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Antigua Grecia

Las locuciones Antigua Grecia y Grecia Antigua se refieren al período de


la historia griega que abarca desde la Edad oscura de Grecia, comenzando en el
año 1200 a. C. y la invasión dórica, hasta el año 146 a. C. y la
conquista romana de Grecia tras la batalla de Corinto. Se considera generalmente
como la cultura seminal que sirvió de base a la civilización occidental. La cultura
griega tuvo una influencia notable sobre el Imperio romano, que la difundió a
través de sus territorios en Europa, norte de África y Oriente Próximo. La
civilización de los antiguos griegos ha sido enormemente influyente para la lengua,
la política, los sistemas educativos, la filosofía, la ciencia y las artes, dando origen
a la corriente renacentista de los siglos XV y XVI en el continente europeo y
resurgiendo también durante los movimientos neoclásicos de los
siglos XVIII y XIX en Europa y América.
La civilización griega era básicamente marítima, comercial y expansiva. Una
realidad histórica en la que el componente geográfico jugó un papel crucial en la
medida en que las características físicas del sur de la península de los Balcanes,
de accidentado relieve, complicaban la actividad agrícola y las comunicaciones
internas, mientras que su dilatada longitud costera favorecía su expansión hacia
ultramar. Un fenómeno sobre el que incidirían también de forma substancial la
presión demográfica originada por las sucesivas oleadas de pueblos (entre ellos
los aqueos, los jonios y los dorios) que invadieron y ocuparon la Hélade a lo largo
de los milenios III y II  a. C.

Cronología de la Antigua Grecia


Algunos historiadores consideran que los primeros Juegos Olímpicos antiguos en
el 776 a. C. señalan el comienzo del período conocido como la Antigua Grecia.
Entre el fin del período micénico y los primeros olímpicos transcurre una época
llamada la Edad Oscura de Grecia, de la cual no existe ningún escrito y quedan
pocas reliquias arqueológicas. Hoy en día, este período se incluye en las
locuciones «Grecia Antigua» y «Antigua Grecia».
Tradicionalmente se consideraba que la época de la Antigua Grecia finalizaba con
la muerte de Alejandro Magno en el 323 a. C., dando comienzo al período
helenístico.1 No obstante, se extiende el período de la Grecia Antigua muchas
ocasiones para incluir el tiempo hasta la conquista romana de 146 a. C. Algunos
autores tratan la cronología de la Antigua Grecia como un continuo hasta la
llegada del cristianismo en el siglo IV; pero esta opinión es poco convencional.
La historia de la Antigua Grecia suele subdividirse en varios períodos según la
alfarería y los sucesos políticos, sociales y culturales:2
Antigua Roma
La Antigua Roma o Roma Antigua fue tanto la ciudad de Roma como el Estado
que fundó en la Antigüedad. La civilización romana, de origen latino, se formó en
el siglo VIII a. C. a partir de la agrupación de varios pueblos de la Italia central.1
Roma se expandió más allá de la península itálica y, desde el siglo I hasta el
siglo V, dominó el mundo mediterráneo y la Europa Occidental mediante la
conquista y la asimilación de las élites locales. Durante estos siglos, la civilización
romana fue una monarquía, una república oligárquica y posteriormente un imperio
autocrático. Su dominio dejó un importante legado lingüístico, jurídico, artístico,
religioso y cultural que contribuyó profundamente a dar forma a la civilización
occidental.
La imagen de una ciudad en continuo progreso no se corresponde plenamente
con la complejidad de los hechos. Su historia no ha sido de crecimiento continuo:
el progreso (a ritmos muy diferentes) ha sido seguido por el estancamiento y a
veces incluso el retroceso. Sin embargo, los romanos lograron resolver las
dificultades internas nacidas de la conquista bajo la República transformando sus
instituciones republicanas. El establecimiento del Imperio marcó el inicio de un
período en el que la conquista romana alcanzó los límites del mundo conocido en
aquel tiempo.
A partir del siglo III, el mundo romano sufrió las grandes invasiones de
los bárbaros del norte de Europa y Asia. Para resistirse a ellos, el Imperio tuvo que
crear una nueva estructura burocrática y militar. Este periodo coincidió con el
establecimiento del cristianismo como religión del Estado y la división del Imperio
en una mitad occidental y oriental. Presa de la inestabilidad interna y de las
invasiones germánicas, la parte occidental del Imperio (que
incluía Hispania, Galia, Britania, África del Norte e Italia) colapsó en el año 476.
Sin embargo, la parte oriental del Imperio, gobernada desde Constantinopla (que
incluía Grecia, Anatolia, Siria y Egipto) sobrevivió a esta crisis. A pesar de la
pérdida de Siria y Egipto por la expansión musulmana, el Imperio oriental continuó
desarrollándose hasta que fue finalmente destruido por el Imperio otomano en
1453. Este imperio medieval y cristiano, llamado «Imperio romano» por sus
habitantes, pero llamado «Imperio bizantino» por los historiadores modernos, es la
última etapa evolutiva y sin interrupción del poder imperial y la administración del
Imperio romano.
La civilización romana se estudia a menudo en la Antigüedad clásica junto con
la Antigua Grecia, una civilización que inspiró gran parte de la cultura de la Antigua
Roma. Además de su modelo original de ejercicio del poder (hay innumerables
príncipes que quisieron imitarlo o se inspiraron en él), la Antigua Roma contribuyó
en gran medida al desarrollo del derecho, las instituciones y leyes, la guerra, el
arte y la literatura, la arquitectura y la tecnología, así como los idiomas en el
mundo occidental
Imperio persa
El Imperio persa (en persa, ‫شاهنشاهی ایران‬, transliteración: Šâhanšâhiye
Irân, literalmente: Irán imperial) se refiere a cualquiera de una serie
de dinastías imperiales que se centraron en la región de Persia (Irán) desde el
siglo VI a. C., durante el reinado de Ciro el Grande del Imperio aqueménida, hasta
el siglo XX con la dinastía Pahlavi. En 1979, después de la revolución iraní,
la monarquía iraní fue reemplazada por la República Islámica.

