Los Gavilanes - Libreto PDF
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ORIGINAL DE
JACINTO GUERRERO
REPARTO
CUADRO PRIMERO
Una playa. A la izquierda, practicable de rocas; a la derecha, un monte, en cuya cima está enclavada la
aldea. Al fondo, el mar. Al levantarse el telón comienza a amanecer, y poco a poco va subiendo la luz de
intensidad, para acabar el cuadro completamente de día.
Aparece la escena sola. Se oye muy lejano el son de una campana, llamando a los fieles a la misa de alba,
y luego los cantos del CORO DE PESCADORES.
MÚSICA
(Por el practicable de rocas baja JUA&, de unos cincuenta años. Viste el traje típico de los peruanos ricos.
Queda unos instantes contemplando gozoso y radiante de júbilo el panorama de su aldea.)
(Cae de hinojos en el suelo. Vuelven a oírse los cantos de los pescadores. A poco salen por la derecha
MARCELO y JORGE, pescadores de la misma edad aproximadamente de Juan. En un principio, no se dan
cuenta de la presencia de éste.)
JUAN- ¡Jorge..., Jorge, Marcelo...! ¿A dónde vais? ¿No me habéis conocido? (Ellos se detienen sin
reconocerlo aún, y él va hacia ellos) Venid... soy Juan...
JUAN- (Abrazándoles efusivo) Tras larga ausencia vuelvo a vuestro lado. ¡Ya estoy con vosotros! ¡Venid
a mis brazos!
(Por la derecha e izquierda salen pescadores y pescadoras, que quedan observando el grupo. Marcelo y
Jorge les gritan con entusiasmo.)
TODOS- ¡Viva!...
(Fuerte en la orquesta. Gran animación en todos los personajes. Algunos pescadores abrazan a Juan.
Todos cantan.)
CATADO
HABLADO
MARC-¡Viva Juan!
TODOS- ¡Viva!...¡Viva!...
(Los de la barca saludan con sus pañuelos a Juan, que sonríe satisfecho con los vítores de sus paisanos.
Telón rápido y mutación, mientras se oye esta copla:)
CATADO
CUADRO SEGUDO
Alrededores de la aldea, de día. En 2º término, ocupando un tercio del telón, una cerca de setos y zarzales
de unos dos metros de altura, con ancha puerta practicable de madera en el centro, de una sola hoja. Toda la
parte central de esta valla debe estar pintada sobre gasa para que se transparente a su debido tiempo,
dejando ver un verde prado y al fondo el mar. En primer término izquierda, una casa de aspecto humilde,
con puerta y ventana practicables. En la lateral derecha, rompimiento de rocas. El telón de foro es un
panorama de mar. Frente a la casa, una mesa rodeada de algunos taburetes de madera.
(Al levantarse el telón, EMMA y &ITA van mostrando a las ALDEA&AS 1ª, 2ª y 3ª los objetos que indica el
diálogo, los cuales se hallan colocados sobre la mesa. Todas representan unos veintitantos años.)
HABLADO
EMMA- Diamantes. Dice mi tío Juan que él mismo los sacó de la tierra.
NITA- ¡Tú calcula!... Mi padre creía que había muerto su hermano, y hoy le ha visto volver riquísimo.
ALDE 1ª- (En el colmo de la admiración) ¡Y habrá que ver lo que traiga en botas!...
NITA- ¡Quién sabe si lo tendrás!... Ya viste lo que le pasó a Nina, que de la noche a la mañana le dijeron
que se había muerto en Chile un tío a quien ella no conocía, y que la dejaba heredera de toda su fortuna...
ALDE 1ª- (Suspirando) ¡Ay, quién tuviera un tío en Chile, de ésos que se mueren...!
(Por la derecha sale CLARIVÁ&, el alcalde del pueblo, con sus mejores galas. Es cojo, y representa unos
cincuenta años. Saluda a todas con alborozo.)
CLARI- ¿Es verdad la noticia? Que ha vuelto Juan, que ha vuelto mi mejor amigo... ¡Qué digo mi mejor
amigo!... ¡Mi entrañable amigo!...
CLARI- Y yo a él le abrí la cabeza de otra pedrada. ¡Nos queríamos muchísimo! ¿Y dónde está?
CLARI- ¿Hasta las doce?... Veréis... (Se dirige hacia la casa. Emma y &ita le detienen.)
CLARI- A darle una sorpresa muy agradable. ¡Voy a despertarle echándole un jarro de agua fría por la
cabeza!
(De la casa salen RE&ATA y CAMILO, ambos aparentando unos cincuenta y tantos años. Visten con
modestia, pero van cargados de alhajas, haciendo ridícula ostentación de ellas. Él lleva una gruesa cadena
de reloj y una sortija con un gran brillante, y ella dos o tres pulseras, dos cadenas y unos magníficos
pendientes)
CAMIL- (Bajo, a su mujer, con gran énfasis) ¿Qué es eso de “señor alcalde”? ¿Olvidas que ya no somos
unos pobretones? (Alto y con gran confianza,) ¿Qué hay, alcaldillo?
CLARI- ¿Alcaldillo?
RENAT- (Sin poder contenerse) ¡Mirad, mirad las joyas que nos ha traído!
CAMIL- (Fingiendo desdén, mientras acciona con el meñique muy en alto para que se vea bien su sortija.)
¡Las mujeres1...Se vuelven locas para que se fijen en sus alhajas.
CLARIV- (Mirando uno) ¡Preciosos!...Una piedra encarnada rodeada de brillantes... (Pasando al otro
lado para ver el otro) Y otra piedra encarnada rodeada de otros brillantes...
CLARI- Adiós.
ALDE 3ª- Hasta después. (Se van por la derecha las tres aldeanas.)
CLARI- Bien; pero dejadme pasar, que estoy deseando darle un abrazo.
CAMIL- (Haciendo señas negativas, siempre con el meñique tieso.) De ninguna manera.
RENAT- (Moviendo mucho la cabeza para lucir los pendientes.) No, no, no.
CAMIL- Ha dicho que le dejemos dormir hasta las doce y hay que obedecerle.
CLARI- Esa orden no reza con Clariván, con su amigo del alma... ¡Pues poco que me quería a mí ese
pillastre!... ¿A que lo primero que ha hecho ha sido preguntar por mí?
CAMIL- No.
