Capitulo 4 - Cautivante

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REVELANDO EL MISTERIO DEL ALMA DE UNA MUJER C7

Capítulo 4
HERIDA
Estas palabras son navajas a mi herido corazón.
– SHAKESPEARE

¡Ah! Mujeres, ustedes deberían moverse aquí, entre nosotros, llenas de pena, no
más protegidas que nosotros.
– RILKE

1. Madres, Padres Y Sus Hijas


FRASE CLAVE:
Si una mujer se siente cómoda con su propia feminidad, su belleza y su fuerza, entonces hay buenas
posibilidades de que su hija también lo estará.

1. Las niñas aprenden de sus madres lo que significa ser mujer , y de sus padres el
valor que tienen una mujer , el valor que ellas tienen como mujer.
Si una mujer se siente cómoda con su propia feminidad, su belleza y su fuerza, entonces hay bue-
nas posibilidades de que su hija también lo estará.

X. De nuestras madres recibimos muchas cosas, pero primero y por encima de todas ellas están
la compasión y la ternura.
No todas hemos tenido el privilegio de crecer con madres que nos muestren el misericordioso
rostro de Dios, pero ESTE fue el propósito del Señor para la relación entre madres e hijas desde el
comienzo:

3. Que podamos ser nutridas , acunadas y consoladas por nuestras madres y aprender
de esta manera acerca de Dios .
Las niñas pequeñas aprenden a vivir como mujer observando a sus madres, sus abuelas y absor
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biendo innumerables lecciones de todas la mujeres adultas en sus vidas.
Muchos estudios han revelado que las mujeres que reportan tener una relación cercana y cariñosa
con sus padres, que recibieron seguridad, deleite y aprobación de ellos durante la niñez sufren
menos de desórdenes alimenticios o depresión. También la doctora y PhD Margo Maine (1) escribe
en su libro Father Hunger que dichas mujeres “desarrollan un fuerte sentido de identidad personal
y autoestima positiva”.

2. El mensaje de nuestras heridas y cómo nos moldearon


Ya no vivimos en el Edén. Todas hemos recibido heridas, todo esto es parte de vivir en un mundo
caído. No es posible estar viva por mucho tiempo sin ser lastimada. El problema es que las heridas
que recibimos de niñas no llegaron solas, trajeron mensajes con ellas, mensajes que sacudieron lo
profundo de nuestros corazones. Nuestras heridas golpearon el centro de nuestra feminidad.

LA HISTORIA DE UN ARBOL

El brote tierno y pequeño de un árbol empezó a crecer, esperanzado de lo bueno por venir. Pero
pronto sufrió los embates de la naturaleza: relámpagos, fuego, animales, sequía; y lo encontramos
chamuscado, sin hojas, doblado, herido, más muerto que vivo, lejos de ser el hermoso ejemplar
que podría ser según el material genético que tenía.
Si fueras un árbol, ¿cómo te verías en este momento?
• Chamuscada por el fuego del sufrimiento.
• Deformada por los vientos de la adversidad, doblada e incapacitada.
• Con el corazón partido por un rayo. Pensaste que no ibas a sobrevivir, que no te ibas a
levantar de este golpe, que te ibas a desangrar. Sobreviviste, pero no estás bien.
• Herida y casi derrumbada por los dientes de las bestias que casi destruyeron toda tu
confianza en el futuro. Tal vez te debilitaron anhelos y esperanzas que quedaron
insatisfechos durante mucho tiempo; constantes frustraciones y decepciones, que te gol-
pean una y otra vez en la misma herida. Para derrumbar a un árbol, el leñador tiene que

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golpear una y otra vez en el mismo lugar para lograr su objetivo. Satanás hace lo mismo
y aprovecha las heridas existentes para seguir debilitándote.
• Muerta de frío y sin protección. Aislada y sin conexión, sin luz y calor, viviendo en la
desesperación en una larga noche de invierno.
• Muriéndote en un desierto sin esperanza de recibir lo que anhelas y necesitas con tanta
desesperación.
Nuestra historia no termina allí: Cuando parecía que el árbol no tenía remedio, llegó la temporada
de lluvias y… ¡sucedió un milagro! Con fuerza incontenible salieron brotes verdes, ramas, hojas,
capullos, flores, y finalmente el fruto. El árbol llegó a ser lo que estaba destinado a ser.
Muchas veces cometemos el error de definirnos a través de nuestras heridas y cicatrices. Hemos
convivido tanto tiempo con ellas que se han entrelazado con nuestra identidad.
Pero un cedro es un cedro, aunque esté apenas sobreviviendo. Se define —no por lo que le pasó—
sino por su material genético.