Aqueménidas
La primera dinastía del Imperio persa fue creada por los aqueménidas, establecida
por Ciro II el Grande en el año 550 a. C. con la conquista de los
imperios medo, lidio y babilónico.1 Cubrió gran parte del mundo antiguo hasta que
fue conquistado por los macedonios, liderados por Alejandro Magno. Persépolis es
el sitio histórico más famoso relacionado con el Imperio persa en la era
aqueménida y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en
1979.2

Sasánidas[editar]
Entre los años 247 a.C. y 224 d.C., Persia fue gobernada por el Imperio parto, que
suplantó al Imperio seléucida helenístico. Los partos, originarios del norte iranio,
fueron derrocados por una revuelta persa que llevó al establecimiento del Imperio
sasánida, que gobernó hasta mediados del siglo VII. 3 Su influencia cultural se
extendió mucho más allá de los territorios fronterizos de ambos imperios, llegando
hasta la Europa occidental,4 África,5 China e India,6 y jugó un papel fundamental
en la formación del arte medieval europeo y asiático.7
El Imperio persa en la era sasánida fue interrumpido por la conquista musulmana
de Persia en el 651, estableciendo el califato islámico en la región, y más tarde por
la invasión mongola. La religión principal de la antigua Persia era el zoroastrismo,
pero después del siglo VII fue reemplazado lentamente por el islam, que alcanzó
la mayoría en el siglo X.

