hacer que la


vaca del vecino abortara, se secara el grano, murieran tus hijos, fueras estéril,
te doliera algo, aumentara el precio del pan, enfermaras, se cortara la leche, se
elevaran los impuestos… todo, todo lo malo que podía sucederte era culpa de
una vecina convertida en bruja. Fueron culpadas de ocasionar la peste y el

48
hambre que diezmaron gran parte de los pobladores de pueblos y ciudades.
Eran audaces, diabólicas e infernales, con frecuencia acudían al diablo para
asociarse con él si su poder no era suficiente. Así la Iglesia y el Estado
pudieron montar una denodada campaña contra los enemigos fantasmas del
pueblo con sus eficaces herramientas de siempre, el miedo y la ignorancia.
Todos les daban las gracias por el tesón en perseguirlas.

“El significado práctico de la manía de las brujas consistió, así, en


desplazar la responsabilidad de la crisis de la sociedad medieval tardía desde
la Iglesia y el Estado hacia demonios imaginarios con forma humana.
Preocupadas por las actividades fantásticas de estos demonios, las masas
depauperadas, alienadas, enloquecidas, atribuyeron sus males al desenfreno
del diablo en vez de a la corrupción del clero y la rapacidad de la nobleza. La
Iglesia y el Estado no solo se libraron de toda inculpación, sino que se
convirtieron en elementos indispensables. El clero y la nobleza se presentaron
como los grandes protectores de la humanidad frente a un enemigo
omnipresente pero difícil de detectar. Aquí había, por fin, una buena razón para
pagar diezmos y someterse al recaudador de impuestos.”

Se consiguió dispersar y fragmentar todas las energías latentes de


protesta, todos se sentían desamparados y dependiente de las clases
gobernantes, desmovilizó a los pobres, aumentó la distancia social, enfrentó a
vecinos, les llenó de sospechas, les aisló, hizo a todos temerosos y delatores,
aumentó su inseguridad. Las acusaciones delirantes basadas en sus miedos,
hacían que tanto acusadores o acusados terminaran viendo lo mismo. La caza
de brujas se convirtió en el terrorismo de su tiempo.

De esta manera se evitó que los pobres reivindicaran la distribución de la


tierra, dejaran de molestar a los poderosos eclesiásticos y seculares, se
mantuvieran trabajando y cotizando. La persecución de las brujas era la bola
mágica de las clases privilegiadas y poderosas de la sociedad y duró
cuatrocientos años. Misterio desvelado.

¿Pero quienes fueron los chivos expiatorios?. En España el objetivo


inicial fueron los judíos conversos, acusándoles de que en privado continuaban
con sus ritos, pero acabó incluyendo a moriscos, gente rica, culta, que viajaba
por toda Europa y a todo el que consideraban enemigo del poder establecido,
generalizando en herejes. En Europa corrían vientos de protestantismo,
erasmismo, luteranismo y otras corrientes humanistas que eran identificados
con la herejía germánica. En su celo por evitar que esas nuevas corrientes
llegaran a contaminar nuestras buenas costumbres y a fin de que todo siguiera
igual, si no peor, fueron cerrados los caminos que unían a España con el resto
de Europa como el de Santiago, ya que miles de personas procedentes de toda
Europa se desplazaban por él trayendo nuevos ideales, téngase en cuenta que
ese camino ha sido transitado por los humanos desde la prehistoria, ya
entonces se acercaban hasta el borde del mar que consideraban el fin del
mundo (Finis Terre). La prueba que demostraba que habían llegado era volver
con una concha de vieira, de ahí que hoy sea el símbolo del peregrino.

49
El hecho no evitó que esas corrientes de pensamiento llegaran a España
instalándose en Alcalá de Henares y en Sevilla. Lo que sorprende es el gran
número de personas procedentes de Alcalá que cayeron bajo el martillo de la
Inquisición. La extinción de las grandes tradiciones liberales de aquella gran
universidad significó el fin de una época en la cultura española (La Inquisición
española, Henry Kamen).

