Gortari
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claro no legalmente con la supuesta “caída de sistema” es obvio que eso simplemente fue un truco
utiizado por parte del PRI ya que en ese tiempo el PRI tenia mucho mandato
Como todo buen político el primer día de su mandato el 1 de diciembre anunció los asuntos principales
de su agenda política, entre ellos la reducción de la deuda externa, el incremento de los niveles
económicos del país y la lucha contra la corrupción y la violencia, claro vamos a ver durante este cuento
si en realidad cumple esas cosas.
Bueno, los primeros meses de su mandato Salinas impulsó la cooperación comercial con los países
vecinos, con los del sur, Colombia y Venezuela, la verdad empezó medio bien a su al parecer también
suscribió un acuerdo en 1989 para constituir a corto plazo una zona de libre comercio, cosas mas cosas
menos esto parece ser un buen comienzo para el.
Pero no todo era bueno ya que en 1994 tuvo que enfrentarse a una rebelión del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional en el estado de Chiapas, aquí ellos se levataron en armas y hicieron un des..
desorden en el país y para este fue un golpe duro a su presidencia
Para después de todo esto el 1 de diciembre de ese a;o fue el asesinato de Colosio asesinado, en plena
campaña, la elección recayó en Ernesto Zedillo Ponce de León, quien tomó posesión de la presidencia
de su país el 1 de diciembre de ese mismo año.
Pero claro que seguimos con malas noticias ya que a Carlos se le acusa de muchas cosas, y la verdad
están en su derecho de hacerlo porque este hombre no merece tener lo que tiene y estas so algunas de
sus acusaciones
Carlos dejó México tras la detención de su hermano Raúl, que fue acusado entre otros delitos por el
asesinato de Colosio
Carlos Salinas prestó declaración, en noviembre de 1996 y en enero de 1997, en la Embajada mexicana
en Dublín (Irlanda).
En mayo de 2009, se vio implicado junto a su hermano en acusaciones de desvío de recursos en las
declaraciones de su antecesor, el expresidente Miguel de la Madrid Hurtado
Otro de los hermanos, Enrique, que estaba siendo investigado por lavado de dinero, fue asesinado en
2004 en el Estado de México.
Jaja pobre hombre la verdad se merece eso y mas, el debería estar encarcelado pero no decimos eso
porque este cuento es de el.
Aqunque la vida del se;or era rara pues tenia su familia era Casado con Cecilia Occeli González, fue
padre de tres hijos: Cecilia, Emiliano y Juan Cristóbal. Contrajo matrimonio por segunda vez con Ana
Paula Gerard, con la que tuvo otros tres hijos: Ana Emilia, Patricio Gerónimo Gerardo y Mateo
Pero nada relevante en su carrera aunque fue muy apoyado por su familia y algunos conocidos. El sueño
librecambista de Salinas no estuvo lejos de ser arruinado debido a las fuertes resistencias que el
proyecto concitó en sectores políticos y económicos de Estados Unidos,donde cundió el temor a la
entrada de productos mexicanos de bajo precio y a unadeslocalización de inversiones productivas
buscando mano de obra barata, pero el 17 de noviembre de 1993, con gran alivio del mandatario, el
Congreso de Washington aprobó eltratado gracias a la campaña promocional lanzada por el nuevo
presidente demócrata, BillClinton. En opinión de Salinas, el libre acces a un vasto mercado de 290
millones de habitante siba a relanzar las exportaciones mexicanas, mientras que la apertura normativa
doméstica iba a facilitar el desembarco de fuertes inversiones de los empresarios del norte,
fundamentalmente e nel sector de las maquiladoras o plantas de ensamblaje industrial (produciendo
bienes de consumo directamente destinados a la exportación), con la consiguiente creación de miles
depuestos de trabajo. Pero los críticos de la integración comercial presentaron una batería deargumentos
adversos y empezaron por destacar los riesgos que supondría para la economíanacional una recesión en
Estados Unidos.
Y fue como supuestamente estaba bien económicamente hablando pero todo era una farsa el no tenia al
gobierno bien distribuido
Del importante nivel que alcanzó el diálogo mexicano-estadounidense dejaron constancia las
numerosas cumbres presidenciales sostenidas por Salinas, doce en total, con Bush y Clinton. Laprimera
reunión de Salinas como presidente en ejercicio con Bush tuvo lugar en París el 14 dejulio de 1989, su
primera visita oficial a Estados Unidos discurrió del 1 al 6 de octubre del mismoaño y la primera
recepción a Bush en casa, en Monterrey y Agualeguas, aconteció el 26 y el 27de noviembre de 1990.
