Adolescencia

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Adolescenc

Adolescencia
ia
¿¡Que ya no soy un niño!? ¿¡Que ahora soy que!?

Desde que nacemos, y a lo largo de todo nuestro ciclo vital, nos encontramos
inmersos en un camino lleno de transiciones, donde experimentaremos un sinfín
de situaciones y estímulos que deberemos afrontar y procesar para avanzar entre
las distintas etapas. A este circuito, comúnmente se le llama crecimiento o
maduración. Lo que está claro, pero, es que todo lo que vaya sucediendo en cada
fase, definirá nuestras vidas y nos formará e identificará como personas únicas e
independientes. Una de estas, siendo quizás la más significativa, es la
adolescencia, es decir, la etapa de transición entre la niñez y la vida adulta.
Este importante periodo se encuentra comprendido entre la aparición de una serie
de características, como es la pubertad, que marca el final de la infancia, y el
comienzo de la vida adulta, donde el organismo ha completado su desarrollo.
Es una etapa necesaria e importante para hacernos adultos. Pero esencialmente
es una etapa con valor y riqueza en sí misma, que brinda infinitas posibilidades
para el aprendizaje y el desarrollo de fortalezas. Es una etapa desafiante, de
muchos cambios e interrogantes para los adolescentes, pero también para sus
padres y adultos cercanos.
El adolescente se siente niño y adulto al mismo tiempo, pero sabemos que no es
ni una cosa ni la otra. Está en permanente transición: pasar de ser niño y
depender del mundo adulto para todo, a ser joven y comenzar a hacerse cargo de
su vida.
La Organización Mundial de la Salud define a la adolescencia como el período de
crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre
los 10 y 19 años. Independientemente de la dificultad para establecer un rango
exacto de edad es importante el valor adaptativo, funcional y decisivo que tiene
esta etapa. Normalmente la dividen en dos fases; adolescencia temprana de 12 a
14 años y adolescencia tardía de 15 a 19 años.

La adolescencia es la etapa de la vida que consiste en la transición de la niñez a


