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La Expiación

Ricardo A. Ibáñez Fuentemávida


“La persona que estudia la Expiación es en cierta manera como un
hombre que se retira a su cabaña de montaña para disfrutar del
paisaje. La belleza le rodea en todas direcciones. Sea cual sea l[o]
que se mire, el paisaje es glorioso. Todo principio subyacente,
toda consecuencia que se derive de ella es una recompensa
intelectual, anima nuestras emociones y vivifica el espíritu. Es una
doctrina para la eternidad”.
Tad R. Callister, “La Infinita Expiación”, pág. 1.
Debe existir una razón por la cual se
permitió que [Cristo] sufriera y perseverara;
por qué fue necesario que entregara su vida
como sacrificio por los pecados del
mundo… Estas razones nos conciernen
estrechamente a nosotros y al resto del
mundo; hay algo de gran importancia en
todo esto para nosotros.
Jhon Taylor, Journal of Discurses, 10:115-16, énfasis agregado.
“Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece
que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que
dan testimonio de mí”
(Véase Juan 3:39, énfasis agregado).

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único


Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”
(Véase Juan 17:3, énfasis agregado).
El significado de la Expiación

En el idioma inglés, la palabra se compone de tres elementos “at-one-ment” que significa


[unirse en uno], o sea, la unión de las cosas que hayan estado separadas o apartadas (véase,
(“La expiación de Jesucristo”, Elder Jeffrey R. Holland, Marzo de 2008).

En español, y en algunos otros idiomas, la palabra significa reconciliación. La palabra derivada de


las raíces latinas re, que significa “de nuevo”, con, que significa “en compañía de”, y sella, que
significa “sentarse”. Por tanto, reconciliación significa, literalmente, “sentarse de nuevo en
compañía de, o volver a sentarse con”.
En hebreo, la palabra básica para expiación es “kaphar”, un verbo que significa “cubrir” o
“perdonar”.
La palabra expiación derivada del latín es, “expiatio”, compuesta por el prefijo ex que indica
“separación del interior”; pius, pia, que significa “virtuoso”, “justo”, “honesto”; y –ción, que
indica acción. De allí, que se refiera a la acción y efecto de reparar o purificar un daño.
La palabra aramea y arábiga “kafat”, que significa “un abrazo íntimo” (véase Alma
5:33; 34:16, Mormón 5:11). “El ser redimido es ser expiado, es ser recibido en el abrazo
íntimo de Dios, con una expresión no sólo de Su perdón, sino de nuestra unidad
de corazón y de mente” (Russell M. Nelson, “La Expiación”, octubre de 1996, énfasis agregado).

