Memoria Del Noviciado
Memoria Del Noviciado
Memoria Del Noviciado
1
A mis compañeros de noviciado y profesión,
a mis hermanos y hermanas
que puedan encontrar algún estímulo de amor
en estas páginas.
PÓRTICO
2
En el corazón de Francisco
PRIMERA PARTE
Mi noviciado en cuatro secuencias
SEGUNDA PARTE
Memoriale in desiderio animae
Meditación de vida a la vuelta de 50 años
TERCERA PARTE
Itinerario biográfico
PÓRTICO
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En el corazón de Francisco
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diversi fructi con coloriti fior et herba@.
- La Tierra, hermano mío, es como Eucaristía.
- Per te tutto era Eucaristia.
- Porque el Señor Jesús ha llenado con su presencia todas las cosas. En todas está
escondido y latiente.
- Chè cosa tu vedesti nella Terra, sorella como tutte le altre creature, Madre como il
grembo della Vergine Maria.
- Lo que yo vi en la Tierra lo canté en tres palabras: frutos, flores, hierbas de todas
las especies. Me acordaba de Dios Padre en la creación del muno.
- AColoriti fior@, cantavi.
- Las flores son bellas por su color. Todas ellas son coloridas. Y vi que todas ellas
tenían color distinto. Porque, mira, hermano mío, Rufino, no hay dos flores iguales. Sal
al campo, respira, llénate de belleza, toma una flor y contempla. No hay dos flores que
sean iguales.
- E pensai che io stesso ero un fiore di quelli che tu ai visti.
- Vero, verissimo...
- Y con una flor he tratado de entender mi pequeña vida. He pensado tanto en las
flores. Mejor, en las flores no se piensa; en las flores se pierde uno, anegado en el amor.
Mientras haya una flor, hay esperanza. Una flor es una página de Evangelio. Las he
mirado tanto...
- Porque el Señor te ha dado la Poesía.
- Y al ver mi pequeña vida..., y al ver tantos deseos de mi imaginación al fin...
frustrados..., he pedido perdón a Jesús, porque quizás he soñado fuera de su santísima
voluntad, más hermosa que todos mis proyectos. Quizás mi vocación sea ser una flor
ahíta de belleza, perdida en el bosque...
- Sea esa tu vocación.
- Podrán verme, no verme; podrán llevarme a un florero, o dejarme por siempre en el
olvido, )qué importa? La vocación de ser mera flor, pura flor, es más importante que el
mundo.
- Y piensa, hermano mío, que si una flor perdiera su belleza, el mundo se rompería...,
como si Dios dejara de ser bello. Dios necesita exactamente igual de la flor anónima que
de la flor llevada a la Mesa del Rey. Sin una no existiría la otra. El Dios del amor es el
Dios de la unidad. El Dios de la belleza quiere ser bello en sus criaturas, sin que ninguna
rompa la unidad que le ata a su corazón.
- Padre mío Francisco, )cuántas son las flores?
- Tantas cuantas hizo el Creador.
- Y )yo también soy una flor?
- También tú eres una flor.
- )Para qué?
- Para gloria del Señor Dios Altísimo.
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- Pero...
- Hermano mío, no quieras otra cosa.
- )Me permites volver a nuestra hermana madre Tierra?
- Estás en ella, caro fratello.
- Fammi piaccere, fratello Francesco. Lasciami cantare con te alla nostra sorella
madre terra, lasciami essultare di amore a Dio Padre Creatore.
- Mio Ruffino, diciamo... cantiamo insieme...
***
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Cuautitlán Izcalli, 5 de enero de 2006
PRIMERA PARTE
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SECUENCIA I
LLEGADA Y PRIMEROS DÍAS
Para poner un cierto orden en los doce meses de noviciado, será bueno hacer algunas
divisiones, que las vamos a llamar, mejor que capítulos, Asecuencias@. El noviciado
siguió su marcha del principio al fin, sin hiatos que fueran cortes y nuevos comienzos,
sino que todo él fue un todo orgánico y armónico.
Estas secuencias nos adentran en las fases sucesivas de un año que comenzó en
verano, siguió por otoño, invierno y primavera, para terminar donde había comenzado,
en la canícula de agosto. Mi cronología no va propiamente al ritmo de las estaciones del
año, sino al ritmo interno de las cosas que van sucediendo.
Como también hay que hablar de cosas que no afectan a tal o cual fase del noviciado,
sino que son de todo el curso del noviciado, las iré mencionando, por asociación, allí
donde sea oportuno.
1. De Lecároz a Sangüesa
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acudir a esa obra para encontrar cosas muy útiles del convento e iglesia, que iban a ser
nuestra casa por un año.
Con el coche de Lecároz, conducido por el chófer del Colegio, por Fray Vicente de
Baliarráin, cruzamos el puente sobre el río Aragón - por donde bajan las almadías del
Roncal - y, rozando a Santa María, a los dos minutos estábamos en la Plaza de los
Fueros, ajardinada, frente a la iglesia de los Capuchinos. Entramos; olía a noviciado.
Veníamos, sí, de Lecároz, pero veníamos de esa patria espiritual de nuestra vocación,
alumbrada en la niñez, sostenida en los años de adolescencia y juventud de Alsasua y
Zaragoza De todo ello habría mucho..., mucho que decir..., porque los dos seminarios,
con sus grandes limitaciones pedagógicas, fueron un horno de fervor espiritual, que
mantuvo la vocación, pese a todos los pesares.
He aquí de qué mundo espiritual venía. Estas son unas notas, escritas el 20 de julio,
tres días antes de emprender la marcha de Lecároz a Sangüesa.
A(Ayer fuimos a visitar la casa [el convento de Lecároz, pues estábamos alojados en
la parte del Colegio] en compañía de un padre de la Comunidad. En castigo de nuestro
desorden e ineducación el P. Director nos castigó con este día de retiro).
Cristo ha de ser el ideal de mi vida. Cristo la figura más encantadora de la
Humanidad. (El Cristo del Evangelio, el Cristo de la Eucaristía!
En Cristo y por Cristo he de orientar mi vida. Enamorarme de Él y luego obrar
envuelto en su espíritu.
Hoy Cristo me enseña a ser
1. Señor de mí mismo. (Guerra a mis malas inclinaciones de comodidad, de amor
propio, de pereza, de falta de caridad...! Quizás después sea tarde para enderezar el árbol
torcido. Cual es el hombre en su juventud lo será en su vejez, me advierte el Espíritu
Santo.
2. Señor del ambiente, consciente de que voy representando el papel de Jesucristo.
(Oh María, te amo!@ (20/VII/1955).
Hoy leo estas páginas, y respiro con un oxígeno nuevo. (Exacto! Esto es lo que yo
quería al pasar el dintel del noviciado. Y lo que, por su gracia, sigo queriendo.
No sé si este día de retiro nos lo dio el P. Gonzalo de Irurita (hoy Gonzalo Olaortúa),
que era nuestro director, y si los puntos mencionados responden al tema del día. Lo que
sí recuerdo es que el P. Gonzalo una vez, en Lecároz, nos habló sobre este punto:
ABuscad el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura@ (Mt
6,3). Fue una plática en la capilla del Colegio, plática para mí luminosísima. Muchas
veces la he recordado, y, a la vuelta de medio siglo, me place volver a recordarla: El
Reino de Dios y su justicia..., y lo demás... vendrá de por sí.
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3. En memoria del P. Ildefonso
Traigo aquí el recuerdo del P. Ildefonso, enlazando con lo anterior, porque allí, en
Lecároz, donde residía el P. Ildefonso, unos días antes de ir al noviciado, tuve una
conversación memorable con él, que por menudo, punto a punto, fue a mi cuaderno
espiritual. AHace unos días - tomo nota en Lecároz el 18 de julio - tuve una charla con mi
queridísimo P. Ildefonso. Allí le expuse mis temores referentes a la santa esclavitud. He
pensado muchas veces que, no estando él a mi lado, desfallecería casi por completo mi
esclavitud mariana...@
El P. Ildefonso había sido el hombre de mi intimidad espiritual, más que nadie, en el
tiempo en que él estuvo en Zaragoza. Nadie que lo haya conocido dudará en confesar
que el P. Ildefonso fue de una delicadeza súper. En mi apreciación, una de esas flores
bellísimas que han oreado el huerto de la Provincia. Al poner los ojos en personas de la
Provincia que, por haberlas visto de cerca, he sido testigo de un algo muy especial, una
de ellas ha sido el P. Ildefonso, de quien traté de escribir una semblanza. Y puse en mi
borrador: AEl candor y la unidad: Perfil espiritual del P. Ildefonso Urquijo, capuchino,
1905-1997". Luego, por tantas obligaciones inmediatas que se van superponiendo unas a
otras, dejé aparcada mi carpeta. No digo que no vuelva sobre ella.
Estando en Zaragoza, y adentrándome en su confianza, guiándome por la senda de la
esclavitud mariana, me prestó unas cartas que hacía años le había escrito a su hermano
Fray Francisco Javier de Begoña, que murió en el noviciado, con profesión Ain articulo
mortis@ (creo), el 22 de marzo de 1932, cuando iba a cumplir 17 años. El P. Ildefonso,
diez años mayor, le daba a su hermano consejos sobre cómo ser un perfecto esclavo de
María.
En aquella conversación de Lecároz, a la que aludo, yo le pedía al P. Ildefonso
consejo sobre dos cosas: cómo mantener el amor a la Virgen bajo la forma de la santa
esclavitud estando él ausente, y cómo proseguir mi formación mariana para ser un
auténtico apóstol de María. Escuche el lector estas confidencias. Si ha pasado por
nuestros seminarios, las entenderá perfectamente, y acaso... él mismo se reconozca en
estas líneas llenas de ilusión pura y juventud.
A...He pensado ser un gran apóstol de María, he pensado ser misionero en China.
)Cómo conjuntar estos dos ideales? Y recuerdo que también Sta. Teresita quería ser
sacerdote, profeta, doctor, mártir..., pero, consultando las epístolas de S. Pablo, concluyó
que su vocación era el amor.
Mi vocación igualmente es el amor. Puedo seguir soñando en ser el gran misionero,
el gran apóstol de María, pero que todo esto no sea más que para amar@. Este era yo el 18
de julio de 1955, a cinco días vista de la entrada en el noviciado.
Hermanos que me leéis, consultad vuestros cuadernos..., aunque un comprensible
rubor impida lanzar al aire confidencias.
Terminando: Muchas veces en la carrera soñé en escribir un libro sobre la Virgen.
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Este sueño se cumplió cuando ya tarde, estando en Laguna de Cameros, publiqué el
Himnario de la Virgen María: Ciclo anual de las celebraciones de la Virgen en la
Liturgia de las Horas (Burlada, Curia provincial de capuchinos, 1989). Son 39 himnos, a
los que Fidel Aizpurúa les puso música. Hablando con el lenguaje de los ingenuos, diré
que pienso que la Virgen se habrá visto contenta...
Pero... estábamos en Sangüesa en julio de 1955, recién llegado.
4. Primera plática
El mismo día de la Aentrada en el santo noviciado@ el P. Maestro nos dio una plática
con tres consignas que anoté en mi libreta:
AAmor a María (Hoy sábado).
Amor a Jesús sacramentado (Congreso Eucarístico Internacional de Río de Janeiro).
Amor a Francisco (Hoy San Lorenzo de Brindis)@. Mi disposición era buena: A(Madre
mía, estoy dispuesto a trabajar@ (24/VII/1955).
Sin duda que la entrada en el noviciado era importante, y saben los espirituales que el
buen comienzo es la mitad de la obra. El P. Lázaro, luego maestro de novicios, solía
decir que el comienzo del noviciado debía tener algo, y mucho, de corte y conversión.
Así lo había entendido toda la tradición, y el cambio de nombre que asumíamos era un
signo patente.
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Pero, de pronto..., no sé lo que me pasó. Al verme dentro, vino sobre mí el peso y la
tristeza... Se me hacía la vida costosa; leía el Manual Seráfico y, en lucha interior,
pensaba: )Y voy a ser capaz yo de guardar estas cosas...? El P. Maestro nos daba unos
pequeños recreos Aextra@ de alivio a los nuevos, y en verdad que fueron alivio y relajo.
En aquella situación sentimental de los primeros días, recuerdo que aquellas recreos
extraordinarios, muy cortos - todo lo más de media hora -, fueron una distensión
gratificante.
Recuerdo aquel cuadro que había de la capuchina Beata María Magdalena
Martinengo, en un rellano de las escaleras que bajan (que bajaban) de la galería superior,
saliendo del coro alto, al refectorio. Yo miraba, lánguido, a aquel cuatro de nuestra santa,
pidiendo fuerza. Y la verdad es que, por el cuadro o lo que fuera, el alivio y el consuelo
me vinieron para poder seguir adelante.
Estos sentimientos quedaron plasmados en mi cuaderno el 3 de agosto: AYa va
pasando la tormenta espiritual que he sufrido. Me ha sucedido esto: que al venir al santo
noviciado me parecía muy dura la vida capuchina. Me daba pavor coger el Manual o las
Constituciones. Ahora que yo no quería propiamente no ser capuchino. Se lo decía al
Señor: Jesús, yo no me voy a escoger una vocación, sino que vos sois el que me la
señaláis. Non vos me elegistis, sed ego elegi vos. Pero sentía que si Dios me quisiese cura
me alegraría más. También en ratos de más aflicción el demonio me traía otros
pensamientos@ (3/VIII/1955).
Me confié al P. Jenaro de Artabia, Vicemaestro, y me ayudó con sus consejos, que
también dejé escritos:
ALas normas que me ha dado el P. Jenaro son éstas:
1) No divagar con pensamientos extraños a la vocación de capuchino [porque, claro,
en la tristeza y nostalgia me venían pensamientos suaves de otras posibilidades...].
2) Ni tampoco pensar positivamente en mi vocación de capuchino. Uno que
emprende un viaje, después de haber decidido a dónde tiene que llegar, mientras camina
ya no piensa si ha de ir o no al sitio propuesto, sino a ver cómo se ha de albergar en el
camino, etc.
3) Abandonarme totalmente en brazos de Jesús y María@ (3/VIII/1955).
Me abandoné, pues, totalmente en brazos de Jesús y de la Virgen, y le dije a la
Virgen: AAhora te pido que me prepares muy fervorosamente para los santos ejercicios; y
así comenzar con toda el alma@ (3/VIII/1955)
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postizo y convencional. Todo lo que haga lo quiero hacer con convencimiento personal,
desde dentro.
Estos dos objetivos que nadie me los dictó, sino que yo mismo me impuse, los
mantuve, vivos, en todo el noviciado.
Eso de evitar toda mística afectada lo decía, de modo muy concreto, por la
experiencia que tuve de cartas que a nosotros, estudiantes, nos llegaban del noviciado.
Un lenguaje tan refinado y convencional, unas consideraciones tan espirituales..., que no
parecían que fueran de aquellos compañeros desenvueltos que habíamos visto el año
anterior.
Sirva, como mera alusión, mis impresiones sobre los novicios del curso anterior, a los
meses de comenzar ellos su noviciado. Era el día santa Cecilia de 1954: AHoy el P.
Matías, que ha estado hace unos días dirigiendo ejercicios en Sangüesa, nos ha hablado
del fervor de los novicios. Parece mentira el cambio que se da desde que salen de
Zaragoza. Y )por qué no comenzar con este fervor y comportamiento antes?@
Es conocido el proverbio de los viejos padres, a propósito del fervor y las apariencias
de santidad: Los novicios lo parecen, pero no lo son; los coristas, ni lo parecen ni lo
son; y los religiosos que van adelante: no lo parecen, pero sí lo son... Con cierta
picardía, el chiste tiene algo de verdad.
En años sucesivos pensé en dos cosas que no me habían convencido en el noviciado,
que, no obstante, las observé, no por infidelidad a mis criterios de no hacer nada de lo
que no estuviera convencido, sino convencido de que hay un orden externo que guardar,
aun en contra del criterio propio. Una era que, acabada la indulgencia, no se podía
hablar. Si uno tenía alguna duda sobre el oficio divino que preparar para el día siguiente
- por ejemplo, si era ésta u otra la antífona - no podía hablar, y tenía que arreglarse de
otra manera, gesticulando con alguna seña...
Otra, más importante, que no me convencía, era la separación rigurosa de los
novicios con relación al resto de la comunidad. Los novicios no podíamos hablar con los
profesos. Naturalmente que esto, en virtud de la fraternidad, ha sido barrido en absoluto.
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Era una comunidad sólida, un auténtico convento de observancia regular.
Había diez padres: Leonardo de Iroz, guardián (58 años, que sustituía al P. Antonio
de Murieta), Alfredo de Oco, maestro de novicios y vicario (51 años), Wenceslao de
Lacunza (77 años), Sebastián de Asiáin (72 años), Bartolomé de Tudela (68 años),
Francisco de San Román (52 años), Jenaro de Artabia (47 años), Jesús de Guerendiáin
(53 años), Pascual de Irún (36 años), y Raimundo de Pamplona (26 años). Pronto se
incorporaría Juan José de San Sebastián (25 años). Con él eran once, pero en el curso de
nuestro año de noviciado habían de recibir obediencia los PP. Jenaro de Artabia y
Pascual de Irún.
Los hermanos profesos de la comunidad eran siete: Eusebio de Etuláin (81 años),
Carmelo de Ollo (71 años), Agustín de Ollo (70 años), Rufino de Lizasoáin (61 años),
Fabián de Imbuluzqueta (52 años), Pastor de Villarquemado (de 25 años y que iba a
cumplir un año de profeso), Nicolás de Labiano (27 años, que iba a cumplir dos años de
profeso), (Joaquín de Estella., recibió el indulto de salida el 28 julio, sin cumplir el año
de profesión). (No recuerdo bien si Fray Fidel de Alcozar, que había profesado el 12 de
enero seguía aún en la comunidad del noviciado).
Los coristas novicios que iban a profesar el mes siguiente eran veinte: Bautista
María de Ucar, Mauro María de Sesma, Fausto María de Urriza, Pablo María de Ibero,
Plácido María de Rentería, Mario María de Sangüesa, Blas María de Pamplona, Ángel
María de Pamplona, Gaspar María de Estella, Nazario María de Sangüesa, Arsenio
María de Ucar, Pacífico María de Villatuerta, Marcial María de Lizarraga, Benito María
de Esáin, Teodosio María de Orbiso, Severino María de Pamplona, Donato María de
Oco, Valeriano María de Estella, Liberio María de Villatuerta, Antonino María de Ejea
de los Caballeros. Ese mismo año de 1955 habían dejado dos novicios coristas: Juan
María de Sofuentes y Arturo María de Sangüesa.
Como hermanos novicios había tres: Ramón María de Lanaja (profesaría con el
grupo de los veinte), Claudio de Lizoáin (que profesaría en enero) y Felipe María de
Villanueva de Gállego (que profesaría en abril), y como postulante Paulino Villanueva.
Los dos últimos novicios terminarían el noviciado con nosotros.
Era, pues, una comunidad de 40 hermanos. Veníamos ahora 10 más (8 coristas y 2
hermanos); pero dentro de unos días iban a pasar a profesar 20 coristas y un hermano.
Nos quedábamos una treintena de hermanos. (Hermosa comunidad! Estamos hablando
del año 1955.
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bendito. Fray Rufino: el de las grandes hogazas de pan, que traía de la limosna. Fray
Pastor: tan espiritual como hoy...
El P. Bartolomé; barbas blanquísima, flotantes, como las cascadas del Niágara. (Ah,
también uno de nuestros maestros de novicios!, porque en el noviciado tuvimos,
sucesivamente, tres (aunque no recuerdo exactamente el orden): Pascual de Irún, Jenaro
de Artabia y Bartolomé de Tudela.
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lateral, entre la cama y la ventana, la mesa de trabajo, con un mínimo estante donde
había cuatro o cinco libros. Allí puse mis dos o tres cuadernos, Teníamos tintero y papel.
Tras la venta, la hermosura huerta de los capuchinos y el campo; allí, en la lejanía, la
Sierra de Peña. Había también un pequeño armario, para guardar el hábito, las mudas y
alguna cosilla.
Las paredes de la celda eran blancas y lisas, y no tenían otra decoración que el
crucifijo y un cuadro de la Divina Pastora - la pintura de Alonso Tovar - cuadro
enmarcado con una humildísima madera. En Navidad de ese año se ordenaron de
sacerdotes los PP. Marino de Lizasoáin, Fulgencio de Unciti... y compañeros (que
acaban de celebrar sus Bodas de Oro), y nos llegó una estampa-recordatorio, que me dio
bastante devoción. Recé para que fueran santos sacerdotes y lo fuera yo también un día.
