Fundamentos Sociologicos Del Deporte
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1.1. La Sociología.
1.2. Principales paradigmas.
1.3. La Sociología del Deporte
1.4. El Pensamiento sociológico en el deporte.
1.5. El deporte como hecho social y fenómeno cultural total.
1.6. Globalización y deporte. Antecedentes y momento actual.
1.7. Metodología de la investigación social aplicada al deporte
1.1. La sociología. 1.2. Principales paradigmas. 1.3. La sociología del deporte. Nacimiento y desarrollo. 1.4. El
pensamiento sociológico en el deporte. 1.5. El deporte como hecho social y fenómeno cultural total. La sociedad
deportivizada. 1.6. Globalización y deporte. 1.7. Metodología de la investigación social aplicada al deporte
1.1. LA SOCIOLOGÍA.
La sociología implica un modo particular de ver el mundo, la “perspectiva sociológica”. Una perspectiva que según
Berger (1963) incluye dos aspectos:
1.- Ver lo general en lo particular. Se puede identificar pautas generales de la sociedad a través de las experiencias de
las personas.
Cada individuo es único, pero también que es cierto que sus experiencias vitales van a ser unas u otras dependiendo de
la “categoría” a la que pertenezcan. Así pertenecer a un sexo - género (hombre/mujer - masculino/femenino), a una un
grupo de edad (menores, mediana edad, tercera edad) o un nivel socioeconómico (clase alta, media o baja) influye en
las experiencias vitales de las personas.
La sociedad influye en las acciones, pensamientos o sentimientos de las personas, y es que el ser humano es un
complejo bio-spico-socio-cultural. La diferencia entre un joven y un anciano no es sólo biológica o psicológica, ya que
la sociedad tiene distintas expectativas para cada una de las etapas de nuestra vida y éstas, a su vez, varían en función de
la cultura en la que se haya nacido. De igual modo, las expectativas son distintas para mujeres y hombres, ricos y
pobres... Ello se evidencia si observamos distintas sociedades a lo largo de la historia o distintas culturas
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contemporáneas.
2.- La perspectiva sociológica implica también que las cosas no son lo que parecen. Implica dar un “paso atrás” y
mirar desde otro ángulo, alejarse del sentido común (lo que nos es familiar, lo que se da por supuesto). Los fenómenos
sociales se suelen explicar de forma simplista, pero se ha de tener en cuenta la multicausalidad, la relación entre
diversos factores (variables) que inciden en su desarrollo.
Así podremos apreciar que hasta una decisión personal está influida por la sociedad. La conducta humana no es el
resultado de decisiones individuales sin más, nuestras acciones están influenciadas o determinadas socialmente. La
mejor demostración de cómo la sociedad influye en nuestras decisiones y conductas es el estudio del suicidio. En
principio este acto parece una decisión libre y personal, pero Durkheim demostró que el suicidio (1897) está
influenciado por factores sociales.
El estudio concluyó con la afirmación de que la probabilidad de suicidarse es más alta entre algunas categorías de
personas. Así, los hombres, los solteros, los protestantes y las personas con más recursos económicos tenían tasas más
altas de suicidio que las mujeres, las personas casadas, los católicos y judíos y las personas de escasos recursos.
Durkheim atribuyó las diferencias al grado de integración social. Bajas tasas de suicidio correspondían a personas que
mantenían fuertes lazos sociales, mientras que las más individualistas o socialmente aisladas tenían tasas más altas.
Los postulados de Durkheim siguen siendo válidos para Europa. Sin embargo, casos como el de China contradicen su
teoría, ya que en este país se suicidan más mujeres que hombres y más personas del medio rural que del urbano. Estas
diferencias sugieren nuevos interrogantes que precisan respuesta. Es así es como progresa la Sociología, comparando y
contrastando sociedades.
Beneficios o ventajas
Acaba convirtiéndose en una forma de pensar, una especie de talante crítico que sirve para poner en cuestión valores,
normas...
Permite conocer mejor las oportunidades y los obstáculos que podemos encontrar en la vida.
Ayuda a reconocer que existen distintas formas de organización social, que el mundo es complejo y plural.
Dificultades o desventajas
Los/as sociólogos/as son miembros de la sociedad, y por ello parte del objeto de estudio lo cual incrementa la dificultad
para alejarse del objeto de estudio.
El conocimiento sociológico termina siendo parte de la sociedad, por tanto, la sociología tiene un impacto en la misma.
Reflexiones sobre la sociedad han existido desde los orígenes de la historia de la humanidad (Antigua Grecia, Medievo,
Ilustración), pero la Sociología es una ciencia relativamente reciente. Nace en el siglo XIX cuando surge una nueva
forma de reflexionar sobre el mundo.
Antes de su aparición se hacían descripciones o se imaginaba cómo debía ser la sociedad. Con la Sociología se busca la
compresión y la explicación de los fenómenos sociales a través del método científico.
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La Sociología nace fruto de las transformaciones que venían ocurriendo en los siglos precedentes, y fundamentalmente
de dos acontecimientos que disolvieron las formas de organización social bajo las que había vivido la humanidad
durante milenios. La Revolución Francesa (1789) y la Revolución Industrial (Inglaterra, XVIII).
La Revolución Francesa cuestionó el gobierno por derecho divino. Con ella se empieza a abandonar la idea de que la
sociedad es producto de un plan divino y surge la idea de que es producto de las acciones de los seres humanos.
Aparece entonces la noción de individuo y de sus derechos (basados en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad).
La Revolución industrial supuso el traslado del ámbito del trabajo desde las actividades agrarias y artesanales a la
fábrica. Consecuentemente ocurrió una gran transformación en el mundo de la producción, que llevó aparejado la
migración de millones de personas desde el campo a la ciudad y con ello el crecimiento de las ciudades.
En fin, la Sociología nace al calor tales transformaciones, pues ante el desmoronamiento de las estructuras sociales
existentes algunas personas se pusieron a reflexionar de un modo más riguroso y científico sobre la naturaleza de la
sociedad y los cambios sociales.
La observación de los hechos sociales y la recogida de datos acerca de ellos deben conducir al enunciado de una teoría,
que establezca una relación entre ambos. Comte y Marx, en el s. XIX, concebían la sociedad de manera diferente, el uno
resaltaba la capacidad de la sociedad para mantenerse estable y en equilibrio, mientras que el otro destacaba el cambio y
el conflicto social.
Auguste Comte (1798-1857) acuñó por primera vez el término “Sociología” en 1.838 para describir una nueva forma
de reflexionar sobre la sociedad. Según Comte la historia de la humanidad se podía dividir en tres fases o estadios que
se corresponderían con el modo de intentar entender el mundo:
- Teológica (fase que abarca hasta la Edad Media europea). El mundo y la sociedad se explicaban en términos divinos.
Las cosas eran de determinada manera porque era la voluntad de Dios.
- Metafísica (fase que corresponde al Renacimiento). Se abandonan las explicaciones sobrenaturales y predominan las
ideas abstractas o los principios metafísicos imposibles de verificar empíricamente.
- Científica (s. XIX). Se pretende explicar la sociedad de modo científico, exactamente como si se tratara de fenómenos
naturales. Esta idea “positivista” sugiere que sólo se puede obtener un conocimiento verdadero de los fenómenos
sociales aplicando el método científico. Nace entonces la Sociología como disciplina científica.
Comte temía las consecuencias de los cambios que se estaban operando, de ahí que apostara por la revitalización de la
institución de la familia y de la moral tradicional, por ello se le considera el padre de la Sociología conservadora.
Karl Marx (1818-1883), desde una postura opuesta, es considerado el padre de la Sociología del conflicto. Marx no
estaba preocupado por las viejas tradiciones, su interés se centró en el desarrollo de la industria que concentraba la
riqueza en pocas manos, mientras la mayoría estaba abocada al hambre y la miseria, por ello anticipaba el advenimiento
de un nuevo tipo de sociedad, la socialista, que acabaría con las contradicciones del incipiente capitalismo.
