Arte y Arquitectura Precolombinos

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Arte y arquitectura precolombinas

1 INTRODUCCIÓN

Tom Owen Edmunds/Bridgeman Art Library, London/New York


Cabeza colosal olmeca
Las cabezas colosales, como la que muestra la fotografía, son
características del arte de los olmecas, que vivieron en México
entre los años 1500 y 300 a.C. Estas esculturas megalíticas
están labradas en piedra basáltica y su altura oscila entre 2,4 y
3,6 metros.

Arte y arquitectura precolombinas, arte y arquitectura de las civilizaciones indígenas de


Mesoamérica y los Andes y de las culturas vecinas anteriores al siglo XVI d.C. (para el arte de
las antiguas culturas indígenas del norte de México, véase Indígenas americanos).

Durante 3.000 años, antes de la exploración y colonización del hemisferio occidental por parte
de los europeos, los pobladores nativos de la América precolombina desarrollaron un conjunto
de civilizaciones cuyos logros artísticos e intelectuales podían rivalizar con los de la antigua
China, de la India, Mesopotamia y el mundo mediterráneo. Estos logros resultan aún más
sorprendentes si tenemos en cuenta que la mayoría de las técnicas de las civilizaciones del
hemisferio oriental no eran conocidas en el Nuevo Mundo. La rueda, por ejemplo, se usaba en
Mesoamérica solamente en los juguetes y nunca llegó a aplicarse a la alfarería, a la
construcción de carretas o como sistema de arrastre. El uso de herramientas de metal no era
frecuente y, además, no empezaron a utilizarse hasta las últimas etapas de la historia
precolombina. Los mayas realizaban elaboradas esculturas y complejos ornamentos de jade
golpeando una piedra con otra.
2 ÁMBITO GEOGRÁFICO

Arqueólogos e historiadores culturales agrupan las culturas precolombinas por zonas


geográficas. Aunque en algunos casos no se ponen de acuerdo sobre la extensión precisa de
esas zonas, suele aceptarse una división geográfica básica. En este artículo se considera que la
zona de Mesoamérica, una de las regiones culturales de mayor importancia, abarca los
actuales países de México, Belice, Guatemala, Honduras y El Salvador. La otra región cultural
de gran importancia la constituyen Perú y Bolivia, que forman el área central andina. La zona
intermedia la integran la parte sur de América Central y el norte de los siguientes países de
América del Sur: Venezuela, Colombia y Ecuador. La zona periférica comprende el resto de
América del Sur y las islas del Caribe. Aunque en un principio se consideraba que estas zonas
eran entidades culturales separadas unas de otras, recientes investigaciones arqueológicas
demuestran que existe una importante interrelación cultural entre ellas. Y, por lo tanto, en la
actualidad se investigan las semejanzas culturales tanto como en el pasado se investigaban las
diferencias. Para la búsqueda de vestigios o semejanzas entre las distintas civilizaciones
precolombinas muchos antropólogos, arqueólogos e historiadores del arte estudian las culturas
indígenas actuales de Iberoamérica.

3 CRONOLOGÍA

Tradicionalmente se ha establecido una división cronológica de tres periodos u horizontes que


comprenden las fases más importantes: el preclásico o de formación, (c. 1500 a.C.-
c. 300 d.C.); el clásico o de florecimiento, (c. 300-c. 900); y el posclásico (c. 900-1540).
Aunque el término clásico da a entender que en ese periodo se alcanzó el punto máximo del
desarrollo cultural, los expertos actuales niegan el supuesto, antaño vigente, de que lo mejor
del arte y la arquitectura precolombinas se produjera en el periodo clásico. El arte y la
arquitectura de cuatro civilizaciones posclásicas, la mixteca y la azteca en México, así como la
chimú y la inca en Perú, son igual de relevantes que las de sus predecesoras clásicas, y
difieren únicamente en gusto y propósito.

En el periodo preclásico pueden apreciarse ya algunos de los rasgos del desarrollo pleno de la
civilización precolombina. En ese periodo temprano América estaba conformada por jefaturas
tribales aisladas y reinos pequeños cuyas respectivas culturas se desarrollaron, en su mayor
parte, independientes unas de otras. Sin embargo, existen pruebas de la amplia difusión de
algunas ideas religiosas y motivos visuales. Tanto la civilización olmeca de México, como la
cultura de San Agustín en Colombia y la cultura chavín en Perú adoraban a una deidad felina, y
todas compartían una iconografía artística similar.

Durante el periodo clásico se desarrollaron imperios muy complejos. Sus dirigentes eran
generalmente sacerdotes, en lugar de los sacerdotes-guerreros que gobernaron las
civilizaciones posclásicas, y las culturas se difundían o asimilaban más rápidamente. Aunque
suele considerarse un periodo pacífico, los estudios arqueológicos más recientes han
demostrado que la mayoría de las civilizaciones del periodo clásico eran guerreras. Las
conquistas y el comercio extensivo produjeron una riqueza que se utilizó para la construcción
de centros ceremoniales o ciudades, así como para la creación de efectos personales cada vez
más lujosos y objetos funerarios o rituales de gran calidad.

El periodo posclásico se caracteriza por las frecuentes guerras provocadas por presiones
socioeconómicas como el aumento de la población y el desarrollo técnico. Las culturas y
civilizaciones de este periodo son las mejor documentadas, debido a que los cronistas
españoles recogieron sus impresiones personales o recopilaron historias de los conquistados.

4 RASGOS CULTURALES

Las civilizaciones precolombinas eran principalmente agrícolas. El cultivo del maíz se convirtió
en el alimento principal en Mesoamérica, como lo fue la papa o patata en la zona andina de
Perú y Bolivia. Hasta la relativa secularización que se dio en el periodo posclásico, la religión
fue primordial en la configuración y el desarrollo de la cultura precolombina. Sin embargo, las
creencias y ritos religiosos estaban muy condicionados por preocupaciones relacionadas con la
fertilidad de la tierra y la productividad de las cosechas que suelen dominar las sociedades
agrícolas. Por lo tanto, gran parte del arte y la arquitectura precolombinas está relacionada con
la astronomía, a través de la cual los indígenas americanos establecían las épocas más
apropiadas para plantar y recoger la cosecha.

Se desarrollaron dos tipologías urbanas. Una era el centro ceremonial, de estructura compleja
constituida principalmente por edificios religiosos y administrativos que se construían alrededor
de plazas y que carecía de viviendas y calles. Se cree que en estos centros solamente vivían
los gobernantes seglares y religiosos con sus cortes, mientras que la mayoría de la población
residía en granjas pequeñas en una zona suburbana circundante. La otra tipología, similar a lo
que conocemos actualmente como ciudades, tenía calles que separaban las residencias de las
diferentes clases sociales, así como templos y edificios administrativos orientados hacia la
plaza central. Los proyectos arqueológicos recientes que estudian los trazados en
emplazamientos mesoamericanos ponen de manifiesto que lo que se creían centros
ceremoniales albergaban poblaciones de plebeyos, semejándose a verdaderas ciudades. Tanto
los complejos ceremoniales como las verdaderas ciudades servían como centros religiosos,
gubernamentales y comerciales. El comercio no sólo era importante para el suministro de
bienes necesarios y superfluos, sino también como medio de transmisión de ideas y técnicas,
así como de formas y motivos artísticos.

5 TIPOS DE ARTE

Los aspectos más sobresalientes del desarrollo artístico precolombino se encuentran en la


arquitectura, la escultura, las pinturas murales y las artes decorativas como la cerámica, la
metalistería y los tejidos.
Tom Owen
Edmunds/Bridgeman Art
Library, London/New
York
Pirámide del Sol en
Teotihuacán
La Pirámide del Sol de
Teotihuacán (México) se
erigió entre los años 50
y 200 de la era
cristiana. Está
construida con adobe
recubierto de piedra
volcánica, y alcanza una
altura de 61 metros.
Una escalera ceremonial
conduce a su cima,
donde se alzaba el
templo del dios del Sol
Huitzilopochtli.

5.1 Arquitectura

Los edificios precolombinos más antiguos estaban construidos en madera, juncos trenzados,
esteras de fibra o paja, y otros materiales perecederos. Las estructuras permanentes o
monumentales construidas en piedra o adobe (ladrillos de barro secado al sol) se desarrollaron
principalmente en Mesoamérica y en la zona central andina.

Las técnicas de construcción precolombinas eran rudimentarias. La mayor parte de las


estructuras se construían con el sistema de pilastra y dintel o de vigas horizontales sin arcos,
aunque la cultura chavín del Perú y la maya de Mesoamérica emplearon el arco falso o bóveda
de piedra salediza, que consiste en colocar una piedra sobre otra para conseguir una forma de
arco. Utilizaban más herramientas de piedra que de metal, y tanto el transporte como la
construcción de edificios como las pirámides, palacios, tumbas y templos sobre basamentos
escalonados, se llevaban a cabo manualmente sin ayuda de ningún tipo de maquinaria.

La pirámide precolombina era considerada como algo diferente a su equivalente egipcia, ya


que no estaba construida con fines funerarios sino como residencia de una deidad. Sin
embargo, excavaciones recientes confirman de modo reiterado que solían incorporarse tumbas
a las pirámides. Los pictogramas de los códices permiten suponer que las pirámides tenían
gran importancia cívica y cultural. El símbolo azteca para representar la conquista era una
pirámide en llamas en la que el calli, o casa del dios (el templo mayor), había sido derribado
por el conquistador. Para hacerlas aún más monumentales e incrementar así el prestigio del
gobernante, muchas de las pirámides mesoamericanas se reconstruían periódicamente sobre
una estructura ya existente si bien esta práctica se relacionaba con cada cambio de era y se
conmemoraba construyendo una pirámide nueva encima de las anteriores.
5.2 Escultura

La mayor parte de las esculturas precolombinas que se conservan son figurillas de barro o
arcilla y efigies con forma de vasija. Las esculturas de piedra se encuentran principalmente en
Mesoamérica y, con menos frecuencia, en las áreas intermedias y centroandinas, que son
regiones en las que la metalurgia se desarrolló antes y se utilizó más ampliamente. Aunque la
técnica de trabajar los metales estaba muy evolucionada, seguían utilizando los instrumentos
de piedra para tallar.