No sé por qué he asociado a aquel cuadrito de la Divina Pastora la estampa de la
ordenación. Quizás por haberla puesto sujeta en el marco del cuadro, o quizás porque la
misma estampa era también de la Divina Pastora, me parece.
Hemos entrado en el santo noviciado. Avancemos.
SECUENCIA II
DE LOS PRIMEROS EJERCICIOS HASTA EL ADVIENTO
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1. Los primeros Ejercicios del Noviciado
Los ejercicios de inicio del noviciado nos lo dio el P. Venancio de Arizaleta. Eran los
Ejercicios de salida del grupo profesante y entrada de los que iniciábamos este año, los
viejos y los nuevos. El curso de los viejos fue un curso histórico; profesaron 19 clérigos.
No se había dado un grupo tan alto desde hacía muchos años.
Nosotros iniciamos el noviciado 9 clérigos y terminamos ocho, quedando yo el más
joven del grupo. Con nosotros iniciaban dos para hermanos laicos, Fray Carmelo de
Satrústegui (nacido en 1916) y Fray Benjamín de Javierregay (1923), los dos bastantes
mayores que el resto del grupo. Había, además, otros dos hermanos laicos, con el
noviciado ya iniciado, que profesarían a destiempo del grupo: Fray Claudio (que profesó
en enero), Fray Felipe María de Villanueva de Gállego, o Jesús Cativiela, mi padrino de
Zaragoza, que profesó el 8 de abril de 1956. Don Jesús Cativiela, ya profeso, por razones
personales de salud, hubo de abandonar la orden, y se ha mantenido siempre devotísimo,
ejemplar, amigo de los capuchinos y bienhechor de misioneros.
2. ALo más eficaz de la vida del santo Noviciado@: una encuesta a los novicios
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los nuevos. Y en estas circunstancias nos dio una plática, en este segundo día, que en mis
apuntes tiene este título: Lo más eficaz de la vida del santo Noviciado. Y yo la entendí, o
la resumí o me la apliqué, de esta manera:
AEl P. Maestro nos lee una encuesta en que preguntaba a unos novicios después de
terminar el año qué es lo que más les había aprovechado.
- La meditación. Todos insisten en esto; también el P. Maestro nos la recomienda con
toda el alma, lo mismo el Predicador de los santos ejercicios. Esto es lo que más le
interesa al P. Maestro que se cumpla al salir del santo noviciado.
- Junto a la meditación la vida de meditación durante el día.
- Todos recomiendan también el examen particular como medio eficacísimo.
- La misa y comunión y vivirlas durante el día.
- La mortificación externa y la interior. Mortificar la imaginación, mortificar la
memoria, mortificar el entendimiento.
- La presencia de Dios y profundo recogimiento.
- La continua reflexión.
- Vivir de la APaternidad de Dios@, vivir dentro de mí mismo con la Stma. Trinidad,
vivir de la comunión de los santos, vivir con María.
En resumidas cuentas, trabajo, trabajo, trabajo, constante reflexión, vivir vida
espiritual, pero (((vivir!!!, y esto en todos los momentos del día.
Mi lema: Amar con dolor. Donde no hay dolor no hay amor. Tanto amaré cuanto me
mortifique@.
Unas líneas más abajo recogía este pensamiento: AUn día pasado en el Carmen
[Carmelo] sin sufrimiento es un día perdido (Sta. Teresita)@.
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de María! (Si tú lo quieres...!@ (Día 81).
El día sexto estuvo dedicado a la Eucaristía.
El séptimo a la Pasión del Señor.
El octavo a ASentir con la Iglesia@ y a esa meditación que no podía faltar como
conclusión de todo: Devoción a María.
Y, al final, venían los Propósitos. Los que yo estampé en el cuaderno, como guía de
mi noviciado eran dos:
El primero, ser santo en la perfección de los actos ordinarios, haciéndolos con toda el
alma.
El segundo - como obsequio a María - Apondré especial interés en mi meditación de
la mañana y en vivirla durante el día@.
Iniciaba el noviciado, y veo que un pilar firme iba a ser el hacer sencillamente bien
los actos ordinarios de cada día. A estos propósitos seguía un cuidadoso AExamen de los
actos ordinarios, para sacar propósito inquebrantable de hacerlos bien@.
4. Nuevo nombre y coronilla
Llegó el día 14, recepción del hábito de novicio y cambio de nombre. Los del curso
anterior todos llevaban el segundo nombre de María (devoción mariana ésta de añadir el
nombre de AMaría@ a otro nombre, que no raramente se sentía en algunas provincias),
que, en este caso, se hizo como homenaje a María por el Año Mariano de 1954,
centenario de la Inmaculada. Eran los AMaría@ que acabamos de apuntar.
Antes el nombre lo imponía el P. Maestro sin más, y esto era el primer ejercicio de
ascesis fuerte del noviciado. Ahora se llegaba a una conversación previa. No se podía
repetir un nombre ya existente en la Provincia en el respectivo gremio de padres o de
hermanos, usando lenguaje de antes. No podía haber, por ejemplo, dos padres que se
llamaran P. Juan; ni dos hermanos que se llamaran Fr. Juan. Sí podía haber un padre que
se llamara P. Pablo y un hermano Fr. Pablo. Yo pedí el nombre de mi padre, Rufino.
Como en la provincia había un P. Rufino de Espinal (aparte de Fray Rufino de
Lizasoáin), me acogí al nombre de María para ser Rufino María de Alfaro.
Voy a recordar los nombres de los que tomamos el hábito el 14 de agosto: Para
hermanos laicos: Carmelo de Satrústegui y Benjamín de Javierregay; para hermanos
clérigos: Efrén de Lezáun, Moisés de Ejea de los Caballeros, Juan Miguel de Huarte-
Pamplona, Jesús Antonio de Guembe, José Domingo de Erenchun, Isaías de Lezáun,
José Javier de Los Arcos, Rufino María de Alfaro y Juan Ignacio de Murueta. Once
novicios que iniciábamos, y dos hermanos que proseguían con nosotros su noviciado (Fr.
Claudio y Fr. Felipe María).
Ya novicios y bautizados con nombre nuevo, vestíamos el hábito de novicio.
Cambiábamos el hábito anterior, que era túnica, cordón, rosario y esclavina por túnica
con capucha y Acaparón@ (Acapotillo@ dicen otras traducciones de la Regla); y venía el
corte de pelo, la corona o cerquillo. Depuesta cualquier vanidad, el asunto del cerquillo
era sumamente simple. De la lista, que era por antigüedad de nacimiento para quienes
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habíamos vestido el hábito el mismo día (clérigos por un lado, legos, en segundo lugar,
por otro), el primero le cortaba al segundo y el segundo al primero, el tercero al cuarto y
el cuarto al tercero...A mí me tocó a Fr. José Javier de Los Arcos, que se afamó como
diestro peluquero, y que, al final del noviciado, me dijo: AGracias por el servicio@... y se
pasó a otras manos. Recuerdo la impresión que uno recibía al verse, de repente, con la
cabeza tonsurada: (Adiós, mundo! Ahora )quién vuelve con esta facha...?
Habíamos iniciado el noviciado y, aunque no recuerdo ahora el fruto de los primeros
Ejercicios, sí que puedo decir que uno iba Aa por todas@. Para eso habíamos venido: para
ser santos.
En la distribución de oficios del noviciado, a mí me tocó el de Apulpitero@, es decir,
desde el púlpito de la iglesia debía dirigir las devociones que se hacían; también fui
Aportero@ del noviciado. Cuando alguien pasaba de la Comunidad al Noviciado, tenía que
tocar la campanilla de nuestra puerta, y el portero iba a cumplir su oficio.
Pero, más allá de la anécdota, entremos en la intimidad del noviciado.
5. El P. Maestro
Nuestro P. Maestro fue el P. Alfredo de Oco, que entonces tenía 51 años y llevaba de
Maestro desde 1948. Había sido toda la vida formador. Hombre íntegro, austero,
hablador..., amantísimo de las tradiciones de la Orden, capuchino hasta el tuétano.
Todavía siguió unos años más de Maestro.
El Maestro - ya se sabe - es la figura clave del noviciado, por encima de cualquiera
Ratio, que entonces no la había. Nuestra Ratio eran las Constituciones y el Manual.
Recuerdo que en mis años de estudio en Roma tuve la oportunidad de participar en no sé
qué reunión de educadores o maestros de novicios italianos. Me di cuenta de lo original
que puede ser un maestro de novicios, y de su fervor subjetivo que tanto puede marcar el
noviciado. Del santo P. Ezequiel de Legaria, maestro de novicios en tiempos atrás, se
han contado cosas muy originales de su forma radical de educar a los novicios y de
entender la santidad.
Nuestro Maestro, el P. Alfredo, había consagrado toda su vida a la educación.
Después de algunos estudios en Salamanca (donde conoció a Don Miguel de Unamuno)
había sido Profesor y Vigilante en Alsasua y Prefecto de Disciplina; luego estuvo unos
años con los estudiantes de Filosofía en Fuenterrabía, y de aquí pasó al noviciado. Para
conocer sus perfiles, habría que leer la semblanza que le hicieron a su muerte, como a
todo hermano, en el Boletín Oficial de la Provincia, que yo no lo tengo a mano.
Era un hombre de recios principios, y machaconamente nos repetía que él no quería
insistir en observancias del noviciado que luego no se habían de practicar.
Su metodología era las lecturas que nos hacía y los resúmenes de puño y letra en sus
cuadernos. Eran famosos los resúmenes del P. Alfredo.
Por aquellos años iban cundiendo mucho entre los profesores las reuniones o
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asambleas de profesores, y, por parte de los religiosos en general, se alumbraban nuevos
criterios de educación. El P. Alfredo era adicto a todas estas reuniones, y quería estar en
la Amodernidad@ de los nuevos criterios.
Hombre que en la vida espiritual iba a las esencias, repito; y que, si hemos de
contarle un mérito muy especial, éste fue su empeño a machamartillo por infundir el
amor a la Orden, a lo capuchino, a los santos de la Orden, a las misiones y obras de la
Orden. Al final del noviciado nos regalaba una estampa de la Virgen del Pilar, patrona de
la Provincia, con una oración, por él compuesta, para rezar por la Provincia, repasando
las obras y clases de personas de la Provincia.
Por decirlo gráficamente, el P. Alfredo fue el último Maestro de los de antes, con un
modelo educativo que tenía sus grandes virtudes de la tradición y sus no pocas
limitaciones.
A él le sucedió el P. Jerónimo de Lezáun, teólogo. Ciertamente que el noviciado
iniciaba una nueva etapa, que se hizo del todo clara con la breve dirección de dos años
(1963-1965) del P. Lázaro de Aspurz, llamado en aquella circunstancia a ser Rector del
Colegio Internacional de Roma, como he contado en la vida del P. Lázaro: Vida y misión
del P. Lázaro Iriarte.
A mí personalmente el carácter del P. Alfredo me resultaba un tanto áspero, no
precisamente propicio a la confidencia, como yo había sentido con el P. Ildefonso, que
él, sí, me inspiraba una confianza muy especial, una confianza tierna y amorosa. Por eso,
en el noviciado como guía espiritual preferí al P. Jenaro, vicemaestro. Pero el P. Jenaro,
benemérito misionero de China, siguió siendo misionero en Chile y dejó el noviciado. Y
en tal coyuntura fui con sencillez al P. Alfredo a decirle: Mire, P. Maestro, yo necesito
un director espiritual, y no encuentro otro mejor que Su Paternidad. Pero yo tengo unos
reparos instintivos por esto y esto... El P. Alfredo, con humildad, y quizás un tanto
nervioso por mis palabras, escuchó y aceptó; y el resto del noviciado acudí a sus
orientaciones personales. Esto, aparte de que cada novicio periódicamente debía
comunicarse con el Maestro.
A la celda del P. Maestro acudíamos con el ACuaderno de María@ para conversar con
él sobre cómo iba nuestra meditación. En el Cuaderno de María se apuntaba diariamente
dos cosas: el punto particular de la meditación que me había impresionado, y el
propósito para el día que yo había sacado de la meditación.
Este es el horario del noviciado que yo anoté en mi cuaderno. No sé por qué los
últimos actos del día están sin asignación de tiempo, pero será fácil imaginarlo.
5.45 Levantarse
6 Oración
7 Prima, Tercia, Misa conventual
8 Desayuno
21
9 Instrucción (lectura)
9.30 Oficio parvo de la Virgen [o Piísima]
10 Meditación
10.30 Estudio del Ceremonial
11.15 Paseo
11.30 Capilla (Ceremonial)
12.10 Sexta, Nona
12.30 Comida
1 Recreo
2 Siesta
3 Vísperas
3.30 Instrucción
4 Oficio parvo de la Virgen
4.30 Estudio de la Regla
5.15 Paseo
(5.30) Labores
(6.30) Capilla
Oración (coro)
Cena
Recreo
Indulgencia
Descanso
Para entender este horario hay que saber que estamos en tiempos litúrgicos
diferentes..., tan diferentes que las Vísperas, como en los demás conventos, las
rezábamos, de acuerdo con el Manual Seráfico, después de la siesta.
Hay que saber también que entonces, y hasta el Concilio, había Prima, Tercia, Sexta
y Nona, y que la Indulgencia era la oración antes de cerrar el día, no Completas, oración
de la Indulgencia compuesta por una serie de súplicas recogidas en el Ceremonial y
citadas en el Manual.
La capilla del noviciado era la Sala de conferencias con una puerta corrediza. Al
correrse la puerta, la sala era capilla. Veo que en este horario, cuando aparece Acapilla@
hablando del Ceremonial, se entiende que es la lección sobre el ceremonial que nos daba
el P. Maestro en la sala.
Y..., a propósito, la sala tenía una estufa de serrín, porque no había otra calefacción.
Aquel año el frío fue terrible.
El Oficio Parvo de la Virgen era la Piísima, atribuida a san Buenaventura, un librito
que había preparado (si bien recuerdo) el P. Teófilo de Gusendos, de la provincia de
Castilla.
Anejas al horario iban nuestras ocupaciones. Una escena típica era la colada de los
22
lunes. Debajo del convento había un abundoso manantial. Una bomba potente subía el
agua a una gran poza de cemento que era el lavadero y aclaradero. Allí lavábamos con
agua fría, y, mientras hacíamos esta operación, recitábamos, en voz fuerte, la Regla, que
habíamos conseguido aprender de memoria.
Otra estampa típica del noviciado era la solana, con grandes correderas de vidrio,
bien soleada y acogedora. Una de las Alabores@ para los novicios clérigos era ir a la
solana y tejer el cordón seráfico, con un sistema sencillo que aprendimos, haciendo
colgar del techo las hebras que luego las juntábamos entrelazadas con el artilugio de una
horquilla con la cual cruzábamos horizontalmente el hilo de la lana. Los trabajos de los
hermanos eran la huerta y la cocina; la huerta, con el tiempo que el cielo regalaba. La
huerta siempre ha traído muchos fríos y sudores.
7. Maitines a medianoche
En el horario de mi Cuaderno no están los Maitines a medianoche. Se da por
supuesto; pero con esta observancia estamos tocando un punto fuerte de la espiritualidad
capuchina, que se distinguía, entre otras notas, por su seria austeridad. Como hoy no los
rezamos en ninguna casa de la Provincia, a lo mejor, sin pensarlo, piensa uno que esto no
pertenece a la Orden Capuchina. Es una praxis de toda la tradición hasta hora reciente.
Teníamos, pues, los Maitines a medianoche, como lo mandaban las Constituciones (n.
52), como lo precisaban las Ordenaciones de los Capítulos Generales, como lo recordaba
el Manual Seráfico. Sirva de evocación: AMaitines y Laudes. Se rezarán a media noche
excepto el Domingo de Resurrección, que se rezan por la mañana; más las octavas del
Corpus y de la Inmaculada, que se rezan por la tarde, ante el Santísimo expuesto, y los
días de recreación extraordinaria, antes de las Cuaresmas, en los que es costumbre
rezarlos también.
Fuera de los días que se acaban de exceptuar, nos recomiendan encarecidamente las
Ordenaciones generales que no se dispensen nunca los maitines a media noche; y esto,
aunque los religiosos sean pocos en número, con tal que sean suficientes para formar
coro: ni se conceda tal dispensa por la fiesta o por la llegada de algún padre benemérito@
(Manual Seráfico, 11).
Esta es la praxis que seguimos, que luego continuó también en los años de Teología.
La causa de dispensa era la enfermedad; y una causa de atenuación, nuestra juventud. En
efecto, un día periódicamente (creo que cada semana), el novicio continuaba en la cama,
mientras había sonado la molesta carraca para levantar a los frailes a la oración nocturna,
que es una oración sabrosa, cuando uno está suficientemente despierto.
Observe el lector un detalle: Los Maitines - tres nocturnos, cada uno de los cuales
tenía tres Alectiones@ (todo era en latín) - estaban asociados a los Laudes; de manera que,
en las Oraciones de la mañana, no se celebraban los Laudes.
23
8. La disciplina tres días a la semana
La disciplina la hacíamos al igual que en todos los conventos. Hace muchos años -
calculo que desde las Constituciones de 1968 - no se hace en los conventos. Las nuevas
generaciones no saben qué era en concreto la disciplina. Por eso, no está de más el
recordarlo.
El Manual era detallista, citando el Ceremonial de la Orden. ALa disciplina, ordenada
para todos los lunes, miércoles y viernes del año se hará en la forma siguiente: reunidos
todos los religiosos en el refectorio o en otro lugar conveniente, según las costumbres de
las provincias, se quitarán el manto y se pondrán de rodillas a tal distancia que no puedan
estorbarse unos a otros ; luego, besarán en tierra. Cuando todos estén ya preparados, el
Superior da una palmada, como señal para que se apaguen las luces; apagadas éstas,
entonará el Miserere y comenzarán a disciplinarse. (...)
Durante la disciplina se recitan a dos coros el Miserere, que lo entona el Superior,
con Gloria Patri, y el De profundis, con Réquiem aeternam; después, todos, la antífona
Christus factus est, con la oración Réspice, que reza sólo el hebdomadario; a continua-
ción entona el Superior la Salve, que prosiguen todos a la vez. Terminada ésta, dice el
hebdomadario el versículo In Conceptione tua, al que responde la comunidad, añadiendo
a continuación aquél cinco devotas oraciones, que, para uniformidad, pueden ser las
siguientes : Deus, qui per Immaculatam... Deus, qui corda fidelium... Domine Jesu
Christe, qui frigescente. mundo... Parce, Domine... y Fidelium..., a las cuales se añade la
colecta siguiente: Benefactoribus, nostris sempiterna bona retribue (et ómnibus,
fidelibus. defunctis. réquiem aeternam concede) fructus terrae dare et conservare
digneris, y, en voz más baja, añade la conclusión de la última oración: Qui vivis et
regnas in saecula saeculorum, y todos responden: Amén. Luego dice el hebdomadario:
Divinum auxilium maneat semper nobiscum, contestando todos: Amén. A continuación se
reza en secreto un Padrenuestro y Avemaría, concluidos los cuales hace el hebdomadario
la señal para cesar, dando uno o dos golpecitos en el suelo con el pie. Después el
Superior encomendará el rezo de tres Padrenuestros y Avemarías por las benditas almas
del Purgatorio.
Una vez se hayan arreglado todos y puesto de rodillas, a una señal del Superior dirán:
Benedicite, añadiendo el mismo Superior: Benedicat nos Dominus noster Jesus Christus,
qui pro nobis fuit flagellatus, (spinis coronatus) et crucifixus, a lo que responderán
todos: Amén. Enciéndese, entretanto, la luz@ (Manual Seráfico, 96-97).
En el convento de Sangüesa hacíamos la disciplina por la noche después de la
Indulgencia en la amplia galería y claustro que había al salir del coro. El rito, que por
cierto pudor se resume en el Manual, consistía en que apagadas las luces, uno se alzaba
el hábito sujetándolo en la cintura y bajaba el calzón para que los golpes de las
disciplinas fueran a la parte de detrás de los muslos; también a las piernas. Aquí con
facilidad se producía sangre.
En nuestro noviciado teníamos a Fray Carmelo, que nos llevaba 20 años (nacido en el
24
año 1916, hemos dicho) y que en la Guerra había estado en el frente de Teruel, con
noches de hielo, durmiendo poco menos que a la intemperie. ALas disciplinas... - decía -
(bah!...@, recordando aquellas heladas infernales... Un día observamos que en la galería,
junto a la puertecita que daba acceso al púlpito, había salpicaduras de sangre. Había sido
Fray Carmelo. Se lo hicimos saber al decano de los novicios, Fray Efrén, para que éste lo
comunicara al Maestro. Fueron con cal, pintaron aquellas salpicaduras, y no pasó nada.
