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El corsario Luis Aury intimidades de la independencia
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El corsario Luis Aury intimidades de la independencia
Libro electrónico264 páginas1 hora

El corsario Luis Aury intimidades de la independencia

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Por los años de 1800 a 1830, coincidiendo con las declaraciones y actas de independencia de las colonias ultramarinas de su majestad el rey de España, en el Nuevo Mundo, el mar Caribe se llenó de corsarios.
Este "arriesgado pero lucrativo oficio" se convirtió en un terrible azote para el comercio marítimo.
"Corsario era el marino soldado que en caso de guerra entre dos Estados, (carta de corso o patente de corso), se dedicaba con autorización de uno de ellos a atacar los barcos mercantes del otro ". No siempre se cumplían estas reglas, pero al menos se cubrían las apariencias.
"A los interesados les importaba, por encima de todo, poseer carta de corso para dar, así, un aspecto semilegal a sus rapiñas", escribió Pedro Valle.
Las incipientes marinas de los nuevos estados recurrieron a las embarcaciones armadas en corso para defenderse de sus declarados enemigos.
El corso y la piratería se pusieron a la orden del día.
Durante ocho años tripuló y comandó diversas embarcaciones en las costas de los Estados Unidos, en las islas de las Antillas y en el mar Caribe, en calidad de corsario. Estuvo bajo las órdenes de Andrew Jackson, futuro general de los ejércitos estadounidenses y séptimo presidente de la gran nación del norte.
A partir de 1810 hizo de las costas de Nueva Orleans el centro de sus actividades.
Cuando los Estados Unidos entraron en guerra con la Gran Bretaña los corsarios franceses tuvieron su mejor momento al conseguir el apoyo de los norteamericanos. En esta época Aury ahorró la suma de 4.500 dólares. Al concluir la guerra, con ese dinero compró una pequeña goleta en la cual izó la bandera francesa
Con ella, ya como propietario y teniente, operaba haciéndose llamar "pirata francés". Demandado por violar las leyes norteamericanas, perdió el navío. Después de reclamar sus derechos sólo pudo salvar la mitad del dinero invertido.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 may 2020
ISBN9780463584057
El corsario Luis Aury intimidades de la independencia
Autor