CLARI- ¿No?
CLARI- Pues me choca mucho, porque no es posible que, aunque han pasado tantos años...
CAMIL- Veintidós.
CLARI- Que se haya olvidado de mí. ¿Qué se va a haber olvidado de Clariván? ¡Menudo regalo me habrá
traído!... Yo, bien lo sabe Dios, sólo lo quiero por tener un recuerdo suyo. ¡Ay, como me traiga una sortija
como esa!... ¡O unos pendientes como esos!...
RENAT- ¿Qué?
CLARI- (Con disgusto) ¡El sargento de gendarmes! ¿Qué se le habrá perdido por aquí a ese majadero?
TRIQUE- ¿Duerme?
TRIQUE- Me acaban de dar la noticia de su vuelta, y he venido para abrazarle antes que nadie.
CLARI- (Haciendo señales de inteligencia a Camilo y Renata) Pues hasta la una ha dicho que no se le
despierte. Así es que podéis marcharos y venir a la una menos cuarto. (Bajo, a Camilo) Dijo a las doce,
¿verdad?
TRIQUE- ¡No faltaba más!... ¡Con lo que le quiero!... ¡Soy su mejor amigo!
TRIQUE- ¡Yo!
CLARI- ¡Yo!
CLARI- (Con sorna) Las cartas que le habéis escrito durante su ausencia, ¿no?
CLARI- (Dándose importancia) Yo pensé en escribirle muchas veces, casi todos los días.
TRIQUE- (Sin darse por vencido) Veréis qué recibimiento le preparo. Todos los gendarmes que están a
mis órdenes vendrán a ofrecerle sus respetos. (A Clariván, para darle envidia) ¡Eso no podéis hacerlo
vos!
CLARI- (Picado) ¡Vendrán todos los barrenderos de que dispone el Ayuntamiento, con escobas y todo!...
CLARI- Quiero que todo el pueblo muestre su júbilo por la vuelta de Juan el Indiano. Eso sí puedo
conseguirlo. Rogaré a todos los vecinos que pongan colgaduras en los balcones...
CLARI- Pues si ellos no quieren poner colgaduras, mandaré colgar a todos los concejales, y ya veréis si se
alegra todo el mundo.
RENAT- No os apuréis, señor Clariván, que si hoy los aldeanos no muestran gran júbilo, lo demostrarán
mañana, cuando sepan los planes de mi cuñado don Juan.
RENAT- En fin, que va a gastarse muchas onzas por la prosperidad de este pueblo.
CLARI- Eso demuestra el talento que tiene. Sobre todo, si se deja guiar por mis consejos y me deja que yo
administre el dinero que va a gastarse.
CAMIL- Bueno. Nosotros, con vuestro permiso, nos retiramos. Cuando se despierte mi señor hermano don
Juan, le diremos que estáis aquí...
CLARI- Y yo...
RENAT- Si es verdad que tanto le queréis, respetad sus órdenes. Adentro, niñas.
RENAT- Sin duda, os estarán esperando allí esos pelafustanes que os hacen el amor...
NITA- ¡Madre!
CAMIL- ¡Ah, pues eso se acabó para siempre! Vosotras os casaréis con quienes yo os mande. En la
posición que ahora estáis, podéis aspirar a dos muchachos ricos.
CLARI- Tal vez a ellas les parezcan muy ricos los de ahora.
(Sale por la segunda izquierda ROSAURA, linda aldeana de 20 años, y queda allí parada escuchando.)
NITA- Y yo a Daniel.
CAMIL- Ni Daniel, ni Marcelo, ni ningún pescador . ¡Y mucho cuidadito conmigo! ¡Pues hombre, estaría
bueno! ¿Vamos, doña Renata?
CATADO
HABLADO
NITA- (A Rosaura) ¡Claro! Tú hablas así porque aún no tienes novio...
EMMA- Y porque crees que, cuando lo tengas, no se opondrán a tus amores ni tu madre ni tu abuela.
CLARI- Y que acaso llegue pronto. He observado que, de algún tiempo a esta parte, Gustavo está siempre
contigo...
ROSAU- Yo os aseguro que entre ese muchacho y yo no hay absolutamente nada. (Con tristeza) ¿Quién
va a querer casarse con la pobre Rosaura? ¡Buena proporción! Todos saben que estamos arruinadas, llenas
de deudas. Tenemos que ganarnos la vida haciendo y remendando las redes de los pescadores. Sólo nos
queda la casa... y ésa hasta que los acreedores dispongan. En fin, quedad con Dios...
ROSAU- Ya lo sabrá. No hay en toda la aldea quien no sepa la noticia. ¡Hasta la vista! (Mutis por la
derecha)
NITA- Adiós, Rosaura.
EMMA- Adiós.
CLARI- Ya lo creo. Ella y su madre son muy simpáticas, así como la abuela...
TRIQUE- Esa anciana avarienta sí que es antipática. Hizo la desgracia de su hija y hará la de su nieta. (Se
oyen gritos de “Viva Juan”) ¡Eh! ¿Qué es eso?
CLARI- (Mirando hacia la derecha) Los lugareños, que quieren saludar al indiano. ¿Véis, véis como los
vecinos obedecen las órdenes de su alcalde?
CORO- ¡Viva!
CLARI- Con estas voces, yo os aseguro que va a ser muy difícil que siga durmiendo.
TRIQUE- ¡Llamémosle!
CLARI- Sí.
(Algazara general, dirigiéndose todos hacia la casa. Triquet y Clariván, entre el alborozo de todos,
aporrean la ventana.)
CATADO
(Por la puerta de la casa sale JUA&, y queda allí quieto con los brazos abiertos)
HABLADO
(Clariván y Triquet abrazan con gran entusiasmo a un agobiado Juan)
JUAN- (Pasándole un brazo por el cuello) ¿Cómo no iba yo a acordarme de mi amigo Pablo?
CLARI- No, y créeme que lo siento mucho, porque me duele tener que llevarte la contraria. Pero, en fin, si
quieres puedes llamarme Pablo una temporada.
JUAN- ¿Cómo?
CLARI- Y yo Clariván.
JUAN- ¡Ah, sí! Triquet... Clariván... ¡Bueno! (Esforzándose por hacerles creer que se acuerda de ellos)
TRIQUE- Si no tenías más remedio que recordar... Nos conocemos desde que éramos... (Va a indicar una
estatura muy baja, pero mira a Clariván y se detiene, ante el temor de que éste señale luego otra más baja
aún, y entonces marca una casi a ras del suelo)... ¡Así!