El P. Maestro podía imponer disciplinas a los novicios, y era un recurso socorrido...
Los novicios, además, podían hacer sus penitencias libres en la celda... Rarísima es la
que yo me dí, de propia voluntad, en el noviciado. Nuestras celdas tenían mucha
resonancia, y bien que se podía escuchar al vecino que arremetía con fervor arreando al
cuerpo. Cierto, que no fue esa mi especialidad, de lo que tampoco puedo gloriarme.
Por simple asociación de ideas, he de añadir cómo era la cama. Dos caballetes de
hierro (que en México dicen Afierro@) y tres o cuatro tablas recias y firmes. Era uso
tradicional en la Orden, y hoy lo conservan en México muchas capuchinas.
No así lo del jergón, que nosotros lo teníamos de hoja de maíz. La hoja de maíz seca,
con el uso fácilmente se tritura y produce un polvillo molesto. He visto que no raramente
aquí en México, donde escribo estos recuerdos, las hermanas capuchinas tienen como
colchón, a veces, alguna manta (o cobija) doblada.
Tenemos que reconocer con lealtad que la Orden Capuchina ha tenido prácticas de
dura austeridad. Por mucho que se diga sobre higiene y beneficio para la espalda..., no es
lo mismo dejarle al pobre cuerpo encima de unas tablas, aunque rebozadas, que encima
de un confortable colchón.
Con el dormir iba la ropa de dormir, esto es, el Ahábito de dormir@. De modo que el
hermano capuchino tenía tres hábitos: el nuevo, el viejo, y el de dormir. El de dormir
muchas veces daba pena el verlo... ACada religioso podrá tener dos hábitos para su uso.
También se permite el uso de hábito de dormir, por razón de la limpieza y de la misma
pobreza, pues es mucho lo que se ensucia y se deteriora el hábito durante la noche. Con
frecuencia podrán servir para la noche alguno que no sirvan para el día; con todo, para ir
a Maitines deberán estar suficientemente decorosos@ (Manual, 55).
Y esto era una cuestión de conciencia, que se explicaba en las clases de la Regla. )Es
pecado dormir sin el hábito de dormir...? No hay precepto en la Regla, pero la costumbre
viene de tiempo inmemorial, y para algunos tratadistas la costumbre ya hacía ley...
Hablando de austeridades, he de hablar de la comida. Comíamos bien, cierto; pero es
justo añadir que se intentaba guardar los ayunos de la Regla.
25
Llegó el mes de septiembre, y, como todos los meses, por el Manual, había día de
retiro, era de justicia que lo hiciéramos.
Me embalé de nuevo en los actos ordinarios. AMe encuentro con muchas deficiencias
en mi vida. No hago bien los actos ordinarios, por dos causas: falta de interés, no aplicar
fielmente el método@. Me ponía de nuevo en los brazos de la Virgen, y ratificaba mis
recientes propósitos. Y comenzaba a precisar el detalle o método de hacer bien los actos
ordinarios: al levantarme, mientras me lavo.., el Ángelus...
En el coro empezábamos con el Ángelus y las Letanías de los Santos. Para las
Letanías de los Santos me hice, por así decir, mi librito para mi devoción. Lo transcribo
(ya totalmente olvidado) y dará alguna luz sobre eso de hacer bien los actos ordinarios.
AI. Invocaciones: A la Stma. Trinidad, pidiéndole perdón. A la Stma. Virgen: amor a
Jesús y pureza. A los Ángeles: llevar bien la presencia de Dios. A los mártires: amor a la
mortificación. A los confesores pontífices: por la Iglesia. A los confesores, doctores: la
verdadera sabiduría. A los fundadores: amor a la Orden y a las leyes.
II. Peticiones: Que nos libre de males: del cuerpo, del alma. Esto por los misterios de
la vida de Cristo. Que nos conceda bienes.
III. Salmo 69: Contra los enemigos de la Iglesia.
IV. Versículos y 10 oraciones: 10, 20, 30 y 40: Perdón de los pecados; 50 Papa; 60:
Paz@
Aquí se queda, sin terminar, mis Letanías de los Santos.
Hoy lo miro con respeto, sí, y con una cierta pregunta: )No será demasiada
complicación...?
Las Cuarenta Horas, es decir cuarenta horas continuas de exposición del Santísimo
Sacramento: téngase en todos nuestros conventos y propáguese su devoción, era la
consigna del Manual Seráfico (nn. 160 y 533).
ATengan muy presente todos nuestros Superiores locales la prescripción del Derecho
Canónico (Canon 1275; cfr. Can. 917,2) sobre el ejercicio de las Cuarenta Horas, cuya
institución y propaganda es debida a nuestra Orden Capuchina. Por eso se ordena que
con todo celo se conserve o introduzca tan devoto ejercicio en sus conventos,
observando todas las rúbricas prescritas; procurando que no se reduzca este ejercicio a
simple exposición de su Divina Majestad, durante algunas horas; antes bien, que sea todo
él verdadero ejercicio de las Cuarenta Horas. Celébrese esta función con toda
solemnidad, adorno y devoción posible@ (Manual Seráfico, 160).
Mis sentimientos eran éstos: AHoy comenzamos el ejercicio de las Cuarenta Horas.
Oh Jesús mío, yo me propongo aprovechar bien estos días para conseguir más
apasionamiento del Cristo Eucarístico. Como esclavo de amor pediré a mi Madre:
26
- Que Ella me enseñe a comulgar como Jesús quiere de mí.
- Que Ella me enseñe a visitar a Jesús con amor.
- Que Ella me aumente mi fe en la Eucaristía.
- Que Ella me enseñe a estar donde hay un sagrario con la compostura que tendría
Ella al llevarlo en su seno.
- Que Ella me enseñe a ser sincero y confiado con Jesús...@
27
El día 3 de octubre Avíspera de la fiesta de nuestro Padre y día de Santa Teresita@
tuvimos retiro espiritual. También lo tuvimos el día 14 de este mes.
Yo insistía en las obras ordinarias: APoco adelanto en las obras ordinarias. Al
principio del mes di un empujón, pero después he aflojado. Y he de tener muy presente
esto: Que si ahora no formo la costumbre de hacer muy bien los actos ordinarios, de
viejo los haré rutinariamente.
Además: >5 meditaciones muy bien hechas van formando mi costumbre; pero una
meditación mal hecha tiene más fuerza para deshacer la costumbre que las 5 para
formarla= [no sé por qué puse el entrecomillado]. Por lo tanto, necesito una gran tensión
espiritual y no cejar en hacer todo muy bien@.
En el retiro del día 14 insisto en mis decisiones del día 3: las obras ordinarias, y para
ello: Presencia de Dios, rectificar la intención, vida de fe. AEl P. Maestro nos insiste en
especial sobre la vida de fe@. ATodo esto nada más que como tres aspectos de una cosa:
vida de intimidad de perfecto esclavo de María. Y siempre con la mira puesta en una
total negación de mí mismo: Mortificación exterior y mortificación interior...@
Y otro propósito del día: AFranciscanización, especialmente por el estudio de nuestra
legislación@.
14. Una florecilla perfumada: el paso por el noviciado del P. José María de Oyarzun
(20 de octubre)
28
hermanos como ministro provincial.
Cuando había terminado la construcción, quiso dar un obsequio a los frailes - él era
guardián -: un postre. Pero el postre lo tenía que dar la Virgen misma. El postre costaba
en la pastelería - supongamos - 200 pesos. Fue a la capilla y allí estaban los 200 pesos.
Mejor dicho, los 200 con propina, porque eran 215. Eso es saber comportarse: te dan lo
que pides, y encima, una propina. Volvió al convento, muy alegre por esta caricia, por
este pequeño milagro de la Madre; pero, de pronto, intrigado, comenzó a pensar en la
propina. )Qué querían decir aquellos quince pesos de más...? Y aquí se encendió la
lamparita y vino la luz: Era justo el precio del pasaje de ida y vuelta a la capilla de la
Virgen...
Como éste y otros mayores milagros, la Virgen de los Camioneros, muchos.
Como decía, nos habló de Fátima. Y decir que había conocido a los mismísimos
padres de Jacinta y Francisco en su pobrecita casa..., eso era una noticia superlativa. Su
bondad transmitía el mensaje y nos dejó un exquisito sabor de boca.
Después, el P. José María de Oyarzun es el principal autor de la iglesia de Ntra.Sra.
de Fátima, de los Capuchinos de Rentería..., que en estos momentos en que escribo, (ay!,
tras el consejo provincial de diciembre pasado está en el aire de si la dejamos o no...,
porque el personal no nos alcanza.
Uno de los momentos bonitos del santo noviciado lo tuve yo el Día de Todos los
Santos. Estaba ausente el P. Maestro por el motivo que fuera, y le confió la lectura al P.
Vicemaestro, el P. Jenaro. De un libro, que no sé cuál es (pero que acaso pueda ser su
autor un tal Graef) nos leyó unas páginas sobre la comunión de los santos. Esto
empalmaba con la fiesta de los Difuntos.
Aquella lectura, que nunca la he recuperado, me dejó un sabor divino. Y sentí una
dulzura y una alegría especial en el alma. Para mí aquellas consideraciones teológicas me
abrían horizontes nuevos...
Hoy pienso que el noviciado tiene que tener mucho más de mística que de ascética.
Y, sobre todo, creo que el noviciado debe estar sustentado en grandes y anchurosos
criterios teológicos. Ya lo diré en su momento, hablando de Columba Marmion.
29
inspiráis es el siguiente: Conseguir el total renunciamiento de mí mismo, que se ha de
manifestar 11 en la humildad..., 21 en la mortificación interior y exterior@.
Le estoy viendo al P. Ignacio de Pamplona, que fue el que nos los dio. El P. Ignacio
de Pamplona tenía 80 años (nacido en 1875) y era un hombre lleno de sabiduría:
inteligencia viva e ingeniosa, enamoradísimo de la Virgen. Como su residencia era
Pamplona-Extramuros y murió 9 años después, tuvimos oportunidad de conocerlo más
de cerca en los años de teología, que siguieron la noviciado.
Los Ejercicios capuchinos tenían su pauta, forma y estilo, que venía de larga
experiencia y estaba codificada en el Manual Seráfico. Es bueno recordarlo.
A205. La distribución del tiempo u horario para los santos ejercicios será como sigue:
Como queda claro, nuestros Ejercicios, año tras año, estaban marcados por la horma
de El Capuchino Retirado 1 .
1
30
La finalidad era muy clara, según se prescribía al padre encargado de dar los santos
ejercicios. AEl padre encargado de dar los santos ejercicios hará, por lo menos una plática
por la mañana, en la que tratará de la perfección y de las virtudes religiosas, y un sermón
por la tarde acerca de las verdades eternas, los votos y las obligaciones del estado
religioso, la misericordia de Dios y la confianza y devoción a la Santísima Virgen, u
otros asuntos convenientes para religioso@ (Manual Seráfico, 204). En suma, una misión
popular pero para religiosos, con la alternancia de pláticas y sermones, dos géneros
diversos de comunicación y enfoque de la Palabra de Dios.
Aun con este esquema y con un fondo profundamente impregnado de los Ejercicios
de San Ignacio, cada director sabía darle su aire particular. El P. Ignacio, como era
patente a todos, era devotísimo de la Virgen. Sin duda que miel sobre hojuelas, porque
mi espiritualidad en aquellos días rezumaba a María por todos los poros de mi cuerpo.
Mis apuntes, bastante extensos, del día 4 en que comenzamos hasta el día 11 en que
terminamos, están todos impregnados del coloquio con la Virgen María. Y todo con esa
lógica del fervor, tan propia del novicio. De modo que si el primer día nos hablaron del
plan de Dios, de la voluntad de Dios sobre nuestra vida, la conclusión exacta era
irrebatible: AHaré siempre lo que vea ser lo más perfecto, porque a Dios se lo debo todo.
(María!, aquí está tu esclavo@. )No es esto completamente lógico y razonable, y...
puestos en la alta temperatura del fervor, sencillo?
De aquellos Ejercicios, más allá de mis notas espirituales, recuerdo una frase que se
me clavó como una flecha, y hasta me parece verlo, o imaginarlo, al predicador por la
tarde: Nada violento es perdurable. Después he sabido que es un axioma latino: Nihil
violentum durabile. Seguramente que el predicador lo diría a propósito de la castidad y el
celibato, no lo puedo precisar; pero el principio, con su honda sabiduría, ha vuelto tantas
veces a mi recuerdo..., y no aplicado precisamente a la castidad (aplicación muy
oportuna), sino a todo lo que sea de verdad decisivo en la vida: Nada violento es
perdurable. Lo esforzado tiene que venir a ser dentro de nosotros connatural, porque, si
no, a la postre, la psicología estalla.
Terminamos el 11 de noviembre, san Martín, viernes.
Al día siguiente, sábado, yo, novicio, escribí: APropongo leerle todos los sábados a la
Virgen, de rodillas en la celda, estos propósitos. Hoy, sábado, 12-XI-1955, después de
haberlo hecho por primera vez@.
Barcelona, Imp. Subirana hermanos, 1904. 384 pp. El traductor de esta obra, verdadero AVade mecum@ de
la espiritualidad capuchina, es Fr. M. de E. ()Miguel de Esplugas?), y tiene una Introducción con una
inmensa loa acerca de lo que esta obra ha supuesto para la Orden.
31
retrato del capuchino de toda la vida, del capuchino de mi noviciado. Hay que saber que
su autor fue el P. Gayetano María de Bérgano (1672-1753). Cuentan las Crónicas - y será
porque lo habría contado él - que a los 18 años, al ver a los Capuchinos en la procesión
del Corpus en Bérgamo, fue tal el impacto, que tal inspiración le llevó al noviciado de
los capuchinos. Y a mí me trae a la memoria lo que era en Pamplona la subida y la
bajada de los capuchinos de Extramuros a la procesión del Corpus, abriendo la marcha la
cruz austera de leño liso que portaba fray Bernardo, una verdadera estampa vocacional...
El P. Cayetano fue un gran predicador de su tiempo, fogoso y polemista. Enfermo por
las fatigas de la predicación, los superiores hubieron de retirarle de este santo ejercicio.
Y, con ímpetu similar, este santo religioso se dedicó a la pluma. Y así nació El
Capuchino retirado, que de algún modo era el manual de la espiritualidad capuchina del
siglo XVIII. El libro fue traducido al latín, como patrimonio de la Orden, y a múltiples
lenguas.
Pero, aparte de este obra, el P. Cayetano María de Bérgamo nos alimentaba con sus
Mediaciones sobre la Pasión de Jesucristo (Pensieri ed affetti sopra la Passione di Gesù
Cristo), que de modo semejante a El Capuchino retirado ha servido a generaciones
capuchinas para meditar afectuosamente sobre la Pasión del Señor. Las meditaciones
sobre la Pasión son varios volúmenes. El Manual decía que, tras las Letanías de los
santos, Ase hace la oración mental, que versará, de ordinario, sobre la Pasión del Señor,
para lo cual se dedicará el espacio de una hora. Para eso se escogerán los mejores libros,
prefiriéndose, en cuanto sea posible, los autores de la Orden. La lectura se distribuirá de
tal modo que, ordinariamente, no se repita la misma más de una vez al año, ni se haga
siempre por el mismo autor...@ (Manual, 16).
Para completar esta noticia diré que la Aopera omnia@ del P. Bérgano en la edición de
Roma (1776-1780) son 12 volúmenes, y en la edición de Monza (1838-1846) son 33
volúmenes.
Este libro clave de la espiritualidad capuchina lo leíamos 200 años después de que el
santo religioso de Brescia hubiera muerto. Los Ejercicios están escritos para diez días,
con dos meditaciones por la mañana y una por la parte; con un Aexamen práctico@ por la
mañana y otro por la tarde; además de una Amáxima@ para la mañana y una Apráctica de
sentimientos@ para la tarde.
Sin duda que la vida había corrido mucho, pero oficialmente nuestra espiritualidad
todavía no estaba a punto, aunque se podría objetar que lo que vale, vale para siempre...
En suma, que El Capuchino retirado era, o debía ser, como el Kempis de los capuchinos,
o, más exactamente, como los propios Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Ahora
bien, con espíritu crítico y sincero, he de añadir que fuera de los Ejercicios no se leía este
libro; no tenía esa sabiduría condensada de los Ejercicios de San Ignacio que son, de sí
solos, un manual de doctrina espiritual de alguien que bien podría ser Doctor de la
Iglesia.
Lo más característico de El Capuchino retirado eran sus Máximas, y acaso entre las
Máximas, las dos más típicas sean las que a continuación transcribo, para ser conscientes
32
de lo que nos ha enseñado nuestra tradición.
18. AMáxima: De la memoria del fin, por el cual hemos venido a la Religión@
Esto es lo que decíase a menudo a sí mismo el santo Abad Bernardo: Ad quid venisti?
)á qué has venido? El olvidarse de este fin, es causa de que este mismo fin se mude.
Dejando el mundo hemos venido a la Religión para servir a Dios, y salvarnos: este es el
único norte en el que hemos puesto la mira. Y si no fuese por esto no habríamos
abrazado una vida tan austera, en la cual, sacrificada la libertad, debemos necesariamente
depender de la de otro. Pero )de dónde proviene que esta Religión Capuchina, por la
cual una vez tanto suspiramos, y que por entrar en ella pusimos tantos y tan eficaces
medios, ruegos y empeños, ahora tal vez nos parece extraña y molesta? )De dónde
procede, que en el Noviciado se han sufrido tantas y tan grandes mortificaciones con
tanta alegría, y que en el momento de la Profesión pronunciamos con tanto fervor y
alegría de espíritu aquellas duras, pero dulces palabras: Yo hago voto, etc., y ahora nos
hemos mudado del todo, de tal manera, que ya ni aun por sombra parecemos los mismos
de entonces? La Religión en ninguna cosa se ha mudado, pues siguiendo con la misma
Regla y Constituciones mantiénese perpetuamente la misma. Y )qué significa además,
que en la Religión esta misma observancia, que a tantos y tantos es gustosísima, y a
nosotros también en algún tiempo, ahora nos sea fastidiosa? )Qué quiere decir, que en
nosotros va faltando ya, no solo el deseo, pero aun el pensamiento de encaminarnos a la
perfección? Se ha obscurecido el oro, se ha mudado su bellísimo color (Obscuratum est
aurum, mutatus est color optimus. Thren. 4-1. [Lamentaciones]). Esta es la ocasión de
nuestro mal. Como que nos apartamos de nuestro fin, de aquí proviene, que no somos
impulsados más por él. Poco a poco hemos decaído, pusimos los ojos en fines
desordenados, perversos, en todo conformes a las pasiones y a la sensualidad: y de ahí
es, que siendo desarreglado el fin, son también desarregladas nuestras acciones. No se
puede negar esto, si bien lo consideramos. Miremos un poco lo pasado, y hagamos esta
reflexión: )Desde cuándo comenzamos a vivir religiosamente en el claustro? Y
hallaremos que hasta entonces nos hemos acordado de nuestro fin; y a medida que poco
a poco nos hemos apartado de éste, ha ido poco a poco faltándonos la observancia y vir-
tudes religiosas.
Digamos pues esto que san Bernardo decía a sí mismo: Ad quid venisti1? )He venido
yo a la Religión para buscar la comodidad y satisfacción del cuerpo? )para ser un gran
letrado? )para procurarme dignidades y honores? Seguramente que no, sino pura y
simplemente para servir a Dios y conquistar la bienaventuranza. Por esto he repudiado
el mundo. )De qué sirve pues en la Religión desbaratarme con tantos pensamientos y
afectos, por las bagatelas de este miserable mundo? )De qué sirve en la Religión buscar
otra cosa que a Dios, si El fue único objeto de mi venida a la Religión? Solo Dios es mi
eterna salud y mi todo, al cual deben mirar de la mañana a la tarde, de día y de noche
33
todos mis pensamientos. Si yo me salvo, lo habré hecho todo, aun cuando no hubiese
hecho cosa alguna; pero si no me salvo, no he hecho nada, aun cuando me haya salido
felizmente cualquier otro designio.
Esta fue siempre entre los Religiosos una máxima infalible, como deducida de la
misma experiencia, y es: Que aquel es buen Religioso, que hace buena oración: y aquel
es mejor Religioso, que hace mejor oración: y aquel finalmente es óptimo Religioso, de
quien se puede decir, que su oración es óptima. Como por el contrario se puede decir,
que nada tiene de Religioso el que no hace oración: que tiene poco de Religioso quien
hace poca oración: y finalmente, que es un pésimo Religioso el que aborrece ó desprecia
este santo ejercicio.
