Organismos Constitucionales Autónomos

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Índice

INTRODUCCIÓN………………………………………………...Pág. 2

9.1. ÓRGANOS CONSTITUCIONALES………………………Pág. 3

9.2 ORGANIZACIÓN………………………………………...….Pág. 6

9.3 INTEGRACIÓN…………………………………..…...….….Pág. 9

9.4 FUNCIONAMIENTO……………………………..…....…….Pág.10

9.5 ATRIBUCIONES………………………………………….....Pág.13

ORGANOS CONSTITUCIONALES AUTONOMOS…….……Pág.16

CONCLUSIÓN…………………………………………….…....Pág. 20

BIBLIOGRAFÍAS………………………………………...…..…..Pág.21

Introducción

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Los organismos constitucionales autónomos nacen como una estrategia del Poder
Ejecutivo a fin de dar un contrapeso legal en la entidad estatal, lo que implica
reconocer en ellos un poder decisorio sano y equilibrado. A pesar de ello, la
creación jurídica de los Organismos constitucionales autónomos como entes
autónomos en la Constitución Política Mexicana no tiene una clara visión sobre el
nivel de dependencia o autonomía, sino que guarda cierta imprecisión sobre la
elección de sus titulares, la estructura, funciones y alcances frente a los poderes
públicos.

En el presente trabajo analizaremos el concepto de los actuales órganos


constitucionales autónomos que existen en México, así como las recientes
tendencias y sus características que iremos desglosando. Todo aquello a través de
una extensa investigación que elaboramos para su análisis.

9.1 Órganos Constitucionales Autónomos

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9.1.1 La división del poder

Con base en la creencia de que el poder que no es limitado lleva


necesariamente al abuso y a la arbitrariedad, según Montesquieu, y que si el poder
“está distribuido entre distintos órganos que mutuamente se frenan, queda cerrada
la posibilidad de que el poder constituido se haga ilimitado, soberano” (Rubio
Llorente, Francisco). El Estado mexicano ha tenido que adaptar desde que es un
país independiente, la estructura gubernamental y base de su organización política
el principio de la división del ejercicio del poder, llamado también división de
poderes, el cual fragmentó el ejercicio de las actividades que corresponden al
Estado y prohibió la reunión en una o más personas los poderes por separado.

La Constitución de Apatzingán ligó íntimamente la idea de soberanía con la


de la separación de poderes. El artículo 11 decía: “tres son atribuciones de la
soberanía: la facultad de dictar leyes, la facultad de hacerlas ejecutar y la facultad
de aplicarlas a los casos particulares. Esta separación respondió a la idea de
otorgar cada función material a un órgano diferente.

El artículo 9° del Acta Constitutiva de la Federación, en 1824, decía: “El poder


supremo de la federación se divide, para su ejercicio, en legislativo, ejecutivo y
judicial; y jamás podrán reunirse dos o más de éstos en una corporación o persona,
ni depositarse el legislativo en un individuo.” Este artículo 9° es de capital
importancia, pues marca el cauce que desde aquel entonces han seguido todas
nuestras normas fundamentales respecto al principio de la separación de poderes.

Nos queda claro que el ejercicio del Poder Soberano se divide en tres
grandes agrupamientos de órganos del Estado que se conforman por el Poder
Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, cada uno con sus competencias,
su estructura organizativa y con su conjunto de funciones y responsabilidades.

El pueblo mexicano ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la


Unión, es decir, los poderes federales, en los casos de la competencia de estos;
pero también se ejerce la soberanía a través de los poderes de los estados. Es la
misma Constitución Federal la que expresamente ha creado estos dos órdenes de

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gobierno, y quien también en forma expresa ha señalado el reparto de
competencias para cada una de estas jurisdicciones.

9.1.2 Definición de Organismos Constitucionales Autónomos

Los órganos constitucionales autónomos son aquéllos creados inmediata y


fundamentalmente en la Constitución, y que no se adscriben a los poderes
tradicionales del Estado. También pueden ser los que actúan con independencia en
sus decisiones y estructura orgánica, depositarios de funciones estatales que se
busca desmonopolizar, especializar, agilizar, independizar, controlar y/o
transparentar ante la sociedad, con la misma igualdad constitucional.