En el norte de Castilla se formó un importante núcleo protestante. El


fundador fue un italiano llamado Carlos de Seso que se había convertido al
protestantismo leyendo a Juan Valdés. Su celo misionero pronto convirtió a un
influyente y distinguido círculo centrado en Valladolid. En el año 1557 estalló la
tormenta sobre el protestantismo español. En octubre fue detenido Juan Ponce
de León de la familia del Duque de Arcos, junto con otros, todos acusados de
introducir literatura herética procedente de Génova. Su cómplice Julián
Hernández individuo que había pasado mucho tiempo en las iglesias
reformadas de París, Escocia y Frankfurt, y que introducía libros protestantes
de contrabando. En Agosto del año siguiente fue detenido Constantino, el líder
del grupo sevillano que fue desarticulado. Hacia 1558 la Inquisición pudo
destruir también el grupo de Valladolid. Fueron detenidos todos los
responsables y la situación fue considerada como muy grave. El hecho de que
en el interior de España, entre personas de prestigio, hubiera sido descubierto
el mismo mal que estaba desgarrando en dos al Sacro Imperio Romano
Germánico, alarmó a las autoridades políticas y eclesiásticas y el Santo Oficio
se ocupó de la amenaza como si fuera de ingentes proporciones. Aunque se
sabe que el protestantismo no fue nunca una amenaza para la iglesia en
España: el grupo de Valladolid nunca excedió de 55 individuos, y el de Sevilla
no pasó de 127. (La Inquisición Española, Henry Kamen).

Se calcula más de un millón y medio de personas quemados en la


hoguera, eso supone más del 10% de la población Europea de entonces.
Según un estudio de H.C. Erick Midelfort hubo sobre 1.258 ejecuciones por
brujería en el suroeste de Alemania entre 1562 y 1684, es decir en un acotado
espacio de tiempo y lugar, el mismo estudio muestra que el 82% de los
ejecutados eran mujeres. Las primeras en ser acusadas fueron las viudas,
mayores, pobres, indefensas, parteras (por ayudar a nacer) y curanderas ya
que los médicos eran muy caros y no estaban al alcance de cualquiera, por lo
que se recurría a los curanderos, con ello se ganaban el respeto por curar
dentro de sus posibilidades. Bajo torturas indescriptibles se les exigían
nombres de cómplices, que naturalmente no siempre existían pero bajo esas
circunstancias eran conseguidos. Cuando se arrancaban nuevos nombres a las
primeras víctimas, destacaban los niños de ambos sexos y los hombres. Las
ejecuciones en masa producían fases de pánico en las que el rango social de
las víctimas se ampliaba a mesoneros, algunos mercaderes, y algún
magistrado, maestros y científicos. Galileo les decía a sus adversarios que eran
teólogos: “Decidnos como se va al cielo, y dejad que os digamos como marcha
el cielo” (que él tan bien conocía), lo que le costó tener que adjurar de sus
ideas para salvar la vida, suerte que no corrieron Miguel Servet, Giordano
Bruno y una lista interminable de científicos. En el caso de Giordano Bruno
pareciéndoles poco sufrimiento el morir en la hoguera, se ordenó que ésta se
hiciera con leña verde, para retener la llama y prolongar el martirio.

50
Fueron investigados gentes de toda condición como la madre de Isaac
Newton, acusada de hechicería, quien después de pasar varios años
encarcelada, pudo librarse de la muerte gracias a las influencias de su hijo.
Santa Teresa de Jesús, de familia conversa, que a pesar de ser figura
relevante en la iglesia católica, a duras penas pudo evitar su procesamiento,
fue sistemáticamente perseguida durante años, llegó a confesar delante del
tribunal, la perseguían por el inmenso poder que iba adquiriendo una mujer
inteligentísima en la iglesia, tanto que evidenciaba la miseria que reinaba su
seno, como no pudieron demostrar las acusaciones y ajusticiarla, terminaron
por hacerla Doctora de la Iglesia. El arzobispo Bartolomé de Carranza corrió
menos suerte y fue arrestado y hecho prisionero durante 17 años en uno de los
casos que demostraron mas a las claras el poder omnímodo de la Inquisición,
ya que Carranza, como arzobispo de Toledo, ocupaba la dignidad eclesiástica
más elevada de España, lo que no evitó que el inquisidor general Fernando de
Valdés, que codiciaba el arzobispado de Toledo, orquestara contra él una
acusación de Luteranismo. Porque esos y no otros fueron los motivos mas
frecuentes de la Inquisición sino el arrebatar los bienes y posesiones a los reos.

