Diagnóstico y Plan de Tratamiento en Cirugía Ortognática
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Abstract: Nowadays, orthognatic surgery is a widely spread practice which is applied, whenever indicated, to not only severe, but
also mild facial deformities. Because of its aesthetic and functional implications, our patients now accept more easily this kind of
surgical treatment. The goal of this article is to show to general dentists how the surgeon manages the diagnosis and treatment
planning of these deformities.
Correspondencia
Oliver Rodríguez Recio.
Clínica Rodríguez-Recio.
Plaza Setsa, 2-Bajo.
La Felguera - Langreo.
33930 ASTURIAS.
E-mail: [email protected]
Fecha recepción: 14-10-2002 Fecha última revisión: 18-11-2002 Fecha aceptación: 3-12-2002
Rodríguez-Recio O, Vicente-Rodríguez JC de, Llorente-Pendás S. Diagnóstico y plan de tratamiento en cirugía ortognática. RCOE
2002;7(6):629-641.
Introducción
La cirugía ortognática se encarga de corregir las alteraciones del componente esquelético de las deformidades dentofaciales. Lo
ideal sería no tener que recurrir a la cirugía y que éstas hubiesen sido resueltas por medios ortopédicos, pero, por no haber
comenzado el tratamiento a una edad suficientemente temprana o porque la deformidad era de una magnitud demasiado grande,
esto no siempre es posible.
El aumento progresivo del nivel cultural y socioeconómico de nuestra sociedad explica el hecho de que cada vez se utilicen con
más frecuencia una serie de tratamientos que antes sólo se aplicaban a un reducido grupo de personas; así, los tratamientos de
ortodoncia se están generalizando hoy en día. La cirugía ortognática, de un modo similar, se está «socializando» y la población
general comienza a conocer su existencia y a aceptar su aplicación normalizada (en los casos en que está indicada): está dejando
de ser un tratamiento superespecializado para casos muy extremos.
El diagnóstico precoz llevaría a una terapia funcional-ortopédica que orientase el crecimiento óseo facial de una forma adecuada.
El diagnóstico más tardío condiciona la toma de decisiones por parte del ortodoncista, y sobretodo por parte del paciente, sobre si
se va a realizar un «camuflaje» ortodóncico o una corrección de las bases esqueléticas para conseguir una adecuada colocación
dentaria. Según se elija la primera o la segunda opción, los movimientos dentarios a realizar desde el primer momento serán en
sentidos opuestos. Por ello, el odontólogo general debe tener conocimientos básicos sobre la forma de manejar a este tipo de
pacientes para orientarlos desde un principio en la toma de decisión de someterse a un tratamiento quirúrgico para su deformidad
facial o no.
Proceso tripartito
El resultado final de un proceso tan largo y complejo depende fundamentalmente del establecimiento de un apropiado plan de
tratamiento. Para ello la comunicación ortodoncista-cirujano maxilofacial debe ser muy fluida y la toma de decisiones sobre el
«planning» a realizar debe ser conjunta.
La secuencia ortodoncia-cirugía-ortodoncia se llevará a cabo en la inmensa mayoría de los casos. La ortodoncia prequirúrgica tiene
la función de conseguir una correcta colocación de los dientes respecto a sus bases esqueléticas, regularizando la forma y la
anchura de los arcos dentarios. Al final de esta fase, los modelos «en mano» deberían ocluir, mientras que «en boca» encajarían
peor que antes de comenzar el tratamiento. En este momento el paciente debe ser remitido al cirujano maxilofacial para la
realización del tratamiento quirúrgico.
La planificación quirúrgica de los casos de cirugía ortognática ha variado considerablemente en los últimos años. Desde un criterio
absolutamente funcionalista donde primaba la consecución de una correcta relación del maxilar superior y la mandíbula
basándonos exclusivamente en las cefalometrías clásicas (Steiner, Ricketts, etc.), hasta el planteamiento actual donde prima tanto
la función como la estética.
Una serie de autores como William Arnett1, han impulsado recientemente este cambio y nos han aportado una serie de
herramientas (nuevas cefalometrías) para poder valorar: 1) si la posición inicial de los tejidos blandos es la adecuada o no, 2)
dónde deberían estar las partes blandas para conseguir una buena estética2 y 3) predicción prequirúrgica: qué magnitud de
variación en los tejidos blandos se producirá como resultado de las modificaciones de las bases esqueléticas sobre las que se
sustentan3**,4,5. Además nos dirían en qué sentido y magnitud se deberían corregir esos parámetros estéticos para conseguir
buenos resultados.