Si quieres examinarte a ti mismo desapasionadamente, te obligará a confesar esta
verdad tu propia experiencia. Pues si bien lo consideras, nunca habrás vivido mejor vida
religiosa, que cuando has atendido de propósito a hacer bien la oración. A medida que
poco a poco ha faltado en tí el espíritu de oración, ha faltado igualmente el espíritu de
religiosidad, y te ha faltado no pocas veces la misma gracia de Dios. Y por tanto, de los
muchos peligros que tan a costa tuya has experimentado, y de aquellos a que estás
expuesto, deberías aprender el hacerte más fervoroso.
Continuamente tenemos necesidad de la gracia de Dios, para conocerle y amarle,
para conocernos a nosotros mismos y humillarnos, para conocer el desorden de nuestro
corazón, y remediarle; para conocer la natural inclinación que tenemos al mal, y
reprimirla; para conocer la repugnancia que tenemos a la virtud, y superarla; para
conocer, en suma, nuestras infidelidades é ingratitudes, a fin de repararlas con la
penitencia y verdadera enmienda. Pero )cómo se puede conseguir esto sin oración? Las
gracias necesarias para cumplir las obligaciones de nuestro estado no suelen concederse
por Dios sino a quien las pide con perseverante súplica. Bendito sea Dios, decía David,
que no apartó mi oración, ni su misericordia de mí. Benedictus Deus qui non amovit
orationem meam, et misericordiam suam a me. (Psalm. 65,20). La misericordia de Dios,
y nuestra oración son dos cosas que van juntas. Si nosotros dejamos la oración, Dios
retirará de nosotros su misericordia. )Cómo, pues, queremos vivir sin comida? )cómo
pelear sin armas? )cómo volar sin alas, y obrar nuestra salud sin espíritu y sin fuerza?
Todo esto no se adquiere sino es por la oración. En el Tribunal de Dios no valdrá la
excusa: Yo habría dicho: yo habría hecho: si hubiese tenido la gracia; porque el Eterno
Juez responderá, que la gracia estaba pronta; mas para recibirla era necesario hacer
oración. La gracia de orar no falta jamás, y con esta gracia se puede decir, que el
Religioso tiene todas las demás gracias, cuando y como las quiere; pero el mismo
Religioso es el que no quiere servirse de esta gracia, cuando no procura aplicarse a la
oración, porque no quiere verse obligado por la Verdad Eterna a reformar la vida, y
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apartarse de las vanidades que tanto ama.
Lisonjéase tal vez el Religioso pues le parece, que basta tener juicio y prudencia, para
saber vivir como Religioso en la clausura; pero se engaña: porque la prudencia humana
es natural, y siendo natural no puede ejercitarla continuamente en una Religión austera,
en la cual para vivir vida de Religioso, es necesario violentarse mucho. La prudencia
natural viene insensiblemente a ser una prudencia de carne; y con una prudencia de carne
)cómo se puede subsistir en una Religión, que hace tanta profesión de espíritu? Cuando
aun esta prudencia no faltase, solamente serviría al fin para hacerse Religioso de
reputación a los ojos del mundo; pero esto es vanidad, y nosotros debemos procurar ser
Religiosos de conciencia ante los ojos de Dios; y es absolutamente imposible que seamos
tales, sin hacer oración.
Persuadámonos pues, que a nuestro estado le es necesaria la oración, y guardémonos,
cuanto es posible, de no omitirla, siendo esta la precisa intención de nuestro Seráfico
Padre san Francisco, de que nunca se omita el estudio de la santa oración, por atender a
otro cualquiera empleo. Te parecerá, hermano, que no puede darse ocupación más santa,
que la predicación cuyo objeto es la conversión y salvación de las almas; mas con todo ni
aun por la predicación debe omiterse la oración, estando obligados nosotros por ley de
caridad, a tener cuidado de nuestra alma mucho más, que de la de los otros. Ni es verdad,
que el pensar en la predicación, es pensar en la eterna verdad; porque una cosa es pensar
en ella para aplicarla a los otros, y otra cosa distinta el pensar en ella para aplicarla a
nosotros mismos. No faltan Superiores y predicadores, que contentándose con la sola di-
rección, atienden a sus pobres almas, como secundariamente, posponiendo la oración a
las demás incumbencias, que pudieran aplazarse para otra coyuntura, pareciéndoles
haber cumplido, con que la Comunidad vaya bien regida, y el pueblo edificado; pero no
es así, porque la medicina ayuda a quien la recibe, y no al que la compone, y es cosa
facilísima, que uno tome apego al mundo, en el mismo acto que se fatiga por despegar de
él a los demás. Y si aun por la predicación, en la cual se ejercita la virtud del celo, no se
debe dejar la oración )será lícito dejarla por otros frívolos motivos y empleos?
Confundámonos, pues, no omitamos jamás este santo ejercicio, y temamos el día que la
dejemos sin causa poderosa. )Quién sabe, si en él nos acometerá una tentación, y
seremos víctimas de una infeliz caída, por esto solo de no haber hecho oración?
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Nos dijo alguna vez el P. Maestro que el P. Rodríguez y San Buenaventura, en no sé
cuál de sus obras, eran libros recomendados por Pío XI en tal ocasión... Sin duda que el
P. Rodríguez será un libro de alto valor espiritual, fruto de sabiduría y vida. Pero el P.
Rodríguez lo escuchábamos, mas no tenía nuestras simpatías en el noviciado, y
posteriormente no hemos vuelto sobre él... )Acaso sea atrevida nuestra ignorancia?
Acaso.
Pero barrunto que se trata de otra cosa, de otra anchura de vida y respiro.
Y a propósito, recuerdo de Alsasua que en alguna ocasión de retiro o Ejercicios se
leía del P. Nieremberg - de los clásicos - La diferencia entre lo temporal y lo eterno, en
algunos puntos con ejemplos truculentos... No es eso lo que anhelaba mi espíritu
delicado y escrupuloso en aquellos tiempos. Que los libros buenos, también pueden ser
malo, si son inoportunos.
Decía el Manual Seráfico: ALa Presentación de María Santísima. En este día todos
los religiosos, especialmente en el colegio seráfico, en el noviciado y colegios mayores
deben consagrarse a la divina Madre, suplicándola conserve en ellos la gracia de la
vocación religiosa para que imiten las virtudes que Ella practicó, dedicada del todo al
servicio divino. Los novicios celebren en este día la fiesta de nuestra Señora de la
Perseverancia@. Nuestros padres de antes - digo de paso - no tenían dificultad de hablar
de la ADivina Pastora@ o de la Adivina Madre@.
Seguramente que esta devoción a Nuestra Sra. de la Perseverancia venía de Cataluña,
foco irradiante de la restauración de los capuchinos. El P. Ladislao de Yábar, exprovin-
cial, nuestro director de Alsasua, cuando iniciamos el Colegio Seráfico, nos regaló una
estampa de la Virgen de la Perseverancia de Arenys de Mar, donde él había hecho el
noviciado, al recibir, recién entrados, el hábito de seráfico. Nuestro noviciado lo presidía
en la capilla propia de los novicios una estatua de la Virgen, que era la Inmaculada,
aunque no la Inmaculada de Murillo. Era la Inmaculada con corona de doce estrellas, los
brazos cruzados sobre el pecho, y bajo sus pies la serpiente aplastada.
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recreo del noviciado. La parroquia vecina daba los cuartos en el reloj de la torre.
Paseamos, pues, a la Virgen de nuestra capilla por los pasillos del noviciado, y
llevábamos, seguramente, en la mano el llamado ACuaderno de María@... )Fue entonces
cuando la Virgen se paraba ante la celda de cada novicio y de rodillas cada uno hacía su
consagración...? Cierto que la consagración fuerte a la Virgen la hicimos al fin al de
mayo, como en su momento diré.
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SECUENCIA III
DESDE ADVIENTO HASTA PASCUA
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1. Adviento, primavera de la liturgia
R. He aquí que veo venir a lo lejos el poder de Dios y una niebla que cubre toda la
tierra. * Id a su encuentro y preguntadle: * *Dinos si tú eres el que esperamos, *
el que ha de reinar en el pueblo de Israel.+
V. Plebeyos y nobles, ricos y pobres,
R. Id a su encuentro y preguntadle:
V. Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño:
R. Dinos si tú eres el que esperamos.
V. (Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la
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gloria.
R. El que ha de reinar en el pueblo de Israel.
V. He aquí que veo venir a lo lejos el poder de Dios y una niebla que cubre toda la
tierra. * Id a su encuentro y preguntadle: * *Dinos si tú eres el que esperamos, *
el que ha de reinar en el pueblo de Israel.+
Una peculiaridad del noviciado del P. Alfredo era el hacer las cuatro semanas de los
Ejercicios de San Ignacio en la vida ordinaria, distribuidos en distintos momentos del
año. El 28 de noviembre los iniciamos. AComenzamos a hacer la primera semana de
ejercicios de San Ignacio, siguiendo la vida ordinaria con sus recreos@.
Maestro especialista de Ejercicios era el P. José Calveras. Teníamos un libro en
pequeñas hojas, editadas así, como hojas separadas, que podíamos leer con cuidado,
apreciando los matices de los insondables Ejercicios Ignacianos. Hablo de esta manera
porque años más tarde, en 1996, yo hice las cuatro semanas de Ejercicios y precisamente
en Manresa, dirigidos por el P. Jaime Roig, y entonces pude apreciar cómo
efectivamente los Ejercicios son un monumento de sabiduría en la Iglesia, y, sin que
nadie me lo haya insinuado, intuyo o entiendo que San Ignacio, sin declaración oficial
es Doctor de la Iglesia, apoyado por varios siglos en que la espiritualidad cristiana ha
estado sazonada con la doctrina ignaciana. Posiblemente aquellas hojitas separadas que
teníamos eran del libro del dicho P. Calveras, jesuita, que tiene una amplia bibliografía
sobre Ejercicios, titulado: Ejercicios Espirituales: Directorio y Documentos. Barcelona,
20 ed. 1944, 519 pp.
Probablemente uno no capta la densidad de los principios que contiene los Ejercicios
y se atiene a Atemas@ de oración de asuntos recios y clásicos, que yo escribí y desarrollé
en mi Cuaderno en esta ocasión:
- Principio y fundamento (Soy de Dios; las demás cosas en tanto en cuanto).
- He pecado.
- He de morir.
- He de ser juzgado.
- Podía estar en el infierno.
Sí, los Ejercicios son eso..., pero, vistos en la historia de salvación, suenan de otra
forma.
Otro libro del que se servía ampliamente el P. Maestro era del jesuita A. Encinas, un
tomo grueso que desmenuzaba el contenido de cada meditación: A. ENCINAS, Los
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Ejercicios de S. Ignacio (Santander, 20 ed. 1953, 851 pp).
He de advertir que por aquellos años había bastante entusiasmo en la Provincia por la
formación de directores de Ejercicios, y acudían los predicadores a los Cursillos de
ejercicios que se organizaban en el floreciente Seminario de Vitoria, donde estaban don
Ángel Morta, don Ángel Suquía (luego Cardenal, Arzobispo de Madrid, hoy en retiro)...,
y unos cuantos sacerdotes más del clero diocesano. Nada extraño, pues, que al P.
Maestro se le hubiera ocurrido organizar el noviciado con varias fases de los Ejercicios
de San Ignacio.
Pero (que justamente en Adviento - bellísima primavera de la liturgia - hubiéramos de
meditar en estos temas...! Hoy lo dudo...
Ahora bien, la verdad es que era como un estreno o inicio, porque los Ejercicios en
plan los hicimos a partir de Cuaresma, como diré. Meditamos en los temas que he
apuntado y nos adentramos algo por el seguimiento.
San Francisco Javier es Patrono principal de Navarra, por decreto del papa Alejandro
VII (1657), compatrono del reino de navarra, que comparte con San Fermín. Y a ocho
kilómetros del noviciado está el castillo de Javier. (Cuántas veces lo visitamos, yendo de
paseo, y atajando por los alcorces que podíamos! Cuando, al sobrepasar la loma,
divisábamos el castillo en el minúsculo pueblo de Javier, cantábamos algunos de los
himnos a san Francisco Javier que sabíamos desde el Seminario, como aquel que dice:
De nuestro suelo el hidalgo valor
con nuevas conquistas Javier coronó.
Prenda en nosotros de su alma la fe
que como él apóstoles queremos ser.
Y seguía la estrofa: Hijo preclaro, flor de Navarra, eres Javier...
Ya en el seminario de Alsasua, S. Francisco Javier era fiesta principal de misiones,
con dramas como El Divino Impaciente, en verso, de Pemán, o Volcán de amor del
sacerdote sangüesino, que vivía, anciano, en nuestro tiempo, don Genaro Xavier Vallejo.
En suma, Javier es parte y trasfondo de nuestro noviciado en Sangüesa.
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interiores del Diario de Navarra.
Sin ser jesuitas, el espíritu misionero de Javier, patrono de las Misiones, había
prendido muy al vivo en nuestras almas, y el Castillo de Javier es inseparable de nuestro
noviciado en Sangüesa. Visitábamos, al menos, la iglesia adosada al castillo, y alguna
vez las estancias y patios del castillo con su capilla y el crucifijo que sudó sangre a la
muerte de Francisco; visitábamos la pequeña iglesia Aabadía@ o parroquia - habitada hoy
por las Oblatas de Cristo Sacerdote, la pila bautismal donde Francisco de Javier recibió
el bautismo. Posteriormente se han hecho nuevas obras, como el Museo y sus cuadros
panorámicos que narran la vida de Javier.
3. La fiesta de la Inmaculada
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Y yo cogí en sabrosa obediencia.
Las antífonas de la O, que cantábamos y que, incluso las traíamos aprendidas desde
antes, tienen un encanto entrañable, melodiadas en gregoriano... Con ellas empezaba a
sonar la Navidad, aunque no los villancicos, porque respetábamos estas distinciones que
hay que respetar.
El día 22 vino el confesor extraordinario, que era precepto canónico, y lo teníamos
cuatro veces al año. AHe hecho confesión desde los últimos ejercicios de la comunidad
(noviembre) para mejor preparar el alma a la venida de Jesús@. Lo cual no obsta para que
a los tres días volviera a confesarme, mas no por escrúpulo. AEl día 24 a la noche me
confesé para purificar más el alma y recibir puro al Señor... (...) Programa para Navidad:
Participar de la redención de Cristo en los actos ordinarios, hasta tanto que salga después
de la epifanía con el hábito de hacerlos bien. (Madre mía, esto quiero, dámelo!@.
No he tenido la oportunidad de decir que se nos aconsejaba el confesarnos dos veces
por semana. La confesión semanal se mandaba a los religiosos en el Código, y a nosotros
en las Constituciones, de acuerdo a la ley general de la Iglesia; pero el Manual Seráfico
seguía: AMas, para que puedan participar abundantemente de la virtud de este sacramento
y purificar más y más sus almas de toda falta, recomendamos a todos los religiosos que
no se aparten de la laudable costumbre de nuestros antepasados de confesarse dos veces
por semana@ (n. 70). Este criterio yo lo cumplí bastante; y, en todo caso, desde Zaragoza,
especialmente del último año, yo traía muy clavado en el corazón eso de no cometer
ninguna falta voluntaria. Hasta se nos aconsejaba - tal el P. Matías, y yo lo hice - el voto
Asub levi@ (evidentemente) y por breve tiempo de no cometer ninguna falta voluntaria.
Leer hoy, a distancia de 50 años, las tres páginas jugosas (nn. 189-192) que trae el
Manual Seráfico sobre cómo se debe celebrar la Navidad en nuestros conventos sería
recuperar la Crónica del noviciado, porque, punto por punto, lo hicimos así.
El comienzo delicioso es éste: APara celebrar seráficamente estas santas fiestas del
Nacimiento de Jesús, recuerden todos nuestros religiosos aquel amor en que se abrasaba
nuestro seráfico Padre al conmemorar este dulcísimo misterio, llegándose a llamar a sí
mismo Loquillo de Belén; y a su imitación celébrenlo con el mayor afecto y devoción,
regocijándose en el Señor con santa alegría franciscana@ (n. 189). El Manual Seráfico de
las Capuchinas respiraba con los mismos sentimientos.
La Navidad comenzaba con la Calenda o Canto del martirologio en la mañana del día
24. El Guardián, revestido con capa pluvial y puesto en medio del coro, acompañado de
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los ceroferarios cantaba la Calenda, es decir el anuncio del Nacimiento del Jesús en
Belén, dando primero los años desde la creación del mundo, desde la elección de
Abraham, desde la salida de Egipto, desde la fundación de Roma...: in Bethlehem de
Maria Virgine natus est... Nuestro Guardián, el Padre Leonardo, tenía una voz recia y
pastosa, como correspondía a su corpulencia.
Me permitirá el lector que rescate la Calenda, que pertenece a los surcos de nuestra
historia:
Anno
a creatione mundi, quando in principio Deus creavit caelum et terram, quinquies
millesimo centesimo nonagesimo nono; a diluvio autem, anno bis millesimo
nongentesimo quinquagesimo septimo; a nativitate Abrahae, anno bis millesimo
quintodecimo; a Moyse et egressu populi Israel de Aegypto, anno millesimo
quingentesimo decimo; ab unctione David in Regem, anno millesimo trigesimo
secundo; Hebdomada sexagesima quinta, juxta Danielis prophetiam; Olympiade
centesima nonagesima quarta; ab urbe Roma condita, anno septingentesimo
quinquagesimo secundo; anno Imperii Octaviani Augusti quadragesimo secundo, toto
Orbe in pace composito, sexta mundi aetate, Jesus Christus, aeternus Deus aeternique
Patris Filius, mundum volens adventu suo piissimo consecrare, de Spiritu Sancto
conceptus, novemque post conceptionem decursis mensibus (Hic vox elevatur, et
omnes genua flectunt), in Bethlehem Judae nascitur ex Maria Virgine factus
Homo. (Hic autem in priori voce dicitur, et in tono passionis):NATIVITAS
DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI SECUNDUM CARNEM.(Quod sequitur, legitur
in tono Lectionis consueto; et surgunt omnes).
7. Maitines de Navidad
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La Navidad nocturna era una creación genial de amor que se había sedimentado en
los conventos con el paso de varios siglos. Comencemos. AA hora conveniente se
despierta a la comunidad, no como de costumbre [léase: con la estruendosa carraca o con
las Atablas@], sino con devotos villancicos, acompañados de campanillas y otros
instrumentos de alegría, y se quema incienso en los claustros para que los religiosos se
llenen de santo fervor hacia el divino Infante de Belén@ (n. 190).
Y comienza la velada, que yo no sabría describirla mejor de lo que está escrito.
Estamos hablando - (atención! - de la Nochebuena en el noviciado de Sangüesa: A
continuación Ael P. Vicario - es decir, el P. Alfredo - irá con presteza a la sacristía, y
revestido de roquete, capa pluvial blanca, sin estola [cuidado con el Caeremoniale
Romano-seraphicum], saldrá para la celda del Prelado [que era el P. Leonardo de Iroz]
llevando en brazos una hermosa imagen del Niño Jesús, acompañado de los acólitos con
candeleros, y los demás religiosos con luces. Llegados a la celda del Prelado [P.
Leonardo], entona el Gloria in excelsis Deo [hay que recordar que el P. Alfredo no podía
lucirse de cantor, porque tenía una voz como cascada], que proseguirán los demás, y
continuarán con los villancicos de costumbre@ (n. 190).
Los villancicos de costumbre eran, ante todo, el que podemos llamar Ael villancico
capuchino@: Bienvenido a nuestro valle, / Pastorcito celestial, / que el ganado ya
perdido / lo pudiéramos cobrar / pero solo con tu vista / ya se vuelve a restaurar. Yo
quisiera saber qué autor barroco compuso estos últimos versos, si acaso el paso de dos o
tres siglos no lo han corrompido... Y luego, muy bonito: (Ay, qué lindo!, (Ay, qué bello!,
(Ay, qué hermoso! (Ay!, (Ay!, (Ay! Recuerdos enternecedores de la Navidad capuchina.
(El P. Alfonso Andueza, entre sus innumerable anécdotas y chascarrillos de los
Afrailes de antes@, cuenta que el P. Lucio de Cirauqui, hermano del actual vicario general
de la Orden, P. Aurelio Laita, tenía una hermosa voz de barítono, y con mucho
entusiasmo y expresión, decía: (Jay, qué lindo!, (Jay, qué bello...!)
