La Universidad No Es Una Isla

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La

Universidad
no es
una Isla....
L a Universidad no es una Isla....

/
LUIS A L B E R T O S A N C H E Z

L A UNIVERSIDAD NO E S
UNA ISLA

UN ESTUDIO, UN PLAN Y TRES DISCURSOS

E D I C I O N E S P E R U
1 9 6 1
I N D I C E
PAG.

INDICE 7

I .— E L P R O B L E M A 11

Confesión de parte 11
1. — L a Unidad perdida 14
2. — E l telón de fondo: a) L a ley 16
3. — E l telón de fondo: b) Los hechos 20
4. —Desnivel y desmembramiento 25

I I .— L A R E F O R M A Y L A S R E F O R M A S U N I V E R
SITARIAS 37

Las reformas universitarias en el Perú

a) L a reforma de 1571 40
b) L a segunda reforma: L a Racionalización . . . 41
c) L a reforma de 1861 y sus antecedentes: L a
Universidad 44
d) L a reforma de 1866: Definición del régimen
facultativo 50
e) L a reforma de 1876: Definición de la Uni-
versidad como ente autónomo 51
f) L a reforma de 1901 y 1902: o la reforma
humanística 54
g) L a reforma de 1920: Participación del estu-
diantado o insurgencia juvenil 59
h) L a contrarreforma de 1925 y la reforma de
1928 66
i) L a contrarreforma de 1930 y la reforma de
1931 74
j ) L a contrarreforma de 1935 80
k) L a contrarreforma de 1941 83
I ) L a reforma de 1946 (Ley 10555) 87
I I ) L a contrarreforma de 1949 93
I I I . — E L COGOBIERNO 99

1. —Algunos antecedentes coloniales y republi-


canos 99
2. —Renace el cogobierno 108
3.—Bases teóricas del cogobierno 115
4. — L a participación estudiantil en las universi-
dades de la América Latina 118
5. — E l cogobierno, el ingreso "masivo" y el egreso
sin control 127
6. — E l cogobierno y el caos administrativo 132
7. —Cátedra libre 134
8. — L a Universidad y el pueblo 137
j
9.—La admisión a la Universidad 143

I V .— E L P L A N 147

) cQ ^ clase de Universidad y Universidad de


a u

qué clase debe ser San Marcos? 148


b) ¿Qué tipo de alumno y de enseñanza corres-
ponde a una Universidad así? 154
,-c) L a Universidad ¿para qué y de dónde? 157
d) Las facultades y las necesidades nacionales 159
e) L a facultad de estudios generales 165
r
f ) Vinculación entre la Universidad y la secun-
daria 168
g) Fuentes de ingresos 169
h) L a ciudad Universitaria 173
i) Profesorado a tiempo completo 175
j ) Federación de escuelas afines y unidad de
doctorado 181
-k) E l politicismo Universitario 183
4) ¿Exceso de Universitarios o carestía de capa-
citados? 184
-11) L a universidad, la élite y la nación 187

V. — T R E S DISCURSOS 195

a) Sobre " L a generación vetada" 195


b) Sobre la reforma y la amistad 205
c) Sobre la unidad de San Marcos 214
SOBRE LA UNIVERSIDAD PERUANA
*
E l problema

CONFESION DE PARTE

Aunque en gran parte debido a desagradables cir-


cunstancias y por equivocados caminos, es un hecho que
el tema de la Universidad ha pasado, en el Perú, a ser
hoy "noticia". Felizmente, son más afortunados los mo-
tivos por los que ocupa lugar principal en el resto del
mundo. De toda suerte debemos congratularnos de que
ese interés renazca. Un país que vive, ha vivido o pre-
tenda vivir a espaldas de su Universidad, no puede ni
podrá realizar sus destinos, ni progresar de veras. Ade-
más, carecería de derecho para ello. Si la Universidad es
por excelencia el vivero de especialistas, profesionales, in-
vestigadores y "líderes"; si no hay actividad creadora
sistemática que pueda desarrollarse sin la intervención
rectora de los entendidos, técnicos y profesionales, a quie-
nes prepara y orienta la Universidad, fluye de suyo que
no hay Estado en el que sea posible desenvolver plan
alguno si no se atiende a aquella, a fin de que encuentre
las vías y medios de realizarlos, realizándose. E l ele-
mento humano, base de todo desarrollo y avance, debe
nutrirse de ciertas esencias humanísticas, científicas, éti-
cas y técnicas, cuyo foco es la Universidad. Ahí se incu-

11
ban, discuten, proyectan y planifican las obras de que se
forja el futuro de toda Nación. Así ocurre doquiera: en
los países más avanzados, en los subdesarrollados y en
los que, por muy nuevos, podrían calificarse de inma-
duros. Sin embargo, una de las grandes sorpresas de
nuestro tiempo ha sido la rápida y casi vertiginosa evo-
lución de organismos políticos tan nuevos como Líbano,
Nigeria, Liberia, Israel, India, Japón, Pakistán, Túnez,
debido en gran parte a que sus clases dirigentes aprendie-
ron los fundamentos de su conducta y de su técnica en
las Universidades de Occidente. De la Universidad in-
glesa salieron Gandhi, Nehru, Tagore; de la norteameri-
cana, de la alemana, de la rusa y de la francesa, nume-
rosos líderes africanos, asiáticos y latinoamericanos. Ahí
donde la Universidad fue puesta al margen de la vida
colectiva, como en el Congo, el tránsito de colonia a re-
pública ha sido violento y poco edificante. E n el siglo
pasado sucedió lo propio. Bastará recordar dónde se for-
maron Mariano Moreno, Belgrano, Olmedo, Caldas, Zea,
Santander, y, en lo que directamente nos atañe, señalemos
que de los sesenta y cuatro miembros de nuestro Primer
Congreso Constituyente, el de 1822, no menos de cincuen-
ta y cuatro habían egresado del Convictorio de San Car-
tos, donde funcionaba el núcleo de las después Facultades
de Letras, Ciencias y Derecho. Sin el producto humano
de sus Universidades, ni Estados Unidos, ni Inglaterra, ni
Rusia, ni Italia, ni Alemania, ni Francia, ni Suecia, ni (

Noruega, habrían alcanzado el nivel que hoy tienen.


Doloroso es confesar en cambio que todavía, en 1961,
existan entre nosotros gentes mal informadas, retrasados
mentales, o resentidos sociales que fincan su orgullo en
inventar o subrayar solo los defectos reales o imaginarios
de nuestras Universidades. E l insano y aun necio de-
leite con que formulan sus unilaterales y morbosas críti-
cas no afecta, empero, a lo que la Universidad es en sí,

12
ni a la tarea constructiva que calladamente realiza. Da
alegría comprobar que esa infortunada y estéril imagen
que de la Universidad y por tanto de la Patria, se han
forjado, no corresponde a los hechos ni satisface las es-
pectativas y esperanzas de la colectividad. Está, a Dios
gracias, muy por debajo de la más torpe y limitada am-
bición que el ciudadano menos que mediano acaricia acer-
ca de su destino individual y colectivo.
He padecido y padezco el mal de la Universidad —si
mal fuere— desde hace cuarenta y cuatro años, es decir, 4
desde el primer día de abril del año 1917 en que traspuse,
ya como alumno, el umbral del inolvidable patio de los
Naranjos del antiguo Noviciado de Jesuítas, donde, a
partir de 1771, funcionó el Convictorio de San Carlos y,
desde 1861, la Facultad de Letras de la Universidad Ma-
yor de San Marcos. Me he identificado desde entonces,
de tal manera, con los triunfos y fracasos de mi Alma
Mater, que llevo tatuados en el alma indeleblemente sus
luminosos estigmas. Me atrevo a afirmar que toda mi
historia, al menos mi historia intelectual, gira en torno del
nombre de San Marcos. Mi Alma Mater lo ha sido de
veras y por doble camino: como Alma y como Madre.
E l haber sido electo, en libérrimas justas, dos veces su
Rector, no constituye el motivo principal de mi raigal
vínculo con ella. Pretendo que llevo su tradición y su
ambición metidas tan adentro que a menudo me ha sido
imposible distinguir entre lo que yo pensaba de San Mar-
cos y lo que San Marcos me impulsaba a pensar y decir.
Las páginas que siguen tratan de aprehender algo del
monologal coloquio —si fuese posible— que, durante casi
toda mi vida consciente, he sostenido día a día y noche
a noche, acerca del indesviable destino de mi Alma Mater
y de las amenazas y acechanzas que blanden y ciernen
sobre su cabeza muchos de sus propios descastados hijos,
convertidos, por implacable impulso de codicia, celo, va-

13
nidad y rutina, en sus peores adversarios. Me sería fácil
reducir mi trabajo a una quizá monótona y, en todo caso,
fatigosa sucesión de guarismos acompañados de parcas
glosas. Prefiero ser más explícito y arriesgado. E l exa-
men espectral que sigue trata de ser objetivo, con mucha
mayor objetividad que la pretensa de ciertos seudo cien-
tíficos los cuales se muestran incapaces de admitir otro
criterio que el de sus prejuicios, tosudeces y convenien-
cias. Pero, no desdeñaré ni desdeño encarar la interesada
campaña, mejor dicho, la mendaz conspiración, desatada
por quienes todo se lo deben, contra las más respetable
y promísora institución del Perú y, por ende, una de las
mas promisoras y respetables del Continente y el Mundo.

l.—LA UNIDAD PERDIDA,

San Marcos ha atravesado en sus últimos doce años,


por un proceso que se podría definir como la de un lento
suicidio. Me equivoco: más bien ha sido y es víctima de
un impune y sin embargo público matricidio.
So capa de reforzar determinadas disciplinas de su
syllabus, mi Universidad se vio sometida a un sistemá-
tico y traidor desmembramiento. Los nombres y cifras
en que me fundo para asegurarlo producirían una verda-
dera explosión de encontradas pasiones, por la magnitud
de errores y faltas cometidas. Sin pensar en el porvenir
de la Nación, se infirió a la Universidad evidente daño, \
palpable en hechos como los siguientes: se debilitaron los
vínculos inter-facultativos; se quebró la unidad entre pro-
fesores y alumnos, y la solidaridad entre profesores y pro-
fesores así como entre alumnos y alumnos; se abrió un
abismo con la Secundaria, a la que se vilipendió inexora-
blemente; se convirtió en motivo de orgullo el fracaso de
promociones inocentes de la culpa que solo ellas pagaban;
se imprimió un sesgo absolutamente profesional a la en-

14
V

senanza universitaria, olvidando la investigación y la for-


mación humana; se dio la espalda al interés público y al
criterio social de la enseñanza; se creó una especie de in-
quisición policiaca para el ingreso, promoción y gradua-
ción de los jóvenes. Pero, lo peor de todo ello es que, en
esos diez o doce años, se debilitó el vínculo universitario,
fletando en su lugar un absurdo, inorgánico e iletrado
feudalismo facultativo, de suerte que de los sanos propó-
sitos de los reformadores de 1861, 1876, 1902, 1920, 1928 y
1946, no han quedado sino fragmentos, por ventura em-
peñados hoy en recuperar su unicidad orgánica y empren-
der un c o m ú n derrotero.
Cuando, en 1949, en otro momento crítico de la his-
toria universitaria del continente, publiqué, con el apoyo
de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en la que
entonces profesaba, y de la Unión de Universidades L a -
tinoamericanas, a cuya f u n d a c i ó n contribuí, mi libro "La
Universidad latinoamericana" , se iniciaba dolorosamente
1

el proceso de la atomización de San Marcos. Fue en


abril de ese año cuando una Junta Militar, de las menos
académicas y constructivas de nuestra historia, dictó un
decreto-ley, avalado por la inopia pedagógica de sus fir-
mantes, anulando ia ley 10555 o sea el Estatuto Univer-
sitario de 1946, en virtud del cual San Marcos inició su
tercer renacimiento. F u e todo ello tan improvisado y
necio, que a renglón seguido del mencionado decreto-ley
n ú m e r o 11007, se dictó el n ú m e r o 11015, según el cual
debían restituirse a San Marcos los institutos que la ley
10555 le había asignado, con la sola excepción del Colegio
Universitario, precisamente el logro m á s promisor y fe-
cundo de la Reforma de 1902, 1931 y 1946.
No pretendo insistir sobre las difíciles circunstancias
universitarias en el lapso transcurrido entre 1949-1960, en
1
L . A. Sánchez, "Memoria del Rector de la Universidad Na-
cional Mayor de San Marcos, correspondiente al año 1948", Guate-
mala, Imp. Universidad, 1949.

15
que se dicta la nueva Ley universitaria (número 13417).
Lo que preocupa a este libro y a su autor es la problemá-
tica actual de San Marcos, y, a través de ella, de la mayor
parte de las Universidades de América Latina.
L a urgencia de resolver las graves cuestiones nacio-
nales y aun continentales y mundiales, en el campo de
la ciencia, la economía, la sociología, la política y la téc-
nica, descansan sobre la posibilidad de reorientar y for-
talecer sus bases culturales, es decir, la escuela y la Uni-
versidad. E n reciente reunión promovida por la Organi-
zación de Estados Americanos (Washington, junio de
1961) hemos tenido la oportunidad de cotejar los puntos
de vista de especialistas provenientes de diversas regiones
del Continente. L a conclusión es que nos parecemos tan-
to que el planteamiento de todos los problemas de una
de las repúblicas, puede servir muy bien, por reflejo o
extensión, para plantear el de las otras naciones latino-
americanas. Se cumple así la vieja lección de que por
el camino de lo particular se llega a lo general, y por el
de la región al universo. E s lo que quisiéramos llevar a
cabo ahora y aquí.

2 . — E L TELON DE FONDO: a) LA LEY.

L a Universidad Nacional Mayor de San Marcos es


una corporación de derecho público, formada por profe-
sores, estudiantes y egresados, según el artículo 1" de la
Ley 13417, promulgada el 8 de abril de 1960 y puesta
en plenitud de práctica el 24 de agosto del mismo año,
fecha en que el Consejo Universitario promulgó, a su tur-
no, el Estatuto elaborado por la Asamblea Estatutaria
sanmarquina creada y autorizada expresamente por el
artículo 83 de la mencionada ley.
Constituyen la Universidad, sus Facultades, Escuelas,
Departamentos e Institutos, sin distinción ni preeminencia

16
alguna (art. 8). Los Institutos se dedicaran a la investi-
gación y solo pueden ser creados por el Consejo Univer-
sitario, no por ninguna Facultad (art. 30 de la L e y ) . L a
Universidad es la única institución autorizada a otorgar
y revalidar grados y títulos (arts. 7 y 32). Como persona
de derecho público, la Universidad tiene un representante
legal que es su Rector (art. 13). Este y nadie más es el
vínculo entre la Universidad, las demás Universidades y
los Poderes Públicos; él es también el ejecutor de los
acuerdos del Consejo Universitario, entidad máxima de
la institución (art. 10, 11, 12, 19 y 20). Existe además como
organismo de general gobierno la Asamblea Universitaria
(art. 10), conformada por delegados de los Consejos F a -
cultativos (arts. 16, 17 y 83). E l objeto de la Asamblea
es limitado: escuchar la memoria del Rector, elegir al
Rector y al Vice-Rector, resolver sobre su renuncia y mo-
dificar el Estatuto de la Universidad. Para estos objetivos
se reunirá ordinariamente o extraordinariamente (art. 18).
L a Asamblea tiene, pues, el carácter de un cuerpo legislati-
vo; el Consejo Universitario es, por excelencia, ejecutivo y
reglamentario, sin mengua de su carácter también legis-
lativo.
Los bienes y rentas de la Universidad son adminis-
trados por el Rector, de acuerdo con el Consejo de Admi-
nistración y Economía (arts. 69-71), cuyas resoluciones
deberá ratificar el Consejo Universitario. Dichos Conse-
jos, el Económico y el Universitario, aprueban el Presu-
puesto de la institución y dan cuenta de su manejo a la
Contraloría de la República. Los miembros del Consejo
Universitario, y sólo ellos, son responsables individual y
solidariamente por la forma de administrar las rentas de
la Universidad; es evidente que tal responsabilidad con-
firma la autoridad de dicho cuerpo (art. 70).
E l Consejo Universitario está constituido, según los
artículos 10 y 19 de la ley por dos tercios de profesores

17
\

y un tercio de alumnos, incluyendo en aquellos dos ter-


cios a las autoridades. E s t a misma organización corres-
ponde a los Consejos de Facultad y de las Escuelas, lo
cual es ratificado por los artículos 27 y 94 de l a l e y .
E s t a misma tiene un artículo extraño que en el P e r ú no
figuró en ninguna ley o estatuto universitario anterior, ni
en el de ningún otro p a í s : la de acordar a las Facultades
de Medicina un trato de privilegio que consiste en permi-
tirles un régimen "académico, administrativo y en la cons-
titución de su gobierno" según los Estatutos y Reglamen-
tos que ellas mismas se den, "por la índole de sus estudios".
No existe dispositivo alguno en país alguno que establezca
una diferencia tan rara entre l a "índole de los estudios"
de una Facultad y los de otra, mejor dicho, no hay nin-
guno que autorice por tal supuesta causa a romper, v a -
liéndose de un reglamento excepcional, la unidad orgá-
nica de la corporación. E n todo caso, como dicho artículo
establece de todos modos que el gobierno de las Faculta-
des de Medicina deben ejercerlos "los profesores, egresa-
dos y estudiantes", sin fijar proporción especial, ni decla-
rar la irrevisibilidad de dichos Estatutos y Reglamentos,
es obvio que estos deben ceñirse a las normas institucio-
nales en cuanto afecten a la estructura general de la cor-
poración; que deben ser aprobados por la m á x i m a auto-
ridad de la Universidad, su Consejo Universitario, y que
de ninguna manera cabe admitir que una parte —una
Facultad cualquiera que ella sea— pueda eximirse de
cumplir los acuerdos del todo — l a Universidad— de la
que lógica, histórica y legalmente forma parte (art. 5 y 8
de la l e y ) . Además, el art. 94, el ú l t i m o de la ley, aclara
cualquier duda al establecer: "El Reglamento coordinará
todas las discrepancias que pudieran surgir en el articulado
de la presente ley, teniendo en cuenta el principio del ter-
cio". E s evidente, que la intención y la disposición del le-
gislador ha sido y es someter dichas posibles (o reales)

18
discrepancias no a otra autoridad, sino a la de la propia
Universidad, fijándole como única taxativa la de "tener en
cuenta el principio del tercio".
T a l fue la resolución de la Asamblea Estatutaria,
creada por el art. 83 de la ley, en su sesión inaugural del
16 de mayo de 1960; tal, la de la C á m a r a de Diputados,
en su sesión del 4 de julio de 1961, al derogar el artículo
conflictivo-, el 34; tal, la del Senado en sesión del 24 de
julio al modificar el acuerdo de Diputados, pero recono-
ciendo l a "proporción de la ley" ( p á r r a f o 2 del artículo
uno), y tal, en f i n , la corroboración de esto último por la
C á m a r a de Diputados el 11 de agosto ú l t i m o .
Además, ninguna Facultad de Medicina del Perú,
donde hay tres, sino solamente la de Lima a d o p t ó actitud
escisionista de privilegio o rebeldía contra el expreso te-
nor del artículo 94 y contra el Consejo Universitario res-
pectivo. E l conflicto surgido en San Marcos es, típica-
mente, local. Sus orígenes y alcances deben buscarse,
pues, fuera de la órbita de la llamada "índole de sus es-
tudios", única razón aparente para autorizar a las F a c u l -
tades de Medicina a un régimen especial, pero de ninguna
manera por encima ni en pugna con el Estatuto de la
Universidad respectiva, ni muchísimo menos, pues sería
absurdo, contra la ley matriz.
Aunque sea la m á s bulliciosa, esta discrepancia no
es la única emanada de la ley 13417. H a y otras que de-
ben urgentemente coordinarse: el artículo 20 con el 4 1 ; el
10 con el 17 y 27; el 34 con el 94, etc. Pero, se trata de
puntos fáciles, pues en su planteamiento y resolución no
cabe otro criterio ni otra pasión que servir lealmente a
la Universidad, sin á n i m o proditorios ni especulativos de
otra especie. E l Estatuto de S a n Marcos, constante de
321 artículos ha tratado de llevar a cabo esta tarea, re-
forzada por acuerdos de la Asamblea Universitaria en sus
sesiones de abril de 1961. E n todo caso, las deficiencias

19
anotadas no constituyen obstáculos insalvables, como no
los hay en realidad en la ley, salvo el producido por l a
forma excesiva como se ha pretendido aplicar (pues i n -
terpretarlo no cabe sino al Congreso de la R e p ú b l i c a ) el
artículo 34 mencionado, en sólo una de las Facultades de
Medicina del país. De hecho, se trata de la posición
de una Facultad frente a las otras nueve de l a misma
Universidad, frente a otras dos Facultades de la misma
"índole" (Medicina) en el propio país, y, en total, frente
a cuatro Universidades del Estado con sus treinta y tres
Facultades y contra los propios estudiantes de l a única
Facultad en renuencia . 2

3.—EL TELON DE FONDO: 6) LOS HECHOS.

L a Universidad Nacional Mayor de San Marcos


cuenta con 13,500 alumnos, repartidos en 10 Facultades,
a saber: Letras, Derecho, Medicina, Ciencias Naturales y
M a t e m á t i c a s , Ciencias Económicas, F a r m a c i a y Bioquí-
mica, Odontología, Química, E d u c a c i ó n y Medicina V e -
terinaria. De estas Facultades, la m á s numerosa es l a de
Ciencias Económicas con alrededor de 2,900 alumnos; l a
m á s pequeña, l a de Veterinaria, con 270. Medicina cuen-
ta con 1,840 alumnos; Letras con 1,751; E d u c a c i ó n con
1,238; Ciencias con 1,308; Derecho con 1,532; Farmacia
con 850; Odontología con 882; Química con 225.
E l Presupuesto ordinario de que dispone a la fecha,
junio de 1961, la Universidad, alcanza a 67'559,793.24
soles \ 2

Con esta suma se paga el presupuesto ordinario ge-


neral y de las diez Facultades. A d e m á s , la Universidad
2
Este conflicto ha desaparecido y L a Facultad de Medicina
de la Universidad de San Marcos se ha reorganizado dentro de las
pautas legales correspondientes (octubre 1961).
E l sol equivale a un poco menos de 4 centavos de dólar;
2 f t

un dólar vale 26 soles 80 centavos.