4. Cuando una niña nace , lo hace sin saber quién es . Ella adquiere el primer
conocimiento de si misma por lo que ve en los ojos de las personas más cercanas.
Lastimosamente, este espejo con frecuencia está distorcionada.

En el transcurso de nuestras vidas aceptamos muchas mentiras como si fueran ciertas. Llegamos
a creer:

• Que todo era nuestra culpa.


• Que algo estaba mal en nosotras.
• Que éramos “demasiado exageradas” en nuestros deseos y expresiones.
• Que la vulnerabilidad era mala.
• Que el deseo de relacionarse es muy doloroso.

Y posiblemente nos hicimos muchas promesas:

• Ya no abrir@ mi corazón.
• Ya no confiar@ en ningún hombre.
• Ya no llorar@ más por este asunto.
• Negaré mi necesidad por atención y afecto.
• Ya no esperaré nada bueno.
• Me volveré dura y resistente.
Las promesas que hacemos de niñas son muy comprensibles y muy dañinas. Apagan nuestros
corazones. En esencia son acuerdos basados en el dolor de nuestras heridas.
“Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás.”
Mateo 16:25

5. Como dijo Jesús, toda mujer que quiera salvar su vida la


perderá. Las promesas que hacemos como resultado de nuestras heridas sólo
empeoran la situación y nos causarán dolor adicional .

3. Feminidad Herida
FRASE CLAVE:
La vergüenza nos hace sentir incómodas con nuestra belleza.

6. El resultado de las heridas que recibimos es hacernos creer que algunas partes en nosotras,
o quizás todas las partes , están dañadas . La vergüenza entra y comienza a morar
en lo profundo de nuestros corazones.
Sentimos que nos falta algo. Creemos que no somos todo lo que anhelamos ser, y pensamos que
no somos todo lo que Dios anhela que seamos, pero en lugar de vivir una vida llena de gracia y pre-
guntarle a Dios lo que Él piensa de nosotras, la vergüenza nos mantiene atrapadas y nos sofoca,
haci@ndonos pensar que merecemos asfixiarnos.

“Pero nuestro Sumo Sacerdote (Cristo) SD ofrDCIÓ a sí mismo a Dios como un sóIo sacrificio por
los pecados, válido para siempre... Pues mediante esa única ofrenda, Él perfeccionó para siempre
a los que está haciendo santos.”
Hebreos 10:12,14

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Lamentablemente, la vergüenza nos mantiene atrapadas y nos sofoca, haci@ndonos pensar que no
valemos nada. Si no nos creímos dignas de amor cuando @ramos niñas, es increíblemente difícil
que creamos que merecemos amor como adultas. La vergüenza dice que somos indignas; que
estamos quebrantadas más allá de toda posibilidad de restauración.
Tememos que nos vean en realidad, así que escondemos lo más profundo de lo que verdadera-
mente somos y ofrecemos sólo lo que creemos que los demás quieren.

7. Si somos el tipo de mujer dominante , ofrecemos nuestras « habilidades ».

Si somos el tipo de mujer afligida , ofrecemos nuestro « servicio ».


8. La vergüenza nos hace sentir incómodas con nuestra belleza .
Así que escondemos nuestra belleza detrás del sobrepeso y capas innecesarias de maquillaje. O la
neutralizamos levantando paredes protectoras y defensivas para advertir a los demás que deben
mantener distancia.

4. Una Alianza Perversa


FRASE CLAVE:
Las heridas que recibimos y los mensajes que éstas trajeron formaron un tipo de
alianza perversa con nuestra naturaleza caída como mujeres.