La Expiación de Jesucristo es la misión preordenada del Salvador. Expiar es


rescatar, reconciliar, reparar, redimir, reclamar, absolver, propiciar, hacer
enmiendas, pagar el castigo. Abarca la actuación de Cristo en la vida premortal, su
preordenación y ordenación a ser el Salvador de todas las creaciones de Dios (véase
Alma 13:3-5; Abraham 3:22-25). Constituye el pasado, el presente y el futuro de la
humanidad (véase Mosíah 4:7), está presente en la justicia, en la misericordia y en el
perdón (véase Alma 34:14-17), abarca lo que vemos y lo que no vemos, está presente en
la naturaleza y en cada partícula que compone el universo, ya que, la expiación es
Infinita y Eterna (véase 2 Nefi 9:7; Alma 34:10).
Sin fin – Eterna e Infinita
Es sin fin porque fue llevada acabo por un ser Sin Fin (véase Moisés 1:3).
Infinita porque su naturaleza divina le permite llenar la inmensidad del
espacio y abarcar todo y traspasar todo (véase 2 Nefi 9:7; 25:16, Alma 34:10,
12). Toda creación de Dios es alcanzada y traspasada por la Expiación de
Jesucristo y logra su exaltación si se sujeta a las leyes que la rigen (véase DyC
88:6-13). Es Eterna porque Él es un ser eterno que no tiene principio ni fin
(véase DyC 20:17).
La Expiación es infinita en Divinidad en tanto que la efectuó
el Santo, el Hijo Unigénito de Dios, que poseía todos los
atributos divinos de una forma que no se mide (véase DyC
109:77).
La Expiación es infinita en Poder en tanto que el Salvador fue
el único que poseía los tres poderes necesarios para salvarnos
y exaltarnos, a saber, el poder de resucitarnos de los
muertos, el poder de redimirnos de nuestros pecados, y el
poder para investirnos con los atributos de Dios (véase
Juan 11:25; Alma 12:15; Moroni 10:32-33).
Fue infinita en Tiempo, tanto para el futuro como para el
pasado (véase Alma 34), como lo declaro el rey Benjamín,
“quienes creyesen que Cristo habría de venir, esos mismos
recibiesen la remisión de sus pecados… aun como si él ya
hubiese venido (véase Mosíah 3:13).
Fue infinita en Cobertura, ya que proveyó la resurrección
para todas las cosas vivientes y, además, la oportunidad de la
redención y la perfección para todas las personas de todos los
mundos de los cuales el Salvador fue y es el creador (véase
DyC 76:23-24, 40-43).
Fue infinita en Profundidad no sólo a quiénes cubría sino
también lo que cubría. El Salvador “descendió debajo de
todo” (véase DyC 88:6), queriendo decir que descendió
debajo de todos nuestros pecados para que aun “Los más
viles pecadores” (véase Mosíah 28:4) y “Los más perdidos
de todos los hombres” (véase Alma 24:11) pudieran ser
redimidos por Su misericordia. Además, Su sacrificio
descendió debajo de toda situación humana, aun la que no
esté relacionada con el pecado.
Su Expiación es infinita en Sufrimiento. El Salvador hablo
de esa terrible y amarga copa, “Padecimiento que hizo que
yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor”
(véase DyC 19:18). Comenzó en Getsemaní, donde en
agonía sangró por cada poro, y concluyó en el Calvario,
donde clamó, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?” (véase Mateo 27:46). Lo soportó todo él solo
-toda situación humana-. Sus poderes divinos no fueron un
escudo en contra de Su sufrimiento; al contrario, cuando la
cumbre del dolor hubiera detonado el mecanismo de alivio
de la muerte o de la inconsciencia en un simple mortal, el
Salvador invocó Sus poderes divinos, no para inmunizarse a
Sí mismo, sino para detener tal mecanismo de alivio hasta
que él no hubiese sufrido el dolor por todas las personas de
todos los mundos. Sólo entonces pondría Su vida
voluntariamente.
Finalmente su Expiación fue infinita en Amor, tanto
el del Padre como el del Hijo. La mente humana no
puede captar plenamente tal amor. Esto es parte de
lo sagrado y de la belleza del evento. Debe ser
sentido, no sólo razonado. Algún día
comprenderemos la divina declaración: “Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito” (véase Juan 3:16). Entonces, toda
rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús
es el Cristo.
Tad R. Callister, “Como enseñar la Expiación”, Buscad Diligentemente
Selecciones de “El Educador de Religión”, Richard Neitzel Holzapfel y David
M. Whitchurch , Editores, págs. 41-42, énfasis agregado.
Vida premortal
La eficacia de la Expiación
Estructura doctrinal
Enoc vio el día de la venida del Hijo del Hombre en la carne; Y su alma se regocijó, y dijo: El Justo
es levantado, y muerto el Cordero desde la fundación del mundo; y por medio de la fe estoy en el
seño del Padre, y he aquí Sion esta conmigo (véase Moisés 7:47, énfasis agregado).
Y la adoraron todos los que moran la tierra, cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida
del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo (véase Apocalipsis 13:8, énfasis agregado).
Y nuestro padre Adán hablo al Señor, y dijo: ¿Por qué es necesario que los hombres se arrepientan y
se bauticen en el agua? Y el Señor le contesto: He aquí, te he perdonado tu transgresión en el
jardín del Edén. De allí se extendió entre el pueblo el dicho: Que el Hijo de Dios ha expiado la
transgresión original, por lo que los pecados de los padres no pueden recaer sobre la cabeza de los
niños, porque estos son limpios desde la fundación del mundo
(véase Moisés 6:53-54, énfasis agregado).