20
recibe S / . 15'289,736.28 a l año por "Cuentas especiales",
de las que 13'863,625.97 son ad-hoc para la Facultad de
Medicina, por concepto de impuesto a l Policlínico y Sub-
sidio del Fondo de Salud Pública. Dicho en términos
breves: San Marcos recibe casi 83 millones y medio a l
año, en total. De los ingresos ordinarios de 67 millones
y medio hace la siguiente distribución:

Rectorado (Secretaría General, T e -


sorería General,, Gimnasio, etc.)
c o m ú n a todas las Facultades . . S / . 5'994,512.73
Servicios Generales (listas pasivas)
Biblioteca Central, Archivo, Servi-
cios Médicos, nivelación de suel-
dos, etc., comunes a todas las F a -
cultades 17*494,7 59.97
Facultad de Letras „ 4'416 441.25
J

„ Derecho „ 2'417,820.96'
„ Medicina „ 13'293,508.73
„ Ciencias „ 5'220,330.13
„ Ciencias Económicas . „ 2'535.492.73
„ „ Farmacia y Bioquími-
ca „ 3'235,766.20
„ Odontología „ 3'073,907.77
„ Educación ,, 2'419,356.12
„ Química „ 2'667,039.53
„ Veterinaria „ 3'013,079.41
Amortización deuda Ciudad U n i -
versitaria ,, 1777,777.71

Total „ 67'559.793.24

De lo anterior resulta que el costo por alumno a l


año, según el presupuesto ordinario es de S / . 5,000.00
(cifras redondas). E s t a cifra oscila entre extremos muy
marcados: mientras que un alumno de Ciencias Econó-

21
micas significa solo 844 soles al ano, uno de Medicina
representa 15,600 sin contar las donaciones extranjeras;
mientras el de Educación consume S / . 2,000.00; el de
Veterinaria 14,500; 4,180 el de Odontología; 12,000 el de
Química; 1,600 el de Derecho; 2,500 el de Letras; 3,760
el de Farmacia; 4,000 el de Ciencias Físicas y Naturales.
Los ingresos de la Universidad provienen en su ma-
yor parte de los impuestos y rentas específicas (alrededor
de 28 millones), de los subsidios ordinarios del Estado
(alrededor de 24 millones), de las rentas especiales (alre-
dedor de 14 millones), de sus inmuebles urbanos y ru-
rales (alrededor de 2 millones) de las pensiones de sus
alumnos (alrededor de otros 2 millones) y el resto de
pequeñas rentas adicionales y propias. No se consideran
los fluctuantes donativos del exterior.
Se presume que el nuevo impuesto para las Univer-
sidades aprobado en ambas Cámaras Legislativas en j u -
lio de 1961, promulgado en agosto, pued,e representar
para San Marcos 3 millones y medio más este año y
S/. 9'500,000 por año completo.
Del cuadro anterior se desprende que los alumnos
prácticamente no pagan nada por la enseñanza que re-
ciben, y que el producto del arriendo de los inmuebles
urbanos y rurales es ínfimo. Sin embargo, el valor del
suelo, en ambos tipos de propiedad inmobiliaria, el ur-
bano (157,000 metros cuadrados en Lima) y el rural se
estima en alrededor de 250 millones de soles, que debe-
rían rentar a la Universidad, no menos de un 10 por
ciento anual, o sea 25 millones; pero no rentan sino 2
millones, es decir, el 0.7%; proporción absurda. Ello se
debe a que las propiedades inmobiliarias de San Marcos
se encuentran en estado ruinoso y alquiladas a muy ba-
jo precio, aunque, en realidad, considerando esas malas
condiciones, tal vez no sea posible aumentar más allá de
un pequeño porciento el valor de su alquiler.

22
San Marcos además debe encarar por si sólo la cons-
trucción de su Ciudad Universitaria, ubicada hoy sobre
un área de 679,000 metros cuadrados, en la que ya se
han erigido un estadio y varios edificios, todavía en des-
uso, por valor de 40 millones de soles. Dichas construc-
ciones no prestan hoy ningún servicio. Para que estén
en situación de hacerlo, habría que invertir de inmediato
no menos de 20 millones de soles en conexiones e instala-
ciones de agua, desagüe y electricidad, y en equipos y
mobiliario. Con ello solo entraría a funcionar menos de
la cuarta parte del proyecto. A l ritmo que lleva la obra,
librada enteramente a la escasa economía sanmarquina,
la Ciudad Universitaria tal como ha sido planeada, solo
estará concluida dentro de veinticinco años, cuando, se-
guramente, la población de San Marcos sea de 30 mil
estudiantes, los cuales no cabrían ya en la tardía e in-
completa Ciudad de tan lento y olvidado proceso.
Si no se atiende a esta obra con una ayuda especial
no menor de 40 millones al año, la inversión actual pa-
sará a ser una pérdida más para la Universidad y el E s -
tado.
Hay en San Marcos un total de 1,300 docentes, entre
catedráticos principales, asociados, auxiliares, jefes de
práctica, asistentes, etc. De ellos corresponden a la F a -
cultad de Medicina casi 700. Si teóricamente habría un
docente por cada diez discentes, en realidad, como en
Medicina hay un docente por cada 2.5 alumnos, los 600
docentes de la Universidad restantes deberán distribuirse
entre los 11,700 alumnos también restantes, lo que signi-
fica que hay un docente, de variada categoría, por cada
19 alumnos. Desde luego es una cifra arbitraria, pues
en las Facultades más concurridas, la proporción es pa-
vorosa. De hecho, hay clases que se dictan en aulas
donde no caben los alumnos, o se ven estos obligados a
asistir de pie o aun desde las ventanas. Como eso ocurre

23
especialmente en los primeros años de Letras, Ciencias y
Económicas donde la especialización es menor, el cuadro
resulta desmoralizante.
Hagamos algunas comparaciones.
Según el informe enviado por el Secretario General -
de la O E A doctor José A . Mora, a l Presidente Kennedy, .
el l de julio de 1961 *, hay en los Estados Unidos 4
y

millones de Universitarios sobre 180 millones de habitan-


tes o sea u n estudiante universitario por cada 45 habi-
tantes; en América Latina hay solo 350,000 estudiantes
universitarios por 180 millones de habitantes, o sea un
estudiante universitario por cada 513 habitantes; o sea
menos de la décima parte que en los Estados Unidos, en
realidad, el 9 por ciento de aquéllos.
E s t a desproporción se a c e n t ú a si consideramos el cos-
to de los estudios: un estudiante universitario norteame-
ricano significa una cifra no menor, promedialmente, de
1,200 dólares a l a ñ o ; en América L a t i n a se estima este
promedio per capita et per annum en 250 dólares o sea
el 21 por ciento de aquel. S i relacionamos ambas cifras
tendremos que nuestra educación universitaria significa,
en relación con nuestra población, un gasto 50 veces me-
nor, o sea un 2 por ciento de lo que l a República prac-
tícista de los Estados Unidos emplea en alzar y mantener
el nivel de la educación superior de sus ciudadanos.
L a alegación de que existen aquí demasiados univer-
sitarios es, pues, una de las m á s inconsistentes.
E n el caso del Perú, tenemos alrededor de 30,000 estu-
diantes universitarios sobre 12'500,000 habitantes, es decir,
hay un estudiante universitario por cada 417 habitantes.
E n Puerto Rico, con 2,500,000 de habitantes y 15,000 es-
tudiantes universitarios, la proporción es de un estudiante
universitario por cada 166 habitantes. E n Chile l a pro-
3
Organization of American States. L a t i n American Higher
Education. Washington, P a n American Union, 1961. H a y traduc-
ción al castellano.

24
porción es de uno por cada 320. Si la tasa mundial de
médicos es de uno por cada mil habitantes, debiéramos
tener en el Perú, 12,500, pero solo contamos con alrededor
de 6,500. Como nuestro crecimiento demográfico anual
es de 3 por ciento, cada año aumenta nuestra población
en 400,000 habitantes que necesitan de 400 médicos más
sólo para mantener el actual déficit, sin disminuirlo ni
aumentarlo. Dejando por el momento de lado las consi-
deraciones que afectan a la calidad de los estudios y a
la posibilidad de impartirlos adecuadamente, estas cifras
reflejan de suyo el desequilibrio real entre la Universidad / f
y las necesidades nacionales. Por consiguiente, al plan-
tear el problema se debería empezar no- por la necia afir-
mación de que la solución está en cerrar las Universidades 1

por un tiempo, o encauzar a los jóvenes fuera de las Uni-


versidades, sino, al contrario: en ampliar y dotar mejor at'
las Universidades, y en crear en eíl'as carreras cortas que,
sin mengua de ¡as tradiciones, satisfagan demandas in-
mediatas a la vez que diversifiquen las vocaciones indivi-
duales orientando la actividad y la habilidad de los ado-
lescentes por cauces de auténtico servicio a los diferentes
órdenes de la Nación.
Agreguemos otro dato: de los 1,300 docentes de toda
la Universidad de San Marcos, hay solo 111 a tiempo
completo, de los cuales un tercio —proporción simbólica—
pertenece a la Facultad de Medicina. Mientras no haya
por lo menos un 25 por ciento de docentes a tiempo
completo en toda la Universidad, será imposible pensar
en una reforma educativa seria ni en una orientación y
trabajo beneficiosos para la juventud.

4.—DESNIVEL Y DESMEMBRAMIENTO
Los datos tan someramente expuestos dan una ima-
gen de las dificultades con que tropieza la Universidad

25
Peruana. No retratan, empero los que le oponen inte-
reses políticos, sociales y hasta familiares y de clan.
Porque, aun cuando parezca inverosímil, ha habido dentro
de la Universidad intereses dinásticos cuyo desplazamien-
to o reducción ha dado origen a las más pintorescas di-
vagaciones contra la vida, los planes y las posibilidades
de San Marcos. De hecho, hubo tiempo en que en un
solo Consejo de Facultad había tres parientes consanguí-
neos, reforzados por algunos colaboradores familiares ren-
tados. Naturalmente tales personas se niegan a entender el
significado exacto de la Universidad en una sociedad demo-,
crática, ni el esfuerzo que San Marcos realiza para extin-
I guir todo rezago de oligarquía, plutocracia o monopolio
Uen su seno.
L a nueva crisis universitaria estaba perfilada desde
el Estatuto de 1935. No la atenuó mucho la ley de 1941.
E n 1946 empezó la tarea de un rápido rescate de los
valores de la Universidad, coincidente con la vuelta de la
participación estudiantil en el gobierno de la institución,
modalidad que, claro, no constituye una panecea ni un
propósito último de la Reforma, sino uno de sus instru-
mentos más activos y eficaces, ya que ha sido el estu-
diante el verdadero motor de dichas indispensables trans-
formaciones.
E n abril de 1949, por el decreto ley número 11003 4

se derogó la ley 10555 que había revitalizado a San Mar-

4
D E C R E T O - L E Y N<> 11003.— " E L P R E S I D E N T E D E L A
JUNTA M I L I T A R D E G O B I E R N O . — P O R C U E N T O : L a Junta
Militar de Gobierno ha dado el decreto-ley siguiente:— L A JUN-
T A M I L I T A R D E G O B I E R N O . — Considerando:— Que la ex-
periencia ha demostrado que el Estatuto Universitario aprobado
por la Ley N ° 10555 no se ha inspirado en normas científicas y
culturales, sino que ha sido un producto de la influencia dema-
gógica predominante en el régimen anterior, que como consecuen-
cia ha perjudicado seriamente el rendimiento académico y afec-
tado el prestigio de la Universidad;
Que es deber del Estado consolidar los principios democrá-
ticos que garanticen la libertad de pensamiento y de enseñanza

26
cos y a la Universidad Peruana. T a n absurda fue aquella
disposición que, casi de inmediato, con días de diferencia,
la misma Junta Militar de Gobierno hubo de dictar un
nuevo decreto-ley, el número 11015, por el cual se dejaba
sin efecto la derogatoria, en lo referente a las entidades
creadas o adscritas a la Universidad en 1946, excepto el
Colegio Universitario. E n realidad, estas rectificación, en
cierto modo saludable, no se llevó a la práctica. E l Ins-
tituto de Educación Física, el de Psicopedagogía y el

superior, dentro de un ambiente de cultura propicio a la obser-


vancia de las normas de la moral y a la primacía de los valores
del espíritu;
Que es urgente afirmar debidamente el principio de la auto-
ridad del maestro, devolviéndole sus naturales atribuciones, que
le permitan contar con el respeto y la fe de los alumnos;
Que es conveniente dar a los alumnos la. oportunidad de ex-
presar directamente sus pedidos y sugerencias ante las autoridades
universitarias;
Que La importancia de los estudios superiores y la eficiencia
académica de las Escuelas Nacionales de Ingenieros y de Agricul-
tura justifican su autonomía;
Que por las razones indicadas en el considerando anterior
la Pontificia Universidad Católica del Perú debe tener la catego-
ría y autonomía de Universidad Nacional, ya que la enseñanza
superior que proporciona comprende diferentes disciplinas cientí-
ficas y culturales y otorga grados académicos;
E n uso de las facultades de que está investida;

DECRETA:

Art. 1 —Derógase
Q
la Ley N 10555, quedando vigentes las
9

disposiciones contenidas en la Sección I I de la Ley Orgánica de


Educación Pública. N 9359, y las modificaciones de la Ley N°
9

9889.
Art. 2^~~La Pontificia Universidad Católica del Perú, tendrá
categoría de Universidad Nacional observando el régimen estable-
cido para ellas, con las siguientes limitaciones:
,a) Tomará examen de ingreso a los postulantes que deseen
estudiar en ella. Los Jurados constarán de cuatro miembros, dos
de los cuales serán nombrados por el Ministerio de Educación
Pública;
b) Presentará al Ministro de Educación Pública los cuestio-
narios para exámenes de admisión y los planes de estudio a fin
de que sean aprobados oficialmente;
Art. 39—Los alumnos presentarán sus pedidos y sugerencias a
las Autoridades Universitarias, en audiencia especial por interme-

27.
Pedagógico Normal no volvieron como debió ser, a la
Facultad de Educación, de donde habían sido segregados
y a la que naturalmente pertenecen. Los intereses caci-
quiles y la menuda electorería pudieron mas que las exi-
dio de Delegaciones, en las siguientes condiciones: a ) Ante el
Decano de la Facultad, mensualmente, por dos alumnos de cada
año; b) Ante el Rector de la Universidad, bimensualmente, por
dos alumnos de cada Facultad.
Art. 4 — U n a Comisión preparará el proyecto del nuevo E s -
9

tatuto Universitario que presentará a la Junta Militar de Gobierno


en el plazo de noventa días. Esta Comisión será presidida por el
Rector de la Universidad Mayor de San Marcos e integrada por
tres Decanos de la misma Universidad Nacional, Escuela Nacional
de Ingenieros, Escuela Nacional de Agricultura y Pontificia Uni-
versidad Católica del Perú.
Quedan derogadas las leyes y decretos que se opongan al pre-
sente Dec reto-Ley.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los ocho días del
mes de abril de mil novecientos cuarenta y nueve."
M. Odría y otras firmas.
DECRETO-LEY N 9
11015.— " E L P R E S I D E N T E D E L A
J U N T A M I L I T A R D E G O B I E R N O . — P O R C U A N T O : L a Junta
Militar de Gobierno ha dado el siguiente Decreto-ley: L A J U N T A
M I L I T A R D E G O B I E R N O . — Considerando:
Que las Universidades Nacionales de San Marcos de Lima,
del Gran Padre de San Agustín de Arequipa, la Escuela Nacional
de Ingenieros y la Escuela Nacional de Agricultura han formulada
sugerencias para mejor aplicación del Decreto-Ley N 11003; 9

Que la Escuela Nacional de Ingenieros y la Escuela Nacional


de Agricultura como Institutos Superiores de Cultura deben gozar
de autonomía pedagógica, administrativa y económica, y por lo
tanto se hace necesario derogar las modificaciones introducidas
por la ley N 9889 en los artículos 6 1 1 ' , 612°, 613"? y 615° de la
9

Ley Orgánica de Educación Publica N 9359; y 9

E n uso de las facultades de que está invastida.


DECRETA:
Art. 1°—Las Facultades, Escuelas e Institutos con la sola
excepción del Colegio Universitario, que creó la L e y N 10555, 9

derogada por el Decreto-Ley N 11003, continuarán funcionando


9

hasta la promulgación del nuevo Estatuto.


Art. 2°—Deróganse las modificaciones introducidas en los
artículos 611", 612 613 y 615 de la L e y Orgánica de Educa-
9 9 9

ción Pública N 9359. Deróganse, asimismo, el art. 401 y el


9

inciso l del artículo 439 de la expresada ley N 9359.


9 9

Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los seis días del


mes de mayo de mil novecientos cuarenta y nueve.
M. Odría y otras firmas.

28

t
gencias nacionales. L a F a c u l t a d de E d u c a c i ó n q u e d ó
circunscrita a una actividad teórica incapacitada para una
acción efectiva. Debía languidecer en l a inopia.
Parecían resonar, en su alrededor, los roncos y torpes
gritos de la chusma peronista en la Argentina de esos d í a s :
" M a t a un estudiante y haz patria". E n el P e r ú se estaba
"haciendo patria", matando a las Universidades, y a ve-
ces, t a m b i é n a los estudiantes.
E l Colegio Universitario, instituto de una imprescin-
dible necesidad nacional, reconocida en principio amplia-
mente por la ley de 1876 y sobre todo por l a de 1902,
había funcionado en San Marcos de 1931 a 1932 y de
1946 a l 1949 sin quejas n i reclamos. Tenía por objeto
suplir las deficiencias de la secundaria creando un vínculo
entre esta y la Universidad, a f i n de proporcionar cultura
básica a los postulantes a las diversas Facultades. E r a
un organismo mixto; con cursos obligatorios, medioelec-
tívos y totalmente electivos. L o s primeros, comunes para
todos los estudiantes; los segundos, obligatorios sólo para
los que confesaban su propósito de seguir determinada
Facultad, y los terceros, de absolutamente libre elección.
S u curriculum comprendía dos años, el mismo que asig-
naba la ley de 1902, mantenido por las de 1928, 1935 y
1941 como tránsito necesario hacia el régimen pre-facul-
tativo. L a ventaja residía en el carácter electivo y semi-
electivo de sus estudios, en el sistema de créditos para la
calificación, y en que unificaba al estudiantado dentro de
una a t m ó s f e r a cultural común, p r e p a r á n d o l o así a l a ple-
nitud de la vida facultativa. S i el Colegio Universitario
de 1931, t a m b i é n clausurado por la arbitrariedad de un
dictador militar, tuvo por director a R a ú l Porras Barre-
nechea, el de 1946 tenía como director a un eminente
pedagogo, ex-director de Educación Secundaria y director
de un plantel de Secundaria, el señor Carlos A . Velásquez.
Nada de eso impidió que la institución fuera eliminada

29
tajantemente. E n su lugar surgieron entonces unas anti-
pedagógicas pre-Facultades, que, en vez de mantenerse
dentro del cuadro general marcado por las leyes de 1902,
1920, 1931 y 1946, es decir, dentro de la cultura básica,
iniciaron ya un tipo de deformación profesionalizante con-
tra el adolescente recién ingresado, a quien se encaminaba
así, directamente, de la Secundaria a la profesión, con la
intervención, en este caso particular e indocta, de las res-
pectivas Facultades, alejadas del manejo de los problemas
propios de la pedagogía y la cultura básica. Es ahí donde
encontró asidero el nuevo feudalismo universitario, deci-
dido a romper la unidad de la Universidad y a fomentar
la especialización desde el primer instante, con mengua
del fundamental sentido humano que debe tener y tiene
en todas partes el primer ciclo de la educación superior.
Si hubiere alguna duda al respecto bastaría leer las re-
comendaciones de los especialistas reunidos en Washington
en junio de 1961 y el informe del Secretario General de
la OEA al Presidente Kennedy, recogiendo tales criterios
sobre la necesidad de tener un ciclo intermedio entre la
secundaria y la Universidad, en especial, la recomenda-
ción número 4 que dice a la letra:

" E l Comité recomienda que las universidades latino-


americanas promuevan esfuerzos inmediatos para lo-
grar una articulación adecuada entre al enseñanza
secundaria o media y la universitaria, y entre la
enseñanza secundaria y las necesidades de la indus-
tria, el comercio, la agricultura y otras, con objeto
de que quienes no prosigan estudios universitarios se
encuentren preparados para satisfacer aquellas ne-
cesidades .
4ft

4 a
La educación superior en la. América Latina y la coopera-
ción interamericana. Informe y recomendaciones. Unión Paname-
ricana Washington D . C . Junio de 1961, p. 14.
Ver: Carlos Salazar Romero: "Principios y prácticas para la
educación secundaria en el Perú", Lima, Vilianueva, 1961.