Sobre los órganos constitucionales autónomos, el Tribunal Pleno de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación, al resolver la controversia constitucional 32/2005,
menciona en el contenido de la respectiva ejecutoria, que surgen en Europa y su
establecimiento se expandió por Asia y América, como consecuencia de la nueva
concepción del poder, bajo una idea de equilibrio constitucional apoyada en los
controles del poder público. Con ello, la teoría tradicional de la división de poderes
evolucionó, por lo que se dejó de concebir a toda la organización del Estado como
una derivación de los tres poderes tradicionales (legislativo, ejecutivo, y judicial).
Actualmente se habla de que dicho principio debe considerarse como una
distribución de funciones o competencias para hacer más eficaz el desarrollo de las
actividades confiadas al Estado.

En un inicio, su creación se encontraba justificada por la necesidad de establecer


órganos encaminados a la defensa de los derechos fundamentales, y para lograr
controlar la constitucionalidad en las funciones y actos de los depositarios del poder
público. Por tal motivo, se establecieron en las normas jurídicas constitucionales,
dotándolos de independencia en su estructura orgánica y así alcanzar los fines para
los que se crearon, es decir, para que ejerzan una función pública fundamental, y

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que por razones de su especialización e importancia social requería la autonomía
del órgano creado respecto de los clásicos poderes del Estado.

9.2 Organización

La evolución de la teoría clásica de la división de poderes en la que se


concibe a la organización del Estado, en los tres poderes tradicionales: legislativo,
ejecutivo y judicial, ha permitido que, en la actualidad, se considere como una
distribución de funciones o competencias para hacer más eficaz el desarrollo de sus
actividades; asimismo, se ha permitido la existencia de órganos constitucionales

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autónomos en el sistema jurídico mexicano, a través de diversas reformas
constitucionales.

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS


Artículo 116. El poder público de los estados se dividirá, para su ejercicio, en
Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y no podrá reunirse dos o más de estos poderes en
una sola persona o corporación, ni depositarse el legislativo en un solo individuo.

La autonomía es una forma de división del poder, sin que ésta deba ser
entendida como soberanía, es decir, debe entenderse como la distribución de
competencias sobre determinadas materias. La autonomía y el ejercicio del poder
por parte de los ciudadanos no son fines en sí mismos, sino que adquieren un valor
instrumental, pues son medios para garantizar un sistema democrático de derechos.

Los órganos constitucionales autónomos son:

1. El Banco de México (BANXICO)


2. Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)
3. Instituto Nacional Electoral (INE);
4. Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE);
5. Comisión Federal de Competencia Económica (CFCE);
6. Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT);
7. Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI);
8. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información (INEGI);
9. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(CONEVAL); y
10. Fiscalía General de la República (FGR).

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Para Moisés Ochoa Campos la centralización es la dependencia de los
diversos niveles en que se encuentra colocados los órganos administrativos.
Por otra parte, para García Laguardia los entes autónomos son aquellos órganos
descentralizados del Estado a los que se les ha otorgado capacidad de darse
preceptos obligatorios. La descentralización es una forma de organización a través
de la cual el Estado deja en manos de quienes consideran más aptos una parte de
la función administrativa del mismo Estado. Esta puede ser por regiones, funciones,
por servicios o por colaboración.

García Máynez define a la autonomía como la facultad que las


organizaciones políticas tienen de darse a sí mismas sus leyes y de actuar de
acuerdo con ellas.

Existen diferentes tipos de autonomía:

1. Técnica: es la capacidad de los organismos de decidir los asuntos por si


mismos con procedimientos especializados y personal calificado.
2. Orgánica o administrativa: No están sujetos a subordinación, deben ser
autónomos.
3. Financiera-presupuestaria: Gozan de la facultad de disponer de sus propios
presupuestos o sus recursos económicos para el cumplimiento de sus fines.
Proyectan, gestionan y ejercen su propio presupuesto.
4. Normativa: Ellos emiten sus propias reglas, políticas y lineamientos para su
organización y administración interna.
5. De funcionamiento: tiene una combinación de autonomías entre la técnica,
organiza, financiera y normativa que permite que permite que se elaboren
todas las actividades esenciales sin restricción o impedimento alguno.
6. Plena: Se gobierna totalmente por sí sola, se refiere a que debe gobernarse
sin ninguna subordinación externa.

