Arte y Arquitectura Precolombinos
Arte y Arquitectura Precolombinos
Arte y Arquitectura Precolombinos
1 INTRODUCCIÓN
Durante 3.000 años, antes de la exploración y colonización del hemisferio occidental por parte
de los europeos, los pobladores nativos de la América precolombina desarrollaron un conjunto
de civilizaciones cuyos logros artísticos e intelectuales podían rivalizar con los de la antigua
China, de la India, Mesopotamia y el mundo mediterráneo. Estos logros resultan aún más
sorprendentes si tenemos en cuenta que la mayoría de las técnicas de las civilizaciones del
hemisferio oriental no eran conocidas en el Nuevo Mundo. La rueda, por ejemplo, se usaba en
Mesoamérica solamente en los juguetes y nunca llegó a aplicarse a la alfarería, a la
construcción de carretas o como sistema de arrastre. El uso de herramientas de metal no era
frecuente y, además, no empezaron a utilizarse hasta las últimas etapas de la historia
precolombina. Los mayas realizaban elaboradas esculturas y complejos ornamentos de jade
golpeando una piedra con otra.
2 ÁMBITO GEOGRÁFICO
3 CRONOLOGÍA
En el periodo preclásico pueden apreciarse ya algunos de los rasgos del desarrollo pleno de la
civilización precolombina. En ese periodo temprano América estaba conformada por jefaturas
tribales aisladas y reinos pequeños cuyas respectivas culturas se desarrollaron, en su mayor
parte, independientes unas de otras. Sin embargo, existen pruebas de la amplia difusión de
algunas ideas religiosas y motivos visuales. Tanto la civilización olmeca de México, como la
cultura de San Agustín en Colombia y la cultura chavín en Perú adoraban a una deidad felina, y
todas compartían una iconografía artística similar.
Durante el periodo clásico se desarrollaron imperios muy complejos. Sus dirigentes eran
generalmente sacerdotes, en lugar de los sacerdotes-guerreros que gobernaron las
civilizaciones posclásicas, y las culturas se difundían o asimilaban más rápidamente. Aunque
suele considerarse un periodo pacífico, los estudios arqueológicos más recientes han
demostrado que la mayoría de las civilizaciones del periodo clásico eran guerreras. Las
conquistas y el comercio extensivo produjeron una riqueza que se utilizó para la construcción
de centros ceremoniales o ciudades, así como para la creación de efectos personales cada vez
más lujosos y objetos funerarios o rituales de gran calidad.
El periodo posclásico se caracteriza por las frecuentes guerras provocadas por presiones
socioeconómicas como el aumento de la población y el desarrollo técnico. Las culturas y
civilizaciones de este periodo son las mejor documentadas, debido a que los cronistas
españoles recogieron sus impresiones personales o recopilaron historias de los conquistados.
4 RASGOS CULTURALES
Las civilizaciones precolombinas eran principalmente agrícolas. El cultivo del maíz se convirtió
en el alimento principal en Mesoamérica, como lo fue la papa o patata en la zona andina de
Perú y Bolivia. Hasta la relativa secularización que se dio en el periodo posclásico, la religión
fue primordial en la configuración y el desarrollo de la cultura precolombina. Sin embargo, las
creencias y ritos religiosos estaban muy condicionados por preocupaciones relacionadas con la
fertilidad de la tierra y la productividad de las cosechas que suelen dominar las sociedades
agrícolas. Por lo tanto, gran parte del arte y la arquitectura precolombinas está relacionada con
la astronomía, a través de la cual los indígenas americanos establecían las épocas más
apropiadas para plantar y recoger la cosecha.
Se desarrollaron dos tipologías urbanas. Una era el centro ceremonial, de estructura compleja
constituida principalmente por edificios religiosos y administrativos que se construían alrededor
de plazas y que carecía de viviendas y calles. Se cree que en estos centros solamente vivían
los gobernantes seglares y religiosos con sus cortes, mientras que la mayoría de la población
residía en granjas pequeñas en una zona suburbana circundante. La otra tipología, similar a lo
que conocemos actualmente como ciudades, tenía calles que separaban las residencias de las
diferentes clases sociales, así como templos y edificios administrativos orientados hacia la
plaza central. Los proyectos arqueológicos recientes que estudian los trazados en
emplazamientos mesoamericanos ponen de manifiesto que lo que se creían centros
ceremoniales albergaban poblaciones de plebeyos, semejándose a verdaderas ciudades. Tanto
los complejos ceremoniales como las verdaderas ciudades servían como centros religiosos,
gubernamentales y comerciales. El comercio no sólo era importante para el suministro de
bienes necesarios y superfluos, sino también como medio de transmisión de ideas y técnicas,
así como de formas y motivos artísticos.
5 TIPOS DE ARTE
5.1 Arquitectura
Los edificios precolombinos más antiguos estaban construidos en madera, juncos trenzados,
esteras de fibra o paja, y otros materiales perecederos. Las estructuras permanentes o
monumentales construidas en piedra o adobe (ladrillos de barro secado al sol) se desarrollaron
principalmente en Mesoamérica y en la zona central andina.
La mayor parte de las esculturas precolombinas que se conservan son figurillas de barro o
arcilla y efigies con forma de vasija. Las esculturas de piedra se encuentran principalmente en
Mesoamérica y, con menos frecuencia, en las áreas intermedias y centroandinas, que son
regiones en las que la metalurgia se desarrolló antes y se utilizó más ampliamente. Aunque la
técnica de trabajar los metales estaba muy evolucionada, seguían utilizando los instrumentos
de piedra para tallar.
5.3 Pintura
SEF/Art Resource, NY
Frescos de Bonampak
Algunas culturas prehispánicas, como es el
caso de los mayas, pintaban murales para
representar sus rituales y su historia. En 1946
se descubrieron estos frescos de Bonampak (c.
