Independencia de México
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Antecedentes[editar]
Situación económica y social del virreinato de Nueva España[editar]
La sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya posición estaba condicionada por
cuestiones de orden económico, cultural y político. Una de ellas era su papel respecto a la
posesión de los bienes económicos. Había un grupo muy pequeño de personas que controlaban la
mayor parte de la riqueza, mientras que la gran parte de la población era pobre. Los pueblos
indígenas debían pagar un tributo al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad que,
por ambiguo, provocaba numerosas confrontaciones entre españoles, criollos y mestizos. Muchos
de estos enfrentamientos tenían relación con cuestiones agrarias, como por ejemplo la tenencia
de la tierra y el control del agua.3 A lo largo de los tres siglos de dominio español hubo varios
estallidos sociales en la Nueva España, entre ellos la rebelión de los pericúes de 1734 a 1737 en
Vieja California,4 la rebelión de 1761 de los mayas, encabezada por Jacinto Canek5 y las rebeliones
de los seris y los pimas en Sonora a lo largo de todo el siglo XVIII.6
Como un corolario de los múltiples orígenes de la población de Nueva España surgió el sistema de
"castas". Estos grupos estaban caracterizados por el origen racial de sus integrantes,
encontrándose en la cúspide los españoles, y entre ellos, los europeos.
El mestizaje entre español, indígenas y africanos dio como resultado un número de grupos cuya
posición estaba determinada por la cantidad de sangre española que poseían. El sistema aspiraba
a mantener la supremacía de la sangre española, y aunque nunca tuvo base legal, no siendo más
que una nomenclatura aceptada, reflejó la división y la exclusión existente en la Nueva España,
donde los grupos no españoles ocupaban un lugar marginal en el sistema social.7
El pilar de la economía del virreinato de Nueva España era la minería, particularmente la
explotación de oro y plata. Durante el siglo XVIII la producción minera vivió una de sus mejores
épocas. Como resultado, la producción de oro y plata se triplicó en el período de 1740 a 1803.8 La
bonanza era tan grande, que la mina llamada La Valenciana, en el estado de Guanajuato, llegó a
ser considerada la operación minera de plata más importante del mundo. Al finalizar el siglo XVIII,
Nueva España producía más de 2 500 000 de marcos de plata, y sus principales regiones mineras
eran Guanajuato, Zacatecas y el norte de la intendencia de México.9 La importancia de la minería
para la economía novohispana era tal que Carlos III reconoció al Cuerpo de Minería de Nueva
España en 1776; un poco más tarde, permitió el establecimiento del Real Tribunal de Minería, así
como también del Colegio de Minería.
El apogeo de la explotación minera favoreció el desarrollo de otras actividades económicas,
particularmente el comercio y la agricultura. Por ejemplo, la creciente importancia
de Guadalajara y El Bajío se debía a su relación con los minerales de Zacatecas y Guanajuato. Dado
que la exportación de plata y oro constituía el nodo de la economía novohispana, en torno a esta
actividad creció un complejo sistema que consolidó al grupo de comerciantes peninsulares, pero
que también permitió la ascensión de un poderoso grupo criollo. Este grupo estaba concentrado
en los consulados de México y Guadalajara, que constituyeron la pieza fundamental en la
circulación de capitales en el territorio novohispano. El poder económico de los consulados
respaldaba su capacidad de representación política, gestión y cabildeo.10
La economía novohispana entró en crisis a final del siglo XVIII, período que coincide con
las reformas borbónicas adoptadas por la Corona. Las reformas tenían por objeto modernizar la
administración de las colonias y hacer más rentable la explotación de sus recursos, porque en
Nueva España había una escasez de capitales en circulación debida al monopolio sobre la plata
ejercido por los comerciantes y por la propia política financiera de la metrópoli.11 Una parte
importante de las rentas derivadas de la explotación de las colonias no llegaba a las arcas reales,
repartiéndose entre distintas corporaciones de acuerdo con los arreglos antiguos entre la Corona y
estos grupos.12 Ciertamente, la reforma afectó los intereses de las clases más privilegiadas. Al
establecerse además el libre comercio entre el virreinato, creció el poder económico y político de
los criollos y los mestizos que comenzaron a ocupar también más espacios en la administración
virreinal.13
En las últimas décadas del siglo XVIII, Nueva España estaba en bancarrota a causa de la expoliación
de sus finanzas por parte de la metrópoli.14 Paradójicamente, fueron los miembros de la élite
económica —muy golpeada por la política económica de la monarquía— los que apoyaron el golpe
de Estado contra el virrey José de Iturrigaray en 1808, cuando el Ayuntamiento de México intentó
ejercer la soberanía en ausencia del rey de España.15
Patriotismo criollo en Nueva España y expulsión de los jesuitas[editar]
La segunda mitad del siglo XVIII fue escenario de un movimiento de reivindicación patriótica por
parte de los criollos en la Nueva España.n. 2 Este fenómeno es una respuesta al dominio peninsular
en la vida del virreinato, tanto en el campo económico, como en el político, el social y el cultural.
Los protagonistas de este movimiento eran miembros del pequeño grupo de personas que tenía
acceso a la educación. En la sociedad novohispana esto era posible solo a través de los
establecimientos eclesiásticos, pues la Iglesia era la única institución que prestaba este servicio.
Por lo tanto, este grupo estaba integrado notablemente por religiosos.
