Bolilla 6

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Concepto y causales

La extinción del régimen de comunidad de ganancias significa que todos los bienes que los
esposos adquieran en el futuro serán personales de cada uno de ellos.
La comunidad de ganancias se disuelve únicamente por las causales reguladas en la ley y estas
no pueden ser modificadas.

Art 475. La comunidad se extingue por:


a) la muerte comprobada o presunta de uno de los cónyuges;
b) la anulación del matrimonio putativo;
c) el divorcio;
d) la separación judicial de bienes;
e) la modificación del régimen matrimonial

Causales

a) La muerte comprobada o presunta de uno de los cónyuges.


476° - La comunidad se extingue por muerte de uno de los cónyuges. En el supuesto de
presunción de fallecimiento, los efectos de la extinción se retrotraen al día presuntivo del
fallecimiento.

Este supuesto con la nueva redacción no ofrece mayores complicaciones interpretativas. La


muerte disuelve el vínculo matrimonial y por tanto, todo régimen patrimonial que de él
dependa. Si por ej., se encontrare pendiente un juicio de divorcio vincular, la disolución
igualmente opera el día del fallecimiento.
El artículo a su vez soluciona toda la problemática que se daba en torno a la muerte presunta,
que no se encontraba enumerada dentro del artículo. Declarada esta última, anteriormente,
permitía que la mujer optara entre continuar con el régimen o exigir la división. A su vez, si
decidía continuar la sociedad conyugal terminaba cuando se decretaba la sucesión definitiva
del marido. Esta posibilidad también era reconocida doctrinariamente a favor del marido.
Se clarifica la cuestión del momento en que se produce la extinción retrotrayéndolo al día
presuntivo del fallecimiento. Este día presuntivo queda determinado por el art. 90 según la
causa que provocó la ausencia que dio lugar a la muerte presunta. En el caso ordinario de
desaparición por tres años, el día presuntivo de la muerte será el último día del primer año y
medio; cuando el ausente se encontraba en un incendio, terremoto, acción de guerra u otro
suceso semejante, el día del suceso o el término medio de la época en que ocurrió o pudo
haber ocurrido y finalmente, el día presuntivo de fallecimiento será el último día que se tuvo
noticia del buque o aeronave perdido.
Igualmente, antes de la redacción del nuevo CCC se daban diferentes posturas sobre este
aspecto temporal y hubo un sector de juristas que razonaba que la sociedad conyugal se
disolvía el día del fallecimiento presunto y esa fue la postura tomada por el nuevo 475°.
b) Anulación del matrimonio putativo
Este inciso también ha mejorado su redacción en comparación con el anterior 1291° que
preveía como causal de la sociedad, la anulación del matrimonio sin ninguna otra aclaración.
La sentencia que declara la nulidad del matrimonio putativo disuelve la comunidad con efecto
retroactivo al día de notificación de la demanda -480°-.

c) El divorcio
Cabe aclarar que antes del nuevo ccc, se debía diferenciar entre el divorcio vincular que
extinguía todo tipo de régimen patrimonial-matrimonial, y la separación personal que disolvía
la sociedad conyugal, pasando a regir el sistema de separación de bienes pero con la
posibilidad de que la sociedad conyugal se reconstruya si los consortes se reconciliaban.
Hoy día, el código simplifico y clarifico este precepto, en el artículo se habla del divorcio que
pone fin al vínculo matrimonial y así a todo régimen que dependa de él (la posibilidad de
solicitar la separación personal ha sido suprimida).
La extinción de la comunidad se produce con efecto retroactivo al día de la notificación de la
demanda o de la petición conjunta de los cónyuges. Al igual que en el supuesto de anulación
de matrimonio putativo, si con anterioridad al divorcio medió entre los consortes una
separación de hecho, los efectos de la sentencia se retrotraen al día de esa separación. Esta
nueva solución, por tanto, acarrea los efectos de la sentencia de disolución al día de la
interrupción de la vida en común, con la alternativa de no aplicar tal posibilidad de haber
mediado fraude o abuso del derecho.

d) Separación judicial de bienes (PTO. 2)


Esta tiene lugar por medio de una acción autónoma en supuestos en que el vínculo
matrimonial subsiste y tiene por objeto disolver la comunidad de ganancias y sustituirla por el
régimen de los esposos hasta que se produzca alguna de las causales que extinga todo el
régimen patrimonial. Las causales son:

477.- La separación judicial de bienes puede ser solicitada por uno de los cónyuges:
a) si la mala administración del otro le acarrea el peligro de perder su eventual derecho sobre
los bienes gananciales;
b) si se declara el concurso preventivo o la quiebra del otro cónyuge;
c) si los cónyuges están separados de hecho sin voluntad de unirse;
d) si por incapacidad o excusa de uno de los cónyuges, se designa curador del otro aun
tercero.