790), conservados bajo una capa calcificada,
cerca del río Lacanhá, en el estado mexicano
de Chiapas. Esta pintura narra la historia de la
última dinastía de Bonampak.
Las excavaciones arqueológicas siguen sacando a la luz nuevos ejemplos de pinturas murales.
En Teotihuacán, México, tanto las paredes interiores como las exteriores de los edificios se
cubrían con una capa gruesa de estuco en la que se pintaban diseños decorativos o escenas
narrativas. En Bonampak y Chichén Itzá, también en México, los mayas y los maya-toltecas
pintaban el interior de los templos con frescos realistas en los que representaban hechos
históricos. Entre las pinturas murales descubiertas más recientemente están las de Cacaxtla,
en Tlaxcala, con su impresionante descripción de las jerarquías divinas, sacerdotales y
guerreras. Aunque las primeras pinturas murales se encontraron en Mesoamérica, también se
han descubierto en el área intermedia diseños geométricos en tumbas subterráneas en
Tierradentro, Colombia, y murales con representaciones mitológicas en Panamarca, Perú.
También en Perú, las vasijas de moche con forma de estructuras arquitectónicas nos indican
que el exterior de los edificios se pintaba a menudo con motivos simbólicos.
La refinada habilidad para la pintura y el dibujo de muchos de los pueblos precolombinos
puede apreciarse en la escritura pictográfica de los códices mayas, mixtecas y aztecas. Las
páginas de estos libros, hechas de piel de venado, fibras vegetales o cortezas de diferentes
árboles, y plegadas a manera de biombo, estaban cubiertas con figuras y símbolos de gran
riqueza cromática y meticuloso dibujo que registraban hechos históricos o mitológicos. Los
códices fueron destruidos durante el siglo XVI por los misioneros españoles, por considerarlos
instrumentos del mal e inducir a la idolatría. Entre los pocos que se conservan, todos ellos del
periodo posclásico, están tres códices mayas (actualmente en Dresde, París y Madrid, en la
Biblioteca Nacional), el Códice Nuttall de los mixtecos (actualmente en el Museo Británico,
Londres), y algunas obras aztecas.
5.4.1 Cerámica
De todo el mundo precolombino son los objetos de cerámica los que en mayor número han
llegado hasta nuestros días. Se cree que la cerámica surgió en Colombia o Ecuador y que
sustituyó a las canastas y vasijas de calabaza seca utilizadas como recipientes. Se hacían
objetos de cerámica y arcilla tanto a mano como utilizando moldes para luego decorarse con
diseños estampados mediante un bloque de terracota o piedra, relieves o bajorrelieves y
diferentes técnicas de pintura y pulido. Aunque existen algunos ejemplos de cerámica
policromada, la mayor parte estaba pintada con uno o dos colores o se dejaba sin pintar.
5.4.2 Metalistería
Desde su supuesto origen en el norte de la zona central andina alrededor del 700 a.C., el
trabajo del metal se extendió hacia el área intermedia y alcanzó Mesoamérica alrededor del
1000 d.C. Debido a la insaciable sed de oro y plata de los europeos durante la conquista y
después de ella, la mayoría de los objetos que no estaban enterrados o escondidos fueron
fundidos por los conquistadores españoles y transportados como lingotes a España. Aunque las
culturas prehispánicas no conocían el hierro ni el acero, habían trabajado mucho el cobre y
habían descubierto la aleación del bronce alrededor del 1000 d.C. La tumbaga, una aleación de
cobre y oro, se utilizó en Perú, Colombia y Ecuador. Se aplicaron muchas técnicas para
trabajar el metal, que iban desde la cera perdida, hasta la soldadura, el repujado y el grabado.
Los trabajos en metal solían estar grabados, chapados en oro o decorados con incrustaciones
de piedras y conchas de mar.
Tom McHugh/Photo
Researchers, Inc.
Pendiente mochica
La existencia de oro permitió el
florecimiento de la orfebrería de
la cultura mochica, que
habitaba el Perú precolombino.
Este pendiente mochica
representa una figura bicéfala
con cabezas de pájaro y cuerpo
de felino. Está datado entre los
años 200 y 700 d.C. y se
conserva en el Museo del Oro
de Perú.
5.4.3 Textiles
6 EL ÁREA MESOAMERICANA
Las culturas preclásicas más importantes de México fueron la olmeca y las culturas
occidentales de Colima, Jalisco y Nayarit.
Instalados en la región costera central del golfo de México, los olmecas desarrollaron la
primera civilización mesoamericana importante, entre aproximadamente el 1500 y el 600 a.C.
En las cuencas pantanosas y selváticas de los actuales estados mexicanos de Veracruz y
Tabasco había grandes centros ceremoniales como La Venta, Tres Zapotes y San Lorenzo.
Muchos de los elementos más característicos de la civilización mesoamericana se originaron
con los olmecas, como ha quedado demostrado especialmente en La Venta, que es la capital
administrativa y ceremonial más conocida de esta cultura.
Los objetos olmecas más impresionantes son las cabezas colosales de piedra, de alrededor de
2,7 m de altura que, por su realismo, parecen retratos. Se han descubierto relieves de gran
tamaño y detalle que representan deidades o hechos mitológicos, al igual que estatuillas de
basalto y de jade talladas de modo exquisito. Sin embargo, a pesar de su importancia, la
escultura no se combinó con la arquitectura como en civilizaciones mesoamericanas
posteriores. Se erigieron estelas de piedra o lápidas de roca aisladas, posiblemente para
conmemorar hechos significativos, y se grabaron con inscripciones de símbolos iconográficos,
precursores de la escritura mesoamericana posterior.
El arte olmeca, como el de los mayas, se caracteriza por un alto grado de naturalismo.
Predomina lo curvilíneo por encima de lo rectilíneo, lo cual crea formas rítmicas y fluidas que
parecen mantener una armonía con un entorno tropical, en contraste con el arte estilizado y
anguloso que suele encontrarse en los valles relativamente austeros de las montañas del
centro y sur de México.
