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Documentación y navegación

El mar, los barcos y los marineros en las Canarias


Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886)

Pedro C. Quintana Andrés


PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE CANARIAS DIRECTOR DEL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL
Ángel Torres Pérez DE LAS PALMAS
Samuel García Arencibia
CONSEJERA DE EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD,
ESTUDIO INTRODUCTORIO
CULTURA Y DEPORTES
Pedro C. Quintana Andrés
Manuela de Armas Rodríguez
TRANSCRIPCIÓN DE LOS DOCUMENTOS
VICECONSEJERO DE CULTURA Y PATRIMONIO Pedro C Quintana Andrés
CULTURAL
Juan Márquez Fandiño REPRODUCCIÓN DE LOS DOCUMENTOS
Archivo Histórico Provincial de Las Palmas
DIRECTORA GENERAL DE PATRIMONIO CULTURAL
María Antonia Perera Betancor CATALOGACIÓN BIBLIOGRÁFICA
María de la Paz Sánchez Romero

Quintana Andrés, Pedro C.

Documentación y navegación : El mar, los © de esta edición: 2021, Archivo Histórico


barcos y los marineros en las Canarias Orientales a Provincial de Las Palmas (Canarias, España)
fines de la Edad Moderna (1700-1886) / Pedro C.
Quintana Andrés. – Las Palmas de Gran Canaria :
Gobierno de Canarias, Archivo Histórico Impresión: Reprográficas Malpe, SA
Provincial de Las Palmas, 2021 Calle de la Calidad, 34
Polígono Industrial Los Olivos
316 p. : il. ; 30 cm. 28906 Getafe (Madrid)

D.L. GC 488-2021 Maquetación y diseño de cubiertas


ISBN 978-84-7947-786-8 Jorge A. Liria

Navegación - Canarias - Historia - Fuentes Ilustración de la portada: Adquisición de barco


Archivo Histórico Provincial de Las Palmas- en Marruecos
Edición de fuentes AHPLP. Sección: Protocolos notariales.
Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo:
930.2(649)"654" 2.307, fols. 231 v – 236 v.
Documentación y navegación
El mar, los barcos y los marineros en las Canarias
Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886)

Pedro C. Quintana Andrés

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LAS PALMAS

Las Palmas de Gran Canaria


2021
Índice
Presentación, 011

Introducción, 017
1. Normas y legislación naval en la Edad Moderna, . 020
2. Gran Canaria a fines de la Edad Moderna. Razones para navegar y comerciar, 028
3. Cartas de navegación y derroteros de Gran Canaria durante la Modernidad, 040
3.1. Navegación e incidencia en Gran Canaria a fines de la Modernidad, 046

Documentos, 065
1. Transporte de tropa y amotinamiento, 067
2. Protesta al estar afectada la carga del barco por las tempestades, 068
3. Transbordo de mercancías hacia Indias a causa de incidente, 069
4. Limosna para misas por pescadores ahogados, 070
5. Acuerdo entre los socios tras pérdida de nave, 070
6. Venta de barco inglés apresado, 072
7. Zozobra de barco tras una tormenta, 072
8. Transporte de carga y pertrechos de barco encallado, 074
9. Transacción por buque averiado, 074
10. Herraje para fábrica de barco, 076
11. Transporte de granos y tormenta, 076
12. Tormentas y deterioro de la carga, 077
13. Tráfico de cereal y exceso de carga, 078
14. Navegación frustrada, 080
15. Robo de barco, 080
16. Acuerdo para establecer una compañía de barquillos del tráfico, 081
17. Carenado de nave, 083
18. Incautación de barco, 084
19. Contrato de marinería, 085
20. Tormenta y pérdida de parte de la carga, 086
21. Contrato de flete para Madeira y Santa Cruz de Tenerife, 087
22. Grave tormenta y accidente, 089
23. Huida de esclavo negro, 091
24. Barco cargado de municiones afectado por fuertes vientos, 092
25. Mala maniobra del práctico del puerto, 092
26. Nave y huracán, 093
27. Hundimiento navío francés, 095
28. Fragata portuguesa con destino a Bahía, 095
29. Deuda por trabajos en barco, 099
30. Solicitud de abono de los seguros de carga y barco, 100
31. Pérdida de ancla y arrastre de nave, 100
32. Temporal y anegado de agua, 102
33. Tormenta y alijado de mercancías, 102
34. Venta de productos perecederos de un barco sin permiso de descarga, 103
35. Venta de presa inglesa, 104
36. Desacuerdo en licencia para navegar a las islas Salvajes, 105
37. Compra de barco tomado por corsario francés, 106
38. Reclamación de participación en la presa de barcos, 107
39. Navío con doble encuentro con corsarios ingleses, 108
40. Obstáculos para la descarga de una fragata, 109
41. Acuerdo de navegación y transporte, 110
42. Carga estropeada, 111
43. Necesidad de vender mercancías para continuar viaje, 112
44. Apresamiento barco de pesca, 113
45. Transporte de ganado, 144
46. Problemas con el abandono de la carga, 115
47. Pérdida de ancla, 116
48. Apuros de barco marroquí y préstamo, 117
49. Embargo de barco marroquí, 118
50. Venta de barco apresado por corsario francés, 119
51. Presión sobre patrón para descarga, 119
52. Mal comportamiento de capitán de bergantín, 121
53. Reparación frustrada de un navío, 121
54. Periplo para arribar en Madeira, 122
55. Barco francés y problemas a causa de la guerra, 123
56. Extravío del convoy con dirección a la India, 124
57. Choque de naves, 125
58. Efectos de un doble huracán, 126
59. Administración de buque y carga hasta poder ir a su destino a causa de la guerra, 127
60. Problemas para desembarque de cereal, 127
61. Venta de una presa inglesa, 128
62. Dilatación en la navegación, 131
63. Entrega de remates de presa inglesa, 132
64. Donación de corsario inglés, 135
65. Adquisición de barco en Marruecos, 135
66. Percepción de haberes de un barco llevado a Cádiz, 138
67. Imputado por no auxiliar a buque, 139
68. Fuga de prisioneros franceses en un barco inglés, 141
69. Imposición de navegar hacia su destino a barco averiado, 142
70. Protesta y expulsión de pasajeros, 143
71. Problemas de abastecimiento debido a la guerra, 146
72. Naufragio de barca en las costas de Gáldar, 147
73. Arribo por fuego a bordo, 148
74. Normas sanitarias para la navegación, 149
75. Imposibilidad de arribada por epidemia, 150
76. Petición de recompensa por rescate, 151
77. Incidente entre dos barcos, 152
78. El Duque del Parque y la fábrica de cañoneras para la defensa de las islas, 153
79. Contrata para la pesca de la ballena, 154
80. Varamiento de barco en la playa de Santa Catalina, 156
81. Transporte en mal estado, 156
82. Desposesión de fragata por corsario inglés, 157
83. Reclamación de nave y carga en los juzgados de Londres, 159
84. Barco encallado en el puerto de la ciudad, 160
85. Normas pactadas para la marinería dedicada a la pesca, 160
86. Naufragio de balandra inglesa, 162
87. Reclamación por incendio de barco de pesca, 163
88. Sustitución de enfermo en un viaje a América, 163
89. Altercado por la venta de barco, 165
90. Prisión por ocultación de incidente a la Junta de Sanidad, 166
91. Acuerdo para abono de rescate de nave, 167
92. Denuncia contra una mala maniobra del capitán de un barco, 168
93. Robo de ganado por tripulación, 168
94. Disturbios entre la tripulación, 169
95. Multa por saltarse la cuarentena, 170
96. Negocio frustrado y abono de fletamento, 171
97. Toma de ballena y retraso en la entrega de mercancías, 172
98. Prohibición de navegar a un barco, 173
99. Protesta de la tripulación contra dueño de barco, 175
100. Vicisitudes de expedición de emigrantes lanzaroteños a Puerto Rico y Cuba, 176
101. Ayuda a expedición marítima de emigrantes, 179
102. Robo a pasajeros, 182
103. Extravío de carga, 183
104. Acción corsaria en el puerto de La Luz (1), 184
105. Acción corsaria en el puerto de La Luz (2), 185
106. Acción corsaria en el puerto de La Luz (3), 185
107. Acción corsaria en el puerto de La Luz (4), 187
108. Acción corsaria en el puerto de La Luz (y 5), 192
109. Incidencia con ganado, 192
110. Secuestro de barco y carga, 193
111. Actuación de corsario argentino, 194
112. Avería de barco y transferencia de mercancías, 195
113. Abordaje de corsario y nave en precario, 196
114. Contrato de transportes de vino a las Antillas, 201
115. Embarrancamiento de barco, 202
116. Robo de bergantín y carga, 203
117. Barco obligado a cumplir la cuarentena en Santa Cruz de Tenerife, 205
118. Carga salvada, 205
119. Apresamiento en Gibraltar, 206
120. Apresamiento en Gibraltar (y 2), 207
121. Abuso de poder de un capitán, 207
122. Asalto y denuncia de falta de auxilio, 208
123. Poder para recibir mercancías embargadas a causa de robo, 210
124. Contrato para financiar viaje a América, 211
125. Saqueo de buque, 212
126. Abandonados a su suerte, 213
127. Intervención arbitraria de barco, 217
128. Choque de barcos en el puerto de La Luz, 218
129. Amotinamiento de pasajeros, 218
130. Corsarios colombianos, 221
131. Corsarios colombianos (y 2), 222
132. Protesta violenta de pasajeros, 224
133. Asalto de barca y abandono de tripulación, 225
134. Asalto de insurgentes, 225
135. Incumplimiento de contrato de transporte, 226
136. Desidia en la ejecución de servicio, 227
137. Litigio por apresamiento de carga, 228
138. Traslado marítimo y poder para recuperar hija, 229
139. Insubordinación y castigo, 230
140. Hurto de vino enviado a Gibraltar, 231
141. Naufragio y socorro a colonos irlandeses, 232
142. Naufragio y socorro a colonos irlandeses (y 2), 233
143. Carga en malas condiciones por falta de estiba, 234
144. Alijo de tabaco, 234
145. Acuerdo de fletamento para Cuba, 235
146. Contrato de abastecimiento de sal para barco de pesca, 236
147. Contrato para construcción de un bergantín-goleta, 237
148. Rescate de mercancías, 238
149. Rechazo carga de buque, 239
150. Acuerdo entre propietarios de barco de pesca, 240
151. Embarque y desembarque de pasaje para América, 241
152. Problemas de embarque y traslado para expedición a Uruguay, 242
153. Incidentes en el transporte de animales, 244
154. Desparecido en el mar y herencia, 245
155. Retención de carga a causa de libelo, 246
156. Sospecha de contrabando de tabaco cubano, 247
157. Un viaje difícil, 248
158. Vicisitudes de un capitán, 253
159. Negligencia del capitán de una goleta, 255
160. Contrato de pesquería, 256
161. Distribución de rescate de barco naufragado, 256
162. Vía de agua y cambio de rumbo, 257
163. Reclamación recompensa por rescate de barco, 258
164. Patrón fallecido por balazo de invasores, 259
165. Avería de barco cuando se calafateaba, 260
166. Venta de bergantín-goleta, 261
167. Acuerdo con tripulación para navegar a La Habana, 262
168. Epidemia y pesca del salado, 263
169. Prohibición de sacas de papas, 264
170. Efectos de la epidemia de cólera morbo sobre el transporte marítimo, 265
171. Pérdida de carga de azúcar cubana, 260
172. Incumplimiento de entrega de carga de retorno, 267
173. Abono de pasaje a familia para conducirlos a Uruguay, 267
174. Negativa a transportar a militar enfermo, 269
175. Denuncia de dilatación de salida de buque, 269
176. Avería de buque y traslado de su carga, 270
177. Contrato de flete para Cuba, 272
178. Posible sustracción de alhajas y destrucción de papeles, 272
179. Búsqueda de buque, 273
180. Traslado y servicio a bordo de médico, 274
181. Fundación de compañía por los barcos de la pesca del salado, 275
182. Venta de pescado a compañía, 279
183. Dificultades para tomar carga a bordo, 280
184. Incendio de productos tóxicos, 281
185. Fallecido a bordo, 283
186. Perjuicio de cargamento, 283
187. Problemas para el transporte de cereales, 285
188. Huracán e incidencias en un buque, 287
189. Naufragio de barcaza en el puerto de La Luz, 288
190. Avería en el vapor-correo, 289
191. Navegación dificultosa, 291
192. Transporte de maíz y tempestad, 293
193. Maniobra desafortunada, 294
194. Reparación de pailebot accidentado, 295
195. Declaración de avería, 296
196. Arrojo de carga al mar, 297
197. Problema para navegar entre islas, 298
198. Los efectos del huracán y navegación prolongada, 300
199. Dejación de carga, 304
200. Incendio en el vapor correo, 305
201. Hundimiento de vapor-correo, 307
202. Hundimiento de barco en el puerto de La Luz (1), 308
203. Hundimiento de barco en el puerto de La Luz (y 2), 313
204. Efectos de las tormentas en un vapor, 314
Presentación

El mar es la contraseña identitaria del Archipiélago de Canarias. Surcando el océano en el que


emerge, sus islas pudieron ser habitadas por primera vez por grupos humanos norteafricanos
que probablemente fueran traídos, al no practicar la navegación. A lo largo de los siglos, la
población que se desarrolla en las islas aprende y se forma en el arte de fabricar barcos, tanto,
que llegan a crear escuela en América, especialmente la carpintería de ribera que se desarrolla
en La Palma y Lanzarote.
Las continuas y frecuentes arribadas en las costas insulares posibilitan que Canarias sea la
casa de una población mestiza, multicultural, tolerante y solidaria. La migración, la cultura, el
comercio o el desarrollo no son explicables en las islas sin la presencia del Océano que se ve
venir desde sus costas. Es la vía umbilicar de todas las realidades y aspiraciones isleñas y bue-
na parte de su historia sigue oculta en los fondos de su mar.
Diversos oficios relacionados con este subsector productivo posibilitaron el crecimiento
de varios núcleos de población, algunos de ellos de significativo desarrollo. En ellos, sus ba-
rrios y calles surgen con celeridad alrededor de las áreas de desembarque de las mercancías,
pesca o pasaje. Lonjas, posadas, tabernas, astilleros o los lazaretos se extendieron por diversas
áreas urbanas dando lugar a arrabales o suburbios, donde junto a la vivienda de la familia bar-
quera o mareante, un comerciante especializado en productos ultramarinos construía su bo-
dega, almacenes y casa. La vida en estas áreas, calles o barrios le proporciona una particular
idiosincrasia, muchas veces demonizada por la vecindad que también habita en la urbe que no
logra comprender cómo en una sociedad jerarquizada, muchas veces intolerante y bajo un
estricto control ideológico, podían existir costumbres que, entendían, eran laxas y poco edifi-
cantes. La visión reduccionista de la vida cotidiana de la población marinera o pescadora, ex-
tensible a las demás personas de sus familias -tópicos aún presentes-, se contrastaba con la
cruda realidad periódica, la cual, como se verá en el trabajo que prologamos, se basaba en una
labor sacrificada en tierra y en el mar, donde el peligro estaba presente a través de las tormen-
tas, las enfermedades, los accidentes, los actos piráticos o las cesantías.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 11
En concreto, la gente de la mar en Canarias, como en otros lugares, estaba sometida a los
avatares del tiempo, a la dureza de su trabajo, la incomunicación con la familia, la tragedia
cotidiana e insondable, o la pobreza amenazante en su vejez. Todo ello le conduce a buscar la
protección divina plasmada en la edificación de ermitas sostenidas por el esfuerzo de la colec-
tividad, predominando en ellas advocaciones relacionadas con el mar, como es san Pedro
González Telmo, la Virgen del Buen Viaje o la Virgen del Carmen.
Entre estas personas la solidaridad fue una constate en tierra firme y en el mar, único me-
dio de afrontar las pruebas más difíciles mediante el esfuerzo como vía para sobrevivir al ma-
ravilloso, inquietante y pavoroso piélago que se muestra pronto a castigar cualquier error. En
tierra los marinos y pescadores forman cofradías de socorro mutuo, de asistencia en la enfer-
medad o la invalidez, con ayudas del fondo común a las viudas o en beneficio de la descen-
dencia huérfana. A la multiplicidad poliédrica de este mundo tan poco conocido en sus me-
canismos internos, se unen sucesivas aportaciones procedentes de allende del mar con una
acrisolada concurrencia de naves y marinos de diversos países con destino o tránsito por los
puertos insulares. En ellos consumen, descansan, e incluso, se asientan. Además de aportar al
conjunto local experiencias de navegación, innovaciones tecnológicas, noticias o productos de
contrabando, logran el enrolamiento de personas nativas o presentan testimonios de su nave-
gación debidos, en general, a percances y averías de sus naves.
El puerto, sus arrabales y la gente pululante por sus calles constituyen un escenario hacia el
progreso, empatía y solidaridad, una brisa fresca dentro de una sociedad agobiada por el for-
malismo y el envaramiento ideológico.
En Canarias las zonas portuarias y las áreas de asentamiento de quienes trabajan fueron un
non man´s land donde las normas, las jerarquías o el tejido social moderno se diluye, en parte,
ante la exuberante amalgama de tendencias, usos, costumbres y necesidades de libertad de ese
sector social.
Una fracción de la vida del marinero o el pescador, de sus riesgos, frustraciones, penalida-
des, esperanzas o anhelos queda reflejada en la documentación aquí expuesta a la consulta de
la persona que investiga o lee.
La pretensión de realizar esta recopilación se fundamenta en reunir un adecuado repertorio
de testimonios de mandos y tripulaciones sobre variados asuntos acontecidos en su navega-
ción, capaz de indicar las rutas comerciales, las formas de conducción de las naves en convoy
o en solitario, las tipologías de las mercancías y sus formas de transporte, las vicisitudes de los
fenómenos meteorológicos adversos sobre las naves y cargas, los conflictos internos de la
marinería o de ella con los pasajes, la incidencia de corsarios, las cuarentenas y la junta de sa-
nidad, o los accidentes marítimos.
El cúmulo de testimonios -seleccionados entre un amplio conjunto que aún queda por es-
tudiar- logra dar una visión general pero cercana de la navegación y el mundo de la mar en
Canarias a fines de la Edad Moderna.
La Dirección General de Patrimonio Cultural, siguiendo su línea de fomento, defensa, pre-
servación y difusión del patrimonio cultural canario, materializa con ésta y otras obras publi-

12 Pedro C. Quintana Andrés


cadas su obligación, pero también su necesidad y complacencia, de fomentar los estudios y las
ediciones de los fondos documentales depositados en los archivos de las islas. Con ello se
facilitan su alcance a quienes investigan o se interesan por esta temática, y se va llenando de
historia los vacíos de memoria patrimonial relacionada con el mar identitario que nos une.

María Antonia Perera Betancor


Directora general de Patrimonio de Canarias

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 13
14 Pedro C. Quintana Andrés
Estudio preliminar del texto

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 15
16 Pedro C. Quintana Andrés
Introducción

El mar como factor presente y útil en las relaciones socioeconómicas o culturales registradas
entre los grupos humanos en el pasado fue una conquista lograda tardíamente por las diversas
civilizaciones. La mayoría de ellas, sobre todos las anteriores a la Edad Media, no tuvieron al
mar entre sus espacios prioritarios de conquista y explotación, experimentando el proceso de
dominio una lenta aproximación ante un mundo desconocido, inhóspito, insondable y, la
mayoría de las veces, impredecible. Las civilizaciones surgidas en los milenios previos a
nuestra era se cimentaron en áreas bañadas por caudalosos ríos o próximas a tierras de alta
fertilidad, casi siempre lejanas del mar, de espaldas a él, pues, incluso, muchas lo ignoraron a
lo largo de su vigencia. Solo determinados pueblos ―varios de los asentados en las islas
orientales del Mediterráneo, por ejemplo― lograron acercarse al mar con el fin de convertirlo
en un vehículo capaz de aumentar su prosperidad, el control de mercados y la difusión de su
cultura. Las técnicas de navegación, los modelos de formación y trasmisión de los
conocimientos a las siguientes generaciones o la importancia de las primeras arcaicas cartas
náuticas fueron factores esenciales para que estos pocos grupos talasocráticos pudieran
controlar los mares en esos momentos y sus naves fueran medios imprescindibles para lograr
el funcionamiento de las economías de otros muchos pueblos. Esa época marca un evidente
progreso con la incorporación del mar a la historia de la Humanidad, no como un elemento
hostil o mero depósito de recursos aprovechables, sino, también, como un espacio propio,
asumible, diverso e inteligible.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 17
En la Edad Media la mayoría de los moradores europeos volvieron a darle la espalda,
alejarse de las zonas de peligro costeras, confiar en lo próximo o asegurar la subsistencia, gran
parte de ella afianzada sobre el terrazgo. Salvo excepciones en la península itálica o en el área
báltica, la etapa medieval articuló y pergeñó un fantástico ensueño sobre un mar desdibujado,
con gran ascendiente de epatismo sobre la población, basado en una clara relación hádica o,
simplemente, un estíxio a eludir en lo posible. No fue extraño que muchos pueblos asociaran
el mar al peligro cristalizado y sustanciado en las reiteradas razzias cometidas por normandos
o escandinavos sobre áreas costeras y fluviales del corazón europeo. Ante tales desasosiegos
las migraciones hacia el interior, los intentos de crear unas sólidas defensas o el uso de todo
tipo de remedios apotropaicos se hicieron elementos cotidianos del devenir en algunas zonas
especialmente expuestas a la rapiña. A fines de ese periodo medieval el resurgimiento de la
vida urbana incidió en la apertura de numerosas rutas terrestres, fluviales y marinas para el
comercio, pero también vías de migraciones o desarrollo del conocimiento. Comenzaba un
redescubrimiento del mar, el rápido incremento de sus lindes y la asunción de su importancia
socioeconómica. El avance en las exploraciones marítimas supuso la destrucción de las
especulaciones populares del terraplanismo, frente a la concepción culta cimentada en las
aportaciones macrobianas y boecianas de la esfericidad planetaria defendidas desde la etapa
anterior, aspectos capaces de impulsar el rápido desarrollo de la navegación y la primigenia
ingeniería naval sistemática, estructurada alrededor de las numerosas aportaciones aplicativas
a sus necesidades prácticas de los métodos científicos teóricos planteados en esa fase
histórica. Todo ello permitió entrar al espacio europeo en una etapa moderna donde, pese a
las grandes confrontaciones ideológicas y sociales surgidas a lo largo del periodo, el mar tuvo
cada vez más presencia dentro de lo cotidiano, el marco productivo general y las estrategias
geopolíticas de las naciones surgidas en los albores de la Modernidad.
En muchas áreas del continente europeo el peso del mar y los beneficios del comercio
realizado a través de él generó un lento pero constante desplazamiento de la población de las
zonas interiores a las periféricas, sobre todo las emplazadas alrededor de los principales
puntos de contacto y comercio marítimo, con un considerable incremento de los vecindarios
de las ciudades andaluzas, neerlandesas o británicas, además de los pretéritos desarrollos
urbanos presentes en las áreas báltica o del norte de la península itálica. Durante los cortos
espacios temporales donde las guerras no emborronaron el futuro de las poblaciones, el mar
fue una fuente de riqueza de primer orden observándose en las ciudades marítimas unas
sociedades con muestras de mayor dinamismo en los cambios generados en su orden social,
trasgresiones de las normas más obsoletas del medievalismo o un importante proceso de
aculturación capaz de dinamizar a sus hinterlands, siendo también el primigenio motor de los
cambios sociopolíticos generados en muchos países, tal como se comprueba en el germen de
algunas revoluciones burguesas acontecidas a fines del citado tiempo histórico. Al unísono, la
búsqueda de nuevas rutas marinas, el control de puntos estratégicos en las comunicaciones o
el crecimiento del volumen de productos a intercambiar, supusieron acicates positivos en la
aceleración en la mejora de todos los aspectos relacionados con el arte de la construcción
naval; el diseño de nuevos inventos para mejorar la navegación (brújula solar, octante,
barómetro, almanaque náutico) o el proyecto de un variado tipo de embarcaciones según las

18 Pedro C. Quintana Andrés


especificidades de su empleo (galeón, goleta, fragata, corbeta) Los avances favorecieron el
transporte de mercancías y viajeros entre los continentes, facilitando el contacto cultural, la
fluidez del conocimiento y la ampliación del mundo científico aunque, como un hecho
propio de los tiempos, muchas de sus positivas aportaciones quedaron arrumbadas en aras de
un mercantilismo broncíneo, en la mayoría de los casos deshumanizado, ya aplicado con rigor
a gran parte de la población campesina y artesanal europea.
Las islas Canarias no estuvieron exentas del desarrollo de la navegación en el mundo, no
en vano su redescubrimiento y conquista fueron consecuencia del citado proceso. Si bien
gran parte de la población en la región vivió y vive de espaldas al mar, no por ello éste quedó
soslayado de la vida cotidiana de muchos vecinos asentados en algunos de los pocos núcleos
de población surgidos en la región en los inicios de la Modernidad, muchos asolados por
ataques corsarios en las primera mitad de la citada etapa (Santa Cruz de la Palma, San
Sebastián de la Gomera, Las Palmas). Pese a estos puntuales contratiempos, el mar fue una
vía de comunicación de primer orden entre las islas, con unos canales internos de concurrido
tránsito; la presencia de una considerable red de pequeñas calas y radas naturales, propicias
para la penetración a áreas costeras o internas de difícil acceso o sólo alcanzables tras largos
recorridos por tierra; la explotación pesquera en el banco canario―sahariano ―el salpreso fue
uno de los principales productos de consumo de los grupos populares insulares― como
recurso de subsistencia de la población; la rapidez en la exportación de productos isleños a la
región o a áreas externas de demanda; la importación de conocimiento, aunque éste quedara
circunscrito a una elite; y un proceso de identidad insular acrisolado en las influencias
culturales aportadas por moriscos, subsaharianos, portugueses o castellanos. El mundo del
mar generó un abanico de profesiones propias y de abastecimiento; la creación de una
artesanía de vasto crecimiento y especialización; el incremento de las infraestructuras
relacionadas con atraques y estiba de barcos; o la asimilación de una estructura administrativa
y de gestión voluble y variada (seguros, cambios y movimientos monetarios, consignaciones),
pero también supuso una influencia más profunda en el pensamiento colectivo ya para unirse
como medio de fortalecerse o diferenciarse, ya como una subcultura marinera surgida al
amparo de su propia marginalidad sociourbana impuesta a buena parte de esta población con
unas relaciones bien diferenciadas del resto de los habitantes de la urbe. Los barrios o áreas
marineras se consolidaron con celeridad en espacios singulares y singularizados de la ciudad,
tildados de lugares contraventores e inobservantes de las normas comunes, donde el contacto
con el otro o la ausencia prolongada fuera del control del grupo supusiera un factor vulnerador
de las reglas de juegos admitidas, cerniéndose sobre ellos un estigma de amoralidad o una
mera mácula de perversa flaqueza. Esta presunta ambigüedad de las ciudades y barrios
portuarios los han convertido en espacios a veces más evocados, idealizados, insinuados que
visto desde una realidad cotidiana, mera prolongación de actividades urbanas circunscritas a
un tipo de producciones y servicios.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 19
1
Normas y legislación naval en la Edad Moderna

El uso y aprovechamiento del mar, la navegación, el transporte marino, la delimitación de


costas y un largo etcétera han dado lugar a una prolija legislación nacional e internacional con
un proceso de elaboración y transformación cuyos orígenes están en el surgimiento de los
primigenios estados. En una etapa arcaica el derecho consuetudinario fue el aplicado
regularmente en cualquier tipo de acto marítimo, en un mundo limitado en las relaciones
entre poblaciones y estados pero, a medida que las ligazones socioeconómicas y los
intercambios con otras naciones aumentaban, en algunas zonas se comenzaron a establecer
normas y leyes escritas cuyo fin era regular los aspectos más significativos de la convivencia
social y, más específicos, con la actividad comercial, siendo un de sus ámbitos los
relacionados con la navegación, al mostrarse como subsector productivo en expansión. En el
código de Hammurabi ―el conjunto de normas legales más antiguo registrado hasta ahora en
la historia de la Humanidad ― varias de sus leyes ―entre la 233 y la 240, principalmente―
hacían mención explícita a la responsabilidad de los profesionales de la navegación en sus
relaciones con los usuarios de sus naves, fuera en su papel de pasajeros o consignatarios. El
código se fundaba en la aplicación de la denominada lex talionis, espíritu legislativo presente en
muchas de las normas elaboradas en esos tiempos y posteriores por pueblos de raíz caldea y
semítica. El marco de aplicación se establecía en imponer una sanción al infractor mediante
un proceso de reciprocidad, consistiendo el castigo en la reintegración del bien perdido, su
abono o sufrir el acusado una pérdida similar1. En el caso de las leyes referentes a la
navegación o al transporte fluvial de mercancías, se castigaba, por ejemplo, a los barqueros
cuya mala actuación en su trabajo de calafatear o de finalización del barco supusiera un
percance, estipulando la norma se repararan a costa del infractor todas las posibles averías o
restituyera el bien si se hundía. La carga, al igual que el barco, debía ser reintegrada por el
barquero si se perdía, aunque si un barquero hunde el barco de un hombre y luego consigue reflotarlo,
pagará la mitad de su valor en plata, tal como se reflejaba en la ley 238. Finalmente, los percances
en el río o el mar entre naves debían dilucidarse con la declaración del fletador del barco
hundido, públicamente ante el dios todo lo que haya perdido, y el patrón del barco a remo que haya hundido
al barco de vela le restituirá su barco y todo lo perdido2.
En Grecia diversas polis tuvieron al mar y el comercio marítimo como uno de los pilares
primordiales de sus economías contando con legislaciones anteriores, como las utilizadas en el
área del Creciente Fértil, aunque progresivamente fueron derivando ―según los estudios
realizados sobre la casuística registrada en un variado número de escritos― hacia la
instauración de jurisdicciones o acciones especializadas, además de un proceso unido a la
conciliación entre las partes litigantes, creándose una notable variedad de acuerdos. La
multiplicación de polis, sus complejas relaciones y los lazos de unión con sus propias colonias
llevaron a la incorporación en cada una de ellas de legislaciones locales que rompían con

1Código de Hammurabi (1982), edición a cargo de F. Lara. Madrid.


2Código de Hammurabi (1982), ley 240.

20 Pedro C. Quintana Andrés


prácticas uniformes en la navegación y el transporte naval. En Atenas, entre los siglos V y IV a.
d. C., la dependencia del abastecimiento de cereales foráneo llevó a la aprobación de leyes de
veto a los ciudadanos, con el fin de dirigir sus cargamentos sólo hacia el mercado de la ciudad,
o destinadas a regular el préstamo monetario a buques ―construcción, crédito― con la
intención de mantener la capacidad financiera en la urbe3. Por tanto, en la Grecia clásica no
existió un cuerpo legislativo unánime o prolongado en el tiempo, sino unos criterios amplios
donde perduraban, como se mencionó, la conciliación y la reclamación ante órganos
colegiados compuestos, en el caso de Atenas, por 6 arcontes llamados tesmótetas. La
dependencia ática de cereales foráneos dio lugar a una prolija legislación sobre la navegación
pero también sobre el préstamo marítimo, el fletamento, la subrogación a terceros o la
administración de la quiebra. Una buena parte de la mencionada prolijidad de normas acordadas
sobre la navegación se ha perdido o se conoce parcialmente, pero en la mayoría de ellas se
pretendía establecer una conciliación y el arbitraje marítimo mediante tribunales o síndicos en el
que dicho órgano fuera el principal implicado en dilucidar la gestión de la mayoría de los asuntos
surgidos en ese ramo productivo4. Una de las leyes más conocidas de las aplicadas en el periodo
estudiado fue la denominada como Lex Rhodia de Iactu, fundada en que si era necesario, a causa
de graves problemas para la navegación del barco, se arrojara toda o parte de la mercancía al
mar, logrando evitar un daño mayor a la nave, la puesta en serio peligro de la tripulación o el
hundimiento del buque. El perjuicio emanado de tal acto ―llamado en derecho echazón― sería
distribuido entre los propietarios del barco y los dueños de las mercancías, en la proporción y
medida de las propiedades. El texto de la ley Rodia ―elaborada a mediados del I milenio a. d.
C.― sólo centraba su actuación al hecho de lanzar toda o parte de la carga al mar en casos
extremos, pero, con posterioridad, los romanos adoptaron esta norma haciendo una variada
interpretación y aplicación a casos de echazón, deterioro de las mercancías, robo de bienes o
rescate de productos en el caso de realizarse un secuestro pirático5.
En el derecho romano no se registrará una legislación específica regulativa de la navegación
y transporte marítimo, más preocupadas las normas jurídicas del ordenamiento privado o el
marco jurídico mediante el cual debían regirse las instituciones. En general, la actividad naviera
fue legislada a través del derecho civil romano, el ius civile, comprobándose una considerable
laxitud y un alto grado de ductilidad en la elaboración de las normas y su aplicación por los
pretores, generando una abundante casuística de soluciones a las numerosas variables de
litigios planteados en el tráfico marítimo. En esta estudiada ambigüedad legislativa se
pretendía, ante todo, una practicidad, racionalidad y efectividad en la aplicación, en un estímulo
de búsqueda de mutaciones propiciatorias para lograr soluciones racionales y eficaces a cada
uno de los asuntos planteados6. Al unísono, los propios legisladores y juristas ya daban un gran
sentido práctico a la aplicación de las normas, permitiendo acciones procesales a los
necesitados de transporte para sus mercancías y contratasen a navieros, desterrando cuerpos
teóricos muy elaborados que pudieran entorpecer soluciones contractuales sencillas. Uno de
los ejemplos de este deseo de efectividad fueron los contratos sobre los usos de buques para el

3HORNBLOWER, S. (1985): El mundo griego (479/323). Barcelona. BUIS, E. (Coord. 2017): Derecho griego antiguo. Buenos Aires.
4HORNBLOWER, S. (1985): Op. cit. BUIS, E. (Coord. 2017): Op. cit..
5ARIAS, J. - ARIAS, J. A. (1977): Derecho romano. Madrid.
6MIQUEL, J. (2016): Derecho romano. Madrid.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 21
transporte, todos ellos de gran relevancia para el derecho marítimo desde la etapa romana
hasta el presente. La figura de la locatio―conductio asumió formas especiales en la regulación del
transporte marítimo de mercancías en Roma. En este aspecto se pueden distinguir tres formas
principales de locatio conductio: locatio―conductio navis, locatio―conductio navis et operarum magistri et
nauticorum y la locatio―conductio operis vehendarum mercium. En la primera de estas tres categorías
(locatio―conductio navis), el locator entregaba la nave al conductor con la obligación correlativa de
éste de restituirla una vez transcurrido el término pactado. Por su utilización temporal el
conductor estaba obligado a pagar un precio al locator. La segunda especie de locatio―conductio
(locatio conductio navis et operarum magistri et nauticorum) no constituye más que una variante de la
primera especie, en la cual se entregaba la nave debidamente dotada, equipada y tripulada, es
decir, lista para realizar la travesía marítima. Si bien las dos especies anteriores se puede afirmar
que incorporan principalmente elementos de la locatio―rei, la última figura contractual
(locatio―conductio operis vehendarum mercium) se asimila más a una locatio―conductio de la clase operis.
En ella, el locator entregaba la mercancía (de la cual normalmente era propietario), al conductor
(dominus navis o exercitor) quien asumía la obligación de alcanzar un resultado: restituir la
mercancía en el sitio de destino. Conocido el marco contractual de la locatio―conductio, en el cual
se distinguen tanto las diferentes obligaciones surgidas tras su celebración como los sujetos
que las asumen, el análisis debe concentrarse en la responsabilidad de quién, de acuerdo con el
planteamiento antes realizado, se constituye en parte deudora de la obligación de entrega de la
nave o de restitución de la mercancía (locator en la locatio―conductio navis y conductor en la
locatio―conductio vehendarum mercium), antecedente mediato de la figura moderna del naviero. A
estos efectos se intentará responder los siguientes interrogantes: en un contrato de
locatio―conductio ¿quién respondía cuando había incumplimiento de la obligación de entrega de
la nave o de restitución de la mercancía? y ¿cuándo debía hacerlo? A ambos interrogantes se
unía otro elemento fundamental como fue la regulación del fletamento, el cual podía ser
aplicado tomado como arrendamiento de obra (locatio conductio operis) establecida para el
transporte marítimo por la Lex Rhodia de iactu, ordenadora de la conducción de bienes en el
mar. El contrato se consideraría como locatio conductio operis cuando el dueño de las mercancías
trasladadas (locator, qui rem vehendam locabat) y el armador de la nave (conductor) llegan a un
acuerdo para el transporte. El convenio suponía que si el capitán (magister navis) se veía
obligado a echar (iactus) al mar algunas mercancías para aligerar la nave (navis levandae gratia) en
un momento de peligro como único medio de su salvación, el locator podrá exigir al conductor
por la actio conducti las mercancías salvadas. En el fondo, la norma pretendía repartir de forma
proporcional el valor de la nave y la mercancía salvada7.
Finalmente, en el derecho romano se encuentran otras figuras relacionadas con las leyes a
aplicar a la navegación, caso del comodato (commodatum o commodare) al contrato establecido
entre una persona (comodante), la cual entregaba a otra (comodotario) un bien o cosa de carácter no
fungible para que usara de ella durante cierto tiempo y se la devolviera. En un primer momento
la definición se aplicó al comercio y la navegación de importación, caracterizándose el contrato

7D’ORS, A. (2004). Derecho privado romano. Navarra: EUNSA KUNKEL, W. (2009). Historia del derecho romano. Barcelona. ARIAS, J. -
ARIAS, J. A. (1977): Op. cit. PANERO GUTIÉRREZ, R. (2015): Derecho Romano. Madrid. FERNÁNDEZ DE BUJÁN, A. (2018):
Derecho Romano. Navarra. MIQUEL, J. (2016): Op. cit. GABALDÓN GARCÍA, J. - RUIZ SOROA, J. (1999): Manual de Derecho de la
navegación marítima. Madrid. GONZÁLEZ-LEBRERO, R. (1998): Curso de Derecho de la Navegación. Vitoria.

22 Pedro C. Quintana Andrés


entre el armador y el comerciante en el traslado en el barco del primero una determinada
cantidad dinero para tomar con él mercancías en otro puerto, denominándose a este capital
pecunia tralecticia o dinero que surca los mares. No se restituía la cuantía al prestamista si el barco
naufragaba o sufría otro percance. Posteriormente se amplió el concepto a las exportaciones,
cuando el armador en el propio puerto se encargaba de tomar las mercancías ―no dinero―,
transportarlas y venderlas en otro lugar, no reintegrando nada al capitalista si el barco se hundía
o desaparecía. Una última acepción en el derecho romano se aplicaba a todos los préstamos
hechos con fines de la navegación, dedicados a abonar los salarios de los marineros, invertirlos
en las reparaciones del barco o el transporte de mercancías. Es, según los tratadistas, un
contrato aleatorio, afectado por una condición suspensiva en el que el armador asume el riesgo
de perecimiento del dinero o de las mercancías adquiridas por éste.
A efectos de facilitar el tráfico económico, era importante que el sistema jurídico
garantizase a la parte acreedora de la obligación de entrega del buque o de restitución de la
mercancía la posibilidad de acceder a mecanismos de protección ante un eventual
incumplimiento de las obligaciones de las cuales eran acreedores. La actividad de explotación
de la nave normalmente no era realizada por su propietario ―el paterfamilias, titular de un
patrimonio que podía ser perseguido por sus acreedores―, sino por individuos a los cuales se
lo encargaba, desde su calidad de alieni iuris o de esclavos, siendo los ejercientes de la
navegación. El eventual incumplimiento en el contrato de locatio―conductio otorgaba a los
contratantes la posibilidad de interponer ante el magistrado correspondiente diferentes
acciones: de manera general la actio ex―locato, la actio ex―conducto, pudiendo también interponer
la actio furti, la actio damni y la actio ex―recepto. Todas ellas tenían contenidos diferentes a pesar
de ser diversos mecanismos con finalidad única en el ámbito marítimo de la garantía en el
cumplimiento de las prestaciones constitutivas del hecho transporte de mercancías,
jurídicamente regulado en las distintas clases de locatio―conductio8.
Tras el fin del imperio romano, la irrupción de derecho visigodo en la Península no aportó
novedades a los fundamentos anteriores, mas cuando no había una tradición en los pueblos
invasores en esa reglamentación específica, la mayoría eran aspectos desconocidos para
pueblos sin un histórico contacto con el mar. Sí se recogía en el Fuero Juzgo, en su libro
undécimo, unos artículos sobre los mercaderes extranjeros y de cómo debían guiarse en sus
transacciones en el reino, aunque no se legislaba sobre ningún aspecto de la navegación9.
A lo largo del periodo medieval, en su etapa central, comenzaron a registrarse algunos
cambios legislativos de especial relevancia y largo recorrido jurídico―normativo tanto en la
Península como fuera de ella. La zona donde se hicieron los avances de mayor peso fue en
Barcelona, ciudad comercial y marítima con notables contactos en el oeste y centro del
Mediterráneo. En ella, como en otras urbes de vocación marítima, el gremio de comerciantes
y transportistas naval coparon una buena parte de los cargos dirigentes, guiándose en los
conflictos surgidos en el ejercicio de sus negocios por un tribunal marítimo ―consulatus maris―
constituidos por cónsules con una demostrada capacidad de peritaje en el comercio marítimo,
8D’ORS, A. (2004): Op. EUNSA KUNKEL, W. (2009): Op. cit. ARIAS, J. - ARIAS, J. A. (1977): Op. cit. PANERO GUTIÉRREZ, R.
(2015): Op. cit. FERNÁNDEZ DE BUJÁN, A. (2018): Op. cit. MIQUEL, J. (2016): Op. cit.
9Fuero Juzgo. Comentario de Juan de la Reguera Valdelomar [1ª edición 1798] (2013) estudio a cargo de S. Coronas González. Madrid.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 23
la navegación y en el derecho aplicado. La casuística y práctica cotidiana en la resolución de
casos, la necesidad de cohesionar criterios y trasladar conocimientos a otras instituciones
fundadas en diversas ciudades comerciales (Palma de Mallorca, Valencia) supuso la
elaboración de una recopilación de normas marítimas a mediados del siglo XIII, todas ellas
conocidas como Costums de la Mar, conformando su cuerpo legislativo el conocido Libro del
Consulado del Mar o Llibre del Consulat de Mar, base del derecho marítimo internacional hasta
bien avanzada la Edad Moderna10.
En Castilla, en el citado periodo, el avance fue modesto en comparación a lo acontecido en
el mundo mediterráneo, pero significativo si se tasaban los esfuerzos hechos en la etapa
histórica precedente. En el libro de las Siete Partidas, Alfonso X y los legisladores castellanos
intentaron dar soluciones a los aspectos litigiosos habituales de los primigenios intercambios
comerciales en la zona cantábrica. En la partida quinta y título noveno de la citada
recopilación se daban normas sobre los navíos y sus naufragios, haciendo especial hincapié en
la salvaguarda de las mercancías transportadas y su posible alteración. Se señalaba a las
tormentas o casos fortuitos como una de las causas de las pérdidas de los embarques, por lo
cual surgían litigios entre los mercaderes, los capitanes o maestros de barco y los marineros.
Las desavenencias, muchas veces prolongadas durante largo tiempo, daban lugar a recursos
ante la justicia, lo cual ocasionaba elevados gastos. En la citada partida, someramente, se
pretendía que en estos procesos se diera máxima autoridad a los patrones o maestros del
barco, obligados en todo momento a observar si los navíos estaban bien calafateados, en
óptimas condiciones de navegar y guarnecidos de los aparejos necesarios para las maniobras.
Al principal correspondía llevar la tripulación adecuada y conocedora de la navegación,
además de controlar el abastecimiento de los marineros (bizcocho, agua, armas). El patrón o
maestro apercibiría a los pasajeros a llevar consigo sus alimentos y armas, las últimas como
medio de defenderse de ataques piráticos o corsarios. Finalmente, procuraría tener a bordo a
un miembro de la tripulación con conocimientos de escritura y lectura con el fin de llevar un
libro en donde se anotaran las mercancías conducidas ―número, naturaleza―, con calidad de
testimonio autorizado, y los propietarios de éstas. La mencionada disposición será la única
referencia estricta a la navegación y el transporte marítimo en la recopilación, aunque en este
título sí se abundaba sobre las compañías de mercaderes, sus representantes y la precisión en
definir legalmente los variados instrumentos empleados por los comerciantes con el fin de
llevar a cabo sus negocios (poder, promisión, obligaciones, fianza)11.
Posteriormente, en el Fuero Real (libro 7, título 10, ley 9) se establecía la norma a seguir en los
naufragios respecto a la nave y a las mercancías, siendo entregadas ambas a los titulares
originarios, salvo si el tomador del bien lo hacía para guardarlo. El alcalde de la localidad de la
pérdida estaba obligado a elaborar una relación de los bienes hallados y depositados en custodia.
En cambio, debían abonarse por todos los marineros y mercaderes presentes en el navío los
productos echados por la borda en caso de correr el barco peligro de naufragio, tomado la
cantidad del valor de los bienes arribados con el navío. Si éste llegaba sin ninguna mercancía a

10SIDNEY, R. (1978): Historia de los Consulados del Mar. Barcelona. GALGANO, F. (1987): Historia del derecho mercantil. Barcelona. GARCÍA
SANZ, A. (1984): Llibre del Consolat de mar. Barcelona.
11Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio. El libro del fuero de las leyes [1ª edición 1555] (2003). Versión J. Sánchez Arcilla. Madrid.

24 Pedro C. Quintana Andrés


bordo, no se podía demandar cosa alguna. En las leyes de Toledo de 1480 (en especial la número
78) los monarcas prohibían se exigiera precio alguno de los navíos naufragados y sus mercancías
al quedar la propiedad en sus dueños, pero por la segunda vez que aconteciera que torne a su
duenno todo lo que tomare, con más las costas e dannos e pierda e haya perdido el puerto de la mar, e pierda el
logar que toviere más cercano que toviere por suyo12. En cambio, ni el Fuero Viejo de Castilla ni las Leyes de
Toro hicieron mención a ningún aspecto relacionado con la navegación13.
En los inicios del siglo XVI se pretendieron introducir nuevos añadidos y algunas
modificaciones de las normas anteriores por los monarcas castellanos, tal como se comprueba
por la real pragmática de 3 de septiembre de 1500, la cual pretendía fomentar la construcción
naval y el comercio marítimo castellano mediante la prohibición de cargar mercancías del país
en navíos extranjeros si existían nacionales libres, por llevarse los extranjeros el provecho y
los fletes en monedas de oro/plata. La preeminencia de carga sería para los buques nacionales
y los sobrantes para los extranjeros, estableciendo los fletes. Los últimos serían acordados
entre el maestre del navío y los mercaderes, pero si tal no ocurría, lo ponderaría la justicia14.
En general, la legislación moderna sobre navegación en Castilla fue dispar, contradictoria, laxa
y reducida, al primarse otros aspectos económicos y sociales. En las zonas más dinámicas del
reino se hicieron avances significativos locales o regionales ―posteriormente alguno de los
cuerpos legislativos sirvieron de fundamento a otros superiores― en las primeras décadas del
quinientos cuando surgen los consulados, sobre todo el de Bilbao (creado en 1511 y con
ordenanzas desde 1552) y el de Sevilla, cuyas primeras norma general datan de 1556. Será la
ordenanza bilbaína la de mayor relevancia en el mundo hispánico, en especial las elaboradas en
1737, conformadas por un total de 29 capítulos, ejemplo para las futuras legislaciones del Código
de Comercio de 1829 y la base del derecho mercantil marítimo. En ella se hacía especial hincapié en
normalizar las relaciones contractuales entre los comerciantes, los fletamentos, las tipologías de
los seguros, los ingresos por averías y un largo etcétera15. En éstas destaca ―para el tema aquí
tratado― su capítulo 23, el cual se titulaba De las contratas de dinero o mercadería que se dan a la gruesa
ventura o riesgo de nao y forma de sus escrituras, donde se establecían las condiciones y características
del dinero o bienes entregados entre comerciantes a riesgo y los seguros emanados de éstos. Así,
los legisladores permitían la libertad contractual y el respeto a las costumbres mercantiles, pues por
ser usual en este comercio el dar y tomar dinero y efecto a la gruesa ventura o riesgo de nao por ciertos intereses o
premios (…) se ordena y manda que en tales casos se hagan escrituras o contratas ante escribano público o entre las
mismas partes por medio de corredor o, sin él, según se ha acostumbrado y acostumbra con los pactos, cláusulas y
circunstancias en que se convinieren y ajustaren y que a unas y otras se dé entera fe y crédito16.
Un paso determinante para el asentamiento de un derecho marítimo sólido y moderno en
España se logró con la aprobación del Código de Comercio, sancionado el 30 de mayo de 182917.

12Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla (1882). Edición de la Real Academia de la Historia. Madrid, p. 151.
13El Fuero Viejo de Castilla (1847) Edición a cargo de I. Jordán de Assó- M. de Manuel. Madrid. Comentarios a las Leyes de Toro (1826) Edición
a cargo de J. Álvarez Posadilla. Madrid.
14Novísima Recopilación de las leyes de España [1ª edición 1805-1806] (1993) Madrid.
15SANCHEZ BENITO, J. (1993): La Corona de Castilla y el comercio exterior. Madrid. DIVAR, J. (2010): El consulado de Bilbao y sus ordenanzas
de comercio de 1737. Madrid. Del mismo autor, (2010): El consulado de Bilbao y la extensión americana de sus ordenanzas de comercio (500 aniversario,
1511-2011) Madrid.
16DIVAR, J. (2010): El consulado… op. cit.
17Código de Comercio (1829) Madrid.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 25
El nuevo cuerpo legislativo fue un compendio de leyes regidoras del derecho a aplicar al mundo
del comercio marítimo, pormenorizando aspectos referente al transporte de mercancías o
capitales. En el artículo 812 y sucesivos se especificaban varias normas sobre los contratos de
gruesa o préstamo marítimo a riesgo, determinando las formas de realizarse éstos y poderse
hacerse el préstamo a la gruesa no solamente en moneda metálica sino también en efectos propios para el servicio y
consumo de la nave, asi como para el comercio, arreglándose en este caso por convenio de las partes un valor fijo.
El título tercero de dicha ley trataba sobre los contratos de comercio marítimo, sobresaliendo el
artículo 737, donde se manifestaba que en todo contrato de fletamento se debía hacer expresa
mención de: la clase, nombre y porte del buque; el pabellón y puerto de su matrícula; el
nombre, apellido y domicilio del capitán; el nombre, apellido y domicilio del naviero, si este
fuere quien contratare el fletamento; el nombre, apellido y domicilio del fletador; el puerto de
carga y el de descarga; la cabida, número de toneladas, peso o medida de carga; el flete; efectos
en qué consistía el cargamento; los días convenidos para la carga y la descarga; las estadías y
sobreestadías; y todos los pactos especiales acordados por las partes.
En general, en este cuerpo legislativo, se obligaba a suscribir una póliza de fletamento como
medio de evitar polémicas sobre problemas de averías de la nave, reparto de
ganancias―pérdidas o perjuicio, caso de confiscaciones. Los artículos sobre fletamento
sobrepasan la cincuenta destacando, entre todos ellos, los dedicados a proteger a los fletadores y
sus propiedades navegadas. En el título cuarto se trataba sobre los riesgos y daños del comercio
marítimo siendo uno de ellos las averías relacionadas con los gastos extraordinarios o
eventuales sufridos por las naves, sus cargamentos o ambas cosas desde su salida de puerto
hasta la llegada de su destino, así como los emisores y receptores de las mercancías. Los daños
de los cargamentos, sobrecarga del barco, los sobresueldos por detención de la nave o los
gastos generados por arribar una nave a otro puerto para reparar el casco, tomar provisiones o
reparar el velamen entraban en la categoría de averías simples o particulares.
Las averías gruesas serían el rescate del barco y/o la tripulación por caer en mano de
enemigo, los bienes lanzados al mar por aligerar peso, la rotura de mástiles, pérdida del ancla
o gasto para poner a flote una nave ―artículos 935 y 936―, disponiendo la ley que al importe de
las averías gruesas o comunes contribuyen todos los interesados en la nave y cargamento existente en ella, al
tiempo de correrse el riesgo de que proceda la avería18. El capitán no podía realizar las acciones
establecidas en las averías simples y gruesas sin consultar con los oficiales de a bordo y los
cargadores―sobrecargos presentes en el buque, quedando exento de perjuicio todos los no
consultados pese a estar obligados a ello, recayendo sobre el capitán la parte correspondiente
a ellos. La resolución adoptada ante las circunstancias existentes en ese momento, debían ser
anotadas en el libro de la nave, con espresion de las razones que la motivaron; de los votos que se hubieren
dado en contrario, y los fundamentos que hubieren espuesto los votantes. Esta acta se firmará por todos los
concurrentes que sepan hacerlo, y se estenderá antes de procederse a la ―ejecucion de lo resuelto, si hubiere
tiempo para ello, y en el caso de no haberlo en el primer momento en que pueda verificarse. El capitán entregará
copia de la deliberación a la autoridad judicial en negocios de comercio del primer puerto donde arribe,
afirmando bajo juramento que los hechos contenidos ella son ciertos. Por lo tanto, los capitanes o

18Código de Comercio, artículo 937, p. 250.

26 Pedro C. Quintana Andrés


miembros autorizados por ellos ―piloto, contramaestre, consignatario― daban con celeridad
fe ante un notario del puerto de arribada de todos los acontecimientos lesivos registrados en
una travesía o singladura concreta mediante testimonio oral o aportando documentos:
apuntes del cuaderno de bitácora, una protesta realizada en otro puerto ante un escribano
público o un acta consular donde se daba cuenta del altercado.
En algunos textos aportados en este trabajo se precisan con claridad las horas del
fondeado de los barcos en la rada de la ciudad y las de concurrencia del capitán o su delegado
ante el escribano, precisando no haber transcurrido más de las 24 horas establecidas para
hacer la declaración de las averías conocidas o presumidas, la mayorías de las últimas se
referían al posible estado de deterioro de los cargamentos transportados. En todo caso las
averías padecidas serían reconocidas por peritos ―artículo 946― que a propuesta de los interesados
o sus representantes, o bien de oficio, si éstos no lo hiciesen, nombrará el tribunal de comercio del puerto de la
descarga, haciéndose esta en territorio español19. En el extranjero competería el nombramiento al
cónsul español o las autoridades comerciales del país con jurisdicción en la materia. En el
caso de las arribadas forzosas ya señaladas, los gastos correrían siempre a cargo del naviero o
fletante. En los naufragios o encallamientos ―artículo 982― los propietarios del barco y los
dueños de los cargamentos asumirían individualmente las pérdidas y desmejoras que ocurran en sus
respectivas propiedades, perteneciéndoles los restos de ellas que puedan salvarse. Si el buque no estaba bien
pertrechado y reparado el abono lo asumiría el naviero.
La articulación y casuística del código fue muy variada, combinándose las peculiaridades de
cada caso registrado con la tipología de los seguros, las quiebras, los contratos de fletamento
o las obligaciones peculiares del comercio marítimo. La ratificación del Código Civil español en
1889 no supuso ninguna modificación del Código de Comercio, a cuyo articulado se remitía el
primero para cualquier situación planteada en este campo, aunque hacía alguna puntualización
sobre los conductores de efectos por tierra o agua, todos ellos sujetos, en cuanto a la guarda y
conservación de las cosas que se les confían, a las mismas obligaciones que los posaderos, es
decir, responden por ellos como depositarios con tal que se hubiese dado conocimiento a los mismos, a
sus dependientes, de los efectos introducidos en su casa, y que los viajeros por su parte observen las prevenciones
que dichos posaderos o sus sustitutos les hubiesen hecho sobre cuidado y vigilancia de los efectos. La
responsabilidad se ceñía a los daños ocasionados en los efectos de los viajeros, tanto por los
criados o dependientes de los fondistas, mesonero o marinos como por los extraños; pero no
los que se infligieran por robo a mano armada o suceso de fuerza mayor. Los conductores
marítimos y terrestres responderían igualmente de las pérdidas y averías de las cosas recibidas,
a no ser que prueben que la pérdida o la avería ha provenido de caso fortuito de fuerza mayor20.

19Código de Comercio, artículo 946, p. 253.


20Código Civil (1889) Madrid, p. 90.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 27
2
Gran Canaria a fines de la Edad Moderna.
Razones para navegar y comerciar

La población y economía de Gran Canaria de finales de la Modernidad surge de los


profundos y extensos cambios operados en la región y en el Atlántico a lo largo de la centuria
anterior. En el seiscientos la complementariedad económica del Archipiélago logró alcanzar
una estructuración perdurable en torno a productos de exportación con mayor demanda,
caso del vino, donde las tierras de Gran Canaria ocuparon un lugar relevante dentro de la
jerarquía productiva canaria. Una gran parte de su campesinado trabajó para el mercado local
y regional, logrando mantener los productos de la isla con el aporte de otras zonas
―Fuerteventura, Lanzarote― en unos límites aceptables una buena parte de la mano de obra
regional necesaria para el desarrollo de las exportaciones. La extensión del policultivo, el
incremento de la cabaña ganadera y la estructural agricultura de subsistencia se afianzaron en
el organigrama productivo de Gran Canaria gracias a la demanda del mercado interno y
regional, coadyuvando a que progresivamente los capitales circulantes se diluyeran frente a la
renta agraria, en perjuicio de la generada en el ámbito urbano. La oligarquía insular fue la
principal impulsora de la implantación de un modelo donde el beneficio estaba asegurado, no
sólo por los dividendos obtenidos de la venta de los productos, sino también por la escasa
remuneración de la mano de obra empleada.
En el ocaso de la Edad Moderna el grupo privilegiado no alteró su posición
socioeconómica pese a las modificaciones operadas en sus estrategias basadas en presentar un
sector agropecuario abierto a las exigencias externas de cosechas regulares, rápido transporte a
los mercados de demanda, control social y bajos salarios, además de mantenerse en las islas un
tácito acuerdo de laxo control por parte de las instituciones locales o regionales sobre el
comercio en su amplio abanico de actividades legales o no. La reducida elite criolla fue la pieza
clave del mecanismo generado entre la producción canaria y los grandes beneficiados
foráneos, cuyos intereses y dictados eran capaces de doblegar a los sectores preponderantes en
las islas. El grupo de poder regional, ante las buenas perspectivas de exportación, entró en un
proceso de acumulación de tierras, aguas, bienes y toma de rentas de origen especulativo
―diezmo, censos consignativos― como medio de sostener su posición ante los nuevos
mercados. La fluctuación monetaria y la acumulación de dividendos favorecieron aún más la
posición de dependencia de la economía regional de las áreas centrales europeas, capaces de
imponer las formas de distribución de la renta; establecer una demanda controlada; fijar
precios de los productos exportados; o buscar zonas de suministro alternativas a las islas, en
caso extremo o a causa de conflictos con los productores. A ello sumaron el intento de
perpetuar en sus manos el control de las vías de distribución con el exterior e, incluso, en el
propio ámbito del Archipiélago, tal como se observa para ciertos productos acaparados por
grupos de comerciantes extranjeros o la connivencia de un extenso sector del poder local para
continuar el beneficioso contrabando con América.

28 Pedro C. Quintana Andrés


Cuadro exvoto de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, Santa Cruz de la Palma. La cartela dice: Saliendo el día 22 de
septiembre de 1768 la goleta nombrada Nuestra Señora del Rosario, con su capitán don Francisco Padrón de las yslas de
Furquilan para el Guárico, a las 8 de la noche les entró un fuerte tenporal que hundió al barco bajo el agua, sin más que la popa
de fuera. Y a una distancia corta su bote con Lorenzo Álvarez, pero a éste, a poco rato, se le sasobró. El que después devuelto
lo achicó con un plato que había tomado de a bordo. Y usando de su vela llegó a Guárico en 5 días, sin pasar en ellos alimento
alguno, favor de la Reina de los Ángeles, bajo el título de las Niebes, a quien llamó de todo su corazón (foto: autor).

A fines del siglo XVII y en los inicios de la siguiente centuria la expansión vinícola registrada
en La Palma y Tenerife, alcanzó a ciertas zonas de Gran Canaria (La Vega, Gáldar y Telde),
aunque la cualidad y extensión del suelo y la tipología del clima de la isla no permitieron a sus
tierras equipararse en productividad y calidad a los obtenidos en las islas occidentales. Una
importante fracción del vino de Gran Canaria se destinó al consumo interno, sobre todo dirigido
hacia los grupos populares, pero también se remitía al Nuevo Mundo o se dedicaba a la
obtención de vinagre o aguardiente. En la isla, por su parte, los ejes de la producción
agropecuaria fueron los cereales, los cultivos de huertas, el maíz o millo y el ganado menor
(queso, carne, lana y piel). La temprana introducción del millo supuso una considerable presión
sobre las parcelas de cultivo o las de monte con potencialidad para ser roturadas, favoreciendo la
intensificación del trabajo en los terrenos de maizales, pues en ellos podían lograrse varias
cosechas al año. También supuso un cambio en los hábitos de cultivo, aumentando el
rendimiento medio productivo por fanegada tras la introducción de la gramínea americana, lo
cual impulsó la ampliación de la tierra de labor con un claro incremento de la renta agraria media
del grupo de poder. Los núcleos de población de mayor rango jerárquico estuvieron afectados
por dicho proceso de creciente ruralización, al comprobarse una progresiva dependencia del
mundo rural y de los bienes de todo tipo procedentes de él, incluso de las considerables
aportaciones demográficas que permitieron la renovación de la mano de obra urbana.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 29
Desde fechas tempranas en Gran Canaria se registró una redistribución de las áreas de
producción agropecuaria en función de las condiciones edafológicas, meteorológicas, la altitud
o la posibilidad de acceso al agua de riego y las formas de distribución de la propiedad. A
grandes rasgos podemos destacar cinco grandes áreas productivas: una primera dedicada a la
explotación de cereales en tierras de secano en los pagos de Taya y Los Llanos en Gáldar,
Llanos del Polvo y Sardina (Agüimes), Valsequillo o Montañas de Las Palmas (Telde); una
segunda localizada en los fértiles fondos de los barrancos y áreas de costa de barlovento
dedicados al policultivo de vid, trigo, millo, papas, tan como se observaba en el valle de Agaete,
Lairaga, costa de Moya, etc.; una de medianías, donde destacaban las explotaciones dirigidas a la
producción de millo, legumbres, viña y frutas para el mercado local o insular (La Vega Alta y El
Madroñal en Santa Brígida o Valleseco, Arbejales y San Isidro en Teror); otra de cumbres, en la
cual se impuso el pastoreo y el cultivo de cereales, como se registró en Acusa (Artenara) o la
sierra de La Vega; y el cultivo intensivo de productos hortícolas, localizándose la mayoría de las
huertas en el interior y arrabales de los principales núcleos de población, aunque también se
registra su presencia en pagos con tierras de primera calidad edafológica y abundancia de agua
(El Dragonal, La Calzada, La Angostura y Vega Alta, valle de Los Nueve o Jinámar, en Telde; el
Palmar, Arbejales, en Teror). Además, en cada una de esas zonas se mantenían las parcelas
dedicadas al tradicional cultivo de subsistencia, orientadas al abastecimiento y reproducción de
una amplia mano de obra barata de origen campesino, susceptible de ser empleada en las
sucesivas roturaciones y la producción agrícola.
La reestructuración interna del espacio agrario facilitó la diversificación y especificación de la
mano de obra campesina; su movilidad hacia las áreas de demanda y el incremento de la
productividad. Sin embargo, no supuso la mejora de las técnicas de cultivo y aperos de labranza,
que se irían perfeccionando lentamente, además de la masiva introducción de una mano de obra
no cualificada procedente de las familias campesinas que aumentan sus componentes al superar
un mayor número de individuos la edad pupilar, lo cual significó un importante impulso de las
roturaciones y el incremento de la productividad. La inversión creció, a través del capital
conseguido por la comercialización de los productos o por medio de la solicitud de préstamos a
interés; la mejora de los equipamientos con el acondicionamiento de acequias, pozos, estanques,
cercas y casas de labor; la multiplicación del ganado y su estabulación, que favoreció el volumen
de las partidas de estiércol para la renovación del suelo y la reducción del barbecho; y la
extensión de la tierra de labor mediante las roturaciones de áreas de medianías ganadas al monte,
etc. Las mejoras introducidas repercutieron en una parte de la población, la cual accedió a una
dieta diferenciada y aumentada cuantitativamente en su ingesta media de alimentos, pues a los
cereales ―en especial cebada―, se unieron los aportes caloríficos, vitamínicos y de minerales de
los nuevos productos como el millo. Los mencionados avances permitieron compensar, en
parte, el desequilibrio entre producción y población, es decir, el aumento de la productividad
agrícola sirvió para mejorar el abastecimiento y alimentar a más personas. La positiva situación
demográfica registrada sólo se verá alterada en las fases de crisis del sistema con la irrupción de la
mortalidad catastrófica, la disminución de nacimientos, el aumento de precios ―muchas veces
más por motivos especulativos que reales― y la incipiente conflictividad social.

30 Pedro C. Quintana Andrés


Evolución de la población de Gran Canaria entre 1585 y 1900
Años Habitantes de Gran Canaria Años Habitantes de Gran Canaria
1585 7.690* 1787 48.909
1676 17.167 1804 57.309
1678 20.458 1835 63.040
1679 19.730 1840 78.965
1680 20.163 1842 67.718
1681 20.286 1848 67.310
1682 21.159 1850 83.036
1683 22.112 1851 43.106
1684 22.429 1853 42.734
1686 22.253 1857 68.332
1687 21.764 1860 68.970
1688 22.154 1877 86.874
1737 35.586* 1887 90.874
1741 36.368 1897 114.101
1755 42.345* 1900 127.471
1783 47.557
* El vecindario se multiplica por 4,5.
Fuentes: DÁVILA Y CÁRDENAS, M. (1737): Constituciones y nuevas addiciones synodales del obispado de las Canarias. Madrid.
CASTILLO Y RUIZ DE VERGARA, P. (2001): Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria. Santa Cruz de Tenerife.
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segunda mitad del siglo XVI”, en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 21. Madrid, pp. 95-130. SÁNCHEZ HERRERO, J. (1975):
“La población de las Islas Canarias en la segunda mitad del siglo XVII (1676-1688), en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 21.
Madrid, pp. 237-418. JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. (1968): “La población en las Islas Canarias en la segunda mitad del siglo
XVIII”, en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 14. Madrid, pp. 127-301. RIVIÈRE, A. (1997): Descripción geográfica de las Islas
Canarias. 1740-1743. Madrid. VARELA Y ULLOA, J. (1986): Derrotero y descripción de las Islas Canarias. Madrid. VIERA Y CLAVIJO,
J. DE (1982): Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife. HERMOSILLA, M. (1779): Descripción
topográfica, político y militar de la isla de Gran Canaria. ESCOLAR Y SERRANO, F. (1983): Estadística de las Islas Canarias. 1793-1806.
Las Palmas de Gran Canaria. LEÓN, F.M. DE (1978): Historia de las Islas Canarias (1776-1868) Santa Cruz de Tenerife.
GUTIÉRREZ, F. (1969): San Antonio María Claret, apóstol de Canarias Madrid. MINUTOLI, J.F.: (1854): Die Canarischen Inseln.
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GREK, D. (1855): Resumen histórico-descriptivo de las Islas Canarias. Las Palmas. El Porvenir de Canarias, Las Palmas de Gran
Canaria, 13 de abril de 1853. El Ómnibus, Las Palmas de Gran Canaria, 26 de diciembre de 1857. MIÑANO, S. DE (1827-
1829): Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. Madrid. ZUFIRIA, J. DE -MOTEVERDE, J. (1840): Guía de las Islas
Canarias para el año de 1840. Las Palmas de Gran Canaria. ÓLIVE, P. DE (1865): Diccionario estadístico-administrativo de las Islas
Canarias. Barcelona. INE: censos de 1857, 1877, 1897 y 1900. Nota: Elaboración propia.

El citado aumento poblacional registrado en Gran Canaria, en similares circunstancias al


observado en el resto del Archipiélago, se debió básicamente a que un mayor número de
párvulos pudieron llegar a la edad adulta, lo que facilitó nutrir la masa de hombres destinados
a las tareas campesinas y de artesanado; y prolongar la longevidad media de la población y
hacerla más resistente a las enfermedades. Además, la proliferación de una considerable
cantidad de parcelas de tierra cedidas a censo por el grupo de poder al campesinado para
concentrarlas en torno a sus haciendas tuvo un evidente efecto positivo en el vecindario y
sobre las perspectivas de su futuro inmediato. Los propietarios obtenían una importante
rentabilidad de sus cosechas ante la escasa inversión realizada por unidad de producción,
pudiendo, en cambio, situar en el mercado los bienes a un precio elevado con el consiguiente
beneficio final. A ello se sumaba el progresivo aumento de la demanda de productos de
primera necesidad y la aceleración en la circulación del capital; el debilitamiento de la
presencia de la mano de obra esclava, dirigida hacia la servidumbre en el agro insular y el
artesanado, lo cual evitó la competencia con el mercado a la fuerza de trabajo local; o las
estrategias socioeconómicas concebidas por los propietarios del suelo agrícola como medio

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 31
de no reducir sus rentas (desfavorecer la emigración, entregar solares a los campesinos para la
construcción de viviendas, ceder algunas pequeñas parcelas).
En el proceso de aumento de la población se comprueba un debilitamiento de los lazos de
unión de la familia campesina, muchas veces, constreñida sobre un pequeño terreno con escasa
capacidad para alimentarla. A partir de esos momentos las jóvenes parejas y los hijos que
deseaban prosperar autónomamente se desplazarán hacia las áreas de medianías, donde las
ofertas de trabajo, propiedad y prosperidad eran aparentemente superiores y, en menor medida,
hacia zonas urbanas, pues en éstas las posibilidades de progresar se habían reducido en parte
ante las características de la producción y redistribución de la riqueza en Gran Canaria.

Evolución de la población de Gran Canaria entre 1585 y 1860

Producciones agropecuarias en Gran Canaria en 1783


Producción Total Isla Producción Total Isla
Vino 3.440 Caballos, mulos, burros 9.742
Trigo 43.682 Carneros ― ovejas 33.410
Cebada 27.459 Cerdos 6.360
Millo 64.950 Cabras 39.663
Legumbres 5.506 Vacas/bueyes 11.892
*Los cereales se expresan en fanegas; el vino en pipas; y los animales en número de cabezas.
Fuente: VARELA Y ULLOA, J. (1986): Op. cit. Nota: Elaboración propia.

32 Pedro C. Quintana Andrés


El aumento demográfico, la presión sobre la tierra y los rendimientos presupuestos a la
explotación agraria llevaron a las instituciones civiles y eclesiásticas a facilitar y transferir
tierras de propios, realengas y de dotaciones eclesiásticas a manos de la población campesina a
cambio de una renta y el control de su producción, además de no impedir taxativamente a
parte de la masa poblacional más pauperizada el acceso clandestino a terrenos comunales,
libres ubicados en las medianías o la toma de bienes sin dueños reconocidos. La parcelación
de las grandes haciendas, la multiplicación de las pequeñas propiedades o la intensificación de
la explotación ganadera en las zonas de cumbre encauzó el flujo de parte de la mano de obra
procedente de los espacios donde existían grandes concentraciones de habitantes ―por tanto,
amplias bolsas de pobreza― hacia los terrenos preferenciales de explotación situados en las
medianías o en los pagos en torno a las ciudades, además de la emigración. La estrategia
favoreció una ligera disminución de la presión social de los sectores populares empobrecidos
sobre los bienes productivos, repercutiendo dicha situación en la casi ausencia de conflictos
agrarios en Gran Canaria a lo largo del siglo XVII y buena parte de la siguiente centuria, salvo
en periodos de graves coyunturas. Por tanto, muchos de los terrenos ganados al monte y a las
tierras yermas o eriales se debieron a unas labores individuales o colectivas de enfiteutas o
campesinos pobres, en algunos casos efectuadas a tiempo parcial, empleando escasos medios
y a costa de muchos sacrificios, de lo cual apenas si queda huella en las fuentes consultadas. A
partir de la segunda mitad del siglo XVIII las ideas ilustradas y los avances de la agricultura en
Inglaterra fueron factores presentes en la toma de decisiones de algunos miembros de la
oligarquía regional, aunque poco se avanzó en la mejora de la agricultura real ante la escasa
colaboración de los productores, la situación socioeconómica del agro regional o la
incapacidad de la institución de trascender sus decisiones a una practicidad adecuada según
los medios disponibles21.
El último tercio del siglo XVIII y las primeras décadas de la siguiente centuria el modelo
económico regional entró en crisis debido a la drástica reducción de las exportaciones; la
conflictividad internacional y su repercusión en la navegación; la carencia de alternativas a la
situación económica ofrecida por el conjunto de los grandes propietarios; el paulatino
alejamiento de la región de los principales circuitos comerciales ―ahora centralizados en el
Atlántico Norte―; o la falta de tecnificación o especialización agraria. A dichos factores se
unieron la pérdida de las colonias americanas; el agotamiento de modelo productivo
tradicional; o la disminución de ingresos procedentes de las reexportaciones o el contrabando
de productos ingleses hacia las colonias. El generalizado y profundo proceso inflacionario de
fines del setecientos y los primeros veinte años del siglo XIX, la multiplicación de las
contribuciones a la corona; la conflictividad nacional tras los acontecimientos de la Guerra de
la Independencia en 1808; la considerable confrontación en el seno de la oligarquía regional
sobre la jerarquía socioeconómica a imponer en el Archipiélago; o los desajustes
socioideológicos ante las nuevas teorías políticas fueron algunos de los elementos más
significativos en profundizar un proceso de descomposición y desarticulación generalizada del
periodo del despotismo ilustrado en las islas, agonía prolongada aún durante algunas décadas.

21VIERA Y CLAVIJO, J. DE: Extracto de las actas de la Real Sociedad Económica del País de Las Palmas (1777-1790), Madrid, 1981.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 33
Estadísticas de producción de vino y aguardiente en Gran Canaria en 1790
Lugar Litros de Porcentaje respecto Litros aguardiente Porcentaje respecto al
vino al total de vino total aguardiente
Arucas 12.140 2,2 300 0,3
Firgas 2.250 0,4
Agüimes 46.000 8,4
San Lorenzo 10.000 1,8 1.000 1,2
Moya 7.500 1,3 2.500 3,1
La Vega 66.780 12,2 2.880 3,6
Tejeda 400 0,04 30 0,03
La Aldea 1.500 0,2
Guía 320 0,03 80 0,1
Tirajana 15.010 2,7 40 0,05
Telde 289.500 52,9 72.540 91,1
Gáldar 5.000 0,9 500 0,6
Agaete 29.680 0,02 7.420 0,06
Total 546.600 79.830
Fuente: Archivo Marquesado de Acialcázar. Legajo: Estadística. Nota: Elaboración propia.

Producciones agropecuarias en Gran Canaria en 1804


Producción Total isla Producción Total isla
Trigo 43.682 Vino 3.440
Cebada 27.459 Carneros/ovejas 33.440
Centeno 1.891 Cabras 39.663
Millo 64.950 Vacas/bueyes 11.892
Legumbres 5.506 Cerdos 6.360
Cera 744 Caballos, mulos, burros 9.742
*Los cereales se expresan en fanegas; la cera en arrobas; el vino en pipas; y los animales en número de cabezas. Fuente:
ESCOLAR Y SERRANO, F. (1983): Op. cit. Nota: Elaboración propia.

El empobrecimiento regional redundó sobre la masa popular, la cual experimentó un


profundo retroceso en sus ingresos y en su propia capacidad de subsistencia. Sus condiciones
de trabajo se vieron empeoradas con la masiva introducción de la medianería y aparcería, al
tiempo que vieron reducidas sus posibilidades de acceder a bienes productivos. El resultado
inmediato fue la extensión de la agricultura―ganadería de subsistencia ―en especial en las
zonas de medianías―; el registro de un aumento de la conflictividad social; se incrementaron
las explotaciones clandestinas y las usurpaciones de tierras de propiedad común o real;
disminuyeron los desembolsos en alimentos con su incidencia sobre la esperanza de vida
media; la emigración se activó; y, en general, la población, ante sus pésimas condiciones
económicas, se vio amenazada con mayor virulencia por las enfermedades ―viruela, tifus,
fiebre amarilla, cólera morbo― y hambrunas entre 1799 y 1851. Ejemplo de ello, fue el cólera
morbo registrado en el último de los años citados, el cual provocó una sobremortalidad
catastrófica sin precedentes en la isla pues su propagación e incidencia llegó a grados de
dramatismo. En Las Palmas, incluida en su recuento la jurisdicción de Santa Brígida, falleció
el 20,3 % de su población y en municipios como Moya o Teror la mortalidad catastrófica
llegó a superar el 10 %. En otros municipios la mortalidad fue reducida (en Artenara sólo
alcanzó al 1,7 % de sus habitantes o en Agaete el 0,2%)22 Esta negativa situación se constata
en Gran Canaria con la presencia e incremento de determinados oficios relacionados con la
subsistencia, caso de los segadores, jornaleros, criados de labranza, carboneros y leñadores.
22DÉNIZ GREK, D. (1855): Op. cit.

34 Pedro C. Quintana Andrés


Las diferencias económicas entre la oligarquía y los grupos populares tuvieron un tinte más
acusado y la estrategia de la primera se centró en detraer cada vez más renta del circuito en
beneficio de una acumulación primitiva de bienes inmuebles. Ahora el anterior concepto de
Archipiélago-mercado es sustituido por el de isla-entidad, donde los localismos y las comarcas
parecen encerrarse sobre sí mismas, como forma de lograr una autarquía salvadora de la cual
sólo saldrían algunas áreas incentivando sus antiguos modelos de producción de cereales,
vino y millo; o mediante la introducción de nuevos cultivos con posibilidades de exportación,
ilustrándose en la barrilla o la cochinilla, además de seguir apostando por la producción
destinada al mercado interno.
A mediados del siglo XIX Gran Canaria experimentó una progresiva recuperación
económica impulsada por la política de puertos francos aprobada por el gobierno de Bravo
Murillo, la extensión del cultivo de la cochinilla y a los primeros impulsos con la introducción
de algunos cultivos tropicales (tabaco, caña de azúcar, café). Las perspectivas productivas, la
posibilidad de acceso a mercados con una elevada demanda o las inversiones efectuadas
dieron como resultado inmediato la percepción entre el conjunto de la población de una
esperanza de progreso económico, previendo un futuro más ubérrimo, cuya traducción en el
ámbito demográfico fue un aumento de los enlaces matrimoniales y el auge en los
nacimientos, ambos con su especial repercusión sobre las variables demográficas.
Las favorables condiciones económicas tuvieron, a la larga, escaso eco entre los grupos
populares, agravándose su miseria ante unos ingresos cada vez más bajos propiciados por sus
propios empleadores, la precariedad laboral, los tipos de acuerdos contractuales existentes
―medianería, aparcería― y la relativa abundancia de mano de obra. La citada situación se
observa en las jurisdicciones de Telde, Moya o Teror, donde la creciente mano de obra
favorecerá la reducción de salarios; influirá en la creación de nuevas familias; supondrá un
aumento de la ilegitimidad; impulsará la emigración; la amortización en pocas manos de la
tierra; y logrará una creciente extensión de los cultivos de abastecimiento al mercado
local/insular. La reducción de las remuneraciones o su falta de abono, la baratura de los
productos de subsistencia y el aumento de la demanda regional facilitaron a la oligarquía una
considerable acumulación de capitales23.
El siglo XIX fue también una fase histórica donde abundaron los recuentos poblacionales
hasta la constitución del Registro Civil por la ley de 17 de junio de 1870, aportando con su
constitución unas metodologías modernas en la contabilidad y estudio de la población. Antes
del citado periodo, como se ha comentado, los registros son imprecisos y algunos, como el
recogido por Miñano en 1827, tomaba sus datos de los recopilados por Escolar y Serrano de
1804; o las cifras plasmadas por Minutoli, libro impreso en 1842, son claramente contradictorias
con otras contabilidades cercanas en el tiempo para algunos núcleos de Gran Canaria, además
de no corresponder sus cifras con las dinámicas socioeconómicas observables en cada término
en esa fase temporal, ni con las cuantificaciones recogidas en siguientes años24. Pese a las

23JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. (1968): Art. cit. ESCOLAR Y SERRANO, F. (1983): Op. cit. QUINTANA ANDRÉS, P. (2002): «Las manufacturas
textiles y su incidencia social en Gran Canaria en los inicios del siglo XIX», en El Pajar. Cuadernos de etnografía canaria, nº 12. La Orotava, pp.
103-107. SUÁREZ GRIMÓN, V.- QUINTANA ANDRÉS, P. (2008): Historia de la Villa de Moya (siglos XV-XIX) Madrid.
24MIÑANO, S. DE (1827-1829): Op. cit. MINUTOLI, J.F. (1854): Op. cit.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 35
manifiestas contradicciones y carencia de rigurosidad, la mayoría de los datos reflejan una
tendencia positiva en los números absolutos de población a partir de la segunda década del
ochocientos, con una acusada caída en la media de la tasa de mortalidad, aunque se siguieron
generando períodos de mortalidad catastrófica, y el aumento del número de foráneos llegados
para participar en la explotación de las tierras de medianías y las parcelas del realengo, donde
accedían a trabajos de asalariados, medianeros o arrendatarios25.

Producción y valor del vino obtenidos en Gran Canaria en 1802


Porcentaje
Porcentaje de de valor
Producción Valor valor respecto al Valor respecto al
Pueblo de vino en total de Pueblo Producción en total de
de vino
(litros) reales producción reales producción
agraria del lugar agraria del
lugar
Agaete 83.846 45.200 7,5 Las Palmas 998.732 538.400 22,0
Agüimes 87.760 84.150 6,2 San Lorenzo 151.368 76.500 8,9
Aldea de 63.840 San Mateo 296.800 162.000 16,0
San Nicolás (mosto)
Artenara 22.260 11.250 2,0 Santa Brígida 296.800 210.000 27,6
Arucas-Firgas 232.716 163.200 8,2 Tejeda 12.000 10.000 1,4
Gáldar 91.266 36.900 3,2 Telde 1.568.588 845.600 22,1
Guía 69.006 27.900 1,8 Teror 68.264 36.800 2,9
Moya 44.520 18.000 2,7 Tirajana 148.400 80.000 5,2
Fuente: ESCOLAR Y SERRANO, F.: Op. cit. Nota: Elaboración propia.

Porcentaje de la producción de Producción de cereales en Gran Canaria


cereales en Gran Canaria en 1804 entre 1857-1861 (en fanegas)

Producción de cereales en Gran Canaria entre 1857-1861 (en fanegas)


Cereal 1857 1858 1859 1860 1861 Total
Trigo 33.288 30.582 25.435 29.119 29.012 147.466
Cebada 27.657 26.204 26.702 16.943 39.948 137.546
Maíz 85.297 81.807 73.768 117.626 110.448 468.946
Fuente: OLIVE, P. de: Op.cit. Nota: Elaboración propia.

25SUÁREZ GRIMÓN, V. (1987): La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran Canaria en la crisis del Antiguo Régimen. Madrid.

36 Pedro C. Quintana Andrés


A mediados del siglo XIX, la población de los principales núcleos de Gran Canaria estaban
en plena expansión, tal como se constata en Guía, término donde se logró a alcanzar los
3.880 habitantes; Gáldar con 4.071; o Agüimes, señorío eclesiástico que arrojaba un total de
3.073 habitantes, zonas todas ellas en las cuales se desarrollaban imprescindibles funciones
comarcales y con rangos jerárquicos de dilatada raigambre en la isla. A ellas se unían los datos
de las dos urbes de mayor rango insular, caso de Telde, con 8.279 habitantes, cuya población
representaba la suma de los dos términos siguientes en escalafón; y la propia capital, con una
población en expansión, logrando registrar a 17.382 almas en 184026.
Las crisis económicas de la década de los cuarenta, la catastrófica hambruna de 1847, la
problemática surgida en torno a la propiedad de la tierra/agua y la ya citada epidemia de
cólera morbo de 1851, fueron acontecimientos propicios para el brote de reiterados episodios
de mortalidad catastrófica27.
La estadística no recoge la distribución de la población por oficios o niveles
socioeconómicos, aunque sí indica, de forma indirecta, la situación de una parte del
vecindario. La extensión de las labores artesanales doméstica como forma de complemento
de la renta de subsistencia tuvo su reflejo en el sector femenino, el grupo económico más
débil de la sociedad28.
El repliegue económica de cada isla sobre sí misma ante las circunstancias de los mercados,
los problemas políticos y la cambiante situación internacional impulsaron a los propietarios
agropecuarios en zonas como Santa Brígida, San Mateo, Teror o Firgas a erigirse como
despensas de reserva en beneficio de los vecinos de la ciudad y las exportaciones, propiciando
la consolidación del modelo agrario y de las producciones de abastecimiento básico, tal como
sucedía con los cereales, el vino y el millo. En cambio, en otras áreas se extendieron con
profusión los cultivos con posibilidades de exportación, ilustrándose en la barrilla o la
cochinilla, además de seguir su habitual apuesta por destinar buena parte de su producción al
mercado interno.
La introducción de nuevos cultivos; la apertura del mercado internacional ―sobre todo
con la cochinilla―; la mejora en los puertos y abastecimiento a las flotas extranjeras en sus
empresas coloniales; el papel geoestratégico alcanzado por las islas en la política exterior
española; la asunción de cargos estatales destacados por parte de varios isleños; o los
primeros escarceos con el turismo, entre otros, no sirvieron para transformar en el nuevo
estado burgués el marco productivo heredado de la fase histórica anterior en Canarias. La
agricultura y ganadería, en gran parte dependientes del mercado exterior; la escasa inversión
en la industria; la carencia de un planteamiento de actuación del sector socioeconómico
preponderante como medio de impulsar un nuevo modelo productivo; o el ansia de los
citados de incrementar ingresos sin la mejora o formación de la mano de obra fueron factores
estructurales que en la actualidad no ha tenido respuestas adecuadas en la región.

26ZUFIRÍA, J. DE MONTEVERDE, J.: Op. cit.


27DÉNIZ GREK, D.: Op. cit. Tomo II, p. 648. Los fallecidos en la ciudad –sumados los vecinos de Santa Brígida-, alcanzaron los 2.156,
según la relación efectuada por don José de la Rocha.
28ESCOLAR Y SERRANO, F.: Op. cit. tomo I.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 37
Mapa de la costa del noroeste de África y las islas Canarias en el su obra Theatrum Orbis Terrarum de 1595 (imagen tomada del
Instituto Geográfico Nacional, https://www.ign.es/web/ign/portal/cbg-area-cartografia).

Mapa de las islas Canarias de Pierre Duval, en su Le Monde ou La Géographie Universelle contenat les Descriptions, les Cartes, et le Blason des
38 principaux Païs du Monde, 1672 (mapa tomado de los fondos de la Biblioteca Nacional Pedro de España).
C. Quintana Andrés
Carta náutica de John Spilsbury en su A Chart of the Canary & Madera Islands with the Neighbouring Coast from the best Authorities,
1794 (mapa tomado de los fondos de la Biblioteca Nacional de España)

Detalle de la carta universal de Juan de la Cosa, de 1500 (imagen tomada de la Biblioteca virtual del Ministerio de Defensa).

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 39
3
Cartas de navegación y derroteros de
Gran Canaria durante la Modernidad

El destacado papel desarrollado por la isla en la región, su producción, el carácter de sus


exportaciones ―su evolución agrícola desde el azúcar hasta la cochinilla―, el emplazamiento
geoestratégico dentro de las rutas de navegación del Atlántico medio o la demanda de su
población de productos básicos ―caso de cereales en las etapas recesivas― o suntuarios por
parte de su elite socioeconómica, la situaron en un lugar preferente entre las zonas de especial
sensibilidad para la política de la corona hispánica y un espacio de control indirecto para
potencias externas, tanto en las épocas de conflicto como en los periodos de bonanza. El
conocimiento de sus costas, radas y fondeaderos; régimen de vientos y mareas; o puntos de
abastecimiento eran factores esenciales para la mejora del comercio pero, también, para saber los
factores prioritarios para lograr una adecuada navegación en las aguas regionales y hacer uso de
sus peculiaridades en las vías con destino a América. Era necesario, como acontecía en otras
costas relevantes, caso del Caribe, lograr trazar unas cartas de navegación de óptima calidad, en
consonancia a la importancia de la región dentro de los circuitos de intercambio del
centro―norte del Atlántico y Mediterráneo ―el último hasta fines del quinientos―, por lo cual
no fue una rareza la reiterada presencia de las costas del Archipiélago en las cartas de marear o
derroteros de un elevado número de escuelas de pilotos y en las relaciones de documentos sobre
sus fondeaderos y costas presentes en los cuadernos manejados a bordo de los barcos con
rumbo a las islas. El perfeccionamiento de dichos instrumentos se observa con gran rapidez a lo
largo del tiempo, desde la inicial imagen de Angelino Dulcert en su mapa-esbozo de las islas de
Fuerteventura y Lanzarote, registrado en 1339, hasta los técnicos elaborados en el siglo XIX.

Primera representación gráfica de las islas de Fuerteventura y Lanzarote, mapa de Dulcert, 1339
(imagen tomada del Cercle, Catalá d`historia https://www.cch.cat/php/ls.php?fx=1vmmp00100)

40 Pedro C. Quintana Andrés


A los primeros mapas de origen itálico se sucedieron, principalmente, los elaborados a lo
largo del siglo XVI por cartógrafos neerlandeses con un alto grado de precisión de las costas
canarias, destacando repertorios como los de Elzevier, Ortelius, Vriens y B. Varenius, ya hacia
mediados de la siguiente centuria, como también el de Johannes Blaeu. Mapas, cartas marinas y
derroteros elaborados en el norte de Europa guiaron a barcos corsarios hasta las costas canarias
para entorpecer el tráfico marítimo y, si era posible, hacer razzias o asaltos a puntos sensibles de
sus costas. Así, en el último quinquenio del quinientos el número de incidentes aumentaron,
siendo ejemplos significativos de tales incursiones la expedición de Drake o la toma de Las
Palmas por la flota neerlandesa al mando del almirante Pieter van der Does en 1599.
Franceses y, sobre todo, ingleses continuaron el impulso iniciado por las mencionadas
potencias en sus intentos de convertir el mar en uno de los vórtices de sus imperios, siendo de
vital importancia lograr conocer las costas propias como las del resto del mundo. Las flotas
mercante/armada comenzarán a extenderse progresivamente estimuladas por el desarrollo de
su floreciente artesanía preindustrial, los nuevos marcos comerciales establecidos, la estrategia
en el uso de materias primas y en el impulso de los mecanismos precapitalistas, permitiéndoles
un ulterior salto cualitativo. El desarrollo de las ciencias —astronomía, matemáticas, física— y
su aplicación mecánica en los citados países ―donde el conocimiento de éstas y otras materias
se fomentaban por las propias autoridades―, lograron un creciente dominio náutico al
extender el conocimiento y su aplicación a la navegación, una de las vías capaces de generarles
sustanciales ventajas frente a sus competidores, además de lograr con la rentabilidad de las
inversiones efectuadas dividendos a largo plazos.
A partir de las primeras décadas del setecientos la marina inglesa se convirtió en la flota
con mayor proyección basadas en buscar nuevos logros técnicos, formar en las ramas de la
navegación a una buena parte de su marinería ―sobre todo la Armada―,establecer controles
de calidad de los barcos, potenciar la especialización de las naves, adecuar parte de las normas
legales a los cambios socioeconómicos o crear códigos de comunicación avanzados capaces
de facilitar, por ejemplo, la mejora de las estrategias en los combates. La calidad y precisión de
los mapas, derroteros y cartas náuticas inglesas se acentuaron en la citada centuria,
sobresaliendo los efectuados de los puertos considerados estratégicos, así como los de las
costas más relevantes para sus intereses comerciales.
En la corona castellana el centro más relevante en la realización de cartas náuticas fue la Casa
de la Contratación de Sevilla y, posteriormente, de Cádiz, hasta fines del siglo XVIII29. Los
intereses de Castilla por expandirse en el norte de África y, tras su descubrimiento, América
supusieron la necesidad de conseguir una exhaustiva y acelerada realización de mapas,
derroteros y cartas náuticas del Nuevo Mundo, espacio sobre el que se volcaron la mayoría de
los mejores geógrafos castellanos del momento. Una de las primeras cartas náuticas trazadas allí
por un testigo de los viajes de Colón fue la elaborada por Juan de la Cosa en 1500, donde se
dibujaban a las islas Canarias pocos años después de su total incorporación a la corona de
Castilla. Muestra aún notables carencias al ser reproducciones, si se centra la atención en las

29ACOSTA,A. – GONZÁLEZ, A.- VILA, E. (eds. 2003): La Casa de la Contratación y la navegación entre España y las Indias. Sevilla.
VICENTE MAROTO, M. - ESTEBAN PIÑERO, M. (1991): Aspectos de la ciencia aplicada en la España del Siglo de Oro. Salamanca.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 41
islas, de otras cartas anteriores, pues se observa aún Lanzarote tal como la había trazado
Angelino Dulcert, casi siglo y medio antes, o la región no cuenta con todas las islas, caso de La
Gomera. El geógrafo―cartógrafo pretendía dar una visión aproximada del nuevo espacio
terrenal, aún muy cerca de los antiguos portulanos en su presentación, mostrando las costas del
Nuevo Mundo para dejar el resto del espacio conocido en mero esbozo impreciso o
copiándolo de cartografías anteriores. En el siglo XVI el esfuerzo individual de los geógrafos y
marinos encargados de la realización de cartas náuticas y mapas se vio acompañado por las
llamadas relaciones geográficas, las cuales era una encuesta remitida a cada población americana
consistente en medio centenar de preguntas y bosquejar un mapa aproximativo de la región,
cuyo fin era remitir una información descriptiva a la corte lo más veraz posible. Muchos mapas
fueron meras pinturas más o menos acertadas, pero pocos se hicieron siguiendo los cánones del
momento, aunque todas las informaciones ―en especial las respuestas― fueron relevantes para
trazar las cartas náuticas de cada zona con posterioridad30. Al unísono, los pilotos desplazados a
Indias estaban obligados a entregar en su tornaviaje a la citada Casa de Contratación un
cuaderno con las cartas de mar y terrenos dibujados, más una relación de lo observado con el
fin de elaborar progresivamente una descripción de cada zona de fondeo o costa. La entidad se
erigió en un centro científico de primer orden logrando capacitar con mayor calidad a los
futuros pilotos y contramaestres, todos ellos inmersos en un plan de formación teórico y
práctico, destacando en este último apartado las ciencias, astronomía, etnografía o geografía.
Las citadas disciplinas fueron vehiculares en favorecer una observación del paisaje
científicamente más rigurosa y en capacitar a los futuros navegantes en comunicar de forma
ordenada y científica sus conocimientos sobre éste.
El elevado número de profesores versados en las materias, pilotos, informes y
aportaciones de mapas fueron el motor de una gran actividad relaciona con la una
elaboración de estudios científicos, la mejora en la preparación de los navegantes y el
crecimiento de un notable número de libros teóricos con gran influencia. En la mayoría de los
textos editados se subrayaba su practicidad y aportación a la mejora de los fundamentos de la
navegación, intentando dar la mayor profesionalidad a los navegantes transoceánicos31. Los
investigadores señalan la fecha de mediados del quinientos como el periodo de mayor
prestigio de este centro, siendo destacables las aportaciones de Pedro de Medina, el cual dio a
la imprenta entre otras, la denominada Arte de navegar; y Martín Cortés de Albacar, el cual
elaboró su Breve compendio de la sphera y de la arte de navegar32. A estos investigadores y profesores
se sumó Alonso de Chaves, el cual tenía un importante bagaje como piloto y cosmógrafo,
entrando de maestro en la Casa de Contratación con el fin de elaborar cartas, astrolabios y
útiles para la navegación. Sus vastos conocimientos lo convirtieron en uno de los mejores
navegantes y teóricos de su tiempo, dando ejemplo de ello en sus publicaciones cartográficas.

30GONZÁLEZ GONZÁLEZ, F. (1992): Astronomía y navegación en España. Siglos XVI-XVII. Madrid. CEREZO, R. (1994): La cartografía náutica
española en los siglos XIV, XV y XVI. Madrid. PÉREZ-MALLAÍNA, P. (1992): Los hombres del océano: vida cotidiana de los tripulantes de las flotas
de Indias, siglo XVI. Sevilla. Del mismo autor (2003): “El arte de navegar: ciencia versus experiencia en la navegación transatlántica”, en
España y América. Un océano de negocios. Quinto centenario de la Casa de la Contratación 1503-2003. Madrid, pp. 103-118.
31LÓPEZ PIÑERO, J. (1986): El arte de navegar en la España del Renacimiento. Barcelona. MARTÍN-MERÁS, M. (1993): Cartografía marítima
hispana: la imagen de América. Madrid. SÁNCHEZ, A. (2013): La espada, la cruz y el Padrón: Soberanía, fe y representación cartográfica en el mundo
ibérico bajo la Monarquía Hispánica, 1503-1598. Madrid.
32MEDINA, P. de [1ª impresión 1545] (2005): Arte de Navegar. Madrid. CORTÉS DE ALBACAR, M. [1ª impresión 1551]: Breve compendio
de la Sphera y de la arte de navegar, con nuevos instrumentos y reglas, exemplificado y con muy subtiles demonstraciones. Sevilla.

42 Pedro C. Quintana Andrés


Fue uno de los principales participantes del proyecto de compilación del Padrón Real
encargado por la Casa de Contratación en 1526, con el fin de crear una compleja red de cartas
de navegación donde se precisaran los datos y rumbos más adecuados con el fin de facilitar a
los pilotos cumplir con su cometido. Chaves, como los citados, fue un investigador cuyo
trabajo se vio en parte reflejado en su libro Quatri Partitu en cosmographia práctica y por otro nombre
llamado Espejo de Navegantes, editado en 1520-1538 y en su famoso Mapamundi de 1533,
proyecto de gran validez para la corona castellana, con el fin de ejercer el máximo control
sobre las rutas, barcos y mercancías navegadas desde y hacia América33. En la actualidad, se
considera sus propuestas y el propio mapa ―un secreto de estado en el momento― como las
más avanzadas de la época y cumbre de los maestros de la entidad representada.
La crisis política y social registrada durante el reinado de los últimos Austria, así como la
decadencia de las ciencias por la crónica falta de apoyo supuso un atraso de la náutica hispana
respecto al pujante mundo anglosajón. El ocaso de la Casa de Contratación desde mediados
del seiscientos influyó en la propia calidad de la enseñanza impartida, la cual cada vez se hizo
más reiterativa y poco dinamizada ante las transformaciones experimentadas en la
construcción naval y en la propia navegación. Ello no fue óbice para la presencia entre sus
docentes de destacados marinos y técnicos en esa y posteriores etapas, como los casos de
Rodrigo Zamorano o García Sevillano34, acordando la mayoría de los investigadores, ser uno
de los más destacados cartógrafos y cumbre de este arte Vicente Tofiño, el cual elaboró, entre
otras notables aportaciones, el Atlas Marítimo de España en 178935. En éste se efectúa una
descripción de las costas de insulares, el perfil de las islas de oeste a este y se hace referencia a
tres puertos (Santa Cruz de Tenerife, Tazacorte, San Sebastián de la Gomera), además de
sumar unas cartas náuticas de aproximación a cada uno de ellos. Siempre las descripciones de
las costas en esta obra fueron someras y no pormenorizadas, salvo de los puertos de tráfico
comercial cuyas cartas náuticas eran ya conocidas desde mucho antes de dicho trabajo.
En Canarias no se registran derroteros de sus costas hasta bien entrado el setecientos,
incidiendo más los cartógrafos e ingenieros en los mapas terrestres, tal como se observa en el
caso de Leonardo Torriani en el siglo XVI o Pedro Agustín del Castillo a fines de la siguiente
centuria36. A ellos se unieron las descripciones breves y puntuales aportadas por algunos
geógrafos en sus reseñas generalizadas de las costas del imperio y extranjeros al describir su
estancia en la región ejerciendo el comercio37. Las citadas obras describían territorios,
ciudades, riquezas y costas sin un sentido científico, aunque haciendo hincapié en los hitos de
mayor relieve para los intereses de los autores de los informes y sus mentores38.

33CHAVES, A. de [1ª edición, 1520-1538] (1983): Quatri Partitu en cosmographia práctica y por otro nombre llamado Espejo de Navegantes. Madrid.
34ZAMORANO, R. (1588): Compendio del arte de navegar. Sevilla. GARCÍA SEVILLANO, J. (1736): Nuevo régimen de la navegación. Madrid.
35TOFIÑO, V. (1789): Atlas Marítimo de España. Madrid.
36TORRIANI, L. (1978): Descripción de las islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife. DEL CASTILLO, P. A. del (1994): Descripción de las islas
Canarias, 1686. Las Palmas de Gran Canaria.
37Entre ellas sobresalen las realizadas por Isidro de la Puebla (1587) e Ignacio Muñoz (1669). Ambos elaboraron los primeros derroteros –
breves, como se ha apuntado, dentro de sus compendios generales descriptivos sobre América, Filipinas o Marruecos- de las aguas y
costas de las islas, véase MARTÍN RUBIO, M. (1998): “Dos derroteros para la navegación de Canarias de los siglos XVI y XVII”; en XII
Coloquio de Historia Canario-americana, tomo II. Madrid, pp. 43-56. La autora hace una transcripción de los dos textos referidos a las islas.
38CIORANESCU, A. (1963): Thomas Nichols. Mercader de azúcar, hispanista y hereje. La Laguna. FRUTUOSO, G. (1964): Las Islas Canarias (De
“Saudades da Terra”) La Laguna. LINSCHOTEN, J. H. (1991): Una breve descripción de las Islas Canarias (1579-1592); y LE MAIRE: Viajes del
señor de Le Maire a las Islas Canarias, Cabo Verde, Senegal y Gambia (1695) La Laguna.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 43
Fragmento del mapa del Atlántico medio de Vicente Tofiño, en Atlas Marítimo de España. 1789 (mapa tomado de la
Biblioteca Nacional de España).

Perfil de Gran Canaria desde la Isleta hasta el sur de la isla por Vicente Tofiño, en Atlas Marítimo de España. 1789 (mapa
tomado de la Biblioteca Nacional de España).

Mapa y carta náutica de Gran Canaria por el teniente Arlett de la Marina Real Inglesa, 1834 (mapa tomado del Instituto
Geográfico Nacional).

44 Pedro C. Quintana Andrés


En el siglo XVIII comenzarán a realizarse las contribuciones de mayor relevancia de las
costas canarias, siendo el primero a destacar el ingeniero Antonio Rivière con una prolija
descripción de la geografía de las islas, añadiéndose a ella mapas de las principales ciudades
portuarias y el trazado de la línea de su costa, donde se precisaba la recalada, es decir, las
medidas de profundidad que permitieran arribar a los barcos a un puerto, pero aún sin llegar a
tener una aproximación batimétrica o crear una isobática clara del veril de la bajamar escorada39.
A éste se sumó el factor inglés George Glas el cual, interesado en el comercio y los puertos
insulares, hizo una primigenia descripción de las costas, radas y puertos de cada isla, así como
destacadas indicaciones sobre las formas de maniobrar, arribar o sortear todo tipo de
obstáculos marinos para la adecuada conducción de los navíos en cada uno de los
fondeaderos señalados. Junto a las peculiaridades de las radas, Glas hacía una somera
descripción de las características urbanas, defensivas o de abastecimiento de cada uno de los
puertos referenciados. Ejemplo de sus descripciones es la efectuada del Puerto de Arrecife o
de Caballos, cuando explicaba estar formado por una hilera de rocas; pero su entrada es poco profunda, ya
que no hay más de doce pies de agua en las mareas máximas40.
Será el derrotero de José Varela Ulloa ―178841― el primero de los centrados en las islas,
con un gran interés al basarse en las especificaciones y protocolos técnicos establecidos en la
descripción náutica y la información para la navegación adoptadas internacionalmente en esos
años. En 1776 este oficial de la armada, profesor de matemáticas de los guardias marina de
Cádiz y discípulo de Vicente Tofiño, emprendió una pormenorizada descripción de cada
rada, cala y puerto de las islas, además de aportar una relación general de todas ellas, por
orden de ministro de Marina Antonio Valdés42. El propio Varela puntualizaba sobre las
marcaciones de los arrumbamientos de las costas el serle necesario construir por mi dirección dos
abujas (por no hallarse de venta ninguna, ni otro instrumento a propósito) con las quales se repitió
escrupulosamente cada operación, habiendo logrado idénticos resultados. Su recorrido lo realizó por toda
la costa de las islas, muchas veces a pesar de los disgustos y obstáculos que se me han presentado, sin
embargo de haberse expedido reales órdenes para que se me auxiliase, pues su ingente labor no recibió
casi colaboración de las autoridades locales ni de las regionales, caso de la capitanía general. A
sus propias experiencias y lecturas ―siendo básica la Historia de Canarias de Viera, editada
por esos años― sumó las experiencias de prácticos y navegantes residentes en la región. Así,
en sus advertencias generales sobre la navegación entre las islas precisaba, por ejemplo, que
quando se sale de las calmas de Tenerife para el Hierro o la Gomera es necesario esperar la marca para que
ayude a los remolques hasta encontrar viento sobre la punta de Teno, donde rara ves es flojo, por lo qual
siempre se arriza antes de llegar a ella para seguir la navegación. Siendo tan común encontrar viento sobre la
punta de Teno que estos marineros ysleños la llaman ordinariamente Punta del Viento43.
A este primer derrotero completo efectuado por un miembro de la Marina nacional se
sumó uno nuevo editado en 1860 en donde la influencia de las técnicas descriptivas-

39RIVIÉRE, A. (1997): Descripción geográfica de las islas Canarias [1740-1743] Madrid.


40GLAS, G. (1982): Descripción de las Islas Canarias. 1764, La Laguna, p. 21.
41VARELA Y ULLOA, J. (1986): Derrotero y descripción de las Islas Canarias. Madrid, 1986.
42VARELA Y ULLOA, J. (1986): Op. cit.
43VARELA Y ULLOA, J. (1986): Op. cit., fol. 49 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 45
descripciones náuticas de Kerhallet, Arlet y Vidal, entre otros, fueron incuestionables44. El
autor, el oficial de la Armada Lobo Malagamba45, elaboró un extenso derrotero con las nuevas
técnicas de medición, ponderación y señalización, todo ello propiciando una evidente mejora
en los estudios sobre la costa canaria. Incluso, despejando dudas científicas sobre presuntas
verdades marineras sin fundamento, así planteaba que los peligros que existen en los diversos
canales que forman estas islas se hallan a la vista y cerca de sus costas. Hay, sin embargo, algunas cartas que
señalan un arrecife entre Tenerife y Gran Canaria, ignorándose cuáles son los datos que han tenido para ello46.

3.1. Navegación e incidencia en Gran Canaria a fines de la Modernidad


Esta breve introducción a la selección de textos recogidos en el apéndice pretende resaltar y
recordar la importancia de la marinería, oficialidad y medios existentes en el sostenimiento del
comercio de abastecimiento y exportación de mercancías; en el transporte de personas entre
las islas o la migración; erigirse en sostén de gran parte del conocimiento llegado a la región;
ser el medio de comunicación más rápido e importante en el territorio y de éste con el
exterior hasta bien entrado el siglo XX; aportar con la flota pesquera el salpreso tan necesario
en la inmensa mayoría de los hogares canarios, sosteniendo la ingesta popular; o generar un
complejo número de tareas y división del trabajo, con el consiguiente impacto en el
porcentaje de población ocupada directamente en el subsector, además de los muchos
dependientes de su existencia como medio de supervivencia. No se pretende desde estas
páginas agotar el tema, mostrar todos los ejemplos o hacer un pormenorizado estudio de este
interesante subsector productivo, pues los textos aportados sólo representan un porcentaje de
un 20% aproximadamente de los registrados en las fuentes históricas consultadas. El trabajo
intenta estudiar aspectos de la documentación muchas veces obviados, salvo el caso de
catástrofes con un impacto en su tiempo y con huella indeleble en el futuro, como fue el
hundimiento del Valbanera, pero exceptuando los episodios excepcionales, la mayoría son
pequeñas crónicas de hechos limitados, coyunturales o reiterados, cuya suma ofrece una
visión panorámica de las circunstancias que rodeaban la navegación en la etapa estudiada, las
peculiaridades de los medios empleados o las vicisitudes acontecidas en las rutas comerciales.
La documentación será un complemento a otras aportaciones ya efectuadas por
investigadores regionales o foráneos sobre el mar y su mundo en las islas durante la
Modernidad, permitiendo en un futuro que otros investigadores planteen trabajos de mayor
calado, capaces de abarcar dicho subsector económico y social con garantías de dar respuestas a
una realidad compleja, amplia y de vital importancia para conocer, complementar y matizar
algunas conclusiones asentadas sobre nuestro pasado. La historiografía más clásica ha centrado,
como en Canarias, sus investigaciones sobre el mar, sus gentes y la navegación en los campos
normativos―institucionales47; el comercio regional o internacional48; la construcción naval y el

44KERHALLET, Ch. (1851): Description de l’archipel des Canaries et de l’archipel des îles de Cap Vert. Paris. Del mismo autor, (1858): Description
nautique de Madère et des Canaries. Paris. KERHALLET, Ch. - LE GRAS, A. (1868): Description nautique de Madère et des Canaries. Paris. Arlett y
Vidal realizaron cartas náuticas de Gran Canaria y Tenerife a mediados del siglo XIX, véase estos trabajos en el fondo de Instituto
Geográfico Nacional en su sección catálogo de la cartoteca.
45LOBO MALAGAMBA, M. (1860): Derrotero de las Islas Canarias. Cádiz.
46LOBO MALAGAMBA, M. (1860): Op. cit., p. 94.
47LLAVADOR, J. - TRUEBA, E. (1993): Jurisdicción marítima y la práctica jurídica en Sevilla (Siglo XVI) Sevilla. PETIT, C. (1980): La compañía

46 Pedro C. Quintana Andrés


mundo artesanal49; la inversión de la elite o comercial en el mundo del mar y las estrategias de
dominación de las compañías50; el corsarismo, piratería y contrabando51; o los hombres
relacionados con el mar, en su más amplio espectro52, mientras pocas contribuciones hacen
hincapié en la propia navegación y las múltiples facetas surgidas alrededor de este hecho.
En Canarias han sido escasos los trabajos dedicados a estudiar la navegación y el mundo del
mar en acción, es decir, las formas del transporte, la tipología de los barcos, los cambios
experimentados en los usos de navegación, las composiciones de las tripulaciones, la sanidad

mercantil bajo el régimen de las Ordenanzas del consulado de Bilbao, 1737-1829. Sevilla. MARTÍNEZ GIJÓN, J. (1979): La compañía mercantil en
Castilla hasta las Ordenanzas del Consulado de Bilbao de 1737. Legislación y doctrina. Sevilla. MOLLAT. M. (2014): Los exploradores del siglo XIII al
XVI: primeras miradas sobre nuevos mundos. Méjico. En Canarias sobresalen los pioneros trabajos de PERAZA DE AYALA, J. (1977): El
régimen comercial de Canarias con las Indias en los siglos XVI, XVII y XVIII. Sevilla. MORALES PADRÓN, F. (2011): El comercio canario-
americano: (siglos XVI, XVII y XVIII) Las Palmas de Gran Canaria.
48CHAUNU, P. (1955-1960): Séville et l'Atlantique (1504-1650) París. CARRIÈRE, Ch. (1973): Négociants marsellais au XVIII siècle. Contribution à
l’étude des économies maritimes. Marsella. BUTEL, P. (1974): Les négociants bordelais. L’Europe et les îles au XVIII siècle. París. VILLE, S. (1987): English
Shipowning during the Industrial revolution. Michael Henley and Son, London Shipowners, 1770-1830. Manchester. Del mismo autor, (2009): Transport
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Mareantes de Sevilla, 1569-1793. Sevilla. CARRASCO GONZÁLEZ, M. (1996): Los instrumentos del comercio colonial en el Cádiz del siglo XVII (1650-
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para la Historia de las Islas Canarias, 1776-1868. Santa Cruz de Tenerife.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 47
marítima o las rutas seguidas por los buques arribados a las islas. Se ha subrayado con más
intensidad, como se ha visto con anterioridad, el transporte de mercancías y la población
transportada desde una visión tierra―mar, basada en la productividad o flujos, no tanto en la
propia idiosincrasia y valores marinos en todas sus facetas. En general, los ejemplos recogidos en
el apéndice hacen énfasis a lo largo de la etapa histórica en las incidencias meteorologías adversas
sobre los barcos, pasajeros, tripulaciones y cargas, con una variada casuística que muestra similar
virulencia en todo momento, siendo el verdadero factor impulsor de las mayorías de las
protestas recogidas. En menor medida, hay algunos temas recurrentes durante ciertas épocas: el
corsarismo en las primeras décadas del siglo XIX, unido, en un primer momento, al conflicto
con Gran Bretaña y, posteriormente, a la independencia americana; encallamiento, pérdida o
destrucción parcial de nave; ahogamientos; pesca del salado o fundación de compañía para la
pesquería en la costa africana; deterioro o exceso de carga; construcción o carenado de buque;
malas maniobras con graves consecuencias para la nave o tripulantes; la fuga de prisioneros
franceses; o el empobrecimiento de las familias dependientes del dinero procedente de América
debido al corsarismo o al bloqueo de las flotas enemigas de las rutas53. La notable diversidad de
esta parte de la documentación registrada en los protocolos notariales indica la potencialidad de
dicha línea de investigación para el conocimiento del pasado inmediato, lo cual permitirá
desmenuzar con mayor acierto muchas de las incógnitas aún plateadas.
A su vez, la documentación estudiada facilita analizar con detenimiento ciertos aspectos de
relevancia que no han podido incluirse en las transcripciones a causa de su extrema extensión,
impidiendo multiplicar las ilustraciones de temáticas. Quizá las cuentas sobre las compañías o
la toma de éstas por los socios sean las de mayor importancia dentro de los documentos
registrados, debido a su interés, reiteración y pormenorización de lo inventariado,
permitiendo conocer las mercancías, los periodos de navegación o los costes. La gestión de
zafras pesqueras o exportación-importación de mercancías ofrecen ―pese a su escasez―
aspectos fundamentales para entender las razones del mercado, los funcionamientos de las
compañías y los propios elementos relacionados con la navegación.
Las cuentas para la compra de pertrechos destinados a la habilitación de barcos, se
caracterizaban por ser, habitualmente, elevadas inversiones a causa del propio volumen y
tiempo de elaboración de muchos elementos ―a ello se sumaba si el bien procedía de fuera de
la región―, caso de telas ―velas―, aparejos o partes de la estructura del buque. Una o varias
zafras o viajes propicios podía dar una alta rentabilidad a los armadores, permitiendo los
presuntos futuros ingresos hacer el cálculo de las reparaciones o complementos necesarios para
el buque. Ejemplo de lo expuesto se registra en 1794 cuando doña Ana María Naranjo, viuda
de don Jerónimo de Acosta, vecina de Las Palmas y con seis hijos menores, prometía abonar al
teniente coronel Andrés Russell y al capitán Pedro Russell la elevada suma de 11.986 reales y 28
maravedís, valor de los objetos tomados por su marido del almacén de ambos hermanos con el

53Este último caso era alegado por María Francisca de León, mujer de Pablo Batista, vecina de las Casitas de Femés, en Lanzarote. Decía
que su marido le remitía ciertas remesas monetarias desde América, que pese a ser cantidades de reducida cuantía con el inicio de la
guerra, apuntaba, que quasi sin esperansas de obtenerlas. Por esa razón pedía permiso a las autoridades de la isla para enajenar un almud de tierra
en los Ajaches y Valle del Guanche. Similar situación alegaba Bárbara Barreto, vecina de Haría, mujer de Francisco Valdés, emigrado a
América hacía 7 años. La guerra había impedido socorrerme, cayendo la familia en extrema necesidad, véase AHPLP. Sección: Protocolos
notariales. Legajo: 2.907. Fechas: 21-3 y 7-9-1798, fols. 277 r. y 775 r.

