Oswaldo Guayasamín
Oswaldo Guayasamín
Oswaldo Guayasamín
indígena, trabajaba como carpintero y más tarde como taxista y camionero, y su madre
Dolores Calero era mestiza y tenía una tienda de abarrotes y dulces que ella misma preparaba.
Su actitud artística despierta a temprana edad. Antes de los ocho años hacía caricaturas de los
maestros y compañeros de la escuela. Todas las semanas renovaba los anuncios de la tienda
abierta por su madre. También vendía algunos cuadros hechos sobre trozos de lienzo y cartón,
con paisajes y retratos de estrellas de cine, en la Plaza de la Independencia.
En 1942 expone por primera vez a la edad de 23 años en una sala particular de Quito y provoca
un escándalo. La crítica considera esta muestra como un enfrentamiento con la exposición
oficial de la Escuela de Bellas Artes. Nelson Rockefeller impresionado por la obra, compra
varios cuadros y gestiona una invitación del Departamento de Estado de los Estados Unidos a
Guayasamín para que visite los grandes museos, y conozca por primera vez la obra de los
grandes maestros de la pintura en directo. Entre 1942 y 1943 permanece seis meses en
Estados Unidos. Con el dinero ganado, viaja a México, en donde conoce al maestro Orozco,
quien acepta a Guayasamín como asistente en la realización de un mural al fresco.
También entabla amistad con Pablo Neruda y un año después viaja por diversos países de
América Latina (desde México a la Patagonia), entre ellos Perú, Brasil, Chile, Argentina y
Uruguay, encontrando en todos ellos una sociedad indígena oprimida, temática que recoge en
bocetos que posteriormente formarían "Huacayñan", su primera gran serie de pinturas.
En sus pinturas posteriores figurativas trata temas sociales; actuó simplificando las formas.
Obtuvo en su juventud todos los premios nacionales y fue acreedor, a los 36 años, del gran
premio en la III Bienal Hispanoamericana de Arte, que se llevó a cabo en 1955 en Barcelona3 y
más tarde del gran premio de la Bienal de Sao Paulo.
Fue elegido presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1971. Sus obras han sido
expuestas en las mejores galerías del mundo: Venezuela, Francia, México, Cuba, Italia, España,
Estados Unidos, Brasil, Colombia, Unión Soviética, China, entre otros.
En 1976 crea la Fundación Guayasamín, en Quito, a la que dona su obra y sus colecciones de
arte, ya que concibe el arte como un patrimonio de los pueblos.
Sus últimas exposiciones las inauguró personalmente en el Museo del Palacio de Luxemburgo,
París, y en el Museo Palais de Glace en Buenos Aires, en 1995. Logró exponer en museos de la
totalidad de las capitales de América y muchos países de Europa, como en San Petersburgo
(Hermitage), Moscú, Praga, Roma, Madrid, Barcelona y Varsovia.
Su obra humanista, señalada como expresionista, refleja el dolor y la miseria que soporta la
mayor parte de la humanidad y denuncia la violencia que le ha tocado vivir al ser humano en el
monstruoso Siglo xx marcado por las guerras mundiales, las guerras civiles, los genocidios, los
campos de concentración, las dictaduras, las torturas.
Guayasamín fue amigo personal de importantes personajes del mundo y retrató a algunos de
ellos, como Fidel Castro y Raúl Castro, Paco de Lucía, François y Danielle Mitterrand, Pablo
Neruda, Gabriel García Márquez, Rigoberta Menchú, Mercedes Sosa, el rey Juan Carlos de
España y la princesa Carolina de Mónaco, José Camón Aznar, etc. Además retrató a algunos
famosos y famosas, como Silvia Pinal, Toty Rodríguez, Silvio Rodríguez, etc.
Ese mismo año se reconoció su labor, de forma póstuma, con el reconocimiento como Pintor
de Iberoamérica, el Premio Internacional José Martí.4
Huacayñán
Fue la primera gran serie pictórica o etapa. Es una palabra kichwa que significa “El Camino del
Llanto”. Es una serie de 103 cuadros pintados después de recorrer durante 2 años por toda
América latina. Guayasamín la divide en temas: indio, negro y mestizo.
Con Huacayñán, a finales de los años 60, el artista se presenta en tres bienales: Sao Paulo,
Barcelona y México; y en las tres obtiene el más alto reconocimiento.