Pero vayamos a Maitines. De la cela del Prelado, es decir, sencillamente de la celda
del P. Guardián - porque lo del Prelado nos remite, otra vez, al Barroco - pasábamos,
cantando, a la galería que va al coro. Cantamos los maitines Acon gran solemnidad@,
después de haber dado Atres toques largos de campana@. Todo el vecindario sabía
perfectamente que los frailes estaban cantando Maitines; y las puertas de la iglesia
estaban abiertas. Según el rito, se encendieron seis velas en el altar mayor de la iglesia,
que continuaron encendidas hasta después de Laudes. Se cantaron las dos primeras
homilías Apor los sacerdotes más dignos del coro@ con dos ceroferarios para la primera, y
cuatro para la segunda; la tercera, con seis ceroferarios, la cantó el P. Guardián. Y en la
tercera Apor respeto al celebrante, todos los que asisten al coro permanecerán de pie@.
Mientras el Te Deum, bajamos procesionalmente a la iglesia, y cantamos Misa de Gallo,
que era la misa saltarina del carmelita P. José Domingo de Santa Teresa, una misa con
ritmo de villancicos. Me parece que la llamábamos La Pastorela.
Así empezó la Navidad del noviciado, en buena parte estrenada en los años de los
seminarios de Alsasua y Zaragoza.
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Días de los llamados de Arecreación extraordinaria@. Estaba reglamentado cuándo se
podía dispensar del silencio en la mesa, que estos días era muchas veces. Se cantaba
espontáneamente villancicos al Niño puesto sobre una mesita, con dos cirios, en mitad
del refectorio.
Recuerdo el discurso que nos dizo una vez en el refectorio el bendito Fray Eusebio de
Etuláin. Fray Eusebio era un hermano de algo más de ochenta años y acababa de venir de
Chile, donde había pasado la mayor parte de su vida de profeso. Hermano ejemplar. A
los matines de medianoche acudía a diario, arrastrándose como podía y con unos ojos
medio cerrados por el sueño. Una vez, en el refectorio nos hizo un discursito - )era en
Navidad..., era en el santo del P. Guardián...? -, y de aquel discurso no se me ha quedado
más que una frase, que todavía resuena en mis oídos. Decía el anciano, con una voz
sostenida: AY nosotros, marchitos por el ardor de las concupiscencias...@ Fray Eusebio
era el candor; reíamos festivamente pero gozábamos con aquel candor seráfico, modelo
fino para los novicios.
Como era uso entre los religiosos - y así lo mandaba y detallaba el Manual (n. 193) -
hicimos día de retiro el 31 de diciembre para terminar el año. Era un día de balance
espiritual. Yo me había confesado el día 24; luego el día 29. No estaba contento de mí,
pienso, pero no quería cejar en mi empeño de ser santo. ASeñor, quiero ser sincero
contigo. (Madre mía!, vamos mal, pero quiero portarme bien con toda mi alma. De hoy
más SERÉ SANTO con dolor@. En mis propósitos iba uniendo el dolor a la santidad; no
hay amor sin sufrimiento - me iba repitiendo constantemente a mí mismo -; no hay
santidad sin mortificación. Me reafirmé en una línea constante en estos meses:
AConseguir en enero el hábito de hacer los actos de piedad bien@.
Sin duda que aquella noche tuvimos vigilia extraordinaria de Adoración Nocturna de
Sangüesa, que hacía sus vigilias en nuestro convento, donde tenían sus catres para
dormir a ratos, turnándose en la adoración. Yo, en mi pueblo de Alfaro, había ido alguna
vez a pasar la noche ante el Santísimo, a la Vigilia extraordinaria de fin de año, que se
hacía en las Dominicas (trasladadas luego a Zaragoza), con mi padre, que era ejemplar
adorador.
El año pasado (2005) yo di a las Hermanas Sacramentarias un retiro espiritual de fin
de año, y me place haber encontrado un párrafo sobre el espíritu de este fin de año en el
Directorio sobre Liturgia y Piedad Popular, donde se suaviza aquel tono de Areparación@
por los pecados que se cometen en la Nochevieja..., que resonaban en las súplicas de los
adoradores. Recojo un párrafo en memoria del fin de año en el noviciado y también en
mi pueblo de Alfaro. AEn algunos lugares, sobre todo en comunidades monásticas y en
asociaciones laicales marcadamente eucarísticas, la noche del 31 de diciembre tiene
lugar una vigilia de oración que se suele concluir con la celebración de la Eucaristía. Se
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debe alentar esta vigilia, y su celebración tiene que estar en armonía con los contenidos
litúrgicos de la Octava de la Navidad, vivida no sólo como una reacción justificada ante
la despreocupación y disipación con la que la sociedad vive el paso de un año a otro,
sino como ofrenda vigilante al Señor, de las primicias del nuevo año@ (Directorio...,
114).
Recuerdo que, al pasar el año, ya desde el principio de 1956 hubo unos cambios en el
Oficio Divino. No puedo precisar cuáles y me gustaría saberlo. Creo que, por de pronto,
hubo una simplificación de oraciones, porque, al iniciar el noviciado sí que había, según
las rúbricas, alguna oración preparatoria antes del Oficio Divino... No pienso que se trata
de la adopción obligatoria del Psalterium Pianum, la nueva versión al latín de los Salmos
que mandó el Papa Pío XII (que ha pasado a la Nova Vulgata), y que fue editada diez
años antes, en 1945. No sé exactamente cuáles fueron esos cambios, pero sí que el hecho
de estas variaciones quedaron en mi conciencia.
El Oficio Divino lo rezábamos en latín. Hay que recordarlo, para ponerse en el
contexto del tiempo. No pensábamos entonces que un día lo fuéramos a rezar en
castellano, como ocurrió después del Concilio.
En el noviciado había un libro del P. Prado (Redentorista) con los Salmos en latín y
en castellano, traducidos y explicados por este biblista, que un par de años después lo
había de tener como libro de texto, en su manual: Simon, R. P. Hadriano; Prado, R. P. J:
Praelectiones Biblicae ad Usum Scholarum: Propaedeutica Biblica Introductio in
Universam Scriptura (Torino, Marietti 1935. 415 pp.).
La fiesta del Nombre de Jesús ha sido, en el tiempo navideño, el día más alterado en
la renovación litúrgica que siguió al Concilio. Fiesta franciscana desde siempre, con sus
salmos y antífonas propias, fiesta potenciada por el beato Juan XXIII, desaparecida
luego, y recuperada como memoria libre en el Misal de la editio typica tertia de 2002.
Hoy leo mis apuntes, y me agrada encontrar la siguiente vivencia.
ASantísimo nombre de Jesús. Desde ahora he de tener mucha devoción a este
santísimo nombre, tan amado de nuestro Padre. Todo este mes, para pedir esta devoción
rezaré los tres himnos del oficio diariamente: 2 ante el Portal y uno ante el Crucifijo.
Padre mío S. Francisco, S. Bernardino y S. Juan de Capistrano.
(Madre mía, enséñame a pronunciarlo como lo haríais Vos!@ (2 enero 1956).
Ya de mayor, sin recordar para nada estas notas, he escrito más de un himno a este
Santísimo Nombre de Jesús. Recuerdo uno que comienza así:
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Al octavo día,
que era liturgia de sangre,
tuvieron que dar al Niño
un nombre para llamarle.
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me estoy dando la respuesta; en el otro, todavía no. Pero la vida es bella, y todavía habrá
cosas que aprender, mientras uno, Aseptuagesimum annum agens@, se sienta que es un
joven con futuro... Porque los años que acabo de escribir no me los creo. Mentiroso
calendario...
12. El P. Sebastianico
Consulten los meteorólogos las tablas de las variaciones del tiempo. )Qué pasó en el
año de nuestro noviciado? Que en el mes de febrero hubo un frío espantoso. Y fue
justamente en el mes de junio. En Sangüesa descendió la temperatura hasta 15 grados
bajo cero. No teníamos calefacción, como años después se puso en todos los conventos
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de la Provincia. Las celdas de los novicios clérigos, puesto que permanecíamos más
tiempo en ellas que los novicios laicos (que antes se llamaban Alegos@), estaban
orientabas hasta el sur, y el solecito nos podían templar incluso en invierno. Estaban en
la prolongación del noviciado, en el ala nueva. Las celdas de los hermanos daban al
oeste, y, si les entraba el sol, era un poquito por la tarde. Nada extraño que un día Fray
Claudio de Lizasoáin nos dijera que se le había helado el agua bendita en la celda.
De paso: Esto me recuerda a las parroquias rurales de nuestros hermanos de Aguilar
de Codés. Yendo un domingo, como ayuda, a celebrar en La Población, me encontré las
velas heladas, es decir, la parafina con que se alimentaban las velas. Y esto era habitual...
Los novicios íbamos siempre descalzos.
Un día, por ser jueves, salimos de paseo por la tarde, y emprendimos la ruta que va
dirección de Javier. Al llegar al AYamaguchi@, nombre japonés en recuerdo de san
Francisco Javier, y que es el nombre, si no me equivoco, de un restaurante, el P. Maestro,
nos dijo:
- Bueno, vamos a volver...
Y volvimos. En los pocillos me lavé los pies, y el agua fría estaba Acaliente@,
comparada con el frío de la calle, y era un alivio en aquella helada.
Santa Teresita dice que uno de los sufrimientos físicos mayores del Carmelo fue el
frío... La comprendo.
En la sala-capilla teníamos una estufita de serrín - ya dije -, que era nuestra única
calefacción. No teníamos Acalentador@, es decir la Asala-calendador@ que había en las
comunidades; pero, eso sí, teníamos una solana riquísima donde el sol pegaba a gusto.
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apreciaciones ajenas de mi vida no vienen al caso con ella, quiero decir: no forman parte
de mi vida, no son mi vida. De aquí he visto con luz muy clara la ridiculez que es toda
clase de apreciación ajena. (((La ridiculez!!! Mis obras tienden a Dios, y Él es quien ha de
dar su juicio y nadie más. Hago una obra; )me la alaban? Vamos a ver: )qué me añaden
ante Dios? )Me la reprenden?: )qué me quitan? Hacer caso a apreciaciones no es más
que estropear lo ya hecho, añadiendo un acto de soberbia.
Apreciaciones ajenas no entran en el margen de mi vida. No veo razón alguna para
tomarlas en consideración.
Por mi parte nunca hablaré de las conductas ajenas si no es para ensalzarlas, y esto
con moderación@.
Hoy leo estos sentimientos, y claro que todo Acum mica salis@, porque naturalmente
que vivimos, como Iglesia, en comunidad y en comunidad hay una apreciación para
emitirla o para recibirla... Pero se trataba ahora de ir a puntos esenciales. Y se trataba,
además, de notificar acerca de cómo iban nuestros Ejercicios.
Pasamos a la segunda semana de San Ignacio, comenzando por El Rey Eternal. AHe
sentido hondo el afecto. Mihi enim vivere Christus est. )Qué significa esto? Que mi
pensamiento sea Cristo, que mi querer sea Cristo, que mi actividad sea Cristo. Quiero
decir que lo que yo pienso, que lo que yo quiero, que lo que yo hago sea la persona del
dulcísimo Cristo. (...) (Oh Cristo, absórbeme y enamórame!@
Y tras esta presentación, con San Ignacio, pasamos a los misterios de la Infancia,
comenzando por Belén. ACristo, sabiduría eterna del Padre, escoge para nacer pobreza y
humillación; luego es mejor pobreza y humillación que regalo. (...) Seré pobre y
humillado, y entonces seré feliz teniendo a Jesús, porque si no le tengo seré el más
desgraciado. (...) Soy el más feliz del mundo con solo tener a Jesús.
Todas las meditaciones siguientes han tenido esta idea: enamorarme de Jesús, lo más
encantador@.
Las meditaciones siguientes eran: Este es mi Hijo muy amado (Bautismo); Elige a
sus Apóstoles: sencillos, humildes, generosos; banderas y binarios.
Y de aquí pasamos a la Aelección de estado@.
Al llegar a este punto de los Ejercicios, llegamos a un punto crucial del noviciado:
replanteamiento de mi vocación desde cero. Yo he ido para capuchino año tras año,
pasando de seminario a seminario. Luego he de profesar, que es un paso más en la vida.
Llega el momento, en plena juventud, de replantearse la vida en serio desde su propia
raíz. Creo que el P. Maestro en este punto era verdadero y serio. Si uno quería ser
capuchino, tenía que serlo del todo convencido, no por la inercia del paso de los años...
Y entonces entramos en un discernimiento espiritual detallado. Si efectivamente San
Ignacio, como he indicado antes, merece el título de Doctor de la Iglesia, esto sería por
51
su doctrina acerca del discernimiento espiritual. El discernimiento espiritual es la
filigrana de los Ejercicios. Hoy muchas veces se piensa en unos Ejercicios temáticos, y a
uno se le pregunta: Oye )sobre qué vas a dar Ejercicios? Si los Ejercicios, con el método
que sean, no entran en el discernimiento, los tales días no serán de Ejercicios, sino serán
unos días de Conferencia espirituales. A un jesuita, el P. Martini, mi profesor de ACritica
textus@, luego famoso Cardenal Carlo Maria Martini, que ha dado tantos ejercicios,
teniendo como soporte algún libro de la Biblia, le oí una vez de pasada, en clase de
Escritura: En los Ejercicios, non troppo Bibbia, no demasiada Biblia.
Vamos, pues, a tomar nuestra vida, mi vida, de raíz y entrar en discernimiento.
AElección de estado. Hecha en tiempo de la segunda semana, al terminar la meditación
de las tentaciones del desierto. Elijo delante de toda la corte celestial y de la Stma.
Trinidad a María por guía en estas elecciones y a Ella me encomiendo rezando ante Jesús
sacramentado el Sub tuum praesidium. (Sedes sapientiae, ora pro me!@
52
mociones del Espíritu Santo. Fue una reforma de filigrana, tratando de ajustar todos los
detalles a lo que uno veía como moción del Espíritu. He aquí los títulos sobre los cuales
iba empeñado el trabajo.
I. Virtud de la religión; II Disposiciones de la voluntad; III. Pobreza; IV. Castidad; V
Obediencia; VI. Observancia regular; VII. Estudio; VIII. Vida de fe; IX. Virtudes
cardinales; IX. Sobre los métodos; X. Sobre la confesión; XI. Exámenes; XII. Modestia;
Humildad; Normas (de humildad); Mortificación (Las primeras; Las segundas; Comida;
Sueño; Aflicciones).
Ángel Badiola Aberásturi era el compañero más joven del curso, Fr. Juan Ignacio de
Murueta, que dejó el noviciado, ya en tiempo avanzado. Seguramente que fue en este
tiempo de elecciones. Al salir él, yo me quedé como el más joven del curso.
53
Ángel Badiola, sobrino carnal del P. José Luis de Murueta (Andrés Aberásturi),
misionero en el Comisariato de Chile-Argentina desde 1932. Era una persona muy
buena, y pienso que, abuelo (?), seguirá siéndolo. Creo que, al salir, estudió magisterio.
Yo le tenía un Aalgo@ de piedad y de ternura, porque se me quedó muy grabada una
infeliz escena que tuvo con él, en Alsasua, el Prefecto de estudios. En un mal momento
le dijo por ligereza: (Lelo...! Y eso, ante la impiedad de los niños, se le quedó como
mote... (Cuánto me dolió a mí aquella palabra! Por eso, siempre me infundió respeto y
ternura.
De mi curso hubo, además, otros dos compañeros que, con el paso del tiempo,
abandonaron el sacerdocio: Efrén de Lezáun (1966) e Isaías de Lezáun (1972). Este
último, Carmelo Sanz, de quien fui compañero también en los años de Roma, me merece
una consideración especial; era delicado de conciencia, aparte de tener una exquisita
alma de poeta y músico. El arte, la historia del arte (había estudiado Historia) le
entusiasmaba. Tenía inteligencia Ahúmeda@, según decía. En los años de Teología estuvo
muy entusiasmado con San Francisco de Sales, santo humanista, literato, patrón de los
profesionales de la pluma en la prensa.
19. Mes de San José. Fray Rufino come en tierra (1 marzo 1956)
54
Yo musité:
- Pues no sé..., no recuerdo...
Entonces supe que era 1 de marzo. Me hizo el P. Maestro la amonestación
correspondiente, de lo descuidado que era, y que esto me podría traer serias consecuen-
cias...
- Ya comerá en tierra.
La comunidad comía en tierra (salvo ancianos y enfermos, con dispensa del
Guardián) el Viernes Santo, y la vigilia de nuestro Padre san Francisco y de la
Inmaculada. Yo era la segunda vez que comía en tierra, en corrección de mis faltas. La
primera fue a causa de que había lavado mi túnica (la camisa interior, de tela semejante a
la tela de hábito) y había estado en el tendedero unos cuantos días, olvidada, y, como
hacía mucho frío, la encontré como una tabla de hielo. Había sido un descuido, y yo
había ido a la celda del P. Maestro a comunicárselo. Al fin, se trataba de la misma falta:
descuido, falta de memoria...
Y cumplí la penitencia, según el rito, finamente descrito por la experiencia de
generaciones. AConcluida la bendición de la mesa, tomará el religioso el vaso y la
servilleta doblada y los colocará en el suelo; luego tomará el pan y la jarra de agua,
poniendo el pan al lado de la servilleta y la jarra a su mano izquierda o a su mano
derecha como mejor fuere menester... estando así de rodillas, dirá con las manos juntas el
Padrenuestro y Avemaría [que todos rezaban]; hará luego la señal de la cruz, desdoblará
la servilleta y la prenderá de la cuerda por sus dos extremos, dejando lo demás
pendiente; colocará delante de sí el vaso y los cubiertos, en el mismo orden que si
estuviera en la mesa; al comer sostendrá el plato o taza con la mano izquierda, que
cubrirá con uno de los cabos pendientes de la servilleta, para mayor comodidad y
limpieza@ (n. 104). Hay un detalle que no veo: que uno de los cabos de la servilleta
estaba en la mano izquierda sosteniendo el plato, pero el otro estaba agarrado al cordón y
así se hacía una especie de saquito para guardar dentro los bocados del pan que habíamos
partido...
La anécdota no tiene nada de drama, porque era lo más corriente el castigo de Acomer
en tierra@ (así se decía), pero su significado me ha hecho mucho qué pensar en la vida,
porque soy un hombre pensativo y pensador. Me castigaron por ser olvidadizo y...
descuidado. Con el castigo )me quitaron el Aser olvidadizo@? De ninguna manera. El
castigo )iba a la raíz del problema...? No.
(Cuántos olvidos he tenido en la vida, y a veces qué vergüenza he pasado...! Se me
olvidaron las gafas..., y las di por perdidas...; tuve que comprar otras en una óptica,
adonde me aconsejaron y me llevaron, y, por cierto, muy caras: (qué vergüenza! Luego, a
los meses, me dijeron que mis gafas habían aparecido en tal coche de un familiar... en
España. (Ay!, que el castigo del P. Maestro no fue capaz, hasta hoy, para corregir eso que
pertenece a mi estructura psíquica y que me hace ser olvidadizo..., porque cuando vivo
algo intensamente, lo vivo, y lo periférico me desaparece. Entonces )para qué castigarle
a uno comiendo en tierra, a uno que es un defensor nato de la Pedagogía de la apertura y
55
de la sinceridad?
)Estoy reprochando la buena voluntad del Maestro? No, por favor; estoy reprobando
el método, que no va al fondo del asunto. Estoy reprobando una ascética, muy en uso,
que piensa que todo lo que humilla educa...
Esta es una fecha del álbum familiar, que, cuando llega el aniversario, siempre me la
recuerda mi madre. Estando yo en el noviciado, y justamente en este día, mi hermana
Emi entró monja en La Concepción de Alfaro, monja concepcionista de la Beata Beatriz
de Silva, hoy Santa beatriz. Mi madre la llevó, y mi madre año, tras año, sin faltar uno, al
llegar este día, vive emocionada el recuerdo. Mi hermana, inteligente y candorosa, tenía
unas trenzas largas..., que se pueden ver en la foto recuerdo del entrático, cuando está
devotamente en el reclinatorio y junto a ella la Madre Ángeles Aurrecoechea, que era la
abadesa... y que se pueden ver guardadas cuidadosamente en una caja; porque, cuando le
cortaron el cabello, mi madre tomó estas trenzas y las llevó a una peluquería para que las
acomodaran y quedasen para siempre...
Mi hermana en aquel momento tenía 15 años e iba a cumplir 16 el 1 de abril. Iba a
entrar el sábado 3 de marzo, pero aguardó al sábado siguiente, 10 de marzo, que era el
santo de la Madre. A los 50 años puedo decir que fue el mejor regalo que recibió la
Madre...