30
M á s adelante volveré sobre este asunto, explanando
los modos y razones afirmativas que de su planteamiento
fluyen.
L a Universidad reformada de 1946, creó, bajo mi
rectorado, el Instituto de Geografía, el de Geología, el
de Periodismo, el de Extensión Cultural, el de Farmaco-
logía, el de Filosofía, el de Etnografía, y otros. A d e m á s
creó las Facultades de Educación, Química y Medicina
Veterinaria, que, al derogarse la ley 10555, con el brutal
empirismo con que se produjo, h a b r í a n quedado sin po-
der funcionar. E l decreto ley 11015 enmendó, pues, en
parte ese error, pero y a hemos visto que causó casí los
mismos males que pretendía corregir o evitar, pues las
entidades que no fueron reintegradas a l a Universidad,
pese a l mencionado decreto-ley, sufrieron la distorsión
inevitable que el brusco cambio de la democracia a la
dictadura, de la libertad al sojuzgamiento, tenía que pro-
vocar.
No pararon ahi las desdichas universitarias. L o s es-
tudiantes se vieron sometidos a un régimen policiaco que
exigía certificado de buena conducta, otorgado por el
Ministerio de Gobierno, para que pudiesen matricularse.
L a libertad de ingreso, sancionada por la ley 10554 fue 5

5
L E Y N 10554.— E l Presidente de la República.— Por
9

cuanto: E l Congreso ha dado la ley siguiente: — E l Congreso


de la República Peruana.— Ha dado la ley siguiente: —Artículo
1°—Para ingresar .a las Universidades y Escuelas de cualquier
categoría, los alumnos no sufrirán otra limitación que la de su
propia capacidad. Toda discriminación carece de valor, salvo que
hubiera acuerdo previo en que tomen parte los profesores, los
alumnos y el Estado, representado por el Ministerio de Educación,
—Artículo 1°—Todo alumno, cualquiera que sea el grado de edu-
cación que curse, tendrá derecho a dar prueba de aplazados, sub-
sanación o rezago hasta de tres asignaturas.— Artículo 3 —Todo
9

alumno, cualquiera que sea el grado de educación que curse, po-


drá ser promovido al curso o año superior llevando una asigna-
tura de cargo correspondiente al año inmediatamente inferior.
Artículo 4 —Todo alumno, cualquiera que sea el grado de edu-
9

cación que curse, que sea desaprobado definitivamente en dos o


tres materias, al repetir el año, sólo estará obligado a rendir exa-

31
burlada por un arbitrario régimen de número clausum de
alumnos, pues se basó mas en consideraciones de tipo
político que en exigencias pedagógicas. E m i g r ó un n ú -
mero considerable de estudiantes a otras Universidades,
en especial a las de Argentina y Bolivia, y a que en Chile
el costo de vida había subido tanto que resultaba inal-
cansable para el promedio de nuestros alumnos repetir ei
éxodo de 1932-1935. E n las Universidades de Buenos
Aires y L a P l a t a llegó a haber cinco m i l estudiantes pe-
ruanos, savia intelectual desviada y acaso destruida para
el P e r ú . Personalmente conviví con centenares de ellos
en mis visitas a ambos países.
E n las altas esferas universitarias, entretanto, prose-
guía el desmembramiento. Por una razón u otra, y des-
de luego no se puede eximir de entera responsabilidad a
San Marcos, se autorizó el funcionamiento de un centro
preparatorio de Contadores especializados en impuestos
para el Ministerio de Hacienda, a despecho de la exis-
tencia de la Facultad de Ciencias Económicas, donde se
preparan contadores p ú b l i c o s .
Aunque en San Marcos existen las Facultades de L e -
tras y Derecho, el Ministerio de Relaciones Exteriores
creó una Academia Diplomática, única puerta de ingreso
a las tareas de ese ramo.
Antes de desaparecer, la Corporación de Turismo de-
cidió entenderse directamente de la formación de los
guías de turistas, función que mi Rectorado h a b í a con-
seguido compartir, por medio de la Facultad de Letras,
con dicha Corporación.

men de las asignaturas en que hubiese sido desaprobado.— Ar~


tículo 5°—La presente ley comprende también a todos los alum-
nos de la República matriculados durante el año 1945.— Artícu-
lo (y — Quedan derogadas todas las leyes y disposiciones que se
9

opongan a la presente.— Comuniqúese al Poder Ejecutivo para


su promulgación.— Casa del Congreso en Lima, a los trece días
del mes de abril de mil novecientos cuarenta y seis.

32
E l Instituto de Geografía que se f u n d ó con un alum-
nado 90 por ciento de militares, p e r d i ó en gran parte a
estos.
E l departamento de Geología y el de Química Indus-
trial de l a entonces Escuela Nacional de Ingeniería, de-
pendencia del Ministerio de Fomento, han evolucionado
con mayor apoyo que las ramas a n á l o g a s de San M a r -
cos.
Dentro de estas circunstancias, l a Escuela Nacional
de Agricultura inició un movimiento sobre nuestra F a -
cultad de Medicina Veterinaria.
Se q u e b r ó la asociación (federación) con las Escue-
las de Agricultura, Nacional de M ú s i c a , de Bellas Artes
y de Asistencia Social.
L a Escuela de Altos Estudios q u e d ó como una en-
tidad eminentemente b u r o c r á t i c a . Sus planes se perdie-
ron totalmente: su acción se redujo a nada.
E n medio de ese ambiente que no sigo detallando, era
natural que ocurriesen f e n ó m e n o s de disgregación, pro-
pios de un renacido feudalismo, adverso a l sentido inte-
gral de toda Universidad tanto moderna como antigua.
E n muchas Facultades se a d o p t ó un caprichoso sis-'
tema de número clausum de profesores, sin base legal y.
con resultados negativos, pues c o n t r i b u y ó a formar ce-
náculos, herméticos opuestos a la renovación creadora.
Se paralizó la alternabilidad en la jefatura de los
institutos. E l Rectorado se convirtió, en varias etapas, en
una dependencia gubernativa, a l punto de que en señala-
dos casos se impuso a un Rector sin f o j a de reales servi-
cios docentes, salvo el nombramiento y el cobro del suel-
do correspondiente; y se i m p o r t ó a otro, para cuya desig-
nación actuaron con e m p e ñ o digno de otra causa el propio
Presidente del Ejecutivo y su Ministerio de Gobierno.
L a creación de la Escuela Nacional de Pedagogía, en
La Cantuta, obtuvo su r á p i d o renacimiento como cen-

33
tro de "enseñanza superior", en desmedro de la Facultad
de E d u c a c i ó n previamente mutilada.
E l examen de ingreso no fue y a una prueba severa
por su fondo pedagógico, sino que, en muchos casos •—fe-
lizmente no todos— tuvo relacioens indeseables e ilícitas
con el criterio ni siquiera político, sino policial.
L L a Universidad se convirtió en un conjunto de F a -
cultades profesionales, unidas nada m á s que por el víncu-
lo de una tradición y un presupuesto.
Se llegó al extremo de interpretar (aunque seguía r i -
giendo el artículo 123 de la Constitución según el cual
sólo el Congreso puede interpretar las leyes) l a L e y de
Instrucción P ú b l i c a de 1941 y la 10554 en forma contra-
ria a sus precisos postulados, pues el ingreso que debe
ser " a la Universidad" se convirtió en " a l a Facultad",
y hasta se duplicaron los exámenes de a d m i s i ó n .
Se creó, según queda dicho, el rubro de Facultades
profesionales y "no-profesionales", con ventaja para
aquellas, como si 1°) l a Universidad tuviera una finali-
dad predominantemente profesionista, y 2 ) como si pu- 9

diera distinguirse una profesión de otra, y a que dentro


de aquel raro criterio, l a F a c u l t a d de E d u c a c i ó n , que pre-
para Maestros, lo cual es una profesión tanto como un
sacerdocio; l a de Letras, que prepara Etnólogos, Antro-
pólogos, Sicólogos, Sociólogos, y, a partir de entonces.
Geógrafos, etc., que son t a m b i é n profesionales; la de
Ciencias, que provee de Geólogos, M a t e m á t i c o s , Físicos;
la de Económicas, que prepara Economistas y Contado-
res, t a m b i é n profesiones —no fuesen consideradas como
"profesionales", o sus profesiones fueron tenidas como de
menor cuantía, en una especie de capiíi diminutio decre-
tada por el interés o l a estulticia.
Desde luego, y v a sin decirlo, l a participación estu-
diantil o cogobierno, h a b í a sido previamente abolida, no
obstante de que las autoridades electas en 1949 lo fueron

-34
bajo el régimen de "cogobierno" para, enseguida, una vez
electas, abolir el sistema dentro del cual h a b í a n ganado
sus cargos.
Naturalmente, el Presupuesto de l a Universidad no
fue y a una obra armónica y cooperante, sino una dispu-
ta de círculos y de señores feudales, adversos a la auto-
ridad legalmente representativa de la institución de que
formaban parte; o esta autoridad hubo de plegarse a las
exigencias de los feudales, empeñados en sendas carreras
excluyentes, de espaldas al interés c o m ú n del A l m a M a -
ter. .
Inevitable consecuencia de tal situación tenía que ser
la politización acerba de los estudiantes y la reacción a
veces enconada de algunos —no pocos— profesores. E l
diálogo creador había quedado roto. L a Universidad se
estaba convirtiendo en una ancfflae políticas, en un apén-
dice del Poder Público. L a autonomía se conservaba en
el nombre: de hecho había dejado de existir radical-
mente .
E s dentro de tales condiciones cuando se produce el
nuevo viraje político de la República hacia la democra-
cia, mediante una elección en que el gran vencido fue la
dictadura hasta -hacía poco o m n í m o d a . Como suele ocu-
rrir en tales circunstancias, la callada protesta se convir-
tió en abierta y exigente rebeldía. Rebeldía que, reaccio-
nando contra el amordazamiento hasta ahí imperante,
hizo grito de la voz, gesticulación del gesto, arrogancia de
la dignidad, todo ello humano y entendible, sobre todo
para maestros de verdad cuya misión esencial es com-
prender, perdonar, rectificar y conducir.
L a L e y Universitaria 13417 del 8 de abril de 1960,
cuyo debate en el Senado es de gran utilidad estudiar, sig-
nificó el estallido de tan contradictorias reivindicaciones.
Volvieron a resonar las enmudecidos consignas de " l a R e -
forma Universitaria". Y , también, como suele ocurrir,

35
los mismos que h a b í a n hecho de la Universidad un tram-
polín político, se dolieron del cambio y atribuyeron a los
móviles que guiaron su propia acción l a de muchos pro-
fesores y del estudiantado en masa, en el cual, pese a i n -
negables consignas políticas provenientes de extremos no
siempre peruanos, predominaba un legítimo y desintere-
sado a f á n de trabajar por la recuperación del sentido de
Universidad, por la congregación de disgregados conjun-
tos de Facultades rivales en que se h a b í a trasformado
San Marcos.
Prueba de ello es que la antigua y siempre nueva y
fecunda idea de robustecer el A l m a Mater, anexando,
fundiendo, asociando o coordinando sus estudios con los
de otras entidades docentes, en especial las Escuelas de
Ingeniería y Agricultura, lo cual es palpable en el ar-
ticulado de las leyes de 1902 y sobretodo en las de 1920,
1928 y 1946, se redujo a nada. L a f u n d a c i ó n de l a U n i -
versidad Nacional de Ingeniería y la recientísima de la
Universidad Nacional de Agronomía revelan a toda luz
este proceso. E l señalarlo no implica juicio peyorativo o
censura a su nacimiento ni a su desarrollo: es una com-
probación irrefutable del espíritu de fronda que se desa-
tó contra San Marcos a partir de 1949, cuyos amargos
frutos está cosechando aun el A l m a Mater, en medio del
aciago debate que hoy la conmueve, bajo la inexcusable
amenaza de asestarle un nuevo golpe, hacerla víctima de
un nuevo cercenamiento y dar vida a otra "peculiaridad"
de la enseñanza superior del Perú, en forma parceladora
y disgregante.

36
L a Reforma y las
reformas Universitarias

A partir de 1905, y con toda precisión desde 1918, la


inquietud en las universidades latinoamericanas, se con-
centra en el propósito de reformarlas. E l caso del P e r ú
no escapa a tan natural y laudable deseo, y, en ciertos
aspectos, hasta lo sintetiza, encarna y conduce. A nadie
que posea cierto nivel cultural y alguna tendencia a l me-
joramiento, atemoriza la palabra Reforma. Mucho menos
cuando se le agrega el adjetivo: Universitaria. SÍ hay a l -
go lógico, ajustado a la realidad, es que en toda institu-
ción de cultura, el deseo de progreso (cuanto m á s veloz
y completo tanto m á s ambicioso y, en este campo, digno
de aplauso) sea el que guíe el pensamiento y la acción de
sus componentes. L a insatisfacción lejos de representar
un mal, resulta aquí un bien. S i la adiposidad física en-
turbia la mente y desluce la inteligencia, l a gordura de
espíritu, fruto de ahitamiento prematura o satisfacción
quietista, mata a las instituciones y retrasa cuando no en-
vilece a los hombres. E n el mejor de los casos subraya el
egoísmo y la ineptitud de aquellas y estos respectivamen-
te. Por eso, la reforma se confunde por lo general con l a
juventud: ella la impulsa y lleva a cabo.

3?
L a Reforma Universitaria contemporánea se diferen-
cia de las anteriores, por los rasgos propios de la sociedad
en que se desarrolla y del tiempo a que se enfrenta. S i ,
por ejemplo, la Reforma Universitaria de México fue, en
1910, el impulso por despertar la institución universita-
ria del sueño en que yacía, e imprimirle un ca-
rácter idealista y nacionalista característico de la
época y en contraste con las limitaciones de la U n i -
versidad precedente, la de 1929, en el mismo país, fue un
salto hacia la autonomía y la de 1944 fue para adecuar-
la a las urgencias sociales de la época. Igual ocurre con la
de París y con la de Buenos Aires, con l a de Oxford y con
la de Chile, con la de Bagdad y con la de Guatemala.
Por tanto, se puede definir la Reforma Universitaria co-
mo un movimiento para adecuar a la Universidad clásica
a las necesidades del mundo contemporáneo. L a veloci-
dad con que cambia este mundo es el acicate que empu-
ja a la Reforma de su Universidad, según las realidades
locales en que se desarrolla. Aquella velocidad se llama
"estudiantado" o juventud; las realidades locales se tra-
ducen por " P a t r i a " .
Como las urgencias sociales y nacionales son cada día
m á s intensas, en razón de la explosión demográfica y del
vertiginoso adelanto de la ciencia y la técnica, el primer
postulado de la Universidad contemporánea es responder
de inmediato al reto de esas necesidades sociales y na-
cionales. Pero, la Universidad no evoluciona al ritmo de
la sociedad en que se desenvuelve; ni posee el dinero su-
ficiente para adquirir el instrumental y ensanchar los co-
nocimientos y el n ú m e r o de sus docentes; ni hay Estado
capaz de atenderla con los bienes y rentas indispensables
para ello. De donde resulta la segunda condición: la Uni-
versidad debe responder al reto de las limitaciones mate-
riales y docentes propias de la evolución del país en donde
actúa. Por último ( y no es lo menos importante) deberá

35
tener en cuenta, acaso primordialmente, la vocación in-
dividual de sus discentes o estudiantes, sin lo cual no ca-
be adelanto profundo cualesquiera que sean las facilida-
des materiales y las exigencias y dones nacionales con-
currentes. Por tanto, en tercer término, la Universidad
deberá considerar el reto representado por la aptitud de
individuos, tanto docentes como discentes.
E n resumen: la Universidad descansa sobre un trí-
pode: l ) necesidad o urgencia nacional y social; 2 ) ca-
9 9

pacidad institucional y 3 ) vocación individual. Como la


9

realidad varía a gran velocidad, la Universidad, al igual


que todas las instituciones, sufre de periódicos retrasos.
E l arrancarla de esos intermitentes retrasos, y adecuarla
a las necesidades contemporáneas, en toda su amplitud,
es lo que se ha denominado reformas universitarias. Pero,
la Reforma Universitaria •—en singular y por antonoma-
sia— es el empeño por llevar a cabo dicha tarea en la
Universidad contemporánea de América Latina, a partir
de 1918, que es cuando, en puridad de verdades, se inicia
nuestro siglo XX.
También es entonces cuando se inicia la llamada "re-
belión de las masas" y por tanto de la juventud. E n con-
secuencia el antirreformismo no significa otra cosa que
la fijación de la Universidad en un tiempo que no le per-
tenece y en un espacio que dejó de ser ya utilizable. El
antirreformismo univerístario, en pocas palabras, se iden-
tifica con el reaccionan smo político y es adverso a toda
forma mental o social democrática.
Reforma y Democracia se identifican: los totalita-
rios de derecha e izquierda principian o acaban siendo
enemigos de la Reforma Universitaria: los unos por te-
mor a las innovaciones y odio al progreso; los otros para
utilizar la violencia que tal pugna causa, a fin de quebrar
todo síntoma de unidad ideológica y todo propósito de ac-
ción común, sobretodo, entre las nuevas generaciones,

39
que es donde empiezan a madurar los frutos de cada his-
toria .

LAS REFORMAS UNIVERSITARIAS


EN E L PERU

a) LA REFORMA DE 1571.

L a primera reforma universitaria en el Perú ocurrió


en 1571, a los veinte años de la fundación legal del E s -
tudio General o Universidad de Lima, luego llamada de
San Marcos.
Se había establecido ésta a pedido y por intervención
de los Padres Dominicos, singularmente de Fray Tomás
de San Martín, que fue su propugnante desde 1548 y,
además, quien obtuvo la Real Cédula fechada en Valla-
dolid el 12 de Mayo de 1551, E l Estudio General de L i -
ma era una dependencia dominica. Su Rector era el Prior
de esta Orden, es decir, que había un Prior-Rector.
E n tiempos del Virrey Francisco de Toledo, a quien
se ha apodado "el Solón Peruano", por su actividad legis-
lativa, los dominicos pretendieron retener aquel privi-
legio, pero habían llegado por entonces al Perú doctores
graduados en España; amanecía una nueva promoción
criolla; la vida civil adquiría cierto ritmo de ordenamien-
to, propio de un Estado en gestación. Surgió entonces un
grupo de "autonomistas" universitarios, los cuales "aspi-
raban a des enclaustrar a la Universidad, y se sentían es-
timulados por el Ayuntamiento, por el Cabildo Eclesiás-
tico, por las demás Ordenes religiosas y por las personas
notables de la ciudad" . E l desenclaustramiento o secu-
6

larización de la Universidad equivalía a poner en plena


vigencia el Real Patronato, o sea que el Rey y no el Prior
6
( L . A. Eguiguren), "La Universidad Nacional Mayor de
San Marcos,— I V Centenario de la Facultad Real y Pontificia
y de su vigorosa continuidad histórica", Lima, 1Q51, p. 44.

40
dominico sería el auténtico Patrono de la Universidad
limense. E n vista de esto y aquello, la Audiencia de Lima
decidió, el 11 de mayo de dicho 1571, autorizar a los doc-
tores a que celebrasen un Claustro Pleno y eligiesen un
Rector quien podría ser un personaje laico si así lo deci-
dían. Así se hizo. Con lo cual, dice Eguiguren, un tanto
hiperbólicamente, se abrieron las puertas de la Univer-
sidad "a todas las inteligencias aptas para el cultivo de la
cultura". E l doctor Pedro Fernández de Valenzuela fue
el primer Rector Laico de San Marcos. De tal modo que-
daba cumplida la Real Cédula de 1570 que autorizó a des-
vincular el cargo de Prior del de Rector.
No fue ésta, como toda Reforma importante, una vic-
toria fácil. Los dominicos se opusieron a que funcionara
en sus aulas una Universidad regida por un laico. Con-
tra los dominicos tronaron los Decanos de Leyes, Medici-
na y Artes, o sea los doctores Zúñiga, Meneses y Sánchez
Renedo. Y pese a la oposición de los dominicos, la Uni-
versidad reabrió sus puertas aunque en otro local. E l Pa-
pa Pío V, por Bula de 25 de julio de 1571, confirmó la
Cédula de Fundación. E l 11 de octubre el Emperador
Carlos V autorizaba la expedición de las Primeras Cons-
tituciones de la Universidad que fueron aprobadas por el
propio Virrey Toledo. Ello era la definitiva consagración
de San Marcos.
La primera Reforma Universitaria en el Perú con-
sistió, pues, en transformar la Universidad de conven-
tual en laica y ordenarla según sus propias leyes, ¡o que
equivale a una relativa autonomía.

b) LA SEGUNDA REFORMA: LA RACIONALIZA-


CION.
Durante los siglos X V I I y parte del X V I I I hasta
1767, fecha de la expulsión de los jesuítas la Universi-
dad llevó una vida lánguida, más bien aparatosa y cere-
41
monial que pedagógica. L a tarea docente estaba a cargo
de los Colegios, al modo español e inglés, y estos Cole-
gios estaban encomendados a diferentes órdenes religiosas,
las cuales les imprimían el sello de sus respectivas filo-
sofías predilectas. Lo que empezó siendo cátedra dife-
rente, acabó convirtiéndose en Colegio con filosofía dife-
rente. Dentro de la Escolástica, ya sabemos, se delinea-
ron tres direcciones fundamentales: la de Santo Tomás
o sea del Doctor Angélico, sostenida principalmente por
los dominicos; la del sutil Escoto o el Doctor Iluminado,
característica de los franciscanos, y la del Eximio Suárez,
típica de los jesuítas.
Los Colegios principales fueron los de San Martín,
donde se preparaba la jerarquía jesuítica; del Príncipe y
de San Felipe, para criollos e indígenas principales; el
Máximo de San Pablo, etc. Estos Colegios impartían una
instrucción completa, es decir, que cubrían todos los gra-
dos de la educación dentro del sistema de internado.
E n 1767, el abandono de los Colegios jesuíticos trajo
como consecuencia la creación del Colegio o Convictorio
de San Carlos en el que se reunieron las actividades de
los Colegios de San Martín, San Pablo y el Noviciado de
Jesuitas. Este Convictorio empezó a funcionar en 1771.
Fueron su Rector el doctor Arquellada y su Vice-Rector
don Toribio Rodríguez de Mendoza ( 1 7 8 5 ) .
Don Toribio estaba saturado de las ideas de su tiem-
po. Era devoto del Iluminismo, y propagaba con gran
entusiasmo las doctrinas de Newton, Leibniz, Bacon, Hei-
necio, Helvecio y Grocio, en los diferentes campos de
la filosofía, la ciencia, el derecho y las artes. E l Rector
Arquellada estaba férreamente adscrito a lo escolástico.
Como se opusiera a los planes de su Vice-Rector, el V i -
rrey, que era el caballero Teodoro de Croix, nombró Rec-
tor interino, en 1786, a Rodríguez de Mendoza. Rodrí-
guez de Mendoza transformó radicalmente haciéhdola