A finales del periodo preclásico y principios del clásico se desarrollaron importantes culturas en
la zona occidental de México. Aunque antaño se denominaron tarascas por error, actualmente
se les conoce con los nombres de los estados mexicanos donde se encuentran los
emplazamientos: Colima, Jalisco y Nayarit.
Teotihuacán, las ciudades mayas, el centro zapoteca en Monte Albán y la cultura clásica de
Veracruz fueron las civilizaciones dominantes en el horizonte clásico.
6.2.1 Teotihuacán
Se produjeron dos tipos diferentes de cerámica. Una cerámica anaranjada de moldeado fino y
delicado (llamada cáscara de naranja), que se comercializó mucho en toda Mesoamérica, y los
objetos ceremoniales hechos con cerámica recubierta con una capa delgada de estuco que se
trabajaba con la técnica del campeado y se pintaba después de modo parecido a los murales
de los edificios ceremoniales. Inventaron el vaso trípode (una vasija de caras planas apoyada
en tres vástagos planos) que fue uno de los objetos que más produjeron los ceramistas de
Teotihuacán. También crearon figurillas, muchas de ellas retratos de gente de la época y otras
representaciones de los espíritus de los muertos. Véase Arte y arquitectura de Teotihuacán.
6.2.2 Mayas
La civilización maya dominó el sur de Mesoamérica durante la segunda mitad del primer
milenio de nuestra era. Aunque se originó en el periodo preclásico, la cultura maya alcanzó su
apogeo artístico e intelectual durante la última etapa clásica, desde alrededor del año 600
hasta aproximadamente el 900. En la época de la conquista española ya se encontraba en
decadencia.
Nefsky/Art Resource, NY
Estatuilla de cerámica maya
Uno de los productos más importantes de la economía maya fue
el maíz. Esta figura (c. 600-800) representa el dios del preciado
cereal, con sus joyas y su tocado característicos. La pieza era
originalmente polícroma, y su sencillez formal caracteriza la
cerámica maya.
El arte maya es el más refinado y elegante de todos los desarrollados por las civilizaciones
precolombinas. Es digno y majestuoso, exuberante y sensual, y presenta una ornamentación
espléndida.
Las estelas con relieves figurativos e inscripciones son los ejemplos más característicos de las
esculturas conmemorativas exentas realizadas en piedra por los mayas. Los ejemplos más
elaborados se encuentran en Copán, donde la maleabilidad de la piedra permitió una
exuberancia ornamental barroca. La mayor parte de los emplazamientos importantes cuenta
con una evolucionada tradición en la realización de paramentos de piedra decorados con
relieves. En Palenque se utilizó el estuco para crear relieves de gran complejidad que
decoraban los templos y palacios, como las célebres cabezas de la cripta de la pirámide de las
Inscripciones.
Los mayas dominaron todas las formas artísticas precolombinas conocidas, menos el trabajo
en metal. Aunque no se conservan telas tejidas por los mayas, su calidad y decoración pueden
apreciarse a través de las representaciones en pinturas, figurillas y esculturas. Tallaban con
maestría el jade, la madera, el hueso y las conchas, pero fue en los trabajos realizados con
arcilla donde más destacaron. Sus figurillas de un realismo extraordinario (especialmente las
provenientes de la isla de Jaina, Yucatán) y su cerámica policromada en la que se representan
escenas mitológicas o de la vida cotidiana (producida en champlevé, Guatemala) se cuentan
entre las mejores piezas de cerámica pintada precolombina.
Yann Arthus-Bertrand/Corbis
Templo de Coba. El antiguo centro mesoamericano de Cobá se desarrolló especialmente durante el
final del periodo clásico maya y el principio del posclásico, es decir, aproximadamente entre los años
800 y 1000. Sus ruinas, entre las que se hallan las del templo que aparece en esta fotografía aérea,
se encuentran en el estado mexicano de Quintana Roo.
6.2.3 Zapotecas
La cultura zapoteca (también denominada cultura de Monte Albán) dominó el valle de Oaxaca.
Se originó en el periodo preclásico (comenzó c. 1500 a.C.) y alcanzó su apogeo entre el año
300 d.C., aproximadamente, y el 700 d.C. En Monte Albán (fl. alrededor del 500 a.C. y el
500 d.C.), que es el mayor conjunto urbano zapoteca, se aprecia que esta civilización mantuvo
lazos primero con los olmecas y después con Teotihuacán. Dado que concedían gran
importancia a la adoración de sus antepasados más ilustres, los zapotecas tienen una gran
producción artística relacionada con los ritos funerarios. Las tumbas de Monte Albán y de toda
la zona de Oaxaca poseen elaboradas urnas funerarias con figuras que representan divinidades
asociadas con fuerzas naturales como la lluvia y el viento.
En los templos de Monte Albán se aprecia la influencia del sistema de talud y tablero utilizado
en la arquitectura de Teotihuacán, al igual que en las espaciosas plazas rodeadas de escaleras
monumentales que conducen a los basamentos de los templos. También hay estelas con
relieves e inscripciones jeroglíficas diseminadas por la zona. Las tumbas tenían antecámaras y
numerosos nichos y estaban decoradas con frescos que denotan la influencia de los murales de
Teotihuacán.
A lo largo del golfo de México se desarrolló una cultura que en el pasado se denominó
erróneamente totonaca, y que actualmente conocemos como cultura clásica de Veracruz.
Recibe su nombre del actual estado mexicano de Veracruz, que corresponde aproximadamente
a la zona donde se concentró la actividad de dicha cultura. En El Tajín, principal centro
ceremonial, se encuentran siete edificaciones para el juego de pelota, que indican la
importancia que tenía para la cultura clásica de Veracruz el juego de pelota mesoamericano,
un deporte alegórico de carácter ritual, el tlachtli. Muchos de los relieves más importantes de
esa civilización decoran las edificaciones destinadas a este juego, y en algunos se representa el
sacrificio ritual de los participantes.