48 Pedro C. Quintana Andrés


fin de pertrechar a sus barcos, aunque, abundaba Naranjo, no podía abonarlos en esos
momentos a no tener aún el capital adeudado al difunto por otras personas. Prometía, en caso
de no obtener dichos ingresos, vender la porción de bienes necesaria con el fin de cubrir la
deuda, aunque ambos hermanos, por hazer fabor y movidos de la radicada piedad que en todo tiempo ha
relusido en sus corazones, establecían hacer una espera con tal que Naranjo hiciera una hipoteca de
bienes suficiente para cubrir el débito54. Las cantidades adeudadas por Acosta eran
consecuencia de impagos por artículos adquiridos para sus barcos, destacando por su valor las
amarras, una de ellas con un peso de 833 libras y valor de 1.332 reales de vellón y 7 maravedís;
u otra de un peso de 1.038 libras, la cual fue valorada en 1.660 reales. Gastos elevados fueron
las anclas con taras comprendidas entre las 133 y las 142 libras, tasado el quintal de dicho metal
en 13 pesos. Las compras de Acosta tenían registros comprendidos entre 1785 y 1790, siendo
los meses de mayor actividad de adquisiciones los de enero, agosto, noviembre y diciembre,
coincidiendo con el amarre de los barcos por entrar el invierno.
El total de las inversiones de Acosta se elevaron hasta los 13.306 reales en los años
contabilizados, el cual abonó parte de la deuda en pequeñas cantidades entregadas a lo largo de
cada año, aunque cuantías insuficientes e incapaces de condonar la cantidad antes de su muerte.

Exvoto marinero en la iglesia de san Marcial, Femés. La dedicatoria dice: Ago fe en ti Majestad. Estando yo en la mili
muchas veces de ti me acordaba y tú, como patrono de la isla y de los marineros, este recuerdo yo te doy. (El soldado)
Víctor Julián Cáceres Hernández (remplazo 75/1). Melilla 1 de enero de 1977 (África) (En Almería) el campamento y en
Melilla penas y sufrimiento. En 1976 y 1977 (foto: autor).

54Hipotecaba unas casas altas sobradadas fabricadas por el difunto en el barrio de Triana; y una parcela de tierra en el pago de El Rincón,
San Lorenzo, con parral, árboles y casa, véase AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.887. Fecha: 5-4-1794.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 49
Tipologías de los bienes adquiridos por don Jerónimo
de Acosta a los hermanos Russell para sus barcos entre 1785-1790
Número Peso Valor total Número Peso Valor total
de objetos Tipo en libras en reales de objetos Tipo en libras en reales
11 Amarras 8.892 9.712, 7 9 Orinque 1.014,5 1.631,4
Cajones de
2 aparejos 360 7 ancla 1.003,5 1.355
12 Jarcia 1.373 2.326,8 7 Piezas de lona 1.290
Jarcias y 372 1 Pieza de cabo 49 73, 4
orinques
Fuente: AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.887. Fecha: 5-4-1794. Nota: Elaboración propia.

Gasto efectuado por don Jerónimo de Acosta en accesorios


y útiles de barcos entre 1785-1790 (reales de vellón)

En otros casos, las deudas se acumulaban a causa de los pasivos arrastrados por una de las
partes en su participación en compañías navieras de transporte de mercancías o pesca.
Ilustrativo fue el proceso registrado en 1831, año en el que doña Sebastiana de Morales
Cabrera, viuda y vecina de Los Llanos de Telde, entablaba litigio con don Domingo
Quevedo, vecino de Las Palmas, alegando la primera que tras el fallecimiento de don Manuel
Macías y doña Francisca Perdomo se nombró como tutor de la hija de ambos y nieta de doña
Sebastiana ―llamada Francisca― a don José Naranjo, el cual recibió para administrar, entre
otros bienes, un bergantín destinado a la pesca de salpreso ―nombrado San Amaro―, del cual
tenía la mitad Quevedo. Desde el 5 de junio de 1828 hasta el año siguiente el barco había
realizado cinco viajes para las faenas de pesca, para cuya habilitación no aportó Quevedo a la
familia de su socio ningún tipo de cuentas o liquidaciones generadas por la venta del pescado
en Telde. Los cómputos presentados por Quevedo para el periodo comprendido entre el 3 de
junio de 1829 hasta el fin de marzo de 1830 daban un cargo a su favor de 16.996 reales y 26
maravedís generados por 6 zafras de 15 soldadas cada una, mientras los costos en mejoras del
barco y alimentos representaban, desde mayo de 1829 ―cuando finalizó el carenado del
buque― hasta febrero de 1830, 18.843 reales y 1 maravedí55.

55AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.253. Fecha: 17-6-1831.

50 Pedro C. Quintana Andrés


Gastos efectuados entre mayo de 1829 y febrero de 1830 por el bergantín
San Amaro en las seis zafras de pesca de salpreso (en reales de vellón)

Gastos 1º viaje 2º viaje 3º viaje 4º viaje 5º viaje 6º viaje


Carenado: productos y mano 1.031 15 116 36 75
de obra
Velas, lonas y confección 986 382 1.338 3 790
Cabos, sogas, relingas, hilos 2.068 210 367 267 566 275
para coser y aparejos varios
Palos del barco, elementos
de navegación y mano de 1.180 153 232 62 46 85
obra
Cuero y cerrada para velas 45
Clavos, zunchos y piezas de 751 139 190 118 48 78
hierro
Aceite linaza 11
Aceite y pintura 37
Botijas de alquitrán 164 22 7 17 7
Botijas de grasa y sebo 157 15 15 7
Lancha y remos 1.421 10 148 78 96
Papas 105 11
Gofio 386
Pescado 11
Carne y verduras 15
Otros productos de consumo
de tripulación 30 18
Otros 15 772 35 90
Fuente: AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.253. Nota: Elaboración propia.

Los gastos del buque sí se conocían ―1.048 pesos y 5 cuartos―, aunque al no aportar la
heredera dinero en las siguientes zafras, se generó una deuda considerable pues solo Quevedo
era el inversor en la nave en cada viaje. Morales, tras apartar a Naranjo del tutelaje, pretendía
llegar a un acuerdo con Quevedo, cediéndole la mitad del barco a cambio de la renuncia de éste
a toda acción contra la testamentaria del difunto matrimonio, a lo cual accedió el antiguo socio.
Un tercer ejemplo tiene su origen en mayo de 1810, fecha de subscripción de una acuerdo
de fundación de una compañía con el fin de efectuar una expedición comercial a Mogador.
Los socios suscribientes fueron don Luis Verneta, don Raimundo Farrugía y don Juan
Torrini, con obligación cada uno de ellos de ingresar en un fondo común el capital de 2.000
pesos fuertes, aportando Torrini su balandra ―llamada Nuestra Señora de la Esperanza, alias
Fortuna― en calidad del mencionado valor. El fondo se destinaba a sufragar la paga de la
tripulación, el rancho, la carga y descarga, entregándosele a Torrini los 4.000 pesos fuertes
para efectuar las compras de bienes, el abono de salarios, etc., a cambio de los
correspondientes recibos, aunque no podía recibir sueldo de capitán o piloto, pues tomaría
una parte de la renta devengada como tal socio, además de quedar libre el barco al regreso a la
isla, salvo si todos o algunos de los socios pretendiera sostener la compañía. La ganancia de
los bienes comerciados se distribuiría entre los tres, aportando previamente Torrini todas las
facturas de desembolsos en las mercancías y los gastos efectuados. El capitán del barco podría
aprovechar cualquier flete, pues era renta a ingresar, salvo que los productos perjudicaran a
los navegados por la compañía. En el capitán recaía la responsabilidad de adecuar los

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 51
productos transportados a la demanda y mercado56. Finalmente, Verneta, pues lo permitía el
contrato, aportó 2.708 pesos fuertes, realizándose la navegación a fines de mayo. Una nueva
expedición con destino a la isla Terceira de Azores57 tuvo su culminación en julio, pues el 17
de ese mes los socios decían sumar al fondo común 3.000 pesos fuertes cada uno, que fueron
entregados a Torrini al día siguiente. Posteriormente, los socios decidieron una tercera
expedición con destino a Mogador, tal como se mencionaba en noviembre de 1810. En ésta
se dieron a Torrini 4.000 pesos fuertes y los restos de capital de las anteriores expediciones,
todo para ser entregados al señor Rinchau, residente en Mogador, por los efectos adquiridos
en sus almacenes para su venta en la isla. En el viaje a Cádiz, la balandra transportaba
mercancías de la compañía junto a efectos de don Jerónimo Cardoso ―una partida de sacos
de judías―, cuyo importe percibiría bajo recibo58. En mayo del siguiente año se suscribió otro
acuerdo para navegar a Puerto Rico, bajo las mismas condiciones ya citadas, salvo que Torrini
tomaría un tercio de las utilidades resultantes del viaje, extrayéndose de la masa común los
pertrechos que fuera necesario para el tornaviaje59.
En la segunda expedición de los fondos de Farrugía se tomaron 15 varas de lienzo crudo para
composición de las velas del balandro, más 40 fanegas de habas que fueron enviadas a Cádiz,
cargándose esta última partida sobre la fracción de Verneta. Los productos de la primera venta le
proporcionaron a Farrugía unos ingresos de 3.827 pesos, 3 reales de plata, con una ganancia total
sobre la venta del 43,1%. En la segunda, la comercialización de los productos le aportó al citado
unos ingresos de 5.492 pesos y 3 reales de plata, aunque la expedición, tras el dinero aportado a
la compañía y los gastos generales realizados, suscitó un déficit de 228 pesos y 2 reales de plata.
En la tercera, además de los efectos llevados por Farrugía, se registra la entrega a Verneta de 560
resmas de papel, 241 arrobas y 9,5 cuartillas de aceite, 15 cuarterolas vacías, 4 pipas vacías y 33
arrobas de bacalao. La venta de los efectos tomados por los tres se elevó a 8.323 pesos con unos
gastos de 5.094 pesos en su adquisición, transporte y sueldos de los empleados, a lo que se
sumaba el dinero puesto por Verneta para la salida del buque, lo cual suponía una ganancia neta
final para los socios de 31,3%. En este viaje don Francisco Penichet negoció en La Habana el
envío de 70 mil nueces, aunque, finalmente, pese a su buena venta se tuvo una pérdida de 30
pesos en esta partida, mientras a Cádiz se remitió brea y judías. En el viaje a Cádiz la cantidad de
fletes obtenidos por el traslado de pasajeros y productos de terceros transportados ascendió a
1.787 pesos de ganancia, mientras en el tornaviaje se lograron 621 pesos60.

56AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.111. Fecha: 28-5-1810.


57En la isla San Miguel hubieron de invertir en ciertos servicios y la compra de productos para el consumo de los marineros y la balandra:
en el despensero 10 pesos; 4 pesos en ollas; 10 reales en parrillas; 1 peso en arroz; en manteca 10 reales; el vino ascendió a 10 pesos; platos
y cuchillos nuevos supusieron un desembolso de 6 pesos; las gallinas 4 pesos; sal y pimienta costaron lo mismo que el aguardiente, 1 peso;
en velas alcanzaron los 2 pesos, precio igual al del tocino embarcado; el pan supuso el considerable gasto de 11 pesos, mientras en azúcar
y té se invertían 2 pesos; aceite y calabazas supusieron desembolsar 2 pesos en cada una, mientras las papas ascendieron a 3 pesos;
guardias y soldados elevaron la cuenta en 10 pesos; el alojo en la fonda llegó a los 18 pesos; y las cucharas, un candelero, clavos o leña
alcanzaron los 6 pesos. Además, se abonó 10 pesos y 3 reales por los gastos del puerto; 9 pesos en el consulado; o 14 en adquirir pintura y
aceite de linaza, véase AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.111. Fecha: 12-11-1810.
58AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.111. Fecha: 12-11-1810.
59AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.111. Fecha: 10-5-1811.
60 En el de ida los socios habían recibido 300 pesos de estadías de demora ocasionadas por el cabildo –se desconoce si insular o
eclesiástico-; más 100 por desplazamiento de un diputado; 240 por oidores de la Real Audiencia; y 80 por los señores Cardoso y Quevedo.
A ellos se añadían 721 sacos en 7 partidas, estando éstos marcados con las siglas: D.P.; G.C.; A.R.; G.B.: y M.Q. A la vuelta se embarcaron
los citados Cardoso y Quevedo; doña Vicenta y sus familia; dos mulas del obispo; 150 resmas de papel; 20 pipas vacías; y 6 fardos, véase
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.111.

52 Pedro C. Quintana Andrés


Efectos navegados en cada expedición de la compañía
suscrita por Verneta, Farrugía y Torrini
Mogador Isla Terceira Cádiz Puerto Rico
Unidades Tipos Unidades Tipos Unidades Tipos Unidades Tipos
10 piezas Irlanda fina 31 piezas Zaraza 138, 1/6 Pañuelos 188 docenas Limas
docenas chicos de color
48 piezas Muselina 25 fardos Lino 1 pieza Sarga negra 290 quintales Caparrosa
17 piezas Irlanda 19 piezas Lienzo de 1 pieza Raso negro 16 Pipas vacías
inferior Rusia
13 piezas Muselina 11 Cordobanes 1 pieza Paño seda 10 docenas Botellas
azul de color
60 piezas Platilla 3 piezas Alepín 1 pieza de Tafetán grana, 200 resmas papel
cada color rosado,
carmesí,
verde, azul
turquesa,
celeste claro y
celeste subido
90 Barajas 38, 2/3 Tablas de 10 docenas Medias hombre 236 Camisas
docenas pino y mujeres
537, 1/3 Lienzo 4 Becerrillos 2 piezas y 2 Zaraza de Tapones
varas casero blancos piezas color y
cruzada
6 piezas, de Paño azul 261 piezas Muselina 4 piezas Zaraza ancha 71 arrobas y 4 aceite
22,5 varas de guarnición quintales
cada una
1.320 Hilo carreto 1 pieza Paño negro 4 piezas y 74 Holanda, parís 37 quintales Hierro
libras negro y parís
de librete
4 barriles Caparrosa 94 Habas 68 Pañuelos
con 1.637,5 fanegas, 8 grandes
libras almudes encarnados y
castellanas de color
14 libras Filástica 32 libras Queso 5 ½ y 40 Pañuelos
1/3 violetas y
docenas color
4 Barriles 1.334 Lienzo 212 ¾ varas Lienzo casero
vacíos varas casero
46, ¼ de Lienzo 6 pares Guantes
vara crudo negros, punta
de tul
1 barril Arroz 4 Mantillas
blancas
5 piezas Terciopelo 40 docenas Cajetas de
negro cartón
listado
3 piezas Muselina 2 piezas Raso violeta y
listada fina bronce
5 Velas barco
20 docenas Camisas
6 docenas Pañuelos de
seda y algodón
6 y 3 trajes Bordados
color blanco y
bordados de
zaraza
7 Pañuelos
amarillos
7,5 y 3 varas Punto blanco
y punto negro
de tul
21, 1/3 Zaraza de
varas diferentes
retazos
Fuente: AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.111. Nota: Elaboración propia.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 53
La clarificación de las cuentas se realizó en 1820, cuando doña Agustina Padilla, viuda de
Raimundo Farrugía, por ella y como tutora de sus hijos, y don Esteban Laguna, apoderado de
doña Juana Bacharely, viuda de don Luis Verneta, solicitaron se hicieran balances de los
cuatro viajes comerciales. Bacharely y el antiguo socio de su marido ―Farrugía― llegaron a un
acuerdo de ratificación de cuentas y abono de ganancias, aprobando la primera la percepción
de 369 pesos y 2 reales de plata a cambio de apoyar al citado en el litigio sostenido con el
tercer socio ―Torrini― ante posibles delitos en las facturas que le obligaron, recordaba
Farrugía, a él y Verneta, a pedir su baja en la compañía, antes que se arruinaran totalmente61.
En otras ocasiones las disputas surgían alrededor de diferencias en las distribuciones de las
ganancias obtenidas en la explotación de los barcos. En 1794 doña Catalina Estévez Travieso,
viuda de Tomás de Morales, Diego Camacho y José de Mesa, apoderado de Antonio González
Marina, ausente en América, como herederos del matrimonio conformado por Pedro Travieso y
Ana González, recordaban que el difunto y don Sebastián Suárez Alvarado hicieron compañía
de pesca con dos barcos ―nombrados Santo Domingo y San Antonio de Padua―, la cual se disolvió
pero no liquidaron nunca las cuentas, pese a cesar su actividad en 1791. Las diferencias de
criterios entre las partes llevaron a plantear el inicio de litigio ante la Real Audiencia de las islas.
En las liquidaciones, abundaban los herederos de Travieso, estaba alcanzado Alvarado en 312
pesos, 11 reales y 7 maravedís. Finalmente, ante la negativa del presunto deudor, de abonar la
cantidad, se llevó a cabo el pleito ante el citado organismo, el cual falló que Alvarado entregaría a
los citados herederos 235 pesos, 3 reales de plata y 6 cuartos, deudas de la zafra de 1790.
Alvarado recordaba en su testamento haber tenido intereses en una compañía de barcos para
la explotación pesquera en la costa africana, la cual tuvo primero con sus cuñados ―Andrés y
Juan Cabral― y, posteriormente, con el citado Pedro Travieso, concluyendo la compañía al
fallecimiento de éste. En la liquidación final se quedó con el barco San Antonio, el cual por su
vejez, lo vendió en Santa Cruz de Tenerife, mandándolo el nuevo propietario a Indias. Si bien
aún mantenía dos barcos de pesca, éstos ya los administraba su hijo don José, al cual le había
suministrado su otro hijo ―don Domingo― el caudal necesario para la construcción de otro
navío, llamado San Antonio, y la compra de un cuarto barco denominado Las Angustias. Alvarado
decía no tener, como se sabía públicamente, ningún interés en dicha compañía y naves. El
testador puntualizaba no dejar deudas de la explotación de los buques, aunque de los biajes de los
barcos que tube a costa quedaron a deber algunas cantidades la gente de su tripulación, éstos, como pobres infelises
nunca hecho caso de ello, y si alguno tubiese con qué satisfacer y lo verificare lo percivan mis herederos62.
Una tercera variante de litigiosidad estuvo representada por el desacuerdo en el balance
económico hecho entre don Pedro Navarro y Agustina Romero Moreno, viuda de José
Candelaria, siendo los puntos de fricción la fábrica y abastecimiento a un barco de pesca en
1797. Tras su botadura fue apresado por los ingleses cuando llegó a la playa de Juan Grande con
la intención de tomar sal y dirigirse en su primer viaje a la costa de África. Los ingleses lo
incendiaron, tras saquearlo, pero la gente de su tripulación, que vino huyendo a tierra, pasó prontamente a
bordo y lograron apagar el fuego, aunque con la desgracia de no haver podido salvar otra cosa que algunas belas,

61AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.111. Fecha: 10-5-1811, fol. 578 r.
62AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.894. Fecha: 11-10-1801, fol. sf. r.

54 Pedro C. Quintana Andrés


jarcias, cabos y otros utensilios63. Pese a este revés, los dos socios ―Navarro y Candelaria― acordaron
construir otro barco ―llamado Nuestra Señora de la Soledad, alias El Ángel― en astillero para
destinarlo al mismo fin, el cual se hizo, siendo explotado por ambos desde 1799 hasta octubre de
1800, cuando falleció Candelaria. A cargo del fallecido corrió el fornecimiento de gofio, pan y
otros bastimentos de la nave en la zafra pesquera de esa época. La viuda y su socio hacían
cuentas de la última zafra, comprendiendo las cuentas un total de siete viajes con las cargas ya
desembarcadas y un octavo, el cual rindió balance después del fallecimiento de Candelaria. Los
problemas entre las partes habían surgido de las diferencias de criterios a la hora de valorar dos
recibos cuyo total se elevaba a 1.300 pesos; sobre el porcentaje de abono por las partes de los
fornecimientos; y las diferencias en el precio de unas tierras ―las Alcaravaneras―, adquiridas por
Candelaria a don Juan Laguna, de las cuales Candelaria dio parte a Navarr
o.

Cuadro exvoto de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, Santa Cruz de la Palma. La cartela dice: El 30 de agosto de 1704
salió de la Habana el capitán Juan Estrella, en el navío nombrado Nuestra Señora del Sagrario y san José. Y navegando 56 días hasta
Naga, dio con un navío argelino, de turcos, a la vista de una ermita de Nuestra Señora de las Nieves, en Taganana. Y
habiéndosele abordado y guerrando tres horas, luego que invocaron esta Señora, cesó el conbate, quedándoles muchos muertos
y de los nuestros no más que 3 heridos (foto: autor).

63AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.893. Fecha: 27-12-1800, fol. sf. r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 55
Cuentas de los buques Santo Domingo y
San Antonio de Padua en la zafra de pesquera de 1790
Cargo Valor en reales Descargo Valor en reales Descargo Valor en reales
de vellón de vellón de vellón
Ganancia 13.576 Soldada 760 Costos de los 14.318
buque San mandador del dos barcos en
Antonio en la barco San la zafra y las
zafra dela año Antonio carenas
Ganancia 3.886 Soldada de los 387 Deuda con la 3.508
buque Santo siete viajes al tripulación del
Domingo en la mandador del Santo Domingo
zafra del año barco Santo
Domingo
Fuente: AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.961. Fecha: 17-5-1794. Nota: Elaboración propia.

Productos navegados a Londres, Hamburgo y Bremen por la fragata


La Cándida al mando del capitán José Rodríguez Quevedo (1863)
Cantidad Marca en Valor
Envase Tipo de producto Cantidad * mercancía Destino
de bultos los envases (en reales)
15 Sacos SL Cochinilla 21 30.100 Londres
8 Sacos QR Cochinilla 12 16.800 Londres
66 Sacos MH Cochinilla 99 138.600 Londres
7 Sacos FMD Cochinilla 10 14.700 Londres
320 Sacos EDC Cochinilla blanca 480 672.000 Londres
21 Sacos JRYC Cochinilla gris 31 43.400 Londres
52 Sacos EC Cochinilla 78 109.480 Londres
185 Sacos DE/L Cochinilla 277 388.500 Londres
150 Sacos CP Cochinilla 225 315.000 Londres
190 Sacos RGC Cochinilla 285 409.000 Londres
11 Sacos MGC Cochinilla 16 23.100 Londres
2 Pipas JCB Cidras en escabeche 14 840 Londres
100 Sacos EDC Cebada 230 9.200 Londres
250 Raposas S/M Papas 70 1.750 Londres
1 Barrica JRYC Vino generoso 5 500 Londres
Cochinilla 2.800 56.000 Hamburgo
304 Piedras de filtro 304 4.560 Hamburgo
36 Pipas LC Vino 1.008 40.320 Hamburgo
4 Pipas LC Vino 102 5.100 Hamburgo
100 Sacos B/EDC Nueces 83 4.980 Hamburgo
250 Sacos EDC/GAC Cochinilla 375 525.000 Hamburgo
1 Barrica GAC Vino generoso 5 500 Hamburgo
1 Barrica FACK Vino generoso 5 500 Hamburgo
100 Sacos RGC Cochinilla 140 196.00 Bremen
45 Sacos RGC Cochinilla 96 38.736 Bremen
*La cochinilla, cidras, nueces y papas en quintales; el vino en arrobas; y la cebada en fanegas.
Fuente: AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 3.312. Nota: Elaboración propia.

Finalmente, el acuerdo forzado entre los litigantes estipulaba la devolución de las tierras
entregadas a Navarro a la viuda ―incluyendo ciertas deudas como cereales o el alquiler de la
casa donde vivía Agustina, propiedad de Navarro, hasta 1801― a cambio de quedarse el socio
con el barco y los rendimientos de la última zafra, además de estar obligado a abonar a la
heredera 1.493 pesos, 6 reales de plata, 10 cuartos y 3 maravedís, de los cuales le entregaba
ante el escribano 800 pesos y el resto en cuatro meses después de la firma. Además, Agustina
renunciaba a reclamar cualquier cantidad de los 1.300 pesos citados, pese a que estaba

56 Pedro C. Quintana Andrés


anotada en un recibo que, presuntamente, había firmado Navarro a favor de su marido, cuya
autenticidad era negada por el deudor.
Un último ejemplo y variante se registra en noviembre de 1850 cuando don Andrés Escofet,
comerciante de Las Palmas, recogía ante notario la varada y pérdida en el puerto de Gando del
bergantín―goleta de su propiedad denominado La Enramada. Escofet manifestaba la obligación
de abandonar el buque ante sus graves desperfectos, lo cual comunicó a don Cayetano
Bernardo Ynglott, encargado de la Casa Española de Seguros, cuya oficina se encontraba en la
capital insular. Ynglott ponía el inconveniente de echarse de menos la declaración de altercado y
abandono del buque ―según se recogía como requisito indispensable en el artículo 911 del
Código de Comercio64―, ante lo cual Escofet replicaba no tener establecido sobre el buque ni
préstamos ni otros seguros, salvo el contratado con la mencionada casa a través del corredor
don José María Mare, por lo cual no era necesaria dicha declaración. En todo caso, Escofet
aseguraba no establecerse sobre el buque otro seguro que el firmado65.
Una década después ―en 1863― la presión sobre los negocios de este comerciante
aumentaron pues al asunto del seguro se le unió una nueva problemática cuando los socios de
éste ―don Fidel y don Cesáreo Díaz Aguilar y don Juan Perdomo―, todos miembros de la
sociedad Escofet, Díaz y Compañía, se vieron involucrados en una presunta campaña de
difamación, acusándoseles en algunos corrillos financieros y de importación de las plazas de
Londres y Barcelona de no embarcar los productos consignados, como la cochinilla, sino
cambiarlos por otros, caso de la cebada, tal como apuntaban una serie de anónimos llegados a
esas entidades desde sus corresponsales en las mencionadas ciudades. La presunta sustitución
se había detectado en la carga de la fragata La Cándida66, solicitándose por las casas
comerciales de ambos puertos se diera un informe fiable sobre las actuaciones de la compañía
encabezada por Escofet. Ante el tribunal de la Real Audiencias de Canarias los representantes
legales de la casa comercial canaria pedían el estudio y balance de los libros comerciales de la
entidad, centrándose en las compras de cochinilla, cebada y el resto de artículos embarcados
en La Cándida y se diera certificación de todo ello. Los socios denunciaban el haberse
cometido un delito de difamación, por lo cual también solicitaban ―para ratificar las cuentas y
actos― la presencia de los trabajadores Juan Febles, Juan Duque, Pedro Leines y Antonio
Álvarez, debiendo declarar sobre los productos ensacados en 750 sacos de cochinilla y un
centenar destinado al transporte de cebada. Los testigos ratificaron ser embarcada la
cochinilla y la cebada en las proporciones mencionadas, sin quiebra alguna. A los trabajadores
se unieron los testimonios de don Juan Sánchez Martín ―dueño de los lanchones de carga y
descarga de las mercancías― y sus marineros, además del celador portuario, don Domingo
Vila. Detrás de la difamación, según el representante de la compañía, existía una pretensión

64El artículo de referencia decía: Al tiempo de hacer el asegurado el abandono , debe declarar todos los seguros contratados sobre los efectos abandonados, así
como los préstamos tomados a la gruesa sobre ellos, y hasta que haya hecho esta declaración no empezará a correr el plazo en que deba ser reintegrado del valor de los
efectos, véase Código … op. cit. p. 242.
65AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 2.294. Fecha: 6-11-1850.
66La fragata tenía un porte de 297 toneladas y 15 miembros de tripulación, siendo de la matrícula de las islas. Fue construida y botada al agua
en marzo de 1857. El primer capitán de ésta fue José Pereira Díaz, hasta el julio de 1859, al pasar éste a desempeñar la capitanía del bergantín-
goleta Jesús, de la propia compañía; Francisco Neira tomó el mando hasta fines de 1860, siendo sustituido en La Habana por don Segundo
Canedano; el último siguió a cargo del buque hasta el 8 de mayo de 1861 cuando fue nombrado capitán José Rodríguez Quevedo. Éste
asumió la dirección del buque desde abril de 1861 hasta enero de 1864, el cual sólo fue sustituido en su función por enfermedad contraída en
su viaje a Mogador, en septiembre de 1863. Su sustituto provisional en esa ocasión fue el piloto Francisco Rodríguez.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 57
que los socios perdieran el buque mediante su remate, ante lo cual Escofet retiró con presteza
el seguro hecho a favor de éste y su carga para invalidar la posible operación especulativa67.
Todos los testigos afirmaban predominar en la carga los sacos de cochinilla, además de
algunos de cebada y vino, suponiendo ―según Sánchez Martín― un total de 21 barcadas
transportadas a La Cándida de las que una fue de cebada, otra de barriles de vino y el resto de
sacas de cochinillas. Los testimonios no sólo se ciñeron a lo aportado por los testigos y los
balances, sino que se ampliaron con una relación de todas las mercancías navegadas por la
fragata en el viaje denunciado a los puertos de Londres, Hamburgo y Bremen.
En total se navegaron a los tres puertos mercancías valoradas en 3.044.666 reales, de los
cuales el 59,9% correspondía al destino de Londres, puerto de referencia para las entregas de
la cochinilla y la totalidad de la cebada, el cereal centro de la polémica.
Los testigos de mayor peso social fueron don Luis Fernando López Botas ―cónsul de
Venezuela y vocal de la Junta de Comercio de Las Palmas―; don Federico Cumella ―agente
consular francés y miembro de la Real Sociedad Económica del País, como el anterior testigo―;
y don Enoch González Corvo, contador de los establecimientos de beneficencia,
vocal―secretario de la Junta de Comercio y miembro de la citada Real Sociedad. Los tres, en su
papel de comerciantes, pasaron al escritorio de la mencionada entidad mercantil y comprobaron
sus libros (diario, mayor de caja y auxiliares), en especial, los registros comprendidos entre el 1 de
septiembre y 31 de diciembre de 1863, cuando se cargó y navegó la mencionada fragata.
Ratificaban su exactitud, deteniéndose en la compra de cochinilla, tanto al contado como a
crédito. A la adquisición directa correspondían un total de 79.146 libras y las tomadas a crédito se
elevaban a 46.148, lo cual suponía un total de 125.294 libras de cochinilla registradas en la fase de
análisis de la comisión68. La cantidad de cebada era limitada, destacando las dirigidas a Londres,
más 284 fanegas y 3 celemines acumulados en los almacenes de la compañía en espera de
embarque. En el escrito del representante de los socios mercantiles se daba a entender ser el
culpable de los anónimos enviados a Londres y Barcelona don Juan Bautista Ripoche, pues con
este comerciante habló Díaz, socio principal de la compañía, con el fin de pedirle fletar un buque
inglés consignado a Ripoche para navegarlo con destino a Hamburgo. Ripoche a los pocos días
le contestó no querer el capitán inglés tan flete, aunque, puntualizaba, que si la carga no era
mucha él se la admitiría en un buque que esperaba llegara de Bremen. Díaz manifestó su rechazo
a esta última propuesta a pretender fletar un buque entero a causa de la mucha carga a desplazar.
La pérdida ocasionada a Ripoche en el cobro de fletes y comisiones, pensaba el defensor de la
compañía, pudo llevarle a enviar cartas anónimas con las citadas difamaciones. Finalmente, el 26
de enero de 1864, el promotor fiscal no vio indicios de delito en las acciones del barco y carga,
quedando desmentido cualquier anónimo en donde se planteara lo contrario.

67AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 3.312. Fecha: 29-12-1863.


68Entre ellas estaban las cantidades reseñadas para los puertos de Londres, Hamburgo y Bremen. En ese total se incluían otras no
registradas en la tabla adjunta: 7 sacos marcados con AR -un total 1.050 libras- enviadas a Marsella con el barco Pelayo: otras 1.500 libras -
10 sacos con la marca EDC- navegadas por el vapor español Tharsis a Barcelona; otras tantas con el mismo destino, señalizándose sus
sacos con AE; 3.100 libras en 21 sacos –marca EDC- para Marsella, transportadas en el último barco citado; en el mismo otras 600 libras
–sus envases marcados con SMC- a depositar en Barcelona; 1.950 libras de cochinilla cedidas a don Enoch García Corvo; 29 entregadas a
don Alfonso Rodríguez; y 1.514 existentes en los almacenes.

58 Pedro C. Quintana Andrés


La consulta de los testamentos de propietarios, marineros, pilotos o comerciantes durante la
etapa estudiada se muestra como otra vía de investigación y análisis de gran interés, ya explotada
en parte, como se podrá comprobar consultando la bibliografía adjunta. El estudio de esos
testimonios permite una considerable acumulación de aspectos cualitativos capaces de
completar, atemperar y abrir nuevas vías de conocimiento sobre el mundo de la navegación. En
esta introducción sólo se toman algunos ejemplos, pues a lo largo de la etapa estudiada son
muchos los documentos de este estilo registrados ante los escribanos de turno. Un ejemplo fue
el testamento dictado por don Nicolás Cadamarqui, genovés, siendo algunas de sus cláusulas
más relevantes de la internacionalización del comercio y las numerosas conexiones entre los
puertos atlánticos y mediterráneos. Cadamarqui enfermó cuando se encontraba residiendo en
Las Palmas, plaza donde ejercía de comerciante, teniendo intereses en las islas y Gibraltar. En
ese año Simón Pasiano, vecino de la Roca, le debía 224 duros del alcance hecho en el
armamento del barco nombrado Intrépido, destinado al corso con 22 cañones. En Gibraltar, ante
el almirantazgo tenía pendiente litigio con apelación a Londres, por haber sido presa su fragata
―nombrada La Felicidad― cuando navegaba bajo bandera genovesa, alegando que no era
posible su secuestro a causa de ser su país neutral. El barco pertenecía la mitad a los señores
Comeli, de Lisboa, y la otra mitad, por iguales partes, a Cadamarqui y Pasiano. A dicha plaza
había llevado un barco apresado con la nao corsaria Intrépido, la cual se vendió en 7.200 pesos
depositados ante la justicia del lugar, de cuya cantidad le tocaban doce partes dejadas en manos
de Antonio Natino, vecino de Gibraltar. En custodia de otro gibraltareño, don José Gasosino,
dejó diversos escritos sobre tres barcos apresados que le habían declarado a Cadamarqui nulos,
por no considerarse tales, cuyos papeles mandaba fueran recogidos por su cuñado, don Agustín
Frescasa, vecino de Génova. A su vez, además de negocios con Galicia y otras regiones, tenía
relación con José Ramaión, vecino de Gibraltar, su compadre, que vendía licores en el lugar69.
A todo ello sumaba traer a las islas ―junto a Antonio Miguel― en el barco corsario llamado La
Rita, tomado de la carga de un buque inglés perdido, 7 arcabuces de a treinta y seis; dos cañones
de a seis; y un ancla de 15 a 16 quintales, de todo lo cual le correspondía siete partes que debían
ser cobradas para remitir a su esposa, doña Catalina Morando.
El capitán de mar José Flores, vecino de Las Palmas, miembro de la confraternidad de
mareantes de San Telmo y uno de sus doce vocales de su gobierno, además de su mayordomo,
era propietario de la cuarta y media parte del barco nombrado Nuestra Señora del Rosario,
destinado a la pesca en la costa africana, siendo sus otros socios Pedro Cruz, vecino de Telde; y
la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, dueña de la otra cuarta y media. La dirección del
barco estuvo desde el principio a cargo y manejo de Flores, tal como lo iba a hacer en el
próximo viaje a pesquerías, para lo cual se estaba abasteciendo, aportando cada parte unos 140
pesos. Flores era propietario de otro barco en su totalidad ―nombrado El Pino―, el cual estaba
en esos días en plena zafra. Mencionaba registrar como ganancias las cantidades obtenidas por
ambos barcos de sus pesquerías anteriores, con un total de 1.600 pesos efectivos, estando en
poder de los vendedores de las presas de Tenerife y Gran Canaria el 87,5% del dinero70. Entre
sus tareas para el sostenimiento de ambos barcos se citaba la de repararlos, para lo cual,

69AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.825. Fecha: 29-10-1801.


70AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.895. Fecha: 18-1-1802.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 59
abundaba, tenía 800 pesos invertidos en la adquisición de maderas, parte depositada en su casa
y parte en el pinar, al cuidado de José Valero, vecino de Agaete. A su vez, mencionaba tener
para el fornecimiento de ambas naves, recogidas ya, 35 fanegas de trigo y 17 quintales de
bizcocho, además de millo, el último suministrado por Antonio Sánchez, aunque aún sin
conocerse la cantidad total entregada por éste. Uno de los principales abastecedores de sal de
sus barcos era la casa condal de la Vega Grande, con la cual tenía cuentas pendientes.
Armador de barcos de pesca era el teniente de capitán Agustín Márquez Romero
siendo propios de éste los nombrados San Rafael y El Brillante, aunque la gestión directa se
la había entregado a su hermano Miguel. El miliciano decía en su testamento tener
guardadas para el fornecimiento de las tripulaciones entre 12―14 quintales de bizcocho,
además de suministrar el gofio, el pan y la sal para la zafra inmediata, alcanzando los
gastos de ésta los 650 pesos. La pesca del anterior viaje le suponía ingresar de Antonio
Jardim 150 pesos, adquiridos del último viaje de El Brillante, más otros 500 entregados por
José de Santa Ana, también vendedor en la isla de la pesca del San Rafael. En manos de
Cristóbal Díaz, vecino de Tenerife, quedaba el pescado de El Brillante, el cual, según juicio
prudencial, podía generar hasta los 1.000 pesos. Agustín señalaba a su hermano una renta
de 50 pesos por toda la zafra del barco San Rafael y una soldada percibida de cada viaje
realizado por El Brillante. Recordaba deberle a Miguel 157 pesos, posiblemente de retrasos
en sus abonos por la gestión, cubriendo parte del débito con 62 fanegas de cebada a 14
reales de plata cada una, las cuales estaban en Lanzarote, aunque en la fecha del
testamento ya se habían trasladado a Gran Canaria 26. Al mismo tiempo, le era deudor de
34 fanegas de millo y 2 fanegas de cebada hechas gofio para el abastecimiento de ambos
barcos, más 44 pesos, cantidad abonada por Miguel cuando se desplazó a Lanzarote a
procurar sal para el salpreso. Agustín recordaba no se le diera nada a su hermano por ir a
buscar trigo, para lo cual el miliciano ya le había entregado 1.000 pesos, pues el beneficio
y utilidad le reportaría las suficientes ganancias. Finalmente, advertía a sus herederos
deber a la casa de comercio Russell unos 300 pesos de bienes sacados de su almacén para
emplearlo en ambos barcos71.
En las últimas voluntades de Francisca de Santa Ana, viuda de Antonio de Cubas y
vecina de Las Palmas, mencionaba la construcción maridablemente de un barco de pesca
para ir a las zafras de la costa de Berbería, denominado Nuestra Señora de las Nieves. Contó
en un primer momento con un préstamo de don Andrés Russell, pero éste cedió su parte
al matrimonio, tomando su importe en otro barco llamado San Francisco, propiedad de los
cónyuges. Su hijo Domingo, tras casarse, trajo de la costa africana un negro comprado,
que dio a su hermano Francisco para venderlo, aunque el primero se quejó de haberlo
enajenado por una reducida cantidad. La testadora, ante un posible conflicto entre los
hermanos, pedía desde su lecho acordaran la cuantía, extendiendo el acuerdo a las
diferencias surgidas sobre la tasación de unos cabos de cuerda adquiridos por Domingo a
un barco extranjero72.

71AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.897. Fecha: 1-4-1805.


72AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 1.932. Fecha: 12-3-1804.

60 Pedro C. Quintana Andrés


Cuadro exvoto de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, Santa Cruz de la Palma. La cartela dice: Habiendo salido de la
Martinica para Cádiz en una galera francesa el 18 de abril de 1723. A las 11, ½ de la noche nos aconteció tan grabísima tormenta
que nos vimos sumergidos. E invocando a Nuestra Señora de las Niebes fuimos socorridos en tan grande conflito (foto: autor).

Cuadro exvoto de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, Santa Cruz de la Palma. La cartela dice: Habiendo salido
para las Canarias de la Havana el 9 de agosto del año de 57 el navío nonbrado Nuestra Señora de las Angustias (alias) El
Canario, su capitán don Francisco Cousel, desenbarcó con felicidad. Y estando en altura 36º. 8´ y en longitud de 31º, 43´le
sobrevino un huracán y corió 24 horas. Pero habiendo invocado a Nuestra Señora de las Niebes cesó la tenpestad. Hísose
este diseño por devoción del capitán y don José Benito Luxán, piloto de dicha enbarcación (foto: autor)

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 61
El testamento e inventario de bienes de don Joaquín Apolinario ―las últimas voluntades se
dictaron el 27 de mayo de 1836 y un codicilio el 7 de abril de 1846― reflejaban su faceta
como comerciante y su estrecha relación con el mundo del mar, hechos ratificados cuando se
hizo una pormenorizada relación de sus bienes en 185173. En su casa principal, ubicada en la
calle Mayor del barrio de Triana, en una sala alta se encontraron elementos de barcos como
fueron un juanete y trinquetillas viejas, además de un baúl propiedad de su hijo Juan
Francisco, dentro del cual, entre otros libros, se contó con un derrotero viejo de las Antillas;
dos almanaques náuticos ―años 1844 y 1846―; 27 cuadernos de bitácora de navegación; un
libro de a bordo del bergantín-goleta La Magdalena, principiado en 1843 por el capitán Nicolás
Apolinario, sustituido en la plaza por su hermano Juan Francisco; y una novela titulada La
libertad de los mares. En el almacén, con puerta de entrada hacia la marina de la ciudad, fueron
registradas diversas elaboraciones destinadas a barcos, unas en madera ―cuatro hojas de
puerta de camarote, 32 toletes de lancha, un remo― y otros objetos de tejidos o metal (cabeza
y aro de cabrestante, 37 piezas de ligazón de lancha, 4 barriles para pescado, escala de barco,
zunchos de tangones). En la herrería junto al almacén y la casa se enumeraron un ancla vieja y
dos pedazos de otra. En un almacén alquilado por el finado estaban depositados los enseres
de la fragata española Judío Errante, no especificándose éstos en el inventario al no ser
propiedad de Apolinario. En un almacén de Apolinario ubicado en el puerto de La Luz sólo
existía, entre otros bienes muebles, un caramanchel deteriorado.
Posiblemente, la parte de mayor interés histórico se centraba en el nutrido archivo
empresarial del finado, con un extenso número de legajos y libros. Entre los papeles de su
gabinete, Apolinario contabilizaba: un libro de 46 folios de los gastos del bergantín-goleta La
Magdalena de su viaje a Marsella ―salió de la isla el 30 de mayo de 1847―, enumerándose en
los registros los géneros traídos desde la localidad francesa; un legajo de 24 folios con
anotaciones de las cuentas de entradas y salidas del arca de la Junta de Mareantes en el tiempo
en que fue tesorero Apolinario; 14 obligaciones de varias personas por sus fletes a La Habana,
al trasladarse al Caribe en el citado bergantín-goleta, más otras entregadas a don Francisco
Rey ―capitán del buque― para su cobro en tierra americana; tres legajos con obligaciones de
pasajeros embarcados en el quinto, sexto, séptimo y octavo viajes del citado bergantín con
destino a la capital cubana; legajo de 9 folios de cuentas de la compra de sal para sus barcos,
producto cargado en la salinas del conde de la Vega Grande en el sureste de la isla; un legajo
de cuentas del bergantín-goleta La Ninfa en su viaje para venderse en La Habana, con un total
de 95 folios; otro legajo de cartas, cuentas y otros papeles relativos a los viajes hechos por los
bergantines-goletas San José y La Magdalena, siendo capitán Nicolás Apolinario; un legajo de
las cuentas de los citados bergantines-goletas cuando fueron a Marsella; legajo de
correspondencia de Apolinario con varios comerciantes de La Habana y Puerto Rico, un total
de 124 folios; diversas cartas intercambiadas con diferentes comerciantes extranjeros, un total
de 42 folios; dos tomos de correspondencia ―80 y 40 folios― entre el finado y don Luis
Crosa, comerciante de Cádiz; un legajo de 65 folios de papeles donde se apuntó el dinero
traído de Cuba para ser entregado por Apolinario a diversas personas; cinco libros de

73AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Legajo: 3.174. Fecha: 17-4-1852.

62 Pedro C. Quintana Andrés


conocimientos y cuentas de las cargas transportadas por La Magdalena en sus viajes, con 32,
244, 135, 82 y 128 folios respectivamente; tres legajos de los viajes realizados a la isla de Cuba
por el citado bergantín-goleta, conformados por 57 folios, 163 folios y el último por 4 folios,
tratando sobre embarque de papas para Cuba, de lo cual aún quedaba una cuenta pendiente
con don Rafael Romero, dueño del buque llamado El Trueno; el libro de cuentas del viaje
hecho por el bergantín-goleta San José a Barcelona, con un total de 19 folios, y otro legajo
sobre la carena y fondeado en cobre realizado en dicha ciudad de La Magdalena; cuentas de
don Francisco Rey con el finado sobre productos navegados por La Magdalena desde
Marsella; legajo de correspondencia, cuentas y papeles de don Pedro Cumella, vecino de
Marsella, con un total de 69 folios; un libro de cuentas ―14 folios― con don Domingo
Penichet sobre lo importado por el buque San José desde Marsella; 4 libros, 6 cuadernos
grandes y 12 pequeños de los viajes de La Magdalena en distintas épocas, de ellos dos
propiedad de su hijo Juan, el cual los llevaba como capitán para su gobierno y negocios del
buque; 57 cuadernos de cuentas de las compañías de los bergantine-goletas San José y San
Nicolás, propiedad que fueron de Apolinario; otro libro de embargos a marineros por adeudo
de cuentas, un total de 46 folios; un legajo con 118 recibos de pagos hechos por los capitanes
de los dos barcos citados; el libro de cuentas de ventas de efectos navegados por Apolinario
desde Gibraltar; y un libro de cuentas entre el fallecido y Rey por la fábrica de la bricbarca
María Julia, constando de 17 folios. Además, Apolinario, según el dictado de su testamento,
tenía relaciones con casas comerciales y miembros del comercio local relacionados con el
tráfico marítimo ―armadores, capitanes―, tal como se registra para el primer caso con la
firma Swanston y Compañía de la ciudad o don Pedro Cumella, en Marsella y en el segundo con
don Vicente Azopardo o don Juan Quevedo.
Esta breve introducción a los textos de navegaciones e incidencias marítimas en las islas
muestra la variabilidad, profundidad y calidad de este mundo del mar en la región; la
imprescindible presencia del mar entre los canarios para sus relaciones en comunidad y los
intercambios con el exterior de todo tipo; la capacidad comunicativa y el valor como nexo de
redistribución del Archipiélago: o la considerable aportación de este subsector a la economía
canaria en todos los tiempos. El estudio de los datos aportados no pretende ser una mera
recopilación más o menos afortunada de textos, al contrario, se pretende resaltar la riqueza de
las fuentes documentales consultadas para complementar otras cuya aportación logre
enriquecer el conocimiento sobre los aspectos sociales y humanos de la navegación en las
islas en la fase estudiada, quedando otros aspectos, caso del económico, reducidos ante las
peculiaridades de los testimonios.
El bajo porcentaje de escrituras transcritas y las aportadas en la introducción no son óbice
para hacer comprender al lector la necesidad de iniciarse estudios más profundos sobre este
periodo empleando diversos tipos de fuentes capaces de dar una información con mayor
pormenorización de este subsector socioeconómico. Las fuentes, las investigaciones
efectuadas y la crítica de las fuentes/bibliografía servirán en éste y restos de temas avanzar en
superar la lagunas en los estudios históricos sobre el mar y su gente aún existentes en nuestra
historiografía regional.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 63
64 Pedro C. Quintana Andrés
Documentos y transcripción paleográfica

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 65
66 Pedro C. Quintana Andrés
-1-

Transporte de tropa y amotinamiento

Las Palmas, 4 de noviembre de 1728

En esta ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a quatro de noviembre de mil
septesientos y veinte y ocho años. De parte de la noche, ante mí el presente escrivano y testigos
ynfraesciptos, pareció precente el capitán don Pedro Blommart, de nación yngleza, que lo es del
navío nombrado El Príncipe Federico, y Guillermo Lemon y Thomas Pitts, segundo piloto y
contramaestre de dicho navío, a quienes doi fee conosco son los contenidos. Y dijo que por
quanto este día de parte de tarde ha llegado con su navío de arribada al Puerto de la Luz de esta
ciudad, de donde salió haciendo viaje a el puerto de Cádix con la infantería de el regimiento que
ha reclutado en estas yslas el señor coronel don Joséph Grimaldo de Caraveo, que se compone
de ciento y veinte y quatro soldados, quatro mugeres, dos capitanes y dos alféres. Y, asimesmo,
el inquisidor don Juan Eusebio Campomanes y su familia y otros dos pasajeros, el día tres de
octubre próximo pasado. Y prosiguiendo su viaje, con los malos tiempos, arribaron por falta de
agua a la ysla de La Madera, a el cavo de dose días de su viaje, a donde estuvieron tres días,
haciendo aguada. Y no estando el tiempo mui bueno, a instancia del capitán comenandante don
Diego de Castilla, que llevava a su cargo dicha soldadesca, se hizo a la vela prosiguiendo su
viaje. Después de salidos del dicho puerto de La Madera, de tres días, le dio una tormenta que
fue forsoso recoger velas y les duró tres días y tres noches dicha tempestad, con el viento norte
y nornordeste, de forma que no pudieron coger La Madera. Y forsejeando a proseguir su viaje,
se continuó el tiempo recio y contrario hasta el día treinta de octubre, digo veinte y seis de
dicho mes, en el qual entró otra trebonada mayor, que les duró hasta el dicho día treinta, que
cresió de forma que les fue forsoso recoger todas la velas, hallándose en esta ocasión en treinta
y un grados del norte. Y aviendo registrado este día los vastimentos que quedaban, después de
haverle acortado las rasiones, por lo que motivó a los soldados antes amotinarse, subiendo
sobre el combéz, pidiendo les diesen enteramente de comer y de no haver que volviesen a
buscar lo necesario y, de no, que ellos lo sacarían de donde savían lo avía. Y le fue forsoso al
capitán comendante suavisarles y correjirles. Y visto y reconosido lo poco que avía de
vastimento y que sin ellos no podían proseguir el viaje ni lograrlo, dicho capitán comandante
este mesmo día mandó al dicho capitán arribase a estas yslas. Y hasiéndole el otorgante las
protestas que no corriese de su parte dicho arrivo, como consta de la protesta que demostró
ante mí el presente escrivano, de que doi fe. Prosiguió en dicho arribo a esta ysla, a donde esta
tarde dio fondo por no haver podido coger otro puerto alguno.
Testigos: Bernardino Antonio Marrero, don José de Salazar, procurador de causas, y don
Claudio José de Salazar, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Lucas de Betancurt Cabrera. Legajo: 1.484, fols. 88 r. - 89 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 67
-2-

Protesta al estar afectada


la carga del barco por las tempestades
Las Palmas, 18 de noviembre de 1728

En esta ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a dies y ocho de noviembre de mill
septesientos y veinte y ocho años. De parte de mañana, paresieron ante mí el capitán don
Pedro Echingham, que lo es del navío nombrado La Juana, que está surto y anclado en el
lasareto de esta ysla; y Juan Doile, piloto de dicho navío, a quienes doi fee conosco, son los
contenidos, según ante mi ayer se hizo la viçita de salud, como escrivano mayor del cavildo
desta ysla. Y dijeron que protestaban y protestaron a los vientos y tempestades del mar y
tierra todos los daños y perjuisios que pueden acaecer y hubieren acaesido al dicho su navío y
carga de que se compone de fardos, sardinas, clavasón y demás géneros de lana y lienserías,
etc. De el día catorse, digo el día veinte y ocho de septiembre, a estilo viejo, que salió del
puerto de Falmu para estas yslas y, en expecial, el día tres de octubre, en la altitud de quarenta
y siete grados y medio, donde tubieron un tiempo con el viento sudueste mui resio, que les
duró veinte y quatro oras, de manera que fue menester ponerse a la capa con la mar tornada a
rrizos y muchas mares se embarcaron en dicho navío. Y el dicho navío se sintió con la fuerza
de los mares y resio de los tiempos y hizo alguna agua en las obras muertas, de que se teme
aya damnificado a la carga. Asimismo, el (…) dicho mes les dio otra trevonada que los tubo
dose oras a la capa, en la altura de quarenta y quatro grados, con el viento de sudueste. Y el
día nuebe del referido mes tubieron otra trevonada en la altitud de quarenta y tres grados,
donde estuvieron a la capa otras diez y seis oras, con el viento hueste, quarto al sul. Y en unas
y otras tormentas se embarcaban algunas mares en dicho navío y entraba el agua por las obras
muertas. Y serenando el viento, prosiguió su viajes a estas yslas, a donde llegó a esta ysla de
Canaria el día veinte y nuebe de octubre de a estilo viejo, que se la mandó fondear en el
lasareto, en donde ha estado degradado hasta ayer, dies y siete de noviembre, a estilo nuebo.
Se le mandó saltar en esta ysla y se le admitió al comerzio. Y Saltó en ella al mediodía, causa
porque no pudo hacer antes dichas protestas, y aora las hacen, primera, segunda y tercera vez
y las más que correspondan y sean favorables a su derecho para que no sean de quenta del
dicho capitán y piloto qualesquiera detrimento, avería o pérdida de los efectos y mercaderías
de que se compone la carga y sea de los dichos tiempos y mares y tempestades que ha
padecido. Y pide al precente escrivano se le ponga en su registro corriente y le dé el
testimonio que pidiere autorisado en pública forma y manera, que haga fee para guarda de su
derecho. Y así lo dijo y declaró el capitán don Phelipe Foguerty, vicecónsul de la nazión
inglesa en esta ysla y yntérprete de lo que han declarado los dichos.
Testigos; Bernardino Antonio Marrero, don José de Salazar y don Claudio José de Salazar,
vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Lucas de Betancurt Cabrera. Legajo: 1.484, fols. 89 r. -90 r.

68 Pedro C. Quintana Andrés


-3-

Transbordo de mercancías hacia


Indias a causa de incidente
Las Palmas, 13 de junio de 1742

En la ciudad de Canaria a trese de junio de mil septesientos quarenta y dos, por ante mi el
escrivano público y testigos ynfrascriptos pareció presente don Phelipe Vasilio Domínguez,
capitán y maestre del navío nombrado El Salvador de el Mundo, a quien doi fee conosco. Y dijo
que haciendo viage con registro de Cádiz al puerto de la Nueva Vera Cruz, experimenttaron un
ttemporal con el qual desarbolaron y llegaron a este puerto de La Luz con dicho navío, tan
quebrantado que está yncapaz de navegar. De cuyo subceso se dio nottizia a Cádiz y por orden
de el señor don Francisco de Varas y Valdés, presidente de la Real Casa y Conttrattasión de
Yndias, de fecha de siete de abril de este presentte año, que yo el escrivano doi fee está dicha
insertta en mi rexistro, por ella se manda que el otorgante deve dar poder a persona de su
sattisfacción que reciva a bordo la carga y responda de ella en la Vera Cruz. Lo que se deverá
practticar en ttodas las embarcasiones que binieren a esta dicha ysla para la condusión de dichos
efectos. Y ha venido el primero navío nombrado La Catthalina Juana, su capitán Henrrique
Vanholm, y haviéndolo cargado con partte de la hazienda de dicho navío El Salvador. Y
cumpliendo con lo mandado por dicho señor presidente don Francisco de Varas y Valdés,
ottorga que da ttodo su poder basttantte y sin ninguna limittasión, el que por derecho se
rrequiere y es nesesario, a don Alonso Valladares, vesino de la ciudad de Cádiz y presente en esta
ciudad, a quien tiene nombrado por el otorgante en su lugar de dicho navío La Catthalina Juana y
quien se halla entregado de ttoda la hazienda embarcada en él, que a recivido a su bordo,
generalmente, para que, en nombre del ottorgante y representtando su propia persona, pase de
maesttre en dicho navío y cumpla con todas las obligasiones que corresponden a dicho empleo,
arreglándose a las órdenes e ynstrucciones que el ottorgantte le diere y constan en el
conosimiento general de la carga, haciendo la enttrega de los efectos a las personas a quien ban
consignados, conforme cada una parttida mencionada.Y, asimismo, le da este dicho poder para
que pueda recevir y cobrar los fletes de dichos efectos, según y como se expecifican en dicho
conocimiento general, lo que enttregará a don José Sánchez de Madrid, y ausentte, a quien su
poder y causa hubiere, thomando recibo autténttico. Y, asimismo, a de hacer la enttrega de
dichos efecttivos, precediendo anttes obligasión que hagan los que los recivieren a estar y pasar
por el prorratteo que hicieren los señores de la Real Casa y Conttratasión de Yndias en Cádiz o
diputtados nombrados por el comercio respectto a el alijo hecho por dicho navío El Salbador de el
Mundo, costos y gastos en descarga y carga de la salva de los efecttos. Y, asimismo, para que
enttregue el rexistro al señor governador y oficiales reales de la Vera Cruz, thomando la
zerttificasión correspondiente fenecida su descarga, de cumplido el rexistro y todas sus parttidas.
Testigos: don Pedro Currás, don Pedro Cabrera y Manuel Gómez, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cabrera Betancurt. Legajo: 1.542, fols. 169 v. -171 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 69
-4-
Limosna para misas por pescadores ahogados
Canaria, 21 de abril de 1746

En Canaria a veinte y uno de abril de mil setesientos quarenta y seis, por ante mí, el
ynfraescripto escribano público y testigos, pareció presente Joséph Nicolás Margallo, vesino de
esta ciudad, que doi fee conosco. Y dixo que por ésta se obliga a por cada y quando y en
qualquier tiempo, por resultar ser vivos, Antonio Margallo, su hermano; Francisco Cupido, su
yerno; y Diego Margallo, su sobrino, que con otros compañeros se han desaparecido en el
varco de Juana López, que de esta playa para la pesca de Jandía. Pagará a la caja de señor san
Telmo y en su nombre a su mayordomo, por al presente y adelante fuere, es a saber seiscientos
reales por el valor de trescientas misas que dicho mayordomo les mandará decir por sus almas,
en caso de aver naufragado, como se discurre por el temporal que les entró a su salida.

Testigos: don José Antonio Penichet, don Ignacio José Sardo y Francisco Moñiz, archero de
la Real Audiencia, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Lorenzo Rodríguez Gómez. Legajo: 1.591, fol. 374 r. - v.

-5-
Acuerdo entre los socios tras pérdida de nave
Las Palmas, 20 de agosto de 1746

En la ciudad de Canaria a veinte del mes de agosto de mil septecientos quarenta y seis años, por
ante mí, el escrivano público y testigos ynfraescriptos, el capitán don Francisco Martínes de
Escobar, vezino de esta dicha ciudad, de cuyo conocimiento doy fee. Dixo que por quanto don
Antonio de Monteverde y Lordelo, su cuñado; el theniente capitán don Fernando Gaspar
Calimano; y el otorgante compraron con ygual ynteréz el bergantín nombrado Nuestra Señora del
Rosario y San Antonio de Padua. Con el que fue el otorgante, de capitán, y el dicho don Fernando
Calimano, de maestre y administrador, con rexistro a la ysla de La Havana el año pasado de mil
septesientos quarenta y quatro, corriendo riesgo con la misma ygualdad los yntereses y
utilidades. Y haviendo, con efecto, llegado a dicha ysla de La Havana y vuelto a estas yslas,
siendo presiso retornar en un paquibot, por no poder traer dicho vergantín a causa de haverse
destrosado con el enquentro que tubo con un navío de guerra francés, yendo en conpaña del
puerto del Guarico al de La Havana. Y haviéndose liquidado las quentas en la ysla de Thenerife

70 Pedro C. Quintana Andrés


y revistándolas don Nicolás María de Viñoni, nombrado por el otorgante y don Manuel de
Monteverde con orden que para ello tubo del (…) Monteverde y gravádose por dicha (…)
otorgantes, últimamente se aju(…) en que el dicho don Fernando Gaspar (…) al otorgante
novecientos pesos de a ocho reales (…) cada uno. Los dosientos por lo que el otorgante devió
ganar por su plasa de capitán, que fue de aquel referido viage, y los septecientos por todos los
yntereses que el otorgante tenía y devió tener, así por el principal que puso en dicho bergantín
para su compra y despacho, como de las utilidades en el viage a La Havana; compra que allí se
hiso de referido paquibot; y sus fletamentos y validades en el retorno a estas yslas, sin quedarle a
el otorgante derecho ni acción alguna en el referido paquibot, ni a sus aprovechamientos, que
en adelante tubiere, ni menos cosa que repetir contra el dicho don Fernando Garpar Calimano.
Yncluyéndose en dicha cantidad las de sesenta pesos que al tiempo de la salida del bergantín
eran debidos al otorgante el dicho don Antonio de Monteverde, cuya cantidad con sus
yntereses correspondientes deverá cobrar del subsodicho el dicho don Fernando Gaspar
Calimano, por haverlo contratado así, e incluídose en dicha cantidad de septesientos pesos en
que, como queda expresado, se transaron. Y sobre que em veinte y siete de mayo de este año,
hallándose en el puerto de (…) Cruz de la ysla de Thenerife hisieron papel obligándose el
otorgante a que, quando tubiese efecto el (…) referida (…), otorgaría carta de pago (…)
Fernando Gaspar Calimano, con cesión de sus derechos y acciones. Y aora le a entregado y
pagado en diferentes partidas los referidos novesientos pesos corrientes, por tanto, por la
presente y su thenor, confiesa el otorgante haver resevido del dicho don Fernando Gaspar
Calimano la referida cantidad de novesientos pesos corrientes en diferentes partidas, en reales
de a ocho y sensillos, que lo montaron. Y por no pareser de presente, renuncia la esepsión de la
non numerata pecunio, fee del exhivo y prueba del resivo. Y como contento satisfecho y
pagado a su voluntad, le otorgo resivo general y carta de pago y le da poder en causa propria
para que por sí y por su quenta y riesgo persiba y cobre del dicho don Antonio de Monteverde
los expresados sesenta pesos con sus yntereses correspondientes, pudiendo para hello pareser
en juicio y hacer los actos y diligencias que para su cobransa sean nesesarios. Y declara que por
lo respective a la tercera parte del ynterés que el otorgante tenía a dicho bergantín y, en su lugar,
a el referido paquibot, queda resuelta, fene(…)nia que queda enunciada (…) Fernando Gaspar
(…) lo cual renuncia y traspasa para (…)como mejor convenga.

Testigos: (…) Vera, soldado del presidio, Juan Agustín de Herrera y Carlos Pérez López,
procurador del número, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pablo de la Cruz Machado. Legajo: 1.632, fols., rotos.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 71
-6-
Venta de barco inglés apresado
Las Palmas, 10 de septiembre de 1753

Sepan quantos esta carta de venta real y perpetua enaxenación vieren, como yo, el capitán
Diego Shanahan, rexidor perpetuo, depositario general desta ysla, otorgo y conosco por esta
presente carta que vendo realmente y con efecto desde ahora y para siempre jamás a don
Patricio Hays, vecino de Londres y recidente en esta ciudad, a saber el bergantín ynglés La
María, con sus velamen y jarcia y demás peltrechos, que me pertenecen. El qual fue presa que
hizo don Antonio Miguel en esta última guerra. Y se lo vendo en precio de mil y doscientos
pesos, moneda destas yslas, en que se ha estimado. Cuia cantidad confieso haver resevido del
dicho don Patricio Hays, por el referido bergantín que le vendo ―el qual es de porte de
quarenta y cinco toneladas, poco más o menos― antes de ahora en dineros de contado que,
por estar en mi poder la dicha cantidad, me doy por entregado a mi voluntad, sobre que
renuncio las leyes del entrego, prueba y paga. Y de dicha cantidad le otorgo resivo y carta de
pago en forma, con lo qual declaro que el referido precio de los mil y doscientos pesos es el
justo y lexítimo valor de dicho bergantín y no vale más, pero si se reconociera tener más valor
del que fuere, se en poca o mucha cantidad, della le hago al referido don Patricio gracia y
donasión perfectta, con todas las insignuaciones y solemnidades en derecho requeridas.

Testigos: Lorenzo Hernández, Agustín Moreno y don Manuel García Marcelino, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Lorenzo Rodríguez Gómez. Legajo: 1.598, fol. 274 v. - 275 r.

-7-
Zozobra de barco tras una tormenta
Las Palmas, 29 de octubre de 1757

En la ciudad Real de Las Palmas de esta ysla de Gran Canaria, a veinte y nueve del mes de
octubre de mill setesientos cinquenta y siete años. Ante mí, el escribano público y testigos
ynfraescriptos, pareció personalmente Guillermo Petty, vezino de la ysla de San Estacio, en la
América, pertenesiente a los estados de Olanda, capitán de la goleta olandeza nombrada La
Dichosa, de porte de querenta y cinco toneladas, perteneciente a comerciantes de la referida ysla
de San Estacio. Que este proprio día arribó al puerto principal de La Luz y fue vizitada y

72 Pedro C. Quintana Andrés


admitida a comercio por la Junta de Sanidad. En cuya dilixencia, certifico haver expresado vajo
de juramento, que se le resivió en forma, nombrase a sí, como queda dicho, y ser su tripulación
la de cinco hombres, yncluso él mismo, porque, aunque del nominado puerto de San Estacio
sacó seis, uno falleció en el viage, cerca de esta ysla. Y ser su cargasón sólo asúcar, consignada al
capitán don Diego Sanahan. Y presente el capitán de ynfantería don David Maguir, vezino y del
comercio de la ysla de La Palma y residente en esta dicha ciudad, de nación británica, quien en
la expresada visita sirvió de yntérprete, sin embargo de hablar vastantemente para explicarse el
ydioma español el expresado capitán. Éste dixo que por quanto haviendo salido de la consavida
ysla de San Estacio el día veinte de agosto, el cinco del siguiente mes de septiembre hallándose
en la altura de treinta y cinco grados y dose minutos del noreste latitud, y en cinquenta y cinco
grados y veinte minutos de longitud hueste, experimentó una gravísima tormenta de mar y
viento por el noreste, que el obligó a rrecoger todas las velas y correr em popa con solo la
cabeza del foco. Y continuando la fieresa del temporal, siempre con más fuerza, siendo la dies
de la noche sosobró la embarcasión, hallándose desesperansados de la vida, por lo que, de
común acuerdo de su tripulación, cortaron el palo mayor, que cayó al mar, con su velamen y
jarcia, sin poderlo remediar, con cuya dilixencia empezó la embarcasión a enderesarse y
entrando repentinamente un tiempo oeste―suroeste acabó de ponerse en estado de caminar,
con el que también corrieron tres días. Haviendo estado en la zitada noche dormida la
embarcasión ora y media, entrando y saliendo agua, causando graves estragos como
reconocieron y fueron, además del palo mayor; botabara y cangreja, con todos sus peltrechos;
haver rendido el bauprés; y llevádose en pedasos el foco y el sofoco, menos las relingas.
Ygualmente, la lancha y fogón, como también desguesado un lado de la popa y todas las
barandas, quedando el trinquete rasgado. Y, asimismo, se llebó una de las puertas de la cámara,
llenándose ésta de agua y perdiéndose un quintal de pan. Y siéndoles presiso, para poder seguir
viage, remendar el trinquete y aserrar un palito prestado con una vela cuadrada. De todos los
quales perjuicios conosidos y de las aberías que podían resultar a la carga, por la mucha agua
que entró, tanto al combés quanto a la misma embarcasión, por los estragos que tubo, como lo
reconosieron luego que se enderesó y tocaron a la bomba, cuya agua continúa hasta oy. Hiso las
devidas protestas contra el mar y viento.

Testigos: el doctor Pedro Makintosh, don Domingo Hernández Zumbado, don Diego
Fernández de Vega, vecinos de Las Palmas, y don David Maguí (David MacGhee).

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pablo de la Cruz Machado. Legajo: 1.642, fols. 466 r. - 467 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 73
-8-
Transporte de carga y pertrechos de barco encallado
Las Palmas, 1 de octubre de 1760

En la ciudad de Canaria, a primero del mes de octubre de mil setesientos y sesenta años, ante
mí el scrivano público y testigos ynfrascriptos, parecieron presentes don Joséph de Santos
Félis, capitán de su pingue de vandera española, nombrado la Sacra Familia; don José Perret,
su piloto; el capitán don Balthasar Brusco, que lo fue de su polaca, de vandera fransesa,
nombrada Nuestra Señora del Buen Socorro, que se encalló en el puerto de Gando; y don Joséph
Maineto, su sobrecargo. Y juntos dijeron que por quanto tienen embarcados a bordo de
dicho pingue todos los efectos que condujo a esta ysla la zitada polaca, perdida, y parte de los
peltrechos que se pudieron aprobechar, para condusirlos al puerto de Cádiz, en conformidad
de las órdenes con que se hallan los interesados. Y el dicho pirgue estanco, hávil y suficiente
vien anclado en este puerto principal de La Luz, sin haber podido salir a su viage por no
haber havido tiempo a propósito para ello. No obstante lo qual, este proprio día se retiran y
ponen a bordo para estar allí promptos a dar a la vela a la ora que el tiempo que sopla sea
firme y no se mude. Para que conste así y para los efectos que aya lugar y combengan a los
interesados, por las contigencias que puedan sobrevenir.

Testigos: Ayudante Nicolás Machado, don Bernardino Carbonel y Juan Agustín de Herrera,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pablo de la Cruz Machado. Legajo: 1.645, fols. 226 v. - 227 v.

-9-
Transacción por buque averiado
Las Palmas, 21 de enero de 1761

En la ciudad de Canaria a veinte y uno del mes de enero de mil setesientos sesenta y un años,
ante mí el escribano público y testigos imfraescriptos parecieron presentes don Luis Donde,
natural de Marcella, de Francia, y capitán del pingue de bandera francesa nombrado el San José
de Marcella. Que arrivó a esta ysla el día veinte y tres del antecedente mes de diziembre,
arruinado de las tormentas de mar y viento que le sobrevinieron, yendo en viage desde la ysla
de la Granada, de Martinica, para el puerto de Marcella, Cádiz y otro qualquiera puerto de la
Europa cargado de asúcar, cafée y otros efectos; y Juan Matas, natural de Villanueba, del

74 Pedro C. Quintana Andrés


obispado de Barcelona, en el principado de Cathalunia, y que es de Puerto Mahón, residentes
uno y otro en esta ciudad, sin poder dar fee de su conocimiento, más que decir así llamarse y
averse nombrado del mismo modo en la viçita de sanidad y otras diligensias practicadas ante
mí. Y dijeron que Miguel Martín Talon, vesino de Marcella, por mano de Bernardo Esquerra,
corredor general los españoles, ajustó con el dicho Juan de Matas el fletamento del expresado
pingue en dose mill francos de Francia, libra tornesa, para navegarlo a la dicha ysla de la
Granada con retorno a qualquiera de los puertos de Europa, como resultaría más lactamente
de la carta de ajuste y contrata hecha por dicho corredor y testigos, la que no se tiene presente
por averla dejado asegurada en dicha Marcella. Em fuerza del qual ajuste, el expresado Miguel
Martín Talon, iendo de capitán del referido pingue, lo navegó a la expresada ysla de la
Granada, donde falleció, substituiéndole en el cargo como su segundo el dicho don Luis
Donde. Y despachada, salió de la enunciada ysla de la Granada para la Europa, haviendo,
como queda dicho y con gran fortuna arrivado a este expresado puerto, pero tan lastimada la
embarcasión que no sólo se halla inútil para poder seguir viage, pero aun para recomponerse,
no siendo posible hacerlo en este país, quaçi nuebo dicho pingue, como así está reconocido y
declarado judicialmente por el capitán de mar y otros peritos en las diligensias practicadas por
el dicho don Luis Donde sobre su arrivo. Y habiéndose puesto toda la cargasón en tierra con
la correspondiente authorización judicial para conducirla en otro vajel. Se han conformado
los dos otorgantes, a saver: en entregar el dicho don Luis Donde el nominado pingue con los
peltrechos con que se halla, quedando obligado con la cargasón a satisfaccer la cantidad que
resultare de la contrata y carta de fletamento citada en el puerto de Cádiz o en Marcella.
Descontándose de ella quinientos pesos escudos de ocho reales de plata, que aora le a
entregado a el dicho Juan de Matas, el qual los recive con el consabido pingue y peltrechos,
con que se halla actualmente, sin quedarle acción ni recurso por los quebrantos que a
recevido la embarcasión, ni por otra alguna rasón, pues que para repectir y cobrar el dicho
fletamento ni al dicho don Luis Donde acción para pretender cosa alguna por rasón de
averías, ni por otro motivo que no esté deducido en dicha contracta.

Testigos: Don Bernardino Carbonnel y Froilán de Santa Ana, vecinos de Las Palmas, y don
José de Bordioo, cirujano del pingue, natural de Gascuña, Francia, residente en la ciudad.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pablo de la Cruz Machado. Legajo: 1.646, fols. 30 r. - 32 r.

*El día 23 de mayo del citado año el mencionado don Louis Dondes vendía a don Bernardino
Carbonnel, comerciante de la ciudad, comisionado de don Juan Antonio Herrero, comerciante de Cádiz,
la cargazón del buque, conformada en ese momento por: 77 pipotes, una cuarterola y dos tercerolas de
azúcar de toda calidad. La cantidad eran 762 quintales y 94 libras a precio de 11 cuartos libra. A ellas
sumaba 15 pipotes, 7 tercerolas y 36 cuarterolas de café y 345 sacos del mismo género, alcanzando 619
quintales y 56 libras a precio de 12 cuartos libra. El cacao eran 3 barriles y un saco, un total de 419 libras
a 2 reales de plata libra. Finalmente, un barril de añil, con un contenido de 193 libras, a 12 reales de plata
la libra. En precio total fue de 20.078 pesos y 6 cuartos.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 75
-10-
Herraje para fábrica de barco
Guía, 12 de diciembre de 1761

En la villa de Guía a dose de diciembre de mill septesientos sesenta y un años. Ante mí, el
escribano público, y testigos ynfraescrriptos, paresieron presentes Juan de la Torre, vesino del
lugar de Agaete, oficial de rivera; y Antonio Bernardo Galván, vesino de esta Villa, ofisial de
herero (sic), a quienes doy fee conosco. Y dixeron el dicho Juan de la Torre que por quanto se
halla con la fábrrica de un varco vergantín costero para el tráfico de estas ysslas. Y para dicha
fábrica se ajustado con el dicho Antonio Bernardo Galván en que el subsodicho le ha de
hazer todo el herraje nesesario para dicha fábrrica, dándole todo el hierro nesesario puesto en
las Caletas de Gáldar y del puerto del Juncal, a razón de sesenta y sinco reales libres de más
costos el quintal. Y por cada libra labrada, descontado el principal de su valor, le a de pagar a
nuebe quartos libra, con el principal de su costo. Y el dicho Antonio Bernardo Galván
confesaba y confesó ser lo contenido en le (sic) dicho el pacto y consierto en que están
ajustados, y se obliga y pueda obligar a su cumplimiento.

Testigos: Marcelo González y Antonio Bernardo, vecinos de Guía, y José Quintero, vecino
de Tenerife, estante en la Villa.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Juan Ruiz de Medina. Legajo: 2.411, fol. 355 r. - v.

-11-
Transporte de granos y tormenta
Las Palmas, 29 de julio de 1767

Sepan por este público ynstrumento como yo, don Juan García, capitán de la balandra
nombrada Nuestra Señora de la Soledad, de vandera española, digo que por quanto en virtud de
contrata que en veinte y dos de noviembre del año pasado de mill setesientos sesenta y seis
tube con don Lorenzo Llorente Romero y don Bentura Marco, salí cargado con destino a los
puertos de La Madera y Thenerife. Y por contraste de tiempos no pude llegar al primero, sino
a este de Canaria y de él al de Santa Cruz, en donde, conforme a lo estipulado, cumplí y, para
prevenir qualquier contigente y repectición de los ynteresados, hise mi protexta authéntica
por qualquiera quebranto que por la mudansa y contrariedad de los tiempos pude haver
experimentado o los ynteresados, cuyo testimonio deste documento tengo en mi poder. Y

76 Pedro C. Quintana Andrés


siendo una de las condiciones que no teniendo carga correspondiente para retornar a España
pudiese llenar el buque del barco donde quiera que se me proporcionara la ocación, con
efecto llegó el caso de que, haviendo salido del citado puerto de Santa Cruz con destino a éste
para carenar la balandra, porque lo nececitava, hecha ésta, entré en concierto con don
Domingo Ramada, de nación portuguéz, a que pasaría a las yslas de Lanzarote y
Fuerteventura, sobre cuyo asumpto hicimos de concordia nuestro papel de seguro. Y
hallándose ya la nao cargada, me puse a la vela con los granos, que ocupan su buque, y van de
quenta del expresado don Domingo Ramada, destinado al puerto de Santa Cruz, en este
presente mes, el día veinte y dos de él. Y al tercero día de la navegación encontré el tiempo
tan recio que presisó, sin poderlo remediar, llegar a vista de la ysla que llaman el Salvaje, tierra
de Portogal. Y no pudiendo tomar puerto porque sopló el viento de nordeste, con tanto
ýmpetu que (reiterado) que éste y la mucha mar nos hiso retroceder. Aconteció el haverse
rendido el palo mayor, hecho el barco tanta agua que nos conciderávamos perdidos y en tanta
aflicción corrimos aventura y logramos anclar en el puerto de Gando, desta ysla, donde se
halla oy la citada balandra, porque aunque antes procuré llegar a el de La Luz tocamos con
tiempo contrario. Y siéndome presiso, como yndispensable, prevenir la seguridad de mi
persona y vienes, como que en semejantes casos es conforme al estilo y práctica observada en
la navegación y comercio, y que los ynteresados en ningún tiempo puedan repectir por los
quebrantos que, acaso, tendrán dimanados de tanto estravío como el que va relacionado. Por
tanto, por el tenor de la presente, protexto una, dos y tres veces contra el mar y viento todos
los perjuicios y daños que por la contigencia que llevo referida puedan haver experimentado
la citada balandra y su cargador, don Domingo Ramada, en los granos que puso a su bordo.

Testigos: Agustín José de Sosa, José Bernardo Guirola y Marcelo Rodríguez, vecinos Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio Álvarez Trujillo. Legajo: 1.704, fols. 318 r. - 320 r.

-12-
Tormentas y deterioro de la carga
Las Palmas, 8 de mayo de 1769

En la ciudad Real de Las Palmas desta ysla de Gran Canaria, a ocho de mayo de mil setecientos
sesenta y nuebe años, ante mí el escribano público y testigos ynfrascriptos. Entre seis y siete de
la mañana parecieron personalmente Joséph Fostar, capitán de su bergantín El Cosatbath, de
porte de ciento quarenta toheladas, que arribo en este puerto principal de La Luz el día de ayer
por la tarde; Juan Jacobo, piloto; Juan Gordon y Guillermo Gordon, marineros, todos de
nación yngléz, que navegan vajo esta vandera. Y concurren como testigos presenciales de lo que
comprehenderá este ynstrumento, juntamente don Balthazar Shanahan, yntérprete, vezino

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 77
desta ciudad, de cuyo conocimiento certifico y de haverme expresado ser los contenidos. Y por
medio del susodicho, dixo el capitán que el día veinte y tres de marzo próximo salió de Génova
con destino a esta ysla y para el puerto de Santa Cruz de la de Thenerife, cargado de géneros y
fardería, puestos a su bordo por ocho ma(l)teses que le fletaron, en parte enjuta y bien
acondicionada, como lo está su bergantín para navegar. Y corriendo con viento favorable hasta
el día treinta y uno del citado mez, hallándose en treinta y ocho grados y cinquenta minutos de
lonxitud y un grado y quarenta de latitud, sopló el viento por el sugueste, tan recio que se
presisó recoxer la mayor parte de las velas . Y a las ocho de la noche del mismo día recivió el
barco dos golpes de mar mui fuertes que entraron hasta por la escotilla de la cámara, con
abundancia de agua, y no pudo menos que penetrar hasta la bodega, sin hallar arbitrio para
remediar este continxente no esperado, corriendo con él hasta quarenta y ocho oras que duró.
Y siguiendo el destino con viento más suabe, hallándose ya en distancia de quarenta y ocho oras
(tachado) millas de cabo Martín, el día ocho de abril siguiente, con el rumbo del norueste,
tocaron otro contraste de tiempo, tan recio que, por la mucha mar, le obligó a ponerse y estar a
la capa quatro horas. Pero mirando que el viento se mantenía durante diez y ocho horas,
continuaron el viaxe hasta el veinte y uno de dicho mez en que se vio presisado ponerse vajo
del castillo que nombran de Fierro, donde se mantubieron hasta el día veinte y tres en que, ya
sosegado el tiempo, salió en derechura a este puerto de La Luz, donde ancló el citado día siete
del corriente. Todo lo qual es cierto y por mayor abundancia y firmeza, deste ynstrumento lo
jura, según la ley que profesa, por la biblia sacra, haciendo lo mismo el piloto y los dos
marineros. A cuyo fin, haviendo yo el infrascripto escribano, por medio del yntérprete,
manifestádoles el libro que la contiene le tomaron respectivamente, inclinaron la cabesa le
vesaron y devolvieron, de que certifico. Y no deviendo por aquellos contixentes responder de
modo alguno, por los perjuicios que acaso haya experimentado el todo o parte de la cargazón,
usando del derecho que le es permitido, por el tenor de la presente protesta, contra el viento y
mar, una, dos y tres vezes y las demás que haya lugar, no sean de su quenta y cargo qualquiera
abería que resulte en los citado géneros y fardos.

Testigos: Agustín José de Sosa, José Ruiz de Quintana y José Polinario, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio Álvarez Trujillo. Legajo: 1.705, fols. 24 v. - 27 r.

-13-

Tráfico de cereal y exceso de carga


Las Palmas, 22 de junio de 1769

En esta ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a veinte y dos de junio de mil
setesientos sesenta y nuebe años. A esta ora, que son las dos de la tarde, compareció ante mí el

78 Pedro C. Quintana Andrés


escribano y testigos ynfraescrito don Cayetano José de Silva, vesino de la ciudad de Cádiz y
recidente en ésta, de cuyo conosimiento y de ser el mismo sugeto, me aseguraron los testigos
ynfrascriptos, a quienes doi fee conosco. Y dixo que, como sobrecargo que es de la goleta
ynglesa nombrada La Minerba, del cargo de don Pascual Calvo, que sirve de capitán y piloto,
que vino del puerto de Safi, ymperio de Marruecos, y arrivó a el puerto de Gando, de esta ysla,
fletada por don Pascual de Sossa, para el puerto de Santa Cruz, ysla de Thenerife. Que quedó
en dicho Safi con cargasón de trigo, vaxo contracta, y dio fondo en dicho puerto de Gando el
martes veinte del corriente. Y tomando un práctico para seguir abante con las mareas, lo que no
pudiendo executar a causa de la dicha goleta no dar por de avante y ser presiso hechar en rueda
para virar a mucho costo. Tomó el día miércoles por la tarde de veinte uno del corriente el
dicho puerto de Gando, de donde ha venido por tierra a esta ciudad, que llegó a las nuebe de la
noche. Y a las diez de este dicho día ha fletado un vergantín palmero para alijerar dicha goleta y
llevar carga a el de Santa Cruz, que es el puerto del destino. Con el fin de ver si dicha goleta,
hallándose alijerada, puede seguir avante y hacer como (…) menos agua que la que está
haciendo por la proa. Por lo que ya lo he protextado en el puerto de Santa Cruz en veinte y
cinco de abril del corriente año, lo que si hubiera tenido efecto no hubiera acaecido esta
novedad. Y como tal sobrecargo que es de dicha goleta y a vos y nombre del referido don
Pascual de Sossa, otorga y conose por el presente y en la forma que mejor de derecho lugar aya,
protexta una, dos y tersera ves y las demás que por derecho fueren nesesarias, que las demoras
que tubiere dicha embarcasión, atrasos y perjuicios no deverán contarse en el tiempo de la
contracta celebrada en la ciudad de dicho Safi con el referido don Pascual de Sossa, ni
devérseles pagar cosa alguna por ello, aunque lo yntenten desde este día de la fecha, hen tanto
no estando del todo avilitada dicha goleta, y estándolo correrá dicho plazo. Y han de ser
obligados para ello a regresar a dicho puerto de Safi con dicha goleta a las órdenes de su
fletador, don Pascual de Sossa, desde (…) día veinte y dos de junio corriente en adelante, no
podrá pretender pagar alguna, antes sí, será responsable o quienes pretendan lo contrario de
dicha contracta obligados a pagar los perjuicios y daños, atrasos y menoscavos que se
ocasionaren en contra del referido don Pascual de Sossa, y observarse el todo de dicha
contracta, que deverá satisfacer según y cómo por derecho lugar aya.

Testigos: Juan Bautista, Manuel Hernández y Juan de Rosa, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Carlos Vázquez Figueroa. Legajo: 1.770, fols. 323 v. - 325 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 79
-14-
Navegación frustrada
Las Palmas, 16 de octubre de 1769

En la ciudad de Canaria a diez y seis del mes de octubre de mil setesientos sesenta y nuebe
años, por ante mí escribano público y testigos infraescritos pareció presente don Balthasar
Sanahan, vecino desta ciudad, con un hombre que dixo llamarse Juan Smith, de nación
ynglesa, capitán de un navío que se halla en el puerto principal desta ysla y nombrado La
Utenrrieta. Que havía venido del Puerto la Orotava, que quería hazer una protesta y era que,
haviendo venido de dicho Puerto de la Orotava fletado por don Juan Boulfe para cargar unas
pipas de aguardiente, que hacen ya treze días y decir ahora que no ai aguardiente alguno, Y
por haverse pasado el término de la demora, protestaba dicho capitán contra el dicho don
Juan Boulfe todos los daños y perxuicios que se le podían ocacionar al subsodicho, su navío e
interessados todas las vezes que por derecho le compitiese hazer en su defenza. Todo lo qual
expressó en dicho don Balthazar en presencia de los testigos, que juró ser lo mismo que
dicho capitán le decía y me pidió se lo diese por fe y las copias que necesitase.

Testigos: Antonio del Castillo, Agustín Moreno y Francisco de Palenzuela, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Lorenzo José Hernández Millares. Legajo: 1.695, fols. 672 v. - 673 r.

-15-
Robo de barco
Las Palmas, 11 de enero de 1770

En la ciudad de Canaria a onse de henero de mil septecientos y setenta años. Ante mí el scrivano
público y testigos ynfrascritos pareció, personalmente, estando en las casas de su havitación, don
Patricio Hays y Shanahan, natural de Waterfort, de Yrlanda, vecino de esta dicha ciudad, y
capitán de su bergantín ynglés nombrado El General Lópes Fernándes de Eredia, a quien doy fee
conosco. Y dixo que protextava y protextó una, dos, tres veses y las demás que por derecho
pueda y deva contra Culberto Berkley, piloto de dicho bergantín, y demás perzonas contra quien
hubiere lugar por derecho sobre haver huido y héchose a la vela con dicha su enbarcación el día
de oy, juebes, a las quatro de la tarde del puerto prinsipal de La Luz, de esta explicada ysla, donde
se hallava surta para haser viaxe, con el favor de Dios, a el puerto de Cádiz, donde era el destino
que tenía el otorgante, sin su consentimiento ni las correspondientes licencias, sobre los daños
percibidos y perjuicios que le pueden sobre venir y a su cargazón y demás intereses, demoras,

80 Pedro C. Quintana Andrés


con todo lo a ello anexo. Lo que nuebamente protexta contra el dicho piloto y demás perzonas
que aya lugar, una, dos y tres veses y las demás que por derecho puede y debe, los daños y
perjuicios que, como deja protextados, se le siguiesen y pueda ocacionar a su perzona por dicha
rrazón. Lo que protexta para que corra todo de quenta y cargo de dicho piloto y demás que
hubiere lugar por derecho. Y de como hasía las protextas que deja relacionada y buelve a repetir
de nuebo, me pidió a mí, el scrivano, se los diese por fee y a los presentes le fuesen testigos, la
qual protexta executó este dicho día a oras de las seis de la tarde.

Testigos: Don Pedro Dionisio Mackintosh, médico revalidado de la ciudad; José Domingo
García de Aguilar; y Domingo Antonio García de Aguilar, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Cristóbal de Luque y Cabrera. Legajo: 1.760, fol. 1 r. - v.

-16-
Acuerdo para establecer una
compañía de barquillos del tráfico
Guía, 9 de julio de 1771

Sépace por esta carta como yo, el capitán de mar Juan Rodrígues Gutiérres, de la una parte, y
de la otra Rafael Ríos; de la otra Christhóval Rodrígues Gutiérres; de la otra Juan Antonio
Ríos; y de la otra Juan de Miranda Domíngues, maestres y dueños de los barquillos del tráfico
de esta yslas nombrados Nuestra Señora del Pino, Nuestra Señora de la Concepción, San Joséph, San
Phelipe y Santhiago, y vecinos que somos de la villa de Gáldar. Decimos que por quanto
estamos de conformidad de acentar compañía entre nos de los fletamentos y ganancias de
dichos barquillos y que esté a cargo de mí, el dicho capitán de mar Juan Rodrígues Gutiérres,
para que se ponga en execución y en todo tiempo haya la quieta y rasón que conviene.
Queremos hacer escriptura y haviéndolo conferido dibersas veces, y tratado las dificultades
que se nos pueden ofrecer, habemos tomado deliberado acuerdo y resolución. Y como
personas expertas en esta materia y que la havemos manejado y cuando de dicha compañía
extra contrato público, siendo ciertos y sabedores de nuestro derecho y del que en este caso
nos pertenece, otorgamos y conocemos por esta carta, que en la forma que mejor haya lugar
formamos entrenos la dicha compañía en la forma (tachado) manera siguiente:
Que yo, el dicho capitán de mar, haya de ser obligado a tomar quenta y rasón a los
maestres de tierra y mar de cada uno de los barquillos dichos al retorno de cada viage que
hicieran redondo, apuntando en un libro, que e de tener precisamente para eso, el dinero que
quedare libre de cada dicho viage. Para que, llegando el caso de finalisarce la safra, que se
cumplirá al fin de seis meses, para el de diziembre cumplido, y la otra, cómputo del año, por
fin del mes de julio, les tome quantas con entero pago, en virtud de las anotaciones que
tubiere en dicho libro, de las que me hubieren dado de cada viage en particular.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 81
Iten, que he de ser obligado a disponer los viages y mandar a los maestres de mar con sus nominados
barquillos a cada uno de por cí, donde le tocase, según qué alternatiba, suerte. E de disponer dichos
viages, séace a la ysla o puerto que fuere, sin que ninguno sea ossado a contrabenir en ello.
Iten, que llegado el caco de faltar alguno o algunos de los maestres de tierra actuales de los
predichos barquillos, sea yo obligado a poner el maestre o maestres que faltaren por ser,
como a de ser obligado, a suplir, fenecida que sea cada safra, lo que cada uno de dichos
maestres de tierra dicipase o faltase a entregar el día de las quentas generales de cada safra.
Por cuia pención y trabajo se me señala de utilidad soldada y media.
Iten, que en cada viage que hicieren los nominados barquillos a qualesquiera de los puertos
de estas yslas, pueda el maestre de mar de cada uno de ellos gastar dos de plata cada día de los
que demorase en el puerto en pescado u otro efecto, para que la tripulación tome el gofio o
pan que hubiese llevado para su manutención. Y si dichos maestres de mar gastasen más de
lo señalado, se les cargará a su soldada el dicho día de las quentas. Y si yendo a qualquiera
viage saliere uno para fuera de Canaria y Tenerife, pueda el maestre de mar comprar de
compañía el gofio o pan para la tripulación, y luego de llegados al puerto donde fuere su
destino, gastar dichos dos de plata en lo que y la manera que va referido.
Iten, que si alguno o algunos de nos determinare vender alguno de dichos barquillos o
parte de ellos a otra persona, aya de ser con el cargo y pención de esta compañía y sus
condiciones. Y lo que en contrario se hiciere no valga.
Iten, que si llegase el caso de fabricar algún barquillo por pérdida de los nominados o por
el caso que pueda acontecer, a de ser bajo la contrata de compañía y condiciones que ban
expresadas en esta escritura.
Iten, que no se pueda entrar en cada barquillo más de ocho hombres y un muchacho en
cada uno. Y éstos an de ser idóneos y bien quistos.
Y en la manera que va explicada y acentada esta compañía nos obligamos a concervarla y
no nos apartaremos de ella por ninguna causa ni razón que haya, aunque alguno de nos la
tenga lexítima y de derecho, ni nos opondremos ni la cotradiremos en tiempo alguno. Y si, de
hecho, alguno de nos lo hiciese, no ha de ser oydo en juicio sobre ello, antes ser desechado de
él por no parte y como quien intenta acción que no le pertenece.Y que, por el mismo caso,
sea visto haver aprobado y revalidado esta escritura con todas las fuerzas y solemnidades de
derecho necessarias y, desde luego, para entonces lo hacemos y otorgamos añadiendo fuerza
a fuerza y contrato a contrato. Y assí lo guardaremos, cumpliremos y executaremos en todo y
por todo, y para que más nos perjudique la havemos de nuevo por repetida, segunda ves en
esta cláusula y nos imponemos por pena combencional sinquenta ducados, que ha de pagar la
parte que la contradixere o reclamare en todo o en parte, la mitad para la Real Cámara y la
otra mitad para los demás compañeros que, obedientes fueren. Que se ha de executar todas
las vezes que se contraviniere a ella.

Testigos: Miguel Álvarez de Oramas, vecino de Gáldar; Francisco Roque, vecino de Moya; y
Bartolomé de Miranda, vecino Guía
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Juan Ruiz de Medina. Legajo: 2.416, fols. 270 r. - 272 v.

82 Pedro C. Quintana Andrés


-17-
Carenado de nave
Las Palmas, 24 de mayo de 1771

En la ciudad de Canaria a veinte y quatro de mayo de mil septesientos setenta y un años. A


esta hora, que será las onze menos quarto de este día, por ante mí el escrivano público y
testigos infraescritos, pareció presente don Balthazar Sanahan, vesino de esta ciudad y natural
del reyno de Yrlanda y visecónsul, de la nación ynglesa en esta ysla, a quien doi fee conosco.
Y con él venía un hombre que me expresó el dicho don Baltthazar ser el capitán de la
valandra ynglesa nombrada La Elena de Ramsgate, que aportó al puerto de La Luz, principal de
esta ysla, a las seis de la mañana de este día, llamado Thomas Curling. Y en ydioma ynglés le
hazía varias preguntas a este último, el referido don Balthazar quien expresó le decía haver
salido de Dublín y Dumgarban, puertos del reyno de Yrlanda, con cargazón y destino a el de
la ysla de La Palma y más puertos de estas yslas. Que reconociendo haver hecho agua la citada
valandra, la descargó a su llegada en el referido puerto de La Palma, que fue el diez y siete de
abril próximo pasado, a las seis de la tarde. Y procuró ver cómo cogerla, habiéndosele dado
lado. Y, en efecto, se remedió algún tanto, de suerte que no hazía el agua que antes, bien que
por la cituación de aquel puerto no fue posible hazer la inspección necesaria que manifestase
el estado de dicha embarcasión, pero con todo, no dexó de conocerse la necesidad de haverse
de carenar para poder seguir sus destinos, hasta regresar al norte. Y en la cierta inteligencia de
no tener dicho puerto de La Palma proporción para la carena y ser a propósito y el más
cercano el de esta ysla y paraje que llaman la Resife, después de vuelta a cargar dicha valandra
en La Palma salió de aquel puerto el diez y ocho del corriente. Y por los malos tiempos gastó
en llegar a este de La Luz hasta oi día de la fecha, haviendo experimentado continuar la
embarcasión haziendo agua, sin ser capaz de remediarla el trabajo y cuidado de la gente de su
tripulación. Y que en tales términos se hazido forzoso descargarla para poner por obra la
carena. En cuia atención y la de que sean ocasionado y ocasionarán por las demoras
expressadas y las más que se causarán hasta el caso de ponerse dicha embarcasión capaz de
navegar, crecidos costos, desde luego protextaba y protextó una, dos, tres vezes y las más que
por derecho puede y debe contra el mar y los vientos, expecialmente contra los aseguradores
de la citada embarcasión y más que haya lugar todos los daños y perjuicios que puedan
haverse ocasionado y se ocasionen a sus cargamentos y embarcasión para que en ningún
tempo sean de quenta y cargo del referido capitán Thomas Curling.

Testigos: Gregorio Cabrera, Sebastián de Quintana y José Leandro, vecinos de Gran Canaria.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Lorenzo José Hernández Millares. Legajo: 1.697, fols. 281 v. - 283 r.

· Ese mismo día comparecía con el citado capitán don Tomás Cullen, vecino de La Palma, manifestando
haber fletado el barco su hijo Domingo Cullen en Dublín. Manifestaba la necesidad de contratar otra
embarcación para navegar los productos y protestaba por la dilatación del viaje.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 83
-18-
Incautación de barco
Las Palmas, 26 de febrero de 1773

En la ciudad de Canaria a veinte y seis de febrero de mil septesientos setenta y tres años. Ante
mí, el escrivano público y testigos infraescritos, pareció presente don Juan Moore, de nación
yrlandés, en la ciudad de Cork, a quien doi fe dixo ser el contenido. Y que siendo, como es,
dueño de la goleta nombrada La Aurora, que condujo ha tiempo, de un año poco más o
menos, del puerto de La Carolina a el de La Cruz de la Orotava, con pabellón de la Gran
Bretaña, con deliverado ánimo de establecerse en estas yslas navegando dicha embarcacción
con vandera española. Y haviéndosele proporcionado el que el capitán don Gazpar de
Franchi, vezino del mismo Puerto de la Cruz, se la fletase pagándole a rasón de quinze reales
por cada tonelada mensualmente y, más de esto, por cada mes al dicho Moore treinta pesos y
sus gastos en tierra. Y su tripulación que se compone de siete personas, que vienen a ser el
piloto, que gana veinte pesos, también por cada mes; maestre; el otorgante; y quatro
marineros. En cuia virtud salió con dicha embarcación del mismo Puerto de la Orotava a el
de Santa Cruz, y en éste se embarcó en ella el insignuado don Gazpar para esta ysla y la de
Fuerte Ventura, hallándose actualmente en ésta. Y dicha embarcación surta y anclada en el
puerto principal de La Luz. Y ha llegado a su noticia havérsele mandado embargar a instancia
de los capitanes don Pedro Dionisio Machintos y don Joséph Hipólito Berdugo y Alviturría,
por créditos que parece tienen contra el citado don Gazpar de Franchi. Por cuia causa en el
día de ayer le han extrahido de dicha embarcación su velame, en todo reputándola por bienes
del nominado don Gaspar, en lo que se le causa un notorio perjuizio, Y siendo le preciso
poner en tiempo el devido remedio. En aquella vía y forma que el derecho le permita,
protexta una, dos, tres y las más vezes que haia lugar los daños y perjuizios y menoscabos que
le sobrevengan contra el mismo don Gazpar de Franchi, don Pedro Machintos, don Joséph
Berdugo y demás contra quienes haia lugar.

Testigos: Sebastián de Quintana, Pedro Navarro y Nicolás del Castillo, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio Miguel del Castillo. Legajo: 1.836, fols. 1 v. -2 r.

El 28 de mayo seguía el barco en la rada de La Luz, protestando el citado Moore por retenérsele bajo
pena de 500 ducados si no cumplía la orden de estancia.

84 Pedro C. Quintana Andrés


-19-
Contrato de marinería
Las Palmas, 27 de abril de 1773

Sépase como nos, Manuel Gutiérres, Sebastián de Santa Anna, Miguel Villanueva y Juan
Batista, marineros y vezinos de esta ciudad, decimos que por quanto se halla próximo, con el
favor de Dios, a hazer viaje con su bergantín, nombrado Nuestra Señora de la Concepción, alias El
Garino, que se halla surto y anclado en el puerto principal de esta marina, don Juan Zaballos,
su dueño, capitán y maestre, para los puertos de Cabo―Verde y San Eustacio, nos hemos
convenido y ajustado con el susodicho a ir sirviendo en dicho su bergantín de marineros, vajo
los tratados, condiciones y circunstancias siguientes:
La primera, que somos obligados, y con efecto desde ahora nos obligamos, mediante la
disposición del Altísimo, a llebar y retornar el insinuado bergantín, como tales marineros, a los
relacionados puertos. Y en caso que dicho don Juan Zaballos obtenga las correspondientes
licencias para navegar con su bergantín a puertos españoles de la América, somos obligados,
igualmente, a executarlo, sin poder, por ningún pretexto, causa, rasón, ni motibo dejar de hacerlo.
La segunda, que habrá de ser y es de nuestra obligación, y sin que podamos poner ningún
reparo, a cargar y descargar todos los efectos de lícito comercio que se conduxeren en dicho
bergantín, con su lancha, tanto en este puerto quanto en los demás donde hubiere de aportar.
La tercera, que de la misma suerte habrá de ser de nuestra obligación que siempre y quando
llegásemos a dar fondo en dichos puertos donde se destinare dicho bergantín, hallándose en
tierra el insinuado su capitán y habiendo de pasar a ella nosotros, habrá de ser forsoso e
indispensable el que antes de conducirnos a su bordo, hayamos de dar parte de ello al susodicho
y executar en todo las órdenes que nos comunicase, sin el mínimo reparo ni contradición.
La quarta, que en la propria conformidad quedamos y es nuestro cargo el que estando el ya
citado bergantín en los puertos donde hubiere de llegar, haya o no buen tiempo y mar sereno,
el haser guardia a su bordo, siempre y quando se nos mande, sin oponer a ello reparo alguno.
La quinta, que en caso de que por el dicho don Juan Zaballos se tenga por combeniente
tomar otra embarcación y ponerla en el lugar de la que ahora lleba, es y habrá de ser de
nuestra obligación retornar en ella hasta ponerla en este puerto, de donde está para salir.
La sexta, que los tres primeros vamos ganando mensualmente seis pesos y el último, quatro, de
a ocho reales plata cada uno, desde el día en que se verificare la salida de dicho bergantín de este
puerto para los de su destino. Pagaderos desde la salida de este dicho puerto hasta que se verifique
la última desde donde acabare de cargar dirigido a éste, moneda provincial de América. Y desde la
salida del último puerto hasta que se les despida por dicho capitán u otro que en su lugar pueda
recaer, se entiende la satizfacción de dichas cantidades mensuales, moneda corriente de Europa,
sin que en ello pueda haver ni podamos pretender sea la contribución de mayor porción.
La séptima, que en caso de hacer el biaje a los expressados puertos españoles, será de
obligasión de el capitán, vencidos que sean dos meses de salario de dichos marineros, el pagarnos

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 85
el importe de uno, quedando en su poder lo demás para satizfacérnoslo al tiempo de su regresso y
se nos despida de dicho bergantín en esta ysla. Y en caso de que dicho viaje sea para puertos
extrageros, por ningún pretexto podemos obligar a dicho capitán a que nos haya de pagar en
quenta de dicho nuestro salario cosa alguna hasta el referido regreso, que es quando habrá de
cumplir con dicha satizfacción, vajo las qualidades y condiciones que aquí van explanadas.
Con cuyas condiciones nos obligamos a llebar y traer dicho bergantín y, en caso que por
algún acontecimiento culpable nos hubiésemos de quedar en tierra y no seguir la navegación, ya
sea a la ida o a la buelta, pueda el dicho capitán apremiarnos a que nos hayamos de embarcar y
cumplir con lo que nos toca. Y siempre y quando así no lo executemos todos o alguno de
nosotros, se pueda concertar y ajustar con otros qualesquiera marineros que sirvan nuestras
plazas. Y por lo que más le costare del precio en que vamos ajustados y por qualesquiera otra
cantidad que en quenta nos hubiese dado y constare de sus libros y el simple juramento en que le
deferimos, se nos pueda executar en nuestras personas y bienes a satizfacción y cumplimiento.
Y, del mismo modo, por lo que importaren los daños y perjuicios que se le ocasionaren por el
mero hecho de resistirnos o qualquiera de nosotros a ir y bolver en dicho su bergantín por los
señores jueces y justicias donde hubiese de acaeser dichos acontecimientos.

Testigos: Don Ignacio José Sardo, Pedro Miguel Navarro y don Marcos Ojeda y Naranjo,
vecinos los dos primeros de Las Palmas y el último de Telde.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio Miguel del Castillo. Legajo: 1.836, fols. 113 r. - 116 r.

-20-

Tormenta y pérdida de parte de la carga


Las Palmas, 29 de octubre de 1774

En la ciudad de Canaria a veinte y nuebe de octubre de mil setesientos setenta y quatro años,
a esta hora de las quatro de la tarde deste dicho día, pareció ante mí el escrivano público y
testigos ymfraescritos don Estevan White, vesino desta ciudad, natural de Yslanda (sic),
vicecónsul de la nación británica y vesino desta ciudad, y dos hombre que le acompañavan,
que el dicho don Estevan. Dixo llamarse el uno don Estevan Haris, capitán de su barco, y el
otro Guillermo Din, su piloto, vesinos de Guatefor, reyno de Yslandia (sic). Que aportaron a
este puerto de La Luz, principal desta ysla y dio fondo a la una del día con su barco llamado
Pinguin, viniendo de Guatefor, reyno de dicha Yslandia (sic), de donde salieron en dies y seis
de septiembre próximo, en derechura con carga para la de Thenerife y me hizieron presente
por medio de dicho don Estevan Whit (sic) querían hazer su protexta por medio de éste, su
intérpete (sic), porque, según expresó, no hablaba el castellano sino su lengua ynglesa, en cuio
idioma se explicaron con el referido intérpete (sic), quien me hiva haciendo relasión de lo que
expresavan dicho capitán y piloto. Y es lo siguiente: que salieron de dicha ciudad de Guatefor,

86 Pedro C. Quintana Andrés


el expresado día dies y seis de septiembre, poniéndoseles el viento immediatamente a el norte
y destinados para dicha ysla de Thenerife, haziendo mucha agua por havérsele afloxado una
tabla de dicho varco en veinte y uno del mismo mes, teniendo todos los hombres a la bomba
continuamente, de forma que fueron obligados a ponerse a la capa, debajo del tercio rizo
porque la mar les pasaba de una parte a otra. Y duró assí hasta el veinte y quatro de dicho
mes, que el tiempo estava algo más mejorado, que pudieron abrir el escotillón y hechar a la
mar veinte y dos barriles de arenques en la altitud quarenta y sinco y trese, en longitud dies y
dies y siete. Y al veinte y sinco tubieron una fuerte trinquera, la que les obligó, segunda vez,
ponerse a la capa abajo del tercio rizo. El veinte y siete de dicho, hallándose el tiempo algo
más moderado se pucieron a la vela. Y el día treinta tubieron una borrasca muy fuerte que les
obligó tercera vez ponerse a la capa hasta el día cinco de octubre, que serenada, volviéndose a
poner a la vela, prosiguieron su biaje hasta que arrivaron a este puerto de Gran Canaria. El
viento de norueste y terrible mar del norte, y este día hizieron fuerza de vela para esta ysla de
Gran Canaria para coger el agua que hazía dicho barco a babor, debajo de las cadenas, de
forma que en media hora hazía dose pulgadas de agua. Todo lo qual expresó dicho Esteban
Whit (sic) ser copiado del jornal del capitán, que tenía presente, y haver jurado los subsodichos
por Dios y la cruz como cathólicos, apostólicos romanos que expresaron por medio del
expresado yntérpete (sic). Y que protestavan y protestaron contra el mar y vientos este
assidente y contra lo que podían y devían protextar por derecho para que no les parase
perjuicio qualesquiera vería que de lo relacionado pudiera haverse causado a la cargazón,
además de los veinte y dos varriles de arenques que se botaron al agua y assí protestavan.

Testigos: Ambrosio Gil de Betancurt, Domingo García de Aguilar y Juan Monzón, alguacil
real, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Carlos Vázquez Figueroa. Legajo: 1.775, fols. 390 v. - 392 v.

-21-
Contrato de flete para Madeira
y Santa Cruz de Tenerife
Arrecife, 18 de marzo de 1779

Sépase por este público ynstrumento de contrata vieren como nos, don Nicolás Juan Freitas,
natural de la ysla de la Madera y recidente en este puerto principal de la Arrecife, en Lanzarote; y
Miguel Ruis, que lo es de la ysla de Canaria, residente en este dicho puerto, maestro de su
bergantín nombrado Nuestra Señora de la Concepción, surto en él. Ambos, juntos de mancomún, a
vos de uno y cada uno de por sí y por el todo in solidum, renunciado, como renunciamos las
leies de la mancomunidad, divición y escurción de las autténticas y demás de este caso, decimos
que, por quanto emos contratado el fletar dicho vergantín español, ia nombrado, del que, como

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 87
queda dicho, soy maestro io, el dicho Miguel Ruis, desde esta ysla a la ia dicha de la Madera y su
retorno a el puerto de Santa Crus de Tenerife, vajo ciertas condiciones que aquí irán declaradas
para su inteligencia. Y teniendo, como lo tenemos, a vien en la forma que mejor haia lugar en
derecho, otorgamos este ynstrumento de contrata vajo las condiciones siguientes:
Primera: Que por el flete de el citado viage que queda dicho, desde esta ysla a la Madera y su
retorno a el de Santa Crus de Tenerife, queda combenido y establecido entre nos, los otorgantes,
en la cantidad de trescientos pesos, de a ocho reales de plata cada peso, libres de licencias, vicitas,
anclages, ni otro costo alguno de los que en los puertos se requiera, pues todo el que se ofreciere
a de ser de cargo de mí, el dicho don Nicolás Juan, fletador, como los costos de descargar dicho
varco en la ysla de la Madera, cargarle en él y descargarle en el ia dicho puerto de Santa Crus.
Pues io, el dicho Miguel Ruis, con la compaña y jente de mi varco sólo soy obligado a hacer todo
aquello que a su vordo me competa y deba hacer para cargar y descargar.
Segunda: Que los dichos trecientos pesos me ha de dar y entregar el dicho don Juan de Freitas
a mí, dicho maestro, ciento y sinquenta, de la misma moneda de a ocho reales de plata peso, en la
dicha ysla de la Madera. Y los otros ciento y sinquenta llegados que seamos a dicho puerto de
Santa Crus de Tenerife y entregada su cargasón, en lo que estoy combenido io el dicho fletador.
Tercera: Que io, el dicho maestre deberé recebir el vordo de mi bergantín en esta ysla toda
la cargasón que me puciese a vordo el dicho don Nicolás, fletador, y que me sea posible
llebar, todo con licencias y sin que se verifique quebrantos a mi persona, varco y tripulación.
Y lo mismo haré y recibiré en la ysla de la Madera, obligado io y mi compaña a arrumar y
poner la cargasón en forma devida y sin que se le verifue (sic) quebranto por ese defecto de mi
obligación. Y si sobre cubierta quiciere dicho fletador poner alguna cargasón a de ser de su
quenta y rriesgo y a mi voluntad, para que siempre se verifique quedar dicho varco en estado
de hacer viage sin detrimento.
Quarta: Que en quanto a los vasos que embarcase a vordo de dicho mi varco el espresado
don Nicolás Juan, fletador, han de ser vien acondicionados y, en caso contrario, será de su
quenta y rriesgo las aberías que se verificaren. Y siendo por falta de arrumage serán de la mía,
en cuio caso se llamarán hombres facultattivos que lo determinen.
Quinta: Que llegado que sea dicho vergantín a la Madera deberán comensar a correr las
demoras (desde el día siguiente a su llegada) de treinta días útiles que concedo io, el dicho
maestro Miguel Ruis, para descargar los efectos que llebace y poner a vordo de mi bergantín
todos aquellos que me embarcace el dicho fletador. Después de lo qual deberé ponerme a la
vela (permitiéndolo el tiempo) para el referido puerto de Santa Cruz, en donde deberé
descargar y entregar toda la cargasón para quedar libre dicho mi vergantín del referido viage y
fletamento. Y pasados dichos treinta días útiles en que estamos combenidos y io e concedido,
me a de pagar por cada uno día que nece(s)ite demás de éstos dicho fletador, ocho pesos de
los mismos ocho de plata cada uno, así en dicha ysla de la Madera como en otros puertos en
donde nos dilatáremos en el viage por causa de dicho fletador.
Sesta: Que por lo que respecta a este puerto, me a de dar safo, cargado y prompto a poner
a la vela dicho fletador dentro de quatro días, que an de comensar a correr y contarse del día
de mañana en adelante. Y quando se demore algún día más (esetuando falta de tiempo) me
deberá pagar por cada un día seis pesos de la misma moneda.