Del pensamiento de Comte y Marx derivan los tres grandes paradigmas sociológicos:
• Funcionalismo
• Sociología del conflicto
• Teoría de la acción
Los dos primeros son paradigmas macro. La sociedad aparece como un agregado de estructuras e instituciones
(familias, gobiernos, empresas, etcétera) que afectan a cada una de las dimensiones de nuestra vida. Se estudia la
sociedad desde arriba.
En cambio la teoría de la acción es un paradigma micro. Parte de las personas y de su interrelación. Estudia cómo se
orientan y actúan las personas en sus relaciones con otras, cómo los significados que dan al mundo van creándose,
transformándose o desapareciendo continuamente.
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•Funcionalismo (macro):
La sociedad es un sistema complejo cuyas partes encajan entre sí, produciendo el equilibrio y la estabilidad social.
Nuestras vidas están orientadas según la dirección que marcan ciertas estructuras sociales (pautas relativamente
estables de relaciones sociales, como las relaciones familiares, etc.). Las estructuras sociales cumplen determinadas
funciones, satisfacen, pues, ciertas necesidades.
El funcionalismo debe mucho al pensamiento de A. Comte, pero es notable la influencia de Herbert Spencer (1820-
1903), un estudioso del cuerpo humano y de la sociedad que mantenía que había fuertes paralelismos entre ellos, pues el
funcionamiento de cada uno de ellos se debe a la interdependencia de sus partes.
Emile Durkheim (1858-1917) centró su interés en la solidaridad social (cómo las sociedades son capaces de mantenerse
unidas). Distingue:
-Solidaridad mecánica: visión común del mundo
-Solidaridad orgánica: vínculos basados en la especialización y división del trabajo.
Talcott Parsons (1902-1979) sostiene que la sociedad es un sistema que tiende al equilibrio y la supervivencia. Se
propuso identificar las tareas o requisitos básicos que todas las sociedades deben realizar
Robert K. Merton (1910-2003) señaló que no toda consecuencia es siempre funcional o positiva, por ello habló de las
disfunciones sociales.
ü Se cuestiona la visión de que la sociedad tiene un orden natural, cuando se aprecian diferencias sustanciales
entre distintas sociedades y dentro de una misma a lo largo del tiempo.
Analiza la sociedad desde el punto de vista de la desigualdad, el conflicto y el cambio social. En este paradigma se
analizan fundamentalmente las desigualdades económicas, si bien recientemente se han incorporado las de género, de
etnia, etc.
Para este paradigma las estructuras sociales no hacen que las sociedades funcionen como un todo orgánico o armonioso,
sino que lo que hacen es perpetuar una distribución desigual de los recursos económicos y políticos entre la población.
Así resalta las relaciones de dominación entre países y dentro de ellos a diferentes categorías de personas. Analizan
también las estrategias que usan los unos para mantener su posición y los otros para mejorarla; reconociendo así que en
muchas esferas de la vida hay conflictos de interés.
Algunos de los teóricos de este paradigma tratan no sólo de describir y explicar el funcionamiento de la sociedad, sino
que proponen reducir las desigualdades, transformar la sociedad. El principal teórico de la corriente es Marx.
La interpretación y posterior desarrollo de las ideas de Marx fue realizada por pensadores marxistas como: Horkheimer,
Lukács, Korsch, Bloch, Sartre o Marcuse.
ü Se cuestiona que deja de lado los mecanismos que facilitan el equilibrio y la paz social: valores compartidos,
interdependencia entre personas, etcétera.
ü Se apunta que la fijación de objetivos políticos no permite hacer investigación científica. A lo que los marxistas
han respondido que no hay ciencia objetiva y libre de valores; y que cualquier tipo de sociología tiene
consecuencias políticas, aunque de distinto signo.
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Ambos paradigmas son cuestionados por tener una visión macrosociológica, por ello, como contrapeso aparece un
paradigma microsociológico.
Analiza como los actores dotan de significado el mundo que les rodea.
Max Weber (1864-1920) insistía en la necesidad de entender el contexto social desde la perspectiva de los individuos
que participan en él. Las acciones y los significados que les dan configuran la sociedad. Aunque no sólo tuvo en cuenta
lo subjetivo, también consideró aspectos objetivos, como la influencia de los avances tecnológicos.
Weber compartía las ideas de Marx pero era menos materialista y destacó el poder explicativo de las ideas (el modo de
pensar, creencias y valores) en el desarrollo de las sociedades. También hizo estudios históricos y comparativos y
destacó los “tipo ideales” en las relaciones de dominación (tres): carismática, tradicional y legal-racional.
George Herbert Mead (1863-1931) desarrolló el “interaccionismo simbólico”. Las personas van construyendo su
identidad y definiéndose a sí mismas a través de sus experiencias sociales.
La sociedad es pues, el producto de las interacciones cotidianas de las personas, que van definiendo o dotando de
significado al mundo social que les rodea. La sociedad es un mosaico de definiciones subjetivas y reacciones variables.
Erving Goffman (1922-1982) creó el enfoque dramatúrgico: las personas son como actores que, al igual que en una obra
de teatro, tienen que desempeñar los papeles sociales que les corresponden y hacerlos creíbles.
ü Estos enfoques son un buen contrapeso a las sociologías macro, pero centrarse sólo en el individuo puede hacer
perder de vista la influencia de otras variables estructurales.
Respecto de los tres paradigmas, se puede afirmar que para tener una comprensión más veraz del funcionamiento de la
sociedad hay que tenerlos presentes todos, pues todas las perspectivas interesan al sociólogo/a, pero ninguno de ellos es
suficiente por sí mismo.
En las últimas décadas han surgido otros enfoques, que no son sustitutos de los clásicos, sino complementarios.
Algunos reprochan a los anteriores ser androcéntricos, etnocéntricos y “heterocéntricos”. Dan la voz a las mujeres, las
etnias y minorías sexuales, los mayores, discapacitados, etc. Generalmente estos enfoques no han caído en la tentación
de decir que tienen una explicación de la sociedad.
La creciente presencia del deporte en la vida de las sociedades contemporáneas ha conducido en las últimas décadas a
que las Ciencias sociales se interesen por el estudio de este fenómeno social en sus múltiples facetas: histórica,
económica, política, pedagógica o psicológica.
Lógicamente la investigación sociológica se ha interesado por las dimensiones sociales del deporte, pues su génesis y
desarrollo está condicionado por la sociedad y la cultura en la que se integra. En las sociedades industriales y
postindustriales, además se ha convertido en un elemento básico de los estilos de vida imperantes.
Nacimiento y desarrollo
Los primeros documentos específicos de la Sociología del Deporte aparecieron en Alemania, en el primer cuarto del
siglo XX de la mano de Steinitzer (Sport and Kultur, 1910) y Reisse (Soziologie des Sports, 1921).
ü Reisse apuntó que con el deporte aparecen problemas sociales específicos que sólo pueden resolverse con un
planteamiento científico.
Una segunda oleada apareció igualmente en Alemania, justo a mitad del siglo XX.
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Ahora bien, el verdadero surgimiento de la Sociología del deporte tuvo lugar en la segunda mitad del s. XX.
1.- Período normal (1959-64). Es el momento de la toma de conciencia de un nuevo campo de investigación: la
dimensión planetaria que comienza a tomar el deporte con la televisión despierta el interés científico. Aparecen
artículos descriptivos, históricos… y algunos sociológicos.
2.- Período reticular (1965-72). Es la etapa de la institucionalización. Se crea el Comité Internacional para la Sociología
del Deporte (ICSS) en 1964, dependiente de la UNESCO, con la finalidad de reunir especialistas. En 1965 vio la luz la
revista del ICSS y en 1967 surgió una nueva generación de especialistas formados a la par en educación física y
sociología. En 1969 se editó el primer libro moderno sobre Sociología del deporte, y luego proliferaron al igual que
artículos basados en investigaciones científicas. Es igualmente la época de los primeros seminarios y congresos. La
disciplina se introdujo en las universidades.
