D° Penal II (Regular)
D° Penal II (Regular)
D° Penal II (Regular)
❖ Acto de voluntad: es el que se dirige al objeto alterandolo (ej. pintar un cuadro, demoler un
edificio).
❖ Acto de conocimiento: es el que se limita a proveer datos al observador, sin alterar al objeto en
cuanto material. (ej. Estudiar derecho penal).
Esta distinción es válida dentro de una Teoría Realista del Conocimiento, que parte de la base de que el
objeto existe antes que el conocimiento. Mientras que en el marco de una Teoría Idealista del
Conocimiento lo real son las ideas y mientras no haya conocimiento no hay idea, de modo que el
conocimiento crea el objeto.
Cuando el derecho desvalora una conducta, está realizando un acto de conocimiento. Desde una posición
realista este acto no le agrega nada al “ser” de la conducta. Por ejemplo, si vemos un cuadro y decimos
que este es lindo o feo, solo le estamos agregando un valor de carácter estético, pero el cuadro no se
altera.
Cuando el legislador dice que “matar está mal”, no pretende cambiar la conducta de matar, queda
inalterada, solo la desvalora.
El derecho no pretende otra cosa que ser un orden regulador de conducta y para ello tiene que respetar el
“ser” de la conducta, este “ser” se llama “estructura óntica” y el concepto que se tiene de ser, se llama
“concepto ontológico” (óntico es lo que pertenece al ente; ontológico es lo que pertenece a la ciencia o al
estudio del ente). El concepto óntico-ontológico de conducta, es el concepto cotidiano y corriente que
tenemos de la conducta humana.
El derecho se limita a agregar un desvalor jurídico a ciertas conductas, pero no cambia para nada lo óntico
de la conducta, esto quiere decir que el derecho no puede crear un concepto de conducta, sino respetar el
concepto óntico-ontológico de esta.
El derecho pretende regular conductas humanas, de modo que el delito no es otra cosa que una conducta.
El principio nullum crimen sine conducta es una garantía elemental jurídica. De rechazarse el mismo, el
delito podría ser cualquier cosa abarcando la posibilidad de penar el pensamiento, la forma de ser, etc.,
corrompiendo totalmente el respeto a la dignidad humana.
1.4) TENTATIVA DE DESCONOCER EL “NULLUM CRIMEN SINE CONDUCTA”
★ Personas Jurídicas: Uno de los caminos por los cuales se pretende desconocer este principio es
cuando se pretende penar a las personas jurídicas, apoyándose en la teoría kelseniana de que las
personas humanas y jurídicas no son otra cosa que “haces de derechos y obligaciones”o puntos de
imputación. No podemos hablar de una voluntad en el acto de una persona jurídica, lo que excluye
cualquier posibilidad de conducta. Además, no puede ser autora de conducta porque no posee capacidad
de conducta humana en el sentido óntico-ontológico de la misma. Sin embargo, afirmar que una persona
jurídica no puede ser autora de delito no quiere decir que no pueda punir a sus directivos o
administradores ni que la persona jurídica pueda ser objeto de sanciones administrativas. ( ley 27.401
responsabilidad de las personas juridicas prevé la responsabilidad penal)
★ Derecho penal del autor: que considera que la conducta es un simple síntoma de peligrosidad del
autor, o bien una personalidad enemiga al derecho.
★ Conducta típica: La teoría de que la única conducta con relevancia penal es la conducta típica, por
lo cual considera a la conducta como el centro de la teoría del tipo, negándose a considerarla anterior al
plano del tipo. Esto puede llevar a confusión de pensar que el tipo crea a la conducta. Esto no es
verdadero ya que hay conductas típicas que requieren de otras conductas por parte del sujeto pasivo (ej. el
matrimonio ilegal requiere que el otro que no sabe la situación contraiga matrimonio con el autor, etc.) Este
supuesto deja bien claro que en el d° penal tienen relevancia conductas que no son típicas.
★ Hay quienes dicen que en los “delitos de olvido” no hay conducta (Manzini) o que la conducta no
requiere voluntad, abarcando los actos reflejos.
LA CUESTIÓN TERMINOLÓGICA
Hay autores que hablan de “acto” como un concepto que abarca tanto la acción y la omisión. Decimos que
a nivel de la conducta no hay omisiones, sino que todas son acciones, de ahí que acto y acción sean
sinónimos. Otros autores sostienen que la conducta se diferencia de la acción porque la primera denota un
comportamiento permanente o más continuado. Esto no está fundado a nivel óntico-ontológico.
Otros autores consideran la palabra “hecho”, conducta más el nexo causal y resultado, aproximada al
derecho civil es todo acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico, produce el nacimiento,
modificación o extinción de situaciones o relaciones jurídicas. El CP utiliza el concepto amplio en muchos
casos y deja la posibilidad de entenderlo como una mera exterioridad de delito, una conducta, un injusto o
una conducta típica.
Los hechos pueden ser de la naturaleza o humanos,los que interesan son los humanos pero no todos los
hechos en los que participa el hombre son conducta, ya que hay casos en que actúa como una mera masa
mecánica. A su vez los hechos humanos pueden ser voluntarios o involuntarios, y los hechos humanos
voluntarios son las “conductas”.
CONDUCTA IMPLICA VOLUNTAD
De forma unánime se dice que sin voluntad no hay conducta. Los problemas surgen cuando se intenta
precisar el contenido de la voluntad que se requiere en la conducta.
“Voluntario” es el “querer” activo, el querer que cambia algo; “Desear” es algo pasivo, que no pone en
movimiento ni cambia nada. El que “quiere” -tiene voluntad- se mueve hacia el resultado, el que “desea”,
solo espera el resultado del que se alegrará si sobreviene.
Se puede tener voluntad sin deseo y deseo sin voluntad. Ejemplo: puede un sujeto querer obtener una
suma de dinero mediante una acción de apoderamiento, pero no haber deseado esa acción, sino estar
coaccionado a ella por un tercero que lo amenaza de muerte. Inversamente, se puede querer la muerte de
un tío rico para heredar su dinero, y sin embargo no hacer nada para causarla.
La voluntad implica siempre una finalidad, porque no se concibe que haya voluntad de nada o voluntad
para nada. La finalidad va a ser el contenido de la voluntad. Esto es lo que establece la “teoría finalista”,
sin embargo, la “teoría causalista” va a decir que la conducta humana es voluntaria sin que sea menester
atender al contenido de la voluntad.
Una voluntad sin contenido, no es voluntad. Para un análisis del delito que toma como base el realismo, la
voluntad implica finalidad, en forma tal que la expresión “voluntad final” resulta tautológica.
Que una conducta sea voluntaria no quiere decir que sea libre, lo querido no es siempre libremente querido
(ej. El loco puede querer matar a alguien, pero no quiere decir que libremente elija eso precisamente por
su incapacidad psíquica). La voluntad libre es un problema del cual se ocupa la culpabilidad. Para que
haya conducta basta con que haya voluntad.
LA CONDUCTA COMO CARÁCTER GENÉRICO COMÚN A TODAS LAS
FORMAS TÍPICAS
Una prueba de la validez del concepto de conducta consiste en comprobar que los tipos prohíben
conductas respetando su concepto óntico-ontológico. (sirve de base para todas las formas que los tipos
adopten) Una de las principales clasificaciones de los tipos distingue entre: tipos dolosos, aquellos que
prohíben conductas por su fin, es decir, que lo prohibido es la puesta en marcha de la causalidad en
dirección al fin típico; y tipos culposos, aquellos que prohíben la conducta atendiendo a la forma de
seleccionar los medios para obtener el fin, los cuales violaron cierto deber de cuidado. También aquí el tipo
prohíbe una conducta final, solo que en lugar de prohibirla por el fin lo hace por la forma defectuosa en que
ese fin se obtiene.
El causalismo no ha tenido una única base filosófica, sino que durante su evolución pueden distinguirse
dos argumentos filosófico distintos. En un principio el concepto causalista, apoyado sobre el positivismo
mebelingcanicista, proponía que todo, inclusive la conducta humana, son causas y efectos, dentro de un
gran mecanismo que es el universo. Esta es la base filosófica de Liszt y Beling. El segundo momento, tiene
lugar cuando se desecha la filosofía positivista. Esta nueva base filosófica la ofrece el neo- kantismo de
Baden (estructura clásica del delito) y la segunda desarrollada por Mezger (estructura neoclásica del
delito).
Para el concepto positivista de la “teoría causal de la acción”, ésta es una “inervación muscular con un
mínimo de voluntariedad”, es decir, un movimiento o impulso voluntario que causaba un resultado, en el
que carece de importancia el fin a que esa voluntad se dirige. La omisión era un “no hacer” caracterizado
exteriormente por la distensión muscular e interiormente por la voluntad de distender los músculos. El dolo
se encuentra en la culpabilidad ( nexo psicológico entre la conducta el resultado) y es malus ( no solo
realiza el tipo si no que sabe que está prohibido)
Resulta claro hoy en día que la conducta es algo diferente a un movimiento con voluntad de hacer, porque
la voluntad de hacer el movimiento no existe por si, sino que se integra con la finalidad de producirlo. La
voluntad humana sin finalidad no es voluntad, y la acción humana sin voluntad es un simple proceso
causal.
Ejemplo: la madre que para matar a su bebe deja de alimentarlo para que muera de hambre y sed, no
distendía ningún musculo si a la hora en que debía darle el alimento estaba haciendo ejercicio.
Critica al concepto.
Un concepto que prescinda de la finalidad hace concebir un injusto objetivo que consiste en un proceso
causal que provoca un daño a un bien jurídico. Sigue la sistemática “injusto objetivo-culpabilidad subjetiva”.
Se pretende defender el concepto causal de la conducta reconociendo que ésta siempre tiene una
finalidad, solo que la finalidad no se toma en consideración hasta llegar a la culpabilidad. Este argumento
es falso ya que, al no considerar la finalidad al analizar la conducta, se está prescindiendo de la conducta
misma, reduciéndola a un proceso causal. Esto llevaría a pensar que el derecho es un orden regulador de
procesos causales y no de conductas.
Define negativamente los delitos de omisión como ausencia de movimiento, ya que no contribuye un
concepto , no determina qué es. Es un concepto vacío.
6.2) Las teorías sociales de la conducta. Diversos sentidos de las mismas. Concepto
“social” y teoría finalista. Infecundidad del concepto “social”. (NEOKANTISMO)
La llamada teoría social de la acción pretendió ser una posición intermedia entre las teorías causal y final.
Abre el sistema a valores sociales, busca comprender y valorar el sentido de los hechos. Se basa en la
afirmación de que no cualquier acción puede ser materia prohibida por el derecho penal, sino solo aquella
que tiene sentido social, es decir, que trascienden en el mundo exterior y en algunos casos afectan a
terceros y al orden público. Se mueve en un sentido liberal, aludiendo a que no es acción lo que nos
trasciende del individuo y no es socialmente perturbado, siendo esta una limitación al legislador.En el
artículo 19 de la CN prohíbe la TIPIFICACIÓN de acciones que no trasciendan del sujeto, pero no porque
no sean acciones, sino porque no se admite la tipicidad de conductas que no afecten bienes jurídicos. Es
un problema de tipicidad y no de conducta.
Toma como base filosófica la filosofía de los valores neokantianos, devolviéndole la autonomía a las
ciencias del espíritu como el derecho. La acción vinculada a juicios de valor, surge la idea de
comportamiento (acción valorada).
En definitiva, lo que esta teoría hace es plantear problemas de tipicidad a nivel pre-tipico, discurrir que
termina ineludiblemente en que el concepto de conducta se elabora conforme a los requisitos típicos.
Crítica:
La idea de causación no se abandona, la acción sigue siendo causal. No determina a qué valores debe
referirse. El dolo sigue en la culpabilidad no pudiendo explicarse los delitos como la tentativa.
Concepto “social” y teoría finalista.
El concepto social de acción aparte de introducir en la conducta problemas que son de la tipicidad no hace
ningún aporte al concepto finalista; ya que para que una acción tenga relevancia social requiere una
finalidad.
El requisito de la relevancia social, entendida como la necesidad de que la conducta trascienda la esfera
meramente individual del autor a la de otro, es un requisito de tipicidad y no de conducta.
Infecundidad del concepto “social”.
El requerimiento de la relevancia social como lesividad social es inadmisible. Una conducta es tal, aunque
no sea socialmente lesiva. Por otra parte, la lesividad social de la acción en un plano pre-típico no puede
ser otra cosa que un juicio ético, lo que en una sociedad pluralista es sumamente difícil y extremadamente
peligroso.
El idealismo neokantiano nos decía que la persona construye el conocimiento y con el finalismo el sistema
se cierra a estructuras ontológicas previas a la valoración del ser, las cuales se descubren a través del
método fenomenológico. Son las denominadas estructuras lógico-objetivas entre ellas el concepto final
de acción ( es dirigida a una meta previamente determinada por la persona) y la culpabilidad como poder
obrar de otro modo. El dolo es trasladado al tipo que es dividido en objetivo (realización del tipo o
elementos previstos) y el subjetivo ( conocimiento de que está realizando el tipo - dolo avalorado)
Críticas : el concepto final de acción no explica acabadamente los delitos de omisión e imprudencia ya que
no se puede determinar la finalidad de la acción
La teoría del conocimiento según la cual es el conocimiento el que crea al objeto (idealismo gnoseológico)
alimenta la teoría causal de la acción pero alimenta a también a otras teorías. Según este punto de vista,
es el tipo el que crearía la conducta según la forma de prohibir será a conducta.
Sin embargo, Zaffaroni dice que la conducta no nos puede decir nada sobre la prohibición de la misma, y
la prohibición de ella no puede decir nada acerca del ser de la conducta.
Se pretendió superar las distintas críticas con el concepto social de acción, acción será todo
comportamiento humano socialmente relevante abarcando así delitos imprudentes y dolosos. Un
comportamiento se determinará relevante socialmente por la finalidad de la acción, la posibilidad de
finalidad y por la idea de trascendencia exterior.
(FUNCIONALISMO)
● Concepto personal de acción(Roxin-sistema abierto a los fines del derecho penal, protección
subsidiaria de bienes jurídicos): acción como manifestación de la personalidad (son aquellas
que trascienden lo interno), todo lo que se le puede atribuir a la persona como centro
anímico espiritual es conducta.
● Existe un concepto negativo de acción (Jakobs- ve a derecho penal como un subsistema del
sistema social, parte de la teoría de los sistemas sociales de luhman y no se protegen
bienes jurídicos sino que se garantiza la identidad normativa de la sociedad ), la no evitación
evitable. Provocación evitable de un resultado. Más que un concepto de conducta se trata
de un punto de vista de imputación.
AUSENCIA DE CONDUCTA
7.1) Panorama. Enumeración de supuestos.
La conducta cumple dentro de su estructura la función de cimiento de la misma, no existe duda alguna en
que no hay conducta por los hechos producidos por la naturaleza en los que no participa el hombre.
Además,hay algunos hechos humanos que no hay voluntad, estos son: la fuerza física irresistible y la
involuntabilidad.
Se entiende por fuerza física irresistible aquellos casos en que opera sobre el hombre una fuerza de tal
entidad que le hacer intervenir como una mera masa mecánica. Está en el art 34 inc. 2. ( Por ejemplo:. No
hay daño cuando un sujeto esta delante de un escaparte lleno de cristales y es empujado contra mismo
causando el destrozo del cristal. Tampoco hay homicidio cuando un sujeto es empujado por un grupo de
personas contra una anciana que queda aprisionada entre él y la pared, muriendo asfixiada.
En ningún momento debe confundirse la fuerza física irresistible con la amenaza (por ejemplo a un sujeto
se le amenaza quemarle su auto si no rompe la vidriera), ya que en este caso el sujeto dirige la conducta,
solo que la voluntad no está libremente motivada, pero voluntad hay y por lo tanto también conducta. Se
trata de supuestos de inculpabilidad no de ausencia de conducta.