la etapa adulta. Durante este periodo se experimentan múltiples cambios
fisiológicos (estimulación y funcionamiento de los órganos por hormonas,
femeninas y masculinas), estructurales (anatómicos), psicológicos (integración de
la personalidad e identidad) y la adaptación a los cambios culturales y/o sociales y
retos; se termina un ciclo de vida para iniciar uno nuevo. Durante la adolescencia
se deja la infancia para para comenzar un recorrido incierto y lleno de sorpresas.
Todo es distinto: la forma de pensar, de sentir, de amar y de relacionarse con la
familia, los amigos, las amigas y las personas que nos rodean.
Es muy difícil delimitar exactamente a qué edad y en qué momento se producen
estos cambios, ya que cada persona se desarrollará a un ritmo diferente. Cada
joven experimenta la pubertad cuando su cuerpo está listo para hacerlo. Por lo
general los cambios que anuncian la pubertad suelen comenzar entre los 8 y los
13 años en las niñas y entre los 9 y los 15 años en los niños; sin duda, estos
cambios profundos y generalmente rápidos conllevan una cierta dosis de crisis, ya
que suponen una readaptación en todos los sentidos, que a veces es difícil de
asimilar.
La adolescencia puede iniciar con la pubertad, que es un es el periodo donde
tienen lugar importantes cambios físicos, funcionales, psicológicos y relacionales.
Se caracteriza por la aparición y desarrollo de los caracteres sexuales
secundarios, así como ciertos cambios en el cuerpo los cuales casi siempre
empiezan con el crecimiento de vello donde antes no había; por ejemplo, en las
axilas y en el pubis (alrededor del área de los genitales). En los adolescentes
varones empieza a surgir el bigote y la barba, incrementa el volumen testicular, se
da estirón puberal, el aumento de masa muscular y el desarrollo de los genitales
externos e internos y en las mujeres se empiezan desarrollar las mamas, ocurren
cambios sobre los genitales externos e internos y se distribuye la grasa corporal.
También se producen cambios en la voz y en la piel, que se manifiestan en
eventos como el acné, la sudoración, la finalización del crecimiento somático, la
adquisición de la capacidad reproductora y el logro de la talla final.
Cuando el cuerpo el cuerpo alcanza una edad teterminada
Todos estos cambios en el cuerpo suceden porque en una región del cerebro,
llamada hipotálamo inicia la secreción de la hormona gonadotrofina o GnRH (por
sus siglas inglesas). Cuando la GnRH llega a la hipófisis (una glándula del tamaño
y la forma de un guisante que se encuentra justo debajo del cerebro), ésta libera
dos hormonas más en el torrente sanguíneo: la luteinizante (LH, por sus siglas
inglesas) y la foliculoestimulante (FSH, por sus siglas inglesas). La hormona
luteinizante (HL), también conocida como lutropina, es producida por la hipófisis y
junto a la hormona foliculoestimulante (FSH) forma parte de un grupo de
hormonas conocidas como gonadotropinas.
En función de si es hombre o mujer, estas hormonas trabajan en diferentes partes
del cuerpo. En los varones las gonadotrofinas llegan a través de la sangre a los
testículos y hace que estos comiencen a producir el semen y la testosterona. Esta
hormona es la responsable de la producción de espermatozoides (que se
encuentran en el semen) y de la mayoría de los cambios en el cuerpo de los
varones durante la pubertad. En el momento en que un adolescente inicia la
producción de espermatozoides tiene la capacidad de reproducirse. La primera
eyaculación consciente, es un signo considerado como paralelo a la aparición de
la menarquia en las chicas y es la que simbólicamente finaliza el proceso de la
pubertad. Esto ocurre hacia los 15 años.
En las mujeres, la gonadotrofina de dirigen hacia los dos ovarios, donde se
localizan los óvulos que las mujeres tienen desde que nacen. La gonadotrofina
provoca que los ovarios comiencen a producir una nueva hormona: los
estrógenos. Estas hormonas preparan el cuerpo de la adolescente para comenzar
la menstruación. A partir del primer ciclo menstrual la joven puede quedar
embarazada. La pubertad termina fisiológicamente con la menarquia, que es la
primera menstruación. Llega aproximadamente 2 años después de la aparición de
los primeros signos de pubertad, entre los 12 y 13 años
Los cambios físicos tienen un correlato en la esfera psico-social, comprendiendo
cuatro aspectos: la lucha dependencia-independencia, la importancia de la imagen
corporal, la relación con sus pares y el desarrollo de la propia identidad:
1. La lucha independencia-dependencia: en la primera adolescencia (12 a 14
años), la relación con los padres se hace más difícil, existe mayor recelo y
confrontación; el humor es variable y existe un “vacío” emocional. En la
adolescencia media (15 a 17 años) estos conflictos llegan a su apogeo para ir
declinando posteriormente, con una creciente mayor integración, mayor
independencia y madurez, con una vuelta a los valores de la familia en una
especie de “regreso al hogar” (18 a 21 años).
2. Preocupación por el aspecto corporal: los cambios físicos y psicológicos que
acompañan la aparición de la pubertad generan una gran preocupación en los
adolescentes, sobre todo en los primeros años, con extrañamiento y rechazo
del propio cuerpo, inseguridad respecto a su atractivo, al mismo tiempo que
crece el interés por la sexualidad. En la adolescencia media, se produce una
mejor aceptación del cuerpo, pero sigue preocupándoles mucho la apariencia
externa. Las relaciones sexuales son más frecuentes. Entre los 18 y 21 años el
aspecto externo tiene ya una menor importancia, con mayor aceptación de la
propia corporalidad.
3. Relación con sus pares: vital para el desarrollo de aptitudes sociales. La
amistad es lo más importante y desplaza el apego que se sentía hasta entonces
por los padres. Las relaciones son fuertemente emocionales y aparecen las
relaciones con el sexo opuesto. En la adolescencia media, estas relaciones son
intensas, surgen las pandillas, los clubs, el deporte; se decantan los gustos por
la música, salir con los amigos, se adoptan signos comunes de identidad
(piercing, tatuajes, moda, conductas de riesgo), luego (18 a 21 años) la relación
con los amigos se vuelve más débil, centrándose en pocas personas y/o en
relaciones más o menos estables de pareja.
4. Desarrollo de la identidad: en la primera adolescencia hay una visión utópica
del mundo, con objetivos irreales, un pobre control de los impulsos y dudas.
Sienten la necesidad de una mayor intimidad y rechazan la intervención de los
padres en sus asuntos. Posteriormente, aparece una mayor empatía,
creatividad y un progreso cognitivo con un pensamiento abstracto más
acentuado y, aunque la vocación se vuelve más realista, se sienten
“omnipotentes” y asumen, en ocasiones, como ya dijimos, conductas de riesgo.
Entre los 18 y 21 años los adolescentes suelen ser más realistas, racionales y
comprometidos, con objetivos vocacionales prácticos, consolidándose sus
valores morales, religiosos y sexuales, así como comportamientos próximos a
los del adulto maduro.
Como hemos visto la pubertad engloba todos aquellos fenómenos biológicos a
través de los cuales el cuerpo experimente una serie de transformaciones
sexuales que permiten la procreación mientras que la adolescencia se deriva de la
pubertad ya que es la respuesta psíquica y social originada por los cambios
corporales. Ambos términos están estrechamente relacionados por lo tanto a
menudo se usan como sinónimos para referirse a la importante etapa de transición
entre la niñez y la vida adulta.
Adolescencia Inicial (10-13 años): esta etapa se caracteriza por la aparición
de los caracteres sexuales secundarios, lo que determina que estén centrados en
los cambios físicos, pudiendo manifestar preocupación o sentir vergüenza por los
cambios puberales y emocionales que están presentando. El pensamiento aún es
concreto, con desarrollo inicial de pensamiento hipotético deductivo y capacidad
de abstracción. El impulso sexual adquiere generalmente una orientación y son
frecuentes las fantasías sexuales, la masturbación, las dudas con respecto a su
orientación, existiendo a veces experimentación hetero u homosexual no coital, lo
que no determina su orientación.
Adolescencia Media (14-16 años): en esta etapa se avanza en la conformación de
la identidad y orientación sexual. La preocupación está centrada en su atractivo
sexual y la aceptación por el grupo de pares. Aparecen los primeros
enamoramientos, la experimentación sexual es frecuente, con relaciones
penetrativas orales, vaginales o anales. Paralelamente hay mayor desarrollo de
pensamiento hipotético deductivo con mayor capacidad de abstracción, por lo que
debiera haber mayor capacidad de anticipar las consecuencias de los actos.
Adolescencia Tardía (17-20 años): la imagen corporal se termina de consolidar,
así como la identidad sexual y la orientación sexual. Hay mayor madurez en torno
a la integración de aspectos emocionales y sociales a la sexualidad. La teoría del
desarrollo cerebral revela que la consolidación de la corteza prefrontal se termina
de completar cerca de los 25 años, la que determina el control de la conducta
impulsiva y la capacidad de anticipar consecuencias en relación a los actos, por
ello sigue siendo importante trabajar estos aspectos, haciendo énfasis en la
protección frente a conductas de riesgo hasta avanzada edad, más allá del
término de la adolescencia.