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9.3 Integración

La evolución de la teoría clásica de la división de poderes en la que se concibe a la


organización del Estado, en los tres poderes tradicionales: legislativo, ejecutivo y
judicial, ha permitido que, en la actualidad, se considere como una distribución de
funciones o competencias para hacer más eficaz el desarrollo de sus actividades;
asimismo, se ha permitido la existencia de órganos constitucionales autónomos en
el sistema jurídico mexicano, a través de diversas reformas constitucionales.

La actuación de estos órganos no está sujeta, ni atribuida a los depositarios


tradicionales del poder público (legislativo, ejecutivo y judicial), a los que se les han
encargado funciones estatales específicas, con el fin de obtener una mayor
especialización, agilización, control y transparencia para atender eficazmente las
demandas sociales; sin que con ello se altere o destruya la tradicional doctrina de la
división de poderes, pues la circunstancia de que los referidos organismos guarden

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autonomía e independencia, no significa que no formen parte del Estado. Son
órganos indispensables en la evolución contemporánea del Estado Constitucional
de Derecho.

Los órganos constitucionales autónomos son aquéllos creados inmediata y


fundamentalmente en la Constitución, y que no se adscriben a los poderes
tradicionales del Estado. También, pueden ser los que actúan con independencia en
sus decisiones y estructura orgánica, depositarios de funciones estatales que se
busca desmonopolizar, especializar, agilizar, independizar, controlar y/o
transparentar ante la sociedad, con la misma igualdad constitucional.

en la creación e integración de los órganos constitucionales autónomos, hay


elementos comunes en todos ellos: la búsqueda de imparcialidad; la certeza sobre
la información que proporcionan; la independencia de los poderes públicos, así
como el fundamento técnico de sus decisiones en el mediano y largo plazos.

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9.4 Funcionamiento

Los órganos constitucionales autónomos son aquéllos creados inmediata y


fundamentalmente en la Constitución, y que no se adscriben a los poderes
tradicionales del Estado.

También pueden ser los que actúan con independencia en sus decisiones y
estructura orgánica, depositarios de funciones estatales que se busca
desmonopolizar, especializar, agilizar, independizar, controlar y/o transparentar ante
la sociedad, con la misma igualdad constitucional.

En México no hay ruptura sino continuidad respecto de la literatura tradicional


en cuanto a la noción de autonomía. Se entiende así a la posibilidad de que las
instituciones rijan su vida interior mediante normas y ordenamientos propios, sin
vulnerar el texto constitucional. Los órganos constitucionales autónomos forman
parte de la estructura del Estado, quien actúa a través de ellos. Desde el punto de
vista jurídico, su naturaleza autónoma deviene del propio texto constitucional, que
los convierte en poderes públicos distintos de los tres poderes tradicionales. Más
aún, tienen personalidad jurídica, independencia presupuestaria y poseen también
independencia orgánica, lo que implica autonomía de gestión.

Sin embargo, como apunta Salazar, la Constitución mexicana utiliza la


palabra “autónomo”, “autónoma” y “autonomía”, en reiteradas ocasiones, aunque
con distintos sentidos y diferentes alcances. Entre la enunciación que se hace de la

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autonomía como atributo de las universidades, o de órganos nacionales de carácter
jurisdiccional tales como los tribunales agrarios o de lo contencioso administrativo,
hasta llegar a la autonomía plena de órganos como el INE, el INAI, la IFT, o el INEE,
entre otros, median importantes diferencias. Tales diferencias dificultan el
tratamiento homogéneo y a profundidad de todos los casos. Más aún, ¿cómo
distinguir la plena autonomía en tanto característica definitoria de un órgano?

Respondiendo a esta cuestión, Carbonell distingue cuatro características


básicas en los órganos constitucionales autónomos de México. Ellas son:

1) Dichos órganos están creados por la Constitución

2) Poseen atribuciones propias, especificadas en el propio texto constitucional

3) Llevan a cabo funciones esenciales del Estado moderno

4) No están adscritos ni subordinados a otro poder del Estado, pero sus actos y
resoluciones pueden ser revisados por las instancias judiciales.

A esta noción primaria de autonomía se suma una segunda cuestión: los


órganos constitucionales autónomos también lo son respecto de los partidos
políticos. En este sentido: “Son generalmente órganos técnicos de control que no se
guían por intereses partidistas o coyunturales, y para su funcionamiento ideal no
sólo deben ser independientes de los poderes tradicionales, sino de los partidos o
de otros grupos o factores reales de poder”. Esta dimensión de la autonomía
representa más bien una aspiración que una realidad.

