Volver A Mí: Capítulo 9. Sobreviviente

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June 20, 2022

Capítulo 9. Sobreviviente
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capítulo 9

Sobreviviente
Es la ley del sobreviviente… Este pedazo de tiempo, o de eternidad, que se
llama vida, es brutal, salvaje y doloroso. Y hay que sobrevivir. Como sea. Con
garras y colmillos. Hay que defenderse y luchar.

Pedro Juan Gutiérrez

Algo en Gina no le permitía avanzar rápidamente sobre la decisión de Diego.


Primero, por su actitud casi definitiva. Luego, porque sentía que estaban
atravesando momentos de la misma profundidad y quería darle el respeto que
pretendía que todos le dieran a ella. Sin embargo, era su hijo y se estaba
equivocando. No por tener ese bebé junto a su novia. Ese era un tema que, si
bien la angustiaba porque no eran las condiciones ideales, no lo iba a juzgar.
Diego todavía era hijo, muy joven para ser padre, pero así como muchos
fracasaban en ese escenario, había otros que lo lograban. Isabella había
:
nacido cuando ella tenía veinte y Francisco veintidós. En ese mismo instante
reflexionó sobre la idea. ¿Lo habían logrado ella y su esposo? Luego de una
pausa, supo que sí, la crianza de los hijos había sido un logro. Eran honestos
y tomaban sus decisiones. Le gustaran a ella o no.

De continuar los hechos como Diego los había planteado, tendría él la misma
edad que su padre había tenido al momento del nacimiento del niño.
Mientras seguía recordando, la preocupación mayor regresó. ¿Por qué
abandonaría su carrera? Ellos habían terminado sus estudios a pesar de haber
formado una familia. Tiempos de mucho esfuerzo conjunto. Le gustó
rememorar cuánto compartían con Francisco en ese entonces y qué felices
eran. Se entendían y se apoyaban en beneficio de lo mejor que tenían, que
eran sus sueños y el proyecto de vida que estaban armando.

Pensó que quizá, el tema fuera que Ángeles no estudiaba y tal vez no
entendía eso. ¿Le exigiría que priorizara al bebé? No parecía esa su manera,
se mostraba muy dócil y cariñosa, aunque no la conociese en profundidad.
¿Sería de las que se muestran de un modo y son su opuesto? Desechó la idea.
Tenía que ser un tema de orgullo de Diego. Siempre había sido muy maduro.
La responsabilidad sobre sus hombros, primero que nada. En ese contexto, no
era raro pensar que quisiera sostener su familia y trabajar de manera
inmediata.

No podía creer que dos de sus tres hijos posiblemente la convirtieran en


abuela y que nada hubiera sucedido como alguna vez había imaginado. Ni
siquiera sabía si quería ser abuela. ¿Acaso no era muy joven para serlo?

Los planes y el tiempo, cuando de la vida misma se trata, no suelen tener la


costumbre de actuar conforme a lo previsto y mucho menos en los plazos
esperados. Otro golpe duro a su previsibilidad. Claramente su profesión no
era igual a su destino. Así como no pudo ser capaz de imaginar que su
matrimonio podía terminar, tampoco fue capaz de prever que Diego dejaría la
universidad y formaría una familia o que Isabella viviría junto a un esposo
celoso con quien no era feliz.
:
Pero allí estaba, una literal sobreviviente de sus propias imposiciones. Las
estructuras de su vida entera, la precisión y la exactitud de su profesión que
formaba parte de todo su ser habían sido desplazadas por una incertidumbre
que modificó su universo completo. Sentía que se había mudado de vida y en
la nueva, alguien había cambiado todo de lugar. Pero, a pesar de eso, le
exigía que siguiera controlando todo como si fuera capaz. ¿Qué podía
controlar si nada estaba donde debía? Era como abrir el cajón de los
cubiertos para poner la mesa y encontrar los remedios. Todo inesperado,
desconocido.

Cada paso que daba o cada momento que decidía detenerse le gritaba del
mismo modo que ya nada estaba ordenado y organizado según las
previsiones de un sistema metódico que le aseguraba alcanzar un resultado.
Todo se encontraba disperso, sin solución de continuidad, sin certezas, sin
acuerdos, sin control. Su gran espalda de notaria que le hacía pensar al
mundo que era un ser empoderado de orden se había derrumbado, dejándola
frente a una mujer vulnerable con más dudas que certezas. Por momentos, le
daba miedo alejarse de la notaria y salir en busca de Gina. Conocerla al
descubierto de su pasado. Dejando atrás su vida perfectamente diseñada.