5.3 Pintura

SEF/Art Resource, NY
Frescos de Bonampak
Algunas culturas prehispánicas, como es el
caso de los mayas, pintaban murales para
representar sus rituales y su historia. En 1946
se descubrieron estos frescos de Bonampak (c.
790), conservados bajo una capa calcificada,
cerca del río Lacanhá, en el estado mexicano
de Chiapas. Esta pintura narra la historia de la
última dinastía de Bonampak.

Las excavaciones arqueológicas siguen sacando a la luz nuevos ejemplos de pinturas murales.
En Teotihuacán, México, tanto las paredes interiores como las exteriores de los edificios se
cubrían con una capa gruesa de estuco en la que se pintaban diseños decorativos o escenas
narrativas. En Bonampak y Chichén Itzá, también en México, los mayas y los maya-toltecas
pintaban el interior de los templos con frescos realistas en los que representaban hechos
históricos. Entre las pinturas murales descubiertas más recientemente están las de Cacaxtla,
en Tlaxcala, con su impresionante descripción de las jerarquías divinas, sacerdotales y
guerreras. Aunque las primeras pinturas murales se encontraron en Mesoamérica, también se
han descubierto en el área intermedia diseños geométricos en tumbas subterráneas en
Tierradentro, Colombia, y murales con representaciones mitológicas en Panamarca, Perú.
También en Perú, las vasijas de moche con forma de estructuras arquitectónicas nos indican
que el exterior de los edificios se pintaba a menudo con motivos simbólicos.
La refinada habilidad para la pintura y el dibujo de muchos de los pueblos precolombinos
puede apreciarse en la escritura pictográfica de los códices mayas, mixtecas y aztecas. Las
páginas de estos libros, hechas de piel de venado, fibras vegetales o cortezas de diferentes
árboles, y plegadas a manera de biombo, estaban cubiertas con figuras y símbolos de gran
riqueza cromática y meticuloso dibujo que registraban hechos históricos o mitológicos. Los
códices fueron destruidos durante el siglo XVI por los misioneros españoles, por considerarlos
instrumentos del mal e inducir a la idolatría. Entre los pocos que se conservan, todos ellos del
periodo posclásico, están tres códices mayas (actualmente en Dresde, París y Madrid, en la
Biblioteca Nacional), el Códice Nuttall de los mixtecos (actualmente en el Museo Británico,
Londres), y algunas obras aztecas.

También se encuentran muestras de la pintura precolombina en la decoración de vasijas. La


cerámica maya, la moche y la peruana de Nazca proporcionan algunos de los ejemplos más
excepcionales sobre diseños y técnica.

5.4 Artes decorativas

Muchos de los objetos procedentes de excavaciones precolombinas están relacionados con lo


funerario y tienen una función más utilitaria o ceremonial que decorativa. Aún sin contar con
las ventajas de técnicas mecánicas básicas, son objetos de una calidad de ejecución y diseño
equiparable a cualquier ejemplo artístico destacado de cualquier parte del mundo preindustrial.

5.4.1 Cerámica

De todo el mundo precolombino son los objetos de cerámica los que en mayor número han
llegado hasta nuestros días. Se cree que la cerámica surgió en Colombia o Ecuador y que
sustituyó a las canastas y vasijas de calabaza seca utilizadas como recipientes. Se hacían
objetos de cerámica y arcilla tanto a mano como utilizando moldes para luego decorarse con
diseños estampados mediante un bloque de terracota o piedra, relieves o bajorrelieves y
diferentes técnicas de pintura y pulido. Aunque existen algunos ejemplos de cerámica
policromada, la mayor parte estaba pintada con uno o dos colores o se dejaba sin pintar.

5.4.2 Metalistería

Desde su supuesto origen en el norte de la zona central andina alrededor del 700 a.C., el
trabajo del metal se extendió hacia el área intermedia y alcanzó Mesoamérica alrededor del
1000 d.C. Debido a la insaciable sed de oro y plata de los europeos durante la conquista y
después de ella, la mayoría de los objetos que no estaban enterrados o escondidos fueron
fundidos por los conquistadores españoles y transportados como lingotes a España. Aunque las
culturas prehispánicas no conocían el hierro ni el acero, habían trabajado mucho el cobre y
habían descubierto la aleación del bronce alrededor del 1000 d.C. La tumbaga, una aleación de
cobre y oro, se utilizó en Perú, Colombia y Ecuador. Se aplicaron muchas técnicas para
trabajar el metal, que iban desde la cera perdida, hasta la soldadura, el repujado y el grabado.
Los trabajos en metal solían estar grabados, chapados en oro o decorados con incrustaciones
de piedras y conchas de mar.

Tom McHugh/Photo
Researchers, Inc.
Pendiente mochica
La existencia de oro permitió el
florecimiento de la orfebrería de
la cultura mochica, que
habitaba el Perú precolombino.
Este pendiente mochica
representa una figura bicéfala
con cabezas de pájaro y cuerpo
de felino. Está datado entre los
años 200 y 700 d.C. y se
conserva en el Museo del Oro
de Perú.

5.4.3 Textiles

Gracias a su clima extremadamente seco, la costa de Perú es la única región de la que se


conservan ejemplos importantes de tejidos de periodos precolombinos tempranos. Enterrados
en tumbas del desierto, especialmente en la península de Paracas, se han conservado en
perfecto estado piezas que tienen una antigüedad de 2.500 años. La fibra más común utilizada
para tejer vestidos era el algodón, aunque en la zona central andina también se usaba la lana
de llama, alpaca y vicuña. A menudo se coloreaban dichos materiales con tintes minerales y
vegetales. Las telas presentaban diseños e imágenes que se incorporaban directamente al
tejerlas, o que se pintaban, estampaban, bordaban o aplicaban posteriormente. En el periodo
posclásico en Perú y Mesoamérica también se utilizaban plumas para hacer mosaicos y otros
objetos como escudos y tocados (véase Tejidos latinoamericanos).

6 EL ÁREA MESOAMERICANA

La mayor parte de los emplazamientos mesoamericanos precolombinos se encuentran en lo


que actualmente es México.
Bridgeman Art Library,
London/New York
Poncho peruano
Este es un ejemplo de poncho
peruano del siglo XV, tejido con
algodón y vicuña, y brocado
con lana de colores. Las formas
geométricas de felinos,
representadas en rojo y oro,
simbolizan alguna divinidad
inca. Esta pieza se encuentra
en el Museo Victoria y Alberto
de Londres.

6.1 Periodo preclásico

Las culturas preclásicas más importantes de México fueron la olmeca y las culturas
occidentales de Colima, Jalisco y Nayarit.

6.1.1 Los olmecas

Bridgeman Art Library, London/New York


Hacha ceremonial olmeca
Esta cabeza de un hacha ceremonial olmeca, tallada en jade,
combina rasgos humanos y felinos, quizá como representación
de una deidad. Data de alguna fecha entre los años 700 y 300
a.C. y se conserva en el Museo Británico de Londres.

Instalados en la región costera central del golfo de México, los olmecas desarrollaron la
primera civilización mesoamericana importante, entre aproximadamente el 1500 y el 600 a.C.
En las cuencas pantanosas y selváticas de los actuales estados mexicanos de Veracruz y
Tabasco había grandes centros ceremoniales como La Venta, Tres Zapotes y San Lorenzo.
Muchos de los elementos más característicos de la civilización mesoamericana se originaron
con los olmecas, como ha quedado demostrado especialmente en La Venta, que es la capital
administrativa y ceremonial más conocida de esta cultura.

La Venta, al igual que muchos emplazamientos mesoamericanos posteriores, está planificada


siguiendo un eje norte-sur. En el centro de esa disposición axial de templos, plataformas y
plazas se construyó una pirámide rectangular con tierra apisonada de 30 m de altura, que es
una de las primeras de Mesoamérica. Este trazado se convertiría en algo común en los centros
ceremoniales mesoamericanos que se construyeron posteriormente. Los olmecas fueron los
primeros en utilizar la piedra en arquitectura y escultura, a pesar de la dificultad de su
extracción y transporte desde las montañas de Los Tuxtlas a 97 km al oeste. Fueron también
los primeros creadores de mosaicos en piedra de América.

Los objetos olmecas más impresionantes son las cabezas colosales de piedra, de alrededor de
2,7 m de altura que, por su realismo, parecen retratos. Se han descubierto relieves de gran
tamaño y detalle que representan deidades o hechos mitológicos, al igual que estatuillas de
basalto y de jade talladas de modo exquisito. Sin embargo, a pesar de su importancia, la
escultura no se combinó con la arquitectura como en civilizaciones mesoamericanas
posteriores. Se erigieron estelas de piedra o lápidas de roca aisladas, posiblemente para
conmemorar hechos significativos, y se grabaron con inscripciones de símbolos iconográficos,
precursores de la escritura mesoamericana posterior.

El arte olmeca, como el de los mayas, se caracteriza por un alto grado de naturalismo.
Predomina lo curvilíneo por encima de lo rectilíneo, lo cual crea formas rítmicas y fluidas que
parecen mantener una armonía con un entorno tropical, en contraste con el arte estilizado y
anguloso que suele encontrarse en los valles relativamente austeros de las montañas del
centro y sur de México.

La esfera de influencia de los olmecas se extendió desde su centro en el golfo de México a


través de la altiplanicie mexicana, el valle de México conocido como Anáhuac, la región de
Oaxaca, y por el oeste hacia el estado de Guerrero. Aunque la cerámica olmeca que se elaboró
en el centro es de menor importancia, en los emplazamientos olmecas de la altiplanicie,
Tlatilco y Tlapacoya, se han encontrado estatuillas huecas de arcilla que son, probablemente,
las primeras de Mesoamérica y se cuentan entre los mejores ejemplos de escultura en
cerámica mesoamericana. La cultura indígena de Tlatilco produjo también una gran cantidad
de estatuillas de mujeres con elaborados peinados y una ornamentación corporal muy
detallada que se conocen genéricamente como ‘mujeres bonitas’. Los rasgos femeninos
exagerados de su anatomía parecen indicar que se utilizaban como símbolos de la fertilidad
tanto para la fecundidad humana, como para la de la tierra puesto que se enterraban en los
campos de cultivo.