Supuestos de fuerza:
➢ Proveniente de la naturaleza: ej. Un sujeto es arrastrado por el viento o por una corriente de agua.
➢ Proveniente de un tercero: ejemplos dados anteriormente. Acá la ausencia se da en quien comete
el acto, pero no en el que ejerce la fuerza.
La ausencia de conducta se limita a la causación de un resultado, pero colocarse bajo los efectos de la
fuerza física irresistible es una conducta y debe investigarse también su tipicidad, antijuricidad y
culpabilidad. Ej. El sujeto que mata a la anciana ve avanzar la multitud y se coloca delante, permaneciendo
allí para tomar fotos.
Fuerza física irresistible interna: Se ha sostenido que la fuerza física irresistible que elimina la conducta
debe ser externa al sujeto. Sin embargo, dentro de la fuerza física irresistible proveniente de la naturaleza
hay acontecimientos que se originan en el propio cuerpo del sujeto y que dan lugar a movimientos que no
son controlables por la voluntad (como movimientos respiratorios, reflejos, etc.). Ej. No realiza una
conducta, quien estando oculto en un armario junto a otro que es buscado por un sicario, estornuda
delatando la presencia de su compañero, que muerto por el sicario o Deslumbramiento del sol. Los actos
reflejos serán admisibles cuando la persona no ha tenido posibilidad de reaccionar, así cuando se va
conduciendo, aparece un animal y se esquiva impactando a un pararrayos dañando al acompañante no es
acto reflejo, ya que con cierta habilidad en el manejo se podría haber evitado. Como tampoco serán actos
reflejos las reacciones impulsivas como apretar los genitales y la otra persona nos golpea de un codazo
como reacción provocando nuestra muerte.
Estado de inconsciencia
Conciencia es el resultado de la actividad de las funciones mentales. Puede estar perturbada (ej. Si le
preguntamos a alguien que día es hoy y nos dice 25 de abril de 2021) pero en estos casos no hay
ausencia de conducta, porque no desaparece la voluntad del sujeto. En cambio, cuando la conciencia no
existe por estar transitoria o permanentemente suprimida, no puede hablarse de voluntad y desaparece la
conducta. Ej. Esto es lo que acontece cuando se trata de un sujeto que esta desmayado, el sujeto que
entra en crisis epiléptica, el idiota profundo, el sujeto en coma, embriaguez extrema, etc.
Casos particulares de inconsciencia
Hay inconsciencia cuando en el hecho no intervienen los centros altos del cerebro o cuando lo hacen en
forma altamente discontinua o incoherente, ante la duda el sueño ( caminero que se duerme), trance
hipnótico y sonambulismo son casos de ausencia de conducta. En cuanto a los narcóticos, si el sujeto
ha sido privado de conciencia no habrá conducta, si el narcótico solo le ha producido perturbación de la
conciencia habrá incapacidad psíquica de tipicidad o de culpabilidad.
TIPO COMPLEJO = OBJETIVO (manifestación externa de la voluntad) + SUBJETIVO (la intencionalidad del
autor si lo realizó con dolo o imprudencia)
TIPICIDAD Y ANTIJURIDICIDAD
4.1.) Panorama de las distintas posiciones
El tema de las relaciones entre tipicidad y antijuridicidad ha suscitado diferentes conflictos entre doctrinarios,
pudiéndose destacar básicamente tres posturas fundamentales:
➢ Teoría del Tipo Avalorado: es una posición que sostiene que la tipicidad no indica nada sobre la
antijuridicidad. Es una postura que ha sido rechazada por la mayoría de la doctrina ya que implica desconocer
que antes del tipo hay una norma que lo justifica.
➢ Teoría ratio cognoscendi: sostiene que la tipicidad es un indicio o una presunción iuris tantum (que
acepta prueba en contrario) de la antijuridicidad. En principio la conducta típica es antijurídica salvo que haya
una causa de justificación “Es como el humo respecto del fuego”.
➢ Teoría del tipo ratio escendi (razón esencial) de la antijuridicidad: esta teoría presenta dos variantes
importantes, pero ambas coinciden en que el tipo es la razón de ser de la antijuridicidad, es decir, que la
presencia del tipo nos muestra de modo directo la presencia de antijuridicidad:
○ Teoría de los elementos negativos del tipo: la tipicidad cierra el juicio de la antijuridicidad, es decir, que
afirmada la tipicidad queda también afirmada la antijuridicidad; y las causas de justificación eliminaran la
tipicidad, comportándose como elementos negativos del tipo.(Weber).
○ Teoría del tipo injusto: en la cual la tipicidad también implica la antijuridicidad, pero la antijuridicidad
puede excluirse por una causal de justificación en una etapa de análisis posterior; de modo que las causas de
justificación en un análisis posterior pueden excluir a la antijuridicidad.
4.2.) Interés, bien y norma
Cuando el legislador se encuentra frente a un ente y tiene interés en tutelar ese ente, es porque lo valora. Su
valoración del ente se traduce en una norma, que eleva el ente a la categoría de bien jurídico. Cuando a ese
bien jurídico se le quiere dar una tutela penal se elabora un tipo penal y así, el bien jurídico pasa a ser
penalmente tutelado.
Por ejemplo, el legislador se encuentra frente al ente “vida humana” y tiene interés en tutelarla, porque la
valora, es decir, la considera positiva y digna de respeto. Ese interés jurídico en tutelar el ente lo tiene que
traducir en una norma y ya con ello la vida humana pasa a ser un bien jurídico (en las disposiciones civiles).
Sin embargo, puede ocurrir que además se requiera una tutela penal de dicho bien jurídico, es entonces
cuando el legislador elabora un tipo penal y la vida humana pasa a ser un bien jurídico penalmente relevante.
4.3.) La antinormatividad
El tipo se gesta por el interés del legislador en el ente que valora elevándolo a bien jurídico, enunciando una
norma para tutelarlo, la que se manifiesta en un tipo legal que le agregara la tutela penal. La conducta que se
adecue a un tipo penal será necesariamente contraria a la norma que está antepuesta al tipo legal y afectara
el bien jurídico tutelado. Ejemplo: la conducta adecuada al tipo penal del art 79 será contraria a la norma no
mataras y afectará al bien jurídico “vida humana”.
La tipicidad penal presupone la legal pero requiere además su antinormatividad ( que esté prohibida por esa
norma).
La antinormatividad no se comprueba con la sola adecuación de la conducta al tipo legal, sino que requiere
una investigación del alcance de la norma que esta antepuesta y que, ha dado origen al tipo legal, y una
investigación sobre la afectación del bien jurídico.
● Nos conduce al infinito, ya que si todas las condiciones son causas no encontramos límite alguno
● Es una falacia, pretender derivar del ser una categoría del deber ser
● problemas en cuanto a su extensión necesita conocer previamente la causalidad que dice reconocer.
● No proporciona buenos resultados prácticos para analizar los delitos imprudentes, no permite
diferenciar la autoría de la participación y determinar la tentativa.
● Problemas en los cursos causales hipotéticos sustitutos ( como la dictadura si suprima la acción de
un oficial hay otro que lo va a realizar) o cursos causales alternativos dependientes uno de otros ( a y b
envenenan a c pero no se sabe cual es el veneno que causó el resultado)
Esta teoría puede ser admitida si la admitimos desde un punto de vista realista (finalismo) ya que la
relevancia de la causalidad se encontraría limitada por el tipo subjetivo, es decir, por la presencia del dolo.
De modo que la conducta de Adán no sería típica porque no quería todos los resultados producidos; lo
mismo ocurriría con el padre y la madre del homicida. Esta posición solo es posible dentro de una teoría
compleja del tipo, pero quienes piensan que el tipo es objetivo no podrían afirmar lo mismo porque habría
una causalidad infinita.
Dada la capacidad de la voluntad para establecer y realizar fines y dirigir el curso causal hacia una meta
determinada, la voluntad domina lo que acontece en la naturaleza y lo convierte en hecho propio. Entonces,
el hecho se presenta como un conjunto variado de causas y efectos, que se combinan con la voluntad.
Hasta aquí, Larenz reivindica el concepto de acción de Hegel, sin embargo, se aleja de esta concepción al
afirmar que a diferencia del concepto de acción hegeliano, (y consecuentemente la imputación) no debe ser
entendida en sentido subjetivo, sino en sentido objetivo. El concepto de imputación por él propuesto es
objetivos, de modo que no solo abarca la imputación de hechos conocidos y queridos, sino también los que
podrían haber constituido objeto de la voluntad, es decir, los hechos imprudentes.
Honig
Para este autor el cometido fundamental de la imputación objetiva, es el de clarificar la significación que la
relación de causalidad tiene para el ordenamiento jurídico, separando los juicios de causalidad y de
imputación.
Honig propuso como criterio de decisión que existe objetivamente una posibilidad de control del curso
causal. Es decir, desde esta perspectiva, solo puede ser relevante aquel resultado que, siendo consecuencia
de un comportamiento humano, con efectos causales, “solo puede ser imaginado como producido en
persecución de una determinada meta”.
Dentro de la imputación objetiva del comportamiento, Jakobs, propone cuatro instituciones dogmáticas a
través de las cuales se organizará el juicio de tipicidad:
➢ El riesgo permitido: es el estado normal de interacción, es decir, el estado de libertad de actuación
que se obtiene de las concepciones sociales que rigen en el momento, desvinculado de toda ponderación de
intereses (lo socialmente tolerable).
➢ Principio de confianza: hace referencia a que en ciertos ámbitos de acción a la persona se le da el
derecho de confiar en el otro, es decir, que en una actividad generadora de cierto riesgo permitido se puede
confiar lícitamente en la responsabilidad de otros sujetos (Ejemplo, debemos confiar en pasar un semáforo
en verde suponiendo que los demás ciudadanos respetarán dicho semáforo).
➢ Actuación a riesgo propio o competencia de la víctima: se da cuando la víctima no toma los
recaudos necesarios, y por lo tanto, sus conductas exceden de la responsabilidad de la otra persona.
(Ejemplo, A lleva cocaína a una fiesta para consumo propio y B, amigo de este, le pide para probar. A le
indica que debe tener ciertos cuidados a la hora de consumir esta sustancia y B no toma estas indicaciones
y muere de sobredosis).
➢ Prohibición de regreso: se refiere a aquellos casos en los que un comportamiento que favorece la
comisión de un delito por parte de otro sujeto, no pertenece en su significado objetivo a ese delito, es decir,
que puede ser distanciado de él (Por ejemplo, si A se dirige a la ferretería a comprar una hacha para matar a
B, el ferretero no es responsable, salvo que tenga una presunción certera de que se va a cometer el delito,
porque este está cumpliendo su rol). ( el que le vende el arma a un asesino)
La conducta del autor que crea un riesgo jurídicamente desaprobado ex ante y esa generación de riesgo es
la que conduce a un comportamiento posterior de un tercero o de la víctima que incide de algún modo sobre
la lesión final de un objeto o bien jurídico distinto al inicialmente puesto en peligro.
En primer lugar, puede suceder que a una primera conducta que genera un riesgo se anude otra conducta
de un sujeto que acaba reconduciendo el riesgo hacia la lesión de sus propios bienes. (caso reacción de
pánico, salto del camión, incendio). En el segundo de los casos citados, se trata de una conducta de la
propia víctima afectada por la puesta en riesgo, mientras que en el primero y en el tercero, el sujeto afectado
por el riesgo y la víctima de la lesión en cuya imputación se trata son dos sujetos distintos. En los tres
supuestos el objeto afectado por el riesgo o la lesión inicial son distintos del objeto afectado en relación con
la conducta posterior de la víctima (lesión del primer peatón, libertad sexual de la propia víctima, vida del
hermano de la víctima).
Incendio bajo rúbrica provocación de acciones de salvamento arriesgadas: Un primer grupo de la doctrina
afirma que estos casos no debe producirse la imputación del daño sufrido por quien emprende la acción de
salvamento. Llegan a esta conclusión aduciendo que en los casos en los que el salvamento no viene
impuesto por una obligación jurídica debe cobrar relevancia la idea de la autopuesta en peligro. Se utiliza el
argumento de que de lo contrario habría que llegar a la conclusión de imputar por ej. a quien se ha puesto a
sí mismo en riesgo y provoca una acción de salvamento, la responsabilidad por los daños que pueda sufrir
el sujeto que intenta salvarlo. En última instancia la conducta inicial es una mera causación de una
autopuesta en peligro voluntaria.
En segundo lugar, algunos autores proponen excluir la imputación del resultado también en aquellos
supuestos en los que el sujeto que emprende la acción de salvamento cumple con una obligación jurídica.
Se afirma que en cierto modo también en estas constelaciones se trata de una elección libre por parte de
quien realiza la acción arriesgada, ya que al elegir la profesión en cuestión se habrían asumido los riesgos
que esta conlleva. Por otro lado, la responsabilidad de la colectividad al establecer las normas en cuestión
no debe ser trasladada al autor de la creación del riesgo inicial..
Opinión Mayoritaria: sostiene que en estos casos debe imputarse el resultado a la creación inicial del riesgo
por parte del autor. Para estos autores siempre que el intento de salvamento no carezca desde un principio
de toda posibilidad de éxito y no conlleve la asunción de riesgos desproporcionados, habrá de imputarse la
lesión al autor del riesgo inicial. Se sostiene que el salvador no es libre en su elección de emprender la
actividad arriesgada, ya que es en todo caso el autor del riesgo inicial el que impone la necesidad de
salvamento.
En segundo lugar, puede ocurrir que la creación de riesgo imputable al autor sea transformada por otro
sujeto en un riesgo que acaba afectando a un tercero (instrucciones incorrectas a conductor de camión que
atropella a un tercero).
¿Pertenece la solución de estas constelaciones al nivel de la imputación objetiva del resultado o deben
resolverse más bien ya en el plano de la tipicidad de la conducta?
La existencia de una conexión suficiente entre la conducta inicial del autor y la posterior del tercero o de la
víctima es una cuestión que pertenece al primer nivel de la imputación objetiva.
Por lo tanto, corresponde su análisis sistemático en el marco de los límites de la imputación al ámbito de
responsabilidad de la víctima, determinando si la conducta posterior de la víctima se ve condicionada en
términos que excluyen su autorresponsabilidad o cuando se trata de la conducta de un tercero, de la
tipicidad de la conducta del autor.
d) Confluencia de riesgos
Son aquellos supuestos en los que concurre una conexión entre el riesgo inicial creado por el autor y el
resultado final, y en los que esa conexión NO se ve desvirtuada por una conducta de la víctima o una
conducta de otro sujeto. Se da cuando tanto el autor como un tercero, o la víctima, aportan conductas
inadecuadas que hacen al resultado final lesivo. Hay diferentes supuestos:
● En los que se trata de una conducta concurrente de otro sujeto, cuando son los dos riesgos los que
explican el resultado, estaríamos frente a un supuesto de autoría accesoria, donde ambos sujetos serían
responsables. Ej. Cuando dos sujetos colocan una medida de veneno al café de su enemigo, que
separadamente son inofensivas, pero que conjuntas provocan la muerte.
● Hay supuestos en los hay concurrencia de riesgos, pero no con un tercero, sino con la víctima. De
modo que hay supuestos en los que la conducta de la víctima no interrumpe el nexo de imputación, y debe
tenerse en cuenta el comportamiento de la víctima, ya que la producción del resultado está relacionada con
este comportamiento y en este caso estaríamos frente a una autoría accesoria entre autor y víctima.
Para que podamos hablar de confluencia de riesgos, es necesaria la presencia conjunta de ambas
conductas (del autor y de la víctima) que conduzcan a la lesión. Ej. Un conductor de un automóvil se dirige a
una velocidad imprudente por una calle céntrica, atropellando a un peatón que ha penetrado también de
modo repentino e imprudente en la calzada, ya que salió de entre medio de unos autos estacionados, a la
mitad de la calle.
