Ficha de Análisis Literario
Ficha de Análisis Literario
Ficha de Análisis Literario
I. DATOS BIBLIOGRÁFICOS
- Título: El poder de la infancia
- Autor: León Tolstoi
- Editorial: Alfaguara
- Edición: Lima – 2004
- Número de Págs.: 3 Págs.
- Fecha de lectura: 13 de marzo de 2023
- Obras Escritas: Mis obras más conocidas son: El Poder de la Infancia, Los
Cosacos, El reino de dios está en vosotros, Guerra y paz, La muerte de Iván Ilich.
- Corriente o escuela literaria: Pertenece al realismo
V. APRECIACIÓN CRÍTICA:
- Importancia de la obra: El cuento refleja pasajes de la historia de los pueblos que
por conflictos internos se ven enfrentados entre hermanos; pero que, en medio de
lo dramático que supone una guerra, también los valores de dignidad humana
afloran cuando de pronto alguna situación les hace reflexionar y les recuerda su
condición humana; en este cuento aparece un niño con toda su naturaleza humana
revirtiendo el carácter duro de toda una muchedumbre enfurecida.
- Personaje valioso: El niño, ya que, de no haber aparecido en la historia, el destino
del condenado hubiera sido fatal y la conciencia del pueblo enfurecido hubiera
cargado la muerte de un trabajador al servicio y al mando de autoridades insensibles.
- Mensaje: Este relato es bastante emotivo, ya que un papá puede crear muchas
historias para que el hijo no sufra, pero realmente es la inocencia del niño la que
puede llegar a convencer a multitudes y generar un cambio de actitud.
El cuento puede reflejar sentimientos que se crean debido a las acciones de ciertos
hombres, y las personas suelen cambiar de opinión conforme se presente una
situación inesperada.
ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
Ilustración:
Fragmento selecto
“-¡Papá! ¡Papá! -gritaba un chiquillo de seis años, llorando a lágrima viva, mientras se abría
paso, para llegar hasta el cautivo-. Papá ¿qué te hacen? ¡Espera, espera! Llévame contigo,
llévame…
Los clamores de la multitud se apaciguaron por el lado en que venía el chiquillo. Todos se
apartaron de él, como ante una fuerza, dejándolo acercarse a su padre”
JUSTIFICACIÓN: Elegí este fragmento porque aquí se nota el verdadero poder de la infancia, el
niño con su aparición repentina se abre paso en medio de una gran multitud enfurecida, haciendo
que esta, sin proponérselo conscientemente, cambie en ciento ochenta grados su postura
respecto del condenado.
EL PODER DE LA INFANCIA
LEÓN TOLSTÓI
- ¡Que lo maten! ¡Que lo fusilen! ¡Que fusilen inmediatamente a ese canalla…! ¡Que lo
maten! ¡Que corten el cuello a ese criminal! ¡Que lo maten, que lo maten…! -gritaba una
multitud de hombres y mujeres, que conducía, maniatado, a un hombre alto y erguido. Éste
avanzaba con paso firme y con la cabeza alta. Su hermoso rostro viril expresaba desprecio e
ira hacia la gente que lo rodeaba.
Era uno de los que, durante la guerra civil, luchaban del lado de las autoridades. Acababan
de aprenderlo y lo iban a ejecutar.
“¡Qué le hemos de hacer! El poder no ha de estar siempre en nuestras manos. Ahora lo
tienen ellos. Si ha llegado la hora de morir, moriremos. Por lo visto, tiene que ser así”,
pensaba el hombre; y, encogiéndose de hombros, sonreía, fríamente, en respuesta a los
gritos de la multitud.
-Es un guardia. Esta misma mañana ha tirado contra nosotros -exclamó alguien.
Pero la muchedumbre no se detenía. Al llegar a una calle en que estaban aún los cadáveres
de los que el ejército había matado la víspera, la gente fue invadida por una furia salvaje.
-¿Qué esperamos? Hay que matar a ese infame aquí mismo. ¿Para qué llevarlo más lejos?