- La mala administración que autoriza a pedir la separación de bienes no se configura


por una pérdida o quebranto accidental, por el mayor o menor acierto en los negocios,
sino que esa causal requiere una conducta definida que exteriorice en una serie de
actos y que en el contexto de una administración, evidencie un obrar temerario o de
franca inquietud.
La prueba debe estar dirigida a acreditar la negligencia en la gestión que se
evidenciara por los resultados negativos que arrojan los negocios, el pasivo superior al
activo, etc. La mala administración puede acreditarse por todos los medios de prueba,
incluso confesión, habiéndose superado la limitación de que esta ultima debía
acompañarse por otras que convencieran al juez.
No es necesario que la administración negligente lo sea sobre bienes gananciales ya
que una mala gestión sobre los propios también puede llevar a asumir deudas que
pongan en peligro la ganancialidad.
- Una de las preguntas que se formulaba con el anterior código era si la mención
‘concurso’ solo se refería a la quiebra o también se incluía allí al concurso preventivo.
La mayoría de los autores consideraba la inclusión empero había juristas que
consideraban dudoso que el precepto lo comprendiera también.
El esposo legitimado que solicite la separación de bienes, estaría tomando una medida
preventiva que le asegurara que si bien tiene que dividir el 50% de sus gananciales
actuales, no compartirá de ahí en adelante, ninguna adquisición más. Caso contrario,
es posible que su patrimonio siga aumentando con su exclusivo esfuerzo ya que de
todos modos en algún momento y necesariamente, sobrevendrá una causal de
disolución de la comunidad y la pérdida será por entonces, mayor. También podrá
resultar útil que lo haga el esposo no concursado que no poseyera bienes y que
tuviese expectativas de tenerlos en el futuro.
- La separación de hecho sin voluntad de unirse fue receptada como causal de extinción
del régimen por la ley 23515 como ‘abandono de hecho’. Que la introdujo como
‘abandono de hecho’. Esta causal permitía al consorte abandonado peticionar la
separación de bienes. Para que se configurara hacía falta que se reunieran dos
elementos de carácter subjetivo, uno la culpabilidad en el abandono e inocencia en el
consorte que se presentaba a solicitar la separación de bienes.
El fundamento de esta causal radicaba en que la violación de cohabitación quitaba
toda la base ética y económica a la subsistencia de la sociedad conyugal, pues era de
suponer que los esposos ya no se prestaban la colaboración mutua que implica la
convivencia.
De la aplicación del concepto descripto, se deduce que solo tenía legitimación activa el
cónyuge abandonado. Pero quedaba incluido en el supuesto aquel consorte que tuvo
que abandonar el hogar por conductas imputables al que se mantuvo habitando en la
vivienda familiar. La normativa derogada no ofrecía solución a la separación de hecho
de común acuerdo, pero se llegó por mayoría, a la conclusión de que ninguno de los
esposos pero que se debería sustituir la causal de abandono por la separación de
hecho sin voluntad de unirse –como se hizo-.
- La designación de curador de uno de los cónyuges a un tercero por incapacidad o
excusa del otro. Esta causal en principio aludía solo a la mujer luego se hizo extensible
a ambos cónyuges. Tenía lugar cuando uno de ellos era declarado interdicto y el otro
no deseaba asumir el cargo de curador y como consecuencia, se designaba a un
tercero.

Momento en que se extingue la comunidad en los supuestos de separación de bienes. La


normativa anterior nada decía sobre esto, se aplicaba analógicamente al caso de obtener
sentencia favorable para la separación, que el efecto se retrotraía al día de la notificación de la
demanda para proteger a los terceros de buena fe. Sin embargo el nuevo plexo normativo lo
aclara en el siguiente artículo.
Art. 480.- La anulación del matrimonio, el divorcio o la separación de bienes producen la
extinción de la comunidad con efecto retroactivo al día de la notificación de la demanda o de
la petición conjunta de los cónyuges. Si la separación de hecho sin voluntad de unirse precedió
a la anulación del matrimonio o al divorcio, la sentencia tiene efectos retroactivos al día de
esa separación. El juez puede modificar la extensión del efecto retroactivo fundándose en la
existencia de fraude o abuso del derecho. En todos los casos, quedan a salvo los derechos de
los terceros de buena fe que no sean adquirentes a título gratuito. En el caso de separación
judicial de bienes, los cónyuges quedan sometidos al régimen establecido en los arts. 505,
506,507 y 508 –régimen de separación de bienes-.

Indivisión postcomunitaria

Esta es la situación en que se halla la masa de bienes gananciales desde la disolución de la


sociedad conyugal hasta la partición. El código de Vélez no regulo la posición jurídica de los
bienes gananciales en esta etapa.
Los fundamentos para legislarla fueron que los cónyuges pueden acordar las reglas de
administración y disposición de los bienes indivisos, se prevé expresamente el deber de
informar un cónyuge al otro la intención de otorgar actos que excedan la administración
ordinaria con antelación razonable, pudiendo el otro oponerse judicialmente. Se establecen
ciertas reglas relativas al uso y goce de estos bienes indivisos, a los frutos y rentas, a la
rendición de cuentas y a la compensación a la masa por el uso y goce exclusivo por parte de
uno de los cónyuges desde que se le solicito. Se contempla que durante la indivisión
postcomunitaria se aplican las normas de responsabilidad solidaria y a los terceros acreedores
el derecho a subrogarse en los derechos del cónyuge deudor para solicitar la partición de la
masa común.

Como ya se dijo, el código derogado no regulaba las normas que debían regir esta indivisión,
ergo, se generaban distintas controversias con relación a quien administraba y como se
resolvía el pasivo.
Un sector de la doctrina, la mayor parte de ella, entendía que la administración en esta etapa,
debía ser ejercida conjuntamente. Con una excepción respecto a la administración conjunta
relativa a los establecimientos comerciales industriales o agropecuarios de uno de los
esposos, otorgando en estos supuestos la administración a aquel consorte que la haya
ejercido exclusivamente en virtud de su titularidad única y de su mayor idoneidad.
Otro sector opino que la administración estaba a cargo del cónyuge que hasta entonces era el
titular de la gestión y ambos debían rendir cuentas.
Zannoni por su parte, distinguía según cual había sido la causal de por la cual se había disuelto
la sociedad conyugal. Si había sido por alguna causal de extinción de la comunidad que
todavía tenía en vida a los esposos no se modificaba el régimen de gestión separada. Pero si
se daba por la muerde uno o ambos cónyuges, esta indivisión coexistía con la comunidad
hereditaria y por tanto era necesario una administración y gestión conjunta, si surgen
controversias, serian dirimidas por el juez.
Régimen actual. En principio, el primer avance es que se haya legislado sobre este tópico
expresamente.