En este caso, si la infracción del conductor, nada tiene que ver con la lesión o es el riesgo creado por la
víctima el que se realiza, quedará excluida la imputación del resultado a la conducta del automovilista. Ej. Un
suicida que se lanza bajo las ruedas de un conductor que circulaba a velocidad excesiva, no tiene nada que
ver el exceso de velocidad con la intención de suicidio de la víctima.
Sin embargo, si confluyen en el momento del resultado ambas conductas (ej. Que el conductor no pudo
frenar su vehículo en el primer ejemplo, porque conducía con una velocidad excesiva, la colisión no se
hubiera producido si la víctima hubiera cruzado por el lugar indicado) se trata de una situación de
confluencias.
La mayor parte de la doctrina pretende que el concepto de dolo se obtiene del art. 34 inc. 1 CP, a contrario
sensu, hay dolo cuando se comprende la criminalidad del acto y se dirigen las acciones. Zaffaroni se aparta
de esta posición argumentando que:
• La “comprensión de criminalidad” implica el conocimiento de los elementos del tipo objetivo y el
conocimiento de la antijuricidad.
• Quienes entienden “comprensión” como conocimiento, no pueden negar que el conocimiento de la
antijuricidad debe ser algo distinto del conocimiento del tipo objetivo; no pueden exigir en el dolo un
conocimiento efectivo de la antijuricidad porque hay dolo tanto cuando el sujeto conoce la antijuricidad, como
cuando no le importa si su conducta es antijurídica. De modo que el conocimiento de la antijuricidad, no sería
un conocimiento efectivo, sino potencial, es decir, un “no conocimiento”.
Para Zaffaroni, el dolo es simplemente el querer la realización del tipo objetivo, que surge de la fórmula legal
del artículo que regula la tentativa (34) y que no requiere el conocimiento de la antijuricidad.
● “El dolo eventual”. En este supuesto el autor se le presenta la realización del tipo
como posible e igual actúa. Lo mismo ocurre en la culpa consciente o con
representación, por lo que el concepto de dolo eventual requiere algo más que la
representación de la posibilidad de la realización del tipo. Limite entre el dolo y la
imprudencia.
La teoría de la voluntad determina que la voluntad (intención de querer realizar el tipo) debe estar presente en
las tres formas de dolo, por ello todo lo que no es realizado con intención es imprudencia. En el otro extremo,
está la teoría del conocimiento opina que el dolo es puro conocimiento que el hecho ocurre con dolo eventual
cuando el sujeto piensa que es posible o se le presenta la probabilidad de que se dé el elemento objetivo del
tipo, y además, se dice: aun cuando fuese seguro actuaría. Esta teoría exige, de alguna manera la
“aprobación”, la “aceptación”, el “asentimiento” (así se presenta la voluntad en el dolo eventual ya que en este
no puede haber intención), exige en definitiva, querer de algún modo el resultado. Hay que preguntarse
“Cómo se habría comportado el autor, si hubiese sabido con seguridad que con el resultado perseguido se
produce necesariamente el resultado típico”, si me respondo que igual hubiese actuado, obra con dolo
eventual (lo afirma en su voluntad), en caso contrario, culpa consciente.
El dolo eventual se caracteriza, por consiguiente, porque el autor, a pesar de la posibilidad de producción del
resultado, prefirió la ejecución de la acción peligrosa a renunciar por completo a la acción. Las fórmulas:
“resignarse” y “conformarse” con el resultado, quiere decir en definitiva, que el autor, que no está seguro si va
a producir el resultado, actuaría a pesar de todo, aun cuando supiese con seguridad que lo iba a causar.
La teoría de la indiferencia.
La indiferencia es un indicio seguro de que el sujeto se ha resignado al resultado y por lo tanto ha actuado
dolosamente. Pero no es acertada en cuanto a que el sentido del carácter no deseado del resultado excluya
al dolo. Son válidas las mismas objeciones que se han desarrollado contra la teoría de la aprobación.
Hay que apreciar el dolo eventual cuando el sujeto recibe con indiferencia o acepta las consecuencias
accesorias negativas que pueden suceder, y sin embargo no lo hay cuando considera indeseable esas
conductas y tiene por ello la esperanza de que no se produzcan.
Se conforma con menos exigencias para afirmar la existencia del dolo eventual, actúa con éste cuando se
“cuenta con la producción o concurrencia del elemento del tipo, cuando ello le parece probable. Habrá
imprudencia en cambio, cuando el autor confía en que no se producirá el resultado. A esta teoría le basta con
que al autor la producción del resultado le parezca probable, no pregunta cuál es su situación interna. Existe
dolo cuando el autor considera sumamente probable que realice el tipo mediante su comportamiento o a raíz
del resultado perseguido. Lo decisivo es si el autor se “ha tomado en serio” el peligro de la posible
producción. Cuando el sujeto se represente la posibilidad de que el resultado se produzca hay dolo eventual,
caso contrario, cuando no se represente como en los casos de inconsciencia o error (cuando el sujeto por una
situación de error no aprecia la posibilidad de que se producirá el resultado) habrá imprudencia. No juega
ningún rol la aptitud interna del sujeto, no se necesita que asienta o que le agrade.
b. La teoría representación de la probabilidad.
No enfrenta al sujeto con el resultado sino con la situación peligrosa. Lo importante en verdad es el juicio de
probabilidad sobre la realización típica, la distinción entre el dolo eventual y la imprudencia depende del alto
grado probabilidad de lesión o producción del resultado.
Puppe ha representado recientemente una variante mejorada de esta teoría. Para la misma el dolo es saber
sobre un peligro cualificado. La conducta del sujeto es expresión de su decisión por el resultado cuando el
peligro que el sujeto crea para el bien jurídico es de tal cantidad y calidad que una persona sensata solo
pasaría por el bajo la máxima de que el resultado lesivo debe producirse o al menos puede producirse.
En cambio la teoría de la voluntad va más allá de la situación peligrosa y confronta al delincuente con el
resultado imaginándole como efectivamente acaecido (fórmula de Frank). La teoría del consentimiento
exige –como objeción- que se pruebe un hecho que no se ha dado en la realidad, se quiere probar lo que no
ha acaecido. Tiene como presupuesto que el Juez se plantee por el sujeto activo, lo que éste nunca se
planteó (considerar como cierto lo que sólo le pareció probable) y que conteste por ese sujeto lo que éste
nunca se contestó a la cuestión por él nunca planteada (si imaginado el resultado como seguro, habría o no
actuado). Se señala a favor de la teoría de la representación que si en el dolo indirecto o de consecuencias
necesarias no se requiere voluntad en sentido estricto, respecto del resultado, no existe ningún motivo por el
que haya que exigirla en el dolo eventual. Con ello se desvanece la principal objeción contra la teoría de la
probabilidad.
Dolo eventual: cuando el sujeto “cuenta seriamente con la posibilidad de la realización del tipo”, pero a pesar
de ello sigue actuando para alcanzar el fin perseguido, y se “resigna”, así sea de buena o mala gana, a la
eventual realización de un delito, “se conforma con ella”. Ej. Caso de la correa de cuero, “incluyeron en su
cálculo” la eventual muerte de la víctima, la hicieron parte de su plan, y en esa medida la quisieron. Quien
incluye en sus cálculos la realización de un tipo reconocido por él como posible, sin que la misma le disuada
de su plan, se ha decido conscientemente en contra del bien jurídico protegido por el correspondiente tipo.
Imprudencia consciente: quien advierte la posibilidad de producción del resultado, pero “no se la toma en
serio” y en consecuencia tampoco se resigna a ella en caso necesario, sino que negligentemente “confía” en
la no realización del tipo/ en que el resultado no se va a producir. Ej: accidente de tránsito, se confía en la
habilidad de manejo. Si paso en doble linea amarilla pero disminuyo la velocidad se confía en que el resultado
no va a ocurrir.
Quien “toma en serio” la posibilidad de un resultado delictivo y no confía en que todo saldrá bien puede en
cualquier caso seguir teniendo la esperanza de que la suerte esté de su lado y no pase nada. Esta
esperanza no excluye el dolo cuando simultáneamente el sujeto deja que las cosas sigan su curso. No
interesa tampoco que el resultado no le resulte agradable.
Imprudencia: cuando la acción es ejecutada sin observar el cuidado al que estaba obligado el autor en las
circunstancias concretas de su actuación.
Los códigos penales de habla hispana siguen dos sistemas legislativos diferentes en la previsión del delito
culposo:
a. Numerus apertus o número abierto, se define qué es la imprudencia y se establece una fórmula general
en la que se consigna que los delitos dolosos tienen su equivalente culposo.
b. Numerus clausus o Número cerrado, que es el seguido por nuestra legislación. En este se establece
expresamente en la parte especial, qué conductas imprudentes están conminadas con penas, sólo algunas
conductas dolosas tienen su previsión culposa. Ej. homicidio –art. 84 del C.P.- y lesiones –art. 94 del C.P.-, no
así el daño, el robo, el aborto, las defraudaciones.
Hasta acá se ha partido de baremos objetivos y se ha tomado por base el caso normal de que las
capacidades individuales del sujeto se corresponden a ese baremo. Puede ocurrir que esas capacidades
sean menores o mayores. La cuestión de hasta qué punto merecen ser tenidas en cuenta en la determinación
de la imprudencia las capacidades del sujeto es objeto de polémica.
La opinión dominante sigue la teoría del doble baremo o de los dos peldaños: El tipo se realiza con la
contravención de los baremos objetivos. Luego se puede examinar si el mandato de cuidado general y
previsión podía ser cumplido por el sujeto individual conforme a su inteligencia y formación, su habilidad y
capacitación, su experiencia vital y posición social. Si no podía evitar el accidente a consecuencia de que su
capacidad de conducir es menor, falta culpabilidad. Si posee más capacidades, no es preciso que rinda más
de lo que se requiere en general (baremo objetivo).
El riesgo permitido
Es tolerancia social de un cierto grado de riesgo para los bienes jurídicos. Se autoriza la realización de
acciones que entrañan peligros para bienes jurídicos siempre y cuando se culpa con ciertos cuidados. Por
ejemplo, el tráfico automotor importa un grado mayor de riesgo de accidentes que la circulación a pie, pero se
la autoriza en función de las ventajas que produce a la vida social.
El permiso de ejecutar comportamientos riesgosos excluye la tipicidad, por lo que no logra pasarse al estrato
de la antijuricidad. La teoría estima que dentro del riesgo permitido debe considerarse el comportamiento del
que ha obrado suponiendo que los demás cumplirían con sus deberes de cuidado (principio de confianza).
Según Bacigalupo carece de sentido diferenciar el tipo subjetivo del tipo objetivo, esta
bipartición se justifica en el delito doloso porque éste se caracteriza por la coincidencia
básica entre lo querido y lo hecho por el autor. En el delito culposo, por el contrario, lo
esencial es la discrepancia entre lo querido y lo hecho por el autor.
El consentimiento de la propia muerte es irrelevante frente a las acciones culposas, toda vez que el
consentimiento carece de relevancia cuando se trata del bien jurídico vida. Es relevante para excluir la
antijuricidad, es decir para excluir o no al dolo.
7.6. El tratamiento de los casos mixtos de dolo o culpa (el llamado delito
preterintencional). Diferencia entre delitos preterintencionales y delitos ‘cualificados
por el resultado’.
Se tipifica conjuntamente una conducta dolosa por dirigirse a un fin típico y como culposa por la causación de
otro resultado. Ej. Homicidio Preterintencional –art. 81 inc. 1 del C.P.- y Aborto Preterintencional –art. 87 del
C.P.-. Ejemplo de quien le pega con el puño a otro sujeto este cae y se golpea con una roca o cordón
causándole la muerte. Ocurre cuando el medio utilizado por el sujeto para lesionar a la persona no debía
ocasionar ese resultado (muerte) ( si el medio podía probocarlo es dolo eventual)
Diferencia entre delitos preterintencionales y delitos ‘cualificados por el resultado’.
Los hechos en los que el autor queriendo producir un resultado produce otro mayor que no quiere, solo
podrán sancionarse con una pena mayor que la prevista para el delito querido, si el resultado más grave no
querido fue a causa de obrar negligente.
Delitos preterintencionales: el autor que dolosamente ejecuta un hecho, por imprudencia produce un
resultado mayor.
La vinculación del resultado mayor culposo depende de dos circunstancias:
• Una objetiva: conexión de inmediatez entre el delito básico y el resultado más grave.
• Una subjetiva: existencia de culpa en el resultado mayor.
Delitos calificados por el resultado: el resultado debe estar alcanzado al menos por la culpa del autor, sino
sería responsabilidad objetiva, violatoria del principio de culpabilidad (antiguo versari in re illícita o
responsabilidad objetiva). Sería una flagrante violación al principio “nullum crimen sine culpa”. Ej. Delito de
Incendio agravado por el resultado muerte –art. 186 inc. 5 del C.P.
Estos elementos tienen la finalidad de permitir comprobar que la acción realmente realizada por el omitente
no es la mandada. En la verificación de la tipicidad de los delitos de comisión es preciso subsumir la acción
realizada bajo la descripción contenida en el tipo, en los delitos de omisión la tipicidad se verifica
demostrando que la acción realizada no se subsume en el modelo/esquema de la acción que requiere el
ordenamiento jurídico.
La teoría distingue diversos grupos de casos, en los que la característica común consiste en que el obligado a
actuar interviene activamente en el suceso para impedir que la acción alcance el objetivo de salvación del
bien jurídico.
En este sentido, se presentan tres grupos de casos que ejemplifican el concepto de omisión por comisión:
1. Los casos en los que el obligado a obrar se pone voluntariamente en condiciones que le impiden
realizar la acción debida. Por ejemplo, el cajero de un banco que se pone en estado de ebriedad para no
impedir que otro compañero se apodere del dinero que tiene a su cuidado.
2. Los casos en los que el obligado a realizar la acción da comienzo a la acción debida, pero en un
determinado momento la abandona o la interrumpe. Por ejemplo, el sujeto que arroja un salvavidas a otro
pero luego se arrepiente y lo retira antes de que la víctima se haya servido de él y logrado
salvarse.
3. Los casos en los que un sujeto, no obligado a obrar, impide que el sujeto obligado a obrar obre.
Por un lado, se niega a la categoría de la omisión por comisión toda autonomía conceptual y se afirma
rotundamente que "no existe", pues en estos casos se trata de verdaderos delitos de comisión realizados en
autoría mediata. Sin embargo, la autoría mediata activa no resulta adecuada cuando el propio obligado se
pone en condiciones que le impiden cumplir con el deber impuesto.
En el caso del desistimiento, si el autor estaba obligado a cumplir una acción y no la ha cumplido, el comienzo
de la acción es irrelevante para la valoración jurídica del hecho, por lo tanto habrá que precisar una omisión.
Lo mismo cabe afirmar respecto del que se pone en condiciones de no poder realizar la acción; aquí el
obligado obra respecto de sí mismo como si él fuese un tercero y, por lo tanto, debe apreciarse un acto
positivo sin más.
Distinto es el punto de vista de Roxín, quien piensa que en los casos en que se desiste activamente de la
acción debida ya iniciada habrá que considerar la comisión de un hecho activo cuando la acción ya ha llegado
a manos de la víctima, pero no en los otros supuestos.
UNIDAD VI
ANTIJURIDICIDAD Y LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN
1. LOS FUNDAMENTOS GENERALES DE LA JUSTIFICACIÓN DE LAS ACCIONES TÍPICAS
1.1. La relación entre la norma de prohibición y proposición permisiva
Las causas de justificación son eximentes que permiten que una conducta TÍPICA, no sea antijurídica, o
contraria al ordenamiento jurídico.
La tipicidad de una acción, significa que el hecho muestra aquellos elementos que se corresponden con el
tipo de un delito determinado. De modo que, como punto de partida de las causas de justificación, surge la
pregunta de ¿Por qué debe discutirse acerca de la antijuridicidad, luego de haberse comprobado la
tipicidad de la acción?