En los estados mexicanos de Morelos y Guerrero, se aprecia la influencia olmeca en las


figurillas de barro de Xochipala, en la pintura de la cueva de Oxtotitlán, en Guerrero, y en los
bajorrelieves de las paredes de la cueva de Chalcatzingo, en Morelos. Estos dos últimos
lugares estaban consagrados al culto de una divinidad encarnada en el jaguar, cuyo poder y
relación con los jefes gobernantes constituía el tema de la mayor parte del arte olmeca.

6.1.2 Colima, Jalisco y Nayarit

A finales del periodo preclásico y principios del clásico se desarrollaron importantes culturas en
la zona occidental de México. Aunque antaño se denominaron tarascas por error, actualmente
se les conoce con los nombres de los estados mexicanos donde se encuentran los
emplazamientos: Colima, Jalisco y Nayarit.

Bridgeman Art Library, London/New York


Botella en forma de perro, de Colima
Esta botella en forma de perro sentado (100 a.C.-250
d.C.) procede del estado mexicano de Colima. Está
realizada en barro cocido y entre sus características más
relevantes destaca la rotunda sencillez de su forma. La
cerámica prehispánica solía producir este tipo de objetos
zoomorfos o antropomorfos.

No se construyeron emplazamientos arquitectónicos importantes y se realizó muy poca


escultura en piedra, pero de allí provienen algunas de las figurillas de barro y vasijas en forma
de efigie mejor realizadas de Mesoamérica. En Ixtlán del Río, Nayarit, los artesanos crearon
esculturas de género muy detalladas, llegando incluso a la caricatura, en las que se
representaban todos los aspectos de la vida urbana. Estas escenas pintadas en negativo
(dejando en reserva el tema, protegiéndolo con cera, que se derrite en el momento de la
cocción de la pieza) poseen la claridad e inmediatez de la fotografía. Aunque menos dinámicas
y espontáneas en su naturalismo, las figurillas de Colima son también realistas, pero de un
realismo con formas más monumentales y contornos más redondeados. Las más conocidas son
las de los perros techichi o tepescuintli, que se modelaban en todas las formas y posturas
imaginables. Las estatuillas de Jalisco son las más ingenuas de estilo aunque se caracterizan
por su llamativa presencia. El realismo vital de las esculturas de barro de la zona occidental
mexicana las ha convertido en los ejemplos más conocidos del arte precolombino. Gracias a
haber sido enterradas en tumbas con cámaras huecas, se ha conservado una cantidad de
piezas inusualmente elevada.
6.2 Periodo clásico

Teotihuacán, las ciudades mayas, el centro zapoteca en Monte Albán y la cultura clásica de
Veracruz fueron las civilizaciones dominantes en el horizonte clásico.

Betsy Blass/Photo Researchers, Inc.


Monte Albán, México. Monte Albán, situado sobre una meseta en el valle de Oaxaca,
fue la capital de la cultura zapoteca desde el 500 a.C. hasta fechas cercanas a la
conquista española. Muchos de los restos arqueológicos que se han excavado datan del
siglo VII, cuando esta ciudad alcanzó su apogeo.

6.2.1 Teotihuacán

A unos 40 km al noroeste de la ciudad de México se encuentra Teotihuacán (Lugar de los


dioses). Allí se desarrolló la primera civilización auténticamente urbana de Mesoamérica; fue la
primera ciudad del hemisferio occidental e inició su crecimiento urbanístico antes del comienzo
de la era cristiana, continuando su florecimiento hasta alrededor del 700 d.C., época en la que
había alcanzado una población cercana a los 125.000 habitantes. En Teotihuacán se desarrolló
una estética clásica, basada en el orden y el refinamiento. La elegancia austera y el diseño
estilizado caracterizan el arte monumental, que produce el efecto de una serena sencillez y una
noble grandeza. Los edificios, por ejemplo, se diseñaron con el sistema de talud y tablero
formando plataformas escalonadas. Mediante este sistema de construcción se lograba controlar
y unificar totalmente los elementos horizontales y los verticales, así como las partes salientes y
las recesivas, los efectos de luz y sombra, además de la ornamentación ilustrativa y
geométrica.
La arquitectura de Teotihuacán es de escala monumental. La pirámide del Sol es por su
tamaño la segunda edificación precolombina existente, sólo superada por la pirámide de
Quetzalcóatl en Cholula. Si se tiene en cuenta la superficie y el volumen que ocupan, ambas
estructuras son más grandes que cualquiera de las pirámides de Egipto. Los palacios de
Teotihuacán estaban organizados alrededor de plazas y constituyen algunos de los ejemplos
más impresionantes de edificios residenciales precolombinos. Al principio se cubrían todas las
edificaciones de Teotihuacán con una gruesa capa de estuco, que solía pintarse. Los ejemplos
mejor conservados de pinturas murales son los frescos que decoran el interior de los palacios
de Teotihuacán. Se distinguen tres estilos de murales: diseños decorativos de significado
simbólico, estilizadas imágenes conceptuales de deidades y criaturas mitológicas y escenas
narrativas en una línea más realista que abstracta o esquemática.

Se conservan unos pocos ejemplos monumentales de escultura en piedra. De estas esculturas


la más famosa es un monolito arquitectónico dedicado a la diosa del agua, de la fecundidad y
del maíz Chalchiuhtlicue. Por su parte, los ejemplos más característicos del tallado en piedra en
Teotihuacán son las estilizadas máscaras antropomorfas.

Se produjeron dos tipos diferentes de cerámica. Una cerámica anaranjada de moldeado fino y
delicado (llamada cáscara de naranja), que se comercializó mucho en toda Mesoamérica, y los
objetos ceremoniales hechos con cerámica recubierta con una capa delgada de estuco que se
trabajaba con la técnica del campeado y se pintaba después de modo parecido a los murales
de los edificios ceremoniales. Inventaron el vaso trípode (una vasija de caras planas apoyada
en tres vástagos planos) que fue uno de los objetos que más produjeron los ceramistas de
Teotihuacán. También crearon figurillas, muchas de ellas retratos de gente de la época y otras
representaciones de los espíritus de los muertos. Véase Arte y arquitectura de Teotihuacán.

6.2.2 Mayas

La civilización maya dominó el sur de Mesoamérica durante la segunda mitad del primer
milenio de nuestra era. Aunque se originó en el periodo preclásico, la cultura maya alcanzó su
apogeo artístico e intelectual durante la última etapa clásica, desde alrededor del año 600
hasta aproximadamente el 900. En la época de la conquista española ya se encontraba en
decadencia.

Ninguna otra civilización precolombina igualó a los mayas en la variedad y calidad de su


arquitectura. Los emplazamientos mayas clásicos se fundaron en un principio en las zonas de
las tierras bajas tropicales. Comparados con la cultura de Teotihuacán, dichos emplazamientos
parece que prestaron mayor atención a los aspectos ceremoniales y dedicaron menos interés a
los urbanos. La mayoría de las ruinas mayas están en México. Entre ellas se puede mencionar
Palenque, Yaxchilán y Bonampak y en la península de Yucatán, Chichén Itzá, Cobá,
Dzibilchaltún, Edzná, Hochab, Kabah, Labná, Sayil, Uxmal y Xpuhil. Otros emplazamientos
importantes son los de Copán, en Honduras, y los de Guatemala: Piedras Negras, Quiriguá y
Tikal, el mayor de todos los centros ceremoniales mayas. Su arquitectura se caracteriza por un
sentido exquisito de la proporción y el diseño, así como por su refinamiento estructural y la
sutileza de los detalles. Los mayas utilizaron la escultura más ampliamente en la decoración
arquitectónica que todas las demás civilizaciones precolombinas. La bóveda de saledizo se
empleó no sólo para cubrir espacios interiores sino también para construir arcos apuntados o
trilobulados. También construyeron caminos pavimentados que conectaban los centros
administrativos y religiosos más importantes. Se cree que se utilizaban sobre todo para
procesiones ceremoniales y como símbolo de lazos políticos.

Nefsky/Art Resource, NY
Estatuilla de cerámica maya
Uno de los productos más importantes de la economía maya fue
el maíz. Esta figura (c. 600-800) representa el dios del preciado
cereal, con sus joyas y su tocado característicos. La pieza era
originalmente polícroma, y su sencillez formal caracteriza la
cerámica maya.

El arte maya es el más refinado y elegante de todos los desarrollados por las civilizaciones
precolombinas. Es digno y majestuoso, exuberante y sensual, y presenta una ornamentación
espléndida.

Las estelas con relieves figurativos e inscripciones son los ejemplos más característicos de las
esculturas conmemorativas exentas realizadas en piedra por los mayas. Los ejemplos más
elaborados se encuentran en Copán, donde la maleabilidad de la piedra permitió una
exuberancia ornamental barroca. La mayor parte de los emplazamientos importantes cuenta
con una evolucionada tradición en la realización de paramentos de piedra decorados con
relieves. En Palenque se utilizó el estuco para crear relieves de gran complejidad que
decoraban los templos y palacios, como las célebres cabezas de la cripta de la pirámide de las
Inscripciones.

Los mayas dominaron todas las formas artísticas precolombinas conocidas, menos el trabajo
en metal. Aunque no se conservan telas tejidas por los mayas, su calidad y decoración pueden
apreciarse a través de las representaciones en pinturas, figurillas y esculturas. Tallaban con
maestría el jade, la madera, el hueso y las conchas, pero fue en los trabajos realizados con
arcilla donde más destacaron. Sus figurillas de un realismo extraordinario (especialmente las
provenientes de la isla de Jaina, Yucatán) y su cerámica policromada en la que se representan
escenas mitológicas o de la vida cotidiana (producida en champlevé, Guatemala) se cuentan
entre las mejores piezas de cerámica pintada precolombina.
Yann Arthus-Bertrand/Corbis
Templo de Coba. El antiguo centro mesoamericano de Cobá se desarrolló especialmente durante el
final del periodo clásico maya y el principio del posclásico, es decir, aproximadamente entre los años
800 y 1000. Sus ruinas, entre las que se hallan las del templo que aparece en esta fotografía aérea,
se encuentran en el estado mexicano de Quintana Roo.

