Clase Pintores

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Los pintores ecuatorianos son un importante eslabón de la cultura

nacional gracias a su gran legado pictórico. Desde sus exponentes del


barroco como Manuel Samaniego a representantes del neofigurativistas
como Oswaldo Viteri, todos han tenido su importancia en el arte de
Ecuador.

Destacar que, durante el periodo colonial, se desarrolló la Escuela


Quiteña, la cual obtuvo un gran prestigio durante los siglos XVII y XVIII.
Tal fue su fama, que el Rey Carlos III aseguró que esta escuela no tenía
nada que envidiarle al italiano Miguel Ángel.

Más tarde vivió la influencia de Fray Jodoco Ricke durante el renacimiento


y al final del siglo XIX se despertó el movimiento indigenista.

En el siglo XX salieron a la luz importantes pintores que se resistieron a


hacer parte de la corriente del realismo social que denunciaba las
condiciones de vida de los aborígenes y buscaron adoptar nuevos estilos
desde el extranjero.

1- Oswaldo Guayasamín

Oswaldo Guayasamín fue hijo de padre indígena y madre mestiza. En


contra de su voluntad se inscribió en la Escuela de Bellas Artes de Quito,
consagrándose como pintor y escultor.

Desde el comienzo de su carrera, su obra dio muestras de protesta social,


aspecto que le hizo tomar distancia de la Escuela.

Con un estilo expresionista, sus lienzos presentaron las injusticias y el


dolor que enfrentó la humanidad en el siglo XX, especialmente bajo las
dos guerras mundiales.

Fue un pintor muy bien conocido,el padre de Oswaldo era un indígena de origen
quechua y su madre Dolores Calero era mestiza.1 Su padre José Miguel Guayasamín
trabajaba como carpintero y, más tarde, como taxista y camionero. Oswaldo fue el
primero de diez hijos.

Su actitud artística despierta a temprana edad. Antes de los ocho años, hace caricaturas
de los maestros y compañeros de la escuela. Todas las semanas renueva los anuncios de
la tienda abierta por su madre. También vende algunos cuadros hechos sobre trozos de
lienzo y cartón, con paisajes y retratos de estrellas de cine, en la Plaza de la
Independencia.
A pesar de la oposición de su padre, ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Quito. Es la
época de la "guerra de los cuatro días", un levantamiento cívico militar contra Neptalí
Bonifaz. Durante una manifestación, muere su gran amigo Manjarrés. Este
acontecimiento, que más tarde inspirará su obra "Los niños muertos", marca su visión
de la gente y de la sociedad. Continúa sus estudios en la Escuela y en 1941 obtiene el
diploma de pintor y escultor, tras haber seguido también estudios de arquitectura.

En 1942 expone por primera vez a la edad de 23 años en una sala particular de Quito y
provoca un escándalo. La crítica considera esta muestra como un enfrentamiento con la
exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes. Nelson Rockefeller, impresionado por
la obra, compra varios cuadros y ayuda a Guayasamín en el futuro.

Entre 1942 y 1943 permanece seis meses en Estados Unidos. Con el dinero ganado,
viaja a México, en donde conoce al maestro Orozco, quien acepta a Guayasamín como
asistente.
resume el permanente dolor y sufrimiento de los pueblos que caminan como nómadas
por el mundo.
Esta obra contiene interrogantes, no se inclina ni a la alegría ni a la tristeza aunque
surgen de su rostro lágrimas, en su interior hay preocupación de no saber que pasará
en el futuro, que vendrá después pero sin llegar a la desesperación porque deslumbra
cambios o espera cambios en bien de la familia y de la sociedad.

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