42
variar de la escolástica al racionalismo, la enseñanza su-
perior en el Perú. E n sus programas, de los que hay una
síntesis en su informe de 1791, publicado parcialmente
en " E l Mercurio Peruano" dice textualmente que los es-
tudiantes de San Carlos cultivan según sus particulares
y autorizados Institutos, una filosofía libre y se hallan
dispensados de la obligación de adoptar sistema alguno".
Este simple enunciado implica una revolución en el pen-
samiento peruano de entonces. E n realidad no se circuns-
cribe al Perú. E l contacto con europeos de diversa na-
cionalidad, a partir de 1701, fundamentalmente con fran-
ceses, algunos tudescos y posteriormente ingleses, así co-
mo con españoles adictos a las nuevas doctrinas, como
ocurre en los casos de Celestino Mutis y Cosme Bueno,
trajo como consecuencia la formación de núcleos de
"avanzada" en Bogotá, Buenos Aires, L a Habana, Mé-
xico, Guatemala, etc., sobresaliendo entre ellos las nobi-
lísimas figuras de Caldas, Zea, Lozano, el Padre Félix
Várela, Moreno, el Dean Funes, Hipólito Unanue, Camilo
Henríquez, José Egaña, etc. Esta reforma de la edu-
cación superior reemplaza el silogismo con la experimen-
tación, el dogma con la razón, el derecho canónico con
el derecho de gentes: fue en verdad la implantación de
"una filosofía libre" sin "adoptar sistema alguno".
L a Inquisición, que estaba ya muy desprestigiada, se
enfrentó a la reforma; dirigió sus ataques a las bibliotecas
de los Colegios y del Convictorio, y procesó a los más
notables estudiantes, muchos de los cuales serían proce-
res de la independencia americana. E n el caso del Perú,
la Inquisición procesó a Vidaurre; al después Arzobispo
Luna Pizarro (quien fue también Decano del Colegio de
la Independencia o sea de Medicina); a Sánchez Carrión,
el gran constitucionalista; al poeta Olmedo, nacido en
Guayaquil y miembro de la primera Junta de Gobierno
de esa ciudad, así como del Primer Congreso Constitu-

43
yente del P e r ú ; a Antonio José de Arce, insigne consti-
tucionalista, acerca del cual ha escrito un brillante estu-
dio R a ú l Porras; al clérigo José J o a q u í n de L a r r i v a , poe-
ta de f a m a ; al propio Rodríguez de Mendoza, y a muchos
m á s . Pero hay un hecho revelador: al instalarse el Con-
greso Constituyente de 1822 y el mismo día que el Gene-
r a l San M a r t í n abandonaba el poder político contaba
— y a lo dijimos— entre 64 miembros a 54 egresados del
Convictorio de San Carlos. Por tanto, allí en ese centro
de estudios reformado, se incuba el pensamiento de la l i -
bertad peruana.
L a reforma de 1785 puede considerarse como la su-
presión del dogmatismo y la implantación de una "filoso-
fía libre" o sea del entonces omnipotente "culto de la r a -
zón".

c) LA REFORMA DE 1861 Y SUS ANTECEDEN-


TES: LA UNIVERSIDAD.

A partir de 1845, el P e r ú entró por los cauces de su


organización institucional: no pudo faltar a ello la U n i -
versidad .
A partir de la Independencia, la decadencia de la
Universidad era cada día mayor. S u local en la actual
Plaza de la Inquisición, había sido ocupado por el Con-
greso Constituyente; sus rentas de origen colonial, h a b í a n
quedado reducidas al producto de algunos censos de fin-
cas "que escasamente alcanzaban a pagar la renta de los
empleados y a costear las misas de aguinaldo de la C a -
tedral y de las otras dos fiestas tradicionales de l a P u r í -
sima Concepción y de San L u i s Gonzaga. L a recepción
de Grados de San Marcos, ajena a toda comprobación
seria de los estudios hechos, y el acto de presencia del
Claustro en determinadas ceremonias oficiales eran, por
lo demás, los únicos actos de vida de l a mas vieja U n i -

44
versidad de América" . Frente a este desastre, los Co-
7

legios seguían impartiendo una enseñanza absolutamente


anárquica, en la que se c o n f u n d í a n los estudios de nivel
secundario con los de nivel universitario. Cada Colegio,
que entonces eran los de San Carlos (Letras, Ciencias y
Derecho), L a Independencia (Medicina) y Santo Toribio
( T e o l o g í a ) , tenía su propio Rector. E l Rector de San
Marcos flotaba en realidad sobre estas autoridades como
una nube alta pero inconsistente sin capacidad de con-
vertirse en lluvia alguna, como no fuera la de protesta,
quejas y reclamos.
E l Presidente Castilla, en 1850, dictó un primer de-
creto restableciendo las Facultades de la Universidad y
tratando de organizarías bajo una autoridad ú n i c a : la de
la Universidad de L i m a . Este e m p e ñ o no llegó a feliz
resultado.
Castilla dejó de ser Gobierno en 1851, en que co-
mienza el del General Echenique, de marcadísimo tinte
conservador. A l término de este Gobierno, se dicta el
Reglamento General de Instrucción de 7 de abril de 1855.
Dicho Reglamento agrupa a los antiguos Colegios en Fa-
cultades, que, naturalmente, quedan teóricamente, por
ese momento, bajo la autoridad de ía Universidad de
San Marcos. L a s Facultades eran las de Teología, J u -
risprudencia, Medicina, Filosofía y Letras, M a t e m á t i c a s y
Ciencias Naturales. L a Universidad volvió a asumir f u n -
ciones pedagógicas. L a reforma no a c t u ó en realidad.
Surgieron graves dificultades.
E l triunfo de L a P a l m a dio a Castilla y a los libe-
rales pleno dominio de la actividad pública. Uno de los
primeros actos, el 9 de setiembre de 1856, f u é el de crear
la Facultad de Medicina, n o m b r á n d o s e Decano de ella a
don Cayetano Heredia, el cual se h a b í a pronunciado y a ,
7
Jorge Basadre "Historia de la R e p ú b l i c a " , L i m a , 1949.—
T . I , pág. 438.

45
en un memorable informe, contra la dualidad existente
en el Cuerpo Médico que, por una parte ejercía docencia
en el Colegio de la Independencia y por la otra, con el
mismo personal, cautelaba la profesión por medio del
Proto-médicato. Heredia era partidario de unificar la
enseñanza y la vigilancia de la profesión médica y así se
hizo al crearse la Facultad de Medicina. A l lado de He-
redia, nombrado por Decreto del Gobierno, figuraban
hombres de la talla de los italianos Eboli y Raimondi . 8

Los Reglamentos dictados en febrero de 1857 no pu-


dieron funcionar. E l Rector de San Marcos, don Nicolás
Garay, se opuso a ello. E n 1860 se opera un brusco cam-
bio en la política gubernativa. Castilla viró hacia rumbos
mas moderados, prácticamente conservadores, en que se
destaca la influencia de don Bartolomé Herrera, famoso
ex-Rector del Colegio de San Carlos, en donde, sin em-
bargo, fermentó la mejor generación liberal del Perú, la
de los Lazos y los Gálvez.
Bajo el impulso de esta modificación substancial del
rumbo del Estado, Castilla, con la refrendación de su Mi-
nistro el doctor don Juan Oviedo, promulgó un nuevo
Reglamento de Instrucción Pública, el 28 de agosto de
1861. Las Facultades mencionadas continuaban funcio-
nando en sus locales, es decir, en los locales de los Colegios,
como entes administrativos, pero bajo la autoridad del
Rector de San Marcos. E l 4 de setiembre de 1861, Cas-
tilla nombró para tal cargo al célebre hombre de ciencia
don José Gregorio Paz Soldán, quien se hizo cargo del
Rectorado el 10 del mismo mes y año. E l historiador
Basadre comenta el hecho de la siguiente manera; "Así
dio sus primeros pasos, que mas tarde continuarían su
camino yendo a la meta, la creación de una nueva TJni-
8
Juan B. Lastres.— "Historia de la Medicina en el Perú".
Período Republicano. Lima, 1951.— Carlos Enrique Paz Soldán
"Cayetano Heredia", Lima, 1951.

46
versidad de San Marcos, heredera del nombre de San
Marcos y fundada sobre la idea genial de agrupar, dentro
de una misma Corporación, los dispersos Colegios anti-
guos" . 9

E n realidad la reforma de 1861 fue contra el feuda-


lismo o la anarquía facultativa y en pro de la unifica-
ción de la Universidad.
Desde luego, surgieron dificultades. E l Arzobispo de
L i m a se negó a participar en la J u n t a Directiva de la
Universidad, ni a admitir que el Seminario de Santo T o -
ribio fuese núcleo de la Facultad de Teología.
E l Rector de la flamante Facultad de Medicina, don
Miguel de los Ríos, también p l a n t e ó serias dificultades,
aduciendo razones y motivos, en pugna con anteriores
actitudes suyas. E l historiador de la Medicina Peruana,
don Carlos Enrique Paz Soldán, comenta del siguiente
modo al personaje y al episodio:

" L a presencia constante de Miguel de los Ríos,


(Decano de Medicina durante l a polémica con el
Rector Paz Soldán.—LAS) de Camilo Segura y de
J u l i á n Sandoval, en muchas comisiones de la época,
se debió a su innegable respetabilidad. Miguel de
los Ríos, por su vigorosa personalidad, no obstante,
de que no inspira simpatías por su autoritarismo y
sus actividades no siempre conformes a ¡a línea doc-
trinaría y leal a los cánones de la piedad médica,
fue escogido de preferencia Guando se trataba de
demoler más que de construir. E s así como tem-
prano fue enemigo del Protomedicato, si bien cuan-
do llega a Decano de la Facultad, invoca l a vieja
autoridad de ese tribunal para oponerse a la "uni-
versitarización" de los estudios médicos, lo acredita
su áspera controversia con el Rector Paz Soldán,
después de la gran reforma de 1861, que se hizo, en
parte, sobre los trabajos de la Comisión que dio el

11
Basadre.— Ob. cit-, T . I , pág. 439.

47
reglamento de esa fecha y que es el acta de naci-
miento y bautismo, si no de confirmación, de la
venerable R e a l y Pontificia cuando viste el nuevo
traje que sustituyó al hábito talar que le legó la
hora virreinal" .
I 0

L a ceremonia de Instalación de la Universidad Re-


formada, esta relatada en el diario " E l Comercio", y en
versión recogida en los "Anales Universitarios" . 1 1

Consta allí que a la ceremonia concurrió el Ministro


de Educación Pública, doctor Oviedo, a c o m p a ñ a d o del
nuevo Rector y de los Decanos de los Colegios de San
Carlos y San Fernando, del Director General de E s t u -
dios, del de la Escuela Normal, del Rector del Colegio
de Guadalupe y de las respectivas Corporaciones.
E l nuevo Rector dijo en su discurso, entre otras cosas:

"He aquí señores el objeto que nos tiene reunidos.


L a Universidad de L i m a abandona la forma que re-
cibiera en el siglo X V I y d á el primer paso atrevido
para presentarse digna del siglo en que vivimos".
Después de un comentario acre sobre la influencia
jesuítica, de un elogio a l doctor José Dávila Conde-
marín, sin perjuicio de un comentario elogioso a la
educación "religiosa, moral y patriótica".

Agrega:

"Principia para la Universidad y para su distrito


una nueva era regeneradora".

E n la alocución siguiente al discurso oficial, el Rector


agrega dirigiéndose a las Corporaciones que se hallaban
presentes:
1 0
Carlos Enrique P a z Soldán, Ofa. cit. p á g . 3 .
1 1
" E l ComGrcio" de L i m a , martes 10 de setiembre de 1861.
Anales Universitarios del Perú, relatados por D . J . G . P a z Soldán,
Rector de la Universidad de San Marcos de L i m a . 1862. T . I ,
pág. 233 y ss.— C . E . P a z Soldán, "Cayetano Heredia", L i m a .
B . de Cultura Sanitaria, 1951, pág, 263.

48
"Desde hoy la Universidad de San Marcos que to-
dos consideraban muerta, comenzará a vivir merced
a las medidas tomadas por el Gobierno. Y o que
he sido puesto al frente de ella lo único que puedo
ofrecer a la juventud que me escucha es que no se
le p o n d r á n trabas de ninguna especie en la prose-
cución de su carrera científica. No se le exigirá
mas que moralidad y estudio. Los Rectores de los
Colegios, que desde hoy dependen de la Universidad
encontrarán en mi un soldado dispuesto a luchar
siempre en su compañía, en el sentido del progreso
y de l a civilización y en beneficio de la juventud
cuyos destinos se nos confían".

Vale ¡la pena señalar algunas particularidades del


Reglamento de 1861. L a Universidad estaba regida por
el Rector y el Vice-Rector, y por una Junta Directiva
dividida en varias comisiones: de examen, de presupuesto,
de disciplina, económica, de policía y de reglamento, re-
novadas cada año. L o s catedráticos (art. 97), si bien
quedaban sometidos a los reglamentos de los Colegios
Universitarios, estaban obligados a respetar (art. 99 y
102), al Rector y miembros de la Junta. E s t a obligación
se extiende a los alumnos (art. 103). L a administración
de las rentas estaba a cargo del Rector. El presupuesto
era general para toda la Universidad.
Como hemos dicho, el Arzobispo se opuso a este
Reglamento, en un largo debate que se inició el 26 de
setiembre de 1861 y no termina siquiera con la resolu-
ción del Gobierno fechada el 27 de noviembre, sino que
aun continúa con diversos documentos que ocupan las
páginas 309 a 361 de "Anales Universitarios". Llegó al
extremo de proyectar la fundación de una Universidad
Eclesiástica e independiente, lo que fue puesto en cono-
cimiento del Ejecutivo por el Rector, doctor P a z Soldán . 12

v ¿
"Anales Universitarios, Lima, 1862. T . I , págs. 360-61.

49
L a resolución del Gobierno sobre la disputa establece
que el Seminario de Santo Toribio "corresponde al dis-
trito universitario de Lima y está sujeto al Reglamento
de 28 de agosto último que debía nombrar dos diputados
en la Junta Directiva de la Universidad, y que los exá-
menes del Seminario fueran presididos por el Ministro
de Educación Pública o en su defecto por el Arzobispo
"sin que esta concesión pueda jamás alegarse como un
derecho perfecto porque el Gobierno puede revocarlo
cuando lo estime conveniente".

d) LA REFORMA DE 1866: DEFINICION DEL


REGIMEN FA CUL TA TIVO.

L a reforma de 1861, que, según las palabras del


Rector Paz Soldán, significaba la reorganización de
una "nueva Universidad" de San Marcos, no surtió todos
sus efectos porque, a pesar de ella, los Colegios mantu-
vieron en parte los antiguos usos, ya que no alteraron
la organización de sus internados, correspondientes a la
tradición colonial. Por otra parte, al crearse las Facul-
tades, estas asumían la enseñanza en el nivel universitario;
pero los colegios, núcleos de dichas Facultades, especial-
mente los de San Carlos y el Seminario de Santo Toribio,
no se limitaron a la instrucción media, según los términos
del Reglamento de 1861, sino que invadieron el campo
universitario como externado, es decir, con alumnos que
acudían a sus clases sin la obligación de vivir íntegra-
mente dentro de la disciplina del plantel. Subsistió ade-
más una confusión sobre las funciones de los Rectores de
los Colegios, llamados indistintamente Rectores o Deca-
nos. E l Reglamento de 16 de marzo de 1866, emitido
por el Presidente Mariano I . Prado y su Ministro don
José Simeón Tejeda, estableció definitivamente el cargo
de Decano nombrado por el gobierno, para cada Facultad

50
y fijó los límites entre la Instrucción Media y la univer-
sitaria. E n virtud de ello fueron eliminados de San
Carlos los cursos de Instrucción Media y se dio un carác-
ter totalmente universitario, conforme a un plan de estudios
minucioso para cada Facultad, a todo lo concerniente a
estas, dentro de la órbita de la Universidad de San Mar-
cos.
Es entonces cuando legalmente se funda la Facultad
de Letras, teniendo, como su primer decano al famoso
Dean Juan Gualberto Valdivia.
E l sistema de Reglamento de 1866 se extiende a to-
das las Universidades y configura el régimen facultativo
dentro de estas. E l Rector de San Carlos que regentaba
las tres Facultades existentes dentro del antiguo Colegio
de ese nombre, desaparece para dar paso a los respectivos
Decanos, o sea a los de Filosofía y Letras, Jurisprudencia
y Ciencias. Manuel Vicente Villarán, comentando el De-
creto de 1866, dice que de él emana "la autonomía de la
Universidad", cuyo Rector es entonces confirmado según
lo había sido desde 1861, como el Jefe de la Universidad
bajo cuya autoridad se hallaban los Decanos.

e) LA REFORMA DE 1876: DEFINICION DE LA


UNIVERSIDAD COMO ENTE AUTONOMO.

E n su Memoria de 1873, el Rector de la Universidad


de San Marcos don Juan Antonio Ribeyro, expresaba:
"La independencia de la Universidad es mas que una
medida de conveniencia pública; es una necesidad social.
Cada Facultad debe tener la iniciativa de las leyes y pro-
gramas de instrucción; pero sin perder la unidad de la
doctrina". De aquí se deduce, fácimente, que las Facul-
tades no tenían aun claro concepto de su papel y con-
fundía su autoridad con una autonomía que ponía en
riesgo la unidad de la Universidad.

51
E n vista de lo anterior, el 18 de marzo de 1876, el
Presidente don Manuel Pardo, dicta el Reglamento de
Instrucción Pública que f i j a definitivamente los contornos
de esta.
Para entonces, con fecha 5 de abril de 1875, se había
creado una sexta F a c u l t a d : la de Ciencias Políticas y
Administrativas que, por desgracia, no tuvo la influencia
que se pensó sobre la administración pública.
E l Reglamento f u é emitido por una Junta Consulti-
va en la que actuaron los Decanos de las Facultades en
virtud de la autorización legislativa del 18 de mayo de
1875. L a autoridad suprema sobre toda la educación la
ejercía el Consejo Superior de Instrucción Pública, cali-
ficado por Basadre como "cuerpo permanente y apolíti-
co". Se abolieron las Universidades de Ayacucho, T r u j i -
11o y Puno, quedando sólo las de San Marcos, Arequipa
y Cuzco.
E l Consejo Superior de Instrucción Pública (art. 1"),
estaba constituido (art. S ) por el Ministro como presi-
9

dente, el Director de Instrucción como Secretario y por


18 miembros, a saber: dos profesores por cada una de las
Facultades de la Universidad de L i m a , dos profesores
representando a los de instrucción media, dos a los de
primaria y dos a los de enseñanza libre: todos nombrados
por el gobierno cada dos años. E s notoria la mayoría de
la Universidad de L i m a (doce miembros) en el Consejo.
Sin embargo de esta ventaja, el artículo 13 destaca como
entidad aparte del Consejo Universitario, dedicado estric-
tamente a la Universidad.
E l voto del Consejo de Instrucción P ú b l i c a obligaba
al gobierno (art. 11); ese Consejo p o d ía revisar los gra-
dos académicos otorgados por las Universidades Menores,
mas no por la Universidad de L i m a .
E l artículo 200 clasifica a las Universidades en M a -
yares y Menores. E l 201 dice: " h a b r á en L i m a una U n i -

52
versidad denominada Universidad M a y o r de San Marcos
que se compondrá de todas las Facultades que comprende
la instrucción superior; y en los departamentos h a b r á n
Universidades Menores con las características que se de-
terminan en el capítulo especial". E l artículo 202 dice:
" L a s Universidades t e n d r á n un Rector, un Vice-Rector,
un Secretario, un Pro-Secretario, un Tesorero, un A r c h i -
vero-bibliotecario y los Amanuenses, Bedeles y Sirvientes
que fueran necesarios, a juicio del Consejo Universitario".
E l artículo 204: "Los Rectores son los jefes encargados
inmediatamente del gobierno de las Universidades; su car-
go d u r a r á 4 años y p o d r á n ser reelegidos por una sola vez".
E l artículo 223: "el Consejo Universitario se compone del
Rector y Vice Rector de la Universidad, los Decanos, de
un catedrático elegido para un bienio por cada Facultad
y del Secretario de la Universidad". E l artículo 226 es-
tablece las prerrogativas del Consejo Universitario: f i j a r
las rentas, aprobar presupuesto y en el inciso 9: "aprobar
el Reglamento interno de las Facultades y en lo sucesivo
i as modificaciones que estas propongan en ellos, así como
en el plan de estudios". E s evidente l a intención unita-
ria de este Reglamento; de él brotaba, como brotó, la
autoridad incontestable de la Universidad sobre las Fa-
cultades. Esto se haya corroborado por el artículo 229
en donde se dice que "el régimen interno de cada Fa-
cultad es competencia de estas, cuyos Reglamentos de-
berá aprobar el Consejo Universitario '.
1

Acerca de la admisión de alumnos (art. 268) se es-


tablecía un régimen muy semejante por no decir idéntico
a l francés. Según el artículo 169 del Reglamento, los
alumnos que finalizaran la instrucción media deberían
rendir "un examen final" ante un jurado designado por
el Consejo Superior de Instrucción Pública, el que otor-
garía certificados acreditando la característica de ciencias
o letras de dichos exámenes; en virtud de ello el men-

sa
cionado a r t í c u l o 268 exige a los p o s t u l a n t e s a l a U n i v e r -
sidad "presentar c e r t i f i c a d o de a s p i r a n t e a l a F a c u l t a d
de L e t r a s o de C i e n c i a s " , de que h a b l a el a r t í c u l o 169.
No había otro requisito, ni examen de ingreso alguno.
La i m p o r t a n c i a d e l e x a m e n final y de los estudios
en l a F a c u l t a d de C i e n c i a s de l a U n i v e r s i d a d r e s a l t a en
el a r t í c u l o 343 que d i c e : "los Bachilleres y Licenciados
en Ciencias tendrán acceso a c u a t r o escuelas, a saber:
Escuela de I n g e n i e r o s C i v i l e s y M i n a s , E s c u e l a S u p e r i o r
de A g r i c u l t u r a , E s c u e l a Naval y Escuela de A r t i l l e r í a y
Estado Mayor".
E s p a r t i c u l a r m e n t e interesante s e ñ a l a r que este R e -
glamento, e m a n a d o de u n gobierno c o m o el de d o n M a -
n u e l P a r d o , a l que no se puede c o n f u n d i r c o n n i n g u n a
t e n d e n c i a de l a s l l a m a d a s d e m a g ó g i c a s o e x t r e m i s t a s , de-
c l a r a t e r m i n a n t e m e n t e en s u a r t í c u l o 347 "que ¡os grados
conferidos en las Universidades Libres carecen de valor
oficial".
C o m o se v e por estos rasgos, el R e g l a m e n t o de 1876
representa la definición de la Universidad Peruana de
la República y corona la obra iniciada por el Presidente
Castilla en sus decretos y reglamentos de 1850, 1855, 1856
y sobre todo en e l de 1 8 6 1 .

f) LA REFORMA DE 1901 Y 1902: O LA REFORMA


HUMANISTICA.