Ejemplos de frescos mayas particularmente excepcionales se han hallado en Bonampak,


Palenque y Tikal. También produjeron códices con escritura jeroglífica. De los códices mayas
que se conservan, el códice de Dresde (Sachsische Landesbibliothek, Dresde, Alemania) es el
que mejor ilustra el uso descriptivo y formalmente dinámico de los signos por parte de los
mayas. Véase Arte y arquitectura mayas.

6.2.3 Zapotecas

La cultura zapoteca (también denominada cultura de Monte Albán) dominó el valle de Oaxaca.
Se originó en el periodo preclásico (comenzó c. 1500 a.C.) y alcanzó su apogeo entre el año
300 d.C., aproximadamente, y el 700 d.C. En Monte Albán (fl. alrededor del 500 a.C. y el
500 d.C.), que es el mayor conjunto urbano zapoteca, se aprecia que esta civilización mantuvo
lazos primero con los olmecas y después con Teotihuacán. Dado que concedían gran
importancia a la adoración de sus antepasados más ilustres, los zapotecas tienen una gran
producción artística relacionada con los ritos funerarios. Las tumbas de Monte Albán y de toda
la zona de Oaxaca poseen elaboradas urnas funerarias con figuras que representan divinidades
asociadas con fuerzas naturales como la lluvia y el viento.

En los templos de Monte Albán se aprecia la influencia del sistema de talud y tablero utilizado
en la arquitectura de Teotihuacán, al igual que en las espaciosas plazas rodeadas de escaleras
monumentales que conducen a los basamentos de los templos. También hay estelas con
relieves e inscripciones jeroglíficas diseminadas por la zona. Las tumbas tenían antecámaras y
numerosos nichos y estaban decoradas con frescos que denotan la influencia de los murales de
Teotihuacán.

Bridgeman Art Library, London/New York


Urna zapoteca
La influencia de las culturas teotihuacana y maya se
percibe en esta urna funeraria zapoteca labrada en
piedra caliza. El rostro central presenta rasgos
felinos, que pueden tener alguna relación con el dios
jaguar de la civilización olmeca.

6.2.4 Cultura clásica de Veracruz

A lo largo del golfo de México se desarrolló una cultura que en el pasado se denominó
erróneamente totonaca, y que actualmente conocemos como cultura clásica de Veracruz.
Recibe su nombre del actual estado mexicano de Veracruz, que corresponde aproximadamente
a la zona donde se concentró la actividad de dicha cultura. En El Tajín, principal centro
ceremonial, se encuentran siete edificaciones para el juego de pelota, que indican la
importancia que tenía para la cultura clásica de Veracruz el juego de pelota mesoamericano,
un deporte alegórico de carácter ritual, el tlachtli. Muchos de los relieves más importantes de
esa civilización decoran las edificaciones destinadas a este juego, y en algunos se representa el
sacrificio ritual de los participantes.

Los objetos más importantes de la cultura clásica de Veracruz son las hachas, yugos y palmas,
todos ellos realizados en piedra. Aunque se asocian con el juego de pelota, la función precisa
de esos instrumentos ha sido objeto de grandes controversias. Sin embargo, la mayoría de los
expertos creen que les eran concedidos a los mejores jugadores, que no los utilizaban durante
el juego sino en celebraciones y procesiones ceremoniales. Las hachas también podrían
haberse utilizado para delimitar las zonas del juego. Destacan asimismo las figuras de barro
que representan a los jugadores ataviados con todos sus atributos, desde los complicados
peinados, las faldas con símbolos distintivos y gruesos cinturones, hasta el calzado y todos los
accesorios como rodilleras, coderas y elementos necesarios para practicar el deporte sagrado
del juego de pelota.
Existe también una amplia producción de figurillas de barro de gran calidad, especialmente en
la región de Remojadas, famosa por sus estatuillas de rostro amplio y sonriente conocidas
como ‘caritas sonrientes’. Las figurillas huecas, de gran realismo, producidas en su totalidad o
en parte utilizando moldes, se cuentan entre las esculturas de barro a gran escala más
significativas del periodo precolombino. Los rasgos y los detalles ornamentales de las llamadas
‘caritas sonrientes’ se caracterizan por estar resaltados con la aplicación de chapopote (asfalto)
después de la cocción.

Probablemente por estar ubicada en las rutas comerciales y entre otras culturas mexicanas, la
clásica de Veracruz era una cultura ecléctica. Su arte y arquitectura, especialmente los de
Cerro de Las Mesas, denotan influencias olmeca, de Teotihuacán, zapoteca y maya.

Nefsky/Art Resource, NY
Figura cerámica del periodo clásico de Veracruz
Esta estatuilla cerámica del periodo clásico de Veracruz (c.
600-800) representa a un hombre jugando al juego ritual de la
pelota (tlachtli). La influencia de otras culturas
mesoamericanas se aprecia en los rasgos de la figura, pero su
sencillez es única del periodo clásico veracruzano.

6.3 Periodo posclásico

Durante el periodo posclásico se desarrollaron varias culturas importantes: la tolteca, la


purépecha o tarasca, la huasteca y totonaca, la mixteca y la azteca.

6.3.1 Toltecas y maya-toltecas

Tula, situada a unos 64 km al norte de la ciudad de México, era la capital de los militaristas
toltecas, que establecieron su imperio a principios del periodo posclásico, en el siglo X d.C. Se
trataba de una sociedad austera de guerreros pragmáticos, que parecían más interesados por
la función que por la forma, de modo que produjeron pocos objetos lujosos. La cerámica más
apreciada, por ejemplo, fue la llamada plomiza o plumbate y la anaranjada fina importada de
artesanos no toltecas que vivían en la costa del Pacífico, cerca de la actual frontera entre
México y Guatemala. La cerámica plomiza, única cerámica vidriada de Mesoamérica, tiene una
superficie metálica, habitualmente gris verdosa resultado de la vitrificación de una barbotina
de arcilla durante la cocción para obtener el brillo.

Richard A. Cooke III/Tony


Stone Images
Ruinas de Tulum, México
Tulum fue una de las ciudades
más importantes de la
civilización maya. Está situada
en la costa noroeste de la
península de Yucatán, México.
Los arqueólogos no saben
cuáles fueron las verdaderas
causas de la decadencia de la
civilización maya, sin
embargo, las ruinas de
ciudades como Tulum revelan
aspectos fascinantes de esa
cultura.

La arquitectura y la escultura toltecas reflejan la influencia de la cercana Teotihuacán. Sin


embargo, los estetas toltecas pretendían inspirar temor en vez de aspirar a la armonía
espiritual que perseguía la civilización de Teotihuacán. El templo que se encuentra en la cima
de la pirámide de Tlahuizcalpantecuhtli o de la Estrella Matutina en Tula tiene unas columnas
de 4.6 m de alto, modeladas como imponentes guerreros rígidos, conocidos como atlantes,
que guardan el recinto sagrado. Alrededor de la base de esta pirámide existen palacios y
recintos ceremoniales, probablemente para la elite militar. Al pie de la cara norte de la
pirámide hay un elemento arquitectónico ideado por los toltecas que puede haber servido para
encerrar un espacio ceremonial secreto que se denomina coatepantli o muralla de serpientes.
El coatepantli consiste en un friso labrado en piedra que muestra una sucesión de serpientes
que persiguen y devoran esqueletos. Otro elemento arquitectónico tolteca fue el tzompantli, o
altar de cráneos, una plataforma baja, cercana a la pirámide principal, provista de soportes
para apilar o ensartar las cabezas cercenadas de los sacrificados. El recio arte tolteca muestra
una faceta de vigor en las formas que anuncian el predominio del guerrero sobre el sacerdote,
una visión que se mantendría a lo largo del horizonte posclásico mesoamericano.

Según narraciones mítico-históricas posteriores, los toltecas invadieron la península de Yucatán


alrededor del 1000 d.C. y establecieron su capital en la ciudad maya de Chichén Itzá. Una
parte importante de la arquitectura e iconografía de este lugar refleja la fusión de la cultura
maya tardía con la cultura tolteca temprana. Algunos elementos arquitectónicos encontrados
en Tula, como las columnas con forma de serpiente que aluden a Quetzalcóatl (la serpiente
emplumada) y al Chac-mool (una figura reclinada que sostiene vasijas para las ofrendas en los
sacrificios) se repiten en Chichén Itzá. Hay frescos con imágenes del asentamiento de un grupo
tolteca. La calidad del diseño y del arte en Chichén Itzá es superior a los de Tula, lo cual refleja
el mayor grado de evolución de la capacidad artística de los arquitectos y artesanos mayas
además de la influencia que ejercieron sobre ellos las numerosas culturas con las que tuvieron
contacto.

© Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.


Tzompantli o ‘Altar de cráneos’. Edificio construido con varias hileras de cráneos
humanos de los prisioneros de guerra que habían sido sacrificados. Ensartados en
pértigas de madera, se contaban por miles. Este tipo de construcción se hallaba en
todas las poblaciones de la época.

Hacia el año 1250 se estableció una nueva capital maya en Mayapán, Yucatán: una ciudad
amurallada en lugar del centro abierto construido por los mayas clásicos. Tulum es otra ciudad
amurallada maya del periodo posclásico. Ubicada sobre la costa del Caribe mexicano, fue la
primera ciudad mesoamericana descrita por los españoles.