481° - Extinguido el régimen por muerte de uno de los cónyuges, o producido el fallecimiento,
mientras subsiste la indivisión postcomunitaría se aplican las reglas de la indivisión
hereditaria. Si se extingue en vida de ambos cónyuges, la indivisión se rige por los artículos
siguientes de esta Sección.

482° - Si durante la indivisión postcomunitaría los ex cónyuges no acuerdan las reglas de


administración y disposición de los bienes indivisos, subsisten las relativas al régimen de
comunidad, en cuanto no sean modificadas en esta Sección. Cada uno de los copartícipes
tiene la obligación de informar al otro, con antelación razonable, su intención de otorgar actos
que excedan de la administración ordinaria de los bienes indivisos. El segundo puede formular
oposición cuando el acto proyectado vulnera sus derechos.

En este artículo se puede reafirmar la importancia de la autonomía de la voluntad de los


cónyuges cuando los dos cuentan con vida, pudiendo acordar las reglas de administración de
los bienes gananciales a las cuales se someterán durante esta etapa. Se establece además
para facilitar la administración y una buena gestión, normas acorde al principio de buena fe y
lealtad con el no administrador, como informar sobre los actos que excedan la administración
ordinaria de los bienes indivisos.

483° - En caso de que se vean afectados sus intereses, los partícipes pueden solicitar, además
de las medidas que prevean los procedimientos locales, las siguientes:
a) la autorización para realizar por sí solo un acto para el que sería necesario el
consentimiento del otro, si la negativa es injustificada;
b) su designación o la de un tercero como administrador de la masa del otro; su desempeño
se rige por las facultades y obligaciones de la administración de la herencia.

Durante la indivisión postcomunitaria uno de los cónyuges puede pretender realizar actos que
tiendan a disminuir la integridad de los bienes que deberán ser divididos. Por tal motivo, cada
cónyuge podrá solicitar medidas provisionales sobre los bienes y, además, obtener la
autorización judicial para realizar actos que requieran el asentimiento conyugal, o bien,
requerir su nombramiento o el de un tercero como administrador de la masa del otro.

Responsabilidad por deudas. Dispone el 486° del nuevo plexo sobre el pasivo:

En las relaciones con terceros acreedores, durante la indivisión postcomunitaria se aplican las
normas de los arts. 461,462 y 467 sin perjuicio del derecho de éstos de subrogarse en los
derechos de su deudor para solicitar la partición de la masa común.

El nuevo CCC recepta la postura que distingue la causa por la cual se extinguió la comunidad.
Se ha visto también que cuando la disolución se produce por la muerte o la ausencia con
presunción de fallecimiento se aplican las normas de la indivisión hereditaria. En cambio, para
las restantes causales se regula tanto la administración como el pasivo.
En relación con la remisión que se hace a los tres artículos mencionados, de ello se extrae:
- En principio la responsabilidad es separada, vale decir que cada esposo responde por
las deudas que contrajo con todos sus bienes propios y gananciales.
- La responsabilidad continua siendo solidaria por aquellas deudas que se han contraído
por cualquiera de los cónyuges, para solventar las necesidades ordinarias del hogar, el
sostenimiento o la educación de los hijos comunes y de uno solo de ellos mientras
sean menores de edad, estén afectados con una discapacidad o capacidad restringida
y convivan con los esposos.
- Por los gastos de conservación y reparación de bienes gananciales responde el
cónyuge que contrajo la deuda con todos sus bienes y el otro solo con sus bienes
gananciales.

Además se establece expresamente la posibilidad de los acreedores de subrogarse en los


derechos de su deudor y solicitar la partición de bienes gananciales.

487.- La disolución del régimen no puede perjudicar los derechos de los acreedores anteriores
sobre la integralidad del patrimonio de su deudor.

Esto quiere decir que, los derechos de los acreedores anteriores a la extinción del régimen no
pueden resultar vulnerados durante la indivisión postcomunitaria ni por el proceso de
liquidación y partición debiendo procurarse que se mantenga la integralidad del patrimonio
de su deudor.

Cabe aclarar que el estado de indivisión también plantea el interrogante acerca de la


posibilidad de solicitar una compensación por el uso exclusivo de un inmueble ganancial.
El código de Vélez no preveía esta problemática, si bien doctrina y jurisprudencia coincidían en
que si el cónyuge que se encontraba privado del uso reclamaba el pago de un canon locativo,
el otro debía abonar un monto por ese aprovechamiento, presumiéndose gratuito el uso
anterior a la solicitud.

484° - Cada copartícipe puede usar y disfrutar de los bienes indivisos conforme a su destino,
en la medida compatible con el derecho del otro. Si no hay acuerdo, el ejercicio de este
derecho es regulado por el juez. El uso y goce excluyente sobre toda la cosa en medida mayor
o calidad distinta a la convenida, solo da derecho a indemnizar al copartícipe a partir de la
oposición fehaciente, y en beneficio del oponente.

Entonces, el derecho de uso y goce que tiene sobre los bienes indivisos cada copartícipe tiene
que ser compatibilizado con los derechos del otro y en caso de conflicto la cuestión debe ser
resuelta en forma judicial. Ahora bien, cuando uno de los partícipes excluya al otro del uso y
goce de determinados bienes indivisos debe indemnizar al otro partícipe a partir de que éste
hubiera formulado su oposición. En tanto uno de ellos no manifieste su voluntad en contrario,
se presume que el partícipe que hace uso de un bien indiviso en mayor medida de la que
corresponde a su porción cuenta con la conformidad del otro.