Es siempre el paciente, y no el médico, quien determina si el resultado ha sido bueno o malo. Existen algunos test para evaluar
prequirúrgicamente las expectativas y la motivación del paciente6.
¿Cómo juzga el paciente el resultado? Según tres criterios fundamentales: 1) aspecto de los seis dientes anterosuperiores; 2) la
cara (exposición dentaria y de encía en reposo y en sonrisa, respectivamente; tensión en la barbilla al sellado labial, ángulo
mentocervical, ángulo nasolabial, etc.); 3) la persistencia o no de síntomas sobre sus articulaciones témporomandibulares. El
paciente no aceptará de ninguna manera la presencia de nueva sintomatología que no estuviese presente antes del inicio del
tratamiento.
El cirujano maxilofacial retomará el caso cuando el ortodoncista haya concluido el tratamiento prequirúrgico. Ya habíamos
comentado que éste consiste en la normalización de la posición dentaria respecto a sus bases esqueléticas. Cabe también señalar
que la regularización del arco dentario, en ocasiones, no será posible realizarla con ortodoncia. En estos casos habrá que recurrir a
segmentaciones del maxilar superior durante la cirugía.
Antes del inicio del tratamiento ortodóncico ya tendría que haber sido comprobado que no existiesen contraindicaciones para la
cirugía bajo anestesia general y se realizarían los tratamientos periodontal y/o conservador dentario que hubieran sido pertinentes.
También sería recomendable haber realizado la extirpación de los cordales retenidos, al menos 3 meses antes de la intervención,
sobre todo de los inferiores, si vamos a realizar una osteotomía sagital mandibular.
Finalizada la ortodoncia prequirúrgica el cirujano debe realizar un nuevo diagnóstico o evaluación del estado actual, para poder
establecer posteriormente un apropiado plan de tratamiento. Se realizará una historia clínica completa, incluyendo una orientada
inspección facial: asimetrías, proporción de los tercios faciales superior, medio e inferior, proyección de la glabela, del reborde
infraorbitario, de los pómulos, proyección nasal y del labio superior, grosor del labio superior, exposición de los incisivos superiores
y del margen gingival en reposo y en sonrisa respectivamente, tejido blando a nivel del pogonion, tensión en el área mentoniana
durante el sellado labial, etc. Todos estos parámetros «estéticos» tendrán más peso para establecer el plan de tratamiento que los
valores cefalométricos clásicos. También debemos evaluar en este momento la orientación del plano oclusal utilizando un plano de
Fox (en caso de discrepancia, nos interesa el plano oclusal que definen los dientes del maxilar superior). Asimismo
inspeccionaremos la sobremordida y el resalte.
Se realizará una nueva toma de modelos de estudio en yeso, ortopantomografía, telerradiografías lateral y frontal de cráneo.
También se deben tomar registros fotográficos convencionales faciales y oclusales.
Cefalometría
Las cefalometrías clásicas (McNamara, Steiner, Ricketts, Ann-Arbor, Harvold, Jarabak, Roth, Downs, etc.) toman la base del
cráneo como referencia para establecer y ponderar las relaciones esqueléticas y oclusales. Sin embargo, un perfil facial
estéticamente satisfactorio es completamente independiente de sus relaciones con la base craneal. Una posición
cefalométricamente correcta del maxilar y de la mandíbula respecto a la base del cráneo no tiene por qué dar lugar a un perfil facial
armónico3**,4. La corrección oclusal basada en las normas clásicas suele conducir a unos resultados faciales pobres. Arnett afirma
que la planificación del perfil facial es primordial y debe condicionar la planificación de la rehabilitación oclusal, pero no a la inversa.
El análisis cefalométrico de Arnett1 no utiliza como referencia el plano de Frankfurt ni el nasion-basion, sino que se basa en los
conceptos de posición natural de la cabeza (NHP) y línea vertical verdadera (TVL).
En nuestra práctica diaria utilizamos una combinación de mediciones clásicas y referencias puramente estéticas: (tabla 1)
Plan de tratamiento
Con los datos cefalométricos, los registros fotográficos y los modelos montados en un articulador semiajustable, se debe decidir la
actitud a tomar quirúrgicamente. Ferre Cabrero7* define ocho factores determinantes del diagnóstico y condicionantes del plan de
tratamiento, que aparecen marcados con un asterisco en la tabla 1. Nosotros también consideramos la inclinación del plano oclusal
(en interpretación conjunta con el plano biespinal) y la exposición gingival en sonrisa entre estos puntos esenciales.
- Si vamos a realizar una cirugía bimaxilar o monomaxilar. En la gran mayoría de los casos será necesario corregir la posición tanto
del maxilar superior como de la mandíbula8,9.