Todos espíritus de los hombres eran inocentes en el principio; Y habiéndolo redimido Dios de la
caída, el hombre llego a quedar de nuevo en su estado de inocencia delante de Dios
(véase DyC 93:38, énfasis agregado).
Y ésta es la manera conforme a la cual fueron ordenados, habiendo sido a llamados y preparados
desde la fundación del mundo de acuerdo con la presciencia de Dios, por causa de su fe
excepcional y buenas obras, habiéndoseles concedido primeramente escoger el bien o el mal; por
lo que, habiendo escogido el bien y ejercido una fe sumamente grande, son llamados con un santo
llamamiento, sí, con ese santo Llamamiento que, con una redención preparatoria y de
conformidad con ella, se dispuso para tales seres. Así, por motivo de su fe, han sido llamados a
este santo llamamiento, mientras que otros rechazaban el Espíritu de Dios a causa de la dureza de
sus corazones y la ceguedad de su mente, cuando de no haber sido por esto, hubieran podido tener
tan grande privilegio como sus hermanos. O en una palabra, al principio se hallaban en la misma
posición que sus hermanos; así se preparó este santo llamamiento desde la fundación del mundo
para aquellos que no endurecieran sus corazones, haciéndose en la expiación y por medio de la
expiación del Hijo Unigénito, que fue preparado
(véase Alma 13:3-5, énfasis agregado).
“La función expiatoria y
redentora de Cristo fue
anunciada claramente aun
antes de que se realizara
durante Su vida mortal”.
Jeffrey R. Holland, citado en, “Elementos esenciales de los Santos de los
Últimos Días”, Publicado por BYU Studies y el Centro de Estudios
Religiosos, Universidad Brigham Young, Provo, Utah, Copyright © 2002 por
la Universidad Brigham Young.
“Las escrituras y declaraciones de los
profetas indican que hay, de hecho,
mucha similitud entre las condiciones y
las expectativas de la humanidad, antes y
después de la tierra. Que los principios
del Evangelio fueron enseñados y
practicados en ambos lugares también
implica que la expiación de Jesucristo
estaba en pleno efecto en el mundo
premortal”.
Brent L. Top, “The Life Before” (Salt Lake City: Bookcraft, 1988), 94,
énfasis agregado.
“Durante los siglos en que moramos en el
estado premortal no solamente desarrollamos
nuestras diferentes características y
demostramos nuestra dignidad y capacidad,
o la falta de ellas, sino que también
estábamos en un lugar en donde ese progreso
podía observarse. Es lógico creer que allí
existía una organización de la Iglesia... No
hay ninguna duda que se había conferido el
sacerdocio y que se elegían líderes para
oficiar. Eran necesarias ordenanzas
pertinentes a esa preexistencia y prevalecía
el amor de Dios.
Bajo estas condiciones era natural que
nuestro Padre discerniera y eligiera
aquellos que eran más dignos y
evaluara los talentos de cada uno…
Fue así que, cuando llegó el momento
de venir a habitar esta tierra, se
encontraba todo preparado y los
siervos del Señor ya habían sido
elegidos y ordenados para cumplir con
sus respectivas misiones”.
Joseph Fielding Smith, “The Way to Perfection”, págs. 50-51,
énfasis agregado.
Dios dio el albedrío a sus hijos aun en el
mundo espiritual, mediante el cual los
espíritus tuvieron el privilegio, tal como
hoy en día tienen los hombres aquí, de
elegir el bien y rechazar el mal, o de
participar del mal y sufrir las
consecuencias de sus pecados. Por causa
de esto, aún allá algunos eran más fieles
que otros en obedecer los mandamientos
del Señor.
Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, I, págs. 55-56, énfasis
agregado.
“Entre los… [los hijos espirituales de Dios] que
permanecieron, es muy probable, que había
muchos… cuyos pecados eran de tal naturaleza
que podían ser perdonados por la fe en los
sufrimientos futuros del Unigénito del Padre y
por su sincero arrepentimiento y reforma. No
vemos ninguna impropiedad en Jesús ofreciéndose
a sí mismo como una ofrenda y sacrificio
aceptable ante el Padre para expiar los pecados de
sus hermanos, cometidos no sólo en el segundo,
sino también en el primer estado”.
Orson Pratt, “The Seer”, no. 4 (April 1853), 1:54, énfasis agregado.
La gran implicación asociada con la idea de la operación
premortal de la Expiación, y una incómoda para algunos, es
que… se cometieron [pecados] y… errores en la
premortalidad…
En la premortalidad, la expiación de Jesucristo operó en
nuestro favor, para que cada uno de nosotros pudiera
comenzar nuestro segundo estado con un nuevo comienzo,
libre de las manchas, estragos, errores, pecados y errores
cometidos en la premortalidad, libres de la incapacidad y
discapacidad espiritual equipaje traído de una vida anterior.
Andrew C. Skinner, “La Divinidad Premortal de Cristo: Una Perspectiva de la
Restauración”, en Jesucristo: Hijo de Dios, Salvador, ed. Paul H. Peterson, Gary
L. Hatch y Laura D. Card (Provo, UT: Centro de Estudios Religiosos,
Universidad Brigham Young, 2002), 50-78, énfasis agregado.
La vida mortal
La aplicación de la Expiación
Estructura doctrinal
Y ahora bien, aconteció que cuando el rey Benjamín hubo concluido de hablar las palabras que le
habían sido comunicadas por el ángel del Señor, miró a su alrededor hacia la multitud, y he aquí,
habían caído a tierra, porque el temor del Señor había venido sobre ellos. Y se habían visto a sí
mismos en su propio estado carnal, aún menos que el polvo de la tierra. Y todos a una voz clamaron,
diciendo: ¡Oh, ten misericordia, y aplica la sangre expiatoria de Cristo para que recibamos el perdón
de nuestros pecados, y sean purificados nuestros corazones; porque creemos en Jesucristo, el Hijo de
Dios, que creó el cielo y la tierra y todas las cosas; el cual bajará entre los hijos de los hombres!
(véase Mosíah 4:1-2, énfasis agregado).

Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas
desde el principio; y su madre se llamará María. Y he aquí, él viene a los suyos, para que la
salvación llegue a los hijos de los hombres, mediante la fe en su nombre; y aun después de todo
esto, lo considerarán como hombre, y dirán que está endemoniado, y lo azotarán, y lo crucificarán
(véase Mosíah 3:8-9, énfasis agregado).
Os digo que si habéis llegado al conocimiento de la bondad de Dios, y de su
incomparable poder, y su sabiduría, su paciencia y su longanimidad para con los hijos de
los hombres; y también la expiación que ha sido preparada desde la fundación del
mundo, a fin de que por ese medio llegara la salvación a aquel que pusiera su
confianza en el Señor y fuera diligente en guardar sus mandamientos, y perseverara
en la fe hasta el fin de su vida, quiero decir la vida del cuerpo mortal— digo que este
es el hombre que recibe la salvación, por medio de la expiación que fue preparada
desde la fundación del mundo para todo el género humano que ha existido desde la
caída de Adán, o que existe, o que existirá jamás hasta el fin del mundo. Y este es el
medio por el cual viene la salvación. Y no hay otra salvación aparte de esta de que se ha
hablado; ni hay tampoco otras condiciones según las cuales el hombre pueda ser salvo,
sino por las que os he dicho. Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las
cosas, tanto en el cielo como en la tierra; creed que él tiene toda sabiduría y todo poder,
tanto en el cielo como en la tierra; creed que el hombre no comprende todas las cosas que
el Señor puede comprender (véase Mosíah 4:6-9, énfasis agregado).
Accedemos al poder de la Expiación mediante los convenios