Antonio Cacua Prada

Antonio Cacua Prada nació en la ciudad de San Andrés, provincia de García Rovira, Departamento de Santander, República de Colombia, el 11 de febrero de 1932.Sus padres, educadores, periodistas y músicos, lo formaron en estas disciplinas.En la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá se doctoró en Ciencias Económicas y Jurídicas en 1958. También se graduó en periodismo y radiodifusión, 1953. Se licenció en Ciencias de la Comunicación, 1965 y se especializó en Cooperativismo, 1952, y Laboral, 1955.En la actividad pública desempeñó varios cargos en los Ministerios de Trabajo y de Gobierno, y en la Presidencia de la República de Colombia, de 1956 a 1960.Ocupó la Secretaría de Gobierno y la Gobernación del Departamento de Santander, como encargado, en 1959.Fue elegido miembro de la Cámara de Representantes, en cuatro períodos, por la circunscripción electoral del Departamento de Santander y senador de la República de 1960 a 1974.Se desempeñó como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en los gobiernos de los presidentes Misael Pastrana Borrero, Alfonso López Michelsen y Julio César Turbay Ayala, en la República Dominicana, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, en 1971, de 1973 a 1979, y en 1982.Se ha destacado como profesor, catedrático, decano y rector universitario. Ha estado vinculado a las universidades: Javeriana, Santo Tomás, América, Industrial de Santander, Los Libertadores, Colegio Odontológico Colombiano, Escuela Superior de Guerra, La Gran Colombia, Universidad Tecnológica de Colombia y al Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, Icfes. Es autor de varios textos universitarios.En el periodismo ha sobresalido como directivo del gremio. Es miembro del Círculo de Periodistas de Bogotá, fundador del Colegio Nacional de Periodistas; redactor, colaborador, corresponsal y director de diarios, semanarios y revistas colombianas impresas, radiales y de televisión y de publicaciones extranjeras. En la actualidad es columnista de Colprensa.Es miembro de número y directivo de la Academia Colombiana de Historia, de la Academia Colombiana de la Lengua, de numerosas academias nacionales y del exterior, de organizaciones culturales, centros cívicos y patrióticos de Colombia y del extranjero.Ostenta la Gran Cruz de la Orden del Quetzal de Guatemala, la Orden Bolivariana de Guatemala, la Orden Sanmartiniana, la Orden Simón Bolívar de Colombia y otras distinciones.Ha ganado varios concursos históricos y literarios realizados en Colombia. Conoce la mayor parte de los países del mundo.Escritor e investigador incansable, ha publicado más de cuarenta libros y centenares de ensayos, discursos y artículos.Casado. Padre de tres hijos varones, profesionales.Desde 1981 ocupa la rectoría del Instituto Universitario de Historia de Colombia, Universidad de la Academia Colombiana de Historia. Dirige el "Boletín de Historia y Antigüedades", órgano oficial de la Academia, que aparece en forma trimestral, desde octubre de 1980 y las publicaciones de esta prestigiosa entidad.En la actualidad es: presidente mundial de la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Periodistas, FIAP. Asesor Jurídico de la Federación Iberoamericana de Periodismo Científico. Presidente del capítulo colombiano de la FIAP. Presidente de la Asociación Colombiana de Periodismo Científico y Presidente del Instituto Sanmartiniano de Colombia.Hace parte de las mesas directivas de la Academia Colombiana de Historia; de la Sociedad Bolivariana de Colombia; de la Sociedad Santanderista de Colombia; del Instituto Bernardo O'Higgins de Colombia; del Instituto Cultural Colombo-lsraelí; de la Asociación de Amigos de Corea; y de la Asociación de Amigos de China-Taiwan.Es miembro correspondiente de la Real Academia Española de Historia y de las Academias de Historia de numerosos países.

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    El corsario Luis Aury intimidades de la independencia - Antonio Cacua Prada

    El corsario Luis Aury

    Intimidades de la independencia

    Antonio Cacua Prada

    El corsario Luis Aury

    Intimidades de la independencia

    ©Antonio Cacua Prada

    Primera edición 2001

    Reimpresión mayo de 2020

    © Ediciones LAVP

    Cel 908 2624010

    New York USA

    ISBN: 9780463584057

    Smashwords Inc.

    Todos los derechos reservados. Hecho el depósito legal en Colombia. Ni parte ni la totalidad de esta obra puede ser reproducida con fines comerciales, sin tener previa autorización escrita firmada por el editor, para cualquiera de los formatos vigentes de difusión literaria.

    El corsario Luis Aury

    Capítulo I Los corsarios

    Patente cartagenera

    Requisitos para obtener la patente del corso

    Disposiciones

    Luis Miguel Aury

    De corsario

    Simón Bolívar

    A Cartagena de Indias

    Don Pedro Gual

    Guerra de odios

    El Pacificador

    La toma de la Ifigenia

    Evacuación de Cartagena

    Los cayos de San Luis

    El canónigo Marimón

    Las expediciones

    En Galveston

    Pedro Luis Brión

    Desde Jacmel

    La Florida y la isla Amelia

    República de las Floridas

    Proclama

    Los Estados Unidos

    El gobierno de Angostura

    A Buenos Aires

    San Bartolomé.