La explicación para la exclusión de la antijuridicidad de las acciones típicas, se deriva del hecho de que el
ordenamiento jurídico no solo está compuesto de prohibiciones, sino que también concede autorizaciones,
que bajo determinados supuestos, dejan sin efecto dichas prohibiciones. Las autorizaciones contienen
proposiciones permisivas, que actuando como formas de justificación, prevalecen frente a los tipos
penales. De modo que en el caso de concurrir una causa de justificación, aunque una determinada
conducta encuadre en un tipo penal, la misma va a quedar excluida del juicio de antijuridicidad, ya que en
esos casos específicos, el ordenamiento jurídico acepta dicha conducta típica como lícita.
El juicio de antijuridicidad descansa sobre dos aspectos: primero se comprueba que la conducta es típica;
y en según lugar si interviene una causa de justificación. Nunca hay que olvidar, que aunque concurra una
causa de justificación, la conducta sigue siendo típica, lo que se excluye es la antijuridicidad.
Hay varias teorías con relación a la pregunta que nos hicimos más arriba:
· Una teoría, propia del causalismo, decía que como el tipo es avalorado (no contiene elementos
subjetivos ni valoraciones) la tipicidad no nos da ningún indicio de que la conducta, por ser típica, también
sea antijurídica.
· Otra postura, que es la Teoría de los Elementos Negativos del Tipo: dice que hay un tipo complejo, que
incluyen tanto la tipicidad como la antijuridicidad en su interior. De modo que afirma que el tipo tiene
elementos positivos (que son el verdadero tipo), que esos elementos positivos son que la conducta se
encuadre en un tipo penal. Y también hay elementos negativos (que es la antijuridicidad) que se da cuando
no existe ninguna causa de justificación. De modo que esta teoría afirma que la tipicidad es la razón de ser
de la antijuridicidad, y que una cosa es consecuencia necesaria de la otra. La crítica que se le hace a esta
teoría es que pone en un mismo plano de análisis o estrato a la tipicidad y a la antijuridicidad.
· Finalmente, la postura mayoritaria sostiene que la tipicidad nos da un indicio de antijuridicidad, dice
que es como el humo respecto del fuego. Pero no son lo mismo y puede haber circunstancias que hagan
que una conducta típica no sea antijurídica.
Antijuridicidad.
La antijuridicidad designa una propiedad de la acción típica. Esto es, su contradicción con las prohibiciones
y mandatos del derecho penal.
Es necesario distinguir entre antijuridicidad formal y material. Una acción es formalmente antijurídica en la
medida en que contraviene una prohibición o mandato legal. Por su parte, una acción es materialmente
antijurídica en la medida en que en ella se plasma una lesión de bienes jurídicos socialmente nociva y que
no se puede combatir suficientemente con medios extrapenales. La importancia de la distinción radica en
que la antijuridicidad material:
● Permite realizar graduaciones del injusto;(pena)
● Proporciona medios auxiliares de interpretación;
● Posibilita formular los principios en los que se basan las causas de exclusión del injusto.
Teorías
Se recurre a diferentes teorías para determinar principios superiores de la justificación, que permitan
diferenciar las causales de justificación de las de exculpación, intentando establecer los criterios rectores
de toda causa de justificación:
Teorías monistas: tratan de recurrir a un solo principio o punto de vista, general a todas las causales de
justificación, que permitan identificarlas.
1. Algunas sostienen que ese principio está dado considerando que esa causa de justificación brinda
mayor utilidad que daño social. Es la teoría monista de “más utilidad que dañosidad”.
2. Otra teoría monista la que sostiene que las causas de justificación son aquellas que utilizan un
medio adecuado para alcanzar un fin reconocido por el ordenamiento jurídico, como una forma de alcanzar
el “bien jurídico preponderante”.
La crítica a estas teorías es que no pueden abarcar con un solo principio o punto de análisis todas
las causas de justificación existentes. Se estructuran sobre puntos de vista totalmente abstractos y
formales.
Una de ellas es la idea de ponderación de bienes, que se corresponde con la concepción del delito como
lesión del bien jurídico (injusto del resultado), y que conduce a la pregunta de ¿Qué efecto ha tenido el
hecho? Esto se relaciona con la idea del fin, que ve al delito como actuación de la voluntad contraria al
deber (injusto de la acción), que conduce a la pregunta ¿Qué pretende el autor?
Otra hipótesis sostiene que hay que analizar lo que motiva al legislador a justificar un comportamiento
típico: a) el principio de interés preponderante (legítima defensa, estado de necesidad); b) la idea de
ausencia de interés en la protección penal (consentimiento o consentimiento presunto).
Lo que caracteriza a todas las causales de justificación es que una acción, a pesar de contradecir la norma
prohibitiva, en el caso concreto está en condiciones de tolerar la lesión o puesta en peligro del bien
protegido,en beneficio de valores de mayor importancia, siempre que también el fin perseguido por el autor
no resulte desaprobado. Al intervenir la causa de justificación, tanto el desvalor de acción como el de
resultado deben decaer o ser compensado en todo o en su mayor parte.
Si se dan los requisitos de la causa de justificación pero el autor no sabía que obraba justificadamente o
no tenía la intención de hacerlo. Ej. Alguien que rompe el vidrio de un auto para robarle el estéreo y al
hacerlo salva a un niño que estaba encerrado adentro y que iba a asfixiarse. Acá, ¿actúa la causa de
justificación?
· La teoría clásica sostiene que aunque no estén estos elementos, sí se encuentra justificado el autor,
porque veían un tipo puramente objetivo, sin elementos subjetivos y estos no eran necesarios.
· La postura actualmente dominante es la de considerar que en estos casos no hay un delito
consumado ni una justificación absoluta, acá hay una tentativa. n la tentativa hay un disvalor de la acción,
porque se sostiene en el dolo, en la intención de llevar a cabo una acción para llevar a cabo un resultado,
pero carece del disvalor del resultado porque este no se logra
3. EL CONSENTIMIENTO
3.1. Ubicación sistemática
3.1.1.Conformidad y consentimiento
En relación con el ámbito de la teoría del delito en el que debe ser considerado el consentimiento de la
víctima hay una distinción concebida por Geerds:
·Conformidad o acuerdo. Excluye la tipicidad. Se trata de aquellos casos en que el tipo describe acciones
cuya ilicitud radica en obrar en contra o sin la voluntad del sujeto pasivo. Ejemplo: el apoderamiento de una
cosa con el consentimiento de la víctima.
Consentimiento. Sobre la base del principio de ausencia de interés se neutraliza la ilicitud en aquellos
casos en que el tipo no requiere en forma expresa que el comportamiento del/la autor/a se oponga a la
voluntad del sujeto pasivo.
3.1.2.Consecuencias prácticas de la distinción
Los criterios expuestos plantean distintas soluciones con relación a algunos problemas, por ej. Con el
tratamiento médico: mientras en la jurisprudencia ha prevalecido el punto de vista que ve realizado el tipo
de lesiones, valorando al consentimiento del paciente como causa de justificación, cuando ha sido
otorgado con conocimiento de los riesgos. En la doctrina se ha sostenido que el consentimiento excluye el
tipo de lesiones cuando el tratamiento ha sido llevado a cabo lege artis (significa que una acción debe
llevarse a cabo de acuerdo con las normas sociales o científicas teniendo en cuenta el uso de habilidades
físicas y mentales personales).
La problemática surge a si también en los casos de conformidad queda excluido el tipo de la acción punible
o constituye una fuente de justificación (doctrina dominante). 1) los casos en que la conformidad de la
víctima ha pasado desapercibida al autor deben ser resueltos como tentativa o consumación. 2) el
tratamiento de un error sobre los límites del consentimiento deba ser considerado de tipo o de prohibición.
5. ESTADO DE NECESIDAD
5.1. Concepto
El estado de necesidad es la causa de justificación que excluye la antijuridicidad al que cause un mal por
evitar otro mayor. Se da una ponderación de derechos o bienes jurídicos, donde uno se sacrifica para
salvar el de mayor importancia o valor. De modo que quien actúa en estado de necesidad, realiza un
comportamiento típico que lesiona o afecta otro bien jurídico que es considerado menos valioso por el
ordenamiento. También se encuentra en estado de necesidad cuando hay colisión de derechos o de
deberes.
5.2. Fundamento
5.2.1.Teorías subjetivas
No tienen mucha importancia en la actualidad, sostienen que si en el momento de la ejecución del hecho,
el autor había sufrido una alteración del espíritu, no debía ser sometido a sanción penal. Y se sostiene que
en ningún caso la necesidad puede convertir en justo aquello que no lo es por su naturaleza.
5.2.2.Teorías objetivas
Es la posición dominante, donde el fundamento no está dado por el estado de ánimo del autor, sino por un
conflicto en el que prevalece el interés preponderante que para el orden jurídico tiene la conservación del
bien preservado por el autor.
Ese interés del derecho por la conservación de determinado bien jurídico encuentra fundamento en el
mayor valor relativo que le asigna frente al bien sacrificado.
Hay que distinguir entre el estado de necesidad exculpante (que elimina la culpabilidad), y el estado de
necesidad justificante (que elimina la antijuridicidad). En el exculpante hay un conflicto de bienes jurídicos
de igual jerarquía (ej. Dos vidas), mientras que el justificante hay bienes jurídicos de diferente jerarquía (ej.
Romper el vidrio de una casa para evitar un incendio).
5.3.2.Con la coacción
Actualmente se tienen como similares, porque antes se pensaba que hay coacción cuando se daba una
amenaza de origen humano, y que hay estado de necesidad cuando hay una amenaza que proviene de
origen natural. Actualmente ya no existe esa concepción, sino que ya no depende de la naturaleza de que
sea humano o natural, sino del valor de los bienes jurídicos involucrados. De modo que debe preservarse
un bien jurídico mayor en sacrificio de uno menor.
5.4. Necesidad
El sacrificio del bien menos importante debe ser necesario, por lo que se exige que el más valioso no
pueda ser salvado por otros medios, requisito que se relaciona con que sea inminente el peligro que se
procura evitar.
5.5. Bienes amenazados
Se refiere en general a cualquier bien jurídico amenazado, ya sea de la misma persona que realiza la
acción o a un tercero. De modo que cualquier bien jurídico puede ser protegido, el único límite está referido
a la jerarquía de los bienes que entran en colisión
5.6. Ponderación de los bienes en conflicto
Se sigue el criterio del interés preponderante, ya que se requiere el sacrificio de un interés por salvar otro
de mayor jerarquía. Este criterio debe ser objetivo, es decir, que lo determinante no es la importancia que
cada individuo le asigna al bien jurídico, sino la importancia que le adjudica el ordenamiento jurídico, pero
como en el derecho vigente no existe una jerarquización de bienes, se discute la eficacia de las pautas que
se toman para determinar esa jerarquía.
Un criterio objetivo de la valoración de bienes jurídicos es comparar las penas a las que se somete cada
bien jurídico, de modo que si la lesión a un bien jurídico tiene más pena que la violación de otro, significa
que tiene para el ordenamiento más importancia, el ordenamiento busca con mayor intensidad que el
mismo no sea lesionado.
Sin embargo, muchas veces hay que analizar el caso concreto, ya que la determinación de criterios
abstractos y absolutos puede llevar a malas conclusiones en algunos casos específicos, de modo que el
criterio que se tome siempre debe dar una diferencia especial entre los bienes jurídicos que se comparan.
5.7. Inminencia de la situación de peligro
Siempre para que haya estado de necesidad, el peligro que amenaza el bien jurídico que se busca
proteger debe ser inminente, que se relaciona con la actualidad, que se determina por el temor de que la
acción llegue tarde si no se obra de inmediato. Acá se considera que el peligro es inminente si
posteriormente ya no sería posible evitarlo, o solo sería posible corriendo riesgos mayores. No es
necesario que sea actual, porque puede ser una amenaza continuada, una situación que transcurre
durante un largo periodo y en cualquier momento puede desembocar en un daño.
5.8. Provocación de la situación de peligro
Se requiere que el autor no haya creado la situación de peligro, no puede ser apreciado en términos de
estricta causalidad material o física, ya que la mera relación del autor con la creación de la situación de
peligro no veda la posibilidad de invocar la necesidad. De modo que no puede ampararse en el estado de
necesidad quien intencionalmente causa la situación de peligro, sea que haya obrado con dolo directo o
eventual. También impide invocar el estado de necesidad una causación culposa, por falta del cuidado
necesario. Sin embargo, cuando se trata de proteger bienes de terceros, la justificación no encuentra
impedimento en el hecho de que el beneficiario haya creado culposamente la situación de peligro.
5.9. Elemento subjetivo
El sacrificio de un bien menor por la protección de uno mayor no basta para que haya estado de
necesidad, sino que se requiere que además haya obrado la persona con dicha intención, ese es el
elemento subjetivo. Se debe haber querido evitar causar un mal mayor, el autor debe obrar con
conocimiento de la situación justificante y que está preservando el interés preponderante. Si no está este
elemento subjetivo no hay estado de necesidad.
5.10. Especiales deberes de soportar el riesgo
A)Decae la justificación si quien pretende invocar un estado de necesidad está situado en una situación
jurídica especial, en cuya virtud se le puede exigir que soporte el riesgo creado por la situación de peligro,
por lo que no puede destruir ni disminuir bienes jurídicos que están a su cargo.
El fundamento es que en este caso el estado de necesidad no es extraño al autor, tiene el deber a su
cargo de cuidar esos bienes jurídicos, y de hacerse cargo si se disminuyen o alteran.
Estos casos especiales son determinados por ley, no necesariamente del Congreso, sino cualquier regla
que tengo carácter general y obligatorio como decretos u ordenanzas.
B)La regla es, entonces, que toda persona legamente obligada a afrontar ciertos riesgos y garantizar la
conservación de determinados bienes, no puede pretender eludir su deber, invocando estado de
necesidad.
C)Por último, solo se excluye la justificación en la medida en que el deber este referido a la garantía del
bien jurídico y no exista además una notoria desproporción entre los bienes en peligro. Ej. El deber del
bombero es arriesgarse para preservar la vida de quien está en un incendio, pero no tiene por qué
arriesgar su vida para salvar los muebles de la persona.
6. EXCESO EN LA JUSTIFICACIÓN
Las previsiones relativas al error en el derecho penal iberoamericano, ponen de manifiesto que ha
prevalecido su regulación como una circunstancia que solo reduce la punibilidad. Nuestro derecho,
apartándose de los postulados de Feuerbach, reguló el exceso sin hacer referencia al miedo, a la sorpresa
o a una perturbación. Art. 35 CP: “el que hubiere excedido los límites impuestos por la ley, por la autoridad
o por la necesidad, será castigado con la pena fijada para el delito por culpa o imprudencia”.
6.1. Derecho comparado
6.1.1. Antecedentes
La regulación del exceso en el derecho europeo registra antecedentes en los que se adoptaron las
siguientes reglas:
● Se preveía la impunidad para el descuido no culpable, cuando resultara que en las
circunstancias el agredido hubiese excedido la cuantía de la defensa, debido a sorpresa o
miedo insuperable.
● Lo mismo ocurría si durante la resistencia, resultaba al agresor un perjuicio mayor al
requerido para su impedimento, siempre que hubiera sido causado sin intención ni hubiese
sido previsto por el agredido.
● Se consideraba venganza no permitida, la lesión o muerte del agresor antijurídico producida
después de terminada la agresión, ya completamente alejado del peligro, debiendo
considerarse crimen doloso.
6.2.4. Precisiones
Tanto respecto de la exigencia de que el estado pasional afecte al autor del exceso; como de la
posibilidad de remitir la situación a la víctima, se han formulado las siguientes precisiones;
● En relación al primer presupuesto, solo se excluye la culpabilidad del autor en los
supuestos de exceso, cuando su comportamiento es debido a los llamados estados
pasionales asténicos (el sentirse amenazado), no correspondiendo extender la regla
a los casos de acaloramiento que produce la riña, ira, rabia, etc.