Y es la fe que hemos tenido en las cosas que nuestro rey nos ha hablado lo que nos ha llevado a este
gran conocimiento, por lo que nos regocijamos con un gozo tan sumamente grande. Y estamos
dispuestos a concertar un convenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y ser obedientes a sus
mandamientos en todas las cosas que él nos mande, todo el resto de nuestros días, para que no
traigamos sobre nosotros un tormento sin fin… para que no bebamos del cáliz de la ira de Dios.
Ahora bien, estas palabras eran las que de ellos deseaba el rey Benjamín; y por lo tanto, les dijo:
Habéis declarado las palabras que yo deseaba; y el convenio que habéis hecho es un convenio justo.
Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados progenie de Cristo, hijos e
hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente; pues decís que vuestros
corazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él y habéis
llegado a ser sus hijos y sus hijas. Y bajo este título sois librados, y con hay otro título por medio del
cual podáis ser librados. No hay otro nombre dado por el cual venga la salvación; por tanto,
quisiera que tomaseis sobre vosotros el nombre de Cristo, todos vosotros que habéis hecho convenio
con Dios de ser obedientes hasta el fin de vuestras vidas
(véase Mosíah 5:4-8, énfasis agregado).
Unidos por convenio
“Al [unirnos] a la Iglesia,
[nos] [alistamos] para servir a
Dios; y al hacerlo, [salimos]
del terreno neutral y jamás
[podemos] volver a él”.
Quentin L. Cook, ¿Podéis sentir esto ahora?, octubre de 2012, véase
Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 344;
véase también Apocalipsis 3:15-16, énfasis agregado.
Cuando ustedes y yo también entramos en [la]…
senda [de los convenios], tenemos una nueva forma de
vida. De ese modo, creamos una relación con Dios que
le permite bendecirnos y cambiarnos… Si permitimos
que Dios prevalezca en nuestra vida, [nuestros]
convenio[s] nos acercará[n] más y más a Él. Todos los
convenios tienen por objeto ligarnos en unión; crean
una relación con lazos sempiternos.
Dios no abandonará Su relación con aquellos que han
forjado tal vínculo con Él. De hecho, todos los que han
hecho convenio con Dios tienen acceso a un tipo
especial de amor y misericordia. En el idioma hebreo,
ese amor del convenio se llama hesed.
Hesed no tiene un equivalente adecuado en español... Los
traductores de la versión Reina-Valera de la Biblia deben haber
tenido dificultades para traducir hesed al español. A menudo
eligieron el término “misericordia”, el cual refleja en gran
parte, pero no en su totalidad, el significado de hesed.
También se tradujo con otras palabras, tales como
“compasión” y “benignidad”. Hesed es un término singular
que describe una relación por convenio en la que ambas
partes están obligadas a ser leales y fieles la una a la otra.
Debido a que Dios tiene hesed por quienes han hecho convenio
con Él, los amará; seguirá obrando con ellos y ofreciéndoles
oportunidades de cambiar; los perdonará cuando se
arrepientan; y si se descarrían, los ayudará a encontrar el
camino de regreso a Él… Él jamás cejará en Sus esfuerzos por
ayudarnos, y nunca agotaremos Su misericordiosa paciencia
para con nosotros. Cada uno de nosotros tiene un lugar
especial en el corazón de Dios.
La senda de los convenios es una senda de amor… se trata
ante todo de nuestra relación con Dios; nuestra relación de
hesed con Él. Cuando concertamos un convenio con Dios,
hacemos convenio con Aquel que siempre cumplirá con Su
palabra. Él hará todo lo que pueda, sin vulnerar nuestro
albedrío, para ayudarnos a cumplir con la nuestra.
En el texto final del Antiguo Testamento, leemos acerca de la
promesa de Malaquías de que Elías el Profeta “hará volver el
corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los
hijos hacia los padres” (Malaquías 4:6)... Esa promesa se
aclara cuando leemos la versión diferente de ese versículo que
Moroni citó al profeta José Smith:
“Y él [Elías el Profeta] plantará en el corazón de los hijos las
promesas hechas a los padres, y el corazón de los hijos se
volverá a sus padres” (José Smith—Historia 1:39)
Russell M. Nelson, “El convenio sempiterno”, 31 de marzo de 2022,
énfasis agregado.
Un ejemplo de las escrituras
Y aconteció que fueron tan grandes sus aflicciones, que empezaron a clamar
fervorosamente a Dios. Y Amulón les mandó que cesaran sus clamores, y les puso
guardias para vigilarlos, a fin de que al que descubriesen invocando a Dios fuese muerto.
Y Alma y su pueblo no alzaron la voz al Señor su Dios, pero sí le derramaron sus
corazones; y él entendió los pensamientos de sus corazones. Y aconteció que la voz del
Señor vino a ellos en sus aflicciones, diciendo: Alzad vuestras cabezas y animaos, pues
sé del convenio que habéis hecho conmigo; y yo haré convenio con mi pueblo y lo
libraré del cautiverio. Y también aliviaré las cargas que pongan sobre vuestros hombros,
de manera que no podréis sentirlas sobre vuestras espaldas, mientras estéis en
servidumbre; y esto haré yo para que me seáis testigos en lo futuro, y para que sepáis de
seguro que yo, el Señor Dios, visito a mi pueblo en sus aflicciones
(véase Mosíah 24:10-14, énfasis agregado).
La aritmética de la Expiación
La Expiación… [del Salvador
Jesucristo en el jardín de
getsemaní y en la cruz es infinita y
a la vez una]… experiencia
personal e intima en la que Jesús
llego a saber como ayudarnos en
forma individual.
Merrill J. Bateman, “Un modelo para todos”, octubre de 2005, énfasis
agregado.
La Empatía perfecta de Jesucristo a través de la
Expiación

El término simpatía deriva del griego… y es una… palabra


compuesta que significa literalmente, “Sufrir juntos”.

