17 Congreso PRT
17 Congreso PRT
17 Congreso PRT
PRT
Preparar las fuerzas políticas
y orgánicas del proletariado
en unidad con el pueblo.
Ejercitarlas en cada lucha,
llevar las ideas revolucionarias,
organizar y volver a organizar. Partido Revolucionario
Cada conquista política, social de los Trabajadores
y económica que se logre con
la lucha y la movilización sólo
se sostendrá con mayor lucha
y movilización. La única garantía
de triunfo definitivo será el cambio
radical de las reglas
de juego del sistema capitalista,
lo que implica la toma del poder
por parte de la clase obrera
y el pueblo.
1965 / 2019
17° CONGRESO
PRT
Partido Revolucionario de los Trabajadores
Argentina
« 2019
Este libro fue impreso en: "La Imprenta Digital SRL"
www.laimprentadigital.com.ar
Calle Talcahuano 940 Florida, Provincia de Buenos Aires.
En el mes de Enero del año 2020.
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A MODO DE PRÓLOGO
E
n el mes de noviembre de 2019 se realizó el XVII° Congreso del PRT (Partido
Revolucionario de los Trabajadores) en un contexto histórico regional y mundial de
luchas de la clase obrera y los pueblos en diversos países que comienza a expresar
un alza en las luchas y reclamos esencialmente políticos. En ellos se manifiestan nuevas
calidades, incluso en el terreno ideológico, como lo están demostrando nuestros hermanos
chilenos y demás pueblos de la región como Haití, Ecuador, Bolivia y Colombia; así como
los movimientos huelguísticos de la clase obrera industrial en Asia, India, EE.UU. y México
ente otros.
Este marco internacional tremendamente alentador alimenta el espíritu de lucha de
nuestro pueblo. A los diferentes destacamentos revolucionarios de nuestro país y a nuestro
partido en particular nos llena de optimismo y nos coloca en una situación de mayor
compromiso, responsabilidad y entrega para seguir avanzando en la organización de la
lucha de clases.
Es imprescindible redoblar esfuerzos sin desmayo para aportar en todos los terrenos,
para que nuestra clase obrera retome su conciencia de clase, comience a actuar como tal
e irrumpa en la escena política nacional. Para poder -definitivamente- ponerse al frente
de todo el pueblo en la lucha por su emancipación, destruyendo el Estado de los
monopolios, rompiendo las relaciones de producción capitalistas instaurando un nuevo
sistema social de vida: el socialismo. El que no sólo es una aspiración revolucionaria sino
que ya se constituye en una necesidad imperiosa para la humanidad. Está en juego la
supervivencia de los pueblos y su felicidad.
En este Congreso debatimos las dificultades de la coyuntura en nuestro país, sobre
todo las vinculadas a nuestra organización y al movimiento de masas, en cuanto a los
déficits e insuficiencias con una visión crítica de lo actuado, así como la reafirmación de
nuestra línea estratégica. Salimos fortalecidos ideológica y políticamente, con un redoblado
entusiasmo de las tareas y desafíos que tenemos por delante.
Este Congreso también debatió un Programa Revolucionario, el desarrollo de las bases
materiales que lo sustentan y la fundamentación estratégica de lo que en él se plantea.
No queremos dejar de destacar y agradecer a todos aquellos amigos y amigas del
Partido, simpatizantes y demás trabajadoras y trabajadores de nuestro pueblo que con su
colaboración y esfuerzo aportaron para que este evento de carácter nacional se haya
podido llevar a cabo. Sin tal apoyo el mismo no hubiera sido posible.
Como siempre afirmamos: la vida de un partido que expresa los intereses de la clase
trabajadora y el pueblo la sostienen la clase trabajadora y el pueblo.
Publicamos en este libro todos los documentos del 17°Congreso del PRT con la
incorporación los aportes, las conclusiones del pleno y sus resoluciones.«
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ÍNDICE
A modo de Prólogo................................................................................................ 3
Sobre Partido........................................................................................................ 15
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INFORME POLÍTICO
DEL 17º CONGRESO DEL PRT
SITUACIÓN INTERNACIONAL
Uno de los aspectos que deberíamos analizar como centrales es cómo la clase
obrera mundial vino amasando durante más de una década un presente que hoy
ha provocado el mayor de los desconciertos políticos conocidos hasta aquí en el
sistema capitalista.
Largas décadas en donde la oligarquía financiera supo batallar en dos
terrenos: el político y el ideológico.
Sostener el sistema implicaba adecuar la superestructura política a las bases
materiales que se asentaban en un proceso de concentración cada vez más
brutal.
La concentración política fue lograda en el inicio del proceso de globalización
cuando el objetivo central de imponer un salario chino a nivel planetario fue
acordado por el entonces presidente de EEUU, Richard Nixon, y su par Mao
TseTung.
De allí en más la lucha ideológica contra el proletariado no le fue a la zaga.
Hemos escrito mucho fundamentando estos temas. Pero resumiendo en dónde
localizaron esas avanzadas de la lucha ideológica afirmaríamos que la primera y
fundamental era “la desaparición” de la clase obrera como clase productora y
como clase antagónica de la burguesía. A modo de ejemplo la desclasan con una
de sus frases más comunes (pero no la única) que es la “incorporación al mercado
de una nueva clase media”.
Junto a este primer aspecto aparece “la inviabilidad de revoluciones
socialistas” y con ello “la imposibilidad de la lucha por el poder” como una
consecuencia necesaria.
Reiteramos que sobre estos lineamientos generales hemos elaborado muchos
trabajos y desde hace muchos años, ese análisis clasista nos ha permitido
sostenernos con diferentes políticas de caracterización de cada momento vivido.
Partiendo de estas ideas centrales, a partir de la crisis política y económica
del sistema de los años 2007-2008 a nivel mundial (y cuyo epicentro fue el propio
EEUU) la ideología burguesa se mantuvo muy firme para hacer desaparecer de
allí en más el carácter político que irían a tomar las luchas del proletariado
internacional y comenzar a oscurecer desde su etapa embrionaria una nueva
oleada de lucha de clases, en donde la clase obrera industrial iba a clavar
profundas estacas en el devenir y en el actual presente del desconcierto político
con el cual iniciamos este Informe.
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Mirar este presente desde las clases enfrentadas solo podría sostenerse si
en él comenzáramos a fortalecer ya no solo la idea de la existencia de la clase
obrera sino cómo desde ella hay que empujar la historia hacia adelante,
El sistema capitalista en más de cuarenta años incorporó miles de millones
de obreros y obreras jóvenes a la producción industrial, a los cuales la ideología
burguesa los llamó “nueva clase media” por su acceso al mercado. Se encargó
muy bien de “fundamentar” que el uso de un celular y el uso de un automóvil
(entre otras tantas e infinitas cosas) mágicamente producía un ascenso en su
“escala social”.
Pero esta clase obrera industrial comienza a irrumpir en uno de los riñones
del sistema capitalista. Nos referimos a la histórica huelga de los obreros de la
empresa Honda en la provincia de Cantón, en la costa sureste de China, del 17
de mayo al 15 de junio del 2010. Esta huelga no solo logró un triunfo notable en
todas sus reivindicaciones económicas, sino que desde allí se comenzaron a
extender nuevas huelgas en reclamo de mejoras salariales y condiciones de
trabajo.
Nos interesa una de ellas sin menospreciar el resto. La sexta huelga de una
factoría industrial de esa ola expansiva se caracterizó en el hecho que 200
obreros, todos ellos muy jóvenes, se lanzan a la huelga arrastrando a casi la
totalidad de la empresa. La empresa japonesa radicada en China se vio obligada
a paralizar la producción y desde allí afectar la entrega de auto partes a Honda
y esta vez también a Toyota. Ese año 2010 fue un año de inflexión para la clase
obrera mundial.
El salario chino iba a dejar de ser el que era y todo el noreste del país iba a
contagiarse de certero golpe de esa clase obrera.
Estamos hablando de cientos de miles de obreros industriales que irrumpían
luego de una larga noche en donde aún pesaban fuertes presiones culturales de
emigraciones internas del campo a la ciudad. Jóvenes obreros y obreras que
jugaron un papel preponderante ante ese arrastre ancestral de dominación
clasista. Recordemos que un antecedente muy doloroso recorría la planta del
gigante tecnológico Foxconn en donde existió una ola de suicidios por las
condiciones de vida de sus trabajadores.
Con este antecedente proletario que la burguesía monopolista ocultó
celosamente, el sistema capitalista comenzaría a hacer agua en la centralización
política adquirida en cuatro décadas.
La conquista de nuevos salarios y de mejores condiciones de vida iba a
comenzar a tensar la lucha de clases iniciando un nuevo proceso a nivel
planetario. Es cierto, fue una irrupción, un germen, una advertencia, pero esa
clase obrera iba a ir amasando otros golpes certeros pero esta vez a escala
planetaria.
En los años 2015-2016 hubo un antecedente de huelgas proletarias en la india
de más de 100 millones de obreros. En el año 2018 mareas humanas campesinas
se movilizaron en las principales ciudades de ese enorme país para producir -en
ese año- la huelga más grande del proletariado industrial en la historia de
capitalismo. 200 millones de proletarios en huelga, movilizados y consiguiendo
la adhesión en la calle de estudiantes, agricultores… logrando un aumento
salarial y -a la vez- una serie de conquistas políticas inimaginables poco tiempo
atrás.
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Entre los años 2010 y 2015 ya nuestro planeta no era el mismo. Sin embargo,
la clase dominante supo transitar el camino de la lucha ideológica y utilizarla
como arma fundamental para sostener la idea desclasada en todos los
levantamientos por reivindicaciones políticas y económicas.
De la época de radicación de empresas monopolistas en China y en India se
pasó a la idea de erradicación de empresas de ese tenor a otros puntos del
planeta. El sudeste asiático fue el primer intento y en ello creyeron que pasarían
otras cuatro décadas para el pronunciamiento clasista.
Serios intentos de radicación en Vietnam. Empresas monopolistas -sobre todo
de textiles y de zapatillas- se trasladaron a ese país imponiendo salarios menores
que los chinos. Pero en este setiembre de 2019 la advertencia del proletariado
de Corea del Sur iba a provocar un nuevo tembladeral en el sistema capitalista.
Es que los obreros de GM comenzaban una huelga por aumentos salariales,
condiciones de trabajo y se incorporaba un elementos político e ideológico: la
solidaridad con la huelga de GM en EEUU y Canadá que desarrollamos más
adelante.
Lo cierto es que el sistema capitalista comienza a expresar la existencia de
una lucha de clases más abiertamente y en ella una clase obrera en ascenso que
viene amasando este presente político universalmente indomable.
Dentro de este panorama de existencia de una clase obrera industrial y la
lucha de clases es que se han dado expresiones en el propio EEUU. La lucha de
los últimos años se dio en gran medida en el sector de servicios. Mayoría de
trabajadores precarizados en las peores condiciones de trabajo. Como respuesta
hubo huelgas masivas e históricas en los comienzos de 2017, docentes de
Virginia y Los Ángeles, que lograron todo, con movilizaciones y toma del
Capitolio local. Tras de ellos, los técnicos de AT&T fueron a una huelga de 4 días
afectando las telecomunicaciones del mundo y logrando en esos pocos días un
aumento de salarios del 13% y mejores condiciones de trabajo y de contratación.
El proletariado industrial que había dado muestras de su “aparición” en el
año 2007 en la que ellos mismos llaman la autopartista GM, ha producido en este
año uno de los golpes más duros a la burguesía monopolista mundial: un paro
de 5 semanas (contra dos días de aquella irrupción de 2007).
Esta lucha del 2019 se inició con piquetes en las principales fábricas. Se
paralizaron 33 plantas de manufacturas en 9 Estados, además, 22 almacenes de
distribución sin contar la interminable lista de empresas que dependen de GM.
Hubo triunfo y conquistas económicas, el compás de espera se extiende ahora a
otras plantas de Ford y Fiat.
Es en estas irrupciones en donde la clase obrera industrial (luego de largas
décadas de letargo y de resistencia) va imponiendo nuevos tiempos a la lucha
de clases. Y en ello se solidarizan, participan y activan diversidad de sectores
de la sociedad, como lo son los casos de los docentes y las luchas obreras de
mujeres, que le van dando otro marco y contenido a las diversas reivindicaciones
políticas democráticas.
En los EEUU, los sindicatos más fuertes de la industria automotriz son parte
de las empresas, en un proceso más desembozado que en otras regiones del
mundo: son abiertamente parte de las empresas.
Estas irrupciones están contando con nuevas organizaciones sindicales de
base que en este conflicto han ganado la simpatía de millones de trabajadores.
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Es en el propio EEUU que -a partir de estas expresiones principalmente
proletarias- comienza a debatirse la necesidad de una alternativa independiente.
No hay aún un cúmulo de fuerzas revolucionarias capaces de avanzar
rápidamente en la dirección de todo ese proceso. Pero lo que sí hay es un quiebre,
comienzan a aparecer expresiones de lucha en donde pesa la movilización de
nuevas generaciones que confrontan con un sistema capitalista que se ha
encargado de castigar a los asalariados.
Se han roto ciertos tabúes en el terreno más sólido del poder burgués. El
avance simultáneo de la conciencia en la juventud y de la acción y organización
de la clase obrera más concentrada, hacen avizorar un recrudecimiento de la
lucha de clases para el año próximo, que entra en recesión.
Detrás de este principal escenario que compromete a centenares de millones
de proletarios en el mundo se exacerban todas las aspiraciones democráticas de
otros sectores de la sociedad humana bajo una consigna común: ganar la dignidad.
En el resto de Asia, África… existieron trascendentes expresiones proletarias
y de trabajadores asalariados. En todo Europa, como los Chalecos Amarillos en
Francia, la lucha de los pensionados en España e Italia… En fin, podríamos hasta
el cansancio nombrar país por país para fundamentar lo que de hecho a nivel
planetario se está expresando, lo que se acumuló en más de diez años de luchas
de conquistas proletarias con un sostenido auge que marcará el rumbo de los
próximos años.
En América Latina se están dirimiendo nuevos rumbos y nuevos aires, en un
contexto de un proletariado internacional que no ceja en sus avanzadas.
Pero hay que partir del presente chileno para poder asimilar los procesos
gestados en décadas de ofensiva ideológica de la burguesía monopolista y para
de allí poder asimilar un contexto que desde el octubre reciente ya no será el
mismo.
En Chile se ha quebrado el bastión ideológico de la burguesía monopolista
con incidencia internacional y particularmente regional. El pueblo chileno viene
con una historia reciente de luchas, jornadas de años embistiendo por una vida
digna (recordemos los estudiantes secundarios, portuarios, mineros). Se quebró
el bloqueo informativo.
El pueblo chileno pegó al corazón ideológico, cuestionó el sistema. No solo
agravó la complejidad política planetaria, sino que ha iniciado una embestida
que abre las puertas hacia una masificación de ideas de carácter revolucionario
y de un estado deliberativo, que se expresa de infinitas formas. Pero sobre todo
provocando una crisis política de la oligarquía financiera que no sólo no puede
llevar una centralización política para someter a los pueblos del mundo sino que
-por el contrario- se expresa en guerras literales por intereses, de disputas de
mercados y por la necesidad histórica de la burguesía por detener la caída de la
cuota de ganancia intentando bajar el salario obrero ya no a niveles de China
sino a la altura de nuevos intentos del capital financiero por África y el centro
mismo de China.
En el octubre de Chile no solo se condensa un proceso de acumulación de
años, sino que además va dejando grandes enseñanzas para los pueblos del
mundo. El cuestionamiento es al sistema y todo lo que ello conlleva.