CLARI- Y nosotros, desde que éramos... (Hace el gesto de acunar a un niño de pecho) ¡Así!
JUAN- ¡Vaya, hombre, vaya! Pues celebro mucho veros. ¡Y a todos vosotros! (Volviéndose al coro)
MARCE- ¡Gracias!
JUAN- (A Camilo) Saca vino y que beban cuanto gusten para festejar mi vuelta.
MARCE- ¡Bravo!
JORGE- ¡Bien!
MARCE- Adiós.
(Se van Marcelo, Jorge y el Coro sobre música, mientras hay algunos abrazos a Juan. Quedan en escena
Emma, &ita, Renata, Camilo, Triquet, Clariván y Juan.)
JUAN- (A Camilo) Bueno, ahora que estamos solos, supongo que para nosotros sí tendrás vino.
CAMIL- Y de lo mejor: un vinillo añejo. Traed dos botellas. (A &ita y Emma, que entran en la casa.)
JUAN- Pero sentémonos. (Va a sentarse en uno de los taburetes, pero le detienen Camilo y Renata)
CAMIL- Espera.
RENAT- Aguarda.
JUAN- ¿Qué?...
(Camilo y Renata limpian amorosamente el asiento del taburete, y, al darse cuen ta, hacen lo mismo
Clariván y Triquet.)
CLARI- Es verdad.
(Se sientan todos en sendos taburetes al lado de la mesa. Salen Emma y &ita de la casa con una jarra y
algunos vasos, que dejan sobre la mesa.)
CAMIL- Venga el vino. (Lo sirve en los vasos y todos beben; las dos jóvenes quedan un poco alejadas del
grupo.)
CAMIL- Desde hoy mismo lo vas a disfrutar. A mis hijas puedes considerarlas como tuyas, mi casa es tu
casa...
(Emma y &ita, después de cuchichear un poco, hacen mutis sigilosamente por la derecha en busca de sus
novios.)
CLARI- Digo afortunadamente porque, así, está en disposición de casarse, si encuentra una mujer que le
guste.
JUAN- No me casaría sino por verdadero amor, y soy de los que creen que el verdadero amor no se siente
más que una vez en la vida. Yo quise con locura a una mujer.
RENAT- ¿Eh?...
CAMIL- ¿Cómo?
RENAT- ¿A Adriana?
JUAN- ¿Por qué creéis que abandoné mi aldea y marché a hacer fortuna a tierras lejanas? ¡Sólo por ella!
Yo era pobre, ella también...Su madre soñaba con un ricachón para marido de su hija... ¡Ánimo –pensé yo-
a la conquista del oro!.... Pero no se conquista tan fácilmente. Y pasaron dos años, tres... y cuando aún no
había yo logrado el codiciado filón, cuando aún vivía miserablemente, recibí la noticia de que Adriana se
había casado.
CLARI- La casó su madre. Ella no era gustosa en aquella boda. El novio le doblaba la edad.
JUAN- No. Ella se maliciaba que yo la quería, como claramente sabía yo que ella me quería a mí. No
pensaba declararle mi amor hasta que fuera rico.
TRIQUE- Lo que no me explico es por qué no regresaste a la aldea tan pronto como hiciste tu fortuna.
JUAN- ¿A qué había de volver? ¿A verla en los brazos de otro hombre? No, no. Desde que supe que se
había casado, para mí murió todo en esta aldea. Lo que fue hoguera, se ha convertido en ceniza. ¡No en
balde pasan los años!
TRIQUE- Claro, chico. Como se quiere cuando se es mozo, no se vuelve a querer más.
JUAN- Efectivamente.
CLARI- Vinieron años malos. Poco a poco se fue marchando el dinero, y hoy viven miserablemente.
TRIQUE- Venga.
CLARI- Y yo me marcho ya, chico. Tengo sesión en el Ayuntamiento, y hay allí un lío...
CLARI- Y yo también.
CAMIL- (Acercándose a su hermano y muy cariñosamente) ¡Vaya con mi señor hermano! ¡Y qué
callados tenía sus amoríos!
JUAN- (Sonriendo tristemente) Todo, no. Recuerda la canción que cantan por acá: “Soy mozo y
enamorado, nadie hay más rico que yo: ¡No se compra con dinero la juventud y el amor!”
CAMIL- ¡Bah, copluchas!... Vamos a meter prisa a esas mujeres para que esté pronto la comida. Ven.
(Se oye dentro y lejana la voz de GUSTAVO cantando, y Juan levanta la cabeza al oírle.)
CATADO
GUSTA- Soy mozo y enamorado, nadie hay más rico que yo:
¡No se compra con dinero la juventud y el amor!
JUAN- ¡Qué verdad dice la copla que va entonando ese mozo!
La juventud y el cariño no se compran con el oro.
¡Quién fuera el mozo que, años atrás,
a su zagala venía a hablar!
(Al oír este canto, Juan se dirige presuroso hacia el sitio de donde parte la voz, a su derecha, y mira quién
es la que canta. Al verla, hace una brusca transición de alegre a triste, y exclama:)
(Se sienta abatido en un taburete, junto a la mesa. Sale ADRIA&A por la derecha, a espaldas de Juan; es
una mujer de espléndida belleza, de unos cuarenta años. Al verle se dirige hacia él muy gozosa, pero al
llegar a su lado y verle el rostro, sufre la misma decepción que Juan antes.)
(Juan se levanta al notar la presencia de ella, y ambos se miran unos instantes, reconociéndose. Casi al
mismo tiempo se estrechan las manos, y, en el fuerte de la orquesta, exclaman con gran emoción:)
JUAN- ¡Adriana!
ADRIA- ¡Juan!
JUAN- (Con pasión) ¡Otra vez vuelvo a mirarte!
ADRIA- (Ídem) ¡Otra vez te vuelvo a ver!
ROSAU- (Dentro) ¡Madre! ¡Madre! (Saliendo por la derecha) ¡Ah, buenos días, señor!
JUAN- (Mirándola complacido) Linda moza tienes. La encontré cuando llegué, pero no sabía que fuera
hija tuya. Por más que debí figurármelo... Es guapa... como tú cuando tenías sus años. Porque tú eras guapa
de veras...