Con Clinton, Salinas intercambió las primeras citas en Nueva York el 26de septiembre de 1994, y en el
DF y Tlaxcala del 5 al 7 de mayo de 1997.
Salinas estaba muy atento a si se presentaba una oportunidad de globalización para meter a mexico
inmediatamente.
Y claro su enorme caída de la bolsa de valores sucedió así, En los momentos de mayor optimismo del
sexenio salinista por la constatación de un nuevo milagro económico mexicano,, varios analistas
coincidieron en advertir que el crecimiento se estaba apoyando sobre bases hueras, ya que la mayoría
de los capitales privados estaban siendo invertidos, no en actividades productivas y generadoras de
riqueza estructural, sino en fórmulas de riesgo financiero pero con alta rentabilidad así como en
instrumentos de deuda pública como los tesobonos creando una peligrosa burbuja especulativa. Así, en
1992, más de la mitad de los 60.000 millones de dólares en capital foráneo estaba invertida en la bolsa
de valores, así es como sucede lo de la bolsa de valores lo cual fue una mentira total hacia el pueblo
mexiano
El presidente, que ya había cogido la costumbre de destituir a mandos policiales y sindicales por estar
comprados por las mafias de la droga, incluso obligó a renunciar a tres gobernadores priístas prestando
oído a las protestas que la comisión de flagrantes irregularidades electorales había desatado en sus
respectivos estados. El puñado de escaños que el PRI necesitaba para aprobar las reformas
constitucionales arriba señaladas se lo prestó el PAN, que había obtenido 89 puestos en la Cámara baja.
Ahora bien, la prueba de fuego del reformismo político de Salinas iba a ser la elección presidencial de
1994. Por de pronto, Salinas no renunció al procedimiento antidemocrático del dedazo, que era uno de
los atributos más característicos de un sistema tan fuertemente presidencialista como el mexicano
Por otro lado, los medios de comunicación recordaron que el 6 de marzo anterior Colosio, distanciándose
de la propaganda del Gobierno, había presentado a México como un país aún tercermundista en varios
aspectos y se había comprometido a lanzar una vasta reforma política hasta conseguir la equiparación
del sistema a las democracias normales. Colosio fue rápidamente suplido en la candidatura presidencial
por Ernesto Zedillo Ponce de León, un competente tecnócrata surgido del reformismo salinista que
asumió como suyas las promesas del que había sido su jefe de campaña. Salinas, que encabezó la
guardia de honor que flanqueó el féretro de Colosio en la sede nacional del partido, prometió que el
crimen no quedaría impune. Sin embargo, no consiguió disipar la sospecha general de que el 23 de
marzo algún tipo de complot había sido ejecutado en Tijuana.
Tras este luctuoso suceso el país se sumió en la crispación y el desasosiego, mientras cobraban auge
los secuestros de empresarios para cobrarles rescate y los escándalos de corrupción que salpicaban al
oficialismo. Por si fuera poco, se reportó el asesinato de varias personas que, supuestamente, podían
poseer información comprometedora para el poder priísta en relación con el magnicidio, mientras que las
investigaciones policiales entraron en una fase de sospechosa parálisis. Mario Aburto, no sin correr el
extraño rumor, jamás verificado, de una posible suplantación personal (debido a las aparentes
diferencias físicas entre el hombre aprehendido en Lomas Taurinas y el recluido en prisión a la espera
de juicio), quedó como el único encausado por homicidio doloso; en 1995 el tribunal que le juzgó iba
acondenarle a 40 años de prisión
Pero a Salinas le iba a estar vedado un traspaso presidencial sin novedad. Nuevas tempestades
aguardaban a la vuelta de la esquina. El 28 de septiembre cayó asesinado en el DF el secretario general
del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, dirigente del ala reformista del partido, anteriormente gobernador
del estado de Guerrero y a la sazón ex marido de la hermana mayor del presidente, Adriana Margarita,
hasta que el matrimonio terminó en un tumultuoso divorcio en 1978. La segunda eliminación física en la
cúpula priísta en algo más de seis meses no dejó lugar a dudas sobre que se libraban implacables
vindictas en el partido del poder, donde los sectores más reaccionarios estarían intentando advertir
contra la prosecución de la reforma política por la administración entrante. Tampoco se descartaba el
largo brazo de los capos de la droga, ya que el hermano del asesinado, Mario Ruiz Massieu, era
subprocurador general de la República encargado de la lucha contra el narcotráfico. Precisamente,
Salinas nombró a Mario Ruiz Massieu fiscal especial jefe para esclarecer la muerte de su hermano. Sin
embargo, el 23 de noviembre, el magistrado dimitió alegando obstáculos insalvables a su trabajo puestos
por personas del PRI.