El nacionalismo criollo de Nueva España ensalzó al virreinato frente a las afirmaciones de los
peninsulares por las que se pretendía justificar el dominio español en las tierras americanas. La
pugna ideológica entre España y América no era nueva, tiene su origen en la Conquista misma. La
diferencia a aquellos primeros contactos de los hechos que tuvieron lugar durante el siglo XVIII es
que son los criollos los que toman la defensa de la tierra de la que son nativos. Al hacerlo,
reivindican un pasado del que se proclaman herederos por el hecho de compartir el espacio,
aunque la civilización mesoamericana no es antecedente directo de la sociedad novohispana del
XVIII ni son indígenas los que defienden con orgullo su historia y su territorio ancestral.
Varios de los representantes del nacionalismo criollo novohispano eran miembros de la Compañía
de Jesús. En el siglo XVIII esta congregación desempeñaba una importante labor en la
evangelización de los indígenas del norte del virreinato.n. 3 A la par de esta obra, produjeron un
conjunto de documentos que dan cuenta de pueblos que hoy se encuentran extintos. La
importancia de la Compañía en la vida de Nueva España radicaba en su gran actividad a favor de la
cultura, tanto a través de la educación como en la producción y difusión del conocimiento.n. 4 Esta
actividad le permitió establecer una red de relaciones que involucró a la Compañía en otras
esferas, especialmente con miembros de la élite agrícola, comercial y minera.16
A la salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el impulso renovador de la
Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo Antonio de León y Gama, al físico José
Mariano Mociño, al filósofo Benito Díaz de Gamarra y al enciclopedista José Antonio Alzate.17 Un
importante número de personas adheridas a la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País eran
familiares, alumnos o patrocinadores de miembros de la Compañía. Esta corporación adquiere
importancia en la historia novohispana porque ayudó a conservar el espíritu renovador de los
jesuitas y favoreció la difusión de la Ilustración en Nueva España. A través de los miembros de este
grupo, los jesuitas pudieron mantener contacto con el país del que fueron desterrados y
eventualmente pudieron volver cuando la colonia accedió a su independencia.18
El estilo de trabajo de la Compañía de Jesús puso en alerta a varios gobiernos europeos, tanto por
su apoyo al papado como por su actividad intelectual y las alianzas que habían establecido. Los
jesuitas fueron expulsados de varios territorios durante la segunda mitad del siglo XVIII, incluyendo
los dominios españoles por la Pragmática Sanción de 1767.n. 5 Esto no solo implicó la salida de
miembros extranjeros de la congregación, sino el destierro de numerosos criollos. Algunos autores
opinan que la expulsión de los jesuitas es la primera afrenta de los monarcas españoles hacia sus
súbditos americanos.19
Algunos de los jesuitas desterrados habían sido figuras centrales de ese movimiento intelectual
que reivindicó a Nueva España frente a su metrópoli y que llegó, incluso, a proponer la necesidad
de emancipar a la colonia. Uno de ellos fue Francisco Xavier Clavijero, que tuvo que publicar
su Historia antigua de México en Italia y en el idioma de ese país. En esa obra Clavijero emprende
una amplia defensa de América frente a Europa, comenzando por las cuestiones naturalesn. 6 y
concluyendo con la reafirmación de todos los americanos a través de la reivindicación del pasado
indígena.n. 7 En este movimiento, Clavijero como otros criollos novohispanos rechaza que sus
declaraciones estén influidas por otra "pasión o interés […] que el amor a la verdad y el celo por la
humanidad" y asume decididamente la defensa de los indígenas, con los que no tiene lazos
consanguíneos "ni podemos esperar de su miseria ninguna recompensa".20 La aparición de
la Historia antigua de México puso a los intelectuales de Nueva España ante un pasado tan
glorioso como el de la Antigüedad europea que favoreció el arraigo del sentimiento patriótico y
también las reivindicaciones de igualdad de derechos entre españoles peninsulares y españoles
americanos.21
Las consecuencias de la expulsión de la Compañía de Jesús no se circunscribieron únicamente a
cuestiones ideológicas. En varios puntos de Nueva España hubo manifestaciones de rechazo a esta
medida tomada por la Corona. El virrey Carlos Francisco de Croix envió a José Gálvez con
quinientos soldados a contener la oposición en ciudades como Guanajuato, San Luis de la
Paz, Pátzcuaro, Uruapan, Valladolid y San Luis Potosí. En Guanajuato fueron decapitados los
promotores de la oposición.22
Revoluciones liberales: Francia y los Estados Unidos[editar]
Sin duda, dos movimientos marcaron la historia del final del siglo XVIII. Uno fue la Revolución
francesa, y el otro, la independencia de Estados Unidos. Tanto una como la otra tenían su sustento
en las ideas de la Ilustración. A su triunfo, las revoluciones en Francia y los Estados Unidos
proclamaron la igualdad de los hombres ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos;
una categoría que nacía precisamente con el iluminismo francés. 23 Desde luego, estas ideas no
eran del todo desconocidas en las colonias españolas. Se sabe, por ejemplo, que el cura Miguel
Hidalgo era simpatizante de la Ilustración, y que muchos de aquellos que participaron en la Guerra
de Independencia de México conocían con mayor o menor profundidad las ideas del liberalismo.
España durante la ocupación francesa[editar]
Fernando VII, rey de España. Cuando los franceses obligaron a la familia real española a ceder sus
derechos al trono de la península en favor de los Bonaparte, en varias ciudades de América se
establecieron Juntas provisionales que gobernaban en nombre del soberano español. En Nueva
España, la Junta de México fue suprimida por los españoles el 15 de septiembre de 1808.