L a U n i v e r s i d a d s u f r i ó los m i s m o s e m b a t e s que el p a í s
durante el luctuoso p e r í o d o de l a G u e r r a del P a c í f i c o .
L l e g ó a estar t a n pobre que a l i n a u g u r a r s e l a s labores de
1884, a r a í z d e l t r a t a d o de p a z , e l doctor A d o l f o V i l l a -
g a r c í a , profesor de F i l o s o f í a de l a F a c u l t a d de Letras,
d e c l a r a b a c o n d e s g a r r a d o r a f r a n q u e z a e n s u d i s c u r s o res-
p e c t i v o " n a d a p e d i m o s porque s a b e m o s que n a d a se nos
puede dar. E n el a ñ o entrante compraremos algunos

.54
muebles en que sentarse". Las vicisitudes políticas aca-
rreadas por la oposición al gobierno del General Miguel
Iglesias, a causa de haber firmado éste el Tratado de
Ancón, comprometieron también a la Universidad. Uno
de los episodios fué una violenta polémica en que resultó
comprometido, "por desacato", el Decano de Medicina,
doctor Manuel Odriozola. Un grupo de médicos de dicha
Facultad se solidarizó con su decano y amenazó con for-
mar una Academia Libre de Estudios Médicos . L a 13

caída del gobierno de Iglesias y el triunfo de Cáceres


tuvieron eco en la Universidad. L a normalidad quedó
restablecida. E n este interregno se había dictado un nue-
vo reglamento de Instrucción, el 16 de mayo de 1884, el
cual fué derogado en abril de 1885 para restablecer el
de 1876. Se confirmaban una vez más la unidad de la
Universidad y la autoridad plena de esta en el ámbito de
la instrucción superior.
Durante el gobierno de Piérola (1895-1899) se nom-
bró una comisión encargada de preparar una nueva Ley
Orgánica de Instrucción; la constituyeron el Rector de
San Marcos doctor Francisco García Calderón y los doc-
tores Luis Felipe Villarán, Felipe Várela y Valle, Eleodo-
ro Romero, Federico Villarreal, José Granda, Jaime To-
var, Ernesto Odriozola y Pedro Abel Labarthe (resolución
del 3 de junio de 1 8 9 6 ) .
E l 20 de setiembre de 1899, el Poder Legislativo
autorizó al Poder Ejecutivo a poner en vigencia el pro-
yecto de la Comisión. E n cumplimiento de ella el Pre-
sidente de la República don Eduardo López de Romana,
promulgó la nueva Ley el 9 de marzo de 1901.
Se ha criticado esta ley por ser de estricta inspira-
ción francesa en circunstancias en que en Francia, al año
siguiente, se derogó la Ley en que se inspiró la nuestra,
1 3
Basadre, obra citada, tomo I I , pág. 262; "Anales Univer-
sitarios", L i m a .

55
pero de todos modos, es una L e y que da vida a la orien-
tación humanística de nuestra enseñanza y por muchos
conceptos constituye una transformación fundamental de
nuestra educación.
" L a L e y Orgánica de Instrucción" de 9 de marzo de
1901, firmada según se ha dicho por el Presidente Romana
y el Ministro de Educación don R a f a e l Villanueva, se
refiere tanto a la instrucción pública oficial como a la
"libre o particular", considerando en l a primera a las
Universidades subvencionadas por el Estado. E s t a L e y
ratifica la autonomía absoluta de la Universidad, al es-
tablecer (art. 274) que las Universidades están "bajo la
inmediata dependencia e inspección económica y adminis-
trativa de sus respectivos Consejos Universitarios". Con-
sidera a las Universidades Menores de Arequipa y Cuzco
y a la de T r u j i l l o que había sido abolida por L e y del 76.
Mantiene las mismas Facultades e indica que no p o d r á
haber Universidad con menos de dos Facultades. E i
Rector p o d r á ser reelegido indefinidamente (art. 280).
El Consejo Universitario (art. 303, inc. 10) aprobará el
Reglamento interior de las Facultades y las modificado-
nes que estas- propongan. E n las Universidades Menores,
los Consejos Universitarios ejercitan las funciones que, en
San Marcos, corresponden a las Facultades. L i m i t a el
n ú m e r o de cátedras a dos por profesor (art. 333). P a r a
ser admitido alumno (art. 343) "se requiere acreditar que
se ha terminado la segunda enseñanza y llenado además
los requisitos prescritos en el reglamento de cada Facul-
tad".
E n general, esta L e y no tiene mayores peculiaridades,
pero otra L e y , reformatoria de l a segunda enseñanza,
promulgada el 7 de enero de 1902, bajo la presidencia
del mismo Romana y con l a refrendación de Ministro
Lizardo Alzamora, sí, representa una reforma radical: en
su artículo 6, dice lo siguiente: "los alumnos que hubie-

56
ren terminado los estudios de la instrucción Media gene-
ral p o d r á n ingresar a las Facultades de Letras o de Cien-
cias con el objeto de obtener en ellas la preparación
necesaria para los estudios en las Facultades de Juris-
prudencia, de Ciencias Políticas y Administrativas y de
Medicina, respectivamente".
Dice el artículo 7": los alumnos que hayan cursado
los dos primeros años de Ciencias M a t e m á t i c a s en las F a -
cultades de Ciencias p o d r á n matricularse sin mas condi-
ción en las secciones especiaels de las Escuelas Naval,
Militar y de Ingeniería.
Aclarando m á s este aspecto, el artículo 10 establece:
"para ingresar a las Facultades de Jurisprudencia, de
Ciencias Políticas y Administrativas y de Medicina, nece-
sitan los alumnos acreditar que han adquirido la prepa-
ración prescrita en los artículos anteriores en ¡as Faculta-
des de Letras y de Ciencias en conformidad con sus res-
pectivos reglamentos".
Dicho en otros términos, las Facultades de Letras y
Ciencias, a partir de la Reforma de 1902, se constituyen
en el equivalente del "College" de los países sajones o del
Bachillerato de los países europeos del Mediterráneo. E l
aprobar dos años en cualquiera de estas Facultades re-
presenta una preparación adecuada para saltar la distan-
cia que separa la enseñanza secundaria de la superior.
No se requiere ningún examen de ingreso puesto que
se supone que la depuración se lleva a cabo durante los
dos años de permanencia bien en la F a c u l t a d de Letras,
bien en la Facultad de Ciencias, en sus secciones prepara-
torias .
E s t a transformación se lleva a cabo paralelamente
con la de la enseñanza secundaria que hasta allí constaba
de seis anos. E n virtud de esta L e y se reduce la secun-
daria a cuatro años (art. 3ero.), de suerte que los dos
años de Letras y Ciencias constituyen una etapa supleto-

57
I
ria, complementaria y superior al mismo tiempo con el fin
de preparar a l joven para la educación universitaria. T a n -
to es así que, un artículo transitorio dice: "que los alum-
nos que al principiar el próximo a ñ o universitario hubie-
sen terminado el sexto año de Instrucción Media p o d r á n
ingresar sin más requisito a las Facultades de Medicina,
Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Administrativas".
H a y dos disposiciones transitorias m á s sobre los alum-
nos de 5" y 6" año de Instrucción Media, autorizándolos
a inscribirse inmediatamente en dichas Facultades; pero
a los egresados de solo 4 a ñ o y que por tanto no hubie-
Q

sen aprobado el 5° y 6" año de Media hasta allí vigentes,


se les exigirá "un examen de los cursos de instrucción
media que Íes falta". E s t a L e y , la del 7 de enero de 1902,
cuidadosamente preparada, tiene por objeto dar mayor
elasticidad a la enseñanza universitaria y revitalizar las
Facultades de Letras y Ciencias que, por el a f á n de apro-
bar r á p i d a m e n t e lo que se llama carreras lucrativas, ha-
bían perdido importancia y, por tanto, clientela. A par-
tir de 1902 las Facultades de Letras y Ciencias, en las
que figuran como personajes principales hombres de la
talla de Javier Prado y Alejandro Deustua en la prime-
ra, y Federico Villarreal en la segunda, adquieren gran
importancia. E n ellas se intenta una transformación del
espíritu universitario por cauces idealistas y nacionalis-
tas. L a filosofía neoidealista de Bergson, la historia crí-
tica del Perú, los trabajos de arqueología y de historia
natural que incubaron pronto Tello y Morales Macedo,
modifican sustancialmente el espíritu de la Universidad y,
por extensión, de la juventud. No es un hecho aislado
que en esa época ingresen a la Universidad o acaben de
iniciar sus estudios en ella hombres de la significación
de los mencionados Tello y Morales Macedo, José de la
R i v a Agüero, José Gálvez, J u a n Bautista de Lavalle, Her-
milio Valdizán, Abraham Valdelomar, Felipe Barreda y

58
Laos, José L o r a y Lora, Víctor Andrés Belaunde, Oscar
Miró Quesada, Carlos García Gasta ñeda, Raymundo
Morales de la Torre, Francisco y Ventura García Calde-
rón, Constantino Carvallo, Carlos E . Paz Soldán, Fer-
nando Tola, Alberto Ulloa, Alfredo González Prada, J o -
sé A . Encinas, Horacio Urteaga, etc.
L a L e y de 1902 no sufrió alteraciones en este aspec-
to hasta 1920 en que, sin perjuicio del papel asignado a
las Facultades de Letras y de Ciencias, se crea el exa-
men de ingreso que empieza a regir p r á c t i c a m e n t e a co-
mienzos de 1922.

g) LA REFORMA DE 1920: PARTICIPACION DEL


ESTUDIANTADO O INS UR GEN CIA JUVENIL,

L a guerra de 1914 trajo una consecuencia evidente


e ineludible: el alzamiento de la juventud como elemento
doctrinario, y de la clase trabajadora, como elemento so-
cial. L a paz de 1918 f u é precedida, no hay que olvidarlo,
por la revolución bolchevique de 1917 y a c o m p a ñ a d a por
la conmoción alemana de 1918: lejanamente l a precede
también la revolución mexicana de 1910 cuyo ideario se
concretaría sólo en la constitución de 1917.
E n todo el mundo se produjo, con mayor o menor i n -
tensidad, el mismo proceso; en América Latina, m á s ate-
nuado, se limitó a reclamaciones insistentes por la jorna-
da de ocho horas, el derecho a sindicalización, el salario
mínimo y la Reforma Universitaria. E s t a última, según
hemos expresado, puede reducirse a muy pocas palabras:
adecuar la Universidad existente a las condiciones y ne-
cesidades de la realidad inmediata. Como se sabe el mo-
vimiento de Reforma en América L a t i n a se inicia en una
de las m á s tradicionales universidades del Nuevo Mundo:
la de Córdova, de la República de Argentina. Se exten-
dió inmediatamente a Buenos Aires y la P l a t a , y poco

59
después a l Perú, en donde desde 1917 existía una fuerte
corriente para renovar la atmósfera universitaria. A ella
no fueron ajenas generaciones anteriores: en 1907 se m a -
nifestó tal inquietud en el Cuzco; en 1917 hubo conatos
análogos en L i m a y finalmente en M a y o de 1919 estalla
el movimiento de Reforma, nacido de los estudiantes y
plasmado en un documento que f u é presentado a l R e c -
tor Javier Prado, el cual, a diferencia de l a mayor parte
de los Decanos, no lo rechazó de plano, sino que lo some-
tió a espera. E l movimiento estudiantil se vio obligado
a convertirse en huelguístico. Estaba éste en vigencia
cuando ocurrió el golpe de estado de 4 de julio de 1919,
que llevó al poder a l señor Augusto B . Leguía, quien i n -
dudablemente, había ganado las elecciones del mes de ma-
yo. E l nuevo gobierno, deseoso de ampliar su base po-
pular, prestó apoyo a l movimiento estudiantil. L a Asam-
blea Nacional electa entonces, y de l a que formaban parte
entre otros el Rector Prado, dictó dos leyes, la 4002
y la 4004: la una acogiendo las tachas de los estudiantes
a un grupo de profesores, el m á s numeroso perteneciente
a l a Facultad de Medicina, y la otra autorizando la sus-
titución de los tachados y otorgando al Poder E j e c u t i -
vo poderes para promulgar como L e y el proyecto de E s -
tatuto Orgánico de la E n s e ñ a n z a elaborado por una C o -
misión de l a que formaban parte, reputados profesores
entre ellos los doctores Deustua y Manuel Vicente Villa-
rán.
Los propósitos básicos de la Reforma de 1919 fue-
ron: la modernización de la Universidad, extendiendo sus
estudios a temas de actualidad nacional; el estableci-
miento del sistema de seminarios y enseñanza activa; la
libre asistencia a clases ( m a l confundida después con l i -
bre inasistencia); la cátedra libre y paralela para conse-
guir la libre asistencia; la temporalidad de la cátedra en
lugar de la inamovilidad; la participación de los estudian-

60
¿es en los Consejos Universitarios y el gobierno de la Uni-
versidad en general; la extensión universitaria en el sen-
tido de una participación más activa de la sociedad en la
Universidad o viceversa y el interés de la Universidad en
los problemas sociales del momento. L a Ley de Instruc-
ción de 1920 recogió en general estos principios. E l Po-
der Ejecutivo la promulgó el 30 de junio de 1920, firma-
da por el Presidente Leguía y el Ministro de Instrucción
Pública, Alberto Salomón.
Esta Ley Orgánica de Enseñanza de 1920 tiene pecu-
liaridades muy interesantes. Con respecto a la enseñanza
superior considera tal la impartida en las Universidades
existentes y en la Universidad de Escuelas Técnicas cons-
tituida por las escuelas especiales o técnicas que la Ley
incorporó a la enseñanza superior. Además (art. 565)
planteó la posibilidad de que la Universidad de San Mar-
cos y la Universidad de Escuelas Técnicas pudieran fun-
dirse "en una sola Universidad de San Marcos de Lima".
Las escuelas que debían constituir la Universidad de E s -
cuelas Técnicas, eran: (art. 447): la Escuela de Ingenie-
ros, la Escuela Superior de Agricultura» la Escuela Supe-
rior de Ciencias Pedagógicas, la Escuela Superior de Ar-
tes Industriales, la Escuela Superior de Comercio y ade-
más la Escuela de Artes y Oficios. Es evidente el pro-
pósito de centralizar y unificar la enseñanza superior, ra¬
tificando así la política seguida desde Castilla, contra la
anarquía y el feudalismo vigentes hasta 1861. L a pree-
minencia concedida a la Universidad se advierte en la
constitución del Consejo Nacional de Enseñanza (art. 8 ) 9

y en las facultades del mismo consejo (art. 14) que, en


ningún momento, se refieren a la Universidad.
L a Universidad de San Marcos sería constituida por
las mismas Facultades señaladas por el Reglamento de
1876, pero, en su Consejo Universitario y en la nueva
creación llamada "Consejo de las Facultades" se intro-

m
ducía por primera vez un "miembro elegido por los alum-
nos de las Facultades" ( a r t . 274 y 276, p á r r a f o 2 ) . E r a
la adopción tímida, pero efectiva, de una de las reivin-
dicaciones estudiantiles de mayo de 1919. Dice la ley:
" E l miembro elegido por los alumnos debe ser doctor en
alguna Facultad o titulado en alguna institución de ense-
ñ a n z a superior nacional o extranjera. Será elegido para
un período de cuatro a ñ o s pudiendo ser reelegido". E n
virtud de lo anterior fueron electos delegados de los es-
tudiantes ante el Consejo Universitario el doctor Carlos
Enrique P a z Soldán y ante el Consejo de las Facultades
D r . José Antonio Encinas. E n las elecciones de 1924 fue-
ron elegidos respectivamente los doctores Mariano Ibé-
rico Rodríguez y Honorio Delgado, quienes tuvieron co-
mo contrincantes a los entonces alumnos-doctores Oscar
Herrera y L u i s Alberto Sánchez. A d e m á s , otra innova-
ción: el Consejo Universitario podía elegir como miem-
bros de él, a propuesta del Rector, " a uno o dos indivi-
duos que no deben ser catedráticos para que integren el
Consejo Universitario, con voz y voto".
Entre las atribuciones del Consejo Universitario figu-
ra desde luego la de "sancionar y reformar" "el Regla-
mento de cada una de las Facultades a propuesta de la
Facultad respectiva o previo informe de ella si la inicia-
tiva de reforma procede del Rector o de otro miembro
del Consejo Universitario, absteniéndose de intervenir en
las materias que son de la competencia del Consejo de las
Facultades" (inc. 2, art. 275); es decir, que no interven-
dría en el plan académico y en l a dirección de los cursos
etc. lo cual queda establecido en el artículo 277.
E s t a misma L e y establece ( a r t . 278) que "los con-
flictos de competencia que se sucedan entre el Consejo
Universitario y el Consejo de las Facultades serán deci-
didos por el Rector" debiéndose resaltar que el Consejo
de las Facultades no es lo mismo que los Consejos de F a -

62
cultades, porque "el Consejo de las Facultades" es uno
creación suigéneris de la Ley de 1920 y constituye una
especie de Consejo Universitario relativo sólo a las ma-
terias docentes de todas las Facultades; por tanto no ad-
mite la posibilidad siquiera de que haya conflicto entre
el Consejo de una Facultad y el Consejo Universitario
Según el artículo 279 "el Rector es el Jefe inmediato y
representante oficial de la Universidad, la dirije e inspec-
ciona con sujeción a la Ley y a las disposiciones del Con-
sejo Universitario y al de las Facultades" o sea, que
sólo el Consejo Universitario y el Consejo de las Facul-
tades (no el Consejo de una Facultad), norman la con-
ducta del Rector en la Universidad.
E l Rector puede ser reelegido indefinidamente.
Los catedráticos son Principales, Auxiliares, Interinos,
Extraordinarios, Libres y Honorarios. E l artículo 309 tie-
ne gran amplitud. Dice "son catedráticos Libres los que
obtienen permiso para dictar algún curso". " E l permiso
dura hasta por un año escolar y es renovable". No exige
ningún otro requisito salvo el de presentar un programa
analítico. Es en esta Ley en la que se establece la necesi-
dad de cursar un ciclo preparatorio de dos años en Le-
tras o en Ciencias para seguir estudios en Medicina,
Derecho, etc. E l artículo 338 establece la necesidad de
hacerlo así en Letras para Jurisprudencia. E l artículo
389 fija la misma obligación en la Facultad de Ciencias
Matemáticas, Físicas y Naturales para ingresar a Medi-
cina. E l plan de los cursos preparatorios de Ciencias (ar-
tículo 406) lo aprueba la Facultad de Ciencias y es revi-
sado por el Consejo de las Facultades, oyendo este a la
de Medicina. Los estudios preparatorios en Letras para
pasar a Derecho (art. 425) son resueltos por la Facultad
de Letras y revisados por el Consejo de las Facultades
con audiencia de las Facultades de Jurisprudencia y Cien-
cias Políticas y Económicas, pues también rige para es-

63
t a . Los aspirantes a l Bachillerato o al Doctorado en
Ciencias Políticas y Económicas ( a r t . 413) deberán se-
guir los mismos dos años preparatorios en Letras dentro
del mismo sistema establecido para los anteriores. P a r a
ingresar a la F a c u l t a d de Letras (art. 424) se establece
por primera vez el examen de admisión en los siguientes
t é r m i n o s : "para ingresar como alumno en la F a c u l t a d se
requiere haber concluido la enseñanza secundaria, llenar
los requisitos y rendir el examen de admisión que estable-
cerá el Reglamento de la F a c u l t a d " . P a r a ingresar a
Ciencias ( a r t . 419) se establece lo mismo, m á s el requi-
sito de "ser mayor de 18 anos de edad", y además, desde
luego, "someterse a las pruebas de admisión que pueda
establecer el Reglamento de la F a c u l t a d " . E s esta la pri-
mera vez que aparece el examen de admisión en l a legis-
lación universitaria. No había existido antes y por con-
siguiente cualquiera alegación al respecto carece de f u n -
damento. M á s aún, podemos decir que todas las promo-
ciones anteriores a la de 1922 o sea aquellos graduados
y titulados que en la actualidad tienen m á s de 56 años,
no rindieron examen de admisión; en esas promociones
figura y se mencionan sus nombres nada mas que como
un dato aclaratorio personalidades, que, a pesar de no
haber dado examen de admisión, han figurado con eviden-
te derecho en la vida pública peruana y resaltando en sus
respectivas disciplinas por ejemplo: Víctor Andrés B e -
launde, José Gálvez, Felipe Barreda y Laos, J u a n B a u -
tista de Lavalle, Honorio Delgado, Hermilio Valdizán,
Julio C . Tello, Godofredo García, Enrique Arnáez, A l -
berto Hurtado, Carlos Monge, Carlos Enrique P a z Sol-
dán, Sergio Bernales, Alberto G u z m á n Barrón, Enrique
Encinas, José Antonio Encinas, R a ú l Porras, Manuel
Abastos, Hernando de Lavalle, E m i l i o Romero, E r a s -
mo Roca, Carlos Doig y Lora, Constantino Carvallo, Os-
car Arruz, Fortunato Carranza, Jorge Basadre, Víctor

