Unidad 2 Actividad 2 Eucaristía-Confirmación.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CUYO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

CARRERA: LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA


CÁTEDRA: TEOLOGIA II

TRABAJO PRÁCTICO:
“Confirmación y Eucaristía”

Alumnos:
AGUILAR, Federico. Mat. 63097

CICLO LECTIVO: 2019


Cátedra: Teología II

Carrera: Psicología

Unidad 2. Actividad 2. Eucaristía y Confirmación

Cuerpo de la Unidad (segunda parte. Este es el contenido y desarrollo de la unidad la


cual está acompañada de link como material de lectura) Al final se encuentran los interrogantes
que componen la actividad propia de esta unidad, debo aclarar que se redujo para maximizar el
tiempo.

SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
https://youtu.be/dPim6saJ6io

1) La confirmación en la economía de la salvación


2) Los signos y el rito de la Confirmación
3) Los efectos de la Confirmación.
4) Sujetos y Ministro de la Confirmación

https://youtu.be/35VWOT0YtM4

SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

https://es.catholic.net/op/articulos/6794/cat/737/vivir-correctamente-la-santa-
misa.html

1) El nombre de este sacramento


2) La Eucaristía en la economía de la salvación
3) La celebración litúrgica de la Eucaristía
4) El sacrificio sacramental
5) El Banquete pascual
Bibliografía:

Bautismo y Confirmación. Sacramentos de Iniciación. Oñatibia, Ignacio.

Manual de Sacramentos. Juventud y familia Misionera.(este material se envío con la actividad 1)

Actividad

Responder

1- ¿Cuáles son los signos y efectos de la confirmación?


2- En qué consiste la liturgia de la Eucaristía? Explique cada parte.
3- Lea las citas bíblicas y redacte breve comentario.
Mc 14, 12-25; Ef 1,13; 4,30.

Mucha Suerte!! Que el Espíritu Santo le otorgue discernimiento.

1) En la Confirmación el efecto principal es que recibimos al Espíritu Santo en plenitud. (Cfr.


Catec. no. 1302). Otros frutos son:

• · Recibimos una fuerza especial del Espíritu Santo, tal como la recibieron los apóstoles el
día de Pentecostés, que nos permite defender y difundir nuestra fe con mayor fuerza y ser
verdaderos testigos de Cristo.
• · Nos une profundamente con Dios, con Cristo y con la Iglesia.
• · Imprime en el alma un carácter indeleble y otorga un crecimiento de la gracia bautismal.
• · Arraiga más profundamente la filiación divina
• · Aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo que son:
o - Sabiduría, que nos comunica el gusto por las cosas de Dios. Por medio de él
vamos gustando de todo lo relacionado con Dios.
o - Inteligencia, que nos comunica el conocimiento profundo de las verdades de fe, es
decir, la capacidad para entender las cosas de Dios.
o - Ciencia, que nos enseña la recta apreciación de las cosas terrenales, entender las
cosas de la tierra tal y cómo son.
o - Consejo, nos ayuda para formar un juicio sensato, acerca de las cosas prácticas de
la vida cristiana.
o - Fortaleza, nos da fuerzas para trabajar con alegría por Cristo, haciendo siempre el
bien a los demás, tal como Él lo hizo.
o - Piedad, que nos relaciona con Dios como Padre, ya que Él es el ser más perfecto
que existe en el universo y es nuestro Creador y nos ayuda a aceptar la autoridad
que tienen algunos sobre nosotros.
o - Temor de Dios, nos lleva a tener miedo de ofender a Dios, por amor a Él y por lo
tanto, a tratar de no pecar para no alejarnos de Él.
• · Nos une con un vínculo mayor a la Iglesia.
• · Aumenta la gracia santificante.
• · Se recibe la gracia sacramental propia que es la fortaleza.
• · Imprime carácter, la marca espiritual indeleble, que nos marca con el Espíritu de Cristo.
Es un sumergirse de manera más profunda en la comunidad cristiana.

2) La celebración eucarística se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha


conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que
forman una unidad básica: la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración
universal y la liturgia eucarística con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias
y la comunión. Ambas, constituyen juntas “un solo acto de culto” SC 56); en efecto, la
mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del
Cuerpo del Señor (cf DV 21).