- Si debemos segmentar el maxilar superior o no. En caso afirmativo, a qué nivel y en cuántos fragmentos.
- Si vamos a avanzar, descender, ascender (impactar)10, anterorrotar (rotación horaria) o posterorrotar (rotación antihoraria) el
maxilar superior. Estos movimientos estarán condicionados, principalmente, por la exposición de los incisivos superiores en reposo
y en sonrisa, por la inclinación del plano oclusal y por el ángulo nasolabial.
- Si se precisa o no mentoplastia11,12.
Además de estos factores, también realizamos en la misma intervención, cuando es necesario, la corrección del ángulo
mentocervical (mediante liposucción) y del labio superior fino (mediante distintas técnicas de aumento).
Cirugía de modelos.
Confección de férulas quirúrgicas
Los modelos de estudio se cortarán conforme a los dictados de nuestro plan de tratamiento. Comprobaremos que los resultados
son los apetecidos; en caso contrario modificaremos el planteamiento inicial: de cirugía mono a bimaxilar, segmentación del maxilar
superior, etc.
Habitualmente precisaremos confeccionar dos férulas quirúrgicas para las intervenciones sobre ambos maxilares. Si sólo uno de
ellos va a ser modificado, precisaremos exclusivamente una férula final. Éstas son férulas de acrílico transparente que serán
utilizadas para conseguir una correcta relación intermaxilar durante el acto quirúrgico. En una cirugía bimaxilar convencional,
precisaremos:
- Férula intermedia: se utiliza en mitad de la intervención, para conseguir una correcta posición del maxilar superior en el espacio
con respecto a la situación originaria de la mandíbula.
- Férula final: coloca la mandíbula en la posición deseada con respecto al maxilar ya modificado y fijado con placas de
osteosíntesis.
Intervención
Se realiza conforme al plan de tratamiento. En primer lugar se marcan, pero no se completan, las osteotomías sagitales
retromolares de la mandíbula (según la técnica de Obwegeser modificada por Dal Pont en 1959). Posteriormente se realiza la
osteotomía del maxilar superior (Le Fort I) y se fija con placas de osteosíntesis en la posición que nos define la férula intermedia.
En este momento, si es necesario, se colocan las prótesis malares y se fijan cada una con un tornillo de osteosíntesis. Se
completan entonces las osteotomías mandibulares y se recoloca la mandíbula, según la férula final.
La mandíbula se puede fijar de 3 maneras: con tres tornillos de osteosíntesis, con miniplacas o con un asa de alambre a cada lado.
El optar por esta última opción conlleva la necesidad de mantener al paciente con la férula final durante 6 semanas (boca cerrada)
tras la intervención quirúrgica. Hoy en día se prefiere la fijación rígida con placas y/o tornillos bicorticales5,13.
La mentoplastia se suele realizar antes de completar las osteotomías sagitales de rama mandibulares para no alterar la
neoposición mandibular; pero, si la vamos a completar directamente con sierra, sin escoplos, podríamos hacerla al final para poder
valorar mejor el resultado estético.
Esta secuencia puede sufrir variaciones. Algunos cirujanos, como Arnett, comienzan colocando y fijando la mandíbula en su sitio;
posteriormente coloca el maxilar en función de la mandíbula, a la que considera como pilar fundamental de todo el tratamiento.
Ortodoncia postquirúrgica.
Controles y prevención de las recidivas
Durante los dos primeros meses los controles deben ser muy frecuentes. El manejo de los elásticos intermaxilares y el control de
los hábitos del paciente debe ser muy estricto.
El ortodoncista debe completar el alineamiento dentario y la oclusión apropiada, ahora que las bases esqueléticas están bien
colocadas. Los controles a medio y largo plazo permitirán evaluar posibles recidivas tardías, así como repercusiones sobre la
articulación témporomandibular. Los resultados estéticos sólo son valorables seis meses después de la intervención quirúrgica14.
A continuación presentaremos tres casos clínicos en los que se ilustra el proceso comentado anteriormente.
Varón de 28 años de edad que acude a nuestra consulta por imposibilidad de cortar los alimentos con sus dientes incisivos. En la
exploración se podía apreciar (figs. 1a-c): asimetría facial con desviación del mentón a la izquierda, mordida abierta anterior y
mordida cruzada posterior bilateral, desviación de la línea media interincisiva mandibular 2 mm a la izquierda, línea de sonrisa muy
baja, sin casi exposición de los incisivos anteriores en reposo y sin exposición gingival durante la sonrisa. El análisis cefalométrico,
estético y de las partes blandas (tras la ortodoncia prequirúrgica) se detalla en la tabla 2.