88 Pedro C. Quintana Andrés


Séptima: Que por quanto puede haber algún contingente por defecto de dicho fletador
para la cargasón en dicha ysla de la Madera que se a de poner a vordo de dicho mi varco y,
por lo mismo, para el exibo de los trecientos pesos que se me an de dar, mitad en dicha ysla y
la otra mitad en dicho puerto de Santa Crus. Han de ser responsables en esta virtud toda la
cargasón que io llebace de esta ysla para aquélla y de ella a dicho puerto de Santa Crus, en
poca o mucha cantidad, de la que se me hubiere puesto a bordo en dicha ysla de la Madera o
el todo de la que de aquí condugere, como io en igual. Y a el mismo fin y cumplimiento de
esta contrata obligo a ella mi persona y vienes y dicho mi varco con sus peltrechos.
Otaba: Que el piloto que se nececita para emprender este viage será de quenta y cargo de
mí, el dicho don Nicolás Juan de Freitas, sin tener ni deber tener io, dicho maestro, costo
alguno en ello, ni en la manutención de los pasageros que embarcase dicho fletador de esta
ysla para la de la Madera, ni de ella para dicho puerto de Santa Crus. Que solo io, dicho
maestro, soy obligado a la manutención de la dicha mi jente de mi varco.
Nona: Que ambos, fletador y maestro, estamos convenidos el tocar en esta dicha ysla de
Lansarote al tiempo de hacer el viage de dicha ysla de la Madera para el puerto de Santa Crus,
pero con la condición que en el día que llegace a este puerto me a de dar vicitado y safo a mi
el dicho maestro el espresado don Nicolás, fletador, para proceguir mi destino a dicho puerto
de Santa Crus. Y con estas condiciones hacemos y zelebramos este ynstrumento que
cumpliremos a la letra ambos, fletador y maestro, en todas sus partes y sircuntancias y cada
uno por lo que así respecta, toca y pertenece sin contravenir su tenor y forma en manera
alguna respecto a que así lo hemos pactado y de común acuerdo resuelto.

Testigos: Don Luis de Betancourt Ayala, don José Antonio de Acosta y el sargento Leandro
Berriel, vecinos de Lanzarote.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio de la Cueva Zaldivar. Legajo: 2.852, fols. 51 r.- 53 v.

-22-
Grave tormenta y accidente
Las Palmas, 9 de febrero de 1780

En la ciudad Real de Las Palmas de esta ysla de Canaria, a nuebe de febrero de mill setesientos y
ochenta años, siendo como las ocho de la mañana. Ante mí el scrivano público y testigos
ynfrascriptos, pareció personalmente Thomas Tracy, natural de Yrlanda, capitán del vergantín
nombrado De Amigos, de vandera ynglesa―americana, surto en el puerto principal de La Luz, en
el que ancló en el día de ayer por la tarde. Y fue admitido después de aver sido visitado por la
Junta de Sanidad. Y hallándose presente Elías Guldo, piloto; Caron Stanfort, segundo piloto; y
Joseph Grim, contramaestre del citado vergantín. Por medio de Juan Francisco Bron, que sirvió
de yntérprete, vesino y con naturalesa en esta ciudad, en la visita de sanidad y aora lo es de este

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 89
público ynstrumento. Dixo, que por quanto el día (tachado) haviendo salido de Guadalupe con
destino a Nueva Berri con su vergantín cargado de melado, azúcar, y aguardiente, rom, con
tresse personas de tripulasión. Y el tres de enero entró una gran tormenta al susueste a las ocho
de la noche, y a las onze se pusieron a la capa, mientras los mares cresieron tan grandes que era
peligroso el mantenerse más. El cuatro de dicho mes, cresiendo más la tormenta, juntamente
con mares mui peligrosas que le obligó a alijar cuatro cañones a el agua, donde experimentó
mucho alivio. A las ocho de la noche recivió un golpe de mar de la banda de estrivor que llevó
todos los remos, vergas y masteleros de respecto, continuando hasta el seis de dicho mes. Y a las
dos de la madrugada ysó la vela mayor y velacho risado, el viento siempre a hueste. El siete de
dicho mes la tormenta, cresiendo más, obligó a correr el palo seco, estando siempre el comvés
lleno de agua, y duró hasta el domingo nueve. A las dos de la madrugada se puso a la capa y
viendo que no podía estar seguro, navegó con el pico de la vela mayor. A las ocho de la mañana
corrió donde el viento le dio lugar. Y el lunes, viendo que las prevensiones eran pocas,
empesaron a haser panes de biscocho y tocó a treinta galletas por casa uno. El mar, cesante el
viento un poco menos, pero el mar mui peligroso. A las seis de la tarde se puso a la capa, y el
miércoles isó la stayo mayor y a las ocho de la noche le obligó a correr en palo seco, ventando
una tormenta mui grande. El jueves trese corriendo sin poder ya con los palos, el viento y mar
tan grande. Y el viernes catorse, a las dies del día, entró un gran golpe de mar que llevó los
gallineros y el aguja de mar. A las dos de la madrugada entró otra que rompió todo el compañie
y llevó a el otorgante y dos hombres a medio de el comvés, recibiendo dicho otorgante un golpe
en una pierna, y es la ysquierda, mui grande que le dejó el hueso descubierto más de cinco
pulgadas, dejando al segundo piloto sin poder cumplir con su obligasión. Domingo dies y seis de
dicho mes, como el viento siempre se mantenía recio y contrario, determinó con los demás venir
a Thenerife, por yr los comestibles siempre a menos, y ventando siempre al hueste hasta
miércoles dies y nueve, que entrando un viento moderado al sudueste. Y se determinó vivir quasi
con nada por llegar a nuestra tierra. Y por lo que se hiso toda diligencia mientras el viento dio
lugar, que fue hasta el miércoles veinte y seis, a las dies de la mañana, el viento bolvió al hueste
con mares mui grandes, que le obligó de navegar en palo seco y siempre al hueste. Y los
comestibles siempre a menos, obligándole por la preservasión de sus vidas y del barco seguir su
curso a Thenerife, siendo el primer puerto de amparo que pudo alcanzarse. Domingo treinta de
enero viendo la ysla de Fayal y Pico, el viento siempre a el hueste y siempre a palo seco sin poder
ysar una pulgada hasta el sávado cinco del corriente, cuando en latitud treinta y uno, cinquenta y
dos al norte, y longitud de dies y nueve grados hueste, a las seis de la mañana, viendo la ysla de
La Madera, continuando siempre el viento a las Salvajes, y a las seis de la mañana vieron las
Salvajes, y desde allí siguieron para dicha ysla de Thenerife. Y a medio día, tomando la
observasión en latitud veinte y nueve, dose norte, nevegando hasta las seis de la tarde, que
viendo la tierra al sudueste diez o dose leguas de esta nabe. El martes se hiso por la tierra,
hallándola que era esta de Gran Canaria. Y no pudiendo sino era venir en tierra por faltar todos
los víveres y la cituasión de la pierna, que estava mui arriesgada, y toda la vodega trastornada con
el tiempo tan malo, que no podía aguantársela con seguridad, hasta que se ancló en este puerto
principal de La Lus. De cuyas tormentas, por lo que pueda aver experimentado quebrantos y
avería, tanto la embarcasión (además de los ynterferidos) quanto su cargasón hiso a su bordo, Y

90 Pedro C. Quintana Andrés


en todas ocasiones las protextas convenientes contra el mar y viento, y la de formalisarlas en el
primero puerto a que arribasen. Por tanto, por a que a llegado a éste y se alla en esta ciudad, en el
devido tiempo para los efectos que aya lugar, guarda de su derecho y que no le pare perjuicio
alguno, reiterando las dichas protestas las hase una, dos y tres veses y las demás que sean
faborables contra mar y viento para que los perjuicios conosidos, como los que resultaren a la
embarcasión y su cargasón no sean de su quenta y sí de quien huviere lugar.

Testigos: Ambrosio Betancurt, don Bartolomé Morales, capitán de mar y castellano de una de
las fortalezas de la ciudad, y don Andrés Cabrera, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Carlos Vázquez Figueroa. Legajo: 1.780, fols. 37 v. -39 v.

-23-
Huida de esclavo negro
Teguise, 13 de marzo de 1783

En la villa de Teguise del arcángel san Miguel, ysla de Lanzarote, a trese de marso de mil
setesientos ochenta y tres años. Ante mí, el escribano público y testigo ynfraescritos, paresió
presente don Antonio Thesseyda y Basconselos, capitán de la corveta portoguesa nominada el
Santísimo Sacramento, de nación portogués y residente en la ysla de Lansarote, en el puerto de la
Arrasife, de cuyo conosimiento doy fee. Y dijo que por quanto a el otorgante le presisa el seguir
su biaje de ésta para la ysla de Canaria y Santa Cruz y tener en esta ysla distintos asuntos en que
presisa su personalidad, como son el descubrimiento de un negro esclavo del otorgante que se
le a huido de su emvarcasión llamado Juaquín, en el día dies del que gobierna. Cuyo negro es
alto, con los portes de buen calafate, marinero y tocador de ynstrumentos. Y siendo de el caso
el dejar sujeto de toda fe e intigridad que pratique el todo de las diligencias que sean presisas, así
juiciales como estrajudiciales asta el persibo del espresado negro, otorga que da su poder
copioso y bastante, quanto por derecho se rrequiere, es nesesario, más y mejor deva baler al
señor don Josép Espinosa, ayudante mayor de ynfantería, con destino a la enseñansa de milisia
provinciales en esta ysla. Y en segunda a don Joséph Monfor y Final, vesinos anbos de esta ysla,
a anbos juntos y a cada uno ynsolidum generalmente, para que dicho señor ayudante mayor en
primeras y, a falta de éste, el espresado don José Monfor Final pueda practicar y pratique en
nombre del otorgante doas las diligencias que sean presicas al descubro del espresado negro,
persibiéndolo en caso de su descubro.

Testigos: José Barrera y Tomás de los Santos, vecinos de Lanzarote.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Luis García del Castillo. Legajo: 2.874, sin foliar.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 91
-24-
Barco cargado de municiones
afectado por fuertes vientos
Las Palmas, 3 de abril de 1785

En la ciudad de Canaria a tres del mes de abril de mil setesientos ochenta y cinco años. Ante
mí el escribano público y testigos infraescritos pareció presente don Todos los Santos Allain,
de nación francesa y capitán del navío nombrado La Bretaña, de dicha su nación, quien es
manifiesto, al que doi fe conosco ser el contenido, según me informé de don Claudio Castela,
de dicha nación, y otras personas. Y dijo que por quanto el otorgante con dicho su barco salió
del puerto de Cádiz el día dies y ocho de marzo próximo pasado, cargado de municiones de
guerra de quenta de su magestad (Dios le guarde) para el puerto y plaza de Santa Cruz, ysla de
Thenerife. Y hallándose el día treinta y uno de dicho mes sobre la ysla de Lanzarote, a las
sinco de la tarde, después de haber sufrido unos malos tiempos, dimanados de los varios
vientos que hubo muy resios y quedádose calmo, le sobrevino alborotarse el mar, con cuyos
golpes de las olas y, por traher el navío su cargazón tan pesada, se le rompieron los obenquez,
el tamburete del palo mayor y los masteleros. Por cuyo motivo y tener el viento contrario para
seguir su destino a dicho puerto de Santa Cruz, le a sido presiso arribar a este de La Luz,
dando fondo a las siete y media de la mañana deste día. En donde actualmente se halla surto y
fondeado, por lo qual protesta una, dos y tres veses y las más que por derecho puede y debe y
le son permitidas, no corran de su cuenta y cargo qualesquiera pérdidas, menoscabos o daños
que le pueda sobrevenir a dicha carga por el motivo de la referida arribada, sino de quenta del
mar y mal tiempo con dicho su barco a tenido y quebranto que a rresevido.

Testigos: Don Pedro Báez, don Claudio Castela y don Bartolomé Morales, capitán de mar,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.879, fols. 215 r. - 216 r.

-25-
Mala maniobra del práctico del puerto
Las Palmas, 19 de agosto de 1785

En la ciudad de Canaria, a diez y nuebe de agosto de mil setesientos ochenta y cinco años, ante
mí, el escribano público, y testigos infraescritos, pareció presente don Andrés Nozpolini, capitán
del bergantín español llamado El Jesús Nasareno, alias El Jicón, al que doi fe conosco ser el

92 Pedro C. Quintana Andrés


contenido. Y dijo que, haviendo salido en el día de ayer, diez y ocho del corriente, del puerto de
Santa Cruz, ysla de Thenerife, para éste de Canaria y de aquí seguir su destino al de Cádiz.
Entrando a su bordo un práctico para que lo condujese a este dicho puerto, al llegar a él, viendo
el otorgante que dicho barco estaba serca de tierra, reconvino a dicho práctico que mirase que el
barco se hallaba demasiadamente sercano a tierra, a lo que contestó no había que tener cuidado.
Y advirtiendo el otorgante el peligro en que se hallaba, dimanado del engaño de dicho práctico,
hizo arribar dicho barco y, al mismo instante, tocó con la popa y se llevó el timón. Por cuyo
inconveniente, no pudiendo maniobrar por la falta (tachado) como era menester, por la falta de
dicha piesa, baró en nuebe pies de agua, fondo de piedra tosca, a las sinco y media de la tarde
deste dicho día. Por lo que, immediatamente, pidió socorro y pasaron tres lanchas, en una de las
quales se perlongó un calabrote con ancla por la popa y virando el cabrestante se puso
prontamente a fleto (sic) y salvo de dicho peligro. Por cuyas razones protesta y debe, y le son
permitidas no corran de su cuenta y cargo qualesquiera pérdidas, menoscabos, daños y averías
que le puedan sobrevenir y resultar a dicho su barco y cargazón por el motivo de la referida
barada, sino de quenta del mar y relasionado acaesimiento, pues en caso nesesario lo podrán
manifestar en esta dicha conformidad el piloto y marineros del expresado su barco.

Testigos: Don Pedro Bergnevi, cónsul francés en Tenerife, capitán Francisco Calimano y el
subteniente Sebastián de Aguilar, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.879, fols. 377 r.- 378 r.

-26-
Nave y huracán
Las Palmas, 20 de noviembre de 1786

En Canaria a veinte de noviembre de mil setesientos ochenta y seis años, siendo las tres de la
tarde de este día, fondió en este puerto de La Luz una fragata con el palo mesana menos, y
hecho la vicita correspondiente, compareció ante mí el infraescrito escribano público don
Nicolás de la Rea, capitán, maestre y primer piloto de dicha fragata nombrada San Luciano, de
nación española. De cuyo conocimiento y de ver el mismo sugeto me aseguraron los testigos
infraescritos, a quienes doy fe conosco. Y dijo que por quanto haviendo salido de la ciudad de La
Havana con dicha su fragata el día veinte y nueve de agosto con destino y registro para
Montevideo, a las dose del día del veinte y dos de septiembre, reselándose de los efectos del
equinosio, a fin de hirse preparando lo mejor que fuere posible en caso de que lo
experimentasen, según lo hiva demostrando, quedó con las maiores y gavia sobre todos los rizos,
con viento leste frescachón, mar alterada. A la una se cargó el velacho, el que se aferró a las
quatro y lo mismo la gavia, a cuia ora se echaron avajo los masteleros de juanete. A las quatro y
media se cargó el trinquete y se le tomó su riso a las cinco, por hirse aumentando mar y viento.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 93
Se echaron avajo la verga seca y de sobremesana. Anocheció, cielos y orisontes muy cargados
por toda circunferencia y de mala apariencia. A las siete y media se cargó la maior, por causa de
un fuerte chubasco, la que se risó y aferró por esta razón. Desde esta ora hasta las quatro de la
mañana siguiente, día veinte y tres, pasaron la noche con un fuerte viento y recias fugadas por el
leste, de modo que de una ora a otra hivan esperimentando les cargava el tiempo. A las quatro y
media de la misma les faltó la caña del timón de fierro, en la cámara vaja, se vino el buque por
avante, y quedó sin hacer cabeza. Luego se puso en la cámara alta, la de respecto, y faltó a las
cinco, quedando el trinquete en facha y no siendo fácil el largar la amura y contramura, escota y
contraescota, se picaron para asegurar el trinquetilla, se la llevó el viento. El velacho, estando
aferrado, con la fuerza del mar y viento, le suspendió hasta reclamar en su mastelero, faltándoles
la cruz que se desaferró por esta parte y se la llevó el viento, siendo que el viento estava uracán
variable del leste hasta el norueste y estar el buque atravezado, metido medio combés vajo el
agua, tocando los penoles de las vergas maiores encontradas y atravesado sin poder haser cabeza
con las dos cañas que se compucieron en las cámaras alta y vaja. Y correr bastante riesgo por
tener mucha agua en la bodega, cuyo número de pulgadas no se pudo saver por los golpes de
mar que continuamente permanecían sobre cubierta. Determinó a la madrugada picar el palo
mesana, lo que efectivamente se executó y se fue a la mar con su mastelero, burro de mesana, su
vela en él y toda la jarcia y maniobra correspondiente a él. Y para safarlo se picaron las brazas de
gavia. Concluida, cuia maniobra inmediatamente hizo el barco cabeza. En toda esta maniobra o
faena, un golpe de mar nos sacó el ancla maior y quedó colgada del costado, que fue precizo
picarla porque no les desfondase el buque, y se enrredó con la drisa del foque, que también se la
llevó con otros varios cabos de maniobra. También, para dar algún alibio al buque, echaron al
agua dos cañones de a quatro, con sus cureñas, que se hallavan a sotavento, El viento se llevó
dos gallineros y otro se hizo pedazos a la cahída el palo mesana, todos ellos llenos de aves, sobre
la cubierta, se hahogaron algunos animales y algunos otros vivos se los llevó la mar. Como
también el mastelero de velacho con su berga de respecto, palos de bote y lancha, bergas de alas,
barras de cabrestante, botabara de mesana, una percha y otras varias menudencias, con la bomba
de plomo de proa. Salieron de La Havana con seis compases, de los cuales quedamos con uno
solo de mediano servicio, quedando los demás inutilizados. Desde el amanecer de dicho día
veinte y tres, hasta las dose del mismo, fue precizo estar continuamente dando a las dos bombas,
que llamasen hasta la última ora, sin embargo de estar el buque estanco, quedando del mismo
modo después del tiempo, exeptuando algunas goteras de trancaniles y roda de proa. La
continua agua de ensima de cubierta y la que entró por el sobrecielo de la cámara vaja
ocacionaron mucha avería en la maior parte de los víveres. El día veinte y dos de septiembre se
hallava en la latitud de treinta y quatro grados y veinte y siete minutos norte y en la longitud de
trescientos diez y quarenta y uno del meridiano de Tenerife. El veinte y tres en la latitud treinta y
cinco, con siete y en la longitud de trescientos y diez y quarenta y dos del mismo meridiano.
Todo lo qual expresó vajo de juramento y que protestava y protestó contra el mar y viento este
accidente y contra lo que podía y devía protestar y por derecho le competía una, dos y tres vezes.

Testigos: Don Juan Macías, Juan Placeres y Miguel Hernández, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Carlos Vázquez Figueroa. Legajo: 1.786, fols. 534 v. - 536 v.

94 Pedro C. Quintana Andrés


-27-
Hundimiento navío francés
Las Palmas, 23 de marzo de 1787

En Canaria, a veinte y tres de marzo de mil setesientos ochenta y siete años, ante mí el ynfrascrito
escribano público y testigos, parecieron presentes don Maturino de la Page Lamote, teniente
capitán; don Gabriel Alexandro Viclet, primero teniente; don Luis Gabouret, segundo teniente;
don Francisco de la Bruere, primero cirujano; don Pedro Mesnard, capitán de vandera; don
Godofre Gros, segundo cirujano, oficiales del vergantín nombrado El Nomade, de vandera
francesa, que naufragó en este puerto de La Lus. De cuio conosimiento y de ser los mismos
suxetos me aseguró don Juan Labiels, vecino de esta ciudad, de nación francés, como los
antecendentes, a quien doy fee conosco. Y por su medio, por no hablar ni entender la lengua
española, dixeron de mancomún e ynsolidum que dan y otorgan (por hallarse de próximo a
restituirse al puerto de Rochefort, de donde havían salido con destino para la ysla de Francia en
las Indias, en el bergantín beneciano nombrado El Tritón, su capitán Lorenso Sanchí) todo su
poder copioso y bastante, el que derecho se rrequiere y es nesesario, más y mexor pueda y deba
valer a don Pedro Letorcet, capitán, que asimismo dicho yntérpetre dixo llamarse, del expresado
bergantín que queda en esta ysla, generalmente, para que a nombre de los referidos pueda haser y
haga todos y qualesquiera diligencias correspondientes y arregladas a órdenes que de dexan
comunicadas, ynformaciones, seguimientos de qualesquiera litigios, transiguiéndolos y todo
género de prueba, hasiendo pedimentos, requerimientos, protestas, testigos y demás, recusando
jueses, escribanos, notarios y otros ministros de quienes tengan sospecha, jurando las
recusaciones y apartándose de ellas quando combenga, oyendo autos y sentencias, ynterlocutorios
y difinitivas, consintiendo las favorables y de las en contrario apelando.

Testigos: Claudio de Vega, don Juan de Cala y Ambrosio Rodríguez, vecinos Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Carlos Vázquez Figueroa. Legajo: 1.787, fols. 34 r. - 35 v.

-28-
Fragata portuguesa con destino a Bahía
Las Palmas, 21 de diciembre de 1788

En la ciudad de Canaria, a veinte y uno de diziembre de mi setesientos ochenta y ocho años, ante
mí, el escribano público, y testigos infraescritos pareció presente a esta hora, que serán las siete y
media de la tarde, don Francisco Cayetano de Acunha, caballero profeso, que dixo ser, del Orden
de Christo, en el reyno de Portugal, dueño y capitán de la fragata nombraba El Grande Condestable de

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 95
Portugal, que acaba de dar fondo en el puerto de La Luz desta ysla. Y dixo que habiendo salido de
Lisboa, de dicho reyno de Portugal, con su fragata ya nombrada en el día veinte de nobiembre
próximo pasado deste corriente año, para la ciudad de la Baía, del Brasil, con vientos faborables,
aunque cortos, acaesió al quarto, quinto y sexto día, siguiendo con los propios vientos, el ponerse
la mar tan braba que era irresistibles los golpes de las olas que de una a otra parte les acometía,
valanseando fuertemente dicha fragata, en tal conformidad que puso en consterlación a todos
intimidando los ánimos de los marineros, pasajeros y tropa que consigo lleban. De cuyo fracaso no
experimentaron más perjuicio que el habérseles rebentado las ostagas del velacho y gabia, que
remediaron prontamente remendando la primera y poniendo en la segunda un cabo nuevo. Pero
al séptimo día de la referida nabegación, que se contaron veinte y seis de nobiembre, hallándose en
la altura, según el cárculo de los dos pilotos que gobiernan dicho bajel, de latitud de treinta y siete
grados y veinte y seis minutos; y de longitud de cinco grados y cinquenta minutos al meridiano de
la ysla del Hierro, que son cinquenta leguas a la mar del Cabo de Roca, en el quadrante del
subdueste, se acalmó el viento quasi del todo y puso el navío sin gobierno, aumentándose los
mares con mucha más elevación, de modo que crusando unas olas con otras, por diversos rumbos
contrarios, chocando los más fuertes de la parte del norueste, hazían dar a la fragata unos valanses
tan desconformes que se unían las vergas de ambos bordos con el mar. De cuyas resultas se
desencajaron el fogón, gallinero, cajón de botica y horno, que todo venía muy seguro en su
competente lugar, y, corriendo de uno y otro lado, sin poderlos atajar, dieron tan fuertes golpes
que abrieron dicha fragata por los trancaniles. Y empesó a entrar agua por las portas de los
cañones, siguiendo más y más la tormenta, de modo que cada instante paresía se sumergía debajo
del mar, por ver que ésta entraba por una y otra borda, recibiendo así por arriba como por abajo
mucha cantidad de agua. Y en medio de esta confución y tan gran conflito, siendo las nuebe del
día, se le rebentó el mastelero del belacho, quedando éste colgado, aparte de buen bordo, traendo
consigo la verga y paños correspondientes, con los baos del juanete, despedasando la cofa de la
gabia del palo del trinquete, el que procuraron prontamente asegurar, amarrándolo fuertemente en
el sepo de la ancla, para ver si acalmado la tormenta lo podían aprobechar. Pero al cabo de una
hora le acontesió igual ruina al mastelero del palo del medio, y a la una de la tarde rebentó el del
palo de mesana, viéndose en la presición de arrojarlos todos al mar, para desahogar dicha fragata,
sin haber aprobechado más que unas cortas piesas. Durando este tiempo hasta el día nuebe de su
salida, que se contaron veinte y ocho de dicho mes, en el que, sin embargo de la referida
confucción y fatiga en que se hallaban, pues hasta la mesa de guarnición del palo mayor les faltó
(tachado) hizo el otorgante la competente protesta contra el mar y viento ante el escribano y oficiales
de dicha nao. En este propio día, hallándose en treinta y siete grados y dose minutos de latitud; y
de quatro grados y dies y siete minutos de lonjitud al meridiano de la ysla del Hierro, setenta leguas
al mar del Cabo de Roca, y nabegando en este día y el antesedente con vientos suestes, tan sólo
con la sebadera y trinquete, con los mismos mares crusados y lebantados, dispusieron arribar. Y
haziendo consulta entre los pilotos y demás oficiales para salvar las vidas y carga, considerando la
distancia en que se hallaban y la imposibilidad de poder el barco hazer fuerza de bela, resolvieron
arribar al puerto de la ysla de La Madera, siempre que lo permitiese el tiempo, porque, sin embargo
de que traían a prebención, dos masteleros sobresalientes para el remedio de qualquier fracaso
igual, no podían, de ningún modo, aparejarlos por la tormenta del mar, ni menos volver para

96 Pedro C. Quintana Andrés


Lisboa, temiéndose los pilotos, como inteligentes, de que el navío no podía hazer fuerza de vela, ni
menos birar de bordo para libertarse del peligro de la tierra, en el caso de encontrar vientos de
trabesía en la costa, por hallarse solamente con la mesana, vela grande, trinquete, sebadera y paños
rastreros, sin otra seguranza que la vega del trinquete, grande, colgada por el amantillón a rosa.
Habiéndose compuesto éstas en la mejor forma que la nesesidad les permitió, dando motivo todo
a procurar el derrotero del camino para el sur, con cuya determinación, sin embargo de que la
gente, como imperita, viéndose en tal fatiga, aclamaban se siguiese el rumbo para Lisboa, se
endersó el rumbo para La Madera, con proa de leste hasta el día veinte y nuebe, a medio día, que
los motivos anteriores viraron de bordo del mar, siguiendo el camino expresado, faboresidos con
viento nordestes. Continuando los mares cresidos, que no impedían totalmente, asegurar el
velamen, en cuya conformidad permaneció el tiempo al siguiente día, aunque los mares más
alterosos, de modo que muchas de ella y con gran porción se entraban dentro de dicha
embarcacción. El día primero de diziembre nabegaron los rumbos desde hueste hasta quarto del
subdueste, por haverse mudado el viento al sur, el que ventó fresco con aguaseros y cielos
nublados. El día dos hasta la ocho de la mañana (tachado) nabegaron con el mismo rumbo y viento,
pero el día tres se pasó el viento al norueste, con tanta fortalesa, que traía consigo mayores
elebaciones de mar, en cuya conformidad nabegaron con proa desde sur hasta el subdueste, según
el viento daba lugar, escaseando unas ocaciones y alargando otras, con sólo el trinquete y vela
grande, sin sebadera porque el viento la había partido. Hasta el día cinco, del medio día, en el qual,
aunque el sol estaba poco patente, obserbaron los pilotos, y en cuyo acto se cayó un marinero al
agua, el que no pudieron salvar, sin embargo de haberse practicado las más activas diligencias,
según el tiempo lo permitía y según éstos manifestaron. Se hallaron con poca diferencia en altura
de treinta y dos grados y quarenta y quatro minutos de latitud; y dos grados y treinta minutos de
longitud. De cuya obserbación tomaron conosimiento los pilotos según así lo (tachado) declararon
ser imposible poder hazer la arribada al puerto de La Madera, tanto por el estado en que se hallaba
el barco, como por el temporal que estaban sufriendo con el que se veían presisadas las
embarcaciones que en dicho puerto se hallaran dadas fondo, a dejar las anclas y hecharse fuera de
él por no peligrar en dicho puerto. Y que sin embargo de que estaban serca de las yslas Canarias,
no eran de pareser el procurar alguna de éstas porque, contemplaban, acaesería lo mismo que en
dicho puerto de La Madera. Por lo que el otorgante llamó a todos los oficiales de proa y popa para
que, reflesionando, en la materia en que se hallaban, diesen su pareser. Y estando todos juntos
recapasitando lo más asertado para no peligrar, dixo el dispensero que se hallaba con bastimento
hasta setenta días, cuya propuesta se verificó ser sierta, por haberse mandado esaminar en dicho
acto. El condestable (tachado) el contramaestre expresó que tenía tres masteleros y velas
sobresalientes con cabos buenos para poder aparejar dicha nao en qualquier puerto. El carpintero
expuso que también pudiera remediar el daño causado con alguna madera de la misma fragata,
pero que faltaba herraje; y el calafatero manifestó que el nabío no hazía agua por el fondo, que por
los trancaniles, borda y portas de los cañones le entraba porción, pero que no era tan peligrosa. Y
por último, resolvieron todos que estaban prontos a seguir el ditamen de los pilotos, dirigiéndose a
qualquier puerto seguro a donde se pusiese el navío capaz y habilitado perfectamente para nabegar.
Con cuya propuesta determinaron los pilotos destinar su nabegación hasta la altura de la ysla de
Santhiago, yendo componiendo dicha embarcasión por el mar, según lo permitiese el tiempo. Y en

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 97
esta conformidad continuaron nabegando con viento norte y mar llana en que dicha fragata
anduvo veinte y quatro leguas, sin velacho, por lo estaban poniendo a las quatro de la tarde sobre
el mastelero de gata, que arbolaron en el palo de proa. Caminando con proa de subdueste, quarta
del hueste y viento norte hasta el día nuebe de dicho mes, que al amaneser avistaron dos yslas, a
saver, Fuertebentura y esta de Canaria, quedando ésta por la proa y la otra por la parte de buen
bordo y por la punta de leste. Y nabegando el camino para la ysla de Santhiago, hasta las tres de la
tarde, quedaron con la punta de leste de Canaria, a barlovento, pero como en la playa vieron
algunas casas y barcos de pesca, mandó el otorgante cargar banderas y tirar un cañón a las cinco de
la tarde, a ver si venía algún barco a bordo y les daba noticia de la capasidad y proveedad de la
tierra y socorrido el nabío poder seguir su biaje. Y a las seis de la tarde vino a bordo un barquito
con quatro personas de quienes se instruyeron de la commodidad de la tierra, manifestándoles que
el puerto principal de dicha ysla llamado de La Luz, se hallaban en la punta de la hueste, en donde
el nabío pudiera estar seguro de todos los vientos, menos de sueste y leste y componerse, pues
había oficiales de herrero, calafate, carpintero y demás condusente para su remedio. Y convocando
a los dos pilotos para que diesen su pareser sobre si habrán de ir a dicho puerto, resolvieron, con
expesialidad don Joséf Correa, no eran de semejante acuerdo, diziendo que hallaban riesgo en esta
arribada y más teniendo el camino a la ysla de Santhiago, respecto a haber agua y mantenimiento.
A lo que respondieron algunos pasajeros y oficiales de la tropa que si acaesiera el no poderse tomar
el puerto de Santhiago por razón de que el navío no podía nabegar porque rodaba mucho, quál
sería el puerto que restaba para socorrer una nesesidad tan presisa en que estaba la nao y que así se
debía arribar a este puerto en donde había lo nesesario para componerse. Por lo que mandó el
otorgante dejar un hombre a bordo para que los guiase y pusiesen en dicho puerto de La Luz,
rentando en esta ocación los vientos de hueste a norueste. Y siguiendo el camino al siguiente día
perdieron de vista dicha tierra por haverles entrado un recio temporal, con el que corrieron con
mesana, rabeca y trinquete, hasta el día trese que se le descosió el trinquete del primero paño de la
banda de la mura, resultando de esto ponerse en capa con la mesana y la rabeca solamente. Y todo
esto bajo el temporal de viento sul y grandes mares, continuando los valanses en mucha suma, en
tal conformidad que llegó a derribar la mesa grande de buen bordo, arrancando las curvas en que
sentaba la misma mesa y separar ésta de dicho costado. Continuando el temporal con vientos del
subdueste al norueste, con mucha mar hasta el día catorse, que calmó dicho viento, manteniéndose
en un ser dicha mar. En este día les entró viento fresco del subdueste al hueste con cresida mar de
parte del norueste, cuya mar los arrojaba para el leste. El día quinse, al amaneser, avistaron dos
yslas que reconocieron ser Lanzarote y Fuertebentura, a las dichas aguas arrimaban dicha nao. El
dies y seis hallaron los machos de ensima del timón desclabados, y viendo esto aprobaron a esta
ysla, en donde la Divina Providencia permitió llegasen este día. Habiendo pasado el capitán de mar
a su bordo, luego que los avistó, pues estaban mui fuera y los condujo a dicho puerto de La Luz,
amarrando en él la referida fragata y dejándole en ella un práctico, que se mantiene a su bordo. Por
todo lo qual protesta una, dos y tres veses y las más que por derecho puede y deve y le son
permitidas, no corran de su cuenta y cargo qualesquiera pérdidas, menoscabos o daños que le
puedan sobrevenir, así en dicha carga como los graves costos que considera se le han de ocasionar
por el motivo referido, tanto en la composición de dicha fragata como en la manutención de la
tropa, ofisiales, pasajeros y tripulación de ella, sino de quenta del mar y los malos tiempos que a

98 Pedro C. Quintana Andrés


tenido y quebrantos que a rresivido, como lo podrán manifestar, en caso nesesario, los pilotos y
marineros e, igualmente, los oficiales de dicha nao, los de la tropa y demás personas que se
condusen en ella. No obstante que todo ello se halla comprobado, así en la protesta que hizo a
bordo de dicha embarcación a presencia de los oficiales de ella y demás personas de su tripulación
y conducción, como del formulario que se practicó en los días que el tiempo dio lugar a ello, que se
compone de dose foxas útiles authorisadas, con las firmas del otorgante, pilotos, practicante y
capellán, que arreglado a todo ello haze esta dicha protesta.

Testigos: Don Bartolomé Morales, capitán de mar, bachiller Manuel Vázquez y don Pedro
Báez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.882, fols. Sin foliar.

-29-
Deuda por trabajos en barco
Las Palmas, 27 de marzo de 1789

Sépase como yo, don Féliz Berlanga, vezino desta ciudad, capitán y dueño en la quarta parte
de la valandra de vandera española nombrada Nuestra Señora de la Luz, surta y anclada en el
puerto principal de esta ysla para, con el favor de Dios, haser viage al de Cádis en primera
ocación. Digo que, por quanto para la carena y abilitación de dicha valandra, saqué en los días
dies de marzo y catorse de julio del año próximo pasado dibersos efectos de la casa y
compañía de don Andrés y don Pedro Russell, hermanos, vecinos y del comercio desta
propia ciudad. De los quales, en el día, le resto líquidamente siento sincuenta y tres pesos,
onse reales y veinte y un maravedís vellón corriente. Y por ellos se me ha estrechado
judicialmente a su pago y no pudiéndolo berificar sin un considerable atraso y retardo en mi
próximo viage, solicité de dichos acrredores me hiciesen espera de dicha cantidad, hasta mi
llegada a dicho puerto de Cádis. Y, en efecto, por haserme beneficio han condesendido en
dicha espera, bajo la espresa condición de que a los veinte días de mi llegada a dicho puerto
de Cádiz haya de entregar y entregue con efecto a don Eduardo y don Jacob Gough o quien
su poder hubiere, vesinos y del comercio de aquella plaza y puerto, la expresada cantidad de
ciento sincuenta y tres pesos, onse reales y veinte y un maravedís, con más un peso y 9 reales,
importe de las costas causadas en dichas diligencias y del aciento desta escritura.

Testigos: Pedro de Niz, don Miguel Guerra, vecinos de Las Palmas, y don Francisco
Martínez, vecino de Telde.
Al margen de la escritura los citados hermanos Russell se daban por abonados de la cantidad, según
firmaban el 10 de diciembre de 1810.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Juan Reyes de Cabrera. Legajo: 1.868, fols. 193 r. - 194 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 99
-30-
Solicitud de abono de los seguros de carga y barco
Las Palmas, 30 de abril de 1789

En la ciudad de Canaria a treinta de abril de mil setecientos ochenta y nuebe años. Ante mí el
escribano público y testigos infrascritos pareció personalmente don Francisco Bebilacua, vesino
y del comercio de esta ciudad, natural de Venecia, de cuyo conocimiento doy fee. Y dijo que,
por quanto por sí y su compañía titulada Francisco y Sobrino Vevilacua, contrató en la plaza y
puerto de Cádis el seguro del cargamento que conducía el vergantín de bandera veneciana
nombrado El Ángel María, su capitán Domingo Ban, señor en el viage que éste hiso desde el
puerto de Venecia para el de Génoba y el dicho de Cádis, por la cantidad y con las condiciones
que constan de la póliza de seguro que existe en poder de don Cayetano Crec, vesino y del
comercio de dicha plaza de Cádis, donde constará la casa aseguradora, que ahora no tiene
presente, como que el subsodicho corrió con dicho contrato. Y por haber acontecido la
desgraciada suerte de haber sido apresado en aquel viage dicho buque por los corsarios de la
Regencia de Túnes, ha sido indispensable al otorgante repetir contra los aseguradores sobre el
cumplimiento de dicha contrata, en cuya razón se ofresen barios puntos que es necesario
transigirles por compocición amigable, no pudiendo el otorgante executarlo personalmente. Por
evitar los perjuicios que se le seguirían en la retardación de los asuntos de su comercio y
teniendo, como tiene, entera satisfacción y confianza del supradicho don Cayetano Grec. Por
tanto, por la presente y su tenor otorga que da todo su poder copioso, amplio, bastante y sin
limitación alguna, quanto por derecho se requiera y sea necesario al expresado don Cayetano
Grec, especialmente para que en nombre del otorgante y representado su propia persona pueda
transar y transe qualesquiera dubia que se ofrezcan con la enunciada casa aseguradora de dicho
cargamento o de la parte que de él fue comprehendido en la pólisa de seguro.

Testigos: don Antonio Pérez, don Francisco Reyes y Pedro de Niz, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Juan Reyes de Cabrera. Legajo: 1.868, fols. Sin foliar.

-31-
Pérdida de ancla y arrastre de nave
Las Palmas, 23 de abril de 1789

En la ciudad de Canaria a esta hora, que serán las dos y media deste día juebes, veinte y tres de
abril de mil setesientos ochenta y nuebe años. Pareció ante mí el escribano público y testigos
infraescritos, don Juan Francisco Bron, vesino desta ciudad, a quien acompañaba un hombre

100 Pedro C. Quintana Andrés


que manifestó dicho don Juan Francisco ser el capitán de la fragata nombrada Anna, de la
nación ynglesa. Que llegó a refuxiarse en este puerto el día catorse deste mes con el motivo de
haverle lebantado el viento del de Santa Cruz, ysla de Thenerife, en donde se le quedaron los
papeles pertenesientes a visita, y por dicho motivo no lo habían dejado saltar en tierra hasta este
día. Y me hizo presente por medio de dicho don Juan Francisco quería hazer una protesta, y
sirviendo de yntérprete el referido don Juan, dixo que el antedicho capitán no hablaba en
castellano, sino su lengua materna, que era la ynglesa, en cuyo idioma se explicó con el referido
don Juan Francisco, quien me va relasionando lo que el capitán expresa en dicha lengua ynglesa.
Y dixo lo que se sigue: que su nombre es don Juan Cardin, natural y vesino de la ciudad de
Londres, capitán de la fragata nombrada Anna, de cuya ciudad salió el día veinte y tres de marzo
próximo pasado deste corriente año, con destino de pasar a contratar con los moros de la costa
de África y comprarles goma. Que el día onse deste presente mes de abril llegó al puerto de
Santa Cruz, ysla de Thenerife, en donde el propio día se le hizo por aquella justicia la
competente visita. Que el día trese a las seis de la mañana, ventando fuertemente los vientos
por el hueste y subhueste le faltó el agarradero al ancla, y llebándola arrastrando dicha fragata
hasta perder el fondo, fue presiso cortar el cable, después de haver trabajado con todo esmero a
ver si la podían entrar dentro, pero la fortalesa del viento no lo permitió, acontesiendo lo
mismo a otros dos barcos de la misma nación que se hallaban ancleados en dicho puerto. Que
dicho cable se componía de dose pulgadas y de el perdieron de treinta a quarenta brasas, poco
más o menos, el que estaba aforrado con ciento y veinte brasas de cabo viejo de dos pulgadas,
que el ancla era de peso de dose a catorse quintales, de la que estaban asidos dos orinques con
sus respectivas boyas, componiéndose el uno de dies y seis brasas de cabo de quatro pulgadas y
media y el otro de quarenta brasas de a tres pulgadas y media. Que con dicho viento corrió
sobre esta ysla traiendo solamente las gabras en risos. Y al día siguiente, mudándose el viento al
norueste, le presisó arribar a este puerto de La Luz, en donde dio fondo a las quatro de la tarde,
en cuyo día, que fue el catorse, se mantuvo sin poder dar siencia de su arribada por hallarse el
viento mui fuerte, pero al otro día, que fue el quinse, le fue a bordo la visita. Y como los papeles
se hallaban en el puerto de Santa Cruz, en donde los entregó quando allí le visitaron, no le
permitieron saltar en tierra, por cuya razón prontamente lo mandó buscar y le vinieron en el día
de ayer por mano del capitán Andrés Rusell, en el barco de que es maestre Antonio Carabajal,
quien los presentó a la real justicia desta ysla en la tarde del día de ayer, Y en este día se le pasó
aviso para que saltase en tierra, lo que haviendo executado se dirijió prontamente a formalisar
esta protesta. Todo lo qual, que va referido, se lo iva manifestando dicho capitán en ydioma
ynglesa al ante dicho don Juan Francisco Bron y éste me lo iva expresando en español. Y
protestó contra el mar y viento el fracaso acaesido para no le pare perjuicio la pérdida que a
tenido del ancla y cables que deja manifestado, con sus respectibas boyas y cinco tomadores,
que también perdió, como todo ello, en caso necesario, lo podrán declarar el piloto, marineros y
demás de la tripulación de dicha fragata.

Testigos: Don Pedro Báez, don Bartolomé Morales y Bartolomé Cabrera, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera. Legajo: 1.883, fols. sin foliar.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 101
-32-
Temporal y anegado de agua
Las Palmas, 22 de julio de 1791

En la ciudad de Canaria a veinte y dos de julio de mill setesientos nobenta y un años. Ante mí
el escribano público y testigos ynfrascritos pareció personalmente don Santhiago Pugnaletto,
de nación veneciana, capitán que espresó ser del bergantín nombrado El Tritón, que se halla
surto y anclado en el puerto de La Luz, de esta dicha ciudad, de cuio conosimiento
manifestaron dichos testigos, que yrán nombrados, ser el contenido, de que certifico. Y dijo
que, en atención a haber salido el otorgante con dicho su bergantín del puerto de Cádis con
destino a este referido de La Luz, el día trese del que corre, nabegando con viento lebante
hasta el día dies y seis de dicho mes y aber este proprio día, por la mañana, a oras de las seis,
según la muestra de su relox, que tubo presente, armádose un viento ponente maestro que
duró catorse oras continuas. De suerte que llegó a hallarse la cuvierta del dicho bergantín
anegada en agua, con el combate tan fuerte de mar, que entraba y salía en ella e ygualmente
hasiendo dicho bardo agua por las juntas, por lo que fue presiso dar a la vonba por ocho oras
continuas. En esta virtud y para que a el otorgante no se le haga el menor cargo, ni le sea en
ningún modo perjudicial por qualesquiera resulta que se pueda ofreser protesta una, dos y tres
veses y las más que el derecho le permite con dicho temporal de viento y mar que sobrevino
en el referido día dies y seis. Cuia protesta la hase en tiempo y forma este proprio día veinte y
dos, por haber llegado a dicho puerto de La Lus el día de ayer, veinte y uno.

Testigos: Don Antonio de Betancurt, don Antonio José Pérez y Nicolás Antonio de Troya,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Cristóbal Luque y Cabrera. Legajo: 1.767, fols. Sin foliar.

-33-
Tormenta y alijado de mercancías
Las Palmas, 22 de enero de 1792

En la ciudad Real de Las Palmas de la ysla de Gran Canaria, a veinte y dos de enero de mil
setecientos noventa y dos años. Ante mí, el escribano público, y testigos ynfraescritos, pareció,
personalmente a esta hora de las dos de la tarde, don Tomás Romero, vecino de la ysla de
Tenerife, en el Puerto de la Orotava, capitán que manifestó ser de un barco nombrado el
Santísimo Christo y Nuestra Señora de la Concepción, del tráfico y carrera de España. Al qual, aunque

102 Pedro C. Quintana Andrés


no conosco, se me afirma por los testigos ser el contenido, de que certifico. Y dijo que
haviendo salido del puerto de la ysla de Lanzarote el día martes diez y siete del corriente, a cosa
de las quatro de la tarde, con destino a dicha ysla de Tenerife, con viento para el nordeste, son
su tripulación y cargasón de todos granos y aguardiente de distintos sujetos. Al segundo día,
estando a media Voca, se le llamó el viento al surd y habiéndose atrancado, el día viernes le dio
a la nao un contraste a nor―norueste, a cosa de las nueve de la mañana, con que hiso camino
acia Santa Cruz. Y llegado al Roque, se le llamó el tiempo al ues―norueste, lo que le apuró
demaciado en términos que se le llenó el barco de agua, poniéndole en estremo peligro. No
haviendo hallado otro arvitrio para salir de él que el de arrojar, como en efecto arrojó, a el mar
doscientas fanegas de pan, más o menos; tres cables del barco, con un trinquete viejo; el fogón;
unos pedasos de cavos; con otra menudencias. Que a la noche se aguantaron en la bahía de
Santa Cruz, a ver si podían entrar y, advirtiendo a la mañana inmediata que de manera alguna lo
podían practicar, le dio la popa al tiempo a ver si podía cojer esta ysla. Por cuya causa se vieron
en otra tormenta, que fue necesario volver a arrojar pan a el agua; con tres pipas de aguardiente;
dos fanegas de gofio; algunos pedasos de orinque; y boyas del barco a causa de la tormenta, que
llegó a tanto, que la mar sacó los barriles con que se hace la aguada y quitó las falquías. Y a
buena ventura lograron el tomar el puerto de La Luz de esta ysla el día de ayer, veinte y uno del
corriente, a las tres de la tarde, según su parecer, en el que fondearon y saltaron en tierra a
esperar que pasase el temporal, que duró hasta ayer, cerca de la noche. Todo lo qual expresó
vajo juramento que hiso en forma de derecho y por el mismo protextó contra el mar y viento,
una, dos, tres veces y las demás que el derecho le permita por los explicados pasajes y
acaecimientos, para que no le pase perjuicio ahora ni en tiempo alguno.

Testigos: Don Anastasio Paleólogo, natural del puerto de Mahón, el presbítero Gregorio
Henríquez y don Francisco Campo del Romero, ambos vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.959, fols. 30 v. - 31 v.

-34-
Venta de productos perecederos
de un barco sin permiso de descarga
Las Palmas, 7 de abril de 1794

En la ciudad Real de Las Palmas de la ysla de Gran Canaria, a siete de abril de mil setecientos
noventa y quatro años. Ante mí, el escribano público y de reales rentas en ella, pareció
personalmente Francisco Espitel, natural de Malta y recidente en esta capital, al qual, aunque no
conosco, se me aseguró por personas de mi confianza se(r) el contenido, de que certifico. Y dijo
que por quanto habiendo salido el otorgante en el barco sueco nombrado La Enrrica, su capitán
Luis Juan Escolin, desde el puerto de Liornia para este principal de La Luz, a donde llegaron el

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 103
primero del corriente con cargamento de barios efectos mercantiles, así de quinquellería, cáñamo
y otros de este tenor, como de comestibles. Pero habiendo tenido la inadvertencia de obtener en
dicha ciudad de Liornia el competente manifiesto del cónsul de su magestad católica, que exige
en ella para acreditar que los efectos de su cargo son procedentes de países amigos, se hallaron
con la novedad de que, con arreglo a los capítulos catorce y quince de la real ynstrucción de dies
y ocho de abril del año pasado de noventa y tres, por la que su magestad prohíbe la expedición
de semejantes efectos sin el citado requisito. Por cuyas razones se abogó a el caballero don Juan
Antonio Sall, administrador de esta real aduana, suplicándole tubiese a bien entregarle los efectos
comestibles para su venta, mediante la corrución que amenazan, ofreciéndole afianzar con los
restantes éstos, el que dentro de seis meses presentara la patente de dicho cónsul y demás
requicitos prevenidos en dichos dos capítulos. A que a accedido, entregándose a presencia de mí
el escribano: quatro fardos de tocino, con novecientas quince libras de a diez y seis onzas cada
una; quatro dichos de bacalado, con quinientas veinte y ocho libras; dos cajones de salchichón,
con docientas tres libras; dos de jamón; tres pipas de sardinas, con seis mil; una pipa de salmón,
con siento y setenta libras; un caja con doscientas quarenta y dos libras de queco de Flandes; una
pipa con tres quintales y veinte y cinco libras de dátiles; otra caja con ocho docenas de tarritos de
pomada; y quatro docenas de bastoncillos de lo mismo; e, igualmente, una (sic) saco de
matalahúga averiado y, por lo mismo, impedido de concerbarce en dicha real administración.
Cuyos efectos ha recebido en presencia de mí, el escribano, de que certifico son corruptibles y,
por lo tanto, accedió el caballero administrador a su entrega. Y poniendo, en efecto, la oferta que
le hiso, otorga y conoce por la presente que se obliga en toda forma de derecho a presentar los
documento que previenen los dos indicados capítulos dentro del presiso término de seis meses
y, en su defecto, quiere incurrir en las penas que previene la real ynstrucción, reintegrando a su
magestad el importe de los efectos ya relacionados, a cuyo fin obliga y afianza los demás que se
hallan en la real aduana, que importan más de dos terceras partes de lo que le ha entregado.

Testigos: Nicolás del Castillo, Juan del Castillo Naranjo y Juan Mateo Vázquez, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.961, fols. 278 r.- 280 r.

-35-

Venta de presa inglesa


Las Palmas, 12 de mayo de 1796

En la ciudad de Canaria a dose de mayo de mil setecientos noventa y seis años. Ante mí, el
escribano público y testigos ynfrascriptos parecieron presentes, estando en las casas de su
havitación, el theniente coronel don Andrés Rusel, vecino desta dicha ciudad, de cuyo
conosimiento doy fee, y el capitán Jacob Claris, de nación olandesa, que así dixo llamarse por

104 Pedro C. Quintana Andrés


medio del referido theniente coronel, como yntérprete nombrado en su ydioma, haviendo
precedido la aceptación y juramento, que juró vajo su palabra de honor el cumplir bien y fielmente.
Y en su virtud expresó que el dicho capitán con orden del comandante de la esquadra olandesa,
surta en este puerto de La Luz, llamado Engelberuy Lucas, vendía y vende realmente desde ahora
y para siempre jamás a don Antonio Ducret, vezino y del comercio desta ysla, para el susodicho y
quien su acción y derecho representare, a saber un bergantín de fábrica ynglesa que dicha esquadra
apresó y se halla, asimismo, surto y anclado en este referido puerto, denominado El Féniz. Con sus
velas, jarcia, áncoras y demás pertrechos para navegarla, por precio y cantidad de mill setenta y
sinco pesos corrientes y un tostón. Que por su valor y precio confiesa tener recevidos con
anterioridad en dinero efectibo, que por no parecer de presente renunció la exepción de la non
numerata pecunia, ley de la entrega y demás de esta rasón. Y como contento, satisfecho y pagado a
su voluntad dixo que por la presente le otorgaba recibo y carta de pago en forma.

Testigos: Agustín José de Sosa, Antonio Fernández y Nicolás del Castillo.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Román Falcón. Legajo: 1.820, fols. 302 v. -304 r.

-36-

Desacuerdo en licencia para


navegar a las islas Salvajes
Teguise, 9 de septiembre de 1796

En la muy ylustre villa de Teguise del arcángel san Miguel, ysla de Lanzarote, en nueve de
septiembre de mil setecientos noventa y seis años. Ante mí, el escrivano público y testigos,
comparecieron el teniente don Joséf Feo Armas, capitán que espresó ser del vergantín
nombrado El Santísimo Cristo, surto que se alla en este puerto principal de la Arrecife para hacer
viaje a las yslas del Salvaje y de allí a la a la (reiterado) Madera; el subteniente don Bartolomé de
Torres, segundo capitán del citado vergantín; y don Carlos Ramíres y Casañas, como
compañero, todos tres vecinos de esta capital, a quienes doy fe conosco. Y juntos de
mancomún a vos de uno y cada uno de por sí, por el todo insolidum, renunciando, como
espresamente renuciaron, las leyes de la mancomunidad, divición y escurción, las auténticas y
demás de este caso. Y dijeron que por quanto los otorgantes tienen arrendado las yslas que
llaman de los Salvajes, pertenecientes a la corona de Portogal, para cuyo desfrute fletaron el
enunciado vergantín desde dos del corriente mes para enprehender su expedición. Y, sin
embargo que para executarlo obtubieron las correspondientes licencias del excelentísimo señor
comandante general de la provincia, del señor juez de Yndias y demás nesesarias, se les ha
demorado por el gobierno militar de esta repetida ysla con varios pretectos y que, últimamente,
se les ha notificado en este día un auto en que se les previene, bajo multa de seiscientos ducados

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 105
y pérdida de buque, no salgan del citado puerto sin primero dar una fiansa a satisfación del
señor gobernador de conducir a esta repetida ysla todos los efectos que produjeren y sacaren de
dichas Salvajes, sin hacer viaje de allí para la de la Madera. Y que dichos efectos se hayan de
vender en ésta. Y aunque en cumplimiento de este auto se presentaron los otorgantes dando
fiansa de sus bienes raíces y muebles, que tienen quantiosos, y el dicho buque, no se les quiso
admitir, como lo juran en forma. Y, por lo mismo, quedando imposibilitados de poder
presentar otros por la urgencia en que se hallan, en esta atención, para remediar los vejámenes y
evitar los gravísimos perjuicios que por esta razón se les irrogan e irrogarán y que estos no los
dañen en manera alguna, en la vía y forma que mejor haya lugar en derecho, serciorados del que
en este caso les compete otorgan que protestan una, dos y tres veces, y las más por derecho
nesesarias, que todos los cambios, recambios, encomiendas, costos, costas, gastos, daños,
intereses y menoscabos y rriego de embarcación que por retención de la licencia de dicho
govierno militar se les ocacionaren sean de quenta y cargo de quien o de quienes haya lugar.

Testigos: Don Francisco de Betancourt, Marcial Rosa y Rafael Barrios, vecinos de Lanzarote.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio José Herrera. Legajo: 2.888, fols. 537 r. - 538 v.

-37-

Compra de barco tomado por corsario francés


Las Palmas, 20 de junio de 1798

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de la Gran Canaria, a veinte de junio de mil setesientos
noventa y ocho años, ante mí el escribano público y testigos infraescritos pareció perzonalmente
don Salvador Magri, de nación maltés, recidente en esta ysla y su comercio, de cuyo conocimiento
certifico. Y dixo que haviendo el corzario nombrado Barnet, su capitán Joséf Barnet, apresado al
buque ymperial nombrado El Segunda que cargado de varios géneros y efectos salió del puerto de
Mogador con destino al de Criezan, fue conducido el último por el primero a las costas del sud de
esta ysla y anclado en el puerto del Romeral. De que dado parte al cónsul de la República Francesa,
que existe en el puerto y plaza de Santa Cruz, ysla de Tenerife, la declaró por buena. Y en su
consequencia, el otorgante ajustó el todo de la preza con el capitán del corzario en cantidad de
treinta y ocho mil pesos corrientes, en dinero de contado. Cuyo contrato se purificó el día treze del
corriente, entregando la cantidad en efectivo al viscónsul que recide en esta ciudad, don Francisco
Dingui. Y en su virtud, tomó poseción del buque en el catorze y dipuso la conducción de los
géneros y efectivos en otros del tráfico de la costa e yslas hasta el número de quatro, que con
seleridad y sin extravío llegaron a este puerto principal de La Luz, quedando el buque con todos
sus pertrechos y en estado de navegar en el del Romeral. Y hallándose el que otorga con la
novedad de que en la tarde de este día se ha pasado de orden del dicho viscónsul a sellar las
escotillas de dicho barco, que se hallan completos, según y como vinieron, lo que sede en grave

106 Pedro C. Quintana Andrés


perjuicio de sus intereses. En virtud de lo qual y de las funestas consequencias que pueden seguirse
a los buques cargados, hasí de sacarlo del puerto por otros enemigos, yncendios, rovos, naufragio,
aberías o qualesquiera otros contigentes que pueden sobrebenir en el puerto en que se halla, por
no poner con la prontitud devida los efectos en tierra. Usando de las facultades que las leyes le
franquean, protexta una, dos, tres y las demás veces que el derecho le permiten no sean de su
quenta y cargo los daños y perjuicios que se irroguen y sí de la de los citados capitán y viscónsul,
como, igualmente, de las demás perzonas que hayan dado y dé lugar a ello y lo tenga en derecho.

Testigos: Licenciado José Romero, abogado de los reales consejos, don Matías Déniz y
Fernando Soto.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.965, fols. 309 r. -310 v.

-38-

Reclamación de participación en la presa de barcos


Las Palmas, 27 de agosto de 1798

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de la Gran Canaria, a veinte y siete de agosto de mil
setesientos noventa y ocho años. Ante mí, el escribano público y testigos infraescritos,
parecieron perzonalmente Matías Logrin, de nación americano, natural de la provincia de
Nueva Yoyrk, y Nicolás Francesque, que lo es en la ysla de Córsega, una de las de la
República Francesa, a los quales aunque no conosco, me afirmaron ser los contenido, de que
certifico. Y dixeron que los comparecientes han sido marineros del corsario francés
nombrado El Barret a cargo del capitán Joséf Barret, con quien navegaron desde el veinte y
dos de febrero hasta el veinte y quatro de julio de este año, en cuyo tiempo se hicieron sinco
presas, según el atestado del susodicho capitán. Y siendo necesario poner en cobro el hinterés
que les corresponde en ellas, en esta consequencia, juntos de mancomún, cuyas leyes
renuncian, dan y otorgan todo su poder amplio, copioso, bastante y sin limitación, quanto por
derecho se requiere y es necesario, más y mejor pueden y deven valer a don Luiz Berneta,
vecino y del comercio de esta ysla, especialmente para que en nombre de los otorgantes y
reprecentando sus proprias personas se precente por sí o por medio de su sostituto en
qualesquiera de los tribunales del consulado o en la parte donde se hayan remitido dichas
presas y donde recida su armador, que es en el puerto de Málaga, de la Península de España, a
percevir, cobrar y llevar a su poder todas las cantidades de maravedís u otros efectos que les
toque y corresponda como partícipes de las recitadas pesas.

Testigos: Fernando Soto, Nicolás del Castillo y don Antonio Pérez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.965, fols. 437 v- 439 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 107
·A la reclamación se añadían otras ante el citado escribano encabezadas por marineros del barco
corsario: Juan Mauricio, natural de Barcelona; José Perasse, natural de Valencia; Pedro Negreria, francés;
José Rivera, natural de Vigo; Salvador Gaci, maltés; Antonio Segura, mallorquín; Luis Rougier, francés;
Juan Chely, madrileño; José Díaz, gallego; José Perayse, francés; José Claverino, genovés; Francisco
Ortanel, napolitano; Pedro Escandel y Francisco Garrigor, los dos últimos naturales de Cartagena. A
ellos se sumaron don José Baptan Dier, francés, capitán de los soldados de infantería que guarnecían el
citado barco. Navegaron como pajes del barco Francisco Trecin y Antonio Vione, genoveses.

-39-

Navío con doble encuentro con corsarios ingleses


Las Palmas, 13 de marzo de 1799

En la ciudad de Canaria a trece de marco de mil setesientos noventa y nuebe años. Ante mí el
escribano público y testigos infraescritos, preció presente don Salvador Herrera y Almeida,
vezino de esta ciudad, dueño y capitán de la nave denominada La Gran Canaria, al qual doy fe
conozco. Y dijo que haviendo salido del puerto de San Crsitóval de la Abana con la citada su
nave el día dies y siete de enero pasado de este año, con destino a estas yslas, cargada con
tabacos de quenta de su majestad y diversas mercadurías, propias del otorgante y de otros
particulares. En el mismo día de su salida tubo enquentro con un corsario ynglés, de que
pudo libertarse, y siguiendo su biaje con el ánimo de aportar en la ysla de La Palma. En el día
tres del presente mes havistó la de Lanzarote, por donde le dio casa una fragata ynglesa. Y
huiendo de ella se determinó, por todos, fondear en la primera que pudiesen cojer. Que, con
efecto, ayudado del temporal que sobrevino recalaron en ésta el día quatro de este dicho mes,
en el que pasó visita el capitán de mar don Joséf Flores. Y dejándoles un práctico fondeó en
el puerto de La Luz al día siguiente a las diez de la mañana, con un gran temporal por en
nonuesteste, de viento y agua, que calmó el día de ayer. Y desando el otorgante, como es de
obligación, poner a salvo los averes de su majestad, como también los propios suyos y los de
los cargadores, que justamente claman, ha determinado hacer su descargo por tan justo
motibos y, principalmente, por el de la guerra con la nación británica. Y para, en el caso no
esperado, que no se le permita, desde luego, para poder repetir los daños y perjuicios que
puedan ocasionarse, dónde, cómo y contra quien le conbenga, que le es permitido por
derecho, no le pare perjuicio a dichos interesados la demora que se pueda ocasionar en dicha
descarga de los intereses que trae en dicha su nave.

Testigos: Don Luis Suárez, vecino de Guía, don Fernando Lezcano y Manuel Alfonso,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Agustín Alvarado. Legajo: 1.749, fols.54 v. -56 r.

108 Pedro C. Quintana Andrés


-40-

Obstáculos para la descarga de una fragata


Las Palmas, 15 de marzo de 1799

En la ciudad de Canaria a quinse de marzo de mil setecientos noventa y nueve, ante mí el


escribano de su magestad y testigos infraescritos compareció don Salvador Almeyda Herrera,
capitán de la fragata nombrada La Gran Canaria, surta en el puerto principal de La Luz, de esta
dicha ciudad y vecino de ella, cuyo conocimiento certifico. Y dixo que haviendo salido del
puerto de La Havana en la citada fragata con destino a estas yslas y el de aportar a qualquiera de
ellas, por las actuales circunstancias y peligros de la guerra. A fin de tomar noticia de si havían
algunos corsarios enemigos, que por lo regular cruzan estos mares, tubo la felicidad, después de
varios encuentros que esperimentaron en su dilatado viaje, de aportar a esta referida ysla, de
donde no ha sido posible salir para otra parte por los malos y contrarios tiempos que han
sobrevenido. Y con el motivo de no ser dicha fragata de la mejor condición para navegar, no
haver obtenido aquí el permiso para el desembarque de la carga que trae del citado puerto de La
Havana de cuenta de su magestad y de particulares. Que ya se concidera asegurada lo fácil que
puede suseder de sacarse el enemigo de este puerto la espresada fragata o apresarla en el
tráncito de esta ysla a la de Tenerife, a que se agrega el haver protestado los cargadores
particulares contra quien hubiera lugar los daños y perjuicios que pudieron sobrevenirles de no
asegurarles sus respectivas cargasones de una vez que han venido a este insignuado puerto,
libres de peligro. Tubo por conveniente representar lo oportuno al señor subdelegado del
Jusgado de Yndias a fin de que, desde luego, accediese a dicho desembarque y, no obstante, el
haverlo decretado con algunas prevenciones en vista del expediente obrado en su rasón, se le ha
notificado en el día de oy cierta providencia del excelentísimo señor comandante general de
estas yslas por la que le previene que en el primer tiempo favorable condusca la referida fragata
al puerto de Santa Cruz de Tenerife para verificar allí el desembarque de su cargasón. Y
mediante a que, además de las rasones y fundamentos esplanados en el día, hay otro motibo
bien poderoso para no esponerse a salir de este puerto y abreviar la descarga del citado buque,
qual es el haverse havistado y reconocido en el día de ayer a norte de esta ysla cinco o seis velas
mayores, que por su positura demuestran ser de enemigos. Por tanto, y por qualesquiera otras
causas y peligros que puedan sobrevenir en la demora de la descarga de dicha fragata en este
citado puerto, tanto a loa haveres de su magestad quanto a los de los particulares, sin omitir los
intereses del compareciente en el buque y carga que trae de su cuenta, protesta una, dos, tres
veces y las más que el derecho le permite.

Testigos: Don Nicolás Oramas, Tomás Hernández, vecinos de Las Palmas, y el presbítero
Luis Suárez, vecino de Guía.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pedro Tomás Ariñez. Legajo: 1.991, fols. 72 v. -74 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 109
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Acuerdo de navegación y transporte
Teguise, 18 de abril de 1799

En la muy ylustre villa de Teguise del arcángel san Miguel, ysla de Lanzarote, a dies y ocho de
abril de mil setesientos noventa y nuebe años. Ante mí, el escribano y testigos que se
nominarán, pareció Sebastián Joséf, capitán de la goleta portuguesa nombrada El Pardal,
vecino de la ciudad de Lisboa, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que habiendo arribado
a esta ysla después de una dilatada navegación, se vio en la nececidad de despedir la gente que
traía a su bordo por varios motivos que reserva y para ello le asistieron. Y no teniendo medios
para continuar su viaje se ha convenido y ajustado con don Policarpo Medenillha, vecino de
este puerto principal del Arrecife, quien se ha ofrecido a suministrarle y franquearle todo lo
nesesario para su habilitación y la del mencionado buque con las condiciones siguientes:
Primeramente, que el mencionado don Policarpo ha de navegar el prenotado barco en calidad
de maestre o sobrecargo, manejando por sí y con acuerdo del compareciente todas las
compras, ventas y demás negociaciones que se hicieren en qualquier paraje, puerto, rada o
fondeadero en que se hallen, llevando de todo quenta y rasón formal para presentarla,
concluido que sea el viaje que intenta hacer.
Que, igualmente, el mencionado don Policarpo ha de suplir todos los costos y gastos que
se ocacionaren e las mesadas que se han de contribuir a los marineros y demás oficiales de la
sobredicha embarcación (e igualmente, tachado) y, asimismo, en la manutención de ellos y
demás que fuere presiso a beneficio del mismo barco y negociaciones.
Que concluido que sea el viaje, se ha de deducir el principal de lo que se empleare en
efectos y fuere el fondo del cargamento e, igualmente, los cotos y gastos sobredichos. Y el
residuo que resulte por ganancia se ha de distribuir de por mitad, una para el compareciente y
otra para el mencionado don Policarpo.
Que, asimismo, ha de ser obligado el que otorga a retornar a esta ysla de las de Cabo
Verde, a donde piensa dirigirse, o de otro qualquiera paraje en que sea presiso arribar o ir a
beneficio de las mismas negociaciones.
Que, si por incidencia falleciere el que otorga antes de concluir el viaje proyectado, ha de
ser obligado a dar quenta inmediatamente de ello a Joséf Juaquín de Almeida, su hermano,
vecino de la ciudad de Lisboa, y por su auciencia, a Juan Antonio de Cairós, de la misma
ciudad, a fin de que uno u otro en su respectivo lugar disponga así de la parte que le
corresponda de ganancias como del destino que deba darse a la mencionada embarcación.
Con cuyas condiciones formalisa esta contrata, a cuya estención, hallándose presente el
supradicho don Policarpo Medenillha y enterádose de ellas, dijo que la acepta y se obliga a ir y
viajar en el mencionado barco en calidad de su maestre o sobrecargo a practicar todas las
compras y ventas que se hicieren con acuerdo y dictamen del supradicho Sebastián Joséf, suplir
los costos y gastos que quedan referidos para darla siempre que se le pida y a que si falleciere el

110 Pedro C. Quintana Andrés


antedicho antes de concluir y terminarse el viajes proyectado dar parte de ellos a los
suprarreferidos Joséf Juaquín de Almeida o Juan Antonio de Cairós, según queda contratado,
entregándoles la mitad de ganancias que les corresponda, a todo lo que quiere se obligue en
rigor legal. Y ambos, para la mayor seguridad y firmesa de este contrato, se imponen al que lo
infrigiere la pena de dos mil pesos que mutuamente deben contribuir en este caso.

Testigos: Don Francisco de Betancourt, don Domingo Rancel y don Pedro Vega, vecinos de
Lanzarote.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.909, fols. 534 v. - 536 v.

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Carga estropeada
Las Palmas, 15 de agosto de 1799

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de la Gran Canaria, a quinse de agosto de mil
setesientos noventa y nueve años, a las tres y media de la tarde, compareció ante mí un
hombre estrangero, que manifestó llamarse Bouns Thomas, de nación americana, su vecindad
Boston, en aquellas provincias. Capitán y maestre de la goleta americana Sevvell, que llegó a
este puerto en el día de ayer, quien por medio de don Estevan Cambreleng, vecino de esta
ciudad, inteligente en su idioma, que trajo de intérpetre, dijo que haviendo salido del puerto
de Norfolk, del estado de Virginia, el día ocho de julio próximo de este año, con cargamento
de carnes saladas, harina y otros efectos con destino a esta ysla y al puerto de Santa Cruz de
Tenerife, de cuenta y cargo de la compañía de los señores Randolph & Armastead, recidentes
en dicha ciudad de Norfolk, y consignado dicho cargamento a don Ricardo Madan. Y
esperimentado en su navegación malos tiempos que han convatido la nao, en términos que
quatro días después de su salida empesó a hacer agua, de forma que cada media ora hacía dos
pulgadas de agua. En esta consecuencia y por qualesquiera avería que pueda resultar en el
citado cargamento, en que no es culpable dicho capitán. Hallándose dentro de las veinte y
quatro oras de anclado en este puerto principal de La Luz, protesta contra mar y viento todos
los daños y perjuicios, una, dos, tres y las más veces que el derecho le permite.

Testigos: Don Esteban Laguna, don Jacinto Betancur y Antonio José Peraza, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.966, fol.787 r. - v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 111
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Necesidad de vender mercancías para continuar viaje


Las Palmas, 19 de febrero de 1800

En la ciudad de Canaria, a dies y nueve de febrero de mil ochocientos años, ante mí, el
escribano de su magestad, y testigos infraescritos comparecieron don Sebastián José y don
Policarpo Medenilla, de nación portugués, capitán y piloto de la goleta nombrada El Pardal,
surta en este puerto principal de La Luz, de cuyo conocimiento certifico. Y dixeron que en el
día veinte y siete de diciembre del año último, salieron con la referida goleta del puerto de Pará,
en la América portuguesa, en unión del convoy que venía al de Lisboa, a donde también traían
su destino. Y en el ocho de enero, a la latitud de veinte y ocho grados, sobrevino una grande
serrasón de orisontes y fuerte temporal por el sudueste, que les obligó a correr y dispersarse de
dicho convoy. Y reconociendo estas yslas en el dies y seis del presente mes, huyendo de los
enemigos, que regularmente crusan estos mares, y no poder hacer viaje al puerto de La Madera,
así por los vientos contrarios nordestes, como por hallarse faltos de víveres y agua,
determinaron arrivar a este citado puerto, en donde, con la ayuda de Dios, le fondearon en la
mañana de este día. Y porque se encuentran sin arvitrios algunos para poder seguir su viaje, por
careser de medios para havilitar así los víveres; como para la reposición de velas; vauprés, que se
rompió con los temporales; jarcias; cadenas; y demás de que se nesecita reformarse dicha goleta.
A que se agrega la recistencia de la tripulación, que por ser el barco tan pequeño y frecuentes en
la actualidad los temporales en la costa de Portugal, ha decistido el seguirle. Han acordado en
hacer aquí la descarga y vender sus efectos para ver si con su producto se havilita la enunciada
goleta. Y para que lo susodicho no les pare perjuicio alguno, desde luego hacen la más formal
protexta una, dos o las más veces que el derecho les permite contra quien más haya lugar.

Testigos: Don Domingo y don José Gil, hermanos, y Tomás Hernández, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pedro Tomás Ariñez. Legajo: 1.992, fols. 117 v. -118 v.

*Por escritura de rubricada ante el mismo escribano el 5 de marzo de ese año, el citado don Sebastián José
enajenaba a favor de don Domingo Gil Barreda, comerciante de Las Palmas, la citada goleta por 1.700
pesos corrientes, a abonar en los puertos de Santa Cruz de Tenerife o el de Santa Cruz de la Palma, allí
donde pudiera encontrar un barco para comprar. Si no podía adquirir un barco, la escritura de venta de la
goleta quedaría anulada y Sebastián sólo abonaría los gastos efectuados en su reforma o habilitación.

112 Pedro C. Quintana Andrés


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Apresamiento barco de pesca


Las Palmas, 18 de julio de 1800

En la ciudad de Canaria, a dies y ocho de julio de mil y ochocientos. Ante mí, el escribano
público infraescrito, pareció personalmente don Joséf Suáres de Alvarado, teniente castellano
del de San Pedro Mártir de esta rivera, vesino de esta ciudad, de cuio conosimiento certifico.
Y dixo que es dueño, en dominio y propiedad, del barco del tráfico de la costa de pescadería
nombrado Nuestra Señora de las Angustias, alias La Paloma. Que viniendo de dicha costa para el
puerto de Santa Cruz de la ysla de Tenerife, cargado de la pesca del salado, fue apresado
frente del puerto de la Aldea de San Nicolás de esta ysla por un bergantín corsario ynglés. El
que tubieron por tiempo de sinco días, después de lo qual lo soltaron y dieron a tres hombres
de su compaña y a parte de los de un barco de primera tierra, por quienes se ha conducido al
puerto y plaza de Santa Cruz. Y queriendo practicar las competentes diligencias a fin de su
recobro, por el presente y su tenor da y confiere todo su poder amplio, copioso, bactante y
sin limitación, quanto por derecho se requiere y es nesesario, más y mejor puede y deva valer,
a don Andrés Tomás Oliver, vecino de dicho puerto, expecialmente para que en nombre del
otorgante y representando su propia persona, se presenten en el tribunal del excelentísimo
señor comandante general o en el que con derecho deva, haciendo las competentes
diligencias en razón de que se le debuelva dicho barco, para lo qual hagan pedimentos,
requerimientos, protestas y juramentos, y en prueva, ynterrogatorios, testigos y todo género
de ella. Alegue, tache y contradiga, recuse señores juezes, letrados, escribanos y otros
ministros de quienes tenga sospecha, jure las causas de su recusación y se aparte de ella cada
que convenga de los autos y sentencias, interlocutorios y difinitivas consienta lo favorable y
de lo de en contrario apele y suplique para donde y con derecho deva, siguiendo apelaciones
por todas instancias hasta que se declare por nula, de ningún valor, ni efecto la donación
hecha por el capitán del corsario del barco y que éste toca y corresponde al otorgante.

Testigos: Don Nicolás del Castillo, don Francisco Pineda y José de Quintana, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.967, fols. 491 v. - 494 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 113
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Transporte de ganado
Las Palmas, 3 de agosto de 1800

En la ciudad de Canaria, a tres del mes de agosto de mil ochocientos años, compareció ante
mí, el escribano público, y testigos infraescritos don Antonio Miguel Ramíres, vesino de esta
ciudad, capitán del bergantín español nombrado Santa Rita, al que doy fee conosco. Y dijo
que habiendo salido el día seis de junio próximo pasado de este año de la ysla de Santo Antón
de Cabo Verde para la ysla de La Madera, una de las Terseras, de nación portuguesa, trahendo
dentro de dicho barco ocho bacas vivas para don Alexandro Joséf Carballo, vesino de la
antedicha ysla de La Madera, fletador del referido su barco. Para cuya manutención y
subsistencia le entregó quatro pipas y media de agua y ochenta y dos jases de paja don Juan
Ambrosio de Sousa, consignatario de la carga de dicho buque, nombrado por aquel señor
governador. A causa de no haver podido pasar a la ysla de San Nicolás, a donde era su
destino por hallarse en dicho citio una fragata ynglesa. Y sobre cuyo impedimento hizo la
competente protesta en la de Santo Antón, se le pusieron, desde luego, los vientos contrarios
por la proa, sin poder adelantar cosa mayor para el paraje de su destino, por cuya razón se le
fueron minorando los jases de paja y disminuyendo el agua, haviéndole faltado ésta tan de
pronto por habérseles salido el agua a dos toneles en donde venía, por la mala condición de
su madera, pues era de pinsapo, que le entregó dicho consignatario. De modo que a los veinte
y un días de nabegación ya no tenían sino muy poca agua que beber, habiéndoseles muerto
dos bacas. Siguiendo en esta conformidad hasta el día treinta y quatro, que viendo que ya se le
habían muerto otras quatro, y que sólo quedaban vivas dos y amensando el mismo peligro,
hizo que las mataran y salasen su carne en dos barriles que conduce en dicho su barco, con
los ocho cueros de las referidas vacas y cinco más de los beserrillos que traían en su vientre.
Por cuyas sircunstancias y no haver estado de parte del otorgante las pérdidas causadas
causadas (reiterado) con la muerte de dichas reses al amo de ellas, y sí de los malos tiempos, de
modo que a no haver sido el socorro de agua que recivieron de unos barcos de esta ysla del
tráfico de la costa de pesquería, hubiera peresido toda la gente que en él venía. Protesta una,
dos, tres veses y las demás en derecho nesesarias no sean de su cuenta y cargo los antedichos
perjuicios y sí del mar y mal tiempo que motivó su demora y demás que lleba relasionado.

Testigos: Don Pedro Domingo Báez, don Miguel Hernández y don Francisco Cabrera de
León, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.893, fols. Sin foliar.

114 Pedro C. Quintana Andrés


-46-
Problemas con el abandono de la carga
Las Palmas, 19 de septiembre de 1800

Sépase como nocotros, de la una parte don Pedro Zevallos y de la otra don Domingo Gil,
teniente capitán del puerto, y Diego Bautista Santos, vecinos y del comercio de esta ciudad.
Decimos que por quanto yo, el primero, contraté con Joséf Marrero, vecino asimismo desta
ciudad y maestre de tierra del barco del tráfico nombrado Santiago, hallándose en el puerto de
Santa Cruz me havía de conducir a esta ysla y su puerto de La Luz, en derechura, desde aquí.
Y con efecto me embarqué traendo en él dos sacas de cacao y una barrica de arros. Que
haviendo hecho el viaje en el día dies y seis de septiembre corriente con dicho cargamento y
el de otros distintos particulares, se arrivó al puerto del Juncal, donde yo, el dicho don Pedro,
llegué el dies y siete de este dicho mes, saltando con otros pasajeros. Y quedó obligado el
maestro a inmediatamente hacer viaje a este puerto de La Luz, viniéndome yo por tierra a
recibir mi cargamento, como lo hice. Que a nosotros, los dichos don Domingo Gil y Diego
Bautista Santos, nos fueron remitidos de dicho puerto de Santa Cruz, al primero un baúl con
intereses de consideración y tres barriles, uno de carne salada y otro de manteca, según consta
de las facturas; y al segundo una saca de cacao y dos barriles, el uno de millo y otro de
jamones. Todo a entregárnoslo en esta ciudad o su puerto. Y teniendo entendido que dicho
maestro, hallándose fondeado en la playa de dicho Juncal, luego que yo, el primero, hice la
ausencia por tierra, hechó allí en aquellos parajes deciertos todo el cargamento, dejándolo
expuesto al sol, lluvia y demás interperies. Y, lo que es más al fraude y al latrocinio, en
perjuicio de los cargadores, cuyo hecho de falta de contrato es la causa de qualesquiera daños
y perjuicios que a los insinuados cargamentos se hayan ocacionado o puedan ocacionarse,
como también la menos estimación que puedan tener los mencionados renglones, si caen
otros de igual o mejor condición pues, según h allegado a nuestra noticia, desde dicho Juncal
ha hecho viaje al puerto referido de Santa Cruz, sin que hasta el presente haya llegado a éste.
Haviéndose tan solamente presentado en esta ciudad el referido maestre Joséf Marrero,
paseándose en ella, sin havernos dado el menor aviso de tal gestión, afirmando que su barco
salió del Juncal con destino a esta ciudad y su puerto, causa porque siendo incierto, como lo
presumimos por la demora, protestamos una, dos, tres y las más veces que el derecho lo
permite contra el subsodicho Joséf Marrero, sus bienes y, principalmente, contra el buque,
como principal responsable los daños y perjuicios que al cargamento se hayan seguido como,
asimismo, a nuestro intereses o todos los demás que puedan originarse. Cuya protesta, que
hacemos como las formalidades del derecho, queremos que el presente escribano la intime al
subsodicho en este día que es en el que hemos recivido la noticia.

Testigos: Don Bernardo Ostia, Miguel Hernández Navarro y Lorenzo Rodríguez, vecinos Las
Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Agustín Alvarado. Legajo: 1.750, fols. 269 r. -270 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 115
-47-
Pérdida de ancla
Las Palmas, 10 de noviembre de 1800

En la ciudad de Canaria, a dies de nobiembre de mil ochocientos años. Ante mí, el escribano
público, y testigos infraescrito, pareció presente don Joséf Canabot, de nación maltés,
contramaestre del barco nombrado San Salvador, alias La Fortuna, propio de don Salvador
Magrim, que actualmente se halla surto y anclado en el puerto de La Luz de esta ysla, al que
doy fee conosco mucho tiempo ha. Y dijo que habiendo puesto el año de dicho barco éste en
el puerto de la Arrecife, de esta ysla, con el único fin de carenarlo y ponerlo en disposición
navegable. Y verificada que fue su composición, determinó el exponente el sacarlo de dicho
puerto y traherlo a el principal de La Luz. Y con efecto, el día dos del corriente pasó un
práctico de esta ciudad llamado Joséf Barrera a sacarlo de la barra, lo que se verificó a las dose
de dicho día, ancleándolo fuera de ésta. Y viniéndose a tierra dicho práctico y siendo las tres o
quatro de la tarde, determinó el levarlo para conducirlo a dicho puerto de La Luz. Y dando
sus órdenes y disposiciones, que fueron poner el bote de dicho barco por delante de éste con
un cavo amarrado a su proba, para remolcarlo e hiciese cabeza mandar a largar la trinquetilla,
puesto el belacho en jacha para su caída, como los bolsos del trinquete y un bolso de la
mayor. Hecho esto, empesó a levar el ancla y quando estaba ya suspendida como cosa de tres
o quatro brasas del jondo, dixo don Nicolás Cadamanqui, que estaba a su bordo haciendo de
capitán, que isasen la mayor, lo que oído por el exponente, gritó desde la proba, en donde se
halla subiendo el ancla, que no la isasen, pero el subsodicho, siguiendo su pensamiento, la
mandó isar del todo y poniéndose él mismo en el timón, isada que fue y puesto en camino el
barco. Le advirtió desde proa que no orsase nada y dexase ir en vela, pero el subsodicho a
este tiempo orsó y tomando dicho barco para avanzar se venía caiendo sobre la barra. Y
viendo el exponente que estaba cerca de ésta y en gran peligro, no encontró otro arbitrio para
salvarlo que soltar prontamente el ancla, que estaba en la antedicha disposición de tres a
quatro brasas levantada, con lo que logró livertar de dicho peligro al referido barco, quedando
éste en seguridad. Pero después, procurando volverlo a levar, mandó hacer la misma
maniobra a dicho bote, y empensando a levarlo, estando ya casi a pique dicha ancla, dio una
cabesada el referido barco y reventó el cabo, por hallarse el ancla enrrocada, y mareando
dicho barco salieron con felicidad e hicieron su biaje para el dicho puerto de La Luz, a donde
llegaron y amarraron en la mañana del día siguiente. Y luego, al otro día, martes quatro de
dicho mes, mandó el exponente a Juan Cabrera, marinero del citado barco, a reconoser el
citio en donde se perdió el ancla para ver si se podía sacar, y nunca la pudo hallar a causa de
estar la boya ahogada. Todo lo qual podrá acreditar con sus marineros y demás gente de su
tripulación y con expecialidad el mismo Juan Cabrera, Francisco de Cuvas, vecinos de esta
ciudad, y Mariano Alemán, natural de Sicilia, marineros de dicho barco que se hallan
presentes en este acto. Quienes manifiestan ser cierto quanto se contiene en esta relación y

116 Pedro C. Quintana Andrés


estar prontos a declararlo con juramento, siendo necesario de él. Yo el público certifico
haberlo manifestado así uniformemente todos tres y en esta virtud dicho compareciente
expresó que protesta una, dos, tres y las demás veses que el derecho le permite, no ser de su
quenta y cargo la pérdida de dicha ancla y sí de quien hubieses lugar en derecho.

Testigos: Don Francisco Martínez de Escobar, don Nicolás del Castillo y don Francisco
Cabrera de León, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.893, fols. Sin foliar.

-48-
Apuros de barco marroquí y préstamo
Las Palmas, 19 de febrero de 1801

En Canaria, a dies y nuebe de febrero de mil ochocientos y un años, ante mí, el escribano
público, y testigos infraescrito, pareció personalmente Arráis Abdalá Mbarque, moro, capitán
de la goleta nombra Sayda Mashuda, de bandera marroquina, a quien, aunque no conosco,
personas de confiansa me afirmaron ser el contenido. Y en lengua castellana inteligiblemente
dijo que, a tratado con don José Aliaz Maronita, natural de Montelbanos, en la Siria, el que
por bía de fabor le había de prestar varias cantidades de dinero, tanto para el desempeño de
dicho barco, como para otras urgencias. Y, en efecto, según escritura otorgada ante mí el
treinta y uno de diciembre próximo pasado, confesó aber recibido la cantidad de
quatrocientos pesos fuertes. Pero habiéndosele ofrecido otras barias cantidades, como son la
de quarenta pesos que le entregó en esta ysla de Canaria, después de otorgada la citada
escritura; la de sesenta y un pesos fuertes que le dio en la ysla de La Palma, por primera vez; la
de seis que le dio por segunda vez, después del regreso de la ysla de La Palma en esta ysla; y
siento beinte y sinco pesos fuertes que, asimismo, le dio para pagar a don Férlis Verlanga de la
redificación de dicho vuque. Que todas las partidas importan seiscientos treinta y dos pesos
fuertes, siendo presiso que el dicho don José Alias Maronita tenga un resguardo por donde
tenga seguro estos créditos. Desde luego, por la presente, otorga que (con)fiesa haber resibido
del supradicho don José Elías Maronita la cantidad (de) seiscientos treinta y dos pesos fuertes,
la que le a dado por vía de préstamo graciosamente y sin premio alguno antes de ahora, en
moneda usual y corriente en estas yslas. Que por ser cierto estar en su poder y no pareser de
presente, renuncia la execión de la non numerata precunia fe del exibo y prueba del recibo,
otorgándola a fabor del supradicho general y carta de pago, cuya cantidad se obliga con su
buque y pertrechos a satisfacer al susodicho o ya con el fletamento del biage que dicho barco
ba a ser desde esta ysla para la costa de Guinea, de quenta del insinuado don José, cuya paga
hará bien llanamente. Y que real y verdaderamente se satisfaga aunque no se berifique dicho
biaje o aunque suseda la desgracia de peligrar dicho buque. E da por su fiador a don Antonio

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 117
Basalo, natural de Génoba, quien allándose presente a esta escritura dijo que, haciendo de
causa y negocio ageno suyo propio, líquido y conocido se obliga a que si el dicho capitán no
cumpliese con lo que lleba estipulado o faltare el buque, piesa afecta a este crédito, pagará la
citada cantidad de los seiscientos treinta y dos pesos fuertes con las mismas seguridades y
obligaciones que lo a contratado el referido capitán.

Testigos: Don Santiago Redondo, natural de Génova, don Francisco de León y Domingo
Oliva, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Reyes Guerra. Legajo: 2.045, fols. 393 r. - 394 r.

*En escritura realizada el mismo día, Maronita decía acordar con el capitán Abdalá el pase a Guinea y de
allí a la isla de Madeira. El primero pagaría de flete por mes 250 pesos fuertes, detraídos de la deuda del
capitán. Dos días después, Maronita decía que Abdalá debía a don Antonio Betancurt, comerciante de
Las Palmas, 403 pesos fuertes, 10 reales de plata y 5 cuartos, valor de varios efectos. Pagó Maronita 250
pesos al acreedor, pues pretendía retener el barco, quedando el resto de la deuda pendiente hasta el
regreso de Abdalá.

-49-

Embargo de barco marroquí


Las Palmas, 25 de febrero de 1801

En la ciudad de Canaria, a veinte y cinco de febrero de mil ochocientos y uno, ante mí el


infraescrito escribano público y de guerra, compareció don José Elías Maronita, natural de
Montelívano, de nación armenia, recidente en esta ciudad. Y dijo que en este día se ha
mandado envargar una goleta marroquín nombrada Seida Mesudat, perteneciente a Abdalá
Barque, de nación marroquí, con pretesto de perteneser esta embarcación a don Antonio
Basalo, por crédito que éste adeuda de don Edmundo Farrujía. Y que mediante a que la
contrata hecha por el citado Abdalá Barque fue el de fletar dicho buque para la costa de
Guinea en doscientos y cinquenta pesos fuertes mensuales, que se hallan corriendo desde el
día primero de presente. Y cargado para salir a haser su viaje desde el día de mañana y hallarse
impedido por dicho embargo, desde aora y para quando llegue el caso, protesta una, dos, tres
veses y las más que haya lugar por derecho, todos los daños y perjuicios que se le ocacionen y
puedan ocacionar en no salir a haser su viaje a el otorgante y su cargasón, tanto en el riesgo
del mar quanto en el de su retención en el puerto.

Testigos: Presbítero José del Castillo, capitán Baltasar de Llarena y José Mesa, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio Miguel del Castillo. Legajo: 1.851, fols. 31 r. - 32 r.

118 Pedro C. Quintana Andrés


-50-

Venta de barco apresado por corsario francés


Puerto de Arrecife, 14 de abril de 1801

Sépase como don Joséph Lamau, capitán del bergantín armado en corso y mercansía nombrado
La Bentura, prosedente del puerto de Bordeus con destino a la ysla de Francia, que se halla surto
y anclado en el Puerto de Naos, de esta ysla de Lanzarote, una de las Canarias. Y por medio de
don Pedro Guibot, subcomisario de la misma nación, que sirbió de yntérprete, dijo que vende
real y efectivamente, desde ahora y para siempre jamás, a don Manuel Joséph Álbares, vecino de
este Puerto, un bergantín o polarca de bandera portuguesa que apresó en su navegación a la
altura de treinta y tres grados de latitud norte y dies y seis con quarenta y siete minutos de
longitud, según el meridiano de París, nombrada el San Joséph, que había salido del puerto de
Lisboa con destino a la ysla de La Madera, con todo su cargamento que traya a su bordo, según
el manifiesto que ha hecho por ante mí en este propio día. Y, así mismo, con todo su belamen,
anclas, bote, xarcias y aparejos, y que se halla también fondeada en este mismo puerto. Y por
precio de dos mil y quinientos pesos fuertes a que se han ajustado con mutua conformidad y de
toda la tripulación que traya a su bordo. Cuya cantidad se exibió en este acto y el referido capitán
la contó, persibió y llebó a su poder, de cuyo exibo y percibo yo el escribano doy fee por haber
sido a mi presencia y de los testigos que se nominarán. Y como pagado y satisfecho, formalisa de
ella a favor del enunciado don Manuel la más solemne carta de pago que a su seguridad
condusca. Y declara que los referidos dos mil y quinientos duros es el justo y berdadero valor de
la referida presa y su cargamento, que no bale más pero, si algún más balor tubiese, del exeso en
poca o mucha suma hase al comprador gracia y donación.

Testigos: Don Dionisio O`Daly, don David Barry y don Domingo María Rancel, vecinos y
residentes del Puerto de Arrecife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.912, fols. 256 v. - 257 v.

-51-

Presión sobre patrón para descarga


Las Palmas, 29 de octubre de 1801

En la ciudad de Canaria, a nueve de octubre de mil ochocientos y un años. Ante mí, el


escribano público, y testigos infraescriptos pareció presente don Salvador Almeyda y Herrera,

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 119
vecino de esta ciudad y capitán de la goleta nombrada San Rafael, de cuyo conosimiento
certifico. Y dijo que en el día quatro del corriente salió del puerto de la Arrecife, de la ysla de
Lansarote, a horas de las siete de la noche, cargado de grano por cuenta de la Real Hacienda y
alguna otra carga de particulares con destino a este puerto de La Lus, hasta tomar órdenes del
excelentísimo comandante general de esta provinsia, con tiempo algo bonansa. Y al siguiente
día sinco se encontró en el puerto de Tostón, de la ysla de Fuerteventura, con cuyo motivo
tuvo por conbeniente fondear su nao, tanto por inteligenciarce si dentro havía alguna
novedad de corsarios enemigos, quanto por hacer tiempo a pasar esta traviesa con la
oportunidad de la noche para liberarce de qualesquier encuentro de yngleses. Que, en efecto,
así hechos e informados de que no havía novedad alguna, siguió el destino a esta ysla,
saliendo de dicho puerto de Tostón a las quatro de la tarde del mencionado día sinco. A cosa
de medianoche refrescó el tiempo por la parte del norte, en términos que no le fue posible
tomar este dicho puerto de La Lus, amaneciéndole frente la costa de Telde, de esta ysla, por
cuyo hecho tomó el partido de ponerce vajo la fortaleza de la playa de Gando, temiéndose de
los corsarios enemigos y huyendo del fuerte viento y mar. Que ya fondeado el día seis, a las
ocho de la mañana se le presentó el teniente de artillería don Joséf Feo, vecino de dicha ysla
de Lansarote, que venía a su vordo, persona encargada por su excelencia para reclutar dicho
cargamento. Y con varias instancias pidió al otorgante hechare en tierra parte de la carga de
particulares para aliviarse dicho buque, protestando que así convenía al real servicio. Y en
vista de ello, sin embargo de alguna oposición y obstáculos que puso a dicho don Joséf el
otorgante, por no hechar en tierra dicha carga, y viendo, últimamente, que sobre el particular
le quenta violencia, según de produjo dicho oficial a presencia de la tripulación, llegó el caso
de haver permitido el desembarque de alguna, la que dejó segura en dicho puerto de Gando,
dando inmediatamente parte de ellos a los interesados y hechándoles en tierra. Que en este
estado tuvo por conveniente dicho don Joséf Feo dar parte de este arrivo al señor
gobernador actual de las armas de esta ysla, para tomar la orden de la salida de dicho puerto
de Gando para éste de La Lus. Y en efecto, habiéndolo comunicado lo execuatase
prontamente, salió el que otorga con su vuque a las sinco de la mañana del día de ayer,
llegando al repetido puerto de La Lus a las dose y media de este día, donde se halla fondeado
esperando órdenes de dicho señor excelentísimo para el destino de dicho cargamento. Y para
que en ningún tiempo se le haga cargo de este dicho otorgante sobre dicha arrivada, ni
tampoco sobre haberse hechado la carga por dicho puerto de Gando, protesta una, dos y tres
veces y las más que el derecho le permitan contra el viento, mar, corsarios enemigos y demás
contra quien haya lugar.

Testigos: Lorenzo Rodríguez Barrera, don Cristóbal de Luque Cabrera y Antonio Santa Ana,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Antonio de Troya. Legajo: 2.005, fols. 307 r. 309 r.

120 Pedro C. Quintana Andrés


-52-
Mal comportamiento de capitán de bergantín
Las Palmas, 15 de abril de 1803

Sépase como yo, don Manuel Alfonso, vecino de esta ciudad, digo que siendo yo dueño de la
mitad del bergantín nombrado Nuestra Señora de la Soledad, alias, El Vencedor, que salió del puerto
principal de La Luz de esta ysla, con rexistro de libre comercio para el de La Havana, con escala
en Caracas, desde seis de octubre del año pasado de ochocientos dos. Y perteneciendo la otra
mitad a don Christóval Padrón, vecino de la ysla de Lanzarote, que fue de capitán en él por
virtud de la contrata que celebramos por ante Joséf Agustín Albarado, en veinte y nueve de
mayo de dicho año. Y haviendo tenido noticia del mal porte dado a los pasajeros y oficiales del
barco e, igualmente, de los extravíos del capitán, no solamente en el mal orden de venta de
cargamentos, sino en las voluntarias arribadas echas sin necesidad, ni previción a puertos a que
el barco no iba destinado, sin atender a los graves costos que se havían de ocacionar. Siendo
literal del capítulo primero de dicha contrata que las pérdidas causadas por voluntariedad,
malicia o mala versación del compañero havía de ser de cuenta y cargo, según diese motivo a
ellas. Porque no se me impute perjuicio alguno en semejantes gastos u otros que hayan
sobrevenido, protexto una, dos, tres y las más veces que el derecho me permita, no sean de mi
quanta y cargo y sy del insignuado capitán don Cristóval Padrón los costos y gastos que se
hayan ofrecido, bien sean en las arribadas como en las devoluciones de fletes echas a los
pasajeros, tal ves con el objeto de hacerles callara los culpables defectos que durante el viaje le
advirtieron y de que, acaso, habrá dimanado la mala venta de los efectos, según que de todo
estoy serciorado por las cartas que conservo en mi poder. Y acabo de resevir yo e mostré al
presente escribano para que las rubricase, lo que assí yo, el infraescrito, executé.

Testigos: Don Nicolás Oramas, don Lorenzo Rodríguez Barrera y Domingo Aguilar, vecinos
de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.303, fols. 174 v. - 172 v.

-53-
Reparación frustrada de un navío
Las Palmas, 30 de abril de 1803

En la ciudad de Canaria, a treinta de abril de mil ochocientos y tres años, ante mí el escribano
público y testigos infraescritos pareció precente don Ramón Arrate, capitán de la fragata La
Paz, que salió del puerto de Málaga con registro de libre comercio para el de Montevideo, al

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 121
qual doy fee conosco. Y dijo que por quanto a los sinco días de su navegación le dio un
temporal de mar y viento, rompiéndole diversos palos, por cuya rasón le fue preciso arribar al
de La Lus de esta ysla para repararse. Y por ello, habiéndose presentado ante el señor don
Isidoro Romero y Ceballos, juez subdelegado de Indias y Marina en el día veinte y ocho del que
corre, a fin de que don Agustín Péres, vesino de esta ciudad, le vendiese un palo proporcionado
para mastelero de gavia, por no haverse encontrado otro en parte alguna, según reconocimiento
hecho por el maestro de carpintero Miguel Farías y don Domingo Gil, capitán de puerto, con
asistencia del otorgante. Dicho señor subdelegado, con pareser del asesor de la subdelegación,
proveyó auto por el que mandó este día que dicho don Agustín Pérez lo entregase por su
lexítimo valor, quien se ha negado a ello, ocurriendo al juzgado del señor corregidor de esta ysla
para que formase competencia, como lo ha entablado. Y para los efectos que el combengan
protesta una, dos y tres y las más veces que sean permitidas por derecho contra dicho
corregidor, el don Agustín Pérez y las demás justicias de la ysla, todos los daños, perjuicios,
menoscavos que se le ocacionan y puedan ocacionar en una demora tal perjudicial en lo prestar
loa auxilios competentes para la entrega de dicho palo medio proporcionado para su pronta
havilitación, especialmente hallándose en un puerto desabrigado y no de lo más seguro.

Testigos: Vicente Concepción, José de Torres, alguacil de la subdelegación, y José Ossavarry,


vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Agustín Alvarado. Legajo: 1.753, fols. 125 r. -126 r.

-54-
Periplo para arribar en Madeira
Las Palmas, 16 de junio de 1803

En la ciudad de Canaria a dies y seis de junio de mil ochocientos y tres años, a esta ora de las dos
y media de la tarde compareció ante mí, el escribano público, y testigos infraescritos don
Antonio Miguel Ramíres, capitán y maestro del vergantín español nombrado Jesús María, vecino
de esta ciudad, de cuio conosimiento certifico. Y dixo que haviendo salido de esta ysla y su
puerto principal de La Luz el veinte y cinco de abril con destino a La Madera, en la altura de
treinta grados, dícese que el día primero de mayo, arrivaron a la ysla de Lanzarote, a cosa del
medio día, para en aquel puerto componer las velas y la hembra del timón. Que haviendo salido
de dicho puerto el día ocho al anochecer con viento lesnordeste, a los treinta grados de latitud, al
norte con corta diferencia, le entró el viento por el norueste y lesnorueste, fresco, y le hiso recalar
a quatro leguas por el sur de Mogador. Y observando que las mareas corrían para el sudueste,
con mucha violencia, sin poder adelantar camino, al día siguiente, trese, recaló por frente de
Mogador, determinó entrar en aquel puerto para asegurar las vidas, cavos y barco. En donde se
repusieron velas y cavos en la forma que se pudo. Que en este estado, le habló el cónsul de

122 Pedro C. Quintana Andrés


Francia para que le llevase cargasón de será, tablado y aseite y algunos géneros de Europa, la que
admitió a lavorada para conducir a dicha ysla. Y salido de allí a la tarde, el día dies, a distancia de
quarenta y seis a cinquenta leguas de la Alegranza, le entró el tiempo norsorueste, fresco, a la ora
de las quatro de la mañana, y a la ocho le partizipó el marinero Estevan Romero que por la proa
y por debajo de la sinta hacia el buque agua. Y haviendo llamado la vonba y no dado agua, pasó
el capitán en unión de los marineros a la bodega al reconocimiento y se encontró con ocho
pulgadas de agua, lo que dio motivo a arrivar a este puerto para reponer en él, lo mejor que se
pueda, el barco y seguir su destino a La Madera. A donde llegó el día dose a las siete de la
mañana y no haviéndosele pasado la visita hasta el día trese a las dies. Y resuelta la sanidad,
hicieron quarentena, se puso en el degredo que le fue señalado, de donde fue admitió a plática el
día de aier, quinse, a las quatro y media de la tarde. En esta concequensia y estando dentro de las
veinte y quatro oras, y no saviendo hasta ahora si la cargasón ha recivido alguna avería, usando
del remedio que el derecho le concede, protesta una, dos, tres y las demás veses que le son
permitidas contra mar y viento todas las averías, daños y perjuicios que se hayan seguido así en el
dicho viage como las que se digan hasta llegar al puerto de su dectino.

Testigos: Don Julián Zapata, don Nicolás del Castillo y don Juan Vidal, piloto de la citada
nao, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.970, fols. 442 v. - 445 r.

-55-
Barco francés y problemas a causa de la guerra
Las Palmas, 9 de agosto de 1803

Sépase como yo, don Francisco de Deiglun, agente de la Comicaría General de la República
Fransesa en estas yslas Canarias, vecino de esta ciudad, de cuyo co (tachado) Digo que por
quanto el día treinta de julio próximo pasado aportó en este de La Luz el vergantín
Loptimisme, de dicha nación y República Fransesa, su capitán Thomasin. Que con salida de
Guadalupa, ysla de América, con destino Amarsella, hiso arribada en este referido puerto de
La Luz, cuyo arribo lo mobió la noticia que pudo conseguir de la guerra declarada entre su
gobierno y el de Yngalaterra. Hace protesta contra la persona o personas que haya lugar en
virtud de que el comicario de la República Fransesa de Tenerife en su oficio de quinse
termidor, que es el dos de agosto de mil ochocientos tres, dice que el excelentísimo señor
comandante general hiba a dar las órdenes nesesarias para que desebarcasen inmediatamente
y prosediesen al descargue del buque. Visto que el prosedimiento no ha sido éste y, al mismo
tiempo, dicho capitán me hase protesta con fecha del cinco del corriente, donde me espone lo
inposibilitado de poder permaneser más largo tiempo en esta rada por estar su cables, y lo
poco que tiene, sin seguridad alguna por haver fondeado en un mal fondo y echádole a

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 123
perder sus cables. Segundo, que, sin embargo de todas las precauciones que toma la plasa
para defenderse, será tomado por los yngleses sin poderlo remediar, que con la inmediación a
las noches lóbregas facilitará a dicha nación su intento, y de esta suerte se espone a perder los
intereses que biene asegurados en un territorio amigo y haliado. Siendo que la reguridad de la
quarentena con él lo espone a todas pérdidas de sus intereses, siendo así que a otros con más
motibo se les a dado entrada, como susedió al capitán Viscocho, teniendo dos honbres
muertos a los ocho días, que tubieron por conveniente y biniendo de un puerto donde había
la misma precaución como aquí. Él que vino de Mogador, ciendo como son tan expresas las
órdenes reales, sólo a tenido dies días de quarentena, en lo que todo a havido contemplación
y moderación. Y, por lo tanto, hago las protextas más solemnes que en iguales casos me
permite el derecho contra las personas que puedo y debo.

Testigos: Presbítero Antonio Puertas, el capitán Jerónimo Betancurt y Domingo Aguilar,


vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.303, fols. 321 v. - 323 r.

-56-
Extravío del convoy con dirección a la India
Las Palmas, 12 de abril de 1804

En la ciudad de Canaria, a hora que son las ocho y media de la mañana, de este día dose de
abril de mil ochocientos y quatro, pareció ante mí, el escribano, y testigos infraescritos don
Joséf Pulis, de nación maltés, y actualmente vesino de esta ciudad, y un hombre que le
acompañaba, diziendo el dicho don Joséf Pulis ser el capitán Jorge Elli(o)tt, vesino del Norte
(tachado) Londres, capitán de la goleta nombrada El Lively London, que entró en este puerto,
que dizen de las Comedurías, el día de ayer y dio fondo entre dies y onse de la mañana. Y me
hizo presente, por medio de dicho don Joséf Pulis, quería hazer una protesta. Y sirviendo de
yntérprete el antedicho don Joséf Pulis, por hallarse ynstruido en la lengua ynglesa, dixo que
el referido capitán no hablaba el castellano, sino su lengua materna, que era la ynglesa, en
cuyo idioma se explicó con el mencionado don Joséf, quien me iva relasionando lo que el
capitán le expresaba en dicha lengua ynglesa. Y dixo lo siguiente: que salió del puerto de
Londres el día domingo, quatro de marzo próximo de este año, cargado con diferentes
mercansias el dicho buque a unirse con el comboy que estaba en Posmlut, de su propia
nación, para haser biaje bajo de su auxilio y protección a la costa de Demerary, por ir dicho
comboy para Huest Yndias. Que llegó al puerto de Postmlut el día ocho de dicho mes. Y el
día dies y seis se dio a la vela con el mismo comboy para seguir su destino, y navegando con
él dos días, al cabo de ellos, hallándose en la costa de Ynglaterra e Yrlanda, el dies y ocho por
la noche les sobrevino un temporal muy fuerte, vetando el viento por el nosnordeste, que fue

124 Pedro C. Quintana Andrés


preciso dispensándose todos, correr con dicho temporal. Y en esta conformidad
permanecieron sin aplacarse el tiempo por espacio de una semana, perdiendo en este
conflicto la botavara y el cangrejo de dicho barco. Que el día treinta de dicho mes, hallándose
en la altura de treinta y dos grados y treinta y cinco minutos, se les aplacó dicho temporal,
cambiándose el viento, ventando éstos, aunque variablemente, desde el nordeste hasta el este
y sudueste. Que quando corrieron con el dicho temporal únicamente vieron un barco que les
pareció ser americano, el qual huyó del suyo. Y después de haber aplacado dicha tormenta
vieron tres buques, a quienes no pudieron hablar. Que los con los antedichos vientos han
caminado siguiendo su destino con intención de tomar puerto en el primero que encontraran
para repararse de los daños que le causaron dicho temporal y reponerse del agua que le
faltaba. Y habiendo abistado la ysla de Fuerteventura y acercándose a ella, no encontraron
puerto ni pueblo en donde pudiera recibir el beneficio y refugio que deseaban, determinaron
el venir a esta de Canaria, a donde llegaron el día de ayer entre dies y once, según tiene
manifestado, como todo lo antedicho constaba de su diario y lo podrían declarar el piloto y
demás gente de su tripulación. Todo lo qual iba diciendo en ydioma ynglesa al referido don
José Pulis y éste me lo comunicaba en español, añadiendo que protestaba y protestó contra el
mar y viento este accidente y contra todo lo que pueda y deba protestar para que no le pare
perjuicio la desunión de dicho comboy, la abería de su buque y qualquiera que por este
fracaso pueda resultar contra el mismo barco y su cargamento.

Testigos: Don Domingo Gil y Barrera, capitán de mar de la isla, don Francisco Cabrera de
León y José de Mesa, vecino de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.896, fols. 118 r. 119 v.

-57-
Choque de naves
Las Palmas, 23 de noviembre de 1804

En la ciudad de Canaria a veynte y tres de noviembre de mil ochocientos quatro. Ante mí el


escribano público y testigos infraescritos pareció precente Francisco Márquez, vecino desta
ciudad y mandador del barco del tráfico de la costa de África, nombrado San Pedro Apóstol,
propio de don Miguel Sortino, de esta misma vecindad, al qual doy fee conosco. Y dijo que
hallándose dicho su barco surto y anclado en la caleta de debajo de esta rivera, aprestándose
para hacer su viaxe a dicha pesquería, aconteció que entre las diez y onse de la noche, poco
más o menos, se avistó un barco a la vela, que venía como de la costa, y dejándose venir
sobre el citado barco San Pedro, las guardas que estavan en éste le gritaron a la gente que venía
en él, ya referido a la vela, para que se apartaran y dirixiecen otro rumbo, para evitar
qualquiera perjuicio que pudiera ocacionarse. Y, sin embargo de este aviso, se dejó caer el

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 125
expresado barco, que venía a la vela, sobre el de San Pedro, le destrozó el bauprés y lo que se
reconocerá por peritos, por no haverse practicado todavía esta diligencia. El qual citado barco
es de don Sipriano Avilés, su mandador Pedro Gutiérrez. Y para en tiempo protestar los
daños y perjuicios causados y que se regularen por dichos peritos.

Testigos: Don Lorenzo Rodríguez Barrera, Miguel Hernández Navarro, vecinos de Las
Palmas, y don Pedro Zárate.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Agustín Alvarado. Legajo: 1.754, fols. 329 v. -330 v.

-58-
Efectos de un doble huracán
Las Palmas, 4 de enero de 1805

En la ciudad de Canaria, a quatro de enero de mil ochocientos cinco, ante mí, el escrivano
público y de marina, pareció precente don José Mayol, capitán del bergantín Nuestra Señora de
los Ángeles, por fallecimiento de don Gabriel Serna. Que salió del puerto de San Cristóval de la
Havana, con registro libre comercio, a el de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, al qual doy fe
conosco. Y dixo que por quanto haviendo salido de dicho puerto de San Cristóval
cumplimiento de su destino y no lo pudieron executar por un grave temporal que les acometió
en el Golfo, de que les fue preciso hacer arrivo al puerto de Guimenton, colonia yngleza, en
donde por espacio de un mes, más o menos, se demoraron con motivo de la reparación del
buque por haverse destrozado todas las obras muertas. De donde salieron en el mes de
octubre, todo el año próximo, siguiendo su viaxe al referido su destino. Y haviendo recalado a
las inmediaciones de dicha ysla de Tenerife, le sobrevino un nuevo huracán que los llevó
(tachado), en cuya ysla se matuvieron, sin embargo de él, tres días naturales. Y sobreviniendo
otro, le fue indispensable, por no exponer a perder su bajel, correr a esta de Canaria para no
perecer por la falta de víveres en que se hallava. Por todo lo qual y para que no se le haga cargo
en ningún evento, por la precente y su tenor, usando del derecho, que le aciste, protesta una,
dos, tres y las más veces que le combengan y haya lugar contra mar y viento.

Testigo: Don Sebastián Barrera, Miguel Hernández Navarro y José Magas, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Agustín Alvarado. Legajo: 1.755, fols. 3 v. -4 r..

126 Pedro C. Quintana Andrés


-59-
Administración de buque y carga hasta
poder ir a su destino a causa de la guerra
Las Palmas, 9 de marzo de 1805

En Canaria, a nueve de marzo de mil ochocientos y cinco. Ante mí, el escribano público, y
testigos infrascritos pareció personalmente don Antonio Mendieta, natural de Vilbao, capitán del
vergantín nombrado Nuestra Señora del Carmen, alias Los Dos Amigos, procedente de Buenos Ayre,
a quien, aunque no conosco, personas de confianza me afirmaron se el contenido. Y dixo que
habiendo salido desde Buenos Ayres con destino a los puertos de Ynglaterra, con cargamento de
cueros, cebo y chapas de astas, se bio en la precisión de arribar a esta ysla, en donde, con motivo
de la nueva guerra, se halla imposibilitado de seguir su destino. Y careciendo aquí de amigos o
personas conocidas que le pudiesen facilitar dineros y demás que necesite para sostener la nave,
desde luego, cierto y sabedor de su derecho y de lo que en este caso le compete, arreglándose en
un todo a las facultades que le están concedidas, según las ordenansas de la materia, consigan en
don Luis Verneta, vecino de esta ciudad, persona abonada y de la mayor integridad, según los
informes que privadamente ha tomado, el citado bergantín y su cargamento, llebando cuenta y
razón formal para responder por todo a los interesados en uno y otro. Y estando presente a lo
contenido en esta escritura el citado don Luis Berneta, dixo que aceptava y acepto la
consignación del buque y su cargamento que le lleba hecha y se obliga a administrar con la
mayor exactitud uno y otro y a llebar cuenta y razón formal de sus producidos, para darla
siempre que se le pida legítimamente y conforme a lo que resultare de el ymbetario que se haya
de formar para la entrega de todo. A cuyo cumplimiento ambos otorgantes, casa uno por lo que
les toca, se obligaron con su bienes y rentas rayces y muebles habidos y por haber.