La creación de dichos órganos se realiza de manera independiente de los


tres poderes tradicionales, y se les asigna funciones estatales específicas en busca
de una mayor especialización, agilidad y transparencia en su actuación. Dichos
órganos suponen una evolución de la doctrina de la separación de poderes, pero no
la destruyen. Los órganos constitucionales autónomos forman parte del Estado,
situándose “a la par de los órganos tradicionales”. Afirma la Corte: “Su misión
principal, se reitera, radica en atender necesidades torales tanto del Estado como de

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la sociedad en general, conformándose como nuevos organismos que se
encuentran a la par de los órganos tradicionales”.

A partir de esta ubicación funcional, la Corte establece sus notas distintivas.


Las características esenciales que se desprenden y que tienen dichos órganos son:

1. Deben estar establecidos y configurados directamente en la Constitución.


2. Deben mantener con los otros órganos del Estado relaciones de
coordinación.
3. Deben contar con autonomía e independencia funcional y financiera.
4. Deben atender funciones coyunturales del Estado que requieran ser
eficazmente atendidas en beneficio de la sociedad.

Las funciones estatales ya no son atribuidas exclusivamente a los tres


poderes tradicionales (soberanos). En la actualidad, algunas funciones que
tradicionalmente correspondieron a la órbita del Poder Ejecutivo son realizadas por
los órganos autónomos que no sólo se sitúan al mismo nivel de los órganos
tradicionales del Estado, sino que además colaboran en neutralizar a los primeros,
al tiempo que establecen una red de relaciones entre ellos. Se multiplican así los
espacios para la toma de decisiones.

En resumen, un hecho que resulta evidente al analizar las funciones que les
han sido asignadas a los órganos constitucionales autónomos en México: su
diversidad. señala justamente este hecho: algunos se orientan a la garantía de
derechos, otros son instancias de control del poder; algunos tienen autoridad
regulatoria, otros técnicas punitivas o de investigación. Además de esto, algunos se
orientan a brindar servicios a los gobernados, mientras que otros actúan frente al
Estado y finalmente, algunas más gestionan áreas de operación de intereses
privados. Asimismo, cada una de estas funciones atiende a objetivos específicos en
los distintos órganos autónomos.

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9.5 Atribuciones

Desde la década de 1990, en México se crearon numerosos órganos autónomos de


rango constitucional, quienes ejercen funciones relevantes del gobierno. Sin
embargo, la Constitución no prevé esta figura, no regula su modo de creación ni sus
características y no aclara cuál es su posición dentro de la estructura institucional
del gobierno mexicano. Por lo tanto, el panorama que ofrecen los órganos
autónomos no es homogéneo, mediando importantes diferencias entre ellos, las
relaciones entre ellos y las demás instituciones de gobierno. Este trabajo presenta
un análisis integrador de los mismos, a fin de establecer su posición institucional
dentro del gobierno, sus relaciones con los demás poderes públicos, sus áreas de
oportunidad y sus potencialidades.

 la estructura del Estado mexicano comenzó a experimentar la creación de órganos


autónomos con rango constitucional. Con excepción de la Universidad Nacional
Autónoma de México cuya autonomía constitucional data de 1980, desde 1993 en
adelante, en que se otorga autonomía al Banco de México se produjo un vertiginoso
incremento de órganos constitucionales autónomos. Así, se incorporan a la
Constitución el Instituto Federal Electoral en 1996 (hoy Instituto Nacional Electoral,
INE) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en 1999. Órganos
pioneros, que constituyen lo que podemos denominar la “primera generación” de
órganos constitucionales autónomos en México.

Más recientemente se otorgó autonomía al Sistema Nacional de Información


Estadística y Geográfica (INEGI), la Comisión Federal de Competencia Económica
(Cofece), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), el Instituto Nacional de
Evaluación de la Educación (INEE), el Consejo Nacional de Evaluación de la Política
de Desarrollo Social (Coneval), el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la
Información y Protección de Datos Personales y la Fiscalía General de la República,
estos dos últimos en 2014. Este conjunto de órganos, todos ellos establecidos en el

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actual sexenio, constituyen lo que en este trabajo se denomina la “segunda
generación” de órganos constitucionales autónomos en México.