Estructura de la sociedad y gobernabilidad persa


La política persa de tolerancia, y su bienvenida como libertadores
A medida que los persas iban incorporando a su imperio nuevas zonas, mostraban
políticas muy tolerantes. Los gobiernos contaban con miembros de las élites
locales, los impuestos generalmente eran menores, los persas tenían una gran
tolerancia religiosa, e incluso liberaron a muchos pueblos sometidos, como por
ejemplo los hebreos que se hallaban deportados en Babilonia. En muchas zonas
donde antes estaban en anarquía, los persas también fueron bienvenidos como
los restauradores de las leyes. Las zonas que se caracterizaron por el apoyo a los
persas fueron sobre todo Palestina, ya que los hebreos estaban felices de contar
con un gobierno que respetara y apoyara su religión,
Historia de China
La historia de China, una de las civilizaciones más antiguas del mundo con
continuidad hasta la actualidad, tiene sus orígenes en la cuenca del río
Amarillo donde surgieron las primeras dinastías Xia, Shang y Zhou.1 La existencia
de documentos escritos hace cerca de 3500 años ha permitido el desarrollo en
China de una tradición historiográfica muy precisa, que ofrece una narración
continua desde las primeras dinastías hasta la Edad Contemporánea. La cultura
china, según el mito, se inaugura con los tres emperadores
originarios: Fuxi, Shennong y finalmente el Emperador amarillo Huang, este último
considerado como el verdadero creador de la cultura china. Sin embargo, no
existen registros históricos que demuestren la existencia real de estas
personalidades, las que de acuerdo con la transmisión oral de generación en
generación, habrían vivido hace unos 5000 a 6000 años. 2
La enorme extensión geográfica del estado actual de la República Popular
China hace que la historia de todo este territorio abarque, en sentido amplio, a un
gran número de pueblos y civilizaciones. Sin embargo, la cronología tradicional de
la historia china se centra, en un sentido más restringido, en el grupo étnico de
los chinos, y está íntimamente asociada a la evolución de la lengua china y su
sistema de escritura basado en los ideogramas. Esta continuidad cultural y
lingüística es la que permite establecer una línea expositiva de la historia de la
civilización china, que, tanto desde los textos más antiguos del I milenio a. C.,
como desde los clásicos confucianos, pasando por las grandes historias dinásticas
promovidas por los emperadores, ha continuado hasta el presente. Los
descubrimientos arqueológicos del siglo XX, muy en especial los de los huesos
oraculares, que recogen las primeras manifestaciones escritas en lengua china,
han contribuido en las últimas décadas a un conocimiento más detallado de los
orígenes de la civilización china.3
La narración tradicional china de la historia se basa en el llamado ciclo dinástico,
mediante el cual los acontecimientos históricos se explican como el resultado de
sucesivas dinastías de reyes y emperadores que pasan por etapas alternas de
auge y declive. Este modelo del ciclo dinástico ha sido criticado por muchos
autores4 por dos razones fundamentales: En primer lugar, por su simplismo, ya
que el modelo adopta un patrón recurrente según el cual los primeros
emperadores son heroicos y virtuosos, mientras que los últimos son débiles y
corruptos. Esta visión está sin duda influida por la interpretación de las propias
dinastías reinantes, las cuales encontraban en la degradación de la dinastía
precedente una legitimación de su propio ascenso al poder. En segundo lugar, el
modelo dinástico ha sido también criticado por presentar una visión nacionalista
artificial, pues lo que en una interpretación alternativa podría verse como una
sucesión de diferentes estados y civilizaciones en un mismo territorio, aparece
como una mera alternancia de regímenes de gobierno en el marco imperturbable
de una entidad nacional única.
Antiguo Egipto
El Antiguo Egipto o el Egipto Antiguo fue una civilización de la Antigüedad, que
se originó a lo largo del cauce medio y bajo del río Nilo, cuya historia abarca más
de tres milenios. Se la considera una de las más importantes de la humanidad.1
El área del Antiguo Egipto ha variado a lo largo de los siglos, pero en general se
acepta que abarcaba desde el delta del Nilo en el norte, hasta Elefantina, en la
primera catarata del Nilo, en el sur. Además controlaba el desierto oriental, la línea
costera del mar Rojo, la península del Sinaí, y un gran territorio occidental
dominando los dispersos oasis. Históricamente, estaba formado por el Alto y
el Bajo Egipto, al sur y al norte respectivamente, que precedieron a la creación de
un estado unificado. En su período de mayor expansión controló los
reinos amorreos de Palestina y el norte de Siria, llegando hasta el Éufrates medio,
y las jefaturas nubias del Sudán, hasta el Jebel Barkal, en la cuarta catarata del
Nilo. Ejerció una importante influencia cultural entre los pueblos vecinos, e incluso
en regiones tan alejadas como Chipre, la costa de Anatolia y la península
helénica.
La civilización egipcia se desarrolló durante más de 3500 años. Comenzó con la
unificación de algunas ciudades del valle del Nilo, 2 alrededor del año 3200 a. C.,3 y
convencionalmente se da por finalizada en el año 31 a. C., cuando el Imperio
romano conquistó y absorbió el Egipto ptolemaico, el cual desapareció
como Estado.4 Este acontecimiento no representó el primer período de dominación
extranjera en Egipto, pero condujo a una transformación gradual en la vida política
y religiosa del valle del Nilo, marcando el final del desarrollo independiente de
su identidad cultural. Ésta, sin embargo, había comenzado a diluirse
paulatinamente tras las conquistas de los persas (siglo VI a. C.) y los
macedonios (siglo IV a. C.), especialmente durante el período de los Ptolomeos.
La llegada del cristianismo, y su expansión entre los nativos egipcios, cortó uno de
las últimas supervivencias de antigua cultura egipcia. En 535, por orden
de Justiniano I, fue prohibido el culto a la diosa Isis, en el templo de File con lo
cual terminó una religión de más de cuatro milenios. No obstante, el idioma
egipcio (llamado copto) siguió siendo utilizado, escrito en un alfabeto derivado del
griego, y los egipcios nativos se identificaron plenamente con el cristianismo, en
especial con la doctrina monofisita. Surgió entonces una literatura copta, de
carácter cristiano, que recogía mitos, costumbres y creencias de la antigua religión
tradicional. La desaparición del copto y su sustitución por el árabe, en el marco de
la islamización del país después de su conquista, supuso el final definitivo de los
últimos restos del Antiguo Egipto.
Civilización Hebrea
Una de las civilizaciones más antiguas es la hebrea, la cual se registra incluso en la Biblia,
uno de los libros más antiguos del mundo. Este pueblo pasó de ser unos cientos a unos
cuantos miles en relativamente poco tiempo. Se ha comprobado que esta civilización ya
existía en el tercer milenio antes de Cristo.
A continuación, hablaremos con más detalle sobre la civilización hebrea y sus
características, además de los aportes que han dejado a la humanidad.
Ubicación de la Civilización hebrea
La civilización hebrea se asentó por mucho tiempo en Palestina, una región que hoy
en día se conoce como Israel, pero que en la antigüedad se le llamaba Canaán. Este
territorio se ubica en la parte sur de Asia Menor, específicamente al sur de Siria. Al norte
tenía a Fenicia y por el sur se encontraba con el desierto de Sinaí, por el este se sitúa el
desierto de Arabia y en el oeste, el mar Mediterráneo.
Extraído de escuelapedia.
El territorio de Palestina tiene una extensión territorial de 25.000 km2 y por el medio lo
atraviesa el río Jordán desde el norte hasta el sur. Este enorme río tiene su origen en el
monte Hermón y desemboca en el mar Muerto, en el cual no se registra ningún ser vivo.
Esta es la zona donde se establecieron los hebreos.