Véase también: España durante la ocupación francesa
Este factor fue determinante, pues el clero español sabía que si Napoleón tomaba el poder en
España, al tener una ideología diferente al catolicismo, perdería el poder sobre el pueblo; por esta
razón, el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto con el padre José María Morelos y Pavón se
convencieron de iniciar la lucha armada. De ese modo, el poder de Napoleón no afectaría
directamente al clero de la Nueva España.n. 8
La invasión de Portugal por parte de las tropas de Napoleón en 1807 obligó la huida de la Casa de
Braganza a Brasil. En España, este suceso había provocado la división de la familia real española.
Instigado por Manuel Godoy, el príncipe de Asturias había planeado un complot para destituir a
sus padres de la corona. 23Finalmente, logró que Carlos IV abdicara en su favor el 19 de
marzo de 1808. Tal suceso no complació en nada a Bonaparte, que intentó forzar a Carlos IV a
declarar nula su abdicación. Aunque Fernando VII intentó formar un gobierno propio y organizar
España, Napoleón le condujo con engaños a Bayona, donde el 5 de mayo de 1808 lo forzó
a ceder la corona a su padre, para que luego este la entregara al francés.
Los dominios españoles en América ante la ocupación de la metrópoli[editar]
Véase también: Guerras de independencia hispanoamericanas
Aunque aparentemente no hubo ningún cambio en la organización y los vínculos entre España y
sus dominios ultramarinos en América, en realidad en cada una de las colonias había una discusión
sobre quién era el verdadero soberano de las tierras americanas. El problema era que,
nominalmente, la soberanía de los dominios españoles radicaba en el titular de la Corona de
España. No había una claridad sobre la posición que se debía guardar ante la ocupación extranjera
de la metrópoli. Para algunos, la opción era reconocer al gobierno francés de ocupación. Para
otros, la soberanía radicaba en Fernando VII, y por lo tanto, no estaban dispuestos a reconocer a
Bonaparte como soberano. Y había un tercer grupo, influido por las ideas de la Ilustración y la
reciente independencia de Estados Unidos, para quienes la opción era la separación de las
colonias de su metrópoli. Estas facciones estaban formadas sobre todo por los miembros de las
clases altas y medias, es decir, por españoles peninsulares, criollos y algunos mestizos —muy
pocos— que habían llegado a ocupar algún cargo en la estructura de poder colonial.
En varias ciudades americanas se formaron Juntas de Gobierno, cuyo propósito fue conservar la
soberanía en sustitución del legítimo rey de España y hasta que Fernando VII fuera reinstalado en
el trono, entre ellas la Junta de Montevideo en 1808, la Junta Tuitiva de La Paz en 1809, o la Junta
de Quito en 1809.24 Casi todas ellas tenían su origen en la estructura municipal, una de las
instituciones de gobierno más arraigadas en el mundo hispánico, y casi todas fueron dominadas
por criollos ilustrados pues en su gran mayoría los españoles peninsulares se oponían a la
formación de gobiernos soberanos.25
Crisis política de Nueva España en 1808-1810[editar]
Crisis política de 1808[editar]
La noticia del Motín de Aranjuez (18 y 19 de marzo) llegó a Ciudad de México el 8 de junio de
1808.2627 El virrey José de Iturrigaray, elegido por intervención del primer ministro Manuel Godoy,
se mostró consternado por los sucesosn. 9 y por el apoyo de los españoles peninsulares residentes
en Nueva España al partido fernandista.n. 10 No obstante, ordenó los preparativos para realizar la
jura y proclamación de Fernando VII como soberano de España e Indias. El 23 de junio los
novohispanos tuvieron conocimiento del levantamiento del 2 de mayo en la metrópoli y, vía
la Gaceta de Madrid, el 14 de julio estuvieron al tanto de las abdicaciones de Bayona y el
nombramiento de Joachim Murat como lugarteniente general del reino.28 29 El virrey se reunió con
los miembros de la Real Audiencia y acordaron guardar secreto de sus preocupaciones y cabildeos,
en cambio dieron a conocer la abdicación de Fernando VII a través de La Gaceta de México el 16
de julio.
La situación en la metrópoli supuso una situación inédita que puso a discusión en quién radicaba la
soberanía de los territorios bajo el dominio español. El estado de excepción originado por la
abdicación de Fernando VII y la ocupación francesa dividió en dos partidos a la élite de Nueva
España. Para algunos —en su mayoría españoles peninsulares cuyo portavoz era la Real Audiencia
de México— el poder en Nueva España seguía radicando en el rey Fernando VII, aunque
momentáneamente se encontrara ausente. De aquí que la estructura social y política del
virreinato debía seguir inmutable y subordinada a la Corona española. Algunas de las figuras más
representativas de esta postura fueron el inquisidor Bernardo Prado y Obejero y Ciriaco González
Carvajal.n. 11 Para los otros —en su mayoría criollos representados por el Ayuntamiento de
México— la situación era más compleja porque para ellos la naturaleza del vínculo entre España y
Nueva España estaba encarnada en el rey, pero en su ausencia eran los pueblos a través de sus
autoridades quienes debían ejercerla. En medio de la crisis política, los simpatizantes de esta
última postura encontraron una oportunidad para reformar el régimen virreinal. Son
representantes de este grupo el síndico Francisco Primo de Verdad y Ramos, el auditor de guerra
José Antonio de Cristo y el regidor Francisco Azcárate y Lezama. Todos ellos fueron apoyados por
el fraile mercedario Melchor de Talamantes.30
El 19 de julio de 1808 los miembros del Ayuntamiento propusieron al virrey Iturrigaray la creación
de una Junta de Gobierno que ejercería la soberanía en Nueva España. De acuerdo con la
propuesta, la junta sería autónoma respecto a aquellas que estaban formándose en España y
estaría en vigencia mientras no se restituyera en el trono a Fernando VII o uno de sus herederos