La palabra empatía se deriva de un vocablo que se deriva del griego que


significa “Capacidad Cognitiva”, es decir conocer por medio de la experiencia
lo que otro ser puede sentir. También es descrita como un sentimiento de
participación afectiva de una persona cuando se afecta a otra.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, y nosotros le
tuvimos por azotado, herido por Dios y afligido. Mas él herido fue por nuestras
transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados
(Isaías 53:4-5, énfasis agregado).

Y él saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para


que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de
su pueblo. Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que
sujetan a su pueblo; y sus debilidades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean
llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer
a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos
(Alma 7:11-12, énfasis agregado).
“Podríais correlacionar el capítulo 53… de
Isaías con Alma 7:12. En Isaías el sufrimiento
del Salvador se describe en forma elocuente:
de qué manera El llevó nuestros pecados, y lo
hizo para que pudiéramos ser redimidos y
tener la vida eterna…
En Alma 7:12, el único lugar en las Escrituras
en donde aparece, según mi conocimiento,
encontramos lo que parecería ser otro
propósito de la Expiación, hablando
nuevamente del Salvador y su sufrimiento…
¿Habéis pensado alguna vez que no existía
ninguna posibilidad de que Jesús pudiera saber
cómo era el sufrimiento al que nos veríamos
sometidos por nuestra propia estupidez y
pecados… a no ser que El sobrellevara nuestros
pecados en lo que yo llamo la horrible aritmética
de la Expiación? Y de acuerdo con este profeta,
Jesús ahora sabe, según la carne, como resultado
de ese sufrimiento, de qué manera socorrernos y
ayudarnos, conocimiento que no habría podido
obtener de ninguna otra manera”.
Neal A. Maxwell, "The Old Testament: Relevancy within Antiquity", A
Symposium on the Old Testament, pág. 17, énfasis agregado.
El Salvador no ha sufrido sólo por nuestras
iniquidades sino también por la desigualdad, la
injusticia, el dolor, la angustia y la aflicción emocional
que con tanta frecuencia nos acosan. No hay ningún
dolor físico, ninguna angustia del alma, ningún
sufrimiento del espíritu, ninguna enfermedad o
flaqueza que ustedes o yo experimentemos durante
nuestra vida terrenal que el Salvador no haya
experimentado primero. Es posible que, en un
momento de debilidad… exclamemos: “Nadie
entiende; nadie sabe”. Tal vez ningún ser humano
sepa, pero el Hijo de Dios sabe y entiende
perfectamente, porque Él sintió y llevó nuestras cargas
antes que nosotros…
Él entiende perfectamente y puede
extendernos Su brazo de misericordia… Él
puede extender la mano, tocarnos,
socorrernos, literalmente correr hacia
nosotros, y fortalecernos para que seamos
más de lo que jamás podríamos ser, y para
ayudarnos a hacer lo que nunca podríamos
lograr si dependiéramos únicamente de
nuestro propio poder.
David A. Bednar, “La Expiación y el trayecto de la vida terrenal”, 23 de
octubre de 2001, énfasis agregado.
De la vida de Cristo
Y el Señor dijo: ¿A quién enviaré? Y respondió uno semejante al Hijo del Hombre: Heme
aquí; envíame. Y otro contestó, y dijo: Heme aquí; envíame a mí. Y el Señor dijo: Enviaré
al primero (véase Abraham 3:27, énfasis agregado).

Y yo, Dios el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has mandado en
el nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el principio; y vino ante mí,
diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de
modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra. Pero,
he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo:
Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre
(véase Moisés 4:1-2, énfasis agregado)
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para estar con Dios. Y después de
haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches… de haber hablado con Dios, tuvo hambre,
y quedó solo para ser tentado por el diablo. Y se le acercó el tentador y le dijo: Si eres el
Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Mas él, respondiendo, dijo: Escrito
está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces Jesús fue llevado a la santa ciudad, y el Espíritu le puso sobre el pináculo del
templo. Y el diablo vino a él y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con
tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Y otra
vez, Jesús estaba en el Espíritu, y le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos
del mundo y la gloria de ellos. Y el diablo volvió a él otra vez y le dijo: Todo esto a ti te daré,
si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al
Señor tu Dios adorarás y a él solamente servirás. Ahora, pues, supo Jesús que Juan estaba
preso, y envió ángeles, y, he aquí, vinieron y le ministraban a él [Juan]. Y Jesús partió para
Galilea… (véase TSJ Mateo 4:1; 2; 5; 6; 8; 11-12)
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos
aquí, mientras voy allí y oro. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a
entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta
la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro,
orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta acopa; pero no sea como yo quiero,
sino como tú (véase Mateo 26:36-39, énfasis agregado).
Y llevó consigo a Pedro, y a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse. Y les dijo: Mi
alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Y yéndose un poco adelante, se postró en
tierra y oró que, si fuese posible, pasase de él aquella hora, y decía: Abba, Padre, todas las cosas son
posibles para ti; aparta de mí esta acopa; pero no lo que yo quiero, sino lo que quieres tú
(véase Marcos 14:33-36, énfasis agregado).

Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Y
cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad para que no entréis en atentación. Y él se apartó de ellos a
una distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de
mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Entonces se le apareció un ángel del cielo
para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; …y sudaba como grandes gotas de
sangre… (TJS Lucas 22:44) que caían a tierra (véase Lucas 22: 39-44, énfasis agregado).
Cada uno de nosotros pasamos por tribulaciones tales como las enfermedades, la soledad, las
persecuciones, las traiciones, las contradicciones, la pobreza, la calumnia e incluso el amor no
correspondido. Si sobrellevamos bien estás dificultades serán para nuestro bien tal cual se dijo al profeta
José Smith.
“si eres echado en el foso o en manos de homicidas, y eres condenado a muerte; si eres arrojado al abismo;
si las bravas olas conspiran contra ti; si el viento huracanado se hace tu enemigo; si los cielos se
ennegrecen y todos los elementos se combinan para obstruir la vía; y sobre todo, si las puertas mismas del
infierno se abren de par en par para tragarte, entiende, hijo mío, que todas estas cosas te servirán de
experiencia, y serán para tu bien”. El Hijo del Hombre ha descendido debajo de todo ello. ¿Eres tú
mayor que él? (véase DyC 122:7-8, énfasis agregado).
Nos volvemos más semejantes a Cristo cuando enfrentamos las dificultades de la vida tal cual Él lo hizo.
Confiando en nuestro Padre Celestial.
Es en la intimidad de nuestro ser, en la intimidad de nuestra mente y corazón dónde opera la Expiación de
Jesucristo, es en los detalles más íntimos dónde se aplica Su sangre, no solo en los grandes desafíos de
nuestras vidas, sino más bien en esos pequeños detalles de nuestro carácter. Ya que el aplicar la Sangre de
Cristo nos lleva a ser más semejantes a Él. Al procurar vivir en “en Dios”, desarrollamos la paz y cuando
una persona tiene paz tiene un Buen Carácter, un carácter similar al de Jesucristo.
El carácter del Señor proporciono
necesariamente el cimiento para
Su extraordinaria expiación. Sin el
carácter sublime de Jesús no
podría haber habido ninguna
expiación sublime. Su carácter es
tal que sufrió tentaciones de todas
clases, sin embargo, no hizo caso
de ellas.
Alguien dijo que solo aquellos que resisten
las tentaciones entienden realmente el
poder de estas. Como Jesús las resistió
perfectamente, El entendió perfectamente
las tentaciones y como consecuencia Él
puede ayudarnos. El hecho de que
despreciara las tentaciones y que no hiciera
caso de ellas revela su maravilloso
carácter, el cual debemos emular.
Neal A. Maxwell (1926-2004), CES Religious Educators, February 1995,
énfasis agregado.
Vida postmortal
Continua operando la Expiación
“Como el hombre
es, Dios fue. Como
Dios es, el hombre
puede llegar a ser”.
Lorenzo Snow, citado por el Elder Boyd K. Packer en, “Lámpara de
Jehová”, Liahona, octubre de 1983, págs. 27-37, énfasis agregado.
“Esta gente supone que tenemos en nuestra
posesión todas las ordenanzas para la vida,
salvación y exaltación, y que estamos
administrándolas. Pero ese no es el caso.
Estamos en posesión de todas las
ordenanzas que pueden ser administradas
en la carne; pero hay otras que deben ser
administradas más allá de este mundo. Sé
que queréis saber cuáles son y voy a
mencionar una: no tenemos, ni podemos
recibir aquí, la ordenanza ni las llaves para
la resurrección”
Las llaves “serán dadas a aquellos que hayan
pasado de esta esfera de acción, y hayan
recibido de nuevo su cuerpo... Ellos serán
ordenados para resucitar a los santos por
aquellos que tienen las llaves de la
resurrección, tal como nosotros recibimos la