Tanto fue el terror inculcado, tanto el sufrimiento de las víctimas llevadas


a la hoguera que con frecuencia algún alma caritativa, se acercaba al verdugo
y junto a unas monedas le daba una pequeña bolsita de tela atada a un cordón
para que se la pasase a la víctima alrededor de su cuello, momentos antes de
ser ajusticiada, la longitud del cordón no era casual, quedaba a la altura del
pecho y la intención no era otra que en cuanto alcanzara el suficiente calor
explotara la pólvora que contenía el saquito, acortando así el tormento del reo.

Durante las ejecuciones públicas en las pequeñas plazas de pueblos y


ciudades, a menudo 30 ó 40 personas eran ajusticiadas al mismo tiempo. Eso
significaba 30 ó 40 estacas clavadas ardiendo a la vez. Si soplaba el viento las
fachadas de las casas opuestas a él se llenaban de grasa humana. Los
detalles macabros que constato en este trabajo son insignificantes en
comparación a los que omito, ya que eludo intencionadamente recrear
procedimientos e instrumentos de tortura empleados.

El protocolo de actuación para llevar al reo hasta la muerte consistía


en una serie de pruebas para demostrar su culpabilidad o inocencia, según el
absurdo criterio de los inquisidores: acusación, detención, Interrogatorio y
pruebas.

Los procesos oficiales no preveían las pruebas de brujas, de hecho


estaba prohibido su uso. Sin embargo, muchos tribunales en diversos lugares
usaron este elemento. La valoración de las pruebas era tan distinta como su
empleo. A veces servían como prueba fuerte, a veces como prueba débil. Las
siguientes son las más conocidas:

Prueba u ordalía (prueba de Díos) del agua (judicium aquae), también


llamado baño de la bruja, de la que existían dos variantes: con agua caliente, el
acusado debía sacar un objeto del agua hirviendo. Con agua fría el reo, atado,

51
era introducido en un pozo, si se hundía, resultaba culpable (solían morir
ahogados al no ser elevados a tiempo).

Prueba del fuego. Agrupa a diversas pruebas en las que las brujas
debían transportar hierro candente, caminar sobre brasas, o meter la mano en
el fuego.

Prueba de la aguja, un lunar o una marca de nacimiento era


considerada prueba del demonio, se pinchaba la zona con un hierro y si
sangraba se consideraba buena señal. (¿para qué, condenar o perdonar?, a
criterio del inquisidor).

Prueba de las lágrimas, pues se creía que quien ejercía la brujería no


podía llorar.

Prueba del peso, ya que se creía que un brujo o bruja no podía pesar
mas de 5 Kg. ya que tenía que flotar (prueba del agua) y volar.

Se proclamaron amnistías para todas las brujas que confesasen su


pertenencia a la secta y denunciasen a sus compañeros de correrías
librándose así del proceso inquisitorial a cambio de una leve amonestación,
que no siempre se cumplió.

Pero cuando los delatados eran gentes que gozaban de alto rango y
poder, aunque no en todos los casos como ya hemos visto, los jueces solían
perder la confianza en las confesiones y considerar que las circunstancias no
eran las idóneas para la confesión, ya que enloquecidos por el dolor la víctima
perdía el discernimiento.

“Evidentemente los propios inquisidores y el clero estaban a salvo. Si


una pobre alma desorientada era lo bastante necia para haber visto al obispo o
al príncipe heredero en un aquelarre reciente, sin duda se ganaba torturas
inenarrables”. No es de extrañar que Midelfort, en su estudio, solo pudiera
encontrar tres casos de acusaciones de brujería contra miembros de la
nobleza, y que ninguno de ellos fuera ejecutado.