Precisar rasgos comunes a los órganos constitucionales autónomos es más un


ejercicio de prospectiva que de identificación, una búsqueda más que un recuento,
una asignatura pendiente para el constitucionalismo contemporáneo. Esto se debe a
que por un lado, no se ha profundizado lo suficiente en el tema por parte de los
especialistas; algunos de ellos, al abordar este punto en particular, recurren por
analogía a las características que apunta Manuel García Pelayo para el caso del
Tribunal Constitucional: inmediatez, esencialidad, autonomía orgánica y funcional,
dirección política, etc. Por otra parte, y al menos en el caso de México, las reformas
al texto constitucional que han introducido estos órganos no han tomado en
consideración ubicarlos en un solo rango y proponer rasgos comunes que los
identifiquen en lo esencial y que, ulteriormente, permitan hacer las distinciones
propias de su competencia técnica, cualidad que al fin de cuentas parece constituir
su rasgo definitorio. 

Inicialmente y a propósito del replanteamiento a la teoría de la división de poderes,


me parece que la aparición de los órganos constitucionales autónomos responde
precisamente a una evolución, tanto en el discurso como en la praxis, del papel de
los poderes en el Estado contemporáneo y que estos organismos, con los que
tienen, como afirma García Pelayo, una "paridad de rango”, se perfilan también
como posibilidad efectiva de ejercicio del poder público. Así, el doble aspecto
fundamental de estas entidades estriba, por una parte, en que son organismos del
Estado, y por otra, en su previsión en el texto constitucional como autónomos, es
decir, no subordinados al Ejecutivo, Legislativo o Judicial.

Debido a estas características, y ante la constatación de fenómenos como la


corrupción de las entidades públicas vinculadas a los poderes, la falta real de
equilibrios entre los mismos, y los excesos de los partidos en el juego político,
parece en ocasiones que los órganos constitucionales autónomos tendrían una
prevalencia especial incluso por encima de los poderes, además de que algunos -
pienso en el Tribunal Constitucional o el Ombudsman- han adquirido una relevancia
de primerísimo orden.

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En este sentido, es conveniente distinguir las implicaciones concretas de su
autonomía con relación a los poderes, así como puntualizar los elementos de cada
uno, a fin de precisar cuáles tienen una relevancia especial, como es el caso del
Tribunal Constitucional, cuya naturaleza jurídica lo sitúa, en la mayoría de los países
que lo han incorporado a su vida institucional, como "el intérprete supremo de la
Constitución. Esto supone que le corresponde al Tribunal una permanente labor de
reconstrucción de la unidad del ordenamiento mediante su doctrina al determinar el
sentido de los preceptos constitucionales. Esa labor jurisdiccional puede tener una
relevancia política menor, pero es la que mayor incidencia tiene a la larga, por
cuanto hace posible también la adaptación permanente de la Constitución a las
nuevas realidades sociales"

Los titulares de los órganos y sus principales colaboradores asumen un perfil que
intenta conciliar formación profesional y conocimientos técnicos, con imparcialidad y
honorabilidad; el ser apolíticos, con una fuerte vinculación hacia la sociedad; el ser
apartidistas, con el consenso de los mismos partidos representados en el Poder
Legislativo. La nota común apunta pues, al hecho de que se requieren personas de
gran peso moral, así como con un conocimiento de primerísimo nivel de la materia
propia del organismo, como titulares del mismo; por otra parte, una integración del
órgano, que en términos prácticos implique "selección justa e imparcial;
inamovilidad; remuneración suficiente y prohibición de su reducción; designaciones
escalonadas, y servicio civil de carrera...

La participación del Poder Legislativo en la designación de los titulares es primordial


para asegurar imparcialidad, capacidad técnica, vinculación con la sociedad; lo ideal
es que mayorías calificadas de legisladores lleven a cabo todo el proceso de
propuesta y designación.

Ejemplos de Órganos Constitucionales Autónomos

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1. El Instituto Federal Electoral.

Las reformas publicadas en el D.O.F. el 6 de abril de 1990, inician la propuesta de


autonomía en materia electoral, aunque las de mayor envergadura en términos de
"ciudadanizar" el Instituto Federal Electoral, instancia que tiene por objeto principal
la organización de las elecciones federales, corresponden a los años de 1994 y
1996; en esta última se modifica la estructura directiva del Instituto, y se avanza en
un ejercicio de autonomía que es fundamental, eliminando la intervención del Poder
Ejecutivo en el Consejo General.

