Resumen Edad Media

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Introducción

La farmacia es una profesión cuyos orígenes se pierden en el tiempo y su desarrollo en la


sociedad ha estado ligado íntimamente al nivel cultural de ésta. Su estatus y progreso
reflejan su grado de adaptación al entorno a través de la religión, la ciencia, la tecnología y
la organización social. La historia de la farmacia ha estado marcada por la búsqueda de
medicamentos eficaces y seguros en total dependencia de la ciencia y la tecnología, pero
también de los recursos económicos para su fabricación y el financiamiento de su
consumo.

Por lo mismo, desde un punto de vista integral, el desarrollo de la farmacia y del


medicamento no sólo está ligado a aspectos científicos, tiene además alcances morales,
éticos, filosóficos, políticos y religiosos que, en su conjunto, dan cuenta de su complejidad.
En el presente capítulo se repasarán de manera sucinta algunos de los aspectos más
característicos que perfilaron el quehacer de la farmacia, del medicamento y de la
profesión específicamente en la Edad Media.

Farmacia en la Edad Media

1. Inicios
En un principio Bizancio conserva en fase de esterilidad la ciencia grecorromana. En
este período se tienen los primeros indicios de la existencia de Farmacias como lugar físico
en que se dispensan medicamentos.
Es en 1221 cuando se tiene constancia de la primera farmacia de Europa, creada
por los frailes dominicos en el convento de Santa María Novella en Florencia (Italia). Estos
frailes cultivaban hierbas y plantas y elaboraban medicinas y ungüentos para la enfermería
del convento, pero no venderían al público hasta cuatro siglos después, cuando en 1658
tras el éxito de elaboraciones como Agua della Regina, Olio da bagno o Aqua di lavanda,
deciden abrir el establecimiento.
El primer establecimiento abierto al público se sitúa en Tallin (Estonia), que desde el
momento que se crea el laboratorio, se decide poner a disposición del público los
medicamentos elaborados, esto es en 1422, que ya llevaban dos siglos funcionando los
frailes de Florencia, pero aún no habían abierto al público.

Los boticarios de Valencia fueron los primeros del mundo que elaboraron sus
medicamentos, con los mismos criterios que actualmente se exigen en las farmacopeas
oficiales.

Desde los primeros tiempos del islam aparecen obras sobre medicamentos, en
especial medicamentos simples, como es el Kitab al-adwia al-mufrada de Hunayn Ibn
Ishaq. Poco antes del año 1000, Ibn Juljul, en Córdoba, participaba en una traducción en
una traducción de Dioscórides y redactaba un pequeño tratado de fármacos no
mencionados por dicho autor. En el siglo XIII, Ibn al-Baytar, está vez en Málaga, componía
un Libro de los nombres de los alimentos y los medicamentos simples (Kitab al-yami
li-mufradat al-adwiya), en el cual hacía referencia a algo más de 1400 medicamentos,
expuestos por orden alfabético, con los que figuró 2324 entradas.

También y alrededor del año 1000 hicieron su aparición los primeros libros de
farmacia propiamente dicha, en los cuales se reunían diversos recetarios, en su mayoría
procedentes de los numerosos hospitales. En esos libros se explicaba la manera de
elaborar correctamente las más variadas presentaciones, que iban de medicamentos de
uso tópico a píldoras y pastillas, pasando por jarabes, colirios y supositorios.

2. Aportaciones
Otra novedad es que, a partir de los trabajos de Al-Kindi realizados en Bagdad en la
primera mitad del siglo IX, se desarrolló un sistema de pesas y medidas que se orientaba a
lograr la dosificación adecuada de los medicamentos, para garantizar al menos el peso
exacto y la proporción que debían guardar las diversas sustancias.
En los inicios del siglo XI hicieron su aparición dos textos de importancia fundamental. En el
primero, el Libro de farmacia en el arte de curar (Kitab al-Saydanah fi al-Tibb) de Al-
Biruni, se incluían los nombres de los fármacos, y las relaciones y sinonimias entre los
fármacos griegos, árabes y de la India. Del segundo texto, De medicinis universalibus et
particularibus, de Masawayh al-Maridini, conocido como Mesué el Joven, se sabe que
tuvo una gran difusión en su momento, pero no se han conservado manuscritos árabes, de
manera que sus referencias proceden de códices en latín, pues fue traducido
tempranamente en Venecia en 1471.

3. Puntos Importantes en la Edad Media


Separaron el arte del boticario y el del médico. Estableciendo las primeras farmacias
privadas en Bagdad hacia finales del siglo VIII. Escribieron las primeras farmacopeas.
Preservaron la sabiduría greco-romana, pero le añadieron, gracias a sus recursos
naturales, jarabes, confecciones, conservas, aguas destiladas y líquidos alcohólicos.
 “Droga” es una palabra de origen árabe. Y además de las que arriba mencionamos
también están jarabe, espinaca, benzol, mirra, láudano y nafta, entre muchas otras.
 “Alcohol” es otra. Este término viene del color negro, que en árabe se escribe
“àkhal” y de allí se derivó “alkohol”. Con el que se designaba el polvo de antimonio
utilizado por las mujeres como cosmético para ensombrecer los párpados.