Los objetos más importantes de la cultura clásica de Veracruz son las hachas, yugos y palmas,
todos ellos realizados en piedra. Aunque se asocian con el juego de pelota, la función precisa
de esos instrumentos ha sido objeto de grandes controversias. Sin embargo, la mayoría de los
expertos creen que les eran concedidos a los mejores jugadores, que no los utilizaban durante
el juego sino en celebraciones y procesiones ceremoniales. Las hachas también podrían
haberse utilizado para delimitar las zonas del juego. Destacan asimismo las figuras de barro
que representan a los jugadores ataviados con todos sus atributos, desde los complicados
peinados, las faldas con símbolos distintivos y gruesos cinturones, hasta el calzado y todos los
accesorios como rodilleras, coderas y elementos necesarios para practicar el deporte sagrado
del juego de pelota.
Existe también una amplia producción de figurillas de barro de gran calidad, especialmente en
la región de Remojadas, famosa por sus estatuillas de rostro amplio y sonriente conocidas
como ‘caritas sonrientes’. Las figurillas huecas, de gran realismo, producidas en su totalidad o
en parte utilizando moldes, se cuentan entre las esculturas de barro a gran escala más
significativas del periodo precolombino. Los rasgos y los detalles ornamentales de las llamadas
‘caritas sonrientes’ se caracterizan por estar resaltados con la aplicación de chapopote (asfalto)
después de la cocción.
Probablemente por estar ubicada en las rutas comerciales y entre otras culturas mexicanas, la
clásica de Veracruz era una cultura ecléctica. Su arte y arquitectura, especialmente los de
Cerro de Las Mesas, denotan influencias olmeca, de Teotihuacán, zapoteca y maya.
Nefsky/Art Resource, NY
Figura cerámica del periodo clásico de Veracruz
Esta estatuilla cerámica del periodo clásico de Veracruz (c.
600-800) representa a un hombre jugando al juego ritual de la
pelota (tlachtli). La influencia de otras culturas
mesoamericanas se aprecia en los rasgos de la figura, pero su
sencillez es única del periodo clásico veracruzano.
Tula, situada a unos 64 km al norte de la ciudad de México, era la capital de los militaristas
toltecas, que establecieron su imperio a principios del periodo posclásico, en el siglo X d.C. Se
trataba de una sociedad austera de guerreros pragmáticos, que parecían más interesados por
la función que por la forma, de modo que produjeron pocos objetos lujosos. La cerámica más
apreciada, por ejemplo, fue la llamada plomiza o plumbate y la anaranjada fina importada de
artesanos no toltecas que vivían en la costa del Pacífico, cerca de la actual frontera entre
México y Guatemala. La cerámica plomiza, única cerámica vidriada de Mesoamérica, tiene una
superficie metálica, habitualmente gris verdosa resultado de la vitrificación de una barbotina
de arcilla durante la cocción para obtener el brillo.
Hacia el año 1250 se estableció una nueva capital maya en Mayapán, Yucatán: una ciudad
amurallada en lugar del centro abierto construido por los mayas clásicos. Tulum es otra ciudad
amurallada maya del periodo posclásico. Ubicada sobre la costa del Caribe mexicano, fue la
primera ciudad mesoamericana descrita por los españoles.
Tom Owen
Edmunds/Bridgeman Art
Library, London/New York
El Caracol, Chichén Itzá
El Caracol de Chichén Itzá (c.
1050, Yucatán, México) se
compone de una torre con dos
muros concéntricos y una
escalera de caracol que
conduce a una pequeña sala
en lo alto del edificio. Las
ventanas a lo largo de la
escalera y en la abertura de la
cúspide se empleaban para la
observación astronómica, por
lo que el Caracol se conoce
también como el Observatorio.
6.3.2 Purépechas o tarascos
La cultura purépecha o tarasca floreció en el oeste de México desde comienzos del periodo
posclásico hasta la conquista española. En su capital, Tzintzuntzan, sobre el lago de Pátzcuaro,
se han encontrado las yácatas (templos circulares y escalonados dispuestos en línea sobre un
basamento rectangular). Se cree que los purépechas fueron los primeros que trabajaron el
metal en Mesoamérica. Es probable que aprendieran las técnicas de la metalurgia gracias al
comercio con las civilizaciones de América Central y las andinas a través del océano Pacífico.
Los ornamentos de cobre, oro, bronce y otras aleaciones hechos por los purépechas eran tan
apreciados como sus trabajos con plumas y sus telas.
En la época de la conquista española, la cultura huasteca estaba asentada en la costa norte del
golfo de México, mientras que la costa central estaba ocupada por los totonacas, cuya ciudad
principal era Zempoala. Los huastecas eran conocidos por sus esculturas en piedra y por
trabajar las conchas con intrincados dibujos recortados.
6.3.4 Mixtecos
Macduff Everton/Corbis
Yagul
A unas decenas de
kilómetros al sureste de la
ciudad mexicana de
Oaxaca de Juárez se
encuentran las ruinas de
una antigua ciudad
mesoamericana de origen
zapoteca, Yagul,
posteriormente absorbida
por los mixtecos. Uno de
sus más notables edificios
es este enorme tlachtli o
juego de pelota.
Hacia el siglo X, los mixtecos (habitantes del país de las nubes) provenientes de la altiplanicie,
penetraron en parte del territorio vecino de los zapotecas, en los valles de Oaxaca, por medio
de guerras o de matrimonios mixtos. Utilizaron Monte Albán como necrópolis, o ciudad de los
muertos, y se asentaron en ciudades fortificadas como Yagul y Mitla, que fue un importante
centro religioso. Las edificaciones mixtecas están decoradas con unos mosaicos geométricos de
piedra que son característicos.
