Cristina Martín Jiménez - Los Dueños Del Planeta - 2
Cristina Martín Jiménez - Los Dueños Del Planeta - 2
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ELON MUSK
EBRIO DE PODER
Ven, bendito Dioniso, de varios nombres, de rostro de toro,
engendrado de Trueno, famoso como Baco.
Dios Bassariano, de poder universal,
a quien las espadas, la sangre y la sagrada ira deleitan.
En el cielo regocijándose, Dios loco, ruidoso,
inspirador furioso, portador de la vara.
Reverenciado por los dioses, que habitan con género humano,
venga propicio, con mente de mucho regocijo.
HIMNO ÓRFICO A DIONISO
Conocido como el dios «libertador», la mitología griega sitúa a Dioniso en uno de
los lugares más icónicos del Olimpo por su carácter vitalista y multifacético,
capaz de dirigir una comunicación fluida entre los vivos y los muertos y de crear
la famosa atmósfera «dionisiaca», caracterizada por la libertad, el juego, la
farsa, la locura, el caos y el éxtasis. Dioniso fue fruto de la relación
extraconyugal que mantuvo Zeus con la mortal Sémele, hija del rey de Tebas. Para
ocultarle de la vengativa mirada de Hera, la esposa «oficial» de Zeus, este decidió
que al pequeño Dioniso lo criara un cortejo de sátiros, faunos, centauros y ninfas
que habitaban en el monte Nisa, un lugar remoto y apartado del Olimpo donde el dios
aprendió la cultura de la vid y las principales técnicas de la agricultura. Siendo
aún muy joven y, según cuentan, por casualidad, Dioniso elaboró una bebida
fermentada —el vino— que pronto causó el asombro y la admiración entre los
mortales. Quizá por ello el poeta Homero describe al dios como la «alegría de los
hombres», motivo por el que se celebraban en su honor rituales en los que los
participantes se sentían dominados por el júbilo y el frenesí hasta el punto de
parecerles que se trascendían a sí mismos.
Dioniso está considerado el dios del exceso y la exaltación, de la rebeldía, de la
libertad y del inconformismo. Es un dios que, a causa de su ebriedad y su
ensimismamiento, se cree llamado a realizar una misión única y fabulosa que
cambiará el mundo de los humanos para siempre. No en vano en psicología se habla
del «complejo de Dioniso», que se da en aquellos —casi siempre varones— cuyas
transgresiones buscan compensar sus propias carencias por medio de una vida
ficticia en la que se vanaglorian de logros falsos para sentirse aceptados
socialmente.
Como veremos a lo largo del libro, el narcisismo y el exceso son rasgos compartidos
por los principales «dioses» del siglo XXI. Su inmenso poder, sus formidables
fortunas y la ausencia de límites en su personalidad constituyen su particular
manera de presentarse ante un mundo al que consideran demasiado pequeño para su
«incuestionable» grandeza. Pero, quizá, entre todas las divinidades del actual
Olimpo de los Intocables, la más controvertida y fascinante sea la que encarna Elon
Reeve Musk, el Dioniso de nuestra era, que vincula al ser humano con el Cosmos para
entusiasmarle con un futuro vitalista que amenaza con transformar nuestra vida
hasta extremos que no somos capaces de imaginar. Al menos esa parece ser su
intención.
NOMBRE COMPLETO: Elon Reeve Musk
NACIMIENTO: 28 de junio de 1971, Pretoria (Sudáfrica)
NACIONALIDAD: sudafricana, canadiense y estadounidense
ESTUDIOS: Universidad de Pensylvania (Economía y Física)
OCUPACIÓN: empresario, inversor
EMPRESAS RELACIONADAS: Zip2, X.com, PayPal, SpaceX, Tesla, X.com, SolarCity,
Neuralink, Twitter
PATRIMONIO ESTIMADO: 185.400 millones de dólares (según Forbes, diciembre de 2022)
EL NUEVO DIOS DEL GLOBALISMO
El verdadero problema de la humanidad es que tenemos emociones paleolíticas,
instituciones medievales y tecnología divina.
E. O. WILSON
No basta con ser el hombre más rico del mundo, con una fortuna que en 2022 llegó a
estar valorada en más de 350.000 millones de dólares (veremos al final del capítulo
que en los últimos meses ha pasado a la segunda posición en el ranking de los más
ricos, con una fortuna que supera los 185.000 millones de dólares)1; hay que ser el
hombre más poderoso del universo conquistando planetas y, aún más, transformando el
espacio. Entre otros, ese es el objetivo de Elon Musk, que pretende adueñarse del
sistema solar, de la galaxia entera y, de paso, de quienes viven en ella.