ADRIA- (Con amargura) ¿Era guapa? Gracias, Juan. (Con intención) También tú fuiste un real mozo.
ADRIA- Sí.
(Rosaura se dirige a la cerca y abre la puerta, quedándose quieta en el quicio contemplando a su madre y
a Juan, quien estrecha la mano de Adriana.)
(Se quedan mirando unos instantes, y después ella inicia la marcha hacia la segunda izquierda. Rosaura
entra en el prado, cerrando tras de sí el portón. Queda solo en escena Juan, mientras se oye dentro la voz
de Gustavo cantando)
(Cuando comienza a oírse la canción, Juan levanta la cabeza, recordando la belleza de Rosaura. Paso a
paso, mirando a los lados para no ser sorprendido, se dirige a la cerca y abre muy despacio la puerta,
procurando taparse con ella para que la moza no le vea, pero observando lo que hay dentro del prado
por la rendija del portón. En este momento se transparenta la cerca, y apare- cen Rosaura y Gustavo
hablando entusiasmados. Juan retrocede y se sienta con abatimiento en el taburete , tapándose la cara
con las manos. Rosaura y Gustavo no se dan cuenta de que el portón ha sido abierto, y cantan a toda
voz con gran alegría.)
(Cae el telón.)
CUADRO TERCERO
Decoración a todo foro. Plaza de la aldea. En el centro del foro, la casa de Adriana, de un solo piso y con
ventana y puerta practicables. En la lateral izquierda y en 2º término, el cuartel de los gendarmes, con ancha
puerta sobre la cual hay una bandera.. A la derecha y también en 2º término, el Ayuntamiento, en cuya
fachada y a conveniente altura hay una lápida, cubierta por una bandera de los colores nacionales que se
descorrerá a su debido tiempo. En primer término hay un rompimiento de fachadas, en todas cuyas
ventanas hay colgaduras, lo mismo que en el balcón del Ayuntamiento. En último término, a derecha e
izquierda de la casa de Adriana, dos arcos de flores en las desembocaduras de las respectivas callejas; en
uno se lee “A Juan los aldeanos y especialmente el alcalde”, y en el otro “A Juanito, los gendarmes y más
especialmente Triquet”. Adosados a los muros de la casa del foro y del cuartel, dos bancos de piedra. Es de
día.
Al levantarse el telón está la escena sola. A poco sale del Ayuntamiento CLARIVÁ&, seguido de 4
tamborileros, y se detiene en primer término derecha.
CATADO
(Comienza a salir el CORO general de aldeanos, formando un semicírculo alrededor de Clariván y de sus
tamborileros.)
(Se disponen los tamborileros a tocar, pero en ese momento sale TRIQUET de la gendarmería, seguido de
4 gendarmes con descomunales trompetas, y se detiene en primer término izquierda. El Coro se divide, y
unos quedan al lado de Clariván y otros rodean a Triquet.)
(Antes de que comiencen a tocar, sale de su casa ADRIA&A y se coloca entre Clariván y Triquet, a quienes
llama a su lado. El Coro entonces forma un único semicírculo alrededor de todos.)
(Los tamborileros redoblan dirigidos por Clariván, y los gendarmes tocan bajo la dirección de Triquet,
formando todos un conjunto armónico. Cuando dejan de tocar, Adriana avanza hacia la batería y canta
con energía.)
(Poseídos del mayor entusiasmo, avanzan todos hacia la batería y cantan, mientras suenan los tambores y
las cornetas con bizarría.)
HABLADO
TRIQUE- ¡Y el mío!
CLARI- (Volviéndose hacia el Coro) Y vosotros, muy bien. Esto es lo que yo quiero: entusiasmo, mucho
entusiasmo. Andad con Dios y hasta luego.
(Se va el Coro sobre música, por diferentes lados, y Clariván se dirige a los tamborileros)
Marchaos. A las doce en punto es la fiesta; venid a las doce menos cuarto.
TRIQUE- (A los gendarmes) Vosotros, entrad en el cuartel y salid a las once y media.
ADRIA- (Acercándose conciliadora) ¡Por Dios, no riñáis! Que vengan todos a la misma hora: al
comenzar la fiesta.
(A una señal de Clariván y de Triquet se van los tamborileros y los gendarmes, unos al Ayuntamiento y los
otros al cuartel.)
CLARI- Tiene razón Adriana. ¿Por qué hemos de estar siempre riñendo?
TRIQUE- Vos lo sabréis, que sóis quien iniciáis todas las disputas.
CLARI- Porque me queréis pisar el terreno. He dicho que soy el mejor amigo de Juan, y lo demuestro... y
él me lo demuestra a mí.
TRIQUE- (Con sorna) La demostración será, sin duda, el magnífico regalo que os ha traído del Perú.
CLARI- (Con gran tranquilidad) Pues sí, ahí está una prueba. Me ha dicho que va a darme una cacatúa.
CLARI- (A Adriana) Verás qué brillante resulta esta fiesta que, en su honor, he organizado yo.
CLARI- He querido que el mismo día en que han de comenzar las obras que costea Juan en beneficio del
pueblo, se descubra esa lápida que lleva esculpido su nombre, que es que, de ahora en adelante, tendrá esta
plaza. ¡Oh, qué discurso el mío en el solemne acto!
TRIQUE- ¡Y el mío!
CLARI- ¿Queréis callaros? ¿Cómo vais a comparar la gendarmería con el Municipio? Escuchad: (En tono
declamatorio) “¡Gloria al hombre bueno que siembra el bien donde quiera que va! ¡Honor al hombre que
no puede ver una lágrima sin enjugarla!”
TRIQUE- (Con tono protector) Vos, sí. Pero podéis aprovecharos de ella. ¡Os la regalo!
TRIQUE- ¡Bah!
CLARI- (Señalando la cortina que cubre la lápida) Y al final, cogiendo el cordón de esa cortina,
exclamaré: “Pero esta aldea sabrá agradecer los favores recibidos; esta aldea que, hasta que él ha llegado,
era un pueblo dormido para todas las iniciativas... ¡Dormido, sí! Por su sueño, podía compararse al lirón.”
(Transición) Y al decir al lirón, tiro del cordón...y descubro la lápida.