La perversidad del mecanismo inquisitorial favorecía la delación por


parte de vecinos y conocidos, algo que fue muy habitual en los casos de
brujería, ahora bien sabemos que no eran ellas quienes cortaban la leche sino
las bacterias, pero un caso tan frecuente como este era motivo para denunciar
a una sospechosa. Una vez iniciado el procedimiento inquisitorial dejaba en la
indefensión a la procesada que moría sin saber quien le había acusado. No es
de extrañar que en las cárceles inquisitoriales, y a la espera de los
interrogatorios, los procesados vivieran momentos de pánico y terror, de
ansiedad absoluta provocada por la impotencia ante la maquinaria inquisitorial
puesta en marcha contra ellos. Un ejemplo documentado es el de Juana
Sánchez, beata de Valladolid acusada de Luteranismo y detenida en las
cárceles de ese tribunal que en 1559 y presa del pánico, se cortó el cuello con
unas tijeras.

52
Documentados hay multitud de casos pero baste saber que en Toledo,
1591, los vecinos de una aldea, tras el fallecimiento repentino de cinco niños
acusaron a una mujer llamada Catalina Mateo de haberlo matado con artes de
brujería. Arrestada y torturada por la justicia episcopal, cómo sería esta, que
Catalina confesó que por las noches se reunía con el diablo y volaba hasta las
casas vecinas, donde mataba a los niños, justo lo que sus torturadores querían
oír. Fue sentenciada y trasladada al tribunal de la Inquisición de Toledo donde
declaró que había confesado por miedo a la tortura. Pero cuando los
inquisidores volvieron a torturarla, confeso de nuevo. Fue condenada a adjurar
de levi (sentencia dada por los tribunales de la Inquisición cuando se disponía
de indicios leves del delito. Implicaba el menor grado de culpabilidad posible.
Lo habitual era que el acusado compareciera en el Auto de fe donde era
advertido, reprendido, multado, desterrado por un tiempo no superior a ocho
años y con frecuencia era azotado públicamente. Si reincidía y volvía a ser
juzgado, era declarado impenitente y sometido a graves penas) en un auto de
fe, a recibir 200 azotes y a ser encarcelada por el período que la Inquisición
juzgara oportuno. ¡Implicando el menor grado de culpabilidad posible!

En Sevilla, 1617. Catalina de Jesús una beata mística de Linares,


rechazaba los ritos religiosos como asistir a misa o adorar las imágenes de
santos. Se enorgullecía de haber alcanzado un estado de “perfección” que le
permitía comunicarse directamente don Dios: “Teniendo a Dios dentro de sí, no
había mas que buscarle allí”, decía. Un total de 145 testigos declararon que su
santidad era fingida y que, en realidad, esta mujer vivía en trato sospechoso
con varios clérigos, por tanto era ella la culpable, ellos no. En 1627 salió en
acto público con insignias de penitente, abjuró de levi y fue condenada a pasar
seis años en un convento realizando ayunos y oraciones, bajo la supervisión de
un confesor designado por el Santo Oficio.

El signo más terrible de infamia también caía sobre los descendientes de


los condenados a muerte o a prisión perpetua: se les negaba el uso de signos
de estatus y riqueza, llevar armas o montar a caballo, no podían acceder a
ninguna función pública, no podían ir a Indias y se les prohibían determinados
oficios. En 1590, Cristóbal Rodriguez fue denunciado por ocupar un puesto de
regidor en el pueblo de Los Santos (Salamanca) cuando estaba inhabilitado
para ello por ser hijo y nieto de condenados por el Santo Oficio. Ante el tribunal,
Rodriguez presentó un escrito en el que afirmaba que podía ocupar el oficio
porque, según confesión de su madre, él no era hijo legítimo sino producto de
una relación adúltera con un cristiano viejo. Nunca sabremos si la madre mintió
para proteger a su hijo. En cualquier caso, en aquella sociedad era mejor ser
bastardo de cristiano viejo que hijo legítimo de un converso.