● En cuanto al segundo presupuesto, no es posible remitir la situación a la víctima
cuando el autor del exceso ha llegado al estado pasional como consecuencia de un
peligro de escasa entidad.
La doctrina dominante aprecia que la regla de la imputabilidad no debe alcanzar el exceso extensivo,
debiendo ser únicamente aplicada al intensivo. El fundamento es que solo en el exceso intensivo la acción
comienza siendo justificada; de modo que hay una mayor carga de antijuridicidad en la conducta que inicia
y finaliza siendo antijurídica ; que en la conducta que inicia con una causa de justificación y finaliza siendo
antijurídica. por ejemplo: quien golpea a un agresor el doble de fuerte de lo necesario o utiliza un cuchillo (
exceso intensivo)y quién aplica un segundo golpe luego de que la agresión acabó ( exceso extensivo)
La otra parte de la doctrina no admite diferencias entre ambos excesos, ya que ambos casos son
suficientes para justificar la atenuación de la pena. En el derecho europeo, se admite la imputabilidad del
exceso extensivo, siempre que exista una conexión temporal inmediata con la agresión inminente o la ya
concluida.
En el Derecho Argentino se asimilan ambos conceptos, se reduce la pena también en los excesos
extensivos en los siguientes casos:
● A quien ha obrado en defensa prematura, si el agresor ha realizado preparativos que según
su representación deben desembocar en un ataque actual sin solución de continuidad;
● Si la defensa posterior, aun estando retrasada, sigue siendo consecuencia de la drástica
puesta en peligro representada por la agresión que ya no es actual.
UNIDAD VII
CULPABILIDAD
La pretensión de establecer presupuestos y elementos para conformar la estructura de la culpabilidad, debe
hacerse cargo tanto del aspecto formal, vinculado a la exigencia de que exista una relación interna del autor
con el hecho cometido; como del aspecto material, vinculado a la fundamentación legitimante de la reacción
punitiva estatal
EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE CULPABILIDAD
Tradicionalmente la culpabilidad consiste en el reproche que se formula al autor por haber realizado el hecho
ilícito, cuando conforme a las circunstancias particulares del caso concreto estuvo en condiciones de
haberse motivado por cumplir la norma, o sea le era exigible que obrara en forma distinta (RIGHI)
En un modelo compatible con un Estado de Derecho, la culpabilidad penal supone una valoración negativa
que se formula al/a la autor/a y por eso es personal, no siendo admisible la imputación de responsabilidad
por el hecho ajeno.
La estructura de la culpabilidad debe dar respuesta a dos problemas fundamentales:
• El problema de la teoría de la imputación, es decir, la relación interna entre el/la autor/a y el hecho
cometido.
• El problema de fundamentación: presupuesto material que legitima la reacción punitiva estatal que se
vincula con la teoría de la pena (el reproche).
Por su parte la doctrina ha intentado dar respuesta a la primera cuestión y así se desarrollan las siguientes
teorías
Críticas: presentó dificultades para ofrecer soluciones en el ámbito del error. Y no determinó a que valores
estaba abierto el sistema.
Sin embargo, la concepción de culpabilidad de los neokantianos, proporcionó una forma mensurable que
permitía distinguir dentro del conjunto de comportamientos culpables, cuales merecen mayor o menor
reproche.
La doctrina dominante indica que una persona es culpable por el injusto cometido cuando:
a.Existe imputabilidad, como capacidad de culpabilidad, que implica la capacidad de motivación de
comportarse de acuerdo a la norma. Se encuentra excluido por las causas de inimputabilidad. Causas de
inimputabilidad: Minoridad de edad (ley 22278), perturbaciones psíquicas (art. 34 inc. 1° Cód. Penal).
b.Existe conocimiento virtual de la antijuridicidad, es decir, la posibilidad de conocer que su
comportamiento era contrario al derecho. Este conocimiento es potencial (por eso ‘virtual’) e implica la
capacidad de comprensión. Se excluye cuando el/la autor/a al momento del hecho obra afectado por un
error de prohibición (art. 34, inc. 1°, del Cód. Penal). Cuando el error de prohibición es invencible se
convierte en una causa de exculpación.
c.Exigibilidad: que al momento del hecho el/la autor/a podía obrar de otro modo es decir, cuando le era
exigible al autor observar una conducta diferente. Esta posibilidad potencial se excluye cuando concurren
circunstancias que determinan que el reproche al/a la autor/a no puede formularse por que no se podía, bajo
esas circunstancias, exigir otra conducta (causas de exculpación). Ej.: Coacción, Estado de necesidad
disculpante, obediencia debida.
Derecho vigente.
El derecho vigente prevé medidas de seguridad que considera educativas, que resultan aplicables a
menores infractores, cuando se los considera responsables por la comisión de un delito. Estas medidas
suponen privación de libertad, ya que se prevé la internación en establecimientos especiales, en los que se
adjudica orientación correccional con la finalidad de reformar a los jóvenes delincuentes.
Conforma un sistema normativo especial, en el cual se busca modificar la personalidad del joven
delincuente, lo que presupone que se haga un mayor énfasis en las características personales del menor. La
regulación de este derecho penal del autor, que en el derecho argentino se denomina como régimen penal
de minoridad en la Ley 22.278 determina que los menores queden sometidos a diferentes reacciones según
su edad.
Estableciéndose categorías:
➢ Los menores de 16 años: no son punibles en ningún caso, cualquiera sea la gravedad o la
clase de delito cometido;
➢ Los mayores de 16 y menores de 18 años: se les aplica la pena que corresponda por los
delitos que den lugar a la acción privada, o que, dando lugar a la acción pública, estén
reprimidos con pena privativa de libertad que no exceda de dos años, multa o inhibición.
➢ Para los mayores de 18 años, se aplica siempre la pena que corresponda, cualquiera sea el
delito que hayan cometido.
En todos los casos en los que no se impone una pena por razones vinculadas a la edad del responsable, la
consecuencia es una medida de seguridad.
Efectos.
Los errores de prohibición pueden ser vencibles o invencibles. Es difícil establecer criterios que permitan
determinar cuándo un error es insuperable y cuando no, ya que depende del caso concreto.
De acuerdo con la teoría estricta cuando concurre un error de prohibición invencible, es decir en los casos
en los que aun actuando con la diligencia que era exigible, el autor no hubiera podido advertir su error. Se
trata de un sujeto que obró sin posibilidad de motivarse en la norma, por lo que el efecto es excluir la
culpabilidad del autor, ya que es obvio que el sujeto cuando no conoce, mal puede comprender el contenido
de injusto del hecho.
En cambio, cuando hay un error vencible, es decir que el autor empleando la debida diligencia que las
circunstancias hacían razonables y exigibles, hubiera podido advertir que estaba obrando bajo los efectos de
un error, es decir, hubiera podido comprender la criminalidad de su acto y haberse motivado a obrar
conforme a derecho. De modo que ante un error superable, el efecto es que no decae la culpabilidad,
aunque debe admitirse su disminución en el ámbito de la individualización de la pena.
3.5. Exigibilidad.
3.5.1. Causas de exclusión de la culpabilidad.
Hay situaciones en las que decae la culpabilidad, pese a que el comportamiento antijurídico ha sido
cometido por un autor imputable que tuvo conciencia virtual de la ilicitud, como sucede, por ejemplo, cuando
el autor obró violentado por amenazas de sufrir un mal grave e inminente.
De modo que la exculpación no siempre proviene de cierta fenomenología psíquica del autor ni de la
concurrencia de un error de prohibición invencible, sino de factores que incidieron en el momento del hecho
sobre el autor, presentándole especiales dificultades para obrar de acuerdo a derecho, siendo estas causas:
a)el estado de necesidad, cuando colisionan bienes de jerarquía similar; b) la coacción; c) la obediencia
debida.
En estos casos decae la culpabilidad porque no es posible formular reproche al autor, ya que no era exigible
que obrara de otro modo. Se ha discutido sobre el fundamento de estas eximentes:
• Algunos sostienen que la inexigibilidad puede ser consecuencia de que el autor obró bajo los efectos de
una fuerte presión psíquica, en la que no es posible esperar un comportamiento adecuado a derecho. Sin
embargo sería incorrecto asociar toda inculpabilidad a un punto de vista psicológico vinculado a la presión
psíquica generada por la situación.
• La doctrina dominante se orienta por sostener que la exculpación responde a una a una fundamentación
bidimensional integrada por un injusto reducido y por un conflicto anímico, es decir, que además de una
situación que se encuentra próxima a una causa de justificación, concurre además una motivación del autor
debido a la incidencia de una circunstancia extraordinaria.
3.5.2. Estado de Necesidad Disculpante.
Colisión de intereses de similar jerarquía.
No puede considerarse justificado el comportamiento de una persona que se encuentra en estado de
necesidad, cuando para preservar un bien jurídico en peligro de ser destruido realizó un comportamiento
típico que lesionó o afectó a otro bien jurídico de jerarquía similar, porque el requisito de la exclusión de la
antijuridicidad requiere que el autor causare un mal por evitar otro mayor inminente que ha sido extraño.
Consiguientemente, no excluye la antijuridicidad el estado de necesidad por colisión de intereses de igual
jerarquía debiendo ser considerado como una causa de inculpabilidad
Estado de necesidad justificante y disculpante.
a. El estado de necesidad como alteración del espíritu: la teoría del estado de
necesidad reconoce como antecedente el pensamiento de Aristóteles, quien sostuvo que si bien
el acto del necesitado es voluntario, se trata de una acción forzada y en ningún caso la necesidad
podrá convertir en justo aquello que no lo era por su naturaleza.
Como los modelos clásicos de la teoría del delito distinguían entre presupuestos internos y
externos de la culpabilidad, la eximente recibió ubicación sistemática en el primer grupo, pues se
consideró que el autor no debía ser punible porque en el momento de la ejecución del hecho había
sufrido una alteración al espíritu. En estas condiciones, como el efecto de impunidad era
consecuencia del ánimo con que la persona había realizado el acto, es lógico que se predicara que
el estado de necesidad no operaba como causa de justificación sino de inculpabilidad.
* justifican tanto al autor como a los *si generan títulos de garantes por
participes injerencia (debo evitar el resultado)
(amigo que se ahoga porque le saco el
*no generan responsabilidad civil chaleco y luego no se lo lanzo tengo que
evitar su muerte)
* no generan títulos de garantes por
injerencia *excluye la culpabilidad o
responsabilidad
*Excluye la antijuricidad
*El interés salvado es de igual jerarquía.
*El interés salvado es de mayor jerarquía
*La opinión dominante entiende que en
el estado de necesidad exculpante se
verificaría una doble disminución del
injusto y de la culpabilidad por el hecho.
Requisitos.
★ Situación de peligro: la amenaza de sufrir un mal grave e inminente supone una situación
de peligro que al igual que en el estado de necesidad justificante se determina
objetivamente ex ante
★ Actualidad: la inculpabilidad alcanza a quien obró ante una amenaza inminente, generada
por un peligro actual en ausencia de otras alternativas de evitación.
★ Bienes amenazados: la regla exige la concurrencia de amenaza de sufrir un mal, ya sea
que se concrete una situación de peligro para un bien jurídico del autor o de un tercero
Consecuencias.
Se justifica y exime de antijuridicidad la conducta de quien ha destruido o disminuido un bien jurídico de
menor jerarquía para salvar otro de mayor jerarquía, por ejemplo, el que rompe el vidrio de un auto para
salvar a un niño que estaba asfixiándose. Hay un deber de tolerancia impuesto a los titulares de los bienes
sacrificados.
En cambio, decae la culpabilidad de acciones típicas y antijurídicas mediante las cuales se lesiona un bien
jurídico de igual jerarquía para salvar otro, por ejemplo, el conductor de un tren que desvía el tren para evitar
la muerte de todos los pasajeros y en este accionar mata a otra persona. Aquí el bien jurídico sacrificado es
el mismo, la vida, pero dado el supuesto de estado de necesidad en ese caso concreto se disculpa al autor,
pero no hay deber de tolerancia.
UNIDAD VIII
AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN CRIMINAL
EL CONCURSO DE PERSONAS EN EL DELITO
Se va a aplicar la teoría de la imputación objetiva, nos permite determinar si la persona debe responder por el
hecho, la estructura que se aplica de esta teoría para los casos de intervención delictiva es la prohibición de
regreso (no permite determinar que personas han impulsado causalmente el hecho lesivo pero se ha
mantenido amparado por el ejercicio de un rol social) es decir que voy a tener algunos integrantes del
colectivo causal que cuya contribución no será de importancia, si hay prohibición de regreso. no hay
participación ejemplo el vendedor de cuchillos pero puede llegar a responder por omisión de auxilio
1.2. Aclaraciones previas.
Las normas sobre participación criminal se aplican a los delitos que, pese a poder ser cometidos por una sola
persona (por ej.: el homicidio), es realizado por varios protagonistas. Por lo tanto, carecen de interés y son
ajenos a este estudio:
• Los “delitos de encuentro”: acciones conjuntas de más de un sujeto (por ej. Batirse a duelo, art. 97 C.P.).
• Los casos de encubrimiento, ya que el código penal lo ha previsto como un delito autónomo (art. 277 y ss.).
X ej: alguien que no participo de un robo pero ayuda a eludir las investigaciones de la autoridad, no es
participe de robo sino autor del delito de encubrimiento.
3.2. Coautoría
-Coautoría paralela (concomitante o conjunta): Dos o más sujetos realizan comportamientos individuales que
fundamentan la autoría directa, porque cada uno de ellos satisface todas las exigencias del tipo. Por ej.: dos
personas, sin acuerdo previo, colocan 5 gotas de veneno cada uno en la bebida de un tercero causándole la
muerte, siendo 8 gotas la dosis letal.
-Coautoría funcional: Hay división de trabajo. Los intervinientes se distribuyeron los aportes necesarios para
la consumación de un plan y los realizaron durante la etapa de ejecución.
Para cada coautor se exige que: • Reúna las cualidades objetivas del tipo. • Posea los elementos subjetivos. •
Haya tenido codominio del hecho. Ello siempre que se admita la existencia de “delitos de propia mano”.
Para quienes no reconocen esta categoría, es suficiente que UNO de los coautores reúna la calidad o el
elemento subjetivo que exige el tipo, a condición de que TODOS tengan codominio del hecho. Este tipo de
coautoría se denomina así porque cada coautor se ha reservado para sí un “dominio funcional”, es decir que
el aporte de cada uno es imprescindible para que el delito pueda cometerse del modo previsto.
La diferencia con la coautoría paralela radica en que, en la coautoría funcional cada autor no realiza todo el
hecho punible, solo una parte de éste. Esta coautoría requiere: • Una decisión común: existencia de un plan
acordado entre todos. Esto es lo que permite relacionar las partes que realiza cada uno y es lo que
fundamenta que se impute a cada coautor la parte de los otros. • Una comisión común: división del trabajo.
Que cada coautor haya realizado una contribución efectiva al hecho común. Las contribuciones pueden ser
simultáneas o sucesivas. • Codominio del hecho: cada coautor debe tener un dominio compartido, ello implica
poder de decisión sobre la parte del hecho que tiene a su cargo. Para ello se aplica la regla de la “condictio
sine que non”, sin embargo, no se exige necesidad absoluta, basta con que sea un aporte difícilmente
reemplazable. Así, no habrá coautoría si hay subordinación de uno respecto de otros (el subordinado sería
partícipe y no coautor). • Que el aporte realizado en la etapa de ejecución del delito.
La coautoría funcional está prevista en el art. 45 del C.P. cuando se refiere a quien “tomasen parte en la
ejecución del hecho o prestasen al autor o autores auxilio... sin los cuales no habría podido cometerse”.