Hasta las fiestas navideñas, el peso perdió un 60% de su valor, convulsionando los mercados
internacionales -el popularmente conocido como efecto tequila- y colocando las finanzas mexicanas al
borde de un hundimiento de dimensiones catastróficas. Sólo un gigantesco plan de salvamento
internacional coordinado por el FMI y capitaneado por la Reserva Federal Estados Unidos, con una
inyección de 51.000 millones de dólares, permitió estabilizar el mercado cambiario, pero, eso sí, al precio
de aplicar un draconiano plan de ajuste. La descomunal crisis financiera reveló crudamente la naturaleza
desestructurada y ficticia de buena parte del crecimiento registrado de los últimos años. El mercado
financiero volvió a estabilizarse, pero 1995 iba a cerrarlo México con una recesión económica del 6,9% y
una tasa de inflación del 52%, por no hablar de la destrucción o precarización de millones de puestos de
trabajo, de la pérdida de poder adquisitivo por la población y del agravamiento de las desigualdades
sociales.
Un ex presidente caído en el oprobio y los avatares de la familia Salinas Tras abandonar la residencia
oficial de Los Pinos Salinas y su esposa firmaron el divorcio, poniendo fin a un matrimonio que habría
empezado a naufragar luego de conocer él a Ana Paula Gerard Rivero, una analista del Citybank 12
años más joven y ex alumna de Harvard también. Gerard y Salinas entablaron una relación profesional y
seguramente también sentimental luego de ser contratada ella como secretaria técnica del Gabinete
Económico de la Presidencia.
Sin embargo, el escándalo estaba servido, y Carlos Salinas, que desde el 18 de enero era miembro del
Consejo de Directores de la compañía Dow Jones, comunicó la retirada de su candidatura a director
general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), la entidad nacida el 1 de enero anterior a partir
del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), para suceder al irlandés Peter Sutherland, en
lo que contaba con el apoyo de Estados Unidos, lo que era como tener el puesto asegurado. El 3 de
marzo el ex presidente inició una "huelga de hambre" en Monterrey para exigir a las autoridades el
público descargo de cualquier responsabilidad suya en la crisis financiera de diciembre y en la
obstrucción de las investigaciones judiciales del caso Colosio.
La comunidad internacional que hasta la víspera tanto le había ensalzado, puso ahora en tela de juicio
sus políticas económicas, y en México, los medios de comunicación y diversas voces de la sociedad civil
arremetieron contra el resultado funesto de la apertura liberal, que había sumido a millones de
mexicanos en la carestía y ensanchado la brecha entre ricos y pobres.
Como remate, el país debía salir adelante con el más severo programa de ajuste y estabilización del que
había recuerdo, arruinando en el camino a muchas familias. Incluso Zedillo y el PRI se apresuraron a
distanciarse del período salinista y en adjudicarle todas las culpas por el desaguisado financiero.
En el imaginario popular, el clan Salinas ya estaba indisolublemente ligado a la autoría del cobarde
asesinato de Colosio (aunque por el momento no existía ninguna apreciación policial o judicial de
semejante conexión), al amiguismo y el favoritismo que habían caracterizado la campaña de
privatizaciones y a las prácticas de enriquecimiento ilícito, cuando a la ciudadanía el presidente le había
prescrito austeridad y sacrificio.
Alcanzó tal magnitud el desprecio y la cólera públicos contra Carlos Salinas, convertido en el chivo
expiatorio favorito de la frustración general, que hizo fortuna su caricaturización como el Chupacabras, la
supuesta criatura alienígena importada de Puerto Rico que en aquellos años saltó a la prensa mundial
por sus ataques a cabezas de ganado en algunos estados mexicanos para, aseguraba esta moderna
leyenda urbana, succionarles la sangre. A lo largo de 1995, el paradero de Salinas se ubicó
alternativamente en Nueva York, Boston, Montreal y algunos puntos del Caribe, como Cuba ?donde su
pareja alumbró a Ana Emilia, su cuarto vástago, a la que siguió un quinto, Carlos- y Bahamas.