Madurez sexual
La madurez sexual es la edad o el momento en el cual un organismo obtiene la
capacidad para llevar a cabo la reproducción. Lo que llamamos «madurez
sexual» engloba en realidad varios conceptos que es importante no mezclar.
Muy pronto, en la pubertad, será posible -desde el punto de vista biológico- que
un(a) adolescente pueda llevar a cabo una relación sexual. Pero esto NO significa
necesariamente que estén preparados para tener relaciones sexuales. Es preciso
no confundir madurez biológica (desarrollo de órganos sexuales y producción de
gametos) con la madurez para tener relaciones sexuales, que depende también de
la madurez afectiva y psicológica.
Esta afirmación se basa en que las personas que tienen relaciones sexuales
deben poder asumir también las posibles consecuencias negativas de dichas
relaciones (embarazos, infecciones de transmisión sexual, el consumo de
anticonceptivos con efectos secundarios y fallos, la paternidad y maternidad
precoz, los desengaños o las decepciones amorosas, las dependencias afectivas).
Es ingenuo pensar y afirmar que la madurez sexual se consigue una vez que el
adolescente es biológicamente capaz de mantener relaciones sexuales.
La maduración sexual sucede por efecto de las hormonas femeninas y masculinas
y se caracteriza por el establecimiento de los ciclos menstruales en la mujer y la
espermatogénesis en el hombre. Para su valoración, se utiliza la escala de
Tanner, la cual sirve como apoyo para determinar el grado de madurez sexual en
los adolescentes y contempla los cambios externos primarios y secundarios, por
ejemplo, la distribución del vello púbico y axilar, crecimiento de las mamas y
genitales.
Los cambios más llamativos tienen lugar en la esfera sexual y se culminan con la
adquisición de la fertilidad. La edad cronológica tiene poca correlación con la
maduración sexual y el crecimiento puede ser muy variable; por ello es necesario
conocer en todo adolescente, el índice de maduración sexual que se evalúa
mediante los estadios de Tanner (1962) y se basa en el desarrollo de los órganos
genitales y caracteres sexuales secundarios. Esto permite diferenciar la pubertad
normal de la patológica. El primer signo de desarrollo puberal en las chicas es el
aumento del botón mamario que puede iniciarse entre los 8-13 años, junto con
aumento de la velocidad de crecimiento y acontece a una edad ósea de 11 años.
Antes de los 8 años hablamos de pubertad precoz y después de los 13 de
pubertad tardía.
a escala de Tanner describe los cambios físicos que se observan en genitales,
pecho y vello púbico, a lo largo de la pubertad en ambos sexos. Esta escala, que
está aceptada internacionalmente, clasifica y divide el continuo de cambios
puberales en 5 etapas sucesivas que van de niño (I) a adulto (V)