Para saber quién debe solventar las deudas que gravan el inmueble hay que distinguir si se ha
fijado o no canon locativo y si existen hijos menores o incapaces. Si el cónyuge que aprovecha
con exclusividad el inmueble no abona ningún monto por este aprovechamiento, deberá
pagar las deudas que lo gravan, haya o no hijos menores o incapaces.
Distinto es el supuesto en que el beneficiario exclusivo fue condenado a sufragar una cantidad
por ese uso y habitan en el inmueble hijos menores o incapaces a quienes el esposo privado
de su goce debe alimentos, en cuyo caso los impuestos servicios y expensas deben ser
asumidos por mitades –jurisprudencia-.

Frutos y rentas.

El 485.- Los frutos y rentas de los bienes indivisos acrecen a la indivisión. El copropietario que
los percibe debe rendición de cuentas, y el que tiene el uso o goce exclusivo de alguno de los
bienes indivisos debe una compensación a la masa desde que el otro la solicita.

Aquel de los esposos que los percibe debe rendir cuentas. En el supuesto de que uno de los
cónyuges tuviere el uso y goce exclusivo, debe compensar a la masa por esta exclusividad de
disfrute desde que el otro lo solicite.

Liquidación

Una vez producida la extinción de la comunidad, a partir de las causales señaladas en el CCC -
475°- se concreta la expectativa de los cónyuges o de los herederos respecto de los bienes
gananciales formados durante la vigencia de dicho régimen y existentes a la disolución.

La liquidación de la comunidad, tiene por objeto concluir los negocios pendientes, o fijar su
valor a los fines de la partición, pagar el pasivo conyugal a favor de terceros y ajustar las
cuentas entre los cónyuges o con sus sucesores, para establecer el saldo activo de las masas
comunes y proveer luego a su distribución entre lo coparticipes. Así, cabe indicar que para
arribar a la adjudicación de las porciones gananciales de cada esposo, en su caso, deviene
necesaria la realización de una serie de acciones tendientes a la obtención de dichas cuotas
partibles. A ese conjunto de acciones se las denomina liquidación de la comunidad.
Comprende los trámites, operaciones y actos destinados a establecer los saldos líquidos de
cada masa de gananciales, para realizar luego la partición. De manera que abarca los actos
relativos al inventario de bienes gananciales, a la determinación y pago de deudas de cada
cónyuge ante terceros, a la dilucidación del carácter ganancial o propio de algunos bienes, a la
determinación de las recompensas que adeuden entre si las masas gananciales y las masas
propias y también a la estimación del valor de los bienes en común.
Por otra parte, cabe precisar que la liquidación puede resultar innecesaria en tanto el haber
este constituido exclusivamente por dinero en efectivo ahorrado en vigencia de la comunidad
–sin que existan deudas ni recompensas-, caso en el cual la suma de dinero se podrá distribuir
por partes iguales –por aplicación del principio de división por mitades del 498°- o como los
cónyuges lo acuerden, según el convenio que ellos realicen.
Tampoco será necesaria la liquidación cuando los cónyuges carezcan de bienes al momento
de la disolución.
En el caso de no existir bienes gananciales y si los cónyuges están de acuerdo con la
determinación de los bienes a dividir y su valor, pueden lograr la liquidación si acuerdan como
distribuir los bienes entre ellos.

La liquidación de la comunidad conlleva una serie de operaciones destinadas a:

- Determinar los bienes existentes en el patrimonio de cada cónyuge y su valor


mediante las operaciones de inventario y avaluo.
- Señalar el carácter de los bienes, esto es, cuales son gananciales y cuales propios de
cada cónyuge.
- Procurar los pagos y el reintegro de los bienes, de cada uno de los cónyuges o sus
herederos.
- Establecer el régimen de recompensas.
- Una vez deducido el pasivo definitivo –deudas de la comunidad- efectuar la división de
los gananciales.

Finalmente, una vez llevadas adelante todas estas operaciones, es procedente la partición
efectiva de los bienes y su atribución a cada uno de los cónyuges como propietarios exclusivos
de los mismos.

Formas de la liquidación y partición de la comunidad

Privada
Las operaciones enunciadas pueden efectuarse en forma privada, ello siempre y cuando las
partes acuerden respecto de las diversas temáticas que abarca la liquidación.
A partir de dicha liquidación, se podrá arribar, luego a una partición también de este tipo si
convienen la forma de adjudicación en el instrumento que acuerden los cónyuges, sea este
una escritura de partición extrajudicial o el instrumento privado que crean conveniente.
En caso de efectuarse adjudicación de bienes inmuebles, el acto de partición deberá realizarse
en escritura pública por lo normado en el 1017°.
Además los cónyuges podrían en su demanda de divorcio acordar la liquidación y partición de
los bienes de la comunidad por este tipo de instrumento público, aunque ella no se integre
con bienes inmuebles.

Los requisitos que establece el código para que se de este tipo de liquidación-partición por
acto privado –o mixto- es que las personas sean mayores de edad, presentes y plenamente
capaces y siempre que no exista oposición de terceros interesados. Así lo estipula el 2369°.
Corresponde aclarar que las personas que se casan en la minoría de edad, están obligados a
regir sus relaciones patrimoniales por el régimen de la comunidad ya que el 450° los exceptúa
de hacer donaciones en las convenciones matrimoniales ni ejercer la opción de elección del
régimen patrimonial. Cabe preguntarse si en el caso de los jóvenes menores de edad casados
–que aun continúen siéndolo luego de un año de la vigencia del régimen- podrían pactar la
mutación y convenir el régimen de la separación de bienes. Este supuesto no ha sido previsto
en el texto actual.