Elon Reeve Musk nació en Pretoria (Sudáfrica) el 28 de julio de 1971. Es el mayor
de tres hermanos. Su madre era una reconocida modelo que trabajó como
nutricionista, y su padre, Errol, un reputado ingeniero electromecánico. Cuando
Elon tenía solo ocho años, sus padres se separaron, lo que le creó numerosas
inseguridades. De hecho, Musk, quien en un programa de televisión reconoció que
tiene síndrome de Asperger (trastorno del neurodesarrollo que forma parte de los
Trastornos del Espectro del Autismo), sufrió abusos emocionales y físicos desde muy
pequeño por parte de su progenitor, lo que lo convirtió en un niño asustadizo y
«torpe» al que también maltrataban sus compañeros en el colegio. Encontró refugio
en la lectura —sobre todo, de libros de ciencia ficción— y en los ordenadores (se
cuenta que aprendió a programar a los nueve años), y a los doce creó Blastar, un
videojuego que vendió por 500 dólares y que aún está disponible. A los diecisiete
años, el joven Elon abandonó Sudáfrica, se marchó a Canadá —en parte, para librarse
del servicio militar obligatorio— y, dos años después, a Estados Unidos para seguir
estudiando en la Universidad, primero en Ontario y luego en Pensilvania, donde se
licenció en Economía y Física. Poco después de graduarse comprendió, con su
brillantez divina, que el mundo le esperaba con los brazos abiertos… Analizó bien
las cuatro áreas en las que, según él, existía un notable margen de mejora y un
sinfín de posibilidades por explorar: Internet, la energía, la conquista del
espacio y la inteligencia artificial. Y hacia ellas se dirigió.
En 1995, cuando tenía veinticuatro años, se mudó a California para estudiar en la
prestigiosa Universidad de Stanford, el nido de Silicon Valley, a la que solo
asistió dos días, ya que dejó los estudios para fundar, junto a su hermano Kimbal,
su primera compañía, Zip2, que inicialmente se dedicaba a proporcionar licencias de
software de guías de ciudades on-line para los periódicos —muchos la señalan como
el germen de lo que hoy es Google Maps—. Apenas cuatro años después, Musk vendió la
start-up a Compaq, empresa de ordenadores personales que llegó a convertirse en el
mayor fabricante de PC durante la década de los años noventa del siglo pasado. No
había duda de que el joven Musk tenía olfato para los negocios.
Durante su época de estudiante había descubierto que era posible vivir con un dólar
al día, comprando fruta y salchichas al por mayor en el mercado y hartándose de la
misma comida mañana, tarde y noche2. Así fue como supo que llegaría lejos: si era
capaz de sobrevivir con treinta dólares al mes, podría lograr cualquier cosa que se
propusiera. Dicho y hecho. En menos de tres décadas, Elon Musk se había convertido
no solo en el hombre más rico del planeta, sino en una de las figuras más
poderosas, imitadas y controvertidas del posglobalismo del siglo XXI. Como Dioniso,
es el dios rebelde, el generador el caos, el subversivo que ha decidido retar al
establishment globócrata de Estados Unidos. Es el icono del movimiento
contracultural de los millonarios.
Y cuidado con él, porque de momento ha demostrado que nada se le escapa cuando se
pone a mirar a su alrededor en busca de nuevos retos. Su segunda empresa fue X.com
(1999), una firma de servicios financieros on-line y un sistema de pago por correo
electrónico en la que Musk sufrió una traición épica, de esas que solo protagonizan
los dioses. Mientras Elon y su primera mujer, la escritora Justine Wilson,
disfrutaban de su viaje de luna de miel, su amigo y socio Peter Thiel aprovechó
para clavarle un puñal por la espalda y destituirlo de la junta directiva como
director ejecutivo de X.com nombrándose a sí mismo. A Dioniso-Musk, la miel
selenita debió de hacérsele hiel y, aunque suspendió su viaje de amor para coger el
primer avión de regreso, la traición ya estaba consumada. La estrategia de su
«amigo» triunfó y la influencia de Musk en la compañía decreció considerablemente.
Sin embargo, su riqueza aumentó, porque poco después X.com se unió a Confinity,
compañía que creó el servicio de pago PayPal (en 2000). Con la fusión, Musk ganó
165 millones de dólares. Dos años después, eBay compró PayPal por 1.500 millones de
dólares. Como vemos, los ceros comenzaban a acumularse en su cuenta3.
Esta jugada le revistió con un nuevo nombre (ya saben que los dioses tienen miles
para magnificar su poder): la Mafia de PayPal, título con el que se designa a la
camarilla formada por los antiguos miembros del equipo de PayPal que luego fundaron
sus propias compañías. Y miren qué fue lo que fundaron: LinkedIn (Reid Hoffman),
YouTube (Chad Hurley, Steve Chen y Jawed Karim), Space X y Tesla Motors (Elon
Musk), Palantir Technologies (Peter Thiel), Yelp (Russel Simmons y Jeremy
Stoppelman), y Jammer. Tenemos aquí a lo mejor de cada casa: los dioses de las Big
Tech casi al completo.