3.- Período de aglutinación (1973-80). Aparecen grupos de trabajo e investigación especializados cada uno en teorías
particulares. Proliferan libros, manuales y antologías. Las encuestas y sondeos se intensifican. La importancia que
adquiere el deporte y el especial impacto de los Juegos de Munich (1972), que se estima fueron seguidos por 1.000
millones de telespectadores y 4.000 periodistas, hicieron tomar conciencia a los responsables políticos de que el deporte
era un fenómeno que había que estudiarse desde las Ciencias sociales.
4.- Situación actual. En los últimos años se ha acentuado el proceso de constitución de la Sociología del deporte, lo que
se manifiesta en la intensificación de las reuniones de especialistas, de investigadores/as y de publicaciones, y por tanto,
en el aumento de la producción científica. De este modo, se celebran congresos de sociología del deporte, a la
investigación se dedica un número de especialistas en aumento, y entre otras publicaciones destacan revistas específicas
y pluridisciplinares.
Recientemente, los/as responsables políticos han tomado conciencia que la Sociología del deporte podía aportar
elementos de respuesta a los múltiples problemas que plantea el deporte y su desarrollo apoyando la investigación. Si
bien, el apoyo es mayor desde los organismos federativos dinámicos que aprecian la rápida evolución del sistema
deportivo. El desarrollo de la subdisciplina ha sido mayor en los países que preconizan con fuerza el deporte de alto
nivel, en particular los EE.UU, los países del Este y algunas naciones de Europa occidental.
La Sociología del deporte se propone dar a conocer la dimensión social de las actividades físico-deportivas analizando
aspectos como la estructura social de la práctica deportiva, la relación del deporte con la organización social, la
socialización o el género, la mercantilización del deporte, su relación con los medios de comunicación, la violencia o
los nacionalismos, entre otros aspectos.
La diversidad de escuelas teóricas y métodos que se emplean para explicar cualquier otro fenómeno social, incluido el
deporte, evidencia un notable pluralismo que es consecuencia a su vez del carácter multidimensional, complejo y hasta
contradictorio de la realidad. El pluralismo teórico sociológico permite estudiar el deporte en sus múltiples
manifestaciones de orden y conflicto, de reproducción y ruptura… Así unos ven en el fenómeno social del deporte
como una fuente potencial de progreso y plenitud que permite la continuidad de la sociedad; mientras que otros lo ven
como un reflejo de los desequilibrios y conflictos de esa misma sociedad. Ferrando y Lagardera (1998) establecen las
siguientes perspectivas teóricas:
§ Perspectiva funcionalista.
Otorga al deporte una función benévola, integradora. Socializa en los valores vigentes, colabora en la formación
de identidades nacionales y personales, ayuda a canalizar la agresividad… Es una actividad que refuerza y desarrolla el
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Considera al deporte como un producto de la revolución industrial y del nuevo orden social establecido por la
burguesía. Un refuerzo positivo e ideológico del que se vale el sistema capitalista para conseguir en la masa social un
cierto adormecimiento moral que permita la pervivencia de la relación de dominación y poder.
§ El interaccionismo simbólico
Analiza los significados que se manejan en la vida cotidiana, y más concretamente de la interacción social. Se
interesa por cómo los individuos otorgan significado a sus cuerpos, biografías, situaciones, sentimientos. Es importante
el contexto cultural en el que se instaura.
§ La perspectiva estructuralista
Supone que no se puede analizar un deporte independientemente del resto de las prácticas deportivas, y además que el
sistema deportivo está inserto en el sistema social. Los gustos están en relación a la clase social, ya que los hábitos
son generados en el seno de la familia. De ahí que se puedan detectar propiedades socialmente pertinentes que hacen
que ciertas prácticas deportivas guarden afinidad con los intereses y gustos los diferentes grupos sociales.
§ La sociología figurativa.
Basada en un análisis histórico, destaca que junto al refinamiento en la forma de vestir o del comportamiento en la
mesa que se produjeron en la sociedad cortesana del siglo XV, se identifica la progresiva instauración de un nuevo
código moral entre los aristócratas, pues ya no se esperaba de ellos muestra de su aguerrido valor y agresividad.
Aparece así un control paulatino de la violencia en las relaciones sociales, a la par se fue consolidando un nuevo orden
social, el de la burguesía, junto a la que emerge el nuevo Estado moderno, capitalista y parlamentario en el siglo XIX.
En ese contexto nace el deporte moderno como acomodación de otros violentos deportes populares ingleses al nuevo
ordenamiento jurídico, político y moral. Todo ello constata que el deporte contemporáneo es una parte más de un
complejo sistema de interrelaciones que confluyen en el desarrollo del proceso de civilización europeo, del que emerge
la sociedad actual, y que el deporte es clave para comprender el origen de los tiempos modernos.
§ La perspectiva feminista.
Las doctrinas ideológicas y políticas de la Revolución Francesa y los cambios económicos y sociales producidos
con la Revolución Industrial, sirvieron de base para los movimientos feministas, que a lo largo de los siglos XIX y XX
han venido luchando por los derechos de las mujeres y su emancipación. El feminismo, desde una visión sociocultural,
explica el por qué de las diferencias entre los sexos en la práctica de deportes, así como de las exclusiones y
desigualdades que han sufrido las mujeres.
Las diferentes interpretaciones del deporte señaladas son sólo una parte del pensamiento sociológico aplicado al
deporte. Todas coinciden en señalar que los cambios sociales que han ocurrido como consecuencia del desarrollo de la
sociedad industrial han determinado la naturaleza de los cambios que han tenido lugar en el deporte.
El deporte se crea en la sociedad y va dirigido a ella, de tal manera que se puede ver la influencia de la sociedad en el
deporte (ej.: violencia o espectáculo lucrativo) y del deporte en la sociedad (ej.: vigorexia). Obviamente no todos los
aspectos son negativos.
En las últimas décadas el deporte ha adquirido una importancia creciente en numerosas sociedades, tanto en la faceta
profesional y de espectáculo, como en la práctica individual y colectiva. Habiendo ganado también relevancia a nivel
mundial como un elemento más de la globalización, de modo que, el fútbol se ha extendido como producto a los
mercados de EEUU y Asia.
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Ahora bien, su carácter e influencia planetaria, no debe hacer olvidar que el deporte encierra peculiaridades ligadas a las
especificidades culturales, económicas, políticas y sociales del grupo o comunidad social en el que se asienta.
En todo caso es normal buscar explicaciones de una cierta generalidad. De ahí que, actualmente se califique al deporte
como un “sistema abierto”, pues se muestra como una realidad cada vez más difícil de acotar por su creciente
diversificación. Y es que al deporte se van incorporando actualmente nuevas prácticas y nuevas concepciones que
relativizan las del deporte tradicional.
El deporte ha transformado ejercitaciones físicas tradicionales y costumbres sociales, de tal modo que ha deportivizado
un amplio catálogo de juegos, ejercitaciones, hábitos, usos sociales y hasta gustos estéticos, pasando a convertirse en un
“fenómeno cultural total”.
Lagardera (1999) destaca la proliferación de expresiones populares de un alto contenido deportivo que progresivamente
le otorgan fuerza e identidad social. Así, vivir deportivamente, vestir de sport, hacer gala de espíritu deportivo,
comportarse deportivamente son expresiones que remiten a una determinada escala de valores, a un universo cultural
específico, pero al mismo tiempo, ampliamente difundido en la sociedad actual.
Esta práctica que tiene su origen en la “cultura moderna e industrial hegemónica”, que se ha extendido por todo el
mundo en el siglo XX, puede entenderse como una “cultura característica de la contemporaneidad” perfectamente
identificada (Dumazedier, 1997).
La sociedad deportivizada.