de la Casa de Borbón. El Ayuntamiento planteó la posibilidad de nombrar gobernador y capitán
general a Iturrigaray, como medida para defender la integridad del territorio ante una eventual
invasión de los franceses.3132 El virrey acogió con beneplácito la propuesta, pues creía amenazada
su posición tras la caída de su benefactor, sin embargo la Real Audiencia ratificó su postura con la
excepción del oidor dominicano Jacobo de Villaurrutia —único miembro criollo de la Audiencia—,
quien secundó inicialmente las propuestas e incluso propuso un congreso menos numeroso,
representado por corporaciones civiles, eclesiásticas y militares.33 De esta forma, para el Acuerdo,
se invitó a participar a los ayuntamientos de Xalapa, Puebla, y Querétaro, debatiendo de esta
forma la manera en que debía proceder la colonia. El 28 de julio llegaron nuevas noticias de
España: se conoció el levantamiento general de los habitantes de la península y de los
establecimientos de juntas de gobierno en nombre de Fernando VII.34
El virrey José de Iturrigaray convocó a una junta para el 9 de agosto, a la que asistieron los
representantes civiles, militares y eclesiásticos, hasta sumar ochenta y dos participantes. El fin de
la junta fue debatir la situación.35 A excepción de Villaurrutia, los miembros de la Audiencia
asistieron bajo protesta pues consideraban que había que seguir las indicaciones de la Junta de
Sevilla. Por lo tanto, calificaron de innecesaria la reunión convocada por el virrey.36 El
Ayuntamiento de México recibió el apoyo de los ayuntamientos de Xalapa y Veracruz, de
hacendados de esas regiones, así como de algunos gobernadores de las parcialidades de
indios. Primo de Verdad y Azcárate propusieron que, en ausencia del monarca, la soberanía de la
colonia debería quedar en manos del pueblo.n. 12 el cual estaría representado por los diversos
ayuntamientos, así como con los diputados de cabildos seculares y eclesiásticos. De esta forma la
soberanía estaría delegada en un congreso.n. 13
El Ayuntamiento de México apelaba a las Leyes de Partida para justificar la existencia de una junta
que ejerciera la soberanía en ausencia del rey.n. 14 Con algunas excepciones, como Primo de
Verdad o Talamantes, los integrantes del Ayuntamiento y sus simpatizantes eran más bien
conservadores. Al apoyar el establecimiento de la junta no pensaban en la representación popular,
sino en la instalación de un gobierno formado por autoridades reconocidas y representantes de los
cabildos municipales.37 La opción del Ayuntamiento no contemplaba la separación de España, sin
embargo, el bando opuesto entendió lo contrario. Para ellos, el establecimiento de la Junta de
México era una amenaza contra la permanencia del sistema colonial del que eran beneficiarios. El
reconocimiento de la Junta soberana implicaba la renuncia a la hegemonía económica y política de
los españoles peninsulares durante tres siglos. Los peninsulares fundaron sus ideas en las Leyes de
Indias aduciendo que era el virrey quien debía conservar la autoridad y sus acciones deberían ser
consultadas con el Acuerdo.36
La tesis de la soberanía de los pueblos anatematizada por el inquisidor Prado y Obejero con el
apoyo del oidor Guillermo Aguirre.n. 13 La discusión entre los bandos fue acalorada y no logró
conciliar posturas. Iturrigaray ironizó sobre la posibilidad de reconocer al duque de Berg, con la
negativa unánime de los presentes. Al apoyar la postura del Ayuntamiento, el virrey se distanció
de los partidarios de la Audiencia. Como conclusión de la reunión del 9 de agosto se acordó que las
autoridades establecidas en Nueva España seguirían vigentes, en tanto que el virreinato no
reconocería otras que no fueran las instituidas por Fernando VII o por "quienes tuviesen sus
poderes legítimos".38
El 13 de agosto de 1808 se realizó la jura a Fernando VII en un acto público. Para atraerse la
simpatía de los habitantes, Iturrigaray envió cartas a las juntas de Sevilla, Valencia y Zaragoza para
informar sobre las resoluciones acordadas en México.39 Los dictámenes de la junta del 9 de agosto
fueron rechazados por los intendentes Juan Antonio Riaño (Guanajuato) y Manuel de
Flon (Puebla), así como por la Audiencia de Guadalajara. Estos declararon nulas las decisiones
tomadas en México y se declararon adherentes a las juntas de España. Asimismo, el Ayuntamiento
de Querétaro —conformado en su mayoría por europeos— decidió retractarse del apoyo inicial
ofrecido.40 El día 27 de agosto, la Inquisición de México publicó un edicto, declarando "heréticas y
sediciosas" las proposiciones que atacaban a la autoridad divina de los reyes y que proponían la
"herejía de la soberanía del pueblo".41
El 31 de agosto se celebró una nueva reunión. Los miembros de la Audiencia aprovecharon para
secundar a los comisionados de la Junta de Sevilla que habían llegado a la capital novohispana. De
esta manera manifestaron su rechazo a la resolución del 9 de agosto y tacharon de inepto a
Iturrigaray. Respaldado por una carta de la Junta de Asturias, el virrey convocó una nueva reunión
para el 1° de septiembre, donde expuso que ninguna de las juntas formadas en España reconocía
la soberanía de las otras. Después de una votación, la Junta de México volvió a desconocer a la de
Sevilla.42 Iturrigaray notificó por carta a las juntas españolas la postura de los novohispanos, y
procedió a solicitar a los ayuntamientos del virreinato el envío de representantes a la capital. Para
apoyar a la metrópoli, el virrey ordenó embarcar catorce y medio millones de pesos del Tesoro, y
cien mil pesos adicionales para ayudar a la Junta de Sevilla.43
El 9 de septiembre se celebró una última junta general que solo sirvió para irritar los ánimos y
aumentar el antagonismo entre criollos y europeos. Durante los días siguientes corrieron la Nueva
España unos rumores difamatorios hacia la persona del virrey.n. 15 Los peninsulares, respaldados
por los comisionados de la Junta de Sevilla, decidieron deponer al virrey.