Con respecto a la conformidad de los terceros, quedan comprendidos entre ellos los
acreedores de los cónyuges o del cónyuge y demás herederos, en caso de extinción por
muerte. La oposición de los acreedores a partición privada puede expresarse mediante
notificación extrajudicial fehaciente, aunque también podrían entablar incidentes judiciales.

Mixta
Es posible que los consortes o sus herederos realicen acuerdos en instrumentos privados que
luego sean presentados al juez para su homologación, este sistema es la forma de liquidación
mixta. Por lo general, los convenios así celebrados para efectuar la liquidación de la
comunidad, también contiene acuerdo de partición.
En este supuesto los acreedores pueden oponerse a la homologación judicial y solicitar que la
partición transite por vía judicial. La oposición debe ser incoada por incidente respectivo.

- El convenio de modificación del régimen y el convenio de liquidación y partición de la


comunidad actual: en el régimen patrimonial actual se da cabida a la autonomía de la
voluntad en materia de la organización económica de la vida conyugal dentro de
ciertos parámetros legales, el acuerdo de liquidación puede formar parte del convenio
privado de modificación del régimen, cuando los cónyuges que hubieran regido sus
relaciones patrimoniales por el sistema de la comunidad opten por el régimen de
separación de bienes y por ende deban liquidar el anterior. La escritura pública de
modificación podrá darse un año después de la vigencia del régimen anterior y
producirá el efecto de extinguir la comunidad.

- Los convenios y la liquidación y partición de la comunidad por separación judicial de


bienes: la liquidación de la comunidad puede ser consecuencia de la sentencia que
dispone la separación judicial de bienes entablada de acuerdo a lo dicho en el 477° y
ss. En tal caso, los cónyuges podrán formular acuerdos de liquidación mediante
convenios otorgados en forma privada o también en forma mixta. En efecto, es posible
que se arribe a un acuerdo a partir de la propuesta que realice el actor, si a lo largo del
proceso el accionado accede a su planteo luego de iniciado el proceso judicial de la
liquidación y por ende, se formula una transacción judicial a ese respecto. Se entiende
que aunque la ley no lo dice expresamente, el cónyuge que demanda la separación de
bienes judicial, podría efectuar una propuesta de liquidación de la comunidad para el
caso de ser admitida la demanda o en miras de facilitar una solución autocompuesta
del cese del régimen y su modificación por el de separación de bienes.

- Los convenios reguladores y la liquidación y partición de la comunidad por divorcio: en


el supuesto de petición de divorcio en forma conjunta, los esposos podrán presentar
junto a la demanda el convenio regulador con el acuerdo de liquidación de la
comunidad si estuvieran regidos por este sistema -438° y 439°--. Frente al referido
pacto de liquidación, el juez se encuentra facultado a exigir garantías reales o
personales a quienes se hayan obligados en el mismo, como requisito previo a su
aprobación y homologación. Sin embargo, en virtud de la autonomía de la voluntad
con respecto al aspecto económico por parte de los cónyuges, la injerencia judicial en
estos ámbitos debe limitarse a aquellos supuestos en los cuales las propias partes
soliciten el aseguramiento o prestación de cautelas. La actividad oficiosa del juez
quedara reservada para los supuestos en que se encuentre comprometido
gravemente el interés de uno de los cónyuges o de los hijos –leer 709°-.
En caso de demanda unilateral de divorcio, la petición deberá contener una propuesta
de regulación de los efectos derivados del mismo entre los que se cuentan los
ofrecimientos de liquidación de la comunidad que hubiere regido el matrimonio. En su
caso, el otro cónyuge podrá ofrecer una contrapuesta reguladora distinta. Y en caso de
diferencia entre ellas, el juez convocara a audiencia y en caso de fracasar el
acercamiento conciliatorio, mandara a continuar el juicio e imprimirá el trámite
adecuado a tenor de las cuestión que concretamente planteen los cónyuges y las
características de la composición patrimonial -438°-.

En la provincia de Bs. As, de acuerdo a la ley de fuero de familia y su llamada ‘etapa


previa’ a cargo del consejero de familia, está destinada a facilitar los acuerdos sobre
las cuestiones que son competencia del fuero de familia, antes de instaurarse la
demanda y proveerse su traslado, o una vez trabada la Litis cuando se considere
oportuna su intervención. Así en esta etapa se podrá trabajar en la formulación de
acuerdos tendientes a autocomponer la Litis o limitar los alcances la materia que
finalmente quedaran sujetas a la decisión del magistrado. Si las partes formulan un
acuerdo total o parcial de liquidación será elevado al juez para su homolacion.
En nación con la ley de mediación prejudicial, se establece que será excluido de la
resolución alternativa de conflictos, las acciones de separación personal y divorcio,
nulidad del matrimonio, etc. Salvo las cuestiones patrimoniales derivadas de estas.
Aquí el juez deberá dividir el proceso, dejando la parte patrimonial al mediador. En
caso de lograr acuerdos, se elevaran al juez para su homologación.

Judicial
En caso de no resultar posible el acuerdo entre los cónyuges para determinar la composición
del activo y pasivo ganancial, o la existencia o entidad de las recompensas, la liquidación
deberá ser llevada adelante en un proceso judicial.
Así, en esta, a través del proceso respectivo se deberá resolver cada uno de los aspectos
sometidos a decisión de acuerdo con las características de la composición patrimonial de la
comunidad en cuestión y a los conflictos entre los cónyuges que no logren autocomposición
de su litigio.
Además se hará judicialmente, aquella liquidación y partición privada o mixta que cuente con
oposición de los acreedores.