64
R . H a y a de la Torre, Manuel Seoane, Oscar M i r ó Que-
sada, Raymundo Morales de la Torre, Balta2ar Carave-
do, Sebastián Lorente, Cristóbal de Lozada y Puga, etc.
Aunque no existe una relación inmediata ni de causa
a efecto, es evidente que puede tejerse múltiples conje-
turas en torno a los efectos del examen de admisión en la
selección de las Universidades.
L a L e y de 1920 ( a r t . 484) hace aplicables algunos
de sus dispositivos tanto a la Universidad de San M a r -
cos, y sólo a ella, y a la Universidad de Escuelas Técni-
cas formada por dicha L e y . E s t a Universidad de Escue-
las Técnicas comprende a la Escuela de Ingenieros (art.
485) con sus diversas especialidades, a la Escuela Supe-
rior de Agricultura, a la Escuela Superior de Ciencias
Pedagógicas, a la Escuela Superior de Comercio y a la
Escuela de Artes Industriales (se refiere a Escuela de
Artes y Oficios). E s muy importante el texto del ar-
tículo 565 en el que fomentan la fusión de la U n i -
versidad de San Marcos y la de la Universidad de Escue-
las Técnicas con la única alternativa de "que deben in-
corporarse o no las dos Universidades de San Marcos y
Escuelas Técnicas en una sola Universidad de San M a r -
cos de L i m a " , o sea que la Universidad de Escuelas T é c -
nicas sigue independiente o se f u s i o n a con San Marcos
(

de ninguna manera lo contrario. L a L e y creó el Centro


Estudiantil Universitario con personalidad jurídica (ar-
tículo 520, 521 y 522) y se le a d j u d i c ó bienes concretos
(art. 524).
E n cuanto a las Universidades Menores (art. 534)
quedan comprendidas en las disposiciones que rigen a San
Marcos en lo que les sea pertinente, con algunas limi-
taciones mas o menos importantes.
L a L e y creó un Fondo Universitario ( a r t . 562) des-
tinado al sostenimiento y fomento de la enseñanza supe-
rior en la República, constituido por las rentas que pro-

65
duzca el impuesto de sucesiones establecido por la L e y
2227. E n cuanto a las Universidades Particulares, estas
pueden establecerse "sin necesidad de licencia de las a u -
toridades" (art. 566), pero poniendo en conocimiento del
gobierno el plan de estudios. Los estudios hechos y los gra-
dos o títulos obtenidos en Universidades o centros parti-
culares de enseñanza superior carecen de valor oficial.
U n Jurado especial formado por el Estado es el encar-
gado de espedir los grados y títulos respectivos (art.
568). E s t a L e y ( a r t . 569) entró en vigencia a l día s i -
guiente de su promulgación o sea el 1? de julio de 1920,
poniéndose en vigor sus planes al comenzar el año escolar
de 1921.
Como el año académico de 1921 no llegó a iniciarse,
porque en marzo, a consecuencia de sucesos políticos que
tuvieron como escenario el patio de Derecho de l a U n i -
versidad de San Marcos, los profesores de ésta acordaron
declararse en receso. No funcionaron las clases. Hubo un
Claustro pleno para expresar la solidaridad de éste con el
Rector doctor Javier Prado, que había sido reelecto para
un nuevo período, el que prácticamente no pudo comenzar
a causa de su súbita muerte el 23 de junio de ese mis-
mo a ñ o . Por tanto la L e y de 1920 sólo empieza a aplicar-
se el a ñ o de 1922 en que se reabrió l a Universidad bajo el
Rectorado del doctor Manuel Vicente Villarán.

h) LA CONTRARREFORMA DE 1925 Y LA RE-


FORMA DE 1928.

E l año de 1922 señala una intensa actividad acadé-


mica en la Universidad Mayor de San Marcos. E l Rector
Villarán, prosiguiendo la magnífica labor del Rector P r a -
do, se a f a n ó en introducir diversas modificaciones a l apa-
rato universitario, entre ellas, la reorganización de la B i -
blioteca Central, a cuya dirección llevó a l doctor Pedro

66
S . Zulen, joven y ya ilustre filósofo, de origen chino, gra-
duado en la Universidad de H a r v a r d . Se inició la publi-
cación del "Boletín Biblográfica de la Biblioteca de la
Universidad". E n general hubo un remozamiento de todos
los servicios.
E r a , empero, una época políticamente muy áspera pa-
ra San Marcos. E l Presidente de la República, señor L e -
guía, había decidido reelegirse para lo cual apeló a varias
medidas, entre ellas, desde luego, la reforma de la Cons-
titución, la eliminación de los adversarios a tal reforma
y la Consagración del P e r ú al Corazón de J e s ú s . L a cam-
p a ñ a combinada de estudiantes y obreros, contó con el
apoyo de los profesores de San Marcos y muchos ele-
mentos de filiación liberal, entre ellos, el propio Rector
Villarán y todos los diarios del país, excepto " L a Pren-
sa", que h a b í a sido confiscada por el Gobierno. U n estu-
diante de San Marcos, el señor V . R . H a y a de la Torre,
dirigió las jornadas de los días 23, 24 y 25 de Mayo de
1923, a raíz de las cuales el Gobierno se batió en retira-
da y desechó el último de los propósitos nombrados: la
Consagración al Corazón de Jesús, que no era un acto re-
ligioso sino fundamentalmente político.
A consecuencia de ello, y de que el Rector Villarán
aceptó postular su candidatura a la Presidencia de la R e -
pública, como opositor a la reelección de señor Leguía,
la policía hizo blanco de sus iras a l a Universidad. E l
Rector, obligado a exilarse, hubo de abandonar su cargo.
L e sucedió, en la segunda mitad de 1924, en calidad de
Rector Interino, el doctor José M a t í a s Manzanilla, por
ser el Decano m á s antiguo. F u é electo Rector Titular
en 1927.
Antes, se h a b í a n realizado elecciones entre los estu-
diantes de las seis Facultades para designar a sus delega-
dos-doctores al gobierno de San Marcos, conforme a la L e y
de 1920. Como se ha dicho, se presentaron, por una parte,

67

v
ios doctores Honorio F . Delgado y Mariano Ibérico Rodrí-
guez, ambos ya miembros de la docencia, frente a los doc-
tores Oscar Herrera y Luis Alberto Sánchez, ambos doc-
tores en Ciencias y Letras y a la vez alumnos de las
Facultades de Medicina.y Jurisprudencia respectivamente.
Triunfaron los dos primeros como delegados de los alum-
nos, es decir, como miembros del incipiente cogobierno
sanmarquino que prácticamente no funcionó.
L a presión política de un lado y otro, imprimió a la
Rectoría del doctor Manzanilla un tono de prudencia ra-
yano en el estatismo. A su sombra, los elementos anti-
rreformistas, tanto los partidarios de la comenzada dic-
tadura como los de la oposición conservadora o "civilis-
ta", coincidieron en un movimiento reaccionario. Los lí-
deres alumnos habían sido desterrados. Dos Presidentes
de la Federación de Estudiantes del Perú, los estudiantes
V. R . Haya de la Torre y Manuel Seoane, a los que segui-
ría un tercero, el estudiante Luis F . Bustamante, se ha-
llaban en el exilio. E n 1927 la razzia abarcó a nu-
merosos líderes obreros, intelectuales y universitarios.
E n plena defensiva, desconcertada y atemorizada, la Uni-
versidad solo atinaba a subsistir. L a crítica contra sus
métodos arreció, partiendo de un bando y el otro. Por
último, como aparente remedio a tan anómala situación,
el Poder Legislativo autorizó al Ministro de Educación
y catedrático de la Facultad de Jurisprudencia, doctor
Pedro M . Oliveira, a elaborar y promulgar un Estatuto
Universitario que permitiese rectificar el vacilante rum-
bo de las diversas Universidades peruanas. Fruto de ello
fue el Estatuto de 1928.
L a característica de esta nueva Ley es la contradic-
ción: si en una de sus partes abusa de excesivo centralis-
mo y absorción estadual, en otras sobresale por su espíri-
tu ampliamente comprensivo para con la tarea docente.
Es una interesante mezcla de autoritarismo y liberalidad.

68
Retrata el espíritu de su autor, quien explica el proyecto
entero en las jugosas páginas de su "Exposición de Moti-
vos" .1 4

E l Estatuto de 1928 pone toda la autoridad sobre


las Universidades del país en manos de un Consejo N a -
cional de Enseñanza Universitaria constituido por el M i -
nistro de Educación, cuatro delegados gubernativos y los
Rectores (entonces cuatro, de las Universidades oficiales).
Como algunos de estos eran en realidad ungidos por el
Poder Ejecutivo, el Consejo era una dependencia de éste.
Pero aparte de tal disposición absolutista, hay en el
Estatuto preceptos y medidas que superan, en doctrina
universitaria, a l a propia L e y de 1920.
No obstante su carácter centralista y estadualista, el
Estatuto de 1928 conservó la representación estudiantil en
la forma de un delegado (que fuese doctor o profesional)
ante el Consejo Universitario. F i j a b a , sí, como condición
para su vigencia, según se advertirá m á s adelante, la de
ser obligatoriamente ratificado por el Consejo Superior
mencionado, lo que otorgaba una especie de derecho de ve-
to a dicho Consejo. Y , siendo el Consejo de conformación
mayoritariamente gubernativa, era el Gobierno, por medio
de sus delegados, quien retenía el poder de calificar a l dele-
gado estudiantil, motivo por el cual el alumnado se abs-
tuvo de elegirlo.
Pero, tocante a la carrera docente, fué L e y mucho mas
completa y progresista que la de 1920. Reconoció las cate-
gorías de Catedráticos Principales, Auxiliares e Interinos
y admitió la de Libres. Pero, m á s que el aspecto formalis-
ta, la renovación del profesorado de San Marcos se pro-
dujo por la incorporación de numerosos jóvenes profeso-
res, como por ejemplo R a ú l Porras, Jorge Basadre (que

1 4
( P . M . Oliveira), Estatuto Universitario. E x p o s i c i ó n de
Motivos, L i m a , Torres Aguirre, 1928, y en "Revista Universitaria",
L i m a 1928, tercer trimestre, p á g s . 679-730.

6J
(
había sido electo, mas no incorporado, a fines de 1927),
Manuel Abastos, Enrique Barboza, Carlos Rodríguez Pas-
tor, Emilio Romero, Erasmo Roca, etc.
Hagamos una síntesis mas ordenada. L a ley lleva
el N " 6041 y f u é expedida el 23 de julio de 1928 dando
coordinación y plena validez a los Estatutos promulgados
el 19 de mayo y el 16 de julio del mismo ano, a mérito
de una autorización legislativa.
E l artículo V limita la enseñanza "superior oficial"
a las Universidades Nacionales de San Marcos de L i m a ,
Arequipa, Cuzco y T r u j i l l o y a las Escuelas e Institutos
Superiores, otorgando la mas amplia autoridad a l Con-
sejo Nacional de E n s e ñ a n z a Universitaria y a nombrado.
L a limitación a ejercer actividades políticas en la Univer-
sidad es realmente menos drástica que en los Estatutos
de 1935 y 41 y aunque en los del 31 y del 46. No dice
sino lo siguiente: "las Universidades no pueden hacer ni
autorizar manifestaciones extrañas a sus propios fines"
(art. 5'). Casi todas las funciones directivas de la U n i -
versidad se concentran en el Consejo Nacional de Ense-
ñanza Universitaria, el cual tiene entre otras tareas
la de "velar por el cumplimiento de las leyes y Regla-
mentos relativos a las Universidades y resolver las dudas
que susciten su aplicación", lo que es un antecedente de
la disposición ú l t i m a m e n t e aprobada por las C á m a r a s

Legislativas (julio-agosto 1961) con respecto a l problema


de las Facultades de Medicina. Gran parte de las funciones
del Consejo Nacional corresponden a l a de los Consejos
Universitarios en las antiguas leyes, e inclusive se le dio
unas que respectan al Congreso de la República, como por
ejemplo, "proponer al Gobierno la reorganización y supre-
sión de las Universidades, Facultades, Escuelas o Insti-
tutos que no garanticen un desarrollo provechoso de los
estudios" (inc. 1 y 19, del artículo 10). Sólo el Consejo
Nacional podía expulsar alumnos de cualquier Universi-

70
dad del país. L a Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, constaba, según esta L e y , de seis Facultades: Teo-
logía, Derecho, Medicina, Letras, Ciencias y Ciencias
Económicas; de dos Institutos: los de F a r m a c i a y Odon-
tología; del Departamento de E d u c a c i ó n Física, la Biblio-
teca, los Museos y otras dependencias. T a m b i é n esta
Ley, como las anteriores y se verá igual en otras poste-
riores, gira en torno de la idea de incorporar dentro de
San Marcos a la Escuela de Ingenieros, a la Escuela N a -
cional de Agricultura y Veterinaria y a l Instituto P e d a g ó -
gico Nacional (art. 14).
Como hemos dicho, en el Consejo Universitario de
San Marcos figuraba un representante de los alumnos y
otro de los graduados, y también, por primera vez, se
incluye a los Directores de los Institutos de F a r m a c i a y
Odontología. No hay Vice-Rector. Se exige "ser abso-
lutamente extraño a toda actividad de carácter política"
al representante de los alumnos. Sólo el Consejo U n i -
versitario puede autorizar la constitución de cualquier
Asociación Estudiantil.
E l nombramiento del Rector lo hacía el Consejo N a -
cional, escogido de una decena formada por la Asamblea
Universitaria. E l rector era reelegible, pero incompatible
con cualquier función y cargo público (arts. 28, 29 y 3 0 ) .
LOS Decanos de las Facultades eran nombrados por
el Consejo Nacional, de una terna doble presentada por la
Facultad respectiva; por la primera vez lo hizo el Consejo
Nacional (artículo 44 y 45). E l Decanato era incompa-
tible con el profesorado secundario en establecimientos
oficiales o públicos.
Los Catedráticos, según esta L e y , eran Principales,
Auxiliares, Interinos, Adscritos, Extraordinarios y Libres.
Este Estatuto a pesar de su origen y época, es superior a
los del 35 y el 41 que eliminaron la condición de cate-
dráticos Libres (art. 56)- Para todas las categorías pro-

71
fesionales se exigía ser doctor, excepto para la de Libre
(art. 57). Por primera vez se introduce la especificación
de que "no p o d r á n ser catedráticos de una Facultad los
alumnos de otra" (art. 64), y que los miembros del Poder
Judicial no p o d r í a n profesar sino en la Facultad de
Derecho. T a m b i é n se prohibió que fueran catedráticos
de una misma Facultad, los consanguíneos dentro del
cuarto grado y los afines dentro del segundo (artículo 64¬
66), con el objeto evidente, de romper el nepotismo hasta
ahí imperante y después restaurado. E l nombramiento
de los Catedráticos Principales y Auxiliares lo hacía el
Consejo Universitario a propuesta de la Facultad (art.
6 9 ) ; los Interinos y Extraordinarios eran nombrados por
las Facultades con aprobación del Consejo Universitario.
No se dieron reglas para el catedrático Libre. Se limitó
a dos las cátedras acumulables y, sólo en caso excepcio-
nal, se permitían tres (arts. 83 y 84). Los Catedráticos
Principales debían ser ratificados cada diez años por el
Consejo Universitario, y por una sola vez; los Auxiliares
cada dos a ñ o s ; los Interinos cada año, renovable. E l lí-
mite de edad era de 70 anos y el de ejercicio 40 (art. 100).
E s t a L e y estableció el derecho a l a bonificación por
quinquenios (art. 106), ratificando una costumbre.
Los alumnos no p o d í a n ingresar antes de los 17 años
y debían aprobar "en el examen general" de admisión
(art. 116) que se daba ante la Universidad y no en las
Facultades. E l Consejo Universitario p o d ía f i j a r el máxi-
mo de alumnos a ingresar anualmente en las Facultades
de Ciencias y Letras (art. 118), vehículos naturales para
todas las otras Facultades. E l Estatuto estableció que
los cursos se debían dictar "en horas distintas de modo
que sea posible la asistencia de ellos". Se daban reglas
sobre los cursos doctorales (art. 138). L a s Facultades
de Ciencias y Letras eran las puertas de ingreso para

7 2
Medicina y Derecho (art. 145), bajo la autoridad exclu-
siva de ellas mismas.
Y a en este Estatuto se advierte que la carrera
de Medicina puede hacer en 6 ó 7 a ñ o s (art. 164) y que el
doctorado en la misma Facultad requiere un a ñ o m á s .
Para las Facultades de Letras y Ciencias, con cuatro años
de estudio, se establece que "todos los cursos correspon-
derán a una cultura superior y t e n d r á n en lo posible se-
ñ a l a d o carácter nacionalista y actual". A d e m á s se de-
dican tres artículos a la Ciudad Universitaria (artículos
199-201), exceptuándose a las Facultades de Teología y
Medicina de ir a ella. L a fuente de ingreso para esta
obra es la misma que en la L e y de 1920: la venta del
terreno que ocupa la Universidad y l a de la U r b a n i z a c i ó n
Santa Beatriz.
Para las Universidades Nacionales de Arequipa, T r u -
jillo y Cuzco regían reglas menos pormenorizadas; se las
autorizó a incorporar como miembros honorarios de sus
Consejos Universitarios a "las personas que m á s hayan
contribuido al progreso industrial de las regiones respec-
tivas".
Este Estatuto creó y suprimió diversos cursos, inter-
viniendo de hecho en el Syllabus universitario. U n a L e y
anexa n o m b r ó Rector al ex-Decano de la Facultad de
Letras y ex-Director de la Biblioteca Nacional, doctor
Alejandro O. Deustua. E l Consejo Nacional de Ense-
ñanza Universitaria estuvo integrado por el Ministro Pe-
dro Oliveira; los delegados del Gobierno, M o n s e ñ o r Pedro
Pablo Drinot y Piérola, el señor R ó m u l o Cúneo Vidal,
el señor Alejandro Puente y el señor Michel Fort, y por
los delegados de las Universidades Mayor de San Marcos,
doctor Ricardo L . Flores; de Arequipa, doctor J . G o n z á -
lez R a m í r e z ; del Cu2co. doctor Francisco Sivirichi, y de
T r u j i l l o , doctor Agustín de L a Torre González. Actuó

73
como Secretario del Consejo, el doctor Federico U . G a r -
dini.
Los Decanos que a c o m p a ñ a r o n a l doctor Deustua en
San Marcos fueron: Monseñor D r . Belisario A . Philipps,
Decano de la Facultad de Teología; D r . Angel Gustavo
Cornejo, Decano de la Facultad de Derecho; D r . G u i -
llermo C a s t a ñ e t a , Decano de la F a c u l t a d de Medicina;
Dr. Godofredo García, Decano de la F a c u l t a d de Ciencias;
Dr. Abraham Rodríguez Dulanto, Decano de l a Facultad
de Ciencias Económicas; D r . José Gálvez, Decano de la
Facultad de Letras; D r . Angel Maldonado, Director del
Instituto de Farmacia, y D r . Carlyle B . Worthy, Director
del Instituto de Odontología.

i) LA CONTRARREFORMA DE 1930 Y LA RE-


FORMA DE 1931.

E n los últimos meses del gobierno del señor Leguía,


la Universidad había entrado en franca beligerancia po-
lítica. U n a de sus manifestaciones f u é el debate con un
grupo de estudiantes de la Universidad de Y a l e , a pro-
pósito del Imperialismo.
E l 22 de agosto de 1930 se pronunció en Arequipa
el Comandante Luis M . Sánchez Cerro. Desprovisto de
fondos y después de una dictadura larga y y a pesada de
once años, Leguía no contaba con la unidad de sus pro-
pias fuerzas. E n la madrugada del 24 a l 25 de agosto
dimitió la presidencia, a que había sido electo por cuarta
vez (segunda reelección); lo hizo ante una J u n t a de G o -
bierno, presidida por el General Manuel M , Ponce. E l
25, esta Junta era desconocida por el rebelde de Arequipa
y por un grupo de militares de la Guarnición de L i m a .
E l 27 entraba en L i m a el Comandante Sánchez Cerro,
rodeado de un atemorizante aparato de guerra, sin ene-
migos visibles.

74
E l día 25 se había reunido la Asamblea Universitaria
en el Salón del Consejo. Se perfilaron dos tendencias:
una pro restauración inmediata del Rector Manzanilla, a
quien había declarado cesante el Estatuto de 1928, que
designó Rector al Doctor Alejandro O. Deustua; la otra,
la m á s lcgítimista, que abogaba por l a vuelta del Rector
Villarán, cuyo período había sido interrumpido por su
destierro en 1924. L a primera era típicamente política;
la segunda, universitaria. L a Junta Militar de Gobier-
no z a n j ó el debate mediante el célebre "decreto de la
bota" dictado por el Comandante Zapata, Ministro de
Instrucción Pública. Dicho decreto, que era una evidente
violación de la autonomía universitaria, restableció al
doctor Manzanilla en el cargo de Rector, el 26 de agosto.
E n los claustros de San Marcos se hablaba a boca llena
de "restauración", no de revolución. Publiqué dos ar-
tículos al respecto en la revista " M u n d i a l " . M e los
1 5

cobraron muy caro.