7.2. Modalidades
La participación criminal se presenta bajo las modalidades de:
A. Instigación: consistente en haber inducido al autor a cometer el hecho,
B. Complicidad: con lo que se alude a quienes prestaron auxilio, cooperación o ayuda al autor. Las reglas
generales relativas a la participación criminal, en el derecho argentino, reconocen como excepción expresa
que “no se considerarán partícipes de los delitos cometidos por la prensa a las personas que solamente
prestaren al autor del escrito o grabado, la cooperación material necesaria para su publicación, discusión o
venta” Art 49 del CP. La regla es un supuesto de aplicación de la prohibición de regreso, como sucede como
la imposibilidad de imputar complicidad de injurias al tipógrafo que armó la publicación que contiene la
expresión difamatoria.
INSTIGACIÓN
8.1. La norma de derecho vigente
El instigador es aquel que persuade, convence al autor para que cometa el delito. Su acción puede consistir
en consejos, indicaciones, o también puede tratarse de una omisión si su efecto fue crear la decisión en el
autor principal (esto último es discutido).
Según la doctrina, la norma de derecho argentino que contiene el comportamiento del instigador es la prevista
en el art. 45 in fine del Código Penal, la que expresa “...los que hubiesen determinado directamente a otro a
cometerlo”. Sin embargo, una interpretación gramatical del verbo usado por el legislador autoriza a sostener
que esa norma está describiendo la conducta de un autor mediato. Ocurre que el instigador convence,
persuade, pero no lo determina, es el instigado quien tiene el dominio del hecho. Sin embargo, como nuestro
derecho vigente no ofrece otra posibilidad, no existe más remedio de predicar que esa es la norma que se
refiere al instigador, quien sufrirá la misma pena que los autores del delito (art. 45 in fine. C.P.).
COMPLICIDAD
9.1. Concepto
Hay complicidad cuando una persona coopera en la realización de un delito doloso, por lo que se requiere:
• Que objetivamente haya prestado ayuda al autor.
• Que subjetivamente haya accedido a un hecho principal doloso, proporcionando un aporte que se encamina
a lesionar el mismo bien jurídico atacado por el autor.
Aquí también corresponde aplicar las reglas de la imputación objetiva para determinar si ha existido un
aporte. En el plano subjetivo la complicidad requiere dolo, es decir, saber que se aporta a la ejecución de un
hecho punible. Así, no es posible la complicidad en delitos culposos, ni es posible la complicidad culposa en
un hecho principal doloso. La complicidad debe ser anterior a la consumación. Si se presta una cooperación
posterior habrá delito de encubrimiento, por más que la promesa de ayuda haya sido anterior a la
consumación, y aunque después no se cumpla (por ejemplo, el hecho quedo en tentativa). Según la
naturaleza de los aportes, se puede distinguir entre cómplices primarios y secundarios.
DELITOS CULPOSOS
En estos delitos la imputación es consecuencia de que el autor realiza un comportamiento vinculado al
resultado, que supera el riesgo permitido. En los delitos culposos falta el conocimiento de que cada conducta
está relacionada con el resultado, por lo tanto, aun si intervinieran varias personas y existe de todos, lo cierto
es que para ninguno de ellos está claro cómo va a acabar el hecho. Por lo tanto, en estos casos la ley
renuncia a graduar las formas de intervención, otorgando el mismo trato penal. Los delitos imprudentes son
delitos de infracción de deber, por lo que no se aplica el criterio del dominio del hecho. La autoría se define
por la infracción de un deber objetivo de cuidado, resultando autor toda persona que realiza un hecho
descuidado que pone en peligro un bien jurídico. En consecuencia, no pueden distinguirse entre autores y
partícipes.
EL TIPO DE LA TENTATIVA
3.1. Técnica legislativa
Derivado del carácter formal de la definición de consumación (reunión de todos los elementos de un tipo
penal de la parte especial del Código), los casos en que el autor ha comenzado a ejecutar una acción con el
propósito de consumar un delito, pero no lo logra por circunstancias ajenas a su voluntad, termina de
caracterizar estructuralmente a la tentativa, ese comportamiento requiere una pena. A fin de respetar el
principio de legalidad (nullum crimen nulla poena sine lege), los actos de tentativa quedarían impunes si el
código solo estuvieran previstos los delitos consumados. La técnica legislativa utilizada para castigar la
tentativa es prever normas en la parte general (42 a 44) que establecen la extensión de la punibilidad a
hechos no consumados que se comenzaron a ejecutar.
3.2. Concepto
Surge del art. 42 CP, que incrimina al “que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución,
pero no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad”. Un delito se encuentra consumado cuando
coincide el tipo objetivo (ejecución del hecho) y el tipo subjetivo (dolo).
A diferencia de la consumación, el tipo objetivo de la tentativa está incompleto porque falta algún elemento
contenido en la descripción (ejecución del hecho y no consumación), mientras que el tipo subjetivo (dolo-
conocimiento de los actos ejecutados e intención) está completo. La tentativa seria la inversa al error de tipo
(donde se mata sin saberlo) donde está el tipo objetivo completo e incompleto el subjetivo.
En resumen, el delito esta consumado cuando el tipo objetivo y el subjetivo están completos (el autor tuvo
intención de matar y mato); la tentativa entra en consideración cuando el tipo subjetivo esta completo y el
objetivo incompleto (el autor tuvo intención de matar pero no lo logro); y concurre un error de tipo, en los
casos en que el tipo subjetivo esta incompleto y el objetivo completo (el autor no lo sabía, pero mato
compañero de caza disfrazado de oso).
La tentativa es un tipo dependiente, ya que sus elementos no se pueden comprender sino con relación a un
tipo concreto de la parte especial.
3.3. Clases de tentativa
Es importante distinguir entre tentativas, inacabadas y acabadas; e idóneas e inidóneas.
Durante el iter criminis, y a partir del comienzo de ejecución, el delito transcurre de manera creciente hacia la
consumación. Desde esta perspectiva se analiza la tentativa acabada e inacabada, que se diferencian del
delito frustrado y del delito imposible como categorías de ejecución imperfecta de la conducta que excluyen
per se la exclusión del injusto por desistimiento voluntario. Entonces esta categorización influye sobre el
grado de realización de la conducta en cuanto a su tipicidad, los requisitos para el desistimiento del o los
intervinientes (art 42 y 43 CP) y para la individualización de la pena (art 41, inc. 1° in fine, CP). En efecto, el
prototipo sobre el que se explica este estadio del iter criminis se sitúa en el delito doloso de comisión de
resultado. En la tentativa acabada, por definición, conforme a su plan, el autor ha hecho u omitido todo lo
que considera necesario para la consumación. Es decir, sólo resta la pura causalidad para que opere la
producción del resultado disvalioso, que puede no conseguir por circunstancias fortuitas a su intención. Por
ejemplo, quien coloca el artefacto explosivo debajo del automóvil de su enemigo y acciona el programador
para que se active pasado tres minutos. El dispositivo se detiene antes de ese tiempo por falta de batería. En
este caso podría apreciarse completo el dolo de realización típica, pero no así el tipo objetivo con relación al
objeto penalmente tutelado.
Al contrario de la tentativa acabada, en la tentativa inacabada el autor no ha hecho aún todo lo necesario
según su plan. Para lograr el resultado aún falta una actuación ulterior, por lo que si adopta la decisión de
renunciar, de abstenerse de continuar con el delito. Desde una perspectiva objetiva falta el resultado. De este
modo, el autor prevé que falta realizar algún acto a tal fin. Por ejemplo, el autor coloca la bomba debajo del
automóvil de su enemigo, pero todavía no acciona el programador para su activación. La interrupción
voluntaria de la ejecución de esta acción cae bajo las previsiones del desistimiento voluntario. En el ejemplo,
el autor coloca la bomba debajo del automóvil, pero decide no accionar el programador para su activación y
se retira del lugar. Sancinetti define la tentativa inacabada como aquella que por sí sola no puede lograr la
realización sin un nuevo acto ulterior, desde el punto de vista de la representación del autor. En efecto,
siguiendo a Struensee, postula que la tentativa inacabada es un delito mutilado de varios actos que opera
como adelantamiento de la protección legal. Existe acuerdo en la doctrina que la tentativa inacabada
demostraría menor desvalor de acción y de resultado que la tentativa acabada.
Asimismo, desde una perspectiva ex ante, desde que comienza su ejecución la tentativa puede ser idónea, en
cuanto reserva la posibilidad de lograr la consumación o, sin confundir esto con la denominada tentativa irreal
o supersticiosa, puede parecer inidónea como equivalente al delito imposible, dada la improbabilidad cierta de
lograr el resultado típico.
La tentativa será idónea si la acción podía llegar a consumar el resultado, relación establecida de acuerdo
con las circunstancias en que fue realizada mediante un juicio de probabilidad ex ante. Por ejemplo, la víctima
envenenada con raticida no murió por su atención hospitalaria. La tentativa idónea es siempre punible. La
tentativa es inidónea cuando el autor comenzó la ejecución de un delito determinado, conforme a su
representación, bajo un comportamiento que en ninguna circunstancia podría alcanzar la consumación. Al
contrario de la tentativa idónea, a partir de un pronóstico ex post, la acción nunca hubiera podido consumar el
resultado típico. Por ejemplo, el autor utiliza una dosis mínima e insuficiente de raticida, que sólo causa en la
víctima malestar estomacal por 48 horas. según lo previsto en el art 44 in fine CP, que dispone: «Si el delito
fuera imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá reducírsela al mínimo legal o eximirse de ella,
según el grado de peligrosidad revelada por el delincuente».
FUNDAMENTO DE PUNIBILIDAD
4.1. Teorías objetivas
Esta corriente de pensamiento postula que la punibilidad de la tentativa está basada en que el autor pone en
peligro un bien jurídico con menor gravedad que la lesión (consumación). De esta forma se pena a la tentativa
de manera menos severa. Esta teoría fue sostenida por la doctrina clásica (entre otros, Feuerbach, Beling,
Mayer, Mezger). Podríamos decir que se trata de la versión más antigua de las teorías objetivas que
apreciaban el peligro mediante un juicio ex post. Ello incidía especialmente en la impunidad de la tentativa
absolutamente inidónea, pues bajo esta perspectiva nunca resultaría merecedora de pena. Se intentaba
matizar esta consecuencia estableciendo una ambigua distinción con la tentativa relativamente inidónea (que
era punible), cayendo en la contradicción de que -por definición- toda tentativa que no es idónea es
absolutamente inidónea.
Si bien las tesis clásicas de esta corriente toman de referencia esencial a conceptos ontológicos como la
relación de causalidad, no puede desconocerse que las versiones modernas hacen foco en conceptos
valorativos como el de «peligrosidad del hecho» para el bien jurídico, desde una perspectiva de
enjuiciamiento ex ante, realizado por un observador objetivo en el momento del hecho, que consideraría
probable la consumación. Estas posturas se caracterizan por la concepción de la misión del Derecho penal
como protección de bienes jurídicos y el delito su afectación inmediata. Tiene como consecuencias
sistemáticas la impunidad del acto preparatorios ya que no son peligrosos, se logra justificar porque la pena
es mayor en la consumación que en la tentativa y deja de lado las conductas idóneas.
Las teorías objetivas no escapan a las dificultades para distinguir entre preparación (impune) y ejecución
(punible), puesto que existen diversos actos preparatorios que en sí mismos encierran ex ante ya un alto
peligro de afectación al bien jurídico. Por ejemplo, la manipulación de uranio en un laboratorio que tiene lugar
para el armado de una bomba que se utilizará en un atentado terrorista previsto para la semana siguiente. Es
peligroso ex ante también. Por eso se dice que entre tentativa y preparación pueden distinguirse grados de
riesgo, no peligros cualitativamente diversos (Righi). Asimismo, estas teorías no pueden congeniar para
quienes consideran que el fundamento de punibilidad de la tentativa y el delito consumado es la lesión a la
validez de la norma, como por ejemplo Jakobs. No toma en cuenta las normas de comportamiento.
4.2. Teoría subjetiva
Nacen bajo la necesidad de justificar la punibilidad de algunas tentativas inidóneas que no expresaban ningún
peligro para los bienes jurídicos. Se alegan exigencias de derecho positivo (en Argentina, el art 44 in fine CP)
y conveniencia político criminal que desaconsejaba consagrar la impunidad de toda tentativa inidónea.
Las teorías subjetivas modernas, desde el finalismo de Welzel, sostienen que la tentativa pone de manifiesto
una voluntad hostil al derecho (Welzel postulaba que con la acción se afectaban valores éticos de la
sociedad), anclando en el comienzo de ejecución una grave perturbación del orden social. Estas teorías se
asientan en el dolo del autor puesto en práctica (para respetar un derecho penal de acto) que constituye el
disvalor de acción como factor de peligro para la validez de la norma.
Las consecuencias sistemáticas fueron la justificación de la tentativa inidónea .y que lo que esta teoría
identifica para justificar la punición de la tentativa es un disvalor de acción que es el mismo para la tentativa
que para la consumación ( la diferencia radica en que a medida de que la acción este más cerca de alcanzar
la consumación aumenta el contenido de injusto)
Las críticas que reciben son varias: a) no encuentra excepciones para fundamentar la impunidad de la
tentativa supersticiosa (clavar agujas en un muñeco); b) su tendencia a equiparar la escala de punibilidad de
la tentativa con el delito consumado, hasta sostener que en la tentativa acabada se concentra todo el
contenido de injusto del comportamiento delictivo, respondiendo a ello que la perturbación del orden social es
mayor en la consumación que cuando el hecho quedó en tentativa, permitiendo fundamentar una punibilidad
más reducida (art 44 CP); c) se caracteriza por la tendencia a incriminar actos preparatorios, replicándose
sobre esto que en todos los casos el autor debe dar comienzo a la ejecución del delito.
4.3. Teoría de la impresión
Intenta complementar el punto de vista subjetivo con la impresión que el hecho causa sobre la comunidad
(efecto psicológico-social) o la conmoción social en la confianza de la generalidad en la validez del orden
jurídico. Consecuencias sistemáticas : a los actos preparatorios no se los va a punir porque no genera
conmoción y las tentativas irreales o supersticiosas quedan impunes porque no genera alarma social alguna.
Se critica que el problema de la tentativa es la legitimidad de la intervención estatal anterior a la realización de
un tipo penal. La conmoción general no indica nada sobre la proximidad con la consumación, puesto que
existen delitos graves en los que un acto preparatorio puede causar conmoción y ese efecto no puede
legitimar la reacción jurídico-penal. La utilidad de este punto de vista es operar como un indicador negativo,
pues sin poder de impresión no habría tentativa punible, adjudicándose un efecto político-criminal limitador de
la intervención punitiva.
4.4. La tentativa como expresión de desobediencia normativa
Desde la perspectiva del funcionalismo, la punibilidad de la tentativa se fundamenta en el comienzo de
ejecución de un comportamiento externo que pone de manifiesto una infracción de la norma. Encierra en sí el
carácter expresivo de la negación de la norma.
Esta explicación permite justificar la impunidad de la tentativa supersticiosa. Ninguna norma prohíbe recurrir a
fuerzas sobrenaturales o dirigir el comportamiento contra objetos de la misma índole.
En cuanto a la tentativa inidónea, la punibilidad queda condicionada a que el autor, desde su perspectiva,
haya expresado en su comportamiento un juicio racional que hubiera podido infringir la norma. Por ejemplo,
quien colocó azúcar en el vaso de leche que tomó la víctima creyendo que era veneno, resultaría punible por
la racionalidad ex ante del plan del autor. Al contrario, quien cree que puede matar con pases mágicos o
invocando fuerzas sobrenaturales quedaría impune. Para la punibilidad, el autor debe poner de manifiesto la
infracción de una norma verdaderamente existente y no sólo la que existe en su imaginación (Jakobs).
Críticas: quien define en qué caso la persona expresa un juicio racional o no, se puede llegar a caer en un
derecho penal de autor, puede justificar la punibilidad de cualquier conducta que se eleve a la infracción de la
norma según el régimen político imperante.(también puede llevar a un derecho penal de autor)
EL TIPO SUBJETIVO
La exigencia del dolo como presupuesto del tipo subjetivo permite concluir en que no existe tentativa en los
delitos culposos (donde no hay dolo), ya que la norma requiere que el autor haya actuado con el fin de
cometer un delito determinado (art. 42 CP).
