Los Sofistas

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LOS SOFISTAS

En la Antigua Grecia se llamó sofistas a los estudiantes y maestros de retórica que vivieron principalmente en Atenas
durante los siglos V y IV a. C. Si bien los sofistas eran en su mayoría maestros y estudiantes, nunca constituyeron un
conjunto uniforme, como si se hablara de una escuela, sino que cada uno de ellos predicaba y enseñaba a su manera
y diferenciándose de los demás.

Entre los sofistas más famosos encontramos a Protágoras (485 – 411 a. C.) y Gorgias de Leontinos (483 – 375 a. C.),
quien todavía hoy es conocido por dos de sus obras más importantes, Sobre la Naturaleza o el No Ser y Encomio de
Helena. Tanto Protágoras como Gorgias encontraron a sus mayores detractores en Sócrates, Platón y Aristóteles .
Ambos aparecen como personajes en varias de las obras platónicas y, en simultáneo, fueron acusados de persuadir
audiencias y asambleas políticas sin ningún fin más que el beneficio propio.

Etimología y significado del término «sofista»

El origen del término sofista se remonta a los vocablos griegos sophía, “sabiduría”, y sophós, “sabio”, a juzgar por los
textos antiguos que sobreviven (como la Ilíada), en los que es común verlo asociado a conceptos como “ingenio”,
“talento” o a diversas formas de inteligencia práctica en un sentido genérico.

En el siglo V a. C., se llamó a los sofistas “sabios” o “maestros”, no del vocablo sophós sino de sophistés (σοφιστής).
La variación del término se debe a que no se los consideraba maestros de la sabiduría sino profesionales del
conocimiento y la elocuencia. Como sustantivo, sophistés se derivó del verbo sophizo (σοφίζω), que tiene su origen en
la palabra sophós y se traduce como “enseñar” o “hacer aprender”. De este juego de palabras es que se
traduce sophistes no solo como “sofista”, sino también como “hombre sabio o experto” o “el maestro de la habilidad de
uno”.

Un ejemplo de esta derivación es el uso que se le da a la palabra sofista en las obras de Platón (c. 427 – 347 a.
C.). En los diálogos platónicos se la usa en el sentido de “maestro profesional” , ya que los sofistas deambulaban por
Grecia impartiendo los más diversos saberes y conocimientos.
Pero dado que los poetas y filósofos cobraban por sus servicios, se les acusó de perseguir a través del debate no la
verdad, sino únicamente la victoria argumentativa, incluso a través de métodos de pensamiento falaces o
deshonestos, un reclamo que les hicieron sus contemporáneos, como Píndaro (c. 518 – 438 a. C.) o Sócrates (470 –
399 a. C.), el propio maestro de Platón.

A partir del siglo V a. C., el término sofista comenzó a emplearse con el sentido de farsante, charlatán o filósofo
dispuesto a ceder ante la opinión pública, en lugar de comprometerse con la verdad. Este último significado se
perpetuó hasta los tiempos del Imperio Romano, aplicado no solo a filósofos sino a escritores, poetas, oradores y
profesores de retórica por igual, muchos de los cuales formaron parte del Segundo Movimiento Sofístico.

Principales sofistas

Algunos de los principales sofistas de la tradición griega fueron:

 Protágoras de Abdera (c. 485 – c. 411 a. C.). Fue un pensador, viajero y maestro griego de retórica. Se lo
recuerda como un maestro itinerante, que viajaba por el país y cobrando elevadas tarifas por enseñar, por
ejemplo, el correcto uso de las palabras (se llama “ortoepía” al arte de pronunciar bien las palabras). Aun cuando
Platón no respetaba a los sofistas, les dedicó uno de sus diálogos, Protágoras, de nombre homónimo. Según
Diógenes Laercio y Sexto Empírico, Protágoras fue famoso por una de las máximas que enseñaba, “El hombre es
la medida”. La versión extendida, escrita en una obra perdida llamada Los discursos demoledores, dice: “el
hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no
son”.
 Gorgias de Leontinos (483 – 375 a. C.). Fue discípulo de Empédocles y conocedor del pensamiento de Zenón de
Elea y de Parménides. Gorgias fue otro de los grandes sofistas griegos, respetado como filósofo incluso por sus
detractores. Algunos le atribuyen el rol de padre de la oratoria y fundador de la epidíctica, que es una forma de
discurso que elogia o censura a una persona. Sus obras más conocidas son Sobre la Naturaleza o el No Ser y
el Encomio de Helena. El primero es un tratado sobre la filosofía eleática, en el que concluye que nada existe y, si
existiera, no podría ser conocido por el hombre o, en todo caso, sería imposible explicarlo con el lenguaje.
El Encomio de Helena es un apasionado discurso en el que señala todas las razones por las que se culpa a Elena
de la guerra de Troya y, una a una, las desestima por falsas.
 Pródico de Ceos (465 – 395 a. C.). Fue un sofista de las primeras generaciones y contemporáneo de Sócrates,
cuyas enseñanzas se centraban en la gramática y la retórica. Ninguna de sus obras sobrevivió hasta hoy, pero
existen numerosas referencias a este filósofo en obras de otros autores, algunas incluso con fragmentos citados.
Al parecer entre sus intereses estaban la astronomía, el lenguaje, la ética y la religión.
 Hipias de Élide (c. 460 – c. 400 a. C.). Fue uno de los sofistas de las primeras generaciones y un destacado
geómetra, descubridor de la cuadratiz, con la que dio respuesta a problemas centrales de la geometría griega.
También se le atribuye una gran memoria y la invención de numerosas reglas mnemotécnicas.
 Trasímaco de Calcedón (459 – 400 a. C.). Se sabe poco de la vida de este sofista, que hace aparición en los
diálogos platónicos y en la República de Platón, en particular en las reflexiones respecto al rol de la justicia. Del
resto de su vida, se sabe sobre su vida gracias a las referencias de una obra perdida del comediante Aristófanes y
en la obra de Clemente de Alejandría.