    Capítulo II El archipiélago de San Andrés y Providencia

    Aury Libertador

    Primera proclama

    El gobierno

    Un inesperado huracán

    Dos misiones

    Las goletas

    El odio de Brión

    Las instrucciones del canónigo

    Correo del Orinoco

    Isabela

    Carta al general Bernardo O'Higgins

    Sugerencias del Libertador

    Otro fracaso de Mac Gregor

    En Guatemala

    Del comandante general del Chocó

    Honduras y Guatemala

    Capítulo III Cartas para Santander

    El departamento de Santa Catalina y Vieja Providencia

    Llamado del Chocó

    El almirante Brión

    Mosquitia y Omoa

    A Citará

    Observaciones

    Propuestas

    Sobre comercio y pabellón

    Misión a Codazzi

    Carta del venezolano Rafael D. Mérida

    Codazzi a Bogotá

    Amigo y defensor de la Independencia

    Instrucciones al coronel Montilla

    Reclamación de Aury

    Bahía de Sabanilla

    La Velona

    Respuesta de Brión

    Idioma y Urbanidad

    Colombia, mi patria adoptiva

    Pugilato Montilla-Brión

    Capítulo IV Quejas al Libertador

    Sin talento ni luces

    A Bogotá

    Encuentro con Bolívar

    La nota de Aury a Bolívar

    Cumpliendo el armisticio

    Al ministro de Guerra y Marina.

    La obsesión de Brión

    Capítulo V Año fatal

    Intrigas y traiciones

    Luis Perú de Lacroix

    El delator

    Proyecto criminal

    Con San Martín

    Una súplica

    Perfidia e ingratitud

    No soy ingrato"

    Desde Barinas.

    Ante el Congreso de Colombia

    Texto de la Representación

    Cartagena

    Brión

    Emancipación de Venezuela

    Plan concertado

    San Bartolomé

    Salvar la escuadra.

    Celos indignos

    Vieja Providencia

    Insultos y ofensas

    Riohacha

    Sabanilla

    Cartagena

    Mi Comisión.

    En Santa Fe.

    Ciudadano y oficial superior

    Peticiones

    Serie de ultrajes

    Documentos

    La última expedición

    Capítulo VI Muerte de Aury

    Estampa de Aury

    Honores

    El final de Brión

    Reivindicación

    En la penumbra de la historia

    Bibliografía

    Capítulo I

    Los corsarios

    Por los años de 1800 a 1830, coincidiendo con las declaraciones y actas de independencia de las colonias ultramarinas de su majestad el rey de España, en el Nuevo Mundo, el mar Caribe se llenó de corsarios.

    Este "arriesgado pero lucrativo oficio" se convirtió en un terrible azote para el comercio marítimo.

    Corsario era el marino soldado que en caso de guerra entre dos Estados, (carta de corso o patente de corso), se dedicaba con autorización de uno de ellos a atacar los barcos mercantes del otro . No siempre se cumplían estas reglas, pero al menos se cubrían las apariencias.

    A los interesados les importaba, por encima de todo, poseer carta de corso para dar, así, un aspecto semilegal a sus rapiñas, escribió Pedro Valle. (1)

    (1) Pedro Valle. Los piratas. Atlántida. Buenos Aires. 1940 pág. 45.

    Las incipientes marinas de los nuevos estados recurrieron a las embarcaciones armadas en corso para defenderse de sus declarados enemigos.

    El corso y la piratería se pusieron a la orden del día.

    Patente cartagenera

    Cartagena a partir de 1813 expidió patentes de corso a quienes pidieran acogerse a su bandera. Una de ellas reza:

    "Manuel Rodríguez Torices, presidente gobernador del estado de Cartagena de Indias, etc., por cuanto hallándome expresamente autorizado por la cámara de representantes para conceder patentes de corso, doy la presente al ciudadano Andrés Ranché para que en su goleta el Defensor de la Patria, su capitán José María de la Peña, armada con un cañón de a nueve. 25 fusiles, 25 pistolas y 25 sables y 70 hombres de tripulación, pueda correr los mares de esta América con la bandera de este estado y hacer el corso contra los buques y propiedades de la nación española y sus dependencias.

    Por tanto, quiero que, recibida que le sea esta fianza por el ministro del erario encargado del ramo de marina, en cantidad de 4.000 mil pesos, en seguridad de su buena conducta, aun con los mismos prisioneros, si no dieren motivo de sospecha: de que se abstendrá de agresiones: de toda extorsión con las naves de naciones amigas y neutrales y en sus costas y territorios: como así mismo de conducir a los puestos habilitados de este estado las presas que hiciere, y de que no dispondrá de ellas hasta que se declare su legitimidad como corresponde.