Testigos: Don Antonio Hermosilla, don Francisco Falotico y Francisco Ortiz, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Reyes Guerra. Legajo: 2.048, fols. Sin foliar.

60
Problemas para desembarque de cereal
Las Palmas, 19 de abril de 1805

En la ciudad de Canaria a diez y nueve de abril de mil ochocientos y cinco años, ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos parecieron presentes Matías Estéves, Pedro

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 127
Rodríguez, Pedro Medina y Rafael Romero, vecinos de esta ciudad, juntos de mancomún. Y
dixeron que los otorgantes con otros interesados, por quienes prestan voz y caución de rato
en forma, pasaron a la ysla de Fuerteventura en el barco nombrado Nuestra Señora del Carmen,
con el proiecto de conducir trigo y sevada para esta ysla. Y haviendo en (e)fecto salido en
dicho buque del puerto de Caleta de Fustes, llegaron a este de La Luz en la mañana del día de
ayer, en donde el maestre de tierra del citado barco, Ygnacio Moreno, les impide la hechada
en tierra del citado grano, tanto a los comparecientes quanto a los demás cargadores, e
intimidándoles lo ha de conducir al puerto y plasa de Santa Cruz de Tenerife. Y siendo así que
el ajuste con dicho maestre desde que pasaron a la ysla de Fuerteventura fue que la condución
havía de ser a ésta, como, también, encontrado la novedad tener a la vista a cada instante de
estos puertos y tras de la Ysleta (por donde es indispensable girar el viaje a dicho puerto de
Santa Cruz) diferentes buques yngleses corsarios y es notorio que un barco dé primera tierra.
Haviendo salido de dos día a esta parte, a arrivado por tres veses huiendo de dichos corsarios
y, además, tienen noticia de que frente al puerto de Santa Cruz se halla crusando los
enemigos. Desde luego, en la mejor forma que hai a lugar en derecho, protestan por cí y a
nombre de los demás cargadores e interesados en los granos de trigo y sevada una, dos, tres y
las demás veses que el derecho le permite contra dicho maestre de tierra Ygnacio Moreno, los
daños y perjuicios que se les cirroge en dichos sus granos, en el caso de hasérseles pasar al
citado puerto de Santa Cruz o de demorar las descargas en este puerto, por el asalto que
puedan dar los enemigos al expresado buque, no obstante estar bajo de artillería, pues en igual
paraje y puerto an cido otros de pocos tiempos cierta parte apresados.

Testigos: Francisco Lavina, Miguel Báez y Luis Laville, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.303, fols.112 r. - 113 r.

-61-
Venta de una presa inglesa
Las Palmas, 20 de junio de 1807

En la ciudad de Canaria, a veinte de junio de mil ochocientos y siete años, ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos pareció presente don Joséf Gil y Barreda, vesino y
del comercio de esta ciudad, por sí y en nombre de la compañía que son sus hermanos tiene
establesida en esta ysla titulada Don Domingo Gil y Hermanos, al que doy fee conosco. Y dixo
que con el motivo de haverse sacado tres falúas de una fragata ynglesa la noche del día ocho
de mayo próximo pasado de este año, para amaneser el nuebe, una barca española titulada
San Pedro Apóstol, que salió de Cádiz a corso y mercansía, con destino a Buenos Ayres, del
puerto de La Luz de esta ysla, en donde fondeó con el motivo de havérsele roto las entenas.
De la que era capitán don Joséf Romero y maestre y primero piloto don Francisco Mas y

128 Pedro C. Quintana Andrés


Canelas. Y haver muerto dicho capitán en la defensa que hizo, y llebándose dicha fragata al
nominado maestre, quedándose únicamente en tierra don Joaquín Antonio Goyeneche,
segundo piloto de dicha barca, por haberse puesto a su cargo un kerche inglés que apresaron
en dicha nabegación y condujo como capitán que le nombraron a esta ysla y su puerto
principal. E igualmente Vicente Caroi, contramaestre de dicha barca, que con otros cinco
marineros se arrojaron al mar la noche del combate desgrasiado. Por cuya muerte del capitán
y apresamiento de la barca y del referido maestre don Francisco Mas y Canelas mandó el
señor coronel y governador de las armas de esta ysla, por su auto proveydo al siguiente día,
nuebe de mayo, a inventariar y asegurar toda la carga del referido kerche, que se hallaba parte
de ella en la real aduana y otra porción en el quarto bajo de una casa de enfrente. Y con este
motivo, después de haverse tomado de todo la competente razón, ocurrió ante el
excelentísimo señor comandante general de estas yslas, don Juaquín Goyeneche
pretendiendo, como capitán de la presa, el que se le entregase dicho efectos y que quando no
huviese lugar se consignase a qualquiera casa de comercio de esta ysla y con especialidad a la
de Don Joséf Gil y Hermanos (sic), en la que estava convenido el capitán difunto y acordez todos
los demás oficiales y aún los marineros, por haver sido esta casa la que había suplido todos los
costos que se habían ofresido, tanto en la preza como en la barca, en fuerza de la antedicha
oferta. Y su excelencia, por decreto proveído en trese del mismo mayo, mandó que para
mejor proveer informase el señor governador de las armas de esta ysla, acompañando
testimonio de las diligencias obradas en la materia y que en el ínterin que otra cosa se
determinase, se consignara a la casa del otorgante la referida presa, con intervención de la real
aduana, bajo de cuya custodia había de quedar asegurados los efectos y artículos comersiales
hasta que se verificase el despacho de lo que fueren del lexítimo comercio y la exportación de
los que entre ellos pudiese haver en la clase de los prohividos, con arreglo a las reales órdenes
de la materia. Y que se entendiese todo sin perjuicio de que se prosediese al remate de la
misma pieza y artículos, en el caso de no haverse verificado y exigirlo así los ynteresados en
ella, pero con calidad que había de quedar depocitado su producto, hasta que con vista del
ynforme y diligensias se proveera lo que correspondía, así en orden a la solicitud del
Goyeneche como por lo que hazía asegurar el derecho e intereses del capitán apresado, a
beneficio de sus lexítimos herederos. Y habiéndose presentado esta providencia ante este
señor governador de las armas en dies y seis del mismo mes de mayo y pedídose por el
antedicho don Juaquín Goyeneche; Vicente Caroi, contramaestre de la barca; Matías Lardez;
Joséph Sierra; Joséph Mas; Francisco Fernández; y Antonio Fernández, marineros de ésta, el
que se hiziese dicha consignación al otorgante y hermanos, del dicho kerche y su carga a fin
de que se les supliese algunas partidas para su subsistencia y refersionarse de ropas de que
caresían, conforme lo habían hecho anteriormente en virtud del contracto que de antemano
habían pactado con los demás ynteresados, como se podrá ver en el libro copiador de cartas
que permanesía en uno de los dos cofres que tenía en tierra dicho capitán. A lo qual se
proveyó se les contribuyese, como hasta aquel entonses, y que se tomase rasón en lo que en
los cofres de dicho capitán se hallase y se sacase copia de la que en dicho libro borrador se
hallase, que hablaba sobre la antedicha consignación. Y habiéndose verificado uno y otro por
auto que se proveyó por el señor governador de las armas con dictamen de su asesor de

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 129
guerra, en el día veinte y cinco del propio mes de mayo, se mandó que con testimonio de las
diligensias obradas se evaquare el ynforme que su excelencia pedía y que, desde luego, en
conformidad con lo mandado por el dicho excelentísimo señor se había por consignada en la
casa del otorgante la preza ynglesa, con todos sus efectos. Cuya consignación fuese y se
entiende se(r) con yntervención de la real aduana, en donde hasta nueba superior
determinación quedase en calidad de depócito el producto que resultase del remate o venta
que hiziese el otorgante o sus hermanos. Y se diese ciencia de dicha providencia al caballero
administrador de reales rentas viudas. Y haviéndose remitido el antedicho testimonio de las
referidas diligencias con el ynforme a dicho excelentísimo señor, en su vista, por auto que
proveyó en dies y seis del presente mes de junio aprobó las providencias dadas por el señor
governador de las armas, mandando celebrase despacho para que este dicho governador
dispusiese se entregase al otorgante (tachado) inmediatamente al otorgante consignatario de la
presa los artículos y efectos que el antedicho kerche conducía en su bordo y quales cantidades
que huviese producido e pudiera producir la venta del casco y peltrechos, en el caso de que se
hubiera verificado o verficase el remate de él. Y que procediese el otorgante a la venta del
cargamento por contractos públicos o pribados, como más conveniente le paresiera al
otorgante, a beneficio de todos los ynteresados. Presediendo que, por lo que havía al ynterés
de los herederos del capitán y demás partes que fallesieron en la misma defenza o se hallaban
ausentes, hisiese la competente obligación. Y dando cuenta a su tiempo del producto total de
la presa para su venta, tomar las demás providencias que correspondiesen, cuidando dicho
señor governador de que a los ynteresados presenten que esigieran algunas cantidades para
sus urgencias se les entregase, sólo a buena cuenta de lo que respectivamente le pueda
corresponder, pero con las precauciones necesarias para que lo que tomasen no exediese de la
parte que les huviese de tocar quando tuviese efecto la liquidación y ajuste que deba hazerse o
a que siempre que huviese quien lexítimamente representase a todos los ynteresados y lo
exijiesen así o en el puerto del armamento, que es donde de otra suerte debe verificarse. Y
que la entrega de efectos se debía hazer con absoluta libertad de reales derechos, según estaba
prevenido por real orden comunciada por el serenísimo señor almirante Príncipe de la Paz a
el señor ministro de hacienda con fecha onse de marzo de mil ochocientos y cinco, según
todo resulta del expediente que queda en poder del presente escribano, del que yo el público y
de la guerra lo certifico. Y cumpliendo con lo que se previene por dicho excelentísimo señor
comandante general de estas yslas, otorgo en aquella vía y forma que en lo legal se requiere
que, desde luego, se obliga por sí y su compañía de hermanos a rresponder como tal
consignatario de todo el importe del kerche, su escrito, y artículos que han de entrar en su
poder y constan del ynventario que se ha formado de ellos, en el citado expediente que se
halla bien instruido y da aquí por expesificados partida por partida y a mayor abundamiento
de todos ellos, se da por entregados con renunciación de la leyes que hablan en la materia.
Sin el que la obligasión general derogue ni perjudique a la expesial, ni por el contenido sino
que antes bien mande poder los acreedores usar de ambas a su elección, hipoteca dos
cercados que se hallan actualmente en el barrio de san Nicolás de esta ciudad, que dicha
compañía obtuvo por remate en pública subasta por el jusgado de la consolidación y eran
propios de la Confraternidad de san Telmo de esta dicha ciudad. Con cinco horas y media de

130 Pedro C. Quintana Andrés


agua para su riego, que linda por la parte norte con el camino real que va a los molinos; por el
sur con el barranco real; por el poniente con el callejón de Panbaso; y por el naciente con
cercado del señor coronel y governador de las rmas, don Joséf Berdugo, su valor dose mil y
tresientos pesos. Y otros tres cercados fuera de la portada de Triana, en los que ha fabricado
una casa a todo costo de alto y bajo y su entresuelo, el que tiene un día de agua para su riego,
que igualmente remataron para la consolidación, pertenesían sus producidos al convento de
san Francisco de esta ciudad, y lindan por la parte norte con otro que compró de la misma
obra pía el capitán Ysidoro Romero y con otros de don Joséph Quintana; por la del sur con
los del hospital de san Lázaro; por el nasiente, camino que va al puerto; y por el poniente con
cercado de don Ygnasio Días y don Valentín Vázquez, su valor dies mil pesos. Ytem, una
casa cituada en esta ciudad, onde dizen las Quatro Esquinas, que remataron por dicha
consolidación y eran propias del cabildo eclesiástico, que linda por delante con calle que suve
a la de la Peregrina; por un lado la que va a la hermita de los Remedios; por el nasiente con
casa del patronato de los Olibas; y por la del sur, barranco real, su valor tres mil pesos. Otro
sercado en el lugar de Telde, donde dizen las Bachilleras, que fue del hospital de Telde, y
remataron por la misma consolidación, con un día de agua para su riego, que linda por el
norte, tierras de Joséf Capitán; por el sur, las del capitán don Joséph de Lugo; por el naciente,
el mismo don Joséph; y por el poniente con herederos de Francisco Macario, su valor tres mil
pesos. Cuyos bienes son libres de tributos.

Testigos: Don Francisco Cabrera, don José Mesa y don Juan Carrós, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.898, fols. Sin foliar.

-62-

Dilatación en la navegación
Arrecife, 26 de septiembre de 1807

En ese puerto principal del Arrecife, ysla de Lanzarote, a veinte y seis del mes de septiembre
de mil ochosientos y siete años. Ante mí, el infrascripto escribano y de los testigos que abajo
se expresarán, pareció un hombre que dixo llamarse don Joaquín Andria, ser natural del
Puerto de Santa María y capitán de la barca española nombrada El Santo Cristo del Grao, alias
La Esperanza. Y dixo que viene con viage de Buenos Ayres en que ha imbertido tres meses y
ocho días con escala forzada en el Cenegal, a causa de haverse roto (asidentalmente, tachado) el
palo el día diez de julio al amanecer. Que allí permaneció veinte y un días. Que salió para la
barra de aquella ysla el diez y ocho de agosto y el veinte y uno se puso fuera, siguió el rumbo
de Cádiz. Y el veinte y uno del presente, presisado por los fuertes vientos de proa y faltas de
víveres, arrivó a este puerto después de haver sufrido echazón con motivo, también, de que

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 131
siguiendo al medio día con el aparejo, cielo y horizontes brisados, viento fresco, y marejote
del nordeste, ha visto a cosa de la una del día una embarcación por barlovento que seguía
sobre la suya. En conformidad que se puso en huida, mareando todo aparejo. Y precaviendo
los cargos que acaso podría asércele por los interesados en el cargamento, otorga que protesta
una, dos, tres y todas las más veces que el derecho le permita contra mar, viento, toda suerte y
casualidad a fin de que estas involuntarias gestiones, averías y detrimento de buque, si
resultare, no sean de su quenta, ni le irroguen perjuicio.

Testigos: Don Pedro Suárez, cirujano-médico, don José Patrón y Manuel Álvarez, los dos
primeros residentes y el último natural de Lanzarote.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Tomás Rodríguez Dumpiérrez. Legajo: 2.887, fols., sin foliar.

-63-
Entrega de remates de presa inglesa
Las Palmas, 14 de noviembre de 1807

En la ciudad de Canaria, a catorse de nobiembre de mil ochocientos y siete años, ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos pareció presente don Joséf Marzán, natural de Cádiz y
recidente en esta ciudad, al que doy fee conosco desde el tiempo que se presentó en esta ciudad.
Y dixo que habiendo llegado a noticia de don Andrés Marzán, su padre, vesino y del comercio
de Yndias de la ciudad y puerto de Cádiz, la fatal noticia de la desgracia acahesida a la barca
española nombrada San Pedro Apóstol, de la que era capitán don Joséf Romero, que salió de
dicho Cádiz con destino a Buenos Ayres, conduciendo pliegos del real servicio al cargo y
cuidado de don Francisco Mas y Canelas, su primer piloto, y habilitada en corso y mercansía. La
qual arribó a esta ysla y su puerto de La Luz por el contratiempo que le acaesió de havérsele
roto las entenas. De cuyo puerto la sacaron a viva fuerza unas falúas de una corbeta ynglesa que
se presentó a la vista de esta ciudad la noche del día ocho de mayo, próximo pasado de este
año, para amaneser al nuebe. Dando muerte a su capitán, don Joséf Romero, y llebándose al
antedicho piloto don Francisco Mas y Canelas. Cuya barca había apresado a pocos día de su
salida de Cádiz un kerche ynglés y dirigiéndolo a esta ysla, en donde se aseguró toda su carga,
consistente en piezas de creas, paños bastos, loza, peltre y otras cosas. Lo que savido por el
antedicho su padre, como principal interesado en dicha preza, por haber sido el fletador de
dicha barca, e, igualmente, don Pedro Juan Romero, vesino del puerto de Santa María, dueño
de ella. Determinaron ambos el conferirle al otorgante el correspondiente poder para que
pasase a esta ysla a hazerse entrego de todos los haveres de dicho kerche apresado y
qualesquiera otros efectos y esistencias correspondientes a dicha preza y apresadores. Y con
efecto se lo celebraron y otorgaron ambos de mancomún, en el día veinte y seis del propio mes
de mayo, por ante don Joséf Padilla, el escribano público de dicho Cádiz, cuya copia dada y

132 Pedro C. Quintana Andrés


autorisada por dicho escribano, en papel del sello segundo y legalisada por tres escribanos de
dicha ciudad y su colegio, presentó ante el señor correxidor y capitán a guerra de esta ysla en el
día primero de julio, con el designio de que de mandase a protocolarisar en el registro corriente
de ynstrumentos públicos del presente escribano. Y con efecto dicho señor por decreto
proveído el mismo día se mandó decretando se le diesen las competentes copias que necesitare,
y con una de ellas pasó el otorgante al puerto de Santa Cruz de Tenerife a la presencia del
excelentísimo señor comandante general de estas yslas, en cuyo tribunal se hallaba pendiente el
conosimiento de dicho buque apresado y sus intereses. Y determinado, se pusiesen estos al
cargo y cuidado de don Joséf Gil y compañía de hermanos de esta capital, a quien nombró por
consignatario de dicha presa, mandando se le entregase todos los artículos y efectos de ella, bajo
la competente fianza de responsabilidad, facultándolo para que prosediese a la venta del
cargamento por contractos públicos o privados, como más conveniente le paresiera a beneficio
de todos los ynteresados. Con la cualidad de dar cuenta (a) su tiempo del producto total de la
preza, cuidando el señor governador de las armas de esta ysla de que a los ynteresados presentes
que exigieren algunas cantidades para sus urgencias se les entregase a buena cuenta de lo que
respectivamente pudiera corresponderles, pero con las precausiones necesarias para que lo que
tomasen no exediese de la parte que les hubiera de tocar, quando tuviese efecto la liquidación y
ajuste que debería hazerse, o a que siempre que huviese quien lexítamente representase a todos
los ynteresados y lo exigiesen así o en el puerto del armamento, que era a donde de otra suerte
debía verificarse. Y a consecuencia de dicho superior determinación, se dio la competente
fianza por el antedicho don Joséf Gil, consigna con hipoteca formal de quantiosos bienes
rayses, capases de responder a los efectos que entrasen en su poder por escritura otorgada ante
el presente escribano el día veinte del propio mes de junio. Y en virtud de ella, se le hizo la
referida entrega del dicho kerche con todo su cargamento, que se hallaba depocitado en la real
aduana. Y habiendo el otorgante instruido en todo, se presentó al excelentísimo señor con
produción del testimonio del antedicho poder pretendiendo, por la lexitimidad de su persona
autorisada por él, se le mandase entregar todos los efectos que estuvieran esistentes del dicho
kerche y su cargamento y se le diese la competente cuenta de todos los géneros que se huvieran
vendido, con exhivo de sus valores, deducidas las comisiones que correspondían a dicho
consignatario. Y dicho excelentísimo señor, por su auto proveído en dies y siete de julio, mandó
librar despacho cometido a este señor governador de las armas a fin de que dispusiere que el
antedicho don Joséf Gil Barreda, cosignatario, entregase al otorgante todos los efectos y
artículos que huviesen en esistentes de dicho kerche, rindiéndole cuenta y razón justificada del
producto de los que se huvieran vendido, con exhivo de su alcanse, entendiéndose dicho
presepto para con qualesquiera otra persona en cuyo poder huviese esistencias de la misma
pertenencia, séase por el título, razón o motivo que se fuese, por obra, ciencia de los interesados
y partícipes que recidían en esta ysla y que, evacuado, remitiese dicho señor governador de las
armas testimonios de las diligencias que se huviesen practicado a consecuencia del despacho
que se había librado en diez y seis de junio, los efectos que huviese lugar. Presentado que fue
este despacho a dicho señor governador de las armas de esta ysla, prontamente mandó dicho
señor hazer al otorgante dicha entrega en los términos decretados por su excelencia, cuyas
providencias se le hizo saber a don Joséf Gil Barrea, consignatario, y éste, con la misma

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 133
puntualidad, le exhivió todos los efectos esistentes con cuenta y rasón. Y le dio la
correspondiente de los vendidos, con exhivo de su total expedición o valor de ellos. Y siendo
presiso, para resguardo de dicho consignatario y chanselación de ynstrumento de fianza que
había otorgado a la responsabilidad de dicho efectos, el celebrarle la competente carta de pago,
por hallarse el otorgante con ánimo de restituirse de pronto a la casa de sus padres, respecto a
tener evacuada la comición que dio motivo a su venida. Otorga, sersiorado de su derecho y del
que en este caso le compete, en aquella vía y forma que en lo legal se requiere, a consecuencia
de las facultades que por dicho poder le son conferidas, el qual da aquí por inserto en este
ynstrumento para su mayor vigoración y fimersa, que confiesa ser cierto haverle entregado el
antedicho don Joséf Gil Barrera, consignatario de dicho kerche apresado, diversas piezas de
crea, paños, con la loza, peltre y demás efectos que esistían en ser en su poder, con la cuenta
exacta y puntual de los que había expedido en el tiempo de su comición, producción del buque
de dicho kerche y sus pertrechos, que todo ascendió, rebajada su comisión y desembolsos que
hizo en los costos que fueron precisos, a veinte y un mil doscientos dies y nuebe pesos, onse
reales y treinta maravedís, cuya cantidad le ha hecho y entregado en dinero efectivo, que por ser
cierto haverle hecho dicho exhivo real y verdaderamente, así de dinero como de los efectos, y
entrado en su poder, renuncia la excepción que podía oponer de no haverlo recivido, que en
latín llaman de la non numerata pecunia, la ley que de ella trata y los dos años que prefine para
la prueba de su recibo, los que da por pasados, como si lo estuviera, y formaliza a su fabor la
más firme y eficas carta de pago que a su seguridad convenga. Y aprueba y da por bien formada
la cuenta que le ha dado y por lexítimas y verídicas todas las partidas de cargo y data que
comprehende, con sólo la reserba de las cantidades suministradas a los marineros de dicha
barca, siempre que éstos no las confiesen, atento a no haverle entregado con ella los recivos que
éstos devieran haverle dado, aunque deve ser creído el subsodicho por su legalidad y puresa con
que se maneja y su notoria fidelidad en éstos y otros asuntos que están a su cargo. De cuyas
cantidades le ha dado un certificado jurado y firmado de su puño y letra y comprobado por tres
escribanos, además de haverles hecho dicha entrega con la competente lisencia de su
escelentísima y del señor governador de las armas de esta ysla.
Además de lo que deja confesado y declarado, confiesa, igualmente, haver percivido del
presente escribano el libro borrador de cartas que conserbaba en su poder, pertenesiente a
don Francisco Mas y Canelas, primer piloto de dicha barca, para entregarlo en propia mano al
subsodicho, que se halla en Cádiz. E, igualmente, los dos cofres que se hallaban en poder, a
ley de depósito, de don Luis Verneta, pertenesientes al capitán don Joséf Romero, con toda la
ropa y demás que consta inventariado, quando se abrieron. Que con arreglo a dicho
ynventario se ha hecho cargo de ellos para conducirlos a Cádiz y entregar a su viuda y
herederos, a consequencia de hallarse con facultades para su persivo, que desde luego se
obliga a llebar todo consigo y hacer la entrego de todo a sus lexítimos dueños, luego que
llegue a dicho puerto de Cádiz.

Testigos: Don Agustín Verdugo, don Francisco Cabrera y José de Mesa, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.898, fols. Sin foliar.

134 Pedro C. Quintana Andrés


-64-
Donación de corsario inglés
Las Palmas, 24 de noviembre de 1807

En Canaria, a veinte y quatro de nobiembre de mi ochocientos siete, ante mí, el escribano


público, y testigos infrascritos, pareció personalmente Juan Manuel de Brito, vecino de la ysla de
Lansarote, a quien, aunque no conosco, personas de confiansa me afirmaron ser el contenido. Y
dijo que con motivo de que un navío ynglés apresó una goleta del otorgante del tráfico de la
pesca de estas yslas, y haviendo suplicado al comandante de él se la soltase por ser uno de los
medios de que sucistía el otorgante y demás sus hermanos, no quizo haserlo, pero, en fin, le
donó la cuarta parte de un vergantín del mismo tráfico, nombrado Las Angustias, que administra
don Féliz Berlanga, vecino de esta ciudad. En cuya virtud, hallándose ya dueño de la citada
quarta parte, ha tratado de sederla a su propio dueño por la cantidad de quatrocientos y treinta
pesos, en que se han conbenido. Y poniéndolo en egecución, por la presente otorga que sede y
traspasa en el dueño propietario el bergantín nombrado Las Angustias, la cuarta parte del citado
buque, de la pesquería que trae dentro y de los peltrechos que tiene y le dejaron los citados
yngleses. Por quanto ahora, de presente, hecive la cantidad de quatrocientos y treinta pesos, en
moneda usual y corriente en estas yslas, de que yo, el ecribano, certifico que por mi presencia y la
de los testigos. El don Féliz Verlanga la exivió y el Juan Manuel Brito la contó, percibió y llevó a
su poder, de que otorgó el correspondiente recibo y carta de pago. Y por lo mismo, le da poder
y amplia facultad para que vuelva a usar del referido buque como propio suyo, pues, desde
luego, se aparta del derecho que a él podría tener en virtud de la donación que le hizo el
comandante del buque ynglés, la que quiere se tengan en el día nula y de ningún valor ni efecto.

Testigos: Don Juan Placeres, don Bernardo Ostia y Francisco Suárez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Reyes Guerra. Legajo: 1.898, fols. Sin foliar.

-65-
Adquisición de barco en Marruecos
Las Palmas, 28 de junio de 1809

Sépase como yo, don Juan José Torini (sic), natural de Mahón, en la ysla de Menorca, recidente
en esta ciudad. Digo que, por quanto soy dueño de una balandra surta y anclada en el puerto de
La Luz de esta ciudad, llamada La Lealtad, por compra que hise a Xaschi Mohamet Usara y
Kadur Ben Zacur, vecinos de Rabat y súbditos de su magestad marroquí, su fecha en dicho

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 135
Rabat de Salé, quatro de mayo próximo, según los papeles de adquisición, el pasabante del
cónsul general de Marruecos, don Juan de la Piedra, que sellado se inserta aquí, y, del mismo
modo, el acto de venta, firmado por el vicecónsul español y también por el portugués, son su
cello, como también una carta del dicho don Juan de la Piedra, todo en tres folios, y su tenor en
como sigue (aquí los recados en tres foxas) (insertos)
En cuya virtud otorgo y conosco por esta presente carta que vendo realmente y con efecto,
desde aora para siempre jamás, a don Juan Vidal, vecino y del comercio de esta ciudad de
Canaria, para el subsodicho, los suyos y quien su causa hubiere a saber, la referida balandra
denominada La Lealtad y en el día titulada La Gran Canaria, con todos sus velas, garcias, cables
y lancha, con sus áncoras, surta en el referido puerto de La Luz, de esta ysla, en precio y
cantidad de quarenta mil reales vellón corriente, lo quales confieso resevir ahora de presente del
comprador en moneda de plata y oro, que los montaron y valieron por presencia del presente
escribano y testigos de esta carta, de cuyo exivo y persibo yo el público de ella lo certifico.

Testigos: Don Eduardo Escubet, Antonio Abad Domínguez y Francisco Vicente de


Quintana, vecino el primero de Santa Cruz de Tenerife y los otros dos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.307, fols. 231 v. - 236 v.

Primer inserto:

Consulado General de España en Marruecos

Don Juan de la Piedra, cónsul general y encargado de negocios interino de su magestad


católica en este imperio de Marruecos, con residencia en Tánger.
Habiendo hecho constar en este real consulado don Juan José Torrini, natural de Mahón, en
la ysla de Menorca, y vasallo de su magestad católica, el señor don Fernando Séptimo, que
Dios guarde, haber comprado, precedido del correspondiente permiso, y pertenecerle en toda
propiedad la balandra Meshouda, de los señores Xaschi Mohamet Usara y Kadur Ben Zacur,
vecinos de Rabat y súbditos de su magestad marroquí, como extensamente aparece en
escritura pública otorgada en dicha ciudad de Rabat el quatro del presente mes de mayo. Y
solicitando, en conseqüencia, por expecial pedimento, se le habilite del necesario pasabante
para marinar dicha balandra, con el nuevo nombre de La Lealtad, y conducirla desde la ría de
Rabat, donde se halla anclada, a el puerto de Palma, en la Gran Canaria, a fin de matricularla y
formalizar allí todas las demás diligencias prevenidas por las ordenanzas de Marina y últimas
reales disposiciones que rigen en la materia. Atendidos y presupuestos iguales requisitos,
damos a dicho Torrini el presente pasabante firmado de nuestro puño y sellado con el sello
de este real consulado para que, como dueño y en calidad de capitán, le sirva de seguro
pasaporte a conducir la nominada balandra Lealtad, de porte de ochenta toneladas, poco más
o menos, desde la expresada ría de Rabat a el puerto de Palma de la Gran Canaria, tripulada
con los cinco marinos individualizados en su rol dentro de noventa días, a contar desde la

136 Pedro C. Quintana Andrés


fecha y único término a la validación del presente pasabante. Por tanto, exortamos y
requerimos en nombre del rey nuestro señor a los señores comandantes de buques de su
magestad y gobernadores, justicias y demás autoridades de sus plazas y pueblos marítimos y
rogamos a los de las potencias amigas y aliadas que lexos de poner impedimento, ni hacer
extorsión alguna en su navegación a dicho don Juan José Torrini, le dispensen todo favor y
asistencia. Tánger a veinte y quatro del mes de mayo de mil ochocientos y nueve.

Firma y rúbrica: Juan de la Piedra.

Segundo inserto:

Sepan todos por esta presente escritura que yo el abajo firmado, procurador que lo soy de los
señores Hauh Mohamad Uzhara y Cadur Benzacur, de este comercio, dueños y propietarios de la
balandra que compraron a don Pedro Castañedo, que presentemente se halla en este puerto,
nombrada Meshoda con todos arreos y en virtud de la nominada procura que tengo y hise presente.
He vendido al capitán don Juan Torrini, natural de Mahón, la mencionada balandra
Meshoda por la cantidad de mil pesos fuertes, que en dinero contante reseví del dicho capitán a
mi entera satisfación. Y, desde luego, puede disponer de su buque según le paresca, sin que
nadie pueda ponerle impedimento alguno. Para que conste lo firmo con mi propia mano, en
Rabat de Salé, a cuatro de mayo de 1809.

Firma: en árabe.

Tercer inserto:

Receví del capitán Juan Torrini la cantidad de mil pesos fuertes, importe de la balandra que le
vendí, según la escritura que antesede. Rabat de Salé, fecha ut supra.

Firma: en árabe.

Nos Moseh Levy Bensusar, comisionado por el consulado general de España en este puerto,
certifico que las dos formas en árabe que anteceden son del propio puño de Sidy Etaher
Elhayat, así lo firmó en mi presencia, de lo que doy fee. Rabat de Salé, diez mayo de 1809.

Nos Salamón Abudarham, comisionado por el consulado General comisionado y vicecónsul


de Portugal en este puerto, certifico que las dos formas en árabe fueron hechas en mi
presencia por señor Etaher Elhayat después de enterarse en su contenido. Y la última en
ebráico es propia del señor Moseh Levy Bensusar, encargado por el consulado General de
España, sigún se intitula. En fee de lo qual firmo y signo con el sello consular de Portugal. En
Rabat de Salé, y dies mayo de 1809.

Firmado y rubricado: Salamón Abudarham

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 137
Cuarto inserto:

Señor don Juan José Torrini. Rabat.

Tánger, 25 de mayo de 1809

Muy señor mío, enterado por los documentos que cubría la de vuestra merced de 10 del actual
de haber verificado la compra de la balandra Mesohuda, y de confomidad a su pedimento de la
propia fecha, le he librado el necesario pasabante que le entregará ese comisionado de este
consulado, el señor Moisés Ben Susan, con el rol del equipage para que pueda usted hacer su
viage al puerto de Palma, en la Gran Canaria, donde deberá habilitar dicho buque con arreglo a
las ordenanza de Marina y reales resoluciones que rigen en la materia.
En tal supuesto, devuelvo a vuestra merced y hallará adjuntos los dos pasaportes y fee de
bautismo que me dejó a su propartida de ésta y las dos escrituras originales en árabe y sus
respectibas legalizadas traducciones de la compra que hicieron de la balandra los individuos
moros y de la venta que le han hecho a vuestra merced los mismos, y me dirixió con su
citada. Las le restituyo como títulos de su propiedad, con lo que desea a vuestra merced un
feliz viage, éste su atento y seguro servidor que besa su mano.

Firma y rúbrica: Juan de la Piedra

-66-
Percepción de haberes de un barco llevado a Cádiz
Las Palmas, 25 de agosto de 1809

En la ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria, capital de las siete de esta provincia, a
veinte y cinco de agosto de mil ochocientos y nueve años. Ante mí, el escribano público, y
testigos infrascritos pareció personalmente Pedro Gutiérres, vesino de Gáldar, de cuyo
conocimiento certifico. Y dijo que en enero de ochocientos siete salió de Cádiz la barca
nombrada Nuestra Señora del Buen Fin y Ánimas, con destino al (de) Lisboa, de donde salió,
también, para estas yslas. Y a su salida fue apresado por una fragata de guerra ynglesa, pero,
como quiera que la citada barca hera portuguesa y esta nación estaba en paz con la Gran
Bretaña, se declaró por mala presa. De cuyas resultas bolbió a Cádiz dicha (tachada) El
compareciente y, con posterioridad, tiene entendido que los intereses del compareciente
fueron conducidos a dicho puerto de Cádiz y que exhistirán en don Antonio Figueroa. En
cuya virtud, y queriendo el otorgante recaudar sus intereses, da y confiere todo su poder,
amplio, copioso, vastante y sin limitación, quanto por derecho se requiere y es necesario y
mejor puede y deba valer, a don José Shanahan, vecino de esta ciudad y próximo a hacer viaje

138 Pedro C. Quintana Andrés


a Cádiz, para que, en su nombre, y reprecente en su propia persona, pueda percibir, cobrar y
llebar a su poder qualesquiera cantidades de maravedís, exfectos y qualesquiera otros intereses
que por la significada razón se hallen en el don Antonio Figueroa o en qualesquiera otra parte
o lugar. De lo que perciva y cobre dé los competentes recibos, cartas de pago, finiquitos y
lastos con todas sus cláusulas convenientes.

Testimonio: Francisco Suárez, don Nicolás del Castillo y don Diego de Lara, procurador,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.976, fols. 380 r -381 r.

-67-
Imputado por no auxiliar a buque
Las Palmas, 14 de octubre de 1809

En la ciudad de Canaria, a catorse de octubre de mil ochocientos y nuebe, ante mí, el


escribano público y testigos infraescritos, pareció presente Vicente Talabera, vecino de esta
ciudad, en el barranco, al que doy fe conosco. Y dixo que de resultas de haverse perdido en la
costa de África un bergantín ynglés nombrado Kitty, su capitán don Elías de Brun, se ha
formado un expediente sumario en el jusgado militar de esta ysla contra Miguel El Cuerbo,
maestre del bergantín llamado La Encarnación, que se hallaba en aquel paraje haziendo su
pesquería, por atribuírsele no haverle ausiliado con traspondar a su barco la carga de dicho
bergantín barado y sí de alguna porción, de la que hizo entrega al barco San Pedro, del mismo
tráfico, que se halló en el mismo citio. Y solamente condujo unas belas y unos cabos, que se
mandaron secuestrar y detener el barco. Y viendo sus dueños, que lo son Esteban Farías y
Joséf Brito, el perjuicio tan grande que se les causa en la detención de dicho buque, se lo
hizieron presente al señor governador por su pedimento, que presentaron en este día. Y
haziéndose cargo dicho señor de la justas razones que les asiste en dicha reclamación, con
dictamen de su asesor, ha proveído en este mismo día que, ateniendo a los graves perjuicios
que se siguirían si el buque La Encarnación permanesiera detenido en este puerto, desde luego,
se le consedía permiso para que pueda seguir biaje a la costa de África, pero con el requisito
indispensable de que antes que lo emprenda sus dueños afiancen hasta la cantidad de mil
pesos y de que el referido buque volverá a este puerto. Quedándose en tierra el maestre
mandador, el que guardará asiento en esta ciudad y sus arrales (sic) presentándose a dicho
señor governador a las dose de cada día. En cuyo estado, viéndose los antedichos dueños del
referido barco La Encarnación sin vienes rayses que se aseguren la expresada cantidad de mil
pesos, le han suplicado al otorgante les haga la merced de salir por su fiador y responsable a
dicha cantidad y de que dicho barco volverá a este puerto del biaje que va a emprender. En lo
que se ha covenido el comparesiente por hazerles esta buena obra. Y poniéndolo en

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 139
execución, sierto y sabedor de su derecho y de lo que en este caso le conviene hazer, de su
propia voluntad y sin fuerza ni indusimiento, otorga en aquella vía y forma que en lo legar se
requiera, que se obliga a nombre de los subsodichos a responder por ellos hasta la cantidad de
mil pesos, según se previene en dicho auto por las resultas de dicha causa, el que se practique
diligencias alguna para el pago de qualesquiera condena que resulte contra el buque o su
maestre, ni hazer execución en los bienes de los subsodichos, pues la renuncia con las leyes
que disponen que el fiador no pueda ser reconvenido antes que el deudor principal, pues hase
suya propia la deuda agena y reside en sí y queda de su cuenta y cargo la íntegra
responsabilidad y solución de la cantidad en que fueren condenados, no exsediendo de los mil
pesos. Por la que quiere y consiente ser apremiado por todo rigor legal y pagará las costas a
que diere causa. Y, así mesmo, de obliga en sus nombres a que dicho barco volverá a rendir
en este puerto el biaje que va a emprender a la costa, lo que cumplirá bajo la pena arvitraria
que se le imponga, en que, igualmente, queda el otorgante responsable. Y a la seguridad de
todo, sin que la obligación particular derogue ni perjudique la general, ni por el contrario, se
obliga con todos sus bienes que de presente tiene y tuviese en lo adelante, y expecialmente y
señaladamente hipoteca tres casas terreras que tiene, la una en la plaza de la hermita de san
Nicolás de esta ciudad, que compró al capitán don Pedro Russell, habrá tiempo de veinte y
cinco años. Que linda por delante con la plaza; por detrás, casa de Francisco Lorenzo; por un
lado, casa de Miguel Báes; y por el otro, las que fueron de los Cabreras, su valor quinientos
pesos, con la sola pención de un peso de tributo a los Propios de la ysla. La otra se halla en el
risco de san Nicolás, onde dizen los Morales, que compró a herederos de Juan Sánches, habrá
ocho años. Que linda por delante con la calle que dizen Trasera; por detrás el palomar de los
herederos de don Lucas Cabrera; por un lado, casa de herederos de Gaspar El Duro; y por el
otro, la huerta de dichos heredero de don Lucas, la que le costó quinientos y pico de pesos,
con pención de quatro reales a los Propios. Y la tersera se halla en el propio paraje y calle que
va de dicha hermita al callejón de Panbaso, con quien linda por delante; por detrás, camino
real que suve al castillo del rey; por un lado, casa de Juan Agustín; y por el otro, herederos de
Manuel Rodrígues del Carme (sic), la que compró a María Cathalina, muger de Juan Bautista,
habrá veinte años, con la pención de dos y medio de plata a los Propios de esta ysla, y vale
quatrocientos pesos. Cuyos bienes quiere estén sujetos a esta fianza y sus resultas.

Testigos: Don Francisco Cabrera de León, don Agustín Verdugo y don Miguel Cardozo,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.899, fols. Sin foliar.

140 Pedro C. Quintana Andrés


-68-
Fuga de prisioneros franceses en un barco inglés
Las Palmas, 9 de febrero de 1810

En la ciudad de Canaria a esta hora de las dies de la mañana de este día, viernes nuebe de
febrero de mil ochocientos dies, hallándome en la sala del despacho del señor governador de
las armas interino de esta ysla, don Juan Torrini, vesino de esta ciudad, e igualmente quatro
hombres y un muchacho, que dijo al dicho Torrini ser yngleses y que uno de ellos llamado
Juan Meldram, piloto de un bergantín, que catorse prisioneros franceses de los que esisten en
calidad de tales en el puerto y plaza de Santa Cruz de Santiago en Tenerife, lo habían sacado
de la bahía de aquel puerto. Quería hazer una protesta, y sirviendo de yntérprete dicho don
Juan Torrini, por entender y hablar el ydioma inglés, me manifestó que el referido Juan
Meldram no hablaba el castellano, sino su lengua materna, en cuyo idioma se explicó con el
precitado Torrini, y éste me iva relasionando lo que el antedicho piloto en dicha lengua
inglesa le expresaba. Y dixo que habiendo salido del puerto de Posmut en su bergantín ynglés
llamado Endeba con la plaza de piloto, viniendo de capitán Alexadro Merens, con destino a
dicho puerto de Santa Cruz, cargado de diferentes géneros, llegó el quatro del corriente al
antedicho puerto, habiendo tenido veinte y un días de nabegación. Que aquella misma noche,
entre dose y una de ella, para amaneser el cinco le asaltaron catorse prisioneros franceses, de
los que se hallaban en aquella plaza, condusidos en una lancha, a tiempo que estaban
durmiendo bajo de cubierta y con solo un marinero de sentinela sobre ella. Y, cortando una
amarra y largando la otra por la mano, con que se hallaban amarrados, se dieron a la vela, sin
permitirle ni a los demás de la tripulación salir arriba hasta las ocho de la mañana del propio
día cinco, que estaban retirados de dicho puerto e ysla, que apenas se vehía su pico. Que
desde dicho día hasta el de ayer, ocho del corriente, los han tenido a bordo, aunque con buen
trato, y que en dicho día de ayer, hallándose dicho bergantín a diez leguas al sueste de esta
ysleta de Canaria, siendo las dies de la mañana, lo pusieron un bote de dicho bergantín con
los tres marineros y un muchacho para que viniesen a tierra, dejando a su bordo al capitán y
un muchacho. Y luego que se separó el bote de a bordo, movió dicho bergantín con rumbo al
sueste, con vientos para el nordeste, y el bote con la persona del referido piloto y los tres
marineros con el muchacho, bogando todo el día, llegaron a tierra a las seis en la tarde en
dicho día, a la caleta principal de esta ciudad. Y que viéndose ya en libertad de semejantes
acontesimientos por oi y anterior al capitán de dicho bergantín, Alexandro Merens, protestaba
y protestó una, dos y tres veses y las demás que el derecho le permita contra quien huviere
lugar la sacada de dicho buque de aquella bahía.

Testigos: Licenciado Domingo Penichet de Fuentes, teniente capitán José Russell y don
Francisco Cabrera de León, vecinos Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.900, fols., sin foliar.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 141
-69-
Imposición de navegar hacia su destino a barco averiado
Las Palmas, 14 de febrero de 1810

En la ciudad de Canaria a las dies menos quarto de la mañana de este día catorse de febrero de
mil ochocientos dies. Compareció ante mí, el escribano público y testigos infraescritos, don José
Suáres Alvarado, castellano de la fortaleza nombrada San Felipe, del resguardo de la ciudad, al
que doy fe conosco. Y dixo que a las onse, poco más o menos, del día de ayer, trese del
corriente, dio fondo en la bahía del puerto de La Luz de esta ysla, la polacra nombrada Nuestra
Señora del Pino, alias La Gran Canaria, su capitán don Ángel Farrujía, prosedente de La Havana,
con destino y registro al puerto y plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, a donde
directamente venía. Y hallándose sobre Naga, dirigiendo su rumbo al dicho puerto de su destino,
un fuerte viento que le sobrevino se lo impidió (tachado) por el norueste se lo impidió, de modo
que no pudiéndolo resistir ni hazer fuerza de vela, a causa de tener el palo mayor rendido por la
fogonadura y que el peligro en que se hallaba era gravísimo y la falta de víveres demasiada, al
paso de que dicho barco venía haziendo agua, deliberó el referido capitán y piloto, para salbar
dicho barco y su carga, el acogerse a este puerto de La Luz, que verificó a la hora y día citado.
Sobre cuya entrada y fondeo se están practicando diligencias por el governador de las armas
interino de esta ysla para hazerlo retirar y que vaya a cumplir con sus destino, después de haverle
mandado al antedicho capitán se diese a la vela prontamente bajo multa de dos mil ducados, que
no ha verificado por haver reclamado de dicha providencia, por las razones antedichas. En esta
virtud y que el comparesiente es dueño y propietario de dicha polacra e interesado en parte
quantiosa de su carga, previendo los daños y perjucios que le pueden sobrevenir a dicho buque
en el caso de que lo hagan pasar por fuerza al referido puerto de Santa Cruz, hallándose como se
halla asegurado y su carga en este de La Luz, como igualmente los intereses de su magestad, al
paso de hallarse dicha corbeta en disposición de no poder hazer biaje al precitado puerto de
Santa Cruz, por la avería tan considerable de su palo y el agua que haze, sin esponerse a un riesgo
considerable. A lo que agrega ser posible y nada dificultoso, ni imposible, el haverse desgaritado,
por alguna casualidad, sobre estas yslas algún barco de los enemigos franceses y, por desgracia,
apresarlo a causa de no traher con qué defenderse, dejando al comparesiente arruinado, los reales
haveres de su magestad perdidos y a los pobres pasageros, que condusen sus caudales, en un
estado miserable, después de haver sufrido los afanes y trabajos que se ha causado lo poco o
mucho que han adquirido para remediar su familia, como, igualmente, los de la tripulación del
barco. Reclama dicha providencia y todas aquéllas que se dirijan a la salida de dicho buque y
protesta una, dos, tres veses y las demás que el derecho le permite, contra quien pueda y deba y
huviere lugar, los daños y perjuicios que se le puedan ocasionar, en el caso de que se llebe a
devido efecto qualquier providencia que de dicte contraria a esta protesta.

Testigos: Don Diego de Lara, don Antonio Pérez y José de Mesa, vecinos de Las Palmas.

142 Pedro C. Quintana Andrés


AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.900, fols. sin foliar.

·El 20 de febrero protestaba por el mismo hecho don Luis Verneta y don Esteban Laguna, partícipes en
la carga del barco.

-70-
Protesta y expulsión de pasajeros
Teguise, 24 de mayo de 1810

En la muy ilustre villa de Teguice del arcángel san Miguel, ysla de Lanzarote, a veinte y quatro
de mayo de mil ochocientos y diez años. Ante mí, el escribano y testigos que se nominarán,
parecieron don Antonio José Brito y don Francisco Ferrera, capitán y cargador, que expresaron
ser de su buque Nuestra Señora del Carmen, surto y anclado que se halla en el puerto del Arrecife,
de esta dicha ysla, procedente de la ysla de La Madera. Con treinta y un días de navegación
hasta el de ayer, en que dieron fondo, con nueve hombres de tripulación y cinco pasageros, que
sin licencia del primero, como capitán, se introdugeron a su bordo. Pero sucede que a los
quince días, poco más o menos, uno de dichos pasageros, llamado Manuel Rodríguez, a gritos
comenzó a ceducir a los otros quatro para levantarse contra el dicho capitán para hacer
retroceder la embarcación para Lisboa, contra mar y viento. Que el que protexta, como dueño
de su buque, y que no debía exponerlo, le procuró aplacar y contener con buenas razones para
seguir su rumbo favorable hasta coger la primera tierra, pero no siendo posible reducirlos, le
hicieron varias amenazas y, últimamente, prorrumpieron diciendo que querían saver que quién
les daba de comer, a lo que contextó el protextante que él no era obligado y que menos con su
orden se havían embarcado. Con cuyas disputas, aventajándose el buque con tiempo favorable,
pudieron llegar a este puerto. Y para precaverse en lo nuevo de qualquier contigente que pueda
ocacionarse en su expedición se hace conveniente disponer tanto el Manuel Rodríguez como
los demás quatro pasageros sean expulsados de dicho su buque con todo su equipage, para que
con él se transporten a donde les acomode, pues, de lo contrario, corre perjuicio la vida del
compareciente, como, igualmente, los intereses y cargamentos del don Francisco Ferrera, que
también otorga. Y juntos de mancomún, en la mejor vía y forma que por derecho lugar haya y a
fin de que el señor governador de las armas les administre justicia, protextan una, dos y tres
veces y las más necesarias por derecho, que todos los daños, atrasos y menoscabos que se
ocasionaren por haver alterado la sociedad el susodicho y demás pasageros, contra quienes se
dirige esta protexta, en la que también incluyen a Ignacio Rodríguez, como farauten del
embarque de los antedichos.

Testigos: Don Antonio Abad Vázquez, Pedro Betancor y Antonio Bonilla, vecinos de
Teguise e isla.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio José Hervás. Legajo: 2.901, fols. 430 r. -431 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 143
En la Villa de Lanzarote, a veinte y cinco de mayo de mil ochocientos y diez años. Ante mí, el
escribano público y testigos que se nominarán, parecieron Manuel Rodríguez Ferrán, Juan
Crisóstomo, Joaquín Ornellas e Ygnacio Rodríguez Gómez, de nación portugués, naturales
de la ysla de La Madera y residentes en ésta. Cuyo conocimiento expresaron los testigos que
aquí se nominarán son los contenidos. Y juntos de mancomún e insolidum digeron que dan y
confieren todo su poder amplio, copioso y tan bastante quanto legalmente se necesite y es
necesario para más valer a Juan Germán Martínez, Estanislao Rafael Ramón y Miguel
Méndez, procuradores de causa de estos juzgados, especialmente para que con la misma
cláusula de insolidum les defienda en el recurso que quieren entablar en el juzgado militar de
esta referida ysla contra el contramaestre Ygnacio de tal, de la misma nación, portugués, que
nabega en el buque que los condujo a esta ysla, Nuestra Señora del Carmen, por haver en el viage
intentado ceducir a varios marineros para que contribuyesen con dicho contramaestre a
acecinar a los otorgantes y demás que expondrán.

Testigos: Jorge José Caraballo, Feliciano Perera y José Francisco, residentes en Lanzarote.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio José Hervás. Legajo: 2.901, fol. 437 r. - v.

En la muy ilustre villa de Teguise del arcángel san Miguel, ysla de Lanzarote, a treinta de mayo
de mil ochocientos y diez. Ante mí, el escribano y testigos que se nominarán, parecieron
Manuel Rodríguez Ferrán, Juan Crisóstomo, Joaquín Ornellas e Ygnacio Rodríguez Gómez,
de nación portugués, naturales de la ysla de La Madera y residentes en ésta, de cuyo
conocimiento certifico. Y juntos de mancomún digeron que habiéndose embarcado de
pasage en dicha ysla de La Madera para la de San Miguel, una de las Terceras, en el buque
nombrado Nuestra Señora del Carmen, su capitán don Antonio José Brito, éste, a los veinte días
de navegación, determinó arribar a Lisboa, sin conocimiento de los comparecientes y contra
la voluntad de la mayor parte de la tripulación de dicho buque. Y estando ya para hacer dicho
arribo al cabo de un día, les dijo el contramaestre, llamado Ygnacio de tal, que el viage se hacía
para Lisboa, con lo que, por entonces, quedaron conformes, pero luego que llegó a la altura
de aquella ciudad cambió de bordo y dirigió su viage otra vez para La Madera, al parecer. Pero
como su intención no era otra que la de incomodar, lejos de tomar su rumbo para San Miguel
expresado, no podía avistar La Madera, les puso en esta ysla. Por cuio extravío han
experimentado los comparecientes en sus intereses considerables perjuicios, que no huvieran
sufrido si, desde luego, se huvieran dirigido a la expresada ysla de San Miguel, que era su
destino. Y por hacer presentes estos acontecimientos en donde correspondan, en la mejor vía
y forma que por derecho lugar haya, protextan una, dos y tres veces y las más necesarias por
derecho contra el citado capitán y contramaestre.

Testigos: Don Antonio Abad Vázquez, don Manuel García y don Domingo Berriel, vecinos
de Teguise.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio José Hervás. Legajo: 2.901, fols. 447 v. - 448 v.

144 Pedro C. Quintana Andrés


En la Villa de Lanzarote, a seis de julio de mil ochocientos y diez años. Ante mí, el escribano
y testigos que se nominarán, pareció Ygnacio Silva Ponte, natural de Vahía, en el reyno de
Portugal, contramaestre de la sumaca portuguesa llamada Nuestra Señora del Carmen, surta
que se halla en el puerto del Arrecife, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que da y confiere
todos su poder, amplio, copioso y bastante, quanto legalmente se requiere y es necesario para
más valer, a Estanislao Rafael Ramón, procurador de causas de estos juzgados, especialmente
para que le defienda en los autos que le han movido los pasageros de dicho su buque
llamados Manuel Rodríguez Serrán, Juan Crisóstomo, Joaquín Ornellas e Ygancio Rodríguez,
de la misma nación y vecios de la ysla de La Madera por haverles éstos atribuido que con los
marineros del repetido buque havía intentado darles muerte en la navegación. Por cuya razón
se halla preso en el fuerte de Santa Bárbara de esta capital y demás deducidos, en los quales
autos se muestre parte hasta su conclusión.

Testigos: Domingo Rodríguez, José Perdomo y don Antonio Abad Vázquez, vecinos de
Teguise.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio José Hervás. Legajo: 2.901, fols. 488 v. - 489 v.

En la muy ilustre villa de Teguise del arcángel san Miguel, ysla de Lanzarote, a diez y seis de
julio de mil ochocientos y diez años. Ante mí, el escribano y testigos, que se nominarán,
pareció don Francisco Ferrera, cargador y fletador que expresó ser de la sumaca portuguesa
titulada Nuestra Señora del Carmen, surta y anclada que se halla en el puerto del Arrecife de esta
dicha ysla, procedente de La Madera, detenida desde el veinte y tres de mayo con motivo de
haver cinco pasageros entablado un pleito ante el señor governador de las armas contra el
contramaestre de la misma sumaca, llamado Ygnacio de Silva Ponte. De que ha dimanado
embargar el buque e intereses del capitán de la misma sumaca, llamado don Antonio José de
Brito. Por cuya considerable demora y no poder el que protexta seguir su viage a las yslas
Terceras y Azores y hallarme experimentando por esta causa crecidos perjuicios, por hacerlos
constar en donde corresponda y deducir de su derecho lo que le convenga contra tales
pasageros llamados Ygnacio Rodríguez, Manuel Rodríguez, Joaquín de Ornellas, Juan
Crisóstomo y José Perera, vecinos y naturales de dicha ysla de La Madera. Otorga en la mejor
vía y forma que por derecho lugar haya que protexta una, dos y tres veces y las más que
necesarias por derecho, que todos los daños y perjuicios y menoscabos que se le han causado
y se le caucaren por culpa de los cinco pasageros sean de quenta y cargo de los susodichos.

Testigos: Don Antonio Manuel Vázquez, Francisco Rosado y Rafael Perdomo, vecinos de
Teguise.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio José Hervás. Legajo: 2.901, fol. 491 r. -v.

* Ese mismo día y en similares término que Ferrera protestaba el capitán del barco, don Antonio de Brito.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 145
-71-

Problemas de abastecimiento debido a la guerra


Teguise, 5 de junio de 1810

En la muy ilustre villa de Teguise del arcángel san Miguel, ysla de Lanzarote, a sinco de junio de
mil ochocientos y diez. Ante mí, el escribano y testigos que se nominarán, don Antonio
Rodríguez de Morales, vecino de la ciudad de Cádiz. Dijo, que haviendo salido de aquel puerto
en el vergantín Fernando Séptimo, alias Restaurador de la Piedad, de don Pedro Oibé y Sexto, del
comercio de La Havana, de cuyo buque es capitán. El veinte y cinco de mayo de este presente
año con destino a Montevideo, bajo de su mando y maestría y atendiendo el consignatario de
buque en el puerto de la salida, don Jaime Tintó, que no se podría salir con todos los víveres
suficientes para el viage, por no permitirlo los señores de la Junta Superior de la referida ciudad
de Cádiz, a causa de las circunstancias en que se hallaba aquella plaza con motivo de la actual
guerra. No teniendo libre comunicación con los pueblos inmediatos, ocupados por los enemigos
y, además, ser la aguada hecha en el expresado buque sumamente salobre o incapaz de mitigar la
sed en la ardiente zona tórrida, en donde son frecuentes las calmas. Por cuio motivo no se hizo
la suficiente, con ánimo de mejorarla en una de estas yslas. Y dándole orden por escrito Tintó
para que en su tránsito tocase en una de esta referidas yslas a fin de proveerse de todo lo más
preciso, con cuyo obgeto, y de acuerdo con sus oficiales, prefirieron en fondeadero del Puerto de
Naos de esta dicha ysla, no tanto por la seguridad del buque en él, quanto por que juzgaron ser
su remedio más activo y, de consiguiente, de menos demora por las racones que sigue: primera
que pocos días antes, de casualidad, la havían hecho tres navíos de guerra y barios buques
mercantes bajo su escolta para distintos puertos de América y con escala a Santa Cruz de
Tenerife. Y es de presumirse que hallándose con la misma necesidad, hicieron aguada por lo que
se infiere pasarían muchos días en avilitarse éstos y, de consiguiente, el vergantín del mando del
compareciente sería por su antigüedad el más moroso. Y si se atiende a que para hacer aguada
solo una lancha puede atracar y no todos los días por racon de la dicha mar que lo imposibilita,
sería muy retardado su remedio. Segunda, que de fondear en la Gran Canaria, no siendo, como
no es, buen tenedero y mucho menos en esta estación en que los vientos reynantes son frescos
del noroeste al norte, se seguirá, tal vez, a que, garreando el buque, como sería factible, frustrase
su intento, quando otro mayor daño no aconteciese, esto además de sumo cuidado el efectuar la
aguada, hallándose siempre la lancha expuesta a sufrir su último fin por la resaca y escollos. Estas
reflexiones premeditadas por la experiencia y en favor de la expedición que se le ha confiado les
hiso inclinar a tomar este fondeadero de dicho Puerto de Naos, por cuyo motivo dirigió su
derrota por conseguido. En efecto, haviendo amanecido el quatro del corriente a distancia de
dos millas y al norte ¼ noroeste de punto de Arrieta. En este estado se puso a costear esta
enunciada ysla por la parte oriental, con viento a la tierra y próxima a ella, como media milla,
haviendo avistado el puerto como a las siete. Largó la vandera nacional, observaron se dirigía
acia al (sic) buque un bote con pabellón largo, el que llegó a las ocho y media, y dándole sanidad

146 Pedro C. Quintana Andrés


embarcó al práctico Luis Valiente, que venía en dicho bote por haverse hecho cargo de
conducirlos al fondeadero. Y advirtiendo que éste les dirigía a distancia de más de tres millas del
pueblo y en la misma costa, en donde estarían expuestos a los vientos de fuera y que se
entorpecía por esta distancia el hacer pronta aguada por la marejada a que en semejante parage
del sur del puerto podría haver, el compareciente le hizo presente estos inconvenientes o reparos
nacidos de su eficaz desvelo, por lo que resolvió entrar en el referido Puerto de Naos, haviendo
agua para el buque. Y preguntándole por el calado, le satisfizo havía trece pies, a lo que le
contexto había agua sobrada por ser el fondeadero muy seguro, por lo que siguieron sobre
bordos y en todos se portó el buque con la más pronta obediencia, sin omitir nada para su mejor
govierno. Que estando casi a besar con el castillo de San José, por dirigirse a éste comúnmente
sus miras bararon de proa y con velocidad montó algún tanto la roca, sobre que quedó varado.
En este estado, que sería como a las quatro de la tarde, se hallaba la marea vaciando, a su
descuido se siguió una innacción, pero reconviniéndole a dicho práctico, dispuso se hechare la
lancha al agua y tendió dos anclas, una a proa y la otra a popa, se aferraron las velas y quedaron
así hasta la creciente. Quando varó sólo había por la medianía del buque y por la parte de atrás
diez y medio pies, al vaciar la marea dieron algunos vandasos y a la creciente mayores, de modo
que no será extraño haya padecido algún detrimento, aunque a lo presente no se advierte que a
fuerza de virar el cable de popa, salieron a las dos del día siguiente. Y para resguardo de su
conducta y seguridad de la expedición, en la mejor vía y forma que haya lugar una, dos y tres
veces y las más que sean necesarias, que todos los daños y perjuicios que resulten por esta razón
y por las que se les pueda originar, luego que se verifique el reconocimiento del buque por
peritos, y por los gastos y demoras para que no sean de su quenta y cargo, mediante haver
acreditado su zelo con las advertencias hechas al enunciado práctico, por no haverse
maniobrado en el buque cosa alguna sin que éste lo haya dictado y aprobado.

Testigos: Don Matías García Ceballos, piloto; Agustín Casals, contramaestre; y José Crespo,
timonel, todos tripulación del buque.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio José Hervás. Legajo: 2.901, fols. 476 v. 479 r.

-72-

Naufragio de barca en las costas de Gáldar


Las Palmas, 23 de junio de 1810

En la ciudad de Canaria, a veinte y tres de junio de mil ochocientos dies años, ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos pareció personalmente a esta ora de las ocho de la
mañana Fernando de Santa Ana, capitán de la barca española nombrada La Esperanza, vecino
de esta ciudad, cuio conosimiento certifico. Y dixo que el lunes dies y ocho del corriente salió
con la citada barca, a cosa del anochecer, del puerto y plaza de Santa Cruz de Santiago, de la ysla

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 147
de Tenerife, con dectino a la ysla de Lanzarote, para de allí haser viaje a la ysla de San Miguel de
las Azores, con alguna mecancía de espejos, anteojos y otros efectos. Y estando a cosa de dos
legua de esta ysla, por la parte del norte, con viento, brisa regular, reparó la tripulación, a cosa de
las dos de la mañana del veinte y uno, que la nave hacía mucha agua en términos que la vonba
no dava avío a desaguarle, como tampoco los valdes. Por cuia causa y temiéndose de naufraxio,
determinaron varar en la playa del Juncal, puerto más cercano del paraxe en que se hallavan. Lo
que en efecto executaron, llegando a tierra a cosa de las seis de la mañana. Y, aunque
procuraron, ya que tenían salva la vida, ver cómo aprovechavan el cargamento, pero fue
infrutuoso sacarle sin havería por haverse avierto dicha barca y mojádose todos los caxones. En
cuia virtud y estando en el caso de haser la devida protesta, en aquella vía y forma que haya
lugar en derecho. Y estando, como está, asegurada dicha barca en Londres, protesta una, dos,
tres veses y las más que el derecho le permiten contra el mar y viento los daños y perjuicios que
se han irrogado para que no sean de su cuenta y cargo y sí de quien haga lugar.

Testimonio: Don Nicolás del Castillo, don José Doreste y don Agustín Cueva, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.977, fols. 296 v. -297 v.

-73-
Arribo por fuego a bordo
Las Palmas a 19 de agosto de 1810

En la ciudad de Canaria a diez y nuebe de agosto de mil ochocientos dies. Compareció ante
mí el escribano y testigos infraescritos don Joséf (tachado) Juan Joséf de Laxe y Castillo,
capitán, piloto y maestre de su bergantín español nombrado Nuestra Señora de Regla, alías La
Fama. Y dixo que el día onse del corriente mes salió de Cádiz con registro de frutos para el
puerto de Montevideo. Y hallándose el día diez y seis en la latitud norte de treinta y un
grados, veinte y seis minutos y en (latitud) (tachado) longitud ocidental de Cádis de seis grados,
quarenta y siete minutos, a las quatro de la tarde se advirtió por algunos individuos de su
tripulación haverse incendiado el fogón y que estaba ardiendo. Que, inmediatamente, se
acudió y logró apagarse, quedando éste, de sus resultas, inutilizado (dicho fogón) (tachado),
desfondado y totalmente destrosado. Y viéndose en tal estado y que era imposible continuar
su biaje, tan dilatado, que aún estaba en los principios y que no podía precindirse de comer
caliente y con una tripulación y pasajeros en número cresido, y de otra suerte expuesto a
nuebo incendio si se intentaba querer tratar de ensender el inutilisado fogón. Se formó junta y
nuebo reconocimiento al día siguiente de su estado, y se acordó arribar para su remedio,
como de primera necesidad, al puerto más immediato de los de estas yslas. Y, con efecto, se
verificó en el de La Luz, principal de esta de Canaria, a las dies y quarto de mañana de este

148 Pedro C. Quintana Andrés


día, que dio fondo en él. Como todo lo antedicho se puede acreditar con la gente de su
tripulación y pasageros y, por lo tanto, otorga en aquella vía y forma que más haya lugar en
derecho, que protesta una, dos, tres y las veses que el derecho le permiten contra la casualidad
inculpable de haverle insendiado e inutilisado dicho fogón, que a dado motivo a esta justa
arribada. Y que todos los daños, perjuicios y menoscabos que le han sobrevenido y puedan
sobrevenir en lo subsesivo por esta causa, sean de cuenta y cargo de quien huviese lugar y no
del otorgante, que se halla libre de su responsabilidad, atento a que no están sujetas al arbitrio
del hombre el poder evitar éstas y otras casualidades de igual naturaleza. A todo lo qual se
hallaron presentes don Francisco Roger, segundo piloto, y Antonio Vidal, marino, quienes,
enterados de dicha protesta, manifestaron ser cierto quanto en ella se dise por haverlo
presensiado, de que lo juran en solemne forma.

Testigos: Don Francisco Cabrera y don Manuel Penichet, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.900, fols., sin foliar.

-74-
Normas sanitarias para la navegación
Las Palmas, 14 de noviembre de 1810

En esta ciudad de Canaria a catorse de noviembre de mil ochocientos y diez años, ante mí, el
escribano público, numerario de esta ysla, mayor del muy ylustre ayuntamiento y de la Junta de
Sanidad de ella, y testigos infraescritos pareció presente Miguel de Armas, maestre de su
bergantín nombrado El Brillante, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo que estando próximo a
haser viaje con él desde este puerto principal de La Luz al de La Orotaba, de la de Tenerife. Les
es indispensable, en virtud de lo resuelto por los señores precidente y bocales de dicha Junta de
Sanidad, el observar el contenido de todos y cada uno de los capítulos de precausión para la
conservación de la salud pública de esta ysla, que contiene la instrucción que se le ha
demostrado, a saber:
El primero, que desde que el citado buque salga de este puerto ha de hebitar todo rose o
comunicación con qualesquiera otro buque que tenga de puerto contagiado o sospechoso, y
si lo tubiere, lo habrá de haser saber a la Junta.
Segundo: llegado al puerto de La Orotaba, no permitirá a su partida o salida ningún
pasajero a su bordo, sin que conste en la licencia ser natural o vecino de pueblo en donde no
haya tocado el contagio.
Tercero: que no hará el embarque de pasajeros sin que sea a presencia de un diputado de
Sanidad.
Quarto: que hará que en la lista de pasajeros se ponga el número de ellos, firmado por el
governador de aquel puerto.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 149
Quinto: que no consentirá a su bordo carga alguna que proseda de Santa Cruz o de la
Mérica Ynglesa.
Sexto: que la carga que traiga ha de constar por la guía, no ser de dichos parajes
contagiados, sino de pueblos sanos y libres de él. Y todo esto lo presentará firmado de la
Junta de Sanidad o gobernador de aquel puerto.
Séptimo y último: que a su retorno a éste se presentará si rrosar con barco alguno
sospechoso, en el fondeadero de San Cristóbal de esta ciudad, para ser bicitado antes de saltar
a tierra.
Cuya instrucción y capítulos se le acaba de entregar por mí, dicho escribano de la Sanidad.
Y habiéndosele mandado que al intento de la obserbación puntual de los indicados capítulos
dé la competente fianza, para por ella quedar sujeto a la satisfacción de la multa de quinientos
pesos y a las más severas penas, quiere cumplir en su tenor. Y poniendo, desde luego, en
ejecución, por tanto, por la presente y su tenor otorga que cumplirá exactamente con el tenor
y cada uno de dichos capítulos de la instrucción, sin infringirlos en todo ni en parte, pues en
caso que lo execute, quiere y conciente que dar incurso en la referida multa y penas indicadas
por la expresada Junta. Por todo lo qual se le apremie y compela por todo rigor de derecho y
a todos sus bienes que al intento obliga, y con expecialidad por fixa y especial hipoteca el
costado y quilla de su referido buque.

Testigos: Don José Burlando y don Manuel González, vecinos de Las Palmas, y don Pedro
Lorenzo Díaz, vecino de Arucas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Tomás Vicente Álvarez Oramas. Legajo: 1.938, fols. 702 v. - 704 r.

Al margen: Doy fe que a orden de la Junta de Sanidad se chanzela esta fianza por haver cumplido con su
tenor el otorgante, según los documentos que a su regreso demostró. Canaria y noviembre, veinte y siete
de mil ochosientos y diez años. Álvarez Ormas, escribano público y de cavildo.

-75-
Imposibilidad de arribada por epidemia
Las Palmas, 27 de noviembre de 1810

En la ciudad de Canaria a veinte y siete de nobiembre de mil ochocientos diez, ante mí el


escribano público y testigos infraescritos pareció presente don Antonio Arrazola, capitán de
la fragata española nombrada Tenerife. Y dijo que el día trese de septiembre próximo de este
año salió del puerto de La Guaira con destino a Santa Cruz de Tenerife y puerto de Cádiz,
con su correspondiente registro, cargado de cacao con otros efectos, frutos de dicha
provincia, y que hallándose sobre Naga, en la ysla de Thenerife, le manifestó un barco
pescador que en dicho puerto de Santa Cruz se esperimentaba una grande epidemia, que
moría mucha gente. Y con este motivo y havérselo asegurado igualmente el bergantín español

150 Pedro C. Quintana Andrés


nombrado San Antonio, prosedente de la misma Guayra, que salió el propio día con la referida
su fragata, el qual le manifestó que había estado a la habla por bosina con el capitán de aquel
puerto de Santa Cruz a fin de que se retirase por la ante dicha razón. Se dirigió a esta dicha
ysla, a donde llegó el día veinte del corriente y prontamente le mandaron al degredo, a fin de
que hiziera la quarentena de obserbación. En donde ha permanesido hasta este día, que le
declararon la libertad y se le ha admitido a plática. Y, sin embargo de que en toda su
nabegación no ha sufrido tormenta alguna que le pudiera causar alguna avería a su carga, ni
menos padeser su barco defecto alguno quando salió de dicho puerto, pues se hallaba acto y
capaz para nabegar, ni en todo el biaje se ha descubierto, como quiera que, por qualesquiera
asidente imprevisto e inculpable, le puede resultar a dicha carga algún quebranto, otorga en
aquella vía y forma que más haya lugar en derecho que protesta una, dos, tres veses y las
demás que el derecho le permiten que en caso de que acaesca semejante quebranto (que no lo
espera) en poca o mucha suma, no sea de su cuenta y cargo. Y si de alguien hubiese lugar
contra cuya casualidad repite las solemnes protectas. Así lo dixo, otorgó y firmó. Y me pidió
se lo diese por fe y testimonio, asegurando ser el mismo capitán por haver pasado a bordo de
dicha fragata con el señor governador de las armas de esta ysla a reconocerla y hazerle la
correspondiente vicita para que pudiese bajar a tierra con los pasajeros y tripulación.

Testigos: Don Domingo Gil Barrera, capitán de puerto, don Francisco Cabrera de León y
don Manuel Penichet, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.900, fols., sin foliar.

-76-
Petición de recompensa por rescate
Las Palmas, 2 de febrero de 1811

En la ciudad de Canaria, a veinte de febrero de mil ochocientos y onse años, ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos parecieron presentes Estevan Cabrera, Christóbal
Cabrera, Antonio Perpetuo y Francisco Quintana, vesinos de esta ciudad, a los que doy fee
conosco. Y dixeron que por su propio derecho y en voz y nombre de los demás compañeros
que eran el barco Las Angustias, por quien prestan voz y caución de rato, en forma que
extarán y pasarán por lo que aquí será hecho mención, bajo expresa obligación que hacen de
sus propios bienes. Dixeron que dan, otorgan y confieren todos su poder bastante, el que de
derecho se requiere, a Diego de Lara, Antonio Pérez, Tomás Socorro, procuradores de
causas, (d)el número de la Real Audiencia, a todos juntos y a cada uno de por sí insolidum,
especialmente para que les defiendan en los autos que van a intentar sobre que se les satisfaga
las cantidades que les correspondan en el viaje que emprehendieron para salvar a los
marineros de una goleta ynglesa americana y su cargazón, que naufragó en la costa de África,

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 151
y condujeron a esta ysla. E cuyo trabajo no se les ha satisfecho cosa alguna. Y para que lo
verifique las personas que deban contribuirles presentes escritos y todos recaudos haciendo
pedimentos, requerimientos y protestas.

Testimonio: Francisco Cabrera de León, don Manuel Penichet y Manuel Ramírez, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.901, fols. Sin foliar.

-77-
Incidente entre dos barcos
Las Palmas, 2 de marzo de 1811

Sépase como yo, Juan Manuel de Brito, vecino del puerto de los Arrecife(s) en la ysla de
Lanzarote y recidente en esta ciudad, dueño y maestre del barco nombrado La María,
procedente de dicha ysla. Digo que por quanto en la noche del veinte y ocho de febrero
próximo, hasiendo viaje el dicho mi barco del puerto de Candelaria, ysla de Tenerife, a esta baida
de Canaria, hallándose por detrás de la Ysleta, de esta mencionada ysla, avistaron otro buque de
nominado La Suprema, su maestre Luis Viscayno, vecino de Gáldar. Que venían a la parte
opuesta y, no obstante, haverme detenido el curso de dicho mi barco y dádole voses continuadas
y repetidas a la tripulación y guardia de dicha Suprema para que cambiase de bordo, por no
quererlo executar, me averió la vela mayor con el bauprés de dicha Suprema. Y para los efectos
que me combengo, mediante a no ser pasado las veinte y quatro oras de que di fondo en esta
expresada badía, pues fui visitado por la Sanidad a las seis de la tarde del día de ayer, y hallarme
en las tres de la tarde de éste de la fecha, hago las protestas más solemne primera, segunda,
tersera y las más veses prevenidas por derecho contra dicho buque La Suprema, su quilla y
maestre Luis Viscayno, sea de cuenta y cargo del subsodicho las nominada abería y demás
perjuicios que se me hayan causado o causaren hasta ponerse a la vela dicho mi barco La María.

Testigos: Don Pedro de Zárate, don Antonio Fajardo y Francisco Vicente de Quintana,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.309, fols. 43 v. -44 r.

152 Pedro C. Quintana Andrés


-78-
El Duque del Parque y la fábrica de
cañoneras para la defensa de las islas
Las Palmas, 9 de marzo de 1811

En la ciudad de Canaria, a nuebe de marzo de mil ochocientos onse compareció ante mí, el
escribano, y testigos infraescrito, don Eduardo Coll, armero, de las reales guardias de corps,
avezindado en esta dicha ciudad, al que doy fe conosco el tiempo ha que reside en ella. Y dixo
que habiéndose dispuesto por el excelentísimo señor Duque del Parque, comandante y capitán
general, en comición de estas yslas, fabricar en esta ysla algunas balandras cañonera que han de
servir para la defenza de todas las de esta provincia y mayor seguridad de su comercio, pesca e
industria marina. Cometiendo dicho excelentísimo señor esta obra al señor don Diego
González, capitán de fragata de la Real Armada y comandante de marina y apostadero de estas
yslas Canarias, y al señor don Joséf del Corral, comisario de artillería de artillería (tachado) y de
guerra del departamento de ellas y contador interino de marina del citado apostadero y de
vienes confiscados en ellas por la Real Hazienda. Dispuso el antedicho señor don Diego, para
emprender esta fábrica, el fixar carteles invitando a todos los maestros y obreros en el oficio de
herrajes, con el fin de que ningún fabricante de esta expesie de trabajo tuviese motivo, ni
sombra de derecho, para quejarse de no haver sido partísipe en él. El sacar la obra de los clavoz
y pernos que por ahora se han de fabricar, a pública subasta, bajo las formalidades prescriptas
por las leyes, señalando el día y hora en que quedase rematado en el mejor postor. Que fue a las
onse de este propio día. Y, con efecto, haviendo comparesido a presencia de los dos antedichos
señores y del infraescrito escribano, en la misma hora señalada, cinco obreros de este país y el
comparesiente, dispuso el antedicho señor don Diego el que antes de realizar dicho remate se
les impusiese a los comparesientes licitadores en las condiciones con qué se abría dicho remate
para su instrución y gobierno. Y son las siguientes:
Primera, que se le entregará por la Real Hazienda al fabricante de los clabos y pernos el
hierro por peso, y de dos en dos quintales cada ves.
Segunda, hechos los clavos y pernos de los dos quintales, el fabricante los entregará,
también por peso, al señor contador de marina o la persona de su confianza que para el
efecto nombre.
Tercera, que los clavos y pernos se harán en un todo, con arreglo a las bitolas que se le
entregarán. Y aprobados que sean por estar así hechos, se les pagará en el instante la obra que
huvieren entregado.
Quarta, que el fabricante se obligará a entregar los clavos y pernos con una anticipación tal
que, por falta de ellos, no sufra atraso las construción de los cañoneros.
Quinta, se abonarán por la Real Hazienda las mermas del hierro que determinen los
inteligentes, que será uno nombrado por la Real Hazienda y otro por el asentista, y todo
conforme a la especie de obra que se haga.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 153
Sesta, que el fabricante dará fianza a satisfación del señor comandante del apostadero y
contador de marina, bajo de escritura de cumplir exactamente con las condiciones arriba detalladas.
E instruidos todos los antedichos obreros que presensiaron dicho acto, abrió el remate
Gerónimo de Armas ofresiendo hazerse cargo de dicha fábrica de clavos y pernos por dose
pesos el quintal. Y luego Gerónimo Solís, a onse pesos y medio. Y últimamente, el mismo
otorgante a dies pesos y quartillo, con lo que se concluyó dicho remate por haverse retirado
todos los demás comparesiente. Quedando este dicho remate, según derecho, en el referido
don Eduardo Coll, otorgante en los antedichos dies pesos y quartillo. Y siendo presiso
celebrar el correspondiente ynstrumento que se previene en la sesta condición, otorga en
aquella vía y forma que en lo legal se requiere, sierto y bien informado de su derecho, que se
obliga a hazer y fabricar todos los clabos y pernos que sean presisos y necesarios para la
fábrica de las valandras pernos (tachado) cañoneros que se van a construir, a razón de dies
pesos y quartillo por cada quintal de hierro que se le entregase para dicha obra. Sin pretender
otro premio, ni interés por ser de su cuenta y cargo todos los costos que se han de ocasionar
para darlos bien hecho y perfectamente labrados, con arreglo a las vitolas o modelos que se le
han de entregar por dichos señores comisionados, observando y guardando literalmente todas
las condiciones que se contienen en este ynstrumento, sin omición ni retardación alguna.

Testigos: Don Francisco Cabrera de León, don Bruno Benítez Báez y don Tadeo del Corral,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.901, fols. Sin foliar.

79
Contrata para la pesca de la ballena
Las Palmas, 19 de abril de 1811

Sépace por esta presente escritura como nos, Tomás Socorro; Joséf de Rosa; Ramón de Abellán,
natural de Galicia; Gaspar García: Domingo Rodrígues; Miguel Farías; Pedro Fabelo; Salvador
de Arras; Estevan Flores; Juan Rafael Martínes; Joséf El Pulpero; Ramón Guerra, vecinos de esta
ciudad; y Joséf Dovis, francés, pricionero en esta ysla, todos juntos de mancomún en solidum,
cuias leyes renunciamos. Otorgamos y decimos que, haviendo deliberado don Cristóval Vicente
Múxica, de esta misma vecindad, en fuerza de la gracia de su magestad, se dignó concederle el
continuar por sesta ves la pesca de ballenas en la costa de esta ysla, hemos tratado hir a verificarla
pescando al mismo tiempo todo género de peses, en las ocaciones que no sea presiso seguir las
ballenas que se avisten, con calidad que el producido de todo se haya de dibidir a proporción, y
según el estilo de los barcos de costa, entre los interesados. Tomando el don Cristóval la parte
que le corresponda por el pribilegio que le está concedido y las que le toquen, como dueño de
los barcos, peltrechos y fornecimientos, a cuio fin, por vía de empréstito, hemos resevido del

154 Pedro C. Quintana Andrés


referido don Christóval las cantidades siguientes: Tomás Socorro, comisionado del excelentísimo
señor Duque del Parque para el govierno y manejo de esta expedición, dies pesos: Joséf de Rosa,
mandador, ocho pesos; Domingo Abelán (sic), natural de Galicia, quatro pesos; Gaspar García,
quatro pesos; Domingo Rodrígues, tres pesos; Miguel Farías, quatro pesos; Pedro Fabelo, quatro
pesos; Salvador de Armas, quatro pesos; Esteban Flores, ocho pesos; Juan Rafael Martínes, siete
pesos; Joséf, El Pulpero, quatro pesos; Joséf Dovis, quatro pesos, quedando sin tomar préstamo,
por decir no lo necesitaba, Ramón Guerra.
En cuya virtud nos obligamos a seguir esta expedición todo el tiempo que sea nesesario y
que dure el a propócito para ello bajo las condiciones siguientes:
Primera: que todos los marineros han de estas sujetos a la vos de los mandadores, y unos y
otros a las órdenes del comicionado del excelentísimo señor Duque del Parque, quien
procederá de acuerdo con el don Cristóval, para obserbar y que se obserbe el mejor orden, a
fin de lograr el éxito faborable de la expedición.
Segunda: que la pesca que se hiciere de todo género de peses, mientras no se avisten
ballenas, se ha de dibidir como se ha ya costumbra en los demás barcos de este tráfico.
Que la primera ballena que se coja ha de dividirse su importe por partes de estilo de barcos
costeros, concurriendo todos a beneficiarla, según y por el método que estableciere el don
Cristóval Múxica, como único inteligente en sus aprovechamientos, tomando éste las
soldadas que le corresponden como dueño de los barcos y sus peltrechos y los
defornecimiento, fuera de la parte que le toque por su pribilegio. Con el bien entendido que,
vista la utilidad que rinda la primera ballena que se pescare, se tratará allí mismo con la
presente compaña sobre la parte o interés que deba haver para el seguimiento de la empresa
por el año presente y no más.
Que hemos de ser obligados a permanecer en dicho exercicio hasta todo el mes de junio
de este año, y mientras haya ballena, sin retirarse de él, bajo la pena que tubiere a bien
inponerle el selentísimo señor Duque del Parque.
Que hemos de ser obligados, quando se concluya la expedición, a traer a esta ciudad y poner
en sus respectibos puertos los faluchos, barquitto y demás peltrechos que se lleben para ella.
Que nos obligamos, del mismo modo, a pagar del producido de lo que se pescare la
cantidad tomadas en préstito y lo que se me viniere en el fornecimiento, con algunos otros
gastos que sea nececesario, en lo adelante suplir a la tripulación. Y según lo exiguieren las
circunstancias, llebándose en cuenta formal y por su importe. En caso de no cumplirlo
queremos ser apremiados judicialmente por el orden de derecho.
Y, finalmente, que nombrándose, como se nombra, por mandador principal de la
compaña a Joséf de Roza, tanto éste como todos los marineros, pescadores y bogadores han
de obserbar y cumplir todas las órdenes y disposiciones que diere Tomás Socorro, como
comisionado judicial de dicho excelentísimo señor Duque. A cuio fin ha recibido las órdenes
correspondientes, todo lo qual cumplirán llanamente y sin contienda de juicio y si lo
dejáremos de hacer queremos ser compelidos a ello por todo rigor.

Testigos: Domingo Aguilar, don Francisco Macías y Baltasar Molina, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Reyes Guerra. Legajo: 2.054, fols. Sin foliar.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 155
-80-

Varamiento de barco en la playa de Santa Catalina


Las Palmas, 12 de febrero de 1812

En Canaria a dose de febrero de mil ochocientos y dose años. Ante mí, el escribano público, y
testigos infraescritos, parecieron presentes Carlos Vall y Enrique Standish, de nación bretánica,
recidentes en esta ciudad, en compañía de Diego Cleland, capitán de la goleta de dicha nación
nombrada El Ysabel Anderson, a los quales doy fee conosco. Ya nombre de dicho capitán, por
no hablar éste en ydioma español, manifestaron que en la noche del día de ayer, hallándose
dicho buque surto y anclado en el puerto principal de esta ribera desde el día dies del corriente,
por haver llegado del puerto y plasa de Santa Cruz, a efecto de tomar la carga nesesaria para
seguir viaje a Goré. Acaeció que en la madrugada de este día, con motibo de mar y viento,
rompió las amarras y baró en la playa de Santa Catalina, poniéndose en tal estado de haverse
arumbado el costado derecho e imposibilitado para sacarlo y ponerlo en estado de nabegación,
causando conciderables costos a su dueño en dicha saca y composición, en caso de poderla
admitir. Y para que en todo tiempo no se le haga cargo a dicho capitán por sus dueños,
Guillermo y José Cammins, recidentes en Londres, su encargado o ajente Eduardo Lloyd,
vecino de Goré, protesta primera, segunda, tercera y las más vezes prebenidas por derecho no
sean de quenta y cargo del dicho capitán los referidos daños y perjuicios y sí contra mar, biento.

Testigos: Don Domingo Aguilar, don José Falcón Ayala y don Rafael Reyes, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.310, fols. 20 v. - 21 v.

-81-

Transporte en mal estado


Las Palmas, 17 de julio de 1812

Sépase como nos, don Antonio Quintero, don Manuel Vejerano, don Manuel de la Torre y
don Francisco Márquez, capitán el primero y el segundo piloto, y los demás marineros del
barco llamado místico español nombrado Nuestra Señora de la Concepción, propio de don Benito
Picardo, vecino de la ciudad de Cádiz, de donde todos somos y recidentes en esta ciudad de
Canaria. Juntos de mancomún, cuyas leyes renunciamos, desimos que haviendo salido de la
baia de Cádiz el cinco del corriente y llegado a este puerto el quince, con el cargamento de mil
doscientas cinquenta y nueve fanegas de mays; y trescientas cinquenta y cinco de trigo; con

156 Pedro C. Quintana Andrés


más setecientas ochenta y tres botijas de aseite de olibo. Consignado parte a don Miguel
Sortino y parte a don Manuel de Torres, vecinos de esta ysla. Y mediante a que hemos
advertido en dicho grano haver havería, por hacer agua dicho buque y tener rota la mayor. Y
para que no seamos responsables en ningún tiempo de qualesquiera pérdidas que resulten por
tal causa referida, protestan una, dos, tres veses y las más que el derecho les permite contra
mas biento y mala forma las referidas aberías.

Testigos: Don Domingo Aguilar, don Manuel Pons, vecinos de Las Palmas, y Nicolás
Valencia, vecino de la Aldea de San Nicolás.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco María Pineda. Legajo: 2.061, fols. Sin foliar.

-82-

Desposesión de fragata por corsario inglés


Las Palmas, 5 de septiembre de 1812

En la ciudad de Canaria, a sinco de septiembre de mil ochocientos doce. Ante mí, el escribano
público, y testigos compareció personalmente don Francisco de Hita, capitán que dice haber
sido de la fragata española de porte de ciento noventa y siete toneladas, de la propiedad de don
Joséf Manuel de Lovio y otros vasallos del rey de España, vecinos y recidentes en la ciudad de La
Havana, en la ysla de Cuba, de donde también lo es el otorgante, a quien, aunque no conosco, se
me aseguró por don Estevan Vidal, don Roque Mosquera y Pedro Mideo, segundo piloto el
primero y contramaestre, y marineros los últimos. Y dixo que el veinte y cinco de marzo
próximo pasado salió del puerto de La Havana en compañía de ocho o dies buques españoles
mercantes y también la fragata ynglesa de guerra nombrada Barbadoes, bajo convoy de la goleta
española de guerra llamada La Empecinada, cuyo comandante era don N. Sayas. Que después de
haber sufrido varios tiempos y vientos, se hallaba con dicha su fragata en veinte y seis de mayo
en la latitud de un grado, trece minutos del norte; y longitud, por cálculo de día, y nueve grados,
treinta y tres minutos oeste del meridiano de Londres. Y no habiendo gran grado (sic) nada desde
el citado día (a ecepción de una singladura) hacia el sur con motibo de las calmas, ventolinas de
dicha parte y las muchas corrientes hacia el norte. Y después de haber sido impelidos y abatidos
por dichas corrientes hasta la latitud seis grados, quarenta y siete minutos del norte; y latitud
estimada de ocho grados, cincuenta y tres minutos oeste de Londres, se descubrió el día nueve
de junio una vela por el sur, que estaba la fragata Esperanza encalmada, y aquel buque a la vista,
con vientecito floxo. Que haciendo por aproximarse con todo velamen largo, y estando ya como
tres o quatro millas distante de la fragata, de que era capitán el otorgante, comenzó a soplar una
brizita muy floxa con la qual se pudo governar, a cuyo tiempo el dicho buque, que reconoció ser
bergantín, trahía izada la bandera y gallardete español. Que con posterioridad, estando ya a tiro
de cañón, mandó el compareciente arbolar su bandera y gallardete, afirmándola con un

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 157
cañonazo con bala, a lo que dicho bergantín, arrisando la bandera y gallardete español, tiró de
bordo e hizó la bandera y gallardete ynglés de guerra, contestándonos con otro cañonazo,
también con bala. Mandando inmediatamente a bordo de la fragata su bote con quatro hombres
y el segundo, quien preguntando por el capitán, le dixo al otorgante que era preciso pasara a
bordo del bergantín de su magestad británica Darnig, con sus papeles. Que verificado así, la
primera palabra que le dixo el comandante fue la de que le llebaría a Sierra León y le condenaría,
ordenando inmediatamente pasaran dos botes a bordo de la fragata con treinta hombres, el
segundo y tres oficiales. Y que sacaran de ella la tripulación, executándolo para con diez
marineros, subrrogando igual número de los del bergantín, con tres oficiales que quedaron a
bordo de su fragata. Que habiendo baxado el que habla a la cámara con el comandante de dicho
bergantín Darnig, entregó aquel todos los papeles que, por no saber éste ni ninguno de su
tripulación traducir, los puso bajo de cubierta con quita sellos, y en el sobre una inscripción que
decía: Papeles de la fragata Esperanza, detenida por el bergantín de su magestad británica Darnig,
su capitán William R. Pasco. Que habiendo regresado los botes con los antedichos diez
marineros, el citado comandante dio orden al capitán que habla de que pasase a bordo de su
fragata, con los papeles en la forma expresada, y a sus oficiales que tenía a bordo de ésta que
siguieran sus aguas. Con efecto, verificada una y otra cosa, fondearon el catorce de junio en la
bahía de San George o de Sierra León, preceptuando el comandante de su magestad británica
Darnig a sus oficiales, que tenía a bordo de la fragata, no permitieran hasta su aviso que ninguno
de los de ésta saltaran en tierra, que se verificó hasta el día siguiente, en que pasando a su bordo,
conduxo el que habla en casa del agente de los buques de guerra, de donde pasó el
compareciente a hacer anotación de protexta que executó ante James Becker Esqr., notario
público en y para la colonia de Sierra León, como resultaba de documentos que conserbaba en
su poder. Que posterior a ello, y en veinte y seis del propio junio, pasaron a bordo de su fragata
los referidos comandante y agente, registraron a su capitán, oficiales y demás, como baúles,
escribanías, en fin, hasta las botas, llebándose a tierra quanto papel encontraron, de los quales
(aunque hizo varias instancias al juez del vicealmirantasgo de dicha colonia para que se le
devolvieran) no lo pudo conseguir, ni aun de la patente. Que a pezar de que el otorgante
conducía papeles suficientes, como lo eran: primero, real pasaporte y patente de corso y
mercancías; segundo role de su tripulación, la qual se componía de todo de veinte y un hombres;
tercero, título de propiedad; quarto, real cédula concediendo el tráfico de esclavos, a cuyo intento
hacía viage al puerto de Ambris, en la costa de África; quinto, certificación del señor precidente,
governador y capitán general de la ysla de Cuba, aludiendo al permiso de dichas expediciones;
sexto, leyes penales de la matrícula; séptimo, factura y conocimiento; octavo, carta de instrución
de los dueños. Todos lo quales papeles no se le devolvieron, como queda dicho. A pezar de
todo, pues se condenó a su fragata a favor del comandante, oficiales y tripulación del bergantín
de su magestad británcia Darnig, declarándola buena presa, como resultaba, también, de la
sentencia definitiva de la corte del vicealmirantasgo de Sierra León, que se publicó el veinte de
julio último. Que conserbaba en su poder, como también otro documento que justifica no
habésele devuelto los expresados papeles. Por lo qual, tubo que embarcarse en compareciente en
primero de agosto en el bergantín mercante ynglés Urania, con destino al puerto de Gibraltar,
para dirigirse desde él, a la brevedad posible, al de La Havana, habiendo aportado a éste. Por

158 Pedro C. Quintana Andrés


cuyas concideraciones, todas entendiendo el compareciente la protexta, de que (según queda
dicho tiene hecha anotación) lo verifica una, dos, tres y las más vezes que el derecho le permite
los daños, pérdidas y perjuicios que han resultado, tanto por el propio bien del otorgante como
por el de todos y cada uno de los dueños e interesados en la fragata Esperanza y su cargamento,
contra la causa o causas de los procedimientos antedichos, verificados contra la citas fragata y su
cargamento; contra Williams R. Pasco, comandante del bergantín de su magestad británica
Darnig; como también contra el honorable Roberto Shorp, juez de la corte del vicealmirantasgo
de su magestad británica y para la colonia de Sierra León; y, finalmente, contra qualesquiera
personas a quien la presente por qualquier respecto pueda tocar y corresponder. Y pidió a mí, el
escribano, se lo diese por fe, de que yo el público certifico. En cuyo estado, hallándose presentes
don Estevan Vidal, don Roque Mosquera, Pedro Mideo y Mateo Ramírez y Nicolás García,
segundo piloto, contramaestre y marineros de la citada fragata, habiendo oído el relato de esta
protexta, dixeron ser ciertos los pasages acaecidos y que se expresan en ella.

Testigos: Don José Burlando, don Lorenzo Calderín y Rafael Martín, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Miguel Hernández Navarro. Legajo: 2.058, fols. 407 r. - 409 r.

-83-
Reclamación de nave y carga en los juzgados de Londres
Las Palmas, 30 de diciembre de 1812

Sépase como nos, don Jorge Houghton y don Diego White, comerciantes ygleses (sic) y
vecinos de esta ciudad de Las Palmas, de la ysla de Gran Canaria, dominios de su magestad
católica. Juntos, de mancomún, cuyas leyes renunciamos, otorgamos y conocemos por esta
presente carta que conferimos todo nuestro poder, amplio, copioso, bastante, quanto por
derecho se requiere y es necesario, más y mejor podemos y nos deva valer a don Diego
Haring, vecino de Londres, expecialmente para que en nuestro nombre y representación
reclame ante su magestad el rey de la Gran Bretaña y los demás tribunales donde
corresponde, una fragata española nombrada Francisca y María y su cargamento, por valor
principal de treinta y seis mil quinientos diez pesos, con más los daños y perjuicios que nos
han ocacionado el apresamiento de dicho buque y carga hecha en la ysla de Gorée, que
condenó el vicealmirantazgo de Sierra León. Y para ello, valido nuestro apoderado de las
instrucciones que le comunicamos, produsca los competentes documentos de la pertenencia
de dicho buque y cargamento haciendo para ello las correspondientes representaciones,
pedimento, requerimientos, protestas y juramentos.

Testigos: Don Pedro Alcántara Déniz y don Manuel Pons Pastrana, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 1.979, fols. 585 v. - 586 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 159
-84-
Barco encallado en el puerto de la ciudad
Las Palmas, 8 de enero de 1813

En la ciudad de Canaria, a ocho de enero de mil ochocientos trese, ante mí, el escribano público
y testigos, conparecieron Juan de Troya y Jorge Miguel Hernándes, vecinos el primero de esta
ciudad y el segundo de la ysla de Fuerte Ventura y residente en ésta, dueños y capitanes del
bergantín nombrado Jesús Nasareno, de cuyo conocimiento certifico. Y digeron a esta ora de las
diez de la mañana, que teniendo fondeado el referido barco en el puerto de Las Quemaduras,
con todas las seguridades y amaras (sic) nesesarias, se entró un temporal de viento y mar el día
de ayer y, sin embargo de darse a la vela a causa de aberle fallado las dos anclas, que por el mal
tiempo y aunque hisieron la guardia que tenía a bordo todos los esfuersos nesesarios para que
no encallara, no les fue posible, aunque echaron otra ancla, la que tubieron que largarla y darse a
la vela, pero el barco no dio por diabante y encalló en el puerto del barranquillo de Santa
Catalina. Y para segurar los intereses que tienen en el referido barco, hasí de cables, de
fornecimientos, carena y empréstamos, según de sus libros, hallándose dentro de las beynte y
cuatro oras protesta contra mar, biento y demás que haya lugar, huna, dos, tres beses y las más
que el derecho permite, no sean de su cuenta las referidas pérdidas.

Testigos: Francisco Morales Betancurt, don Pedro Calimano y José Galván, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco María Pineda. Legajo: 2.062, fols. 3 v. - 4v.

-85-
Normas pactadas para la marinería dedicada a la pesca
Las Palmas, 12 de enero de 1813

Sépase como nos, don Cipriano Avilés; don Juan González Báes; don Joséf Suáres; don Joséf
Navarro; don Domingo del Toro; don Miguel Romero; Joséf Melián; Juan Pantaleón Marrero
(tachado); don Miguel Sánches; don Antonio Quintero Jardín; Domingo de Cuvas y por
representación y como apoderado, y por la de María Sarmiento don José Gonzáles; Francisco
Savina; Estevan Farías; Joséf Martín; y don Sebastián Alvarado, vecinos de esta ciudad y pueblo
de Teror, juntos de mancomún a vos de uno y cada uno de nos por sí, insolidum, renunsiando,
como expresamente renunciamos las leyes de la mancomunidad, división, excursión, la
auténtica, y demás de este caso, decimos que por quanto nosotros somos dueños de los
bergantines del tráfico de pesquería en esta ysla, y con los quales se surten estos naturales y los
de la ysla de Tenerife, de el pescado que de ellos proviene. Y entre nosotros hemos

160 Pedro C. Quintana Andrés


esperimentado, de pocos años a esta parte, varios desórdenes, ya por nuestra contemplación, y
ya por los tripularios que, quando les parece, se salen sin motibo, pasándose a otros, tomando
los empréstamos y percibiéndolos de otros, callando aquéllos y, ya también, por muchos de los
buques se engrosan por veleidad de los marineros de crecido número, sin resistirlo. Todo esto
en grave daño y perjuicio de nosotros, como dueños, y aún de ellos mismos con el menoscabo
que aparece del fondo que se hace para la rendición de cuentas. Y para evitarlos y que en lo
sucesivo aparescan reglas capazes a emprender cada amo de barco la expedición de sus buques,
se ha de observar y guardar los capítulos y condiciones siguientes:
Que todo barco que no pase de diez caizes de sal y no pueda llebar más de veinte y siete
hombres, incluso el mandador, y de ay arriba llebará sólo treinta y ocho (tachado), incluso su
maestre. Y se reputará por marinero el que gane de media soldada hasta la soldada. Y se
advierte que el que no gane media soldada, que está en la clase de muchachos, podrá llebar
cada uno de los maestros en sus barcos los que quiera, por quanto es el modo de fomentar el
tráfico, que no falte de esta clase para en lo sucesivo. Cuyo número se ha adoptado por
nosotros, habiendo hecho una especcilficación de todos los marineros que en la actualidad
existen, sin ser visto que nuestro ánimo haya cido el dexar a ningunos destituidos de la
ocupación de este ramo, pues en el caso no esperado que haya algún sobrante, desde luego,
nos obligamos a que, ventilado que sea por las listas que cada uno de nosotros formaremos,
desde que se bayan avilitando bajo este plan, a que los incluiremos en cada uno de ellos a
proporción. Y de que nos hemos de convocar para hacer la mencionada distribución, y de no
haber tal sobrante, subsista el número propuesto, sin poderlo alterar de modo alguno.
Ningún amo de barco podrá admitir marinero alguno sin que llebe boleta del amo del barco
de donde salió, pues solamente en este hecho quedará incurso en la multa que en éste nos
impondremos. Si en dicha papeleta constare salir el marinero adeudado, tanto por liquidación de
cuentas como por empréstamo recibido para emprender el viaje, no podrá de ninguna forma
admitirlo sin hacerse responsable a pagar la deuda al dueño del buque de donde salió. Tampoco
será admitido marinero alguno que no haya asistido a su guardia y desampare el barco, estando a
bordo quando haya mal tiempo, sin estar la guardia que lo ha de reemplazar pronta en la playa.
Pero si en la papeleta no constare ninguno de estos motibos, desde luego podrá ser admitido.
Que por quanto se ha observado que hasta aquí los referidos barcos se han servido en el
tráfico de la pesca con dos lanchas y que éstas, lexos de ser útiles son costosas y para evitarlo,
desde luego, se obligan a que lo executarán de tan solo una en lo adelante (tachado), sin
embargo se deja al advitrio de nosotros el poder hacer uso de las dos en el viaje que acomode.
Que este instrumento empezará a causar sus efectos luego que vayan retornando a esta
ysla los barcos que están en la costa, de forma que el primero que se avilite por cada uno de
nos guardará y cumplirá desde hoy día de la fecha, lo aquí estipulado y condiciones que van
extendidas. Y nos obligamos y prometemos de no faltar a ellas por ningún pretesto, causa ni
motivo, pues de verificarse, quedaremos incurso en la multa de cien pesos, que cada uno
respectivamente nos imponemos aplicados a la obra pública del muelle y, además,
incurriremos en las costas que por ello se irroguen. Y en caso de la contravención, lo
podamos insignuar qualquiera de nos al señor juez competente para que lo llebe a debido
efecto este instrumento, ya por lo que hace a los marineros y ya para que a nosotros nos

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 161
apremien a la observancia y exacción de multa, y para ello, a mayor abundamiento, otorgamos
formal contrato executivo, añadiendo a él fuerza a fuerza y contrato a contrato.
En este estado, se advirtió que siendo compañeros los vendedores en los citados buques y
que el viaje que concluyen la venta antes de la salida del barco, si se quedan en tierra, causar
un grave perjuicio a las compañías, comiendo a costa de ésta hasta que retorna el buque. Se
ha deliverado que puedan ir a la costa en clase de supernumerarios, en el caso dicho de
concluir la venta antes de la salida de su buque. Fecha vid supra. Testigos los dichos.

Testigos: Don José Agustín Pastrana, don Luis Navarro y Gaspar Jaimez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.076, fols. 35 v. - 37 v.

-86-
Naufragio de balandra inglesa
Puerto de Cabras, 13 de febrero de 1813

En Puerto de Cabras, uno de los de esta ysla de Fuerteventura, a trese de febrero de mil
ochosientos trese, ante mí, el escribano, y testigos infraescritos pareció presente don Juan
Gordon, vecino de la ciudad de Belfast, de la ysla de Yrlanda, y recidente, por ahora, en ésta,
según manifestó, por hablar, también, algo de español, y lo que don Miguel Méndez, que profesa
el idioma ynglés, de que dicho Gordon usa espreso. Dijo, que a resultas de haver naufragado
entre Puerto de Cabras y Caleta Fuste, donde llaman la Punta de Gonzalo, la valandra ynglesa
titulada Eduardo, cargada de vino y otros efetos. La que se estrelló contra los riscos de dicha
marina, exparsiéndose en el mar los indicados efetos y maderos del buque, con sus utensilios. Ha
sido embiado con plenas facultades por los señores cargadores que lo son don Campbell
Sweeny, don James F. Kennedy y Compañía, para la recaudación del cargamento e, igualmente, la
estimasión de los maderos y utensilios de la recitada valandra. Que de orden del gobierno de esta
referida ysla se puso en socuestro en la persona de don Diego Miller, natural de Londres y
vecino de esta repetida ysla de Fuerteventura. Y por quanto el otorgante ha liquidado cuentas
con dicho Miller provenientes de dicho cargamento y maderos y demás utensilios de la presitada
valandra, cuyas cuentas le ha entregado y tenía formadas con la exactitud y puresa que exije y
man(da) los comerciantes, sin tener el menor óbice que anotar en ellas. Y entregarle en efectivo
la estimación de dichos vinos, el de sus cascos, madera y utensilios de la insinuada valandra.
Desde luego, y por el presente, otorga que se da por satisfecho y entregado, así de las cuentas
como del producido de dicho vino, madero y utensilios del buque, aquellas aprueba y éste, que
es producido, como persivido y llebado a su poder antes de ahora.

Testigos: Presbítero Antonio Carrión, Francisco Pérez y Felipe Valiente, vecinos de Fuerteventura.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Antonio de la Nuez. Legajo: 3.070, fols. 15 v. -16 v.

162 Pedro C. Quintana Andrés


-87-
Reclamación por incendio de barco de pesca
Telde, 20 de marzo de 1813

En Telde a veinte de marzo de mil ochocientos trese, ante mí, el escribano público, y testigos
parecieron Vicente Brito, mandador y dueño del chinchorro; José Blas; e Ygnacio Miranda,
compañeros en él, vecinos deste pueblo y de la ciudad capital, de cuio conocimiento certifico.
Y dijeron que habiendo otorgado poder por ante mí en dos de septiembre del año próximo a
Joséf Días, uno de la misma compaña, para defender el litigio sobre que se les declarase por
dueños y se les restitiuese el casco del barco del tráfico de la costa, nombrado San Antonio,
con lo demás que conducía. Que aprehendieron dado fuego por los yngleses en estos mares
en la guerra próxima con la Gran Bretaña. Aora ratificándolo en un todo, otorgan que se lo
amplían para que pueda el susodicho persebir y cobrar, llebando a su poder todos los efectos
que se les mandasen restituir y qualquiera costas en que se haia condenado o condenase, a
cuios fines pueda dar y dé los competentes recibos y cartas de pago.

Testigos: Don Felipe Navarro, Antonio Rubio, Juan Gamón y Francisco Suárez Caldera,
vecinos de Telde.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Juan Nepomuceno Pastrana. Legajo: 2.677, fols. 259 r. -260 r.

-88-
Sustitución de enfermo en un viaje a América
Las Palmas, 25 de marzo de 1813

Sépase como yo, don Miguel Agustín Sánches, vecino de esta ciudad. Digo que, por quanto el
exponente es dueño y poseedor de la fragata española nombrada La Luisa, pronta y expedita
para hacer viaje a Puerto Rico y La Havana, con carga suya, de particulares y algunos
pasageros. Y ha tocado la funesta desgracia de que dicha despedición iba a cargo de don Joséf
Barrera, su apoderado, éste en el día de ayer ha adolecido y enfermado totalmente, inávil para
la expedición por el achaque perlático que ha amagado. No teniendo persona de su confianza
que le ocupe este hueco y siéndole preciso a el exponente pasar personalmente en el buque y
dar su debido cumplimiento a lo que tenía preceptuado a dicho don José Barrera. Por la
presente y su tenor doy y otorgo todo mi poder, amplio, copioso, bastante y sin limitación,
quanto por derecho se requiera y es necesario, más y mejor pueda y deba valer, en primera a
doña María Luisa de Frías, mi consorte, y en segunda a don Leonardo Sánches, mi hermano,
ambos de este propio vecindario, juntos y sin separación, ni distinción, generalmente para que

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 163
a nombre del otorgante y representando su propia persona y acción puedan percibir, cobrar y
llebar a su poder qualesquiera cantidades de maravedís, efectos y qualesquiera otras que le
pertenescan y sean en deber, ya por el fletamento de las personas que vayan en la citada
fragata o por otros respectos, dando de todo ello los oportunos recibos, cartas de pago,
finiquitos, que los que así verificaren, este compareciente, desde ahora, para quando lleguen
sus casos, aprueba, revalida y ratifica, como si por sí propio fuesen hechos. Que puedan
administrar, regir y gobernar todos sus bienes raíces que tiene actualmente comprados, ya con
escrituras celebradas ante el ynfraescrito escribano, ya con las que constan ante el del pueblo
de Telde, don Juan Nepomuceno Pastrana, y otros escribanos, de que tiene sus documentos y
entrega a sus apoderados para la lexitimidad de los que sean, como, igualmente, varias
obligaciones que le han hecho parte de los pasageros que van en la citada fragata, de
adeudarles los fletamentos de sus pasages, a satisfacerle en los plazos estipulados. Que uno y
otro asciende a cinco mil y pico de pesos, que en caso de urgencia y siendo preciso para
satisfacer algunos créditos míos, podrán vender y obligar a la paga de todo lo que sea
indispensable. Rigiendo y gobernando, igualmente, los dos buques que, además, tiene suyos
propios del tráfico de la costa de pesquería, nombrados El Carmen y Santo Domingo, que se
hallan equipados. Y en el actual exercicio todo esto será en el caso de que el rédito de ellos y
de los demás bienes, después de avilitados y satisfecha la marinería, no alcanze para cubrir los
créditos, haciendo, principalmente, el que por algunas personas les franqueen algunos dineros
a premio, hasta que se sepa mi bueno o mal éxito en las Américas, pues llegando a ellas a
salvo, como espero mediante el favor de Dios, y que retornaré en dicha fragata u otro buque
que proporcionaré. Y de no ser así, a los ocho meses que les doy de término, procurarán
cubrir a todos los acreedores de lo más bien amparado de mis bienes, pues mi ánimo es y lo
ha sido, no perjudical a ningún interesado y, mayormente, quando no pensaba en semejante
viaje, si no hubiera sucedido la enfermedad repentina del dicho capitán Barrera.

Testigos: Don José González, don José María de la Torre y González y don Miguel Cardoso,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.076, fols. 242 v. - 245 v.

* En escritura ante el escribano Quintana, fechada el 31 de marzo de 1813, comparecieron Andrés y


Fernando González; Domingo Caballero; Baltasar Dávila; Nicolás Sánchez; Juan de acosta Urban;
Pedro Alemán; Juan Pérez; Tomás Suárez; Juan Sánchez y Marcial Lemes, vecinos de Agüimes, Telde y
Lanzarote, dando todos poder a don Miguel y don Leonardo Sánchez, hermanos, vecinos de Las
Palmas, para que pudieran percibir por ellos 855 pesos y 10 reales de vellón que les tomó don Francisco
Pulido Pérez, vecino de Santa Cruz de Tenerife, a cambio de llevarles en su fragata a América. El barco
lo compró a don Jorge Houghton y Compañía, pero no tuvo efecto pues el barco retornó al vendedor.
Ahora daban poder para con ese dinero dirigirse a América en la fragata de don Miguel Sánchez.

164 Pedro C. Quintana Andrés


-89-
Altercado por la venta de barco
Teguise, 14 de mayo de 1813

En la Villa capital de esta ysla de Lanzarote, una de las Canarias, a catorce de (abril, tachado) mayo
de mil ochocientos y trese años. Ante mí, el ynfraescrito escribano público y testigos que se
nominarán, pareció un hombre acompañado de don Luis Baliente, vecino del puerto principal
del Arrecife, quien me espresó ser llamado a interpretar o esponer y espresar en nuestro ydioma
español lo que aquél en el suyo viene a manifestar. Y haviéndole resevido juramento en legal
forma, dijo que el indicado hombre se llama Cornelio Ryam, que es piloto y dueño de la mitad y
setecientos pesos en la otra del bergantín nombrado El Mercurio, de pavellón ynglés y el
susodicho de nación islandés. Que su solicitud es haser una manifestación de ocurrencias que le
han sobrevenido después que el día siete u ocho de abril prósimo anterior aportó a esta referida
ysla en clase de piloto y dueño del enumerado su buque. A saber, que hallándose a vordo, ageno
de toda pesadumbre, a cosa de las seis de la tarde, el veinte y siete del propio mes, hablando a la
vanda de vavor de popa con don Guillermo Davison en asunto particular en que no agraviaba lo
más leve el carácter y conducta de su capitán, William Lyell, se drigió éste al compareciente y, sin
que precediese recombención, palabra ni otro antecedente, le descargó a sangre fría un trompón
en la voca, con tanta fuersa que le hiso verter mucha sangre. Que viéndose así maltratado y que
levantava segunda ves el braso para repetirle, el compareciente, sin alterarse ni mudar su
semblante pacivo, trató de contenerlo con la única gestión de ponerle la mano en el pecho, en
ademán de apaciguarlo y impedirle la repetición de aquel intento, esponiéndole en su ydioma las
rasones que devían bastar a haserle reconocer el atentado que, sin motivo, havía cometido. Pero
quando creyó que el repetido capitán huviese desistido de atropellarlo, hurtó éste el cuerpo y
abrasándolo por las corvas procuró a todo empeño lansarlo al mar, como lo hubiera conseguido
si el que comparece no se hubiera prontamente auciliado haciéndose de la batayola y si los
circunstantes no huviesen, igualmente, acudido a favorecerle. Que sobre ser este compareciente
ultrajado, estableció el rememorado capitán una injusta queja imputándole culpa, con que
consiguió providencia del govierno de las armas para que fuese trahído en tierra y arrestado,
como lo fue en el quartel del Arrecife, donde permaneció desde el citado día veinte y siete de
abril hasta el dose del corriente, arrojado en los suelos, sin cama y espuesto a las mayores
incomodidades y inclemencias, no obstante que, desde luego, suplicó que si, acaso se le
considerava culpado, en lo que no lo hera, se le mantuviese a vordo hasta su regreso a Londres
con todas las seguridades que se estimaren combenientes, comprometiéndose, también, a pagar
otro piloto que siguiese el viage. Y como ninguna otra cosa pudo haver dado impulso a
semejantes impulsos que el ánimo codicioso y deliverado del espuesto capitán a vender el
rememorado buque con la absolutes de único dueño y señor de él (rememorado buque, tachado)
Como antes de estos acontecimientos pretendió traer en favor de don Bartolomé Morales, de
aquella vecindad, a quien habló para el caso que no se verificó (con grave daño y perjuicio del

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 165
compareciente) por lo que influyó con Morales el repetido don Guillermo Davison haciéndole
ver la nulidad de la venta. En cuya inteligencia, sin ser visto hacer acto contrario a la buena
disciplina a que lo constituyen las ordenansas marítimas, antes vien sujetándose en todo y por
todo en ellas y dejando como deja al indicado capitán en su buena forma y opinión, pretende
únicamente salvar la suya, los intereses que en el consavedo buque tiene y le corresponden, de
todo lo contrario acontecimiento que desde por entonces y desde entonces hahora protesta una,
dos, tres y tantas quantas veces el derecho le permitan tener espedicta y corriente su acción
contra el indicado capitán para deducir en todo tiempo y donde corresponda la competente
queja, así por los ultrajes que en su persona le ha inferido como por los daños, perjuicios, atrasos
y menoscavos que le ha ocasionado en sus rrespectivos intereses.