La edad de la ira
Es la segunda gran serie pictórica o etapa. La temática fundamental de esta serie son las
guerras y la violencia, lo que el hombre hace en contra del hombre Los conflictos bélicos y la
injusticia social de este tiempo, es lo que influye al artista a pintar en la década de 1960, La
edad de la ira. Con esta colección Guayasamín realiza exposiciones alrededor de Europa y
América, sacudiendo la conciencia de la humanidad, desde Roma hasta Santiago de Chile,
desde Praga hasta México, desde Madrid hasta San Francisco. Muestra toda la tragedia del
siglo xx, las guerras mata-hombres, las torturas y el dolor que producían los dictadores, la
angustia de las madres que perdieron a sus hijos.
Mientras vivo siempre te recuerdo
Es la tercera gran serie o etapa, también conocida como La ternura; es una serie que
Guayasamín dedica a su madre y las madres del mundo, en cuyos cuadros podemos apreciar
colores más vivos que reflejan el amor y la ternura entre madres e hijos, la inocencia de los
niños, y el amor de pareja.
La serie incluye varios cuadros y abarca de 1996 hasta 1999 aproximadamente, pero se
atomiza. En los últimos años, su fundación ha logrado adquirir algunas de estas obras, para
contar con piezas de todos sus períodos.
Otros cuadros
Además de lasa tres grandes series, Guayasamín se caracterizó por realizar varios retratos de
personas famosas, así como también autorretratos. Buscaba siempre mostrar el perfil
psicológico de las personas antes que limitarse a replicar el aspecto físico. Además tiene una
dilatada serie de flores que pintó a lo largo de toda su carrera. Sobre ellas, Eduardo Kingman
mostró admiración y consideraba que tenían mucho valor. También representó paisajes,
dentro de los cuales destaca el dedicado a Quito, con su estilo característico.
Murales
El incario y La conquista
En 1948, ejecutó un mural para las Casa de la Cultura Ecuatoriana sobre un tema de su
historia. Siempre han estado presentes en el espíritu de Guayasamín los problemas del país,
los asuntos de su historia, la situación del hombre que habita estas latitudes.
En este mural aborda el tema del Incario y la conquista. Siguiendo, en la parte, la técnica de los
murales de José Clemente Orozco, con quien aprendió a pintar al fresco, presenta el problema
de la conquista, no como un enfrentamiento de las culturas diferentes, sino, más bien, un
conjunto de indígenas realizando varias actividades, desde la recolección de maíz hasta la
presencia divina, significada en un círculo que representa al sol, delante del que se halla la gran
figura de Atahualpa. Al fondo aparecen las hijas del sol. La presencia de los conquistadores
está dada por tres jinetes que cabalgan briosos caballos que no simbolizan, propiamente, lo
que representaron en los primero momentos de la conquista. Los personajes que cabalgan son
tres: dos conquistadores –que lleva un puñal, y un papel enrollado- y un fraile, significando con
ello el nuevo orden que llegaba. Los rostros de los extraños muestran serenidad, decisión y el
del fraile cierta mansedumbre, humildad y hasta dulzura.
En ese mural Oswaldo Guayasamín muestra solo dos grupos humanos diferentes, sin abordar
en profundidad el choque que significó la presencia de los españoles en el imperio del
Tahuantinsuyo.
Es el segundo mural que ejecutó y es el que cierra su extraordinaria colección, este mural es
una síntesis de todo lo que había planteado en los 100 cuadros que componían la exposición.
A diferencia del mural El incario y la conquista’’, en esta obra Guayasamín creó una forma
plástica sorprendente. Pintó cinco paneles móviles que permiten un juego a través del que se
puede lograr una infinidad de cambios, que le dan al mural, cada vez una visión distinta, sin
que pierda su unidad y contenido. Plásticamente contiene figuras de una gran abstracción,
muchas de ellas entrelazadas, pero diferentes de su contenido y significación. Básicamente las
figuras, más que problemas sociales, sintetizan los elementos étnicos a través de los que había
realizado toda la exposición, esto es, los grupos mestizo, indígena y negro. Si bien es cierto
que, dialécticamente, los problemas sociales no se los puede tratar como si fuesen fenómenos
raciales, no es menos cierto que, aprovechando esta división étnica, demostró que la tragedia,
la dominación, la explotación y la miseria estaban presentes en los tres grupos sociales,
significando con esto que, en la sociedad dividida en clases y donde la explotación se
generaliza, no escapa ningún sector racial a las consecuencias de la explotación de una clase
por otra.
No obstante que ese mural no aborda el tema en su profundidad social, sino más bien, y a
pesar de sus excelencias significantes plásticas, trata de hallar una mutación que le revela
como un creador de connotaciones plásticas inadvertidas.
