La Ilustración

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8

La Ilustración, el Siglo de las Luces

1. El contexto histórico:

A finales del siglo XVII, Occidente (donde se engloba tanto Europa como sus
dominios en América, que poco a poco iban configurándose como nuevas realidades
que, andando el tiempo, reclamarían su independencia) estaba viviendo profundos
cambios. La revolución científica había ofrecido una nueva visión del mundo y la
investigación mediante el método científico estaba ofreciendo continuas novedades.
Además, estos avances científicos se traducían no sólo en una nueva comprensión
del mundo sino también en la aplicación de estos descubrimientos en el campo de la
tecnología. La filosofía había entrado en una nueva época. Descartes y otros
dinamitaron las bases de la filosofía tal como se había entendido hasta entonces
Por otro lado, tras más de un siglo de guerras por motivos religiosos, la Paz
de Westfalia (1648) estableció un status quo en el centro de Europa: cada uno sería
libre de practicar la fe cristiana que quisiera. Aunque en los diversos países
europeos siguió habiendo una confesión religiosa preponderante que marginaba o
perseguía a las demás (catolicismo en España, Francia, Italia...; protestantismo en
Inglaterra, Holanda, países escandinavos...), la religión dejaría de ser motivo de
conflictos a gran escala entre los europeos, los cuales, según Grocio, debían
comportarse, en materia política, etsi Deus non daretur, “como si Dios no existiera”.
Europa viviría así una época mucho más pacífica que los siglos previos. Si
bien hubo no pocas guerras (ahora abiertamente por el dominio de territorios y
rutas comerciales), el clima de violencia y temor no era ya tan acusado. El clima, a
nivel mundial, comenzó a mejorar y la industria y el comercio prosperaron. Ello
permitió que tanto nobles como burgueses pudieran amasar fortunas que les
permitieron desarrollar proyectos artísticos e intelectuales. La población no dejaba
de crecer y las epidemias ya no tenían el efecto devastador que tuvieron antaño.
Todos estos factores propiciaron un particular optimismo en la sociedad
occidental, y ayudan a entender el desarrollo de un movimiento intelectual que tuvo
un papel clave en la transformación de Occidente a todos los niveles (técnico,
científico, económico, político, social, religioso): la Ilustración.

2. El concepto de Ilustración:

La palabra “Ilustración” procede del verbo latino Illustro, que significa


“iluminar”, y se ha usado para designar al movimiento cultural que se dio en toda
Europa (con características comunes y características particulares en cada país) en
el siglo XVIII. En Francia se le conoce como “Les Lumières”, en italiano “Illuminismo”,
“Enlightenment” (iluminación) en inglés y “Aufklärung” en alemán (que significa lo
mismo que en inglés). Por tanto, en todas las lenguas europeas la idea es clara: la
Ilustración es la iluminación, la luz. ¿A qué luz se refiere? A la que procede de la
razón humana.
Fernando Sánchez escribe así que “una característica básica de la Ilustración
fue, en efecto, la optimista apelación a la luz de la razón. Ésta parecía el medio
necesario y suficiente para desentrañar los problemas humanos y transformar el
mundo, superando las tinieblas, errores y horrores de la sociedad heredada” 1. Los

1SÁNCHEZ MARCOS, Fernando, “Ilustración y enciclopedismo”, en MOLAS, P. [et. al.], Manual de Historia
Moderna, Barcelona: Ariel, 2000 (1ª edición de 1993), pp. 634-649, p. 634.
ilustrados tenían así una confianza ciega en la razón, que en el campo científico y
tecnológico estaba produciendo tantos avances. Pensaban que podía llegar a ser el
único medio fiable para poder conocer el mundo y ofrecer a la Humanidad un
bienestar y felicidad como nunca antes se había conseguido.
Fernando Sánchez indica que la razón podía superar “las tinieblas, errores y
horrores de la sociedad heredada”. Por tanto, los ilustrados adoptaron un nuevo
concepto que se ha convertido en uno de los principales valores de la época
contemporánea: el progreso. De este modo, escribe el autor:

“La creencia en el progreso de la civilización, tanto en el plano material como ético, es una
de las ideas-fuerza definitorias de la visión del mundo ilustrada [...] En ese progreso se
concede una atención muy importante al desarrollo de los conocimientos útiles para el
dominio de la naturaleza y la creación de bienestar y riqueza material” 2