Testigos: José Antonio del Hoyo, don Sebastián Hernández y Ginés Rosa, vecinos de
Lanzarote.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Carlos Mateo Monforte. Legajo: 2.943, fols. 308 v. -309 v.

-90-
Prisión por ocultación de incidente a la Junta de Sanidad
Las Palmas, 18 de mayo de 1813

Sépase como yo, don Francisco Yriarabte de la Garde, natural y vecino de Viscaya y recidente
en esta ciudad, digo que por quanto habiendo benido de cargador desde el puerto de
Gilbaltar a esta ysla en el bergantín español titulado Nuestra Señora de los Remedios, su capitán
don Antonio Carballo, natural de la de La Palma, cuio buque se halla surto y anclado en el
puerto principal de La Luz, de esta ribera. Que acaba de llegar en el día de ayer con el
cargamento de trigo y otros efectos, de que soy interesado e, igualmente, dicho don Antonio
Carballo. Trajo en el mencionado su buque, sin mi annuencia ni consentimiento, a Fernando
Viera, vecino que fue de esta ciudad, el qual falleció en el mencionado viaje, y por cuio
respecto tube que hacerle distintas recombenciones a dicho don Antonio Carballo. Y por
haver éste, según parese, silenciado dicha muerte a la Junta de Sanidad se le a puesto en
prición, causándome por este medio notable perjuicio a mis haberes. Y para el remedio de
todo, desde luego protesto primera, segunda, tercera y las más vezes prebenidas por derecho
no sean de mi quenta y cargo las haberías, demora y perjuicios que se me ocacionen y sí de
don Antonio Carballo, buque y quilla y demás que sean interesados en el expresado buque.
Al margen: Certifico como a esta hora, que son las quatro de la tarde de este día de la fecha, de
requerimiento de don Francisco Yribarralte de Lagarde pasé a el castillo de Santa Anna, uno
de los de la ribera de esta ciudad, donde parece se halla asentado don Antonio Carballo, de
quien le di siencia de la protesta de enfrente. Y me espresó quedar enterado. Canaria, mayo,
dies y nueve de mil ochocientos trece. Firmado: Jacinto Proto Betancurt.

166 Pedro C. Quintana Andrés


Testigos: Don Domingo Aguilar, Agustín Alvarado y José Agustín Pérez, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.311, fols. 347 v. - 348 v.

-91-
Acuerdo para abono de rescate de nave
Las Palmas, 8 de julio de 1813

Sépase como yo, don Antonio Carballo Alcalá, vecino de la ysla de La Palma y recidente en
ésta, digo que por quanto de retorno de Puerto Rico a estas yslas en mi goleta Nuestra Señora
de los Remedios fue indispensable arribar y dar fondo en la costa de Cabo Blanco, sin poder
continuar dicho viaje, según el reconocimiento hecho por facultatibos. Y determinado a
abandonarlo, recojiendo las gentes de su tripulación el bergantín Nuestra Señora de la Victoria,
en que benía encargado don Vuena Ventura Pedrianes, contraté con éste el que por su quenta
y tripulación sacase de aquel paraje hasta yslas la mencionada goleta, haciéndole por tal
diligencia el combenio el darle ochocientos pesos corrientes, de que le hice obligación el
veinte y dos de enero de este corriente año. Después de lo qual, en seis de junio próximo,
haviendo cumplido dicho Pedrianes con la condución del barco a este puerto principal de La
Luz, me demandó en este consulado. Y haviendo nombrado conyúdices por combenio y
transación que daré tan solamente en la de seiscientos y sinquenta pesos, pagaderos la mitad,
que son trescientos veinte y cinco, a los tres días de llegado yo a la referida ysla de La Palma; y
otra igual cantidad a los dies de agosto venidero, de este corriente año. Y viendo el susodicho
Pedrianes no tener ynstrumento guarentigio con qué poderme recombenir y verificar su
cobro, me ha pedido le otorgue la competente escritura. Y conociendo ser justa esta solicitud
e benido en ella y poniéndola en efecto, cierto y sabedor de mi derecho y del que en este caso
me compete, otorgo por la presente y su tenor que me obligo a dar y pagar al nominado don
Buenaventura Pedrianes los dichos seiscientos y sinquenta pesos en los términos y plasos que
ban señalados en la transación que tuvimos y desicción del consulado el seis de dicho mes de
junio, por haverle satisfecho las costas causadas en dicho consulado.

Testigos: Don Domingo Aguilar, presbítero Antonio Rodríguez y Esteban García, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.311, fols. 443 v. - 445 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 167
-92-
Denuncia contra una mala
maniobra del capitán de un barco
Las Palmas, 8 de agosto de 1813

En la ciudad de Canaria, a ocho de agosto de mil ochocientos trece años, ante mí, el escribano
público, y testigos ynfrascritos, pareció presente don Guillermo Corte, de nación ynglesa,
vecino y del comercio de Mogador, en el reyno de Marruecos, y residente en esta ysla de
Canaria. Y del conocimiento del subsodicho se me afirmó por personas de mi confianza, de
que doy fe. Y dixo que el comparesiente salió desde Mogador con destino a estas yslas en el
bergantín ynglés nombrado Lanstephin Castti, y su capitán Benjamín Gilliams, cargado por su
cuenta y asegurado el interés sobre el buque y su quilla. Y acontece que habiendo aportado a
esta rada el treinta del mes próximo pasado, por la tarde, con escala que había hecho en la ysla
de Lanzarote, con el objeto de vender el cargamento. En la noche del día de ayer, a cosa de las
nueve, padeció el bergantín detrimento de estar en peligro de encallar, como que contra un cayo
se le aventó y rompió alguna de sus tablas, en término que hace demasiada agua, como que las
dos bonbas no dan avío a subtraerla. Todo por culpa y omisión del dicho capitán Benjamín
Gilliams, porque por la tarde del día de ayer tendió un cable con su áncora sobre un cayo del
expuesto puerto de La Luz, indebidamente, sin tomar conocimientos prácticos de personas
inteligentes, como que por ello resultó el citado quebranto y avería que se experimenta en la
cargasón, por la demasiada agua que flota en ella. Y para que no sean de cuenta y cargo del
comparesiente los daños y perjuicios que por ello se le han irrogado e irrogasen y sí de cuenta
del expuesto capitán, me lo ha expuesto así, protestando una, dos y tres veces y las más que el
derecho le permiten para que se los reintegre él o el buque y demás sus bienes.

Testigos: Manuel Cabrera Jeque, Agustín Hernández y Bonifacio Falcón, vecinos de Las
Palmas y Guía.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.076, fol. 471 r. - v.

93
Robo de ganado por tripulación
Pájara, 15 de agosto de 1813

En el lugar de Pájara, ysla de Fuerteventura, a quinse de agosto de mil ochosientos trese. Ante mí,
el escribano, y testigos infraescritos, pareció presente don Cristóbal Molina, vecino de las Casillas

168 Pedro C. Quintana Andrés


del Ángel, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que por quanto en el jusgado militar de esta
dicha ysla se están siguiendo autos de oficio contra el capitán Alejandro Hughes y su tripulación,
que lo es de la goleta Faanny, sobre el robo de cabras que hisieron estando en el puerto de Poso
Negro y oposición que con armas hisieron a los soldados que fueron a contenerlos. Y para que
así dicho capitán como su buque no padesca demora por hallarse cargado, desde luego y por el
presente obligasión que se constituye responsable a la satisfación de las cabras que resulten
robadas y las costas, hasta la cantidad de doscientos pesos, pues de esta cantidad arriba no se
obliga. Y de ella abajo, con arreglo a la tasasión y recibo del entrego, está pronto a dar libramento
para el persivo de lo dicho contra la casa de Barry y Compañía. Y de ésta no cubrirla, lo ejecutará el
otorgante, sobre lo que formalisa contrato ejecutivo y, para mayor seguridad, sin que la obligación
general derogue la particular, ni por el contrario, hipoteca por espresa y espesial hipoteca la casa y
almasén que tiene en Puerto de Cabras, propio suyo, que valdrán mil pesos, el que no venderá ni
en manera alguna enagenerá sin la carga y gravamen de esta hipoteca.

Testigos: Don Juan de Dios, don Diego Monteros y don Miguel Méndez, vecinos de Fuerteventura.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Antonio de la Nuez. Legajo: 3.070, fols. 82 r. -83 r.

-94-
Disturbios entre la tripulación
Las Palmas, 4 de septiembre de 1813

En esta ciudad de Canaria, a quatro de septiembre de mil ochocientos trece, compareció ante mí,
el escribano público, y testigos don Sebastián Acosta y Naranjo, vecino de ella, de cuyo
conocimiento certifico. Y dixo que habiendo salido su bergantín, llamado San Rafael, de el puerto
principal de esta ysla para uno de los de Fuerteventura, con el objeto de hacer viage de aquí para
la ysla de La Madera en veinte y siete del mes próximo pasado. Y sucedido que, estando
fondeado el barco en el puerto de Tostón, de dicha ysla de Fuerteventura, se subsitase cierto
disturbio entre la tripulación, hasta el extremo de no haber querido el piloto, don Ramón Diliz,
continuar el viage, quedándose en aquella ysla. De cuyas resultar arribó el citado barco a ésta a
cosa de la diez de la mañana del día de ayer. En esta virtud y siendo de alguna concideración los
daños y perjuicios que al otorgante se le han irrogado por dicha arribada, incierto, por otra parte,
de quién fue el autor del expresado disturbio, en la mejor forma que más haya lugar en derecho,
protexta una, dos, tres y las más vezes que el derecho le permita no sean de su cuenta y sí de
quien haya lugar aquellos daños y perjuicios, que repetirá contra el que dio causa a ellos. Y en su
consecuencia pidió a mí, el escribano, se lo diera por fe, de que yo, el público, certifico. Así lo
dixo a esta hora de las ocho y media de la mañana de este dicho día.

Testigos: Don Nicolás del Castillo, don Gregorio Ortega y Rafael Martín, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Miguel Hernández Navarro. Legajo: 2.059, fol. 327 r. -328 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 169
-95-
Multa por saltarse la cuarentena
Las Palmas, 25 de noviembre de 1813

En la ciudad de Canarias, a veinte y sinco de noviembre de mil ochocientos y trece años, ante
mí, el escribano público, y testigos pareció presente don Miguel Agustín Sánches, vecino de esta
ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que a consequencia de la causa formada contra el
otorgante, don Francisco Penichet y don Joséf Lorente, como capitán y piloto de la fragata
nombrada La Luisa, según acuerdo de la ylustre Junta de Sanidad de esta ciudad capital, sobre
haver quebrantado la quarentena en que se les puso en dicha su fragata en este puerto de La Luz
a su llegada de la ysla de La Havana, viniéndose a tierra y teniendo rose y comunicación con
algunas gentes. Tubo a bien dicha ylustre Junta de Sanidad, por su acta celebrada el día seis del
corriente mes, condenar, entre otras cosas, a el otorgante en la multa de mil ducados; a don
Manuel de Torres, en quinientos; a don Francisco Penichet y don Joséf Lorente, en doscientos
ducados a cada uno; y al contramaestre Miguel Marrero y marinero Gracián Alemán, en
sinquenta ducados a cada uno. Cuya condena, en virtud de memorial dado en junta el quince de
este mismo mes, solicitando minoración de dichas multas por las razones allí expuestas, fue
servida por un efecto de equidad mandar, entre otras cosas, según su acta del mismo día, se
entendiese la multa impuesta a el otorgante a solo la cantidad de seiscientos ducados; la del piloto
don Francisco Penichet a siento y sinquenta; la del segundo piloto, don Joséf Lorente, a siento y
ochenta; la del contramaestre a quarenta y sinco; y la del marinero Graciliano Alemán a veinte y
sinco. Entendiéndose siempre dichas multas con la qualidad de mancomunidad y que, por
ahora, pagase cada uno tercera parte de su condena, debiendo satisfacer las dos partes restantes
dentro del preciso término de noventa días, dando, entre tanto, la correspondiente fianza a
satisfacción de dicha ylustre Junta. Y en atención a que sobre el exivo de dicha tercera parte, así
como sobre la prorrogación del término asignado se ha dado por el otorgante y demás segunda
representación, que no ha sido despachada por no haverse congregado dicha ylustre Junta, como
le consta al señor precidente de ella. Siéndole imposible al sitado otorgante perder la ocasión de
los mejores tiempo para seguir su viaje con dicho buque al puerto de Cádis, para donde llevaba
su registro, y que sólo arrivó a este de La Luz a causa de los contrarios que sufrió. Desde luego,
en obedecimiento de lo últimamente mandado en quanto a la fianza a la segunda de las referidas
multas, por la presente otorga que se obliga a satisfacerla dentro del plazo asignado de los
noventa días, esto en caso de que no obtenga más prorrogación, según su última solicitud. Lo
que cumplirá bien, llanamente y sin que para ello sea necesario mandamiento de interpelación ni
otra diligencia alguna de fuero, ni de derecho. Cuyo beneficio renuncia pagando las costas y
salarios a quien diere causa, a cuya segunda sin que la obligasión expecial derogue la general ni,
por el contrario, hipoteca las casas de su havitación que ha fabricado, sitas en la calle Mayor del
partido de Triana de esta ciudad, con quien linda por delante; por detrás la la (reieterado) costa del
mar; por un lado casa de herederos de doña Jacinta Márquez; y por el otro la del mayorsago de

170 Pedro C. Quintana Andrés


Matos. Y a mayor abundamiento da por su fiador a don Leonardo Sánches, su hermano, de este
mismo vecindario, quien hallándose presente dijo lo quería ser.
Y en este estado expresaron los otorgantes no conprehenderse en esta fianza los
quinientos ducados en que fue condenado don Manuel Torres, mediante a no espresarse nada
desto en el último acuerdo de la Junta, sobre minoración de dicha multa.

Testigos: Sargento Juan Ramos, sargento Matías Galván y Juan Farías, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Antonio de Troya. Legajo: 2.016, fols. 303 r.- 305 r.

-96-
Negocio frustrado y abono de fletamento
Las Palmas, 22 de septiembre de 1815

Sépase como yo, don Francisco María Sánches, vesino de la villa de Gáldar, de esta ysla de
Canaria, capitán y dueño que soy del bergantín nombrado San Lorenso, surto en este puerto de La
Luz. Digo que haviendo contratado en la ysla de Fuerte Ventura con don Joséf Viera, de aquel
vesindario y residente actualmente en ésta, de condusirle en dicho mi buque seisientos ochenta y
quatro quintales de yeso en polbo desde dicha ysla de Fuerte―Ventura para el puerto (tachado) el
puerto de La deLa (tachado) Madera, a rasón de medio duro quintal, como así mismo veinte y
sinco pesos por rasón de su persona, que todo hace la cantidad de quatrosientos ochenta y un
pesos. En efecto, se berificó dicha condusión de cargamento, mas no habiéndolo puesto en
tierra en dicho puerto de La Madera, porque don Joséf no halló persona que comprase el
referido yeso. Lo dejó a vordo y deliberó venirse a esta ysla, como así lo hiso, en el mismo
buque. Con este motibo y estándoseme debiendo, además de la cantidad de aquel fletamento,
este otro de traer el sitado cargamento desde aquel puerto a Canaria. Sin determinar el
mencionado Viera hecharlo en tierra, ni tomar otra resolución. Sin embargo de algunas
recombenciones, ocurrí a entablar el juicio consular que me competía contra dicho cargador a
efecto de haser exequible el cobro de lo estipulado, como también la cantidad a que por
regulación acsendiera el segundo fletamento con los demás solicitado por mi pedimento, en que
propuse adjuntos de que se dio traslado al don Joséf Viera para que hisiera lo mismo por su
parte, dentro del presente día. En este estado y porque el significado don Joséf, conosiendo lo
justo de mi pretención se me ha presentado solicitando transación en el particular a saber, estar
pronto, desde luego, así que llegue a dicha ysla de Fuerte Ventura entregar en dinero efectibo a la
persona de don Luis Mendosa, vecinos de Gáldar (a quien nombro para ello) la ya mencionada
cantidad de quatrosientos ochenta y un pesos, y por quien se le dará el competente recibo. Y
haser suelta a mi fabor del referido yeso, en pago de este último fletamento. En esta virtud, sin
embargo de conoser lo perjudicial que me puede ser esta transación en los términos propuestos,
con todo por el bien de la paz y cortar toda desabenencia y gastos, me he combenido en ello,

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 171
quedando a mi riesgo y quenta el haser de dicho yeso el uso que me acomode. Separándome,
como lo hago, por este instrumento de la acción intentada contra el don Joséf , a cuio fin doy
por chanseladas las diligensias obradas en la materia que han pasado por ante el presente
escribano. Con reserba siempre de seguir la acción ejecutiva que me combenga contra el mismo
don Joséf y sus vienes, esto en el inesperado caso de alguna demora en el pagamento de la
cantidad liquidada y espera concedida hasta su regreso. Y hallándome presente a este
ynstrumento yo, el significado don Joséf Viera, residente en esta ysla y vecino de Fuerte Ventura,
otorgó que asepto en todas sus partes el combenio que ba relacionado, por ser el mismo que
tengo estipulado con don Francisco María Sánches, como dueño y capitán de su buque
nombrado San Lorenso, a quien, sin la menor retardación, pagaré en quanto me regrese a dicha
ysla, y cuio viaje emprenderé, acaso, mañana por estar de próximo a salir barco, la mencionada
cantidad de quatrocientos ochenta y un pesos corrientes.

Testigos: Juan Francisco Rodríguez, Casimiro Francisco y Juan Antonio Suárez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Antonio de Troya. Legajo: 2.018, fols. 306 r. - 308 v.

-97-
Toma de ballena y retraso en la entrega de mercancías
Las Palmas, 16 de marzo de 1816

En la ciudad de Canaria, a dies y seis de marzo de mil ochocientos dies y seis años, ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos pareció presente Domingo Díaz, vecino y del comercio
de la ysla de Tenerife y residente en ésta, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo que el
comparesiente en la mañana del miércoles trece del corriente hizo viage desde el puerto y plaza
de Santa Cruz de la de Tenerife, con destino para esta de Canaria en el vergantín nombrado San
Vicente, de que es dueño Manuel Cabrera Jeque, de que son maestres de mar y tierra N. Fermín,
Julián Domínguez y Antonio Ojeda, todos de este propio vecindario y a cuyo cargo venía la nao
con carga de varios particulares y, principalmente, la del compareciente, que excede a la cantidad
de tres mil pesos, en que se incluía su persona. Y acontece que viniendo con tiempo favorable en
popa para haver regresado en este puerto de La Luz en el día juebes, no sucedió así, a causa de
que en el parage de Naga se halló mortesinamente una ballena y los citados maestres,
ambisiosamente y sin atender a los peligros de la mar y cargamentos que traían consigo y contra
toda la voluntad del comparesiente, amarraron el citado pescado de la cola y garrotaron a el
buque. Y llevándolo consigo arribaron al parage de Sardina, en el día de hayer y por cuyo parage
pusieron en tierra al otorgante y demás pasageros, quedando el cargamento a bordo y privado el
que expone de haver usado de él en tiempo oportuno para su mejor venta y utilidad. Ultra
deque, que quando se hizo la novedad de amarrar la citada ballena, les protestó a los citados
maestres los daños y perjuicios que por ellos se irrogasen a precencia de la demás tripulación y

172 Pedro C. Quintana Andrés


pasageros. Y contestó Ojeda, descaradamente, que él no podía perder para que otro ganase. Por
cuyas razones, viendo la demora del buque, el no haver regresado a esta ribera para haver
percibido su carga y valerse de ella y demás, que acaso podrá acontecer de pérdida, hallándose,
como se halla el que otorga, dentro de las veinte y quatro horas que la ley le preceptúa para
reducir dicha protesta que hizo a bordo verbalmente con el competente número de testigos para
reducirla (tachado) en instrumento público, a falta de no haver habido a vordo un ministro
público, por éste lo executa, protestando como protesta ahora nuebamente una, dos y tres y las
más veces que el derecho le permite todos los daños y perjuicios, demoras y menoscabos que se
le iroguen, así a su cargamento, valor principal, sus utilidades y demora de su persona contra la
quilla del citado buque, su dueño y demás autores en la tomada de la ballena. Pidiéndome a mí, el
escribano, se lo diese por fe y testimonio para repetirlo todo ante el señor juez nato del Real
Consulado o donde haya lugar.

Testigos: José Melián, José Pulido y José Benítez Oramas, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana Legajo: 2.079, fols. 124 v - 125 v.

-98-
Prohibición de navegar a un barco
Las Palmas, 27 de marzo de 1816

En Canaria a veinte y siete de marzo, a las seis de la mañana de él, de mil ochocientos y diez y
seis, ante mí, el escribano público, y testigos infraescritos pareció presente don Juan Cristóval
Fierro, vecino de la ciudad de La Habana y residente en ésta, capitán, piloto y dueño del
bergantín nombrado El Perro, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que desde el día dos del
corriente salió del puerto de Lansarote para seguir su viage en dicho buque para Puerto Rico y el
de La Habana, pero con motivo de necesitar de algunos víveres arribó a ésta pasa cojerlos. Y, en
efecto, en el sinco del mismo se fue al puerto de Gando, por el mucho viento y mar que se
hallaba en ésta her (tachado) rada, y, en efecto, llegó a él al día siguiente, en donde subcistió hasta
el nuebe. Y a pesar de durar aún el mismo tiempo, salió de dicho puerto dejando una ancora con
su cable, para el de Arganiguín a acogerse del temporal que le amenasaba la ruina o pérdida del
buque, donde llegó, en efecto, el día del mismo. Y con motivo de haberse aplacado un poco el
tiempo, hallándose tan retirado de esta ciudad, a donde se había quedado el otorgante para el
acopio de víveres, salió el diez y ocho, y el mismo día fondeó en el puerto que llaman de
Taxartico. Y el diez y nueve salió de éste, y el veinte, por lo malo del tiempo, volvió a fondear en
el mismo de Arganiguín. Y el veinte y dos salió de este puerto para el de la (tachado) Gando, en
donde enviaba el otorgante una goleta que conducía a el buque el áncora, cable y víveres. Y
llegando, en efecto, al referido puerto se encuentra una orden del señor governador de las armas
de esta ysla para que el otorgante de ninguna manera fuese a bordo de su buque, el que se

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 173
hallaba sin el segundo piloto a cauza de haber venido a tierra con varios pasageros, por cuyo
motivo tubo el otorgante que mandar dicha goleta con el áncora, cable y víveres a bordo de su
bergantín y regresarce inmediatamente a esta ciudad, por habérselo ací preseptuado don Antonio
Gil, capitán de mar en esta ysla, por la orden que le comunicó para ello dicho señor gobernador.
Mandando que el referido bergantín, dándose a la vela, biniese a este puerto de La Luz con un
práctico, pues se hallaba así el otorgante, como primer piloto, y también sin el segundo. Esta
orden fue dimanada de queja dada por algunos pasageros, que suponían que el otorgante se iba a
dar a la vela para seguir su viage para el puerto de su dirección, sin hacerce cargo, que, de
ninguna manera, lo podía verificar a causa de hallarse aún en tierra hasta su segundo piloto. Y
aunque esto fuese cierto, que se niega de ninguna manera, se le podía obligar al otorgante a que
dejace de rendir su viaje, sino a que llebace o condujese a su bordo a los pasageros con quienes
había contratado, por cuyo motivo y no habiéndosele intimado esto último, porque en realidad,
de berdad es falco, se halla en el día sin poder hacer viaje por habérselo impedido el referido
señor governador. Y a quien le concta muy bien que, careciendo el otorgante de medios para la
compra de algunos víveres que faltaban para el tiempo de su nabegación y reponer los que se
habían gastado en los tantos días que por los malos tiempos no pudo seguir su viaje, como
igualmente a el Tribunal del Real Consulado de esta ysla, a quien había suplicado para que se le
diese, en calidad de préstamo, alguna cantidad para el mismo fin, hafianzando para ello la quilla
de su buque. Se halla (en el caso de no permitirle se dé a la vela inmediatamente) sin poder seguir
dicho viage por careser de víveres suficientes para ello, a menos de que no arribacen a otro
puerto de la provincia para verificarlo. En cuya virtud y en la de que es conocida la refinada
malicia de los pasageros con haber representado para que se le impidiese al otorgante el
seguimiento de su viaje, pues teniendo éstos dineros suficientes para hacerle al otorgante un
empréstamo para lo que se nesesitare para ir al puerto de destinos, donde el otorgante es vecino
de casa abierta y tiene más que suficientemente para cubrirlas todas y qualquier cantidad. Y
quando le faltace era el responsable y su referido buque, no ciendo justo se le haya por este
medio tan temerario inpedirle su viaje. Y siéndole inposible el poder benir el buque a el puerto
de La Luz por subsistir aún hasta esta fecha los mismos malos tiempos, protesta una, dos, tres y
las más veses en derecho nesesarias para que no sean de su cuenta y sí de quien haya lugar todos
los perjuicios, daños, retardaciones, costos y demás que se le irroguen y s ele puedan irrogar.

Testigos: Don Ignacio de Febles, don Francisco Calimano y Antonio Ruiz de Medina,
vecinos de Las Palmas y la isla de Fuerteventura.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Agustín de Silva. Legajo: 2.099, fols. 217 r. - 219 v.

174 Pedro C. Quintana Andrés


-99-
Protesta de la tripulación contra dueño de barco
Agüimes, 18 de julio de 1816

En la villa de Agüimes, a veinte y uno de julio de mil ochocientos diez y seis, ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos pareció personalmente don Francisco Ruiz, vecinos de
la ciudad capital, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que como capitán que es del vergantín
español mercante nombrado San Lorenso, salió en él del puerto de La Luz de esta ysla el día diez y
ocho de julio con destino a Puerto Rico y La Havana. Y estando enfrente del puerto de Gando,
navegando con todo el aparejo largo, se rompió a las siete y media de la noche la verga alta de
gavia y se risó la gavia, por lo que, siéndole indispensable tomar puerto para reponer de nuevo lo
averiado o servible, fondeó bajo la fortaleza de Gando a las ocho y media de la noche. Pero no
pudiendo concluir la faena de composición de verga y vela en la noche, se dio principio por la
mañana. Y, seguidamente, dispuso se llenasen los almasenes de agua, por estar varios (?) Y ya
listos para seguir la navegación, recibió una orden el contramaestre Joaquín Domínguez por
mano de Cristóval Ruiz en que don Francisco María Sánchez, amo del buque, le prevenía pasase
y fondease en el puerto de Arinaga, la qual conserva en sí dicho contramaestre. Por cuya causa,
dándose a la vela, desde Gando pasó al de Arinaga el diez y nueve del corriente, en donde ancló
el buque. Y con este motivo el capitán comparesiente ha revisado e impeccionado su buque en
unión del piloto don Francisco Penichet y Hernández, y ha observado le fal(ta)van varias cosas
indispensables como los son, entre otras, carnes frescas, gallinas y verduras para poder seguir el
destino, sin lo qual le ha manifestado al compareciente dicho piloto protesta o se vaja a tierra si
dentro del día no se trae el embarco del dicho fornesimiento. En cuya virtud y en fuerza de su
empleo protesta una, dos, tres y las más veces que el derecho le permite contra el expresado don
Francisco María Sánches, dueño del buque, por los daños y perjuicios que se originasen en la
demora o navegación tanto a la persona del capitán como al todo de la expedición, mediante a
que por su causa y no por la del capitán ni su tripulación se verifica.

Testigos: Don Juan Melián Romero, José y Matías Hernández Bordón, vecinos de Agüimes.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández Navarro. Legajo: 2.552, fols. Sin foliar

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 175
-100-
Vicisitudes de expedición de
emigrantes lanzaroteños a Puerto Rico y Cuba
Las Palmas, 24 de agosto de 1816

Sépase por esta pública escritura, como yo, Pascual Felipe Rodríguez, vecino que soy de la
ysla de Lanzarote, por propio derecho y en voz y nombre de José Rosa, Leandro Cabrera y
demás que constan del poder que demuestro por testimonio al presente escribano para que lo
incerte literal en esta escritura, de que yo el infraescrito certifico que su tenor a la letra como
se sigue (inserto) En Canaria, hoy día de su fecha. En testimonio de verdad. José Cristóval de
Quintana, escribano público.
Y usando de las facultades contenidas en dicho poder que se halla en su fuerza y vigor y,
hasta ahora, no me ha sido revocado si suspendo, pues así lo aseguro en toda forma. Digo que
a consequencia del referido poder me presenté en el jusgado de marina de esta ysla, en veinte y
cinco de junio de esta año, haciendo postura al expresado bergantín nombrado El Perro (que se
trataba de rematar a virtud de las cesiones hechas de él por su capitán) de la cantidad de siete
mil quatrocientos quarenta y siete pesos y un real de plata, en que había sido apreciado con
todos sus peltrechos y utencilios para navegar. Obligándose a cumplir con todas las condiciones
contenidas en dicho remate y a pagar los créditos precisos e indispensables que había
contrahido la quilla en el tiempo que había permanecido el citado buque en los mares de esta
ysla. Y, en efecto, admitida la postura y publicada, no habiendo otro mayor postor, quedó el
rematado en mí y en los demás pasageros contenidos en el poder incerto, el enunciado
bergantín nombrado El Perro. Y en su virtud, por auto acesorado del mismo jusgado de marina,
de tres de julio, de aprobó dicho remate, mandándose que por el capitán de puerto, don
Antonio Gil y Barrera, a quien estaba encargada la custodia y demás, se me hiciese formal
entrego de él con todos sus peltrechos, según el inventario que resultaba de autos, dándoseme
de ellos para que me sirviera el título y resguardo los atestados que pidiera, así en relación, como
a la letra. Y que respecto a que una de las condiciones había sido la de obligarse el rematador a
verificar la expedición con los pasageros, en cuyo nombre había hecho el remate y que el
espíritu de las providencias del excelentísimo señor comandante general de esta provincia no
había sido otro que el que va indicado de efectuarse dicha expedición, se me notificara e hiciera
saber manifestar al jusgado el día, poco más o menos, en que había de salir al mar para, con
anticipación, dar el competente aviso a las personas que se restituyeron de esta ysla a la de
Lanzarote y verificaron sus desembolsos para ir de pasage en el referido bergantín, vaxo el
apercivimiento de lo que hubieran lugar. Lo que se hizo saber en el mismo día y que, para
proceder con la formalidad y circunspección que era debida, el capitán del puerto en el término
del tercero día presentara la cuenta de todo lo que se le debía por los suplementos hechos para
sostener el buque en el puerto y contribuciones al capitán para sus alimentos, con arreglo a las
providencias dictadas por el propio jusgado, como todo más por extenso se acredita de los

176 Pedro C. Quintana Andrés


autos seguidos, tanto en él como en el consulado de esta referida ysla por parte mía y demás
pasageros que enuncia el poder incerto contra don Juan Cristóval Fierro, capitán que había sido
del expresado buque, sobre la habilitación de él para que siguiese su viage a la ysla de Puerto
Rico y La Havana. Que para la extención de esta escritura se han tenido a la vista por el
presente escribano y certifica. Y como mis posibles y haberes no fuesen suficientes para
cumplir con todo lo que estaba en mi cargo en fuerza de remate que hize, desde luego traté con
don José Agustín Laguna, vecino y del comercio de esta ciudad, en hacerle formal cesión de
dicho remate vaxo las mismas condiciones que se realizó en mi favor. Y a virtud de ello, se ha
presentado a pagar todas las cantidades contraídas sobre la quilla del expresado buque, de las
tiene satisfechas ya la mayor parte, como son: al dicho capitán de puerto, don Antonio Gil y
Barrera, seiscientos treinta y un pesos, trece reales y catorce maravedís; al señor conde de Vega
Grande ciento dies pesos; trecientos a don José Navarro; ciento dies a José Ríos; a don Manuel
Monfort, ciento quarenta y dos; seiscientos quarenta y tres al piloto y marineros; y al mismo
piloto, por lo que ha devengado desde enero del corriente año hasta el presente, quatrocientos
secenta y seis pesos. Que todas estas partidas suman dos mil trecientos dos pesos, trece reales y
catorce maravedís. Y siendo preciso otorgar sobre ello el competente instrumento, que al don
José Agustín Laguna le sirva de título de propiedad y domino del enunciado buque. Por tanto,
llevándolo a debida execución, bien informado mi derecho y del que pertenece a los demás
pasageros, de quienes soy apoderado y en uso de las facultades que éstos me han concedido en
el incerto poder, otorgo de mi libre voluntad que cedo, renuncio y traspaso en favor del mismo
don José Agustín Laguna el remate que tengo hecho del expresado bergantín nombrado El
Perro, surto y anclado en el puerto principal de La Luz, de esta dicha ysla. Con todos sus
peltrechos y utencilios necesarios para hacer su viage a las yslas de Puerto Rico y La Havana,
por la expresada cantidad de siete mil quatrocientos quarenta y siete pesos y un real de plata, de
su justo valor. Y con todas las condiciones y circunstancias con qué se verificó el citado remate,
de las quales se halla bastantemente instruido el subsodicho, las que se ha de obligar a cumplir
sin que a cosa alguna de ello hayamos de quedar responsables ni yo, ni los demás pasageros, a
cuyo nombre se hizo el remate.

Testigos: Don Felipe Pérez, don José Álvarez y Domingo Afonso, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pedro Tomás Ariñez. Legajo: 1.996, fols. 146 v. - 151 r.

(Inserto)
Las Palmas, 18 de junio de 1816
Sépase como nos José Rosa; Leandro Cabrera; José Antonio; Domingo Fierro; Marcial Medina;
Juan Curbelo; José Peña; José Medina; Marcial González; Simón Marta; Ynicodemus Rodríguez;
Francisco Quadro; Pedro Fernández; Antonio Rodríguez Baliente; Marcial Lusardo; Vicente
Lemes; Vicente Orihuela; Domingo Ramón; José León; Eucevio de León; Juan Machín;
Bernavé de León; Juan, el Fraile; José Domingo Bello; Salvador Viscaíno; Salvador Figuero; Juan
Melián; Cristóval Babilón; Domingo Morera; Mariano Biera; José Blas Perera; Domingo
Hernández; Miguel García; Marcial Medina; Andrés Ferrera; Julián Robaina; Pedro Delgado;

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 177
José Lemes; Nicolás Lemes; Juan Medina; Matías Gonzáles; Sebastián Franchy; Marcial Patricio;
Cristóval Melián; José Callero, el Mayor; José Callero, el Menor; Juan Mallero; Rafael Martín;
Domingo Curbelo; Julián Baldés; Marcial Mosegue; Salvador Delgado; Rafael Martín; Cayetano
Torres; Fernando Gil; Francisco Candelaria; Domingo Sicilia; Antonio Pérez; y Hilario
Camacho, naturales y vecinos de la ysla de Lanzarote, y recidentes en ésta, juntos de mancomún,
a voz de uno, y cada uno de nos de por sí, por el todo insólidum, renunciamos , como
expresamente renunciamos las leyes de la mancomunidad, división, excursión, la auténtica y
demás de este caso. Y decimos que por quanto nosotros, en unión de mucho mayor número de
vecinos de la misma ysla de Lanzarote, tratamos el pasar desde ella a Puerto Rico y La Havana,
en el bergantín nombrado El Perro, de que es su capitán y dueño don Juan Cristóval Fierro, a
quien por dicho respecto le satisfacimos sus correspondientes fletamentos, así de nuestras
personas como de nuestras familias. Y habiéndolo emprendido, sucedió el haber hecho escala en
este puerto principal de La Luz, no ha sido posible su continuación al destino proyectado a causa
de que el expuesto dueño no ha tenido fondos ni caudal para el fornecimiento y demás, en una
suma decadencia que nos resultó haber andado pordiosando para escapar la vida. Sobre lo qual
se han suscitado varios expedientes en los jusgados consulares de esta ysla, como en la de
Tenerife y, asimismo, en la de marina y comandancia general, repitiendo y reclamando nuestros
fletamentos, daños y perjuicios contra la quilla del citado buque. Además de lo qual, se ha
formado un concurso de acreedores a instancia de varias personas, repitiendo contra el mismo
varios créditos hechos por el propio dueño. Y últimamente se ha mandado poner en subhasta el
citado bergantín ara cubrir nuestro justos y legítimos créditos. En esta consequencia, ciertos y
sabedores de nuestro derecho y de lo que en este caso nos competen, por nosotros y en nombre
de los demás pasageros, por quienes prestamos voz y caución de rato, que estarán y pasarán por
lo que aquí se contendrá, otorgamos que damos todo nuestro poder amplio, copioso, bastante y
sin limitación, quanto por derecho se requiere y es necesario, más y mejor podemos y deba valer
a Pasqual Felipe Rodríguez, del mismo vecindario de Lanzarote, otro de los pasageros y con
igual derecho derecho (reiterado) que nosotros a la repetición consabida, especialmente para que
en nuestro nombre y representándonos nuestra propias personas pueda salir y salga a la subhasta
del dicho bergantín El Perro, haciendo las posturas conducentes, ya sobre el total de su aprecio y
seguro valor que le hubiesen dado, los expertos, o ya sobre las dos terceras partes. Y en el caso
de quedar en él rematado pida su aprobación con entrego y lanzamiento, perciviendo para
inventario todos los utencilios y documentos que acredite el dominio para que, hecho dueño de
él en nuestro nombre el citado apoderado, le damos y concedemos amplias facultades para que
lo pueda ceder, vender, empreñar, hipotecar y obligar a favor de la persona o personas que lo
quieran todo con el objeto que se habilite para el destino consabido, llevándonos a su bordo y a
nuestras familias y en los propios términos que lo teníamos tratado con el don Juan Cristóval
Fierro, otorgando al intento las escrituras y documentos que sean conducentes, pues para todo
lo aquí manifestado, desde ahora, para quando el caso llegue, aprobamos, revalidamos y
ratificamos, como sí por nosotros fuesen hechos. Y finalmente hará y practicará quantas
diligencias judiciales y extrajudiciales conduscan. Testigos: don José Agustín Laguna; don José
Benítez Oramas; y Sebastián Díaz, vecinos de Las Palmas. Escribano público: José Cristóbal de
Quintana.

178 Pedro C. Quintana Andrés


-101-
Ayuda a expedición marítima de emigrantes
Las Palmas, 30 de julio de 1816

Sepan quantos este público ynstrumento vieren, como yo don Francisco Xavier Laguna, clérigo
presbítero y ministro de sagradas ceremonias de la santa yglesia catedral de estas yslas y vecino de
esta ciudad. Digo que con el motibo de haber experimentado y reconocido personalmente en el
puerto de La Luz de esta ysla en los domingos y días de fiesta y de precepto de oír misa, como
capellán que soi de aquel destacamento, las sunmas indigencias y miserias que padecen y han
padecido los pasageros que se embarcaron en la ysla de Lansarote en el bergantín nombrado El
Perro, con destino a la ysla de La Havana. Y, arribado a esta de Canaria, en donde le ha acaecido
la fatal desgracia de haberse detenido, con justa causa, y hechádose a tierra dichos pasageros,
ascendiendo su número entre hombres, mugeres y niños a quatrocientas y más personas, pobres
e infelices todos los demás de ellos. Y embargádose y puéstose en pública subhasta y
rematándole por algunos de dichos pasageros en una sunma crecida de pesos. Y conociendo que
poco o nada han adelantado los rematadores con hacerse dueños y señores de dicho buque, por
carecer de arbitrios y caudales para comprar víberes y seguir su viage con dichos pasageros y
libertarles del hambre y miserias que están padeciendo, me he congojado demasiadamente mi
espíritu, en tal conformidad que no puedo sepárame de este pensamiento y amargura que me
causa la vista ocular de semejantes personas. Y para tranquilizar mi espíritu, proyecté en dar un
memorial al ylustrísimo deán y cabildo de esta santa yglesia catedral, en quien en todos tiempos
ha relucido la piedad en iguales casos, haciéndole presente el estado infeliz de estas gentes, a fin
de que tubiese a bien el franquearme, en calidad de préstamo, la cantidad de mil pesos para
avilitar dicho barco y seguir su destino. Y, con efecto, presenté a dicho ylustrísimo señor mi
memorial en el día siete de mayo próximo, y en su vista acordó que yo solicitase entre los
hacedores que han dexado de serlo y se hallan adeudados con el cabildo la cantidad que se
solicitaba. Y teniendo certeza de una entrega lo participara al cabildo para la providencia
conveniente. Y a consequencia de dicho acuerdo, ocurrí a dichos hacedores y he podido
conseguir de don Miguel Herrera, que lo fue del partido de la Vegueta de esta ysla, me franquee
seiscientos pesos, aunque al principio únicamente me ofreció quatrocientos. Y del hacedor de la
ysla de la Gomera, que dexó de ser, cien pesos, que ambas partidas componen la de setecientos
pesos, lo que hise presente a dicho ylustrísimo señor por mi memorial que presenté el dies y seis
deste presente mes. Y en su vista acordó, quedando la fianza que tenía prometida a la seguridad
de dicho caudal, se darían las libransas que solicitaba y que, por el resto pudiese hacer las
diligencias entre los hacedores que se me tenían indicados. Como todo resulta de los dos
antedichos memoriales que con sus respectibos acuerdos, puestos a un margen, se unen en esta
escritura para documentarla e incerta en sus traslados, y su literal tenor son los siguientes:
Aquí los dos memoriales con sus respectibos acuerdos (inserto)
Y a cosequencia de lo determinado por dicho ylustrísimo señor deán y cabildo, en sus
acuerdos citados, otorgo en aquella vía y forma que me obligo a dar, satisfacer y pagar a dicho

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 179
ylustrísimo señor deán y cabildo de esta santa yglesia catedral dentro de un año, sin escusa, ni
dilación en contado desde este día de la fecha los setecientos pesos que llebo relacionados
habérseme prometido entregar por don Miguel Herrera, hacedor que fue de esta ysla, y el
señor doctor don Esteban Fernández, canónigo de esta misma santa yglesia, como apoderado
del hacedor que fue de la Gomera. El primero seiscientos pesos y el segundo ciento, de
quienes los deberé cobrar y percibir a consequencia de las libranzas que a mi favor y contra
los susodichos se giren por dicho ylustrísimo señor. Cuya cantidad deberé debolver y entregar
a dicho ylustrísimo señor dentro del término asignado, en buena moneda de plata u oro, usual
y corriente en esta ysla y no en otra especie no cosa que lo valga. Y para la seguridad de todo
y sin que la obligación particular derogue ni perjudique la general, ni por el contrario,
hipoteco todos mis bienes y expecial y señaladamente los cercados que se hallan situados en
la hacienda de Guanarteme por detrás de la casa, del macho abajo (tachado), con todos los
terrenos que en dicha hacienda se hallan, con sus casas, que me corresponden en dominio y
propiedad, por haberlos heredado de don Narciso Laguna y doña María Luisa Montañés, mis
padres. Que linda el todo de dicha hacienda por la parte del norte, con la vanda del mar; por
el sur con los terrenos que gosaba y poseía don Domingo Galdós; por el naciente con el
arrecife y arenales; y por el poniente con el barranco que baja de Tamaraseyte, cuyos valores
ascienden a más de tres mil peso. Y no venderé ni enagenaré sin esta carga y gravamen.

(Inserto)

Primero:

Cabildo ordinario, martes 7 de mayo de 1816.

Ylustrísimo señor.

Don Francisco Xavier Laguna, maestro de sagradas ceremonias y capellán de vuestra señoría
ylustrísima, lleno de la mayor confianza en la benignidad y justificación de vuestra señoría
ylustrísima, se presenta y dice: ser público y notorio en esta ciudad lo acaecido con los
quatrocientos o más pasageros que conducía el bergantín nombrado El Perro a la ysla de La
Havana. Cuyo capitán se halla arrestado por la falta de cumplimiento a sus obligaciones, de
que han dimanando diferentes contiendas y el que los tales pasageros, llenos de miserias y
trabajos, anden errantes en esa ciudad, aumentando el número de los pordioseros. El que
representa ha observado en el puerto de La Luz, como capellán de aquel destacamento,
miserias dignas de la mayor compación, hasta llegar el caso de que algunas mugeres hayan
dado a luz sus hijos sin tener el auxilio ni de un pedazo de pan con que alimentarse,
aliviándoles por su parte en aquello que sus fuerzas han podido alcansar. Éstos y otros
exemplares lo han estimulado al que expone, movido de caridad, a tomar a su cuidado la
expedición y salida de este buque para su destino, valiéndose, para ello, de aquellas personas
caritativas para que le ayuden en esta empreza, tan acepta a los ojos del Señor. Y como
vuestra señoría ylustrísima más que otro cuerpo, se encuentra esta preciosa cualidad, por lo

180 Pedro C. Quintana Andrés


mucho que se facilita a el bien de los pobres, le ha parecido mui oportuno ocurrir a su
justificación para que se digne acordar se le dé al que representa, por modo de préstamo, la
cantidad de mil pesos, con la obligación de asegurarlos en todo evento, así con sus propias
rentas como con sus bienes patrimoniales, en el caso de sufrir la expedición alguna mala
suerte, la que no espero mediante Dios, y por quien
Suplica rendidamente a vuestra señoría ylustrísima se sirva, en vista de esta sumisa
representación, acordar lo que sea del agrado de vuestra señoría ylustrísima, a fin de que tenga
efecto la expedición del referido buque, como así lo espera de la piedad de vuestra señoría
ylustrísima, cuya vida guarde Dios muchos años, etc.

Ylustrísmo señor. Francisco Xavier Laguna (firma y rúbrica)

Al margen: Acordose que el maestro de ceremonias solicite entre los hacedores que han
dexado de serlo y se hallan adeudados con el cabildo la cantidad que solicita. Y teniendo
certesa de su entrega, lo participará al cabildo para la providencia conveniente.

Segundo:

Cabildo ordinario, martes 16 de julio de 1816

Ylustrísmo señor

Don Francisco Xavier Laguna, maestro de sagradas ceremonias y capellán de vuestra señoría
ylustrísima, buelbe a presentarse a este respectable e ilustre cuerpo, y con la veneración que debe,
hace presente que, haviendo ocurrido a vuestra señoría ylustrísima a fin de que se dignara
acordar se le librase en clase de préstamo la cantidad de mil pesos, con la obligación de
asegurarlos en todo evento, así con sus propias rentas como con sus bienes patrimoniales, para
los fines que indica la representación que acompaña. Tubo a vien acordar que el exponente
solicitara entre los hacedores que han dexado de serlo y se hallan adeudados con el cabildo la
referida cantidad, y que, teniendo certesa de su entrega, lo participara para dar la providencia
conveniente. El que representa, en cumplimiento de esta determinación, dio los pasos oportunos
y, únicamente, encontró en don Miguel Herrera quatrocientos pesos y en el hacedor que dexó de
ser de la Gomera sien pesos. Y si bien no dio parte desde aquel momento a vuestra señoría
ylustrísima, esto dimanó de cierta ocurrencia, cuyo resultado devía esperar para el éxito de la
expedición. Pero, haviendo salido favorable y urgiendo ya la havilitación del buque, lo hace
presente a la justificación de vuestra señoría ylustrísima para que, acordando, se le den a el que
expone las correspondientes libransas, se digne, también, acordar sobre la demás cantidades que
faltan al complemento de los mil pesos, lo que tengo a vien
Suplica a vuestra señoría ylustrísima se sirva, en vista de esta representación y por lo ya acordado
en la que acompaña, dar la providencia, accediendo a la pretención de el exponente, como lo espera
de la piedad de vuestra señoría ylustrísima, cuya vide guarde Dios muchos años, etc.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 181
Ylustrísmo señor. Francisco Xavier Laguna (firma y rúbrica)

Al margen:

Acordose, que dando la fianza que tiene prometida a la seguridad de este caudal, se darán las
libranzas que se solicitan y que por el resto puede hacer las diligencias entre los hacedores que
se le tienen indicado.

Testigos: Don Francisco Ramírez, don José Martel y Gregorio de Ortega, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.905, fols. 339 r. 344 v.

-102-
Robo a pasajeros
Las Palmas, 20 de agosto de 1816

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de la Gran Canaria, a veinte de agosto de mil ochocientos
diez y seis años, ante mí, el escribano público, y testigos infraescritos pareció presente don José
Mangiacavallo, natural de la ciudad de Ytalia y recidente en ésta, de cuyo conocimiento certifico.
Y dijo que da y confiere rodo su poder, amplio, copioso, bastante y sin limitación, el que
derecho se requiere y es necesario, más y mejor puede y deva valer, en favor de don Juan
O´Sullivan, capitán de la fragata americana que se halla anclada en este puerto de La Luz y
próximo a hacer viage al Norte América. Generalmente, para que a nombre del exponente y en
representación de su persona se presente ante los señores jueces y justicias de dicha América
solicitando se pague a el otorgante por el capitán y marineros de la goleta remera armada, de
porte de cien toneladas, que a la altura y al norte veinte leguas de la ysla de Lanzarote robaron
tanto al que otorga, quanto a los demás pasageros que iban en el bergantín Nuestra Señora del
Carmen, con destino a la ysla de La Madera, su capitán don Miguel Sánchez. Haviéndolo
apuñalado y estropeado, en tal conformidad que hasta los sapatos le usurparon, siendo de
extrañar que, sin embargo, de haver paz entre ambas naciones, hicieran una torpeza igual. A
cuyo fin hará el nominado su apoderado las representaciones oportunas a fin de que se
castiguen dichos agresores con arreglo a las leyes, exigiéndoles al mismo paso todo lo que le han
robado, lo que constará de la lista que acompaña a este poder firmada del que otorga.

Testigos: Don José Burlando de Ovando, Francisco Cerdeña y don Domingo Aguilar,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Oramas y Rojas. Legajo: 2.083, fols. 423 v - 424 v.

182 Pedro C. Quintana Andrés


-103-
Extravío de carga
Las Palmas, 9 de setiembre de 1816

En la ciudad de Canaria, a nuebe de setiembre de mil ochocientos dies y seis. Ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos pareció presente don José Mangiacavallo, natural de
Ytalia y vecino, actualmente, de esta ciudad, a quien doi fe conosco. Y dijo que habiendo don
Francisco Calderón, capitán de su bergantín español nombrado San Mauricio, hecho viage a la ysla
de La Madera y hallándose pronto para retornar a esta de Canaria y puerto de La Luz, embarcó a
su bordo don Juan Antonio Benanchi, y del comercio de aquella ysla, un cajón marcado con la
letra M., número veinte y ocho; un barril con la letra B.; y un baúl con las letras A. y B., con
destino de conducirlo a esta de Canaria y entregar dichos bultos al otorgante, ajustando su flete a
nuebe pesos fuertes. Y saliendo de La Madera, con el motibo de haber en estas mares un corsario
insurgente que estaba cogiéndose y apresándose los barcos que encontraba, se bio en la precisión,
a instancia de los cargadores, de hacer viage a la ysla de Lanzarote y de allí a la de La Palma, en
donde, y en su real aduana, descargó dichos tres bultos. Por cuya razón el otorgante, por no haber
cumplido el don Francisco Calderón con traérselos a esta ysla, se vio en la precisión de
demandarle en el jusgado del señor alcalde mayor a estilo con sala. Y nombrándose por una y otra
parte los respectibos comjudices, fue condenando el nominado don Francisco Calderón, que para
obiar inmediaciones y todo género, el referido capitán don Francisco Calderón produjese en el
tribunal a primera hora de audiencia fianza suficiente del sino de sus persona, con extensión a la
entera responsabilidad de la entrega en esta ysla de los bultos que se repetían por el otorgante en
tiempo oportuno. Que ofresiese la seguridad de su condución e, igualmente, otorgase el
competente instrumento de poder, con cláusula de responsabilidad. Y en cumplimiento de dicho
mandato, otorgó la competente frania (sic) en nuebe de agosto próximo, dando por fiador a
Francisco Esteban Gómez, vecino de esta ciudad, quien, para su seguridad, hipotecó bienes
raíces, de cuya frania (sic) se tomó razón den el oficio de hipotecas. Y habiendo emprendido su
viage a la ysla de La Palma con ánimo de conducir a ésta los referidos tres bultos, dispuso el
otorgante mandar a dicha ysla a Bartolomé Arlote, su paisano, para que éste se hiciese entrego de
todos en la real aduana de aquella ysla, pagando en ella los derechos competentes y a dicho
capitán el flete que había ajustado. Y, con efecto, el susodicho se hizo entrego de todo y lo
condujo a esta ysla, en donde se lo entregó al compareciente, sin faltarle cosa alguna. Y, por tanto,
se le ha pedido por el referido don Francisco Calderón le otorgue la carta de pago con
chancelación de la de fianza. Y poniéndolo en ejecución, cierto y sabedor de su derecho y de lo
que en este caso le compete, otorga y confiesa haber recibido real y efectibamente los nominados
cajón, barril y baúl, con todo lo que contenían, sin faltarle cosa alguna.

Testigos: Don Antonio Navarro, don José Martel y Gregorio de Ortega, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Andrés Cabrera de León. Legajo: 1.905, fols. 389 v. - 391 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 183
-104-
Acción corsaria en el puerto de La Luz (1)
Las Palmas, 22 de enero de 1817

En Canaria a veinte y dos de enero de mil ochocientos dies y siete años. Ante mí, el escribano
público, y testigos infraescritos pareció presente don Juan Bautista Croce, natural de Génova
y vecino de la plaza de Gibraltar y recidente en ésta, y de su conocimiento se me afirmó por
personas de mi confianza, que aquí se expresarán. Y dixo que como capitán y piloto que es el
compareciente de la polacra ynglesa nombrada La Unión, de porte de ciento treinta y tres
toneladas, propia de don Jacome Gallcano, vecino y del comercio de dicha plaza de Gibraltar,
aportó en ella el quatro del corriente mes, con el objeto de cargarla y dirigirse a dicha plaza. Y
sucede que en el día veinte del precente mes, habiendo cargado quinientos sacos de frixones y
quedándole aún a su bordo de la carga que había conducido de Gibraltar, quatrocientos
quintales de bacalao; noventa quintales de pimienta negra; ciento cinquenta quintales de fierro
en barras; veinte y ocho quintales de cominos; veinte balones de papel blanco de escribir; dos
fardos de paños de distintos colores, con treinta y una pieza; un fardo con diez piezas de

franela; una caxa de géneros, marca número sesenta y ocho; y en dinero la cantidad
de seis mil quatrocientos setenta y quatro reales en dinero, oficio de ventas hecha en la ysla de
Lancarote y Canaria. Como, igualmente, tenía corriente todos sus papeles y habilitación para
emprender el viage el día de la fecha para dicho Gibraltar, con escala antes en Santa Cruz de
Tenerife, a solicitar la venta del resto de la carga embarcada que le habían sido acopiadas de
aquella ysla, restándole tan solamente que percibir las giras y conocimientos del administrador
de la real aduana. Por cuyo motibo el otorgante se quedó en tierra, habiéndolos percibido en
la noche del día de ayer, y se ha encontrado con la novedad que en ella se han sacado de este
puerto principal de La Luz la citada polacra, una goleta armada que se dice ser españoles
ynsurgentes, cuyo buque no existe a la vista, sino tan solamente la goleta que la sacó. Y en
esta virtud, sierto y sabedor de su derecho y de lo que en este caso le compete y para dar una
competente satisfacción al dueño principal de la polacra y de sus intereses que en ella había, le
ha parecido oportuno al exponente el protestar, como protexta por este ynstrumento, una,
dos y tres veces y las más que el derecho le permite contra quien haya lugar en derecho para
que no sean de su cuenta y cargo los daños y perjuicios que se le irroguen y hayan irrogado.

Testigos: Don Andrés Benvenuti, don José Padrón y el canónigo doctoral y juez de expolios y
vacante, Gracialiano Afonso, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.080, fols. 41 r. -42 r.

184 Pedro C. Quintana Andrés


-105-
Acción corsaria en el puerto de La Luz (2)
Las Palmas, 22 de enero de 1817

En la ciudad de Canaria a veinte y dos de enero de mil ochocientos dies y siete años. Ante mí, el
escribano público, y testigos infraescritos pareció presente don Juan Bautista Croce, natural de
Génova y vecino de la plaza de Gibraltar y recidente en ésta, y de su conocimiento se me afirmó
por personas de mi confianza, que aquí se expresarán. Y dixo que por quanto en la mañana de
este día de la fecha y, por ante mí el escribano, tiene hecha su protesta de habérsele sacado de ese
puerto principal de La Luz la polacra de su mando por sierta goleta, que se dice ynsurgente. Y
hallándose en uno y otro al frente de esta rivera y con motibo de quererla retraer a su poder, por
ser su vandera ynglesa, su propiedad, papeles y pasaporte real de la misma nación, se dirigió, en
unión de don Diego Manly, viscónsul ynglés en esta ysla, vecino y del comercio de ella, a las
casas del señor don Simón de Paz Ascanio, gobernador de las armas de la propia, para que
prestara su consentimiento y licencia para pasar a tratar con los tripularios y demás interesados
de la citada goleta ynsurgente, haciéndoles presente lo referido y el derecho que tenía para que se
le devolviese la polacra. Y su señoría le contestó no haber lugar a dicha solicitud por hallarse sin
facultades para ello del excelentísimo señor comandante general. Y en esta consequencia, sierto y
sabedor de su derecho y del que en este caso le compete y hacer constar a su debido tiempo su
demaciado desvelo y exactitud con que se ha verzado para la reclama y retracción que ha pedido
a este gobierno militar, protesta una, dos y tres veces y las más que el derecho le permite los
daños y perjuicios que con la negación de licencia se le están ocacionando.

Testigos: Don Andrés Benvenuti, don José Patrón y el canónigo doctoral y juez de expolios y
vacante, Gracialiano Afonso, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.080, fols. 42 v. -43 r.

-106-
Acción corsaria en el puerto de La Luz (3)
Las Palmas, 27 de enero de 1817

En la ciudad de Canaria a veinte y siete de enero de mil ochocientos dies y siete años. Ante
mí, el escribano público, y testigos infraescritos pareció presente don Juan Bautista Croce,
natural de Génova y vecino de la plaza de Gibraltar y recidente en ésta, y de su conocimiento
se me afirmó por personas de mi confianza, que aquí se expresarán. Y dixo que por quanto el

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 185
compareciente en fuerza de las dos protestas que tiene celebradas por ante mí, el escribano,
con fechas ambas de veinte y dos del corriente, y llevando adelante todo lo expuesto en la
segunda relativo a la retracción y reclamación del buque de su mando. Obtuvo las
correspondientes licencias del excelentísimo señor comandante general de esta provincia a
efectos de verificar el parlamento que tenía solicitado ante el gobernador militar de esta ysla,
que le fue denegado, como de ella misma aparece, en concurso del viscónsul de la nación
ynglesa, don Diego Manly. Y, en efecto, desde el día veinte y cinco por la mañana emprendió
su viage en un barco de descarga, saliendo de la rivera de San Telmo, en unión de quatro
marineros yngleses, llamados Juan Tuzel, Juan de Groxy, Guillielmo Genchenz y Juan
Gullielmo, con sus víveres correspondientes y vandera ynglesa y blanca para verificar dicho
parlamento. En cuya expedición gastó hasta la una del presente día, que retornó a dicha rada
sin haber podido encontrar la goleta ynsurgente que le había substraído su nao, por más
diligencias que hizo en el mar y puestos donde pudiera permanecer, además de las
averiguaciones y preguntas que hizo a tres barcos de costa que encontró en alta mar,
nombrado el primero el bergantín Nuestra Señora del Rosario; el segundo La Luz, que fue
apresado, robado y suelto por dicha goleta ynsurgente; y el tercero y último ignora su título y,
no obstante, ello siempre quedó pronto y expedito para que en el día de mañana, veinte y
ocho, hacer la misma expedición y proveerse de nuebos víveres comestibles al intento, por
haberle faltado éstos durante la permanencia de los tres días anteriores. En esta conseqüencia,
para acreditar en debida forma, el zelo del otorgante y las vivas diligencias que
constantemente ha hecho para la retracción del buque y que su dueño quede persuadido de
ello documentalmente, en esta conceqüencia, sierto y sabedor de su derecho y de lo que en
este caso le compete, llevando adelante las dos consabidas protestas y ratificándolas ahora,
nuevamente hace otra, de nuevo, para que no sean de su cuenta y cargo los daños y perjuicios
que en la usurpación de su buque, cargamento, dinero fícico que a su bordo tenía, demora de
su persona, la ninguna venta de efectos le han causado y que todo esto sea de cuenta y cargo
del capitán, su dueño y armadores y demás que haya lugar en derecho. Cuyos sucesos se
tengan por protestados una, dos y tres veces y las más que la ley le preceptúa en semejantes
casos, para que los reintegren aquéllos por haber sido causados por dicha goleta ynsurgente.

Testigos: Don Andrés Benvenuti, don José Benítez Oramas y Sebastián Agustín Díaz,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.080, fols. 79 v. - 80 v.

186 Pedro C. Quintana Andrés


-107-
Acción corsaria en el puerto de La Luz (4)
Las Palmas, 28 de enero de 1817

En la ciudad de Canaria a veinte y ocho de enero de mil ochocientos dies y siete años. Ante mí,
el escribano público por su magestad de este número, de marina, teniente de guerra y notario
eclesiástico, pareció presente don Juan Bautista Croce, natural de Génova y vecino de la plaza de
Gibraltar y recidente en ésta, y de su conocimiento se me afirmó por personas de mi confianza.
Y dixo que en fuerza de las tres protestas que el compareciente tiene hechas por ante mí, el
ynfraescrito, en los días veinte y dos y veinte y siete del corriente. Viendo en la mañana del
presente que la polacra de su mando se hallaba al frente de la Ysleta, dominando al puerto
principal de La Luz, de esta rada, y que venía en unión del bergantín nombrado San Fernando,
propio de don José Navarro, vecino y del comercio de esta ciudad, que había sido también
apresado anteriormente por dicha goleta ynsurgente, tubo el otorgante que marchar
irremediablemente en otro barquillo más ligero, en unión de los quatro marineros yngleses
llamados Juan Tuzel, Juan de Groxÿ, Gullielmo Genchenz y Juan Gullielmo, con el objeto de
llevar adelante el parlamento y retribución de su polacra. Y, en efecto, habiendo llegado a las
inmediaciones de ella, se puso a la habla con su tripulación, quienes instruyeron al exponente que
la consavida polacra la había soltado dichos ynsurgentes a las cinco de la tarde del día anterior,
pero con el defalque de haberse llevado consigo el marinero Juan Baustista Basio, de edad de
dies y nueve años, con violencia y sorprendido. Y que durante los días que permanecieron
pricioneros se hizo por dicha goleta ynsurgente un robo conciderable, así del dinero fícico que
contenía a su bordo, como de varios renglones de efectos, de que se componía su cargamento,
ropas de vestir de toda la marinería, como de los demás utencilios de gobierno de guerra de
navegación, libros y demás, que a su tiempo se advertirá. Por lo qual, el comparesiente, no
pudiendo ser trasladado a bordo por la prohibición preceptuada por esta Junta de Sanidad y
gobierno militar, por el rose que pudo haber tenido con dicho ynsurgente, comunicó a don
Ancelino Alciatore, contramaestre de la misma, para que sin perder tiempo pucieren en manos
del que depone una lista o ynventario individual de todo lo que faltase y se hubiese robado. Y, en
efecto, en este día de la fecha se la han comunicado por medio de unas listas que, originales, se
incertan en esta, como también otra puesta por mí, el otorgante y otro del consignatario, de
todos los gastos y suplementos que se han ocacionado durante la demora hasta el día de la suelta
de la polacra. Que originales exhibo al presente escribano, en quatro fojas útiles, su tenor el
siguiente. Aquí las quatro listas de ynventario en quatro fojas útiles (insertos)
Por tanto, y queriendo realizarlas con las formalidades competentes y pureza que es debida
a todo capitán o encargado de qualesquiera buque que se le apresa y padese robos,
detrimentos, menoscabos o averías, etc., para descargarse en legal forma con sus legítimos
dueños, sierto y savedor de su derecho y de lo que en este caso le compete y en fuerza de los
sucesos acaecidos en las tres protestas anteriores que celebraron por ante mí el ynfraescrito

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 187
escribano en los días veinte y dos y veinte y siete del corriente, que aprueba, revalida y ratifica
ahora nuevamente. Por ésta manifiesta con todas las formalidades competentes todo lo que
se han robado por dicha goleta insurgente y resulta de las quatro listas de ynventario que van
incertas para que el dueño principal de la consavida polacra, como usurpado indebidamente,
haga las repeticiones contra ella, su capitán, dueño, armadores o contra quien haya lugar en
derecho, haciendo como hace contra ellos esta quarta protesta.

Testigos: Don Sebastián Agustín Díaz y Romero, don José Benítez Oramas y don Andrés
Benvenuti, vecinos de Las Palmas.

Primer inserto:

Ynventario que yo el escribano en unión de contramaestre de la polacra ynglesa nombrada La


Unión hacemos en este día vente y ocho de mil ochocientos y dies y siete, de todo lo que se ha
robado por la goleta ynsurgente (entre renglones, el número 51), y es para remitir a nuestro
capitán Juan Bautista Croce, según la orden verbal que nos comunicó al tiempo que estubo a
la habla en este citado día. Lo qual es con respecto a la pertenencia del buque, su cargamento
y demás utencillos que existían al tiempo que se le substrageron de este puerto de La Luz, que
es en la forma siguiente:

Armamentos pesos fuertes


Quatro cañones del calibre de a nueve; treinta fuciles; quatro pistolas;
nueve trabucos; doce sciables; doscientos cinquenta balas; sien
sacos de metrallas, muchos untecilos de guerra y pólvora, su valor 940

Maniobra de respecto y cortada de arriba, un calabrote de ciento dies


brasas; velas; dos guminas cortadas nuevas, de a unce pulgadas ;
la verga mayor rota; la lancia guarnecida con su vela y remos; fierro
y demás, su valor 1.300

Proviciones, pan, vino, haceite, carne y las demás proviciones necesarias


Para hacer viage desde ésta a Gilbratar, su valor 400

Todas las ferementas de calafate y carpentero 40

Utencilios de cocina y el necesario para comer 60

Mercancía y dinero efettivo

Vente sacos de trijones, dies de pimienta negra, sesenta quintales de


bacalao y una caxa de vino, dos fardos de paños con yardas, 991,
su valor 3.102

188 Pedro C. Quintana Andrés


Dinero efettivo 6.474
Suma 12.316
Ha la buelta lo certificamo.

Lo qual certificamo ser verdad y para lo mismo dirigimos a dicho nuestro capitán para el uso
que le combenga. Y lo firmamos a bordo de dicha polacra en este puerto de La Luz, de la ysla
de Gran Canaria, fecha en este día vente y ocho de enero de mil ocho cientos y dies y siete.

Firman: Nicola Croce, escribano de la polacra.


Anselmo Alciatore, contra maestre.

Segundo inserto:

Ynventario que yo el escribano en unión de contramaestre de la polacra ynglesa nombrada La


Unión hacemos en este día vente y ocho de enero de mil ochocientos y diez y siete, de todo lo
que se ha robado a bordo por la goleta ynsurgente (entre renglones, el número 51), y es para
remitir a nuestro capitán Juan Bautista Croce, según la horden verbal que nos dio y comunicó
al tiempo que estubo ha la habla en este día, que es en la forma siguiente:

A mi el escribano por toda la ropa de vestirá, así de mar como de Pesos fuertes
de tierra, encluso sombreros, sapatos, botas, relox, lo regulo en 100
A mi el contramaestre, por la propria ropa y demás que tenía para mi decencia,
la considero a un juicio prudente, en 120
Ha el marinero Carlo Galleano le fue considerada 96
Ha el ydem José Gaibisso 90
Ha el ydem Juan Brogogna 70
Ha el ydem Antonio Dodero 90
Ha el ydem Michele Casalta 80
Ha el ydem Juan Lanata 100
Ha el ydem Vicente Beretti 80
Ha el ydem Angelo Croce 80
Ha el muchacho Agostino Alciatore 40
Suma 946
Lo qual certificamo ser verdad y para lo mismo dirigimos a dicho nuestro capitán para el uso
que le combenga. Y lo firmamo a bordo de dicha polacra en este puerto de La Luz, de la ysla
de Gran Canaria, fecha usupra.

Firman: Nicola Croce, escribano de la polacra.


Anselmo Alciatore, contra maestre.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 189
Tercer inserto:

Ynventario che yo capitán de la polacra ynglés nombrada La Unión, abiendo stado ha la habla
con mi tripulación en ese día de vente y ocho de enero de mil ocho cientos y diesisiete. Y
aviéndome comunicado que fueron enteramente robado del todo y en particular toda la ropa
de mi uso y más todos los instrumentos de navegación por la goleta ynsorgente, el número
cinquenta y uno. Y tenía de mi uso los efetto siguientes:
Pesos fuertes

Quatro capotes de bayetón 24


Quatro levitas, dos de paño y dos de bayetón 32
Tres casacas de paño 40
Vente y siete camisas de lienso de Yrlanda 103
Vente y nueve paras de calsones de paño de terciopelo
de punto de color y casmiro 138
Seis docenas de pañuelos blanco y de color 24
Vente y dos chalecos de varios colores de corchas 44
Medias, sapatos, botas y demás necesario 50
Dos otantes, un estuch matemático, cartas, quarteeres de
redución esféricos, compases, libros, El tratado de
navegación del Bornachi, el Bejou y demás libros y más
instrumentos de navegación 150
Un relox de oro de repitición 80
Suma 685
Lo qual certifico ser la verdad y lo firmo en este día de la fecha usupra.
Firmado y rubricado: Capitán Juan Bautista Croce.

Nota: además de lo qual tenía a bordo una caxa de géneros don el número 68 y la marca
Su valor, con consta en la tallura… pesos fuertes, 520.
Y lo firmo, fecha usupra.

Firmado y rubricado: Capitán Juan Bautista Croce.

Cuarto inserto:

Cuenta y gastos hechos al capitán don Juan Bautista Croce, que lo es de la polacre ynglesa La
Unión, desde el día 21 del corriente, que se sacaron de este puerto a dicha polacre por la goleta
corsario, y he suplido hasta la fecha. Ha saber:
Por dos protextas pagadas al escribano de marina. Pesos fuertes 10, 5 reales, 5 maravedís.
Ydem, un barco a Tenerife para obtener el permiso
del comandante general y cónsul de la nación británica

190 Pedro C. Quintana Andrés


para poder ir el capitán de la polacre a parlamentiar con
el corsario para reclamar su buque 70
Por conducción de quatro yngleses que remitieron de Tenerife
por primer tierra para ir con dicho capitán 16
Por sus gastos de comidas desde Gáldar a ésta 8
Ydem refresco en ésta a su llegada 3, 3 reales
Por tres días un barco de descarga fletado para conducir al
Efecto al capitán y dichos marineros y un comisionado por el
cónsul para ir a ver su encontraban dicha goleta 5
Ydem, al práctico por quatro días de trabajo 10, 5 reales y 5 maravedís.
Gasto de víveres en las dos veces que llevaron para dicho efecto
y manutención de yngleses en ésta 47, 2 reales, 14 maravedís.
Pagado a mister Booll, comisionado que fue con la carta del
Cónsul 50
Suma 221, 8 maravedís

Gastos de refresco y víveres y lancha que los condució al bordo


de la polacre el día que la debolbieron 14, 4 reales
Lancha para el servicio de la polacre, por falta dela suya 8
Suma 243, 4 reales y 8 maravedís.
Sigue a la vuelta

Suma de la vuelta pesos fuertes 243, 4 reales y 8 maravedís.

Conducción de los yngleses a Tenerife 10


Víveres para su viage y demás gastos 5
Gratificaciones a los peones y marineros que hecharon los
botes para ir a bordo dicha gente 4
Por una lancha que fue a la vicita con el capitán del puerto 2
Por una lancha de aviso al capitán el día que salió 4
Por un hombre que fue de propio por tierra a dar vuelta a la
yrla 3
Por dos vicitas de Sanidad durante la quarentena 18, 5 reales
Por las últimas protextas desde el día que salió el capitán hasta
la fecha 21, 2 reales

Sin yerro u omisión pesos fuertes 311, 4 reales, 8 maravedís.

Canaria, 30 de enero de 1817

Firmado y rubricado: Andrés Benvenuty.


AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.080, fols. 80 v. - 86 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 191
-108-
Acción corsaria en el puerto de La Luz (y 5)
Las Palmas, 30 de enero de 1817

En la ciudad de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a treinta de enero de mil ochocientos dies y
siete años. Ante mí, el escribano público por su magestad, y testigos ynfraescritos pareció
presente don Juan Bautista Croce, natural de Génova y vecino de la plaza de Gibraltar,
recidente en ésta, y de su conocimiento se me afirmó por personas de mi confianza. Y dixo
que el compareciente en virtud de la suelta que la goleta ynsurgente hizo de la polacra de su
mando y estando ésta fondeada en este puerto principal de La Luz. Y para bien de hacerse
entrego de ella pasó personalmente en la mañana de este día a su bordo, con motibo de
habérsele levantado la quarentena de obcervación que se le dio por esta Junta de Sanidad, en
la que permaneció hasta las cinco de la tarde de este mismo día. Y procedió al recuento y
confrontación de las tres listas de ynventario que corren incertas en la quarta protesta que
hixo en veinte y ocho del corriente. Y halló faltar todo quanto en ellas se relacionan y, como
robado por dicha goleta ynsurgente, por el presente ynstrumento protesta nuevamente toda la
usurpación para que pueda repetir contra quien haya luga(r) en derecho.

Testigos: Don Sebastián Agustín Díaz y Romero, don Andrés Benvenuti y don José Benítez
Oramas, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Cristóbal de Quintana. Legajo: 2.080, fol. 88 r. -v.

-109-
Incidencia con ganado
Las Palmas, 31 de marzo de 1817

En la ciudad de Canaria a treinta y uno de marzo de mil ochocientos diez y siete años, ante mí,
el escribano público, y testigos infraescritos pareció personalmente Juan Coba, natural de la ysla
de Fuerte Ventura, vecino de esta dicha ciudad, al qual doy fee conosco. Y dixo que por quanto
en el día de ayer, treinta del corriente, trabó con Christóval Ruiz y Luiz Mendosa, maestro de
tierra de tierra del barco nombrado La Suprema, del tráfico de esta yslas, tenía que ponerles a su
bordo el número de treinta y dos obejas y un carnero; una caja con la ropa de su uso; y una
frasquera; y una manta nueba. Todo lo qual con la obligasión de que se lo havían de poner en
dicha ysla de Fuerte Ventura, donde hacía viaje en el mismo día el referido buque. Y estando el
compareciente en el puerto principal de la (tachado) Que condujeron por la caleta de San Telmo
dichos maestros el citado ganado a bordo de dicho barco, junto con el compareciente, quien,

192 Pedro C. Quintana Andrés


observando que llebaba muchos pasajeros, pues algunos havía dejado, y que el ganado corría
peligro, les recombino dicho compareciente a que varias personas que a la sasón estaban en
dicha caleta (tachado) a bordo de dicho barco las puciera en tierra y sólo pucieron una de dichas
reses, que bolbieron a conducir al mismo barco. Y, sin embargo de dicha recomberción se
hicieron a la vela, dejando a dicho compareciente en tierra. Adbirtiéndoles que los daños y
perjuicios que tubiere dicho ganado corrían de quenta y cargo de dichos maestros, a que no
asintieron y prosiguieron siempre a su biaje, por lo que protesta primera, segunda y tersera bes y
las más que el derecho dispones contra los antedichos todos los daños, perjuicios y menoscabos
que tanto el ganado como la demás carga y lo que por dejar en tierra a dicho compareciente se
le irrogue o pueda yrrogar.

Testigos: Don Domingo Aguilar, José Cristóbal de León, vecino de Telde, y don Francisco
Cerdeña, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Jacinto Proto Betancurt. Legajo: 2.315, fols. 204 r. - 205 v.

-110-
Secuestro de barco y carga
Las Palmas, 14 de julio de 1817

En la ciudad de Canaria, a catorce de julio de mil ochocientos diez y siete años. Ante mí, el
escribano de su magestad, y testigos infrascritos compareció don Miguel Fierro, vecino y
comerciante de esta dicha ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo que en el bergantín
portugués nombrado San Fernando, su capitán don Francisco de Paula Lópes, que salió del
puerto del Funchal, en la ysla de La Madera, en veinte y siete de noviembre del año próximo de
mil ochocientos y diez y seis, con destino a la ysla de San Nicolás, una de las de Cavo Verde,
conducía el compareciente varios efectos mercantiles, que todo ello importaba la cantidad de
dos mil novecientos siete pesos fuertes, según consta de una nota o lista que sobre ello se
formó. Y que para su mayor certeza se ha evaquado una justificación judicial en este día por
ante mí, en la cual han declarado en crédito de ello el referido capitán, contramaestre y algunos
de los marineros del expresado bergantín. Pero como éste hubiese arribado a esta ysla el dos de
diciembre del mismo año, y por una nota que traía la carta de salud se le impusiese una
cuarentena rigorosa, que fue a cumplir al puerto de Santa Cruz de Tenerife. Cuando ya se
hallaba fuera de ella, salió en seguimiento de su destino el día catorce de enero del corriente año
y volbió a arribar al de La Luz, de esta dicha ciudad, en donde ancoró a las doce de la noche del
día diez y seis. Y susedió que a las tres de la mañana del diez y siete lo sacaron del referido
puerto los botes de la goleta Sívico, que dixo ser ynsurgente, llebándose todo el cargamento que
traía, en que fueron inclusos los efectos de la pertenencia del compareciente, quien ha
extendido sobre ello la expresada justificación judicial o causa de no haber hecho en tiempo las

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 193
protestas debidas, por conciderar ser por demás dichas protestas, cuando no tenía contra quién
repetir. Pero noticioso ahora de que la citada goleta Sívico fue aprezada por un bergantín ynglés
que la conduxo a la ysla de Santo Domingo, haciéndola buena preza a causa de no tener sus
papeles corrientes y que, en esta atención, ninguna de las prezas que había hecho con el nombre
de ynsurgente puede ser buena. Por tanto, como se proporcionase en el día ocación de pasar a
dicha ysla de Santo Domingo don Juan Bautista Crose, capitán de la polacra ynglesa nombrada
La Unión, que trata, también, de cobrar lo que la misma goleta Sívico le robó, cuando sacó así
propio a la citada polacra de este puerto. Desde luego, bien informado de su derecho y del que
en este caso le pertenece, otorga de su libre voluntad que da y concede todo su amplio y
bastante poder cuanto derecho se requiere y es necesario al referido don Juan Bautista Croze,
generalmente para que representando su propia persona, derechos y acciones haya recibo,
cobre y llebe a su poder todos los enunciados efectos que contiene dicha nota o lista (de la cual
son la información judicial que sobre ello ha practicado, le entrega testimonio), ya se hallen en
depósito o en otra cualquier forma retenidos o su importe en efectivo.

Testigos: Don Felipe Pérez, don Sebastián Díaz y Ambrosio Pacheco, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pedro Tomás Ariñez. Legajo: 1.997, fols. 129r. - 131 r.

-111-
Actuación de corsario argentino
Las Palmas, 21 de noviembre de 1817

En esta ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a veinte y uno de noviembre de mil
ochocientos diez y siete años. Ante mí, el escribano público, numerario, y testigos ynfraescritos,
parecieron precentes don José María Ortiz, capitán que fue del místico español nombrado San
José y los Dolores; son Alverto Sabala, su piloto; Manuel Ortiz, contramaestre; y Manuel Estrada,
marinero, vecinos el primero y los dos últimos de la villa de Huelva y el segundo de Bermedo,
de cuyo conosimiento no puedo certificar, pero se me incinuó por personas dignas de crédito
se los contenidos, baxo la mancomunidad, cuyas leyes renuncian. Digeron que habiendo salido
dicho buque del puerto de Cádiz el día treinta de octubre próximo con destino a Santa Cruz de
Tenerife, baxo las reglas de libre comercio, recaló el nuebe del corriente a las inmediaciones de
la punta de Naga de dicho Tenerife, con dirección al dicho puerto. Fueron sorprendidos a las
tres de la tarde del mismo día nuebe por un bergantín muy velero, que los alcanzó a poco
tiempo de haverlos descubierto por el susueste, el qual lo apresó después de tres tiros de un
cañón de a treinta y seis, con mucha metralla, que ya cortaba los cabos del místico. Que
habiendo benido el bote con su capitán les incinuó ser corsario de Buenos Aires y que
quedaban prisioneros suyos desde aquel momento. Trasbordándolos a todos, a excepción del
secretario del excelentísimo señor comandante general de estas yslas, llamado don Pedro

194 Pedro C. Quintana Andrés


Morant, su criada y su criado, como también Francisco López, paxe de cámara. Dirigiéndose el
repetido corsario a esta ysla con la preca al remolque. Que el día doce de expresado mes se
precentó delante de esta ciudad pidiendo parlamento, y no habiéndoselo dado, trató aquella
tarde de hechar a todos en tierra (a exepción del enunciado don Pedro Morant y el dicho paxe
de cámara), como lo verificaron con su bote y una lancha de una barca, que también tenían
apresada. Hechándolos por los peñaderos de las Ysletas, sin más ropa que la puesta, por haverla
robado la marinería del corsario, como así mismo todos los papeles, lo que retubo en sí el
capitán de dicho corsario. En este estado, dispuso la Junta de Sanidad pasarlos al degredo,
señalando hasta el día de oy, que habiéndolos admitido a plática. Por todas las quales gestiones,
protestan en legal forma, primera, segunda y tercera vez, y las más que las leyes ordenan en
semejantes casos, contra el referido bergantín corsario que se titula El enemigo de los tiranos; contra
su capitán, que dixo llamarse don Tomás Taller; como también contra quien haya lugar, para
que no sea de su cuenta y cargo los daños, perjuicios y extrabío de la patente real y contraseña
que quitaron a el rememorado capitán y los demás atrazos e incidentes que puedan ocurrir.

Testigos: Capitán de infantería Blas Ochando, don José Burlando de Ovando y José Benítez
Oramas, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Oramas Rojas. Legajo: 2.085, fols. 370 v. -372 v.

-112-
Avería de barco y transferencia de mercancías
Arrecife, 9 de septiembre de 1818

En el puerto principal del Arrecife, ysla de Lanzarote, a nueve de setiembre de mil ochocientos y
diez y ocho años. Ante mí, el escribano de su magestad y testigos que se nominarán, pareció don
Juan Gonzáles, natural de la ysla de Tenerife y residente en esta de Lanzarote, a quien doy fe
conosco. Y dijo que embarcó en Cádiz con destino a Santa Cruz de Tenerife en la polacra
española nombrada Nuestra Señora del Carmen y San José, de que es capitán don Francisco
Yrnibaralti de la Gande, cinco pipas de aguardiente; un surrón de añil; un cajón con varios
efectos; seiscientas dos botijas de azeite; y veinte y seis sacas de cacao, cuyos efectos aseguró de
todos riesgos en la espresada ciudad de Cádiz. Y que haviendo arribado a este puerto la indicada
polacra por los justos motivos que asistieron a su capitán, quales fueron hallarse faltos de víveres
y agua; tomar las que el buque havía descubierto en su navegación; y adquirir noticias de
insurgentes. Tubo la desgracia de encallar sobre el vajo de la costa, quedando en estado de no
poder continuar su viage al puerto de su destino sin tomar las aguas que havía descubierto, y aún
entraron con la encallada, y reparar y conponer todos los destrosos y averías que sufrió con este
motivo. A cuyo fin ha sido necesario descargar enteramente para poder reconocer el fondo,
conponer todos los destrosos que haya recivido en él la indicada polacra y dejarla en estado de

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 195
seguir su navegación con toda seguridad. Pero como para todas estas operaciones se nesecita de
bastante tiempo, ha fletado dicho capitán por su cuenta una goleta de este tráfico nombrada
María, de que es patrón don Santiago Lópes, para conducir a Santa Cruz de Tenerife alguna
parte de la carga de su propiedad. En cuya goleta ha determinado el compareciente llevar todos
los susodichos efectos que dejó asegurados a fin de evitar los graves daños, atrasos y perjuicios
que se le ocacionarán con la demora y detención que sufrirá en este puerto ínterin se habilita la
indicada polacra y los de mayor consideración que recivirían sus intereses por no evacuar con
prontitud los varios asuntos que tiene pendientes y exijen su personal estancia en la espresada
ysla de Tenerife. De todo lo que ha dado con esta fecha el correspondiente aviso a el encargado
de sus negocios en la ciudad de Cádiz para que lo participe a los aseguradores. Y sin embargo de
que en la actualidad no hai noticia alguna de que crusen corsarios de insurgentes en estos mares,
además de confirmarse por los varios barcos que llegaron ayer de las demás yslas, puede
aconteser que, pasando casualmente un ynsurgente, aprese o robe la indicada goleta o se pierda
ésta por uno de aquellos acontesimientos imprevistos a que siempre está espuesta la navegación.
Por tanto, deseando dejar a salvo sus derechos y acciones para usar de ellas contra quién, dónde,
cómo y quándo le convenga en la mejor vía y forma que haya lugar en derecho y enterado del
que en este caso le compete otorga que protesta una, dos, tres y las más veces en derecho
necesarias todas las pérdidas, daños, perjuicios, atrasos, detrimentos, averías o menoscabos que
recivan los indicados efectos en el viage de este puerto al de Santa Cruz de Tenerife.

Testigos: Don Tomás María Rancel, Gregorio Morales y Pedro Ramos, vecinos del Puerto de
Arrecife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.927, fols. 342 v. - 344 r.

-113-
Abordaje de corsario y nave en precario
Las Palmas, 14 de noviembre de 1818

En la ciudad de Canaria, a catorce del mes de noviembre, y a las nueve de su mañana, del año
de mi ochocientos dies y ocho. Ante mí, el escribano, y testigos compareció don Francisco
Yribarralti de Lagarde, capitán de la polacra española nombrada Nuestra Señora del Carmen y
San José, que se halla fondeada en esta rada, al cual doy fe conosco. Y dixo que por cuanto en
el día de ayer, y a hora de las dos de la tarde, hallándose evacuando cierta declaración ante el
señor subdelegado militar de marina y su asesor en la casa de la alcaldía de mar, donde se
conduxo desde a bordo, de mandato de dicho señor en el acto de su admisión a libre plática,
exhibió a mí, el presente escribano, una protesta extendida de su puño y letra, a bordo de la
polacra para que la reduxese a instrumento público, que es la que a la letra copio:
“El sábado treinta y uno de octubre último, después de haber descargado la carga que

196 Pedro C. Quintana Andrés


conduxe desde Cádiz para aquí, traté de salir para Santa Cruz de Tenerife, pero viendo que
los vientos eran variables y chuvascosos, dando vuelta al compás con frecuencia. Siendo así,
que los dos bergantines del país fondeados aquí, de que hablo a continuación, hacía días que
esperaban viento favorable y tiempo hecho para salir a sus destinos. Por lo que suspendí hasta
el domingo, primero del corriente, que amaneció el día en iguales términos, con vientos
calmosos y siguió de este modo todo el día, hasta las tres de la tarde, que el viento pasó al sur,
fresquito. Y habiéndome informado en tierra y cerciorado, por las noticias que daban los
buques que salieron y entraron en el corriente de la semana, que no había ningún corsario
enemigo cruzando sobre estas yslas, salí a las ocho de la noche de las Quemadurías de esta
ysla, con destino a Santa Cruz de Tenerife, al tiempo que salió para el mismo destino el
bergantín del paíz La María, su patrón Nicolás Alemán. Y el mismo día, y pocas horas antes,
salió para el Puerto de la Orotaba el bergantín-golet La Lorenza, capitán don Antonio Brito,
sin la menor sospecha que hubiese enemigos por estas aguas. Todos salimos con viento sur
fresco, y haviendo navegado toda la noche con todo el aparejo largo en demanda del puerto
de mi destino, sucedió que el viento al amanecer del día lunes, dos del corriente, se llamó al
este sudeste y en seguida rodó hasta noreste, habiendo aclarado el día con viento muy
bonanza. Se avistó un buque que se aguantaba a barlovento, a corta distancia, acto continúo
se avistó otro buque grande de cruz, por nuestra proa, por la parte de tierra, el que con las
velas principales se estaba aguantando, demorándonos el puerto de Santa Cruz, al nordoeste,
distante como nuebe millas. A las siete menos quarto de la mañana noté que el buque de
varlovento era una goleta que venía sobre nosotros, lo que hizo sospechar que tanto ella
como el otro buque eran enemigos, por haberlos visto poco antes, muy próximos unos a
otros. Viéndome casi entre los dos buques, juzgue que, infaliblemente, iba a ser prisionero,
traté de salvar el buque y carga arribando, para acogerme del castillo de Candelaria, pero a
poco rato la goleta, ya próxima, izó bandea ynglesa, amollando en popa sobre nosotros. Y
habiendo llegado a tiro de cañón, disparó un fucilar, al que no hize caso, siguiendo mi rumbo
para escapar. Advertí que el enemigo tenía mucha gente sobre cubierta, a poco rato disparó
otro tiro, al que tampoco hize caso, siguiendo yo siempre para acogerme del castillo de
Candelaria, notando que el buque de sotavento se mantenía en el mismo estado de
espectativa. Estando ya a tiro de pistola la goleta, me largó un cañonazo con bala y metralla, la
que pasó entre los dos palos, prolongándose a nuestro costado para saltar al abordaje, izando,
al mismo tiempo, vandera ynsurgente. Entonces, izé yo la bandera nacional, pero el capitán
enemigo gritó de arriarla y ponerme en facha, viendo yo que aún estaba muy distante de
tierra, que era imposible escapar ni de la goleta ni del buque de cruz que estaba por sotavento,
al cual tenía por enemigo, porque también de la bordada venía a bordo y más defenderme,
por la grande desigualdad de fuerzas y hallarme sin pólvora, con sólo un obús de a quatro
cargado con una bala sola. Y viendo que la goleta estaba atrasada al costado, por varlovento,
para saltar al abordaje, arrié la bandera, se cargó el trinquete y nos pusimos en facha. El
enemigo mandó un bote, me hizo embarcar con el piloto y nos conduxeron a bordo del
corsario, a cosa de las ocho, consignándonos dentro de la cámara. Al poco rato, vi llegar por
la puerta de la cámara una parte de mi tripulación, donde nos tubieron hasta las dose del día y
durante todo este tiempo el enemigo estubo saqueando la polacra y su carga, a cuya hora me

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 197
hicieron subir con el piloto sobre cubierta del corsario, la que estaba llena de caxones, fardos
y géneros sueltos, que se reconocieron ser los despojos de la polacra y de su carga,
avistándose, al mismo tiempo, una vela que, al parecer, venía de Santa Cruz hacia nosotros.
En cuyo momento el capitán enemigo nos hizo embarcar en nuestro bote, nos abandonó y se
fue con dirección al sur. Este corsario tenía sobre cubierta dos cañones de a dies y ocho y,
según nos dixeron, tenían otros quatro cañones debajo de ella, se le llegó a contar sobre
cubierta unos sesenta hombres, todos armados con fuciles, pistolas y sables. Era ynsurgente
de Buenos Aires, con bandera blanca y dos listas azules. A las dos y media de la tarde, poco
más o menos, llegó la fragata española de guerra La Sabina a nuestra habla, creo que es el
mismo buque que se avistó por la mañana, a poca distancia del corsario, que estubo viendo
mi saqueo. Nos preguntó qué barco es éste; de dónde venía; dónde iba; si era corsario
insurgente; y si nos había saqueado el buque que había estado junto a nosotros. Le contesté
que sí, mandó un bote con un oficial, que a cierta distancia me preguntó dónde pensaba ir. Le
dixe que Canaria era el puerto que jusgaba alcanzar de la bordada el primero, donde podía
acogerme porque el viento me lo permitía y porque el enemigo me había dejado sin velas y
sin víveres, ni agua. Que yo no podía dilatarme en la mar en la situación en que estaba y, por
consiguiente, que iba al primer puerto, tanto por salvar nuestras vidas del ambre que nos
amenazaba, como por salvar el buque y resto del caso de alguna otra desgracia que pudiera
sobrevenir. Que mi destino era a Santa Cruz, donde deseaba ir. Entonces, el oficial me dixo
que si quería ir a Santa Cruz, también lo alcanzaba que el viento era largo y que me daría
comboi, Le pedí víveres, contestó se lo diría al comandante. Le pedía que se me diese un
certificado de lo que había visto y del estado en que yo me hallaba. Respondió que en Santa
Cruz lo haría el comandante y se fue. Y, sin embargo, que yo conocía que lo que había dicho
el oficial era un equívoco, porque era imposible de donde yo estaba y con el viento que
reinaba de alcanzar a Santa Cruz de la bordada, pero deseoso yo de aprovechar el comboy
que se me ofreció para ir a Santa Cruz, acto continuo viré de bordo, siguiendo las aguas de la
fragata que hacía para Santa Cruz, y yo lo mismo. Al anochecer la fragata no alcanzó a Santa
Cruz, pues viró de bordo para la mar, sobre Barranco Hondo, yo no lo alcanzé, sino a la
Cuesta de las Tablas, algo más tarde, donde viré de bordo para fuera en seguimiento de la
fragata, la que se perdió de vista por varlovento, avandonándome al anochecer, sin que me
mandara los víveres que le pedí. Tenía extrema falta (pues los enemigos se los habían llevado),
ni que me diese un remolque. Visto la cituación en que me dejaba, seguí la bordada para
fuera, hasta las dose de la noche y, a pesar de haber estado con el mayor cuidado, ni se pudo
llegar a ver la fragata, ni ninguna señal de ella, viéndome en esta cituación, traté de virar de
vordo en demanda de la tierra, a fin de alcanzar el puerto de Santa Cruz, pero el viento saltó
nor―noroeste. Entonces llamé a consejo al piloto y al contramaestre para determinar lo que
combenía hacer, en atención a que nos hallábamos en la medianía de Canaria y Tenerife. Se
vio que si virábamos de bordo para Santa cruz, donde yo deseaba ir por la bordada del norte,
no alcanzábamos la punta de Naga, y por la del sur íbamos a las calmas de Tenerife, porque el
buque iba a la ronza en extremo, por falta de velas. Cuya dirección del sur había tomado el
corsario, lo que yo quería evitar por no tener un segundo encuentro y acabar o de saquear o
quemase el buque, como ya lo había dicho. Visto que con el viento nor―noroeste podíamos

198 Pedro C. Quintana Andrés


amanecer fondeados en Canaria, libertándonos de los rriezgos que nos amenazaban, siendo
así que la fragata nos había abandonado y no había esperanzas que me diese auxilios, estando,
como estábamos, expuestos a perecer de ambre si no cogíamos en pocas horas el primer
puerto. Y así se resolvió de seguir la vordada hasta Canaria. A las quatro de la mañana del tres
del corriente, martes, hallándonos frente la punta de Sardina saltó el viento al este, por lo que
viré de bordo en demanda de Santa Cruz, siguiendo la vordada hasta el amanecer, que calmó
el viento. A las ocho de la misma mañana saltó el viento al nor―oeste, fresco, con aparatos
muy feos. En este estado, contemplándome el guguete de los tiempos y del hambre, llamé a
consejo al piloto, al contramaestre, al guardián y a un marinero, que fue Francisco Páez, a fin
de determinar lo que más combenía hacerse en el conflicto en que estábamos, teniendo en
vista que desde que el enemigo nos soltó estábamos sin víveres; ni agua; que no teníamos
velas, supuesto que las embergadas no eran, ni son sino la sombra de esqueletos de velas,
pues que las nuebas las llevaron los insurgentes; que no estábamos en estado de barloventear
porque las velas no cogían viento y no hacíamos otra cosa que sotaventearnos; que no
podíamos capear, ni menos aguantar el mal tiempo del nord―oeste, que nos amenazaba. Y
todos, unánimemente conformes, dixeron que para salvar nuestras vidas el buque y cargo que
aún restaba a bordo no había otro recurso que el de navegar en popa y arribar a Canaria. A
consecuencia mandé poner la proa para este puerto, haciendo las protestas necesarias, y que el
piloto las extendiera en su diario. Pero si el comandante de la fragata Sabina me hubiera
suministrado los víveres que le pedí y me hubiera socorrido y dándome un remolque, visto
que yo no tenía velas ni para barloventear, ni para mantenerme en la mar, hubiera ido a Santa
Cruz, que era mi objeto. A las nuebe de la mañana se rrifó la mayor cangreja, quedando
enteramente inutilizada. Media hora después se rrifó el velacho y, aun entrando
progresivamente el viento y más tiempo se rrifó casi a un mismo tiempo la gavia, quedando
los palos casi en esqueleto y desnudos, porque el palo mayor solo tiene la gavia, ya rifada. En
este estado llegué al puerto de La Luz, donde di fondo con dos anclas a las tres de la tres
(tachado) de la tarde el martes tres del corriente. Y acabadas las maniobras necesarias para
asegurar el buque y cargo, llamé en presencia del piloto al contramaestre para que con tres
marineros, que fueron Juan González, Francisco Páez y Juan Ruiz, hiciera una inspección
estricta de la carga que los enemigos dejaron a bordo, tomando una razón exacta el piloto. Y
verificada, a cosa de las quatro y media de la tarde, con la mayor escrupulosidad, se halló la
sal; el lino o cáñamo; nuebe sacas de cacao marca AM; dos sacas cacao, F., nº 1 y 2; un
saquito con alpiste. Y acto continúo de otra revista o imbentario de lo que el enemigo se ha
llevado y resultó lo siguiente en la carga: un baúl grande con medias de seda, gazas, razo,
tafetanes, etc.; un catre de madera; una saca de cacao, de marca AM; catorce botijas de aceite
marca F.L.; un cartón con la marca P.A.: un bulto con libros dirigidos a don José Crosa, de
Santa Cruz; un cartón F.F. /H., nº 1; una caja con una guitarra dentro; un cartón F. Y./R., nº
2; un cajón marca F.L., nº 1, que han dejado los enemigos a bordo abierto y vacío; un cartón
arpillado dirigido a don Francisco Escolar; un cartón con una peluca; un cajón marca J.M./F.;
un surrón de añil M.; un lío de ule con pañuelos de será, etc., que embarcó don José
Hourcade. Y en los enseres del buque se halla que el enemigo ha saqueado dos banderas
españolas de media vida; un trinquete nuebo, acabado de embergar; un velacho en el mismo

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 199
estado; un juanete mayor de media vida, con la verga; toda la maniobra de la mayor; las
escotas del trinquete, nuevas ; una drisa del juanete mayor de tierra, de treinta brazas; un
boliche del juanete mayor; dos palanquines de la mayor, nuebos y uno del trinquete, nuevo;
quince motones; dos quadernales; quatro pasadores de fierro; un pie de cabra; quatro barriles
llenos de pintura; siete remos nuebos; una libra de hilo de velas; una arroba de meollar nuevo;
sinco abujas náuticas, dos de ellas de bronce; un anteojo del buque, del valor de dies y seis
pesos fuertes; una ampolleta de treinta segundos; y otra de quince; quatro varrilas de mano,
con arcos de fierro; dose fuciles ordinarios; todos los víveres, que valdrían sincuenta pesos
corrientes; dos muebles de cámara y cosina, que valdrían unos quarenta y ocho pesos
corrientes; el equipaje; el registro de la aduana de Cádiz; la balija del correo; la patentes de
sanidad; el rol; y demás papeles. Todo lo cual, parte de la tripulación que son: el guardián Juan
Flores; los marineros; Juan González, Francisco Páez, Manuel Mateo; y los pasageros, Pedro
Palmerola, Antonio Mateo y Manuel Ramos, han visto salir de la polacra. Y la otra parte de la
tripulación, yo, el piloto don Francisco Mavilio; el contramaestre José Aguilar; los marineros
Rafael Pérez, Juan Ruiz, Blas Cabrera y Manuel Mellado; y el pasagero Juan Vicente Álvarez,
lo hemos visto a bordo del corsario. En lo que no se incluye los destrozos, desbaratos y
averías que ha sufrido el buque en lo interior. Por todas las cuales razones hago esta protesta,
y para mayor solemnidad de ella presento al piloto, al contramaestre, al guardián y toda la
tripulación, con tres pasageros, para que, como testigos oculares de todos los hechos
referidos y vajo juramento más sagrado e individualmente, acrediten y se ratifiquen a ellos o
las contraríen su hallan motivos para ello. En cuya virtud protesto, etc., etc., contra
cargadores, consignatario, aseguradores, contra el mar, sus olas, vientos y tiempos y contra
quien haya lugar. Francisco Yribarralti de Lagarde”.
Está conforme a la protesta original que, como queda dicho, me entregó el relacionado
capitán don Francisco Yribarralti, a quien la devolví rrubricada y la que en este acto leí a su
presencia, a don Francisco Mavilio, Francisco Páez, Juan González, Manuel Mateo, Pedro
Palmerola, Matías Rodríguez, Blas Cabrera, (el contramaestre, tachado) José Aguilar, Juan
Flores, Juan Ruiz, Rafael Pérez y Juan Vicente Álvarez, piloto, contramaestre, guardián y
marineros y pasageros de la insinuada polacra, quienes, vajo juramento en forma, aseguraron
ser cierta dicha protesta en todas sus partes, sin tener cosa alguna que añadir ni quitar, por
haber sido y pasado así. Y en su consecuencia, el expresado capitán don Francisco Yribarralti
protesta nuevamente contra quien haya lugar y bajo la recerva de adelantar lo más que le
combenga, una, dos y tres veces y las más que el derecho le permite, no sean de su cuenta y
cargo los daños y perjuicios causados a su buque, persona, tripulación y carga.

Testigos: Don Sebastián Antonio de Quintana, don Vicente Ayala y don Francisco Quesada,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.109, fols. 436 v. - 444 r.

200 Pedro C. Quintana Andrés


-114-
Contrato de transportes de vino a las Antillas
Puerto de Arrecife, 20 de diciembre de 1818

En el puerto principal de Arrecife, ysla de Lanzarote, a veinte de diciembre de mil ochocientos


diez y ocho. Ante mí, el escribano de su magestad y testigos que se nominarán, parecieron de
una parte don Juan Sirvera, de esta vecindad y comercio; y de la otra don Tomás Salveri James,
de nación inglesa, residente en esta dicho puerto, a quienes doi fe conosco. Y juntos, de
mancomún, dijeron que han contratado y convenido recíprocamente en hacer una negociación
de vinos en las yslas Antillas vajo los pactos y condiciones siguientes:
1ª Que el espresado don Tomás ha de hacer venir de Londres a esta ysla una enbarcación
con vandera ynglesa de porte de cien toneladas, poco más o menos, siendo de su cuenta y
pagando por sí sólo su fletamento y demás gastos necesarios para su despacho en Londres,
como tanbién los seguros del mismo buque y el cargamento que ha de recivir aquí. Y todo
ascenderá a doce mil pesos duros de principal, sin que el don Juan Sirvera tenga obligación de
hacer para todo lo referido el menor pago ni desembolso.
2ª Que llegada que sea a este puerto la indicada enbarcación, ha de ser también de cuenta
del propio don Tomás el pago íntegro de todos los gastos que se necesiten hacer para el
embarque o conducción a bordo del vino destinado a esta expedición, derechos de aduana,
peones y demás que sean indispensables y presisos para la entera y absoluta habilitación y
despacho del referido barco y su carga. Sin que el don Juan Sirvera sea obligado a pagar cosa
alguna por estos ni otros motivos, aunque aquí no se manifiesten, pues vajo este concepto
general quieren se entienda comprehender cualquiera especialidad que ocurra.
3ª Que cargado, havilitado y despachado enteramente el referido buque, saldrá de esta ysla
para las Antillas y a los puertos de ellas en que mayor estimación y más ventajosa venta tengan
dichos vinos y resulte en utilidad y beneficio de la expedición. Y después de ser usado el
cargamento se empleará su resultado en frutos coloniales o de aquellos países, que se conducirán
a Europa tocando en el puerto de Dobeen u otros del Canal de Ynglaterra para tomar en ellos
noticia de los precios a qué se venden en Londres o en Holanda y poderse dirijir con acierto y
conocimiento a aquéllos en que se sepa tienen dichos frutos más pronta y ventajosa venta.
4ª Que verificada ésta en el puerto a que se dirijan, y empelado tanbién allí el resultado en
géneros u otros efectos, regresarán a esta ysla el don Tomás en la misma embarcación o en
otra a fin de liquidar quentas y concluir la expedición.
5ª Que ha de ser obligación del indicado don Tomás de ir en el espresado buque para
manejar y dirijir por sí la espedición, acompañándole don Francisco Sirvera, sobrino del don
Juan, con el objeto de observar las operaciones del don Tomás y ayudarle en todo para el bien
de la expedición, sin perturbar el orden, umor y buena armonía que entre ambos debe reinar, ni
variar de los destinos que van indicados. Y en gratificación de este travajo hacen los
comparecientes al don Francisco la gracia de permitirle ponga a bordo de la misma
embarcación cinco pipas de vino sin pagar fletamento de un punto a otro, ni de sus producidos

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 201
hasta concluir la espedición, ayudándole y dirigiéndole el don Tomás en la venta de las cinco
pipas de vinos y empleo de su resultado sin exijirle ni cargarle por ello comición alguna.
6ª Que el don Tomás dejará en poder del don Juan Sirvera dos cable y unas obligaciones
que llegarán a seiscientos pesos, más o menos, de los que abonará el Sirvera al fin de la
expedición las cantidades que huviese cobrado y entrado en su poder.
7ª Que el don Juan Sirvera entregará al don Tomás Salveri James ochenta pipas de vino en
pipas, medias, cuarterolas y botellas que éste deberá hacer venir de Londres por su cuenta en
la misma embarcación al precio de cien duros cada pipa, y por lo mismo se le abonará ocho
mil duros por el valor principal de toda(s) ellas. Cuya cantidad es la que únicamente tiene que
poner el don Juan Sirvera para esta espedición, según queda referido.
8ª Que concluida y finalisada esta expedición y negociación y deducidos los capitales que
cada uno de los conparecientes entra en ella y deberá hacer constar el don Tomás por la
cuenta exacta y circunstanciada que debe llevar de los fletes, seguros, derechos y demás gastos
que supla y desembose (sic) , como que éste es el capital que pone por su parte, se han de
dividir de por mitad entre ambos todas las ganancias y utilidades que se reporten, perciviendo
uan el don Juan Sirvera y la otra el indicado don Tomás Salveri James.
Con cuyas condiciones formalisan esta contrata con todas las cláusulas, circunstancias,
renunciación de leyes, vínculas y firmesas requeridas por derecho para su entera validación y
permanencia.

Testigos: Don Francisco Yrnibaralti y Pedro Ramos, vecino el primero del Puerto de Arrecife
y el segundo de Santa Cruz de Tenerife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.927, fols. 606 v. - 608 v.

-115-
Embarrancamiento de barco
Las Palmas, 16 de enero de 1819

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de la Gran Canaria, a diez y seis de enero mil ochocientos
diez y nuebe años, ante mí, el escribano público, y testigos infraescritos compareció don
Francisco Yribarralte de Lagarde, capitán de la polacra española nombrada Nuestra Señora del
Carmen y San José, al cual doy fe que conosco. Y dijo que hallándose dicha polacra de su mando
fondeada en esta rada y citio de las Quemadurías, saltó el viento al este―sureste y sureste, cuyo
viento refrescó progresivamente hasta que se declaró temporal, de tal manera, que ninguna
lancha de auxilio podía trancitar para dar socorro a ninguna embarcación de las que se hallaban
fondeadas en estos puertos. En cuya actualidad se hallaba su buque, amarrado con tres cables:
uno de diez pulgadas; otro de trese pulgadas; y otro de catorce. Y habiendo faltado ayer el
calabrote de diez pulgadas, quedó amarrado el expresado buque con los dos cables de trece y de

202 Pedro C. Quintana Andrés


catorce pulgadas. A las dos de esta mañana, viendo que el tiempo era un temporal de travecía,
desecho se dio fondo en la esperanza de diez y siete pulgadas de grueso, por la parte de babor,
en cuyo acto faltó el cable de dicha parte de babor de trece pulgadas de grueso, y acto continúo
se fue arriando del cable de estribor, a fin de que trabajaran por igual con la esperanza. Hecha
esta maniobra, se abozaron los cables y se aferraron y (tachado), se arrió la esperanza para que
trabajase sobre el forro. A poco rato faltó el cable de estribor, de catorce pulgadas, cortado por el
fondo, y se jalaron para bordo los chicotes de los cables que habían faltado. No se había acabado
esta maniobra cuando se conoció que el barco hiciera cabeza, se largó un poco del cable, con lo
que se efectuó, viendo la imposibilidad de poder salvar, se trató de safar la mayor cangreja, por si
acaso llegaba a faltar la esperanza. Y estando en esta maniobra, faltó inmediatamente, se izó la
trinquetilla y la mayor cangreja, ínterin se ejecutaba esta maniobra, tres hombres embergaban el
velacho, por estar éste sobre las empuñiduras, pasados los tomadores. Y se hallaba, de este
modo, en razón de haberse estado dando negro humo a la verga, y no secado aún, cuya vela se
izó un poco para que arrancase el barco, el cual se puso en vela del modo ya dicho, con proa al
noreste. Se siguió la bordada hasta llegado por la proa del bergantín francés, y por no acercarse
más a los bajos de la Ysleta, se trató de virar de bordo por abante y el barco no obedeció, por lo
que fue forzoso virar por redondo, poniendo la proa al sur y siguiendo la bordada hasta que,
jusgándose a distancia regular de la tierra, se trató de virar por abante, pero la mucha marejada y
tempestad aconchó en tierra y se quedó encacillado en piedra y arena al norte del castillo de
Santa Catalina. En este estado, viendo que no había esperanza de salvar el buque, se trató de
salvar las vidas, lo que se ha logrado a cosa de las sinco de la mañana de este día. Y en
consecuencia, el enunciado don Francisco Yribarralte, que otorga protesta contra aseguradores,
el mar, sus olas, mal tiempo y contra quien haya lugar, bajo la recerva de adelantar lo más que
combenga una, dos y tres veces y cuantas el derecho le permite no sean de su cuenta y cargo los
daños y perjuicios causados.
Certificando el relato de esta protesta el piloto don Francisco Mavilio, Juan Edoniu y
Francisco Campos, marineros, que están presente.

Testigos: Don Vicente Ayala, don Francisco Quesada y don Gregorio Ortega, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.110, fols. 18 r. -19 r.

-116-
Robo de bergantín y carga
Las Palmas, 13 de abril de 1819

En la ciudad de Canaria, a trece de abril de mil ochocientos diez y nueve años, ante mí, el
escribano público, y testigos que se expresarán, pareció presente don José Antonio Ugarte,
vecino de Plencia, en Vizcaya, capitán y primer piloto que fue del bergantín español La

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 203
Vicenta, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que habiendo salido del puerto de Santa cruz
de Tenerife el día tres del corriente, entre cinco y cinco y media de la tarde, con viento
sur―suroeste, fresco, con destino al de La Coruña, cargado de vino; doscientos garrafones de
aguardiente, por cuenta y cargo de don José Ramón Santos, vecino y del comercio de dicho
puerto de La Coruña; tres garrafones de vino; tres dichos de aguardiente; dos piedras de
estilar, por la de la viuda de Barbeto Muro y Arévalo; y otras diferentes frioleras y
menudencias de distintos particulares. Que como a cosa de las seis y media se le quedó el
tiempo bonanza, deliveró cambiar para tierra, a ver si podía conseguir el fondeadero. Que
estando en calma y con el auxilio de la lancha de la corveta española La Nueva Veloz Mariana,
fondeada en dicho puerto de Santa Cruz, que lo remolcaba y ayudó a lebar las anclas, no
pudo conseguirlo. Que a las diez y media de la noche se retiró dicha lancha para a bordo de
su buque y, poco después, avistaron otro buque que le demoraba al este, que venía sobre
ellos. Y a distancia como cosa de dos millas, a su parecer por lo obscuro que hacía. Que a las
once, poco más o menos, le tiraron un tiro de fucil del buque, que avistaron y reconoció ser
una corveta, que la tubo por la corsaria insurgente que dos días antes había estado delante de
Santa Cruz, y aquel día no se había visto, ni la atalaya hecho señal de ella. Que habiéndose
puesto en facha, hechó el bote al agua y vino a bordo con un oficial y le apresaron,
transbordándolo desde aquella hora al exponente y demás tripularios a bordo del corsario,
exepto el marinero Miguel Antonio Elordy, que dejaron a bordo de la presa para conducirlo
con ella a Buenos Ayres, de cuyo gobierno es el corsario, y se nombra La Unión. Que
tripulado el bergantín, lo despacharon el quatro del corriente con el cargamento que tenía y,
además, algunos zurrones de añil y otros efectos que de la corveta le pusieron a bordo e
hicieron rumbo al sur. Que permanecieron a bordo de ella, hasta el día siete de este propio
mes, que los transbordaron a un místico español que habían sacado del puerto de La Luz, la
noche del treinta y uno de marzo último los botes de dicha corveta. Y soltándolos, les
mandaron hiciesen viage a esta ysla, como en efecto, haciendo rumbo para ella fondearon a
las oraciones, poco más o menos, del citado día siete. Permaneciendo en quarentena de
observación hasta el día de ayer, que fueron admitidos a las once de la mañana por la Junta de
Sanidad a libre plática. Por todas las quales razones y las de haberle llevado el corsario todos
los papeles y documentos concernientes al buque, incluso su nombramiento de piloto, hacía e
hizo las más solemnes protextas. Y para mayor corrovoración de ellas, presentó al segundo
piloto y contramaestre don José Larrechega y los marineros Juan de Asqueta, Domingo de
Goitia, Juan de Biotegui, Miguel Antonio Leida y José de Barandica para que, como testigos
oculares de todo lo referido y bajo el competente juramento, acreditasen este hecho y se
ratificasen en él o, si tienen motivo para lo contrario.