Tom Owen
Edmunds/Bridgeman Art
Library, London/New York
El Caracol, Chichén Itzá
El Caracol de Chichén Itzá (c.
1050, Yucatán, México) se
compone de una torre con dos
muros concéntricos y una
escalera de caracol que
conduce a una pequeña sala
en lo alto del edificio. Las
ventanas a lo largo de la
escalera y en la abertura de la
cúspide se empleaban para la
observación astronómica, por
lo que el Caracol se conoce
también como el Observatorio.
6.3.2 Purépechas o tarascos

La cultura purépecha o tarasca floreció en el oeste de México desde comienzos del periodo
posclásico hasta la conquista española. En su capital, Tzintzuntzan, sobre el lago de Pátzcuaro,
se han encontrado las yácatas (templos circulares y escalonados dispuestos en línea sobre un
basamento rectangular). Se cree que los purépechas fueron los primeros que trabajaron el
metal en Mesoamérica. Es probable que aprendieran las técnicas de la metalurgia gracias al
comercio con las civilizaciones de América Central y las andinas a través del océano Pacífico.
Los ornamentos de cobre, oro, bronce y otras aleaciones hechos por los purépechas eran tan
apreciados como sus trabajos con plumas y sus telas.

6.3.3 Huastecas y totonacas

En la época de la conquista española, la cultura huasteca estaba asentada en la costa norte del
golfo de México, mientras que la costa central estaba ocupada por los totonacas, cuya ciudad
principal era Zempoala. Los huastecas eran conocidos por sus esculturas en piedra y por
trabajar las conchas con intrincados dibujos recortados.

6.3.4 Mixtecos

Macduff Everton/Corbis
Yagul
A unas decenas de
kilómetros al sureste de la
ciudad mexicana de
Oaxaca de Juárez se
encuentran las ruinas de
una antigua ciudad
mesoamericana de origen
zapoteca, Yagul,
posteriormente absorbida
por los mixtecos. Uno de
sus más notables edificios
es este enorme tlachtli o
juego de pelota.

Hacia el siglo X, los mixtecos (habitantes del país de las nubes) provenientes de la altiplanicie,
penetraron en parte del territorio vecino de los zapotecas, en los valles de Oaxaca, por medio
de guerras o de matrimonios mixtos. Utilizaron Monte Albán como necrópolis, o ciudad de los
muertos, y se asentaron en ciudades fortificadas como Yagul y Mitla, que fue un importante
centro religioso. Las edificaciones mixtecas están decoradas con unos mosaicos geométricos de
piedra que son característicos.
La pictografía (ejemplificada en el códice Nuttall), los murales y la cerámica pintada de los
mixtecos demuestran la habilidad artística de esa cultura. También fueron los más destacados
en el trabajo de metalurgia en Mesoamérica, y la cerámica que se hacía en Cholula al estilo
mixteco-poblano era la más apreciada en México durante los siglos XIV y XV. En las tumbas de
Monte Albán han aparecido ofrendas extraordinarias compuestas por vasijas de tecali
(mármol), copas de cristal de roca, collares, perlas, objetos de ópalo, ágata, jade, ámbar,
turquesa y elaborada joyería de filigrana de plata y oro. Los mixtecos sobresalieron también en
la decoración de máscaras, cuchillos ceremoniales y otros objetos con incrustaciones de coral,
conchas, turquesa, obsidiana y otras piedras. Se especializaron en el labrado de la madera,
destinado principalmente a las complejas decoraciones de los átlatl (instrumento utilizado para
lanzar flechas) y en el tallado de los teponaztli (instrumentos horizontales de percusión de
forma cilíndrica y ahuecados), de uso ceremonial.

6.3.5 Aztecas

La última civilización mesoamericana importante fue la de los aztecas, también llamados


mexicas (de donde proviene el nombre de México). Entre 1428 y 1521 los aztecas produjeron
y reunieron, a través de los tributos imperiales, objetos que hoy constituyen algunos de los
mejores ejemplos del arte precolombino que ha llegado hasta nuestros días.

Nik Wheeler/Corbis
Las ruinas del Templo Mayor
En las ruinas del Templo Mayor de México-Tenochtitlán los
arqueólogos han descubierto algunas de las piezas arqueológicas
prehispánicas más espectaculares del siglo XX. En 1913 el
antropólogo mexicano Manuel Gamio localizó el lugar exacto en el
que se hallaban los restos de este templo mexica. Sin embargo, no
fue sino hasta 1978, con el descubrimiento de la efigie de la diosa
Coyolxauhqui por unos obreros de la compañía eléctrica, cuando se
iniciaron nuevas excavaciones que finalizaron en 1982 con la pública
inauguración de este destacadísimo recinto.

En la época de la conquista española, el corazón del Imperio azteca era Tenochtitlán, ubicada
donde está hoy la ciudad de México, era probablemente la población más grande y una de las
más hermosas del mundo. Construida en el lago de Texcoco sobre islas naturales y artificiales
llamadas chinampas, la Gran Tenochtitlán se parecía en su concepción a la ciudad italiana de
Venecia. Las calles eran básicamente canales y el medio principal de transporte eran las
canoas. Hoy día, la plaza central (el zócalo) de la capital mexicana se extiende encima del
principal centro ceremonial azteca. Excavaciones recientes, llevadas a cabo por arqueólogos
mexicanos en el templo Mayor de los aztecas, han sacado a la luz algunos de los hallazgos
arqueológicos más espectaculares de este siglo en México.

Bridgeman Art Library, London/New York


Máscara azteca
Los artistas prehispánicos emplearon a menudo la técnica
musivaria. Esta máscara azteca de madera está recubierta por un
mosaico de turquesas, con ojos y dientes de madreperla. Las
teselas están adheridas al soporte con una resina natural.

Los aztecas produjeron esculturas exentas en piedra con carácter monumental. En ellas
utilizaron tanto expresiones abstractas como realistas para revelar el carácter interno y
externo de la divinidad, persona o animal retratados. La mayor parte de la escultura en piedra
se utilizó para la decoración arquitectónica y las representaciones de dioses. También se
empleó en los altares para sacrificios humanos, en los cuauhxicalli (recipientes para la sangre y
el corazón), calendarios de piedra y otros objetos ceremoniales importantes. Ejemplos
ilustrativos de la monumentalidad de la escultura mexicana son la extraordinaria figura de la
diosa Coatlicue, símbolo de la dualidad que caracterizaba las religiones mesoamericanas; el
enorme disco labrado de la Coyolxauhqui desmembrada y el universalmente conocido
calendario azteca o Piedra del Sol.

La calidad de la concepción y ejecución de los códices aztecas es excepcionalmente alta. Sólo


unos pocos sobrevivieron a la destrucción de las bibliotecas mexicanas durante las guerras que
culminaron con la caída del imperio en 1521. Véase Arte azteca.

7 ÁREA CENTRAL ANDINA

El florecimiento de las culturas, como sucedió en Mesoamérica, va acompañado por el


desarrollo de las técnicas de cerámica que preceden a la evolución de las ciudades, no
obstante, en el área central andina la arquitectura monumental es anterior a las primeras
cerámicas hechas en la región.
7.1 Periodo precerámico

Alrededor del 2500 a.C. se construyeron túmulos ceremoniales de carácter monumental en


Huaca Prieta, en el Valle de Chicama, que está al norte de la costa peruana. En el mismo sitio
también fueron hallados tejidos de algodón de técnica muy evolucionada y calabazas labradas
con estilizados motivos geométricos. Otro emplazamiento del periodo precerámico en la costa
norte es Las Haldas, donde tal vez fueran levantadas las primeras pirámides y basamentos de
templos de toda América. Estos fueron construidos con tierra y datan de alrededor del
1800 a.C. El Paraíso o Chuquitanta, en la zona central de la costa peruana, es el lugar de
mayores dimensiones del periodo precerámico en el que se han realizado excavaciones. Había
varios complejos residenciales construidos con piedra y arcilla, compuestos de habitaciones y
terrazas superpuestas. En Kotosh, otro centro importante del periodo precerámico, ubicado en
la altiplanicie del norte del Perú, se levantaron templos con terrazas en piedra revestida de
arcilla y decorados con relieves de manos cruzadas, realizados también en arcilla.

7.2 Periodo preclásico

En el Perú se desarrollaron dos culturas importantes durante el periodo preclásico, la de Chavín


y la de Paracas.

7.2.1 Chavín

Ric Ergenbright/Corbis
Lanzón de Chavín de Huantar
El antiguo centro ceremonial precolombino de Chavín de Huantar se
encuentra al norte de los Andes peruanos. Distintas habitaciones y
pasadizos subterráneos de estructura laberíntica forman un
complejo templo, en cuyo interior se encuentra clavado al suelo la
escultura de más de dos metros de altura que reproduce esta
fotografía, llamada El Lanzón o 'felino sonriente'. Chavín de Huantar
es en la actualidad un municipio de la provincia peruana de Huari,
perteneciente al departamento de Ancash.

Entre aproximadamente el 1200 y el 200 a.C., floreció en el


norte del altiplano peruano, en el centro ceremonial de
Chavín, una civilización paralela en muchos sentidos a su
contemporánea mesoamericana de los olmecas. Ambas
fueron importantes culturas dentro de sus áreas
arqueológicas, y ambas usaron imágenes felinas en sus iconografías religiosas. Parece ser que
la influencia artística de Chavín no se extendió a través de conquistas sino por difusión
religiosa y cultural. Pueden encontrarse muestras de la influencia artística e iconográfica de la
cultura Chavín en emplazamientos que van desde Ecuador hasta el sur de la costa peruana.
Chavín de Huantar está compuesto por una serie de plataformas y templos con arcos saledizos
en algunos corredores. Los ejemplos más sobresalientes de escultura en piedra dentro del área
central andina se encuentran en Chavín de Huantar o en emplazamientos relacionados con la
cultura chavín como Cerro Blanco y Cerro Sechín. Sin embargo, a diferencia de la cultura
olmeca y otras culturas mesoamericanas, la chavín y otras civilizaciones peruanas posteriores
produjeron muy pocas esculturas exentas en piedra o figurillas de barro. El relieve plano
chavín alcanzó su apogeo en el estilizado diseño rectilíneo de la estela conocida como
Raimondi, que debe su nombre al naturalista y profesor italiano Antonio Raimondi, estudioso
de Perú desde que llegó en 1849.