Se hará judicialmente, en los siguientes casos (500° remisión al 2371°):


- Si hay coparticipes incapaces, con capacidad restringida o ausente
- Si terceros fundándose en un interés legitimo, se oponen a la partición privada
- Si los coparticipes son plenamente capaces y no acuerdan hacerlo de forma privada
El juez competente para esto, es el que intervino en el juicio de divorcio o de separación
judicial de bienes, proceso en el que se declaro la extinción de la comunidad. Además también
tramitan ante este mismo juez los litigios que se susciten entre los esposos y que influirán en
la formación de masas a partir. También tramitaran los juicios posteriores a la partición
tendiente a liquidar algún bien ganancial que no hubiere sido incluido con anterioridad.

El inventario (determinación de la masa a partir). A partir del momento de la extinción de la


comunidad, las masas de bienes gananciales se cristalizan, es decir que ellas, en principio,
deben permanecer tal cual se encuentran para que, luego de la liquidación, se proceda a la
partición de los bienes. La masa común partible se integra con la suma de los activos
gananciales líquidos de los cónyuges. Además deberá tenerse en cuenta que en el periodo de
indivisión de frutos y rentas de los bienes indivisos acrecen a la indivisión y por ende,
formaran parte de esa masa.
El copropietario que los percibe debe rendir cuentas y el que tiene el uso y goce exclusivo de
alguno de esos bienes indivisos debe una compensación a la masa desde que el otro la solicita.
La determinación de las masas a partir, entonces, puede realizarse mediante la confección de
un inventario, instrumento que contiene la descripción detallada de todos los bienes y cosas,
muebles e inmuebles, con su pasivo. Sin embargo los cónyuges pueden suplirlo por la
enunciación de bienes formulada de conformidad entre ellos.
En caso de tratarse de liquidación judicial, el detalle de bienes podrá ser parte de los acuerdos
a realizar en la etapa previa ya mencionada o bien el resultado de una audiencia conciliatoria.
En caso de mantenerse los desacuerdos respecto de la determinación de los bienes
gananciales, el primer recaudo procesal a solicitar será la designación de escribano para
inventariar.
Las partes pueden acordar un notario para el inventario, si no hay acuerdo entre ellos lo
designara el juez. Si hay bienes fuera de la jurisdicción se deberá exhortar al juez de allí a fin
de sortear el escribano con competencia territorial para cumplir su cometido.
El inventario será presentado a los autos de liquidación y se dará vista a las partes, quienes
podrán formular las observaciones que consideren oportunas, tendientes a la inclusión o
exclusión de bienes.
También es procedente el inicio de acciones ulteriores sobre la incorporación de otros bienes
o su eliminación del inventario, si con posterioridad a su redacción surge la pretensión de un
cónyuge o sus herederos, o de un tercero acreedor que tenga por finalidad la composición del
haber de las masas de gananciales.
Por otra parte, en el proceso judicial el cónyuge accionante o el accionado puede solicitar
medidas preliminares tendientes a individualizar los bienes que componen los patrimonios
gananciales. Así corresponde el libramiento de oficios a los registros respectivos en caso de
tratarse de bienes registrables. En este sentido, cada cónyuge tendrá derecho a solicitar que el
otro exhiba en el proceso los libros o papeles privados, así como títulos o documentos
referidos a bienes pertenecientes a la comunidad.

El avaluo (determinación del valor de los bienes). Más allá del inventario procede la tasación
de los bienes inventariados a fin de obtener los valores a los cuales ascienden los bienes
gananciales a partir.
Para llevar adelante tal tarea, los cónyuges podrán establecer los valores de los bienes de
común acuerdo, designar un tasador –mediante un convenio- o a falta de consenso podrán
solicitar la designación de un tasador judicial. Dicha designación puede ser resuelta en la
misma audiencia en la que se designa el inventariador.
El avaluo deberá hacerse judicialmente, como el inventario también, cuando lo pide uno de
los cónyuges, cuando lo solicita un acreedor y resultare necesario a criterio del juez.
Cuando en el haber ganancial existan fondos de comercio o participaciones en sociedades o
empresas agrícolas, ganaderas, etc. Y los cónyuges mantengan diferencias en cuanto a su
valor, se designaran peritos contables, ingenieros, agrarios a fin de determinar el valor de las
mismas.
Asimismo, una vez puesto de manifiesto en la Sctia. El avaluo de los bienes, el mismo será
aprobado por el juez si no existieren oposiciones. Los coparticipes, sus herederos o acreedores
podrán formular reclamaciones sobre el avaluo, y en tal caso se deberá convocar a audiencia a
los interesados y al perito para que se expidan sobre la cuestión promovida, resolviendo el
juez lo que correspondiere.

La determinación del pasivo definitivo en la liquidación.

Art. 488. Extinguida la comunidad, se procede a su liquidación. A tal fin, se establece la cuenta
de las recompensas que la comunidad debe a cada cónyuge y la que cada uno debe a la
comunidad, según las reglas de los artículos siguientes.

Y luego en el 489° se enuncian las cargas de la comunidad –YA EXPLICADAS ANTERIORMENTE-


que son aquellas deudas que independientemente de cómo hayan sido afrontadas debería
deducirse en la cuenta final de la liquidación de los haberes gananciales.

