Libro El Juicio Final
Libro El Juicio Final
Libro El Juicio Final
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Quedaban noventa segundos para la medianoche . Al
solo temía morir sin haber vivido . A fin de cuentas , vida solo hay
una , y ella tenía bien claro que lo quería hacer con la suya .
cualquier superficie . Pues ese día escribiría " SOLTERO SOLO " .
Vale , tenía a Camila y a Willow, pero su madre era ... eso , su madre ,
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estudiante de intercambio, de unos quince años de edad, que
vino de Canadá a Gravesfield hace un tiempo y forjó una muy
buena amistad con ella, pero tras unos meses tuvo que regresar
a su país. Siguieron comunicándose en línea, pero el paso del
tiempo, naturalmente, debilitó mucho la relación.
No era la primera vez que sucedía.
Cuando el autobús escolar se detuvo en la parada, se subió y fue
directamente a la primera fila, para evitar marearse y permanecer
alejada de las últimas, dónde se encontraban algunos de sus
compañeros más indeseables. Siempre se sentaba en el mismo
sitio, y estaba cómoda en él. El asiento contiguo solía estar vacío,
y al otro lado estaba su profesor de música junto con un alumno
pelirrojo que creía que era su hijo, aunque no estaba segura.
Durante el trayecto, aprovechaba para avanzar en su novela con
su tablet mientras escuchaba música con auriculares. Solía
hacerlo siempre que tenía la oportunidad. Le encantaba la
escritura desde primaria, dónde le mandaban escribir cuentos
sobre princesas y dragones. Ahora que su tarea era resolver
ecuaciones trigonométricas, lo otro era una simple afición. Sin
embargo, quería poder vivir de ella en el futuro, así que estaba
trabajando en el primer libro que, una vez terminado, mandaría a
una editorial: La Casa Búho. Las páginas que lo componían eran el
resultado de un ejercicio constante de creatividad, de noches
despierta pensando en la continuación de la historia, de horas de
trabajo y revisión. Había hecho una versión “personal” de la
historia, dónde la protagonista era ella misma y los personajes de
aquel mundo fantástico eran reales. Por supuesto, tendría que
cambiar sus nombres al publicarla, pero la inspiración nunca
desaparecería. Nadie en el autobús sabía que el valor emocional
del documento que editaba cada trayecto en Word era
inmedible. Cuando se sumergía en las palabras, no había quién le
devolviese a la realidad. En varias ocasiones no se dió cuenta de
la parada del bus en su instituto y siguió montada hasta llegar al
final de su recorrido. Por suerte, descubrió una función de su
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móvil que paraba la música y le alertaba cuando estaba cerca del
"¡ Feliz San Valentín a todos los estudiantes ! ” , junto con varios
Podía ignorar la fecha , ser un fantasma a sus ojos otro día más y
Sabía que ya tendría que haberse ido , pero decidió esperar hasta
miedo . Tenía mucho miedo de lo que podría salir mal , del contacto
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constantemente a su alrededor para asegurarse de que, como
siempre, entraría un poco más tarde que ella.
Le dió la impresión de que había muchas miradas fijas en su
persona, pero no tenía el menor interés en comprobarlo. Era
predecible, ya que, a fin de cuentas, se había ganado una
reputación permanente en el pasado haciendo lo que hizo.
Muchos esperaban que cometiera una locura equiparable. Lo
cierto es que ese día expresaría su amor con palabras.
Sin duda, aquella mañana también sería acosada, pero quizás
tuviese a alguien más para defenderle. Después de todo, ya sabía
exactamente lo que iban a hacer. Eran muy predecibles. Les
encantaba ponerle nerviosa y sabían que era más vulnerable a las
provocaciones que la mayoría de personas. Eso, en cierta parte,
hacía que se sintiese más segura. Camila le ofreció no ir al colegio
ese día precisamente por el miedo al “¿Qué dirán?”, pero su hija
insistió. Su actitud y su determinación le llenaron de orgullo.
Al cruzar la puerta, fue directamente a su taquilla a dejar las
cosas antes de ir a la primera clase. Iba a hablar con ella en el
recreo, ni antes ni después. Así lo había planeado y así tenía que
suceder. También había pensado las palabras con las que
empezaría la conversación y se había imaginado sus posibles
respuestas. Era muy común en ella planificar todo al minuto, y
por desgracia, un cambio en sus planes podía atormentarle.
Fue ahí, en el casillero, dónde recibió el primer comentario.
- ¿Qué vas a hacer hoy por Amity, dulzura? - le dijo Alexia,
irónicamente. - Tendrás que impresionarle otra vez, ¿no?
Siempre había tenido problemas para detectar el sarcasmo en las
palabras ajenas, pero ella se lo ponía muy fácil: casi todo lo que
decía era sarcástico. En otra ocasión quizás le hubiera
respondido, pero ese día no pensaba perder el tiempo.