En Escocia, entre 1590 y 1592, el rey Jacobo VI se involucró y presidió


un documentado caso de brujería (la tormenta de Agnes) que tuvo lugar en
North Berwick. Una criada llamada Gillis Duncan, confesó bajo tortura estar
aliada con el diablo y acusó a otras personas de complicidad. Nombró a varios
hombres y mujeres muy conocidos en el pueblo, entre los que se encontraba
Agnes Sampson, una mujer muy respetada y considerada sabia, porque era
curandera. Agnes compareció ante el rey y un consejo de nobles para hacer
frente a la acusación. No tuvieron en cuenta los beneficios que sus

53
conciudadanos habían obtenido de ella. Fue cruelmente torturada por lo que
terminó confesando 53 cargos, entre ellos el tan estrambótico como haber
intentado ahogar al rey y a su prometida en el mar en 1589, al haber
desencadenado una tormenta que hizo zozobrar el navío en el que viajaban.
En total se acusó a 70 personas de las cuales muchas fueron encarceladas y
otras, como Agnes Sampson, ejecutadas. En Escocia está documentada la
muerte de más de 2.500 hombres y mujeres ya que la iglesia no distinguía
entre la magia buena o mala.

Allí se escribió “Demonología” de Jacobo VI como enemigo del diablo,


un tratado de brujería que definía como debía tratarse a las brujas y que estuvo
vigente más de 50 años. En el castillo de Lancaster se halló una lista de brujas
en dónde las acusadas apenas tenían 10 años o eran ancianas ya dementes.
(1645 Manintrin, Exes. Mr. Mathe Hopkings). Este manual pasó de Escocia a
Inglaterra cuando en 1645, Jacobo fue nombrado rey y se trasladó. El era
protestante y al llegar a Inglaterra se encontró revueltas religiosas
mayoritariamente de católicos, por lo que arremetió contra ellos
considerándolos brujos. A tal extremo de confusión y terrorismo llegaba la
situación. En Inglaterra la última acusación de brujería llegó en 1682.

Aún así el país que sufrió una persecución más implacable, producida
por la psicosis colectiva que barrió Europa fue Alemania, los sucesos tardíos se
dieron entre los siglos XVII y XVIII, y la cifra de víctimas oscila entre 22.000 y
30.000. Ciudades como Bamberg, Maguncia, Eichstätt o Würzburg donde se
desarrollaron sucesos masivos, en los que los condenados y ejecutados se
contaron por centenares intentan, aún hoy, que su historia se recuerde por algo
más agradable.

No se libraron ni los gatos. Los pobres felinos fueron asociados al


demonio. Era frecuente en toda Europa tener gatos en casa que libraban a sus
dueños de la plaga de ratas y ratones que consumían sus reservas devastando
sus graneros, pero al asociarlos al maligno se promulgaron órdenes para que
fueran exterminados e incluso en algunos lugares se premiaba con unas
monedas la entrega de un gato muerto. Principalmente los negros, esos
preciosos y útiles animales hasta entonces, se convirtieron, gracias a la
escalada de histeria, en enemigo a abatir hasta el punto de estar al borde de la
extinción.

Aún hoy los supersticiosos


(léase ignorantes), evitan
tropezarse con un gato negro por
que creen que trae mala suerte.

54
Cronológicamente la caza de brujas en Europa se puede resumir
así:

De 1209 a 1244: Se inicia la cruzada contra la herejía Cátara en las regiones


del Midi francés. Se va a firmando la equiparación entre herejía y magia, a la
que se empiezan a aplicar los procesos inquisitoriales normales.

En 1326: Con la bula Super Illius Specula de Juan XXII, la equiparación entre
herejía y magia se hace definitiva. La bula condena a quienes estipulan un
“pacto con el infierno”, adoran al demonio y hacen maleficios.

De 1485 a 1488: Se publica el Malleus Maleficarum, del inquisidor Heinrich


Kramer, en el que se afirma que las brujas y Satán han establecido un pacto
maléfico para atacar la cristiandad.

De 1626 a 1631: Cientos de hombres, mujeres y niños son ejecutados en


Würzburg y su diócesis durante una serie de juicios contra la brujería,
impulsados por el obispo de la ciudad. Al menos 157 son quemados vivos.

En 1634: Con la condena en la hoguera del canónigo Urbain Grandier se cierra


el asunto de las posesiones demoníacas de Loudun. Las dudas suscitadas por
el asunto marcan el declive de la caza de brujas.

En 1692: A finales del siglo XVII, la caza de brujas llega a América, a la Nueva
Inglaterra puritana. En Salem se ahorca a 19 personas por brujería. Otras
muchas son torturadas y encarceladas.