Encabezados por Gabriel de Yermo, los enemigos de Iturrigaray se sublevaron el 15 de septiembre
de 1808. El palacio virreinal fue asaltado por un contingente de trescientos hombres y al mismo
tiempo fueron aprehendidos Primo de Verdad, Cristo, Azcárate y el fraile Talamantes.44 El virrey y
su familia fueron conducidos a Cádiz para enfrentar un proceso judicial. Villaurrutia fue excluido
en su calidad de oidor. Pedro de Garibay fue nombrado virrey sustituto de Nueva España, cargo
que ocupó hasta mayo de 1809 siguiendo siempre la línea dictada por la Audiencia de México. El 4
de octubre de 1808, Primo de Verdad murió de forma extraña en la cárcel del Arzobispado.44 El 9
de mayo de 1809, Talamantes murió de fiebre amarilla en la cárcel de San Juan de Ulúa.45 Después
de un breve tiempo en prisión, Antonio de Cristo fue destituido de la Auditoría de Guerra.
Azcárate fue encarcelado en el convento de Betlemitas, lugar en donde permaneció preso hasta
diciembre de 1811.46
La Real Audiencia de México informó a la Junta de Sevilla acerca de los acontecimientos,
argumentando que el "pueblo enardecido" había sido el responsable del derrocamiento del virrey.
El nuevo gobierno virreinal envió cartas a la Suprema Junta de Sevilla reconociendo su soberanía.47
A diferencia de lo que sucedió en otros virreinatos, el golpe de Estado en Nueva España impidió
que se estableciera una junta local.48
La cuestión de la soberanía durante 1809[editar]
José Bonaparte fue designado monarca de España por su hermano, y en julio de 1808 llamó a los
virreinatos de América y a las capitanías generales de Cuba y Guatemala a enviar seis
representantes para trabajar en el Estatuto de Bayona. Los americanos declinaron la invitación.49
Tras ser derrotados en Bailén los franceses se retiraron temporalmente de Madrid. Su ausencia
permitió que las múltiples juntas soberanas en la península acordaran formar la Junta Suprema
Central el 25 de septiembre en Aranjuez. Por cuestiones de seguridad, la Junta se trasladó luego
a Sevilla, Cádiz y a la isla de León. El apoyo económico brindado por Nueva España fue empleado
para reorganizar al ejército español en su lucha contra el Imperio napoleónico.50
La Junta Suprema Central emitió un decreto el 22 de enero de 1809 por el que reconoció a los
dominios americanos como parte integrante de la monarquía con derecho a representación en el
órgano. Para ello se pidió elegir un representante de cada virreinato y capitanía general.n. 16 La
elección se realizó por sorteo e involucraba a los ayuntamientos y al Real Acuerdo. En contraste,
cada provincia de la península tenía derecho a un diputado, de modo que hubo treinta y seis o
más vocales por España y solo nueve para toda América.51 Los americanos protestaron por la
representación desproporcionada. Los criollos novohispanos con ideas autonomistas perdieron la
esperanza de obtener resultados favorables para su causa en la metrópoli.52
En enero de 1809 apareció en varias ciudades importantes del virreinato una proclama que pedía
la instalación de un gobierno autónomo en Nueva España que defendiera a Fernando VII y la
religión. El autor del documento fue Julián de Castillejos, participante de las tertulias literarias con
el marqués de San Juan de Rayas. Cuando se les interrogó, negaron toda responsabilidad. Los
oficiales reales los dejaron ir, pero los mantuvieron bajo estrecha vigilancia.53
Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII, envió una carta a los novohispanos en
marzo de 1809. En ella proponía a su hijo Pedro I de Brasil como regente de Nueva España. El
virrey Garibay y los oidores de la Audiencia pensaron que se trataba de una argucia de Napoleón, y
evadieron la solicitud. En una comunicación posterior, Carlota de Borbón solo exhortaba a la
defensa de los dominios españoles y agradecía las acciones realizadas en septiembre de 1808 en la
capital virreinal. En los días sucesivos, Garibay ordenó aprehender a cualquier sospechoso de
sedición. Entre ellos se encontraron el fraile Sugasti, el platero José Luis Rodríguez Alconedo —
supuesto labrador de la corona de Iturrigaray— el escribano Peimbert, Antonio Calleja y el cura
Palacios. El 19 de julio de 1809 Francisco Javier de Lizana y Beaumont asumió el cargo de virrey
por nombramiento de la Junta de Sevilla, que sustituyó al anciano Pedro de Garibay.5455
La decisión de reconocer a la Junta de Sevilla no satisfizo a todos los novohispanos. En Valladolid
(actualmente Morelia) la elección del representante de Michoacán profundizó las divisiones entre
criollos y peninsulares. A partir de septiembre de 1809 los criollos —con José Mariano
Michelena y José María García Obeso a la cabeza— comenzaron a organizarse de manera
clandestina para nombrar una junta soberana.n. 17 Los conjurados, además de haber obtenido
seguidores en otras ciudades de El Bajío, buscaron apoyo de indígenas y castas, a los que
prometieron la abolición de tributos. El levantamiento armado debía iniciar el 21 de
diciembre de 1809,56 pero el sacerdote de la catedral de Morelia, Francisco de la Concha, notificó
los planes a las autoridades. En consecuencia fueron aprehendidos casi cuarenta sospechosos.5758
Carlos María de Bustamante se desempeñó como defensor de los presos, y argumentó que "el día