Entraba en el convento con el bachillerato que había cursado, durante cuatro años, en
el internado de las Carmelitas de la Caridad de Vitoria. Luego, al tomar el hábito, tras el
plazo reglamentario, se cambió su nombre por el de la patrona de Alfaro, y se llama Sor
María del Burgo. De joven estuvo cinco años en Cajamarca (Perú) como maestra de
novicias. Ha sido Abadesa, Presidenta de la Federación..., mujer abierta y muy deseosa
de formación. Y en este momento es también Abadesa de su reducido monasterio.
Es mi hermana..., y me quiere mucho.
Me añade mi hermana que la semana anterior a la entrada la llevó mi madre al pueblo
de Salinas de Ibargoiti, a despedirse de la familia de mi madre: de la tía Máxima, de la
tía María... En el autobús de ALa Roncalesa@ encontraron a un padre que iba a Sangüesa o
venía de allá.
- Díganle, por favor, a Fray Rufino, que su hermana Emi va a entrar en La
Concepción el próximo sábado.
- )Ya te pasaron el aviso, Javier?, me pregunta mi hermano.
- Pues..., no recuerdo este detalle Emi.
Entró mi hermana. Roque, siete años menor que yo, era un muchachito que desde
verano de 1954 estaba en el Seminario de Alsasua. Tres de los seis hermanos íbamos
para consagrados al Señor en la vida religiosa. No por nada teníamos a nuestro padre en
la otra Ribera...
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20. ANormas de santidad@
SECUENCIA IV
DESDE PASCUA HASTA LA PROFESIÓN
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1. Domingo de Ramos (25 de marzo): Gloria, laus
58
Hi tibi passuro solvebant munia laudis;
nos tibi regnanti pangimus ecce melos.
Aquellos te tributaban alabanzas cuando ibas a padecer;
y ahora nosotros te cantamos dulces melodías, a Ti que reinas.
Hi placuere tibi; placeat devotio nostra,
rex pie, rex clemens, cui bona cuncta placent.
Aquellos te agradaron; que también nuestra devota entrega te agrade:
Rey benigno, Rey piadoso, a quien todo lo bueno agrada.
Llegó la Pascua del Señor. Gozo por Jesús Resucitado. Y disfruté en la Vigilia y en el
día. Pero uno no es dueño de sus sentimientos..., y también en Pascua puede estar la
sequedad. ALa noche de la Vigilia Pascual y bastante el domingo sentí la alegría de la
Resurrección de mi Señor. Pero los días siguientes, a pesar de que quise estar alegre, se
apoderó de mí cierta depresión de ánimo. En las meditaciones sin ideas, y el tiempo me
desfavorecía para meditar. Algunas ráfagas de gusto, paz, consuelo. Pero la impresión
general muy superficial, creo que la semana que peor@.
Lo escribo con pena, porque la verdad es que la Semana Pascual la suelo vivir de una
manera muy bonita. Cierto que los años han fraguado en mí fuertemente una espirituali-
dad muy pascual, desde la Biblia y la liturgia.
El año pasado (2005) me tocó dar Ejercicios en Guadalajara a los Hermanos en la
semana de Pascua, tiempo ciertamente inoportuno por el cansancio y otras causas
internas...; pero, bueno, por circunstancias había que hacerlo. Y se me ocurrió, de
repente, ir desglosando las lecturas de la Vigilia Pascual, para que nuestra vivencia fuera
en realidad una especie de Vigilia Pascual prolongada. Creo que la idea fue feliz; y acaso
la tenga presente, si otra vez me ocurriera.
Mas sigamos con la IV Semana de Ejercicios. Dios se apiadó de mí en el ejercicio
que se llama AContemplación para alcanzar amor@. Esto, sí; esta meditación me caló
hasta el fondo, y fui desmenuzando, poco a poco, esa presencia de Dios en sus criaturas,
amándome a mí, a mí... Derramé mis afectos en una página minuciosa de mi Cuaderno.
Y el año pasado, volviendo a los Ejercicios aludidos, tuve la oportunidad de leer un
escrito magistral sobre esta Contemplación para alcanzar amor (Santiago Arzubialde,
59
S.J., Ejercicios Espirituales de S. Ignacio: Historia y Análisis. Mensajero y Sal Terrae,
Bilbao y Santander 1991. 904 pp, en las pp. 481-505). Dice el especialista: AAdosada a la
Cuarta Semana, pero no identificada con ella, por su propia entidad, la contemplación
para alcanzar amor es contemplación por doble motivo: por ser una mirada sobre la
creación y la historia, y por ser el afecto que emana de la caridad recibida (Nadal),
origen de toda contemplación. En este sentido es ejercicio de amor, que pertenece a la
>vía unitiva=, y unción del Espíritu por el sentido y el gusto interior. Un ejercicio que
presupone la purificación de las Semanas anteriores, y que recobra todo su significado al
término del camino recorrido@ (p. 485).
(Qué tesoros tiene consigo la vida espiritual...! Pero, bueno, Dios se da a cada uno
como éste puede recibirle. Y si para algo no puede haber esquemas, es para la vida
espiritual, que es vida de amor gratuito de Dios mismo.
Al fin de las cuatro semanas - que quizás fueron el núcleo del noviciado - hice mi
balance, y sencillamente lo transcribo aquí:
AResumen. Había propuesto para estos Stos. Ejercicios cambiar el entendimiento,
cambiar la voluntad, es decir, pensar ya de otra manera, amar de otra manera. )Lo he
conseguido? No.
)Cuál ha sido el fruto principal?:
1. Entusiasmarme de Jesucristo.
2. Entregarme a Él sencillamente por medio de la confianza.
Oh María, Te doy gracias por todo lo que me has favorecido; pido perdón por mis
faltas, y (aquí me tienes! Haz de mí un santo.
S. Ignacio, gracias por tus Stos. Ejercicios@
Vamos avanzando en el noviciado y hay cosas importantes que seguir contando, que
las puedo decir ahora, lo mismo que las pude decir antes o después. Una de ellas, es lo
que se refiere a nuestros santos capuchinos.
Ya he señalado que el P. Alfredo era muy... muy capuchino. Todo lo de casa lo decía
con orgullo. Nos llevaba la Analecta O. F. M. Cap. y seguíamos con interés la estadística
de la Orden, la marcha de las misiones... Una de las cosas que más nos educaba era la
celebración de los santos y beatos capuchinos y capuchinas. En aquel tiempo la lista era
la siguiente:
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6. 30 abril Beato Benito de Urbino
7. 11 mayo San Ignacio de Láconi
8. 18 mayo San Félix de Cantalicio
9. 21 mayo Beato Crispín de Viterbo
10. 1 junio Beato Félix de Nicosia
11. 9 julio Santa Verónica de Juliani
12. 23 julio San Lorenzo de Brindis
13. 27 julio Beata María Magdalena Martinengo
14. 7 agosto Beatos Agatángel
15. y Casiano
16. 1 septiembre Beato Bernardo de Ófida
17. 2 septiembre Beato Apolinar de Posat
18. 16 septiembre Beato Francisco María de Camporroso
19. 12 octubre San serafín de Montegranario
20. 30 octubre Beato Ángel de Acri
La cosa ha cambiado del todo, porque hoy nuestro santoral, con los grupos de
mártires, suman 56; de ellos diez son capuchinas...
Y )cómo celebrábamos a nuestros santos? Por de pronto, siguiendo la costumbre que
venía ya desde el seminario menor de Alsasua, leíamos desde la noche anterior la vida
del santo respectivo, en el ameno libro de Prudencio de Salvatierra, Las grandes figuras
capuchinas (Santiago de Chile, 1936; la segunda edición, aumentada, se hizo en Madrid,
Studium, 1957). Nos sabíamos bien las vidas de los santos en la versión (no crítica) del
P. Prudencio. Y, por obra del P. Maestro, nos sabíamos también el calendario celebrativo
de nuestros santos. En la puerta de la celda teníamos la estampa de algún santo, o
venerable, como Inocencio de Berzo. Ya mencioné el hermoso cuadro de la Beata María
Magdalena de Martinengo; en la sacristía teníamos otros dos cuadros hermosos, de
semejantes medidas, lienzos que... )dónde fueron a parar?
Teníamos, además, el Manual de preces y oraciones para algunas funciones
litúrgicas de los Frailes Menores Capuchinos, publicado en Pamplona, 1946 (94 pp.),
que había preparado el P. Matías de Torrano, siendo director de coristas en Estella. Estas
preces, en las que se repasaban con la estación al Santísimo las virtudes de los santos o
beatos, se habían compuesto para la pequeña celebración que se hacía, según el Manual
Seráfico: APor la tarde, durante el último cuarto de hora de la oración o en otro tiempo
oportuno, se tendrá una breve función religiosa, consistente en la exposición de Su
Divina Majestad, rezo de algunas plegarias al Santo o Beato, y las Letanías de los santos
de la Orden. Al final, hecha la reserva, se da a besar la reliquia del Santo o Beato@ (n.
82).
Las cosas van calando poco a poco. )Quién no me dice a mí que la publicación del
Himnario del santoral Capuchino (Pamplona 2004) no es fruto de ese amor a nuestros
santos, que se me ha ido filtrando, desde pequeño, a lo largo de toda mi vida?
61
En el noviciado también nos interesamos por la figura admirable del Padre
Maximiliano Kolbe, hoy San Maxiliamiano María Kolbe, OFMConv., leyendo un librito
que teníamos de María Winoska, y por la amable figura del Padre Leopoldo de
Castelnuovo, hoy San Leopoldo Mandic
62
La Regla era lo principal, nadie lo dudaba, pero las Constituciones Capuchinas tenían
otro sabor... Nadie explicaba las Constituciones con ese baremo de preceptos, sino, más
bien, como un Código espiritual que habían intuido nuestros Padres, tras los primeros
años, en aquellas Constituciones sabrosas, tan especiales, que redactaron en el capítulo
de 1536, y que básicamente permanecieron tales hasta el Concilio. Unas Constituciones
llenas de fervor y de estímulos. Se podrían quizás discutir (nuestros ánimos no estaban
para ello), pero el aliento era precioso.
El Maestro nos inculcaba el amor a las Constituciones, y creo recordar que era un
consejo que nos daba al final del noviciado: leer todos los días un par de números de las
Constituciones.
5. El libro principal, para mí, del noviciado: Columba Marmion, Jesucristo en sus
misterios
6. Pentecostés, 20 de mayo: Los dones del Espíritu Santo explicados por el P. Royo
Marín
63
luego lo utilizamos en Pamplona como texto de espiritualidad.
El P. Royo Marín es un tomista hasta las gachas..., pero resulta que Santo Tomás
tiene una teología espléndida de los dones, que la han difundido otros célebres
dominicos, como el P. M. M. Philipon, Los Dones del Espíritu Santo (Barcelona, Balmes
1966).
El P. Royo Marín (hablo de memoria) nos enseñaba muy claro que hay una actuación
Anormal@ de la gracia de Dios, y que con esta actuación obran las virtudes; pero que hay
otro modo extraordinario, no precisamente portentoso, de actuar la gracia de Dios, y éste
es precisamente el modo de lo que llamamos ADones@. Y lo iba desmenuzando, don por
don, con muchos efectos, aludiendo, con frecuencia, a verificaciones en los santos; por
ejemplo, a Santa Teresita, a quien una vez sorprendieron en su celda llorando, porque
sencillamente estaba rezando la primera palabra del Padrenuestro, Padre. (Eso es el don
de piedad!
Una vida según los dones del Espíritu Santo era el ideal más hermoso que se nos
podía poner en cristiano. Eso, sí, ensanchaba el corazón...
Nos preparamos, pues, a la fiesta de Pentecostés con una explicación del los dones
del P. Royo Marín.
)Que el seráfico doctor san Buenaventura no tenga una doctrina inferior a la del
Angélico...? Pero lo cierto es que no teníamos a mano un libro sobre los dones del
Espíritu Santo Aad mentem S. Bonaventurae@.
Recuerdo sabroso y fecundo del noviciado, cuando ya se iba a terminar la Pascua.
Pero debemos regresar a nuestro Cuaderno, a otras vivencias de abril y mayo.
El P. Hilario de Estella era otro de esos frailes Atypical@ y Asui generis@, otro de los
emigrados... a las Américas. Era músico, artista del Atxistu@ y tamboril. Un método
difundido para tocar el txistu es del P. Olazarán, es decir, Hilario de Estella. Venía de
Chile y llegó hasta el santo noviciado, a regocijar a esa juventud seria, pero tan propicia
a la risa. Siempre los novicios han sido famosos por su risa despreocupada. No sé si fue
en primavera..., pero traigo el episodio aquí para amenizar el relato.
Actuó (me parece) en el refectorio y, de todos modos, en la sala de los novicios. Nos
contó no sé qué cuentos y cosas, pero su gracia era contar, teniendo bajo sus manos el
teclado de un armónium. Sus relatos eran musicalizados. AEra una señora, allí en Chile,
que entraba en la iglesia y...@. Con la magia de sus dedos recorre el teclado, y efectiva-
mente se siente, se oye que la la señora con sus zapatos de tacón entraba a la iglesia y
avanzaba hasta los primeros bancos. Nos reíamos hasta hinchar.
Pero lo bucólico, digno de la Arcadia, era la anécdota que nos refirió de ayer mismo
que venía por no sé qué camino de Leyre. Encontró un rebaño con su perro y su pastor.
Y él entonces educadamente se acerca al pastor, y le dice:
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- Señor, buen amigo, )me permite usted tener el placer estético de entrar en medio
del rebaño y tocar mi churubita?
- )Cómo no, padre?
El P. Hilario, cantarín, con su hábito seráfico y con su boina vasca entra en el rebaño
y les da un concierto seráfico a las humildes ovejuelas del pastor de Leyre.
No recuerdo otros mensajes del paso del P. Hilario por el noviciado, que ahora, para
reírme yo mismo, lo estoy frivolizando. Es que en el Jardín Seráfico hay hermanos
variopintos y todos juntos formamos al fraternidad franciscana.
El P. Hilario, luego óptimo organista de San Antonio de Pamplona, era también una
figura de belén en el AOlentxero@ de la Navidad por las calles de Pamplona, con su
pelliza de pastor, con su boina, su txistu y tamboril.
Sirva como entremés en esta crónica... espiritual de mi noviciado. Tornamos a la
capilla.
El día 27 de abril tuvimos día de retiro. ATodo el mes siguiente, el dulce mes de mi
Madre, voy a emplearlo en darme a Ella y a mi futura profesión religiosa. Enamorarme
de la vida capuchina es ser fiel a su espíritu.
El espíritu no lo he de encontrar: ni en otras órdenes o congregaciones, ni en los
religiosos medianos, sino: a) en lal vida de mi seráfico Padre; b) en la santa regla; c) en
la tradición.
He de conocer este espíritu, he de vivirlo y he de transmitirlo, siendo muy
proselitista por las cosas de la Orden.
Me ha impresionado esta reflexión: El Seráfico Padre me confía personalmente el
depósito de su espíritu; he de portarme, pues, con conciencia del papel que represento...@
En suma, de cara al mes de mayo, eran dos los objetivos: Aentregarme locamente a
María@, y Aenamorarme del estado religioso: En el examen de la noche insistiré sobre los
tres votos@.
El mes de mayo fue reforzado por dos retiro: uno, el día 4, al comienzo; otro, el día
22, martes de Pentecostés.
Al iniciar mayo, había un plan de obsequios a María. Desde pequeño se nos había
educado en esto. En Alsasua, en el mes de mayo, de par de mañana, al levantarnos y
antes de ir a la capilla, se nos repartía en una papeleta de lo que ese día de mayo, mes de
la Flores, iba a ser la AFlor espiritual@.
En el noviciado yo quería durante este mes ofrecer cada día no una flor, sino Aun
65
pequeño canastillo de pequeñas florecillas de sacrificios@: así escribía. AFinalmente
prometo esforzarme por rezar todos los días las 3 partes del rosario@.
Quizás sea el momento de hablar más extensamente de la esclavitud mariana que era,
quería ser, el molde unificador de mi vida. La espiritualidad oficial del seminario
seráfico era la espiritualidad de la esclavitud mariana, que tenía otro apoyo muy fuerte en
las demás Provincias de España, especialmente en la de Valencia. El P. Jesús María de
Orihuela había traducido al castellano el libro clave de La verdadera devoción a la
santísima Virgen, de Luis María Grignion de Montfort. De hecho, en nuestro seminario
se formaba un cierto tipo de espiritual, traspasado por la presencia de María. Teológica-
mente ningún autor mariano hubiera cuestionado ni la centralidad, ni la primacía de
Cristo. Se trataba, tan sólo, de ver cómo concretar y ejecutar esa vivencia. María, según
Grignion de Montfort, es el Amolde@ de Cristo. El que se adentra por estos caminos
quiere vivir el misterio de Cristo en esta órbita: María; entrar en este ritmo psicológico:
por María, con María, en María y para María.
En tres ocasiones, que yo sepa, ha hablado el Siervo de Dios Juan Pablo II de su caso
personal de devoción a María bajo la forma de la esclavitud mariana, de ese ATotus
tuus@ que él llevó en su divisa episcopal. El caso de Karol Wojtyla era paralelo al que
vivíamos en nuestros seminarios. En la tercera de estas tres ocasiones cita las dos
anteriores. Se trata de la carta que escribió el 8 de diciembre 2003 a la Familia
montfortiana con motivo del 160 aniversario (era como inventarse un motivo, en alas de
su amor mariano) de la publicación del manuscrito de La verdadera devoción, que
estuvo cien años oculto. Les decía:
AComo es sabido, en mi escudo episcopal, que es ilustración simbólica del texto
evangélico recién citado, el lema Totus tuus se inspira en la doctrina de san Luis María
Grignion de Montfort (cf. Don y misterio, pp. 43-44; Rosarium Virginis Mariae, 15).
Estas dos palabras expresan la pertenencia total a Jesús por medio de María: "Tuus
totus ego sum, et omnia mea, tua sunt", escribe san Luis María; y traduce: "Soy todo
vuestro, y todo lo que tengo os pertenece, (oh mi amable Jesús!, por María vuestra
santísima Madre" (Tratado de la verdadera devoción a la santísima Virgen, 233,
Editorial Esin, S.A., Barcelona, 1999, p. 150). La doctrina de este santo ha ejercido un
profundo influjo en la devoción mariana de muchos fieles y también en mi vida. Se
trata de una doctrina vivida, de notable profundidad ascética y mística, expresada con un
estilo vivo y ardiente, que utiliza a menudo imágenes y símbolos. Sin embargo, desde el
tiempo en que vivió san Luis María en adelante, la teología mariana se ha desarrollado
mucho, sobre todo gracias a la decisiva contribución del concilio Vaticano II. Por tanto,
a la luz del Concilio se debe releer e interpretar hoy la doctrina monfortana, que, no
obstante, conserva su valor fundamental@.
El Papa nos confió sus vacilaciones de determinado momento sobre su modo de
devoción a María: AHubo un momento en el cual me cuestioné de alguna manera mi
culto a María, considerando que éste, si se hace excesivo, acaba por comprometer la
66
supremacía del culto debido a Cristo. Me ayudó entonces el libro de San Luis María
Grignion de Montfort titulado Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen.
En él encontré la respuesta a mis dudas. Efectivamente, María nos acerca a Cristo, con
tal de que se viva su misterio en Cristo. El tratado de San Luis María Grignion de
Montfort puede cansar un poco por su estilo un tanto enfático y barroco, pero la esencia
de las verdades teológicas que contiene es incontestable. El autor es un teólogo notable.
Su pensamiento mariológico está basado en el Misterio trinitario y en la verdad de la
Encarnación del Verbo de Dios@ (Don y Misterio, capítulo III). Volviendo a mi
noviciado, he de decir que en el retiro del 4 de mayo precisé con detalles interiores ese
cómo vivir Apor María, con María y en María@.
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Que la Virgen María recoja en su corazón lo que entonces le dijimos - en ese 2 de
junio de 1956 - y las guarde consigo. Las palabras del amor siempre son verdaderas,
aunque sean palabras débiles..., que el tiempo no ha sostenido.
Yo, en particular, le pido que transforme y cambie, todo lo que teológicamente y
psicológicamente había en aquellas vivencias, que luego han tenido que ser
reconvertidas a la luz del Concilio... Humildemente se lo pido a la Santa Madre de Dios,
sancta Dei Genetrix.
ACondición previa. Para vivir por Jesús, he de tener antes mucha intimidad con Él.
Esto quiere decir: (pensar siempre en Jesús!, (tratar íntimamente con Jesús! Para vivir de
esta manera he de relacionar todo con Jesús@. Y )qué significaba ese Arelacionar todo
con Jesús@? He aquí en qué puntos estaba comprendida mi vida: 1. Actos espirituales de
coro y capilla; 2. Estudio y conferencias; 3. Refectorio; 4. Recreos; 5. En la cama; y 6. Ir
y venir por los claustros...