Establecido el diagnóstico (clase III dentoesquelética, mordida abierta anterior, desviación de la línea media mandibular 2 mm a la
izquierda, hipoplasia maxilomalar y prognatismo mandibular), se conforma el plan de tratamiento y, tras la confección de las
consiguientes férulas, se procede a realizar la intervención quirúrgica.
El caso fue tratado mediante osteotomía sagital bilateral de ramas mandibulares ascendentes (fig. 2a) y osteotomía maxilar Le Fort
I de avance (3 mm) y rotación horaria a expensas de impactación posterior de 2 mm), fijando los fragmentos con placas de
osteosíntesis en la posición que nos definió la férula intermedia (fig. 2b). Se colocaron prótesis malares (Medpor), y se fijó cada una
con un tornillo de osteosíntesis. La mandíbula fue posicionada finalmente según la férula definitiva.
Posteriormente se realizó la ortodoncia postquirúrgica. La evolución postoperatoria fue muy favorable, observándose estabilidad de
los satisfactorios resultados funcionales y estéticos conseguidos a lo largo del tiempo.
Mujer de 22 años de edad que acude a nuestra consulta por imposibilidad para cortar los alimentos con los dientes incisivos y por
insatisfacción estética (hipermentonismo). En la exploración se podía apreciar (figs. 3a-d): asimetría facial con desviación del
mentón hacia la derecha, prognatismo, clase III dentoesquelética con mordida abierta anterior y mordida cruzada posterior,
estenosis transversal del maxilar superior, desviación de la línea media interincisiva mandibular 4 mm hacia la derecha y sonrisa
gingival por hipercrecimiento vertical del maxilar superior e inversión de los planos oclusal y palatino con correcto sellado labial. El
análisis cefalométrico, estético y de partes blandas (tras la ortodoncia prequirúrgica) se detalla en la tabla 3.
Establecido el diagnóstico, se conforma el plan de tratamiento y, tras la confección de las consiguientes férulas (fig. 4a-e), se
procede con la intervención quirúrgica. Ésta consistió en osteotomía sagital bilateral de ramas ascendentes mandibulares y Le Fort
I modificado con una disyunción intermaxilar en la línea media (figs. 5a-b). Tratamos de conseguir un avance (3 mm), ascenso y
anterorrotación del maxilar superior a expensas de impactación posterior (7 mm) y anterior (3 mm). La disyunción intermaxilar trata
de corregir el colapso del maxilar superior (esto también se podría realizar mediante dos osteotomías paramediales, en lugar de
una sola en la línea media). Se fijó el maxilar superior en la posición que nos definió la férula intermedia con placas de
osteosíntesis (fig. 5c). Se posiciona finalmente el maxilar inferior, según la férula definitiva.
La evolución postoperatoria fue favorable. A los 6 meses de la intervención la paciente presentó episodios de infecciones de
repetición en la placa de osteosíntesis situada a nivel del arbotante maxilomalar izquierdo, que fue retirada bajo anestesia local. Se
evidenció estabilidad de los satisfactorios resultados funcionales y estéticos conseguidos a lo largo del tiempo (fig. 6a-b). En
ausencia de complicaciones como la mencionada, no retiramos el material de osteosíntesis.
Caso clínico nº3
Paciente de 38 años de edad que acude a nuestra consulta por presentar una deformidad facial con gran alteración estética y
dificultades para la masticación. Es una paciente sana con microtia bilateral, de la que había sido intervenida quirúrgicamente en
repetidas ocasiones. A la exploración se podía apreciar (figs. 7a-c, 8a-b): asimetría facial con desviación del mentón hacia la
izquierda, hiperplasia maxilar con hipercrecimiento vertical, micrognatia, clase II dentoesquelética, patrón dólicofacial, síndrome de
cara larga, desviación de la línea media interincisiva mandibular 3 mm a la izquierda, línea de sonrisa muy alta sin total exposición
de los incisivos anterosuperiores en reposo y con 10 mm de exposición gingival durante la sonrisa. Asimismo se evidencia
imposibilidad de restauración protésica de los sectores posteriores por la anatomía de sus maxilares (fig. 8c). El análisis
cefalométrico, estético y de partes blandas (tras la ortodoncia prequirúrgica) se detalla en la tabla 4.
Establecido el diagnóstico, se conforma el plan de tratamiento y, en función del mismo, se confeccionan las férulas quirúrgicas.