Para millones de personas en el siglo XXI, el fenómeno deportivo resulta un acontecimiento cotidiano (Lagardera,
1999). Cualquiera de sus manifestaciones, sea la práctica sistemática de alguna modalidad deportiva, la contemplación
de algún espectáculo deportivo o la exhibición de símbolos y signos deportivos (indumentaria deportiva, banderas,
escudos o iconos de las grandes estrellas) se hacen presentes en sus vidas diariamente. Se puede o no ser un deportista,
practicante de algún deporte, seguidor o no de alguno de los múltiples espectáculos deportivos, pero lo que difícilmente
se puede eludir actualmente es la cohabitabilidad con este fenómeno.
La práctica deportiva no se limita al ámbito de la educación o del tiempo libre sino que se han convertido en una
profesión con creciente empuje y proyección de futuro. El auge del deporte no está sólo vinculado a la vertiente activa,
pues su vertiente espectáculo unida a las posibilidades de los avances conseguidos en los medios de comunicación lo
han convertido además en un fenómeno de masas a nivel mundial.
Aquel pasatiempo perteneciente a la cultura burguesa, al modo de comportarse y de sentir la vida que tenían los
gentlemen ingleses del XVIII y XIX, se ha difundido de tal modo que hoy constituye una expresión cultural dominante,
de ahí que a las sociedades contemporáneas se les denomine “sociedades deportivizadas”.
La historia de la humanidad ha estado marcada por tres grandes revoluciones: la de la agricultura (Neolítico); la de la
industria (siglo XVIII-XIX) y la de la información (siglo XX-XXI). De cara a la creación del deporte moderno y a su
relación con la globalización, interesan particularmente las dos últimas revoluciones:
La modernidad
La modernidad se refiere a las pautas sociales asociadas a la industrialización (siglos XVIII-XIX). El desarrollo de la
modernidad está ligado a una serie de acontecimientos:
¦ El declive de las pequeñas comunidades tradicionales. Grupos que limitaban el espectro de experiencias y
proporcionaban un fuerte sentido de identidad.
¦ El crecimiento de las ciudades, la expansión de las organizaciones impersonales y la interacción social entre
personas de distintos orígenes.
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¦ Aumento de la diversidad de creencias. Más allá de los lazos familiares y fuertes creencias religiosas, la
moralidad se convierte en una actitud individual.
¦ Orientación hacia el futuro y conciencia del paso del tiempo. Más que tomar como referencia el pasado, se
reflexiona sobre el futuro. Se es optimista respecto de la capacidad de la ciencia para la mejora de sus vidas. Se
organiza las rutinas diarias de acuerdo a unidades precisas de tiempo (ya no en base a la luz del sol y las
estaciones).
El deporte moderno, efectivamente, nace como producto sociocultural de la sociedad industrial, y participa
plenamente de las transformaciones que acompañan a la modernización. Las viejas actividades físico-deportivas de la
sociedad preindustrial se fueron transformando hasta convertirse en el complejo sistema deportivo de la sociedad de
masas actual.
En relación a épocas anteriores, el deporte moderno comparte con la sociedad industrial una serie de rasgos (Guttman,
1978):
F Secularismo. Los ejercicios físicos de los pueblos antiguos tenían carácter de culto y como tal se incorporaban
a ceremonias y rituales. De hecho, los Juegos Olímpicos antiguos eran festivales sagrados. Posteriormente, la
iglesia católica y la protestante los contemplaron con sospecha, por lo que de culto al cuerpo implicaba, pero
luego lo promovieron por su vertiente de disciplina corporal. La sociedad contemporánea, sin embargo, ha
desplazado a la religión del centro de su vida, y así la secularización ha llegado al deporte moderno (aunque en
otro sentido, se hablará más adelante del deporte como religión civil).
F Igualdad de condiciones en la competencia. Cada individuo tiene, al menos teóricamente, una oportunidad
para practicar deporte, lo que implica que las condiciones de la competición deportiva deben ser las mismas
para todos/as contendientes.
F Racionalización del deporte. Tendencia a la utilización de métodos para mejorar el rendimiento y las
condiciones del acto deportivo.
F Especialización de roles. Como consecuencia de la racionalización el deporte moderno se encuentra cada vez
más especializado, al menos en el deporte de alta competición, pues la búsqueda de nuevos equilibrios
personales mediante la práctica de varios deportes priman en el de ocio y tiempo libre.
F Cuantificación y búsqueda del récord. La sociedad moderna tiende a cuantificar la mayor parte de sus
actividades, mientras los avances tecnológicos se han puesto al servicio de un deporte, ávido de mediciones. La
cuantificación, el deseo de mejora y de triunfo dieron lugar a la aparición del concepto de récord, tanto para
el/la deportista de alto rendimiento, como para el más modesto y cotidiano de el/la deportista aficionado/a.
La posmodernidad
La posmodernidad se refiere a las sociedades postindustriales. A finales de los años sesenta del siglo XX, la economía
se terciarizaba y la sociedad erigía la educación y la información en fuentes primordiales de capital. En la actualidad, la
sociedad postindustrial se refiere a la sociedad de servicios e informatizada.
El pensamiento postmoderno temprano, surgió como respuesta al “fracaso de la modernidad” y aunque encontró
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Í La “antorcha” que guía el progreso se apaga. Las personas de las sociedades posmodernas tienen menos
confianza en lo que pueda deparar el futuro.
Í La ciencia ya no tiene las respuestas. La ciencia ha creado más problemas de los que ha resuelto,
especialmente a nivel medioambiental.
Í Las instituciones sociales están cambiando. No siguen una fórmula, se dan distintos modelos, como en la
familia, por ejemplo.
La crítica posmoderna afirma que el mundo occidental ha fracasado en la promesa de cubrir las necesidades humanas,
pero se ha asistido a una importante elevación de la calidad y de la duración de la vida…
La era de la globalización
Asociada a la postmodernidad aparece la globalización. Cada día es más difícil entender los procesos locales sin hacer
referencia a los flujos globales. La “aldea global” hace referencia a cómo las personas están experimentando una nueva
dimensión espacial y temporal, al vivir en esa “aldea” conectada por las redes de comunicación e información, en
general, y por las redes teleinformáticas, en particular.
Bien es cierto que es la tarea está incompleta, pues ciertas regiones del planeta están insuficiente o nulamente
conectadas, tal vez por las resistencias culturales (como indica la teoría de la modernización), tal vez por la dominación
impuesta por las sociedades ricas (como sugiere la teoría de la dependencia), pero sea cual sea el enfoque lo cierto es
que actualmente es imposible estudiar una región independientemente del resto del mundo.
Para unos, aunque está de moda, la economía globalizada no es tan distinta de la que existió en períodos anteriores, pues
el comercio mundial es una actividad presente en la humanidad desde la Antigüedad, intensificada en el XVI y
desarrollada en el XIX y XX. Para otros, la revolución tecnológica (telecomunicaciones, sistemas de información
interactivos, transportes de alta velocidad en un ámbito mundial para personas y mercancías) es la base de una
globalización de la economía desconocida hasta ahora.
La globalización es el proceso según el cual las actividades de un ámbito de acción (economía, tecnología, medios, etc)
funcionan como una unidad en tiempo real en el conjunto del planeta. Pero generalmente se entiende como el proceso
de integración de los mercados. Si bien los actuales procesos de ámbito mundial han transformado no sólo la economía,
también la cultura y la sociedad, y han producido el desbordamiento del Estado-nación característico de la edad
moderna.
Y es que los Estados han puesto de manifiesto la incapacidad para decidir por sí solos en un mundo globalmente
interdependiente. El Estado-nación nacido en la era industrial se levantaba sobre tres pilares: un territorio, una
población y la soberanía; pero actualmente la soberanía nacional es cuestionada porque el Estado aparece cada vez más
inoperante en lo global.
El éxito del capitalismo ha contribuido a la constitución de un sistema económico articulado globalmente, funcionando
con unas reglas homogéneas entre las empresas y los territorios que lo constituyen. El sistema global tiene una
estructura de red que se vale de la flexibilidad proporcionada por las tecnologías de la información.