ADRIA- Es natural que procuréis luciros, ya que, como decís, sóis los mejores amigos de Juan.
CLARI- Para nosotros no tiene secretos. Ya ves tú, a nosotros fue, primero que a nadie, a quienes nos
confesó que si se marchó de la aldea a hacer fortuna, fue sólo por ti, por tu amor.
CLARI- Lo que él te estará diciendo a ti ahora todos los días. ¿A qué, si no, tantas visitas a esta casa?
¡Donde hubo fuego...!
ADRIA- Escuchad...
ADRIA- (Con voz velada por la emoción) ¡Marchó por mí!... ¡Por mi cariño!... Y ésos dicen: “¡Que sea
enhorabuena!... ¿A qué, si no, tantas visitas a esta casa?”... (Entre risas y lágrimas) ¡Dios mío!... ¿Estaré
soñando?
(De la casa sale LEO&TI&A, anciana aldeana, madre de Adriana. Oye las últimas frases de ésta y, pasito a
pasito, se acerca a su hija sin que ella se dé cuenta de su llegada.)
ADRIA- ¡Madre!...
LEONT- Pero yo te haré despertar; en tus manos tienes la salvación de nuestra casa. La miseria que nos
amenaza puede desaparecer.
LEONT- Estoy segura de ello; pero es necesario que tu amor de madre se imponga ante todo.
LEONT- (Sentenciosamente) Dicen: “¿A qué, si no, tantas visitas a esta casa?”... Y digo yo: ¿No hay otra
mujer en ella?
ADRIA- (Con horrible duda y llamando con decisión a su hija) ¿Eh?... ¡Rosaura!... ¡Rosaura!
(Cesa el canto de Rosaura y sale ésta de la casa. Viene engalanada con su mejor traje.)
ADRIA- (Tras contemplarla unos instantes) Ven aquí. (La abraza y la besa, y dice en bajo a Leontina)
¡No puede ser, madre! ¡No puede ser!...
ROSAU- (A Adriana) ¡Mira qué maja me he puesto para la fiesta! Con mis mejores galas...¿Te gusta mi
vestido? ¿Estoy bonita?
ADRIA- (Sin poder dominar un sentimiento de celos) Sí, sí... Pero aún eres muy niña para querer brillar
de ese modo.
(Por la 1ª derecha sale GUSTAVO, y Rosaura no puede contener un gesto de complacencia al verle.
Adriana observa la mirada que se cruza entre el galán y su hija, y respira satisfecha.)
ADRIA- Ven con Dios, Gustavo. ¿A dónde vas? ¿No te quedas a la fiesta?
GUSTA- Yo...
ADRIA- ¡Válgame Dios, y qué poco galantes sóis los hombres ahora! En mis tiempos, cuando yo era una
moza como ésta, (Atrayendo hacia sí a Rosaura) jamás me faltaba una flor en el pecho. Y menos en un
día de fiesta como el de hoy.
GUSTA- Tenéis razón. Tendrás la flor, Rosaura. Hasta luego. (Mutis por la 1ª izquierda.)
LEONT- (Bajo, a Adriana) ¡Estás loca! Capaz serás de tirar al arroyo la salvación de tu casa.
ROSAU- ¿Qué?
LEONT- Tú guíate siempre de mis consejos y te irá muy bien en este mundo.
LEONT- Pues ahora, más que nunca, debes obedecerme. Sobre todo, si quieres ver dichosa a tu madre y
que salgamos todos de la miseria que nos amenaza.
LEONT- (Mirando hacia la 1ª derecha) Luego hablaremos: Se acercan tus amigas. Voy al monte por un
brazado de leña. Hasta luego, hija mía.
(Mutis de Leontina por 1ª izquierda. Salen por la 1ª derecha &ITA, EMMA y las ALDEA&AS 1ª, 2ª y 3ª,
vestidas también con sus mejores trajes.)
ROSAU- No.
ALD 1ª- ¿Cómo que no, si mírale por dónde viene? (Señalando hacia la 1ª izquierda.)
ROSAU- ¡Oh, no os marchéis, os lo suplico! Además, que os aseguro que entre Gustavo y yo no hay nada,
absolutamente nada.
CATADO
HABLADO
NITA- (A sus compañeras) ¡Lo que os decía, chicas! Vámonos, no les estorbemos para el idilio.
(Mutis por 1ª derecha de &ita, Emma y las Aldeanas 1ª, 2ª y 3ª. Rosaura se dirige a su casa, pero Gustavo
la detiene suplicante.)
GUSTA- Espera, Rosaura, espera.
ROSAU- ¿Qué?
GUSTA- (Con humildad) ¡Tengo tantas cosas que decirte!... ¡Quiero que me escuches bien tantas
cosas!...
GUSTA- (Con íntimo gozo) ¿No sabes?... Hoy libré mis tierras de la deuda que me amenazaba.
GUSTA- ¡Al fin! Con lo que ahorre de aquí al año que viene y con lo que saque vendiendo la vaca,
compraré la tierra del señor y allí sembraré mucho trigo... (Con emoción sincera) Dime, ¿querrás tú venir
luego conmigo a cortar las espigas? ¿Querrás desgranarlas conmigo? Y di, Rosaura, ¿querrás amasar
conmigo también, en los inviernos, la harina para hacer el pan que, si tú quieres, comeremos juntos?
ROSAU- ¡Gustavo!...
CLARI- (Hacia el sitio por donde se fue Gustavo) ¡Pero queda prohibido accionar en medio de la calle!...
CLARI- Entre dos que bien se quieren, con uno que achuche, basta.
CLARI- Hasta luego. Yo, hasta que llegue la hora de la fiesta, voy a trabajar un poco.
CLARI- Es preciso. Voy a revisar los libros del Ayuntamiento, a ver si coincide lo que se ha pagado por las
obras de la cárcel con lo que allí figura, y si no, iré allá a comprobarlo.
CLARI- Lo estoy viendo. Ante la contabilidad del Ayuntamiento, no voy a tener más remedio que ir a la
cárcel.
(Entra en el Ayuntamiento. Por la 1ª derecha salen LEO&TI&A, cargada con un pequeño haz de leña, y
JUA&.)
JUAN- ¿Quedamos...?
JUAN- En seguida.
LEONT- Nada. Y antes de que sepa tu decisión, yo hablaré a Rosaura y le diré... lo que deba decirle. Yo sé
hacer bien las cosas.