Chile es América Latina, pero es en este Chile en donde también se resume
el peso de una irrupción proletaria en el mundo. Un mundo que comienza a
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expresar la socialización de la producción en luchas cada vez más dinámicas
incorporando las primeras bases de solidaridad proletaria global.
En este Chile saltan todas las contradicciones interburguesas.
El pueblo chileno las hace estallar en las calles dándole un contenido de clase
a masivas expresiones de lucha y organización.
Un Chile que marca otra calidad centrada en el cuestionamiento al sistema y
a la vez en un contexto de pueblos de América Latina dispuestos a la lucha por
su dignidad en diversidad de expresiones. Bolivia, Ecuador, Puerto Rico, Haití,
Colombia, Venezuela y una inestabilidad política en el propio Brasil difícil de
predecir en los próximos meses.
Pero también se da este Chile en el contexto de una de las luchas proletarias
más importantes de la región, como lo es la del proletariado mejicano en la
ciudad de Matamoros y Tamaulipas.
Las maquiladoras -que exportan más del 70% de lo producido a EEUU-
generaron una huelga de varias semanas habiendo ganado todas las
reivindicaciones reclamadas. Es esta clase obrera industrial la que condicionó al
gobierno y todas las negociaciones con Trump.
La burguesía no tardó en calificar esta nueva situación como una guerra
comercial entre ambos países. Repite y no descansa en ese eslogan que cuenta
con una parte de verdad insoslayable de guerra interimperialista en todos los
planos, pero a la vez esconde el papel de la clase obrera mundial condicionando
los procesos políticos a partir de su irrupción en el 2010.
Es en este contexto que los pueblos de la región se tornan indomables, van
por su dignidad, afianzan el auge universal luego de varias décadas de
sufrimiento y de experimentar con sus propias vidas “el avance y las bondades”
de la globalización.
Los golpes de Estado como el de Bolivia son golpes de Estado contra los
pueblos.
Una época histórica en donde se han proletarizado centenares de millones
de mujeres que en sendas experiencias mundiales han puesto su sello de clase
a todas las embestidas contra la sociedad humana.
La experiencia de Rojava en el Kurdistán y en una de las peores condiciones
de guerra de clases, esas mujeres siguen siendo el sostén fundamental de la
resistencia y -a la vez- de construcción de una nueva sociedad.
Jóvenes obreras y jóvenes obreros han nacido en la peor época de explotación
y opresión del sistema capitalista.
Generaciones que no tienen el peso del “pasado” y van por todo. Se han
abierto muchas puertas en simultáneo para que la sociedad humana (y en
nuestra región en particular) continúe abriendo las puertas de un futuro
alentador.
Desde siempre nos hemos formado en nuestro Partido sabiendo que la lucha
de clases sólo es nacional en su forma, pero en su esencia es una lucha
internacional. Hoy, en el marco de una socialización de la producción a nivel
planetario, importantes luchas proletarias en diversos países del planeta tienen
ya una escala internacional.
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SITUACIÓN NACIONAL
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sus reivindicaciones, apelan a las fuerzas represivas tal como ocurre con los
pueblos arriba mencionados.
Por eso es menester preparar las fuerzas políticas y orgánicas del proletariado
en unidad con el pueblo laborioso para abordar el venidero proceso de elevación
de la movilización que se avecina. Ejercitarlas en cada “pequeña” lucha (no hay
luchas pequeñas), llevar las ideas revolucionarias, organizar y volver a organizar.
La fuerza material que logremos como pueblo en lucha contra los intereses
irreconciliables de la santa alianza entre Estado, burguesía monopolista y
sindicalismo empresarial, será la única garantía de retroceso de las apetencias
interminables de mayores ganancias por parte de ellos. Pero tengamos en cuenta
que toda conquista política, social y económica que se logre con la lucha y la
movilización, mientras ellos estén en el poder, sólo se sostendrá con mayor lucha
y movilización, pues la única garantía de triunfo definitivo será el cambio radical
de las reglas de juego del sistema, lo que implica la toma del poder por parte de la
clase obrera y el pueblo.
Esta síntesis de conducta política que llevaremos adelante es la táctica
planteada en un nuevo contexto internacional y regional. En esta caracterización
expresamos muy particularmente que en nuestro país no hay un auge de masas
y que las mismas (particularmente el proletariado) se encuentra en una situación
de resistencia que se inició el 17 de diciembre del 2017 luego del masivo rechazo
a la reforma previsional.
Deberemos aferrarnos a nuestro pensamiento estratégico del doble poder y
poder local y seguir batallando en la idea central de la democracia directa con
acciones claras y sin vacilaciones. El objetivo de la lucha por el poder requiere
de nuestro partido un apretado análisis de situación de masas, muy lejos de
concebir la política independiente de un seguidismo a las masas y basados en
la construcción de poder con las metodologías ampliamente desarrolladas por
nuestro partido en años de experiencia. En este marco político la lucha contra el
economicismo en todas sus formas deberá ser implacable.
PARTIDO
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Un elemento que empezó a pesar fue el control que periódicamente se realizó
tanto en el Secretariado como en el Comité Ejecutivo de todos los planes votados.
Fue en ese camino que fuimos asimilando que el factor fundamental a corregir
era el funcionamiento orgánico y definir según los estatutos, las células del
partido y el carácter del militante del partido.
No fue y no es fácil la resolución de este problema, pero hoy contamos con
una fuerza organizada y centralizada que nos está permitiendo esbozar planes
de carácter nacional, regionales y locales.
Con ese funcionamiento político y orgánico el control de los planes, el debate
de la táctica, las tareas de propaganda han permitido ir elevando las nuevas
tareas que se iban amasando. Trabajamos mucho para separar lo potencial de
nuestra línea política con lo concreto y material de nuestra fuerza partidaria.
Trabajamos para avanzar en los diferentes niveles de partido sobre todo en lo
que significa el funcionamiento orgánico de la célula. Estamos en la mitad del
río, no sin problemas, en donde se confunden viejos temas con los nuevos en que
se está dando la autocrítica.
Hay zonas en donde esta exigencia de funcionamiento ha ordenado nuestras
fuerzas e incluso ha definido en concreto la disposición de los militantes. Hay
compañeros que en el marco de lo que era la “estructura” sin funcionamiento,
eran militantes. Son compañeros que hoy son colaboradores, simpatizantes, son
parte de la acumulación y muy valiosos, pero no son de la estructura que deberá
enfrentar una etapa muy compleja de nuestra revolución.
Es en este camino emprendido que nos vimos obligados a debatir los planes
estratégicos desde una idea insurreccional de todo este proceso.
El funcionamiento orgánico de las células comenzó a trabajar en el plan
insurreccional a partir de una estrategia de clase y basados fundamentalmente
en los parques industriales, en sendos Comités Ejecutivos y en reuniones de
organización específica del Secretariado fuimos pergeñando los primeros pasos
de ese plan.
Es muy cierto que estamos en la mitad del río, pero hoy contamos con
organizaciones celulares que están trabajando para hacernos fuertes en los
frentes donde estamos.
El marco político que caracterizamos como etapa de resistencia ayuda a
comprender más las tareas concretas en cada frente. Vamos dando pasos en la
lucha contra el economicismo existente en la clase obrera y en nuestras propias
filas.
Una etapa de resistencia que si la asimilamos podremos afirmarnos en la
consigna que hemos tenido como denominador común en cada reunión del
Comité Ejecutivo, basada en la idea de poco, profundo y bueno. Entendiendo por
poco el sujetarnos a los planes votados con la fuerza militante en tensión
permanente.
Es en este sentido que, a pesar de regularizar el funcionamiento orgánico, el
tema de la captación e incorporación al partido es una tarea muy compleja y que
la experiencia que ya venimos haciendo está sujeta a la lucha de clases y a la
disposición de las avanzadas del proletariado a constituirse en partido. Este
aspecto nos está exigiendo redoblar fuerzas en esa dirección y darle seguimiento
en un contexto difícil. Hay células que han ya han precisado estos planes y eso
es muy bueno. A nivel nacional se han dado algunos pasos de incorporación,
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pero muy insuficientes para atravesar con influencia la caracterización política
que venimos dando desde nuestras síntesis políticas.
Teniendo hoy esa base de centralización orgánica exigió un debate ideológico
respecto al tipo de partido y esta vez fue llevado a lo concreto. Y en este período
se fueron sincerando nuestras fuerzas respecto a las estructuras orgánicas con
el “potencial” de las mismas.
Pero en este camino aparecen nuevos problemas. No es que los ocho puntos
que votamos en su momento y que fuimos debatiendo permanentemente dejen
de ser prioritarios, pero en donde hemos logrado funcionar, tener planes de
captación, en donde el partido ha dado pasos en la lucha concreta -aunque sea
en los hechos más pequeños- el carácter de varias células que hoy funcionan no
es resultado del crecimiento celular del partido en los frentes.
Tenemos que fortalecer el funcionamiento logrado con el objetivo de avanzar
en la construcción de células en los frentes, que el crecimiento hacia arriba sea
producto del resultado del trabajo en el abajo. Esas células estables de cada
frente son las principales aspiraciones que deberemos tener en el próximo
período.
Otros de los problemas nuevos que aparecen es la política de relaciones y de
unidad a partir de cada lugar en concreto. Son temas a tomar que deberán ser
parte de la planificación precisa para su control.
Este debate y las resoluciones que se tomen tienen que estar sujetos al plan
insurreccional que aún hoy tiene un carácter más regional que nacional, aunque
en las últimas sesiones del CC saliente hemos comenzado a debatir lo nacional.
El crecimiento, la captación al partido debe estar sujeta a los planes políticos
del frente y las regiones y zonas. La ausencia de un plan insurreccional muchas
veces nos perjudicó a la hora de aunar fuerzas políticas propias, aquellas
potenciales y con ello, las relaciones de todo tipo que aparecen en este camino
de acumulación.
Hay pasos ya hechos en este sentido que han sido alentadores, hay
experiencia que se acumula.
Otro de los temas que aparece es el partido y el papel de los cuadros.
Entendemos que en este camino comenzado hace trece meses hemos dado pasos
y ya ninguno de nosotros somos los mismos.
El camino emprendido nos puso en alerta contra el formalismo, lo estamos
combatiendo y en ello la lucha ideológica nos lleva a poner la militancia en primer
orden de nuestras vidas.
Este 17º Congreso es parte de todo ese período iniciado, es una resultante
de ese camino.
La propaganda, las cotizaciones, todo lo que ello conlleva en la construcción
del partido es parte también de los documentos presentados y que debatiremos
inmediatamente, pero es de destacar los avances concretos en este terreno en
lo nacional con la influencia política que emerge de estos colectivos partidarios.
Estamos asimilando en los frentes que esa política que no se traduce en
fuerza concreta, propia, en definitiva, no cumple el papel revolucionario entre las
masas.
La vida se presenta muy difícil y todos nosotros, todos los compañeros y
compañeras del Partido lo recibimos con dureza como cualquier mujer u hombre
de nuestro pueblo. Horas interminables de trabajo, ritmos de producción y
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condiciones de trabajo terribles, viajes a los centros de trabajo en medios de
transporte deplorables, amén de todo el peso del sostenimiento y presencia de
la familia. En fin, militantes que en las peores condiciones hemos transitado este
proceso autocrítico y nos hemos puesto la mochila al hombro. Nada de esto
implica que hayamos superado los problemas, estamos en la mitad del río y lo
que debe guiarnos son las nuevas resultantes de este período histórico para
cambiar definitivamente la calidad de nuestro partido.«
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SOBRE PARTIDO
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ternacional, tan complejo y tan rico a la vez, nos marca que la necesidad del par-
tido revolucionario, además de una necesidad histórica, se ha convertido en una
necesidad política de primer orden para que la lucha de las clases comiencen a
tomar por derroteros revolucionarios. Decimos que es una necesidad política por-
que en la actualidad el elemento político esencial que le falta a la caracterización
de la situación en nuestro país es, precisamente, la presencia de un partido re-
volucionario robusto, eficaz, profesional y de combate, profundamente enraizado
y construido en las masas, que sea capaz de incidir efectivamente en la lucha
política contra la burguesía monopolista.
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Seleccionamos estas dos partes de esa nota porque allí se condensa nuestra
concepción acerca del papel de las masas y el papel del partido en el proceso
revolucionario y en la construcción del socialismo.
Reafirmamos plenamente estas ideas; el papel del partido no es reemplazar
a las masas en su tarea histórica de abolir el régimen burgués sino que es im-
pulsar precisamente que esa acción independiente de las masas llegue a lograr
el objetivo de la revolución social. Pero al mismo tiempo afirmamos que, tanto en
ese artículo como en nuestra práctica, durante un largo período tuvimos serias
falencias a la hora de entender el papel independiente de las masas y el papel
independiente del partido, lo que trajo como consecuencia el déficit de construc-
ción que venimos planteando. Pasemos a desarrollar este concepto.
Cuando desde mediados de los 90 analizamos el fenómeno de la autoconvo-
catoria y lo entendimos como un proceso histórico que ponía el papel de las
masas en el centro de la escena, y que ello mismo significaba el inicio del rom-
pimiento por parte de grandes sectores de la población con las ideas y la práctica
de la democracia representativa a imagen y semejanza de la dominación bur-
guesa, avanzamos grandes pasos en nuestro proyecto revolucionario. Con el co-
rrer de los años esos aportes fueron creciendo en la medida que la experiencia
de las masas iba desarrollándose y multiplicándose.
Entender la acción independiente de las masas como factor fundamental de
los cambios revolucionarios nos sirvió para entender que los aspectos centrales
de la construcción de las organizaciones políticas de las masas debían contar
con el concurso de nuestros cuadros y militantes para que ese proceso se exten-
diera y diera paso a organizaciones estables.
Sin embargo, en ese camino, entendimos el papel del partido insuficiente-
mente, en forma unilateral; nos ganó el concepto de la “influencia política” vista
ésta como un factor divorciado de la construcción de la otra herramienta estra-
tégica de la revolución que es el partido. Sobrevaloramos los pasos auspiciosos
dados en la organización de las masas sin tener en cuenta que ese proceso está
cruzado por infinidad de factores que lo influyen, principalmente la acción polí-
tica e ideológica del enemigo.
La acción independiente del partido, simultánea al proceso de construcción
con las masas, se vio afectada por ideas como “si las masas lo dicen, está bien”;
caímos en un seguidismo de las masas, en lugar de entender que la correcta po-
lítica que llevamos adelante para respetar el proceso de protagonismo de nuestro
pueblo necesita al mismo tiempo de la construcción de la herramienta partido
para que ese proceso avance en la lucha por el poder.
Con la noble intención de no reemplazar a las masas terminamos cayendo en
una práctica en la que la organización de masas reemplazaba al partido.
La insuficiencia de la acción independiente del partido revolucionario se vio
reflejada en la falta de funcionamiento orgánico; en la falta de planes de creci-
miento; en el estancamiento de las cotizaciones y la distribución de la prensa y
la propaganda revolucionarias, en una práctica economicista en la que las ideas
de la revolución en el seno del proletariado industrial perdían peso ante lo inme-
diato de la lucha económica; en la falta (como consecuencia de todo lo anterior)
de posicionamientos políticos partidarios ante cada situación concreta que nos
presentaba la lucha de clases, aun cuando los mismos debieran ir en contradic-
ción con las posiciones imperantes en el seno del trabajo político.
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Porque una cosa es acompañar y respetar la experiencia de las mayorías, pero
otra muy distinta es que el partido se prive (y prive a las masas) de posiciones
políticas revolucionarias que ayuden a entender y a afrontar la necesidad de
pasar a niveles de lucha política y de organización revolucionarias.