Antes del siglo XVIII, este valor era concedido a la tradición: lo bueno y
legítimo era aquello que procedía de los mayores y los antepasados, lo que había
funcionado por siglos debía seguir funcionando. Por eso, hasta el siglo XVI la visión
del mundo ofrecida por los antiguos griegos y romanos no fue puesta en cuestión.
Igualmente, el sistema político en Europa se basaba en las monarquías, cuya
legitimidad procedía de la tradición, de los numerosos siglos sobre la que se
asentaba. Los ilustrados pondrán todo esto en duda apelando a la razón. Hay que
decir que con ellos el progreso no se convierte solo en un valor, sino también en un
mito, algo que podemos ver perdura hasta el día de hoy. Así, existía fe ciega en el
progreso, dando por hecho que la Humanidad no podía avanzar sino siempre a
mejor. Ello se debe a la confianza ciega que se tenía en el poder de la razón, a la cual
se le concedió la infalibilidad que antes tenía la fe.
Otra cuestión importante que se aprecia en el texto de Fernando Sánchez
arriba citado es la de que, en la época de la Ilustración, se dio una “una atención muy
importante al desarrollo de los conocimientos útiles para el dominio de la naturaleza
y la creación de bienestar y riqueza material”. En muchos aspectos, la vida en
Occidente apenas había implicado mejoras sustanciales en la cultura material
(medicina, alimentación, tecnología...). Desde la época romana, no se había dado un
progreso material tan fuerte y acelerado como se daría en el siglo XVIII, gracias a la
nueva ciencia y el dominio que por medio de ésta se podía tener de la naturaleza.
Por tanto, el siglo de la Ilustración fue asombroso en el campo de la ciencia, no así
en el de la filosofía. José Luis López Aranguren indica que, con la excepción de
Immanuel Kant, “lo que había en esa centuria [el siglo XVIII] eran philosophes en el
sentido dieciochesco de la palabra”3. Con el término francés philosophe alude a la
figura del intelectual o literato que tiene una cultura general erudita, pero carece de
la profundidad de pensamiento del verdadero filósofo. De ahí que muchas
afirmaciones o posturas de los ilustrados nos parezcan ahora ingenuas. Así, desde
que Descartes, Bacon y otros pensadores dinamitaran las bases que la filosofía había
tenido desde Platón y Aristóteles, la filosofía quedó relegada frente a la ciencia, al
menos hasta avanzado el siglo XIX.

2 SÁNCHEZ MARCOS, Fernando, “Ilustración y enciclopedismo”, en MOLAS, P. [et. al.], Manual de Historia
Moderna, Barcelona: Ariel, 2000 (1ª edición de 1993), pp. 634-649, p. 367.
3 ARANGUREN, J. L., “Sobre la ética en Kant”, en MUGUERZA, J.; RODRÍGUEZ ARAMAYO, R. (eds.), Kant

después de Kant. En el bicentenario de la Crítica de la Razón Práctica, Madrid: Tecnos, 1989, pp. 665-
673, p. 655.
Esto no significa que en el siglo XVIII no se avanzara en diversos campos del
pensamiento filosófico. Es muy notable el desarrollo de las ideas políticas, pero con
una clara intención de ser aplicadas lo más directamente posible a la realidad. Tal es
así, que la Ilustración daría lugar a la Revolución Americana (1776) y la Revolución
Francesa (1789), alumbrando una nueva era en la historia de la Humanidad.
Los ilustrados del siglo XVIII ya eran conscientes del poder de su
pensamiento. El mencionado Immanuel Kant escribió un breve texto titulado
Beantwortung der Frage: Was ist Aufklärung? (“Respuesta a la pregunta: ¿Qué es
Ilustración?”) en el cual se lee:

“La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad


significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad
es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para
servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de
tu propia razón! : he aquí el lema de la ilustración” 4.