LEONT- ¡Oh, las onzas del Indiano brillan tanto!... Locas están la madre y la hija con los presentes que les
has hecho.
CLARI- (Saliendo del Ayuntamiento) ¡Hola, hombre! ¿Dónde te metes, picarón, que en toda la mañana no
he logrado echarte la vista encima?
JUAN- Salí muy temprano y me fui a dar un paseo por la playa, entre las rocas.
CLARI- Preparada ya para la fiesta, ¿eh? (Observando el traje lujoso que se ha puesto Adriana)
JUAN- ¡Ay, qué cansado estoy! (Sentándose en el banco que hay adosado al muro de la Gendarmería)
CLARI- Pues de una pareja de enamorados que se sentaba en este mismo banco hace tiempo, cuando tú
tenías dieciocho años (por Adriana), tú veinte (Por Juan) y yo... cinco... Es decir... ¡Bueno, mi edad no
hace al caso!
JUAN- (Deseando dar otro giro a la conversación) ¿Cuántos años tienes, Clariván?
CLARI- No lo sé. Hace tiempo que perdí la cuenta, y ya no me tomo el trabajo de volver a echarla.
CLARI- Sí, hace poco tiempo, pero no llegué a declararme a la mujer que me gustaba. ¡Una moza divina!
¡Veinte años tenía!
CLARI- Ojalá le hubiera doblado la edad, porque entonces hubiera tenido ella mis años y no me hubiera
pasado lo que me pasó.
CLARI- Pues veréis... El día que iba a confesarle mi cariño, me acicalé como si fuera de fiesta. Me miré al
espejo, y no pude menos de lanzar un suspiro de satisfacción... Me había quitado de encima diez años... Salí
loco en su busca, y por el camino, en todos los arroyos que me encontraba me miraba, y en todos me veía
como en el espejo: Joven... ¡ay!... y guapo... Llegué al fin a su lado, y empecé a hablarle de cosas sin
importancia, y cuando ya iba a decirle que la quería con todo mi corazón, alzó ella los ojos y los clavó en
los míos... Entonces, se me cayó el alma a los pies, chico. En sus pupilas no me vi como en el espejo ni en
los arroyos. Me vi viejo... ¡ay!... y feo.... Y me dio ya reparo el hablarle de amores, y para disimular le dije
que me había puesto tan majo porque iba a la aldea vecina a felicitar a un tío mío, del que era su santo: San
Dionisio Aeropagita.
CLARI- Aquel día me convencí de que uno es joven o viejo según las circunstancias, porque yo os aseguro
que, si en vez de mirarme en los ojos de una chiquilla, me miro en los de una mujer de mis años, no me
encuentro tan viejo... ¡ay!... ni tan feo.
CLARI- (Bajo, a Juan) ¡No dirás que no sé decir las cosas con intención!
JUAN- (Bajo, sin poder dominar su ira) ¡Te prohibo terminantemente que vuelvas a hacer mención de
mis amoríos con Adriana!
CLARI- Yo...
JUAN- (Con energía) ¡Te lo prohibo! ¡Aquello terminó para siempre! ¡Todo lo que has dicho es una
inconveniencia!
TRIQUE- (Mirando hacia la 1ª derecha) Mira por dónde vienen tu hermano y tu cuñada.
ADRIA- Sí. Saldré al comenzar la fiesta. (Con dolorosa duda) ¿Será verdad, Dios mío? ¿Será verdad?
(Entra en su casa. Por la 1ª derecha salen RE&ATA y CAMILO, ridículamente vestidos con gran lujo.)
TRIQUE- ¡Precioso!
RENAT- (Cambiando una mirada de inteligencia con su marido) ¡Me lo figuré! Tu hermano me
preguntaba hace un instante: “¿Dónde estará Juan?” (Con ironía) Y yo le dije: “¿Dónde quieres que esté?
Frente a casa de Adriana. ¿Dónde va a estar?” (Sonriendo con sorna) ¿No es cierto, señor Clariván?
JUAN- (Un poco molesto por las risitas de Renata) ¿A qué vienen esas sonrisas? Contesta.
CLARI- (Bajo, a Renata) ¿Qué te creías? ¡Si cuando yo no hablo!... ¡No está el horno para bollos!
JUAN- ¡Se acabaron, he dicho! No estoy dispuesto a tolerar burlas, y exijo para mi decisión el mayor
respeto.
CAMIL- ¡Juan!...
CAMIL- ¿Eh?...
RENAT- Pero, ¿qué dices?
JUAN- (Con exaltación) Nada me importa lo que podáis decir...¡Yo contra todos! Ha de ser mía porque
la quiero... ¡la quiero!
CATADO
(Aparece Rosaura a la puerta de su casa y oye lo que sigue, con angustia reflejada en su rostro.)
(Rosaura sale de su casa y huye por la primera derecha, sin que ninguno de los personajes que hay en
escena se haya dado cuenta de su presencia.)
HABLADO
CLARI- (Muy serio) Porque sí, Juan, porque sí... Es más que una locura... Es casi una infamia.
JUAN- ¡Clariván!
CLARI- Ya está dicho... Tú conoces el amor de Adriana por ti. Bien está que te apartes de él, si ya no la
quieres... ¡Pero enamorar a Rosaura!... ¡A su hija!...
JUAN- ¡Calla!
TRIQUE- Y yo.
CLARI- (A Triquet) Me callo, sí. Pero a vos, que sóis el mejor amigo de Juan...
TRIQUE- ¿El mejor amigo?... No, hombre, no... Eso, vos... ¡Yo que he de ser amigo de ese sinvergüenza!
(Va saliendo el Coro general de aldeanos, con gran animación. De su casa salen ADRIA&A y
LEO&TI&A, del Ayuntamiento los TAMBORILEROS y del cuartel los GE&DARMES. En primer término
se colocan Triquet, Clariván, Juan, Renata, Camilo, &ITA, EMMA, Adriana y Leontina.)
CATADO
HABLADO
TODOS- ¡Bravo!
CLARI- (Se le escapa el cordón) ¡No me braveéis, porque pierdo el hilo!... ¿Dónde está el hilo?...
(Vuelve a coger el cordón) Nos hemos reunido aquí para celebrar una fiesta simpatiquísima... Gloria al
hombre... bueno que siembra el bien por dondequiera que va...