Comprender el significado de todo ese derrotero no fue posible por el simple
hecho de darnos cuenta de un día para el otro de las insuficiencias marcadas. Nos
sirvió mucho y fue determinante que algunas experiencias de lucha y de construc-
ción hicieron punta para ir mostrándonos los errores. Pero como todo en la vida, una
cosa es entender y otra es cambiar. Mucho más aun cuando se trata de una organi-
zación que debe afrontar no sólo cambios individuales sino también colectivos.
Todo este proceso desembocó en los cambios impulsados a partir de octubre
de 2018. Es por ello que creemos que este congreso debe abordar cada punto
que hace a la construcción del partido a partir de la práctica que venimos reali-
zando, con la ayuda de la teoría revolucionaria, para desentrañar cómo seguir
avanzando colectivamente.
De nada servirá abordar el tema partido desde cuestiones generales y abs-
tractas; debemos debatir desde cada experiencia que estamos realizando, co-
lectivizarla, sintetizarla (tanto en los avances como en los déficits propios como
también en las dificultades objetivas que se nos presentan en la práctica con-
creta) y afianzarnos en la convicción de lo imprescindible que significan las ta-
reas que estamos llevando adelante para materializar la construcción del partido
revolucionario en el proletariado y el pueblo.
Al mismo tiempo, la elección del nuevo comité central del partido que este
congreso terminará decidiendo debe tener como prioridad la conformación de
un cuerpo de dirección que asuma la profundización de las tareas emprendidas.
Como dijimos anteriormente, muy mal haríamos si concluimos que este pro-
ceso recién iniciado está pronto a concluirse.
Debemos asumir que estamos poniendo los cimientos de la organización par-
tido y que la tarea que tiene por delante la nueva dirección nacional es seguir
poniendo ladrillo sobre ladrillo, solidificar la estructura, planificar estratégica-
mente la construcción, abordar la formación teórica y práctica de nuevas cama-
das de revolucionarios, atender a la multiplicación de células partidarias en el
seno de las masas, avanzar en las tareas que jerarquicen y promuevan la propa-
ganda revolucionaria, insistir y persistir con un funcionamiento orgánico cada
vez más profesional y despojado de todo formalismo.
En definitiva, materializar una construcción partidaria que haga efectiva la po-
sibilidad y la necesidad de contar con la herramienta partido que esté en condiciones
de organizar la lucha de clases para la lucha por el poder y el socialismo.
Debemos aspirar a un partido y a una dirección que supere definitivamente
los déficits y las insuficiencias políticas, ideológicas y orgánicas para jugar el
papel trascendental que el PRT está llamado a cumplir.
19
afrontar y superar los déficits en la construcción del partido, debemos enfatizar
que ellas se asientan en algunas premisas fundamentales. Sin la construcción
del partido revolucionario, no hay dirección revolucionaria.
Que la dirección política e ideológica del partido revolucionario está íntima-
mente ligada a la lucha de clases. Que la lucha de clases asume un carácter de
agudeza revolucionaria en la medida que el partido desarrolle un profundo tra-
bajo de construcción política, orgánica e ideológica en el seno del proletariado
industrial y en el seno de las masas populares.
Que esta labor tenaz, indelegable e independiente, para que las masas pro-
letarias adopten la ideología revolucionaria -es decir el marxismo leninismo- no
es únicamente para robustecer y enriquecer con nuevas fuerzas el partido y para
dotarlo de una mayor calidad; tampoco es únicamente para acercar y acumular
fuerzas de masas y simpatías por la revolución, sino que (conjuntamente con
todo ello) es fundamental para potenciar y hacer efectivo el papel de dirección
de la lucha de clases que el partido está llamado a cumplir para dirigir el proceso
revolucionario hasta la toma del poder y el posterior desarrollo de la revolución
socialista.
La dirección de la lucha de clases y la revolución están entrelazadas con la
preparación de las fuerzas en un camino insurreccional. Pero un camino insurrec-
cional no es aun la revolución misma sino los pasos preparatorios para avanzar
hacia la lucha por el poder. La construcción insurreccional y sus pasos prepara-
torios no son una única lucha y por única vez, ni en un mismo momento. Y dadas
las diversas condiciones y desarrollos políticos y la correlación de las clases en
cada región, tampoco de una única forma.
Este camino no está propuesto con la idea de esperar que la llegada de una
futura situación revolucionaria nos invite a la fiesta, sino de ser los promotores y
organizadores de la fiesta. Desde lo ideológico implica quebrar el contrabando
de que la revolución vendrá alguna vez o no vendrá. Parte esencialmente de la
materialidad de las condiciones objetivas para esa construcción. Desde el hecho
que hay un partido revolucionario que es el PRT, que asume esta necesaria res-
ponsabilidad política desde los profundos cambios que estamos realizando.
En este andar de preparación la labor del partido en el seno de las masas, en
las fábricas y en las barriadas es al mismo tiempo la construcción del partido,
las organizaciones políticas de base y la insurrección. o sea las herramientas de
la revolución y el norte revolucionario.
Aquí necesariamente se entrelazan lo táctico y lo estratégico con el “arte de
la insurrección”. Y aquí entra de lleno también la importancia y la necesidad del
partido como fuerza dirigente del proceso revolucionario. La construcción insu-
rreccional vista como el desarrollo de la dirección de la lucha de clases expresa
la necesidad de la centralización política de todo este rico proceso de construc-
ción y elaboración que obliga al partido a avanzar con más profesionalidad en el
seno de las masas.
Porque sólo a partir de allí se hace posible quebrar la dispersión de las fuerzas
de la clase obrera y el pueblo y sus expresiones orgánicas, que aun a pesar de
los condicionamientos de la ideología burguesa y de las falencias en el desplie-
gue de las ideas revolucionarias, y aun a pesar de no estar atravesando un pe-
riodo de ofensiva sino, más bien, un periodo de resistencia, no dejan de desplegar
enfrentamientos y cuestionamientos que carcomen la propia dominación.
20
Es necesario construir a partir del ejercicio mismo del enfrentamiento con la
clase obrera y las masas populares. Desde su propia experiencia y desde las pro-
pias metodologías de organización, que ponen en práctica desde su acción frente
a las políticas de la burguesía monopolista y los gobiernos de turno, vincularlas
con la construcción revolucionaria y la insurrección, con los planes políticos, con
la táctica, con la estrategia es decir, con la necesidad de tomar el poder y la so-
ciedad socialista.
Sólo haciendo una labor de preparación planificada en este sentido se puede
avanzar golpeando al enemigo y clavar estacas en la correlación de fuerzas. Si
sólo con la planificación política se abre ante nosotros el abanico de fuerzas con-
cretas disponibles para la lucha, con más razón aún si esa lucha se encarna con
la “ideología del proletariado” en el seno de la clase obrera. Los golpes dados y
las luchas desplegadas desde la independencia política vuelven a golpear en un
nivel superior de enfrentamiento y transforman las fuerzas de la clase que, dis-
puestas a la lucha, pero carentes de norte y herramientas políticas para avanzar
en los cambios que aspiran, en fuerzas conscientes de la necesidad de la lucha
por el poder.
Desde ya todo ello implica un preciso conocimiento de las condiciones de la
zona y región. De los parques industriales, frentes fabriles, frentes de trabajo en
general, escuelas, barriadas, es decir de un conocimiento de todos los eslabones
que unen la vida práctica con sus condiciones políticas, económicas y sociales.
Y por otra parte la relación del frente que tomamos con todos estos eslabones
de la zona. Todo ello no viene únicamente de la mano de la escasa información
de la prensa burguesa sino que, como bien sabemos, es producto de los vínculos
y las relaciones ya establecidas por las células.
De la acumulación que debe pesar a la hora de la construcción insurreccional,
a la hora de la captación; todo ello que nos vincula a las problemáticas más con-
cretas y sensibles, al estado de ánimo, que expresa las inquietudes de los traba-
jadores, sus aspiraciones y sus metodologías de lucha y que abre aún más el
panorama y la situación para la acción política no debe quedar como un conjunto
de datos circunscripto a las filas del partido sino que, como parte de la labor de
los boletines de masas y de frentes, deben ser vertidos desde la propaganda re-
volucionaria en todas sus formas.
Todo ese arsenal de síntesis política y de acumulación obliga a la elaboración
colectiva de la célula, a intervenir con puntos de vista precisos y de clase frente
a todos los aspectos de la vida de la clase obrera y el pueblo sin dejarse llevar
por la agenda burguesa. Además exige desplegar con mayor precisión los planes
para la zona y para el frente confiriéndole al partido un poder de acción política
de otra calidad al destacar nuevas captaciones y nuevas fuerzas. Por otra parte,
el conocimiento y la relación con las organizaciones de masas en cada zona son
múltiples. También debemos considerarlas como acumulación.
Si a través de los años hemos ganado una especial confianza y un determi-
nado respeto, reciprocidad en cuanto a participar activamente en movilizaciones
y luchas, si conocemos de ellas sus lados flacos y sus lados fuertes, no pueden
dejar de ser parte de la construcción insurreccional y en función de ello debemos
también ir aportando de forma persistente los puntos de vista revolucionarios
de nuestro partido.
21
En ellas también se destacan compañeros que quieren un puesto de lucha
en nuestras filas y sería una concesión a la ideología burguesa no inscribirlos
dentro los planes de captación y de incorporación a nuestro partido.
En su conjunto la construcción insurreccional lleva implícito los planes de de-
sarrollo de nuestras propias fuerzas y de las fuerzas revolucionarias de la clase
obrera y el pueblo. En esa construcción, que dista mucho de ser sectaria, inter-
vienen también fuerzas y sectores de clase intermedios de la sociedad, diversas
organizaciones y asociaciones civiles, clubes, asociaciones de comerciantes y
profesionales, etc. Un sinfín de expresiones que encuentran en las perspectivas
de la lucha insurreccional el modo de canalizar sus propias demandas.
Son fuerzas numerosas de nuestra sociedad, que obligadas por la proletari-
zación a la que se ven impelidas por el capital monopolista, asumen posiciones
de lucha y se acercan a las ideas revolucionarias.
La construcción insurreccional es la unidad de la clase obrera y el pueblo en
tanto y en cuanto la labor de nuestro partido entrelace su acción política que im-
plique organización, elaboración y una persistente acción de propaganda.
Es decir toda una labor práctica pegada a la clase obrera y a las diversas ex-
presiones del campo popular que es necesario eslabonar con planes políticos
concretos y precisos.
Todo ello forma parte indisoluble de la acción consciente del partido para
avanzar a la dirección del proceso revolucionario ya que permiten quebrantar el
espontaneísmo que, como parte de la ideología burguesa, influencia y sujeta “a
los vaivenes y a la espera de lo que vendrá” a nuestras filas y a las masas mismas
y que conduce indefectiblemente al formalismo, cuya consecuencia directa es la
parálisis de nuestra acción. Toda esta labor de construcción insurreccional como
decía Mario Roberto Santucho debe ser desarrollada con método y política.
A medida que avancemos en los planes y que verifiquemos en la práctica el
ejercicio de su ejecución, que nos veamos obligados a profundizar los debates
ideológicos sobre ciertos temas y en la formación marxista leninista para afinar
y precisar los objetivos, para dominar el materialismo historio y dialéctico; a me-
dida que los planes de construcción y el control de los mismos se van transfor-
mando en un ejercicio político de la célula; a medida que los planes de captación
hacen posible la incorporación de nuevos militantes a nuestras filas y el funcio-
namiento político adquiere un carácter relevante porque crece el peso del con-
junto de la acción política del partido en los frentes y zonas, estamos
desarrollando una centralización política de enorme importancia para los futuros
escenarios de la lucha de clases en nuestra país.
Estamos hablando “insurreccionando” nuestra acción porque estamos que-
brando la inercia del peso ideológico de la burguesía no sólo en nuestras filas,
sino también en el seno de las masas donde desarrollamos nuestra labor.
Como conducta y como síntesis de un desenvolvimiento que despunta en
nuestras filas (que también se refleja en las actitudes positivas a los cambios
que estamos promoviendo) todo este bagaje es un aspecto de lo que se ha venido
desplegando y de lo que pretendemos desplegar a partir de la autocrítica.«
22
PROGRAMA POLÍTICO DEL PRT
23
Por otro lado, los niveles de socialización de la producción adquiridos hoy por
las nuevas formas en cómo está organizada la producción (trabajo en módulos y
equipos, por objetivos, etc.), y los enormes cambios tecnológicos introducidos,
han reducido la distancia entre el vértice y la base de la estructura productiva.
En el afán de obtener más rápidas y mayores ganancias, la burguesía imple-
menta una práctica cada vez más social para la producción, lo que genera una
superior conciencia social y una base material superior para que esto se traduzca
en conciencia política. Dicho de otro modo, las transformaciones en la organiza-
ción de la producción durante los últimos años facilitan el desarrollo de la unidad
y la conciencia política de la clase obrera.
Esta mayor socialización de la producción hace que toda relación social se
dé inherentemente hacia una conducta cada vez más colectiva y, por lo tanto,
determina aspiraciones democráticas superiores en la clase trabajadora, donde
se comienza a negar la delegación de responsabilidades y las decisiones pasan
a adquirir cada vez un carácter más colectivo. Esta tendencia a una producción
cada vez más social choca frontalmente con la cada vez mayor concentración de
la riqueza en pocas manos, lo que lleva a la burguesía a recurrir, cada vez más,
al autoritarismo como forma de asegurar sus negocios y de avanzar hacia una
mayor centralización del poder político. Socialización en la producción y autori-
tarismo, una contradicción antagónica hacia una agudización de ambos factores:
allí radica centralmente la crisis política que atraviesa el capitalismo a nivel mun-
dial y que deviene inevitablemente en una agudización de sus crisis económicas.
Esto ha llevado a un descreimiento generalizado hacia las principales insti-
tuciones del Estado, tales como la policía y las fuerzas represivas, el poder judi-
cial, el papel de los parlamentos, gobiernos y hasta sindicatos en brindar
soluciones a los problemas que padecemos, descreimiento que se ha manifes-
tado en los últimos treinta años bajo las diferentes formas de autoconvocatoria
en nuestro país. En este marco, las alternativas políticas que pretenden realizar
reformas parciales (llámense capitalismo humanizado, o progresismos de iz-
quierda o derecha) no pueden dar solución a ninguno de los padecimientos que
enfrentan los pueblos del mundo. En realidad, los partidos políticos que gobier-
nan o esperan su turno en la oposición, no se diferencian esencialmente en sus
políticas ya que responden a uno u otro sector de los monopolios. Al contrario, la
única salida posible para conquistar una vida digna es la transformación revolu-
cionaria de toda la sociedad: la abolición del sistema capitalista, con su economía
de mercado, y la constitución de un nuevo sistema que coloque como centro de
gravedad, no la producción para obtener ganancia individual, sino la producción
para la realización de las más diversas necesidades políticas, económicas y cul-
turales de la humanidad, en plena armonía con la naturaleza. La destrucción del
Estado y la construcción de un Estado son el eje de nuestro programa.
24
trucción del Estado Socialista es una tarea que protagonizan el proletariado in-
dustrial y el pueblo trabajador como los verdaderos hacedores de la historia. En
este sentido, las organizaciones de masas para la revolución, así como la cons-
trucción del nuevo Estado, debe ser obra de las trabajadoras y los trabajadores,
y desde ningún punto de vista una construcción monopolizada por un aparato
partidario. Tal práctica lleva indefectiblemente a la burocratización del Estado y
su enajenación con respecto al conjunto del pueblo. Entendemos que el partido
revolucionario es indispensable para la concreción de dicha tarea mediante la
orientación, caracterización, intervención y dirección política de la lucha de cla-
ses, desarrollando y difundiendo la ciencia del proletariado (el marxismo-leni-
nismo). La administración del Estado revolucionario en sí debe ser obra del
pueblo movilizado y en práctica asamblearia, es decir, en ejercicio permanente
de la democracia directa.
