Contra La Tolerancia
Contra La Tolerancia
Contra La Tolerancia
José Saramago
Tolerar (lo enseña el infalible diccionario de Morais) es soportar con indulgencia; soportar. Permitir tácitamente (lo
que es censurable, peligroso, merecedor de castigo, etcétera). Permitir por ley (cultos diferentes de los de la religión
considerada como del Estado). Admitir. Soportar, asimilar, digerir.
Buena prueba de la última acepción sería, por ejemplo, la frase: Mi estómago no tolera la leche, lo que extrapolando,
significa que el tolerante podría alegar que su estómago, en realidad, no soporta a negros ni a judíos, ni a nadie de esa
raza universal que llamamos emigrantes, pero que, teniendo en cuenta ciertos deberes, ciertas reglas, y a veces ciertas
necesidades materiales y prácticas, están dispuestos a permitirlos, a soportarlos con indulgencia, provisionalmente,
hasta el día en que la paciencia se agote o las ventajas proporcionadas por la emigración sufran una disminución
sensible.
La tolerancia y la intolerancia son dos grados de una escala que no tiene otros. Desde el primer grado que es el suyo,
la tolerancia lanza, a la planicie donde se encuentra la multitud de tolerados de todas las especies, una mirada que
desearía que fuera comprensiva, pero que, muchas veces, busca en equívocas formas de compasión y de remordimiento
su débil razón de ser.
Desde lo alto del segundo grado, la intolerancia mira con odio la confusión de los extranjeros de raza o de nación que
la rodean, y con irónico desprecio a la tolerancia, pues claramente ve que es frágil, asustadiza, indecisa, tan sujeta a la
tentación de subir al segundo y fatal grado como incapaz de llevar hasta sus últimas consecuencias su perpleja ansia de
justicia, que sería renunciar a lo que ha sido -simple permisión, aparente benevolencia- para convertirse en
identificación e igualdad, es decir en respeto. O igualancia, la palabra nueva que falta aunque tenga tan bárbaro
sonido...
Tolerantes somos, tolerantes seguiremos siendo. Pero sólo hasta el día en que haberlo sido nos parezca tan contrario
a la humanidad como hoy nos parece la intolerancia. Cuando llegue ese día, si llega alguna vez, comenzaremos a ser, por
fin, humanos entre humanos.
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