La pictografía (ejemplificada en el códice Nuttall), los murales y la cerámica pintada de los
mixtecos demuestran la habilidad artística de esa cultura. También fueron los más destacados
en el trabajo de metalurgia en Mesoamérica, y la cerámica que se hacía en Cholula al estilo
mixteco-poblano era la más apreciada en México durante los siglos XIV y XV. En las tumbas de
Monte Albán han aparecido ofrendas extraordinarias compuestas por vasijas de tecali
(mármol), copas de cristal de roca, collares, perlas, objetos de ópalo, ágata, jade, ámbar,
turquesa y elaborada joyería de filigrana de plata y oro. Los mixtecos sobresalieron también en
la decoración de máscaras, cuchillos ceremoniales y otros objetos con incrustaciones de coral,
conchas, turquesa, obsidiana y otras piedras. Se especializaron en el labrado de la madera,
destinado principalmente a las complejas decoraciones de los átlatl (instrumento utilizado para
lanzar flechas) y en el tallado de los teponaztli (instrumentos horizontales de percusión de
forma cilíndrica y ahuecados), de uso ceremonial.
6.3.5 Aztecas
Nik Wheeler/Corbis
Las ruinas del Templo Mayor
En las ruinas del Templo Mayor de México-Tenochtitlán los
arqueólogos han descubierto algunas de las piezas arqueológicas
prehispánicas más espectaculares del siglo XX. En 1913 el
antropólogo mexicano Manuel Gamio localizó el lugar exacto en el
que se hallaban los restos de este templo mexica. Sin embargo, no
fue sino hasta 1978, con el descubrimiento de la efigie de la diosa
Coyolxauhqui por unos obreros de la compañía eléctrica, cuando se
iniciaron nuevas excavaciones que finalizaron en 1982 con la pública
inauguración de este destacadísimo recinto.
En la época de la conquista española, el corazón del Imperio azteca era Tenochtitlán, ubicada
donde está hoy la ciudad de México, era probablemente la población más grande y una de las
más hermosas del mundo. Construida en el lago de Texcoco sobre islas naturales y artificiales
llamadas chinampas, la Gran Tenochtitlán se parecía en su concepción a la ciudad italiana de
Venecia. Las calles eran básicamente canales y el medio principal de transporte eran las
canoas. Hoy día, la plaza central (el zócalo) de la capital mexicana se extiende encima del
principal centro ceremonial azteca. Excavaciones recientes, llevadas a cabo por arqueólogos
mexicanos en el templo Mayor de los aztecas, han sacado a la luz algunos de los hallazgos
arqueológicos más espectaculares de este siglo en México.
Los aztecas produjeron esculturas exentas en piedra con carácter monumental. En ellas
utilizaron tanto expresiones abstractas como realistas para revelar el carácter interno y
externo de la divinidad, persona o animal retratados. La mayor parte de la escultura en piedra
se utilizó para la decoración arquitectónica y las representaciones de dioses. También se
empleó en los altares para sacrificios humanos, en los cuauhxicalli (recipientes para la sangre y
el corazón), calendarios de piedra y otros objetos ceremoniales importantes. Ejemplos
ilustrativos de la monumentalidad de la escultura mexicana son la extraordinaria figura de la
diosa Coatlicue, símbolo de la dualidad que caracterizaba las religiones mesoamericanas; el
enorme disco labrado de la Coyolxauhqui desmembrada y el universalmente conocido
calendario azteca o Piedra del Sol.
7.2.1 Chavín
Ric Ergenbright/Corbis
Lanzón de Chavín de Huantar
El antiguo centro ceremonial precolombino de Chavín de Huantar se
encuentra al norte de los Andes peruanos. Distintas habitaciones y
pasadizos subterráneos de estructura laberíntica forman un
complejo templo, en cuyo interior se encuentra clavado al suelo la
escultura de más de dos metros de altura que reproduce esta
fotografía, llamada El Lanzón o 'felino sonriente'. Chavín de Huantar
es en la actualidad un municipio de la provincia peruana de Huari,
perteneciente al departamento de Ancash.
La vasija de asa de estribo, o caño estribo (un recipiente cerrado que tiene un asa hueca en
forma de U coronada por un pico tubular), se originó probablemente en el norte del Perú y se
convirtió en la vasija más característica de la cerámica chavín. Al igual que la olmeca, la buena
cerámica chavín se hacía en enclaves alejados de los principales centros ceremoniales. En
Cupisnique, Chongoyape y Tembladera, situados en los valles costeros del norte del Perú, se
hacían vasijas de gran calidad en forma de efigie, con diseños abstractos y realistas.
7.2.2 Paracas
Entre el año 900 y el 400 a.C. floreció otra civilización en la costa sur del Perú, la de Paracas.
La cultura de Paracas es conocida sobre todo por sus tejidos, que se han conservado en
perfecto estado gracias a la extrema aridez de la zona. Los muertos eran amortajados con
telas y enterrados en tumbas, en las que la sequedad del aire momificaba los cuerpos. Dichas
mortajas son de gran interés arqueológico ya que las telas están bordadas, tejidas o pintadas
de forma muy elaborada con motivos felinos claramente relacionados con los de Chavín de
Huantar, en el altiplano. También se aprecia una clara influencia chavín, especialmente en lo
relacionado con la utilización de la iconografía felina, en las vasijas con forma de efigie
halladas en la necrópolis de Paracas (véase Tejidos latinoamericanos).
El estilo general de los objetos producidos en la región costera del sur del Perú se inclina más
por los motivos sencillos y angulares que se aprecian en los tejidos de Paracas, que por el
detallado realismo y las formas redondeadas de las esculturas de arcilla y de metal
características del arte de la zona norte peruana. Por lo tanto, la decoración de la cerámica de
Paracas es muy estilizada, con diseños realizados mediante incisiones, y policromada con
colores brillantes. Las vasijas suelen ser de doble pico y base redondeada, en lugar de tener
asa de estribo y fondo plano como las de la costa norte.