Conductas sexuales
La sexualidad adquiere vital importancia en la adolescencia, ya que la persona
inicia la búsqueda de su identidad personal y se produce el desarrollo
reproductivo. También se adquieren distintos patrones conductuales, se consolida
la personalidad, se asumen una responsabilidad social e individual para el futuro
rol de adulto, junto con el aumento del deseo, la atracción física y el interés por el
sexo.
La sexualidad no sólo tiene que ver con el acto de reproducirse, sino que
representa la generación de deseos, sentimientos, fantasías y emociones, es
decir, el desarrollo de una identidad sexual, que se puede definir como aquella
parte de la identidad del individuo que le permite reconocerse y actuar como un
ser sexual.
Uno de los desafíos que deben enfrentar los adolescentes es todo lo relacionado
con la práctica de su sexualidad y el riesgo que esto conlleva para su salud
reproductiva. Se realizó un estudio con el objetivo de determinar en qué medida ha
disminuido la edad de inicio de las relaciones sexuales en adolescentes. Los
resultados obtenidos mostraron que la chica promedio tiene su primera relación
sexual a los 17 años y el muchacho promedio, a los 16, y alrededor de una cuarta
parte de los jóvenes y las muchachas informan que tuvieron su primera relación
sexual al llegar a los 15 años.
Riesgos sexuales: Dos preocupaciones importantes acerca de la actividad sexual
adolescente son los riesgos de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS) y,
en el caso de la actividad heterosexual, de embarazarse. Los jóvenes que corren
mayor riesgo son los que empiezan temprano la actividad sexual, tienen parejas
múltiples, no usan anticonceptivos de manera regular y cuentan con información
inadecuada (o errónea) acerca del sexo.
Las enfermedades de transmisión sexual son un grupo de enfermedades que se
contagian durante las relaciones sexuales sin protección. Son causadas por virus,
bacterias, hongos y otros gérmenes microscópicos.
Una persona infectada puede seguir propagando la enfermedad sin saber que la
tiene, si no presenta síntomas y la infección pasa desapercibida. Estas
enfermedades las pueden presentar personas de cualquier edad y sexo, pero los
adolescentes y adultos jóvenes son los que están en mayor riesgo. La ETS mas
conocidas son: Tricomoniasis, clamidiasis, candidiasis o moniliasis vaginal,
gonorrea o blenorragia, sífilis, chancro blanco, herpes, condilomatosis, hepatitis
virales y VIH/SIDA.
Contar con la información acerca de los métodos anticonceptivos permite a los
adolescentes tomar decisiones oportunas y adecuadas sobre la reproducción, de
manera libre y responsable. Son métodos que ayudan a planificar la vida, cuidar la
salud sexual, y ejercer el derecho a decidir cuándo y en qué momento
embarazarse y tener o no hijos.
Los métodos anticonceptivos se clasifican en dos grupos: temporales y definitivos.
Los temporales son aquellos cuyo efecto dura solo durante el tiempo que se usan.
Pueden ser una barrera física (condón, diafragma), barrera química u hormonales
(pastillas anticonceptivas o inyecciones), así como implantes subdérmicos y
parches anticonceptivos; y los de barrera química no hormonales (óvulos espumas
y jaleas), aunque estos no son muy recomendables ya que son menos eficientes.
Los métodos definitivos (vasectomía o salpingoclasia) no se aconsejan para
personas que no han sido madres o padres por que suelen ser irreversibles.
El condón es el método de doble proporción por que se emplea para evitar
embarazos, así como infecciones de transmisión sexual, incluyendo el Virus de
Inmunodeficiencia Humana (VIH). Existe el condón masculino, que es de uso
general, y también condón femenino.
Otros factores de riesgo son vivir en una comunidad con desventajas
socioeconómicas, el abuso de drogas, la conducta antisocial y la cercanía con
compañeros problemáticos. La supervisión de los padres puede ayudar a reducir
esos riesgos.
Una pregunta que debemos hacernos es, ¿Por qué los adolescentes inician la
actividad sexual a temprana edad? Esto se debe a ciertos factores como el inicio
temprano de la pubertad, la pobreza, el mal desempeño escolar, la falta de metas
académicas y profesionales, una historia de abuso sexual o negligencia de los
padres, así como los patrones culturales o familiares de experiencia sexual
temprana, pueden influir. La ausencia del padre, en especial al inicio de la vida, es
un factor importante. Los adolescentes de familias con ambos padres, donde el
padre conoce su entorno de amistades y sus actividades, se asocian con un
retraso en la actividad sexual. Aquellos que tienen una relación estrecha y cálida
con su madre tienden a demorar la actividad sexual; lo mismo que quienes
perciben que su madre desaprueba dicha actividad.
Por lo general, mantener una relación comprometida y afectuosa con los
adolescentes se asocia con un menor riesgo de actividad sexual temprana. Por
ejemplo, la participación regular en actividades familiares predice disminuciones
en la actividad sexual de los adolescentes. Otras razones que aducen los
adolescentes para no haber tenido sexo es que va en contra de su religión o de su
moral y que no quieren embarazarse o embarazar a una chica.
A medida que los adolescentes han tomado más conciencia de los riesgos de la
actividad sexual, ha disminuido el porcentaje de los que han tenido relaciones
sexuales, en especial entre los varones. Sin embargo, son comunes algunas
formas no coitales de la actividad sexual genital, como el sexo oral y anal y la
masturbación mutua. Muchos adolescentes heterosexuales no consideran esas
actividades como “sexo” sino como sustitutos o precursores del sexo.

Embarazo y maternidad adolescente


Durante la adolescencia se inicia la capacidad de reproducción tanto del hombre
como de la mujer. Sin embargo, el embarazo antes de los 19 años no es en
absoluto recomendable ya que generalmente en esa etapa de la vida no se
dispone de las condiciones y elementos necesarios para enfrentar la paternidad y
la maternidad.
El embarazo adolescente trae consigo muchos conflictos. Con frecuencia es
motivo de deserción o abandono de los estudios, lo que afecta la formación
educativa y el desarrollo humano de los jóvenes. Esto puede generar problemas
como depresión, ansiedad y violencia de pareja entre otros. Además, el nuevo
papá y la nueva mamá sufrirán una serie de cambios importantes en su vida entre
ellos la necesidad de conseguir un trabajo, o aumentar sus ingresos presentes y
futuros, renunciar a viajes, fiestas y actividades recreativas.
Como decía el psicólogo Erick Erickson “La adolescencia es un lujo social.
Puede ser una etapa de elección vocacional y conformación de un papel ante
el mundo, si y solo si, se tiene acceso a la escuela y condiciones para
postergar la vida conyugal y laboral.
El embarazo es una de las principales causas de muerte entre jóvenes de 15 a 19
años. Está documentado que las adolescentes menores de 19 años tienen dos
veces más riesgo de morir en el parto. Mas de la mitad de estos embarazos no
son planeados y, por lo tanto, con frecuencia la adolescente intenta ocultar la
gestación y carece de los cuidados médicos necesarios. Además, desde el punto
de vista físico, el cuerpo de la adolescente no esta completamente desarrollado,
de tal forma que su crecimiento y demandas energéticas compiten con las
necesidades del futuro bebé, dando como resultado un desequilibrio que puede
ser el origen de distintas enfermedades. Se ha comprobado que las adolescentes
embarazadas desarrollan con mayor frecuencia preclamsia (presión arterial
elevada y cantidades excesivas de proteínas en la orina de la madre), el
crecimiento del feto se ve afectado, además de que puede existir riesgo de
diabetes gestacional y parto prematuro.
El embarazo en adolescentes es un fenómeno que ha cobrado importancia en los
últimos años debido a que México ocupa el primer lugar en el tema, entre los
países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a
19 años. Asimismo, en México, 23% de las y los adolescentes inician su vida
sexual entre los 12 y los 19 años. De estos, 15% de los hombres y 33% de las
mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual.
Es así que, de acuerdo con estos datos, aproximadamente ocurren al año 340 mil
nacimientos en mujeres menores de 19 años.
Existe poca teoría para guiar la práctica y los programas de prevención de
embarazo en adolescentes, por lo que urge el desarrollo de investigaciones que
busquen entender los factores que predisponen a las adolescentes a embarazos a
temprana edad. La finalidad es la de crear programas inclusivos y adecuados
culturalmente que mejoren las condiciones de vida de los adolescentes y, con ello,
les permita tomar mejores decisiones en cuanto al momento de la maternidad.