Sócrates y los sofistas

Es conocido el antagonismo que hubo entre los filósofos sofistas y el maestro de Platón, Sócrates. Si bien Sócrates
consideraba a Gorgias y Protágoras como verdaderos filósofos, gracias a él y a lo escrito por Platón es que el término
“sofista” tomó un sentido peyorativo. Los principales motivos de esta enemistad se pueden resumir en los siguientes
puntos:
 Los sofistas cobraban por la enseñanza de sus saberes y el acceso a “la verdad”, mientras que Sócrates pensaba
que la verdad no podía enseñarse, y conversaba con cualquier ateniense que estuviera dispuesto a hacerlo.
 Los sofistas poseían un saber enciclopédico y empleaban el debate como método de enseñanza, mientras que
Sócrates creía en el diálogo (especialmente al caminar, por eso se le apodaba el peripatético), y en las preguntas
y respuestas orientadas como método de enseñanza.
 Para los sofistas, el cometido primordial era la persuasión del otro, mediante argumentos lógicos o argucias
(argumentos falsos) destinadas a emocionar a su audiencia; mientras que Sócrates estaba firmemente
comprometido con la obtención de la verdad, por impopular que esta fuera.
 En general, los sofistas eran críticos de la tradición religiosa griega; mientras que Sócrates era devoto de la  ley y
se sentía fuertemente vinculado a Atenas y sus tradiciones.

Uso actual del término «sofista»

El sentido general del término sofista se corresponde con el de charlatán o malabarista conceptual. Sin embargo,
algunos pensadores contemporáneos, como Michel Onfray o Giorgio Colli, reivindican la importancia de los sofistas en
la tradición del pensamiento occidental.

Los tratados de Protágoras y los de Gorgias se consideran antecedentes oficiales de las concepciones actuales sobre
el lenguaje y el uso de la palabra. Ya Nietzsche, en el siglo XIX a. C., decía que frente a Sócrates (a quien
constantemente burlaba y denigraba) y Platón, los sofistas habían sido los verdaderos primeros filósofos de la
antigüedad griega.

Las principales características de los sofistas son las siguientes:

1. Los sofistas defienden la retórica (analizar las formas y propiedades de un discurso) como método para transmitir el
saber. El cual, se basa en un discurso cerrado y de carácter enciclopédico que se transmite a unos alumnos que se
limitaban a escuchar.
2. Defienden el relativismo moral: No existe la forma universal de saber qué es lo que está bien o mal.
3. Según los sofistas la verdad es relativa: Consideran que no existe una verdad absoluta y cada persona tiene su
visión propia de la realidad.
4. Para los sofistas la virtud se vincula directamente a la fama y al reconocimiento público.
5. El filósofo es un individuo que ilustra y enseña a otra persona un saber preparado y que cobra por ello, es decir, es
aquel que ejerce una profesión.
6. La filosofía debe ser una disciplina que enseñe a los discípulos las habilidades necesarias para su desarrollo en
la política, es decir, enseñar el arte de la oratoria (debatir y discutir) para ser un político convincente y eficaz.
7. La enseñanza es pasiva: El profesor enseña e ilustra y el alumno escucha. Además, su principal objetivo es el
de crear buenos oradores que sepan seducir, persuadir y convencer con argucias argumentativas, aunque sea con
un discurso sin sentido.
8. Los sofistas defienden la democracia porque es un sistema que busca crear consenso y que genera un debate entre
los ciudadanos sobre las principales cuestionen que atañen a la ciudad. No obstante, también defienden que debe
ser desarrollada por individuos preparados para hacer política.
9. Los sofistas establecen que la ley no es eterna ni universal, sino que es variable y cambiante en función del grupo o
comunidad a la que nos acerquemos. Es decir, que una ley es impuesta en una comunidad como fruto de un pacto
entre sus miembros o por la persona que gobierna (convencionalismo).
10. La felicidad reside en el reconocimiento a nivel público y en elementos más superficiales como la fama o el poder.
11. Dejan de lado el dilema del origen del mundo (physis) y se preocupan por las cuestiones que atañen al individuo: la
educación, la política o la justicia.

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