Ahora bien, la globalización conecta lo que vale y lo que no lo desconecta o devalúa. Así junto a la conexión de los
mercados financieros se observa la marginación de personas, regiones o países enteros.
La globalización del capital y la interdependencia de los mercados financieros. Las monedas mundiales están
vinculadas y se busca su estabilidad monetaria internacional, de modo que las economías nacionales tratan de
homogeneizarse con los mercados financieros globales, lo cual implica la armonización de las políticas
macroeconómicas. Por otra parte, la circulación transfronteriza de capitales supera en ocasiones el PIB de un país. Ello
se intensifica gracias a la capacidad electrónica de desplazamiento de unas monedas a otras, de unos mercados a otros,
que se da en cuestión de segundos.
Los flujos del comercio y la inversión también se han internacionalizado de forma acelerada, tanto bienes como
servicios. Las transnacionales son el corazón de la economía mundial, el núcleo esencial de la acumulación de capital.
Pero las grandes empresas no sólo se han articulado internacionalmente a través de las filiales de las multinacionales,
sino también en forma de redes de empresas.
Los medios de comunicación también han entrado en un proceso de globalización. Hay una producción global de
imágenes, sonidos e información, que se recombina empresarialmente en el seno de cada cultura (para adaptarse a las
audiencias/mercados). Este sistema tiende a escapar igualmente al control del Estado. Hay relación entre los políticos y
los medios de comunicación, pero cada vez más los primeros dependen de los segundos. El vertiginoso desarrollo de
internet como medio de comunicación horizontal desborda aún más la capacidad de control del Estado.
Otra globalización es la del crimen organizado: tráfico de personas, drogas, armas, de tecnología, de información, de
mercancías ilegalmente transportadas y el correspondiente blanqueo de dinero. Actividades que no son nuevas, lo
novedoso es su articulación en redes globales (conexión de mercados, actividades y mafiosos). Los medios de los que
disponen y su capacidad de penetrar, corromper o asesinar personas de las administraciones o de la clase política les dan
una superioridad estratégica sobre las redes policiales y sistemas judiciales, que esencialmente siguen siendo
nacionales.
Se entiende pues que el Estado-nación haya ido perdiendo buena parte de su poder, pues las más importantes funciones
y actividades son globales en su núcleo. Sin embargo, el trabajo, los/as trabajadores/as…la vida cotidiana sigue siendo
local, regional o nacional.
La creciente falta de operatividad del Estado-nación para resolver problemas económicos, medioambientales, de
inseguridad ciudadana, induce a una crisis de confianza y de legitimidad en una buena parte de su población en casi
todos los países. Sobre todo si la corrupción y la ilegalidad se apoderan de las instituciones y los medios de
comunicación se hacen eco de ello.
El desencanto hace que muchos sectores sociales se refugien en las identidades construidas en torno a experiencias y
valores tradicionales: religión, región, cultura… Así las identidades singulares pueden contribuir a socavar la
legitimidad del Estado.
Ahora bien, el Estado-nación pierde soberanía, pero no capac
2.1. Cultura y socialización. 2.2. La socialización deportiva. 2.3. Factores sociales condicionantes de la actividad físico-
deportiva. 2.4. La cultura deportiva: del ritual al record. 2.5. Valores tradicionales y nuevos valores. 2.6. Aspectos
simbólicos y rituales en el deporte. 2.7. Deporte, desviación y problemas sociales: la violencia. 2.8. Cambio social y
deporte.
La naturaleza social del ser humano es una cuestión que ha sido abordada prácticamente desde los orígenes mismos
de la racionalidad. Ya en el siglo IV a.C. Aristóteles estudió la sociabilidad desde la unidad más simple a la más
compleja, esto es, desde la unidad doméstica (familia), pasando por la aldea (asociación de familias), hasta la polis
(asociación de aldeas). Consideraba la polis perfecta por ser autárquica y reunir todas las condiciones necesarias para
alcanzar su fin último. Y es que el individuo no puede bastarse a sí mismo para satisfacer cumplidamente sus
necesidades. Según Aristóteles, la sociedad existe pues “por naturaleza” y eso quiere decir que el ser humano es “por
naturaleza” un ser social.
Una sociedad es un conjunto de personas que interactúan en un espacio determinado y comparten una misma cultura A
pesar de que históricamente se han percibido grandes diferencias entre distintas sociedades, lo cierto es que el contacto
entre ellas ha permitido evidenciar que los seres humanos son todos miembros de una misma especie y que lo que les
diferencia es únicamente la cultura.
Para la comprensión del desarrollo de la especie humana fue decisivo el estudio de Darwin y la publicación de “El
origen de las especies” (1859), en la que se apunta que la evolución es producto de la “selección natural”, esto es,
sobreviven los mejor adaptados. La obra reconoce la continuidad evolutiva entre los animales y los humanos.
Los seres humanos comparten, como especie, una serie de necesidades biológicas (alimento, bebida, etc.), pero el modo
de satisfacer tales necesidades varía enormemente entre (y dentro) las distintas culturas. La diversidad de la cultura
humana es asombrosa, los valores y normas varían enormemente de una cultura a otra. Esto significa que el ser humano
es capaz de dominar sus necesidades biológicas y, esta característica le separa de otros animales.
Las sociedades y sus culturas han existido a lo largo de la historia de la humanidad, algunas permanecen prácticamente
invariables, otras han desaparecido, y otras han experimentado transformaciones a lo largo de los siglos. Las
transformaciones han tenido lugar a medida que se ha ido consiguiendo un mayor control del entorno natural, posible a
través del desarrollo de la tecnología. Cuanto mayor capital tecnológico tienen una sociedad, mayor es en ella el ritmo
de cambio social; cambio que afecta a todas las esferas de la vida. Ahora bien, aunque esto sea cierto no se debe caer en
el determinismo tecnológico, porque aunque distintos tipos de tecnología dan lugar a distintos tipos de sociedades, no
hay una relación estrictamente causal, pues son los miembros de cada sociedad los que deciden qué uso y con qué
propósitos se usan las tecnologías. Las tecnologías no son buenas o malas, son neutrales, son las personas las que las
usan con un propósito u otro.
G. Lensky y J. Lensky (1995) denominan evolución sociocultural a los cambios sociales que se suceden cuando una
sociedad adquiere nuevos conocimientos, en especial, nuevas tecnologías. Estos autores diferencian cinco tipos de
sociedades en función de su capital tecnológico: a) cazadores y recolectores; b) agrícolas y ganaderas; c) agrarias; d)
industriales y; e) postindustriales. Lógicamente, estas sociedades no se suceden automáticamente, siguiendo un
esquema evolutivo. De hecho, coexisten en la actualidad, e incluso en una misma sociedad existen características de
uno u otro tipo.
La cultura es un sistema cuyo papel fundamental consiste en socializar un significado de mundo y hacerlo
comprensible a cada individuo que nace en ella. La cultura surge de la necesidad de satisfacer las necesidades humanas.
La cultura en tanto que sistema está integrado por un conjunto de elementos inmateriales (intangibles) y objetos
materiales (la cultura material y la tecnología). Tales elementos son:
Símbolo: Objeto, acto o acontecimiento que para quienes comparten cultura un tiene significado
específico. Da cauce a ideas y significados. Es arbitrario, de hecho, distintas culturas usan
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Lenguaje: Sistema de símbolos que permite a los miembros de una sociedad comunicarse. La
comunicación puede ser verbal, gestual o basada en el lenguaje corporal. El lenguaje permite
transmitir la cultura de generación en generación (de forma escrita u oral). El lenguaje
configura el pensamiento y la forma de ver el mundo.
Valores: Modelos culturalmente definidos en los que las personas evalúan lo que es deseable, bueno o
bello. Influyen en la forma de ver el mundo y conforman la personalidad
Mores: Determinan la conducta moral. Informan sobre lo que se considera moral e inmoral. Se
han de cumplir independientemente de la condición de cada quien, en caso contrario,
estamos ante una violación.