El PRT lucha y se organiza por la conquista del proletariado del poder político,
para destruir el Estado burgués y las relaciones capitalistas de producción, y en
su lugar construir un Estado Socialista:
Administrado por el pueblo movilizado en ejercicio pleno de la democracia
directa.
Que desarrolle la producción sometida a una planificación nacional en función
de las necesidades de consumo de toda la sociedad. Esto requerirá la creación
de una estadística productiva nacional centralizada que permitirá realizar una
planificación a mediano y largo plazo de la economía, sepultando en el olvido
una época caracterizada por las catástrofes capitalistas y los vaivenes del mer-
cado, propios de un sistema que basa su producción en la explotación de la clase
trabajadora.
Abolición inmediata de la propiedad privada de los medios de producción mo-
nopólicos, tanto agropecuarios como industriales, como paso para la eliminación
de las relaciones de producción capitalistas y para poder desarrollar una economía
planificada en función de las necesidades del pueblo y no del capital.
En materia de salud, que desarrolle un plan nacional fundado en la preven-
ción y no en los negociados farmacéuticos (medicina preventiva contra la actual
medicina paliativa). A su vez, que garantice la salud gratuita y de calidad a toda
la población.
Que promueva la educación digna, científica, laica, técnica, colectiva, en ín-
tima relación con las necesidades de la producción social y la naturaleza. Que
democratice el gobierno de las instituciones educativas donde los planes de es-
tudio sean discutidos por toda la comunidad.
Con respecto a la vivienda, que promueva la descentralización de las grandes
urbes para afianzar el proceso productivo con fines sociales y combatir así la ló-
gica de la ley del valor, colocando a las necesidades productivas en función de
las necesidades y desarrollo del pueblo.
Que reparta inmediatamente las viviendas que hoy se encuentran en manos
de grandes poseedores inmobiliarios que especulan con el lavado de dinero y
las burbujas financieras. Eso permitirá dar solución inmediata al problema habi-
tacional en la medida que se avanza con otras medidas vinculadas al aparato
productivo.
Que desarrolle el servicio de transporte y comunicaciones en función de las
necesidades sociales y en armonía con la naturaleza como parte del programa
25
de planificación, donde el transporte colectivo digno y no contaminante pase a
ser prioritario.
Que destruya las fuerzas represivas actuales y las suplante por el armamento
general de todo el pueblo organizado en milicias populares. Las tareas de de-
fensa interna y externa deben ser sostenidas por el conjunto del pueblo movili-
zado.
La garantía de poner en marcha este nuevo proceso de administración estará
dada por la participación y movilización cada vez mayor de los obreros y el pue-
blo en los asuntos de Estado. El propio desarrollo de la lucha de clases y el pro-
ceso de organización del proletariado irán determinando la profundidad y los
mecanismos mediante los cuales podamos concretar este programa.
26
mente, lo que se manifiesta en la represión cotidiana que recibimos por nuestra
condición de asalariados. Sin libertad de expresión y organización en nuestros
puestos de trabajo, no existe democracia obrera, ni una organización verdadera-
mente amplia que permita incluir al conjunto de la clase trabajadora. La lucha
por la libertad política, es una lucha permanente en el marco del sistema capita-
lista.
Libertad de expresión, organización y asociación dentro de las fábricas y cen-
tros laborales, ya sea con fines laborales, sindicales o políticos.
Independencia de las organizaciones sindicales con respecto al Estado.
Organización sindical lo más amplia posible, sin discriminación con respecto
a la afiliación o pensamiento de las trabajadoras y trabajadores que la integren.
Garantizar el funcionamiento horizontal, legítimo y democrático de las asam-
bleas.
27
gPlena vigencia del artículo 14 bis de la Constitución Nacional vigente.
gAbajo los tres ejes de reforma que impulsa la burguesía a nivel internacio-
nal: flexibilización laboral, reforma jubilatoria y reforma fiscal.
gSalario mínimo, vital y móvil igual a la canasta familiar. Mejoras de salarios
y en las condiciones de trabajo.
gContra toda forma de flexibilización laboral en los hechos o intentos de le-
gislación de la misma, aunque ella se plantee como un acuerdo concertado entre
empresarios, gobierno y sindicatos.
gContra el aumento de la edad jubilatoria y por el 82% móvil, como mínimo
en todo el sistema jubilatorio y de pensiones.
gIgualdad de género en todos los ámbitos de la sociedad y ante todas las
leyes y reglamentaciones.
gPleno respeto a la autodeterminación de los cuerpos gestantes sobre su
cuerpo, profilaxis y embarazo. Por el aborto libre, seguro y gratuito.
gDesarrollar la lucha contra todo tipo de violencia de género y la trata de per-
sonas.
gProtección estatal frente a la desocupación de mujeres y hombres; las ne-
cesidades de niños, niñas y jóvenes; de la tercera edad y la discapacidad.
gEliminación del impuesto al salario, jubilaciones y pensiones (tramposa-
mente denominado “impuesto a las ganancias”).
gEliminación del IVA e impuestos encubiertos en servicios y otros productos
de consumo masivo.
gContra los aumentos de tarifas y por la gratuidad de servicios esenciales
tales como la electricidad, el agua, el gas y el transporte hacia el trabajo o centros
educativos.
gPor la libertad de asociación de las trabajadoras, trabajadores y pueblo en
general en organizaciones independientes del control y regulación estatal.
gRespeto a la democracia en las fábricas, empresas, escuelas y reparticiones
públicas como expresión soberana del pueblo trabajador.
gPor una educación científica, gratuita, laica, no confesional y al servicio de
las necesidades y aspiraciones del pueblo, e intervención de la comunidad edu-
cativa, como parte fundamental en las decisiones de los contenidos y recursos
estatales destinados a los diferentes ámbitos educativos.
gPor una salud social gratuita orientada prioritariamente a la prevención, la
educación profiláctica y a los tratamientos de enfermedades y dolencias, libre
de toda imposición de negocios que la hacen inalcanzable.
gPor el cuidado y protección de los recursos naturales del país. Freno inme-
diato de toda producción que contamine el agua, recurso indispensable para la
vida. Por la plena vigencia del artículo 41 de la Constitución Nacional.
gEn contra de todo tipo de represión estatal a sectores populares en lucha
por sus derechos y aspiraciones.
gCombate al narcotráfico desde la autodefensa de masas. No a las fuerzas
represivas, garantes de sus negocios y el gatillo fácil.
gContra la penalización, encarcelamiento y persecución a todo tipo de lucha-
dores populares.
gPor último, el PRT apoya en su acción y propaganda toda forma de combate
del pueblo contra la negación de las libertades políticas, ya sea dentro de las fá-
bricas y centros laborales como en el terreno de los derechos humanos, especí-
28
ficamente los derechos de la mujer y la opresión de género, de los niños, niñas y
jóvenes, de los derechos a los inmigrantes y a las comunidades originarias, así
como toda forma de persecución política sobre el pueblo trabajador.
gImpulsamos así mismo el internacionalismo proletario, considerando que
la lucha por la emancipación de la clase obrera y el pueblo de nuestro país es
parte integrante de la lucha de toda la clase obrera y los pueblos del mundo por
la liberación de la humanidad.«
29
30
FUNDAMENTOS ESTRATÉGICOS
DE NUESTRO PROGRAMA
31
LA REVOLUCIÓN: UNA NECESIDAD
32
nancia. Para ese desarrollo social se necesitarán, en lo inmediato, fuerzas de pro-
ducción, manos e intelecto unidos para desplegar lo mejor que anida y sintetiza
la humanidad desde su existencia. Se irá rompiendo otro de los frenos históricos
impuestos por el sistema con la división del trabajo que ha instituido la falsa se-
paración entre los que “piensan” y los que trabajan. En ese mismo caminar la
mujer y el hombre deberán gozar de los mismos deberes y derechos que vaya con-
quistando la sociedad socialista. El sistema capitalista condena a la mujer al
menor salario por el mismo trabajo, lo que implica que, desde esa base, la injus-
ticia en otros órdenes sociales se manifieste deinfinitas formas y maneras.
El Estado revolucionario promoverá la descentralización de las grandes urbes
para poder afianzar el proceso productivo con fines sociales. Este camino a recorrer
con medidas urgentes y necesarias no solo podrá amainar el tema del hambre en
forma inmediata, sino que, además, en los primeros años de revolución, permitirá
volcar ingentes esfuerzos, hoy dilapidados por grandes negociados que queman
fuerzas productivas de la sociedad humana y volcarlos a una planificación en
donde, desde el inicio, sea cambiada la lógica de la ley del valor que rige la pro-
ducción de mercancías para la obtención de ganancias, por la lógica de la produc-
ción de bienes materiales necesarios para la producción y reproducción de la
sociedad humana, tal como lo entendían Marx-Engels, Lenin y el Che.
En este período inmediato de revolución, el Estado revolucionario será hosti-
gado, con una ferocidad quizá peor que la previa a la toma del poder, por la bur-
guesía monopolista desplazada de su dominio. La construcción del nuevo Estado
no será tal si en ello no se toma en cuenta la defensa del Estado y el armamento
del pueblo. Esta defensa del Estado y su permanente fortalecimiento deberá ser
acompañada de la plena movilización popular antecada medida trascendental
que profundice la construcción del nuevo Estado.
Para ello será necesario un permanente debate político e ideológico entre las
clases en ejercicio del nuevo poder y no dar lugar a que la ideología burguesa,
desde sus cenizas, pueda hacer nuevamente pie en la nueva sociedad. La reac-
ción de la burguesía sin dudas será inmediata y preparará sus planes contrarre-
volucionarios, intentará atacar en todos los planos, así desde lo político e
ideológico en su acto reflejo, se esforzará para aislar la revolución del mundo, ac-
tuando en el plano militar y en el económico y buscará dividir desde lo político y
lo ideológico a nuestro pueblo, con el fin de debilitar a la clase obrera como ca-
beza de la revolución.
En ese largo proceso para potenciar y amigar la naturaleza con la sociedad
humana que forma parte de la misma, la producción estará subordinada a una
planificación basada en la necesidad de nuestra sociedad de consumir cantidad
y calidad a los más altos niveles a los que ninguna sociedad anterior llegó.
Nuestra clase obrera, nuestros asalariados, han alcanzado, en la propia socie-
dad capitalista, un conocimiento en la producción, administración y distribución
de productos que serán el piso de lo nuevo. El manejo de la estadística, necesaria
para la satisfacción de las necesidades populares y los proyectos de crecimiento,
alcanzará un nivel de gran elevación en el mundo y permitirá elaborar planes de
mediano plazo para aplicar un uso correcto de las fuerzas productivas en la rela-
ción con la naturaleza. A través de su desarrollo, esta nueva forma de producción
sepultará en el olvido a una época caracterizada por las catástrofes capitalistas
bajo un sistema injusto de explotación del hombre por el hombre.
33
Este primer período de rompimiento con la división del trabajo dejada por el
capitalismo no será fácil de resolver, pues se trata de vencer fuerzas de costum-
bres provenientes de una sociedad como la actual que deberemos ir transfor-
mando con una práctica social con nuevos objetivos.
El tiempo será, entonces, el mejor aliado de la revolución. Habrá que dar
pasos en la dirección correcta convenciendo, educando, ejerciendo la democracia
directa, entendiendo que daremos pasos adelante y pasos hacia atrás en un com-
plejo y rico proceso. En lo esencial tendrá mucho que ver el fortalecimiento per-
manente del Estado para superar a la “historia” degradante que conlleva el sello
de siglos y siglos de explotación humana.
Entonces sí podremos ir despejando los primeros planes de un desarrollo más
estratégico, dejando atrás los infinitos problemas que la sociedad capitalista nos
ha impuesto. Problemas sociales, económicos, culturales podrán ser abordados
desde una nueva perspectiva.
El Estado revolucionario, que será el administrador de la sociedad naciente,
es decir por los proletarios y pueblo anteriormente oprimidos, podrá dar inicio a
un Estado que inicie un proceso que pueda romper las ataduras económicas que
hasta hoy domina el sistema capitalista.
Se irá gestando otra mentalidad cuando el propio Estado comience a dar res-
puestas sociales a los problemas sociales. El más alto desarrollo de la prepara-
ción humana para producir socialmente elevará la conciencia social y, con ello,
el concepto de ruptura con las sociedades de explotadores y explotados será fun-
damental.
Nada podrá solucionarse de un día para otro, pero habrá cambios favorables
todos los días. Habrá una marcha ya indicada de resolución de problemas inme-
diatos, los mismos se irán subordinando al nuevo período histórico de acumula-
ción de fuerzas del nuevo Estado, lo que permitirá afianzar el socialismo hacia la
sociedad comunista.
Una de las claves fundamentales de la toma del poder será sin duda que los
medios fundamentales de producción pasen a manos socialmente de quienes lo
hacemos todo y que las nuevas relaciones sociales sean el paso inicial a una
nueva concepción de la vida sin explotadores y explotados, una época histórica,
de transición de la humanidad experimentada en algunos países que, aunque
no pudo sostenerse en el tiempo, ha servido como ensayo práctico y real, tal
como ha acontecido con otros cambios de sociedad previos, en los que hubo cien-
tos de intentos hasta que se lograron los cambios definitivos que alumbraron las
nuevas formas de producción y organización social.
Las primeras medidas contra el hambre y la miseria serán decididas de un
día para otro, las riquezas generadas por nuestro pueblo trabajador serán debi-
damente distribuidas bajo el control y administración del poder del pueblo,
dueño del nuevo Estado.
El primer plan general de la salud estará fundado en la prevención y, a partir
de ese concepto se pondrá en marcha, en este terreno, toda la sabiduría e inte-
ligencia adquirida orientada al bienestar social y no a los negocios médicos y
farmacéuticos.
En cuanto a la vivienda, se tomarán medidas inmediatas en contra de aque-
llos grandes poseedores inmobiliarios que han concentrado un poder inusitado
desplegando las peores de las especulaciones sostenidas sobre la existencia de
34
viviendas vacías que han generado burbujas financieras y lavado de dinero a
costa de las necesidades de la sociedad. A la vez se irán desplegando planes de
vivienda acorde con la idea de descentralizar, en función de las nuevas necesi-
dades de la sociedad, lo que el sistema capitalista concentró en grandes ciuda-
des plagadas de problemas sociales que se irán extinguiendo al ritmo de las
soluciones abordadas.
En estos planes centralizados, las comunicaciones y el transporte se irán su-
jetando a las nuevas reglas del Estado proletario en función de facilitar el servicio
para producir. Ambos serán sacados inmediatamente del terreno del negocio
para ser transformados en un aliviador y desarrollador, a la vez, del plan produc-
tivo social del país.
Nuestro país tiene riquezas naturales de todo orden, pero, además, nuestra
sociedad, es rica como tal, porque es hija de un orden industrial que el propio
capitalismo engendró con la gran producción social, a través de una existencia
de muchas décadas.
Nuestra revolución profundizará la producción para resolver la época de
“dolor” y para ello los recursos fundamentales se aplicarán en esa dirección. Lo
que se produzca deberá estar asignado para la resolución de la etapa inicial y a
la vez para la defensa de la revolución que exigirá de muchísimos recursos, sin
descuidar que deberemos contar con un excedente el que se utilizará como re-
serva de catástrofes y, una parte de él, destinado al intercambio justo de bienes
con otras naciones que nos permitan avanzar en la producción y en el conoci-
miento e investigación en todos los campos que la sociedad requiera.