Antes de un mes se había producido un grave con-
flicto en la Facultad de Medicina. E l 11 de octubre los
estudiantes ocupaban la Universidad de San Marcos y la
Facultad de San Fernando. L a reacción, que " r e s t a u r ó "
la L e y de 1920, había sido efímera.
Entre el 11 de octubre de 1930 y el 6 de febrero de
1931 se suceden los hechos vertiginosamente.
E l Rector Manzanilla, apoyado por "El Comercio" y
la familia propietaria de este, ligada a la Universidad por
numerosas cátedras, pretendió oponer un sólido frente
profesoral a la rebelión de los alumnos. F r a c a s ó . E n
Letras nos encargamos de impedirlo los catedráticos Jor-
ge Basadre, José Jiménez B o r j a y el autor.
L a Junta de Gobierno, azotada por encontradas pa-
siones e intereses, acordó designar una comisión de Re¬
> L. A. Sánchez, "Revolución o Restauración".— Mundial,
ir

L i m a , setiembre-octubre de 1930.

75
forma en la que figuraban los estudiantes Tomás Escaja-
dillo, presidente de la Federación de Estudiantes, Ricardo
Palma Silva y Jorge Núñez Valdivia . ie

L a delegación de profesores estuvo formada por los


doctores Manuel Vicente Villarán, Daniel S. Lavorería,
Alfredo Solf y Muro, Constantino Carvallo, Mariano
Ibérico Rodríguez, José Léón Barandi;arán y Jorge
Basadre. Este último desempeñó las labores de secreta-
rio. L a Comisión, después de numerosas sesiones, acordó
reconocer el cogobierno, con una representación alumnal
equivalente a un tercio.
L a Junta no quiso promulgar el Estatuto elaborado
por la Comisión. Entonces se realizó la segunda ocupa-
ción de San Marcos, por los alumnos. E r a en esos mo-
mentos Ministro de Instrucción el doctor José Luis Bus-
tamante y Rivero, quien aceptó la mayor parte de las
sugestiones de la Comisión y elaboró un decreto-ley pro-
mulgatorio del nuevo Estatuto. Cuando ya estaba ter-
minado este trabajo, el doctor Bustamante renunció: era
el 5 de febrero de 1931. A l día siguiente, su sucesor, el
doctor Elias Lozada Benavente, firmó el decreto-ley pro-
yectado por su antecesor y promulgó el Estatuto Univer-
sitario. Pero, al mismo tiempo, como para compensar
los efectos sicológicos que entre cierta gente retardataria
podría causar el aparato renovador de la nueva ley, se
dispuso que los estudiantes fueran desalojados de San
Marcos por la fuerza pública. E l asalto de la vieja casa
se llevó a cabo cuando ya los alumnos habían decidido
desocuparla. Fué tan brutal que los asaltantes mataron
a un estudiante de Medicina, Guido Calle; mal hirieron
a otros, y apresaron, en medio de un derroche insólito de
violencia, al propio Presidente de la Federación de Estu-
1 8
T o m á s Escajadillo, " L a R e v o l u c i ó n Universitaria de 1930
en L i m a , Perú". L i m a , Sanmarti, S . A. ( ¿ 1 9 3 3 ? )

76
diantes. L a L e y , empero, empezó a funcionar enseguida:
era una nueva victoria de la R e f o r m a .
A I mes siguiente regresaba de un destierro de ocho
años, trascurrido en Europa, el señor José Antonio E n c i -
nas, abogado y sobre todo maestro normalista. E n las
elecciones rectorales de 20 de marzo, Encinas triunfó por
amplio margen sobre su contendor el doctor Víctor A n -
drés Belaunde, el cual regresaba t a m b i é n después de un
destierro de nueve años. L a Rectoría sanmarquina an-
daba entre manos de exproscritos. Dato interesante: l a
Facultad de Teología votó en masa por Encinas, que
siempre se confesó ateo: dirigía aquella Monseñor B e l i -
sario Phillips.
Según el Estatuto de 6 de febrero de 1931, la U n i -
versidad cambiaba radicalmente de fisonomía. Dejaba
de ser un conjunto de escuelas profesionales para pasar
a ser un vivero de institutos de investigación, propagación
y enseñanza. E l sistema de estudio sería flexible. Se
creaba la Escuela de Altos Estudios de que dependían los
Institutos.
Los catedráticos podían ser principales, auxiliares, i n -
terinos y libres. No se hablaba de asistencia obligatoria,
sino de trabajo obligatorio. E l de aprendizaje se llevaba
a cabo en los Seminarios.
H a b r í a una Escuela Preparatoria y un Colegio Uni-
versitario, como eje entre la Secundaria y las Facultades.
E n general se dejaba a los Reglamentos de cada U n i -
versidad mucho campo para disponer de su materia do-
cente y discente.
Según se detalla m á s adelante, se restablecía el co-
gobierno, pero en forma m á s amplia que hasta entonces:
Los delegados estudiantiles no requerían y a ser doctores,
sino matriculados en uno de los tres ú l t i m o s anos de
Medicina o Derecho, o en el p e n ú l t i m o o último, si se
trataba de las otras Facultades, a saber: Ciencias, Letras,

77
Ciencias Económicas y Teología. E n realidad, en 1931
se consagró el auténtico principio de la representación
estudiantil en proporción importante y sin las taxativas
de la L e y de 1920, reproducida en la de 1928.
E l Estatuto de 1931 f u é modificado el 9 de abril de
1931 y coordinado el 14 de agosto del mismo a ñ o .
E l Decreto-Ley de 6 de febrero de 1931 empieza re-
conociendo "que es anormal la situación de la Universi-
dad de San Marcos", por lo que dicta un régimen legal
interino. L a s notas particulares de este Estatuto, que
consta de 32 artículos y lleva las firmas de L u i s M . Sán-
chez Cerro y sus compañeros militares y civiles, son las
siguientes: el Consejo Universitario está formado por "el
Rector, los Decanos, los Directores de las Escuelas, un
catedrático delegado por cada una de las Facultades y
Escuelas y un alumno delegado por cada Facultad y Es-
cuela" (art. 7°). L a delegación dura dos años y es irre-
vocable. L o s Consejos de F a c u l t a d o Escuela están
constituidos por el Decano o Director, los Catedráticos
Principales y los Interinos con m á s de un año, y "los
representantes de los alumnos en proporción de tantos
delegados más uno, como años de estudios existan en las
Facultades y Escuelas" (art. 6 ) . E l artículo 13 establece
que "para ser elegido delegado del alumnado ante los
Consejos Directivos se requiere estar matriculado en la
Universidad, no haber sufrido pena disciplinaria en el se-
no de la Institución y pertenecer a uno de los dos últimos
años de estudios en la Facultad de Medicina y Derecho
o el último o penúltimo en las demás Facultades o Es-
cuelas". L o s delegados a los Consejos de Facultad o
Escuela, elegían, en segundo término a los delegados al
Consejo Universitario (art. 14).
L a votación para Rector era secreta y duraba dos
horas seguidas, depositándose los votos en compartimen-
tos especiales (inc. 5", art. 17); se requería la m a y o r í a

78
absoluta. Semejante procedimiento regía para los deca-
nos. Se fijaba el 20 de marzo para elegir a las nuevas
autoridades.
E l 23 de febrero de 1931 otro Decreto-Ley modifica
el artículo 5" del anterior exigiendo que para ser Decano
se requeriría ser Catedrático Principal o Interino con 5 años
de regencia de cátedra.
E l Decreto-Ley de 9 de abril de 1931 transformaba
la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas en F a -
cultad de Ciencias Económicas (art. 1"). Este Decreto
lleva firma del doctor José Gálvez, miembro de la nueva
Junta de Gobierno presidida por el señor D a v i d Samanez
Ocampo.
E l 14 de agosto de 1931 se promulga un Decreto-Ley
con un Estatuto definitivo. E n este Estatuto, la Univer-
sidad de San Marcos es definida como "una Institución
docente de altos estudios de investigaciones científicas,
con unidad de propósito, homogeniedad de constitución y
ajena, así como sus locales, a cualquiera otra actividad
que la aparte de su alta misión científica y educacional".
E n el artículo 2 se designa a l Instituto de Farmacia
y

como de Química Aplicada. E n el 5° se dice: "las F a -


cultades de Letras y Ciencias establecerán una Escuela
Común de Altos Estudios y un Colegio Universitario. L a
Escuela de Altos Estudios estará destinada a la investi-
gación científica y a la especialización de las diversas
disciplinas comprendidas en ellas y el Colegio Universi-
tario estaría destinado a enseñar los fundamentos de las
artes y las ciencias indispensables para obtener una am-
plia cultura general" (art. 5^).
A la Facultad de Ciencias se le asignaban los Insti-
tutos de Ciencias Físicas, Ciencias M a t e m á t i c a s , Ciencias
Biológicas y Química; a la de Letras, los Institutos de
Antropología, Filosofía, Ciencias Religiosas, Psicología,
Historia General y del Perú, Geografía General y del

7y
Perú, Literatura General y del Perú, Música, Educación,
Idiomas, Periodismo, Bibliografía y Extensión Cultural
(arts. 6 y 7). E l art. 13 autorizaba a la Universidad de
San Marcos y Escuelas Especiales a elaborar sus Regla-
mentos respectivos. Firman este Estatuto el Presidente
de la Junta Samanez Ocampo y el Ministro Gálvez.
L a organización del Colegio Universitario y de la
Escuela de Altos Estudios consta en las Resoluciones
Rectorales, 313 y 314 de 23 de setiembre de 1931 '. 17

Todo el trabajo reformista quedó interrumpido cuan-


do, en pleno período de vacaciones y a raíz de la suble-
vación de la escuadra en E l Callao, el gobierno del ya
General Sánchez Cerro decretó la clausura de San Marcos
el 9 de mayo de 1932.

j) LA CONTRARREFORMA DE 1935.

"La. Universidad de San Marcos permaneció clausu-


rada desde el 9 de mayo de 1932 hasta agosto de 1935:
más de tres años.
E n vano profesores y alumnos pugnaron por prose-
guir su trabajo académico. E l Gobierno había encomen-
dado el cuidado material de la Institución a una Junta
Administradora, presidida por el doctor Carlos Rospiglio-
si y Vigil. K l Rector Encinas partió al exilio, después de
agotar los medios conducentes a reabrir las clases. E s
entonces cuando publica el libro que varias veces he ci-
tado "Historia de las Universidades de Bolonia y Padua".
Las diversas comisiones de profesores y alumnos empe-
ñadas en continuar el trabajo universitario, fracasaron.
E l Poder Ejecutivo, en manos dictatoriales, y el Legisla-
tivo, entregado a pasiones destructores, pusieron oídos

17 " B o l e t í n Universitario", L i m a , 28 setiembre 1931, pág.


1 a 4.— Idem, L i m a , 6 de octubre 1931, pág. 1 a 3 . — Idem, L i m a ,
29 de octubre 1931, p á g . 1 a 5, etc.

80
sordos al clamor de la juventud. Gran parte del alum-
nado de San Marcos hubo de transferirse a la Universi-
dad Católica, a las de Arequipa y Trujillo y muchos a
la de Chile, donde la población estudiantil peruano llegó
a sumar varios millares.
Aunque desde agosto de 1933, en que se dictó una
precaria ley de amnistía, hasta noviembre de 1934, reinó
cierto estado de aparente tranquilidad política: en la úl-
tima de estas fechas concluyó bruscamente aquel srarus y
se impuso de nuevo la violencia. A raíz de aquel reno-
vado imperio, se pensó que ya era tiempo de poner de
nuevo en marcha a la Universidad de San Marcos. Aun-
que reinaba un nítido estado policial, el 28 de junio de
1935 se promulga el nuevo Estatuto Universitario, revo-
catorio del de 6 de febrero de 1931. E l Ejecutivo hacía
uso de la autorización contenida en la Ley 7824 y del
dictamen de una Comisión Mixta nombrada en virtud de
ella. Firmaron el nuevo Estatuto, el General Oscar R .
Benavides, y su Ministro de Educación, el General Ernes-
to Montagne.
Según el Estatuto de 1935, la Universidad de San
Marcos es "la más alta institución cultural del Perú"
(art. I ) ; su orientación es definida de esta manera: "su
9

espíritu es nacionalista". Coincidía con el rumbo de la


política entonces en auge a consecuencia de los triunfos
de Mussolini y de Hitler, así como del sesgo impreso por
Stalin al Estado soviético. E l Estatuto se apresuraba a
desterrar toda apariencia política de la Universidad prohi-
beindo el uso de sus locales para tales fines. Los cate-
dráticos y alumnos, decía, "no podrán usar individua? ni
colectivamente su condición de tales para ejercer activi-
dades políticas". Esta prohibición en el campo individual
no había sido jamás pretendida por estatuto alguno. Ade-
más, para ser matriculado en la Universidad, se exigía
a los alumnos postulantes un certificado "de buena con-

81
ducta" de su respectivo plantel de origen (inc. 2 del art.
113) y un "compromiso solemne" de renunciar a toda
propaganda y actividad política" (art. 114), cuya infrac-
ción acarrearía penas disciplinarias que podían implicar
la suspensión y aun la separación del alumno. Se dispo-
nía que los estudiantes debían recbiir instrucción militar
obligatoria (art. 145) y que la asistencia a clases y prác-
ticas sería compulsiva (art. 140).
L a unidad de la Universidad quedaba seriamente
quebrantada con el dispositivo según el que tanto "la
Universidad y las Facultades son personas jurídicas de
Derecho Público". T a l artículo rompía de raíz el orga-
nismo sanmarquino, convirtiéndolo en una suma de indi-
vidualidades ariscas, feudales y contradictorias.
Sin embargo, penetrado de la necesidad de comple-
mentar la educación de los nuevos universitarios, abría
explícitamente la posibilidad de establecer un Instituto
Superior de Cultura General regido por las Facultades de
Letras y Ciencias, común para todas las profesiones.
Ningún nombramiento de catedrático tendría efecto
sin la ratificación del Consejo Universitario; y era el mis-
mo Consejo Universitario quien resolvería en última ins-
tancia las apelaciones de las Facultades (art. 27). Se dio
vida, además a una Junta Económica formada por el
Rector y cinco delegados, uno por cada Facultad.
Por cierto, ni en el Consejo Universitario ni en los
de Facultad figuraba ningún delegado estudiantil.
Los catedráticos eran de dos tipos: Principales y
Auxiliares, los cuales podían ser indistintamente Titulares
o Interinos. Se admitía, además, pero muy atenuado, el
tipo de catedráticos Extraordinarios. No hay ninguna
mención a la cátedra Libre. Las Cátedras debían de ser
provistas por concursos (art. 59). Sólo por excepción y
tratándose de personalidades singularmente prestigiadas,
podía proveerse una cátedra sin concursos (art. 67).

82
Se mantenía el examen de admisión para los postu-
lantes, examen a cargo de las Facultades de Letras y
Ciencias.
Se conservaron los derechos de los profesores Prin-
cipales titulares por un período determinado. Los míos
fueron respetados por tal razón y fui convocado a la elec-
ción de Rector en todos los diarios de Lima, aunque es-
taba impedido de volver al país desde hacía ya casi un
año sin previo proceso ni sentencia alguna.
E l Estatuto de 1935 rigió hasta 1941.
Corresponde a esta etapa el auge del fascismo en el
Mundo. E l gobierno del general Benavides se prorrogó
a sí mismo en octubre de 1936, al declarar nulos los es-
crutinios y elecciones presidenciales de ese año, que da-
ban la victoria al candidato opuesto al oficialismo, al
doctor Luis Antonio Eguiguren, historiador de San Mar-
cos y más tarde Presidente de la Corte Suprema de Jus-
ticia. Con igual fecha, el Congreso de la República
decretó su propia extinción por tres años. A l cabo de
éllos, se convocó a elecciones sin participación de los
grupos y partidos opositores. Fue electo Presidente el
doctor Manuel Prado, ex-Catedrático de la Facultad de
Ciencias de San Marcos y de la Escuela Nacional de
Ingenieros de Lima.

k) LA CONTRARREFORMA DE 1941.

E l l de abril de 1941, el Presidente Manuel Prado


9

y su Ministro de Instrucción, doctor Pedro M. Oliveira,


autor de la Ley universitaria de 1928, promulgaron la
Ley Orgánica de Educación Pública N " 9359, basada en
el dictamen de la Comisión especial constituida por la
Ley 9096. E n este caso, como en el del Estatuto de 1928,
la ley de 1920, el Código Civil de 1936 y otros, el Con-
greso delegó en una Comisión toda su facultad legislativa

83
acerca de una materia tan amplia como es la instrucción
pública.
L a Ley consta de 658 artículos; trata de las Univer-
sidades a partir del art. 393. E n el artículo l se declara:
9

"La educación es función del Estado. Puede ser cumpli-


da también por la actividad privada", lo cual da carácter
estatal a la docencia, aunque pueda dejar de serlo sub-
sidiariamente. E l uso de la forma verbal "puede ser" y
del adverbio "también", indica que el carácter estatal de
la educación sólo en determinados casos y en forma su-
pletoria o subsidiaria, "puede" ser cumplida por entida-
des privadas. Lo ratifica el segundo párrafo del mismo
artículo: " E l Estado debe proporcionar a todos, sin dis-
tinción alguna, la oportunidad de educarse, sin más cri-
terio que el de la aptitud o el mérito". Según el artículo
6, inc. 1" establece que "corresponde al gobierno dar el
Reglamento Orgánico del Ministerio de Educación y los
Reglamentos de Enseñanza".
Forman el Consejo Nacional de Enseñanza (art. 9)
el Ministro del ramo, un representante de las Universi-
dades Oficiales designado por estas; uno por la de Edu-
cación Primaria, uno por la Secundaria, y uno por la Téc-
nica, nombrados por el gobierno, más un médico y un
ingeniero también de nombramiento gubernativo: el pre-
dominio gubernamental es pues absoluto, más aún que en
el Consejo Superior de Universidades creado por el Esta-
tuto de 1928.
L a Ley de 1941 establece que la enseñanza superior
se imparte en las Universidades y Escuelas Especiales que
allí se enumera (art. 393), y que sólo por Ley se pueden
crear Universidades, Facultades y Escuelas. Reconoce la
autonomía universitaria "dentro de los límites fijados por
esta ley" (art. 395). Una de estas limitaciones es la que
aparece en el artículo 396, según el cual, dichos institutos
superiores "no podrán hacer ni autorizar manifestaciones

S4
extrañas a sus propios fines. Los profesores y alumnos
no podrán invocar individual ni colectivamente su condi-
ción de tales para ejercitar actividades políticas".
Conforme a la inspiración de las leyes de 1876, 1902
y 1920, también la de 1941 propende a la incorporación
de las Escuelas Especiales de Ingeniería y Agricultura a
la Universidad de San Marcos, "a petición de sus Juntas
de Profesores" (art. 401), y conserva a la Facultad de
Teología, aunque dependiente de la autoridad eclesiástica.
La organización de la Universidad tiene como vér-
tice al Rector y al Consejo Universitario. Entre las po-
testades de este figuran las de "dictar el Reglamento
General de la Universidad" .. ."sancionar los Reglamen-
tos de las Facultades y de ¡os Institutos";. .. "nombrar
a propuesta del Rector el personal administrativo";...
"aceptar herencias, legados y donaciones que se hagan
a la Universidad";... "redesar la Universidad cuando
su funcionamiento no sea provechoso a los estudios";...
"dictar las medidas necesarias para el funcionamiento en
circunstancias anormales".. . "ratificar la suspensión de
una Facultad" ... "ratificar los nombramientos de cate-
dráticos sin cuyo requisito no surtirán efectos",.. . "pro-
nunciarse en última instancia sobre la separación de ca-
tedráticos".. . (art. 408, inc. 2, 3, 12, 20,21,22,34).
Según el inCiSO 4" del artículo 416, el Rector es el
"órgano de comunicación de la Universidad con el Go-
bierno, las autoridades de la República y las corporaciones
nacionales y extranjeras".
En esta Ley Orgánica no se menciona ninguna repre-
sentación estudiantil ante el Consejo Universitario ni ante
los Consejos de Facultad.
A los Catedráticos se los clasifica en Catedráticos
Principales Titulares, Catedráticos Auxiliares Titulares,
Catedráticos Interinos, Catedráticos Extraordinarios y
Catedráticos Adscritos. Se exige la calidad de "peruano

35
de nacimiento" para ser catedrático (inc. V, art. 439). Se
admite que la provisión de la c á t e d r a se haga por concur-
so o "por nombramiento directo", lo que destruye el con-
curso (art. 450).
Los Catedráticos Principales Titulares serían ratifica-
dos cada diez a ñ o s ; los Auxiliares, cada cinco, y los I n -
terinos, cada ano. Los Adscritos no perciben sueldo;
equivalen en realidad a Jefes de P r á c t i c a o Asistentes.
No se menciona la cátedra Libre, retrogradando la do-
cencia a etapas superadas desde 1876.
P a r a ser admitido en la Universidad (no en la F a -
cultad), art. 497, se requiere tener 17 años, presentar cer-
tificados oficiales y "ser aprobado en los exámenes de
admisión a estudios universitarios, conforme a l Regla-
mento", (inc. 3"). Los Jurados son nombrados por el
Consejo Universitario a propuesta del Rector. Los cues-
tionarios deberán ser elaborados por "las Facultades res-
pectivas", expresión que se refiere a las de Letras y
Ciencias, a que se hace mención en el correspondiente
p á r r a f o anterior, ya que los exámenes son recibidos de
acuerdo "con los cuestionarios de Letras o de Ciencias,
según la F a c u l t a d en que deseen matricularse".
E s t a L e y insiste en exigir un ciclo de preparación de
dos años en Letras o en Ciencias, como el que aparece
en la ley de enero de 1920. P a r a la Sección de Odonto-
logía sólo exige un a ñ o . L o s planes de esas secciones
preparatoria son elaborados por las Facultades de Letras
o Ciencias, de acuerdo con las de Derecho o Medicina,
según los casos, y aprobados por el Consejo Universitario
(530 a 532).
L a L e y N " 9359 autoriza a las Facultades de Dere-
cho (art. 533) y Medicina (art. 543) a f i j a r anualmente
el n ú m e r o de alumnos que ingresen a ellas "con aproba-
ción del Consejo Universitario".