que se ahorque el primer insurgente, España tendría que perder la esperanza de conservar
América". El virrey Lizana y Beaumont, interesado en conciliar a americanos y europeos, optó por
otorgarles la libertad pero los peninsulares, que nunca habían simpatizado con el nombramiento
del virrey, reprocharon esta decisión, incrementando aún más su animadversión. Mientras tanto,
en España los franceses seguían avanzando en su campaña por la península.59
Convocatoria a las Cortes de Cádiz[editar]
La Junta Suprema Central decidió disolverse el 29 de enero de 1810 para formar el Consejo de
Regencia de España e Indias con cinco de sus miembros. El propósito de este nuevo órgano era
convocar a las Cortes de Cádiz. Solo un americano formó parte de la Regencia, el
tlaxcalteca Miguel de Lardizábal y Uribe; el resto de los integrantes de la Junta fue relevado de sus
obligaciones, incluyendo los representantes americanos que ni siquiera habían llegado de
ultramar.60 Al conocerse esta noticia en Ciudad de México, se juró obediencia y fidelidad al órgano
al que se reconoció la misma autoridad que a Fernando VII.61 El 14 de febrero de 1810 los
representantes americanos fueron invitados a participar en la redacción de una nueva
constitución, que prometía cambios para criollos y mestizos.n. 1862
Mientras se celebraban elecciones para diputados en América, fueron nombrados treinta
diputados suplentes radicados en la península para representar a las provincias ultramarinas, de
los cuales siete eran novohispanos.63 Tras las elecciones, recibieron nombramiento como
diputados a las cortes diecisiete representantes por Nueva España.n. 19 En tanto, después de
conocer sobre el asedio de Cádiz y el avance de los franceses en España, se establecieron en
América nuevas juntas autónomas, en abril se formó la Junta de Caracas; en mayo, la de Buenos
Aires; en julio, la de Bogotá; y en septiembre, la de Chile.
Por esos días, la Audiencia de México solicitó a la Regencia la destitución del virrey Lizana. El
ejercicio del gobierno novohispano recayó en la Audiencia desde mayo de 1810 hasta la llegada
de Francisco Xavier Venegas, nuevo virrey.64 En consonancia con los sucesos en otras partes de
América, una nueva conspiración estaba en marcha en Nueva España.65 Aunque en todo el reino
se efectuaban las elecciones de los diputados que habrían de asistir a las Cortes de Cádiz, los
criollos novohispanos estaban resentidos por el derrocamiento de Iturrigaray que habían planeado
los españoles peninsulares o gachupines.66
Uno de los diputados electos para asistir a las Cortes de Cádiz, fue José Eduardo de Cárdenas,
diputado por Tabasco, quien el 24 de julio de 1811 presentó ante el pleno, una memoria
titulada Exposición de motivos de la guerra de independencia,6768 en la que protestaba contra las
autoridades virreinales por la situación de marginación y pobreza en que se encontraban los
indígenas y mestizos novohispanos, y mostraba las posibles soluciones. Entre sus revolucionarias
propuestas estaban: la organización de la enseñanza gratuita, sin ninguna distinción de clases
sociales y sin la exclusión de los indios; crear sociedades agrícolas de producción; otorgar libertad
de comercio; creación de ayuntamientos por elección popular; y división del gobierno en tres
poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.6768
Insurgente armado con una lanza. Acuarela de Theubet de Beauchamp. Este tipo de combatiente
debió ser muy numeroso en el contingente de Hidalgo.
En respuesta al avance de los insurgentes, el virrey Venegas publicó un bando ofreciendo una
recompensa de diez mil pesos por las cabezas de los líderes de la insurrección.78 Félix María
Calleja y Roque Abarca se pusieron en marcha para cercar la rebelión. Por su parte, el obispo de
Michoacán Manuel Abad y Queipo publicó un edicto de excomunión contra Hidalgo y sus
seguidores.78 El 13 de octubre de 1810, Bernardo Prado y Obejero ratificó la excomunión y la hizo
extensiva a todo aquel que aprobase la sedición, recibiese proclamas, ayudase a los insurgentes o
que mantuviese comunicación con ellos.79
Hidalgo inició el avance por otras ciudades del Bajío el 8 de octubre de 1810. A su paso se sumaron
más personas y llegó a tener reclutados hasta sesenta mil hombres.80 Los insurgentes se dirigieron
a Valladolid (Michoacán) y en Acámbaro apresaron a Diego García Conde, enviado a defender la
capital michoacana. Agustín de Iturbide contaba con sesenta hombres para defender Valladolid
pero, teniendo noticia del número de los insurgentes, rechazó el ofrecimiento de Hidalgo para
unirse a la tropa y abandonó la ciudad, seguido por el obispo Abad y Queipo. Valladolid fue
tomada pacíficamente el 17 de octubre.8182 El aumento del número y desorden del ejército
provocaron algunos roces entre Hidalgo y los militares de carrera. En Acámbaro, Hidalgo recibió el
grado de Generalísimo de América y Allende, de Capitán General.n. 2483
Los insurgentes avanzaron hacia el valle de México. Para hacer frente a la rebelión, el
destacamento de Torcuato Trujillo realizó reconocimientos en el área de Ixtlahuaca, pero ante el
avance del numeroso ejército de Hidalgo, decidió reforzar a Mendívil en Lerma y el puente