Este es el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus discípulos:
en el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa con ellos, “tomó el
pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio” (cf Lc 24, 13-35).

La primera parte esencial de la Misa: La Liturgia de la Palabra: Se lleva a cabo en el


ambón. Es una de las partes más importantes de la Misa. En la Misa diaria, hay una sola
lectura. Los domingos y días de fiestas hay dos lecturas, siendo la primera, generalmente,
del Antiguo Testamento, la segunda, es tomada generalmente, de Hechos, Cartas, Nuevo
Testamento.

Entre la primera y la segunda, se recita el Salmo Responsorial, parte de canto y parte de


meditación. La respuesta al Salmo es para favorecer la meditación. En esta parte, los fieles
permanecen sentados con una actitud de atención, para que la Palabra los alimente y
fortalezca. Dios habla, hay que escuchar con veneración.

Sigue el Aleluya, canto de alegría, preparación para el Evangelio; hay movimiento en el


altar, el sacerdote va al ambón.
La Misa continúa con el Evangelio. Antes de su lectura, el sacerdote junta las manos y con
gran recogimiento, dice: “Purifica Señor mi corazón y mis labios para que pueda anunciar
dignamente tu Evangelio”. Éste debe ser leído por el ministro, en caso de que sea un
diácono quien lo lea, debe pedirle su bendición al sacerdote. Un sacerdote no le pide la
bendición a otro, sólo al Obispo. Si se escucha con atención y con las debidas
disposiciones: humildad, atención y piedad, se depositará en el interior de cada fiel, una
nueva semilla, sin importar cuántas veces se ha escuchado el mismo Evangelio, siempre
habrá algo nuevo. Al finalizar el sacerdote dice: “Esta es Palabra de Dios” y besa el
Evangelio diciendo: “Por lo leído se purifiquen nuestros pecados”.

La Homilía, momento muy importante para la vida práctica de los fieles; no se puede omitir
en domingos y días festivos. En la lectura de la Sagrada Escritura, habla Dios; en la
Homilía, habla la Iglesia, depositaria de la Revelación, con la asistencia del Espíritu Santo
para que se interprete rectamente la Escritura. Hay que escuchar con una actitud activa lo
que la Iglesia quiere decir por medio del sacerdote, no hay que juzgarlo. La Homilía es una
catequesis, no debe hablarse de otros temas que no sean referentes a la fe y a la salvación.
Si no hay homilía, debe haber un silencio meditativo después del Evangelio. El Obispo
predica sentado con báculo y mitra.

El Credo, nuestra profesión de fe. Se profesan doce artículos, manifestando la fe en Dios,


Sólo se reza en domingos y días festivos. En Navidad y en el día de la Encarnación, se
arrodilla cuando se dice: “... Se encarnó de María, la Virgen”.

La Oración de los fieles: Todas estas oraciones son de petición. Los fieles ofrecen sus
peticiones al Señor. Pueden ser hechas por los fieles. Su finalidad es pedir a Dios por las
necesidades de la Iglesia:

· Una debe ser por toda la Iglesia Universal.

· Otra por la jerarquía, el Papa y los Obispos.

· Por los gobernantes.

· Por los pobres y necesitados.

· Por la Iglesia particular o local.

· Pueden haber más, pero no demasiadas. La introducción y la conclusión debe hacerla el


sacerdote.

La preparación de las Ofrendas: Se llevan las ofrendas al altar, lo más conveniente es que
los fieles las lleven. Estas son el vino y el pan. Se recoge la limosna, la cual es también una
ofrenda. El sacerdote prepara el altar, extiende el corporal, si tiene copón lo destapa. El
sacerdote recibe las ofrendas del pueblo. Con las ofrendas, la asamblea no sólo ofrece lo
material, sino que simboliza la entrega del cristiano, su total disponibilidad a lo que Dios le
tiene señalado. Se entregan los dones que Dios ha dado a cada quien, todo se pone a su
disposición.