Debido a que era una paciente parcialmente dentada con ausencia de grupos posteriores y colapso del espacio oclusal a este
nivel, se fabricaron dos férulas en acrílico en combinación con férulas de Erich (figs. 9a-d). El manejo de las mismas es similar al
que se realiza con las férulas de Gunning que se usan para el tratamiento de las fracturas faciales en pacientes totalmente
desdentados. Diseñamos dos férulas, una para la arcada superior y otra para la inferior: 1) férula intermedia: completamente de
acrílico, 2) doble férula final: de acrílico en combinación con férulas de Erich. Ambas férulas encajan entre sí para conseguir una
buena relación intermaxilar y para crear un apropiado espacio protésico.
La intervención quirúrgica consistió en osteotomía del maxilar tipo Le Fort I modificada con segmentación en cuatro partes: se
realizaron divisiones en la línea media y distales a los caninos, impactación del maxilar superior (fig. 10a): 6 mm en la parte anterior
y 4 mm en la posterior (rotación horaria), osteotomía sagital bilateral mandibular de avance (9 mm), corrigiendo la desviación de la
línea media mandibular, mentoplastia de avance y miotomía de los músculos suprahioideos para prevenir las recidivas en avances
mandibulares tan grandes. Tanto el maxilar superior como la mandíbula se estabilizaron mediante fijación rígida con placas de
osteosíntesis (fig. 10b).
No fue necesario realizar ortodoncia postquirúrgica. Sí necesitará rehabilitación protésica dentaria. La evolución postoperatoria fue
favorable. La mejoría estética resultó muy considerable, pero, funcionalmente, no se consiguió recuperar tanto espacio protésico en
los sectores posteriores como hubiese sido deseable.
Conclusiones
Hoy se considera que el maxilar superior y la mandíbula en correcta oclusión forman una unidad que podemos situar en cualquier
posición del espacio. Debemos escoger aquella que permita un perfil armónico y una estética apropiadas, independientemente de
sus relaciones con la base del cráneo, tal y como se hacía cuando la planificación de los tratamientos se basaba exclusivamente
en los dictados de las cefalometrías clásicas.
Bibliografía recomendada
Para profundizar en la lectura de este tema, el/los autor/es considera/an interesantes los artículos que aparecen señalados del
siguiente modo: *de interés **de especial interés.
1. Arnett GW, Jelic JS, Kim J, et al. Soft tissue cephalometric analysis: diagnosis and treatment planning of dentofacial deformity.
Am J Orthod Dentofacial Orthop 1999;116:239-53. [ Links ]
2. Rosen HM. Facial skeletal expansion: treatment strategies and rationale. Plast Reconstr Surg 1992;89:798-808. [ Links ]
3**. Arnett GW, Bergmann RT. Facial keys to orthodontic diagnosis and treatment planning. Part I. Am J Orthod Dentofacial Orthop
1993;103:299-312. [ Links ]
En el desarrollo de este artículo los autores pretenden un doble objetivo: presentar un análisis facial clínico organizado, y tratar de
ponderar y predecir los cambios de los tejidos blandos asociados con los tratamientos ortodóncico-quirúrgicos de las
maloclusiones.
4. Arnett GW, Bergmann RT. Facial keys to orthodontic diagnosis and treatment planning. Part II. Am J Orthod Dentofacial Orthop
1993;103:395-411. [ Links ]
5. Ingervall B, Thuer U, Vuillemin T. Stability and effect on the soft tissue profile of mandibular setback with sagittal split osteotomy
and rigid internal fixation. Int J Adult Orthodon Orthognath Surg 1995;10:15-25. [ Links ]
6. Arnett GW, Worley CM Jr. The treatment motivation survey: defining patient motivation for treatment. Am J Orthod Dentofacial
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7*. Ferre Cabrero F. Perfilometría para vd. y para mi. Rev Esp Cirug Oral y Maxilofac 1992;14:120-35. [ Links ]
Tras repasar las referencias fundamentales dentarias, esqueléticas y de partes blandas de la cara vista de perfil, el autor comenta
las medidas más importantes lineales, angulares o de proporción que nos ayudan a separar la normalidad de la anormalidad del
perfil facial. Para facilitar la comunicación entre profesionales de distintas ramas, se concretan en ocho los parámetros que mejor
perfilan un diagnóstico y condicionan el plan de tratamiento.
8. Bottini DJ, Gasparini G, Vetrano S. Postsurgical modification of facial divergency in 40 patients with mandibular prognathism. Bull
Group Int Rech Sci Stomatol Odontol 2000;42:38-51. [ Links ]
9. Rosen HM. Maxillary advancement for mandibular prognathism: indications and rationale. Plast Reconstr Surg 1991;87:823-32.
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12. Sclaroff A, Williams C. Augmentation genioplasty: when bone is not enough. Am J Otolaryngol 1992;13:105-8. [ Links ]
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