La pintura ha proporcionado unas obras magníficas inspiradas en el


tema de las brujas, así Goya se solazó en la pintura de aquelarres, reuniones
colectivas de brujas. La caza de brujas en España tuvo su momento de apogeo
en el período 1550-1650. En sus representaciones de aquelarres más que a la
persecución de brujas propiamente dicha, aludía a la búsqueda de
explicaciones falsas o falsos culpables, un tipo de actuación que se dio con
mucha frecuencia en la España de la transición del Antiguo al Nuevo Régimen.
Goethe ambientó el aquelarre de Fausto y Frans Francken II “El jóven” pintó “El
aquelarre de las brujas” en 1606, un soberbio óleo que se encuentra en el
Museo Victoria y Alberto de Londres.

La literatura, en su género de cuento infantil, y todos los relatos de terror,


en general, ha difundido la imagen estero tipiada de la bruja durante siglos en
su versión representativa del mal.

Después de siglos de persecución, difamaciones, desprecio y miedo la


visión social de las brujas cambió. En el imaginario colectivo hora eran, lo que
todavía son, malas y feas, todos las quieren lejos.

55
8. ¿QUÉ QUEDA DE TODO AQUELLO?

La función social de las brujas cambió durante los siglos que duró su
persecución y ha sido destacada por los antropólogos: ya no eran las
cuidadoras, botánicas o parteras que se solicitaban en los momentos cruciales
de la vida, ahora eran depositarias de la culpa y representantes del mal, son las
destinatarias de la agresividad colectiva en momentos de tensión, como los
producidos por la peste, el hambre o la guerra.

Desde el principio, ante tanto horror, y el hecho de que nadie estaba a


salvo ni por su condición ni rango de la espiral de violencia desencadenada, y
la caza de brujas arreciaba en numerosas regiones de Europa, hubo algunas
voces que por fortuna, como la de un inquisidor razonable y valiente, Salazar y
Frías, consiguieron poner freno a los procesos, demostrando que solo la
confusión y las denuncias logradas bajo tormento estaban en la base de toda
esa farsa de brujería esperpéntica. Junto a él, en el frontal rechazo de los
procesos de brujería, Mikel Azurmendi recuerda al jesuita Hernando de
Solarte, al Obispo de Pamplona Venegas de Figueroa y al humanista Pedro
de Valencia, este último afirmó en un informe sobre las brujas de
Zugarramurdi, que éstas fueron “juntas de hombres y mujeres que tienen por
fin el que han tenido y tendrán todos los tales en todos los siglos, que es
torpeza carnal (…) Siguiendo estos vicios y guiados por estos espíritus se van
los brujos y brujas por sus pies a las juntas” Según Valencia no había que dar
crédito a las confesiones de los acusados, pues estos “dicen de propósito
disparates increíbles para encubrir la verdad y porque los dejen”.

El caso de las brujas de Arrás, en el norte de Francia de tintes parecidos


a los de España, tuvo lugar en 1459, entonces bajo soberanía de los duques de
Borgoña, la condena de un ermitaño por magia demoníaca provocó una serie
de confesiones en cadena, ayudadas por la tortura, que terminaron con 29
acusaciones y 12 ejecuciones. El episodio fue conocido como “vauderie de
Arrás”, en referencia a los baudios, “valdenses”, una corriente herética surgida
en los siglos XII y XIII. El eco del asunto provocó la intervención del duque
Felipe El Bueno, que logró frenar lo que ya era una psicosis colectiva. Los
condenados fueron rehabilitados muchos años mas tarde, en 1491.

Entre esas voces críticas que surgieron y que ponían en cuestión la


realidad de las acusaciones sobre posesiones diabólicas y brujería en general,
se encuentra la del jurista milanés Andrea Alciati, quien en la primera mitad
del siglo XVI dio su parecer sobre unos procesos en el valle alpino de la
Valtelina, quedó tan impresionado por la dureza del trato infligido a los
acusados y por el elevadísimo número de ejecuciones que argumentó por
escrito sus opiniones críticas. Mas tarde el médico Johann Wier en dos
tratados que el demonio ejerce su poder confundiendo las mentes de las
presuntas brujas, pero también induciendo en la sociedad mucha credulidad
hacia el fenómeno.