Testigos: Don José Sánchez, don Francisco Quesada y José Santos, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.110, fols. 186 r. -187 v.

204 Pedro C. Quintana Andrés


-117-
Barco obligado a cumplir la
cuarentena en Santa Cruz de Tenerife
Las Palmas, 23 de septiembre de 1819

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a veinte y tres de septiembre de mil
ochocientos diez y nueve años, ante mí, el escribano de su magestad, y testigos infraescritos,
compareció don Francisco García Borrero, vecino y del comercio de esta dicha ciudad, de cuyo
conocimiento certifico. Y dijo que entre diez y onse de la mañana de este propio día llegó al
puerto principal de La Luz, de esta dicha ciudad, un místico prosedente de la ciudad de Cádiz,
cuyo pabellón ignora. Y habiendo salido a su encuentro en un bote el señor don Manuel
Berdugo, comandante de marina de esta dicha ysla, le intimó al referido patrón no fondease y que
inmediatamente se trasladase al puerto de la villa puerto (tachado) y plaza de Santa Cruz de
Tenerife, en virtud de la orden que le había comunicado el señor corregidor, como presidente de
la Junta de Sanidad de esta espresada ysla. Y, en efecto, así lo hizo, retirándose de este
mencionado puerto, pero antes de ello, manifestó el patrón que el cargamento que traía, reducido
a mil botijas de aseite de olivo, aceituna, cacao y sal, venía todo consignado al compareciente. Y
que si le hacían en Tenerife cumplir la quarentena, por donde vino se bolvía al citado puerto de
Cádiz, como así se lo ha espresado el referido señor comandante de marina. Y porque, si así se
realisa, puede aconteser que los ynsurgentes, de que abundan estos mares, hagan presa del
enunciado místico y su cargamento; o por alguno otro acidente, éste se pierda. Desde luego, para
que todo ello sea de cuenta y cargo de quién haya lugar, hizo las más solemnes protestas.

Testigos: Don Manuel Afonso, Pablo Sastre y José Navarro, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pedro Tomás Ariñez. Legajo: 1.998, fols. 246 r. - 247 r.

-118-

Carga salvada
Las Palmas, 23 de septiembre de 1819

En la ciudad Real de Las Palmas de Canaria, a nueve de junio, y seis de la tarde, de mil
ochocientos cincuenta, ante mí, el abajo firmado escribano público, de los de número de esta
ysla y de marina de ella, y testigos, que se espresarán, compareció don Pablo de la Lastra, capitán
de la goleta española, de la matrícula de Santander, en la Península, a quien por (tachado)
nombrada La Momtañesa, a quien, por havérseme espresado por varias personas de esta ciudad,

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 205
ser el contenido, doy fe. Y dijo que hallándose en citado su buque fondeado en la rada de San
Cristóval, en las inmediaciones de esta referida ciudad, cargando de papas, vino y otros efectos
de esta dicha ysla, por cuenta y cargo del señor don Agustín del Castillo, conde de Vega Grande
y de esta vecindad. Con mar llana y bonansa, estando el buque ya cargado y con intención de
hacerse a la vela en el día de mañana, con destino al puerto de San Cristóval de la Havana, de la
ysla de Cuba, sucedió que, hallándose a cosa de las cinco de esta mañana, embergando el
velacho, pasó el esponente a la cámara y estando en ella cintió como siendo de agua por la santa
bárbara. Lo que llamándole la atención, dispuso que la gente levantase la tapa del busón de popa
y, hecho así, descubrió que el buque tenía por aquella parte como dos y media a tres cuartad de
agua. Que entonces mandó que dos hombres picacen las bonbas y otros tres que pasasen a tierra
y trajesen los barquillos de pesca, con la gente que hubiera, con el fin de desaogar el buque y
salvar los efectos embarcados y, al mismo tiempo, dar parte al consignatario. Que en el
entretanto, el compareciente con la demás gente de a bordo hecharon al agua todas las cadenas,
ancla y demás enseres que se hallaban sobre cubierta, pero siempre picando las bonbas. Dentro
de muy poco tiempo llegaron cinco barquillos de los de la pesca, con sus correspondientes
tripularios, y empesaron a hacer el alijo de la carga del buque. Que posteriormente, compareció
el señor capitán de puerto con dos maestros calafates y se trató de tomar el agua por dentro, y
con el auxilio de haberse roto algunas tablas del forro, se pudo descubrir por donde se hacía el
agua, que era una costura que había abentado la estopa. Y con mucho trabajo se consiguió
detener el agua, que hecha esta operación y descargo del buque de toda la carga que podía sufrir
abería, se suspendió la maniobra con el obgeto de llevarlo al carenero del puerto de La Luz, para
allí ser reconosido y hacerle las composiciones nesesarias. En cuia virtud y para que no sean de
su cuenta y cargo los daños ocacionados en el buque y su carga, protesta.

Testigos: Don Manuel Penichet Hernández, don Santiago Reina e Isidoro Torres, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.272, fols. 207 v. - 209 r.

-119-
Apresamiento en Gibraltar
Las Palmas, 9 de diciembre de 1819

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a treinta y uno de mayo de
ochocientos veinte y sinco. Compareció ante mí, el escribano público y de marina, y testigos
que se expresarán, don José Riera y Romeru, natural de Cataluña, y recidente en esta dicha
ciudad. Y dijo que el treinta y uno de marzo del corriente año se embarcó en el puerto de
Cuba con destino a Gibraltar a bordo del vergantín americano nombrado Morrvi, su capitán
H. Williams, traendo por su cuenta carey y café. Que al llegar a la Roca del estrecho de
Gibraltar, por un corsario de Columbia nombrado María Ysabel, su capitán Pedro Dantant,

206 Pedro C. Quintana Andrés


fue apresado el dose del corriente, y el veinte y cuatro le desembarcaron en unión de otros en
la costa del sur de esta ysla. De donde se dirigieron a esta ciudad capital, sufriendo hasta el día
de ayer una quarentena de observación. Y con el objeto de acreditar en todo tiempo y donde
conbenga dicho apresamiento, me pidió le estendiece esta protecta.

Testigos: Don Leandro Camacho, don José Santos y Francisco Quesada, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.116, fols. 357 v. -358 r.

-120-
Apresamiento en Gibraltar (y 2)
Las Palmas, 9 de diciembre de 1819

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a treinta y uno de mayo de
ochocientos veinte y sinco. Compareció ante mí, el escribano público y de marina, y testigos
que se expresarán, don Juaquín Ylabert, natural de La Higuereta, y de la matrícula del Puerto
de Santa María, capitán de la barca española nombrada El Carmen y San Antonio. Y dijo que
haciendo viage de Salé a Gibraltar en dicha barca, fue apresado por el corsario de Columbia
nombrado María Ysabel, su capitán Pedro Dantant, el día trece del corriente mes y año. Y el
veinte y cuatro le desembarcaron en unión de otros en la costa del sur de esta ysla. Que en
dicho apresamiento le quitaron, por cartas que le encontraron, veinte y una prendas de oro;
trescientos treinta pesos fuertes de plata; y de la pertenencia de la barca; sien duros en pesetas;
y dos onzas de oro; rol; contraseña; y patente real. Y con el fin de acreditar en todo tiempo su
apresamiento y que no sean de su cuenta y cargo los gastos, daños y perjuicios que se le hayan
inferido, protesta una, dos, tres y las más veces que el derecho le permite.

Testigos: Don Leandro Camacho, don José Santos y Francisco Quesada, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.116, fol. 358 r. -v.

-121-
Abuso de poder de un capitán
Las Palmas, 3 de marzo de 1820

En esta ciudad de Canaria, a tres de marzo de mil ochocientos veinte años, compareció ante mí,
hallándome en las casa de su posada, doña María del Rosario Arias, vecina de la ciudad de

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 207
Cádiz y recidente en ésta, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo que habiendo llegado a este
puerto principal de La Luz desde la ysla de La Madera, en la valandra ynglesa nombrada La
Providencia, su capitán Yannnohe. En cuio buque bino la compareciente desde el puerto de
Gibraltar al de este mismo de La Luz, baxo la contrata escrita que concerba en su poder. Pero
con motibo de las superiores órdenes y a las que había dado causa la fiebre que se había
padecido en la ciudad de Cádiz, se le prebino al capitán fuese a Santa Cruz de Tenerife, lo que
así executó. Y habiendo llegado a dicho puerto, fue admitido, aunque señalándosele treinta días
de quarentena. Y enpesado a cumplirla, permaneció en dicho puerto dies días, al cabo de los
quales lebantó las anclas y hizo viage a la ysla de La Madera, por su particular interés, en donde
permaneció, Y como tubiese obligación, según la contrata, de poner a la compareciente en esta
ysla, prevalido por una parte de hallarse en nación estraña y, por otra, en no ser buque español,
se escusaba a cumplir, al menos que no entrase por nueba contrata, exhigiéndola otras nuebas
cantidades para ponerla en esta ysla. En cuyo conflicto no tubo otro arbitrio la compareciente
que el de manifestarle que, siempre que fuese justo lo que la exhigía, no dudaría el pagarle. Con
lo qual pudo conseguir el que le tragera, como le ha trahído. Pero ya surto el buque en el
puerto, si bien por una parte no la permitía hechar su equipage en tierra ínterin no le pagase las
cantidades que le exhigía, también la hizo firmar un papel en el día de ayer que el mismo capitán
extendió, cuyo contesto ni aun de fixo puede expresar su contenido. Manifestándola que de no
autorizarlo ni su persona ni equipage baxarían a tierra. Y como todas estas operaciones fueron
hijas del apremio en que se beía constituida, y que al expresado capitán le sería muy fácil darse a
la bela pues, acaso, para ello fondiaría en buque a tanta distancia como se encuentra, cediendo
todo en perjuicio de su persona e intereses. En esta virtud y para que no le acuse el papel que ha
firmado el menor perjuicio, protexta una, dos, tres y las más veces que el derecho le permite y
que por ello no se entienda haver celebrado nuebo contrato, ni innobado en modo alguno el
que aparese escriturado y hecho a su salida de Gibraltar, por ser éste el que debe subsistir y no
el de que se dexa hecho mérito, por haberlo inducido la violencia y críticas circunstancias en
que se hallaba, mayormente siendo muger y sin el menor auxilio.

Testigos: No se registran

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Oramas y Rojas. Legajo: 2.088, fols. 116 v. -118 r.

-122-
Asalto y denuncia de falta de auxilio
Las Palmas, 11 de marzo de 1820

En la ciudad de Canaria, a once de marzo de mil ochocientos veinte, ante mí, el escribano
público, y testigos infraescritos, compareció, hallándose en el lazareto de San Cristóval de esta
rada, don Francisco Mavilio, capitán y primer piloto que fue del bergantín español San

208 Pedro C. Quintana Andrés


Fernando, alias El Tritón, procedente de La Havana, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo
que hallándose surto y anclado en este puerto principal de La Luz, lo más próximo posible al
castillo de dicho puerto, de donde a las doce y media dadas de la noche del día siete del
corriente fue abordado por una falúa con catorce hombres, bien armados de pistolas, fusiles y
sables. Los que al momento que se avistaron, mandó dicho capitán a sus marineros dar la voz
a del bote, y al repetirlo por segunda vez se vieron ya abordados por la popa. Y al momento
les hecharon debajo de la cámara. Y conociendo ser enemigo, tiró todos los papeles que había
recivido de tierra, juntamente con el cuaderno de bitácora, en el cual constaba la protesta que
extendió dicho capitán al momento de dar fondo en esta rada. Cuyo cuaderno y demás
papeles tenía listos para remitirlos a don Patricio Russell, como diputado de esta Junta de
Sanidad la noche misma que fue apresado, al que de antemano le dio los registro del
bergantín, real patente, rol de tripulación, conocimientos, su nombramiento, etc. Y la protesta
que estaba extendida en el dicho cuaderno de bitácora, según me expresó dicho capitán, por
tenerla en otro papel por separado, era del tenor siguiente:
Don Francisco Mavilio, capitán y primer piloto del bergantín español San Fernando, alias El
Tritón, procedente de La Havana y surto en esta rada de Canarias, juro y protesto una, dos,
tres veces y las más que sean necesarias contra el tiempo, ciento, mar y por la mucha agua que
hace el buque, primera causa de mi arribada a ysla de Canaria, como, ygualmente, juro y
protesto en los términos que arriba dige contra cargadores, aseguradores y enemigos, por lo
que pueda resultar por lo arriba expuesto. Así mismo, vuelvo a jurar y protestar en la misma
forma que expreso anteriormente contra lo que pueda ofreserse desde este momento hasta
que se concluya la observación que tengan a bien señalarme. Siendo estas protestas
provisionalmente hasta que yo, en tierra, las mande estender con todas las formalidades, usos
y costumbre. Y éstas, por la presente, las estiendo en este quaderno de bitácora, la que deverá
tener la misma forma que si fuese actuada ante un escribano público. Es fecha en esta rada de
Canaria a veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte. Francisco Mavilio.
Y habiendo sido apresado, como expresó anteriormente, dicho capitán, nuevamente juró y
protestó una, dos, tres veces o las más que sean necesarias en derecho contra lo que sobre
este particular pueda acontecerle, reservándose el derecho a extender la demás protestas que
tenga por conveniente al momento que se le admita a libre comunicación. Y por la presente
lo hace en los términos siguientes:
Primero: que no recivió auxilio ninguno para descargar los intereses de su magestad.
Segundo: que es cierto habérsele dado fixamente el día dos del corriente en la playa del
puerto de La Luz por don Patricio Rusell la orden de descargar, si quería, por vía de auxilio
para recuperar las averías del bergantín hasta que la Junta Suprema de Tenerife determinara si
debiera hacer aquí su cuarentena o en otro destino. Por lo que el día quatro pidió don José
Abelle a don Antonio Gil un gran lanchón para verificar la descarga, en que no se le mandó.
Tercero: que siendo los papeles que de esta ysla mandó el govierno a la de Tenerife de la
mayor importancia. Y, sabiendo había corsarios sobre estas yslas, debían entregársele estos
papeles a una persona del mismo gobierno a su satisfacción y que ésta los tuvieses siempre
listos para arrojarlos al mar a la más mínima acción que vieran en qualesquiera buque o botes
que tubiesen por sospechosos.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 209
Y siendo así que fue de noche quando el barco que salió de esta ysla para la de Tenerife fue
cogido por el mismo corsario, que le registró en siete de febrero pasado a doscientas leguas al
oeste de la ysla de La Madera. Cuyo corsario, habiendo cogido los papeles dichos, diciendo que
el cargamento de su buque era perteneciente a su magestad y pasageros, expresando, al mismo
tiempo, que el corsario le había trasbordado veinte y un pricioneros del bergantín español San
José, alias El Dragón. Fue causa de que le sacaran de este puerto por ver que dicho capitán y
tripulación, con su maña, se supieron defender a fin de salvar los referidos intereses de su
magestad y demás particulares. Lo que tanto entonces como ahora, se hubiera salvado si la
persona que conducía los papeles de este govierno al de Tenerife los hubiera arrojado al mar. Y
siendo ésta, por su poca vigilancia o inteligencia, no haberlos votado al mar, la causa principal
de su apresamiento, juró nuevamente y protestó una, dos, tres veces o las que sean necesarias
en derecho contra ella, por los daños y perjuicios que ha causado y pueda causar al rey,
cargadores, aseguradores y buque y qualquiera otra persona que sea la causa de no haberlos
arrojado al mar, modo en que se hubiesen salvado todos los intereses, aunque hubieran sido
conducidos a qualesquiera destino. Y, finalmente, jura y protesta del mismo modo contra quien
corresponda por el ningún auxilio que se prestó al buque para libertarlo de ser presa de los
ynsurgentes en el acto mismo de tenerse la noticia de que aquella propia noche había de ser
extrahído del puerto por los ynsurgentes, noticia que dejó de comunicarse al otorgante y en su
sustitución se hizo la que se aproximase el buque más al catillo, lo que así se verificó a la mayor
brevedad, teniendo un anclote sobre el qual se aproximó lo más posible.

Testigos: Don José de Torres, Juan García, Francisco Herrera y don José Antonio Salas,
vecinos de Las Palmas y el último catalán, prisionero que se halla en el mismos degredo.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco María Pineda. Legajo: 2.067, fols. 51 r. - 53 v.

-123-
Poder para recibir mercancías
embargadas a causa de robo
Las Palmas, 5 de septiembre de 1820

En la ciudad de Canaria, a cinco de setiembre de mil ochocientos veinte años. Ante mí, el
escribano público del número de esta isla abajo firmado y testigos que se expresarán, compareció
don José Aveille, natural de Francia y recidente en esta ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y
dixo que, como maestre del bergantín San Fernando, alias El Trictón (sic), venían en él a su cargo
desde el puerto de San Cristóval de la Habana cinco bocois, dos tercerolas y siete garrafones de
miel; una caxa de azúcar; doce cueros en pelo; un tercio de suela curtida; quarenta y tres quintales
de madera de tinta; seis pipas de aguardiente de caña; y quarenta y dos garrafones de licores. Que

210 Pedro C. Quintana Andrés


estos efectos con otros de algunos particulares llegaron al puerto principal de La Luz en esta ysla,
de donde extrageron el buque los ynsurgentes robando el tabaco, que también conducía por
cuenta de la nación. Que con este motivo y sobre la averiguación de los causantes del robo se ha
formado causa, de cuyas resultas se halla embargado el buque y los efectos detallados al
principio, los quales permanecen en puerto y plaza de Santa Cruz (tachado) la administración de
esta propia isla. En tal concepto, pues, el exponente, deceando haya allí persona que
representando la suya haga las reclamas y solicitudes conducentes a cerca del desembargo y
entrega total, libremente, de los indicados efectos, ha deliverado conferir poder para ello. Y
poniéndolo en execución otorga en la más solemne forma que lo confiere amplio, copioso,
bastante y sin limitación, quanto por derecho se requiere y es necesario, más y mejor puede y
deba valer, a don Alexandro de Bretillar, cónsul de Francia en Santa Cruz de Tenerife,
expecialmente para que se represente su persona, derechos y acciones.

Testigos: Don Vicente Ayala, don José Santos y Sebastián Díaz, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.111, fols. 611 v. - 612 r.

-124-
Contrato para financiar viaje a América
Teguise, 21 de septiembre de 1820

En la Villa de Lanzarote a veinte y uno de septiembre de mil ochosientos y veinte años. Ante
mí, el escribano y testigos que se nominarán, estando en las casas de mi abitación, paresieron
el señor don Francisco Xavier de Aguilar, governador militar desta dicha ysla, y don Juan
Silvera, vecino y del comercio del Puerto del Arrecife, a quienes doy fe conosco. Y juntos, de
mancomún, digeron que estando para embarcarse para la ysla de Santiago de Cuvas Manuel
Morera, de esta vecindad, por carecer de medios para su subsistensia, han benido los
comparesientes en proporsionárcelos de la manera siguiente:
Que los otorgantes se obligan a pagar al indicado Manuel Morera diez pesos corrientes en
cada mes en esta forma: quatro el expresado señor governador; y seis el don Juan Silvera, cuya
renta debe prinsipar a correr desde el primero de octubre próximo benidero.
Que, asimismo, ha de ser obligación del indicado Morera escrivir en casa del expresado señor
gobernador dies días en cada mes. Y los beinte restantes al indicado don Juan Silvera en el
Puerto del Arrecife, dándole cada uno en su respectibo tienpo casa, mesa y cama, así que en esta
parte tenga que poner cosa alguna el Morera sino su asistencia personal al despacho de los
negosios que le ocurren.
Que esta contrata ha de permaneser con el don Juan Silvera por el espacio de un año, pues
concluido éste queda al advitrio de hambos continuar en estos mismos términos o en otros
que a cada uno acomode.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 211
Y el expresado señor gobernador ofreció también que, si por alguna casualidad se retirase
de esta ysla para su casa y el Manuel Morera quisiese aconpañarle, entrarán en nuebo ajuste
sin que pueda oponerse a ello el don Juan Silvera, pues en este caso queda disuelto este
contrato. Y hallándose presente a esta escritura el indicado Manuel Morera, haviéndola hoído
y enterado de su contesto, dijo que la acepta y se obliga a cumplir en todas sus partes las
condisiones que en ella se contiene.

Testigos: Don Román Martín, don Miguel Jerónimo Méndez y Marcos Lorenzo, vecinos de
Teguise.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.929.Fols. 278 v. - 279 r.

-125-
Saqueo de buque
Las Palmas, 25 de enero de 1821

En Canaria, a veinte y cinco de enero de mil ochocientos veinte y un años, compareció ante mí,
el abajo firmado escribano público, y testigos que se espresarán don Ramón Pascau, vecino de
la villa de Santa Cruz de Tenerife y recidente en esta de Gran Canaria, a quien doy fe conosco.
Y dixo que por quanto por instrumento ante mí en veinte y cinco del marzo del año próximo
pasado don Francisco Mavilio, capitán del bergantín San Fernando, alias, El Trictón, anunció a
nombre del compareciente la extención de cierta protexta, desde luego, por el presente,
ratificando, como ratifica, por lo que así toca dicho instrumento, lo amplia en la forma
siguiente. Que como pasagero y cargador del dicho bergantín, salió del puerto de La Habana el
dos de enero del año próximo pasado para el de Santa Cruz de Tenerife. Sin embargo de haber
sido registrado en el paralelo de La Madera el día siete de febrero por un bergantín corsario
ynsurgente, les dejó libre y echó derrota para su destino, arribaron a éste de La Luz el veinte y
siete del mismo, a causa de los vientos contrarios del suroeste, la mucha agua que el bergantín
hacía y la falta de víveres con que se hallaba, por razón de veinte y un prisioneros que del
bergantín español Dragón se les puso a su bordo, que salió de Barcelona para dicho puerto de La
Habana. Que estando en este puerto fondeado y sufriendo una rigurosa cuarentena, no
obstante las precauciones tomadas por la Junta de Sanidad para la descarga del buque, que no se
pudo efectuar a causa de los tiempos que sobrevinieron y la falta de lanchas para ello, sufrió la
desgracia de haber sido extraído del puerto de La luz el referido bergantín Trictón, en la noche
del día siete al ocho de marzo último por el primer corsario ynsurgente que le registró en el
paralelo de La Madera. A resultas de que, habiendo apresado un buque costanero de estas islas
para las de Tenerife, y cogido las cartas que llevaba del señor gobernador y de otros particulares,
con la noticia de la llegada del Trictón, su cargamento, prosedencia y propiedad española, se
dirigió inmediatamente a la empresa que executó en la noche del siete. Que hecho a la vela El

212 Pedro C. Quintana Andrés


Trictón y conducido al Río de Lansarote por el corsario ynsurgente nombrado el general
Roudeau, después de fondeado el en día doce, fue saqueado por el mismo extrayéndole el
tabaco, pipas y garrafones. Que en los días trece, catorce y quince y parte del diez y seis fueron
saqueados de todo el cargamento, sin embargo de las reclamaciones hechas por don José
Abelle, capitán y dueño del buque, que bajo la bandera y pasaporte francés lo protegía y su
cargamento. Y despreciándolo todo el capitán del corsario, les soltó el diez y siete, solamente
con las pipas y garrafones, por no tener comodidad para transbordarles a bordo de una goleta
española que tenían apresada y que acababan de cargar con los efectos del Trictón. Que
habiéndolos dejado libre, el diez y siete hicieron rumbo para esta isla, en donde fondearon el
veinte y cinco y permanecieron en cuarentena hasta el dos de abril. Que llegado al puerto y
reconocidas las faltas que tenía el buque, se encontraron con haberse llevado todo el
cargamento, concistente en tabaco de polvo; sigarros puros y de cagetilla, por cuenta de la
nación; y otros efectos de particulares, dejando sólo unas pipas de aguardiente de caña, entre
ellas, doce del otorgante; unos bocois de miel; y unos garrafones de otros particulares. Y luego
que se ha ido a entregar de dichos efectos, nota la falta y merma de las pipas a causa de los
derrames que tuvieron quando los marineros del corsario y la goleta las destaparon, extrayendo
y llevando a bordo del corsario y a bordo de la goleta quanto les pareció de ellas. Por todo lo
qual protexta una, dos, tres y las veces que el derecho le permiten no serán de su cuenta y cargo
los daños y perjuicios que se hayan causado.

Testigos: Don Rafael Martín Fernández, don José Santos y Sebastián Díaz, vecinos de Las
Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.112, fols. 87 v. - 88 v.

-126-
Abandonados a su suerte
Las Palmas, 29 de abril de 1821

En esta ciudad de Las Palmas, ysla de de Gran Canaria, a veinte y nueve de abril de mil
ochocientos veinte y un años, ante mí, el escribano público del número de esta ysla, compareció
personalmente don Antonio Rodríguez, capitán, maestre y primer piloto que fue del bergantín
español nombrado El Rey Constitucional, alias Leónidas, según se me manifestó por don Pedro
Nolasco de Soto, don José Antonio González Valdés y el señor don Fernando Antonio Dávila,
diputado de Cortes y pasageros de dicho buque, por habérseme expresado por dicho capitán
no tener en esta ysla quién le conociese a causa de ser la primera ves que ha estado en ella, de
todo lo qual certifico . Y dijo que hallándose en la ciudad de Vera Cruz con órdenes espresas de
don Joaquín de Trueba, dueño del expresado buque, para salir desde aquel puerto con dirección
al de Cádiz, sin hacer escala en otro alguno, y en unión del bergantín Triunfante, caso de estar

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 213
listo para dar a la bela al tiempo que el otorgante lo verificará, abrió su registro para dicho
Cádiz, recibiendo partidas de plata y frutos. Y estando próximo a cerrarlo, llegaron dos goletas a
La Havana, las que dieron racón hallarse sobre aquellas costas una corveta, un bergantín y una
goleta ynsurgentes. Al mismo tiempo se presentó a vista del mismo puerto de Vera Cruz un
buque de tres palos que se mantubo a la vista dos días, sin poderse reconocer que fuerza
pudiera tener, pero sí que era buque sospechoso. También el govierno de dicha ciudad de Vera
Cruz avisó al público hallarse sobre Nantra un bergantín―goleta que había reconocido un
pescador. En esta cituación empesaron a titubear los cargadores y a extornar varias partidas de
plata. Y tanto el otorgante como el capitán del bergantín Triunfante, de acuerdo con los
consignatarios y a pedimento de los mismos cargadores, convinieron en aguardar al bergantín
correo Boluntario para seguir en su unión con su convoy hasta la Península, con escala en La
Havana. Con efecto, tanto los expresados buques como otros que había en aquella rada se
dieron a la vella (sic) bajo el convoy del expresado correo Voluntario, cuyo comandante dio a
cada capitán las instrucciones y plan de señales respectivas en el día veinte y siete de febrero
último. Desde cuyo día siguieron su viaje con dirección a La Havana, a cuyo puerto llegaron
con felicidad el día diez de marzo, ecepto una goleta nombrada Teresa que, por motibo de un
temporal, quedó atrasada y aportó a los dos días después, desarbolada. Que al día siguiente de la
entrada en dicha Havana, pasó junto con el capitán del Triunfante a dar las gracias al comandante
del Voluntario y, al mismo tiempo, decirle, si tenía inconveniente, que siguieran en su compañía
hasta Cádiz. A lo que contestó no había ninguno y que, por lo tanto, debían habilitarse para dar
a la vela del día veinte al veinte y uno del mismo mes sin falta. En el día veinte pasaron a su
bordo otra ves a recevir órdenes y entonces dijo el relacionado comandante que no les daba
convoy, que en seguida fueron a tierra y dieron parte de este acontecimiento a los
consignatarios. Que éstos presentaron un memorial al capitán general de marina, haciéndole ver
esta incosecuencia y pidiendo que el dicho correo diera convoy a todos los buques españoles
que se hallasen listos hasta la envocadura de la canal y a los veleros que no le incomodasen en
su comisión hasta la Península. El general decretó como lo pedían y, en su virtud, recibieron
nuevamente instrucciones del referido comandante Voluntario. Que al tiempo de dar dichas
instrucciones les hizo firmar no quedar responsable a nada. Posterior a éste, en el veinte y uno
dieron a la vela todos los buques que había listos, observando en la navegación que dicho
Voluntario no auxiliaba con arreglo a las instrucciones que había dado. Que en esta disposición,
navegaron con toda vigilancia hasta que en la noche del tres al cuatro del corriente, por faltar el
Voluntario al cumplimiento de las instrucciones y señas que había dado, y a resultas de los
chubascos y vientos que entraron en la misma noche, al día siguiente, que fue cuatro, dejó el
otorgante de ver tanto al Voluntario como a los demás buques, que venían en compañía. Que
todo este día permaneció el tiempo llubioso y cerrado, navegando el compareciente toda la
noche y día con el mismo rumbo que había llebado el día anterior. Y viendo que al anocheser
no parecía ninguno de los buques, sin varias de rumbo, se forzó de vela a fin de ver su se
habían adelantado, para reunirse con ellos, lo que no se pudo verificar en lo sucesivo. Que
siguió su navegación con toda precaución de tope y demás, hasta que el día catorce de este mes,
a las honce de su mañana, cantó aquél, vela por barlovento y cerca, por hallarse el orizonte
bastante obscuro y cerrado. A poco tiempo se reconoció ser un bergantín de bastante porte,

214 Pedro C. Quintana Andrés


que se dirigía asia su buque. Que se forsó de vela cuanto era posible, haciendo aquel rumbo en
que más camino hacía el buque y el buque sospechoso en seguiento (sic) de del compareciente.
Que se siguió la navegación en este estado hasta las cinco de la tarde del mismo día, sin que el
buque sospechoso pudiese sacar ventaja alguna. Que a esta hora se desarboló el mastelero del
juanete mayor y quedó el vuque con disminución de cinco belas, por lo que advirtió el
otorgante inmediatamente que el otro buque se aproximaba mucho. En este estado llamó a
toda la tripulación del buque, les hiso una arenga poniéndoles a la vista las obligaciones que,
como españoles, tenían de defender el pabellón e intereses que ivan a su cargo. Les hizo ver que
concideraba aquel buque por enemigo, tanto por el tesón con que les casaba, como por su
representación. Les ofreció dinero, caso que el buque se safase del convate, y todos contestaron
que morirían antes de entregarse. Contestación que le fue muy satisfactoria. Se preparó toda la
artillería y demás armas blancas que tenía dicho buque, con los fuciles y pistolas, que también
había, y quedó cada individuo preparado en el puesto que había de ocupar. No se pudo variar
de rumbo al anochecer por hallarse muy clara la noche a causa de haber empesado con luna y
estarse los buques mirando en uno al otro. Que a poco más de las dies de la misma rompió el
ynsurgente el fuego por la popa del buque del compareciente y se le contestó con dos cañones
de a doce. Y siguió el convate siempre en vela hasta la una, que habiéndose aproximado
demaciado, ya con ánimo de abordarle, tiró una descarga cerrada por la aleta de popa de
estribor, con la qual le mató un hombre y tratando de hacerle fuego por aquella parte con la
batería del mismo nombre, encontró que la gente la había abandonado, y desclabando las
escotillas se metió en la bodega y rancho, a ecepción de ocho o dies hombres que se aguantaron
en los dos cañones de popa, que no los habían abandonado hasta que el buque estaba rendido.
Sin que sus ruegos, ofrecimientos, ni amenasas pudiesen sacarlos de donde se habían
escondido. Que en esta disposición, ya sin recursos, ni determinación que tomar y gritando el
corsario por la vocina que se rindiera o se echaría a pique o, en su defecto, vendría a vordo y
quitaría la vida a todos. Efectivamente, llamó al piloto y consultando con él la cituación en que
se hallaban, determinaron arriar las gabias por falta de ninguna clase de recursos que tomar.
Posterior a esto, inmediatamente echó el enemigo un bote al agua con gente bien armada y
entró a bordo preguntando por el otorgante. Y como se hallase presente, le llebaron a su bordo
con todos los papeles del buque y luego, sucesivamente, fueron trasbordando las demás
tripulación y pasageros, saqueando por tres veces a todo individuo de toda clase hasta dejarles
casi en cueros. Al día (tachado) Que en esta misma mañana trasbordaron toda la plata que había
en el buque al corsario y, concluido, enpesaron a hacer rumbo a estas yslas, dando visita a ésta el
día dies y nueve del corriente por la mañana. Y en su tarde, a las cuatro, determinaron hecharles
en tierra. Que, efectivamente, lo verificaron con cuarenta y dos individuos, entre marineros y
pasageros. Y acavados de envarcar los votes, avistaron otra envarcación y fueron a darle casa,
dejando sus votes en tierra. Y habiendo llegado a dicho buque casado, resultó ser inglés y
trasbordaron al otorgante y resto de tripulación y pasageros que quedaban en dicho corsario a
este bergantín ynglés, quien los echó en tierra por la punta de Maspaloma, de donde se
dirigieron a esta ciudad. En este estado advirtió (tachado) dijo el otorgante, que el buque que los
apresó, según le espresaron, pertenecía al general Artigas, de Buenos Ayres, su causandante don
Juan Duter. El buque, de porte de dies y ocho cañones, que con ciento ochenta hombres

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 215
habían llegado al crucero de Cádiz. Que en la actualidad tenía ciento veinte y cinco hombres,
toda la oficialidad gastavan las insignias militares, que por su graduación los correspondía, y el
buque se llamaba el Bencedor Oriental, según el certificado que le dieron al compareciente al
tiempo de desembarcarle y conserva en su poder. Que toda la tripulación del corsario eran
americanos. Que también oyó en el mismo buque corsario que había sido habilitado en
Valtimor, donde tenía su dueño. Que el corsario se dirigía a ese mismo punto y la presa a San
Bartolomé, donde el corsario tenía otro interesado. Y para que en ninguna manera sean de
cuenta y cargo del otorgante, ni demás interesados de dicho buque El Rey Constitucional, los
daños y perjuicios que se han ocacionado y ocasionaren, aprobando y ratificando el
ofrecimiento que hizo en la hora que llegó a esta ciudad y puerto, donde se le mandó cumplir
su obsevación, a hacer esta solemne protesta, según resulta del certificado dado por mí, el
presente escribano, su fecha veinte y dos del corriente, el qual, para que en todo tiempo conste,
se inserta aquí en una foxa útil. Su tenor el siguiente (Aquí el certificado)
Por tanto, en virtud de este instrumento y del certificado presentado, protesta en toda forma
una, dos, tres veces y demás que el derecho le permite contra quien haya lugar.

Testigos: Don Antonio Martínez de Escobar, don Diego y don José Pineda, vecinos de Las Palmas.

(Inserto):
Yo el infrascripto escribano público del número de esta ysla certifico. Como habiendo sido
llamado por don Antonio Rodríguez, capitán del bergantín español nombrado Leónidas alias
(tachado) El Rey Constitucional, alias Leónidas, procedente de la ysla de La Havana, de cuyo puerto
salió el día veinte y uno de marzo último con dirección del de Cádiz. Pero habiendo sido
apresado el catorce del corriente a los treinta y seis grados, siete minutos de latitud y once de
longitud meridional de dicho Cádiz, por un vergantín de ynsurgentes, quien le hechó en las
calmas de esta ysla en el veinte del propio, con toda la tripulación y pasageros que trahía,
llebándose el referido buque con todo el cargamento e intereses. De cuya resulta se halla en las
casas de San Telmo, de la playa de esta ciudad en cuarentena, a donde llegó este día de la fecha
a las cinco de la tarde. Y habiéndome manifestado a presencia de los testigos que se expresarán,
tenía que otorgar varias protestas para lo que nececitaba algún tiempo, a fin de hacer algunos
apuntes conducentes, lo que no podía hacer en el acto, lo uno por ser ya las oraciones de este
día y estar en un parage nada cómodo; y lo otro, por estar sumamente estropeado de una tan
larga caminata como había hecho del citio donde le habían hechado los insurgentes hasta llegar
a éste que se halla. Y a fin de que no se le pasasen las veinte y cuatro horas prevenidas por ley
para hacer las referidas protestas y que por ello no le parara ningún perjuicio, me pidió a mí, el
presente escribano, lo certificase, como lo hago. Así lo dijo, otorgó, no firmó por el interdicto
de cuarentena en que se halla, siendo testigos presentes don Vicente León, subteniente de
milicias; don Domingo de Torres; y don Diego Pineda, vesinos de esta referida ciudad. Y para
que conste lo pongo por diligencia. En esta ciudad de Canaria a veinte y dos de abril de mil
ochocientos veinte y un año. Entre renglones: alias Leónidas; vale; testado; Leónidas, alias, no
vale. Firmado y rubricado: Francisco Martínez de Escobar y Domínguez, escribano público.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 2.143, fols. 245 v. - 251 v.

216 Pedro C. Quintana Andrés


-127-

Intervención arbitraria de barco


Las Palmas, 18 de abril de 1822

En la ciudad de Canaria, a diez y ocho de abril de mil ochocientos veinte y dos. Ante mí el
escribano por su magestad y testigos infraescritos, compareció don Antonio Melchor Bello,
natural de la ciudad de La Laguna, en la ysla de Tenerife, y capitán de la goleta española
nombrada La Antonia, que se halla surta y anclada por arribada en el puerto de La Luz desta
ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo que haviendo hecho viaje con la espresada su
goleta a el puerto de Matanzas, en la ysla de Cuba, con destino a la costa de África y escala a la
citada ysla de Tenerife, por los malos temporales no pudo aportar a ella y sí en esta de Canaria,
en el día ocho del presente mes. Y después de haver cumplido su quarentena, presentó en la
aduana su registro y manifiesto firmado de su puño de su cargamento, del qual, con el permiso
de la misma aduana, a hechado en tierra algunas partidas de carga y rancho, sin haverse ofrecido
la más ligera novedad, hasta el día de ayer por la tarde. Que el comandante de resguardo de esta
provincia, don Francisco Martínez, sin haver dado ciencia al compareciente, como capitán de
referido buque, se puso a bordo de él con el fin de registrar su cargamento. Y viendo le era
imposible el poderlo hacer con aquella ligereza que el apetecía, se retiró dejando a bordo cuatro
guardas. Y hoy, a puesto en tierra las velas y tripulación, dejando tan solamente dos marineros,
apoderándose, de este modo, tanto de dicho buque como de su cargamento. Sobre lo qual el
compareciente presentó escrito al señor juez de primera ynstancia para que evitase con sus
providencias semejantes gestiones, y hasta ahora no ha resuelto cosa alguna. Y en esta misma
tarde, el citado comandante del resguardo ha mandado retirar las lanchas de descarga que
havían ido en la mañana. Y para que no sean de cuenta y cargo del compareciente los daños y
perjuicios que puedan seguirse, se verifica el desembarque, mediante a que a cumplido con
entregar en la aduana el registro que se le dio cerrado por la de Matanzas, sin haver tenido en
ello intervención alguna y sí en el manifiesto que hizo del cargamento, y firmado de su puño y
letra entregó, asimismo, en esta referida aduana. Desde luego hace las más solemnes protestas
contra el expresado comandante del resguardo, sus auxiliadores, jueces y demás que hayan
intervenido e intervengan en dicho desembarque, para que todo ello sea de su cuenta y cargo.

Testigos: Don Juan Pedro Escoubet, don Miguel Bravo y Antonio Miguel Monzón, vecinos
de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pedro Tomás Ariñez. Legajo: 2.000, fols. Sin foliar.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 217
-128-
Choque de barcos en el puerto de La Luz
Las Palmas, 17 de enero de 1823

En la ciudad de Canaria, a dies y siete de enero de mil ochocientos veinte y tres, ante mí, el
escribano de su magestad constitucional, y testigos infraescritos, compareció Agustín de Armas y
Reyna, vecino del lugar de Lagaete, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo que en el día doce del
presenta mes salió del puerto de Las Nieves en el barco del tráfico San Nicolás y las Nieves, su
capitán y maestre de tierra Miguel de Armas Santa Ana, llebando en él treinta y nueve fanegas y
nueve celemines de millo; quatro fanegas de judías; y diez y seis sobreros (sic) de la fábrica de
Arucas, para conducirlo al puerto de la Aldea de San Nicolás, en esta propia ysla. A donde no
pudieron llegar por el mal tiempo, siéndoles presiso dar la buelta a la ysla y venir a dar fondo al
puerto principal de La Lus, de esta ciudad, en donde fondearon en la noche del día trese,
esperando el buen tiempo. Y ayer embarcó también el comparesiente en el mismo buque dos
quintales de pescado salado y doce sacos de lienso basto bacíos. Y estando para hacer su viaje en
el de hoy, sucede que a noche, entre las onces (sic) y doce, llegó a este referido puerto el barco
nombrado Victorioso, también del tráfico, su maestre y capitán Mateo Ramos y don Sebastián de
las Cuebas y, al tiempo de llegar inarvertidamente o por otro motivo que ignora, tocó con el otro
San Nicolás y las Nieves, que estaba fondeado, y le rompió parte de la popa, haciéndole una abería
gruesa, en dispocisión de que si el mar se altera, de nesesidad ha de ir dicho buque a pique, de lo
que se ha de seguir notables perjuicios al comparesiente. Y para poderlos repetir dónde, quándo y
contra quién viere convenir, le protesta una, dos, tres y las más veces que el derecho le permite no
sean de su cuenta y cargo los referidos perjuicios que se causen, tanto si el barco se ba a pique,
por lo que dentro de él tiene, como por las demoras en su composición y salida a su destino.

Testigos: Don Miguel Bravo, don Francisco Pérez y Miguel Calderín, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Pedro Tomás Ariñez. Legajo: 2.001, fols. Sin foliar.

-129-
Amotinamiento de pasajeros
Puerto de Arrecife, 22 de enero de 1823

En el puerto principal del Arrecife, ysla de Lanzarote, a veinte y dos de enero de mil ochocientos
veinte y tres años. Ante mí, el escribano y testigos que se designarán, parecieron don Ambrosio
Martínes, piloto de la balandra española nombrada Faborable, de que es capitán y maestre don
Antonio González Bermúdes, y don Francisco González Bermúdez, hijo y representante de

218 Pedro C. Quintana Andrés


éste, todos vecinos y residentes en este referido Puerto, a quienes doy fe conosco. Y juntos de
mancomún expresaron que, habiendo quedado embarcados el día de ayer, veinte y uno del
corriente, todos los pasageros que hasen biage en dicho buque para la ciudad de La Havana, a
execión de algunos que devían de venir a bordo con el antedicho capitán, les forsó el biento del
suroeste, no por ser violento, sino por estar fondeados en el paraje peligroso del Quebrado. Que
con este motivo largaron por la mano el chicote del calabrote de espia y se pusieron a la vela con
el viento suroeste flojo, mar llana, el cielo selajoso y siguieron al sursureste de la aguja. Y que
habiéndose asercado la noche les impidió cambiar en demanda del puerto, por cuya razón se
mantuvieron vasloventeando toda ella y les amaneció demorando la medianas de esta población,
al noroeste de la aguja, distancia como de quatro leguas desde donde se dirigieron así al frente de
este dicho puerto que al llegar a él encontraron con la lancha que llevava el calabrote y ancla de
espia, la que atracó a su costado reciviendo por ella el don Ambrosio Martínes un aviso del
capitán por el que le prevenía bolviese a tierra inmediatamente la lancha para embarcarse y venir
a bordo con el resto de los pasageros y esperar la visita de la capitanía de puerto, último requisito
que les faltava para seguir el viage a la ysla de Santiago de Cuba, para donde es su destino. Que
los comparesientes mandaron poner a bordo el calabrote y anclote que condusía la lancha, y
luego que oyó esta disposición Nicolás Trujillo, pasagero de combés, se alarmó con gritos y
voses desentonadas diciendo ¡No hirá a tierra la lancha, no se pone a bordo ni ancla ni calabrote!,
¡A Puerto de Naos!, ¡A Puerto de Naos!, con este tiempo no vamos al mar que no está bueno
para haser viage. Con cuyo escandaloso motivo principiaron a gritar tumultuariamente los demás
pasajeros, a execión de los de cámara y algunos otros señalados del combés, que estavan así a
popa repitiendo las mismas voces que el Trujillo y en términos de querer atentar contra de los
comparecientes, segundo piloto y contramaestre, que con justas razones y salidas refleciones
tratavan de apasiguarlos y redusirlos a el orden, pero todo lo despresiaron, todo fue inútil y nada
pudieron conseguir, continuando siempre en sus primeras intenciones y formando una
verdadera insurrección o levantamiento. Que en vista de esta tenasidad, alsó la vos el don
Francisco Gonzáles Bermúdes y dirigiéndose a los pasageros amotinados dijo “les protestava en
toda forma los daños y perjuicios que podían ocacionarse al buque y a la espedición, que si se
desembarcaba alguno con intención de no seguir el biaje no serían de cuenta del consignatario
don Ginés de Castro y Álvarez, ni del capitán y maestre don Antonio Gonzáles Bermúdes los
atrasos o perjuicios que reclamaran ni se les devolvería ningún falso flete”. A lo que sólo
contestaron dichos pasageros ¡A Puerto Naos queremos hir!¡No queremos seguir biaje con este
viento! Que viéndose en este conflicto, el supradicho don Ambrosio Martínes, poniéndose entre
el palo y la vanda de estribor suplicó a los pasageros guardasen silencio y le oyesen, y habiéndolo
así executado, les dijo “señores el viento que tenemos nos es favorable para (para, reiterado)
dirigirnos así a la cota de África en donde la esperiencia me tiene acreditado que allí se hace
noroeste, la seguiremos costeando, vamos enteramente libres de enemigos y les prometo
llevaremos un buen viaje”. A lo que respondieron los pasajeros amotinados “¡Que no, a Puerto
de Naos!”, oyéndose, al mismo tiempo, en medio del tumulto una voses desconocidas que
decían “hecharemos mano al timón y embiaremos el barco hasta encallarlo”. Continuando la
fermentación en tales términos que no ubo forma de hacerlos callar, ni seder de sus
pretenciones. Que en vista de esta tenasidad y resistencia, les propuso el supradicho don

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 219
Ambrosio fuera la lancha en tierra a dar parte al capitán de aquellas ocurrencias para que
determinase lo que tubiese por conveniente, ofreciéndose el contramaestre del buque, Juan
Morales, a hir en persona, dejando su muger a vordo en garantía de su pronto regreso, a lo que
tampoco accedieron los expresados pasajeros y, aunque les hicieron la misma propuesta don
Manuel Castellano, que hase de escribano en dicho buque, y Esequiel Herrera, su dispensero,
nada se pudo conseguir. Y advirtiendo el Nicolás Trujillo se había mandado poner morrón en el
tope, se encaró con el don Francisco Gonzáles preguntándole que ¿para qué era aquella seña?, y
respondiéndole se dirigía a avisar al capitán don Antonio Gonzáles Bermúdes, su padre, viniese
pronto a bordo, contestó “que eso no le gustava a él”. Y en este estado las cosas y en vista de
que los pasageros no accedían a ningunas de las propuestas que se les hacían, el espresado don
Ambrocio Martínes les reiteró y repitió las mismas protestas que les había hecho el don
Francisco Gonzáles Bermúdez a nombre de su padre y que ya que ellos lo querían así, se
dirigirían a Puerto de Naos, a lo que respondieron con gritos dichos pasageros ¡Sí señor, a Puerto
de Naos queremos hir! Y diciéndoles entonces el mencionado don Ambrosio que para haser
constar devidamente las protestas que se habían hecho firmasen el papel que las contenía,
contestó el Trujillo en tono colérico, poniendo su mano en la garganta y acionando como para
cortársela, que con esta firmaría, y en seguida gritaron los mismos pasageros ¡No se firma nada, a
Puerto de Naos! Que en vista de esta tenas resistencia y con el objeto de evitar nuevos insultos y
atropellamientos, mandó derribar el expresado don Ambrosio en demanda de Puerto de Naos,
al que llegaron a las onse y quarto del día de ayer. En esta atención, deseando haser constar
todos los hechos que dejan relacionados y no ser responsables de las pérdidas, atrasos, daños y
perjuicios que an de ocasionarse con la forsosa arribada que se han visto obligados a executar, en
la vía y forma que más haya lugar en derecho y enterados del que en este caso les compete,
otorgan que por sí y a nombre del consignatario y capitán de la referida balandra los protestan
unas, dos, tres y las veces en derecho nesesarias contra los pasageros que les obligaron y
compelieron con la fuersa ha haser dicha arribada, a cuyo fin dejan vivas y lesas y en su fuerza y
vigor todas las aciones que en este caso correspondan a dicho su capitán y consignatario para
que usen de ellas contra los expresados pasageros, dónde y cómo les combenga. Y piden a mí, el
escribano, les dé por fe y testimonio esta protesta que aseguran bajo de juramento el más
solemne no la hasen malicioso sino por los motivos que dejan relacionados. Y en comprovación
de su verdad presentan por testigos de vista y que presenciaron los hechos que van expuestos a
don Tomás James, Juan Morales, Pedro Ferrar y Esequiel Herrera, segundo piloto,
contramaestre, guardián y dispensero de la dotación de la expresada balandra; y a Ángel Casas,
José Antonio Beltrán y a don Antonio Curbelo, pasageros del mismo buque, quienes bajo de
juramento, que también hisieron según por derecho se requiere, que cuanto llevan expresado los
supradichos don Ambrosio Martínes y don Francisco Gonzáles Bermúdez en esta protesta es la
pura verdad de los hechos que le susedieron y motivaron su forsosa arribada a este Puerto de
Naos, en que se afirmaron y ratifican bajo del mismo juramento.

Testigos: Don Manuel Castellano, don Rafael Rancel y don José de Medinilla, vecinos del
Puerto de Arrecife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.932, fols. 25 r. -26 v.

220 Pedro C. Quintana Andrés


-130-
Corsarios colombianos
Teguise, 24 de mayo de 1823

En la hermita del arcángel san Rafael, extramuros de esta Villa capital, ysla de Lanzarote, una de
las Canarias, a veinte y cuatro días del mes de mayo, año de mil ochosientos veinte y tres. Ante
mí, el escribano y testigos que se designarán, pareció a esta hora de las once de la mañana el que
dijo llamarse don Antonio del Río y ser capitán, primer piloto y maestre del bergantín goleta
español nombrado La Amalia, (alias) Centinela. Y que el día dos del precente mes, por la noche,
dio a la vela del puerto de Barcelona, que se halla en la latitud norte de quarenta y un grado y
veinte y seis minutos; y en la longitud de ocho grados, veinte y ocho minutos de leste del
meridiano de Cádiz, con destino a la ciudad y puerto de Cuva, en la ysla de Santiago, del mismo
nombre, que se halla en la latitud norte de veinte grados y tres minutos; y en la longitud de
quarenta y ocho grados, sinquenta y dos minutos al oest del mismo meridiano. Y que habiendo
nabegado hasta el sávado a mediodía, dies del corriente, y hallándose inmediatos al monte de
Gibraltar, por la parte del leste, le visitaron los corsarios faluchos españoles, de los quales uno
hera guardacosta de Algesira(s) y el otro particular armado contra los franceses. Que el capitán de
uno de los expresados corsarios le advirtió que el gobierno español había declarado la guerra a la
Francia y que ya se hallavan detenidos en Algesiras tres barcos por uno de los faluchos de aquel
puerto. Que en vista de esta noticia y hallándose en calma asía ya algún tienpo y considerando
que, según el cariz, no havía señales de viento faborable para decenbocar, determinó entrar en la
baía de Gibraltar ausiliado de la palamenta y de algunas ventolinas variables, lo que
efectivamente benefició, anclando en el fondeadero de Algesiras al mediodía en siete brazas de
agua. Que habiendo continuado la calma permaneció anclado en dicho fondeadero hasta el
quince al amanecer, que habiéndose llamado y afirmado el viento al noroeste, se puso a la vela a
las diez de la mañana, siguiendo su nabegación con el mismo viento hasta el domingo diez y
ocho del precente mes al amanecer. Que hallándose en la latitud norte de treinta y un grados
veinte y nueve minutos y en la longitud de quatro grados dies y nueve minutos al oeste de Cádiz,
tiempo caliginoso, viento nordeste, gallando majeradilla del viento y del norte y llevando la proa
al sudoeste, quarta al oeste del conpaz con la intención de pasar entre la costa de África y las
Canarias, descubrió por la proa una goleta de dos gabias que seguía la vuelta del este y estava a
muy corta distancia. Y como había mucha neblina y hera aún al amanecer, hizo todas las
maniobras y diligencias necesarias a fin de livertarce del peligro de ser apresado en que se hallava,
pero a las diez de la mañana, teniendo ya a nuestro costado la referida goleta se vio en la
necesidad de rendirse, aviendo sido apresado con la vandera colonviana. Que inmediatamente
mandó el bote a bordo del buque de su mando y le llebaron al corsario con todos los demás
tripularios, a excepción de dos que dexaron a bordo de la presa tripulando ésta con gente del
mismo corsario. Que luego que llegó a bordo de éste le mando el capitán de presa tragese todos
los papeles pertenesientes al buque y carga, como son rol, patente, contraseña, conosimientos y

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 221
demás de los que se apoderó el comandante, declarando que todo era buena preza por la
bandera de Colombia. Que de aquel punto y permanesiendo a bordo de dicho corsario se
dirigieron a estas yslas, a las que llegaron el veinte, y anclaron entre ésta y la de la Graciosa,
donde nombran el Río, con el corsario y presa, despachando ésta el veinte y uno para la costa
firme y echando los marineros pricioneros en un despeñadero de esta de Lanzarote,
conservando a su bordo al comparesiente, a su segundo, al pilotín, contramaestre y paje hasta el
veinte y dos por la tarde, que los echaron en la expresada ysla de la Graciosa, que está desierta,
en la que permanecieron hasta ayer veinte y tres por la mañana en compañía de unos pescadores
que les condugeron a esta de Lanzarote y a su Villa capital, en la que les pusieron
inmediatamente en quarentena de observación en esta hermita del señor san Rafael, situada
extramuros de ella. En esta atención, deceando hacer constar los hechos que dexa relacionados y
no quedar responsable en manera alguna de las pérdidas, daños y perjuicios que han recivido los
dueños del cargamento que traía a su bordo con motivo de haver sido apresado por la goleta
colombiana, de que lleba hecha mensión, en la vía y forma que mexor lugar haya en derecho y
enterado del que en este caso le conpete, otorga que los protesta una, dos, tres y las más veces en
derecho necesarias contra el mar, vientos, cargadores, aseguradores, consignatarios, resevidores,
pagadores y demás contra quienes deva haserlo. Y pide a mí, el escribano, le dé por fe y
testimonio esta protesta, que asegura baxo de juramento hecho en devida forma, de que certifico
no la hace de malisia sino por los motivos relacionados. Y en comprovación de su verdad
presenta por testigos de vista, que presensiaron el apresamiento y demás hechos que lleva
expuestos, a don Francisco Grau, segundo piloto; a don Eloy Basalt, pilotín; y a don Juan Sintas,
contramaestre de la dotación del expresado buque, que fue de su mando, quienes baxo de
juramento, que tanbién hisieron según por derecho se rrequiere, aseguraron que quanto lleva
expuesto su capitán en esta protesta es la pura verdad de los sucesos que les han ocurrido en su
navegación, en que se afirman y ratifican vaxo el mismo juramento.

Testigos: Marco Miguel Lorenzo, Nicolás Hernández y Matías Baptista, vecinos de Teguise.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.932, fols. 229 r. - 230 v.

-131-
Corsarios colombianos (y 2)
Teguise 13 de junio de 1823

En la Villa capital de Lanzarote, una de las Canarias, a trese de junio de mil ochosientos veinte y
tres años. Ante mí, el escribano y testigos que se designarán, pareció el que dixo llamarse don
Juan Tarroella y Rexach y ser capitán, maestre y primer piloto de la polacra española nombrada
Concepción (alias) La Fama. Y que el día tres de abril del presente año salió de la ciudad de La
Havana cargado de asúcar, café y palo de canpeche con destino al de Barcelona y escala en

222 Pedro C. Quintana Andrés


puertos del Mediterráneo. Y que habiendo navegado con vientos variables del primero al
tercero quadrante, hallándose ya en la latitud norte de treinta y sinco grados y treinta y siete
minutos; y longitud de un grado y veinte y tres minutos al oeste del meridiano de Cádiz, el día
primero del presente mes de junio, a cosa de la seis o siete de la mañana, fue apresado por una
goleta colombiana baxo cuyo tiro de cañón havían amanesido. Que inmediatamente mandó el
corsario el bote a bordo de la polacra. Y dexando en ella dos marineros de su dotación y
tripulándola con gente de su bordo, se llevaron los de demás al del expresado corsario,
recogiéndoles la patente, rol, contraseña, conosimientos, ynstrumentos de navegación y aú(n) el
diario de vitácora, declarando todo buena presa por la vadera de Colombia. Que desde aquel
punto se dirigieron a estas yslas con la presa. Y habiendo llegado a la de la Graciosa el ocho por
la mañana, les hecharon en tierra en ella con solo la ropa que traían puesta y siguieron con su
navegación. Que habiendo encontrado en aquella ysla desierta unos pescadores les condugeron
en el mismo día a esta de Lanzarote por la caleta que llaman de Famara. Y habiendo llegado a
esta Villa capital se les puso en quarentena de obcervación en la hermita que disen del señor san
Rafael, en donde han permanesido hasta este día en que se les ha admitido a libre
comunicación. Por tanto, deseando hacer constar los hechos que deja relacionados y no quedar
responsable en manera alguna de las pérdidas, daños y perjuicios que han recivido los dueños
del buque y cargamento que traía a su bordo, en la vía y forma que mexor lugar haya en
derecho y enterado del que en este caso le compete, otorga que los protesta una, dos, tres y las
veses en derecho nesesarias contra el mar, viento, cargadores, aseguradores, consignatarios,
resevidores, pagadores y demás contra quienes deva haserlo y pide a mí, el escribano, le dé por
fe y testimonio esta protesta, que asegura baxo el juramento hecho en debida forma, de que
certifico no la hase de malisia, sino por los motivos relacionados. Y en comprovación de su
verdad presenta por testigos de vista, que presensiaron el apresamiento y demás hechos que
lleba expuestos, a don Assido Maig, segundo piloto; don Tomás María Lloret, pilotín; y José
Matarro, marinero de la dotación de la misma polacra, que fue de su mando, quienes baxo de
juramento, que tanbién hisieron, según por derecho se rrequiere, aseguraron que quanto lleva
expuesto su capitán en esta protesta es la pura verdad de los (hechos, tachado) sucesos que les
han ocurrido en su navegación, en que se afirman y ratifican baxo el mismo juramento.

Testigos: Marcos Lorenzo, Rafael de Saavedra y Miguel de León, vecinos de Teguise.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.932, fols. 247 r. - 248 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 223
-132-
Protesta violenta de pasajeros
Las Palmas, 30 de diciembre de 1823

En la ciudad Real de Las Palmas de Gran Canaria, a treinta de diciembre de mil ochosientos
veinte y tres, comparesió ante mí, el escribano público del número y de la subdelegasión de
marina en esta ysla, y testigos, que se espresarán, don Justo María de Sustacha, capitán que dijo
ser del bergantín español nombrado Doña Josefa, prosedente de Gijón, con destino al puerto de
San Cristóval de la Havana, en la ysla de Quvas, su cargamento vinagre, barriles de tierra de
pintura y otros efectos. Y me expresó que el día quinse, lunes, al día dies y seis, martes, del
presente mes de diciembre, a las ocho de su mañana se descubrió una agua muy considerable,
que obligó a todos los indibiduos de la tripulación y pasageros a dar a la bomba sin dejarla de la
mano. Que el dies y seis al dies y siete, miércoles, al medio día, quedaron con todo aparejo largo
en calma, mar contrastada del norueste, pero siempre siguiendo la misma agua. Que reconosida
por la sondalesa, aumentaba por ora ocho purgadas, hallándose en el lactitud de treinta y un
grado y dies y nueve minutos y norte (tachado); y en la longitud del meridiano de Cádis, onse
grados y seis minutos oeste. Que con esta nobedad los pasageros don Antonio Casal; don Juan
Días Pedregal y su esposa; don Manuel Méndes; don Matías Suáres Prieto; y otros varios, se
opusieron a que se siguiese el viaje, obligando a dicho capitán a que arribase a estas yslas. Que el
dies y ocho, viernes, a las dies de la mañana se ha visto la tierra y se reconosió ser esta ysla de
Canaria, donde fondearon a las cinco de la tarde. Que el domingo veinte y uno se resibió a
bordo la visita de suficiencia y reconosimiento del agua que hasía el buque, por dispoción (sic)
del capitán de puerto de esta ysla. Y hecho dicho reconosimiento por el maestro mayor de
calafate, con un reloz en la mano, manifestó que no hera agua para haber hecho arribada, pues
podía haberse seguido el viaje sin quidado alguno y, mucho menos, había nesesidad de
descargar el buque ni repararlo. Lo que resistieron los pasageros hasta poner al comparesiente
en la presición de fasilitar todo lo nesesario para verificar la descarga del buque, lo que aún no
se ha verificado a causa de los vientos frescos y mar gruesa, que continuamente a susedido,
como todo más específicamente resulta del cuaderno de vitácora que conserva. Y de que son
testigos el segundo piloto y contramaestre, don Justo Bautista de Sustacha; el tersero piloto, don
Graviel de Ygareda; y don Marcelino Morán; los marineros Francisco Morán, Manuel Castro,
Miguel Rodrígues y los mozos Marcelo de Aldecoa, Francisco Arismendi y Teodoro Cañedo. Y
a efectos de que ahora ni en ningún tiempo se le pueda acusar de sospechosa su arribada, ni
sean de su cuenta y cargo los daños y perjuicios que por rasón de ella se hayan ocasionado y
puedan ocasionar al cargamento y al mismo buque, desde luego, protesta una, dos, tres y las
más veses que el derecho le permite contra quien haya lugar.

Testigos: No figuran

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.114, fols.421 v. - 422 v.

224 Pedro C. Quintana Andrés


-133-
Asalto de barca y abandono de tripulación
Las Palmas, 21 de mayo de 1824

En esta ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a las dos de la tarde de este día
veinte y uno de mayo de mil ochocientos veinte y quatro años. Compareció don Agustín
Bofill, capitán y patrono de la barca llamada San Antonio (que se halla en unión de su
tripulación degregado en la casilla inmediata a la portada del varrio de Triana), de cuyo
conocimiento no puedo certificar, pero se me insinuó por algunas personas ser el subsodicho.
Y dixo que el exponente fue apresado con su barca y once personas por un bergantín
ynsurgente llamado El Vencedor, compuesto de quince piezas de cañón y setenta y cinco
hombres de tripulación, en la latitud de treinta y cinco grados, y sinquenta y cinco minutos de
longitud del meridiano de Cádiz. Que venían para esta referida ysla de Canaria, llevándose un
muchacho de dicha tripulación, echando a todos los demás en una de las playas de esta
enunciada ysla. Llevándose, también, el nominado buque y su cargamento. Que para que no
sean de su cuenta y cargo los daños y perjuicios que se le han causado a el dueño y cargadores
de la enunciada barca, me manifestó protestaba contra quien hubiese lugar y del capitán del
bergantín ynsurgente El Vencedor, una, dos, tres y las demás veces que el derecho le franquea.

Testigos: No se registran

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Oramas y Rojas. Legajo: 2.091, fols.176 v. -177 r.

-134-
Asalto de insurgentes
Puerto de Arrecife, 20 de septiembre de 1824

En el puerto principal del Arrecife, ysla de Lanzarote, a veinte días del mes de septiembre, año
de mil ochosientos y veinte y cuatro. Ante mí, el escrivano público y testigos que se designarán,
pareció presente don José Ojeda, vecino de la ciudad de Sevilla, en la Península, y capitán del
lugre español nombrado Santísima Trinidad, procedente de Cádiz. Y dijo que el día tres del
corriente ha salido con dicho buque del puerto de la ciudad de Cádiz con destino a estas yslas y
con carga de tavaco, javón, aceite y otros varios artículos y efectos, siguiendo la navegación.
Pero, también, el día cuatro del corriente, siguiendo dicha navegación, sobre el medio día,
abistaron varios barcos y entre ellos un bergantín y una goleta, que asiendo bela sobre su buque
a conocido y conoció toda la tripulación ser corsarios ynsurgentes, a pesar de que éstos largaron

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 225
bandera española. Y a poco tiempo han aprisonado dicho lugre conduciéndolo con toda su
carga y al compareciente, tripulación y demás a la ysleta de La Graciosa, ynmediata ha esta ysla
de Lanzarote, donde fondearon los tres buques. Trasbordaron a la espresada goleta toda la
carga que conducía el lugre, dejando en él, por inútil para los ynsurgentes, tan sólo tres millares
de ladrillos y parte de una porción de loza que conducía perteneciente a don Felipe Hernández,
vecino de la plaza de Santa Cruz de Tenerife (y al otorgante, tachado) Puesto en este estado, el
compareciente a puros ruegos ha podido conseguir le dejasen el buque, asiéndose a la bela el
domingo doze del corriente los ynsurgentes, dejándole el capitán del bergantín un papel que
acredita el apresamiento de dicho lugre, que eccivió en este acto y a buelto a recoger. El trece
desaparecieron de la vista los buques ynsurgentes, a vista de lo cual el otorgante se dirigió con
su buque a este puerto del Arrecife, en el que ha hecho la cuarentena de observación que se le
ha señalado por la Junta de Sanidad, de la que ha salido en el día de hayer. Por lo cual, y para
que en ningún tiempo pueda acérsele cargo, ni eccijir responsabilidad por la aprención que se le
hizo, carga de su buque y pérdida de aquélla para sus dueños he interesados, en la mejor forma,
vía y manera que más haya lugar por derecho otorga que protesta una, dos, tres veces y las
demás que se requieran legalmente por sí y a nombre de los dueños e interesados en el
espresado cargamento y espedición que todos los daños, perjuicios, atrasos, menoscabos,
pérdidas y demás que se ha seguido y siguieren por la aprención que se le ha hecho de su buque
sean de cuenta y cargo de quien alla lugar.

Testigos: Don Juan del Castillo, Ignacio Hernández y Francisco Hernández, vecinos del
Puerto de Arrecife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Domingo Cancio. Legajo: 2.952, fols. 178 v. -179 v.

-135-
Incumplimiento de contrato de transporte
Las Palmas, 15 de marzo de 1825

En esta ciudad de Canaria, a quince de marzo de mil ochocientos veinte y cinco años, ante
mí, el escribano público abajo firmado, y testigos que se nominarán, comparecieron don
Agustín Martín y Diego Barrera, el primero de la ysla de Fuertebentura, en el pueblo de la
Anpuyenta, y el segundo de la villa y puerto de Santa Cruz de Santiago, en la de Tenerife,
según me lo manifestaron. Y digeron que hallándose los otorgantes en el puerto referido, con
destino a hacer viage a la de Fuerteventura y Lanzarote en el bergantín-goleta nombrado San
Antonio, su patrón Antonio Soco, que lo es de la villa de Gáldar en esta de Canaria, trataron
con éste de que los condugesen con su cargamento, concistente del primero de varios
muebles, que resultan de la guía que al intento se le franqueó en la referida ysla de Tenerife, y
se encuentra en el cofre que también embarcó y se halla a bordo del referido buque; y del

226 Pedro C. Quintana Andrés


segundo ocho pipas de bino y un quintal de fruta seca, a la referidas yslas de Fuerteventura y
Lanzarote, con escala en esta de Canaria por veinte y quatro horas. En efecto, berificado el
contrato y puéstose a bordo todo lo que va referido, se hicieron a la bela el doce del corriente
a las ocho de la noche y llegaron a esta rada el trece, como a las nuebe de la mañana. Y a
pesar de haverme concluido el término señalado para hacerse a la bela y seguir su destino, el
maestre Antonio Soco les ha entretenido por manera, que contándose ya de intermedio dos
días cabales no le fue posible conbencerle a continuar su viage, y lo que es más, que en la
tarde de este día, ocultamente y sin contar con los comparecientes, se ha hecho a la bela y
hecho viage para el puerto de Melenara con el fin, según dice, de embarcar porción de papas
de particulares, llebando a su bordo el referido cargamento. Cuya conducta les ha sido muy
estraña y, tanto más, cuanto que cuando se hablaba del viage afirmaba que por esta misma
tarde se continuaba. Y eso en las ocaciones que podía ser abido, por obcerbar se andaba
ocultando. Por cuya gestión se les ha causado indecibles perjuicios y, con especialidad, al don
Diego Barrera, no sólo por el detrimento y alteración que puede tomar los caldos que se
hallan a bordo, sí también porque, teniendo ya tratadas dos pipas de bino a quarenta y cinco
pesos cada una con don José Navarro, de este vecindario, perdió esta venta y aún, quizá, el de
demás que le queda. En esta virtud y para que no sean de cuenta y cargo de los otorgantes los
perjuicios y menoscabos que resulten por una tal arbitrariedad y sí del citado maestre y su
buque, protestan una, dos, tres y las veces que requiere del derecho contra quien corresponda.

Testigos: Don Agustín de Silva, don Francisco Betancurt Morales y José Benítez Oramas,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez de Escobar. Legajo: 2.146, fols.50 v. - 51 v.

-136-
Desidia en la ejecución de servicio
Puerto de Arrecife, 16 de junio de 1825

En este puerto principal del Arrecife, ysla de Lanzarote, a dies y seis de junio de mil
ochosientos veinte y cinco años. Ante mí, el escrivano de su magestad y testigos que se
designarán, pareció don Francisco Yrribaralte, de Lagarde, sobrecargo del bergantín ― goleta
americano nombrado Morgiana, a quien doy fe conozco. Y dijo que el día once de enero
próximo pasado salió de este puerto para el de Santa Cruz de Tenerife dejando encargado del
buque y cargamento a don Justo María de Sustacha, su capitán, quien, lejos de cumplir con su
dever, entregó las llabes de la bodega al contramaestre y se vino en tierra, abandonando
enteramente el cuidado del espresado bergantín-goleta y el celo del cargamento que se hallava
a su bordo, sin acordarse de las obligaciones en que se hallava constituido. Viviendo en tierra
sin atender a otra cosa que al casamiento que, parese, tiene contratado, de suerte que no ha

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 227
buelto a bordo en los cinco meces y medio que hacen ya salió del buque. En esta atención,
conciderando el compareciente no hallarse en la obligación de pagar sus sueldos o mesadas al
indicado don Justo María de Sustacha en los cinco meses y medio que abandonó el barco
dejándolo a disposición del contramaestre y marineros, a quienes poco o nada interesa su
concervación. En la vía y forma que mejor lugar haya en derecho otorga que protesta una,
dos, tres y las más veses que sea necesarias contra el espresado don Justo María de Sustacha,
que los sueldos que intente cobrar en los espresados cinco y medio meses que ha
permanecido en tierra sin atender al celo y cuidado del buque y cargamento que se hallava a
su cargo no sean de cuenta del comparesiente, por considerar al sitado don Justo no ser
acredor a ellos por los justos motivos que dexo relacionados.

Testigos: Don Rafael María Rancel, Marcos Miguel Lorenzo y Manuel Cabrera Granado,
vecinos de Arrecife y Teguise.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.933, fol. 261 r. - v.

-137-
Litigio por apresamiento de carga
Teguise, 19 de junio de 1825

En la Villa de Lanzarote a dies y nuebe de junio de mil ochosientos veinte y cinco años. Ante
mí, el escrivano de su magestad y testigos que se designarán, pareció don Domingo Martinón,
vecino y del comercio del Puerto de Arrecife, a quien doy fe conozco. Y dixo que en carta
particular de veinte y seis de mayo próximo pasado encargó a don Juan Cope, que lo es de la
plaza de Santa Cruz de Tenerife, para que le representase en el asunto de la bombarda
francesa Honorine que, traendo algunos géneros a la consignación del compareciente, fue
apresada y robada por un corsario perteneciente a la república de Colombia, nombrado María
Ysabela, el día cuatro del referido mes de mayo. Y para que el espresado don Juan Cope se
halle legítimamente autorizado para promover las defensas que sea oportunas en dicho
asunto, hasta que se declare no hallarse el comparesiente en la obligación de cargar de barrilla
el espresado buque, como lo hubiera hecho en el caso de que los géneros remitidos a su
consignación en dicha bombarda por los señores Barry de Ervieu, Hijo y Compañía de Marcella
hubieran llegado a sus manos. En la vía y forma que mexor lugar haya en derecho, enterado
del que en este caso le compete y aprovando y ratificando todo cuanto haya pedido y
practicado en dicho asunto el espresado don Juan Cope, su encargado, otorga que le da y
confiere su poder anplio, espesial y tan bastante cuanto por derecho se rrequiere y es
nesesario para que a su nombre y representando su propia persona, derechos y acciones
actibe y continúe las diligencias que haya principiado relativas a dicho asunto.

228 Pedro C. Quintana Andrés


Testigos: Marcos Miguel Lorenzo, Manuel Cabrera Granado y Joaquín Hernández, vecinos
del Puerto de Arrecife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.933, fols. 275 v. -276 r.

-138-
Traslado marítimo y poder para recuperar hija
Puerto de Arrecife, 18 de diciembre de 1825

En este puerto principal del Arrecife, ysla de Lanzarote, a diez y ocho de diciembre de mil
ochocientos veinte y cinco años. Ante mí, el escrivano de su magestad y testigos que se
designarán, pareció don Manuel Ramos, teniente retirado del cuerpo de artillería y agregado al
estado mayor de la Puebla de Sanabria, en Castilla la Vieja, residente en este dicho Puerto, a
quien doy fe conosco. Y dijo que en la noche anterior de su salida (para la Península, tachado)
de la plaza de Santa Cruz para la Península, se fugó de su casa una hija propia, llamada doña
María, sin que hubiese adquirido la más ligera noticia del parage en que se había ocultado. Y
siéndole preciso embarcarse en aquel momento no le fue posible practicar diligencia alguna
para su descubrimiento. Pero habiendo tenido noticia, posteriormente, de la casa en que se
ocultó y deseando se separe de ella a la indicada su hija y remita inmediatamente a esta ysla, en
la que se vio en la necesidad de quedar y no seguir viage a la Península a causa de habérsele
agravado la enfermedad de que adolece. En la vía y forma que mejor lugar haya en derecho y
enterado del que en este caso le compete, otorga que da y confiere su poder amplio, especial y
tan bastante cuanto por derecho se requiere y es necesario a don José Saavedra y a don
Francisco García, sargento primero de dicho real cuerpo de artillería, vecinos de la plaza de
Santa Cruz de Tenerife, para los dos juntos y a cada uno in solidum para que a su nombre y
representando su misma persona, derechos y acciones recojan a la indicada su hija de
cualquier casa o parage en que se halle, con toda la ropa de su uso y demás que hubiere
llevado consigo la noche que se fugó y sea perteneciente al otorgante y la remitan por primero
barco a esta ysla a fin de conservarla y tenerla bajo su amparo y protección como es debido.

Testigos: Teniente Pedro Barceló, don Juan Cabrera Laroche y don Rafael Rancel, vecinos del
Puerto de Arrecife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.933, fols. 549 v. -550 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 229
-139-
Insubordinación y castigo
Puerto de Arrecife, 28 de noviembre de 1826

En este puerto principal del Arrecife, ysla de Lanzarote, una de las Canarias, en veinte y ocho de
noviembre de mil ochocientos veinte y seis años. Ante mí, el escribano del rey nuestro señor y
testigos que se designarán, pareció el que por medio de don Antonio Morales, que sirve de
intérprete, dijo llamarse Alejandro Mitchell y ser capitán del bergantín ynglés Dove, que se halla
fondeado dentro de barras en el Puerto de Naos, de esta referida ysla. Y que el veinte y tres del
corriente, por la mañana, llamó la gente para regar y lavar la cubierta, con cuyo motivo el
contramaestre mandó a James Cowen, marinero de la dotación del mismo buque, fuese a
guindar el agua, pero éste lejos de cumplir con su obligación, sacaba maliciosamente cada dos o
tres minutos un solo valde, mandando al muchacho o page de cámara echase el valde al mar.
Que a las nueve, antes del mediodía, llamó la gente para pintar el barco; y a las nueve y media el
James Cowen subió a la cubierta embriagado, sobre la cual se puso a orinar. Que habiéndose
dirigido a la proa le preguntó le dijere la razón o motivo por qué lo hacía y su contestación fue
que no hallaba otro puesto. Que viendo el estado de embriaguez en que se hallaba le mandó se
recogiese bajo de cubierta, a lo que le contestó que bajo de cubierta se hallaba y estaría mientras
el barco estubiese en puerto, resistiéndose a bajar al rancho y no queriendo travajar. Que en la
noche del veinte y cuatro, habiendo ido en tierra, trajo a bordo licores sin conocimiento de su
capitán; se fue al rancho; y juró que le quitaría la vida antes de que fuese en tierra el
compareciente. Que en vista de una conducta tan estraviada y de unas amenazas que podía
llevar a efecto, atendido el estado de embriaguez a que acostumbraba reducirse, se quejó al
capitán de puerto, quien le condujo a la casa del comandante militar que, enterado de estos
escesos, mandó soldados que condujesen a tierra a James Cowen y lo llevasen arrestado al
castillo de San José, en donde aún permanece. Que con el objeto de evitar las conceqüencias
que pueden sobrevenir en su navegación, ha dispuesto que el referido Cowen sea llevado a
Ynglaterra en la goleta ynglesa Betrey, capitán Eason, para que allí sea jusgado y castigado
conforme a las leyes, por hallarse también fondeado dicho buque en este mismo Puerto de
Naos. En esta atención, deseando hacer constar los hechos que deja relacionados y no hallarse
en la obligación de pagarle las mesadas desde el momento que faltó a su obligación y al respeto
que debía tener a su capitán, en la vía y forma que mejor lugar haya en derecho, otorga que
protesta una, dos, tres y las más veces que sean necesarias contra el espresado James Cowen
que los gastos, daños, perjuicios, intereces o menoscavos que puedan ocacionárceles y recibir,
por los motivos que deja relacionado, sean de cuenta y cargo del espresado Cowen y demás que
por otro haya lugar, a cuyo fin deja vivas, ilesas y en su fuerza y vigor todas las acciones que en
este caso le competan para usar de ellas contra quién, dónde, cómo y cuándo le convengan. Y
en comprovación de su verdad presentó por testigos de vista y que han presenciado los hechos
que deja espuestos a David Anderson, a Guillermo Me. Anley y a John Odgers, quienes por

230 Pedro C. Quintana Andrés


medio del mismo intérprete, espresaron ser el primero piloto y los segundos marineros de la
dotación del mismo bergantín. Y bajo juramento que hizieron, según por derecho se requiere,
aseguraron que cuanto lleva espuesto su capitán en esta protesta es cierto y verdadero, como
también la desovediencia, desacatos y falta de cumplimiento a su obligación del indicado James
Cowen, en lo que se afirman y ratifican.

Testigos: Don Juan Cabrera Larroche, don Rafael Rancel y don Bartolomé Morales, vecinos
del Puerto de Arrecife.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Matías Rancel. Legajo: 2.934, fols. 367 v. - 368 v.

-140-
Hurto de vino enviado a Gibraltar
Las Palmas, 24 de setiembre de 1827

En la ciudad Real de Las Palmas, isla de Gran Canaria, a veinte y quatro de setiembre de mil
ochocientos veinte y siete años. Ante mí, el escribano de su magestad (que Dios guarde), y
testigos, que se expresarán, compareció personalmente don Manuel Morera, vecino de esta
referida ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que en el año próximo parado de mil
ochocientos veinte y seis, embarcó en esta ysla treinta pipas de bino, que a razón de quarenta y
cinco pesos fuertes cada una, compró a don Diego Manly, de este vecindario y comercio, y
llebó a la bahía de Gibraltar, en la goleta ynglesa nombrada La Vella Josefina, su capitán
Fortunato Maygui. Lo que salió de este puerto el trece de julio del mismo año y llegó a aquella
plaza el once de agosto siguiente. Cuyas treinta pipas de bino le corresponden prácticamente
por haverlas contratado y comprado para sí bajo las condiciones que contiene la factura de
venta, de que le proveyó el don Diego Manly, y obra el conocimiento de su embarque en poder
de don Juan Silvera, de este propio vecindario, recidente hoy en aquella plaza de Gibraltar. Que
de esta partida de bino que tenía a bordo del qudre―marin o lugre ynglés nombrado La Joben
Eliza, y siendo su guardián Antonio Sastre, mahonez de nacimiento, extrageron
clandestinamente los señor Blount y Compañía, del comercio de aquella plaza, el día veinte y seis
de septiembre del propio año, veinte y ocho pipas, en ocación que el otorgante se hallaba
ausente en Algeciras, a donde había pasado a asuntos propios. Que regresado a dicha plaza de
Gibraltar, aunque sabedor de una tal gestión, no pudo haser reclama alguna por tener que
restituirme inmediatamente a esta ysla a asuntos de mayor interés, que con absoluta precición le
llamaban. Y por ello, dejó concignado y expresados documentos al citado Sirvera, para que lo
hiciese a su nombre ante la autoridad competente, repitiendo no solo el valor principal del vino,
sino también por sus fletes, daños, perjuicios y menoscabos que se le habían irrogado por un tal
abuso en contrabención de las leyes de la materia y trato de gente. Cuya reclamación no pudo
en aquel entonces poner en práctica el recitado Sirbera por falta de recursos. Pero que

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 231
conociendo el compareciente que aún quando los tubiese no podría, tal vez, verificarlo sin
hallarse conpetentemente autorizado para ello. Por tanto y a dicho fin, por el presente y su
tenor otorga que da y confiere todo su amplio y bastante poder, el que de derecho se requiere y
es necesario en fabor de rememorado Juan Silvera, expecialmente para que a nombre del
otorgante y representando a su propia persona, derechos y acciones pueda repetir y repita
contra los expresados señores Blount y Compañía las referidas veinte y ocho pipas de bino y sus
fletes, con más los daños, perjuicios y menoscabos que por una tal gestión se le han inferido.

Testigos: Don Diego Pineda, don José Benítez Oramas y don Felipe Pérez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco María Pineda. Legajo: 2.074, fols. 140 v. 142 r.

-141-
Naufragio y socorro a colonos irlandeses
Las Palmas, 8 de octubre de 1827

En la ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a ocho de octubre de mil ochocientos
veinte y siete años. Compareció ante mí, el escribano público, y testigos don Francisco
Manuel Olivera, caballero de la real orden militar de Cristo, cónsul general de Portugal en
estas yslas por su magestad fidelísima, al que doy fe que le conozco. Y dijo que habiendo
llegado a esta ysla trescientos cincuenta pasageros yrlandeses que conducía para el Río Janeyro
la fragata ynglesa nombrada Elisa, que naufragó en la costa de África, se le presentó en Santa
Cruz de Tenerife, lugar de sus residencia, tres agentes encargados de la espedición,
acompañados del cónsul de su magestad británica en estas yslas, a suplicarle en nombre de su
magestad ymperial que les socorriese, pues en circunstancias tales ordenan las leyes se les
preste todo auxilio. Que después de tener hecho todas las averiguaciones necesarias sobre
este asunto, en fuerza de su deber, como encargado por su gobierno, de prestar toda
protección en este país a los súbditos de su magestad ymperial que se viesen desgraciados y
haber tenido la conferencia debida sobre esta comisión con el cónsul de su magestad británica
y haberle asegurado, por sus oficios, de que la espedición no pertenecía a el gobierno ynglés, y
sí a el de su magestad ymperial, como colonos ya de este imperio. En estas tristes
circunstancias, tomó la deliberación de pasar a esta ysla para poderles prestar por cuenta del
gobierno de su magestad ymperial un pronto socorro, sacando para este fin sobre el
excelentísimo embaxador del mismo augusto señor en la corte de Londres la cantidad de
quinientas libras esterlinas, que ha entregado al antecitado cónsul general de su magestad
británica para poderlos mantener, ya para evitar que súbditos de su magestad ymperial y
dedicados a su ymperial servicio no fuesen víctimas de la hambre, y ya para evitar, igualmente,
por este medio cualquier acontecimiento funesto que pudiese cometer este crecido número
de hombres infelices que, obligados de la miseria, pudiesen atentar en este pequeños país.

232 Pedro C. Quintana Andrés


Estas circunstancias le obligaron a prestar por cuenta del gobierno de su magestad ymperial el
espresado socorro, en el concepto de pertenecerle la espedición. Mas, si por el contrario así
no fuese, para que en todo tiempo le sea reintegrada la cantidad prestada para el socorro,
desde luego, protesta una, dos, tres y las más veces que el derecho le permite, no sea de
cuenta y cargo de su magestad ymperial, ni del compareciente y sí el gobierno de su magestad
británica o persona a quien corresponda la precitada espedición.

Testigos: Don Francisco Quesada, don Esteban de Santa Ana y José Santos Mederos, vecinos
de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.118, fol. 298 r. -v.

-142-
Naufragio y socorro a colonos irlandeses (y 2)
Las Palmas, 8 de octubre de 1827

En la ciudad de Canaria, a diez y ocho de diciembre de mil ochocientos veinte y siete.


Compareció ante mí, el escribano público, y testigos don Francisco Manuel Olivera, caballero
de la real orden militar de Cristo, cónsul general de Portugal de estas yslas por su magestad
fidelísima, al que doy fe que le conozco. Y dijo que habiendo llegado a este puerto de La Luz
la fragata ynglesa Reward, destinada para tomar los yrlandeses que se hallan en esta ysla y
conducirlos a Río Janeyro, según disposición de la caballero gobernador (tachado) comisión del
gobierno del Brasil. El compareciente, en desempeño de su encargo, inmediatamente recogió
dichos yrlandeses y puso a bordo de dicha fragata desde la tarde del diez y siete del corriente,
dando orden a su capitán Roddam para que al momento se diese a la vela y siguiese a su
destino. Mas observando el compareciente que son las cinco de la tarde del presente día y aún
subsiste el buque anclado en dicho puerto, sin que su capitán le haya dado aviso del motivo
de tal demora. Con obgeto, pues, de que no sean de su cuenta y cargo los perjuicios que se
puedan causar en la detención de la salida de la espresada fragata, desde luego protesta una,
dos y las más veces que el derecho le permite contra el precitado capitán y demás interesados
en el buque, para que cualquier atraso o menoscabos que por omisión de aquél se causen sean
de su cuenta y cargo, y no se atribuya en ningún tiempo al compareciente descuido o
negligencia en el exacto desempeño de su deber, como así se lo ha hecho saber por medio del
caballero cónsul de su magestad británica, que actualmente reside en esta ciudad.

Testigos: Don Francisco Quesada, don Pedro Hernández y José Santos Mederos, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Hernández. Legajo: 2.118, fols. 351 v. -352 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 233
-143-
Carga en malas condiciones por falta de estiba
Las Palmas, 31 de agosto de 1829

En la ciudad de Canaria a treinta y uno de agosto de mil ochocientos veinte y nueve, ante mí el
escribano abajo firmado, compareció don Diego Manly, de nación ynglesa y vecino de esta
ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y dixo que el veinte y tres del corriente llegó a esta rada
con viaje desde Londres el barco goleta llamado Success, su capitán don Alexandro Hutchinson,
consignado al comparesiente. Pero sucede que viniendo parte del cargamento a su vordo
correspondiente al otorgante, cuando se hechó en tierra el veinte y nueve del mismo mes se
hecho de ver (tachado) notó al tiempo del registro en la Real Aduana, que un fardo marcado con
D.M. número uno, que contenía secenta piezas de mucelinas asules; otro con la misma marca,
número siete, con cuarenta piezas de lienzo de algodón y treinta piezas de olanes blanco; veinte
de negros; diez de la misma especie, encarnado; treinta y ocho docenas de pañuelos de
mucelina; y ocho piezas de listados oscuros. Un cajón con la misma marca, número doce, que
contiene veinte y tres docenas de tigeras; doce doncenas de puntillas; igual número de nabajas
de varba; cinco gruesas de dedales; quince docenas de despaviladeras; tres docenas de platitos
para ellas; veinte y un millares de abujas; nueve docenas de bandejas charoladas; un cartón con
muestras de puntillas; otro con muestras de tigeras; y otro con muestras de ansuelos. Todos
ellos, o la mayor parte, estaban averiados por falta de estibo a bordo del citado buque, según y
en los términos que el otorgante lo obcervó, lo mismo que los marineros que practicaron el
desembarque de los mencionados efectos. En cuyas circunstancias, cierto y sabedor de su
derecho y del que en este caso le compete, otorga que protesta una, dos, tres y las más veces
que el derecho le permite contra el citado capitán de dicho buque o contra quien haya lugar
todos los daños y perjuicios que se le han irrogado en sus efectos por falta del estibo
competente, que debía haberse hecho en el referido buque en precausión de dichos perjuicios.

Testigos: No se recogen.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Oramas y Rojas. Legajo: 2.096, fols. 260 v. -261 v.

-144-
Alijo de tabaco
Las Palmas, 6 de febrero de 1830

En la ciudad de Canaria, a seis de febrero de mil ochosientos treinta, ante mí el abajo firmado,
escribano público del número de esta ysla y testigos que se expresarán, comparecieron el

234 Pedro C. Quintana Andrés


señor don Salbador de Terradas, legado de reales rentas de esta ysla por su magestad, estando
en las casas de su habitación; doña Inés Aciego de Belsa, muger legítima de don Agripino
Belsa, aucente, por quien esta autorisadad, según carta poder que me expresó obraba original
en diligencia, que ha promovido en la Yntendencia de esta provincia don Sebastián Díaz,
escribano de reales rentas de este partido; Juan Ximénes; Brígida de León, reprecentante de su
difunto marido; Miguel Mernand; y Juan Rosales, dependientes del resguardo e interesados en
el comiso de doscientos ocho barriles de tabaco aprehendidos en veinte y quatro de
noviembre del año pasado de mil ochosientos veinte y nuebe a bordo del barco del tráfico
nombrado La Paloma. Y José de Santa Ana, vecino de esta ciudad, de donde los demás,
interesado también, como delator que fue de aquel fraude, según manifiesta el subsodicho, y a
los que doy fe que conosco. Y juntos, de mancomún, con renunciación de la leyes y
privilegios de este caso, digeron que dan y confieren todo su poder, amplio y sin limitación en
aquel por derecho se requiera y sea necesario en fabor de don Lázaro Guirola, comandante de
dicho resguardo, especialmente para que perciba en esta tesorería, a nombre de todos los
comparecientes, la cantidad que les corresponde y han mandado abonar por dicho respecto.

Testigos: Don Pedro Hernández, don Agustín Antonio Marrero y José Benítez y Oramas,
vecinos de Las Palmas,

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.255, fols. 76 v. -77 v.

-145-
Acuerdo de fletamento para Cuba
Las Palmas, 26 de febrero de 1830

En Canaria a veinte y seis de febrero de mil ochocientos treinta y seis (tachado), ante mí, el
escribano público del número de esta ysla abajo firmado, y testigos que se espresarán,
comparesieron de la una parte don José (tachado) Antonio José Colomar, natural y vecino de
Yvisa, dueño y capitán de la polacra-goleta nombrada San Juan, surta y anclada en el puerto de
La Luz, de esta ysla; y de la otra, don Vicente Toledo, de esta vecindad, a los cuales doy fe que
conosco. Y dixeron que, habiendo el primero deliberado pasar desde este dicho puerto al de
San Cristóval de la Havana con el expresado su buque, se ha convenido con el segundo para
que, en calidad de cargador y principal fletador, llebarlo a aquel punto, guardando parte a parte
los capítulos y condiciones siguientes:
1ª. Primera: que es de cuenta y cargo del expresado capitán el poner su buque listo y
habilitado para emprehender su viaje a dicho puerto de La Havana, pues aunque se hará
escala por la ciudad de Mantaza(s), ésta deberá ser de tres días de permanencia y no más. En
el seguro consepto que si por culpa del que habla resultare algunos más de detención, le
pagará al don Vicente Toledo todos y cada uno de los perjuicios que se le irroguen, sin más

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 235
justificación que su juramento. Y si, por el contrario, fuese voluntad del citado cargador bien
descargar allí o, de otra manera, por su propio interés estarse en el citado puerto de
Matanza(s), en ese caso cesará toda la responsabilidad que lleba constituida.
2ª. Segunda: que el don Vicente Toledo, atendiendo a que el citado buque, en la actualidad,
se halla habilitado en el puerto, esperando únicamente por la habilitación que le ha de hacer,
se obliga y, por de presente, lo queda, a que en el presiso término de cuarenta días, contados
desde esta fecha, ha de tener pronta la carga y a su vordo. Pues no sucediendo así, le dará y
pagará al capitán seis duros diarios, según el convenio que han tenido, e ínterin subsista por
culpa suya en esta rada.
3ª Tercera: que el capitán de la polacra fleta el buque por entero al don Vicente Toledo, en
cantidad de mil y cien pesos fuertes, que le ha de dar y pagar luego que se descargue dicho
buque en el puerto de su destino, y tan luego de como pasen quince días. Con la calidad
indispensable que tan sólo reserva del buque tres camarotes y en la bodega el puesto
suficiente para colocar tres cargas carrales. Siendo de su cuenta equipar de lo oportuno para el
rancho de la marinería. Y si por un acontesimiento inesperado dejace de reintegrarle allí la
cantidad citada, lo verificará en esta ysla al otorgante o al que le represente.
4ª. Cuarta: que el don Vicente Toledo es dueño absoluto del buque para cargarlo, bien en
víveres o pasageros, siendo de su cuenta el mantener a éstos equipando el buque de suficiente
rancho y la aguada oportuna, según la costumbre que arregla las espediciones para América.
5ª. Quinta: que si por descuido del capitán su buque se barare, tendrá y se obliga a
conducir y poner a su costa toda la carga en el puerto de su destino. Lo mismo que si por
falta de rancho tubiere tubieren (sic) que hacer alguna arribada. El don Vicente Toledo se
obliga a pagar todos los gastos que se originen del nuevo rancho y los de entrada y salida.
Cuyas condiciones cada uno por lo que así toca, se obligan a cumplirlas de parta a parte las
condiciones incertas (tachado) quedando aquí por repetidas, sin que sea necesario
mandamiento de interpelación, citasión ni otra diligencia alguna, pues el tanto de esta
escritura y las justificaciones oportunas deberán ser suficientes para el cumplimiento de todo.

Testigos: Don Francisco Ruiz de Medina, don José Burlando y Miguel Calderín vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Nicolás Oramas y Rojas. Legajo: 2.096, fols. 44 r. - 45 v.

-146-
Contrato de abastecimiento de sal para barco de pesca
Las Palmas, 5 de enero de 1831

En la ciudad de Canaria, a sinco de enero de mil ochocientos treinta y uno. Ante mí, el abajo
firmado escribano público de número de esta ysla, y testigos que se expresarán compareció

236 Pedro C. Quintana Andrés


Salbador Ruano, vecino de la villa de Agüimes, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que
por la presente y su tenor, se constituye obligado de dar a don Vicente Toledo, de esta
vecindad, toda la sall que necesite para el consumo del barco de su pertenencia nombrado La
Encarnación, en los términos y condiciones siguientes:
Que la sal que ha de entregar al don Vicente Toledo o a su mandador, a su nombre, ha de ser
al precio de seis reales plata fanega. Buena, limpia y de recibir, según la que ha precentado y que
demostrará al referido mandador para que sea igual. Abonándole cada viage ocho caíces de sal.
Que no faltará por pretesto alguno a darle la sal necesaria para cada safra, pues en el caso
de no cumplirlo así serán de su cuenta y cargo los perjuicios que sufra.
Que, en el caso de que la expresada sall suba a otros precio y se benda por las casas del
conde de Vega Grande y de don Antonio de la Rocha de las salinas que éstos poseen, tendrá
el otorgante dársela a Toledo un real menos, como lo hace de precente.
Que qualquier demora que sufra el buque de Toledo, si cuando su mandador y tripulación
baya a tomar la sall, no esté pronta y molida, este perjuicio los sufrirá el otorgante.
Que la sal que le ha demostrado a don Vicente Toledo para continuar dándosela ha de ser
de la misma calidad que la que le ha precentado. Y ha sido reconocida por los facultativos
Gerónimo Espiquilla y Domingo Quevedo, los quales, en caso de alguna duda o diferencia en
ella, la habrán de decidir. Para lo cual y para maior sertesa de este contrato, queda en poder
del presente escribano un poco de igual calidad de sall, para que, custodiada, se benga en todo
tiempo en conocimiento de qualquiera resultado que ocurra.
Que a don Vicente Toledo será responsable a entregar de cada safra el dinero importe de
la sall, quanto se expenda el pescado, es decir, que tomada la sall, de vuelta de su viage y
bendido aquél, está en la obligación de su pagamento.
A todo lo qual se constituye obligado y responsable, lo que cumplirá bien y llanamente y sin que
sea necesario mandamiento de interpelación, citación ni otra diligencia alguna, aunque de derecho
se requiera, más que el tanto de la precente, por la qual otorga formal contrato executibo.

Testigos: Don Rafael Tejera, don Pedro Hernández y José Benítez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.253, fol. 3 v. -4 v.

-147-
Contrato para construcción de un bergantín-goleta
Las Palmas, 19 de octubre de 1831

En esta ciudad de Canaria, a diez y nueve de octubre de mil ochocientos treinta y uno. Ante
mí, el abajo firmado escribano público de número de esta ysla, y testigos que se expresarán
comparecieron de la una parte don Joaquín Apolinario y de la otra Antonio Talabera, ambos
de esta matrícula y vecinos, a los que doy fe que conosco. Y dijo el primero que ha deliberado

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 237
hacer un buque de bergantín-goleta y para ello ha contratado con el segundo, como maestro
capaz para ello, bajo las condiciones siguientes:
Primera: que el buque ha de contener sesenta y dos quartas de quilla; veinte y quatro cuartas y
media de manga; nueve quartas de puntal, en la escotilla mayor; esloro, el más que se le pueda
dar. El cual deberá ser construido a su boluntad, pues las piezas que no le acomoden, aunque se
hayan colocado por el maestro en su citio, se quitarán y pondrán otras a su satisfación.
Segunda; que también le ha de fabricar dos lanchas para el mismo buque.
Y por éste y aquéllas le ha de entregar el otorgante a el Talabera setecientos pesos
corrientes, que así lo han contratado, pero con la precisa e indispensable cualidad de que el
Antonio Talabera ha de poner, por su parte, toda la alboladura que necesite para
bergantín―goleta; estopa; brea, calafate; hechura de cámara. Y la alboladura a de ser a gusto
de Apolinario, de pino de la tierra, lo mismo que las vigotas que van en las cadenas, como
todo lo demás que sea necesario y se le haiga de menester, hasta que el buque salga al mar y
quede a salvo, pues sólo es de cuenta del otorgante la clabasón, pernería, cadenage,
governadura y demás hierros que se necesiten, como también el arqueo, como, así mismo,
será de su cuenta la maniobra, marineros y sintas para andar con los parales el día del bote. Y
también es de su cargo madera, clabasón para las dos lanchas, estopa, brea y calafate. Cuyo
barco y lanchas se lo ha de dar concluido el día primero de junio del año que viene de mil
ochocientos treinta y dos. Entregándole el resto hasta los setecientos pesos, por tenerle ya
dados quinientos cincuenta y tres, cinco reales plata, cinco quartos.

Testigos: Don Esteban de Santa Ana, don Pedro Hernández y José Benítez Oramas, vecinos
de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.253, fol. 588 r. -589 r.

-148-
Rescate de mercancías
Las Palmas, 22 de noviembre de 1833

En la ciudad de Canaria, a veinte y dos de noviembre de mil ochocientos treinta y tres. Ante mí,
el escribano público de número de esta ysla abajo firmado, y testigos que se espresarán,
compareció presente don José Aveyllé, de nación francesa y vecino de esta ciudad, de cuyo
conocimiento certifico. Y dijo que da y confiere todo su poder, el que de derecho sea necesario,
a don Teófilo Turnie, que lo es de la ciudad de Brest, en Francia, especialmente para que en
nombre del exponente y representando su propia persona pueda presentarse ante las autoridades
que compela a reclamar el cargamento propio del compareciente que le fue robado de su
bergantín nombrado La Eudoxia, que se halla surto en este puerto de La Luz. Y transbordado a
un buque desconocido y del que en la actualidad ha tenido noticia, y por lo mismo sabe se halla

238 Pedro C. Quintana Andrés


en el puerto de Buenos Aires y su nombre es el General Rondau, al mando del capitán David Mils.
Y que el espresado cargamento fue puesto a bordo de una goleta, cuyo nombre ignora, y
remitido a la ysla de La Margarita en el año de mil ochocientos veinte. A cuyo fin practique
cuantas diligencias sean necesarias a conseguir la realisación de lo que se propone en la
antecedente especialidad, haciendo para ello pedimentos, requerimientos, juramentos y protestas.

Testigos: Don Julián Navarro, don Pedro Hernández y Antonio Sicilia, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Pineda. Legajo: 2.248, fols. 117 v. - 118 v.

-149-
Rechazo carga de buque
Las Palmas, 23 de julio de 1835

En la ciudad de Canaria, a veinte y tres de julio de nueve de agosto de mil ochocientos treinta y
cinco. Comparecieron ante mí, el abajo firmado escribano público, y testigos que se espresarán,
don Andrés Torrens y don Luis Navarro, vecinos y del comercio de esta ciudad, a los cuales doy
de que les conosco. Y juntos, de mancomún, con espresa renunciación que hicieron de las leyes
de la mancomunidad, digeron que hallándose el don Andrés, en el mes de marzo último, en el
ciudad de Nueva York dio orden a don Pablo Juaquín Figueira, de aquel comercio, para que
enviase a estas yslas, así que se presentase ocación, por la Madera o directamente por cuenta de
los esponentes veinte cajas de azúcar de La Habana, seis de ellas del blanco y catorce del
quebrado, con más trescientas piezas de nanquín azul de la Yndia, de diez yardas cada pieza. Que
habiendo recibido por el bergantín americano nombrado Montano, su capitán Guillermo Gray,
que procedente de Nueva York, son su escala en La Madera, ha aportado a esta rada el diez y
ocho del corriente, una carta apertoria de referido Figueira en la que les anuncia haber puesto a
bordo de dicho buque para los comparecientes treinta y cinco cajas de azúcar quebrado y seis
cajas con cuatrocientas ochenta piezas de nanquín azul, cuyas calidades ignoran. Persuadidos,
pues, los esponentes tanto por no venir los efectos conforme a su pedido, como por haber leído
una carta orden que el referido Figueira escribió al mismo capitán Grey en que le faculta para
que pudiese espender por cuenta de aquél las mencionadas treinta y cinco cajas de azúcar en la
ysla de La Madera, con tal que obtubiese el beneficio de un quince por ciento sobre el principal y
gastos. Que los relacionados efectos no fueron embarcados directamente para los esponentes,
como lo demuestra el conocimiento que el mismo capitán les ha demostrado, en el cual no se
espresa la persona a quién debiesen ser entregados los referidos efectos, pues únicamente dice se
entregarán a orden. Por todas estas razones no han querido hacerse cargo de ellos por su cuenta,
egecutándolo por la del don Pablo Juaquín, y solamente por su obsequio y consideración,
dándole de ello en primera oportunidad el correspondiente aviso. Mas, para salvar
oportunamente toda responsabilidad y evitar cualquier cargo que quiera hacérseles, a fin de que

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 239
siempre conste y sea visto que su ánimo nunca ha sido ni será hacerse cargo por su cuenta de
dicho cargamento y que, aunque disponen su desembarco y depósito en la Real Aduana, es y
será lo mismo que los derechos que allí causen y demás costos y gastos que se originen de la del
don Pablo, su dueño. En la vía y forma que más haya lugar en derecho y cerciorados del que les
compete, otorgan que protestan una, dos, tres veces y las demás por derecho necesarias, que
todo lo que hagan y dispongan respecto del indicado cargamento lo egecutan en el referido
concepto y sólo por obviar los funestos resultados y consecuencias, que de lo contrario puedan
sobrevenir y que, por lo mismo, no debe pasarles el más leve detrimento

Testigos: Don Salvador Torres, don Francisco Rodríguez Anselmo y Ángel Francisco,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.191, fols. 246 v. - 247 v.

-150-
Acuerdo entre propietarios de barco de pesca
Las Palmas, 21 de agosto de 1836

En esta ciudad de Canaria a veinte y uno de agosto de mil ochocientos treinta y seis, ante mí, el
abajo firmado escribano público de su magestad, del número de esta ysla, y testigos que se
espresarán, parecieron presentes don Manuel Cabrera y Ramírez y Antonio González, vecinos
de esta dicha ciudad, a los que doy fe que conosco. Dijeron que han construido de por mitad un
barco del tráfico de la costa de pesquería, aparejado de bergantín-goleta, titulado Nuestra Señora de
la Soledad, el que, botado al mar desde el astillero en que se construyó, está próximo a seguir su
viage para dicho destino, listo, equipado y de todo lo demás necesario. Y satisfecho cada
partícipe lo que legítimamente le ha correspondido hasta el estado de poder el citado buque
executar la espedición proyectada, como que en el día de mañana la deberá verificar. Y como
este buque ha de ser manejando en sus respectibas safras por cada cual de los otorgantes, en el
tiempo que les toque, desde luego, y para la mayor claridad, han conbenido de mutua
conformidad en lo siguiente:
Lo primero: que cada interesado será obligado a safarlo en la safra que le toque o corresponda
de todo lo que sea necesario, práctica y costumbre para emprender su viage. Principiando la
primera el Antonio González, como patrón y maestre del espresado buque. Y concluida, ternará
en la que subsiga el don Manuel Cabrera y Ramíres, en los propios términos que su compañero,
sin alterar ni innobar cosa alguna, exepto en los precios de los granos para el fornecimiento de
gofio y viscocho, que éstos deberán ser a los mismos que corra entre los interesados en buques
de igual clase y tráfico. En la inteligencia que cualquier pérdida que pueda originarse sufrirán de
por mitad las que puedan causarse, como verdaderos compañeros.
Lo segundo: en cuanto a los vendedores, el don Manuel Cabrera y Ramírez sólo elige a

240 Pedro C. Quintana Andrés


Francisco Jáismes; y el Antonio González, los demás que sean necesarios y en los puntos para
la espedición del pescado. En la inteligencia, que el que no cumpla al tiempo de dar las
cuentas de cada viage, desde luego, quedaron de este encargo sin esepción alguna y los
comparecientes sin obligación a cubrir cualquier quiebra que contra aquéllos resulte.
Lo tercero: que por lo respectivo al apresto del buque, como es cabullería, motones, herrages
y demás composiciones para seguir su viage, quedan a cargo del maestro González, para que en
la safra que toque safarlo Cabrera le pase aquel su cuenta y pague el importe de ella.
Y lo cuarto: que cada interesado no queda obligado a venderse de parte a parte la mitad del
espresado buque, pues serán amplios en hacerlo a quien les acomode y paresca.
Bajo cuyos pactos y condiciones quedan combenidas en seguir esta compañía La que cada
interesado cumplirá inviolablemente sin faltar a ella en manera alguna, pena que el que tal
hiciere será obligado a resarcir los daños y perjuicios que puedan originarse, pagándolos de su
propio peculio y costas que sobre ello puedan originarse.

Testigos: Don José Lorenzo Díaz, vecino de Arucas, don José Anselmo Rodríguez y José
Sánchez, ambos vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Agustín de Silva. Legajo: 2.105, fol. 228 v. -230 r.

-151-
Embarque y desembarque de pasaje para América
Las Palmas, 22 de octubre de 1836

En esta ciudad Real de Las Palmas, ysla de Gran Canaria, a beinte y dos de octubre de mil
ochocientos treinta y seis, ante mí, el abajo firmado escribano público del número de esta ysla,
de marina de ella, y testigos que se expresarán, compareció don Gerónimo Navarro, capitán y
dueño, en parte, del bergantín-goleta español nombrado El Laberinto, y vecino de esta ciudad, al
que doy fe que conosco. Y dijo que en quince del corriente hizo el embarque de todos los
pasageros que tenía contratados para conducirlos a Matanza(s) y ciudad de San Cristóval de la
Havana, en la ysla de Cuba, en el citado su buque. Y estando ya safo para hacer su viage en el
indicado día, se dio a la bela, pero habiéndole sobrevenido una fuerte calma en el propio día,
por su tarde, le fue preciso volber a fondear a poco rato en el mismo puerto de La Luz, de
donde había salido sin haber adelantado nada. Que al siguiente día se volbió a hacer a la vela y
tubo que fondear el buque por frente del muelle que se está construyendo en esta rada, lo que
dio motivo a ello la propia calma del día anterior. En donde se ha mantenido por habérsele
precentado biento contrario para el viage. Por cuyos acontesimientos y esperando que de un
momento a otro se mejorase el tiempo, no permitió el decembargue de pasageros hasta los
sinco días que, por causa de las grandes llubias que sufrieron, reclamaron los pasageros
altamente el que los decembarcase. Lo que les permitió con la cualidad de que corría de cuenta

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 241
de ellos el decembargue y reenbargue y que no se aucentaran de esta ciudad porque a la primera
variación de biento faborable se hacía a la bela y el que no estubiese pronto para enbarcarse
tubiera entendido que él no era responsable de devolber a ninguno ningún flete. Lo mismo a
los que se arrepintieran o por sus descuidos dejasen de embarcarse. Llegado que fuese el día del
biento faborable, lo que se lo anunciaría con cañonazos de a bordo del buque, para que al
segundo día se embarcasen todos. Que habiéndose precentado ya el biento faborable, le
anunciado el viage, dando en este día abiso por medio de dos tiros de cañón a las ocho de la
mañana, otros dos a las doce y otros dos a las cuatro de la tarde. Y para que en ningún tiempo,
por arrepentimiento u omición de algún pasagero que se quiera quedar, se le pueda reclamar los
fletes que han pagado, protesta una, dos, tres y las más beces que el derecho le permite para que
no se le haga responsable la devolución de fletes, mediante a que a bordo se han quedado la
mayor parte de los pasageros, a los que no les ha faltado el porte a que se ha constituido el
otorgante, obligado de pasarles lo mismo que si hubieran estado de viage y el propio que
hubiera dado a los decembarcados si no lo hubieran executado. Y para que así conste y hacerlo
precente al señor subdelegado de marina en esta ysla, me pide le dé dos testimonios de ésta.

Testigos: Don José Molina, don Luis Falcón y don Agustín Antonio Marrero, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.258, fols. 503 v. - 504 v.

-152-
Problemas de embarque y
traslado para expedición a Uruguay
Las Palmas, 25 de mayo de 1838

En Canaria a veinte y cinco de mayo de mil ochocientos treinta y ocho, ante mí, el escribano
público, y testigos de este instrumento, don José Mendosa Saavedra, vecino de esta ciudad y de
la matrícula de marina de esta ysla. Dijo que por contrata particular celebrada en veinte y dos de
julio del año próximo pasado entre don Mariano Chiafino y don Juan Francisco Coulomb, el
primero vecino de la ciudad de México y el segundo de nación Francia, recidentes en ésta, se
obligaron mutuamente aquéllos a que, como dueños de una expedición marítima proyectada
para conducir pasageros de esta provincia a la ciudad de Montevideo, pondrían en estas yslas el
buque, que había de ser una fragata de primera clace, de cuatrocientas a cuatrocientas cincuenta
toneladas, en el mes de setiembre u octubre próximo, del mismo año, para que saliese sin falta la
expedición para su destino en nobiembre siguiente. Que el compareciente desde aquella misma
fecha quedaba obligado a dar cuantos pasos fuese suceptibles en todas las yslas y sus pueblos, sin
perder momento, a fin de proporcionar el número de seiscientos pasageros, cuyas cualidades,
fletamentos y demás requicitos se habrían de arreglar por una institución particular que,
efectivamente se le comunicó por el don Mariano Chiafino, y tiene fecha primero de agosto de

242 Pedro C. Quintana Andrés


aquel propio año. Que, además, se comprometiese el otorgante durante el tiempo que se
ocupase en la reunión de pasageros, tanto a no contratar con otros expedicionarios a ninguna
persona, cuanto a no decistir por ningún motivo de su encargo, por el cual, contratado como
oficial de a bordo, se le señalaban por la reunión de pasageros treinta pesos fuertes en cada mes,
empezando a correr la asignación desde primero del mismo mes de agosto. Y, además, un cinco
por ciento sobre el ingreso de fletamento de pasageros que reuniese. Y, últimamente, que si no
tubiese efecto la expedición sería sin perjuicio de los sueldos debengados, que deberían cesar con
abiso de los expedicionarios. Que por lo tanto, en desempeño de las facultades y contrata de
factor o sobrecargo de la expedición, comenzó a buscar y contratar pasageros, así en ésta como
en las demás yslas, transportándose de su cuenta y riesgo a ellas, habiendo reunido porción
considerable sin que biese la prometida llegada del buque expedicionario en el mes de octubre, ni
noviembre, hasta que se pasaron cinco y medio meces, más el término prefixado, puesto que
arribó a este puerto e ysla el día diez y seis de abril del precente año. Ya concideró quebrantada la
primera condición de la contrata pero, con todo y recabando los perjuicios que se le comcusaban
a seguir desde que pasó el plazo, no por ello dejó de obcervar las condiciones de no contratar
con ninguna otra expedición, como pudiera haberlo hecho, perdiendo las proporciones
ventajosas que se le precentaron. Se mantuvo pacivo para hacer uso de su derecho a la
reclamación, cuando llegase la oportunidad de precentarse los dos expedicionarios Chiafino y
Coulomb en esta ysla, pero el defecto de cumplimiento de parte de aquéllos ha recrecido a tal
estremo que han puesto en el estrecho al concurrente de separase por nececidad del seguimiento
en su encargo de la expedición, ya porque siendo matriculado en otorgante y español, el buque
en que debió hacerse la expedición de Montevideo había de ser de propiedad de español y bajo
la vandera nacional, cualidad necesaria sobre que giró la contrata, y siendo de la fransesa le está
prohivido, como individuo de la matrícula, embarcarse en extranjero para exercer el destino de
oficial de a bordo. Ya que siendo precisa condición que el buque había de ser una fragata, es un
bergantín, y su porte quatrocientas a quatrocientes cincuenta toneladas, el que debe salir para la
expedición sólo tendrá doscientas o, a lo más, doscientas cincuenta toneladas. Por lo qual, es
visto que se le han faltado a las condiciones más esenciales, causándole los daños y perjuicios de
haber perdido por cumplir con la contrata a que se ligó, la bentaja de haber hecho expedición
lucrativa, como corresponde a sus intereses y oficio. Y por la falta de capacidad del buque la
pérdida de los intereses que pudiera reportar a cinco por ciento en los fletamentos de seiscientos
pasageros, con otros particulares más que, por evitar la difusión omite y a su devido tiempo
deducirá la virtud, pues de las causas expuestas la ha hecho precente a don Mariano Chiafino y
su consorcio, Coulomb, su deliberación de separase del mandato o comición a que se le había
obligado por la falta de aquellos contratantes. Sobre lo cual han intermediado de ambas partes
contestaciones escritas que concerva, negándose a darle por relevado de su obligación, de seguir
el viage expedicionario a Montevideo y ambos le ha reclamado los sueldos devengados en el
cumplimiento de su encargo, como es justificable. No le han contestado, lo que es ya una prueva
de su negativa. Y para redimir las vejaciones que se le puedan irrogar y evitar la responsabilidad
que podría sobrevenirle de no hacer una cincera manifestación de las causas que le han movido e
impulsado a evadirse de su obligación, que jusga conforme a las leyes consulares y a la infracción
de las condiciones cometidas por los expedicionarios, rota y quebrantada. Y sin que sea visto que

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 243
su ánimo haya sido nunca arrepentirse de los pactos que ha celebrado, sino interviniesen las
causas graves y expuestas, otorga que protesta una, dos, tres veces y las demás por derecho
necesarias que no le pace el más leve perjuicio la contrata que desde ahora reclama como nula y
quebrantada por los dueños y expedicionarios.

