Juegos Simbólicos
Juegos Simbólicos
Juegos Simbólicos
El juego nace del placer de la relación con el otro, y sus funciones son la
comunicación, la experimentación, la capacidad de simbolizar y la elaboración de
las experiencias. Contribuye en la unificación e integración de la personalidad de
los niños y les permite comunicarse.
Esta actividad les permite vivir otros mundos, poner en marcha su creatividad y
su imaginación, superar miedos y ganar confianza.
El juego simbólico permite al niño convertir su habitación, el comedor y la cocina
(zonas de juego simbólico) en un castillo, un bosque, una selva o cualquier
espacio que él pueda o quiera imaginarse: un cojín en un escudo, un cubo de
playa en un fantástico sombrero o una tela es la mejor de los disfraces.
Desde los 20 meses comienza a combinar dos objetos, como poner una
cuchara en un vaso.
Organizar las aulas en este sentido responde a una estrategia pedagógica que
persigue el desarrollo de los diferentes aprendizajes del niño en función de sus
necesidades y, a la vez, permite su integración. Jugando interactúan entre ellos,
imitan a los adultos, se ponen en el lugar del otro, desarrollan su imaginación, la
creatividad.
Los adultos, a veces sin darnos cuenta de ello, podemos enviarles información
del tipo: “así no es, se hace de esta manera…”, ¡aunque la fantasía y la
imaginación son libres! ¡Si nos invitan a jugar, adelante! Los adultos podemos
ayudarles a estimular sus asociaciones de ideas, a relacionar los elementos del
juego, comprender las secuencias, avanzar hacia los conceptos y enriquecer su
fantasía y su capacidad para pensar.