La vasija de asa de estribo, o caño estribo (un recipiente cerrado que tiene un asa hueca en
forma de U coronada por un pico tubular), se originó probablemente en el norte del Perú y se
convirtió en la vasija más característica de la cerámica chavín. Al igual que la olmeca, la buena
cerámica chavín se hacía en enclaves alejados de los principales centros ceremoniales. En
Cupisnique, Chongoyape y Tembladera, situados en los valles costeros del norte del Perú, se
hacían vasijas de gran calidad en forma de efigie, con diseños abstractos y realistas.

Con el desarrollo de la metalurgia, la civilización chavín destacó en la elaboración de adornos


corporales en oro repujado. Las piezas más características son las placas decorativas para
adornar la ropa y las altas coronas cilíndricas con relieves de tema mitológico que usaba la
nobleza chavín.

7.2.2 Paracas

Entre el año 900 y el 400 a.C. floreció otra civilización en la costa sur del Perú, la de Paracas.
La cultura de Paracas es conocida sobre todo por sus tejidos, que se han conservado en
perfecto estado gracias a la extrema aridez de la zona. Los muertos eran amortajados con
telas y enterrados en tumbas, en las que la sequedad del aire momificaba los cuerpos. Dichas
mortajas son de gran interés arqueológico ya que las telas están bordadas, tejidas o pintadas
de forma muy elaborada con motivos felinos claramente relacionados con los de Chavín de
Huantar, en el altiplano. También se aprecia una clara influencia chavín, especialmente en lo
relacionado con la utilización de la iconografía felina, en las vasijas con forma de efigie
halladas en la necrópolis de Paracas (véase Tejidos latinoamericanos).

El estilo general de los objetos producidos en la región costera del sur del Perú se inclina más
por los motivos sencillos y angulares que se aprecian en los tejidos de Paracas, que por el
detallado realismo y las formas redondeadas de las esculturas de arcilla y de metal
características del arte de la zona norte peruana. Por lo tanto, la decoración de la cerámica de
Paracas es muy estilizada, con diseños realizados mediante incisiones, y policromada con
colores brillantes. Las vasijas suelen ser de doble pico y base redondeada, en lugar de tener
asa de estribo y fondo plano como las de la costa norte.
7.3 Periodo clásico

El periodo clásico estaba dominado por las culturas moche y Nazca, y posteriormente las
culturas de Tiahuanaco y las relacionadas con Huari.

7.3.1 Moches

La sociedad militarista moche o mochica floreció entre los años 200 a.C. y 700 d.C. en la costa
norte de Perú. Toma el nombre del principal centro ceremonial y administrativo de esta
cultura, aunque también se la ha denominado mochica en referencia a su lengua. La ciudad de
Moche, una de las más antiguas y monumentales concentraciones urbanas de Perú, se
extendía alrededor de dos grandes pirámides gemelas de adobe llamadas huaca del Sol y
huaca de la Luna.

C.J. Collins/Photo Researchers, Inc.


Vaso-retrato mochica
Los vasos-retrato fueron característicos de la cultura mochica,
especialmente entre los siglos V y VI. Estas obras, que solían
representar a guerreros o sacerdotes, se decoraban con vidrio
esmaltado de dos colores.

A pesar de que la cultura moche era una sociedad militar,


poseía un gusto artístico muy refinado. En sus tumbas se
han hallado objetos de cerámica y orfebrería que superan
en delicadeza y perfección a los de otras regiones del área
central andina.

La cerámica moche es una de las más populares de


Perú por su realismo y carácter escultórico que la sitúa
entre las más refinadas del periodo precolombino. Los
llamados jarros retrato, son recipientes en los que el
ceramista ha modelado los rasgos faciales y
psicológicos de una persona. En otras piezas se
representan escenas de la vida religiosa y militar,
pintadas en finos tonos siena y rojos sobre fondo
amarillo. La cerámica erótica moche es una de las más
abundantes del periodo precolombino. Se cree que
tenía una finalidad ceremonial, y mediante ella se
establecía un verdadero código moral.

Bridgeman Art Library, London/New York


Vasija mochica.
En esta vasija mochica del siglo V o VI tres deidades enseñan sus colmillos en lo alto de unas mazorcas de
maíz. Esta pieza tuvo seguramente una función ceremonial, como la mayoría de la cerámica de esta
cultura centroandina.

Los trabajos en metal de los moches eran más elaborados y de una técnica más avanzada que
los de civilizaciones precolombinas anteriores. Los adornos corporales realizados con oro,
plata, cobre y aleaciones solían tener incrustaciones de turquesas y lapislázuli. Los motivos
eran geométricos y mitológicos, especialmente de la deidad felina.

7.3.2 Nazca

La cultura Nazca, del sur de la costa peruana, en el valle del río Nazca, era casi coetánea de la
de los moches. Como sus predecesores, los paracas, los Nazca produjeron pocas obras
arquitectónicas pero destacaron en los tejidos y la cerámica de diseños estilizados y colores
brillantes, totalmente diferente a la del norte del Perú, de diseño realista y colores sobrios. La
cerámica Nazca es de exuberante policromía y con diseños y decoración audaces. Ya no utiliza
incisiones profundas como la de Paracas y el color se aplica antes de la cocción y no después
de ella. Aunque tanto los moches como los Nazca hicieron vasijas en las que combinaban
elementos modelados y dibujados, los primeros preferían la cerámica escultural y los segundos
la pintada.

Uno de los vestigios más enigmáticos del legado precolombino son las líneas dibujadas en el
desierto de Nazca. Conocidos como los dibujos zoomorfos, fueron realizadas arrancando las
piedras de la superficie oscura para dejar al descubierto un sustrato más claro. Los dibujos
representan, a una escala enorme, formas geométricas, animales, pájaros y peces que sólo
pueden apreciarse en su totalidad desde el aire. Se asemejan a las imágenes pintadas de la
cerámica Nazca y se cree que probablemente tuvieran una función ceremonial o astronómica.
7.3.3 Tiahuanaco

Tom
Owen Edmunds/Bridgeman Art Library, London/New York
Puerta del Sol en Tiahuanaco. La parte central del dintel de la Puerta del Sol en
Tiahuanaco (Bolivia) está decorada con bajorrelieves geométricos. El dios que representa
luce un tocado con cabezas de pumas. Esta puerta ceremonial se construyó en el siglo IX.

Tiahuanaco es un emplazamiento boliviano próximo al lago Titicaca, en el sur del altiplano


central andini, que data de fecha tan temprana como el año 200 a.C. Aproximadamente entre
el 200 y el 600 d.C., este complejo urbanístico se convirtió en el centro de otra importante
civilización del período preclásico.

El arte y la arquitectura de Tiahuanaco concedían mayor importancia al hecho de que las obras
fueran austeras y perdurables. Los motivos decorativos y las imágenes religiosas son de gran
rigidez. Tanto las edificaciones como las esculturas se caracterizan por su aspecto monolítico y
monumental. La Puerta del Sol de Tiahuanaco, hecha de un solo bloque de piedra y decorada
con relieves de espléndida ejecución, tiene 3 metros de altura y 4 de ancho, y debe su
monumentalidad a la grandiosidad del diseño. Diseminadas por toda la zona de Tiahuanaco
hay estatuas monolíticas antropomórficas que alcanzan alturas de más de 6 metros y están
decoradas con bajorrelieves. Fue una de las pocas culturas del área central andina que utilizó
la piedra de forma masiva en arquitectura, escultura y objetos ceremoniales.

7.3.4 Huari

La civilización huari (o wari), aunque tenía la misma religión e iconografía que la civilización de
Tiahuanaco, presentaba características socioeconómicas distintas. Aproximadamente entre el
año 750 y el 1000 el imperio huari puso fin al regionalismo cultural en Perú, preparando así la
unificación cultural del periodo inca.

Charles and Josette Lenars/Corbis


Tejido de Huari
La ciudad precolombina de Huari (también llamada Wari) se halla
en el actual departamento peruano de Ayacucho, a unos 2.800 m
sobre el nivel del mar. La civilización a la que dio nombre dicha
ciudad estuvo relacionada con la de Tiahuanaco. A partir del siglo
VII, el poder imperial emanado desde Huari puso fin al
regionalismo cultural en el área peruana, preparando así la
unificación cultural del periodo inca. Las zonas costeras
dominadas por Huari produjeron tejidos de la más alta calidad,
muchos de cuyos diseños eran abstracciones de los motivos
pintados en la cerámica de Tiahuanaco. En la imagen, un ejemplo
del trabajo textil de la civilización Huari.

Al igual que la moche, la huari era una sociedad guerrera que apreciaba el arte y el diseño. Las
culturas huari costeras (conocidas antaño como tiahuanacos de la costa) produjeron tejidos de
la más alta calidad. Muchos de los diseños, especialmente el de los ponchos, eran
abstracciones de los motivos pintados en la cerámica de Tiahuanaco. Aunque menos refinada
que ésta, la cerámica huari se caracteriza por su solidez, lo audaz de sus diseños y la riqueza
de la policromía.

7.4 Periodo posclásico

Durante el periodo posclásico la civilización más preeminente de la Sudamérica precolombina


era la inca, sólo comparable a la chimú.

7.4.1 Chimú

Desde el año 1000, aproximadamente, hasta el 1470, el norte de Perú estuvo dominado por
los chimú. La capital imperial, Chan Chan, estaba compuesta por grupos de edificaciones con
paredes de adobe que recuerdan los primeros asentamientos huari. Chan Chan es el
emplazamiento urbano más grande de la zona andina y una verdadera ciudad, compuesta de
diez o doce divisiones de planta octogonal, cada una de las cuales contiene un recinto
ceremonial, residencias, mercados, talleres, depósitos de agua y de alimentos y jardines. Las
edificaciones están decoradas con mosaicos hechos con ladrillos de adobe o con bajorrelieves
moldeados en un enlucido de arcilla, que representan animales, pájaros y figuras mitológicas.
Aunque Chan Chan no estaba fortificada, los chimú defendieron su imperio construyendo
fortalezas en las fronteras. Paramonga, que defendía la frontera sur, está considerada como
una obra de arte de ingeniería militar, al igual que la fortaleza de Sacsahuamán, más allá de
Cuzco.