Administrar esos recursos será la clave del sano desarrollo de la revolución,
pues cuando los excedentes de otras revoluciones pasaron a ser administrados
por fuera de las instituciones del nuevo poder, esos procesos fracasaron ya que
se fueron gestando nuevas burguesías y transformaron el Estado revolucionario
en un Estado Capitalista, burocratizado por fuera de la administración que re-
quiere la plena participación y control de los órganos de poder popular.
Esta administración estatal devendrá de las características de nuestra revo-
lución que conllevará la experiencia de asamblea y movilización política perma-
nente, de práctica de la democracia directa y de una clase obrera industrial que
alcanzó una socialización en la producción y la pone como clase dirigente de todo
el pueblo.
Desde esa práctica movilizadora, que hoy asoma como germen en las luchas
autoconvocadas de nuestro pueblo, desde esa concepción de clase de doble
poder, previa a la toma del poder, emergerá la administración de nuestro nuevo
Estado con todas las complicaciones que ese proceso traerá consigo. Allí radica
la clave del nuevo poder. Todo lo que se produzca volverá a las manos de quienes
que lo hicieron. Sabemos que la clase obrera y el pueblo llegarán al nuevo poder
sin experiencia en la dirección estatal, y que ello no será de fácil resolución. Sin
embargo, el conocimiento y el entrenamiento adquirido en el ejercicio social de
la producción y distribución de bienes que siempre ha estado en manos de los
trabajadores, además del dominio de la contabilidad y la estadística potenciados
por el nuevo objetivo de satisfacción y desarrollo del bien social, facilitarán,
desde la experiencia ya adquirida la resolución de los nuevos desafíos.
Asimismo, la administración de un Estado revolucionario no tiene la comple-
jidad de la administración del Estado burgués porque este último está sometido
35
a las pujas intestinas de intereses derivados de la competencia a muerte por la
supremacía en los negocios y agravados y profundizados por la lucha de clases
contra la clase obrera y un pueblo experimentados que padecen carencias ele-
mentales. La administración del Estado burgués se subordina a la obtención de
ganancia privada para una clase burguesa pequeña en número y, por consecuen-
cia, altamente corrupta que genera el mismo sistema, y ésta es la causa funda-
mental de una administración fraudulenta contra los intereses de las grandes
mayorías explotadas y oprimidas.
La garantía de poner en marcha este nuevo proceso de administración estará
dada por la participación cada vez mayor de los obreros y el pueblo en los asun-
tos de Estado, un tema crucial que se irá resolviendo, desde el principio, con un
intenso trabajo político e ideológico que nos ayude a ir tomando conciencia que
el futuro ya es de todo un pueblo.
Nuestro pueblo es solidario, sensible y aguerrido, pero por sobre todas las
cosas, preparado para enfrentar la primera fase de la revolución desde la etapa
embrionaria del doble poder. Así concebimos nuestra concepción de revolución
socialista como una necesidad histórica irreversible para el avance y desarrollo
de todo el pueblo argentino.
36
lización en la producción y autoritarismo, una contradicción antagónica hacia
una agudización de ambos factores. Mayor obtención de ganancia y socializa-
ción, esto es lo que en el fondo va a expresar la crisis política de la burguesía,
ambas no pueden convivir por mucho más. La conducta de delegar en los repre-
sentantes para que éstos decidan por el resto pasó a constituirse en una con-
ducta reaccionaria.
Mientras la burguesía se aferra desesperadamente a ella, la clase obrera y el
pueblo ya la sienten como una atadura y, en consecuencia, pujan para su rompi-
miento.
Aquí es donde es de fundamental importancia el papel de los revolucionarios
y el designio del Partido revolucionario, cuál es su función y su relación con la
gigante obra que significa una revolución cuyos protagonistas esenciales son el
proletariado y el pueblo, durante todo el proceso revolucionario.
Un partido revolucionario es, ante todo, una organización que se plantea
(asentado en una ideología que expresa los intereses históricos de la clase
obrera) la preparación de un proyecto revolucionario, que sea capaz de orientar
y elevar la conciencia política e ideológica de la clase obrera y el pueblo laborioso,
lo que permitirá organizar la lucha de clases en todas sus fases hacia la toma
del poder político y la construcción de la nueva sociedad. La revolución es una
obra de las masas y sus múltiples herramientas les pertenecen. Cada herra-
mienta de masas juega un papel determinado y ahí es donde queremos resaltar
el papel de las mismas en la lucha por el poder y en la construcción del socia-
lismo, así también como el papel del partido.
En primer lugar, el partido no es el “propietario” de las organizaciones de
masas. En todo caso impulsa, organiza y orientara políticamente, intentando per-
manentemente trabajar para elevar constantemente la conciencia revolucionaria
de las masas, pero nunca “adueñándose” de sus organizaciones. La ecuación no
es compleja, el partido cumplirá exitosamente su existencia revolucionaria si
lleva celosamente la conducta del no remplazo de las masas en su ejercicio de
democracia directa, y si tiene el convencimiento del papel transformador que
juegan las ideas y acción revolucionaria desplegada por sí mismo en el seno de
las masas.
Así como pretendemos avanzar en las ideas y necesidades de la revolución
ahora, y en el triunfo y construcción del nuevo Estado proletario en su momento,
así como nos imaginamos el futuro, debemos actuar ahora. Dicho simplemente,
lo que se proclama para el mañana es la conducta que debemos sostener hoy. Si
proclamamos la democracia directa y sostenemos que la democracia represen-
tativa es burguesa, a eso nos debemos sin vacilaciones. ¿Puede el partido ser el
administrador del Estado proletario? Contestamos rotundamente, ¡de ninguna
manera! Trabajaremos incansablemente en todo para orientar, organizar y elevar
la conciencia comunista del nuevo Estado y de la sociedad, partiendo de los cen-
tros productivos donde el producto no es una mercancía sino un bien social, pero
no puede ser la organización partido la que se encargue de la administración del
Estado.
Si tal tarea la asumiera un partido achicaría la mirada para emprender las
enormes transformaciones de que es capaz todo un pueblo en la construcción
de su propio destino. Un partido administrando el Estado lleva inevitablemente
a un conocimiento superficial de los problemas y necesidades más profundos de
37
una nación, burocratiza y estorba, genera directorios con direcciones eternas,
con funcionarios que se terminan “adueñando” de sus funciones y terminan rin-
diendo cuentas al partido y no al pueblo. Por otro lado, el partido termina aban-
donando sus funciones, de constituirse en el colectivo que impulse y dirija
políticamente la organización de la clase obrera y capas populares hacia su ob-
jetivo histórico,oriente e ilumine con las ideas de la ciencia proletaria marxista
leninista los lineamientos políticos e ideológicos para que avance el desarrollo
de la revolución.
38
celulares y tiene 700 “team leader” (supervisores que trabajan a la par de los
operarios) que son quien están encargados de garantizar los objetivos de trabajo
en cada sector, mientras que la organización gremial está compuesta por apenas
86 delegados. A todo esto, le agregamos la intercomunicación social existente a
partir de las redes digitales, canales que terminan generando intercambios de
opinión e información, haciendo de esta época histórica una vida cada vez más
social que individual, lo cual es determinante hacerlo consciente y plasmarlo en
organización de un carácter político y demasas.
El PRT considera como parte sustancial de nuestro programa, una pro-
puesta de acción y organización, donde su fundamentación expuesta, está
acompañada de la convicción que son los pasos necesarios para poder avanzar
hacia una salida revolucionaria que dote a la clase obrera y el conjunto del
pueblo laborioso de los argumentos, para avanzar en la conquista de una vida
digna y la construcción de un Estado Revolucionario.
Para su realización, entendemos que es imprescindible que el proletariado
industrial, desarrolle la idea de la conquista del poder, combinando la lucha eco-
nómica con la lucha política por su emancipación. La aparición de una alternativa
política revolucionaria a nivel nacional, así como su victoria, se encuentran alta-
mente condicionadas por el desarrollo de la lucha política desplegada por nues-
tra clase obrera.
Para poder dar ese salto hacia la lucha política, consideramos fundamental cons-
truir organizaciones obreras amplias, cuya forma de funcionamiento rompa con las
estructuras verticalistas impuestas y avance hacia una democracia revolucionaria.
Los sindicatos deben ser una herramienta para la lucha y no una dependencia
del departamento de recursos humanos de la empresa, o un apéndice de organi-
zaciones políticas ajenas al conjunto de los trabajadores.
La organización de los trabajadores no puede encontrarse limitada por ningún
reglamento o ley del Estado burgués.
En este sentido debe ser independiente de las reglas impuestas por la em-
presa o de cualquier reglamentación y/o decisión que se imponga como algo
ajeno a la voluntad de los trabajadores.
Las diversas organizaciones de los trabajadores deben ser resultado de una
construcción colectiva, donde todas las decisiones sean abordadas desde el ejer-
cicio de la democracia directa y, a la vez sirvan para la unidad de todo el prole-
tariado y para que éste se ponga al frente de los problemas políticos de todo el
pueblo oprimido.
El fenómeno de la autoconvocatoria que, desde hace ya muchos años, comen-
zaron a transitar las distintas manifestaciones de la lucha de clase en el país,
constituye la expresión del camino independiente de la tutela burguesa que
viene recorriendo la movilización popular.
Pero esa autoconvocatoria se ha ido desprendiendo de todo lo viejo que aún
traía desde origen, producto de una práctica social de siglos de la democracia
representativa, y ese proceso todavía no culmina. La lucha entre lo nuevo y lo
viejo está más vigente que nunca y tenderá a profundizarse.
Lo nuevo, lo revolucionario, hoy campea con la bandera en alto de la demo-
cracia directa la cual no admite y rechaza a la democracia representativa, es decir
burguesa, que lleva a vía muerta cualquier iniciativa por más masiva y partici-
pativa que fuere.
39
El ejercicio de la democracia directa también viene de la mano de un tipo de
organización nueva que comienza a despuntar en el movimiento de masas y que
se opone a la vieja institucionalidad verticalista que deja en manos de la decisión
de unos pocos supuestos “dirigentes” el rumbo de todo proceso. Ya no hay lugar
para semejante cosa.
En ese movimiento autoconvocado con democracia directa que trae también
el germen de un nuevo tipo de organización el cual le confiere la perspectiva de
continuidad al movimiento, requiere de las ideas revolucionarias que no sólo le
den una orientación definida, sino que permita el paso del torrente de la más
amplia unidad contra el enemigo en común que ejerce el poder y que abra la ju-
gada a la más franca lucha política contra el régimen.
Cuanto más amplia sea la organización de masas, mayor será el crecimiento
en la consciencia política del conjunto de la clase obrera. Por ello, la forma de or-
ganización que adquieran los sindicatos u organizaciones obreras de diversa ín-
dole, deben decidirla los propios trabajadores, en forma colectiva. Allí radica la
esencia de la independencia política que debemos mantener.
Esa independencia política no puede ser conquistada mediante reformas en
el marco del Estado burgués, sino que debe ser arrancada e impuesta por la ma-
siva lucha de la clase obrera.
Entendemos que los puntos incluidos en nuestro Programa son políticos por-
que confrontan, desde los intereses del proletariado y el pueblo, contra el soste-
nimiento y aumento de ganancias de parte de la burguesía monopolista y el
consecuente dominio y gobernabilidad para la sumisión de las mayorías. Los
mismos son posibles de lograrse en forma inmediata, si se los procura desde una
acción masiva, superando el estrecho marco gremial o sectorial, que achican el
radio de acción, y mediante las metodologías ya puestas en práctica por las pro-
pias masas movilizadas, con pleno funcionamiento de la democracia directa, con
revocabilidad de los representantes elegidospara las tareas y responsabilidades
que la lucha demande, y con la más amplia unidad entre trabajadores y pueblo
que pueda lograrse.
Las organizaciones necesarias que se deben impulsar para lograr tales obje-
tivos a corto y mediano plazo, seguramente se irán forjando, como ya se ha ma-
nifestado en las últimas luchas, desde lo local (por fábrica, empresa, escuela o
facultad, zona o región) como expresiones de poder dual hasta expresarse en
forma nacional en una sola organización de las más amplias masas del país, de-
seosas de apoderarse socialmente de todos los recursos naturales e industriales
creados hasta hoy. Los mismos que son de todos y de nadie en particular, debe-
rán pasar a manos de los trabajadores y el pueblo como punto cúlmine de la pri-
mera fase revolucionaria que ya se está transitando.
La unidad necesaria entre proletarios, trabajadores en general, estudiantes
y sectores populares, que hará posible lo arriba propuesto, sólo será posible lo-
grarla al calor de la lucha y la acción conjunta.«
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BASES MATERIALES EN LAS QUE
SE APOYA NUESTRO PROGRAMA
1 - INTRODUCCIÓN
41
del hambre en nuestro país y valorarlas en función de los intereses de nuestra
clase, tomando en consideración lo hecho hasta aquí por la clase obrera y el
pueblo, a pesar del objetivo explotador de la burguesía y de la impronta que el
mismo le ha dado sumido al fin de la ganancia y no del desarrollo del ser humano.
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43
3 - PRODUCIMOS BIENES MATERIALES QUE LA BURGUESÍA CONSIDERA
SÓLO VALORES PARA LA GANANCIA
A pesar de que lo que se produce son bienes materiales que bien pudieran
servir a la satisfacción de las necesidades de la población argentina mediante
un reparto criterioso de los mismos, nos encontramos con que todo se reduce a
producción de valores con el objeto de ser negociados para obtener, a partir de
ellos, valores superiores. Así, las masas laboriosas, en vez de gozar de un reparto
de lo producido para atender a sus necesidades y las de sus familias, obtienen,
en forma de salario, un valor que, al momento de ser transformado en bienes, no
les alcanza para cubrir dichas necesidades básicas de acuerdo a las exigencias
del desarrollo alcanzado por la sociedad y, en un porcentaje importante de esa
población, ni siquiera a sus necesidades más elementales como alimento, cobijo,
vestimenta y servicios esenciales (agua, electricidad, gas).
Por eso, el motivo de este escrito es mostrar negro sobre blanco que, en la
situación actual, con la forma de producción actual, bajo las leyes del capitalismo
y aunque el objetivo de la producción dirigida por los propietarios de los medios
de producción (burguesía, más precisamente, la burguesía monopolista que es
la que ostenta los resortes fundamentales de la gran producción industrial), la
cantidad de bienes que producimos como país, alcanzaría perfectamente a cubrir
las necesidades básicas de toda la población argentina que, al momento actual,
alcanza a la cantidad estimada de 45.000.000 de habitantes.
Los números que describiremos destrozan la mentira hartamente utilizada
repetidamente por los dueños del poder, los funcionarios del Estado y los
gobernantes de turno quienes se intercambian los puestos cada cuatro años,
elecciones mediante, pero no modifican un ápice, por propia voluntad, salvo que
se vean obligados por virtud de la lucha de clases, el estado de cosas que lleva
inexorablemente a un enriquecimiento cada vez superior de la clase propietaria
y, simultáneamente, a un empobrecimiento mayor de las masas laboriosas.
Antes que nada, aclaremos que las estadísticas referidas a la producción
agraria son estimativas, tomadas de organismos oficiales. Pero además el lector
debe contemplar que la producción agraropecuaria sufre cambios con el
rendimiento de las cosechas y los vaivenes del mercado. Una parte muy
importante de los cambios en las cosechas tiene que ver con la falta de
planificación en la producción. Un ejemplo muy sencillo lo constituyen las
inundaciones en zonas que antiguamente no eran inundables, producto de la
desviación de ríos y canales de riego de manera anárquica. Nuestro objetivo, es
demostrar que, si los bienes producidos se repartieran de acuerdo a la cantidad
de habitantes existentes en Argentina destinando la exportación exclusivamente
al producto excedente, el problema del hambre en nuestro país se podría
solucionar de manera inmediata.