CLARI- (Bajo, a Triquet) ¡Es verdad! ¡Qué canalla!... (En alto) Honor al hombre que no puede ver una
lágrima sin enjugarla...
CLARI- (Como antes) ¡Cierto! ¡Qué tío más sinvergüenza!... (Desistiendo de continuar) En fin, no
pudo seguir hablando... La emoción me domina. Dejo la palabra al señor Triquet, que él hará un cumplido
elogio de Juan.
TRIQUE- (Mirando con intención a Juan) No. Yo, después de lo dicho, no puedo decir nada... ¡Nada!...
(A Clariván) Descubrid la lápida.
CLARI- Sea. (Descubre la lápida, en la que se lee “Plaza de Juan Fauret”, y grita sin ningún
entusiasmo) ¡Viva Juan!
TODOS- ¡Viva!
CLARI- (En el mismo tono de indiferencia y entre los aplausos de los aldeanos) Y ahora, cantad y bailad
en su honor.
(Triquet y Clariván se retiran a un lado, mientras los aldeanos abrazan a Juan. Comienzan a bailar
algunos mozos y mozas, pero de repente sale GUSTAVO por la 1ª derecha, seguido de ROSAURA. Cesa
inmediatamente la danza, y hay gran expectación en todos los personajes.)
CATADO
(Rosaura cae desmayada en brazos de &ita y de Emma. Todos se acercan a ella, incluido Juan, pero
Adriana se interpone ante él.)
(Renata y Camilo empujan a Juan, procurando que se marche de allí. Gustavo, que está al lado de
Rosaura, amenaza a Juan con el puño en alto. Leontina le hace señas de inteligencia. Fuerte en la
orquesta y telón.)
CUADRO CUARTO
Decoración a 2º término. Sala blanca en casa de Adriana. A foro derecha, una puerta; a foro centro,
ventana, y a foro izquierda, ancha chimenea en que arden varios leños. En los laterales, dos puertas, ambas
con cortinas. En primer término derecha, una mesa rodeada de algunas sillas. Es de noche. La escena está
bien alumbrada por un velón de varias luces, colocado sobre la mesa.
Al levantarse el telón están en escena JUA&, LEO&TI&A y ROSAURA, sentados alrededor de la mesa, y el
CORO general ante ellos. &ITA y EMMA sirven vino a los presentes, y RE&ATA y CAMILO están sentados
en sendas sillas ante la chimenea, tristes y cariacontecidos. Rosaura da señales de gran abatimiento.
CATADO
(Suenan unos golpes en la puerta del foro, y Emma y &ita miran por la ventana)
(Abre &ita la puerta y aparecen los PESCADORES, que avanzan hasta colocarse frente a Rosaura.)
HABLADO
JUAN- Gracias, amigos, gracias, y ya lo sabéis todos... Mañana, a las nueve, en la iglesia. Supongo que no
faltará nadie a la boda de Rosaura y de Juan.
CORO- ¡Vivan!
(Se van por la puerta del foro el Coro, &ita y Emma, sobre música. Quedan en escena Rosaura, Leontina,
Juan, Renata y Camilo, estos dos últimos suspirando tristemente.)
RENAT- ¡Ay!...
CAMIL- ¡Ay!...
JUAN- (Molesto) ¿Queréis hacerme el favor de no suspirar más, que me estáis poniendo nervioso? ¿A
qué vienen esos ayes?
CAMIL- (Humildemente) Los interpretas mal, hermano... Son de satisfacción, al verte tan contento. ¿No
es verdad, Renata?
RENAT- Cierto. (Cambiando la intención del suspiro, dándolo con gran alegría) ¡Ay!... ¿Lo ves? (A
Juan)
CAMIL- (Idem) ¡Ay!... (Bajo, a Renata) ¡No hay remedio, Renata! Pocas horas faltan para que se nos
case.
RENAT- ¡Adiós, lujo nuestro!... ¡Y yo que pensaba haberme hecho para este invierno un salto de cama de
encajes...!
CAMIL- Tendrás que saltar de la cama sin encajes.
RENAT- (Con rabia) ¡Y todo por esa mujer, por esa coquetuela! ¡La aborrezco, la odio!...
RENAT- (Levantándose y yendo muy cariñosamente hacia Rosaura.) ¡Pero qué guapa estás, hija mía!...
¡Cuánto te quiero! Déjame que te dé un beso... (Le da dos sonoros besos en las mejillas) Así. (Vuelve al
lado de su marido, y al pasar junto a Juan le hace un mimo) ¡Adiós, cuñadito!... (A su marido, al sentarse
con él) (¡Quién sabe si estando a bien con ellos conseguiremos algo!...)
JUAN- En vano tratas de disimularlo. Aún no me quieres, ya lo sé; pero estoy seguro de que me querrás.
Por eso no vacilo en hacerte mi mujer.
JUAN- (Contrariado) Anda con Dios, mujer, anda con Dios... ¿Llegará a quererme?
LEONT- (Persuasiva) Te querrá. Lo principal ya lo he logrado, que era evitar que Adriana contase a su
hija el amor que hubo entre vosotros. Si ella hubiera hablado, entonces...
JUAN- ¿Creéis...?
LEONT- Pero Adriana no hablará, estoy segura. Ni siquiera irá mañana a la boda. Le ha dolido mucho el
desengaño. Después, te marchas con Rosaura de la aldea, y asunto concluido. Ya ves, hasta Gustavo ha
decidido huir a lejanas tierras, y al amanecer embarcará. Todo se presenta bien. (Levantándose) En fin,
hijo, quédate con Dios, que ya es tarde para mí. (A Renata y Camilo) Adiós.
RENAT- Adiós.
LEONT- Haz lo que gustes. (Se dirige hacia la lateral derecha, cruzándose al salir con TRIQUET y
CLARIVA&, que entran en escena.) Adiós, señores.
TRIQUE- Adiós.
CLARI- (Amablemente) Que durmáis bien. (Mutis de Leontina) ¡Así sueñes que te llevan los demonios,
y cuando te despiertes sea verdad!...
CLARI- No. Al decir ella, he querido decir Adriana. La costumbre, chico; cuando antes, hablando contigo,
decíamos “ella”, ya sabías tú a quién nos referíamos.