En enero de 1996 se supo que el ex presidente acababa de establecerse con su nueva familia en una
propiedad en las afueras de Dublín, un lugar de autoexilio no caprichoso si se tenía presente que Irlanda
carecía de tratado de extradición con México, y donde al parecer celebró esponsales con Gerard. Esta
protección de su integridad la adoptó Salinas una vez que la Procuraduría, el 18 de diciembre de 1995, le
imputara los delitos de falsificación de documentos y enriquecimiento ilícito.
Ahora bien, el 27 de mayo anterior el presidente había sido exonerado de cualquier concurrencia en la
instigación del asesinato de Ruiz Massieu, removiendo el nubarrón de una eventual acusación por este
caso. Sus obligaciones como ejecutivo de Dow Jones le llevaron a realizar numerosos desplazamientos
a Francia, Reino Unido y, sobre todo, a Estados Unidos. En febrero de 1997, sin embargo, la compañía
financiera no le renovó en su junta directiva coincidiendo con la mención de su nombre y los de sus
familiares más directos en los testimonios escuchados en un proceso por tráfico de drogas conducido por
un tribunal federal de Houston, Texas, y en el que estaba imputado nada menos que Mario Ruiz
Massieu, quien se encontraba en situación de arresto domiciliario en Newark (y que iba a quitarse la vida
en septiembre de 1999 en circunstancias no del todo claras). En aquella ocasión, Salinas tuvo que salir a
refutar que él, sus hermanos Adriana y Raúl, y su mismo padre tuvieran la menor relación con una turbio
trama de lavado de dinero y de protección política de actividades narcocriminales.
Desde la capital irlandesa, Salinas, que continuaba siendo miembro del PRI, presenció el desarrollo del
juicio y la condena el 21 de enero de 1999 a 50 años de prisión ?pena luego rebajada a los 27 años y
medio- del hermano incómodo, como le llamaba la prensa, e insistió una y otra vez en que el desastre
financiero de que se le hacía responsable no había sido sino el resultado del "error de diciembre", esto
es, la "temerosa y vacilante" devaluación monetaria decretada por Zedillo para corregir el tipo
sobrevalorado del peso tras "permitir el saqueo de las reservas de divisas". Éste y otros argumentos de
justificación y exoneración, como la negación de responsabilidad por la histórica derrota del PRI a manos
del PAN en las presidenciales de julio de 2000, así como la acusación a Zedillo de encabezar una
campaña de destrucción personal orquestada por "narcotraficantes" y "políticos corruptos" del partido, los
cuales no le habrían perdonado las reformas que impulsó, centraron el contenido de una serie de
entrevistas concedidas a periodistas y del voluminoso libro de memorias México, un paso difícil hacia la
modernidad, editado por Plaza & Janés.
Este libro, atiborrado de extractos periodísticos, fue presentado ante los medios en octubre de 2000 en
la capital mexicana, en la quinta de una serie de visitas esporádicas al amparo del secreto de sumario
sobre su mandato presidencial (la anterior se había producido en junio de 1999, para asistir a la
graduación de su hijo Emiliano y visitar a su padre enfermo, el cual iba a fallecer en febrero de 2004 a los
86 años), y reavivó los rescoldos de la peripecia familiar.
En sus páginas, Salinas achacaba a Zedillo, entonces presidente saliente, múltiples "traiciones" a
principios y valores de la República, inclusive "a los ideales de Luis Donaldo Colosio", y presentaba el
encarcelamiento y el juicio de su hermano Raúl, convicto de homicidio y con un proceso abierto por
amasar una fortuna de entre 100 y 300 millones de dólares proveniente presuntamente del narcotráfico y
atesorada en bancos de Suiza y otros países o bien invertida en bienes inmuebles, como una "venganza
política" en su contra.