Creencias: Enunciados específicos que las personas consideran ciertos. Pretenden representar el mundo.
Creemos una serie de verdades y rechazamos aquello que se nos presenta como falso.
Normas: Reglas y expectativas sociales a partir de las cuales una sociedad regula la conducta de sus
miembros. Se distinguen entre proscriptivas (prohiben cosas) y prescriptivas (indican lo que
hacer).
Cultura material Conocimiento aplicado del que dispone una sociedad y que le sir-
y tecnología: ve para sobrevivir. Tal conocimiento establece un vínculo entre el entorno natural y el
universo cultural.
Algunos/as pensadores consideran la cultura material como un producto de la cultura, y no como cultura en sí misma.
Tal posición es difícil de defender ya que la cultura material es siempre consecuencia y realización de ideas, y ejerce a
su vez una influencia determinante en el surgimiento de nuevos valores y creencias.
A cada individuo, la cultura le ayuda a entender su entorno y su posición en el mundo. Además, la cultura influye en las
acciones, contribuye a formar la personalidad y facilita una identidad (étnica, de género, etaria, etc).
Otras especies animales pueden vivir socialmente o crear cultura (especialmente los primates), ya que son capaces de
crear herramientas, transmitir habilidades a las siguientes generaciones o establecer sistemas de comunicación, pero
siempre de forma limitada. Ahora bien, la mayor parte de las especies se guía por los instintos; la humana es la única
que depende de su cultura y no de los instintos para sobrevivir. Por otra parte, ninguna otra especie comparte con la
humana la capacidad creativa y la de simbolizar.
No hay rasgos culturales que sean “naturales” aunque se piense lo contrario, si hay algo natural en la especie humana es
esa capacidad de crear culturas.
A los seres humanos (aparentemente tan diferentes) les une esa capacidad de crear culturas. Si tomamos la lengua como
un indicador de cultura en la historia de la humanidad se ha documentado la existencia de 5 a 6.000 lenguas. En la
actualidad subsisten algo más de 1.000. La diversidad cultural se ha reducido por las colonizaciones, los flujos
migratorios, las nuevas tecnologías o el desarrollo de una economía global. La comparación transcultural trata de
identificar y explicar diferencias y similitudes culturales del planeta, en este sentido se distingue:
• universales culturales. Características compartidas por todos los/as humanos/as, como la familia, la religión o
los ritos funerarios.
• generalidades. Compartidas por muchas culturas, pero no por todas.
• particularidades. No son compartidas en absoluto.
Dadas las enormes diferencias culturales que existen en la Tierra y la tendencia (etnocentrista) de ver nuestra cultura
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como natural, no es extraño que al viajar a otros países o al conocer personas de otras culturas suframos un “choque
cultural”, o sea, una desorientación a consecuencia del contacto con costumbres o estilos de vida distintos a los propios.
El etnocentrismo es el hábito de juzgar a otra cultura según los parámetros de la propia. Considerar los elementos de la
propia cultura como los mejores y por tanto, despreciar a las otras. En muchos casos, el etnocentrismo conduce a
equívocos, malentendidos, a la intolerancia y a los conflictos étnicos. La alternativa al etnocentrismo es el relativismo
cultural, que consiste en juzgar a una cultura desde sí misma. Además el relativismo supone reconocer la igual dignidad
de todas las culturas, por tanto, no establece una jerarquía entre ellas y evitar hacer juicios fáciles y justicieros.
En el seno de una misma sociedad también se establecen jerarquías, de modo que se habla de cultura elitista y cultura
popular. La cultura elitista son manifestaciones culturales de las que se sirven las élites para distinguirse del resto de la
sociedad (culto se identifica con cultivado: gusto por la danza, la música clásica o el teatro), mientras que la cultura
popular son las manifestaciones culturales ampliamente difundidas entre los miembros de una sociedad. Se puede
pensar que una es superior a otra, pero la cultura incluye todas las manifestaciones que se encuentran en una sociedad,
no hay clases cultas e incultas. Todas las personas nacen en una cultura que adquieren en el proceso de socialización,
que internalizan y reproducen. La adquisición de una cultura permite a los individuos integrarse en su sociedad.
En una misma cultura podemos encontrar distintas subculturas o manifestaciones contraculturales. El término
subcultura se refiere a los patrones y tradiciones basados en símbolos diferentes asociados a subgrupos de una misma
sociedad compleja, y permite distinguir a un segmento de la población del resto. Generalmente, se identifican
subculturas étnicas (ej.: gitanos), religiosas o de otro tipo. La contracultura alude a las manifestaciones culturales que
sirven para mostrar rechazo a la cultura y valores dominantes (ejemplo: hippies ó nuevos movimientos sociales).
Otro concepto totalmente distinto es el de aculturación: intercambio de rasgos culturales resultante de que dos grupos
humanos entren en contacto directo continuado y a raíz de ello los patrones culturales originales de uno de ellos o de
ambos se vean alterados. La aculturación no se debe confundir con asimilación: proceso de cambio que puede llegar a
experimentar un grupo minoritario cuando se desplaza a un país o área en el que domina otra cultura. La minoría adopta
los patrones y normas de la cultura anfitriona y se incorpora a la cultura dominante hasta el punto de que no existe una
unidad cultural diferenciada. En algunos casos, la asimilación es forzada.
Mientras exista la sociedad existirá la cultura, por tanto, dado que la sociedad es dinámica, también lo es la cultura, por
ello se habla de cambio cultural. El cambio en una dimensión de la cultura suele ir acompañado de cambio en otras,
pero los elementos de una cultura suelen cambiar a distinto ritmo (ej.: es más fácil un cambio tecnológico que un
cambio de valores). Los cambios están asociados a diversas causas:
Ciertamente no se puede vivir sin cultura, pera la cultura también crea problemas. Nos hace reproducir estereotipos y
prejuicios aprendidos de generación en generación o nos hace adoptar valores generalizados haciéndonos más
individualistas, consumistas, etc. Se puede decir que los seres humanos somos prisioneros de la cultura, pero también es
cierto que la cultura es la que nos da la posibilidad de crear, imaginar, transformar. Cuanto más sepamos de nuestra
cultura (cómo define el mundo y la posición que ocupamos en él) más preparados/as estaremos para usar la libertad que
nos ofrece.
Completamente indefenso al nacer, depende de otros para su desarrollo y el aprendizaje de las pautas necesarias para la
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supervivencia. Se han hecho experimentos para estudiar el efecto del aislamiento social en primates y se han estudiado
casos de niños o niñas aislados por períodos prolongados.
En el caso de los primates, el aislamiento alteraba sustancialmente el desarrollo del animal. A su retorno al grupo
mostraban ansiedad, pasividad y temor hacia el resto del grupo. Existe una relación directa entre el tiempo de
aislamiento y las secuelas emocionales y conductuales que en períodos largos pueden ser irreversibles.
En el caso de los/as menores (aislados por diversas circunstancias), se ha podido comprobar que pueden ser incapaces
de hablar, sonreír, expresar sentimientos y se muestran insensibles. El contacto con otros seres humanos hace que
gradualmente se adquieran estas capacidades; pero periodos largos de aislamiento dejan secuelas irreparables y
permanentes.
La socialización es el conjunto de experiencias que tienen lugar a lo largo de la vida, que permiten desarrollar el
potencial humano y aprender las pautas culturales de la sociedad en la que se va a vivir.
De este modo, la sociedad consigue retroalimentarse a sí misma, reproduciendo y manteniendo el orden social
establecido. Generalmente se distingue entre la socialización primaria y la secundaria. La primaria acontece en los
primeros años de la vida (en la familia y en la escuela) y es decisiva en la construcción del Yo. La secundaria está más
alejada del mundo privado y más cercana a las instituciones. Por tanto, la socialización se da a lo largo de todo el ciclo
vital, desde el nacimiento hasta la muerte.