Para Kant la Ilustración es, sobre todo, la mayoría de edad intelectual. Según
él, y tantos otros en su época, el ser humano había vivido hasta entonces en una
“minoría de edad”: del mismo modo que el niño hace lo que le dicen sus mayores (la
autoridad) la humanidad se ha conducido bajo la obediencia a autoridades
superiores, ya sean políticas (los reyes y príncipes) o religiosas. Del mismo modo
que el niño deja de serlo cuando puede usar su razón por sí mismo (ha alcanzado la
madurez de su personalidad) y ya no hace lo que le dicen, sino que es capaz de tomar
sus propias decisiones (es un adulto) así las sociedades de Europa y América, para
los ilustrados, estaban alcanzando esa mayoría de edad por la que podrían guiarse
por la luz de su razón. Para el investigador Antonio Mestre, la idea kantiana de
Ilustración supone que, más que un movimiento histórico, la Ilustración sería una
actitud mental de carácter atemporal tan válida hoy como entonces. Es un
“mecanismo” de la razón frente al dogmatismo, con una autocrítica constructiva, no
destructiva5.
Vemos que existía la idea de un pasado “superado” y la necesidad de
progresar y abandonar lo antiguo para alcanzar algo nuevo. Podemos decir que, con
la Ilustración, surgió el ya mencionado mito del progreso: lo antiguo y tradicional
debe ser superado por algo nuevo, por aquello que forjamos con nuestra razón. En
este sentido, los ilustrados cayeron (podemos decir) en el mismo defecto que los
intelectuales de tiempos precedentes pero en sentido contrario. Del mismo modo
que durante la Edad Media se tendió a preservar el saber antiguo pero sin ponerlo
en duda (dado el respeto que se sentía hacia la tradición), los ilustrados tratarían de
dar a luz un nuevo mundo, una nueva realidad (social, política, cultural...) que
necesariamente sería mejor, al proceder de la razón, una razón de la que no se
dudaba ni se esperaba que pudiera equivocarse.

4KANT, Immanuel, ¿Qué es la Ilustración?, edición digital, de pioneros.puj.edu.co (Cali: Pontificia


Universidad Javierana), consultada el 1 de septiembre de 2017, trancrito de KANT, I., Filosofía de
la Historia, traducción de Eugenio Imaz, México, FCE, 1994, p. 1
5 MESTRE SANCHÍS, Antonio, La Ilustración, Madrid: Síntesis, 1993, § 1.1.
3. Los medios de extensión.

La Ilustración era un movimiento universalista, es decir, aspiraba a cambiar


toda la Humanidad. Los ilustrados se declaraban filántropos y el deseo de cambiar
la sociedad hizo que buscaran los medios para propagar sus ideas.
Un medio importantísimo fue la imprenta. Ya hemos hablado en la unidad
anterior de la importancia que supuso su invención en el siglo XV. Para el siglo XVIII
las técnicas de la imprenta habían mejorado enormemente, de modo que se podían
editar miles de libros con rapidez y una gran calidad técnica. Gracias a ello, surgió la
prensa en esta época precisamente, para dar cuenta de las novedades en los campos
de la ciencia, la política, etc. Los ilustrados recurrieron a este medio para defender
sus ideas en la medida de lo posible, ya que no pocas veces se encontraban con el
problema de la censura.
Pero si hay una publicación
ilustrada por excelencia, esa es la
Enciclopedia. Hoy día, el término es de
uso común, pero en el siglo XVIII hacía
referencia a la L'Encyclopédie o
Dictionnaire raisonné des sciences, des
arts et des métiers, publicada entre
1751 y 1772 por Denis Diderot y Jean le
Rond d'Alembert. Ambos hombres se
propusieron publicar una colección de
libros donde se recogiera todo el saber
adquirido hasta la época. La
Enciclopedia conataba con excelentes ilustraciones. Era una obra realmente cara,
pero tenemos que tener presente que los ilustrados e intelectuales en aquella época
eran una minoría de la sociedad, pertenecían a la élite y podían hacerse fácilmente
con la obra. La Ilustración nunca fue un movimiento de masas, aunque sus ideas
cambiarían la sociedad.
Junto a las publicaciones escritas, hubo instituciones importantes para el
desarrollo de las ideas ilustradas: las Academias. En 1662 se había fundado la Royal
Society en Londres, institución donde se reunían los mejores científicos ingleses (o
extranjeros: al marino español Jorge Juan, por ejemplo, se le invitó a ingresar). En
1666 se fundó la Académie en París, con igual función. En el siglo XVIII irían
surgiendo academias de Ciencias, Bellas Artes, de la Lengua (por ejemplo, La Real
Academia Española se fundó en 1714), de la Historia, Escuelas Técnicas de
ingeniería... En estas instituciones los académicos podían discutir y desarrollar sus
investigaciones con un éxito notable.