Ciertamente, observadores imparciales coincidieron en señalar que el proceso contra Raúl Salinas en el
caso Ruiz Massieu estuvo plagado de irregularidades y que las pruebas incriminatorias carecieron de
base. Pocos días después, sin embargo, en una supuesta conversación telefónica mantenida con su
hermana desde la cárcel y divulgada por la cadena Televisa (con seguridad, la comprometedora
grabación fue malévolamente filtrada por el entorno de Zedillo), Raúl Salinas confesó sentirse a su vez
traicionado por su hermano menor por haberle torpedeado la defensa desde el momento en que le
"reprobó moralmente" y presentó como "ilícitos" unos fondos "depositados en el exterior", fondos
pertenecientes al erario público y puestos a su nombre, de cuyos movimientos él, pese al mentís
realizado por el ex mandatario en una reciente entrevista televisada, "supo" perfectamente.
"Es una cobardía de Carlos atacarme públicamente, es una traición de hermano", afirmaba la voz que
según Televisa era la de Raúl Salinas. La bizarra saga de los Salinas añadió un capítulo trágico el 6 de
diciembre de 2004 con el descubrimiento en el barrio residencial mexiquense de Huixquilucan del
cadáver de otro de los hermanos, Enrique, de 52 años, en el asiento del copiloto de su coche y con una
bolsa de plástico en la cabeza.
La Policía estableció un homicidio por asfixia y barajó como móviles tanto un asalto con fines de
extorsión, que se les habría podido ir de las manos a los atacantes, como una venganza con trasfondo
pasional. El caso era que desde hacía pocos días sobre Enrique Salinas, un ingeniero metido en
negocios de la construcción, pesaba una orden de localización girada por la Interpol francesa en el curso
de una investigación de una red de lavado de dinero.
Se sabía también que el menor de los hermanos Salinas arrastraba problemas financieros, existiendo la
posibilidad de que estuviera siendo presionado por sus acreedores. Por otro lado, el 14 de junio de 2005,
tras pasarse más de una década en prisión sin cansarse de proclamar su inocencia, Raúl Salinas fue
puesto en libertad previo depósito de una fianza de 32 millones de pesos, en acatamiento de una
resolución de anulación de su sentencia de 27 años dictada días atrás con carácter inapelable por el
Segundo Tribunal Colegiado deToluca.
La caución fue facilitada por su hermano Carlos, que se encontraba en Estados Unidos y cuya ayuda
Raúl solicitó en conversación telefónica. La exoneración de toda responsabilidad penal en el asesinato
de José Francisco Ruiz Massieu no afectó a los otros condenados por el caso, incluido el autor material,
Daniel Aguilar Treviño, que cumplía una pena de 50 años, y siguió a la absolución en otros dos procesos
por los delitos de peculado y lavado de dinero.
Con todo, a Raúl Salinas aún le quedaban pendientes otros procesos por delitos considerados menores,
como falsificación de documentos y tráfico de influencias. Además, en marzo de 2006 la justicia francesa
comenzó a juzgarlo en ausencia bajo la acusación de blanquear dinero procedente del narcotráfico.
Además del libro personal arriba citado, el ex presidente mexicano es autor de los trabajos técnicos
Producción y participación política en el campo mexicano (su tesis doctoral de 1978, publicada en 1980),
La inducción en el sistema nacional de planeación en México (1981), Consideración económicas acerca
de la regulación de la empresa pública (1981) y Rectoría del Estado en la Constitución mexicana (1985)
La incertidumbre presidió el día de los comicios, el 6 de julio de 1988. Luego de cerrarse las urnas, y al
poco de avanzarse los primeros resultados parciales que sonreían a Cárdenas, se produjo una
sospechosa avería temporal en el sistema electrónico de computación del voto.
En las elecciones al Congreso, el PRI conservó la mayoría absoluta en ambas cámaras, si bien en el
hemiciclo bajo el retroceso fue muy notable, hasta los 260 diputados sobre 500. El oficialismo, por
primera vez, perdió la mayoría de dos tercios requerida para aprobar reformas constitucionales. El
porcentaje adjudicado a Salinas en las presidenciales superaba la mitad de los votos computados, pero
se trataba del más exiguo conseguido por el PRI en una elección de cualquier tipo.
En 1982 de la Madrid se había proclamado presidente con el 74,3% de los sufragios, cifra ciertamente
apabullante pero que ya en su momento había dado mucho que hablar por ser la más moderada
obtenida por un candidato priísta desde hacía tres décadas. Que seis años atrás el país hubiese
reaccionado con sorpresa ante el bajo volumen de votos sacado por de la Madrid daba una idea de la
trascendencia de los resultados de ahora.