La cerámica chimú se producía principalmente usando moldes. Su característico color negro se


obtenía sofocando prácticamente la llama al reducir la cantidad de oxígeno del horno durante
la cocción. Se decoraba con relieves hechos en moldes y, después de cocida, la superficie de la
vasija se pulía para darle un reflejo plateado.

Los orfebres chimús producían objetos mediante técnicas muy variadas como el martillado, de
origen colombiano, la soldadura o la cera perdida. Comparada con la cerámica, la metalistería
chimú resulta más original en lo que se refiere al diseño y ejecución artística. Típicas de este
trabajo son las máscaras, los antebrazos, los collares, los aretes e los incluso vestidos con
incrustaciones de oro.

Los tejidos ofrecen características similares a los demás productos chimú en cuanto a calidad y
cantidad. Especialmente sobresaliente es el arte plumario y sus ponchos decorados con plumas
de pájaros tropicales estaban considerados como una de las vestimentas más lujosas del
periodo posclásico.

7.4.2 Incas

Desde su capital, Cuzco o Cosco, en quechua ‘ombligo del mundo’, los incas dirigieron un
imperio que se extendía por el área central andina desde Ecuador hasta Chile. Ellos se
autodenominaban tahuantinsuyo, y el nombre de
incas significaba en quechua ‘señor’ o ‘alteza’. No
sólo los objetos sino también toda la estructura de
la civilización inca sufrió una suerte similar a la de
los aztecas de México. El fervor religioso y la
codicia por los metales preciosos son responsables
de la destrucción de gran parte de los objetos
incas de oro y plata, que fundidos y convertidos en
lingotes, fueron embarcados rumbo a Europa.

Richard Bergmann/Photo Researchers, Inc.

Machu Picchu, Perú

Los incas fueron maestros en el aparejo de grandes bloques de piedra a hueso. La fortaleza fronteriza de
Machu Picchu es uno de los ejemplos mejor conservados de su arquitectura
De todos modos, gracias a que los españoles entablaron contacto directo con este pueblo
americano, la suya es la civilización de Sudamérica que mejor se conoce actualmente. Era un
pueblo guerrero del altiplano, cuyo arte y arquitectura se caracteriza por la simplicidad de
formas, la escasa decoración y la funcionalidad. Las edificaciones incas, que presentaban una
de las estructuras más logradas de todo el periodo precolombino, estaban construidas con
aparejo de piedra, trabajada y engastada con gran precisión y sin ninguna decoración
posterior. Eran características las puertas y ventanas trapezoidales.

Los incas no produjeron estatuas exentas de gran tamaño ni esculturas ornamentales. Las
figurillas de metal y las pequeñas vasijas de piedra ceremoniales con representaciones de
llamas y alpacas constituyen los ejemplos más destacados de su escultura.

La cerámica, al igual que la chimú, se producía mediante moldes, aunque no era de tanta
calidad. La pieza más característica fue el aribalo, recipiente policromado para transportar
líquidos. Tanto en los textiles como en la metalurgia los incas continuaron la tradición
centroandina de alta calidad en el diseño y la ejecución. Véase Arte y arquitectura incas.

8 ÁREA INTERMEDIA

En el sur de Centroamérica, en Colombia y Ecuador, también se desarrollaron estilos artísticos


y arquitectónicos notables.

8.1 Sur de Centroamérica

En Costa Rica y Nicaragua se encuentran esculturas de piedra monumentales y de magnífica


realización. Además de las estatuas de dioses que reflejan la influencia mesoamericana, las
culturas de Centroamérica realizaron metates ceremoniales de piedra (superficies para moler el
maíz y otros granos) con diseños muy elaborados y hachas ceremoniales de jade muy
trabajado.

La metalistería, de amplia difusión, refleja la influencia del norte de Sudamérica. Entre los
ejemplos más destacados se cuentan los objetos de adorno corporal de la cultura panameña de
Veraguas y la de Chiriquí, de Panamá y sur de Costa Rica.

Audaz en colorido y diseño, la cerámica coclé de Panamá muestra un parecido sorprendente


con los modernos molas, o apliques invertidos, que los cuna de la cordillera de San Blas cosen
en sus telas, por sus dibujos de ritmo dinámico. La cultura chorotega produjo los mejores
jarros retrato policromados de toda Centroamérica en la península costarricense de Nicoya.
8.2 Colombia

En Colombia se han descubierto pocos emplazamientos arquitectónicos. El yacimiento


arqueológico más antiguo y más extenso de la zona se halla ubicado en San Agustín, lugar en
el que abundan esculturas exentas en piedra, relacionadas muchas de ellas con el culto a
divinidades felinas. También hay templos y tumbas subterráneas. En Tierradentro, se han
hallado tumbas ricamente decoradas, excavadas en la roca. En Tairona, en la zona del Caribe,
hay restos de calles empedradas y cimientos de casas circulares, también de piedra.

El trabajo del oro era el arte mayor de Colombia. Las culturas de los calimas, quimbayas,
taironas, tolimas, sinues, darienes y chibchas o muiscas desarrollaron diferentes estilos de
trabajar los metales según cada región, así como diferentes piezas y símbolos iconográficos.
Aunque refleja la influencia centroandina, la orfebrería colombiana suele ser más innovadora
en sus técnicas y diseños.

La cerámica colombiana rara vez alcanzó el nivel estético de la orfebrería, excepto en culturas
como la quimbaya, cuyas robustas figurillas y vasijas de barro eran de tan alta calidad como
los objetos que hacían en oro.

8.3 Ecuador

En Ecuador se encuentra una cerámica de mejor calidad que en Colombia. Los expertos no se
ponen de acuerdo sobre si la cerámica más antigua del hemisferio occidental procede de la
zona de Valdivia (c. 3000 a.C.) en Ecuador o de Puerto Hormiga en la costa septentrional de
Colombia, que es de la misma época. En Chorrera, Guangala, Bahía, Jama Coaque, La Tolita,
Mantano y Carchi se elaboraron figurillas y jarros retrato.

Kevin Schafer/Corbis
Cerámica de Chorrera

La cultura neolítica precolombina de Chorrera tuvo lugar en la costa


ecuatoriana en un periodo cronológico mal datado todavía pero que sin duda
se desarrolló, al menos, desde el 800 hasta el 300 a.C. La cerámica
antropomorfa que se reproduce aquí es una buena muestra de su más
característica actividad artística

Apenas se hallan restos de esculturas de piedra, ni exentas ni


integradas en la arquitectura. Los mejores ejemplos se
encuentran en los bajorrelieves de Manta, en Cerro Jaboncillo.
También de este periodo (850-1500 d.C.) son las banquetas
manabí, unos asientos de piedra en forma de V cuyo pie está
formado por una figura de jaguar o atlante, son los objetos en piedra más característicos de
Ecuador. Existen, asimismo, buenos ejemplos de trabajos en metal.
9 ÁREA PERIFÉRICA

En la cuenca amazónica se han encontrado objetos de cerámica en diversos yacimientos


arqueológicos, y en la zona del Caribe los arawak y los taínos desarrollaron una cultura y un
arte propios.

9.1 Cuenca amazónica

La mayor parte del arte amazónico se realizaba con materiales perecederos como la madera,
las plumas y las fibras vegetales. La cerámica precolombina más importante de esta región se
ha encontrado en Brasil, en el delta del río Amazonas. En Santarém se han descubierto vasijas
que datan de 1250 al 1500 d.C. aproximadamente, con elaboradas formas figurativas. De los
túmulos fechados entre el año 1000 y el 1250 de la isla de Marajó se han extraído objetos de
cerámica pintada, decorados con incisiones y complicados dibujos, así como enormes urnas
funerarias. En la isla de Maracá se han encontrado jarros retrato de hombres sentados.

9.2 Zona del Caribe

La mayor parte de los objetos precolombinos de la zona caribeña proceden de las islas
antillanas de Puerto Rico, Jamaica, Haití y República Dominicana. Estas islas estaban habitadas
principalmente por los arawak, procedentes de la desembocadura del río Orinoco en
Venezuela. Por esa razón su arte está íntimamente
relacionado con el del norte de Sudamérica. Los arawak se
establecieron en Puerto Rico alrededor del 200 d.C. y su
cultura perduró hasta la conquista española. Los objetos
característicos de este pueblo están hechos de hueso,
madera y piedra. Incluyen espátulas para provocar el vómito
como purificación por motivos religiosos, dijos o bancos
ceremoniales de madera tallada para los sacerdotes o jefes,
y los cemíes o trigonolitos, piedras triangulares labradas con
figuras de animales o seres humanos que representan a los
dioses más importantes y espíritus de la naturaleza. Dentro
de la cerámica aparecen vasijas decoradas con incisiones que forman dibujos geométricos y
jarros antropomorfos.

Bridgeman Art Library, London/New York


Estatuilla arawak
Esta estatuilla de una figura humana con cabeza de pájaro, procede de la civilización precolombina del
pueblo arawak, extendido por el área del mar Caribe. La madera tallada y pulida de esta pieza no tiene
precedentes en otras culturas.
El complejo arquitectónico de mayor monumentalidad se encuentra en Utuado, Puerto Rico,
donde hay un trazado de diez manzanas delimitado por piedras con incisiones, lo cual indica
que el tlachtli, juego ceremonial de pelota mesoamericano, procedente de México, se había
introducido allí.

Cerámica precolombina
Cerámica precolombina, la producción de cerámica en América nace, como en el resto del
mundo, de la necesidad de almacenar, transportar, transformar y consumir ciertos alimentos
líquidos y sólidos.

Las principales características de la tecnología empleada durante dicho periodo son: la


utilización de cestos, calabazas y otros frutos como moldes que se cubren con arcilla para
obtener recipientes y que desaparecen con la cocción; la ausencia de torno en la fabricación de
piezas, lo que otorga gran libertad al artesano; y el empleo de moldes para la obtención de
ciertas formas, especialmente figuras y grupos escultóricos. La forma de cocer es simplemente
por desecación al sol o en horno abierto.