Además de estos medios


institucionales, hubo un medio
informal de enorme valor: las
reuniones de salón. En los salones
palaciegos de los grandes príncipes,
nobles o burgueses se hacían
reuniones sociales donde eran
invitados los literatos e intelectuales
de la época. Aunque parezca algo
irrelevante, estas reuniones tuvieron una enorme importancia, ya que eran espacios
donde las ideas más osadas y provocadoras podían exponerse sin miedo al castigo.
En la Universidad (que era muy conservadora en esta época) cualquier idea
considerada subversiva o inmoral podía ser denunciada y el individuo que la
hubiese expuesto castigado. No pocos ilustrados (Voltaire, Diderot...) habían sufrido
cárcel por algunos de sus libros (aunque su proximidad a los poderosos les permitió
ser liberados). En el ambiente informal de los salones se podía hablar con más
libertad e influir además en los personajes más poderosos de la época (nobles,
cortesanos, príncipes...).

4. Los temas de la Ilustración.

La Ilustración, como podemos ver por la Enciclopedia, buscaba llevar la luz


de la razón a todas las dimensiones de la existencia humana y a todos los campos del
saber.
El campo donde quizá más se avanzó fue el de las ciencias naturales. No
obstante, las bases para que esto sucerdieran se dieron antes de la Ilustración, en la
época de la Revolución Científica. Podemos decir que la Ilustración es una de las
consecuencias de dicha revolución. Surge porque se ha descubierto una razón capaz
de desentrañar los misterios de la naturaleza y ofrecer mejoras en la vida material
de las personas. Mucho nos podríamos extender aquí hablando de todos los avances
científicos y técnicos de este siglo. Baste señalar que las diversas ciencias (química,
física, biología, geología...) comenzaron a configurarse y a recibir el nombre por las
que hoy seguimos conociéndolas, separadas ya de la vieja noción de “filosofía
natural”. Gracias a este conocimiento de la naturaleza se dio paso a una mejora
tecnológica casi sin precedentes en la historia humana. La medicina mejoró de tal
modo que en el siglo XIX el modelo demográfico pudo cambiar, al reducirse las
altísimas tasas de mortalidad que siempre habían existido en Europa y América,
aunque fue un proceso lento.
Los Estados incluso se preocuparon por llevar estos avances al conjunto de
la población. A modo de ejemplo, a inicios del XIX se dio la Real Expedición
Filantrópica de la Vacuna, organizada por el médico español Francisco Javier Balmis.
La vacuna contra la viruela había sido desarrollada por el inglés Edward Jenner
(1796). El rey Carlos IV de España financió el viaje del médico Balmis, que viajó por
todos los territorios hispanos de América llevando a cabo una campaña de
vacunación masiva. Iniciativas como ésta harían que la población creciese más
rápidamente al reducir la mortalidad.
Igualmente, el desarrollo tecnológico permitió que, ante los cambios
socioeconómicos que se estaban dando, se pudiera dar una respuesta por parte de
los ingenieros. Así surgió la revolución industrial, que se tratará en la próxima nota
técnica.
Los logros que la razón estaban dando en el campo científico animaron a los
ilustrados a buscar éxitos similares en otros campos, con la razón como único
instrumento. El deseo de los ilustrados era, al fin y al cabo, mejorar las condiciones
de la Humanidad, hasta llegar a un estado de justicia y felicidad universal. Ello
pasaba necesariamente por cambios en la sociedad. Además de plantear mejoras
educativas (para que el pueblo abandonase la ignorancia, causa de tantos males para
los ilustrados) en la Ilustración está una de las principales causas del cambio
revolucionario que se daría en Occidente con la Revolución Americana (1776) y la
Revolución Francesa (1789), en las cuales hubo un cambio de sistema social y
político.
La sociedad occidental en aquel entonces estaba dividida en tres estamentos:
la nobleza, el clero y el Tercer Estado o Estado Llano. Este modelo procedía del
Medievo, en el que los nobles se dedicaban a la guerra (protegiendo al pueblo), el
clero a la oración y cuidado religioso y el Tercer Estado a producir para mantenerse
y mantener a los otros dos Estados, a cambio de la protección y cuidado que aquéllos
le deparaban. La pertenencia a un estamento venía determinada (salvo el caso del
clero) por el nacimiento: noble y plebeyo lo eran por el simple hecho de haber nacido
en una familia de la nobleza o del Tercer Estado, respectivamente. No importaba la
riqueza o los logros personales: el plebeyo nunca dejaría de serlo (salvo que
consiguiera por méritos extraordinarios recibir un título de nobleza) ni tampoco el
noble, por pobre que fuera. La nobleza tenía por el hecho de serlo privilegios, tales
como ocupar los principales cargos de gobierno, administración y ejército o no
pagara impuestos.
Los ilustrados comenzaron a defender una sociedad meritocrática, en la que
no se valorara a las personas sino por su calidad personal y sus logros. Muchos de
los ilustrados eran burgueses que habían prosperado pero que veían sus
aspiraciones de mayores mejoras truncadas por el hecho de no ser nobles. Se
empezó a criticar a la nobleza como una clase parasitaria, mientras el pueblo
trabajador debía cargar con el peso de los impuestos. Estas ideas tendrían su fruto
en 1789. Cuando el rey Luis XVI de Francia reunió los Estados Generales (asamblea
que reunía a los tres estamentos, y que no se había convocado desde hacía más de
un siglo) para solicitar dinero (pues la Monarquía estaba en Bancarrota) los
miembros del Tercer Estamento solicitaron la participación en el gobierno y que los
otros dos estamentos pagasen igualmente. Ante la resistencia y debilidad del rey, el
14 de julio de 1789 se dio la Toma de la Bastilla y el inicio de la Revolución.
Previamente, el 4 de julio de 1774, los colonos norteamericanos declararon su
independencia de Gran Bretaña, fundando una república, los Estados Unidos de
América. Estos colonos pertenecían al Estado Llano, y al ser protestantes no tenían
apenas un clero como en el mundo católico. Los Estados Unidos surgieron así como
un nuevo modelo social, en el que todos los hombres son iguales ante la ley
(lamentablemente, no se incluyeron inicialmente en esta afirmación a las mujeres o
a personas de otras razas) y un sistema de gobierno con división de poderes y
elegido entre parte de los ciudadanos, que ya no eran súbditos de ningún hombre.
Podemos decir que la Revolución Francesa fue a la vez el éxito y el fracaso de
las ideas ilustradas, ya que dio lugar a un nuevo modelo de sociedad que se dividía
en clases sociales (a las que uno pertenece por su estatus económico, de modo que
puede ascender o descender en la escala social) con un sistema político surgido del
pensamiento de los ilustrados que sería el germen de la democracia. Sin embargo, la
Revolución derivó pronto en guerras y masacres, persecución y ejecuciones, con su
máxima expresión en lo que ha pasado a la historia como la época del Terror. La
razón y el progreso quedaron en entredicho y el proyecto ilustrado no alcanzó esa
plenitud que confiaba ciegamente alcanzar, ya que la nueva sociedad era también
injusta, con una clase adinerada que explotaba a una gran masa de trabajadores. En
la teoría todo era perfecto, en la práctica distaba mucho de serlo.
Las ideas ilustradas sobre política son diversas. En la
Europa del siglo XVII el sistema político imperante era el
absolutismo. Los reyes habían adquirido enorme poder para
frenar a la nobleza y proteger el pueblo. Sin embargo, pasado
el tiempo, dicho poder se había convertido, para muchos, en
tiranía. En Inglaterra se había dado la Revolución Gloriosa
(1688) que culminó con la Bill of Rights (Declaración de
Derechos) en 1689, por la cual se limitaba el poder del rey y se
garantizaba la libertad del Parlamento. Era un logro también John Locke
de intelectuales como John Locke, que participó activamente
en este cambio en Inglaterra. En su Ensayo sobre el gobierno civil, entre otras muchas
ideas, defendía que6:

1. “El hombre, según hemos demostrado ya, nace con un título a la perfecta
libertad y al disfrute ilimitado de todos los derechos y privilegios de la ley
natural”. El hombre nace, por naturaleza, con derechos inalienables. Hoy
puede parecernos algo obvio, pero en aquella época muchos de los derechos
que hoy consideramos como tales se consideraban una concesión de los
gobernantes o la autoridad religiosa, si bien la Iglesia había defendido desde
el Medievo la existencia de derechos naturales e inalienables.
2. El derecho fundamental es el de propiedad: poseer la propia vida, la
libertad y los bienes.
3. La sociedad política o civil surge en el momento en el que los individuos
ceden su capacidad de defender la propiedad y la ley. Esta idea es muy propia
de la Ilustración: frente a la idea del bien común aristotélico y a la legitimidad
sagrada de los reyes, los ilustrados buscaron una base diferente para
legitimar el orden social, que se fundara, según ellos, en la razón
exclusivamente. Para Locke la sociedad surgía del acuerdo de todos los
individuos, que ceden su libertad absoluta para poder vivir en sociedad
armónicamente y sobrevivir. Es lo que Jean Jacques Rousseau llaaría el
Contrato Social. Esta idea es novedosa porque no descansa ya en la idea de
que el ser humano es un ser social por naturaleza, que los griegos habían
defendido ya desde la época de la polis, y que por tanto su estado natural era
el de sociedad. Los ilustrados, guiados por el racionalismo, consideraron el
vínculo social como un contrato de diversas partes que buscan un beneficio.
Es una idea asociada al capitalismo que, en aquel entonces, se estaba
desarrollando. Rousseau, por ejemplo, consideraba que la sociedad pervertía
al ser humano, que era bueno por naturaleza. Es el llamado “mito del buen
salvaje”. Locke no llegaba a tanto, y consideraba la sociedad como algo
necesario.
5. El poder se cede a personas autorizadas por la sociedad, los jueces y
magistrados. Si el Estado tiene poder coercitivo, no obstante, es porque cada
ciudadno libremente ha renunciado a su capacidad de actuar con absoluta
libertad y poder confiando en que el Estado garantizará sus derechos.
6. “Resulta, pues, evidente que la monarquía absoluta [...] es en realidad
incompatible con la sociedad civil”, ya que niega los principios anteriores y la
división de poderes que evitaría la tiranía.

