PC1C2023 Cuche Denys - La Noción de Cultura en L
PC1C2023 Cuche Denys - La Noción de Cultura en L
PC1C2023 Cuche Denys - La Noción de Cultura en L
Marc
Marc Augé
Augé [1988]
[1988]
La noción de cultura es inherente a la re]exión de las ciencias sociales. Estas la necesitan, de alguna manera, parar pensar la unidad de la humanidad en la
diversidad sin hacerlo en términos biológicos. Parece proporcionar la respuesta más satisfactoria a la cuestión de la diferencia entre los pueblos, dado que
la respuesta “racial” se ve cada vez más desacreditada a medida que se producen avances en los estudios genéticos de las poblaciones humanas.
El hombre es esencialmente un ser de cultura. El largo proceso de hominización, que comenzó hace más o menos quince millones de años, consistió,
fundamentalmente, en pasar de una adaptación genética al medio ambiente natural a una adaptación cultural. Durante esta evolución, que analizó en
el Homo sapiens sapiens, el primer hombre, se operó una formidable regresión de los instintos, “reemplazados” progresivamente por la cultura, es decir, por
esa adaptación imaginada y controlada por el hombre, mucho más funcional que la adaptación genética pues es mucho más dúctil y se puede transmitir
con mayor facilidad y rapidez. La cultura permite que el hombre no solo se adapte a su entorno sino que haga que éste se adapte a él, a sus necesidades y
proyectos, dicho de otro modo, la cultura hace posible la transformación de la naturaleza.
Si bien todas las “poblaciones” humanas poseen el mismo bagaje genético, se diferencian por sus elecciones culturales, ya que cada una inventa
soluciones originales para los problemas que se le plantan. Sin embargo estas diferencias no son irreductibles entre sí, pues, dada la unidad genética
humana, representan aplicaciones de principios culturales universales, susceptibles de evoluciones e, inclusive, de transformaciones.
Por lo tanto, la noción de cultura es la herramienta adecuada para terminar con las explicaciones naturalistas de los comportamientos humanos. La
naturaleza en el hombre está totalmente interpretada por la cultura. Las diferencias que podrían parecer más vinculadas con propiedades biológicas
particulares como, por ejemplo, la diferencia entre los sexos, no pueden observarse nunca en “estado bruto” (natural) pues, para decirlo de algún modo, la
cultura se apodera de ellas “inmediatamente”: la división sexual de los roles y de las tareas en las sociedades humanas es un resultado fundamental de la
cultura y por eso varía de una sociedad a otra.
No hay nada puramente natural en el hombre. Ni siquiera las funciones humanas que responden a necesidades asiológicas, como el hambre, el sueño, el
deseo sexual, etc., carecen de un formato cultural: las sociedades no dan las mismas respuestas a estas necesidades. A fortiori, en los campos en los que
no existen restricciones biológicas, los comportamientos están orientados por la cultura. Por eso cuando a los niños de los medios burgueses se les dice
“sé natural”, en realidad lo que se les está diciendo es “actúa de una manera acorde con el modelo de cultura que se te transmitió”.
La noción de cultura, entendida en un sentido amplio que remite a modos de vida y de pensamiento, es ampliamente admitida en la actualidad, aun cuando
no deja de carecer de ambigüedades. Pero no siempre fue así. Desde su aparición, en el siglo XVIII, la idea moderna de cultura provocó constantemente
fuertes debates. Cualquiera sea el sentido preciso que se le diera a la palabra —y no faltaron deaniciones—, siempre hubo desacuerdo sobre su aplicación a
tal o a cual realidad. Y es porque la noción de cultura penetra directamente en el orden simbólico, en aquello que se vincula con el sentido, es decir, en
aquello sobre lo cuales complicado ponerse de acuerdo.
Las ciencias sociales, a pesar de su interés por la autonomía epistemológica, no son nunca totalmente independientes de los contextos intelectuales y
lingüísticos en los que elaboran sus esquemas teóricos y conceptuales. Por eso el examen del concepto cientíaco de cultura implica el estudio de su
evolución histórica, directamente vinculada con la génesis social de la idea moderna de cultura. Esta génesis social revela que, detrás de los desacuerdos
semánticos sobre la justa deanición de la palabra se disimulan desacuerdos sociales y nacionales (capítulo I).
Luego expondremos la invención propiamente dicha del concepto cientíaco de cultura, que implica el paso de una deanición normativa a una deanición
descriptiva. Contrariamente a la noción, más o menos rival en el mismo campo semántico, de sociedad, la noción de cultura no se aplica más que a lo que
es humano. Ofrece la posibilidad de concebir la unidad del hombre en la diversidad de sus modos de vida y de creencias con el énfasis puesto, según quién
sea el investigador, en la unidad o en la diversidad (capítulo II).