de Atengo. Los rebeldes avanzaron por Santiago Tianguistenco.84 El 30 de octubre de 1810 los
insurgentes derrotaron a los españoles en el monte de las Cruces, gracias a la estrategia
de Abasolo, Jiménez y Allende.85 Al terminar la batalla, los insurgentes se apoderaron de armas y
municiones del ejército realista, cuyos remanentes —incluyendo a Iturbide— huyeron a Ciudad de
México.86 Al día siguiente Jiménez y Abasolo fueron enviados a una negociación fallida con el
virrey, que se negó a capitular ante la inminente llegada de refuerzos.85 Hidalgo optó por volver a
Valladolid, decisión que tensó más la relación con Allende y provocó la deserción de la mitad de la
tropa.87
En el camino a Valladolid, los realistas comandados por Félix María Calleja atacaron a los
insurgentes en Aculco. La derrota de estos últimos debilitó al contingente por las deserciones, la
toma de prisioneros y la pérdida de armamento.8889 Tras la batalla, los realistas saquearon la
población.90 Por su parte los insurgentes se dividieron en dos contingentes, Allende marchó con la
mayoría a Guanajuato y el resto siguió a Hidalgo hacia Valladolid. Teniendo en cuenta la situación,
los insurgentes se dividieron y el grueso de las tropas se volvió —con Allende a la cabeza— rumbo
a Guanajuato; mientras apenas un puñado regresó con Hidalgo a Valladolid. Allí, el Generalísimo
obtuvo el apoyo financiero de la Iglesia y nuevas adhesiones.
Hidalgo se dirigió hacia Guadalajara y no a Guanajuato, como había acordado con Allende. La
relación entre ambos se debilitó aún más, pues Allende pensaba que Hidalgo se estaba dejando
llevar por la plebe y había olvidado a Fernando VII.91 En Guanajuato, Allende fue derrotado por
Calleja y Flon.92 Algunos habitantes de la ciudad asesinaron a ciento treinta y ocho españoles
presos ante la inminente llegada de los realistas, que habían amenazado con pena de muerte a
quien hubiera apoyado a los insurgentes. Este acto desencadenó una matanza ordenada por
Calleja, que se complementó con el ajusticiamiento de los sospechosos de sedición.93 Allende
pudo escapar de la masacre y se reunió en San Luis Potosí con Abasolo y Aldama. Más tarde todos
ellos se reunirían con Hidalgo.94
Mientras tanto Hidalgo seguía en Guadalajara. La intención de Hidalgo era conformar un órgano
de gobierno. Con tal propósito nombró a Ignacio López Rayón como ministro de Estado y a José
María Chico como ministro de Justicia. Como jefe de este órgano, Hidalgo dispuso la abolición de
la esclavitud en el territorio de Nueva España el 6 de diciembre de 1810.95 Además envió
a Pascasio Ortiz de Letona como ministro plenipotenciario ante el Congreso de los Estados
Unidos para buscar una alianza militar y económica.96 En Guadalajara los españoles estaban
conspirando para entregar la ciudad al ejército de Calleja. Sin juicio de por medio,97 Hidalgo
ordenó la ejecución de los sospechosos en el cerro de la Bateas con la desaprobación airada de
Allende y Aldama.9892
Ante la inminente llegada de las tropas realistas de Calleja y de José de la Cruz, se celebró una
junta de guerra.99 Allende e Hidalgo propusieron estrategias distintas, pero la decisión final fue de
Hidalgo, quien dispuso que Ruperto Mier saliera a detener a las tropas de José de la Cruz. Sin
embargo Mier fue derrotado en Urepetiro por el regimiento de Pedro Celestino Negrete.100 Los
insurgentes fortificaron el puente de Calderón y allí se encontraron con el contingente realista al
mando de Manuel de Flon y Félix María Calleja. Después de seis horas de combate, los insurgentes
terminaron huyendo del lugar y Guadalajara fue ganada por los realistas.10199 Los insurgentes se
movilizaron a Aguascalientes. En Pabellón, Hidalgo fue relevado como Generalísimo y Allende
condujo a la tropa rumbo al norte para unirse con José Mariano Jiménez que tomó Saltillo después
de ganar la Batalla de Aguanueva.99 La idea era conseguir el apoyo de las provincias
septentrionales de la Nueva España y, posteriormente, de Estados Unidos.102 103 104
Ignacio López Rayón fue nombrado jefe de la insurgencia y volvió con una parte de la tropa a
Michoacán, acompañado por José María Liceaga.105 Los otros líderes y el resto de la tropa siguió el
camino hacia el norte, y en su paso por Monclova se encontraron por primera vez con Ignacio
Elizondo, que había sido simpatizante de la insurgencia. Como resultado fue capturado de Pedro
de Aranda.106 El 21 de marzo de 1811 fueron presos en Acatita de Baján (Coahuila) Hidalgo,
Allende, Aldama y Jiménez junto con otros miembros más de la insurgencia.n. 25 Los presos fueron
fusilados en Monclova, y Chihuahua. Las cabezas de Hidalgo, Aldama, Allende y Jiménez fueron
colgadas en las cuatro esquinas de la alhóndiga de Granaditas, permaneciendo a la vista de los
habitantes hasta 1821.107
Otros focos insurgentes[editar]
El movimiento independentista iniciado en Dolores el 15 de septiembre de 1810 fue secundado en
otras partes de Nueva España. A principios de noviembre de 1810, José Antonio Torres logró
imponerse sobre la poca resistencia que ofrecieron las fuerzas virreinales en La Barca y en
la Batalla de Zacoalco.108 Con una fuerza de veinte mil hombres entró a la ciudad de Guadalajara el
11 de noviembre.109 Casi de inmediato José María Mercado fue comisionado para tomar las plazas