6John Locke, Ensayo sobre el gobierno civil, traducción de de Amando Lázaro Ros, Buenos Aires,
1963, pp. 108-112.
Los pasos dados en Inglaterra animaron a los
ilustrados de otros países a plantear un sistema político
nuevo. En Francia el principal exponente es Charles-Louis
de Sécondat, barón de Montesquieu (1689-1755). Algunas
de las principales ideas de Montesquieu son7:

1. La concentración de los tres poderes (ejecutivo,


legislativo y judicial) va contra la libertad, y permite
que se dé, con mucha facilidad, la tiranía.
2. El poder no debe ser vitalicio, sólo se debe ejercer
el tiempo que sea necesario.
3. La elección de los cargos debe hacerse por la valía
del individuo y no por su pertenencia a una clase
social. Montesquieu

Estas ideas no se verían cumplidas en principio, pero fueron esenciales para


que se llegara a la Revolución8. Hasta entonces, los ilustrados también colaboraron
con los reyes absolutistas, dando lugar a lo que se conoce como Despotismo Ilustrado:
los reyes, con su poder absoluto, aplicaron ideas de la Ilustración para mejorar las
condiciones de vida de los súbditos. Así, se aplicaba la máxima de “todo para el
pueblo pero sin el pueblo”. España, Francia, Portugal, Prusia y otros países siguieron
este camino, llevando a cabo planes urbanísticos que mejoraran las ciudades (con
alcantarillado, diseño racional de las ciudades...) así como campañas sanitarias, de
educación...
La crítica ilustrada hacia el sistema político y social se extendió también a la
religión. La idea típica es que los ilustrados eran ateos y combatían la religión como
fanatismo y superstición. Esta idea es errónea. Ciertamente, era la postura de
ilustrados como Diderot, Voltaire o d´Holbach, pero es igualmente cierto que otros
ilustrados como Leibniz, Muratori (que era sacerdote), Giambattista Vico, etc. eran
sinceros creyentes. Lo que todos compartían era el deseo de mejorar la sociedad
mediante el uso de la razón, luchando contra la ignorancia o el fanatismo, incluido
el religioso. Unos creían que esto era incompatible con la religión y otros no, pero la
Ilustración fue en esto, como en otros campos, un movimiento muy heterogéneo.
Fue, así, una época de pluralidad religiosa9.

7 Montesquieu, Espíritu de las leyes, trad. de N. B. Selva (Madrid, s. a.), pp. 177-182
8 Para entender el valor de las ideas en la Historia, Alasdair MacIntyre cuenta la siguiente anécdota:
“Jean-Jacques Rousseau has been variously credited with the rise of romanticism, the decline of the
West, and more plausibly, the French revolution. Thomas Carlyle is said—possibly apocryphally—to
have once been dining with a businessman who tired of Carlyle’s loquacity and turned to him with
the reproach, “Ideas, Mr. Carlyle, ideas, nothing but ideas!” Carlyle replied, “There was once a man
called Rousseau who wrote a book containing nothing but ideas. The second edition was bound in
the skins of those who laughed at the first.” (A Short History of Ethics, Indiana: University of Notre
Dame Press,, 1998, p. 269).
9 MESTRE SANCHÍS, Antonio, La Ilustración, Madrid: Síntesis, 1993, § 3.3.

También podría gustarte