Lo único más trágico de las cosas que nos han ocurrido es lo que hemos hecho con ellas. Las
palabras hirientes y las faltas graves cometidas contra nosotras nos han moldeado. Hemos acep-
tado sus mensajes y con ello una versión torcida de nosotras. Para evitar el dolor escogimos cierta
forma y adoptamos ciertas estrategias para relacionarnos con el mundo.

9. La mujer que vive con un corazón herido y quebrantado es una mujer que vive una
vida de autoprotección . Tal vez no se percate, pero es cierto. Es nuestra forma de tratar de «
salvarnos a nosotras mismas».

Y también desarrollamos maneras de tratar de obtener algo del amor por el que gritaba nuestro
corazón. El dolor está allí. Nuestra desesperada necesidad de amor y afirmación, nuestra sed por
probar el romance, la aventura y la belleza está allí.

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10. Así que nos tornamos a los chicos o a la comida o las novelas románticas . Nos perdemos
en nuestro trabajo o en la iglesia o en algún tipo de servicio . Todo esto resulta en la
mujer que somos hoy.
Mucho de lo que llamamos nuestras «personalidades» es realmente el mosaico de nuestras de-
cisiones de autoprotección sumado a nuestro plan de recibir algo del amor para el que fuimos
creadas.

Reflexiona:
¿Cuáles son las estrategias que adoptaste para “salvar tu vida”?

11. El problema es que nuestro plan no tiene nada que ver con Dios .
Las heridas que recibimos y los mensajes que estas trajeron formaron un tipo de alianza perversa
con nuestra naturaleza caída como mujeres.

12. De Eva recibimos una profunda desconfianza en el corazón de Dios hacia nosotras .
Claramente, Él nos está ocultando algo. Sencillamente tenemos que planificar para obtener
la vida que deseamos . Controlemos nuestro mundo .
Pero también hay un profundo dolor interno; un dolor por intimidad y por la vida. Tenemos que en-
contrar una manera de llenarlo. Una forma que no requiera que confiemos en nadie, especialmente
en Dios. Una forma que no exija vulnerabilidad.
Las heridas que recibimos en el transcurso de la vida nos han llevado a un vacío. De hecho, hay un
tema en ellas, un patrón. Las heridas que has recibido han llegado a ti con un propósito y son de
parte de alguien, Satanás, que sabe todo lo que tú deberías ser y te teme.
Veremos esto y el significado correcto de los ataques que sufriste en la siguiente clase.

REVELANDO EL MISTERIO DEL ALMA DE UNA MUJER


¿A QUIÉN LE CREES?
Honestidad
La honestidad es uno de los requisitos para el cambio y el crecimiento. Según Dan Allender,
honestidad es el compromiso de ver la realidad como es, sin una distorsión consciente, minimi-
zación o espiritualización.
Necesitamos dejar atrás la mentira de un mundo construido y controlado por nosotras mismas y
confiar en Dios; eso implica arriesgarnos, perder la vida para encontrarla, abrazar la vida como
Dios la diseñó: una dependencia humilde de Dios y un involucramiento apasionado con otros.
Isaías 50:10-11 (NVI) “¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque
camine en la oscuridad, y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su
Dios. Pero ustedes que encienden fuegos y preparan antorchas encendidas, caminen a la luz de
su propio fuego y de las antorchas que han encendido. Esto es lo que ustedes recibirán de mi
mano: en medio de tormentos quedarán tendidos.”
“Prender nuestra propia luz” en lugar de confiar en Dios nos lleva a la confusión y al tormento
emocional.
¿EN QUÉ ESPEJO TE MIRAS?
Hoy día ya no somos niñas indefensas que dependen de otras personas para saber quienes son.
Hemos crecido. Podemos elegir el espejo en el cual nos miramos. Podemos decidir a quién
creerle.
Dios nos dice quiénes somos y cuánto significamos para Él. Dios nos ha colmado con Su amor y
lo ha expresado a través de miles de detalles, la grandeza de Su creación, Su palabra y sobre todo
a través de la vida, muerte y resurrección de Cristo.
¿A quién le crees?

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