Podía hablarse sin reservas de terremoto político en México, aun en el caso de que Salinas hubiera
ganado a Cárdenas limpiamente y sin asomo de duda. Las elecciones de 1988 supusieron para México
el comienzo de la transición desde un sistema de partido hegemónico ?el cual, por otra parte, había
hecho de él el país más estable de América Latina dentro de su peculiar democracia formal- a otro de
partido predominante o simplemente mayoritario. El 1 de diciembre de 1988 Salinas tomó posesión con
un mandato sexenal y, a sus 40 años, como el más joven presidente de México desde Lázaro Cárdenas.
En sus primeras alocuciones, el flamante mandatario se comprometió a hacer más transparente la vida
política, fortaleciendo la legitimidad del proceso electoral y modernizando el sistema de partidos, y a
lanzar un ambicioso plan de reformas económicas para vigorizar el anémico crecimiento y acelerar la
reducción de la inflación, que en 1988 registraron las tasas respectivas del 1,1% del PIB y el 52%. Los
comentaristas destacaron que con Salinas triunfaba, por primera vez desde la fundación del partido, la
tecnocracia y el economicismo sobre la ideología y la política, tan bien representados por los diez
mandatarios anteriores, todos ellos abogados de formación.
Las grandes reformas económicas del sexenio salinista Bajo la Administración de Salinas se ejecutaron
las grandes transformaciones estructurales que el presidente consideraba ineludibles para conformar el
México moderno del próximo siglo. De entrada, se aceleró la campaña de privatizaciones comenzada en
1982, viéndose afectadas ahora todas las grandes empresas del Estado.
Así, fueron entregados al capital privado la telefonía (Telmex, una compañía plagada de denuncias por
negligencia en el servicio que en diciembre de 1990 fue adjudicada en pública subasta a un consorcio
encabezado por el magnate Carlos Slim Helú), las comunicaciones viales y las aerolíneas, el sector
químico, el siderúrgico (Altos Hornos de México), los seguros, las cadenas hoteleras, los medios de
radiodifusión (Imevisión, que dio lugar a la TV Azteca) y, finalmente, la banca.
La histórica reforma del sistema bancario, emprendida en mayo de 1990 y rematada en diciembre de
1993, supuso la reversión total de la nacionalización realizada en 1982 por López Portillo, que había
reducido las 764 entidades entonces existentes a menos de una veintena, encabezando las
sobrevivientes el Banco Nacional de México (Banamex) y el Banco del Comercio (Bancomer). Asimismo,
el Banco central de México, Banxico, fue dotado, reforma constitucional mediante, de un régimen jurídico
que, con arreglo al modelo liberal, garantizaba su autonomía funcional y administrativa.
Eminentemente pragmático, Salinas explicó que las privatizaciones convenían al país a efectos de
ingresos en la caja del Estado, ganancias que luego el Gobierno destinaría a abonar la deuda interna y a
costear las necesidades sociales, pero la gigantesca operación produjo unos réditos incluso mayores de
los esperados: sólo en 1991 el Estado recaudó 10.700 millones de dólares por ese concepto. Al final del
mandato de Salinas, más del 90% del parque empresarial del país tenía dueños privados, quedando
como únicas excepciones relevantes la Comisión Federal de electricidad (CFE) y el emblemático
monopolio Pemex, el cual, no obstante, tampoco salió indemne de la avalancha de liberalizaciones, ya
que, a través de la Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos y Organismos Subsidiarios (julio de 1992),
empezó a estructurarse como holding corporativo, asumiendo criterios de eficiencia y racionalidad,
dotándose de una estructura divisional (las subsidiarias de Exploración y Producción, de Refinación, de
Gas y Petroquímica Básica, y de Petroquímica) y abriéndose a la inversión privada extranjera según el
esquema de franquicias. El segundo florón del "liberalismo social" pregonado por Salinas fue la
modificación, en diciembre de 1991, del régimen minifundista del ejido, perpetuado como la principal
conquista social de la Revolución pero que, según el Gobierno, dificultaba la mecanización y la
capitalización del agro mexicano por la reducida extensión de las parcelas comunitarias.
La enmienda del artículo 27 de la Constitución suprimió el marco jurídico de la reforma agraria realizada
en el período cardenista, poniendo fin al reparto de terrenos, convirtiendo a los tres millones de
ejidatarios en propietarios formales y autorizando a las sociedades con capital privado la adquisición,
reventa o arriendo de los ejidales con determinados límites de superficie. En círculos izquierdistas no
hubo ambages en hablar de verdadera "contrarreforma agraria".