Desde la introducción del concepto en las ciencias del hombre, asistimos a un desarrollo importante de las investigaciones sobre la cuestión de las
variaciones culturales, especialmente en las ciencias sociales norteamericanas, por razones que no responden al azar y que analizamos aquí.
Investigaciones sobre sociedades extremadamente diferentes hicieron resaltar la coherencia simbólica (nunca absoluta, sin embargo) del conjunto de las
prácticas (sociales, económicas, políticas, religiosas) de una colectividad particular o de un grupo de individuos (capítulo III).
El estudio atento del encuentro de las culturas revela que éste se realiza según tres modalidades muy diferentes y que llega a resultados que contrastan
extremadamente según las situaciones de contacto. Las investigaciones sobre la “aculturación” permitieron superar una buena cantidad de ideas recibidas
sobre las propiedades de la cultura y renovar profundamente este concepto. La aculturación aparece no como un fenómeno ocasional, de efectos
devastadores, sino como una de las modalidades habituales de la evolución cultural de cada sociedad (capítulo IV).
El encuentro de las culturas no se produce solo entre sociedades completas sino también entre grupos sociales que pertenecen a una misma sociedad
compleja. Dado que estos grupos están jerarquizados, es posible observar que las jerarquías sociales determinan las jerarquías culturales, lo que no
signiaca que la cultura de un grupo dominante determine la cultura de los grupos sociales dominados. Las culturas de las clases populares no carecen de
autonomía ni de capacidad de resistencia (capítulo V).
La defensa de la autonomía cultural está muy relacionada con la preservación de la identidad colectiva.“Cultura” e “identidad” son conceptos que remiten a
una misma realidad, vista desde dos ángulos diferentes. Una concepción esencialista de la identidad no resiste tampoco el examen de una concepción
esencialista dela cultura. La identidad cultural de un grupo dado no puede comprenderse más que si se estudian sus relaciones con los grupos cercanos
(capítulo VI).
El análisis cultural conserva actualmente toda su pertinencia y sigue siendo apto para dar cuenta de las lógicas simbólicas instauradas en el mundo
contemporáneo, siempre que no se dejen de lado las enseñanzas de las ciencias sociales. No basta con tomar de ellas la palabra “cultura” para imponer
una lectura de la realidad que, a menudo, oculta un intento de imposición simbólica. Tanto en el campo político como en el religioso, en la empresa o
cuando se trata de los inmigrantes, la cultura no se decreta. Ella no se manipula como una vulgar herramienta pues se origina en procesos
extremadamente complejos y, con frecuencia, inconscientes (capítulo VII).
Este libro, que tiene como objeto presentar la noción de cultura tal como es deanida y utilizada en las ciencias sociales, no es, entonces, una re]exión
sobre la cultura en su acepción restringida, académica, “cultivada” que remite a obras llamadas culturales y prácticas que están ligadas a ellas. Por lo tanto,
el lector no debe esperar encontrar aquí expuestos los trabajos sobre sociología de la creación artística y del consumo cultural relativos al teatro, al cine, a
la lectura, a la frecuentación de los museos, etc., que constituyen una buena parte de las investigaciones de lo que se ha convenido en llamar la sociología
de la cultura.
En el marco de esta obra no es posible presentar todos los usos de la noción de cultura en las ciencias sociales y humanas. Privilegiamos a la sociología y
a la antropología, pero hay otras disciplinas que recurren a esta noción, como la psicología y, especialmente, la psicología social, la historia, la economía,
etc. Fuera de las ciencias sociales, la noción también se emplea, en especial en la alosofía. Como no pudimos ser exhaustivos, nos pareció legítimo
concentrarnos en cierta cantidad de nociones fundamentales del análisis cultural.
Guía
Guía de
de Lectura:
Lectura:
1. Según el autor la naturaleza y el ambiente están totalmente interpretados por la cultura: “no hay nada puramente natural en el hombre”. Explica esta idea y pensá un
ejemplo.
2. ¿A qué se reaere con “orden simbólico”? Teniendo en cuenta que el autor plantea que la cultura penetra directamente en él.
3. ¿Por qué el autor plantea que el concepto de aculturación permitió renovar el concepto de cultura?
Nota:
Nota: Las Guías de Lectura son recursos que presentamos para ayudarles en la comprensión de los textos. Salvo en los casos en los que sus docentes les indiquen lo
contrario, no se trata de actividades obligatorias para entregar sino de un recurso para estudiar.
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