Termoeléctricas
Termoeléctricas
Termoeléctricas
Introducción[editar]
Prácticamente todas las centrales eléctricas de carbón, nucleares, geotérmicas, energía solar
térmica o de combustión de biomasa, así como algunas centrales de gas natural son
centrales termoeléctricas. El calor residual de una turbina de gas puede usarse para producir
vapor y a su vez producir electricidad en lo que se conoce como un ciclo combinado lo cual
mejora la eficiencia. Las centrales termoeléctricas no nucleares, particularmente las de
combustibles fósiles se conocen también como centrales térmicas o centrales
termoeléctricas convencionales.
Historia[editar]
La primera central termoeléctrica fue construida por Sigmund Schuckert en la ciudad de
Ettal en Baviera y entró en funcionamiento en 1878. Las primeras centrales comerciales
fueron la Central de Pearl Street en Nueva York y la Edison Electric Light Station, en
Londres, que entraron en funcionamiento en 1882.
Son consideradas las centrales más económicas, por lo que su utilización está muy
extendida en el mundo económicamente avanzado y en el mundo en vías de desarrollo, a
pesar de que estén siendo criticadas debido a su elevado impacto medioambiental.
A continuación se muestra el diagrama de funcionamiento de una central térmica de carbón
de ciclo convencional:
GICC[editar]
Artículo principal: GICC
Impacto ambiental[editar]
Artículo principal: Impacto ambiental potencial de proyectos de centrales termoeléctricas
En todo caso, en mayor o menor medida todas ellas emiten a la atmósfera dióxido de
carbono, CO2. Según el combustible, y suponiendo un rendimiento del 40 % sobre la
energía primaria consumida, una central térmica emite aproximadamente:
Emisión de CO2
Combustible
(kg/kWh)
Gas natural 0,685
Gas natural
0,545
(ciclo combinado)
Fuelóleo 0,705
Biomasa (leña, madera) 0,826
Carbón 1,005
Las centrales de gas natural pueden funcionar con el llamado ciclo combinado, que permite
rendimientos mayores (de hasta un poco más del 50 %), lo que todavía haría las centrales
que funcionan con este combustible menos contaminantes.
Ventajas e inconvenientes[editar]
Ventajas[editar]
Son las centrales más baratas de construir (teniendo en cuenta el precio por
megavatio instalado), especialmente las de carbón, debido a la simplicidad
(comparativamente hablando) de construcción y la energía generada de forma
masiva.[cita requerida]
Las centrales de ciclo combinado de gas natural son mucho más eficientes (alcanzan
el 50 %) que una termoeléctrica convencional, aumentando la energía eléctrica
generada (y por tanto, las ganancias) con la misma cantidad de combustible, y
rebajando las emisiones citadas más arriba en un 20 %, quedando así en 0,54 kg de
CO2, por kWh producido.
La gran cantidad de energía térmica generada (en las más eficientes, al menos el
50 % del total de la energía consumida) podría emplearse como energía residual
para calefactar (o incluso refrigerar) edificios mediante una red de distribución.
Inconvenientes[editar]
Nucleoeléctricas.
Una central o planta nuclear es una instalación industrial empleada para la generación de
energía eléctrica a partir de energía nuclear. Se caracteriza por el empleo de combustible
nuclear fisionable que mediante reacciones nucleares proporciona calor que a su vez es
empleado, a través de un ciclo termodinámico convencional, para producir el movimiento
de alternadores que transforman el trabajo mecánico en energía eléctrica. Estas centrales
constan de uno o más reactores.
Las barras de control que se sumergen facultativamente en el reactor, sirven para moderar o
acelerar el factor de multiplicación del proceso de reacción en cadena del circuito nuclear.
La energía nuclear se caracteriza por producir, además de una gran cantidad de energía
eléctrica, residuos nucleares que hay que albergar en depósitos especializados. Por otra
parte no produce contaminación atmosférica de gases derivados de la combustión que
producen el efecto invernadero, ya que no precisan del empleo de combustibles fósiles para
su operación.
Funcionamiento[editar]
Las centrales nucleares constan principalmente de cuatro partes:
Las centrales nucleares siempre están cercanas a un suministro de agua fría, como un río,
un lago o el mar, para el circuito de refrigeración, ya sea utilizando torres de refrigeración o
no.
Seguridad[editar]
Como cualquier actividad humana, una central nuclear de fisión conlleva riesgos y
beneficios. Los riesgos deben preverse y analizarse para poder ser mitigados. A todos
aquellos sistemas diseñados para eliminar o al menos minimizar esos riesgos se les llama
sistemas de protección y control. En una central nuclear de uso civil se utiliza una
aproximación llamada defensa en profundidad. Esta aproximación sigue un diseño de
múltiples barreras para alcanzar ese propósito. Una primera aproximación a las distintas
barreras utilizadas (cada una de ellas múltiple), de fuera a dentro podría ser:
Además debe estar previsto qué hacer en caso de que todos o varios de esos niveles fallaran
por cualquier circunstancia. Todos los trabajadores, u otras personas que vivan en las
cercanías, deben poseer la información y formación necesaria. Deben existir planes de
emergencia que estén plenamente operativos. Para ello es necesario que sean
periódicamente probados mediante simulacros. Cada central nuclear posee dos planes de
emergencia: uno interior y uno exterior, comprendiendo el plan de emergencia exterior,
entre otras medidas, planes de evacuación de la población cercana por si todo lo demás
fallara.