Se evalúa entonces en la etapa de la liquidación la formación del llamado pasivo definitivo que
se obtiene computando, en primer lugar las cargas o deudas comunes exigibles antes de la
partición de los bienes y que deben satisfacerse con imputación al activo. En segundo lugar,
con respecto a las cargas o deudas comunes que hubiesen sido ya pagadas durante la vigencia
de la comunidad, es obvio que si el pago se efectuó con bienes gananciales de cualquiera de
los cónyuges, la obligación quedo consumida.
Finalmente si la deuda hubiera sido abonada con bienes o valores propios del cónyuge
deudor, este tendrá derecho a exigir que, en la liquidación de la comunidad se le acredite el
valor total, y así lograr mantener incólume el patrimonio propio en el que ese valor subroga
los fondos o bienes que se afectaron al pago de la deuda común. Dicho crédito constituye una
autentica recompensa o compensación que se efectiviza con una imputación a la masa
ganancial que deberá soportar la masa común.

Recompensas.

Son créditos que forman parte de la liquidación de la sociedad conyugal, generados por el
incremento del patrimonio de uno de los esposos a costa de la comunidad o por el aumento
del haber ganancial en detrimento del patrimonio propio de uno de los cónyuges.
Los objetivos que guían la aplicación de la teoría de recompensa son:
- Reconstruir los patrimonios propios de los esposos, cuando se han mezclado entre sí
con el haber conyugal
- Ajustar la incidencia de las deudas y cargas personales de cada cónyuge o de cada
masa ganancial, de modo que, si para desinteresar a los respectivos acreedores se ha
usado de bienes extraños al patrimonio verdaderamente obligado, se proceda a
restituir a la masa injustamente disminuida los valores que se han sustraído
- Resolver los casos de coincidencia de inversiones de distinto origen en la creación,
conservación, mejoramiento y acrecentamiento de un mismo bien.

El fundamento de las recompensas en nuestro derecho está en la acción de cobro de una


deuda pecuniaria concreta, que permite el reembolso del valor sustraído de una masa en
beneficio de otra, manteniendo así cada masa de bienes su integridad. Esas entregas de
bienes pueden explicarse como un contrato de préstamo, en el cual la restitución debe
producirse al liquidarse la comunidad.

Su finalidad es la de recomponer las masas patrimoniales propias de cada cónyuge, teniendo


en cuenta los bienes que la constituían al iniciarse la sociedad conyugal y los que fueron
adicionándose o sustrayéndose después para que uno de los cónyuges o las masas de
gananciales no se vean perjudicados o beneficiados por inversiones efectuadas durante la
vigencia del régimen patrimonial.

En el sistema anterior no se admitían renuncias de aspectos patrimoniales de un cónyuge a


favor del otro, ni renuncia a los gananciales. Ello implicaba que las recompensas también
estaban comprendidas en ese orden público y por ende no resultaba eficaz su renuncia de
antemano.

491° - Casos de recompensas. La comunidad debe recompensa al cónyuge si se ha


beneficiado en detrimento del patrimonio propio, y el cónyuge a la comunidad si se ha
beneficiado en detrimento del haber de la comunidad.
Si durante la comunidad uno de los cónyuges ha enajenado bienes propios a título oneroso sin
reinvertir su precio se presume, excepto prueba en contrario, que lo percibido ha beneficiado
a la comunidad. Si la participación de carácter propio de uno de los cónyuges en una sociedad
adquiere un mayor valor a causa de la capitalización de utilidades durante la comunidad, el
cónyuge socio debe recompensa a la comunidad. Esta solución es aplicable a los fondos de
comercio.

Cuando la masa de bienes gananciales se ha beneficiado con el aporte de bienes propios de


uno de los cónyuges se genera una recompensa a su favor y los mismo ocurre cuando uno de
los cónyuges se ha beneficiado en detrimento del haber de la comunidad. Estas son las
situaciones de hecho que dan origen a las recompensas. Luego, la norma resuelve una
situación que se encontraba controvertida en la doctrina, al establecer que si uno de los
cónyuges ha enajenado bienes propios a título oneroso durante la comunidad sin reinvertir su
precio, se presume que ha sido en beneficio de ésta. Tal presunción admite prueba en
contrario porque se podrá demostrar que el destino de esos fondos ha sido utilizado para
solventar deudas personales. También se adopta una solución expresa respecto del mayor
valor que adquiere una participación societaria propia por la capitalización de utilidades,
determinándose una recompensa a favor de la comunidad, ya que las utilidades son rentas de
un bien propio en este caso y por aplicación del art. 465 deben ser considerados gananciales.
La misma solución se aplica cuando esa situación de hecho se ha producido en un fondo de
comercio.

492° - La prueba del derecho a recompensa incumbe a quien la invoca, y puede ser hecha por
cualquier medio probatorio.

Se establece claramente la forma de calcular la recompensa y en tal sentido se determina por


el menor valor que resulte de la comparación entre la erogación realizada y el provecho
subsistente para la otra masa al día de la extinción de la comunidad apreciados a valores
constantes. Asimismo, se puntualiza que si no hubo beneficio se toma en cuenta la erogación
realizada.

493° - Los bienes que originan recompensas se valúan según su estado al día de la disolución
del régimen y según su valor al tiempo de la liquidación.

La valuación de los bienes que dan origen a las recompensas se realiza de acuerdo a su estado
al día de la disolución y este importe se reajusta al tiempo de la liquidación, quedando sujeto
a la apreciación judicial.

494 ° - Efectuado el balance de las recompensas adeudadas por cada uno de los cónyuges a la
comunidad y por ésta a aquél, el saldo en favor de la comunidad debe colacionarlo a la masa
común, y el saldo en favor del cónyuge le debe ser atribuido a éste sobre la masa común. En
caso de insuficiencia de la masa ganancial, en la partición se atribuye un crédito a un cónyuge
contra el otro.