La doctrina dominante sostiene que el tipo subjetivo de la tentativa no presenta ninguna especificidad (que la
diferencie) del tipo subjetivo del delito consumado. Con lo cual, si un tipo penal puede ser consumado con
dolo eventual, también la tentativa puede ser cometida con dolo eventual.
El dolo de la tentativa apunta hacia la consumación de un delito. Se señala que en el Código Penal argentino
tiene basamento legal en el art 42, que requiere que el autor haya obrado con el fin de cometer un delito
determinado. Con base en ello, la doctrina dominante excluye la tentativa en los delitos imprudentes. Ahora
bien, alguna posición señala que la tentativa de un delito imprudente es admisible, más allá que político-
criminalmente el legislador decidiera no sancionarla.
Existen otros que rechazan la posibilidad de admitir dolo eventual en el tipo subjetivo de la tentativa,
argumentando que el texto legal exige siempre “dolo directo”, constituido por el propósito de cometer un delito
determinado. Es decir, el dolo como intención o propósito de consumar el resultado previamente conocido de
un delito concreto.
EL TIPO OBJETIVO
6.1. Comienzo de ejecución
Lo problemático dentro de la teoría de la tentativa se concentra en la diferenciación entre actos preparatorios
y de ejecución, puesto que la punibilidad de la conducta como tentativa se desata a partir de estos últimos. Se
han esbozado diversas teorías para abonar aquella distinción y determinación del momento en que debe
considerase comenzada la ejecución de un delito (determinado).
Para quienes se enrolan en una fundamentación subjetiva de la tentativa lo decisivo es la forma cómo se ha
manifestado la voluntad del autor. Tradicionalmente se apela al carácter unívoco del acto realizado. Los actos
preparatorios admiten explicaciones varias (sentido equívoco), en cambio el acto de ejecución es unívoco.
Por ejemplo, apretar el gatillo del revólver con el que se apunta a una persona humana sería un acto de
ejecución de homicidio que inequívocamente pone de manifiesto el propósito delictivo. En cambio distinto es
comprar el arma.
Por el lado de los partidarios de una fundamentación objetiva de la tentativa, la denominada teoría formal
objetiva postulaba que debía considerar que existía comienzo de ejecución de un delito cuando se había
realizado parte de la acción típica. Por ejemplo, en el tipo penal del art 79 (homicidio) cuando el autor
comienza a matar. Se critica que esta fórmula es ambigua. Para superar esta observación, los partidarios lo
reemplazan por criterio material, no por ello menos ambiguo, de que existiría comienzo de ejecución cuando
el bien jurídico ha corrido peligro. Por ejemplo, apretar el gatillo del arma cargada frente a la persona supone
un riesgo para su vida, ya que a ella se dirige el disparo. Ahora bien, ninguno de estas ideas puede resolver
plausiblemente, por ejemplo, si apuntar un arma es acto preparatorio o de ejecución.
Una combinación de criterios objetivos-subjetivos arrojan la identificación de la denominada teoría individual-
objetiva, la cual ubica en mayor relevancia el plan del autor (aspecto individual) y el grado de peligro cercano
para el viene jurídico representado en la acción (aspecto objetivo). Así pues, en el ejemplo del homicidio,
acercarse a la víctima sería un acto preparatorio, salvo que esté incluido en el plan del autor para poder
disparar, en cuyo supuesto sería un acto de ejecución. El común denominador de estos criterios es el peligro
hacia el bien jurídico, sea desde el punto de vista causal o desde una peligrosidad subjetiva.
Ahora bien, la teoría de la imputación objetiva intenta suministrar criterios normativos de carácter orientador
para evitar arbitrariedades. Jamás puede considerarse comienzo de ejecución y tampoco acción punible
como tentativa a los comportamientos que se mantienen dentro del riesgo permitido o resultan socialmente
adecuados.Tampoco se aprecian punibles actos que según la representación del autor (aspecto subjetivo) no
son apreciados como cercanos a la consumación. Se exige que objetivamente exista una proximidad
temporal, que no debe ser entendido como el último acto parcial previo a consumar. Por ejemplo, es
considerado acto de ejecución la entrega por el autor mediato de la bomba envuelta dentro de la encomienda,
aun cuando el transportista ignora el contenido del envío y todavía no llega al domicilio de destino. Esto
fundamentalmente se debe a que, bajo el influjo de la teoría del dominio del hecho, el autor perdió el control
sobre el riesgo con la entrega de la bomba al instrumento.
Otro criterio orientador para apreciar si hay comienzo de ejecución (tentativa punible) es si el autor se
introduce en la esfera de protección de la víctima. Por ejemplo, cuando el ladrón ya abrió la ventana para
entrar a la vivienda. También si ha actuado sobre el objeto de protección. Por ejemplo, si al falsificador se le
secuestró el documento que ha decidido falsificar.
6.2. Ausencia de resultado
El tipo objetivo de la tentativa requiere que haya comienzo de ejecución y además que el resultado no se
haya producido.
La ausencia de resultado, desde un punto de vista formal, implica que no se ha integrado cualquier elemento
del tipo objetivo. Esta ausencia tiene que deberse a circunstancias ajenas a la voluntad del autor, pues de lo
contrario nos situaríamos en la regulación del desistimiento (art 43 CP).
La ausencia de resultado determina que cuando existe resultado el delito está consumado (esto es esencial
para los tipos penales de acción y de resultado, pero dudoso para los tipos de mera actividad o de infracción
de deber, entre otros). La doctrina sostiene que el delito consumado expresa todo el contenido de injusto
atribuible al autor y, por aplicación de una regla de subsidiariedad táctica entre tentativa y consumación del
mismo hecho punible, la consumación presupone una tentativa anterior. Por consiguiente, la punibilidad de la
tentativa sólo requiere comienzo de ejecución, más no necesariamente que el resultado no se produjo.
PUNIBILIDAD DE LA TENTATIVA
7.1. Atenuación facultativa u obligatoria
Algunos sistemas de derecho comparado prevén reglas de un sistema de atenuación penal facultativo para la
tentativa, reconociendo influencia de la teoría de la impresión. Se considera que un autor de tentativa puede
ser merecedor de una pena igual a la prevista para la consumación, suponiendo también una aproximación
de una fundamentación del injusto sobre el disvalor de acción (el paradigma de la tentativa acabada).
Por el contrario, si el modelo penal se asienta sobre la base del delito consumado, supone implícitamente que
la tentativa no puede contener más que una parte de lo ilícito. En todos los casos un menor contenido de
injusto que la consumación,debe producir consecuencias (menos graves) en la magnitud de la reacción penal.
El punto de vista es que la circunstancia de que no se haya producido el resultado debe determinar siempre
una atenuación de la pena. Una excepción de ello, en nuestro derecho positivo, se encontraría en el régimen
penal aduanero (Ley 22.415) que sanciona a la tentativa de contrabando con la misma pena que el delito
consumado, alegándose a su favor exigencias político-criminales.
En el Código Penal alemán (StGB), el parágrafo (§) 23.2 se interpreta que consagra un sistema de atenuación
facultativo, que gravita en el ámbito de individualización de la pena que permite al juez tomar en cuenta la
magnitud de la culpabilidad del autor.
Se replica que, si la doctrina dominante fundamenta el injusto sin prescindir del disvalor del resultado, que
este no se haya producido debe reflejarse en la adopción de un sistema de atenuación obligatorio (v. gr.
Stratenwerth). Aun cuando la cláusula del código alemán pueda ser interpretada en el sentido de obligar al
juez a atenuar, le estaría vedado no sobrepasar el mínimo de la escala penal de la consumación. Pero no
resulta el modelo preferible porque la mejor forma de asegurar una atenuación de la pena es prever
legislativamente una regla de atenuación para la tentativa que sea obligatoria para el juez (Righi).
7.2. Derecho vigente
La previsión de un marco específico para la tentativa no asegura la atenuación en todos los casos, puesto
que entre delito tentativo y consumado existe un considerable campo de superposición, sobre todo cuando la
regla a aplicar es el art 44, primer párrafo CP, al que se le atribuye falta de claridad. Sin embargo, se sostiene
que es correcta la previsión de un marco específico de punibilidad de la tentativa, que suponga una
disminución de la escala prevista para el delito consumado (Righi).
Lo adecuado sería prever escalas que contengan topes mínimos y máximos de punibilidad que correspondan
a cada hecho punible. En un sistema penal que contiene como pauta de individualización de la pena la
magnitud del injusto, y admite que la tentativa presenta menor gravedad que la consumación, lo coherente es
consagrar legislativamente un marco penal atenuado.
Los sistemas de atenuación facultativa son objetables cuando lo que se transfiere al ámbito de la
individualización judicial es la valoración de la proximidad del hecho a la consumación. Aún quienes
consideran la ilicitud del comportamiento exclusivamente en función del disvalor de la acción, admiten que a
la situación de menor gravedad de la tentativa inacabada corresponde una disminución obligatoria de la
punibilidad (por ejemplo, Sancinetti).
LA TENTATIVA INIDÓNEA
8.1. Tipicidad
La tentativa es inidónea cuando el comportamiento del autor encaminado a la realización de un tipo, bajo
ninguna circunstancia puede alcanzar la consumación del delito. Eso sí, el autor conforme a su
representación del hecho debe haber dado comienzo a la ejecución de un delito. La inidoneidad no afecta la
tipicidad de la tentativa. Como si se tratase de una tentativa idónea, el autor comenzó la ejecución de un
delito determinado que no se consumó por causas ajenas a la voluntad del autor (art. 42 CP).
EL DESISTIMIENTO
9.1. El derecho vigente
Tomando de base lo prescripto por el art 42 CP, la tentativa no resulta punible si la ausencia de consumación
es consecuencia de un acto voluntario del sujeto, como en los casos de desistimiento. Además, el Código
Penal prevé una regla específica según la cual “el autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando
desistiere voluntariamente del delito” (art 43 CP).
9.2. Fundamento de la impunidad
Righi (con cita a Roxin), asume que es la conveniencia político-criminal de ofrecer al autor un estímulo
adicional en interés de que el resultado no se produzca (teoría del premio) que otorga sentido a la previsión
de esta excusa absolutoria sobreviniente.
A su vez se ofrecen otras razones invocadas por algún sector de la doctrina como la atenuación de la
culpabilidad que pone de manifiesto el retroceso del autor, o la disminución de la necesidad de reafirmar la
vigencia de la norma, que Righi estima insuficientes para explicar la renuncia por completo a la pena.
9.3. Tentativa inacabada y acabada
En la tentativa inacabada, falta que el autor realice más actos para que se consume el delito, de modo que el
desistimiento basta con que no se siga actuando. Mientras que en la acabada, el autor apreció al menos con
dolo eventual que la consumación ya no depende de una actuación ulterior de él.
9.4. El desistimiento en la tentativa inacabada
En tentativa inacabada (comienzo de ejecución) la doctrina mayoritaria sostiene que el autor al no realizar
todo lo necesario para la ejecución (no ha creado todas las condiciones necesarias para la producción del
resultado), haciendo falta otros actos más para alcanzarlo, basta para el desistimiento que el autor no siga
actuando. Se exige que la renuncia sea voluntaria y definitiva sobre el hecho que había comenzado a
ejecutar.
Son tres requisitos configuran el desistimiento en la tentativa acabada para quedar impune: abandono de la
ulterior realizar del hecho que se comenzó a ejecutar para ser interpretado como desistimiento; que sea
voluntario (no condicionado), lo cual significa que disponga de oportunidades para consumar; y que sea
definitivo (que el abandono no opere como una postergación en el tiempo).
La voluntariedad del desistimiento no se asienta en motivos éticos. Las oportunidades disponibles para
consumar significan que al momento de desistir el autor no debe haber sido descubierto, ni temor a ser
capturado en forma inminente.
9.5. El desistimiento en la tentativa acabada
Estando en tentativa acabada, como sólo falta que se produzca el resultado. Si el autor apreció esta
posibilidad (al menos con dolo eventual), tradicionalmente se exigió un comportamiento activo del autor que
revoque con los medios a su disposición el riesgo de consumación.(evitar el resultado)
Sin embargo, existen reglas en derecho comparado que flexibilizan esta exigencia, vinculadas a la
neutralización del disvalor de acción. Por ejemplo, el §24.1. del StGB (Código Penal alemán), establece que si
el resultado no se produce por razones distintas al comportamiento del autor para impedirlo, el desistimiento
lo beneficia si realizó un esfuerzo serio y voluntario para impedir la consumación. De acuerdo con esto, si las
acciones que empleó para impedir no eran adecuadas, resulta punible como autor de tentativa; si el resultado
se produce porque el autor no pudo impedirlo, se imputa delito consumado.
9.6. Efectos del desistimiento y participación criminal
El desistimiento es una causa personal de anulación de la pena. Entiéndase con ello que el injusto y la
culpabilidad por el hecho emprendida continúan incólumes. Por lo cual, en casos de participación criminal, el
principio general es que la impunidad por el desistimiento sólo alcanza a quien desiste por sí mismo, es decir
no se proyecta a los partícipes.. El interviniente para desistir debe eliminar su aporte. Si advierte que esto no
es suficiente para evitar la producción del resultado, debe actuar positivamente para procurar evitarlo. A ello
se agrega, siguiendo la regla del §24.2 del StGB, que si el resultado no se produce porque fue impedido por
otro de los intervinientes, el desistimiento también debe beneficiar a quien haya realizado un esfuerzo serio y
voluntario para evitar la
consumación.
El desistimiento en la ejecución de un delito no impide la punibilidad de otro delito ya consumado. Por
ejemplo, quien ingresa al domicilio de la víctima para apoderarse de su bicicleta, pero se arrepiente de ello,
desiste eficazmente del hurto (art 162 CP, porque no hubo apoderamiento ilegítimo de una cosa mueble
parcial o totalmente ajena), pero subsiste la consumación de la violación de domicilio precedente (art 150
CP).
9.7. Tentativa fracasada
La denominación tentativa fracasada hace referencia a cuando el autor piensa que el objetivo de su acción ya
no es posible alcanzarlo con los medios a su disposición. Esto excluye la voluntariedad del desistimiento, ya
que este presupone que la consumación es todavía posible.
LA TENTATIVA EN LOS DELITOS DE OMISIÓN
10.1. Tipicidad de la tentativa omisiva
La tentativa es conceptualmente posible en los delitos de omisión, tanto la propia como impropia, aunque la
doctrina lo ha negado respecto de los propios por las mismas objeciones que predican su inadmisibilidad en
los delitos de pura actividad,(no es posible escindir la acción del resutado) ej. Quien omite prestar auxilio a
una persona, habría ya consumado el delito de omisión de socorro.
Sin embargo, si un sujeto se demora en auxiliar, pero posteriormente lo hace, conjurando un peligro, no
resultaría aceptable imponerle una pena por omisión consumada, ya que su intervención posterior es
equivalente a un desistimiento, de modo que debe quedar impune.
Conceptualmente hay tentativa de omisión cuando el autor comienza a realizar una omisión típica, donde
luego el resultado puede ser evitado por un tercero.(tía que le da de comer a sus sobrinos) sE tentativa
acabada, cuando ya creó un riesgo, pero puede dar marcha atrás, e inacabada, cuando no se ha creado
peligro alguno.
La tentativa comienza cuando la demora en intervenir acrecienta el peligro para el bien jurídico, es acabada
cuando el omitente deja pasar la que considera última posibilidad de evitar el resultado (posibilidad de
salvación en el hospital operación)y será inacabada cuando aún se pueda llamar al médico sin perder
eficacia.