    Y mando al comandante general de las armas del estado, al comandante principal de la marina del mismo, a los oficiales de los bajeles de guerra, capitanes de los mercantes, ministro de marina, comandante de puertos ordinarios y pedáneos y a todos los súbditos del estado en general y a cada uno en particular, que a dicho capitán José María de la Peña no le pongan embarazo, causen molestia ni detención voluntaria; antas sí le auxilien y hagan auxiliar por cuanto cada uno respectivamente pueda: y le permitan recorrer, carenar, bastimentarse y proveerse de cuanto necesite para continuar su objeto de corso.

    Dado en el palacio del supremo poder ejecutivo del estado de Cartagena de Indias a 10 de junio de 1813. Tercero de nuestra independencia. Manuel Rodríguez Torices, presidente. Guillermo Res. secretario "

    El resurgimiento del corso se inició a partir de la ordenanza firmada en Cebolla el 20 de junio de 1801 por el Rey Carlos IV, donde estableció, en forma detallada, las reglas según las cuales se debía hacer el corso de particulares contra los enemigos de la corona de España.(2)

    (2) Academia Colombiana de Historia. Archivo del general Pedro Alcántara Herrón. Tomo 4A. Sección de Archivos y Microfilmes.

    Requisitos para obtener la patente de corso

    El Estado de Cartagena de Indias exigía para otorgar la patente de corso los siguientes requisitos:

    a- Ser ciudadano de las Provincias Unidas de la Nueva Granada o estar naturalizado o adoptado en ellas.

    b- El buque tenía que pertenecer a un ciudadano de las Provincias Unidas de la Nueva Granada o naturalizado en ellas.

    c- La propiedad debía constar en escritura pública.

    d- Si un extranjero vendía una embarcación a un ciudadano de las Provincias Unidas de la Nueva Granada o a un naturalizado, además de acreditar su propiedad, tenía que declarar bajo juramento que el comprador o compradores eran ciudadanos de la Nueva Granada.

    e- El solicitante de la patente debía presentar a la comandancia naval la documentación que utilizaba para poder navegar, donde debía constar el tonelaje y características de la construcción.

    f- Sin el requisito anterior no le señalaban número de la matrícula ni asentaban la patente para qué pudiera continuar navegando con el pabellón del estado de Cartagena.

    g- Las solicitudes para armar en corso una nave debían hacerse a la comandancia de marina, y señalar todas las características propias del barco tales como capacidad, dotación de marinería, armas y pertrecho.

    h- Todo buque armado en corso debía prestar una fianza, señalada por la comandancia naval.

    i- La tripulación de una nave con patente de corso debía estar compuesta por naturales o naturalizados en las Provincias Unidas de la Nueva Granada o al menos más de las dos terceras partes.

    El corsario se consideraba un soldado del mar. Así como la piratería era un robo a mano armada.

    Disposiciones

    El rey Fernando VII, el 8 de febrero de 1816 dictó un decreto concediendo a sus fieles súbditos la facultad de amarrar para sí los buques que quisiesen y hacer con ellos la guerra a los rebeldes.

    El Director Supremo de las Provincias Unidas del K u > de la Plata don Juan Martín de Pueyrendón, expidió un Decreto el 18 de noviembre de 1816 sobre el corso y el 15 de marzo de 1817 lo reglamentó en forma provisional.

    El jefe de los Orientales, general José Gerbasio Artigas, redactó en 1817 una instrucción sobre la organización del corso marítimo, considerada como la nota más vibrante de aquel período histórico y una de las más altas de aquel caudillo.

    Las patentes regulares de los corsos proliferaron en los nuevos países debido a la falta de marinas de guerra jurídicamente constituidas y a la necesidad de defender sus costas y puertos de los ataques de las poderosas flotas españolas.

    El corsario debía enarbolar la bandera del Estado que le había expedido la patente bajo condiciones e instrucciones precisas, contempladas en las Ordenanzas de Corso de 1801.