I - Alimentos:
a) - Trigo
En 2018 se produjeron 18.518.045 Toneladas de trigo, de las cuales se
exportaron 12.673.580 Toneladas (68% de la producción). 604.724,93 Toneladas
44
fueron exportadas como harina de trigo. El consumo interno de harina de trigo
se estima en 3,5 millones de toneladas, lo que equivale, para el año 2018, a un
consumo per cápita anual de 77,7 kg. A nivel mundial Argentina es el 11º
productor de trigo representando el 2,4% de la producción. En cuanto a las
exportaciones, se ubica en el 7º lugar.
b) - Maíz
El total de maíz producido en 2017 es de 4,3 millones de toneladas. Argentina
es el 4º productor mundial detrás de EEUU, China y Brasil y el 3º
exportador,abarcando el 16% del comercio mundial.
c) - Soja
La argentina es el tercer productor mundial de soja; el 1º exportador de aceite
(5 millones de toneladas anuales) superando a Brasil y EEUU que exportan poco
más de 1 millón de toneladas. Además, es el 1º exportador de harina de soja
(subproducto de la producción de aceite), exportando cerca de 30 millones
detoneladas, mientras que Brasil exporta 15 millones de toneladas y EEUU, 10
millones de toneladas). Asimismo, Argentina es el 3º exportador de poroto de
soja. Brasil lidera el ranking con 62 millones de toneladas contra las 8 millones
de toneladas que exporta nuestro país. Esto denota que, en el mercado mundial,
Argentina exporta un producto de soja de mayor valor agregado que sus
competidores. La soja presenta, con mayor tenor que otros cultivos dada su
extensión, una mayor variación interanual en la producción total, lo cual
determina principalmente las exportaciones de grano de soja sin atravesar
procesos de industrialización. Es decir que la preferencia para la exportación
ante una merma en la producción de soja, sigue siendo su procesamiento
industrial. Una parte de la producción de aceite es destinado además a la
producción de biodiesel. Aquí no contemplamos este factor, dada su baja
incidencia en el mercado de exportación. En 2016 se procesaron 57,5 millones
de toneladas de soja, el 75% de la producción va destinado a la exportación,
siendo el 80% exportado bajo alguna forma industrializada.
45
Cantidades en tn. correspondientes al 2016
Total soja 57.500.000
Poroto de sojaexcluidos p/ siembra 8.918.312
Aceite de soja en bruto, incluso desgomado 5.624.030
Harina de soja y "pellets" de la extracción del aceite de soja 29.074.912
Aceite de soja refinado, excluido en envases 4.613
Total de exportaciones 43.621.869
% de exportaciones 75,9
% industrializado de las exportaciones 79,6
d) - Girasol
La Argentina es el 4º país productor de girasol detrás de Ucrania (13,7 MTn),
Rusia (10,8 MTn) y la Unión Europea (8,4 MTn). Es el 8º exportador de granos,
dado que la mayor parte de la producción pasa por algún proceso de
industrialización posterior, lo que ubica a la Argentina como 3º exportador de
harina y aceite, en ambos casos por detrás de Ucrania y Rusia. Tomando los datos
de la campaña 2017, donde se obtuvo una producción de 3,5 millones de
toneladas, casi el 44% fue destinado a la exportación, del cual el 95% pasó por
algún proceso de industrialización (sea como harina, pellet o aceite) y el 18% de
lo exportado corresponde a aceite de girasol.
46
de “productores” terratenientes y arrendatarios y a esas 15 grandes empresas,
con sus satélites tercerizados, controlaría la producción y distribución de granos
en nuestro país, mediante lo cual podría resolver en forma inmediata el problema
de la alimentación básica para nuestro pueblo y manejar el intercambio de
productos excedentes para obtener, de otros países, bienes que nos hicieran falta
para satisfacer otras necesidades básicas, en el marco de un proceso de
reestructuración de toda la producción nacional.
47
Cuadro 1: Producción histórica por cabezas de ganado faenadas.
Fuente: Ministerio de Producción.
f) - Lácteos
48
La única opción que tenemos la clase obrera y el pueblo trabajador, es la de
poner en manos de los productores(quienes fabricamos cada producto y
realizamos todos los servicios), esos medios de producción. Esto sólo será posible
mediante la expropiación de esa propiedad privada y la socialización de la
misma, lo cual se logrará mediante una lucha tenaz por la conquista del poder
político en manos de la clase obrera y el pueblo que deberán destruir el Estado
capitalista e implantar el Estado revolucionario que legisle, ejecute y controle el
buen destino social de la producción social.
El Estado que sirve a los monopolios y al sostenimiento del capitalismo
deberá ser destruido y sobre sus ruinas, deberemos construir el Estado
revolucionario obrero y popular, cuyos gérmenes ya están brotando en las
organizaciones que se van gestando en la lucha actual por las conquistas y la
democracia. Organizaciones en las que se va aplicando la democracia directa.
Organizaciones locales y regionales que deben confluir en una organización
nacional que centralice todas las decisiones políticas, económicas y sociales del
nuevo país.
Pero tal como se va efectuando en las luchas con ese germen del nuevo
Estado que va creándose, una vez en el poder, el nuevo Estado deberá
sustentarse en una amplia movilización de masas, entendiendo como tal, la
participación activa de cada uno de los trabajadores, estudiantes y vecinos en
general tanto en la toma de decisiones como en la aplicación efectiva de las
resoluciones tomadas.
Las bases materiales descritas más arriba existentes en esta sociedad hoy,
sin embargo, orientadas a la obtención de ganancias para unos pocos, a pesar
de ello, nos permiten afirmar tajantemente que la revolución a la que aspiramos
no es un sueño irrealizable como gustan calificar falsamente los burgueses y el
coro de funcionarios y sectores medrosos del pueblo que aún dudan de las
fuerzas potenciales del proletariado en unidad con los sectores populares, para
la resolución de los problemas de la producción.
La propiedad social de la tierra, y de los medios de producción hoy en manos
del capital monopolista, hará que el nuevo estado proletario y popular,
decidiendo sobre su movilización permanente, no sólo orientaráa la satisfacción
de las necesidades de la población, lo que ya hoy se produce, sino que modificará
el modo de producción, el intercambio, la distribución y hasta el consumo de todo
lo producido. Las industrias que hoy producen bienes que no necesitamos
prioritariamente, serán modificadas para la producción de lo que
verdaderamente necesitamos y sobre dicha base material, se acumulará riqueza
para ser destinada a nuevas industrias que hoy no existen y que precisaremos
para un desarrollo armónico de la nueva sociedad.
49
Es absurda la idea de volver atrás la rueda de la historia y fomentar la
pequeña industria que sólo traería atraso sobre todo lo logrado en tecnología,
ahorro de materias primas y recursos naturales, optimización de la fuerza de
trabajo colectiva, etc. No se trata de dar pasos hacia atrás sino de avanzar en lo
que la propia gran industria capitalista tiene frenado: la posibilidad de un
desarrollo sin límites, hoy reducido a quien puede comprar lo producido.
Expropiando a esos monopolios, esa enorme fuerza laboral, movilizada,
tomando decisiones y ejecutándolas al servicio de las necesidades sociales, con
arreglo a un plan nacional centralizado, elaborado por esa misma fuerza
organizada a partir de las fábricas, empresas, barrios, y centros educativos, es
decir, por el Estado revolucionario, pondrá todos los recursos de la gran
producción industrial al servicio del pueblo. Hablamos de la explosión generada
por una liberación de la fuerza productiva social, solo lograble con un proceso
revolucionario que se asiente firmemente en la base del Estado socialista. El
germen de ese proceso revolucionario, hoy está en marcha y debe profundizarse
hacia ese objetivo. Esta tarea de mostrar la dirección política que apunte a ese
logro es una labor indelegable del Partido Revolucionario, profundamente inserto
en la clase obrera y sectores del pueblo, metido y comprometido con las
organizaciones políticas de masas y los actuales gérmenes del poder local que
hoy se expresan en la autoconvocatoria organizada que el propio movimiento de
masas ha generado en la lucha de clases contra el opresor burgués monopolista.
Para ello, el Partido debe desarrollarse y robustecerse al calor de la lucha y la
construcción incesante a fin de convertirse en fuerza material dirigente.
50
51
El cuadro anterior, nos muestra una estadística basada en un universo de
28.261.000 habitantes, a la que corresponde una población activa de 13.285.000.
Si extrapolamos esa cantidad a la población estimada de 45.000.000 tenemos
que la población activa actual en nuestro país, es de 21.153.710.
Lo mismo hacemos con la población activa ocupada que pasaría de
11.947.000 sobre 28.261.000 a 19.023.212 sobre los estimados 45.000.000
habitantes actuales. Debido a lo cual tenemos actualmente una desocupación
de 2.130.498.
Con esa fuerza laboral, trabajando para la satisfacción de las necesidades de
la población y el proyecto de crecimiento, no tendríamos la desocupación de más
de dos millones de personas actuales que no tienen cabida en esta sociedad
capitalista, limitada por la producción destinada a quien la pueda comprar. Por
el contrario, en la sociedad socialista que no está basada en la ganancia, cada
trabajador es indispensable para la producción. Poner en movimiento esa enorme
fuerza laboral de mujeres y hombres tras el objetivo común como es el beneficio
de todo el ser social proletario y popular, moverá hasta los cimientos a cada ser
humano, multiplicará además las potencialidades, la necesidad del
perfeccionamiento del trabajo y la productividad social, el desarrollo educativo
y científico, la creatividad y el compromiso contenidos hoy por la competencia
irracional del mercado y el yugo de la explotación.
Las estadísticas antes señaladas nos muestran claramente que tenemos una
producción de alimentos no sólo para resolver el hambre actual o las necesidades
con las cuales lleguemos a la instancia de la construcción socialista, sino para
cubrir en diez veces más dichas necesidades, lo cual significa una ventaja
extraordinaria a tener en cuenta como obreros y pueblo argentino.
El problema central de todo proceso revolucionario es el hambre. Muchos de
los pueblos del mundo que hicieron su experiencia socialista malograda,
debieron enfrentar en inferioridad de condiciones esa herencia durísima que les
dejó el capitalismo. La producción en manos de un campesinado numeroso o
mayoritario, empobrecido y sumamente castigado por la explotación capitalista
y con aspiraciones de enriquecimiento a partir de su pequeña producción familiar
sumamente extendida, obstaculizó en gran parte la puesta en práctica de un
plan de producción centralizado por parte del Estado revolucionario. En muchos
casos debió incentivarse con mecanismos propios del capitalismo esa producción
esencial para el ser humano, lo cual derivó en grandes complicaciones para la
socialización.
El alimento es la primera y más elemental de las producciones del ser
humano, en nuestro país, como dijimos, estamos en condiciones de no sólo
producirlo para cubrir la necesidad de los 45.000.000 millones de habitantes
actuales sino para un número diez veces mayor. Con esto queremos decir que el
principal problema que debieron afrontar revoluciones pasadas, el problema del
hambre, se encuentra solucionado desde el vamos en nuestro país con la simple
conquista del poder político por parte de la clase obrera, lo que desata una
incontable cantidad de fuerzas productivas con las que otros procesos
52
revolucionarios no contaron.Se desnuda la mentira rotunda de que nuestro país
deba atravesar un proceso de industrialización para resolver los másacusiantes
problemas del pueblo trabajador. Y esa producción en su casi totalidad, se realiza
mediante una gran producción industrial en manos de un puñado de monopolios.
Expropiar a los mismos y ponerla en manos de un proletariado y un pueblo
ansiosos de resolver los problemas del hambre, es un camino directo e inédito
en los procesos revolucionarios experimentados en todo el mundo. Contamos con
una fuerza de trabajo calificada no sólo de quienes manejan la siembra, la
cosecha, la cría de ganado de las distintas especies, la industrialización de esos
frutos, en la ejecución de dichas tareas, sino también con un plantel de técnicos
e ingenieros hoy trabajando para el INTA, el INTI, el SENASA, en cooperativas
de nombre que, en los hechos, son grandes empresas, y en los propios
monopolios. Todos esos trabajadores son asalariados y, por lo tanto, fuerzas
potenciales de la revolución.
Además de esa producción básica que hemos descrito, contamos hoy mismo
con producción de acero, aluminio, minerales de todo tipo, combustibles fósiles,
gas, energía eléctrica, pesca sub explotada con una riqueza enorme en la
plataforma continental más extendida del mundo, cemento, madera, algodón y
fibras, remedios, drogas y elementos para la salud y la medicina, maquinaria
agrícola, ferrocarriles, aviación, automotores, etc. (Ver el cuadro del PIB inserto
en este mismo trabajo).
No necesitaremos capitales, tal como rezan en forma de letanía los burgueses,
los funcionarios y los medrosos sectores que prefieren vivir prendidos a las
hilachas del sistema dando la espalda al sufrimiento insoportable de las grandes
mayorías de la población deseosas de un cambio al que no aciertan cómo
transitar hacia su realización pues no hallan aún el camino para lograrlo.
El capital es generado por el trabajo asalariado y nunca al revés. Por lo tanto,
el trabajo, modificando la naturaleza, constituye el factor que crea riqueza a
través de la fuente primaria de esa riqueza que es todo lo material que
encontramos en el planeta. Nuestro proletariado es altamente calificado para
llevar adelante esa producción centralizada y organizada con arreglo a un plan
de desarrollo creciente.
Un pueblo resuelto a producir para satisfacción de sus necesidades y futuro
desarrollo, no necesita “capitales” sino una fuerza de trabajo organizada para el
fin fijado y un territorio capaz de brindar fuentes de materias primas
fundamentales para su transformación en productos que colmen esas
necesidades, además del propio desarrollo en medios de producción, ciencia y
técnica acordes a los tiempos actuales para ponernos en marcha. Y, como nos lo
revelan los datos más arriba detallados, contamos con toda esa base material.
El mundo capitalista es un mundo de producción de bienes,limitado a quienes
pueden comprarlos. No es un modo de producción para todos, pues el propio
proceso de enriquecimiento de un sector mínimo en desmedro del
empobrecimiento de las amplias mayorías, hacen que cada vez sea más estrecho.
En cambio, la sociedad socialista es una sociedad abierta a todos quienes
trabajan socialmente para una producción nacional capaz de satisfacer las
necesidades de vida inmediata y las del desarrollo futuro. Por lo tanto, lo que
necesitaremos, una vez tomado el poder, es ampliar cuantitativa y
cualitativamente la mano de obra y las regiones y superficies de trabajo para
53
desarrollar una producción mucho más grande que la actual, que lleve a la
creación de una riqueza social inédita e irrealizable en el mundo cada vez más
estrecho de la sociedad capitalista.
Se podrá planificar así, en forma nacional lo que se produzca, cómo se
produzca, cuánto se produzca, en dónde se produzca para optimizar las fuerzas
del pueblo (con lo cual se irá modificando la geografía poblacional eliminando,de
a poco, las grandes concentraciones urbanas y la despoblación en el agro), en
armonía con la naturaleza, la eliminación paulatina de las diferencias y la división
del trabajo entre trabajo intelectual y manual, el agro y la ciudad.
Es que cada organización político-económico-social tiene su propia ley
poblacional derivada de ella misma. Las grandes urbes en donde se concentra
elefantiásicamente la riqueza del capital financiero darán lugar a las urbes más
pequeñas y dispersas más armónicamente en la vasta extensión geográfica
argentina que cuenta con casi 2.800.000 kms. cuadrados en la parte
continental,pero a la vez conectadas firmemente mediante un plan nacional,
ligadas a las nuevas formas de producción.