Cada uno de estos apartados expresaba su anhelo y su proyecto, o simplemente ese
deseo que tiene cualquier enamorado. Por ejemplo, en la cama: Que las horas de sueño
sean tantos actos de amor como respiraciones. )No lo diría así cualquier enamorado?
Creo que san Juan Damasceno en un himno nocturno a Cristo expresa estos deseos.
Se trata de avanzar en el conocimiento del Corazón de Jesús, de ir entrando, por el
camino del amor, en los secretos del Rey. A(Oh qué dulces sorpresas! Jesús, yo quisiera
esa finura de pensamientos y afectos que sienten los que de verdad se aman. (...) (Oh
Jesús, quién me diera saber tus secretos!@
El retiro espiritual el 20 de junio me reafirmaba en la misma orientación de centrar
toda mi vida en Jesús, y actualizar en mi alma los misterios de Jesús: AOh Jesús, me
habéis inspirado que puedo vivir todos los misterios de vuestra vida en los actos de mi
vida ordinaria. Oh, qué bien puedo pasar los días acompañándote en los pasos de tu vida,
hoy en Caná, y otro día en Cafarnaúm, y otro en Genesaret, y este otro junto al pozo de
Jacob, y este con Nicodemo. Qué sencillamente puede venir a mi corazón la gracia de tus
misterios...@
De este modo, en mi camino espiritual, iba enfocando al marcha para que la
profesión fuese definitivamente la ratificación de que mi vida Aprofesionalmente@ era
Apara Jesús@.
El día 6 de julio tuvimos retiro espiritual. Faltaba un mes para entrar en los Ejercicios
espirituales (6 de agosto), que nos iban a llevar a la profesión. ATodo este mes tiene que
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estar orientado a una preparación próxima para mi profesión religiosa. Y puesto que la
profesión es una entrega completa a Jesús y todo por amor, este mes ha de ser de
completa entrega@.
En el Plan espiritual para este mes anhelaba: AUna renovación muy serena de todos
los actos de piedad. Serena, quiero decir muy natural, muy psicológica, porque a veces
nos hacemos tan antinatural y difícil, y (es tan sencillo ser santo...!
(Oh Jesús, oh María, heme aquí en vuestras manos para ser santo...!@
Al mismo tiempo, me tracé un cierto esquema trinitario, para concretar ese AVivir con
Jesús@, que, por supuesto, pedía desprendimientos de todas las criaturas... Parece ilusión
decir cosas sublimes. Pero, al menos, escritas quedaron..., cierto que con gran desnivel
entre mis deseos y mis realidades. Ahora bien, como pequeño teólogo, sé que sería
necedad e injuria no testificar las sugerencias de Dios, y, acaso, quien lea, podrá recibir
algún bien.
AQué tengo en mi alma. Físicamente presente cada una de las personas de las Tres
Personas de la Stma. Trinidad. Oh Jesús, enséñame a expresar esto que por tu grande
amor me has inspirado:
- Está, está para mí, luego es mía tal como está. Está con su esencia y con sus
perfecciones.
- El Padre con su omnipotencia de la que han salido todas las cosas. Y esto, oh Padre
Santo, es para mí.
- Es Espíritu Divino, con su amor infinito y sustancial, en el que se unen y se
explican todas las cosas.
- El Espíritu Santo con sus 7 dones.
- El Hijo (el Verbo físicamente, la Sta. Humanidad virtualmente) con la gracia de
todos sus misterios, para realizarlos en mi alma, con los méritos y virtudes de su
Sacratísima Humanidad
- Está la Stma. Trinidad verificando Aintra se@ el misterio insondable de sus
Procesiones. Está Dios con sus tres atributos que más me gustan: Santo - Padre -
Omnipotente.
- Dios, engendrándome como a su Unigénito, como hijo adoptivo. Esto ha de ser, oh
Jesús, la solución de toda mi vida. (((Yo hijo de Dios!!! (((Dios es mi Padre!!! Esto me
debe dar (tal sentido de seguridad para cualquier circunstancia, tal confianza y alegría...!
- Yo soy socio de la Stma. Trinidad en sus eternos misterios que eternamente se
realizan, aunque yo ni los conozca ni llegue nunca a entenderlos.
- Es decir, dentro de mí está el cielo@.
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Evangelio, Evangelio. ... ...
Firmé y firmamos los documentos prescritos por las leyes canónicas, cuyos
formularios se encuentran en el Manual Seráfico.
La fórmula de la profesión era la de entonces, ya constatada en tiempos de San
Buenaventura en el capítulo general de Narbona (1260): Hago voto y prometo a Dios
todopoderoso, a la bienaventurada Virgen María, al bienaventurado Padre nuestro san
Francisco, a todos los Santos y a ti, padre..., fórmula que por razones teológicas de
lenguaje hubo que cambiar después del Concilio (En la colección OPI hay un folletito:
La Regla franciscana en mi profesión capuchina... Véase).
El día 15, solemnidad de la Asunción de María, me arrodillé en la celda, ante la
mesita de trabajo. ADentro de unas horas voy a emitir mi profesión religiosa...@ Estampé
mis sentimientos y plegarias... Me acordé de mi padre, Rufino Grández, que está en el
cielo. Pensé que mi profesión iba a ser bendición.
Ahí queda todo ante la presencia del Señor. (Ojalá lo encuentro algún día, convertido
en una Flor de misericordia!
)Hay una palabra que pueda evocar o sintetizar lo que fue mi noviciado? Sí: la
generosidad; mejor: el empeño de la generosidad. Pienso que este es el valor puro.
Pedagogos y teólogos pueden perfilar los contenidos y estilo de un noviciado, de
acuerdo a la Aantropología@ de hoy, y en sintonía con el pensamiento divino que ha
removido a la Iglesia. Estoy de acuerdo, y firmemente digo que es necesario. Pero añado:
pedagogos y teólogos se quedarán a medio camino, si los nuevos sistema no abocan en el
punto vital: la generosidad.
Es lo mismo que lo que acontece en la oración. Si una oración muy depurada no
aboca a un sencillo: ADios mío, te amo@, dicho así, con todas las ganas del ser, la oración,
metodológicamente bien trabajada, no terminará siendo oración.
En el noviciado hubo generosidad, hubo deseo permanente de generosidad... Fue
noviciado.
Cierto es que la misma generosidad se queda agarrotada por dentro por los mismos
límites del ser. Misterio fontanal de la persona. Mas he de confesar con sencillez: En el
noviciado hubo un volcarse sincero, día a día - casi pulso a pulso - en generosidad. Fue
noviciado.
Terminen aquí mis palabras. Y el silencio recoja, para mí y para quien lea, los
sonidos del Espíritu. Estas palabras conclusivas, bellas como el canto del cisne, son el
70
número final de las Constituciones que escribieron nuestros hermanos en el convento de
Santa Eufemia, Roma, el año 1536, y que, en definitiva, son el ápice del carisma
capuchino. Para esto nosotros, bautizamos y hechos por gracia hijos de Dios, hemos
profesado.
***
Cristo, pues, Dios y hombre, luz verdadera (Jn 1,9), resplandor de la gloria (Hb 1,3),
candor de la luz eterna, espejo sin mancha e imagen de Dios (Sb 7,26), constituido por el
eterno Padre juez, legislador y salvación de los hombres (Hch 10,42), del que dio
testimonio el Espíritu Santo y en quien están nuestros méritos, ejemplos de vida,
socorros, favores y premios, sea siempre el objeto de nuestra meditación e imitación; en
Él todas las cosas son dulces, fáciles, ligeras, suaves, doctas, santas y perfectas; Él es luz
y expectación de las gentes (Lc 2,30-32), fin de la ley (Rm 10,4), salvación de Dios (Lc
3,6), padre del siglo futuro (Is 9,6), esperanza final nuestra, constituido por Dios para
nosotros sabiduría y justicia, santificación y redención (1Co 1,30); Él es, con el Padre y
el Espíritu Santo, coeterno, consustancial, coigual y un solo Dios, que vive y reina; a Él
sea alabanza sempiterna, honor, majestad y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
71
SEGUNDA PARTE
Memorial y deseo
Tomas de Celano era un hermano de alma muy delicada. Cuando escribía, dice que
escribía Aad consolationem praesentium et posterum memoriam@, para consuelo de los
hermanos de hoy e información y recuerdo de cara a los hermanos venideros (2Cel 1). Y
esto lo hacía con un latín delicioso, ondulante, como maestro de ese Acursus@ del bien
decir que tienen los escritores latinos, que saben peinar la frase. Tomás era un hombre
culto; la cortesía la llevaba en el alma. Era un hombre enternecido de afecto. Se hubiera
entendido, a las mil maravillas, con fray Buenaventura.
Al empezar su segunda obra biográfica, tras el prólogo (explicit prologus), abrió la
página y puso como título: Incipit Memoriale in desiderio animae de gestis et verbis
sanctissimi patris nostri Francisci: Comienza el Memorial en el deseo del alma de los
hechos y palabras de nuestro santísimo padre Francisco. AMemoriale in desiderio
animae@. No nos importa el sentido riguroso de donde procede esta cita de Isaías (26,8),
versión modificada en la Nova Vulgata
Nos va a entregar la vida de Francisco, con cuyo trato fue favorecido, como un
Memorial, que no puede perderse. Pero este memorial está Ain desiderio animae@, un
Memorial traspasado de deseos del alma. No es un Memorial frío y seco, sino un
Memorial cargado de implicaciones para mí y para todos los hermanos, un Memorial
estimulante. No se puede escribir de forma aséptica la vida del propio padre.
Tampoco yo puedo escribir mi propia vida, siquiera sea la vida de un año, como una
estadística de archivo. Es mi vida; es mi alma. Es una vida cargada de deseos, así cuando
acontecía, y hoy, cuando la recuerdo.
Muchas veces ha cruzado por mi mente el anhelo de Amemorializar@ mi vida, que,
como la rosa de los vientos, estaría abierta a los cuatro puntos cardinales. Cuando yo era
niño y adolescente, pensaba o, más bien, imaginaba, que las grandes cosas habían
sucedido antes y en otro lugar, lejos; y que los héroes de la historia - santos u otros
personajes - eran seres humanos de otros tiempos. Luego, de mayor, he visto que he sido
contemporáneo de la historia muy densa de la humanidad, no inferior a la de las épocas
anteriores. El horror del exterminio judío: una monstruosidad no conocida en los anales
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humanos, aunque yo, entonces niño, para nada lo supiera. Los años del Concilio - esos,
sí, vividos intensamente - no menos importantes, al parecer, para el futuro, que el largo
Concilio de Trento. Y, si hablamos de hombres, ahí tenemos a los papas de mi vida (Pío
XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II), campeones egregios del escenario de la
cristiandad y del teatro mundial. Una historia pequeña, una historia mía, imposible
deshacerla de esas dimensiones convulsionantes que, a su modo, iban repercutiendo en
mi corazón...
Todo esto hace que la historia de la Orden Capuchina y de mi Provincia en particular,
sea el tramo más lleno de acontecimientos, una vez pasados brevemente los años de su
nacimiento. Si yo un día, o un hermano de mi edad, escribiera a fondo su historia, estaría
escribiendo la historia de la Provincia, enmarcado en la vida apasionada que ha vivido al
Iglesia en estos decenios. Justamente ahora, con motivo del 401 aniversario del final del
Concilio (diciembre 1965) los teólogos están escribiendo, con realismo y sabiduría, las
palpitaciones de esta Iglesia en que nos ha tocado vivir.
Pero en este momento estoy recordando la historia de un año de mi trayectoria: mi
noviciado. Lo estoy recordando, y, ya se sabe, que recordar es un modo de vivir. Al
revivirlo, lo estoy recreando. Nunca fluyen las mismas aguas, dijeron los filósofos
griegos: la que ahora contemplo es distinta de la que acaba de pasar. Algo así sucede con
los recuerdos. Mis recuerdos los vuelco en el presente; porque, al traerlos a este Ahoy@,
de alguna manera los hago historia del presente. Mi memoria también es presente, pues
soy un presente hoy y para siempre: eterno presente.
Soy presente. El presente todo lo purifica, toda la vida es holocausto ofrecido al
Padre en las brasas del amor. Cuando un día él me llame, diré: AAquí estoy@. Y ese Ahic
et nunc@, bajo la mirada de Cristo, será la belleza de mi vida. Espero que la misericordia
de Dios sea mi hermosura. Y (ojalá que pueda presentarme ante Él limpio y sin tacha,
arrebozado en el manto de la sangre de Cristo!
Ya después, al ser recogido en las palmas de Cristo, no habrá nada que escribir: su
luz será mi luz; su vida será mi memoria; su Pascua será mi Día eterno.
Estoy dejándome llevar en un soliloquio, al aleteo de mi noviciado, que lo quisiera
ver hermoseado como Amemoriale in desiderio animae@.
Pero... bajemos y recordemos que el día 23 de julio de 1955 entré en el convento-
noviciado y que el 15 de agosto se cerró mi noviciado canónico.
73
el hombre que soy ahora. Y si me miro en la época siguiente, el trienio de filósofo en
Zaragoza, del cual también guardo mi cuaderno, me veo a mí mismo: soy yo,
efectivamente, soy yo. Hay una biología espiritual que permanece; hay un DNA, una
especie de código genético, que parece aposentado en los genes del espíritu.
Más aún, si trato de remontarme a los años de mi infancia previa al Seminario, en los
atisbos que recuerdo, me siento yo...
Luego la vida ha corrido con etapas múltiples y a una velocidad vertiginosa. También
soy yo. Mi flecha, impulsada por no sé Quién..., ha llevado la misma dirección.
No tengo más remedio que confesar que, en lo secreto, mi vida es Auna@ y que
esconde sutil..., sutil..., sutilmente la mano que ha lanzado la flecha. Era Él; estaba Él.
A mis ojos queda patente que la clave, la esencia, el sentido... de mi noviciado fue el
anhelo: vir desideriorum. Con no sé que pedagogías (que tampoco me interesa entrar en
juicio), con los libros que nos leyeron, con los apuntes que yo recogí, con todos y cada
uno de los detalles, yo buscada una cosa: la entrega.
Pero mi dolor comienza, cuando pensando en ello, he constatado, con un filo de
agudo sufrimiento, que en mi entrega hay como un tope... )y lo habrá siempre, Señor?
AYo soy un misterio para mí mismo@, decía el Padre Pío envuelto y revuelto en
experiencias hondísimas, alejadas de mi ser. Pero con igual sinceridad, y pensado en la
suprema dignidad que debo atribuirme a mí mismo como hijo de Dios, yo también digo:
Yo soy un misterio para mí mismo...
Si estuviera en clase, haría una teoría del Amisterio@ - que no es ningún Aenigma@ -
pues el misterio ni abruma ni amedrenta, pero nos pone ante Aquel de quien soy y para
quien soy...
(Ay!, el tope de mí mismo, es la puerta de mi propio misterio. No quiero decir: Es mi
cobardía..., porque exactamente no es eso. Los Alímites del ser@ están en mi conciencia,
pidiéndome que me hinque de rodillas y pida la paz en la humildad.
Misterio de mí mismo... (Ojalá pueda fundirlo con el Amysterium fidei@ ante el que
me doblo en la consagración del Pan y del Vino...!
Es penoso pensar en sí mismo..., porque la frustración te puede quebrar. (Ah! cómo
quisiera yo ser lo que con el lenguaje de antes, válido todavía, decíamos: ASer santo...@
Pero, no; mi realidad es otra, si me quiero aplicar los baremos que he aprendido en las
pláticas, en los libros... No, no lo soy; mas aceptar este planteamiento me parece
comenzar a desbarrar. Prefiero, más bien, caminar por las sendas secretas del misterio,
de mi propio misterio, que no es otra cosa que la confesión de la ternura y de la
misericordia de Dios.
Prefiero caminar con los atisbos que el Señor, en su misericordia, me ha concedido.
Y para esto me sobra hasta la teología, que ha sido el manantial fuerte y constante de mi
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vida. Pero prefiero que sea simplemente una mirada de perdón y de amor de mi Padre
Dios. Lo demás se vuela con las hojas caídas al soplo del viento. Prefiero que
simplemente su mirada bondadosa y creadora sea mi crónica, porque la otra con razón no
merece (no se vale, dicen en México).
Sigamos haciendo repaso de pequeñas cosas. Un día prometí guardar pobreza,
obediencia y castidad.
La pobreza, creo que dije, es Ala espina del franciscanismo@. Esto no lo he leído en
nadie, sino que lo he aprendido de mí mismo y se me ocurrió desde dentro y, con estas o
parecidas palabras, desde el noviciado.
El anhelo de ser pobre me hizo sufrir bastante en el noviciado. Y la pregunta de
A)Qué es ser pobre?@ la he experimentado como una pregunta sin respuesta... Las
respuestas de tipo sociológico de que APobre es el que carece de esto y de esto...@, no me
han convencido, aunque de alguna manera me han aquietado. Yo tengo muchas, muchas
cosas, pero la celda está abierta y está a disposición de todos... Una respuesta que de
algún modo atempera mis inquietudes, pero que no se adecua con la imagen de
Francisco.
En el plano teológico me parece que hay una buena respuesta para decir qué es ser
pobre, y es ésta: APobre es el que, como Jesús, no tiene nada, y tiene solo a Dios@. Así de
limpia tiene que ser la contestación. Pobre no es el que tiene poco, o el que tiene
poquísimo, o el que tiene apenas nada... Pobre sólo es el que no tiene nada. Es la
Apobreza revelada@ que nosotros tenemos que encarnar, y no sabemos cómo. Los debates
de pobreza no tienen salida, porque nuestra autojustificación se yergue por encima de
todos los atisbos...
Me embarga la sensación de que frente a la pobreza... (para mí, subrayo) lo mejor es
el silencio. No considero que la Orden sea pobre, ni la Provincia..., pero ya solo el
decirlo yo..., precisamente yo..., me parece un pecado de hipocresía...
Ha habido un viraje profundo en la Orden en cuanto a pobreza, al introducirse entre
nosotros el secularismo y al subir el estándar de vida... Hoy, tras el VII CPO, se quiere
acentuar más bien la minoridad que la pobreza, y apreciar la minmoridad, no
propiamente como carencia, sino como un talante de relación.
Ahí estamos, hermano Rufino... Será mejor que camines con humildad y no alborotes
el cerebro.
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una vida de un hijo obediente, ateniéndonos a los datos meramente externos. Jamás he
forzado la voluntad de mis superiores para estar donde he estado. Claro que la
obediencia, sin dejar de ser eso, es mucho más, dado que es la oblación al misterio filial
del Hijo al Padre.
Haciendo comparación en este arco de 50 años, sí que hemos de constatar que ha
habido una fuerte variación en la teología de la obediencia. Y no es para nada fácil el
comprender el cambio, que no se resuelve con decir que ahora hay diálogo,
consideración de la dignidad inviolable de los hijos de Dios, y otros ingredientes nuevos.
Es eso y mucho más. Yo recibí, de pronto, cierta sorpresa, rayana en el escándalo,
cuando hace años, estudiando las Constituciones, vi que los capuchinos no habíamos
puesto en ellas esa señera afirmación de que Alos superiores hacen las veces de Dios@. El
asunto, si no me equivoco, viene de la Regla de San Benito - y será anterior a él -; ha
pasado al Perfectae caritatis y lo recoge el Código. A pesar de tales antecedentes, los
capuchinos no afirman en sus Constituciones que los superiores hacen las veces de Dios.
No ha sido un olvido, sino una omisión consciente y deliberada. Además este
pensamiento se ha transmitido a las Constituciones de nuestras Hermanas Capuchinas,
quienes, al definir el contenido de los votos, como lo manda el Código, perfilando lo que
es obediencia se saltan este inciso... Tampoco es un olvido inocente.
)Qué es lo que esto significa? )Una latente rebeldía? Pienso que no...; pero de nuevo
yo necesitaría redactar las páginas de clase de un profesor para puntualizar con detalle...
No, no es rebeldía, esta novedad, que de alguna manera, no entendida, puede socavar la
legitimidad de la autoridad constituida. Hay diversos tipos de eclesiología en las cuales
podemos enmarcarnos. Hay una eclesiología jerárquica, y en ella, cuadra perfectamente
y se acopla como anillo al dedo eso de que los superiores hacen las veces de Dios; hay
otra eclesiología, una eclesiología de Acomunión@, sutilísima, si no la queremos
banalizar, y en esta eclesiología lo que se quiere subrayar es la transparencia del
Resucitado en medio de la Comunidad, creada por el Espíritu. Ciertamente que la
Comunidad es la que hace las veces de Dios, si la Comunidad está transida del Espíritu...