    Quien luchaba sin patente ni bandera merecía el calificativo de pirata o bandido del mar.

    El ilustre argentino Don Bernardino Rivadavia firmó el 6 de octubre de 1821 un decreto con el cual terminó con los corsos por parte de Buenos Aires.

    En la Gran Colombia continuó el corso como medida necesaria de guerra en la lucha contra España. El Congreso Constituyente de Cúcuta dictó la Ley de 14 de octubre de 1821 y el vicepresidente general Francisco de Paula Santander expidió la ordenanza provisional del 30 de marzo de 1822 autorizando a los extranjeros para armar buques en corso y para llevarse preso al capitán del buque dominado, considerando como buena presa no solo los artículos de contrabando, sino el buque.

    El general Santander en desarrollo de la Ley 14 de octubre de 1821 suscribió otro decreto el 29 de septiembre de 1823, sobre la misma materia. El congreso elaboró una nueva ley sobre expedición de patentes que sancionó el ejecutivo el 30 de abril de 1824.

    El tratado firmado el 3 de octubre de 1824 entre el gobierno de Colombia y el de los Estados Unidos de América terminó prácticamente con el corso.

    Luis Miguel Aury

    En París, la ciudad Luz, en el hogar de Louis Aury e Isabel Maignet, vino al mundo en 1781 Louis Michel Aury, en el barrio Mont Rouge, cerca al puente de Saint Michel. Una hermanita menor, Victoria, lo acompañó en su niñez. En una escuela pública de Mont Rouge estudió las primeras letras y la secundaria, hasta vestir en 1800 el uniforme de cadete de la Marina Francesa.

    En 1803, ya muerto su padre, se embarcó en un buque auxiliar de la Armada, de Le Havre a Nueva York, dejando a su madre y hermana viviendo con uno de sus tíos Maignet, en la calle Lenoir, no lejos de la Plaza de la Bastilla. Ya se encontraba en Nueva York cuando ocurrió la proclamación de Napoleón Bonaparte como emperador de los franceses. Este acontecimiento no agradó a los jóvenes marinos quienes desertaron y dieron comienzo a la aventura de su vida.

    De corsario

    Durante ocho años tripuló y comandó diversas embarcaciones en las costas de los Estados Unidos, en las islas de las Antillas y en el mar Caribe, en calidad de corsario. Estuvo bajo las órdenes de Andrew Jackson, futuro general de los ejércitos estadounidenses y séptimo presidente de la gran nación del norte.

    A partir de 1810 hizo de las costas de Nueva Orleans el centro de sus actividades.

    Cuando los Estados Unidos entraron en guerra con la Gran Bretaña los corsarios franceses tuvieron su mejor momento al conseguir el apoyo de los norteamericanos. En esta época Aury ahorró la suma de 4.500 dólares. Al concluir la guerra, con ese dinero compró una pequeña goleta en la cual izó la bandera francesa

    Con ella, ya como propietario y teniente, operaba haciéndose llamar pirata francés. Demandado por violar las leyes norteamericanas, perdió el navío. Después de reclamar sus derechos sólo pudo salvar la mitad del dinero invertido.

    Luego con el capitán Dominique Diron conformó una sociedad, compraron un barco sueco que bautizaron "Venganza" y se situaron entre el golfo de México y Savannah. El comodoro Charles Louminet entró a la compañía y en los comienzos de 1811 liquidaron muy buenos dividendos. Después se les sumó el capitán Jean Chavallier.

    El 14 de noviembre de 1811 mientras buscaban aumentar la tripulación en Charleston, Georgia, tropas federales del gobierno de Estados Unidos les tomaron los barcos por violar las leyes de neutralidad. Pese a la reclamación instaurada por Aury contra el gobierno estadounidense nada consiguió y la empresa de los corsarios franceses se disolvió. (3)

    (3) Carlos A. Ferro. Vida de Luis Aury. Buenos Aires. 1976. Págs. 15-20.