Testigos: Don Juan Camejo, José Álvarez y José Benítez Oramas, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Cabrera. Legajo: 2.181, fols. 159 r. - 161 r.

-153-
Incidentes en el transporte de animales
Las Palmas, 18 de febrero de 1839

En la ciudad de Canaria, a diez y ocho de febrero de mil ochocientos treinta y nueve. A esta hora
de las tres de la tarde compareció ante mí, el abajo firmado el escribano público, y testigos que se
espresarán don Roque González, vecino del puerto de Arrecife, en la ylas de Lanzarote, de cuyo
conocimiento certifico. Y dijo que como capitán de la goleta de cabotaje nombrada La Vencedora,
puso a bordo de ella, como parte de cargamento en dicho puerto, veinte y dos camellos y cien
fanegas de cebada enzacadas, propias de don Julián Gómes de Tejada, vecino y del comercio del
referido puerto, para entregar a don Bernardo Forstall, en el puerto de Santa Cruz de Tenerife,
donde debía rendir su viaje el citado buque. Que el esponente emprendió su viaje saliendo del
citado puerto del Arrecife a las dos de la tarde del sábado diez y seis del corriente, con rumbo al
referido Santa Cruz, continuando con el mismo toda la noche del sábado. Hasta que, cosa de las
ocho de la mañana del día de ayer, domingo, se presentó un tiempo de nurueste del todo
contrario a poder cojer ninguno de los puertos de la isla de Tenerife, como que después de los
mayores esfuerzo y dilijencias durante todo el día consiguieron llegar sobre esta Ysleta, a cosa de
las cinco de la tarde, desde donde tumbaron o hicieron rumbo hacia dicha ysla de Tenerife.
Llegando sobre Anaga, desde cuyo punto tubieron que arribar a este puerto de La Luz a causa
de haber aumentado en demacía el citado tiempo de norueste, que continúa con la misma
violencia sin permitir su salida. Mas, como a pesar del gran cuidado y trabajo que se ha tenido
con dichos camellos, con el continuo y tosco balance del buque por la gran marejada, se
estropearán sin ser posible evitarlo, pudiendo ser esto causa de que alguno de ellos se desgracie,
al paso que, por haberse acabado dos zacas orchilleras de paja que para su manutención le
entregó el don Julián Gómez, ha tenido que echar mano de las cien fanegas de cebada para
alimentarles y no esponerles a perecer de ambre. Lo que habrá, por lo mismo, de continuar hasta
el rendimiento del viaje a Santa Cruz, a fin de evitar, oportunamente, toda reclama o imputación
siniestra que sobre el particular quieran hacerse al compareciente y acreditar, en su caso, que no
ha estado en su mano el evitar dicha arribada a este puerto, ni los perjuicios que con ella puedan
irrogarse al dueño de los citados camellos y grano, ha conciderado oportuno hacer la presente

244 Pedro C. Quintana Andrés


protesta relacionando todo lo acaecido para que aparesca en todos tiempo la verdad. Y
poniéndolo en ejecución en la vía y forma que más haya lugar en derecho y cerciorado del que
en este caso le compete, otorga que protesta una, dos, tres veces y las demás por derecho
necesarias que no sean de su cuenta y cargo los perjuicios que puedan irrogarse a cualquier
personas de las que conducen intereses en el citado buque por razón de la indicada arribada, por
no haber estado en su facultades y poder el evitarlo.

Testigos: Félix Suárez, Juan Jiménez y Francisco Socorro, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.193, fol. 23 v. 24 v.

-154-
Desparecido en el mar y herencia
Las Palmas, 12 de febrero de 1840

En Canaria, a doce de febrero de mil ochocientos cuarenta, comparecieron ante mí, el abajo
firmado escribano público, y testigos que se espresarán, don Juan, don Vicente y doña María de
Quintana, viuda de don José Hernández, vecinos de Arucas, a los cuales doy fe que les
conosco. Dijeron que hallándose en la ysla de Cuba don Antonio de Quintana, hermano de los
comparecientes y tratando de regresar a ésta, se embarcó en el buque de don Juan Truller el año
pasado de mil ochocientos treinta y dos, sin que hasta el día se haya tenido noticia alguna del
paradero de dicho buque, siendo opinión jeneral de que el citado buque o sozobró o fue
apresado por piratas que, para no ser descubiertos, le echaron a pique con toda la tripulación y
oficialidad. Y como el espresado hermano hubiese dejado en la citada ysla de Cuba varios
intereses, que los comparecientes tratan de percibir como lejítimos herederos y representantes
de aquél, no siéndoles posible pasar allí a practicar las dilijencias necesarias para hacer efectiva la
cobranza, han hablado con don Juan Nepomuceno Déniz, de esta vecindad, para que
haciéndose cargo del negocio, pase a la referida ysla de Cuba, condusca los poderes y
documentos necesarios y de allí todos los pasos conducentes hasta realizar el cobro, en lo cual
se ha convenido. Habiéndole señalado los otorgantes, en remuneración de su ajencia y trabajo,
la cuarta parte líquida de todas las cantidades de maravedís y demás efectos e intereses
correspondientes a la herencia que entren en poder de don Manuel Consolación González,
encargado de la recaudación, después de deducirse la porción de don N. Leal, tenedor en el día
de dicho intereses, exija y deba corresponderle por su tenencia y custodia. Y, asimismo,
cualquiera otra cantidad que sea indispensable desembolsar para conseguir que este consigne al
don Manuel los citados intereses o su valor, en término que la cuarta parte señalada al don Juan
Nepomuceno Déniz, se entiende del líquido que resulte en poder del mismo Consolación para
remitir a los comparecientes. Habiéndose, asimismo, de deducir del importe total de los
intereses que perciba el Consolación todos los gastos que se ocacionen en el caso de tener que

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 245
entablar algunos litigios o practicar cuales quiera clase de dilijencias judiciales o que otorgar
algunos documentos para la total realización de la misma herencia. Después de cuyas
deducciones se sacará para el don Juan dicha cuarta parte, siendo de cuenta de éste los costos
de su viaje, de su permanencia en la citada ysla de Cuba en todo el tiempo que contemple
necesario para activar y realizar dicha cobranza y los derechos de las dilijencias que se han
practicado en esta ysla y lleva en su poder para acreditar la personalidad de los otorgantes y el
derecho que obstentan a la percepción de la herencia. Siendo, asimismo, de cuenta del propio
don Juan satisfacer del importe de su cuarta parte al don Manuel Consolación la cantidad que a
éste corresponde y deba percibir como apoderado, en recompensa a su trabajo. Advirtiéndose
que el premio que sea indispensable dar por las letras de cambio que desde allí se jiren para
poder los otorgantes percibir el metálico en esta ysla dichos intereses, lo mismo que el abono
que pueda hacérseles en su negociación, ya sea en esta provincia o en cualquier otro punto, han
de ceder en pro y en contra de los otorgantes, sin tener que responder ni convenir en cosa
alguna de ello la cuarta parte correspondiente al don Juan Nepomuceno Déniz.

Testigos: Matías Flores, vecino de la villa de Guía, don Francisco Martín y José Hernández
González, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.194, fol. 36 v. - 38 r.

-155-
Retención de carga a causa de libelo
Las Palmas, 12 de febrero de 1840

En la ciudad de Canaria, a nueve de marzo de mil ochocientos cuarenta, a esta hora de las nueve
de la mañana, ante mí, el escribano público abajo firmado, y testigos que se espresarán, don
Federico y doña Jeorjiana Manly, viuda ésta de don Samuel Bishop, de este comercio y vecindad,
a los cuales doy fe que les conosco. Y dijeron que en carta fecha nueve de septiembre del año
próximo pasado, pidieron a don José Bishop, vecino y del comercio de la ciudad de Londres, les
remitiera varios efectos resultantes de la nota que al intento le acompañaron. Que con fecha
cuatro de noviembre contestó el don José Bishop manifestando sería atendido el indicado
pedido, avisando en otra carta del veinte y uno del propio mes estar embarcando dichos efecto
en el buque español nombrado Los dos hermanos, su capitán Julián Hechivarría. Participando,
también, en otras dos cartas, de tres y cuatro de diciembre, hallarse ya a bordo del propio buque
los referidos efectos a cargo del mismo capitán para entregarlos en Canaria. Y en otra carta, de
siete de enero, les avisa hallarse dicho buque en el puerto de aquella ciudad, por no haber
querido su capitán darse a la vela esperando carga de otras personas y, al mismo tiempo, les dice
saldría de aquella fecha en una semana. Que en otras cartas que han recibido en la tarde del día
de ayer del indicado don José Bishop, fechas veinte y dos y veinte y cuatro de enero, tres y

246 Pedro C. Quintana Andrés


cuatro de febrero, por mano de los señores Lebrun y Davidson, del comercio de Santa Cruz de
Tenerife, en el buque de este país nombrado La Tambora, su patrón Antonio Ruiz, que llegó en
el propio día de ayer, se les comunica por el Bishop haber determinado dirijir los mencionados
efectos a los señores Lebrun y Davidson con orden de no entregarlos a los esponentes a
consecuencia del libelo infamatorio dado a la prensa contra el don Federico por don Policarpo
Pérez. Que había llegado a sus manos con carta del mismo autor, en que le decía “don Federico
Manly desde el fallecimiento de su padre trató de formar una riqueza de un modo u otro, aunque
su opinión padeciese porque (a) los pocos días de aquella desgracia conferenció con un heredero
de hacer una realización en creseres y formar una quiebra, la que fue desechada totalmente. Esta
quiebra hubiera redundado en perjuicio de usted, que era el principal acredor (sic)”. Que en la
citada carta de tres de febrero les remite el espresado don José Bishop su cuenta corriente,
cargándoles en el ella el valor de los objetos pedidos, importantes mil trescientos noventa y una
libra esterlinas, ocho shilines y seis peniques. Y no habiendo justos motivos para que el
susodicho se haya retraído de consignarles los efectos, como lo había ofrecido y tenía dispuesto,
irrogándoles con semejante procedimiento perjuicios de la mayor concideración y trascendencia,
así en los tratos que tiene hechos, relativamente a dicha negociación, como en su crédito por la
publicidad de este hecho, se ven en la necesidad de hacer sobre ello la oportuna protesta. Y
poniéndolo en ejecución en la vía y forma que más haya lugar en derecho y cerciorados del que
es este caso les compete, otorgan que protestan una, dos, tres veces y las demás en derecho
necesarias contra don José Bishop y demás que haya lugar.

Testigos: Don Cayetano Inglot, don Fortunato de la Cueva y don José Romero, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.194, fol. 54 v. - 55 v.

-156-
Sospecha de contrabando de tabaco cubano
Las Palmas, 1 de marzo de 1840

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a las ocho de la mañana de hoy, primero de marzo
de mil ochocientos cuarenta. Ante mí, el abajo firmado escribano público del número de esta
ysla, y testigos que se espresarán, compareció don Juan Apolinario, vecino de esta ciudad y
capitán del bergantín-goleta español nombrado La Magdalena, de cuyo conocimiento certifico. Y
dijo haber arribado a este puerto principal de La Luz del de la ciudad de San Cristóval de la
Havana, a las cuatro de la madrugada del día de ayer, veinte y nueve de febrero. Que entre ocho
y nueve de su mañana se le pasó la vicita sanitaria. Que en seguida pasaron a bordo los
dependientes del Resguardo Nacional y a las tres de la tarde se le dio aviso de que el comandante
del referido Resguardo le esperaba porque tenía que ir a bordo del buque con él. Que, en efecto,
se presentó y pasando a bordo con la demás tropa de caravineros, hisieron éstos por disposición

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 247
de aquél escrupuloso registro en todo el buque y sacaron de él, poniéndole en tierra y Aduana
Nacional, ciento doce cajoncillos de tabaco torcido; veinte y un barril y veinte y seis vultos de
tabaco de polvo; y otras frioleras. Que esta gestión fue practicada, como queda dicho, pocas
horas después de haberse verificado la visita sanitaria y que apenas se había dado lugar a
presentarse a sus respectivo juezes, como era de su obligación. Sin haberse aún cumplido el
plazo en que se debiera hacer su manifiesto para que, en su virtud, los interesados en la carga
pudiesen y se depachasen las ojas de alijo. Pero que sin ellas se puso en tierra el tabaco
encontrado y como parte de él corresponde, según ha de resultar del mismo registro, a
particulares y el resto era de tránsito para Gibraltar, a fin de entregarlo a don Manuel Gambaro,
recidente allí, al pasar por aquel punto para ir a Marcella, a donde pienza hacer viaje. Cuya guía
quedó olvidada por la precipitación y premura del viaje, lo que acontece las más veces, en poder
del consignatario en dicha Havana, pero que será fácil presentar, a su tiempo, en obiación de los
perjuicios que experimentaría por creerse se para hacer el contrabando. Desde luego, se
apresuraba a plantificar esta protesta una y las más veces que puedan convenirle para que no le
pare daño alguno las operaciones estemporáneas del referido comandante, puesto que si
esperado hubiera al cumplimiento del término que la ley marca para presentar el manifiesto,
cuando ya se hallaba a bordo para evitar cualquier fraude que se presumiera la tropa del
Resguardo correspondiente. Y aún puesto más, su desconfianza tuviera de los primeros elegidos,
el capitán hubiera manifestado que el tabaco fuera del registro no venía por alto y sí para los
fines esplicados, pues jamás ni como capitán ni como particular ha sido desfraudador de los
haberes nacionales y, por lo mismo, hace las protestas que le correspondan para ocurrir a las
autoridades competentes en razón de las gestiones hechas en su buque. Y en razón de que el
tabaco en tránsito permanesca en depósito, mientras tanto se traen los documentos por donde
acreditar que sacó de dicha Havana: diez y nueve barriles con veinte y un quintal de tabaco
verdín; veinte y seis sacos con ocho quintales de tabaco de la misma especie; cuatro barriles con
tres quintales, tres cuartas arroba negro; dos garrafones con tres arrobas verdín; cincuenta y
cuatro mil tabacos torcidos en varios cajones; y diez y nuebe latas de polvo. Pero que los daños y
perjuicios, repite que se han irrogado y puedan irrogar, sean a cargo de quien los ha motivado.

Testigos: Don Domingo Penichet y Calimano y don Agustín Romero, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.262, fols. 86 r. - 87 r.

-157-
Un viaje difícil
Las Palmas, 21 de febrero de 1841

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y uno de febrero de mil ochocientos
cuarenta y uno, ante mí, el escribano público por su magestad, del número desta ysla y del ramo

248 Pedro C. Quintana Andrés


de marina de ella. Comparecieron don Luiz Navarro y don Juan Ripoche, vecinos y del
comercio de esta ciudad, acompañados de un hombre que dijeron llamarse Chapuy y ser capitán
del bergantín-barca francés nombrado Concurrent, a cuyo nombre y como intérpetres (sic), por no
poseer el subsodicho el idioma español. Dijeron que el sábado diez y ser de enero de este año, a
las nueve oras de la mañana, con un buen tiempo y la brisa por el nor-noroeste un poco fresca,
estando de piloto a bordo y después de hecha las disposiciones necesarias, se dio a la vela en el
puerto de Marcella con destino a La Martinica, cargado de comestibles. Que al mediodía,
hallándose en la embocadura del puerto, salió a remolque, poniendo toda vela y governando lo
más favorable del viento para pasar al norte de las islas. Que a las seis la brisa tomó al nor-
noreste, el piloto se separó al suroeste del compás. Que del domingo diez y siete a el lunes diez y
ocho sopló brisa ligera, variable de sureste al oeste―noroeste, tiempo brumoso. Que del lunes
diez y ocho al miércoles veinte y siete fue feliz la navegación, pasando el estrecho de Gibraltar
dicho día a la una de la mañana. Que del miércoles veinte y siete de enero al miércoles tres del
corriente, bella navegación, viento variable del noroeste al suroeste. Del miércoles tres al jueves
cuatro, tiempo brumoso, viento fresco variable del norte al oeste-suroeste, se dio a la bomba.
Del jueves cuatro al biernes cinco, viento del suroeste, gran fresco, el mar muy grueso, a la capa
debajo del mastelero grande. Se daba a la bomba todos los cuartos. Del viernes cinco al sábado
seis, el viento al oeste, siempre gran fresco, la mar estremadamente gruesa. A la bomba se le daba
dos veces cada cuarto. Del sábado seis al domingo siete, el mismo tiempo que las veinte y cuatro
oras precedentes. Del domingo siete al lunes ocho, siempre el mismo tiempo, el viento variable
de oeste-noroeste al suroeste, continuando a la capa, bajo las mismas velas y dando a la bomba
dos veces por cuarto. Del lunes ocho al martes nueve el viento del oeste-suroeste, un poco
calmado y la mar también, la pequeña gabia y amurada la mayor y la mesana. Del martes nueve al
lunes quince, buena navegación, nada de particular y los vientos variables de oeste al
oeste―noroeste. Del lunes quince al martes diez y seis, viento irregular del noroeste, tiempo
cubierto. A las diez el viento refrescando siempre, más al noroeste. Se tomó una faja de rizos a la
gabia y cargó la mesana, teniendo el tiempo mal apariencia. A la una el viento reforzándose
siempre más, se aferró la pequeña gabia. A las cuatro, siempre gran fresco y la mar muy gruesa.
De las ocho al mediodía el viento y la mar soplando con violencia, los chubascos se sucedían
unos a otros. A las diez y treinta minutos de la mañana, una fuerte ola que se entró por el
costado del buque le puso en el peligro más eminente, habiendo obligado arribar enseguida al
sureste del compás. Por concequencia de este terrible golpe de mar, la chalupa fue arrebatada
con todo el armamento que contenía; tres bonetes de gavia; tres ídem de juanete; don ídem
bajos; y los dos juanetes que se habían desaparejados por la mañana a las siete, como también
dos sobres y sus vergas. Todas las maderas de respecto; el palo de gavia; el cabo de fuera; la
albitana; mastelero de juanete; y el cabo de fuera del grande y pequeño foque; y otros objetos
destrosados; y muchas cadenas rotas de los obenques; los tangones y sus maderas levantadas; y
porción de madera destrosada; una pieza de agua; y una barrica de vino llevada con el gallinero;
porción de palancas y garruchas o motones que se hallaban en la chalupa; la cosina con todos
sus utencilios. Se llevó también el armazón de la cosina; la grande escotilla defondada; como,
igualmente, el de la cámara y del rancho de proa. Por cuya causa una gran cantidad de agua se
introdujo en la sentina y averió el cargamento y todas las proviciones. El casco destrosado por

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 249
muchas partes, lo que ocacionaba entrar porción de agua en la sentina. Los candeleros de la
bomba llevados. Habiendo, en seguida, sondeado la bomba, se encontraron treinta y cinco
pulgadas de agua, siendo necesario un nuevo sistema para dar a la bomba y no separarse de ella.
Por concequencia de este desastre, sufrió lo siguiente la tripulación: el cosinero Blanc fue llevado
por el golpe de mar; el marinero Antonio, herido sobre el pescuezo; Guerin, contramaestre,
fuertemente herido en las partes y varios puntos en su cuerpo; Jourdan, marinero herido en la
cabeza y una pierna; Clauzel, herido en una pierna; y Piste, herido en el pie derecho. En esta
triste posición se ocupó todo el día en reparar los daños posibles y dando siempre a la bomba.
Del martes diez y seis al miércoles diez y siete, el viento muy fresco, variable al noreste, se
navegó al suroeste. A las tres murió el contramaestre Guerin. El resto del día se ocupó también
continuamente en reparar los daños. A las cuatro murió, igualmente, el marinero Antonio y se le
hechó al agua. El viento y la mar disminuyeron mucho su fuerza, el tiempo claro, pero el buque,
habiendo sufrido fuertes choquez, se hallaba la cubierta llena de agua, la que se introducía a la
sentina, lo que obligó a dar continuamente a la bomba. De las nueve hasta la media noche, el
tiempo estubo chubascoso. A la una el viento y la mar se habían templado mucho. A las seis se
largó la grande gavia con tres rizos, el barco continuaba haciendo agua y dándose a la bomba sin
cesar. A las ocho fue arrojado al mar el contramaestre Guerin. Al mediodía el viento y la mar se
habían mitigado un poco más, permitiendo ya hacer una exacta visita, por la que se vino en
conocimiento del gran daño que todabía se podía esperimentar, además del que se había
recibido, pues el agua seguía introduciéndose por hallarse el casco muy estropeado y sufrido
bastante avería todo el cargamento, principalmente las mercancías subsetibles de umedad, como
tejidos, sal, frutas, legumbres secas, de las cuales muchos sacos se habían defondado. Y
habiéndose registrado la maniobra, se encontró muy estropeada. Del miércoles diez y siete al
jueves diez y ocho, después del mediodía, el viento del noroeste, algo fresco, pero buen tiempo.
El trascurso del día se ocupó en estancar el agua que no cesaba de introducirse por los costados
y como faltava la obra muerta, se puso un forro a los trancaniles calafateándolo con estopa,
aunque por este medio sólo se consiguió que disminuyese un poco el agua, por hallarse el buque
muy estropeado. Se clavó la grande escotilla lo mejor que fue posible, así como el rancho de la
tripulación, quedando sólo el recurso de las bombas, que no se abandonaron jamás. Habiendo
sido tomadas todas estas precauciones, se observó que el agua que salía de las bombas tenía un
color vinoso, lo que hizo presumir que las barricas de vino se hallaban averiadas. Al mismo
tiempo que las bombas se tupían, a veces por la sal y lentejas que provenían de los sacos
destrozados. Que en este estado, privados de una parte de la tripulación, a saber los muertos y
los heridos, no pudiendo procurarse otra especie de alimento que algunos fiambres, después de
haber reunido los oficiales, pasagero y principales de la tripulación y tomado el parecer de cada
uno, declararon, formalmente todos, no querer continuar la ruta para su destino. Y que era
necesario, para la salud común, tomar el primer puerto que se encontrase. Y hallándose las yslas
Canarias sobre la ruta, se propucieron dirigirse a ellas con la intención de tomar el puerto de
Santa Cruz de Tenerife. Habiendo continuado el resto del día bajo el mismo rumbo hasta la siete
de la tarde. Que a las ocho de la mañana se reconocieron las islas de Lanzarote y Fuerteventura,
a la que se iban acercando, como también a un buque que llevaba dirección al oeste, cuarta al
noroeste del compás. Y habiendo isado la bandera de socorro con un tiro de cañón, el dicho

250 Pedro C. Quintana Andrés


buque se dirigió sobre ellos, después de haber isado su pabellón, que reconocieron ynglés. Y
aproximados a él les hicieron presente su posición y la necesidad que tenían de que les condujese
hasta Santa Cruz de Tenerife. Que entonces binieron a bordo para serciorarse de su estado, y allí
supieron el nombre del buque, que se llamaba Trusty, capitán Elsdon, procedente de Londres
para Ceilán y el rumbo que seguía. Y habiendo imitado su maniobra, al medio día se hallaron a
los veinte y ocho grados, treinta y tres minutos de latitud norte, no soltando nunca la bomba.
Que del jueves diez y ocho al viernes diez y nueve, después del mediodía, se ocuparon en
entalingar dos anclas con sus cadenas y poner sobre cubierta un trozo de treinta brazas. Y
habiendo sido necesario para esta operación abrir la escotilla mayor, se observaron con mayor
exactitud los daños ocacionados sobre las mercancías, que se hallaban conciderablemente
averiadas, como también el buque, del que estaba roto dos barrotes y cuatro latas. Que a las
cuatro el capitán del buque ynglés pasó a bordo en persona, acompañado de su sobrecargo,
queriendo asegurarse por sí mismo de su cituación. Y hecha una exacta visita en el interior y
esterior, conoció la imposibilidad de continuar su ruta, biendo el estado de innabegabilidad. Y
habiendo refleccionado sobre el partido más urgente que se debía tomar, les ofreció escoltarlos
hasta las islas de Santiago de Cavo Verde, donde él debían (sic) fondear. Mas, la tripulación
habiendo persistido en no someterse a esta medida, declararon todos querer tomar el puerto más
próximo, que era el de Santa Cruz de Tenerife. Y, entonces, el capitán del Trusty les ofreció
abandonarles hasta haber tomado puerto e hicieron rumbo a dicha ysla para verificar (tachado)
que habían abistado, levando durante la noche un poco de vela, esperando el día para tomar
puerto. Que a la seis de la mañana el capitán ynglés les hizo la observación de que no podía
acompañarles hasta Santa Cruz sin perjudicarse en su viage, a causa de que la calma no les
permitiría tomar dicho puerto por las corrientes que les habían retirado a sotavento durante la
noche. Mas que el puerto de Gran Canaria les ofrecía un pronto refugio. Y dándoles una lancha
por hallarse la suya defondada, continuó su rumbo. Que a la madrugada los vientos eran al
suroeste, brisa débil, se dirigieron sobre Las Palmas, que era el puerto más cercano, no
permitiéndoles su situación hacer más larga navegación por las bombas que no se podían
abandonar, como también por el corto número de tripularios, que se hallaban muy fatigados por
falta de alimentos. Del viernes diez y nueve al sábado veinte, después de el mediodía, el viento,
muy débil e irregular, continuaron en dirección al puerto y se encontraban a pequeña distancia de
él. Que a las cuatro pasó junto a ellos un bote del país, el que prometió conducirles hasta el
fondeadero y, aunque lo aceptaron, visto que se acercaba la noche y la poca distancia que
quedaba de la costa, por no haber llegado a bordo el práctico, a pesar de haber isado el pabellón
en el pequeño mastelero de juanete y de haber hecho por intervalos varios tiros de cañón,
encontrándose con un fondo de treinta y cinco brazas a las diez de la noche, dejaron caer el
ancla de estribor y sesenta brazas de cadena. Cuya maniobra executaron por abiso de los
marineros del bote que les conducía. Y después de haber aferrado las velas, se retiró dicho bote,
no habiendo cesado ellos de dar a la bomba toda la noche. Que a las cuatro de la mañana,
estando el viento al noreste bien fresco, con apariencias de reforsarse, hecharon cien brazas de
cadena. Que a las seis hizaron de nuevo el pavellón en el mastelero de mesana, con un tiro de
cañón, pidiendo el práctico, que pasó a bordo a las ocho, mas, reforzándose el viento, no les
permitió hacer vela sin tener algunos hombres más. A cuyo efecto, se retiró el bote del práctico

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 251
para mandar gente, en cuyo intervalo, mientras les ecperaban, se puso el viento y el mar más
fuerte. Que a las nueve la cadena se rompió por el escoben, habiendo en seguida hizado el gran
foque y aparejado las velas mayores hasta el mediodía. Del sábado veinte al domingo veinte y
uno, el viento siempre al noroeste bien fresco, el tiempo claro, continuaron dando bordadas para
acercarse al puerto. A las dos estaban remontados, cargado el viento y ferradas las bajas velas,
quedando con la pequeña gabia solamente. A las tres dejaron caer el ancla de vabor a doce
brazas del fondeadero del puerto y hechado cincuenta brazas de cadena, cerraron las velas,
habiéndose tranquilisádose mucho el viento y la mar. Volvieron a tomar las bombas que les
había sido preciso dejar mientras andubieron con las velas, por tener dos hombres fuera de todo
servicio por causa de sus heridas. Y haciendo una nueva visita en el interior del buque, le
encontraron en el estado más deplorable. Y, además, tres pipas de agua defondadas. Que a las
cinco y media, la visita de Sanidad llegó a bordo y les admitió a libre plática y, al mismo tiempo,
le pidieron una lancha con seis hombres para el servicio del buque, a fin de poder hechar una
tercer ancla con el cable. Mas, por la distancia de la ciudad, no pudo llegar a bordo dicha lancha
por ser el fin del día, hasta las seis de la mañana de hoy. Y estando ya a bordo los seis hombres,
se aseguraron con el ancla pequeña, hechándose, también, el ancla de esperanza por la proa y se
ocuparon, en seguida, de dar a la bomba. Después de haber examinado bien, entre tanto, el
interior y esterior del buque, se reconocieron los objetos que habían sido llevados y perdidos a
concequencia de la oleada del mar, así como los daños recibidos en la parte del buque que se
pudo penetrar y son los siguientes: el bote, defondado; la lancha y su grada; las trapas, rotas;
cuatro aparejos dobles de trapa; ocho aparejos de diferentes gruesos; un gato; un aldabón; cinco
pares de remos; una gafa; la arboladura de la lancha y su toldo; las barras de molinete; dos
pozales o medios toneles para poner los cabos; dos anclas de la lancha y un cable de sesenta
brazas y cuatro pulgadas; dos orinquez, entre ambos ochenta brazas largo y seis pulgadas de
grueso; dos juanetes y sus vergas; dos sobrejuanetes y sus vergas; tres bonetes de gabia, dos bajas
y tres de juanete; cuatro drisas de bonete de gavia; cuatro ídem de juanete y las amuras; dos ídem
de bonetes vajos; doce motones dobles y simples de diversas dimenciones; una verga de gabia de
recpeto; un banco de carpintero y sus herramientas; un madero de quince pies de largo y cuatro
pulgadas de gruezo; cuatro puntas o penolas de fuera de bonete; un mastelero de balestrilla; una
punta de ídem de grande foque; uno ídem ídem de pequeño foque; un mastelero de gavia de
repuesto, estallado; dos ídem de juanete nuevos, rotos; la tapa de la grande escotilla defondada y
levantada; la cosina, dos calderas de cobre y dos cacerolas de oja de lata; dos cazerolas de cobre,
cafeteras, etc.; la pieza de madera que sostenía la cosina; una barrica de agua y otras de vino
llenas, llevadas por el mar; un almacén de agua, llevado; dos cadenas de obenquez rotas y
muchos obenques, así como diversos cabos de maniobra, destrosados e inutilizados; toda la obra
muerta, llevada por el mar; los trancaniles estropeados; veinte barraganetes rotos; dos latas
mayores, ídem, y cuatro simples de la pequeña escotilla , también rotas; el forro o capa esterior
del palo mayor y del mastelero de mesana, levantado; como también una bomba rota y su forro
levantado; tres pipas de agua destrosadas; y, en fin, una cadena de cien brazas con su ancla
mayor. Tales son las ocurrencias desgraciadas hasta que fondearon en este puerto y resultan
detallas en los mismos términos y firmadas por los oficiales y principales individuos de la
tripulación en el diario que ecxiste a bordo. Y el referido capitán, en cumplimiento de su deber,

252 Pedro C. Quintana Andrés


protesta y los esponentes en su nombre, en virtud de la autorización que se les ha hecho en clace
de intérpetres por la autoridad de marina de esta ysla, a quien compete el conocimiento de esta
ocurrencias por las leyes de España, que los perjuicios esperimentados en el buque y cargamento
y los que todabía puedan resultar de los reconocimientos periciales que se ejecuten en forma
legal, no se le imputen ni sean de su cuenta y cargo, por no haber sido posible evitar los
accidentes que le han reducido al estado en que se halla, obligándole, forzosamente a entrar en
este puerto.

Testigos: Don Raimundo Farrugía, don Narciso Reyes y don Luis Quesada, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.263, fol. 133 v. - 140 r.

-158-
Vicisitudes de un capitán
Las Palmas, 16 de febrero de 1844

En la ciudad Real de las Palmas de Gran Canaria, a diez y seis de febrero de mil ochocientos
cuarenta y cuatro. Compareció ante mí, el abajo firmado escribano público, y testigos que se
espresarán, don Bartolomé Carreras, vecino de Mahón, capitán y administrador del bergantín
español nombrado Último, recidente en esta misma ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y
dijo que habiendo llegado a la ysla de Lanzarote, una de las siete de este archipiélago, en cinco
de abril del año próximo pasado con objeto de hacer una espedición a ultramar bajo la
dirección de don Lorenzo de Matos, pasados más de dos meses sin esperimentar ningún
adelanto, le fue indispensable demandarle ante el capitán de puerto de dicha ysla. Y vista la
manifestación que aquél hizo de no encontrarse con dinero y crédito para efectuar la
espedición, el esponente procedió a hacer la oportuna protesta el día ocho de julio, quedando
desde aquella fecha enteramente separados. Que seguidamente hizo varias solicitudes para
proporcionarse algunos fletes con qué sufragar los gastos necesarios, las cuales le salieron
infructuosas, por lo que resolvió salir de Lanzarote y trasladarse a Santa Cruz de Tenerife, como
lo ejecutó. En cuyo viaje le fue forzozo arribar a este puerto con motivo de cierto descalabro
sufrido. Que estándose verificando la reparación, se le presentó un fletamento de sal para
Matanzas y Habana por cuenta del señor conde de Vega Grande, que admitió y embarcó. Y
hallándose ya pronto a emprender su viaje, después de haber hallanado varias dificultades que
se presentaron respecto del apresto de buque, rancho, pasaportes de pasajeros y otros requisitos
y gastos indispensables para la navegación, descubrió el barco un agua que no bajaba de dies y
seis pulgadas por hora, como motivo de un temporal que sobrevino en el cual estubo espuesto
a perderse. Habiendo sufrido nuevos descalabros y menoscabos de la mayor consideración que
le imposibilitaba de hacer viaje sin una fuerte reparación, lo que dio lugar a la retirada de los
pasajeros y devolver a tierra la carga. Que en estas azarosas circunstancias, viéndose sin recursos

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 253
algunos, ni para subvenir a la manutención y pago de salarios de los marineros, sin lo cual iban a
dejar abandonado el barco, espuesto en mares tan borrascosos como éstos, a venir a la playa y
perderse, ni para devolver a los pasajeros sus fletes, que reclamaban. Creyó hallarse en el caso
prevenido en el artículo quinientos noventa y tres del Código de Comercio, y ocurrió al señor juez
consular para la venta en pública subasta del espresado buque. Que mandado un
reconocimiento pericial del mismo por el repetido señor juez, en vista de su resultado, dispuso
en trece de diciembre último que el esponente procurase los fondos necesarios, por cualquiera
de los medios designados en el artículo seiscientos cuarenta y cuatro del citado código y, no
pudiendo conseguirlos, lo hiciera constar en forma suficiente para decretar la venta del buque
en pública subasta, conforme al mencionado artículo quinientos noventa y tres. Que después de
varios pasos dados acerca del particular, tanto por el esponente como por su consignatario, don
Andrés Escofet, no sólo en esta ysla sí también en la de Tenerife, se pudo conseguir que don
José Juaquín Shanaham, vecino de esta ciudad, se prestase a facilitar la suma necesaria para la
reparación del casco del buque, cuya enorme cantidad de agua que hacía le imposibilitaba de
navegar; para velamen y cabullería que le faltaba; zarpar las áncoras que se hallaban enrocadas; y
para el pago de sueldos a los oficiales y marineros y abances de los mismos; con otros gastos
indispensables, sin lo cual no se podía en manera alguna emprender el viaje y evitar la subasta
del precitado buque. A cuyo intento ha entregado al compareciente el don José Juaquín
Shanaham hasta la cantidad de dos mil ciento cuarenta y cuatro pesos fuertes, dos y medio
reales de vellón, sin premios ni interés alguno, como lo jura en forma solemne, de que doy fe. Y
mediante a que la entrega de este dinero ha sido cierta y efectiva, por no parecer de presente
renuncia la ecepción de no haberla recibido, que en latín llaman de la non numerata pecunia, la
ley que de ella trata. Y los dos años que prefine para la prueba de su recibo, los que da por
pasados, como si lo estuvieran, y formaliza a favor del don José Juaquín Shanaham la más eficas
carta de pago que a su seguridad condusca. Obligándose a satisfacerle la espresada cantidad,
primero, con el importe del flete de dicha sal y, no siendo suficiente, con el de la demás carga
que transporte dicho buque, tanto a la consignación de la casa de comercio titulada Torriente
Hermanos, de la ciudad de Matanzas, como cualquiera otro particular que lleve. A cuyo intento le
endozará los respectivos conocimiento para que, con absoluta independencia del otorgante,
pueda percibir dichos fletamentos y hacer pago de los dos mil ciento cuarenta y cuatro pesos
fuertes, dos y medio reales vellón, que ha suplido bien por sí mismo, bien por personas
particulares, que designe por medio de endosos de los mismos conocimientos o en cualquier
otra forma que le acomode, sin necesidad de poder ni otra formalidad legal.

Testigos: Don Fortunato de la Cueva, don Juan Díaz y José Hernández González, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.198, fols. 58 r. - 60 v.

254 Pedro C. Quintana Andrés


-159-
Negligencia del capitán de una goleta
Las Palmas, 7 de marzo de 1844

En esta ciudad de Las Palmas de Canaria, a siete de marzo de mil ochocientos cuarenta y
cuatro. Ante mí, el abajo firmado escribano público del número de esta ysla, y testigos que se
espresarán, comparecieron don Antonio Carmona Díaz, Luis Pérez Medina y Antonio
González Cosme, vecino el primero de la villa de La Orotava y los dos segundos de los pueblos
del Realejo de Arriba y Abajo, en la ysla de Tenerife, a los que doy fe conosco. Y juntos de
mancomún, con renunciación de las leyes y privilejios de la mancomunidad, dijeron que
habiendo salido del Puerto de la Orotava con destino a las yslas de Fuerteventura y Lanzarote
en la goleta nombrada Adelaida, su capitán don Antonio Brito, conduciendo en ella como de la
pertenencia de los otorgantes algún cargamento. Entre él algunas pipas de bino, cestas de
naranjas y de papas, observaron puestos a su vordo que este cargamento se había puesto por
orden del mismo capitán sobre cubierta. Y como ocurriese briza y entrase alguna agua en el
buque, dispuso el mismo capitán alijar ocho pipas bino de la pertenencia de don Antonio
Carmona, una de la de el Luis Pérez y veinte y tres cestas de naranjas y una de papas de la del
Antonio González, de suerte que fue conocido sin disputa alguna que el tal alijo se verificó por
haberse puesto en el buque más carga de la que debía cargar y haberse puesto sobre cubierta la
de los otorgantes. En términos que, cuando se alijó dicha carga, el buque se levantó sin el
menor detrimento y cesando el agua quedó espedito, sin la menor lesión. Por manera, que si la
tal carga se hubiera colocado en su lugar no hubiera llegado el caso de semejante alijo, ni de que
el buque hubiera estado espuesto a naufragar. Por cuyas causales creen firmemente que el
perjuicio causado en su carga ha dimanando de la poca dirección y cuidado del referido capitán,
por lo que habiendo llegado a las nueve de la noche del cinco del corriente a este puerto de La
Luz y no habiendo podido, por el mal tiempo, saltar a tierra, lo han verificado en la mañana de
este día. No pueden menos que protestar, como protestan una, dos, tres y las demás veces que
el derecho le permiten contra el citado capitán y demás que correspondan los daños y perjuicios
ocacionados con resarcimiento de las nueve pipas de bino, cestas de naranjas y papas o su
importe, previa regulación de peritos.

Testigos: Don Manuel Montesdeoca, don Manuel Penichet y don Isidro Torres, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Oramas. Legajo: 2.288, fols. 198 v. - 199 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 255
-160-
Contrato de pesquería
Las Palmas, 20 de marzo de 1847

En la ciudad de Las Palmas de Canaria, a veinte de marzo de mil ochocientos cuarenta y siete.
Compareció ante mí, el bajo firmado escribano público y testigos que se espresarán, don
Julián Felipe Torón, vecino de esta ciudad, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que se
obliga a satisfacer a Francisco Domínguez, de esta misma vecindad, la cantidad de cuarenta y
cinco pesos corrientes por el fletamento de un barco de pozo, de dos rodas, nombrado San
Antonio, que le ha ofrecido entregar dispuesto de todo lo necesario para hacer su navegación y
pesquería en la costa de África. Con cuyo objeto de ha fletado dicho buque por término de
treinta días, dentro del cual se ha de rendirse en esta rada el viage y entregarse la espresada
cantidad importe del flete. Y, en caso de que el citado barco peligre y no vuelva a esta ciudad
dentro del término prefijado, que deberá contarse desde el día de su salida, se obliga,
igualmente el otorgante a pagar al Francisco Domínguez la cantidad de doscientos pesos
corrientes en que han considerado y convenido para este caso el valor de dicho barco,
deduciéndose los cuarenta y cinco pesos en que se ha contratado el fletamento.

Testigos: Don Francisco Martín, don Juan Ramos y José Hernández, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.201, fol. 197 r. -v.

-161-
Distribución de rescate de barco naufragado
Las Palmas, 30 de julio de 1847

En la ciudad de Las Palmas de Canaria, a treinta de julio de mil ochocientos cuarenta y siete,
ante mí, el abajo firmado escribano público de número de esta ysla, y testigos que se
espresarán, compareció Pedro Gonzaga, vecino de la villa de Agüimes, en el pago de Juan
Grande, y dueño de una lancha o barquillo de pesca, en cuya ocupación se ejercita, al que doy
fe conosco. Y dijo que habiéndose encontrado un barco náufrago que flotaba sobre las aguas
de la banda del sur de esta ysla, a inmediaciones de la playa que dicen del Tarajalillo, en el
expresado pago de Juan Grande, trató por cuantos medios estuvieron a su alcance de salvarlo,
pero convencido al cabo de muchos esfuerzos que su empeño era infructuoso, ya por que la
rapidez de la corriente no le permitía detener y conducir a su voluntad una mole tan grande y
tan pesada, y ya porque, destituido enteramente de brazos auciliadores y de los indispensables

256 Pedro C. Quintana Andrés


aucilios, le era imposible amarrar dicho buque, remolcarlo, anclarlo y encallarlo. En tan
apuradas circunstancias, pues y seguro como lo estaba, y de que sin aucilio estraño iba a
perder sin remedio aquel hallazgo que una feliz casualidad le había proporcionado, suplicó a
Silvestre Rosales, dueño del barco nombrado Jesús María, fondeado a la sazón en dicha playa
con motibo de embarcar la sal para hacer su viaje a la costa de África, que respecto a que tenía
a su disposición todos los elementos de que el otorgante carecía para llebar a cabo sus deceos,
procediera, desde luego, a ponerlos en práctica trayendo a salvamento el expresado buque
náufrago, bajo de pacto y promesa que le hizo y confirma de partir entre ambos la porción
que, en virtud de la ley, pertenece al declarante en el mismo buque y su cargamento. Y con la
condición, además, de que antes de hacerse la divición indicada entre los contratantes, se
estrajese de la masa divisible el importe de la avería y perjuicios que al buque salvador
pudieran irrogarse, entregándose íntegramente al Rosales, su dueño. Y mediante a que éste
prestó bajo dichos artículos convenidos cuantos recursos fueron precisos, a que con su
buque, su persona y sus tripularios salvó unos intereses que, a no ser su ayuda y cooperación,
se hubieran perdido indudablemente y a que el barco de que el Rosales es patrón y dueño
padeció avería por tal motivo. El otorgante, deseando poner a cubierto los intereses de aquél
y ratificando o haciendo de nuevo, si es preciso, el contrato de que lleba hecho mérito,
declara, para que en todo tiempo conste, que de la parte que con sugeción a las disposiciones
legales de la materia le pertenece el referido buque náufrago y su cargamento, se deduzca y
reintegre al citado Rosales cualquiera averías o perjuicio que por salvar aquél hubiere padecido
el suyo, estándose para ello a su simple dicho y sin necesidad de pericia, ni otra diligencia
judicial ni extrajudicial. Y que el resto que resulte después de hecha la mencionada
indemnización se divida entre el declarante y aquél por partes exactamente iguales

Testigos: José Miranda, Manuel González y José Benítez Cabrera, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Oramas. Legajo: 2.291, fols. 530 v. -532 v.

-162-
Vía de agua y cambio de rumbo
Las Palmas, 24 de agosto de 1847

En esta ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a veinte y cuatro de agosto y dos de su tarde
de mil ochocientos cuarenta y siete, ante mí, el abajo firmado escribano público del número
de esta isla y teniente de marina por ausencia del propietario, y testigos que se espresarán,
compareció don Pedro Goicoechea , capitán de la drick―barca (sic) española denominada
Jesusa, de la matrícula de Vilvao, vecino de Guecho, en el reyno de España, al que doi fe que
conosco. Y dijo que salió en dicho buque del puerto de Liberpool, con destino a Manila, el
día seis del presente y a cosa de las seis y media de la mañana del mismo día con el práctico a

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 257
bordo y remolcados por un vapor, el que les dejó fuera de Velboy, a cosa de las diez y media.
Y en dicho vapor se trasladó a tierra el práctico, siguiendo el buque su marcha con viento
galeno del nornoroeste y sin notar novedad hasta la noche del día siete del mismo, en que
descubrió una agua el repetido buque por haber trabajado mucho contra la mar del costado.
Que el día ocho, habiendo sufrido más, se aumentó el agua, que les obligó a tocar la bomba
de dos en dos horas, sin que se pudiese conseguir qué pulgadas hacía en razón de los balances
fuertes que daba. Y habiendo abonanzado el día diez y seis la mar, marcó la sonda lisa tres
pulgadas de agua por hora. En este día se conoció que dicha agua era de los altos, y
continuando tocando la bomba según requerían las circunstancias, dieron vista en el día de
ayer veinte y tres, a cosa de las cuatro de la tarde a esta isla y en su aproximación, al
anocheser, se atravesaron y sostuvieron durante la noche de vuelta en vuelta con el objeto de
ver si al socaire de dicha isla podían descubrir la mencionada agua. Que en este día, al
amanecer habiendo (tachado) se le ha puesto una plancha al costado, a donde se ha bajado el
carpintero con el propio objeto. Mas, siéndole imposible conseguirlo por la marejada que
había, determinaron fondear para, de esta manera, poder descubrir el agua, como en efecto
fondearon a las diez y media de esta misma mañana con el ancla de estribor en veinte brazas
de agua. Y como con los enunciados malos tiempos y agua descubierta puede haber sufrido el
cargamento alguna avería, para que no sea de su cuenta el daño que pueda haberse sufrido
por consecuencia de los esplanado, protesta una, dos, tres y las más veces que el derecho le
permite contra quien haya lugar.

Testigos: Don Luis Quesada, don Narciso Reyes y don Juan Hernández León, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Oramas. Legajo: 2.291, fols. 530 v. -532 v.

-163-
Reclamación recompensa por rescate de barco
Las Palmas, 6 de diciembre de 1847

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a seis de diciembre de mil ochocientos cuarenta
y siete, comparecieron ante mí, el abajo firmado escribano público, y testigos que se
espresarán, don Roberto Hougthon, vicecónsul en esta isla de la Gran Bretaña y recidente en
esta ciudad, y Silvestre Rosales, vecino de ella, a cuyos comparecientes doi fe que les conosco.
Y el primero dijo que el Rosales ha ocurrido a la comandancia principal de marina de esta
provincia presentando un documento o contrata celebrada ante don José Benítes Oramas,
escribano público de este número, en que resulta corresponderle la mitad de lo que la ley le
señala y debe tocarle en el hallazgo del buque Romp, de nación ynglesa, que apareció
naufragado en las aguas del sud de esta ysla el día dies de julio de este año. Y pidiendo se le
mandase entregar el importe de dicha mitad con los gastos y averías que había suplido su

258 Pedro C. Quintana Andrés


buque, nombrado La Macacoa Costera, en el salvamento del referido buque náufrago, como
igualmente la tripulación que se había ocupado en los trabajos, con detención del propio
buque Romp y su cargamento hasta la realización del pago. Que habiendo dudas acerca del
cuál sea la cantidad o parte que deba abonarse por el hallazgo y salvamento, lo que podrá
ocacionar una controversia al paso que el mencionado buque Romp lo tiene aprestado y
dispuesto el esponente para viajar a Londres. En consecuencia de la entrega que se le ha
mandado hacer por la propia comandancia principal de marina, como apoderado de los
señores James & Jhon Aikin, comerciantes del puerto de Liverpool, a quien pertenecía el
espresado buque náufrago, bajo la oportuna fianza que tiene prestada. A fin de que no se
entorpesca en este incidente la salida y navegación del mismo buque, ha convenido con el
Rosales en garantizarle cualquier suma que en virtud del citado documento, averías y gastos
sufridos le correspondan, y se le manden abonar y satisfacer por la autoridad competente. Y
para que tenga efecto este convenio, en la vía y forma que más haya lugar en derecho y
cerciorado del que es este caso le compete otorga que se obliga a entregar y satisfacer al
Silvestre Rosales cualquier cantidad que se le asigne y señale en el citado buque Romp y
cargamento, en virtud del citado documento celebrado ante don José Benítes Oramas y de las
demás reclamaciones que ha hecho o pueda deducir, según el derecho que ostente, y lo que
sobre el particular resuelva la autoridad o tribunales que de ello deban conocer, lo que
egecutará bien llanamente y sin pleito alguno, pena de las costas q que diere lugar. Esto sin
perjuicio de las reclamaciones que el mismo esponente, como tal apoderado, pueda hacer en
contra de las pretenciones de Rosales y de las que éste podrá deducir también por su parte,
pues quedan en plena libertad para usar de su derecho respectivamente.

Testigos: Don Francisco Cabrera, don Francisco Martín y José Hernández González, vecinos
de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.201, fols, sin foliar.

-164-
Patrón fallecido por balazo de invasores
Guía, 29 de enero de 1850

En la villa de Guía veinte y nueve de enero de mil ochocientos cincuenta, ante mí, el abajo
firmado escribano público de este partido y testigos que se esprezarán, comparecieron María
Cabrera, viuda de Miguel de Armas González; Micaela y Francisca Cabrera, sus hermanas, de
estado célive; Pedro de Medina, como marido y conjunta persona de María de la
Encarnación; y Juan Martín Alemán, que lo es de Ysabel, hermanas y cuñados, vecinos del
pueblo de Agaete, de cuyo conocimiento certifico. Y digeron que Juan Hilario Cabrera, su
respectivo padre y suegro, falleció a impulzos de un balazo que recibió en su persona cuando

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 259
tuviera lugar la invasión sobre el puerto y plaza de Santa Cruz, en la ysla de Tenerife, por la
escuadra ynglesa que mandaba el almirante Nelson. Y por esta razón y las circunstancias
particulares que mediaron para que el padre común de los otorgantes no se entregase a una
fragata que les (tachado) perseguía al barco de cabotage de que era patrón. El gobierno le
señaló la pención de seis reales de vellón diarios, que le satisfizo hasta la muerte de la consorte
del desgraciado su padre. Y para recuperar los atrazos a que todos los esponentes tienen
derecho y seguir cobrándola, si estuviere en el derecho de los que hablan o de alguno de ellos,
otorgan que dan todo su poder especial y tan bastante como legalmente se requiere a don
Ángel Giraldi, que lo es del puerto y plaza de Santa cruz, para que en sus nombres y
representando sus propias personas perciba, cobre y lleve a su poder los mencionados atrazos
y las mensualidades que les corresponden, si tuvieren acción para ello.

Testigos: Don José Santos Mederos, don Pedro de Torres y José Calderín, vecinos de Guía.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Miguel Calderín. Legajo: 2.223, fols. 42 v. - 44 r.

-165-
Avería de barco cuando se calafateaba
Las Palmas, 11 de octubre de 1850

En la ciudad de Las Palmas de Canaria, a once de octubre de mil ochocientos cincuenta, ante
mí, el escribano, y competente número de testigos, pareció don Andrés Escofet, de este
vecindario y comercio, a quien doy fe conozco. Y dijo que después que el bergantín―goleta La
Enramada, de la pertenencia del esponente, rindió su viaje con felicidad en este puerto, pasaron
a bordo, como es costumbre, los maestros calafates a recorrer las estopas del cobre arriba. Y
observando que había algunas tablas picadas, que era preciso reponer de nuevo para la mayor
seguridad del buque, como esta operación no podía hacerse en el puerto de La Luz, por no ser
aparente para el caso, se determinó, de acuerdo con los mismos maestros, llevarlo al de Gando,
cuyas circunstancias, ventajas y de seguridad son bien notorias en esta provincia, para el que fue
habilitado por la autoridad de marina. Pero acaba de recibir un propio despachado por el
capitán de dicho buque en que le da parte de que a las ocho de la mañana de ayer, estando en
calma total, después de darle pendol al buque, no bien se había picado una tabla, cuando un
garugón del sudoeste se le vino a bordo y, aunque estaba con la esperanza en el agua y se echó
la segunda ancla para que no le atravesara, nada valió porque, como había estado en calma y las
tales anclas no habían afirmado de golpe, quedó atravesado en la playa después de haber roto
una cadena y arrastrado la primer ancla. Que en seguida, con el ausilio de barcos chinchorreros
y de treinta hombres, levantó el ancla grande, la tendió fuera, lo que permitía el viento y la mar,
y lo mismo la otra ancla. Que después de veinte y cuatro horas de trabajo, sólo había podido
conseguir enderezar la proa a la mar, añadiendo en el parte que el barco había sufrido y sufría

260 Pedro C. Quintana Andrés


mucho. Que la avería era grande, que ya no le quedaban cabos que no hubiese roto, con los
aparejos, calabrotes; que el cobre del costado de babor estaría, probablemente, perdido; que la
quilla, si seguía el viento y la mar, la debía soltar; y el barco estaba bien espuesto a abrirse, pero
que el trabajo no se abandonaba. Y, en fin, pedía algunos utensilios, que se le enviaron
inmediatamente. En la consecuencia pues, el que espone, protesta una, dos, tres veces y las
demás necesarias que todos los perjuicios que pueda sufrir el mencionado buque en su avería
imprevista e inevitable, sean de cuenta y cargo de quién haya lugar.

Testigos: Don Narciso Reyes, don Antonio Benítez Cabrera y Diego de Lara, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Oramas. Legajo: 2.294, fols. 386 v. -387 v.

-166-
Venta de bergantín-goleta
Las Palmas, 13 de marzo de 1851

En esta ciudad de Las Palmas de Canaria, a trece de marzo de mil ochocientos cincuenta y
uno, ante mí, el abajo firmado escribano público y marina del número de esta ysla, y testigos
que se espresarán, compareció don Manuel Sarmiento, vecino de esta dicha ciudad, al que doy
fe conosco. Y dijo que es dueño y poseedor del bergantín―goleta español denominado El
Federico, de esta matrícula, que construyó en este astillero a sus espensas. Y como tal dueño en
totalidad, vende y enagena perpetuamente a favor de don Domingo Pérez y Galdós, de esta
propia vecindad, para este y los suyos y quien legítimamente le representase la mitad del
enunciado buque, con igual parte en su velamen, jarcia, amarras, lanchas, pipas de aguada y
demás utencilios nesesarios para su navegación, que hubo por la razón espresada. En precio
la indicada, mitad de mil pesos corrientes en que se han convenido y ajustado, según el estado
del buque al presente. La cual cantidad confiesa haber recibido del comprador ahora, en
dinero efectivo que, por ser cierto estar en su poder y no parecer de presente, renuncia las
leyes de la entrega y demás de este caso y formalisa a favor del mismo el más solemne recibo
y carta de pago. Declara que la insinuada cantidad es el justo precio de la mitad del buque
vendido y no vale más, y caso que se conosca tener más estimación de la que fuese ser en
poca o mucha suma, hace al comprador y los suyos gracia y donación irrevocable. En este
estado manifestó el vendedor que la parte que va vendida se halla hipotecada a una deuda que
lleva o tiene con don Diego Swantthon y para que quede libre la el don Domingo le deja libre
la mitad que le vende y carga la hipoteca en la otra mitad que que (reiterado) le queda.

Testigos: Don Manuel Penichet, don Luis Quesada y Isidoro Torres, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.273, fols. 90 v.- 91 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 261
-167-
Acuerdo con tripulación para navegar a La Habana
Las Palmas, 27 de marzo de 1851

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y siete de marzo de mil ochocientos
cincuenta y uno, ante mí, el abajo firmado escribano público y de marina de esta ysla por su
magestad, y testigos que se espresarán, comparecieron, de la una parte, don Nicolás Gutiérres y
Benítes, vecino de la villa y plaza de Santa Cruz de Tenerife, capitán del bergantín español, de la
matrícula de estas yslas, nombrado Amalia; y de la otra don José Quintana, contramaestre, y
Agustín Romero, cosinero; Francisco Quevedo, Francisco Rosales, Agustín Jordán y Cristóbal
Cabrera, compañeros; Antonio Padrón, José Dolores Martín, Francisco Milán y Pedro Padrón,
mozos; y Blas Alemán, page, recidentes y vecinos de esta dicha ciudad, todos tripularios del
citado buque, a los que doy fe que conosco. Y digeron que han contratado el primero con los
segundos y éstos con aquél en hacer viage de ida y vuelta en el esprecado buque a la ysla de
Cuba y ciudad de San Cristóbal de la Havana, bajo las condiciones siguientes:
Primera: que el capitán abonará al contramaestre, don José Quintana, por su sueldo una
onza de oro mensual, desde la salida del buque hasta su regreso a esta ysla.
Segunda: Que el mismo capitán se obliga a pagar mensualmente a los compañeros diez
pesos corrientes de a quinces reales vellón y a los mozos ocho, de la misma moneda,
entendiéndose sencillo, desde que se le eleve el ancla de este puerto hasta que se suelte en el de
la ciudad de San Cristóbal de la Havana, que es lo que se entiende desancla a ancla. Disfrutando
de dicho sueldo, pero pesos fuertes desde entonces, hasta que se verifique lo mismo de ancla a
ancla en estas yslas o en algún puerto de Europa. En lo que están conformes y convenidos los
indicados contramaestres, por ser estos los sueldos de costumbre en esta carrera.
Tercera: Que el page Blas Alemán gana cinco pesos mensuales y fuertes, en la misma
forma que se espresa en la anterior condición.
Cuarta; Que el capitán dará a la tripulación los alimentos que son de costumbre en los
buques de igual carrera, sin desembarcar a ninguno ínterin cumplan con sus deberes, a menos
que no medie insubordinación, robo, embriaguez abitual u otro caso semejante, pues, entonces,
lo entregará a la autoridad competente y sufrirán, además, la pérdida de los sueldos debengados.
Quinta: Que los tripularios estarán obligados por los sueldos especificados a seguir su
viage en el indicado buque a cualquier punto que desde la América se le destinen, bajo las
condiciones preescriptas para Europa. Y, aún dado el caso de que el buque haga algunos
viages en la misma América para otros puntos de los que sea destinado.
Sesta: Que los mismos tripularios se obligan a cumplir con sus deberes, atendiendo al
desempeño de los trabajos que a cada uno corresponda, obedeciendo los mandatos del
capitán y oficiales, con la debida subordinación. Sin poderse poner en tierra sin licencia y
conocimiento de aquélla, y menos quedarse en puerto no teniendo esta obligación por
enfermedad o más tratamiento justificado. A menos que el referido capitán les permita poner
a bordo otro en su lugar y a su satisfación, que navegue bajo esta misma contrata.

262 Pedro C. Quintana Andrés


Séptima: Que los mismos tripularios no podrán embarcar ningún género de contrabando,
ni más tabaco que el necesario para su gasto durante la navegación. Cuyo sobrante estarán
obligados a presentar al capitán a su regreso a estas yslas, en la inteligencia de que el que
faltare a esta prevención, además de perder los efectos y sueldos devengados, serán
entregados a las autoridades para su castigo.
Octava: Que antes de la salida de este puerto se les dará el mes de abance de costumbre,
con arreglo a lo que cada un gane.
Novena: Que además de lo que se espresa en la condición cuarta, se les dará desde que
lleguen a La Havana, café y aguardiente. Y si llegare a venderse el buque fuera del puerto de
su matrícula, se le dará el desembarque de costumbre.
Décima: Que a cualquiera hora que se halle cualquier oficial del buque en tierra, no habrá
dificultad en ninguno de los tripularios de irlos a buscar y conducir a bordo.
Y hallándose presentes los referidos contramaestre y demás tripularios, como va dicho, se
obligan, por su parte, a cumplir las condiciones que a cada uno les toca, sin faltar en nada a su deber.

Testigos: Don Manuel Penichet Hernández, don Isidoro Torres y Luis Quesada, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.273, fols. 105 r. - 107 r.

-168-
Epidemia y pesca del salado
Las Palmas, 4 de julio de 1851

En la ciudad de Las Palmas de Canaria, a cuatro de julio de mil ochocientos cincuenta y uno,
ante mí el abajo firmado escribano público propietario por su magestad de número de esta
ysla, y testigos que se expresarán compareció don Juan Ramos, rector y curador de los hijos
menores de don Ysidro Brito, llamados don Ysidro y don Miguel Brito, vecinos de esta
referida ciudad, al que doy fe conosco. Y dijo que el bergantín español denominado Nuevo
Rosario, de esta matrícula, regresó a este puerto el día primero del corriente cargado con su
pesquería del salado, al cual no se le ha dado entrada a causa de haber fallecido en él cinco
tripularios de la enfermedad del cólera morvus, que actualmente reina en esta ciudad. Que
cuando el expresado buque salió de esta anclada en dirección al biage de pesquería, ya estaba
atacando el mal en esta población. Que ha los cuatro días de salir de este puerto para su
destino ya empesaron a caer enfermos. Y con el citado buque salieron a la vez dos más
denominados San Luiz y La Esmeralda, para el referido punto de la costa de pesquería. Y al
tomar en la salina de esta isla la sal cayeron varios tripularios enfermos del mismo mal, a los
que dejaron en tierra. Y para evitar en el día los perjuicios que por no admitirse al expresado
buque y su cargamento puedan seguirse al compareciente en representación de sus menores,

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 263
sin embargo de haber solicitado que bajo de una observación, según las órdenes y reales
decretos que habían de la materia, se le permitiese al citado buque su entrada y descarga, no
ha sido posible conseguirlo por denegarse. Desde luego, para evitar los grabícimos perjuicios
que a no haberse accedido a ello por las autoridades se le iroguen, para que siempre conste y
que no le dañe, en la vía y forma que más haya lugar en derecho otorga que protesta una, dos,
tres veces y las demás por derecho necesarias contra la autoridad o autoridades que han
recistido la entrada del espresado buque Nuevo Rosario, haciéndolos responsables de los daños
y perjuicios que se han ocacionado y demás que se ocacionen.
Testigos: Don Pedro Afonso, don Rafael Pérez y Wenceslao Benítez Cabrera, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Cabrera. Legajo: 3.173, fols. 241 v. - 242 v.

-169-
Prohibición de sacas de papas
Las Palmas, 24 de julio de 1851

En esta ciudad de Las Palmas de Canaria, a veinte y cuatro de julio de mil ochocientos y
cincuenta y uno, ante mí, el abajo firmado escribano público y de marina, del número de esta
ysla, y testigos que se espresarán, compareció don Francisco Rey, de este comercio y vecindad,
con el carácter de consignatario y cargador de la fragata española denominada Ysis y del
bergantín-goleta, también español, Paquete de Trinidad, al que doy de conosco. Y digo que al
compareciente, por la representación espresada, se le consedió por el ylustre ayuntamiento de
esta ciudad el permiso para el embarque de papas y esportación de las misma, según el acuerdo
de esta corporación, fundado en la abundante cosecha recolectada en el presente año, en la
imposible salida que podía tener este fruto y en la pérdida que, sin esta medida, había de sufrir el
ramo de agricultura, además de que era la presente cosecha d (tachado) el mencionado fruto
estaba provado duraba muy pocos meses y nada adelantaría esta población con impedir su
extración. Que en este consepto y con el permiso enunciado, prosedió el esponente a la compra
de tantas fanegas de papas, cuantas fueran nesesarias para concluir la carga de las presitadas
naves, que ya lo estaban en parte con otros frutos y géneros. Pero que después de dar principio
a la citada carga, se le ha impedido por el señor alcalde, corregidor de esta ciudad, el embarque
del fruto, sufriendo el otorgante, capitanes y dueños de aquellos buques las pérdidas más
considerables con una medida tan estraordinaria. En cuya virtud, cierto y sabedor de su derecho
y en el que en este caso le compete, otorga que protesta una, dos, tres y las más que en derecho
le permite contra el mencionado señor alcalde corregidor o contra quien haya lugar, para que no
sean de su cuenta los daños, perjuicios y menoscabos que se irroguen.
Testigos: Don Luis Quesada, don Pedro Afonso e Isidro Torres, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.273, fols. 210 r. -211 r.

264 Pedro C. Quintana Andrés


-170-
Efectos de la epidemia de cólera morbo sobre el
transporte marítimo
Las Palmas, 21 de agosto de 1851

En la ciudad de las Palmas de Canarias, a veinte y uno de agosto de mil ochocientos cincuenta y
uno. Ante mí el escribano y competente número de testigos, compareció don Manuel de
Gortázar, capitán del buque español Joven Ricardo. Y dijo que a consecuencia de una contrata
celebrada en Londres con don Diego Suaston, en treinta y uno de mayo de este año, se dio a la
vela en dicho puerto de Londres, en nueve de julio próximo, con cargamento de efectos para
esta ciudad de Las Palmas y para Santa Cruz de Tenerife. Habiendo llegado a este puerto en seis
del presente mes, descargando los efectos que havía para la casa de comercio del mismo don
Diego Suaston y Compañía, quedando a bordo la otra carga que debía llevar a Santa Cruz de
Tenerife, en cumplimiento de la misma contrata. Pero con motivo de estar interrumpidas las
relaciones entre ésta y aquella ysla por la epidemia del cólera morbo, que ya estaba padeciéndose
en Canaria a su llegada a este puerto, trató de llevar los requicitos que están prevenidos para
iguales casos en el artículo setecientos ochenta del Código Español. Y, al efecto, dio el
oportuno aviso a los cargadores en Santa Cruz para que elijiesen personas que recibiesen los
artículos de su respectiva pertenencia, supuesto no tener con anterioridad designado un
consignatario en esta ciudad que los recibiera cuando no pudieran trasladárseles al mismo
puerto de Santa Cruz. Pero los referidos cargadores en ves de contraerse a hacer la elección que
se les exijía, dieron pasos por escrito ante las autoridades superiores de la provincia para obligar
al esponente a emprender viaje a uno de los lazaretos del reyno, con el fin de ventilar los efectos
y regresar a Santa Cruz con ellos para su formal entrega a los interesados. Así lo decretó el
jusgado de primera instancia consular, cuya providencia acaba de notificársele en esta misma
mañana por medio de un exhorto que ha sido dirijido con tal objeto al de éste de Las Palmas.
Así lo decretó también la comandancia de marina, previniendo a sus dependencias en esta
ciudad en su oficio de dies y ocho del corriente, que tiene el número ciento sesenta y siete, no se
habilitara el buque para ningún otro punto que no fuera uno de los mencionados lazaretos. El
que espone cree que estos actos constituyen una violencia que no está en su mano remediar,
antes, por el contrario, le precisa ya emprender su viaje a Vigo, que es uno de los lazaretos
designados. Y como este viaje ni está previsto en la contrata, ni en su concepto puede entrar en
la cantidad de flete estipulada, siendo, además, conocidos los riesgos que va a correr el buque en
esta nueva navegación a la costa de España, de ida y regreso, desde luego cree estar en su
derecho y en su deber protestar, como protesta, todas las veces que las leyes le permitan, que
todos los perjuicios que puedan inferirse al buque y su cargamento sean de cuenta y cargo de
quien haya lugar. Dejando a salvo la acción que le compete para reclamar a su tiempo la
indemnisación del mayor flete que ha de exijir bien de la persona con quien hizo el contrato,
bien de los cargadores o de quien en derecho corresponda.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 265
Testigos: Don Diego de Lara, don Narciso Reyes Mireles y Narciso Reyes Ponce, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Sebastián Díaz. Legajo: 2.158, fols. 188 v. 190v.

-171-
Pérdida de carga de azúcar cubana
Las Palmas, 7 de enero de 1854

En la ciudad Real de Las Palmas, capital del distrito de Gran Canaria, a siete de enero de mil
ochocientos cincuenta y cuatro. Comparecieron ante mí, el abajo firmado escribano público,
y testigos que se espresarán, don José Joaquín Shanaham, por su propio derecho, como
cargador, en parte, del buque español nombrado Paquete de Trinidad, en su viage de la isla de
Cuba a esta isla de Gran Canaria, con escala en Vigo. Y como consignatario de la casa de
comercio establecida en la ciudad de La Habana con la denominación de Don Gaspar Madrazo.
Cargador del propio buque don Luis Ynglott, también por su propio derecho, y como
consignatario de la misma casa, en parte del cargamento, y de don Juan Trillas, interesado
también en el mismo, vecino todos de esta ciudad, a los quales doi fe que les conosco. Y
siendo las nueve de la mañana, digeron que a las doce del día de ayer arribó a este puerto el
citado buque Paquete Trinidad, su capitán don Luciano Rey, con motivo de haber sufrido un
furioso temporal que lo desarboló y causó la pérdida de casi toda la obra muerta, velamen y
otros daños en el casco, que le obligaron a hacer la arribada, sobre todo por la gran cantidad
de agua que hacía, calculada en catorce pulgadas inglesas por hora. Que previendo los
esponentes la ruina de la mayor parte del cargamento, que consiste en asúcar, pues por
manifestación del mismo capitán, el agua de la bomba sale adulzada y prueba que aquélla se
deshace y sufre. Y que, al mismo tiempo, por el mal estado de dicho buque habrá que
trasladar a otro la carga o tomar respecto de ella otras determinaciones, según los acuerdos
dictados por la Junta de Sanidad. Deseando poner a cubierto sus respectivos intereses y los de
la casa que representan y de poder en su día reclamar el seguro y los perjuicios que puedan
irrogarse por los motivos indicados, sin perjuicio del derecho que les asiste y de que protestan
hacer uso en caso necesario, para hacer abandono de dicho cargamento, protestan una, dos y
las demás en derecho necesarias que no sean de su cuenta y sí de quien haya lugar las
pérdidas, dalos y perjuicios que se les irroguen por averías, pérdida total del cargamento,
intereses y menoscabos que resulten haber sufrido.

Testigos: Don José Santana Jardín, don Bartolomé Rodríguez y don José Hernández
González, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.209, fol. 22 v. -23 v.

266 Pedro C. Quintana Andrés


-172-
Incumplimiento de entrega de carga de retorno
Las Palmas, 7 de julio de 1855

En Canaria a siete de julio de mil ochocientos cincuenta y cinco, ante mí el escribano y


competente número de testigos, pareció don Pedro Abbott, capitán del bergantín americano
The Brothers, de la matrícula de Norfolk, en Virginia, de porte de ciento noventa y cinco
toneladas, más o menos. Y por medio de don Federico Manly, vecino desta ciudad, en clase de
intérprete, manifestó que en una contrata que tiene a la vista de fletamento del indicado buque,
celebrada por dicho capitán en quince de mayo último, con la casa de Giro Francia y Compañía,
comerciantes de Nova York, se etipuló como condición el retornar a dicho puerto de Nova
York con barrilla o con la carga lícita que se le pusiese a su bordo, sin espresarse en ella la
persona que debiera verificarlo. Que como toda la carga que condujo a su bordo fue por la
espresada casa de Giro Francia y Compañía, consignada a don Andrés Escofet, del comercio desta
ciudad, a quien la entregó, esperaba que éste mismo le pusiese a bordo la competente carga para
cumplir con la citada condición de la contrata. Pero habiéndole manifestado que no se convenía
darle carga de ninguna especie para el referido punto y sí para Matanzas y La Habana, es visto
que la citada condición no puede llevarse a efecto por su parte. Y en su consecuensia protesta
una, dos y tres veces y las más que el derecho le permite contra los fletadores, el consignatario
don Andrés Escofet, y contra quien haya lugar en derecho por la falta de cumplimiento de la
espresada condición, que ha quedado anulada de hecho, por las estadías de puerto y todos
cuantos daños y perjuicios se le causen y puedan causar por aquella falta.

Testigos: Don Diego de Lara, don José Cardozo y don Narciso Reyes Mireles.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Juan de Silva. Legajo: 2.223, fols. 120 r. -121 r.

-173-
Abono de pasaje a familia para conducirlos a Uruguay
Las Palmas, 18 de octubre de 1856

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a diez y ocho de octubre de mil ochocientos
cincuenta y seis, comparecieron ante mí el abajo firmado escribano público y testigos, que se
espresarán, don Yldefonso Antonio de León, vecino de la ciudad de Montevideo, y don
Marcial de Betencourt Espino, vecino de la villa de Teguise, en la isla de Lanzarote, residentes
en esta población, a quienes doy fe conozco. Y dijeron que deseando el don Yldefonso

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 267
proporcionar labradores para el cultivo de terrenos al partido de medias en el territorio de
dicha ciudad de Montevideo, el don Marcial ha ofrecido trasladarse allí con doña Felipa
Cabrera, su muge, Agustín y Juan, sus hijos, que hallan bajo patria potestad, con el fin
indicado y bajo las condiciones siguientes:
Primera, que el don Yldefonso se obliga a proporcionar el buque que haya de conducir al
don Marcial y su familia y adelantar los fletes que se cargarán a setenta duros por persona. A
dar al don Marcial a su llegada a Montevideo las yuntas que necesite para la labranza, mitad de
bueyes y mitad de novillos; las semillas correspondientes; y las cantidades de dinero suficiente
para sus precisos gastos de manutención, hasta que los terrenos principien a producir para ello.
Segunda, que el don Marcial Betencourt se compromete a trasladarse a Montevideo y
terrenos que le señale el don Yldefonso o la perzona que allí lo represente, con la espresada su
muger e hijos a trabajar y cultivar los terrenos, sacándoles todo el producido posible, a
entregar religiosamente al don Yldefonso o dueño de la finca la mitad íntegra de todos los
frutos después de recolectados, limpios y en estado de consumo. Y a reintegrar al mismo don
Yldefonso el importe de los fletes; el dinero que le adelante para sus gastos particulares; el
valor de los animales, siempre que no se hayan muerto o inutilizado en el trabajo, porque en
este caso sólo le abonará la mitad; y el importe de las semillas, que se fijará oportunamente, lo
mismo que el de los animales al tiempo de su entrega al don Marcial. Cuyo pago hará éste en
proporción del sobrante que le resulte de la mitad de los frutos que, como colono, le
corresponden en virtud de este contrato, después de atender a sus precisos gastos.
Tercera, que, asimismo, se obliga el don Marcial a no salir de la finca él, ni persona alguna
de su familia que se embarque bajo de esta contrata, sin haber satisfecho antes al don
Yldefonso los indicados fletes, valor de animales, de semillas y de los demás suplementos que
le haga. Y en el caso de que a su llegada a Montevideo y antes de entrar en los terrenos
convenga al don Marcial rescindir esta contrata, lo podrá hacer pero con la precisa cualidad de
satisfacer en el acto al don Yldefonso ochenta duros por flete de cada perzona que se haya
embarcado, en conformidad de esta mismo contrato e, igualmente, el importe de los
suplementos que le haya hecho, sin cuyo pago no podrá separarse del cumplimiento de los
establecido de las anteriores condiciones. Y a ello se le ha de compeler y obligar, lo mismo
que a su familia, mediante a que este contrato lo celebra el don Marcial para proporcionar
colocación y medios de subsistencia a su misma familia, de que aquí carecen y en virtud de los
derechos que conforme a la ley le da la patria potestad para poderlo hacer, además de que de
todo se hallan impuestos su muger e hijos. Y en ese concepto se embarcan y quedan
obligados por su parte a cumplir cuanto aquí queda contratado, sin poderlo resistir
pretestando ignorancia, ni por otro motivo legal que fuere, pues que bajo esta seguridad ha
concertado el don Yldefonso el pasage con el capitán del buque que les ha de conducir y
contraído las demás obligaciones a que le sugeta este contrato.

Testigos: Don Manuel Velázquez, vecino de Tuineje, don Policarpo Cabrera, vecino de
Pájara, y Juan Duarte, vecino de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.217, fols. 2.135 r. -2.136 v.

268 Pedro C. Quintana Andrés


-174-
Negativa a transportar a militar enfermo
Las Palmas, 16 de diciembre de 1857

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a diez y seis de diciembre de mil ochocientos
cincuenta y siete, a esta hora de las once de la mañana, se presentó ante mí don Manuel
Campos, capitán del místico español Corzo, de la matrícula de Cádiz, al que doy fe conozco. Y
dijo que debe salir con dicho buque en este mismo día con dirección a dicha ciudad de Cádiz, a
conducir la correspondencia, según contrata hecha con el gobierno de su magestad (que Dios
guarde) Que no estando obligado por dicha contrata a conducir en su buque individuos
militares que tengan que transportarse a otros puertos, sin embargo de ello, el señor
comandante general de este distrito le obliga a embarcar y llevar a su bordo, forzosamente, a
Francisco Belmonte Martínez, cabo primero de la brigada de artillería de Canarias, que se halla
enfermo de tisis pulmonar en tanto grado como la atestan los facultativos en medicina don
Domingo Déniz y don Manuel González. Que, sin embargo de la resistencia que ha opuesto el
compareciente a embarcar el espresado individuo por temer con bastante fundamento que
pueda fallecer durante el viaje, dejándole espuesto a sufrir observación o cuarentena, según lo
que disponga la Junta de Sanidad de Cádiz, lo que va a ocacionar graves perjuicios a los
navieros y demás interesados en la contrata de correspondencia, pues se verán obligados a
proporcionar otro buque, si al místico Corzo se le da cuarentena. A fin de que aparezca el
apremio que la autoridad militar le hace al embarque de dicho individuo y de poder hacer en su
día las reclamaciones convenientes a quien corresponda por semejante violencia, en la forma
que más haya lugar en derecho otorga que protesta una, dos, tres veces y las demás en derecho
necesarias, que todos los daños, perjuicios y menoscabos que sobre vengan al citado buque y
sus dueños por el motivo indicado no sean de cuenta del otorgante y sí de quien haya lugar.

Testigos: Nicolás Melián y Diego Quintana Herrera, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.220, fols. 1.476 r. 1.477 r.

-175-
Denuncia de dilatación de salida de buque
Las Palmas, 13 de enero de 1860

En la ciudad de Las Palmas de Canaria, a trece de enero de mil ochocientos sesenta. Ante mí, el
abajo firmado escribano público de su majestad del número de esta ysla y de marina de ella, y

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 269
testigos que se espresarán, compareció don José Amuedo, vecino de la ciudad de San Miguel de
la Palma y recidente en ésta, de cuyo conocimiento certifico. Y dijo que en siete de octubre
último formalizó contrata verbal con el dueños y naviero del bergantín español Trueno, don
Rafael Romero, para que le condujese a la ysla de Cuba, así como, también, llevase a su bordo
algunos efectos con el objeto de venderlos en aquel paíz y aprovechar las utilidades que por
precisión había de tener en dichos efectos, realizada que fuera su venta. Que estos comestibles
consisten en doce fanegas de gofio de trigo; nueve quintales de queso; y doscientas varas de
lozas que, sin embargo de su pobreza, pudo adquirir el compareciente con el objeto de lucrarse y
adquirir mejor fortuna. Que el propio don Rafael Romero le aceguró entonces que cuando más
tarde, el treinta de octubre también último, saldría de este puerto con dirección a aquella Antilla.
Y, por lo mismo, procuró el otorgante salir con dichos efectos de La Palma y dirigirse a esta
ciudad, en donde se trasbordó el siete de este propio mes dicha carga al mencionado bergantín
Trueno, con presencia del patrón o contramaestre del pailabot correo de La Palma, cuyo buque
las condujo. Que, sin embargo de las distintas reconverciones amistosas que posteriormente ha
dirijido al Romero haciéndole ver los perjuicios incalculables que sufrían sus intereses con la
demora de la salida del buque, a la vez que era lo más probable que estuviesen ya perdidos
dichos efectos por al razón espresarda. Es el caso, que hasta la fecha no se ha realizado la salida,
sufriendo el esponente no solamente las pérdidas indicadas en su cargamento, sino también los
gastos en el alimento, vestuario y casa, ínterin ha permanecido en esta ciudad. Por lo mismo, el
compareciente, cierto y savedor de su derecho y del que en este caso le compete, protesta una,
dos, tres y las veces que el derecho le permite contra el mencionado don Rafael Romero y contra
quién haya lugar para que no sean de su cuenta y cargo dichos daños y perjuicios y en su día
hacer paga con las utilidades que debía tener en dicho cargamento.

Testigos: Don Francisco Ruiz España, don Luis Quesada y don Manuel Alfonso, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.282, fols. 13 r. -14 r.

-176-
Avería de buque y traslado de su carga
Las Palmas, 26 de mayo de 1860

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y seis de mayo de mil ochocientos sesenta,
compareció ante mí, el abajo firmado escribano público y testigos que se espresarán, don
Aquilino García Barba, socio―gerente de la compañía mercantil de esta población denominada
Barba y Cumella y Compañía, a quien doy fe conosco. Y dijo que a fin del año próximo pasado
llegó a este puerto por arribada forzosa y avería que le imposibilitaba continuar su viage el
bergantín barca francés Jeune Marseïllais, su capitán monsieur León Pousin, procedente de Gorée

270 Pedro C. Quintana Andrés


con destino a Marsella y cargado de manís (arachides) Que el mismo capitán ocurrió a la agencia
consular francesa en esta ciudad para que le designara un consignatario, y lo fue la casa de
comercio que el otorgante representa. Que posteriormente, habiéndose ausentado el propio
capitán, continuó consignando el buque y su cargamento en la misma casa, para su consecuencia
se dirigió ésta al naviero y armador monsieur Victor Provençal, vecino de Marsella,
comunicándole todo lo ocurrido con el buque y su cargamento y pidiéndole instrucciones,
cumpliendo con los deberes que marca a los consignatarios o concisionistas , la sección segunda,
título tercero, libro primero del Código de Comercio Español, a que la casa consignataria debía
arreglar sus operaciones. Que inútil y completamente imposibilitado el buque para continuar
viage e indispensable su descarga, tanto para reconocerle, cuanto para conservar o resguardar el
propio buque y su cargamento, se verificó aquélla en la debida forma y con las oportunas
precauciones, de lo que igualmente se impuso el armador. Que éste, al ratificar la consignación y
comunicar sus órdenes para la venta judicial del buque en pública subasta por cuenta de quién
hubiese lugar y por la imposibilidad de continuar su viage, participó, además, a la casa
consignataria, de que el otorgante es socio principal y gerente, haberse puesto de acuerdo con el
dueño del cargamento, monsieur Roch Olive, y convenido en que él mismo fletase dos buques
para conducir a Marsella el cargamento de manises. En consecuencia de lo cual monsieur Víctor
Provençal prevenía a la casa consignataria que estregase a los capitanes de aquellos buques el
repetido cargamento, pero bajo la protesta y reserva legales del derecho que asiste al naviero o
armador monsieur Provençal para cobrar preferentemente del mismo cargamento tanto la parte
proporcional de flete devengado desde el punto en que se verificó la carga hasta éste puerto,
cuanto el importe de todos los gastos hechos en la salvación, descarga y conservación de los
manís, puesto que en él Código Mercantil Español, como el francés, conceda al amador o naviero
aquel derecho preferente y aun establecen una hipoteca legal sobre el cargamento para el cobro o
realización de aquellas dos responsabilidades. Que, en consecuencia de todo, cumpliendo el
otorgante en representación de la casa mercantil Barba y Cumella y Compañía, con sus deberes de
consignatarios o concisionistas, siguiendo las instrucciones de su principal y ajustándose a las
prescripciones legales, en nombre y representación del mismo principal dueño y armador del
bergantín barca Jeune Marseïllais, monsieur Víctor Provençal, protesta de la manera más solemne
una, dos, tres veces y cuantas más haya lugar en derecho, que al verificar la entrega del
cargamento de manís a los capitanes de los buques fletados al efecto por el cargador monsieur
Roch Olive, que lo son monsieur Fauré y monsieur Bouis, capitanes por este orden de los
buques franceses Mont―Carmel y Bordoque. Lo hace sin perjuicio de su preferente derecho a
cobrar del repetido cargamento la parte de flete que adeuda y el importe de todos los gastos
hechos con el mismo. Y que muy lejos de renunciar a este derecho por aquella entrega, se lo
reserva por el contrario en toda plenitud y eficacia. Y protesta de nuevo egercitar el mismo
dónde, cómo y ante quien viere convenirlo y fuere procedente, utilizando a su favor la hipoteca
legal que tiene sobre el cargamento y que, igualmente, protesta ha de quedar subsistente.

Testigos: Don Cesáreo y don Domingo Díaz y Rafael Millares, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Vicente Martínez. Legajo: 3.306, fols. 315 v. - 317 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 271
-177-
Contrato de flete para Cuba
Las Palmas, 9 de agosto de 1860

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a nueve de agosto de mil ochocientos sesenta.
Comparecieron ante mí, el abajo firmado escribano público, y testigos que se espresarán, Luis
Suáres y Juana Suárez, su hermana, ésta de estado célibe y en la libre administración de sus
bienes, vecinos de la ciudad de Telde, a quienes doy fe conosco. Y dijeron que han
concertado con don Antonio Giménez, de esta vecindad, dueño de la fragata española Ana,
de esta matrícula, el transporte a la ciudad de Matanzas, en la ysla de Cuba, de los esponentes
y sus familias, que constan de nueve personas y, además, un niño de pecho. En la cantidad de
diez y ocho onzas de oro, de cuño español, de a trescientos reales vellón cada una, satisfechas
a los nueve días de su llegada a aquel punto, al capitán del propio buque. Y para que conste su
convenio en la forma que más haya lugar en derecho, juntos de mancomún e insolidum, con
espresa renunciación de las leyes de la mancomunidad, división y execución y demás que
puedan serles favorables, otorgan que se obligan a satisfacer al referido naviero o capitán del
buque, en su caso, las diez y ocho onzas de oro mencionadas por fletes de los otorgantes y
sus familias en su viaje a dicha ciudad de Matanzas en la espresada fragata, cuyo pago
ejecutarán dentro de los nueve primeros días de su llegada a aquel punto, en efectivo, bien,
llanamente y sin pleito alguno pena de las costas que la cobranza se causaren.

Testigos: Francisco Manuel Monzón, vecino de Telde, don Francisco Martín y don Enrique
Caballero, ambos vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.226, fols. 797 v. - 798 v.

-178-
Posible sustracción de alhajas y destrucción de papeles
Las Palmas, 11 de octubre de 1860

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, provincia de Canarias, a once de octubre de mil
ochocientos sesenta, ante mí, el autorizante, y competente número de testigos, compareció
mister José Cohen, súbdito de su magestad el emperador de los franceses, vecino de Argel,
cuya identidad de persona me fue asegurada por el licenciado don Luis Gonzaga de Mármol,
promotor fiscal de este distrito, y el teniente de milicia don Francisco Lecu(o)na. Y dijo que
hallándose dedicado al comercio, se encontraba en el puerto de Santa Cruz, capital de esta

272 Pedro C. Quintana Andrés


provincia, haciendo sus especulaciones, y conviniendo a sus intereses pasar a Lisboa, se
embarcó en el vapor mercante ynglés Warrior, su capitán mister Cooper, quien recibió a su
bordo, bajo conocimiento, seis quintales y veinte y tres libras de granilla y cochinilla y su
equipage, que consistía en un baúl con su ropa; una maleteta (sic) con papeles interesantes de
sus cuentas y obligaciones; y una caja de lata que contenía alhajas de oro y piedras preciosas
de valor de dos mil y quinientos duros. Que se embarcó en el Warrior el quince de setiembre
anterior, llegó a este puerto del diez y seis, donde saltaron en tierra los pasageros, en tanto
seguía su viage a Mogador. Mas, que habiendo contratado mister Cooper el auciliar a una
fragata mercante para salir del astillero, vino el vapor a la playa y encalló en ella, por cuya
causa trató de pasar a bordo para salvar su equipage, lo que se le impidió por el mismo
capitán y el vicecónsul de su magestad británica, como más por menos constan todas esta
insidencias en ciertas diligencias informativas que ha practicado ante las autoridades
superiores civiles de Santa Cruz y Canaria, y en las que aparece que se le abrió la maleta de los
papeles, se le rompieron y arrojaron al agua y se les sustrageron las alhajas. Y para que en
todo tiempo conste que no ha consentido estas violencias y espropiaciones, para poner a
cubierto su responsabilidad y para que recaiga sobre quien proceda, en la vía y forma que
haya lugar, otorga que protesta una, dos, tres veces y cuantas haya lugar y el derecho común le
permita contra el espresado capitán mister Cooper, su segundo, oficialidad y tripulación del
vapor mercante ynglés Warrior, y contra el vicecónsul de su magestad británica en esta ysla y
contra cualquiera otra persona cómplise, autora, encubridora o protectora de la persona o
personas que le sustrageron los papeles y alhajas y contra los que no le han prestado aucilio.

Testigos: Don Manuel Alfonso, don José Quesada y don Manuel Díaz Aguilar, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Quesada. Legajo: 2.282, fols. 276 v. - 278 v.

-179-
Búsqueda de buque
Las Palmas, 13 de marzo de 1861

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a trece de marzo de mil ochocientos sesenta y
uno, compareció ante mí, el abajo firmado escribano público, y testigos, que se espresarán,
don Sebastián Arocena, vecino de la ciudad de Santa Cruz de la Palma, recidente en ésta, a
quien doy fe conosco. Y dijo que confiere poder amplio y tan bastante como por derecho se
requiere a don Juan Trillas, de esta vecindad y comercio, para que le represente y defienda en
todos los asuntos y gestiones que haya que hacer respecto del pailebot Pescador, que
desapareció de esta rada en un temporal ocurrido en el mes anterior, sin saberse su paradero.
Y de cuyo buque son dueños de por mitad el otorgante y el mandatario, según la escritura de

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 273
propiedad, haciendo cuantas averiguaciones conduzcan a saber la existencia del propio buque
y las gestiones convenientes a su entrega, siempre que aparezca. Presentando las instancias y
acciones convenientes.

Testigos: Don Vicente Martínez, don Mariano Martínez y Enrique Caballero, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Manuel Sánchez. Legajo: 2.227, fols. 233 r. -234 v.

-180-
Traslado y servicio a bordo de médico
Las Palmas, 17 de abril de 1861

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a diez y siete de abril de mil ochocientos sesenta y
uno, compareció ante mí, el abajo firmado escribano público, propietario por su majestad del
número de esta ysla, y testigos que se expresarán, el profesor en medicina y cirugía don
Domingo Calimano, según el diploma que le fue espedido por la Univercidad de la ciudad de
San Cristóval de la Habana. Médico titular de la ciudad de Telde, en esta dicha ysla, de donde es
vecino, según el nombramiento que le hiso el gobernador de esta provincia, cuyos documentos
he tenido a la vista y devolví al interesado, al que doy fe conosco. Y dijo que, habiendo
obtenido licencia para pasar a la ysla de Cubas a diligencias propias y determinadas, pasar el
viage en la fragata Ana, surta en esta rada, de donde saldrá dentro de corto tiempo para la
expresada ysla de Cubas. Su capitán, don Francisco Rodríguez, ha hablado al esponente para si
quería prestar a la tripulación y pasageros durante el viage los aucilios del arte, en consideración
a hallarse prevenido que en toda espedición que se haga a la América haya un facultativo que
aucilie las dolencias. Y habiendo accedido a ello, en la forma que más haya lugar en derecho,
otorga que se compromete en la más solemne forma a prestar a la tripulación y pasageros del
enunciado buque en el próximo viage que ha de hacer a la ysla de Cubas todos los aucilios del
arte, para lo cual se proveerá de lo necesario con que poder cumplir su encargo. Al
cumplimiento de lo expuesto se obliga con todos sus bienes precentes y futuros.

Testigos: don Juan Duarte, don Wenceslao Benítez Cabrera y don Luis Báez Navarro, vecinos
de Las Palmas.

Las Palmas, 29 de abril de 1861

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y nueve de abril de mil ochocientos
sesenta y uno, compareció ante mí, el abajo firmado escribano público, propietario por su
majestad del número de esta ysla, y testigos que se expresarán, el doctor en medicina y cirugía
don José Negrín y Lugo, vecino de esta referida ciudad, según resulta del título de tal que en

274 Pedro C. Quintana Andrés


este acto me ha sido demandado por el compareciente, y de lo cual y de su conocimiento doy
fe. Y dijo que con fecha diez y siete de abril último y por ante mí, el de igual clase, don
Domingo Calimano se obligó pasar a la ysla de Cuba en el viage próximo a realizar por la
fragata Ana, su capitán don Francisco Rodríguez. Pero, atendido a que el citado don Domingo
Calimano no puede realizar el enunciado viage por motivos que ha ello se lo impiden, desde
luego el que habla se obliga en la más bastante forma a emprender dicho viage de tal facultativo
en la enunciada fragata Ana, surta en esta rada, de donde saldrá dentro de corto tiempo para la
expresada ysla de Cuba y prestar a la tripulación y pasageros del mismo buque en el próximo
viage todos los aucilios del arte, para lo cual se proveerá de lo necesario con que poder cumplir
exactamente con su encargo. A cuyo cumplimiento se obliga con sus bienes presentes y futuros.

Testigos: don Narciso Reyes, don Wenceslao Benítez Cabrera y don Juan de Dios Macías,
vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Cabrera. Legajo 3.191. Fols. 321 r. - v. y 404 r. - 405 r.

-181-
Fundación de compañía por
los barcos de la pesca del salado
Las Palmas, 25 de octubre de 1861

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y cinco de octubre de mil ochocientos
sesenta y uno. Ante mí, el abajo firmado escribano público, y testigos que se espresarán,
comparecieron don José Quintana; doña María del Pino Quevedo, su muger; don José
Rodríguez; doña Antonia González, de estado viuda; doña Blasina Lorenzo, viuda también; don
Miguel González; don Antonio Vicente González; don Antonio Giménez; don Sebastián Pérez;
don Rafael Hernández; don Marcial y don Felipe Brito; don Nicolás Benítez y Cabrera; don
Antonio Abad Ojeda; don Antonio Báez y Cambreleng; y don Manuel García, vecinos de esta
ciudad y mayores que espresaron ser de veinte y cinco años. Y precedida la licencia que de
marido a muger en derecho se requiere, respecto a la doña María del Pino Quevedo, los
comparecientes, a quien doy fe conozco. Dijeron que son dueños respectivamente de los buques
destinados a la pesca del salado en la costa de África, en la forma siguiente: el pailebot Gabriel, de
doña María del Pino Quevedo y don José Rodríguez, su hijo; el pailebot Santo Domingo, alias La
Peregrina, de doña Antonia González y don Miguel González, su hermano; el pailebot Adaz, de
doña Blasina Lorenzo; el pailebot Joven Anita, de don Tiburcio Miranda y don Nicolás González;
el bergantín-goleta Vencedor, de don Antonio Vicente González; el bergantín-goleta Dos
Hermanas, de don Antonio Giménez; el bergantín-goleta La Dolores, de don Sebastián Pérez; los
pailebots Angustias y Carmita, de don Rafael Hernández y don Marcial y don Felipe Brito; el

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 275
pailebot Catalina, de don Rafael Hernández; el pailebot Ventura, de don Nicolás Benítez y
Cabrera y don Antonio Abad Ojeda; el pailebot Príncipe de Asturias, de don Antonio Báez y
Cambreleng; y el pailebot Elvira y bergantín ―goleta Telémaco, de don Manuel García. Que como
tales navieros e interesados en ese ramo de industria y comercio, vistos los grandes quebrantos
que sufren en la negociación aislada que cada uno ha hecho hasta ahora separadamente,
atendiendo a las dificultades que cada día se les presentan de nuevo por la falta de marineros
para tripular los buques, teniendo en cuenta el aumento de gastos, que también ofrece de día en
día la negociación por el subido precio de todos los artículos que es necesario emplear para
llevarla a efecto. Y preveiendo que puede llegar el caso de serles imposible continuar esa
industria y comercio, si no se asocian y auxilian mutuamente, ciertos y sabedores de su derecho y
de su libre y espotánea voluntad, han deliberado constituir una compañía mercantil, regular,
colectiva para la compra y venta del pescado salado, bajo las condiciones siguientes:
Primera: la razón social o denominación de la compañía será la de los apellidos de los tres
socios administradores y compañía, únicos que, por lo tanto, podrán usar de la firma de la
misma.
Segunda: los socios administradores serán don Tiburcio Miranda, don Nicolás Benítez y
Cabrera y don Antonio Giménez, y a su cargo esclusivo estará la administración de la compañía.
Tercera: la propia administración, los deberes y los derechos de los socios administradores y
los de los demás asociados se arreglarán en un todo a las disposiciones del Código de Comercio,
salvo las modificaciones o pactos especiales que es esta escritura se espresen.
Cuarta: siendo, como ya se ha dicho, el obgeto de la compañía la compra y venta del pescado
salado, la misma se compromete a comprar a todos los asociados, a razón de setenta y cinco
reales vellón quintal, todo el pescado salado que traigan sus buques y que esté bien
acondicionado. Así como cada uno de los otorgantes queda obligado a hacer la venta del mismo
pescado a la compañía, sin poderla hacer a ninguna otra empresa, ni persona, ni tampoco
directamente por su cuenta. Al recibir el pescado se entregará al dueño por los administradores o
por sus representantes, si la entrega se hiciere fuera de esta ciudad, una póliza de los quintales de
pescado recibidos y su importe, con espresión de los plazos en que deberá pagarse. En la misma
se anotarán los pagos por los administradores y, verificado el último, recojerán éstos la póliza y la
conservarán como documento perteneciente a la compañía.
Quinta: en caso de que los socios administradores consideren que el pescado no está bien
acondicionado, propondrán al dueño del buque la rebaja que deba hacerse en el precio o bien el
trabajo o mejora que deba verificarse en el pescado para recibirle y pagarle a los setenta y cinco
reales vellón quintal. Y si el dueño no conviniere en lo uno ni en lo otro, los administradores,
con asistencia del dueño, sortearán dos peritos entre los demás asociados, sacándose la papeleta
de la suerte por el mismo dueño y se estará y pasará por lo que éstos determinen, sin derecho a
reclamación de ninguna clase por la compañía, ni por el dueño del buque. No debiendo, por lo
mismo, suceder ni permitirse en ningún caso que el pescado quede por cuenta del dueño. Y para
que éste le venda por sí, pues no siendo absolutamente de recibo con rebaja de precio, ni con las
composiciones que se le haga, deberá inutilizarse completamente.
Sesta: una vez recibido el pescado por los socios administradores, serán de cuenta de la
compañía todos los gastos que sea necesario hacer para conservarle o mejorarle, debiendo cuidas

276 Pedro C. Quintana Andrés


muy particularmente los administradores de que esos trabajos se hagan en tiempo y con el
debido espero, tanto para precaver las pérdidas, cuanto para evitar que las autoridades
competentes impongan multas o manden inutilizar el artículo por su mal estado.
Sétima: los socios administradores determinarán los establecimientos de venta que por cuenta
de la compañía deba haber en esta ciudad y en los demás pueblos de la provincia; así como el
precio de venta a cada uno; el salario o la retribución de los vendedores; y las ganancias que
deben tener, imponiéndoles, en todo caso, la obligación de rendir cuentas con exhibo en fin de
cada mes y siendo responsables los administradores de los defalcos que resulten por falta de
estos requisitos.
Octava: también serán responsables de las pérdidas que haya por hacer fiados, si los
verificasen a personas o a empresas particulares que no sean de reconocido arraigo, honradez y
responsabilidad.
Novena: además de la venta de pescado en la provincia, como se acostumbra espender,
puedan y deban los administradores disponer su esportación para América u otros puntos,
haciéndole las preparaciones necesarias y convenientes, y siempre que por cálculos prudentes y
meditados consideren que tiene más cuenta esta exportación que aquella venta.
Décima: los administradores, aun cuando en todo deben obrar de acuerdo e con arreglo a lo
que resuelva la mayoría, procurarán dividir entre sí los trabajos de su encargo, teniendo uno a su
cuidado el llevar la contabilidad mercantil de la compañía en los términos que establecen la
sección segunda, título segundo, libro primero del Código de Comercio y demás disposiciones
vigentes, aplicables al caso, entre ellas la de poner a los libros los sellos que les corresponden y
presentarlos al juez supletorio de comercio en los términos y para lo dispuesto en el artículo
cuarenta del propio Código. También pueden los administradores nombrar un dependiente o
tenedor de los libros para que lleve éstos, señalándole la retribución que tengan por justa y que
deberán pagar de la que a ellos se les consignará en la condición correspondiente.
Undécima: quedan, igualmente, obligados los administradores a la inscripción o registro de la
escritura social y a llevar todos los demás requisitos que exije la legislación vigente para la legítima
constitución, existencia y operaciones de la compañía y serán personal y esclusivamente
responsables de cualquier perjuicio que a la compañía sobrevenga por no cumplir estrictamente
esta condición y lo precedente.
Duodécima: conforme a lo indicado en la condición vecina, puedan y deban los
administradores encargarse uno, principalmente, de la dirección de todas las operaciones de la
compañía y otro de la ejecución material, es decir, que uno tenga, principalmente, a su cargo la
contabilidad mercantil, otro la dirección y otro la ejecución, para que así sean todas las
operaciones más eficaces, más activas, más regulares y más acertadas, sin perjuicio de que los tres
puedan intervenir y celar en todo y hayan de ser responsables de los actos de cada uno, salvo que
se egecutaran sin su conocimiento. Y, no obstante, la vigilancia que los tres deben ejercer en
todo, por lo que podrán omitir, si no lo creyeren necesario o conveniente, la mencionada
distribución de los trabajos de la compañía.
Decimotercia: los capitales de ésta vienen a ser, propiamente, los valores del pescado al precio
fijado para su compra por la misma compañía, según lo establecido en la condición cuarta o que
se fijare con arreglo a la quinta. De modo que, al liquidarse definitivamente la compañía,

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 277
cumplido el término que se espresará, se considerará que cada socio ha aportado a la sociedad lo
que importare el pescado que le haya vendido y en proporción a estos capitales se prorateará las
pérdidas o las utilidades líquidas, después de deducidos todos los costos y el diez por ciento de
esas mismas utilidades, que se señala de retribución o ganancia de los socios administradores,
entendiéndose que este diez por ciento es sólo sobre las utilidades líquidas, después de cubiertos
todos los gastos legítimos.
Décima cuarta: entre éstos se declaran serlo y corresponder a la compañía, en general, los que
se ocasiones por la salida de cualquiera de los socios administradores fuera de esta ciudad a
cualquier negocio de la compañía.
Décima quinta: ésta queda obligada y, por consiguiente, los socios administradores a entregar
a cada asociado el importe del pescado que se le toma, en los términos siguiente: un tercio al
tercero día de haberse recibido; otro a los quince: y el tercero a los treinta días.
Décima sesta: la duración de la compañía será de un año, a contar desde el veinte del
corriente, pero los viages que tengan pendientes los buques de los asociados a la terminación del
año, deberán considerarse por cuenta de la compañía, es decir, obligada ésta a comprarle el
pescado y sus dueños a venderlo.
Décima séptima: la liquidación final de la compañía se hará y terminará por los directores a
los tres meses de espirado el plazo de su duración y se verificará con arreglo a las disposiciones
del código mercantil y a las condiciones de esta escritura que sean aplicables a aquella operación.
Décima octava: además se hará otra liquidación general por los administradores a los seis
meses de la fecha de esta escritura, debiendo estar terminada y presentarse a los asociados por
todo el mes de mayo próximo venidero y comprenderse en ella todas las compras, ventas y
negociaciones hechas hasta el veinte de abril anterior.
Décima novena: si los administradores no cumpliesen con hacer las liquidaciones espresadas,
dentro de los términos fijados, se verificará a costa de los mismos por un contador que elijan a
pluralidad los demás socios. Y al propio contador habrán de facilitar los directores o
administradores dentro de tercero día todos los libros, antecedentes y datos referentes a las
operaciones de la compañía.
Vigésima: todos y cada uno de los socios tiene el derecho de imponerse de las mismas
operaciones en cualquiera época y para ello quedan obligados los administradores a ponerles de
manifiesto los libros de la sociedad. Además, deberán los administradores reunir todos los meses
bajo su presidencia a todos los socios para darles cuenta del estado de las operaciones de la
compañía y consultar con ellos las determinaciones y operaciones de importancia. De estas
sesiones se llevará un libro de actas que firmarán los directores y dos de los socios concurrentes y
se conservará como perteneciente a la compañía.
Vigésima primera: así como a la terminación de la compañía podrá prorogarse ésta entre los
mismos socios por el tiempo y con las condiciones en que convengan. Del propio modo,
pueden acordar su terminación antes del plazo estipulado en cualquier época en que resulten
pérdidas y convengan en la disolución de dos terceras partes de los socios.
Vigésima segunda: por igual acuerdo de las dos terceras partes podrá admitirse a la compañía
a cualquier otro socio que sea dueño de buque de la pesca, bajo las mismas condiciones
estipuladas con las modificaciones en que se convenga.

278 Pedro C. Quintana Andrés


Vigésima tercera: todas las diferencias de los socios entre sí y de cualquiera de éstos con la
compañía se decidirán por jueces árbitros elegidos de la forma siguiente: uno por cada cual de los
socios entre quienes se suscitare la diferencia o cuestión y el tercero, en caso de discordia, por los
directores, a mayoría. Y si cada uno de los tres designare uno, se costearán y será tercero el que
resulte. Si la cuestión o diferencia fuere entre cualquier socio y la compañía, los directores
elegirán un árbitro en los términos antes indicados y el socio otro, el tercero para este caso será el
doctor don Antonio López Botas. Por indisposición de éste, el licenciado don Ignacio Díaz. Si
también estuviese impedido, el licenciado don Juan de Quintana y, en caso de que también lo
esté, el que elija el mismo doctor don Antonio López Botas.
Vigésima cuarta: el socio que faltare a la obligación de vender todo el pescado de sus buques a
la compañía o de desembarcarlo en el pueblo o punto que los directores determine, según las
necesidades o conveniencias de las ventas, además de poder ser obligado a cumplir una y otra
obligación, perderá toda la parte de ganancia que hasta aquella fecha pueda corresponderle.
Con cuyas condiciones establecen su compañía y se obligan al cumplimiento de cuanto queda
espresado con todos sus bienes presentes y futuros. Y quedan advertidos los otorgantes que de
este instrumento público se ha de tomar razón dentro de quince días en el registro público
principal de la provincia, con arreglo a lo dispuesto en el Código de Comercio.

Testigos: Don Eduardo Wood, don Gaspar de Medina y don Francisco Vázquez, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Agustín Millares. Legajo: 3.372, fols. 89 r. - 96 v.

-182-
Venta de pescado a compañía
Las Palmas, 23 de diciembre de 1861

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a veinte y tres de diciembre de mil ochocientos
sesenta y uno, comparecieron ante mí, el abajo firmado escribano público, propietario por su
magestad del número de esta ysla, y testigos que se espresarán, Francisco Márques, vecino de
esta ciudad: Miguel Cabrera; Pedro Toledo; Juan Hernández; Francisco Toledo; Gregorio
García; Mateo Mesa; Manuel Cabrera; y Pedro Toledo y Fuentes, que lo son de la ysla de
Lanzarote, a los cuales doi fe conozco. Y dijeron que el primero y los demás son patrón y
marineros del buque titulado Tres de Mayo, del cual es dueño don Saturnino Miranda, y se halla
dedicado a la pesca en la vecina costa de África. Que son partícipes en la pesquería con
derecho a proporcionarse las mejores utilidades. Y considerando que pueden lograrlas
espendiendo el pescado a la compañía social instalada en esta ciudad bajo la denominación
Miranda, Benítez, Jiménez y Compañía, han determinado por la parte que obstentan en dicha
negociación comprometerse a vender a la citada compañía todo el pescado que a los

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 279
comparecientes toque en cada viaje, el cual entregarán en el establecimiento de esta ciudad o
llevarlo a la ysla que se le designe a la orden de la persona encargada por la misma compañía,
a razón de cinco pesos quintal. Entendiéndose que por las mermas que pueda tener el mismo
pescado les abonará diez libras en cada quintal, en el ínterin que el mismo don Saturnino
Miranda no se asocie a la relacionada compañía de Miranda, Benítez y Jiménes, pues en tal
caso, cesan las diez libras de aumento, quedando tan solo las cien de que el quintal se
compone. Que los comparecientes, aun cuando el don Saturnino no se incorpore a la
indicada sociedad, los otorgantes, por el derecho que tienen a la pescadería que en cada viaje
se haya en el relacionado buque Tres de Mayo, se obligan a vender la parte que les corresponde,
sin poderse retraer de ella bajo ningún concepto, y a estar y pasar por las condiciones con qué
la compañía se instaló, la cuales habrán de ser respetadas. Que en el caso inesperado que el
don Saturnino Miranda no se asocie con la citada compañía Miranda, Benítez y Jiménez, los
comparecientes, según va dicho, harán siempre de vender el pescado que les pertenesca a los
setenta y cinco reales vellón quintal, con las diez libras más espresadas. Y sesará el aumento
tan pronto el don Saturnino ingrese en la enunciada compañía. Y estando presentes don
Tiburcio Miranda, don Nicolás Benítez y don Antonio Jiménez, a cuyo cuidado se halla la
citada compañía, dijeron que aceptan a nombre de sus representados y por su propio derecho
la venta de que va hecha espresión, obligándose, en su consecuencia y a los demás
compañeros, a cumplir con el Francisco Márques y sus demás asafrados en los mismos
términos que a todos los demás interesados que instalaron la susodicha compañía.

Testigos: Don Luis Báez Navarro, don José Gabriel Rodríguez y don Juan Duarte, vecinos de
Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez y Cabrera. Legajo: 3.193, fol. 1.167 r. - 1.169 r.

-183-
Dificultades para tomar carga a bordo
Las Palmas, 3 de febrero de 1863

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a tres de febrero de mil ochocientos sesenta y tres,
ante mí, don José Benítez y Cabrera, vecino y notario del colegio de la misma, y testigos
infraescritos compareció don Agustín Barceló y Coll, natural de Palma de Mallorca, cargador del
balandro Adelina, de la matrícula de la Villa García, provincia de Ponte Vedra, del que es capitán
don Bernardo González, de treinta y nueve años, casado y de egercicio piloto, quien, asegurando
hallarse en el pleno gose de los derechos civiles, libre y espotáneamente dijo que el seis de enero
próximo zarpó de este puerto en enunciado buque con destino al de Mogador para cargar maís y
regresar a esta referida ciudad. Llevando la patente la nota que “desde el diez y nueve de
diciembre hasta el treinta del mismo se habían esperimentado algunos casos de fiebre

280 Pedro C. Quintana Andrés


sospechosa, y desde el treinta y uno del mismo hasta el seis del propio enero disfrutaba la misma
ciudad de perfecta salud”. Que el veinte y tres del propio enero llegó al espresado puerto de
Mogador y habiendo pedido plática, se presentó la Sanidad marroquí preguntando si llevaba
nota la patente, y se le esplicó contenía la que se deja relacionada, a lo que contestó que la
admisión a libre plática no heran cosas suyas y sí de acuerdo del cónsul español, pues de ser por
voluntad de la Sanidad ya serían admitidos. Por lo que le encargaban fueran al siguiente día a
tierra, que egecutaron y al llegar al muelle se presenta a recibirle el visecónsul , a quien entregó un
oficio del subgobernador de este distrito de Las Palmas, rotulado al cónsul de su magestad en
aquel puerto. Y habiendo preguntado a dicho vicecónsul cuándo sería admitido a plática, le
contestó que el veinte y cinco, pero al siguiente día y hora de las dose, fuera por la sertidumbre,
lo cual egecutó, y se le contestó por el subdelegado de Sanidad española que por ningún caso era
admitido a libre plática, marchándose sin dar más esplicaciones, a pesar de haber pedido se le
impucieran los días de observación que las leyes sanitarias exhigen y, además, se observase todas
las precauciones y de que el cargamento que iba a tomar se egecutase por parage incomunicado.
Que como no fueron atendidas sus reclamaciones y de ello se le han irrogado daños de mucha
consideración, biéndose en el estrecho de protestar en la forma que más haya lugar en derecho,
protesta una, dos, tres y las más veces que el derecho permita contra el cónsul de su magestad
católica la reina de los españoles, el cual recide en el puerto de Mogador, imperio marroquí, o
contra quien haya lugar el resarcimiento de los daños y perjuicios que le han sobrevendio como
tal cargador del mencionado buque. Y tanto más cree procedente la protesta que va hecha
cuanto que pocos días antes un vapor francés proveniente del puerto de Santa Cruz de Tenerife,
donde se padece en último grado el contagio fiebre amarilla, fue admitido a carga con las
precauciones legales.

Testigos: Don Pedro Cabrera González y don Manuel Rivero Cabrera, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Cabrera. Legajo: 3.197, fols. 139 r. - 141 r.