La decoración cerámica es muy variada, y abarca técnicas pre y postcocción de modelado,


pastillaje, incisión y excisión, impresión, engobado, pulido y digitado, pero destaca el uso
decorativo de la pintura en negativo, que implica un gran desarrollo tecnológico. Este último
proceso consiste en cubrir el diseño a destacar con cera o ceniza, hecho esto se sumerge la
pieza en un baño coloreado y al retirar el elemento protector aparece el negativo limpio de
color; el resultado final es una bicromía muy característica. Pero es en la policromía pictórica
en la que este arte alcanzará un verdadero esplendor hasta convertirse en vehículo de
expresión de las distintas sociedades latinoamericanas.

La producción de la cerámica prehispánica se centra en figuras, recipientes, pesas de telar, de


pesca, pintaderas, sellos, cuentas de collar, orejeras, instrumentos musicales, braseros,
juguetes, urnas cinerarias o de inhumación y una larga lista de objetos que dan testimonio de
la necesidad de esta producción en la vida doméstica, funeraria o ceremonial de las
comunidades precolombinas. Es muy relevante su función indicadora del grado de complejidad
social de un grupo, ya que en su inicio es una actividad realizada especialmente por mujeres,
pero a medida que la sociedad se hace más compleja, dicha tarea, al igual que muchas otras
actividades, pasa a ser realizada por especialistas, generalmente masculinos, adiestrados en
las pautas funcionales y simbólicas del grupo.

Por áreas, en Mesoamérica hallamos evidencias de esta producción desde el 2000 a.C., en
forma de figurillas y vasijas en el Valle Central de México; la representación de escenas de la
vida diaria: matrimonios, juegos o curaciones, hechas exclusivamente para acompañar a los
difuntos en su tumba, las encontramos en el área occidental de México ya en el 300 a.C.; la
costa del Golfo mexicana, en el 100 d.C., con sus inquietantes representaciones, adornadas
con brea, de piezas articuladas utilizadas en representaciones teatrales, explican la
importancia de la cerámica en los caminos simbólicos. Un episodio de gran renombre cerámico
es el aparecido en la cultura mixteca postclásica, donde se han encontrado vasos policromados
con textos de los códices; en la misma línea destacan las piezas mayas, decoradas con
pinturas jeroglíficas, cartuchos de glifos, sucesos históricos, escenas mitológicas, y durante el
periodo clásico tardío de esta cultura (700 al 900), hay que destacar el estilo códice.

La zona caribeña y centroamericana, aglutina influencias de Mesoamérica y los Andes


colombianos; así en Costa Rica encontramos el estilo jeroglífico cubriendo vasijas en forma de
jaguar en la Gran Nicoya, mientras que en el resto del istmo las influencias son de la zona sur.

En los Andes septentrionales —Colombia, parte de Venezuela y Ecuador— se encuentra


Valdivia, el lugar mas antiguo de producción cerámica del continente (4400 a.C.), le sigue
Puerto Hormiga (3000 a.C.) en Colombia. Aquí ya se anuncian características que cristalizarán
como arquetipos en la zona como el uso de la pintura iridiscente, obtenida al aplicar un engobe
diluido con óxido de hierro, para después cocer y ahumar la pieza; el resultado final es la
aparición de los diseños realizados al humedecerse el objeto. Otros rasgos son la pintura en
negativo, la cerámica figurada a molde, la adopción del asa de lazo, el uso del pico y la
vertedera, la producción de vasijas silbato y los enterramientos en urnas.

Los Andes centrales —Perú y Bolivia— conocen la cerámica desde el 1800 a.C., en Kotosh,
región del Huánuco, pero el lugar mas significativo del periodo formativo es Chavín de
Huantar, en la sierra norte de Perú, centro religioso de carácter pamperuano, cuyos motivos
iconográficos son el jaguar, la serpiente y un ave rapaz.

Tras la caída de este centro surge en la costa norte la cultura mochica (100 a.C.-700 d.C.)
cuyas características cerámicas más singulares son el asa estribo con vertedera con
representaciones de escenas y figuras modeladas y, desde luego, el uso del cuerpo de la vasija
para representar, mediante molde, personajes completos y auténticos retratos. Los temas
representados son escenas de la vida cotidiana relacionados con: la enfermedad, el erotismo y
la guerra, entre otros. En la costa sur está Nazca, cuya producción es opuesta a la moche por
su esquematismo y abstracción.

El gran centro de Tiahuanaco, en Bolivia, se caracteriza por producir, primero en cerámica y


más tarde en madera, una peculiar forma, el Kero, de paredes acampanadas y base plana, que
será reproducido hasta bien entrado el mundo colonial. A partir de 1430, comienzo del
horizonte incaico, la producción cerámica se hace seria, práctica y sobria, si bien esta cultura
va a absorber todos los avances anteriores en cuanto a tecnología.
Orfebrería precolombina
Orfebrería precolombina, arte de hacer objetos con metales preciosos, en el periodo anterior a
la presencia europea. Si bien hemos de señalar que el arte de trabajar los metales es muy
antiguo y surge de forma independiente en todo el mundo, con técnicas muy semejantes por la
propia naturaleza de la materia.

Para fundir metales primero hay que extraerlos de los minerales donde se encuentran
(metalurgia), y posteriormente conocer su grado de fundición con el fin de alearlos y
moldearlos. Esto implica un conocimiento y control de las temperaturas a partir de otras
tecnologías, tales como la cerámica, cuyo desarrollo permite trabajar con crisoles y moldes
necesariamente refractarios. No obstante existen técnicas para trabajar ciertos metales en frío,
es decir sin tener que recurrir al fundido, tal es el caso del martillado y templado, y son estos
los primeros ensayos tecnológicos que el hombre practica en oro y cobre.

Los metales susceptibles de ser transformados en objetos orfebres son: el oro, procedente de
ríos o bien extraído por separación en crisol de otros metales, puede trabajarse en frío o bien
por fundición a 1.063 ºC; la plata, cuyo valor en el mundo indígena es equivalente, se utilizó
en estado puro, y se obtenía en ríos o procedía de minas.

El caso precolombino no se aleja en cuanto a tecnología del resto del mundo, pero sí en su
función, ya que la práctica totalidad de la producción se destinaba a un uso artístico no
funcional, frente a las innovaciones y mejoras en el resto de las actividades, tales como la
agricultura, la minería y la pesca, entre otras.

Los primeros indicios de esta industria se sitúan en los Andes septentrionales: Colombia y
Ecuador en torno al 1200 a.C., también en Perú y norte de Chile se han encontrado evidencias
de fundición de metales hacia el año 1000 a.C., mientras que en Mesoamérica se sitúa en el
900 a.C. Los metales elegidos para estos fines son oro, plata, ambos de importancia
semejante; el platino, generalmente utilizado en aleaciones de oro y plata, el cobre y el
estaño; las aleaciones más frecuentes son el bronce y la tumbaga: oro y cobre con plata en
ciertas ocasiones, ésta, por su bajo punto de fundición, supuso una mejoría en el acabado de
los objetos.

Existían diferentes métodos de trabajar los metales. En frío, el martillado, practicado sobre
yunque y con martillo de piedra. Con el fin de evitar el resquebrajado de la pieza, ésta se
sometía al templado, técnica que consiste en calentar al rojo vivo el objeto y someterlo
inmediatamente a un baño de agua fría. También se practicaba el repujado, fórmula decorativa
que también se hace en frío y que se consigue martilleando sobre una matriz. Por último el
recortado, efectuado sobre lámina y con cincel de piedra.

Con calor se pueden practicar técnicas como la soldadura, consistente en la unión de dos
metales con un elemento cuyo punto de fusión sea menor que el del metal a fundir, por
ejemplo para fundir oro en polvo se utiliza cola vegetal. Pero sin duda la técnica más
significada de las practicadas en América es la de la cera perdida; este procedimiento consiste
en modelar en cera el objeto deseado, a continuación se cubre con capas de arcilla semilíquida
y se deja secar varios días; al calentar el conjunto la cera se derrite, la arcilla se endurece, y el
espacio libre que deja la cera es ocupado por el metal en estado líquido, una vez frío se rompe
el molde de arcilla y se obtiene la pieza, que habrá de ser ligeramente retocada.

Todas las piezas de orfebrería son tratadas en su superficie, la técnica más llamativa es la del
dorado que consiste en eliminar la capa superficial de cobre que aparece en la aleación de
tumbaga, para hacer aflorar el oro mediante un ácido de procedencia vegetal. El resultado es
espectacular y muy efectista, pues el aspecto final es el de una pieza de oro puro. Esta es la
técnica empleada en los grandes conjuntos orfebres andinos, por ejemplo en gran parte de las
piezas de oro aparecidas en la tumba del señor de Sipán (Perú), o en los conjuntos de oro
quimbayas de Colombia.

Las regiones orfebres hispanoamericanas están en relación con sociedades desarrolladas en un


estadio de jefaturas o estados, es decir en sociedades complejas, tales como Perú, Ecuador,
Colombia, istmo de Panamá, Costa Rica, México y ciertas zonas de las Antillas. En estos
lugares la demanda de signos distintivos por parte de un grupo social, impuso una
manufactura de los metales al servicio del poder religioso y civil, indisolublemente ligado en las
culturas precolombinas. La región de Perú, cuna de este arte ofrece las muestras más antiguas
de oro y plata trabajado en láminas mediante técnicas de martilleado y repujado, que eran
utilizadas en trajes y como aplicaciones arquitectónicas. El ejemplo más antiguo es el que nos
ofrece el centro religioso pamperuano de Chavín hacia el 800 a.C.

La región de Colombia y Centroamérica se caracteriza por ser el dominio de la tumbaga y por


la ausencia de plata. Sus objetos se realizan con la técnica de la cera perdida, en un estilo
preciosista, volcado hacia las pequeñas esculturas de temas zoomorfos y fantásticos; los
vestigios más antiguos de esta zona se fechan hacia el 400 a.C.

Por último la zona de México y Guatemala se incorpora más tardíamente a este arte, y es sólo
a partir del 1000 d.C., cuando regiones como la mixteca comienzan a producir obras de un alto
grado de desarrollo.

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