    Simón Bolívar

    El año de 1810 vientos de libertad insuflaron las colonias ultramarinas de España. En Caracas el jueves 19 de abril de 1810 se constituyó una Junta Suprema de Gobierno que procedió a establecer una autoridad en nombre y representación de Fernando VII.

    Esta Junta en agosto siguiente integró la "Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía", donde se destacaron los socios Simón Bolívar y Pedro Gual, además de sellar entre ellos una fraternal amistad.

    Proclamada la independencia de Venezuela el viernes 5 de julio de 1811, el nuevo gobierno envió ese mismo mes una misión diplomática ante el Reino Unido presidida por Simón Bolívar, con el fin de conseguir ayuda militar y el reconocimiento de Inglaterra para el estado recién constituido.

    En Londres los comisionados venezolanos recibieron la colaboración del general Francisco Antonio de Miranda, el gran precursor de la independencia americana, y lo invitaron a que regresara y se colocara al frente del gobierno revolucionario.

    En diciembre de 1811 Miranda llegó a Caracas y tomó el mando. Como secretario designó al abogado Pedro Gual. En 1812 nombró a don Pedro, agente diplomático en Estados Unidos, pero por diversas circunstancias no pudo viajar. En esto ocurrió la caída de la primera república venezolana en poder del general español Domingo Monteverde.

    Bolívar se desplazó a Cartagena de Indias donde el presidente Manuel Rodríguez Torices lo acogió e incorporó, con el título de coronel, al ejército patriota, creado el lunes 11 de noviembre de 1811. Don Pedro Gual se refugió en un navío estadounidense que lo llevó a Nueva York. Después se trasladó a Washington donde adelantó una valiosa gestión en beneficio de Venezuela y de la Nueva Granada.

    En Baltimore don Pedro conoció al corsario francés Luis Aury y lo entusiasmó para que colaborara en la lucha por la independencia de Venezuela y de Cartagena.

    El corsario viajó en marzo de 1813 con don Pedro Gual a Cartagena de Indias, donde fueron muy bien recibidos.

    Bolívar entró a órdenes del oficial francés Pedro Labatut, quien tenía la misión de ocupar la ciudad de Santa Marta. Labatut lo destinó a la guarnición en la albarrada de Barrancas, como comandante.

    En Cartagena Bolívar escribió el célebre "Manifiesto a los Americanos", la "Exposición al congreso de la Nueva Granada", y la Memoria a los ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño.

    El lunes 21 de diciembre de 1812 Bolívar asumió el mando de la tropa de Barrancas sobre el río Magdalena con la orden de no moverse de ese sitio. Bolívar desobedeció a Labatut, porque toda guerra defensiva es perjudicial. Autorizado por el gobierno de Cartagena, Bolívar con sus soldados se tomó a Tenerife, El Plato, Zambrano, Mompós, Guamal, El Banco, Chiriguaná, Tamalameque, Puerto Nacional, -hoy Gamarra- y entró triunfante a Ocaña el martes 12 de enero de 1813.

    El viernes 22 de enero Bolívar recibió una comunicación del coronel Manuel del Castillo y Rada, jefe de la vanguardia del ejército del norte, pidiéndole marchara hasta Nueva Pamplona ya que se encontraba amenazada por las tropas del coronel español Ramón Correa.

    El caraqueño contestó a Castillo que no podía hacerlo porque necesitaba autorización del gobierno de Cartagena. En este sentido se dirigió al señor presidente del Estado, desde la ciudad de Mompós, recibiendo el visto bueno para proceder.

    Autorizado por Cartagena, Bolívar salió de Ocaña por la vía de Salazar de las Palmas hasta San Cayetano donde recibió refuerzos del coronel Castillo y Rada.

    El domingo 28 de febrero las tropas patriotas atacaron a Correa en San José de Cúcuta obteniendo Bolívar una formidable victoria con las tropas de la Unión y de Cartagena.

    Desde Cúcuta "el hijo de la infeliz Caracas" solicitó al presidente de las Provincias Unidas, Dr. Camilo Torres, auxilios y permiso para seguir la marcha hasta la capital

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