Organización política de la Civilización hebrea


La organización política de los hebreos se describe de la siguiente manera:

 Patriarcas: estos representaban a los ancianos o más bien gobernantes de esta cultura, los
cuales eran elegidos por su sabiduría y gran experiencia. El primero de ellos fue Abrahán,
quien nació en una ciudad de Mesopotamia llamada Ur. Más tarde, dejó su tierra junto con
su familia y se puso de camino a otra ciudad.
 Jueces: estos eran considerados los hombres más sabios y expertos que guiaban al pueblo.
Se nombraron después de que los hebreos dejaran de ser nómadas y se asentaran en
Palestina. Luego de dividirse en 12 tribus, tuvieron que luchar contra otras naciones para
tomar la tierra que llegaron a ocupar.
 Reyes: con el tiempo los hebreos establecieron reyes que los gobernaban de forma unida
como nación. Llegaron a tener enemigos como los filisteos y algunas otras naciones
vecinas. David, Saúl y Salomón fueron algunos de los más conocidos.
Organización social de los hebreos
A pesar de que inicialmente no conformaban un estado como tal, eran dirigidos por jueces
y caudillos a quienes respetaban como sus jefes. Moisés fue uno de los más conocidos,
quien también fue profeta. Este tenía toda la autoridad al principio.
Moisés, por Miguel Ángel, 1513-1515. San Pietro in Vincoli, Roma. Extraído
de artemperor.

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