La sociedad organiza la experiencia humana según la etapa de la vida que se está viviendo. En cada una se aprenden
estrategias y pautas de vida y se desaprenden otras. De este modo, se pueden establecer cinco etapas en el ciclo vital:
infancia, adolescencia, etapa adulta, envejecimiento y muerte.
* Infancia. Etapa de la vida “creada” recientemente, pues hasta el s. XIX los/as menores asumían desde edades
tempranas las responsabilidades de la vida adulta, incluida la actividad laboral. Situación que se mantiene aún en países
de África y Asia. Actualmente, este período se entiende como una etapa de relativa libertad respecto de tales
responsabilidades.
Las primeras etapas de la vida son fundamentales. Carentes de otra información se aprenden valores, normas o
prejuicios culturales. Uno/a se ve en función de lo que dicen quienes le rodean (fuerte o débil, listo o tonto, querido o
simplemente tolerado) y se forma una imagen del mundo como un lugar acogedor o como un lugar hostil. La atención
que se recibe es fundamental: el contacto físico, la estimulación verbal y el interés que muestre el padre y la madre
respecto de las necesidades físicas y emocionales del menor son factores fundamentales para el desarrollo intelectual y
el equilibrio emocional. El “síndrome del adulto prematuro” alude al importante número de horas que los/as menores
pasan frente al televisor y que hace que no estén protegidos de los problemas de la vida adulta (enfrentados al mundo de
la violencia, las drogas o el sexo).
* Adolescencia. También comenzó a ser reconocida durante la Revolución Industrial como una etapa de transición
entre la infancia y la vida adulta. En sociedades tecnológicamente avanzadas se ha prolongado a fin de que los/as
jóvenes puedan adquirir todas las habilidades y conocimientos necesarios para hacerse socialmente competentes en la
vida adulta.
La adolescencia es un período complejo, lleno de conflictos personales y emocionales. Es un período en el que se está
intentando construir una identidad propia por lo que es frecuente que surjan conflictos con los padres y madres. Dado
que su inicio se vincula a la pubertad, tales conflictos pueden parecer psicológicos, sin embargo la adolescencia se
experimenta de diversas maneras en las distintas culturas. Como en otras etapas, la clase social hace que la experiencia
sea distinta: muchos de los que pertenecen a la clase trabajadora nada más terminar los estudios secundarios (o antes)
adquieren responsabilidades de la vida adulta (trabajo, familia, etc), mientras que los de clase media y alta tienen más
oportunidades de extender su período formativo lo que implica una prolongación de esta etapa. El paro y la carestía de
la vivienda también inciden en la prolongación de la misma al dificultar el acceso a la independencia económica.
- Los primeros años de la etapa madura. Etapa en la que los rasgos de la personalidad han quedado bien definidos; si
bien un cambio importante en la biografía de una persona (divorcio, enfermedad grave o un largo período de
desempleo) puede alterar significativamente la personalidad. Es la etapa en la que la mayoría de las personas
desarrollan (tal vez no del modo que habían imaginado) la mayoría de sus aspiraciones laborales y personales. También
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es una etapa en la que se adquieren nuevas responsabilidades y se aprende a lidiar con nuevos problemas (la
convivencia con la pareja, la educación de hijos e hijas, etc). Para las mujeres es más difícil ya que la cultura le atribuye
las tareas del hogar y el cuidado de los/as hijos/as, trabaje o no fuera del hogar.
- Los años centrales de la vida adulta. En esta etapa se tiende a echar cuentas con el pasado. Son los años en que uno/a
repasa los éxitos, pero también cuando se aprende a reconocer que muchos de los viejos sueños nunca se van a realizar.
Uno/a empieza a preocuparse mucho más por la salud. Para las personas que están en el mercado laboral la etapa
supone ver acercarse el fin de la vida laboral sin mejora significativa. En los años anteriores a la jubilación se pone en
cuestión la propia valía. Para las mujeres que trabajan exclusivamente en el ámbito doméstico es una etapa difícil, el
“nido vacío” se refiere a la pérdida del compañero y la independencia de los/as hijos/as. En esta época se echa de menos
aquellas cosas a las que se ha renunciado, aunque ello no quiere decir que, realmente no se den mayores éxitos o
satisfacciones personales.
* Envejecimiento. Es la última etapa de la vida adulta y del ciclo vital. En España, los 67 años será en breve la edad
“legal” o social para acceder a ella. La consideración en esta etapa depende del momento histórico o la cultura. En
sociedades preindustriales las personas mayores gozaban de prestigio e influencia social, en muchos casos por su
control de la tierra y de los recursos económicos. La sabiduría y conocimientos acumulados durante años hacían que se
les tratara con respeto. En la sociedad industrial los jóvenes consiguen mayor independencia respecto a los mayores.
Los cambios sociales que se suceden a un ritmo rápido y el culto a la juventud han contribuido a identificar
envejecimiento con decadencia física y psíquica. En estas sociedades, se presta a los/as mayores escasa atención y se
desdeñan sus conocimientos. El aumento notable del número de personas de estas edades y de la esperanza de vida en
nuestras sociedades hace que vayan cambiando las actitudes de los/as jóvenes hacia los mayores. Si crecer supone
asumir responsabilidades, envejecer significa renunciar a tareas y responsabilidades. La jubilación es para unos/as
fuente de frustración y para otros/as, oportunidad para hacer cosas.
* Muerte. La expectativa de la muerte es cierta. Se habla de la muerte como un proceso secuencial en cinco etapas:
rechazo (caso omiso), rabia (reconocimiento, valorado como injusticia), negociación (evitarla a cambio de algo),
resignación y aceptación (aprovechar el tiempo que resta).
La resocialización. Un tipo distinto que experimentan las personas internadas en una prisión, institución de reeducación
o similar. Son las “organizaciones totales” que pretenden el alejamiento del mundo exterior. Tienen la función de
despojar al individuo de su personalidad, controlando todas las dimensiones de su vida y privándole de intimidad. En
estas instituciones se busca, generalmente, la uniformidad (ropas, habitaciones, etc.) y todas las actividades de la vida
diaria están reglamentadas (comidas, trabajo, paseos, etc.). La intención es resocializar a los individuos, alterar su
personalidad por medio de la manipulación de sus necesidades y entorno vital. El proceso se da en dos etapas: a) se
intenta anular o neutralizar la personalidad (a través de la uniformización) y b) se procura, de forma sistemática y
metódica, que adquiera una nueva identidad (premios y castigos). Los resultados varían según la personalidad del
interno/a.
Agentes de socialización.
Toda experiencia social nos afecta en mayor o menor medida. Ahora bien, hay determinados agentes de socialización
que son particularmente significativos en el proceso de socialización: la familia, la escuela, el grupo de iguales y los
medios de comunicación de masas, particularmente.
* La familia. El agente más importante pues los primeros años de la vida acontecen en su seno dado que se depende
enteramente de otros/as para la supervivencia y el desarrollo. Al menos hasta la edad escolar la familia transmite los
valores, normas o prejuicios culturales. Además, los menores observan el entorno familiar y en él comienzan a
configurar la personalidad. La clase social de la familia influye en el individuo, no sólo por la diferencia de
oportunidades, sino por las aspiraciones que los padres/madres trasmiten. En este ámbito la socialización se desarrolla
de forma continua y difusa.
* La escuela. Ensancha el mundo del niño/a hasta entonces reducido al ámbito familiar. Se aprende a valorar la
importancia que la sociedad le da al género, a la etnia, etc., y se comienza a actuar conforme a ello. En la escuela se
adquieren determinados conocimientos, pero también existe el “curriculum oculto” (mensajes implícitos que tienden a
reforzar los valores de la sociedad, como las calificaciones). En este ámbito se aprende a ser evaluado/a por parámetros
impersonales, pues se evalúa por lo que se hace y no por ser quien es; y se aprende también a actuar de acuerdo a reglas
formales y rígidas. Estas dos adquisiciones son los mínimos indispensables de toda organización, en la que se acabará
trabajando.
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* El grupo de iguales. Grupo compuesto por personas de edades similares, misma posición social e intereses comunes.