En tercer lugar, Salinas inauguró un nuevo concepto del crecimiento económico nacional que orientaba
la producción hacia fuera, a la exportación, en detrimento de la industrialización. En la liberalización
comercial, en el desarme arancelario a gran escala, iba a fundar, pues, México, sus perspectivas de
progreso, y en primer lugar, el presidente apostó duro por la inclusión de México en el área de libre
comercio ultimada por Canadá y Estados Unidos, país que por sí solo concentraba el 73% de todos los
intercambios de México con el exterior.
El sueño librecambista de Salinas no estuvo lejos de ser arruinado debido a las fuertes resistencias que
el proyecto concitó en sectores políticos y económicos de Estados Unidos, donde cundió el temor a la
entrada de productos mexicanos de bajo precio y a una deslocalización de inversiones productivas
buscando mano de obra barata, pero el 17 de noviembre de 1993, con gran alivio del mandatario, el
Congreso de Washington aprobó el tratado gracias a la campaña promocional lanzada por el nuevo
presidente demócrata, Bill Clinton.
En opinión de Salinas, el libre acceso a un vasto mercado de 290 millones de habitantes iba a relanzar
las exportaciones mexicanas, mientras que la apertura normativa doméstica iba a facilitar el
desembarco de fuertes inversiones de los empresarios del norte, fundamentalmente en el sector de las
maquiladoras o plantas de ensamblaje industrial (produciendo bienes de consumo directamente
destinados a la exportación), con la consiguiente creación de miles de puestos de trabajo. Pero los
críticos de la integración comercial presentaron una batería de argumentos adversos y empezaron por
destacar los riesgos que supondría para la economía nacional una recesión en Estados Unidos. Del
importante nivel que alcanzó el diálogo mexicano-estadounidense dejaron constancia las numerosas
cumbres presidenciales sostenidas por Salinas, doce en total, con Bush y Clinton.
La primera reunión de Salinas como presidente en ejercicio con Bush tuvo lugar en París el 14 de julio de
1989, su primera visita oficial a Estados Unidos discurrió del 1 al 6 de octubre del mismo año y la
primera recepción a Bush en casa, en Monterrey y Agualeguas, aconteció el 26 y el 27 de noviembre de
1990. Con Clinton, Salinas intercambió las primeras citas en Nueva York el 26 de septiembre de 1994, y
en el DF y Tlaxcala del 5 al 7 de mayo de 1997.
Salinas vigiló atentamente toda posibilidad que permitiera a México adherirse a las iniciativas
emergentes de la nueva economía globalizada. Con el propósito de diversificar en lo posible la clientela
comercial, México fue el primer país latinoamericano que ingresó en la Cooperación Económica Asia-
Pacífico (APEC), en el escenario de la I Reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la organización
celebrada en Seattle el 19 y el 20 de noviembre de 1993, mientras que la admisión, el 18 de mayo de
1994, en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), exclusivo club del
capitalismo internacional que hasta entonces no había extendido la membresía a ninguno de los
categorizados como nuevos países industrializados, le permitió identificarse con el primer mundo
económico, no obstante continuar México anclado entre los países de desarrollo medio.
La prioridad del TLCAN no fue a costa, empero, de los tradicionales vínculos con los estados de América
Central y el Sur; antes al contrario, éstos se renovaron, aunque desde una perspectiva más
desideologizada y comercial. El 10 de enero de 1991 Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas,
acogió una cumbre entre Salinas y los cinco presidentes centroamericanos que significó el
relanzamiento del protagonismo de México en la región y que preparó el acuerdo, firmado por los
cancilleres en Managua el 20 de octubre de 1992, sobre la creación de una zona de libre comercio a seis.
En añadidura, con Nicaragua, en agosto de 1992, y con Costa Rica, en abril de 1994, se adoptaron
sendos tratados de libre comercio. Ya en el terreno de la facilitación de conflictos, Salinas fue uno de los
denominados "presidentes amigos" del secretario general de la ONU, el peruano Javier Pérez de Cuéllar,
en la mediación del proceso de paz de El Salvador. Así, el Castillo de Chapultepec, en México DF, fue el
escenario elegido para la firma el 16 de enero de 1992 del acuerdo de paz definitivo entre el Gobierno y
la guerrilla salvadoreños.