10.2. Desistimiento
En general, las reglas son análogas a las aplicables en los delitos de comisión. El desistimiento eficaz de una
tentativa en un delito de omisión requiere que la tentativa no se encuentre fracasada y no se haya producido
el resultado de modo imputable. En algunos casos de comisión por omisión el obligado debe actuar sin
demora. Por ejemplo, los progenitores deben detener la hemorragia que su hijo de tres años tiene en la
cabeza producto de que se cayó un frasco de vidrio desde la parte superior de la alacena de la cocina. No
cualquier vacilación puede ser apreciada como consumación. Por ello, un comportamiento tardío que logra
evitar el resultado debe ser considerado desistimiento. Por ejemplo, luego de ver que pasada una hora la
hemorragia persistía, los progenitores deciden llevar al servicio de emergencia a su hijo para que desinfecten
y suturen la herida.
EL CRITERIO RECTOR
Cuando el comportamiento de un sujeto contradice varias normas jurídicas, se plantea la cuestión de
establecer si las sanciones deben sumarse o si cabe adoptar un sistema menos riguroso.
La solución de los problemas que plantean los supuestos de concurso de normas y delitos debe orientarse
por un criterio rector, cuyo punto de partida debe ser que “al autor que ha cometido un delito le corresponde
una pena, por lo que solo cuando el sujeto realiza más de un delito, pueden plantearse acumulaciones de
penas.
El criterio según el cual, una conducta solo puede dar lugar a un delito, y solo puede corresponderle una
pena, está directamente relacionado con la prohibición de la persecución penal múltiple (ne bis in idem).
Rigiéndonos con un derecho penal del acto deben imponerse tantas penas como conductas típicas hayan
sido realizadas y rigiéndonos con un derecho penal del autor conduce a la aplicación de una pena única
adecuada a las cualidades personales del sujeto activo, cualquiera sea el número de delitos (este sistema es
contrario al estado de derecho).
Premisas: a) Una conducta solo puede dar lugar a un delito; b) a cada delito sólo puede corresponder una
pena; c) a varios delitos corresponde varias penas.
CONCURSO DE NORMAS Y CONCURSO DE DELITOS
Aplicar la ley penal a un hecho delictivo es sencillo cuando no hay concurso de normas ni de delitos, pues
como se trata de un único comportamiento que se adecua a un solo tipo, la cuestión se limita a aplicar la pena
prevista en la norma (delito simple).
Se presenta un problema cuando el comportamiento del autor se adecua a mas de un tipo, caso en el cual es
necesario determinar si las normas concurren de forma aparente, donde la aplicación de una determina la
exclusión de las demás (por ejemplo, cuando el autor mata a su ascendiente, la aplicación de un tipo califica
de homicidio determina la exclusión de la norma que contiene el tipo básico), o si existe un autentico concurso
de normas, caso en el cual ningún tipo excluye a los otros (por ejemplo, cuando alguien logra que le
entreguen mercaderías mediante un engaño que consiste en utilizar un documento falso, la aplicación del tipo
de estafa no excluye la falsedad documental).
Una vez que haya podido esclarecer el concurso, se presenta un segundo problema, donde es necesario
determinar si hubo unidad o pluralidad de acciones. Estamos frente a un concurso ideal, cuando el autor ha
cometido un solo hecho, y le corresponde una sola pena, que es la del delito mas grave; en cambio,
hablamos de concurso real, cuando concurren varios hechos independientes, y por ello la escala aplicable
surge de combinar las penas de los delitos que concurren.
CONCURSO IMPROPIO O APARENTE.
Cuando hay que subsumir un comportamiento en normas penales, es frecuente que el hecho sea susceptible
de ser abarcado a la vez por varios tipos penales. Por ejemplo, con la acción de quien se apodera de una
cosa mueble utilizando violencia contra la víctima, que además de contener el tipo de robo, contiene hurto y
lesiones. Sin embargo, la significación jurídica del comportamiento del autor solo debe ser considerada en
relación al primero de los tipos (robo) y quedando desplazados los restantes, siendo tipos residuales o
secundarios.
Cuando un tipo primario desplaza a otro (secundario), no se verifica en realidad ningún concurso, ya que
como las normas no suponen aportes distintos y necesarios para una apreciación total del hecho, en realidad
no concurren. Por el contrario, el suceso debe inexorablemente ser subsumido en un único tipo legal con
exclusión de los restantes, cuya posibilidad de ser aplicados era solo aparente.
CONCURSO PROPIO
Existe concurso propio cuando los distintos tipos legales configurados se aplican de forma conjunta y no
alternativa, por lo que no se excluyen recíprocamente, sea porque una acción realiza más de un tipo o porque
varias acciones realizan más de un tipo o más de una vez el mismo tipo.
4.1 Principios
Las hipótesis de concurso propio requieren criterio de concurrencia, existiendo al respecto las siguientes
alternativas:
a) Absorción
Rige en los casos de concurso ideal, en los que como hay unidad de acción debe aplicarse solo la pena del
delito más grave, por lo que la incidencia del otro tipo está limitada únicamente a la individualización judicial.
El derecho vigente establece, “cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se aplicará
solamente la que fijare pena mayor” (art 54 CP).
b) Acumulación
Es uno de los sistemas que se puede utilizar para los casos de concurso real, al existir una pluralidad de
acciones se resuelve aplicando penas independientes para cada delito, las que se acumulan una vez
determinadas. Se trata de un criterio utilizado en derecho comparado.
c) Combinación
Los supuestos de concurso real son resueltos, en derecho vigente, mediante una escala combinada, cuyo
límite inferior es el mínimo previsto para el delito mayor, y cuyo tope es la suma de los máximos, no pudiendo
nunca superar los 50 años de reclusión o prisión. Se diferencia del anterior, en que supone aplicar una sola
pena, que se individualiza en el marco que ofrece la combinación de escalas. Este criterio requiere reglas
especiales para los casos en los que los delitos son penados de distintas especies, como por ejemplo prisión
y multa.
En el derecho argentino está establecido en el art 55 del CP “cuando concurren varios hechos independientes
reprimidos con una misma especie de pena, la pena aplicable al reo tendrá como mínimo, el mínimo mayor y
como máximo, la suma aritmética de las penas máximas correspondientes a los diversos hechos. Por
ejemplo, ante la concurrencia de tres delitos reprimidos con prisión de 1 a 6 años, de 5 a 15 años y de 8 a 25
años, se supondrá un mínimo de 8 años de prisión y un máximo que no podrá exceder los 25.
4.2 Unidad y pluralidad de acciones
La distinción entre las dos modalidades del concurso propio (ideal y real) esta así basada en la diferencia
entre unidad y pluralidad de acciones.
Solo cuando el comportamiento jurídicamente relevante se agota en una sola decisión y ejecución, resulta
sencillo concluir que ha existido unidad de acción. Pero hay situaciones en las que resulta muy complejo
decidir si debe reconocerse la existencia de una pluralidad de acciones, o si por el contrario es correcto
limitas los hechos al concepto de unidad de acción.
El criterio de distinción no puede establecerse equiparando unidad de acciones y de movimiento corporal,
pues es evidente que una sola acción es penalmente relevante puede contener varios movimientos del
cuerpo.
Tampoco es factible adoptar el criterio de la unidad de resultado, pues una sola acción puede producir una
pluralidad de resultados, como sucede, por ejemplo, con la colocación de un artefacto explosivo, pues se trata
de una acción aunque cause la muerte de varios sujetos.
Existe el criterio de unidad natural que se alude a los casos en que, pese a la apariencia de pluralidad, existe
conexión temporal y espacial entre los distintos comportamientos, por lo que resulta ser una única acción
desde la perspectiva del autor. Por ej.: existe unida de acción, aunque el autor se haya apoderado de varios
frutos del árbol de su vecino.
Este punto de vista es complementado con el criterio normativo según el cual varios actos pueden ser
unificados por el objeto de valoración del tipo penal. Se usa en los supuestos en que la unidad surge del tipo:
• Hay casos en los que la descripción contenida en la norma requiere más de un comportamiento. Por
ejemplo, el tipo de libramiento de cheque sin provisión de fondo requiere que el autor de un pago a un tercero
un cheque sin tener provisión de fondos, que no lo abonare en moneda nacional dentro de las 24 hs. de
comunicada la falta de pago, etc.
• En otros casos, el sentido del tipo alcanza una pluralidad de actos, con lo que se requiere continuidad y
vinculación interna de los actos entre sí, como sucede con el tipo de robo (apoderamiento de una cosa
mueble y ejercer de violencia).
• Finalmente, es innegable la unidad de acción en el delito continuado, como sucede con la privación ilegal de
la libertad.
4.3 Concurso ideal
a) Concepto
Existe concurso ideal cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal (art 54 CP), lo que presupone
que los tipos penales involucrados no se excluyan entre sí. En consecuencia, hay concurso ideal cuando una
acción realiza varios tipos penal.
b) Clases
En todos los casos el concurso ideal, requiere una acción que realice mas de un tipo, por lo que admite dos
modalidades, ya que puede ser: heterogéneo, si las normas violadas son distintas; o bien, homogéneo, si se
infringe varias veces la misma norma penal.
c) Requisitos:
+Pluralidad de acción: la acción debe producir una pluralidad de lesiones de la ley penal, pudiendo asumir
distintas modalidades: a) el concurso ideal existe en delitos comisivos y omisivos; b) la doctrina dominante
excluye la posibilidad de concurso ideal entre delitos comisivos y omisivos; c) no hay dudas de que pueda
darse un concurso ideal entre tipos dolos y culposos.
+Unidad de acción: se requiere una única acción con entidad de lesionar una pluralidad de leyes, siendo
suficiente que los distintos tipos contengan aspectos parciales de la conducta. La determinación de que exista
una acción permite: a) evitar que la infracción de varias normas resulte punible en forma equivalente a la
comisión de varios delitos; y b) establecer la diferencia con el concurso real, modalidad que como exige la
realización de varias acciones supone pluralidad de delitos.
d) Consecuencias jurídicas
Para la punibilidad del concurso ideal, el derecho vigente utiliza el principio de absorción, ya que dispone la
aplicación de la pena mayor (art 54 CP). Como ha habido una sola conducta, no corresponde acumular ni
combinar las penas previstas para cada delito como ocurre en el concurso real.
Se impone, solo una pena, que surge de la norma que contiene la amenaza penal más grave,
correspondiendo aclarar que: 1) cuando las penas son de igual naturaleza, el máximo mayor determina la
pena aplicable; y 2) si los máximos son iguales, prevalece el mínimo mayor.
Si las penas son alternativas la doctrina dominante estima que se debe imponer la pena más grave por
naturaleza.
CONCURSO REAL.
Concepto.
Hay concurso real cuando el autor cometió varias acciones punibles independientes que dan lugar a un solo
proceso penal. La concurrencia de varios hechos punibles solo es posible siempre que las penas
correspondientes puedan ser vinculadas de acuerdo con el derecho procesal, lo que lleva a concluir que, el
concurso real exige que las penas no hayan sido íntegramente ejecutadas, no estén prescriptas ni hayan sido
indultadas.
Clases.
Al igual que en el concurso ideal, puede haber concurso real: homogéneo, si se ha cometido varias veces el
mismo delito; o heterogéneo, cuando se han realizado distintas clases de hechos punibles.
Requisitos.
Conforme el derecho vigente (art 55 CP), para la existencia de un concurso real es necesario:
1. Que concurran varias acciones independientes entre sí. ( no debe confundirse con la reincidencia)
2. Que exista pluralidad de lesiones a la ley penal.
Consecuencias jurídicas.
Cada acción por separado constituye un delito autónomo. Nuestro sistema está orientado por el principio de
combinación, siempre imponiendo una pena única.
Tratándose de delitos reprimidos con una misma especie de pena, el máximo aplicable se obtiene sumando
todos los topes correspondientes a los diversos delitos.
El límite de 25 años quedo alterado con la sanción de la regla según la cual “el máximo de la pena
establecida para cualquier delito debe ser aumentado en un medio, cuando la acción contribuya a poner en
peligro la vigencia de la CN” (art 227 ter CP) y la duplicación de punibilidad establecida en una agravante
vinculada a la comisión de delitos contra los poderes públicos y el orden constitucional (225 CP).
La modificación del tope fue consecuencia de la ley 25.928, que elevó el umbral máximo de 25 a 50 años (art
55 CP), lo que supuso dejar sin efecto el límite que desde 1921 evitaba que se impusieran penas
desproporcionadas.
Si concurren hechos reprimidos con penas divisibles de reclusión o prisión, rige el principio de absorción en
cuya virtud se aplica la pena más grave teniendo en cuenta la pena menor (art 56 CP). Las reglas
precedentes rigen también en el caso de que después de una condena pronunciada por sentencia firme se
deba juzgar a la misma persona que esté cumpliendo pena, por otro hecho distinto.
Ejemplo de concurso real: Quién robó un vehículo y retuvo la persona en el baúl, él Ingresó a robar en una
casa y encerró las víctimas en el baño rompiendo la cerradura es penado por el robo y por la privación
ilegítima de libertad. Quién primero robó en una casa y el otro día ingreso a otra y violó a una de las víctimas.
DELITO CONTINUADO.
Concepto.
Existe delito continuado cuando dos o más acciones que infringen la misma norma jurídica son ejecutadas en
momentos diferentes pero conducidas por un propósito único. Se establece una conexión de continuidad
entre las acciones que individualmente representan consumaciones, pero que son valoradas en conjunto
como un solo delito, aunque no existe unidad natural ni jurídica entre los distintos comportamientos. No hay
concurso sino delito único. Por ejemplo, se aprecia que existe un solo hurto cuando el ladrón de un collar, se
haya apoderado de cada perla en comportamientos sucesivos (art 162 CP).
Requisitos objetivos.
Para que exista delito continuado es necesario que se trate de una pluralidad de acciones que 1) realice el
mismo tipo básico o tipos dependientes, 2) se trate de la continuidad de lesiones al mismo bien jurídico, 3) de
la misma víctima, cuando se trata de bienes altamente personales, 4) exista una cercanía temporal y espacial
que permita apreciar los comportamientos como exteriormente similares.
Requisitos subjetivos.
La continuidad requiere una intensidad adicional del dolo respecto de cada hecho, por lo que la cuestión gira
en torno al grado de representación que debe haber tenido el autor respecto de la continuación. Se sugiere
que la continuidad exige un dolo homogéneo que se proyecte sobre cada comportamiento particular.
Para la opinión dominante es suficiente un dolo de continuación, o sea que la representación de cada acto
parcial mantenga la misma línea psíquica del acto anterior, con lo que corresponde descartar el delito
continuado en el ámbito de la imprudencia, y también la continuidad entre delitos dolosos y culposos.
Efectos.
No existe ninguna norma que prevea el delito continuado, por lo que responde a una opinión de la doctrina
que la jurisprudencia ha admitido como instrumento de solución de problemas concretos de derecho material
y procesal. Es motivo de controversias, ya que la consecuencia practica es imponer al autor una única pena,
excluyendo las consecuencias desfavorables del concurso real.
UNIDAD 11
INDIVIDUALIZACIÓN DE LA PENA.
ÁMBITOS DE LA DETERMINACIÓN DE LA PENA.
Individualizar la pena consiste en determinar las consecuencias jurídicas del hecho punible función que
corresponde al juez y del cumplimiento del marco que ofrece la legislación, en un sentido más amplio la tarea
de individualizar la pera no se agotan los judicial sino que incluye otras cuestiones :
A)INDIVIDUALIZACIÓN LEGAL: Es atribución del poder legislativo establecer distintas clases de penas y
medidas de seguridad, prever escalas de la pena y determinar criterios valorativos para vincular al juez
sirviendo para aumentar o disminuir la pena que debe imponer en el caso concreto.
B)JUDICIAL: Es la que corresponde a los órganos jurisdiccionales y comprende no solo la medición de la
pena aplicable al caso particular sino también otras consecuencias accesorias .
C)EJECUTIVA:Es la que realizan los órganos competentes en materia de ejecución penal y está referida a su
modalidad de cumplimiento, por lo que en el caso del de las penas privativas de libertad comprende las
decisiones en materia de libertad condicional.