También se modificará el intercambio ya que las mercancías con las que
actualmente se obtienen ganancias, dejarán su sitio a la producción de bienes
destinados a la satisfacción de las necesidades y confort de los obreros y pueblo
trabajador.El intercambio de bienes con otros países quedará sujeto y en
dependencia absoluta de las necesidades sociales y de desarrollo humano. La
distribución no se hará más con base en un salario, sino que los trabajadores
todos tendrán derecho, en relación a su trabajo, a gozar de los bienes que estarán
destinados al consumo individual y social, independientemente de la forma que
tenga el instrumento (dinero, tarjeta de consumo, cuenta corriente, etc.) a través
del cual se accederá a los mismos. Asimismo, los propios medios de producción
se distribuirán en la geografía siguiendo los planes nacionales de optimización
de fuerzas y crecimiento social. Y, por último, también el propio consumo se
modificará como resultado de todo lo transformado, ya que tanto las necesidades
de la producción (consumo productivo) como las del consumo individual y social,
serán satisfechas con base en el trabajo aportado y las prioridades de la vida
humana y el desarrollo de todo el conjunto social (incluyendo a jubilados,
pensionados y a las personas que estén impedidas de trabajar) hacia una mejora
constante en las condiciones de vida.
Para eso es que trabajaremos en la nueva sociedad y no para beneficio de un
grupo de zánganos parásitos como lo hacemos actualmente por imposición de
la explotación burguesa en contra de nuestra propia voluntad.«
DE DÓNDE VENIMOS
55
Despegamos la propaganda revolucionaria de la organización revolucionaria,
y al diluir el Partido entre las masas, diluimos la propaganda entre las masas.
Fuimos muy críticos de estas falencias, pero en esas críticas de lo actuado no
encontramos -por un tiempo- las causas del problema. Pero el mismo estaba y
había que seguir buscando las causas.
Llegamos a octubre de 2018 y en aquel Comité Central arribamos a una pri-
mera síntesis de esa búsqueda. Y del pensamiento crítico pasamos a la autocrí-
tica. Habíamos debilitado la construcción del Partido y una consecuencia de ello
fue la ausencia de la propaganda revolucionaria entre las masas. Habíamos de-
bilitado uno de los pilares de la construcción del Partido, concebida como lo ha-
bían hecho nuestros fundadores.
Ese pensamiento autocrítico comenzó a pesar, y en ello, el Partido reaccionó
favorablemente. Un nuevo aire se respiraba al saber las causas de nuestros erro-
res, pero había que abordar lo más básico de una organización de partido prole-
tario (el funcionamiento) y en ello pusimos especial atención y esfuerzo.
Abordamos el tema de la propaganda revolucionaria por “detrás” de otros
problemas de la construcción, pero -dialécticamente- la vamos introduciendo
desde el punto de vista estratégico. Empezamos a asimilar que no hay posibili-
dad de construir partido sin propaganda y no hay propaganda sin partido.
¿Cómo entender la independencia política e ideológica del proletariado y el
pueblo sin una herramienta de carácter clasista? ¿Cómo entender una herra-
mienta sin abordar la propaganda política en donde estamos construyendo el
partido?
Desde esa concepción, la propaganda del partido se transforma en una de
las patas fundamentales de nuestro proceso revolucionario.
La burguesía monopolista nos ha sacado una ventaja apreciable en cuanto a
la penetración de sus ideas de dominación. Pero –particularmente- ha puesto el
acento en desnaturalizar a la clase obrera como clase para sí. Varias décadas uti-
lizando sus recursos para centrarse en ese ataque. Y si lo que tenemos que hacer
es frenarlo para avanzar en las ideas revolucionarias, se trata de retomar esa
tarea desde “el pie”.
No debilitaremos (por el contrario) fortaleceremos y a la vez nos extendere-
mos en la propaganda nacional. Tarea que hemos hecho en forma regular, cre-
ciendo en el día a día y que -de una u otra manera- nos ayuda a superar los
problemas de la propaganda que nunca se debería haber debilitado.
El Partido, en cada lugar en concreto que esté presente, debe valorizar la pro-
paganda local, aquella que exprese en política e ideología los intereses de clase.
Insistimos: sin la propaganda no hay construcción del Partido, y sin partido no
hay propaganda.
El avance que vamos teniendo en el funcionamiento del Partido tiene su techo
cuando la propaganda no está inserta en los planes. Construcción del Partido y
propaganda deben “codearse” para poder desplegar la fuerza de las ideas revo-
lucionarias, en una situación de masas ávida por nuevas ideas.
Las avanzadas que resisten, que luchan, están en búsqueda de respuestas.
La propaganda se transforma en una necesidad para abrir las compuertas del
potencial existente en todo el territorio nacional.
Si bien la propaganda del sistema nos ataca por arriba, desde un poder de fuego
varias veces superior al de los revolucionarios, mal haríamos en pensar la propa-
56
ganda solamente desde esa altura. Se trata entonces de asimilar que la guerra de
ideas la debemos volcar fábrica por fábrica, barrio por barrio, escuela, colegio, fa-
cultad, centros de salud, etc. Una guerra de ideas por abajo que se multiplique por
miles y miles. Pero para ello necesitamos más partido, y más manos.
Se trata entonces de fortalecer la actividad de agitación y propaganda de lo
débil a lo fuerte, y de lo pequeño a lo grande. En definitiva, la propaganda en las
masas. Si hay un solo compañero del Partido en un frente de masas, es ese mili-
tante el que debe comenzar, aunque más no sea con su “hojita”, a replicar las
ideas revolucionarias en política y en ideología.
Se comienza a estar presente en ese mar de confusiones que la clase domi-
nante a sostenido por años, comienza a darse la batalla en el terreno que más
nos favorable; aunque no por ello, menos complejo.
Es la etapa en donde la propaganda se conjuga con la captación de compa-
ñeros a nuestras filas, con los “colaboradores” de la difusión de las ideas revolu-
cionarias que conlleva un mínimo de organización, de una atención específica.
El Partido reaviva la revolución en cada trinchera y la propaganda es un abre-
puertas para ir incorporando fuerzas propias en situaciones de resistencia, de
ida y vuelta en las luchas.
El volante, el boletín del Partido localmente, son dos herramientas fundamen-
tales que no pueden esperar a salir hasta que no acumulemos un mínimo de fuer-
zas. El militante del partido es multilateral en el estado más embrionario en que
nos encontremos, para luego pasar a una división de tareas más específica. Sin
propaganda no hay apertura de nuevas fuerzas, sin nuevas fuerzas no hay pro-
paganda y ese círculo se rompe haciendo la propaganda en las condiciones más
básicas que nos encontremos. Pero se hace.
Es en ese movimiento dialéctico de fuerzas propias en donde se conjugan las
ideas y la materialización de las mismas en organización propia, en acumulación
propia, para garantizar cada vez con más fuerzas la incidencia de la concepción
y el proyecto revolucionario entre las masas.
Es en ese proceso en donde se va amasando el proyecto revolucionario, con
planes cada vez más precisos. Y si hablamos de proyecto también hablamos pro-
paganda, de lucha ideológica. Y si hablamos de plan, es en ese andar que la gue-
rra ideológica contra nuestro enemigo de clase va echando sólidas raíces, en un
terreno cada vez más favorable para la revolución.
En el texto “La ideología alemana” Carlos Marx definía que las ideas domi-
nantes en cada época social histórica “no son otra cosa que la expresión ideal de
las relaciones materiales dominantes existentes en la sociedad, concebidas como
ideas; por tanto, las relaciones que hacen a una determinada clase dominante son
también las que confieren el papel dominante a sus ideas”. Y luego agrega: “La
clase que dispone de los medios de producción material dispone, a la vez, de los
medios de producción intelectual; tanto así, que lo uno en lo otro, las ideas de
aquellos a quienes les son negados los medios de producción intelectual están so-
metidos, por eso mismo, a las ideas de la clase dominante”.
Con esto lo que nos quería decir es que la comunicación nunca es neutral;
siempre es clasista.
57
Lo que se busca es imponer al receptor del mensaje un punto de vista propio,
con el propósito que esa influencia se exprese en acciones determinadas. En
otras palabras: se “informa” para dirigir.
Escribía Ernesto Guevara en “El socialismo y el hombre en Cuba” que: “Las
leyes del capitalismo, invisibles para el común de las gentes y ciegas, actúan sobre
el individuo sin que este se percate. Solo ve la amplitud de un horizonte que apa-
rece infinito. Así lo presenta la propaganda capitalista que pretende extraer del
caso Rockefeller —verídico o no—, una lección sobre las posibilidades de éxito. La
miseria que es necesario acumular para que surja un ejemplo así y la suma de ruin-
dades que conlleva una fortuna de esa magnitud, no aparecen en el cuadro y no
siempre es posible a las fuerzas populares aclarar estos conceptos... De todos
modos, se muestra el camino con escollos que aparentemente, un individuo con
las cualidades necesarias puede superar para llegar a la meta. El premio se avizora
en la lejanía; el camino es solitario. Además, es una carrera de lobos: solamente se
puede llegar sobre el fracaso de otros”.
Lo que relataba el Che respecto a cómo opera en lo ideológico la propaganda
del sistema, sumado al concepto de Marx que incluimos al inicio de este punto,
echan por tierra la tan mentada “objetividad” de la prensa burguesa, aspiración
que la clase dominante repite una y mil veces. La realidad existe en forma obje-
tiva, independientemente de nuestros deseos, fuera de nuestra voluntad; ello no
significa que su reflejo periodístico sea objetivo, vale decir, fiel, exacto o acertado.
Pero la verdad existe y es patrimonio del pueblo; siempre está del lado de las
fuerzas sociales que representan los intereses del desarrollo social. La auténtica
objetividad, por tanto, no es neutral ni imparcial. Por ello mismo es que Lenin
pregonaba que la propaganda revolucionaria debía decir “toda la verdad, sin
ocultar nada”; la verdad favorece siempre a las fuerzas del progreso, “es siempre
revolucionaria”.
Nos encontramos sometidos cotidianamente a vivir en un sistema que no
brinda a las mayorías laboriosas ninguna alternativa de vida digna, ni ofrece un
futuro para mejorarla.
La agudización del enfrentamiento de clases pone blanco sobre negro la nece-
sidad de una acumulación de fuerzas en el campo del pueblo, sin importar la di-
mensión inicial de la misma, pero contemplando sus características y calidades,
cuando estas expresan experiencias de nuevo tipo. Esta realidad se expresa en
los lugares de trabajo, en los barrios, pueblos y ciudades, donde sectores de masas
profundizan la búsqueda de una salida política a la crisis estructural capitalista.
El reclamo y las luchas contra las injusticias de toda índole a que nos somete
este sistema nos sitúa en un importante nivel de enfrentamiento pero que aún
es insuficiente para lograr transformar esta sociedad. Es necesario que las más
amplias masas tengan en sus manos la política y la táctica que los impulse a una
acción insurreccional de cambios profundos.
Para que esas experiencias concretas y reales se encuentren con el proyecto
revolucionario y el partido de clase que las representen, es necesario poner en
sus manos el proyecto. La amplitud y masividad de la propaganda revoluciona-
ria como herramienta para la lucha ideológica, permitirá no sólo que el proyecto
comience a sentirse como propio, sino también ayudará a armarse de ideas po-
líticas que expresen la posibilidad de resolver definitivamente los problemas y a
luchar para concretarlo.
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A la par es necesario trabajar en profundidad, dándole a esa incipiente ener-
gía de cambio que existe en forma latente en nuestro pueblo, una calidad dis-
tinta, una organización en torno a una política revolucionaria que contenga y
enfoque hacia una dirección de la insurrección.
Un histórico postulado marxista plantea que sin teoría revolucionaria no hay
revolución. Los fundadores del marxismo definieron a su ciencia como una guía
para la acción, como un arsenal teórico no sólo para analizar y comprender el
funcionamiento del modo de producción capitalista y la sociedad que engendra,
sino especialmente para transformarla a través de una revolución social que edi-
fique una nueva sociedad, la sociedad socialista en marcha hacia el comunismo.
Lejos de una visión dogmática que vacía de materialismo al marxismo y lo
convierte en algo así como un catecismo, estamos convencidos que, desde ese
fabuloso basamento ideológico debemos continuar la elaboración de una teoría
que responda al aquí y al ahora: un plan revolucionario.
Es decir, que avance sobre el grado de desarrollo capitalista, sobre la historia
de lucha de nuestra clase obrera y nuestro pueblo, sobre el estado de ánimo y la
disposición de los trabajadores, y sobre el estado de la lucha de clases. El mar-
xismo como análisis concreto de una situación concreta. Planteamos esto porque
asistimos hoy a un gran desafío en el terreno ideológico.
La burguesía ha dado espacio a una camada de intelectuales (nativos y ex-
tranjeros), bajo el rótulo de neo marxistas, post marxistas y hasta eco marxistas.
Muchos son francamente contrarrevolucionarios; otros (los menos) desde su ais-
lamiento individual, no alcanzan a ver lo nuevo que está surgiendo y terminan -
queriendo o no- haciendo de furgón de cola de la burguesía. Términos como
multitud, espontaneidad, sociedad civil, poder alternativo y marginal, entre otros
tantos, son utilizados permanentemente para no hablar de las clases, negando
la lucha de clases como motor de la Historia. Lo que unifica estas posiciones
es la crítica al capitalismo y una ausencia absoluta de propuestas de transfor-
mación. Mutilan la esencia del marxismo como guía para la acción en el camino
hacia la revolución social.
Frente a todo este contrabando ideológico, no renunciar a nuestra razón de
ser como clase proletaria y plantear a todos los que nos rodean la necesidad de
una salida revolucionaria a la crisis y al caos capitalista, actuando dialéctica-
mente para que este se profundice, aparece en toda su dimensión: es el camino
que debemos recorrer, sin dudas y cada vez con mayor decisión.
Desde nuestra acción y pensamiento levantamos más alto que nunca la vigen-
cia del marxismo leninismo, la confianza absoluta en las reservas de la clase obrera
y los pueblos como artífices y creadores de la Historia y de su propio futuro.
Pensamos que estamos aportando hoy al desarrollo de una teoría revolucio-
naria que excede los límites de nuestro territorio, fortaleciendo esa naciente van-
guardia que asoma en nuestro país, formándola en el marxismo leninismo,
profundizando su conciencia revolucionaria.
En la búsqueda de fortalecer la conciencia de clase para sí, la propaganda
revolucionaria es indispensable. Su norte debe ser constituirse en una herra-
mienta para la acción política.
Lenin enseñaba que, “si las ideas no se llevan a los hechos, se hacen deseos
inofensivos sin ninguna posibilidad de ser adoptados por las masas, para su reali-
zación”.
59
Traducir la táctica del enfrentamiento de clases para que sirva en cada centro
fabril, en cada centro laboral, en cada frente de trabajo, implica que cada uno de
nosotros seamos un propagandista de esas ideas. Esa propaganda irá hacia el
conjunto de las masas de cada lugar, expresando en política lo que ellas ya sien-
ten o intuyen.
En ese marco, la propaganda revolucionaria es un pilar de la organización
de la clase obrera y del pueblo. Transitamos una etapa en donde es mucho lo
que puede avanzar el proyecto revolucionario, pero es necesario que la clase
obrera y el movimiento de masas comiencen a saber por qué hacerlo, qué deben
hacer y cómo se debe hacer.