Entre niños o niñas normalmente se compone de vecinos/as, más adelante serán amigos/as del colegio... En estos grupos
se pude eludir el control de los adultos y se gana en independencia personal, claves para aprender a establecer las
propias relaciones sociales y formarse una imagen de sí mismo/a distinta a la que se recibe de padres y profesorado. Se
pueden dar conflictos de lealtades entre el grupo y los padres/madres, aunque estos últimos tienen más peso en las
decisiones importantes. Los grupos de iguales no están aislados, normalmente se tiende a valorar al propio grupo y a
desdeñar a los demás.
* Los medios de comunicación de masas son aquellos que permiten a un número relativamente pequeño de personas
comunicar rápida y simultáneamente con amplios segmentos de población. Los primeros fueron los periódicos, la radio
y posteriormente, de la televisión o la comunicación vía satélite supusieron un enorme salto, aumentado por la
comunicación vía internet. Estos medios tienen una gran influencia en la vida de las personas, su importancia proviene
de las funciones que realizan:
• suministran información
• producen experiencias estéticas y emociones intensas en horas de ocio y tiempo libre
• contribuyen a crear valores culturales, creencias y normas que conforman la opinión pública.
La influencia de los medios de comunicación de masas ha llevado a criticarlos como “creadores de realidad”
(manipuladores), ya que el individuo se sitúa frente a ellos como receptor y consumidor pasivo de la versión de la
realidad que elaboran ideológicamente los medios, sobre todo la televisión. Ahora bien, al igual que la naturaleza
humana y social, la realidad en esta materia es ambivalente y contradictoria, pues lo medios ofrecen nuevas
posibilidades democráticas impensables por otra vía, mayor en el caso concreto de internet.
El deporte es un instrumento de transmisión cultural. Refleja la cultura en la que se integra y tiene un elevado
potencial socializador que puede:
Si bien, Heinemann (1992) sostiene que No hay evidencias empíricas que muestren que las cualidades desarrolladas en
la práctica deportiva se mantengan estables en otros ámbitos de la vida (escuela, trabajo, etc.).
Ahora bien, mediante el aprendizaje de un reglamento y los modos de comportarse que exige, el menor tiene que llevar
a cabo un proceso de discernimiento y diferenciación para integrase en el grupo y llevar a cabo lo que más le gusta,
jugar.
Asociar significantes (como el pitido del árbitro, señal de otro/a compañero/a, gesto del entrenador/a) a significados
concretos (como falta, prohibición, estímulo, disuasión) permite que al aprender determinada modalidad deportiva se
está al mismo tiempo:
• interiorizando normas y valores sociales que conducirán a sus practicantes a reconocerlas como válidas
(conformidad normativa),
• saber reconocerse a sí mismos/as en relación a los demás (identidad)
• a afirmarse en situaciones de adversidad (autonomía individual) y
• a saber comprometerse con el destino del colectivo al que pertenecen (solidaridad)
La mayor parte de las investigaciones efectuadas sobre el binomio socialización y actividad física o deporte, se han
referido a la socialización primaria en la infancia y la adolescencia, y han mostrado el importante papel socializador que
pueden desempeñar durante esas etapas la familia, la escuela, los grupos de edad o las organizaciones deportivas
(Patriksson, 1996; García Ferrando, Lagardera, Puig, 2002; Delgado, 2002), especialmente en la interiorización de
normas y valores deportivos (Heinemann, 1986, 1992).
Los procesos más sólidos de socialización deportiva se producen en el seno del hogar, pues es la base sobre la que se
asentarán los hábitos que, asimilados de forma inconsciente al esquema de pensamiento, definen todo un sistema de
disposiciones y percepciones. La asimilación se hace desde las formas más sutiles a las más evidentes (vestidos,
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juguetes, asociar a uno u otro club deportivo). Tradicionalmente era el padre el agente socializador del habito deportivo
dado que fortaleza y virilidad se asociaban al deporte, de modo que impulsaba la adopción de esquemas intensamente
masculinizados en sus hijos, mientras las mujeres se mostraban más reacias a ejercitaciones físicas competitivas e
impulsaban nuevas expresiones en el sistema deportivo.
En la sociedad actual parece deseable que padres y madres orienten la práctica deportiva de sus hijos e hijas, buscando
principalmente el disfrute y la creación de hábitos de vida saludable, procurando que dicha actividad sea, sobre todo al
principio, variada y se inicie en varias modalidades o especialidades deportivas, para que más adelante puedan elegir la
más adecuada a sus gustos y necesidades.
En el segundo nivel de socialización está el sistema educativo. La escuela fija y refuerza ciertos patrones de conducta,
y a través de una compleja red de relaciones simbólicas consolida y hace brotar actitudes positivas hacia el deporte. La
escolaridad obligatoria hace que, en el caso de que la situación familiar no lo haya posibilitado, se dé el acceso de la
totalidad de la población escolar.
La educación no formal llega a través de los medios de comunicación de masas. Los periódicos deportivos, la radio,
y especialmente la televisión. Tras ellos también son relevantes el grupo de iguales, así como entrenadores/as y
organizaciones deportivas.
El potencial socializador puede tener consecuencias negativas o positivas (McPherson, 1986), puesto que cada agente
tiene la capacidad de inhibir el desarrollo del niño o la niña en función de valores, normas, sanciones y oportunidades
que ofrezca el momento adecuado. Por ejemplo, no se dará la misma situación socializadora en una escuela que cuente
con todos los medios para impulsar un programa de iniciación deportiva que otra en la que, además de carecer de esta
posibilidad, un programa de este tipo puede ser juzgado con cierto recelo. De ahí la importancia del buen hacer de el/la
docente.
Someter al alumno/a a presiones constantes o cargarlo de exigencias que no está en condiciones de poder afrontar,
puede marcar de tal manera, que condicione o limite su futura participación en el deporte.
La socialización a través del deporte es un fenómeno muy complejo y heterogéneo en el que pueden influir diversidad
de variables: edad, sexo-género, posición social, nacionalidad, creencias religiosas e incluso rasgos singulares de la
personalidad.
Más allá de la socialización deportiva en la infancia y la adolescencia, el estudio de las relaciones entre ciclo de vida y
práctica de actividad deportiva, muestra que los procesos de la vida humana (experiencias pasadas y estilos de vida,
entre otros), condicionan las actuaciones futuras en actividad física (Levinson, 1978; Vuolle, 1985; Lher, 1999).
Así por ejemplo, respecto al momento histórico en que se educaron las actuales personas mayores en España se ha
señalado el escaso desarrollo de la actividad física en las escuelas y el mayor acceso a la escuela y la actividad física de
los grupos sociales más elevados (Delgado (2002; Mosquera y Puig (2002); Martínez del Castillo et al. (2005). Se
sugiere que si las personas mayores han venido realizando menos deporte que las jóvenes, no es que hayan dejado de
hacerlo por un “efecto biológico”, sino que nunca lo han hecho por un “efecto generación”.
Una de las posibles explicaciones de la práctica de actividad física entre estas mujeres de más de 65 años, anteriormente
inactivas en su mayoría, podría radicar en una nueva socialización vinculada al apoyo social percibido. La importancia
del apoyo social en la realización de actividad física entre las personas mayores y de la información y el conocimiento
de la oferta de actividades físicas para mayores ha sido mostrada en diversos estudios (Chogahara, Cousins y Wankel,
1998).
Por otro lado, la cuestión de las condiciones de vida y las posiciones sociales ocupadas como factores influyentes en el
proceso de socialización y/o en la actividad física en la vejez no suele ser identificada en los diferentes estudios. Si bien
Rhodes et al. (1999) realizaron una revisión de la literatura sobre los factores asociados a la adherencia al ejercicio en
las personas mayores, descubriendo las siguientes tendencias:
• parece existir una relación entre pasado activo y posterior práctica de mayor;
• las influencias sociales y familiares están asociadas a la adherencia al ejercicio.