La encarnizada persecución y exterminación del catarismo, como forma


de herejía, dejó en la mentalidad popular del Languedoc, donde habitaron

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principalmente, las brasas de un anticlericalismo que ya en el siglo XV
contribuyó a la eclosión de la reforma protestante. Y esta alcanzó su mayor
penetración precisamente en los territorios donde el arraigo del catarismo había
sido mayor.

El jesuita alemán Friedrich Von Spee, que había sido testigo de


numerosos procesos por brujería, publicó en 1631 un libro en el que
denunciaba que en estos procesos se consideraba culpable al imputado antes
de que se presentasen pruebas válidas.

En el siglo XVIII, las críticas contra la creencia en las brujas se hicieron


aún más insistentes. Por ejemplo, el noble veronés Scipione Maffei negó en
numerosos escritos la realidad de todas las creencias mágicas. Montesquieu y
Voltaire fueron igualmente radicales en tachas de
supersticiones tanto las creencias en las brujas
como las de sus acusadores; para ellos, la caza de
brujas no había sido otra cosa que un gran
fraude, facilitado por la ignorancia y el
oscurantismo, que solo el Siglo de las Luces era
capaz de superar. Después de más de un millón y
medio de muertos y ya en el siglo XVIII.

“La huida de una hereje”. Este óleo de John


E. Millais, de 1857, muestra a un monje ayudando a
escapar a una joven, Juana de Acuña, condenada
por la Inquisición en Valladolid, en 1559.

Merecen un recuerdo de agradecimiento quienes evitaron que España


se convirtiera en un gran quemadero, al igual que el resto de Europa y
consiguieron que la suprema Inquisición se retractara y promulgara su “Edicto
de Silencio”, que prohibía la persecución y declaraba que “no hubo brujos ni
embrujados hasta que se comenzó a tratar y escribir sobre ellos”.

En 1700, cuando los procesos a brujos ya se habían hecho escasos, el


estudioso de Halle, Christian Thomasius publica sus escritos contra la
creencia en brujos.

La colaboración entre antropología e historia tiene una larga tradición en


el intento de reconstrucción racional de un fenómeno que fue sucesivamente
negado, perseguido, mitificado y reivindicado, difícil siempre de aprehender por
la propia naturaleza secreta o reservada de sus prácticas y que, en este
momento, como en otros del pasado, tratamos de conocer y explicar. La larga
inercia de los cultos a sobrevivir en el tiempo queda patente en el
descubrimiento que desde hace 350 años hasta nuestros días se viene
produciendo en Cornualles. Los arqueólogos encuentran en su suelo húmedo
restos de pequeñas fosas forradas con pieles, restos de animales y
conteniendo esqueletos de varios de ellos y ofrendas, clara y evidente señal de
continuidad.

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Ya en el siglo XIX, el escepticismo es real sobre la existencia de brujas.
Las brujas se reivindican como sacerdotisas de una religión precristiana, queda
por tanto la borrosa huella de una herejía extinguida.

Si tenemos en cuenta que la Inquisición quedó abolida definitivamente


en 1834 y la esclavitud en 1868, podemos deducir que los acontecimientos
humanitarios y la legislación se precipitaban y avanzaban en pro de sociedades
más justas y civilizadas, algo debieron influir las luces de la Ilustración que
tanto trataron de frenar y evitar. Una miserable lección de la historia que nunca
deberíamos olvidar. El mayor holocausto sufrido por la humanidad.

Como dato curioso y demostrativo de la injerencia de la iglesia en la


sociedad, incluyo que hasta 1967 (solo hace 47 años) la iglesia católica no
aceptó las operaciones de cirugía plástica, bendecidas en ese año por el papa
Pío XII en un congreso en Roma. Hasta entonces se creía que los cirujanos
“interferían en la obra de Dios”, incluso cuando su trabajo entonces servía para
reparar grandes heridas, quemados, deformaciones o mutilaciones de guerra,
no como en la actualidad por motivos más estéticos.