- Venga, te noto muy marginada últimamente. Fuiste el centro
de atención de todo el colegio cuando pintaste la pared. No
quieres seguir estando sola en el patio, ¿o sí?
- Hoy no lo estaré - se limitó a murmurar. - Piérdete.
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Sabía que esa chica tenía problemas de autoestima por su grupo
social, que le trataba como si fuese inferior, y por eso buscaba
un equilibrio haciendo lo mismo con ella. Bastaba con ver como le
interrumpían y como hablaban a sus espaldas. Luz solía referirse
a un refrán al respecto: "Más vale solo que mal acompañado".
Vació su mochila en su taquilla y agarró el libro y el cuaderno de
biología, junto con el estuche. La tenía decorada con un póster
de la Buena Bruja Azura, aunque había escuchado que el colegio
iba a prohibir a los alumnos poner adornos por riesgo de
incendio, así que tendría que quitarlo tarde o temprano. Ella
también se burlaba con frecuencia de sus gustos, y aunque aún
le seguían doliendo las críticas, había aprendido a no dejarlo ver.
La cerró con llave y fue directamente a su primera clase. Creyó
oirla decir algo más, pero no estaba prestando atención. Su
mente estaba en otro lugar, intentando calmarse a sí misma.
Al llegar al laboratorio, comprobó que ella aún no había llegado y
se sentó en su pupitre, en primera fila. Antes, cuando se situaba
en la parte de atrás, se pasaba las clases mirando a su amada.
Ahora era Amity quien le tenía delante, y eso hacía que tuviese
que esforzarse mucho para contener sus tics nerviosos, como
morder la punta de los bolígrafos o sus propias uñas, pero con
frecuencia no podía evitarlo y luego se avergonzaba cuando se
daba cuenta de lo que estaba haciendo enfrente de sus ojos.
Tras unos minutos, justo antes de que la clase empezara, le vio de
reojo entrar. Fue entonces cuando comenzó a sentirse inestable.
Volvió a mirar hacía su mesa, deseando ser invisible, y empezó a
sudar fuertemente. Su nerviosismo llegó a tal punto que le
costaba respirar y no dejaba de temblar. Consciente de esto,
cerró los ojos e inhaló hondo, imaginándose en su habitación, a
salvo, solo acompañada por sus cubos, su baraja y sus libros.
En ese momento, la profesora de Biología entró al aula. Ella volvió
a mirar al frente y fue abriendo su libro. No quería parecer muy
acelerada por la fecha y la presencia de Amity. La última vez que
lo estuvo las cosas acabaron realmente mal para todos.
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:::
Tres horas más tarde, el timbre del recreo sonó. El
profesor de Matemáticas dijo que quienes hubieran acabado el
ejercicio de la pizarra eran libres de irse. Cuando Luz se lo enseñó,
él lo revisó un momento y, finalmente, asintió con la cabeza.
- Tiene muchos errores, pero entiendes los conceptos. Estoy
muy contento con tu progreso. Puedes irte.
- Gracias - respondió, cargando con la mochila y levantándose.
Amity, como la alumna sobresaliente que era, ya había terminado
hace rato y se había ido, junto con el resto de alumnos. Solo
quedaba ella, quien había tardado intencionadamente en hacerlo
para no tener que salir al mismo tiempo que todos. Ahora las
escaleras estaban despejadas y podía bajar tranquila. Fue
caminando con un ritmo suave hasta la planta baja. Al llegar, se
detuvo un momento antes de salir por la puerta.
Había llegado la hora de arreglar el mayor problema de su vida. De
convertir una pesadilla en un sueño. Todo se reducía a lo que
sucediera a continuación. No dejaría que nada lo arruinase. Si no
era capaz de mirarle a los ojos, miraría sus labios. Si alguien se
acercaba, le ignoraría súbitamente. Solo importarían ellas dos.
Decidida, salió al patio, con un ideal en mente.
No tardó ni diez segundos en localizarle. Estaba con su grupo
habitual de amigas. No le caían demasiado bien, pero tampoco
tenía nada en su contra. En el fondo, sabía que solo eran celos.
Tragó aire y caminó hacia ellas.
Mientras se acercaba, pudo sentir la presión de su propio cuerpo
contra ella, como si quisiera detenerle, y el sonido ambiental
pareció agravarse notablemente. Pero ahí, por una vez, sería ella
quien decidiera, no su síndrome. Y su elección era continuar.
Cuando Amity se dio cuenta de que se estaba acercando, dejó su
sándwich en el banco, se levantó y se acercó también, evitando
mirarle a los ojos para no incomodarle.
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Se reunieron ahí, una en frente de la otra , en el medio del patio .
- Hola .
-
- Luz , no niegues que fui una miserable - le interrumpió . - Por
tienes mi perdón .