El cautivo se limitó a fruncir el ceño y a levantar aún más la cabeza. Parecía odiar a la
muchedumbre más de lo que ésta lo odiaba a él.
-¡Hay que matarlos a todos! ¡A los espías, a los reyes, a los sacerdotes y a esos canallas!
Hay que acabar con ellos, en seguida, en seguida… -gritaban las mujeres.
Pero los cabecillas decidieron llevar al reo a la plaza.
Ya estaban cerca, cuando de pronto, en un momento de calma, se oyó una vocecita infantil,
entre las últimas filas de la multitud.
-¡Papá! ¡Papá! -gritaba un chiquillo de seis años, llorando a lágrima viva, mientras se abría
paso, para llegar hasta el cautivo-. Papá ¿qué te hacen? ¡Espera, espera! Llévame contigo,
llévame…
Los clamores de la multitud se apaciguaron por el lado en que venía el chiquillo. Todos se
apartaron de él, como ante una fuerza, dejándolo acercarse a su padre.
-¡Qué simpático es! -comentó una mujer.
-¿A quién buscas? -preguntó otra, inclinándose hacia el chiquillo.
-¡Papá! ¡Déjenme que vaya con papá! -lloriqueó el pequeño.
-¿Cuántos años tienes, niño?
-¿Qué van a hacer con papá?
-Vuelve a tu casa, niño, vuelve con tu madre -dijo un hombre.
El reo oía ya la voz del niño, así como las respuestas de la gente. Su cara se tornó aún más
taciturna.
-¡No tiene madre! -exclamó, al oír las palabras del hombre.
El niño se fue abriendo paso hasta que logró llegar junto a su padre; y se abrazó a él.
La gente seguía gritando lo mismo que antes: “¡Que lo maten! ¡Que lo ahorquen! ¡Que
fusilen a ese canalla!”
-¿Por qué has salido de casa? -preguntó el padre.
-¿Dónde te llevan?
-¿Sabes lo que vas a hacer?
-¿Qué?
-¿Sabes quién es Catalina?
-¿La vecina? ¡Claro!
-Bueno, pues…, ve a su casa y quédate ahí… hasta que yo… hasta que yo vuelva.
-¡No; no iré sin ti! -exclamó el niño, echándose a llorar.
-¿Por qué?
-Te van a matar.
-No. ¡Nada de eso! No me van a hacer nada malo.
Despidiéndose del niño, el reo se acercó al hombre que dirigía a la multitud.
-Escuche; máteme como quiera y donde le plazca; pero no lo haga delante de él -exclamó,
indicando al niño-. Desáteme por un momento y cójame del brazo para que pueda decirle
que estamos paseando, que es usted mi amigo. Así se marchará. Después…, después podrá
matarme como se le antoje.
El cabecilla accedió. Entonces, el reo cogió al niño en brazos y le dijo:
-Sé bueno y ve a casa de Catalina.
-¿Y qué vas a hacer tú?
-Ya ves, estoy paseando con este amigo; vamos a dar una vuelta; luego iré a casa. Anda,
vete, sé bueno.
El chiquillo se quedó mirando fijamente a su padre, inclinó la cabeza a un lado, luego al
otro, y reflexionó.
-Vete; ahora mismo iré yo también.
-¿De veras?
El pequeño obedeció. Una mujer lo sacó fuera de la multitud.
-Ahora estoy dispuesto; puede matarme -exclamó el reo, en cuanto el niño hubo
desaparecido.
Pero, en aquel momento, sucedió algo incomprensible e inesperado. Un mismo sentimiento
invadió a todos los que momentos antes se mostraron crueles, despiadados y llenos de odio.
-¿Saben lo que les digo? Deberían soltarlo -propuso una mujer.
-Es verdad. Es verdad -asintió alguien.
-¡Suéltenlo! ¡Suéltenlo! -rugió la multitud.
Entonces, el hombre orgulloso y despiadado que aborreciera a la muchedumbre hacía un
instante, se echó a llorar; y, cubriéndose el rostro con las manos, pasó entre la gente, sin
que nadie lo detuviera.
FIN