Incrementar la propaganda de las ideas revolucionarias desde su más pro-
funda concepción ideológica, con el objetivo de hacer conocer que hay una salida
política a los problemas de la clase obrera y del pueblo, y hacer conocer que
existe una organización revolucionaria dispuesta y capaz de dirigir la fuerza de
masas en ese camino, es un desafío indelegable. Esto ayudará a destapar y mul-
tiplicar las fuerzas que ya están jugando un papel en la lucha colectiva, para lle-
var a cabo los sueños y aspiraciones que las amplias mayorías tenemos, y que
podemos conquistar.
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un carácter clandestino. Muy diferente es en establecimientos en dónde los de-
rechos políticos se sostienen a capa y espada. Ese “arco” muy amplio a consi-
derar debe asentarse en el funcionamiento político del organismo partidario que
define esos planes. Lo determinante es que -sea la situación sea- contar con esa
herramienta en nuestras manos. Porque el Boletín es la independencia política e
ideológica por excelencia en el seno de las masas, es nuestro destacamento que
da su posición ante cada hecho.
Debemos distribuirlo mano en mano e ir tejiendo una red en esa dirección. A
la vez, puede transformarse en “volante” en los lugares de paso cotidiano de
otros trabajadores, ampliando la influencia de las ideas revolucionarias.
Lo que estamos planteando, el “ingreso” sistemático de las ideas revolucio-
narias a los lugares de trabajo, no sucedía desde hace décadas. Un obrero, un
asalariado, un vecino o un estudiante, tienen en sus manos un conglomerado de
propuestas de acción independiente, de nuestra clase.
Verter posiciones políticas, denunciar el despojo y la explotación, promover
debates, convocar… pero también abordar los temas ideológicos sin subestimar
en absoluto a nuestros interlocutores, “si van a entender o no”. Lenguaje directo
y entendible, es un ejercicio práctico que de ninguna manera debe rebajar su
contenido.
Tenemos que hablar de la lucha de clases, del poder, del socialismo, del Es-
tado, con un vocabulario simple y llano, del proyecto revolucionario… Los Bole-
tines son una herramienta de lucha ideológica entre las masas.
Si “al pie de la máquina”, en nuestro lugar de trabajo hay un oído receptor
que se encarga de propagar las ideas, la lucha ideológica está en marcha.
El tema del Boletín debe estar en el temario de cada organismo, debemos
analizarlo, ver los artículos, su distribución, su regularidad, los lectores perma-
nentes, la distribución por fuera del mano en mano…
Lucha política y lucha ideológica comienzan “por casa”, y ello significa cum-
plir con los planes votados. El control colectivo de cada organismo partidario
ayudará a despejar las vacilaciones, las dudas y las dificultades.
Es parte del funcionamiento político de cada organismo, de la organización
del partido, no podemos concebirlo como una cuestión aislada, es parte del todo
de un plan a llevar a cabo.
Hemos dado pasos significativos, pero debemos superar lo formal.
Existe una necesidad política del hacerlo con regularidad y cumplimiento.
Si no instalamos ese hábito, se transforma en un freno político e ideológico
entre las masas.
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Eso es lo que manda; si hasta parece que lo que no adquiera ese formato, no
existe hoy.
Sin embargo y, de todas maneras, esos formatos textuales no son nuevos.
Siempre existieron.
Es cierto, menos masivos que hoy, pero siempre han estado.
Una consigna con una pintada política (Qué se vayan todos); una bandera con
una síntesis de un programa (Todo el poder a los Soviets); o ese poema revolucio-
nario de nuestro querido compañero Roberto Santoro, que hoy podríamos enten-
derlo casi como un “tuit” (Militancia: de frente Marx).
62
En ellos hay ironía, humor, y hasta
algo de absurdo para agitar y propagan-
dizar los conceptos de la ideología revo-
lucionaria y la ciencia socialista.
Pretender copiarlos hoy, de hecho,
sería imposible. Pero cuán importante es
que entendamos y comprendamos en pro-
fundidad ese espíritu, esa búsqueda de
llegar con las ideas revolucionarias a
todos lados, a las más amplias masas, uti-
lizando todos los recursos que encontre-
mos a la mano en cada momento
histórico.
Desde ya, no hay manera de sustituir
el estudio a fondo de los clásicos, sus tex-
tos completos, profundos. Tampoco los
bolcheviques buscaban eso. Ni lo busca-
mos ahora, cuando hemos decidido abor-
dar la propaganda revolucionaria usando
también las redes sociales.
Es exactamente lo contrario: el desafío es encontrar las maneras, las estéti-
cas, las formas, las palabras... que nos permitan llegar a millones de lectores po-
tenciales que reciben permanentemente data en sus manos a través de un
dispositivo móvil con acceso a internet.
Una tarea que busca primero que nos lean allí, luego para que nos den un
“me gusta” y, por último, para que naveguen con nuestra “mothership”
(prtarg.com.ar), la que se ha trasformado en una verdadera fuente de consulta
para la reflexión y la acción política revolucionaria.
Es cierto que en épocas como estas, en donde el “inmediatismo” es una he-
rramienta bien manejada desde la ideología burguesa, no es fácil lograr que los
trabajadores y el pueblo se acerquen quizás a textos con más elaboración, esos
que requieren mayores niveles de abstracción y tiempo de lectura.
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La era actual parece acrecentar esa com-
plicación y la propaganda burguesa hace
una apología de lo breve y lo superficial.
Justamente allí es que debemos sacar
ventaja de la adversidad, colando nuestras
ideas con el ingenio que surja del intelecto
colectivo, para “instalarlas” en los teléfonos
y tablets de los trabajadores y el pueblo.
En un artículo de nuestra revista La Co-
muna, señalábamos que: “El reclamo y las
luchas contra las injusticias de toda índole a
que nos somete este sistema, nos sitúa en un
importante nivel de enfrentamiento, pero
que aún es insuficiente para lograr transfor-
mar esta sociedad. Es necesario que las más
amplias masas tengan en sus manos la polí-
tica y la táctica que los impulse a una acción
insurreccional de cambios profundos”.
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En este camino, todos los medios de la propaganda revolucionaria con que
contamos, como nuestro periódico El Combatiente, nuestra revista política y teó-
rica La Comuna, los materiales de Formación; así como la agitación a través de
volantes, pintadas, tribunos, conferencias, etc., ocupan cada uno -de acuerdo a
sus características- una trinchera decisiva en la lucha que hemos emprendido y
son los baluartes del enorme desafío que tenemos por delante.
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Consideramos indispensable el fortalecimiento de las herramientas naciona-
les de propaganda, particularmente de nuestro periódico, el Congreso resuelve:
- Todo frente constituido como tal debe contar con un boletín partidario regular
que ligue las problemáticas locales con los problemas políticos nacionales.
Lejos de plantearlo como una resolución formal, lo planteamos como uno de
los métodos esenciales para cambiar estructuralmente nuestros medios nacio-
nales de propaganda.
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El tribuno político tiene muchas aristas, se expresa en las más variadas si-
tuaciones, pero esencialmente debemos rescatar el concepto de denuncia y com-
bate político ideológico permanente al sistema. En una charla con compañeros
de trabajo, al píe de la máquina, cuando afloran las inquietudes y los problemas
que genera la enajenación; en la organización misma del trabajo en la fábrica;
en el cuestionamiento cotidiano de qué, cómo y para qué producimos; en el cues-
tionamiento a toda la línea ideológica de la educación primaria, secundaria y uni-
versitaria que ejecuta el sistema: el tribuno político debe cuestionar todo el orden
burgués desde el marxismo, debe ser un portador del proyecto revolucionario en
política y del materialismo dialéctico en ideología.
Ahora bien, tampoco se trata de tomar el concepto en forma esquemática. El
tribuno político debe saber cómo intervenir, en qué temas y ante qué situaciones
puntuales aprovechar para profundizar más en materia ideológica o en que si-
tuaciones priorizar los aspectos políticos. No estamos diciendo para nada que el
tribuno deba dedicarse a “profetizar” el marxismo a secas, eso sería metafísica,
sería anti dialéctico y por lo tanto, antimarxista.
Hemos hablado de la denuncia desde lo cotidiano, denuncia que en mayor o
menor medida se desarrolla en los sectores donde estamos trabajando. Pero hay
un tipo particular de denuncia que empieza a aparecer en algunas experiencias,
que todavía no hemos asimilado como partido.
El principio de tribuno político consiste en intervenir en mayor o menor grado,
en las más diversas y adversas situaciones de la vida, ya sea la lucha gris y co-
tidiana al pie de la máquina, como las posiciones públicas como partido, por
ejemplo, las posiciones en una asamblea, en un boletín o en los terrenos más
pantanosos. La extrema debilidad en la que nos encontramos las fuerzas revolu-
cionarias nos ubica muchas y reiteradas veces ante situaciones en las que no
contamos con las fuerzas necesarias como para desplegar la política en el terreno
que nos resulta más favorable: el de la democracia revolucionaria. Muchas veces
nos encontramos ante situaciones, ya sea en un frente como en política nacional,
en las que debemos jugar “con la cancha embarrada”, léase en lucha contra el
dominio, hoy hegemónico, de los aparatos reformistas.
¿Cómo trabajamos entonces ante esas situaciones? ¿Simplemente dejamos
de intervenir? La labor política nos obliga a intervenir en todos los terrenos, la
promoción a votar en blanco o no ir a votar, por ejemplo, es una forma de inter-
vención. Entendemos que desde ese punto de vista, todavía existe una tendencia
a intervenir cuando el terreno está fértil, cuando la cancha “no esta tan emba-
rrada”, y esa es una desviación, es una insuficiencia en la formación de los tri-
bunos políticos (ya sea que se entienda al tribuno político como una intervención
“oral” individual, asamblearia o como una toma de posición política en la propa-
ganda local).
Llegamos entonces a la conclusión de que el desarrollo de tribunos políticos
es parte inherente del proceso de formación de cuadros, militantes y agitadores
revolucionarios. Que se trata ésta de una práctica viva, no esquemática, que no
puede ser “aprehendida” de libros de texto, sino que se desarrolla en la práctica.
Se aprende y se enseña en la práctica concreta de la militancia y pasa a ser, por
lo tanto, una parte fundamental de la formación comunista.
Sin lugar a dudas, el papel de cualquier agitador, propagandista y tribuno,
adquiere un poder creciente a medida que se va desplegando en circunstancias
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de mayores libertades políticas. Por estos motivos es tan importante conseguir
la libertad política en la fábrica: cuanto menos persecución inmediata pueda ejer-
cer la burguesía –porque no le da la correlación de fuerzas- más publica puede
ser nuestra labor propagandista, y por lo tanto, más amplia y profunda.
De las dos situaciones expresadas más arriba se deduce lo siguiente: el par-
tido revolucionario no puede dejar vacíos espacios que pueden ser utilizados
para la propaganda y agitación revolucionaria, ya sea política o ideológica; dicho
de otro modo, no podemos dejar vacíos espacios de intervención política, debe-
mos ser tribunos políticos en todos los niveles, desde la más elemental interven-
ción “al pie de la maquina”, la toma de posición política en asambleas y
coyunturas adversas, hasta la intervención nacional. Como la labor de propa-
ganda del tribuno solo puede ser asimilada en la práctica, es necesario ejecutar
una práctica nacional que nos permita formar rápidamente a todos los revo-
lucionarios en esta cuestión.
Y en este sentido debemos rever críticamente nuestra política pública. No te-
nemos, hasta este Congreso, una política de intervención pública como partido.
Existen algunas aisladas experiencias donde hemos intervenido, ya sea en actos
homenaje por los desaparecidos y fusilados durante las dictaduras militares;
actos políticos en conjunto con algunas organizaciones; aniversarios del partido
o por el 19 de Julio organizados por el partido, etc. Pero en todas esas experien-
cias la intervención pública aparece como una discusión no resuelta ¿subimos
las intervenciones que realizamos a las redes sociales? ¿Intervenimos en tal o
cual acto político, a pesar de que se desarrolla en un terreno adverso, en una
“cancha embarrada”? Al no existir direcciones claras en este sentido, la misma
práctica se reproduce al interior de los frentes, frenando el desarrollo de los tri-
bunos, propagandistas y agitadores.
Como agregado a esta situación, la falta de una política pública de partido
nos lleva al abandono de distintos medios de propaganda, que han demostrado
tener mucho potencial. Hace tan solo dos años, una joven profesora universitaria
de Brasilia comenzó a grabar videos para YouTube explicando distintos concep-
tos de marxismo y relacionándolos con los tópicos semanales de la política en
ese país. Allí critica abiertamente el electoralismo de la izquierda brasilera y los
acusa de reformistas, plantea directamente la necesidad de la revolución. En tan
solo dos años llegó a tener 194.000 seguidores en YouTube. Más allá de las dife-
rencias que podemos tener lo que queremos levantar es el fenómeno: la utiliza-
ción de este tipo de red pública generó que una persona independiente,
hablando contra el reformismo y el electoralismo de la izquierda, llegase a ser
un fenómeno. Nos apoyamos en este ejemplo (entre tantos otros que existen)
como parte de la fundamentación de lo que planteamos.
En una época en que en los medios de comunicación masivos se les da aire
a los teóricos y diversionistas del progresismo y la izquierda, que no cuestionan
en ningún momento ni siquiera las relaciones de producción, debemos prestarle
atención a estos fenómenos. ¡Imaginemos el impacto que pueda tener la apari-
ción pública regular del partido! Y aquí, nuevamente, hablamos sin esquematis-
mos. Puede tratarse de una serie de videos regulares, la intervención puntual en
determinados eventos que se publiquen en los distintos medios de propaganda
con los que contamos (Instagram, YouTube, Facebook, Wasap, etc). Puede tra-
tarse, a su vez, del tratamiento de temas y posiciones puntuales (como ser la co-
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yuntura política) o aspectos generales de la teoría revolucionaria, íntimamente
relacionado a los sucesos políticos. Es decir, ni más ni menos que el ejercicio del
tribuno político desde lo nacional, aprovechando cada situación concreta: sea
los medios digitales de comunicación, como los actos y reuniones políticas donde
“la cancha está embarrada” pero entendemos que es factible intervenir difun-
diendo nuestras posiciones.
Resolvemos:
- Comenzar a ejercer una política pública del P.R.T. que aproveche las herra-
mientas digitales en forma regular, como su utilización para difundir nuestra in-
tervención política en distintas situaciones, considerando que se trata de un
mecanismo necesario para llegar a nuevos sectores sociales con nuestra propa-
ganda, así como para acelerar la formación de tribunos políticos en los frentes.
- Remarcamos que el desarrollo de una política pública para nuestro partido
no implica un abandono o una negación al partido clandestino, que es el principal
garante de nuestra independencia y continuidad política en los frentes indus-
triales, sino que se trata del necesario aprovechamiento de todas las herramien-
tas de propaganda disponibles en épocas donde las clase obrera y el pueblo han
conquistado algunas de estas generales libertades políticas.
- El Comité Central del Partido debe designar compañeros para garantizar la
concreción de la política pública nacional del Partido. Esto no anula que en re-
giones, zonas o frentes se designen compañeros para esta actividad en el terreno
local.«
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Documentos del 17º Congreso del PRT
Partido Revolucionario de los Trabajadores - Argentina
Noviembre de 2019
17° CONGRESO
PRT
Preparar las fuerzas políticas
y orgánicas del proletariado
en unidad con el pueblo.
Ejercitarlas en cada lucha,
llevar las ideas revolucionarias,
organizar y volver a organizar. Partido Revolucionario
Cada conquista política, social de los Trabajadores
y económica que se logre con
la lucha y la movilización sólo
se sostendrá con mayor lucha
y movilización. La única garantía
de triunfo definitivo será el cambio
radical de las reglas
de juego del sistema capitalista,
lo que implica la toma del poder
por parte de la clase obrera
y el pueblo.
1965 / 2019