Luz pudo percibir que estaba siendo observada por muchos ojos
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Sí. Al menos estaría en paz conmigo misma .
-
Como quieras .
Al ver que había uno libre en una esquina , caminaron hacía él . Luz
desde lejos con su móvil . Le sacó el dedo del medio para dejar
-
Parece que le importó a todo el mundo cuando simplemente
—
deseo privacidad , y a nadie cuando necesito ayuda
-
Te juro que le denuncio como lo suba - dijo , con ojos de odio .
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- Luz, sabes que todas las personas que te importan te han
perdonado. Todas. En estas paredes cada día aparece un
nuevo insulto o pene mal dibujado. Tu destacaste porque lo
hiciste bien. Porque eres una artista. Pero yo no lo supe ver.
- Esos garabatos son minúsculos. Nadie se fija en ellos.
- Bueno, tal vez tu estés hecha para destacar - sonrió. - Claro,
no de esa forma. Pero encontrarás tu camino en la vida, y
más pronto que tarde. Si no es la pintura, otro será.
- Creo que ya lo he encontrado.
- ¿Ah, sí? ¿Y cual es?
- Escribir - dijo, orgullosa.
- ¿¡Escribir!? ¿¡Desde cuándo!?
- Desde el pasado San Valentín. Mira.
Sacó su móvil del bolsillo, procurando que no le vieran los
profesores, y le enseñó superficialmente el documento.
LA CASA BÚHO
De Luz Noceda
{{ella}}
Amity
existía al ver que solo traía problemas . De cómo las personas por
cuenta de que ese había sido el peor error de su vida , dejar a una
Tal vez el resto del mundo le hubiese mirado con mejores ojos al
vida , que arruina todo lo que toca mientras tú sufres los daños
colaterales .
: : :
:
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tratando de alargar aunque sólo fuera un instante más su último
recuerdo físico de ella hasta dentro de mucho tiempo. Pero, por
más que buscó, no le encontró por ninguna parte.
Tras diez minutos, viendo que iba a perder el autobús, se rindió.
Ya estaba. Todo había terminado, quizás demasiado rápido.
Decepcionada, salió del colegio y fue a la parada. El vehículo ya
había llegado y estaba esperando unos minutos antes de partir.
Le enseñó su carnet de transporte público para estudiantes al
conductor, quien le dejó pasar, pero, al adentrarse, vió que, esta
vez, el acento contiguo estaba ocupado.
Amity estaba sentada ahí con una gran sonrisa en la boca.
- Hoy volveré en autobús - le informó.
- Genial - respondió, acercándose a ella, emocionada.
- Puedes acostarte en mí si quieres. Va a ser un viaje apacible.
- Claro - se reclinó un poco a su lado. - Estoy muy cansada.
- Normal. Podríamos hacer esto a partir de ahora.
Ella entrecerró los ojos.
- ¿A qué te refieres?
- Mi madre me acaba de llamar. Ha conseguido una oferta de
trabajo en Gravesfield.
Luz se quedó completamente paralizada durante un segundo.
- No… - su mente no daba crédito a esa noticia.
- Sí. Le han cogido en el supermercado de la esquina.
- ¿¡Vas a quedarte aquí!? ¿¡En serio!?
- ¡SÍ! - no pudo evitar gritarlo. Muchos pasajeros del autobús
se voltearon a ver a aquella chica llorando de felicidad. - Me
quedo aquí. Contigo. Para siempre.
Ella le agarró con fuerza, asimilando lo que acababa de oír, y le
besó. Ese fue su primer beso en los labios. Duró apenas unos
segundos, pero se sintió eterno y lleno de adrenalina.
Cuando por fin se tranquilizaron, Luz quiso saber más.
- ¿Por qué lo ha hecho? - preguntó.- ¿Quién trabaja en un
súper teniendo un máster de biotecnología?
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- Ella dice que el dinero es dinero y el amor es amor - se
encogió de hombros. - Lo ha hecho por nosotras. Ella te
aprecia muchísimo, a ti y a Camila. Quiere que nos criemos
juntas, aprendiendo una de la otra.
- Eso… es genial - exclamó. - Escucha. No quiero volver a
separarme de tí. Nunca más. No podré soportarlo.
- Yo tampoco. Quiero olvidar el último año de mi vida. Nada era
lo mismo. He echado de menos cada palmo de tí.
- No dejaré que nada nos separé. Te lo prometo.
Amity, por primera vez, le miró fijamente, a pesar de saber que
eso le incomodaba mucho. Pero, en realidad, no le estaba
mirando a ella.
Estaba mirando al Asperger.
- Yo solía pensar que nuestra separación fue culpa tuya -
pensó. - Pero fue culpa mía. No te entendía. Ahora vamos a
tener que llevarnos bien, ¿no crees?
Quizás fue una mera coincidencia, pero, en ese momento, Luz
dejó de desviar la mirada.
FIN
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