Si no lo está, ni hablar; si la comunidad es un nido de míseras pasioncillas...
Este inicio de discurso teológico da tela para rato..., y no son estas páginas para ello.
Lo que se desprende claro es que, tras el Concilio, hay una visión nueva de la
eclesiología y de todo lo que a ella afecta...
)Se ha dado el paso a esta nueva obediencia en el Señor? Dubitat Augustinus... No,
no veo yo en nuestras comunidades tan liberales que nuestra liberación haya sido en pro
de una teología más afinada de la obediencia; porque habrá que admitir que esa teología
de comunión, al ser más transparente y frágil, es mucho más exigente. Pero queden estas
reflexiones como testimonio del nuevo pensamiento acumulado desde mi noviciado.
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Aquí si puedo decir que mi evolución ha sido muy considerable. Y esto por doble
razón: Porque la consideración de la sexualidad es hoy harto diferente de la que se vivían
en nuestra pedagogía de internado, donde el tema era casi tabú. Y, sobre todo, por algo
mucho más sutil y personal, que pertenece a ese archivo que cada uno lleva dentro de sí
mismo: el descubrimiento de la afectividad como potencia suprema del ser; al menos,
para mí así lo es. Entiendo que la privación de la mujer, como el Aalter ego@ confidente
de tu intimidad, es el mayor obsequio que uno ha hecho al Señor, y es la mayor pobreza
en que el consagrado ha quedado. Hablo de mí, sin sentar cátedra para nadie.
Yo bendigo al Señor por su santa voluntad..., que no es otra que la voluntad de Cruz
realizada en su Hijo. Para una persona temperalmente Aesteta@, como quien esto escribe,
el discurso de lo masculino y femenino es un filón enorme de pensamiento y de
sabiduría..., que no se puede airear a cualquier viento. Las mismas palabras (tienen un
contenido tan distinto...! El silencio guarda en un cofre lo más bello de mi vida (de la de
cada quien, mas ahora hablo de mí), y esta vida de la vida es justo lo que acontece en el
corazón. En suma, para evitar cualquier sospecha: que nuestro amor a Jesús debe ser
bello, debe ser tierno, debe ser fuerte...
Una persona querida, al repasar los himnos pascuales que he compuesto, que
seguramente será lo más inspirado que haya salido de mi taller poético, me dijo que la
palabra clave de esos versos místicos era Acuerpo@. Quizás no le faltaba razón. Todo ello
va en relación con la castidad que es una oblación integra de nuestro ser al divino cuerpo
de Jesús.
Hace falta mucha sabiduría para leer hoy, sin crispación, lo que decía el capítulo XI
de nuestras Constituciones (unas Constituciones preciosas en tantos puntos), apoyándose
en autoridades: Que Ala ganancia que tiene la paja con el fuego es la que tiene el
religioso, siervo de Dios, con las mujeres@, y aquello otro de que Ala mujer es más
amarga que la muerte@. Esto, cierto que en nada se parece, al lenguaje audaz, bello y
delicadísimo, que ha empleado nuestro querido Benedicto XVI al hablar, en su primera
encíclica, del Eros y de la Agápe.
Y gira y gira el mundo... Stat Crux, dum volvitur orbis: Está enhiesta la Cruz,
mientras el mundo va dando vueltas y vueltas. Así dice el lema de los cartujos. Gira y
gira el mundo; también la Iglesia gira..., y la Provincia, gira como una trompa, ha girado
en estos años.
Nadie en mi noviciado habría sospechado los cambios acelerados, el derrumbe de
nuestra estadística entonces gloriosa, hasta el punto en que hoy nos encontramos: media
de edad 70 años, menos de treinta años, ninguno... No añado datos que el lector
repentino acaso los interprete como deprimentes...
Mas...no; pienso que no estoy en fase depresiva, sino, por la misericordia de Dios,
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muy en el otro lado. El haber escrito estas páginas que he escrito, cualquier psicólogo me
dirá que no son depresión, sino justo lo contrario.
Pasó lo viejo, y lo nuevo - entre nosotros - no ha llegado todavía. Lo afirmo así,
porque lo veo..., y negar la evidencia sería pecado.
)Cuándo llegará... y en qué punto y medida seré yo factor del cambio hondo que
anhelamos, que algunos lo llaman Arefundación@? Puede ser que mi Provincia se
extinga... Lo cual no impide para que yo me mantenga como luchador intelectual, que
fortifica mi corazón con un trago de juventud. Puede ser que mi Provincia se extinga...,
cosa que en modo alguno deseo. A lo mejor lo que el Señor nos pide es resurgir de las
cenizas, porque ese cambio de raíces no ha llegado todavía, pese al coro de nuestras
buenas voluntades... y a nuestros tenues programas.
Si esto es así, si es necesario que sea ceniza para que las nuevas plantas florezcan...,
(sea! Duele morir. Mas vuelvo al misterio de la vida, que antes traía a mención. Yo
acaso, en el olvido tras la valla, pueda ser desde la otra ribera, ceniza y humus que da
alimento a las nuevas plantas.
(Sea! Al menos, que por entusiasmo, por nervio..., por alocamiento de Jesús, no
falte...
Sacerdote - Eucaristía
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de sangre@. )No es esto minoridad..., e incluso, según el Espíritu le inspire a uno, la
última minoridad?
Y lo más específico del sacerdote - que, además, es presbítero y profeta - es el
servicio de la Eucaristía. Traigo estos pensamientos en memoria de mi noviciado. Mi
vocación capuchina, de hecho, se ha vertido como vocación de sacerdote. Ahora soy
capuchino, ahora soy sacerdote...; no, no lo he vivido así.
Pero quiero decir que la Eucaristía diviniza el sacerdocio, y en mi espiritualidad trato
de vivir la celebración eucarística (indignísimo hasta el suelo) como el summum de mi
espiritualidad y sacerdocio. De alguna manera quería traer este pensamiento a estas
hojas.
79
TERCERA PARTE
Itinerario biográfico
Algunos lectores que hayan tenido acceso a estas páginas autobiográficas, si no son capuchinos
de mi Provincia, posiblemente se han hecho una pregunta legítimamente curiosa: )Y qué ha sido
luego de este hermano que así nos ha contado su noviciado y el de sus compañeros? Yo, ciertamente,
habría tenido esta curiosidad, en el caso de leer un retazo así de autobiografía. Para responder a tal
pregunta añado este esquema de los pasos de mi vida, este pequeño itinerario biográfico. Diré
algunas cosas más no menos interesantes que los jalones de vida que voy a marcar.
Perspectiva
Toda vida humana es por dentro interesante. La razón profunda es clara: Para Dios todas y cada
una de las personas somos ejemplar único. Para Dios, nuestro Creador y Padre, no hay productos en
serie, porque Dios no es un fabricante de piezas humanas. Dios nos ha pensado, nos ha creado, nos
ha acariciado uno a uno... Pura verdad, que da gozo y serenidad al pensarla. Pretiosa in conspectu
Domini...!
Un señalizador de fechas no es una biografía, ciertamente. Si escribiéramos nuestra vida... Si
escribiera mi vida, yo la podría titular con un versículo del Éxodo: Entre dos luces... (entre dos
tardes, literalmente), que es la hora en que había que sacrificar el cordero pascual, la hora en que
murió Jesús, nuestro Cordero pascual. Aludiría con ello a que mi época ha sido Aentre dos luces@,
porque, como ya dije y repito: Pasó lo viejo y lo nuevo - entre nosotros - no ha llegado todavía. O le
robaría al siervo de Dios Cardenal Newmann el lema y emblema de su escudo episcopal: Cor ad cor,
corazón a corazón. O pondría: Historia y anhelo de un corazón apasionado...
En cualquier caso, la historia va por lo profundo. La historia, con una imagen conocida, es un
tapiz por detrás y por delante... La historia no es sino el sentido de mi existencia, contemplada en el
sentido de la existencia de Dios, latido del mundo. Los datos son hilos..., hilos..., hilos que pueden
mostrarse deshilachados... La vida es el sentido. Y los acontecimientos tienen sentido, que no es
necesario saberlo. A veces ocurre que hace falta que todo pase para percibir su coherencia y sentido.
Ese Asentido concatenado@ de los pasos de una vida es lo que da el toque verdadero a una biografía.
No siempre uno lo ve, y, cuando lo ve, se puede llevar una espléndida sorpresa.
Me explico con un ejemplo. El año 1984 yo fui a Jerusalén. )Por qué fui yo a Jerusalén?
Muy sencillo: por una ocurrencia muy bonita. Había cumplido yo el segundo trienio de
provincial, y en el capítulo celebrado en Lecároz, fue elegido el hermano Eleuterio Ruiz, en
abril de 1984. Aquel día, o quizás el día siguiente, en uno de aquellos corredores encristalados
del Colegio, me dice:
- Oye, Rufino, se me ha ocurrido una idea: Tú has trabajado tanto, tanto por la Provincia
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(era verdad)...; tienes que estar cansado (era verdad)...; y he pensado: (Qué bien te vendría
como un relax espiritual, en plan de año sabático, o, mejor, trienio sabático... ir a Jerusulén...!
Te gusta la Sagrada Escritura; pues allí...
Exulté radiante.
- (Oh, sí!, te agradezco la propuesta...
El provincial me brindaba la oferta de ir no precisamente a estudiar, sino a disfrutar.
Continué:
- Y hasta intentaré estudiar y hacer el doctorado.
Cuando terminé el Bíblico (1964), el ministro provincial Fidel de Pamplona pensó que
podría ir al Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén, y pedí informes de inscripción en la
secretaría del Antonianum, Ateneo del que dependía el Studium de Jerusalén. De manera que
suficientemente normal el que a mí me destinaran a Jerusalén.
La verdad pura, para unos ojos sencillos de fe, es otra, y esta la descubrí más tarde. Un día,
a la vuelta de mi estancia en Jerusalén, quizás varios años después, estaba yo con mi madre en
Alfaro, sentados los dos en la mesa-camilla, frente al balcón, de la salita que da a la calle Las
Pozas. Y en esto me dice:
- )Sabes, hijo, que tú padre quería ir a Jerusalén...?
Exclamación sorprendente, que a mí me hizo preguntar.
- Pues... )cómo?
- Tu padre me decía: Satur nosotros no vamos a ser ricos, pero sí que iremos ahorrando
para que cuando los hijos sean mayores, nos marchemos en peregrinación a Jerusalén, a la
tierra del Señor, a Tierra Santa.
Esta confidencia de mi madre cayó del cielo sobre mí como un rayo de luz rompiente.
(Ahora sé por qué yo fui a Jerusalén; antes, no! Yo había dedicado mi tesis a la memoria de mi
padre, cosa normal que con frecuencia se ve en los libros. Pero era mucho más...
Con esta sencilla confidencia de mi madre, por esas razones del corazón que la razón no
comprende (según el Pensamiento de Pascal), porque creo en la comunión de los santos, me
autoricé a mí mismo para pensar: Mis estudios en Jerusalén (años de dolor y gozo), mi tesis,
que tanto me fortificó, era una herencia espiritual que me regalada mi padre de la tierra, ahora
en el cielo.
En el cielo, sí. Cuando el 1 de diciembre pasado, ocurrió el LVII aniversario de la muerte
de mi padre, yo iba a celebrar la Misa por él, como lo he hecho siempre. Pero de pronto, una
fuerza interior me lo impidió: (No!, yo ya no rezo por mi padre; no puedo rezar... Mi padre no
está en el Catálogo de los Santos, como podría estar, pero mi padre vive con Cristo y goza con
él..., y mi comunión con él ya no es, no puede ser, por la vía de intercesión por los difuntos.
Tiene que ser de otro modo.
Volviendo al asunto: Yo fui a Jerusalén, porque mi padre me llevó allí y me regaló lo que
en vida no pudo regalarme... Comprendo perfectamente que esta Filosofía no demuestra nada,
pero el lector aceptará que es digno de respeto que yo piense así...y que con este fino
entramado, yo pueda dar razón y testimonio de mi vida. Diré: Esta es mi vida, y no hay otra.
Hay otros detalles de mi tesis, que sería prolijo relatar, y que yo entiendo en la órbita de
este Asentido@ oculto de mi vida. Baste con el ejemplo, y sirva la alusión como dilatado
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preámbulo para poner simplemente fechas, que acompaño con la noticia de publicaciones que,
de alguna manera, son eco de un itinerario espiritual.
Etapas
Infancia. Nací en Alfaro (La Rioja, España) a la 1 de la noche del día que empezaba, 5 de
diciembre de 1936, hijo de Rufino Grández García, natural de Alfaro (La Rioja), y de
Saturnina Lecumberri Labairu, natural de Salinas de Ibargoiti (Navarra). Soy el segundo de
seis hermanos. Me bautizaron en la Parroquia de San Miguel o Parroquia Mayor de Alfaro el 9
del mismo mes, poniéndome como nombre de bautismo Francisco Javier. Recibí el sacramento
de la Confirmación el 8 de abril de 1937, a los cuatro meses y pocos días de nacer. Mi Primera
Comunión fue el día 4 de julio de 1944, siendo administrada por mi tío capuchino, P. Jerónimo
de Salinas, que, al parecer, regresaba de sus estudios de Derecho en la Universidad de
Salamanca.
El Parvulario lo hice con las Hermanas de la Caridad de Joaquina Vedruna (hoy santa) en
mi ciudad natal, y los estudios primarios con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, también
en Alfaro.
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presenciar un acto histórico en la vida de la Iglesia. En junio de 1962 obtuve la licencia en
Sagrada Escritura. En los veranos de los años de estudio, me consagré al estudio de la lengua
alemana, residiendo en convento de capuchinos: dos veranos consecutivos en Krefeld, el
siguiente en Karlsruhe y el cuarto verano en Wien.
Ermita de Miranda de Arga. En 1975 fui a la ermita de Miranda de Arga, donde residí
hasta 1978, con el proyecto de una fraternidad de fuerte contenido de oración, proyecto que no
cuajó. Fue en la ermita, al cobijo de Jesús Sacramento, donde recuperé un impulso poético ya
ejercitado en nuestras revistas colegiales de Poesía: Verbo (Zaragoza) y Vértice (Pamplona). A
partir de entonces, he compuesto varios centenares de himnos litúrgicos, una porción de ellos
publicados en varios libritos; algunos han pasado a la Liturgia de las Horas. Las poesías que he
escrito sobre Jesús Resucitado me parece que expresan la mejor herencia que, hoy por hoy,
puedo dejar en esta tierra.
Ministro provincial. En 1978 fui elegido ministro provincial el día 2 de julio. Tras cumplir
un trienio fui reelegido para un segundo. Permanecí en el cargo hasta el capítulo provincial de
1984. En los períodos de provincial, visité a todos los hermanos de ultramar, y desarrollé una
intensa actividad literaria de Cartas y otros escritos para los hermanos, de todo lo cual quedó
amplia constancia en los informes al capítulo. Especialmente significativa es el libro-informe
presentado al capítulo en 1984 (180 pp.). Mi relación con el P. Bernabé fue originada en mi
época de ministro provincial. De aquí han surgido varias obras publicadas. La más importante
la voluminosa biografía, que dejé dispuesta en la Curia Provincial al venirme a México: Vida
del Padre Bernabé de Larraul: Víctima de amor ofrecida al Amor Misericordioso (581 pp. En
DIN-A 4).
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Fraternidad de Laguna de Cameros (1987-1990). Regresé a la Provincia y residí
temporalmente en el convento de San Antonio de Pamplona. Tras el capítulo provincial de
1987 fui destinado, como guardián, a la fraternidad rural de Laguna de Cameros, adonde
llegamos el día 2 de septiembre de 1987. Iniciábamos esta fraternidad rural. Fui nombrado
profesor en el Seminario Diocesano de Logroño, clases que continué durante trece años hasta
el traslado de las actividades académicas al Seminario de Burgos.
Fraternidad de Vitoria Gasteiz (1995-1999). Al empezar el tercer año del trienio 1993-
1996, dándose unos cambios profundos en la Provincia, en junio de 1995 fui destinado a la
fraternidad de Vitoria-Gasteiz, como miembro de la fraternidad del postnoviciado, situada en
un piso del barrio Sansomendi (Calle Valentín de Foronda, piso 91). Permanecí este año tercero
del trienio y todo el trienio siguiente, hasta 1999. En septiembre de 1996 hice en Manresa el
mes entero de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio. Estando en Vitoria-Gasteiz aconteció
la muerte del P. Lázaro Iriarte (10 de diciembre de 1997). Fui encargado por el ministro
provincial, Eleuterio Ruiz, de recoger la celda del P. Lázaro en Frascati y escribir una
semblanza del mismo. Publiqué el libro: Vida y misión del P. Lázaro Iriarte, OFMCap.
(Roma-Pamplona 1999, 446 pp).
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Verónica, donde me hallo y desde donde escribo.
El día 1 de octubre de 2004, hallándome en España, visitando a mi anciana madre (que,
al presente tiene 97 años), ocurrió de modo inesperado la muerte de mi hermano de fraternidad,
P. Jaime Zudaire (1975-2004). Con afecto y admiración escribí la vida de este ilustre hermano:
Jaime Zudaire: capuchino, sacerdote, apóstol. Mi actividad está centrada principalmente en la
Casa de Formación Santa Verónica, en el seminario Diocesano Guadalupano de Cuautitlán y
en la asistencia espiritual a la federación del Santísimo Sacramento.
EPÍLOGO
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Tu cuerpo es salud sin fin,
sano sin daño de días;
para el que busca vivir
es la raíz de la vida.
Tu cuerpo es espiritual,
es la Iglesia congregada,
tan fuerte como tu Cruz,
tan bello como tu Pascua.
Tu cuerpo sacramental
es de tu carne y tu sangre,
y la Iglesia, que es tu Esposa,
se acerca para abrazarte. Amén.
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ÍNDICE
Índice ...................................................................................................................................... 3
Pórtico: En el corazón de Francisco ....................................................................................... 4
PRIMERA PARTE
Mi noviciado en cuatro secuencias
1. De Lecároz a Sangüesa....................................................................................................... 8
2. Más allá de Lecároz............................................................................................................ 9
3. En memoria del P. Ildefonso ............................................................................................ 10
4. Primera plática.................................................................................................................. 10
5. Defensor alme Hispaniae... y unos días de crisis ............................................................. 11
6. Dos objetivos muy señalados ........................................................................................... 12
7. La comunidad que nos acogió y que formamos ............................................................... 13
8. Toma de posesión de mi celda (24 de julio)..................................................................... 15
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14. Una florecilla perfumada: el paso por el noviciado del P. José María
de Oyarzun (20 de octubre) ...................................................................................... 28
15. Comunión de los santos: recuerdo del 1 de noviembre .................................................. 29
16. Los Ejercicios del mes de noviembre (4-11 de noviembre) ........................................... 29
17. El Capuchino retirado..................................................................................................... 32
18. AMáxima: De la memoria del fin, por el cual hemos venido á la Religión@ ................... 33
19. AMáxima: Sobre hacerse hombre de oración@ ................................................................ 34
20. La lectura del P. Rodríguez ............................................................................................ 36
21. La Presentación de María ............................................................................................... 36
22. Resumen: Trilogía ascético-mística:
actos ordinarios, recogimiento y mortificación, la presencia de María.................... 37
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1. Domingo de Ramos (25 de marzo): Gloria, lau................................................................ 58
2. La santa Pascua (1 de abril) y la Semana IV de los Ejercicios de san Ignacio
(1-7 de abril) ............................................................................................................. 59
3. Los santos capuchinos ...................................................................................................... 60
4. La explicación de la Regla, y las Constituciones ............................................................. 62
5. El libro principal, para mí, del noviciado:
Columba Marmion, Jesucristo en sus misterios....................................................... 63
6. Pentecostés, 20 de mayo: Los dones del Espíritu Santo explicados
por el P. Royo Marín ................................................................................................ 63
7. De paso, una anécdota pintoresca: el P. Hilario de Estella .............................................. 64
8. El dulce mes de mi Madre de cara a la profesión............................................................. 65
9. Mes de mayo: plan del mes y la esclavitud mariana ........................................................ 65
10. Corona de mi devoción a María ..................................................................................... 67
11. Mes de junio: AVivir por Jesús@ ...................................................................................... 68
12. Mes de julio: AVivir con Jesús@ en el misterio de la Trinidad ........................................ 68
13. La generosidad, fibra y fuerza de mi noviciado ............................................................. 70
14. El canto del cisne............................................................................................................ 70
SEGUNDA PARTE
Memoriale in desiderio animae
Meditación de vida a la vuelta de 50 años
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