7.3 Periodo clásico
El periodo clásico estaba dominado por las culturas moche y Nazca, y posteriormente las
culturas de Tiahuanaco y las relacionadas con Huari.
7.3.1 Moches
La sociedad militarista moche o mochica floreció entre los años 200 a.C. y 700 d.C. en la costa
norte de Perú. Toma el nombre del principal centro ceremonial y administrativo de esta
cultura, aunque también se la ha denominado mochica en referencia a su lengua. La ciudad de
Moche, una de las más antiguas y monumentales concentraciones urbanas de Perú, se
extendía alrededor de dos grandes pirámides gemelas de adobe llamadas huaca del Sol y
huaca de la Luna.
Los trabajos en metal de los moches eran más elaborados y de una técnica más avanzada que
los de civilizaciones precolombinas anteriores. Los adornos corporales realizados con oro,
plata, cobre y aleaciones solían tener incrustaciones de turquesas y lapislázuli. Los motivos
eran geométricos y mitológicos, especialmente de la deidad felina.
7.3.2 Nazca
La cultura Nazca, del sur de la costa peruana, en el valle del río Nazca, era casi coetánea de la
de los moches. Como sus predecesores, los paracas, los Nazca produjeron pocas obras
arquitectónicas pero destacaron en los tejidos y la cerámica de diseños estilizados y colores
brillantes, totalmente diferente a la del norte del Perú, de diseño realista y colores sobrios. La
cerámica Nazca es de exuberante policromía y con diseños y decoración audaces. Ya no utiliza
incisiones profundas como la de Paracas y el color se aplica antes de la cocción y no después
de ella. Aunque tanto los moches como los Nazca hicieron vasijas en las que combinaban
elementos modelados y dibujados, los primeros preferían la cerámica escultural y los segundos
la pintada.
Uno de los vestigios más enigmáticos del legado precolombino son las líneas dibujadas en el
desierto de Nazca. Conocidos como los dibujos zoomorfos, fueron realizadas arrancando las
piedras de la superficie oscura para dejar al descubierto un sustrato más claro. Los dibujos
representan, a una escala enorme, formas geométricas, animales, pájaros y peces que sólo
pueden apreciarse en su totalidad desde el aire. Se asemejan a las imágenes pintadas de la
cerámica Nazca y se cree que probablemente tuvieran una función ceremonial o astronómica.
7.3.3 Tiahuanaco
Tom
Owen Edmunds/Bridgeman Art Library, London/New York
Puerta del Sol en Tiahuanaco. La parte central del dintel de la Puerta del Sol en
Tiahuanaco (Bolivia) está decorada con bajorrelieves geométricos. El dios que representa
luce un tocado con cabezas de pumas. Esta puerta ceremonial se construyó en el siglo IX.
El arte y la arquitectura de Tiahuanaco concedían mayor importancia al hecho de que las obras
fueran austeras y perdurables. Los motivos decorativos y las imágenes religiosas son de gran
rigidez. Tanto las edificaciones como las esculturas se caracterizan por su aspecto monolítico y
monumental. La Puerta del Sol de Tiahuanaco, hecha de un solo bloque de piedra y decorada
con relieves de espléndida ejecución, tiene 3 metros de altura y 4 de ancho, y debe su
monumentalidad a la grandiosidad del diseño. Diseminadas por toda la zona de Tiahuanaco
hay estatuas monolíticas antropomórficas que alcanzan alturas de más de 6 metros y están
decoradas con bajorrelieves. Fue una de las pocas culturas del área central andina que utilizó
la piedra de forma masiva en arquitectura, escultura y objetos ceremoniales.
7.3.4 Huari
La civilización huari (o wari), aunque tenía la misma religión e iconografía que la civilización de
Tiahuanaco, presentaba características socioeconómicas distintas. Aproximadamente entre el
año 750 y el 1000 el imperio huari puso fin al regionalismo cultural en Perú, preparando así la
unificación cultural del periodo inca.
Al igual que la moche, la huari era una sociedad guerrera que apreciaba el arte y el diseño. Las
culturas huari costeras (conocidas antaño como tiahuanacos de la costa) produjeron tejidos de
la más alta calidad. Muchos de los diseños, especialmente el de los ponchos, eran
abstracciones de los motivos pintados en la cerámica de Tiahuanaco. Aunque menos refinada
que ésta, la cerámica huari se caracteriza por su solidez, lo audaz de sus diseños y la riqueza
de la policromía.
7.4.1 Chimú
Desde el año 1000, aproximadamente, hasta el 1470, el norte de Perú estuvo dominado por
los chimú. La capital imperial, Chan Chan, estaba compuesta por grupos de edificaciones con
paredes de adobe que recuerdan los primeros asentamientos huari. Chan Chan es el
emplazamiento urbano más grande de la zona andina y una verdadera ciudad, compuesta de
diez o doce divisiones de planta octogonal, cada una de las cuales contiene un recinto
ceremonial, residencias, mercados, talleres, depósitos de agua y de alimentos y jardines. Las
edificaciones están decoradas con mosaicos hechos con ladrillos de adobe o con bajorrelieves
moldeados en un enlucido de arcilla, que representan animales, pájaros y figuras mitológicas.
Aunque Chan Chan no estaba fortificada, los chimú defendieron su imperio construyendo
fortalezas en las fronteras. Paramonga, que defendía la frontera sur, está considerada como
una obra de arte de ingeniería militar, al igual que la fortaleza de Sacsahuamán, más allá de
Cuzco.
Los orfebres chimús producían objetos mediante técnicas muy variadas como el martillado, de
origen colombiano, la soldadura o la cera perdida. Comparada con la cerámica, la metalistería
chimú resulta más original en lo que se refiere al diseño y ejecución artística. Típicas de este
trabajo son las máscaras, los antebrazos, los collares, los aretes e los incluso vestidos con
incrustaciones de oro.