Entonces, sentada sobre su cama, lloró. Incansables lágrimas de una


sobreviviente recorrían su rostro y todo se mezclaba en un gran ¿Por qué? El
silencio y más lágrimas eran la única respuesta.

¿Por qué no podía resolver la vida de sus hijos? ¿Por qué no lograba dejar de
traer a Francisco desde la nostalgia a su memoria? ¿Por qué no era capaz de
ayudar a su amiga para que hiciera lo que debía hacer? ¿Por qué la afectaba
tanto el vacío de su padre y la actitud “coherente” de su madre? ¿Tenía ella
legitimación para decidir por otros? No. No la tenía, porque no era la notaria
quien se hacía los planteos, era la mujer que la habitaba y no tenía el control
de nada excepto de sus decisiones. Sus sentimientos también le daban
batalla. ¿Por qué seguía creyendo en el amor y se quedaba observando a las
mujeres que se habían animado a volver a empezar?
:
Secaba sus lágrimas, pero otras las reemplazaban de inmediato. Una gran
duda la angustió. ¿Debía quedarse? ¿Estaba bien partir en medio de tantas
cuestiones importantes que afectaban a los suyos? Se sentía egoísta. Chloé,
que parecía conocer sus pensamientos, se subió a su regazo y comenzó a
lamer su mano. El roce cariñoso y áspero de su pequeña lengua le robó una
sonrisa. La acarició.

–Ojalá pudieras aconsejarme… –le susurró entre sollozos. Chloé se trepó


hasta su hombro y se posó allí como si fuera un loro. A Gina le causaba
mucha gracia cuando hacía eso. Sonrió otra vez. Su gata era también una
sobreviviente y sin embargo, allí estaba siempre feliz y esperándola. Sin
querer, la pequeña felina le mostraba un camino, el mismo que la había
movilizado a cambiar su vida, a ser feliz. Para poder brindarse a los demás
hay que estar bien.

Decidió que no daría marcha atrás. Dejó de llorar, tomó a su gata en brazos y
la besó.

–Voy a extrañarte –le dijo con suavidad.

Luego, salió de la habitación y se dirigió a la de su hijo. Antes, acarició al


viejo Parker que custodiaba su puerta allí sentado. Mirar la mancha negra
sobre uno de sus ojos siempre la hacía sonreír. Era alegre su cara. Golpeó.

–Puedes entrar –se escuchó desde el otro lado.

Estaba recostado en su cama.

–Diego… Entiendo que quieran tener el bebé y formar una familia, pero no
deberías abandonar la universidad. Podemos ayudarte, no he hablado con tu
papá pero voy a hacerlo. Es tu futuro. Podrás darles a ambos una vida mejor
si estás preparado –dijo retomando el tema sin rodeos.

–Mamá… Ángeles me dejó. No hay familia que formar.

Dios… ¿Acaso nunca terminarían las sorpresas con ese hijo?, pensó.

–¿Cómo que te dejó?


:
–Sí. Me dejó. Dijo que no sabe si quiere tener el bebé y que no va a ser la
responsable de que abandone mis estudios. Intenté hablar con ella, pero no
es posible.

–Y entonces, ¿por qué tu decisión?

–Porque se lo debo. Porque la amo y eso se demuestra más con hechos que
con palabras. Que ella haga lo que crea que debe hacer. Yo voy a hacer lo
correcto. Trabajar y demostrarle que la quiero y que soy capaz de todo por
ella y por ese bebé.

De inmediato, Gina pensó que era una locura. Aunque si olvidaba que era su
hijo y le daba lugar a cierto romanticismo, podría ser el principio de una gran
historia de amor y podría haber un final feliz en el que Ángeles regresara, él
retomara sus estudios y tuvieran al bebé. No sabía qué actitud tomar. ¿Cómo
se enfrentaba una batalla que no era propia, pero qué importaba más que si
lo fuera? Estaba delante de una lucha a la que no había sido convocada.

Se acercó a él y lo abrazó.

–Quédate tranquila, mamá. Voy a resolver esto.

–No tengo dudas acerca de eso. Solo quiero que sepas que cuentas conmigo.
No estoy de acuerdo con que abandones la universidad, te pido que lo pienses
mucho. Puedes solucionar las cosas sin ser tan drástico.

–No lo tomes a mal pero… ¿quién lo dice? La ex esposa de alguien que viaja
sola un mes después de su separación, en busca de algo que no sabe ni qué
es. ¿No es eso drástico? Sin mencionar que bajaste de peso y te cambiaste el
look…

Eso había sido un golpe bajo, pero por mucho que le costara asumirlo era
verdad al derecho y al revés.

Se dio cuenta de que su hijo Diego y ella eran muy parecidos, más de lo que
había pensado.

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