-184-
Incendio de productos tóxicos
Las Palmas, 28 de julio de 1863

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y ocho de julio de mil ochocientos
sesenta y tres. Ante mí, don Agustín Millares, vecino de ella y notario de la misma, su distrito
y Colegio de Canarias, y ante los testigos que se espresarán, comparece don Federico Cumella
y Monié, comerciante y consignatario del vapor español Pelayo, de porte de trescientas veinte y
tres toneladas, de la matrícula de Barcelona, su capitán don Francisco Mercadal y Netto.
Anclado desde el día de ayer en esta rada. Vecino el don Federico de esta ciudad y con
capacidad legal para otorgar esta protesta, por asegurar ser de treinta y seis años de edad,

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 281
hallarse en el pleno goce de sus derechos civiles y en el ejercicio de sus facultades
intelectuales. Y en nombre de dicho capitán, y como tal consignatario, dice que, hallándose el
espresado vapor en disposición de navegar, a estilo de buen marino, con carga general para
estas yslas Canarias y preparándose a partir desde el punto de su salida, en la tarde del catorce
del corriente para el de su destino, observó el contramaestre a las cuatro y media de la mismas
que salía humo de un rincón de la bodega de proa, en donde encima de la carga se habían
colocado poco antes dos cajones marca M.C., número trece y catorce, que don Francisco
Bohigas y hermano, por poder de don Eusebio Fortuny, se habían embarcado a la
consignación de don Cayetano de Mayolas, de Las Palmas, en la ysla de Gran Canaria y que,
según el conocimiento, contenían efecto medicinales. En vista de cuya novedad, se dio la voz
de alarma y acudiendo enseguida toda la tripulación y marineros del gremio ocupados en la
carga. Se procuró echar agua en dicho rincón con baldes y por cuantos medios se
encontraron más a mano para atajar, desde luego, aquel principio de incendio, preparándose a
dicho objeto también las bombas y mangueras. Dándose parte enseguida de la ocurrencia a la
capitanía de puerto, quien se trasladó inmediatamente a bordo y con un celo digno de todo
elogio, el ayudante don Jaime Patpot y el oficial de guardia de la goleta de guerra Santa Teresa,
se consiguió su terminación. Cesándose de echar agua y pudiéndose llegar al punto de donde
salió el humo, se sacó por el piloto y contramaestre una caja que se vio estaba quemada,
resultando ser la embarcada por el espresado señor Fortuny, con la marca M.C. Que en lugar
de contener efectos medicinales, contenía cuatro botellas de un líquido, que al parecer, era
ácido nítrico, de las cuales dos estaban enteras, otra entera también, pero tan solo con la
mitad del líquido, y la última rota enteramente. Disponiendo el referido señor ayudante
llevarse el cajón a la capitanía de puerto. Y como para la estinción del fuego fue indispensable
tirar agua a la bodega, resultando de ello que se mojaron varios efectos, que no se pudo en
aquel momento ni mientras se descarga individualizar. Y con el fin de evitar toda
responsabilidad por la avería causada con dicho motivo, en nombre del referido capitán y por
no haber bajado éste a tierra a causa del mal estado de la mar en este puerto, protesta cuantas
veces en derecho le sea permitido contra la ocurrencia referida, cargadores, armadores,
aseguradores, recibidores y contra quien más convenga todos los daños, averías, pérdidas,
gastos, menoscabos y perjuicios que se hayan inferido al cargamento y al buque vapor Pelayo
por el fuego que se presentó a su bordo, a fin de que no sean en ningún tiempo de cargo de
dicho capitán, ni de su tripulación por no haber dado lugar a ello bajo ningún concepto. Por
lo que presentó la debida protesta a ante el Tribunal de Comercio de Barcelona en el día
siguiente, quince del corriente mes, repitiéndola en Santa Cruz de Tenerife en veinte y seis de
este mismo mes ante el notario de aquella ciudad don Francisco Rodríguez Suárez. Protestas
que ratifica ahora en la más solemne forma y en la representación que ostenta.

Testigos: Don Manuel Sánchez Rodríguez y don Benito Sánchez García, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Agustín Millares. Legajo: 3.374, fols. 385 r. - 387 r.

282 Pedro C. Quintana Andrés


-185-
Fallecido a bordo
Las Palmas, 2 de junio de 1865

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a dos de junio de mil ochocientos sesenta y
cinco, siendo las siete de la mañana. Ante mí, don Agustín Millares, vecino de ella, notario
público de la misma y su distrito, e individuo del ylustre colegio notarial del territorio de
Canarias, y a presencia de los testigos que se mencionarán, comparece don Juan Trillas y
Guimerá, casado, comerciante y naviero, vecino de esta ciudad, con capacidad legal para
otorgar esta escritura de protesta, por asegurar que tiene treinta y ocho años de edad, que se
halla en el pleno ejercicio de sus derechos civiles y en el uso de sus sentidos y facultades
intelectuales, de cuyo conocimiento, profesión y vecindad doy fe. Y dice:
Primero: que el treinta y uno de mayo próximo, a la caída de la tarde, llegó a esta ciudad la
fragata española Gran Canaria, de que el otorgante es legítimo dueño y poseedor, procedente
de La Habana, donde fue despachada el veinte y nueve de abril último y salió el treinta por la
mañana. No habiendo ocurrido en la travesía más novedad que la muerte de un pasagero de
setenta y dos años, que había embarcado sumamente enfermo, según se acredita por el
certificado del mismo médico de Sanidad que firmó la patente.
Segundo: que dicha fragata fue visitada en esta ciudad el primero del corriente, a las
primeras horas de la mañana, por la comisión sanitaria, la que impuesta de aquella novedad,
no consideró fuese motivo para dejar de admitir el buque, si bien sometió la admisión a la
decisión del señor subgobernador del distrito. Y previno al capitán que hiciese lavar y ventilar
toda la ropa de los pasageros y tripularios, como así lo verificó, sumergiéndola en el mar y
tendiéndola en los aparejos del buque, como ha podido verse por los vecinos de la población.
Tercero: que dada cuenta al señor subgobernador por la comisión sanitaria, tuvo a bien no
admitir el buque y despedirle para Santa Cruz de Tenerife, sin consultar a la Junta de Sanidad.
Y que, a pesar de haber reclamado el capitán y el otorgante por medio del alcalde de esta
ciudad, el señor subgobernador insistió en la disposición, no obstante habérsele observado
por aquella autoridad que el certificado mencionado del médico de Sanidad de La Habana era
un documento auténtico y no necesitaba de legalización, como tampoco la tenía la firma del
mismo facultativo en la patente. Que, además, venía a bordo otro facultativo, de quien podía
obtenerse el informe, certificado o declaración que se deseara acerca de las causas verdaderas
de las muertes del pasagero. Y que más ganansias ofrecía para la salud pública y de la ysla la
admisión del buque aquí con espurgo, ventileo y demás medidas higiénicas y de precaución
que enviarle a Santa Cruz, donde se le admitiría sin ninguna, volviendo aquí enseguida a
desembarcar libremente pasageros, carga y velillos y efectos contumaces, que son en los que
pueden conservarse las miasmas contajiosas y transmitirse o comunicarse la fiebre amarilla u
otra epidemia, como así ha sucedido siempre que las mismas han invadido la provincia.
Cuarto: que posteriormente, el señor subgobernador tuvo a bien en la tarde de ayer, reunir
a la Junta de Sanidad y ésta, en vista de lo que dicho señor le informó y de los documentos

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 283
del buque, acordó que se llevase a efecto lo dispuesto por el señor subgobernador mediante
lo establecido en el artículo once del real decreto de seis de junio de mil ochocientos sesenta,
a que se ha ajustado siempre la Junta.
Quinto: que esta medida ha sido sumamente perjudicial al otorgante y aún producirles males
inmensos, lo primero por los grandes gastos que tiene que seguir haciendo con el crecido
número de pasajeros que se hallan a bordo del buque hasta regresar a esta ciudad y
desembarcarlos; y lo segundo porque de este modo pierde cuatro o más días en habilitar el
buque para su retorno a La Habana con frutos del país, que tiene ya acopiados y que son tan
expuestos a perderse y a bajar de precio en aquel punto de un día a otro. Y porque también, es
posible, que el buque sufra cualquier avería en su viaje de ida y vuelta de Santa Cruz de Tenerife.
Sexto: que por todo lo expuesto protesta en legal forma contra quien haya lugar, todos los
gastos, daños y perjuicios que se le han seguido y puedan seguírsele como naviero de la
fragata Gran Canaria, por la no admisión de ésta en el puerto de esta ciudad y por habérsela
despedido para el de Santa Cruz de Tenerife. Y sobre ello se reserva hacer todas las
reclamaciones que sean procedentes.

Testigos: Don Antonio Benítez Cabrera, y don José Gil Hernández, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Antonio Benítez y Cabrera. Legajo: 3.381, fol. 655 r. - 658 r.

-186-
Perjuicio de cargamento
Las Palmas, 22 de diciembre de 1867

En la ciudad de Las Palmas de Canaria, a veinte y dos de diciembre de mil ochocientos sesenta
y siete, siendo las diez de la mañana. Ante mí, don José Benítez y Cabrera, notario del colegio
de Canarias, vecino de la misma ciudad, escribano de Marina del distrito, a presencia de los
testigos que se mencionarán, comparece don Salvador Rebón y Rodríguez, de cuarenta y seis
años, soltero, fuera de la patria potestad por defunción de su padre, capitán y piloto del pailebot
español Lorenzo Primero, de la matrícula de Villa García, provincia de Pontevedra, de porte de
veinte toneladas, y vecino de Villa Juan, en la misma provincia, con capacidad legal para otorgar
esta escritura de protesta, por asegurar ser de la edad que deja inferida, hallarse en pleno
egercicio de sus facultades intelectuales y egercicio de sus derechos civiles, de cuyo
conocimiento, profeción y vecindad aseguran los testigos, que al efecto presentó, siendo como
tales don Fidel Días y Aguilar, y don Cesáreo Días y Aguilar, vecinos de esta ciudad, mayores,
de toda escepción, a los cuales doi fe conozco. Y el don Salvador Rebón y Rodríguez dice:
Primero: Que el ocho del presente mes salió de Villa García con cargamento de maís y
barriles de sardinas con destino a esta plaza de Las Palmas, navegando con vientos regulares
hasta el día siguiente. Hallándose a los cuarenta grados, cuarenta y dos minutos de latitud

284 Pedro C. Quintana Andrés


norte, según más largamente consta del cuaderno de vitácora, que al efecto presentó, y es a la
letra la segunda singladura como sigue: “Quedamos este medio día corriendo con el trinquete
en las tres fajas, viento recio, mar tormentosa del viento y del noroeste, cielo y horizonte
achubascados. Los que largaban mucho viento al descargar, los golpes de mar se nos
embarcaban de continuo, dándonos bastante cuidado. A las cuatro de la tarde nos reventó
uno tan fuerte sobre la popa que nos arrastró a la mayor parte de la tripulación, incluso el
timonel, quedando, por lo tanto, el timón abandonado y el buque medio dormido hasta que
pudimos afirmar los pies en cubierta y acudir a fin de poner el barco a la vía, lo que pudimos
conseguir. Luego, por unanimidad de todos, sin más que una voz, determinamos tirar al agua
lo posible, a fin de aligerar el buque, principiando por una cadena de tres grilletes y once
líneas de grueso; un ancla de cuatro quintales; una guindalesa de cáñamo de ochenta barazas
(sic) y tres pulgadas de grueso; el redondo con su berga; escotas y amuras; un tangón del
mismo; dos cuarterolas de agua; y ocho tercios de sardinas, llevándose a más la mar, dos
baldez y varios enceres de la cocina. Dicho golpe de mar llenó las cámaras, y la llenó tanto
que nadaron las cajas y temo no hubiese averiado el cargamento por las mamparas, así como
no sería estraño resultase alguna avería de resultas de estar el buque dormido sobre el costado
de babor. Anocheciendo del mismo modo, con viento recio y mar picada. A las ocho el
viento rodó al noreste y como el trinquete no mareaba, largamos una trinqueta de redonda.
Pasamos la noche sin otra novedad que la de entrar algunos golpes de mar que no causaron
daño. Amaneció más despejado pero con algunos chubascos, sin otra novedad llegamos al
medio día que observé en la latitud norte treinta y ocho grados, cincuenta y cuatro minutos,
quedando por establecida en la longitud anotada. Firman como testimonio de verdad los que
saben hacerlo, haciéndolo a ruego de lo que no saben Manuel Cuevas, Salvador Rebón,
Andrés García. Por mi ruego de los que no saben, Ramón Montenegro, Manuel Cuevas”.
Y, como pudiera suceder, que por lo mucho que trabajó el buque haya sufrido avería el
cargamento, ha deliberado, para evitar toda responsabilidad, puesto que se halla dentro de las
veinte y cuatro horas desde su llegada a este puerto, fondeando en el ayer a las dos de la tarde,
formula las oportunas protestas

Testigos: Don Vicente Marrero Pérez y don Luis Báez Navarro, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Cabrera. Legajo: 3.208, fols. 2.268 r. -2.271 v.

-187-
Problemas para el transporte de cereales
Las Palmas, 16 de noviembre de 1868

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a diez y seis de noviembre de mil ochocientos
sesenta y ocho. Ante mí, don Agustín Millares, vecino de ella, notario público de la misma y

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 285
su distrito, e individuo del ylustre Colegio Notarial del territorio de Canarias, y a presencia
de los testigos, que se mencionarán, comparece don Rafael Pérez y González, viudo,
dependiente de comercio y vecino de esta ciudad. Con capacidad legal para otorgar esta
escritura de protesta, por asegurar que tiene cuarenta y tres años de edad y que se halla en el
pleno goce de sus derechos civiles, de cuyo conocimiento, profesión y vecindad doy fe. Y
dice que es el dependiente principal que la casa de comercio de don Francisco Bethencourt
López, establecida en Teror, tiene en esta ciudad, en otra casa sucurzal de aquélla, que sirve
de depósito general. Que en este concepto, en los primeros días de este mes que, según
recuerda, fueron el seis o el siete, contrató con el naviero don Juan Ruiz, de esta vecindad,
la conducción a los puertos de Gáldar y los Bañaderos de setecientas fanegas de maíz, a
cuyo embarque debía procederse inmediatamente. Que cerrado el trato verbalmente, como
es costumbre en esta plaza, se dio principio al embarque en el balandro Luisa o Vivero, que
es el de la pertenencia del mismo Ruiz o tiene parte en él, sin que se pudieran entran más
que unas cuatrocientas fanegas a causa del reboso. Que habiéndolas llevado y
desembarcado en Gáldar, volvió el mismo buque a conducir el resto de las fanegas tratadas.
Que al siguiente día de haber dado fondo en esta rada, su patrón, Lorenzo Ruiz, hermano
del don Juan, se avistó con el exponente, diciéndole que cuándo principiaba a entrar el millo
y le contestó “que dentro de pocos momentos porque estaba concluyendo de arreglar unas
notas sobre cochinilla, añadiéndole que si encontraba cuatro peones daría orden para que
abriesen el almacén y lo sacaran”. Que luego volvió el Lorenzo y le dijo que no encontraba
peones y que quería el maíz ensacado para echarlo con más comodidad. Que a esto le
contestó “que todos los sacos no eran de la Casa y que hablase con don Tomás Bosch a ver
su quería dejarle llevar el maíz en los mismos sacos en que estaba y que pertenecían a
aquél”, añadiéndole que los sacos de la Casa estaban a su disposición. Que habiéndose
negado a aquella petición el Bosch, el patrón Lorenzo, sin volver a avistarse con el
exponente para acordar la resolución que había de adoptarse, se marchó y cerró trato con la
casa de comercio de esta ciudad Miller y Compañía, para llevar guano a La Orotava, el cual
principió a embarcar. Que habiéndole reconvenido por ello el compareciente, le contestó el
patrón que ya no le era posible llevar el maíz, pero a las observaciones que le hizo el
exponente y a las amenazas de que acudiría a medios judiciales, se convenio a fin a llevarlo,
embarcando al efecto junto con el guano unos ciento ochenta sacos de maíz, pero dejando
en tierra el resto, compuesto de unas cien fanegas, contra la voluntad expresa del
exponente. Que al día siguiente y sin haber salido aún de esta rada, trasbordó el mismo
patrón el maíz que tenía a bordo del balandro al buque Estrella, que pertenece al mismo don
Juan Ruiz y sin permiso del exponente, se hizo a la vela para el Puerto de la Orotava. De
modo que, no sólo le ha perjudicado con haber dejado en tierra el resto del maíz, faltando a
su formal compromiso, sino que el trasbordado a La Estrella ha ido en este buque primero a
Santa Cruz de Tenerife, después a Gáldar, donde echará una parte del maíz, y por último a
los Bañaderos, donde echará el resto, ocasionando un retraso de muchos días, que dará por
resultado que la perzona o perzonas con quienes se principal ha contratado el maíz a día fijo
y a un presio satisfactorio para la Casa, no lo quieran y lo devuelvan o bien lo admitan con
rebaja.

286 Pedro C. Quintana Andrés


Por todo lo expuesto y para salvar en todo tiempo la responsabilidad de la Casa de que
es dependiente y la suya propia, protesta en legal forma contra quien haya lugar todos los
gastos, daños y perjuicios que se le han seguido y pueda seguírseles en el concepto
expresado.

Testigos: Don Pedro Cabrera González y don Domingo Solís Vázquez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Agustín Millares. Legajo: 3.394, fols. 2.165 r. - 2.168 r.

-188-
Huracán e incidencias en un buque
Las Palmas, 26 de diciembre de 1870

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y seis de diciembre de mil ochocientos
setenta. Ante mí, don Vicente Martínez, notario del colegio de Canarias, vecino de esta ciudad,
y de los testigos, que se indicarán, comparece a las cinco de la tarde, don Francisco Rodríguez y
Quevedo, casado, piloto, capitán del bergantín Amalia, de esta matrícula, de treinta y siete años
de edad y vecino de esta referida ciudad, asegurando hallarse en el pleno uso de los derechos
civiles y con la capacidad legal necesaria para otorgar esta escritura de protesta, a quien, con las
circunstancias espresadas, doi fe conozco. Y dice que el catorce de noviembre último salió
dicho buque al mando del esponente del puerto de La Habana, con destino a éste cargado de
azúcar, aguardiente, miel y otros objetos. Que el día dos del actual, hallándose a la latitud de
treinta y dos grados y cuarenta y nueve de longitud, se presentaron vientos mui fuertes, que
rolaban del sur al oeste, con mar gruesa del sur, oeste―suroeste y noroeste. Que sin embargo, le
permitían a rumbo hasta las doce de la noche de aquel día que, tomando el viento mayor fuerza,
en términos de ya ser un huracán y, por consiguiente, la mar más y más gruesa y encrespada,
tuvo que desatender al rumbo y fijarse solo en defenderse del mar, que a cada movimiento
reventaba al costado de la nave y se introducía en la misma. Que a las siete de la mañana del
siguiente día, tres, hallándose a la latitud de treinta y tres grados y longitud de cuarenta y cuatro,
habiendo aun oscuro por la densidad de la atmósfera, que hacía marcar al barómetro aneroide
setenta y cuatro con ochenta. No habiendo podido el buque librase de las tres mares gruesas
que le perseguían de los tres puntos indicados, rompió una al costado de estribor y corriendo
sobre el mismo le hizo el considerable daño de entrarle toda la banda, rompiendo diez y siete
barraganetes, levantándose, al esfuerzo de éstos, la tapa del trancanil desde el centro del buque
mismo hasta la cuarta cadena de la jarcia de popa, dejando en toda esta estensión formada una
abertura por la que se introducía el agua en bastante cantidad, hasta el estremo de que el peso
que, naturalmente aumentaba, a la nave hacía que ésta tuviese la cubierta al nivel del mar. En
cuyos supremos momentos y atendiendo la gente en lo posible a cubrir aquella abertura con
lona, las olas, que a cada instante corrían por la cubierta, arrojaron al mar al segundo piloto, sin

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 287
que tuviesen medios de poderle salvar. Que el agua en bodega subía de cuatro pies y,
necesariamente, este enorme peso hacía que el buque se durmiese y perdiera el gobierno a cada
uno de los fuertes balances que daba, sin bastar a alijerarle el continuo trabajo de las bombas y
baldes de que, además, se auxiliaban por la santa bárbara. Viéndose, por lo mismo, en la
imprescindible necesidad de arrojar todos los objetos de peso que estaban sobre cubierta y de
vaciar cinco pipas de aguardiente, cinco barriles de mi(e)l y cinco cajas de azúcar en el lado de la
avería para hacer inclinar el buque al opuesto. Y levantándolo con algún tanto del mar en la
parte de la abertura, conseguir, como en efecto se consiguió, que entrase menos agua en la
bodega. Cuya última operación se hizo después de las tres de la tarde de dicho día tres, en que
ya se consiguió estraer el agua de la bodega con el trabajo sobrenatural que la gente empleó.
Que mejorando los tiempos, siguieron sin tropiezos el viaje, llegando a este puerto el día veinte
y tres, donde ha tenido que hacer observación hasta este día que le han dado libre entrada. Y
con objeto de que no se le pueda nunca exijir responsabilidad alguna por las consecuencias de
los inevitables acontecimientos que se acaban de relacionar, protesta.

Testigos: Don Ventura Doreste Henríquez y don Jerónimo Álvarez Torres, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez. Legajo: 3.331, fols. 3.294 r. - 3.297 v.

-189-
Naufragio de barcaza en el puerto de La Luz
Las Palmas, 31 de diciembre de 1870

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a treinta y uno de diciembre de mil ochocientos
setenta. Ante mí, don Vicente Martínez, vecino de ella, notario del Colegio de Canarias, vecino
de esta ciudad, y de los testigos que se dirán, comparece a esta hora de las once y media de la
mañana, don Nicolás Chirino y Reyes, casado, marino y vecino de esta población, de cuarenta y
seis años de edad, asegurando hallarse en el pleno uso de los derechos civiles y con la capacidad
legal necesaria para otorgar esta escritura de protesta, a quien, con las circunstancias espresadas,
doi fe conozco. Y dice que al comenzar la mañana de ayer salió del muelle de esta ciudad con la
barcasa de esta matrícula llamada Ysabel, que el compareciente patroneaba con nueve hombre
de tripulación con dirección al puerto de La Luz, para la descarga del pailebot Margarita Antonia,
que se halla fondeado en aquel puerto. Estando el mar a su salida del muelle en buen estado.
Que trasbordó a la barcaza cuarenta y seis o cuarenta y ocho cajas de azúcar, que le fueron
entregadas en la mejor condición por don Manuel Marrero, capitán del pailebot, para dar a don
Tomás Bosch y Sastre, del comercio de esta ciudad. Y se dirijía con dicha barcaza a la vela al
esprezado muelle a eso de las tres y media de la tarde, sin la menor novedad. Que a su entrada
en aquél, arriada la vela, vogaban al remo con toda fuerza para tomar lo más pronto abrigo, por
haberse entrado mar gruesa y picada, pero que no impedía entrar y salir las embarcaciones, ni se

288 Pedro C. Quintana Andrés


había puesto la bandera de señal de costumbre por el práctico del puerto, en los casos en que el
tiempo impide la comunicación por el muelle. Que en esos momentos y sin poderlo evitar por
más esfuerzos que hicieron, rompió una ola en la popa de la embarcación, llenándola de agua y
hundiéndola por esta parte. Que sin embargo de quedarse la misma embarcación dormida,
continuaron vogando con el mayor vigor a fin de poderla salvar, como el cargo que conducía,
pero seguidamente se sucedieron las olas unas tras otras sobre la embarcación, anegándola
completamente y arrojándola sobre el marisco, siendo infructuosos todos los auxilios que le
prestaban de tierra, echándoles cabos y mandando una lancha con gente, hasta que las olas
batiendo continuamente al costado sacaron varias cajas de azúcar. Y quedando aún más
descargada la barcaza, se pudo enderezar, porque estaba atravezada y recalcada sobre el
marisco, y redoblando los auxilios de tierra, se pudo arrastrar y atracar al muelle,
desembarcando allí las cajas que pudieron permanecer a bordo, saliendo por la playa algunas de
las que el mar trajo. Y con objeto de que no se le pueda nunca exijir irespondabilidad por el
resultado del inevitable acontecimiento que acaba de esplicar, protesta cuantas veces le sea
permitido por derecho contra el mar o de quien más haya lugar.

Testigos: Don Pedro Cabrera González y don Antonio Cabrera Péréz, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Vicente Martínez. Legajo: 3.331, fols. 3.304 r. - 3.306 v.

-190-
Avería en el vapor-correo
Las Palmas, 25 de agosto de 1873

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y cinco de agosto de mil ochocientos
setenta y tres. Ante mí, don José Benítez y Cabrera, notario del colegio de Canarias, vecino de la
misma ciudad, siendo las once de la mañana, comparece don Ezequiel Claudio Perales y
Santillana, soltero, capitán y piloto del vapor-correo nombrado Barcino, de la matrícula de
Barcelona, de porte de ciento cuarenta y tres toneladas, de treinta y un años de edad, vecino y
empadronado en la ciudad de Cádiz. Con la capacidad legal necesaria para otorgamiento de la
presente escritura de protesta de avería, libre y espontáneamente, dice que el veinte y tres del
corriente llegó a este puerto de Las Palmas, sin ningún impedimento, del cual trató de salir el
propio día veinte y tres por la noche. Lo que no tuvo efecto a consecuencia de la avería ocurrida
a su salida, según consta del libro de bitácora, en la parte de acaecimientos que me ha exhibido y
cuyo tenor literal es como a la letra copio:
“Acaecimientos: salida del puerto de Las Palmas para Santa Cruz de Tenerife el día veinte y tres
de agosto de mil ochocientos setenta y tres, a las nueve y media hora de la noche. Listos, con la
correspondencia pública y de oficio y pasageros a bordo, había dado las órdenes oportunas al
maquinista para tener vapor, avisándome que estaba listo y empezamos a cobrar cadena que

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 289
teníamos dada a la voya. Y, en el momento de arriarla para emprender viage, me dijo que las
calderas se le habían quedado sin agua, razón por la cual mandé inmediatamente afirmar el chicote
de la cadena y amarrarnos, visto que era imposible la salida, por no funcionar la máquina. Una vez
amarrada, primeramente a la voya, pregunté al maquinista en qué consistía el no tener vapor, el que
me contestó que era por habérseles reventado varios tubos de la caldera. Y viendo que había gran
cantidad de agua sobre las planchas de frente a los hornos, que sondando por la caja de bombas
había cuarenta y siete pulgadas de agua. Le pregunté en qué consistía el que hubiese tanta agua y
me dijo que era la de la caldera que se había derramado y como que le era imposible estraerla con
las bombas de la máquina, por que éstas no funcionaban. Mandé gramir las de cubierta, las cuales
se estancaron con el carbón que tenía en la bodega para el conzumo del buque, visto esto, mandé
toda la tripulación a sacar el carbón que tenía frente a la escotilla, a fin de conseguir el que se
aclarasen las bombas. Y a las dos y media horas de la madrugada no había sido posible el objeto a
que nos proporcionamos, ni esperanza de ello. Y viendo la inutilidad del trabajo, determiné arriar
el bote y dirigirme a una fragata, transporte de guerra, que estaba surta en este puerto. Y habiendo
dicho al señor comandante del citado buque lo que me ocurría y si le era posible proporcionarme
una bomba para estraer el agua del buque, me dijo que no podía y que me marchase. En virtud de
lo dicho, me dirigí a bordo y la gente seguía en su trabajo, aunque inútilmente, esperando que
amaneciese. Y tan pronto como empesó aclarar mandé embarcar cuatro hombres en el bote y fui a
tierra, mandando quince jornaleros para que, en compañía de la tripulación, achicasen el agua de
las bodegas, aunque fuese con valdes. Lo que había encargado al segundo, el cual hizo cumplir mis
órdenes con esactitud. En tanto, yo me presenté al consignatario, don Juan Bautista Ripoche, y le
espuse lo que ocurría y mis deseos de que me proporcionara una persona inteligente que ausiliara
en los trabajos de reconocimiento y arreglo de la máquina, a los que para el servicio de ésta tiene el
buque. Y mandó un dependiente que me acompañase donde un maquinista, único que existe en
esta población, en compañía del cual regresé a bordo, donde estaban estrayendo el agua el agua
(reiterado) por medio de grandes valdes, para ver si me era posible salir el mismo día. También me
enteraron que el consignatario tenía bombas para estraer agua, y enseguida que me enteré le remití
una carta para que se dignase mandarme tres a bordo, las que me mandó inmediatamente, pero
que no nos sirvieron para el objeto. A continuación me hizo presente el pasage que abandonaban
el buque, determinando no efectuar su viage en él, exigiéndome la devolución de sus billetes, que
les fueron entregados. Y, llegada la hora conveniente, puse en conocimiento de la autoridad de
Marina de este puerto lo ocurrido a bordo y que era imposible efectuar mi salida. Por todo lo
espuesto protesta enérgicamente contra cuantos perjuicios puedan ser ocacionados por esta
detención y, máxime, teniendo la correspondencia pública y de oficio a bordo. El capitán Claudio
Perales. El piloto, Aurelio Domínguez. El primer maquinista, Francisco Vilela. El segundo
maquinista, Baltazar Alemayn. El contramaestre, Cipriano Riol.”
Así resulta del mencionado libro de bitácora, que devuelvo al compareciente.
En su consecuencia, por los daños y perjuicios que puedan resultar, conforme a las leyes
vigentes, protesta una, dos, tres y las demás veces necesarias, permitidas por derecho.

Testigos: Don Sebastián Jáisme Ramírez y don José Alzola González, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Cabrera. Legajo: 3.219, fols. 643 r. - 646 v.

290 Pedro C. Quintana Andrés


-191-
Navegación dificultosa
Las Palmas, 14 de marzo 1874

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a catorce de marzo de mil ochocientos setenta y
cuatro. Ante mí, don Vicente Martínez, notario del colegio de Canarias, vecino de esta ciudad, y
los testigos que se mencionarán, comparece don Juan Fenoyra y Féas, soltero, de treinta años de
edad, marino y vecino de la ciudad de La Coruña, capitán de la corbeta española Salmantina, de la
matrícula de aquella ciudad. Asegurando hallarse en el pleno goce de los derechos civiles y, por
tanto, con la capacidad legal necesaria para otorgar esta escritura de ratificación de protesta, de
cuyo conocimiento y de haberme manifestado tener las circunstancias espresadas doi fe. Y dice:
Primero: Que habiendo llegado con el referido buque al puerto de Santa Cruz de Tenerife el
día primero del mes actual, hizo el dos la protesta que conviene, entre otros, los estremos
siguientes: “En la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, a dos de marzo de mil ochocientos setenta y
cuatro. Ante mí, don Francisco Rodríguez Suárez, notario público del número y colegio de
Canarias, vecino de esta capital, presentes los testigos que se dirán, compareció, siendo las nueve
de la mañana, don Juan Fenoyra y Féas, de treinta años de edad, soltero, vecino de la ciudad de
La Coruña, capitán de la corbeta española Salmantina, de la matrícula de aquella ciudad de La
Coruña, y de porte de doscientas setenta toneladas, de cuyo conocimiento, profesión y vecindad
doi fe. Y, asegurando que se halla en el pleno goce de sus derechos civiles y, por lo tanto, con la
capacidad legal necesaria para formalizar la presente de protesta por malos tiempos. Espone lo
siguiente: Que teniendo el buque de su mando en perfecto estado para navegar, salió del puerto
de La Habana con cargamento de frutos coloniales, el día treinta y uno de diciembre del año
último, con destino a este de Santa cruz de Tenerife, con buen tiempo. Pero en la singladura del
primero al dos de enero empezaron a soplar vientos duros, con mucha mar del primer
cuadrante, notándose al dar a las bombas que el buque hacía más agua de la acostumbrada,
continuando así hasta la singladura del cuatro al cinco, que arreciaron con más violencia. Y
puesto el buque a capa corrida por efecto de la mucha mar, recibió un golpe de ésta que
desfondó la mura de babor por la parte correspondiente a uno de los pañoles de debajo del
castillo y endose al agua por el boquete que dejó, ocho cuadernales de cilindro, dos ídem de gata
y un pescador, con siete u ochos motones que estaban en aquel punto. Viniendo, a la vez, una
ráfaga de viento que rifó la vela de estais de mesana. Que amainados esos malos tiempos,
continuaron la navegación sin otra novedad, hasta que con la singladura del veinte al veinte y
uno se presentaron abundantes chubascos con vientos al cuarto cuadrante y mares gruesas y
ofensivas del noroeste y norte, que se aumentaron en la singladura siguiente. En la cual se roló el
viento al norte, duro, con fugadas ahuracanadas, por lo que hubo que aferrar las gavias altas,
anocheciendo con este tiempo, mucho más recio, la mar más gorda y arbolada, declarándose un
verdadero huracán. Habiendo a las ocho de la noche recibido el buque un golpe de mar que
llenó por completo la caja del mismo y su cámara, llevándose la baranda de babor de popa, los

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 291
gallineros y el farol del mismo costado, destrincando y llevándose también la madera de
respecto, el tambucho de la escotilla de popa, entrado con este motivo mucha agua en la bodega,
dejando inutilizada la caja del fogón y aplastada la canoa que estaba en la escotilla mayor.
Viéndose en la precisión de echar a agua cuanto había en la cubierta con el fin de dejarla libre y
desembarazada, procediendo inmediatamente, para darle salida al agua, a abrir a portas,
acudiendo, a la vez, a las bombas. Encontrándose gran cantidad de agua en la bodega, que con el
ausilio de los pasajeros se consiguió achicar. Y como a las once, el viento rifó el velacho, se vio
obligado en tal conflicto, puesto que tenía poca vela, para escapar de las terribles mares que a
cada momento anogaban (sic) la nave, que desguindar la lancha y arrojarla al agua, neutralizando
con ello los grandes bandazos de aquella. Recibiendo a la media noche otro golpe de mar que
reventó el castillo, rompió la rueda del timón, dejando completamente anegada la cubierta,
remediando, desde luego, la avería del timón con dos aparejos, sin poder evitar, por ese motivo,
los muchos golpes de mar que recibía el buque en sus costados, causando grandes averías. Y sin
soltar las bombas de la mano, continuaron el resto de la noche por la mucha cantidad de agua
que entraba por la tambucho de la escotilla de popa, a cuya composición se acudió con la
prontitud que requería el caso, notándose, también, un gran movimiento en la parte frente de la
cámara, que no se pudo remediar. Y en cuyo estado amaneció y, viendo que la mar causaba
continuas averías sin poder evitarlas, determinó poner la nave a la capa, procediendo con gran
peligro antes de cerrar el tambucho a estivar las pipas que, con el gran movimiento de aquella,
habían perdido la localidad, observándose que el cargamento que se hallaba en aquella parte
estaba completamente averiado. Que en las dos singladuras siguientes, continuando el mismo
tiempo, no hubo otra novedad que faltar en la primera tres acolladores de la jarcia mayor de
barlovento, cuya falta aventó las regalas, si bien no influyó, al parecer, en la arboladura; y la de
haberse reventado la segunda dos cadenotes de la jarcia de trinquete de babor. Y como
empezara a amainar ese gran temporal a la singladura inmediata, embergaron un velacho bajo,
que se lo llevó el viento, y continuaron la navegación con vientos más o menos variables hasta el
día de ayer, que soltaron las anclas, entre las siete y ocho de la noche en esta bahía, habiendo sido
visitados y puestos a libre plática en la mañana de hoi. Que por razón de este fuerte temporal ha
recibido el buque y cargamento averías y con el fin de ponerse a cubierto de toda
responsabilidad…protesta solemnemente todas cuantas veces le sea permitido por derecho
contra quién haya lugar y perjuicios que resulten en el buque, así como en su cargamento, a fin
de que no sean de su cuenta y cargo ni de la tripulación, por no haber tenido participación alguna
en ellas, sino de los aseguradores, cargadores y recibidores, con arreglo a la legislación marítima y
prácticas mercantiles”.
Segundo: Que habiendo llegado a este puerto de Las Palmas, a las ocho de la noche del día de
ayer, con objeto de cumplir con lo que dispone la legislación marítima y el código de comercio,
ratifica la protesta de que va hecho mérito, siendo las doce de la mañana.

Testigos: Don Ricardo Álvarez Torres y don José Herrera Lorenzo, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Francisco Martínez. Legajo: 3.347, fols. 657 r. - 663 v.

292 Pedro C. Quintana Andrés


-192-
Transporte de maíz y tempestad
Las Palmas, 14 de marzo 1874

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a diez de febrero de mil ochocientos setenta y
nueve. Ante mí, don José Benítez Larena, vecino de ella, notario de la misma y su distrito,
comparece, siendo la una de la tarde, don Gabriel Oliver y Bataller, capitán y piloto de derrota de
la polacra Trinidad, soltero, de veinte y seis años de edad y vecino y empadronado en la ciudad de
Palma de Mallorca, en las yslas Baleares, según lo justifica con su cédula personal de aquel
municipio, espedida en cuatro de octubre último, bajo el número trece mil novecientos treinta y
ocho, que exhibe, y vuelve a tomar. Y asegurando el autorizante, a juicio propio, que el
compareciente se halla con la aptitud legal necesaria para otorgar la presente acta de protesta, dice:
Primero: Que en veinte y cuatro de diciembre último salió en la espresada polacra Trinidad,
de la matrícula de Palma de Mallorca, del puerto de Marsella, cargado de maíz con destino a
esta ciudad, hallándose dicho buque en perfecto estado de navegar.
Segundo: Que sin novedad ni entorpecimiento alguno continuaron su viaje hasta que en la
singladura décima quinta, correspondiente del siete al ocho de enero, principiaron ciñendo
mura a estribor con todo el aparejo y el viento fresco al tercer cuadrante. Anocheció, cielo y
horizontes encapotados, viento de aumento del oesudoeste. A ocho horas se aferraron el
sobre y juanete y se hicieron dos fajas de rizos a la mayor. La mar muy picada del viento y de
aumento. A las diez se desplegó un chubasco que les hizo quedar con solo el velacho bajo y
trinquetilla y arribar para dar la popa al viento y a la mar, que era muy grande, barriéndoles
continuamente la cubierta. A trece horas se sondaron las bombas y el buque hacía mucha
agua. A las trece y treinta minutos se volvieron a sondar y el buque hacía catorce pulgadas de
agua por hora. Notando que el buque no se defendía de la mar, en junta de oficiales,
resolvieron alijerar el buque, dando principio por las existencias de la cubierta, consistentes en
las perchas de respeto. Y no siendo aún esto suficiente, acordaron romper los mamparos de
popa y proa para arrojar maíz a la mar, lo que se efectuó inmediatamente, siendo las catorce
horas. A diez y seis horas mandaron parar el trabajo, habiendo arrojado, según el cálculo
aproximado, unas quinientas fanegas de maíz a la mar. Amaneció, cielo y horizontes de mal
cariz, siendo el viento ahuracanado y la mar muy grande. Y así llegaron al medio sin poder
dejar las bombas de las manos, por hacer el buque mucha agua.
Tercero: Que, con alguna que otra vicisitud, que no se consigna por ser de escasa
importancia, continuaron su viaje hasta que en el día de ayer y a las tres de su tarde, fondearon
en la rada de esta ciudad.
Cuarto: Que con el fin de evitar toda la responsabilidad que pudiera ocurrirle por la avería
de que se ha hecho referencia, otorga que protesta una, dos y las demás veces que necesario
fuere contra mares, vientos, cargamento, fletadores, aseguradores y demás personas o
corporaciones que tengan interés directo o indirecto en el buque y en todo lo que ha

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 293
conducido a su bordo. Y que todo lo expuesto y consignado es la verdad y se adjunta en un
todo al libro de bitácora que conserva en su poder, en el cual se registran y enumeran todos
los sucesos ocurridos durante toda la navegación.

Testigos: Don Manuel Calderín Hernández y don Apolonio Santana Márquez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Larena. Legajo: 3.296, fols. 188 r. - 190 v.

-193-
Maniobra desafortunada
Las Palmas, 27 de enero de 1875

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y siete de enero de mil ochocientos
setenta y cinco. Ante mí, don Vicente Martínez, vecino de ella, notario de la misma y su distrito
e individuo del colegio de Las Palmas, y a presencia de los testigos que se mencionarán,
comparece don José Fiol y Focho, casado, comerciante, de cuarenta y nueve años de edad y
vecino de esta población, empadronado con la correspondiente cédula personal en este
municipio, asegurando hallarse en el pleno goce de los derechos civiles y, por tanto, con la
capacidad legal necesaria para otorgar esta escritura de protesta. Y dice:
Que el compareciente es consignatario de la polacra ― goleta española nombrada Nena, de la
matrícula de Palma de Mallorca, de porte de ochenta y dos toneladas, siendo su capitán don
Bartolomé Matas. Que el mismo buque fondeó con buen tiempo en el puerto de La Luz de
esta ciudad procedente de Mallorca y Málaga el día veinte y tres del corriente a la puesta del sol,
con cargo de maíz y otros efectos. Y el veinte y cinco comenzó la descarga. Que el día
inmediato, veinte y seis, amaneciendo buen tiempo, el capitán del buque bajó a esta ciudad para
continuar haciendo entrega de la carga. Que a eso de las diez de la mañana, llamándose el
viento al sueste con alguna marejada, el contramaestre don Bernardo Bosch considerando que
el buque corría riesgo en aquel fondeadero si el viento y mar aumentaban, determinó levar para
el fondeadero de la rada de esta ciudad, como lo efectuaba otro buque. Que estando todo bien
y preparado y con toda la tripulación a bordo, se mandó disponer el aparejo conveniente y levó
la nave, ciñendo el viento por estribor, y puesto el buque en marcha se ordenó virar, y al recibir
el viento por la proa quedó parado sin gobierno, dándose inmediatamente fondo a un ancla,
por observarse que el buque empezaba a ir para atrás y, como garrease, se dejó caer la otra
ancla, que también fue garreando. Que en esta disposición se embarcó en una lancha del buque
otra tercera ancla y se tendió por barlovento un cabo de grueso conveniente y en buen estado, y
al alar por él se hizo firme el ancla. Y al seguir alando con el molinete de hacer salir la nave, se
rompió el mismo cabo y a poco tiempo, entre once y doce de la mañana, aquella se varó, siendo
inútiles todos los medios empleados para ponerla a flote, por quedar sobre un bajo de piedra
que despide la costa de la Ysleta. Que situado el capitán en aquel punto se intentó dar ausilio

294 Pedro C. Quintana Andrés


por todos los medios posibles, siendo todo inútil porque el buque estaba ya caído sobre la parte
de babor, haciendo mucha agua. En cuya disposición y sin pérdida de tiempo se procedió a la
descarga con la tripulación y gente de tierra. Que por tal acontecimiento, el compareciente, en
nombre y representación del referido capitán don Bartolomé Matas, que no se presenta a este
acto por no poderse separar del buque ni desatender su cargamento, protesta solemnemente
todas cuantas veces le sea permitido por derecho por la referida desgracia, contra quien haya
lugar por la pérdida, daños y perjuicios ocasionados y que se ocasionen por el relacionado
acontecimiento a fin de que no sean de cuenta y cargo del capitán ni de la tripulación de la nave,
por no haber dado ocasión a ello, sino de los dueños, cargadores, recibidores y aseguradores
con arreglo a la legislación marítima vijente y prácticas mercantiles.
Así lo dice y otorga el don José Fiol y Focho, con el espresado carácter, presentándose para
este acto a las diez de la mañana.

Testigos: Don Ricardo Álvarez Torres y don José Herrera Lorenzo, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Vicente Martínez. Legajo: 3.351, fols. 272 r. - 276 v.

-194-
Reparación de pailebot accidentado
Las Palmas, 4 de abril de 1875

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a siete de abril de mil ochocientos setenta y
cinco. Ante mí, don Vicente Martínez, vecino de ella, notario de la misma y su distrito, y a
presencia de los testigos que se mencionarán, comparece don Vicente Yglesias y Pereira,
casado, marino, de treinta y dos años de edad y vecino de esta referida ciudad, empadronado
con la correspondiente cédula personal. Asegurando hallarse en el pleno goce de los derechos
civiles y, por tanto, con la capacidad legal necesaria para otorgar esta escritura de ratificación
de protesta. Y dice que es capitán y piloto de derrota del pailebot nombrado Margarita
Antonia, de la matrícula de Palma de Mallorca y de porte de noventa y cuatro toneladas. Que
teniendo el buque de su mando en perfecto estado para navegar, salió del puerto de Mazagán
el día diez y nueve de marzo anterior, con destino a éste, con cargo de maíz, garbanzos y
otros productos de aquel país, conduciendo también diez pasajeros. Que navegando con
buen tiempo y despejado y sólo con algunos celajes sueltos, a las veinte y dos horas de la
salida de aquel puerto y estando a la vista de Mogador se dirijió a su puerto, con objeto de
recoger alguna agua, porque habiendo vaciado un bocoy lleno de la misma, temía que le
faltara esta provisión en el viaje. Que al dirijir el buque al fondeadero, el timonel,
interpretando con equivocación las órdenes del esponente, en lugar de meter la caña del
timón a babor, la cerró al contrario y, con la arrancada que llevaba, la nave no pudo conseguir
la detención de la orzada y tocando aquélla en una laja que existe a corta distancia del

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 295
fondeadero, perdió el timón. Y largando en este estado, con la mayor presteza, todo el
aparejo del palo de trinquete consiguió que el buque saliera del punto peligroso en que se
hallaba y fondear a cierta distancia de los bajos que hai próximos a la población. Que al picar
las bombas se halló con doce pulgadas de agua en la bodega y con los ausilos que pidió y
obtuvo de tierra alijó el cargamento y mejoró la situación de la nave. Y así pudo salir para este
puerto el día tres del mes que corre, llegando y fondeando en la rada de ésta en el día de ayer,
a las siete de la tarde. Y continuando haciendo aguas, sin poder averiguar el sitio de la avería
del buque, tendrá que disponer su barada en el puerto de La Luz para reparar la misma. Que
por tal acontecimiento y sus consecuencias otorgó la correspondiente protesta ante el
consulado de Mogador el día veinte y uno del espresado mes de marzo, cuya protesta ratifica
en la más solemne forma por la presente escritura, a fin de que nunca se le pueda exijir
ninguna clase de responsabilidad por lo que resulte, protestando, caso necesario, de nuevo
todas cuantas veces le sea permitido por derecho contra quien haya lugar por los daños y
perjuicios que aparezcan en el espresado pailebot Margarita Antonia y cargamento.

Testigos: Don Ventura Doreste Henríquez y don José Hernández Pérez, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Vicente Martínez. Legajo: 3.352, fols. 1.139 r. - 1.141 v.

-195-
Declaración de avería
Las Palmas, 19 de marzo de 1878

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a diez y nueve de marzo de mil ochocientos
setenta y ocho. Ante mí, don José Benítez Larena, vecino de ella, notario de la misma y su
distrito, comparece don Hipólito García y Rodríguez, casado, capitán y piloto del bric―barca
nombrado G.H., de la lista de embarcaciones de la matrícula de la ciudad de La Habana, de
treinta y cuatro años de edad, y vecino y empadronado en esta referida ciudad, según lo justifica
con su cédula personal de este municipio, que exhibe en este acto, distinguida con el número dos
mil ciento veinte y seis de orden, que vuelve a tomar. Quien comparece en esta mi notaria a la
ocho y treinta minutos de la mañana del día de la fecha y, asegurando el autorizante a juicio
propio, que el compareciente se halla con la aptitud legal necesaria para otorgar la presente
protesta de avería. Dice que en quince de febrero último salió del puerto de Fernandina, en los
Estados Unidos, en el expresado buque G.H., con cargamento de madera de riga con destino a
estas yslas. Cuyo buque se hallaba franco de quilla y cartados y apto para navegar. Que si bien a
su salida de dicho puerto lo hicieron con vientos bonancibles y regulares, en la singladura tercera,
o sea, en la que comenzó el día diez y siente del mismo mes hasta la del veinte y cinco inclusive,
con exepción de algunas, comenzaron a tener vientos atemporalados del tercero y cuarto
cuadrante, que le causaban mucho trabajo al buque. Empezando a notar hacer agua, siendo
necesario picar las bombas cada dos horas y tardando media hora para alijar la que en ese

296 Pedro C. Quintana Andrés


intervalo hacía. Que durante las singladuras sucesivas hasta la veinte y cinco referida,
continuaron con ligeras exepciones los vientos atemporalados, con mares crecidas, y con ellos
aumentando el trabajo del buque. Se notaba aumentar, también, el agua que hacía, causándoles
dicho trabajo, movimientos y desperfectos, particularmente en la proa. Que por causa de los
temporales consecutivos, acompañados de fuertes aguaceros y chubascos, en el intervalo de las
singladuras espresadas, perdió y rijó varias velas y tuvo roturas en las jarcias.
Que las visicitudes y contratiempos que han ocurrido durante la navegación ha sido la
legítima causa de los deterioros y desperfectos ocasionados en el casco y aparejos del expresado
buque, pudiendo, así mismo, serlo del cargamento. Que habiendo llegado a este puerto en el día
de ayer a las diez de su mañana y visitados a las doce, dando término a su viaje, por lo que hace a
parte del cargamento, con el fin de evitar y salvar toda responsabilidad, formaliza la presente
protesta de avería contra vientos, mares, cargamento, aseguradores, compañías y demás a que
haya lugar. Cuya manifestación exacta y verdadera, según consta todo y con más estensión del
cuaderno de bitácora del presente año, a los folios trece hasta el treinta y seis inclusive.

Testigos: Don Antonio Artiles Sánchez y don José Alzola González, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Larena. Legajo: 3.293, fols. 419 r. - 421 r.

-196-
Arrojo de carga al mar
Las Palmas, 22 de septiembre de 1879

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y dos de setiembre de mil ochocientos
setenta y nueve. Ante mí, don José Benítez Larena, vecino de ella, notario de la misma y su
distrito, comparece, siendo la siete de la mañana, don Matías Reyna y Lorenzo, soltero,
capitán y piloto de derrota del bric―barca Trinitá, de veinte y seis años, vecino y
empadronado en esta referida ciudad, según lo justifica con su cédula personal, que exhibe en
este acto, distinguida con el número novecientos setenta y tres de orden, y vuelve a tomar. Y
asegurando el autorizante, a juicio propio, que el compareciente se halla con la aptitud legal
necesaria para otorgar y formalizar la presente acta de protesta de avería, dice:
Primero: Que en el día de ayer, a las ocho de su mañana, saltó a este puerto después de tres
días de observación en la rada o bahía de esta ciudad, en el expresado brick―barca Trinitá
procedente del puerto de New York, de donde salió el veinte y cuatro de agosto último con
destino a este mismo puerto. Con cargamento de maderas de aquel país, tabaco, maíz y otros
efectos, hallándose el buque franco de juste y quilla y en perfecto estado de navegar.
Segundo: Que en el enunciado estado continuaron perfectamente hasta la singladura
décima, correspondiente al día dos al tres del presente mes. Mas, en la mismas, al anochecer
presentándose el horizonte de mal cariz, barómetro bajo y viento fresco, se aferró el aparejo
menudo, juanetes y sobres, echando abajo dichas vergas, terminando esta singladura

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 297
aferrando la mayor y el velacho, por seguir el viento en aumento. Que en la singladura
oncena, habiendo aumentado considerablemente el viento y la mar, se quedaron durante toda
aquélla con aparejo de gabia baja y trinquete en un rizo. La singladura duodécima comenzó de
igual modo que el final de la anterior, y a las cuatro horas, siendo el mar muy arbolado y el
viento auracanado, se aferró el trinquete y echaron abajo masteleros de juanete, viéndose que
el mar y el viento continuaban con mayor fuerza. A las dos horas, después de aquéllas,
determinó el exponente convocar a junta de oficiales, la que determinó arrojar los veinte y
cinco mil pies de madera que estaban sobre cubierta, lo que en efecto tuvo lugar a seguida.
Terminando esta operación, a las dos horas, o séase, a las ocho de singladura, continuando
con el mismo viento y aparejo hasta las dos horas de la singladura siguiente que, rolándose el
viento al sur, bonanzó un poco y largaron más aparejo, no dando el suficiente por no
permitirlo la mucha mar del éste y sueste.
Tercero: Que lo consignado es lo cierto y verdadero y consta con más estensión del libro
de bitácora, que es donde se registraron todas las vicisitudes durante la navegación.
Cuarto: Que con el fin de evitar toda clase de responsabilidad otorga que protesta una, dos
y las demás veces que necesario fuere contra mares, vientos, cargadores, aseguradores y todas
las demás personas, sociedades y corporaciones que tengan interés directo o indirecto en el
mencionado buque Trinita o en el cargamento arrojado y que se halla a su bordo.

Testigos: Don Agustín Márquez Alemán y don José Suárez Sánchez, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Larena. Legajo: 3.297, fols. 1.465 r. - 1.467 v.

-197-
Problema para navegar entre islas
Las Palmas, 3 de diciembre de 1879

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a tres de diciembre de mil ochocientos setenta y
nueve. Ante mí, don José Benítez Larena, vecino de ella, notario de la misma y su distrito,
comparece, siendo las doce de este día, don Andrés Hernández y Rodríguez, casado, de cuarenta y
nueve años de edad, patrón del pailebot denominado Santiago, alias Andoriña, de la matrícula de
Santa Cruz de Tenerife, vecino de la villa de Gáldar, donde dice hallarse empadronado, sin exhibir
cédula personal, por carecer de ella en este momento, pero con protesta de hacerlo dentro de las
veinte y cuatro horas. Y asegurando el autorizante, a juicio propio, que el compareciente se halla
con la aptitud legal necesaria para otorgar la presente protesta de avería, dice:
Primero: Que en veinte y cuatro de noviembre último salió del puerto de Santa Cruz de
Tenerife en el expresado pailebot Santiago con destino a esta ysla, cargado de varios efectos, y
entre ellos guano, trigo, cochinilla y café. Hallándose aquél franco de porte y en perfecto estado
de navegación.

298 Pedro C. Quintana Andrés


Segundo: Que la enunciada salida tuvo lugar a las seis de la mañana del precitado día, con
tiempo si no muy favorable, algo bonancible. Mas, acontece que en el referido día y a mitad de la
travezía de esta ysla y la vecina de Tenerife, se presentó con toda su fuerza el tiempo sur y la mar
bastante picada, impidiendo mucho al buque su navegación. Que adelantando, aunque poco y
torpemente, apareció el viento sudoeste, en cuyo caso, siendo imposible seguir el camino que
deseaba, hizo junta de tripularios y determinó el día veinte y cinco tomar dirección a la isla de
Lanzarote, lo que fue imposible también llevar a efecto a consecuencia de haber arreciado más y
más el viento sudoeste, lo que le hizo tomar la dirección a las costas de España. Que en este
estado y dificultándose más y más la marcha y navegación, volvió a formar nueva junta de
tripularios, que unánimemente opinaron arrojar parte de la carga al agua, lo que verificaron el
indicado día veinte y cinco. Volviendo a sucederse esta misma operación en día siguiente, veinte
y seis, a causa de ser más insoportable el viento.
Tercero: Que el día veinte y siete continuando así las vicisitudes y, por el contrario, siendo
más adversas, encontraron a las tres de la tarde el bergantín español Plutón, y pedídole auxilio, le
fue prestado inmediatamente por el capitán y piloto, facilitándole toda clase de víveres. Cuyo
extremo o acto de encuentro se comprueba perfectamente por el documento que el capitán de
dicho bergantín le entregó. El cual me exhibe en este acto el otorgante, suplicándome lo copie
literalmente en el presente documento, cuyo tenor es como sigue:
“El que suscribe, capitán del bergantín español Plutón, certifica: que el día 27 de noviembre
1879, a las tres horas de la tarde, estando capeando un fuerte temporal de viento sudoeste,
avistamos por barlovento un buque que corría en popa a discreción del tiempo. Al poco rato lo
tuvimos al costado, resultando ser el pailebot Santiago, de Palma, que el patrón nos pidió auxilio,
y le prestamos los servicio que fueron necesarios, trasbordándose el señor piloto a su bordo y
acompañándole en popa cuando el pailebot no podía aguantar el costado al fuerte temporal.
Estando ochenta leguas al nordeste de la ysla de Tenerife. Y para que conste le expido el
presenta a 30 de noviembre de 1879. B. Ahina.”
Lo inserto concuerda fielmente con el documento exhibido que se halla estendido en su pliego de
papel de cartas, en octava mayor, rayado, de color azul claro, que devuelvo rubricado al interesado.
Cuarto: Que después del mencionado día veinte y siete, comenzó a amainar el tiempo, por lo
que retrocedieron con rumbo a estas yslas, convoyados por el repetido bergantín Plutón hasta la
punta de Anaga, en que éste despareció. Habiendo llegado a este puerto de Las Palmas a las
nueve de la noche del día de ayer, sin ninguna otra ocurrencia digna de mérito.
Quinto: Que con el fin de evitar y salvar toda la responsabilidad que por los sucesos
mencionados pudieran surjirle, otorga que con el fin de evitar toda clase de responsabilidad
otorga que protesta una, dos, tres y las demás veces que necesario fuere contra vientos, mares,
carga, cargadores, aseguradores, buque y demás personas que tuviesen interés directo o indirecto
tanto en la carga como en el buque. Que todo lo consignado es cierto, exacto y verdadero, como
se comprueba de una manera indubitable por la tripulación que a su bordo venía y, así mismo,
los pasajeros que también conducía.

Testigos: Don José Monzón Castro y don Vicente Llorente, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Larena. Legajo: 3.298, fols. 2.244 r. - 2.247 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 299
-198-
Los efectos del huracán y navegación prolongada
Las Palmas, 27 de enero de 1881

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y siete de enero de mil ochocientos ochenta y
uno. Ante mí, don José Benítez Larena, vecino de ella, notario de la misma y su distrito, comparece,
siendo las diez de la mañana, don Amaro Jacinto Riberol y Briganty, soltero, de treinta y siete años
de edad, capitán y tercer piloto del brick―barca nombrada Ana, de la primera lista de
embarcaciones del distrito de esta capital, y vecino del Puerto de la Cruz de Orotava, en la isla de
Tenerife, donde dice hallarse empadronado. No presentando en este acto la cédula personal que lo
justifica por no haberla podido obtener hasta la fecha, en atención a lo largo de su viaje, protestando
exhibirla tan pronto le sea posible proveerse de ella. Y asegurando hallarse en el pleno goce de sus
derechos civiles y, por tanto, a mi juicio con la aptitud legal necesaria para formalizar la presente acta
de ratificación de protesta de avería. Dice:
Que en veinte y tres de agosto último salió del puerto de La Habana, en la isla de Cuba, con
destino a este de Las Palmas y al de Santa Cruz de Tenerife, con cargamento de aguardiente, azúcar
y miel. Hallándose el expresado buque franco de quilla y costados y en perfecto estado de
navegación. Mas, en la singladura del veinte y siete al veinte y ocho del mismo mes comenzó a
experimentarse un tifón, que se acercaba, no permitiéndole la situación en que se hallaba su huida.
Continuando así la singladura siguiente, en la cual experimentó toda su fuerza, por cuya razón le fue
absolutamente indispensable arribar al puerto de la ciudad de Charleston con el objeto de reparar las
grandes pérdidas sufridas, en cuyo puerto entró el día dos de setiembre siguiente. Y después de
sufrir la correspondiente cuarentena, se presentó ante el cónsul de España, don José Alcalá Galiano,
con fecha veinte y tres del mismo mes, formulando la protesta de avería del tenor siguiente:
“Protesta de arribada forzosa y averías de la barca española Ana. En la ciudad de Charleston, a
veinte y tres de setiembre de mil ochocientos ochenta. Ante mí, don José Alcalá Galiano, cónsul
de España en este puerto, compareció don Amaro Jacinto Riverol, capitán de la barca española
Ana, matrícula de la Gran Canaria, de doscientos cuarenta y tres toneladas y diez y seis céntimos.
Equipada con catorce individuos de tripulación y de la propiedad de don Luis Reyna, armador y
del comercio de la Gran Canaria. Cuyo capitán, bajo juramento de decir verdad, declara que el día
veinte y tres de agosto se hizo a la vela, saliendo del puerto de La Habana, isla de Cuba, con la
barca Ana, con quince de tripulación, en cuyo número se comprende, y quince pasajeros. Con
cargamento de aguardiente, azúcar y mieles con destino a Canarias y escala en Vigo. Teniendo su
buque bien aparejado y tripulado. Que navegó sin novedad hasta la singladura cinco, en que
empezó el viento del primer cuadrante a las diez y ocho horas, a arreciar, teniendo a la vista la
costa de la Florida. Hay mal cariz, grandes cúmulos desde el norte al este, que se convierten en
menuda lluvia con rachas, el barómetro baja. Concluye el día sin otra ocurrencia. En la singladura
seis, el tiempo amenaza, hay muy mal cariz y el barómetro sigue bajando. Hacemos toda la fuerza
de vela por franquearnos del canal, procurando conservar el centro. A las seis horas ya el viento
era duro, duro (reiterado) y aferramos los juanetes. A las doce horas aferramos las gavias altas y la

300 Pedro C. Quintana Andrés


mayor, aguantándonos con las bajas, el trinquete y trinquetilla y estay de mesana. El barómetro
baja con rapidez. A las diez y siete horas cerramos en capa con la gavia baja y la trinquetilla. A las
diez y ocho horas se mandaron echar abajo los juanetes. Esta operación sólo se efectuó con el de
proa, porque ya el viento rachaba con furia y era imposible que la gente se aguantase arriba para la
operación del mayor. A esta hora el aneroide marca setenta y cinco grados sesenta céntimos. A las
veinte horas se observaba que el círculo de fuerza de un tifón de acercaba y que su vórtice pasaría
por nosotros. Pero en la situación en que no encontrábamos no había otro remedio que aguantar
a la capa, para lo que se preparó una vela de estay de mesana nueva y se embergó en el palo de
mesana, más trinquetilla en buen estado. A esta hora el barómetro marca setenta y cuatro grados,
diez céntimos y el termómetro ochenta grados, cuarenta centésimas. A las veinte y dos horas faltó
la gavia y se izó la vela de estay y de mesana. Estamos ya dentro del círculo de fuerza del tifón. La
trinquetilla que estaba izada despareció. Al concluir este día las rachas son muy duras, el mar
grueso y el viento continúa del norte. En la singladura siete, el viento sigue con terrible fuerza. El
buque hace más agua que la de costumbre y se observa que sale melaza por las bombas. Con
frecuencia los golpes de mar llenan la cubierta. En este estado permanecimos hasta las seis horas,
en que el vórtice se acercaba y abonanzó. A las siete horas aclaró por el cenit y se vieron algunos
relámpagos. A esta hora marcaba el barómetro sesenta y tres grados, diez céntimos, y el viento
principió a rolar para el oeste. A las ocho volvieron las rachas a tomar incremento. A las diez
horas era indescriptible su fuerza. Faltó el estay de mesana y nos quedamos sin vela. La mar
arrollaba el buque y por ambos costados. No se largó la trinquetilla que estaba embergada al palo
mesana por ser imposible, tal era la fuerza del mar y viento. A las once y media horas, con una
furiosa racha, se sumergió la banda de estribol y viendo que el buque ni desarbolaba ni drizaba,
acordamos en junta de oficiales picar las bordas de los masteleros de gavias. Lo que se efectuó,
cayendo ambos por la banda. En este estado el buque drizó y fue desalojando el agua que
inundaba la cubierta. No se dejan de la mano las bombas, por la mucha agua que hace. A las doce
horas principió a elevarse el barómetro, pero las rachas terribles duraron hasta las catorce horas,
quedando después más soportables las que continuaron. El viento roló al suroeste, muy duro
siempre. A las diez y siete hora (al amanecer) el viento era sur, fuerte, la mar muy encrespada,
había a la vista un vapor y un bergantín ― goleta, ambos capeando. Estamos en aguas de sonda.
Embergamos una trinquetilla, pusimos un estay, al palo de mesana se le embergó su vela y con
ellas no pusimos a la capa de la amura a estribor. El resto de este día se pasó de este modo, siendo
nuestro objeto al botar los masteleros, salvar las vidas, cargamentos y casco, que se hallaban en
inminente peligro a consecuencia de los hechos narrados. Y habiendo otras averías en el casco y
palos, como también la mucha agua que hace el buque y la avería que en el cargamento pueda
haber, protesto se todo esto cuantas veces la ley me lo permita, contra quien haya lugar. En la
singladura ocho continuamos capeando con la vela de estay, de mesana y la trinquetilla. El viento,
siempre duro del sur, la mar encrespada y el sielo y horizontes focos. Así continuamos hasta la
diez y seis horas, que el viento llamó al sureste, abonanzando. Se embergó la vela de estay de gavia
en el del mayor, se marcó esta vela y la mesana y con estas velas, únicas de que podemos
disponer, por ahora, hacemos rumbo al noreste. Todo este día lo hemos estado en aguas de
sonda. Creemos estar al norte del cabo Cañaveral, en más de cuarenta brazas de agua. En la
singladura nueve se alistan las vergas mayores para embergar el trinquete de repuesto y un juanete

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 301
en la mayor. El agua varía de color más oscuro, El viento de sureste, bonancible, y continuando
con proa al noreste. A las cuatro horas se mareó el trinquete. La noche se pasó sin novedad.
Amaneció tiempo despejado. A las veinte horas el marinero José Miguel Padrón, que estaba
trabajando en la berga mayor, cayó sobre cubierta, dándose tan fuerte golpe en la cabeza que a los
quince minutos espiró. Se hizo inventario de sus efectos. En la singladura diez continúa el viento
bonancible, la mar muy llana y el cariz despejado. La noche se pagó con igual tiempo. A las veinte
horas se arrojó al mar el cadáver del marinero José Miguel Padrón. Concluyó el día sin otra
ocurrencia. Singladura once. Empezamos este día haciendo rumbo al puerto de Charleston, este
sur, a donde se ha acordado arribar. A las cuatro horas, considerándonos en buena situación,
hicimos rumbo al oeste ¼ noroeste. A las doce horas vimos la luz del faro y a las de la barca que
está situada al sureste ¼ este de aquella. A las diez y nueve horas vino el práctico a bordo. A las
veinte horas nos fondeó fuera de la boca del puerto. Concluimos el día al ancla. Singladura doce.
A la una y media horas vino al costado un remolcador y nos condujo al puerto, llegando a éste a
las cuatro horas y fondeándonos en el sitio de la cuarentena. A las cinco horas fuimos visitados
por la Sanidad, ordenándonos permanecer incomunicados hasta nueva orden. Al concluir este día
nos ordenó el médico de Sanidad que los pasajeros con sus equipajes bajasen a tierra, donde
pasarían la cuarentena que se le impusiese al buque. Hoy se ha hecho un examen de las averías y
resulta haber perdido: el mastelero de gavia, juanete y sobre, con las bergas de gavia y juanete y
sus correspondientes velas. Además, toda la maniobra y jarcia perteneciente a ellos. El mastelero
de velacho con sus bergas y velas; mastelero de juanete y sobre con todas sus jarcias y maniobras.
El mastelero de mesana con escandalosa y vela de estay, su jarcia y trinquete (tachado) maniobra.
La mayor redonda y trinquete, que a causa de la caída de los masteleros faltaron los amantillos y
brazas de sus bergas, desfondándose dichas velas por la parte de sotavento y llevándoselas el
viento. La vela de estay alta de gavia, una trinquetilla y un pesifoque. Los estayses mayores inútiles
y los obenques, parte de ellos faltos. Las cofas desechas y los tamboretes variados de posición.
Los sunchos de los arreigados averiados y el estay de mesana falto. En el casco hay averías,
especialmente en la popa, que la creo en mal estado. Después que se entró en puerto el agua se ha
reducido a una y media pulgadas por hora. En los días tres a cuatro de setiembre se hizo limpieza
en la cámara y rancho, colgando la ropa de tripulación y pasajeros en andriveles para ventilarse.
Días cuatro a cinco de setiembre se echaron en tierra los pasajeros y sus equipajes y se hizo
limpieza. Desde el día seis hasta el doce de dicho mes no ha habido novedad. Se ha baldeado
todos los días y sacado la ropa al aire. Día tres, mandaron echar por las bombas para que llegase a
la sentina un líquido desinfectante, se aseó y baldeó e hizo la limpieza. Se llevaron a tierra los
equipajes de la tripulación para fumigarlos. Días catorce al quince, ninguna novedad. Se hizo el
baldeo y limpieza. Días diez y seis al diez y siete, fumigaron el rancho, sollado de los pasajeros y
cámara. Se trajo a bordo el equipaje de la tripulación. Del día diez y ocho al veinte no ha habido
novedad. Se han hecho las limpiezas y baldeos necesarios. Día veinte y uno, se echó por la bomba
líquido desinfectante y se nos dijo que mañana seríamos admitidos a libre plática, pero que el
buque permanecería fuera de los muelles hasta el primero de octubre, que es cuando se le
permitiría hacer operaciones de bodega y que los pasajeros y sus equipajes permanecerían en
tierra en el sitio donde actualmente se hallan. Día veinte y dos de setiembre, fuimos admitidos a
libre plática. A las cuatro y media horas, al cambio de marea, zarpamos y a las cinco y media horas

302 Pedro C. Quintana Andrés


fondeamos en el sitio que el médico de Sanidad nos señaló. Al siguiente día, veinte y tres, dentro
del término legal, y su cumplimiento de los artículos 650 y 670 del Código de Comercio, presentose el
capitán ante el consulado de España con el fin de protestar, como protesta, contra las averías que
haya podido experimentar el cargamento que conduce y el buque de su mando a causa de las
circunstancias relatadas, protestando una, dos, tres y demás veces en derecho necesarias contra el
mar y sus corrientes y contra armadores, fletadores, aseguradores y contra quienes más haya lugar
en derecho, por no ser de cuenta del relatante ni de su tripulación, mediante haber cumplido
todos con exactitud, esmero y suma vigilancia sus respectivos deberes, y sí de cuenta de quien
corresponda, en lo que se afirma y ratifica. Leída que fue la anterior protesta al expresado capitán
y a la vez al piloto, contramaestre y tres marineros del buque, unánimes y conformes, dijeron que
todo lo que relacionado por su capitán, don Amaro Jacinto Riverol, es la pura verdad y lo
ocurrido en el viaje desde la salida de La Habana, ysla de Cuba, hasta la arribada a este puerto de
Charleston. Y lo dan aquí por reiterado a la letra, para mayor corroboración y firmeza, previo
juramento que han prestado cada uno separadamente. Y en lo declarado se afirman, ratifican y
firman. Visto el cuaderno de bitácora en sus folios ciento diez y ocho al ciento veinte y siete
inclusive, concuerda con lo manifestado. En testimonio de lo cual lo firman conmigo el
infrascrito, cónsul de España, el mencionado capitán y tripulantes. De todo lo cual doy fe. El
capitán: Amaro Jacinto Riverol. El piloto: Amaro Riverol. El contramaestre: por el contramaestre
que firma de cruz, Miguel Morales. Marineros: Pedro Padrón. Por el marinero Leonardo Méndez,
Pedro Padrón. Ante mí, José Alcalá Galiano. Hay un sello. Artículo 30. Derechos 80 pesetas.
Confrontado concuerda conforme con su original, al que me remito, y para que conste, libro la
presente primera copia que firmo y sello con el de este consulado de Charleston, a 23 de
diciembre de 1880. El cónsul: José Alcalá Galiano. Hay un sello que dice “Consulado de España.
Charleston”.
Lo inserto concuerda fielmente con el testimonio exhibido, a que me remito en un todo, que
devuelvo rubricado al interesado.
Que del espresado puerto de Charleston salió el día veinte y cuatro de diciembre último, con
destino a este puerto, habiendo experimentado durante el viaje malos tiempos, por lo que en el
día de hoy ha formulado la oportuna protesta ante el autorizante, de la cual hace caso omiso en
el presente documento. Que en este estado ha llegado a este puerto en el día de ayer y a las siete
de su tarde, donde fue admitido después de la correspondiente visita de Sanidad a la libre plática.
Y en observancia con los preceptos del Código de Comercio, formaliza la correspondiente
ratificación de protesta de avería que efectuó con fecha veinte y tres de setiembre en la ciudad de
Charleston, ante el mencionado cónsul de España, don José Alcalá Galiano, ratificándola
nuevamente contra el buque, mares, vientos, cargadores, fletadores y demás personas o
corporaciones que tengan interés directo o indirecto en la nace y cargamento.
Testigos: Don Manuel Sarmiento Cabrera y don José Déniz Azofra, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Larena. Legajo: 3.481, fols. 129 r. - 138 v.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 303
-199-
Dejación de carga
Las Palmas, 9 de septiembre de 1882

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a nueve de setiembre de mil ochocientos ochenta y
dos. Ante mí, don Vicente Martínez, vecino de ella, notario de la misma y su distrito e individuo
del Colegio Notarial de Las Palmas, ha comparecido don Fidel Díaz y Aguilar, comerciante,
mayor de edad y vecino de esta ciudad, previsto de su cédula personal, que exhibe, librada por la
alcaldía de esta población en veinte y ocho de noviembre del año próximo pasado, con el
número mil seiscientos sesenta y ocho. Como gerente y representante de la casa de comercio
que gira en esta plaza con la razón de Fidel Díaz y Compañía, y consigna:
Que por encargo y comisión de la casa de comercio establecida en Mayagües, en la isla de Puerto
Rico, con la razón social de Patxot Castelló y Compañía compró en esta ciudad para remitir a
aquella casa mil trescientas veinte canastas con papas y mil ochocientas cincuenta con cebollas.
Que contrató el transporte marítimo de esas mercancías con don Salvador Cuyás y Prats, de este
comercio y vecindad, como consignatario en ésta de la línea de vapores trasatlánticos españoles
denominada Sala y Vidal, de Barcelona para que fueran trasportadas a Mayagües en el vapor de
dicha línea llamado Ana de Sala que, según los anuncios puesto al público y manifestaciones del
consignatario Cuyás, con cartas que demostraba de la compañía de la referida línea, debía llegar a
este puerto en los últimos días del anterior mes de agosto o primeros del presente mes.
Que por efecto de dicho contrato empaquetó y preparó convenientemente y colocó sobre el
muelle de esta ciudad el enunciado cargo de cebollas y papas por orden del propio consignatario,
don Salvador Cuyás, que afirmaba debía llegar dicho vapor del día cuatro al cinco de este mes.
Que esto, no obstante, ha sucedido que el espresado vapor Ana de Sala llegó a Santa Cruz de
Tenerife el día seis del corriente mes y de allí partió directamente a América, sin hacer en este
puerto la escala anunciada.
Que en consecuencia, en vista de lo sucedido y a fin de que no queden perjudicados los
legítimos derechos de la casa comitente de los señores Patxot Castelló y Compañía de Mayagües,
consigna estos hechos y protesta solemnemente, salvando como corresponde los legítimos
derechos para reclamar ante quien proceda todos los daños y perjuicios originados y que puedan
originarse en el nombrado cargo por no haberse trasportado en la fecha y buque convenidos.
Y conviniendo al requirente hacer constar la existencia de dicho cargo sobre el muelle de esta
ciudad, constituido allí al efecto y por designación de aquél, contadas a mi presencia las canastas
de cebollas resultó el número de mil ochocientas cincuenta con marca P. Y tomado el peso,
según uso en el comercio, resultó el total de veinte y ocho mil ochocientos ochenta y cinco kilos.
Y las canastas con papas en número de mil trescientas veinte, con marca X y con un peso en la
misma forma de veinte y dos mil novecientos ochenta y seis kilos.

Testigos: Don Domingo Vila Castañeira y don Saturnino Morales Bethéncourt, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Vicente Martínez. Legajo: 3.473, fols. 2.161 r. - 2.163 v.

304 Pedro C. Quintana Andrés


-200-
Incendio en el vapor correo
Las Palmas, 24 de agosto de 1884

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a veinte y cuatro de agosto de enero de mil
ochocientos ochenta y cuatro. Ante mí, don José Benítez Larena, vecino de ella, notario de la
misma y su distrito, siendo las tres de la tarde, comparece don Enrique García y Corrons, casado,
de treinta y siete años de edad, capitán y piloto del vapor África, perteneciente a la primera lista de
embarcaciones del distrito de Barcelona, y vecino y empadronado en la ciudad de Cádiz, según lo
justifica con su cédula personal que exhibe en este acto, espedida en diez de mayo último, bajo el
número quince mil setecientos veinte y siete de orden, y vuelve a tomar. Y asegurando hallarse en
el pleno goce de sus derechos civiles y, por tanto, a mi juicio con la aptitud legal necesaria para
formalizar la presente acta notarial de protesta y ratificación de protesta por accidente. Dice:
Que el día diez y siete del actual, a las nueve de su mañana, en el espresado vapor África,
hallándose éste franco de quilla y costados y apto para navegar, salió del expresado puerto de Cádiz
con destino al de Santa Cruz de Tenerife y a este de Las Palmas, conduciendo el correo de la
Península, pasage y algunos efectos mercantiles para determinados comerciantes de estas yslas.
Que sin ningún incidente digno de mención continuaron la navegación hasta la singladura
correspondiente del diez y ocho al diez y nueve. Que momentos antes de ser medio día le avisó el
maquinista que por el mamparo de proa de las carboneras pasaba humo, que por su olor especial
suponía fuese de madera quemada. Acto continuo se procedió a conectar las dos mangueras de
ambos caballos de vapor y las de las bombas de mano, provistas todas con sus repartidores. Y con
precaución se abrió un cuartel de la escotilla mayor, pero fue tanta la cantidad de humo y llama que
por allí salió que consideraron más prudente volverla a cerrar y calafatearla con el objeto de ahogar
el fuego. Y con las tres mangueras mencionadas atacarlo por dentro de la cámara primera, que
corresponde encima del entrepuente mayor, que era donde estaba el fuego. A este fin se inundó el
piso de las referidas cámaras y se abrieron boquetes en su superficie, en distintos sitios, con el fin
de que cayese una lluvia constante. Ocupados en esta maniobra se llegó al medio día, observando
la altura meridiano del sol setenta y un grados, once minutos, de poca confianza. Se comenzó la
singladura siguiente del diez y nueve al veinte en la mismas operaciones, observándose que por
algunos de los agujeros que se habían practicado salían llamas, particularmente en la de estribor a
proa, en cuyo sitio se agrandaron dichas aberturas hasta poder penetrar el repartidor de las
mangueras. A las dos de la tarde, teniendo en cuenta la gravedad del caso, en junta de oficiales se
determinó arribar al puerto más próximo, que lo era el de Arrecife, en Lanzarote y, por acuerdo
unánime, se gobernó en demandas del faro de Punta Delgada, continuando sin cesar, picando las
tres bombas e inyectando vapor en la bodega. Anocheció de mal cariz, viento chubascoso al norte,
con mar gruesa, continuando el fuego lo mismo, si bien, al parecer, no tomaba mucho incremento.
Durante la noche se obstruyó la bomba de vapor de achicar. A media noche se avistó la farola
referida, dirigiéndose al fondeadero de Arrecife, en donde se dejó caer el ancla a las seis de la

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 305
mañana, siendo admitidos a libre plática. Ynmediatamente se solicitó auxilio del señor ayudante de
Marina de aquel distrito, quien, en unión de varios jornaleros, ocurrieron a bordo para ayudar a
sofocar el fuego, manifestándosele a aquél la situación en que se encontraba el buque,
determinándose de común acuerdo abrir una tabla de uno de los cuarteles de escotilla y, si hubiese
sido posible, bajar al entrepuente con las mangueras, lo cual no fue posible porque salieron llamas
con humareda asfixiante. Volviéndose a cerrar la referida escotilla y calafatear cerrándolas
herméticamente, continuándose el procedimiento anterior de agua por los referidos boquetes e
inyecciones de vapor en la bodega. Que en la imposibilidad (tachado) en este estado, en
cumplimiento rigoroso de su deber, formalizó la correspondiente protesta ante el notario del
referido puerto de Arrecife, don José Hernández Fierro, lo que tuvo lugar en el mencionado día de
su arribo. Que sin pérdida de tiempo, se continuó la operación referida para estinguir el fuego.
Mas, de común acuerdo, con la nombrada autoridad de Marina, se decidió levar el ancla y dirigir el
buque con el práctico a bordo, al fondeadero de la Bufona, por ser de más abrigo y hallarse
prócximo a una playa limpia que prestaba mejores ventajas para un caso fatal. Fondeando a las dos
de la tarde del mismo día de llegada, en seis brazas de agua. Continuando mayores esfuerzos con el
objeto indicado hasta el amanecer del día veinte y uno. Pero en vista de que tales operaciones no
producían un resultado satisfactorio, se determinó agrandar los boquetes abiertos en el piso de la
cámara, hasta poder introducir los brazos con las mangueras y dirigir el agua en distintos sentidos.
Con lo cual se notó después de dos horas de trabajo y penetrar la cabeza uno de los marinero, que
el fuego procedía de estribor, debajo del primer camarote. En cuyo piso se abrió nuevamente un
gran boquete, aplicándose con la mayor actividad las mangueras, dando un resultado altamente
satisfactorio, que quedó sofocado al cabo de poco tiempo. Y a las doce en punto del referido día
veinte y uno de abrieron las escotillas, penetrando la tripulación a reconocer el entrepuente,
notándose aún algún humo y atmósfera asfixiante, por lo que para refrescar el rescoldo que allí
existía, se aplicaron de nuevo las manguera por poco tiempo. Que en atención a hallarse la bodega
llena de agua, con el repuesto de carbón y la estib (tachado) dentro de la misma y la estiva rota, no
pudieron hacerse inmediatamente a la mar hasta poner el buque en condiciones marineras. Lo cual
se obtuvo en el día veinte y dos, al medio día, dirigiéndose a Santa Cruz de Tenerife, punto de su
destino, a donde llegó a las cinco de la mañana del veinte y tres. En cuya capital, y después de las
observaciones escrupulosas que había practicado en el expresado vapor de su mando después de la
extinción del fuego, con relación a los desperfectos y deterioros ocasionados en el mobiliario,
decorado y demás enseres formalizó, de nuevo, protesta con mayor estensión que la antes citada,
ante el notario don Francisco Rodríguez Suárez. Debiendo advertirse que del propio examen
practicado encontró varios bultos de carga quemados y otros averiados.
En su consecuencia, en observancia con lo dispositivo en el código mercantil, habiendo llegado
en el día de hoy a este puerto, a las siete de la mañana, procedente del de Santa Cruz, donde
desembarcó la carga perteneciente a aquel puerto e instruyó en aquel juzgado el correspondiente
espediente de avería. Siempre con el objeto y fin principal de salvar toda clase de responsabilidad
que pudiera caberle en los siniestros ocurridos, protesta una, dos, tres y las demás veces que
necesario fuese contra los mares, vientos, buques, cargadores, aseguradores y cualquier otra clase de
sociedad, corporación o particular que tenga interés directo o indirecto en la nave y el cargamento
que ha conducido. Protestando igualmente que lo espuesto es cierto y exacto y consta con más

306 Pedro C. Quintana Andrés


extensión, no sólo del libro de bitácora, donde se registran todas las vicisitudes, sino también del
expediente de que se ha hecho mérito y de las protestas formuladas en los enunciados puertos de
Arrecife y Santa Cruz, que ratificaron las presentes tantas cuantas veces sea necesario.

Testigos: Don Néstor de la Torre Doreste y don Graciliano Mesa de León, vecinos de Las Palmas.

AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: José Benítez Larena. Legajo: 3.491, fols. 1.048 r. - 1.054 v.

-201-
Hundimiento de vapor-correo
Las Palmas, 14 de febrero de 1885

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a catorce de febrero de mil ochocientos ochenta y
cinco. Ante mí, don Agustín Millares, vecino de ella, notario de la misma y su distrito, e
individuo del ilustre Colegio de Las Palmas, y a presencia de los testigos que se mencionarán,
comparece, siendo las cuatro de la tarde, don Juan Herrera y Roca, de cuarenta y seis años de
edad, vecino de Cádiz, donde está empadronado, con cédula personal, capitán del vapor―correo
español Alfonso Duodécimo, de la Compañía Trasatlántica, antes de Antonio López y Compañía. Y
asegurando hallarse en la plenitud de sus derechos civiles, me requiere para que levante acta de
protesta de mar, consignando al efecto los hechos siguientes:
Primero: Que a las siete de la mañana del día de ayer, trece del corriente, llegó a esta rada de
Las Palmas con el buque de su mando, vapor-correo Alfonso Duodécimo, perteneciente a la dicha
Compañía Trasatlántica, en cuyo puerto de La Luz fondeó a la hora dicha. Conduciendo la
correspondencia pública y carga general para los puntos de su destino.
Segundo: que después de poner en tierra la correspondencia de estas yslas y hacer algunas
operaciones de carga y descarga, levó anclas a la tres de la tarde del expresado día de ayer con
rumbo a las Antillas. Llevando el buque de su mando sano de quilla y costado, marinado y provisto
de todo lo necesario para navegar, con su máquina y aparejos en perfecto estado de conservación.
Tercero: Que al salir de la rada de Las Palmas, estando el que expone con sus oficiales sobre
el puente, hizo rumbo de costa a pasar a una distancia regular y prudente de ella.
Cuarto: que a las cuatro de la tarde, hallándose leste-oeste corregido con la Punta de
Melenara, dirigió su rumbo al sur del compás.
Quinto: Que con las variaciones de la aguja y viniendo con el rumbo al segundo cuadrante, a
pasar bien desatracado de los inconvenientes que presenta la costa, notó hileros de corriente,
cuya tendencia toda era de estribor.
Sexto: Que a las cuatro y cinco minutos, estando siempre el que espone con sus oficiales
sobre el puente, sintió un gran choque que hizo estremecer el buque, en cuyo momento vio que
principiaba a hundirse por la parte de proa.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 307
Sétimo: Que en tan supremo instante dio las disposiciones convenientes para echar los botes al
agua y salvar las vidas de los pasajeros, lo que en efecto tuvo lugar inmediatamente. Habiendo
transcurrido entre esta operación y la desaparición total del buque, el espacio de veinte y seis minutos.
Octavo: Que recibidos los pasajeros y la tripulación en siete botes del buque, sin que nadie
pereciese, lograron llegar a las playas de Gando, aunque sin poder salvar la correspondencia, ni
ningún otro efecto, ni carga del vapor.
Noveno: Que los botes fueron llegando a tierra sucesivamente, entre cinco y seis de la tarde.
En cuyo sitio dejó de guardia a la marinería y el esponente de dirijió a esta ciudad por el camino
de Telde con los pasajeros. Deteniéndose a descansar en una casa de campo de aquellas
inmediaciones, donde recibió al señor comandante de Marina y a varios empleados de la casa
consignatario, que venían en su auxilio desde esta ciudad.
Décimo: Que ya instalado en esta población, se presenta ante mí y me requiere para que
levante esta acta, a fin de protestar, como en efecto protesta, en legal forma, tantas cuantas veces
sean necesarias por derecho, contra quien haya lugar respecto al desgraciado suceso que motiva
su comparecencia y a los efectos legales que correspondan.

Testigos: Don Ricardo Fuentes González y don José Acosta Rodríguez, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Agustín Millares. Legajo: 3.517, fols. 209 r. - 211 r.

-202-
Hundimiento de barco en el puerto de La Luz (1)
Las Palmas, 5 de abril de 1885

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a cinco de abril de mil ochocientos ochenta y cinco.
Ante mí, don Vicente Martínez, vecino de ella, notario de la misma y su distrito e individuo del
Colegio Notarial de Las Palmas, y a presencia de los testigos que se mencionarán, comparece,
siendo las once y media de la mañana, don José Grimalt y Collado, casado, marino, de treinta y
ocho años de edad y vecino de la ciudad de Denia, de la provincia de Alicante. Hallándose en el
pleno goce de los derechos civiles y, por tanto, a mi juicio con la capacidad legal necesaria para
consignar esta acta de protesta. Y dice:
Que es capitán y piloto de derrota del bergantín-goleta nombrado Sagunto, de la matrícula de
dicha ciudad de Denia, y de porte de doscientas veinte toneladas.
Que teniendo el mismo buque en perfecto estado para navegar, salió del puerto de San Pedro
de Pinatar, provincia de Murcia, el día catorce de febrero último, a las diez de la noche, con cargo
de sal y con destino a Betanzos, en la provincia de La Coruña. Con viento al este y mar
bonancible, navegando toda la noche sin novedad, lo mismo que en la singladura del día quince al
diez y seis. Que el diez y siete, o sea, en la singladura diez y seis al diez y siete, siguió el propio
viento, mui bonancible y al anochecer se cerró en agua y viento, calma. A las catorce horas se
entabló viento suroeste fresco y mar buena, terminando así la singladura. Que en la del diez y siete

308 Pedro C. Quintana Andrés


al diez y ocho principió con viento fresco del tercer cuadrante y mar picada y con aparejo
principal, mura a estribor. A las dos horas viró a tierra, como a diez millas, de norte a sur de la
Mesa de Rondán, cerca del Cabo de Gata, y siguió la vuelta sin novedad. Al anochecer, estando
sobre la citada Mesa, comenzó viento al suroeste, con chubascos y mar dura del mismo rumbo,
virando, al mismo tiempo, de vuelta a fuera. A las ocho horas, bajo un chubasco, quedó el buque
con velacho bajo, mayor en las tres fajas de rizos y trinquetilla, y observando las bombas, por
causa del mucho trabajo del buque con la mar, midió veinte y tres pulgadas de agua en la bodega.
A las diez horas, aumentando el viento y la mar, resolvió arribar, y arribó, al puerto de Águilas, de
la provincia de Murcia y allí permaneció con otros muchos buques que allí arribaron por el
mucho tiempo, hasta la mañana del día veinte y tres que salió con viento fresco del este y mar
buena, cielo y horizontes despejados, sin que el buque hiciera agua sobre la natural, porque desde
que fondeó en Águilas cesó el aumento de agua que venía haciendo. Llegando al Cabo de Gata al
anochecer de la singladura del veinte y tres al veinte y cuatro, con viento duro y chubascoso. A las
doce horas se encontraba norte a sur en la Punta del Sabinal o Llanos de Almería, haciendo allí
calma el viento. A las quince horas y media volvió el viento del mismo punto, navegable con todo
aparejo y así terminó la noche sin novedad. Al amanecer se quedó el viento bonanza, con mar
llana del primer cuadrante y navegaba al rumbo de la costa, finalizando esta singladura
encontrándose la nave norte a sur con el pueblo de Adra, a distancia de diez milla. Que a las dos
horas de la singladura del veinte y cuatro al veinte y cinco, saltó el viento al tercer cuadrante,
bastante fresco y con mar picada. A las tres horas, estando como a unas quince millas de tierra,
vino de vuelta a la costa con el mismo viento y mar. A las seis horas, estando norte a sur, con el
pueblo de Cala Honda, se quedó bonanza, viró de vuelta a fuera, pasando la tarde sin novedad. Al
anochecer comenzó el viento a refrescar, a las nueve horas se tomaron dos fajas de rizos a la
mayor, cargando el juanete, vela de estay y el pitifoque, quedando a la misma mura. A las diez
horas se presentaron chubascos del propio viento, viendo cruzar algunos buques que navegaban
también e iban de arribada. A las doce horas, bajo un chubasco, trató de arribar, y se aguantó
esperando el día a ver si mejoraba el tiempo, hasta que a las diez y seis horas, aumentando el
temporal, arribó al puerto de Almería, en el que también entraron de arribada otros muchos
barcos. Y fondeó a las cuatro horas de la singladura del veinte y cinco al veinte y seis, y allí
permaneció hasta el día catorce de marzo inmediato, a causa de continuar los malos tiempos. Que
salió a las veinte horas de esa singladura con viento este, bonancible, y con todo el aparejo largo el
buque, en demanda de la Punta de Roquetes, finalizando la singladura norte a sur con la Punta del
Sabinal o Llanos de Almería a distancia de cuatro millas. Que en la singladura del quince al diez y
seis fue refrescando el viento del este y picándose el mar del mismo punto, pasando la tarde sin
novedad. Al anochecer se presentaron cielos y horizontes claros y el viento seguía refrescando, a
las diez horas empezó a encapotarse y aumentaba la mar, por lo que se armó la mayor y las velas
de estay, quedando el buque con el aparejo de proa, y finalizó la noche sin novedad. Amaneció
todo cerrado, avistándose la Sierra Migas al noreste, cuarta al norte, guardándose mucho a proa
por descubrirse también el Monte de Gibraltar a las veinte y dos hora, que demoraba al oeste,
gobernando en demanda de Punta de Europa, con la que estaba norte a sur a las veinte y tres
horas, terminando la singladura norte a sur con la Punta de Carneros. Que en la singladura del
diez y seis al diez y siete gobernaban en rumbo del Estrecho, encontrándose a las tres horas norte

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 309
a sur, en el Cabo Espartel, a distancia de diez milla, gobernando a la propia hora con rumbo
noroeste, cuarta al oeste, siguiendo este rumbo hasta las doce de la noche sin haber novedad. A
cuya hora gobernaban en demanda del Cabo de San Vicente, pasando así la noche con el mismo
viento y mar del este y el propio aparejo hasta terminar la singladura. Que en la del diez y siete al
diez y ocho avistaron a las tres horas el Cabo de San Vicente, demorando al norte unas quince
millas, quedándose el viento calma con alguna marejada. Al anochecer se entabló viento sur mui
bonancible y continuaron con el mismo aparejo de proa, quedándose a las diez horas en completa
calma el tiempo, cerrándose todo en agua, relámpagos y truenos. A las diez y media saltó un
chubasco al noreste, fijando el viento de este punto, cargando el juanete e izando la mayor y velas
de estay bajo, y así se pasó el resto de la noche. Al amanecer roló el viento más al norte y
finalizaron la singladura sin novedad. Que la del diez y ocho al diez y nueve comenzó con
chubascos de viento al norte, a las dos horas la mar era mui alta y el viento duro, que hacían
trabajar bastante a la nave, observando en las bombas un aumento de agua como de diez
pulgadas por hora. Y a esa hora, en fuerza del mucho viento norte, arribaron al Cabo de San
Vicente, llegando a las cuatro de la tarde y allí se aguantó el buque con velacho bajo, mayor en las
tres fajas de rizos, trinquete, trinquetilla y vela baja de estay, y así se pasó la noche. Amaneció con
fuertes chubascos de viento norte y granizo, aguantándose sobre la costa y así se finalizó esta
singladura. En la del diez y nueve el viento continuaba lo mismo que en la anterior, y en los
propios términos se pasó la tarde. Al anochecer cesaron los chubascos, quedándose el viento más
seguido y bonancible, a las doce horas se quedó calma, con aguaceros del noreste, y así se pasó la
noche. Al amanecer se entabló viento del este, gobernando con rumbo al Cabo de San Vicente,
hallándose al finalizar la singladura norte a sur con el mismo cabo y a distancia de seis millas. Que
en la singladura del veinte al veinte y uno largaron todo aparejo, gobernando al nor―noroeste y
en este rumbo continuaron hasta el anochecer, que saltó el viento al sur bonancible, quedando la
nave con el aparejo de proa, y así se pasó la noche con viento fresquito. Amaneció en más
bonanza y al finalizar la singladura estaba calma, avistándose el Cabo Espichel, demorando unas
treinta millas al noreste. Que en la singladura del veinte y uno al veinte y dos saltó el viento al
noreste, fresquito, largaron todo aparejo y así siguieron en vuelta a fuera con la mura de estribor,
pasando de este modo la tarde. Al anochecer se presentó encapotado el tiempo, soltando algunos
nubarrones de viento fresco del primer cuadrante. A las doce horas aferraron el juanete y
pitifoque, velas de estay altas y tomaron un rizo a la mayor, pasando así la noche. Amaneció
refrescado el viento, cielo y horizonte encapotados. A las veinte horas arreciaba el viento con
chubascos de primer cuadrante, por lo que cargaron el velacho alto y tomaron dos fajas de rizos a
la mayor, continuando así hasta terminar la singladura. Que en la del veinte y dos al veinte y tres
se principió con marejada del noreste y viento duro del mismo punto, que ya hacía trabajar
mucho al buque. A las dos horas se notaba que la mar del noroeste venía gruesa y mantenían la
nave en la misma mura para coger la mar en la proa, y presentándose los chubascos más fuertes
del noreste, cargaron el trinquete, quedado en capa corrida, y así se pasó la tarde y la noche. Al
amanecer, viendo que el buque caía mucho por causa del velacho, se cargó el bajo y quedó en
capa cerrada, concluyendo la singladura. Que en la del veinte y tres al veinte y cuatro principió y
terminó del mismo modo, notándose durante esta singladura que el agua aumentaba en la
bodega, por lo que tenían que trabajar en cortos intervalos en las bombas. Que de igual modo

310 Pedro C. Quintana Andrés


pasaron las singladuras del veinte y cuatro al veinte y cinco; del veinte y cinco al veinte y seis; y del
veinte y seis al veinte y siete. Que en la del veinte y siete al veinte y ocho, al principiar iban a
menos los chubascos. A las cuatro horas largaron el velacho bajo y trinquete y gobernaban con
mura a estribor y viento del mismo cuadrante, pasando así la tarde. Al anochecer, llamándose el
viento más al norte, viraron de la mura de estribor, izando el velacho alto y largando un rizo a la
mayor, se pasó así la noche. Amaneció más bonanza en la mar y largaron el juanete, el foque y la
segunda vela de estay y el viento se hacía más bonancible también, y continuando el agua en la
bodega, seguía el mismo trabajo en las bombas, calculando en la medida que hacía que entraba
como veinte y cinco pulgadas de agua por hora, terminando así esta singladura. Que del mismo
modo transcurrió la singladura del veinte y ocho al veinte y nueve. Que en la del veinte y nueve al
treinta, seguía el tiempo amainado y continuaban en la propia mura y así pasaron la tarde.
Anocheció cielo y horizonte claros, y seguía el agua en las bombas de igual modo. A las diez
horas, bajo un balance, faltó el perno del ancho del palo de trinquete que sujeta el estay mayor y
se quedó el palo mayor sobre el estay segundo, tomando inmediatamente la faena de ponerle un
perno de respeto y arridar otra vez el estay, cuya faena tardó hasta las quince horas y se tomó
rumbo, enseguida, pasándose así la noche. Amaneció en el propio estado y siguiendo el buque de
la vuelta a tierra, llegando al fin de esta singladura cielo y horizontes acelejados. Que en la del
treinta al treinta y uno comenzó a refrescar el viento del mismo punto, a las dos horas empezaron
chubascos con neblina, continuando en la propia vuelta y aparejo con objeto de disminuir de
longitud y poder tomar el abrigo de la tierra, pero a las cuatro horas siguieron los chubascos recios
y la mar engrosando, aferrando juanete, pitifoque, velas de estay altas y se tomaron dos fajas de
rizos a la mayor. A las cinco horas, bajo un recio chubasco, se arriaron y aferraron velacho alto,
mayor y foque durante dos horas, izando después otra vez la mayor, tomándose la tercera faja de
rizos, cargando el trinquete y quedó el buque en capa corrida. A las ocho horas se cerró
completamente de chubascos el horizonte, poniéndose la mar mui alta y rompiendo con furia. A
las ocho y media horas, bajo un chubasco mui fuerte, entró un golpe de mar por el costado de
babor rompiendo sobre cubierta, que puso el buque sin gobierno, reventando la vela de estay
mayor y rifando el viento el velacho, y abriéndose inmediatamente las portas de los costados
desalojó el agua. Sondadas las bombas se encontraron sesenta y dos pulgadas de agua en la
bodega, al mismo tiempo se largó el trinquete, se arrió la mayor y se procedió a picar las bombas,
dándole popa a la mar. Y se continuó gobernando al sur―suroeste hasta las diez y seis horas en
que el agua había disminuido hasta veinte y cinco pulgadas por los esfuerzo del trabajo de las
bombas, que tenía casi rendida la gente, habiéndose embergado a tiempo el velacho de respeto. A
esa misma hora se puso proa al sureste, a conseguir entrar dentro del Cabo de San Vicente, pero
hallándose la nave mui afuera y mui al sur, era completamente imposible conseguirlo en pocas
horas. A las diez y siete horas, repitiendo los chubascos del mismo viento y continuando a más el
agua en la bodega, por el gran trabajo del buque a causa de la mucha mar, no considerando
prudente continuar aquel rumbo porque en él se corría el peligro de la pérdida de la nave y la vida
de las personas, volvió al rumbo sur―suroeste y popa a la mar, con lo que se notaba menos agua
porque hacía menos trabajo también el buque, y así se les pasó la noche con chubascos continuos
de viento ahuracanado. Amaneció en el mismo estado y seguía el agua aumentando en la bodega,
sin embargo del incesante trabajo de las bombas, finalizando así esta singladura. Que la del treinta

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 311
y uno de marzo al primero del presente mes, comenzó en los mismo términos, amainando un
poco los chubascos, el viento y la mar en el propio estado de deshecha tempestad, y así se pasó la
tarde al mismo rumbo. Al anochecer se recrudecen los chubascos con granizo y así llegaron al fin
de la singladura y siempre aumentando el agua en la bodega. Estando, a la sazón, en la latitud de
treinta y cuatro grados norte y longitud de cinco y trece minutos oeste, por estima. Que al
principiar la singladura del primero al dos, viendo la imposibilidad de volver a barlovento por
causa del tiempo y del mal estado del buque y aparejo, que ya estaba bastante deteriorado, se
resolvió, como único remedio de poder salvar el buque, cargamento y vidas, la arribada a uno de
los puertos de estas islas, y a esta resolución se gobernó al suroeste, pasando así la tarde y la
noche. Al amanecer, amainando mui poco la mar, pudo gobernarse una cuarta más al oeste, de
demanda de la Alegranza en Lanzarote, y en estos términos finalizó la singladura, continuando
con mucho aumento de agua en la bodega y rendida la gente por el trabajo sin descanso sobre las
bombas, además de tener que atender a las maniobras del buque. Que en la singladura del dos al
tres continuaba el viento duro del norte con chubascos de agua y viento, y así se pasó la tarde. De
este modo anocheció y amaneció y terminó la singladura, hallándose a los veinte y nueve grados,
veinte y cuatro minutos de latitud norte y siete grados y cuarenta y ocho minutos de longitud
oeste, por estima. Que al comenzar la singladura de tres al cuatro se encontraban al oeste de
Alegranza y a banda toda la costa cerrada sin poder descubrir tierra, navegaba al oeste―suroeste
para ir sosteniendo la latitud y poder caer sobre esta isla a tomar su puerto. Navegando así el
buque, más atravezado, trabajaba muchísimo y, naturalmente, aumentaba el agua, pasando de este
modo la tarde y sin abandonar ni un momento las bombas. Anocheció, amainando un poco el
tiempo y así se llegó a las doce de la noche, que sondadas las bombas se encontraron cincuenta y
cuatro pulgadas de agua, no obstante el incesante trabajo de aquéllas. A las diez y seis horas se
avistó tierra por la mura de babor, a poco tiempo se vio el faro de la Ysleta, y comprendiendo
entonces el punto en que el buque se hallaba, derribó en demanda de la propia Ysleta a tomar el
puerto de La Luz. Siguiendo este rumbo hasta el amanecer, que ya se pudo reconocer toda la
costa e hizo rumbo a dicho puerto, y al finalizar la singladura estaba este a oeste con la Ysleta,
poniendo señal de socorro y continuando el trabajo en las bombas, que ya medían setenta y dos
pulgadas de agua, encontrándose a como una milla de la nombrada Ysleta. Que al principiar la
inmediata singladura del cuatro al cinco, ya iba el buque en dirección al fondeadero del puerto de
La Luz, todos con la firme resolución de barar la nave en aquella playa porque ya no podía
sostenerse, puesto que al acercarse al fondeadero ya iba a sumergirse, midiendo el agua en esos
momentos ochenta y cuatro pulgadas en la bodega, cuyo peligro aumentaba como en un
principio el cargamento de sal que traía, siendo ya imposible todo ausilio. Quedando barado el
buque como a la una y media de la tarde en dicha playa, permaneciendo después a bordo así el
esponente como toda la tripulación el tiempo que pudieron sostenerse o el menos posible,
porque ya la vida de todos peligraba a causa de los golpes que daba el barco en el fondo al
combate de las olas que lo deshacían por momentos. Sin que diera tiempo a recoger equipajes ni
otros documentos que el roll, la patente de Sanidad y algunos papeles de los marineros, pues al
estar el esponente en la cámara recojiendo los mismos documentos, tuvo que salir
precipitadamente porque en aquellos momentos se sintió un golpe mui fuerte a popa, y le
gritaban de tierra que saliera porque el barco se abría y se esponía a perecer.

312 Pedro C. Quintana Andrés


Y con objeto de que nunca le pueda exijir ninguna clase de responsabilidad por la
desgracia ocurrida, protesta solemnemente todas cuantas veces le sea permitido por derecho
contra quien haya lugar por todo lo acontecido al espresado buque a fin de que nunca sean de
cuenta y cargo del esponente ni de la tripulación los daños y perjuicios, por no haber dado
lugar a ellos, sino de los cargadores, recibidores y aseguradores con arreglo a la legislación
marítima y prácticas mercantiles vijentes.
Testigos: Don Antonio Gómez Navarro y don Tomás Olivero Hernández, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Vicente Martínez. Legajo: 3.504, fols. 718 r. - 727 v.

-203-
Hundimiento de barco en el puerto de La Luz (y 2)
Las Palmas, 12 de abril de 1885

En el puerto de La Luz, término municipal de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a doce
de abril de mil ochocientos ochenta y cinco. Constituido yo, el notario del Colegio de Las
Palmas, vecino de la misma ciudad, en el sitio donde había varado el bergantín―goleta español
nombrado Sagunto, de la matrícula de Denia en la provincia de Alicante, que naufragó el día
cuatro de este mes. Acompañando al señor don Pedro del Castillo y Westerling, comandante de
Marina de esta provincia; presentes también el capitán de dicho buque, don José Grimalt y
Collado, vecino de aquella ciudad; y don Cástor Gómes y Navarro, de esta vecindad, gerente de
la sociedad mercantil que gira en esta plaza bajo la razón de Gómes Hermanos, como consignatario.
Se procedió al remate de los restos del espresado buque, anunciado en el periódico que se une a
esta acta. Habiéndose fijado también anuncios en los sitios públicos de esta ciudad. Abierta la
subasta por el señor comandante a la hora señalada, se presentaron varias posturas, siendo la
última y más favorable la presentada por don Vicente Verdú y Romero, vecino y del comercio
de esta ciudad, que ofreció la cantidad de mil ciento sesenta y cinco pesetas.
Anunciado también el remate de la buceta de dicho buque, se hicieron varias ofertas,
siendo la más favorable de setenta y cinco pesetas por el mismo don Vicente Verdú.
Dadas las voces de costumbre y no habiéndose presentado más beneficiosas ofertas,
ambos remates se adjudicaron al nombrado don Vicente Verdú y Romero, por la total suma
de mil doscientas cuarenta pesetas, quien aceptó el remate y quedó hecho cargo desde este
momento de todos los objetos rematados.
Con lo que se terminó esta acta que firma el señor comandante, el capitán, el don Cástor
Gómez, con la razón que representa y el rematador, que doy fe.
Firma y rúbrica de: Pedro del Castillo, José Grimalt, Gómez Hermanos y Vicente Verdú.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Vicente Martínez. Legajo: 3.504, fols. 746 r. - 747 r.

Texto en periódico inserto (El Noticiero de Canarias, nº 135, sábado 11 de abril de 1885)

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 313
ANUNCIO: Se sacan a público remate los restos del buque español Sagunto, que naufragó en esta ciudad
el día 4 del corriente.
El acto tendrá lugar el día 12 del actual a la una de la tarde en el mismo sitio del siniestro, ante el
señor comandante de Marina de esta provincia y a presencia del capitán náufrago y de los consignatarios
que suscriben.
Dicho remate se hará en un solo lote, compuesto de casco y resto del buque, anclas, cadenas y jarcias,
adjudicándose al mejor postor y no admitiendo pujas que no lleguen a 5 pesetas. Haciéndose el pago del
remate en esta ciudad a los que suscriben al terminar dicho acto. Gómez Hermanos.

-204-
Efectos de las tormentas en un vapor
Las Palmas, 18 de febrero de 1886

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a diez y ocho de febrero de mil ochocientos
ochenta y seis. Ante mí, don Agustín Millares, notario del ylustre Colegio y distrito de esta
capital, vecino de la misma, y presentes los testigos que se mencionarán, comparece don
Antonio de Luzárraga y Ansuátegui, de cuarenta años de edad, casado y capitán del vapor
español Vidal Sala, de la matrícula de Barcelona, vecino de dicha ciudad al presente, con el
número tres mil ochocientos cincuenta y nueve. Y asegurando hallarse en la plenitud de sus
derechos civiles, teniendo, a mi juicio, la aptitud legal necesaria para otorgar esta escritura de
protesta. Libre y espontáneamente dice que a los efectos legales me corresponda formalizar la
presente acta y me requiere para que consigne en ella los hechos siguientes.
Primero: Que hallándose el buque de su mando sano de quilla y costados, marinado y
provisto de todo lo necesario, incluso la máquina y aparejos para navegar, salió del puerto de
Valencia el dos del corriente con cómputo de setecientas pipas de vino con rumbo a Barcelona y
escala general para Buenos Aíres y puntos que se dirán. Arribó a Cartagena el nueve, a
consecuencia del temporal de que hablará luego. De allí salió el día y el once entró en Málaga,
donde completó su carga, saliendo el doce para este puerto de Las Palmas, a donde llegó anoche
a las dos de la madrugada, siendo admitido a libre plática hoy, a las siete de la mañana.
Segundo: Que durante dicho viage ha sufrido los temporales siguientes: habiendo salido al
mediodía del día siete de este mes del puerto de Barcelona, listo y pertrechado de todos los
enseres, despidió al práctico fuera de puntas, a las doce y treinta minutos. Acto seguido gobernó
al rumbo que anotó en la tablilla, con viento fresco del noreste y con todo el aparejo largo.
Anocheció, cielos y horizontes tempestuosos, y viento y mar aumentando. Y a las ocho horas
mandó aferrar los juanetes; y a las nueve las gabias, dejando el trinquete sobre su faja de rizo. A las
diez horas se declaró el tiempo en huracán. A las catorce horas, sobre una mar muy grande, le
tomó de orza el buque, el cual quedó sin gobierno, llevándoles otra mar la sección de la máquina,
pudiéndose achicar el agua con las bombas, aguatándose proa al mar. Amaneció huracanado, mar
muy gruesa y de huracán, entrando temibles mares. Sin más se llegó a finalizar esta singladura.
La del ocho, lunes, al nueve, martes, se empezó con viento tempestuoso y a la capa proa al
mar. A las tres horas treinta minutos se pudo conseguir hacerlo derivar y, acto seguido, se largó

314 Pedro C. Quintana Andrés


el velacho en tres y trinquete sobre su faja de rizo y trinquetillo largos, viento huracán del
noreste. A las dos horas los tomó de orza, quedando tumbado el buque sobre babor y con la
misma se largaron la escota del trinquete y escotillas del velacho, se picaron los tomadores al
foque, sabiendo que habían de perderze, pero aún no se levantaba el buque. Y, entonces,
determinó echar al agua todo cuanto había en la cubierta, se deshincó el bote para que se los
llevara el mar. Y estando en esta maniobra, dos golpes terribles de mar llenaron la sección de la
máquina, hasta llegar el agua a apagar los fuegos, siendo inútiles los esfuerzos de los fogoneros,
pues el carbón con que querían cargar los hornos se lo llevaba el agua, flotando las carboneras y
llegando a la sentina, por cuyo motivo se obstruyeron las bombas de la máquina. Visto tan
lamentable estado, se puso proa al mar, pero no gobernaba el buque, abatía mucho y los mares
entraban por el costado. Las guardias de marineros y fogoneros tuvieron que echar el agua con
baldes. En tal estado y viendo que las bombas seguían obstruidas y mucha agua en la máquina,
formó junta de señores oficiales y maquinistas y se acordó por unanimidad arribar a Cartagena
para poder achicar el agua, limpiar las bombas y renovar el carbón. Y a las diez y ocho horas,
cincuenta y cinco minutos se pudo conseguir hacerlo derivar y gobernar al rumbo que anotó en
la tablilla. El tiempo moderó un poquito, la mar lo mismo y sin más se dio fin a esta singladura.
Del nueve, martes, al diez, miércoles, se empezó esta singladura con vientos más tempestuosos,
algo más moderados que en la anterior singladura. Toda la tripulación siguió sacando agua de la
sección de la máquina y sin descansar, rendidos de las fatigas del continuo trabajo de sujetar y
amarrar enseres de uno y otro lado. A pesar de estar muy cerrado el tiempo, se reconoció por la
misma proa la ysla de Escombrera y a las tres horas se entró en el puerto de Cartagena.
Del quinde al diez y seis de febrero se empezó esta singladura a media máquina, viento duro
del tercer cuadrante, mar muy grande y muy picada del noroeste, entrando golpes crueles de mar
a bordo por el costado de estribor. A las ocho horas, diez y ocho minutos entró un golpe terrible
de mar por el costado de estribor que quedó el buque tumbado sobre babor. Se acudió a sondar
las bombas y se encontraron doce pulgadas, mezclada el agua con mucha parte de vino. A juzgar
por la tumba del buque y la mucha cantidad de vino que se encontraba en las bodegas, es de
suponer que se hubiesen rendido algunas pipas, corriéndose una parte de la carga sobre el
costado de babor.
Del diez y seis al diez y siete de febrero se empezó esta singladura a media máquina, viento
muy duro del suroeste, más muy terrible del tercer cuadrante, entrando terribles mares a bordo.
Anocheció y amaneció huracanado, viento con fuertes chubascos de agua y granizo y
relampagueando sin cesar. Durante la noche se tuvo que estar picando las bombas y hubo
momentos en que se encontraba el buque en un estado lamentable. A las veinte horas, bajo un
fuerte chubasco, moderó algo el viento y a las veinte y tres horas se notó que ya amainaba tanto
el viento como la mar.
Por tanto y mediante lo expuesto, teniendo casi la certeza de que la carga haya sufrido averías
y a fin de que no le pase esto perjuicio alguno, protesta tantas cuantas veces sean necesarias por
derecho contra los mares, vientos y demás que haya lugar, con arreglo a lo previsto para tales
casos en el Código de Comercio.
Testigos: Don Francisco Martín Bautista y don Francisco Monzón Castro, vecinos de Las Palmas.
AHPLP. Sección: Protocolos notariales. Escribano: Agustín Millares. Legajo: 3.520, fols. 941 r. - 944 r.

Documentación y navegación. El mar y los marineros en las Canarias Orientales a fines de la Edad Moderna (1700-1886) 315
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Para la impresión de este libro se ha utilizado
Papel Coral Book Ivory mano 1.5 de 80 gr.

La fuente utizada es la Garamond

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