ordenanza del bautismo, y luego las llaves de la
autoridad para bautizar a otros para la remisión
de sus pecados. La resurrección es una de las
ordenanzas que no podemos recibir aquí sobre
la tierra, y hay muchas otras”.
Brigham Young, Journal of Discourses, 15:137, énfasis agregado.
Los espíritus vienen a esta tierra sabiendo que
pueden regresar y ser como Dios, y seguir adelante
en un progreso que no tiene fin. “No tenemos el
poder en la carne para crear ni producir un
espíritu; a pesar de todo el conocimiento que
tienen los expertos del mundo, todavía este poder
no se ha dado al hombre; pero tenemos el poder
dado por Dios de crear cuerpos temporales para
nuestros hijos... Podréis percibir entonces, que
nuestra obra no finaliza mientras vivimos en esta
tierra, igual que la de Jesús no finalizó con su
existencia terrenal”.
Brigham Young, X. Journal of Discourses, 15:137, énfasis agregado.
Nuestro testimonio de Jesucristo
El centro de nuestras vidas
“Todo Santo de los Últimos Días tiene el
privilegio, la oportunidad y la obligación de
lograr para sí mismo cierto conocimiento… de
que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, el
Redentor de toda la humanidad… Ese
testimonio… es la posesión más preciada que
podamos tener… “Estoy convencido de que…
siempre que una persona tiene en su corazón el
testimonio verdadero de la realidad viviente del
Señor Jesucristo, todo lo demás ocupará su
lugar a su debido tiempo”.
Gordon B. Hinckley, Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, págs. 647, 648,
énfasis agregado.
Al alcanzar un testimonio de
Jesús, los hombres encuentran
paz, descanso y consuelo… Al
alcanzar luz y conocimiento del
cielo, los hombres obtienen un
preludio de esa paz y dulce gozo
que se halla en el cielo futuro.
Bruce R. McConkie, Doctrina Mormona, pág. 155, énfasis agregado.
“La Expiación abarca, sostiene,
apoya, da vida y fuerza a todas
las otras doctrinas del
Evangelio. Es la base sobre la
cual descansa toda la verdad y
todas las cosas crecen de ella y
viven por causa de ella” .
Bruce R. McConkie, Doctrina Mormona, pág. # 289, énfasis agregado.
La Expiación La Expiación
“Los principios fundamentales de
nuestra religión son el testimonio de los
apóstoles y profetas concernientes a
Jesucristo: que murió, fue sepultado,
se levantó al tercer día y ascendió a los
cielos; y todas las otras cosas que
pertenecen a nuestra religión son
únicamente dependencias de esto”.
José Smith, Enseñanzas del Profeta José Smith , pág. 141, énfasis
agregado.
Hermanos y hermanas, que el Señor nos bendiga al
seguir adelante con nuestra vida hacia la
perfección, a fin de qué podamos lograr y recibir
las bendiciones que nos fueron prometidas, que
podamos alcanzar algún día la divinidad, y tener
las bendiciones correspondientes a ese estado. Pido
al Señor que nos bendiga al enseñar a nuestros
hijos las verdades del evangelio eterno, para que
ellos también puedan arreglar su vida, y dirigirla
hacia la perfección que el Señor reconocerá en las
eternidades.
Spencer W. Kimball, “Nuestro potencial eterno”, Liahona, octubre de 1977,
págs. 36-37, énfasis agregado.
“La expiación de
Jesucristo era
indispensable…”
Jeffrey R. Holland, “La expiación de Jesucristo”, Marzo de 2008,
énfasis agregado.
Conclusión
A pesar de todo lo expuesto no tengo las palabras, desconozco
las palabras y no creo que existan en los idiomas y dialectos de
la tierra actualmente, las palabras correctas y adecuadas para
describir de manera apropiada la vida, los acontecimientos y la
Expiación de Jesucristo. Solo sé, mediante el poder del Espíritu
Santo, que ocurrió y que el es mi Salvador y que Vive y es un
Ser real, así como lo es Su eterno sacrificio.
Ricardo A. Ibáñez Fuentemávida

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