Los tejidos ofrecen características similares a los demás productos chimú en cuanto a calidad y
cantidad. Especialmente sobresaliente es el arte plumario y sus ponchos decorados con plumas
de pájaros tropicales estaban considerados como una de las vestimentas más lujosas del
periodo posclásico.
7.4.2 Incas
Desde su capital, Cuzco o Cosco, en quechua ‘ombligo del mundo’, los incas dirigieron un
imperio que se extendía por el área central andina desde Ecuador hasta Chile. Ellos se
autodenominaban tahuantinsuyo, y el nombre de
incas significaba en quechua ‘señor’ o ‘alteza’. No
sólo los objetos sino también toda la estructura de
la civilización inca sufrió una suerte similar a la de
los aztecas de México. El fervor religioso y la
codicia por los metales preciosos son responsables
de la destrucción de gran parte de los objetos
incas de oro y plata, que fundidos y convertidos en
lingotes, fueron embarcados rumbo a Europa.
Los incas fueron maestros en el aparejo de grandes bloques de piedra a hueso. La fortaleza fronteriza de
Machu Picchu es uno de los ejemplos mejor conservados de su arquitectura
De todos modos, gracias a que los españoles entablaron contacto directo con este pueblo
americano, la suya es la civilización de Sudamérica que mejor se conoce actualmente. Era un
pueblo guerrero del altiplano, cuyo arte y arquitectura se caracteriza por la simplicidad de
formas, la escasa decoración y la funcionalidad. Las edificaciones incas, que presentaban una
de las estructuras más logradas de todo el periodo precolombino, estaban construidas con
aparejo de piedra, trabajada y engastada con gran precisión y sin ninguna decoración
posterior. Eran características las puertas y ventanas trapezoidales.
Los incas no produjeron estatuas exentas de gran tamaño ni esculturas ornamentales. Las
figurillas de metal y las pequeñas vasijas de piedra ceremoniales con representaciones de
llamas y alpacas constituyen los ejemplos más destacados de su escultura.
La cerámica, al igual que la chimú, se producía mediante moldes, aunque no era de tanta
calidad. La pieza más característica fue el aribalo, recipiente policromado para transportar
líquidos. Tanto en los textiles como en la metalurgia los incas continuaron la tradición
centroandina de alta calidad en el diseño y la ejecución. Véase Arte y arquitectura incas.
8 ÁREA INTERMEDIA
La metalistería, de amplia difusión, refleja la influencia del norte de Sudamérica. Entre los
ejemplos más destacados se cuentan los objetos de adorno corporal de la cultura panameña de
Veraguas y la de Chiriquí, de Panamá y sur de Costa Rica.
El trabajo del oro era el arte mayor de Colombia. Las culturas de los calimas, quimbayas,
taironas, tolimas, sinues, darienes y chibchas o muiscas desarrollaron diferentes estilos de
trabajar los metales según cada región, así como diferentes piezas y símbolos iconográficos.
Aunque refleja la influencia centroandina, la orfebrería colombiana suele ser más innovadora
en sus técnicas y diseños.
La cerámica colombiana rara vez alcanzó el nivel estético de la orfebrería, excepto en culturas
como la quimbaya, cuyas robustas figurillas y vasijas de barro eran de tan alta calidad como
los objetos que hacían en oro.
8.3 Ecuador
En Ecuador se encuentra una cerámica de mejor calidad que en Colombia. Los expertos no se
ponen de acuerdo sobre si la cerámica más antigua del hemisferio occidental procede de la
zona de Valdivia (c. 3000 a.C.) en Ecuador o de Puerto Hormiga en la costa septentrional de
Colombia, que es de la misma época. En Chorrera, Guangala, Bahía, Jama Coaque, La Tolita,
Mantano y Carchi se elaboraron figurillas y jarros retrato.
Kevin Schafer/Corbis
Cerámica de Chorrera
La mayor parte del arte amazónico se realizaba con materiales perecederos como la madera,
las plumas y las fibras vegetales. La cerámica precolombina más importante de esta región se
ha encontrado en Brasil, en el delta del río Amazonas. En Santarém se han descubierto vasijas
que datan de 1250 al 1500 d.C. aproximadamente, con elaboradas formas figurativas. De los
túmulos fechados entre el año 1000 y el 1250 de la isla de Marajó se han extraído objetos de
cerámica pintada, decorados con incisiones y complicados dibujos, así como enormes urnas
funerarias. En la isla de Maracá se han encontrado jarros retrato de hombres sentados.
La mayor parte de los objetos precolombinos de la zona caribeña proceden de las islas
antillanas de Puerto Rico, Jamaica, Haití y República Dominicana. Estas islas estaban habitadas
principalmente por los arawak, procedentes de la desembocadura del río Orinoco en
Venezuela. Por esa razón su arte está íntimamente
relacionado con el del norte de Sudamérica. Los arawak se
establecieron en Puerto Rico alrededor del 200 d.C. y su
cultura perduró hasta la conquista española. Los objetos
característicos de este pueblo están hechos de hueso,
madera y piedra. Incluyen espátulas para provocar el vómito
como purificación por motivos religiosos, dijos o bancos
ceremoniales de madera tallada para los sacerdotes o jefes,
y los cemíes o trigonolitos, piedras triangulares labradas con
figuras de animales o seres humanos que representan a los
dioses más importantes y espíritus de la naturaleza. Dentro
de la cerámica aparecen vasijas decoradas con incisiones que forman dibujos geométricos y
jarros antropomorfos.
Cerámica precolombina
Cerámica precolombina, la producción de cerámica en América nace, como en el resto del
mundo, de la necesidad de almacenar, transportar, transformar y consumir ciertos alimentos
líquidos y sólidos.