Relación con la familia y sus pares


La adolescencia es un periodo de cambio y, como tal, esto va a implicar una
transformación de la relación que tiene con su familia. El verdadero objetivo de
estos cambios va a ser la búsqueda de su propia personalidad, su manera de
enfrentarse a las dificultades, la forma de expresarse para encontrar su rol en la
sociedad e incluso dentro de su familia y, así, la manera de sentirse querido y
respetado tal y como es.
 La familia es el primer grupo social del cual formamos parte todos y todas y es
ella quien nos convierte en seres sociales al transmitir todo el cúmulo de
conocimientos, normas, valores, usos, costumbres que constituyen la sociedad. Es
también el núcleo de acogida y de amor para cada uno de sus miembros,
permitiéndoles alcanzar un desarrollo completo y constituyéndose así en un
verdadero refugio del mundo exterior.
En esta etapa las relaciones entre los adolescentes y sus padres no son tranquilas
La mayoría de las discusiones entre adolescentes y padres tienen que ver con
cuestiones personales mundanas —labores, trabajo escolar, ropa, dinero,
permisos, citas y amigos—más que con cuestiones de salud y seguridad o de lo
que está bien o mal
La influencia en la familia durante el desarrollo del adolescente será vital. Si esta
influencia es positiva, tendrá mucho camino ganado en su integración dentro de la
sociedad adulta, facilitando la toma de decisiones y consiguiendo asumir nuevas
responsabilidades. De esta manera madurará de forma sana.
Si, por el contrario, la influencia por parte de su familia y su entorno es negativa,
puede ser por exceso celo con el hijo, o por no establecer normas adecuadas para
su enfrentamiento en la sociedad, el trabajo será más duro y difícil; la familia va a
ser un pilar fundamental en un momento en el que el adolescente se va a
encontrar perdido y va a necesitar ayuda, a pesar de que es la etapa en la que se
deja influir más por su grupo de iguales.
Asimismo, los grupos de pares se organizan, fundamentalmente, sobre la base de
lo común: intereses, inquietudes; formas de ver el mundo, de entenderlo, de
moverse en él. Se trata de hallar pares –otros semejantes a nosotros- con quienes
compartir lo que se vive como una conquista -tomar las propias decisiones,
desenvolverse con autonomía- y también lo doloroso, aquello que provoca
sufrimiento, tal como reconocer que hacer frente a la realidad personal y social
puede aparejar dificultad y frustración.
Las relaciones interpersonales en la adolescencia son sumamente necesarias
para un crecimiento y desarrollo adecuado del adolescente. El adolescente logra
una intimidad emocional con sus amigos, cosa importante para lograr la
comunicación de emociones y expresividad. Asimismo, en la comunicación se dan
consejos entre ellos para la solución de problemas que surjan durante esta etapa.
Además, el adolescente puede comprender que los demás también se sienten
como él o tienen problemas similares, por lo tanto, no está solo en este periodo
confuso y difícil.
Es importante recalcar que los adolescentes son maleables y frágiles por la etapa
como tal, intentan “quedar bien” como forma de aceptación. Por esta razón es
sumamente importante que logren encontrar amigos con quienes relacionarse,
pero además es aún más importante que busquen amigos que les ayuden a
superarse como personas, compartiendo ciertos valores. Esto se puede lograr por
medio de aprender a marcar los límites personales, regirse bajo el respeto y el
aprender a decir que no.

Estilos de crianza
La internalización de valores que acompaña a todo individuo en el transcurso de
su desarrollo facilita que vaya absorbiendo criterios y valores, así como la cultura y
el orden social, que emana de su entorno próximo-familiar y de las propias
sociedades donde crece y se desarrolla. En este proceso, las prácticas de crianza
llegan a ocupar un papel fundamental ya que contribuyen a inculcar unos valores y
normas, que conducen al niño a ser considerado un adulto socialmente integrado
en un futuro próximo.
La forma en que los padres educan a sus hijos varia de acuerdo de la comunidad,
la ideología, los valores, la creencia etc. Por lo general el padre y la madre
presentan un rol especifico en la orientación de sus hijos sin embargo es difícil
experimentar jerarquizar o dar mas importancia a uno de los dos, así que tomando
en cuenta el Diccionario de Psicología Larousse se define a los estilos de crianza
como:
“La modalidad de dirección enseñanza aprendizaje por parte de los padres
con la cual se pretende facilitar el bienestar de los hijos, a través de la
imposición de conductas que a criterio de los padres que se estiman como
adecuadas”
Los estilos de crianza en familias con adolescentes han sido la influencia
determinante para su desarrollo como individuos íntegros a la sociedad, En este
sentido, son cruciales las relaciones tanto con la madre como con el padre,
resaltando la implicación de ambos padres en la crianza, la disponibilidad y el
grado de apoyo que percibe el adolescente, y en general, el predominio de la
comunicación, para un adecuado apoyo instrumental y emocional.
Los diferentes estilos de crianza se caracterizan por dos factores principales:
 Sensibilidad e interés. Hace referencia a la sensibilidad que muestran los
padres y madres con las emociones de sus hijos e hijas, a la capacidad de
entender emocionalmente a los niños y niñas y dar respuesta a sus
necesidades. Más que nuestra sensibilidad e interés lo fundamental cómo
percibe el niño o la niña la sensibilidad y el interés.
 Exigencia y firmeza. El otro factor determinante para definir los estilos de
crianza es el nivel de exigencia y de firmeza de los padres con respecto a sus
hijos e hijas, y al igual que ocurre con el factor anterior, como el niño o la niña
percibe dicha exigencia.
Aunque cada padre y madre tiene su propia forma de educar, y lo normal es
que en nuestra educación mezclemos diferentes estilos educativos,
podemos hablar, a grandes rasgos, de cuatro estilos de crianza:

 Estilo educativo autoritarios: Este estilo educativo se basa en la exigencia y


la inflexibilidad. Los padres autoritarios son aquellos que tratan de controlar
el comportamiento y las actitudes de sus hijos obligándolos a ajustarse a un
estándar de conducta, en lo general este tipo de padres valoran la
obediencia incondicional y castigan enérgicamente a sus hijos por actuar de
forma contraria a sus estándares; el padre que aplica este estilo de crianza
se caracteriza por ser absorbente y centrar la atención del hijo en si mismo
produciendo individuos dominados por la ley, la autoridad y el orden
reprimiendo en los hijos la capacidad de iniciativa y creación. Es este estilo
de crianza los niños tienden a ser retraídos, temerosos, irritables y con poca
interacción social demás carecen de espontaneidad y de locus de control
interno. Las niñas tienden a ser pasivas y dependientes en la adolescencia;
los niños se vuelven rebeldes y agresivos.
 Estilo educativo democrático: El estilo democrático sería el ideal si quiere
fomentar un desarrollo sano en los hijos y una buena autoestima. En este
sentido, es el que tiene un impacto más positivo y saludable en su
desarrollo, así como en la relación afectiva que construyen con sus padres.
Los padres democráticos tratan de dirigir las actividades de sus hijos en
forma racional, prestan atención a sus problemas, son exigentes pero
amorosos con sus hijos, los corrigen cuando es necesario dándoles razones
lógicas para su corrección y no usan el castigo físico. Es consistente,
exigente respetuoso y esta dispuesto a aplicar el castigo limitado. Los
padres que ejercen el estilo democrático (afecto, control y exigencia de
madurez) tienen hijos con un mejor ajuste emocional y comportamental.
Son padres que estimulan la expresión de las necesidades de sus hijos,
promueven la responsabilidad y otorgan autonomía. El estilo democrático
tiene un impacto muy positivo en el desarrollo psicológico de los niños,
manifiestan un estado emocional estable y alegre, una elevada autoestima
y autocontrol. En la adolescencia estos niños tienden a mostrarse con una
elevada autoestima y desarrollo moral y social, además de un mejor
rendimiento académico, menor conflictiva con sus padres y mayor bienestar
psicológico
 Estilo educativo permisivo: En este caso los padres permisivos exigen poco
y permiten a los hijos regir sus propias actividades, no son exigentes, ni
controladores, son relativamente cariñosos con sus hijos, tienen poco
control sobre ellos, casi nunca los castigan y no consideran necesario
castigarlos. Los niños, luego adolescentes que viven en hogares con estilo
permisivo demuestran ser poco obedientes, tienen dificultad en la
interiorización de valores, viven situaciones de agresividad en la familia,
tienen baja autoestima, padecen de falta de confianza, tienen bajos niveles
de control de sus impulsos, manifiestan dificultades a nivel conductual,
como ser el consumo de sustancias y alcohol.
 Estilo educativo negligente: Es un estilo de crianza negativo en el que los
niveles de exigencia son bajos y también la sensibilidad. Los padres
negligentes son padres ausentes de la crianza de sus hijos. Dedican poco
tiempo a estar con ellos y descargan la responsabilidad de la educación en
otras figuras como los abuelos o los profesores. Quienes han crecido y
vivido en un ambiente negligente, presentan un sin número de problemas
académicos, emocionales y conductuales. La falta de afecto, de supervisión
y guía, de estos niños y adolescentes conlleva efectos muy negativos en el
desarrollo de estos: sienten inseguridad e inestabilidad, son dependientes
de los adultos, tienen dificultad de relación con sus pares, tienen baja
tolerancia a la frustración. Son niños y adolescentes que pueden presentar
conductas delictivas o abusivas.

Los estilos de crianza son muy importantes, porque la forma en que los
padres interactúan con los hijos e hijas va a ser la base de su desarrollo social y
emocional, y por lo tanto de su bienestar actual y futuro. Los estilos de crianza van
a hacer que él y la adolescente se sienta de una determinada manera consigo
mismo y con los demás, lo cual es fundamental para su desarrollo y también va a
determinar las futuras interacciones sociales y relaciones afectivas.