Ofrecimiento del pan y del vino: El pan y el vino se ofrecen por separado. El vino es
preparado por el sacerdote que le añade unas gotas de agua diciendo: “Que así como el
agua se mezcla con el vino, participemos de la divinidad de Aquél, que quiso compartir
nuestra humanidad”. Existe un simbolismo entre el pan y el trabajo, además de que, en el
pan hay muchos granos de trigo. Y como dice San Pablo: “Porque el pan es uno, somos
muchos un sólo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan” (1 Cor 10, 17). El vino
se obtiene de la vid, machacando y pisando, símbolo de dolor, de sufrimiento y se ofrece
para convertirlo en la Sangre de Cristo por un deseo de expiación. Con el pan y el vino se
ofrece el trabajo, el descanso, las alegrías, las contrariedades; pero sobre todo, el deseo de
que Dios acepte a cada quien con sus miserias, y los transforme con su Gracia hasta
asemejarlos a su Hijo.

El lavatorio de manos: Con este gesto el sacerdote, una vez más, expresa su deseo de
purificación y limpieza interior. Esta acción indica que se debe estar puro de todo pecado,
lava las manos para purificarlas. El sacerdote dice: “Lava del todo mi delito, Señor, limpia
mi pecado”.

Oración sobre las ofrendas: El sacerdote abre los brazos y dice: ”Orad hermanos...”,
recordando a los fieles que también ellos ofrecen junto con él, el sacrificio, que no deben ni
pueden quedar al margen. se lee la oración de las ofrendas que expresan a Dios, de modo
oficial, los sentimientos y deseos de los fieles, de la Iglesia en relación a las ofrendas,
suplicando que las reciba y después de santificarlas, conceda los bienes espirituales que
emanan del sacrificio.

La segunda parte esencial de la Misa: Liturgia Eucarística: Suele llamarse canon =


regla. Comienza con el Prefacio, que es un canto. Hay diferentes prefacios, unos provienen
de la Iglesia oriental, otros de la romana, esto es con el fin de unificar a la Iglesia. Es una
exhortación a elevar los corazones dejando todo lo mundano porque en unos momentos
Dios se va a hacer presente. Se agradece a Dios su preocupación por los fieles, dando
gracias según la fiesta. No se da gracias por cosas materiales en este momento, sino porque
fortaleció la debilidad humana y porque con la muerte no se pierde la vida. Luego, el
sacerdote nos invita a alabar (Hosanna), junto con los ángeles y arcángeles, y a dar la
bienvenida a Cristo que está por venir.

Sigue con la Anámnesis, para recordar la conmemoración del misterio pascual.


Ofrecimiento de la Víctima Divina. Después viene la invocación del Espíritu Santo o
Epíclesis, al poner el sacerdote las manos sobre el cáliz, es el momento para que los fieles
se arrodillen. Narración de la institución de la Eucaristía, el canon puede variar, pero, las
palabras no varían en la narración. Al terminar la narración, y antes de formular las
palabras de la Consagración, el sacerdote se inclina sobre el altar con el fin de separar lo
que era una narración y lo que ahí va a suceder.

El sacerdote eleva primero el pan diciendo las palabras de la Consagración, hace una
genuflexión, eleva el vino diciendo las palabras correspondientes y vuelve a hacer una
genuflexión. La Consagración es el punto central de la Misa, la parte más importante,
porque se vuelve a celebrar el sacrificio incruento de la Cruz. Al terminar el sacerdote dice:
“Este es el misterio de nuestra fe”, como invitación a los fieles a que se adhieran
conscientemente al misterio de la Iglesia. En esta parte se pide por los vivos, por los santos,
se conmemoran a los difuntos y el sacerdote hace su petición personal. El rito de la
consagración termina con las palabras: “Por Él, con Él y en Él, al Padre en unidad con

el Espíritu Santo, todo honor y toda Gloria por los siglos de los siglos”, es la glorificación
de la Trinidad (doxología). Si se analiza éste es el objeto de la creación: la Gloria de Dios

3) A partir de la Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar


una vida cristiana más perfecta, somos sellados con el espiritu santo que nos permite
defender y difundir nuestra fe con mayor fuerza y ser verdaderos testigos de Cristo.

La Eucaristía es banquete: ¡Vengan y coman! Es Pan que baja del cielo y da vida al mundo.
La Eucaristía es Jesús real y personalmente presente en el pan y el vino que el sacerdote
consagra.

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