Razés y Avicena, los más importantes. Incluyeron en sus obras el estudio de la


terapéutica y de las drogas y plantas medicinales. El quinto volumen del “Canon” (o código
médico) de Avicena. Es una materia médica que incluye los métodos para preparar las
drogas, eficacia y sus efectos sobre las enfermedades.

Avicena describió 760 medicamentos y aconsejó probar primero las nuevas medicinas
en animales y humanos. Antes de autorizar su uso generalizado.

4. Historia de la Edad Media


Durante la Edad Media la relación entre salud y enfermedad en la sociedad europea
occidental estuvo marcada por el galenismo.

Además del latín, también se desarrolló una literatura farmacéutica en lenguas


nativas, encontrándose obras en inglés antiguo, irlandés, francés y alemán. Asimismo, los
monasterios se dotaron de boticas y huertos medicinales propios, dando un impulso
notable y específico al desarrollo de la farmacia

La Carta Magna de la Farmacia, dictada en 1241, dispuso la separación oficial entre


medicina y farmacia, y contenía las primeras normas deontológicas para el profesional
farmacéutico.
El edicto contenía cinco disposiciones, y tenía el beneficio de marcar en Occidente
el inicio de una preocupación por el paciente que no se veía con esa claridad desde el
Código de Hammurabi:
 Separar la práctica médica de la de farmacia.
 Establecer una supervisión oficial de la práctica farmacéutica.
 Obligar bajo juramento que las preparaciones se harán en forma confiable, según
los procedimientos más avanzados.
 Limitar el número de farmacias.
 Fijar oficialmente el precio de los medicamentos.

Con algunas diferencias de redacción y de orden de prelación, estas disposiciones forman


parte hasta hoy de múltiples legislaciones.

5. Complicaciones Durante la Edad Media


Durante la Edad Media, la vida en Europa Occidental fue muy dura, aunque se vio
matizada por la capacidad de las personas de reaccionar intelectualmente ante la
adversidad. La farmacia realizó enormes progresos en esta época, consolidándose como
una ciencia independiente, practicada por unos profesionales, reconocidos socialmente por
su saber y por su ética.
En esta época existía preocupación por aspectos como la relación existente entre la
forma de administración y el modo de acción de los medicamentos. En algunos tratados se
puede leer que: «Los fármacos pueden ser de uso interno o externo. Es decir, pueden
actuar por dentro, como ocurre con aquellos que introducimos por la boca, por la nariz, por
los oídos, o bien por el ano, o por la vulva; por fuera, como ocurre en la epítema, la
cataplasma, los emplastos y los remedios parecidos».

6. Remedios de la Edad Media


Los farmacéuticos llevaban a cabo en la botica las fórmulas magistrales, entendidas
como la preparación individualizada para cada paciente de los remedios prescritos,
agrupándose en gremios junto a los médicos.
Cabe mencionar algunos exóticos remedios que se hicieron más populares
durante el medievo: el cuerno del unicornio, la mandrágora y las piedras preciosas.
Los usos medicinales del unicornio eran los siguientes: el que bebía en un vaso
hecho con este cuerno quedaba protegido contra las enfermedades, las heridas de guerra,
el fuego y los venenos. El que lo tomaba pulverizado no padecía de epilepsia, ni de
impotencia, ni de esterilidad, ni podía contagiarse de peste, viruela, lepra ni lombrices.
Estuvo en las farmacopeas hasta el siglo XVIII. Pero, por supuesto, lo que no podía estar
en las boticas era el cuerno de un animal que no ha existido jamás, así que los boticarios,
que no dudaban de sus propiedades, debieron tener tremendos cargos de conciencia
«adulterándolo» con cuerno de rinoceronte, ciervo, alce y especialmente colmillo de narval.
A la raíz de la mandrágora, también se le atribuían poderes misteriosos. Por su
extraña forma, que a veces recordaba a la de un ser humano, se la consideró un
afrodisíaco y un remedio contra la esterilidad. Sus principales usos, sin embargo, fueron
como anestésico y como sedante.
Las antiguas civilizaciones ya concedían propiedades mágicas a ciertas piedras
preciosas. Durante la Edad Media, se siguió creyendo en ellas: como amuletos, podían
preservar la vida, como medicamentos, podían curar numerosas enfermedades.

Conclusiones

 En resumen, durante la Edad Media existió en Europa occidental una continuidad de


la materia médica clásica, que fue ampliada y mejorada por los árabes.
 A pesar del oscurantismo religioso y la rigidez de pensamiento que caracterizó a
esta sociedad en este largo período, la farmacia realizó progresos fundamentales,
entre los que destaca la separación de la farmacia de la medicina, el auge del
boticario como profesional especializado en una variedad de servicios
farmacéuticos, la botica como establecimiento independiente, el surgimiento de
organizaciones farmacéuticas para la promoción del bienestar económico, las
competencias y la integridad profesional, el reconocimiento de la necesidad social
del farmacéutico y su rol en la asistencia de servicios sanitarios, y la aparición de
precursores de lo que serían las futuras farmacopeas, textos que contribuirían a
establecer estándares farmacológicos y a definir el alcance y ética de la profesión.

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