Relaciones amorosas

Al llegar a una edad entre los 10 y los 13 años, una persona ha experimentado
miles de horas de interacción con otras personas; aun así, se siguen dando
nuevas experiencias y tareas por desarrollar. Comienza un desapego hacia los
padres, el tiempo compartido con los compañeros se torna más íntimo, comienza
la exploración sexual, y con ello, las citas amorosas y los noviazgos. Enamorarse
es una necesidad positiva en la vida de los adolescentes. Por lo tanto, iniciar
relaciones románticas, en esta etapa de la vida, es una actividad típica y
normativa.
Estas primeras interacciones amorosas entre adolescentes son fundamentales
para su desarrollo saludable, ya que dependiendo de cómo afronten los retos en
estas primeras situaciones amorosas, se empezará a consolidar un estilo de
apego en la pareja u otro, que influirá en sus relaciones de pareja adultas.
Con mucha frecuencia los jóvenes establecen una relación de pareja, en la cual se
comparten afectos, tiempo, diversiones sentimientos y problemas, entre otras
experiencias Es una oportunidad de compartir el mundo interior con otra persona,
de explorar las pasiones, de experimentar sentimientos como el amor, la ternura y
los celos.
Se considera que una relación de noviazgo es la interacción voluntaria entre dos
personas en la que no hay vínculo legal; es reconocida mutuamente, más que
identificada por un solo miembro de la pareja; dicha interacción tiene una
intensidad particular marcada por expresiones de afecto, ya sea físico o sexual
Un punto fundamental en cualquier relación de pareja es que siempre exista el
respeto y límites. Es importante que los jóvenes eviten hacer algo con lo que no se
sientan cómodos o les cause conflicto.
Es importante hacer comprender a los chicos y chicas que para que una relación
de pareja crezca, y sea cada vez mas sana y agradable, es necesario expresar lo
que cada uno siente. Si a un miembro de la pareja algo le parece aburrido o no se
siente a gusto, es importante hablarlo; es posible hacer cambios en las reglas para
superar malentendidos y hacer un esfuerzo para que ambos valoren si se
continua. Es importante reconocer que las personas cambian, y esto puede influir
en la duración de una relación, pues los nuevos proyectos de alguno de los dos
pueden ser distintos para la otra persona.
Si alguien se siente forzada o forzado a mantener una relación de pareja o
experimente cualquier manifestación de imposición, de agresión o de violencia, es
motivo para terminarla porque la violencia de pareja no debe permitirse. Esta
violencia puede ser:
 Física: Se manifiesta con empujones, bofetadas, puñetazos, puntapiés, o
cualquier agresión que deje marcas, moretones o cicatrices; pueden ser
agresiones que incluso cause la muerte.
 Psicológica: Se expresa con el abuso emocional o verbal, el maltrato, las
humillaciones y el daño a la autoestima; amenazas, prohibiciones, insultos,
gritos, control de la movilidad, abandono sin explicaciones e intimidación.
 Sexual: Ocurre como abuso y violación: El abuso se refiere a cualquier actividad
sexual ocurrida entre dos o más personas sin el consentimiento de una de ellas.
Puede presentarse en niñas y niños, adolescentes jóvenes y adultos. La
violación implica obligar a la otra persona a tener relaciones sexuales; es decir,
penetrar con el pene, dedos o algún objeto.
 Otra forma de violencia se da cuando uno de los miembros de la pareja o
ambos revisan constantemente las redes sociales del otro; se piden
contraseñas de estas o del celular, o buscan controlar quienes son sus amigos
y con quien pueden reunirse.
Conductas antisociales y delincuencia juvenil
Los comportamientos denominados antisociales son aquellos que agreden de
forma directa al cumplimiento de normas sociales y morales. Estos
comportamientos pueden entenderse como normales a edades tempranas, en las
que el niño solo concibe sus intereses. Sin embargo, ya durante la adolescencia,
mantener estas conductas resulta claramente desadaptativo. El problema reside
en el mantenimiento de esas conductas durante la edad adulta, el cual se hace
más probable bajo estas condiciones
La multicausalidad del comportamiento antisocial durante la adolescencia parece
no sólo obedecer a la combinación de múltiples factores de riesgo ubicados en
diferentes niveles del desarrollo humano, sino también a procesos históricos y
culturales que afectan de manera diferenciada a varias generaciones de jóvenes
desde su temprana infancia. El comportamiento antisocial, es un fenómeno muy
amplio que incluye distintos tipos de acciones; conductas impulsivas, ultrajes,
agresión, engaños, robos y violencia entre sus diferentes manifestaciones. 
 Estas conductas antisociales tienen consecuencias inmediatas tanto para el
adolescente que las realiza (expulsión de instituciones educativas, hospitalización,
internamiento en centros de menores, por ejemplo) como para aquellos con
quienes interactúan (la víctima). Además de estas consecuencias inmediatas,
existen consecuencias a largo plazo. Los problemas de los jóvenes antisociales
les persiguen hasta la vida adulta. Estos jóvenes están en peligro de conducta
criminal, drogadicción, alcoholismo, afectación psiquiátrica y problemas sociales y
familiares, entre otros.
 Las actividades ilegales que desarrollan jóvenes, cuya conducta no discurre por
unas causas sociales aceptadas ni sigue las mismas pautas de integración que la
mayoría, no surgen repetidamente, sino que forman parte de un proceso gradual
de socialización desviada que poco a poco se va agravando. Este proceso se
manifiesta más agudamente en la adolescencia, cuando el adolescente está más
capacitado para realizar acciones por cuenta propia. Entre estos no se puede
considerar la existencia de un solo tipo de delincuente, ya que se observan entre
ellos diferentes modos de comportamiento y actos de distinta gravedad. En
algunos individuos de esta edad, la delincuencia es algo transitoria, utilizado para
llamar la atención a falta de autodominio, mientras que para otros se convierte en
norma de vida. Unas de las razones por las que la delincuencia alcanza su
máxima frecuencia entre la adolescencia media y la final es que, en esta época,
muchos jóvenes son capaces de adaptarse por sí mismos, sin el auxilio de padres
o tutores. Aunque la delincuencia continúa ligada a la miseria, su práctica se ha
extendido últimamente a los grupos socioeconómicos medios y altos.
En la actualidad, la edad privilegiada para la proclividad de la delincuencia
parecen ser los 13 años, esbozada durante el periodo de la preadolescencia, y
esto gracias al contexto de crecimiento disarmonico, a menudo presente en el que
se mezclan aspectos de la infancia y manifestaciones de contestación y oposición
y oposición más típicas de la adolescencia. En esta edad empiezan los robos
simples, los desórdenes públicos, los robos con violencia, los robos sobre las
personas, el consumo de drogas, y los robos de autos; los ataques a las personas
empiezan por lo general más tarde. Se corrobora que la mayoría de las conductas
delictivas están ya presentes a los 14 años.
La adolescencia presenta un periodo crítico en el inicio de comportamientos
delictivos, siendo el hurto el acto delictivo más prevalente tanto en hombres como
mujeres.
El origen del comportamiento delictivo es la combinación de una serie de
elementos que se combinan hasta dar como resultado la delincuencia. En los
últimos años, como consecuencia del gran avance que ha tenido la delincuencia
de menores, lo expertos se han dado a la tarea de llevar a cabo investigaciones e
informes, desde distintos puntos de vista, para analizar este fenómeno que a
medida que pasa el tiempo crece, por lo tanto, resulta imposible determinar un
único factor como desencadenante de este accionar, puesto que la realidad es
que son muchas las condiciones que suelen disponerse alrededor de un joven,
para que éste decida cometer un delito.