Gráfica con los datos de los sucesos notificados al CSN por las centrales nucleares
españolas en el periodo 1997-2006.1 2 3 4
Aunque los niveles de seguridad de los reactores de tercera generación han aumentado
considerablemente con respecto a las generaciones anteriores, no es esperable que varíe la
estrategia de defensa en profundidad. Por su parte, los diseños de los futuros reactores de
cuarta generación se están centrando en que todas las barreras de seguridad sean infalibles,
basándose tanto como sea posible en sistemas pasivos y minimizando los activos. Del
mismo modo, probablemente la estrategia seguida será la de defensa en profundidad.
Cuando una parte de cualquiera de esos niveles, compuestos a su vez por múltiples sistemas
y barreras, falla (por defecto de fabricación, desgaste o cualquier otro motivo), se produce
un aviso a los controladores que a su vez se lo comunican a los inspectores residentes en la
central nuclear. Si los inspectores consideran que el fallo puede comprometer el nivel de
seguridad en cuestión elevan el aviso al organismo regulador (en España el Consejo de
Seguridad Nuclear (CSN). A estos avisos se les denomina sucesos notificables.5 6 En
algunos casos, cuando el fallo puede hacer que algún parámetro de funcionamiento de la
central supere las Especificaciones Técnicas de Funcionamiento (ETF) definidas en el
diseño de la central (con unos márgenes de seguridad), se produce un paro automático de la
reacción en cadena llamado SCRAM. En otros casos la reparación de esa parte en cuestión
(una válvula, un aspersor, una compuerta,...) puede llevarse a cabo sin detener el
funcionamiento de la central.
Si cualquiera de las barreras falla aumenta la probabilidad de que suceda un accidente. Si
varias barreras fallan en cualquiera de los niveles, puede finalmente producirse la ruptura
de ese nivel. Si varios de los niveles fallan puede producirse un accidente, que puede
alcanzar diferentes grados de gravedad. Esos grados de gravedad se organizaron en la
Escala Internacional de Accidentes Nucleares (INES) por el Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA) y la Agencia para la Energía Nuclear (AEN), iniciándose la escala
en el 0 (sin significación para la seguridad) y acabando en el 7 (accidente grave). El
incidente (denominados así cuando se encuentran en grado 3 o inferiores) Vandellós I en
1989, catalogado a posteriori (no existía ese año la escala en España) como de grado 3
(incidente importante).7
La ruptura de varias de estas barreras (no existía independencia con el gobierno, el diseño
del reactor era de reactividad positiva, la planta no poseía edificio de contención, no
existían planes de emergencia, etc.) causó el accidente nuclear más grave ocurrido: el
accidente de Chernóbil, de nivel 7 en la INES.
Las centrales de fisión se dividen en dos grandes grupos: por un lado los reactores térmicos
y por otro los rápidos. La diferencia principal entre estos dos tipos de reactores es que los
primeros presentan moderador y los últimos no. Los reactores térmicos (los más utilizados
en la actualidad) necesitan para su correcto funcionamiento que los neutrones emitidos en
la fisión, de muy alta energía sean frenados por una sustancia a la que se llama moderador,
cuya función es precisamente esa. Los reactores rápidos (de muy alta importancia en la
generación III+ y IV) sin embargo no precisan de este material ya que trabajan
directamente con los neutrones de elevada energía sin una previa moderación.
Los reactores térmicos se clasifican según el tipo de moderador que utilizan, así tenemos:
Por otra parte tenemos los reactores rápidos, todos ellos avanzados, conocidos como FBR
(fast breeder reactors):
Almaraz II. Situada en Almaraz (Cáceres). Puesta en marcha en 1983. Tipo PWR.
Potencia 984 MWe. Su refrigeración es abierta al embalse artificial (creado para ese
fin) de Arrocampo.
Ascó II. Situada en Ascó (Tarragona). Puesta en marcha en 1985. Tipo PWR.
Potencia 1027,2 MWe.
Centros Atómicos:
Centros Atómicos:
Analizando la evolución del número de centrales nucleares en el mundo durante las últimas
décadas, podemos hacer un análisis del cambio de mentalidad de los países ante este tipo de
energía. Incluso, se puede decir que a través del número de centrales nucleares podemos
leer los acontecimientos que han marcado estos últimos 60 años.
2º Periodo: se abre una segunda época, donde la crisis del petróleo hizo que muchos
países industrializados apostaran por este tipo de tecnología dentro de sus planes de
desarrollo energético, los gobiernos vieron en la energía nuclear un sistema de
producir energía eléctrica a un coste menor, y que en principio, era menos agresivo
para el medio ambiente que otros sistemas. Ello explica que desde el año 1960,
donde el total de centrales era de 16 en todo el mundo, se pasara a 416 en 1988.
Esto supuso un crecimiento exponencial en esos 28 años, que arroja una media de
apertura de 15 centrales al año en todo el mundo. Estos datos se distancian muchos
del último periodo.
Hoy día hay 443 centrales nucleares en el mundo que suponen el 17% de la producción
eléctrica mundial. El país que más tiene en la actualidad es EE.UU. con 104, pero más
sorprendente son las 58 centrales de Francia, más de la mitad que EE.UU. con casi 15 veces
menos superficie. Aunque Japón no se queda nada lejos con 54 (aunque actualmente no
están en funcionamiento por el cese decretado por el gobierno como consecuencia del
accidente de Fukushima), o Corea del Sur con 21 en menos de 100.000 Km². Actualmente
España cuenta con 8 reactores nucleares. El accidente en la central de Fukushima ha
recordado fantasmas del pasado, otorgándole al debate nuclear una candente actualidad.