Por áreas, en Mesoamérica hallamos evidencias de esta producción desde el 2000 a.C., en
forma de figurillas y vasijas en el Valle Central de México; la representación de escenas de la
vida diaria: matrimonios, juegos o curaciones, hechas exclusivamente para acompañar a los
difuntos en su tumba, las encontramos en el área occidental de México ya en el 300 a.C.; la
costa del Golfo mexicana, en el 100 d.C., con sus inquietantes representaciones, adornadas
con brea, de piezas articuladas utilizadas en representaciones teatrales, explican la
importancia de la cerámica en los caminos simbólicos. Un episodio de gran renombre cerámico
es el aparecido en la cultura mixteca postclásica, donde se han encontrado vasos policromados
con textos de los códices; en la misma línea destacan las piezas mayas, decoradas con
pinturas jeroglíficas, cartuchos de glifos, sucesos históricos, escenas mitológicas, y durante el
periodo clásico tardío de esta cultura (700 al 900), hay que destacar el estilo códice.
Los Andes centrales —Perú y Bolivia— conocen la cerámica desde el 1800 a.C., en Kotosh,
región del Huánuco, pero el lugar mas significativo del periodo formativo es Chavín de
Huantar, en la sierra norte de Perú, centro religioso de carácter pamperuano, cuyos motivos
iconográficos son el jaguar, la serpiente y un ave rapaz.
Tras la caída de este centro surge en la costa norte la cultura mochica (100 a.C.-700 d.C.)
cuyas características cerámicas más singulares son el asa estribo con vertedera con
representaciones de escenas y figuras modeladas y, desde luego, el uso del cuerpo de la vasija
para representar, mediante molde, personajes completos y auténticos retratos. Los temas
representados son escenas de la vida cotidiana relacionados con: la enfermedad, el erotismo y
la guerra, entre otros. En la costa sur está Nazca, cuya producción es opuesta a la moche por
su esquematismo y abstracción.
Para fundir metales primero hay que extraerlos de los minerales donde se encuentran
(metalurgia), y posteriormente conocer su grado de fundición con el fin de alearlos y
moldearlos. Esto implica un conocimiento y control de las temperaturas a partir de otras
tecnologías, tales como la cerámica, cuyo desarrollo permite trabajar con crisoles y moldes
necesariamente refractarios. No obstante existen técnicas para trabajar ciertos metales en frío,
es decir sin tener que recurrir al fundido, tal es el caso del martillado y templado, y son estos
los primeros ensayos tecnológicos que el hombre practica en oro y cobre.
Los metales susceptibles de ser transformados en objetos orfebres son: el oro, procedente de
ríos o bien extraído por separación en crisol de otros metales, puede trabajarse en frío o bien
por fundición a 1.063 ºC; la plata, cuyo valor en el mundo indígena es equivalente, se utilizó
en estado puro, y se obtenía en ríos o procedía de minas.
El caso precolombino no se aleja en cuanto a tecnología del resto del mundo, pero sí en su
función, ya que la práctica totalidad de la producción se destinaba a un uso artístico no
funcional, frente a las innovaciones y mejoras en el resto de las actividades, tales como la
agricultura, la minería y la pesca, entre otras.
Los primeros indicios de esta industria se sitúan en los Andes septentrionales: Colombia y
Ecuador en torno al 1200 a.C., también en Perú y norte de Chile se han encontrado evidencias
de fundición de metales hacia el año 1000 a.C., mientras que en Mesoamérica se sitúa en el
900 a.C. Los metales elegidos para estos fines son oro, plata, ambos de importancia
semejante; el platino, generalmente utilizado en aleaciones de oro y plata, el cobre y el
estaño; las aleaciones más frecuentes son el bronce y la tumbaga: oro y cobre con plata en
ciertas ocasiones, ésta, por su bajo punto de fundición, supuso una mejoría en el acabado de
los objetos.
Existían diferentes métodos de trabajar los metales. En frío, el martillado, practicado sobre
yunque y con martillo de piedra. Con el fin de evitar el resquebrajado de la pieza, ésta se
sometía al templado, técnica que consiste en calentar al rojo vivo el objeto y someterlo
inmediatamente a un baño de agua fría. También se practicaba el repujado, fórmula decorativa
que también se hace en frío y que se consigue martilleando sobre una matriz. Por último el
recortado, efectuado sobre lámina y con cincel de piedra.
Con calor se pueden practicar técnicas como la soldadura, consistente en la unión de dos
metales con un elemento cuyo punto de fusión sea menor que el del metal a fundir, por
ejemplo para fundir oro en polvo se utiliza cola vegetal. Pero sin duda la técnica más
significada de las practicadas en América es la de la cera perdida; este procedimiento consiste
en modelar en cera el objeto deseado, a continuación se cubre con capas de arcilla semilíquida
y se deja secar varios días; al calentar el conjunto la cera se derrite, la arcilla se endurece, y el
espacio libre que deja la cera es ocupado por el metal en estado líquido, una vez frío se rompe
el molde de arcilla y se obtiene la pieza, que habrá de ser ligeramente retocada.
Todas las piezas de orfebrería son tratadas en su superficie, la técnica más llamativa es la del
dorado que consiste en eliminar la capa superficial de cobre que aparece en la aleación de
tumbaga, para hacer aflorar el oro mediante un ácido de procedencia vegetal. El resultado es
espectacular y muy efectista, pues el aspecto final es el de una pieza de oro puro. Esta es la
técnica empleada en los grandes conjuntos orfebres andinos, por ejemplo en gran parte de las
piezas de oro aparecidas en la tumba del señor de Sipán (Perú), o en los conjuntos de oro
quimbayas de Colombia.
Por último la zona de México y Guatemala se incorpora más tardíamente a este arte, y es sólo
a partir del 1000 d.C., cuando regiones como la mixteca comienzan a producir obras de un alto
grado de desarrollo.