Prevención del delito


La intervención preventiva de conductas antisociales en niños y jóvenes pasó, en
la década de los setenta, por una creencia generalizada de que no importaban los
esfuerzos que se hicieran en esta línea, nada funcionaba en prevenir la
delincuencia.
Sin embargo, durante las décadas siguientes y debido a la comprensión de que la
delincuencia y la conducta antisocial eran fenómenos multicausales y el desarrollo
de métodos más efectivos para comprenderlos, surgieron nuevas visiones
respecto de los principios cuyo principal objetivo era disminuir la participación de
niños y jóvenes en actividades antisociales y delictivas.
Principios y criterios para prevenir las conductas delictivas
Para prevenir la delincuencia y garantizar la seguridad publica son acciones
fundamentales para el desarrollo y la convivencia pacífica. La prevención de la
delincuencia se refiere a una serie de medidas integrales orientadas a reducir las
posibilidades de que una persona o un grupo sean victimas de violencia o se
involucren en hechos violentos. En el campo de la criminología y las ciencias
sociales, los expertos clasifican la prevención en tres niveles: primario secundario
y terciario.
-Prevención primaria: La prevención primaria se refiere a un conjunto de
medidas para atacar los factores de riegos asociados con la violencia;
generalmente, estas medidas están dirigidas a la adolescencia y a la juventud en
general. Entre estos factores de riesgo se incluyen el desempleo, la subocupación
juvenil, el limitado acceso a la educación, la deserción escolar, la violencia
intrafamiliar, la migración en condiciones precarias, la marginalidad, la exclusión
social, el fácil acceso a armas y drogas, la perdida de valores para la convivencia
pacífica, crecer en entornos violentos, entre otros.
En términos generales, la prevención primaria esta orientada a promover el
desarrollo integral de la niñez y la juventud para evitar que sean victimas de
violencia o se involucren en hechos violentos. Este tipo de prevención incluye el
acceso a la salud, la salud, la educación, el empleo justo, el arte, la cultura y la
recreación. La prevención primaria también se conoce como prevención social.

-Prevención secundaria: La prevención secundaria está orientada a proteger a


los grupos vulnerables o en situación de riesgo social, como la adolescencia y la
juventud que viven en situación de calle, quienes migran en condiciones precarias,
personas con adicciones, personas explotadas sexualmente, adolescentes fuera
del sistema y desempleados etc. Este tipo de prevención también incluye a los
grupos especiales como las pandillas o agrupaciones que manifiestan actitudes
violentas. La prevención secundaria también se conoce como prevención
focalizada ya que, ya que opera a nivel comunitario, por lo que es necesario
identificar y ubicar a la población vulnerable mediante mapas de la violencia o en
cuestas de victimización.
-Prevención terciaria: La prevención terciaria comprende un conjunto de
estrategias que previenen la reincidencia de adolescentes y jóvenes que han
cometido un delito. Esta prevención promueve el proceso de inserción y
reintegración social de personas que están siendo procesadas por algún delito o
han recibido una sanción o condena penal con miras a evitar que vuelvan a
cometer un delito o provoca un daño social.
En este tipo de prevención se priorizan las estrategias y acciones orientadas a
promover la inserción y reinserción social de adolescentes sujetos a medidas
cautelares de privación de la libertad, sanciones socioeducativas, a ejecutarse en
libertad, ordenes de orientación y supervisión y sanciones privativas de la libertad.
Los programas de inserción social en adolescentes son elementos clave para
prevenir que reincidan en la comisión de hechos delictivos y evitar que en un
futuro ingresen al sistema penal para adultos y al sistema penitenciario. También
se priorizan las estrategias y acciones dirigidas a personas jóvenes que se
encuentran en privación de la libertad en cárceles del sistema penitenciario
nacional
Para prevenir la violencia es necesario adoptar medidas integrales que ataquen
los factores estructurales y los factores inmediatos que los provocan. Esto incluye:
programas de desarrollo integral para la población, particularmente la
adolescencia y la juventud que se encuentran en condiciones de mayor
marginalidad y riesgo social, estrategias y medidas encaminadas a reducir el
riesgo de que se produzcan delitos y sus posibles efectos perjudiciales para las
víctimas, la adopción de medidas efectivas de seguridad, así como garantizar a la
población una justicia pronta y cumplida y el impulso de programas de reinserción
social para personas en conflictos con la ley penal.

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