Queda determinada la forma en que deben ser computadas las recompensas respecto de la
masa de bienes que resulte afectada. Si queda un saldo a favor de la comunidad se
considerará que ese importe integra la masa común y, en el caso inverso, el cónyuge
beneficiado recibirá ese importe de la masa común. Siguiendo con ese mismo criterio, cuando
la masa ganancial no sea suficiente para cancelar la recompensa a favor de uno de los
cónyuges, se le atribuye al acreedor un crédito contra el otro cónyuge.

Atribución preferente de bienes en la liquidación

La finalidad de la atribución preferente es el mantenimiento de la unidad económica de uno


de los cónyuges cuando el bien objeto de ella esté relacionado con la propiedad intelectual o
artística, su actividad profesional, del establecimiento comercial, industrial o agropecuario por
el adquirido o formado que constituya una unidad económica (499°).
Liquidación simultanea de dos o más comunidades

503° - Cuando se ejecute simultáneamente la liquidación de dos o más comunidades


contraídas por una misma persona, se admite toda clase de pruebas, a falta de inventarios,
para determinar la participación de cada una. En caso de duda, los bienes se atribuyen a cada
una de las comunidades en proporción al tiempo de su duración.

Se trata de la liquidación simultánea de comunidades sucesivas y eso puede acaecer cuando


sin liquidar la comunidad anterior se celebra un nuevo matrimonio y luego se extingue
también este régimen patrimonial. La primera pauta que se establece es la determinación
fehaciente de la participación de cada una de ellas mediante inventarios y a falta de éstos, con
todo tipo de pruebas. Cuando esta determinación no puede realizarse con precisión, los
bienes se atribuyen entre las comunidades en proporción al tiempo de su duración. Se ha
suprimido la pauta referida a los bienes propios de cada uno de los socios que traía la
legislación anterior porque se estima que no es relevante a los efectos de establecer el caudal
de cada comunidad.

Partición

496.- Disuelta la comunidad, la partición puede ser solicitada en todo tiempo, excepto
disposición legal en contrario.

Una vez extinguida la comunidad nada obsta para que se requiera la partición. Esto podrá
hacerse en todo tiempo salvo disposición en contrario. Es claro que en forma previa a la
partición deberá cumplirse con el procedimiento de liquidación a fin de determinar la masa de
bienes gananciales que deberá ser dividido entre los cónyuges, ex cónyuges o entre el cónyuge
supérstite y los herederos del otro.

Si no fuera posible la celebración de acuerdos de adjudicación de bienes, en el proceso judicial


deberá recurrirse a la designaciones de un partidor, como se realiza en la partición
hereditaria.

Una vez obtenidos los activos gananciales líquidos de ambos cónyuges, estos se suman a fin
de obtener la masa común. La operación posterior es la división de la masa común por partes
iguales entre los cónyuges o sus herederos, sin consideración al monto de los bienes propios
ni a la contribución de cada uno a la adquisición de gananciales (498°).

La partición deberá efectuarse en especie, en principio. En este sentido, la norma actual


establece la prohibición para los participes de exigir la venta de los bienes cuando resulte
posible su división y adjudicación directa (2374°). Solo en caso de no ser posible esa forma de
distribución, podrá solicitarse la venta y el reparto de los valores entre los cónyuges o entre
ellos y sus herederos. Además el CCC regula la prohibición de división de bienes si de ello
resulta un aprovechamiento antieconómico de las partes (2375°).
El CCC además establece la posibilidad de los coparticipes de otorgar la partición en forma
provisional. En este caso, los participes están facultados a efectuar una división de uso y goce
de los bienes, sin dividir la propiedad de estos. Esto no limita el derecho de solicitar la
partición definitiva.
En cuanto a los gastos resultantes de la partición, el Cód. Dispone que ellos deban ser
abonados por los cónyuges o de sus herederos en forma proporcional a su participación en los
bienes (501°).

Responsabilidad posterior a la partición por deudas anteriores.

502.- Después de la partición, cada uno de los cónyuges responde frente a sus acreedores por
las deudas contraídas con anterioridad con sus bienes propios y la porción que se le adjudicó
de los gananciales.

Cuando ha culminado el proceso de liquidación y partición de los bienes gananciales, y existen


deudas contraídas con anterioridad, cada uno de los cónyuges responde frente a sus
acreedores con sus bienes propios y con la porción de gananciales que se le adjudicó.
Sin embargo deberá tenerse en cuenta que la adjudicación de bienes y las modificaciones
patrimoniales de los cónyuges resultan oponibles a sus acreedores una vez operadas las
modificaciones registrales respectivas.

Partición en supuestos de bigamia.

504.- En caso de bigamia y buena fe del segundo cónyuge, el primero tiene derecho a la mitad
de los gananciales hasta la disolución de su matrimonio, y el segundo a la mitad de la masa
ganancial formada por él y el bigamo hasta la notificación de la demanda de nulidad.

La solución actual es semejante a la que se encuentra en la legislación anterior. Esta situación


tiene lugar en caso de bigamia de uno de los cónyuges cuando el contrayente del segundo
matrimonio es de buena fe. Si el bigamo también es de buena fe y no han optado por el
régimen de separación de bienes o cuando sólo es de buena fe el cónyuge no bigamo y elige
dividir los bienes de acuerdo al régimen de comunidad, habrá que tener en cuenta que han
existido dos comunidades que coexisten temporalmente. La solución de la norma es que el
cónyuge no bigamo del primer matrimonio tiene derecho a su mitad de gananciales hasta la
disolución de sus nupcias y el segundo cónyuge, a su mitad de la masa ganancial formada por
él y el bigamo hasta la notificación de la demanda de nulidad

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