CLARI- Sí, ya nos marchamos. Con que hasta la vista... y que seas muy feliz en tu matrimonio.
(Tendiéndole la mano)
JUAN- ¿Infamia?
JUAN- (Sin atreverse a levantar los ojos del suelo) Ella me quiere.
CLARI- Mentira.
(Renata y Camilo se acercan a Clariván y Triquet, animando al primero en voz baja para que Juan no les
oiga.)
CLARI- ¿Y por qué se casa? Obligada por la necesidad. ¿Crees que no lo sabe toda la aldea? Compraste
todos los créditos de esa pobre gente y viniste a cobrarlos, amenazando a Rosaura con la miseria si no
consentía en casarse contigo. No valieron ni súplicas ni lágrimas... Y luego, unos consejos de la abuela a la
nieta...
JUAN- Callad.
TRIQUE- Bien supisteis hacerlo todo a espaldas de Adriana. A estas horas cree la infeliz que su hija te
quiere, y por eso se resigna.
JUAN- Decís que sóis mis mejores amigos, y nadie me ha dicho lo que vosotros.
TRIQUE- Porque, como los gavilanes, te has dado buena maña para cazar a la paloma.
CLARI- Bajo la ventana de Adriana entonaban la otra noche unos mozos esa copla que por acá se canta:
“Palomita, palomita, cuidado con el pichón...
RENAT- (Con dignidad) ¡Señor Clariván!... (Bajo y suplicante) Seguid, seguid así.
JUAN- (Con energía) ¡Basta! (Se acerca a la puerta de la lateral derecha) ¡Hasta mañana, Rosaura,
hasta mañana! (Con amargura, encaminándose a la puerta del foro) ¡No me quiere! ¡No me querrá
nunca! (Los demás van a seguirle, pero les contiene con un ademán enérgico) ¡Dejadme! ¡Yo sé bien lo
que tengo que hacer! (Con dolor) ¡El gavilán, el gavilán!...
(Mutis de Juan por la puerta del foro. Renata y Camilo marchan tras él)
CLARI- ¡Así me gusta! Sóis todo un hombre. Sóis más que un hombre: sóis un sargento de gendarmes.
ADRIA- (Saliendo) Gracias a Dios. (Se sienta) Ven aquí, Rosaura. Siéntate a mi lado, y escucha bien lo
que voy a decirte.
ADRIA- Contra mi voluntad te casas. (Rosaura baja la cabeza) Bien sabe Dios que he hecho cuanto he
podido por impedir esta boda, sólo, te lo juro por lo más sagrado, sólo porque creo que tú no quieres a ese
hombre.
ROSAU- Madre...
ADRIA- Calla. No me lo digas tú, porque para mí sería horrible escuchar de tus labios que vas a casarte
con él sin quererle. (A un gesto de Rosaura) Pero no me digas tampoco que le quieres... ¡No me lo digas,
hija, no me lo digas!...
ADRIA- Te sacrificas para que no nos veamos en la miseria. Mal hecho, Rosaura, mal hecho. En fin, pocas
horas faltan para que te separes de mí. (Exaltándose según habla) Sigue siendo tan buena como has sido
hasta ahora... Piensa que tenéis que vivir el uno para el otro... Y hazle muy feliz...¡aunque él no merece ser
feliz nunca! (Con profundo odio)
ROSAU- ¡Madre!
CATADO
(Adriana hace mutis apresuradamente por la puerta de la lateral izquierda. Fuerte en la orquesta.
Rosaura cae de bruces llorando sobre la mesa. A poco se oye cantar dentro a GUSTAVO, tras la ventana)
(Rosaura se levanta temblorosa al escuchar la voz de Gustavo, mira a un lado y a otro con temor y cierra
sigilosamente las dos puertas de las laterales. Luego apaga el velón, dejando la escena alumbrada sólo por
el resplandor de las llamas del hogar. Abre Rosaura la ventana y aparece en ella Gustavo. Luz de luna
clarísima.)
ROSAU- ¡Gustavo!...
GUSTA- ¡Rosaura!...
(Oscuro total en todo el teatro, para verificar la mutación. Mientras, se oye la siguiente copla, cantada por
el coro de aldeanos)
CUADRO QUITO
La misma decoración del Acto Segundo. Noche clara y despejada. Poco a poco va amaneciendo.
Al volver a encenderse la batería, aparece Gustavo al pie de la ventana y Rosaura tras ella. Continúa sin
interrupción la música todo el cuadro.
CATADO
ROSAU- Gustavo...
GUSTA- Rosaura bella... Ya no digo mi Rosaura,
que, de Juan, a ser la esposa vas mañana.
ROSAU- (Con desaliento) ¡Voy mañana!...
GUSTA- Nadie puede sorprendernos, la calle está solitaria...
Sal, Rosaura, al lado mío, cierra, niña, tu ventana...
ROSAU- (Con débil resistencia) Eso, nunca... Si vinieran...
GUSTA- Nadie viene... ¡Por favor!
Lo pido por el recuerdo que tengas de nuestro amor.
Rosaura...
(Los dos enamorados quedan quietos. Se oye muy lejano, como un murmullo leve, el canto de los
pescadores con que comienza la obra, casi sin percibirse el cantable.)
ROSAU- ¡Madre!...
GUSTA- ¡Huye conmigo! Será mi esposa... Y vos no lo impediréis, porque sabéis que la felicidad está sólo
en el verdadero amor. A vos os casaron con un hombre al que no queríais, y os casaron con él porque era
rico, como ahora lo es Juan...
(Sale Juan por la 1ª izquierda y se detiene sin ser visto, observando el cuadro con infinita tristeza.)
ADRIA- (En súbito arranque de rebeldía) ¡No, no, eso no! (Abraza a su hija con vehemencia)
¡Rosaura! ¡Hija mía!... ¡Como tu madre, nunca! (La arroja hacia Gustavo) ¡Llévatela!
ADRIA- ¡Juan!...
JUAN- ¡Llévatela, pero no así!... Mañana, a la luz del día, ante los ojos de todos... Haciéndola tu mujer...
¡Yo mismo la arrojaré en tus brazos!...
(&o puede continuar hablando y cae emocionado en el banco. Adriana, Rosaura y Gustavo se acercan
cariñosamente a él)
CATADO
Telón rápido
FI DE LA ZARZUELA
Madrid-Gijón, junio-agosto 1.923.