En la actualidad, África, parece el epicentro y reducto dónde se dan


mayores casos de caza de brujas, en regiones no cristianas o que han sido
cristianizadas recientemente aparece una y otra vez la persecución de brujas,
la brujería o de la magia, como los casos de los niños brujos del Congo. En el
norte de Sudáfrica, sobre todo en regiones de religiones tradicionales, se acusa
cada año a cientos de hombres y mujeres de brujería, personas que son a
menudo asesinadas por las masas enfurecidas. En Tanzania se acusa cada
año a cientos de personas de brujería, que son asesinadas o mutiladas. El
caso también se da en Kenia. En algunos estados africanos existen incluso
leyes específicas contra la brujería. Los inmigrantes que llegan a España de
esas regiones africanas, mayoritariamente mujeres, son víctimas de la trata de
blancas y son explotadas sexualmente en prostíbulos bajo amenaza de magia
negra o budú a sus familiares.

Quizá haya que recuperar la palabra “diosa” y a otorgarle un sentido


diferente a la etiqueta que Hollywood colgaba a las estrellas de cine hermosas.
Una vez se establece un vínculo entre los significados psicológico y espiritual
de un arquetipo de diosa, empezamos a ser conscientes de que podría existir
una espiritualidad centrada o relacionada con una diosa y sus atributos, como
existió en tiempos remotos, (lo cual es impensable en el contexto religioso del
monoteísmo).

“…Cuando las diosas y sus atributos fueron asimilados, trivializados y


demonizados, las mujeres no tuvieron nada con que identificarse. Necesitamos
marcar el comienzo de otra etapa de concienciación, es el momento de
desafiar los estereotipos negativos de las mujeres mayores y entender la
relación que existe entre el destino de las diosas y el trato que se da a las
mujeres, las consecuencias de la ausencia de lo femenino sagrado en la
espiritualidad de la mujer y la base teológica del patriarcado.” “Las diosas de la
mujer madura”, Jean Shinoda Bolen.

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Espero que después de la lectura de este trabajo haya quedado claro
que entre estas imágenes:

no se puede establecer ningún tipo de comparación porque ambas son falsas.


Ni guapas, ni feas; ni buenas ni malas. No representan ningún hecho verídico.
Puro folclore. Lo que sí deberían es hacernos reflexionar sobre unos hechos
históricos miserables y sugerir más respeto hacia la figura de las que llamaron
brujas, porque es cierto que las historias de las brujas son terroríficas, pero el
terror no emana de ellas, sino de los que trataron de extinguirlas y de los
medios que emplearon para ello.

¿Las cosas tienen una memoria implícita que podemos reactivar?. En mi


escritorio hay una figura de una brujita, es un objeto inanimado, modesto, de
resina, vulgar en suma. Si yo no viera mas que ese objeto estaría reduciendo
trágicamente la riqueza de lo real, pero su presencia me remite a ese episodio
histórico no tan lejano en el tiempo, de viva resonancia patética, que no debería
ser olvidado, una dramática, trágica y miserable historia, esta que os acabo de
contar.

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9. BIBLIOGRAFÍA

“El Zoo humano”, Desmond Morris

“La Historia mas bella del mundo”, Hubert Reeves, Joel de Rosnay, Yves
Coppens y Dominique Simonnet.

“La Inquisición”, Ricardo García Carcel

“La Inquisición española” Henry Kamen

“Plantas curativas de la Península Ibérica” Enrich Balach y Yolanda Ruíz

“Plantas medicinales. El Dioscórides”. Pío Font Quer

“El fin de la Edad Média”. National Geographic

Revista Historia nº 72 de National Geographic

“La caza de brujas, una persecución implacable”. Revista Historia nº 119


National Geographic.

“Caníbales y reyes” Marvin Harris

“Vacas, cerdos, guerras y brujas” Marvin Harris

“Todos tenemos 400.000 años” Jean-Pierre Mohen

“La lujuria en la iconografía románica”. Jesús Herrero Marcos

“Las diosas de la mujer madura”. Jean Shinoda Bolen

“Hijas de Afrodita: La sexualidad femenina en los pueblos


mediterráneos”. Varios autores.

Dosier Feminista nº 13 “De brujas a sirenas ¿figuras del mal?”, Aurora


González Echevarría.

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