86
Se menciona específicamente la Ciudad Universitaria
(art. 578 y 579), con terreno, dotación y administración
de origen estatal. T a m b i é n se autoriza a convertir las
Secciones de Odontología y F a r m a c i a en Facultades,
(art. 541).
L a s reglas sobre las Universidades Menores ocupan
los artículos 580 a 595.
E n general, la L e y Orgánica de 1941 se caracteriza
por su carácter centralista. Robustece la autoridad de!
Consejo Universitario, pero, a la vez, rompe ciertas nor-
mas de las Universidades, al otorgar a l "nombramiento
directo" de los profesores el mismo valor que a los por
concurso, sni establecer ninguna condición sine quea non
como, por ejemplo, la dedicación evidente a una actividad
científica determinada.
E n la época en que se dictó esta L e y , el P e r ú se
esforzaba por recuperar su rumbo democrático. L a gue-
rra mundial ejercía notoria influencia en el ambiente. De
toda suerte no reinaban libertades plenas. S i alguien
dudara de ello, bastaría preguntar si en la Universidad
tenían alguna representación los alumnos: como lo de-
muestra la experiencia, la respuesta afirmativa denuncia-
ría la vigencia democrática; la negativa, el predominio
dictatorial.

1) LA REFORMA DE 1946 ( L E Y 10555)

E n junio de 1945, los comicios libremente organiza-


dos y con participación de todos los partidos, llevan al
gobierno al D r . José L u i s Bustamante y Rivero. Desde
antes h a b í a comenzado el hervor estudiantes. A l cabo
de ocho meses de debates, se p r o m u l g ó una nueva ley
universitaria, síntesis de los anhelos reformistas bosque-
jados desde 1919.

87
E l Estatuto Universitario de 1946, se caracteriza por
la libertad y amplitud del proceso de su discusión, por
su contenido orgánico y por su aplicación fructuosa. L l e -
va la firma del Presidente Bustamante y Rivero y del
Ministro de Educación, D r . L u i s E . Valcárcel.
Después de escuchar y observar la opinión de los
profesores y alumnos durante el segundo semestre de 1945
y el primero de 1946, el Congreso h a b í a designado una
Comisión parlamentaria mixta, formada por tres senado-
res (los doctores J . A . Encinas, R a f a e l Aguilar —cx-rec-
tores— y Antenor Orrego), y tres diputados (el que escribe
estas páginas, el ex-estudiante Nicanor M u j i c a y el pro-
fesor e Ingeniero E m i l i o H a r o ) . E s t a comisión funcionó
diariamente desde principios de agosto hasta fines de
diciembre, y escuchó y discutió los informes escritos de
las Universidades de San Marcos, de Arequipa, Cuzco,
T r u j i l l o , Católica; de las Escuelas Nacionales de Ingenie-
ros y de Agricultura, del Ministerio de Educación P ú b l i -
ca, de la Escuela Nacional de Bellas Artes, de l a Asocia-
ción de Maestros de Secundaria, de la Escuela de Servicio
Social, de la Escuela Nacional de Música, de l a Federa-
ción de Estudiantes del Perú, etc. Sólo después de este
trabajo redactó su proyecto que hizo público en l a pren-
sa a f i n de provocar comentarios. Enseguida se inició el
Debate en la C á m a r a de Diputados, el cual se prolongó
por varias semanas. E n el Senado t a m b i é n tuvo dilatada
discusión. Finalmente f u é promulgada la L e y el 10 de
abril de 1946; y a h a b í a n terminado los exámenes de ad-
misión para el a ñ o lectivo de 1946 y se iniciaba el dictado
de las clases correspondientes. L a s elecciones rectorales
se realizaron el 12 de mayo.
E l Estatuto de 1946 consta de 110 artículos. Co-
mienza declarando a la Universidad, "una Asociación de
maestros, alumnos y graduados para estudiar, investigar
y propagar todo lo relativo al conocimiento humano, con

88
el propósito de que la colectividad alcance mayor prove-
cho espiritual y material" (art. 1). De acuerdo con este
principio, los organismos de Gobierno de la Universidad
(art. 8°), o sea el Consejo Universitario, los de Facultad
o Escuela estarán constituidos por dos tercios de profeso-
res (incluyendo las autoridades), un tercio de alumnos y
tres delegados de los graduados. Establece esta Ley una
novedad en cuanto al régimen de estudios que se divide
en los siguientes ciclos: Escuela Preparatoria, (que no
funcionó), como vínculo con la secundaria; Colegio Uni-
versitario (dos años, comunes a todas las profesiones);
las Facultades o Escuelas Profesionales; la Escuela de A l -
tos Estudios y los Institutos adscritos a la Universidad
(art. 15). " E l régimen de estudios es flexible" (art. 19)
Se excluye en lo absoluto la rigidez de planes en el Co-
legio Universitario, la Escuela de Altos Estudios y los
Institutos; se lo admite, parcialmente, en las Facultades,
(art. 20). Solo la Universidad otorga el título de doctor;
el de Bachiller y el profesional lo dan las Facultades. Se
establece el régimen tutorial (art. 27) que tampoco llegó
a funcionar, aunque se envió a un delegado especial a
estudiarlo en Inglaterra: el delegado regresó cuando
había dejado de existir el estatuto de 1946. E l Estatuto
organiza la enseñanza en niveles bien distintos: el de
cultura general, el profesional y el de investigación. Los
alumnos pueden matricularse en cursos de cultura gene-
ral o en un curso específico. L a docencia se organiza
sobre bases concretas (arts. 35 a 43). Se fija, entre otras
cosas, la relación entre la educación secundaria y la uni-
versitaria por medio de un instituto u oficina especial a
que contribuirían ambos niveles (art. 77).
Además, como el Estatuto fué de tipo flexible, al
ponerlo en práctica, la Universidad pudo introducir mo-
dificaciones o ampliaciones saludables. Una de ellas fue
la de que, en las elecciones para delegados alumnos, de-

ng
bían considerarse siempre a mayoría y minorías; de tal
suerte se abrió la permanente posibilidad de que todos
tuvieran acceso al gobierno de la Institución y no predo-
minara abruma dora mente ningún grupo sobre el otro.
A l doctorado se le rodeó de especiales exigencias. L o s
exámenes fueron t a m b i é n flexibles, y dependientes solo
del criterio del profesor. Hubo entonces un intento efec-
tivo de dar a la docencia y a la dicencia un carácter co-
laborativo, al margen de los usos y costumbres hasta a h í
reinantes.
L a L e y 10555 recoge, aunque atenuada, l a prohibi-
ción de las anteriores, la 9359 y la de 1935, sobre la i n -
tervención de la Universidad, como- corporación, en la
política del día. E l artículo 2 es tajante: " L a Universidad
desempeña también la misión social de prestar colabora-
ción eficiente en el estudio y realización de asuntos que
beneficien al país, sin participar corporativamente en las
cuestiones relacionadas con la política contemporánea".
Fue en virtud de este mandato expreso por lo que,
en el a ñ o de 1948, cuando el Poder Ejecutivo por medio
de un Decreto-Ley (existiendo el Parlamento, aunque
recesante), dispuso la derogatoria del Estatuto Electoral
(vigente con anterioridad a la L e y 10555), según el cual
en el Jurado Nacional de Elecciones participaban las
cuatro Universidades Nacionales, y dictó otro en el que
se preceptuaba la intervención de un representante de to-
das ellas, designado por los Rectores, me opuse a tal
diktat por estar en pugna con el artículo 2 de l a L e y
10555; porque colocaba a la Universidad en el punto m á s
combativo y combatido de la justa electoral que a h í se
convocaba, y porque no guardaba a r m o n í a con la L e y
ni con l a decisión del Consejo de Rectores, expresada en
su reunión de octubre de 1947. E l entonces Ministro de
Educación, doctor Honorio Delgado — a quien acompa-
ñ a b a n en el Gabinete otros dos profesores de la Univer-

90
sidad, los doctores José León Barandiarán y Alberto Hur-
tado— insistió en que se llevara adelante el mandato de
dicho decreto-ley por encima de una auténtica y vigente
ley de la República y, en circunstancias en que, de cual-
quier modo, era posible librar a las Universidades de
nuevos contactos con el proceso electoral. Parece que
ese propósito universitario de abstención corporativa en
política, será recogido en la Ley Electoral que rija los
comicios de 1962, respondiendo así a una honda aspiración
institucional y a un expreso mandato de la Ley de la ma-
teria .
18

L a Ley 10555, retomando el hilo de las experiencias


de 1920 y 1931, declaró abolido el sistema de concurso
por oposición, reafirmó el de méritos 3' regularizó la ca-
rrera universitaria (art. 35-41). Las jerarquías docentes
empezaron en la categoría "A", correspondiente a los
profesores Libres o "de asignaturas que estén o no, com-
prendidas en el calendario de la Universidad"; los " B " ,
eran los contratados por un año renovable; los " C " , los
profesores agregados, con duración de cinco años; los "Ch",
los incorporados al claustro por diez años, y los " D " o los
de tiempo completo. E l ingreso de personas ajenas al
claustro a las categorías "Ch" y " D " requería cuatro quin-
tos de votos del Consejo Universitario, o sea la cuasi una-
nimidad.
Aunque no llegó a funcionar, el Estatuto de 1946
autorizó el Seguro Social Obligatorio del Maestro y el
Estudiante.
Se federaron a la Universidad (art. 69), las Escuelas
Nacional de Ingenieros y Nacional de Agricultura, de Be-
llas Artes, de Música, de Asistencia Social, el Instituto de

18 L . A. Sánchez, Memoria de Rector, año de 1947, Lima,


1948 passim, y Memoria de Rector por el año de 1948, Guatemala,
Imp. de la Universidad, 1949. Anexo 2. Puede también verse
el cambio de notas en La Tribuna, Lima, agosto-setbre de 1948,

SU
Investigaciones Antropológicas y el Museo de Antropo-
logía; así mismo se incorporó al Instituto de Biología
Andina y se abrió oficialmente la posibilidad de que los
estudiantes practicaran en el Instituto de Radioterapia
"y similares. Ingresaron a la órbita universitaria las Sec-
ciones Superiores de las Escuelas Normales de Varones
y Mujeres, el Instituto Experimental de Educación Psico-
pedagógica, el de Educación Física y el de Educabilidad
difícil, incorporados a la Facultad de Educación. Los
Colegios de Enseñanza Secundaria fueron también fede-
rados a la Universidad (art. 77) sólo para los efectos de
"coordinar sus enseñanza" con la universitaria; igual po-
sibilidad se reconoció a favor de los Colegios privados.
Por federación se entendía (art. 70, ley 10555) "la corre-
lación y el valor académico de los estudiantes realizados
en los Institutos Federados, los cuales conservan plena
autonomía docente, académica, administrativa y económi-
ca. E l Consejo Universitario queda encargado de regla-
mentar cada caso".
La Ley 10555 creó las "zonas universitarias", es de-
cir, órbitas de influencia correspondiente a cada Univer-
sidad Nacional, de lo cual empezaron a ocuparse los
Rectores en 1947. De acuerdo con el carácter flexible de
esta Ley, el artículo 103 autorizaba a los Consejos Uni-
versitarios a adoptar regímenes especiales durante el pe-
ríodo de tres años, que se juzgaba necesario para poner
en plena vigencia lo dispuesto por ella. Conforme a esto,
los Rectores habían señalado el mes de noviembre de
1948 como fecha para reunirse a fin de discutir, al cabo
ya de dos años y medio de experiencia, las normas defi-
nitivas que debían proponerse a los Poderes Públicos, a
fin de cumplir a cabalidad los dispositivos legales a que
estaban obligados.

92
11) LA CONTRARREFORMA DE 1949.

E l 3 de octubre de 1948 se produjo una rebelión de


la escuadra en el puerto de E l Callao, más amplia pero
semejante a la de 1932. Se culpó de ello a todo un par-
tido político que, desde entonces, ha negado siempre su
participación oficial en dicho motín, y así se ha demos-
trado. E l Gobierno, sin esperar el debido esclarecimiento
de los hechos por medio de un proceso judicial, se apre-
suró a acusar, entre otros, al Rector de la Universidad
como coautor o cómplice prominente, lo cual jamás fué
probado ni podía serlo por la absoluta falsedad del cargo.
E l 13 de octubre, en momentos en que el Rector partía
al extranjero, acogido al asilo de un país hermano, un
Consejo Universitario domesticado o atemorizado, declaró
cesante al Rector por dieciseis votos contra diez, sin que
mediara ninguna de las causales prescritas por la Ley.
Días mas tarde, el 25, por segunda vez en el trascurso
de medio siglo (la primera fué el 7 de febrero de 1932,
cuando los asaltantes mataron al estudiante de Medicina
Guido Calle), irrumpieron en San Marcos fuerzas arma-
das, ahora precedidas por tanques que derribaron parte
de sus muros. Era Ministro de Educación un Catedrá-
tico de San Marcos, el doctor Honorio Delgado, y de Sa-
lud Pública, otra catedrático, el doctor Alberto Hurtado.
Sin embargo no se abolió en ese momento el Estatuto
de 1946: no tuvieron tiempo, porque el 27 de octubre se
levantaba en Arequipa el ex-Ministro del mismo régimen,
General Manuel Odría, y daba al traste con el gobierno
instalado en 1945.
Tampoco se derogó entonces el Estatuto de 1946.
Bajo su égida, y participando los alumnos en la propor-
ción de un tercio, se realizaron elecciones para cubrir las
plazas vacantes por las honrosas renuncias de los doctores
Sergio Bernales, Guillermo Ureta del Solar y José Jimé-

93
nez Borja, Decanos de Medicina, Ciencias Económicas y
Letras respectivamente; y para dar carta de legalidad ai
forzoso suplente rectoral, doctor Pedro Dulanto. Los
sucesores de aquellos, ungidos o no por el voto estudian-
til, aceptaron la vigencia del cogobierno en el acto de sus
propias elecciones. Después de ello, auspiciaron el De-
creto-Ley 11003, que derogó el Estatuto de 1946 y res-
tauró la contrarref or mista ley 9359 de 1941. E l Decreto-
Ley 11015, de abril de 1949, resolvió, según se ha visto
en la primera parte de este libro, reincorporar a la Uni-
versidad los Institutos creados por la Ley 10555, con ex-
cepción del Colegio Universitario, que era acaso el más
necesario.
E l período de 1949 a 1956 puede señalarse entre los
más retrógrados de la historia de San Marcos. Bastará
anotar que se instituyó el certificado policial de buena
conducta para admitir alumnos en las Universidades, y
que algunas autoridades del claustro fueron impuestas
por la Dirección de Gobierno y Policía.
Nadie que conozca las vicisitudes de San Marcos ha
podido dejar de lamentarse de esa etapa. Decano hubo
que se vió forzado a huir por los techos, después de em-
peñarse en una restauración imposible. Rector hubo que
nunca concurrió a su despacho y se refugió en un local ad-
hoc. Alguien fué nombrado (no elegido) cuando se ha-
llaba desempeñando una misión extra universitaria en el
extranjero. Funcionarios, que se vieron en el caso de re-
nunciar y alejarse del país. Muchos catedráticos no pudie-
ron ejercer su sacerdocio laico. Las Facultades sufrie-
ron los cercenamientos de que se habla en el primer ca-
pítulo de este libro. Numerosos estudiantes partieron a paí-
ses vecinos. Fué la época del "gran éxodo" alumnal: cin-
co mil universitarios en Argentina, alrededor de mil en
Bolivia, cerca de otro tanto en Chile, un puñado en el
Brasil, numerosos en Venezuela, Colombia, México, E s -

94
paña, reflejan las consecuencias de esa época educacio-
nalmente trágica.
Finalmente, en 1956 se produjo el cambio de régimen
y se regresó al de la Democracia. Simultáneamente rea-
parece el anhelo estudiantil de reconquistar los fueros
obtenidos en años anteriores, a costa de ingentes sacri-
ficios .
Pinotrescos avatares y aventuras antecedieron la de-
cisión del Congreso de la República en el sentido de apro-
bar otra Ley de Reforma Universitaria que ha promul-
gado, bajo el número 13417, el Presidente don Manuel
Prado y su Ministro de Educación, doctor José Rubio.
Si no hubiera sido porque esta ley restablecía el ter-
cio estudiantil en los Consejos Universitario y de Facul-
tad, habría sido rechazada por incoherente y hasta con-
tradictoria . Bastaría mencionar que su último artículo,
el número 94, establece lo siguiente: " E l Reglamento
coordinará todas las discrepancias que pudieran surgir
en el articulado de la presente Ley, teniendo en cuenta el
principio del tercio". Dicho artículo menciona un "Regla-
mento" que nadie sabe cuál es, al que no se nombra ja-
más en la Ley, y admite la posibilidad inaudita de que en el
texto de la Ley haya discrepancias. Además, cuando alu-
de a "tener en cuenta" el principio del tercio, carece de la
imperiosidad debida. Con todo ese artículo, manzana de
la discordia, sirve para aclarar otras tenebrosidades.
Debe decirse, en honor de la verdad, que el proyecto
aprobado en la Cámara de Diputados, si bien imperfecto,
no adolecía de los gruesos errores que encierran los artícu-
los 34 y 94 de la Ley enmendado por el Senado.
L a Ley 13417 restaura (arts. 10, 19, 27 y 94) el tercio
estudiantil en los "organismos de gobierno de la Univer-
sidad", a saber, la Asamblea Universitaria, el Consejo
Universitario y los Consejos de Facultad. Sin embargo
(art. 16 y 17) señala en 12 profesores y 4 alumnos por F a -

95
cuitad la proporción de miembros de la Asamblea (ya no
el tercio), y deja a "las Facultades de Medicina" la pre-
rrogativa de aprobar sus propios Estatutos y Reglamentos
"por la índole de sus estudios". Aunque es obvio que estos
Reglamentos y Estatutos no pueden estar contra los de
toda la Universidad, de que (art. 8) forman parte las F a -
cultades, y que de ninguna manera pueden contrariar a la
Ley ni supeditar al Consejo Universitario, la apreciación
prepotente y abusiva del Consejo de una de las Faculta-
des de Medicina (sólo la de Lima) contra lo puesto en
práctica en las de Arequipa y Trujillo (donde rige el ter-
cio estudiantil) ha sido el origen de un agudo problema uni-
versitario, resuelto en primera instancia por la violenta e
irregular renuncia de un considerable número de docentes
L a Ley 13417 establece la asistencia obligatoria de los
alumnos, con la sola excusa de un treinta por ciento de
ausencias. Crea varios departamentos y divisiones, aun-
que no otorga renta para ellos: el Departamento del Estu-
diante, el cargo de Administrador de la Universidad, nue-
vas jerarquías de profesores, etc. Establece que los Con-
sejos de Facultad deben esatr constituidos por todos los
profesores principales y asociados. Las categorías de pro-
fesores que reconoce son las de Principales, Asociados, Au-
xiliares y Asistentes o Jefes de Práctica. Distingue entre
los de "a tiempo completo" y los de "dedicación exclusiva
(art. 40) como si no fuesen en esencia lo mismo. Llama
a las Universidades de dos modos: del Estado y particu-
lares. L a primera denominación es original: nunca hasta
ahí las Universidades Nacionales fueron consideradas "del
Estado", aunque la propia ley (art. 10) confirma la auto-
nomía universitaria. Establece que la Contraloría de la
República (arts. 69-71) debe juzgar las cuentas de las
Universidades y, en buena cuenta, recibir los proyectos de
presupuestos. Esta disposición conflige con la autonomía
ratificada anteriormente. Reconoce el derecho de la Uni-

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versidad a enagenar bienes con propósito de realizar di-
versas obras, pero omite la mención de las rentas. Se ad-
vierte en general, una curiosa amalgama de buenas inten-
ciones y dudosos conceptos. Prueba de ello son las dificul-
tades surgidas desde la promulgación de la ley y la dura
carga que ha significado para los hombros de las nuevas
autoridades, electas el 26 de abril de 1961 y posesionadas
de sus cargos el 12 de mayo del mismo año.
De acuerdo con el mandato del artículo 83 de la L e y ,
una Asamblea Universitaria ad-hoc a p r o b ó un Estatuto
para San Marcos, el cual fue promulgado el 24 de agosto
del mismo a ñ o . Este Estatuto es, acaso, uno de los docu-
mentos m á s completos sobre la Universidad, producidos
en el P e r ú ; en él se recogen largas experiencias; es el fruto
de un apasionante debate de noventa días entre 27 profeso-
res (por ausencia de tres) y 10 alumnos, electos de con-
formidad con la L e y mencionada.
E l Estatuto consta de 320 artículos. Entre sus prin-
cipales características figuran: reglamentación de la carre-
ra docente; el establecimiento de un efectivo voto secreto
en las elecciones de Rector, Vicerrector y Decanos; la re-
presentación obligatoria de la minoría; la implantación de
la Facultad de Estudios Generales; l a creación del ano
sabático; el delineamiento de la Administración, la Oficina
de Estudiantes, la Asistencia Social, etc.; las normas para
las becas; las de admisión de alumnos, traslado de m a t r í -
culas y equivalencia de estudios; la correlación de los
sueldos de profesores, y en fin un detallado cuadro de la
vida universitaria.
E l Estatuto afirma la unidad de San Marcos, como
verdadera Alma Mater. Sus Facultades, Escuelas y De-
partamentos funcionan bajo el sistema del tercio estudian-
til; no así los Institutos, ni los Centros de Investigación,
ni la Escuela de Altos Estudios, en las cuales solo actúan
los Catedráticos.

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Ampliando las categorías docentes, la ley considera
como Catedráticos a los de asignatura dentro del Syllabus
o fuera de este, en las categorías de contratados visitan-
tes, honorarios y eméritos. Se apoya en un Reglamento
General de la Universidad que no ha sido aprobado to-
davía.

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