Historia de la civilización
Guayasamín arranca desde la primera planta petrificada hasta el hombre espacial, después de
mostrar al minotauro, símbolo de la cultura clásica, a las culturas primitivas sobre las que se ha
desarrollado la cultura contemporánea, representada en la clásica elipsis que simboliza la era
atómica. Se encuentran dos figuras que representan la religión y la guerra y bajo de ellas como
víctimas de estas fuerzas negativas, está la figura de un hombre yacente. Por último se
encuentra una enorme figura, totalmente abstracta, cuyos brazos no tienen un final anatómico
completo, representando al hombre espacial, es decir, la civilización de viajes cósmicos. En la
parte superior, una frase que resume el mensaje del mural: «porque eres libre para alcanzar
tus sueños».
Un cuarto mural, realizado al fondo de la escalera principal del Palacio Presidencial, está
inspirado en la aventura más prodigiosa del espíritu español que, alucinado por la leyenda El
Dorado, descubrió el gran río del Amazonas. Este mural está concebido en tres paneles que
representan la salida de los expedicionarios desde la ciudad de Quito.
Luego la aventura en el río desconocido que atraviesa una naturaleza deslumbrante pero llena
de peligros y misterios. En este segundo panel hay tres grupos humanos y un ave que, según la
leyenda, era la que anunciaba la cercanía de un poblado. El tercer panel, en cambio,
representa la llegada de los tres aventureros, dirigidos por Orellana, a la desembocadura del
Río de las Amazonas, en el océano Atlántico. Este panel de la sensación del triunfo del hombre
sobre lo desconocido, después de superar enormes sacrificios y desventuras.
La Imagen de la Patria
El último mural, en el que revela no solo un dominio plástico extraordinario, sin antecedente
alguno en cuanto a la concepción y soluciones estéticas, sino una madurez de criterio y
pensamiento, cuyas bases está en el conocimiento decantado de los fenómenos históricos de
Ecuador.
Además, en esta obra está presente el conocimiento del pasado ecuatoriano, como factor
esencial que lleva a la comprensión de los problemas actuales y a la determinación de
construir un futuro luminoso en el que no exista la explotación del hombre por el hombre.
Valores plásticos: Este mural cubre una superficie de 14 metros de largo por tres de alto, con
un total de 42 metros cuadrados.
Las mitas: Esta figura quizás es la más doliente y trágica de todo el mural, porque representa a
un hombre cuyas extremidades han sido asimiladas a patas de animales, para dar la sensación
y representar el extraño, antinatural y acientífico concepto que se impulsó sobre el indio. (…).
La iglesia: Este tema, dentro de la concepción general del mural constituye el otro corte dado
al proceso de la historia ecuatoriana. Plásticamente está resuelto por dos cruces superpuestas:
una que muestra únicamente las manos crucificadas de Cristo y otra que se halla encima,
pintada sobre un papel negro, en rojo que recuerda la vestimenta de los prelados. Al final de
esta cruz, esta uno de los artefactos de martirio que utilizó la Inquisición, tanto en España
como en América. (…).
La miseria: Bajo este relato se halla el cuadro de una mujer gritando, realizado en grises
oscuros. Esta figura representa la actual situación del pueblo. Su rostro revela la desesperación
y la angustia.(...).
Fundación Guayasamín
Esta fundación administra y gestiona las obras donadas por Oswaldo Guayasamín al
patrimonio artístico y cultural del Ecuador y expone sus colecciones de arte arqueológico6
colonial7 y contemporáneo,8 en los espacios culturales: "Casa Museo Guayasamín", la Capilla
del Hombre9, y el "Sitio Arqueológico y Parque de las Culturas" (Sitio arqueológico Z3B3-090).
La primera sección del museo muestra algunos de sus cuadros, sus principales series como La
Edad de la Ira, o también La ternura. Narra la vida del autor a través de su obra, se muestran
algunos de sus retratos, paisajes, bodegones, naturaleza muerta y su taller. También se
encuentra en el patio exterior sus restos, bajo un árbol en una vasija de barro. Junto a él
descansa Jorge Enrique Adoum, como fue la voluntad del poeta y amigo.
Aquí también se encuentra su colección de arte que incluye una colección importante de
objetos de culturas precolombinas que ascienden a cerca de tres mil piezas. Muchas de ellas
las compró, afición que tenía desde su juventud y otras las recibió como regalo de personas
que sabían que coleccionaba y le entregaban. Esto forma parte del segundo museo que se
exhibe en La Capilla del Hombre.11
El tercer, museo que forma parte de la fundación es su colección de arte colonial. Guayasamín
cultivó la larga tradición pictórica de Ecuador que se desarrolló desde la Real Audiencia, por lo
que aprendió de los grandes artistas de la Escuela Quiteña como Miguel de Santiago, Manuel
de Samaniego, Bernardo de Legarda, entre otros. Lo que fue fuente de inspiración y escuela
ahora esta accesible al público como parte del museo. 11