Por primera vez en julio del 2000 se realizan elecciones presidenciales bajo la
coordinación de un órgano totalmente autónomo; ya no corresponde la presidencia
del Consejo al Secretario de Gobernación, y es posible dar cuenta cabal y expedita
de resultados fehacientes casi de inmediato.

2. Comisión Nacional de Derechos Humanos

Mediante reformas al artículo 102 "B" de la Constitución, del 28 de enero de 1992,


se eleva a rango constitucional la función protectora de los derechos humanos, a
través de un organismo federal, y los correspondientes en las entidades federativas.
El statu constitucional de estas figuras no implicó su autonomía  sino hasta finales
de 1999, y su vida jurídica ha sido un tanto accidentada, desde que la entidad
federal se concibió inicialmente, y mediante decreto presidencial, como un órgano
desconcentrado de la Secretaría de Gobernación. Sin embargo, su previsión en la
norma fundamental introdujo ya un mecanismo no jurisdiccional de tutela a los
derechos fundamentales de las personas y de control de la Constitución, amén de
atender una demanda social urgente ante las graves violaciones de derechos
humanos, especialmente por parte de las instancias de procuración de justicia.

El día 13 de septiembre de 1999, se publicaron en el Diario Oficial de la Federación


sendas reformas a la Constitución que sitúan a estas entidades en el rango de los
órganos constitucionales autónomos, y que dejan atrás el alcance de la autonomía

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previsto únicamente para las recomendaciones, así como el estatuto de "organismo
descentralizado" que hasta la fecha le otorga la Ley de la Comisión de Derechos
Humanos en su artículo segundo. No obstante este avance fundamental, el tema de
la autonomía no fue el asunto toral de la discusión en torno a las reformas por parte
de partidos políticos, legisladores, especialistas y organizaciones no
gubernamentales; las cuestiones relevantes fueron las relativas a conservar o no la
incompetencia de los organismos en asuntos laborales, electorales y
jurisdiccionales, así como el punto, ampliamente debatido, sobre la designación del
presidente de la CNDH.

3. Banco de México

Su regulación constitucional forma parte de los contenidos del artículo 28, concebido
originalmente como la garantía de libre concurrencia; además, y especialmente a
partir de las reformas de 1983, parte integrante del capítulo económico de la
Constitución, que prevé la responsabilidad del Estado como ente rector en los
procesos de planeación y conducción de la vida económica nacional.

Las reformas que otorgan autonomía al banco central, datan del 20 de agosto de
1993, mediante la incorporación de dos párrafos al artículo citado; fue el culmen de
un proyecto de largo plazo que implicó la transferencia de atribuciones del Ejecutivo
federal a esta entidad, anteriormente organismo descentralizado, y cuyo objeto
principal es -refiere el precepto constitucional en su párrafo sexto- "procurar la
estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la
rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado".

La autonomía prevista en la Constitución se otorga en términos de "ejercicio de


funciones" y "administración", con lo que se acentúa su competencia técnica en una
actividad primordial para la viabilidad económica de la Nación, como es la
estabilidad de precios, y que debe mantenerse ajena a consignas políticas y a una
excesiva injerencia del Poder Ejecutivo. La descripción de la naturaleza jurídica de
la entidad no precisa en ningún momento su carácter como "órgano constitucional
autónomo" como ocurre en todos los casos de "autonomía" previstos en la
Constitución. Por su parte, la Ley del Banco de México, reglamentaria de los

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párrafos sexto y séptimo del artículo 28, y publicada el 23 de diciembre de 1993,
señala en su artículo primero que el banco central es una persona de "derecho
público con carácter autónomo".