de Tepic y San Blas, objetivos que logró sin disparar un solo tiro el 28 de noviembre y el 1 de
diciembre respectivamente. Para diciembre de 1810 se había fortalecido en una parte importante
de Nueva Galicia110 111
Los simpatizantes de la insurgencia habían tomado varias ciudades importantes antes de terminar
1810. Rafael Iriarte controlaba León, Aguascalientes y Zacatecas. Luis de Herrera y Juan
Villerías ocupaban San Luis Potosí. En Toluca y Zitácuaro estaba Benedicto López. José María
Morelos comenzaba su campaña en el sur de Michoacán y México; mientras Miguel Sánchez
y Julián Villagrán controlaban el valle del Mezquital al norte de la intendencia de México.88 Las
provincias norteñas como Texas, Coahuila y Nuevo León también se habían sumado a la causa
insurgente.103 José María González Hermosillo inició la rebelión con la Batalla de Real del
Rosario en las Provincias Internas de Occidente y José María Sáenz de Ontiveros en Durango,
además se efectuaron diversos levantamientos espontáneos dirigidos por sacerdotes y rancheros
en muchas partes del virreinato.112
La persecución contra los líderes regionales fue tan dura como la que se dirigió contra las
principales cabezas de la insurgencia. En enero de 1811, José María Mercado —que operaba en
Nueva Galicia— fue derrotado en Maninalco y probablemente se suicidó, pues su cadáver se
encontró en el fondo de un barranco al día siguiente. Algunos líderes resistieron la persecución
por poco tiempo, como José Antonio Torres, que fue derrotado por Antonio López Merino el 4 de
abril de 1812 y ahorcado el 23 de mayo después de un juicio sumario. Otros resistieron y se
convirtieron en protagonistas de los sucesos de los años siguientes, como Villagrán y Morelos.
Características del movimiento insurgente de 1810-1811[editar]
Entre 1785 y 1786, en Nueva España se había producido una de las crisis agrícolas más grandes de
su historia, provocando una hambruna en la que murieron cerca de 300 000 personas. Entre 1808
y 1809 una grave sequía en El Bajío había reducido las cosechas, por consiguiente los alimentos
habían cuadruplicado sus precios. Por otra parte, las guerras en Europa habían provocado escasez
y desempleo.113 Ante esta situación los campesinos vieron en Hidalgo a un líder que podría
conducirlos a una vida mejor. Fue así que los insurgentes lograron conseguir adeptos
rápidamente.114 Contaba además con los refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano
Abasolo, oficiales del Regimiento de Dragones de la Reina en San Miguel el Grande.115
Reacciones de España[editar]
En las Cortes de Madrid se determinó que los diputados suplentes de América ya no podrían
participar en las nuevas sesiones, pues estos habían sido elegidos solamente para un período. Por
tanto, los legisladores como Miguel Ramos Arizpe y Mariano Michelena fueron excluidos. Las
noticias de la independencia de Nueva España y Guatemala lograron encender la pasión de los
diputados peninsulares, quienes rechazaron la firma de los Tratados de Córdoba. Los diputados
novo-hispanos Lucas Alamán, Juan Gómez de Navarrete y Miguel Puchet expusieron
elocuentemente que si las Cortes no reconocían las exigencias del Nuevo Mundo como legítimas,
España perdería sus reinos americanos. Pero los diputados europeos se negaron a dar concesiones
a los americanos, estos últimos perdieron paulatinamente la esperanza de ver consensuadas sus
peticiones.397 El 13 de febrero de 1822, una vez más las Cortes decidieron por amplia mayoría
posponer la "cuestión americana" hasta las siguientes sesiones regulares. Ningún diputado del
Nuevo Mundo se opuso, puesto que ninguno de ellos permaneció en el Parlamento español.
Habían emprendido el viaje de regreso a sus tierras, convencidos de que solo la independencia
podría darles el gobierno que deseaban. El 30 de junio de 1822, Fernando VII volvió a intentar
infructuosamente recuperar el poder absoluto con la ayuda de su Cuerpo de Guardias Reales. En
abril de 1823, el monarca logró su objetivo con la ayuda de la Santa Alianza, permitiendo el paso
al ejército francés para pisar nuevamente el territorio español, y así conseguir restaurar
el absolutismo. Rafael de Riego fue ahorcado en noviembre de 1823 en la Plaza de la Cebada en
Madrid. En la Península ibérica, se dio inicio al período conocido como Década Ominosa.398
Fueron varios los intentos de reconquista en México por parte de los españoles, el último de los
cuales tuvo lugar en 1829. En esta ocasión, el general Isidro Barradas y el almirante Ángel
Laborde partieron de Cuba con casi cuatro mil soldados y diecinueve embarcaciones.
Desembarcaron el 26 de julio en Cabo Rojo, cerca de Tampico, pero el general Antonio López de
Santa Anna coordinó la defensa y finalmente el 11 de septiembre derrotó a los españoles en
la Batalla de Pueblo Viejo.
Fue hasta el 28 de diciembre de 1836, cuando después de haber realizado negociaciones de paz y
reconciliación, España reconoció la independencia de México. Por parte del gobierno español el
tratado fue firmado por María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, y José María Calatrava,
mientras que por el gobierno mexicano Miguel Santa María y el presidente interino José Justo
Corro.