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BÁSICAS1
La LOE recoge las propuestas de la Unión Europea y propone entre las ocho
competencias básicas la de aprender a aprender, que en cierto sentido subyace a todas
las otras. La Comisión Europea define esta competencia como “la capacidad para
proseguir y persistir en el aprendizaje, organizar el propio aprendizaje, lo que conlleva
realizar un control eficaz del tiempo y la información, individual y grupalmente. Esta
competencia incluye la conciencia de las necesidades y procesos del propio
aprendizaje, la identificación de las oportunidades disponibles, la habilidad para superar
los obstáculos con el fin de aprender con éxito. Incluye obtener, procesar y asimilar
nuevos conocimientos y habilidades así como la búsqueda y utilización de una guía.
Aprender a aprender significa que los estudiantes se comprometan a construir su
conocimiento a partir de sus aprendizajes y experiencias vitales anteriores con el fin
reutilizar y aplicar el conocimiento y las habilidades en una variedad de contextos: en
casa, en el trabajo, en la educación y la instrucción. En la competencia de la persona son
cruciales la motivación y la confianza.”
La competencia de Aprender a aprender, como todas las demás, por otra parte,
implica desarrollar aspectos tanto cognitivos como emocionales. Desde luego, supone
adquirir determinadas competencias metacognitivas, es decir, capacidades que permiten
al estudiante conocer y regular sus propios procesos de aprendizaje. Pero, de nada sirve
conocerse como aprendiz si lo que “vemos” al analizarnos nos desagrada y nos lleva por
tanto a considerarnos poco capaces. La autoestima, la capacidad de aceptar el rechazo
que provoca el error, la tensión que implica mantener el esfuerzo…son algunas de las
dimensiones de aprende a aprender que con mayor claridad revelan su naturaleza
emocional.
Destacar esta doble dimensión tiene como objetivo principal enfatizar que los
docentes debemos trabajar ambas. No se trata por tanto de enseñar únicamente
determinados recursos que ayudan a planificar y desarrollar una tarea estratégicamente,
sino de acompañar al alumno desde el inicio de su escolaridad en un largo proceso que
le permita conocerse como aprendiz, aceptarse y aprender a mejorar. Enseñar a
aprender a aprender significa conseguir que los alumnos y alumnas experimenten a lo
largo de su escolaridad el placer que produce entender algo que antes no
comprendíamos, resolver un problema que se nos resistía, sentirnos capaces en último
término.
Por otra parte, cuando uno escribe tiene que representarse las características de
la “audiencia”. Lo que esa persona ya sabe y no hace falta por tanto explicarle, lo que
puede resultarle más importante, lo que le gusta, lo que le interesa...en último término,
los principales rasgos de la mente del lector. Escribir implica desde esta perspectiva,
importantes capacidades mentalistas, propias de los procesos metacognitivos.
Finalmente, el texto escrito se elabora con un tiempo más pausado que el lenguaje oral,
lo que permite, si bien no asegura, mayor planificación y sobre todo la posibilidad de
revisar lo escrito durante el proceso y al finalizarlo. La mayor serenidad de la escritura
es también especialmente propicia para la regulación emocional. No es sencillo tomar
conciencia de los sentimientos, por otra parte hacerlo no asegura controlarlos, pero
ayuda en gran medida, como hemos venido comentando.
La prioridad debería centrarse por tanto en que los equipos docentes acordaran
realizar en todas las materias y a lo largo de todos los cursos resúmenes, mapas
conceptuales, síntesis, comentarios de texto, reflexiones sobre el aprendizaje, en síntesis
tareas de lectura y escritura reflexiva Camps, 1990; Cassany, 1997; Monereo y
Castelló 1997; Sánchez, 1998; Solé, 1992).
Referencias
Olson, D.R. (1998) El mundo sobre el papel. Barcelona: Gedisa (V.O.: The World on
paper. Cambridge: Cambridge University Press, 1994).
Vygotsky, L.S. (1978). Mind in society. Cambridge, MA: Harvard University Press.