 
4. Tribunales agrarios

La mayoría de los especialistas que abordan el tema de los órganos


constitucionales autónomos en México, ubican de inmediato y sin lugar a dudas las
tres primeras entidades a las que he aludido: IFE, CNDH y Banxico. Sin embargo, la
Constitución otorga el mismo rango de autonomía a los tribunales agrarios, órganos
estatales con carácter jurisdiccional. 49

El artículo 27, fr. XIX de la Constitución, a partir de las reformas salinistas en


materia agraria publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 6 de enero de
1992, prevé la instauración de "tribunales dotados de autonomía y plena
jurisdicción" para "la administración de justicia agraria". No hay pues, distinción
fundamental, ni matices importantes que los pudieran situar en un espectro diferente
al de las otras entidades autónomas del Estado. La razón primordial de su
autonomía y lo hacen saber tanto la iniciativa presidencial, como los dictámenes
correspondientes de ambas cámaras, es que efectivamente, se imparta justicia
pronta y expedita en una materia tan delicada como la agraria, especialmente en los
asuntos de tenencia de la tierra en ejidos y comunidades; específicamente, se trató
con las reformas de substituir el anterior procedimiento mixto administrativo -
judicial, por un sistema de administración de justicia ad hoc. La posibilidad de que
los campesinos encuentren mecanismos de impartición de justicia sencillos,
asequibles, sin complicaciones, es el eje rector de la estrategia de estos organismos
autónomos.

5. Asignaturas pendientes

Al tratarse de un "fenómeno relativamente reciente, acerca del cual la elaboración


doctrinal está en marcha"52 , como apunta el Doctor Diego Valadés, sobre los
órganos constitucionales autónomos, me parece que aún hay mucho por definir y

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puntualizar. La reflexión se ha iniciado; es un tema importante para la vida
constitucional en México, que interesa a los especialistas en nuestro país, y al que
le están dedicando cada vez más páginas. Creo que el ejercicio académico se ha
acompañado de una trayectoria institucional que, en mayor o menor grado, ha
demostrado las ventajas que representa para la sociedad en su conjunto contar con
este tipo de entidades, que han sido más eficientes y valiosas entre más han
definido su autonomía. Un ejemplo preclaro lo tenemos en el Instituto Federal
Electoral.

Para finalizar, apunto lo que considero importante de clarificar en términos


generales sobre los organismos, y retomo algunas propuestas tendientes, bien a
reforzar la actuación de los ya existentes, bien a introducir nuevas figuras a la
Constitución.

Conclusión

En conclusión podemos entender que los órganos constitucionales autónomos son


aquéllos creados inmediata y fundamentalmente en la Constitución, y que no se
adscriben a los poderes tradicionales del Estado, también pueden ser los que
actúan con independencia en sus decisiones y estructura orgánica, depositarios de
funciones estatales que se busca, especializar, agilizar, independizar, controlar o
transparentar ante la sociedad con la misma igualdad constitucional.

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Los órganos son muy importantes por qué son una clave muy importante en nuestro
país, pero también puede que sea una consecuencia que es la pedida de
potestades para los poderes judicial, ejecutivo y legislativo.

La existencia de los órganos constitucionales autónomos dentro del sistema jurídico


mexicano es justificable , por qué es necesario dar tareas muy importantes del
estado, esto con el fin de agilizar , de llevar un control y dar resultados eficaces en
las demandas sociales que se dan día con día en nuestro país .

Bibliografía:

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Cárdenas Gracia, Jaime. Una Constitución para la democracia. Propuesta para un


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como derecho fundamental: la construcción del Tribunal Constitucional, Madrid,
Civitas, 1991, pp.21-25.
Ochoa Campos, Moisés, Descentralización o autonomía municipal, p. 3, cit., nota 13

19
García Laguardia, La autonomía universitaria en América Latina, p. 23, cit., nota 14.
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SCJN Tesis: I.1o.A.E.198 A 10a. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,


Décima Época en http://sjf.scjn.gob.mx/sjfsist/paginas/DetalleGeneralV2.aspx?
Epoca=1e3e1fdfdf8fcfd&Apendice=1fffdfffcfcff&Expresion=&Dominio=Rubro,Texto

Filiberto Valentín Ugalde Calderón, Órganos constitucionales autónomos, en


https://portalanterior.ine.mx/archivos2/portal/servicio-profesional-electoral/
concurso-publico/2016-2017/primera-convocatoria/docs/Otros/37-org-
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Ibídem

20
Jurisprudencias con números de registro 172456 y 170238, de la Novena Época,
sustentadas por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Ugalde Calderón Filiberto Valentín. Órganos constitucionales autónomos, revista del


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Nava Negrete, Alfonso. “Autonomía administrativa”, en Diccionario jurídico


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